Marzo, 2021

Psicología de la niñez y la adolescencia

ENSAYO UNIDAD III

DESARROLLO AFECTIVO, SOCIAL Y MORAL
Teorías sobre búsqueda de identidad y conflictos para promover la calidad de vida en
los niños y adolescentes sobre los individuos Grupos, comunidades y organizaciones
dentro del contexto de salud, educativo y comunitario

La identidad es un constructo fundamental en psicología, se refiere a la forma en que una

persona aborda las cuestiones relacionadas con quién es. Importantes teóricos que
estudian el concepto de identidad, como Erikson, Marcia y Higgins, afirman que la
identidad se organiza, se aprende y es dinámica, y que la evaluación subjetiva de la
identidad de un individuo tiene consecuencias emocionales para éste. Los niños y
adolescentes que puedan cultivar una identidad clara y positiva después de sus luchas de
desarrollo, a menudo avanzan más suave hacia la edad adulta.

Dentro del campo de la psicología, la naturaleza y el desarrollo de la identidad y los

conceptos relacionados, como el yo y la identidad propia, han atraído una voluminosa
investigación durante muchas décadas. Los estudios comenzaron con los primeros
escritos de Freud y se popularizaron con las exposiciones teóricas de Erikson. Desde los
años 60, la operacionalización empírica del concepto por parte de Marcia ha llevado a
otros teóricos contemporáneos como Higgins, Berzonsky, Grotevant a desarrollarlo más.

En los 20 años transcurridos entre 1985 y 2004, hubo más de 72.000 estudios sobre el
tema. La revisión de dicha literatura sugiere que la identidad es un importante concepto
de las ciencias sociales. La identidad tiene componentes estructurales y de proceso.
Estructuralmente, la identidad puede organizarse de forma significativa en dominios
generales, físicos, psicológicos, sociales y espirituales. La formación de la identidad
también implica procesos dinámicos, ya que la identidad evoluciona junto con el
desarrollo de las personas a lo largo de su vida. La identidad es susceptible de influencias
extrapersonales, como los cambios ambientales y las experiencias vitales, así como de
procesos de identidad intrapersonales, como la exploración, el compromiso y la
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reconsideración. También hay pruebas de que los patrones de género, edad y cultura en
diferentes momentos afectan al desarrollo de la identidad.

La niñez y la adolescencia es una etapa de desarrollo caracterizada por rápidos y amplios

cambios físicos y psicosociales que a menudo presentan crisis de desarrollo que desafían
la capacidad de afrontamiento del adolescente. Un afrontamiento exitoso culmina en la
formación de una identidad clara y positiva que puede facilitar el desarrollo futuro y el
uso productivo de los recursos personales. Un afrontamiento problemático puede hacer
que la persona sea vulnerable a problemas emocionales y de comportamiento. La forma
en que los adolescentes abordan lo que experimentan en la adolescencia para formular su
identidad tiene un impacto fundamental en su trayectoria vital posterior.

La identidad se refiere básicamente a la forma en que una persona responde a la pregunta

"¿Quién soy?". S. Sharma y M. Sharma afirman que "la identidad es un término general
que se utiliza en todas las ciencias sociales para describir la comprensión que tiene un
individuo de sí mismo como una entidad discreta y separada". Los psicólogos suelen
utilizar el término "identidad" para describir la "identidad personal" o las cosas
idiosincrásicas que hacen que una persona sea única. Por ejemplo, Grotevant definió la
identidad como "la combinación distintiva de características de personalidad y estilo
social por la que uno se define a sí mismo y por la que es reconocido por los demás".

Erikson y los investigadores posteriores (Ashmore y Jussim, Misra, Thoits)

conceptualizaron la identidad como un fenómeno a nivel individual y a nivel social. En
el nivel individual, diferenciaron entre el "yo" (la identidad como
conocedor/sujeto/proceso), el "yo" (como conocido/objeto/estructura), y el "yo"
(yoes/identidades y autoestima). A nivel social, Misra destacó el importante papel de la
cultura en la construcción de la estructura y los procesos del yo. Otros (Hardie, Thoits y
Virshup) también trataron de explorar las conexiones entre las identidades personales
(similares al autoconcepto), las identidades de rol/relacionales (definición del yo en un
papel concreto en un contexto de interacción) y las identidades sociales/colectivas
(identificación del yo con un grupo social, cultura o categoría).

Las identidades también se han conceptualizado como bloques que construyen el

autoconcepto global y unificado que permite a una persona funcionar con coherencia. El
desarrollo de una identidad/identidades claras y positivas implica el fomento de la
autoestima, la facilitación de la exploración y el compromiso con la autodefinición, la
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reducción de las discrepancias sobre el yo y el fomento de la formación y el logro de
roles.

Siguiendo los conceptos individuales y sociales de la identidad, existen teorías que

abordan estos dos niveles, así como teorías que definen la estructura y la dinámica del
desarrollo de la identidad.

La teoría de la identidad de Erikson

Erikson es el teórico más prominente que ha llamado la atención sobre la naturaleza y el

desarrollo de la identidad. Propuso una progresión de ocho etapas del desarrollo humano
a lo largo de la vida humana: infancia, primera infancia, niñez, pubertad, adolescencia,
primera edad adulta, edad adulta media y edad adulta tardía. Cada etapa está marcada por
una crisis psicosocial que implica enfrentarse a una cuestión fundamental. Las etapas se
describen en términos de rasgos alternativos que son resultados potenciales de cada crisis.
El desarrollo se potencia cuando una crisis se resuelve a favor de la alternativa saludable.
En la etapa de la adolescencia, se produce una crisis de identidad cuando los adolescentes
se cuestionan seriamente sus características personales esenciales, la visión que tienen de
sí mismos, su preocupación por cómo les ven los demás o sus dudas sobre el significado
y el propósito de su existencia. El resultado puede ser una formación de identidad sana y
coherente o una confusión de identidad. También postuló que la identidad puede
examinarse a nivel del ego, personal y social.

La teoría de Erikson sentó las bases para la investigación sobre el ego, el desarrollo de la
identidad y los modelos de intervención. Desde entonces, los estudios sobre la identidad
se han ampliado para incluir la consideración de las diferencias individuales; la búsqueda,
el descubrimiento y la utilización de los potenciales innatos; las habilidades críticas para
la resolución de problemas; la responsabilidad social; la integridad del carácter; el
impacto de los contextos sociales y culturales en la formación y el desarrollo de la
identidad

La teoría de los estados de identidad de Marcia

Marcia popularizó el constructo de identidad de Erikson proponiendo cuatro estados de

identidad (difusión de la identidad, exclusión, moratoria y logro de la identidad) como
posibles resultados de la formación de la identidad. También propuso dos dimensiones, a
saber, la exploración y el compromiso, que influyen en la formación de la identidad. La
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exploración se refiere a un proceso de cuestionamiento y búsqueda activa de los roles y
valores de los adultos en los distintos ámbitos de la vida de los adolescentes. El
compromiso se refiere a las decisiones firmes sobre aspectos como la vocación, la
ideología política, la religión y los roles sociales, e incluye estrategias específicas para
alcanzar los objetivos personales y la trayectoria vital deseada. La difusión de la identidad
es un estado en el que no se ha producido la exploración ni se ha adquirido ningún
compromiso. La exclusión denota el estado en el que se ha realizado un compromiso pero
no está respaldado por una exploración adecuada. La moratoria se refiere a una
exploración activa de la identidad con un compromiso débil, posiblemente probando
varias máscaras diferentes al mismo tiempo. El logro de la identidad es el estado en el
que el individuo ha explorado su potencial identitario de forma fructífera y ahora puede
comprometerse con una identidad concreta. La difusión suele considerarse el estado
menos adaptativo.

Las investigaciones posteriores no sólo han proporcionado un fuerte apoyo al modelo de

los cuatro estados, sino que también han permitido separar la exploración en dos tipos:
exploración en profundidad y reconsideración. La exploración en profundidad se refiere
a la medida en que los adolescentes evalúan activamente los méritos de sus opciones
actuales de compromiso, ya sea por sí mismos o en consulta con otras personas
significativas. La reconsideración del compromiso se refiere a la comparación de los
compromisos actuales con posibles compromisos alternativos. Se descubrió que la
reconsideración en profundidad se correlaciona positivamente con la amabilidad, la
concienciación y la apertura a la experiencia. Sin embargo, también puede contribuir a
las consecuencias negativas, como tener un autoconcepto poco claro, unido a la
inestabilidad emocional. La reconsideración tiene un coste a corto plazo, ya que crea
incertidumbres y frena el progreso, y los adolescentes que se quedan atascados en este
proceso pueden mostrar problemas emocionales o de comportamiento; pero la
reconsideración debería tener un efecto positivo a largo plazo, ya que los contextos
globales cambian rápidamente y el ajuste constante debería ser una estrategia esencial
para el logro, o incluso la supervivencia. Un ejemplo citado por Crocetti es el de un
universitario italiano que dejó su ciudad natal para estudiar. Expresó la necesidad de
encontrar otro mejor amigo en su contexto actual a pesar de que tenía un muy buen amigo
en su ciudad natal porque necesitaba apoyo social cerca. Este estudiante de primer año
está comprometido con su amistad actual, pero tiene nuevas necesidades o incluso
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ansiedades derivadas de su nuevo entorno, por lo que está reconsiderando alternativas
estratégicas para optimizar su estado. Ejemplos como éste ilustran claramente que este
concepto adicional de reconsideración ha enriquecido el modelo de formación de la
identidad haciéndolo pasar de ser más lineal a ser más cíclico.

La teoría de la discrepancia del yo de Higgins

En lugar de centrarse en el individuo, la teoría de la discrepancia del yo de Higgins se

centra en las discrepancias entre tres dominios del yo y dos puntos de vista del yo.

Los tres dominios del yo son:

1. El yo real: cómo ven la persona o los demás los atributos que posee la persona.
2. El yo ideal: los atributos que una persona o los demás desearían que poseyera.
3. El yo deseado: los atributos que la persona o los demás piensan que debería
poseer.

Los dos puntos de vista sobre el yo son:

1. Los propios de la persona.

2. Los conjuntos de actitudes o valores de otras personas significativas (como
los padres y los profesores) que se pueden juzgar.

Los dominios del yo y los puntos de vista del yo pueden combinarse y utilizarse para
generar seis representaciones del estado del yo: real/propio, real/otro, ideal/propio,
ideal/otro, debería/propio y debería/otro. La naturaleza y la escala de las discrepancias
entre los diferentes tipos de estados del yo afectan a las vulnerabilidades emocionales de
la persona.

Por ejemplo, las discrepancias entre los autoestados real/propio e ideal/propio se asocian
con la decepción y la insatisfacción; las discrepancias entre los autoestados real/propio e
ideal/propio se asocian con la vergüenza, el bochorno o el sentimiento de abatimiento; las
discrepancias entre los autoestados real/propio y debería/propio se asocian con el miedo
y el sentimiento de amenaza; las discrepancias entre los autoestados real/propio y
debería/propio se asocian con los sentimientos de inutilidad moral o debilidad. Sin
embargo, algunas discrepancias son inevitables durante la búsqueda y el desarrollo de la
identidad, a lo que Higgins ha propuesto estrategias para aliviar las experiencias dolorosas
que surgen de esas luchas, como cambiar el autoconcepto real/propio o las autoguías para
que sean menos discrepantes entre sí, o cambiar la accesibilidad de las discrepancias.
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Teoría de los yos posibles

El miembro más joven y quizá más prometedor de la llamada familia del yo en los
estudios psicológicos destinados a comprender el comportamiento de las personas es la
noción de los posibles yos. Los yos posibles representan aquellos elementos del
autoconcepto en los que los individuos podrían convertirse, les gustaría convertirse o
tienen miedo de convertirse. Esto último también se conoce como los yos posibles del
miedo. Las investigaciones empíricas han respaldado la idea de que los yos posibles
podrían ser autorreguladores y pueden servir como mapas de ruta para la propia conducta.
Oyserman informó sobre estudios que vinculan un mayor número de yos posibles
positivos con un menor riesgo de consumo de sustancias y de actividad sexual. Además,
Sun y Shek mostraron que los adolescentes son menos propensos a involucrarse en
conductas problemáticas cuando tienen un sentido de propósito y significado en la vida.
La exploración de los posibles yos entre los jóvenes de Hong Kong proporciona a los
investigadores, profesionales y planificadores de políticas una forma útil de entender a
nuestros jóvenes y arroja luz sobre el desarrollo de programas de prevención e
intervención dirigidos a los jóvenes que pueden estar o están afectados por el consumo
de drogas y otros comportamientos de riesgo.

Teoría de los estilos de identidad

La creciente atención a las variables sociocognitivas generó mucho interés en el estudio

del papel que desempeñan los estilos de procesamiento de la identidad en la generación
de la identidad de los adolescentes. El modelo de estilos de identidad de Benzonsky
postula que en la formación de la identidad de los adolescentes pueden representarse tres
estilos de procesamiento. El estilo informativo implica la búsqueda activa y la evaluación
de información relevante para la identidad. El estilo normativo se refiere a la adhesión a
las convenciones y a la dependencia de las expectativas y la retroalimentación de las
personas significativas cuando se enfrentan a cuestiones de identidad. Por último, pero
no por ello menos importante, el estilo difuso-evitativo denota una tendencia a la
procrastinación en el manejo de las cuestiones de identidad. Se ha comprobado que las
variables cognitivas, sociales y psicológicas individuales, como la personalidad, influyen
en estos estilos de identidad, y los estudios se han ampliado para examinar el modo en
que otras personas significativas, como los miembros de la familia, los profesores y los
compañeros, afectan al establecimiento y el mantenimiento de estos estilos.
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Meeus ha propuesto cuatro posibles estados de resultados de identidad, incluyendo la
difusión, la exclusión, la moratoria y el logro de la identidad, siendo este último el más
saludable de los cuatro estados. Específicamente, el perfil de identidad de un individuo
(puntos fuertes y débiles en los diferentes dominios de la identidad), el estado de identidad
(incluyendo la interacción de la exploración y el compromiso, la magnitud de las
discrepancias entre el yo real y el ideal), y la capacidad de ese individuo para llevar a
cabo las mejoras necesarias para su desarrollo de la identidad, todo ello tiene un impacto
en los aspectos positivos y negativos inmediatos del bienestar del individuo. Además,
afectará a su desarrollo a largo plazo en la edad adulta y en las etapas futuras de su vida.
Los indicadores positivos incluyen la autoestima, la satisfacción vital, el efecto positivo,
la calidad de vida, el dominio del entorno, las relaciones positivas con los demás, como
los padres, los profesores y los compañeros, y la autoaceptación. Los indicadores
negativos incluyen la patología interiorizada, como el estrés, la depresión y la ansiedad,
así como el comportamiento patológico exteriorizado, como la hostilidad, la agresión, la
pérdida de control y el comportamiento perturbador. Muchos de estos indicadores se
incluyen como constructos de desarrollo juvenil positivo en el Proyecto PATHS, un
programa de desarrollo juvenil positivo desarrollado y validado para adolescentes chinos

La mejora del desarrollo de la identidad positiva en los jóvenes puede lograrse tanto a
nivel individual como social. Catalano, investigador de programas de desarrollo juvenil
positivo, conceptualizó la identidad juvenil positiva como "la organización interna de un
sentido coherente del yo". Descubrió que la "identidad positiva" se trataba como un
constructo central en nueve de los 25 programas eficaces de desarrollo juvenil positivo.
Entre las estrategias específicas adoptadas por estos programas para potenciar la identidad
positiva se encuentran las siguientes.

Según Harter, la evaluación de uno mismo, a menudo llamada autoestima, puede influir
en la formación de la identidad y en las emociones y el rendimiento relacionados con ella.
La auto-evaluación positiva suele dar energía a la persona, mientras que la negativa,
especialmente cuando es prolongada y se basa en atributos que no pueden cambiarse o
adquirirse fácilmente, puede perturbar las emociones y el rendimiento de la persona.

El plan de estudios Esteem Builders de Borba es uno de los planes de estudios basados
en habilidades más completos y utilizados. Su marco teórico se inspira en Branden, que
definió la autoestima como "la disposición a experimentarse a sí mismo como competente
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para afrontar los retos básicos de la vida y como digno de ser feliz". Borba destacó cinco
componentes adquiridos de la auténtica autoestima:

1. La seguridad, el sentimiento de firmeza.

2. Autoestima, el sentimiento de autovaloración y de identidad precisa.
3. Afiliación, el sentimiento de pertenencia y aceptación social.
4. Misión, el sentimiento de propósito.
5. Competencia, el sentimiento de autoafirmación y eficacia.

En Hong Kong, el Grupo de Hospitales Tung Wah indigenizó el plan de estudios Esteem
Builder de Borba en 1993 y desarrolló programas para su uso en escuelas, desde
preescolares hasta secundarias. El Proyecto PATHS, desarrollado para mejorar el
desarrollo positivo de los jóvenes, también se basó en el modelo de Borba, trabajando en
los componentes clave de la mejora de la autoestima y la exploración de la identidad. El
objetivo es mejorar las habilidades de los estudiantes de primer ciclo de secundaria para
que reconozcan su autoimagen, reduzcan las discrepancias sobre sí mismos y aumenten
el discurso positivo sobre sí mismos. El plan de estudios también utilizará las expectativas
sociales sobre los roles de género y la identidad apropiados para agudizar los debates
sobre el género. Las habilidades que se enseñan incluyen la autoevaluación positiva, las
habilidades de afirmación de la asertividad y la comprensión y el manejo de las
expectativas sociales y los comentarios negativos indebidos.

Según la teoría del estatus de identidad de Marcia, los adolescentes tienen que decidir
sobre sus propios roles a través de experiencias que les expongan a oportunidades y
situaciones que desafíen su forma de entender y gestionar dichas experiencias. Su lucha
y exploración a través de esta exposición fomentará una valoración más profunda y
multiangular de su experiencia, desarrollará sus habilidades para afrontar el estrés y
avanzará en la eficiencia y eficacia de la resolución de problemas. Las reconsideraciones
a la luz de las nuevas circunstancias también pueden ayudar a refinar y aclarar su
identidad. La claridad de la identidad a través de esta exploración crea la plataforma para
el compromiso de la identidad y ayudará a los adolescentes a construir la madurez y la
competencia necesarias para dominar otras transiciones de la vida.

Durante el proceso de búsqueda de la identidad, los adolescentes suelen encontrar

discrepancias entre su yo ideal, su yo real, su yo autopercibido y su yo percibido por los
demás, o discrepancias entre las identidades personal y social. Estas discrepancias
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exponen a los adolescentes a mayores riesgos psicosociales, como problemas
emocionales y de comportamiento. Al identificar la naturaleza y la magnitud de tales
discrepancias, se pueden tomar medidas para reducir estas perturbadoras discrepancias,
reforzar la claridad y el compromiso de la identidad, e incluso promover la autoestima.

Además de trabajar directamente sobre los propios individuos, la gestión eficaz de los
determinantes contextuales de riesgo y protección también es importante para fomentar
una identidad positiva. Tradicionalmente, la escuela y la familia son los dos contextos de
desarrollo más influyentes para los adolescentes, que normalmente viven en casa y
estudian en la escuela. Los entornos físicos y psicosociales del hogar y la escuela, los
recursos de esas entidades, las oportunidades que ofrecen, el apoyo y el reconocimiento
que dan a los jóvenes, junto con sus normas y valores, influyen en el desarrollo de la
identidad de los jóvenes. Las escuelas y las familias existen en contextos culturales y
subculturales específicos, y las características de éstos, como las expectativas de los roles
de género, la religiosidad y las expectativas de logro, también liberan energías positivas
o negativas que influyen en el desarrollo de la identidad. En las últimas décadas, la
penetración de los medios de comunicación y de Internet en la vida cotidiana de los
adolescentes ha permitido a los jóvenes acceder a contextos locales y globales, así como
a contextos fácticos y virtuales. En ciudades urbanizadas como Hong Kong, los jóvenes
pueden dominar la tecnología de la información más que sus padres e incluso que sus
profesores, lo que hace muy difícil que los adultos puedan orientar adecuadamente a los
jóvenes. El entorno virtual permite la manipulación de identidades inventadas para las
interacciones sociales de exploración. Cómo mantener esa "exploración" dentro de unos
límites funcionales y adaptativos es, sin duda, un reto para los estilos de vida modernos
impulsados por la tecnología de la información. Un uso eficaz de estos canales debería
poder preparar mejor a los adolescentes para atravesar su adolescencia y estar mejor
preparados para la edad adulta.

Los adolescentes son los futuros dueños de la sociedad. Una identidad clara y bien
desarrollada y una autoestima favorable prometen un desarrollo positivo a lo largo de la
adolescencia e incluso de toda la vida. Como la identidad es organizada, compleja,
dinámica y susceptible de influencias sociales, es importante incorporar a los otros
significativos en la ecología de los adolescentes a fin de proporcionar actividades de
exposición y aprendizaje eficaces y proporcionar el apoyo necesario para ayudar a los
adolescentes a desarrollar una identidad saludable.
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REFERENCIAS

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Deyalith García
27.383.619
HPS-193-00076V