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CATEDRA

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La 

filosofía de la Ilustración se basó en la valoración del conocimiento


y la razón; se perseguía la iluminación a partir de la razón y la ciencia.
Así, se comenzó a dar más importancia a ideas como la libertad,
progreso, fraternidad, tolerancia y separación de Estado e iglesia, y se
dio menos valor a la iglesia y a la monarquía.

La Ilustración se inspiró en las nuevas olas del pensamiento racional del


siglo XVII y XVIII con Descartes a la cabeza y su duda metódica, así
como las leyes físicas que caracterizaron la revolución científica de Isaac
Newton.

La Ilustración fue un movimiento intelectual europeo (especialmente en


Francia, Inglaterra y Alemania y sus colonias americanas), que ocurrió
entre 1688 y la Revolución francesa. Tenía el objetivo declarado de
disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. Los
pensadores de este período sostenían que el conocimiento humano podía
combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía.

La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos


y sociales de la época. Su lema, según Inmanuel Kant: ¡Saper aude!
¡Ten el valor de servirte de tu propia razón!

Esa influencia, en Latinoamérica, se tradujo en la ruptura colonial y los


movimientos independentistas, así como en las ideas que se reflejaron
en el diseño y la construcción de estos países durante los siglos XX y
XXI.

La Ilustración fomenta la llamada revolución del conocimiento. Para los


seguidores de este movimiento, ciencia y método son las bases del
progreso. La crítica, que usa como instrumento el análisis, será el común
denominador de los ilustrados.

Por otra parte, la Ilustración genera una concepción capitalista de la


naturaleza, porque se asienta la idea, defendida por Bacon, de que el
conocimiento es poder.

Esto es, la idea de que la generación de conocimiento lleva implícita una


forma de dominio y explotación de las fuerzas y recursos de la
naturaleza.

Ilustración y filosofía
La Ilustración estaba influida por las ideas de Blaise Pascal, Gottfried
Leibniz, Galileo Galilei y otros filósofos del período anterior, y la
cosmovisión que se desarrolló se nutría de las ideas de distintos
movimientos:

 Antropocentrismo
 Racionalismo (René Descartes, Blaise Pascal, Nicolas
Malebranche, Baruch Spinoza, Gottfried Wilhelm Leibniz)
 Empirismo (Francis Bacon, John Locke y David Hume)
 Materialismo (La Mettrie, D’Holbach)
 Hipercriticismo
 Pragmatismo
 Idealismo (George Berkeley e Immanuel Kant)
 Universalismo.

Antropocentrismo
Ya Dios y la religión no son el centro sino el ser humano y, en especial,
su razón material y sensible. Surge la noción de progreso humano como
un proceso continuo e indefinido.

Surgen el nihilismo (Casanova, Pierre Choderlos de Laclos), la


masonería, el deísmo (Voltaire), el agnosticismo, el ateísmo (Pierre
Bayle, Baruch Spinoza, Paul Henri Dietrich), incluso el libertinismo
aparece en la literatura como en el Marqués de Sade, por lo que se dice
que las luces dejan también al descubierto el lado oscuro del ser
humano.

Racionalismo
Dentro de esta corriente de pensamiento, no tiene cabida nada distinto
de la razón y la experiencia sensible. Las pasiones y
los sentimientos obnubilan la razón humana y, por tanto, entorpecen
todo. La estética está signada por la armonía.

El racionalismo fue usado como vía para demostrar la existencia de un


ser supremo, aun cuando filósofos como Voltaire y Jean-Jacques
Rousseau cuestionaron instituciones como la Iglesia y el Estado. Leibniz
formuló su filosofía del optimismo.

Empirismo
La razón empírica y analítica inspirada en los trabajos de Newton y
Locke, pasa al frente de la escena y de acuerdo con ella, la experiencia
es el origen de todo conocimiento.

La experimentación es la vía para entender la lógica de los hechos. El


método analítico se aplica a todos los campos del saber por creerse que
venía dado por la propia naturaleza humana. En este caso, analizar
consiste en observar en un orden sucesivo las cualidadesun objeto.

Materialismo
En este movimiento, la materia es la única realidad y, por tanto, el
pensamiento es un fenómeno material. Demócrito, Epicuro y Lucrecio
fueron los primeros materialistas y como tales, negaron todo dualismo
entre una creación y un creador, entre cuerpo y alma.

Para un materialista todo se explica por el movimiento de las partículas


materiales sin que este movimiento requiera causa trascendente alguna.

Pero el materialismo de esta era postula una naturaleza que debe ser
guía para el hombre, en contraposición a la religión.

Esta posición fue difundida en el ámbito fisiológico por de Holbach y La


Méttrie, y en el ámbito social por Helvetius. También en este movimiento
se inscribe el materialismo histórico de Karl Marx.

Hipercriticismo
Todo lo anterior se duda, se critica y se mejora. Todo el conocimiento
que no se somete a los principios laicos y materialistas, se desecha. Se
utilizan todas las expresiones culturales para dejar en entredicho ese
conocimiento.

Toda esta crítica trae consigo reformas: la historia se empieza a


documentar con rigor; las ciencias se vuelven empíricas; surgen las
revoluciones políticas y sociales con aspiraciones de gobiernos más
justos con separación de poderes y derecho al voto.

Se crean sociedades para mejorar en todas las disciplinas y comienza así


el crecimiento demográfico que aún vemos en la actualidad.

Pragmatismo
Es una doctrina que toma como criterio de verdad el valor práctico de las
cosas y los fenómenos; solo lo útil merece hacerse: arte, cultura,
política, etc, debe tener un fin didáctico, moral o social.

Idealismo
Esta filosofía reduce la realidad al ser, y el ser al pensamiento. Privilegia
el buen gusto y el purismo es el norte en todos los ámbitos. Se excluye
lo temporal y lo histórico.

Universalismo
Desde este movimiento se asume la relatividad cultural. Lo francés se
toma como lo mejor. Surgen utopías de gobierno colectivo que derivan
al final en la Revolución francesa.

Filosofía social y política en la Ilustración


 Liberalismo aristocrático: Representado por Montesquieu,
plantea que el origen de la sociedad y el Derecho no se
encuentra en el contrato social sino en la naturaleza del hombre
y las circunstancias que lo rodean. Una forma de gobierno ideal
debería caracterizarse por: separación de poderes, cuerpos
intermedios y descentralización.
 Utilitarismo político: son conservadores y materialistas.
 Rebeldías y utopías: aparecen las ideas democráticas y la
noción de proletariado.
En definitiva, la Ilustración fue una época de progreso de los
conocimientos racionales y de perfeccionamiento de las técnicas de la
ciencia.

Algunos creen que ese privilegiar a la razón antes que a la religión, fue
lo que permitió que se produjeran movimientos como la Revolución
francesa o los movimientos independentistas americanos.

Y aun cuando se alimentó de múltiples movimientos filosóficos, lo que


tenían en común era una creencia firme en el valor de la razón humana
para el progreso de la sociedad en todos los campos. El análisis
deductivo y el naturalismo, protagonizan la forma de abordar la realidad.
La Ilustración es un movimiento filosófico, político, literario y científico que
se ha desarrollado en Europa y en las colonias durante el siglo XVIII, lo que
dio lugar al llamado «Siglo de Las Luces». Fue una modernización culturas
que apareció como resultado de la difusión de ideas nuevas y conocimientos
científicos, lo que llevó a un intento de transformación de las caducas
estructuras del Antiguo Régimen.

Algunas características de la Ilustración


La Ilustración nació en Reino Unido, donde los rasgos fundamentales de este
movimiento se produjeron antes que en otro lugar, asentándose en Francia,
donde la admiración por la cultura y la tradición inglesa fueron difundidas
por Voltaire, produciéndose en este momento los fundamentos de la
ideología, el «enciclopedismo», que tenía como principales representantes a
Montesquieu; Diderot, Rousseau, Buffon,etc.
La Ilustración se extendió progresivamente hacia otras zonas del continente
durante el siglo XVII, llegando a naciones como Italia, España, Polonia,
Rusia, Suecia o a las colonias americanas.
Esta es la ideología y la cultura que elaboró la burguesía europea en la
lucha contra el absolutismo y la nobleza. Se define también como el culmen
del racionalismo renacentista. La Ilustración es la crítica que adopta la
burguesía cuando se enfrenta al orden ya establecido.

¿Qué características tiene la Ilustración?


Optimismo
Laicismo
Creencia en la bondad del hombre por naturaleza
Búsqueda de la felicidad
Racionalismo

Si hablamos del ideal de la Ilustración, es la naturaleza mediante la razón,


aunque realmente no podría decirse que es el espíritu del Renacimientollevado
hasta las últimas consecuencias, siendo puesto a lo sobrenatural y lo
tradicional. Lo que quería el Ilustrado es llegar al amor hacia el prójimo
partiendo de la razón y no de la revelación como se hacía hasta entonces.
Muchos ilustrados eran ateos.
Lo que hizo la Ilustración es tomar el nombre de la Enciclopedia en Francia y
en los países latinos, así como el del Aufklärung en las naciones de origen
germánico.

El Racionalismo
Esta fue la palabra más usada en el siglo XVIII, tanto en la literatura,
como en la filosofía y la ciencia. Los intelectuales de éste siglo llamaron a
esta época «El Siglo de las Luces», pues son la luz de la lógica y de la
inteligencia que según ellos era la que debía dominar el mundo.
La Ilustración fue un paso hacia delante bastante importante en un mundo
occidental que, hasta ese momento vivía bajo las creencias religiosas y el
poder infinito de la iglesia.

LIBERALISMO

Definición

El Agreement of the People (1647) fue un manifiesto por un cambio político,propuesto por
los Niveladores durante la Revolución inglesa. Se llamó a la libertad de culto, celebración frecuente
del parlamento y la igualdad ante la ley.

Si bien su definición continúa siendo discutida en el ámbito académico, se entiende como


"Liberalismo" a una filosofía política que tiende a la reducción del estado hasta su mínimo
posible.3
Se lo identifica como una doctrina que propone la libertad y la tolerancia en las relaciones
humanas. Promueve las libertades civiles y económicas, oponiéndose al absolutismo y
al conservadurismo. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de
derecho como la democracia representativa y la división de poderes.
Desde sus primeras formulaciones, el pensamiento político liberal se ha fundamentado
sobre tres grandes ideas:4

1. Los seres humanos son racionales y poseen derechos individuales inviolables,


entre ellos, el derecho a configurar la propia vida en la esfera privada con plena
libertad, y los derechos a la propiedad y a la búsqueda de la felicidad. Esto se
basa en los tres derechos naturales de John Locke: vida, libertad y propiedad
privada.
2. El gobierno y, por tanto, la autoridad política deben resultar del consentimiento de
las personas libres, debiendo regular la vida pública sin interferir en la esfera
privada de los ciudadanos.
3. El Estado de derecho obliga a gobernantes y gobernados a respetar las reglas,
impidiendo el ejercicio arbitrario del poder.
El liberalismo fue un movimiento de amplia proyección (económica, política y filosófica)
que defendía como idea esencial el desarrollo de la libertad personal individual como
forma de conseguir el progreso de la sociedad.
Aboga principalmente por:[cita  requerida]

 El desarrollo de los derechos individuales y, a partir de estos, el progreso de


la sociedad.
 El establecimiento de un Estado de derecho, donde todas las personas sean
iguales ante la ley (igualdad formal), sin privilegios ni distinciones, en acatamiento de
un mismo marco mínimo de leyes que resguarden las libertades y el bienestar de las
personas.
El liberalismo está inspirado en parte en la organización de un Estado de
derecho con poderes limitados —que idealmente tendría que reducir las funciones del
gobierno a seguridad, justicia y obras públicas— y sometido a una constitución, lo que
permitió el surgimiento de la democracia liberaldurante el siglo XVIII, todavía vigente hoy
en muchas naciones actuales, especialmente en las de Occidente.
El liberalismo europeo del siglo XX ha hecho mucho hincapié en la libertad económica,
abogando por la reducción de las regulaciones económicas públicas y la no intervención
del Estado en la economía. Este aspecto del liberalismo ya estuvo presente en algunas
corrientes liberales del siglo XIX opuestas al absolutismo y abogó por el fomento de
la economía de mercado y el ascenso progresivo del capitalismo. Durante la segunda
mitad del siglo XX, la mayor parte de las corrientes liberales europeas estuvieron
asociadas a la comúnmente conocida como derecha política.
Debe tenerse en cuenta que el liberalismo es diverso y existen diferentes corrientes dentro
de los movimientos políticos que se autocalifican como "liberales"

Características
Sus características principales son :

 La libertad como un derecho inviolable que se refiere a diversos aspectos: 5libertad


de pensamiento, de culto, de expresión, de asociación, de prensa, etc; cuyo único
límite consiste en no afectar la libertad y el derecho de los demás, y que debe
constituir una garantía frente a la intromisión del gobierno en la vida de los individuos.
 El principio de igualdad ante la ley, referida a los campos jurídico y político. Es
decir, para el liberalismo todos los ciudadanos son iguales ante la ley y ante el Estado.
 El derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual,
y como derecho inalterable que debe ser salvaguardado y protegido por la ley.
 El establecimiento de códigos civiles, constituciones e instituciones basadas en la
división de poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), y en la discusión y solución de
los problemas por medio de asambleas y parlamentos.
 La libertad de cultos y la separación del Estado y la iglesia en un Estado laico.
 La no politización de los cargos de gobierno, y demás elementos públicos, como
la educación (tanto la escolar como la universitaria), la salud y la justicia.
 Tolerancia en la aplicación de la autonomía individual o colectiva.6

Liberalismo social y económico


Artículos principales: Liberalismo social  y  Liberalismo económico.

Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga en 1831, quienes intentaron sin
éxito acabar con la política absolutista de Fernando VII. Óleo de Antonio Gisbert Pérez (1834-1901).

El liberalismo normalmente incluye dos aspectos interrelacionados: el social y el


económico. El liberalismo social es la aplicación de los principios liberales en la vida
política de los individuos, como por ejemplo la no intromisión del Estado o de los colectivos
en la conducta privada de los ciudadanos y en sus relaciones sociales, existiendo plena
libertad de expresión y religiosa, así como los diferentes tipos de relaciones sociales
consentidas ya sean de carácter amistoso, amoroso o sexual, así como en aspectos de
moralidad.
Esta negativa permitiría (siempre y cuando sea sometida a aprobación por elección
popular usando figuras como referendos o consultas públicas, ya que dentro del
liberalismo siempre prevalece el Estado de derecho y este en un Estado democrático se
lleva a su máxima expresión con la figura del sufragio) la libertad de paso, la no regulación
del matrimonio por parte del Estado (es decir, este se reduciría a un contrato privado como
otro cualquiera), la liberalización de la enseñanza, etc. Por supuesto, en el liberalismo hay
multitud de corrientes que defienden con mayor o menor intensidad diferentes propuestas.
El liberalismo económico es la aplicación de los principios liberales en el desarrollo
material de los individuos, como por ejemplo la no intromisión del Estado en las relaciones
mercantiles entre los ciudadanos, impulsando la reducción de impuestos a su mínima
expresión y reducción de la regulación sobre comercio, producción, etc. Según la doctrina
liberal, la no intervención del Estado asegura la igualdad de condiciones de todos los
individuos, lo que permite que se establezca un marco de competencia, sin restricciones ni
manipulaciones de diversos tipos. Esto significa neutralizar cualquier tipo de beneficencia
pública, como aranceles y subsidios, a favor de la ganancia de cada persona mediante el
trabajo, favoreciendo la meritocracia y la producción.

La disolución del gobierno y el derecho a la


resistencia: Locke, Kant y Rawls
John Locke fue el primero en desarrollar una filosofía liberal, creó el derecho a la propiedad
privada y el consentimiento de los gobernados.

Para Locke7 la sociedad es una creación humana, es decir por consentimiento, debido a
ello puede elegir a quien(es) gobierne(n). Sin embargo, como los miembros de la sociedad
o dicho de otro modo, los miembros del cuerpo político decidieron a quien elegir, por
cuanto tiempo y bajo qué condiciones, si quienes gobiernan contravienen los principios del
gobierno y los derechos del pueblo, el poder debe regresar a sus manos originarias.
El pueblo no está obligado a obedecer cuando se infringen las normas “Locke se refiere en
todo momento a la pérdida de autoridad, a la ilegalidad como condición de posibilidad de la
disolución del gobierno, ante la cual se habilita la resistencia en forma legítima" 8 la
pregunta es ¿podrá el pueblo sublevarse por cualquier cuestión que considere importante?
La respuesta es NO, “Locke insiste en que el pueblo no se subleva por nimiedades, y es
capaz de tolerar un gran número de injusticias. Sólo cuando las violaciones a la ley o a los
fines de la sociedad se perpetúan en el tiempo los pueblos se resisten". 8
Otro pensador clásico liberal fue Immanuel Kant, quien también estudia la conformación de
la sociedad, la libertad y la sujeción al gobierno. Para Kant la libertad está directamente
relacionada con el derecho del individuo de obedecer solo aquellas leyes en las que vea
reflejada su propia voluntad legisladora. 9 Hasta este punto parece estar de acuerdo con
Locke, pero si bien el pueblo es una suma de voluntades que pactan para una mejor forma
de vida, «las ideas de voluntad general y de contrato no implican, en este marco, el
reconocimiento de derechos inalienables del pueblo, sino que son asumidas, en todo caso,
como criterios que permiten al legislador dictar leyes tales que hubiesen podido ser
aceptadas por la voluntad unida de todo un pueblo».9
Si bien el pueblo tiene derechos, estos se pueden y deben enajenar en el momento que se
conforma un gobierno, mismo que se vuelve su representante que puede diseñar y
ejecutar leyes pensando en el bienestar del mismo. De ahí que «Para que una ley sea
considerada legítima (y pueda reclamar el consentimiento de aquellos que se someten a
ella), no es preciso que sea el pueblo reunido en asamblea quien dicte tal ley, ni tampoco
es necesario que éste preste su consentimiento efectivo: si una ley es de tal índole que
resulte imposible que todo un pueblo puedaotorgarle su aprobación, entonces no es
legítima, pero con que sea solo posible que alguna vez el pueblo prestara su conformidad
a dicha ley establecida, entonces ésta puede ser considerada justa». 9
Luego entonces, para poder contar con un gobierno justo quienes lo eligen, deben conocer
las cualidades y capacidades de sus elegidos, porque de acuerdo a Kant, una vez electos,
no hay marcha atrás. ¿Perdió algo el liberalismo? Así es, la posibilidad de desobediencia
civil.
Ahora bien, ¿Es aplicable la desobediencia civil en tiempos contemporáneos? ¿Qué dicen
los nuevos abanderados del liberalismo?
Actualmente, la sociedad se encuentra inmersa en la injusticia, la pobreza y la
desigualdad; que se han extendido de una manera vertiginosa. De ahí que los estudiosos
de las ciencias sociales retomen al liberalismo como salida o resolución de un problema
que se está agravando. Ellos sostienen «que las situaciones de pobreza extrema y miseria
existentes en los países del mundo subdesarrollado constituyen un problema de justicia
económica global».10 Una de las propuestas de John Rawls, máximo exponente del
liberalismo actual, es la implementación de políticas de asistencia social, pero de ninguna
manera cambiar el sistema económico. 10
Según Rawls, los problemas sociales actuales nada tienen que ver que las estructuras
económicas internacionales, más bien son problemas locales, que los gobiernos internos
han sido incapaces de resolver.10
Contrario a la mayoría de los pensadores clásicos, que procuran explicar las condiciones
sociopolíticas de su tiempo, pensadores contemporáneos como Rawls buscan justificar el
sistema económico actual. Así pues, nos encontramos con dos posturas: una que defiende
la posición del pueblo y otro que defiende la posición del gobierno.

Teorías del óptimo social: Liberalismo benthamiano


y paretiano
Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en
una publicación acreditada.
Este aviso fue puesto el 8 de febrero de 2014.

Monumento a los liberales del siglo XIX situado en el barrio Agra del Orzán, La Coruña, España.

Una división menos famosa pero más rigurosa es la que distingue entre el liberalismo
predicado por Jeremías Bentham y Wilfredo Pareto propusieron otras dos concepciones
para el cálculo de un óptimo de satisfacción social.
En el cálculo económico se diferencian varias corrientes del liberalismo. En la clásica y
neoclásica se recurre con frecuencia a la teoría del homo œconomicus, un ser
perfectamente racional con tendencia a maximizar su satisfacción. Para simular este ser
ficticio se ideó el gráfico Edgeworth-Pareto, que permitía conocer la decisión que tomaría
un individuo con un sistema de preferencias dado (representado en curvas de indiferencia)
y unas condiciones de mercado dadas. Es decir, en un equilibrio determinado.
Sin embargo, existe una gran controversia cuando el modelo de satisfacción se ha de
trasladar a una determinada sociedad. Cuando se tiene que elaborar un gráfico de
satisfacción social, el modelo benthamiano y el paretiano chocan frontalmente.
Según Wilfredo Pareto, la satisfacción de que goza una persona es absolutamente
incomparable con la de otra. Para él, la satisfacciónes una magnitud ordinal y personal, lo
que supone que no se puede cuantificar ni relacionar con la de otros. Por lo tanto, sólo se
puede realizar una gráfica de satisfacción social con una distribución de la renta dada. No
se podrían comparar de ninguna manera distribuciones diferentes. Por el contrario, en el
modelo de Bentham los hombres son en esencia iguales, lo cual lleva a la comparabilidad
de satisfacciones y a la elaboración de una única gráfica de satisfacción social.
En el modelo paretiano, una sociedad alcanzaba la máxima satisfacción posible cuando ya
no se le podía dar nada a nadie sin quitarle algo a otro. Por lo tanto, no existía ninguna
distribución óptima de la renta. Un óptimo de satisfacción de una distribución
absolutamente desigual sería, a nivel social, tan válido como uno de la más absoluta
igualdad (siempre que estos se encontrasen dentro del criterio de óptimo paretiano).
No obstante, para igualitaristas como Bentham no valía cualquier distribución de la renta.
El que los humanos seamos en esencia iguales y la comparabilidad de las satisfacciones
llevaba necesariamente a un óptimo más afinado que el paretiano. Este nuevo óptimo, que
es necesariamente uno de los casos de óptimo paretiano, surge como conclusión lógica
necesaria de la ley de los rendimientos decrecientes.

Principales corrientes contemporáneas


El liberalismo, en origen, defiende la libertad individual y económica, siendo reacio a un
estado fuerte (antiestatismo) y a gravar con altos impuestos a los ciudadanos. Sin
embargo, a partir de esta doctrina, han surgido numerosas variantes. A continuación, se
presentan las principales manifestaciones de liberalismo contemporáneo, organizadas de
menor a mayor regulación (desde aceptar cierto nivel de gobierno, hasta no aceptarlo en
absoluto):
 Libertarismo: los libertarios defienden una ética política fundamentada en el
derecho a la propiedad privada y el no-inicio de la fuerza como base de las libertades
individuales, asimismo como promueven el capitalismo de libre mercado como
expresión característica de la libertad individual. Entre sus variantes más conocidas
están la que defiende un gobierno limitado constitucionalmente y un Estado mínimo, y
una forma de anarquismo filosófico que promueve la ley y seguridad privada o el
gobierno voluntario.
Minarquismo: este movimiento defiende el Estado mínimo, es decir, que un
gobierno mínimo es necesario para preservar la libertad, pero restringiéndose a
sus funciones mínimas de "vigilante" (principalmente, tribunales, policía, prisiones,
y fuerzas de defensa, ver: Estado vigilante nocturno), sin intervenir en la economía,
aceptando impuestos solo para casos muy particulares.
Anarcocapitalismo (también denominado voluntarismo): promueve la soberanía del
individuo y rechaza la cualidad principal de un Estado, su capacidad imperativa y
coactiva. Se trata un sistema político-filosófico donde los agentes individuales
determinan libremente las estructuras económicas y sociales a las que se
suscriben. Un error común fuera de la academia, derivado de su denominación, es
la extendida creencia de que dicho sistema obliga a adoptar un rol laboral
empresario-trabajador o una estructura concreta. Los anarcocapitalistas no se
oponen a ninguna formulación política o forma de vida siempre que esta sea
voluntaria y no impuesta sobre los individuos. En síntesis, no establece formas
organizativas sino ausencia coactiva bajo el principio de no agresión.

 Socioliberalismo: defiende la compatibilidad de la libertad individual con el Estado y


el bienestar y desarrollo sociales. Para este movimiento, la función del Estado es
garantizar la igualdad de oportunidades evitando abusos y monopolios, y fomentando
el desarrollo personal y la libertad de todos los ciudadanos, pero en ningún caso
sustituyéndolos en la toma de decisiones.
La crisis del absolutismo fue un cambio de sistema político que se dio
desde mediados del siglo XVII y tuvo su máxima expresión con la
Revolución francesa. Estaba relacionada con los conflictos externos entre
las diferentes potencias y las guerras de sucesión. Los estados
absolutistas se desarrollaron en Europa a medida que el feudalismo iba
disminuyendo.

Los monarcas absolutos creían que gobernaban por derecho divino, una
idea establecida por el obispo Jacques Bénigne Bossuet (1627-
1704). Estos reyes centralizaban su poder, con la ayuda de brillantes
asesores, procurando aumentar los ingresos del Estado y asumiendo un
mayor control de la Iglesia. 

Los monarcas absolutos tenían la capacidad de hacer leyes, gravar


impuestos, administrar justicia, controlar a los funcionarios del estado y
determinar la política exterior. El absolutismo se desarrolló más
ferozmente en Francia. El pueblo francés exigía un líder fuerte después
de años de conflictos religiosos y hambruna devastadora.

Absolutismo en Francia
Enrique IV fue el primer rey borbónico de Francia; trató de aliviar las
tensiones religiosas con el Edicto de Nantes (1598), el cual concedía a
los protestantes franceses cierta libertad para la adoración religiosa en
las ciudades fortificadas.

Enrique equilibró el presupuesto francés en solo 12 años y pagó la deuda


real. Su asesinato en 1.610 dejo a Francia en más de una década de
turbulencia política.

El heredero del trono Luis XIII y su consejero el cardenal Richelieu


condujeron a Francia a la Guerra de los Treinta Años, en un intento de
aumentar el poder y prestigio francés.

El plan funcionó, convirtiendo a Francia en la nación más poderosa de


Europa. Cuando Richelieu murió, el cardenal Mazarin asumió el cargo de
consejero principal de Luis XIII, pero rápidamente ocupó el papel de
líder de la nación cuando Luis XIII murió en 1643, dejando a su hijo de
cinco años, Luis XIV, en el trono.

El joven Luis XIV aprendió una valiosa lección sobre la conducta de la


nobleza francesa durante la Fronda (1648-1653), un levantamiento que
le enseñó que la aristocracia no era digna de confianza, una lección que
nunca olvidó.
Cuando tenía 23 años, Luis XIV tomó el control de Francia y comenzó su
gobierno personal. Vendió títulos de nobleza a muchos franceses de
clase media alta y luego les otorgó puestos de trabajo en el gobierno.

Estos nuevos nobles eran ciegamente leales a su rey. Siempre


desconfiado de la alta nobleza, Luis construyó el palacio en Versalles y
se aseguró de que los aristócratas estuvieran demasiado ocupados y
distraídos como para causar problemas. Luis también revocó el Edicto de
Nantes y permitió la persecución abierta de la disidencia francesa.

Causas de la crisis del absolutismo


Debido a las inmensas ansias de poder de Luis XIV se desencadenaron
una serie de guerras que marcaron  crisis del absolutismo y entre las
más destacadas se listan las siguientes:

La guerra de devolución (1667-1668)


Tras la muerte de Felipe IV (1665). Luis XIV afirmó que las posesiones
españolas en los Países Bajos le habían sido transferidas a través de su
esposa, María Teresa de Austria – hija de Felipe IV.

El nuevo Rey Carlos II, rechazó esta imposición, por lo que los franceses
invadieron en 1667 los Países Bajos españoles.

En respuesta, los holandeses, los ingleses y los suecos formaron una


alianza para proteger el equilibrio de poder en la zona y finalmente
indujeron a Luis XIV a aceptar el Tratado de Aquisgrán.

Mediante el cual Francia conservó algunas ciudades fortificadas en los


Países Bajos españoles, pero acordó renunciar a reclamar a los Países
Bajos españoles en su conjunto.

La guerra holandesa (1672-1678)


Los holandeses representaron una barrera para la expansión francesa y
fueron un importante rival comercial, lo que los convirtió en un objetivo
estratégico.

Luis XIV se dispuso a aislar a los holandeses de Inglaterra y Suecia.


Firmó tratados con los ingleses y los suecos, e invadió los Países Bajos.

Los ejércitos de España, Austria y Brandeburgo se movieron contra Luis


XIV. Después de años de lucha, Luis XIV conquistó los siguientes
territorios: el Franco Condado de España, el Territorio Imperial Alsacia-
Lorena y Luxemburgo.

La guerra de los nueve Años o la Guerra de la liga de


Augsburgo (1688-1697)
Después de la guerra holandesa, otras naciones europeas se opusieron
cada vez más al apetito de Luis XIV por el poder.

En 1686, Baviera, el Sacro Imperio Romano, el Palatinado, Sajonia,


España y Suecia formaron la Liga de Augsburgo para oponerse a las
políticas expansionistas de Luis XIV.

La guerra comenzó en 1.688 cuando Luis XIV nuevamente forzó la


expansión al noreste. Francia dominó la mayoría de las batallas
terrestres, mientras que la Liga de Augsburgo resultó victoriosa en el
mar.

Las batallas se extendieron a las posesiones coloniales españolas,


inglesas y francesas en el nuevo mundo. Como ambos lados se quedaron
sin dinero para librar la guerra, negociaron el Tratado de Ryswick en
1697.

Luis XIV tuvo que renunciar a gran parte del territorio conquistado y
Francia ganó muy poco después de nueve años de conflicto.

La guerra de la sucesión española (1701-1713)


Fue la última y más funesta guerra en la que se vio involucrado Luis XIV.
Cuando el rey español Carlos II murió en 1700 y ante la falta de un
sucesor evidente, Europa quedó a la expectativa por saber quién
heredaría el trono español.

Luis XIV había reclamado el derecho de su hijo Luis de Francia (1661-


1711) de ser el heredero legítimo ya que su madre María Teresa de
Austria,era hermana del rey Carlos II.

Sin embargo, el emperador romano Leopoldo II, también se había


casado con una de las hermanas de Carlos II y afirmaba que el trono
debía pertenecer a su dinastía. Antes de la muerte de Carlos II, las dos
facciones en disputa acordaron particiones que dividirían las tierras
españolas.
Justo antes de fallecer, Carlos II tuvo una última voluntad no dividir  el
territorio español, razón por la cual designó como heredero de todas las
posesiones españolas a Felipe de Anjou, el nieto de Luis XIV, quien se
convirtió en Felipe V, lo que dio a una ya poderosa Francia con una
enorme cantidad de tierras y recursos en Europa y el Nuevo Mundo.

Ninguna nación Europea quería que los franceses heredaran el trono


español, por lo que los adversarios al reinado francés instauraron una
guerra para intentar restablecer el equilibrio de poder en el continente y
detener los intereses comerciales de Luis XIV en el extranjero.

Guiados por el británico William III, las naciones europeas formaron la


Gran Alianza de 1701, compuesta por Inglaterra, Holanda y el Sacro
Imperio Romano. España se alió con los franceses para honrar la
voluntad de Carlos II e impedir la división del territorio español.

La lucha comenzó en 1702, con una guerra lenta y estratégica. La Gran


Alianza logró cosechar muchas victorias claves gracias a las capacidades
de sus calificados líderes militares.

El general John Churchill, Duque de Marlborough (1650-1722), dirigió a


las tropas inglesas y colaboró con el líder de los Habsburgo, el príncipe
Eugenio de Saboya (1663-1736) para derrotar a los franceses en
Blenheim en 1704 con un ataque sorpresa. Los ingleses también
adquirieron la importante ciudad portuaria mediterránea de Gibraltar en
1704.

Después de otras victorias aliadas, Luis XIV inició las negociaciones para
un acuerdo de paz en 1708. Sin embargo, las demandas de sus
enemigos eran demasiado duras y Luis XIV no las aceptaba. Los diversos
estados en guerra continuaron luchando por sus propias razones, ya que
la guerra atravesó la mayor parte de Europa.

El cual concedió el trono de España al nieto de Luis XIV, Felipe V, pero


con el entendimiento de que los tronos franceses y españoles nunca
serían heredados por la misma persona. El tratado también repartió
otras tenencias españolas.

Los austríacos adquirieron la mayor parte de los territorios


mediterráneos conquistados: Nápoles, Cerdeña, Milán y los Países Bajos
españoles.

El Duque de Saboya ganó Sicilia y el Duque de Brandeburgo se convirtió


en Rey de Prusia. Francia se vio obligada a abandonar muchos de sus
territorios norteamericanos y dejó de lado sus ambiciones de expandirse
a los Países Bajos.
Los británicos adquirieron Gibraltar, la Isla de Menorca en el
Mediterráneo, y muchos de los territorios perdidos por Francia en
Norteamérica, todos los cuales aumentaron el poder de Gran Bretaña.

Los británicos también adquirieron de España los derechos de abastecer


a la América española con esclavos africanos y los tratados
restablecieron la política de equilibrio de poder en Europa.

Las frecuentes guerras de Luis XIV, junto con sus gastos desordenados,
habían llevado a Francia al borde de bancarrota. Todos estos eventos
desencadenaron el declive de la monarquía absoluta, dando paso a
nuevas teorías de gobierno basadas en la soberanía del
pueblo, monarquías constitucionales o incluso en repúblicas
parlamentarias.

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