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ORTODOXlA Y HEREJfA EN EL MUNDO MEDIEVAL:

PLANTEAMIENTOS HISTORIOGRAF~COS

Hablar de ortodoxia versus herejía supone tocar uno de los temas de mayor
crispación en la sociedad medieval que ha acarreado, además, a r d u a polémicas
historiográficas. Vamos aquí a limitarnos a unas pocas cuestiones: en primer lugar,
el acotamiento de ciertos concepros cuyo uso va mas allá de los siglos medievales
aunque en estos hayan tenido una particular relevancia. En segundo lugar el tra-
tamienro que se dió a las herejías desde los tiempos de la Reforma/Conrrareforma
hasta el entorno de 1950. Por último daremos una visión de cuáles son los gran-
des temas que, relacionados con la herejía, preocupan al medievalista de hoy día.

El actual Código de Derecho Catzó~zicoestablece claramenre las diferencias entre


ciertos conceptos que tienen el denominador común de arenrar contra la unidad de
la Iglesia.

*Se Ilarrza herejfa la negación pertinaz, despuér derecibido el bautis~tzo,de una


verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la nzistrza.
Apostasía er el rechazo total de ia fe cristiana. Cislna er el rechazo de la sujeción al
SuffzoPontfice o de la corrrunión con los mierizbros de la lgiesia a él rometidor.'

Frente al concepto herejía se alza el de nortodoxian que, lireralmenre signifi-


ca «opinión recta». Se entiende como tal la profesión de fe crisriana tal y como la

*. Departamenio de Historia Medieval. Faculrid de Geografía e Historia. Universidad Com-


plrirenre, 28040 Madrid.
Madrid 1783, p. 347.
l . Cid?&% de DrrKha Car~ú~icu,
180 EMILIO MITRE FERNANDEZ
define y enseña la Iglesia a través de su magisterio.' Una circunstancia que, en mas
de una ocasión ha identificado la ortodoxia con la sospecha de tora1itarismo.'
Tradicionalmente, el origen del vocablo herejía cata al cristianismo se situa en
la Primera Epístola a los Corintios, cuando el Apostol de los gentiles dice que <<es
necesario que entre vosotros haya bandos (parcialidades, herejías ...) para que se se-
pa quien es de probada virtud^.^ Expresión un tanto provocadora que ha dado pie
a distintas interpreraciones.'
'
En principio -sugiere Bouyer- herejía era un sinónimo más enérgico de Sk-
hisrlza = desgarradura, pero pronto acabó designando las separaciones producidas
por un error grave y obstinado. La capacidad de supervivencia de muchas de ellas,
más allá de la muerte de sus fundadores, se debió a que descansaban sobre una per-
cepción justa de ciertas verdades que muchas veces habían sido desatendidas por
una gran masa de cristianos incluidos los propios rectores de la vida ecle~iástica.~
En términos parecidos -la óptica del teólogo- se había manifestado unos años
antes M.D. Chenu cuando reconocía que herejía y ortodoxia se emplean, en el
sentido propio de la religión, en relación con una fe:

<<Estas categorías tienen cano y pleno sentido en el asentiiniento a un dato -que


corrzporta la corrzunión con la divinidad- que de si es suprarracional, misterioso. Es
ortodoxia lo que da su consentirniehto al conjunto de verdades recibidas, ~egzínuna
franqueza rota/rnenle leal y confiada en el diálogo m11 Dios. Es herético lo que, por
motivos y según una contestación que vamos a exarizinar- psicológica y sociológica-
rrrente: rechaza por elección ralo cual eletizento de lo contenido en el niisterio. La he-
rejía es, pues, una verdad, pero vwdzdparcial que, COIIZO tal conduce al error en tan-
to se considera una verdad total, pmirto exclusora de lar verdadu prirrzitivas coire-
XUJ>>'

En la palabra eleccióir tenemos la clave principal del problema de esa dialécti-


ca ortodoxialherejía. Un problema cuyos orígenes están en la génesis misma del
Cristianismo.
Muy llamativa fue la argumentación de Walter Bauer en su obra publicada en
1934 Rechglaübogkeit und Ketzerri irn dlteten Christentuln. Rompiendo con la vieja
tradición de ireneo para quien la ortodoxia era el tronco único inicial del Cristia-

2. L. BOUYER:Di<ciot~aviode reolo~ia.Barcelona 1977. p. 497.


3. E. SCHILLEBEECKX y J.B. METZ:<~Orradoxia hoy", en Orroduxiay he~~odoria. núm. 112 de la
ievirrii Curciliunr. julio 1987, p. 9.
4. 1. Cor. 1 1 , 19.
5 . H. GRUNOIIANN: <~Oporrer er haereses esse. 11 problema dell'ereria rirpecciaro nell'exegesi
bíblica medievale., en LErmin ntcdirwle (Ed. O. Capirani). Botogna 1971. pp. 23-60.
6. L. BOUYER:Ob. cir. pp. 213-214.
7. M.D. CHENU: uOrcodoxie ec hérésie. t e poinr de vue du rheologienn, en Hérhier a socia6
da,*<I'E#<roptpreitiduririelle. 21-18 ri2rlef. Paris 1968 pp. 10-1 3.
nismo del que se fueron desgajando las herejías, Bauer pensaba que la ortodoxia en
el primitivo crisrianismo era una de tantas corrienres que, solo desde el siglo 11 y
por influjo de Roma, acabó por imponerse. Lo característico, por ranro, de los
tiempos inmediaros a Cristo fue la pluralidad de opiniones, la diversidad de <<he-
rejías,,, romadas éstas en el sentido mas estrictamente etimológico de escuelas fi-
losóficas a las que los fieles se adherían libremente."
Las argumentaciones de Bauer fueron objeto de múltiples réplicas desde los
mas variados campos. H.E.W. Turner, en 1954 defendió la idea de que en toda re-
ligión hay unos elemenros fijos y orros móviles o flexibles. Si éstos desbordan a
aquellos acaban produciéndose movimientos heréti~ori.~ H. de Lubac defendió el
principio de relación orgánica entre Iglesia universal e iglesias particulares ya des-
de los primeros tiempos cristiano^.'^ J. Moingr, a su vez, ha sostenido que no so-
lamente la herejía sino también la ortodoxia constituye una forma de elección. Lo
que sucedió -concluía este autor- es que la ortodoxia que, en los primeros siglos
de la Iglesia se imponía de forma consensual, acabó por imponerse de forma au-
toritaria a partir del 1 Concilio de Nicea del 325."
Desde Nicea, en efecto, la Iglesia se lanzó por el camino de las grandes procla-
maciones dogmáticas.'" A lo largo de cuatro siglos y medio se fue definiendo un
cuerpo de doctrina jalonado por la reunión de siete magnas asambleas que culmi-
narían en el 11 Concilio de Nicea del 787 restaurador del culro a las imágenes. El
metropolitano Juan 11 de Rusia (1080-1090) proclamaría esta creencia diciendo que:

«Todos profeJal~zosque hay siete santos y ecu~lzénicosconcilios que son /os siete pi-
fe
lares & l a en l a divina palabra, sobre los que ha erigido su nlansión l a iglesia
catdlica y ecu~irénira»'~

Con el discurrir del riempo, la Iglesia latina fue creando también su propia
tradición de concilios ecuménico~.'~ Una tradición que se hace remontar al síno-
do lateranse de 1123 en el que se ratificaron las decisiones del llamado Concordato

8. Cf. en J. Mc Cua: "Ortodoxia y herejía. La obra de Walrer Bauers en Corrcili>ri» núm. 112.
pp. 43-52. Cf. también R. VANEIGEM: Ler hOPriu. Parir 1994 pp, 35 y sr.
9. M. SIMONY P. BENOIT:E1 jrrdairnto 1. el rriiriariirnio Avtligua Barcelona 1972. pp. 227-231.
: igieiior parriit,far.ef ert la Igluia rri>i<erral.Salmanca 1974.
10. H. de L u s ~ c La,
11. J. MOINGT: r0po1111PI bawu m a r rir Concilium núm. 112. pp. 81-92. Las expresiones de San
Pablo a los Corintior piensa erre auror re refieren más a bandos que a harejiar en el renrido clásico.
Muy verarimilmenre se referiría a la venida de Lor últimor tiempos, rema muy familiar para tos au-
corer del Nuevo Terramenro.
(1 1 bis). Cf. R. VANEIGEM: Ob. cit. p. 58. POCSU parte, A. BRENONrecalca que "la herejía no exis-
re más oue denunciada v candenadan. Ler raiham. Vle a mor1 d'utw Érlirr chretienrte. Parir 1996. o. 276.
~- ~ ~~~

a ~~ .~~ ,
1 3 Qurdn una <uc,rii>nabzerrl Ir d u d ~r i rl IV Coccilio de Con\i~ni>iiupla
.
drl 869 conde-
~ O no ecuminico. Lor Isrinos ni lo <rr)er<in rl >iz<ibispode Tolrdo U Clrmnz~
n d o i de F O Lfue
de hlirnnda (muerto en 15761 Ir Ilnrnú rarcgóricarnrnre ~cV111Gnudo un~verrda Cf D STIERKOU
182 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ

de Worms suscrito meses antes por el emperador Enrique V y el papa Calixto 11.
Fue el 1 Concilio de Letrán cuya universalidad ha sido reconocida por la historia
oficial de la Iglesia. En poco menos de un siglo, el Papado pudo presentarse como
el heredero de una vieja costumbre que -en los primeros siglos de la Iglesia- na-
die había discutido a la Iglesia griega: la de promover la convocatoria de magnas
asambleas eclesiásticas en la que se debatieran los más graves problemas que afec-
taran a la Cristiandad.
El 111 Concilio de Letrán (1 179) y sobre todo el IV (1215) pusiero énfasis en
una idea: su reunión «siguiendo la antigua costumbre de los Santos Padres».'4 El
IV, además, abrió su legislación con una constitución dogmática, al viejo estilo de
los concilios orientales, que era una auténtica definición de fe católica: Se recuer-
dan las profesiones de Fe del primer concilio de Nicea (325) y del 1 Concilio de
Constantinopla (381) de una forma más extensa y detallada que, alguna autora, no
duda en calificar de <<Simba10de Letránn. Una proclamación que se ratificaba,
además, con la condena de ciertos errores doctrinales: de los amalricenses y de
Joaquín de Fiore."
Letrán IV estaba contribuyendo abiertamente a definir aquello que en el Oc-
cidente pasaría a reconocerse como herejía y que Alfonso X el Sabio en su Código
de las Siete Partidas expresaría de la siguiente forma:

<<Eregesson una manera de gente loca que se ti.abajan de esratiiizar lar palabras
de nuestra Señor lesu Christo, e le^ dan otlo eiitendimiento contra aquel que lor
Saiztos Padres les dieron, e que la Eglesia de Roliza cree e nzanda guar&r»"

Ortodoxia y dependencia del pontificado pasaban a ser ideas practicamente in-


tercambiables. Así lo recalcaría el papa Bonifacio VI11 en su bula Unan2 Sanrtailr
del 1302:

<<Soi7zeteise
al Roiizarzo Pont$ire, lo declarairzos, lo derimor, lo definimos y lo
pianunciamor co~izode total neceridadpara la saivarión de toda huinana criaturan"

Coiur~r~iiriopl~ IV Viroria 1969. p. 267. Los biranrinor negaron era condición y, por el canrrario, se
la orargaron al rinodo del 879-880 rehabilirador de Focio y definido en el 883 como echerrnunon de
los ~onciliosecuménicor. En ibid. p. 258. A erre sínodo fue al úlrirno al que asirrieron legados de la
sede romana. F. DVORNIK: Hirioiue der ruacila. Parir 1962, p. 57.
14. En R. FORE~~LLE: Laiwar>otlieiV. Viroria 1973. p. 139.
15. Ibid. p. 73-82.
16. Parc. VII, rir. XXVI. 1. Inrroducción. Recogido por mi en el arrículo uHeresie er culrure
dirigeanre danr la Casrille de la fin du xiri siecle: Le modele d'Alphonse X-, en Herrrii 1987 (núm.
9) p. 46.
17. Coipw iuris can. 1, 1. rir. 8 '~Errravag.c o m - C. 1. Recogido por mi en Trxroiy docu?,ze>r-
7 iumeiariul, Barcelona 1992. p. 156.
tor de época niedieval iA>>áli~ii
ORTODOXIA Y HEREJíA EN EL MUNDO MEDIEVAL 183

La Edad Media produjo una rica literatura polémica que enfrentó a los teólo-
gos romanos y a los maestros de las herejías. La gran novedad se producirá a par-
tir de las corrientes reformadoras del siglo X V I , cuando Roma misma sea acusada
de h e ~ e j í a .Durante
'~ mas de dos siglos, la producción canto del lado católico co-
mo del protestante estaría fuertemente lastrada por los prejuicios confesionales. Los
errores de apreciación fueron así de grueso calado.
Del lado católico, por ejemplo, la pauta la marcaría desde 1520 Bernardo de
Luxemburgo para quien el luteranismo había levantado del barro las herejías dor-
midas entre las que merecían especial atención el maniqueismo, el catarismo, el
valdismo, el wiclifismo y las corrientes reformadoras radicales de B ~ h e m i a .Las
'~
ediciones de algunas obras de polemistas católicas del Medievo contribuyeron a
atizar las pasiones.
Desde el lado protestante, Lutero invocó una suerte de husismo inconsciente
en el espíritu de los reformadores del Quiniento~.'~ Los historiadores protestantes,
que tuvieron una visión en principio negativa y despectiva del catarismo acabaron
por tomarle como testigo del verdadero evangelio. Pese a todo, las confusiones fue-
ron frecuentes: Jean Paul Perrin, por ejemplo identificó albigeneses y valdensesz1
en los primeros años del siglo x v ~ i .
En el siglo siguiente, J.C. Fueslin dió una panorámica de lo que había sido un
Medievo salpicado de herejías, utilizando unos criterios que deseaba fueran lo mas
objetivos posible^.^' Desde la otra trinchera, Alfonso Maria de Liguori siguió con
los mismos esquemas confesionales aprendidos de autores como el cardenal Baro-
ni^.^)
Habrá que adenrrarse en el siglo XIX para percibir una mayor imparcialidad en
los autores. La propia renovación de los estudios históricos en general ayudó po-
derosamente a ello.24

18. C f G. GONNET en revisra Conriliirni Ed. francesa, núm. 220, 1988. pp. 105-109.
19. C f M.-H. VICAIRE:"Les albigeoir, ancatres des prorescancs. Asrimilrrionr cñiholiquer.., en
Hirt<iri"graphiedu caiharirnzi. núm. 14 dc Cahiers de Fanjeaux. Toulause 1979. pp. 25-29.
20. Cf. H. KANEN: Hijroria dc la rvleranrio. Madrid 1967. p. 58.
21. G . BEDOUEUE: «Les albigeoir, remoines du veritable evangile. L'hirroriographieprorescanre
d u ?;vier dcbur e xvri siecle", en Hirivi.iographic du caihariernzs p. 59.
22. J.C. FUESLIN: Neue urpanheiirhu Kirchert rind Kerier Hirrurie der Alirrler-en Zrir. Franckfurr
.. .
.,,
177Il
2 j. Alfonso Maria de Lrcuoxr: S~uriadclle rrerie ron la loro rorzfuiazioi><o.177 3.
24. Bucna panorámica de esca rrayecroria hirroriográfica en R. MORCHENcn su ~L'eresiane1
Medioevo.. recogida en Aledioeso riniaiio Roma-Bari 1974. pp. 189-249, con especial referencia a los
aucoier iralianor.
184 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ

Entre los muchos autores, algunos merecerían una especial atención:


Así, Ch. U. Hahn, con una importante obra" dedicada a las herejías de los si-
glos x i al x i i r : cataros, valdenses, joaquinistas, amalricianos. El hereje era, ante to-
do, el que se oponía a la jerarquía eclesiástica.
El estrabnrgués Ch. Schmidt pasaría a ser a mediados de la centuria, el primer
autor que expone una historia completa y rigurosa sobre el carari~mo.''~'~
Menéndez y Pelayo en una de sus más conocidas obras hizo un detallado re-
corrido a través de cuatro categorías de heterodoxos: herejes propiamente dichos
que incurrían en uno o varios errores dogmáticos, impíos de diversos matices co-
mo deistas, panteistas o ateos; adeptos de sectas ocultas o iluminadas; y, en úiti-
mo lugar los apóstatas aunque -reconocía- «en rigor todo hereje es
Importante acumulación de piezas documentales fue la acometida por el reputa-
do teólogo aleman, fundador del grupo de los -viejos católicosn l. Dollinge9' que
permitió con ello un mejor acercamiento al fenómeno de las heterodoxias medievales.
Los avances logrados a 10 largo del siglo x i x eran evidentes. Sin embargo, la
mayoría de los autores seguían fieles a un principio: el que hacía de las herejías
medievales un producto de la especulación teológica. Así lo entendió, por ejemplo,
Felice Tocco, un historiador de la filosofía, más conocido, sin embargo, por una va-
liosa obra sobre la disidencia religiosa en la época.'"
Otros posibles enfoques fueron apuntados, sin embargo, por uno de los padres
del materialismo histórico: Federico Engels quien en una conocida obra aparecida
en 1850 hizo algunas consideraciones en torno a la simbiosis movimientos socia-
les-corrientes heterod~xas.""~El gran avance en esta dirección se ha considerado
que lo dió G. Volpe, autor de una serie de trabajo aparecidos entre 1907 y 1912
que, unos años más tarde, fueron recopilados en forma de l i b ~ o . ' ~
A partir de este momento, la herejía podía ser explicada dentro de un contexto
más amplio que el de las dispucas teológicas o el del cuestionamiento de la auto-
ridad eclesiástica. Los movimientos disidentes pasaban a considerarse, así, como el
resultado de múltiples factores políticos, sociales, económicos, etc. ... que inci-
dieron en la sociedad europea -y en la italiana en particular- en los primeros si-
glos del segundo milenio. Algo más tarde (a partir de 1921) otro autor italiano,

25. Ch. U. HAHN: Gerrhirrr drr Kc~zer.in Alirrelnlrw. Srurgiirr 1845.


25bis. Ch. SCHhlln~:H i i ~ d r kr la rprre & rlirhnm "u iti/bixoWr Paris-Ginebra 1849. Una rcrnblanu? de
esre autor en Y. Dossn~:.Un iniriaeur: Charles Schrnidrn en Hirrvriogrophi<du raiharip~nz.pp. 163-184.
26. M. M E N ~ N O EY ZPELAYO: Hi~zol-iade 10, hrrwodoxur erpnriole~~ obra aparecida en 1877 y de la
que se han hecho diversas reedicioner. Para erra cipologia citamor la edición de In Biblioreca de Au-
rorer cristianos, vol. l . p. 44-45.
27. 1, D~LLINGER: 8eiI).#ge ZIU S d t r t t ~ c ~ ~ h i cdhu~Ael i ~ r e l n l ~Munich
w~ 1890.
28. F. Tocco: L ' r m i a !re/ Aledidio Evo. S r r d . Firenze 1884.
28bir. F. ENGELS: Lar xzerrai ranzpaii~aiti, Alenunia. Mejico 1971.
29. G. VOLPE: Al<ruinze~>ri r.eIigio<i r ruu ererir~lirrella ioriera nzedia,.aIe da/iar>a (recol; XI-XIV) Fi-
renze 1926.
ORTODOXIA Y HEREJ~A
EN EL MUNDO MEDIEVAL 185

Antonio de Stefano, presentó las heterodoxias religiosas como el resultado de otra


<<heterodoxia.: la aparición y desarrollo de las iibertades comuna le^.^^
Temas estrechamente conectados con los movimientos heréticos contaron tam-
bién en los años inmediatos con aportes de destacado valor. Sobre la inquisición
medieval en concreto dos autores franceses publicaron sendas obras de reconocido
valor: J. Guiraud" y H . Mai~onneuve.~'
Las bases para una amplia renovación de la heresiología medieval quedaban así
firmemente echadas.
111

Presentar lo que han sido los estudios sobre las herejías del Medievo a lo
largo de la segunda mitad de nuestro siglo supone, obviamente, hablar de los
grandes estudios monográficos. Pero también implica recordar las distintas ví-
as a través de las cuales el estudioso puede acceder a lo que es el estado actual
de las cuestiones o, simplemenre, intercambiar puntos de vista con otros espe-
cialistas.

a ) La vía congt.erua1:

Importante fue en este campo el X Congreso Internacional de Ciencias His-


tóricas celebrado en Roma: una de sus ponencias estuvo dedicada, precisamente, a
las corrientes populares heréticas del Medie~o.'~
Mayor trascendencia, dada su mayor proyección editorial, tuvo el Coloquio de
Royaumont de 1962. Podría decirse, sin miedo a exagerar, que hubo un antes y un
después en el tratamiento de los movimientos heréticos a partir de la publicación
de las acras de esta importante reunión cien~ífica.~'
Reseñables también, aunque con un tratamiento cronológico y temárico más
reducido, fueron los coloquios de Carcassonne de 1989, dedicado a estudiar las he-
rejías y movimientos de renovación religiosa en el Medievo3>y el de Torre Pelli-
30. Enrre lar o b m de A . de STEFANO cabe desracar: Aritaldo de Bmria r i ~iiilenzpi Rama 1921;
LErrriapopo1a1.idel Afcdio Ew. Qrruiimi di rioria niedipvalr (Ed. E. Roca). Reimpresión en Milan 1946
y, sobre rodo, Rife~nrarer?<d rn.eiici del Aledio Ei.o. Palermo 1938.
31. J. Guinnuo: Hirioirt ds P;*zquiriiienau Aloye>, Ase. Parir 1935.
32. H. MAISONNEUVE: Etrrder riir 10 orixitrer de I'lrtqizirfii<itt.Parir 1942.
relixiu~ipepvlari t d m f i c del Afedivrvu. en Relarioni del X Congreso Inrermcional
33. Alorjin~et~ii
de Ciencias hircóricar. Roma 1955.
34. Nos referimos, Iógicamenre a HClúiu u irxieiL drtrr I;Europ~pre-indurr~ieIl~. 11-18 J ~ + C Ed.
/LI.
J. LE GOFF.París 1968.
nirdim~al.Afurrvmei>trdi~iidtiriru! r~w,aieririrr.Coloquio organizado por el Ccnrre
31. Chr.iiii~r~irn~z~
Rene Nelli. Las acrar fueron publicadas en su medio de expresión, la revista Hrriii en rus números
13 y 14. Villeb.ly 1990.
186 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ

ce, tras años más tarde, en el que con más profundidad se trataron los movimien-
tos de cátaros y val den se^.^^

b) Las publicaciones periódicas:

Con carácter monográfico se publica desde 1983 la revista Heresir (Revue d'he-
i.esiolo&e medieva0 dedicada a la publicación de textos y de trabajos de investiga-
ción, con un tema estrella: el catarismo.
Por distintos motivos, otras publicaciones periódicas han tocado el tema here-
jías. Bien por trabajar sobre un ámbito geográfico que en el Medievo fue propenso
a la contaminación: caso de los Cahiers de Fanjeaux, publicados desde 1966. O bien
por tomar una figura o un determinado movimiento como objeto de sus inquieru-
des: caso de Floresia, desde 1987, o el Bolletino della societa di Studi Vafderi.
Una publicación periódica no específicamente orientada al estudio de las di-
sidencias religiosas -Medievaiia Lovaniensia- publicó en 1976 un interesante con-
junto de trabajos de especialistas en el tema bajo el título The Concept of Heresy in
the MiddLe ager y centrado en los siglos xi al xrri.
Trabajos publicados en distintas revistas fueron recogidos en forma antnlógi-
ca por 0. Capitani en los años Setenta, rindiendo un excelente servicio a los inre-
resados por el tema herejías.j7

c) Guías y repertorior:

Dentro de este variado capítulo cabrían los lPxicos al estilo del de R. Nelli,)s
las guías introductorias a la bibliografía y la temática Iieresiológica medieval co-
mo la de E. Mitre,$' el completísimo repertorio de Berckhout y Rus~ell,'~las re-
laciones bibliográficas d e Grundmann4' o Gonnet" y ciertos rrabajos críticos en
los que se trata el itinerario historiográfico de ciertas herejías.?'

36. Eretiii edwe~iai~rllaiirii.iopz,f?iaiuiirenzpommd. Torre Pellice (1992) 1994. Con posrerioridad


a esra fecha, el «XXXV Convegno di Scudio rulla Riforma e rui movimrnri religiosi in Iraliax (Sep-
riembre 1995) abordó el rema Siorie wetirali e arrtirréiiia del Alrdipv(i Nirotr ricerche.
37. 0. CAPJTANI (Ed.) L'weiÍa inedidietwlr. Bologna 197 1 y Alediurno errriiirli Bologna 1977.
38. R. NELLr: Diaiorzriaitr de, hérérier nirridioizrrlrr ri drr morir:mtenii herrruduzei ou ir>daptndri>u
ap-
parui dan, le ,Vidi de /a Frririrr depiiir I'riollirrrni~t~i
du ihrirriai~iweTouloure 1968.
39, E. MITRE:..La herejía medievulx núm. 1 de Cuadei-»osde ii>tirriipci<;nnlmedin.j/ Madrid 1984.
40. C.T. BERcnHouT y J.B. RUSSELL: A Bibliopphy. 1960-1979 Toronto 1981.
hledid>eii?lhe>.e~ir:
41. H. GRuNDhiANN: ~Bibliographiedes erudes recenrs (apres 1900) sur les heresies rnedieva-
les.. Mis de rcrecienros rírulos recogidos en Hlrkier a rwiéier pp. 407-467.
42. G. GONNET: Apéndice 1 a) y b) (aurorer iralinnos y del resro del mundo respecrivamente)
a su rrabajo ..Les debuts en Iralie de I'hirroriographie des hérésier medie valer^, en Hereíir núm. 21
Diciembre 1993. pp. 117-127.
43. Aparte de esre arriculo exirren orros rrnbajor. Para el iararirmo: Hiiiuriugiaphie <Iii caiharir-
ni< en Cahiers dc Fanjeaux 14. Touloure 1979. Para e1 valdirmo A. ARMANO y G. GONNET Bibliii-
ORTODOXIA Y HEREJ~A
EN EL MUNDO MEDIEVAL 157

Determinadas obras de síntesis - e s muy crecido su número- merecen ser re-


cordadas no solo por contener un buen estado actual de las disrintas cuestiones, si-
no rambién por ir acompañadas de unas úriles orientaciones bibliográficas. las re-
cogidas por G . Grado Merlo en su pequeño excelenre libro son sin duda de las más
completas."

Ciertos autores de este siglo (Dondaine, Duvernoy, Thouzellier, Gonnet, erc. ...)
son bien conocidos tanto por sus trabajos monográficos como por la edición de al-
gunas fuentes suscepribles d e manejo para el esrudio de la herejía medieval. Uno
de 10s trabajos monográficos de Ch. Thouzellier recoge abundanrísima información
crírica a este respecto para las corrienres heréticas principales d e los siglos del
Pleno Medievo.'' G . Gonner, por su parte, ha recogido recienremenre una útil
relación de fuentes sobre la herejía medieval ediradas desde 1938/6
A destacar también que cierras editoriales han dedicado algunas colecciones a
la publicación de textos d e esta naturaleza. En e1 caso español fue la Edirora Na-
cional con su «Biblinreca de visionarios, heterodoxos y marginadosa'' y Muchnik
Editores con su <<Archivosd e la herejía*"

LA HEREJiA MEDIEVAL: LOS GRANDES TEhlAS

Una obra colecriva publicada en Alemania hace pocos años planteaba como
grandes remas de las herejías: las figuras que les dieron vida, los movimienros di-
sidenres, las consranres d e estos (motores psicológicos o sociales) y las perspecri-
vas hisroriográficas.19

gm/a valdc~sTorre Pellice 1953. Para cierroi aspectos del husirma, E. ~VERNER:
«Jan HUSim Spie-
gel modern lhisroriogiaphiem, en Hereris núm. 16. 1991. pp. 37-54.
44. G.G. MERLO: Erstici ed waie n~diewali.F i r e n ~ a1989.
45. Ch. THOUZELLIER: Carbarirnre rr i,aldeimnro ett Lnilguedoc Parir 1966.
46. E n su arriculo eLes deburr ... cuyo Apéndice II va dedicado a erre rema. pp. 127-128.
n,

47. Recoge obras como las de PRI~CILIANO: rTrzrador y cátttioriei. Ed. B. Segura Ramos. Madrid
1975. Arnaldo de VILANOVA: E,~rcritwruiidei~adorpvrla Irrqr<iiicilrr.Madrid 1976 o Enrique de VILLE-
NA: Hesrritira a Villei~ay iur T r ~ iTratader. Ed. de F. Almagro y J. Fernández Caipinrero. Madrid
.,. . .
1977
48. Con obrar como La ruptura drlcáraro Btlibaite. Ed. de J. Duvernoy. Barcelona 1987 o N. EY-
&IERICy F. PEA&El n2a»tlil!dr bqiiisidwt~.Barcelona 1983.
49. Adolf HOLL (Ed.) Die K e i i n Hamburgo 1994. Obra que, a l menor en el último aparrado
ha sido denunciada como demasiada lacunar. Vid. comenrario cn Hererii 1994 (núm. 22) a cargo de
J. DUVERNOY. p. 156.
la3 EMILIO MITRE FERNANDEZ

Es evidente que hablar de herejías medievales es hablar de un tema en el que


las posibilidades de exploración se han ampliado al compás del enriquecimiento
general de perspectivas que el historiador va disfrutando. En un intento lo más
omnicomprensivo posible, G.G. Merlo ha dicho que la herejía medieval es «reli-
giosidad crítica en el seno de peculiares coordenadas históricas y en la dialéctica
con los hombres y las estructuras de la iglesia mayoritaria y dominante»'"
Dando por hecho el carácter minoritario que, en el marco de la iglesia romana
medieval, tuvieron las corrientes heterodoxas, podríamos distinguir algunos de los
grandes enfoques que sobre el tema se han dado en los últimos cincuenta afios.

a ) La herejía y S ~ conzponenta
J doctrinales:

Se trataría de la visión más clásica referida a la condición sine qua non de todo
movimiento para ser calificado de tal.
Las preocupaciones tradicionales de los reólogos, polemistas y, por supuesto,
historiadores se refirieron al cuesrionamiento de dogmas, de validez de algún sa-
cramento o de contestación al magisterio papa1 por parte de los disidentes. Sin que
en el momento actual esos temas hayan sido dejados de lado, hay tamb"ten otras
cuestiones que interesan al estudioso dentro de este campo. Nos referimos a los
préstamos entre unas corrientes y otras.
Tres casos pueden ser modélicos:
- El del catarismo y sus posibles vinculaciones con el maniqueismo más tra-
dicional. En los años centrales del siglo xx, autores como Dondaine, Borst o Run-
ciman5' enfatizaron en los elementos gnosticos, maniqueos, e incluso no cristianos
del catarismo, frente a un Morghen que privilegió en el movimiento los aspectos
cristianos y evangélicos. Puntos de vista éstos sobre los que se abundó en la 4." Ser-
sion ú'tii~tozreAledimal du CNECl Centre Rene Nelli en septiembre de 1991."
- El del valdismo y el husismo, dadas las posibles conexiones enrre los val-
denses de nacionalidad alemana que vivían en el Suroeste de Bohemia y el ala ra-
dical de los husitas."

50. G.G. MEnLo: Ob. cir. p. 19.


51. A rirula dc ejemplo pueden cirarse. A. DONDAINE: xNouvelles routces de l'hirroire doc-
rrinale du nea-manicheirme au Moyen Agew, Rwue de, rrienre p b i l ~ m p h i ~ i re~a rbeologiqua 1939 pp.
465-488 A. BoRsr: D i r rarhnrn- Srucrgarr 1953. S. RUNCIMAN: I b s Alediaer*n/ Ala»irhes. C~ambridge
1947.
52. Aportaciones de J. BLANC,J . DUVERNOY, F. SANJER. Y. HAGMAN, A. BRENON y R. POU-
PIN, recogidas en núm. 21 de la revisra Hve<i<.diciembre 1993.
A. BRENON,una de lar máximas especialisras acrunler en el rema ha preíenrado al cararismo de
forma caregórica como un crisriiinismo medieval, parriculvrmenre impliinrado en Occitiinia y solo de-
sarraigada a fines del Medievo. LP ~ v a vircge
i do ~afh,zrimn,a.Toulouse 1988.
53. Lo que G. GONNET ha definido como -1L'internarional valdo-hurrirei~,en Chrirria»irnrc "re-
dimal ... pp. 235-253.
ORTODOXIA Y H E R E J ~ EN
A EL MUNDO MEDIEVAL 189
- El del Wiclifismo y sus conexiones con el husismo. Comunmente admitidas
riempo atrás pero en los últimos años relacivizadas por autores como G. Leff o M.
Keer~.'~
A la postre esas posibles filiaciones han querido seguirse, incluso, entre la
Edad Media y las grandes corrientes reformadores del Quinientos: las conmo-
ciones religiosas populares del Medievo habrían sido, a su modo, matriz del ra-
dicalismo prorestanre en la misma forma que las corrientes académicas de los
siglos xrv y xv habrían influido en reformadores más eliristas como Lutero,
Calvino o Enrique VIII." N o hay que olvidar, sin embargo, que personajes co-
mo Lutero tuvieron hacia los reformadores bohemios del xv unas actitudes
cambianres. El anripapalismo parece el único cemenro de unión entre am-
bos.''
Estas cuestiones nos introducirían en orro gran planteamiento del rema.

b) Herejía y sociedad:

En una frase mil veces repetida, L. Febvre dijo que la Historia es siempre his-
toria social incluso en las más rradicionales de sus dimensiones. Las herejías no
quedan en absoluto al margen de esta visión. Los vocablos «herejía» y «sociedad»
aparecen con frecuencia juntos en obras muy dispares. Bajo este signo, reciente-
mente se ha hecho una síntesis de sociología de la herejía con e1 catarismo como
modelo por parte de la investigadora francesa A. Cazenave."
Al estudioso pueden asalrarle diversas tenraciones:
- La primariamente marxista de idenrificar a la herejía como una especie de
<<capanechada encima de las reivindicaciones sociales. Este interrogante se ha
planteado incluso para las raices mismas del Medievo en relación con movimien-
tos heterodoxos como el priscilianism~.'~
Los especialistas en la mareria, sin embargo, suelen mostrarse cautos. Se ha
destacado la defensa por los herécicos de intereses sociales diversos e incluso con-
tradictorios. Le Goff ha dicho categóricamente que las herejías han sido «las for-
mas más agudas de enajenación i d e ~ l ó ~ i c a nM.
. ' ~ Erbscoser, aún reconociendo el
importanre componente social de las herejías bajomedievales, niega que las alter-
nativas que ofrecían tuvieran efectos movilizadores para sus seguidores dado que

54. Para M. KEEN, la influencia de Wiclef en Hus no es seminal. Erre bebería más en el pen-
ramienro auróctono chcco. nThe Influence of Wyclif» en IVyli/in hir Tinze~.Oxford 1984. p. 144.
SS. El alguna forma cxprerado por J . MACEKen La rjfutnrapopo1nr.e. Fiienzc 1973. p. 3.
56. Sobre estas cuestiones vid. R. GARCIA VILLOSLADA: Afsilin LUIOI.~. l. Madrid 1973. p. 429.
57. A. CAZENAVE: aHeresie er societ&*.en Cbririiarrirr>ienzediwal... pp. 7-61.
58. Cf. A. BARBERO: -El priscili~nismojherejia o movimiento racial?^^, en Cundw~turde HNIo-
ria de Erpntia 1963.
79. J. LE GOFF: La rivilizariúrt de¡ Ortidet~tr~\fzdiar,aiBarcelona 1969 p. 421.
190 EMILIO MITRE FERNÁNDEZ

lo que les brindaban era un «mundo religioso imaginarion6' por más que el hu-
sismo anunciara la prerevolución burguesa del siglo X v I . B. Geremek, por su par-
te, se pregunta si la herejía fue producto del desarraigo o el proceso fue i n ~ e r s o . ~ '
Vistas así las cosas, el componente social de las herejías medievales ha sido anali-
zado desde orras perspectivas.
- Los movimientos heréticos como frentes demasiado heterogéneos en los que
caben desde las soluciones templadas hasta los radicalismos más exaltados. El ca-
so del husismo checo podría ser un buen modelo." Idea que entroncaría, a su vez
con esa dicotomía antes recordada de reforma popular versus reforma culta o here-
jía popular versus herejía culta.63
- La herejía en las relaciones campo-ciudad. Algo que fue tema de debate en
más de un coloquio y objeto de alguna que otra recopilación de artículos.b4
- La herejía en el marco de los movimienros de pobreza voluntaria, ante los
que la Iglesia romana adopta por lo general una postura de gran cautela.61 Movi-
mientos que, a su vez pueden nutrir ciertas corrientes de signo rnilenari~ta"~ o
simplemente a la religiosidad popular de distinro signo."'
- Un tema hoy en candelero -la historia de las mujeres- puede facilitar tam-
bién imporranre material para saber el papel que éstas tuvieron en los movimien-
tos heréticos. Importante en el catarismo6%o parece tampoco menor en ciertos
movimientos evangélicos como recientemente ha demostrado G. G o n n e ~Aigu- ,~~
na obra publicada hace algunos años y convertida en verdadero 6est seller ha pre-
sentado también de forma harto atractiva el papel de algunas mujeres en ese re-

60. M. ERBST~SSER: Le, h t l ~ i q r t aSU A~OJOII


A* Obra publicada en In Alemania oriental en
1984 y rraducida al francés por Les Prcrser du Languedac. 1988. pp. 223-224.
61. B. GEREAIEK: <iMauvemenrr hereriquer ec deracinemenr social uu Bar Moyen Agew, enA12-
?lala. E.S.G. 1982. pp. 186-192.
62. Cf para ella la conocida abra de J. MACEK:La rm~~I,,iiói hrrritn Madrid 1975, que da una \,i-
rió" del tema menos dosmácica poiiticvmenre que su otra obrv ilfrreji' o rrt~oluriún?El niuuin~ieniohu-
rifa. Madrid 1967.
65. Dicotomia esta objero de escudio poi varios aurores en el Coloquio de Royaumonr.
64. El mismo coloquio cocó con cierra derención el problema. Sobre el papel de la ciudad en los
movimienror heiéricor especialmente en Italia, vid. E. DUPRE-THESEIUER: hiondo iiffadiaur nioviniut>-
ti wetimli iiel Aledio Evo. Bofogna 1978.
65. T. MANTEUFFEL: Nclisaitce d'unr hercsie Lei adepfpir de lo pairt,t.ur4 r>uloi>rairrau Alo]ioi> Agc.Pa-
rir 1963. Preferible para estar cuesrioner a orra obra rambién meiiroiia, la de L.K. LITTLE:Pobv~zar2ri-
lrrnfari?j eiui,oniia de be!rtficio riz la Europa Alediai,al. Madrid 1983.
66. Cf. N . COHN: En pm del Anlilenio. Rri~oluriot~avim. ~>ilenor.iifai i ni>arquirrainiiiriior de la Edad
AJedjd. Barcelona 1972.
67. Una buena guía para erca currrión es la del reputado hereriólogo R. MANSELLI: La religiritt
.
bubu/ni<r
' arr Alorrr,
, Are) " . Plobl<mri de nielbodr et d'hiiioirrJ París 1975.
68. Una buena panoiánica la recoge R. NELLI: La oie q"uridie>iriedel Catliai-81e,> La,>gurdorau xiii
~ieclc.Paris 1969.
69. G. GONNET: "La femme danr les mouvcmenrs paupero-evengrliques du Ras Moyen Age
(naramenr chez les Vaudois)". En Iferrrir núm. 22 (1994) pp. 27-41.
ducto cátaro que aún se mantuvo a principios del siglo x i v : Montaillou.'" Ello sin
olvidar ciertos tipos de espiritualidad con gran exito entre el sexo femenino -los
beguinajes- objeto de frecuente sospecha por parte de la jerarquía."

C) Las herejías medievales y su i~npi'antaciónter~torlal

El arraigo de ciertos movimienros heterodoxos en territorios definidos es hoy


en día objeto de especial interés. En algunos casos ha permitido a algunos estu-
diosos una identificación entre herejía y defensa de la idiosincrasia cultural y po-
lítica de ciertas áreas. Una sumaria ojeada nos llevaría a considerar los ejemplos
más Ilamarivos:
- En los primeros siglos del Medievo el primer caso lo facilita el arrianismo,
lafe propia de los germanos, en la medida en que el catolicismo niceno era consi-
derada como normalfides ronurna. Casos más particulares serán el del pelagianismo
abordable no sólo desde su enjundia teológica, sino también a través de su arrai-
go en territorio b ~ e c ó n Y,
. ~ avanzado
~ el tiempo serán esos <<síntomasespafiolesn de
los que habló en 1907 el liturgista Bishop: peculiaridades de la vida religiosa his-
pana, algunas de las cuales fueron asimiladas por el mundo carolingio y otras re-
chazadas como el caso del adopci~nismo.'~
- En la plenitud del Medievo, dos casos resultan llamativos. Uno el del bo-
gomilismo, corriente dualista de gran atraigo en los Balkanes e identificada con la
propia esencia nacional de alguna de sus regiones." El otro será el catarismo: ríos
de tinta se han vertido para idenrificar esta herejía con las peculiaridades políticas
y culturales del Languedoc medieval. Circunstancia ésta que ha llevado a consi-
derar su aplastamiento como un factor de primer orden en la unificación del re-
rritorio francés impulsada desde París por los monarcas de la dinastía Capero."
- En la Baja Edad Media, el caso más llamativo de identificación entre una
herejía y el medio geográfico en que se desarrolló lo facilita el husismo checo.

70. E. LE Rou LAOURIE: Aluernillvu. Aldea Orrirnna do 1294 a 1324 Madrid 1981.
71. J.C. SCHAIITI: Alun d'urre herefin I'E~liirel le, rlrrrr/orearrx begtiitiei e! begcrdr. Parir 1978. D.
MOLLER:«Les beguinern en Cbrisrini»hnientedirii?l... pp. 351-389.
72. Vid. A . ISLA FREZ: .El desarrollo del pelagianirmo y la crirrinaizacián de Ingiareririi, en De
Cui>rtarzrinon Carlorizogao. Disidenres: heierodoxoi y nioqir>ado~.Cádiz 1992. pp. 208-109.
73. Cf. A . BARBERO: "Los sinromas españoles y la polirica rcligiora de Carlamagnoir. Recogi-
do en La rocivdad t,i,igodn y su ri>rornuhiirlricu. Madrid 1992 pp. 78-13>,
74. C f D. OBoLENsKY: Tbt Bopmilr: A Srudy ir, Balknti Neo-Alar>irhrirtri.Cambiidge 1915. Pa-
ra el raso búlgaro pueden recordarre las obras de D. ANGELOV: 11 bogon~ilirn~u. U~fhahemianiedinub bu/-
gar'ara. Roma 1979 o *Le bogomilirme. Envergure bulgare er europecnncn. en Hwe~irnúm. 19 (1992)
o. 1-18.
75. Apaire la amplisimii bibligrafia sobre el rema cabe recordar algunas obms rediirradar con la
finalidad primordial de derracar esa coarrada polirica que re oculró derrás de la debelación del rara-
rirmo. Así, J. MAOAUT.E: Le d r a m algibeoiru ur I'uniiéfiaitpziie Parir 1973, o J. MESTREGODES: Los iá-
r a w . P~~blhlun~n
religiuio: prurexiu políriru. Barcelona 1991
192 EMILIO MITRE FERNÁNUEZ

Aparte las consideraciones sociales que ha merecido a distintos autores, la obra de


los reformadores checos pasó a convertirse en un instrumento de primer orden de
dinamización na~ional.'~

Como resulta evidente, no hemos pretendido un tratamiento exhaustivo de los


problemas historiográficos implicados en el estudio de las herejías medievales. Por
muy completo que un trabajo de esta naturaleza aspire a ser, las lagunas serán siem-
pre inevitables; más aún en un limitado número de páginas que reflejan lo que
han sido esos 50/60 minutos que se supone son la duración de una conferencia.
Nos hemos limitado a presentar algunos modelos de lo que han sido y son las
preocupaciones de los estudiosos de la disidencia religiosa en la Europa Medieval.
Un fenómeno que se define siempre en relación con una orrodoxia. De ahí que los
dos conceptos -herejía y ortodoxia- vayan forzosamente cargados de juicios de
valor."
En la visión oficial, el hereje era el <<otro>>
como lo eran también otros colec-
tivos progresivamente estigmatizados: los judíos, los leprosos, los homosexuales,
las minorías musulmanes de los estados cristianos mediterráneos ...7H
Sobre el herético se ha producido una abundante literatura que en muchas
ocasiones incide en lo fantástico y lo esotérico. Recurriendo al pasaje evangélico
tan invocado por los polemistas antiheréticos es necesario separar aquí también el
trigo de la cizañaT
Un trarramientn riguroso de las herejías medievales exige dejar de lado un
buen número de páginas escritas para el fácil consumo de personas ansiosas de
emociones fuertes. Exige también que esos planteamientos a los que antes nos he-
mos referido no sean excluyenres. De hecho, las grandes obras de síntesx"procuran

76. Pueden recoidarse a este respecro, lar obras ya mencionadas de J. MACEK, a las que pueden
añadirse orrar rítulos en los que re muerrra inrerér por errar cuerrioner. F. S~IAHEL: La r~i~ul~~ririahiu-
idr. rrtrc a~ior>ialic
hiiruvioiie. París 1985. o S. BYLINAS: =Le mouvcment hussire devanr les ~roblemer
naiionaux., en Faith ar>didmtitj, Ed. de O. LOAOESy K. WALSH. Oxford 1790, pp. 57-¿7.
77. Juicios tanto más amplios cuando se abordan movimienror religiosos un canco difusos de los
que apenar hemos hecho mención. Así, el Libre Espíritu, del que iccientemenre se ha ocupado no ran-
to un hirroriador como un filósofo. R. VANEIGEM: La Aluur:en~erirdu Libre-Erpi.it. París 1986, o el jo-
aquinirmo, con sur múlripler impliruciones, y que gaza de una cxrenra bibliografía. Cf. Delna C.
WESTy Snnda Ziilro~~s-SWARTZ: Jea4,~i,zde Fio~.r.U#a riiriót rrpiriri,al de In Hirroria. Mevico 1986.
78. Para estor remar cf. R.I. MOORE: Lafomiariúr~de una rmiadud ~.tpwow.Pode y diriknria <ir
la Europa Orcider~ral.9>0-1250. Barcelona 1989.
77. Vid. para ello vlbunas de las colaboraciones de los Cahieis de Fanjeaw; y, sobre codo, el nú-
mero dedicado a Hirtoriogri1phie du intharirmc cirado en nora 43.
8 0 . Caso dc la excelenre de M.L. L A ~ ~ B E La R Thertjia
: ppopulara <le 101 bogo-
niedinirrl. Aliit,in>ierito~
niilvf a 10, hrrrirar. Madrid 1786.
tener en cuenta la diversidad de factores que pesaron en unos movimientos que
dieron una gran vivacidad religiosa al mundo medieval. Las más diversas visiones
han defendido en los últimos años el estudio de la herejía como fenómeno social
en el sentido más amplio que puede darse a este término.
Así, E. Delaruelle dijo que las herejías a parrir del Pleno Medievo fueron el re-
sultado de la tensión entre el pueblo fiel y una jerarquía eclesiástica que había ce-
nido su reforma con el gregorianismo pero con un sentido demasiado autoritario
y clerical.R1Análogamente, E. Werner y M. Erbscosser sostuvieron que la herejía
medieval era el producto de la acción de hombres inquieros que abrieron caminos
paralelos a los de la jerarquía: a las virtudes rípicamenre monásricas de la humil-
dad o la penitencia opondrían otras mas laicas como la prudencia, la fortaleza, la
caridad o la justicia que, en más de un caso, favorecieron la actuación de los heré-
tico~.*~
En el fondo de la cuescián subyacía una referencia: la de la jerarquía romana,
bien para ser invocada, bien para ser cuesrionada

81. E. DELARUELLE: -Devocian populaire er heresies au Mayen Age-, en Hiore~iertt rurietb ...
..
OO.148-137.
82. E. WERNER y M . ERBST~SSER:«Movimenri socio-religiori nel Medioevo., en Lererin nre-
dime. pp. 185-197.

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