El documento describe los medios de solución pacífica de las controversias internacionales, incluyendo los medios políticos o diplomáticos como la negociación, buenos oficios y mediación, y los medios jurídicos como el arbitraje y la jurisdicción internacional. También resume la historia del desarrollo de estos medios pacíficos en los sistemas universal e interamericano, con énfasis en el Pacto de Bogotá de 1948 que estableció mecanismos obligatorios en el sistema interamericano.
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El documento describe los medios de solución pacífica de las controversias internacionales, incluyendo los medios políticos o diplomáticos como la negociación, buenos oficios y mediación, y los medios jurídicos como el arbitraje y la jurisdicción internacional. También resume la historia del desarrollo de estos medios pacíficos en los sistemas universal e interamericano, con énfasis en el Pacto de Bogotá de 1948 que estableció mecanismos obligatorios en el sistema interamericano.
Título original
EL ARREGLO PACÍFICO DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES.docx
El documento describe los medios de solución pacífica de las controversias internacionales, incluyendo los medios políticos o diplomáticos como la negociación, buenos oficios y mediación, y los medios jurídicos como el arbitraje y la jurisdicción internacional. También resume la historia del desarrollo de estos medios pacíficos en los sistemas universal e interamericano, con énfasis en el Pacto de Bogotá de 1948 que estableció mecanismos obligatorios en el sistema interamericano.
El documento describe los medios de solución pacífica de las controversias internacionales, incluyendo los medios políticos o diplomáticos como la negociación, buenos oficios y mediación, y los medios jurídicos como el arbitraje y la jurisdicción internacional. También resume la historia del desarrollo de estos medios pacíficos en los sistemas universal e interamericano, con énfasis en el Pacto de Bogotá de 1948 que estableció mecanismos obligatorios en el sistema interamericano.
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EL ARREGLO PACÍFICO DE LAS CONTROVERSIAS INTERNACIONALES
La corte permanente de justicia ha definido el término controversia como “un desacuerdo
sobre un punto de derecho o de hecho, una contradicción, una oposición de tesis jurídicas o de intereses entre dos personas”. Es importante señalar que para probar la existencia de una controversia no sólo se debe demostrar que hay una divergencia de puntos de vistas entre dos partes respecto de un punto de hecho o de derecho, sino que también es necesario probar que la pretensión de una de las partes enfrenta una oposición manifiesta de la otra parte. La práctica internacional ha establecido que los medios de solución pacifica de las controversias internacionales son de dos clases: Políticos o Diplomáticos: que tienden a facilitar el acuerdo entre las partes en litigio, siendo estos: la negociación directa, los buenos oficios, la mediación, la investigación y la conciliación.
Jurídicos: que consisten en someter el litigio a un Tribunal Internacional o Arbitral
para que lo resuelva a través de una sentencia o de un laudo, siendo estos: el arbitraje y la jurisdicción internacional (arreglo judicial).
Antecedentes Históricos de la Solución Pacífica de las Controversias Internacionales
En el Sistema Universal Las Conferencias de la Paz de La Haya de 1899 y de 1907 desempeñaron un papel decisivo en el desarrollo de la solución pacifica de las controversias, tomaron como fundamentos la Conferencia de Bruselas de 1874 sobre limitación de armamentos. Además tenemos que en la Primera Conferencia que se celebró en La Haya del 15 de mayo al 31 de julio de 1899, su principal objetivo fue debatir acerca de la paz y el desarme, adoptando un Convenio para el Arreglo Pacífico de Controversias Internacionales, constituyéndose el Tribunal Internacional de Arbitraje, aceptándose el uso de los buenos oficios, la mediación, la investigación y el arbitraje, con el objeto de prevenir los conflictos armados entre naciones, se conformó además un mecanismo permanente que permitiera establecer tribunales arbitrales, siendo el antecedente de la Corte Permanente de Arbitraje. En el Sistema Interamericano América Latina ha sido una región pionera en el desarrollo del Principio de la Solución Pacífica de las Controversias Internacionales, así tenemos que en el Primer Congreso Panamericano reunido a instancias de Simón Bolívar en Panamá en 1826 se llegó a la firma del Tratado de Unión, Liga y Confederación perpetua de 15 de julio de 1826 que establecía la solución pacífica de las controversias entre los Estados Americanos y en su artículo 16 disponía que: “Las partes contratantes se obligan y comprometen solemnemente, a transigir amigablemente entre sí, todas las diferencias que en el día existen o puedan existir entre algunas de ellas”. El arbitraje y la mediación, fueron mencionados en el Tratado de Lima de 1848, como mecanismos de arreglo pacífico para prevenir y resolver las controversias, el que en su artículo 9, establecería que: “ Las Repúblicas Confederadas, con el fin de que se conserve entre ellas inalterable la paz, adoptando el principio que aconsejan el derecho natural y la civilización del siglo, establecen que cualesquiera cuestiones o diferencias que entre ellas se susciten, se arreglen siempre por vías pacíficas” Solución Pacífica de las Controversias en el Sistema Interamericano Hablar de la Solución Pacífica de las Controversias Internacionales en el Sistema Interamericano es referirnos al “Pacto de Bogotá” o Tratado Americano de Soluciones Pacíficas que fue suscrito el 30 de abril de 1948 durante la Novena Conferencia Internacional Americana, celebrada en Bogotá, Colombia, siendo suscrito por 21 Estados del continente americano; el cual viene a consolidar un principio fundamental del derecho internacional consagrado en el artículo 27 de la Carta de la OEA y en el artículo II del Pacto, que impone a los Estados miembros resolver sus conflictos a través de medios pacíficos, obligando a sus miembros a agotar los mecanismos regionales de solución antes de acudir al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El Pacto de Bogotá inicia con una renuncia al recurso de la amenaza o empleo de la fuerza como medio de solucionar los diferendos entre los Estados Americanos, y un compromiso de emplear siempre medios de solución pacífica para solucionar las controversias. Igualmente, las Altas Partes contratantes se comprometen a emplear como procedimientos los previstos en el Pacto, esto son: los buenos oficios, la mediación, la investigación y conciliación, el procedimiento judicial y el arbitraje. El artículo 27 de la Carta de la OEA dispone que: “Un Tratado especial establecerá los medios adecuado para resolver las controversias y determinar los procedimientos a cada uno de los medios pacíficos en forma de no dejar que controversia alguna entre los Estados Americanos quede sin resolver”. Los procedimientos pacíficos previstos en el Pacto de Bogotá son: Los Buenos Oficios, que consiste en la gestión de uno o más gobiernos americanos o de uno o más ciudadanos eminentes de cualquier Estado Americano, ajenos en la controversia, en el sentido de aproximar a las partes, proporcionándoles la posibilidad de que encuentren directamente una solución adecuada (artículo IX del Pacto de Bogotá). La Mediación, que consiste en someter la controversia a uno o más gobiernos americanos, o a uno o más ciudadanos eminentes de cualquier Estado Americano extraños a la controversia. En uno y otro caso el mediador o los mediadores serán escogidos de común acuerdo por las partes (artículo XI del Pacto de Bogotá). Sus funciones consistirán en asistir a las partes en el arreglo de las controversias de la manera más sencilla y directa, evitando formalidades y procurando hallar una solución aceptable. El mediador se abstendrá de hacer informe alguno, y en lo que atañe, los procedimientos serán absolutamente confidenciales. La Investigación y Conciliación, que consiste en someter la controversia a una Comisión de investigación y conciliación que será constituida con arreglo a las disposiciones establecidas en los subsecuentes artículos del presente Tratado, y que funcionará dentro de las limitaciones en él señaladas (artículo XV del Pacto de Bogotá). El procedimiento Judicial, que consiste en lo siguiente: “De conformidad con el inciso 2 del artículo 36 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, las Altas Partes Contratantes declaran que reconocen respecto a cualquier Estado Americano como obligatoria Ipso Facto, sin necesidad de ningún convenio especial mientras esté vigente el presente Tratado, la jurisdicción de la expresada Corte en todas las controversias de orden jurídico que surjan entre ellas y que versen sobre: a) La interpretación de un Tratado; b) Cualquier cuestión de Derecho Internacional; c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría la violación de una obligación internacional; d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de hacerse por el quebrantamiento de una obligación internacional.” De igual manera, el artículo XXXII del Pacto de Bogotá establece que: “Cuando el procedimiento de conciliación anteriormente establecido conforme a este Tratado o por voluntad de las partes, no llegare a una solución y dichas partes no hubieren convenido en un procedimiento arbitral, cualquiera de ellas tendrá derecho a recurrir a la Corte Internacional de Justicia en la forma establecida en el artículo 40 de su Estatuto. La jurisdicción de la Corte quedará obligatoriamente abierta conforme al inciso 1 del artículo 36 del mismo Estatuto”. En este punto la misma Corte Internacional de Justicia ha indicado que el propósito de los Estados Americanos al redactar este punto en el Pacto de Bogotá fue reforzar sus compromisos mutuos con relación al arreglo judicial. El Pacto de Bogotá también concede a la Corte Internacional de Justicia la capacidad de decidir sobre su propia competencia (artículo XXXIII del Pacto), por lo que la mayor parte de autores consideran que la competencia de la Corte abarca todos los asuntos que se le sometan, aun cuando no sean de naturaleza jurídica. La Corte puede declararse incompetente en tres casos: el dominio reservado; los asuntos ya solucionados y los sometidos a otro y el no agotamiento de los recursos internos, enunciadas estas exclusiones en los artículos V,VI y VII del Pacto. Si la Corte se declarare incompetente para conocer la controversia por los motivos señalados en los artículos V, VI y VII del Pacto, se declarará terminada la controversia (artículo XXXIV del Pacto). Si la Corte se declarase incompetente por cualquier otro motivo para conocer y decidir de la controversia, las Altas Partes contratantes se obligan a someterla a arbitraje, de acuerdo con las disposiciones del capítulo quinto del Pacto de Bogotá (artículo XXXV del Pacto). El Arbitraje, que consiste en un trámite subsidiario en relación al procedimiento judicial principal, y está previsto para resolver todo tipo de controversias, tengan o no un carácter jurídico, de tal manera que el artículo XXXVII del Pacto dispone: “…las Altas Partes Contratantes tendrán la facultad de someter a arbitraje, si se pusieron de acuerdo en ello, las diferencias de cualquier naturaleza, sean o no jurídica, que hayan surgido o surgieren en lo sucesivo entre ellas”. El arbitraje puede ser facultativo u obligatorio. Es facultativo cuando las Partes tienen una libertad absoluta para celebrar un compromiso y decidir sobre la composición del órgano, todo será producto de un acuerdo entre ellas. Es obligatorio, cuando la Corte Internacional de Justicia se declara incompetente por las razones ya enunciadas en los artículos V, VI y VII del Pacto. En el Derecho Internacional clásico, el uso de la fuerza era un atributo más de los Estados, propio de su soberanía1. Sin embargo, paulatinamente se fue considerando la conveniencia de limitar dicho uso de la fuerza, recurriendo a medios pacíficos de solución de controversias. El primer antecedente en este sentido son las Convenciones de La Haya para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales, de 1899 y 1907, y posteriormente el Pacto de la Sociedad de Naciones de 1919. También merece destacarse el Pacto Briand-Kellog, (Acta general para el arreglo pacífico de las diferencias internacionales, de 1928, vinculada al Tratado de París de renuncia a la guerra) de 1928. Sin embargo, ninguno de estos tratados imponía una prohibición del uso de la fuerza, sino simplemente una moratoria, un compromiso de no recurrir a las armas sin haber intentado solucionar la controversia de modo pacífico en primera instancia. En la Carta de las Naciones Unidas, al consagrarse la prohibición del uso de la fuerza, se impuso también la obligación del arreglo pacífico de controversias, que aparece mencionada en el primer párrafo del artículo 1 de la Carta 2, formulado como principio en el art. 2.3 3, y desarrollado en el capítulo VI (arts. 33-38). Por su parte, la Resolución 2625 de la AGNU de 1970, Declaración de Naciones Unidas sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y de cooperación entre los Estados, concretó el alcance del principio del arreglo pacífico de las controversias. Por su interés, lo reproducimos a continuación: Todos los Estados arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia. Los Estados, en consecuencia, procurarán llegar a un arreglo pronto y justo de sus controversias internacionales mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a los organismos o sistemas regionales u otros medios pacíficos que ellos mismos elijan. Al procurar llegar a ese arreglo las partes convendrán en valerse de los medios pacíficos que resulten adecuados a las circunstancias y a la naturaleza de la controversia. Las partes en una controversia tienen el deber, en caso de que no se logre una solución por uno de los medios pacíficos mencionados, de seguir tratando de arreglar la controversia por otros medios pacíficos acordados por ellas. Los Estados partes en una controversia internacional, así como los demás Estados, se abstendrán de toda medida que pueda agravar la situación de modo que ponga en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, y obrarán en conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas. El arreglo de las controversias internacionales se basará en la igualdad soberana de los Estados y se hará conforme al principio de libre elección de los medios. El recurso a un procedimiento de arreglo aceptado libremente por los Estados, o la aceptación de tal procedimiento, con respecto a las controversias existentes o futuras en que sean Partes, no se considerará incompatible con la igualdad soberana. (...) En el caso del personal diplomático y consular de los EEUU en Teherán, Irán objetaba que el ataque era consecuencia de la revolución islámica de Irán y consideraba que las repercusiones de dicha revolución era una cuestión que solo dependía de la soberanía nacional de Irán, por ser una cuestión política. El TIJ consideró que, al margen de la dimensión política del conflicto, se trataba de un ataque a locales diplomáticos y de la detención de personas internacionalmente protegidas, por lo que había que interpretar y aplicar el Derecho Internacional diplomático y consular, y por tanto, que entraba de lleno en su jurisdicción5.