Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

El Arreglo Pacífico de Las Controversias Internacionales

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

EL ARREGLO PACÍFICO DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES

La corte permanente de justicia ha definido el término controversia como “un desacuerdo


sobre un punto de derecho o de hecho, una contradicción, una oposición de tesis jurídicas o de
intereses entre dos personas”.
Es importante señalar que para probar la existencia de una controversia no sólo se debe
demostrar que hay una divergencia de puntos de vistas entre dos partes respecto de un punto
de hecho o de derecho, sino que también es necesario probar que la pretensión de una de las
partes enfrenta una oposición manifiesta de la otra parte.
La práctica internacional ha establecido que los medios de solución pacifica de las
controversias internacionales son de dos clases:
 Políticos o Diplomáticos: que tienden a facilitar el acuerdo entre las partes en litigio,
siendo estos: la negociación directa, los buenos oficios, la mediación, la investigación
y la conciliación.

 Jurídicos: que consisten en someter el litigio a un Tribunal Internacional o Arbitral


para que lo resuelva a través de una sentencia o de un laudo, siendo estos: el arbitraje
y la jurisdicción internacional (arreglo judicial).

Antecedentes Históricos de la Solución Pacífica de las Controversias Internacionales


En el Sistema Universal
Las Conferencias de la Paz de La Haya de 1899 y de 1907 desempeñaron un papel decisivo en
el desarrollo de la solución pacifica de las controversias, tomaron como fundamentos la
Conferencia de Bruselas de 1874 sobre limitación de armamentos.
Además tenemos que en la Primera Conferencia que se celebró en La Haya del 15 de mayo al
31 de julio de 1899, su principal objetivo fue debatir acerca de la paz y el desarme, adoptando
un Convenio para el Arreglo Pacífico de Controversias Internacionales, constituyéndose el
Tribunal Internacional de Arbitraje, aceptándose el uso de los buenos oficios, la mediación, la
investigación y el arbitraje, con el objeto de prevenir los conflictos armados entre naciones, se
conformó además un mecanismo permanente que permitiera establecer tribunales arbitrales,
siendo el antecedente de la Corte Permanente de Arbitraje.
En el Sistema Interamericano
América Latina ha sido una región pionera en el desarrollo del Principio de la Solución Pacífica
de las Controversias Internacionales, así tenemos que en el Primer Congreso Panamericano
reunido a instancias de Simón Bolívar en Panamá en 1826 se llegó a la firma del Tratado de
Unión, Liga y Confederación perpetua de 15 de julio de 1826 que establecía la solución
pacífica de las controversias entre los Estados Americanos y en su artículo 16 disponía que:
“Las partes contratantes se obligan y comprometen solemnemente, a transigir
amigablemente entre sí, todas las diferencias que en el día existen o puedan existir entre
algunas de ellas”.
El arbitraje y la mediación, fueron mencionados en el Tratado de Lima de 1848, como
mecanismos de arreglo pacífico para prevenir y resolver las controversias, el que en su artículo
9, establecería que:
“ Las Repúblicas Confederadas, con el fin de que se conserve entre ellas inalterable la paz,
adoptando el principio que aconsejan el derecho natural y la civilización del siglo, establecen
que cualesquiera cuestiones o diferencias que entre ellas se susciten, se arreglen siempre por
vías pacíficas”
Solución Pacífica de las Controversias en el Sistema Interamericano
Hablar de la Solución Pacífica de las Controversias Internacionales en el Sistema
Interamericano es referirnos al “Pacto de Bogotá” o Tratado Americano de Soluciones Pacíficas
que fue suscrito el 30 de abril de 1948 durante la Novena Conferencia Internacional
Americana, celebrada en Bogotá, Colombia, siendo suscrito por 21 Estados del continente
americano; el cual viene a consolidar un principio fundamental del derecho internacional
consagrado en el artículo 27 de la Carta de la OEA y en el artículo II del Pacto, que impone a los
Estados miembros resolver sus conflictos a través de medios pacíficos, obligando a sus
miembros a agotar los mecanismos regionales de solución antes de acudir al Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas.
El Pacto de Bogotá inicia con una renuncia al recurso de la amenaza o empleo de la fuerza
como medio de solucionar los diferendos entre los Estados Americanos, y un compromiso de
emplear siempre medios de solución pacífica para solucionar las controversias. Igualmente, las
Altas Partes contratantes se comprometen a emplear como procedimientos los previstos en el
Pacto, esto son: los buenos oficios, la mediación, la investigación y conciliación, el
procedimiento judicial y el arbitraje.
El artículo 27 de la Carta de la OEA dispone que: “Un Tratado especial establecerá los medios
adecuado para resolver las controversias y determinar los procedimientos a cada uno de los
medios pacíficos en forma de no dejar que controversia alguna entre los Estados Americanos
quede sin resolver”.
Los procedimientos pacíficos previstos en el Pacto de Bogotá son: Los Buenos Oficios, que
consiste en la gestión de uno o más gobiernos americanos o de uno o más ciudadanos
eminentes de cualquier Estado Americano, ajenos en la controversia, en el sentido de
aproximar a las partes, proporcionándoles la posibilidad de que encuentren directamente una
solución adecuada (artículo IX del Pacto de Bogotá).
La Mediación, que consiste en someter la controversia a uno o más gobiernos americanos, o a
uno o más ciudadanos eminentes de cualquier Estado Americano extraños a la controversia.
En uno y otro caso el mediador o los mediadores serán escogidos de común acuerdo por las
partes (artículo XI del Pacto de Bogotá). Sus funciones consistirán en asistir a las partes en el
arreglo de las controversias de la manera más sencilla y directa, evitando formalidades y
procurando hallar una solución aceptable. El mediador se abstendrá de hacer informe alguno,
y en lo que atañe, los procedimientos serán absolutamente confidenciales. La Investigación y
Conciliación, que consiste en someter la controversia a una Comisión de investigación y
conciliación que será constituida con arreglo a las disposiciones establecidas en los
subsecuentes artículos del presente Tratado, y que funcionará dentro de las limitaciones en él
señaladas (artículo XV del Pacto de Bogotá).
El procedimiento Judicial, que consiste en lo siguiente: “De conformidad con el inciso 2 del
artículo 36 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, las Altas Partes Contratantes
declaran que reconocen respecto a cualquier Estado Americano como obligatoria Ipso Facto,
sin necesidad de ningún convenio especial mientras esté vigente el presente Tratado, la
jurisdicción de la expresada Corte en todas las controversias de orden jurídico que surjan entre
ellas y que versen sobre: a) La interpretación de un Tratado; b) Cualquier cuestión de Derecho
Internacional; c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría la violación
de una obligación internacional; d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de
hacerse por el quebrantamiento de una obligación internacional.”
De igual manera, el artículo XXXII del Pacto de Bogotá establece que: “Cuando el
procedimiento de conciliación anteriormente establecido conforme a este Tratado o por
voluntad de las partes, no llegare a una solución y dichas partes no hubieren convenido en un
procedimiento arbitral, cualquiera de ellas tendrá derecho a recurrir a la Corte Internacional
de Justicia en la forma establecida en el artículo 40 de su Estatuto. La jurisdicción de la Corte
quedará obligatoriamente abierta conforme al inciso 1 del artículo 36 del mismo Estatuto”. En
este punto la misma Corte Internacional de Justicia ha indicado que el propósito de los Estados
Americanos al redactar este punto en el Pacto de Bogotá fue reforzar sus compromisos
mutuos con relación al arreglo judicial.
El Pacto de Bogotá también concede a la Corte Internacional de Justicia la capacidad de decidir
sobre su propia competencia (artículo XXXIII del Pacto), por lo que la mayor parte de autores
consideran que la competencia de la Corte abarca todos los asuntos que se le sometan, aun
cuando no sean de naturaleza jurídica. La Corte puede declararse incompetente en tres casos:
el dominio reservado; los asuntos ya solucionados y los sometidos a otro y el no agotamiento
de los recursos internos, enunciadas estas exclusiones en los artículos V,VI y VII del Pacto. Si la
Corte se declarare incompetente para conocer la controversia por los motivos señalados en los
artículos V, VI y VII del Pacto, se declarará terminada la controversia (artículo XXXIV del Pacto).
Si la Corte se declarase incompetente por cualquier otro motivo para conocer y decidir de la
controversia, las Altas Partes contratantes se obligan a someterla a arbitraje, de acuerdo con
las disposiciones del capítulo quinto del Pacto de Bogotá (artículo XXXV del Pacto).
El Arbitraje, que consiste en un trámite subsidiario en relación al procedimiento judicial
principal, y está previsto para resolver todo tipo de controversias, tengan o no un carácter
jurídico, de tal manera que el artículo XXXVII del Pacto dispone: “…las Altas Partes
Contratantes tendrán la facultad de someter a arbitraje, si se pusieron de acuerdo en ello, las
diferencias de cualquier naturaleza, sean o no jurídica, que hayan surgido o surgieren en lo
sucesivo entre ellas”.
El arbitraje puede ser facultativo u obligatorio. Es facultativo cuando las Partes tienen una
libertad absoluta para celebrar un compromiso y decidir sobre la composición del órgano, todo
será producto de un acuerdo entre ellas. Es obligatorio, cuando la Corte Internacional de
Justicia se declara incompetente por las razones ya enunciadas en los artículos V, VI y VII del
Pacto.
En el Derecho Internacional clásico, el uso de la fuerza era un atributo más de los Estados,
propio de su soberanía1. Sin embargo, paulatinamente se fue considerando la conveniencia de
limitar dicho uso de la fuerza, recurriendo a medios pacíficos de solución de controversias. El
primer antecedente en este sentido son las Convenciones de La Haya para el arreglo pacífico
de los conflictos internacionales, de 1899 y 1907, y posteriormente el Pacto de la Sociedad de
Naciones de 1919. También merece destacarse el Pacto Briand-Kellog, (Acta general para el
arreglo pacífico de las diferencias internacionales, de 1928, vinculada al Tratado de París de
renuncia a la guerra) de 1928. Sin embargo, ninguno de estos tratados imponía una
prohibición del uso de la fuerza, sino simplemente una moratoria, un compromiso de no
recurrir a las armas sin haber intentado solucionar la controversia de modo pacífico en primera
instancia.
En la Carta de las Naciones Unidas, al consagrarse la prohibición del uso de la fuerza, se impuso
también la obligación del arreglo pacífico de controversias, que aparece mencionada en el
primer párrafo del artículo 1 de la Carta 2, formulado como principio en el art. 2.3 3, y
desarrollado en el capítulo VI (arts. 33-38). Por su parte, la Resolución 2625 de la AGNU de
1970,  Declaración de Naciones Unidas sobre los principios de Derecho Internacional referentes
a las relaciones de amistad y de cooperación entre los Estados, concretó el alcance del
principio del arreglo pacífico de las controversias. Por su interés, lo reproducimos a
continuación:
Todos los Estados arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal
manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia.
Los Estados, en consecuencia, procurarán llegar a un arreglo pronto y justo de sus
controversias internacionales mediante la negociación, la investigación, la mediación, la
conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a los organismos o sistemas
regionales u otros medios pacíficos que ellos mismos elijan. Al procurar llegar a ese arreglo las
partes convendrán en valerse de los medios pacíficos que resulten adecuados a las
circunstancias y a la naturaleza de la controversia.
Las partes en una controversia tienen el deber, en caso de que no se logre una solución por
uno de los medios pacíficos mencionados, de seguir tratando de arreglar la controversia por
otros medios pacíficos acordados por ellas.
Los Estados partes en una controversia internacional, así como los demás Estados, se
abstendrán de toda medida que pueda agravar la situación de modo que ponga en peligro el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, y obrarán en conformidad con los
propósitos y principios de las Naciones Unidas.
El arreglo de las controversias internacionales se basará en la igualdad soberana de los Estados
y se hará conforme al principio de libre elección de los medios. El recurso a un procedimiento
de arreglo aceptado libremente por los Estados, o la aceptación de tal procedimiento, con
respecto a las controversias existentes o futuras en que sean Partes, no se considerará
incompatible con la igualdad soberana. (...)
En el caso del personal diplomático y consular de los EEUU en Teherán, Irán objetaba que el
ataque era consecuencia de la revolución islámica de Irán y consideraba que las repercusiones
de dicha revolución era una cuestión que solo dependía de la soberanía nacional de Irán, por
ser una cuestión política. El TIJ consideró que, al margen de la dimensión política del conflicto,
se trataba de un ataque a locales diplomáticos y de la detención de personas
internacionalmente protegidas, por lo que había que interpretar y aplicar el Derecho
Internacional diplomático y consular, y por tanto, que entraba de lleno en su jurisdicción5.

También podría gustarte