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CT-03 - Estabilidad de Presas - Solicitaciones

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FA C U LT A D D E IN GE N IE R ÍA

Á R E A OB R A S H ID R Á U LIC A S
C ON S T R U C C ION E S H ID R Á U LIC A S

ESTABILIDAD DE LAS PRESAS


SOLICIT ACIONES

Archivo: CT-Estabilidad de Presas - Solicitaciones.doc


Versión: HARJ-HRR-PAC-1
Fecha: Agosto de 2012
Fotografía: Presa de Alicurá - Río Limay
Clase Teórica CT-03
UNLP - Facultad de Ingeniería
ESTABILIDAD DE LAS PRESAS Construcciones Hidráulicas
SOLICITACIONES

CONSTRUCCIONES HIDRÁULICAS
ESTABILIDAD DE LAS PRESAS
SOLICITACIONES

1. SOLICITACIONES

En el proyecto de una presa se deben tener en cuenta las siguientes solicitaciones

i. Peso Propio.
ii. Empuje Hidrostático y acciones hidrodinámicas.
iii. Presión intersticial. Subpresión.
iv. Empuje de los sedimentos.
v. Acción del hielo.
vi. Efecto del viento.
vii. Fuerzas sísmicas.
viii. Variaciones de temperatura.
ix. Otras solicitaciones.

Algunas de ellas son de fundamental importancia, siendo las que más influyen en las
dimensiones y seguridad de la presa. Las acciones derivadas de los sedimentos, hielo y
viento son de efecto muy secundario. A todas ellas hay que añadirle las reacciones del
terreno, que son las que cierran el equilibrio global.

1.1.- PESO PROPIO


Es la primera fuerza obligada en toda estructura. En una presa actúa como fuerza
pasiva, fundamental y permanente que colabora en la estabilidad. Al hacer el proyecto
está relativamente bien definida, con las limitaciones correspondientes a cada etapa de
avance. Se calcula multiplicando el volumen de los diversos elementos estructurales por
el peso específico del material correspondiente.

El peso depende de la forma y dimensiones de la presa y del peso específico de los


materiales. La forma y dimensiones se definen en el proyecto, pero la profundidad a la
que se debe fundar la obra puede ir variando de acuerdo con la información proveniente
de los estudios geotécnicos, lo cual requiere un ajuste en la geometría adoptada. En
cuanto al peso específico hay que distinguir si se trata de una presa de hormigón o de
materiales sueltos.

El peso propio, G, es la mayor de todas las solicitaciones que se ejercen sobre una
presa que funcione por gravedad y es la que más aporta a la estabilidad de la
estructura. Su importancia es menor en otros tipos de presas de hormigón (presas en
arco, presas de contrafuertes).

El peso específico del hormigón se determina mediante ensayos de laboratorio


realizados con mezclas análogas a las previstas durante la construcción. En los estudios
preliminares es admisible atribuir al hormigón un peso específico igual al conseguido en
otras obras construidas con materiales similares. A falta de información, la estabilidad de
la presa puede verificarse conservativamente con un valor de gH = 2.3 t/m3.

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SOLICITACIONES

En las presas de materiales sueltos las dimensiones dependen fundamentalmente de


los materiales, que tienen una amplia gama de variación, no sólo del peso, sino de las
características geomecánicas y de permeabilidad, que pueden influir tanto o más que el
peso en la definición de la forma. Por esta razón, al momento de proyectar la presa,
deben conocerse, al menos con cierta aproximación, los materiales que se van a
emplear.

Se debe comprobar periódicamente el peso específico de los materiales empleados


para la construcción de la obra mediante la toma y ensayo de muestras y, si resultara
inferior al supuesto en más del 2%, será preciso volver a verificar la estabilidad de la
presa.

Las tensiones debidas al peso propio deben calcularse no sólo para la estructura
terminada, sino también para estados intermedios de la construcción, cuando el proceso
constructivo de la obra o las juntas puedan tener influencia desfavorable en la
distribución de las tensiones, como sucede muchas veces en las presas de arco.

1.2. EMPUJE HIDROSTÁTICO Y ACCIONES HIDRODINÁMICAS.


El empuje hidrostático es la fuerza activa fundamental. El empuje total del agua en
reposo, E, sobre una superficie plana sumergida de área A, es:

E = g hg A

Donde g es el peso específico del agua y hg la distancia vertical desde la superficie del
agua hasta el centro de gravedad de la superficie A. En la mayoría de los casos los
paramentos sumergidos de las presas son inclinados o curvos y esta fuerza suele
descomponerse en una componente horizontal y otra vertical, que pueden calcularse
directamente aplicando los principios de la hidrostática.

La componente horizontal suele ser la más importante y se obtiene fácilmente


integrando el diagrama sobre la longitud de la presa:

E'H = 1/2 g h2

Donde g es el peso específico del agua y h la distancia vertical desde la superficie libre
del agua hasta la base de la sección considerada.

La componente vertical E'v es igual al peso del prisma de agua situado sobre el
paramento inclinado o curvo y puede actuar en sentido igual u opuesto al de la fuerza de
la gravedad. Si el paramento es plano y forma un ángulo a con la vertical, esta
componente es
E'V = 1/2 g h2 tg a

Si se trata de una presa en arco como la de la figura siguiente, será el peso del prisma
curvo Oab (de trazos) hasta el pie; pero si la bóveda tuviera un desplome en la parte
baja, como ocurre con frecuencia, estará sometida a dos empujes verticales: V1 peso del
prisma Oac sobre la parte superior y V2 dirigida hacia arriba, e igual al peso del prisma
Ocbb', que actúa levantando a la presa sobre la parte del paramento en desplome. El

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resultado conjunto de ambos es el que se muestra en la figura, a través de las fuerzas


V’1 y V’2.

Para el cálculo de los empujes hidrostáticos, el peso específico del agua, g, se


considera normalmente igual a 1 t/m3. Cuando el agua contenga una elevada cantidad
de sedimentos en suspensión puede ser necesario tener en cuenta pesos específicos
mayores, determinados experimentalmente.

En las presas vertedero se consideran las presiones hidrodinámicas sobre los


paramentos, al funcionar el aliviadero, cuando este efecto es desfavorable. Rara vez es
necesaria su determinación exacta.

Si el coronamiento y el paramento de agua abajo del vertedero tienen la forma exacta de


la superficie inferior de la lámina vertiente de un vertedero aireado en pared delgada, el
agua no ejercerá presión alguna sobre aquellas superficies. La fiel adaptación entre la
lámina y el perfil de la presa sólo es posible para un valor singular del caudal. Para otros
menores, la caída libre de la lámina es interferida y una parte del peso del agua carga
sobre la presa. Por lo general, este peso no se toma en cuenta en el cálculo de la
estabilidad de la presa sobre la que ejerce una influencia favorable. Si el caudal
aumenta por encima del valor del cálculo, la lámina vertiente tenderá a describir una
trayectoria más abierta y a separarse del paramento de la presa. Cuando esta
separación no puede materializarse por falta de aireación, en la superficie de contacto
entre la lámina y el paramente se formará un área de presión inferior a la atmosférica,
que origina una fuerza favorable al volcamiento de la presa y debe tenerse en cuenta en
el respectivo cálculo de estabilidad.

En coronamientos deficientemente diseñados, la reducción de la presión puede tener


carácter fluctuante, pues, cuando el vacío parcial alcanza un cierto valor, se produce
una rotura de la lámina por la que penetra aire retornándose bruscamente a la presión
atmosférica. Este fenómeno se repite periódicamente a intervalos de muy corta
duración, causando fuerte vibración. Si el coronamiento está bien diseñado, es muy
difícil o prácticamente imposible que la lámina se separe del paramento para un
razonable aumento de la carga hidrostática.

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SOLICITACIONES

El paramento de aguas abajo de una presa vertedero generalmente se curva en la base,


para reducir el efecto erosivo de la lámina vertiente. A lo largo de la superficie curva la
corriente de agua ejerce un empuje dinámico, por efecto de la fuerza centrífuga, que
siendo favorable a la estabilidad de la presa no se tiene en cuenta en los cálculos,
excepto cuando la carga hidrostática sobre el coronamiento es muy grande.

En resumen: el empuje es una fuerza fundamental y muy importante, sobre todo en su


componente horizontal, que es desestabilizadora. La vertical inferior (cuando existe)
también lo es, pues empuja hacia arriba. En cambio, la vertical superior es favorable y
estabilizadora. Por esta razón las presas aligeradas están obligadas a tener un
paramento inclinado aguas arriba, para que el peso del agua sobre él compense el que
se quita de hormigón.

El máximo efecto del empuje hidrostático se da, evidentemente, para el nivel máximo del
embalse, y por ello habrá que evaluarlo para el máximo nivel normal de explotación
(NMN) y para los máximos que se producen en oportunidad de presentarse las crecidas
de proyecto de las obras de alivio y la crecida máxima probable (NMP y NME,
respectivamente). En algunos casos, también es preciso calcular el efecto de niveles
inferiores al normal (por ejemplo, en presas de materiales sueltos, para comprobar el
efecto de un descenso brusco del nivel de embalse).

1.3. PRESIÓN INTERSTICIAL - SUBPRESIÓN


La presión del agua que llena los poros del hormigón y de los terrenos de cimentación,
disminuye las presiones efectivas entre las partículas sólidas de los mismos y altera, por
lo tanto, sus condiciones de estabilidad y resistencia. Sus efectos pueden estudiarse
introduciendo en el estado tensional las fuerzas derivadas del gradiente de presión.

Tal procedimiento suele conducir a cálculos complejos, por lo que se recurre, en


general, a comprobar la estabilidad de la presa o del terreno en que ésta se asienta,
estudiando el deslizamiento posible según un cierto número de superficies elegidas por
consideraciones teóricas y todas aquéllas que presentan condiciones de debilidad
particulares, tales como la superficie de cimentación, las juntas de trabajo, las fallas y
diaclasas, los estratos blandos o permeables del terreno, etc. En todas estas
comprobaciones se admite, salvo justificación especial, que la presión intersticial se
ejerce en la totalidad de la superficie considerada.

En las presas de hormigón se considera el efecto de !a presión intersticial en planos


horizontales o subhorizontales, tanto en el interior del hormigón como en el terreno, y al
esfuerzo resultante se lo conoce con el nombre específico de subpresión.

Hasta fines del siglo XIX, la estabilidad de las presas de gravedad macizas se calculaba
según la regla de RANKINE, imponiendo la condición de la ausencia de tracciones en
cualquier punto de la estructura. Esto exige que, en el caso de una sección rectangular,
la resultante de las fuerzas actuantes pase por el tercio medio de cualquier sección
horizontal, incluida la base. Las únicas solicitaciones consideradas en aquella época
eran el peso propio y el empuje hidrostático.

Al investigar las causas de la rotura de la presa de BOUZEY (hipótesis de la cuña de


agua) ocurrida en Francia en 1895, pudo comprobarse que el accidente se produjo a

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causa de la presión interna ejercida por el agua que penetró en la presa, actuando en
forma de cuña.

En una comunicación a la Academia de Ciencias de Francia, dos meses después del


accidente de Bouzey, el Ingeniero Mauricio Levy propuso un criterio de proyecto de
presas que en principio pareció muy razonable y tuvo gran aceptación durante décadas.

El razonamiento de
Levy fue el
siguiente: puesto
que el paramento de
agua arriba está en
contacto con el
agua, ésta puede
penetrar al interior
de la presa a través
de las grietas que
haya en aquél y
ejercer el efecto de
una cuña. Para
resolver el problema
bastaría impedir esta filtración, proyectando la presa de manera que la tensión de
compresión, s1 paralela a dicho paramento, sea igual o mayor que la presión p del
agua, en cada punto de la superficie mojada. Aunque por cualquier causa se llegara a
formar una grieta GG' en el punto G (mala ejecución, retracción, asentamiento, sismo,
etc.), el agua no podría penetrar, pues los labios de la grieta estarían más comprimidos
que la presión hidrostática.

Esta condición se llamó "Criterio de Levy" y se divulgó y usó por todo el mundo. Pronto
se comprobó, sin embargo, que las estructuras de las presas proyectadas con sujeción
a esta regla resultaban excesivamente voluminosas. La experiencia posterior indicó que
no era necesario llegar a s>p (Levy), bastando con s>kp, donde el factor k variaba
entre 0,5 y 0,75, según los casos y el criterio del ingeniero proyectista. En esta decisión
también influirían la calidad e impermeabilidad del cimiento y los resultados
satisfactorios que se fueron observando en las presas proyectadas con factores k
progresivamente decrecientes.

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Dos años después del desastre de Bouzey, una circular ministerial francesa (1897)
ordenó que en el proyecto de presas se tuviera en cuenta el efecto de la posible acción
interna del agua, disminuyendo el peso específico del material, hormigón o fábrica, en
100 kg/m3. Es realmente curioso el empirismo de este criterio, que en sí resulta
insuficiente.

En el cuadro siguiente se resume la comparación de dimensiones y volúmenes relativos


que se obtienen al aplicar los distintos criterios a una presa de gravedad maciza, de
paramento vertical aguas arriba y talud m con la vertical en el de aguas abajo, con peso
específico gH = 2,3 t/m3, donde m es la tangente del ángulo que el paramento forma con
la vertical.

m Volumen
Regla del 1/3 (Rankine) 0,657 1,00
Circular francesa (1897) 0,673 1,02
Levy 0,874 1,33
K = 0,75 0,803 1,22
K = 0,50 0,745 1,13
Actual 0,78 1,18

Puede observarse que la aplicación del criterio de Levy lleva a un incremento de 1/3 del
volumen obtenido con la regla de Rankine. Teniendo en cuenta que en la actualidad m
varía entre 0,75 y 0,78, está claro que el criterio de Levy es excesivo (de un 12% a un
15%) pero, también, que las presas proyectadas con la regla de Rankine o la
especificación de la circular francesa estaban en una condición de estabilidad muy
precaria.
Los estudios de LIECKFELDT (1898) tuvieron
una gran repercusión en los países de habla
germana. La teoría de Lieckfeldt supone, como
Levy, que en el paramento OA se abre la grieta
AC pero, a diferencia de éste, admite que si la
ley de variación de tensiones de compresión en
la sección AB está representada por el trapecio
Aa'bB (lo cual resulta de admitir la deformación
plana de AB), el agua penetrará solamente hasta
C con la presión hidrostatica p = g h, puesto que
en AC los bordes de la grieta están comprimidos
por la tensión s inferior a la presión del agua. A
partir del punto C la filtración ya no podrá seguir
avanzando porque las compresiones son
mayores que p. La posición del punto C puede
determinarse fácilmente por medio del cálculo. El
cumplimiento de las condiciones de estabilidad estática, en la hipótesis de Lieckfeldt
requiere:

m > 0,828 (con gH = 2,3 t/m3)

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En 1910, LINK acepta, como Lieckfeldt, una grieta


AC y la penetración del agua hasta C, pero
supone que la presión del agua disminuye
gradualmente al filtrar por la grieta, decreciendo
linealmente a lo largo de AB hasta anularse en el
paramento de agua abajo. La presión en A se
admite igual a θ.g.h, en la hipótesis de que, al
penetrar en la grieta, el agua experimenta una
pérdida de carga local equivalente a la caída de
presión (1 - θ) g h. El resto del razonamiento es
similar al de Lieckfeldt: la variación de la tensión s
responde a una ley trapecial y, desde C, el
esfuerzo de compresión es superior a la presión
del agua filtrada, por cuyo motivo la grieta
permanecerá cerrada más allá de este punto. Con
este criterio, el valor de θ fija la posición de C y con ello el talud m, resultando:

Volumen (%)
θ m
Rankine 1,00
1/3 1,01 0,66
2/3 1,04 0,69
1 1,11 0,73

Puede observarse que aún el mayor valor de θ ahorra un 22% de volumen respecto a
Levy, pero los taludes m son inferiores a los que se admiten ahora (0,75 a 0,78).

El concepto básico común de todos los antiguos criterios era la posible formación de una
grieta y la penetración del agua a presión por ella que produce el efecto de una cuña.
Esta interpretación del fenómeno de la subpresión fue posteriormente superada, por el
mejor conocimiento de las propiedades físicas del hormigón.

Todo hormigón tiene mayor o menor cantidad de poros en su masa, cuyo volumen
normal puede estimarse en el orden del 12%, con un mínimo de 6% en el mejor
hormigón de laboratorio. Esto obedece en parte a que es imposible conseguir el relleno
perfecto de los huecos de la arena con el cemento y los de la grava con el mortero.
Además, con el objeto de dar a la masa la plasticidad conveniente se añade casi
siempre más cantidad de agua que la estrictamente necesaria para el proceso físico -
químico del fraguado del hormigón. Con el tiempo, el sobrante se evapora y deja su
correspondiente hueco. La porosidad depende, entonces, en gran parte del exceso de
agua y, esencialmente, de la relación agua/cemento. Los poros no están aislados, sino
conectados unos con otros por una red de conductos capilares, a través de la cual el
agua puede penetrar y saturar al hormigón, si éste permanece sumergido el tiempo
necesario. A partir de ese momento, en los poros se establece la presión hidrostática,
según el principio de los vasos comunicantes de Pascal. Por consiguiente, el hormigón
es permeable, particularmente al aire y al agua.

El flujo del agua a través de los materiales permeables obedece sensiblemente a las
mismas leyes físicas. Resulta de ellas que el movimiento del agua filtrada en dos presas
de forma geométrica semejante pero de diferente permeabilidad, no difiere sino por su
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intensidad. Las partículas de agua se desplazan a lo largo de trayectorias, por lo general


curvas, conocidas con el nombre de líneas de corriente y por efecto del rozamiento con
el hormigón y la irregularidad de la forma y sección de los conductos capilares, pierden
progresivamente su carga hidrostática inicial.

El movimiento bidimensional de un fluido incompresible cualquiera en un medio


permeable incompresible responde a la ecuación de Laplace:

 2  2
+ =0
x 2 y 2

Donde Φ es la función denominada potencial de velocidades. Las componentes v x y vy


de la velocidad de filtración v, son las derivadas parciales del potencial:
Φ = kh
En el cual: k, es el coeficiente de permeabilidad, y h, la carga hidrostática en el punto de
coordenadas x e y.
vx = ∂Φ/∂x = k ∂h/∂x = k ix donde ix = ∂h/∂x
vy = ∂Φ/∂x = k ∂h/∂y = k iy donde iy = ∂h/∂y

Donde ix e iy son los gradientes hidráulicos en las direcciones horizontal y vertical,


respectivamente.

Gráficamente, la ecuación de
Laplace se representa por dos
familias de curvas que se cortan
en ángulo recto. Las curvas de la
primera de ellas son las definidas
como líneas de corriente,
mientras que las de la segunda
se denominan equipotenciales. Si
se coloca un tubo piezométrico
en un punto cualquiera de una
línea equipotencial, el agua se
elevará en él hasta un nivel
determinado llamado nivel
piezométrico, correspondiente a
la línea equipotencial
considerada. El sistema de líneas
de corriente y equipotenciales es
la red de corriente. En la figura se
dibuja la red de corriente para
una presa de hormigón maciza.
La línea de corriente superior es
la línea de saturación y por
debajo de ella toda la presa está
sometida a presiones.

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La ley de subpresiones a lo largo de AB no es lineal sino curva. El triangulo aa'b que


representa la hipótesis de variación lineal de la subpresión comúnmente adoptada es
desfavorable, según se ve.

Las partículas de agua se desplazan a lo largo de las líneas de corriente en una


dirección perpendicular a las equipotenciales, con la velocidad de filtración:
v=k.i
Donde i es el gradiente hidráulico. Esta ecuación es conocida generalmente como la
"Ley de Darcy". Si se toma el valor arbitrario b como ancho de un elemento de la red,
medido perpendicularmente a las líneas de corriente, el caudal que filtra a través del
elemento es, por unidad de longitud de la presa:

ΔQ = b.v = b.k.i
En una presa bien construida el caudal filtrado no se ve porque es tan pequeño que se
evapora al aparecer por el paramento de agua abajo.

Resolviendo la ecuación de Laplace se pueden obtener los elementos necesarios para


la construcción de la red de corriente, pero la solución matemática sólo tiene interés
práctico si las condiciones en los límites y en el medio poroso propiamente dicho son
particularmente simples. Por lo general, los contornos geométricos de la mayoría de las
obras hidráulicas no cumplen con esta condición. Antes de emprender la construcción
de la red de corriente es preciso definir las condiciones hidráulicas en los límites,
particulares de cada problema, y determinar su influencia en la forma de las líneas de
corriente. El empleo de modelos se fundamenta en el hecho de que todo fenómeno
físico derivado de un potencial y regido por la ecuación de Laplace, implicará la
existencia de una red de equipotenciales y de líneas normales absolutamente idéntica a
la de un campo de filtración. La analogía entre el flujo del agua en un medio permeable y
el de la electricidad en un conductor ofrece un medio cómodo de construir una red de
corriente.

Todas las redes de corriente se construyen suponiendo que el agua filtra a través de un
material homogéneo e isótropo, de permeabilidad uniforme en todas las direcciones. En
la realidad la permeabilidad varía de un punto a otro, y, para construir una red de
filtraciones representativa, sería necesario tener en cuenta no sólo los distintos
coeficientes de permeabilidad de las diferentes clases de hormigón, sino también
establecer las hipótesis más desfavorables para la seguridad de la presa en relación con
la influencia de posibles heterogeneidades, defectos, fisuras, juntas de trabajo,
obturación de drenes o paramentos por incrustaciones o hielo, diferencias de
permeabilidad originadas por el estado tensional y, en particular, las consecuencias
posibles de la permeabilidad, fisuración o rotura de los conductos hidráulicos a presión
alojados en el cuerpo de la presa, el cimiento o los estribos. Por estos motivos, la
diferencia entre una red corriente groseramente esquematizada y otra muy precisa es
pequeña, por lo general, si se la compara con la que existe entre la verdadera red de
filtración de una presa y la trazada con la mayor precisión. Puesto que siempre es así,
las sutilezas en la construcción de una red de corriente o de las investigaciones
complicadas en modelos son totalmente ilusorias. Son, pues muy recomendables todas
las medidas que tiendan a reducir el valor absoluto de las presiones intersticiales,
disminuyendo así la influencia relativa de sus variaciones en la estabilidad de la obra.

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Aceptando que la variación exacta de la presión intersticial es difícil, sólo si se adoptan


esas medidas podrá admitirse que dicha presión se estime mediante reglas empíricas
establecidas para cada tipo de presa. En cualquier caso, será necesario instalar
aparatos de auscultación que permitan medir e interpretar las presiones intersticiales
reales durante todo el periodo de explotación de la presa y comprobar su efecto sobre la
estabilidad de la obra.

Con referencia a la figura siguiente, si no hubiera una pantalla impermeable ni dren, la


presión intersticial en la base de la presa sería aproximadamente la que indica el
trapecio 1-7-3-2.
Cuando existen la pantalla impermeable y el
dren, el diagrama de subpresiones adquiere
una forma irregular, muy complicada y
variada, según se ha podido comprobar en las
mediciones directas efectuadas en numerosas
obras construidas. Teniendo en cuenta las
muchas variables e incógnitas que intervienen
en el problema, puede admitirse el polígono 1-
7-6-3-2 como una aceptable representación
de la variación de las presiones intersticiales
en la base de la presa. El triángulo 4-7-6
marca la rápida caída de la subpresión en una
presa real por efecto de la pantalla
impermeable y el dren, situado a una cierta
distancia agua abajo del paramento mojado.
Como la línea 3-6 es solamente una
aproximación de algún desconocido diagrama
de presiones más complejo, resulta admisible
despreciar la subpresión correspondiente al
triángulo 4-6-7. En consecuencia, las
presiones intersticiales (subpresión) en la
base de la presa estarán en la práctica
representadas por el trapecio 1-4-3-2.

La subpresión total se obtiene integrando este diagrama en el área de la base de la


presa. Para una faja de ancho uniforme, este total está dado por la ecuación:

E’u= g.C.A [h2 + 1/2 θ (h1-h2)]

Donde: A, es el área de la base; C, la fracción del área sobre la que actúa la subpresión;
y θ (h1-h2) la carga hidrostática neta subsistente inmediatamente detrás de la pantalla
impermeable. La línea de aplicación pasa por el centro de gravedad del trapecio 1-4-3-2.
Los valores de las constantes recomendados por Hinds, Creager y Justin (“Engineering
for Dams”, J. Wiley & Sons, New Cork, 1945) son los siguientes:

a. En todas las condiciones, C = 1,00


b. En cimentaciones sobre suelos aluvionales, θ se debe determinar mediante la
red de corriente o por análisis especiales.
c. Cimentación en roca:

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Altura de Inyección y
Tipo de roca de cimentación θ
la presa drenaje
Media
Estratificada horizontalmente No 1,00
(hasta 60 m)

Media Mediana, estratificada horizontalmente Sí 0,67

Alta
Mediana, estratificada horizontalmente Sí 0,75
(más de 60 m)

Media Buena, estratificada horizontalmente Sí 0,50

Alta Buena, estratificada horizontalmente Sí 0,67

Media Regular, compacta No 0,67

Media Regular, compacta Sí 0,50

Alta Regular, compacta Sí 0,67

Media Buena, compacta No 0,50

Media Buena, compacta Si 0,50

Alta Buena, compacta Sí 0,50

La subpresión determinada en la forma descripta será sólo aproximada. Por lo tanto, la


elección de los valores de las constantes deberá realizarse con criterio conservador,
ponderando cuidadosamente todos los factores que afectan a la subpresión.

1.4. EMPUJE DE LOS SEDIMENTOS


Normalmente, la presión de los sedimentos depositados en el embalse, contra el
paramento de agua arriba de la presa, tiene un efecto secundario en la estabilidad de la
estructura y puede prescindirse de su consideración en el proyecto.

Cuando el embalse está lleno, las presiones contra la presa son las que corresponden al
material sumergido. Si está vacío, a los sedimentos saturados.

El empuje horizontal de los sedimentos se determina por la fórmula de Rankine:

 s hs2 1 − sen 
E's =
2 1 + sen 

Donde: E's es el empuje horizontal por unidad de


longitud de la presa; gs, el peso específico aparente
de los sedimentos sumergidos o saturados; h s su
espesor; y Φ el ángulo de fricción interna del
material sumergido o saturado, según corresponda.
El empuje actúa a una distancia de 2/3 hs por
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debajo de la superficie de los sedimentos. Si el paramento de la presa es inclinado, el


peso de los sedimentos situados directamente encima del paramento inclinado se
incluye en las fuerzas verticales que actúan sobre la presa,

El peso aparente, gs puede estimarse a partir de muestras de sedimentos depositados


en embalses vecinos u obtenidas directamente de la corriente de agua. A falta de datos
experimentales, siempre muy recomendables, pueden utilizarse, en la fórmula de
Rankine, los valores medios siguientes:

• gs : peso específico aparente seco: 1,6 t/m3


• k: proporción de vacíos: 40%
• l: densidad relativa: 2,67
• φ: 30°

Cuando la presión de los sedimentos tiene primordial importancia en el proyecto de la


presa, es necesario un estudio experimental especial.

El espesor de los sedimentos corresponde a la altura que pudiera alcanzar el depósito


en un período de explotación de 100 años.

1.5. ACCIÓN DEL HIELO


Salvo casos muy particulares, en la República Argentina se prescinde de esta
solicitación en el cálculo de la estabilidad de las presas, pues la formación de capas de
hielo de considerable espesor en los embalses es excepcional.

El valor de la presión ejercida por el hielo varía entre límites muy amplios, que dependen
de su espesor de la inclinación del paramento de la presa y de la pendiente de las
laderas de la garganta.

Cuando las condiciones climáticas hagan previsible la formación de hielo de espesor


mayor de 20 cm, se considera que sobre la proyección vertical del área de contacto del
hielo con el paramento actúa una presión suplementaria de 1 kg/cm 2. Si el paramento de
agua arriba es muy tendido o las laderas de la garganta tienen pendientes moderadas,
se pueden aplicar coeficientes de reducción a la cifra anterior.

Algunos estudios indican que en los EE.UU. el máximo empuje probable del hielo varía
entre 7,5 y 30 toneladas por metro lineal.

1.6. EFECTO DEL VIENTO.


La acción de los vientos reinantes o dominantes, ejercida sobre la superficie libre de los
embalses, da lugar a una marea meteorológica o "eólica" y a la formación de olas, cuyas
respectivas magnitudes dependen de la intensidad, dirección y duración de los vientos,
de su orientación relativa respecto al embalse y de la longitud del "fetch".

El "fetch" es el área del embalse, sin solución de continuidad, en la que el viento sopla
en una dirección esencialmente constante. La longitud del fetch, o simplemente el
"fetch", es la distancia entre las orillas opuestas de la superficie del lago libre de
obstáculos, sometida a la acción del viento, medida en la dirección de éste. Su ancho es
la distancia análoga perpendicular a la anterior.

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Las condiciones meteorológicas determinantes del viento más desfavorable para el


cálculo de las alturas de la marea eólica o de las olas son las que tienen probabilidad de
presentarse en la misma época del año en que la superficie del embalse alcanza el nivel
en consideración.

1.6.1.- Fórmulas empíricas.


Para el cálculo de las alturas de la marea eólica y de las olas se han desarrollado
numerosas fórmulas empíricas, la mayoría de las cuales están expresadas en función
de dos parámetros básicos: la velocidad del viento y el "fetch". Por lo general, estas
fórmulas proporcionan resultados diferentes, pero en la mayoría de los casos la
discrepancia no es tan grande como la indeterminación que, para cada fórmula en
particular, resulta de la imprecisión de las hipótesis básicas sobre la velocidad del viento
y el "fetch".

a) Marea eólica
El rozamiento entre la masa de aire en movimiento y la superficie del lago natural o
artificial genera una fuerza horizontal en la dirección del viento, que se ejerce en la
interfase y produce una acumulación de agua a sotavento del lago. Este fenómeno
recibe el nombre de marea eólica y puede calcularse mediante la fórmula modificada del
Zuider Zee:
W2 F
hw =
62800 d
Donde hw es la altura de la marea eólica en m, referida al nivel del agua en reposo; W la
velocidad media del viento; y d la profundidad media del agua en m, a lo largo del
"fetch".

b) Altura de la ola
La altura de la se calcula tradicionalmente por medio de la fórmula de Stevenson-
Molitor:
ho = 0.032 W F + 0.76 − 4 F

Donde ho es la altura de la ola en m, desde el seno hasta la cresta, W y F tienen los


significados anteriormente indicados. Para un "Fetch" mayor de 32 Km, la fórmula puede
utilizarse en forma simplificada:
ho = 0.032 W F

Obviamente la fórmula completa no es aplicable a pequeñas velocidades del viento o


"fetches" reducidos pues, en los casos extremos de viento o fetch nulos, ho sería igual a
0,76 m.

En su reemplazo, Creager y Justin han propuesto la fórmula siguiente que, más racional
en este aspecto, da valores prácticamente iguales a los de la fórmula Stevenson-Molitor:

ho = 0.06 F0.37 W0.48

El diagrama de las presiones de la ola sobre un paramento vertical puede representarse


en forma simplificada, a los efectos prácticos, por un triángulo tal como se observa en la
figura siguiente.

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Al incidir sobre el paramento vertical, la ola se reflejará generando un estado de onda


estacionaria. Aceptando que la ola es asimétrica y que su amplitud es a (distancia entre
la cresta y el valle), la ola se desarrolla con un tercio de la amplitud por debajo del nivel
de reposo y dos tercios por encima. En el estado de onda estacionaria la amplitud se
duplica. Dado que se reemplaza el oleaje real de condiciones variables por un oleaje
monocromático, el valor de amplitud que debe considerarse es el de la ola significativa,
es decir, a = ho.

La máxima presión se registra poco más o menos a 0,125 ho por encima del nivel del
agua en reposo y vale aproximadamente:
po máx = 2,4 g ho

Donde g es el peso específico del agua. El área del triángulo representa el empuje de la
ola, por unidad de longitud de la presa:
P’o = 2 g ho 2

El punto de aplicación de la fuerza se encuentra a 0,375. ho (3/8 ho) por encima del nivel
del agua en reposo.

Las ecuaciones anteriores son expresiones empíricas utilizables solamente dentro de


los límites para los cuales fueron establecidas, es decir, profundidades moderadas y
velocidades del viento superiores a 100 Km/h. Aún en este caso, los resultados son
apenas aproximados y pueden aplicarse al proyecto de una presa únicamente cuando el
oleaje es de importancia secundaria.

1.6.2.- "Fetch" efectivo


El uso del fetch máximo en el cálculo de la altura de las olas conduce a valores
demasiado grandes, debido a que la intensidad del oleaje depende también de las
aguas libres adyacentes.

De acuerdo con los resultados obtenidos de observaciones realizadas en lagos


artificiales, la utilización de un "fetch efectivo" permite lograr una mejor aproximación en
el cálculo de la altura de las olas. El método se basa en el concepto de que el ancho del
fetch establece una definida restricción a la formación de las olas, la cual se reduce a
medida que aumenta la relación entre el ancho y la longitud del fetch.

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El procedimiento recomendado
supone que la longitud eficaz de cada
rayo es equivalente a su proyección
sobre el rayo central y admite además
que la acción ejercida por el viento en
la generación de las olas de cada rayo
es proporcional al coseno del ángulo a
formado por el rayo y la dirección
media del viento. Por consiguiente, la
efectividad total de cada segmento de
fetch queda determinada por el
producto de ambos valores. El "fetch
efectivo" del embalse resulta igual a la
suma de estos productos dividida por
la suma de los cosenos:

Fe = (Σ Li cos2 ai) / (Σ cos ai)

Para calcular el fetch efectivo del


embalse formado por la presa Denison
(EE.UU.), desde el punto A del
contorno del lago se dibujaron 15
radios a intervalos de 6o orientando el
radio central en la dirección del viento.
Cada uno de los radios representa el
o
eje de un sector de 6 y se extiende hasta la orilla opuesta del lago sobre la superficie
libre del agua que corresponde a un determinado nivel del embalse. En la tabla que
acompaña a la figura se resume el procedimiento de cálculo del fetch efectivo.

El método presupone que la acción del viento es mínima fuera del sector de 45° a cada
lado del radio central. Esta hipótesis se infiere en parte de ciertas consideraciones
teóricas, y también del hecho de que se adecua mejor a los datos experimentales.

En presa Denison: F = 24,7 mi; Fe=11,50 mi


(Del ejemplo) (Común) (Efectivo)

1.6.3.- Velocidad del viento


En condiciones meteorológicas equivalentes, la velocidad del viento sobre el espejo de
agua de un embalse es por lo general mayor que en la superficie del terreno
circundante. La magnitud de esta diferencia depende de la rugosidad del terreno, del
fetch y, posiblemente también de la velocidad del viento. Los valores medios,
determinados experimentalmente, de la relación entre la velocidad del viento medida a
una altura de 7,5 a 9,0 m (25 a 30 ft) sobre la superficie del agua y la tierra y el fetch son
las siguientes:

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Velocidad del viento


Fetch (km)
sobre agua/tierra

0.8 1.08
1.6 1.13
3.2 1.21
6.4 1.26
9.7 1.30
12.9 o más 1.31

Los valores medios tabulados representan una razonable aproximación, pero cabe
señalar que existe una considerable dispersión de los datos puntuales utilizados para
obtener estas relaciones, particularmente en el caso de pequeños embalses.

1.6.4.- Oleaje
Las olas generadas por el viento en la superficie de los grandes lagos naturales o
artificiales no tienen altura uniforme. En condiciones normales, cada ola es precedida y
sucedida por otra de mayor o menor altura y de período algo diferente. Los diagramas
de frecuencia de alturas de las olas registradas en las observaciones efectuadas en los
embalses de Fort Peck y Denison (EE.UU.) durante el transcurso de 45 tormentas son
semejantes a las curvas análogas establecidas para las olas oceánicas. Los valores
estadísticos correspondientes se indican en la siguiente tabla:

Frecuencia de altura de olas


% de olas más altas Relación entre h0 y la Relación entre ho y la
% de olas de altura
promediadas para calcular altura promedio de las altura de la ola
mayor que h0
la altura de la ola, h0, de olas; hom significativa, hos
determinada frecuencia.
1 2,66 1.67 0,4
5 2,24 1,40 2
10 2,03 1.27 4
20 1,80 1.12 8
25 1.71 1.07 10
30 1,64 1,02 12
33 1/3 1,60 1,00 13
40 1.52 0,95 16
5C 1.42 0,89 20
75 1,20 0,75 32
100 1,00 0,62 46

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1.6.5.- Período y alturas significativos


El periodo significativo de la ola, T os, representa el intervalo promedio, (en segundos)
entre crestas o senos sucesivos de los grupos de olas más grandes. La altura
significativa de la ola, hos, es el promedio, en metros, de las alturas del tercio de olas
más altas de la serie.

Dentro de los límites que interesan en los embalses (10 < gF/W2 < 4000), las
expresiones adimensionales del período y la altura significativos de la ola en función del
"fetch" efectivo, F, y la velocidad del viento, W, son las siguientes:
0.47 0.28
ghos  gF  g Tos  gF 
= 0.0026  2  = 0.46  2 
W 
2
W W  W

En unidades métricas, las ecuaciones tienen la forma:

Tos = 0,3500 . W0,44. F0,28

hos= W1,06. F0,47 / 195

Con Tos en s, hos en m, W en km/h y F en km.

Es el caso de señalar que la aplicación de las fórmulas precedentes está restringida a


lagos de aguas profundas.

Estas funciones están representadas, en unidades inglesas en la figura siguiente:

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Las isolíneas de tiempo mínimo de duración del viento (líneas punteadas) se basan en
la hipótesis de que el oleaje se propaga a través del "fetch" con una velocidad igual a la
mitad de la celeridad de la ola. El pleno desarrollo del fenómeno se alcanza al cabo de
un periodo de formación, que requiere la permanencia del viento durante un lapso no
menor de 1,37 veces el tiempo mínimo de duración.

Después que se ha determinado el valor de h os, la altura de la ola de una frecuencia


cualquiera, h0, puede obtenerse de la tabla correspondiente.

La selección de la ola de proyecto depende no sólo de su frecuencia, sino también de la


frecuencia y duración de los vientos de una dirección e intensidad dadas, y del tipo de
presa. La ola finalmente elegida será el resultado de una cuidadosa ponderación de
todos los factores participantes, fundamentada en el criterio y experiencia del
proyectista.

1.7. FUERZAS SÍSMICAS.


Los terremotos o sismos son fenómenos naturales producidos por causas que actúan en
el interior de la Tierra. En determinadas circunstancias, el desplazamiento de las placas
rígidas que forman la corteza del planeta, arrastradas por el movimiento convectivo del
magma, ocasiona la dislocación del terreno a lo largo de fallas más o menos profundas y
provoca la liberación de energía en el curso de una reorganización brusca de materiales
de la corteza terrestre al superar el estado de equilibrio mecánico.

Sus efectos se manifiestan superficialmente por ligeras vibraciones a veces sólo


perceptibles por los sismógrafos, hasta violentas sacudidas que pueden provocar
desastrosas resquebrajaduras y hundimiento del suelo. El movimiento sísmico se
propaga mediante ondas elásticas (similares a las del sonido) a partir del hipocentro.
Las ondas sísmicas son de tres tipos principales:

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• Ondas longitudinales, primarias o P. Ondas de cuerpo que se propagan a


velocidades de 8 a 13 km/s en el mismo sentido que la vibración de las partículas.
Circulan por el interior de la Tierra, donde atraviesan líquidos y sólidos. Son las
primeras que registran los aparatos de medición o sismógrafos.

• Ondas transversales, secundarias o S. Son ondas de cuerpo más lentas que las
anteriores (entre 4 y 8 km/s). Se propagan perpendicularmente en el sentido de
vibración de las partículas. Atraviesan únicamente sólidos. En los sismógrafos se
registran en segundo lugar.

• Ondas superficiales. Son las más lentas: 3,5 km/s. Resultan de interacción de las
ondas P y S a lo largo de la superficie terrestre. Son las que causan más daños.
Se propagan a partir del epicentro. En los sismógrafos se registran en último
lugar.

Desde hace algunos años se tiene una idea bastante clara de la distribución geográfica
de los sismos que afectan al planeta. Las principales zonas de actividad sísmica son la
mediterránea transasiática, la circumpacífica y el sistema mundial de las dorsales
oceánicas. En la segunda de ellas, también llamada "cinturón de fuego del Pacífico", se
disipa el 85% de la energía liberada en todos los sismos que afectan al globo terráqueo,
localizándose en ella casi todos los terremotos de mayor poder destructivo que registra
la historia de la humanidad.

Se cuenta con referencias históricas de sismos desde el año 3.000 A.C. El primero
documentado por el hombre ocurrió en Corinto (Grecia) en el año 856 y causó
aproximadamente 45.000 víctimas fatales. Sin embargo, el fenómeno que cobró mayor
cantidad de muertes fue el terremoto Shensi (China, 1556), con 830.000 muertes y, más
recientemente, el de Tangshan (China, 1976), en donde murieron 650.000 personas, el
de Concepción (Chile, 2010) y el de Sendai (Japón, 2011), de 8.9 grados en la escala de
Richter.

Aunque estos fenómenos se producen con mayor frecuencia en las llamadas "zonas
sísmicas", también se han registrado fuertes temblores en regiones consideradas
geológicamente estables y, cuando ocurren en las proximidades de una presa, pueden
ocasionar severos daños e incluso la destrucción total de la estructura si las fuerzas
sísmicas no han sido valoradas adecuadamente. Tal es el caso de las siguientes obras:
Sheffíeld (materiales sueltos); Santa Bárbara, California (1925), magnitud 6,3,
destrucción total; Hsinfengkiang (contrafuertes), China (1962), magnitud 6,2, grietas
horizontales por tensiones excesivas; Ekiutna (materiales sueltos), Alaska, (1964)
magnitud 8,5 severos daños; Koyna (gravedad maciza); India, (1967) magnitud 6,5,
grietas horizontales por tensiones excesivas; San Fernando (materiales sueltos),
California (1970), magnitud 6,4, daños muy severos.

De acuerdo con Richter, la magnitud de un terremoto originado en una falla poco


profunda puede definirse cuantitativamente por medio de la expresión:
M = log (A/Ao)

Donde M es la magnitud del sismo en la Escala de Richter, A es la máxima amplitud de


!a oscilación horizontal del terreno registrado por un sismógrafo estándar a 100 Km. de

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distancia del epicentro, y Ao una amplitud de referencia igual a 0,001 mm. Los
terremotos de magnitud 5,0 o mayor son potencialmente peligrosos para la estabilidad
de las presas. Por otra parte, la Escala modificada de Mercalli califica la intensidad del
fenómeno por la severidad de sus efectos observados en un cierto lugar, desde el Grado
I correspondiente a un sismo casi imperceptible hasta el XII para el caso de una
destrucción extrema. Entre ambas escalas no existe relación directa.

Durante la década del 90 se realizaron avances trascendentales en el conocimiento de


las características de los movimientos sísmicos en el área epicentral. Esto se debe
fundamentalmente al incremento en extensión y densidad de las redes de
acelerómetros, que comenzaron a instalarse en muchos países del mundo a partir de la
década del 80.

Para ilustrar este avance, se puede comparar la información obtenida en el terremoto de


Caucete (San Juan) de 1977 con la del terremoto de Taiwan en 1999. Del primer
terremoto se tienen dos registros obtenidos de instrumentos distantes 80 Km del
epicentro aproximadamente. En contraposición, al momento de ocurrir el terremoto de
1999 existían en Taiwan más de mil instrumentos de registro instalados, distribuidos en
una superficie de 36.000 Km² (equivalente al 40% del territorio de la provincia de San
Juan). En un radio de 50 Km del epicentro se obtuvieron registros de aproximadamente
80 acelerómetros, algunos de ellos ubicados a pocos cientos de metros de la traza de la
falla que dio origen al terremoto. El aumento de la cantidad de datos registrados y
fundamentalmente la posibilidad de obtener medidas del movimiento en área epicentral
(a menos de 10 Km de la fuente sísmica) ha permitido identificar nuevas características
de los movimientos sísmicos que antes se desconocían.

Para la ingeniería sismorresistente las aceleraciones constituyen un parámetro de


fundamental importancia para el estudio del efecto de los sismos en las construcciones.
El INPRES (Instituto Nacional para la Prevención Sísmica), tiene a su cargo la
instalación y el mantenimiento de la Red Nacional de Acelerógrafos. El acelerógrafo es
un instrumento que muestra la variación de las aceleraciones en el lugar de su
emplazamiento, en función del tiempo. A partir de estos registros (acelerogramas), se
realiza el análisis del efecto de los sismos en diferentes tipos de estructuras, a fin de
determinar el denominado coeficiente sísmico. Dicho coeficiente permite determinar las
fuerzas a que se ve sometida una estructura ante la ocurrencia de un terremoto de
características destructivas (que se denomina terremoto de diseño).

El sismo de diseño, es el resultado del análisis de los diferentes terremotos registrados


en el país y en otros lugares del mundo con características sísmicas similares a las
nuestras. En general, se adopta el movimiento más destructivo que puede ocurrir en una
determinada zona, con una recurrencia de 500 años (es decir, que ocurre, en promedio,
una vez cada 500 años).

El peligro sísmico, que es la probabilidad de que ocurra una determinada amplitud de


movimiento del suelo en un intervalo de tiempo fijado, depende del nivel de sismicidad
de cada zona. Los Mapas de Zonificación Sísmica individualizan zonas con diferentes
niveles de Peligro Sísmico. En el Mapa de Zonificación Sísmica del Reglamento
INPRES-CIRSOC 103, se encuentran identificadas 5 zonas.

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Un valor que permite comparar la


actividad sísmica en cada una de
ellas es la máxima aceleración del
terreno "as" para el sismo de
diseño antes definido. Esta
aceleración se expresa en
unidades de "g", siendo "g", la
aceleración de la gravedad. Los
requerimientos reglamentarios son
diferentes, de acuerdo con la zona
donde se encuentre emplazada la
obra, siendo más severos para la
zona 4, disminuyendo a medida
que se reduce la peligrosidad
sísmica de la zona correspon-
diente.

Además de la actividad sísmica de


cada lugar, debe también
considerarse el destino de la
construcción. Con este fin el
Reglamento clasifica a las cons-
trucciones, asignándoles un
"factor de riesgo", que puede
interpretarse como un porcentaje
adicional de seguridad, de
acuerdo con el uso de la cons-
trucción. De este modo se
contempla la necesidad de que,
ante la ocurrencia de terremotos
destructivos, las construcciones
esenciales puedan seguir funcio-
nando sin ningún tipo de daño.

Estos mapas se utilizan para establecer normas reglamentarias del proyecto, cálculo y
construcción de estructuras antisísmicas comunes. Para estructuras especialmente
importantes se requiere una apreciación más ajustada del riesgo sísmico, mediante la
investigación completa y detallada de los siguientes temas (INPRES):

a) Investigación sismológica: comprende el estudio de la historia sísmica regional


y la estimación de la probabilidad de futuros terremotos, suponiendo que la
actividad sísmica de la región será en lo por venir similar a la del pasado. Sin
embargo, esta premisa será válida sólo si la historia sísmica abarca un lapso
razonablemente prolongado, especialmente en regiones de baja o media
sismicidad.

b) Investigación geológica regional: incluye la caracterización del proceso


tectónico regional, el reconocimiento de los sistemas de fallas y estimación de
su grado de actividad. El estudio geológico complementa las investigaciones

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sismológicas y proporciona valiosas referencias sobre la actividad sísmica


regional en épocas pasadas, durante intervalos de tiempo medidos en muchos
miles de años.

c) Investigación geológica local: implica el estudio de las formaciones geológicas


y los suelos del área del emplazamiento, para evaluar su posible
comportamiento durante un terremoto y el modo en que puede afectar la
aptitud de la estructura para resistir las solicitaciones de origen sísmico.

Desde que ninguna parte de la superficie terrestre está completamente libre de


movimientos sísmicos, las solicitaciones de este origen deben computarse en forma
adecuada.

Las fuerzas sísmicas son fuerzas de inercia que se ejercen en todas las direcciones,
cuya magnitud depende de la amplitud y frecuencia de las ondas sísmicas. Las
aceleraciones del movimiento se transmiten a la presa, al agua contenida en el embalse,
a los sedimentos depositados y al cimiento, modificando momentáneamente las
condiciones de estabilidad de la estructura.

Las solicitaciones verticales y horizontales se consideran en el sentido más desfavorable


para la estabilidad de la presa. A embalse lleno, una sacudida horizontal del cimiento
dirigida hacia agua arriba producirá un aumento de la presión hidrostática y un momento
de volcamiento debido a la inercia del hormigón, mientras que un movimiento vertical
hacia abajo se opone a la aceleración de la gravedad y ocasiona la disminución del peso
de la presa y de la componente vertical de la presión hidrostática.

1.7.1.- Consideración de las fuerzas sísmicas en las presas.


En la mayoría de las presas de hormigón se utilizado históricamente el método clásico
de cálculo pseudoestático, según el cual las fuerzas sísmicas se aplican a la estructura
bajo la forma de solicitaciones estáticas, cuya intensidad depende de la aceleración as.
La fuerza de inercia correspondiente se obtiene multiplicando la masa por la aceleración
sísmica horizontal, de acuerdo con la ecuación:

Fe =M.as = G/g h.g = h G

Donde: Fe es la fuerza sísmica; M, la masa de la presa o parte de ella que se considera;


as la aceleración sísmica; h, el coeficiente de aceleración sísmica; y G, el peso de la
presa o la parte de ella que se considera. Se admite que la fuerza sísmica actúa en el
centro de gravedad del elemento estructural de peso G. este procedimiento contiene
implícita la suposición de que la obra es infinitamente rígida, lo cual es evidentemente
inexacto.

El método clásico pseudoestático ha sido ampliamente utilizado en numerosos países,


por la simplicidad de la teoría y los cálculos. Sin embargo, en las presas de gran altura
este procedimiento no es suficiente para garantizar un coeficiente de seguridad
confiable. Los resultados de los análisis dinámicos, los ensayos en modelos elásticos y
las observaciones hechas en presas existentes han demostrado que la aceleración
horizontal inducida por los terremotos varía a lo largo de la altura de la presa. Además,

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en algunos casos, este método hace aparecer como seguras a obras en las que se han
producido deslizamientos.

Los análisis dinámicos del comportamiento de una presa realizan mediante cálculos
matemáticos (análisis modal, elementos finitos, etc.) o estudios en modelos elásticos,
ensayos "in situ" y mediciones en el terreno.

De acuerdo a las recomendaciones del ICOLD, las presas se verifican bajo dos
escenarios: el terremoto de operación normal (OBE - Operating Basis Earthquake) y el
terremoto de seguridad (MDE - Maximum Design Earthquake), que generalmente
coincide con el máximo creíble para el emplazamiento de la presa. Sometida al
terremoto de operación normal, se espera que la presa sea capaz de resistir la acción
sísmica con daños menores, tales que no impliquen una interrupción de su operación.
Por otra parte, la verificación con el terremoto de seguridad tiene el objetivo de
comprobar que la presa no ponga en riesgo vidas humanas y bienes situados aguas
abajo de la misma. Bajo este terremoto, se espera que la estructura no colapse ni
alcance una situación de fuga de agua incontrolada, aunque sí se admite que ocurran
daños importantes e incluso que la presa quede fuera de servicio y que sea necesario
vaciar el embalse.

Desde el punto de vista metodológico y considerando las herramientas disponibles, el


análisis del comportamiento de la presa bajo la acción del terremoto de operación
normal en la mayoría de los casos no implica grandes dificultades. Usualmente la
verificación incluye comprobaciones de estabilidad, limitación de deformaciones o
desplazamientos permanentes y verificación de tensiones en estructuras de hormigón.
Por el contrario, bajo la acción del terremoto de seguridad se debe esperar que las
presas ubicadas en zonas de intensa actividad sufran daños importantes, poniendo a la
estructura en una situación cercana al colapso. De hecho, la evaluación de la seguridad
debe incluir idealmente el análisis de todos los posibles mecanismos de colapso de la
estructura, a fin de estudiar el margen de seguridad de la estructura respecto a cada uno
de esos mecanismos. Los tipos de daño que puede causar un terremoto sobre la
estructura propiamente dicha de presas de materiales sueltos y sobre presas de
hormigón se resumen de modo general en la tabla siguiente.

Asentamientos (pérdida de altura de resguardo)

MATERIALES Deslizamiento de taludes


SUELTOS Deslizamiento de la presa sobre su fundación
Agrietamiento de órganos de estanqueidad y fuga de agua

Agrietamiento del hormigón


Apertura de juntas constructivas
HORMIGÓN
Deslizamiento a lo largo de juntas constructivas
Deslizamiento y/o rotación sobre la fundación

La evaluación de la seguridad en situaciones de daño elevado como las que se pueden


esperar por acción del Terremoto de seguridad, requiere de herramientas de análisis

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sofisticadas. Desde el punto de vista mecánico e hidráulico, el análisis a realizar debe


contemplar la ocurrencia de una serie de fenómenos complejos. En presas de
materiales sueltos los fenómenos a tener en cuenta suelen ser: la ocurrencia de
deformaciones plásticas, licuación o movilidad cíclica de materiales granulares
saturados, localización de deformaciones en superficies de deslizamiento, acumulación
de deformaciones permanentes, agrietamiento, problemas de grandes deformaciones y
flujo de agua con erosión de partículas.

En el análisis del comportamiento de presas de hormigón pueden ser significativos los


fenómenos de interacción dinámica con la fundación y con el agua embalsada,
agrietamiento y efectos de escala, generación de subpresión en grietas y en la
fundación, deslizamiento y separación de la presa respecto de la fundación,
comportamiento mecánico de la fundación y de estribos fracturados.

En general, las herramientas que se requieren para hacer un análisis detallado del
comportamiento de la presa bajo la acción del terremoto de seguridad se encuentran
aun en desarrollo y no son comunes en el ámbito profesional. La razón principal por la
cual usualmente no se aplican estas herramientas al diseño es que sus resultados aun
no han podido ser convenientemente contrastados con mediciones y observaciones de
comportamiento de casos reales. El principal obstáculo para ello es el escaso número
de presas que se han visto sometidas a movimientos sísmicos intensos (de área
epicentral). Más escasos aún son los registros instrumentales de la respuesta dinámica
de presas sometidas a movimientos sísmicos.

Los nuevos conocimientos sobre movimientos sísmicos de área epicentral, que llevan a
especificar terremotos de seguridad más intensos, han traído nuevos desafíos en el
campo del análisis del comportamiento sísmico de presas, poniendo en evidencia las
limitaciones de algunas herramientas de análisis de uso habitual en la práctica
profesional. Los movimientos sísmicos que se postulan actualmente para la verificación
de la segundad de presas ubicadas en zonas de intensa actividad sísmica llevan al
análisis a rangos de comportamiento no considerados anteriormente, cambiando en
muchos casos los objetivos y la metodología de la verificación.

Las herramientas de uso habitual en la práctica profesional para llevar a cabo el análisis
del comportamiento de presas sometidas a acciones sísmicas son: la evaluación de las
condiciones de estabilidad con métodos de equilibrio límite, el análisis de la respuesta
dinámica con modelos de elementos finitos de tipo elástico o lineal equivalente y la
estimación de desplazamientos permanentes. Todas estas herramientas se basan en
algoritmos relativamente simples, requieren poca información de entrada y proveen
resultados de fácil interpretación. Además existe una abundante experiencia en su
aplicación. En estas características radica su confiabilidad. Sin embargo es importante
tener presente que estas ventajas surgen de las fuertes hipótesis simplificativas
utilizadas en la formulación de los modelos, que implican también fuertes limitaciones
para su aplicación.

Por otra parte se debe tener en cuenta que en una presa pueden ocurrir mecanismos de
falla que impliquen la localización de deformaciones, es decir, fallas de deslizamiento.
Las elevadas aceleraciones que pueden esperarse en la zona de coronamiento, debido
a los efectos de amplificación dinámica que introduce la estructura de la presa, pueden

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inducir este tipo de fallas en esta zona. Otras superficies de falla pueden ser inducidas
por la presencia de materiales de baja resistencia. Para estos casos, es importante
señalar que. a menos que se utilicen técnicas especiales, en general los modelos por
elementos finitos no pueden reproducir adecuadamente este tipo de fallas que
involucran la localización de deformaciones.

El problema de la seguridad sísmica de presas tiene una gran trascendencia en el


centro-oeste de la Argentina. Las presas son las estructuras de mayor magnitud y
complejidad que hasta el momento se han construido en esta región, que es también la
que presenta la mayor actividad sísmica del país. Estas circunstancias justifican el
esfuerzo por adquirir una mejor comprensión del comportamiento sísmico de estas
estructuras y por desarrollar metodologías más confiables para evaluar su seguridad.

El análisis de la seguridad sísmica de presas comprende diferentes acciones entre las


que se destacan:
• Investigación de la amenaza sísmica en el emplazamiento.
• Investigación de las condiciones geotécnicas en el emplazamiento: propiedades
de los materiales de fundación, geometría del vaso y de la fundación.
• Investigación de las características mecánicas de los materiales de la presa.
• Obtención de la respuesta dinámica de la presa teniendo en cuenta todos los
fenómenos que tengan una influencia significativa en el comportamiento.
• Evaluación de los efectos del terremoto en la estructura de la presa y en su
seguridad.

Estas acciones en muchos casos se ejecutan en forma parcial. En particular es poco


frecuente contar con toda la información de campo y de laboratorio necesaria para este
tipo de análisis. En otros casos aunque la información existe como fruto de intensas
campañas de investigación, está no está adecuadamente sistematizada y resumida para
hacerla aprovechable.

Resonancia
Una estructura elástica tiende a oscilar por la acción de un impulso y si se la somete a
solicitaciones alternativas y repetidas como ocurre con las presas de hormigón durante
los terremotos, podría llegar a producirse una peligrosa resonancia, si la frecuencia de la
vibración sísmica concuerda con una de las frecuencias propias del sistema oscilante de
la estructura.

Los períodos de vibración de los movimientos sísmicos importantes generalmente son


del orden de un segundo o más y las oscilaciones varían en magnitud, período y
dirección. Los estudios de Dewel indican que "no es probable una larga y continuada
resonancia entre la presa y la oscilación sísmica, tan temida por muchos proyectistas,
pero cualquier estructura cuyo período natural de vibración elástica sea mayor que 1
segundo, sometida a un terremoto de gran intensidad, puede sufrir los efectos de la
resonancia durante unas pocas vibraciones". Westergaard halló que el tiempo de
vibración de una presa de gravedad maciza de hormigón de sección triangular, con un
módulo de elasticidad de 140.000 Kg/cm 2, es:
a2
ts =
610 b

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Donde: ts, es el tiempo de vibración en segundos; a, la altura de la presa en metros; y b,


el ancho de la base en metros. Para relaciones entre a y b como las adoptadas
actualmente en este tipo de obras, t s se aproxima al segundo sólo en presas
extremadamente altas, de modo que no es necesario analizar la posibilidad de
resonancia en presas de gravedad macizas de las alturas corrientes. En las presas de
arco, para relaciones entra la cuerda y la altura de 3 o menos, las 5 ó 6 primeras
frecuencias naturales de oscilación se sitúan en la banda de 1 a 10 Hz; para relaciones
mayores que 3, el número de frecuencias naturales comprendidas en esta banda se
incrementa considerablemente.

1.7.2.- Embalse.
Las presiones hidrodinámicas ejercidas en los paramentos verticales o inclinados de las
presas por efecto de los sismos horizontales se calculan con las fórmulas de
Westergaard o Zanger. La segunda de éstas, dada a conocer en 1952, fue deducida por
medio de la analogía eléctrica, en el supuesto de que el agua es incompresible. En
presas de altura inferior a 15 m el error introducido por esta hipótesis en el cálculo de las
fuerzas hidrodinámicas es menor que el 15%.

La presión hidrodinámica, pe, sobre el paramento de agua arriba de una presa, vertical o
inclinado, debida a un sismo horizontal, se obtiene con la fórmula:

pe = C hg h

Donde: C; es un coeficiente adimensional que depende de la distribución y magnitud de


las presiones,
C y  y y y 
C = m  2 −  + 2 −  
2 h  h h h 

h la intensidad del terremoto medida por el cociente entre la aceleración sísmica y la


aceleración de la gravedad; g el peso específico del agua; h; profundidad del embalse
en la sección transversal estudiada; y, la distancia vertical entre la superficie del
embalse y el nivel considerado, Cm, Máximo valor de C para una inclinación constante
dada. Las fuerzas horizontales, E’e, y el momento de vuelco, M’e, por unidad de ancho
de la presa, por encima del nivel y son:

E’e =0,726 pe y
M’e = 0,299 pe y2

Las fórmulas de Zanger son aplicables con razonable exactitud a presas de cualquier
altura. La precisión disminuye a medida que aumenta la altura de la presa. En algunas
presas de arco, la intensidad y la distribución de las presiones hidrodinámicas se
obtienen a partir de ensayos en modelos.

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La altura de la ola engendrada en el embalse por un terremoto puede determinarse


mediante la fórmula:
 T g hmax
hoe =
2

Donde: Δ es un coeficiente sísmico horizontal; T, el período de oscilación preponderante


del terremoto; g, la aceleración del embalse.

1.7.3.- Sismos inducidos por presas.


Según la opinión de los especialistas, las presas de embalse aumentan el riesgo sísmico
de la región donde están emplazadas.

La sismicidad inducida por las grandes presas no es un tema nuevo y la cuestión se


suscitó por primera vez en 1934, durante la construcción de la presa HOOVER (EE.
UU.). Esta zona registraba cierta actividad sísmica y se comprobó que con el llenado del
lago, la frecuencia de los temblores comenzó a aumentar.

Pero el interés de los sismólogos y de los constructores de presas se manifestó luego de


los terremotos de KREMASTA (Grecia, 1966) y KOYNA (India, 1967).
Con el antecedente de los intensos estudios realizados durante el llenado del embalse
de la presa de KARIBA (Zambia-Zimbabwe), se demostró sin lugar a dudas que la
coincidencia verificada en Kremasta y Koyna no era fortuita. En efecto, la actividad
sísmica debajo del lago de Kariba acusa un paralelismo sorprendente con la elevación
del nivel de agua durante los cinco años del llenado que se inició en 1958.

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El primer terremoto notable, también en una región sin actividad sísmica previa, ocurrió
en 1961, y al final del llenado en 1963 tuvo lugar el sismo principal de magnitud 6,1 de
Richter. En los siete días posteriores ocurrieron 750 réplicas, originadas en el centro del
lago.

La presa de Kremasta tiene una altura de 147 metros y embalsa un volumen de 4.800
hm3. El sismo principal de 1966 fue de magnitud 6.2 de Richter, con su foco a 20 Km.
por debajo del embalse. La presa de Koyna tiene 103 m de altura y embalsa un volumen
de 2.700 hm3. Está situada en una región sin actividad sísmica anterior. Durante el
llenado, e 10 de noviembre de 1967 ocurrió un terremoto de magnitud 6,4 de Richter,
cuyo foco estaba ubicado a 9 Km. por debajo del embalse, que produjo grandes daños
materiales y 200 muertos.

La correlación entre la actividad sísmica y el primer llenado de un embalse está


perfectamente comprobada en más de treinta casos, pero los hechos sísmicos no
siempre ocurren.

Muchos embalses de gran volumen, formados por presas de gran altura, como por
ejemplo ITAIPÚ (Brasil-Paraguay), no han producido a su llenado una actividad sísmica
particular, aun cuando muchos de ellos se encuentran en zonas de fuerte sismicidad
natural, como California o México.

Las condiciones que favorecen la inducción de sismos no han sido aún claramente
comprendidas. Sin embargo se dispone de indicios suficientes como para demostrar que
probablemente:
a) Estos sismos son causados por un fenómeno de liberación de tensiones
preexistentes, llevadas más allá del límite de estabilidad por las tensiones
suplementarias, relativamente pequeñas, debidas a la carga del agua
embalsada o por un debilitamiento de la roca, ocasionado por las infiltraciones
del agua del embalse;
b) Estos sismos son superficiales, con su foco situado por lo general a menos de
10 Km de profundidad, comparados con los sismos naturales;
c) Parece posible disminuir el número de sismos inducidos reduciendo al mínimo
práctico la velocidad de llenado del embalse;
d) No es evidente que se pueda eliminar o aun reducir la sismicidad inducida
luego de su manifestación, bajando el nivel del agua o reduciendo la velocidad
de llenado;
e) No debe suponerse, sin un estudio completo, que todas las manifestaciones
sísmicas en la zona de un embalse, deban imputársele.

En consecuencia, el proyectista de una gran presa (altura superior a los 100 metros)
destinada a formar un embalse de gran volumen (más de 1.000 Hm3) debe, a priori,
prestar especial atención a los siguientes puntos:
a) Estado actual de las tensiones de origen tectónico, tanto en el plano regional
como en el área del embalse, y sus eventuales variaciones en el espacio,
especialmente profundidad, y en el tiempo (por ejemplo durante el período
holoceno).

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b) Los medios disponibles para este estudio comprenden en particular las


mediciones de tensiones en los afloramientos y la investigación detallada de
los accidentes tectónicos producidos durante el holoceno;
c) Existencia de terrenos volcánicos recientes, terciarios y cuaternarios;
d) Proximidad de fallas, activas o no, signos de una tectónica reciente, y en
particular cuando estas fallas tienen rechazos importantes (más de 100
metros) o una gran extensión (más de 100 kilómetros), o donde hay fuentes
termales que ponen en contacto terrenos de distinta rigidez, o existen
tensiones horizontales no compresivas, es decir, con manifiesta tendencia a
abrirse.

1.8. VARIACIONES DE LA TEMPERATURA. RETRACCIÓN.


La acción de las variaciones de la temperatura y de la retracción del hormigón sólo ha
de tenerse en cuenta en las presas de arco y de bóvedas múltiples, pues en los otros
tipos de dilataciones y contracciones originadas en estas causas son compensadas por
juntas funcionales, abiertas.

Los cambios de volumen que se producen en las presas de arco por efecto de las
variaciones de la temperatura dependen del clima de la región, de la exposición de los
paramentos a la acción de los rayos solares y al agua embalsada, de las propiedades
térmicas del hormigón y de las dimensiones de la estructura.

La amplitud de las diferencias térmicas que se tiene en cuenta en los cálculos de


estabilidad corresponde a las variaciones de las temperaturas medias mensuales del
ambiente y del agua embalsada. La oscilación diaria sólo se considera en las
proximidades de la superficie de los paramentos.

En cada sección de las presas de arco de grandes dimensiones, el aumento o


disminución de la temperatura del hormigón se fija, a los efectos de la determinación de
las tensiones de origen térmico, como la diferencia entre la temperatura de la presa en
el momento de proceder al sellado de las juntas radiales de construcción y las
temperaturas medias mensuales extremas correspondientes al fin de los períodos cálido
o frío, respectivamente. Como simplificación, en el anteproyecto de la estructura se
admite normalmente que la temperatura de cada sección de la presa es uniforme en el
sentido del espesor y variable con éste, según la ley empírica siguiente (Dirección
General de Obras Hidráulicas, "Instrucción para el proyecto, construcción y explotación
de grandes presas" M. O. P., Madrid, 1967, Art. 30°):

t
 =
1 + 0.3 e

Donde: e, es el espesor de la presa, en metros, en la sección considerada; Δt y Δθ son,


respectivamente, el incremento máximo de la temperatura ambiente media mensual y el
de la temperatura virtual utilizable para el cálculo de las tensiones, ambos respecto de la
temperatura de la presa prevista en el momento del sellado de las juntas.

La expresión anterior, aplicable solamente al anteproyecto de las presas de arco,


representa la experiencia recogida por el USBR en un gran número de presas de los
EE.UU. Si el sellado de las juntas radiales de construcción se concreta después que el

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calor de fraguado se ha disipado totalmente y la temperatura del hormigón ha alcanzado


su valor medio anual, en el cálculo de las tensiones de origen térmico de los arcos se
utiliza solamente la mitad de las variaciones máximas obtenidas del gráfico.

Los procedimientos descriptos no son aceptables en los análisis de estabilidad del


proyecto ejecutivo, los que deberán desarrollarse con las variables térmicas
representativas de las reales condiciones climáticas del lugar y demás factores
atinentes.

Las juntas radiales de construcción que se disponen en las presas de arco contrarrestan
la retracción si, como es práctica corriente, permanecen abiertas hasta que la mayor
parte o todo el calor de fraguado del hormigón haya sido disipado por medios naturales
o artificiales. Cuando, por alguna razón, el sellado de las juntas no pueda postergarse
hasta que la presa haya alcanzado su temperatura media normal para la época, será
necesario incluir parte de los efectos del calor fraguado en el cálculo de las tensiones de
origen térmico.

1.9. OTRAS SOLICITACIONES


En casos especiales se tienen en cuenta:

a) Vibraciones o esfuerzos dinámicos producidos por el funcionamiento de


aliviaderos u órganos de desagües.
b) Impactos directos contra la presa, de posibles aludes o corrimientos del terreno.

Puesto que estas solicitaciones son difícilmente evaluables, siempre será preferible
eliminarlas o, al menos, atenuarlas. También es necesario examinar en algún caso
particular, la posibilidad de que se produzcan aludes o corrimientos del terreno hacia el
embalse, capaces de ocasionar sobreelevaciones u oleaje extraordinarios.

2. COMBINACIÓN DE SOLICITACIONES - Reglamento Español


Según el artículo 16.2 del Reglamento se deben distinguir tres tipos de solicitaciones
desde el punto de vista de la probabilidad de ocurrencia: Solicitaciones Normales,
Accidentales y Extremas.

• Normales
o Peso Propio
o Empuje Hidrostático con embalse a su nivel máximo normal.
o Subpresión funcionando los drenes
o Variación térmica
o Empuje de los sedimentos
o Acción del oleaje con embalse normal.
o Acción del hielo

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• Accidentales
o Empuje Hidrostático con embalse a su nivel de la crecida de Proyecto
(NAP)
o Subpresión con drenes ineficaces
o Efecto sísmico (sismo de Proyecto)
• Extremas
o Empuje Hidrostático con embalse a la cota de la crecida Extrema (NAE)
o Efecto sísmico (sismo extremo)
De acuerdo con lo expresado precedentemente, la estabilidad de la presa y sus
tensiones internas máximas, tanto de compresión como de tracción, se determinarán en
las situaciones que se detallan a continuación. En todas ellas, las variaciones térmicas
se refieren a las variaciones de temperatura en el interior de la presa debida a las
oscilaciones térmicas estacionales de la temperatura ambiente o del agua. Los efectos
térmicos debidos al fraguado, cuyo carácter es transitorio y evolutivo, se deben analizar
por separado de las combinaciones aquí mencionadas, y con métodos numéricos, ya
que es impensable encontrar una solución analítica en ningún caso, siendo
recomendable usar modelos, al menos, bidimensionales.
De la combinación de los diferentes estados de solicitación surgen las alternativas que
se detallan en los puntos siguientes. En todos los casos, se deberá comprobar que, con
una situación parcial de construcción o embalse, no se produce inestabilidad elástica o
estática para la presa.
Para cada estado que se analiza, la norma fija los valores correspondientes para los
coeficientes de seguridad al deslizamiento y para las tensiones máximas, teniendo en
cuenta la categoría de la presa analizada.

2.1.- SITUACIONES NORMALES (N)


N1 – Embalse vacío: Actuación del peso propio, solo o acompañado de la
variaciones de temperatura.
N11: Peso propio
N12: Peso propio + efectos térmicos
N2 – Embalse lleno: Actuación del peso propio + empuje hidrostático al NMN y
variaciones térmicas estacionales.
N21: Peso propio + empuje hidrostático (NMN) + subpresión con drenaje
eficaz, si existe drenaje + efectos térmicos + empuje de sedimentos +
ola máxima para el nivel normal de embalse.
El empuje de hielo y el oleaje son mutuamente excluyentes, considerándose en cada
caso la acción más desfavorable. Es importante señalar que, además, se considerarán
las posibles situaciones de presa en construcción y/o embalses parciales que pudieran,
según el caso analizado, ser más desfavorable que las indicadas. En caso de no existir
drenaje, la presión intersticial será la correspondiente a drenaje ineficaz.

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2.2.- SITUACIONES ACCIDENTALES (A)


Originadas por la presentación no simultánea de la Crecida de Proyecto o del Terremoto
de Proyecto (TP).

A1 – Embalse vacío:
A11: Peso propio + efectos térmicos + efectos sísmicos (TP)

A2 – Embalse lleno:
A21: Peso propio + empuje hidrostático (NAP) + subpresión con drenaje
eficaz, si existe drenaje + efectos térmicos + empuje de sedimentos +
ola máxima para el nivel de crecida de proyecto.
A22: Peso propio + empuje hidrostático (NMN) + subpresión con drenaje
ineficaz + efectos térmicos + empuje de sedimentos + ola máxima
para el nivel normal de embalse.
A23: Peso propio + empuje hidrostático (NMN) + efecto sísmico (TP) +
subpresión con drenaje eficaz, si existe drenaje + efectos térmicos +
empuje de sedimentos + ola sísmica.

El empuje de hielo y el oleaje son mutuamente excluyentes, considerándose en cada


caso la acción más desfavorable. Salvo en terrenos muy permeables, y de posible
ineficacia de la pantalla de impermeabilización, la presión intersticial para cualquier
nivel del embalse, será la correspondiente al nivel máximo normal (NMN).

2.3.- SITUACIONES EXTREMAS (E)


Corresponden a la presentación no simultánea de la Crecida Extrema o del Terremoto
Extremo (TE).
E1 – Embalse vacío:
E11: Peso propio + efectos térmicos +efectos sísmicos extremos (TE)
E2 – Embalse lleno:
E21: Peso propio + empuje hidrostático (NAE) + subpresión con drenaje
eficaz, si existe drenaje + efectos térmicos + empuje de sedimentos +
ola máxima para el nivel de crecida extrema.
E22: Peso propio + empuje hidrostático (NMN) + efecto sísmico (TE) +
subpresión con drenaje eficaz, si existe drenaje + efectos térmicos +
empuje de sedimentos + ola sísmica (TE).
El empuje de hielo y el oleaje son mutuamente excluyentes, considerándose en cada
caso la acción más desfavorable. Salvo en terrenos muy permeables, y de posible
ineficacia de la pantalla de impermeabilización, la presión intersticial para cualquier
nivel del embalse, será la correspondiente al nivel máximo normal (NMN).

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3. ESTABILIDAD ESTÁTICA.
Para que una presa sea estáticamente estable, la resultante del sistema de fuerzas
formado por las solicitaciones exteriores y la reacción del cimiento debe ser nula. Dicho
de otro modo, la suma de sus proyecciones del sistema de fuerzas sobre cada uno de
los ejes coordenados de referencia y de sus momentos respecto de estos mismos ejes
tiene que ser igual a cero.

El equilibrio de las presas de gravedad maciza o aligerada se estudia en el plano medio


vertical de cada bloque de la estructura, prescindiendo de la interacción entre elementos
contiguos. El equilibrio de las solicitaciones que actúan en un elemento vertical
cualquiera, juntamente con la reacción del cimiento, requiere el cumplimiento de las tres
condiciones siguientes:

a) ΣFx = 0
b) ΣFy = 0
c) ΣM = 0

Análogo procedimiento se aplica a los contrafuertes de las presas de este tipo. Las
presas de arco, en cambio, son estructuras esencialmente tridimensionales. No obstante
ello, en algunos métodos de cálculo se supone que la presa está formada por dos
sistemas virtuales de arcos horizontales y ménsulas verticales, superpuestas e
independientes, cada uno de los cuales ocupa la totalidad del volumen de la estructura.
La estabilidad de los arcos y ménsulas de cada sistema se estudia bidimensionalmente
en el plano medio de estos elementos, analizando las condiciones de equilibrio estático
del sistema de fuerzas constituido por las solicitaciones exteriores y la interacción entre
los elementos contiguos. El problema se reduce así al estado bidimensional.

3.1. ESTABILIDAD HORIZONTAL.


Si como es habitual, el eje de las x se dispone en la dirección horizontal, orientado hacia
aguas abajo, la condición de equilibrio estático horizontal se transforma prácticamente
en la resistencia al deslizamiento.

La componente horizontal de la resultante de las


solicitaciones que se ejercen sobre una presa tiende
a producir un deslizamiento hacia agua abajo, al que
se opone la resistencia al rozamiento y al corte del
hormigón o del cimiento. Por consiguiente, el
cumplimiento de la condición de equilibrio horizontal
fundamentalmente es un problema de resistencia de
los materiales en contacto siguiendo una probable
superficie de deslizamiento.

Normalmente, la situación más peligrosa se plantea


en las juntas de construcción horizontales, en el
contacto entre el hormigón y roca de la base de la
presa y en el cimiento. La comprobación de la
estabilidad horizontal requiere el estudio de las condiciones de equilibrio en todas las
superficies de posible deslizamiento, para verificar si la más desfavorable tiene
garantizada su estabilidad con el factor de seguridad especificado. Las superficies a

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considerar pueden ser planas, quebradas o curvas. En el cimiento, por lo general,


solamente se investigan superficies planas o compuestas por dos planos a lo sumo, si
es de naturaleza rocosa.

3.1.1.- Rozamiento
Hasta no hace mucho tiempo, se admitía corrientemente que la resistencia de una presa
al deslizamiento dependía exclusivamente del rozamiento. La componente del esfuerzo
de corte correspondiente a la cohesión era considerada demasiado incierta para ser
incluida en los cálculos de estabilidad y se lo tenía en cuenta sólo como un suplemento
desconocido del factor de seguridad.

Este criterio todavía se aplica al proyecto de presas de gravedad de moderadas


dimensiones, con satisfactorios resultados en cuanto a la seguridad y economía de las
estructuras.

Si f representa el coeficiente de rozamiento en reposo de los materiales en contacto en


una junta o superficie, la resistencia al deslizamiento por rozamiento será f ΣFN, donde
ΣFN es la suma de las componentes de las solicitaciones que obran en la junta,
perpendiculares a la superficie de contacto.

Desechando la cohesión, en situación de equilibrio deberá ser f ΣFN > ΣFT, donde: ΣFT
es la suma de las componentes de las mismas solicitaciones, paralelas a la superficie de
contacto.

Se estima que en presas esmeradamente construidas el coeficiente de rozamiento f de


rozamiento de la base y las juntas de construcción es, por lo menos, igual al doble del
valor obtenido en los ensayos de laboratorio realizados sobre muestras lisas de los
materiales en contacto, si, como es lo normal, esas superficies de las estructuras son
rugosas. Si no fuera posible realizar ensayos, o en anteproyectos, como guía general,
pueden usarse los valores siguientes, que incluyen un amplio factor de seguridad del
coeficiente de rozamiento en reposo entre el hormigón y los diversos tipos de roca del
cimiento:

• Roca sana, limpia y de superficie irregular f = 0,8 ≈ 38°


• Roca con algunas fisuras e intercalaciones f = 0,7 ≈ 35°
• Esquistos, roca estratificada horizontalmente f = 0,3 ≈ 17°

En general, un valor de f = 0,75 es satisfactorio en la mayoría de los casos. No obstante,


si la roca subyacente es de pobre calidad o está fracturada según superficies
aproximadamente horizontales a poca profundidad de la base de apoyo de la presa,
será indispensable determinar su resistencia al deslizamiento mediante ensayos
realizados "in situ". Estas estructuras son particularmente peligrosas cuando contienen
intercalaciones de arcilla u otros materiales inestables.
En algunos terrenos de cimentación es posible mejorar su resistencia al deslizamiento
mediante técnicas constructivas especiales que, en todo caso, deberán emplearse con
máxima prudencia.

Cuando el cimiento es de aluvión será necesario adoptar un elevado factor de


seguridad, debido al peligro de corrimiento en planos subhorizontales situados por

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debajo de la superficie de apoyo de la presa. En estos casos la condición de estabilidad


al deslizamiento se expresa así:

 FT f'
= tg  
 FN Kf

Donde: Kf es el factor de seguridad deseado. Los valores aproximados de Kf, para


distintos tipos de suelos, son los siguientes:

• Grava Kf = 0,5
• Arena Kf = 0,4
• Arcilla Kf = 0,3

Si la estructura tiene cierta importancia, el coeficiente de rozamiento se determina


mediante ensayos. En general se adopta un factor de seguridad de 3 ó más.

3.1.2.- Cohesión y rozamiento


El factor de seguridad implícito al desechar la componente de cohesión por resistencia
al corte es desconocido y variable. Las solicitaciones mayores y sus componentes
normales y tangenciales varían, al menos aproximadamente, con el cuadrado de la
altura de la presa, mientras que la resistencia por cohesión lo hace sólo en proporción
lineal y proporcional a C.

Por lo tanto, la seguridad relativa atribuible a la cohesión disminuye cuando la altura


aumenta. Como una consecuencia del progresivo aumento del tamaño de las
estructuras y del perfeccionamiento de las técnicas constructivas, predomina
actualmente el criterio de incluir en los cálculos una precisa evaluación de la resistencia
considerando la cohesión.

La condición de la estabilidad al deslizamiento de una superficie cualquiera quedará


satisfecha si la suma de la resistencia al corte y el rozamiento excede a la componente
tangencial de la resultante de todas las solicitaciones, con un cierto margen de
seguridad. Esta relación se puede expresar algebraicamente así:

F =  F + F
F tg  C A
N
T
1 2

Donde: C, es la resistencia media por cohesión y Φ es el ángulo de rozamiento de los


materiales de contacto. A es el área de la superficie de contacto; y F2 y F1, los factores
de seguridad por cohesión y por rozamiento, respectivamente. Si no hay datos
disponibles de campo, la cohesión y el ángulo de rozamiento se determinan por ensayos
en laboratorio.

La mayor incertidumbre relativa a la evaluación del factor de seguridad al corte (o


deslizamiento) considerando la cohesión y el rozamiento radica en la mayor dificultad
para la estimación de la resistencia unitaria por cohesión.

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Los valores obtenidos en los ensayos de laboratorio y utilizados en el cálculo del factor
de seguridad al corte y rozamiento de presas construidas por el U.S. Bureau of
Reclamation han variado entre 14 Kg/cm2 y 49 Kg/cm2, dependiendo de las
características de las muestras de hormigón y roca.

También es necesario considerar la influencia de las juntas de construcción y la


figuración de la roca del cimiento en la cohesión. Los métodos constructivos en uso
garantizan que la cohesión de las juntas de construcción de una presa de hormigón será
esencialmente la de este material. Si la estructura esta fundada sobre una superficie
rocosa lisa por naturaleza o si existe la posibilidad de que en la roca subyacente haya
discontinuidades carentes de resistencia al corte por cohesión, esta deberá tomarse con
valor cero.

Cuando se considera sólo el rozamiento, el factor de seguridad admisible al


deslizamiento es por lo general relativamente pequeño. Estos bajos valores son
aceptables debido a la validez de los datos obtenidos en laboratorio o campo. Si, en
cambio, la cohesión se incluye en los cálculos, los factores de seguridad F1 y F2
establecidos en la Reglamentación Española son los siguientes:

Clasificación de la presa

SITUACIÓN A B C

F1 F2 F1 F2 F1 F2

NORMAL 1.5 5.0 1.4 5.0 1.4 4.0

ACCIDENTAL 1.2 4.0 1.2 3.0 1.1 3.0

EXTREMA >1.0 3.0 >1.0 2.0 >1.0 >1.0

Esta situación es de fácil cumplimiento en el proyecto de presas de hormigón de


dimensiones normales, pero requiere una consideración especial en las estructuras de
gran altura.

Deben preverse las medidas necesarias para garantizar la inalterabilidad de los terrenos
de cimentación durante toda la vida de la presa. En el curso del tiempo la condición de
los cimientos puede modificarse por muchas causas: meteorización, erosión, derrumbes,
etc.

3.2. ESTABILIDAD VERTICAL.


La componente vertical de la resultante de las solicitaciones que se ejercen sobre una
presa en el plano del cimiento es compensada por la reacción de este, igual y opuesta.
Por consiguiente, la condición de equilibrio vertical no es en realidad una cuestión de
estabilidad estática sino de resistencia de los terrenos de cimentación.

La distribución de las tensiones en la superficie de contacto presa-cimiento depende de


las propiedades elásticas de los materiales que componen la presa y el terreno de
cimentación, por lo común hormigón simple y roca respectivamente.

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Sí sus módulos de elasticidad no son muy


diferentes, la distribución de las tensiones en
presas de gravedad de mediana altura,
(hasta 80 m) se corresponde bien con una
variación lineal, salvo los extremos de agua
arriba para embalse vacío y de agua abajo
para embalse lleno en la base, donde se
registra una concentración del esfuerzo en un
área relativamente pequeña, tanto mayor
cuando más deformable es el cimiento.

El margen de resistencia disponible en la


mayoría de las presas de gravedad permite
aceptar sin mayor riesgo este incremento
local de tensión por encima del que
corresponde a la distribución lineal, pero en
estructuras de gran altura se requiere
comprobar este efecto mediante el cálculo
teórico o el empleo de modelos de elementos
finitos.

Si se admite la distribución lineal, las tensiones verticales en cada punto de la superficie


de contacto presa-cimiento se calculan fácilmente por medio de las reglas de la flexión
compuesta. En tal caso, las tensiones verticales en los extremos de agua arriba y agua
debajo de la base pueden obtenerse mediante la fórmula:

 Fv  M  d
( y )12 = 
A J
En la cual:
ΣFv Componente vertical de la resultante de todas las solicitaciones que se
ejercen por encima del plano de la base, igual a la suma algebraica de sus
respectivas componentes
A Área de la base
ΣM Momento flector
e Excentricidad de la resultante de las solicitaciones (distancia entre el punto de
aplicación de la resultante en la base y centro de gravedad de la sección)
d Distancia entre el centro de gravedad y la fibra más alejada
J Momento de inercia de la base
σy Tensiones resultantes en los extremos de la sección

Las ecuaciones anteriores son independientes de la forma de la base y se aplican


igualmente a la sección rectangular de ancho unitario de una presa de gravedad maciza
de eje recto, a la sección ahusada de una dovela limitada por planos radiales de una
presa curva o de arco, o a la sección irregular de un elemento de una presa de gravedad
aligerada o de contrafuertes. En el primer caso, teniendo en cuenta que

A = b; d = b/2; J = b3/12; ΣM=ΣFV e y e = b/2, resulta:

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 Fv  6 e
( y )12 = 1  
b  b 

Cuando existe subpresión, la reacción neta o


efectiva del cimiento es igual a la reacción total
menos aquella solicitación.

El diagrama 1-2-3-4 de la figura representa la


reacción total del cimiento, 1-2-6-5 la
subpresión y 3-4-5-6 la reacción neta. Se
verifica que:
σy1 = σy1 - pu1
σy2 = σy2 - pu2

Donde σy1 y σy2 son las tensiones netas o efectivas y p u1 y pu2 son los valores de la
subpresión en los bordes de agua arriba y de agua abajo, respectivamente, de la base
de apoyo de la presa en el cimiento.

Las tensiones verticales σy1 y σy2 no son las máximas. Estas tienen la dirección de la
inclinación de los paramentos y se determina aproximadamente por medio de las
ecuaciones siguientes:

En el paramento de agua arriba: σ1 = σy1 + tg2θ1 (σy1 - p1)


En el paramento de agua abajo: σ2 = σy2 + tg2θ2 (σy2 - p2)

En las que σ1 y σ2 son las tensiones máximas en los bordes, paralelas a los paramentos
y θ1 y θ2, los ángulos que éstos forman con la vertical; y p1 y p2 las presiones externas
normales a los paramentos debidas al agua y los sedimentos acumulados.

Las tensiones máximas deben calcularse siempre en función de σy1 y σy2, sin tener en
cuenta la disminución de la tensión efectiva en el cimiento por efecto de la subpresión,
pues su existencia nunca es segura y, en todo caso, su valor es incierto. El agua a
presión puede necesitar de años para penetrar en todos los puntos de un macizo de
roca sólida, aunque en determinado tiempo se va a establecer, por cuyo motivo la
estabilidad de la presa debe estar asegurada con presión o sin ella.

Por otra parte, según normas universalmente aceptadas, no se admiten tensiones de


tracción de cimiento. El cumplimiento de esta exigencia de las especificaciones técnicas
requiere que las tensiones efectivas σy1 y σy2 en la superficie de contacto presa-cimiento
sean positivas en la situación más desfavorable, vale decir, con el máximo valor de la
subpresión.

En una base rectangular, la condición anterior conduce a la bien conocida ley del tercio
medio, como puede comprobarse fácilmente. Para que las tensiones en los bordes sean
nulas o positivas, la excentricidad deberá ser igual o menor que b/6, en cuyo caso la
resultante de todas las solicitaciones exteriores, incluida la subpresión, debe pasar por
el tercio medio de la base.
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3.3. ESTABILIDAD AL VUELCO.


El vuelco de una presa de gravedad puede producirse en la condición de embalse lleno,
alrededor del borde de agua debajo de una sección horizontal cualquiera y, en
particular, la base. La causa directa del vuelco, cuando no está precedido de algún otro
tipo de rotura, es la presencia de solicitaciones horizontales comparativamente grandes
respecto de las verticales, de tal modo que la resultante de todas las fuerzas obrantes
sobre la presa por encima de cualquier plano horizontal, incluyendo la subpresión, caiga
fuera de los límites de la sección de la presa.

En realidad, esta posibilidad no debería existir, pues las condiciones de estabilidad


elástica no admiten la existencia de tensiones de tracción en el hormigón o la roca, lo
cual exige que la resultante de todas las solicitaciones caiga dentro del núcleo central de
la sección horizontal y, por lo tanto, holgadamente dentro de ésta. No obstante ello, el
vuelco sería hipotéticamente concebible en este caso si el hormigón o la roca no
tuvieran la resistencia necesaria y las tensiones de compresión del borde de agua
debajo de la sección horizontal excedieran el límite de rotura del material.

Si la resultante cae apreciablemente fuera del núcleo central, o tercio medio, puede
producirse una grieta de tracción a partir del paramento de agua arriba que disminuye el
área efectiva de la junta o base con el consiguiente incremento de las tensiones de
compresión del borde de agua abajo y la posibilidad de vuelco si éstas superan el límite
de la rotura. El ingreso de agua del embalse a la grieta aumentará la subpresión,
reduciendo las tensiones netas y la resistencia al deslizamiento. En tal caso la presa
puede comenzar por volcarse y fallar finalmente por deslizamiento.

En el cimiento, dada su extensión, la estabilidad al vuelco está normalmente asegurada.


Deberá considerarse, sin embargo, la posibilidad de socavación del cimiento por erosión
de la lámina vertiente del aliviadero o el efecto del sifonaje.

El vuelco de una presa de arco terminada no es factible, supuesta la debida resistencia


del terreno de cimentación, pues la estructura trabaja como un conjunto monolítico
apoyado en todo su contorno.

El vuelco es posible, en cambio, durante la construcción, pues en esta fase las


ménsulas verticales se comportan como los elementos independientes de una presa de
gravedad hasta el sellado de las juntas.

3.4. ESTABILIDAD ELÁSTICA.


El régimen de tensiones de una presa se determina aplicando los principios de la teoría
de la elasticidad o los métodos clásicos de la resistencia de materiales. Para las presas
de gran altura, más de 100 m, se recomienda verificar el comportamiento de la
estructura mediante ensayos mecánicos en modelos físicos a escala reducida,
realizados en laboratorios oficiales o centros de investigaciones de reconocida
solvencia.

3.4.1. Presa.
La Instrucción Española define como resistencia característica de un hormigón en obra
al valor que se obtiene a partir de una serie de n ensayos de resistencia en probetas,
multiplicando por 2 la media aritmética de los n/2 resultados más bajos y restándole

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después la media aritmética del conjunto de los n resultados. Esta resistencia


característica está referida a ensayos de rotura a la compresión realizados sobre un
mínimo de 6 probetas cilindricas de 15 cm de diámetro y 30 cm de altura, de 90 días de
edad, fabricadas y curadas en obra.

En la norma citada se exigen los siguientes coeficientes de seguridad aplicables a la


resistencia característica del hormigón a los 90 días:

Clasificación de la presa
SITUACIÓN
A B C

NORMAL 3.0 2.5 2.0

ACCIDENTAL 2.0 2.0 1.5

EXTREMA 1.5 1.5 1.5

En general los hormigones cuya resistencia característica a la compresión sea inferior a


100 Kg/cm2 no son aceptables como elementos resistentes de las obras.

Salvo justificación suficiente, las tensiones de trabajo a la compresión admisibles en la


presa no podrán exceder de 80 Kg/cm2, y en ningún caso sobrepasarán los 100 Kg/cm2
en la situación de las accidentales.

Las tensiones de tracción superiores a 10 Kg/cm2 no son admisibles en situaciones


normales, salvo en las presas de arco a embalse vacío en que pueden alcanzar hasta
15 Kg/cm2. En situaciones accidentales pueden permitirse tensiones límites superiores
en un 20% a las señaladas. A falta de ensayos específicos, la resistencia a la tracción
del hormigón se considera igual a la décima parte de la comprobada para la compresión.
En las presas de fábrica no son aceptables las tensiones de tracción.

Tratándose de presas de hormigón de gravedad macizas o aligeradas, en la hipótesis de


variación lineal de tensiones no deben aparecer tensiones de tracción para las
situaciones normales.

3.4.2. Cimiento.
La naturaleza y la calidad de los terrenos de cimentación de las presas de hormigón
varían ampliamente, desde roca mucho más resistente que el hormigón hasta los
depósitos aluviales de arena, limo o arcilla, pasando por todas las variedades de rocas
alteradas y descompuestas en distintos grados, que pueden ser muy frágiles y estar
pobremente cementadas, o rocas sedimentarias ligeramente consolidadas.

Las propiedades generales de los macizos rocosos quedan determinadas en parte en el


momento de la formación de la roca, eruptiva, sedimentaria o metamórfica, y por los
cambios que han sufrido desde su origen hasta su estado actual.

Prácticamente todos los macizos rocosos están atravesados por fallas y diaclasas. Las
fallas corresponden a movimientos relativos entre fracciones del macizo. Las zonas

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vecinas de la superficie de deslizamiento están fracturadas y alteradas en un espesor


más o menos grande y los productos de la descomposición pueden llegar hasta la arcilla
pura. Las diaclasas son fisuras sin deslizamiento, más o menos finas, cuyos intersticios
están limpios o rellenos de arcilla o productos detríticos.

Por lo general, la roca superficial está descomprimida y alterada como resultado de la


formación erosiva del valle. Por efecto de la descompresión de las fisuras antiguas se
abren y se forman otras nuevas, que facilitan el proceso de descomposición de la roca
primitiva por la acción de los agentes atmosféricos. La ejecución de las excavaciones
subterráneas o a cielo abierto también ocasiona la descompresión del macizo rocoso y
en las rocas particularmente duras y frágiles, la zona descomprimida progresa al mismo
tiempo que la excavación, impidiendo así llegar a la roca sana.

La resistencia del macizo rocoso está estrechamente relacionada con su estado de


fracturación. Una consecuencia inmediata de la discontinuidad estructural es que el
macizo carece de aptitud para soportar esfuerzos de tracción, aún cuando la roca de por
sí tenga la capacidad de hacerlo. También por efecto de la fracturación, la deformación
del macizo rocoso, sometido a la acción de solicitaciones que le trasmite la presa, se
asemeja a la de un material de propiedades elastoplásticas: esta deformación
comprende, en primer lugar, un asiento permanente causado por el cierre de las fisuras;
luego tiene las características de una compresión más o menos elástica y adquiere
finalmente un estado permanente bajo una carga sostenida durante largo tiempo o que
excede el límite de elasticidad de la roca.

Por último, las grietas, de cualquier naturaleza, cuando están abiertas y rellenas de
materiales generalmente arcillosos que tienen una débil resistencia al corte, según sea
su orientación respecto de las cargas aplicadas al cimiento, condicionan la resistencia
del macizo rocoso con abstracción de la roca que lo constituye.

Inversamente, cuando tales fracturas no existen, una roca de mediana calidad como por
ejemplo las tobas volcánicas pueden servir de cimentación a obras importantes.

Las propiedades mecánicas de las rocas, determinadas mediante ensayos de


laboratorio realizados con muestras de pequeñas dimensiones extraídas de las
perforaciones de sondeo, no tienen relación alguna con las propiedades del macizo
fracturado. Por lo tanto, en estos terrenos es indispensable efectuar ensayos "in situ"
desde pozos o galerías de reconocimiento con el auxilio de gatos de gran tamaño, que
permitan deducir el módulo de elasticidad del macizo. Sin embargo, los resultados
obtenidos mediante este procedimiento tampoco representan una realidad
incontrastable, pues la sobrecarga sólo se hace sentir hasta una profundidad del orden
de 1 a 1,5 veces de diámetro de la placa del gato y, por otra parte, la excavación
modifica el estado previo de tensiones en el mismo lugar de las mediciones.

También se pueden emplear los métodos geosísmicos, fundados en la correlación que


existe entre la velocidad de propagación de una onda sísmica y las propiedades
elásticas del terreno. Permiten explorar el sitio en su conjunto o en fracciones bastantes
extensas, pero sólo cubren una pequeña zona del diagrama de deformación-tensiones.
Los cálculos relativos a la estabilidad de los macizos rocosos pueden efectuarse
únicamente si se tiene en cuenta su estructura discontinua de bloques limitados por las

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fracturas, cuya resistencia al corte depende exclusivamente del rozamiento y la


cohesión de las superficies de contacto o de su relleno. Hasta el presente no existe una
teoría de los medios discontinuos y ninguno de los resultados obtenidos utilizando los
métodos de la geología estructural o de la mecánica de las rocas es suficiente.

Todos han de integrarse en un marco general de comparación que, a la larga, resultará


en un mejor conocimiento de los factores esenciales que rigen el comportamiento de los
macizos rocosos.

Quedan aún por aclarar muchos conceptos, por verificar muchas hipótesis y por
desarrollar, en particular, una teoría de la distribución de esfuerzos y de la resistencia de
un medio discontinuo. Sin lugar a dudas, estas investigaciones redundarán en mayor
seguridad y menos costo de las obras construidas sobre o dentro de masas rocosas.

3.5. HIPÓTESIS DE CÁLCULO FUNDAMENTALES.


Los factores que influyen en el proyecto de una presa de hormigón varían ampliamente
de un lugar a otro. Aunque, por este motivo, no se puede establecer un procedimiento
de cálculo único aplicable a todos los casos, es posible, en cambio, enunciar un cierto
número de hipótesis fundamentales comunes a todos los tipos de hormigón. Houk y
Keener enunciaron las 25 siguientes:

1. La roca de cimentación de la estructura tiene la resistencia necesaria para


soportar las fuerzas que le transmite la presa en toda la superficie de contacto,
con tensiones muy inferiores al límite elástico.
2. La estructura geológica del cimiento es capaz de soportar la totalidad de las
cargas impuestas por la presa, sin deformaciones perjudiciales.
3. Los macizos rocosos son homogéneos y uniformemente elásticos en todas las
direcciones, de modo que sus deformaciones pueden determinarse con suficiente
aproximación por medio de cálculos basados en la teoría de la elasticidad, por
ensayos de laboratorio en modelos construidos de materiales elásticos, o por
combinación de ambos métodos.
4. La fluencia de la roca de cimentación debida a las cargas permanentes
generadas por la construcción de la presa y el llenado del embalse, puede
tenerse en cuenta satisfactoriamente adoptando un módulo de elasticidad algo
menor del que se admitiría en los análisis técnicos si no se tomara en cuenta
aquella propiedad.
5. La presa está perfectamente empotrada en la formación rocosa en toda la
extensión de la superficie de contacto.
6. Los procedimientos constructivos aseguran la perfecta unión entre el hormigón y
la roca.
7. El hormigón de la presa es homogéneo en toda la estructura.
8. El hormigón es elástico, de modo que las deformaciones producidas por las
solicitaciones aplicadas se pueden calcular mediante fórmulas deducidas de la
teoría de la elasticidad o por mediciones de laboratorio en modelos construidos
de materiales elásticos, o por combinación de ambos métodos.
9. La fluencia del hormigón debida a la acción de las cargas permanentes puede
tenerse en cuenta satisfactoriamente adoptando un módulo de elasticidad algo
menor del que se admitiría en los análisis técnicos si no se tomara en cuenta
aquella propiedad.

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10. Las juntas de construcción están perfectamente selladas con lechada inyectada a
presión adecuada y las fisuras abiertas debidamente rellenadas de hormigón, de
modo que la presa puede considerarse una estructura monolítica.
11. Para reducir la subpresión en las superficies de contacto entre el hormigón y la
roca, la presa está provista de una cantidad suficiente de drenes.
12. El aumento de los empujes horizontales por efecto del incremento del peso
específico del agua debido a la mayor carga de sedimentos en época de crecidas,
puede omitirse por lo general en el proyecto de grandes presas, pero hay que
tomarlo en cuenta en las presas de derivación relativamente bajas.
13. Las hipótesis sobre las fuerzas derivadas de la subpresión aplicables al cálculo
de las condiciones existentes en la base de la presa, son también válidas para
estudiar el estado de cualquier sección transversal situada por encima de la base.
14. Las tensiones internas de tracción producidas por retracción natural y por
refrigeración artificial pueden controlarse adecuadamente por medio de juntas
constructivas de contracción espaciadas convenientemente.
15. Las tensiones internas de compresión debidas al aumento de la temperatura del
hormigón, después del sellado de las juntas, son beneficiosas.
16. Las presiones máximas aplicadas a las inyecciones de sellado de juntas de
contracción, son inferiores a los valores límites de seguridad fijados en el análisis
de estabilidad elástica.
17. Admiten que ningún lugar está completamente exento de movimientos sísmicos.
18. En el proyecto de grandes presas es admisible suponer una aceleración sísmica
proporcional a la aceleración de la gravedad, sin incluir estimaciones adicionales
por efecto de la resonancia.
19. Se consideran las componentes vertical y horizontal de la aceleración sísmica,
especialmente en el proyecto de presas de gravedad.
20. Mientras actúan las cargas accidentales, como la acción sísmica, son aceptables
pequeños aumentos de las tensiones admisibles y factores de seguridad
menores.
21. En los análisis de estabilidad elástica se tienen en cuenta los efectos de la
deformación del cimiento.
22. En los estribos inclinados de las presas de gravedad de eje recto una parte de las
solicitaciones puede ser soportada por flexión y torsión, además de la acción de
la gravedad usualmente considerada.
23. En las presas de gravedad de eje recto, las consecuencias perjudiciales de la
torsión y la flexión y las grietas causadas por las tensiones de tracción pueden
obviarse mediante procedimientos constructivos adecuados.
24. En las presas monolíticas de arco y de gravedad en planta curva una parte de las
solicitaciones puede ser soportada por corte y torsión, además de la acción de
arco y ménsula normalmente considerada.
25. En las presas de hormigón puede determinarse la distribución de las
solicitaciones igualando las deformaciones de todos los puntos de la estructura,
calculadas para distintas hipótesis de repartición de las cargas.

Estas hipótesis no son aplicables uniformemente a todos los casos. La número 3, por
ejemplo, que establece "las formaciones rocosas son homogéneas y uniformemente
elásticas en todas las direcciones" es válida en muy pocos sitios. Con métodos de
cálculo modernos, como el de los elementos finitos, es posible determinar la distribución
de tensiones en cimientos de propiedades elásticas variables.

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