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Te Llevare Al Desierto

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Oseas 2:14-15.

El pueblo de Israel tenía por costumbre hacer amistad con pueblos que los influenciaban con sus
costumbres e ídolos. El libro de Oseas predica el amor de Dios hacia Su Pueblo, aun cuando ellos se
entregaron a la adoración de otros dioses con un corazón divido. Oseas es el primer profeta de la
gracia, y el primer evangelista en Israel. Nos presenta al pueblo de Israel como la esposa pródiga. Dice
el comentarista Mathew Henry: “Cuando Dios tiene en reserva gracia y misericordia para alguno, lo
conduce primero al desierto, a la soledad, y al retiro, para mejor poder conversar con él fuera del
ruido de este mundo y a veces a la aflicción y al apuro del exterior, para abrirle así el oído a la
disciplina.”

DIOS PERMITE LOS DESIERTOS PARA:


1) Atraernos a Él. “Pero he aquí que yo la atraeré…”
Parece obvio, pero muchas veces disfrutamos tanto de la vida que nos olvidamos de la REAL VIDA
(Cristo) El pueblo de Israel fue llevado al desierto ya que tenían muchas cosas arraigadas a ellos,
costumbres, cultura, idiomas, e incluso influencia religiosa, Dios los llevó al desierto para poder
volverlos a Él, y alejarse de los pueblos con los que se dejaron influenciar.

2) Estar a solas con Él. “…la llevaré al desierto”


Dios en su misericordia nos lleva al desierto para estar a solas con Él. ¿Por qué? porque allí Dios es
nuestra única compañía. Deuteronomio 8:2 dice que la razón de ser llevado al desierto para el pueblo
de Israel fue probar su corazón, si habría o no de obedecer sus mandamientos. Esa es la misma razón
por la que Dios nos lleva al desierto, “mostrarnos lo que hay en nuestro corazón”. Cuando él nos atrae
allí, al lugar donde puede estar a solas con nosotras, nos confronta con la realidad de lo que te alejó de
él y te hizo tener seguridad en muchas otras cosas, y no en Cristo.
Este DESIERTO (midbar), al que Dios te lleva en el original significa un lugar abierto, “ pasto,
potrero (i.e. campo abierto a dónde se arrea el ganado);” hace referencia Strong. Dios no te lleva a un
desierto de arena, sol y calor, sino a un lugar abierto, donde hay pastos, un lugar de pastoreo. ¿No te
recuerda un poco Salmos 23:2?

3) Hablar a nuestro corazón. “…y hablaré a su corazón”


Nuestro Padre al tenernos a solas puede mostrar lo que hay en nuestro corazón y hablar a él. Muchas
veces podemos creer estar cerca del Señor, pero nuestro corazón puede estar a kilómetros. Dios
necesita ir al centro de nuestras emociones, de nuestros deseos y anhelos, y al centro del trono de
nuestra vida, para confrontarnos con Él, hablando a nuestro corazón, donde el orgullo, la
autosuficiencia y la fascinación tienen muchas veces el trono y sin darnos cuenta dejamos fuera al
Buen Pastor, cuando el debe ser el centro, el que esté sentado allí. Cuando Dios habla a tu corazón lo
quebranta con Su Palabra, y allí como el pueblo de Israel en el desierto debes escuchar.

En el desierto él como el Buen Pastor, nos alimenta con Su Palabra (nuestro maná), y Su Espíritu
como Agua Refrescante, limpia nuestra vida de aquellas cosas que nos hicieron ir tras ídolos que poco
a poco nos alejaron de Él. Me encanta saber que su desierto no es un desierto de desesperanza,
soledad, sino un lugar de pastoreo donde serás sustentada, y amada por Dios. El desierto de la Gracia y
Misericordia.

3. Para restaurar su esperanza.


4. para restaurar su gozo.

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