Texto Narrativo Noveno
Texto Narrativo Noveno
Texto Narrativo Noveno
El fragmento que vas a leer pertenece a una novela. Narra la Maya, la única hija de Lilia, la panadera viuda, que era una
historia de una maldición que hizo desaparecer a los niña muy testaruda, no quería oír aquellas historias y no
animales de un pueblo. Maya y su amigo Mati quieren estaba dispuesta a creer en cosas que nadie había visto. En
averiguar la verdad. más de una ocasión se había dirigido a su madre con
insolencia: a todas las historias tenebrosas que esta le
contaba, Maya las llamaba chismes y tonterías.
Maya busca explicaciones —Todo este pueblo está un poco loco, mamá, y tú un poco
más aún —decía a veces Maya.
Noche tras noche, las calles pertenecían a Nehi, el diablo de
la montaña. Noche tras noche, eso contaban algunos padres —Tal vez sea mejor que pienses eso —decía Lilia—. Tal
a sus hijos en voz baja detrás de las contraventanas de vez sea cierto que existe aquí una vieja locura. Y tú, Maya,
hierro, Nehi, el diablo de la montaña, bajaba de su palacio es mejor que simplemente no sepas nada de esto. Nada de
negro, que estaba más allá de las cordilleras y los bosques, y nada. Quien no sabe no puede ser considerado culpable. Y
pasaba por entre las casas como un espíritu maligno en tampoco puede contagiarse.
busca de algún signo de vida, y si por casualidad encontraba —¿Contagiarse de qué, mamá?
una langosta perdida o una luciérnaga solitaria, arrastrada
hasta allí por los vientos invernales, o incluso un escarabajo —De cosas malas, Maya. De cosas nada buenas. Y basta ya.
o una hormiga, cualquier ser vivo, extendía rápidamente su […]
manto negro y lo envolvía y aprisionaba, y antes de la salida
del sol echaba a volar y volvía a su terrorífico palacio, más
allá de los últimos bosques situados en las cimas de las Una noche, Maya esperó pacientemente debajo de la gruesa
montañas siempre cubiertas de nubes. Eso contaban los manta a que su madre se durmiera. Cuando su madre se
padres a sus hijos en voz baja, aunque luego los durmió, Maya se levantó y miró por la ventana sin encender
tranquilizaban diciéndoles en otro tono que, en realidad, ninguna luz. Permaneció junto a la ventana casi hasta el
todo aquello no eran más que leyendas. amanecer, envuelta en su gruesa manta para protegerse del
frío, y no vio pasar ninguna figura ni oyó ningún ruido […].
A la luz de la media luna, que despuntaba de cuando en
cuando entre las nubes, Maya vio claramente el grupo de paciencia a que sus padres y sus hermanas se durmiesen y
árboles negros que se apiñaban al otro lado de la calle, detrás entonces se levantaría y se acercaría a hurtadillas al grupo de
de unas ruinas. árboles que se encontraba detrás de las ruinas. Se quedaría
allí toda la noche, no se dormiría ni un instante, no les
Y como esa noche en vela era demasiado larga, esperó el
quitaría el ojo de encima, los contaría y comprobaría si a
momento en que la luna despuntaba, solo un instante, entre
alguna de las horas más oscuras brotaba allí algo, árbol o no,
una nube y otra, y consiguió contar ocho árboles. Al cabo de
algo que desapareciera y se desvaneciera unos instantes
una hora o dos, cuando la luna salió de nuevo, los volvió a
antes de las primeras luces del día.
contar y resultó que eran nueve. Cuando hubo luz otra vez
volvió a contarlos y seguía habiendo exactamente nueve
árboles. Pero al amanecer, cuando las laderas de las
montañas empezaron a palidecer al ser tocadas por las
Amos Oz. De repente en lo profundo del bosque.
primeras luces, Maya decidió contar otra vez, la última,
aquellos árboles, y de pronto volvía a haber solo ocho.
Amos Oz
El mismo resultado obtuvo al contarlos a la mañana
siguiente, a plena luz del día, cuando decidió acercarse en
persona a las ruinas y comprobarlo de cerca: justo ocho Amos Oz, de pila Amos Klausner, nació en Jerusalén en
árboles. Para asegurarse, Maya fue pasando de árbol en 1939. Es hijo de emigrantes rusos y polacos que llegaron a
árbol, tocando el tronco de cada uno y contándolos en voz Oriente huyendo de los conflictos europeas. A los 15 años se
baja, dos veces, de uno a ocho. No había un noveno árbol. cambió el apellido por el de Oz, que significa ‘fuerza’ en
¿Se habría confundido por la noche? ¿Debido al cansancio? hebreo, su lengua materna.
¿Debido a la oscuridad?
Amos Oz es uno de los fundadores del movimiento pacifista
Maya no le contó nada sobre el noveno árbol a su madre, Shalom Ajshav (“Paz ahora”).
Lilia, la panadera viuda, ni a sus amigas, ni tampoco a la
Su capacidad literaria es sobresaliente y así lo avalan los
maestra Emmanuela. Solo se lo contó a Mati, porque Mati
premios, como el Príncipe de Asturias de las Letras, que
compartía con ella en secreto el plan que llevaba ya varios
recibió en 2007, o su candidatura al Nobel de Literatura
meses rondándole por la cabeza. Mati escuchó la historia de
durante varios años consecutivos.
Maya sobre el noveno árbol, pero no reaccionó de
inmediato, se quedó un rato pensando, y al final le dijo que
una noche él también se quedaría despierto, esperaría con
3. Amos Oz consigue crear inquietud y temor en el
lector. Lee de nuevo el principio del texto y anota en
tu cuaderno las expresiones que muestran ese
ambiente sombrío y tétrico.