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    Nadie Se Dio Cuenta

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    Daniel Poveda
    En una estación de servicio, dos ladrones asaltaron a alguien mientras llenaba su tanque, pero nadie en la estación ni en los alrededores se dio cuenta del robo a pesar de que había varios testigos presentes como el empleado de la estación, dueños de otros carros, policías de un CAI cercano y empleados de un lavadero de autos y minimercado en la misma estación. El robo ocurrió rápidamente pero de manera evidente ya que los ladrones tuvieron tiempo de robar dos maletas antes de huir en

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    Nadie Se Dio Cuenta

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    En una estación de servicio, dos ladrones asaltaron a alguien mientras llenaba su tanque, pero nadie en la estación ni en los alrededores se dio cuenta del robo a pesar de que había varios testigos presentes como el empleado de la estación, dueños de otros carros, policías de un CAI cercano y empleados de un lavadero de autos y minimercado en la misma estación. El robo ocurrió rápidamente pero de manera evidente ya que los ladrones tuvieron tiempo de robar dos maletas antes de huir en

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    Cuento corto

    Título original

    Nadie se dio cuenta

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    En una estación de servicio, dos ladrones asaltaron a alguien mientras llenaba su tanque, pero nadie en la estación ni en los alrededores se dio cuenta del robo a pesar de que había varios testigos presentes como el empleado de la estación, dueños de otros carros, policías de un CAI cercano y empleados de un lavadero de autos y minimercado en la misma estación. El robo ocurrió rápidamente pero de manera evidente ya que los ladrones tuvieron tiempo de robar dos maletas antes de huir en

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    Nadie se dio cuenta

    (Ficción basada en hechos reales)

    Ayer por la tarde, en la estación de combustible de la Avenida Suba con Calle 104 B,
    costado occidental, dos ladrones asaltaron a alguien, pero nadie se dio cuenta.

    La que estaba atendiendo al asaltado vio de frente llegar al primer ladrón y espero a que
    llegara el segundo para salir corriendo, pero no se dio cuenta de que estaban robando a su
    cliente. El dueño del Mazda que estaba al lado de la víctima tampoco se dio cuenta, a pesar
    de que también vio llegar el primer ladrón y también espero al segundo para salir
    corriendo. 

    Los patrulleros, intendentes y subintendentes del CAI que queda cruzando la calle tampoco
    se dieron cuenta. Es posible que algún Transmilenio les haya obstaculizado la vista y que
    nadie de la estación de servicio les haya avisado que unos ladrones estaban robando un
    cliente en ese instante.

    Quienes trabajan en el lavadero de autos ni los del minimercado, ambos ubicados en la


    misma estación de combustible, tampoco se dieron cuenta. Mucho menos el conductor del
    taxi que arrancó cuando huía el segundo ladrón; el del taxi tampoco se dio cuenta.

    El asaltado, al parecer, tampoco se dio cuenta. Es posible que todo haya ocurrido tan rápido
    que su única reacción posible haya sido la mansa cordialidad. Los ladrones tuvieron tiempo
    suficiente para llegar al carro, saquear las pertenencias, llevarse dos maletas y huir; el uno
    en la moto que llegó al mismo tiempo que apareció el segundo ladrón, el otro, a pie. 

    Nadie se dio cuenta de un robo tan evidente, ni siquiera quien estaba grabando todo lo que
    pasó.  

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