El documento discute cómo la mala inclinación del corazón humano y la dificultad de obrar bien son los mayores impedimentos para alcanzar a Dios y la felicidad última. Se usa el ejemplo de los apóstoles durmiéndose en Getsemaní a pesar de querer acompañar a Jesús, mostrando que aunque tengan buenas intenciones, la carne es débil y hay partes en nosotros que se resisten al bien.
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El documento discute cómo la mala inclinación del corazón humano y la dificultad de obrar bien son los mayores impedimentos para alcanzar a Dios y la felicidad última. Se usa el ejemplo de los apóstoles durmiéndose en Getsemaní a pesar de querer acompañar a Jesús, mostrando que aunque tengan buenas intenciones, la carne es débil y hay partes en nosotros que se resisten al bien.
El documento discute cómo la mala inclinación del corazón humano y la dificultad de obrar bien son los mayores impedimentos para alcanzar a Dios y la felicidad última. Se usa el ejemplo de los apóstoles durmiéndose en Getsemaní a pesar de querer acompañar a Jesús, mostrando que aunque tengan buenas intenciones, la carne es débil y hay partes en nosotros que se resisten al bien.
El documento discute cómo la mala inclinación del corazón humano y la dificultad de obrar bien son los mayores impedimentos para alcanzar a Dios y la felicidad última. Se usa el ejemplo de los apóstoles durmiéndose en Getsemaní a pesar de querer acompañar a Jesús, mostrando que aunque tengan buenas intenciones, la carne es débil y hay partes en nosotros que se resisten al bien.
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El impedimento para alcanzar a Dios
“Uno de los mayores impedimentos que el hombre tiene para alcanzar su
última felicidad y bienaventuranza, es la mala inclinación de su corazón, y la dificultad y pesadumbre que tiene para bien obrar, porque a no estar esta de por medio, facilísima cosa le sería correr por el camino de las virtudes y alcanzar el fin par que fue criado(Rom 7,23)… Esta es, pues, la causa más universal que hay de todo nuestro mal[San Pedro de Alcántara, Tratado de la oración y la meditación, capitulo I: Del fruto que se saca de la oración y meditación, Pagina17].
Pongamos un ejemplo: los apóstoles acompañan a Jesús al huerto de
Getsemaní, les pide que velen con él; él se retiro a orar, después de un tiempo, regresa, con los apóstoles, los encuentra dormidos. Jesús les reprocha” no pudieron velar conmigo una ora” y les acuerda “ el espíritu es pronto pero la carne es débil”.
Entre los apóstoles estaba Pedro, él le había prometido, a Jesús, no
negarlo e incluso dar la vida por él.
Pedro tenía un espíritu pronto; es decir, tenía ánimo de seguir a Jesús,
pero su carne era débil. La tristeza, que embargo a Pedro, al saber que Jesús iba a ser encarcelado, lo agobio tanto, que se quedo dormido.
Ha veces en nuestro camino con Dios tenemos todas las buenas
intenciones del mundo, pero no debemos olvidar que hay partes en nosotros que se resisten, se espantan, se inclinan hacia el camino contario al bien que deseamos hacer.