Filosofia de La Praxis PDF
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72 filosofía de la praxis
Así, pues, Hegel considera que tanto los alemanes como los fran-
ceses han tratado de afirmar el principio kantiano de la libertad de
la voluntad, pero los franceses han querido ponerlo en práctica,
mientras los alemanes se quedaban en el plano de la teoría. ¿Por qué
esta diferencia? “... Podría decirse —responde Hegel— que los fran-
ceses son cabezas calientes (ils ont la tête près du bonnet). Pero la razón
es más honda. En Alemania al principio formal de la filosofía se
oponen el mundo y la realidad concreta, con necesidades del espíritu
interiormente satisfechas. Los alemanes sólo podían conducirse pa-
Marx y F. Engels, La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la primera época, trad. de
W. Roces, México, Grijalbo, 1958, p. 9. [El mismo escrito de Marx figura en ome 5,
Manuscritos de París. Escritos de los “Anuarios Francoalemanes” (1844), trad. de J. M.a
Ripalda, Barcelona, Crítica, 1978, pp. 209-224.]
3 Hegel, Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, t. ii, trad. de J. Gaos,
4 Ibid., p. 398.
5 Ibid., p. 398. Sin citar estas palabras de Hegel, pero teniéndolas evidentemen-
te en cuenta, escribe Marx: “Incluso históricamente tiene la emancipación teórica
un interés específicamente práctico para Alemania. El pasado revolucionario de Ale-
mania es, en efecto, un pasado histórico, es la Reforma. Como entonces en el cere-
bro del fraile, la revolución comienza ahora en el cerebro del filósofo.” (C. Marx,
En torno a la crítica de la filosofía del derecho, de Hegel, op. cit., p. 10.)
6 Enrique Heine, Alemania, México, unam, 1960, pp. 74-75, (Nuestros Clási-
cos).
7 Carta a Baggesen, abril, 1796 (cita de R. Garaudy, Dieu est mort, p. 141).
76 filosofía de la praxis
8
C. Marx, En torno a la crítica de la filosofía del derecho, de Hegel, op. cit., pp. 7-8.
9
Cf. Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844, en C. Marx y F. Engels, Escritos
económicos varios, op. cit., pp. 112-113.
la concepción de la praxis en hegel 77
10Ibid., p. 114.
11Kant, Crítica del juicio, trad. de Manuel García Morente, Buenos Aires, El Ate-
neo, 1951, p. 313.
78 filosofía de la praxis
Hegel. Pero, a nuestro juicio, no se acerca tanto a él —y con mayor razón a Marx—
como para poder incluir en el concepto fichteano de praxis toda la actividad práctica,
creadora del hombre. Por esta razón, creemos que exagera Roger Garaudy al hacer de
Fichte, en este problema, un Hegel e incluso un Marx avant la lettre. Es la conclusión
a que llegamos, sobre la base de nuestra propia interpretación de Hegel y Marx, ante
afirmaciones como las siguientes: “La noción de ‘praxis’ a la que Marx dará una
significación concreta, histórica, social, material es indiscutiblemente de origen
fichteano” (Garaudy, Karl Marx, op. cit., p. 41).
13 G. Lukács, El joven Hegel ..., op. cit., p. 29.
la concepción de la praxis en hegel 79
14 El Fragmento de sistema (Systemfragment) está formado por dos pliegos que son los
ción utilitaria del objeto. Quizá en otro pasaje, ya perdido, del manuscrito se hacía
referencia explícita al trabajo para designar explícitamente, como se hace un poco
más tarde en su Sistema de la moralidad, la destrucción útil y adecuada a un fin. (Cf. G.
Lukács, El joven Hegel ..., p. 188.)
la concepción de la praxis en hegel 81
17 Hegel, Sistema de la moralidad, Jena, 1802 (cita de G. Lukács, El joven Hegel ..., op.
cit., p. 231).
18 Hegel, Sistema de la moralidad, op. cit., p. 231.
19 Con sus dos cursos de Filosofía de la realidad, Hegel prefigura ya la marcha de la
Ciencia de la lógica de Hegel. Fueron escritos en los años de la primera guerra mun-
dial y, junto con otras notas de la misma época sugeridas por sus lecturas de obras
de Hegel (Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Lecciones sobre historia de la filosofía y
Lecciones de filosofía de la historia) así como de otros autores: Aristóteles (Metafísica);
Lassalle (La filosofía de Heráclito el Oscuro); Abel Rey; Dietzgen; Plejánov, etc., fueron
recogidos y publicados por primera vez en 1929-1930 en los tomos ix y xii de los
Leninski sborniki (Recopilaciones leninistas). En el año 1933, aparecieron en volu-
men aparte con el título de Filosof oskie tetradi (Cuadernos filosóficos), que es con el
que se conocen estos fragmentos en la actualidad. En castellano existe una traduc-
ción basada en la 4a. ed. rusa, a cargo del Instituto de Marxismo-Leninismo de
Moscú. Esta versión castellana constituye el volumen 38 de las Obras completas de V.
I. Lenin, publicadas en los años 1958-1963 por la editorial Cartago de Buenos
Aires.
32 V. I. Lenin, Cuadernos filosóficos, en Obras completas, vol. 38, Buenos Aires,
36 Ibid.,p. 551.
37 V. I. Lenin, Cuadernos filosóficos, op. cit., p. 204.
38 Ibid., pp. 204-205.
96 filosofía de la praxis
39 Ibid., p. 205.
la concepción de la praxis en hegel 97
Solamente la actividad del fin, por ende, no está dirigida contra sí mis-
ma, para coger en sí una determinación dada y apropiársela [que es
precisamente lo que ocurre con el conocimiento, con la idea teórica,
a. s. v.], sino más bien para poner su propia determinación y darse, por medio
de la eliminación de las determinaciones del mundo exterior, la realidad en for-
ma de realidad.43
44 Nuestra interpretación de la Idea del Bien como práctica que rebasa el sentido
48 Ibid., p. 554.
la concepción de la praxis en hegel 101
crítica de la religión
1 Cf. la Introducción a La esencia del cristianismo, y, sobre todo, su cap. i: “La esencia
del hombre”. Citamos por la siguiente edición alemana: Ludwig Feuerbach, Das
Wesen des Christentums. Ausgabe in zwei Bänden. Herausgegeben von W. Schuffen-
hauer, Berlín, Akademie Verlag, 1956. [Ed. cast.: La esencia del cristianismo, Salamanca,
Ed. Sígueme, 1975.]
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la concepción de la praxis en feuerbach 103
2 A la Introducción a La esencia del cristianismo siguen las dos grandes partes en que
está dividida la obra: la primera titulada “La esencia verdadera, es decir, antropoló-
gica de la religión”, y la segunda, que lleva por título “La esencia falsa, es decir,
teológica de la religión”. El descubrimiento de la esencia verdadera de la religión (en
la primera parte) conduce a la reducción de lo divino a lo humano, o a una diviniza-
ción del hombre. A su vez, el descubrimiento de la esencia falsa de la religión (en
la segunda parte) muestra la incompatibilidad de la teología y el hombre, no de la
verdadera religión y lo verdaderamente humano. Esta conciliación exige la cancela-
ción de la enajenación religiosa.
3 L. Feuerbach, “Vorläufige Thesen zur Reform der Philosophie” (Tesis provi-
9 Ibid., p 56.
10 Cf. el estudio de Rodolfo Mondolfo, “Feuerbach y Marx”, en Marx y marxismo,
Estudios histórico-críticos, México-Buenos Aires, fce, 1960. En él se sobreestima la
influencia de Feuerbach sobre Marx y se tiende a borrar la línea que los separa,
especialmente desde 1845, año de las “Tesis sobre Feuerbach” de Marx. De acuer-
do con la interpretación de Mondolfo, el “verdadero” Marx no rebasa el marco de
la antropología feuerbachiana, o, a lo sumo, vendría a ser un continuador —aun-
que inconsecuente a veces— del pensamiento de Feuerbach.
11 R. Mondolfo, Marx y marxismo, op. cit., p. 31.
108 filosofía de la praxis
Lo que Feuerbach quiere decir es: que cualquiera que sea la exis-
tencia en sí del objeto éste lo es para mí —para mis sentidos, para mi
razón, mis sentimientos o mi voluntad— y que, en este aspecto, tes-
timonia mi esencia como ser sensible, racional, afectivo o volitivo. La
actitud del sujeto ante el objeto puede oscilar entre dos extremos:
entre una subjetivación total del objeto (distinción absoluta del en sí
y el para sí hasta el punto de que el objeto sólo es lo que es para mí,
13 Ibid., p. 83.
14 Ibid., p. 50.
110 filosofía de la praxis
15 Ibid.
16 Ibid.
17 Ibid., p. 287.
18 Ibid., p. 376.
la concepción de la praxis en feuerbach 111
19 Ibid., p. 409.
20 C. Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, op. cit., p. 633.
112 filosofía de la praxis
teoría y religión
27 Ibid.
28 Ibid., p. 99.
29 Ibid., p. 188.
la concepción de la praxis en feuerbach 115
antropología y religión
32 Ibid., p. 409.
33 Ibid.
la concepción de la praxis en feuerbach 117
religión y práctica
Feuerbach como una nueva abstracción frente a la cual afirma al “único”, al indivi-
duo, no sujeto a nada, absolutamente independiente que no reconoce ninguna ins-
tancia superior o trascendente de él, ya sea Dios, la Humanidad o la Sociedad.
36 “Feuerbach resuelve la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia
Engels, Obras escogidas, en dos tomos, ed. cast., Moscú, 1952, tomo ii, p. 358.
la concepción de la praxis en feuerbach 119
44 Ibid., p. 292.
45 Ibid., p. 293.
122 filosofía de la praxis
46 Ibid., p. 187.
47 Ibid., p. 188.
48 Ibid., p. 189.
49 Ibid., p. 191.
la concepción de la praxis en feuerbach 123
afirma el hombre ante los objetos por su lado subjetivo, egoísta, ar-
bitrario.
A este comportamiento práctico, contrapone Feuerbach una vez
más la actitud teórica, el punto de vista de la armonía del hombre con
el mundo, característico de los griegos, contempladores de la natu-
raleza, en contraste con los israelitas, a los que el egoísmo quitaba “el
sentido y el instinto libre y teórico”. Mientras la teoría hace de la
naturaleza un objeto del pensamiento, de la contemplación, la prác-
tica lo convierte en objeto de provecho y utilidad. Claro está —dice
también Feuerbach, reconociendo en este plano la unidad de la teo-
ría y la práctica— que “el israelita no podía tampoco, como hombre,
sustraerse por razones prácticas a la contemplación y admiración
teórica de la naturaleza”.50 Pero la primacía la tenía para él la práctica
en su forma sórdida y utilitaria.
En esta contraposición de teoría y práctica, la primera se impone
definitivamente. El mundo que no es nada para la religión lo mani-
fiesta en su gloria la teoría. “Las alegrías teóricas son las más bellas y
espirituales.” En cambio, “la concepción práctica es una concepción
sucia, porque está manchada por el egoísmo”.51
En suma, Feuerbach no ve propiamente el papel de la praxis
humana. Puede afirmarse, asimismo, que no lo ve en ninguna de
estas tres direcciones:
50 Ibid., p. 196.
51 Ibid., p. 306.
52 En este sentido, es más bien actividad consumidora que responde a las ‘nece-
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128 filosofía de la praxis
2 “En política, los alemanes han pensado lo que otros pueblos han hecho. Alema-
nia era su conciencia teórica” (C. Marx, En torno a la crítica de la filosofía del derecho,
de Hegel, Introducción, en C. Marx y F. Engels, La Sagrada Familia y otros escritos filosó-
ficos ..., trad. de W. Roces, México, Grijalbo, 1958, p. 9).
la concepción de la praxis en marx 129
lógica). Tan rico es este contenido que, una vez desmistificado, permi-
tirá descubrir nuevas riquezas tanto a Marx (en los Manuscritos econó-
mico-filosóficos de 1844) como a Lenin (en sus Cuadernos filosóficos).
Pero, en definitiva, en Hegel lo práctico no se sostiene por sí mismo,
sino como un momento del autoconocimiento del Espíritu e integra-
do, por tanto, como peldaño teórico al fin en la teoría de lo Absoluto.
Pero esta teorización absoluta, y, por tanto, cerrada, acaba por
inmovilizar la propia realidad. El sistema ahoga al método. Tal es la
contradicción que los jóvenes hegelianos no dejarán de apuntar —y
que más tarde subrayará Engels—, entre un Espíritu que se mueve
y despliega, pero que a la vez se cierra sobre sí mismo y acaba por
aceptar la realidad como es.3 Claro esta que para Hegel no habría tal
contradicción, pues la verdad sólo se da como totalidad, y esta tota-
lidad si lo es propiamente ha de ser cerrada. El espíritu es lo que debe
ser. El ser está dado con todas sus determinaciones. Los caminos están
ya recorridos. Las inadecuaciones sólo se dan en el conocimiento que
el Espíritu tiene de sí mismo, de su realidad que es la realidad entera.
Trátese de la filosofía, de la historia o de las relaciones económicas
y sociales, las cartas están ya echadas. La misión del filósofo —porta-
dor del Espíritu— es comprender —y justificar— lo que es. O como
dice Hegel sin rodeos: “El búho de Minerva sólo emprende el vuelo
al crepúsculo.”4
La filosofía de Hegel, en sustancia, es incompatible con una verda-
dera filosofía de la praxis, de la acción, de la transformación revolu-
cionaria de lo real.
Resulta así que siendo el idealismo alemán una filosofía de la
actividad, entendida esta última como actividad de la conciencia,
la filosofía de Hegel, por llevar esta actividad —como saber— al
plano de lo absoluto, es la filosofía de la acción absoluta en el terreno
del pensamiento y, por ello, de la conciliación absoluta con la reali-
dad.
La izquierda hegeliana ha querido romper con este principio
conciliador. Ha pretendido que la filosofía sea práctica en el sentido
Engels, Obras escogidas, dos tomos, ed. cast., Moscú, 1952, ii, pp. 338 y 340.
4 En este aforismo del prólogo de su Filosofía del derecho, resume Hegel
obra de A. Cornu. Es también importante a este respecto todo el cap. i del libro ii, de
la obra antes citada de M. Rossi, Marx e la dialettica hegeliana, t. ii. Por último, véase
asimismo el estudio de Emile Bottigelli, “Karl Marx: et la gaucha hegelienne”, Annali
1963, Milán, Instituto G. Feltrinelli, 1964, pp. 9-32.
132 filosofía de la praxis
Marx con la filosofía anterior presupone, ante todo, una toma de posición con respec-
to al punto o terreno en que se opera esa ruptura. Si se considera que rompe, funda-
mentalmente, con la filosofía idealista hegeliana en cuanto filosofía mistificadora
que, con su mistificación, escamotea la realidad que ha de ser transformada, el lugar
de la ruptura será la filosofía del derecho y el Estado, y, en este sentido, la crítica a que
Marx somete al idealismo hegeliano en 1843 en su Contribución a la crítica de la filosofía
del derecho, de Hegel, cobra el relieve que Galvano Della Volpe le ha dado (cf. su
Rousseau y Marx, Buenos Aires, Platina, 1963). Marx desgarra ahí los velos idealistas
que ocultan la verdadera realidad: las condiciones materiales de existencia. Su crítica
pone ante nosotros la realidad, pero de lo que se trata —como él dirá más tarde— es
de transformar no una idea falsa, mistificadora sobre la realidad, sino la realidad que
engendra esta idea. La ruptura de Marx con la filosofía anterior, por tanto, no es
todavía radical. Aún no dobla el cabo que le permitirá avizorar la tierra firme de la
filosofía como teoría y guía de la acción. Ahora bien, si se piensa que Marx rompe con
la ideología para elaborar la teoría científica del socialismo, su ruptura significará la
sustitución de un pensamiento ideológico —es decir, irreal, falso, ilusorio, en virtud
134 filosofía de la praxis
filosofía y acción
12 C. Marx, En torno a la crítica de la filosofía del derecho, de Hegel, op. cit., p. 10.
13 Ibid., p. 11.
14 Ibid., p. 3.
15 Ibid., p. 9.
138 filosofía de la praxis
cit., p. 11.
17 Ibid., p. 12
18 C. Marx y F. Engels, La Sagrada Familia, op. cit., pp. 101-102.
la concepción de la praxis en marx 139
19 C. Marx, En torno a la critica de la filosofía del derecho, de Hegel, op. cit., p. 15.
20 Ibid.
21 Ibid., p. 14.
140 filosofía de la praxis
24 Cf. en los Manuscritos de 1844 el manuscrito que lleva por título “El trabajo
26 Ibid., p. 68.
27 Ibid., p. 70.
146 filosofía de la praxis
28 “Lo más importante de la Fenomenología de Hegel [es] ... el que capte, por tanto,
la esencia del trabajo y conciba al hombre objetivado y verdadero, por ser el hombre
real, como resultado de su propio trabajo.” (Manuscritos de 1844, op. cit., p. 113.)
la concepción de la praxis en marx 147
del joven Marx” (M. Rossi, Marx e la dialettica hegeliana, t. 2, Roma, Riuniti, 1963, p.
587). Rechazando también la discontinuidad radical entre los Manuscritos de 1844 y
sus obras inmediatamente posteriores, T. I. Oizerman aprecia así esta obra juvenil
dentro de la evolución del pensamiento de Marx: “Los Manuscritos económico-filosóficos,
pese a la influencia del antropologismo de Feuerbach, característica de ellos, y pese
a los viejos elementos de concepciones que superará posteriormente, así como a una
terminología que no corresponde a su contenido, constituyen, en lo fundamental, la
formulación de tesis básicas del materialismo dialéctico e histórico. (T. I. Oizerman,
Formirovanie filosofii marksisma [La formación de la filosofía del marxismo], Moscú,
1962, p. 304.)
33 Manuscritos económico-filosóficos de 1844, op. cit., pp. 67-68.
la concepción de la praxis en marx 151
objetivación enajenada, sin que por ello el hombre, como ser social,
haya dejado de afirmarse, de producirse a sí mismo.34
El trabajo —la producción— es lo que eleva al hombre sobre la
naturaleza exterior y sobre su propia naturaleza, y en esta superación
de su ser natural consiste propiamente su autoproducción. Pero,
históricamente, y esto es lo que hace que la objetivación entrañe, a
su vez, la negatividad propia del trabajo enajenado, el hombre sólo
ha podido objetivarse, dominar la naturaleza, cayendo en una depen-
dencia respecto de otros. En este sentido, podemos decir que para
Marx la enajenación aparece como una fase necesaria del proceso de
objetivación, pero fase que el hombre ha de superar, cuando se den
las condiciones necesarias, a fin de que pueda desplegar su verdadera
esencia.35
Así, pues, la praxis material productiva exige poner en relación y,
a su vez, distinguir, objetivación y enajenación.
El hombre solamente existe como tal y se autoproduce como ser
que se objetiva y produce un mundo humano. Pero esta objetivación
reviste necesaria, pero no esencialmente, un carácter enajenado.
Justamente, por ello, la enajenación puede ser superada; no así la
objetivación que es, podemos decir, constitutiva, esencial para el
hombre. Por ello, decíamos anteriormente, la producción es esencial
y fundamental en la vida social. La praxis material, entendida sobre
todo como actividad productiva, ya desde los Manuscritos, pasa a ocu-
par el lugar central en el pensamiento de Marx. El problema de las
relaciones entre sujeto y objeto, no sólo en un sentido ontológico
sino también gnoseológico, tiene que verse a la luz de ella.
el hombre y la naturaleza.
carácter antropológico de las ciencias naturales
34 Ibid., p. 88.
35 Ibid., pp. 82-83.
152 filosofía de la praxis
38 Ibid.,
p. 123.
39 La prioridad ontológica de la naturaleza, del objeto de la actividad práctica
del hombre respecto de su actividad creadora, es subrayado en más de una ocasión
por Marx. Cf. a este respecto: “El obrero no puede crear nada sin la naturaleza, sin
el mundo exterior sensible. Esta es la materia sobre la que se realiza su trabajo, sobre
la que éste actúa, a base y por medio de la cual produce el obrero”. (Manuscritos de
1844, p. 64 .)
154 filosofía de la praxis
40 Ibid., p. 88.
41 Ibid., pp. 88-89.
42 Ibid., p. 87.
la concepción de la praxis en marx 155
43 Ibid., p. 88.
44 Esta tesis del carácter antropológico de las ciencias naturales por su objeto
será abandonada posteriormente por Marx cuando elabore, a partir de La ideología
alemana, su doctrina de la supraestructura ideológica dentro de la cual no incluye
las ciencias de la naturaleza.
45 Manuscritos de 1844, p. 89.
156 filosofía de la praxis
1958, p. 86. [Hay una traducción posterior, de Pedro Scaron, en ome 6: La Sagrada
Familia. La situación de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Crítica, 1978.]
la concepción de la praxis en marx 159
49 Ibid., p. 257.
50 Ibid., p. 258.
160 filosofía de la praxis
51 Ibid.
52 La Sagrada Familia, op. cit., p. 258.
53 Ibid.
la concepción de la praxis en marx 161
54 Ibid., p. 119.
55 Ibid., p. 118.
56 Ibid.
162 filosofía de la praxis
57 Ibid., p. 185.
58 Ibid.
59 Ibid., p. 186.
la concepción de la praxis en marx 163
60 Ibid., p. 147.
61 Ibid., p. 148.
62 Ibid.
164 filosofía de la praxis
63 Ibid., p. 147.
64 Ibid., p. 216.
65 Ibid., p. 84.
la concepción de la praxis en marx 165
66 Ibid., p. 102.
166 filosofía de la praxis
67 Ibid., p. 101.
68 Ibid., p. 102.
la concepción de la praxis en marx 167
Tesis i.
70 Lo que Marx no dice tan explícitamente en sus Tesis lo expresa sin rodeos en
este pasaje de La ideología alemana que data del mismo tiempo: “No ve [Feuerbach]
que el mundo sensible que lo rodea no es algo directamente dado desde toda una
eternidad y constantemente igual a sí mismo, sino el producto de la industria y el
estado social, en el sentido de que es un producto histórico, el resultado de la activi-
dad de toda una serie de generaciones, cada una de las cuales se encarama sobre los
hombres de la anterior, sigue desarrollando su industria y su intercambio y modifica
su organización social con arreglo a las nuevas necesidades. Hasta los objetos de la
‘certeza sensorial’ más simple le vienen dados solamente por el desarrollo social,
la industria y el intercambio comercial”. (C. Marx y F. Engels, La ideología alemana, op.
cit., p. 45.)
la concepción de la praxis en marx 171
Incluso esta ciencia natural ‘pura’ sólo adquiere tanto su fin como su material sola-
mente gracias al comercio y a la industria, gracias a la actividad sensible de los hom-
bres ...” Y se agrega: “... es esta actividad, este continuo laborar y crear sensibles, esta
producción, la base de todo el mundo sensible ...”. En cuanto a la naturaleza exterior,
en sí, al margen de la actividad práctica del hombre, se dice un poco más adelante: “Es
cierto que queda en pie, en ello, la prioridad de la naturaleza exterior ... Por lo
demás, esta naturaleza anterior a la historia humana no es la naturaleza en que vive
Feuerbach, sino una naturaleza que, fuera tal vez de unas cuantas islas coralíferas
australianas de reciente formación, no existe ya hoy en parte alguna, ni existe tampo-
co, por tanto, para Feuerbach”. (C. Marx y F. Engels, La ideología alemana, op. cit., pp.
46-47.)
la concepción de la praxis en marx 173
Veamos ahora la tesis ii, cuya importancia es capital ya que nos hace
ver el papel de la práctica en el conocimiento en una nueva dimen-
sión: no sólo proporciona el objeto del conocimiento sino también
el criterio de su verdad.
“El problema de si puede atribuirse al pensamiento humano una
verdad objetiva no es un problema teórico, sino un problema práctico.
Es en la práctica donde el hombre debe demostrar la verdad, es decir,
la realidad y el poder, la terrenalidad de su pensamiento. La disputa
en torno a la realidad o irrealidad del pensamiento —aislado de la
práctica— es un problema puramente escolástico.”72
Esta tesis se desprende de la anterior. Si la praxis es fundamento
del conocimiento; es decir, si el hombre sólo conoce un mundo en
tanto que es objeto o producto de su actividad, y si, además, sólo lo
conoce porque actúa, prácticamente, y gracias a su actividad real,
transformadora, ello significa que el problema de la verdad objetiva,
o sea, de si nuestro pensamiento concuerda con las cosas que
preexisten a él, no es un problema que pueda resolverse teóricamen-
te, en una mera confrontación teórica de nuestro concepto con el
objeto, o de mi pensamiento con otros pensamientos. Es decir,
la verdad de un pensamiento no puede fundarse si no se sale de la
esfera misma del pensamiento. Para mostrar su verdad tiene que salir
de sí mismo, plasmarse, cobrar cuerpo en la realidad misma, bajo la
forma de actividad práctica. Sólo entonces, poniéndolo en relación
con la praxis en cuanto que ésta se halla impregnada por él, y el
pensamiento, a su vez, es, en la praxis, un pensamiento plasmado,
realizado, podemos hablar de su verdad o falsedad. Es en la práctica
donde se prueba y se demuestra la verdad, la “terrenalidad”, del
pensamiento. Fuera de ella, no es verdadero ni falso, pues la verdad
no existe en sí, en el puro reino del pensamiento, sino en la práctica.
En este sentido, dice Marx que la disputa en torno a la verdad o
falsedad (realidad o irrealidad) del pensamiento, al margen de la
práctica, es una cuestión puramente escolástica. Es decir, al juzgar
la verdad o la falsedad de una teoría no podemos aislarla de la práctica.
73 C. Marx, Tesis sobre Feuerbach, op. cit., p. 635. (La cursiva es nuestra.)
la concepción de la praxis en marx 175
74 Ibid., p. 634.
176 filosofía de la praxis
a] Los hombres no sólo son producto de las circunstancias, sino que éstas
también son productos suyos. Se reivindica así el condicionamiento del
medio por el hombre, y con ello su papel activo en relación con el medio.
Las circunstancias condicionan, pero en cuanto que no existen las cir-
la concepción de la praxis en marx 177
conciencias hay que situar la tesis xi. Ésta define la conexión histó-
rica entre la filosofía y la acción, y, a su vez, la relación que el marxis-
mo mantiene con la práctica, rompiendo con toda la filosofía tradi-
cional.
“Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de distintos
modos; de lo que se trata es de transformarlo.”76
En esta tesis se habla del mundo en dos sentidos: como objeto de
interpretación, y como objeto de la acción del hombre, de su activi-
dad práctica, es decir, como objeto de su transformación. ¿En qué
relación se halla o ha de hallarse la filosofía con el mundo? A esta
cuestión da respuesta Marx en su famosa tesis xi: la filosofía ha de
estar en relación con el mundo en cuanto objeto de su acción. Esta
tesis es perfectamente congruente con todo lo que se ha dicho antes
y particularmente con las tesis i y ii que ya hemos glosado. Si el
hombre conoce el mundo en la medida en que actúa sobre él de tal
manera que no hay conocimiento al margen de esta relación prácti-
ca, la filosofía en cuanto teoría no puede desvincularse de la práctica
para reducirse a mera visión, contemplación o interpretación. Pero
eso es precisamente lo que ha hecho hasta ahora la filosofía. Aunque
una filosofía de este género pueda tener consecuencias prácticas,
éstas se inscriben siempre en el marco de una aceptación del mundo
que contribuye, a su vez, a justificarlo y apuntalarlo. La expresión más
acabada de esa filosofía es justamente la que sólo aspira —como en
Hegel— a dar razón de lo que es, y rechaza el intento de señalar
caminos al desenvolvimiento de lo real. De lo que se trata ahí no
es de transformar el mundo sino de reducirlo a pensamiento, es
decir, de interpretarlo; una vez terminada su interpretación, el mun-
do no puede ser modificado; admitir su modificación equivaldría a
admitir algo que escapa al pensamiento, y ese mundo no pensado
—tomando en cuenta la tesis cardinal de Hegel de la identidad del
pensamiento y el ser— sólo podría ser un mundo irreal. Puesto
que para Hegel el mundo es como debe ser, no hay lugar para una reali-
dad que sea objeto de transformación.
Ahora bien, cuando se trata de transformar el mundo, lo primero
que hay que rechazar es una filosofía que con sus consecuencias
ciencia por razones prácticas, se mantienen fieles Marx y Engels a lo largo de toda su
vida y su obra. Así, por ejemplo, en el folleto de F. Engels, escrito en 1877, y que él ha
titulado inequívocamente Del socialismo utópico al socialismo científico, se da esta carac-
terización del socialismo científico, en la que se pone de manifiesto claramente el
contenido teórico-práctico del marxismo: “El socialismo científico, expresión teórica
del movimiento proletario, es el llamado a investigar las condiciones históricas y, con
ello, la naturaleza misma de este acto [la revolución proletaria], infundiendo de este
modo a la clase llamada a hacer esta revolución, a la clase hoy oprimida, la conciencia
de las condiciones y de la naturaleza de su propia acción” (cf. Marx y Engels, Obras
escogidas, ed. cast. cit., tomo ii, p. 144).
182 filosofía de la praxis
riales que, por un lado, hacen al hombre y sus ideas y que, por otro,
han de ser transformadas con su acción real. “Las circunstancias
hacen al hombre —dicen Marx y Engels— en la medida en que éste
hace a las circunstancias.”80
El análisis de estas circunstancias le lleva a Marx a señalar —enri-
queciendo y desarrollando las ideas expuestas en los Manuscritos de
1844— el papel de la producción en la historia y en la vida social. El
hombre se diferencia del animal por su actividad productiva, y, en
este sentido, la producción no es un rasgo entre otros de la existencia
humana, sino un rasgo esencial.
Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coin-
cide, por consiguiente, tanto con lo que producen como con el modo
como producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las
condiciones materiales de su producción.82
80 Ibid.
81 Ibid., p. 19.
82 Ibid.
184 filosofía de la praxis
83 Ibid., p. 38.
la concepción de la praxis en marx 185
84 Ibid., p. 36.
85 Ibid., p. 50.
186 filosofía de la praxis
el desarrollo histórico
Engels, Obras escogidas, en tres tomos, Moscú, Progreso, 1973, t. i. [Hay trad. más
reciente, de León Mames, en ome 9: Manifiesto del Partido Comunista. Artículos de la
“Nueva Gaceta Renana” I (1847-junio 1848), Barcelona, Crítica, 1978.]
88 Ibid., p. 116.
192 filosofía de la praxis
Obras escogidas, op. cit., t. i, pp. 102-103. [Cf. ome 9, pp. 375-376.]
90 Manifiesto, op. cit., p. 111.
la concepción de la praxis en marx 193
91 Ibid., p. 113.
92 Ibid.
93 Ibid., p. 115.
94 Ibid., p. 117.
194 filosofía de la praxis
la revolución proletaria
95 Ibid., p. 122.
96 Ibid., p. 116.
la concepción de la praxis en marx 195
97 Ibid., p. 128.
98 Ibid.
99 Ibid., p. 129.
196 filosofía de la praxis
podrá cumplirse al principio más que por una violación despótica del
derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción ...
que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas y serán
indispensables como medio para transformar radicalmente el modo
de producción.”100
A lo largo de los pasajes anteriores se ha ido perfilando una defi-
nición del poder político, o del Estado, que hace hincapié en el
elemento de dominación. Ciertamente, al conquistar el poder polí-
tico, el proletariado se organiza como clase dominante. Y por esta
organización el nuevo poder comparte lo propio de todo poder
político: el ser “violencia organizada de una clase para la opresión de
otra”. Pero se trata, por su contenido, de una violencia especial, ya
que es compatible con lo que, en los poderes políticos anteriores,
queda excluido: la democracia. En efecto, en el Manifiesto “ la eleva-
ción del proletariado a clase dominante” que es la “violencia organi-
zada”, de clase, se conjuga claramente con “la conquista de la
democracia”. De este modo, quedan claramente marcados, en su
unidad indisoluble, los dos aspectos esenciales del concepto clásico
de dictadura del proletariado que Lenin habrá de retomar en El
Estado y la revolución.
La revolución proletaria es, como hemos visto, un proceso de
ruptura radical con las relaciones burguesas de producción y con las
ideas tradicionales, mediante el uso adecuado del nuevo poder polí-
tico. Pero esta transformación radical alcanza también al poder con-
quistado, es decir, al instrumento mismo de esa transformación.
Leamos con atención este pasaje: “Una vez que en el curso del desa-
rrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concen-
trado toda la producción en manos de los individuos asociados, el
poder público perderá su carácter político.”101
Aunque Marx y Engels no la caractericen explícitamente así, po-
dríamos decir con base en el pasaje anterior que la revolución pro-
letaria constituye un proceso de transición entre la conquista del poder
y la pérdida del carácter político de ese poder. Ciertamente, en el
100 Ibid.
101 Ibid., p. 129.
la concepción de la praxis en marx 197
obreros”; sus intereses son los mismos que los de toda la clase, o sea,
“no tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado”
y, por esta razón, “no proclaman principios especiales a los que qui-
sieran amoldar el movimiento proletario”. Por último, tienen el mis-
mo objetivo inmediato que los demás partidos obreros: “constitución
de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burgue-
sa, conquista del poder político”.108
Pero en el Manifiesto vemos también que no se trata de un partido
obrero más. Se distinguen de ellos por dos rasgos que quedan nítida-
mente señalados: 1] hacer valer los intereses comunes a todos los
proletarios “independientemente de la nacionalidad” y 2] represen-
tar en cada fase del movimiento “los intereses del proletariado en su
conjunto”. Con el primer rasgo, se subraya el carácter internacional
del movimiento comunista; con el segundo, su interés se identifica,
en cada fase del desarrollo de la lucha con los del proletariado en su
conjunto. Así, pues, lo que los comunistas comparten con otros par-
tidos obreros no excluye, a la vez, su distinción respecto de ellos.
Pero los comunistas no sólo se distinguen de los demás parti-
dos obreros sino que también los aventajan. Marx y Engels señalan
claramente estas ventajas, aunque en verdad aquello por lo que se
distinguen, a saber, su internacionalismo, su representación de los
intereses del movimiento en su conjunto, constituyen ya grandes ven-
tajas. Pero el Manifiesto dice explícitamente que los comunistas aven-
tajan a los demás partidos obreros: 1] prácticamente, por ser “el sector
más resuelto” ... “que siempre impulsa a los demás”; 2] teóricamente,
“por su clara visión de las condiciones de la marcha y de los resultado
generales del movimiento proletario”.109 Esta visión teórica enraiza-
da en el movimiento real, histórico, los aleja de los utopistas que pro-
ponen principios inventados. “Las tesis teóricas de los comunistas no
se basan en modo alguno en ideas y principios inventados por tal
o cual reformador del mundo ... No son sino la expresión de conjun-
to de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un
movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos.”110
108 Ibid.
109 Ibid.
110 Ibid.
202 filosofía de la praxis
112 Sobre el Manifiesto Comunista como teoría de la revolución social y sobre los
conceptos de conciencia de clase y partido en ella, así como sobre su vinculación con
204 filosofía de la praxis
el corte del marxismo con ella exige no sólo su reducción a sus raíces
reales, sino sobre todo la transformación de la realidad que engendra
esta ideología de la conciliación. No se trata, por tanto, de un corte
meramente epistemológico entre ideas o grados o niveles de conoci-
miento ni tampoco de un simple paso del error a la verdad, de la
ideología a la ciencia, ya que en ese paso se halla implicada la praxis,
la transformación misma de lo real. En este sentido, el corte o ruptura
de Marx con la filosofía tradicional, así como con la fase de su pensa-
miento que todavía se halla en mayor o menor grado bajo la influencia
de ella, no puede caracterizarse en términos puramente teóricos o
epistemológicos, sino fundamentalmente en términos prácticos. El
marxismo se constituye, por tanto, como tal, y rompe así con la filosofía
que como mera interpretación del mundo culmina en Hegel cuando
se afirma como teoría de la praxis revolucionaria en particular, y de la
actividad práctica humana en general. Así entendido, el marxismo es
esencialmente la filosofía de la praxis.
4. LA CONCEPCIÓN DE LA PRAXIS EN LENIN
teoría y política
[209]
210 filosofía de la praxis
caso, sus nexos con la práctica sean más o menos directos o transpa-
rentes. Pero Lenin no sólo se ocupa de la teoría porque así lo exige
una práctica determinada, sino que se ocupa también, al más alto
nivel de abstracción, de la praxis misma, como categoría funda-
mental.
Lenin opera, pues, con una concepción de la praxis más o menos
explícita tanto al hacer teoría, al organizar, dirigir y desarrollar una
práctica revolucionaria y, finalmente, al reflexionar sobre la praxis
misma y, por tanto, sobre la unidad de la teoría y la práctica. En estos
tres planos, tiene que ver con la praxis y, en esos tres, se pone de
manifiesto su concepción de ella.
tercero.
la concepción de la praxis en lenin 213
5 V. I. Lenin, ¿Quiénes son los “amigos del pueblo”...?, Obras completas, op. cit., t. 1, p.
152.
6 Ibid., p. 153.
7 En un examen superficial podría parecer que eran los populistas quienes veían
más claramente lo específico ruso al sostener que Rusia pasaría de una fase
precapitalista al socialismo sin pasar por el capitalismo. Y sus conclusiones pare-
cían avaladas por las cartas de Marx y Engels a Vera Zasulich y por su prefacio a la
la concepción de la praxis en lenin 215
segunda edición rusa, de 1882, al Manifiesto (cf. Marx y Engels, Obras escogidas, ed.
cast. cit., t. i, pp. 101-102), en el que en respuesta a la cuestión de si la comunidad
rural rusa podría pasar o no directamente a la forma superior comunista de propie-
dad, dicen: “La única respuesta que se puede dar hoy a esta cuestión es la siguiente:
si la revolución rusa da la señal para una revolución proletaria en Occidente, de
modo que ambas se complementen, la actual propiedad común de la tierra en Rusia
podrá servir de punto de partida para el desarrollo comunista.” Este planteamiento,
al admitir la posibilidad, en 1882, del tránsito al comunismo desde las comunidades
precapitalistas, vendría a reafirmar que Marx y Engels eran los primeros, contra las
interpretaciones mecanicistas del materialismo histórico, en mostrar que el desarro-
llo histórico no sigue una línea única e inexorable y que las condiciones históricas
específicas pueden introducir formas peculiares en ese desarrollo; vendría a confir-
mar asimismo que la explicación de una realidad específica —en este caso, la rusa—
no puede ser deducida de una teoría general. Pero a este respecto hay que hacer
algunas observaciones: el planteamiento de Marx no puede identificarse sin más con
el de los populistas, pues mientras éstos consideraban que la posibilidad de saltar la
fase capitalista estaba inscrita en el desarrollo interno de la comunidad rural, Marx y
Engels pensaban que ese salto requería una condición: la revolución proletaria en
Occidente. Pero Lenin, quince años después, rechaza la posibilidad del tránsito de la
comunidad rural rusa al socialismo no sólo porque no se ha cumplido la condición
señalada por Marx y Engels, sino ante todo porque en la realidad misma se comprue-
ba que la comuna se va disgregando bajo los efectos del desarrollo capitalista en
Rusia. De este modo, Lenin da respuesta a un problema teórico y práctico al aplicar
el materialismo histórico a una realidad captada en su especificidad: como desarrollo
específico del capitalismo en Rusia.
216 filosofía de la praxis
14 De las “Actas del II Congreso del POSDR”, en V. I. Lenin, ¿Qué hacer?, V. Strada,
21 Ibid.
la concepción de la praxis en lenin 225
p. 44.
23 Ibid., p. 46.
la concepción de la praxis en lenin 227
28 V. I. Lenin, “Cartas sobre táctica”, en Obras completas, op. cit., t. 24, p. 36.
29 Ibid., p. 37.
la concepción de la praxis en lenin 231
que la toma del poder; primero por la vía pacífica y, cerrada esta
posibilidad, mediante la insurrección armada. Lenin en esos días
febriles de octubre comprende —y, en un esfuerzo titánico, se lo hace
comprender al resto de los dirigentes bolcheviques— que la situa-
ción revolucionaria puede desvanecerse si no se pasa inmediatamen-
te a la toma del poder por la vía insurreccional.
No hay en este paso propuesto por Lenin subjetivismo ni blan-
quismo. Se trata simplemente de dar al factor subjetivo todo su peso,
el peso decisivo, una vez que están dadas las condiciones objetivas
anudadas en su expresión más alta: la situación revolucionaria. A lo
largo de toda la práctica revolucionaria del periodo en cuestión ve-
mos la unidad de los factores objetivos y subjetivos, su mutua pene-
tración. En el factor objetivo, particularmente en la creación de la
situación revolucionaria, influye el factor subjetivo. A su vez, del fac-
tor objetivo surge una posibilidad revolucionaria que sólo puede
realizarse con la intervención del factor subjetivo, es decir, de la ca-
pacidad de la clase revolucionaria de llevar a cabo acciones de masas,
como dice Lenin.
En la práctica revolucionaria leniniana encontramos esta justa
conjunción de los factores objetivos y subjetivos.
34 V. I. Lenin, “Cartas desde lejos”, en Obras completas, op. cit., t. 23, p. 330.
236 filosofía de la praxis
35 V. I. Lenin, “Cartas sobre táctica”, en Obras completas, op. cit., t. 24, p. 35.
la concepción de la praxis en lenin 237
filosofía y política
39 “Carta a Gorki, 25 de febrero de 1908”, en Obras completas, op. cit., t. 13, pp. 456-
457.
40 V. I. Lenin, Materialismo y empiriocriticismo, en Obras completas, op. cit., t. 14,
p. 18.
41 V. I. Lenin, “Los que nos niegan”, en Obras completas, op. cit., t. 17, p. 68.
240 filosofía de la praxis
“variedad del idealismo” y, con mayor tesón aún, cuando ve que esa
filosofía idealista se hace pasar por marxista, y, a mayor abun-
damiento, cuando sus exponentes son miembros del partido revolu-
cionario. Todo esto podría llevar a la conclusión de que, en fin de
cuentas, lo que persigue Lenin es vencer, con un arma filosófica, a un
grupo político dentro del partido. Y esta conclusión vendría a re-
forzar la imagen practicista o tacticista que de Lenin han trazado
algunos de sus críticos burgueses. Pero el propio Lenin que tan ro-
tundamente ha puesto de relieve los nexos entre filosofía y política,
no piensa que el tránsito de una a otra sea tan directo. En una carta
a Gorki escribe por entonces: “... Obstaculizar la labor orientada a
hacer funcionar en el partido obrero la táctica de la socialdemocracia
con disputas sobre la superioridad del materialismo o de la doctrina
de Mach ... sería una torpeza inadmisible.”
Ahora bien, para Lenin la defensa del marxismo, es ya una tarea
política revolucionaria que no puede ser soslayada y, menos aún,
cuando esa defensa tiene que ser asumida dentro del partido mismo.
Esa tarea se ha vuelto indispensable aunque la defensa del marxismo
entrañe la crítica de las posiciones filosóficas de un grupo que, en el
interior del partido, mantienen una posición política divergente. En
suma, lo que encontramos explícitamente en Materialismo y empiriocri-
ticismo no es un filosofar al servicio de un objetivo político inmediato
(derrotar políticamente a los otzovistas), sino el filosofar, en cuanto
crítica de una filosofía reaccionaria aunque hable “en nombre del
marxismo”, como tarea política. Y esto explicaría que el político prác-
tico se haya elevado (o haya descendido) a este plano general y abs-
tracto de las cuestiones filosóficas.
44 Ibid., p. 25.
45 Ibid., p. 138.
46 Ibid.
244 filosofía de la praxis
47 Ibid., p. 141.
48 Ibid., p. 139.
49 Ibid., p. 141.
50 Cf. Anton Pannekoek, “Lenin filósofo” y Karl Korsch, “La filosofía de Lenin”,
51 Ibid., p. 165.
52 Ibid., p. 37.
246 filosofía de la praxis
55 Ibid., p. 223.
56 Cuadernos filosóficos, op. cit., p. 188.
la concepción de la praxis en lenin 249
59 Ibid., p. 176.
60 Ibid., p. 181.
61 Ibid.
la concepción de la praxis en lenin 251
62 Ibid., p. 182.
63 Ibid., p. 183.
64 Cf. cap. i: “La concepción de la praxis en Hegel”.
65 Ibid., pp. 204-205.
66 K. Marx, El capital, trad. Pedro Scaron, México, Siglo XXI Editores, 21 ed.,
69 Ibid., p. 210.
70 Ibid., p. 210.
la concepción de la praxis en lenin 253
79 Ibid., p. 200.
80 Ibid., p. 193.
256 filosofía de la praxis
81 Ibid., p. 200.
82 Ibid.
83 Ibid.
84 Cuadernos filosóficos, op. cit., p. 284.
85 Ibid., p. 354.
la concepción de la praxis en lenin 257
90 V. I. Lenin, “¿Quiénes son los ‘amigos del pueblo’?”, en Obras completas, op. cit., t. 1,
p. 314.
91 Ibid., p. 347.
92 Ibid.
260 filosofía de la praxis
93 Ibid., p. 348.