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Biografias

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Diego Rivera

(1886 - 1957)

Pintor mexicano, considerado uno de los principales muralistas de su país. Estudió por espacio de
quince años (1907-1922) en varios países de Europa (en especial, España, Francia e Italia), donde
se interesó por el arte de vanguardia y abandonó el academicismo.

Las obras de este período reflejan, por un lado, un acusado interés por el cubismo sintético (El
guerrillero, 1915), asumido en su etapa parisina, y por otro, una gran admiración por los
fresquistas del Quattrocento, (y en especial, por Giotto), lo que motivó su alejamiento de la
estética cubista anterior.

Identificado con los ideales revolucionarios de su patria, Rivera volvió desde tierras italianas a
México (1922), en un momento en que la revolución parecía consolidada. Junto con David Alfaro
Siqueiros se dedicó a estudiar en profundidad el arte maya y azteca, que influirían de forma
significativa en su obra posterior. En colaboración con otros destacados artistas mexicanos del
momento (como el propio Siqueiros y Orozco), fundó el sindicato de pintores, del que surgiría el
movimiento muralista mexicano, de profunda raíz indigenista.

Durante la década de los años 20 recibió numerosos encargos del gobierno de su país para realizar
grandes composiciones murales (Palacio de Cortés en Cuernavaca, Palacio Nacional y Palacio de las
Bellas Artes de Ciudad de México, Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo) en las que Rivera
abandonó las corrientes artísticas del momento para crear un estilo nacional que reflejara la
historia del pueblo mexicano, desde la época precolombina hasta la Revolución, con escenas de un
realismo vigoroso y popular, y de colores vivos. En este sentido, son famosas, por ejemplo, las
escenas que evocan la presencia de Hernán Cortés en tierras mexicanas (por ejemplo, la llegada
del conquistador a las costas de Veracruz, o su encuentro en Tenochtitlán con el soberano azteca
Moctezuma II).

José Clemente Orozco

(1883 - 1949)

Muralista mexicano. Unido por vínculos de afinidad ideológica y por la propia naturaleza de su
trabajo artístico a las controvertidas personalidades de Rivera, Siqueiros y Tamayo, José Clemente
Orozco fue uno de los creadores que, en el fértil período de entreguerras, hizo florecer el arte
pictórico mexicano gracias a sus originales creaciones, marcadas por las tendencias artísticas que
surgían al otro lado del Atlántico, en la vieja Europa.

Orozco colaboró al acceso a la modernidad estética de toda Latinoamérica, aunque la afirmación


tenga sólo un valor relativo y deban considerarse las peculiares características del arte que
practicaba, poderosamente influido, como es natural, por la vocación pedagógica y el aliento
político y social que informó el trabajo de los muralistas mexicanos. Empeñados éstos en llevar a
cabo una tarea de educación de las masas populares, con objeto de incitarlas a la toma de
conciencia revolucionaria y nacional, debieron buscar un lenguaje plástico directo, sencillo y
poderoso, sin demasiadas concesiones al experimentalismo vanguardista.

A los veintitrés años ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos para completar su
formación académica, puesto que su familia había decidido que aprovechara sus innegables
condiciones para el dibujo en "unos estudios que le aseguraran el porvenir y que, además,
pudieran servir para administrar sus tierras", por lo que el muchacho inició la carrera de ingeniero
agrónomo. El destino profesional que el entorno familiar le reservaba no satisfacía en absoluto las
aspiraciones de Orozco, que muy pronto tuvo que afrontar las consecuencias de un combate
interior en el que su talento artístico se rebelaba ante unos estudios que no le interesaban. Y ya en
1909 decidió consagrarse por completo a la pintura.

Durante cinco años, de 1911 a 1916, para conseguir los ingresos económicos que le permitieran
dedicarse a su vocación, colaboró como caricaturista en algunas publicaciones, entre ellas El Hijo
del Ahuizote y La Vanguardia, y realizó una notable serie de acuarelas ambientadas en los barrios
bajos de la capital mexicana, con especial presencia de unos antros nocturnos, muchas veces
sórdidos, demostrando en ambas facetas, la del caricaturista de actualidad y la del pintor, una
originalidad muy influida por las tendencias expresionistas.

De esa época es, también, su primer cuadro de grandes dimensiones, Las últimas fuerzas
españolas evacuando con honor el castillo de San Juan de Ulúa(1915) y su primera exposición
pública, en 1916, en la librería Biblos de Ciudad de México, constituida por un centenar de
pinturas, acuarelas y dibujos que, con el título de La Casa de las Lágrimas, estaban consagrados a
las prostitutas y revelaban una originalidad en la concepción, una búsqueda de lo "diferente" que
no excluía la compasión y optaba, decididamente, por la crítica social.

Puede hallarse en las pinturas de esta primera época una evidente conexión, aunque no una visible
influencia, con las del gran pintor francés Toulouse-Lautrec, ya que el mexicano realizó también en
sus lienzos una pintura para "la gente de la calle", lo que se ha denominado "el gran público", y
ambos eligieron como tema y plasmaron en sus telas el ambiente de los cafés, los cabarets y las
casas de mala nota.

Orozco consiguió dar a sus obras un cálido clima afectivo, una violencia incluso, que le valió el
calificativo de "Goya mexicano", porque conseguía reflejar en el lienzo algo más que la realidad
física del modelo elegido, de modo que en su pintura (especialmente la de caballete) puede
captarse una oscura vibración humana a la que no son ajenas las circunstancias del modelo.
Conservó este sobrenombre para dar testimonio de la Revolución Mexicana con sus caricaturas en
La Vanguardia, uniéndose de ese modo a la tradición satírica inaugurada, a finales del siglo XIX, por
Escalante y Villanueva.
Frida Kahlo

(Coyoacán, México, 1907-id., 1954)

Pintora mexicana. Aunque se movió en el ambiente de los grandes muralistas mexicanos de su


tiempo y compartió sus ideales, Frida Kahlo creó una pintura absolutamente personal, ingenua y
profundamente metafórica al mismo tiempo, derivada de su exaltada sensibilidad y de varios
acontecimientos que marcaron su vida.

A los dieciocho años Frida Kahlo sufrió un gravísimo accidente que la obligó a una larga
convalecencia, durante la cual aprendió a pintar, y que influyó con toda probabilidad en la
formación del complejo mundo psicológico que se refleja en sus obras. Contrajo matrimonio con el
muralista Diego Rivera, tuvo un aborto (1932) que afectó en lo más hondo su delicada sensibilidad
y le inspiró dos de sus obras más valoradas: Henry Ford Hospital y Frida y el aborto, cuya compleja
simbología se conoce por las explicaciones de la propia pintora. También son muy apreciados sus
autorretratos, así mismo de compleja interpretación: Autorretrato con monos, Las dos Fradas.

Cuando André Breton conoció la obra de Frida Kahlo dijo que era una surrealista espontánea y la
invitó a exponer en Nueva York y París, ciudad esta última en la que no tuvo una gran acogida.
Nunca se sintió cerca del surrealismo, y al final de sus días decidió que esa tendencia no se
correspondía con su creación artística.

En su búsqueda de las raíces estéticas de México, Frida Kahlo realizó espléndidos retratos de niños
y obras inspiradas en la iconografía mexicana anterior a la conquista, pero son las telas que se
centran en ella misma y en su azarosa vida las que la han convertido en una figura destacada de la
pintura mexicana del siglo XX.

David Alfaro Siqueiros

(Chihuahua, 1898 - Cuernavaca, 1974)

Pintor mexicano, figura máxima, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco, del muralismo
mexicano. Tributaria de la estética expresionista y la retórica declamatoria que le exigía su
radicalismo político, su pintura aunó la tradición popular mexicana con las preocupaciones del
surrealismo y el expresionismo europeos.

En 1914, con apenas dieciséis años, se alistó en el ejército constitucionalista para luchar por la
Revolución, una experiencia que le llevaría a descubrir "las masas trabajadoras, los obreros,
campesinos, artesanos y los indígenas... (Y sobre todo), las enormes tradiciones culturales de
nuestro país, particularmente en lo que se refiere a las extraordinarias civilizaciones
precolombinas."

Pero si importante fue la influencia de este hallazgo en años clave para su formación, no lo fue
menos la huella que dejaron en él los tres años que pasó en Europa, hacia donde partió en 1919.
La suma de ambas experiencias determinó por igual su pensamiento artístico, que cristalizó en el
manifiesto que publicó en Barcelona en la revista Vida Americana en mayo de 1921, coincidiendo
con los primeros encargos de Vasconcelos.
Sin embargo, pronto se deterioraron sus relaciones con el gobierno. Su afiliación al Partido
Comunista de México, su decisiva participación en la fundación del Sindicato de artistas y de su
periódico (El Machete), junto a la creciente oposición a la política oficial manifestada a través de
sus artículos, hicieron que dejara de recibir encargos a partir de 1924 y que, al año siguiente,
decidiera dedicarse exclusivamente a las actividades políticas.

Siqueiros reiniciaría su trayectoria artística en los años treinta, pero fue la militancia ideológica la
que determinó el rumbo de su vida. En 1930, tras pasar varios meses en la cárcel por su
participación en la manifestación del 1 de mayo, Siqueiros fue mandado al exilio interior en Taxco.
En 1936 volvió a luchar, esta vez en la guerra civil española, al lado del ejército republicano. De
1940 a 1944 estuvo desterrado en Chile por su participación en el asesinato de Trosky y en 1960
fue encarcelado de nuevo acusado de promover la "disolución social". Cuando salió de la cárcel,
cuatro años después, llevaba consigo las ideas de la que sería su última obra: Marcha de la
Humanidad en América Latina hacia el cosmos.

Francisco Toledo

(Juchitán, Oaxaca, 1940)

Polifacético artista mexicano, considerado el más destacado del país, que ha trabajado con
extraordinario colorismo la acuarela, el óleo, el gouache y el fresco, pero también la litografía, el
grabado, el diseño de tapices, la cerámica o la escultura en piedra, madera y cera, buscando
siempre renovar formas y técnicas. Hombre comprometido con sus orígenes indígenas, es uno de
los máximos promotores de la defensa del patrimonio artístico del estado de Oaxaca.

Desde muy pequeño Francisco Toledo demostró una especial habilidad para el dibujo, y su
padre alentó esa temprana tendencia al ceder a sus colores las paredes de la casa. Su abuelo
Benjamín, zapatero del pueblo de Ixtepec, multiplicó su imaginación con salidas campestres en
busca de resina vegetal, perladas de relatos populares en los que los seres fantásticos se
entremezclaban con todo tipo de animales y personajes legendarios.

A los once años se instaló en la ciudad colonial de Oaxaca, para cursar la escuela secundaria. Y
después en México, D. F., para tomar clases en el taller de grabado de la Escuela de Diseños y
Artesanías, con la experiencia de haber realizado sus primeros grabados en el taller oaxaqueño de
Arturo García Bustos. Con apenas diecinueve años, expuso sus obras en México y en Fort Worth
(Texas).

El gran contraste y el mestizaje enriquecedor se produjeron entre 1960 y 1965, cuando Toledo
vivió becado en París para estudiar y trabajar en el taller de grabado de Stanley Hayter. A los tres
años de estar en Europa presentó su primera muestra en una galería parisiense; un año más tarde
expuso en Toulouse, pero también en la Tate Gallery de Londres, con catálogo escrito por Henry
Miller, y en Nueva York. En Francia fue reconocido en seguida como un artista singular,
especialmente celebrado, como escribió André Pierre de Mandiargues en 1964, por su «desarrollo
de lo mítico» y su «sentido sagrado de la vida».

Regresó a México con una técnica pictórica depurada que no dejaría de enriquecer, así como con la
influencia de ideas plásticas de artistas de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul
Klee o Marc Chagall. Aunque, en realidad, su mayor influencia provino de los códices que
recogieron los símbolos prehispánicos: con todas sus formas rabiosamente contemporáneas, el
artista será untlacuilo, un moderno e ilustre pintor de códices, y un chamán dispuesto a purificar el
espíritu para devolver el goce al cuerpo.

A partir de entonces se dedicó a crear febrilmente, y sus exposiciones se multiplicarían de Nueva


York a Tokio, de Oslo a Buenos Aires, y siempre en Oaxaca. No obstante, los críticos consideran que
nunca se ha preocupado de promover su obra, y mucha de ella pasa directamente a manos de
coleccionistas que la adquieren por adelantado. No en vano, en octubre de 2004 presentó su
primera exposición en diez años, «Pinturas recientes de Francisco Toledo», en la Latin American
Masters de Beverly Hills, California.

José María Velasco

(Temascalcingo, México, 1840-Guadalupe, id., 1912)

Pintor mexicano. Desde muy joven mostró talento para la pintura, y con sólo dieciocho años
obtuvo una plaza de profesor de perspectiva en la Academia de San Carlos, donde había ingresado
poco antes. Se sintió atraído por la botánica, y fruto de esta afición fue la publicación del libro La
flora en el valle de México. Trabajó como dibujante en el Museo Nacional, y hacia 1882 entró en
contacto con la fotografía, por la que se apasionó. Estuvo en relación con el impresionismo francés,
movimiento que ejerció gran influencia sobre su trabajo. Sus cuadros, en su mayor parte paisajes,
destacan por un marcado acento romántico que busca exaltar la naturaleza. Entre sus telas más
conocidas están Valle de México, Templo de San Bernardo, Luces sobre el lago y El puente de
Metlac. En 1889 obtuvo la Medalla de la Exposición Universal de París

Rufino Tamayo

(Oaxaca, 1899 - Ciudad de México, 1991)

Pintor mexicano. Figura capital en el panorama de la pintura mexicana del siglo XX, Rufino Tamayo
fue uno de los primeros artistas latinoamericanos que, junto con los representantes del conocido
"grupo de los tres" (Rivera, Siqueiros y Orozco), alcanzó un relieve y una difusión auténticamente
internacionales. Como ellos, participó en el importante movimiento muralista que floreció
en el período comprendido entre las dos guerras mundiales. Sus obras, sin embargo, por su
voluntad creadora y sus características, tienen una dimensión distinta y se distinguen claramente
de las del mencionado grupo y sus epígonos.

Coincidiendo en sus aspiraciones con el quehacer del brasileño Cándido Portinari, el trabajo de
Rufino Tamayo se caracteriza por su voluntad de integrar plásticamente, en sus obras, la herencia
precolombina autóctona, la experimentación y las innovadoras tendencias plásticas que
revolucionaban los ambientes artísticos europeos a comienzos de siglo. Esta actividad sincrética,
esa atención a los movimientos y teorías artísticas del otro lado del Atlántico lo distinguen,
precisamente, del núcleo fundamental de los "muralistas", cuya preocupación central era
mantener una absoluta independencia estética respecto a los parámetros europeos y beber sólo
en las fuentes de una pretendida herencia pictórica precolombina, resueltamente indigenista.
También desde el punto de vista teórico tiene Tamayo una personalidad distinta, pues no suscribió
el radical compromiso político que sustentaba las producciones de los muralistas citados y prestó
mayor atención a las calidades pictóricas. Es decir, aunque por la monumentalidad de su trabajo y
las dimensiones y función de sus obras podría incorporarse al movimiento mural mexicano,
diverge, no obstante, por su independencia de los planteamientos ideológicos y revolucionarios, y
por una voluntad estética que desarrolla el tema indio con un estilo más formal y abstracto.

José Guadalupe Posada

(Aguascalientes, 1852 - ciudad de México, 1913)

Pintor y caricaturista mexicano, famoso por sus litografías con escenas de muerte, estampas
populares y caricaturas sociales, inspiradas en el folclore. Figura destacada del panorama artístico
mexicano, José Guadalupe Posada desempeñó en él tan notoria influencia que su papel podría
equipararse a la trayectoria del famoso douanierfrancés, Henri Rousseau, y a su impacto en la
evolución del arte europeo de principios del siglo XX; en efecto, la revelación de la obra de Posada
confirma su gran predicamento estético y da fe de su empeño en realizar un arte propiamente
mexicano.

Poseía un talento natural para el grabado, y no sin haberse visto obligado a superar una
empecinada oposición familiar, su padre le permitió ingresar, a los dieciséis años, en el taller
profesional de Trinidad Pedroso, reputado maestro de quien aprendió los principios, métodos y
secretos del arte litográfico. En estos primeros años de aprendizaje, el joven Posada manifestó una
facilidad innata para la caricatura, de tal modo que su mentor logró introducirle en el mundo del
periodismo y de la prensa gráfica como dibujante, y logró publicar sus primeras viñetas en el
periódico El jicote (1871), cuando el artista acababa de cumplir los diecinueve años.

Influido por su familia, que seguía mirando con malos ojos su actividad un tanto bohemia y estaba
empeñada en conseguirle una ocupación más segura, José Guadalupe ganó una plaza de maestro
de litografía en la Escuela Preparatoria de León. A esta ciudad del estado de Guanajuato se había
trasladado, en compañía de su maestro, en 1871. Fue profesor durante cinco años, aunque
compartió la actividad didáctica con lo que le gustaba en realidad: la litografía comercial -textos de
anuncios y carteles- y la estampación de imágenes religiosas.

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