La Fe y Las Obras
La Fe y Las Obras
La Fe y Las Obras
No os maravilléis de esto, porque llega la hora en que cuantos están en los sepulcros
oirán su voz y saldrán: los que han obrado el bien, para la resurrección de la vida, y los
que han obrado el mal, para la resurrección del juicio” (San Juan 5:28-29).
Los verdaderos cristianos saben que el modo en que vivimos muestra lo que creemos: si
muestras odio, intolerancia, desamor, falta de caridad y de misericordia… no crees,
tristemente, en que el Verdadero Cristo es tu Maestro y Señor. Si crees, repito, que
mucho se te ha perdonado, te muestras perdonador. Las más grandes herejías
comienzan por negar el valor de lo que haces, el valor de lo que llamamos obras. Basta-
dicen estas enseñanzas heréticas- la Fe. Y cuando enseñas esto, no estás enseñando lo
que es la fe ni quién es el que la inspira y la acompaña: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es
tan claro como el mediodía lo que acerca de este tema enseñan las Escrituras, los
Apóstoles y el Hermano del Señor: Santiago:
Ponedla en práctica y no os contentéis sólo con oírla, que os engañaría; pues quien se
contente con sólo oír la palabra, sin practicarla, será semejante al varón que contempla en
un espejo su rostro, y, apenas se contempla, se va y al instante se olvida de cómo era;
mientras que quien atentamente considera la ley perfecta, la de la libertad, ajustándose a
ella, no como oyente olvidadizo, sino como cumplidor, éste será bienaventurado por sus
obras. Si alguno cree ser religioso y no refrena su lengua, se engaña, porque su religión
es vana. La religión pura e inmaculada ante Dios Padre es visitar a los huérfanos y a las
viudas en sus tribulaciones y conservarse sin mancha en este mundo (Santiago 1:22-27).
¿Qué le aprovecha, hermanos míos, a uno decir Yo tengo fe, si no tiene obras? ¿Podrá
salvarle la fe? (Santiago 2:14)
Y
Así también la fe, si no tiene obras, es de suyo muerta. Mas dirá alguno: Tú tienes fe y yo
tengo obras. Muéstrame sin las obras tu fe, que yo por mis obras te mostraré la fe. ¿Tú
crees que Dios es uno? Haces bien. Mas también los demonios creen y tiemblan.
¿Quieres saber, hombre vano, que es estéril la fe sin las obras? Abraham, nuestro padre,
¿no fue justificado por las obras cuando ofreció sobre el altar a Isaac, su hijo? ¿Ves cómo
la fe cooperaba con sus obras y que por las obras se hizo perfecta la fe? Y cumplióse la
Escritura que dice: Pero Abraham creyó a Dios, y le fue imputado a justicia y fue llamado
amigo de Dios. Ved, pues, cómo por las obras y no por la fe solamente se justifica el
hombre. Y, asimismo, Rahab la meretriz, ¿no se justificó por las obras, recibiendo a los
mensajeros y despidiéndolos por otro camino? Pues como el cuerpo sin el espíritu es
muerto, así también es muerta la fe sin las obras (Santiago 2:17-26).
Si entendemos la fe como lo que creemos y lo que nos hace vivir según lo que creemos,
entonces, advertimos que la fe y las obras son inseparables; y que no me salvaría si sólo
tuviese fe y no la tradujese en acciones (obras) concretas. Ahora habré de hacer un alto y
decir que los Apóstoles hacen una distinción entre la fe, o sea, la adherencia a una
creencia y las obras que es vivir según la fe que se tiene. El nazi que perseguía y mataba
judíos obraba según su credo, el que, se muestra soberbio y superior, está mostrando su
fe. La fe en Jesucristo es aquella que comienza por dónde el Eterno Logos comenzó
antes de encarnarse: anonadándose, vaciándose, dominando su condición divina para
hacerse hombre.
Sólo Dios salva, esto es incontestable: Pues de gracia habéis sido salvados por la fe, y
esto no os viene de vosotros, es don de Dios; no viene de las obras, para que nadie se
gloríe (Efesios 2:8-9).
Sin embargo, este importantísimo texto de san Pablo está seguido del versículo 10: que
hechura suya somos, creados en Cristo Jesús, para hacer buenas obras, que Dios de
antemano preparó para que en ellas anduviésemos.
Los cristianos siempre han entendido la fe como la creencia en Dios y el obrar según esa
creencia.
Sí hermanos, importa mucho en lo que crees e importa tanto como lo anterior ¡lo que tú
haces! El cómo obras. Obremos, con temor y temblor, desde nuestra fe para que se nos
otorgue la Salvación, siempre con la confianza de que Dios llenará con Su Gracia estos
resquebrajados recipientes y que magnificará nuestra debilidad si le mostramos que nos
esforzamos en la perseverancia de su doctrina: Perdón, Misericordia, Caridad.