ADOPCION
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Para Larios Ochaita, esta consiste: “un acto de voluntad que coloca en una familia
a un individuo a quien ni la naturaleza ni la ley habían hecho miembro de la
misma.
Puig Peña define la adopción “como aquella institución por virtud de la cual se
establecen, entre dos personas extrañas, relaciones civiles de paternidad y
filiación semejantes a las que tienen lugar en la filiación legitima.
No todas las familias son iguales y por lo tanto no todas actúan de la misma
manera, ello significa que luego de un divorcio o separación, encontremos padres
que continúen con un buen trato y una fluida comunicación entre sí y respecto de
sus hijos, y por otro lado hallemos progenitores que no finalicen su relación en
buenos términos y proyecten sus batallas a sus hijos, quienes colocados como
trofeos son los más perjudicados, viendo afectadas sus relaciones con el núcleo
familiar en general.
Si bien ante una separación los progenitores deben enfocarse aún más en el
cuidado emocional, físico e incluso económico de sus hijos, por lo frustrante y
doloroso que puede llegar a ser para los menores, sin embargo en la vida
cotidiana ocurre lo contrario y nacen las guerrillas entre ambos padres. Existen un
sinnúmero de casos, en donde de un lado y del otro se encuentran las decisiones
y acciones de ambos progenitores y en el medio el menor, que no tiene más
remedio que adecuarse a lo que le toca, sufriendo en silencio. “En este contexto,
la sustracción internacional parental de menores se torna un tema de máxima
preocupación, actualidad y relevancia ante el considerable incremento de casos
detectados”.) Es por ello, que se destaca la importancia de que éstos sean
resueltos con sumo cuidado y celeridad procesal, privilegiando la escucha del
menor en el proceso, en pos del interés superior del niño.
No obstante, los tratados internacionales no contienen normas de procedimiento
específicas que regulen este tipo de trámites, remitiendo a la legislación interna de
cada Estado. En este contexto, nos encontramos ante dos inconvenientes, en
primer lugar si bien Argentina ha adherido al Convenio de La Haya de 1980, no
existe a la fecha una ley procesal uniforme, cuestión por la cual distintas
provincias han dictado normas que suplan tal falencia. En segundo lugar, estos
procesos requieren de una limitación en la vía recursiva para acelerar su
resolución, no obstante en nuestro país, ello presenta contradicciones en virtud de
la Ley 48 que establece una serie mayor de pasos a seguir en conflictos de este
tipo, en donde se encuentran vulnerados derechos fundamentales, habilitando el
recurso extraordinario federal.
Es así que, bajo estas condiciones, Argentina tiene una deuda pendiente con la
comunidad internacional, pues al suscribir los Convenios de Derechos Humanos
ha asumido la responsabilidad de cumplir lo dispuesto en los mismos, sin embargo
la lentitud con la que se llevan a cabo este tipo de procesos a causa de la falta de
legislación uniforme y la amplitud de la vía recursiva, generan conflictos,
agravando la situación del menor, y posiciona a nuestro país como incumplidor de
sus obligaciones. Es por ello, que esta ley nacional ha sido tan reclamada en
distintas oportunidades e incluso se han previsto medidas alternativas, como lo es
el Protocolo aprobado por la Comisión Nacional de Acceso a la Justicia.
Bibliografía
Adopción. Diccionario Enciclopédico de derecho usual. Tomo I. Argentina. Editorial Heliasta. 1979.
Página 174.