Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Rubén Darío - Clase 2, Parte 1

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 15

Bueno, para la clase de hoy habíamos pensado una clase mixta.

En la primera parte de la clase yo


iba a continuar con la última unidad, “la vida de artista – vida literaria”, y en la segunda parte
alejarme y hacer un cierre de la cursada, recreo de por medio. Ahora viendo que son tan poquitos,
no sé si llegarán más, quizás hagamos un compacto. No sé, veo cómo viene todo, pero esa sería la
estructura de la clase de hoy.

Voy a retomar un poco lo que Alejandra explicó la clase pasada en esta misma unidad. Quizás nos
superpongamos un poco reforzando algunos conceptos. Mi idea era, sobre todo, retomando lo
que ella analizó poner énfasis en dos cuestiones que están relacionadas con la liga de artista y el
escritor artista y con la bohemia, tiempo hablado en el espacio urbano, y por otro lado la relación
con la política. Dicho de otro modo, la ciudad como lugar del itinerario vital del escritor artista, del
artista escritor, y al mismo tiempo lo hacía como polis para ver que hay de nuevo en la relación de
este nuevo modelo de escritor con la política. Que no desaparece, sino que establece otro tipo de
relación, otro tipo de vínculo, pensando en comparación con otros modelos de escritores que
nosotros vimos a comienzo de esta cursada hasta llegar al 80, ¿no? Justamente para pensar en
estas cuestiones quería retomar algo que vimos en clases anteriores y justamente en la clase que
di yo sobre Juvenilia, cuando hablamos de los alumnos fracasados del Nacional que aparecen en la
introducción de Juvenilia que hace Cané. Había varios que aparecieron allí, y uno era un, en
principio, compañero anónimo de quien, respetando esa solidaridad colegial, Cané no daba
nombres porque lo que contaba él en cierto sentido era una afrenta para poner el nombre de ese
personaje. Y solamente finalmente revelar de quién se trata cuando se entera que esa persona ha
muerto. Esa persona es Matías Behety. Les voy a leer lo que decía Cané de él: “¿Recordaré otra
inteligencia brillante, apta para la percepción de todas las delicadezas del arte, fina como el
espíritu de un griego, auxiliada por una palabra de indecible encanto y un estilo elegante y
armonioso? ¿Recordaré ese hombre, que sólo encontró flores en los primeros pasos de su vida,
que marchaba en el sueño estrellado del poeta, al amparo de una reputación indestructible ya?
Era bueno y era leal; amaba la armonía en todo y la mujer pura le atraía como un ideal; pero la
delicadeza de su alma exquisita se irritaba hasta la blasfemia, porque la naturaleza le había negado
la forma, el cuerpo, el vaso cincelado que debió contener el precioso licor que chispeaba en sus
venas. De ahí las primeras amarguras, la melancolía precursora del escepticismo. Sin ambiciones
violentas que hubieran sepultado en el fondo de su ser los instintos artísticos, refugiado en ellos
sin reserva, pronto cayó en el abandono más absoluto. De tiempo en tiempo hacía un esfuerzo
para ingresar de nuevo en la vida normal y unirse a nuestra marcha ascendente, desenvolverse a
nuestro lado. Con qué júbilo le recibíamos. Era el hijo pródigo cuyo regreso ponía en conmoción
todo el hogar. Aquel cráneo debía tener resortes de acero, porque su inteligencia, en sus rápidas
reapariciones después de largos meses de atrofia, resplandecía con igual brillo. ¿De atrofia he
dicho? No, y esa fue su pérdida. La bohemia le absorbió, le hizo suyo, le penetró hasta el corazón.
Pasaba sus noches, como el "hijo del siglo", entre la densa atmósfera de una taberna, buscando la
alegría que las fuentes puras le habían negado, en la excitación ficticia del vino, rodeado de un
grupo simpático, ante el que abría su alma, derramaba los tesoros, de su espíritu y se embriagaba
en sueños artísticos, en la paradoja colosal, la teoría demoledora, el aliento revolucionario, que es
la válvula intelectual de todos los que han perdido el paso en las sendas normales de la tierra. El
bohemio de Murger, con más delicadeza, con más altura moral. El pelo largo y descuidado, el
traje raído, mal calzado, la cara fatigada por el perpetuo insomnio, los ojos con una desesperación
infinita en el fondo de la pupila, tal le vi por última vez y tal quedó grabado en mi memoria. ¿Vive
aún? ¿Caerán estas líneas bajo su mirada? No lo sé; en todo caso, la entidad moral pasó, si la
forma persiste. Nunca se impone a mi espíritu con más violencia el problema de la vida que
cuando pienso en ese hombre”.

Y deja en una nota al pie acá que se trata de Matías Behety y aclara el nombre porque se ha
enterado de su muerte.

Bien, entonces, este modelo dentro de las mitologías de los fracasados del Colegio Nacional es el
caso de Matías Behety el que corresponde al prototipo del bohemio. Con cierta distinción con
respecto al modelo , presenta las escenas de la vida bohemia de Murger, de hecho lo cita
puntualmente, pero sin embargo no siempre respondiendo a toda la etimología que ya es muy
conocida a esa altura, hacia 1880, sobre todo con respecto a la vestimenta, al aspecto exterior y
también con ciertos espacios que transita el bohemio. Y, por supuesto, el último de los paraísos
artificiales, en este caso el alcohol. Es decir, la vida bohemia, es el hombre más exitoso que
comenzó este nuevo tipo de vida, que es la vida artística, como lugar de tradición. Desde esta
óptica de Cané, que no casualmente, si uno recuerda lo que él dice en Juvenilia, representa esta
desviación de la vida bohemia que corporiza Matías Behety. Recordemos que en la misma época
que Cané escribe esto, es decir a comienzos de la década de los 80, hay otros registros en
Argentina con respecto a la bohemia no solo como un recuerdo de la lectura de Murger sino como
una forma de vida que se está verificando en este país, sobre todo en Buenos Aires. García Merou
dice que el cambio de Cané, que lo vimos cuando escribe Juvenilia que acompaña fervoroso en el
tercer viaje de Cané a París, cuenta en su recuerdo literario que más o menos para la misma época
se reunían periódicamente él y un grupo de escritorio e intelectuales y formaban parte de un
grupo al que llamaban también La Bohemia, pero según García Merou la retórica de Cané es
bastante diferente. No se trata de una individualidad caído en la bohemia, perdido para siempre
de la vida normal, fíjense en lo que hace Cané como vida normal frente a esta vida bohemia, sino
que es una especie de tránsito posible para los escritores jóvenes que de algún modo rescata la
parte más risueña, alegre, juguetona y feliz que también está presente en el libro de Murger en
relación con la vida bohemia, la vida literaria. Esa idea de que hay un tipo de vida, la vida artística,
que puede contraponerse a la vida burguesa, burgués en el sentido de materialista, y que puede
generar una vida en comunidad que es lo que narra Murger en Escenas de la Vida Bohemia,
permitiendo la convivencia del escritor, el músico, el filósofo, el lector, etcétera. Esa visión más
optimista, más alegre y juguetona, si se quiere, es contemporánea a la sombría versión de Cané
centrada en la vida bohemia y la da, paradójicamente, el secretario de Cané, García Merou.

Algunos diarios también van registrando esta figura del bohemio, como aquella que permite
vislumbrar la presencia de una nueva forma de escritor más cristalizada que se va a hacer más
evidente con la llegada de Darío en la década del 1890 a Buenos Aires. Recuerden que Darío llega
en agosto de 1893. Antes de llegar a Darío, me permito una escala en este paso de un modelo de
escritor que hemos visto en Cané, otro que es el que representa Cambaceres, otro podría ser
Eduardo Gutiérrez quien ha sido visto por algunos como una suerte de bohemio, un escritor que
fue amigo de Darío.

Alumna: ¿Gutiérrez fue amigo de Darío?

No, voy a hablar de otro. Un escritor que se hizo llamar Julián Martel, su verdadero apellido era
Miró, José Miró se llamó. Escribió muy poco, tuvo una vida breve, murió joven, pero escribió una
novela que fue muy importante para la historia de la novela argentina, llamada “La bolsa”,
publicada a comienzos de la década del 90 y que registra un episodio muy conmocionante de la
vida política y económica argentina que es el crack financiero del 90 que genera la caída del
gobierno de Juárez Celman, la revolución del Parque, la creación de la Unión Cívica y el reemplazo
de Juárez Celman por Carlos Pellegrini. Hay toda una serie de escritos sobre este episodio, pero el
más conocido de todos es “La bolsa”, de Martel. Allí aparecen algunos tópicos que van a estar
relacionados con lo que es la vida literaria y bohemia de la década del 90, y que tiene como figura
principal a Darío, en relación con cómo viste a la ciudad y cómo la ciudad como espacio físico de
alguna manera representa un tipo de vida, la vida burguesa, contra la cual se recorta como
antagonista esta nueva figura del escritor artista. Burguesa, insisto, no en el sentido estrictamente
económico social marxista sino en sentido más amplio. El término que utilizan los escritores de la
época es filisteo, alguien, no importa la clase social estricta a la que pertenece, que se define por
sui apego a todo lo que tenga que ver con lo material y su rechazo a cualquier manifestación de lo
espiritual, que incluye obviamente a un artista. En este criterio más amplio también el
proletariado puede ser criticado, filisteo, puede aparecer como enemigo de la sensibilidad del
escritor artista. En esta novela de Martel, “La bolsa”, hay un momento en el centro de la novela
cuando varias de las personas que han aparecido están tomados por la fiebre bursátil, por la timba
bursátil, por ese materialismo que va ganando cada vez más a la sociedad argentina. En ese
momento hay un desfile en el norte de la ciudad en la que es hoy la Avenida Del Libertador, rumbo
al Hipódromo, y aparece un personaje que no había aparecido y que luego va a desaparecer, que
es el personaje de un poeta muy similar a esta figura del escritor artista que estamos viendo y es el
único capaz de ver lo que está ocurriendo realmente y lo que va a venir. Una especie de debate
que puede anticipar lo que va a suceder, la calamidad que se avecina sobre esa sociedad que ve a
lo lejos.

La novela de Martel dice así, les cito una parte: “allá va, como inmensa visión apocalíptica, una
sociedad entera levantada en vilo por el agio y la especulación, celebrando la más escandalosa
orgía del lujo que ha visto y verá Buenos Aires... Y mientras tanto, un poeta, joven, alto, enlutado,
de fisonomía triste y resignada; un pobre poeta que ha tenido que abandonar la buhardilla donde
se moría de hambre y de frío, para envolverse en la «capa del pobre», en un rayo del sol; una
futura gloria de las letras americanas, cuyos versos nadie lee porque la Bolsa no da tiempo para
ello, mira, sentado en un banco, y por debajo del ala enorme de su chambergo de bohemio, mira
con amargura los esplendores de aquella bacanal fastuosa, y su mente visionaria, enamorada de la
antítesis, le presenta un cuadro pavoroso. Cree ver, allá lejos, muy lejos, al fin de la avenida por
donde corren atropellándose los coches, una boca que se abre, se abre cada vez más, que luego se
convierte en catarata, y de catarata en remolino, y que aquel remolino empieza a girar, a girar, con
rapidez tan vertiginosa y con tan grande poder de atracción como el abismo que sirvió a Edgar Poe
para escribir ese prodigio titulado El Maelstrom”.

No casualmente, esa visión termina con la comparación de uno de los cuentos más conocidos de
Poe. Es decir, uno de los raros de Darío. Se parece mucho al personaje que escribe Cané en Matías
Behety, nada más que sin la nota que le agrega Cané. Pero toda la indumentaria típica del
bohemio a lo Murger está ahí. El chambergo, la vestimenta. Incluso la palabra buhardilla, que
parece más propia de París que de Buenos Aires, también está presente para hablar de este
personaje que es pobre, es poeta, es visionario y obviamente es la antítesis de esa ciudad madre,
agio por el materialismo y el mercantilismo que va al mal y solamente el poeta puede ver. Martel
sí, Miró, fue amigo de Darío. Se conocieron en el circuito que ellos frecuentaban de la bohemia
porteña de entonces, de la vida periodística, ambos trabajaron en La Nación. Incluso cuando
Martel/Miró muere, en el mismo año publica Las Prosas Profanas y Los Raros, es decir en el 96,
escribe una nota necrológica en La Nación, y en esa nota necrológica la descripción que hace de
Martel se parece muchísimo a la que Martel hace de este poeta que aparece en su novela. Por
más que Martel se hizo conocido como novelista, Darío prefiere escribir como poeta, y como un
poeta cuya muerte no solamente se explica por la tuberculosis, sino también por otra enfermedad
a la que se puede ver sometido todo escritor artista que es justamente la enfermedad de esa
sociedad mercantilista que lo rodea, lo oprime y lo amenaza de muerte. Es por eso que como uno
puede ver en muchos de Los Raros cuya semblanza narra Darío, se puede ver que el escritor artista
en sus diferentes variantes se asimila mucho a una figura de héroe mártir cuyo heroísmo consiste
básicamente en poder sobrevivir en ese medio hostil en el que le ha tocado nacer. Y en el que
persiste, a pesar de todo, fiel a ese tipo de vida que ha elegido, la vida literaria, por más que no se
desea esa adopción. De ahí que resulte también a veces muy importante en estos relatos de vida
artística ese entorno en el cual se ubica al personaje, que es el entorno de la ciudad.

Bien, nos vamos acercando a Darío entonces, ahora sí. Recuerden: Darío, nicaragüense, la historia
de vida de Darío es también muy interesante. Él mismo ha narrado su vida, ha escrito su
autobiografía. A nosotros nos interesa no solo sus 6 años de vida en Buenos Aires, del 93 al 98,
sino también, o me interesa a mí por lo menos, algo que tiene que ver con el momento previo a la
llegada a Buenos Aires y lo que pasa después. Si tenemos tiempo vamos a referirnos en la clase de
hoy. Antes de llegar a Buenos Aires, Darío ha estado en el Cono Sur, consigue por los contactos
que va tejiendo en Chile que se lo presenten a Mitre, el dueño de La Nación, y que Mitre lo
incorpore a su staff. También consigue Darío esa forma de mecenazgo que conseguían muchos de
estos escritores que es un cargo diplomático, que es más bien simbólico, que le permita venir a
Buenos Aires e instalarse acá. Buenos Aires se le presenta a Darío como, dentro del o que es
Sudamérica, la ciudad más cosmopolita que puede encontrar. Pero antes de llegar a Buenos Aires,
en el itinerario de su viaje pasa por dos ciudades que son clave para entender el lugar de Darío en
Buenos Aires y sobre todo la vida literaria en Buenos Aires, que una es París, obviamente, pero
antes de París, New York. Pasa por Nueva York, va a París y luego baja a Buenos Aires. Darío
cuenta en su autobiografía que París era para los escritores como él lo que para una chica de 12
años puede ser Disney, era el lugar deseado para conocer. Incluso había todo un itinerario literario
que se imponía al llegar a París. Hay dos guías que van a guiarlo por la París literaria, bohemia. Uno
es el escritor guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, que ya hace tiempo que estaba allá y era
conocido en París, y el otro era Alejandro Sawa. Los dos asumidos bohemios, no como Darío que
tenía una relación ambigua con la bohemia, sino que tanto Gómez Carrillo como Sawa se asumían
como bohemios. Y como ustedes habrán visto, Darío en su autobiografía él va al encuentro de su
poeta más admirado, bohemio también, y ese encuentro tiene un sabor amargo para él, lo que se
encuentra es un ser más o menos alquilado, abollado como dice Darío, y a pesar de todo sigue
siendo para él la máxima figura de la poesía que Darío más admira. El que lo guía allí es Gómez
Carrillo, que también cuenta su llegada a París, su recorrido por los lugares típicos de París, su
decepción frente a una París que era demasiado política para lo que él pretendía hasta que logra
correrse de París y encontrar lo que él estaba buscando en lugares no típicos, pero para encontrar
que la París todavía bohemia que él buscaba todavía existía. Eso le pasa a Carrillo y lo cuenta en su
autobiografía. Y también cuenta en su autobiografía su encuentro con Rubén Darío, un Darío
desesperado por conocer la vida bohemia de París, y un amigo de él que era médico,
guatemalteco también, que lo ayude a presentar a un gran poeta que es paciente de él. Entonces
van con el médico, su novia parisina francesa y Carrillo a un bar, y entonces el médico le presenta
a Gómez Carrillo al paciente suyo y lo que se encuentra allí Gómez Carrillo es un borrachín
obsesionado con conseguir que el tesoro del Banco Nacional de Francia le preste la balanza para
medir con libros el peso del oro, un experimento que quería hacer. Quería pesar el arte. La idea de
tomar un moribundo, esperar que muriera y hacer una comparación entre el peso de la persona
viva y el peso de la persona muerta para llegar a la conclusión de cuánto pesaba el alma. Ese era el
delirio que tenía Verlaine cuando lo conoció Gómez Carrillo. Gómez Carrillo sabe quién es, pero
cuando se entera que es Verlaine queda conmocionado y luego se hace un poco amigo. Fíjense
cómo París era ese imán y había ciertas figuras que estaban allí que representaban, en este caso
en Verlaine, la figura del bohemio y era en ese momento el mayor poeta que estos escritores
admiraban.

Alumna: ¿En qué año es que visita París?

Darío llega a París en 1883. Antes de venir a Buenos Aires pasa por París, pasa por Nueva York y
viene para Buenos Aires.

Ahora, de modo tal que Darío era un trascendido no solamente en la fama, era famoso cuando
llega a Buenos Aires, sino que también es alguien que ha pasado por París y llega de París a Buenos
Aires. Él también visita otra ciudad además de París, que es Nueva York. Esa visita le sirve a Darío
para construir su semblanza de Poe que está en Los Raros. No todas las semblanzas de Los Raros
son iguales y no todas siguen la misma estructura. Obviamente que en todas lo que pretende
Darío es a partir del relato de una amiga, también construir la vida de ese raro que él va
presentando. Una idea de una simbiosis entre una forma de vida y un tipo de obra en toda esta
semblanza de Los Raros. La elección de Darío para elaborar la semblanza de Poe es comenzar con
una anécdota autobiográfica que es su llegada a Nueva York en barco, su entrada a Nueva York en
barco en la que se distingue bastante. Y el primer personaje que aparece sobre cubierta, que
representa esa ciudad a la que está llegando en barco y a esa sociedad, es el “comerciante de
gruesa panza, congestionado como un pavo, con encorvadas narices israelitas”. Un comerciante,
un estereotipo, ¿no? Más adelante dice Darío: “Manhattan, la isla de hierro; Nueva York, la
sanguínea, la ciclópea, la monstruosa, la tormentosa, la irresistible capital del cheque” y vuelve
París cuando dice “se cree oír la voz de Nueva York, el eco de un vasto soliloquio de cifras. Cuán
distinta de la voz de París, cuando uno cree escucharla, al acercarse, halagadora como una canción
de amor, de poesía y de juventud”. A ver, la llama como un monstruo, y dice más adelante “En su
fabulosa Babel, gritan, mugen, resuenan, braman, conmueven la Bolsa, la locomotora, la fragua, el
Banco, la imprenta, el dock y  la urna electoral”. Antes, cuando describe la Estatua de la Libertad,
Darío está esperando entrar a Manhattan y hace una especie de canto a lo que representa esa
figura, pero también dice “bueno, pero cuidado, que la antorcha se puede transformar en una tea
incendiaria”. Ya voy a relatar a lo que se está refiriendo Darío con ese detalle.

Sobre ese fondo, el fondo de esta ciudad que es la representante del alma yanqui, como dice
Darío, va a relatar Darío no casualmente la figura de Poe. Dice Darío, tomando La Tempestad de
Shakespeare: “Por voluntad de Dios suele brotar de entre esos poderosos monstruos algún ser de
superior naturaleza que tiende las alas a la eterna Miranda de lo ideal”. Está haciendo algunas
menciones a La Tempestad de Shakespeare, a algunos personajes. “Entonces, Calibán mueve
contra él a Sicorax”… Recuerden que en la tragedia de Shakespeare, Sicorax es la bruja que entró a
Calibán, ¿no? “y se le destierra o se le mata. Esto vio el mundo con Edgard Allan Poe, el cisne
desdichado que mejor ha conocido el ensueño y la muerte”. Más adelante va a decir de Poe
“nacido en un país de vida práctica y material, la influencia del medio obra en él al contrario. De un
país de cálculo brota imaginación tan estupenda. Entonces, Poe es un personaje importante en
esta serie de siluetas de raros que delinea Darío, porque en su semblanza se ve muy bien la
confrontación, el choque, la antítesis, como dice Darío, entre esta figura de escritor que
representa Poe (pura espiritualidad) y el trasfondo del XIX sintetizado, potenciado, en la ciudad de
Nueva York que representa toda una mentalidad que es esta sociedad, con, como dice Darío, el
alma yanqui. En este medio, y luego de esa conclusión a la que llega Darío luego de hacer toda la
semblanza de Poe, el único final posible para esta historia literaria es el final trágico. Para Poe no
queda otra que el final trágico, es una tragedia, y como toda tragedia ese final ya es conocido
desde el comienzo. En ese contexto no puede ser otro el final de alguien como Poe. Quizás en
ningún otro caso de Los Raros es tan fuerte esa confrontación entre el medio en el que le toca vivir
y la figura de raro, artistas escritores con el que también se identifica Darío. En el pasaje de esta
semblanza, Darío recuerda a todas las mujeres amadas de todos los cuentos y los poemas de Poe.
La mujer que se recuerda en El Cuervo, Ligeia y Darío menciona también a una tal Stella
misteriosa, que era el nombre artístico que tuvo la primera mujer de Darío que murió muy joven y
se hacía llamar Stella. A través de ella obviamente se compara Darío con Poe.

Alumna: Ahora, ¿tiene sentido el final de Poe?

Porque nace y vive así, él va repasando toda la biografía de Poe, incluso dice “la fofa aristocracia
del sur” y él la rechaza. Ni siquiera es una aristocracia, pero él la rechaza como todo artista.

Alumna: Porque él nace en Boston pero termina en Inglaterra, ¿no?


Él nace en Boston pero lo adopta un señor, va a Virginia, estudia un año en Inglaterra, luego lo
echan y va girando por ahí. Poe era relativamente conocido en Buenos Aires ya en la década de
1870 porque llega vía la traducción de Baudelaire, entonces hay varios escritores argentinos que
empiezan a escribir a lo Poe. Monsalve, incluso algunas mujeres también.

Entonces, finalmente Darío llega a Buenos Aires, ¿no? En los textos que ustedes tienen que leer
hay uno que seleccionamos quizás por el título pero también por quién lo escribe. El título es Vida
Literaria, ninguno más adecuado para nosotros y para este programa, y es un texto que forma
parte de un libro de uno de los jóvenes que admiraron y siguieron a Darío durante su estancia,
esos 6 años en Buenos Aires, que se llamó Alberto Ghiraldo. Si ustedes buscan su biografía van a
ver que es un escritor bastante mediocre en realidad pero que aparece directamente asociado
directamente al anarquismo en Argentina. Si uno busca, el nombre más conocido dentro del
anarquismo argentino fue Alberto Ghiraldo. De hecho, fue director de revistas anarquistas, fue
director de “La Protesta” (el diario más importante del anarquismo), fue representante de gremios
anarquistas, concurrió a congresos internacionales anarquistas… Escribe libros anarquistas, incluso
va preso por anarquista Ghiraldo, se tiene que ir del país. Es decir, tuvo un compromiso
considerable con la militancia anarquista, aunque en los últimos tiempos se distanció del
movimiento anarquista y muere en 1946. Ahora, cuando Darío llega en el año 83, Ghiraldo era un
joven de 18 años que se había radicado en Buenos Aires desde muy joven, a los 15 años, desde su
Mercedes natal en la Provincia de Buenos Aires, había conseguido un trabajo en La Nación
también y algunos dicen, nunca lo pude comprobar, que era hijo natural de Bartolomé Mitre.
Dicen, no sé, eso explicaría que lo hayan contratado tan joven. Lo cierto es que por lo menos
ideológicamente no salió como su padre, Mitre, pero en el 83 cuando llega Darío probablemente
no era anarquista aunque sí era revolucionario. En ese momento era seguidor de Leandro Alem.
De hecho, había participado en la famosa Revolución del Parque liderada por Alem contra Juárez
Celman y su gobierno. Él lo conoce a Darío, lo sigue a Darío y va a ser uno de los primeros
intelectuales que va a publicar sobre Darío. En ese sentido, a uno le podría llamar la atención que
esta clase de poetas intelectuales tan comprometidos, que sufre el destierro por su compromiso
político, que juega toda su literaria a la política, admire tanto a un escritor como Darío. Un arte
política como Darío tiene como un admirador y seguidor fiel y fervoroso a un, para decirlo
rápidamente, poeta comprometido como Ghiraldo. ¿Cómo se explica esto? Tiene que ver con
cómo estaba conformado el campo intelectual, cómo era la vida literaria en este período. Es
Ghiraldo el que escribe este texto entonces, Vida Literaria, que aparece como capítulo en un libro
que escribe Ghiraldo que es una especie de autobiografía novelada, porque los nombres aparecen
camuflados, transformados, que se llama Humano Ardor, de 1938. Es decir, varios años después
de la experiencia dariana en Buenos Aires, Ghiraldo escribe esta biografía novelada y en un
capítulo llamado Vida Literaria lo dedica específicamente a su relación con Darío, el gran
protagonista de ese capítulo es Darío. ¿Alguno lo leyó? ¿Nadie? Forma parte, lo aclaro para el
examen final, del corpus obligatorio. Es cortito, muy cortito.

Voy recorriendo, entonces, un poco lo que describe Ghiraldo allí. Recuerden, los nombres están
cambiados pero son fácilmente reconocibles. Darío es Américo Dorín y Ghiraldo es Salvador. “Por
aquella época acababa de llegar a Buenos Aires un poeta extraordinario, artífice de la palabra,
llamado a promover… Esenciales”1. Más adelante dice “pocas veces en la historia del arte se ha
dado un caso tan definitivo… A la visión que aísla…”. Es digno de ser narrado la historia de Darío
porque es un ser extraordinario. Y lo extraordinario de Darío no es solo su capacidad poética, sino
también esa entrega casi religiosa, esa entrega sin ningún tipo de licencia al arte. Y dice no
solamente él sino el efecto que causó cuando llegó a Buenos Aires, “yo en la adolescencia… siendo
aún niño…” y dice más adelante “provocó el insulto de los necios, la envidia de los… romper los
moldes artísticos considerados intangibles…”. Aquí un poco se explica por qué el poeta político
que es Ghiraldo puede tener esa unión tan fuerte con el poeta puro que es Dario. Hay algo que los
une. ¿Qué es? Recuerden lo que acabo de leer: el movimiento. Esa ansia de romper la estructura,
de estar en contra de lo establecido. Si bien el personaje de Salvador, o sea Ghiraldo, está
interesado en la revolución social, siente en el otro esa necesidad de romper lo establecido y eso
lo hace hermano. Recuerden que en las Palabras Liminares de Prosas Profanas, Darío habla de una
estética acrática cuando propone romper con todo lo establecido y no seguir ninguna norma. Ese
adjetivo, acrática, está muy cercano al movimiento político más radical, que es el anarquismo:
ponerse en contra de todo lo establecido. Incluso de la idea de partido político, en contra del
Estado, en contra de toda la jerarquía. Lo que definía al anarquismo era ir en contra de toda
jerarquía, ¿qué mejor que apelar al anarquismo como categoría artística lo que Darío quería
hacer? Esto es lo que ayuda a entender la cercanía entre un modelo de poeta que era Darío y otro
modelo que representa un joven Ghiraldo que lo admira. Ahora, una aclaración: en el 96, cuando
llega Darío a Buenos Aires, Ghiraldo todavía no es anarquista. Es seguidor de Leandro Alem, que
ahora se ha asociado a la figura del socialismo. Esto aparece, dice más adelante que Salvador era
socialista. “El poeta (o sea, Darío), aceptaba… De todos sus sentidos”. Si hay algo que define la vida
literaria, o sea vivir artísticamente, es esto que Salvador ve en Darío: “vivir velando por el… la vida,
y el sexo y, sobre todo lo demás, el arte”.

Ahora bien, en esta semblanza que va haciendo del poeta, también como Darío respecto a Poe, lo
que hace Ghiraldo es dedicarle una parte importante de este capítulo llamado Vida Literaria al
entorno en que se conocen Darío y sus seguidores que es Buenos Aires. Entonces, ya hablamos de
París, ya hablamos de New York, ¿qué pasa en Buenos Aires? Uno podría decir que en una serie de
relatos de la vida literaria de este periodo y de la que viene después, en el 1900, Buenos Aires se
va a mover por los dos polos que vimos representados en París y en Nueva York. Por un lado, va a
ser Buenos Aires la ciudad de la bohemia, el espacio de la vida bohemia es posible, está ahí la vida
literaria; pero al mismo tiempo, una ciudad a la manera de lo que es Nueva York para Poe, una
ciudad llena de dificultades para aquel que quiere vivir la vida literaria. Dice Ghiraldo: “la Buenos
Aires literaria de ese entonces presentaba el aspecto… por las más preciosas piedras del mundo”,
y luego agrega “como puede comprender… los escritores, pues, se sostenían por mirar”. Ser un
escritor, dedicar la vida al arte, era transformarse automática en héroe. Incluso el término
proscripto es interesante en Ghiraldo, porque nos permite pensar la tradición literaria argentina,

1
Acá lee una cita textual del texto que por la calidad del audio no se llega a apreciar, no lo encontré y no
quiero no ponerlo textual. Pongo el encabezado y parte del final para reconocerlo en el capítulo original. Lo
mismo hago con el resto de las citas de Ghiraldo.
en la época de Rosas los poetas eran proscriptos pero no por razones estrictamente políticas pero
sino porque el medio era hostil a esta clase de poetas. Hecho esta presentación de los personajes
en el medio, lo que va a tratar a continuación Ghiraldo es una mezcla. La vida literaria es también
literaria cuando ya tiene sus genios literarios, más allá de si son poetas o no y bohemios o no.
Estas vidas son dignas de ser nombradas justamente por lo que tienen de singulares con respecto
a las reglas del medio en el cual se manejan. De ahí que pueda aparecer el personaje de Darío. El
crítico literario uruguayo llamado Ángel Rama tiene un libro muy importante dedicado al
modernismo, a las máscaras democráticas del modernismo. En ese libro Rama se refiere a Los
Raros de Darío y dice que hacia fin de siglo en la América Latina surge un creciente interés que ya
estaba presente en el mercado de autores europeo por esta figura novelosa que es la figura del
artista. Hay un interés por estas vidas singulares, estos personajes que se visten de manera
extravagante y que desafían la vida normal. El ejemplo más conocido, como siempre decimos, es
Las Escenas de la Vida Bohemia de Murger. Y lo que dice Ángel Rama en la década de 1890 ya
aparece un público considerable al que se le ofrece una serie de relatos de unos escritores raros,
singulares, es decir los escritores que dedican su vida pura y exclusivamente al arte. Recuerden
toda la tradición argentina hasta la década del 90. Es decir, nosotros hemos visto a Echeverría,
Sarmiento, Cambaceres, Cané, el propio José Hernández, escritores muy diferentes en los que su
relación con el arte está supeditada a otro tipo de cuestiones. Esta es una figura de un escritor que
solo se dedica al arte y que además, hay que decirlo también, pretende convertir su vida en arte,
en eso consiste la vida bohemia. Tiene entonces como uno de sus recursos la anécdota. Es una de
las peculiaridades de los escritores, que pretenden convertir su vida en arte y en un hecho
literario. ¿Qué mejor que la anécdota para dar cuenta de eso? Es más, hay algunos escritores que
lo han llevado hasta sus últimas consecuencias y que han hecho de su vida una obra justamente
porque carecen de obra. Quizás el caso más conocido, no entra en el programa pero entra en el
programa, es Charles de Soussens, o Carlos de Soussens. Era un poeta suizo que llegó a Buenos
Aires en 1890 siguiendo a una bailarina parisina que vivía en Buenos Aires, se queda aquí y se va a
transformar en el prototipo de bohemio. Va a ser incluso gran amigo de Darío, va a vivir con Darío
en París una vez que se va de Buenos Aires. Se van a pelear, se van a reconciliar y van a ser
grandes amigos. Soussens era un gran poeta que escribía crónicas también pero nunca publicó un
libro. Murió en un hospital, los últimos 5 años de su vida los pasó entre hospitales, y cuando murió
el título de un diario fue “murió el último bohemio”, murió en la década de 1920. Este Soussens
nunca publicó ningún libro con su obra y todavía aparece dispersa. Quizá, un podría decir, porque
su principal obra es su vida. La vida de Soussens está llena de anécdotas y quizá el único libro de
Soussens es una biografía que escribió uno de sus admiradores donde recopiló todas las anécdotas
de Carlos de Soussens, entre ellas varias con Rubén Darío. Lo que propone Darío es diferente,
tiene toda una vasta obra muy importante, pero también hay un anecdotario de Rubén Darío en
Buenos Aires a partir del cual uno puede reconstruir cómo era esta vida literaria. Por ejemplo,
antes de seguir con este texto, ¿les contó la profesora la anécdota de Darío con Mark Twain? ¿No?
Darío escribió necrológicas de muchos autores cuando estaba en Buenos Aires. Entre ellos, de
Mark Twain, el autor de Tom Sawyer, entre otros. Bueno, estaban reunidos en una de las típicas
cervecerías del circuito bohemio que frecuentaba Darío en la década de 1890. Estaban sus amigos,
estaba Soussens, estaba Ghiraldo y algunos más. Siempre estaba el problema de cómo pagar esas
cenas y esas bebidas que consumían, entonces Darío les dice a sus amigos “no se preocupen,
porque me informaron en el diario que está muriendo Mark Twain, entonces me encargaron
preparar una necrológica y ya la preparé, entonces vamos a poder pagar con lo que me paguen en
el diario mañana a la mañana esta comida”. Entonces todos piden, comen, qué se yo, y cuando
está llegando la madrugada Soussens va al diario, estaba de vuelta en La Nación para llevar el
ejemplar donde iba a aparecer la nota necrológica de Darío sobre la muerte de Mark Twain, pero
el problema es que Twain no muere, mejora. Entonces empiezan a llegar las noticias de que no
murió Mark Twain, que estaba un poco mejor, franca mejoría, se restablece, entonces se alegran
porque Mark Twain no muere pero se preocupan porque no pueden pagar la cena. Finalmente se
salvan para pagar, algo inventan. Esas anécdotas está jalonando toda esta experiencia de Darío en
Buenos Aires.

Aquí lo que va a hacer, y ahora vuelvo al texto que tienen que leer, es contar una anécdota. Hay
que mirar los personajes que forman parte de toda esta vida literaria que se narra en Buenos
Aires. Ya pasado el fondo urbano en el que se mueve, aparecen algunas figuras, por ejemplo está
el poeta, que es Darío, que al mismo tiempo es el líder, están los jóvenes que lo siguen. Darío
parece el mecenas, otra figura necesaria que ya se encuentra en las Escenas de la Vida Bohemia de
Murger, uno de los capítulos más recordados es donde aparece el mecenas que paga la cena de
todos los bohemios. Aquí es un médico que ama a los poetas y los ayuda, entonces la acción
transcurre cuando van a la casa de este mecenas todos los bohemios, entre ellos su líder Darío, a
comer. En una metáfora casi izquierdista, compara a ese grupo de poetas con pájaros, son
personas que van viajando en rama viviendo como pueden, sobreviviendo, viviendo al día. Es muy
importante la visita a este mecenas y cuando llegan Darío no está y van a buscarlo. Recuerden la
descripción de Martel de la buhardilla, aquí es otro espacio característico la pensión en la que vive
el poeta. Lo van a buscar, ha pasado una mala noche consumiendo alcohol y no se puede levantar.
Dice: “minutos más tarde, Darío y comitiva… una modestísima casa de huéspedes, la pensión
donde vivía el poeta”2. Lo despiertan, y “mientras el poeta se vestía, Salvador observaba la
habitación. Muebles miserables y escasos la ocupaban. Pensó entonces en la tristeza que de eso se
desprendía… La pata esencial de aquella estancia”. Entonces, los bienes materiales escasísimos, lo
único que importan son los libros y revistas. Lo cual al mismo tiempo va a incluir libros y revistas
en francés últimos números, lo moderno con lo antiguo. Van hacia la casa del mecenas y
obviamente antes de llegar pasan por un pub, dan unos tragos, revive el poeta y vuelve la alegría
típica. Y es ahí en esa reunión donde se va a hablar de política. Recuerden, Salvador, o sea
Ghiraldo, interesado en entrar en un periódico socialista, el poeta que se desentiende de toda
acción política pero teniendo simpatía. Hay un subcapítulo que se titula así: “la huella de
Echeverría en el socialismo argentino”. Y dice “muy precisamente… dudar de su éxito”. Más
adelante habla del partido, del socialismo, de las ideas o no que tiene que tener y su ansia de ir al
pueblo. Dice “quiero ir al pueblo… y de esa acción”. Y ahí marca dos figuras, dos posiciones de
escritores que están unidos por el mismo ímpetu de romper con lo establecido. En la práctica,
Ghiraldo efectivamente logra inaugurar un periódico efímero que se va a llamar “El Obrero” y va a

2
No estoy seguro si es una cita exacta, pero tampoco la encuentro. Por eso, mismo trabajo que con las citas
anteriores.
persistir publicando en varios diarios quizás no tan conocidos como “Martín Fierro”, y en todos
siempre Darío trabajó. Lo interesante es como estos órganos muy pensados en la política,
recuerden que Ghiraldo dirigió La Protesta, eran al mismo tiempo un lugar de publicación de
poetas como Darío. La prensa política anarquista podía funcionar al mismo tiempo como un
ámbito artístico. De hecho, hicieron sus primeras armas literarias varios escritores en la prensa
anarquista que luego fueron relativamente conocidos. Hay una serie de vasos comunicantes que
quizás nos cuesta trabajo conseguir pero que existían en esa época y permitían este cruce.
Obviamente, un cruce que no va a ser sin contradicciones ni rispideces. Y aquí podemos volver a
Los Raros.

Uno de los textos de Los Raros que ustedes tienen que leer es el dedicado a José Martí, uno de los
pocos escritores latinoamericanos que aparecen. También luego aparece Leopoldo Lugones en un
texto que Darío titula “Un poeta socialista”. Y en esos textos, Darío elogia de estos escritores su
animosidad política pero al mismo tiempo les critica cierta peligrosidad en cuanto a la forma de
acercase a la política. A Martín le reprocha una vez muerto Martín el haber puesto el cuerpo en la
política, en este caso en la política nacional de Cuba tratando de desembarazarse del poder
español. Le dice algo así como “la poesía nunca te va a perdonar lo que hiciste, Martín es un
traidor de la poesía”. Pero también, en otras instancias de Los Raros se da esa tensión entre vida
literaria y política cuando aparecen los riesgos de la política. Por ejemplo, en la semblanza que
escribe, una semblanza que no tienen que leer, de un poeta llamado Laurent Tailhade, que
cuando ocurrió un atentado anarquista con una bomba en París, Tailhade salió a apoyarlo y se hizo
famoso. Ahí Darío pone una distancia entre la idea de pueblo, una distancia con respecto al delirio
que representa la muchedumbre. Es decir, por un lado está bueno, pero por el otro lado la
muchedumbre es uno de los grandes enemigos de los escritores artistas. Dicho de otra manera, el
mercado. Y el delirio de la democracia, desde el punto de vista de lo llano, lo material, lo grosero.
Por eso, volviendo al texto de Poe, en esa descripción que hace Darío de lo monstruoso de la
sociedad americana aparece, cerrando la serie, la urna electoral. Entonces, para Darío la única
democracia que existe es la aristocracia de los artistas, la idea de los artistas como unos
aristócratas.

En la semblanza que escribe sobre Lugones lo elogia, le parece bien su compromiso con el Partido
Socialista, incluso lo asocia más con el anarquismo típico que con el socialismo. Le dice que tiene el
principio activo contra el mercantilismo, lo ve como una reacción contra el mercantilismo burgués.
“Tu socialismo… El tiempo pasa. Él te enseñará muchas cosas. Entre ellas, que las ideas
evolucionan y los colores cambian. Hoy he visto casualmente que las serpentinas rojas que
quedaron en las calles desde el último carnaval están completamente blancas”. Si ustedes
conocen el itinerario de Lugones habrán advertido que parece haber seguido al pie de la letra el
consejo de Darío, incluso exagerando el pasaje de Lugones desde su juventud socio anarca hasta
sus posturas cuasi fascistas del final.

Ah, perdón, volviendo al texto de Ghiraldo, llegan al almuerzo, conversan, surge la idea de fundar
el periódico socialista, Darío provee su colaboración y entonces llega el momento de la comida y lo
que mejor ilustra en esta anécdota ese compromiso de Darío puro y absoluto con el arte es que él
va a cocinar. Es decir, va a ser el cocinero artista y esto se despliega así: “se comprometió a
preparar un plato de su invención, una tortilla… lo que terminó por confirmar…”.

El ámbito literario de estos poetas bohemias determina la vida artística en el lugar característico
que es el café / cervecería. Si uno tiene que buscar un espacio urbano, cuál es aquel que mejor
representa a esta vida artística, esta vida literaria, ese espacio es el café / cervecería. Uno de los
capítulos centrales de La Vida Bohemia transcurre en el café Momus. ¿Alguien vio La Bohéme, la
obra de Puccini? Recuerden que se estrenó mundialmente en 1896, el mismo año que se publica
Los Raros se estrena en Milán y el mismo año se estrena en Buenos Aires. Estuve analizando traer
una crónica sobre la ópera, pero no, lamentablemente no. Así como el café Momus, Buenos Aires
tiene sus establecimientos típicos de la vida bohemia, hay barrios característicos. Y allí van y
finalizan el recorrido de los bohemios en esta cervecería, donde se conforma el cenáculo de los
iniciados en esa corte que él preside, el rey de los poetas que es Darío. Hasta eso es típico en
cuanto al modelo parisino de la vida literaria. No solamente la cerveza, también la bebida bohemia
por excelencia que es el absynth.

Finalmente, Darío publica estos dos libros fundamentales en su carrera literaria, Los Raros y Prosas
Profanas, y sus primeras obras poéticas. Esos textos también forman parte del corpus y tienen
también a Borges defendiendo a Darío. Más allá de las críticas, Darío triunfa como escritor, preside
también, como vimos, un cenáculo de jóvenes que le siguen, triunfa en el salón, en el Ateneo que
es el espacio tradicional pero también en este espacio nuevo que es la cervecería. Pero
finalmente, Buenos Aires le queda chica, logra salir a España de parte de La Nación y se va de la
Argentina en diciembre de 1898. Va a volver, pero ya nunca se va a establecer en Buenos Aires.
Viaja a España y de España logra el salto a París, finalmente consigue mitad por cuestiones
diplomáticas y mitad periodísticas establecerse en París. Va a compartir piso un tiempo con
Soussens, su vida siempre va a ser precaria, va a vivir de trabajos periodísticos, de algún
mecenazgo estatal y de notas en periódicos de España y Argentina. Y mientras tanto, mientras
Darío se ha ido, florece en Buenos Aires una vida literaria y bohemia hacia el 1900 y la primera
década del siglo XX, que van a vivir en cierto sentido los itinerarios que trazó Darío y su cohorte en
Buenos Aires y que va a convivir con el fantasma de Darío. Cuando uno lee los textos, la
anecdotária de la vida bohemia de la Buenos Aires del 1900, en ellos siempre se percibe la
presencia fantasmal de Rubén Darío. Es como si esa figura nunca se hubiera ido del todo y todos
conservan la nostalgia. Tan importante fue esta vida literaria que muchos escribieron sobre ella,
muchos escritores le escribieron incluso algunas novelas. Antes del texto de Ghiraldo que
estuvimos analizando, un escritor anarquista pero sobre todo poeta llamado, era un seudónimo,
Alejandro Sux, que fue amigo de Ghiraldo y escribió en La Protesta y otras revistas en las cuales
colaboraba incluso Darío, vivió esa vida bohemia. Escribió una novela autobiográfica titulada
Bohemia Revolucionaria, cuya segunda parte se titula Amor y Libertad. Es de 1910. Y narra esta
vida bohemia y anarquista al mismo tiempo del Buenos Aires de la primera década del siglo XX. La
novela finaliza con la migración de los poetas anarquistas buscando ciudades más propicias para
su ideario que es al mismo tiempo poético como revolucionario. Son expulsados por la mercantil y
conservadora Buenos Aires. El destino de este bohemio revolucionario es Barcelona, una ciudad
muy asociada con el anarquismo en esa época, pero de Barcelona pasa a París. ¿Quién lo recibe en
París a Sux? Darío. Allí publica Sux un libro llamado La Juventud Intelectual de Hispanoamérica, en
1911, y quien escribe el prólogo es Rubén Darío. Darío habla de los viejos ímpetus revolucionarios
de Sux, pero también de que ha comprendido que lo importante es la poesía, el arte y el amor.

En la misma época, es decir 1910 – 1911, Darío escribe estando en París este texto que está en la
bibliografía pero que nos sirve para cerrar el recorrido. Es en 1911, es decir que ha pasado
bastante tiempo desde que dejó Buenos Aires, y es un texto que publica en La Nación que se titula
En El País Latino. Aquí hago un paréntesis para comparar ciudades. París, la gran ciudad de la
bohemia, pero además dentro del mapa urbano sectores ¿científicos? asociados con la vida
bohemia. El espacio tradicional dentro del mapa urbano de París de la vida bohemia es el barrio
latino. No solamente porque es el barrio de los estudiantes, el barrio donde se desarrollan las
aventuras de Gómez Carrillo cuando llega a París y del joven Rubén Darío cuando llega a París. Allí
conocen a Baudelaire. Lo que sí ocurre luego de las transformaciones que sufre París es que hay
un desplazamiento de la vida bohemia a nuevos lugares. En este caso, del barrio latino a
Montmartre, una zona un poco más alejada de París en su momento, una zona más alta también.

Alumna: ¿El del cementerio?

Hay varios cementerios, pero no es el famoso que está Jim Morrison. Hay otros cementerios. Ese
cambio ya se registra en la película Moulin Rouge. La bohemia sigue estando presente, la
tuberculosis sigue estando, pero el lugar se traslada. De hecho, hacia el final de su vida hay
personajes anacrónicos que persisten su vida bohemia en un barrio que ya no es el centro de la
bohemia. Y esto lo registra Darío en este texto de 1911, “En el país latino”. Voy a leer algunas
partes: “un joven hispanoamericano que llegó a París recientemente lleno de frescas ilusiones y de
antiguas lecturas me pidió que le llevase a conocer el Barrio Latino. Tenía su Murger bien
conservado y la leyenda varleniana y moreesca flotaba en sus imaginaciones. Yo no quise derribar
tanta ilusión con palabras, sino que después de mucho tiempo de no pasar el río, lo pasé con él
dos noches a fin de que por su propia observación se convenciese de lo mucho que dista la
realidad de hoy de las pasadas historias. Historias de ayer nomás, pues la primera vez que escribí
mis impresiones del Quartier todavía no existía el ambiente actual, y de esto hace apenas doce
años”. O sea, en la época donde todavía se podía encontrar cierta vida literaria en el barrio latino.
Uno se pregunta incluso quien puede ser este joven hispanoamericano que quiere, como él lo hizo
en el año 93, conocer la París bohemia, la París de Murger, y le pide a Darío que le oficie de guía
para llevarlo a ese infierno adorable que sería la vida bohemia de París que tanto ansía. Quizás sea
el propio Alejandro Sux que le hablé recién, quien conoce a Darío en 1911 y que escribe un
prólogo en su libro. Pero es el viejo Rubén Darío, no es el joven lleno de ilusiones sino el que ha
vivido y está desencantado de ciertas desilusiones. “De más deciros que mi amigo no encontró ni a
Mimí, ni a Schaunard, ni a Colline”, todos personajes de Escenas de la Vida Bohemia o de La
Bohéme, “en cuanto a Verlaine, le vio en un plafond del restaurant del Panteón, en una apoteosis
pictórica y en dicho restaurant, entre las genuflexiones del sommelier y las conversaciones de
clientes elegantes, no se puede comer correctamente a menos de un Luis. En la parte baja de la
célebre taberna hay un american-bar, donde se sirve toda clase de american-drinks hasta las dos
de la mañana”. “En los otros lugares, Vachette, Souffet, la Lorraine, en menor escala, el mismo
espectáculo. Los bachilleres hablan de sport… Un caballero de cabellos grises decorado con la
legión de honor como un simple senador o académico”. Es decir, el antiguo poeta revulsivo se ha
transformado en un perfecto burgués hasta la legión de honor. “Un solo… De una burguesía
flamante y…”. Y así sigue, ¿no? Para entender dónde están esos bohemios, “el espíritu
revolucionario ya no existe… Se transita el achatamiento”. Es decir, ¿qué ha pasado con París? La
París bohemia de antaño también está desapareciendo, y en cierta medida lo que ha ocurrido es
que la París encantadora ha desaparecido aplastada por lo que Nueva York representaba. Esas dos
figuras se han unido y una ha ahogado a la otra. Lo único que queda de esa vieja vida literaria es
nada más su imagen en alguna fotografía estampada en un restaurant que lo único que quiere
hacer es atraer a turistas. Es ciertamente un cierre de un alcohólico triste y el final de una época,
esta época heroica de la vida literaria en París ha terminado.

Alumna: ¿De qué año es?

De 1911. Y Darío muere en 1916. Podría hablar mucho más de la vida bohemia y todo, pero me iría
demasiado y es la hora del recreo. ¿Alguna pregunta que me quieran hacer de esto que vimos?

Alumna: ¿Escenas de la Vida Bohemia es anterior al viaje de Rubén Darío a París?

Es anterior. Es buena la pregunta, porque con respecto a La Vida Bohemia, Murger dice dos cosas.
Primero dice que la verdadera bohemia es la París que vivieron ellos, la de 1840, pero lo curioso es
que inicia diciendo que “bohemios hubo siempre”. Un poco contradiciéndose, porque dice que la
única bohemia es París pero que también existe un espíritu bohemio en los seres humanos. Un
poco con esa idea trabaja Woody Allen en Medianoche en París, que es la historia de un escritor
agobiado por lo norteamericano y todo el materialismo y que lo único que lo puede salvar es aquel
París fuera de la vida burguesa y además el fracaso literario. Fíjense que él ubica la edad dorada de
la vida bohemia en el periodo que habita París la lost generation, el modelo fantástico de la
película cuando no se sabe por qué viaja la París de 1920 aparece Hemingway, Fitzgerald y muchos
más. El mensaje que da la película es que para los artistas de esa época, sobre todo para esta
muchacha que se enamora él, la etapa dorada es la época anterior y quiere viajar a esa época
anterior, pero no sabe que se va a repetir. Y fíjense que la bohemia aparece siempre asociada a la
juventud. La otra novela importante de la vida bohemia de Argentina es “El mal metafísico” de
Galvez, de 1916. El protagonista es un poeta que también va a tener un final trágico, el medio lo
consume. Y todos los que lo rodean son personajes conocidos de esta bohemia, nada más que le
cambian el nombre. Aparece Ghiraldo, que en la novela se llama Gualberto Garibaldi.

Alumna: Hay toda una poética del tango también.

Está muy asociado con esta vida alegre, esta vida artística que va en contra de la vida burguesa.
Una forma de transformar la ciudad en una ciudad bohemia es no a través del espacio sino del
tiempo, yendo en contra del horario establecido. Por eso la mención de la noche y el tango tiene
mucho de eso. De hecho, muchos tangos citan a Darío, al poeta artista, a París y hay muchos que
tienen en el título “bohemia”. Después hay una imagen de Gardel que utiliza Homero Manzi.
¿Alguna otra pregunta? Me dijo Alejandra que va a volver para hacer el cierre, así que hagamos
ahora el recreo.

También podría gustarte