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PLANTEAMIENTOS HISTORIOGRAF~COS
Hablar de ortodoxia versus herejía supone tocar uno de los temas de mayor
crispación en la sociedad medieval que ha acarreado, además, a r d u a polémicas
historiográficas. Vamos aquí a limitarnos a unas pocas cuestiones: en primer lugar,
el acotamiento de ciertos concepros cuyo uso va mas allá de los siglos medievales
aunque en estos hayan tenido una particular relevancia. En segundo lugar el tra-
tamienro que se dió a las herejías desde los tiempos de la Reforma/Conrrareforma
hasta el entorno de 1950. Por último daremos una visión de cuáles son los gran-
des temas que, relacionados con la herejía, preocupan al medievalista de hoy día.
«Todos profeJal~zosque hay siete santos y ecu~lzénicosconcilios que son /os siete pi-
fe
lares & l a en l a divina palabra, sobre los que ha erigido su nlansión l a iglesia
catdlica y ecu~irénira»'~
Con el discurrir del riempo, la Iglesia latina fue creando también su propia
tradición de concilios ecuménico~.'~ Una tradición que se hace remontar al síno-
do lateranse de 1123 en el que se ratificaron las decisiones del llamado Concordato
8. Cf. en J. Mc Cua: "Ortodoxia y herejía. La obra de Walrer Bauers en Corrcili>ri» núm. 112.
pp. 43-52. Cf. también R. VANEIGEM: Ler hOPriu. Parir 1994 pp, 35 y sr.
9. M. SIMONY P. BENOIT:E1 jrrdairnto 1. el rriiriariirnio Avtligua Barcelona 1972. pp. 227-231.
: igieiior parriit,far.ef ert la Igluia rri>i<erral.Salmanca 1974.
10. H. de L u s ~ c La,
11. J. MOINGT: r0po1111PI bawu m a r rir Concilium núm. 112. pp. 81-92. Las expresiones de San
Pablo a los Corintior piensa erre auror re refieren más a bandos que a harejiar en el renrido clásico.
Muy verarimilmenre se referiría a la venida de Lor últimor tiempos, rema muy familiar para tos au-
corer del Nuevo Terramenro.
(1 1 bis). Cf. R. VANEIGEM: Ob. cit. p. 58. POCSU parte, A. BRENONrecalca que "la herejía no exis-
re más oue denunciada v candenadan. Ler raiham. Vle a mor1 d'utw Érlirr chretienrte. Parir 1996. o. 276.
~- ~ ~~~
a ~~ .~~ ,
1 3 Qurdn una <uc,rii>nabzerrl Ir d u d ~r i rl IV Coccilio de Con\i~ni>iiupla
.
drl 869 conde-
~ O no ecuminico. Lor Isrinos ni lo <rr)er<in rl >iz<ibispode Tolrdo U Clrmnz~
n d o i de F O Lfue
de hlirnnda (muerto en 15761 Ir Ilnrnú rarcgóricarnrnre ~cV111Gnudo un~verrda Cf D STIERKOU
182 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ
de Worms suscrito meses antes por el emperador Enrique V y el papa Calixto 11.
Fue el 1 Concilio de Letrán cuya universalidad ha sido reconocida por la historia
oficial de la Iglesia. En poco menos de un siglo, el Papado pudo presentarse como
el heredero de una vieja costumbre que -en los primeros siglos de la Iglesia- na-
die había discutido a la Iglesia griega: la de promover la convocatoria de magnas
asambleas eclesiásticas en la que se debatieran los más graves problemas que afec-
taran a la Cristiandad.
El 111 Concilio de Letrán (1 179) y sobre todo el IV (1215) pusiero énfasis en
una idea: su reunión «siguiendo la antigua costumbre de los Santos Padres».'4 El
IV, además, abrió su legislación con una constitución dogmática, al viejo estilo de
los concilios orientales, que era una auténtica definición de fe católica: Se recuer-
dan las profesiones de Fe del primer concilio de Nicea (325) y del 1 Concilio de
Constantinopla (381) de una forma más extensa y detallada que, alguna autora, no
duda en calificar de <<Simba10de Letránn. Una proclamación que se ratificaba,
además, con la condena de ciertos errores doctrinales: de los amalricenses y de
Joaquín de Fiore."
Letrán IV estaba contribuyendo abiertamente a definir aquello que en el Oc-
cidente pasaría a reconocerse como herejía y que Alfonso X el Sabio en su Código
de las Siete Partidas expresaría de la siguiente forma:
<<Eregesson una manera de gente loca que se ti.abajan de esratiiizar lar palabras
de nuestra Señor lesu Christo, e le^ dan otlo eiitendimiento contra aquel que lor
Saiztos Padres les dieron, e que la Eglesia de Roliza cree e nzanda guar&r»"
<<Soi7zeteise
al Roiizarzo Pont$ire, lo declarairzos, lo derimor, lo definimos y lo
pianunciamor co~izode total neceridadpara la saivarión de toda huinana criaturan"
Coiur~r~iiriopl~ IV Viroria 1969. p. 267. Los biranrinor negaron era condición y, por el canrrario, se
la orargaron al rinodo del 879-880 rehabilirador de Focio y definido en el 883 como echerrnunon de
los ~onciliosecuménicor. En ibid. p. 258. A erre sínodo fue al úlrirno al que asirrieron legados de la
sede romana. F. DVORNIK: Hirioiue der ruacila. Parir 1962, p. 57.
14. En R. FORE~~LLE: Laiwar>otlieiV. Viroria 1973. p. 139.
15. Ibid. p. 73-82.
16. Parc. VII, rir. XXVI. 1. Inrroducción. Recogido por mi en el arrículo uHeresie er culrure
dirigeanre danr la Casrille de la fin du xiri siecle: Le modele d'Alphonse X-, en Herrrii 1987 (núm.
9) p. 46.
17. Coipw iuris can. 1, 1. rir. 8 '~Errravag.c o m - C. 1. Recogido por mi en Trxroiy docu?,ze>r-
7 iumeiariul, Barcelona 1992. p. 156.
tor de época niedieval iA>>áli~ii
ORTODOXIA Y HEREJíA EN EL MUNDO MEDIEVAL 183
La Edad Media produjo una rica literatura polémica que enfrentó a los teólo-
gos romanos y a los maestros de las herejías. La gran novedad se producirá a par-
tir de las corrientes reformadoras del siglo X V I , cuando Roma misma sea acusada
de h e ~ e j í a .Durante
'~ mas de dos siglos, la producción canto del lado católico co-
mo del protestante estaría fuertemente lastrada por los prejuicios confesionales. Los
errores de apreciación fueron así de grueso calado.
Del lado católico, por ejemplo, la pauta la marcaría desde 1520 Bernardo de
Luxemburgo para quien el luteranismo había levantado del barro las herejías dor-
midas entre las que merecían especial atención el maniqueismo, el catarismo, el
valdismo, el wiclifismo y las corrientes reformadoras radicales de B ~ h e m i a .Las
'~
ediciones de algunas obras de polemistas católicas del Medievo contribuyeron a
atizar las pasiones.
Desde el lado protestante, Lutero invocó una suerte de husismo inconsciente
en el espíritu de los reformadores del Quiniento~.'~ Los historiadores protestantes,
que tuvieron una visión en principio negativa y despectiva del catarismo acabaron
por tomarle como testigo del verdadero evangelio. Pese a todo, las confusiones fue-
ron frecuentes: Jean Paul Perrin, por ejemplo identificó albigeneses y valdensesz1
en los primeros años del siglo x v ~ i .
En el siglo siguiente, J.C. Fueslin dió una panorámica de lo que había sido un
Medievo salpicado de herejías, utilizando unos criterios que deseaba fueran lo mas
objetivos posible^.^' Desde la otra trinchera, Alfonso Maria de Liguori siguió con
los mismos esquemas confesionales aprendidos de autores como el cardenal Baro-
ni^.^)
Habrá que adenrrarse en el siglo XIX para percibir una mayor imparcialidad en
los autores. La propia renovación de los estudios históricos en general ayudó po-
derosamente a ello.24
18. C f G. GONNET en revisra Conriliirni Ed. francesa, núm. 220, 1988. pp. 105-109.
19. C f M.-H. VICAIRE:"Les albigeoir, ancatres des prorescancs. Asrimilrrionr cñiholiquer.., en
Hirt<iri"graphiedu caiharirnzi. núm. 14 dc Cahiers de Fanjeaux. Toulause 1979. pp. 25-29.
20. Cf. H. KANEN: Hijroria dc la rvleranrio. Madrid 1967. p. 58.
21. G . BEDOUEUE: «Les albigeoir, remoines du veritable evangile. L'hirroriographieprorescanre
d u ?;vier dcbur e xvri siecle", en Hirivi.iographic du caihariernzs p. 59.
22. J.C. FUESLIN: Neue urpanheiirhu Kirchert rind Kerier Hirrurie der Alirrler-en Zrir. Franckfurr
.. .
.,,
177Il
2 j. Alfonso Maria de Lrcuoxr: S~uriadclle rrerie ron la loro rorzfuiazioi><o.177 3.
24. Bucna panorámica de esca rrayecroria hirroriográfica en R. MORCHENcn su ~L'eresiane1
Medioevo.. recogida en Aledioeso riniaiio Roma-Bari 1974. pp. 189-249, con especial referencia a los
aucoier iralianor.
184 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ
Presentar lo que han sido los estudios sobre las herejías del Medievo a lo
largo de la segunda mitad de nuestro siglo supone, obviamente, hablar de los
grandes estudios monográficos. Pero también implica recordar las distintas ví-
as a través de las cuales el estudioso puede acceder a lo que es el estado actual
de las cuestiones o, simplemenre, intercambiar puntos de vista con otros espe-
cialistas.
a ) La vía congt.erua1:
ce, tras años más tarde, en el que con más profundidad se trataron los movimien-
tos de cátaros y val den se^.^^
Con carácter monográfico se publica desde 1983 la revista Heresir (Revue d'he-
i.esiolo&e medieva0 dedicada a la publicación de textos y de trabajos de investiga-
ción, con un tema estrella: el catarismo.
Por distintos motivos, otras publicaciones periódicas han tocado el tema here-
jías. Bien por trabajar sobre un ámbito geográfico que en el Medievo fue propenso
a la contaminación: caso de los Cahiers de Fanjeaux, publicados desde 1966. O bien
por tomar una figura o un determinado movimiento como objeto de sus inquieru-
des: caso de Floresia, desde 1987, o el Bolletino della societa di Studi Vafderi.
Una publicación periódica no específicamente orientada al estudio de las di-
sidencias religiosas -Medievaiia Lovaniensia- publicó en 1976 un interesante con-
junto de trabajos de especialistas en el tema bajo el título The Concept of Heresy in
the MiddLe ager y centrado en los siglos xi al xrri.
Trabajos publicados en distintas revistas fueron recogidos en forma antnlógi-
ca por 0. Capitani en los años Setenta, rindiendo un excelente servicio a los inre-
resados por el tema herejías.j7
c) Guías y repertorior:
Dentro de este variado capítulo cabrían los lPxicos al estilo del de R. Nelli,)s
las guías introductorias a la bibliografía y la temática Iieresiológica medieval co-
mo la de E. Mitre,$' el completísimo repertorio de Berckhout y Rus~ell,'~las re-
laciones bibliográficas d e Grundmann4' o Gonnet" y ciertos rrabajos críticos en
los que se trata el itinerario historiográfico de ciertas herejías.?'
Ciertos autores de este siglo (Dondaine, Duvernoy, Thouzellier, Gonnet, erc. ...)
son bien conocidos tanto por sus trabajos monográficos como por la edición de al-
gunas fuentes suscepribles d e manejo para el esrudio de la herejía medieval. Uno
de 10s trabajos monográficos de Ch. Thouzellier recoge abundanrísima información
crírica a este respecto para las corrienres heréticas principales d e los siglos del
Pleno Medievo.'' G . Gonner, por su parte, ha recogido recienremenre una útil
relación de fuentes sobre la herejía medieval ediradas desde 1938/6
A destacar también que cierras editoriales han dedicado algunas colecciones a
la publicación de textos d e esta naturaleza. En e1 caso español fue la Edirora Na-
cional con su «Biblinreca de visionarios, heterodoxos y marginadosa'' y Muchnik
Editores con su <<Archivosd e la herejía*"
Una obra colecriva publicada en Alemania hace pocos años planteaba como
grandes remas de las herejías: las figuras que les dieron vida, los movimienros di-
sidenres, las consranres d e estos (motores psicológicos o sociales) y las perspecri-
vas hisroriográficas.19
gm/a valdc~sTorre Pellice 1953. Para cierroi aspectos del husirma, E. ~VERNER:
«Jan HUSim Spie-
gel modern lhisroriogiaphiem, en Hereris núm. 16. 1991. pp. 37-54.
44. G.G. MERLO: Erstici ed waie n~diewali.F i r e n ~ a1989.
45. Ch. THOUZELLIER: Carbarirnre rr i,aldeimnro ett Lnilguedoc Parir 1966.
46. E n su arriculo eLes deburr ... cuyo Apéndice II va dedicado a erre rema. pp. 127-128.
n,
47. Recoge obras como las de PRI~CILIANO: rTrzrador y cátttioriei. Ed. B. Segura Ramos. Madrid
1975. Arnaldo de VILANOVA: E,~rcritwruiidei~adorpvrla Irrqr<iiicilrr.Madrid 1976 o Enrique de VILLE-
NA: Hesrritira a Villei~ay iur T r ~ iTratader. Ed. de F. Almagro y J. Fernández Caipinrero. Madrid
.,. . .
1977
48. Con obrar como La ruptura drlcáraro Btlibaite. Ed. de J. Duvernoy. Barcelona 1987 o N. EY-
&IERICy F. PEA&El n2a»tlil!dr bqiiisidwt~.Barcelona 1983.
49. Adolf HOLL (Ed.) Die K e i i n Hamburgo 1994. Obra que, a l menor en el último aparrado
ha sido denunciada como demasiada lacunar. Vid. comenrario cn Hererii 1994 (núm. 22) a cargo de
J. DUVERNOY. p. 156.
la3 EMILIO MITRE FERNANDEZ
a ) La herejía y S ~ conzponenta
J doctrinales:
Se trataría de la visión más clásica referida a la condición sine qua non de todo
movimiento para ser calificado de tal.
Las preocupaciones tradicionales de los reólogos, polemistas y, por supuesto,
historiadores se refirieron al cuesrionamiento de dogmas, de validez de algún sa-
cramento o de contestación al magisterio papa1 por parte de los disidentes. Sin que
en el momento actual esos temas hayan sido dejados de lado, hay tamb"ten otras
cuestiones que interesan al estudioso dentro de este campo. Nos referimos a los
préstamos entre unas corrientes y otras.
Tres casos pueden ser modélicos:
- El del catarismo y sus posibles vinculaciones con el maniqueismo más tra-
dicional. En los años centrales del siglo xx, autores como Dondaine, Borst o Run-
ciman5' enfatizaron en los elementos gnosticos, maniqueos, e incluso no cristianos
del catarismo, frente a un Morghen que privilegió en el movimiento los aspectos
cristianos y evangélicos. Puntos de vista éstos sobre los que se abundó en la 4." Ser-
sion ú'tii~tozreAledimal du CNECl Centre Rene Nelli en septiembre de 1991."
- El del valdismo y el husismo, dadas las posibles conexiones enrre los val-
denses de nacionalidad alemana que vivían en el Suroeste de Bohemia y el ala ra-
dical de los husitas."
b) Herejía y sociedad:
En una frase mil veces repetida, L. Febvre dijo que la Historia es siempre his-
toria social incluso en las más rradicionales de sus dimensiones. Las herejías no
quedan en absoluto al margen de esta visión. Los vocablos «herejía» y «sociedad»
aparecen con frecuencia juntos en obras muy dispares. Bajo este signo, reciente-
mente se ha hecho una síntesis de sociología de la herejía con e1 catarismo como
modelo por parte de la investigadora francesa A. Cazenave."
Al estudioso pueden asalrarle diversas tenraciones:
- La primariamente marxista de idenrificar a la herejía como una especie de
<<capanechada encima de las reivindicaciones sociales. Este interrogante se ha
planteado incluso para las raices mismas del Medievo en relación con movimien-
tos heterodoxos como el priscilianism~.'~
Los especialistas en la mareria, sin embargo, suelen mostrarse cautos. Se ha
destacado la defensa por los herécicos de intereses sociales diversos e incluso con-
tradictorios. Le Goff ha dicho categóricamente que las herejías han sido «las for-
mas más agudas de enajenación i d e ~ l ó ~ i c a nM.
. ' ~ Erbscoser, aún reconociendo el
importanre componente social de las herejías bajomedievales, niega que las alter-
nativas que ofrecían tuvieran efectos movilizadores para sus seguidores dado que
54. Para M. KEEN, la influencia de Wiclef en Hus no es seminal. Erre bebería más en el pen-
ramienro auróctono chcco. nThe Influence of Wyclif» en IVyli/in hir Tinze~.Oxford 1984. p. 144.
SS. El alguna forma cxprerado por J . MACEKen La rjfutnrapopo1nr.e. Fiienzc 1973. p. 3.
56. Sobre estas cuestiones vid. R. GARCIA VILLOSLADA: Afsilin LUIOI.~. l. Madrid 1973. p. 429.
57. A. CAZENAVE: aHeresie er societ&*.en Cbririiarrirr>ienzediwal... pp. 7-61.
58. Cf. A. BARBERO: -El priscili~nismojherejia o movimiento racial?^^, en Cundw~turde HNIo-
ria de Erpntia 1963.
79. J. LE GOFF: La rivilizariúrt de¡ Ortidet~tr~\fzdiar,aiBarcelona 1969 p. 421.
190 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ
lo que les brindaban era un «mundo religioso imaginarion6' por más que el hu-
sismo anunciara la prerevolución burguesa del siglo X v I . B. Geremek, por su par-
te, se pregunta si la herejía fue producto del desarraigo o el proceso fue i n ~ e r s o . ~ '
Vistas así las cosas, el componente social de las herejías medievales ha sido anali-
zado desde orras perspectivas.
- Los movimientos heréticos como frentes demasiado heterogéneos en los que
caben desde las soluciones templadas hasta los radicalismos más exaltados. El ca-
so del husismo checo podría ser un buen modelo." Idea que entroncaría, a su vez
con esa dicotomía antes recordada de reforma popular versus reforma culta o here-
jía popular versus herejía culta.63
- La herejía en las relaciones campo-ciudad. Algo que fue tema de debate en
más de un coloquio y objeto de alguna que otra recopilación de artículos.b4
- La herejía en el marco de los movimienros de pobreza voluntaria, ante los
que la Iglesia romana adopta por lo general una postura de gran cautela.61 Movi-
mientos que, a su vez pueden nutrir ciertas corrientes de signo rnilenari~ta"~ o
simplemente a la religiosidad popular de distinro signo."'
- Un tema hoy en candelero -la historia de las mujeres- puede facilitar tam-
bién imporranre material para saber el papel que éstas tuvieron en los movimien-
tos heréticos. Importante en el catarismo6%o parece tampoco menor en ciertos
movimientos evangélicos como recientemente ha demostrado G. G o n n e ~Aigu- ,~~
na obra publicada hace algunos años y convertida en verdadero 6est seller ha pre-
sentado también de forma harto atractiva el papel de algunas mujeres en ese re-
70. E. LE Rou LAOURIE: Aluernillvu. Aldea Orrirnna do 1294 a 1324 Madrid 1981.
71. J.C. SCHAIITI: Alun d'urre herefin I'E~liirel le, rlrrrr/orearrx begtiitiei e! begcrdr. Parir 1978. D.
MOLLER:«Les beguinern en Cbrisrini»hnientedirii?l... pp. 351-389.
72. Vid. A . ISLA FREZ: .El desarrollo del pelagianirmo y la crirrinaizacián de Ingiareririi, en De
Cui>rtarzrinon Carlorizogao. Disidenres: heierodoxoi y nioqir>ado~.Cádiz 1992. pp. 208-109.
73. Cf. A . BARBERO: "Los sinromas españoles y la polirica rcligiora de Carlamagnoir. Recogi-
do en La rocivdad t,i,igodn y su ri>rornuhiirlricu. Madrid 1992 pp. 78-13>,
74. C f D. OBoLENsKY: Tbt Bopmilr: A Srudy ir, Balknti Neo-Alar>irhrirtri.Cambiidge 1915. Pa-
ra el raso búlgaro pueden recordarre las obras de D. ANGELOV: 11 bogon~ilirn~u. U~fhahemianiedinub bu/-
gar'ara. Roma 1979 o *Le bogomilirme. Envergure bulgare er europecnncn. en Hwe~irnúm. 19 (1992)
o. 1-18.
75. Apaire la amplisimii bibligrafia sobre el rema cabe recordar algunas obms rediirradar con la
finalidad primordial de derracar esa coarrada polirica que re oculró derrás de la debelación del rara-
rirmo. Así, J. MAOAUT.E: Le d r a m algibeoiru ur I'uniiéfiaitpziie Parir 1973, o J. MESTREGODES: Los iá-
r a w . P~~blhlun~n
religiuio: prurexiu políriru. Barcelona 1991
192 EMILIO MITRE FERNÁNUEZ
76. Pueden recoidarse a este respecro, lar obras ya mencionadas de J. MACEK, a las que pueden
añadirse orrar rítulos en los que re muerrra inrerér por errar cuerrioner. F. S~IAHEL: La r~i~ul~~ririahiu-
idr. rrtrc a~ior>ialic
hiiruvioiie. París 1985. o S. BYLINAS: =Le mouvcment hussire devanr les ~roblemer
naiionaux., en Faith ar>didmtitj, Ed. de O. LOAOESy K. WALSH. Oxford 1790, pp. 57-¿7.
77. Juicios tanto más amplios cuando se abordan movimienror religiosos un canco difusos de los
que apenar hemos hecho mención. Así, el Libre Espíritu, del que iccientemenre se ha ocupado no ran-
to un hirroriador como un filósofo. R. VANEIGEM: La Aluur:en~erirdu Libre-Erpi.it. París 1986, o el jo-
aquinirmo, con sur múlripler impliruciones, y que gaza de una cxrenra bibliografía. Cf. Delna C.
WESTy Snnda Ziilro~~s-SWARTZ: Jea4,~i,zde Fio~.r.U#a riiriót rrpiriri,al de In Hirroria. Mevico 1986.
78. Para estor remar cf. R.I. MOORE: Lafomiariúr~de una rmiadud ~.tpwow.Pode y diriknria <ir
la Europa Orcider~ral.9>0-1250. Barcelona 1989.
77. Vid. para ello vlbunas de las colaboraciones de los Cahieis de Fanjeaw; y, sobre codo, el nú-
mero dedicado a Hirtoriogri1phie du intharirmc cirado en nora 43.
8 0 . Caso dc la excelenre de M.L. L A ~ ~ B E La R Thertjia
: ppopulara <le 101 bogo-
niedinirrl. Aliit,in>ierito~
niilvf a 10, hrrrirar. Madrid 1786.
tener en cuenta la diversidad de factores que pesaron en unos movimientos que
dieron una gran vivacidad religiosa al mundo medieval. Las más diversas visiones
han defendido en los últimos años el estudio de la herejía como fenómeno social
en el sentido más amplio que puede darse a este término.
Así, E. Delaruelle dijo que las herejías a parrir del Pleno Medievo fueron el re-
sultado de la tensión entre el pueblo fiel y una jerarquía eclesiástica que había ce-
nido su reforma con el gregorianismo pero con un sentido demasiado autoritario
y clerical.R1Análogamente, E. Werner y M. Erbscosser sostuvieron que la herejía
medieval era el producto de la acción de hombres inquieros que abrieron caminos
paralelos a los de la jerarquía: a las virtudes rípicamenre monásricas de la humil-
dad o la penitencia opondrían otras mas laicas como la prudencia, la fortaleza, la
caridad o la justicia que, en más de un caso, favorecieron la actuación de los heré-
tico~.*~
En el fondo de la cuescián subyacía una referencia: la de la jerarquía romana,
bien para ser invocada, bien para ser cuesrionada
81. E. DELARUELLE: -Devocian populaire er heresies au Mayen Age-, en Hiore~iertt rurietb ...
..
OO.148-137.
82. E. WERNER y M . ERBST~SSER:«Movimenri socio-religiori nel Medioevo., en Lererin nre-
dime. pp. 185-197.