Cautivas
Cautivas
Cautivas
Valle pintó La vuelta del malón cristalizando la imagen de un pasado reciente en el que
se expresaba la barbarie indígena. El cuadro escenificaba un malón de indios que
después de un saqueo exhibía los despojos de una iglesia profanada y una mujer blanca,
cautiva. La violencia de la representación en la que se afrentaban los símbolos cristianos
y se ponía de manifiesto el peligro que implicaba la posible violación a la mujer, y el
consecuente mestizaje, se enmarcaba en las ideas de la élite ilustrada de fin de siglo XIX,
atravesadas por los opuestos civilización y barbarie.
Esta representación podemos pensarla como punto de partida para establecer un recorrido
textual que se remonta a crónicas de la conquista del Río de la Plata en el siglo XVI y se
proyecta hasta la literatura del siglo XX. Lucía Miranda es la primera cautiva prototípica
que representará y se transformará a lo largo de toda
la literatura, es Eduarda Mansilla quien en 1860
escribe Lucia Miranda reelaborando los sucesos
ocurridos con las expediciones de los españoles en
el S. XV. Esta cautiva blanca llega a tierras
americanas para generar las disputas entre un
soldado español y un cacique indio. Este último la
secuestra y la toma como cautiva, dando comienzo
a la lucha entre blancos e indios.
Esteban Echeverria publica en 1937 “La cautiva” un poema extenso donde una mujer,
María y su esposo, Brian son capturados por un malón. La María de Echeverría podría
ser también una de las muchas mujeres cautivas cuya oscura acción en los toldos iba
transformando paulatinamente las sociedades indígenas fronterizas. Sin embargo, la carga
ideológica del poema caracteriza a María como un ser sublime cuyo fin mediato es salvar
al amante y salvarse a sí misma de los horrores de una posible mutación o mestizaje, que
en la perspectiva romántica podría interpretarse como pérdida de la pureza racial y
cultural.
En este sentido, cobra relevancia el concepto de frontera, como línea divisoria,
geográfica y simbólica, entre dos polos como argumento sobre el que se han asentado
propuestas de construcción nacional: civilización-barbarie. Es decir que en el afán de
extender los limites de la civilización y de la Nación se comenzó a ganar terreno en el
“desierto” o “Tierra Adentro” que es la denominación corriente en Argentina, durante
los siglos XVIII y XIX para aludir al vastísimo territorio por donde circulan las tribus
indias, donde se concentraban las tolderías. Es una extensión sin pueblos ni
ciudades, aunque sí con asentamientos relativamente fijos, ya que las tribus indias han
ido perdiendo su carácter nómade en los dos siglos anteriores.