La Misa en La Biblia
La Misa en La Biblia
La Misa en La Biblia
1. Ritos Iniciales
Tomó Moisés la Tienda y la plantó para él a cierta distancia fuera del campamento; la llamó
Tienda del Encuentro. De modo que todo el que tenía que consultar a Yahveh salía hacia la
Tienda del Encuentro, que estaba fuera del campamento. Cuando salía Moisés hacia la
Tienda, todo el pueblo se levantaba y se quedaba de pie a la puerta de su tienda,
siguiendo con la vista a Moisés hasta que entraba en la Tienda. Y una vez entrado
Moisés en la tienda, bajaba la columna de nube y se detenía a la puerta de la Tienda,
mientras Yahveh hablaba con Moisés. Todo el pueblo veía la columna de nube detenida
a la puerta de la Tienda y se levantaba el pueblo, y cada cual se postraba junto a la
puerta de su tienda. Yahveh hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con
su amigo. Luego volvía Moisés al campamento, pero su ayudante, el joven Josué, hijo de
Nun, no se apartaba del interior de la Tienda. (Éxodo 33,7-11).
Cuando salían de Jericó, le siguió una gran muchedumbre. En esto, dos ciegos que
estaban sentados junto al camino, al enterarse que Jesús pasaba, se pusieron a
gritar: «¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David!» La gente les increpó para que se
callaran, pero ellos gritaron más fuerte: «¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de
David!» (Mateo 20, 29-31).
Gloria a Dios en el Cielo (Gloria) – Ángeles y Pastores Dan Gloria a Dios
Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron
de temor. El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para
todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo
Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en
un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que
alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los
hombres en quienes él se complace.» Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles,
se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y
veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» Y fueron a toda prisa, y
encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer
lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de
lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las
meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por
todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. (Lucas 2, 4-20).
2. Liturgia de la Palabra
De Pie para la Lectura del Evangelio – Los Israelitas Permanecen de Pie para la
Lectura de la Torah
Todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta
del Agua. Dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Yahveh
había prescrito a Israel. Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada
por hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día uno del mes
séptimo. Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde el
alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que
tenían uso de razón; y los oídos del pueblo estaban atentos al libro de la Ley. El
escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta
ocasión;junto a él estaban: a su derecha, Matitías, Semá, Anaías, Urías, Jilquías y
Maaseías, y a su izquierda, Pedaías, Misael, Malkías, Jasum, Jasbaddaná, Zacarías y
Mesul-lam.Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo – pues estaba más alto
que todo el pueblo – y al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie. Esdras bendijo a
Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén!
¡Amén!»; e inclinándose se postraron ante Yahveh, rostro en tierra. (Josué, Baní,
Serebías, Yamín, Aqcub, Sabtay, Hodiyías, Maaseías, Quelitá, Azarías, Yozabad,
Janán, Pelaías, que eran levitas, explicaban la Ley al pueblo que seguía en pie.) Y
Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para
que comprendieran la lectura.Entonces (Nehemías – el Gobernador – y) Esdras, el
sacerdote escriba (y los levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día
está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo
lloraba al oír las palabras de la Ley. Díjoles también: «Id y comed manjares grasos, bebed
bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada preparado. Porque este día está
consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes: la alegría de Yahveh es vuestra fortaleza.»
También los levitas tranquilizaban al pueblo diciéndole: «Callad: este día es santo. No
estéis tristes.» Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a repartir raciones y hacer gran
festejo, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado. (Nehemías 8,1-
12).
3. Liturgia de la Eucaristía
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y
sus haldas llenaban el templo. Unos serafines se mantenían erguidos por encima de
él; cada uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y
con el otro par aleteaban, Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh
Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria.». Se conmovieron los quicios y los dinteles
a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de humo. Y dije: «¡Ay de mí, que estoy
perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito:
que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!» Entonces voló hacia mí uno de los serafines
con una brasa en la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y tocó mi
boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios: se ha retirado tu culpa, tu pecado está
expiado.» Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte
nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.» (Isaías 6,1-8).
Después tuve una visión. He aquí que una puerta estaba abierta en el cielo, y aquella
voz que había oído antes, como voz de trompeta que hablara conmigo, me decía: «Sube
acá, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después». Al instante caí en éxtasis. Vi
que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono. El que estaba
sentado era de aspecto semejante al jaspe y a la cornalina; y un arcoíris alrededor del
trono, de aspecto semejante a la esmeralda. Vi veinticuatro tronos alrededor del trono, y
sentados en los tronos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro
sobre sus cabezas. Del trono salen relámpagos y fragor y truenos; delante del trono arden
siete antorchas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios. Delante del trono como un
mar transparente semejante al cristal. En medio del trono, y en torno al trono, cuatro
Vivientes llenos de ojos por delante y por detrás. El primer Viviente, como un león; el
segundo Viviente, como un novillo; el tercer Viviente tiene un rostro como de hombre; el
cuarto viviente es como un águila en vuelo. Los cuatro Vivientes tienen cada uno seis
alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y
noche: «Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, “Aquel que era, qué es y
qué va a venir”.» Y cada vez que los Vivientes dan gloria, honor y acción de gracias
al que está sentado en el trono y vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro
Ancianos se postran ante el que está sentado en el trono y adoran al que vive por los
siglos de los siglos, y arrojan sus coronas delante del trono diciendo: «Eres digno, Señor
y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; por
tu voluntad, no existía y fue creado.» (Apocalipsis 4,1-11).
La Epiclesis – Baja Fuego del Cielo
Cuando Salomón acabó de orar, bajó fuego del cielo que devoró el holocausto y los
sacrificios; y la gloria de Yahveh llenó la Casa. Los sacerdotes no podían entrar en la
Casa de Yahveh, porque la gloria de Yahveh llenaba la Casa de Yahveh. Entonces todos
los hijos de Israel, viendo descender el fuego y la gloria de Yahveh sobre la Casa, se
postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron a Yahveh
«porque es bueno, porque es eterno su amor». Luego el rey y todo el pueblo
ofrecieron sacrificios ante Yahveh. (2 Crónicas 7,1-4).
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que
uno de vosotros me entregará.» Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno:
«¿Acaso soy yo, Señor?» El respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato,
ése me entregará. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por
quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Sí, tú
lo has dicho.» Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y,
dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego
una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta
es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los
pecados.(Mateo 26,20-28).
El Catecismo en la Misa
Basado en: A Biblical Explanation of the Mass del Dr. Brant Pitre
BrantPitre.com