Esteban Gutkeled
Esteban Gutkeled
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Esteban Gutkeled (en húngaro:Gutkeled István) (? – 1260) Ban de Eslavonia, uno de los
nobles oligarcas más importantes de su época. Padre del muy influyente noble oligarca
Joaquín Gutkeled.
Biografía[editar]
Esteban era hijo de Dragun Gutkeled, sobrino de Apaj Gutkeled Ban de Eslavonia (1235-
1239) y de Nicolás Gutkeled, jefe de la cámara de la corte húngara y posteriormente
también Ban de Eslavonia (1239-1241), todos ganando gran influencia bajo el reinado de
Bela IV de Hungría.
En 1242 fue nombrado maestro de caballerizas del reino, en 1245 fue juez nacional, entre
1245 y 1246 fue Nádor de Hungría y Ban de Eslavonia hasta su muerte en 1260. Luego de
la invasión tártara, el rey Bela IV comenzó la reconstrucción del devastado reino,
refundando el Estado húngaro, proceso bajo el cual Esteban Gutkeled se convirtió en una
de las figuras más importantes de dicha empresa. En particular Esteban se centró en la
reconstrucción del banato de Eslavonia (el cual en esa época englobaba a Croacia y a
Dalmacia en un solo Estado), y construyó nuevas fortalezas, convirtiéndose en el primer
noble que construyó fortalezas por sí mismo en Hungría (anteriormente las fortalezas eran
fundadas por el rey).
En 1258 los nobles de Estiria se alzaron contra el poder húngaro, pero el rey Bela IV los
derrotó, y colocó a su hijo el príncipe real Esteban como Duque de Estiria, permaneciendo
junto a él Esteban Gutkeled, como su capitán. Sin embargo Otakar II de Bohemia deseaba
apropiarse de esos territorios, y exitosamente consiguió obtener el apoyo de los nobles
locales expulsando al príncipe real Esteban y a Esteban Gutkeled de Estiria.
Esteban Gutkeled falleció al poco tiempo en 1260, legándole a sus hijos sus enormes
territorios, de los cuales Joaquín Gutkeled se volvió el más poderoso de todos los oligarcas
del reino.
Esteban Gutkeled es recordado en un documento real de 1248 de Bela IV como «el hombre
digno de nuestros corazones —quien— no es un destructor, sino constructor, no es un
derrochador, sino recolector, tampoco un devastador, sino un gran protector por su gran
lealtad, sabiduría».