Carta de Lord Chandos PDF
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Epitalamio, esos juegos pastoriles que se tambalean bajo la los días de hermoso entusiasmo que compartimos. ¡Cierta,
pompa de sus palabras, de las que sólo una Reina celestial y mente, yo quería exponer los primeros años de gobierno de
algunos Lores y Señores en extremo indulgentes tienen a nuestro fallecido y glorioso Soberano, Enrique VIII! Los
bien acordarse? ¿Y soy de nuevo aquél, que con veintitrés apuntes dejados por mi abuelo, el duque de Exeter, sobre sus
años, bajo las arcadas de piedra de la Plaza Mayor de Venecia, negociaciones con Francia y Portugal me proporcionaron
hallara dentro de sí aquella estructura de períodos latinos una especie de fundamento. Y de la obra de Salustio fue flu,
cuya planta y construcción intelectual le entusiasmaron yendo hasta mí a lo largo de aquellos días felices y animados,
interiormente más que los edificios de Palladio y Sansovino como si atravesara conductos jamás atascados, el reconoci,
que emergen del mar?¿ Y podía yo, si soy el mismo, borrar tan miento de la forma, aquella forma profunda, auténtica, in ter,
completamente de mi inaprehensible interior todas las na que sólo puede ser intuida más allá del recinto de los
huellas y cicatrices de ese fruto de mi más intensa reflexión, artificios retóricos, aquélla de la cual sólo puede decirse que
hasta tal punto que en su carta, que tengo delante de mí, me ordena lo material, porque lo penetra, lo desmaterializa y
está mirando extraña y fríamente el título de aquel pequeño crea al unísono poesía y verdad, un juego de contrarios entre
tratado, e incluso que no pudiera enseguida concebirlo como ~uerzas eternas, un algo sublime como la música y el álgebra.
una imagen corriente de palabras reunidas, sino sólo palabra Ese era mi proyecto favorito.
por palabra, como si esas palabras latinas aparecieran entre, ¡Quién es el hombre para hacer semejantes planes!
lazadas así por primera vez ante mis ojos? Pero sí, tan sólo soy Yo también jugé con otros proyectos. Su benévola carta
yo y hay retórica en esas preguntas, retórica útil para las mu, también los replantea. Hinchados con una gotas de mi san,
j eres o para la Cámara de los Comunes cuyos recursos para gre, bailan ante mis ojos cual tristes mosquitos junto a un
el poder, tan sobrevalorados por nuestro tiempo, no alcanzan muro sombrío sobre el que ya no reposa el claro sol de los días
sin embargo a penetrar en el interior de las cosas. Mas he de felices.
exponerle mi interior, una rareza, un desvarío, si Usted Descifrar quise las fábulas y los relatos místicos, que nos
quiere, una enfermedad de mi espíritu, si quiero hacerle legaron los antiguos y en los que hallan pintores y escultores
comprender que el mismo abismo insalvable me separa tanto un gusto infinito e irreflexivo, cual jeroglíficos de una sabi,
de los trabajos literarios situados aparentemente ante mí duría secreta e inagotable cuyo hálito a veces creí sentir,
como de aquéllos que se hallan tras de mí, los cuales me re, como desde detrás de un velo.
sultan tan ajenos que vacilo en llamarlos de mi propiedad. Vuelve a mi memoria ese proyecto. Venía a basarse en
No sé si he de admirar más la perseverancia de su bondad no sé qué placer de los sentidos y del espíritu: así como el
o la increíble agudeza de su memoria cuando vuelve a recor, ciervo acosado anhela meterse en el agua, así ansiaba yo
darme los diversos pequeños planes que concibiera durante entrar en esos cuerpos desnudos, relucientes, en esas sirenas
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y dríadas, en ese Narciso y Proteo, Perseo y Acteón: desapa, resultaba distinto a cuando yo, sentado en el banco junto a
recer quería en ellos y desde ellos hablar con el don de len, la ventana de mi estudio, desde un infolio me embebía del
guas. Quería. Y mucho más hubiera querido. Pensé en reunir dulce y espumeante alimento del espíritu. Lo uno era igual
una colección de Apotegmas como los que compilara Julio a lo otro, nada era inferior a nada, ni en naturaleza sobrena,
César; Usted recuerda la mención que hace Cicerón en una tural, fantástica, ni en fuerza física, y así seguía a todo lo
de sus cartas. Allí pensé en reunir los dichos más curiosos que ancho de la vida, tanto a la derecha como a la izquierda. En
lograse juntar, a lo largo de mis viajes, en el trato con los todas partes estaba en el centro justo, sin advertir nunca nada
hombres doctos y con las mujeres ingeniosas de nuestro que fuera mera apariencia: o intuía que todo fuera un símil
tiempo, o con gente singular del pueblo, o con personas ilus, y cada criatura una llave de la otra, y que me sentiría enton,
tradas e insignes; quise añadirles sentencias y reflexiones de ces satisfecho de poder coger una tras otra y abrir de par en par
las obras de los antiguos y de los italianos, u otros ornamentos con ella tantas de las otras como pudiese abrir. Hasta aquí se
espirituales que hallara en libros, manuscritos o conversado, explica el título que pensaba dar a aquel libro enciclopédico.
nes, amén de la organización de fiestas y cortejos de especial Bien puede parecerle, a quien tenga acceso a semejantes
belleza, crímenes y raros casos de delirio, la descripción de las pensamientos, que se deba al plan perfectamente trazado de
construcciones más grandes y singulares en los Países Bajos, una divina providencia el que mi espíritu, tan hinchado de
Francia e Italia, y mucho más. La totalidad de la obra habría arrogancia, haya tenido que desplomarse hasta este extremo
llevado no obstante el título de Nosce te ipsum. de pusilanimidad e impotencia, el cual es ahora el constante
Por decirlo en pocas palabras: en una especie de cons, estado anímico de mi interior. Pero semejantes interpreta,
tante embriaguez, la totalidad de la existencia se me revelaba dones religiosas no tienen poder alguno sobre mí; pertene,
entonces como una gran unidad; el mundo corporal y espiri, cena las telarañas que veloz atraviesan mis pensamientos,
tual no formaban a mis ojos contradicción alguna, como hacia el vacío, mientras tantos compañeros suyos permane,
tampoco la esencia cortesana y animal, el arte y la ausencia cen ahí colgados y hallan descanso. Para mí los secretos de
de arte,· 1a soledad y la sociedad; en todo sentía yo la na, la fe quedaron concentrados bajo la forma de una excelsa
turaleza, tanto en los desvaríos de la locura como en el alegoría que se alza cual resplandeciente arcoiris sobre los
refinamiento externo de un ceremonial español; en las tor, campos de mi vida, en constante lejanía, siempre dispuesto
pezas de unos jóvenes campesinos no menos que en las a retroceder si se me ocurriese correr hacia él y querer envol,
alegorías más dulces; y en toda la Naturaleza me sentía a mí verme en la orla de su manto.
mismo; cuando en mi refugio de caza recorría mi cuerpo la No obstante, mi venerado amigo, también los concep,
leche espumeante y tibia que un individuo desgreñado orde, tos terrenales se me escapan del mismo modo. ¿Cómo podría
ñaba de las ubres de una hermosa vaca de tiernos ojos, no me intentar siquiera describirle esos extraños tormentos, ese
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brusco retirarse de ramas cargadas de frutos sobre mis manos Paulatinamente se fue no obstante extendiendo esa
extendidas, ese retroceder de aguas murmurantes ante mis tribulación cual herrumbre que corroe cuanto le rodea. In,
labios sedientos? cluso en la charla familiar y trivial, todos los juicios que uno
Mi caso es, en resumen, éste: he perdido totalmente la suele enunciar a la ligera y con seguridad de sonámbulo se me
facultad de reflexionar o hablar sobre no importa qué cosa de fueron volviendo tan discutibles que tuve que dejar de
forma coherente. participar en charlas de esta índole. Con una rabia inexpli,
Al principio se me fue haciendo paulatinamente impo, cable, que sólo con esfuerzo apenas suficiente disimulaba,
sible hablar sobre un tema elevado o general y para ello había de oír frases tales como: el asunto acabó bien o mal para
llevarme a la boca aquellas palabras de las cuales suele valerse tal o para cual; el sheriff N. es un mal vado, el predicador T.
todo el mundo sin pensárselo y con soltura. Sentía un males, una buena persona; el arrendatario M. es digno de campa,
tar incomprensible con tan sólo pronunciar las palabras sión, sus hijos son unos derrochadores; otro merece ser
«espíritu», «alma» o «cuerpo». Resultaba en mi fuero interno envidiado porque sus hijas saben llevar las cosas de casa; una
imposible emitir juicio alguno acerca de los asuntos de la familia prospera, otra está en decadencia. Todo esto me
corte, de los acontecimientos en el parlamento, o de lo que parecía tan indemostrable, tan mendaz, tan inconsistente.
Usted quiera. Y no por reparo alguno, pues ya sabe usted que Mi espíritu me obligaba a mirar con inquietante proximidad
mi franqueza roza la imprudencia: sino que las palabras todas las cosas que alimentaban semejantes charlas: me
abstractas, a las cuales por naturaleza ha de recurrir la lengua pasaba ahora con los hombres y sus actos como cuando, una
para emitir cualquier juicio, se me deshacían en la boca como vez, a través de una lente de aumento, vi un trozo de la piel
hongos podridos. Me ocurrió que quise amonestar a Katharina de mi meñique que parecía una tierra en barbecho, con
Pompilia, mi hija pequeña de cuatro años, por una mentira surcos y cavidades. Ya no lograba abarcarlos con la mirada
infantil de la cual se había hecho culpable y conducirla hacia simplificadora de la costumbre. Todo se me deshacía en
la necesidad de ser siempre sincera y, al querer hacerlo, los partes, las partes de nuevo en partes, y nada quedaba que
conceptos que, abundantes, afluyeron a mi boca adquirieron pudiera aprehenderse con un concepto. Las palabras sueltas
de pronto semejante coloración tornasolada y confluyeron flotaban a mi alrededor; se volvían ojos que me miraban
de tal modo que yo, balbuciendo, concluí como pude la frase, fijamente y que yo había a mi vez de mirar; remolinos que
como si me sintiera indispuesto y también, de hecho, con el giran sin cesar, eso es lo que son, a través de los cuales se llega
rostro pálido y un latir intenso en la sien, dejé sola a la niña, al vacío y en los que la mirada produce vértigo.
cerré tras de mí de golpe la puerta y no me recuperé míni, Hice un intento por apartarme de ese estado refugián,
mamente sino después de una buena galopada por el prado dome en el mundo espiritual de los Antiguos. Evité a Platón,
solitario. pues me aterraba la peligrosidad de su vuelo de imágenes.
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Pensé sobre todo en cultivar el trato con Séneca y Cicerón.
objetos, y otros mH parecidos sobre los que de ordinario se
Con esa armonía de acotados y ordenados conceptos espera,
_desliza el ojo con natural indiferencia, puede de repente
ba sanar. Pero no pude acceder a ellos. Esos conceptos, yo los
adquirir para mí en cualquier momento, que en modo alguno
entendía perfectamente: veía ascender ante mí su maravillo,
yo mismo puedo dominar, un carácter sublime y conmove,
so juego de relaciones, como magníficos surtidores de agua
~or. Más ªún, puede ser incluso la concreta representación
que juegan con bolas doradas. Podía quedarme suspendido a
de un objeto ausente al que se le otorga el privilegio inefable
su alrededor y verlas jugar entre ellas; pero sólo se relaciona,
de ser rellenado hasta los bordes con aquel caudal de senti,
ban entre sí, y lo más profundo, lo,personal de mi pensamien,
~i~nto divino que crece suave y súbito. Así había dado
to quedaba excluido de su corro.\Entre ellas, se apoderó de
recientemente la orden de esparcir en los sótanos de una de
mí el sentimiento de terrible soledad; me sentía como quien
mis vaquerías abundante veneno contra las ratas. Partí a
se hallase encerrado en un jardín con níti~as estatuas sin
caballo hacia el atardecer y, como Usted bien puede suponer,
ojos; huí de nuevo hacia el espacio abierto.\
no pensé más en el asunto. Entonces, al cabalgar al paso
Desde entonces llevo una existencia que Usted, me
sobre los profundos surcos arados, con nada peor a mi alre,
temo, apenas podría concebir dado su fluir tan vacío de
dedor que una espantada cría de codorniz y, a lo lejos, sobre
espíritu, tan vacío de pensamientos; una existencia que
los campos ondulados, el gran sol poniente, he aquí que se
apenas puede sin duda distinguirse de la de mis vecinos,
abre de repente en mi interior ese sótano, lleno de la agonía
familiares y de la mayoría de los nobles terratenientes de este
de esa colonia de ratas. Todo ~sta,bc1_ en mí: el aire frío y
reino y que no está del todo exenta de dichosos y vivificantes
sórdiclo del sótano repleto de(;lo~ dulzón Y.penetrante del
momentos. No me resulta fácil hacerle entender er1__ q!:!~- ;;~~;;~-,--y-Yi-esfrídeiiEía-cfe los-gritos de muerte que resona,
consisten esos buenos momentos; las palabras de nuevo me
ban contra los muros enmohecidos; esas convulsiones enma,
abandonan. Pues se trata de algo totalmente innominádoy
rañadas de la impotencia, de desesperaciones en frenético
también probablemente apenas nombrable lo que en seme,
correr entremezclado; la demencial búsque_tl_ª de)as_§ªlidas;_
jantes momentos ,llenando, cual recipiente, cualquier ªPª~-
la mirada fría de la iracuaiido dos coinciden ante la rendij_c1
. rición de mi entorno cotidiano con un desbordante caudal
tiponada. ¡Pero-~o sé quéhago volviendo a las palabras de
de vida superior, se me anuncia. No puedo esperar que sin un
la.s que he renegado! ¿Recuerda, amigo mío, la maravillosa
ejemplo Usted me entienda, y he de solicfrarle indulgencfa
descripción que hace Livio de las horas que precedieron la
por la ridiculez de mis ejemplos. Una regadera, un rastrillo
destrucción de Alba Longa? Cómo las gentes recorren erran,
abandonado en el campo, un perro tumbado al sol, un mísero
tes las calles que no har:i de volver a ver. .. cómo se despiden
cementerio, un lisiado, una granja pequeña, todo esto puede
de las piedras del suelo~ Yo le digo, amigo rpío, que todo eso
llegar a ser el recipiente de mi revelación. Cada uno de esos
lo llevaba en mí junto a Cartago en llamas;/ pero era más, era
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divino, animal; y era presente, el presente más pleno y más porque no qlliernahuyentar la sensación de lo marnvilloso
sublime. Ahí había una madre que tenía sus crías agonizan, que ondea-;lrecleclor delfronco, ni quiero expulsar los más
tes, con convulsiones a su alrededor y que dirigía sus miradas, que terrenales estremecimientos que siguen palpitando ahí
no a las crías moribundas, no a los muros de piedra inexora, cerca, alrededor de tos matorrales. En tales momentos, una
bles, sino al aire vacío o, a través del aire, al infinito, ¡y criatura insignificánte, un perro, una rata, un escarabajo, un
acompañaba esas miradas con un rechinar de dientes! , Si un manzano desmedrado, una carretera que serpentea sobre la
esclavo sirviente estuvo lleno de impotente horror cerca de colina, una piedra cubierta de musgo resultan ser para mí
N íobe en trance de petrificarse, debió padecer lo que yo padecí mucho más de lo que haya podido ser la amada más bella y
cuando, en mí, el alma de ese animal enseñaba los dientes al cariñosa en la noche más feliz. Esas criaturas mudas y a veces
terrible destino. sin vida se elevan hacia mí con tal plenitud, con tal presencia
Perdóneme esta descripción, pero no piense que era del amor, que mi dichoso ojo tampoco repara a su alrededor
compasión lo que me llenaba. No debe pensarlo bajo ningún en ningún punto inerte. Todo lo que hay, todo lo que recuer,
concepto, si no le parecería que escogí mi ejemplo muy tor, do, todo lo que tocan mis pensamientos más confusos, todo
pemente. Era 111ucho más y mucho menos que compasión: se me antoja ser algo. También mi propia pesadez, el restante
~na treme~da participación, un estar fluyendo en·~;¿;;~-;_ª letargo de mi cerebro; siento en mí y en tomo a mí un
de las criaturas o un sentir que un efluvio de Ta vida y c:l~T~ encantador juego de contrarios, absolutamente infinito, y
puerte, del sueño y de la vigilia las desborda por un instante, no hay bajo las materias, que entre ellas mismas juegan,
¿desde dónde? Pues, qué tiene que ver con la compasión, ca"11· ninguna en la que yo no pudiera fundirme. Ocurre entonces
una humana e inteligible asociación de pensamientos, el como si mi cuerpo dispusiera de las auténticas claves que me
haber encontrado la otra tarde bajo un nogal una regad~ia a lo revelan todo. O como si pudiéramos entablar una nueva,
medio llenar, olvidada allí por un mozo jardinero, esa rega, premonitoria relación con la totalidad del ser, al empezar a
dera y el agua que hay en ella, oscurecida por la sombra del pensar con el corazón. Mas cuando me falta ese extraño
árbol, y un ditisco que rema sobre la superficie del agua de hechizo, no sé decir nada al respecto; me servirían tan poco
una orilla oscura a la otra, si ese conjunto de nimiedades me unas palabras razonables para explicar en qué consistía esa
e,stEe,!ll~c:~_ C:OP:_tal. presencia· de··_.lq__i11{foú:o, °:le_ ~st,rer:1ec~ armonía que me entretejía a mí y a todo el mundo, y de qué
desde la raíz de los cabellos hasta la médul~-d~ los taÍones ..d~ modo ésta se me había hecho perceptible, como no aportar
' ninguna precisión acerca de los movimientos internos de mis
tal modo que deseo prorrumpir en palabras de las que sé que,
si doy con ellas, derribarán a aquellos querubines en los que entrañas o de los estancamientos de mi sangre.
no creo, y me alejo en silencio de aquei lugar y semanas más Dejando de lado esas curiosas casualidades, sobre las
tarde, al divisar ese nogal, lo esquivo con mirada tímida, cuales, por cierto, apenas sé si las he de atribuir al espíritu o
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al cuerpo, vivo una vida de vacío apenas imaginable y me cuando el viento de otoño ya arrastra sobre los campos
cuesta ocultar a mi mujer la rigidez de mi interior y a mi gente yermos nubes invernales, que de la majestuosa resonancia
la indiferencia que me inspiran los asuntos de la propiedad. del órgano. Y a veces me comparo en mis pensamientos con
La buena y severa educación que he de agradecer a mi difunto aquel Craso, el orador de quien se cuenta que se había encari,
padre y el haberme acostumbrado pronto a no dejar vacía ñado tan extraordinariamente con una mansa morena,
ninguna hora del día, son, me parece, lo único que, de cara mudo y apático pez de su estanque, de ojos rojos, que se
al exterior, otorga a mi vida una solidez suficiente y mantiene convirtió en tema de conversación de la ciudad; y cuando en
la apariencia adecuada a mi condición y persona. una ocasión en el senado Domicio le reprochó haber vertido
Reconstruyo una ala de mi casa y logro conversar de vez lágrimas por la muerte de ese pez, y tacharlo de este modo de
en cuando con el arquitecto acerca de los progresos de su medio loco, Craso le contestó: «así hice yo a la muerte de mi
labor; administro mis bienes, y mis arrendatarios y emplea, pez lo que Usted no hizo a la muerte de su primera, ni de su
dos tal vez me encuentren un tanto parco en palabras, aun, segunda esposa.»
que no menos bondadoso que antes. Ninguno de ellos, cuan, No sé cuántas veces este Craso con su morena me viene
do por la tarde paso enfrente a caballo, y están ante su puerta a la mente como reflejo de mí mismo, arrojado hasta aquí por
con la gorra, intuye que mi mirada, a la que suelen acoger encima del abismo de los siglos. Pero no a causa de la res,
respetuosamente, se desliza con callada nostalgia sobre las puesta que diera a Domicio. La respuesta puso las risas de su
tablas podridas bajo las que suelen buscar lombrices para parte, por lo que la cosa quedó en broma. Pero a mí el asunto
pescar, y penetra por la estrecha ventana enrejada en el me afecta, el asunto, que habría seguido igual aunque Domi,
lúgubre cuarto donde, en un rincón, la baja cama de sábanas cio hubiera llorado lágrimas de sangre del más sincero dolor
de colores parece estar siempre esperando a uno que quiera por sus mujeres. De ser así, Craso estaría de todos modos
morir o a otro que tenga que nacer; que mi ojo anda largo rato todavía frente a él con sus lágrimas por la morena. Y sobre
pendiente de los feos cachorros o del gato que se desliza ágil esa figura, cuya ridiculez y bajeza salta así, en medio de un
por entre macetas, y que, entre todos los pobres y toscos senado que domina el mundo, que debate los asuntos más
enseres de una vida rústica, busco aquél cuya forma insigni, sublimes, del todo a la vista, sobre esa figura me obliga un
ficante, cuyo estar puesto o recostado no ha sido observado algo innombrable a pensar de una manera que me parece
por nadie, cuya muda esencia pueda revelarse como fuente completamente disparatada en el momento en que intento
de aquel enigmático, mudo e ilimitado arrobo. Porque mi expresarlo con palabras.
feliz e innominada sensación surge antes de una lejana y La imagen de ese Craso está a veces de noche en mi
solitaria hoguera de pastor que de la visión del cielo estrella, cerebro, como \lila astilla alrededor de la cual todo supura,
do; antes del canto de un último grillo cercano a la muerte, palpita y hierve. Entonces es como si yo mismo empezara a
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fermentar, formara ampollas, hirviera y brillara. Y hay en admiración que hacia el mayor benefactor de mi espíritu, el
todo ello una especie de pensar febril, pero un pensar me, primer inglés de mi tiempo, mi corazón abriga y seguirá
diante un material que es más directo, más líquido y más abrigando hasta que la muerte lo haga estallar.
candente que las palabras. Son también remolinos, pero de Anno Domini 1603, este 22 de agosto Phi. Chanclos
aquéllos que, contrariamente a los remolinos de la lengua,
no parecen conducir a un suelo sin fondo, sino, de algún
modo, a mí mismo y al seno más profundo de la paz.
Le he molestado más de lo debido, mi apreciado amigo,
con esa extensa descripción de un estado de ánimo inexpli,
cable que de ordinario permanece encerrado en mi interior.
Ha tenido usted la bondad de manifestar su descanten,
to de que no se se le hubiese enviado ningún libro escrito por
mí «que le desagravie de no haber disfrutado de mi trato».
Sentí en ese instante, con una certeza no del todo exenta de
cierta sensación dolorosa, que el año próximo y el siguiente
y los restantes de mi vida no escribiría ningún libro en inglés
y ningún libro en latín: y eso por el motivo cuya rareza, para
mí tan penosa, dejo a la discreción de su infinita superioridad
espiritual, de mirada no cegada, situar en el reino, extendido
armónicamente ante Usted, de los fenómenos espirituales y
corpóreos; y es que la lengua, en la que tal vez me estaría dado
no sólo escribir, sino también pensar, no es ni el latín, ni el
inglés, ni el italiano, ni el español, sino una lengua de la que
todavía no conozco ni una sola palabra, una lengua en la que
me hablan las cosas mudas y en la que quizá algún día, en la
tumba, haya de responder por mis actos ante un juez
desconocido.
Quisiera me fuera concedido condensar en las últimas
palabras de esta probablemente última carta que escribo a
Francis Bacon, todo el amor y gratitud, toda la enorme
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Los héroes son modestos como niños,
Los niños llegan a ser héroes,
RESPUESTA DE AUSTRIA Ninguna palabra y ningún poema podrán
«Pueblos mezclados en tiendas de campaña, expresarlo.
¿Los unirá el calor del fuego?
Austria, tierra de variedades, Lo colosal entraña
¿Desafías los peligros?» Hoy esta sagrada tradición,
Y así clama al cielo:
La respuesta la da en campaña, ¡Nuestro Dios nos guarde!
El puño bien cerrado, (1914)
A ti la respuesta te la da una sola palabra:
¡Que Dios os guarde!
OSTERREICHS ANlWORT
Volker bunt im Feldgezelt,/ Wird die Glut sie laten?/ Óstreich,
;
Erdreich vieler Art,/ Trotzest duden Noten? ·¡
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EL ABANDONO DE LA LÍRICA Y «LA CARTA
DE LORD CHANDOS»*
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tempranos, la primera persona -el yo- queda oculto, la impresiones subjetivas de él; al igual que el alma animal,
exposición lírica es confiada al objeto, es arrancada a lo que apenas si posee un idioma, son a lo sumo sonidos de horror
se ve, a lo que se siente, a lo que se vive; por el contrario, se y de admiración, de aviso y de llamada, son a lo sumo
procura eliminar el ver, el sentir, el vivenciar; en una pala- interjecciones como ¡oht y ¡aht, en tanto que el idioma
bra, todos los elementos subjetivos, pues por encima de la auténtico capta no sólo la impresión instantánea de las cosas,
lírica confesional, genuinamente juvenil, se cultiva una sino su esencia permanente, y, por lo tanto, exige una rela-
lírica cognoscitiva que los poetas normales alcanzarán a lo ción mucho más rica, mucho más sutil para con ellas que la
sumo después de mucho madurar y superarse, por así decir, puramente animal, y esta segunda inmediatez, como puede
corp.o fase final de su vida. Es cierto que también una fase llamársela, puesto que de ella nace el conocimiento como
final puede prolongarse indefinidamente; la poesía de Hof, tal, sólo se puede alcanzar entregando el yo al objeto. Por el
mannsthal no alcanzó ningunameta en su primer salto; pero contrario, el que se conforma con interjecciones subjetivas,
ni este salto, aparentemente prematuro, ni mucho menos el no es un artista, no es un poeta; la confesión no es nada, el
cansancio, sino otros motivos mucho más profundos, frena- conocimiento lo es todo.
ron su desarrollo. Por curioso que pueda parecer, cabe afir- Por consiguiente, para Hofmannsthal conocimiento es
mar que en Hofmannsthal el freno e impulso son idénticos identificación total con el objeto: el artista, que -como le ha
y que ambos deben ser contemplados en el fenómeno de su sido encomendado- consigue elevar su intuición (partiendo
sorprendente mutismo en tomo a sí mismo y del silencio de de la vida cotidiana) hasta la total identificación con el
su ego. mundo y con todo lo que hay en él, oye su propia lengua, y
A este propósito, recordemos una sentencia tan curiosa ésta se convertirá para él en-lengua humana, en riqueza suya.
como notable del Das Buch der Freunde (Libro de los ami- O más exactamente: descubre la armonía instituida que
gos), que dice: \«Lo plástico no nace de la contemplación, existe entre el yo y el mundo, entre el idioma, vehículo de
sino de la identificación».\Esto es un consejo al artista y viene conceptos y carga conceptual, y las cosas por él descritas, de
a decir: en tanto las cosas sean meramente algo colocado forma que las capta en toda su esencialidad, ya sea juntas o
frente a tu yo, no conseguirás sorprender su auténtica esen, por separado, ya que en ellas capta su ta twam asi como si
.cia, y ninguna contemplación, retrato o descripción, por fuera un eco. Esto es mística, y aunque en el caso de Hof~
extensa que sea, te podrá ayudar a conseguirlo; por el mannsthal quede limitada esencialmente al campo artístico,
¡ contrario, lo conseguirás cuando seas capaz de desprenderte
1
no pasaría de ser una hipótesis vacía si no nos permitiera
1 de tu yo, proyectándolo sobre el objeto, _de forma que éste indagar su fundamento lógico. Hofmannsthal nos da la
empiece a hablar en lugar tuyo, pues tú mismo, como respuesta. No recurre para ello a fuentes históricas, a las
individuo aislado ante un objeto, posees únicamente tus filosofías de la India, de Heráclito, de Leibniz, de Boehme;
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no, su argumento no es docto; Hofmannsthal invoca los identificar el yo? Lo más grave no es ni mucho menos que este
momentos del éxtasis poético, esos instantes que él define mundo se halle en constante movimiento; mucho más grave
como de la «elevación», pues en ellos se extingue de golpe el es el hecho de que también a él pertenezcan todos los medios
yo y se desc~br~la t~talidad de la existencia o, más exacta, de expresión que le han sido otorgados al hombre para su
mente, se vuelve a descubrir ésta en maravillosa memorJª, descripción (lingüística o de cualquier otra índole); pero más
como en un recuerdo absoluto de una vivencia anterior, grave es aún el hecho de que, en cada acto de identificación,
cuyo origen (q~~-~º se deb~- co~fundir con 1a··~e~-;ri~ t1n pedazo del yo pasa al no--yo, lo altera y enriquece, por lo
ge~eracional fisiológica) se manifiesta de forma innegable que hay que repetir inmediatamente el proceso, incluyéndo--
como una preexistencia metafísica del hombre. Es la fase en se a sí mismo. Esto significa que no nos encontramos frente
la que eC se~ . humano ha sido dotado para la perfecta a un objeto estático, sino fluctuante; por ello, en lugar de un
identificación del yo con el no,yo (presentado en forma de acto de identificación único, se necesita toda una cadena de
mundo), la fase en la que el hombre recoge el don divino de actos de identificación, toda una cadena de situaciones
la coordinación objeto,concepto,palabra, esto es, el funda, simbólicas, de simbolizaciones de símbolos, que, en sus
me~to -de toda int~ición.del mundo, de todo conocimiento primeros eslabones, es posible que presente ci~_rta similitud
y de todo idioma. estructural con la primitiva metáfora; después, gra.-cias a una
Así pues, el volverse a encontrar a sí mismo para llegar constante aproximación a la realidad, proporciona, al menos
a la total identificación con lo que nos rodea, para descubrir de acuerdo con la idea, un símbolo total del mundo en la
nuestra existencia anterior, se manifiesta .-de acuerdo con la parcela de la realidad elegida, el ta twam asi del arte.
doctrina hindú, como el éxtasis supremo, probablemente el No obstante, para que pueda convertirse en realidad
valor supremo, que el hombre puede alcanzar en vida, y una cosa así, hay que cortar los eslabones de la cadena en un
como quiera que la tarea del artista consiste precisamente.~n punto dado, pues, de lo contrario, tendríamos simplemente
esta total identifi¿ación con su objeto, y es, por así decirlo, work in progress, pero nunca una obra de arte completa en
su tarea moral, la obra artística ha de ser expresión de esta sí misma. ¿Cuál es el momento de proceder al corte? ¿Qué
tarea; su imagen, ,su símbolo, será también capaz de producir criterio se debe aplicar? Precisamente la poesí;-fr~ica --en
éxtasis y con ello adquirirá esa cualidad específicamente extraño paralelismo con el chiste-- presenta abreviaciones
artística designada por la palabra bello, y por eso se ha artístico,irracionales y probablemente es al contenido lírico
reservado también al artista el conocimiento de las dificul-- que anida en toda obra de arte al que hay que agradecer esta
tades casi insuperables que se oponen a la realización de la posibilidad. Ciertamente, el término lírica no nos proporcio--
tarea de identificarse con el objeto, pues, ¿en qué consiste na un criterio objetivo o, acaso, preciso; ni siquiera subjeti--
este .no . . yo, este mundo exterior, con el que se tiene que vo, tanto menos cuanto que el problema no consiste tan sólo
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en el secreto de la escasez y penuria, sino también del exceso conocimiento no sólo como fachada, sino como núcleo de
artístico. ¿Dónde está, pues, el criterio de la perfección la perfección estética, fue él, pues para él lo importante fue
alcanzada, si la belleza no puede ser su propia autoridad? En siempre descubrir «la profundidad oculta en la superficie»;
éste punto se descubrió --apoyándose en la música, que ya comprendió los peligros del panesteticismo: la idea de una
tiene sus normas codificadas-- la autoridad del medium, la obra de arte cuy-;i.iniversalidad d~bía transmitir, en defi-ni--
autoridad del medio de expresión y se confió en que, some-- tiva, el conocimiento integral gracias a su riqueza simbólica
tido a una identificación radical, éste, al aumentar la per-- le pareció condenada a chocar en última instancia con el
fección, revelaría la realización de la obra de arte, como yacío, pues nunca lo helio, ni siquiera cuando se lo rodea del
forma en sí misma, como idioma en sí mismo: a la mística de nimbo de la religiosidad, puede ser erigido en algo absoluto
la intuición se suma una segunda, la de la forma, la del idioma y, en consecuencia, debe permanecer mudo al conocimien--
y su perfección. El nuevo principio, ya apuntado por los to; con esto, Hofmannsthal se desliga del panesteticismo (y,
románticos, aunque, a decir verdad, encubierto por la fe y al mismo tiempo, de George); se trata de una rem1ncia
otros misticismos, aparece con toda claridad en Baudelaire mucho más profunda que cualquier otra de signo naturalista,
y, a partir de este momento, domina toda la poesía de la se-- - pues viene a confirmar que aquel que quiere reemplazar la
gunda mitad del siglo, como norma orientadora para la no-- auténtica religiosidad por una religiosidad estética sirve a un
vela desde Flaubert a Proust, como dogma absoluto para toda dios falso y promueve todas las maldades y disparates que
la escuela simbolista hasta Mallarmé y George, tan absoluto siempre e indefectiblemente siguen a todo trastrueque de la
y autónomo que muy seriamente se pretendió conferirle religiosidad.
rango de una nueva religión de la humanidad al servicio La irrupción de la locura: cómo se va preparando ésta,
exclusivo de la belleza. es descrito por Hofmannsthal en la Carta de lord Chandos.
Este es el punto en que el arte serio traspasa sus límites Lord Chanclos, noble señor de la época isabelina, en la
y entra en el ridículo, en que el mármol del arte empieza a que, no obstante, se descubre fácilmente al graduado en
trocarse en cartón piedra, y esto fue algo que vio con toda Oxford y caballero elegante de nuestros días, escribe al
claridad el sobresaliente espíritu crítico de Hofmannsthal. Es canciller Bacon, amigo de su padre y el más agudo pensador
cierto que en un principio estuvo convencido de la prioridad de su época y le narra, con ese mutismo en torno a su persona
cognoscitiva de la perfección estética, es cierto que siguió nacido de la educación recibida y de la propia disposidón
ejerciendo su influencia esta conmoción que se había abatí-- natural, una experiencia horrible: ha perdido de golpe la
do sobre él con una fuerza que apenas si tiene parangón, así ~nidad mística, proporcionada por la intuición, entre el yo,
que descubrió el secreto de la memori~ preexistencial y del la expresión y el objeto, de forma que su yo se ve relegado a
símbolo artístico, pero si hubo alguien que entendió el un hermético aislamiento, aislado en medio de un mundo
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r
rico al que ya no tiene acceso y cuyas cosas ya no quieren y de haber estado al corriente de la moderna psicología,
decirle nada, ni siquiera sus nombres; el mundo y las cosas hubiera hablado de esquizofrenia, exponiendo que, proba--
le han vencido en cierto modo por cuanto han escapado de blemente, todo poeta está en peligro de sufrir un desd~bla--
él. Lo que aquí se nos ofrece no es un cuadro de resignación, mie_nto de la personalidad, peligro del que se libra proyectan--
el estado de un hombre arrojado a la nada; no, es un estado do sobre su obra todos sus desdoblamientos, sacudiéndose
de .impotencia y, por consiguiente, de desprecio, ge asco de todo su miedo esquizofrénico con ayuda de esta sublimación;
las cosas que ya no se pueden aprehender; el desprecio de la consideraciones, a decir verdad, un tanto complicadas para
palabra que a causa de su imprecisión no puede captar nin-- un canciller de la reina Isabel.
gún concepto, es desprecio de su propia existencia, incapaz Y, sin embargo, el al~-3: humana está s9fl}~_tid.ª ª~~fi--
de todo conocimiento y, por lo tanto, de la propia realiza-- siones, la del artista y la del poeta más que cualquiera: en
ción: el hombre ha sucumbido a la agresión de las cosas (una parte alguna aparece con tanta claridad la paradoja d~!_p~Q--
agresión de la que, bajo otro enfoque, también trata el estu-- ceso creador del poeta (una auténtica paradoja del i~finito)
dio La ironía de las cosas), y, en lugar de la pretendida, y como en el fenómeno de la escisión que, según el caso, tanto
ahora irrealizable, radical identificación con las cosas, en puede destruir la poesía como hacerla fructificar. La Carta de
lugar del acto de amor perfecto, surge la derrota del amor, la lord Chandos presenta un caso extremo de destrucción
impotencia d~Javida en sí misma, su_repugnaf!:cia. total, pues aquí el hombre, incapaz de llegar a la idep.tifica--
· Con prudente criterio, Hofmannsthal no coloca al ción, incapaz de superar la tensión existente entre el cono--
canciller en la embarazosa situación de tener que dar una cimiento ylo conocido, se encuentra totalmente a merced
respuesta. Por lo demás, ¿qué hubiera podido hacer ante de la existencia inaprehensible de las cosas, de su inconteni--
semejante acceso de miedo un Bacon que no era, ni mucho ble agresividad, de su incomprensibilidad, de su ironía. Sin
menos, un Shakespeare? Para su sobrio sentido de la realidad, embargo, la misma duda manifestada por el joven Chanclos
apoyado en la fe, conocimiento era sencillamente conoci-- pone ya de manifiesto el contenido paradój ico--constructivo
miento; y si le hubieran dicho que el conocimiento podía del proceso, esto esl la identificación del sujeto con un objeto
esfumarse, que este esfumarse del acto creativo del hombre incapaz de identificación,1 la ide~tificación con su propio
también podía poner en peligro el divino--y éste era el miedo opuesto, sin la cual hubiera sido imposible para Hofmannsthal
último de la Carta de lord Chandos--, lo hubiera tomado, en definir y describir la _ang1:1?!i_9- de Chanclos. Pero ésta, justa--
definitiva, por una inconcebible blasfemia: de acuerdo con mente ésta es la estructura dialéctica del proceso poético:
las ideas de su tiempo hubiera visto en ello un caso de tanto si, como aquí, identificación y no--identificación son
posesión por el demonio y, en consecuencia, la hoguera reducidas a síntesis, como si se recurre a otra antítesis,
tanto para su joven amigo como para el poeta Hofmannsthal; siempre se refleja en ella la primitiva contradicción y ésta no
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es, pese a la escuela freudiana, ni mucho menos la sexual (o, aprehender el mundo, bien en su totalidad, bien parcialmen--
a lo sumo, en sentido figurado), sino la del_y? y del no--yo, la te con sus cadenas de símbolos o, incluso, colocarlo bajo un
de la existencia del yo y la existencia del mundo, antítesis '
símbolo absoluto, en el que el mundo aparece como radiante
que, gracias a la escisión del alma, constituye la morada del unidad armónica; es entonces cuando el poeta conoce esa
hombre y la fuente de la poesía. Y.ello porque de la tensión elevación con que Hofmannsthal ha definido los instantes
yo--mundo surge la fuerza poética, unitaria en su origen, biva-- de éxtasis que proporciona la realización de la suprema obra
lente como expresión lírica y dramática, así como el constan-- de arte y no hay tronía que consiga debilitar la dicha de este
te juego en el que, condicionándose inexorablemente la una éxtasis, sino que, por el contrario, es reforzada por el cono--
a la otra, aquélla proyecta lo exterior hacia dentro y ésta, a cimiento irónico. Sin embargo, lo que ocurre en la Carta de
su vez, lo interno hacia fuera. Pero con esto no se ha agotado lord Chandos apenas si tiene que ver con la ironía. Aquí se
aún la obra de la escisión del alma;' ella permite no sólo nos presenta un joven para el que conceptos como yo y no--
experimentar el contraste con el mundo, no sólo su agresión yo h~~-p~idido wdo sentido, pues las concatenaciones de
e ironía, así como la de las cosas, de forma que todo se vuelve símbolos quedaron destrozadas antes de que se forjara el
aprehensible y domeñable, sino que además es la premisa de primer eslabón: lo Único que le queda es la propia escisión;
toda autoobservación, y de la evidencia del propio fracaso todos los valores de la vida han desaparecido; el joven se
surge esa autoironía con la que la poesía, como ninguna otra encuentra en el estado opuesto al éxtasis, en el estado de
especialidad artística, se autocontempla, por así decirlo, por pánico, en el más profundo abatimiento del hombre. Cuan--
encima del hombro, dudando constantemente de sí misma, do Hofmannsthal escribió y describió esto, se debió sentir
del contenido de su verdad, de su proyección social y formu-- totalmente identificado con ello, se debió encontrar perso--
lando en voz alta esta duda suya. Poesía es sueño, pero un nalmente en un estado de pánico vital, pues, de lo contrario,
sueño del que el hombre se da cuenta y una y otra vez puede ¿cómo hubiera podido esc~ibir una cosa así? ¿Cómo se puede
transformar en sonrisa. Y precisamente porque el elemento descargar el mutismo hablando, la ceguera viendo? Cabe
de la ironía tiene una función y un efecto de desdoblamiento, pensar que un poeta invente crímenes y que se identifique
hay que suponer que, retrospectivamente, llega hasta los con criminales para descargar sus ocultos deseos de matar, de
inicios de la poesía, acaso hasta la risa de los dioses y no debe la misma manera que Goethe, tras la muerte de Werther;
limitarse al romanticismo, a pesar del destacado sitio que le superó de una vez para siempre sus periódicos deseos de
fue asignado dentro de su complejo instrumental. suicidarse. Asimismo, cabe pensar que un poeta no siempre
Con frecuencia, el poeta consigue --pues, en caso contra-- consigue verter totalmente en la obra sus emociones, de
ria, no lo sería-- hacer fructíferas sus escisiones, esto es, forma que se conviertan para él en residuo literario, por así
superand~ toda antinomia, captar un pedazo de la realidad, decir, sin trascendencia en su vida real, y el destino de sus
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héroes pasa a ser el suyo propio; así le pasó a Strindberg. Sin tantemente por conceptos y consideraciones racionales de
embargo, lo que resulta poco menos que inconcebible es que toda índole: la re-¿omendación de abandonar la poesía ya no
un poeta -en este caso Chanclos- pueda arrancar a un estado era un mandamiento onírico que la persona entera debía
de pánico que debió ser el suyo propio, el éxtasis que sigue cumplir con todas sus fibras, sino, más bien, una prescripción
a toda obra de arte bien lograda. Si tomamos en serio la obra, moral que apelaba a la conciencia y, en consecuencia, al
nos parece como si la paradoja se hubiera trocado en libre albedrío; por lo tanto, permitía una discusión moral y,
antinomia. tal vez, incluso una refutación.No era una orden incondicio-
Sin duda alguna, la Carta de lord Chandos debió ir pre- nal; es cierto que desató un pánico integral, pero no de forma
cedida de una profunda conmoción psíquica y es evidente inmediata, y toda vez que podía tratarse muy bien de sobre-
que ésta reclamaba un escape. Probablemente no fue más salto, cabía la posibilidad de intentar descargarlo en la obra.
pequeña que aquella otra que sufrió Hofmannsthal, siendo El intento tuvo tan sólo un éxito parcial, tal vez porque una
todavía casi un muchacho, al empezar su actividad poética, pequeña pieza de formato renacentista, como es, en defini-
pues fue la poesía la que le descubrió el milagro de la tiva, la Carta de lord Chandos, resulta insuficiente para un
identificación entre el yo y las cosas. Pero ahora había ocurri- tema tan grandioso; se llegó a una solución de compromiso:
do, de repente, lo contrario: en su lucha con el problema del la producción no lírica podía continuar; la prohibición que-
símbolo, le vino súbitamente a la cabeza la id-e;-d~-Ta--i~~;~- dó limitad~ a la poesía lírica.
pacidad para la identificación, idea que ence~raba una También en este compromiso se trata del nombre de las
posible prohibición de seguir cultivando la poesía. Fue un cosas, de la tarea bautismal de la poesía, pues de todas las
descubrimiento catastrófico y no hubiera resultado extraño modalidades poéticas es esencialn;iente la versificación la
que le hubiera seguido un corte radical y definitivo de toda que ha demostrado ser más idóneq para la tarea de J2-ªY.!i~ªr
la actividad poética. Sin embargo, no ocurrió así; evidente- y poner nombres; ésta afirmación>se debe tomar sin duda
mente, la orden de enmudecer fue, pese a toda la conmoción alguna cum grano salis, pues grandes prosistas de la talla de
que trajo consigo, menos imperiosa que aquella otra que con un Cervantes se pueden comparar perfectamente a un Sha-
anterioridad le había ordenado levantar la voz de poeta. Si kespeare, a un Dante, a un Goethe; sin embargo, si la afirma-
el inicio de la actividad poética había sido como un sueño ción es correcta, confiere a la lírica, al verso pur sang, una
beatífico y, al mismo tiempo, violento, surgiendo arrollador especial significación en la que tiene su parte, y no pequeña,
e incontenible de las más oscuras profundidades, la segunda la lírica popular: el idioma se crea allí donde se abren nuevas
experiencia había sido asimismo trascendente, pero no capas de la reali&:1d y del conocimiento, y esto sólo se puede
beatífica, sino sombría; se había des~rrollado en zonas hacer partiendo del yo, de su soledad, de su(recogimiento, en
esencialmente más despiertas y conscientes, influida cons- una palabra: de su centro lírico. La poesía que cumple estas
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condiciones --en Occidente, una larga serie que va de Safo a una humildad auténtica en lugar de la ficticia, como la
Lorca--, es adoptada rápidamente por el pueblo y declarada segunda. Y sin embargo, ¿es posible llevar a cabo algo así de
anónima. Por el contrario, las obras del esteticismo y de su acuerdo con un plan preconcebido? Hofmannsthal sabía
arte decorativo nunca tuvieron tal honor, sencillamente muy bien que lo popular no permite imitaciones y que al
porque, ante tan elevada obra artística, faltan recursos pretender imitar la lírica popular se cae en lo pueril. ¿Cómo,
idiomáticos con que escrutar lo desconocido; por ello, entonces, se ha de proyectar el poeta? Él concibió a este
también puede afirmarse lo contrario: sin descubrimiento de efecto una inteligente teoría complementaria: la vuelta a lo
nuevas esferas de la realidad, sea en lo terreno o en lo popular puede realizarse con éxito a través del efecto moral
supraterreno, no hay lírica alguna o, a lo sumo, una lírica sobre la II1ultit,ud. En consecuencia, hay que fomentar la
derivada, y es por esto precisamente que aquí hay que buscar compre~;ibilid;d, de forma que, desde un principio, quede
constantemente criterios de perfección estéticos y exigir con descartada la poesía con su inevitable esoterismo. Pero en la
decisión_~ paso_del sujeto al objeto estético, en tanto que la narrativa y, sobre todo, en el teatro, el objetivo parece ser
poesía popular (en su sentido ~ás amplio) se hará de forma más fácil de alcanzar. Y tal vez el éxito teatral deba entender--
casi natural con la abreviación lírica de las cadenas de se como el criterio de perfección que en vano buscaba el
símbolos, en una simplicidad tan misteriosa que a su lado esteticismo.
HERMANN BROCH
palidece y desaparece toda la mística de la identificación
esteticista. Auténtica religiosidad frente al culto a la belleza,
búsqueda de lo esencial frente a la afición a los ademanes
'
verdadera humildad y devoción consciente frente a la
soberbia, he aquí la dif~rencia. El joven noble de que nos
habla Hofmannsthal cae en la desesperación hija del pánico
porque es un i$Jeta y en su soberbia no consigue encontrar
ya ninguna salida; si la catástrofe que se abatió sobre Chan--
dos, se abatiera sobre un hombre realmente humilde y devoto,
le haría aún más humilde, más devoto, y su silencio se haría
contrición, búsqueda de realidades aún más profundas.
Todo esto desempeñó sin duda alguna un papel desta--
cado en la obra de Hofmannsthal. La Carta de lord Chandos
puede considerarse una primera manifestación de su ruptura
con el esteticismo; su entrega a lo popular, su búsqueda de
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