Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                
0% encontró este documento útil (0 votos)
86 vistas98 páginas

Story Warcraft

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 98

Prólogo

La vida en Azeroth es brutal, triste y, sobre todo, corta. Sin embargo, no siempre estuvo plagada
por la guerra continua y arrastrada hacia el conflicto. Hubo un tiempo en que el mundo fue un
sitio lleno de paz y vitalidad. Los pueblos vivían en paz y armonía con la naturaleza y sus
inconmensurables fuerzas, y mágicas e impresionantes criaturas corrían sobre las planicies y
surcaban los cielos sin oposición.
¿Cómo sé todas estas cosas, se preguntarán? Bueno, solamente diré que yo, Rhonin el mago, al
que llaman el Inconforme, he visto estas y muchas más impresionantes cosas. Pues en esa
eterna noche de los tiempos que se llama la Gran Oscuridad del Más Allá, mi maestro y tutor
Krasus, me llevó hasta la oscura cueva donde, a través de las eras, Nozdormu el Imperecedero,
el Gran Dragón de Bronce, guarda los inconmensurables caminos del tiempo. Nozdormu, el
inmenso dragón de bronce, Señor del Tiempo y de las épocas, me ha mostrado lo que fue, lo
que es y lo que será. El eterno conflicto que azota las vidas de todas las criaturas de este
mundo, uno sus destinos en uno solo, al punto de que la extinción de una sola, puede significar
la aniquilación de todas.
He aquí, pues, el enigma que a muchos ha desvelado y que a todos maravilla: La verdadera
historia del mundo de Azeroth.

Capítulo 1: Mitos
Tradición oral entre los Kaldorei

Los Titanes y la Formación del Universo

Nadie sabe exactamente cómo inició el Universo. Algunos teorizan que una catastrófica
explosión cósmica envió al infinito una inmensidad de mundos desconocidos hacia la vastedad
de la Gran Oscuridad del Más Allá – mundos que algún día albergarían una diversidad
maravillosa y terrible de formas de vida. Otros creen que el Universo fue creado por una sola
Todopoderosa Entidad benigna, cuya Sagrada Luz ilumina desde tiempos inmemoriales, las
vidas de todos y cada uno de los seres del Universo. Aunque los orígenes del caótico Universo
ciertamente son inciertos, está claro que una raza poderosa se encargó de estabilizar los varios
mundos y asegurarse que a futuro esos mundos siguieran sus mismos pasos.
Los Titanes, colosales dioses de piel metálica de las infinidades del cosmos, exploraron el
naciente universo, y trabajaron en los mundos que iban encontrando. No está claro de dónde
vinieron y por qué lo hacían, pero ordenaron los mundos levantando poderosas montañas y
drenando vastos océanos. Rasgaron los cielos y atmósferas respirables surgieron. En cada lugar
que encontraron, elaboraron un plan para darle orden al caos existente. Al mismo tiempo, le
dieron poderes a razas primitivas para que trabajaran y mantuvieran la integridad de sus
respectivos mundos.
Regidos por una elite llamada El Panteón, cuyo Alto Padre, Aman’thul, gobernaba con justicia e
igualdad, los Titanes le dieron orden a los cientos de millones de mundos que exploraron en la
Gran Oscuridad del Más Allá durante las primeras eras de la creación. El benevolente Panteón,
para salvaguardar las estructuras de estos mundos, siempre estuvo vigilante contra el ataque
extradimensional de las viles razas del Torbellino del Vacío. El Torbellino, una dimensión etérea
de magia caótica que conecta una miríada de mundos del universo, era el hogar de un número
infinito y primigenio de maléficos demonios, cuyo único objetivo era destruir la vida y devorar las
energías del universo viviente. Incapaces de concebir el mal o la extinción de cualquier forma de
vida, los Titanes se vieron obligados a hallar una forma de terminar los constantes ataques de
los demonios.
Sargeras y la Traición

Con el paso del tiempo, las entidades demoníacas encontraron la forma de penetrar en los
mundos de los Titanes desde el Torbellino del Vacío, y el Panteón eligió a sus más grandes
guerreros, Sargeras, para actuar como primera línea de defensa. El noble gigante de bronce
bruñido, Sargeras, cumplió con sus deberes por interminables milenios, buscando y destruyendo
demonios donde quiera que los encontrara. A través de los eones, Sargeras encontró dos
poderosas razas demoníacas, ambas con ambición de ganar poder y dominio sobre el universo
físico.
Los Eredar, una insidiosa raza de hechiceros diabólicos, usaron sus embrujos mágicos para
invadir y esclavizar un número de mundos. Las razas indígenas de estos mundos mutaron por
los poderes malévolos de los Eredar y se volvieron demonios ellos mismos. Aunque los
cercanamente ilimitados poderes de Sargeras eran más que suficientes para derrotar a los viles
Eredar, el gigante encontró muchos problemas para detener la corrupción y envilecimiento de las
criaturas. Incapaz de soportar tanta depravación, el gran Titán empezó caer en una gran
depresión. A pesar de su creciente insatisfacción, Sargeras arrasó del Universo a los brujos
atrapándolos en una esquina del Torbellino.
Mientras su confusión y miseria se profundizaban, Sargeras se vio forzado a combatir otro grupo
que intentaba romper el orden de los Titanes: los Nathrezim. Esta oscura raza de demonios-
vampiro (también conocidos como Señores del Terror) conquistó un número de mundos
poblados poseyendo a sus habitantes y volviéndolos hacia la sombra. Los nefastos y
esquemáticos señores del terror tornaban a las naciones unas contra otras manipulándolas
dentro de un odio irracional y perverso. Sargeras derrotó a los Nathrezim fácilmente, pero su
corrupción lo afectó profundamente.
Con sus sentidos obcecados y desesperados, Sargeras perdió toda conciencia no solo de su
misión, sino también de la visión de los Titanes de un universo ordenado. Eventualmente,
empezó a creer que el concepto de un universo ordenado era inútil, y que el caos y la
depravación eran los únicos absolutos del oscuro y solitario universo. Sus compañeros Titanes
trataron de persuadirlo de su error y calmar sus iracundas emociones, pero él había interpretado
sus más optimistas creencias como desilusiones inútiles. Abandonando sus filas para siempre,
Sargeras salió en busca de su propio lugar en el Universo. Aunque el Panteón lamentó
profundamente su partida, los Titanes jamás pudieron predecir que tan lejos llegaría su hermano
perdido.
Con el tiempo, la locura de Sargeras habría consumido sus últimos vestigios de su valioso
espíritu, creyendo que los Titanes eran los responsables del fracaso de la creación. Decidido,
finalmente, a deshacer sus trabajos en todo el universo, decidió conformar un ejército imparable
que consumiría al universo físico.
Eventualmente la forma titánica de Sargeras se fue distorsionando por la corrupción que plagaba
su una vez noble corazón. Sus ojos, cabello y barba eructaron en fuego, y su piel metálica
broncínea se abrió revelando su nueva forma de odio infinito.
En su furia, Sargeras liberó de sus prisiones a los Eredar y los Nathrezim. Estas astutas criaturas
se postraron ante la vasta ira el oscuro Titán y ofrecieron servirle en cualquiera de sus maliciosos
caminos. De las filas de los poderosos Eredar, Sargeras eligió dos campeones para comandar
su demoníaco ejército de destrucción. Kil´jaeden el Embaucador fue elegido para escoger a las
más oscuras razas del universo y reclutarlas dentro de las filas de Sargeras. El segundo
campeón, Archimonde el Profanador, fue elegido para dirigir los enormes ejércitos en la batalla
contra cualquiera de los que osaran resistir los deseos del Titán.
El primer movimiento de Kil´jaeden fue esclavizar a los vampíricos señores del terror bajo su
terrible poder. Los señores del terror le servirían como sus agentes personales en el universo, y
ellos placenteramente localizarían razas primitivas para que su maestro las corrompiera y las
exterminara. El primero entre los señores del terror era Tichondrius el Oscuro, quien servía a Kil
´jaeden como el perfecto soldado y llevaría la ardiente voluntad de Sargeras a todas las oscuras
esquinas del universo.
El poderoso Archimonde también escogió temibles agentes para sí mismo. Llamando a los
maléficos señores del foso y su barbárico líder, Mannoroth el Destructor, Archimonde esperaba
establecer una élite luchadora que acabaría con cualquier creación de vida.
Una vez que Sargeras vio que sus ejércitos fueron amasados y listos para seguir sus mandatos,
lanzó sus coléricas fuerzas en la vastedad de la Gran Oscuridad. El bautizó a su creciente
ejército como la LEGION ARDIENTE. Hasta la fecha, no está claro cuántos mundos han sido
consumidos y quemados por la insana cruzada ardiente alrededor del universo.

Los Dioses Antiguos y el Ordenamiento de Azeroth

Sin conocer la misión destructiva de Sargeras sobre sus incontables trabajos, los Titanes
continuaron moviéndose de mundo en mundo, dando forma y ordenando cada planeta como
ellos creían. A lo largo de sus viajes repararon en un pequeño mundo al cual sus habitantes
llamarían más tarde Azeroth. Cuando los Titanes hicieron su camino sobre la primitiva tierra,
encontraron un número de hostiles “principios elementales”, que serían conocidos únicamente
como los Dioses Antiguos, quienes querían echar a los Titanes de su mundo.

El Panteón, molesto por la inclinación de los Dioses Antiguos a hacer el mal, entabló una guerra
contra los Elementales y sus oscuros maestros. Los ejércitos de los Dioses Antiguos eran
dirigidos por cuatro poderosos lugartenientes: Ragnaros el Señor del Fuego, Therazane la Madre
Roca, Al’Akir el Señor del Viento y Neptulon el Cazador de las Mareas (Los Cuatro Elementos).
Sus caóticas fuerzas avanzaban por la faz de la tierra y chocaban con los colosales Titanes.
Aunque los Elementales eran poderosos más allá de toda compresión mortal, sus fuerzas
combinadas no pudieron detener a los poderosos Titanes. Uno por uno, Los Cuatro Elementos
fueron cayendo y sus fuerzas fueron dispersadas.
El Panteón asedió las ciudadelas de los Dioses Antiguos y encerraron a los cuatro malvados
dioses bajo la superficie de la tierra. Sin los Dioses Antiguos para conducir sus iracundos
espíritus sobre el mundo físico, los elementales pasaron a un plano abismal, donde ellos se
contendrían uno al otro por toda la eternidad. Con la partida de los elementales, la Naturaleza se
calmó y el mundo entró en una pacífica armonía. Los Titanes observaron que la lucha había sido
contenida e iniciaron su trabajo.
Crearon un número de razas para que les ayudaran a modelar el mundo. De las profundidades
de las cavernas rocosas surgieron los Titánides, creados de la piedra viva. Para retirar los
océanos y sacar la tierra firme, los Titanes crearon los inmensos pero gentiles Gigantes del Mar.
Por muchas edades los Titanes modelaron la tierra, hasta que se formó un perfecto continente.
En el centro del continente, crearon un lago de centelleantes energías primordiales. El lago, que
sería llamado EL POZO DE LA ETERNIDAD, sería una fuente de vida para el mundo. Sus
potentes energías conmoverían las raíces del mundo y la vida emergería sobre el fértil suelo.
Con el tiempo, plantas, árboles y criaturas de toda especie empezarían a conquistar el
continente. Cuando llegó el día final de sus labores, los Titanes nombraron al continente
KALIMDOR, “La tierra de la eterna luz de las estrellas”.

El encargo de los Dragones Alados


Satisfechos de que el pequeño mundo estuviera ordenado y su trabajo concluido, los Titanes se
prepararon para abandonar Azeroth. Sin embargo, antes de partir, encargaron a las especies
más grandes del mundo con la misión de proteger Kalimdor contra cualquier fuerza que
amenazara su perfecta tranquilidad. En esa época había muchos dragones voladores. Entonces
ellos escogieron a cinco de los más poderosos para dominar a sus hermanos y apacentar el
mundo. Los grandes miembros del Panteón les dieron una porción de su poder a cada uno de
los líderes de los dragones. Los majestuosos dragones serían conocidos como los Grandes
Aspectos.
Aman'Thul, el Alto Padre del Panteón, otorgó parte de su poder cósmico sobre el gigantesco
dragón de bronce, Nozdormu, para que protegiera el tiempo y las inconmensurables vías del
destino. El estoico y honorable Nozdormu sería conocido como el Único Imperecedero.
Eonar, el Titán patrón de toda vida, dio parte de su poder a Alexstrasza la Roja, la Protectora de
la Vida, cuya misión sería salvaguardar toda vida que creciera en el mundo. Por su suprema
visión e ilimitada compasión por todas las cosas vivas Alexstrasza fue coronada como Reina de
los Dragones y se le dio dominio sobre toda su especie.
Eonar también bendijo a la pequeña hermana de Alexstrasza, la luminosa dragona verde Ysera,
con una porción de la influencia sobre la Naturaleza. Ysera caería en un trance eterno, y sería
conocida como La Soñadora, velando por los salvajes bosques del mundo desde su verde reino,
El Sueño Esmeralda.
Norgannon, el Titán protector y maestro de las artes mágicas, le dio al dragón azul, Malygos, una
porción de su vasto poder. Desde ese momento, Malygos sería conocido como el Tejedor de
Hechizos, el guardián de la magia arcana oculta.
Khaz'goroth, el Titán forjador del mundo, le dio parte de su vasto poder al poderoso dragón
negro, Neltharion, conocido como el Guardián de la Tierra, y se le dio dominio sobre la tierra y
los profundos lugares del mundo. El controlaría la fuerza del mundo y sería el gran soporte de
Alexstrasza.
Con estos poderes, los Cinco Aspectos se encargarían de la defensa del mundo en la ausencia
de los Titanes. Con los Dragones preparados para salvaguardar su creación, los Titanes dejaron
atrás Azeroth para siempre. Desafortunadamente, pasaría muy poco tiempo antes de que
Sargeras conociera al pequeño mundo recién nacido.

El despertar del mundo y el Pozo de la Eternidad

Hace aproximadamente diez mil años antes de la Primera Guerra entre Orcos y Humanos, el
mundo de Azeroth se constituía en un solo continente, rodeado por el mar. La masa de tierra,
conocida como Kalimdor, era el hogar de un sinnúmero de razas y criaturas, todas luchando por
sobrevivir sobre el salvaje mundo. En el oscuro centro del continente existía un misterioso lago
de energías incandescentes. El lago, el cual más tarde sería llamado el Pozo de la Eternidad, era
un verdadero corazón de magia y poder natural. Extrayendo sus energías desde la infinita Gran
Oscuridad más allá del mundo, el Pozo actuaba como una fuente mística, enviando sus potentes
energías a lo largo del mundo para que surgieran innumerables y maravillosas formas de vida.

Con el tiempo, una primitiva tribu de humanoides de costurmbres nocturnas precavidamente fue
haciendo su camino hacia las riberas del lago encantado. Los nómadas humanoides, guiados
por las extrañas energías del Pozo, construyeron sus hogares en las tranquilas riberas del lago.
Con el tiempo, el cósmico poder del Pozo afectó a la tribu, haciéndola más fuerte, inteligente y
virtualmente inmortal. La tribu adoptó el nombre Kaldorei, que significa “niños de las estrellas” en
su lengua primitiva. Para celebrar su creciente sociedad, construyeron grandes palacios y
templos alrededor del lago.
Los Kaldorei, o ELFOS NOCTURNOS, como serían llamados más tarde, adoraban a Elune, la
diosa de la Luna, y creían que ella dormía en la profundidad del Pozo durante las horas del día.
Los tempranos sacerdotes elfos estudiaban el Pozo con insaciable curiosidad, tratando de
conocer sus intangibles secretos y poderes. Conforme su sociedad crecía, los elfos nocturnos
exploraban Kalimdor para desenvolver sus misterios. Las únicas criaturas que les dieron pausa
fueron los ancestrales y poderosos dragones. Las grandes bestias a menudo se comportaban
reclusivos, y los elfos nocturnos descubrieron que los dragones se habían constituido en los
protectores del mundo, por lo que era mejor que sus secretos no fueran revelados.
El Pozo de la Eternidad fue la llave del verdadero avance y conocimiento de los Kaldorei.
Mientras estudiaban las poderosas energías del Pozo, los Kaldorei fueron imbuidos con su
poder, volviéndose prácticamente inmortales e inmunes al paso de los años, por sobre todoas
las criaturas de la tierra. Rápidamente aprendieron las energías del Pozo directamente. Habia
comenzado el estudio de la magia arcana.
Con el tiempo, la curiosidad de los elfos nocturnos los llevó a conocer a una serie de poderosas
criaturas, pero la más interesante de todas fue CENARIUS, un poderoso semidios de los
bosques primigenios. El valiente, noble y atrevido Cenarius se mostró complacido con los
inquisitivos elfos nocturnos y ocupó una gran cantidad de tiempo en enseñarles acerca del
mundo natural. Los tranquilos Kaldorei desarrollaron una fuerte empatía por los vivientes
bosques de Kalimdor y el armonioso balance de la naturaleza.
Algunos Kaldorei creían que el uso abusivo de las magia arcana del Pozo podrían traer serias
consecuencias, pero sus precavidas palabras fueron ignoradas por el resto de sus hermanos,
quienes habían penetrado profundamente en el estudio de la magia. Los grandes hechiceros y
magos construyeron hermosas ciudades, elaboraron impresionantes artefactos mágicos, y
apacentaron el mundo de acuerdo a sus propias necesidades. Una de las más poderosas de las
hechiceras Kaldorei se llamaba Aszhara, una mujer altatmente dotada que ansiaba el
conocimiento de la magia arcana mucho más que cualquier otra criatura viva. Su conocimiento
llegó a ser tan basto, que eventualmente los Kaldorei la coronaron como Reina de Kalimdor, y un
inmenso y vetusto palacio le fue construido en las orillas del Pozo de la Eternidad.
Con el paso de las eras, la civilización de los elfos nocturnos se expandió territorial y
culturalmente. Sus templos, caminos y lugares de estudio se expandieron por el oscuro
continente. Azshara, la hermosa y generosa reina de los elfos nocturnos escogió a sus
servidores favoritos para sus enjoyados salones. Sus servidores, conocidos como los Quel´dorei
o “Bien Nacidos” (Highborne), fueron dotados de todo poder y se creyeron mejores que el resto
de sus hermanos. Su líder, Dath’Remar, fue nombrado alto concejal de la reina y rápidamente se
hizo con el control político de a nación. Aunque la Reina Azshara era igualmente amada por todo
el pueblo, los Bien Nacidos eran secretamente envidiados por el resto de los elfos nocturnos.
Aún así, los Bien Nacidos empezaron a venerar a su reina como una diosa, y llamaron “la
encarnación misma de Elune”. Esto los llevó a tener serias disputas con las sacerdotisas de la
diosa Elune, cuyo templo se levantaba en las afueras de los sagrados Claros de la Luna, cerca
del Santuario de Cenarius, y en especial, con la joven e impulsiva Alta Sacerdotisa, Tyrande
Whisperwind.
Imitando la curiosidad de los sacerdotes sobre el Pozo de la Eternidad, Azshara ordenó a los
Bien Nacidos desentrañar sus secretos y revelar su verdadero propósito sobre el mundo. Los
Bien Nacidos se sumergieron en su trabajo y estudiaron el Pozo concienzudamente. Con el
tiempo desarrollaron la habilidad de manipular y controlar las cósmicas energías del Pozo.
Conforme sus experimentos progresaban, los Bien Nacidos descubrieron que podían usar sus
nuevos poderes para crear o destruir a su placer. Los ignorantes Bien Nacidos habían
descubierto la magia primitiva y estaban resueltos a dedicarse exclusivamente a desenvolver sus
misterios. Sin pensar que la magia podía ser peligrosa si no se usaba responsablemente,
Azshara y sus Bien Nacidos empezaron a practicar sus encantos con evidente abandono.
Cenarius y muchos de los letrados elfos nocturnos advirtieron que solamente calamidades
podrían resultar si se jugaba con las claramente volátiles artes de la magia. Eventualmente,
Azshara y sus seguidores continuaron expandiendo sus crecientes poderes.
Conforme sus poderes crecían, un cambio distintivo empezó a ocurrir en Azshara y los Bien
Nacidos. La clase alta comenzó a tornarse cruel y despreciativa con sus compañeros elfos
nocturnos. Una oscura palidez cubrió la anterior belleza de Azshara. Ella comenzó a apartarse
de sus amados súbditos y rechazar la interacción con cualquiera que no fueran sus sacerdotes
Bien Nacidos. Esta terrible comunión tendría un terrible precio que pagar.
Un joven erudito llamado Malfurion Stormrage, quien había ocupado mucho de su tiempo en
estudiar las primitivas artes del druidismo junto a Cenarius, comenzó a sospechar que un terrible
poder había corrompido a los Bien Nacidos y a su amada reina. Aunque no podía concebir de
donde provenía este mal, sabía que las vidas de los elfos nocturnos cambiarían para siempre...

La Guerra de los Ancestros


Hace aproximadamente 10 000 años

El irresponsable uso de la magia por parte de los Bien Nacidos, envió ondas de energía desde el
Pozo de la Eternidad a través de la Gran Oscuridad del Más Allá. Las desordenadas ondas de
energía fueron percibidas por terribles mentes alienígenas. Sargeras – el Gran Enemigo de toda
vida, el Destructor de Mundos – percibió los poderes del Pozo y buscó el distante punto de
origen. Espiando el primigenio mundo de Azeroth y sintiendo las energías ilimitadas del Pozo de
la Eternidad, Sargeras fue consumido por un insaciable apetito. El gran dios oscuro resolvió
destruir el joven mundo y reclaman sus energías para si mismo

Sargeras condujo a su vasta Legión Ardiente e hizo su camino hacia el inocente mundo de
Azeroth. La Legión fue conformada por un millón de escandalosos demonios, recogidos de todos
los rincones del universo, ansiosos por la conquista. Los tenientes de Sargeras, Archimonde el
Profanador y Mannoroth el Destructor, prepararon sus infernales monstruos para el ataque. La
Reina Azshara, obcecada por el terrible éxtasis mágico, cayó víctima del imparable poder de
Sargeras, y le ofreció abrirle una entrada al mundo. Incluso sus Bien Nacidos, caídos bajo la
inevitable corrupción mágica, convirtieron a Sargeras en su dios. Para demostrar su fidelidad a la
Legión, los Bien Nacidos convencieron a su reina de abrir un portal mágico en el Pozo de la
Eternidad.

Una vez que los preparativos estuvieron terminados, Sargeras comenzó su catastrófica invasión
sobre Azeroth. El delgado velo que separa la realidad del mundo de las sombras finalmente fue
roto. Los guerreros de la Legión Ardiente entraron en el mundo a través del Pozo de la Eternidad
y comenzaron el asedio sobre las durmientes ciudades de los elfos nocturnos. Liderados por
Archimonde y Mannoroth, la Legión marchó sobre las tierras de Kalimdor, dejando solo
desolación y terror a su paso. Los brujos demoníacos Eredar invocaron a los Infernales, unos
inmensos gigantes de piedra y fuego verde que cayeron del cielo en forma de meteoros sobre
los templos. Una banda de ardientes y sanguinarios asesinos llamada la Guardia de la Perdición,
dirigidos por el voraz Azzinoth, marchó sobre las tierras de Kalimdor, acabando con todo a su
paso. Jaurías de salvajes Felhounds (sabuesos diabólicos) atacaron salvajemente sin oposición.
Aunque los guerreros elfos defendieron su ancestral hogar, se vieron forzados a retroceder,
pulgada a pulgada, ante el avance de la Legión.

Ante el terrible ataque, Malfurion Stormrage escapó para buscar ayuda para su gente. Su propio
hermano gemelo, Illidan Stormrage, aunque no era parte de los Bien Nacidos, practicaba sus
artes mágicas. Convenciendo a Illidan de olvidar su peligrosa obsesión, ambos escaparon al
bosque para organizar la resistencia. La hermosa y joven sacerdotisa de la luna, Tyrande
Whisperwind, se decidió a acompañarles en el nombre de Elune. Ambos hermanos profesaban
un amor insaciable por la idealista sacerdotisa, pero el corazón de Tyrande suspiraba solamente
por Malfurion. Illidan se sentía resentido por el naciente romance entre su hermano y Tyrande,
pero su corazón roto no era nada comparado por el dolor que le producía su adicción a la magia.
En efecto, el continuo contacto de Illidan con las magias arcanas del Pozo, lo había corrompido a
tal punto de desarrollar en él la temible sed de magia que a su vez consumía a los Bien Nacidos.
Illidan creyó que, utilizando las mismas energías malignas de los demonios contra ellos, podría
lograr derrotarlos de una vez por todas, por lo cual él y algunos de sus seguidores más cercanos,
formaron una secta secreta cuyo objetivo era erradicar a los demonios de Kalimdor. Estos
guerreros, conocidos como los Cazadores de Demonios, se sacaban ritualmente los ojos, para
de este modo, utilizar toda su energía mágica contra la Legión. Malfurion nunca le perdonaría
esto, pero Illidan no combatiría por él: lo haría por amor a Tyrande.

Mientras tanto, Cenarius, quien se ocultaba en los sagrados Claros de la Luna en el distante
Monte Hyjal, se comprometió a ayudar a los elfos nocturnos buscando a los ancestrales
dragones y asegurándose su ayuda. Los dragones, liderados por la grandiosa Alexstrasza la
Roja, atacaron desde el aire a los demonios y sus amos infernales. Cenarius mismo llamó a los
espíritus de los bosques encantados, reclutando un ejército de Ancestros y Treants, los
hombres-árbol, y los guió en un sorpresivo asalto sobre la Legión. Malfurion, Illidan y Tyrande, al
mando de las fuerzas de los elfos, organizaron un valiente y feroz contraataque. El ágil y valiente
Cazador de Demonios se habría paso a través de las fuerzas de la Legión, destrozando las filas
de los demonios, mientras su cuerpo ardía en un incandescente aura mágica de fuego que había
creado a su alrededor, dañando todo lo que tocaba. Fue así como se encontró cara a cara con el
terrible Azzinoth, capitán de la Guardia de la Perdición, y una gran batalla se entabló entre
ambos contendientes. Illidan, utilizando todos los poderes concebidos por su secta, logró
derrotar a Azzinoth y se apoderó de sus espadas curvas, las cuales, con el transcurso del
tiempo, logró dominar con tal habilidad, que se volvieron un rasgo distintivo de su personalidad y
casi eran extensiones de sus brazos.

Las fuerzas aliadas a los elfos nocturnos convergieron sobre el templo de Azshara y el Pozo de
la Eternidad. Conociendo la fuerza de sus nuevos aliados, Malfurion y sus colegas sabían que la
Legión no sería derrotada solamente por la fuerza de las armas. Mientras la titánica batalla
alrededor de la ciudad capital aumentaba, Azshara esperaba con ansiedad el arribo de Sargeras.
El señor de la Legión preparaba su paso a través del Pozo de la Eternidad y su entrada en el
mundo. Conforme su enorme sombra se acercaba a la superficie del Pozo, Azshara guió a los
más poderosos de sus Bien Nacidos cerca de la superficie. Solamente enfocando sus poderes
mágicos sobre el Pozo podrían abrir un portal lo suficientemente grande para que Sargeras
penetrara. Mannoroth el Destructor en persona, el terrible Señor del Foso, General de los
Ejércitos de la Legión, guardaba la entrada al Templo de Azshara. Cenarius invocó los altos
poderes de los bosques y se enfrentó a Mannoroth, dándoles suficiente tiempo a Malfurion,
Tyrande y sus guerreros de penetrar en el templo.

Mientras la batalla bramada sobre los ardientes campos de Kalimdor, un terrible evento volcaría
la situación. Los detalles de tal evento se han perdido en el tiempo, pero es conocido que
Neltharion, el Gran Dragón Negro de la Tierra, se volvió loco durante un crítico ataque de la
Legión Ardiente. El empezó a lanzar flamas sin sentido y la ira hizo brotar su lado oscuro.
Renombrándose asimismo Ala de la Muerte (Deathwing), el dragón traicionó a sus hermanos y
dejó el campo de batalla. La traición sorpresiva de Neltharion fue tan destructiva que sus
hermanos nunca se recobraron de ella. Avergonzada y aterrorizada, Alexstrazsa y los otros
nobles dragones se vieron obligados a abandonar a sus aliados mortales. Malfurion y sus
compañeros, ahora desesperanzados, temieron no sobrevivir el abandono de sus poderosos
aliados.

Malfurion, convencido de que el Pozo de la Eternidad era el cordón umbilical que unía a los
demonios con el mundo físico, insistía en que debía ser destruido. Sus compañeros elfos,
conociendo que el Pozo era la fuente de su inmortalidad y sus poderes, se horrorizaron ante esta
noción. Pero Tyrande creía en la teoría de Malfurion, y convenció a Cenarius y sus camaradas
de atacar el templo de Azshara y encontrar el modo de destruir el Pozo para bien.

El Ocaso del Mundo

Malfurion y sus compañeros entraron en el corazón del templo de Azshara. Una vez en la
cámara principal, encontraron a los Bien Nacidos en medio del final de su oscuro encantamiento.
El comunal hechizo había creado un vórtex inestable de poder sobre las turbulentas aguas del
Pozo. La voluminosa sombra de Sargeras se apresuraba a cruzar el portal hacia la superficie,
por lo que Malfurion se decidió a atacar.

Pero Azshara estaba más que preparada para su arribo. Todos los aliados de Malfurion fueron
capturados antes de que estos atacaran a la enloquecida reina. Tyrande, tratando de atacar a
Azshara por detrás, fue detenida por la guardia personal de Bien Nacidos. Al luchar contra ellos,
la hermosa sacerdotisa sufrió graves heridas en sus manos. Al ver la caída de su amada,
Malfurion entró en una terrible cólera y se dispuso a acabar con la vida de la reina.

Para su sorpresa, Illidan apareció desde las sombras cerca de una de las orillas del lago.
Conociendo que la destrucción del Pozo impediría que volviese a practicar la magia de nuevo,
Illidan se convenció a si mismo de abandonar al grupo y prevenir a los Bien Nacidos del plan de
su hermano. Debido a la locura secundaria a su adicción y al reciente romance de su hermano
con su amada Tyrande, Illidan no sintió ningún remordimiento en traicionar a Malfurion y aliarse
con Azshara y los suyos. Illidan estaba dispuesto a defender el Pozo por todos los medios
necesarios. Portando unos frascos mágicos especialmente manufacturados para su propósito,
Illidan los llenó con el agua procedente del Pozo. Convencido que los demonios destrozarían la
civilización de los elfos nocturnos, planeó robar las sagradas aguas y tomar sus energías para sí
mismo.

Azshara, habiendo recibido la advertencia de Illidan, entabló una terrible batalla con Malfurion,
quien, con el corazón destrozado por la traición de su hermano, estaba dispuesto a vencer o
morir. Pero el hechizo de los Bien Nacidos había entrado en un caos tremendo al ser atacados, y
el inestable portal sobre las ondas del Pozo explotó en una catastrófica tormenta que llevaría al
ocaso al mundo entero. La masiva explosión resquebrajó el templo hasta sus bases y una serie
de estremecedores terremotos abrieron la torturada tierra. Como la terrorífica batalla entre la
Legión y los Elfos Nocturnos se realizaba alrededor de la ruinosa ciudad capital, el Pozo de la
Eternidad colapsó sobre todos ellos.
Las ondas de choque de la implosión del Pozo rompieron las bases del mundo. Los mares
bramaron e invadieron la tierra. Cerca del ochenta por ciento de la masa de Kalimdor fue
consumida, separándose en continentes separados por un nuevo y embravecido océano. En el
centro del nuevo mar, donde una vez estuvo el Pozo de la Eternidad, una tumultuosa tormenta
de mareas enfurecidas y caóticas energías se formó. La terrible tormenta, conocida como el
Maelstrom, nunca cesaría su furiosa vorágine. Se constituiría en el recuerdo de la terrible
catástrofe… y la utópica era que se había perdido para siempre.

El Monte Hyjal y la Ofrenda de Illidan

En la nueva costa del destruido continente, dos cuerpos yacen inconscientes sobre la arena.
Tyrande lentamente despierta, aún aturdida por la terrible explosión del Pozo de la Eternidad.
Sobresaltada por la imagen de la muerte de su amado, se abalanza sobre el cuerpo de Malfurion
quien, agotado por la lucha, se halla a su lado. Por la gracia de Elune habían sido salvados de la
hecatombre. Sobre uno de los riscos de la costa, el semidios Cenarius le sonreía a la
sorprendida sacerdotisa, quien aún no comprendía que su poderoso amigo les había rescatado
de una muerte segura.

Los pocos elfos nocturnos que habían sobrevivido a la horrible explosión se habían reunido
cerca de la costa. Los agotados héroes decidieron guiar a sus compañeros sobrevivientes para
establecer un nuevo hogar para su pueblo. Aunque Sargeras y la Legión habían sido desterrados
del mundo por la destrucción del Pozo, Malfurion y los suyos observaron el terrible costo de la
victoria.

Entonces se dieron cuenta de que muchos de los Bien Nacidos habían sobrevivido al cataclismo.
Ellos hicieron su camino por las riberas de la nueva tierra con los otros elfos nocturnos. Aunque
Malfurion desconfiaba de las motivaciones de los Bien Nacidos, estaba seguro de que no serían
una amenaza sin las energías del Pozo.

Para alegría de los elfos nocturnos, descubrieron que la montaña sagrada, Hyjal, había
sobrevivido a la catástrofe. Buscando establecer un nuevo hogar para ellos mismos, Malfurion y
los elfos nocturnos escalaron las faldas de Hyjal, hasta el valle allende el monte. Al descender al
valle, entre los enormes picos de la montaña, encontraron un pequeño y tranquilo lago. En ese
momento, uno de los Bien Nacidos se lanzó sobre las aguas con alegría indescriptible. Para
horror de todos, las aguas del lago rebozaban de magia.

Illidan, que había sobrevivido al Ocaso, había llegado a Hyjal mucho antes que Malfurion y los
elfos. En su locura por mantener fluyendo la magia en el mundo, Illidan había vaciado sus
frascos con las preciosas aguas del Pozo de la Eternidad, en el lago de la montaña. Las potentes
energías del agua rápidamente había formado un nuevo Pozo de la Eternidad. El exultante
Illidan, creyendo que su nuevo Pozo era una ofrenda para las futuras generaciones, se vio
contrariado cuando Malfurion le lanzó sobre el suelo. Malfurion le dijo a su hermano que la magia
era innatamente caótica y que su uso inevitablemente llevaría a la corrupción y el sufrimiento.
Sin embargo, Illidan se negó a abandonar sus poderes mágicos, y una vez más, el conflicto
surgió entre los gemelos.

Sabiendo que la tendencia de Illidan a irrespetar los esquemas lo llevaría a romper las reglas,
Malfurion decidió acabar de una vez por todas con la locura de poder de su hermano. Con la
ayuda de Cenarius, Malfurion encerró a Illidan en una basta prisión bajo la superficie, las
Tálamos Profundos, donde su apetito de poder se consumiría hasta el final de los tiempos. Para
asegurar la prisión de su hermano, Malfurion encargó a una joven Guardiana, Maiev
Shadowsong, para ser la carcelera personal de Illidan. Cenarius, a su vez, encomendó a uno de
sus hijos, Califax el Guardián del Bosque, de asistir a la Guardiana en la custodia de Illidan
durante las edades por venir.
Considerando que la destrucción del nuevo Pozo podría provocar una nueva catástrofe, los elfos
nocturnos resolvieron no tocarlo. Sin embargo, Malfurion declaró que nadie volvería nunca a
practicar de nuevo las artes mágicas. Bajo el ojo vigilante de Cenarius, los elfos comenzaron a
estudiar las antiguas artes del druidismo con el propósito de sanar la tierra y hacer crecer de
nuevo sus amados bosques en las faldas del monte Hyjal.

El Árbol del Mundo y el Sueño Esmeralda


9000 años antes de la Primera Guerra

Por muchos años, los elfos nocturnos trabajaron ardorosamente en reconstruir su ancestral
hogar. Con sus viviendas, templos y caminos hundidos, construyeron sus nuevos hogares entre
los verdes árboles y las sombreadas colinas de las faldas del monte Hyjal, buscando siempre la
armonía con la naturaleza. Con el tiempo, los dragones que habían sobrevivido al Ocaso
surgieron de sus secretas guaridas.
Alexstrasza la Roja, Ysera la Verde, Malygos el Azul y Nozdormu el Broncíneo descendieron
sobre las tranquilas praderas de los druidas y observaron los frutos de los trabajos de los elfos
nocturnos. Malfurion, quien con los años se había convertido en un Shan’do (archi-druida) de
inmenso poder, recibió a los poderosos dragones y les habló sobre la creación del nuevo Pozo
de la Eternidad. Los grandes dragones se vieron alarmados al escuchar las oscuras noticias y
especularon que la presencia del Pozo a largo plazo podría motivar el regreso de la Legión.
Malfurion y los tres dragones resolvieron hacer un pacto para asegurarse de que los agentes de
la Legión Ardiente nunca regresaran al mundo. Los Cuatro Aspectos cedieron parte de su poder
para crear un poderoso artefacto llamado Alma de Demonio (Demon Soul), cuyo poder podría
controlar infligir daño a la Legión Ardiente en caso de un ataque. Neltharion, sin embargo, no
cedió sus energías al Alma de Demonio, por lo que conservó su fuerza intacta y se convirtió en el
más poderoso de los dragones. Secretamente, el enloquecido dragón negro hurdía un plan que
asolaría nuevamente al mundo…
Alexstrasza, la Protectora de la Vida, plantó una sencilla semilla encantada en el corazón del
Pozo de la Eternidad. La semilla, activada por las potentes aguas mágicas, dio vida a un colosal
árbol. Las poderosas raíces succionaron las aguas del Pozo, y la verde copa del árbol se abrió
hacia los cielos. El inmenso árbol sería para siempre símbolo de la unión de los elfos nocturnos
con la Naturaleza, y sus energías sanadoras se extenderían sobre el resto del mundo. Los elfos
nocturnos llamaron a su Árbol del Mundo con el nombre de Nordrassil, que significa en su lengua
“Corona de los Cielos”.
Nozdormu, El Imperecedero, lanzó un encantamiento sobre el Árbol de Mundo para asegurarse
que el inmenso árbol les diera a los elfos nocturnos la seguridad de que nunca envejecerían o
padecerían de enfermedad.
Ysera, La Soñadora, también lanzó un encantamiento sobre el Árbol del Mundo, uniéndolo a su
propio reino, la dimensión etérea conocida como el Sueño Esmeralda. Este reino es un enorme
mundo espiritual que existe únicamente en los sueños. Ysera regularía el flujo de la naturaleza y
la evolución del mundo. Los druidas elfos nocturnos, incluido Malfurion mismo, deberían unirse al
Sueño junto al Árbol del Mundo. Como parte de este pacto místico, los druidas deberían dormir
por los siglos para que sus espíritus recorrieran los infinitos caminos del Sueño Esmeralda.
Aunque los druidas fueron advertidos ante el prospecto de perder muchos años de su vida
durante la hibernación, se mostraron satisfechos con unirse al sueño de Ysera. Pero el Sueño de
Ysera tenía un terrible secreto que, en ese momento, no fue revelado por los dragones…

Los Imperios Trolls y El Alma del Demonio


A pesar del gran conocimiento y el amplio desarrollo de su civilización, los Kaldorei no
conocieron hasta muy tardíamente, la existencia de otras culturas inteligentes. Muy hacia el este,
en el otro extremo de Kalimdor, mucho tiempo antes del Ocaso del Mundo, otra raza había
logrado forjar un inmenso imperio guerrero. Mil años antes de que la raza de los kaldorei naciera
existían dos imperios trolls enfrentados: Gurubashi y Amani. Se cree que su origen se encuentra
en lo que se conoce como el Valle de Strangletorn, donde impenetrables junglas evitaban el
asedio a su ciudad principal y más antigua, Zul’gurub. Los Amani, que constituyeron su imperio
en el norte, en lo que después fue Lordaeron, fundaron la gran ciudad de Zul’Aman. También
había otro imperio en el norte, Gundrak, pero nunca se ganó la importancia de estas dos.
Aunque constituían una misma raza, no se tenían en alta estima, pero estaban unidos para
derrotar a unos terribles insectoides llamados Azi'Aqir, cuyo objetivo era destrozar todo aquello
que no fuera insecto. Al final tuvieron éxito en su empresa y derrotaron los bastiones de Azjol-
Nerub al norte y de Anh'Qirai al sur.
Tras esto unos pocos trolls comenzaron a explorar el mundo y a evolucionar. Se toparon con el
Pozo de la Eternidad y lo utilizaron para sus fines... Por eso puede ser que los Kaldorei o elfos
nocturnos procedan de los trolls. Los elfos libraron varias guerras con los imperios trolls, hasta
que al final lograron expulsarles por completo. Replegados hacia el este, permanecieron
ignorantes de las subsecuentes actividades de los elfos hasta que ocurrió la implosión del Pozo.
La catástrofe produjo la división del supercontinente de Kalimdor en cuatro grandes islas, por lo
que las distintas tribus trolls quedaron definitivamente aisladas.
Los trolls de la jungla adoraban a Hakkar el Devorador de Almas, un sanguinario dios que era
seguido de manera absolutamente devota por una parte de ellos, los Atal'ai. Hakkar demandó las
almas de los niños trolls para manifestarse en el mundo, por lo que los trolls se dieron cuenta de
que era perverso y les conduciría a su propia destrucción, por lo que acordaron renunciar a él,
causando la gran ira de Hakkar. Solamente los Atal'ai siguieron fieles al corrupto dios, por lo que
los Gurubashi los expulsaron de Strangletorn, y emigraron hacia el Pantano de las
Lamentaciones. Divididos por esta decisión, los Gurubashi iniciaron una terrible guerra tribal,
donde dos prominentes tribus, Skullsplitter y Darkspear, luchaban por el predominio. Finalmente,
cada uno tomó su propio camino y tierras. El poderío y superioridad de los Skullsplitter obligó a
los Darkspear a abandonar para siempre el continente, y fueron exiliados a una isla del Gran
Mar, la que han habitado desde entonces.
Mientras tanto, los trolls Atal’ai continuaron tratado de invocar a su dios Hakkar. En el tiempo en
que los Kaldorei empezaron a reconstruir sus ciudades en el norte del nuevo Kalimdor, los Atal’ai
iniciaron una serie de cultos y sacrificios para lograr que Hakkar se materializara en el mundo
físico. Ante el inminente peligro que significaba este hecho, Ysera La Soñadora envió a uno de
sus hijos preferidos, Eranikus, a advertirles de la nueva e inminente catástrofe. Ante la
insistencia de los profetas y brujos Atal’ai de continuar con el ritual, Ysera en persona llegó para
combatirlos, y con sus inmensos poderes, hundió la ciudadela de los Atal’ai, formando lo que se
llama la Fosa de las Lágrimas. Debido a esto, Hakkar en retribución, utilizó sus inmensos
poderes para corromper a Ysera, por lo que los Grandes Aspectos, ante la conmoción que
podría producir la pérdida de otro de sus hermanos, la dejaron encerrada para siempre en el
etéreo mundo del Sueño Esmeralda. Para estabilizar los continuos poderes de Ysera y evitar que
la corrupción acabara con el balance de la vida natural sobre Azeroth, los Grandes Aspectos
acordaron con los druidas Kaldorei que ellos penetrarían en el Sueño Esmeralda y serían el
soporte de Ysera a través de las generaciones, a cambio de hacer crecer el Arbol del Mundo.
Neltharion, el maligno dragón negro, sin embargo, tenía otros planes para con sus hermanos los
Grandes Aspectos. Corrompido profundamente por la terrible fuerza maligna de los poderes de
la Legión, Neltharion desarrolló un malvado ardid para convercer a los otros dragones de ceder
parte de sus poderes a un artefacto mágico llamado el Alma del Demonio. Hablando a sus
hermanos, les dijo que ellos, los dragones, no vivirían por siempre, sino que llegaría el día en
que, con su desaparición, las razas mortales dominarían el mundo, y nada las protegería de la
Legión Ardiente. En un esfuerzo para pararse para esta época, Neltharion convenció a su
hermano Malygos, el Dragón Azul Señor de la Magia, de imbuir sus poderes en el Alma del
Demonio, con el objetivo de utilizarlo como arma ante una nueva invasión de la Legión Ardiente.
Aunque los dragones alados no estaban muy seguros de confiar en Neltharion, la reciente batalla
de Ysera con Hakkar y la Guerra de los Ancestros habían demostrado que sus esfuerzos no
habían sido suficientes para contener a las fuerzas malignas. Recordando el encargo de los
Titanes, decidieron aceptar la propuesta de Neltharion. Éste, sin embargo, no cedió sus poderes
al artefacto. Su objetivo estaba claro: con todos sus poderes intactos, Neltharion se convertiría
en el más fuerte de todos los dragones. Rompiendo su promesa, utilizó el Alma de Demonio para
destruir a los dragones azules. Malygos quedó solo y sin herencia, por lo que viajó al helado
Northrend para refugiarse y creó un gran cementerio para sus hijos, conocido como el
Dragonbligth, donde pudieran descansar sus restos. Encargó a uno de sus sirvientes
sobrevivientes, el poderoso Sapphiron, de proteger el Dragonblight por todas las edades.
Conociendo las malvadas intenciones de Neltharion, Alexstrasza la Protectora de la Vida tómo el
Alma de Demonio y la enterró profundamente en las vetustas montañas de Khaz Modan.
Neltharion esperó el momento propicio para atacar…

Exilio de los Altos Elfos


7300 años antes de la Primera Guerra

Con el paso de los siglos, la sociedad de los elfos nocturnos creció de nuevo fuertemente y se
expandió por el bosque que se llama Ashevale. Muchas de las criaturas y especies que
abundaban antes del Gran Ocaso, como los furbolgs y los quilboars, reaparecieron y florecieron
sobre la tierra. Bajo el liderazgo benevolente de los druidas, los elfos nocturnos disfrutaron de
una era de improcedente paz y tranquilidad bajo las estrellas.
Sin embargo, mucho de los originales Bien Nacidos sobrevivientes vivían intranquilos. Como
Illidan antes de ellos, cayeron víctimas de una depresión inmensa por la pérdida de sus poderes
mágicos. Se veían constantemente tentados a tomar las energías del Pozo de la Eternidad y
caer de nuevo en sus prácticas mágicas. Dath'Remar, el insolente líder de los Bien Nacidos,
comenzó a hablar en contra de los druidas, acusándolos de cobardes por rehuir el uso de la
magia que él decía les correspondía por derecho. Malfurion y los druidas minimizaron los
argumentos de Dath´Remar y previnieron a los Bien Nacidos que cualquier uso de la magia sería
castigado con la muerte. En un insolente y peligroso intento de convencer a los druidas de
rescindir su ley, Dath´Remar y sus seguidores convocaron una terrible tormenta mágica sobre
Ashenvale.
Los druidas no podían arrojarse ellos mismos la culpa de llevar a la muerte a muchos de su
propia raza, por lo que decidieron exiliar a los Bien Nacidos de sus tierras. Dath´Remar y sus
seguidores, orgullosos de librarse de sus conservadores primos al fin, elaboraron una serie de
barcos especiales y se hicieron a la mar. Aunque no sabían que les esperaba más allá de las
rugientes aguas del Maelstrom, iban decididos a establecer su propia patria, donde pudieran
practicar sus artes mágicas impunemente. Los Bien Nacidos, o Quel´dorei, como Azshara los
bautizó en épocas pasadas, llegaron eventualmente a un tierra al este que los humanos
llamarían más tarde Lordaeron. Allí fundarían su propio reino mágico, Quel’thalas, y renegarían
de los preceptos de los elfos nocturnos sobre la actividad nocturna y los trabajos a la luz de la
Luna. Por siempre, abrazarían el Sol y serían conocidos solamente como Altos Elfos.
Las Centinelas y la Larga Vigilia

Con la partida de sus altaneros primos, los elfos nocturnos volcaron su atención en la seguridad
de su patria. Los Kaldorei realizaron un poderoso conjuro druídico sobre las fronteras de
Ashenvale, cerrando la entrada a ese bosque en un eterno misterio. Allí, permanecerían ocultos
por cientos de años, sin contacto con otras criaturas o razas.. Los druidas, sintiendo que el
tiempo de su hibernación estaba cercano, se prepararon para el sueño y dejaron atrás sus
amadas familias y esposas. Tyrande, que se había convertido en Alta Sacerdotisa de Elune, le
pidió a su amado, Malfurion, que no la dejara por el Sueño Esmeralda de Ysera. Pero Malfurion,
honrado por entrar en los encantados Caminos del Sueño, se despidió de la sacerdotisa y le dijo
que nada podría apartarle verdaderamente de su gran amor.

Sola para proteger Kalimdor de los peligros del nuevo mundo, Tyrande ensambló una poderosa
fuerza entre sus hermanas elfas. Las mujeres guerreras, altamente entrenadas, sin miedo, se
llamaron a si mismas las Centinelas. Su misión sería defender Kalimdor y patrullas los sombríos
bosques de Ashenvale, y para esto contaban con numerosos aliados a quien llamar en tiempos
de urgencia. Cenarius, el poderoso semidios, habitaba en los cercanos Prados de la Luna del
Monte Hyjal. Sus hijos, los llamados Guardianes de los Bosques, se asentaron cerca de los elfos
nocturnos y regularmente ayudaban a las Centinelas a mantener la paz en la tierra. Incluso las
bellas hijas de Cenarius, las dríades, empezaron a aparecer en los claros con incrementada
frecuencia.
Con los largos siglos por venir, y sin Malfurion a su lado, Tyrande nunca dejó de temer una
segunda invasión demoníaca. Nunca dejó de pensar que la Legión Ardiente seguía allí, más allá
de la Gran Oscuridad del cielo, planeando su venganza sobre los elfos nocturnos y el mundo de
Azeroth.

Capítulo 2: El Nuevo Mundo

La fundación de Quel´thalas
Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(6800 años antes de la Primera Guerra)

Los Altos Elfos, liderados por Dath´Remar, dejaron Kalimdor atrás y retaron las tormentas del
Maelstrom. Sus flotas navegaron el ancho mundo por muchos años, y descubrieron misteriosos
reinos perdidos a lo largo de su viaje. Dath´Remar, quien había tomado el nombre de Sunstrider
(“El que camina de día”), buscaba lugares de gran poder sobre los cuales construir el nuevo
hogar de su pueblo.

Su flota finalmente llegó a las playas de un continente que más tarde sería llamado Lordaeron.
Desembarcando, los altos elfos fundaron un asentamiento en los tranquilos Claros de Tirisfal.
Después de pocos años, muchos de ellos comenzaron a volverse locos. Los sacerdotes altos
elfos teorizaron que algo maligno dormía en esta parte particular del mundo, pero los rumores
nunca pudieron ser probados. Los Altos Elfos levantaron su campamento y se movilizaron hacia
el norte, donde existía otra zona rica en energías.

Conforme los Altos Elfos cruzaban las ricas tierras montañosas de Lordaeron, su viaje se volvía
cada vez más difícil. Desde que se cortó su relación con las energías del Pozo de la Eternidad,
muchos de ellos cayeron por el frío clima o murieron de enfermedades. El más desconcertante
cambio, sin embargo, fue el hecho de que ya no eran inmortales ni inmunes a los elementos. Se
volvieron más pequeños de lo que eran, y su piel se volvió blanca, perdiendo el color púrpura
característico de su raza, y su cabello se volvió rubio, como el sol. Para complicar sus trabajos,
encontraron increíbles criaturas que nunca habían visto en Kalimdor. También encontraron una
tribu primitiva de humanos que cazaba en los antiguos bosques. Sin embargo, el mayor reto fue
enfrentarse a los voraces y astutos trolls de Zul’Aman.

Estos trolls habían formado un gran reino, el Imperio Amani, y tenían la capacidad de regenerar
su piel y sus miembros ante las más terribles lesiones, pero probaron ser una raza barbárica y
malvada, y demostraban ser hostiles a los extranjeros que traspasaban sus fronteras. Los elfos
desarrollaron una profunda animadversión por los viciosos trolls y los mataron donde quiera que
los encontraban. Por siglos, el Imperio Amani combatió a otros reinos trolls que se habían
asentado en los continentes del sur, los Gurubashi de la Jungla de Strangletorn, pero la llegada
de los Altos Elfos fue considerada un insulto para sus ancestros y sus dioses.

Después de muchos años, los Altos Elfos finalmente encontraron una tierra que era parte
remanente del antiguo continente de Kalimdor. En las profundidades de los bosques del
continente, fundaron el reino de Quel´thalas, y se abocaron a crear un poderoso imperio que
superara el de sus primos Kaldorei. Desafortunadamente la ciudad fue fundada sobre los restos
de un antiguo asentamiento que los trolls consideraban sagrado. Casi inmediatamente, los trolls
comenzaron atacar los asentamientos elfos en masa.
Los elfos, decididos a no abandonar su nueva tierra, utilizaron su magia para combatir a los
salvajes trolls. Bajo el liderazgo de Dath’Remar, fueron hábiles para derrotar a las bandas
guerreras de los Amani, que los superaban diez a uno. Algunos elfos, sin embargo, recordando
las anteriores prevenciones de los Kaldorei, temieron que el uso de la magia pudiera llamar la
atención de la derrotada Legión Ardiente. Por lo tanto, decidieron defender sus tierras con una
barrera protectora que les permitiera realizar sus encantamientos. Construyeron una serie de
monolíticas Runas en varios puntos alrededor de Quel´thalas que demarcaran las fronteras de la
mágica barrera. Las Runas no solamente enmascaraban la magia elfa de ser detectada por otras
dimensiones, sino que les ayudó a ahuyentar las supersticiosas bandas de trolls.
Con el paso del tiempo, Quel´thalas se transformó en un monumento al progreso mágico de los
Altos Elfos. Sus vetustos palacios fueron forjados con el mismo estilo estructural que los antiguos
salones en Kalimdor, pero respetando la topografía de la tierra. Quel´thalas comenzó a brillas
como la joya que los Altos Elfos siempre soñaron. El Concejo de Silvermoon fue fundado para
regir el poder sobre Quel´thalas, pero la dinastía de los Sunstrider siempre mantendría un
módico poder político sobre la ciudad. Compuesto por siete de los más grandes señores de los
Altos Elfos, el Concejo trabajaba para asegurar la seguridad de las tierras elfas y su pueblo.
Rodeados por su barrera protectora, los Altos Elfos olvidaron las advertencias de los Elfos
Nocturnos y continuaron usando la magia en casi todos los aspectos de sus vidas. En el centro
de Silvermoon, sobre una enorme isla al norte de Zul’Aman, crearon el Pozo del Sol, con aguas
remanentes del Pozo de la Eternidad que habían traído desde Kalimdor.
Casi por cuatro mil años los elfos nocturnos vivieron pacíficamente dentro de la seguridad de su
reino. Sin embargo, los conflictivos trolls no eran fáciles de derrotar. Estos se escondían en la
profundidad de los bosques y esperaban que el número de sus bandas creciera. Hasta que,
finalmente, un poderoso ejército troll emergió de los sombríos bosques e inició el asedio de la
brillante Quel´thalas.

La Edad del Hombre - Arathor y las Guerras de los Trolls.


(2800 años antes de la Primera Guerra)

Mientras los Altos Elfos peleaban por sus vidas contra el continuo asedio de los trolls, los
primitivos y nómadas humanos de Lordaeron peleaban por consolidar sus propias tierras tribales.
Las tribus de la temprana humanidad luchaban unas contra otras con muy poca identidad de
unidad u honor. Hasta que una de las tribus, conocida como los Arathi, tomó conciencia que la
amenaza troll era muy grande para ser ignorada. Los Arathi se dispusieron a unir todas las tribus
bajo su égida y proveer un frente unificado contra los trolls.
Durante el curso de los siguientes seis años, los astutos Arathi manipularon y derrotaron a las
tribus rivales. Con cada victoria, los Arathi ofrecían paz e igualdad a los pueblos conquistados,
con lo que se ganaban la lealtad del pueblo derrotado. Eventualmente, la tribu Arathi logró
incorporar muchas tribus dispersas, y las filas de su ejército se volvieron enormes. Considerando
necesario prevenir un inminente ataque de los trolls, e incluso a los reclusivos altos si fuese
necesario, los altos señores Arathi decidieron construir una poderosa ciudad-fortaleza en la
región sureste de Lordaeron. La ciudad-estado, llamada Strom, se convirtió en la capital de la
nación Arathi, Arathor. Conforme Arathor prosperaba, humanos de todo el inmenso continente
viajaron hacia el sur, hacia la seguridad de Strom.
Unidos bajo un solo estandarte, las tribus humanas desarrollaron una fuerte y optimista cultura.
Thoradin, rey de Arathor, tenía conocimiento de la existencia de los misteriosos elfos de las
tierras del norte, y del constante asedio de estos por los trolls, pero él rehuía arriesgar la
seguridad de su gente para defender a los reclusivos extranjeros. Muchos meses pasaron hasta
que rumores acerca de la derrota de los elfos llegaron del norte. No fue sino hasta que los
embajadores de Quel´thalas llegaron a Strom que Thoradin decidió enfrentar la amenaza troll.
Los elfos informaron a Thoradin que los ejércitos troll eran inmensos y que una vez que los trolls
destruyeran Quel´thalas, se volverían a atacar el sur. Los desesperados elfos, en su necesidad
de ayuda militar, prometieron entrenar a un selecto grupo de humanos en la magia a cambio de
la ayuda contra las bandas de guerra troll. Thoradin, sin conocer ninguna magia, decidió ayudar
a los elfos. Casi inmediatamente, hechiceras elfas llegaron a Arathor y comenzaron la instrucción
de los humanos en los caminos de la magia arcana.
Los elfos descubrieron que algunos humanos tenían una capacidad innata para controlar la
magia, y una afinidad natural hacia ella. Cien hombres fueron instruidos en los secretos mágicos
básicos de los elfos: no más absolutamente de los necesarios para combatir a los trolls.
Convencidos de que sus estudiantes humanos estaban listos para ayudarles, los elfos dejaron
Strom y viajaron hacia el norte al lado de los poderosos ejércitos del rey Thoradin.
Los ejércitos unidos de elfos y humanos irrumpieron fuertemente contra las bandas de trolls al
pie de las Montañas Alterac. La batalla duró muchos días, pero los ejércitos de Arathor no se
retiraron hasta que el último troll cayera. Los señores elfos dejaron caer todo el poder de su
magia sobre los enemigos. Los cien magos humanos y una multitud de hechiceras elfas llamaron
la furia de los cielos y la dejaron caer sobre los ejércitos trolls. Los fuegos elementales prevenían
la regeneración de las heridas de los trolls y quemaban sus torturadas formas desde el interior.
Con los ejércitos trolls derrotados y en retirada, los ejércitos de Thoradin embistieron a cada uno
de sus soldados. Los trolls nunca se recobrarían de su derrota, y la historia nunca volvería a ver
a los trolls como una nación unida de nuevo. Segura Quel´thalas de la destrucción, los elfos
juraron lealtad y amistad a la nación humana de Arathor y a la línea real de Thoradin. Humanos y
elfos tendrían relaciones pacíficas en las épocas venideras.

Los Guardianes de Tirisfal


Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(2700 años antes de la Primera Guerra)

Con la ausencia de los trolls de las tierras del norte, los elfos de Quel'Thalas se dedicaron a
fortalecer su gloriosa patria. Los victoriosos ejércitos de Arathor volvieron a casa en la sureña
Strom. La sociedad humana creció y prosperó, mientras que Thoradin, viendo como su reino se
extendía, mantuvo a Strom como el centro del imperio arathoriano. Después de muchos
pacíficos años de crecimiento y comercio, el poderoso Thoradin murió de vejez, dejando a la
joven generación de Arathor libre para expandir el imperio más allá de las costas de Strom.
Los cien magos originales, quienes fueron instruidos en los caminos de la magia por los elfos,
estudiaron sus poderes y estudiaron las místicas disciplinas de hacer encantos con mucho más
detalle. Estos magos, inicialmente escogidos por su fuerza y noble espíritu, siempre practicaron
la magia con cuidado y responsabilidad. Sin embargo, pasaron sus secretos y poderes a una
generación nueva que no tenía concepto de los rigores de la guerra o la necesidad por
sobrevivir. Estos jóvenes magos empezaron a practicar la magia por gusto personal sin ninguna
responsabilidad para con sus congéneres.
Como el imperio se extendía hacia nuevas tierras, los jóvenes magos también viajaron hacia el
sur. Usando sus poderes místicos, los magos protegían a sus hermanos de las criaturas salvajes
de la tierra e hicieron posible la colonización en nuevas ciudades-estado construidas en las
zonas salvajes. Sin embargo, como sus poderes crecían, los magos comenzaron a aislarse del
resto de la sociedad.
La segunda ciudad-estado arathoriana, DALARAN, fue fundada al norte de Strom. Muchos
magos de todos los confines de Strom dejaron atrás la ciudad y viajaron a Dalaran, donde
esperaban usar sus nuevos poderes con gran libertad. Estos magos elevaron una inmensa
espiral encantada, la Ciudadela Violeta, en Dalaran, y se sumergieron en lo profundo de sus
estudios. De esta forma, los magos humanos aprendieron a convocar las ventiscas y la lluvia, a
tele-transportarse de un lugar a otro, a volverse invisibles, a metamorfosear a otros seres en
animales, e inclusive, lograron liberar a los Elementales de Agua de su prisión, y utilizarlos en el
combate como aliados. Los ciudadanos de Dalaran toleraban a los magos y constituyeron una
fuerte economía bajo la protección de las artes mágicas de sus defensores. Pero un secreto
poder acechaba a los despreocupados humanos.
Los siniestros agentes de la Legión Ardiente, que habían sido expulsados con el estallido del
Pozo de la Eternidad, fueron atraídos al mundo por los constantes hechizos de los magos de
Dalaran, que había logrado romper el delgado hilo que separa la realidad de las dimensiones
etéreas. Estos relativamente débiles demonios no aparecían como una fuerza peligrosa, pero
causaban considerable confusión y caos en las calles de Dalaran. Muchos de estos demonios
provocaron insólitos eventos, y los magos regidores de Dalaran decidieron ocultarlos del público.
Los más poderosos magos fueron enviados a capturar a los elusivos demonios, pero a veces
eran vencidos por algún solitario poderoso agente de Legión.
Después de unos pocos meses, los supersticiosos campesinos empezaron a sospechar que sus
magos les ocultaban una terrible verdad. Rumores de una revolución empezaron a recorrer las
calles de Dalaran y los paranoicos ciudadanos dudaban acerca de las prácticas y motivos de los
magos que una vez admiraron. Posesiones, apariciones de temibles criaturas demoníacas,
asesinatos sin motivo alguno, empezaron a producir el pánico entre los habitantes de la ciudad.
Los Magos, temiendo una rebelión por parte de los campesinos y que Strom tomara acción
contra ellos, se volvieron al único grupo que entendería su particular problema: los Altos Elfos.
Alarmados por las noticias de los Magos acerca de la actividad demoníaca en Dalaran, los elfos
rápidamente a sus magos más poderosos a las tierras humanas. Los magos elfos estudiaron las
energías en Dalaran, y elaboraron reportes detallados de actividad demoníaca en la ciudad.
Concluyeron que eran debidas solamente a unos pocos demonios perdidos en el mundo, pero la
Legión misma podría retornar si los humanos continuaban usando las fuerzas de la magia.
Recordando el pecado de sus ancestros, el Concejo de Silvermoon, que regía los elfos de
Quel'Thalas, hizo un pacto secreto con los Magos de Dalaran. Los elfos informaron a los Magos
acerca de la ancestral historia de Kalimdor y la Legión Ardiente, una historia que había
estremecido al mundo. Informaron a los humanos que, mientras más tiempo usaran la magia,
tendrían que proteger a sus ciudadanos de los malvados agentes de la Legión. Los Magos
propusieron la noción de dar poder a un simple campeón mortal, quien utilizaría sus poderes
colectivos para pelear una infinita guerra secreta contra la Legión. Esto permitiría a la mayoría de
la humanidad ignorar por completo la existencia de los Guardianes y su guerra contra la Legión,
por temor a que el pueblo entrara en pánico y paranoia. Los elfos estuvieron de acuerdo y
propusieron fundar una orden secreta para dedicarse a la elección del Guardián y ayudarle a
combatir el caos en el mundo. Esta era la forma en que los Altos Elfos se redimirían de sus
pasadas faltas…
La sociedad estableció sus reuniones secretas en las sombrías Praderas de Tirisfal, donde
primeramente desembarcaron los Altos Elfos en Lordaeron. Se llamaron a sí mismos como la
secta secreta de los Guardianes de Tirisfal. Los campeones mortales serían escogidos para ser
Guardianes y serían imbuidos por los poderes de los magos elfos y humanos. Solamente habría
un Guardián a la vez, pero tendrían un vasto poder para derrotar a los agentes de la Legión
donde quiera que los encontrara. El poder del Guardián era tan grande que solamente el Concilio
de Tirisfal era capaz de elegir los potenciales sucesores del Guardián. Cuando un Guardián era
muy viejo o débil en su guerra secreta contra el caos, el Concilio elegía un nuevo campeón, y
bajo condiciones controladas, formalmente canalizar los poderes del Guardián en el nuevo
agente.
Con el paso de las generaciones, los Guardianes ha defendido a la humanidad en su guerra
invisible contra la Legión Ardiente sobre las tierras de Arathor y Quel´thalas. Arathor crecía y
prosperaba mientras el uso de la magia engrandecía su imperio. Mientras tanto, los Guardianes
se encargaban de observar cualquier signo de actividad demoníaca.

Ironforge – El despertar de los Enanos


Runas enanas de Ironforge
(2500 años antes de la Primera Guerra)

En tiempos ancestrales, después de que los Titanes partieron de Azeroth, sus hijos, los
Titánides, continuaron su función de formar y guardar las profundidades abismales del mundo.
Los Titánides no mostraron interés por los hechos de las razas que poblaban la superficie y
solamente se inmiscuían en sus asuntos en las oscuras cavernas de la tierra.
Cuando el mundo fue destruido por la implosión del Pozo de la Eternidad, los Titánides fueron
profundamente afectados. Sufriendo el dolor mismo de la tierra, los Titánides perdieron mucho
de su identidad y se fundieron con las rocas de donde habían sido creados. Uldaman, Uldum,
Ulduar... estos fueron los nombres de las antiguas ciudades donde los Titánides primeramente
tomaron forma. Profundamente dormidos en la profundidad de las cavernas, los Titánides
descansaron en paz por cerca de ocho mil años.
“No está claro por qué despertamos”- rezan las antiguas runas enanas. “Pero habíamos
cambiado durante la hibernación. Nuestras rocosas formas se habían vuelto piel, y nuestros
poderes sobre la piedra y la tierra habían desaparecido. Éramos criaturas mortales”.
Los últimos Titánides dejaron atrás los salones de Uldaman y se aventuraron a caminar sobre la
superficie. Nunca abandonaron la seguridad de las profundidades y las maravillas de las
cavernas, por lo que fundaron un vasto reino bajo la más alta montaña de la tierra. Llamaron a su
tierra, Khaz Modan. Construyeron un altar para su padre el Titán Khaz´goroth, y fundaron una
poderosa forja en el corazón de la montaña. La ciudad que creció alrededor de la forja se llamó
IRONFORGE. A partir de ese instante, se llamarían asimismo Enanos.
Los enanos, por naturaleza fascinados con las gemas y la piedra, construyeron minas en las
montañas circundantes para extraer ricos y preciosos metales. Felices con sus trabajos bajo la
tierra, los enanos se despreocuparon de las ligerezas de sus vecinos de la superficie.

Los Siete Reinos


Archivos de Kirin Tor
(1200 años antes de la Primera Guerra)

Strom continuó actuando como capital de Arathor, pero al igual que Dalaran, muchas nuevas
ciudades-estado aparecieron a lo largo del continente de Lordaeron. Gilneas, Alterac, y Kul Tiras
fueron las primeras ciudades-estado en levantarse, y aunque tenían sus propios gobiernos y
relaciones comerciales, seguían bajo la autoridad unificada de Strom.
Bajo el ojo vigilante de la Orden de Tirisfal, Dalaran se convirtió en el corazón del aprendizaje
para los magos de toda la tierra. Los Magos que regían Dalaran crearon el KIRIN TOR, una
cámara especializada encargada de catalogar y registrar cada hechizo, artefacto y objeto mágico
conocido por la humanidad a través del tiempo.
Gilneas y Alterac se convirtieron en fuertes soportes militares de Strom y desarrollaron grandes
ejércitos que exploraron las montañosas tierras de Khaz Modan. Fue durante este periodo que
los humanos conocieron a la antigua raza de enanos y viajaron a la cavernosa ciudad
subterránea de Ironforge. Los humanos y los enanos intercambiaron muchos secretos acerca de
los usos del metal y la ingeniería y descubrieron una singular y mutua afinidad por las batallas y
el relato de historias.
La ciudad-estado de Kul Tiras, fundada sobre una gran isla al sur de Lordaeron, desarrolló una
próspera economía basada en la pesca y el comercio mercante. Con el tiempo, Kul Tiras
construyó una poderosa armada que exploró los mares y tierras conocidas en busca de bienes
exóticos para comercial. Mientras la economía de Arathor florecía, sus fuertes componentes
empezaron a desintegrarse.
Con el tiempo, los señores de Strom decidieron movilizar sus estados a las fértiles tierras del
norte de Lordaeron y dejar sus áridas tierras del sur. Los nietos del rey Thoradin, los últimos
descendientes de la dinastía Arathi, argumentaron que Strom no debería ser abandonada, lo que
incurrió en el descontento de los grandes ciudadanos, dispuestos a partir. Los señores de Strom,
observando la pureza del intocado norte, decidieron dejar atrás su ancestral ciudad. Hacia el
norte de Dalaran, los señores de Strom construyeron una nueva ciudad que llamaron
LORDAERON. El continente entero tomó el nombre de esta ciudad. Lordaeron se convirtió en
una meca religiosa y en refugio de paz y seguridad para todos los desvalidos
Los descendientes de los Arathi, permanecieron fieles a los antiguos muros de Strom, decidieron
viajar hacia el sur sobre las rocosas montañas de Khaz Modan. Su viaje finalmente terminó luego
de muchas eras, y se asentaron en el norte del continente que luego se llamó AZEROTH. En un
fértil valle fundaron el reino de Stormwind, el cual se convirtió en un poderoso reino.
Los pocos guerreros que permanecieron en Strom decidieron guardar los ancestrales muros de
la ciudad. Strom ya no era más el centro del imperio, pero se desarrolló en una nueva nación
conocida como Stormgarde (La Guardia de Strom). Conforme cada ciudad prosperaba y crecía,
el imperio arathoriano se vio efectivamente desintegrado. Cada nación desarrolló sus propias
costumbres y creencias, y se fueron separando unas de otras. La visión del rey Thoradin de una
humanidad unida había finalmente fracasado.

Aegywnn y la cacería del Dragón


Según la biblioteca secreta de los Altos Elfos
(830 años antes de la Primera Guerra)

Como las rivalidades políticas y militares de las siete naciones humanas aumentaban y
empeoraban, la línea de los Guardianes estaba en constante vigilancia contra el caos. Hubo
muchos Guardianes a través de los años, pero solamente uno tenía los poderes mágicos de
Tirisfal a la vez. Uno de los últimos Guardianes se distinguió como un poderoso guerrero contra
la sombra. Magna Aegwynn, una bravía chica humana, ganó la aprobación de la Orden y se le
dio el manto de los Guardianes. Aegwynn trabajaba vigorosamente en cazar y erradicar a los
demonios donde quiera que los encontrara, pero a menudo cuestionaba la autoridad del Concilio
de Tirisfal, dominado por hombres. Ella creía que los ancestrales elfos y los envejecidos magos
que presidían el Concilio eran demasiado rígidos en sus pensamientos y no tenían la decisión
suficiente de poner fin al conflictivo caos. Impaciente con las lentas discusiones y debates,
decidió probarse a sí misma y a sus superiores, por lo que frecuentemente demostraba un valor
más allá del entendimiento en situaciones cruciales.
Como su dominio de poder cósmico de Tirisfal crecía, Aegwynn descubrió que un creciente
número de poderosos demonios había aparecido en el congelado continente de Northrend.
Viajando al distante norte, Aegwynn encontró a los demonios entre las montañas. Descubrió que
estos demonios habían cazado a uno de los últimos dragones sobrevivientes y habían absorbido
la magia innata de las ancestrales criaturas. Los poderosos dragones azules, hijos de Malygos el
Forjador de Conjuros, con el aumento de las sociedades mortales sobre el mundo, decidieron
enfrentarse ellos mismos a las oscuras artes mágicas de la Legión. Aegwynn confrontó a los
demonios, y con ayuda de los nobles dragones, los vencieron. Sin embargo, tan pronto como el
último demonio desapareció del mundo, una gran tormenta emergió desde el norte. Una enorme
figura oscura apareció sobre el cielo de Northrend. Sargeras, el rey de los demonios y señor de
la Legión Ardiente, apareció ante Aegwynn y la atacó con increíble energía. Le dijo a la joven
Guardiana que el tiempo de Tirisfal estaba a punto de llegar a su fin y que el mundo pronto sería
devorado por la Legión.
La valiente Aegwynn, creyéndose suficientemente fuerte para pelear con el amenazante dios,
lanzó sus poderes contra Sargeras. Con desconcertante facilidad, Aegwynn derrotó al demonio y
logró matar su forma física. Creyendo que el espíritu de Sargeras había pasado al abismo, la
noble Aegwynn llevó su ruinoso cuerpo a uno de los antiguos salones de Kalimdor que se
encontraba cerca del centro del mar, donde colapsó el Pozo de la Eternidad. Aegwynn nunca
sospechó que eso era exactamente lo que Sargeras había planeado...

Guerra de los Tres Martillos


Runas enanas de Ironforge
(230 años antes de la Primera Guerra)

Los enanos de Ironforge vivieron en paz por muchas centurias. Sin embargo, su sociedad había
crecido entre los confines de sus montañosas ciudades. Mientras el poderoso Alto Rey Enano,
Modimus Anvilmar, regía sobre los enanos con justicia y visión, tres poderosas facciones se
fortalecieron sobre la sociedad enana.
El Clan Bronzebeard, regido por el Rey Madoran Bronzebearb, muy cercano al Alto Rey y
tradicionalmente defensores de Ironforge. El Clan Wildhammer, regido por el Rey Khardros
Wildhammer, habitaba los fuertes y minas cercanos a la base de la montaña y ganaba cada vez
más control sobre la ciudad. La tercera facción, el Clan Dark Iron, estaba regido por el rey-
hechicero Thaurissan. Los enanos de este clan habitaban las profundas sombras dentro de la
montaña y conspiraban contra los Bronzebeards y Wildhammers.
Por un tiempo las tres facciones mantuvieron la paz, pero las tensiones estallaron cuando el Alto
Rey Anvilmar murió de avanzada edad. Los tres clanes en pugna estallaron en una guerra por el
control de Ironforge. La guerra civil enana rugió bajo la tierra por muchos años. Eventualmente
los Bronzebeards, con un ejército más grande y fuerte, expulsaron a los Dark Iron y a los
Wiildhammers fuera de la montaña.
Khardros y sus Wildhammers viajaron hacia el norte a través de las puertas de Dun Algaz, y
fundaron su propio Reino en el distante pico de GRIM BATOL. Allí, los Wildhammers cavaron y
reconstruyeron sus perdidos tesoros. Thaurissan y sus Dark Iron no tuvieron tanta suerte.
Humillados y encolerizados por su derrota, deseaban venganza contra Ironforge. Guiando a su
gente hacia el sur, Thaurissan fundó una ciudad (que llamó como el mismo) bajo las bellas
Montañas Redridge. Prosperidad y el paso de los años no disminuyeron el rencor de los Dark
Iron contra sus primos. Thaurissan y su esposa hechicera, Modgud, lanzaron dos prolongados
asaltos contra Ironforge y Grim Batol. Los Dark Irons reclamaban Khaz´Modan para ellos solos.
El ejército Dark Iron atacó los fuertes de sus primos y estuvieron cerca de tomar ambos reinos.
Sin embargo, Madoran Bronzebearb lideró a su clan a la decisiva victoria sobre el ejército de
brujos de Thaurissan. Este y sus sirvientes se retiraron a la seguridad de la ciudad, sin conocer
la suerte del ejército de Modgud contra Khardros y sus guerreros Wildhammer.
Conforme enfrentaba a sus enemigos, Modgud usaba sus poderes para sumir en miedo sus
corazones. Las Sombras se movían a su mandato, y criaturas tenebrosas brotaban de la tierra
para atacar a los Wildhammers en sus propios salones de Grim Batol. Eventualmente Modgud
rompió las puertas de la ciudad y empezó el asedio del fuerte principal. Los Wildhammers
pelearon desesperadamente, Khardros mismo tomó sus mazas y mató a la reina-bruja. Con su
reina muerta, los Dark Irons sufrieron la furia de los Wildhammers, huyeron hacia la fortaleza de
su rey, solamente para toparse con los ejércitos de Ironforge, que habían acudido en ayuda de
Grim Batol. Atrapados entre los dos ejércitos, los últimos Dark Iron fueron destruidos.
Los ejércitos unificados de Ironforge y Grim Batol se dirigieron al sur para destruir a Thaurissan y
sus Dark Irons de una vez por todas. Este, desesperado en su furia, invocó un hechizo de
proporciones cataclísmicas. Tratando de invocar un ser sobrenatural que le asegurara la victoria,
Thaurissan convocó antiguos poderes durmientes bajo el mundo. En su estado de shock, y para
su perdición, la criatura que emergió no podía ser más terrible que cualquier pesadilla que se
pudo imaginar.
Ragnaros el Señor del Fuego, el inmortal señor de los fuegos elementales, derrotado por los
Titanes cuando el mundo era joven, emergió entre potentes llamaradas. Liberado por el llamado
de Thaurissan, Ragnaros erupcionó de nuevo a la superficie. El renacimiento apocalíptico de
Ragnaros en Azeroth resquebrajó las Montañas Redridge y creó un furioso e inmenso volcán en
el centro de la devastación. El volcán, llamado Blackrock Spire, estaba limitado por la Costa
Rugiente al norte, y las Estepas Ardientes al sur. Muerto Thaurissan por las fuerzas que el
mismo liberó, sus hermanos sobrevivientes fueron esclavizados por Ragnaros y sus elementales
de fuego. Él domina Blackrock Spire hasta el día de hoy.
Observando la horrorifica devastación y los fuegos de las montañas del sur, los reyes Madoran y
Khardros levantaron sus ejércitos y retornaron a la seguridad de sus reinos, eludiendo dar la cara
a la ira de Ragnaros.
Los Bronzebeards volvieron a Ironforge y reconstruyeron su gloriosa ciudad. Los Wildhammers
retornaron a Grim Batol. Sin embargo, la muerte de Modgud había dejado en un terrible estado el
fuerte, y los Wildhammers lo encontraron inhabitable. El Rey Bronzebearb ofreció a los
Wildhammers un lugar para vivir dentro de las fronteras de Ironforge, pero los Wildhammers lo
rechazaron. Khardros tomó a su pueblo y lo llevó hacia el norte, hacia las tierras de Lordaeron.
Ingresando en los frondosos bosques de Hinterland, los Wildhammers construyeron una ciudad
en Aerie Peak, donde los Wildhammers estuvieran en contacto con la naturaleza y
eventualmente domaron a los grifos del área.
Tratando de mantener relaciones de comercio con sus primos, los enanos de Ironforge
construyeron dos grandes arcos, los Thandol Span, un puente entre Khaz Modan y Lordaeron.
Interesados en el comercio mutuo, ambos reinos prosperaron. Luego de la muerte de los reyes
Madoran y Khardros, sus hijos construyeron dos grandes estatuas en honor a sus padres. Las
dos estatuas montan guardia sobre el paso de las tierras sureñas, que se volvieron volcánicas
por la presencia de Ragnaros. Ellas servirían como advertencia a todo el que quisiera atacar los
reinos enanos, y como un recuerdo del precio que los Dark Iron pagaron por sus crímenes
Los dos reinos permanecieron aislados por algunos años, pero los Wildhammer cambiaron
mucho por los horrores vividos en Grim Batol. Tomaron la decisión de de permanecer en la
superficie, sobre las rocas de Aerie Peak, en lugar de cavar un vasto reino bajo la montaña. Las
diferencias ideológicas entre ambos reinos enanos eventualmente los condujeron por caminos
distintos.

El Último Guardián
Según la biblioteca secreata de los Altos Elfos
(45 años antes de la Primera Guerra)

La Guardiana Aegwynn acrecentó sus poderes los años subsiguientes y las fuerzas de Tirisfal
extendieron grandemente su vida. Creyendo que había derrotado a Sargeras para bien, continuó
salvaguardando al mundo de las fuerzas diabólicas por cerca de novecientos años. Sin embargo,
el Concilio de Tirisfal finalmente decretó que su tiempo había llegado a su fin. El Concilio ordenó
a Aegwynn volver a Dalaran para que su sucesor fuera escogido. Pero Aegwynn difería del
Concilio, y decidió escoger ella misma a su sucesor.
Planeó dar a luz un hijo al cual le heredaría todo su poder. No tenía intención de que la Orden de
Tirisfal manipulara a su sucesor como la había manipulado a ella. Viajando a la sureña nación de
Azeroth, Aegwynn encontró al perfecto padre para su hijo: un astuto mago humano conocido
como Nielas Aran. Aran era el mago de la corte del rey de Azeroth. Aegwynn sedujo al mago y
concibió de él un hijo. La afinidad natural de Nielas por la magia marcó profundamente al niño no
nacido y luego definiría los trágicos pasos que tomaría cuando fuese adulto. El poder de Tirisfal
fue heredado al niño, pero este no se manifestaría hasta su madurez.
Pasado un tiempo, Aegwynn dio a luz a un hijo varón. Llamándolo Medivh, que significa
"guardián de los secretos" en la lengua de los altos elfos, Aegwynn creía que el niño, al llegar a
la madurez, sería el próximo Guardián. Desafortunadamente no sabía la terrible verdad de los
planes de Sargeras: el maligno espíritu del oscuro Titán se había ocultado en su interior después
de su batalla con él, y había poseído al indefenso niño mientras este estaba en el vientre de su
madre. Aegwynn no tenía idea que el próximo Guardián estaba realmente poseído por su más
grande némesis.
Asegurándose que su bebe creciera sano y fuerte, Aegwynn llevó al pequeño Medivh a la corte
de Azeroth y lo dejó para que fuese criado por su padre mortal y su pueblo. Ella lo seguiría
vigilando desde la sombra, preparándose para cederle su poder cuando estuviera listo. Medivh
creció para convertirse en un muchacho fuerte, sin tener idea del gran poder que albergaba su
espíritu.
Sargeras esperó su momento para manifestar su poder en el joven. Con el tiempo, Medivh llegó
a la edad de la adolescencia, y se había convertido en un joven apuesto y popular en Azeroth
por la facilidad con que progresaba en los estudios mágicos con su padre, y por las aventuras
con sus dos mejores amigos: Llane, príncipe de Azeroth, y Anduin Lothar, uno de los últimos
descendientes de la línea sanguínea Arathi. Los tres muchachos constantemente hacían
travesuras por todo el reino, pero eran amados por los ciudadanos en general.
Cuando Medivh cumplió los 14 años, el poder cósmico dentro de el despertó e inició una lucha
terrible con el invasor espíritu de Sargeras, combatiendo por su alma. Medivh entró en un estado
catatónico que duró muchos años. Al despertar de su coma, se halló en la madurez, y sus
amigos Llane y Anduin se habían convertido en los regentes de Azeroth. Aunque deseaba
profundamente utilizar sus increíbles poderes para proteger su tierra, el oscuro espíritu de
Sargeras trastornó sus emociones y pensamientos, para llevarlos a un terrible final.
Sargeras había dominado el confundido corazón de Medivh, y ahora sus planes de una segunda
invasión demoníaca sobre el mundo estaban casi completos. Y el último Guardián del mundo le
ayudaría en sus oscuros propósitos.

Capítulo 3: La Perdición de Draenor

Kil´jaeden y el Pacto de las Sombras

Criptoglifos draenei.

Desde la eternidad de las sombras, en el Torbellino del Vacío, Kil´jaeden el Embaucador observa
con perversa sonrisa un pequeño mundo que, inocente, flota en el espacio. El astuto demonio
está planeando su silenciosa invasión. Una invasión de las conciencias. Kil'jaeden sabe que
necesita despertar una nueva fuerza que destruya todo a su paso antes de que la Legión ponga
el primer pie sobre el mundo. Igual que cientos de mundos antes, Draenor sería el siguiente
objetivo de la Legión. Si las razas mortales se veían obligadas a combatir en una nueva guerra,
deberían estar lo suficientemente débiles como para resistir cuando la verdadera invasión
iniciara.

Kil´jaeden había descubierto el pacífico mundo de Draenor, en la gran inmensidad de la


oscuridad más allá. A diferencia de los violentos métodos de Archimonde y Mannoroth, Kil’jaeden
era más sagaz y astuto, y prefería lograr la conquista de los mundos mediante el engaño. Su
método era sencillo: descubrir las ambiciones y bajos instintos de sus víctimas, e inflamarlos
para su beneficio.

Draenor estaba habitado por varias razas tan distintas como impresionantes. Los draenei, una
raza pacífica, habían desarrollado una civilización culturalmente más adelantada que el resto,
con el descubrimiento de la agricultura y los rituales mortuorios. La otra raza, los orcos, creían
firmemente en los principios elementales de la naturaleza, y su cultura se basaba en las
enseñanzas del chamanismo, la cual prodigaba la comunión estrecha con los espíritus de la
naturaleza. Los orcos estaban organizados en clanes, dirigidos por un jefe, que no es otro que el
más fuerte de todos los guerreros, y un chamán, quien desde su juventud ha sido entrenado y
educado por un maestro. Sus costumbres básicamente se basaban en la cacería y tenían un
amplio sentido del honor.

De las dos razas, Kil'jaeden escogió a los fuertes guerreros orcos porque sus espíritus
simplemente eran más susceptibles al mal y la corrupción, y porque su biotipo favorecía la
brutalidad de la guerra. Dicen las historias, no podemos a ciencia cierta saberlo, que el demonio
habló al alma de un viejo chamán orco, llamado Ner’zhul, y le prometió la eternidad y amplios
poderes más allá de su imaginación. Ambos hicieron un pacto de sangre. Bajo la dirección del
astuto chamán, el demonio inflamaría la guerra en el corazón de los clanes orcos. Con el tiempo,
la espiritual raza fue transformada en un pueblo sediento de sangre. Se construyeron arenas
para gladiadores, y los orcos comenzaron a cazar a los draenei como si fueran animales.
Solamente unos pocos draenei, bajo el mando de uno de sus chamanes, Akama, habían logrado
sobrevivir dentro de algunas cuevas.

Entonces, Kil'jaeden urgió a Ner'zhul y a su pueblo de tomar el ultimo paso: entregarse


enteramente a la muerte y la guerra. Pero el viejo chamán, sintiendo que su gente sería
esclavizada para siempre, resistió las órdenes del demonio.

Frustrado por la resistencia de Ner'zhul, Kil'jaeden decidió buscar otro orco que llevara a su
pueblo a las manos de la Legión. El persistente demonio finalmente encontró el discípulo ideal
en el ambicioso aprendiz de Ner´zhul, Gul’dan. Kil'jaeden prometió a Gul'dan poder ilimitado si le
era obediente. El joven orco, sediento de poder, se convirtió en un bravo estudiante de la magia
diabólica, y se transformó en el más poderoso brujo conocido en la historia. Guiando a otros
jóvenes orcos a olvidar las tradiciones chamanísticas y abrazar las artes mágicas, Gul´dan les
mostró una nuevo tipo de magia a sus hermanos, un terrible poder que los llevaría a la perdición:
la brujería y la nigromancia.

Kil'jaeden, viendo que su trampa sobre los orcos había funcionado, ayudó a Gul'dan a fundar el
Concejo de las Sombras, una secta secreta que manipulaba a los clanes y extendería el uso de
la brujería en todo Draenor. Mientras más orcos practicaban las artes mágicas de los brujos, los
gentiles campos de Draenor se volvieron negros e infestados. Con el tiempo, las vastas praderas
de que fueron hogar de los orcos por generaciones, se convirtieron en barro y aceite. Las
energías demoníacas lentamente habían matado al pequeño mundo.

Apogeo de la Horda.
Las historias de batallas y victorias siempre son recordadas, y en el pasado, se han levantado
líderes que con cada asalto documentan el pasado. A pesar de ser líderes en guerra, estos jefes
han demostrado poca acción con las palabras escritas. “Thok contar interesante historia. Ellos
hicieron caer mi, pero mi bien. Mi encontrar muchas cosas buenas para comer. Nosotros
encontrar villa. Nosotros matarlos y comer su comida. Thok detenerse ahora. Cabeza duele de
escribir”. El hecho es que yo soy mitad orca, con linaje humano, lo que combinado con las
habilidades y las enseñanzas que he adquirido durante mis viajes, me ha permitido adquirir este
elevado puesto. Como jefe de intérpretes del Concejo de las Sombras, el deber de preservar los
acontecimientos de nuestra conquista de este mundo y la eventual cruzada en la nueva tierra, ha
caído sobre mis hombros. Yo, Garona, les escribo esta historia…

Nuestras reglas de vida son sencillas: solamente el más fuerte sobrevive. Una decisiva victoria
en batalla eleva al comandante y a sus guerreros a un lugar de honor y control. Pero mientras
más alta la distinción, más dura la caída. Nuestro destino concerniente a la dominación sobre
estas tierras ha sido ampliamente predicho por los místicos de los clanes por cientos de años.
Muchas eras han pasado bajo el asalto de nuestras fuerzas, causando dolor y oscuridad a
nuestro paso. Escondiéndonos en bosques o entre las rocas que miran al mar, nuestros ejércitos
han destruido la patética resistencia que nuestros enemigos pueden ofrecer. Sus tropas mueren
con cada asalto y cubren los campos, porque nosotros no tomamos prisioneros. Usando los
poderes de nuestros brujos y nigromantes, ni siquiera el más poderoso de nuestros rivales puede
permanecer de pie ante nuestro asalto. Uno por uno nuestros enemigos caen, y nosotros somos
más fuertes con cada victoria. Con el tiempo, subyugando a todo el que se oponga a nuestro
poder, y esclavizando a las razas más débiles para usarlas a nuestro placer, conquistamos a la
naturaleza y las criaturas, para alcanzar el pináculo de nuestro apogeo.

Sin embargo, los orcos se volvían cada vez más agresivos bajo nuestro secreto control. Se
construyeron masivas arenas donde saciaban sus deseos guerreros en ensayos de combate a
muerte. Durante este periodo, unos pocos jefes de clanes hablaron en contra de la creciente
depravación de su raza. Uno de estos jefes, Durotan del Clan de los Lobos de Hielo, advirtió que
los orcos se destruirían a si mismos en una orgía de odio y furia. Sus palabras cayeron en oídos
sordos, y jefes más fuertes como Grom Hellscream del Clan Warsong se elevaron como
campeones de una nueva era de guerra y dominio. Pero las décadas de constantes luchas entre
los clanes han servido para dividir nuestra raza contra nosotros mismos. Algunas facciones
luchan por el dominio de los clanes. Sus insulsos argumentos se han vuelto un conflicto armado,
y han tornado a los clanes en una guerra interna por la necesidad de destrucción que consume
nuestra sangre. Si no existían tierras que tomar a los enemigos, entonces tomábamos las de
nuestros hermanos.

El único clan que ignoró estos juegos de poder fueron los brujos. Recluidos en sus torres, ellos
decían que un peligro estaba presente. Aunque a los nigromantes complacían estas batallas
fraticidas que poblaban la tierra y el inframundo con ríos de sangre, los brujos temían que ningún
orco lograra sobrevivir. Ellos se ocupaban de mantener el delicado balance que mantenía el
control de sus poderes y se dedicaban a trabajar en su magia. Para mantener este equilibrio, las
hordas orcas necesitarían de nuevas batallas contra un enemigo común. Fue durante este breve
periodo en que tuvimos noticia de la existencia de una pequeña hendidura interdimensional.
Muchos años han pasado los brujos estudiando estos misterios. Son incontables los numerosos
ensayos y pruebas para llegar a la conclusión de que este fenómeno puede funcionar como un
portal si logra ser dominado. Los brujos orcos empezaron a experimentar en él, haciéndolo cada
vez más estable. Eventualmente, fueron hábiles de crear un pequeño portal, suficientemente
grande como para enviar a uno de sus clanes del otro lado.
Las historias con que estos sujetos regresaron nos tenían casi convencidos de que la
experiencia que habían dejado atrás los había enloquecido, pero las extrañas y desconocidas
plantas que trajeron era evidencia segura de sus palabras. Esto motivó a la secta a convocar a
los líderes más poderes de los divididos clanes y proponerles un cese de la guerra por un año. Al
final de este tiempo, la secta les prometió el chance de reunirse para atacar un nuevo mundo.

Al cabo de tres meses, se envió un pequeño destacamento de tropas sobre el nuevo mundo. Un
círculo azul de energía, de la altura de dos orcos y medio, dibujado delicadamente sobre una
colina, fue del agrado de los jefes de los clanes. Siete guerreros entraron en el portal y volvieron
con reportes detallados de las tierras y las criaturas que encontraron del otro lado. Conforme los
brujos empezaron sus encantamientos para agrandar el portal, un sonido empezó – lentamente
al principio - a escucharse como el aullido de un lobo negro durante una noche de una luna
sangrienta. Cuando el sonido era casi insoportable, los guerreros se colocaron sobre el círculo,
ahora vivo con miles de colores brillando en una danza cósmica…

El saqueo de la villa fue muy simple, es más difícil narrarlo. Un grupo de extraños e indefensos
edificios fue el primer signo de que una verdadera oposición no sería encontrada. El cielo es
luminoso y el sol de este mundo se eleva sobre las colinas. Es un disco amarillo luminoso dos
veces más brillante que el nuestro, y hace los días extremadamente calientes. Ser una pequeña
rata debe ser mucho más que pertenecer a la raza que domina este mundo. Pequeños, rosados
y con músculos flácidos son estas criaturas. Los guerreros discuten entre ellos que, si estos son
los defensores de este mundo, la victoria era solamente cosa de momentos. Saliendo de sus
escondites, atacaron la villa y asesinaron todo lo que encontraron a su paso. Los machos
ofrecieron alguna resistencia, pero las mujeres y los niños fueron fáciles de matar. Sus casas
tenían pocas cosas de valor, pero estaban repletas de grano fresco, y además mostraron ser
excelentes para dar de comer a las antorchas. Este nuevo mundo, vasto y extenso, con débiles
protectores, probó ser una joya para adherir a la corona de los orcos.

Con el tiempo, hemos aprendido mucho de este nuevo dominio, y de quienes los habitan.
Aunque son difíciles de entender en muchas formas, ellos han probado tener algunas similitudes
con nosotros. Un golpe fuerte en la cabeza resulta en muerte. Sin comida se extinguen. El dolor
les afecta en la misma forma que a nuestros enemigos, y ha demostrado ser efectivo para
obtener información. El nombre de este lugar es Azeroth, y sus habitantes son llamados
“humanos”. Con el tiempo, más y más guerreros han cruzado el portal hacia Azeroth. Algunos
han llamado a tomar el castillo cercano a la villa que destruimos, pero la presencia de unos seres
de piel plateada y metálica llamados “caballeros” ha demostrado tener mayor resistencia a
nuestros asaltos. Muchos han llamado a cerrar el portal, mientras que otras facciones pugnaban
por hacer un ataque contra los humanos con todas nuestras fuerzas.

Los clanes orcos estaban listos, pero se necesitaba una última prueba de lealtad ante nuestros
oscuros amos. En secreto, el Concejo de las Sombras invocó a Mannoroth el Destructor, un
poderoso demonio que encarna la destrucción y la ira. Nuestro gran líder brujo, Gul´dan, llamó a
los jefes de los clanes y los convenció de beber la ira de la sangre de Mannoroth, con lo que se
volverían invencibles. Liderados por Grom Hellscream, todos los jefes, excepto Durotan,
bebieron y se convirtieron en esclavos de la Legión Ardiente. Con el poder de la ira de
Mannoroth, los jefes extendieron su subyugación a sus hermanos. Han pasado 15 años desde
que esta costosa decisión alteró el curso de nuestro destino.

Consumidos por la maldición de su nueva sed de sangre, los orcos descargaron su furia contra
todos los que se interpusieron en su camino. Sintiendo que su tiempo estaba cerca, Gul´dan unió
a los clanes guerreros en una simple e imparable HORDA. Sin embargo, era conocido que varios
jefes lucharían por la supremacía. Dentro de este caos, surgió un orco que con astucia se ha
atraído algunos seguidores. Con carismáticas manipulaciones y el uso de palabras adecuadas
ha hecho su voz más fuerte conforme el tiempo pasa. Después de deshacerse de sus
oponentes, pocos pueden ofrecer oposición a sus planes, y la ley del Señor de la Guerra
Blackhand el Destructor, líder del clan Blackrock, cayó sobre nuestra gente. Su crueldad y
dominio en la batalla es solo superado por sus ansias de poder. Ha estudiado que los principios
por los que se rigen las estrategias de los ejércitos humanos pueden ser derrotados. La
culminación de sus planes envuelve la unificación de todos los clanes y ejércitos orcos, brujos y
nigromantes en la eventual destrucción de la raza humana.

La Horda está lista. Los orcos serán el gran arma de la Legión Ardiente. La Edad del Caos había
llegado finalmente.

El Consejo de las Sombras

Como una fuerza elemental del caos y de la destrucción atravesamos como rayos las tierras de
los Draenei devastando todo lo que nos encontrábamos al paso. No perdonamos una sola vida.
Ningún edificio quedó en pie. Las únicas muestras de su existencia eran los campos empapados
en sangre en que habían trabajado durante casi cinco mil años y el olor rancio y acre de las
enormes hogueras victoriosas que acabaron con esos cuerpos jóvenes. Los Draenei eran tan
débiles, que apenas merecían el esfuerzo de nuestra batida. Pero, en el fondo, incluso victorias
tan simples como ésta sirven para poner en su sitio a los inferiores…

Siempre ha sido así entre los de mi clase. Los poderosos pueden manipular fácilmente los
instintos salvajes y brutales de las masas. El poder es la verdadera fuerza que dirige la gran
máquina destructiva de la Horda. Aquellos que se creen en posesión de esta fuerza rodean a sus
clanes con estandartes de violencia. Aunque sin un enemigo común, incluso los líderes de los
clanes orcos se vuelven ciegamente unos contra otros. El hambre de destrucción prevalece entre
los locos que dirigen la Horda; el poder y sólo el poder es lo único que se respeta sobre todas las
cosas.

Yo soy Gul’dan, el más grande de todos los brujos e iniciado en el séptimo círculo del Concejo
Interior de las Sombras. Nadie conoce como yo la oscura fascinación del poder definitivo.

En lo que se supone mi juventud, estudié las magias orcas con el chamán tribal de mi clan. Mi
talento natural para encauzar las energías negativas y frías de la infla-dimensión oscura me situó
de forma notable por delante del otros aprendices y sé que incluso Ner’zhul, el más grande de
mis maestros, sintió celos de mí cuando mis habilidades crecieron.

Mis aspiraciones fueron creciendo por encima de las de mis semejantes y maestros, ya que
sabía que su visión estaba limitada por su devoción al avance de la Horda. A mi no me
importaba en absoluto ni la Horda ni sus insignificantes dirigentes. No me importaba lo más
mínimo este mundo que dominábamos por completo. Tan sólo tenía en mente la oportunidad de
comprender los misterios laberínticos de la Gran oscuridad. Había comenzado a explorar en
secreto las energías mucho más allá de lo que cualquiera de mis “tutores” podría comprender
jamás. Fue entonces cuando descubrí la existencia de un inmenso poder: el demonio Kil’jaeden 
Me admiraba su furia sin corazón. Presenciar esta energía tan asombrosa era como ser
engullido por un todo. En las fugaces y febriles pesadillas que me provocó, toqué la esencia de lo
que había en el Más Allá. Se formó dentro de mí un ansia insondable, el deseo de manejar la
furia de las etéreas tormentas y salir ileso del corazón yaciente de los soles.

Bajo la tutela de Kil’jaeden, me di cuenta de lo limitado que había sido mi entendimiento. Se me


revelaron historias inimaginables de antiguas razas de demonios y dimensiones mágicas
esenciales. Comprendí que existían mundos infinitos, dispersos en la oscuridad más allá del
cielo, mundos hacia los que dirigiría la Horda como sólo alguien de mi talento podía hacerlo.
Aunque permanecí con mi gente en el mundo oscuro y rojo de los Draenei, pronto aprendí a
proyectarme hacia las profundidades de la infla-dimensión oscura, volviéndome casi loco por el
caos susurrante que contiene. Aunque podía significar mi muerte, me sentía irresistiblemente
atraído a continuar con mi estado hasta que finalmente desligado de mi existencia corpórea,
comprendí los susurros. Fue entonces cuando hablé por primera vez con los muertos…

La devoción a los ancestros ha sido durante mucho tiempo el corazón de la religión orca. Casi
toda la Horda creía que nuestros ancestros muertos nos observaban y guiaban desde las
profundidades de algún reino perdido del caos. Yo pensaba que esta noción era sólo un
producto del ritual y no de la realidad. En el interior de la infla-dimensión oscura descubrí que los
espíritus de los muertos permanecían flotando en vientos astrales entre dos mundos. Entendí
que vigilaban en silencio y por siempre a los clanes con la esperanza de encontrar algún medio
de escape de ese tormento sin vida. Supe entonces que esos espíritus de la muerte podrían ser
una herramienta muy útil para aquél que los sometiese a su voluntad.

Los años pasaron. Mi aprendizaje bajo Kil’jaeden me permitió convertirme en un de los brujos
más poderosos de los últimos tiempos y era respetado como líder en la Horda, pero como
siempre, empezaron a surgir tensiones entre los clanes. La destrucción de los Draenei no dejó
nada con que alimentar a la gran bestia de la guerra. Después de siglos de violencia y guerras,
habíamos conquistado finalmente todo nuestro mundo. Sin ningún enemigo más que aplastar y
sin tierras que conquistar, los clanes cayeron en un estado de total anarquía. Disputas sin
importancia entre los clanes terminaron en batallas en campo abierto y a derramamientos de
sangre masivos. Aquellos líderes que intentaban asumir la posición de señores eran asesinados
por las legiones hambrientas de la despiadada Horda. Supe que era el momento de reclamar el
manto de poder que durante tanto tiempo se me había negado.

Pronto reuní a los pocos brujos que habían mostrado una chispa de pasión y habían intentado
acabar con las insignificantes peleas entre clanes. Les enseñé el significado de la muerte,
guiándolos en rituales secretos y enseñándolos a comunicarse con los espíritus de la infla-
dimensión oscura. Aquellos que fueron incapaces de canalizar la energía fueron destruidos.
Tiempo después se forjó un pacto entre los miembros de nuestro círculo y aquellos espíritus
oscuros cuya energía habíamos aprendido a invocar. Utilizaría mi posición entre los brujos para
moldear los pensamientos de otros mientras que, cubiertos por un velo de secreto, ellos serían
inmunes a los caprichos de las masas sedientas de sangre. Y fue así como se creo el Consejo
de la sombra.

Pocos meses después, el Consejo de la sombra tenía en sus manos todos los asuntos políticos
de importancia dentro de la Horda. No ocurría nada en la Horda de lo que no estuviésemos al
tanto y muchos acontecimientos tuvieron lugar por designio nuestro, realizados con tal astucia
que ni los líderes de los clanes se daban cuenta de nuestras manipulaciones. Antes de medio
año, habíamos asumido casi todo el control de los asuntos internos de la Horda. Pero más allá
de nuestras secretas maquinaciones surgía amenazante la silenciosa y ominosa sombra del
demonio Kil’jaeden.

Con la intención de ampliar nuestros recursos mágicos abrí una escuela de disciplinas mágicas
que se conoció como Nigromancia. Comenzamos a entrenar a jóvenes brujos en los misterios
arcanos de la vida y la muerte. De nuevo y con el tiempo, bajo la mirada del demonio Kil’jaeden,
estos nuevos necrólitas adquirieron, tras indagar en las artes oscuras, el poder para animar y
controlar los cuerpos de muertos recientes. Cada victoria, cada éxito, me conducía a un vacío
que no podía llenar. Empecé a darme cuenta que el Consejo de la sombra sólo servía para mis
propósitos hasta cierto punto y que si quería convertirme en el verdadero heraldo de nuestro
destino necesitaría un poder aún mayor.

Los maestros de las fuerzas: Medivh y Blackhand

Las cosas iban bien dentro de la Horda. Aunque el Consejo de la sombra pacificaba los clanes
guerreros con la promesa de escapar del mundo de los muertos, sabía que este nuevo orden,
como había ocurrido con la guerra contra los Draenei, sólo supondría un breve respiro si no
encontrábamos nuevas tierras que conquistar. Mis pensamientos al respecto fueron
interrumpidos una noche a altas horas cuando fui sorprendido por unos gritos que venían de la
Torre de los brujos. Cuando llegué encontré a muchos aprendices sumidos en un profundo
trance, sus rostros estaban desfigurados por máscaras de dolor. Los brujos, a quienes
interrogué, sólo pudieron decirme que habían sentido una presencia inexplicable en sus sueños.
Regresé a mi fortaleza intrigado profundamente; fuera lo que fuese, lo que había contactado con
los brujos no había intentado alcanzarme.

Busqué el consejo de Kil’jaeden sobre esta presencia. También él había sido alcanzado por esta
energía, una energía que estaba más allá de cualquier experiencia que hubiese experimentado
antes. Ya fuese porque la imagen de la fuerza era tan asombrosa que incluso podía asustar a
este peligroso demonio o sólo por mi propia aprensión, me adentré sin ningún objetivo en la infla-
dimensión oscura durante lo que me pareció una eternidad.

Fue durante este vuelo febril cuando la presencia entró finalmente en contacto conmigo.
Irradiaba una energía impensable, pero carecía del frío control que ostentaba Kil’jaeden. Mis
sentidos parecían haber dominado el temor que me había rodeado y empecé a razonar y a hacer
cálculos. Sabía que si podía adivinar los deseos de esta fuerza, a pesar de su poder, podría
utilizarla para mis propios fines. La presencia se presentó como Medivh, un hechicero de un
mundo lejano y distante. No nos comunicamos mediante palabras sino mentalmente. Su mente
parecía no estar atada a nada, pero sus pensamientos se movían tan rápidamente que era muy
difícil aprender nada de él. Sabía que mientras tanto me estaba probando y cada vez conocía
mejor a los orcos y nuestra magia. Nunca podría aprender de él lo que él de mí, así que rompí
pronto el contacto.

Busqué el consejo de Kil’jaeden, pero rehusó a contestar a mis preguntas. De alguna forma
comprendí que había abandonado a sus discípulos porque estaba asustado del tal Medivh.
Empecé a dudar de nuevo de mis habilidades. ¿Podía yo contener a un ser que podía intimidar a
mi propio maestro? Seguí aventurándome en  el interior de la infla-dimensión oscura durante
varias semanas para olvidarme de todos los acontecimientos que me habían hecho dudar de mí.
Entonces, una noche, Medivh se me apareció en sueños…
“Me temes porque no puedes comprenderme. Conoce mi mundo y entenderás tu miedo.
Entonces no me temerás más”

No tenía poder para resistir lo que vino después:

…enormes páramos…
…pantanos oscuros, hirvientes de vida…
…campos interminables de hierba esmeralda…
…bosques de árboles gigantescos…
…tierras agrícolas con ricas cosechas…
…pueblos de gente orgullosa y fuerte…

Las imágenes pasaban una tras otra, demasiado rápidas para poder comprenderlas. Y
entonces… algo. Una imagen rápida despertó un ansia dentro de mi alma…

…enterrado en las profundidades del océano, en la oscuridad y hecho pedazos, pero respirando
aún…
…todavía con sangre de la misma tierra corriendo por sus venas…
…una antigua energía…
…milenaria y terrible…

Me desperté. Y mi conciencia supo que todo el sueño había sido real. Medivh me había
mostrado las maravillas de su mundo, sabiendo que la Horda no se quedaría tranquila hasta que
ese mundo fuese nuestro…

Me reuní con los miembros del Consejo de la sombra para hablar de las visiones que había
tenido. Aunque se debatió mucho sobre las verdaderas intenciones de Medivh, informé al
Consejo que pronto dispondríamos de una forma de escapar de nuestro mundo. Buscaría la
ayuda de Medivh para encontrar una forma de llegar a su mundo y entonces subyugaríamos su
raza tal y como habíamos hecho con todas las demás que se habían interpuesto en nuestro
camino. Aunque se había aparecido a muchos brujos con esas imágenes de un mundo nuevo y
fértil acordamos mantener este enigmático mensaje en secreto. Aquellos brujos que no estaban
en el Consejo y que habían tenido las visiones fueron asesinados, ya que si el secreto se hacía
público antes de que estuviesen listos los preparativos, la Horda se dividiría. Pasaron semanas
sin saber de Medivh. Mis intentos de contactar con él no dieron resultado. Era como si hubiese
eliminado todo rastro de sí mismo en la infla-dimensión oscura. Algunos
miembros del Consejo abandonaron toda esperanza en el regreso del hechicero.

…Entonces apareció la grieta…

Pasó mucho tiempo antes de que la grieta fuese lo suficientemente grande como para enviar un
gran número de orcos. Los primeros exploradores regresaron casi locos por completo por lo que
habían visto. Estos primeros fracasos no nos detuvieron, y tras posteriores expediciones quedó
confirmado que el mundo que se abría tras la grieta era similar al retratado en nuestras visiones.
Combinando los poderes de los brujos de los clanes con los del Consejo de la sombra
conseguimos ampliar la misteriosa grieta hasta crear un portal. Enviamos a numerosos orcos a
esa tierra desconocida a través del portal y se construyó rápidamente un puesto fronterizo al otro
lado. Se encomendó a los exploradores orcos que inspeccionaran los alrededores.

Los agentes del Consejo de la sombra informaron que los habitantes de ese mundo se llamaban
humanos y que sus tierras se conocían por Azeroth. Descubrimos que esos humanos eran una
raza débil que cultivaban las tierras y vivían pacíficamente. Temí que no fueran un desafío mayor
que los Draenei, y que no aplacaran el hambre de la máquina de guerra orca por mucho tiempo.
Los líderes de los clanes, fueron dominados rápidamente por su ansia de sangre y guerra y
estuvieron de acuerdo en que había llegado la hora de dejar este mundo agonizante y reclamar
los dominios de Azeroth.

Mientras el Consejo de la sombra vigilaba de cerca los trabajos de la Horda, las masas veían a
los líderes de sus clanes como grandes comandantes. Entre ellos sobresalían dos, respetados y
temidos todos los clanes, Cho’gall, ogro del clan Twilight Hammer y miembro del Concejo de las
Sombras, y Kilrogg Ojo Tuerto, del clan del Bleeding Hollow. Se esperaba que estos poderosos
líderes dirigieran a la Horda a una rápida y salvaje victoria sobre los humanos. Así, mientras la
Horda se trasladaba a Azeroth a través de la grieta, Cho’gall y Kilrogg comenzaron a planear su
estrategia contra la fortaleza humana de Stormwind.

El ataque a Stormwind fue catastrófico. Nuestro ejército, que no esperaba encontrarse mucha
resistencia, atacó precipitadamente la fortaleza enemiga. Sorprendentemente, los soldados
humanos mantuvieron a raya a nuestras fuerzas. Entonces sus indisciplinados guerreros
montaron vigorosas bestias arrasando a nuestras tropas y forzándolas a retroceder hasta las
ciénagas que había junto al puesto fronterizo, donde estaba el portal; sólo invocando un manto
de niebla de la sombra fueron capaces de escapar. Esta decisiva y humillante derrota sembró el
caos en la Horda. Cho’gall y Kilrogg se culpaban el uno al otro y los orcos se dividieron
rápidamente en dos bandos, cada uno apoyando a un líder. El Consejo de la sombra buscó
desesperadamente un remedio a la violencia que iba a desatarse, pero la inestable naturaleza de
los orcos hizo difícil apelar a la razón o a la sabiduría. Me di cuenta de que la Horda necesitaba
un líder fuerte que pudiera unificar los clanes bajo su control y mantenerlos a raya. Fue entonces
cuando oí hablar por primera vez de Blackhand el Destructor…

Blackhand, líder del joven clan de los Blackrock y guerrero del ejército de Sythegore, era
respetado por la mayoría de los orcos de la Horda y más importante aún, era extremadamente
codicioso, por lo que se le podía sobornar fácilmente. Con la ayuda del Consejo de la sombra
puse al ávido Blackhand en el trono como Señor de la Guerra, y hay que reconocer que fue un
dictador despiadado que supo ganarse el respeto y el temor de sus guerreros. Mientras la Horda
se recobraba bajo su mando y los demás líderes consentían ser controlados por él, era yo el que
dirigía todo sobornando y chantajeando a Blackhand.

Con la ascensión de Blackhand a Señor de la Guerra, el orden se restauró en la Horda y el


semblante de Medivh me visitó de nuevo. Parecía controlar mejor sus poderes, pero no su
mente. Medivh me ofreció toda clase de tesoros y baratijas para que la Horda destruyera el reino
de Azeroth y le convirtiese en jefe de los habitantes que sobreviviesen. Le aseguré que su
mundo sería nuestro en cuanto quisiésemos y que no tenía nada que pudiese inducir a la Horda
a seguir sus indicaciones. Con una mueca de desprecio en su rostro me mostró la imagen de
una antigua tumba en la que estaba grabado el nombre del Señor de los infiernos, Sargeras. ¡La
tumba de Sargeras! ¡El Señor de los infiernos que había instruido a mi propio mentor, Kil’jaeden,
estaba encerrado es ese minúsculo y patético mundo! El destino me había elegido a mí y había
puesto una mano sobre mi hombro. Kil’jaeden me había dicho que esa tumba perdida contenía el
poder absoluto, el suficiente para que el que pudiese controlarlo se convirtiese en un semidiós.
Medivh me prometió que me daría la localización de la tumba si la Horda destruía a sus
enemigos… Y empezó la guerra contra el reino de Azeroth.
La primera guerra de la ascensión de los orcos

Nos quedamos con las tierras de Azeroth y arrasamos a todos los humanos con los que nos
encontramos. Mi asesina privada, la medio orca Garona, ejecutó al rey Llane, líder de Azeroth, y
me trajo su corazón. Aunque la horda dominaba Azeroth y a los patéticos gusanos que lo
defendían, mis planes se encontraron con grandes impedimentos.

Un pequeño grupo de guerreros humanos había irrumpido en la torre de Medivh y entablado


combate abierto con el loco hechicero. Mientras su cuerpo estaba siendo atravesado y
despedazado por las espadas de Azeroth, Medivh empezó a transmitir ondas traumáticas por el
plano astral que hicieron añicos con facilidad mis formidables defensas. Intenté llegar a la mente
del hechicero y robarle la localización de la tumba, pero no pude hacerme con ella. Medivh fue
asesinado por los habitantes de Azeroth en ese momento y, al estar dentro de su mente en el
instante de su muerte temporal, sufrí una sacudida psíquica y entré en estado catatónico.

Dormí durante semanas como si estuviese muerto, celosamente protegido por mis brujos fieles.
Cuando finalmente me levanté, me informaron de los cambios que habían tenido lugar en las
altas esferas de la Horda. Blackhand había sido asesinado. Sin mis magias y mi consejo para
ayudarle, Blackhand cayó preso de un ataque sorpresa organizado por uno de sus generales
más poderosos y de su mayor confianza, Orgrim Doomhammer. Orgrim consolidó rápidamente
su poder dentro de la Horda, justificando el asesinato de Blackhand con falsos testimonios que le
ayudaron a afirmar la incompetencia del Destructor como Señor de la Guerra.

Parecía que los designios del destino me habían asestado un duro golpe. Orgrim se propuso
destapar las maquinaciones internas de la Horda, sin dejar piedra sin remover. Con el tiempo,
sus espías capturaron a mi sirviente Garona y tras una intensa tortura, reveló agónica la
existencia y localización del Consejo de la sombra. Resultó ser más débil de lo que esperaba.

Al sospechar que el Consejo de la sombra era una amenaza para el control de la Horda,
Doomhammer dirigió a sus jinetes de lobos en un ataque sorpresa contra mi fortín cerca de las
ruinas de la fortaleza de Stormwind. El asalto de Orgrim nos cogió desprevenidos, por lo que
mantuvimos alejada a la Horda sólo hasta que duró la magia. Como no teníamos tiempo de
reponer o completar las energías, caímos ante la furia de Orgrim, que se alzó victorioso. Los
supervivientes fueron tachados de traidores a la Horda y las ejecuciones públicas debilitaron
mucho mi posición, fortaleciendo la suya…

Me llevaron ante Orgrim y me interrogaron largamente sobre mi participación en el Consejo de la


sombra. Como estaba muy debilitado por la sacudida de la muerte de Medivh y por las energías
que había gastado durante la batalla, me di cuenta de que no podía ni amenazar ni dañar al
Señor de la Guerra. Orgrim me dejó claro que la Horda estaba bajo su control y que él no era tan
fácil de dominar como su antecesor. El brillo en sus ojos y el acero de su cinto me revelaron sus
intenciones, pero no podía derrotarme tan fácilmente. Mientras levantaba su mano le recordé
que con la muerte de los brujos yo era el último hechicero verdadero dentro de la Horda. Orgrim,
imprudente tras la victoria, pensó que tal vez podía serle útil y accedió a dejarme con vida,
debido a su magnánima gracia. Me prometí en silencio que un día se llevaría esas palabras a la
tumba.

Aunque sus sospechas hacia mí nunca desaparecieron del todo, logré convencerle de que los
guerreros estaban intentando unirse a los hijos de Blackhand con la idea de revelarse contra él.
Aunque esto era falso, Orgrim ya sospechaba de Rend y Maim, así que desmanteló a los jinetes
de lobos, enviándolos a diversas secciones de las fuerzas orcas. Para demostrarle mi “lealtad”
hacia Orgrim y la Horda, le prometí crear una hueste de jinetes inmortales que le fueran
completamente leales. Aunque Doomhammer no confiaba del todo en mí, la idea lo atrajo lo
suficiente y me permitió recluirme para crear la nueva legión.

Incluso con la ayuda de mis nigromantes, fracasé repetidamente en el intento de conseguir esa
fuerza inmortal. Fallos y debilidades fueron todo lo que esos subordinados podían ofrecerme
hasta que sentí que, aunque sus espíritus eran poderosos, su carne era débil. Los convoqué en
una gran construcción de madera de hierro y raíces negras donde mediante magia negra me
apoderé de las vidas de cada uno de ellos. En el sangriento despertar de sus ejecuciones, los
nigromantes fueron mi creación
perfecta de sirvientes inmortales.

Utilizando los pocos recursos que aún controlaba dentro de la Horda conseguí muchos de los
cuerpos de los caballeros de Azeroth que llevaban ya tiempo muertos. En estas formas
retorcidas y decadentes instalé la esencia de los miembros más poderosos del Consejo de la
sombra, que estaban deseando regresar al plano mortal para causar estragos y desatar el terror
una vez más. Proporcioné a cada uno de los jinetes oscuros una vara enjoyada para que
pudieran concentrar  mejor los poderes infraterrenales que esgrimirían. En el interior de esas
joyas anidaban la magia esencial y la nigromancia de los nigromantes recientemente
asesinados. Así nacieron los Caballeros de la muerte.

Orgrim Doomhammer estaba complacido con esos Caballeros de la muerte, ya que aunque los
espíritus del Consejo de la sombra me eran leales fingieron aliarse con el Señor de la Guerra.
Orgrim estaba muy satisfecho con el resultado y me permitió continuar con mis propios asuntos.

Seré paciente y esperaré el momento oportuno, pretenderé ser un siervo fiel hasta que llegue la
hora de enseñarle a ese presuntuoso y alborotador advenedizo quién es el más grande de los
dos. Mi intención de descubrir la Tumba de Sargeras sigue en pie. Me he reunido con el clan de
los Stormreaver para que me apoyen cuando llegue la hora de que Orgrim pague por sus
insolentes crímenes contra mí…

Ese día está cerca y Doomhammer no sabe qué clase de terrores le aguardan,

…pues yo soy Gul’dan…

Soy la Oscuridad encarnada...

No seré repudiado.

Capítulo 4: Alianza y Horda


Crónicas de la Guerra en Azeroth

Yo soy Sir Anduin Lothar, hombre de armas de la Hermandad de los Caballos, y guerrero al
servicio del Rey. Siento la necesidad de informarte acerca de los eventos que en este tiempo
determinan este conflicto. La historia de nuestra batalla contra los orcos inicia cerca de cuarenta
años en el pasado. Debo decirte que lo que vas a escuchar al principio te parecerá
incomprensible, por la incomprensión misma de la naturaleza de nuestro enemigo. Como
estudiante de la historia y de la guerra, lo único que sé es que entender nuestro pasado es
determinante para tomar las decisiones de nuestro futuro.

559 Todo ha sido pacífico por muchas generaciones, y el reinado de Wrynn III es fuerte y
próspero. Las constantes revueltas y luchas por el trono que han caracterizado a reyes
anteriores no tienen lugar en la corte de Wrynn. El niño mago Medivh ha nacido de la unión del
Conjurador de la Corte y una misteriosa viajera. Después de que el niño nació, la mujer
desapareció, y el bebé ha sido admitido en la corte como hijo del reino.

564 El niño príncipe Llane ha nacido del Rey Wrynn y Lady Varia. Él es el primero y único hijo de
ambos, pero su nacimiento permitirá la continuación de su línea real. Es un gran día para el
reino, que se ha celebrado con fiestas y torneos. El Rey Wrynn ha declarado el día festivo para
celebrase durante todo su reinado y para marcar la ocasión, le ha dado a cada ciudadano de
Azeroth oro sobre su salario.

571 La celebración de la Edad de la Ascensión desde la niñez a la adultez es uno de los


mayores acontecimientos de padres e hijos. A Medivh le ha llegado al momento en que se le dé
el título de Aprendiz de Conjurador de la Corte. Al acercarse la celebración, el muchacho ha
presentado problemas para dormir porque oscuros sueños y figuras aparecen en lo más
profundo de sus sueños. Sudando frío, Medivh camina hacia la recámara de su padre. En el
momento en que el Conjurador toca su frente buscando la fiebre, un ardiente fuego ha brotado
de los ojos del niño. Este haz de luz ha sido observado en la lejana Abadía de Northshire, y un
centenar de clérigos ha arribado al castillo. Solamente sus habilidades combinadas con los
poderes del Conjurador pudieron contener a Medivh. Como estos poderes son demasiado
elevados para él, el muchacho grita en un terrible dolor por las energías que son canalizadas a
través suyo. Las horas pasan, quizás incluso días, durante los cuales han luchado para derrotar
la furia. Entonces, tan simple como soplar una vela, padre e hijo caen sobre el suelo. El
Conjurador yace muerto, drenada su vida, y Medivh ha caído en un profundo sueño – su corazón
apenas late, y solamente un leve suspiro escapa de sus labios. Luego de una larga discusión, el
Rey y el Abad de Northshire han decidido llevarlo a la Abadía, para seguridad de niño y reino.

577 Llane ha llegado a su Edad de la Ascensión, y el título completo de Príncipe de Azeroth ha


sido investido en él. En su ceremonia, decenas de miles de devotos le han deseado soporte y
larga vida. Durante la noche con su familia, y cerca del crono, un viento helado ha comenzado a
soplar en el aire. Una gentil brisa al principio, crece luego en intensidad, hasta que las puertas
del gran salón se han arrancado de sus bases. Tan pronto ha cesado el viento, una figura ha
entrado, semejante a un gran cuervo. Las antorchas del gran salón se han reencendido con un
halo azul y la figura de Medivh ha sido revelada. Como el se ha colocado en frente de la mesa
del Rey, los guardas le han cerrado el paso. Un simple movimiento de su mano los ha detenido,
congelados en sus puestos. El hechicero, hecho ahora un hombre, explica que sus años de
sueño han finalizado. Los años de constantes oraciones de los clérigos de la Abadía de
Northshire le han permitido tener control de sus poderes. Cuando su espíritu y su cuerpo
estuvieron a tono, ha despertado, y ha salido hacia la Fortaleza de Stormwind. Medivh explica
que ha venido a reparar el daño que le hizo a la corte y ha aprovechado la ocasión de la
ceremonia de Ascensión del Príncipe Llane. De una bolsa que cuelga de su cinturón, ha sacado
un cristal de obsidiana, con arenas blancas como la nieve. El joven príncipe lo ha mirado de
cerca, pero las arenas se encuentran en constante flujo y nunca se acaban. Medivh clama que
estas arenas representan al reino, y tanto tiempo como las arenas nunca se acaben, el reino del
Rey Wrynn nunca caerá.

583 Seis años han pasado, y la tierra lentamente se ha secado. Los cultivos han muerto en los
ricos suelos del reino. Los niños enferman y nunca se recuperan totalmente. Incluso los
corazones de las personas de Azeroth se han vuelto oscuros. El invierno ha sido
inexplicablemente más frío y más largo, y el sol del verano crea sequías en la tierra y los días
son más oscuros de lo usual. Ningún clérigo o mago ha podido explicar cuál ha sido la causa de
estos cambios. Más y más personas se sienten descorazonadas, y donde antes había
optimismo, ahora solo hay incertidumbre.

Durante una oscura mañana, el Príncipe Llane acude al lado de su padre, cargando el cristal de
las arenas. Durante la noche, las arenas han corrido hacia abajo, y están casi vacías. El Rey
Wrynn toma el cristal entre sus manos. Tan pronto como las últimas arenas caen sobre la base
del cristal, un sonido estrepitoso rompe las puertas de la ciudadela de Stormwind.
Repentinamente, los salones se han llenado de criaturas horribles. Groseramente deformadas,
un cruel reflejo de la humanidad, se lanzan sobre los guardias del Rey y los aniquilan. El rey
Wrynn, Llane y lady Varia son escoltados por unos caballeros hacia la Abadía de Northshire,
prometiendo que las agresivas bestias serán destruidas. Este día no ha llegado aún.

584 A la edad de veinte años, Llane ha sido pronunciado rey de Azeroth. Su misión es clara –
raer de la tierra a estas criaturas. Los pocos que han sobrevivido a la batalla se refieren a si
mismos como orcos. Cuando son interrogados, prefieren la muerte a dar información. Son
crueles, sádicos y viles – no hacen distinción entre soldado o niño, guerrero o mujer. Matan a
cualquiera que encuentran sin derecho a súplica. Los pocos humanos que no han muerto por la
espada orca son tomados como esclavos y llevados al este, donde los orcos han hecho sus
campamentos. Qué hacen con estas personas es aún desconocido, pero lo cierto es que
ninguno ha vuelto.

593 Cerca de diez años de escaramuzas y luchas a lo largo de las fronteras ha tenido que
resistir el pueblo de Azeroth, pero las hordas orcas siempre han sido rechazadas hacia los
pantanos. El rey Llane ha descubierto que los orcos, además de increíblemente fuertes y
viciosos, no están bien entrenados en combate, y siempre atacan desorganizados. Esta puede
ser la llave para derrotarles, y es una debilidad que piensa utilizar en el futuro. El misterio al que
ningún clérigo o mago ha podido encontrar respuesta es el origen de estas criaturas.

En el décimo año de su reinado, el rey Llane recibe la visita de una viajera misteriosa. Ella ha
venido a advertir al Rey que la gran batalla contra su némesis esta cercana. También le dice que
la unión entre el Conjurador del Rey y ella tenía la intención de crear un niño al cual ella pudiera
transmitir sus conocimientos y poderes para bien. Pero no contaba con que fuerzas de otros
mundos tratarían de dominar al niño. Ahora ha descubierto que los poderes que corren por sus
venas han enloquecido a su hijo. Estos poderes han aumentado tanto que ni ella misma ha
podido derrotarlo. La viajera también informa al Rey Llane que Medivh fue el responsable de la
llegada de los orcos a Azeroth. Cuando niño, durante la batalla con su padre, había abierto un
portal a un lugar al que los orcos, y muchas otras criaturas, llamaban hogar. Los orcos son
discípulos del caos, y ni siquiera Medivh tiene control sobre ellos. Asimismo, la viajera advierte al
rey que con el tiempo, Azeroth se verá obligado a luchar contra él y si no logran derrotarlo,
ciertamente el mundo sufrirá.

Rumores de guerra llegan desde los pantanos. Los ataques sobre nuestros asentamientos, al
principio pobremente ejecutados, ahora se han vuelto más organizados. El rey se ha visto en la
necesidad de enviar soldados y arqueros a proteger los asentamientos de la Frontera. Rumores
del advenimiento de un gran Señor de la Guerra Orco se han expandido por la tierra. Este se ha
mostrado como un gran líder y ha unido a los orcos bajo un solo estandarte. Los espías y scouts
del rey Llane lo han descrito como astuto y sanguinario. Esta temible criatura tiene por nombre
Blackhand el Destructor y su control sobre la Horda orca se ha convertido en una maldición para
Azeroth. El rey ha ordenado enlistar nuevos reclutas y entrenarlos en los rudimentos del
combate, porque ha llegado el tiempo en que el pueblo de Azeroth deba prepararse para la
guerra.

Una Breve Historia sobre la Caída de Azeroth


Primera Guerra (narrada por la Matriarca de Tirisfal)

Mi nombre es Magna Aegwynn y por cerca de mil años he resguardado los reinos de este mundo
y me he encargado de salvaguardar los pueblos de esta tierra contra los etéreos poderes de la
Gran Oscuridad del Más Allá. He visto poderosos reinos levantarse y caer. He conocido las
conspiraciones de la alta nobleza y los plebeyos para definir el destino de la humanidad.

Es solo recientemente que he tenido, con gran dolor, que involucrarme directamente en los
asuntos de los hombres. Por incontables edades he tenido el cargo de mi Orden para servir y
proteger a los hombres mortales de los misterios de la Gran Oscuridad, y de los palpables y
reales maldades de los reinos del más allá. Para luchar contra las fuerzas de la Dimensión de la
Nada he recibido considerables poderes y longevidad que rivalizan incluso con los de los
ancestrales Elfos. Por estos poderes también recibí un severo mandato – El Guardián no debe
interferir con las trivialidades de los hombres hasta que llegue el tiempo en que se escoja a su
sucesor y el manto de los guardianes pase a otro.

Mas yo, Aegwyn, última Guardiana de la Orden de Tirisfal, he juzgado que mi tiempo ha llegado.
Cuarenta y dos inviernos han pasado desde que por primera vez en el Reino de Azeroth fui en
busca del Conjurador Nielas Aran. Nielas era excepcionalmente talentoso en los simples
conjuros mágicos de los hombres, y creo que él podría ser el perfecto padre mortal para mi
hijo… y lo es…

He tenido un niño y le he llamado Medivh – o “Guardián de los Secretos” en la Antigua lengua de


los Elfos – en el otoño del año 559. Le he transferido mis conocimientos y mis poderes, que
dormirán en él hasta manifestarse cuando llegue a su madurez física. Creyendo que mi trabajo
en este mundo estaba hecho y viendo que mi hijo es amado por el pueblo de Nielas, he viajado a
través de los campos del tiempo, preparándome para el paso.

Mi ojo vigilante a la distancia ha visto que mi hijo ha avanzado mucho para su joven vida. Me he
asegurado que el profundo altruismo de Tirisfal le guié en sus estudios y pruebe su corazón y su
mente para hacer de la Guardianía, su destino.

En la época en que cumplió su cumpleaños número veinte, el poder escondido dentro de mi hijo
despertó. Incapaz de lidiar con las furiosas energías cósmicas que han surgido dentro de él,
Medivh ha sufrido un masivo trauma psicológico. Ha sido pacificado por los buenos clérigos de
Northshire. Lo han llevado a la sagrada Abadía y por seis años han atendido su comatoso
cuerpo.

Eventualmente, Medivh despertó de su profundo sueño en complete control de sus facultades y


poderes. Sin embargo, debajo de su confidente y casi arrogante figura, he conocido que mi hijo
se ha vuelto malevolente y corrupto. La visión y el poder que a su nacimiento ha heredado han
sido pervertidos por las distantes fuerzas de la Dimensión de la Nada, alterando la parte humana
de su alma y marcándolo con su toque maligno para siempre.

No fue solamente hasta que la primera ola de estas fieras criaturas conocidas como los Orcos ha
venido desde la oscuridad que me he dado cuenta de lo increíblemente peligroso que mi hijo
puede ser….

El Portal Oscuro y la caída de Stormwind

En los oscuros salones de la Torre de los Guardianes, Medivh continúa luchando por su alma. El
Rey Llane, noble monarca de Stormwind, temía por la oscuridad que había trastornado el espíritu
de su viejo amigo. El rey comunicó sus temores a Anduin Lothar, el último descendiente de la
dinastía Arathi, quien era general de sus ejércitos. Sin embargo, ninguno de los dos podría haber
imaginado que el lento viaje de Medivh hacia la locura traería los horrores que verían después.

Como incentivo final, Sargeras prometió gran poder a Gul´dan si él lideraba a la Horda contra
Azeroth. Usando a Medivh, Sargeras le dijo al brujo que él sería convertido en un dios viviente si
encontraba la tumba submarina donde la Guardiana Aegwynn había colocado el cuerpo de
Sargeras cerca de mil años antes. Gul´dan accedió y decidió que una vez que Azeroth estuviera
vencido, saldría en busca de la legendaria tumba y de su premio. Seguro de que la Horda
serviría a sus propósitos, Sargeras ordenó el inicio de la invasión.

Uniendo sus poderes, Medivh y los brujos del Concejo de las Sombras abrieron un pasaje
dimensional conocido como EL PORTAL OSCURO. Este portal sería un puente entre Azeroth y
Draenor, y era lo suficientemente grande como para que un poderoso ejército lo cruzara. Gul´dan
envió scouts orcos a través del portal para explorar la nueva tierra que iban a conquistar. El
retorno de los scouts ha asegurado al Concejo de las Sombras que Azeroth está listo para ser
cosechado.

Convencido de que la corrupción de Gul´dan destruiría a su gente, un jefe orco se atrevió a


hablar contra los brujos. Este bravo guerrero proclama que los brujos han destruido la pureza del
espíritu orco y la invasión venidera sería su perdición. Gul´dan, incapaz de matar a un héroe tan
popular, se vio forzado a expulsar a este jefe y a todo su clan dentro del nuevo mundo. Su
nombre era Durotan, del Clan de los Lobos de Hielo.

Después del exilio de los Lobos de Hielo, solamente unos pocos clanes orcos lo siguieron. Estos
rápidamente levantaron una base de operaciones cerca de Black Morass, una oscura y
pantanosa área al este del reino de Stormwind, el Pantano de los Susurros. Allí, secretamente, el
Clan de La Espada Ardiente, la primera fuerza de exploración, empezó a construir una fortaleza.
Conforme los orcos empezaban a explorar las nuevas tierras, entraron en inmediato conflicto con
los humanos defensores de Stormwind. Aunque estas escaramuzas finalizaban rápidamente,
fueron útiles para aprender acerca de las debilidades de ambas razas. Llane y Lothar nunca
conocieron datos confiables acerca del número real de orcos y no pudieron imaginar cuán
grande era la fuerza que venía contra ellos. Después de unos pocos años la mayoría de la Horda
había cruzado hacia Azeroth, y Gul´dan consideró que el tiempo del primer golpe contra la
humanidad había llegado. La Horda lanzó su primer ataque contra el desprevenido reino de
Stormwind. Al mando de Kilrogg Ojo Tuerto del clan Pozo Sangriento, y del ogro-mago Cho´gall
del clan Martillo del Ocaso, inicio el asedio de la ciudad. El rey Llane contraatacó con sus
caballeros, y ante la sorpresiva contraofensiva, la Horda se vio obligada a replegarse. Ante esto,
Gul´dan decidió colocar un Señor de la Guerra para toda la Horda, a quien pudiera controlar,
cargo que recayó sobre Blackhand el Destructor, del clan Stormreaver, quien era un líder
particularmente astuto y despiadado. Esto provocó desazón entre algunos de los jefes de los
otros clanes, a quienes los soldados veían como líderes más aptos, en especial los héroes orcos
Grom Hellscream (al que se le ordenó quedarse en Draenor para organizar la defensa) y Orgrim
Doomhammer (designado como uno de los generales de Blackhand en Azeroth).

Conforme las fuerzas de Azeroth y la Horda chocaban por todo el reino, los conflictos internos
empezaron a afectar ambos ejércitos. El rey Llane, que creía que los bestiales orcos eran
incapaces de conquistar Azeroth, decidió fortificar su posición en su capital de Stormwind. Sin
embargo, Sir Lothar estaba convencido de que la batalla debería ser un ataque directo al
enemigo, y se vio obligado a elegir entre sus propias convicciones y la lealtad a su rey.
Escogiendo seguir sus instintos, Lothar partió hacia la torre-fortaleza de Medivh en Karazhan. Allí
contó con la ayuda del joven aprendiz de Medivh, llamado Khadgar, quien también era espía del
Kirin Tor. Ambos creían que derrotando al poseído Guardián, encontrarían una solución del
conflicto. Luego de un asalto sorpresa, lograron darle muerte al cuerpo del Medivh y, sin saberlo,
enviaron al espíritu de Sargeras hacia el Abismo. Como consecuencia, el puro y virtuoso espíritu
de Medivh también fue liberado y pasó al plano astral…

Aunque Medivh había sido derrotado, la Horda continuó su asedio sobre Stormwind. Cuando la
victoria de la Horda parecía cercana, Orgrim Doomhammer, jefe del clan Thunderlord, y uno de
los más grandiosos jefes de guerra orco, hábil estratega, con decisivo liderazgo, audacia y valor,
comenzó a observar la depravada corrupción en que se habían sumergido los clanes desde su
tiempo en Draenor. Los orcos, consumidos por su sed de sangre, y guiados por un déspota,
habían perdido totalmente su identidad. Secretamente, se reunió con su viejo camarada,
Durotan, quien había regresado del exilio y le había advertido sobre los engaños de Gul´dan. En
rápida retribución, los asesinos de Gul´dan mataron a Durotan y a su esposa Draka, dejando vivir
únicamente a un pequeño niño orco…

Destrozado por la muerte de su amigo Durotan, Orgrim Doomhammer se decidió a liberar a la


Horda de la corrupción demoníaca y asumir el rol de Señor de la Guerra y jefe del Clan
Blackrock, asesinando al títere de Gul´dan, Blackhand el Destructor. En el momento en que Gul
´dan cayó víctima del trance al morir Medivh, Orgrim asaltó la fortaleza del clan Diente Negro, de
Rend y Maim, hijos de Blackhand, que tenían el propósito de vengar a su padre, y los envió de
vuelta a Draenor. Capturando a Garona, la media orca, y la más letal de los asesinos de Gul’dan,
mediante tortura la hizo confesar sus secretos. El Concejo de las Sombras fue descubierto y sus
miembros ejecutados, a excepción de Gul’dan, quien al despertar ofreció a Doomhammer un
trato que éste no podría rechazar: la formación de los Caballeros de la Muerte, para que hicieran
frente a los Caballeros del Rey Llane. Doomhammer inició el ataque final sobre la ciudadela de
Stormwind. El rey Llane había subestimado el poder de la Horda, e inició un desesperado intento
de buscar ayuda contra los invasores pieles verdes. Sin embargo, fue asesinado por Garona,
para que ésta demostrara así su lealtad a la Horda.
Lothar y sus guerreros, volviendo a casa desde Karazhan, no esperaban la muerte de su rey y la
caída de su amada patria. Pero regresaron demasiado tarde y lo único que encontraron fue
ruinas. La salvaje Horda había reclamado el país y todas sus tierras para sí misma. Forzados a
ocultarse, Lothar y sus compañeros juraron salvar su patria cual fuera el costo.

La Alianza de Lordaeron – Mareas de Oscuridad


Segunda Guerra

“Mareas de oscuridad braman sobre el reino de Lordaeron, querido amigo. La sombra vil, cual
nube enfermiza de pestilencia, ha corrompido los campos de Stormwind y, voraz y violenta,
arrasará a su paso toda noble visión de vida y de esperanza, sin temer a la espada ni a la Luz.
Es hora de que seamos lo que siempre fuimos: Una sola nación. Rápido, porque ya vienen”.
Sir Lothar, de la Hermandad de los Caballos, a Lord Uther, de la Orden de la Mano de Plata
Archivos del Kirin Tor.

Tras la llegada a las costas de Lordaeron miles de refugiados de Azeroth, el rey Terenas de
Lordaeron convocó un consejo de delegados de cada uno de los siete reinos que gobernaba.
Con los terribles relatos de destrucción y matanzas provocadas por la invasión orca de Azeroth,
Lord Anduin Lothar convenció al soberano de Lordaeron para que unieran sus fuerzas frente a
semejante amenaza. Después de mucho debatir y sopesar, los lores accedieron a la propuesta
de Lothar y Terenas, y acordaron unir sus ejércitos bajo el mando general del propio Lothar.
Como las orillas de Lordaeron ya habían sido saqueadas por pequeñas bandas de ladrones
orcos, Lothar encontró un fuerte aliado en su amigo de toda la vida, el almirante Daelin
Proudmoore del reino costero de Kul Tiras. Thoras Trollbane, Señor de Stromgarde, también
ofreció rápidamente su apoyo a la Alianza recién forjada, saboreando la proximidad de gloriosas
batallas. Pero estos guerreros no eran los únicos que se preparaban para la guerra...

Como el mandato real dictaba que se debían emplear todas las defensas en la guerra contra el
mal, Alonso Faol, abad de la recién destruida abadía de Northshire, localizada al norte de
Stormwind, convenció a los ministros eclesiásticos de Lordaeron para que equiparan igualmente
a sus clérigos y fieles con armas de guerra. De la misma manera en que los guardianes habían
empuñado espadas de luz para defender los cielos, los hombres santos de la tierra debían
prepararse para combatir contra las oscuras tinieblas que se acercaban amenazantes desde el
sur. Uno de los clérigos, aprendiz del arzobispo Alonso Faol, fue testigo de la destrucción de la
Abadía de Northshire en Azeroth por parte de la Horda durante la Primera Guerra. Este
sacerdote, llamado Uther Lightbringer, ha comprendido que el esfuerzo que su Orden, la Iglesia
de la Sagrada Luz, hizo durante la Primera Guerra, no había sido suficiente para contener el
poder de los orcos. Por esto, Uther ha viajado hasta el Lago Darrowmere, en el norte de
Lordaeron, para cristianizar a los Caballeros de la Orden de la Mano de Plata y enlistarlos en las
filas reales. Estos nobles y valientes caballeros han aceptado el Código de la Luz, y se han
convertido en los primeros Paladines. Sin embargo, la Alianza ha recibido el primer golpe y no
precisamente de los orcos. Durante el viaje a Darrowmere, Uther fue atacado por piratas
provenientes de la ciudad de Alterac. Con este hecho, Uther ha descubierto la conspiración Lord
Perenolde, Señor de Alterac, que ha traicionado a la Alianza, haciendo un trato con
Doomhammer, con el afán de apoderarse de sus ricas tierras. A pesar de esto, el primero de los
Paladines no está dispuesto a dejar caer a su pueblo tan fácilmente. Bendecidos en las Iglesias y
los monasterios de Lordaeron, los Paladines se lanzan a la batalla con la fe como escudo y con
el Martillo de la Luz como arma.
Así, Lothar no está solo. A su lado combaten Uther Lightbringer, Capitán de los Paladines de La
Mano de Plata de Lordaeron; Daelin Proudmoore, Almirante de la Armada de Kul Tiras; Thoras
Trollbane, Señor de Stromgarde; Genn Greymane, Señor de Gilneas; los poderosos magos de la
Ciudadela Violeta de Dalaran, enviados por el Kirin Tor, y Turalyon, uno de los más
experimentados de sus lugartenientes. Pero Lothar ha sido también hábil para ganarse otros
poderosos aliados. Por los antiguos pasadizos subterráneos de Khaz Modan, llegaron los
estoicos enanos de Ironforge, al mando de Muradin Bronzebeard, hermano del rey Magni,
anunciando que los orcos ya habían empezado a asaltar su reino en las montañas. Los enanos
ofrecieron su apoyo, armas e ingeniosas tecnologías. Los humanos, por su parte, les aseguraron
que los orcos serían expulsados a toda costa. De Aerie Peak han descendido los Wildhammers,
montando sus impresionantes grifos. De la tecno-ciudad de Gnomeregan, los astutos gnomos,
han enviado a sus hábiles pilotos e ingenieros en socorro de la Alianza, junto con sus poderosos
tanques de vapor y autogiros. Los solitarios elfos de Silvermoon, al mando de la Ranger Alleria
Windrunner, se aventuraron a salir desde los tupidos bosques de Quel’thalas para ofrecer sus
servicios. Sus magias, muy relacionadas con las fuerzas terrenales, mostraban que los orcos
habían profanado las tierras de Lordaeron como parte de sus siniestros planes. Anasterian
Sunstrider, regidor de Quel´thalas, ha enviado a sus arqueros, sacerdotes y hechiceras. Estos,
largamente desinteresados en el conflicto por venir, tienen una deuda de honor con Lothar
porque es el único descendiente de los Arathi, que les habían ayudado en épocas pasadas. Se
echó tierra a los prejuicios malignos que habían existido desde antaño entre las tres razas y se
creó un vínculo entre estos antiguos vecinos, vínculo conocido como “LA GRAN ALIANZA DE
LORDAERON”.

Así, unidos por las armas frente a un mismo enemigo, la Alianza se erige por encima de las
orillas del destino y espera la llegada de la Marea oscura.
La Horda, ahora liderada por Señor de la Guerra Orgrim Doomhammer, también ha hecho
alianzas. Desde Draenor han llegado los gigantescos y brutales Ogros, bajo el liderazgo del ogro
Cho’gall del clan Twilight Hammer, y los Trolls Amani del bosque de Silverpine, lanzadores de
hachas y acérrimos rivales de los Altos Elfos, han decidido pelear por la Horda, al mando de su
líder Zul’jin, recientemente liberado de una prisión en Quel’thalas. Asimismo, los ambiciosos
Goblins, siempre deseosos de poseer oro, se han aliado con la Horda, y la han provisto de
maquinaria de asedio, zeppelines y barcos. Una masiva campaña ha iniciado para tomar el reino
Enano de Khaz Modan y las regiones sur de Lordaeron, y la Horda ha diezmado toda oposición.

Las épicas batallas de la Segunda Guerra recuerdan grandes enfrentamientos navales y peleas
aéreas masivas. En las profundas cavernas de Khaz Modan ha sido desenterrado un poderoso
artefacto, conocido únicamente como Alma de Demonio. Gracias a este artefacto, los brujos
orcos han logrado a esclavizar a una gran dragona roja y a sus hijos. Amenazada con destruir
sus preciosos huevos, la Horda ha forzado a Alexstrasza, la Protectora de la Vida, la Reina de
los Dragones, a mandar a sus hijos a la guerra. Los nobles dragones rojos han sido forzados a
pelear por la Horda y se han enfrentado, apoyados por los zeppelines goblins, en gigantescas
batallas contra los autogiros de los gnomos, los jinetes de grifos de los Wildhammers y los
Rangers Elfos. Genn Greymane ha levantado un fenomenal muro defensivo alrededor de
Gilneas, para retrasar lo máximo posible el avance de la Horda, el famoso “Muro de Greymane”.
La guerra ruge a través de los continentes de Khaz Modan, Lordaeron y Azeroth. La Horda ha
incendiado las fronteras boscosas de Quel´thalas y ha realizado enormes ataques navales a las
refinerías de aceite de Kul Tiras y a los puertos y ciudades costeras de Lordaeron. El Almirante
Proudmoore ha contraatacado con la Armada cañoneando las posiciones de los orcos sobre las
costas del norte de Khaz Modan. Uther y los Paladines montan asedio a la ciudad de Alterac,
pero gracias a una revuelta provocada por los propios campesinos, Lord Perenolde es depuesto,
pero logra escapar. Las fuerzas de Turalyon chocan de frente contra los jinetes de lobos de la
Horda. Las grandes ciudades y pueblos han sido arrasados y devastados por el conflicto, y a
pesar del ingente esfuerzo, Lord Lothar y los aliados se han visto obligados a retroceder hasta
las murallas mismas de la Ciudad Capital.

Sin embargo, durante los días finales de la Segunda Guerra, cuando la victoria de la Horda sobre
la Alianza parecía segura, una terrible disputa surgió entre los dos orcos más poderosos sobre
Azeroth. En el momento de la muerte de Medivh, Gul´dan se encontraba conectado
psíquicamente con el corrupto Guardián, por lo que había caído en un estado de shock que le
permitió a Doomhammer tomar el control de la Horda. Al despertar, se encontró con que el líder
orco se había hecho con la Horda, y había matado a Blackhand y a todos los miembros del
Concejo de la Sombra. Rencoroso, Gul´dan no guardaba ninguna lealtad hacia Orgrim, pero lo
apoyó mientras llegaba el momento adecuado. Inclusive, para ganarse la simpatía del nuevo
Señor de la Guerra, capturó los cuerpos de varios caballeros de la Alianza caídos en la batalla, e
invocando a los miembros asesinados del Concejo, logró que sus espíritus revivieran en los
cuerpos de los caballeros, a quienes llamó Caballeros de la Muerte. Orgrim estaba complacido
con los Caballeros de la Muerte, pues eran poderosos aliados en la batalla, pero no sabía que
éstos eran fieles únicamente a Gul´dan. Mientras Doomhammer prepara su asalto final sobre la
Ciudad Capital de Lordaeron – un asalto que hubiera resquebrajado los últimos remanentes de la
Alianza – Gul´dan y sus seguidores, los clanes Stormreaver y Twilight Hammer (con su líder el
ogro Cho’gall a la cabeza), abandonaron sus puestos y se hicieron a la mar. El irritado jefe
Doomhammer, viendo reducidas sus fuerzas debido a los engaños de Gul´dan, ha tenido que
abandonar su más grande oportunidad de victoria sobre la Alianza.

Mirando el costo de la traición de Gul´dan, Doomhammer envía sus fuerzas para asesinarlo y
hacer volver a los renegados. Para su desgracia, Gul´dan ha desaparecido. Con su líder perdido,
los clanes renegados cayeron fácilmente ante las legiones de Doomhammer. Con la rebelión
acabada, la Horda ha sido incapaz de recuperarse de sus pérdidas. La traición de Gul´dan no
solo le ha dado esperanza a la Alianza, sino también tiempo para reagruparse y contraatacar.
Lord Lothar se ha dado cuenta de que la Horda se ha fracturado, ha reunido sus fuerzas y ha
empujado, en un choque frontal directo, a Doomhammer hacia el sur, obligándolo a replegarse
hacia el corazón de la destruida Stormwind. Allí, las fuerzas de la Alianza han arrinconado a la
Horda en retirada en el fuerte volcánico de Blackrock Spire, donde el clan del Señor de la Guerra
tiene su base. En el fragor de la batalla, los dos bravos líderes se han encontrado. No se ha visto
hasta ahora combate más bravío. Al final, Lord Lothar ha caído mortalmente herido:
Doomhammer logra derrotarlo, aunque el Señor de la Guerra tampoco ha salido ileso. Sin
embargo, lejos de desalentarse, la muerte de Lothar no produce el efecto que Orgrim hubiera
deseado. Perdido su líder, el lugarteniente Turalyon levanta el escudo de su comandante y dirige
un furibundo ataque suicida a la base, y a la undécima hora, la Horda ha retrocedido hasta el
abismal Pantano de los Susurros, a los pies mismos del Portal Oscuro. Finalmente, Uther y los
Paladines realizan un ataque temerario a la fortaleza del Clan de la Espada Ardiente, logrando
abrir una brecha hacia el Portal. Las fuerzas de Turalyon y Uther combinadas avanzan y
destruyen el Portal Oscuro, la mística puerta que conecta a los orcos con su hogar en Draenor.
Únicamente Kilrogg Ojo Tuerto ha logrado escapar hacia Draenor. Sin capacidad para recibir
refuerzos y divididos durante la batalla, la Horda finalmente ha caído ante el poder de la Alianza.

Los escasos clanes orcos que han sobrevivido han sido capturados y colocados en campos de
internamiento. Aunque la Horda ha sido finalmente derrotada para bien, algunos aún están
altamente escépticos de que por fin haya paz. Khadgar, ahora un archimago de algún renombre,
ha convencido a la Alianza de construir el fuerte de Nethergarde para vigilar las ruinas del Portal
Oscuro y asegurarse de que no haya futuras invasiones desde Draenor.

La Invasión de Draenor – Más allá del Portal Oscuro


Fragmentos del diario de un escudero humano. Archivos del Kirin Tor

Con los fuegos de la Segunda Guerra apagándose, la Alianza lleva a cabo reducidas misiones
para acabar con los últimos vestigios de la Horda orca. Un gran número de campos de
internamiento han sido construidos en el sur de Lordaeron, al este de Aerie Peak. La vieja
fortaleza de Durnholde, elevada sobre una colina que observa todo el valle, fue elegida como
guardiana de los campos de internamiento orcos. Lord Aedelas Blackmoore, uno de los
generales más destacados durante la Segunda Guerra, ha sido designado patrón de Durnholde.
A su vez, Danath Trollbane, un mercenario de la ciudad de Stormgarde que ha sido reconocido
como héroe luego de asumir el mando de las fuerzas de su ciudad durante el asedio de la Horda,
es designado como guardián de uno de los campos de internamiento donde los más fieros
guerreros orcos fueron colocados. El mismo Señor de la Guerra, Orgrim Doomhammer, ha sido
puesto preso y se ha constituido en un esclavo personal de mismo rey Terenas. Solamente un
clan, los Bleeding Hollow de Kilrogg Ojo Tuerto, ha logrado escapar del control de la Alianza y se
refugia en las montañas Redrigde.

En el infernal mundo de Draenor, un nuevo ejército orco se prepara para golpear a la inadvertida
Alianza. Ner´zhul, el antiguo mentor de Gul´dan, ha reunido los clanes sobrevivientes bajo su
negro estandarte. Aliado con el clan Diente Negro de Rend y Maim (hijos de Blackhand el
Destructor) y apoyado por su propio clan Shadowmoon, el viejo chamán planea abrir un número
de portales sobre Draenor que conduzca a la Horda a nuevos e inexplorados mundos. Luego de
abrir nuevamente el Portal Oscuro, Kilrogg y los Bleeding Hollow fueron aclamados como
héroes. Algunos clanes, sin embargo, no confiaban del todo en los planes de Ner’zhul. Fenris el
Cazador, capitán del ejército de Sythegore y jefe del clan Thunderlord, sugirió al viejo chamán
continuar con la conquista iniciada por Doomhammer en Azeroth, pero Ner’zhul no compartía su
visión. Secretamente, Fenris y todo el clan Thunderlord fueron destruidos por los Shadowmoon,
el clan de Ner’zhul.

Conociendo que la Calavera de Gul’dan, su antiguo discípulo, había sido capturada por Tagar
Spinebreaker del clan de orcos caníbales Bonechewers, Ner’zhul destruyó al clan y usurpó la
Calavera. A su vez, pretendía robar más artefactos de Azeroth y usarlos para abrir los portales.
La nueva Horda, liderada por el joven Grom Hellscream (del clan Warsong) y el veterano Kilrogg
Ojo Tuerto, sorprendió las defensas de la Alianza e ingresó al país. Bajo los quirúrgicos
mandatos de Ner´zhul, los orcos rápidamente obtuvieron los artefactos que necesitaban y
volvieron a la seguridad de Draenor. Luego de robar el Bastón Enjoyado de Sargeras, la Horda
batalló contra Alterac por el Libro de Medivh, y robó el Ojo de Dalaran de la reconstruida Isla de
la Cruz.

Advertidos por el ataque repentino de los orcos, los magos del Kirin Tor convencen al rey
Terenas de realizar una expedición hacia Draenor, más allá del Portal Oscuro, y acabar con la
amenaza orca de una vez por todas. Las fuerzas de la Alianza, al mando del General Turalyon y
del archimago Khadgar, salen de la fortaleza Nethergate, y marchan sobre Draenor e
inmediatamente, en las terribles praderas de la Península del Infierno, entraron en combate con
los clanes de Ner´zhul, los Warsong, los Bleeding Hollow y los Shatterend Hand, éste último al
mando del jefe Bladefist. Dándose cuenta del catastrófico resultado que tendrá el hechizo del
brujo orco, Khadgar en persona, junto a Turalyon, la Ranger elfa Alleria Windrunner, el veterano
Danath Trollbane y el enano Kurdran Wildhammer (montado en su leal grifo Sky’ree), hacen un
desesperado intento por detenerlo. A pesar de esto, Khadgar no fue capaz de prevenir que el
chamán abriera los portales a otros mundos. Sin embargo, un terrible precio se tuvo que pagar
por ello. Las tremendas energías de los portales provocaron que Draenor empezara a
consumirse en una terrible espiral de destrucción. Mientras las fuerzas de Turalyon trataban
desesperadamente de volver a Azeroth, el mundo de Draenor se comprimía sobre sí mismo.
Grom Hellscream y Kilrogg Ojo Tuerto, viendo que la locura de Ner´zhul había traído la perdición
a toda su raza, reunieron a los orcos remanentes y lograron escapar hacia la relativa seguridad
de Azeroth.

En Draenor, Turalyon y Khadgar decidieron hacer un último sacrificio destruyendo el Portal


Oscuro desde su lado. Aunque esto les costaría sus vidas y las de sus compañeros, sabían que
era la única forma de asegurarse la supervivencia de Azeroth. Gracias a la ayuda del ogro
Mogor, jefe del Clan de la Calavera, logran recuperar el Libro de Medivh y pasarlo al otro lado
con unos pocos sobrevivientes. Inmediatamente que Hellscream y Ojo Tuerto luchaban su
camino entre las filas humanas en un desesperado esfuerzo por la libertad, el Portal Oscuro
explotaba detrás de ellos. No había regreso.

Ner´zhul y su leal clan Shadowmoon lograron pasar a través de uno de los portales más
grandes. Rend y Maim y el Clan Diente Negro no pudieron escapar y quedaron atrapados en la
caótica dimensión. Luego una masiva explosión separó los continentes de Draenor. Los océanos
ardientes se abalanzaron sobre la tierra y el torturado mundo fue finalmente consumido en una
masiva y apocalíptica implosión.
 

El Nacimiento del Rey Lich


Leyendas alrededor de una fogata…

Ner'zhul y sus seguidores entraron en el Torbellino del Vacío, el plano etéreo que conecta todos
los mundos que forman la Gran Oscuridad del Más Allá. Desafortunadamente, Kil'jaeden y sus
demonios los esperaban. Kil´jaeden, quien deseaba vengarse por el estúpido desprecio de
Ner'zhul, lentamente desmembró al viejo chamán, parte por parte. Kil´jaeden cuidó de que el
espíritu del chamán continuara vivo e intacto, por lo que Ner´zhul observó dolorosamente cómo
su cuerpo era desmembrado. Ner´zhul suplicó al demonio que dejara en paz su espíritu y le diera
muerte, pero el demonio le replicó que el Pacto de Sangre que habían hecho hace mucho tiempo
continuaba vigente y que todavía Ner'zhul tenía un propósito para el cual servir.

El fracaso de los orcos en conquistar el mundo para la Legión Ardiente había forzado a
Kil'jaeden a crear un nuevo ejército que llevara el caos a los reinos de Azeroth. Este nuevo
ejército no debería caer en las mismas pequeñas rivalidades y luchas internas que plagaron a la
Horda. Debería ser inmisericorde y persistente en su misión. Esta vez, Kil'jaeden no admitiría
errores.

Manteniendo en espíritu de Ner´zhul en éxtasis, Kil'jaeden le dio una última oportunidad de servir
a la Legión o sufrir eterno tormento. Una vez más, Ner'zhul aceptó pactar con el demonio. Su
espíritu fue colocado en un bloque de hielo y diamante especialmente diseñado de los lugares
más lejanos del Torbellino del Vacío. Atrapado en este casco congelado, Ner´zhul sintió que su
conciencia se expandía diez veces más. Transformado por los caóticos poderes del demonio,
Ner´zhul se había vuelto una entidad espectral de inmenso poder. En ese momento, el orco
conocido como Ner'zhul dejó de existir para siempre, y el Rey Lich había nacido.
Los leales caballeros de la muerte de Ner'zhul y los chamanes del clan Shadowmoon también
fueron transformados por las caóticas energías del demonio. Los perversos hechiceros fueron
descuartizados y rearmados como liches esqueléticos. Los demonios se aseguraron que aún en
la muerte, los seguidores de Ner´zhul le servirían incuestionablemente.

Cuando el tiempo fue el correcto, Kil'jaeden explicó la misión para la cual el Rey Lich había sido
creado. Ner'zhul libraría una plaga de muerte y terror a lo largo de Azeroth que arrasaría la
civilización humana para siempre. Todos aquellos que murieran por la plaga se levantarían de
nuevo como muertos vivientes, y sus espíritus quedarían eternamente unidos a Ner'zhul. Kil
´jaeden prometió a Ner´zhul que una vez que cumpliera su oscura misión de azotar la
humanidad, le dejaría libre de su maldición y le daría un nuevo y sano cuerpo en el cual habitar.

Aunque Ner'zhul parecía ansioso de iniciar su parte, Kil´jaeden permanecía escéptico de sus
débiles lealtades. La ausencia de cuerpo del Rey Lich y su prisión de hielo aseguraban su buena
conducta por corto tiempo, pero el demonio sabía que debería colocar un ojo vigilante sobre él.
Para este fin, Kil´jaeden asignó a su élite demoníaca, los vampíricos Señores del Terror, de
vigilar a Ner'zhul y asegurarse de que cumpliera su cometido. Tichondrius, el más poderoso y
astuto de los Señores del Terror, aceptó el reto; se encontraba fascinado por la severidad de la
plaga y la potencial habilidad del Rey Lich para el genocidio
 

Icecrown y el Trono de Hielo

Kil'jaeden envío el casco de hielo con Ner'zhul de vuelta al mundo de Azeroth. El endurecido
cristal cruzó el negro cielo y se estrelló en el desolado continente de Northrend, clavándose
profundamente en el glaciar de Icecrown. El cristal congelado, moldeado y resquebrajado por el
violento descenso, tomó la forma de un trono, y el vengativo espíritu de Ner'zhul pronto tomó
conciencia de ello.

Desde los confines del Trono de Hielo, Ner'zhul comenzó a explorar con su vasta conciencia y
tocó las mentes de los habitantes nativos de Northrend. Con poco esfuerzo, esclavizó las mentes
de las muchas criaturas indígenas, incluyendo los trolls de hielo y los fieros wéndigos, y dirigió a
sus malvados hermanos hacia la Sombra. Usando sus poderes casi ilimitados, creó un pequeño
ejército que se albergó en los laberintos de Icecrown. Conforme del Rey Lich manejaba sus
crecientes habilidades bajo la persistente vigilancia de los Señores del Terror, descubrió un
remoto asentamiento humano en la costa de las vastas Ruinas del Dragón. Ner´zhul decidió
probar sus poderes en los desprevenidos humanos.

Ner'zhul lanzó su plaga – la cual se había originado desde las profundidades del Trono de Hielo,
en los desperdicios árticos. Controlando la plaga con su voluntad, atacó la villa humana. Al cabo
de tres días, todos en el asentamiento habían muerto, pero casi inmediatamente, los habitantes
muertos empezaron a levantarse como cuerpos zombificados. Ner'zhul podía sentir sus espíritus
individuales como si fueran parte de él mismo. La inmensa cacofonía en su mente causó que
Ner'zhul se hiciera más poderoso, sus espíritus le proveyeron de mucho más sustento.
Descubrió que era juego de niños controlar a las acciones de los zombis y hacerlos cumplir sus
deseos.

Durante los siguiente meses, Ner'zhul continuo experimentando con su plaga de muertes
vivientes subyugando a cada humano habitante de Northrend. Con su ejército de muertos
vivientes creciendo diariamente, supo que su verdadera prueba estaba cerca.
 

Guerra de la Araña
Ruinas de Azjol-Nerub

Ner'zhul continuó consolidando su poder en su base de Northrend. Una gran ciudadela fue
erigida en el glaciar Icecrown y fortificada por las crecientes legiones de los muertos. Pero,
mientras el Rey Lich afirmaba sus fuerzas en Northrend, el Imperio subterráneo de Azjol-Nerub,
el cual había sido fundado por una raza de siniestras arañas humanoides, envió a sus guardia de
guerreros de élite contra Icecrown con el propósito de acabar con el dominio del Rey Lich. Para
mayor frustración, Ner´zhul comprobó que los malignos nerubian eran inmunes no solo a la
plaga, sino a su dominación telepática también.

Los señores araña Nerubian, descendientes de los insectoides Azil’Aqir, comandaban inmensas
fuerzas y sus vastas redes subterráneas estrechaban casi la mitad de la ciudadela de Northrend.
Sus tácticas de guerrillas sobre las fortalezas del rey Lich iban esperanzadas en derrotarlo con el
tiempo. La Guerra de la Araña se ganó por desgaste. Con la ayuda de los siniestros Señores del
Terror y los innumerables guerreros muertos vivientes, el rey Lich invadió Azjol-Nerub y destruyó
los templos subterráneos, que cayeron sobre las cabezas de los señores araña Nerubian.

Aprovechando la existencia cercana del cementerio de los Dragones Azules, el Dragonblight,


Ner’zhul utilizó sus poderes de nigromancia para animar los esqueletos de los Dragones, a los
que llamó Wyrns de hielo, sus mascotas favoritas, y los lanzó en un inmenso ataque aéreo sobre
Azjol-Nerub. Finalmente, montó un terrible asedio sobre la Fortaleza de Draktharon, donde el
último de los Reyes Nerubian, Anub’Arak el Inmisericorde, había atrincherado sus fuerzas.
Durante el ataque, el gran Anub’Arak cayó mortalmente herido. Su cuerpo fue momificado y
enterrado en un sarcófago bajo un ziggurat, según la tradición nerubian. Como los nerubian eran
inmunes a la plaga, Ner´zhul utilizó sus poderes de nigromancia para levantar los cuerpos de los
guerreros araña y aliarlos a él. Estos serían conocidos como Demonios de la Cripta.
Astutamente, el rey Lich levantó también al caído rey Anub’Arak, y lo designó general de su
ejército.

Como testamento de su tenacidad y osadía, Ner´zhul adoptó el estilo arquitectónico distintivo de


los nerubian para sus propias fortalezas y estructuras. Libre para liderar sin oposición su reino, el
Rey Lich se preparó para su verdadera misión en el mundo. Explorando entre las tierras
humanas con su vasta conciencia, el Rey Lich llamó a cualquier alma oscura que estuviera
dispuesta a escuchar…
 

Capítulo 5: El Retorno de la Legión Ardiente


Tercera guerra

“Nunca escuchamos las antiguas profecías.


Como tontos, nos dejamos llevar por los viejos rencores.
Y peleamos por muchas generaciones.
Hasta el día que del cielo llovió fuego
y un nuevo enemigo vino contra nosotros.
Ahora, ha iniciado el círculo de la destrucción
porque el Reino del Caos ha llegado finalmente…”
La Profecía

Primera Parte: Las Secuelas de la Segunda Guerra

La Batalla de Grim Batol – El día del Dragón


De una vieja canción enana.

En las vastas montañas de Khaz Modan hay una antigua ciudad enana llamada Grim Batol.
Dicen algunos que una vez perteneció a uno de los altos reyes Wildhammers, pero que hubo una
gran guerra contra una poderosa hechicera, y ahora la ciudadela y la fortaleza están embrujadas.
Criaturas malignas de repulsivas formas se mueven entre los oscuros rincones de la
abandonada ciudad. Sin embargo, sin conocerlo previamente la Alianza, una gran fuerza de
orcos continúa merodeando libre entre las montañas. El clan Dragonmaw, liderado por un infame
brujo orco llamado Nekros Triturador de Cráneos, uno de los pocos brujos orcos que no
pertenecían al Concejo de las Sombras. Nekros se consideraba más un guerrero que un mago,
pero la necesidad de deberse a su clan le había obligado a tomar el reto, más cuando durante la
Segunda Guerra un caballero le cortó una pierna.

Durante la ocupación de Khaz Modan por la Horda, en medio de la Segunda Guerra, en la


profundidad de una de las excavaciones de los enanos, los orcos encontraron un poderoso y
ancestral artefacto mágico que tenía el poder de controlar a los dragones. Ante tal
descubrimiento, Blackhand el Destructor encontró la manera de obligar a una enorme dragona
roja a mandar a sus hijos a pelear por la Horda. Esta dragona no era otra que la ancestral
Alexstrasza, la Protectora de la Vida, la Reina de los Dragones. Zuluhed, líder de los
Dragonmaw, encomendó a Nekros la vigilancia de este artefacto, llamado Alma del Demonio, y
de la dragona cautiva, en la abandonada – algunos llaman maldita - fortaleza de Grim Batol.
Utilizando el Alma de Demonio, Nekros inflingía un profundo dolor a su prisionera cuando ésta no
cooperaba, obligándola a poner huevos.
Nekros continuamente abusaba de ella, mental y físicamente, especialmente luego de la
Segunda Guerra, cuando la poderosa dragona se convirtió en la única arma verdadera de la
Horda en contra de la Alianza. Ella se consolaba con el hecho de que, cuando muriera, sus niños
ya no tendrían que obedecer al brujo. De esta manera, Nekros, luego de la derrota de la Horda y
la muerte de su jefe Zuluhed, se disponía a crear un nuevo ejército con el cual barrer a los
humanos.

Sin embargo, Korialstrasz, el legendario dragón rojo amante de Alexstrasza, hacía ingentes
esfuerzos por liberar a su amada. Utilizando sus místicos poderes, el Dragón logró poseer el
cuerpo de un noble humano llamado Krasus y se infiltró dentro del Kirin Tor, el enigmático
concejo de magos que gobierna Dalaran, y continuamente usaba su posición para abogar por la
liberación de su Reina. Finalmente, al finalizar la Segunda Guerra, el Kirin Tor decidió mandar a
uno de sus agentes, el joven mago Rhonin, llamado el Inconforme, a una misión de exploración a
Khaz Modan, pero Korialstrasz, aprovechándose de la situación, secretamente le dio otra misión
a Rhonin: liberar a Alexstrasza.
Rhonin era un mago que, durante la Segunda Guerra, accidentalmente asesinó a los guerreros
que conformaban su escuadrón, al tratar de ejecutar un peligroso hechizo como parte de su
misión. Por esta atrocidad, fue puesto a prueba por el Kirin Tor al enviarlo a Khaz Modan.
Krasus, sin embargo, tenía otros planes para él. Enviándolo a Grim Batol, Korialstrasz ordenó a
Rhonin liberar a la Reina de los Dragones. Para ayudarlo en su misión, el Dragón envió a
Vereesa Windrunner, una Ranger alta elfa, hermana menor de la legendaria Alleria Windrunner,
a escoltarlo hasta el puerto de Hasic.

Durante el trayecto, se encontraron con un grupo de paladines de la Orden de la Mano de Plata,


liderados por Duncan Senturus, quien también había luchado en la Segunda Guerra. Prendado
de la belleza de Vereesa, Senturus decidió escoltarlos hacia Hasic, sin embargo, fueron
emboscados por dragones rojos controlados por los orcos. Duncan, mediante un ágil
movimiento, logró subir al cuello de uno de los dragones, y luego de apuñalar al orco que lo
montaba, entabló una feroz lucha con la bestia. Finalmente, logró matarlo, pero sus heridas eran
tan graves que murió en el sitio.

Luego de honrar su memoria, los viajeros continuaron adelante. Vereesa tuvo que defender a
Rhonin de las acusaciones de los paladines, que habían sido testigos del terrible “crimen” del
mago. Al llegar a Hasic, el puerto entero había sido reducido a ruinas. El único defensor en
sobrevivir fue Falstad Dragonreaver, un enano del Clan Wildhammer de Aerie Peak, quien era
jinete de grifos. Muertos sus compañeros durante un combate con los dragones, decidió
acompañar a Rhonin y Vereesa cuando estos decidieron cruzar el Gran Mar hacia Khaz Modan y
dirigirse a Grim Batol. Sin embargo, había una historia oculta que Rhonin y Vereesa no conocían.

Neltharion el Dragón Negro, el Guardián de la Tierra, quien durante la Guerra de los Ancestros
había enloquecido, era el verdadero instigador del conflicto. Diez mil años antes, durante la
Batalla del Templo de Azshara, Neltharion se había corrompido por la magia maligna de la
Legión Ardiente, y había abandonado a sus camaradas en plena batalla. Mediante un formidable
engaño, Neltharion había logrado que los otros Cuatro Aspectos, los dragones protectores de
Azeroth, cedieran parte de su poder al poderoso artefacto Alma de Demonio, como prevención
para un futuro ataque de la Legión. Esto permitió que Ala de la Muerte (como se hacía llamar el
Dragón Negro) fuera el más fuerte de todos los dragones, pues fue el único que conservó sus
poderes intactos. Asimismo, Ala de la Muerte se aseguró que los orcos hallaran el Alma del
Demonio, pues sabía que así podrían esclavizar a Alexstrasza. El malévolo plan del Dragón
Negro era subyugar a la dragona para que esta empollara sus huevos y revivir a la extinta raza
de dragones negros.
Para esto, Ala de la Muerte juró lealtad a la Horda, y en retribución, los alquimistas goblin le
hicieron una armadura de escamas de adamantium, con la que el dragón era prácticamente
invencible. Incluso, construyó su propia ciudadela en la Península del Infierno, cerca del Portal
Oscuro. Luego de la Segunda Guerra y la consecuente derrota de la Horda a manos de la
Alianza, Ala de la Muerte se refugió en la volcánica Blackrock Spire junto a otros dragones
rebeldes. Blackrock Spire se convirtió en un fortín impenetrable para los humanos.

Posteriormente, Neltharion, usando sus inmensos poderes, logró transmutarse en un humano


que se hacía llamar Lord Prestor. Infiltrándose en la política de la Alianza, Lord Prestor logró
apoderarse del trono de Alterac y penetrar dentro de la familia real de Lordaeron. Su plan era
hacerse con el control de la ciudad estado de Alterac, la cual había quedado acéfala luego de la
derrota de su malvado señor, el Baron Lord Perenolde, a manos de Uther Lightbringer. Utilizando
sus inmensos poderes mentales, Lord Prestor había logrado ascender hasta los altos puestos de
mando de la Alianza, pudiendo controlar incluso las decisiones del mismo Rey Terenas y del
Kirin Tor, al punto que Terenas le prometió en matrimonio a su hija Calia Menethil, hermana
mayor del joven Príncipe Arthas. Advertido por su sirviente, el oportunista goblin Kryll, logró
enterarse del plan de Korialstrasz, por lo que, volviendo a su forma de dragón, salió en busca de
Rhonin.

Mientras tanto, el noble enano Falstad transportaba a Rhonin y Vereesa a través del Gran Mar,
sobre el lomo del grifo de Falstad, Molok. Durante el vuelo, fueron nuevamente atacados por los
dragones rojos de los orcos. Sorpresivamente, fueron rescatados por Ala de la Muerte. Mediante
sus artimañas y manipulaciones, Ala de la Muerte secuestró a Rhonin, pues planeaba utilizarlo
para deshacerse de los orcos, y así, el podría atacar a la dragona fácilmente y robar sus huevos.

Vereesa y Falstad decidieron rescatar a Rhonin, pero fueron conducidos a una trampa elaborada
por Kryll. Un trío de trolls, al mando del troll tuerto Shnel, emboscó a la elfa y al enano, pero para
su fortuna, fueron rescatados por Rom y su banda de enanos, quienes habían sido enviados por
Korialstrasz para ayudarlos en la batalla que se avecinaba.
Entre tanto, Ala de la Muerte avisó a Nekros del inminente asalto de Rhonin y sus aliados, y lo
convenció de movilizar a Alexstrasza y sus huevos hacia el despoblado, con el fin de apoderarse
de ella más fácilmente. Justo en ese momento, Rhonin y sus compañeros iniciaban el ataque a
Grim Batol. Aprovechando la confusión, Kryll, quien tenía sus propios planes para el Alma de
Demonio, trató de robar el artefacto, sin embargo, no contaba con que Nekros había colocado a
un enorme Golem de Fuego para vigilar el Alma de Demonio, y el desafortunado goblin fue
incinerado.

Sin embargo, Neltharion no contaba con la astucia de Korialstrasz. El Dragón Rojo había
recobrado su forma bestial, y había reunido a los otros Aspectos, Nozdormu y Malygos, para
rescatar a Alexstrasza. Sin embargo, los Aspectos eran demasiado débiles comparados con Ala
de la Muerte, debido a que el Dragón Negro tenía sus poderes intactos, y además portaba su
armadura de adamantium.

Cuando todo parecía perdido, Rhonin logra derrotar a Nekros y a su Golem de Fuego utilizando
un poderoso hechizo. Finalmente, el mago logra destruir el Alma de Demonio. Ahora, con sus
poderes completos, los Aspectos logran derrotar a Ala de la Muerte. Alexstrasza, libre al fin, se
reúne con su amado, y decide tomarse su revancha, reduciendo a cenizas la fortaleza de Grim
Batol, con Nekros y su clan Dragonmaw dentro de ella.
Los grandes planes de Nekros para reunificar la Horda bajo su mando han sido rotos. Los pocos
dragones negros sobrevivientes, viendo a su líder perdido, se alejan hacia una distante tierra, al
otro lado del mar, en busca de la más poderosa hija de Neltharion, Onixia... La derrota del clan
Dragonmaw señala el fin de la Horda y de la furiosa sed de sangre de los orcos.

Kel’thuzad y el Culto de los Malditos

Muchos individuos deseosos de poder de todo el mundo acudieron al llamado mental del Rey
Lich desde Northrend. El más notable de ellos fue sin embargo un archimago de Dalaran llamado
Kel´thuzad, quién era uno de los miembros más destacados del Kirin Tor, el concejo que dirigía
Dalaran. Era considerado un rebelde por años debido a su insistencia en estudiar las artes
prohibidas de la necromancia. Decidido a aprender todo lo que pudiera del mundo mágico y sus
maravillas sombrías, se encontraba frustrado por los preceptos faltos de imaginación de sus
congéneres. A penas escuchó el poderoso llamado desde Northrend, el archimago hizo todo lo
posible por entrar en comunión con la poderosa voz. Convencido de que el Kirin Tor era
demasiado esquematizado para obtener el poder y conocimiento inherentes a las artes oscuras,
se resignó a aprender lo que pudiera del inmensamente poderoso Rey Lich.

Dejando atrás su fortuna y prestigio político, Kel´thuzad abandonó el Kirin Tor y Dalaran para
siempre. Guiado por la persistente voz del Rey Lich dentro de su cabeza, vendió sus vastas
propiedades y gastó su fortuna. Viajando solo muchas leguas en mar y tierra, finalmente llegó a
las heladas costas de Northrend. Con el propósito de llegar a Icecrown y ofrecer sus servicios al
Rey Lich, el archimago pasó las salvajes y devastadas ruinas de Azjol-Nerub. Kel’Thuzad pudo
observar la ferocidad del poder del Rey Lich. Empezó a pensar que aliarse con el misterioso
poder del Rey Lich podría ser beneficioso y a la vez muy peligroso.

Luego de largos meses de viajar por las árticas y desoladas tierras, Kel´thuzad finalmente llegó
al oscuro glaciar de Icecrown. Cuidadosamente se acercó a la ciudadela de Ner´zhul y se quedó
asombrado al observar como los silenciosos guardias muertos vivientes le dejaron pasar. Kel
´thuzad descendió profundamente en la fría tierra y encontró un camino hacia el corazón del
glaciar. Allí, en la profunda caverna de hielo y sombras, se postró delante del Trono de Hielo y
ofreció su alma al oscuro señor de los muertos.
El Rey Lich estaba complacido con su último conscripto. Le prometió a Kel’Thuzad la
inmortalidad y gran poder a cambio de su lealtad y su obediencia. Hambriento de conocimiento y
poder, Kel’Thuzad aceptó su primera gran misión: regresar al mundo de los hombres y fundar
una nueva religión que adoraría al Rey Lich como un dios.
Para ayudar al archimago a cumplir su misión, Ner´zhul dejó la humanidad de Kel´thuzad intacta.
Utilizaría el carisma del mago y lo cargaría con poderes de ilusión y persuasión, con los que
esperaba convencer a las descomplacidas masas de Lordaeron. Entonces, una vez lograda su
atención, les mostraría un nuevo modelo de sociedad y una nueva figura a la que llamar rey.

Kel´thuzad volvió a Lordaeron disfrazado, y durante el transcurso de tres años, usó su fortuna e
intelecto para formar una hermandad clandestina de ilusos hombres y mujeres. La hermandad, a
la cual llamó el Culto de los Condenados, prometió a sus acólitos igualdad social y vida eterna en
Azeroth a cambio de su servicio y obediencia a Ner´zhul. Con el paso de los meses, Kel´thuzad
encontró muchos ansiosos voluntarios por unirse a su nuevo culto, entre los sobre explotados
trabajadores de Lordaeron. Fue sorprendentemente fácil para Kel´thuzad transferir la fe de sus
ciudadanos en la Santa Luz en la oscura sombra de Ner´zhul.

Con el éxito de Kel´thuzad en Lordaeron, el Rey Lich empezó sus preparativos finales para su
asalto contra la civilización humana. Colocando las energías de la plaga en un número de
artefactos especiales, Ner´zhul ordenó a Kel´thuzad transportar estos artefactos a Lordaeron,
donde los escondería en varias villa controladas por el Culto. Los artefactos, protegidos por los
leales acólitos, actuarían como generadores de la plaga, diseminándola entre las desprevenidas
granjas y ciudades del norte de Lordaeron.

El plan del Rey Lich trabajaba a la perfección. Muchos de los ciudadanos de las villas del norte
se contaminaron casi en forma inmediata. Como en Northrend, los ciudadanos que contrajeron la
plaga murieron y revivieron como esclavos del Rey Lich. Los acólitos a la orden de Kel’thuzad
estaban ansiosos de morir y levantarse de nuevo al servicio de su oscuro señor. Les emocionaba
el prospecto de la inmortalidad como muertos vivientes. Con la diseminación de la plaga, más y
más feroces zombis se levantaban en las tierras del norte. Kel’thuzad observó al creciente
ejército del Rey Lich y le llamó El Azote, el cual pronto marcharía sobre las puertas de Lordaeron
y barrería a la humanidad de la faz del mundo.

Un heredero forzoso…

Mientras los Señores del Terror se encontraban complacidos con que la verdadera misión de Ner
´zhul hubiera finalmente iniciado, el Rey Lich se conmovía dentro de los sombríos confines del
Trono de Hielo. A pesar de sus enormes poderes psíquicos y completo dominio sobre los
muertos vivientes, se daba cuenta de que era un prisionero en el bloque de hielo. Y, debido a
sus grandes poderes, sabía que los demonios lo destruirían tan pronto completara su misión.

Sin embargo, aún le quedaba una esperanza de libertad, una posibilidad de escapar a su terrible
maldición. Si encontrara un huésped apropiado, algún ingenuo que se debatiera entre la
oscuridad y la luz, el podría poseer su cuerpo y escapar de los confines del Trono de Hielo para
siempre.

Una vez más, el Rey Lich expandió su vasta conciencia y encontró el anfitrión perfecto…

Una nueva generación

Los años han pasado y una relativa paz se ha impuesto sobre Lordaeron. El Rey Terenas y el
Arzobispo Alonsus Faol han trabajado concienzudamente en reconstruir el reino y mantener
unida a las naciones restantes de la Alianza. El sureño reino de Azeroth ha crecido y prosperado
nuevamente y ha restablecido su anterior poder militar bajo el liderazgo del joven y visionario
Rey Varian Wrynn IV. Uther el Portador de la Luz, el comandante supremo de la Orden de los
Paladines de la Santa Luz, mantiene la paz en Lordaeron acallando las disputas entre civiles y
buscando la alianza de las otras razas semi-humanas del reino. El Almirante Proudmoore, cuyas
poderosas flotas patrullas las líneas de comercio mercante cazando piratas y merodeadores,
mantiene el orden sobre los mares. Pero una nueva generación de héroes ha capturado la
imaginación del populacho.

El único hijo varón del Rey Terenas, Arthas Menethil, se ha convertido en un fuerte y apuesto
joven. El Príncipe ha sido entrenado como un guerrero por Muradin Bronzebeard – hermano del
rey Magni de Ironforge – y a pesar de su juventud, es considerado uno de los mejores
espadachines de Lordaeron. Cerca de la edad de diecinueve años Arthas ha ingresado a la
Orden de la Mano de Plata bajo el comando de Lord Uther. El poderoso Uther, quien ha sido
como un hermano para el Rey Terenas por muchos años, considera al Príncipe más un nieto
favorito que un pupilo. Aunque terco y algo arrogante, nadie podía disputar la tenacidad y
valentía del Príncipe Arthas. Cuando las bandas de Trolls de Zul’Aman comenzaron a atacar de
nuevo las fronteras de Quel´thalas, Arthas rápidamente se ha traído abajo las salvajes bandas y
le ha puesto fin a su pillería.

A pesar de su heroísmo, los ciudadanos de Lordaeron se han obsesionado con la vida personal
del joven príncipe. Rumores acerca de un creciente romance Arthas y Lady Jaina Proudmoore
recorren la superficie del reino. Jaina es la joven hija del Almirante Proudmoore, una amiga de la
infancia de Arthas. Sin embargo, la bella muchacha también es la pupila estrella del Kirin Tor – el
Concejo de Magos de Dalaran. Bajo la tutoría del reverenciado Archimago Antonidas, Jaina es
considerada un prodigio y una excelente estudiante de la magia y la investigación. Fuera del
rigor de sus deberes, Arthas y Jaina mantienen una cercana relación. Debido a la deteriorada
salud del Rey Terenas, los ciudadanos se encuentran complacidos con imaginar el casamiento
del Príncipe, para continuar la línea real.

Hartos de la atención pública, Arthas y Jaina cuidan de mantener su relación lo más privada
posible. Pero Jaina, comprometida por sus estudios en Dalaran, sabe que su romance no
prosperará. Sabe que los caminos de la magia son su verdadero llamado y que su amor es el
adquirir conocimiento – no los tramposos aposentos de un trono. Para frustración de los
ciudadanos de Lordaeron, ambos amantes se han apartado para enfocarse en sus deberes.

Letargo de los Orcos

Mientras tanto, en las tierras devastadas por la guerra, los últimos remanentes de la Horda
peleaban por sobrevivir. Aunque Grom Hellscream y su clan Warsong habían logrado evadir su
captura, Kilrogg Ojo Tuerto y el Clan Bleeding Hollow habían sido capturados y recluidos en los
campos de internamiento de Lordaeron.

Los meses pasaron, y más orcos eran emboscados y colocados en los campos de internamiento.
Cuando los campos empezaron a sobre-poblarse, la Alianza se vio forzada a construir nuevos
campos en los planos del sur de las Montañas Alterac. Para mantener y suplir apropiadamente el
creciente número de campos, el Rey Terenas impuso un nuevo impuesto a las naciones de la
Alianza. Este impuesto, junto con las crecientes tensiones políticas sobre los bordes en disputa,
creó un sentimiento de gran disconformidad. El frágil pacto que habían forjado las naciones
humanas en su más oscura hora podría romperse en cualquier momento.

Además de esta división política, muchos de los guardias de los campos comenzaron a dar la
noticia de que un cambio inexplicable se estaba dando en los orcos capturados. Los esfuerzos
orcos por escapar de los campos o incluso sus deseos de pelear entre ellos iban decreciendo en
frecuencia con el tiempo. Los orcos se estaban volviendo cada vez más somnolientos y
letárgicos. Aunque pareciera difícil de creer, los orcos – una vez la raza más agresiva que jamás
se viera sobre Azeroth – habían perdido completamente su deseo de luchar. El extraño letargo
confundió a los líderes de la Alianza y decidieron estudiarla antes de que los orcos despertaran
de nuevo.

Algunos especulaban que una extraña enfermedad, contraída solo por orcos, era la causa del
creciente letargo. Pero el anciano Archimago Antonidas de Dalaran, líder del Kirin Tor, tenía una
hipótesis distinta. Recogiendo lo poco que pudo encontrar acerca de la historia orca, Antonidas
aprendió que los orcos habían caído bajo la terrible influencia del poder demoníaco por
generaciones. Especuló que los orcos habían sido corrompidos por estos poderes mucho antes
de su primera invasión sobre Azeroth. Claramente, los orcos habían contaminado la sangre orca,
y los había convertido en los brutos con sobrenatural fuerza, dureza y agresión.

Antonidas pensaba que el letargo generalizado de los orcos no era una enfermedad, sino la
consecuencia de la ausencia racial de las volátiles brujerías que los había convertido en osados
guerreros sedientos de sangre. Aunque los síntomas eran claros, Antonidas fue incapaz de hallar
una cura para la presente condición de los orcos. Además, muchos de sus camaradas magos,
de acuerdo con algunos pocos líderes notables de la Alianza, argumentaron que hallar una cura
para los orcos podría ser una aventura imprudente. La conclusión final de Antonidas fue que los
orcos necesitaban una cura espiritual.
 
Señor de los Clanes
“Ellos te llaman monstruo.Pero ellos son los monstruos, no tú.” Taretha Foxton Prisión de
Durnholde

El guardián en jefe de los campos de internamiento Aedelas Blackmoore, observa los orcos
cautivos desde su prisión fortaleza de Durnholde. Orcos brutales, del tamaño de dos hombres
uno sobre el otro, deformados, de brazos como troncos y afilados colmillos sobresalientes, de
piel verde. Un orco en particular siempre ha despertado su interés (y de inmediato empieza a
recordar): sobre los cuerpos ensangrentados de un orco y una orca, Aedelas Blackmoore ha
encontrado un niño orco llorando…Han pasado casi diecinueve años desde aquel encuentro.
Blackmoore ha levantado al joven macho como un esclavo favorecido, y le ha llamado Thrall.
Aquel niño creció, y fue entrenado como gladiador, con todo el salvajismo de un orco, pero
también le han enseñado táctica, filosofía y estrategia militar, con el intelecto propio de un erudito
humano. Después de todo, el corrupto guardián lo ha modelado para usarlo como un arma para
doblegar a toda la Alianza.

Fue entrenado y golpeado por muchos, pero una mujer humana, Taretha Foxton, concubina del
general Blackmoore, se convirtió en su enfermera y su mejor amiga. Mientras Blackmoore lo
torturaba dentro del ring, Taretha comenzó a escribirle cartas a su prisión, y él se las contestaba,
pues ella le había enseñado, secretamente, a leer y escribir. Ella le enseño todo lo que
Blackmoore le negaba: el amor, el respeto, y el honor. Thrall se convirtió en un erudito. Conocía
historia del arte, poesía, literatura. La joven chica humana había desarrollado una fuerte empatía
por aquel infante orco que había llegado luego de que su hermano recién nacido, Faralyn
Foxton, había muerto por una terrible fiebre antes de la llegada de Thrall. Por esto, Taretha lo
cuidaba compasivamente como si fuera su propio hermano.

Desconociendo su pasado, el joven Thrall ha crecido como un fuerte y hábil orco, y sabía, en su
corazón, que la vida de esclavo no era para él. Conforme maduraba, se entera de la suerte que
ha corrido su gente, los orcos, ha quienes jamás ha conocido: después de su derrota, muchos de
ellos han sido colocados en campos de internamiento. Rumoran que el antiguo líder de los
Orcos, Doomhammer, ha escapado de Lordaeron y se ha ocultado en las montañas. Solamente
un solitario clan continúa sus operaciones en secreto, tratando de evadir los ojos vigilantes de la
Alianza. Su maestro, Jaramin Skisson, estaba muy asombrado con la gran inteligencia que el
joven orco demostraba, pero Lord Blackmoore la atribuía a que Thrall había crecido entre
humanos, despreciando el gran potencial del orco. Blackmoore encargó a Sergeant, veterano
soldado apostado en Durnholde, de entrenar a Thrall como gladiador. Sergeant enseñó a Thrall
como balancear su propia fuerza y usarla apropiadamente contra el enemigo en la batalla.

La gota que derramaría el vaso, sin embargo, fue cuando Blackmoore, a pesar de las
vehementes protestas de Sergeant, forzó a Thrall a un combate mortal contra un enorme ogro,
que casi le cuesta la vida al joven orco. El hábil pero inexperto Thrall decide escapar del fuerte
de Blackmoore y encontrar a otros de su clase, para lo cual recibe la ayuda de Taretha y de
Sergeant, a espaldas del general. Durante su primer viaje, visitó los distintos campos de
internamiento, y encontró que la una vez poderosa raza orca había caído en un extraño letargo.
Al no encontrar los valerosos guerreros que esperaba descubrir, Thrall decide salir en búsqueda
del único jefe orco que nunca ha sido derrotado, Grom Hellscream, y su fiel clan Warsong. Sin
embargo, la guardiana del campo, Lady Remka, lo reconoce como el preferido de Blackmoore y
de inmediato avisa al malvado Lord del escape de su gladiador. Ayudado por el anciano orco
Kelgar y la esclava personal de Remka, Greekik, que crean una diversión, Thrall logra huir hacia
las montañas. Esto le costará su puesto a Remka. En la inmensidad de las montañas Redrigde,
una partida de orcos liderada por Rekshak encuentra a Thrall y lo lleva ante Grom. Rekshak
nunca confió en Thrall hasta que el joven orco tomó la decisión de abandonar el campamento
para proteger a los Warsong de la ira de Blackmoore.

Constantemente cazado por los humanos, Hellscream nunca abandonó la inquebrantable


voluntad de pelear por la Horda. Ayudado solamente por su devoto clan Warsong, Hellscream ha
continuado una guerra oculta contra la opresión de su gente, tratando de liberar a los orcos de
los campos. Desafortunadamente, Hellscream nunca encontró la manera de liberar a los orcos
capturados de su letargo. El impresionable Thrall, inspirado por el idealismo de Hellscream,
desarrolla una fuerte empatía por la Horda y sus tradiciones guerreras.

Buscando la verdad de sus orígenes, Thrall viaja hacia el norte en busca del legendario Clan de
los Lobos de Hielo. Thrall descubrió que los Lobos habían sido exiliados por Gul´dan durante los
primeros días de la Primera Guerra. También se enteró de que era hijo del héroe orco Durotan,
el verdadero jefe de los Lobos de Hielo, quien junto a su madre Draka, había sido asesinado
salvajemente hace más de veinte años. Dirigidos por sus nuevos líderes, el venerable chamán
Drek´thar, ciego de nacimiento, y por Nazgrel, un hábil guerrero que había tomado el mando
luego de la muerte de Durotan, los Lobos de Hielo habían logrado sobrevivir ocultándose en las
montañas.

Bajo el tutelaje Drek´tar, Thrall estudió la ancestral cultura chamanística de su pueblo, que había
sido olvidada durante la malvada regencia de Gul´dan. Con el tiempo, Thrall aprendió a escuchar
a los espíritus de las fuerzas de la naturaleza: ha tener comunión con la lluvia, el viento, la tierra,
la tormenta, el fuego y los animales, y se convirtió en un poderoso chamán, tomando su lugar
como jefe de los exiliados Lobos de Hielo. De Drek’tar, Thrall aprendió que era hijo de Draka, hija
de Kelkar, y descendiente de uno de los más grandes guerreros de la historia orca, Rakhish.
Fortalecido por los elementos y conducido por ellos mismos salió en busca de su destino.
Salvado por su padre de la corrupción demoníaca al no beber éste la sangre de Mannoroth,
ahora Thrall siente el deber de liberar a sus hermanos cautivos y sanar a su raza de la
corrupción.

Bajo la enseñanza de Nazgrel y Rekshak, Thrall aprende a dominar el arte de montar lobos.
Snowsong, una tierna y valiente loba blanca, es escogida para ser su compañera en las batallas,
y desde ese momento, siempre le será fiel. Snowsong no solo será su montura, sino su amiga
fiel.

A su regreso a Lordaeron, se entera de que Grom Hellscream ha hallado al anciano Señor de la


Guerra de la Horda, Orgrim Doomhammer, quien ha vivido como ermitaño muchos años. Para
probar al joven, Doomhammer lo reta a un duelo amistoso. Thrall logra vencer al anciano Orgrim
y le arrebata su mazo de guerra. Doomhammer, quien era cercano amigo de Durotan, el padre
de Thrall, decide seguir al joven y visionario orco, y ayudarlo en su cruzada para liberar a los
orcos cautivos. Apoyado por muchos de los veteranos jefes, como Grom Hellscream,
Doomhammer y Jubei’thos, Thrall finalmente logra revitalizar a la Horda y darle a su pueblo una
nueva identidad espiritual.

Para simbolizar el renacimiento de su pueblo, Thrall ha regresado a la fortaleza de Blackmoore


en Durnholde a ponerle fin a los planes de su antiguo amo mediante un asedio a los campos de
internamiento. Su victoria tendrá un precio: durante la liberación de uno de los campos,
Doomhammer cae en la batalla. Desde lo alto de la fortaleza, el ebrio Blackmoore lanza la
cabeza cortada de Taretha Foxton. Aún con este terrible hecho, el noble orco le da una última
oportunidad de defenderse antes de matarlo. Negándose a atacarlo cuando estaba desarmado y
en el suelo, Thrall le propicia un arma a su antiguo amo, para luego acabar con él en un combate
cuerpo a cuerpo.

Thrall toma el legendario Martillo de la Tormenta, el Doomhammer, y se coloca la armadura


negra y plateada. Los jefes de clanes lo aclaman como nuevo Señor de la Guerra. Durante los
siguientes meses, la pequeña pero volátil Horda de Thrall ataca los campos de internamiento y
esquiva con sus astutas estrategias, los mejores esfuerzos de la Alianza por detenerlo.
Respaldado por su mejor amigo y mentor, Grom Hellscream, Thrall está decidido a que su gente
no vuelva a ser esclava: ni de los demonios ni de los humanos.
 

El regreso de la Sombra - Cisma de la Alianza

Han pasado cerca de quince años de paz, y rumores de guerra comienzan a circular
nuevamente. Los agentes del Rey han reportado que un joven y astuto Señor de la Guerra ha
levantado y guiado a los pocos clanes orcos remanentes dentro de una nueva fuerza
combatiente. El joven Señor de la Guerra ha destruido los campos de internamiento y ha liberado
a su pueblo. La “Nueva Horda”, a su paso, ha atacado la norteña ciudad de Stratholme en su
intento por rescatar a varios guerreros capturados. La Horda incluso ha destruido Durnholde – el
fuerte que se encargaba de la seguridad de los campos de internamiento – y ha asesinado al
oficial mayor a su cargo. El Rey Terenas ha enviado a Uther y sus paladines en busca del Señor
de la Guerra, pero los astutos orcos no han podido ser hallados. El joven Señor de la Guerra ha
demostrado ser algo más que un genio táctico, y ha logrado evadir los esfuerzos de Uther por
acorralarlo con sus ataques de guerrillas.

En los años siguientes a la derrota de la Horda, los líderes de varias naciones de la Alianza
comenzaron a discutir acerca de asuntos territoriales y disminución de la influencia política. El
Rey Terenas de Lordaeron, el patrón de la Alianza, comienza a sospechar que el frágil pacto que
han forjado durante su hora más oscura no duraría por mucho más. Terenas ha convencido a los
líderes de la Alianza de enviar dinero y trabajadores para ayudar a la reconstrucción de la ciudad
de Stormwind, que fue destruida durante la ocupación orca de Azeroth. Estos impuestos,
aunados al gran gasto de mantenimiento y operación de los campos de internamiento orco,
llevaron a muchos líderes (en particular a Genn Greymane, de Gilneas) a creer que sus reinos
estarían mejor fuera de la Alianza. Thoras Trollbane, por su parte, consideraba a los orcos
demasiado peligrosos como para dejarlos vivos, por lo que propuso la ejecución masiva. Al
negarse los otros líderes a tal solución, el Señor de Stromgarde decide retirar a la ciudad de la
Alianza.

Para empeorar las cosas, los bruscos Altos Elfos de Silvermoon rescindieron su participación en
la Alianza, argumentando que el pobre liderazgo de los humanos había llevado al incendio de
sus bosques durante la Segunda Guerra. Aunque Terenas tácticamente les recordó a los elfos
que nada de Quel’thalas hubiera quedado sin que cientos de valerosos humanos no hubieran
dado su vida para defenderla, los elfos decidieron continuar su propio camino.

Aunque la Alianza se desintegraba, el Rey Terenas aún tenía aliados con los cuales contar. El
Almirante Proudmoore de Kul Tiras y el joven Rey Varian Wrynn de Azeroth continuaron dentro
de la Alianza. Así mismo, los magos del Kirin Tor, liderados por el Archimago Antonidas,
plegaron a Dalaran a sostener las leyes de Terenas. El más fiel, sin embargo, fue el poderoso
rey Magni Barba de Bronce, quien juró que los enanos de Ironforge tenían una deuda de honor
con la Alianza por liberar Khaz Modan del control de la Horda.

Además de los ataques del nuevo líder orco, el Rey Terenas se encuentra perturbado por una
nueva mala noticia desde el norte. Rumores de un número creciente de “cultos de la muerte” han
llegado desde las provincias del norte. Los cultos han proliferado entre los descorazonados e
insatisfechos ciudadanos de Lordaeron, ofreciéndoles la “vida eterna” sobre la tierra en lugar de
servir al Rey. Después de muchos años de paz y quietud, el Rey Terenas reconoció que los
problemas solamente inician en su tierra. Aún así, siente cierta tranquilidad al saber que cada
vez que su tierra ha sido puesta a prueba, sus defensores, nuevos y viejos, han sabido
mantenerla a salvo.
 

De Sangre y Honor

Mientras las fuerzas de la Alianza discutían acerca de los próximos pasos a tomar en contra de
la naciente nueva Horda, la mayoría de los ciudadanos de Lordaeron se entregaban a una vida
libre de las pestes de la guerra y la destrucción. Algunos soldados, famosos por sus hazañas
durante las Guerras Orcas, fueron premiados con tierras o riqueza material. Uno de estos
soldados fue Tirion Fordring, un paladín de la Mano de Plata que, por sus grandes actos al
servicio de la Alianza, fue nombrado señor de la ciudadela de Mardenholde, en las afueras de
Stratholme. Tirion llevaba una vida apacible y distendida a la par de su esposa, Karanda, y su
hijo de cinco años, Taelan.

Un día que Tirion exploraba las afueras de Mardenholde, se encontró con un viejo orco que vivía
como ermitaño. Los dos inmediatamente se lanzaron a la batalla, y en la intensidad de la misma,
llegaron hasta una vieja torre abandonada. Mientras combatían, una parte de la torre se
desplomó sobre Tirion y lo dejó inconsciente. Días después despertó para descubrirse
durmiendo en su cama, y se enteró de que había sido encontrado inconsciente vagando sobre
su caballo, Mirador, por su ambicioso segundo al mando, Bartilas. Tirion se sentía
tremendamente confundido, porque después de valorar todas las posibilidades, el único que
había podido subirlo de nuevo al caballo, era el orco. Sin embargo, durante su sueño, Bartilas
había dado la advertencia de que los orcos se preparaban para golpear la cercana villa de
Hearthglen.

Una vez repuesto, Tirion regresó a la torre abandonada, donde halló nuevamente al orco. Este
dijo llamarse Eitrigg y le narró una impresionante e incompresible historia, en la cual los orcos,
muchos años antes de invadir Azeroth, habían vivido en una sociedad noble basada en los
principios del chamanismo. Durante la guerra, Eitrigg había desertado de la Horda al comprobar
cuán viciosa y destructiva se había vuelto.

Para Tirion aquello era algo que estaba más allá de su imaginación. Sintiendo gran honor en el
viejo orco, le prometió guardar en secreto su existencia. De regreso a Stratholme, Tirion informó
al pueblo que no existía ninguna amenaza orca, pero Bartilas, aprovechando la situación llamó al
patrón de Stratholme, Salden Dathroham, quien organizó una partida de cazadores y salieron en
busca de los orcos. Al único que hallaron fue a Eitrigg.

Cuando Tirion observa la captura de Eitrigg, inmediatamente cae en una profunda depresión y a
la vez enojo, por lo que atacó a los guardias de la Alianza. Bartilas inmediatamente lo acusó de
traición. Tirion fue llamado a Stratholme para probar su lealtad.
A pesar de los ruegos de Karandra para que olvidara su honor y dijera lo que la corte quería oir,
Tirion le dijo que era su deber de paladín decir la verdad y darle así un buen ejemplo a su hijo.
Tirion narró a la corte los hechos tal como sucedieron. La corte decidió que, aunque sus
intenciones eran justas, había atacado a soldados de la Alianza, por lo que, para evitar su
ejecución, resolvieron expulsarlo de la Mano de Plata y condenarlo al exilio. Fue enviado a
Lordaeron, donde Uther Lightbringer en persona le desnudó de sus poderes como paladín y le
ordenó volver a Manderholde para prepararse para el exilio. Lo pero de todo era que la corte de
Stratholme, a instancias del malvado Bartilas, había decidido que Eitrigg sería condenado a
muerte por crímenes de guerra.

Esa noche, Tirion decidió cumplir con la promesa hecha a Eitrigg, por lo que, ensillando a
Mirador, viajó a Stratholme decidido a salvar al orco. Mientras Eitrigg subía la escalinata donde
sería colgado, sus verdugos se vieron repentinamente sorprendidos por el ataque del expaladín.
En ese momento, la ciudad se vio repentinamente atacada por una enorme ola de orcos, que
crearon tal confusión, que los guardias de la Alianza se vieron obligados a defenderla, lo que
permitió a Tirion y a Eitrigg escapar.

Una vez a salvo en el bosque, Tirion se da cuenta que Eitrigg se encuentra mal herido y
agonizante. Sin poder hacer mayor cosa, invoca el poder de la Luz para sanarlo, como una
última esperanza. Sorpresivamente y a pesar de que sus poderes le habían sido arrebatados, la
Luz, que conoce la bondad de los verdaderos corazones nobles, responde a su llamado y Eitrigg
es salvado.

Casi de inmediato, ambos se ven rodeados por orcos. Uno en especial, montado sobre una
hermosa loba blanca, portando una esplendorosa armadura negra y plateada, se acerca a Eitrigg
y le ofrece reintegrarse a la Horda, que ha reiniciado un proceso de redescubrimiento de sus
tradiciones chamanísticas. Eitrigg no duda en aceptar.

Entonces, Thrall, el nuevo Señor de la Guerra de la Horda, saluda a Tirion y los guerreros parten.
Tirion, que bien pudo acabar muerto a manos de los orcos, regresa a Manderholde al lado de su
familia. Su hijo Taelan, a la edad de veinte años, ingresará a la orden de la Mano de Plata como
paladín. Tirion está feliz de saber que su hijo ha aprendido que su hijo, y él también, han
aprendido una valiosa lección de sangre y honor.
 

La visión de Thrall

El sol cae lentamente sobre el ocaso. Sobre las tranquilas praderas la brisa mece los últimos
remanentes de la hierba. Una voz, por centurias perdida, danza en el viento. “Las arenas del
tiempo se han ido, hijo de Durotan”. De pronto, a lo lejos, una columna de humo, oscura, cual
terrible incertidumbre de la desgracia, se eleva desde el horizonte, y al son de cientos de pasos
que corren presurosos hacia la muerte, al son de los tambores de guerra que hace siglos
hicieron retumbar los cimientos mismos de la tierra, corren las almas presurosas hacia su destino
de sangre y fuego. Allí, bravía, inmensa, desafiante, como la soñaran los antiguos Señores de la
Guerra, la fatal Horda marcha. “Los gritos de guerra de nuevo hacen eco en el viento. Los
fantasmas del pasado recorren la tierra, y gimen una vez más por el conflicto”. Al horizonte la
esperanza y la muerte se dan la mano y se transmutan en el grito de la amargura. Una espada
maldita se levanta y blande el destino de los pueblos. Al son de trompetas, espadas, escudos,
lanzas, estandartes, la Alianza se lanza desesperada a la lucha. “Héroes se levantarán para
asumir el reto, y guiarán a los suyos a la batalla”. El cielo se ha enrojecido, y Thrall, de pie entre
sus hermanos, mira como del cielo descienden en medio de llamas enormes meteoros que
evocan un destino largamente olvidado. “Y mientras los ejércitos mortales se destruyen unos a
otros, la Sombra Ardiente ha llegado para consumirnos a todos…” Bajo el cielo lluvioso, una
figura se materializa, y señalando al jefe orco le ordena. “¡Tú deberás conducir a la Horda para
cumplir con su destino!”. Repentinamente, todo es oscuridad. Y en la profundidad del
inconsciente, la voz reclama: “Sígueme afuera”. Thrall ha despertado. Un sudor frío corre por su
frente. Afuera de su cabaña, solo se escucha el chapoteo de la lluvia en la oscura noche…

Thrall despierta de su perturbadora visión para encontrar un cuervo afuera de su madriguera.


Para su sorpresa, el cuervo se ha transformado en un hombre. Aún excitado, Thrall interroga al
humano sobre sus propósitos. Éste le responde que fue humano hace mucho tiempo, pero que
ahora es algo más. Ha proclamado ser un Profeta, quien ha de mostrarle el destino de la Horda.
Dispuesto a seguirlo, el Profeta ha anunciado al líder orco el regreso de los demonios, y que
Thrall debe conducir a la Horda hacia el oeste, cruzando el Gran Mar hacia las ancestrales
tierras de un continente llamado Kalimdor. Solamente allí los orcos podrán prevenir la
destrucción que se avecina. Aunque Thrall inicialmente desconfía de la misión, decide llevarla a
cabo.

Tres días después, cerca de la costa de Lordaeron, los trabajadores de Thrall han construido un
campamento temporal para recibir a los guerreros de los clanes. Sin embargo, se muestra
turbado ante la reciente información que ha recibido. El clan Warsong y su invencible líder Grom
Hellscream han sido capturados y se encuentran en una base humana de la Alianza cerca del
puerto. Los humanos lo incitan a rendirse, pero las fuerzas de Thrall atacan la base. Destruyendo
su resistencia, Thrall y Grom deciden robar los barcos humanos para viajar hacia el oeste. La
Horda, luego de años sin un hogar, sale en busca de su destino.

Segunda Parte: El Reino del Caos

El Azote de Lordaeron
“La hoja no solo desgarra la carne, sino que carcome el alma. El que blanda la hoja, blandirá
también una maldición”

El misterioso Profeta, volando en forma de cuervo, llega a los cuarteles generales de la Alianza
en la Ciudad Capital de Lordaeron, donde el Rey Terenas y los embajadores de la Alianza
discuten acerca de los recientes levantamientos orcos y la aparición de una extraña plaga en las
tierras del norte. Allí, advierte sobre el peligro de la inminente invasión demoníaca y urge a la
Alianza de viajar hacia el oeste, a Kalimdor, pero Terenas y el Concejo de la Alianza
desacuerdan con él. Desilusionado, el Profeta parte en busca de algún otro que escuche la
advertencia para salvar a la humanidad.

Varios días después, el Príncipe Arthas, hijo de Terenas y su heredero al trono de Lordaeron,
llega cerca del sureño poblado de Strahnbrad, enviado para ayudar al legendario Uther el
Portador de la Luz, su maestro, a prevenir el asalto de los Orcos del clan Blackrock sobre
Strahnbrad. Luego de lidiar con los orcos en la villa, Arthas se entera de que estos han
capturado algunos pobladores y los han ejecutado en una especie de ritual demoníaco.

Treinta minutos después, en la base de Uther, Arthas descubre que los negociadores de Uther
han sido asesinados por los orcos, por lo que Uther lo asigna para dirigir el ataque sobre el
campamento enemigo, mientras Uther contiene los contraataques. En su camino hacia la base
orca, Arthas se encuentra con una banda de enanos dirigida por Feranor Steeltoe, una cazador
de Dragones Negros, quien se encuentra tras la pista de un Draco llamado Searinox que habita
cerca del área. El corazón de la bestia posee un encanto mágico que puede beneficiar a su
armamento. Arthas decide matar al dragón y robar su corazón, con el cual Feranor elabora un
poderoso orbe de fuego que mágicamente coloca en el martillo del paladín. Esta vez, Arthas
lanza sus fuerzas contra el campamento Blackrock. Conforme Arthas se aproxima a la base, el
Blademaster del clan Blackrock ejecuta a sus rehenes con el propósito de conjurar a sus amos
demonios. Las fuerzas de la Alianza rápidamente se deshacen de los orcos, pero Arthas y Uther
se encuentran profundamente preocupados por la ceremonia. Deciden regresar a la Ciudad
Capital.

Dos semanas después, en los jardines de la Ciudadela Violeta de Dalaran, el gran Archimago
Antonidas intercambia argumentos con el Profeta. Al igual que el rey Terenas, Antonidas rechaza
las advertencias del Profeta, pues no cree la historia de este. Luego de que el Profeta
desaparece en su forma de cuervo, Jaina Proudmoore aparece y se disculpa por espiar a su
maestro. Antonidas asigna a Jaina investigar acerca de la fuente de la plaga de las tierras del
norte de Lordaeron, y le dice que le ha conseguido un aliado especial.

Tres días después, Arthas y sus hombres esperan en el cruzo de caminos de Alterac. Jaina
aparece y lucha con un par de orcos mediante la invocación de un elemental de agua. Después
de intercambiar saludos, ambos héroes acuerdan viajar hacia el norte a lo largo del Camino del
Rey, buscando pistas del origen de la plaga. Llegan a la villa de Brill, donde son informados de la
destrucción del puente que comunica con el otro lado del pueblo. Dando un rodeo por los vados
del río, al norte, se enfrentan con algunos Murlocs de río y una banda de ladrones Bloodhills, y
se dirigen hacia una fuente mística al oeste. Al acercarse a Brill, encuentran a algunos soldados
luchando contra bandas de esqueletos vivientes. La villa entera ha enloquecido. Siguiendo hacia
el sur, encuentran un granero infectado con la plaga, bajo el cual la tierra se ha ennegrecido y
secado, como si estuviera muerta. Temiendo que el grano esté infectado, destruyen el granero y
se adentran más en el pueblo, solamente para enfrentarse nuevamente con otros grupos de
esqueletos. Ayudados por un par de sacerdotes Altos Elfos y un equipo mortero enano, se
aproximan hasta el centro de Brill, donde se hallan con un extraño hechicero vestido de negro,
ayudado por algunos acólitos, que se encuentran cerca de un almacén de granos infectado.
Mientras el nigromante escapa, Arthas y Jaina se enfrentan a los voraces necrófagos, más
guerreros esqueletos y una abominación. Vencidos y destruido el granero, Arthas y Jaina
deciden seguir al hechicero hacia Andorhal y averiguar, de una vez por todas, el origen de la
plaga.

Al aproximarse a Andorhal, al día siguiente, las tropas de Alianza descubren un campamento de


muertos vivientes en las afueras de la ciudad, por lo que montan asedio al mismo. Una vez
dentro de Andorhal, Arthas se encuentra nuevamente con el nigromante, que no es otro que
Kel’thuzad, quien advierte a los jóvenes acerca del Azote y del Señor del Terror, Mal’Ganis,
comandante del mismo, cuyo propósito es erradicar a todos los seres vivos de Lordaeron.
Mal’Ganis tiene su base en la ciudad de Stratholme, y ha retado a Arthas a buscarlo y luchar con
él. El grano plagado ha sido distribuido entre los pueblos del norte de Lordaeron. Siguiendo a
Kel’thuzad hacia el exterior de la ciudad, Arthas finalmente logra matar a Kel’thuzad, quien
sombríamente pronuncia el Azote de Lordaeron. Profundamente turbados, Arthas y Jaina se
dirigen a Stratholme.

Temprano la mañana siguiente, se aproximana a la villa de Hearthglen, sobre el camino a


Stratholme. Allí se enteran de que la marcha del Azote ha iniciado, y un vasto ejército de muertos
vivientes se dirige a la ciudad. Arthas pide a Jaina que busque a Lord Uther mientras el defiende
Hearthglen. Casi de inmedianto, enormes masas de muertos vivientes, necrófagos, zombis,
abominaciones, nigromantes, dirigidos por escalofriantes liches esqueléticos. Para empeorar las
cosas, una caravana del Azote, transportando grano con la plaga, ataca las diversas villas
cercanas, aumentando las filas del ejército de muertos con cada golpe.

Después de brutales combates donde el poder de la Luz logra sostener la voluntad y fuerzas de
las tropas de Arthas, Uther y Jaina llegan a Hearthglen, y con ellos, los Caballeros de la Orden
de la Mano de Plata. Vencido el ejército de los malditos, Uther felicita a Arthas por su tenaz
resistencia, pero el príncipe se encuentra encolerizado por los actos del Azote, y parte hacia
Stratholme para enfrentarse a Mal’Ganis. Uther y Jaina parten tras el héroe, en parte para lidiar
con el Azote, pero también para vigilar al rápidamente deteriorado paladín.

Horas después, sobre el camino a Stratholme, Arthas se topa con el Profeta, quien le implora
que es su deber guiar a su pueblo hacia Kalimdor, ya que Lordaeron no puede ser salvado.
Arthas acusa de locura al Profeta, y éste finalmente se va. Jaina, quien ha observado la escena
desde la invisibilidad, se materializa y trata de convercer a Arthas acerca de la sensatez de las
palabras del Profeta, pero Arthas se niega a abandonar su patria, y ambos parten hacia
Stratholme.

A la mañana siguiente, en las afueras de la ciudad, bajo un oscuro cielo lluvioso, Arthas
descubre que los habitantes de Stratholme ya se encuentran infectados por la plaga, y decide
que la ciudad entera debe ser sometida a una purga. Uther y Jaina se horrorizan ante la sola
idea de la masacre, y el noble paladin se niega a realizar tan vil acción. Furioso, Arthas acusa a
Uther de traidor y le suspende de sus servicios como paladín. Jaina decide darle la espalda y
partir con Uther, pues no puede observar a Arthas realizar la matanza. Mientras Arthas se
prepara para ingresar a la ciudad, Mal’Ganis aparece y reta a Arthas, mientras transforma a los
inocentes pobladores en muertos vivientes, engrosando cada vez más su ejército. Entre las
horribles garras del demonio y la cólera del príncipe, los pobres ciudadanos de Stratholme hayan
una muerte segura. Finalmente, ambos rivales se encuentran cara a cara, pero Mal’Ganis, lejos
de enfrentarlo, lo reta a seguirlo a las heladas tierras de Northrend, donde hallará su verdadero
destino. El Señor del Terror desaparece y Arthas jura perseguirlo hasta el fin del mundo.

Tres días después, entre las ruinas de Stratholme, Uther y Jaina descubren la horrible carnicería.
Casi la totalidad de la población ha sido asesinada, y la ciudad arde en llamas. Uther demanda a
Jaina el paradero de Arthas, y ella, luego de pensarlo un poco, revela los planes del Príncipe.
Uther parte hacia Lordaeron a informar a Terenas de los actos de su hijo. Una vez que Jaina
queda sola, el Profeta aparece nuevamente. Es a ella la que corresponde, ahora, tomar la vara
de la esperanza para toda la humanidad y viajar hacia Kalimdor, donde podrá resistir el ataque
de la Sombra que cae sobre el mundo.

Un mes después, en la helada costa de la Bahía Daggercap, en Northrend, las fuerzas de Arthas
desembarcan sobre el frío continente. El príncipe ordena la movilización hacia el interior para
establecer una base antes de iniciar la caza de Mal’Ganis.

Abriéndose camino entre los territorios de los trolls Gundrak de hielo, Arthas se encuentra con un
grupo de enanos, la Hermandad de Exploradores de Ironforge, dirigida por su viejo amigo y
maestro Muradin Bronzebearb. Artrapados en Northrend, el avance de las fuerzas del Azote ha
dividido al grupo, por lo que Muradin acuerda con Arthas el rescate de sus camaradas, mientras
el valiente enano el asistirá en el combate contra el Señor del Terror.
Las fuerzas de Arthas y Muradin combaten contra las bases del Azote y rescatan a los enanos.
Aunque no encuentran rastro de Mal’Ganis, las tropas de la Alianza deciden establecer su base
primaria en la zona. Muradin explica a su amigo Arthas que los enanos se encuentran en
Northrend tras la pista de una legendaria espada conocida como Frostmourne, pero mientras
más se acercaban a la gruta donde se oculta la espada, más muertos vivientes les salen al paso.
Intrigado por la misteriosa arma, Arthas decide ayudar a Muradin en la búsqueda de
Frostmourne.

Unos pocos días después, mientras Arthas y Muradin se hallan en una misión de exploración, un
emisario del Rey Terenas informa al capitán del campamento acerca de que el rey Terenas, a
instancias a Lord Uther, ha decidido suspender la expedición. La flota tiene orden de regresar a
Lordaeron. Sin embargo, los ejércitos de los muertos vivientes han tomado todos los caminos de
regreso a la costa, por lo que las tropas, jubilosas por volvera a casa, tendrán que abrirse paso
entre los bosques para llegar a sus barcos.

Enterado de la intromisión de Uther en sus planes, Arthas decide hundir los barcos antes de que
sus hombres puedan hacerse a la mar. Aunque Muradin se sorprende de la pobre capacidad de
juicio del príncipe, decide ayudar a su amigo en el sabotaje de las naves. Ayudados por un grupo
de mercenarios trolls y ogros (contratado forzosamente contra el gusto del propio Arthas), se
abren paso entre las tropas de los muertos vivientes y algunos puestos de guerra nerubians,
para finalmente llegar a la costa y quemar los barcos de la Alianza. En ese momento, los
hombres de Arthas llegan, pero el príncipe, aprovechando la situación, culpa a los mercenarios y
ordena a sus hombres asesinarlos. Los mercenarios tienen un sangriento final, y Arthas ordena a
sus hombres regresar a sus puestos: ninguno regresará a casa hasta que la misión esté
completa.

Al día siguiente, Muradin reprocha a Arthas sus engaños y actitudes poco honorables, pero el
príncipe justifica sus actos de venganza en la destrucción provocada por el Azote en Lordaeron.
En ese momento, Mal’Ganis reaparece y reta a Arthas nuevamente. Las fuerzas del Azote han
rodeado completamente el campamento y se preparan para atacar. Como un último esfuerzo,
Arthas y Muradin se lanzan en búsqueda de Frostmourne, la única esperanza contra el poder de
Mal’Ganis.

Mientras el Capitán defiende la base, Arthas y Muradin penetran en la oscuridad de la cueva.


Luego de algunas vicisitudes, finalmente llegan a la Cámara de la Espada, donde un Guardián,
un Revenante de hielo, protege la entrada. El Revenante advierte de la peligrosidad del arma,
pero Arthas ignora la advertencia y destruye al Revenante. Con su último aliento, el Revenante le
dice que lo estaba protegiendo a él de la espada.

Dentro de la Cámara, Arthas y Muradin hallan a Frostmourne, la cual flota en un bloque de hielo.
El pedestal de la espada reza una antigua maldición: “La hoja no solo desgarra la carne, sino
que carcome el espíritu”. A pesar de que Muradin trata de convencerlo de volver y dejar la
espada, Arthas siente que no tiene elección. Invocando a los oscuros espíritus de la Cámara,
rompe el bloque de hielo y libera a Frostmourne, lo cual que cuesta la vida a Muradin,
atravesado por una estalactita durante la explosión. Arthas tira el martillo de la luz y toma la
espada. Su destino se ha sellado finalmente.

Devuelta en el campamento, la situación es desesperada. Las fuerzas de los muertos vivientes


casi han derrotado al Capitán y sus tropas, pero la llegada de Arthas con Frostmourne vuelca
totalmente la situación. Las fuerzas de Arthas dejan una estela de destrucción a su paso hacia la
Fortaleza de Draktharon. Destruida la última base de resistencia de Mal’Ganis, el Señor del
Terror emerge y se encara con Arthas por última vez.

Mal’Ganis nota que Arthas tiene a Frostmourne a expensas de las vidas de sus camaradas. La
voz del Rey Lich habla a su cabeza, y para sorpresa del Señor del Terror, el esclavizado Arthas
lanza un golpe fatal sobre Mal’Ganis. Su venganza está consumada.

Atormentado por la enloquecedora voz de Ner’zhul, Arthas vaga por los helados parajes de
Northrend, perdiendo los últimos vestigios de su cordura. Tiempo después, bajo la dirección de
su nuevo amo, el Rey Lich, Arthas vuelve a la ciudad capítal de Lordaeron. Aunque los
ciudadanos celebran el regreso de su héroe, Arthas penetra en la Cámara del trono, y en un acto
vil y terrible, asesina a su propio padre. Ahora, como nuevo rey de Lordaeron, Arthas entrega su
reino al Azote, y la caída final de la Alianza ha empezado.

El Ascenso de los Malditos

La plaga de muerte del Rey Lich ha arrasado la Ciudad Capital de Lordaeron y todas las
ciudades circundantes. Aterrorizados y descorazonados por la muerte de su noble rey, las
fuerzas de Lordaeron han sido barridas por los furiosos guerreros muertos vivientes del Azote.
Ahora, Lordaeron es solamente una sombra de su anterior gloria – y el Príncipe Arthas no ha
vuelto a ser visto…

Lord Uther el Portador de la Luz, destrozado por la muerte de rey (a quien amaba como un
hermano) y por la traición de su hijo y pupilo, ha oficiado él mismo la incineración del cuerpo de
Terenas, según la tradición, y se ha ofrecido como voluntario para cuidar de su tumba.

La noche es oscura, fría y lluviosa, misteriosa como un profundo enigma. El Príncipe Arthas,
convertido ahora en el primer Caballero de la Muerte del Rey Lich, es materializado en las
afueras de la villa de Vandermar, en el norte de Lordaeron. Monta ahora una cabalgadura
infernal, Pesadilla, una terrible criatura como el esqueleto de un caballo, que bufa fuego por sus
fauces. Frente a él, una figura conocida se materializa, en quien Arthas cree reconocer a
Mal’Ganis. En el momento en que decide atacar, Tichodrius el Oscuro se presenta y le felicita
por haber matado a su padre y entregar su tierra al Azote, ya que así ha aprobado la primera
prueba del Rey Lich. Por primera y unica vez en su vida, Artha se da cuenta de que ha
maldecido y destruido todo lo que una vez amó y defendió con todas sus fuerzas, sin sentir
ningún remordimiento o pena. Ticondrius explica que esto se debe a Frostmourne, la cual ha
sido forjada para robar almas, y la de Arthas fue la primera que tomó. A su vez, ordena al
Caballero de la Muerte reunir nuevamente al Culto de los Malditos, cuyos miembros se han
escondido entre el populacho, temerosos de ser descubiertos por los paladines.

Penetrando en la durmiente villa, Arthas va reuniendo uno a uno a los acólitos del Culto, y se
reporta de nuevo con Ticondrius. Su siguiente misión será recobrar los restos mortales del
fundador del Culto, el nigromante Kel’thuzad, enterrados en el cementerio de Andorhal.

Una vez en Andorhal, Arthas debe enfrentarse a la Mano de Plata, que ha convertido la ciudad
en una fortaleza para protegerla de los ataques del Azote. El primero en caer es Gavinrad el
Terrible, quien guarda la tumba de Kel’thuzad. Arthas descubre que el espíritu del nigromante
puede comunicarse mentalmente con él, y a partir de ahora será su fiel consejero. Los restos del
nigromante, sin embargo, están en un avanzado estado de putrefacción, y para poder
conservarlos, Ticondrius instruye a Arthas en recobrar una urna mágica donde los restos podrán
conservarse. Dicha urna, desgraciadamente, se encuentra en manos de los paladines.

Arthas ponde sitio a la ciudad, y uno a uno van cayendo sus defensores: Ballador el Luminoso y
sus Campeones de la Paz, Sage Truthbearer y los Campeones de la Verdad, y finalmente, Uther
Lightbringer, el antiguo maestro de Arthas. Uther reprocha al Caballero de la Muerte el hecho de
que su padre, el noble Terenas, sostuviera a su pueblo por más de setenta años, mientras
Arthas lo había destruído en un puñado de días. La urna, además, contiene los restos de su
padre asesinado. Luego de un gran batalla entre ambos titanes, Uther finalmente cae ante el
poder de Frostmourne. El héroe más grande de la historia humana ha muerto. Una vez seguros
los despojos de Kel’thuzad, Arthas, por instigación de Ticondrius, parte hacia el mágico reino elfo
de Quel’thalas. Solamente las potentes energías del Pozo del Sol podrán reencarnar al
nigromante.

Mientras tanto, en los oscuros salones de la ciudadela del Torbellino del Vacío, Ticondrius y sus
dos hermanos, Anetheron y Mephistroth, disciernen acerca de sus sospechas sobre los motivos
ocultos del Rey Lich para su Caballero de la Muerte. Archimonde el Profanador no permitirá
ningún error, pero Ticondrius asegura tener total control del Azote. Una duda, sin embargo, ha
llenado su cabeza.

El Pozo del Sol – La Caída de Silvermoon

Seis días después, en las boscosas fronteras de Quel’thalas, el ejército de muertos vivientes de
Arthas inicia el asalto sobre el reino de los Altos Elfos. El espíritu de Kel’thuzad le advierte de los
grandes poderes de los elfos, pero el Príncipe minimiza el asunto y el ataque inicia. Luego de
establecer su primera base, el Azote empieza a ser atacado por las fuerzas de los elfos, dirigidos
por Sylvanas Windrunner, Ranger General de Silvermoon. Silvanas Windrunner, la menor de las
heroicas hermanas Windrunner, Alleria y Veressa, y la única que les sobrevive. Más alta que sus
compañeras Rangers, extremadamente audaz y valerosa, con un hermoso cabello rubio largo y
brillante al sol, y un par de ojos de color verde esmeralda, los cuales despiden una bravura
solamente comparable con su belleza.

La entrada a Silvermoon se encuentra resguardada por dos puertas: la Exterior, rodeada por
enormes bases del ejército elfo, y la Interior, protegida por un encantamiento, que solamente
puede abrirse con un artefacto mágico conocido como la Llave de las Tres Lunas. Constantes y
brutales batallas se entablan entre ambos ejércitos, pero reiteradamente, Arthas logra hacer
retroceder a Sylvanas, hasta que la Puerta Exterior cae.

Sylvanas, para dificultar el avance del Azote, destruye el único que puente que comunica
directamente a la Puerta Interior. Valiéndose de algunos dirigibles Goblin abandonados durante
el escape, Arthas logra pasar el río e inicia el asedio de los templos donde se ocultan las tres
partes de la Llave de las Tres Lunas: la Piedra de Amatista de Hannalee, que abre el corazón del
Guardián de la Puerta; el Cristal de la Luna Esmeralda del Ojo de Jennala, que abre la mente del
Guardián de la Puerta, y el Cristal de la Luna de Zafiro del Cuerpo de Enulaia, que abre el alma
del Guardián de la Puerta. Asistido por los demonios de la cripta, los cuerpos reanimados de los
guerreros nerubian de Northrend, uno a uno los templos son destruidos, hasta que finalmente, la
Llave de las Tres Lunas está completa. La Puerta Interior cae y el asalto final a Silvermoon es
inminente.

Desesperada por la cercana caída de su patria, Sylvanas envía constantes mensajeros a


Silvermoon pidiendo refuerzos, pero estos son fácil presa de las gárgolas que Arthas ha traído
de Northrend. Las superiores fuerzas del Azote rodean y destruyen el último bastión de
Sylvanas. La valiente elfa se prepara para enfrentar una muerte segura, pero Arthas tiene otros
planes. Sabedor de que Sylvanas ha sido una contrincante formidable y a la vez útil, Arthas le
lanza una herida mortal, pero a la vez, usando a Frostmourne, esclaviza su espíritu, que se
transforma en una banshee, un alma eternamente atormentada.

Con esta nueva y poderosa adquisición a su ejército, Arthas se ha vuelto imparable. Con sus
nuevos y horribles poderes, la que fue Silvanas Windrunner ha llamado a los espíritus de sus
camaradas caídas, que retornan del oscuro Abismo convertidas en terribles y rencorosas
banshees. Ansiosas por retomar su forma terrenal, las banshees se lanzan hacia Silvermoon,
atormentando a los confundidos ciudadanos y sembrando el dolor y la confusión entre las tropas
de los elfos. Algunas, incluso, se han posesionado de los caballeros y soldados más fuertes, que
ahora, guiados por la oscura voluntad de la banshee, se vuelven contra sus compatriotas.

El Azote, encabezado por Arthas, se encuentra a las puertas de la ciudad. Miles de esqueletos
vivientes y zombis caminan sobre las calles de Silvermoon, sembrando la muerte y la desolación.
Silvermoon arde en llamas, y los pocos sobrevivientes huyen hacia los bosques y la costa.
Muerte, cuerpos putrefactos y ríos de sangre corren por las calles. El Concejo de los Siete Altos
Elfos ha abandonado la ciudad. Las tropas de Arthas avanzan hasta el Pozo del Sol.

El Santuario se halla defendido por cuatro grandes Golems de granito, creados mágicamente por
los hechiceros para guardar el preciado tesoro. Aunque los Golems son realmente poderosos e
inmunes a los hechizos, la superioridad numérica del Azote es evidente, y finalmente las
criaturas son destruidas. Arthas ha llegado hasta el Pozo mismo. La potente energía que mana
de él es realmente asombrosa.

Los restos del nigromante son colocados dentro del Pozo, mientras el fantasma de Kel’thuzad
ingresa en las potentes aguas. La energía desplegada es formidable, pero el Pozo del Sol,
corrompido por la negra magia de los muertos, se ha enrojecido como la sangre. Kel’thuzad ha
emergido de la fuente, pero ahora, su cuerpo es el de un formidable y espeluznante esqueleto
rodeado de una corrupta y voraz aura de maldad. El dolor, el frío, la misericordia, la
incertidumbre, la ansiedad, la angustia, todas las vanas preocupaciones que apasionan y
desbordan los corazones de los mortales, son polvo que lleva el viento para él.

La masacre y la destrucción del Azote ha llegado a su fin. Reforzado por gran cantidad de tropas
por los muertos recientes, el ejército de Arthas se retira hacia el sur, tomando el camino hacia las
montañas de Alterac. Silvermoon, y con ella toda la orgullosa y ancestral raza de los Altos Elfos,
solamente son sombras del pasado...

La Revelación

Levantado ahora como un Lich, Kel´thuzad lleva al Caballero de la Muerte hacia las montañas
Alterac, donde le explicará el verdadero propósito del Rey Lich y el Azote. Tres días después, en
las heladas montañas Alterac, Kel´thuzad le explica a Arthas que el Rey Lich fue creado por los
feroces señores de la Legión Ardiente para preparar el camino de la segunda invasión de
Azeroth. Los Señores del Terror Nathrezim han sido enviados para observar que tal meta se
lleve a cabo. La plaga de muertos vivientes que el Culto de los Malditos lanzó sobre Lordaeron e
incluso la invasión de Quel´thalas fue ordenada para quitar del camino dos enemigos que
pudieran resistir el regreso de la Legión. Esta era la primera fase del plan del Rey Lich. Arthas
parece impresionado por la enormidad de los eventos por venir, pero Kel´thuzad le asegura que
diez mil años antes sobre el mundo hubo una guerra que sería el preludio del caos que la Legión
desataría sobre Azeroth.

Dada la presenta situación, Arthas y Kel´thuzad se acercan al campamento de orcos del clan
Blackrock para ordenar la segunda fase del plan de Ner´zhul. El Azote debe destruir el
campamento de los orcos Blackrock y tomar control de una puerta demoníaca que aún es
funcional. Kel´thuzad usará la puerta para comunicarse con el demonio Arquimonde el
Profanador, quien actualmente dirige el plan de invasión de la Legión.

Sin embargo, los orcos Blackrock no serán un rival fácil. Jubei´thos, el Maestro de las Espadas,
quien se había enfrentado con Arthas cuando aún era paladín, ha logrado su propósito de
invocar a los demonios, y el clan se encuentra fortalecido por poderosos brujos, ogros magos,
esclavos goblins y fieros dragones rojos. El mismo Jubei´thos se ha transformado en un Orco del
Caos. Ahora, erigido en nuevo líder del clan después de la derrota de Doomhammer, ha
rechazado las enseñanzas chamanísticas del que considera hereje nuevo Señor de la Guerra y
ha acogido la sed de sangre, condenando a todo su clan a ser esclavos eternamente.

Kel´thuzad le dice a Arthas que, hace mucho tiempo, los orcos fueron la primera arma de la
Legión contra la humanidad. Estos reclaman ser los verdaderos sirvientes de la Legión Ardiente,
y creen que sus amos les han enviado a los muertos para probarlos. Arthas ha decido matar a
cada uno de los líderes del clan Blackrock para obtener poderosos artefactos mágicos que estos
guardan.

Aunque poderosos, los orcos del Clan Blackrock no son rival para el ejército de Arthas, y el
Caballero de la Muerte toma control rápidamente de la puerta. Jubei´thos muere por la espada
del poderoso Caballero, dejando condenados a sus orcos a la esclavitud eterna. Kel´thuzad
activa el portal y contacta a Arquimonde.

Asedio y Destrucción de Dalaran


“Tiemblen, mortales, y desesperen. El Apocalipsis ha llegado a este mundo”.
Archimonde el Profanador

Arquimonde ordena al lich encontrar el libro de hechizos perdido de Medivh, el Último Guardián,
pues solamente los poderosos encantos de este libro pueden abrir un portal lo suficientemente
grande para que la Legión regrese al mundo. El libro puede ser hallado en la ciudad mágica de
Dalaran, hogar del Kirin Tor. Archimonde ordena que la invocación deba ser realizada máximo
en tres días en las afueras de la ciudad. El Libro de Medivh, que fuera robado por las fuerzas
orcas de Ner’zhul antes de la invasión de Draenor, fue el único de los objetos mágicos que pudo
ser salvado por la Alianza antes de que aquel planeta implosionara.

A la mañana siguiente, en las puertas de Dalaran, Arthas ordena a los magos rendirse a la
fuerza del Azote. El Archimago Antonidas, líder del Kirin Tor sale a su encuentro e, irónicamente,
le pregunta por la salud de su noble padre. A su vez, le advierte de no entrar a la Ciudadela
Violeta, pues los magos del Kirin Tor han erigido un aura mágica que destruirá a cualquier
muerto viviente que intente ingresar a la ciudad. Arthas refuta sus amenazas, pero Antonidas de
tele-transporta dentro de la ciudad. Kel´thuzad nota que son tres los magos que mantienen las
auras, y si el Azote logra matarlos, el hechizo será roto y el Azote podrá arrasar la ciudad.

En Dalaran, los tres archimagos más poderosos del Kirin Tor (Shal Lightbringer, Conjurus Rex y
el mismo Antonidas) elevan el encantamiento del aura para defender la Ciudadela Violeta.
Aunque muchos muertos vivientes son destruidos por las poderosas auras, el grupo de Arthas
logra penetrar en Dalaran. Uno por uno, los archimagos van cayendo, gracias a que Arthas ha
logrado controlar a los poderosos Golems y Dragones Azules que los magos tenían encerrados
en Dalaran para su estudio. Cuando Antonidas, el último mago, cae bajo el poder del Rey Lich,
clama que su actual dolor caiga sobre la conciencia de Arthas, que luego le da muerte. El
Caballero de la Muerte y el lich logran reclamar el libro de hechizos.

Una hora después, en una colina sobre Dalaran, Kel´thuzad y Arthas se preparan para invocar a
Arquimonde. Kel´thuzad se da cuenta de que el conocimiento demoníaco del Medivh poseído
está más allá de cualquier cosa que él hubiera visto. Ticondrius aparece y ordena el inicio de la
invocación. Conforme el lich inicia la entonación de los hechizos para traer a Arquimonde a
Azeroth, Arthas guía a sus guerreros muertos vivientes para defender al lich de las encolerizadas
fuerzas de Dalaran, que preparan un último masivo ataque contra el Azote.

Ola tras ola, las tropas del Clan de Magos y la Liga de los Hechiceros, bajo el mando de los
magos Mannath Magesinger y Landazar, luchan por derrotar las defensas del Azote. Ambos
bandos tienen grandes pérdidas, pero finalmente, Kel´thuzad abre el portal, y las fuerzas de la
Legión Ardiente, lideradas por Arquimonde el Profanador, ingresan al mundo. Dando a
Ticondrius y los señores de terror el poder del Azote, proclama que el rey Lich ya no le es
necesario y se dirige hacia Dalaran para destruirla, como ejemplo para el resto de los habitantes
de Azeroth. Sorprendido y encolerizado, Arthas pregunta a Kel´thuzad que pasará con ellos una
vez que la Legión tome el control. El lich tranquiliza al Caballero de la Muerte, diciéndole que el
Rey Lich ya había previsto esta situación y tiene un plan apropiado.

Mientras tanto, Archimonde realiza un terrible hechizo sobre Dalaran, y usando sus poderes
mágicos, se trae la ciudad entera al suelo. La destrucción de Dalaran termina con el reinado del
Kirin Tor, priva a Azeroth de una de sus defensas primarias contra la Legión, y sirve como telón
de obertura para la Tercera Guerra. Después de diez mil años, la segunda invasión demoníaca
sobre Azeroth había comenzado…

En el Ojo del Maelstrom - El rescate de los Darkspear


“Sobre el horizonte… hacia su destino”.

Los lugartenientes de Thrall le reportan que la mitad de la flota está perdida, y que la otra mitad
está seriamente dañada. Thrall ordena construir una base en la isla, pues tomará cierto tiempo
poner a punto la flota para continuar el viaje hacia Kalimdor. Uno de los chamanes de Thrall
reporta que siente un extraño poder mágico alrededor del campamento. Usando su hechizo de
Visión Lejana, Thrall descubre que Centinelas Guardianes han sido colocados alrededor de la
zona donde la Horda ha desembarcado. En ese momento, un curandero troll de la isla llamado
Sen´Jin, de la tribu Darkspear, aparece y advierte a Thrall de que unos invasores han
establecido un puesto de observación al otro lado de la isla. Los Trolls han intentado vivir en paz,
pero los invasores, humanos, los han cazado día y noche. Sin atenerse a esperar un ataque
humano, Thrall ordena a una patrulla lidiar con cualquier tropa humana que se atreva a cruzar.
Lo que Thrall y Sen´Jin no conocen es que estas tropas son marines reales de la nación
marítima de la Alianza, Kul Tiras, al mando del Gran Almirante Daelin Proudmoore.

Los Darkspear, una tribu de trolls de la jungla, fueron exiliados en esta isla luego de entrar en
conflicto con sus hermanos los Gurubashi, quienes gobiernan en las vastas junglas del Valle de
Strangletorn, en Azeroth, después de que los Darkspear se negaran a adorar al sanguinario dios
Hakkar el Devorador de Almas.
Después de ayudar a los Trolls a purificar una fuente de sanidad y defenderlos de los constantes
ataques humanos, las fuerzas de Thrall inician el asedio del campamento de Kul Tiras. Mientras
los humanos pelean valientemente, se ven sobrepasados por las fuerzas combinadas de orcos y
trolls. Sin embargo, justo cuando la Horda está cerca de vencer a los humanos, ambos lados se
ven atacados por un gran número de Murlocs acuáticos. Tomando a los humanos, orcos y trolls
bajo su custodia, los Murlocs argumentan que la magia de Thrall no interferirá más con sus
planes de “retomar la superficie”. Las criaturas acuáticas llevan a sus prisioneros a una red de
cavernas profundas dentro de la isla.

Thrall se encuentra prisionero en una mazmorra subterránea, separado de sus compañeros.


Como él se pregunta el propósito de los Murlocs en capturarlo, un troll que se encuentra
aprisionado junto con Thrall le explica que los Murlocs usualmente eran pacíficos, pero
recientemente empezaron a capturar humanos y trolls para usarlos en sacrificios para su líder:
una Bruja del Mar que amenazó con destruir la isla si los Murlocs no obedecían. Thrall no se
intimida y utiliza su Rayo Luminoso para matar a los guardias y escapar de su celda. El y el troll
salen a rescatar a sus compañeros.

Después de abrirse camino a través de la prisión subterránea y recoger a todos los prisioneros
que encuentran, Thrall y sus tropas finalmente llegan al salón del trono del hechicero Murloc que
los ha aprisionado. Sin embargo, es demasiado tarde para salvar a Sen´Jin, que es brutalmente
sacrificado por el hechicero como sacrificio para la Bruja del Mar. Consumido por su ira, Thrall
derrota al hechicero y llega al lado del Sen´Jin moribundo.

Con su último aliento, Sen´Jin le ruega a Thrall que guíe a los trolls hacia Kalimdor junto con el
resto de la Horda, pues nunca podrán volver a vivir en paz en esta isla. Él asiente y extiende la
oferta a los restantes Trolls, quienes acceden a formar parte de la Horda.

En ese momento la voz de la Bruja del Mar hace eco dentro de la caverna, diciendo a los orcos
que no escaparán tan fácilmente, luego de lo cual, las paredes de la caverna subterránea
empiezan a colapsar, y los soldados de la Horda tiene que escapar hacia la superficie.

Conforme las tropas de la Horda salen de la cueva, la Bruja del Mar aparece y los ataca por
haber matado a sus sirvientes y profanado su santuario. Como compensación, ella tomará las
vidas de orcos y trolls. Thrall ordena a la Bruja regresar a las profundidades y dejar la isla en
paz. Sin embargo, la Bruja no lo escucha y se prepara para golpear el campamento de la Horda
con sus tropas.

Volviendo rápidamente a la base, Thrall pregunta por el estado de la reparación de los barcos. El
capitán encargado del campo le dice que los barcos están casi terminados, pero en eso un
volcán hace erupción y la isla completa empieza a hundirse. Thrall ordena defender los barcos a
toda costa contra los Murlocs hasta que las reparaciones estén finalizadas y la Horda pueda
continuar su viaje hacia Kalimdor.

Durante los siguientes minutos, los peones trabajan frenéticamente para reparar los barcos
mientras los guerreros restantes batallan contra la Bruja del Mar y los Murlocs. Finalmente, la
reparación se completa y la Horda rápidamente evacua la isla y desaparece entre las ondas del
mar. Conforme navegan hacia Kalimdor, la voz de la Bruja del Mar hace eco entre las olas,
profetizando la destrucción de los habitantes de la superficie en manos de la raza acuática
conocida como los Naga…
La Invasión de Kalimdor
“- Thrall…perdóname… he sido un tonto. La furia de los demonios… se extingue mis venas. ¡Me
he liberado a mí mismo!
- No, amigo mío… nos has liberado a todos”.
La muerte de Hellscream. Leyenda orca.

Después de semanas de viajar por los mares embravecidos, la Horda ha desembarcado sobre
las salvajes costas de Kalimdor. Con sus barcos robados quebrados y hundidos, los orcos
precavidamente se aventuran tierra adentro, previniendo los posibles peligros desconocidos que
habitan en la desolada tierra.
Con sus barcos quemados y lentamente hundiéndose en el mar, Thrall pregunta por el resto de
la Horda. No hay seguridad de haber llegado a Kalimdor, pero han viajada hacia el oeste más
allá de toda tierra conocida. No hay rastros de Grom Hellscream o los Warsong, pues sus barcos
fueron separados de la flota durante la tormenta, por lo que Thrall ordena iniciar la búsqueda
para reagruparse.

Conforme viajan sobre la extraña y hermosa tierra, los orcos rescatan miembros de la Horda que
han sido capturados por una extraña raza de criaturas semejantes a jabalíes. Grupo por grupo,
los quillboars van cayendo ante el poder superior de la Horda. Explorando las distintas aldeas
quemadas, presencian la lucha entre los Centauros y enormes seres como toros, las cuales caen
ante la superioridad numérica de los Centauros, y Thrall presiente que la Horda ha llegado a un
lugar con muchos más conflictos que los que dejó atrás en Lordaeron.

Eventualmente las fuerzas de la Horda tratan de ayudar a las criaturas toro, hasta que logran dar
con su líder, Cairne Bloodhoof, jefe de los Tauren, el cual se encuentra intrigado por el estilo de
pelea de los orcos y desea conocerlos más. Thrall le relata la historia de cómo la Horda vino a
Kalimdor a hallar su destino, y Cairne sugiere que pueden hablar con el Oráculo que se
encuentra más al norte. Thrall se resiste a viajar en esa dirección, pues un enorme ejército de
centauros se mueve hacia allá. Cairne se alarma pues los centauros marchan hacia la aldea
Bloodhoof, y debe retornar de inmediato. Deseoso de conocer más acerca del Oráculo y los
Tauren, Thrall conduce a la Horda hacia la aldea de Cairne y lo asiste en su defensa.

Una vez en la aldea, la Horda y los Tauren resisten el asedio de constantes olas de Centauros.
Eventualmente, el Campeón de los Centauros llegará a pelear y caerá ante las fuerzas unidas de
ambos ejércitos. Su muerte motivará la retirada de los centauros.

Cairne agradece a Thrall su apoyo, pero el viejo jefe se encuentra desesperanzado, pues los
centauros controlan toda la región, y los Tauren se ven obligados a viajar a las verdes praderas
de Mulgore o si no morirán. Desafortunadamente, la velocidad de los centauros no tiene rival en
los planos abiertos, y el líder de los Bloodhoof teme que su caravana será aniquilada durante el
viaje. Thrall ofrece escoltar a los Tauren a Mulgore a cambio de la información del Oráculo que
Cairne le informó. Cairne, intrigado por los orcos y los trolls, accede. La Horda y los Tauren
planean una larga marcha a través de los planos del sureste de Kalimdor.

Dos días después, sobre las desoladas llanuras de los Barrenos, Thrall y Cairne intercambian
información sobre cada una de sus culturas durante su viaje hacia Mulgore. Thrall nota que
Kalimdor es muy similar al mundo destruido de los orcos, Draenor. Cairne relata a Thrall que los
Tauren son hijos de la Madre Tierra, y que por ella tienen una cultura pacífica y un estilo de vida
propios en esa tierra. En ese momento, varios scouts de la Horda reportan que una banda de
arqueros y guerreros centauros se acerca para atacar la caravana. Thrall rápidamente ordena a
las tropas que escolta a las bestias Kodo de los Tauren hacia una serie de oasis donde podrán
reabastecerse. Cairne y los guerreros Tauren asistirán en la defensa del convoy.

Conforme los centauros continúan el asedio a la caravana durante su viaje, los guerreros orcos y
tauren la defienden de las brutales bestias. Eventualmente la caravana logra llegar a Mulgore,
pero los centauros casi se encuentran sobre ellos. Llamando al espíritu de la Madre Tierra,
Cairne provoca un derrumbe de una formación rocosa, que obstruye el paso de los centauros
hacia Mulgore.

Con el paso asegurado, Thrall pregunta a Cairne acerca del Oráculo. Cairne dice que las
leyendas hablan de que el Oráculo conoce los caminos del destino y que es Hijo mismo de la
Madre Tierra, y que solamente él podrá mostrarle a la Horda su verdadero destino. El Oráculo
puede ser hallado en el norte, en lo más alto del Monte Stonetalon. Luego de mostrar
agradecimiento por la asistencia de la Horda, Cairne envía sus más finas bestias Kodo para
asistir a los orcos y trolls en su viaje. Thrall agradece a Cairne su generosidad y promete nunca
olvidar al jefe Tauren. Cairne deja la Horda con una bendición de la Madre Tierra y los Tauren
continúan su viaje sobre Mulgore.

Mientras tanto, de regreso en Lordaeron, la Legión inicia su invasión. Las villas humanas son
arrasadas por la Guardia del Apocalipsis y los Infernales. Ticondrius aparece y conversa con
Mannoroth el Destructor, el barbárico líder de los Señores del Foso. Mannoroth se encuentra
disgustado por la facilidad con que los demonios han derrotado a los Humanos. Ticondrius aclara
que esto es gracias al trabajo del Azote, el cual exitosamente derrotó a los humanos y Altos Elfos
antes de la invasión, cosa que los orcos no pudieron realizar cuando hicieron el pacto de sangre
con Mannoroth. A su vez, Ticondrius informa a Mannoroth que los orcos no se encuentran lejos,
y que sus agentes los han hallado en Kalimdor, por lo que Mannoroth jura destruirlos por su
traición. Sin embargo, Arquimonde, que aparece de la nada, le dice que los orcos aún pueden
ser útiles a la Legión.

Cinco días después, cerca de las faldas del Monte Stonetalon, la Horda de Thrall continúa su
viaje en busca del Oráculo. Sin embargo, hay desazón entre los miembros de la Horda por la
falta de un buen combate. En ese momento, a lo lejos, divisan a Grom Hellscream y los Warsong
luchado contra los defensores de un asentamiento humano. Sorprendidos de hallar humanos en
Kalimdor, la Horda se une a la batalla. Con la base humana en ruinas, Thrall y Grom discuten la
situación. Éste último le informa que los humanos se encuentra liderados por una joven, y han
tomado el paso hacia el norte. Thrall ordena explorar el área, y ordena a Grom no atacar a los
humanos hasta que sus posiciones estén listas.

Los scouts de Thrall informan que un grupo de Goblins tienen unos zeppelines hacia el norte, los
cuales permiten pasar las fuerzas humanas sin tener que pelear con ellas. Sin embargo, la sed
de sangre de Grom lo obliga a atacar a los humanos, con lo que las fuerzas de Thrall se ven
obligadas a luchar contra ellos. Las fuerzas de la Alianza se encuentran comandadas por
Agronnor el Poderoso, Thane de Ironforge al mando de las fuerzas de Gilneas, Buzan el Osado,
paladín de la Mano de Plata, y Tann Flamecaster, mago sobreviviente de la destrucción de
Dalaran. Todos caen en la batalla. Luego de neutralizar las bases humanas, Thrall confronta a
Grom, pero este le responde que los humanos merecen morir, y que la sed de sangre hierve en
sus venas, igual que antes, cuando los demonios estaban cerca. Furioso, Thrall envía a Grom y
su clan hacia el norte, al bosque de Ashevale, para construir un nuevo asentamiento, mientras él
se dirige hacia el Monte a buscar el Oráculo.
Dos días después, en las fronteras del Bosque de Ashenvale, los Warsong construyen un
pequeño campamento donde se levantará el asentamiento de los orcos. Grom se encuentra
disgustado por que sus bravos guerreros se ven obligados a realizar trabajos manuales. Algunos
de sus soldados, entonces, empiezan a temer el bosque, debido a que escuchan extrañas voces
en un idioma desconocido que hacen eco en los ancestrales árboles.

Unos momentos más tarde, un grupo de guerreras aparece y ataca a los Warsong, reclamando
el irrespeto de los orcos hacia la vida. Grom Hellscream nota que estas se parecen a los Altos
Elfos, pero su color de piel es púrpura y son más altas y salvajes. Constantemente, mientras
exploran el área, los orcos son atacados por las guerreras, pero la superioridad de los orcos
asegura el terreno. Grom, finalmente, halla una pequeña tienda Goblin, donde su dueño, el jovial
Neeloc Greedyfingers, le ofrece dos aserradores mecánicos a cambio de matar a líder de una
tribu de furbolgs, unos enormes y voraces hombres-oso que viven en lo profundo del bosque, a
lo que Grom accede. Con ayuda de los aserradores, Grom logra levantar rápidamente el
asentamiento para Thrall.

Mientras tanto, cerca de las Praderas de la Luna del semi-dios Cenarius, Mannoroth y Ticondrius
discuten el plan de la Legión para los orcos. Como prevención, Archimonde demanda la muerte
de Cenarius antes de invadir Kalimdor, para evitar que éste participe en la defensa. Mannoroth
reconoce que Cenarius es extraordinariamente poderoso y le gustaría enfrentarlo en la batalla,
pero el semi-dios raramente aparece en despoblado. Tichondrius y Archimonde creen que los
orcos pueden matar a Cenarius por la Legión, solamente necesitan de un pequeño incentivo.
Entonces, Mannoroth vierte su sangre ardiente en la fuente de Cenarius, con el objetivo de que
los orcos la beban y reaviven la sed de sangre.

A la mañana siguiente, en Ashevale, los orcos han construido un nuevo asentamiento. En ese
momento, Cenarius aparece y destruye el campamento, utilizando a sus treants y los elfos
nocturnos, como retribución por la destrucción del bosque. Superados por las fuerzas enemigas,
los orcos cruzan el río en retirada, y Cenarius hace crecer nuevamente, con sus poderes, los
bosques. Buscando una manera de derrotar a Cenarius, Grom envía a un grupo a explorar la
parte más profunda del bosque. Estos descubren una fuente que irradia un gran poder,
resguardada por Sátiros, los cuales son rápidamente despachados por los orcos. Sin embargo,
uno de los curanderos troll advierte a Grom que el poder que emana de la fuente es maligno,
pero éste no le da importancia: está decidido a acabar con Cenarius bajo cualquier precio. Uno
de sus soldados le dice que eso estaría en contra de todo lo que Thrall les ha enseñado, pero
Grom bebe de las oscuras aguas, e inmediatamente, él y sus orcos se transforman en Orcos del
Caos.

Movidos por la magia demoníaca, las fuerzas de los Warsong atacan el territorio de Cenarius.
Con sus nuevos poderes infernales, los Warsong rápidamente derrotan a los Elfos Nocturnos y
asesinan a Cenarius, cuya armadura divina es vulnerable a la magia de los demonios. Mientras
agoniza, Cenarius dice a Grom que los demonios han hecho muy bien su trabajo al corromper a
los orcos. Cuando Grom proclama que los orcos son libres del poder de la Legión, Cenarius le
refuta diciendo que “no son mejores que la maligna bilis que corre por sus venas”. En este
momento, Mannoroth aparece y le dice a Grom que los orcos son nuevamente propiedad de la
Legión. Grom protesta diciendo que los orcos son libres, pero Mannoroth, burlándose, le dice
que es su sangre la que le da poder a sus fuerzas y que a partir de ahora le servirá solo a él.

En ese mismo momento, en la base del monte Stonetalon, los scouts de Thrall informan al Señor
de la Guerra que las fuerzas humanas se han posicionado cerca de la entrada al Oráculo. La
Horda se ve obligada a atacar la base humana. En ese instante, los Tauren, con Cairne a la
cabeza, llegan para asistir a sus aliados orcos. Dado que la base humana se encuentra en una
alta planicie sobre las rocas, Cairne sugiere pedir ayuda a los Wyverns, una raza de criaturas
voladoras, para atacar la base.

in embargo, los Wyverns han sido capturados por un grupo de Harpías, y la Horda tiene que
rescatarlos primero. Una vez de su lado, los Wyverns realizan un ataque aéreo sobre la base
humana y la toman. La joven hechicera humana y sus seguidores huyen a lo profundo de la
caverna, y la Horda se prepara para perseguirlos.

Veinte minutos después, dentro de la cueva, Thrall y Cairne deciden separarse para explorar el
laberinto. Thrall, liderando un grupo de orcos y trolls, tiene que enfrentarse a una serie de
criaturas de ultratumba y monstruos ancestrales que se encuentran prisioneros en el laberinto,
hasta que finalmente llega a un cruce que se encuentra resguardado por una estatua.
Asombrosamente, la estatua comienza a hablar. Dice llamarse Aszune, una antigua princesa
Elfa Nocturna que una maldición convirtió en piedra. Su estatua ahora resguarda el camino al
Oráculo, y nadie podrá pasar hasta que su corazón le sea devuelto. Explorando las cavernas, los
orcos hallan a un dragón rojo peleando con unas harpías. Thrall ordena unirse a la batalla y
ambas fuerzas son derrotadas. Al morir el dragón, deja caer un extraño medallón con una gema
que trae la efigie de Aszune. Thrall regresa su corazón a la estatua, que les cede el paso. Sin
embargo, se encuentra con un río de lava que no pueden cruzar. En ese momento, Cairne y sus
Tauren aparecen. Durante su búsqueda, encuentran otra gema, que al parecer encaja
perfectamente en una abertura cerca de la estatua de Aszune. Al colocarla, un puente de
energía se forma sobre el río de lava, permitiendo a los miembros de la Horda pasar hacia el otro
lado.

Thrall y Cairne llegan al salón del Oráculo, y se topan con los humanos y su joven hechicera, que
no es otra que Jaina Proudmoore. Cuando ambas facciones se preparan para pelear, una
poderosa voz les ordena respetar la solemnidad del lugar. Asombrado, Thrall reconoce al
Profeta. Éste le presenta a Jaina Proudmoore, líder de los sobrevivientes de la Alianza de
Lordaeron. Es cuando Thrall se entera de que la Legión Ardiente está arrasando Azeroth y que
Lordaeron realmente ha caído. Los demonios se dirigen ahora hacia Kalimdor, y la Horda y la
Alianza deben unirse para combatirlos, o todo estará perdido. Aunque ambos se resisten al
principio, Thrall y Jaina entienden su deber, y acceden a unir sus fuerzas. Lamentablemente, el
Profeta también advierte a Thrall que Grom ha caído bajo la maldición de la Legión, y que el
destino de la Horda solamente podrá estar seguro si el Warsong es rescatado de la influencia
demoníaca.

Tres días después, cerca de la entrada a los Barrenos, Thrall, Jaina y Cairne discuten cómo
liberar a Hellscream y los Warsong del control de la Legión. Jaina le entrega a Thrall una esfera
mágica, en la que éste deberá capturar a Grom. Una vez capturado, deben regresar a la base de
Jaina, donde los sacerdotes Altos Elfos y los chamanes orcos lo liberarán de la corrupción. Thrall
agradece a Jaina su asistencia y ella parte hacia su base.

Una vez que los héroes regresan a su propio campamento, Cairne nota que Thrall está turbado.
El Señor de la Guerra está frustrado por tener que combatir a sus propios hermanos para
salvarlos de la extinción a manos de la Legión.

Conforme la Horda y la Alianza van haciendo su camino hacia el campamento Warsong, el cielo
se enrojece y enormes meteoros empiezan a caer: Los Infernales de la Legión han llegado. La
Legión se ha enterado de los planes de Thrall y Jaina, y deben ser detenidos o todo se perderá.
Muchos valientes guerreros caen ante las demoníacas fuerzas combinadas de los orcos
Warsong y sus guardianes de la Legión, pero finalmente el camino a Grom logra abrirse. Thrall
confronta a Hellscream directamente, tratando de persuadir a Grom de acompañarlo sin
resistencia. Hellscream se niega, clamando que el destino de los orcos es servir a Mannoroth y
la Legión. Thrall no conoce a Mannoroth y cree que Grom está alucinando, pero Hellscream le
replica que Thrall solamente conoce la mitad de la historia. Cruelmente, le revela que los Jefes
de los Clanes, para sellar su pacto con los demonios, bebieron por propia voluntad la sangre de
Mannoroth, y que él, Grom Hellscream, fue el primero de todos. Thrall pierde el control ante la
aplastante verdad y lucha con el Jefe Warsong hasta que logra encerrarlo en la esfera mágica,
regresando rápidamente a la base de Jaina.

Después de muchos conjuros y oraciones por parte de los sacerdotes y los chamanes, el jefe
Warsong es purificado y, avergonzado, solicita a Thrall su perdón por sus acciones, pero Thrall le
dice que lo necesita para liberar a los orcos de la maldición de los demonios para siempre. Grom
le dice que en el cañón cercano podrán enfrentarse cara a cara con Mannoroth en persona.

Ambos jefes ingresan precavidamente dentro del cañón. La risa burlona de Mannoroth hace eco
entre los muros. El sabía que vendrían a buscarlo, pero ellos deben saber que la Horda nunca
podrá librarse de la influencia de la Legión. El gigantesco Señor del Foso aparece detrás de los
héroes orcos y comienza a ofenderlos. Thrall intenta herirlo con el Doomhammer, pero
Mannoroth logra defenderse usando una de sus alas, y cargando contra los orcos, logra lanzar a
Thrall hacia una de las paredes y dejarlo inconsciente. Mientras Grom trata de recuperarse del
ataque, Mannoroth lo incita, diciéndole que, en lo profundo de su ser, Grom sabe que ambos, él
y Mannoroth, son lo mismo. Con sus ojos enrojecidos por la furia, Grom lanza su grito de guerra
y arremete contra Mannoroth. El Señor del Foso logra rechazar a Grom con su espada, pero el
hacha del Warsong se ha clavado profundamente en el pecho del demonio. Mortalmente herido,
Mannoroth colapsa, y estalla en una furiosa ola de fuego.

Con serias quemaduras, Grom cae y espera la muerte. Thrall, herido, se acerca a su amigo
moribundo y escucha sus últimas palabras. Lentamente, sus ojos enrojecidos por la furia vuelven
a tener su color normal, y Grom siente cómo la influencia demoníaca va extinguiéndose en su
ser: se ha liberado a sí mismo. Por primera y última vez en su vida, Grom, el líder de los
Warsong, el imbatible, el más violento de los guerreros de todas las guerras orcas, siente la
tranquilidad de la paz, mientras se reúne con los espíritus de sus ancestros. Pero la muerte de
Grom no sólo lo ha liberado a él: ha liberado a todos los orcos de la maldición de la sed de
sangre.

El Fin de la Eternidad

Con el heroico sacrificio de Grom Hellscream, el Señor del Foso Mannoroth fue derrotado, y la
maldición demoníaca que había esclavizado a los orcos llegó a su fin. Entonces, las fuerzas
combinadas de orcos y humanos se adentran en el bosque de Ashenvale para construir una
fortaleza donde ambas fuerzas puedan enfrentarse a la Legión, sin saber a ciencia cierta contra
qué van a enfrentarse.

Sin saberlo, entre las sombras otro enemigo los acecha. Tyrande Whisperwind, la Sacerdotisa de
la Luna, líder de las Centinelas Elfas Nocturnas durante más de diez mil años, cree que la
presencia de los extranjeros solamente traerá dolor a su encantada patria. La arquera Shandris
Feathermoon interrumpe a Tyrande mientras esta se encuentra en comunión con el bosque. La
Sacerdotisa siente que algo oscuro se acerca, pero no se encuentra segura de su identidad.
Shandris sugiere que pueden ser los pieles verdes que asesinaron a Cenarius, pero Tyrande
cree que hay algo peor, por lo que convoca un búho invisible para explorar el área. El ave
mágica vuela sobre el bosque y descubre la base de la Alianza y la Horda, donde los nuevos
aliados planean talar los árboles para construir su fortaleza. Este hecho irrita a Tyrande, por lo
que ordena a las Centinelas repeler cualquier intento de los extranjeros de penetrar en
Ashenvale.

Conforme las tropas de Tyrande exploran el área, encuentran una tribu de furbolgs. El anciano
chamán de la tribu se prepara para movilizar a su pueblo, debido a que siente que una malvada
presencia se avecina sobre el bosque. Sin embargo, muchos de los miembros de su tribu se han
extraviado en su viaje a la aldea, y el chamán solicita a la Sacerdotisa ayudarle a buscar a los
fulborgs perdidos, a lo que Tyrande accede.

Durante su trayecto al asentamiento enemigo, Tyrande va liberando furbolgs cautivos, por lo que
el chamán decide ayudarla en su combate enviándole a sus mejores guerreros. Con la aldea
furbolg evacuada, Tyrande prepara su ataque contra los extranjeros, los cuales están
comandados por el Duque Corazón de León, un paladín de Lordaeron que siguió a Jaina hacia
Kalimdor. Mientras hay una encarnizada batalla entre las Centinelas y los extranjeros,
repentinamente la base es atacada por una inmensa ola de muertos vivientes y demonios.
Superados en número, Tyrande ordena a sus fuerzas replegarse en la profundidad del bosque.

Tres horas más tarde, en algún lugar en las faldas del Monte Hyjal, Tyrande y sus arqueras
sobrevivientes escapan de las fuerzas de la Legión y el Azote, pero finalmente son acorraladas
por la Guardia del Apocalipsis, y las arqueras son asesinadas. Archimonde y Tichondrius se
materializan y confrontan a Tyrande, y ella se asombra de observar nuevamente a Archimonde
después de diez mil años. El demonio proclama que la Legión ha vuelto para consumir Azeroth,
y que esta vez, los Kaldorei no podrán detenerla. En el momento en que la Guardia del
Apocalipsis se dispone a matar a Tyrande, ésta se fusiona con la sombra y desaparece de la
vista. Archimonde, urioso, ordena a la Guardia encontrar a la Sacerdotisa antes de que escape
de la zona. Tyrande, que reaparece una vez que se han marchado, comprende que éste es el
día largamente temido por las Centinelas, en que la Legión reaparecería sobre el mundo.
Rápidamente, se adentra en el bosque para advertir a sus hermanas.

Aprovechando la noche, Tyrande se escabulle por el bosque, eludiendo las patrullas de la


Guardia del Apocalipsis y los puestos de observación de los muertos vivientes, hasta que
finalmente, luego de cruzar el río, logra llegar a una base de las Centinelas, las Shadowleaves, la
cual está seriamente dañada. Shandris, quien se encuentra a cargo de la base, le informa del
sorpresivo ataque del Azote, pero Tyrande le advierte que el verdadero enemigo es la Legión
Ardiente. Como última salida, Tyrande decide despertar a los druidas, quienes duermen el Sueño
Esmeralda desde hace diez mil años.

Al día siguiente, en las afueras de los sagrados Claros de la Luna, las Centinelas se preparan
para recuperar el Cuerno de Cenarius, un poderoso artefacto que es el único que puede
despertar a los druidas de su profundo sueño. Sin embargo, los orcos, inadvertidamente, han
construido una base cerca de donde descansa el Cuerno, por lo que las Elfas se ven obligadas a
luchar con ellos para llegar al Cuerno. Para complicar las cosas, los muertos vivientes han
empezado a deforestar el bosque para llegar al Túmulo donde descansa el druida más poderoso,
que no es otro que Shan’do Malfurion Stormrage. Si el Azote llega antes de que él despierte,
todo se habrá perdido.

El camino es largo y peligroso, pero finalmente, las Centinelas de Tyrande logran derrotar a los
ancestrales Guardianes del Bosque, hijos de Cenarius que protegen el Cuerno, y recobrar a
tiempo el precioso artefacto. Tyrande sopla el Cuerno, y Malfurion se levanta de su sueño.
Inmediatamente, siente la cercana presencia de los muertos vivientes, e invoca un ejército de
treants para derrotar a los invasores.

Dos días más tarde, en la profundidad del Valle de la Primavera y el Invierno, Malfurion agradece
a Tyrande el haberlo despertado, pues él, en la profundidad del Sueño Esmeralda, podía sentir la
corrupción de Kalimdor. Tyrande, sin embargo, se encuentra resentida con él por haberla dejado
sola por diez mil años. Malfurion sospecha que Archimonde tratará de llegar a la cima del Monte
Hyjal e intentará absorber los poderes mágicos del Árbol del Mundo. Si esto sucede, la fuente de
la vida en Azeroth será destruida y el mundo estará condenado. Mientras discuten esto, una
cercana batalla entre humanos y muertos vivientes capta su atención. Malfurion piensa que
talvez los extranjeros podrían ser útiles aliados contra la Legión, pero Tyrande no confía en ellos.
Los Elfos Nocturnos deciden establecer una nueva base y despertar a los Druidas de la Zarpa,
los cuales duermen cerca del Valle.

Durante el camino, ejércitos de la Alianza y la Horda luchan contra los muertos vivientes,
obligando a los elfos a movilizarse con cautela. Entonces, se encuentran con los furbolgs que
Tyrande anteriormente había ayudado. Lamentablemente, estos no lograron escapar, pues al
acercarse a una fuente a beber agua, ésta había sido corrompida, y los furbolgs se habían vuelto
locos y violentos. Profundamente dolida, Tyrande se ve obligada a acabar con ellos. Para horror
de los elfos, una parte del bosque lentamente ha caído bajo el influjo maligno de un oscuro
espíritu, el cual deberá ser destruido para poder restaurar a los ancestrales espíritus del bosque.
Finalmente, luego de destruir a un grupo de Ancestros corrompidos por los Sátiros de Ticondrius,
Malfurion y Tyrande llegan al Valle, y usando el Cuerno de Cenarius, Stormrage despierta a los
Druidas de la Zarpa.

A la mañana siguiente, en las cavernas de los Túmulos Profundos de Monte Hyjal, Malfurion y
Tyrande buscan a los Druidas de la Garra. Malfurion previene a sus tropas, pues los Túmulos
Profundos han estado sellados por casi tres mil años, por lo que no se sabe que oscuras
criaturas habrán hecho su hogar en los perdidos túneles. Adicionalmente, Malfurion no sabe
como los Druidas de la Garra responderán al ver a los otros Elfos Nocturnos por primera vez
desde que entraron en el Sueño Esmeralda. Tyrande lo apresura, pues mientras más tiempo
pase, más corromperá el poder de la Legión los bosques de la superficie.

Luego de luchar dentro del laberinto con una horda de arañas gigantescas, Tyrande y Malfurion
se topan con una tribu de furbolgs. En ese momento, Tyrande observa que aquel chamán que
había ayudado, había logrado escapar de la corrupción de sus hermanos, y que una pequeña
parte de la tribu sobreviviente se había escondido en las cavernas. Sin embargo, el chamán
había sido mordido por una araña venenosa. Para salvarlo, Tyrande busca una fuente mágica de
la vida, cuyas aguas restauran la salud del chamán. Una vez más, en retribución, el chamán le
otorga un poderoso Talismán de lo Salvaje, para que los Elfos invoquen la ayuda de los furbolgs
siempre que la necesiten.

Continuando su viaje, en la parte más profunda de la caverna, encuentran una enorme puerta
cerrada. Tyrande no recuerda qué se oculta tras la puerta, pero Malfurion le dice lo que ésta
representa: la prisión de Illidan Stormrage, su hermano gemelo. Tyrande cree que Illidan sería un
perfecto aliado contra los demonios y los muertos vivientes, pero Malfurion no concuerda, pues
Illidan es demasiado peligroso como para traerlo de nuevo a la superficie del mundo. Tyrande,
furiosa, declara que solamente Elune puede prohibirle cualquier cosa, y penetra a la prisión junto
a sus Centinelas para liberar al Cazador de Demonios. Malfurion, resignado, continúa junto a sus
druidas la búsqueda de sus hermanos.

Malfurion, finalmente, alcanza el corazón de los Túmulos, pero para penetrar debe luchar contra
un grupo de Guardianes Wildkin, los cuales defienden a los “dioses oso”. Stormrage se preocupa
por esto, dado que los druidas normalmente se presentan con su forma de elfo, y no como
“dioses oso”. Más adelante, las fuerzas de Malfurion se enfrentan a un pequeño grupo de
dragones negros que se ha refugiado en la oscuridad de las cavernas. Recordando la traición del
Dragón Negro Neltharion en la Guerra de los Ancestros, Malfurion los destruye. Sin embargo, el
siguiente descubrimiento del Shan’do es aún más terrorífico.

Los Druidas de la Garra habían estado en su forma de oso por tanto tiempo, que habían
sucumbido a sus instintos animales y se habían vuelto feroces y poco inteligentes. El Cuerno de
Cenarius los había despertado ya, pero Malfurion necesitaba encontrar un lugar para hacer
sonar de nuevo el Cuerno y hacerlos entrar en razón. Los Druidas del Talón invocaron sus
poderes de ciclón, con el objeto de neutralizar a los Druidas de la Garra sin hacerles daño.
Pronto los druidas recapacitan y vuelven a su forma de elfo, disculpándose con Shan’do
Stormrage. Rápidamente, todo el grupo vuelve a la superficie.

Mientras tanto, Tyrande y las Centinelas se adentraban en la prisión de Illidan, luchando contra
las Guardianas, una élite especial de Elfas Nocturnas que hacen de carceleras. La prisión se
encuentra fuertemente resguardada, pero la fría determinación de Tyrande de derrotar a la
Legión la ayuda, y las Guardianas no son rival para las Centinelas. Pronto, Tyrande llega frente a
la formidable celda de Illidan. Allí, debe enfrentarse a Califax, el poderoso Guardián del Bosque,
hijo de Cenarius. Califax le advierte que no debe permitir la salida del traidor, sin embargo,
Tyrande está decidida, y luego de una gran batalla con el Guardián, la Sacerdotisa logra
vencerlo. Después de diez mil años prisionero bajo el subsuelo, la voz de Tyrande parece la de
un ángel para Illidan. Él le pregunta porqué ha venido, y ella le responde que los demonios han
regresado y que los Elfos Nocturnos, una vez más, necesitan a su gran campeón. Illidan acepta
ayudar, pero lo hará para redimirse así mismo y no por los Kaldorei.

Una vez fuera de las cavernas, el grupo de Tyrande se encuentra con Malfurion y los druidas. El
reencuentro de los dos hermanos no es nada alentador: Malfurion le recuerda a Illidan su
traición, y éste le reprocha el haberlo aprisionado, a lo que Malfurion responde que fue
consecuencia de sus propios crímenes. Illidan le recuerda que ambos lucharon juntos contra los
demonios, pero solamente él fue encerrado. Tyrande interrumpe la discusión y arenga a los
hermanos a reconciliarse para poder derrotar a la Legión, pero Malfurion no quiere tomar parte y
se marcha con los druidas.

Al anochecer siguiente, en lo más profundo de los corrompidos bosques de Felwood, Illidan


saborea su libertad. El Cazador de Demonios quiere probarle a su hermano que no es un villano,
que los demonios ya no tienen control sobre él. En ese momento, sobre una cercana colina,
aparece una tétrica figura: es Arthas, el Caballero de la Muerte. Ambos empiezan a luchar, pero
conforme avanza la pelea, se dan cuenta que sus fuerzas están muy equiparadas y podrían
seguir luchando por siempre, por lo que Illidan le pregunta a Arthas qué es lo que realmente
busca, y el Caballero de la Muerte le explica que un Señor del Terror, llamado Tichondrius, tiene
bajo su control un poderoso artefacto, que es el que corrompe el bosque. Este artefacto es nada
menos que la Calavera de Gul’dan, el brujo orco, que Tichondrius ha rescatado del colapso de
Draenor luego de que Ner´zhul abrió los portales. Arthas desea que Illidan robe este artefacto,
pues la derrota de la Legión sería muy útil para “su Maestro”. Illidan le pregunta por qué ha de
creerle, y Arthas le responde que su maestro sabe que la verdadera obsesión de Illidan es el
poder. La Calavera de Gul’dan le dará al Cazador de Demonios verdadero poder, y todos sus
enemigos serán derrotados. Una vez cumplida su misión, Arthas se aleja. Sucumbiendo a su
antigua adicción a la magia y al poder de la que siempre fue esclavo, Illidan guía a sus fuerzas
para atacar a los guardianes de la Calavera.

A pesar de poseer dos bases de Sátiros y Ancestros corruptos que protegen una puerta
demoníaca, y estar reforzados por cientos de guerreros esqueletos, las fuerzas de la Legión no
pueden detener el avance del Cazador de Demonios, quien barre con ellos como antaño lo
hiciera, utilizando para ello las poderosas Espadas Curvas de Azzinoth. Derrotados los
guardianes, Illidan se dispone a destruir la Calavera de Gul’dan. Sin embargo, su adicción le
ataca una vez más. En lugar de destruir para siempre la Calavera, reclama su poder para sí. Al
consumir sus oscuros poderes, Illidan sufre una monstruosa metamorfosis y se transforma en un
híbrido de Elfo Nocturno y Demonio, con el suficiente poder para derrotar al mismo Tichondrius.
Una nueva y terrible batalla a lo largo del bosque de Felwood se desarrolla entre Illidan y las
fuerzas de Tichondrius.

Finalmente, luego de un enorme combate, Illidan encuentra al Nathrezim rodeado por su guardia
personal. Tichondrius no reconoce a Illidan, y el Cazador de Demonios reta a Tichondrius a una
batalla. Aunque el Señor del Terror tiene inmensos poderes, la combinación de los poderes
demoníacos de Gul’dan y la magia elfa de Illidan ahora lo hacen un retador impresionante, y
Tichondrius el Oscuro es finalmente derrotado.

Mientras Illidan se encuentra exultante por su victoria sobre el Señor del Terror y sus nuevos
poderes, Tyrande y Malfurion llegan. El Shan’do pregunta al demonio qué ha hecho con su
hermano y no le reconoce hasta que Illidan explica sus acciones. Entonces, ambos elfos se
enfurecen al ver que Illidan sacrificó su alma para vencer a Ticondrius, y el Archidruida
inmediatamente expulsa a Illidan de Kalimdor para siempre. Illidan se da media vuelta, y se
adentra en el bosque, derribando los árboles a su paso.

La Batalla del Monte Hyjal


“…y ahora, es mi turno de menguar y tomar mi lugar entre las leyendas del pasado.”

Dos días después, en un tranquilo claro del Monte Hyjal, Tyrande y Malfurion discuten acerca de
un sueño que el Shan’do tuvo la noche anterior. Malfurion soñó que un cuervo lo llamaba hacia
ese claro. Tyrande se encuentra impaciente pues las preparaciones para el combate contra la
Legión no pueden esperar. En ese momento, Thrall y Jaina Proudmoore llegan al claro,
refiriendo que ellos fueron llamados a ese lugar también. Tyrande les deja claro que los orcos y
los humanos no son bienvenidos en Ashenvale.

Justo en ese instante, un gran cuervo aparece entre los líderes y se metamorfosea en el Profeta.
Una vez más, habla a los héroes sobre la unión de todos los ejércitos como única opción para
salvar al mundo de los demonios. Cuando Malfurion pregunta al Profeta acerca de su identidad,
el misterioso viajero finalmente revela sus secretos.

Él es la razón del regreso de la Legión. Hace treinta y cuatro años, él abrió el Portal Oscuro y
trajo a los orcos al mundo de Azeroth. En el proceso, inadvertidamente dejó pasar a los agentes
de la Legión Ardiente a la realidad mortal. Por sus crímenes, fue asesinado por sus amigos.
Luego de su muerte, la guerra devastó los reinos del este por muchos años, dejando muchas
regiones desoladas Ahora, finalmente, ha regresado para redimirse de sus pecados y hacer lo
que tenía que hacer desde el principio. El es Medivh, el Último Guardián de la Orden de Tirisfal,
y ha venido para unir a las razas mortales contra los enemigos de todo lo que vive. Los héroes,
paralizados por las grandes revelaciones, acuerdan rápidamente unir sus fuerzas contra
Archimonde el Profanador y la Legión Ardiente.

A la mañana siguiente, cerca de la cima del Monte Hyjal, los Elfos Nocturnos, la Horda y la
Alianza planean su defensa de la montaña. Jaina aparece en la reunión y porta terribles noticias.
Archimonde, la Guardia del Apocalipsis, los Infernales, los Señores del Foso, los Señores del
Terror, los Sabuesos del Infierno y el Azote se encaminan hacia el Árbol del Mundo, y llegarán a
las bases de los aliados en cualquier momento. Malfurion revela que los Elfos Nocturnos
derrotaron a la Legión hace diez mil años, y gracias al Árbol del Mundo, son inmortales. Ahora es
el momento de devolverle ese poder al Árbol del Mundo para que él les pueda ayudar a repeler a
Arquimonde y salvar Azeroth de la aniquilación. El Shan’do inmediatamente parte hacia la cima
de Hyjal para planear la acción.

Mientras tanto, los otros acuerdan que los Centinelas de Tyrande proveerán soporte y ayuda a
las bases de la Alianza y la Horda y las protegerán del avance de la Legión. Esto le dará a
Malfurion tiempo suficiente para preparar las defensas de Nordrassil. Antes de que la reunión se
deshaga, Tyrande se disculpa con Thrall y Jaina por mal juzgarlos y ella les da la bendición de
Elune. Los cuatro líderes saben que muchos de sus valientes caerán ese día, pero si el plan de
Shan’do Stormrage funciona, no morirán en vano.

En ese momento, Shandris alerta que Archimonde el Profanador ha dado la orden de ataque, y
las fuerzas de élite de los demonios de la Legión junto a los guerreros del Azote asaltan la
montaña. Ayudado por tres de sus más grandes lugartenientes, el temible Señor del Foso
Azgalor, el Nathrezim Anetheroc y el Lich Jaina y sus humanos, altos elfos y enanos levantan
una gran resistencia con sus torres y barricadas. Al final, la base de Jaina es la primera en caer,
aunque las fuerzas de Arquimonde sufren grandes dificultades. Sobre las ruinas de las
fortificaciones de lady Proudmoore, Arquimonde levanta una nueva base.

La Legión avanza hasta la base de la Horda, y luego de una gran defensa por parte de los orcos,
los tauren y los trolls Darkspear, finalmente logran derrotarlos. Archimonde confronta a Thrall,
amenazándolo con destruir a su raza por rebeldes, pero el joven orco le responde que ellos, al
fin, son libres. Thrall finalmente es rescatado por Jaina. Una vez más, los defensores se ven
obligados a retroceder ante el feroz ataque de los invasores. Ahora, únicamente la base de los
Elfos Nocturnos de Tyrande resiste el ataque. Aun así, los ejércitos mortales logran infligir un
gran daño a las fuerzas de Archimonde, y se ganan un poco de tiempo para que Shan’do
Stormrage finalice la trampa.

La Alianza, la Horda y los Elfos Nocturnos hacen su defensa final en base de los Kaldorei, y la
batalla llega a su punto álgido. Archimonde, minimizando la gran resistencia de los ejércitos
mortales, desata toda la furia de la Legión y el Azote. Olas de muertos vivientes y Guardianes del
Apocalipsis chocan contra los defensores del campamento de Tyrande y luchan contra los
venerables Ancestros y treants. Sabuesos del Infierno atacan a los poderosos magos humanos,
chamanes orcos y druidas elfos nocturnos, y Dragones de Hielo y Gárgolas atacan desde los
cielos, mientras las Centinelas les lanzan cientos de flechas y los Wyvern, Grifos y Quimeras
luchan por sacarlos del espacio aéreo. Iracundos guerreros esqueletos, necrófagos, zombis y
abominaciones se enfrentan a las disciplinadas fuerzas de los paladines, los fusileros enanos,
los hechiceros altos elfos, los guerreros orcos, los poderosos tauren, los trolls Darkspear y las
cazadoras elfas nocturnas de Shandris. Los furbolgs, bajo el mando de su chamán, en
retribución a la ayuda que tantas veces recibieron de Tyrande, se han unido a la batalla. Los
Trolls Oscuros, cuyas tribus pueblan Ashenvale, han comprendido que la única salvación de su
raza es aliarse con Tyrande y los suyos, aunque sea como mercenarios. Heridos, disminuidos,
los defensores se retiran hasta el Árbol del Mundo. Shandris Feathermoon ha caído
heroicamente defendiendo Nordrassil. Archimonde, sintiendo la victoria al alcance de la mano,
arrasa la montaña, derribando al suelo las estructuras de los Elfos Nocturnos. Seguro de su
triunfo sobre las razas mortales, el Eredar inicia el ascenso de Nordrassil y se prepara para
drenar su poder.

Sin embargo, Malfurion informa a sus aliados que las defensas están completas y que
Arquimonde camina directamente a la trampa del Shan’do.

Tomando el Cuerno de Cenarius en sus manos, Malfurion lanza un largo sonido que no se
escuchaba desde la Guerra de los Ancestros. Uno por uno, los Espíritus del Bosque dejan los
árboles de Ashenvale y comienzan a rodear el Árbol del Mundo y a Archimonde. El demonio se
da cuenta de lo que ocurre, pero es tarde. Los poderes combinados de Nordrassil y los Espíritus
de Ashenvale son superiores al Señor de los Demonios, y la energía es tan poderosa, que
finalmente, Archimonde se consume.

Con su último aliento de agonía, Archimonde explota y envía una onda de fuego de arrasa con el
bosque. Cientos de acres son quemados, y Nordrassil sufre severas quemaduras. El Líder de la
Legión Ardiente es destruido. Asombrados y confundidos, los demonios huyen hacia los
bosques, donde más tarde serán cazados y muertos.

Medivh observa como los ejércitos de las razas mortales celebran su victoria. Miles de vidas se
han perdido y el mundo de Azeroth ha sido severamente dañado. Sin embargo, si los humanos,
los orcos y los elfos nocturnos pudieron dejar atrás los viejos rencores y unirse, talvez el mundo
aún tiene esperanzas.

Su tarea está completa. Medivh se prepara para dejar Azeroth para siempre y tomar su lugar
entre las leyendas del pasado.

Tercera Parte: El Trono de Hielo 

La Venganza del Traidor-El Despertar de los Naga


“Traidor… en verdad, fui yo quien fue traicionado… ahora, mis ojos pueden ver aquello que se
oculta a los ojos de los otros. Hay momentos en que la mano del destino debe ser forzada…
Ahora vayan… Suman al mundo en las mareas de la perdición”.

Sobre las costas de Kalimdor, una siniestra figura emerge en medio de una naciente tormenta.
Enormes alas de murciélago y cuernos de demonio, sin embargo, la oscura figura no es otro que
Illidan Stormrage, el traidor Elfo nocturno. Ahora, al absorver los poderes de la Calavera de
Gul’dan, ha entrado en conocimiento de profundos secretos que otros, por muchos milenios, han
desconocido. Invocando las oscuras fuerzas de la profundidad de los mares, Illidan prepara un
ejército para asolar nuevamente a la superficie del mundo.

En la profundidad de los corrompidos bosques de Ashenvale, la Guardiana Maiev Shadowsong


continúa su cacería del traidor Illidan Stormrage. El Cazador de Demonios, para salvar al bosque
de la creciente corrupción de la Legión Ardiente, consumió los ocultos poderes de la Calavera de
Gul´dan, el malvado brujo orco. Despreciado por los suyos, el ahora mitad elfo mitad demonio se
oculta entre las sombras del oscuro bosque, mientras su Guardiana intenta regresarlo
nuevamente a la profundidad de la oscura prisión de los Tálamos Oscuros. Sus fuerzas,
conocidas como los Vigilantes, al mando de su segunda de confianza, Naisha, exploran las
ruinas de un destruido asentamiento de los Elfos Nocturnos en la costa este de Kalimdor. En
este momento, unas repulsivas criaturas, con aspecto de serpiente marina y piel escamosa, les
atacan. Estas desconocidas, llamados Naga, al parecer han plegado su lealtad a Illidan. Éste,
mientras las fuerzas de Maiev combaten con los Naga, escapa a través del mar en un barco. La
Guardiana ordena la persecución.

La flota de Maiev persigue a Illidan a través del Gran Mar. Al cabo de unos días, llegan a las
tempestuosas aguas del Maelstrom. Maiev y sus Vigilantes desembarcan en un archipiélago
desconocido, el cual no figura en ninguno de los mapas. Este archipiélago corresponde a las
Islas Abruptas, que Gul´dan, con la ayuda de sus clanes aliados, hizo emerger del fondo del
océano durante la Segunda Guerra entre la Horda y la Alianza. Es allí donde se encuentra la
legendaria Tumba de Sargeras, donde Aegwynn colocó el cuerpo del Señor de la Oscuridad
luego de derrotarlo en Northrend.

Los Elfos Nocturnos erigen una base en la costa de la isla mayor e inicia la exploración del
archipiélago. Observando las antiguas ruinas de la isla, Maiev se sorprende, pues empieza a
reconocer las estructuras como las que pertenecieron a destruido Imperio de Aszhara.
Sorpresivamente, hallan a un viejo brujo orco llamado Drak´tul, quien les narra que él fue uno de
los brujos del clan Stormreaver que acompañó a Gul´dan en su aventura en las Islas Abruptas.
Muerto Gul´dan por los demonios guardianes de la tumba, los clanes rebeldes fueron arrasados
por las encolerizadas fuerzas de Orgrim Doomhammer, siendo Drak’tul el único sobreviviente.
Desde esa época, el orco ha vivido como un ermitaño en las olvidadas islas por veinte largos
años. Drak’tul vive atormentado por los espíritus de los orcos caídos, por lo que ruega a Maiev le
ayude a calmar a los confundidos fantasmas. Luego de luchar contra los esqueletos orcos, Maiev
destruye los antiguos ziggurats por donde los espíritus regresan al mundo de los vivos. El viejo
Drak’tul, perdonado por la Guardiana, se introduce en su tienda a esperar el final de sus días.

Conforme se acercan a la Tumba, Maiev y las Vigilantes tienen que luchar contra las bases que
los Naga han construido alrededor de la entrada. Adentrándose en la tumba, Maiev encuentra
unas antiguas runas encantadas, colocadas en las columnas por Gul’dan, donde el brujo narra
su desastroso viaje en busca del Ojo de Sargeras, un poderoso artefacto mágico que le daría los
poderes de un dios. Emboscado por los demonios que guardan la tumba, Gul’dan muere sin
alcanzar su ansiado premio. Maiev penetra profundamente en el laberinto, hallando a las
horribles criaturas que mataron a Gul’dan, así como una estatua de Aszhara, la hermosa y caída
reina de los elfos. Pero esta estatua es diferente. Se asemeja a un naga…

Finalmente, Maiev se enfrenta a Illidan y a sus monstruosos Naga. Al absorber los poderes de la
Calavera, Illidan también adquirió la memoria de Gul’dan, por lo que conocía la localización
exacta de la tumba y sus maléficos poderes ocultos. Illidan ha hallado el Ojo de Sargeras, y para
demostrar sus nuevos poderes, inicia un terremoto para colapsar la tumba sobre Maiev y sus
Vigilantes. La Guardiana logra escapar, gracias a sus poderes, pero Naisha y sus compañeras
quedan atrapadas dentro de la tumba y son aplastadas por el derrumbe. Jurando vengar a las
Vigilantes, Maiev envía un mensajero hacia Kalimdor, para informar a Shan’do Stormrage de los
planes de su hermano gemelo.
Mientras tanto, en la base del Árbol del Mundo Nordrassil, Malfurion Stormrage y Tyrande
Whisperwind se encuentran organizando las labores para sanar su dañada tierra. A pesar de
haber derrotado y expulsado a la Legión Ardiente, su corrupción aún carcome a los bosques de
Ashenvale. Mientras discuten las implicaciones de su nuevo hogar, la mensajera de la Guardiana
Shadowsong con el terrible reporte. Reuniendo todas las fuerzas que pueden, los dos parten
hacia las Islas Abruptas.

En las Islas, Maiev y las pocas fuerzas que sobreviven libran una desesperada resistencia contra
los Naga de Illidan. La llegada de Malfurion y Tyrande inicia una fiera batalla contra las fuerzas
del traidor, pero finalmente, la base de Illidan es destruida. Sin embargo, el Cazador de
Demonios logra escapar nuevamente, dirigiendo a su flota cada vez más al este.

Desembarcando en el arrasado reino de Lordaeron, Malfurion decide penetrar en el bosque y


comulgar con los espíritus de la naturaleza, encargando a Maiev y a Tyrande la búsqueda de su
hermano. La joven Guardiana tiene resentimiento hacia la Sacerdotisa, pues la culpa, en primera
instancia, de haber liberado a Illidan. Mientras exploran el destruido continente, se encuentran
con un grupo de Altos Elfos sobrevivientes.

Liderados nada menos que por el joven príncipe Kael´thas Sunstrider, el último de la dinastía de
Dath´Remar, estos Altos Elfos han jurado venganza por la muerte de sus hermanos y la
destrucción de su reino encantado, Quel’thalas, por parte del Azote. Por esta razón, se hacen
llamar Elfos Sanguinarios. Sin embargo, para mantener su palabra de honor, Kael ha decidido
que sus elfos sigan siendo fieles a la Alianza. Kael era miembro del Concejo de los Altos Elfos, y
fue uno de los pocos magos del Concejo que logró escapar de la destrucción de Silvermoon por
parte del Azote.

Kael solicita a las elfas nocturnas que les ayuden a trasladar sus fuerzas hacia una zona más
segura, la villa Pyrewood, controlada por los humanos, al otro lado del río Arevass. A pesar de
las protestas de Maiev, quien insiste en continuar la cacería de Illidan, Tyrande accede a ayudar
al príncipe elfo. Escoltando su convoy con suplementos y refuerzos, los Elfos Nocturnos y los
Elfos Sanguinarios se adentran en los peligrosos territorios controlados por el Azote. Tyrande
previene al príncipe acerca de los peligros de la venganza y la ira, y sus desagradables
consecuencias. Al principio, atacados por pequeños comandos de los muertos vivientes, la
caravana logra llegar hasta un puente. Al otro lado, las fuerzas de la Alianza han logrado detener
el avance del Azote, y es seguro por el momento. Sin embargo, al cruzar el puente, son atacados
por una enorme ola de muertos vivientes. Sabiendo que la caravana no resistirá el ataque, la
Sacerdotisa de la Luna ordena a los elfos replegarse al otro lado del río, mientras ella retrasa,
invocando los poderes de Elune, al masivo ejército. Aunque la Sacerdotisa, asombrosamente,
logra detener el avance de los muertos, el inmenso poder desplegado hace colapsar al puente, y
Tyrande cae hacia las turbulentas aguas del río. A pesar de las protestas de Kael, quien trata de
salvar a la Sacerdotisa, Maiev decide que Tyrande está perdida y ordena continuar la búsqueda
de Illidan.

Mientras tanto, en las profundidades del bosque de Silverpine, Malfurion inicia su comunicación
con los espíritus, quienes le advierten que su hermano planea utilizar los vastos poderes del Ojo
de Sargeras para destruir la base de un glaciar en el helado continente de Northrend. Sin
conocer bien los motivos de Illidan, pero sabiendo que esto podría provocar la destrucción de
todo el planeta, Malfurion parte para encontrarse con sus aliados.
Extrañado de no encontrar a Tyrande, Malfurion pregunta por el paradero de su amada. Maiev,
sabe que, si le cuenta la verdad al Shan’do, este partirá de inmediato a buscar a la Sacerdotisa,
y la cacería de Illidan sufriría una nueva demora, por lo que le dice que ella personalmente vio
cuando Tyrande era asesinada por los muertos vivientes y que la única manera de vengar a la
sacerdotisa es hallando al Cazador de Demonios. Aterrorizado y con el corazón roto por la
supuesta pérdida de su amada, Malfurion decide acabar con Illidan sin importar cual sea el
costo.

Las fuerzas aliadas de Elfos Nocturnos y Elfos Sanguinarios viajan hacia las ruinas de la ciudad
de Dalaran, donde los hechiceros naga de Illidan invocan los oscuros poderes del Ojo de
Sargeras, mientras constantes terremotos empiezan a resquebrajar la integridad de los
continentes. Ambas naciones elfas se unen para resistir y contraatacar a los Naga de Illidan.
Durante uno de los ataques a la base naga, los elfos encuentran a Magroth, un Paladín de la
Orden de la Mano de Plata, quien había sido capturado por los Naga. Ayudados por los poderes
divinos de Magroth, los elfos logran penetrar en la fortaleza de los Naga, y Malfurion en persona
confronta a su hermano y destruye el Ojo de Sargeras. Mientras que Illidan lamenta que sus
esfuerzos para derrotar a “nuestro enemigo común” hayan fracasado, Malfurion logra capturarlo
con las enredaderas de un árbol. La Guardiana Maiev Shadowsong rápidamente lo sentencia a
muerte por sus crímenes, incluyendo la muerte de Tyrande, pero en el momento en que se
apresta a ejecutarlo, el príncipe Kael le dice al Shan’do que la sacerdotisa aún puede estar viva.
Malfurion, decepcionado y enfadado por el engaño de Maiev, la captura también en una
enredadera. Illidan, al escuchar el predicamento de su eterna amada, inmediatamente pone a
disposición de su hermano a sus naga, para ayudar en el rescate de Tyrande. Superando más
de diez mil años de odios y rivalidades, por fin, los dos hermanos Stormrage se unen
nuevamente en busca de un mismo objetivo.

En ese momento, Tyrande y un reducido grupo de Centinelas luchan con todas sus fuerzas
contra el ataque del Azote. Las fuerzas combinadas de los Elfos Nocturnos, los Elfos
Sanguinarios y los Naga, sin embargo, logran arrasar la base de los muertos y replegar a los
enemigos, hasta que finalmente, Illidan en persona rescata a la Sacerdotisa, quien se asombra
de ver quién es su salvador. Con todos a salvo, finalmente Malfurion e Illidan arreglan sus
diferencias y se reconcilian definitivamente, pero Illidan decide dejar Azeroth para evitar la cólera
de “su nuevo maestro”. Abriendo un portal interdimensional, el Cazador de Demonios pasa a otra
dimensión. Maiev y los Vigilantes, sin embargo, encolerizados por la huída del hechicero,
rápidamente lo persigue a través del portal, en un intento de ajusticiar a Stormrage. Shan’do y
Tyrande, finalmente, deciden abandonar el ruinoso Lordaeron y volver a sus amadas tierras de
Kalimdor.

Apogeo de los Elfos Sanguinarios


“Los pocos que quedamos de nosotros, nos hacemos llamar Elfos Sanguinarios, en homenaje a
nuestros amados caídos”.

misma raza: los amados Bien Nacidos de la reina Aszhara. Aunque desconfía de los Naga por
haber luchado contra ellos, Kael no tiene más remedio que aceptar la ayuda de las serpientes, y
cruza el lago.

Una vez en la isla, los Elfos Sanguinarios se ven obligados a enfrentarse a algunas fuerzas del
Azote que han acampado al otro lado de la isla. Para colmo, frente al segundo observatorio, los
Trolls Amani, los acérrimos y ancestrales archirivales de los Altos Elfos, han construido una
aldea. Luego de una tremenda lucha contra ambas fuerzas, Kael finalmente logra su objetivo.

El tercer observatorio, localizado en la costa opuesta del lago, se encuentra defendido por el
último y más poderoso jefe Gnoll, quien planta gran resistencia al asalto de los Elfos. Luego de
enfrentarse personalmente con Hooger, Kael completa su misión.

Al día siguiente, en la base de la Alianza, Kael y sus elfos se encuentran listos para movilizarse.
En ese momento, llega un emisario de Garithos, quien informa que un enorme ejército del Azote
se aproxima sobre la base de los Altos Elfos. Sin embargo, Garithos necesita a todas las fuerzas
disponibles en el frente, por lo que ordena que todos los humanos se dirijan hacia su base. Esto
deja prácticamente indefenso a Kael y sus hermanos. En el momento de atacar los muertos
vivientes, nuevamente Vashj y los Naga aparecen y ofrecen su ayuda al joven Príncipe. Una vez
que los muertos han sido derrotados, Garithos llega a la base de Kael justo en el momento en
que Vashj y sus Naga dejan el combate. Enfurecido, el Gran Mariscal acusa a Kael de traición y
envía a encerrar a todos los elfos en las prisiones mágicas de Dalaran.

Kael´thas y sus elfos sanguinarios languidecen su prisión en las mágicas mazmorras de Dalaran,
aguardando su inevitable ejecución a mano de Garithos. Lady Vashj y sus naga logran infiltrarse
en los acueductos de la ciudad y liberan al príncipe elfo. Kael les dice que su gente está
empezando a enloquecer debido a la gran ausencia de magia a la cual se ven expuestos desde
la destrucción del Pozo del Sol, entonces Vashj le ofrece una nueva fuente de poder mágico bajo
la sombría mano de su maestro, Illidan Stormrage, quien puede saciar las necesidades de magia
de los elfos sanguinarios. Kael cae en una encrucijada: morir ejecutado por los humanos o
entregarse a la voluntad del semi-demonio. Los elfos sanguinarios deciden dejar atrás Lordaeron
y aceptan la oferta de Vashj.

En la profundidad de los laberintos de Dalaran, Kael y Vashj deben enfrentarse a las fuerzas de
Garithos, a la vez que liberan a los elfos sanguinarios prisioneros. Al llegar a la gran biblioteca,
Kael percibe la energía de los fantasmas de los archimagos asesinados por Arthas durante el
asedio de la Ciudadela Violeta, los cuales continúan luchando después de muertos, reviviendo
su última batalla. Después de darles paz a sus espíritus, Kael debe enfrentarse al carcelero de
Dalaran, un viejo amigo suyo, quien está dispuesto a no dejarlos escapar, por lo que Kael tiene
que matarlo. Finalmente, al salir a la superficie, Vashj informa a Kael que el antiguo portal que el
Lich Kel´thuzad utilizó para que Archimonde entrara en Azeroth continúa abierto, y es por allí
donde van a escapar.

Mientras los ingenieros elfos levantan una serie de torres alrededor del portal, Kael y Vashj
luchan contra las fuerzas humanas de Garithos que intentan evitar el escape. Finalmente todos
los elfos sanguinarios han logrado pasar a través del portal, dejando atrás para siempre, la tierra
que los cobijó por diez mil años.

El nuevo mundo es una dimensión caótica, rocosa, seca y rojiza, de retorcida vegetación. Esta
nueva dimensión se llama Outland, y corresponde al remanente de lo que fue el antiguo Draenor,
el hogar original de los orcos, destruido por los múltiples portales de Ner’zhul. Después de
muchos días de buscar a Illidan, las fuerzas de Vashj y Kael finalmente dan, asombrados, con un
campamento de elfos nocturnos. En él, la Guardiana Maiev Shadowsong finalmente ha logrado
capturar al antiguo Cazador de Demonios, y enjaulándolo en una celda especial, se dispone a
volver a Ashenvale para ajusticiar al traidor. Una tremenda batalla se da entre ambas fuerzas.
Maiev, recordando la imprudencia de Kael cuando la delató ante Malfurion, y viendo que el
príncipe elfo se ha aliado con la Naga, pone feroz resistencia al ataque. Luego del fiero combate,
Maiev es mortalmente herida por una flecha de Vashj, y derrotada, pierde a su presa. Illidan es
finalmente liberado. La Guardiana, aunque aún vive, escapa junto a sus Vigilantes en la
incertidumbre del rojo mundo.

Kael e Illidan son presentados. El Cazador de Demonios le revela al joven príncipe que tanto los
naga como los altos elfos una vez fueron una sola raza, los ilustres Bien Nacidos, los favoritos de
Aszhara, la enloquecida reina de los Elfos Nocturnos. Cuando Illidan fue liberado por Tyrande de
la prisión de los Tálamos Profundos, secretamente fue contactado por nada menos que
Kil’jaeden el Embaucador, quien le reveló la existencia del Rey Lich Ner’zhul, encerrado en el
Trono de Hielo en Northrend. Kil’jaeden sabe que el Rey Lich planea liberarse a toda costa de su
prisión, y se ha enterado de la traición de Arthas, quien informó al mismo Illidan de la existencia
de la Calavera de Gul’dan, que a la postre le costó la victoria a la Legión Ardiente. Ahora,
temiendo que el Rey Lich llegue a ser demasiado poderoso si logra liberarse, Kil’jaeden promete
a Illidan poder infinito por destruir el Trono de Hielo. Esa es la razón de que Illidan robara el Ojo
de Sargeras en primer término, con el propósito de crear un gran cataclismo que destruyera
Northrend y al Rey Lich.
Ahora que ha fracasado gracias a la intervención de Malfurion y Tyrande, Illidan teme que
Kil’jaeden derrame su furia sobre él, por lo que ha decidido ocultarse en Outland.

Para asegurarse el dominio del destruido mundo, Illidan decide destruir la Ciudadela Negra, una
fortaleza que está regida por Magtheridon, un Señor del Foso subordinado a Mannoroth el
Destructor, quien ejerce su brutal poder sobre Outland en nombre de la Legión Ardiente. Illidan
sabe que para vencer a Magtheridon, primero necesita destruir tres portales mágicos
remanentes de los construidos por Ner’zhul, de donde el Señor del Foso obtiene refuerzos
provenientes del Torbellino de la Nada.

Luego de asediar y destruir el primer portal, las fuerzas de Illidan se encuentran con Orcos del
Caos, sobrevivientes del colapso de Draenor que han sido esclavizados por Magtheridon y
reclutados en el ejército de la Legión. Estos Orcos del Caos, corrompidos por el maligno poder
de la Legión, se encuentran dirigidos por Rend y Main, los hijos de Blackhand el Destructor,
Señor de la Guerra durante la Primera Guerra contra los humanos. Convertidos ahora en
despiadados orcos del caos, Rend y Main se opondrán a todos los planes de Illidan. Para su
fortuna, éste encuentra a Akama, el último chamán de los draenei, quien resiste el asalto de las
fuerzas de los orcos en una pequeña ciudad mortuoria, el último vestigio de su agonizante
civilización. Illidan ofrece a los draenei ayudarles a derrotar a los orcos si estos les ayudan en la
guerra contra Magtheridon.

Destruidos los tres portales, Illidan y los suyos inician el asedio de la formidable fortaleza de la
Ciudadela Negra. Gracias a los poderes de camuflaje de los draenei, Akama logra penetrar
dentro de la fortaleza, y destruye las torres y sistemas de seguridad, permitiendo el asalto de
Illidan, los naga y los elfos sanguinarios. Kael y Vashj se encargan de matar a los lugartenientes
de Magtheridon, la diabólica demonesa Sucubus, la Dama de los Tormentos, y el Señor de la
Destrucción, un voraz demonio de la Guardia de la Perdición, y tras asesinar a Rend y Main,
finalmente Illidan enfrenta a Magtheridon. Este cree que Illidan es un agente de la Legión que
viene a probarlo, pero Illidan lo despacha rápidamente y reclama Outland para él.

Aún no ha terminado de saborear su victoria, cuando una enorme nube de energía caótica se
forma en el horizonte. Kil’jaeden el Embaucador aparece frente a Illidan y sus seguidores. Le
reclama su estupidez al pretender ocultarse de él en Outland, y le ofrece a Illidan una última
oportunidad para destruir el Trono de Hielo para escapar de su rabia. Temeroso, Illidan accede.
Vashj y los Naga, y Kael y los Elfos Sanguinarios juran lealtad a Illidan y viajan con él a
Northrend, mientras que Akama y los draenei asegurarán las fuerzas del Cazador de Demonios
en Outland.

Guerra Civil en las Tierras de la Plaga – La Rebelión de los Forsaken


“Desde hoy en adelante, solamente seremos los Forsaken”.

En los arruinados jardines de la Ciudad Capital de Lordaeron, los Señores del Terror Nathrezim,
los generales de Arquimonde, discuten acerca de sus futuros planes para la Legión, mientras
son secretamente observados por el lich Kel’thuzad y la banshee Sylvanas Windrunner, la
antigua Ranger elfa. Los tres Señores del Terror, Balnazzar, Detheroc y Varimathras, no han
tenido noticias de Archimonde desde hace meses y comienzan a sentirse ansiosos. Detheroc y
Varimathras argumentan abandonar al Azote y volver al Torbellino del Vacío, pero Balnazzar, el
mayor y más poderoso de los tres, piensa que Archimonde los contactará, por lo que deben
mantener sus posiciones. Cuando la reunión está a punto de terminar, súbitamente las puertas
de los jardines son derribadas, y Arthas aparece.

Agradeciéndoles por cuidar de su reino, el Caballero de la Muerte ordena a los Nathrezim


abandonar inmediatamente Lordaeron o sufrir su furia. Balnazzar lo refuta y los tres Señores del
Terror desaparecen fuera de su alcance. Kel’thuzad y Sylvanas se acercan y congratulan al
príncipe. Arthas se nombra a sí mismo como Rey de Lordaeron, y decide terminar de erradicar a
la humanidad de sus tierras. Los tres generales del Azote se separan y se dirigen a destruir a los
últimos refugiados humanos de Lordaeron. Mientras luchan por asesinar a todos los humanos
sobrevivientes, Arthas sorpresivamente se encuentra con dos paladines de la Orden de la Mano
de Plata, quienes se disponen a resistir al Azote y permitir el escape de los humanos. Dagren el
Cazador de Orcos y Magroth, quien ayudara a Malfurion y Tyrande en su batalla con Illidan, han
organizado un grupo de resistencia entre los remanentes de la Alianza de Lordaeron, y resisten
el embate del Azote. Finalmente, Arthas, Kel’thuzad y Sylvanas logran derrotarlos y asesinarlos.
Lordaeron ha dejado de ser un reino humano.

Todavía Arthas no acaba de celebrar su naciente victoria, cuando es repentinamente atacado


por una convulsión psíquica, proveniente del Rey Lich. Ner’zhul advierte al Caballero que la
ciudadela de Icecrown se encuentra bajo inminente ataque, e inmediatamente le ordena volver a
Northrend para defender el Trono de Hielo. Para empeorar las cosas, los grandes poderes del
Rey Lich cada vez van menguando continuamente. El Caballero de la Muerte suspende la
cacería y regresa a la Ciudad Capital junto a Kel’thuzad para hacer los preparativos del viaje a
Northrend.

Mientras tanto, en la oscuridad de los remotos bosques de los Claros de Tirisfal, Sylvanas
Windrunner se reune en un mitting secreto con los tres señores del terror Nathrezim. Con el
debilitamiento del Rey Lich, la banshee ciertamente ha recuperado el control sobre sí misma y
sus acciones, y se ha independizado del poder de Ner’zhul. Silvanas desea desesperadamente
tomar venganza por su condición de muerto viviente y por la destrucción de su amada
Quel’thalas. Los Nathrezim han confirmado la derrota de la Legión Ardiente a manos de los
ejércitos mortales, y desean tomar el control del Azote destruyendo a Arthas y a Kel’thuzad.
Silvanas acuerda con ellos destruir al Caballero, pero se niega a revelar sus métodos. La reunión
se disuelve, y los Señores del Terror se preparan para la rebelión.

De vuelta en el destruido palacio de Terenas, Arthas y Kel’thuzad discuten acerca de las posibles
causas de la debilidad del Rey Lich y sus consecuencias para el Azote. En ese momento,
Balnazzar, Detheroc y Varimathras aparecen, y toman control mental de los guerreros del Azote.
Arthas y Kel’thuzad son separados, y el Caballero de la Muerte se ve obligado a combatir, con
fuerza y astucia, a sus anteriores fieles guerreros.

Una vez fuera de la capital, aparecen las banshees de Silvanas, que ayudan a Arthas a escapar
y lo conducen a él y sus tropas a un desolado claro en medio del bosque, en las afueas. Allí, las
banshees destruyen a las tropas de Arthas, y Silvanas aparece, lanzando una flecha
envenenada al Caballero de la Muerte. Prometiendo darle una muerte tortuosa y horrible,
Silvanas se dispone a acabar con Arthas, pero en ese momento, aparece Kel’thuzad con fuerzas
leales, y las banshee huyen en medio de la oscuridad. Satisfechos de haber ahuyentado a las
fuerzas rebeldes, los dos líderes de los muertos vivientes se dirigen hacia los muelles. Arthas
deja el Azote en manos de su fiel Kel’thuzad y parte con su flota hacia Northrend.

La Dama Oscura

Mientras tanto, en las Tierras devastadas por la Plaga, Silvanas y los muertos vivientes que han
logrado liberarse del control mental del Rey Lich, discuten acerca de su futuro. Silvanas se
encuentra profundamente enfadada con Arthas por haberla condenado a la eterna maldición de
la no-muerte. Varimathras aparece y le ofrece unirse al nuevo orden de los Señores del Terror de
Lordaeron, pero ella refuta vehementemente y responde que solamente odia a Arthas un poco
más de lo que odia a los Nathrezim. Varimathras promete venganza por la insolencia y
desaparece.

Ante el inminente ataque del Señor del Terror, Silvanas ordena a sus banshees buscar fuerzas
suficientemente fuertes para combatir. Las banshees poseen a varias tribus de Gnolls, ogros y
bandidos humanos que se encuentran ocultos entre los bosques. Con la ayuda de estas
poderosas fuerzas, Silvanas logra vencer a Varimathras y arrasar su base. Cuando la Ranger
oscura se prepara para despachar al Señor del Terror, Varimathras ofrece hacer un trato con ella
a cambio de su vida: Varimathras le ayudará a derrotar a sus dos hermanos, Detheroc y
Balnazzar. Aunque Silvanas sospecha de las verdaderas razones de la alianza con el Señor del
Terror, acepta el trato.

Las fuerzas de Silvanas y Varimathras se preparan para asaltar la base de Detheroc en el este
de la Ciudad Capital. Detheroc, para fortalecer sus fuerzas, ha controlado mentalmente a un
general de la Alianza, que no es otro que el despreciable Mariscal Garithos, por lo que las
inmensas fuerzas del Mariscal están al servicio de Detheroc. Utilizando la habilidad de sus
banshees para poseer a los soldados de Garithos, Silvanas y Varimathras penetran en la ciudad
y rápidamente empiezan a despachar a las fuerzas de Detheroc. Muerto el Señor del Terror,
Garithos ha recobrado la conciencia. Con Balnazzar fuertemente atrincherado en la Ciudad
Capital, Silvanas ofrece una alianza a Garithos. Aunque éste desacuerda unirse con los
repulsivos muertos vivientes, Silvanas le ofrece entregarle nuevamente la Ciudad Capital una
vez que Balnazzar sea destruido. Ante la inminente oportunidad de alcanzar gloria y fama, el
Mariscal acepta, pero secretamente, Silvanas confiesa a Varimathras el engaño.

El asedio de ambos ejércitos sobre Lordaeron es impresionante, dada la gran resistencia de


Balnazzar, y muchos soldados caen en la batalla, pero finalmente, el último Señor del Terror es
acorralado. Como examen final para su lealtad, la Dama Oscura ordena a Varimathras asesinar
a Balnazzar, pero es prohibido para un Nathrezim matar a otro Nathrezim. Ante la insistencia de
la Ranger oscura, Varimathras ejecuta a Balnazzar. Garithos reclama la Ciudad Capital para los
humanos, pero Silvanas muestra sus verdaderas intenciones y ordena a Varimathras matar a
Garithos, lo que este hace con placer. Finalmente, Silvanas proclama que Lordaeron es suyo, y
que ahora en adelante, ella y sus muertos vivientes solamente serán conocidos como los
Forsaken.

Una Sinfonía de Hielo y Fuego – La Ascensión – El Rey Lich Triunfante

Mientras Silvanas se hacía con el poder en Lordaeron, la flota de Arthas desembarcaba en


Northrend. En el momento en que sus tropas se encuentran desembarcando en la Bahía
Daggercap, son repentinamente atacados por jinetes halcones de los Elfos Sanguinarios.
Sorprendido de ver elfos en esas desoladas tierras, Arthas ordena sus muertes. Durante la
batalla, la tierra empieza a temblar, y de las profundidades de un profundo abismo, una
gigantesca criatura semejante a un escarabajo emerge a la superficie y acaba con los elfos. El
guerrero se identifica como Anub’Arak, el último rey de los nerubians, ahora transformado en un
Señor de la Cripta por los grandes poderes nigromantes de Neru’zhul. Será su guardaespaldas
durante la travesía hasta Icecrown. En ese momento, aparece una figura en medio del
campamento: es Kael’thas, el príncipe de los Elfos Sanguinarios. En efecto, Kael informa a
Arthas de la cercana destrucción del Rey Lich al mando de las fuerzas combinadas de elfos y
naga al mando de Illidan, y Arthas no podrá hacer nada. Es la venganza de los Altos Elfos por la
destrucción de Quel’thalas y otros insultos.

Kael desaparece, y las fuerzas del Azote penetran en Northrend. Anub’Arak propone cortar
camino penetrando en el oscuro reino subterráneo de Azjol-Nerub, y Arthas acepta, pero para
llegar a la entrada de las catacumbas, deben vencer a una enorme fuerza de guerreros naga que
guarda la entrada. Ante la constante debilidad del Caballero de la Muerte, Anub’Arak y Arthas
deciden atacar a un dragón azul que vive cerca de la zona, que no es otro que el poderoso
Sapphiron, el sirviente de Malygos, que durante milenios ha defendido el ancestral cementerio de
los dragones, el Dragonbligth. Tras una gran batalla con Sapphiron, finalmente el dragón cae, y
Arthas, utilizando los poderes nigromantes de Frostmourne, lo anima como un Wyrm de hielo.
Con la ayuda de Sapphiron, Arthas y Anub’Arak se abren paso entre las fuerzas de los naga, y
finalmente penetran en el cañón que lleva a las catacumbas de Azjol-Nerub.

En la entrada hallan otra sorpresa. Una banda de enanos les cierra el paso. Son los enanos de
Muradin Bronzebearb, a quien Arthas traicionara cuando ambos fueron en la búsqueda de
Frostmourne. Los enanos han permanecido en Northrend desde entonces, al mando de Baelgun,
primer lugarteniente de Muradin, con el objetivo de vengar a su camarada. Sin embargo, durante
su estadía en Northrend, los enanos han despertado un profundo y terrible mal que duerme bajo
la tierra. Arthas y Anub’Arak, con la ayuda de Sapphiron, derrotan a los enanos y penetran en las
catacumbas.

Una vez dentro de la gruta, Baelgun ordena dinamitar un valioso puente hacia el interior del Viejo
Reino nerubian. Arthas y Anub’Arak deben dar un gran rodeo por el llamado Reino Inferior,
enfrentándose a los enanos de Baelgun a cada paso y a las ocultas trampas colocadas antaño
por los nerubians durante la Guerra de la Araña. Derrotado Baelgun por el poder de los héroes
muertos vivientes, inician el ascenso hacia el Reino Superior, donde las fuerzas rebeldes de los
nerubians sobrevivientes se oponen al paso de su antiguo señor. Durante el ascenso, se
encuentran con el peligro que tanto temían los enanos: los Sin Rostro (Faceless One). Estas
monstruosas criaturas con enormes tentáculos, levantadas en lo profundo de la oscuridad de
Azjol-Nerub, se constituyen un gran adversario para Arthas y Anub’Arak.
Luego de muchas vicisitudes, se enfrentan con el líder de los Sin Rostro, el Olvidado (Forgottem
One), una enorme criatura con miles de tentáculos, gigantesca como una montaña. Arthas y
Anub’Arak luchan con todas sus fuerzas, hasta que logran derrotarlo.

Una vez en el Reino Superior, un tremendo terremoto produce un derrumbe y ambos héroes son
separados. Arthas, solo, trata de escapar hacia la superficie, perseguido por los malvados Sin
Rostro, que añoran venganza, y cruzando un enorme laberinto de túneles. Finalmente, se
encuentra con Anub’Arak y salen a la superficie, justo en la base de Icecrown.

Horas después, el Azote ha colocado sus bases cerca del Trono de Hielo. El Rey Lich se
comunica mentalmente con Arthas de nuevo, y le explica que Frostmourne una vez fue parte del
Trono de Hielo, pero que él ordenó retirar la espada con el objetivo de que Arthas la encontrara y
eventualmente le condujera a Icecrown. El hueco dejado por Frostmourne ha drenado su poder
desde ese momento.

Cuatro inmensos obeliscos rodean Icecrown, y los cuatro deben estar activados para abrir la
cámara que conduce al Trono de Hielo. Del otro lado del glaciar, Illidan y sus fuerzas, los Naga y
Elfos Sanguinarios, se preparan para el ataque final. Illidan promete que este será el día en que
el temible Azote llega a su fin, mientras Arthas decide que Illidan ya se ha entrometido suficiente
en sus planes. Una tremenda batalla entre las fuerzas de Illidan y el Azote se entabla alrededor
de Icecrown. Continuamente, el control de los obeliscos cambia de manos, pero finalmente, el
Rey Lich concentra todos sus poderes en su campeón, y el Azote resulta vencedor.

En un último y desesperado intento por evitar que Arthas ingrese a la cámara del Trono de Hielo,
Illidan se enfrenta cara a cara con el Caballero. Los dos guerreros más poderes de la historia de
Azeroth, frente a frente, luego de muchas eras. Las Espadas Curvas de Azzinoth y la poderosa
Frostmourne relumbran con cada golpe, pero Arthas, utilizando todas sus fuerzas, logra herir
mortalmente en el estómago a Illidan, que cae sobre la nieve y rápidamente se desangra.

Con su enemigo vencido, Arthas procede a ingresar a la cámara. Conforma asciende la


congelada escalinata hacia el Trono de Hielo, la cámara se va destruyendo y cae a su alrededor.
Las voces de sus antiguos amigos y amados, el Rey Terenas, Uther Lightbringer, Muradin
Bronzebearb y el archimago Antonidas, que él ha destruido en nombre del Rey Lich, acosan su
cabeza. Una vez en la cima, la temible armadura de Ner’zhul, donde su espíritu maligno se halla
encerrado, lo conmina a romper el bloque de hielo y completar el círculo. Con un último grito de
desesperación, Arthas incrusta a Frostmourne en el bloque de hielo, que se rompe en mil
pedazos y libera la armadura. Tomando el yelmo de Ner’zhul, que ha caído a sus pies, Arthas se
lo coloca, cual corona, sobre su cabeza. En la profundidad de la gruta, la tenebrosa voz del Rey
Lich resuena como una profecía y una maldición: “Ahora, somos uno.”

Los destinos de Arthas y del Rey Lich se han fundido. Sentado sobre el Trono de Hielo,
triunfante, el Señor del Azote, el ser más poderoso jamás visto sobre Azeroth, maquina su
siguiente golpe sobre el mundo…

Viejos Odios – La Colonización de Kalimdor


“No, ustedes nunca cambiarán. ¡Y yo nunca dejaré de combatirlos!”

Ignorantes de los terribles eventos que han acontecido en Lordaeron y Northrendo, los ejércitos
mortales que lucharon contra la Legión Ardiente en la Batalla del Monte Hyjal, se han asentado
en las inhóspitas y maravillosas tierras de Kalimdor. Thrall, el noble jefe de la nueva Horda, ha
guiado a los orcos hacia la costa donde primeramente desembarcaron, al Este de los Barrens.
Asegurándole una nueva nación donde los orcos puedan vivir en paz e iniciar el proceso de
reconciliación con los espíritus de la Naturaleza, Thrall ha nombrado a esta tierra Durotar, en
honor a su heróico padre. En un gran cañón cerca de la costa, la gran ciudad guerrera de
Orgrimmar (nombrada así en honor al legendario Orgrimm Dommhammer) ha empezado a ser
erigida, para que los orcos, después de muchas penurias, por fin tengan un lugar al que llamar
hogar.

En las abruptas fronteras salvajes de Durotar, cerca de la ciudad de Orgrimmar, un Mok’Nathal,


conocido como Rexxar, se lamenta por las continuas guerras en las llamadas “razas civilizadas”
de Azeroth. No está claro cómo Rexxar llegó a Kalimdor, pero por años, este noble medio orco-
medio ogro ha vivido solitario, con la única compañía de su fiel oso Misha, por lo cual a
desarrollado una fuerte empatía con las fuerzas animales del mundo. Al oir los ruidos cercanos
de una batalla, Rexxar acude prontamente para descubrir el origen de la misma.

Cerca de un despoblado, Mogrim, un orco explorador de Orgrimmar, ha sido atacado por varios
quillboars, los salvajes hombres-jabalí, y lo han herido mortalmente. Rexxar acude en su socorro
y despacha a los quillboars. Mogrim, en su agonía, se lamenta de no poder llevar su importante
reporte a Thrall, por lo que su honor se verá manchado. Prometiendo llevar el mensaje para
honrar al moribundo, Rexxar parte hacia Orgrimmar, mientras Mogrim entrega su espíritu a sus
ancestros.

Una vez entregado el reporte a Thrall, el Señor de la Guerra ofrece la hospitalidad de Orgrimmar
a Rexxar. Éste agradece la oferta, pero desea asistir, a modo de agradecimiento, a los orcos en
la construcción de su nación. Para asistir a Rexxar, Thrall asigna a Rokhan, un Cazador de
Sombras, uno de los líderes de la tribu troll de los Darkspear.

La primera tarea de Rexxar le es asignada por el viejo chamán Drek’thar, quien necesita crear
una poción que pueda sanar a los guerreros de la Horda en la batalla, pero tal poción requiere
muchas muestras de una planta conocida como shimmerweed. Esta planta,
desafortunadamente, solamente crece en la region de Thunder Ridge, una peligrosa zona
habitada por peligrosos Lagartos del Trueno. Thunder Ridge es una maravilla ecológica, pero
extrañamente, los lagartos se han vuelto repentinamente más agresivos de lo acostumbrado.
Dirigiéndose hacia Thunder Ridge, Rexxar y Rokhan logran recolectar los especímenes
necesarios para la poción, pero no logra dilucidar la causa de la violencia de las bestias.

Nazgrel, en fiel lugarteniente de Thrall, ha sido nombrado jefe de seguridad, y envía a Rexxar y
Rokhan a combatir a una banda de Harpías que ataca continuamente las caravanas de
suplementos de la Horda, y recomienda eliminar a la líder de las Harpías, una sanguinaria
criatura llamada Bloodfeather. Combinando sus amplios conocimientos de las bestias acerca de
la cacería, Rexxar y Rokhan localizan a Bloodfeather y la matan.

Dirigiéndose hacia el sureste, Gazlowe, el jefe de ingenieros Goblin de Orgrimmar, ha localizado


una fuente de agua fresca para los acueductos de la ciudad, sin embargo, han penetrado
profundamente en los túneles dominados por los Kobolds, siniestras bestias rata, que han
saboteado los acueductos. Con la ayuda de Rexxar y Rokhan, la amenaza Kobold es contenida.

Completadas estas simples tareas de exploración, Thrall desea que Rexxar viaje hacia un puesto
de observación orco hacia el este. El líder orco ha recibido informes acerca de inusual actividad
humana en la costa de Durotar. En el puesto de observación, Gar’thok, lugarteniente de Nazgrel,
informa a Rexxar que no ha recibido informes acerca de actividad humana, pero el Observatorio
de la Horda ha sido atacado por un grupo rebelde de Quillboars. Rexxar y Rokhan se encargan
de las bestias. Sin embargo, descubren que, efectivamente, los humanos han iniciado los
preparativos para una invasión a Durotar.

De regreso en Orgrimmar, Drek’thar ha descubierto la causa de la violencia de los lagartos


trueno: los humanos han construido un aserradero en Thunder Rinde y han deforestado el
bosque. Abrumado por las noticias acerca de la posible hostilidad humana, Thrall no puede cree
que Jaina Proudmoore, la líder de los humanos en Kalimdor, haya roto su pacto de no agresión.
De regreso en el puesto de Gar’thok, Rexxar descubre que los humanos han arrasado con el
campamento orco, por lo que decide contraatacar y acabar con los humanos.

Una vez en Orgrimmar, Rokhan demuestra su preocupación por la suerte de sus hermanos, los
trolls Darkspear, que han ocupado las islas Echo frente a Durotar. Rexxar y Rokhan viajan a las
islas, donde encuentran a Vol’jin, hijo de Sen’jin, nuevo líder de los Darkspear. Allí, se ven
obligados a combatir el bloque que la flota humana a puesto a las islas trolls. En efecto, Rexxar
ha comprobado que el enemigo corresponde a la poderosa Armada de Kul Tiras, la nación
marítima de la Alianza.

Los Darkspear son evacuados al continente, y Rexxar regresa con Thrall. El líder orco se entera
de que los humanos portan un estandarte cuyo símbolo es un ancla. Thrall no recuerda dónde
había observado antes ese símbolo, pero dice a Rexxar que ha pactado una reunión secreta con
Jaina para discutir la situación. Sospechando una trampa, Rexxar viaja hacia Razor Hill en lugar
de Thrall y, efectivamente, comprueba la emboscada. Derrotados los asesinos, Rexxar informa a
Thrall de la situación.

Thrall decide enviar a Rexxar hacia la ciudad de Jaina, Theramore, donde los sobrevivientes de
Lordaeron han fundado su nuevo hogar. Cerca de la nueva aldea Darkspear en la costa de
Durotar, Vol´jin ofrece a Rexxar la ayuda de Samuro, un hábil maestro de las espadas, quien se
infiltra en la cercana base humana, y colocando varios explosivos, logra hacer que Rexxar y
Rokhan tomen un barco a Theramore.

Una vez en la ciudad, Rexxar confronta a Jaina Proudmoore y le reprocha sus actos contra la
Horda. Jaina, sin embargo, se sorprende ante los cuestionamientos de Rexxar y deciden
averiguar el meollo del asunto. De vuelta en tierra firma, descubren que el campamento humano
ha sido arrasado por una tremenda fuerza de guerreros naga. Luego de acabar con los naga, un
soldado moribundo informa a Jaina de que su padre, el Gran Almirante Daelin Proudmoore, ha
logrado encontrarla luego de muchos viajes por el Gran Mar. El Almirante, luego de la
destrucción de Lordaeron por el Azote, ha navegado por el océano con el objetivo de hallar
signos de sobrevivientes humanos y de su hija. Sorprendida al oir noticias de su padre, Jaina y
sus aliados de la Horda regresan a Theramore.

Una vez en el salón principal del palacio, son inmediatamente interrumpidos por la llegada de
cientos de marinos de Kul Tiras, dirigidos por el Almirante en persona. El Almirante es
reconocido como un gran héroe de la Segunda Guerra contra los orcos, y se alegra de encontrar
a su hija. Sin embargo, al observar a las bestias que la acompañan, ordena asesinarlas. Jaina se
opone vehementemente, y su padre cree que ha enloquecido, pero Jaina trata de explicarle la
nueva situación con respecto a la Horda. El Almirante, sin embargo, no puede perdonar los
salvajes actos de los orcos durante las Guerras, e igualmente continuará adelante la operación:
no puede arriesgarse a que los orcos vivan y vuelvan a amenazar a la humanidad.

Rexxar y Rokhan pelean su libertad ante el ataque de los marinos, y astutamente, se ocultan
entre las calles y canales de Theramore, hasta que logran escapar y vuelven a la seguridad de
Durotar. Vol’jin los espera en la villa Darkspear y les recomienda viajar hacia las praderas de
Mulgore, donde los Tauren de Cairne Bloodhoff se han asentado y han construido la ciudad de
Thunder Bluff. Asegurándose la alianza de los poderosos Tauren, la Horda tendrá una
oportunidad contra la Alianza.

Rexxar halla a Cairne hundido en una profunda depresión. El anciano jefe lamenta la captura de
su hijo Baine a manos de los Centauros, por lo que Rexxar se compromete rescatar al joven
Bloodhoff. Con la ayuda del lugarteniente de Cairne, el poderoso Tauren Tagar Windtotem,
Rexxar rescata a Baine, y Cairne decide acompañarlos de vuelta a la aldea Darkspear.

Allí, Vol’jin a dado asistencia a un ogro herido. Éste dice pertenecer al clan Stonemaul, el cual ha
caído bajo el poder de un malvado jefe llamado Kol’garr, que lo está llevando a la
autodestrucción. Pensando que los ogros pueden ser útiles en la batalla que se avecina, Rexxar
parte hacia la aldea de los Stonemaul, donde solicita a Kol’garr su ingreso al clan, por ser él
medio ogro. Kol’garr lo obliga a pasar por el Guantelete, un enorme cañón lleno de bestias, como
prueba para ingresar al clan. Pasada la prueba, Rexxar incita a Kol’garr a ayudar a los orcos
contra la Alianza, pero Kol’garr se niega por considerar inferiores a los orcos. Como miembro del
clan Stonemaul, Rexxar reta a Kol’garr por el poder del clan, y luego de un gran batalla contra el
monstruo, lo vence. Como nuevo líder de los Stonemaul, Rexxar ordena asistir a la Horda en la
batalla.

Thrall agradece a Rexxar el haber incorporado a la Horda nuevamente a sus antiguos aliados.
Una vez reunidos varios ingredientes para consagrar el estandarte chamanístico de la Nueva
Horda, Thrall solicita a Rexxar que sea su General durante la batalla.

Las fuerzas combinadas de orcos, tauren, trolls y ogros, asaltan el campamento humano en la
costa de Durotar, expulsándolos de la tierra firme. Sabedor de que el Almirante nunca se
detendrá hasta acabar con los orcos, Thrall ordena la invasión a Theramore. A intancias de
Jaina, promete respetar a las fuerzas de la Guardia que le son leales a la hechicera. Luego, un
asalto sobre el puerto Goblin frente a Theramore les permite hacerse con varios buques de
guerra, con los cuales rompen el bloqueo de la marina de Kul Tiras.

La Horda desembarca en Theramore y aplasta a las fuerzas del Almirante, rememorando las
viejas batallas de la Segunda Guerra. Rexxar se enfrenta cara a cara con Proudmoore. A pesar
de que Rexxar trata de convercer al Almirante de que la Horda ya no constituye una amenaza
para los humanos, Proudmoore está convencido de que los orcos nunca cambiarán y por eso no
pueden ser perdonados. Los viejos odios florecen como la hierba nuevamente. Después de una
salvaje batalla contra la guardia de élite del Almirante, finalmente Daelin Proudmoore, el último
héroe de la Alianza vivo luego de la Segunda Guerra, cae ante el hacha de Rexxar. Perdido su
líder, las tropas de Kul Tiras abandonan la batalla.

Jaina cae ante el cuerpo inerte de su padre, sin oportunidad de reconciliarse con él. Thrall,
Rexxar y la Horda respetan el dolor de la maga y abandonan Theramore. Una vez en la costa
orca, Thrall ofrece a Rexxar un lugar entre los orcos, pero el Mok’nathal rechaza la oferta y
regresa a las montañas, no sin antes asegurar a Thrall que él siempre será parte de la Horda y
vendrá a ella cuando se le necesite. Rexxar parte de nuevo hacia las salvajes tierras de
Kalimdor, dejando a Durotar seguro, y a Theramore, tumultuosa. Las puertas de un nuevo
conflicto entre la Horda y la Alianza han sido abiertas.

1.
King Leoric - The Skeleton King
"El Rey Esqueleto"

Una vez, fue un caballero que defendìa a su reino. Luego este hombre fue arrojado al
infierno, donde fue torturado una y otra vez. Lanzado a la superficie por Lucifer, regresó
sin temor y sin mente. El es el orador en las marchas: sus siervos son seguidores debido
a su inquebrantable mirada, sabiendo sólo una cosa: las órdenes dadas por el Señor
Oscuro no son rechazadas.

Capaz de paralizar a sus adversarios aprovechando el poder de las profundidades


ardientes del infierno en sí, el Rey Leoric es una amenaza importante en el campo de
batalla. Su poderosa cuchilla le permite a los demás en su presencia para drenar la
sangre de sus enemigos. Se dice que èl es inmortal, y eso sorprende por renacer de sus
cenizas.

Lina inverse - The Slayer


"La Cazadora"

Una renombrada pyròmana, Lina Inversa, originalmente se unió al Sentinel con fines
monetarios. No obstante, las semanas se convirtieron en meses, y la lucha contra el
Scourge, juntó a los muchos santos guerreros valientes la inspiraron con la
responsabilidad de proteger el Arbol del Mundo, con su devastadora capacidad de
vaporización para convocar a las llamas, que causa estragos entre las filas enemigas.

En situaciones difíciles, ella se imbuye a sí misma con un final fervor, y hace una
llamada sucesivamente masiva de rayos que se dice que matan instantáneamente
cualquier enemigo.

Una enemiga más que temida por El Scourge y la mayor parte de una inquebrantable
defensa de los Sentinel.
Syllabear - Lone Druid
"El Druida Solitario"

fue separado de su familia para complir con la decision de su raza. Sus parientes viendo
la inminente destruccion de su linaje , en un intento por salvar al niño lo combirtieron en
oso y lo enviaron a tierras virgenes. Crecio fuerte y vigoroso junto a los demas osos,
usando los poderes druidas el puede entrar en un frenesi casi descontrolado, e incluso
llamar a sus poderosos compañeros para ayudarlo, recobrando su forma elfica por furion
el profeta el puede volver a su forma original, pero mantiene su espiritu salvaje para
desatarlo en batalla.

Rooftreeller - Treean Protector


"Arboleda Protector"

un arbol de incomparable edad y sabiduria.Rooftreller era simple mente un pequeño


arbusto durante la invacion de la legion de el fuego. Habiendo crecido fuerte durante
miles de años a prestado su increible fuerza a la causa de los sentinelas. Una precensia
omnipotente en el bosque el es capas de usar sus energias para esconder a sus aliados
en el bosque, a su ves el es ayudado por el bosque quien le probee de una armadura de
alta recistencia.

Chen - Holy Kinght


"Guerrero de la Luz"

Profetizando un nuevo amanecer y un mundo purificado de los antiguos males, la


entrada de Chen en la guerra contra el frozen trone canbiara para siempre el curso de la
historia.En una cruzada bajo la bandera de Hexzar, el promete mantener la gloria y
redencion para aquellos que marchen con el y poner a prueba la fe de aquellos que
prometieron hacer desapareser la maldad de la tierra. Sus seguidores proceden de
todas las razas, de todos lugares, y no se detendra hasta que el frozen trone sea
destruido.

Luna Moonfang - Moon rider


"Jinete de la Luna"
Es una leal y devota seguidora de la diosa de la luna, Elune.Ella pelea junto a los
sentinel a lo largo de la interminable batalla para limpiar sus tierras del impio scourage.
Por sus grandes batallas ella a ganado pequeñas porciones del poder mistico de Elune,
luna usa este regalo para crear una brecha entre sus enemigos. Se dice que luna es
capas de imvocar la luz de la luna misma, y es siempre rodeada por una brillante aura
como si fuera que ella es la luz de la luna misma. Luna es un faro brillante para sentinel,
y una proteccion siempre vigilante.

Puck - Faerie Dragon


"Dragon Hada"

Involucrados en el medio de el enfrentamiendo entre los elfos de la noche y los muertos


viviente, ahora se encuentra la tribu de las hadas dragones... Quienes aportaran a sentinel un
guerrero mistico de su tribu "Puck". El dragon hada quien con su polvo magico puede
desapareser, y con sus poderosas bolas de fuego segadoras ayudara a derrotar al frozen
trone, para restaurar la paz de su tribu.

Phantom lancer - Azwaraith


"Fantasma de la Lanza"

Aunque su verdadero nombre sea desconocido para sus aliados, el nombre Azwaraith nos
dice bastante, como el angel de la muerte azrael, el lucha por librar el mundo de los que elijan
unirse a los muertos vivientes. El puede aparecer y desaparecer a su voluntad como si se
tratara de un espectro, apareciendo a menudo en muchos lugares a la vez. Azwaraith es mas
capas de matar a los muertos viviente usando su lanza, cada soplo que da los envia mas
cerca del reino de los espiritus, esta lanza es la fuente de su capacidad para duplicarse,
siempre que esta lanza derrame sangre de sus enemigos esta puede crear copias debiles de
si mismo.

Darkchow - Enigma
"Enigmatico"

El resultado de una estrella colapsada dentro de un campo de magia elemental, Darkchow es


uno de los seres mas peligrosos de la existencia, consumiendo cientos de mundos en el vacio
de su odio y hambre. Ahora sirve al sentinel por un propocito desconocido. Darkchow
derrama todo su odio en contra de scourage, y sin embargo no vacila en usar a sus propios
aliados para transportar a sus criados atraves de ellos. Capas de usar el bacio y la sombra en
combate, su mayor placer es liberar su inconciencia sobre el mundo, creando un avismo que
arrastra a sus enemigos hacia su destruccion.

Goblin Techis -Squeen and Spleen


"Goblins Maestros"

Diabolicamente iteligentes y a pesar de su pequeña destreza fisica. El equipo goblin techis es


una fuerza de ser tenido en cuenta. En compañia de sus hermanos, los techis tienen la
habilidad de poner minas en la tierra invicibles a la vista, tambien despues de una intenciva
instruccion con los sacerdotes orcos vodoo de Kalindor, se hicieron espertos en combinar
trampas que paralizan junto con sus poderosos explosivos. Tonto seria el enemigo que
tomase a estos dos sin importancia.

Lucifer - Doom Bringer


"Condenador Siniestro"

Era el lider de la fuerza de ataque de los guardianes del infierno y purgatorio de la legio del
fuego que fueron liberados durante el primer ataque del señor oscuro Sargueras. Con la
derrota de su maestro lucifer puso su lealtad demoniaca al scourage para terminar lo que su
maestro avia iniciado. Debora a sus insignificantes oponentes mientras que disipa las almas
de aquellos valientes lo suficientemente fuertes para soportar su fuerza y el calorque emana
de su deceo ardiente de tierras infernales. Lucifer no toma ningun preso y se sericiora de que
aquellos mas fuertes que perceveran en enfrentar su rabia y colera agonicen lentamente y
ardan en el fondo de su alma, y sean quemados su coraje y su valor

Krobelus - Dead Prophet


"Profete de Muerte"

Gasto sus dias viviendo como una ferviente miembro de un culto de death sayers. Su
creencia en la forma de la muerte y la perfecta armonia que coolleba le dio a su espiritu la
oportunidad de causar estragos entre su caotica vida. Ella utiliza sus avilidades para llamar
sobre ella unos murcielagos carniboros que al morir sus espiritus le dejan toda la sangre
succionada atraves de sus venas.Krombelus aumenta su poder atraves de la brujeria y es
capas de hacer que sus oponentes se asusten del miedo perdiendo el enfoque necesario
para poder lanzar echisos.Ella devota a la muerte en todos sus aspectos y todo lo que ella ve
es combertido en cenizas.

Nessaj - Chaos Kinght


"Guerrero del Caos"

Es un dicipulo del dios del caos Mithras.El prometio usar los poderes que se le concedieron
para dispersar el caos y el mal, el se opuso con todas sus fuerzas contra el bien y el orden.
Usa llamar la energia caotica para aturdir a sus enemigos por un determinado tiempo
dependiendo de su fuerza para crear adverturas en el espacio y asi golpear inmediatamente a
todo aquel que se interponga en su contra. Su poder culmina mediante la creacion de
aterradorez fantasmas de el mismo, que hacen el daño maximo confundiendo a sus enemigos
en el campo de batalla.

Mirana Nightshade - Priestess of the Moon


"Sacerdotisa de la luna"

Una secerdotiza de Elune la bendijo. Ella va a ser la luz en la oscuridad de la linea delantera
de los elfos de la noche. Puede hacer que llueban estrellas sobre los enemigos, y tiene una
punteria y fuerza tan potente que puede lanzar flechas a largas distancias que, mientras mas
lejos mas fuerte su impacto, a la vez ella puede decolorarse asi misma para atacar en la
seguridad de la invisibilidad.

Purist Thunderwrath-Omni knight


"Guerrero Omnipotente"

un hombre devoto de los dioses, el purificador usa su bocablo santo para el apoyo y la
defensa contra sus enemigos.el protege y realza(mejora) a sus aliados, pero también puede
dañar y la inhibición es enemigos.

Nortrom - silencer
"El Silenciador"

Aclamado de la comunidad magica de Quel´thalas Nortrom es uno de los mas fuertes de los
elfos saguinarios guerreros defendiendo la integridad de las tierras.
dominando las antiguas artes de la magia,y combinando la naturaleza volátil de los elfos
sanguinarios con magia misteriosa, el es capaz él es capaz de interrumpir las energías
mágicas de sus enemigos cegando sus poderes mágicos a su voluntad,el es capaz de causar
mucha devastacion,gana inteligencia de cada matansa,concentra todas sus energias,el puede
causar caos dentro de del fondo de magia de sus enemigos,fabricación de ellos incapaz de
echar ortografía,el es determinadamente el parador de lo scourge y su magia demoniaca
hasta que sus enemigos de sus

Yurnero - Juggernaut
"Monstruo destructor"

El puede corta armaduras con mucha facilidad. Gira como un trompo golpeando a enemigos
con un movimiento rápido de la muñeca. Su gran rapides, acuchilla a enemigo sobre enemigo
en el parpadeo de un ojo. Yurnero busca la perfección. Procura hacerse un con su lámina.
Todo para realizar su destino como el Gigante imparable.

Bradwarden - The Centaur Warchief


"El Centauro Jefe de Guerra"

Una roca en movimiento inclusive para los estandares de un centauro.Bradwarden era el


warchief(jefe de batalla)de la tribu del centauro, la mayor parte del latigo(sentinel) derribo a su
gente, pero Bradwarden era demaciado onorable de bajar bajo su influencia.El tuvo que
luchar encontra de la marea para escaparse y ahora enojado, e implacable el busca
venganza contra el latigo. Golpeando violentamente con su hacha, el es fuerte como una
montaña e igualmente duro de derribar.

Razzin - Alchemist
"Alquimista"

Es un alquimista de la elite del nivel mas alto empleado por los sentinel,Razzil fue empleado
para crear las nuevas armas quimicas experimentales para luchar contra el scourage. Una
nube toxica es una de sus armas, esta nuve derrite las armaduras de sus enemigos,mientras
el prueba consigo mismo conbinaciones de quimicos que lo buelven mas poderoso y agil a la
hora de la batalla, sin duda es un ribal de alto rango.

Ish~kafel - Dark see


"Oscurida Considerada"

Es conciderado como el mas astuto y manipulador de los heroes del scourge, el adivino
oscuro Ish~kafel, vivio en el exilio apartado y rechasado por su propia gente, es tambien el
mas reservado por que solo habla con el rey lich.Sus talentos poco combencionales, que
ayuda en una gran manera con una variedad de bastidores de apoyo defencivos y ofencivos,
son absolutamente inuciales y versatiles, a menudo capas de dar vuela el curso de la batalla
incluso antes de que comience, capas de poner de enemigo a tu propio aliado es un dolor de
cabeza para las suerzas de los sentinels.

Akasha - Queen of pain


"Reina del Panico"

Resucitada por el rey lich como banshee, ella quiso convertirse en esencia pura otra vez,
adentrandose en los bosques pudo doblegar a un sucubo acolito. Tal como lo dice su nombre,
reina del dolor, ella disfruta tan solo de infringir daño masivo, usando ambos ataques, el
venenoso de su sucobo anfitrion y los gritos terrorificos de su naturaleza banshee, que son
tan poderosos que crean ondas visibles en el aire a su alrededor.

Visaje - Necroli'c
"Necrolico"

un aterrador espiritu creado para unir cientos de almas de los guerreros caidos de la guerra
de los reyes magos. Visaje deambula por este mundo con set de mas almas. Este inquieto
fantasma consuma el alma de los enemigos que mata, y los gemidos en la muerte de sus
victimas es lo que mas le gusta. El poder de devilitamiento probiene de su ira y pone incluso a
los mas grandes guerreros en las desgracia.El es un verdadero horror viviente...

Lanaya - Templar assasin


"Asesina de Templar"

La aprendiz de la leyendaria criatura de Aiur, Lanaya es una psiquica adepta quien se


especializa en asesinato estrategico para el Sentinela. Sus habilidades psquicas se
manifiestan dentro y fuera del combate, y pueden ser usasdas para amplificar el daño en sus
ataques, tambien para protegerse de los ataques enemigos, o para esconderse, camuflarse
en las sombras y emboscar a una desafortunada presa.
Viper - The Netherdrake
"El Drake Inferior "

Un ave venenosa domesticada por el mismisimo Rey Lich, Viper es una feroz bestia escupe-
veneno cuya velocidad y agilidad sorprende a los mas endurecidos guerreros. Decidido a
matar Viper va en busca de sus victimas, sus glandulas salivales producen un veneno letal los
cuales paralizan los nervios de sus presas. Ten cuidado al hacerle frente a esta poderosa
bestia ya que se dice que cuenta con un aguijon letal... su oscura silueta podria ser la ultima
cosa que veas.

Nevermore - The Shadow Fiend


"El Demonio de la Sombra "

Es un demonio de la legio del fuego, sus habilidades demoniacas, hace que nevermore sea
una creatura letal. El utilisa el alma de los caidos en combate para aumentar su poder de
igualmanera implementa estas como un metodo de ataque, creando bortices oscuros que
atacan a los enemigos.Para finalizar nevermore puede liberar todas las almas de una manera
tan estruendosa que atacan a todo aquel que este en su rango de escapatoria.

Pit Lord - Azgalor


"Señor del Hoyo"

Uno de los muchos restos del Señor Archimonde que se trenzaron en el plano físico después
de que la legión cayera en Kalimdor, el amor por la destrucción del demonio Azgalor permitió
que él aceptara la invitación del Rey Lich de ayudar a conducir a The Scourge en conquista
de nuevos territorios. Después de todo, este señor del hoyo es el más feliz cuando él conjura
el fuego para quemar a sus opositores de arriba, asándolos lentamente pues los muertos
estallan literalmente debajo de sus pies. Con tal energía odiosa en las manos de un monstruo
tal como este, no es ninguna maravilla que inspire tanto terror mientras vaga a través del
campo de batalla.
Harbinger - Obsidian Destroyer
"El Destructor de Obsidian"

traído a la vida por casualidad por los nigromantes del Rey Lich, esta monstruosa creatura se
alimenta de la magia a su alrededor, por lo tanto es natural que tenga control sobre la misma,
puede restaurar su propio mana solamente con lanzar echisos, y tambien la de sus
aliados.Orgulloso e inteligente, toma un gran placer en aplastar y encarcelar enemigos por
medios psionicos.Es una creatura oscura,destruye todo alrededor suyo sin cuidado, y quien
intenta combatirlo pocos vuelven a ver la luz del dia.

Mercurial - Spectre
"El Espectro"

Un espectro oscuro, antiguo incluso en los principios de la existencia de este mundo.


Mercurial es el cuerpo de ira y venganza de aquellas almas muertas hace mucho tiempo.
Compartiendo muchas similitudes con los espiritus malignos, él caza y acecha a los vivos con
fervor y sin descanzo, puede sacar partido de la energía vital de sus aliados utilizandola como
una fuerza destructiva ante los enemigos del Scourge, todo por la gloria del Frozen Trhone.

Kael - Invoker
"El invocador"

Este heroe legendario fue visto por ultima vez en la version 6.12 de dota, y tenia 27 spells, fue
considerado desbalanceado y luego retirado de las filas, pero volvio en la version 6.49 pero
como enemigo al ke tenias ke vencer depues de descifrar y encontrar las piezas claves
escondias en ranitas invisibles q cada una llevaba una letra del sus tres orbs, luego de
resolver ese misterio de la IceForng recinen te podias enfretera a el y como heroe legendario
era imposible vencerlo…
Ahora ha vuelto y esta en la taberna de los scorge, pero ya no es el mismo, fue cercenado de
muchos de susu spells, fue ajusticiado y despojado de sus poderes legendarios, pero no es
para subestimar, quizas ha vuelto como el mejor heroe suport de dota, o quizas ha vuelto
como un conejillo de prueba, no lo sabremos solo no queda esperar las siguientes versione y
hace sabremos que le tiene deparado el futuro…

Atropos - The Bane Elemental


"El Mal Elemental"
Atropos es una fuerza elemental que personifica las pesadillas y el miedo en el mundo. El se
manifiesta donde se prometa infligir horror y alimentar pavor. Intercambiar la psiquis de sus
enemigos lo cura. Manifestando los miedos enemigos, debilita enormemente su habilidad
para pelear. El goza deshabilitar sus enemigos enviándolos a un pavoroso sueño. Cuando lo
necesita puede desgarrar su alma y forzando a sus enemigos, inmovilizarlos efectivamente
con dolor y desesperación. Atropos es, en una palabra, MIEDO.

Alleria - Wind Runner


"La Corredora del Viento"

En los valles de Winterspring, en el profundo verde de los claros bosques de arboles, un elfo
con la fuerza del viento hace su casa. Se incorporó a los sentinelas como un agente libre,
poco después de la Guerra de los Reyes Magos. Favorecida por la diosa del viento, Alleria a
recibido muchas bendiciones. Su flechas pueden volar con increíble fuerza apoyadas con el
viendo, atravesando a todos los enemigos en línea. Ella puede encantar sus flechas con el
viento y apresar a dos enemigos con cadenas etereas. Sus pasos se fusionan con las
corrientes de aire. Se sabe que ella puede enviar el cegamiento a enemigos por la liberación
de un aluvión de flechas a gran velocidad. Ella es, en efecto, un enemigo digno de la Plaga.

También podría gustarte