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El espíritu

CEE!
Otón
IAS

EDICIONES
A]
CUARTA PARTE

LA FORMA LITÚRGICA
CAPÍTULOI

EL RITO

La palabra rito a muchos hoy no les suena bien. El


«rito» aparece como la expresión de la rigidez, como estar
atado a normas ya establecidas. Al rito se le opondríala
creatividad y la dinámica de la inculturación: únicamente
a través de ella surgiría la liturgia viva, en la que cada co-
munidad puede expresarse a sí misma. Antes de entrar en
los detalles de la cuestión que de aquí se deriva, tenemos
que ver, en primer lugar, qué es realmente el rito en la
Iglesia, qué ritos existen, y cuáles son las relaciones que
establecen entre sí los distintos ritos?.
El jurista romano (no cristiano) Pomponio Festo defi-
nió en el siglo 11 el rito como «costumbre probada en la
administración de los sacrificios» (mos comprobatus in ad-
ministrandis sacreficits). Con esta definición resumió, me-
diante una fórmula precisa, una realidad presente en toda
la historia de las religiones: el hombre siempre busca el
modo adecuado de adorar a Dios, una forma de oración y
de culto común que sea agradable al mismo Dios y sea
conforme a su naturaleza. En este contexto, se puede re-
cordar que la palabra «ortodoxia», originariamente no sig-
nificaba, como suele pensarse hoy en día, «la recta doctri-
na». Efectivamente, por una parte, la palabra doxa en

' Una buena visión de conjunto de los ritos orientales la ofrecen: N. Bux,/I
quinto sigillo, Libreria editrice Vaticana 1997; Prassana Vazheeparampil,
The making and unmaking of Tradition (Roma 1998), sobre todo el diagra-
ma de ritos de la pág. 57. Para el conocimiento del amplio mundo delas
Iglesias orientales no-bizantinas, es importante la gran obra de M. Zibawi,
Orenti cristiani, Jaca Book 1995 (en alemán: Die christliche Kultur des
Orients, Benziger 1995). También quiero remitir al artículo «Liturgien», en
LibK VI (3.* ed.) 972-987.
184 LA FORMA LITÚRGICA EL RITO 185

griego significa «opinión», «apariencia»; por otra parte, en suscitan toda una serie de problemas que no podemos
el lenguaje cristiano, significaría algo así como «verdadera afrontar en este momento. Para hacernos una idea general
apariencia», es decir: «gloria de Dios». Ortodoxia signifi- acerca de ello, un punto de partida que puedeser útil es el
ca, por consiguiente, el modo adecuado de glorificar a canon IV del Concilio de Nicea, que habla de tres sedes
Dios y la forma adecuada de adoración. En este sentido la primaciales en la Iglesia: Roma, Alejandría y Antioquía.
ortodoxia es también, por su misma definición, «ortopra- No hace falta profundizar excesivamente en el hecho de
xls». La contraposición moderna entre los dos términos, que las tres sedes están relacionadas con las tradiciones
queda disuelta en sí misma ya desde el origen. Lo que im- petrinas. De cualquier forma,en los tres casos nos encon-
porta no son las teorías acerca de Dios, sino la manera tramos con puntos en quecristaliza la tradición litúrgica.
adecuada de encontrarse con Él. Hemos de añadir, además, el hecho de que a partir del si-
Se consideró como un gran don dela fe cristianael sa- glo Iv (poco después de Nicea) entra en escena Bizancio
ber cuál es el culto adecuado, la forma auténtica de glorifi- como otro punto de referencia de la vida y del ordenamien-
car a Dios a través del camino de la cruz. Y eso a través de to eclesial (y con ello, tambiénlitúrgico). Esto ocurre, preci-
la participación en la oración, compartiendo el camino samente, por el hecho de que Bizancio, después del trasla-
Pascual de Jesucristo, tomando parte plenamente en la do del Imperio al Bósforo, se convierte en la nueva Roma,
Eucaristía, en la cual la Encarnación conduce a la Resu- y hace suyas las prerrogativas de Roma, mientras que, por
rrección. Podríamos decir, parafraseando una expresión otra parte, también adquiere peso gracias a la pérdida de
de Kant, quela liturgia recibe todo de la Encarnacióny lo importancia de Antioquía, cuyas funciones pasan, en gran
refiere todo a la Resurrección, pero a través del camino de medida, a Bizancio. Desde esta perspectiva podríamos ha-
la cruz. El «rito» es, por tanto, para el cristiano, la forma blar de cuatro grandes núcleos de tradición litúrgica, te-
concreta, que superael tiempo y el espacio, en el que, de niendo en cuenta como, por una parte, las relaciones entre
manera colectiva, toma cuerpo el modelo fundamental de Romay Alejandría eran al principio relativamente estre-
la adoración, que se nos ofrece por la fe. A su vez, esta chas, mientras que, por otra parte, Bizancio y Antioquía
adoración —como hemosvisto en la primera parte— in- están, a su vez, muy vinculadas.
cluye siempre toda la práctica de la vida. El rito tiene, por
consiguiente, su lugar originario en la liturgia, pero no Sin entrar en detalles que excederían el marco de este
sólo en ella. Se expresa también en una forma determina- libro tenemos, sin embargo, que concretar un poco más.
da de hacer teología, en la formadela vida, y en los orde- Antioquía tenía que ser un punto central de la tradiciónli-
namientos jurídicos de la vida eclesial. túrgica por ser el lugar de procedencia del cristianismo
Pagano, en que había nacido el mismo nombre de «cristia-
Como hemosseñalado, una vez llegados a este punto, nos» (Hch 11,26) y por ser capital de Siria, es decir, del
hay que intentar dar una ojeada, aunquesea general, a los área cultural y lingúística en la que había tenido lugar la
ritos esenciales que se han ido desarrollando enel seno de revelación. Puesto que Siria era, al mismo tiempo, el lugar
la Iglesia. ¿Cuáles son los ritos existentes? ¿De dónde de grandes disputas teológicas acerca de la auténtica pro-
proceden? Se trata de preguntas que, en su especificidad, fesión de fe cristiana, no es de extrañar que este espacio,
186 LA FORMA LITÚRGICA EL RITO 187

culturalmente tan dinámico, se convirtiera también parala suya, en principio y sobre todo, la tradición antioquena.
liturgia en el punto de partida de tradiciones diversas. En- La liturgia de san Juan Crisóstomolleva la herencia antio-
tre ellas están, por un lado, los ritos siro-occidentales, en- quena a Bizancio, pero también vuelve sobre las influen-
tre los cuales destaca el rito malabar, que siguió vivo en la cias procedentes del Asia Menor y de Jerusalén, de tal
India, y que se remonta al apóstol Santiago. Tambiénel suerte que allí confluye una rica herencia, proveniente de
rito maronita puede atribuirse a este conjunto de formas territorios evangelizados por los apóstoles. Una gran parte
siro-occidentales. Por otro lado, están los llamadosritos del amplio mundoeslavo adoptó la liturgia bizantina que,
caldeos(siro-orientales, «asirios»), cuyo punto de partida de este modo, se insertó en la comunión de oración con
hay que buscarlo en las grandes escuelas teológicas de Ni- los Padres y con los Apóstoles.
sibe y Edesa. Estos ritos tenían una eficacia misionera ex- En Occidente se podían distinguir, en principio, tres
traordinaria; pudieron propagarse hasta la India, el Asia grandes núcleos reformistas: junto a la liturgia romana,
Central y China. En la Edad Media temprana había apro- que guardaba un gran parecido con la liturgia latino-afri-
ximadamente setenta millones de creyentes pertenecientes cana, está la liturgia de la antigua Galia («galicana») que,a
a este ámbito ritual, que sufrió pérdidas irreparables debi- su vez, guardaba una estrecha afinidad con la liturgia cél-
do al Islam y a las invasiones de los mongoles. Con todo, tica, así comola liturgia hispánica antigua («mozárabe»).
en la India perduró la Iglesia malabar. El ámbito ritual Estos tres núcleos guardaban, en un principio, una gran
«caldeo» se remonta al apóstol Tomás y a sus discípulos similitud entre sí, pero España y la Galia, en contraposi-
Addai y Mari. Indudablemente se conservarontradiciones ción con la Roma conservadora y más bien arcaica y so-
muy antiguas, y la noticia según la cual el apóstol Tomás bria en lo quea la liturgia se refiere, se abrieron a las in-
habría desarrollado su actividad misionera en la India, fluencias orientales y las asimilaron de formadistinta.
desde luego que, desde el punto de vista histórico, ha de Frente a la austera brevedad de Roma,la liturgia gali-
ser tomada muy enserio. cana se caracteriza por la redundancia poética. Aproxima-
damente a finales del siglo x, Roma hace suyos muchos
De unárea eclesial tan importante como la de Alejan- elementos de origen galicano el rito galicano desaparece
dría, dependenlos ritos copto y etiópico. La liturgia de en cuanto realidad autónoma, aunque pervive en algunos
San Marcos, surgida en Alejandría, está fuertemente im- de sus valiosos elementos dentro del rito romano. Fue la
pregnada de influencias bizantinas, algo sobre lo que ten- reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano Il, con sus
dremos que volver más adelante. El rito armenio, quese le esfuerzos por restaurar lo romano en su pureza, la que
atribuye a los apóstoles Bartolomé y Tadeo tiene un signifi- hizo desaparecer, en gran parte, la herencia galicana. Sólo
cado propio; sin embargo, es Gregorio el Iluminadorel que entonces, con esta reforma, se llevó a cabo la unificación
ha de ser considerado como su verdadero padre (260-323); radical de la liturgia, si bien ya antes, en el siglo XIX, fue-
en lo que a su formaserefiere sigue, en gran parte, la litur- ron desapareciendo los ritos particulares de los lugares y
gia bizantina. | de las órdenes religiosas, aún existentes. Sin embargo, es
Así llegamos, finalmente, a las dos grandes familias de verdad queel proceso inicial de uniformidad ha produci-
ritos: la bizantina y la romana. Como vimos, Bizancio hace do, entretanto, el fenómeno contrario: la creciente y am-
188 LA FORMA LITÚRGICA EL RITO 189

plia disolución del rito que, ha de ser sustituido porla la formación de ritos: Bizancio y Roma. La gran mayoría
«creatividad» de la comunidad concreta. de los ritos orientales, en su forma actual, estuvieron muy
marcados por las influencias bizantinas. Por el contrario,
Antes de abordar, una vez más, la cuestión fundamental Romafue unificando, cada vez más, los distintos ritos de
acerca del sentido y la validez del rito, tenemos que sacar Occidente en el rito romano. Mientras que Bizancio dio
algunas consecuencias de este bosquejo, quizás algo fati- forma a la adoración a Dios para gran parte del mundoes-
goso, del panorama delos ritos existentes. En primerlu- lavo, Roma marcó, desde el punto de vista litúrgico, a los
gar, es importante constatar que los distintos ritos remiten pueblos germanos, a los latinos y una parte de los pueblos
a los lugares de origen apostólico del cristianismo, bus- eslavos. En el primer milenio aún existía el intercambio li-
cando así ese arraigo directo con el lugar y el tiempo del túrgico entre Oriente y Occidente; después, los ritos se
acontecimiento de la revelación. También en este caso es consolidaron en su forma definitiva, que apenas dejaban
válido el principio por el cual el «una sola vez» y el «para espacio a posteriores enriquecimientos mutuos.
siempre» van unidos, de tal forma quela fe cristiana no Lo importante es que las grandes formasrituales abar-
puede nuncadesligarse de ese territorio del acontecimien- can muchas culturas; que no implican únicamente el ele-
to santo, de la elección de Dios, que quiso hablarnos, ha- mento diacrónico, sino que, además, crean comunión en-
cerse hombre, morir y resucitar en un lugar y en un tiem- tre las diversas culturas y las diversas lenguas. Se sustraen
po determinados. El «siempre» sólo puede proceder del a la intervención del individuo, de la comunidad concreta
«una sola vez». La Iglesia no reza en una temporalidad ge- e incluso de una Iglesia particular. La no arbitrariedad es
nérica y abstracta, porque no puede abandonarsusraíces. un elemento constitutivo de su misma esencia. En ellos se
Reconoce las verdaderas palabras de Dios, precisamente expresa el hecho de que en la liturgia me espera algo que
en la concreción de su historia, en el lugar y en el tiempo no hago por mí mismo, entro en contacto con algo mucho
al que El está ligado y al que nos liga a todos nosotros y a más grande y que, en última instancia, tiene su origen en
unos con otros. El rito implica el elemento diacrónico,la la Revelación.
oración con el Padre y con los apóstoles, que incluye, al Por eso, Oriente califica la liturgia como «divina litur-
mismo tiempo, un momento local, que se extiende desde gia», una expresión que resalta su no disponibilidad por
Jerusalén hasta Antioquía, Roma, Alejandría y Constantl- parte del hombre. Por el contrario Occidente subrayó, cada
nopla. Losritos no son, por tanto, productos de la incultu- vez con másfuerza, el elemento histórico. Jungmann inten-
ración, por mucho que hayan asimilado los elementos de tó resumir, por eso, la concepción occidental con la expre-
las distintas culturas. Son figuras de la tradición apostólica sión «liturgia en proceso», para aludir al hecho de que este
y su desarrollo en los grandes ámbitos de la tradición. desarrollo continúa todavía: en un crecimiento orgánico, y
no comoun hacerarbitrario. La liturgia, según esto, no es
A ello se añade un segundo aspecto. No existen unos comparable con un artefacto técnico, con algo que se hace,
límites rigurosos que separen unos ritos de otros. Existe sino con una planta,es decir, con algo orgánico, que crece,
el intercambio y el enriquecimiento mutuo. Donde más y cuyas leyes de crecimiento determinan las posibilidades
claramentese ve esto es en los dos centros de gravedad de de desarrollo posterior.
190 LA FORMA LITÚRGICA EL RITO 191

Es verdad que en Occidente se añade el hecho de que La autoridad del Papa no es ilimitada; está al servicio
el Papa, con la autoridad petrina, recurría también, cada de la sagrada tradición. Una genérica «libertad» de ac-
vez más claramente, a la legislación litúrgica constituyen- ción, que precisamente por eso se mueve porla arbitrarie-
do así una instancia jurídica para la posterior formación dad, se puede conciliar menos aún con la esencia de la fe
dela liturgia. Cuanto más fuerza cobrabael primado,tanto y de la liturgia. La grandeza dela liturgia reside, precisa-
más se tendía a resaltar la pregunta acerca de la amplitud mente —y esto lo vamos a tener que repetir con frecuen-
y los límites de tal autoridad, sobre la que, naturalmente, cia—, en su carácter no arbitrario.
no se reflexionaba en cuanto tal. Después del Concilio Va-
ticano II se extendió la impresión de que el Papa,en reali- Si ahora volvemos a preguntar otra vez ¿qué esel rito
dad, lo podía todo en materia litúrgica, sobre todo, cuan- dentro del ámbito dela liturgia cristiana?, la respuesta es:
do actuaba con el respaldo de un concilio ecuménico. En la expresión hecha formadela eclesialidad y la comunita-
último extremo, lo que ocurrió fue quela ideadela litur- riedad que supera la historia, de la oración y de la acción
gia como algo que nos precede, y que no puedeser «ela- litúrgica. En él se concreta la unión dela liturgia conel
borada» según el propio criterio, se perdió en la concien- sujeto vivo que es la Iglesia y que, a su vez, se caracteriza
cia más difundida en Occidente. porla unión con la forma de la fe que ha ido creciendo en
Pero, en realidad, el Concilio Vaticano 1 en modo algu- el seno de la tradición apostólica. Esta unión con el único
no trató de definir al Papa como monarca absoluto,sino, sujeto Iglesia, admite distintas configuraciones e incluye
todo lo contrario, como el garante de la obediencia frente la evolución viva, excluyendo, al mismo tiempo, la ar-
a la palabra revelada: su poder está ligadoa la tradición de bitrariedad. Esto es válido para cada uno de los miem-
la fe, lo cual es aplicable también al campo dela liturgia. bros de la comunidad, tanto de la jerarquía como de los
Laliturgia no es «elaborada» por funcionarios. Incluso el laicos.
Papa, ha de ser únicamente un servidor humilde que ga- La «liturgia divina» (comose la llama en Oriente) está
rantice su desarrollo adecuado y su integridad e identidad profundamente configurada por el hombre y su sensibili-
permanentes. También aquí nos encontramos, una vez dad, de modo semejante a comolo está la palabra escrita y
más, como sucedió ya al estudiar la cuestión de los iconos conforme la historicidad de la acción de Dios. Pero en la
y la música sacra, con el hecho de que Occidente sigue un interpretación de las leyes esenciales de la herencia bíbli-
camino propio, distinto al de Oriente. Y vuelve a ser ver- ca, que va más allá de los ritos aislados, participa de la
dad, una vez más, queel itinerario recorrido en Occidente, normativa propia de la forma fundamentalde la fe cristia-
con su especificidad que da cabidaa la libertad y a la histo- na. Su valor puede compararse a la de las grandes profe-
ria, no puede ser, en modo alguno, condenado en bloque. siones de fe de la Iglesia antigua. Al igual que éstas, tam-
Pero también es cierto que si se abandonanlas instituciones bién la liturgia ha ido madurandobajo la guía del Espíritu
fundamentales de Oriente, que son instituciones funda- Santo (Jn 16,13).
mentales dela antigua Iglesia, se llegaría, realmente,a la di- La tragedia de los esfuerzos reformadores de Lutero
solución de los fundamentos de la identidad cristiana. fue que cayesen en una época en la que la figura esencial
192 LA FORMA LITÚRGICA EL RITO 193

de la liturgia permanecía oculta e incomprendida. Á pesar no debe imitar nada; la creatividad artística es el libre go-
del radicalismo con el que recurre a la «sola Scriptura», bierno del hombre, que no se ata a ninguna normania fi-
Lutero no puso en tela de juicio la validez de las profesio- nalidad alguna, y que tampoco puede someterse a ningu-
nes de fe de la Iglesia antigua, manteniendo con ello una na pregunta por el sentido. Puede que en estas visiones se
tensión interior que se convirtió después en la problemá- perciba un clamor de libertad que, en un mundo domina-
tica fundamental de la historia de la Reforma protestante. do porla técnica, se convierte en un grito de socorro. El
Sin duda, la Reforma habría tomado otro rumbo si Lutero arte, así concebido, aparece comoel último reducto de la
hubiese podido ver la análoga obligatoriedad de la gran libertad. El arte tiene que ver conla libertad, eso es cierto.
tradición litúrgica, su conciencia de la presencia del Sa- Pero la libertad así concebida está vacía: no libera, sino
crificio y su comprensión de la acción vicaria del Logos. que deja que aparezca la desesperación comola última pa-
Conla radicalización del método histórico-crítico hoy labra de la existencia humana.
resulta evidente que el «sola Scriptura» no puede funda- Este tipo de creatividad no puede tener cabidaenla li-
mentar la Iglesia y la dimensión comunitaria de la fe. La turgia. La liturgia no vive de las «genialidades» de cual-
Escritura sólo es Escritura si vive en el sujeto vivo que es quier individuo o de cualquier comisión. Muyal contrario,
la Iglesia. Tanto más absurda resulta la pretensión deal- la liturgia es la entrada de Dios en nuestro mundo,hacién-
gunos de intentar construir la liturgia basándose en la dose el encontradizo y obrando la verdadera liberación.
«sola Scríptura», identificando en dichas reconstruccio- Sólo Él puede abrir la puerta hacia la libertad. Cuanto
nes la Escritura con las opiniones exegéticas dominantes, más se entreguen los sacerdotes y los fieles con humildad
confundiendo así fe con opinión. La liturgia «elaborada» a este hacerse el encontradizo de Dios, tanto «más nueva»
de esta manera, se basa en las palabras y las opiniones de será la liturgia y tanto más personal y verdadera llegará a
los hombres. Sólo el respeto a la precedencia y al carácter ser. Pero la liturgia no llega a ser personal, verdadera y
fundamentalmente no arbitrario de la liturgia puede ofre- nueva con invenciones banales de palabras o jugueteos,
cernos lo que esperamosdeella: la fiesta, en la que viene a sino con la audacia de ponerse en el camino hacia esa gran-
nuestro encuentro la gran realidad que no hacemos noso- deza que por medio del rito siemprenoslleva la delantera
tros, sino que, antes que nada, la recibimos como don. Y que nunca alcanzamosdel todo.

Esto significa que la «creatividad» no puede ser una ca- ¿Hay que volver a repetir, una vez más, que todo esto
tegoría auténtica en la realidad litúrgica. Por lo demás, este NO tiene nada que ver con la rigidez? Mientras que parael
término ha crecido en el ámbito de la cosmovisión marxis- Islam el Corán es auténtica palabra de Dios, sin media-
ta. «Creatividad» significa que, en un mundo privado de ción humanaalguna,el cristiano sabe que Dios habló por
sentido, al que se ha llegado por una evolución ciega,el Medio de los hombres y que, por consiguiente, el factor
hombrecrea finalmente un mundo nuevo y mejor, partien- humano-histórico también forma parte integrante del ac-
do de sus propias fuerzas. En las modernasteorías del arte tuar de Dios. Por eso mismo,la palabra bíblica encuentra
se alude con ello a una forma nihilista de creación: el arte Su plenitud únicamente en la respuesta de la Iglesia que
194 LA FORMA LITÚRGICA

nosotros llamamos tradición. Por eso, los relatos de la CAPÍTULOIl


Última Cena presentes en la Biblia encuentran su concre-
ción sólo cuando la Iglesia los hace suyos en las celebra. EL CUERPOY LA LITURGIA?
ciones. Por eso puede existir una evolución en la «liturgia
divina» que, por supuesto, sucede espontáneamene, sin
precipitación niviolencia (cfr. Mc 4,28). 1. «PARTICIPACIÓN ACTIVA»
Puesto quelas distintas familias de ritos han crecido,
El Concilio Vaticano II propuso comoidea directriz de
como ya vimos, en los lugares centrales de la tradición
la celebración litúrgica la expresión participatio actuosa?,
apostólica, partiendo de las «sedes apostólicas» y puesto
la participaciónactiva de todos en el «opus Dei»,es decir,
que esta vinculación con los orígenes forma parte de lo
en el culto divino. Por eso, con pleno derecho,el Catecis-
que los define, no es de suponer que puedan formarse ri-
mo de la Iglesia Católica, pone de manifiesto que esta ex-
tos completamente nuevos. Sin embargo, sí son posibles presión nos habla del servicio común, refiriéndose, por
las variaciones dentro de las familias de los ritos: precisa- consiguiente, a todo el pueblo santo de Dios (CEC 1069).
mente Occidente estuvo caracterizado, hasta bien entrada Pero ¿en qué consiste esta participación activa? ¿Quées lo
la Edad Moderna, por esas variadas formas sobre labase que hay que hacer? Desgraciadamente, esta expresión se
de una formaritual fundamental que abarcaba el conjunto interpretó muy pronto de una forma equivocada, reducién-
de todas las demás. dola a su sentido exterior: a la necesidad de una actuación
Un ejemplode tal posibilidad de desarrollo me parese general, comosi se tratase de poner en acción al mayor
que puede ser el missale que ha conseguido, a modo de número posible de personas, y con la mayor frecuencia
prueba, el Zaire (en el Congo): se trata de un rito romano posible.
«en zairés». Sigue siendo la gran comunidad del rito ro- Sin embargo, la palabra «participación» remite a una
mano, con sus raíces apostólicas, pero está, porasí decir, acción principal, en la que todos tenemos que tener parte.
transformadaal estilo congolés, con la asimilación, entré or tanto, si se quiere descubrir de qué acción se trata,
otros, de algunos elementos orientales, cosa que me pa hay que averiguar, antes que nada, cuál es esa verdadera
ce también bastante razonable. Por ejemplo, de acuer o <actto» central, en la que deben participar todos los miem-
con Mt 5,23-25, el signo de la paz nose intercambia antes bros de la comunidad. El estudio delas fuentes litúrgicas
de la comunión, sino antes del ofertorio. Una praxis ae ños pone en condiciones de dar una respuesta que,a pri-
según micriterio, sería deseable para todo el ámbito de A
rito romano, si se quiere mantener el signo de la paz € * Enel libro citado anteriormente (cf. p. 157 n. 2), Arte e liturgia,
se encuen-
cuantotal. tran, sobre todo en las pp. 139-209, varias indicaciones en relación
con las
distintas partes de este capítulo. También E. Kapellari, Heilige
Zeichen in Li-
turgie und Álltag, Styria 1987; E. Kapellari, Signos sagrados,
traducción de
Claudio Gancho, Editorial Herder (Barcelona 1990).
? Cordes, P. J., Actuosa participatio - tátige Teilnahme, Bonifatius (Paderborn
1995).
196 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 197

mera vista, puede resultar sorprendente, pero que, por otro tio en el sentido más relevante del término. Lo que, en
lado, resulta evidente si tenemos en cuenta los fundamen- gran medida, ocurre en ella es que la actio humana (tal
tos bíblicos que hemos considerado en la primera parte. como se ha llevado a cabo por los sacerdotes en las distin
Conel término actio, referido a la liturgia, se alude en tas religiones) pasa a un segundo término, dejando paso a
las fuentes a la plegaria eucarística. La verdadera acción li- la actto divina, a la actuación de Dios. En esta oratio el
túrgica, el acto verdaderamente litúrgico, es la oratio: la sacerdote habla con el Yo del Señor —«esto es mi cuer-
gran plegaria, que constituye el núcleo de la celebración po», «ésta es mi sangre»— con la conciencia de que en
litúrgica; precisamente por eso, los Padres la denomina- este momento no habla por sí mismo, sino que, en virtud
ron, en su conjunto, con el término oratio. Esta definición del sacramento que harecibido, se convierte en la voz del
era correcta ya desde su misma forma litúrgica, puesto otro que es el que ahora habla y actúa.
queen la oratio se desarrolla lo esencial de la liturgia cris- Esta actuación de Dios, que se lleva a cabo a través del
tiana, ya que es su centro y su forma fundamental. discurso humano, es la verdadera «acción» de la que está
La definición de la Eucaristía como oratio constituyó pendiente toda la creación: los elementos de la tierra son
después una respuesta fundamental, tanto para los paga- trans-substanciados, arrancados, por así decirlo, de su en-
nos, comoparalos intelectuales en búsqueda. Conesta ex- raizamiento creatural, asumidos en el fundamento más pro-
presión se aludía, de hecho, a los que estaban en búsque- fundo de su ser y transformados en el cuerpo y la sangre
da: los sacrificios de animales y todo lo que teníais y tenéis del Señor. Se anticipan el cielo nuevo y la tierra nueva La
no puedesatisfacer a nadie, es algo ya superado. Su lugar verdadera «acción»de la liturgia, en la que todos nosotros
lo ocupa ahorael sacrificio de la palabra. Nosotros somos hemosde tener parte, es la acción de Dios mismo. Ésta es
la religión espiritual, en la que tiene lugar el culto divino la novedad y la singularidad de la liturgia cristiana: Dios
conforme a la palabra; ya no se ofrecen sacrificios de car- quiso es el que actúa y el que hace lo esencial. Da paso a
neros ni becerros, sino que la palabra se dirige a Dios como dación.sehace Eolo, de tal manera que po-
Aquél que sostiene nuestra existencia, palabra que se une personalmente, a través de las
Cosas de la tierra, a través de nuestras ofrendas.
con la Palabra por excelencia, el Logos de Dios, que nos
atrae a la adoración verdadera. Quizás sea útil observar INDIA ¿cómo podemos tomar parte en esta acción? ¿No
aquí que la palabra oratto, en un principio, no significaba eN , inconmensurables Dios y el hombre? El hom-
«oración»(para ello ya existía el término prex). La orati0 sa que finito y pecador ¿puede cooperar con Dios,
aludía, más bien, al discurso solemne que se hacía en pú- da es Infinito y Santo? Puede, por el hecho de que Dios
blico, y que ahora adquiere su máxima dignidad por el he- pomo se ha hecho hombre, ha asumido un cuerpo y, con
cho de estar dirigido a Dios, con la conciencia de que, eN po, sale al encuentro de los que vivimos enel cuer-
cuanto tal, proviene de Dios, y es posible gracias a El. Da-Po.elacontecimiento de la Encarnación, la cruz,la
ió ne a segunda venida sobre la tierra, está pre-
Pero con ello, solamente hemos aludido a lo central. ol: ma en que Dios atrae al hombre a coope-
Esta oratio —la solemneplegaria eucarística, el «canon»” hemon y 1smo. En la liturgia esto se expresa, como ya
es, en realidad, algo más que unaserie de palabras, €S ac s visto, en el hecho de quela oratio forma parte del
de la
LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 199
198

oración de aceptación. Ciertamente, el sacrificio del Logos mente secundarias. El hacer queda en segundo plano cuan-
do nos encontramos ante lo que cuenta: la oratío. Tiene
ya está aceptado para siempre. Sin embargo, nosotros te-
nemos que pedir para que se convierta en nuestro sacrifi- que ser visible que la oratio es lo esencial, y que su impor-
tancia reside en el hecho de dar paso a la acción de Dios.
cio, porque nosotros mismos, como hemos dicho, somos
Quien haya comprendidoesto, entiende fácilmente que ya
transformados en el Logos y nos convertimos, de esta ma-
nera, en el verdadero cuerpo de Cristo: de eso se trata. Y no se trata de mirar al sacerdote o dejar de mirarlo, sino
esto es lo que hay que pedir en la oración. Esta misma de mirar al Señor, salir a su encuentro.
La entrada en escena,casi teatral, de los distintos acto-
oración es un camino, es encaminar nuestra existencia ha-
cia la Encarnación y la Resurrección. res, que hoy podemos presenciar, sobre todo en la presen-
En esta «acción», por la que nos acercamos, orando, a tación de las ofrendas, deja, sencillamente, de lado lo
esencial. Cuando las particulares acciones exteriores (que
la participación, no hay diferencia alguna entre el sacerdo-
realmente no son muchas y se multiplican de maneraarti-
te y el laico. Indudablemente,dirigir la oratio al Señor en
ficial) se convierten en lo esencial dela liturgia, y la misma
nombredela Iglesia y hablar, en su punto culminante, con
liturgia queda degradada en un genérico hacer, se malogra
el Yo de Jesucristo, es algo que sólo puede suceder en vir-
el verdadero teo-drama dela liturgia, que acaba reducido
tud del poder que confiere el sacramento. Pero la partici-
pación es igual para todos, en cuanto que nola lleva a a espectáculo.
cabo hombre alguno, sino el mismo Señor y sólo Él. Para La verdadera formación litúrgica no puede consistir en
el aprendizaje y ensayo de las actividades exteriores, sino
todos nosotros se trata, según se lee en 1 Cor 6,17 de que:
en el acercamiento a la actio esencial, que constituye lali-
«El que se uneal Señor es un espíritu con Él». Se trata de
turgia, en el acercamiento al poder transformador de Dios
superar, en última instancia,la diferencia entre la actio de
que,a través del acontecimiento litúrgico, quiere transfor-
Cristo y la nuestra, de modo que exista únicamente una
Marnos a nosotros mismos y al mundo. Claro que, en este
acción, que sea, al mismo tiempo, suya y nuestra —nues-
sentido, la formación litúrgica actual de los sacerdotes y
tra en el sentido de que nos hemos convertido en «un
de los laicos tiene un déficit que causa tristeza. Queda
cuerpo y un espíritu» con Él. La singularidad de la litur-
mucho por hacer.
gia eucarística consiste, precisamente, en el hecho de que
es Dios mismo el que actúa, y que nosotros nos sentimos
atraídos hacia esta acción de Dios. Frente a esto, todolo
El lector, quizás podría preguntarse ahora ¿y el cuer-
demás es secundario.
po” Conla idea del sacrificio mediante la palabra (oratio)
eno se centra todo únicamente enel espíritu? Tal objeción
Es evidente que las acciones externas —leer, cantar, lle- Podría ser aplicable a la idea precristiana del «culto al lo-
805», pero no la liturgia de la Palabra que se hizo carne
var las ofrendas— pueden distribuirse de una forma razo”
Y que se nos ofrece en Su cuerpo y Su sangre, es decir,
nable. En ese caso, hay que distinguir la participación €N
qeporalmente. Claro que se trata de la nueva corporeidad
la liturgia de la palabra (leer, cantar), y la celebración Sa”
citado que, sin embargo, sigue siendo verdadera
cramental en sentido estricto. En este último caso, todos
tienen que tener claro que las acciones externas son total- ad y que, portanto, se nos ofrece en los signos
200 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 201

materiales del pan y del vino. Esto significa que somosin- Digámoslo con otros términos: se trata de un ejercicio en-
terpelados porel Logos y para el mismo Logos, precisamen- caminado a acoger al otro en su alteridad, de un entrena-
te en nuestro cuerpo, en nuestra existencia corpórea de miento para el amor. Un entrenamiento para acogeral to-
todos los días. Precisamente por el hecho de quela verda- talmente Otro, a Dios, y dejarse moldeary utilizar por Él.
dera «acción» litúrgica es actuación de Dios, la liturgia de La implicación del cuerpo, de la que se trata en la litur-
la fe va siempre más allá del acto cultual, dándole un vuel- gia de la palabra hecha carne, se expresa en la misma li-
co a la cotidianeidad, que, a su vez, se convierte en «litúr- turgia mediante esa cierta disciplina del cuerpo, en los
gica», en servicio para la transformación del mundo. gestos que han ido madurando precisamente con la exi-
Alcuerpo se le pide mucho más queel traer y levar gencia interior de la liturgia y que, por así decirlo, hacen
utensilios, o cosas por el estilo. Se le exige un total com- visible su esencia. Estos gestos, considerados en su singu-
promiso enel día a día de la vida. Se le exige que se haga laridad, pueden variar según los distintos lugares y las
«capaz de resucitar», que se oriente hacia la resurrección, distintas culturas, pero en su forma esencial forman parte
hacia el Reino de Dios, tarea que se resumeen la fórmula: de la cultura de la fe, que se ha configurado, precisamen-
«hágase tu voluntad, en la tierra como enelcielo». Donde te, a partir del culto. Por consiguiente, en cuanto lenguaje
se lleva a cabo la voluntad de Dios, allí está el cielo, la tie- expresivo común, superan los ámbitos culturales singula-
rra se convierte en cielo. Adentrarse en la acción de Dios res. Intentemos, pues, examinarlos con más detenimiento.
para cooperar con Él: esto es lo que se inicia con la litur-
gia, para después desarrollarlo más allá de ella. La Encar-
nación ha de conducirnos, siempre, a la resurrección, al 2. LA SEÑAL DE LA CRUZ
señorío del amor, que es el Reino de Dios, pero pasando
porla cruz (la transformación de nuestra voluntad en co- El gesto fundamental de la oración del cristiano es, y
munión de voluntad con Dios). El cuerpo tiene que ser seguirá siendo, la señal de la cruz. Es una profesión de fe
«entrenado», por así decirlo, de cara a la resurrección. Re- en Cristo Crucificado, expresada corporalmente según las
cordemos, a este propósito, que el término «ascesis», hoy palabras programáticas de san Pablo: «Nosotros predica-
pasado de moda,se traduce en inglés, sencillamente como mos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, nece-
«training»: entrenamiento. dad para los gentiles; pero para los llamados —judíos o
Hoy día nos entrenamos con empeño, perseverancia y griegos— un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de
muchosacrificio para fines variados: ¿por qué, entonces, Dios» (1 Cor 1,235). Y más adelante: «Pues nunca entre
no entrenarse para Dios y para su Reino? Dice san Pablo: vosotros me precié de saber cosa alguna,sino a Jesucristo,
«Golpeo mi cuerpo lo esclavizo» (1 Cor 9,27). Por cier- y éste crucificado» (2,2). Santiguarse con la señal de la
to, fue precisamente san Pablo el que pusola disciplina de Cruz es un sí visible y público a Aquél que ha sufrido por
los deportistas como ejemplo para el entrenamiento de la nosotros; a Aquél que hizo visible en su cuerpo el amor
propia vida. Este entrenamiento forma parte esencial dela de Dios llevado hasta el extremo; un sí al Dios que no go-
vida cotidiana, pero debe encontrar su punto de apoyo €N bierna con la destrucción, sino con la humildad del sufri-
la liturgia, en su «orientación» hacia el Cristo resucitado- miento y un amor que es más fuerte que todo el poder del
202 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 203

mundo y más sabio que todala inteligencia y los cálculos nueva, son, ante todo, un acontecimiento de Dios: el Espí-
del hombre. ritu Santo que conducea Cristo, y Cristo que abre la puer-
La señal de la cruz es una profesión de fe: yo creo en ta hacia el Padre. Dios ya no es el Dios desconocido:tiene
Aquél que sufrió por mí y resucitó; en Aquél que ha un nombre. Podemosllamarlo, y Él nosllama.
transformadoel signo del oprobio en signo de esperanzay
de amor actual de Dios por nosotros. La profesión de fe De este modo, podemos decir que en la señal de la cruz,
es una profesión de esperanza: creo en Aquél que, en su con la invocación trinitaria, se resume toda la esencia del
debilidad, es Omnipotente; en Aquél que, a pesar de su acontecimiento cristiano, y está presente el rasgo distinti-
ausencia aparente, y extrema impotencia, puede salvarme vo del cristianismo. Sin embargo, también por esto mis-
y mesalvará. En el instante en que hacemos sobre noso- mo, abre el camino a todo el conjunto dela historia de las
tros la señal de la cruz, nos ponemos bajo su protección, religiones y al mensaje de Dios presente en la creación. Ya
la ponemos delante de nosotros como un escudo que nos en el 1873 se descubrieron, junto al Monte de los Olivos,
protege de las tribulaciones de cada día, e incluso nos da epitafios griegos y hebreos que se remontanal tiempo de
el valor para seguir adelante. La aceptamos como unase- Jesús y que iban acompañados dela señal de la cruz; los
ñal que indica el camino a seguir: «El que quiera venirse arqueólogos, en este caso, dedujeron que se trataba de cris-
conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su tianos de la época más primitiva. En torno a 1945, se hi-
cruz y me siga» (Mc 8,34). La cruz nos muestra el camino cieron numerosos hallazgos de tumbas judías conel signo
de la vida: el seguimiento de Cristo. de la cruz que se remontan, más o menos,al siglo primero
después de Cristo. Tales hallazgos ya no permitían deducir
Nosotros relacionamosla señal de la cruz con la profe- quese tratase de cristianos de la primera generación; más
sión de fe en el Dios Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu San- bien se tuvo que reconocer que el signo de la cruz también
to. De este modo, se convierte en recuerdo del bautismo, estaba presente en el ámbito judío. ¿Cómo entender esto?
recuerdo más evidente aún cuando, además, utilizamosel La clave interpretativa se encontró en Ez 9,4ss. En la vi-
sión allí descrita, el mismo Dios le dice a su mensajero,
agua bendita. La cruz es un signo de la pasión,peroal
mismo tiempo es también signo de la resurrección; es, por vestido de lino, que tenía la cartera de escriba a la cintura:
así decirlo, el báculo de salvación que Diosnosofrece, el «pasa por la ciudad y marca con una tau en la frente a los
puente, gracias al cual atravesamos el abismo de la muerte hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones
y todas las amenazas del mal, y finalmente podemosllegar que se cometen en mediode ella». Enla terrible catástrofe
hasta Él. Se hace presente en el bautismo, porel cual nos que se anuncia, aquellos que no se reconocen en el pecado
convertimos en contemporáneosde la cruz y la resurrec- del mundo,sino que sufren por él ante Dios —sufren con
ción de Cristo (Rom 6,1-14). Cada vez que hacemosla impotencia, pero distanciándose del pecado— deben ser
señalados con la última letra del alfabeto hebreo, la Tau,
señal de la cruz, renovamos nuestro bautismo; Cristo des-
de la cruz nos atrae hacia Él (Jn 12,32) y, de este modo, que se escribía en forma de cruz (T' o bien +, o bien X).
nos pone en comunión conel Dios vivo. A fin de cuentas, La Tau que, efectivamente, tenía la forma de una cruz, se
el bautismoy el signo de la cruz, que lo representay lo re- convierte en el sello de la propiedad de Dios. Respondeal
204 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 205

anhelo y al dolor del hombre por Dios, y lo introduce, de Los Padres ligados al ámbito cultural griego, se vieron aún
esta manera, bajo la particular protección de Dios. más directamente afectados por otro descubrimiento. En-
E. Dinkler* pudo demostrar quela estigmatización cul- contraron en la obra de Platón una extraña imagen de la
tual —en las manoso en la frente— se anuncia ya de diver- cruz inscrita en el cosmos (Timeo 34 A/B y 36 B/C). Pla-
sos modosen el Antiguo Testamento, y que esta costumbre tón la había tomado de las tradiciones pitagóricas que, a
también era conocida en la época del Nuevo Testamento. su vez, estaban relacionadas con tradiciones del Antiguo
En el Nuevo Testamento, Ap 7,1-8 hace suya la idea fun- Oriente. Se trata, en principio, de una afirmación astronó-
damental de la visión de Ezequiel. Los hallazgos de tum- mica: los dos grandes movimientos estelares conocidos
bas, junto con los textos de la época, ponen de manifiesto por la astronomía antigua —la elíptica (el gran círculo en
que, en ciertos círculos del judaísmo, la Tau se había di- torno a la esfera terrestre, sobre el que discurre el movi-
fundido como signo sagrado, como señal de la profesión miento aparente del sol) y la órbita terrestre— se encuen-
de fe en el Dios de Israel y, al mismo tiempo, como signo tran, y forman conjuntamentela letra griega Cht, que a su
de la esperanza puesta en su protección. Dinkler resume vez, se representa en forma de cruz (como una X). El sig-
sus conclusiones en la afirmación de que, en la Tau con no de la cruz está, por tanto, inscrito en el cosmos en su
forma de cruz «se resume toda una profesión de fe en un totalidad. Platón —siguiendo, una vez más, tradiciones
solo signo», «las realidades creídas y esperadas quedan más antiguas— había relacionado este dato con la imagen
inscritas en una imagen visible. Una imagen que es más de la divinidad: el demiurgo (el creador del mundo) ha-
que un mero espejo, una imagen de la que, antes bien, se bría «extendido» el alma del mundo «a través de todo el
espera una fuerza salvadora...» (24). - Universo».
Por lo que hasta ahora podemos saber,los cristianos, Justino mártir, el primer filósofo entre los Padres, ori-
en un primer momento, no retomaron este símbolo judío ginario de Palestina y muerto en torno al año 165, descu-
de la cruz, sino que encontraron la señal de la cruz desde brió estos textos de Platón y no dudó en relacionarlos con
lo profundo de su propia fe, y pudieron reconoceren ella la doctrina del Diostrinitario y con su intervención salví-
la suma de toda su fe. Sin embargo, la visión de Ezequiel fica en Jesucristo. En la idea del demiurgo y del alma del
de la tau salvadora y toda la tradición basada en ella ¿no mundo, Justino ve presagios del misterio del Padre y el
debía contemplarse como una mirada abierta al futuro? Hijo, presagios que, ciertamente, necesitaban ser corregi-
¿No se «desvelaba»ahora (cfr. 2 Cor 3,18) lo que se había dos, pero que también podían corregirse. Lo que dice Pla-
querido decir de manera misteriosa? ¿No se aclaraba en tón acerca del alma del mundo le parece una alusión a la
este momento a quién pertenecía este signo y de quién re- venida del Logos, del Hijo de Dios. Y así, hasta llega a de-
cibía su fuerza? ¿No podían ver, por tanto, en todo esto cir que la figura de la cruz es el mayor signo del señorío
una prefiguración de la cruz de Cristo, que realmente ha- del Logos, sin el cual la creación entera no podría existir
bía convertido la Tau enla fuerza de salvación? en su conjunto (1 Apol 55). La cruz del Gálgota está anti-
cipada en la misma estructura del cosmos; el instrumento
1 Dinkler, E., Signum crucis. Aufsátze zum Neuen Testament und zur christli-
de martirio, en el que murió el Señor, está inscrito en la
chen Archáologie, J. C. B. Mohr (Tiibingen 1967), sobre todo 1-76. estructura del universo. El cosmos habla aquí de la cruz, y
206 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 207

la cruz aquí desvela el misterio del cosmos. Ésta esla ver- go, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trascien-
dadera clave interpretativa de todala realidad. La historia de toda filosofía: el amor de Cristo» (3,18s). No puede
y el cosmos son el uno parte del otro. Si abrimoslosojos, dudarse de queesta carta, perteneciente a la escuela de san
leemos el mensaje de Cristo en el lenguaje del universo y, Pablo, habla ya aquí, a modo de alusión, de la cruz cósmi-
por otra parte, Cristo aquí nos hace comprender el men- ca, recogiendo probablemente tradiciones religiosas que
saje de la creación. hablan del árbol cósmico en forma de cruz, que sostiene
el universo. Una ideareligiosa que, por lo demás, también
A partir de Justino, esta «profecía de la cruz», y la co- era conocida en la India.
nexión que en ella se pone de manifiesto entre cosmos e San Agustín hizo una maravillosa interpretación exis-
historia, se ha convertido en una de las ideas fundamenta- tencial de este significativo pasaje de san Pablo. Enél, ve
les de la teología patrística?. Para los Padres tuvo que ser representadas las dimensiones de la vida humana, en re-
un descubrimiento fascinante el que el filósofo que resu- ferencia al Cristo crucificado, cuyos brazos abarcan el
mía e interpretaba las tradiciones más antiguas, hubiese mundo, cuyo camino llega hasta los abismos del infierno y
hablado de la cruz comoel sello del universo. Ireneo de hasta la altura del mismo Dios (De doctr. Christ. 11 41, 62
Lyon (muerto en torno al año 200), el verdadero fundador CChr XXXII, 755).
de la teología sistemática en su forma católica, en su escri- Hugo Rahnerrecopiló los textos más bellos de la épo-
to apologético titulado «Demostración de la predicación ca patrística dedicados al misterio cósmico de la cruzó,
apostólica» afirma lo siguiente: el crucificado «es, Él mis- Quisiera citar aquí únicamente dos. En la obra de Lactan-
mo, la palabra de Dios Todopoderoso, que con su presen- cio (f hacia 325) leemos: «En su sufrimiento, Dios exten-
cia invisible impregna nuestro universo. Y por eso abarca dió los brazos, abarcando así el orbe para anticipar ya en-
todo el mundo, su anchura y su longitud, su altura y su tonces que, desdela salida del sol hasta el ocaso, se reunirá
profundidad; porque, por medio de la Palabra de Dios, un pueblo que habrá de venir para ser acogido bajo sus
todas las cosas son conducidasal orden. Y el Hijo de Dios alas» (81). Un griego desconocido del siglo IV contrapone
está crucificado en ellas al estar impreso en todo, en forma la cruz al culto al sol y dice: ahora Helios (el sol) ha sido
de cruz»(1,3). vencido por la cruz «y el hombre, al que el sol creado en
Este texto del gran Padre dela Iglesia, oculta una cita el cielo no ha podidoinstruir, ahora está bañado porla luz
bíblica que es de gran importancia parala teología bíblica solar de la cruz e iluminado(en el bautismo)». A continua-
de la cruz. La Carta a los Efesios nos exhorta a estar arral- ción, el autor anónimo, hace suya una expresión de san Ig-
gados y cimentados en el amory, al apoyarnos en él, ser nacio de Antioquía (muerto en torno al año 110), que ha-
capaces de abarcar con todos los santos «lo ancho, lo lar- bía definido la cruz como «árgano»” (mechane) del cosmos
para el ascensoal cielo (Ef 9, 1) y dice: ¡Oh sabiduría, ver-
5 Unasíntesis útil de los testimonios de los Padres la ofrece Pfniir, V., «Das
Kreuz: Lebensbaum in der Mitte des Paradiesgartens», en M. B. Von Striz-
ky - Chr. Uhrig (ed.), Garten des Lebens, Festschrift fúr W. Cramer (Alten- * H. Rahner, Griechische Mythen in christlicher Deutung (Darmstadt 1957).
berge 1999), pp. 203-222. * Nota del traductor: Máquina a modo de grúa para levantar pesos.
208 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 209

daderamente divina! ¡Oh cruz, tu árgano queelevaal cielo! guaban, de pequeños, con el agua bendita. Nos hacían la
La cruz quedó plantada —y así, la esclavitud de los ídolos señal de la cruzen la frente, en la boca, en el pecho, cuan-
quedó aniquilada—. No es un leño como los demás, sino do teníamos que partir, sobre todo si se trataba de una
un leño del que Diosse ha servido para su victoria» (875). ausencia particularmente larga. Esta bendición nos acom-
pañaba, y nosotros nos sentíamos guiados porella: era la
En su discurso escatológico, Jesús había anunciado manera de hacerse visible la oración de los padres que iba
que al final de los tiempos «aparecerá en el cielo la señal con nosotros, y la certeza de que esta oración estaba apo-
del Hijo del hombre» (Mt 24,30). La mirada dela fe po- yada en la bendición del Redentor. La bendición suponía,
día, ya desde ahora, reconocer su señal inscrita en el cos- también, una exigencia por nuestra parte: la de no salirnos
mos desde el principio, y ver así confirmada por el cosmos del ámbito de esta bendición. Bendecir es un gesto sacer-
la fe en el Redentor crucificado. Al mismo tiempo, los cris- dotal: en aquel signo de la cruz percibíamosel sacerdocio
tianos sabían, de este modo, que los caminosdela historia de los padres, su particular dignidad y su fuerza. Pienso
de las religiones se dirigían hacia Cristo, que su espera re- que este gesto de bendecir, como expresión plenamente
presentada en muchas imágenes conducía hacia Él. Esto válida del sacerdocio común de los bautizados, debería
significaba, por otra parte, que la filosofía y la religión volver a formar parte de la vida cotidiana con mayor fuer-
ofrecían a la fe las imágenes y las ideas en las que ésta po- za aún, empapándola de esa energía del amor que procede
día comprenderse a sí misma plenamente. del Señor.

«Tu nombre será una bendición» había dicho Dios a


Abrahánal principio de la historia de la salvación (Gn 3. POSTURAS
12,2). En Cristo, hijo de Abrahán, se cumple esta palabra
en su plenitud. Él es una bendición y es una bendición 3.1. Arrodillarse (Prostratio)”
para toda la creación y para todos los hombres. La cruz,
que es su señal en el cielo y en la tierra, tenía que conver- Existen ambientes, no poco influyentes, que intentan
tirse, porello, en el gesto de bendición propiamente cris- convencernos de que no hay necesidad de arrodillarse.
tiano. Hacemos la señal de la cruz sobre nosotros mismos Dicen que es un gesto que no se adapta a nuestra cultura
y entramos, de este modo, en el poder de bendición de Je- (pero ¿cuál se adapta?); no es conveniente para el hombre
sucristo. Hacemosla señal de la cruz sobre las personasa maduro, que va al encuentro de Dios y se presenta erguido,
las que deseamosla bendición. Hacemosla señal de la cruz Oo, por lo menos, no es apropiado para el hombre redimido
también sobre las cosas que nos acompañan en la vida que, mediante Cristo, se ha convertido en una personalibre
y que queremos recibir nuevamente de la mano de Dios. y que, precisamente por esto, ya no necesita arrodillarse.
Mediante la cruz podemos bendecirnos los unos a los Si echamos una ojeada la historia, podemos constatarel
Otros.
Personalmente, jamás olvidaré con qué devoción y con 7 Laparte dedicada al arrodillarse se basa fundamentalmente en P. Sinoir, La
qué recogimiento interior mi padre y mi madre nossanti- priére a genoux dans l'Ecriture Sainte, Téqui (Paris o. J. 1997).
210 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 211

hecho de que los griegos y los romanos rechazaban este mer lugar, está la prostratio, el postrarse rostro en tierra
gesto de arrodillarse. A la vista de esos dioses intolerantes ante el poder sobrecogedor de Dios; después, y sobre
y divididos, descritos porel mito, tal postura estaba ple- todo en el Nuevo Testamento está el caer a los pies y, fi-
namente justificada. Era demasiado evidente que estos nalmente, el arrodillarse. Claro que, las tres posturas no
dioses no eran Dios, aun cuando se dependía de su poder son siempre fáciles de distinguir, incluso desde el punto
caprichoso y, a ser posible, había que procurarse su favor. de vista lingúístico. Pueden unirse entre sí, superponerse
Se decía que arrodillarse era algo indigno del hombreli- la unaa la otra.
bre, no encajaba con la cultura griega; era una postura
más bien propia de los bárbaros. Por razones de brevedad, quisiera citar, a propósito de
Plutarco y Teofrasto definen el acto de arrodillarse la postratio, dos textos, uno del Antiguo Testamento y
como una expresión de superstición; Aristóteles lo califi- otro del Nuevo. En el Antiguo Testamento tenemosla teo-
ca como un comportamiento de bárbaros (Retórica, 1361 fanía de Josué, antes de la conquista de Jericó, que el
a 36). San Agustín le da, en cierto sentido, la razón: «los autor bíblico pone en estrecho paralelismo con la teofanía
dioses falsos sólo son las máscaras de los demonios, que de Moisés ante la zarza ardiente. Josué ve «al jefe del ejér-
someten al hombre a la adoración del dinero y a la egola- cito de Yahveh», y después de haber reconocido su identi-
tría, habiéndolos convertido, de este modo, en «serviles» dad, se postra ante él, rostro en tierra. En ese momento
y supersticiosos. La humildad de Cristo y su amor, que escucha las palabras que, ya antes, fueron dirigidas a Mo1-
llegó hasta la cruz nos han liberado —así dice— de estos sés: «Quítate las sandalias de tus pies, porqueel lugar en
poderes, y ante esta humildad nos arrodillamos». En efec- que estás es sagrado»(Jos 5, 14s). El Dios oculto habla a
to, el hecho de arrodillarse, propio de los cristianos, no es Josué a través de la misteriosa figura del «jefe del ejército
una forma de inculturación en unas costumbres existentes, de Yahveh», y ante Él Josué se postra, rostro en tierra. Es
sino todo lo contrario, es la expresión de la cultura cristia- bellísima la interpretación que Orígenes hace de este tex-
na, que transforma la cultura existente desde un nuevo y to: «¿Existe otro jefe de los poderes del Señor que no sea
más profundo conocimiento y experiencia de Dios. nuestro Señor Jesucristo?». Josué adora, por tanto, a Aquél
que está por venir, al Cristo que está porllegar.
El hecho de arrodillarse no tiene su origen en unacul- Entre los textos del Nuevo Testamento, fue la oración
tura cualquiera, tiene su origen en la Biblia y en su expe- de Jesús en el Monte de los Olivos la que, a partir de los
riencia de Dios. La importancia central que este gesto tiene Padres, cobró una importancia especial para la piedad cris-
en la Biblia puede deducirse, concretamente, de un hecho: tiana. Según san Mateo (26, 39) y san Marcos (14, 35), Je-
sólo en el Nuevo Testamento, la palabra proskynein apare- sús se postra rostro en tierra, es más, cae rostro en tierra
ce cincuenta y nueve veces, veinticuatro de ellas en el Apo- (Mt); en cambio, san Lucas, que a lo largo de toda su obra
calipsis,el libro dela liturgia celeste, que se le presenta la —Evangelio y Hechos de los Apóstoles— es, de forma es-
Iglesia como el punto de referencia de su liturgia. pecial, el teólogo de la oración de rodillas, aquí dice que
Observando más atentamente, podemos distinguir tres Jesús oraba puesto de rodillas. Esta oración, en cuanto
posturas muy estrechamente relacionadas entre sí. En pri- oración que introduce en la Pasión, es ejemplar, tanto en
212 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 213

su gesto como en su contenido. El gesto: Jesús acepta, por nuestros pecados, corresponsables de la muerte de Cristo
decirlo así, la caída del hombre, se deja caer en su caduci- en la cruz. Nos postramos, rostro en tierra, y tomamos
dad, ruega al Padre desde la profundidad más absoluta de parte en su angustia, en su descenso al abismo de necesi-
la soledad y la miseria humana. Pone su voluntad en la yo- dad. Nos postramos, rostro en tierra, y reconocemos, de
luntad del Padre: «que no se haga mi voluntad sino la esta manera, dónde estamos y lo que somos: seres cadu-
tuya». Pone la voluntad humana en la voluntad divina. cos que sólo Él puede levantar. Nos postramos, rostro en
Hace suya toda la negación de la voluntad del hombrey la tierra, como Jesús ante el misterio de la presencia podero-
sufre con su dolor. Precisamente este conformarla volun- sa de Dios, sabiendo que la cruz es la verdadera zarza ar-
tad humanaa la voluntad divina es el corazón mismo dela diente, el lugar donde arde, sin consumirse, la llama del
redención. A fin de cuentas, la caída del hombre reside en amor de Dios.
la contradicción de las voluntades, en la contraposición En el momento de la consagración este gesto expresa la
de la voluntad humanaa la voluntad divina, que el tenta- conciencia de nuestra absoluta incapacidad de acoger,
dor del hombre hace pasar engañosamente como condi- únicamente con nuestras fuerzas, la tarea sacerdotal de Je-
ción de su libertad. Sólo la voluntad autónoma, que no se sucristo, hablar con su Yo. Mientras los candidatos a la
somete a ninguna otra voluntad, sería, según él, libertad. ordenación se postran rostro en tierra, toda la comunidad
«No se haga mi voluntad sino la tuya», ésta es la palabra reunida canta la letanía de los santos. Para mí ha quedado
en quereside la verdad, ya que la voluntad de Dios no es como algo imborrable este gesto realizado con ocasión de
lo contrario de nuestra libertad, sino su fundamento y su mi ordenación sacerdotal y episcopal. Cuando ful consa-
condición de posibilidad. Sólo permaneciendo en la vo- grado obispo la percepción ardiente de mi insuficiencia,
luntad de Dios, nuestra voluntad se convierte en verdade- de mi incapacidad ante la grandeza de la tarea, fue aún
ra voluntad y es verdaderamente libre. El sufrimiento y la mayor que en ocasión de mi ordenación sacerdotal. Fue
lucha del Monte de los Olivos es la lucha por esta verdad para mí maravillosamente consoladorsentir a la Iglesia en
que libera, por la unidad de lo que estaba dividido, por oración, que invocaba a todos los santos, sentir que la ora-
una unión que es la comunión con Dios. Así comprende- ción de la Iglesia me envolvía y me abrazaba físicamente.
mos que en este paso se encuentra también la invocación En la propia incapacidad, que debía expresarse corporal-
de amor del Hijo al Padre: Abbá (Mc 14,36). Pablo ve en menteenel estar postrado, esta oración, esta presencia de
este grito, la oración que el Espíritu Santo pone en nues- todoslos santos, de los vivos y los difuntos, era una fuerza
tros labios (Rm 8,15; Gal 4,6) e incluso nuestra comu- maravillosa, y sólo ella podía confortarme. Sólo permane-
nión espiritual con la oración del Señor en el Monte de cer en esa postura podía hacer posible la salida que estaba
los Olivos. delante de mí.

Enla liturgia de la Iglesia la postratio aparece hoy en En segundo lugar, hay que mencionar el gesto de
día en dos ocasiones: en el viernes santo, y en la consagra- echarse a los pies, que se expresa en los evangelios en cua-
ción. Enel viernessanto, día de la crucifixión, es la expre- tro ocasiones (Mc 1,40; 10,17; Mt 17,14; 27,29) median-
sión adecuada de estremecimiento, por el hecho de ser, con te la palabra gonypetein. Tomemos, por ejemplo, Mc 1, 40.
214 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 215

Un leproso se acerca a Jesús suplicándole su ayuda; se importancia existencial y teológica del bautismo. En este
echa a sus pies y le dice: «Si quieres, puedes limpiarme»,
diálogo Jesús había preguntado al hombre si creía en el
Es difícil apreciar el alcance del gesto. Seguramente nose
hijo del Hombre. A esta pregunta respondeel ciego de na-
trate de un acto de adoración en sentido propio, sino de
cimiento: «Y quién es, Señor?» y a la respuesta de Jesús:
una petición expresada con fervor, también con el cuerpo.
«el que está te hablando ése es», sigue la profesión de fe:
Gesto en que las palabras manifiestan una confianzaen el
«Creo, Señor». «Y se postró ante El» (Jn 9, 35-38). Las
poder de Jesús que va más allá de lo meramente humano.
antiguas traducciones habían dicho: «Y yo lo adoro». De
La cosa cambia en el caso dela clásica expresión utili-
hecho, toda la escena apunta al acto de fe y de adoración
zada para la adoración de rodillas: proskynein. De nuevo
de Jesús, que de él resulta: en este momento nosólo se han
elijo dos ejemplos para aclarar la pregunta que se le plan-
abierto los ojos del cuerpo, sino también los del corazón.
tea al traductor. Antes que nada la historia de Jesús que,
El hombre se ha convertido verdaderamente en «vidente».
después de la multiplicación de los panes, sube a la mon-
Para la interpretación del texto es importante observar
taña, para orar al Padre, mientras que, en el lago, los discí-
que, en el Evangelio de san Juan, la palabra proskynewn apa-
pulos luchan en vano contrael viento y las olas. Jesús va
rece once veces, nueve de ellas en el diálogo de Jesús con
hacia ellos caminando sobre las aguas; Pedro le sale al en-
la Samaritana, junto al pozo de Jacob (Jn 4, 19-24). Esta
cuentro, pero, asustado, se hunde en las aguas hasta que conversación está dedicada, todaella, al tema de la adora-
el Señorlo salva. Jesús, entonces, subea la barcay el vien-
ción y está fuera de toda discusión que aquí, como ocurre
to amaina. Después,el texto prosigue: pero los discípulos
en el resto del Evangelio de san Juan, la palabra tiene siem-
que iban en la barca «se postraron ante Él», y dijeron:
pre el significado de «adorar». Por lo demás, también este
«Realmente eres Hijo de Dios» (Mt 14,33). Las traduccio-
diálogo concluye —como ocurre en el diálogo con el ciego
nes más antiguas habían escrito: «los discípulos adoraron
curado— conla autorrevelación de Jesús: «Soy yo, el que
a Jesús en la barca y dijeron...». Ambas traducciones son está hablando contigo».
correctas, cada una de ellas pone de relieve un aspecto de
lo que ocurre: las más recientes la expresión corporal, las
Me he detenido tanto en estos textos, porque en ellos
más antiguas el proceso interior. En realidad, de la estruc- se manifiesta algo importante. En los dos pasajes que he-
tura del relato se deduce, con extrema claridad queel ges-
mos examinado más de cerca,el significado espiritual y el
to de reconocimiento de Jesús como Hijo de Dios es ado-
corporal de la palabra proskynein es del todo inseparable.
ración.
El gesto corporal es, en cuantotal, portador de un sentido
En el Evangelio de san Juan también nos encontramos espiritual, que es, justamente, el de la adoración, sin la
con una problemática parecida: el relato de la curación del
cual no tendría sentido; y el acto espiritual, a su vez, tiene
ciego de nacimiento. Esta historia, construida teo-dramá-
que expresarse necesariamente, por su misma naturaleza,
ticamente, concluye con un diálogo entre Jesús y la perso-
y debido a la unidad físico-espiritual del ser humano, en
na curada, que puede ser considerado el prototipo del el gesto corporal. Ambos aspectos se funden en esa pala-
diálogo de la conversión; que, al igual que todala historia, bra porque se apoyan interiormente el uno enel otro.
debe ser entendida como unainterpretación interior dela Arrodillarse es algo que no tiene sentido cuando se con-
216 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 217

vierte en pura exterioridad, en un acto meramente Ccorpo- tiano es presentado en su sufrimiento como la imagen per-
ral; pero también cuando la adoración se reduce única. fecta de Cristo, cuya pasión se repite en el martirio del tes-
mente a la dimensión espiritual, sin encarnación,el acto tigo, incluso en sus detalles. Esteban, de rodillas, hace suya
de la adoración se desvanece, porque la pura espirituali- la petición de Cristo crucificado: «Señor, no les tengas en
dad no expresa la esencia del hombre. La adoración es cuenta este pecado» (Hch 7,60). Recordemos, a este pro-
uno de esos actos fundamentales que afectan al ser huma- ósito que Lucas, a diferencia de Mateo y Marcos, había
no en su totalidad. Por ello, doblar las rodillas en la pre- hablado de la oración de rodillas del Señor en el Monte de
sencia del Dios vivo es algo irrenunciable. los Olivos, para darnos cuenta de que, de esta manera, Lu-
cas quiere que el arrodillarse del protomártir se entienda
Conello ya hemosllegado a la postura típica de arrodi- como un introducirse en la oración de Jesús. Arrodillarse
llarse con una o ambasrodillas. En el Antiguo Testamento no es sólo un gesto cristiano, es un gesto cristológico.
hebreo, a la palabra «berek» (rodilla) le corresponde el El pasaje más importante sobre la teología del arrodi-
verbo «barak», arrodillarse. Las rodillas eran considera- llarse es, y sigue siendo para mí, el gran himno cristológi-
das por los hebreos como símbolo de la fuerza; doblarlas co de Flp 2,6-11. En este himno prepaulino escuchamosy
rodillas es, por tanto, doblar nuestra fuerza ante el Dios vemos la oración de la Iglesia apostólica y reconocemos
vivo, es el reconocimiento de que todo lo que somos lo su profesión de fe; pero escuchamos también la voz del
hemosrecibido de El. Este gesto aparece en importantes apóstol, que se introdujo en esta oración y nos la transmi-
pasajes del Antiguo Testamento como expresión de ado- tió; volvemos a darnos cuenta, una vez más, de la profun-
ración. Con ocasión de la consagración del Templo, Salo- da unidad interior del Antiguo y el Nuevo Testamento, así
món «se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel» (2 comola amplitud cósmicadela fe cristiana. El himnopre-
Cr 6,13). Después del exilio, en esa situación de necesi- senta a Cristo en contraposición con el primer Adán:
dad enla que se encuentra Israel tras el retorno a casa, Es- mientras queéste intenta llegar a la divinidad con sus úni-
drasrepite este mismo gesto en el momentodelsacrificio cas fuerzas, Cristo no considera como un «tesoro envidia-
vespertino: «caí de rodillas, extendí las manos hacia Yah- ble» la divinidad que le es propia, sino que se humilla
veh mi Dios» (Esd 9,5). El gran salmo de la Pasión («Dios hasta la muerte de cruz. Precisamente esta humildad, que
mío, Dios mío, ¿porquéme has abandonado?»), concluye procede del amor, es lo verdaderamente divino y le otorga
con la promesa: «Ante El sólo se postrarán todos los po- el «Nombre-sobre-todo-nombre» «de modo que al nom-
derosos de la tierra, ante él se doblarán cuantos bajan al bre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra,
polvo» (Sal 22,30). en el abismo...». El himno dela Iglesia apostólica recoge
Vamosa considerar el pasaje paralelo de Is 45,23 en su la palabra profética de Is 45,23: «Yo juro por mi nombre;
contexto neotestamentario. Los Hechos de los Apóstoles de mi boca sale palabra verdadera y no será vana: Que
nos narran la oración de rodillas de san Pedro (9,40), de ante mí se doblará toda rodilla...». En este complementar-
san Pablo (20,36) y de toda la comunidad cristiana (21,5). se entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, se pone de
Para nuestro interés resulta particularmente importante el manifiesto que Jesús, precisamente en cuanto es el Cruci-
relato del martirio de san Esteban. El primer mártir cris- ficado, lleva el «Nombre-sobre-todo-nombre» —el nom-
218 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 219

bre del Altísimo— y que es Él mismode naturaleza divina. Lucas describe el acto de arrodillarse de los cristianos
Por medio de El, el Crucificado, se cumple la profecía del (theis ta gonata) es desconocida en el griego clásico. Se
Antiguo Testamento: todos se ponen de rodillas delante trata de una palabra específicamente cristiana. Con esta
de Jesús, Aquél que ha ascendido, y se doblan las rodillas observación se cierra el círculo, enlazando con el princi-
delante del único Dios verdadero, que está sobre todos pio de nuestras consideraciones. Puede ser que la cultura
los dioses. moderna no comprendael gesto del arrodillarse, en la me-
La cruz se ha convertido en signo universal de la pre- dida en que es unacultura que se ha alejado dela fe, y no
sencia de Dios, y todo lo que antes hemos escuchado conoce ya a aquél ante el que arrodillarse es el gesto ade-
acerca de la cruz histórica y cósmica, ha de encontrar aho- cuado, es más, interiormente necesario. Quien aprende a
ra su verdadero sentido. La liturgia cristiana es, precisa- creer, aprende también a arrodillarse. Una fe o unaliturgia
mente por esto, liturgia cósmica, por el hecho de que do- queno conociese el acto de arrodillarse estaría enferma en
bla sus rodillas delante del Señor crucificado y ensalzado. un punto central. Allí donde este gesto se haya perdido,
Y éste es el centro de la verdadera «cultura», de la cultura hay que volver a aprenderlo, para permanecer con nuestra
de la verdad. El gesto humilde con el que caemos a los oración en comunión con los apóstoles y mártires, en co-
pies del Señor, nos inserta en el verdadero camino de la munión con todo el cosmos y en unidad con Jesucristo
vida, en armonía con todo el cosmos. mismo.

Se podría añadir mucho más, como, por ejemplo, la


conmovedora historia que nos cuenta Eusebio de Cesarea 3.2. Estarde pie y estar sentado. Liturgia y cultura
en su Historia Eclestástica, asumiendo una tradición que
se remonta a Egesipo (siglo 11), según la cual, Santiago,el Conrespecto a estas dos posturas, podemos ser bastan-
«hermano del Señor», el primer obispo de Jerusalén y te más breves, puesto que hoy apenas se ponen en discu-
«jefe» de la Iglesia judeo-cristiana, tenía una especie de sión y su significado propio es fácil de comprender. El es-
piel de camello en las rodillas porque siempre estaba de tar de pie es, en el Antiguo Testamento, la clásica postura
rodillas, adorando a Dios y suplicando el perdón para su de oración. Es suficiente aducir un ejemplo, el de Ana que,
pueblo (II 23,6). O el relato de las sentencias de los Pa- siendo estéril, se convierte, en virtud de su oración, en la
dres del desierto, según el cual el diablo fue obligado por madre de Samuel; Lucas dibuja en el Nuevo Testamento a
Dios a presentarse ante un tal abad Apolo, su aspecto era Isabel, la madre de Juan Bautista, con colores que recuer-
negro, desfigurado, con miembros de una escualidez es- dan a Ana. Tras el destete del niño Samuel, la feliz madre
pantosa y, sobre todo, no tenía rodillas. La incapacidad de va al Templo para entregarle al Señor el niño de la prome-
arrodillarse aparece, por decirlo así, como la esencia mis- sa. Le recuerda al Sumo Sacerdote Eli lo que entonces su-
ma de lo diabólico. cedió con las siguientes palabras: «Yo soy la mujer que es-
tuvo aquí junto a ti, orando a Yahveh»(1 Sm 1,26).
No quiero extenderme demasiado en esto. Sólo quisie- Toda una serie de textos neotestamentarios nos mues-
ra añadir una última observación: la expresión con la que tran que, en tiempos deJesús, el estar de pie era la postu-
220 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 221

ra habitual de oración por parte de los judíos. (Mt 6,5; no representa tanto a la Iglesia en oración, sino más bien
Mc 11,25; Lc 18,11ss). Entre los cristianos el estar de pie al alma que ha entrado en la gloria celestial y está en pie
era, sobre todo,la forma pascual de orar. El canon XX del ante la faz de Dios. Hay dos elementos importantesal res-
Concilio de Nicea prescribe que, durante el tiempo pas- pecto: el alma, casi siempre está representada por una mu-
cual, los cristianos deben estar de pie en lugar de arrodi- jer, porquelo específico de la humanidad ante Dios se ex-
llados. Es el tiempo de la victoria de Jesucristo, el tiempo presa en la figura femenina: el elemento esponsal referido
de la alegría, en que manifestamos la victoria pascual del a las bodas eternas; por otra parte está, además, la pronta
Señor también mediante la postura de nuestra oración. aceptación de la gracia que se nos ofrece como don. En
Esto nos puede recordar, una vez más,la pasión de Este- segundo lugar, aquí no se representa la liturgia terrenal,la
ban que,a la vista de la furia de sus enemigos, miraal cie- liturgia del peregrinaje, sino la oración de la gloria. De
lo y ve a Jesús que está en pie a la diestra del Padre. El es- este modo, la Orante vuelve a poner de manifiesto que la
tar de pie es el gesto del vencedor. Jesús está en pie en la oración en pie es una anticipación del futuro, de la gloria
presencia del Padre, está en pie porque ha vencido a la que vendrá; hacia allí quiere orientarnos. En tanto que la
muerte y al poder del mal. Al final de la batalla es el que oración litúrgica es una anticipación de la promesa, le es
permanece erguido, el que permaneceen pie. propio el estar en pie; sin embargo, en tanto que perma-
Este estar en pie es también expresión de disponibili- nece en el «mientras tanto» en el que vivimos, el arrodi-
dad: Cristo es ensalzado hasta la diestra de Dios parave- llarse es, en la liturgia, expresión ineludible de nuestro
nir a nuestro encuentro. No se ha retirado, intercede por «aquí y ahora».
nosotros, y nosotros, precisamente en la hora de la tribu-
lación, podemosestar seguros de que vendrá hasta noso- Laliturgia conoce, finalmente, el gesto de estar sentado
tros, igual que una vez salió del Padre y caminó sobre las durante las lecturas, durante la homilía y la meditación de
aguas al encuentro de sus discípulos, cuya barca no podía la palabra (canto de los salmos, etc.). Se puede pasar por
hacerfrente al viento y a las olas. Al estar en pie nos sabe- alto la discusión de si este gesto es el apropiado parala
mos unidosa la victoria de Cristo; y si escuchamosen pie presentación de las ofrendas. Es un gesto que se ha intro-
el Evangelio, lo hacemos como expresión de respeto: de- ducido en tiempos muy recientes, partiendo de una deter-
lante de esta palabra no podemos permanecer sentados: minada comprensión de esta parte de la sagradaliturgia, a
es una palabra que noseleva hacia lo alto. Exige respetoy, la que se quiere quitar hoy su carácter sagrado, para com-
al mismo tiempovalor, la voluntad de ponerse en camino prenderla como una pura acción pragmática. No es éste el
para seguir su llamada, para hacerla penetrar en nuestra lugar para suscitar polémica con respecto a este tema; son
vida y nuestro mundo. necesarias nuevas reflexiones, también en el sentido de
unateología que comparelos diferentesritos. El estar sen-
Aquí también puede servirnos de ayuda otro recuerdo. tado debe contribuir al recogimiento interior; el cuerpo
Porla pintura de las catacumbas conocemos la figura dela debeestar relajado para facilitar la escucha y la compren-
Orante, esa figura femenina que ora de pie con las manos sión.
extendidas. Según los estudios más recientes, la Orante
222 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 223

Hoy (y es probable que, de distintas formas, tambié nuestro fundamento más íntimo—. En este sentido, desde
antes) pueden verse extrañas mezclas entre las distint : luego que existen puentes que median entre una y otra
posturas. El estar sentado se aproxima, aquí y allá, a la postura. Precisamente hoy, con nuestro empirismo y prag-
postura de la flor de loto propia dela religiosidad hindú. matismo, en la pérdida del alma, volvemos a tener motivos
considerada como la postura meditativa por excelencia. para aprender de Asia. Pero, por muy abierta que esté y
Pues bien, no pretendo excluir a priori para un cristiano debaestarla fe a la sabiduría de Asia, es evidente la dife-
la posibilidad de adoptar esta forma de sentarse, utilizada rencia entre la concepción personal y la concepción im-
en nuestro ámbito de diversas formas, pero, sea como sea personal de Dios. Y, desde esta perspectiva, hay que decir
es un gesto que no forma parte dela liturgia. Precisamen- que arrodillarse y estar de pie son posturas de la oración
te sl se trata de comprenderel lenguaje interior de los ges- propiamente cristiana, a través de las cuales expresamos
tos, se puede entender también su origen y orientación es- que miramos al rostro de Dios, a la mirada de Jesucristo:
piritual, Al arrodillarse, el hombre se dobla, pero su viéndolo a Él podemos ver al Padre (Jn 14,9).
mirada se dirige hacia delante y hacialo alto, de la misma
forma que enel estar de pie se dirige al que está enfrente La danza no es una forma de expresión dela liturgia
Es estar erguido ante el que nos mira y al que intentamos cristiana. Hubo círculos docético-gnósticos que intenta-
mirar según la palabra de la Carta a los Hebreos: «Fijos ron introducirla en la liturgia cristiana, aproximadamente
los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús» en el siglo 111. Para ellos, la crucifixión sólo era apariencia;
(12,3; cfr. 3,1). «Fijar la mirada en Jesús»: se convirtió antes de la Pasión, Cristo habría dejado el cuerpo que,
después en uno de los motivos dominantes de la enseñan- realmente, nunca había hecho propio; de tal manera que
za de los Padres sobre la oración que, apoyándoseen ello el baile podía ocupar el lugar de la liturgia de la cruz,
retoman el motivo veterotestamentario del «buscar tu ros- puesto que, después de todo, la cruz sólo había sido apa-
tro». El que ora dirige su mirada, más allá de sí mismo, a riencia. Las danzas cultuales de las distintas religiones tie-
Aquél que está por encima de él y sale a su encuentro. Á nen finalidades diversas: conjuro, magia analógica, éxtasis
quien, a su vez, se dirige, con su oración contemplativa místico; ninguna de estas figuras correspondea la orienta-
para llegar a la unidad festiva con él. ción interior dela liturgia de «sacrificio de la palabra». Lo
En la postura meditativa oriental las cosas ocurren de que es completamente absurdo es cuando, en un intento
otra manera. El hombre mira haciael interior de sí mismo. de hacer quela liturgia sea más «atractiva», se introducen
No se aleja de sí mismo parasalir al encuentro del otro pantomimas en forma de danza. Cuando es posible, inclu-
sino que pretende introducirse en su interioridad, en la so se lleva a cabo con grupos de danza profesionales y, a
Nada, que es, al mismo tiempo,el Todo. Indudablemente menudo, terminan con aplausos (lo cual está justificado,si
también la tradición cristiana conoce al Dios quees más se tiene en cuenta, propiamente hablando, su talento artís-
intimo a nosotros que nosotros mismos —al Dios que bus- tico).
camos, precisamente, cuando dejamos de vagar por lo Cuando se aplaude por la obra humana dentro dela li-
exteri0r, y nos adentramos en nosotros mismos, para en- turgia, nos encontramos ante un signo claro de que se ha
contrarnos, precisamente, con nuestra interioridad, con perdido totalmentela esencia dela liturgia, y ha sido sus-
224 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 225

tituida por una especie de entretenimiento de inspiración lo que no se corresponda conlas liturgias, pero, aún así,
religiosa. Este tipo de atracción no dura mucho; en el mer- encarnan la humanidad concreta del hombre que, en cul-
cadode las ofertas de tiempolibre, que siempre incorpora turas diversas, es siempre el mismo a pesar de la diversi-
formasdelo religioso para incitar la curiosidad del públi- dad de las formas.
co, es imposible hacer la competencia. Yo mismohe asisti- En Europa, uno de los ejemplos más conocido es la
do a unacelebración en la queel acto penitencial se susti- procesión danzante de Echternach. En el norte de Chile,
tuyó por una representación de danza que, como es obvio, una vez, tuve la ocasión de asistir a un oficio mariano en
concluyó con un gran aplauso. ¿Podríamos alejarnos más un pequeño santuario en medio del desierto, al que des-
de lo que es realmente la penitencia? pués siguió una danza al aire libre en honora la Virgen,
La liturgia sólo podrá atraer a las personas si no se cuyas máscaras me parecían más bien temibles. Segura-
mira a sí misma, sino a Dios; si se Le permite estar presen- mente en el origen de esta danza había tradiciones preco-
te en ella y actuar. Entonces ocurre lo que es verdadera- lombianas antiquísimas. Lo que en su día pudo estar mar-
mente extraordinario, lo que no admite competencia,y las cado por una seriedad terrorífica a la vista del poder de
personas sienten que aquí ocurre algo más que un aprove- los dioses, quedaba ahoraliberado, se había convertido en
chamiento del tiempolibre. veneración a la humilde mujera la que le ha sido concedi-
Ningúnrito cristiano conoce la danza. Lo que se llama do llamarse Madre de Dios y que es el fundamento de
así en la liturgia etíope o en la forma zaireñaes, en realidad, nuestra esperanza. Otra cosa distinta es que,tras la litur-
una procesión rítmicamente ordenada, que es conforme a gia, la alegría allí experimentada se convierta en unafiesta
la dignidad de lo que se expresa, poniendo disciplina in- «mundana» que se expresa en la comiday el baile común,
terior en la liturgia, al retomar y ordenar los distintos ca- sin por ello perder de vista el motivo dela alegría que, al
minos, dándoles su belleza y, sobre todo, haciéndolos dig- mismo tiempo, le da su medida y su razón deser. Esta co-
nos de Dios. nexión entre liturgia y serena y alegre mundanidad(«1gle-
El planteamiento es distinto cuando no setrata ya de la sia y taberna») siempre ha sido considerada comotípica-
liturgia sino de la religiosidad popular. Aquí se han inte- mente católica y, de hecho, lo es.
grado con frecuencia en el mundodela fe, antiguas formas
de expresión religiosa que, en cuanto tales, no se adapta- Llegados a este punto, parece lógico hacer una breve
ban a la liturgia. Hay que reconocer que la religiosidad observación con respecto al tema dela liturgia y la incul-
populartiene una importancia particular como puente en- turación que, por supuesto, no puede abordarse aquí en
tre la fe y las diversas culturas. Se debe por sí misma,y de su amplitud y profundidad, pero que tampoco puede pa-
forma inmediata, a cada cultura. Lareligiosidad popular sarse completamente por alto. Hoy, la liturgia aparece por
ensancha el mundodela fe y le da su vitalidad en sus res- doquier como el campo de pruebas para los ejercicios de
pectivos contextos vitales. Es menos universal quela litur- inculturación. Cuando se habla de inculturación se pien-
gia, que une los grandes espacios en la unidad de la fe y sa, casi exclusivamente, en la liturgia, que debe sufrir tris-
abarca las distintas culturas. Las formasaisladasdela reli- tes deformaciones, de las que se quejan los quelas hanlle-
giosidad popular están, por consiguiente, másalejadas de vado a cabo, cuando sonellos la causa de que esto suceda.
226 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 227

Una inculturación que se reduzca, de hecho, tan sólo a un esperado ardientemente. Pensemos en la piedad mariana,
cambio en las formas externas, no puede considerarse in- en la que se experimenta profundamente todo el misterio
culturación, sino más bien unainterpretación equivocada. de la Encarnación, la ternura de Dios y la participación
Además,tal forma de proceder ofende, con frecuencia,a del hombre en la mismaesencia de Dios, la esencia del ac-
las comunidades culturales y religiosas de las que se to- tuar de Dios.
man prestadas esas formaslitúrgicas, de una manera su- Lareligiosidad popular es el humus sin el cualla litur-
perficial y exterior. El modo primordial y fundamental de gia no puede desarrollarse. Desgraciadamente muchasve-
inculturación es el desarrollo de una cultura cristiana en ces fue despreciada e incluso pisoteada por parte de algu-
sus diversas dimensiones: una cultura de la comunión, de nos sectores del Movimiento Litúrgico y con ocasión de la
la asistencia social, del respeto a los débiles, de la supera- reforma postconciliar. Y sin embargo, hay que amarla, es
ción de las diferencias de clase, de la atención a los que necesario purificarla y guiarla, acogiéndola siempre con
sufren y a los moribundos; una cultura que ofrezca, de gran respeto, ya que es la manera conla quela fe es acogi-
manera equilibrada, la formación de la razón y del cora- da en el corazón del pueblo, aun cuando parezca extraña
zón; una cultura política y una cultura jurídica; una cultu- o sorprendente. Es la raigambre segura e interior dela fe.
ra del diálogo, del respeto la vida... Allí donde se marchite, lo tienen fácil el racionalismo y el
Esta verdadera inculturación del cristianismo origina, sectarismo.
por su parte, una cultura en el sentido estricto del térmi- También pueden pasar a la celebración litúrgica, ele-
no, €s decir, conducea la obraartística, que interpreta el mentos comprobadosdela religiosidad popular, sin ac-
mundoa la luz de Dios. La cultura es —en esto los Grie- tuar precipitadamente, en un proceso paciente y de lenta
gos tenían razón—, antes que nada, educación, entendien- maduración. Por lo demás, la liturgia siempre ha sido, por
do esta palabra en su sentido más profundo: como apertura sí misma, portadora de una impronta cultural propia, en
interior del hombre a sus posibilidades, en las que puede virtud de la forma de la celebración y sin manipular por
desarrollar su potencialidad exterior, conforme a sus ta- ello el rito. Una liturgia celebrada en un pueblo de la Alta
lentos. En el ámbitoreligioso, la cultura se manifiesta, so- Baviera era completamente distinta a una misa mayor en
bre todo, en el crecimiento de una verdadera religiosidad una catedral francesa, y distinta a una misa en una parro-
popular. El hecho de quela fe cristiana haya arraigado tan quia del sur de Italia, y distinta a la de un pueblo de los
profundamente en las almas en América Latina, y eso a Andes, etc. El adornoy la disposición del altar y del espa-
pesar de todos los errores de las misiones cristianas, y cio celebrativo, el servicio litúrgico, la forma de cantar y
todo lo que aún queda por hacer, se debe a la religiosidad de orar, todo ello impusoa la liturgia su particular fisono-
popular, en la que el misterio de Cristo se convierte en mía, de tal manera que en ella uno se sentía de verdad y,
algo muy cercano al hombre: Cristo se convierte, verdade- en último extremo, en su propia casa. Y, sin embargo, po-
ramente, en algo suyo. Pensemos en la devoción a la pa- día experimentarse en todossitios comola única y la mis-
sión de Cristo en la que, estos pueblos sufrientes, después ma, percibiendo así, la gran comuniónde la fe. La unidad
de los terroríficos dioses de su pasado, reconocieron con del rito da la experiencia real de la communio. Dondeel
agrado al Dios compasivo, como respuesta a lo que habían rito se respeta y, al mismo tiempo, se percibe en su vitali-
228 LA FORMALITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 229

dad, la diversidad y la unidad dejan de ser extremos inseparable, amoral prójimo. Esta fusión de ambas direc-
opuestos. ciones, presente en el gesto de Cristo en la cruz, muestra
la nueva profundidad dela oración cristiana, de una forma
que se hace corporalmente visible y expresa, también de
4. LOS GESTOS este modo, la ley interna de nuestra oración.

El gesto más antiguo de oración en el cristianismo son Posteriormente se desarrolló el gesto de juntar las ma-
las manos extendidas hacialo alto, la «postura de la Oran- nos que, probablemente, procede del sistema feudal;
te» con la que antes ya nos hemos encontrado brevemen- aquél al que se le otorgaba un feudo ponía sus manos jun-
te. Es uno de los gestos originarios del hombre que invoca tas en la mano del señor, con un gesto de extraordinario
a Dios y está presente, prácticamente, en todaslasreligio- valor simbólico: pongo mis manos en las tuyas, las dejo
nes. Es un gesto que, en principio, expresa la ausencia de abarcar por las tuyas. Es una expresión de confianza y de
violencia, un gesto de paz: el hombre abre sus manosy, de fidelidad. Este gesto se ha mantenido en la ordenación sa-
esta manera, se abre al otro. Es también un gesto de bús- cerdotal. El recién ordenado recibe la misión sacerdotal,
queda y de esperanza: el hombre, en su invocación, busca por decirlo así, como una investidura. Pues no es sacerdo-
al Dios oculto, tiende los brazos hacia Él. Se han relacio- te por si mismo,ni gracias a su propio poder o capacidad,
nado las manos extendidas con la imagen de las alas: el sino en virtud de un don del Señor, que siempre sigue
hombre busca la altura, quiere dejarse elevar por Dios, so- siendo un don y nunca se convierte en propiedad suya, o
bre las alas de la oración. Para los cristianos, los brazos en un poder personal. El nuevo sacerdote acepta el don y
extendidos tienen también un significado cristológico: el cometido del sacerdocio como un don que proviene de
nos recuerdan los brazos extendidos de Cristo en la cruz. otro —de Cristo—, y sabe que sólo puede y debe ser un
El Crucificado le ha dado una nueva profundidad a este «administrador de los misterios de Dios» (1 Cor 4,1), «un
gesto de oración tan humano en su origen. Al extenderlos buen administrador de las diversas gracias de Dios»(1 Pe
brazos, oramos con el Crucificado, hacemos nuestros sus 4,10). Tiene que empeñar toda su existencia en conse-
«sentimientos» (Flp 2,5). guirlo. Y esto sucede sólo en la común «casa de Dios»
Los cristianos vieron dos significados en los brazos (Heb 3,2-6), en la Iglesia, en la que el obispo recibe, en
desgarrados de Cristo en la cruz: también aquí, precisa- lugar de Cristo mismo, a cada persona singular en el sacer-
mente aquí, está la forma radical de adoración, la unidad docio, en relación de fidelidad a Cristo. Cuandoel candi-
de la voluntad humana con la voluntad del Padre. Pero, al dato a la ordenación sacerdotal pone sus manos juntas en
mismo tiempo,estos brazos se abren para nosotros, son el las manos del obispo y le promete respeto y obediencia,le
gran abrazo con el que Cristo quiere atraernos hacia El ofrece su servicio a la Iglesia como cuerpo vivo de Cristo,
(Jn 12,32). La adoración deDios y el amoral prójimo —el pone sus manos en las manos de Cristo, confiándosea Él,
contenido del mandamiento principal que resumela ley y y le ofrece sus propias manos para que sean las suyas.
los Profetas— coinciden en este gesto; la apertura a Dios, Lo que puede ser cuestionable en el sistema feudal —en
la entrega completa a Él, es, al mismo tiempo, y de forma cuanto forma del poder humano que puedeestar justifica-
230 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 231

da sólo como representación y fidelidad al verdadero Se- montarse a la sabiduría de los antiguos, más concretamen-
ñor— adquiere su verdadero significado en la relación del te a la sabiduría del mundo greco-romano,según la cual la
creyente con Cristo, el Señor. Cuando nosotros, al orar, hybris —la soberbia que se glorifica a sí misma— esel pe-
juntamos las manos, lo que expresamos es, precisamente, cado por excelencia, tal y como aparece de forma ejemplar
esto: ponemos nuestras manos en las Suyas, con nuestras en la caída de Adán. La soberbia, que es la falsedad del
manos ponemos nuestro destino en su mano; confiando ser, en la que el hombre se convierte en Dios, se supera
en Su fidelidad Le prometemosnuestra fidelidad. por la humildad de Dios, que se hacesiervo a sí mismo, que
se inclina ante nosotros. Quien quiera acercarse a Dios,
Ya hemos hablado anteriormente sobre el arrodillarse tiene que mirara lo alto: es lo esencial. Pero también tiene
en cuanto postura de oración. Para completar lo dicho que aprendera inclinarse, porque Dios mismose ha incli-
quiero considerar en este lugar el gesto de inclinarse. Una nado: en el gesto del amor humilde, en el lavatorio de los
de las oraciones sobre las ofrendas del canon romano (pri- pies, en el cual se arrodilla a nuestros pies,allí Lo encon-
mera plegaria eucarística) comienza con las palabras «sup- tramos.
plices», literalmente: «profundamente inclinados». Aquí, De este modo, el supplices es un gesto de gran calado;
una vez más, el gesto corporal y el acontecimiento espiri- nos recuerda, físicamente, la postura espiritual que es
tual van inseparablemente unidos. Es el gesto del publica- esencial a la fe. Es sorprendente que muchas traducciones
no, que sabe que no puede sostener la mirada del Señor y modernas hayan suprimido, sin más, el supplices. Quizá
que, porello, se inclina. Y, sin embargo, esta oración pide consideran que no es importante esta expresión corporal
que nuestro sacrificio llegue ante el rostro de Dios, ante que, de esta forma, ha desaparecido de hecho; quizá, tam-
su presencia, y se convierta para nosotros en una bendi- bién, la consideran inconveniente para el hombre moder-
ción. Desde lo profundo de nuestra insuficiencia, implo- no. Inclinarse ante los hombres para obtener algún favor
ramos a Dios para que Él nos levante, nos haga capaces de es, realmente, algo inconveniente. Pero inclinarse delante
mirarlo y nos haga dignos de su mirada. El supplices de Dios, nunca está «desfasado», porque es lo que corres-
—profundamente inclinados— es, por decirlo así, la ex- pondea la verdad de nuestro ser. Y si el hombre moderno
presión corporal de lo quela Biblia llama «humildad»(Flp lo ha olvidado, es ahora tarea nuestra, comocristianos del
2,8: «Él se humilló a sí mismo»). Para los Griegos la hu- mundo de hoy, volver a aprenderlo y enseñárselo también
mildad era una actitud servil, rechazable para un hombre a nuestros contemporáneos.
libre. La inversión de valores que trajo consigo el cristia-
nismo ve en ello algo distinto. La humildad, precisamente De la historia, que apenas hemos recordado, del fari-
como adecuación al ser de las cosas, como corresponden- seo y el publicano (Lc 18,9-14), proviene aún otro gesto
cia a la verdad del hombre, se convierte ahora en una actl- del cristianismo: el golpearse el pecho. Al parecer, era un
tud fundamental de la existencia cristiana. gesto muy querido en el norte de África en tiempos de san
San Agustín construyó toda su cristología —incluso Agustín y se practicaba de una forma algo exagerada y ex-
podríamos decir que su apología del cristianismo— sobre teriorizada, de tal manera que el obispo de Hipona, con
el concepto de la humilitas (humildad): para ello pudo re- una amable ironía, exhortaba a sus fieles a que moderaran
232 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 233

algo su «pavimentar los pecados». Pero este gesto con el están las distintas formas de anuncio: las lecturas («los
que, al menos por una vez, nos señalamos a nosotros mis- profetas y los apóstoles», se decía en la Iglesia antigua, en-
mos, y no a los demás, como pecadores, sigue siendo un tendiendo todo el Antiguo Testamento comoprofecía), el
gesto de oración lleno de sentido. Porque estamos necesi- Evangelio (que se canta en las celebraciones más solem-
tados precisamente de eso, de reconocernos como culpa- nes), el comentario a la palabra leída que, en sentido es-
bles y, de esta manera, implorar el perdón. tricto, es competencia del obispo y, después, también del
Conel Mea culpa («por mi culpa») entramos, por de- sacerdote y del diácono. Viene después la respuesta, me-
cirlo así, dentro de nosotros mismos, ocupándonos de diante la cual la comunidad reunida acoge y hace suya la
nuestros propios asuntos y, por ello, con derecho, pode- palabra. Esta estructura de palabra y respuesta, que es
mos pedir perdón a Dios, a los santos y a los hermanos esencial para la liturgia, reproduce la estructura funda-
contra los que hemos pecado. mental del proceso dela revelación en cuanto tal: en él pa-
Con el Agnus Dei («Cordero de Dios») miramos hacia labra y respuesta, el discurso de Dios y la escucha acoge-
el que, siendo pastor, se convirtió en cordero por nosotros dora de la esposa,la Iglesia, se implican mutuamente. La
y, como cordero, cargó con nuestros pecados; de modo respuesta adquiere formas diversas en la liturgia: la acla-
que es justo golpearse el pecho en este momento y recor- mación, que para la antigua concepción jurídica tenía
darnos, también de forma corporal, que sus hombroscar- gran importancia. La aclamación confirma que la palabra
garon con nuestras culpas, que «con sus heridas hemos ha sido acogida y completa, de esta manera, el proceso de
sido curados»(1s 53,5). la revelación, de la donación que Dios hace de sí mismo
en la palabra. Éste es el sentido del Amen, del Alleluia, el
Et cum spirttu tuo, etc. Una de los adquisiciones más im-
5. LA VOZ HUMANA portantes de la renovación litúrgica es el hecho de queel
pueblo vuelva a responder directamente mediante la acla-
Es evidente que, en la liturgia del Logos —de la Palabra mación, sin la mediación de un representante, el acólito.
eterna— la palabra y, por consiguiente, también la voz hu- Sólo así queda restaurada la verdadera estructuralitúrgica
mana, desempeñan un papel fundamental. En este peque- que, a su vez, tal y como acabamosde verlo, concreta en la
ño libro, con el que no me propongo una introducción a celebración litúrgica la estructura fundamental de la ac-
la praxis de la liturgia, sino unas reflexiones sobre el espí- ción de Dios: Dios, Aquél que se revela, no quiso perma-
ritu de la liturgia, no es necesario que comentemos todas necer en el solus Deus, en el solus Christus, sino que se
y cada una de las formas en que la voz humanainterviene otorgó un cuerpo, encontró una esposa: busca, por tan-
en la liturgia; a este propósito ya hemos dicho bastante en to, una respuesta. Ése es, precisamente, el fin dela revela-
los capítulos precedentes, sobre todo en relación con la ción.
cuestión de la música sacra. Junto a la aclamación están las distintas formas de re-
En primerlugar está la oratio, la oración del sacerdote, cepción meditativa de la Palabra, sobre todo en el canto
en la que éste, en nombre de toda la comunidad,se dirige del salmo (pero también en el himno), cuyas diversas ma-
al Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo. Luego nifestaciones (el responsorio y la antífona) no podemos
234 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 235

afrontar aquí. Y luego está el «cántico nuevo», el gran can- Para queel silencio sea fecundo —como acabamos de
to de la Iglesia que sale al encuentro de la música del cielo decir— no puede convertirse en una mera pausa enla li-
nuevoy la tierra nueva. Porello, es conforme a la esencia turgla, sino que tiene que ser, realmente, una parte consti-
de la liturgia cristiana que, junto al canto de la comuni- tutiva de su acontecer. ¿Cómo lograrlo? En los últimos
dad, ocupen un lugar preferente tanto el coro comolos tiempos se ha intentado introducir en la liturgia dos bre-
instrumentos musicales, lugar que ningún purismo del ves momentos de silencio que deben encontrar una res-
canto común les puede arrebatar. Claro que las posibilida- puesta: por una parte, se propone una breve pausa para la
des locales de concretarlo serán siempre distintas en cada reflexión después de la homilía y, por otra, después de re-
caso, pero el hecho de quela Iglesia, en su conjunto, deba cibir la santa Comunión, como tiempo para un posible re-
aspirar a lo máximo para Dios, es decir a una cultura que cogimiento interior.
se convierta en punto de referencia también para la cultu- La pausa de silencio después de la homilía ha resultado
ra mundana, es algo que se deriva, con intrínseca necesl- poco satisfactoria; causa una sensación de artificiosidady,
dad, de la naturaleza mismade la celebración litúrgica. en el fondo, lo único que se espera es que el celebrante
prosiga con la Misa. Con frecuencia, la misma homilía
Nos damos cuenta, cada vez con mayor claridad, de deja más preguntas o contradicciones que espacio parael
que también el silencio forma parte dela liturgia. Al Dios encuentro con el Señor. Por lo general, debería concluir
que habla, le respondemos cantando y orando, pero el con una invitación a la oración que dé contenido a esa
misterio más grande, que va másallá de cualquier palabra, breve pausa. Pero, aun así, sigue siendo una pausaen lali-
nos invita también al silencio. Debe ser, naturalmente, turgla y no se convierte, de porsí, en unaliturgia del si-
más que una ausencia de palabras y acciones, un silencio lencio.
lleno de contenido. Dela liturgia esperamos precisamente Más útil e interiormente justificado es el silencio des-
esto, que nos ofrezca el silencio positivo en el que nos en- pués de la Comunión: es, de hecho, el momento para un
contremos a nosotros mismos —el silencio que no es una diálogo íntimo conel Señor, que se nos ha dado —parael
simple pausa, en la que vienen a nosotros mil pensamien- necesario «comunicarse», para entrar en el proceso de co-
tos y deseos, sino ese recogimiento que nos dala pazinte- municación sin el cual la comunión exterior se convierte
rior, que nos permite tomar aliento, que descubre lo que en un purorito y se convierte en algo estéril—. Desgracia-
es verdaderamente importante—. Por esto mismo, no se damente también aquí nos encontramos, con frecuencia,
puede «hacer» silencio, sin más, disponerlo como si fuera con obstáculos que pueden comprometer este instante,
otra acción cualquiera. No es casual el hecho de que hoy precioso de porsí: la distribución de la Comunión conti-
se busquen por doquier ejercicios de introspección, una núa con la confusión provocada por el ir y venir, puesto
espiritualidad de vaciamiento: con ello se pone de relieve que, a veces, dura demasiado en relación conel resto de la
una necesidad interior del hombre que, al parecer, en la acción litúrgica; el sacerdote siente, entonces, la necesi-
forma actual de nuestraliturgia, no se ha terminado de ha- dad de continuar más rápido con la liturgia para que no se
cer respetar en sus derechos. produzca un espacio vacío de espera e inquietud, cuando
algunos ya se preparan para salir. En la medida delo posi-
236 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 237

ble, habría que aprovechar, sin duda alguna, este silencio ren hacernos renunciara este silencio después dela eleva-
tras la Comunión,y dar a los fieles unos instantes parala ción. La ostensión de los dones sería un error medieval
oración interior. que habría alterado la estructura de la plegaria eucarística;
Finalmente, también la preparación de las ofrendas se sería expresión de una falsa piedad, concebida de unafor-
presenta, a veces, como un momento de silencio. Es algo ma demasiado material, y no estaría en consonancia conla
muy sensato y fecundo cuando la preparación no se con- orientación interna de la Eucaristía. No sería Cristo el que
cibe como una acción exterior necesaria, sino como un debe ser adorado en la Eucaristía: al que invocamos en
proceso esencialmente interior, cuando se hace patente todo el Canones, más bien, al Padre. No es necesario en-
que el verdadero don del «sacrificio conformea la Palabra» trar aquí en los detalles de estas objeciones. La respuesta
somos nosotros, precisamente, nosotros mismos, o hemos fundamental ya la hemos dado en el segundo capítulo
de llegar a serlo con nuestra participación en el acto con acerca de la adoración de la Santísima Eucaristía, y sobre
el que Jesucristo se ofrece a sí mismo al Padre, del que ya la corrección interna de la evolución medieval, que desa-
hemos hablado en la primera parte. De este modo, este si- rrollan lo que, desde un principio, estaba presente en la fe
lencio no es una simple espera hasta que se lleve a cabo un de la Iglesia. Es cierto que el canon está construido de
acto exterior, sino que el proceso exterior se corresponde formatrinitaria y que, por tanto, se dirige «por Cristo, en
con un proceso interior: la preparación de nosotros mis- el Espíritu Santo, al Padre». Pero la liturgia no conoce, al
mos; nos ponemos en camino, nos presentamos al Señor; respecto, posturas rígidas. El mismo misal reformado de
le pedimos que nos prepare para la transformación. El s1- 1970, pone en nuestros labios el saludo al Señor: «Anun-
lencio comúnes, por tanto, oración común, incluso acción clamos tu muerte, proclamamostu resurrección, ven Se-
común; es ponerse en camino desde el lugar de nuestra ñor, Jesús». Quien participe en la Eucaristía, orando con
vida cotidiana hacia el Señor, para hacernos contemporá- fe, tiene que sentirse profundamente conmovidoenel ins-
neos de Él. La formación litúrgica debería considerar co- tante en el que el Señor desciende y transformael pan y el
metido suyo el ayudar a que se dé este proceso interior, vino, de tal manera que se convierten en su cuerpo y en su
porque en la comunióndel silencio este proceso interior sangre. Ánte este acontecimiento, no cabe otra reacción
se convierte, verdaderamente, en un acontecimiento litúr- posible que la de caer de rodillas y saludarlo. La consa-
gico y, por tanto, en unsilencio lleno de contenido. gración es el momento dela gran acto de Dios en el mun-
do, por nosotros. Levanta nuestra mirada y nuestro cora-
La mismaestructura de la liturgia prevé otros momen- zón. Por un instante el mundo enmudece, todo guarda
tos de silencio. En primer lugar, está el silencio que hay silencio, y en ese silencio tiene lugar el contacto con el
inmediatamente después de la consagración, durante la Eterno; en lo que es un latido del corazón, salimos del
elevación de las especies consagradas. Este silencio nos tiempo para entrar en la presencia de Dios con nosotros.
invita a dirigir la mirada a Cristo, a mirarlo desde dentro,
en una contemplación que es, a la vez, agradecimiento, Otro momento desilencio, indicado por la misma li-
adoración y petición para nuestra transformación interior. turgia y que no interrumpela acción litúrgica, sino que
Existen algunas objeciones, de moda hoy en día, que quie- forma parte integrante de ella, son las oraciones que hace
238 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 239

el sacerdote en voz baja. Estas últimas, partiendo de una mos, no sólo con el propio cuerpo, sino interiormente, y
visión sociológica que ponga de relieve el activismo del nuestros corazones se abran a la escucha del Evangelio.
ministerio sacerdotal en la Eucaristía, son mal vistas y, a Ya hemos hablado del significado de la preparación de
ser posible, se suprimen. Al sacerdote se le define, sólo las ofrendas, que no está del todo claro en la nueva litur-
desde el punto de vista sociológico y funcional, como el gia. A la comunión le preceden dos oraciones muy bellas
«presidente» de la celebración litúrgica, que se concibe y profundas que ahora —para evitar silencios demasiado
como una especie de reunión asamblearia. Como conse- largos— son facultativas. Quizás más adelante se vuelva a
cuencia de esto, debe ponerse en acción en función dela tener tiempo de elegir ambas. Pero aun cuando ahora sólo
asamblea. Sin embargo, la tarea sacerdotal en la Eucaristía se rece una de las dos, el sacerdote debería hacerlo en un
es algo más que presidir a los que intervienen en una asam- silencioso recogimiento, como una preparación personal
blea. El sacerdote es el pre-sidente en el encuentro conel para el Señor,silencio que conduce también, a todos los
Dios vivo y, en cuanto persona, también está en camino demás, al silencio ante la sagrada presencia, para que ir a
hacia Él. Las oraciones que el sacerdote hace en silencio comulgar no degenere en una mera exterioridad. Esto es
le invitan a personalizar su tarea, a entregarse al Señor, tanto más necesario desde el momento en que, en el ordo
también con su mismo yo. Son, al mismo tiempo, un modo actual el intercambio de la paz provoca, a menudo,cierta
excelente de encaminarse como los demás al encuentro confusión en la comunidad, en la que puede sonar como
del Señor, de manera enteramente personal, pero a la vez algo brusco la invitación a mirar al Cordero de Dios. Si,
yendo junto con los otros. en un instante de silencio, realmente todos dirigen los
El número de estas oraciones sacerdotales se redujo ojos del corazón hacia el Cordero, este tiempo puede con-
drásticamente con motivo de la reforma litúrgica, pero, vertirse en tiempo de un benditosilencio.
gracias a Dios, siguen y tienen que seguir existiendo. La Después de la comunión, también están previstas dos
primera con la que nos encontramos es una breve oración oraciones de acción de gracias que el sacerdote ha de re-
de preparación antes de la proclamación del Evangelio. El zar en silencio, mientras que los fieles, cada uno a su ma-
sacerdote debería rezarla de forma verdaderamente silen- nera, deben y pueden, de un modo u otro, acompañarlo.
closa y recogida, consciente de la responsabilidad que en- A este respecto, quiero mencionar que, en los antiguos
traña el proclamar el Evangelio como es debido; conscien- devocionarios, aparte de muchas cursiladas, es posible en-
te de que tenemos necesidad de purificar los labios y el contrar también un gran y precioso patrimonio de oracio-
corazón. Cuandoel sacerdote lo hace de esta manera, sa- nes, que han ido creciendo desde una profunda experiencia
brá también introducir a la comunidad a la dignidad y interior y que, también hoy, pueden volver a convertirse
grandeza del Evangelio, ayudándole a reconocer ese he- en una escuela de oración. Lo que dice san Pablo en la
cho extraordinario de que la palabra de Dios venga a que- Carta a los Romanos, que no sabemos pedir lo que con-
darse entre nosotros; así se creará un profundo clima de viene (8, 26), sigue teniendo vigencia actualmente, incluso
respeto y de escucha. Una vez más es necesaria la forma- más: ante Dios nos encontramos, a veces, sin palabras. Es
ción litúrgica para que se reconozca el sentido de lo que verdad, el Espíritu Santo nos enseña a orar, nos da las pa-
ocurre y, para que, en ese momento, todos nos levante- labras —como dice san Pablo—, pero también se sirve de
240 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 241

la mediación humana. Las oraciones que han surgido del Mi propuesta de entonces era: por una parte, quela
corazón de personas creyentes, bajo la guía del Espíritu formación litúrgica tiene que conseguir quelos fieles co-
Santo, son para nosotros una escuela que el Espíritu San- nozcanel significado esencial y la orientación fundamen-
to mismo nosofrece, que va abriendo poco a poco nuestra tal del canon; por otra parte, las primeras palabras de las
boca que está muda, y nos ayudaa orary a llenarel silencio. distintas oraciones, deberían pronunciarse en voz alta,
como una invitación a toda la comunidad, de modo que,
Con disgusto de muchos liturgistas, en 1978 sostuve después, la oración en silencio de cada uno haga propio lo
queno se ha dicho, en absoluto, que el canon haya quere- que se ha entonado y puedallevar la dimensión personal a
citarlo en voz alta. Después de haber reflexionado, quiero la dimensión comunitaria y la dimensión comunitaria en
volver a repetirlo una vez más con insistencia, con la espe- la dimensión personal. Quien personalmente haya sido
ranza de que, después de veinte años esta tesis encuentre testigo de esa unidadde la Iglesia en el silencio dela ple-
un poco más de comprensión. Entretanto, los liturgistas garia eucarística, ha experimentado lo queesel silencio
alemanes, en su preocupación por reformar el misal, han lleno de contenido: un silencio que muestra, al mismo
puesto de manifiesto expresamente que, precisamenteel tiempo, un grito fuerte y penetrante que se dirige a Dios,
punto culminante de la celebración eucarística, el canon, una oraciónllena de espíritu. Aquí verdaderamente todos
se ha convertido en su verdadero puntocrítico. A partir rezan juntos el canon, si bien mediante esa unión con el
de la reforma, se intentó hacerle frente, sobre todo con la cometido particular del oficio sacerdotal. Aquí todos esta-
invención continua de nuevas plegarias eucarísticas, ca- mos unidos, asumidospor Cristo, guiados porel Espíritu
yendo, cada vez más en lo banal. La multiplicación de las Santo en la oración común ante el Padre, quees el sacrifi-
palabras no supone una ayuda,es algo que en este tiempo cio verdadero: el amor que reconcilia y une el mundo con
se ha hecho evidente. Los liturgistas proponen ahora al- Dios.
gunas ayudas, que, por otra parte, contienen elementos
preocupantes. Pero, por lo que yo puedo ver, continúan
negando la posibilidad de que tambiénel silencio y preci- 6. LOs ORNAMENTOS LITÚRGICOS
samente el silencio, pueda contribuir a crear comunión
ante Dios. No es, sin embargo, una coincidencia que en Los ornamentos litúrgicos —el alba, la estola y la casu-
Jerusalén, incluso en tiempos más antiguos, se recitara lla— queel sacerdote lleva durante la celebración dela sa-
parte del canon en silencio, y que en Occidenteel silencio grada eucaristía quieren evidenciar, ante todo, que el
durante el canon —en parte acompañado del canto medi- sacerdote no está aquí como personaparticular, como éste
tativo—, se haya convertido en norma. Quien explica todo o aquél, sino en el lugar de otro: Cristo. Su dimensión
esto como consecuencia de equívocos, procede con dema- particular, individual, debe desaparecer para dar cabida a
siada ligereza. En efecto, no es verdad quela recitación en Cristo. «Y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí»,
voz alta, y sin interrupción, de la plegaria eucarística sea estas palabras con las que san Pablo expresa el nuevo ser
la condición para la participación de todos en la plegaria del bautizado, partiendo de su experiencia personal de
eucarística. Cristo (Gál 2,20), tienen una validez específica para el
242 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 243

sacerdote celebrante. No es él el que importa, sino Cristo barreras que han crecido y continúan desarrollándose en
No es él mismoel que se comunica a los hombres sino la historia de pecado del hombre. La imagendel revestirse
que ha de comunicarlo a Él. Se convierte en instrumento de Cristo es, por tanto, una imagen dinámica, que apunta
de Cristo, no actúa por sí mismo, sino como mensajero a la transformación del hombre y del mundo, a la nueva
como presencia de otro —«in persona Christip— como humanidad.
dice la tradición litúrgica. Los ornamentos litúrgicos recuerdan todo esto: este
Los ornamentoslitúrgicos nos recuerdan directamente hacerse Cristo, y la nueva comunidad que ha de surgir a
los textos en que san Pablo habla de revestirse de Cristo: partir de aquí. Es para el sacerdote un desafío: entrar en la
«En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis re- dinámica que lo saca fuera del enclaustramiento en su
vestido de Cristo» dice en la Carta a los Gálatas (3,27) propio yo, y lo lleva a convertirse en una realidad nueva a
En la Carta a los Romanos esta imagen está relacionada partir de Cristo y por Cristo. Les recuerda, a su vez, a los
con la contraposición de las dos formas de vida. Frente a queparticipan en la celebración, el nuevo camino, que co-
los que desperdician su vida en comilonas y borracheras mienza con el Bautismo y prosigue con la Eucaristía; Ca-
en lujurias y desenfrenos, san Pablo señala el camino eris- mino hacia el mundo que ha de venir, y que, partiendo del
tiano: «Revestíos más bien del Señor Jesucristo y"no os sacramento, debe comunicarse y delinearse ya en nuestra
preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscen- vida cotidiana.
cias» (13,14). En las cartas a los Efesios y a los Colo-
senses, esta misma idea cobra una forma aún más radical En las dos cartas a los Corintios, san Pablo da un paso
en lo que respecta a la antropología del hombre nuevo: «Y más, hablando dela orientación escatológica, presente en
revestíos del hombre nuevo, creado según Dios, en la Jus- la imagen delas vestiduras. En la Primera Carta a los Go-
ticia y santidad de la verdad» (Ef 4,24). «Y revestíos del rintios dice: «En efecto, es necesario que este ser corrup-
hombre nuevo que se va renovando hasta alcanzar un co- tible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal
nocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, don- se revista de inmortalidad» (15,53). Una mirada aún más
de no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; profunda desde el interior de su lucha y su esperanza nos
bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo en la ofrece san Pablo en el capítulo quinto de la Segunda
todos» (Col 3,105). Carta a los Corintios. San Pablo califica al cuerpo de esta
Alguno ha lanzadola hipótesis de que la imagen delre- vida temporal como «tienda terrestre» que se desmorona
vestirse de Cristo se habría formado en analogía con la y mira hacia delante, hacia una morada eterna en el cielo,
utilización de máscaras cultuales de determinadas divini- no hecha por mano de hombre. Le da miedola destrucción
dades, con ocasión de los ritos de iniciación a los cultos de la tienda, le da miedo la «desnudez» en la que puede
mistéricos. Sin embargo, en san Pablo no cuentan tanto encontrarse. Su esperanza es no encontrarse desnudo sino
las máscaras o el rito, sino el proceso de transformación «revestido», conseguirla «casa celestial» —la vida definiti-
Interior, que mira a la renovación interior del hombre,al va— como vestido nuevo. El Apóstol no quiere perder el
hacerse realmente igual a Dios. Y, en consecuencia, apun- cuerpo, no quiere quedar privado del cuerpo. No quiere
ta también a la unidad del hombre, a la superación de las esa huida del almade la «cárcel de la vida», como sostiene
244 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPO Y LA LITURGIA 245

la tradición pitagórica retomada por Platón. No deseala


sucitado de Jesucristo, son anticipación de lo nuevo que
huida, sino la transformación. Espera en la resurrección.
nos espera después de la destrucción de esta cien y
La teología de la vestidura se convierte así en una teo-
que nos da una «morada permanente» (cf. Jn 14,2: «En la
logía del cuerpo. El cuerpo es algo más que el revesti-
casa de mi Padre hay muchas estancias»; la palabra que
miento exterior de la persona humana; forma parte del ser
aquíse traduce por estancias, en realidad, significa mora”
mismo del hombre, de su patrimonioesencial. Y, con todo,
da», precisamente para indicar el carácter definitivo, la ne
este cuerpo se desmorona,sólo es una tienda. Es provisio-
cesidad de permanecer en ella).
nal. Pero, al mismotiempo, anticipación del cuerpo defi-
nitivo, la forma definitiva de la existencia humana.
En su reflexión sobre la teología de las vestiduras, los
Los ornamentos litúrgicos también hacen suyo este
Padres han tomado en consideración otros dos textos
mensaje. Suponen una «sobreabundancia de vestiduras»,
que, también nosotros queremos retomar en este momen-
no un «desvestirse», y la liturgia nos conduce porel cami-
to, para llegar a una mejor comprensión de los pame
no de esta «sobreabundancia de vestiduras», por el camino
tos litúrgicos. En primerlugar está la historia de : JoPr
de la salvación del cuerpo en el cuerporesucitado de Je-
digo, en la que el Padre, después de haber abraza lo al que
sucristo, que es la nueva «casa que no ha sido levantada
ha vuelto a casa, da la orden: «Traed aprisa el mejor ves
por mano de hombre y que tiene una duración eterna en
do...» (Lc 15, 22). El texto griego dice el «primer» eso o
los cielos» (2 Cor 5,1). El cuerpo de Cristo que recibimos pr
y fue así comolo leyeron y entendieron los Padres.
en la Eucaristía y al que nos unimos en la Eucaristía («un
mer vestido es para ellos el vestido en el que fue crea o
solo cuerpo con él», cf. 1 Cor 6,12-20), nos salva de la
Adán y que había perdido por querer hacerse gua a
«desnudez»; de la desnudez que no nos permitiría presen-
Dios. Desde entonces, todos los vestidos que el hom re
tarnos ante Dios. Desde esta perspectiva paulina, siempre
lleva no son más que pobres sucedáneos dela luz de Dios,
he sentido un especial afecto porla antigua fórmula de
que proviene del interior y que era su verdadero «vestl-
distribución de la eucaristía: «El cuerpo de Cristo guarde
do». De este modo, los Padres vislumbraban en la mstora
tu alma para la vida eterna». Estas palabras transforman
del hijo pródigo y su vuelta a casa, la historia de 1cal a
en oración la enseñanza de 2 Cor 5,1-10. El alma, por sí
de Adán,la caída del hombre (cf. Gn 2,7), y enten ron
sola sería un triste fragmento. Pero ya antes de la resurrec-
la parábola de Jesús, al mismo tiempo, como el anuncio e
ción común de todos, entra en el cuerpo de Cristo que se
la vuelta a casa y la reconciliación del hombre: el que
convierte, por decirlo así, en nuestro cuerpo, al igual que
vuelve a la fe, vuelve a casa, recupera el «primer» vestido:
nosotros debemos convertirnos en su cuerpo.
queda revestido, nuevamente, de la misericordia y de
El cuerpo (de Cristo) guarda el alma para la vida eter- amor de Dios, que son su verdadera belleza.
na: esta afirmación es una paradoja absurda para el pensa-
El vestido blanco que se entregaba en el bautismo,
mientogriego, pero desde la perspectiva del Cristo resuci-
quería aludir a este gran acontecimiento histórico y, a l
tado es una esperanza viva. Los ornamentos litúrgicos
mismo tiempo, anticipar el vestido blanco de la comica
remiten másallá del significado de las vestiduras exterio-
del que habla el Apocalipsis (19,8), expresión de h pr
res, son anticipación de la vestidura nueva, del cuerpore-
za y belleza del Resucitado. El gran arco que va des
246 LA FORMA LITÚRGICA 247
EL CUERPO Y LA LITURGIA

creación y la caída de Adán hasta el vestido blanco de1 -


eternidad, está contenido en el simbolismo de los orna- fundamentales de su vida y, por consiguiente, no necesl
mentos litúrgicos y todo ello fundado enel centrocristo- tan otra «materia» que el hombre mismo en la situación a
lógico: «Revestíos de Cristo», sed, ya ahora, unasola c la que apunta el sacramento. En primer lugar está la con-
con El, miembros de su cuerpo. fesión, en que nosotros, como pecadores, pedimos la pala-
e bra de perdón y renovación; después está la ordenación
sacerdotal, en la que el Señor, a través de la imposición de
7. LA MATERIA
las manos por parte del obispo, da la misión y la autorl-
dad para seguir el ministerio apostólico; después está el
La liturgia católica es la liturgia de la Palabra encarna- matrimonio, en el que dos personas se ofrecen recíproca-
da, encarnada hacia la resurrección. Y es, como habíamos mente para una convivencia que dura toda la vida, convir-
de
visto, liturgia cósmica. Por tanto,es evidente que en ella tiéndose, de este modo, en imagen real, vívida y actual,
no sólo desempeñan un papel esencial el cuerpo humano la alianza entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 4, 27-32).
y los signos del cosmos: también la materia de este mundo
forma parte de ella. La materia entra en la liturgia de dos Pero luego están los cuatro sacramentos —bautismo,
los
formas. Por una parte en forma de diversos símbolos: la confirmación, eucaristía y unción de enfermos— en
sagrada hoguera de la noche de Pascua, el cirio y, de nue- quelas realidades materiales se convierten en portadoras
vo, la llama que arde enél, los distintos utensilios litárgi- de la acción de Dios para con nosotros. No entra en los
cos, la campana, el mantel delaltar, etc. Romano Guardini planteamientos de este pequeño libro el desarrollar una
redescubrió el significado de este mundo simbólico, con teología de los sacramentos. Sólo quiero aludir brevemen-
su pequeño libro sobre los «signos sagrados». El obis o te a los elementos que entran a formar parte de la liturgia
de Klagenfurt, monseñor Kapellari nos ha obsequiado te- como mediación del actuar de Dios. Puesto que son ele-
cientemente, con un nuevo libro que contiene muchas imá- mentos que el Señor ha elegido, son muy significativos;
genes y en el que continúa, profundiza y actualiza las con- hay que meditar sobre ellos en cuanto tales para compren-
clusiones de Guardini, de tal suerte que no es necesario der mejor el espíritu de la liturgia. Son el agua, el aceite
tratar aquí este aspecto. (de oliva), el pan (de trigo) y el vino. Recordemos aquí,
entre paréntesis, que de los cuatro elementos del mundo
El segundo modo, aún más importante, en el que la antiguo —agua,aire, fuego, tierra— los tres primeros cons-
materia de este mundoentra enla liturgia, lo encontramos tituyen símbolos del Espíritu Santo, mientras quela tierra
en los sacramentos, que constituyen la liturgia en sentido representa al hombre, que procede de la tierra y vuelve a
estricto (precisamente porque no han sido inventados por ella. El fuego y el aliento de aire están presentes de diver-
los hombres, sino que su estructura esencial se nosha sas formas en el simbolismo de la liturgia, pero sólo el
ofrecido por el Señor mismo). Tres de los siete sacramen- agua que, a su vez, viene de arriba, pero también forma
tos se refieren directamente al hombre en cuanto persona parte de la misma tierra, se ha convertido, en cuanto ele-
en algunos de los puntos cruciales más determinados y mento primordial de la vida, en materia sacramental en
sentido estricto.
248 LA FORMA LITÚRGICA EL CUERPOY LA LITURGIA 249

La Tradición dela Iglesia distingue un doble simbolis- Si consideramoslos otros tres elementos presentes en
moenel agua, el agua salada del mar es el símbolo de la los sacramentosdela Iglesia —aceite de oliva, pan de trigo
muerte, de la amenaza y el peligro; recuerda al Mar Rojo y vino— salta a la vista una diferencia fundamental con
que se convirtió en trampa mortal para los egipcios y del respecto al agua. Mientras que el agua es un elementovital
que fueron salvados los israelitas. El bautismo es una es- para todala tierra y, de este modo, se adapta para ser en
pecie de paso a través del Mar Rojo. Incluye un aconteci- todo lugar la puerta de entrada en la comunión con Cris-
miento de muerte. Es más que un baño o que unlavado, to, en el caso de los otros tres elementos se trata de dones
alcanza el fundamento de la existencia llegando hasta la típicos del ámbito mediterráneo. Nos encontramos, de
profundidad de la misma muerte. Es la comunión de cruz manera explícita, con esta tríada en el grandioso salmo de
con Cristo; precisamente eso es lo que quiere expresar la la creación (104), donde el que ora da gracias a Dios por
imagen del Mar Rojo, que es una imagen de muerte y re- haberle dado al hombreel alimento: «y vino quele alegra
surrección (cf. Rom 6,1-11). Por otra parte, el agua viva el corazón; y aceite que da brillo a su rostro, y pan quele
que manade la fuente es una expresión de la fuente de da fuerzas » (versículo 14s). Estos tres elementos de la
toda vida, es el símbolo de la vida por antonomasia. Por vida mediterránea, son expresión de la bondad dela crea-
esto, en la antigua Iglesia estaba prescrito que el bautismo ción en la que recibimos la bondad del mismo Creador. Y
había de ser administrado con «agua viva», con agua de ahora se convierten en los dones de una bondad aún ma-
manantial, de tal modo que el bautismo se experimentara yor: de una bondad que hace resplandecer nuestro rostro
comoel inicio de una vida nueva. de una manera nueva, a semejanza del «Ungido» de Dios,
Los Padres solían considerar la conclusión del relato de su Hijo amado Jesucristo; de una bondad que convier-
de la Pasión, tal y como lo cuenta san Juan, como untras- te el pan y el vino dela tierra en el cuerpo y la sangre del
fondo de esto: del costado abierto de Jesús salen sangre y Redentor, de modo que, por medio del Hijo hecho hom-
agua; el bautismoy la eucaristía nacen del corazón traspa- bre, nos comunicamos con el mismo Dios, Uno y Trino.
sado de Jesús. Él se ha convertido en la fuente viva que
nos da la vida (Jn 19,34s; 1 Jn 5,6). Enla fiesta de los Ta- A este respecto se hace hoy la objeción de que,real-
bernáculos, Jesús había profetizado: «El que tenga sed, mente, estos dones tendrían su fuerza simbólica única-
que venga a mí; que el que cree en mí que beba (como mente en el ámbito mediterráneo; en otros contextos cul-
dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de turales deberían remplazarse por los elementos queallí les
agua viva). Decía esto refiriéndose al Espíritu, que había correspondan. Es la misma cuestión que nos habíamos
de recibir los que creyeran en Él» (Jn 7,37-39). El bauti- encontrado cuando hablamos de la inversión de los sím-
zado se convierte, él mismo, en una fuente. Si pensamos bolos cósmicos en el hemisferio austral. Y también aquí
en los grandes santos de la historia, de los que realmente vuelve a ser cierto que, en la confrontación entre cultura e
corrieron ríos de fe, de esperanza y de amor, entendemos historia, la primacía le correspondea la historia. Dios ha
esta palabra y entendemosalgo de la dinámica del bautis- actuado en la historia de forma inmediata y, por medio de
mo, de la promesa y del compromiso que entraña. ella, ha dotado a los dones dela tierra de su significado.
Los elementos se convierten en sacramentos mediante la
250 LA FORMA LITÚRGICA

vinculación con la historia única de Dios con los hom- BIBLIOGRAFÍA


bres, en Jesucristo. Repitámoslo una vez más: encarnación
no significa arbitrariedad, sino todo lo contrario, nos liga
a la historia de entonces que desde fuera puede parecer Adam,A., y Berger, R., Pastoralliturgisches Handlexikon, Her-
arbitraria. Sin embargo, es la forma de la historia querida der (Freiburg 1980).
por Dios, y para nosotros es la huella fiable que Él ha de- Corbon,J., Liturgie de Source, Cerf (Paris 1980). En alemán:
Jado en la tierra; es la garantía de que no somos nosotros Johannes Verlag (Einsiedeln 1981).
los que nos inventamosalgo, sino que realmente somos Kunzler, M., Die Liturgie der Kirche, Amateca, Lehrbicher zur
tocados por Él y realmente entramos en contacto conÉl. katholischen Theologie, vol. X, Bonifatius (Paderborn 1991).
Precisamente por medio de la particularidad de un acon- En español: La liturgia de la Iglesia, traducción de Salva-
tecimiento único, del aquí y ahora, salimos de la indeter- dor Martínez Ruiz, EDICEP (Valencia 1999).
minación del «siempre y nunca» mítico. Cristo viene a no- —, Porta orientalis, Fimnf Ost-West-Versuche iiber Theologie
sotros con este rostro particular, con esta peculiar figura und Ásthetik der Liturgie, Bonifatius (Paderborn 1993).
humana y, precisamente de este modo, nos convierte en Lang,B, Heiliges Spiel, Eine Geschichte des christlichen Gottes-
hermanos, más allá de todas las fronteras. Precisamente dienstes, Beck (Múnchen 1998). Existe también la versión
así reconocemos: «Es el Señor» (Jn 21,7). inglesa: B. Lang, Sacred Games: a history ofSacred Worship,
Yale University Press (New Haven 1997).
Martimort, G.(ed.), L'Égtise en priére. Introduction á la Liturgie,
Edition Nouvell, 4 volúmenes, Desclée (Paris 1983-1984).
En español: La Iglesia en oración: Introducción a la Litur-
gta, traducción de Joan Llopis, Herder (Barcelona 1987)].
Meyer, H. B.; Auf der Maur, H.; Fischer, B; Háubling, A.A., y
Kleinheyer, B. (ed.), Gottesdienst der Kirche. Handbuch der
Liturgiewissenschaft, Pustet (Regensburg 1984 ss). Hasta
ahora han sido publicadas las partes 3 (Gestalt des Gottes-
dienstes), 4 (Eucharistie), 5 y 6,1 (Feiern im Rhythmus der
Zeit), 7,1 (Sakramentliche Feiern 1), 7,2 (Sakramentliche
Feiern 1,2), y 8 (Sakramentliche Feiern).
Nichols,O.P., Looking at the Liturgy. A critical view of its con-
temporaryform, Ignatius Press (San Francisco 1996).
Ratzinger, J., Das Fest des Glaubens, Johannes Verlag (Einsie-
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litúrgica, traducción de María del Carmen García del Carri-
zo, Desclée de Brouwer (Bilbao 1999).
—, Ein neues Lied fúr den Herrn. Christusglaube und Liturgie
in der Gegenwart, Herder (Freiburg 1995). En español: Un

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