Notas Sobre "Mentir y Colonizar" de Nora Merlin - Agustin Rodriguez Uria
Notas Sobre "Mentir y Colonizar" de Nora Merlin - Agustin Rodriguez Uria
Notas Sobre "Mentir y Colonizar" de Nora Merlin - Agustin Rodriguez Uria
23 Nº 3 • [jul/sep 2020]
ISSN 1851-3123 • http://revele.uncoma.edu.ar/htdoc/revele/index.php/Sociales/article/view/2762/PDF
Nota
¿Capitalismo thanático o Eros democrático? Notas sobre
Mentir y colonizar: Obediencia inconsciente y subjetividad
neoliberal, último libro de Nora Merlín
Thanatic Capitalism or Democratic Eros? Notes on "Lie and colonize:
Unconscious obedience and neoliberal subjectivity", Nora Merlin's latest book.
ABSTRACT
Nora Merlin's book contains an extensive investigation about contemporary
capitalism's main domination mechanism: the production of subjectivity.
Throughout twenty-three chapters and using multiple psychoanalytic categories,
the author presents a set of theoretical formulations that allow us to understand
the modalities of construction of the new subjectivities colonized by the mandates
of capital. Secondly, Merlín analyzes the radical incompatibility between
neoliberalism and democracy, and finally also proposes some elements to think
about how to reconstruct an emancipatory political subject that allows a
revitalization of democracy. Our notes examine the main arguments of the author,
but also propose a specific reading key: inserting Merlin's positions within some of
the main debates of contemporary social theory; particularly within the open
discussions around the concept of hegemony formulated by Ernesto Laclau.
Key words: Neoliberalism, Democracy, Capitalism, Emancipation, Populism.
TEXTO COMPLETO
Desde hace años, los aportes de Nora Merlín -psicoanalista y cientista social- se han convertido en
una referencia teórica indispensable a la hora de indagar las vicisitudes del mundo contemporáneo.
Su más reciente trabajo “Mentir y colonizar: Obediencia inconsciente y subjetividad neoliberal”
publicado en marzo del 2019, por la editorial Letra Viva, se enmarca -al igual que toda su obra- en
la compleja intersección teórica entre dos grandes campos epistemológicos: el psicoanálisis de
matriz lacaniana-freudiana y la teoría política. En ese sentido, nuestra clave de lectura será
articular los aportes teóricos del libro con algunos de los principales debates de la teoría social
contemporánea y, en específico, con el campo que Yannis Stavrakakis (2010) ha denominado como
Izquierda lacaniana. En efecto, desde el capítulo introductorio, la autora nos advierte que retomará
algunas de las principales categorías conceptuales de esta corriente, enfocándose tanto en la teoría
populista de Ernesto Laclau como en los aportes del psicoanalista Jorge Alemán. Con estas
herramientas, Merlín se dispone a elaborar una serie de hipótesis que intentarán ahondar en una de
las problemáticas teóricas fundamentales de nuestra actualidad: la producción de subjetividad
como el mecanismo de dominación privilegiado por el capitalismo contemporáneo.
De este modo, el problema planteado es explicar la creciente diseminación de nuevas
formas de subjetividad colonizadas por la lógica del Capital, que reconvierten las viejas y
tradicionales formas de servidumbre voluntaria. Merlín nos recuerda que han pasado casi cinco
siglos desde aquel famoso texto de Étienne de La Boétie “Discurso sobre la servidumbre
voluntaria”, que introdujo el problema de la legitimación del poder en la reflexión política y, desde
entonces, la pregunta por la obediencia de los oprimidos ha mantenido una notable centralidad en
múltiples indagaciones teóricas. Sin embargo, el capitalismo en su actual etapa histórica -aquello
que denominamos genéricamente como neoliberalismo- ha producido una mutación dramática del
problema en cuestión, pues la autora nos señala que ya no se trata de un servilismo voluntario que
naturaliza conscientemente el sometimiento al poder del rey sino que, por el contrario, hoy se
produce una imposición invisible, una manipulación psicopolítica que se estructura desde los
dispositivos corporativos del poder real: grupos económicos, medios de comunicación y parte del
sistema político-judicial. Por ello, Merlín sostiene que ya no se trata de una relación de
sometimiento voluntario sino de una obediencia inconsciente. Estamos, por lo tanto, en presencia
de un individuo que habita una sociedad de masas uniformada y adormecida, en una suerte de
hipnosis colectiva, que cumple órdenes desde lo inconsciente, consume compulsivamente
creyéndose libre y ciudadano; mientras que, en verdad, es un esclavo posmoderno que, a diferencia
del antiguo, ni siquiera se reconoce como tal (p. 23).
Sobre la base de esta hipótesis se despliegan los veintitrés capítulos de la obra que, a su
vez, se encuentran divididos en tres secciones determinadas: las especificaciones teóricas sobre la
obediencia inconsciente, su relación con las “democracias neoliberales” y la posibilidad de
emergencia de un deseo emancipatorio. Nos interesa, entonces, presentar los argumentos
destacados de cada uno de estos ejes.
En el primer capítulo, la autora inicia su exposición con una crítica a la concepción de
democracia instaurada por Claude Lefort en su célebre texto La invención democrática (1990). Tal
como se conoce, el diagnóstico leforteano sobre la modernidad está basado en el estudio de la
transición de las sociedades feudales, ordenadas por un poder centrado e incorporado, hacia las
sociedades modernas, ancladas en torno al poder como lugar vacío. La democracia moderna sería
entonces aquel régimen político que asume el carácter radicalmente vacío del poder e inaugura la
experiencia de una sociedad abierta a la indeterminación. Es decir, una sociedad que debe
dictaminar contingentemente el fundamento de sus leyes, sus saberes y sus relaciones sociales (p.
29). Esta concepción fue determinante en el pensamiento político de Laclau (2005), cuya categoría
principal -la hegemonía- puede entenderse como una explicación política y ontológica sobre cómo
se llena -y siempre debe llenarse para Laclau- aquel vacío constitutivo de lo social. En este punto,
la autora se distancia de ambos autores y, por el contrario, sostiene la necesidad de identificar que
en el capitalismo neoliberal el poder ha dejado de ser un lugar vacío. Es decir, el neoliberalismo
está caracterizado por la hiperconcentración del poder corporativo -financiero, comunicacional,
judicial-, lo cual supone un retorno al absolutismo de poder tradicional. Este posicionamiento de la
autora resulta crucial pues, como veremos, fundamentará transversalmente todas las reflexiones
más significativas del libro.
En continuidad con esta hipótesis Merlín sostiene, mediante la introducción de algunas
categorías freudianas, que el paradigma social que construyen los dispositivos de poder neoliberal
es la llamada cultura de masas, que nada tiene que ver con los principios de indeterminación,
apertura y solidaridad de la democracia. Por el contrario, la lógica de la masa es la de un sistema
cerrado, circular, que rechaza la imposibilidad, produciendo un todo uniformado y totalitario (p.
29). En este sentido, la masa no es un modo de construcción política ni discursiva, sino un conjunto
de gente seriada, sugestionada, uniformada por la identificación hipnótica con los imperativos y
mensajes comunicacionales que se imponen desde los medios concentrados. Estos imperativos se
instalan al nivel del superyó produciendo identificaciones mediante las cuales el sujeto naturaliza su
posición subordinada y obtiene satisfacción pulsional. Por ello, la autora sostiene que la obediencia
neoliberal tiene un carácter “activamente pasivo” y, a partir de Freud, debe entenderse como una
obediencia de carácter inconsciente (p. 31). En suma, la masa es una lógica social que promete
llenar la falta del sujeto mediante el imperativo incesante al consumo masivo, que se construye
absorbiendo los sentidos estandarizados del marketing y que promueve una satisfacción narcisista e
imaginaria en el mundo digital. El resultado es un sujeto cautivo de la televisión, de las redes
sociales y empujado a un goce consumista que lo torna totalmente incapaz de establecer ningún
tipo de reflexividad crítica respecto a los enormes mecanismos estructurales que lo determinan. En
definitiva, el individuo neoliberal expresa el fracaso del sujeto ilustrado, pues se trata de un sujeto
en la permanente minoría de edad kantiana.
En este punto, Merlín agrega que el mandato al goce ilimitado está por supuesto destinado a
fracasar, pero a diferencia del sujeto freudiano que concebía ciertas mediaciones defensivas y
formaciones culturales sublimadoras, ahora el neoliberalismo relanza al sujeto sin ninguna barrera,
es decir, lo relanza como pura pulsión de muerte. De este modo, la argumentación de la autora
conduce a una afirmación dramática: el neoliberalismo es una lógica thanática, una anti política
que rinde un homenaje permanente a la pulsión de muerte y a la desintegración social, cuyas
pasiones fundamentales son inevitablemente el odio y la ignorancia. La fabricación de odio se
realiza construyendo una comunidad asustada frente al imaginario de un enemigo externo. La masa
neoliberal produce subjetividades estimuladas por un sadismo extremo que justifica la represión, la
venganza y la violencia en sus diferentes manifestaciones. La ignorancia, por su parte, se expresa
en el sujeto como un deseo sostenido de no querer saber. Se manifiesta, por un lado, como una
comodidad homeostática e inercial con lo instituido, y por otro, como una cobardía y horror frente a
cualquier saber capaz de conmocionar las creencias propias (p. 46). Finalmente, la autora añade a
la angustia como el último afecto privilegiado del neoliberalismo. La misma emerge cuando el
mercado se constituye como el agente regulador de la vida, determinando la exclusión de vastos
sectores de la población del reparto tanto de bienes materiales como de ropajes simbólicos. El
desamparo y la angustia radical son el cimiento indispensable para la obediencia y sumisión. El
poder primero instala el miedo, más bien terror, y luego promete la seguridad; la masa
ingenuamente cree que si obedece estará a salvo (p. 58).
De este modo, Merlín nos conduce a la hipótesis principal del segundo eje del libro: el
neoliberalismo es radicalmente incompatible con la democracia, dado que sólo puede imponerse
mediante el miedo, la represión y la administración del terror. Tal como ya hemos esbozado, la
autora enfatiza que el capitalismo moderno es una nueva forma de totalitarismo caracterizada por
sus dispositivos ilimitados de concentración de poder, económico, político, militar y mediático (p.
86). Aquí debemos retomar entonces las discusiones de los capítulos iniciales, pues la autora afirma
que, en la medida que el Capital corporativo ha colonizado el lugar del poder, todos los
tradicionales valores republicanos -libertad, igualdad, fraternidad- han quedado definitivamente
suspendidos. En este punto, nos interesa particularmente poner esta caracterización en relación a
una de las controversias teóricas del momento: la posibilidad o no de definir ciertos procesos
políticos de ultraderecha -Trump, Bolsonaro, Le pen, etc.- como “populismos de derecha”. En este
sentido, la autora hace una reivindicación parcial de la teoría populista de Laclau (2005), pero se
distancia de algunas de sus consecuencias ontológicas. En sintonía con lo propuesto por el
psicoanalista Jorge Alemán (2019), Merlín considera que el populismo solo puede ser emancipador y
es consustancial a la democracia como espacio indeterminado, mientras que el neoliberalismo y sus
representantes neofascistas nada tendrían que ver con la lógica de la articulación populista
propuesta por Laclau. Así, se diferencia de una visión de la hegemonía como ontología general de lo
social para dotarla de un contenido específico: la praxis emancipatoria. De este modo, Merlín
sostiene que la lógica hegemónica del populismo se caracteriza por la construcción del pueblo como
actor colectivo, permitiendo que la democracia permanezca viva. La hegemonía supone siempre un
corte, un límite que divide lo social, engendrando una inédita superficie y una nueva distribución de
fuerzas: una discontinuidad respecto a una serie que se repetía (p. 139). Resulta evidente,
entonces, que la lógica del Pueblo construido hegemónicamente es opuesta a la lógica de la masa
neoliberal. El Pueblo es una categoría singular, parcial, un lugar de invención opuesto a los
totalitarismos, que constituye un nuevo actor político que pone en escena un movimiento
instituyente, discursivo y afectivo, que interpela, cuestiona y demanda al estado, que corre los
límites establecidos y revitaliza la democracia; lejos está de representar un peligro para ella (p.
76).
Finalmente, la pregunta que atraviesa los últimos capítulos del libro es aquella sobre las
condiciones de posibilidad para la emergencia de un deseo emancipatorio en medio del encierro
neoliberal. Este deseo debe sustentarse en un ejercicio de memoria colectiva, que incluya la batalla
por la Verdad y la Justicia, y en una construcción popular que permita alejar al cuerpo social de la
repetición traumática del dispositivo neoliberal (p. 110). Merlín sostiene que las permanentes luchas
políticas del continente verifican la vigencia de este anhelo emancipatorio en amplios sectores de
las sociedades latinoamericanas. En este marco, el colectivo feminista adquiere especial
importancia para la autora y por ello le dedica varios capítulos. En su lectura, el feminismo politizó
el deseo, permitió a las mujeres salir de la minoría de edad kantiana y hacerse cargo de un deseo
emancipatorio, que apuesta a rediscutir el orden común estableciendo un límite a la lógica del
poder (p. 127). Aunque advierte la importancia de que el feminismo se mantenga bajo la lógica de
la sororidad, que es la lógica del Eros, del No-Todo y de la democracia como indeterminación, pues
existe un riesgo real de que el movimiento sea reabsorbido por la semiótica fascista y la industria
cultural, cuyas tendencias punitivistas ya se han evidenciado en más de una oportunidad. Así, la
autora apuesta por una democracia revitalizada basada en la construcción hegemónica del Pueblo:
nacional, singular y feminista (p. 142).
En suma, Merlín construye una lectura de la sociedad contemporánea dividida en dos
campos políticos delimitados: el neoliberalismo, la masa, la obediencia inconsciente, la pulsión de
muerte y el autoritarismo, por un lado; la democracia, el populismo, el Pueblo, la hegemonía y el
Eros, por el otro. En este marco, consideramos que el principal aporte del libro es la lectura
particular del concepto de hegemonía de Laclau, considerada una lógica social antagónica a la del
neoliberalismo. De esta lectura se desprende –a diferencia de lo que han considerado tanto el
propio Laclau (2005) como Chantal Mouffe (2018)- que la disputa entre el campo emancipatorio y el
campo reaccionario nunca es simétrica: si el poder ya no está vacío -sino que está colonizado por el
poder del Capital- no puede existir tampoco una disputa hegemónica por llenarlo. Por el contrario,
las fuerzas emancipatorias que buscan articular hegemónicamente un sujeto político popular
jugarían una partida desigual siempre al interior de los dispositivos de poder del Capital, cuya
función es erosionar sistemáticamente la posibilidad de establecer cualquier tipo de punto de
anclaje simbólico en el campo social. La crítica que Merlín realiza a Laclau trata, entonces, de
reintroducir el análisis del poder del Capital en el corazón del concepto de hegemonía, y resulta una
crítica coincidente con la realizada por numerosos autores contemporáneos. Desde una perspectiva
neodeleuziana, Lazzarato (2020) sostiene que la afirmación de Lefort de “la democracia como lugar
vacío” ha sido desmentida rotundamente por el Capital desde la década de 1970: “este lugar está
ocupado por el Capital como soberano sui generis” (Lazzarato, 2020: 14). Desde una orientación
lacaniana, Zizek (2000) también ha insistido en que la lucha hegemónica tematizada por Laclau
siempre acontece en el marco de las condiciones y los límites provistos por el Capital. Para el
filósofo esloveno la lógica del capital neoliberal es la condición positiva de la hegemonía, es decir,
es el fondo sobre el cual puede desarrollarse la “hegemonía generalizada” (Zizek, 2000: 319). Sin
embargo, las diferencias emergen en las consecuencias que los distintos autores extraen de esta
problemática. En el caso de los pensadores europeos su lectura conlleva un abandono de la lucha
hegemónica y, por consiguiente, de la hipótesis populista; derivando hacia propuestas que
consideran “verdaderamente revolucionarias”. En el caso de Merlín, por el contrario, el problema
conduce hacia una reinterpretación de la lógica hegemónica, que la torna necesariamente
antagónica al Capital y la resguarda como lógica privilegiada del campo emancipatorio.
Desde una mirada general, la posición de Merlín ofrece una ventaja política significativa:
permite profundizar la explicación sobre las recurrentes derrotas de la izquierda a nivel global (algo
ciertamente más difícil desde las perspectivas que asumen la hegemonía como una categoría
meramente ontológica y/o descriptiva). En sentido contrario, su inevitable limitación es que
reconstruye los “marcadores de certeza” que Laclau sistemáticamente se había encargado de
eliminar a la hora de pensar la praxis política. Es decir, se restablece una división en donde franjas
enormes de la población son colocadas bajo el supuesto de la alineación al Capital y restablece el
lugar de la verdad histórica en el campo de las fuerzas emancipatorias.
Por último, debemos remarcar que la autora sostiene una dicotomización muy exigente- y
en algunos momentos, casi maniquea- del campo social, así como también enfatiza
permanentemente la manipulación mediática como el mecanismo privilegiado del poder neoliberal,
siendo ambos elementos muy característicos de la coyuntura política argentina pero difícilmente
extrapolables a otras latitudes. En efecto, podemos observar que muchas demandas del fascismo
capilar diseminado en los países centrales se generan en contra del propio establishment mediático,
asociado con un semblante cosmopolita y una matriz liberal-progresista; lo cual nos sugiere pensar
que la relación entre poder mediático y fascismo social tiene un carácter -de mínima- circular y no
unidireccional.
Más allá de estas puntualizaciones menores, creemos que en términos generales “Mentir y
colonizar” realiza un significativo aporte en múltiples debates de la teoría social contemporánea y
permite, a su vez, agudizar nuestra comprensión de los mecanismos de dominación del capitalismo
neoliberal y de los fenómenos políticos de un mundo cada día más evidentemente convulsionado,
sobre el cual se vuelve imperioso intervenir apostando por la (re)emergencia de un deseo
emancipatorio.
.
REFERENCIAS
1. Alemán, J. Capitalismo: Crimen perfecto o emancipación. Buenos Aires: Ned ediciones. 2019.
2. Merlín, N. Mentir y colonizar: Obediencia inconsciente y subjetividad neoliberal. Buenos Aires:
Letra Viva. 2019.
3. Mouffe, C. Por un populismo de izquierda. Buenos Aires: Siglo XXI. 2018.
4. Laclau, E. La razón populista. Buenos Aires: FCE. 2005
5. Lazzarato, M. El capital odia a todo el mundo. Buenos Aires: Eterna Cadencia. 2020.
6. La Boétie, Étienne De. El discurso de la servidumbre voluntaria. Buenos Aires: Terramar. 2008.
7. Lefort, C. La invención democrática. Buenos Aires: Nueva visión. 1990.
8. Stavrakakis, Y. La izquierda lacaniana. Buenos Aires: FCE. 2010.
9. Zizek, S. “Mantener el lugar” en: J. Butler, E. Laclau and S. Zizek, ed., Contingencia, hegemonía
y universalidad. Buenos Aires: FCE. 2000.