Exodo 37-38-39
Exodo 37-38-39
Exodo 37-38-39
El arca y la mesa son confeccionadas a continuación. Las barras que servían para transportarla a
través del desierto nos hacen pensar en la marcha del Señor en este mundo. Cubiertas de oro
puro, nos recuerdan ese versículo de Isaías 52:7: 7 !!Cuán hermosos son sobre los montes los pies
del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica
salvación, del que dice a Sion: !!Tu Dios reina! Dios por gracia y por misericordia a su pueblo
escogido, abrió el camino a través de Cristo, para que nosotros los creyentes conozcamos las
virtudes de aquel que murió en la cruz. Esos bellos pies que recorrieron este mundo caído, para
salvación de muchos. Mis hermanos caminemos el camino de Fe, como es digno, llevemos el
mensaje y la promesas a todo el mundo y a todo aquel que no conoce la verdad.
V. 17-29. Se hace también el candelero de oro puro, con su pie de oro labrado a martillo, al igual
que sus copas, sus manzanas y sus flores, las cuales “salían de él”. A Dios le agrada repetir,
detallando el número siete de los frutos, toda la plenitud de belleza que tenía ese candelero,
figura de Cristo, quien no debe a nadie ninguna de sus glorias. Pero no olvidemos que el candelero
era de oro labrado a martillo y que estaba alimentado con aceite puro de olivas machacadas
(27:20), adjetivos que hacen pensar en los sufrimientos de Aquel que vino como la verdadera luz
en medio de las tinieblas y no fue recibido. Pese a haber sido rechazado, resplandece ahora en el
Santuario, donde los suyos podemos contemplarlo por medio de la fe.
El altar de oro, que también estaba en el lugar santo, ante el velo, es otra imagen de Aquel que es
el objeto central del culto, en Nombre de quien nos acercamos a Dios para adorar e interceder. El
incienso que era ofrecido, si nos atenemos al capítulo 30 (v. 34-38), estaba compuesto “según el
arte de perfumista, sazonado con sal, puro y santo” (V.M.). Las diversas esencias que lo constituían
nos hablan de las perfecciones del Hijo de Dios y del valor que ellas tienen para el Padre, a quien
las presentamos.
Exodo 38.
El altar de bronce nos recuerda que Dios respondió por medio de la cruz a nuestro estado de
pecado. Muchos creyentes a menudo suelen verse turbados a causa de los pecados cometidos
después de su conversión. ¿Pueden éstos hacerles perder su salvación? No, ¡bendito sea Dios!
Como Jesús lo dice a Pedro: “El que está lavado” –es lo que tuvo lugar una vez para siempre a
favor del creyente (ver cap. 29:4)– “no necesita sino lavarse los pies” (Juan 13:10). Ese lavado de
los pies después de la marcha, y el lavado de las manos para el servicio se hacían en la fuente de
bronce. Fue hecha del mismo material que el altar para enseñarnos que los pecados cometidos
después de nuestra conversión le costaron tan caro, a Aquel que los expió, como nuestros pecados
precedentes. Pero podemos y debemos confesarlos a Dios, quien es fiel y justo para perdonarlos a
causa de la obra de Jesús 1 Juan 1:99 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Del versículo 9 hasta el 20 se refiere a la instalación y al arreglo del atrio. Hacemos notar la
dimensión de la puerta (v. 18): veinte codos, es decir, casi diez metros. Esta puerta es imagen de la
de la gracia, abierta de par en par a los pobres pecadores, como así también del fácil acceso que el
Evangelio ofrece a todos para acercarse a la cruz (el altar de bronce). Hermanos ¿has pasado por
esta puerta?
Dios hace consignar, por medio de los levitas, el inventario exacto de todo lo que se ha hecho y
dado para su casa. No olvida nada; recuerda hasta la menor estaca y el corchete más pequeño,
sabiendo lo que le ha costado a cada uno el material que ha traído. El Señor Jesús, sentado frente
al tesoro del templo, miraba cómo la multitud echaba sus ofrendas en el arca, y apreció mucho las
dos blancas de una viuda pobre, pues esta moneda significaba para ella un completo
renunciamiento: era “todo su sustento” (Marcos 12:41-44).
La fuente de bronce mencionada anteriormente tiene el mismo lenguaje. Ella había sido hecha con
los espejos de las mujeres que habían salido tras Moisés para velar a la puerta del tabernáculo de
reunión (v. 8). En la presencia de Dios y a causa del interés que sentían por Su casa, su corazón les
había llevado a renunciar a ocuparse de ellas mismas, tal como lo sugieren los espejos Mateo
16:24-25, 24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a
sí mismo, y tome su cruz, y sígame. 25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y
todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Eso Dios también lo aprecia y lo menciona
en su Palabra. La plata de los empadronados ha servido para fundir las basas de plata de las tablas
y los capiteles. Todo reposa sobre la gloriosa redención de la cual la plata es figura Números 3:48
48 Y darás a Aarón y a sus hijos el dinero del rescate de los que exceden; sobre ella también se
apoya individualmente cada rescatado por medio de la fe para mantenerse en pie.
Éxodo 39
En estos capítulos 39 y 40, una expresión se repite continuamente: “Como Jehová lo había
mandado a Moisés”. Nada había sido dejado a la imaginación de aquellos que hacían la obra. Lo
mismo ocurre hoy día con el culto de los cristianos. La Biblia nos enseña todo lo que necesitamos
para saber cómo Dios quiere ser adorado. Añadir algo a sus instrucciones o sustituirlas por lo que
nosotros estimamos mejor sería pura desobediencia, ¿no es cierto? ¡Y al mismo tiempo una
pretensión! ¿Con qué derecho decidiremos nosotros acerca de lo que conviene a Dios?
¡Observemos las religiones cristianas, sus clérigos, sus organizaciones, sus ostentosas ceremonias!
Dios no ha “mandado” esas cosas y, por consiguiente, el creyente que conoce la Palabra no puede
asociarse a ellas.