Guerras de Inglaterra y Escocia
Guerras de Inglaterra y Escocia
Guerras de Inglaterra y Escocia
Antecedentes
El hilo conductor de la historia de Escocia siempre ha sido su relación con Inglaterra: ello no
excluye que, en determinados momentos, la influencia y la circulación de ideas con otros
enclaves británicos, como Irlanda, e incluso con los países nórdicos, haya sido igualmente
importante en su desarrollo. Pero, en definitiva, su relación con Inglaterra, bien sea como
enemiga bélica, bien como compañera en Gran Bretaña, es el elemento más destacado de su
historia, aunque preservando siempre un acusado elemento diferenciador de lo escocés. El
primer rey escocés del que se tiene constancia que haya prestado juramento de fidelidad al rey
de Inglaterra fue Constantino II (900-943), quien, en el 924 efectuó tal rito con su homólogo
anglosajón, Eduardo I. Sin embargo, ello 110 significa que dentro de la precariedad de
relaciones feudales, los escoceses, aun cayendo en la felonía, no dejasen de intentar expandir
territorialmente sus dominios. El objetivo principal, a mediados del siglo X. fueron los
territorios de Lothian. Pero a finales del citado siglo, y conforme a la evolución de los reinos
bárbaros europeos, comenzaron las contiendas entre las aristocracias de linaje, los clanes, por
hacerse con el control de los mecanismos que ofrecían el acceso al trono.
Este proceso tuvo su culminación cuando en el 1005 se produjo un relevo entre clanes en la
gobernación del reino, relevo no precisamente pacífico: Kenneth III MacAlpin fue asesinado
por Malcolm II MacKenneth, quien se convirtió en nuevo rey escocés. El monarca intentó
modificar la antigua, e inusual, costumbre de los escotas, consistente en elegir al rey
alternativamente de entre dos de los clanes más importantes: los MacKenneth, descendientes
de Constantino, y los MacAlpin. La ceremonia, de hondas raíces celtas, se realizaba en la Stone
of Destiny ('La Piedra del Destino'), monolito situado en la ciudad de Perth, que justificaba, en
la sociología de la época, la preponderancia de los clanes, pero también la importancia del
pueblo en la elección del monarca debido al carácter electivo, al estilo de las antiguas
sociedades tribales, de la nominación y la coronación.
Malcom III
Durante el extenso reinado de Malcolm Canmorc (1058-1093), coronado como Malcolm III
MacDuncan, los acontecimientos que modificaron la vida de los escoses prorrumpieron desde
el exterior. Así, el impacto de la conquista normanda de Inglaterra, después del triunfo en la
batalla de Hastings (1066) de Guillermo el Conquistador, fue también amplio en Escocia,
donde, de igual modo que en sus vecinos ingleses, comenzaron a extenderse las instituciones
feudales y las nuevas costumbres de los normandos, si bien con un devenir más lento. Así, en
el 1068, Guillermo respetó la integridad territorial escocesa a cambio de que Malcolm III,
conforme a las tradiciones antiguas existentes entre escotos y anglosajones, jurase fidelidad al
nuevo monarca. Para aquilatar más el proyecto, Malcolm se casó con una anglosajona, la
princesa Margaret (Santa Margarita de Escocia). Los años de paz v convivencia se tomaron en
nuevos enfrentamientos a partir de 1087, cuando Guillermo II el Rojo sucedió a su padre como
rey de Inglaterra.
Con el pretexto de impedir una posible alianza entre irlandeses y escoceses, Guillermo el Rojo
penetró en Carlisle, la tomó bajo su mando y comenzó a fortificar el camino entre esta ciudad
y Cumberland, para que esa hipotética alianza no se llevase a cabo. Indignado, Malcolm III
solicitó entrevistarse con Guillermo en la frontera, pero éste se negó y quiso trasladar la
entrevista a su feudo inglés de Glouccstcr. Esto fue suficiente para que Malcolm III levantara
las armas e invadiese Northumberland, lo que dio inicio a una larga época de enfrentamientos
entre ingleses y escoceses, que se extendería Northumberland durante toda la Edad
Media.
Fallecido Malcolm en la batalla de Alnwick (1093), su muerte desató una crisis en el reino,
aunque, a su vez, muy sintomática en cuanto a la jerarquización de la monarquía: ya no había
procedimiento electivo, pues los clanes se dividieron entre dos opciones, pero siempre dentro
del mismo linaje: apoyar a Donald, hermano de Malcolm, o apoyar al hijo de Malcolm, Duncan.
De hecho, la disyuntiva tenía un hondo componente político, ya que antiguos caledonios,
escotos y galeses (todos ellos habitantes de Escocia) apoyaban a Donald, mientras que los
anglosajones preferían a Duncan, pues, al haber sido entregado como rehén de Malcolm a
Guillermo el Conquistador para garantía del vasallaje, se había educado en Londres y sus
costumbres eran completamente anglosajonas, lo que le valió la protección del rey inglés.
Cuando las armas estaban preparadas para un nuevo conflicto entre Escocia e Inglaterra, la
intervención de Santa Margarita, madre de Duncan, evitó la contienda al preferir como
candidato a su hijo segundogénito, Edgard, que fue elevado al trono escocés en el 1094. Como
garantía del cumplimiento de la paz entre todos los contendientes, su hermana Eadgvth
(llamada Matilde por los ingleses) fue prometida al hermano de Guillermo el Rojo, el futuro rey
de Inglaterra Enrique I.
En cualquier caso, la influencia inglesa en la casa real de Escocia daba sus primeros pasos,
como puede entreverse en estas alianzas. De hecho, el idioma de la corte comenzaba a ser, en
vez del tradicional gaélico, el francés normando que hablaban los ingleses. Edgard reinó en paz
desde 1094 hasta 1107, pero, a su muerte, el mapa escocés se renovó, ya que la unión no se
pudo mantener y de nuevo se produjo una escisión de los reinos: Alejandro I fue elegido rey de
los escotos, manteniendo el dominio de Dalriada, mientras que David I gobernaba los reinos de
Lothian y Strathclyde. Precisamente sería este último rey, uno de los más importantes
monarcas de la historia de Escocia, el restaurador de la unidad tras la muerte de Alejandro
(1124).
En 1.295 Balliol rey de Escocia firmó un pacto con el rey Felipe VI de Francia, y le negó su
ejército a Inglaterra para combatir contra los franceses. A causa de esto, Eduardo I decidió
invadir Escocia por la fuerza. El ejército inglés (formado por 25.000-30.000 infantes y 5.000
jinetes). Eduardo estableció puso la vista en la rica ciudad comercial de Berwick. Para
contrarrestar esto, el ejército escocés recibió la orden de reunirse en Caddonlea, cerca de
Selkirk, el 18 de marzo dirigido por el rey Juan Balliol, las fuerzas escocesas eran superados en
número y dominado por los nobles del rey.
Eduardo comenzó a moverse hacia el norte a través de Alnwick y alcanzó el castillo de Wark,
justo al sur de Tweed, el 25 de marzo. Hizo una pausa para la Pascua, y recibió juramentos de
fidelidad de los nobles escoceses que le habían permanecieron leales.
Con la intención de golpear primero, una fuerza escocesa cruzó la frontera el 26 de marzo y
atacó a Carlisle. Liderados por el conde de Buchan y Juan III Comyn (Comyn el Rojo), estas
tropas no fueron capaces de romper las defensas de la ciudad, dirigida por el señor de
Annandale. Irónicamente, el hijo de Annandale, Roberto de Bruce, conde de Carrick, se
convertiría en el libertador y del futuro rey de Escocia.
Eduardo envió a Juan de Warenne, conde de Surrey (y suegro de Juan Balliol) con una gran
fuerza, para tomar el castillo. Viendo la maniobra de los ingleses, los defensores pidieron
ayuda a Juan Balliol, que estaba acampado con el ejército principal escocés en cerca de
Haddington. No dispuesto a dirigir personalmente el ejército, Juan puso a Comyn el Rojo al
mando. Marchando al este de Dunbar, Comyn ocupó una posición fuerte en un terreno
elevado al oeste de la ciudad el 27 de abril.
Comyn ordenó avanzar a sus hombres que iniciaron una desorganizada carga, pero cuando
llegaron cerca del enemigo se encontraron con las líneas de Surrey reorganizadas. Los ingleses
iniciaron un disciplinado ataque, la caballería de Surrey puso en fuga a los jinetes escoceses y
envolvió por retaguardia a los infantes enemigos, que se dieron a la fuga hacia el bosque
Ettrick. Probablemente no sufrieron muchas víctimas: una fuente inglesa se jactó de que
10.000 de ellos murieron, pero en realidad sólo un caballero menor de Lothian, sir Patricio
Graham, fue muerto, y 100 caballeros y hombres de armas fueron tomados prisionero.
El enfrentamiento puso fin a la campaña de 1.296. Entre los capturados estaban Comyn el
Rojo, así como los condes de Atholl, Mentieth, y Ross. El castillo de Dunbar se rindió al día
siguiente, y con él, el ejército escocés fue destruido efectivamente, Eduardo pronto controló
los castillos en Roxburgh, Edimburgo, Stirling y Perth. Sin opciones, Juan se rindió el 2 de julio
en Stracathro y se vio obligado a renunciar a su reino seis días más tarde en Montrose.
Eduardo instaló guarniciones inglesas en muchos castillos escoceses antes de regresar al sur,
con lo que él se llevó “la Piedra del Destino” que era donde se coronaban los reyes escoceses
desde su tradicional ubicación en la Abadía de Scone, en Escocia, a la de Westminster. Eduardo
I convocó el Parlamento escocés en Berwick, momento en que los nobles escoceses le
rindieron vasallaje como rey.
William Wallace
No se sabe casi nada con certeza de la vida de William Wallace antes de que matara al aguacil
ni siquiera de cuándo y dónde nació. Muchos escoceses piensan que nació cerca de 1270, Blind
Harrv señala que el padre de William era Sir Malcom Wallace de una familia de pequeños
terratenientes que llegaron a Escocia en el siglo XII. Sin embargo, un reciente y sorpresivo
hallazgo demuestra que Blind Harrv estaba errado acerca de los orígenes de este guerrero. En
1998, un investigador de Glasgow terminó su estudio a fondo del sello personal de Wallace,
incluso del reverso no visto por mucho tiempo. Entre otros símbolos se revela el del arquero,
lo que podría decir que este era militar o tal vez un simple cazador.
Siendo el hijo menor, Wallacc no podía heredar las tierras de la familia, debía abrirse camino
por sí sólo en el mundo. Sus actos posteriores indican que fue bien educado. Algunos
historiadores sugieren que fue educado en la abadía de Paislev y que era un hombre muy
instruido para su época, hablaba varios idiomas, entre ellos francés, inglés y latín. Sin embargo,
las duras circunstancias de su época pudieron haberlo convertido en un forajido de los
caminos. Existe cierto relato de 1296 que se refiere a un tal William Wallace, ladrón, que
podría haber sido o no el mismo hombre. Muchos historiadores y cronistas coinciden en que
era un hombre de gran estatura. Su supuesta espada, guardada en un castillo de Escocia
durante 550 años, mide 1,65 mts. de longitud. Escritores ingleses señalan que William usaba
tácticas de guerrilla con rápidos y cruentos ataques contra sus enemigos. Blind Harrv describe
docenas de encuentros en los que Wallace mató a cientos de ingleses pero pocos de esos
relatos son corroborados por otras fuentes. Pero cierto combate en Scome está bien
documentado ya que Wallace estuvo a punto de capturar al juez supremo de Eduardo en
Escocia.
Los escoceses iban ganando terreno a los ingleses en diferentes escaramuzas que convirtieron
a Wallace y a Moray en comandantes del ejército del reino de Escocia y de los terrenos
comunitarios. Mientras la totalidad de las tropas inglesas se encontraban en la guerra que
Eduardo I libraba en Francia.
Con la mayoría del norte de Escocia en manos de los rebeldes, Juan de Warenne, que
gobernaba aquella zona después de la invasión, tuvo que huir por el peligro que se cernía
sobre él. Se unió a Hugo de Cressingham el tesorero de Escocia, y juntos formaron un ejército
de infantería y caballería, de unos 15.000 efectivos, de los cuales 1.000 serían caballeros, y
también incluían un contingente de arqueros galeses con sus arcos largos (longbows) famosos
por su alcance y precisión, las tropas eran veteranas ya que habían participado en las
campañas de Francia, Gales y Escocia donde estaban acostumbrados a ganar. Llegaron a
Stirling a principios de septiembre.
Wallace y Moray llegaron desde el sur para enfrentarse con ellos, y tomaron una posición al
pie de la abadía de Cambuskenneth, muy cerca del río Forth. Este río separaba el castillo de
Stirling, que era de importancia vital para Escocia. El puente de Stirling servía como enlace
entre el norte y el sur del país. En vista de lo que sucedió en Dunbar en el año anterior, en
donde los caballeros ingleses destrozaron al ejército escocés en campo abierto, Wallace
propuso que su ejército, principalmente infantería, esperase a un lado del río para que el
ejército inglés tuviese que pasar por el puente para llegar hasta ellos.
Los escoceses estaban en inferioridad numérica, sus efectivos eran la mitad que su enemigo,
unos 7.500. Habían sido reclutados recientemente y sus armas eran una mezcla de lo que
habían podido conseguir, disponían de un pequeño grupo de caballería ligera.
Lo que los escoceses tenían era una fe ciega en lo que estaban haciendo, tenían la razón de su
lado. También disponían de la astucia de sus grandes líderes, a pesar de que no eran
profesionales, pero habían sido capaces de recuperar casi toda Escocia mediante una campaña
relámpago.
Wallace y Moray eran unos hombres razonablemente educados y habían luchado en una
campaña de guerrillas desde hacía algún tiempo, habían empleado una táctica de escaramuzas
menores, pero ahora se enfrentaban con toda la fuerza de un ejército profesional que venía
hacia ellos. Eligieron muy bien el campo de batalla, el terreno en el lado norte del puente era
un cenagal, no apto para la caballería pesada, y el puente en sí era sólo lo suficientemente
ancho para solo pudiesen pasar dos caballos a la vez, es decir, los ingleses solamente podían
cruzar el río lentamente y en pequeños grupos.
Juan de Warenne, el comandante de inglés, fue cauto al principio. Era un militar con una
trayectoria impecable y podía sentir una trampa en cuando la veía. Sin embargo, la
impaciencia de los jóvenes caballeros ingleses y la presión Hugh de Cressingham jugaron a
favor de los escoceses. Ambos discutieron sobre la mejor manera de atacar al ejército escocés.
Entró en la discusión Sir Richard Lundie, un caballero escocés que inicialmente había sido un
enemigo de Eduardo, pero que había cambiado de bando. Lundie estaba de acuerdo con
Warenne de que el puente era una trampa mortal, y que cualquiera que lo cruzase era hombre
muerto. En cambio, Lundie se le ocurrió un plan que lo involucraba llevar una compañía de
caballeros e infantes a través de un vado aguas abajo del puente. Una vez cruzado el río
atacaría de flanco a los escoceses y permitiría que el grueso del ejército pudiera cruzar el
puente con la seguridad.
Warenne no se dejó influir por este razonamiento, posiblemente porque no se fiaba de Lundie,
y ni de la forma aparentemente espontánea en la que había cambiado de bando. De hecho
Lundie cambiaría de bando antes del final de esta campaña y se convertiría en un foco
principal de la causa escocesa. Con el tiempo de Warenne dio pasos para impulsar a
Cressingham para cruzar el puente.
Los ingleses disponían de 350 jinetes y 6.350 infantes, organizaron sus fuerzas en dos partes.
Una vanguardia y un cuerpo principal.
La vanguardia estaba mandada por Sir Hugo Cressingham, tesorero de Escocia, disponía de 50
caballeros y hombres de armas a caballos bien armados y protegidos mandados por Sir
Marmaduke de Thweng, que formaría la punta de la vanguardia, detrán iba la infantería con
1.000 lanceros, 800 arqueros, y 50 ballesteros mandados por sir Ricardo Waldegrave.
El cuerpo principal (que nos cruzó el río o participó en la lucha), estaba mandado por sir
Guillermo Latimer y Sir Walter Huntercombe, disponían de 200 caballeros y jinetes, 4.500
lanceros y arqueros.
Hubo cierta confusión inicial en la mañana del 11 de septiembre de 1.297. Cerca de 5.000
soldados iniciaron cruce del puente antes de que se descubriese que Warrenne se había
quedado dormido y se detuvo el ataque y se le despertó.
Finalmente, el comandante se levantó y se dio la orden para el ejército cruzase el río otra vez.
Mientras cruzaban el río Forth, Wallace, que disponía de 180 jinetes que escondió en un
bosque como reserva, bajo el mando de Moray, y 6.000 piqueros y 400 arqueros, que formo
en cuadros de seis filas de profundidad. Ante el ímpetu de sus soldados, tuvo que calmarlos y
pedir que esperasen a que el enemigo llegara, permitiendo que la vanguardia cruzase el
puente y estableciesen una cabeza de puente.
Wallace dio la orden de ataque. Primero los arqueros dispararon una lluvia de flechas hacia los
jinetes ingleses, despues Wallace y sus guerreros salieron en tromba hacia los ingleses, sus
caballos estaban atollados en el fango y los escoceses con sus claymore (espadas gigantes
escocesas de 1,60 metros aproximadamente) los destrozaron; incluso desmontaron a muchos
y los arrojaron al río, ahogándose rápidamente por el peso de sus armaduras.
Al mismo tiempo Moray embestía con sus jinetes de flanco contra el ejército inglés haciéndose
con la salida del puente y dejándolos aislados.
Sir Marmaduke de Thweng, con un grupo de jinetes, consiguió cruzar el puente y ponerse a
salvo.
Warenne envió refuerzos, pero se tropezaron con los que huían, provocando que el puente
cediera bajo el exceso de peso (algunas fuentes dicen que fue destruido por los escoceses,
otras dicen que fueron los ingleses en su retirada para evitar la persecución), llevándose a
cientos de ingleses al agua que murieron ahogados, entre ellos, Cressingham.
Los escoceses lanzaron un nuevo contraataque que causó la retirada inglesa, y el final de una
batalla victoriosa para Guillermo Wallace y para Escocia, solo 300 consiguieron cruzar el río y
ponerse a salvo.
Luego de la asombrosa victoria del puente Stirling, los nobles escoceses nombraron a William
Wallace y Andrew Moray como los guardianes conjuntos de Escocia. El título de guardián
implicaba que debían cumplir muchas de las responsabilidades del rey ausente, John Balliol,
quien estaba en prisión en Inglaterra. El 11 de octubre de 1297, los recién nombrados
guardianes de Escocia enviaron una carta a Lübcck, Alemania; en un esfuerzo por asegurar la
independencia de Escocia antes de que Eduardo regresara de la guerra en Francia: "Andrew
Moray y William Wallace, comandantes del ejército del reino de Escocia, solicitan que Ud. les
haga saber a los mercaderes de su nación que no tendrán acceso seguro en ninguno de los
puertos de Escocia con su mercancía, ya que el reino de Escocia, gracias a Dios, ha sido
recuperado por la guerra del poder de los ingleses". Una semana después de la carta, Wallace
guió a las tropas escocesas a invadir salvajemente el norte de Inglaterra, tanto como para
obtener suministros como por venganza. El 12 de noviembre de 1297, Andrew Moray murió,
tal vez debido a las heridas sufridas en la batalla del puente Stirling. William Wallace se
convirtió en el único guardián de Escocia, lo cual era un logro extraordinario para un hombre
que no provenía de noble cuna. Tras su regreso de Inglaterra, los nobles escoceses lo
nombraron caballero y le dieron el título de Sir William Wallace.
El 22 de julio exactamente los escoceses se ubicaron delante del bosque Callendar, formaron
en cuatro schiltrons o circulo de piqueros, con unos 2.000 lanceros cada uno, con arqueros
desplegados entre los mismos. A retaguardia habían situado su caballería con unos 1.000
jinetes al mando de Juan Comyn conocido como el Lobo de Badenoch. Entre los schiltrons
situó los arqueros mandados por Juan Stewart.
La caballería escocesa mandada por Juan Comyn se enfrenta a la caballería inglesa del ala
derecha mandada por Marshall, siendo derrotada y puesta en fuga. Después los jinetes
ingleses atacaron a los arqueros que actuaban entre los schiltrons, pronto acabaron con ellos,
se dieron a la fuga a través del bosque o bien se metieron dentro de los círculos.
A continuación los caballeros cargaron contra los schiltrons, estando a punto de quebrarlos en
un principio, pero se mantuvieron firmes y las picas escocesas pronto empezaron a actuar y los
caballos fueron cayendo uno tras otro.
Las bajas e se estiman en 3.000 muertos escoceses y unos 2.000 ingleses. Mientras que Falkirk
fue una batalla más sangrienta que Dunbar, fue considerablemente menos decisiva. Aunque la
credibilidad de Wallace había quedado en entredicho, el territorio escocés no fue conquistado
gracias a su táctica de tierra quemada. El ejército de Eduardo, debilitado por las bajas, el
hambre y la enfermedad, no estaba en condiciones de continuar la campaña.
El rey ordenó retirarse hacia Carliste, donde esperó a que se recuperara sus fuerzas para
realizar una nueva campaña. Pero muchos desertaron, incluidos una gran parte del
contingente de Bek desde Durham. Eduardo intentó prevenir las deserciones mediante
promesas de otorgar tierras en Escocia a aquellos que se quedaran, los cuales solo una parte
de ellos accedieron aunque con muchas disputas. Eduardo tuvo que despedir a gran parte de
su ejército, aunque él mismo se quedó en la frontera hasta fin de año, después del cual
regresó al sur, convencido que la deslealtad de sus barones le habían robado los frutos de la
batalla de Falkirk.
Walace fue apartado de la aristocracia escocesa y tuvo siete años de oscuridad, en los que
marchó a buscar a poyos a Francia, Castilla e incluso a Roma para ver al Papa. Al parecer no
consiguió recabar apoyos para su causa y regresó a Escocia.
Finalmente Wallace fue traicionado por su sirviente Jack Short y capturado en Glasgow por
soldados ingleses el 5 de agosto de 1.305. Después fue llevado a Inglaterra donde fue
declarado culpable de traición al rey Eduardo I, a lo que contestó que Eduardo I jamás había
sido rey (legítimo) de Escocia y que por tanto él no era su vasallo. Finalmente fue ejecutado en
Smithfield de la forma más cruel inimaginable el 23 de agosto.
Con Wallace ejecutado en 1.305 y sectores de la nobleza escocesa negociando con los ingleses
parecía que la causa de la independencia escocesa estaba perdida.
Pero fue en ese momento cuando un noble escocés llamado Roberto Bruce, conde de Carrick,
que había pasado bastante desapercibido y que había ocupado el puesto de Guardián de
Escocia, planeó una conspiración para hacerse con el trono de Escocia.
El único obstáculo a su candidatura era el barón Juan Comyn (Comyn el Rojo), archienemigo
del abuelo de Bruce, sobrino de Juan Balliol y pretendiente al trono de Escocia. Bruce asesinó a
Comyn, y el 25 de marzo de 1.306 Roberto fue coronado rey como Roberto I de Escocia. Desde
entonces Bruce, con ayuda de su hermano Eduardo Bruce y sus partidarios, libró su propia
guerra contra Inglaterra y los nobles escoceses que todavía apoyan a Eduardo I de Inglaterra,
reconquistando lentamente el suelo perdido, en lo que fue conocido como “La guerra del rey
Roberto (1306-1314)”.
Bruce fue derrotado en Methven en 1.306 pero consiguió escapar a la isla de Rathlin, y volver a
reclutar un ejército en las Tierras Altas (Highlands). En abril de 1.307 emboscó a una fuerza
inglesa de 1.500 efectivos que se desplazaba junto al Glen Trool (lago Trool), disponía solo de
300 infantes y algunos jinetes, las fuerzas inglesas marchaban en columna mandada por
Clifford señor de Skipton, un señor que no tenía castillo, los escoceses cortaron el camino y les
atacaron desde la ladera de la montaña lanzándoles piedras y causándoles numerosas bajas.
Ante estos acontecimientos, Eduardo II rey de Inglaterra decidió reunir un ejército y derrotar a
los escoceses. El número de hombres de Eduardo II llamó a filas en 1.314 indica que su
intención era realizar una invasión a gran escala, cuyo objetivo era someter por completo a los
escoceses. Sin embargo, el conde de Lancaster y otros nobles ingleses de su misma facción no
respondieron a la convocatoria del rey en Berwick y sólo enviaron el mínimo de hombres al
que estaban obligados en tiempo de guerra. Solo los condes de Gloucester, Hereford,
Pembroke y Angus acudieron a su llamada en persona.
El ejército de Eduardo II no era una fuerza disciplinada y escogida, sino, más bien, un enorme
conjunto amorfo poco manejable de elementos dispares dirigidos por un rey que no era un
soldado.
Al parecer, Eduardo contaba con unos 20.000 soldados de infantería, entre lanceros y
arqueros. Los lanceros llevaban una especie de alabarda o voulge de 2,5 metros. La caballería
eran unos 3.000 caballeros que incluían contingentes feudales, tropas montadas de su
Guardia Real y mercenarios. El problema táctico de combinar fuerzas a pie y a caballo lo más
eficazmente posible implicaba tender un puente en la brecha social existente entre las dos, y
en Bannockburn esa brecha fue un factor determinante. La primera tarea de Eduardo era
liberar el castillo de Stirling, que estaba siendo asediado por los escoceses. Es más, Edward
Bruce había pactado con el gobernador de Stirling, sir Tomas Mowbray, que el castillo se
rendiría si no era liberado antes del verano de 1.314. El castillo dominaba el sur de Escocia y
Bruce sabía que quién lo poseyera tendría la clave de acceso al norte de Escocia. Mientras los
ingleses marchaban al norte, Bruce preparó a sus hombres para la inevitable batalla que
decidiría el futuro del país.
El domingo muy temprano, el ejército inglés avanzó desde Falkirk, estaba organizado en
vanguardia, grueso y retaguardia.
El cuerpo principal estaba dirigido por el rey y junto a él se encontraba la Guardia Real dirigida
por su senescal, sir Edmundo Mauley. Se desconoce quien mandaba la retaguardia.
Avanzaban desordenadamente, con gran parte del ejército rezagado y muy estirado. Mientras
Hereford y su vanguardia cruzaban el valle del arroyo de Bannock, avanazando por la calzada
romana hacia la entrada de New Park, su temperamental sobrino Enrique de Bohun divisó a un
caballero montado dirigiendo a sus piqueros. El león con doble trechor de su sobretodo y la
corona le identificaban como Bruce y solo tenía un hacha de guerra. De Bohun, convencido de
que había llegado su momento de gloria, espoleó su caballo y arremetió contra el rey lanza en
ristre. Bruce dirigió su caballo hacia el enemigo, que se le venía encima a galope tendido.
Cuando estaban cerca, Bruce tiró de su caballo para esquivar la lanza de Bohun, y de pie sobre
los estribos, le asestó tal golpe con el hacha que partió el yelmo del caballero inglés en dos y se
la clavó en el cráneo. El mango del hacha se hizo añicos con el impacto y de Bohun se
desplomó de la silla, muerto antes de tocar el suelo.
Entonces, es cuando la división de Eduardo Bruce emergió del bosque en apoyo del grupo de
piqueros, los ingleses se replegaron. Con un sonoro grito, los escoceses cargaron en tropel y la
caballería inglesa se volvió y emprendió la huida, derrotados y en desorden.
Mientras tanto otra poderosa fuerza a caballo dirigida por sir Robert Clifford se adelantó y se
dirigió al norte, hacia Stirling, con el objetivo de bordear New Park y llegar al castillo,
rebasando el flanco izquierdo escocés. Sin embargo, la división del conde de Moray estaba
apostada cerca de St. Ninian para proteger el camino principal hacia el norte de un
movimiento de este tipo, y se apresuró cerrar el paso a Clifford.
Al ver a los escoceses saliendo en tromba de New Park, los ingleses aguardaron sobre sus
caballos y, ante la insistencia de Beaumont, les dejaron que se acercasen, y se alejaran de la
protección del bosque. Moray vio el riesgo que corrían y ordenó volverse a las filas de para
adoptar la formación de schiltron. La caballería inglesa rodeó a los escoceses, pero no fueron
capaces de romper su compacta y disciplinada formación. Los escoceses empalaban con sus
picas a los caballos que se acercaban y mataban a los jinetes al caer, mientras que otros salían
como flechas de entre las filas para golpear a los caballos con sus espadas y derribar a los
caballeros. Sin el apoyo de los arqueros, los jinetes de Clifford fueron incapaces de romper el
schiltron escocés.
Una formación schiltron era un círculo de lanceros que los escoceses comenzaron a emplear
durante las guerras de independencia que se produjeron hacia finales del siglo XIII. Ellos
descubrieron que el schiltron era una formación defensiva eficaz. Robert Bruce sólo
presentaba batalla a los caballeros ingleses en terreno pantanoso, lo que dificultaba
notablemente la carga de la caballería pesada. Los escoceses adquirieron renombre en la lucha
de picas. Básicamente revivieron la falange griega y llegaron a adquirir una gran pericia en el
combate con largas armas de palo. Lo que hacían era formal- un escuadrón de piqueros. Las
cuatro filas exteriores sujetaban las picas a una altura similar, apuntando algo hacia abajo. Esto
creaba una barrera eficaz contra la caballería. Las filas de la retaguardia usaban armas de palo
acuchillado para hacer frente a los enemigos que se acercaban a la formación. Los escoceses
estaban entrenados hasta tal punto que eran capaces de moverse en formación con relativa
rapidez. Ellos convirtieron una formación defensiva en una fuerza de ataque de igual eficacia.
Mientras tanto, Douglas y sus hombres corrieron en ayuda del conde de Moray, que estaba en
inferioridad numérica. Cuando los ingleses vieron que llegaban refuerzos, se replegaron.
Algunos de los hombres de Clifford se dirigieron hacia el castillo de Stirling; otros, incluido el
propio Clifford, se unieron al bloque principal del ejército inglés. La derrota de la caballería de
Clifford dio fin a la contienda el 23 de Junio.
Era tarde y no volvieron a intentar abrirse paso hacia el castillo de Stirling. Este revés, que
siguió a la derrota de los condes de Hereford y Gloucester, extendió el pesimismo y el
desánimo entre las filas inglesas. Es muy probable que Edward había planeado acampar a la en
el castillo de Stirling la noche del 23 al 24 de Junio; pero ahora sus planes se habían frustrado.
Dos de sus formaciones de caballería habían sido vapuleadas y rechazadas, y el camino hacia
Stirling estaba bloqueado. El ejército inglés necesitaba un lugar para pasar la noche, sus
hombres estaban hambrientos y exhaustos por la larga marcha, y los caballos necesitaban
agua. Decidieron llevar a toda la caballería y parte de la infantería al otro lado del arroyo de
Bannock, donde los caballos tendrían agua de sobra, y los hombres podrían descansar por la
noche, pero la tierra estaba húmeda y embarrada, surcada por numerosas venas de agua, y
reinaba una gran confusión.
Mientras los ingleses se hallaban en tal estado, los planes de Bruce seguían intactos, pero su
arraigada cautela le llevó a retirarse a las colinas, donde la campiña se tornaba demasiado
salvaje para que los ingleses los pudieran seguir. La dura experiencia le había enseñado a Bruce
a evitar las batallas campales y le había llevado a optar por una política menos caballerosa,
aunque más efectiva del combate irregular.
Aquella noche, un caballero escocés al servicio inglés, sir Alexander Seton, se dirigió al cuartel
general de Bruce. Senton contó a Bruce el estado de desorganización de los ingleses, y juró por
su vida que si Bruce atacaba por la mañana obtendría la victoria. El rey reunió a sus oficiales en
consejo de guerra, y en una muestra de valentía votaron al unísono para atacar.
El rey Roberto preparó ataque al amanecer, y los piqueros se agruparon bajo los estandartes
de sus líderes. La división de Eduardo Bruce tuvo el honor de dirigir el ataque. A su derecha y
ligeramente por detrás, se sitúo la división del rey. La división del conde Moray constituyó el
ala izquierda.
Cuando el rey Eduardo vio a la infantería escocesa surgir del bosque, y dijo con sorna: ”¿Qué,
estos escoceses, van a pelear?”
Pronto descubriría que esa era su intención. Antes, Gloucester y sus más experimentados
comandantes le habían aconsejado retrasar la confrontación para permitir que el ejército
inglés se recuperara de la larga marcha. Pero los caballeros más jóvenes habían tachado de
cobardía este sabio consejo, y Eduardo desairó al conde, acusándolo de traición.
El golpe final fue la aparición del personal del campamento escocés o Small Folk, gritando y
agitando hojas. El ejército inglés comenzó a ser empujado contra el arroyo Bannock, muchos
intentaron cruzarlo, pero las escarpadas y resbaladizas orillas les impidieron el paso,
ahogándose en la confusión. Otros escaparon a través de una zona de terreno conocida como
Les Polles donde cayeron presa de agotamiento, de su equipo pesado o de los cuchillos de los
Small Folk.
A media mañana la batalla estaba perdida para los ingleses, y los derrotados solo pensaron en
sobrevivir y escapar. Cuando los líderes ingleses vieron que todo estaba perdido, el conde de
Pembroke y Sir Giles d’ Argentan, que estaban en el bando del rey Eduardo, se dieron cuenta
de que su seguridad era vital y que el monarca no debía caer en manos escocesas, pues traería
unas consecuencias impensables. En el último momento, sacaron al rey del campo de batalla y
lo condujeron a salvo al castillo de Stirling. Ya fuera de combate, el rey se dirigió al castillo
acompañado de Pembroke y un numeroso grupo de hombres a caballo. Tan pronto como vio
que el rey estaba fuera de peligro, sir Giles d’ Argentan, temeroso por su honor y para quien la
huida no era una opción, se dio media vuelta y se lanzó al galope al núcleo de la pelea, donde
perdió la vida.
La huida de Eduardo del campo de batalla supuso la desbandada total del ejército inglés.
Algunos siguieron al rey hasta Stirling, otros huyeron hacia el río Forth, pero era difícil de
cruzar y muchos murieron ahogados en el intento. Otros huyeron al sur e intentaron cruzar el
arroyo de Bannock, aquí fue donde sufrieron sus mayores pérdidas, incluido el senescal del
rey, sir Edmundo Mauley.
Cuando el rey Eduardo y sus caballeros llegaron ante el castillo de Stirling se encontraron con
que el puente levadizo estaba alzado y las puertas bloqueadas. Si hubiera logrado entrar, casi
de seguro que Eduardo hubiera caído en manos escocesas cuando tomaron el castillo, como
ocurrió inevitablemente tras la batalla.
Los fugitivos se dirigieron al puerto de Dunbar, perseguidos por James Douglas y sus hombres.
En Dunbar, el leal conde Patrick tenía un barco preparado que condujo al rey sano y salvo a
Bammburgh, en Northumbria.
La muerte de Roberto I en 1.329 dejó la corona en manos de su hijo de cuatro años, David II.
Este momento fue aprovechado para atacar por los “desheredados”, nobles escoceses que
durante la Primera Guerra de Independencia de Escocia se habían aliado con los ingleses y que
después de la derrota sufrida en la batalla de Bannockburn habían perdido sus títulos, tierras y
propiedades a manos de Roberto Bruce (Roberto I).
El 10 de agosto acamparon en Forteviot, al sur del río Earn. El nuevo Guardián de Escocia, el
conde de Mar, había tomado posiciones en la ribera norte del río con un ejército mucho más
numeroso (se dice entre 4.000 y 20.000, lo más probable unos 5.000). Además, un segundo
ejército escocés liderado por Patrick, conde de Dunbar, se aproximaba por la retaguardia.
El pánico se apoderó de los hombres de Balliol, que acusaron Enrique Beaumont de haberlos
traicionado y haberles llevado a una trampa, pero éste, que era sin duda el soldado con más
experiencia militar de ambos bandos, reaccionó con calma y precisión. Consciente de que no
podía permitir que los dos ejércitos escoceses unieran sus fuerzas, ordenó cruzar el río por la
noche y lanzar un ataque sorpresa contra el enemigo.
Balliol había ocupado una ladera con un frente de unos 200 metros, que no podía ser
flanqueado y estaban formados en orden de batalla en forma de media luna, con sus
caballeros y hombres de armas desmontados formaron el cuerpo principal, y en las alas había
situado a sus arqueros. Su única reserva eran tropas de mercenarios continentales que
permanecieron montados, unos cuarenta jinetes.
Lord Roberto de Bruce, hijo ilegítimo del rey Roberto I, acusó al conde de Mar de traición e
incompetencia. Las tropas escocesas, desorganizadas y sin un líder claro formaron en orden da
batalla independientemente. Las fuerzas de Bruce a vanguardia y detrás los hombres de Mar.
Los hombres de Bruce fueron los primero en avanzar con su típica formación en schildron
hacia los desheredados, iniciaron la subida de la pendiente y chocaron con el centro. Fueron
recibidos por una lluvia de flechas desde los flancos, que les produjeron numerosas bajas.
Bruce dio la orden de retirada para reorganizarse, pero se vio embestido por los hombres de
Mar, que en su propia carga colisionaron contra ellos, causando tantas o más víctimas que los
ingleses.
Los desheredados avanzaron contra la masa humana desorganizada que tenían delante y
realizaron una gran matanza. Los escoceses aterrorizados trataron de escapar trepando unos
sobre otros, pero las formaciones de detrás les bloqueaban la salida. Continuó, según cronista,
“hasta que el ejército escocés se había convertido en un montón de casi quince metros de
altura retorciéndose, en la que los soldados ingleses estaban grotescamente, golpeando con
sus lanzas y espadas en cualquier señal de vida por debajo de ellos”.
El ataque se detuvo, los sobrevivientes corrían por las laderas ensangrentadas cubiertas de
muertos. La reserva de Balliol bajo Enrique de Beaumont cargó cuesta abajo sobre los
escoceses que huían, acuchillando a la multitud en una implacable persecución.
La batalla de Dupplin Moor fue la peor derrota de Escocia desde la batalla de Falkirk,
acontecida 34 años antes. Unas semanas más tarde, Eduardo de Balliol fue coronado rey de
Escocia en la abadía de Scone. Sin embargo, se encontró peligrosamente aislado en un país
hostil, por lo que movió sus fuerzas hacia Galloway, el único lugar donde pudo encontrar un
poco de apoyo. En diciembre, un grupo de simpatizantes de Bruce atacaron a Balliol, que se
encontraba entonces en Annan. La mayoría de los hombres de Eduardo murieron, pero él
logró escapar a caballo medio desnudo, refugiándose en Inglaterra. Cualquier intento futuro
de recuperar el trono tendría que ser con el apoyo del rey inglés Eduardo III.
Balliol llegó Inglaterra y se presentó al rey Eduardo III, prometiendo al monarca inglés la cesión
de todos los condados del sureste de Escocia como pago por su ayuda. Eduardo abandonó
toda pretensión de neutralidad y reconoció a Balliol como legitimo rey de Escocia,
preparándose para la guerra.
El asedio de Berwick
El mismo rey Eduardo en persona llegó a Berwick en mayo. Su aliado y protegido había
asediado Berwick durante casi dos meses sin encontrar resistencia exterior, por lo que pudo
estrechar el cerco a la ciudad: se excavaron trincheras y se cortó el suministro de agua, así
como las comunicaciones de la ciudad sitiada con el exterior. La inactividad del ejército del
Guardián del Reino contrastaba con la rápida respuesta de Roberto Bruce al sitio de 1.319.
Douglas parecía haber perdido el tiempo reclutando un gran ejército nacional en lugar de
utilizar las tropas que ya tenía para efectuar incursiones de diversión en territorio enemigo.
Con la llegada del monarca inglés, el ataque sobre Berwick se tornó más serio. Seton llevaba a
cabo una enérgica defensa, pero a finales de junio, bajo el ataque constante por tierra y por
mar, sus tropas estaban al borde de la extenuación. Solicitó y le fue concedida una breve
tregua, pero tan sólo a condición de rendirse si el sitio no había sido levantado el 11 de julio.
Como garantía de buena fe, se exigió a Seton la entrega de rehenes, incluyendo a su hijo
Thomas. Escocia encaraba ahora la misma situación que ya sufriera Inglaterra antes de la
batalla de Bannockburn: tratándose de un asunto de orgullo nacional, Douglas debería acudir
al rescate de Berwick, del mismo modo que Eduardo II de Inglaterra acudió al rescate del
castillo de Stirling en 1.314.
El ejército reunido con gran pérdida de tiempo por parte del Guardián se veía ahora obligado a
acudir al combate tras haber perdido toda iniciativa sobre el mismo. En cualquier caso, las
fuerzas de Douglas eran una impresionante manifestación de la fuerza y la unidad de la nación,
con voluntarios acudiendo desde cada esquina del reino. Como en todos los ejércitos
medievales, es difícil estimar el número preciso de tropas, aunque es posible que este ejército
fuera al menos tan numeroso como el que había luchado en Bannockburn, o incluso más. De
este modo, Douglas inició la tan demorada marcha hacia la frontera.
Douglas invadió Inglaterra el día 11 de julio, en un intento de alejar de Berwick a Eduardo III.
Éste era el último día de la tregua pactada por Seton. Douglas avanzó en dirección este, hacia
el pequeño puerto de Tweedmouth, al otro lado de la desembocadura del río Tweed, en la
parte de Northumbria disputada por ingleses y escoceses. Tweedmouth fue destruida a la vista
del ejército inglés, pero Eduardo no se movió. Una pequeña partida de escoceses comandada
por sir William Keith se abrió camino no sin dificultad a través de las ruinas del viejo puente
hasta la otra orilla del río Tweed. Keith y algunos de sus hombres pudieron entrar a la fuerza
en Berwick. Douglas quiso considerar esto como un “rescate técnico”, y envió un mensaje a
Eduardo exigiéndole levantar el asedio a Berwick.
El mensaje iba acompañado de la amenaza por parte de Douglas de continuar el avance hacia
el sur con su ejército y devastar Inglaterra si el monarca inglés no accedía a retirarse. De
nuevo, Eduardo no se movió, de manera que Douglas marchó hacia el sur, a Bamburgh. El
monarca inglés sabía por medio de su esposa que Bamburgh estaba preparada para soportar
con facilidad un largo asedio, mientras los escoceses no disponían del tipo del equipo de
asedio necesario para tomar la fortaleza al asalto. Para Berwick, sin embargo, el tiempo había
terminado definitivamente.
Eduardo rehusó considerar la entrada de Keith en Berwick como un rescate según los términos
del acuerdo de 28 de junio. Puesto que la tregua había expirado y el pueblo no se había
rendido, ordenó que se empezara a ahorcar a los rehenes ante los muros de la ciudad,
empezando por Thomas Seton. Otros dos rehenes más serían ahorcados en los días sucesivos
si la guarnición rehusaba capitular. La determinación de Eduardo tuvo el efecto deseado: para
salvar las vidas de los restantes rehenes, Seton acordó una nueva tregua en la que prometía
rendirse si no eran rescatados el martes 20 de julio. La suerte de la ciudad dependía ahora de
la victoria escocesa en la batalla.
Las noticias de estos acontecimientos fueron transmitidas a Douglas en Bamburgh. Tras haber
perdido totalmente la libertad de acción, volvió hacia el norte.
Dejó sólo los hombres suficientes para disuadir a los hambrientos defensores escoceses de que
no efectuasen una salida, el inglés se retiró de sus trincheras para desplegar en la ladera sur de
la colina de Halidon que se eleva unos 600 metros sobre el nivel del mar, un sitio defensivo
ideal, con la cumbre coronada de árboles y un pantano en la base. Eduardo formó sus
caballeros y hombres de armas en tres divisiones, o “batallas”, formados en una línea y
flanqueados por contingentes de arqueros.
El ejército escocés desplegó sus 15.500 lanceros en tres schildrons. Para llegar a las líneas
inglesas, los escoceses tuvieron que cruzar el terreno pantanoso entre ellos, primero debían
bajar una suave pendiente, llegar a un terreno pantanoso y subir una pendiente hacia las
posiciones enemigas.
Los escoceses iniciaron el avance bajando la suave pendiente, pero perdieron todo impulso y
cohesión cuando se metieron en un terreno fangoso antes de iniciar la subida de la pendiente
hacia las posiciones inglesas, al subir el terreno resbaladizo les hizo perder cohesión. Mientras
tanto los arqueros ingleses y galeses lanzaron una lluvia de flechas causándoles muchísimas
bajas.
Los primeros en llegar a las posiciones inglesas fueron los del schiltron de Moray, que se
enfrentaron con la división de Balliol, llegaron agotados y diezmados por las flechas de los
arqueros. Los ingleses desde su posición favorable los derrotaron y les hicieron huir colina
abajo.
El pánico de la división de Moray pronto se extendió por las líneas escocesas mientras las
flechas seguían cayendo. Pronto toda la fuerza de Douglas estaba en plena retirada. Confiando
en sus jinetes montañeses, el conde de Ross luchó para cubrir la huida pero fue muerto.
Cuando los hombres de Ross fueron derrotados, los caballeros ingleses montaron en sus
caballos y cabalgaron en persecución del enemigo que huía. La batalla terminó en una
carnicería, los jinetes los persiguieron varios kilómetros alrededor del campo y mataron a
todos los que encontraron. Stewart y Moray lograron escapar.
Eduardo Balliol volvió a ser rey títere, pero no más popular que en el primer reinado. Los
escoceses, aunque golpeados, no fueron intimidados y joven rey David fue enviado a Francia
para la seguridad. Balliol prestó vasallaje al inglés y cedió los territorios prometidos.
A principios del año 1334, el rey francés Felipe VI propuso a David II concederle asilo en
Francia, no sólo para él sino para la totalidad de su corte. Tras aceptar la propuesta, David II
llegó a Francia en mayo, instalando su corte en el exilio en el Chateau Gaillard, en Normandía.
Felipe VI decidió igualmente incluir a Escocia y a su rey, David II, en las negociaciones de paz
que por esas fechas se trataban entre Francia e Inglaterra.
Con el tiempo el rey Inglés comenzó a perder interés en Escocia, su atención se centró más en
las ambiciones de Francia, donde se llevaría a sus ejércitos a más victorias en el inicio de la
guerra de los Cien Años.
Después de tomar Liddesdale (y sin pasar por Carlisle tras el cobro de dinero por protección),
los escoceses se dirigieron hacia su objetivo final de Durham y Yorkshire después de más de
una semana de marcha. En el camino, saquearon el convento de Hexham y quemaron el
territorio en torno a su línea de marcha. Llegaron a Durham el 16 de octubre y acamparon en
el páramo Beaurepaire, donde se les ofrecieron 1.000 libras por la protección que debía
pagarse el 18 de octubre.
Sin embargo, los ingleses ya habían desplegado tropas contrarrestar la invasión. El ejército se
movilizó rápidamente en Richmond, bajo la supervisión de William Zouche, el arzobispo de
York. No era un gran ejército y se dividieron en dos grupos de unos 4.000 efectivos compuesto
de hombres de Cumberland, Northumbria, y Lancashire, y el otro de unos 3.000 con hombres
de Yorkshire.
El 14 de octubre, mientras que los escoceses estaban saqueando Hexham, el arzobispo decidió
no esperar a los de Yorkshire y se apresuró hacia el castillo de Barnard.
Los escoceses sólo descubrieron la presencia del ejército inglés en la mañana del 17 de
octubre. Las tropas, bajo el mando de William Douglas, tropezaron con ellos en la niebla
matutina durante una incursión al sur de Durham.
Visto el informe de Douglas, David II sacó las fuerzas de su campamento y las formó en el
páramo Beaupere, mientras los ingleses que venían del sur ocuparon el páramo Crossgate,
donde se encontraba la Cruz de Neville (Neville’s cross era una antigua cruz de piedra anglo-
sajona) al oeste de la ciudad de Durhan, donde preparó su ejército para la batalla.
Los ingleses disponían de unos 7.000 efectivos, desplegaron en tres divisiones con los arqueros
en los flancos como tradicionalmente venían haciendo.
Al norte los escoceses con unos 12.000 efectivos desplegaron sus fuerzas en tres schiltrons,
con los arqueros situados a los flancos de los schiltrons, David mandaba el del centro, Douglas
conde de Moray la derecha, y Roberto Steward la izquierda. Es posible que la caballería se
colocase a retaguardia.
Los escoceses estaban en lo que se considera una posición bastante mala, y optaron por una
postura defensiva, esperando que los ingleses atacasen. Sin embargo, los ingleses también
adoptaron una posición defensiva, a sabiendas de que tenían mejor posición y sabiendo que el
tiempo estaba de su lado.
Hubo un compás de espera con ambos ejércitos en sus posiciones, que duró hasta la tarde,
cuando los ingleses enviaron arqueros para hostigar a las líneas de Escocia. Los arqueros
tuvieron éxito forzando a los escoceses a atacar. Neville finalmente tuvo éxito y fue capaz de
obligar a David a atacar. Las tropas escocesas avanzaron pero fueron obstaculizados por un
terreno quebrado. A la derecha, la vanguardia de Moray se abría paso a través de arbustos y
zanjas. En un momento, se vieron obligados a girar a la izquierda para evitar un barranco,
causando confusión en las líneas.
Acosados por las flechas, las tropas de Moray y Douglas sufrieron gravemente. A la izquierda,
Steward tuvo cierto éxito e hizo retroceder a los arqueros rivales. Con la derecha bajo una
fuerte presión, Neville envió su caballería que logró detener a los escoceses y hacerlos
retroceder. Roberto Steward se retiró del campo de batalla, Moray y hombres de Douglas
también se retiraron dejando los hombres de David como la única fuerza escocesa en el
campo. Fijados por el centro de Neville, las tropas del rey empezaron a ser atadas por sus
flancos. Finalmente David se vio obligado a huir del campo, pero pronto fue capturado por las
fuerzas inglesas. El resto del ejército escocés fue perseguido durante más de veinte millas.
Varios nobles escoceses fueron muertos.
El ejército escocés sufrió unos 1.000 muertos, entre los que se encontraron varios nobles, se
hicieron numerosos prisioneros y el propio David II cayó prisionero de los ingleses. Tras un
período de convalecencia, fue encerrado en la Torre de Londres durante once años, mientras
dicho período Escocia era regida por su sobrino Roberto Estuardo. Eduardo de Balliol regresó
poco después a Escocia al frente de una pequeña hueste, en un último intento de apoderarse
nuevamente de la corona escocesa, aunque únicamente pudo lograr adueñarse de una parte
de Galloway, viendo mermar sus fuerzas se mantuvo hasta 1.355, retiró todas sus pretensiones
al trono escocés en enero del año 1.356, para finalmente fallecer sin descendencia en 1.364.
En 1363, David II accedió a acudir a la capital inglesa, Londres, aceptando allí que en caso de
que falleciese sin hijos la corona pasase al rey inglés Eduardo o a uno de sus hijos, aunque para
su coronación como rey de Escocia, la Piedra del Destino debía regresar a Escocia para la
ceremonia. No obstante, los escoceses rechazaron este acuerdo, proponiendo continuar con el
pago del rescate acordado, que había sido aumentado ya hasta la cifra de 100.00 libras,
amenazando también con deponer al rey David II.
Se negoció el establecimiento de una tregua de veinticinco años de duración y, en 1.369, el
Tratado firmado en 1365 fue derogado, siendo sustituido por uno nuevo, con cláusulas más
favorecedoras para los escoceses en razón de la situación de Inglaterra, que se encontraba
inmersa en la guerra contra Francia. Las nuevas cláusulas contemplaban la aceptación de que
la suma ya abonada de 44.000 merks fuese deducida de la deuda inicial de 100.000, y que el
complemento que faltaba se pagase en anualidades de 4.000 merks a lo largo de los siguientes
catorce años.
Cuando Eduardo III murió en el año 1.377, todavía faltaban por pagar 24.000 merks, que ya no
fueron nunca pagados. Por su parte, David II había perdido su popularidad, así como el respeto
de la nobleza escocesa, tras haber contraído matrimonio con la viuda de un pequeño señor
tras el fallecimiento de su esposa inglesa. David II de Escocia falleció en febrero de 1.371.
La tregua firmada entre los dos países después de la batalla de la cruz de Neville o Neville’s
Cross debía expirar en 1.384, pero el rescate acordado a pagar como parte de la tregua había
dejado de ser pagado por los escoceses en 1.377 a la muerte de David II. Una tregua aún
existía, pero había facciones dentro de las élites gobernantes de ambos países que buscaban
sacar réditos políticos a través de hostilidades en la frontera. En 1.383 ambos bandos estaban
preparados para una reanudación de las hostilidades: el rey inglés Ricardo II, exigió el pago del
rescate pendiente (24.000 merks) más la devolución de tierras inglesas en Escocia; el rey de
Escocia, Roberto II, comenzó a fortificar sus castillos y entró en un acuerdo con Francia que
proporcionara tropas y equipos en caso de guerra.
El grupo inglés de la izquierda se enfrentó a los sirvientes del campo escocés, que empezaron a
perder terreno y los escoceses mandaron hombres de armas para impedir que los ingleses se
hicieran con el campamento.
La batalla estaba en tablas y apareció en el campo de batalla el conde de March con tropas
frescas, inclinando la balanza del lado inglés. La batalla se prolongó durante la noche, y
Douglas murió durante la misma, pero su muerte no tuvo influencia en el resultado de la
batalla y pasó desapercibida hasta mucho más tarde.
Los ingleses se hicieron con el campamento escocés y Redman derrotó a la derecha escocesa
en Redesdale.
En el otro lado Hotspurs y sus caballeros fueron derrotados y se rindieron, siendo capturados
por las fuerzas inglesas. El resto del ejército se dispersó, aunque algunos se retiraron en orden
a Newcastle.
El obispo de Durham había llegado a Newcastle la tarde de la batalla, disponía de unos 10.000
efectivos, e inició la marcha al amanecer. Al atardecer del día siguiente los escoceses estaban
frente al campamento fortificado escocés de Redesdale, conocían la aproximación del obispo,
y prefirieron quedarse a huir por el número de prisioneros y heridos que tenían. Cuando el
obispo reconoció las posiciones de los escoceses, éstos gritaron e hicieron todo el ruido
posible, el obispo vio que estaban bien fortificados y decidió regresar a Newcastle.
Las bajas registradas fueron 1.040 ingleses capturados y 1.000 muertos o heridos muy graves
mientras que 200 escoceses fueron capturados y 500 murieron. El cuerpo de Douglas fue
recogido y llevado a Escocia.
Los escoceses, obstaculizados por botín, hicieron un lento regreso hacía la frontera, dando
tiempo a las fuerzas inglesas para que se movilizaran.
La lluvia de flechas sobre la posición de Homildon causó muerte y graves heridas a miles de
defensores de los escoceses, que se sentían impotentes para responder.
El conde de Douglas y sir Juan Swinton, el héroe éste en la batalla de Otterburn, reunieron a
la caballería escocesa y cargaron contra las posiciones inglesas con el fin de romper el cerco y
huir.
Swinton fue herido mortalmente durante la carga, quedando tendido en el campo de batalla
junto con cientos de escoceses. El conde de Douglas recibió cinco heridas graves a pesar de su
excelente armadura y fue capturado junto con al menos 1.000 caballeros escoceses. El resto de
los escoceses intentaron huir desorganizadamente por varias direcciones para ponerse a salvo,
algunos se ahogaron al intentar cruzar el río Tweed, la caballería inglesa que apenas había
tomado parte en la batalla persiguió a los fugitivos.
La victoria inglesa en la batalla de Homildon Hill fue un triunfo para los arqueros ingleses.
Enrique IV concedió a Henry Percy conde de Northumbria las tierras conquistadas al conde de
Douglas, al conde de March las tierras suyas al otro lado de la frontera. Al año siguiente los
Percy estaban en abierta rebelión contra el rey, que con ayuda de los escoceses se enfrentó al
rey y fue derrotado en la batalla de Shrewsbury en julio 1403, muriendo en la batalla.
Archibald Douglas participó al lado de los franceses en la guerra de los Cien años.