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Curso 2011/12

HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES/15


I.S.B.N.: 978-84-15910-45-9

FRANCISCO JAVIER CASTRO MOLINA

Arquitectura y medicina en Canarias.


Dispositivos asistencialesy recursos sanitarios
en Tenerife (s. xvi-xx)

Directores
MARÍA ISABEL NAVARRO SEGURA
JESÚS PÉREZ MORERA

SOPORTES AUDIOVISUALES E INFORMÁTICOS


Serie Tesis Doctorales

humanidades 15 (Francisco Javier Castro Molina).indd 1 23/05/2013 7:28:37


A mis tres tesoros,

Carla, Abián y Vanessa.

.
AGRADECIMIENTOS

Quisiera agradecer en primer lugar a Mª Isabel Navarro Segura, por haber aceptado tanto la
dirección como la tutoría del presente trabajo de investigación, en el que he procurado aunar tanto
mis conocimientos de arquitectura adquiridos a lo largo de la Licenciatura de Historia del Arte como
de los propios de mi profesión enfermera, por su constante interés y entusiasmo, pero sobre todo por
haberme apoyado en los momentos más difíciles y haberme hecho recuperar la confianza a la hora de
recoger los frutos de estos años de esfuerzo. No debo olvidar, pese a haberse incorporado
posteriormente, la dedicación y paciencia con la que Jesús Pérez Morera ha tratado la empresa que
teníamos entre mano. Resalta igualmente, el consejo y ayuda prestado por el profesor de la Facultad
de Medicina de la Universidad de La Laguna, Justo Hernández Rodríguez, experto y compañero de
camino en el campo del Conocimiento y la Ciencia que se aborda en este trabajo.

A las autoridades y personal encargados de los distintos archivos y bibliotecas, que han sido
fundamentales y han propiciado las condiciones idóneas para el desarrollo de esta investigación, por
poner a mi disposición los medios necesarios y la documentación que celosamente custodian en sus
dependencias, lo que ha originado, junto a un esfuerzo titánico, la realización de esta tesis doctoral.

A mi familia y amigos, por haberme apoyado constantemente, pero sobre todo por respetar
mi independencia y el tiempo que he dedicado a la realización de este trabajo, robado a ellos en
muchas ocasiones y a los momentos que debiera haber dedicado al mundo de lo onírico.
Arquitectura y medicina en Canarias.
Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

Francisco Javier Castro Molina

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN ............................................................................................. 15

METODOLOGÍA.............................................................................................. 20

1. CAPITULO I - SALUD Y ENFERMEDAD ....................................................... 28


1.1. CONCEPTO DE SALUD. ...................................................................... 30
1.2. CONCEPTO DE ENFERMEDAD. ........................................................... 34
1.3. POBREZA, PAUPERISMO Y ACCIÓN SOCIAL........................................ 38
1.3.1. ORÍGENES Y CONCEPTO DE LA SOLIDARIDAD, CARIDAD Y FILANTROPÍA.. 40
1.3.2. IMPULSORES Y CAUSAS DE UNA CONCEPCIÓN DIFERENTE EN ESPAÑA Y
EUROPA…….. .................................................................................................. 53
1.4. CONSIDERACIONES SANITARIAS, MÉDICAS Y SOCIALES. LOS AVANCES
CIENTIFICOS DESDE EL MEDIEVO HASTA LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. ... 61

2. CAPITULO II. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL EN NÚCLEOS URBANOS (SIGLOS XIX-


XX). …………………………………………………………………………………………………………..88
2.1. EL PODER. ........................................................................................ 89
2.1.1. EL PODER CENTRAL. ............................................................................. 91
2.1.2. EL PODER PROVINCIAL, INSULAR Y MUNICIPAL. ..................................... 98
2.2. ESPACIO. ........................................................................................ 104
2.2.1. EL SISTEMA DEFENSIVO: FORTIFICACIONES, CASTILLOS Y MURALLA. .... 107
2.2.2. ABASTECIMIENTO DE AGUAS Y LA LIMPIEZA URBANA. ......................... 108
2.2.3. MERCADOS Y PLAZAS DE ABASTOS...................................................... 114
2.2.4. EL CEMENTERIO. ................................................................................ 116
2.2.5. EL PUERTO. ........................................................................................ 118
2.3. LA SOCIEDAD. ................................................................................. 120
2.3.1. ESTADÍSTICA Y EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN..................................... 123
2.3.2. MOVIMIENTOS MIGRATORIOS: INMIGRACIÓN Y EMIGRACIÓN............. 125

3. CAPITULO III. EL TRÁNSITO DESDE LAS EPIDEMIAS A LAS ACCIONES DE


PREVENCIÓN Y ASISTENCIA. ......................................................................... 132
3.1. MALES, INFECCIONES Y EPIDEMIAS. ................................................ 132
3.1.1. EPIDEMIAS DURANTE EL SIGLO XIX: FIEBRE AMARILLA, CÓLERA-MORBO
Y FIEBRES PALÚDICAS. .................................................................................. 134
3.1.2. EPIDEMIAS DURANTE EL SIGLO XX: GRIPE......................................... 140
3.2. PREVENCIÓN E HIGIENE .................................................................. 142
3.2.1. LA IDEOLOGÍA CIENTÍFICA Y SOCIAL DE LA HIGIENE. ................................143
3.2.2. LA INTRODUCCIÓN DEL HIGIENISMO EN ESPAÑA. ...................................153
3.2.3. LA HIGIENE EN EL CONTEXTO DE LA URBE................................................162
3.2.4. INICIOS DE LA HIGIENE PÚBLICA EN SANTA CRUZ DE TENERIFE. .............168
3.3. LEGISLACIÓN Y POLÍTICA EN MATERIA DE SANIDAD (SIGLOS XIX-XX)..... 182
3.3.1. SITUACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA DURANTE LOS SIGLOS XIX Y XX.......... 186

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3.3.2. LEGISLACIÓN SANITARIA EN ESPAÑA (SIGLOS XIX Y XX). ....................... 206


3.3.3. LOS PROFESIONALES SANITARIOS DE TENERIFE. .................................. 233

4. CAPÍTULO IV. ARQUITECTURA, MEDICINA Y ASISTENCIA…. ...................... 242


4.1. APROXIMACIÓN A LAS TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS
HOSPITALARIAS. .......................................................................................... 242
4.2. DISPOSITIVOS ASISTENCIALES Y RECURSOS SANITARIOS EN SANTA
CRUZ DE TENERIFE (SIGLO XVI AL XX). .......................................................... 260
4.2.0. EVOLUCIÓN DE LAS TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS HOSPITALARIAS
EN CANARIAS. ............................................................................................. 260
4.2.0.1. LAS FORMAS PRÍSTINAS DE LOS HOSPITALES EN CANARIAS. ................260
4.2.0.2. LA FUSIÓN DE ARQUITECTURA E HIGIENISMO EN EL «EDIFICIO
GENERADOR DE SALUD»: IDEAS Y PROPUESTAS ARQUITECTÓNICAS. ................296
4.2.0.3. LA ADAPTACIÓN DEL DISPOSITIVO ASISTENCIAL A UNA ETIOLOGÍA Y A
LOS DESCUBRIMIENTOS DE LA CIENCIA. ..............................................................305
4.2.1. HOSPITALES DEPENDIENTES DEL ANTIGUO CONCEJO INSULAR (ÉPOCA
DE LA CONQUISTA: SIGLOS XVI Y XVII). ........................................................ 321
4.2.1.1. REAL HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES Y SAN MARTÍN
OBISPO (SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA). ..........................................................321
4.2.1.2. HOSPITAL DE SAN SEBASTIÁN (SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA)..........357
4.2.1.3. HOSPITAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (LA OROTAVA). ........................373
4.2.1.4. HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO Y SAN JUAN
EVANGELISTA (ICOD DE LOS VINOS)…. ...............................................................373
4.2.1.5. DEL LAZARETO DE GRAN CANARIA A LA LEPROSERÍA DE ABADES. .......410
4.2.2. BENEFICENCIA Y ASISTENCIA EN EL SIGLO XVIII……. ......................... 435
4.2.2.1. HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS (SANTA CRUZ
DE TENERIFE). .......................................................................................................435
4.2.2.2. REAL HOSPICIO DE SAN CARLOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE). .............495
4.2.2.3. LAZARETO DE OBSERVACIÓN DE CABO LLANO (SANTA CRUZ DE
TENERIFE). ............................................................................................................495
4.2.3. LOS AVANCES DE LA CIENCIA Y LAS CORRIENTES HIGIENISTAS:
HOSPITALES, HOSPICIOS Y CASAS DE ACOGIDA FUNDADOS EN EL SIGLO
XIX……... ...................................................................................................... 504
4.2.3.1. HOSPITAL MILITAR (SANTA CRUZ DE TENERIFE). ..................................504
4.2.3.2. HOSPITAL DE LA COMANDANCIA DE MARINA (SANTA CRUZ DE
TENERIFE). ............................................................................................................530
4.2.3.3. CASA PROVINCIAL DE MATERNIDAD Y CASA PROVINCIAL DE HUÉRFANOS
Y DESAMPARADOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE). ................................................531
4.2.3.4. CASA PROVINCIAL DE MISERICORDIA (SANTA CRUZ DE TENERIFE). .....533

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4.2.4. LOS MICROBIOS Y EL CAMBIO ETIOLÓGICO: DISPOSITIVOS Y RECURSOS


ASISTENCIALES DISEÑADOS EN EL SIGLO XX (PRIMERA MITAD). ................... 534
4.2.4.1. HOSPITAL DE NIÑOS...............................................................................534
4.2.4.2. MANICOMIO DE TENERIFE. ....................................................................550
4.2.4.3. INSTITUTO PROVINCIAL DE HIGIENE. ....................................................571
4.2.4.4. SANATORIO ANTITUBERCULOSO DE OFRA Y PREVENTORIO
ANTITUBERCULOSO INFANTIL..............................................................................578
4.2.4.5. JARDIN INFANTIL DE LA SAGRADA FAMILIA. .........................................602
4.2.4.6. DISPENSARIO ANTIVENÉREO. SIFILICOMIO. INSTITUTO PROVINCIAL DE
SANIDAD. ..............................................................................................................602

CONCLUSIONES Y DISCUSIONES. .................................................................. 630

FUENTES DOCUMENTALES ........................................................................... 655

BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 666

CRÉDITOS DE LAS ILUSTRACIONES ............................................................... 683

ANEXOS DOCUMENTALES ........................................................................... 700

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INTRODUCCIÓN

Conceptos como salud-enfermedad, pobreza-caridad y vida-muerte, unidos a


otros de igual trascendencia, como asistencia, arquitectura y la hospitalidad, han sido
objeto de numerosos análisis y estudio desde diferentes disciplinas a lo largo de los
tiempos. Todos ellos han sido considerados como asuntos de gran interés histórico, cuyo
estudio se deja sentir desde los años sesenta del siglo pasado, debido al triunfo de la
Historia Social.

Casi en su totalidad, la evolución de la arquitectura hospitalaria ha estado


estrechamente ligada a un concepto asistencial controlado por el binomio pobreza-
enfermedad. Esta situación conllevó a una búsqueda perpetua de una tipología
arquitectónica funcional que se adaptara a los cometidos que debía realizar desde un
punto de vista asistencial y de aislamiento. La labor desempeñada por las reales
academias y los trataditas facilitaron la proximidad a los conocimientos de nuevas
formas constructivas adaptadas a los descubrimientos y avances de la Ciencia.

La palabra latina hospes será la precursora de vocablos tales como hospicio,


hospital, hospedería u hotel, todos ellos con diversidad de competencias apoyadas por
un amplio abanico de benefactores que los sustentaban, promovidos por la caridad y la
religión, situación que dio inicio desde los primeros albores de la Edad Media. Dos
términos son los que se instauran para definir este tipo de establecimientos, cuyo
objetivo se centró en la atención al menesteroso, primando las funciones de alojamiento
y aislamiento sobre la asistencia médica. Una de las locuciones más comunes es la de
hospital, expresión que ha perdurado a lo largo de los tiempos hasta llegar a nuestros
días, y en el que se ha mantenido perenne su connotación místico-religioso: Maison-
Dieu u Hôtel-Dieu en Francia, Gogshuis en los Países Bajos, o God’s House en Inglaterra;
y en segundo lugar, la expresión latina infirmitorium, denominación propia del ámbito
monacal que en el mundo anglosajón se convirtió en Infirmary y en el galo Infirmerie.1

1
Así como en el ámbito europeo persiste la utilización del término hospital, en los Países Bajos es
común el empleo del vocablo gasthuis para referirse al hospital en el sentido de albergue,
aunque en algún momento se aplicó para designar a las casas donde se asisten a enfermos.

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Los primeros modelos arquitectónicos hospitalarios2 nos remiten al esquema


benedictino de Saint Gall, articulados a partir de sistemas claustrales que centralizaban
el lugar destinado culto, convirtiéndolo en el referente de todos los asilados del
establecimiento. Esta conexión cama-altar fue un modelo que estuvo presente a lo largo
de toda la Edad Media, perdurando hasta el siglo XIX, y primando por encima de otros
aspectos relevantes como las obligaciones higiénicas y médicas3. Durante el
Renacimiento, la tipología arquitectónica se vio modificada considerablemente, dando
paso a monumentales edificios palaciegos, articulados a partir de una planta cruciforme
en la que se insertaban patios y logias, ubicando a los dolientes en salas de considerable
tamaño4. Con el Barroco se produjeron nuevamente una modificación de las
características arquitectónicas, como fue el uso de la planta radial, perdurando el
protagonismo del «recinto sagrado», situación que no mutó hasta la segunda mitad de
XVIII, momento en el que se priorizó el espacio destinado a la atención de los aquejados
y enfermos5. Esta «novedosa concepción higiénica» será trasladada al siglo XIX,
momento en el que se implantó, materializándose en una organización de los edificios a
partir de pabellones que procuraban seguir las directrices establecidas por las corrientes
higienistas que se encontraban en su apogeo y dentro de las reformas borbónicas que
buscaban una clarificación y racionalización de los recurso arquitectónicos efectivos.
Este acúmulo de características adquiridas a lo largo de los siglos, en ocasiones se
aglutinaban en una misma forma constructiva. Pese a ello, desaparecieron en el
momento en el que el hospital adquirió un carácter exclusivamente sanitario y
asistencial, estableciendo una coherencia entre su formato y la finalidad para la que
había sido diseñado. Los avances científicos de la disciplina médica generaron la
necesidad de efectuar modificaciones estructurales en los antiguos edificios
hospitalarios europeos.

2
Debe destacarse que existen antecedentes en el mundo antiguo de arquitectura hospitalaria
que se abordarán a lo largo del presente documento.
3
JETTER, D. Los hospitales en la Edad Media. In, LAIN ENTRALGO, P. Historia Universal de la
Medicina. Barcelona: Editorial Salvat, 1972, Tomo 3, p. 263-295.
4
Son referentes de esta tipología los hospitales italianos como el Ospedale Maggiore de Milán (c.
1456) y los hospitales reales, insignia de la Corona Española.
5
CARASA SOTO, P. El sistema hospitalario español en el siglo XIX. De la asistencia benéfica al
modelo sanitario actual. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1985, p. 31.

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A partir del siglo XIII los europeos comenzaron a extender su poder e influencia
sobre los continentes asiático y africano para terminar a fines del siglo XV incorporando
a América a unos mercados que procuraban adaptarse a las crecientes necesidades de
consumo. Este desarrollo, tanto del comercio como de la economía europeas, aumentó
su necesidad de disponer de metales preciosos que permitieran acuñar monedas. A ello
se unió la necesidad de eliminar a costosos intermediarios, llegando directamente a las
fuentes de producción de los valiosos productos orientales. La fase expansiva de las
monarquías del sur de Europa, y sobre todo la de Portugal y España, suponía un
reforzamiento de poder real, imbuido todo por un espíritu de cruzada en defensa del
Cristianismo. A finales del siglo XV, con la culminación de la conquista de las Islas
Canarias y el Descubrimiento de América, se le otorgó al territorio insular el privilegio de
convertirse en un «pequeño laboratorio experimental» cuyos resultados serían
posteriormente trasladado al continente americano como herramienta de colonización.
Tras la ocupación de las Islas, surgió la necesidad de dotar de los recursos asistenciales
propios para pequeñas urbes que comenzaban a nacer y crecían con rapidez. Los
modelos empleados aunaban los recursos arquitectónicos monacales y una arquitectura
doméstica que surgía como resultado de una amalgama de culturas. Los siglos
siguientes, XVI, XVII y XVIII, carecieron de cambios en los referente a los planteamientos
desde el punto de vista asistencial, no produciéndose una ruptura con el ideario
científico previo hasta finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX. A estas
innovaciones científico-médicas se le unieron las políticas sanitarias que mediatizaron
considerablemente y marcaron las directrices a seguir en la adopción de una
determinada tipología arquitectónica. De igual manera, estas instrucciones y normas no
fueron asumidas por igual, lo que originó una falta de previsión y de intervención en los
edificios ya existentes. Pese a que el siglo XX desde su inicio aportó considerables
modificaciones en el campo de la asistencia, es el breve momento republicano el que se
caracteriza por una política sociosanitaria cargada de reformas y cambios que giraban en
torno a una nueva concepción igualitaria y científica del individuo.

Conjugar el arte, la arquitectura y la asistencia sanitaria prestada en el


Archipiélago de las Canarias, y en concreto en la isla de Tenerife durante la primera

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mitad del siglo XX, es el objetivo del tema que se aborda en el presente trabajo de
investigación, situación que le da un carácter inédito ya que hasta la fecha no se ha
aglutinado tantos conocimientos sobre esta materia6. Para procurarlo, se han revisado
las fuentes documentales existentes en las diferentes instituciones locales y centrales, a
lo que se ha unido el examen exhaustivo de las fuentes bibliográficas de disciplinas
como la Historia Moderna, la Historia Contemporánea, la Historia del Arte y la Historia
de la Medicina7. Además, a todas esta operación, se le une la de efectuar un examen de
los diferentes trabajos de historiadores que han tratado este tema, hallándose, en
algunas de las investigaciones dedicadas al estudio de la pobreza y a aspectos sanitarios
de las instituciones hospitalarias, una considerable relación entre la Historia de la
Sanidad y la Historia Social.

6
En la presente obra, se abordan la arquitectura y asistencia hospitalaria desde el momento en
que se produce la incorporación de las Islas Canarias a la Corona de Castilla tras la Conquista.
7
Entre ellos destaca Pedro Laín Entralgo. Creó varios centros de investigación, uno de los más
importantes es el Instituto Arnaldo Vilanova, dependiente del C.S.I.C. Fue el editor de la primera
revista especializada sobre este tema: los Archivos Iberoamericanos de Historia de la Medicina
(1949), publicación que en la actualidad se conoce con el título de Asclepio. También fue tarea
suya la constitución de la Sociedad Española de Historia de la Medicina, que ha celebrado
periódicos congresos desde 1963, y la aparición de cátedras universitarias de Historia de la
Medicina más allá de aquella única existente en 1942 en la Universidad Central de Madrid. Entre
los discípulos más destacados están: Sánchez Grajel, López Piñeiro, García Ballester, Carrera
Pachón, Amasuno, Tolivar Faes, Contreras Dueñas, y Suárez Inclán, entre otros.
Como apunta Fabián Alejandro Campagne, la renovación llevada a cabo por Laín Entralgo en
España será comparable a la realizada por Sigerist en la historia general de la medicina o, por
Febvre y Bloch en la historiografía general.
CAMPAGNE, F.A. Historia social e historia de la medicina. In, GONZÁLEZ DE FAUVE, M.E. (Coord.)
Medicina y sociedad: curar y sanar en la España de los siglos XIII al XVI. Madrid: Instituto de
Historia de España Claudio Sánchez Albornoz; Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires, 1996, p. 37.

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METODOLOGÍA

Retomar, analizar y estudiar las representaciones de un pasado histórico


determinado, precisa de construir un discurso interpretativo desde nuestro presente, sin
perder de vista que cada vez que nos vamos alejando más de éste, se desmorona la
profundidad de la alocución a la par que nuestras informaciones históricas, para
finalmente, lograr rescatar del olvido tan solo una parte de ese pasado.8

El estudio que presento, es una visión global de los «ejemplos arquitectónicos


destinados a la sanación y el cuidado» en la isla de Tenerife desde el siglo XVI, momento
en el que se finaliza la Conquista de las Islas Canarias, hasta la primera mitad del siglo
XX. Este trabajo, puede ser realizado desde diferentes puntos de vista y con resultados
muy variados, donde ha influido considerablemente la disponibilidad de la
documentación con la que he trabajado, situación que me hace considerar que unos
temas u otros no han tenido la misma atención.

A la hora de abordar el tratamiento metodológico del tema, desde la


arquitectura hospitalaria canaria, se me presentaron al menos dos posibilidades
claramente definidas. Por un lado se podía haber realizado simplemente un análisis
lineal y diacrónico, edificio por edificio, y por otro, el estudio de los principales hitos y
sus repercusiones en el ámbito sanitario, no solo a escala insular sino provincial. En mi
labor investigadora he tratado de combinar ambos puntos de vista para favorecer un
mayor conocimiento de la cuestión abordada y tratada. Los pilares básicos en los que se
fundamenta esta tesis son dos, por una parte una base bibliográfica sólida y extensa, y
por otra el aporte de fuentes documentales tanto inéditas como publicadas, que vienen
a complementar este catálogo de publicaciones en el que me baso. Toda la información
recogida de estas fuentes que aparecen en este apartado y la bibliografía consultada,
parte de la cual aparece citada a pie de página, son datos que me permitieron dar forma
al contenido de este trabajo.

Tomando como propuesta el marco cronológico, geográfico y temático, la


primera fase de este trabajo, toma rumbo hacia las fuentes. Es por ello, que me decanto

8
DUBY, Georges. Diálogo sobre la historia. Madrid: Alianza Editorial, 1988, p. 78.

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por un método de investigación dirigido a descubrir algo que no se conoce, después de


una elaboración meticulosa de tareas como interpretar, reconstruir y descubrir todos
aquellos conocimientos existentes, pero desconocidos sobre los actos asistenciales y su
entorno en los hospitales de Tenerife. Llevándome a través del tratamiento heurístico
he trabajado en diferentes archivos que incorporo a este documento en una tabla al
final de este punto.

La segunda fase, viene precedida por la conclusión de la labor de archivo para


dar paso al tratamiento de fuentes, elaborando tablas, a partir de la documentación
consultada que se ha sometido a un proceso de digitalización para facilitar su estudio en
este trabajo u otros que se efectuarán a posteriori. Una reproducción de la
documentación consultada está depositada en el volumen II, organizada a partir de cada
una de las instituciones estudiadas, y será la base de una importante parte de este
trabajo.

En la tercera fase se realizó una valoración de la documentación y el material


gráfico, tratando de analizar la realidad asistencial desde el mayor número de ángulos
posibles: la tipología arquitectónica de los centros asistenciales en Santa Cruz de
Tenerife, San Cristóbal de La Laguna y La Orotava; los orígenes, dotaciones y estructura
de los dispositivos asistenciales existentes; la forma en que se ejercía la medicina en los
territorios insulares; y también el comportamiento del hombre contemporáneo ante la
salud, la enfermedad y la muerte.

Sobre todo lo anteriormente expuesto, desarrollé un plan de trabajo articulando,


el documento que a continuación se presenta, en los siguientes capítulos:

En el primer capítulo analizaremos los aspectos relacionados con la salud y la


enfermedad, los planteamientos de la medicina moderna y contemporánea, y sus
relaciones con la medicina griega y árabe.

La organización social de los núcleos urbanos, será analizada en el segundo


capítulo, a través de tres puntos principales: la sociedad, el poder y el espacio,
analizando cuestiones como el concepto de enfermo para la sociedad del momento, las
actuaciones de las instituciones en la asistencia a los enfermos, poniendo en
funcionamiento tanto los estatutos como las ordenanzas.

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En el capítulo tercero, se analizan las principales enfermedades que se


manifestaron durante el siglo XIX y mitad del XX, haciendo especial interés en las
infecciosas que asolaron a la población de Santa Cruz de Tenerife. Seguidamente se hace
una valoración de la higiene en el contexto de la urbe, así como los primeros pasos de la
Higiene Pública en Santa Cruz de Tenerife.

En el último capítulo, el cuarto, se analizan los dispositivos asistenciales y


hospitalarios de Santa Cruz de Tenerife estableciendo una división entre los existentes
hasta finales del siglo XIX y los que continúan o son de nueva creación en la primera
mitad del XX, pese a que algunos de ellos se realiza un estudio retrospectivo desde su
fundación, en algunos casos muy cercana al momento de la Conquista: Hospital de
Nuestra Señora de los Dolores y el Hospital de San Sebastián en San Cristóbal de La
Laguna; y el Hospital de la Santísima Trinidad en La Orotava; Lazareto de Gran Canaria-
Leprosería de Abades; Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados; el Hospicio de
San Carlos; el Lazareto de Observación; Hospital Militar; Casa Provincial de Maternidad,
Casa Provincial de Huérfanos y Desamparados, Casa Provincial de Misericordia, Hospital
de Niños; Hospital de Niños; Manicomio Provincial; Sanatorio Antituberculoso de Ofra;
el Jardín Infantil de la Sagrada Familia; Dispensario Antivenéreo-Sifilicomio; Instituto
Provincial de Higiene e Instituto Provincial de Sanidad.

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FUENTES DOCUMENTALES

ARCHIVO/BIBLIOTECA/ FONDO DOCUMENTACIÓN CONSULTADA

ARCHIVO DEL CABILDO INSULAR DE Actas del Cabildo Insular de Tenerife comprendido entre 1850-
TENERIFE, EN SAN CRISTÓBAL DE LA 1950 (clave de esta investigación).
LAGUNA (A.C.I.T.).
Expedientes y legajos relacionados con Beneficencia y Fomento.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE Expedientes y documentos de la Mancomunidad Provincial


SANTA CRUZ DE TENERIFE (A.H.P.S.C.T). Interinsular de Santa Cruz de Tenerife (Manicomio Provincial de
Tenerife), de la Mancomunidad Sanitaria, Acción Social, Diputación
Provincial, Gobierno Civil y Asociación Caritativa de la Infancia.

ARCHIVO DIOCESANO DE SAN Documentos relacionados con la asistencia prestada y sus


CRISTÓBAL DE LA LAGUNA. características (instalaciones, sus posesiones, tipo de enfermos
(A.D.S.C.L.L.). acogidos, personas que los cuidaban así como el tipo de
tratamientos que les eran aplicados) en el Hospital de Nuestra
Señora de los Desamparados (Memorial de Agustín de Miranda),
Hospital de Nuestra Señora de los Dolores y Hospital de la
Santísima Trinidad.

ARCHIVO DE LA REAL SOCIEDAD Documentos del desaparecido Hospital de San Sebastián en San
ECONÓMICA DE AMIGOS DEL PAÍS DE Cristóbal de La Laguna.
TENERIFE. (A.R.S.E.A.P.T.).

ARCHIVO PARROQUIAL DE LA IGLESIA Documentación ordenada en legajos del Hospital de Nuestra


DE LA CONCEPCIÓN, DE SANTA CRUZ DE Señora de los Desamparados (fábrica y planos).
TENERIFE (A.P.I.C).

ARCHIVO HISTÓRICO DEL COLEGIO Documentos del edificio del Hospital de Nuestra Señora de los
OFICIAL DE ARQUITECTOS DE CANARIAS Desamparados.
(A.H.C.A.C.).
Bibliográfica y hemeroteca (biblioteca).

ARCHIVO MUNICIPAL DE SANTA CRUZ Documentación del Manicomio Provincial de Tenerife (planos).
DE TENERIFE (A.M.S.C.T.).

ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN Documentos: Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, Hospital
CRISTÓBAL DE LA LAGUNA (A.M.L.L.). de San Sebastián, Jardín Infantil de la Sagrada Familia y del
Sanatorio-Enfermería Antituberculoso.

ARCHIVO DEL HOSPITAL PSIQUIÁTRICO Planos del proyecto original para el Manicomio de Tenerife y
FEBLES CAMPOS DE SANTA CRUZ DE documentos fotográficos.
TENERIFE (A.H.P.F.C.).

ARCHIVO DEL HOSPITAL DE LA Libros de cuentas, documentos sueltos y legajos pendientes de


SANTÍSIMA TRINIDAD DE LA OROTAVA ordenar y clasificar sobre el Hospital de la Santísima Trinidad.
(A.H.S.T.L.O.).

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ARCHIVO PRIVADO DEL DR. TOMÁS Documentación, fotografías y bibliografía del archivo personal del
CERVIÁ CABRERA (A.P.T.C.C.). 9
médico Dr. Tomás Cerviá.

BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA Bibliografía relacionada con Salud Pública, Sanidad y Beneficencia
(B.N.E.). de diferentes autores entre 1800 y 1950 aproximadamente.

BIBLIOTECA Y FONDO ANTIGUO DE LA Bibliografía relacionada con Salud Pública, Sanidad y Beneficencia
UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA (B.U.L.L.). de diferentes autores entre 1900 y 1950 aproximadamente,
centrándome en aquellas con carácter local.

BIBLIOTECA HISTÓRICA MILITAR DE Documentación del Fondo del Mando Económico de Canarias
SANTA CRUZ DE TENERIFE (B.H.M.S.C.T). (1930-1950) y del Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife.

BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SANTA CRUZ Documentación del Fondo Pedro García Cabrera.
DE TENERIFE (B.M.S.C.T.).

BIBLIOTECA MUNICIPAL DE SAN Documentación sobre el Hospital de Nuestra Señora de los


CRISTÓBAL DE LA LAGUNA Dolores.
(B.M.S.C.L.L.).

FUNDACIÓN PEDRO GARCÍA CABRERA Documentación existente, en soporte papel e informático, sobre la
(F.P.G.C.). figura del polifacético Pedro García Cabrera.

LEGADO MIGUEL TARQUIS EN EL Documentos y fotografías relacionados con el ámbito artístico y


DEPARTAMENTO DE ARTE DE LA cultural canario ( arte religioso y civil).
UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA
(L.T.U.L.L.).

9
Entre las que se cuentas fotografías, cartas y su tesis doctoral, esta última dedicada al Dr. Juan
Negrín López durante su estancia en la Universidad Central de Madrid como profesor.

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Francisco Javier Castro Molina

CAPÍTULO I

SALUD Y ENFERMEDAD

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1. CAPITULO I - SALUD Y ENFERMEDAD.


A lo largo de la Historia de la Humanidad ha existido una marcada
preocupación por la idea de vida y muerte, así como por las de salud y enfermedad.
Estos constructos se han ido modificando en función al momento histórico, de la cultura,
del sistema de conocimientos y del sistema social, para poderse adaptar a los
descubrimientos que han ido surgiendo con un intento de dar explicación al mundo y
todos y cada uno de los «hechos incontrolables» que acaecen en él. En un largo y primer
momento primaba una concepción mágico-religiosa, pensamiento primitivo, que se
centrará en la creencia de la enfermedad como un castigo divino.

Tanto la civilización egipcia como la mesopotámica establecerán una


concepción innovadora y diferente transformándola en un desarrollo de la higiene
personal y pública. Igualmente, esta preocupación y cambio, surge en la civilización
hebrea que estableció uno de los primeros códigos sanitarios de la Humanidad, la Ley
Mosaica, en la que se describían ordenamientos estrictos sobre la higiene personal, la
alimentación, la profilaxis de enfermedades transmisibles o el comportamiento sexual.

La cultura grecorromana marcará un verdadero inicio de la palabra higiene,


destacando la inspiración del mundo helénico en la mitología, con dioses como Higea,
«Diosa de la Salud», o Asclepio, «Dios de la Medicina». El Imperio Romano, Hipócrates,
padre de la Medicina, aplicará conocimientos de carácter urbanístico a la Sanidad
Pública, edificando dispositivos que doten a las urbes de aguas limpias, como los
acueductos, o eliminen las inmundicias fétidas de las aguas negras ayudados de las
cloacas.

Tras la caída del Imperio Romano y el inicio de la Edad Media, las escuelas
monásticas, y en concreto la Scuola Medica Salernitana (Salerno), realizarán la
enseñanza del arte de la medicina hipocrática con un sentido higienista de la salud, que
recogieron en un volumen con numerosos consejos10. A este momento siguió el

10
Fue la primera escuela medieval ubicada en Salerno (región de la Campania, Italia),
considerándosela la mayor fuente de conocimientos médicos de la Europa de ese momento. Se
fundó en el siglo IX, llegando a su máximo esplendor entre los siglo X al XIII. Existían en ella
documentos médicos árabes traducidos al griego que posteriormente fueron transcritos al latín

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esplendor presente durante el Renacimiento en el que se producen importantes avances


en materia de salud.

Pero verdaderamente es el siglo XIX el momento en el que se pone un mayor


énfasis a la Salud Pública en Europa y Estados Unidos. Las medidas instauradas en el
mundo anglosajón, las leyes de salud pública, promovidas por Edwin Chadwick,
supondrán una reducción importante en la mortandad ocasionada por algunas
enfermedades infecciosas, diezmadoras de la recién creada población proletaria. A ello
se le unió el trabajo efectuado por Koch que sostenía que la enfermedad pasaba de una
persona enferma a otras sanas por contagio de posibles microorganismos. Todo esto
llevó a focalizar la acción hacia microorganismos específicos, centrándose la Salud
Pública en combatir la suciedad de las urbes mediante infraestructuras y reglamentos
que articulaban normativas severas. El siglo XX se caracterizará en un resurgimiento
maduro de la Microbiología y la forma de combatir los microorganismos.

Como se ha expuesto, de manera muy somera, a lo largo de los tiempos y en las


diferentes sociedades, las prácticas que se llevaban a cabo para curar las enfermedades
o para proporcionar salud, siempre tuvieron algún tipo de relación con la religión o la
magia, superándose esta concepción a medida que se ha ido avanzando en la conquista
del intelecto, con la consiguiente adaptación de los individuos a los cambios sufridos y
para adaptarse a los nuevos descubrimientos, apareciendo los diferentes patrones o
paradigmas que en cada momento han conformado las convicciones sociales y
culturales.

Teóricamente, la salud y la enfermedad han estado vinculadas manteniendo


concordancia y sin establecer una disimilitud, secundaria a una concepción de la
enfermedad como una carencia de salud, incapaz de ser resuelta por medio de la
Ciencia, situación presente hasta la llegada de un progreso del saber de las disciplinas
médicas. Esta situación, anteriormente comentada, da respuesta al cambiante
significado de salud-enfermedad a lo largo de los siglos.11

en la Biblioteca de Montecassino. Tal era la calidad formativa de esta Escuela, que sus alumnos y
alumnas eran muy apreciados en el entorno mediterráneo occidental.
11
GARCIA BALLESTER, L. La búsqueda de la salud. Sanadores y enfermos en la España Medieval.
Barcelona: Editorial Península, 2001, p. 82. Historia, Ciencia, Sociedad, 321.

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1.1. CONCEPTO DE SALUD.

Los conceptos, y en concreto el de salud, no han sido perennes e independientes


de los seres humanos y de la avatares de la Historia, sino que ha estado siempre
vinculado a una teoría concreta y articulada a partir de unas ideas o forma de percibir el
mundo que nos rodea, a una sociedad siempre compleja en su configuración y a un
periodo histórico concreto12. Es aquí donde radica el interés de valorar, brevemente, los
distintas criterios y pareceres que las diferentes civilizaciones han presentado en el
caminar de la Humanidad.

1. Michiel Jansz van Mierevelt: Lección de anatomía del Dr. Willem van der Meer (1617).

La cultura china, durante el siglo V a.C., presentaba una concepción de la salud,


ceñida a la energía presente en el ser humano, como un equilibrio entre el Yang, fuerza

Sufrirá una conmoción, en el contexto intelectual latino europeo, al descubrir (en el texto
Almagesto de Ptolomeo, que Gerardo Cremona tradujo del árabe al latín, en Toledo), que la
clave, para distinguir la frontera entre la salud y la enfermedad, desde un punto de vista
intelectual , la vida y la muerte, el mundo físico y el mundo de la mente, no era otra que la teoría
de los elementos y de las cualidades, un juego de relaciones entre el macro y el microcosmos
cognoscible a través de la astrología.
12
Ibidem, p. 28.

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activa masculina, y el Ying, fuerza pasiva femenina, que se contraponía a la enfermedad.


Su fundamentación teórico-filosófica se encontraba en los principios cósmicos de orden
natural contenidos en las enseñanzas del Tao, de cuyo equilibrio entre estos dos
principios cósmicos, surgía y se generaba el orden de los elementos que conformaban la
vida: agua, tierra, fuego, madera y metal.13

La civilización griega, a la que se unió su fundamentación en la corriente filosófica


aristotélica, será de notable influencia durante numerosos siglos en Occidente,
conformando un discurso articulado de saberes seguidos de numerosas actuaciones,
que estratégicamente estaban orientados hacia la consecución de la salud y la belleza,
elementos considerados de trascendental importancia. Éste se centraba, a diferencia del
chino, en el equilibrio entre los humores que conforman el cuerpo humano14. El pueblo
latino, que toma estos conocimientos y los interioriza, otorgan una destacada relevancia
a este concepto de salud, materializándolo en la diosa Hygeia, a la que rendían culto con
ofrendas y rituales, buscando su protección para la administración de justicia por los
gobernantes de sus ciudades, y el cuidado y amparo de la salud de sus militares para ser
portadores de la victoria a su regreso a la patria.15

13
ACKERNECHT, E. H. Medicina y Antropología social. Madrid: Editorial Akal, 1971, p. 125-132.
14
FRENCH, R. Astrology in Medical Practice. In, ARRIZABALAGA, J. y CUNNINGHAM, A. (ed.):,
Practical Medicine from Salerno to the Black Death. Cambridge: Cambridge University Press,
1994, p. 30-59.
15
GARCÍA BALLESTER, L. Galeno en la sociedad y en la ciencia de su tiempo. Madrid: Ediciones
Guadarrama, 1972. También se puede encontrar en GARCÍA BALLESTER, L. Introducción general.
In, GALENO, Sobre la localización de las enfermedades (De locis affectis). Trad. y notas por Salud
Andrés. Madrid: Editorial Gredos, 1997, vol. I, p. 7-120.
Apolo, era una divinidad sanadora. Considerado el dios de las plagas y de la enfermedad,
dominaba también la profecía. Apolo y la ninfa Coronis fueron padres de Esculapio, el llamado
Dios de la Medicina. La historia cuenta que la ninfa le fue infiel y Apolo la mató, entregando su
hijo al centauro Quirón para que lo criara. Este le enseñó todo sobre las hierbas, las plantas y la
composición de los medicamentos. Fue padre de Hygeia, diosa de la salud, (de donde proviene la
palabra higiene), de Podaliro, Macaonte y Panacea. Se le representa como un hombre barbudo
con una vara y una serpiente enroscada, acompañado de un gallo a sus pies como un símbolo de
vigilancia. La Diosa de la salud en la antigua Creta, Hygeia era identificada con una serpiente y era
portadora de la renovación, la sanidad y la prevención. La serpiente es un símbolo tradicional de
renovación, representando el ciclo de enfermedad y sanidad. Hygeia fue primeramente ocupada
con la limpieza y la prevención de la enfermedad. La palabra «higiene» tiene su raíz en el nombre
de Hygeia.

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Estas consideraciones e ideas sufren un importante giro durante la Edad Media y


en el inicio de la época Moderna, donde la salud del cuerpo estaba íntimamente
relacionada con la salud del alma. Esta mediatización, que el individuo del medievo
sufre, estaba en posición muy cercana a los dogmas de fe, pensamientos y nociones
religiosas que controlaban férreamente a la Ciencia, cuyo margen de actuación era
mínimo, validando lo que se podía pensar, medir, tocar o desarrollar en laboratorio y
reconociendo como verdadero lo procedente de los sentidos.16

Dos hechos históricos marcaron el modo de concebir la salud a partir del


Renacimiento. Por un lado, las grandes epidemias de peste negra que asolaron y
protagonizaron el final de la Edad Media, diezmando considerablemente la población
europea17. Por otro, durante el Quattrocento y el Cinquecento (siglos XV y XVI) surge en
Italia una corriente filosófica basada en la tradición romana del humanismo, al que se le
unieron el florecimiento de universidades en Italia bajo el mecenazgo de las nuevas
clases mercantiles. Esta situación supuso el motor intelectual del que se derivó el
progreso científico que caracterizó a este periodo, calando considerablemente en las
Ciencias Naturales y la Medicina, bajo el principio general del «revisionismo crítico» y la
óptica mecanicista.

La filosofía del siglo XVII, encabezada por René Descartes, estableció una división
de la Naturaleza contrapuestas e irreconciliables, que ya Platón había descrito: el mundo
sensible y el mundo inteligible, diferenciados por la posesión o no de entidad física. Esta
novedosa concepción formaba parte del mundo material y estaba sometido a las leyes
de la Mecánica presentes desde el siglo XVI en la disciplina médica, que aportaban una
visión de máquina al cuerpo humano que encerraba una parte inmaterial e
imperecedera denominada alma, creyendo que la salud era el perfecto funcionamiento
del cuerpo, a semejanza del mecanismo de un reloj, cuyas piezas podían desajustarse
ocasionando la enfermedad.

16
LE GOFF, J. Una historia del cuerpo en la Edad Media. Barcelona: Editorial Paidós, 2005, p. 35-
47.
17
Se calcula que la población europea presentó un número de fallecidos que oscilan entre los 20
y 25 millones de personas durante los siglos XIV y XV.

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Paralelamente, otros científicos como Kepler, Newton y Bacon, establecieron una


subdivisión en partes más pequeñas del dominio de la Naturaleza, además de estar
dividido en dos partes contrapuestas e irreconocibles, el mundo material y el espiritual,
lo que llevó a la división del cuerpo en sistemas, órganos y células, para proseguir
fracturando estas últimas en moléculas y partículas. Esta nueva idea provocó una visión
particularizada de cada una de las partes del ser humano, observándose
independientemente de las demás, sin hallar una interrelación e interacción con el
resto.18

Tres son los momentos de cambio que contribuyeron a fortalecer, en mayor o


menor grado, el pensamiento científico en general y el avance de la Medicina durante el
último tercio del siglo XVIII en el mundo occidental: la revolución americana en 1776; la
revolución francesa en 1789; y por último, el proceso de revolución industrial inglesa.
Por su parte, esta última, no solo se debió a los progresos en las disciplinas científicas
tales como las matemáticas, la física, la química y la técnica, sino también a hondas y
acentuadas modificaciones sociales y culturales, entre las que destacó el desarrollo de
un comercio que transmutó a un artesano gremial medieval en un asalariado
perteneciente a la nueva clase social del proletariado. Esta situación, a la que se une el
paso a una producción industrial, será el germen del capitalismo, momento en el que se
intensificaran las investigaciones científicas, así como el surgimiento de la
especialización profesional y social19. Es de esta forma como la Medicina, merced de los
grandes avances de la física (electricidad, magnetismo, óptica, radiaciones, teoría
gaseosa,…) y de la química, con sus tesis atómicas y orgánicas, se embarca en un
desarrollo independiente, terminando por establecer una estrecha relación entre la
fisiología y la patología.

18
HASKINS, C. H. Studies in the History of Mediaeval Science. Cambridge-Mass. Harvard University
Press, 1924; LEMAY, R. De la scolastique à l'histoire par le truchement de la philology: Itinéraire
d´un médiéviste entre Europe et Islam. In, SCARCIA AMORETTI, B. (ed.). La diffusione delle scienze
islamiche nel medio evo europeo. Convegno internazionale, Roma, 2-4 ott. 1984. Roma:
Accademia Nazionale dei Lincei, 1987, p. 399-538; JACQUART, D. y MICHEAU, F. La Médecine
arabe et l´occident médiéval. París: Maisonneuve & Larose, 1990, p. 83-91.
19
SAN MARTÍN, H. La noción de salud y la noción de enfermedad. In, Salud y enfermedad,
ecología humana, epidemiología, salud pública, medicina preventiva, sociología y economía de la
salud. México D.F. La Prensa Médica Mexicana, 1981, p. 7-10.

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A caballo entre los siglos XIX y XX se produce el desarrollo de tres paradigmas de


la Medicina de ese momento: el anatomoclínico (el origen de la enfermedad está en la
«lesión»), el fisiopatológico (se busca el origen en los «procesos» alterados) y el
etiológico (o de las causas externas), todos ellos herederos del modelo científico,
principalmente biologicista y su fundamentación filosófica en el positivismo. A ello, se le
unirá en el último cuarto del siglo XIX, el desarrollo de una nueva disciplina, la
Microbiología, surgiendo una serie de nuevos descubrimientos sobre agentes
microscópicos a quienes se les responsabilizará de las enfermedades. Este pensamiento,
sustentado también en la ya nombrada filosofía positivista, hace caer en el olvido todo
ese cúmulo de conocimientos que había venido desarrollándose para explicar,
integralmente, el proceso de producción de bienestar o malestar en una población.20

1.2. CONCEPTO DE ENFERMEDAD.

Las formas de interactuar con el entorno más próximo, ya sea el laboral o


personal, están interrelacionados con el concepto de entender la Naturaleza y la
Sociedad, este último tornadizo e inestable. Este principio domina la constitución y
evolución de las ideas, el cual es aplicable a la forma de asimilar y entender el concepto
de enfermedad a lo largo de la historia de la Humanidad.21

En las sociedades primitivas, aunque no se tenga constancia fehaciente de tal


situación, todos aquellos individuos heridos, que presentaban dolor, malestar e
incapacidad, acudían a miembros del grupo en el que estaban inmersos, responsables
de facilitar una recuperación pronta de su estado originario. El cuidado y curación se
acercaba a una experiencia mágico-religiosa, constituyéndose la figura en esta forma de
comunidad como la aleación de sacerdote-mago-médico.

Una concepción dinámica, naturalista e individualista de este pensamiento fue la


aportación efectuada por los griegos al concepto de enfermedad22. En la Grecia clásica,

20
LAÍN ENTRALGO, P. Historia de la medicina. Barcelona: Editorial Salvat, 1978, p. 77-125.
21
CARDONA, J. El concepto de salud, enfermedad y salud pública según los diferentes modos de
producción. [En línea]. Revista Centroamericana de Administración Pública nº 12, Julio-Diciembre
1987, URL: <http://biblioteca.icap.ac.cr/BLIVI/RCAP/12/art8_12.pdf>. p. 103-136.
22
GARCÍA BALLESTER, L. Los orígenes del saber anatómico occidental: del Corpus Hippocraticum a
la anatomía alejandrina. Revista Medicina e Historia, nº 25. Barcelona: Editorial Rocas,
Publicaciones Médicas Biohorm, 1964-1971, p. 7-26.

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la medicina era entendida como el arte de curar, eliminando el concepto mágico-


religioso presente anteriormente. Esta revolucionaria consideración acerca del término
enfermedad, eliminaba esa relación existente con los fenómenos sobrenaturales,
ayudándose en su explicación de las situaciones ocurridas en el cuerpo físico, que eran
observables y estaban sujetas a argumentos susceptibles de comprensión, pudiendo
responder a tratamientos basados en razonamientos.

2. Hans Holbein el Joven: Le médecin —El médico—


(1538).

Hipócrates de Cos y su concepción de la


enfermedad establecieron un punto de
inflexión en el mundo griego y romano,
remarcándose sobre todo en el entorno latino,
que vio en su persona, una figura cercana a las
divinidades moradoras del Monte Olimpo.
Define tres fundamentos básicos: un énfasis en
la enfermedad como un trastorno del cuerpo,
regido por las leyes del mundo físico y
susceptible de comprensión a través del
razonamiento; la creencia del carácter dinámico de la enfermedad, donde ésta no es
una fatalidad, pues puede aparecer y desaparecer; y, por último, la convicción de que la
enfermedad existe como una categoría concreta de los individuos, es decir, «no existen
enfermedades sino enfermos».23

23
PIEDROLA GIL, G., DEL REY CALERO, J., DOMÍNGUEZ CARMONA, M. Y Cols. Medicina Preventiva
y salud pública. Barcelona: Editorial Masson, 1991, 9ª edición, p. 44-56.
Hipócrates nació en 460 a.C. en la isla de Cos (mar Egeo), y murió en el año 377 a.C. en Larisa
(Tesalia). Fue un médico griego llamado desde la Edad Media el Padre de la Medicina. Su figura
fue de gran relieve histórico que ya en época griega adquirió carácter mítico. Pertenecía a una
familia de médicos-sacerdotes de Asclepio. Viajó por toda Grecia y probablemente por el
Próximo Oriente, siendo considerado durante su vida como un gran clínico. Su figura ha sido
venerada durante siglos como personificación del médico ideal y como el fundador de la
medicina. Su concepción de la medicina, basada en la experiencia y en la observación, nos es
conocida por los Aforismos y los tratados que se le atribuyen del célebre Cuerpo hipocrático,
conjunto de teorías médicas de la época compiladas por la escuela médica de Cos. Se basan en la
teoría de los cuatro humores (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) y en la fuerza curativa de
la Naturaleza y contiene unas cuarenta descripciones clínicas que permiten el diagnóstico de

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Estas bases fundadas por el pensamiento hipocrático se establecieron en la cultura


alejandrina y romana, apareciendo una nueva concepción de enfermedad y la práctica
higiénica. Los novedosos fundamentos eran asumidos con un carácter nominativo que
se imponía en las urbes que podían verse invadidas por la calamidad y la muerte traídas
con las epidemias, pese a que se carecía de una preparación teórico-práctica24. Su
trascendencia fue tal, que la concepción naturalista, dinámica e individualista de la
enfermedad, propuesta por esta corriente médica, estuvo presente en la Europa
medieval, en contraposición a las concepciones mágico-religiosas anteriores, que
mantenían dentro de su repertorio explicativo de la etiología de la enfermedad el
castigo divino, reforzándose con el menosprecio al cuerpo. La enfermedad dejó de
entenderse como un fenómeno sujeto a las leyes de la naturaleza, para pasar a ser
entendida como expresión de la justicia divina.25

Con el Renacimiento, a mediados del siglo XV, aparece una concepción filosófica de
la explotación de la naturaleza y de los cuerpos como fuente de enriquecimiento del
individuo. Se produce un retorno a la noción de enfermedad presente en el mundo
clásico grecorromana, pero con la variante de un sometimiento a los criterios de la
investigación científica que, sutilmente, comenzaba a aparecer en escena. En este
momento, se define a la enfermedad como un trastorno de un fenómeno sujeto a las
leyes de la naturaleza, que ocurre en el cuerpo del sujeto y puede ser comprendida
mediante la observación científica. Estas nuevas nociones, llegaron, en algún momento,
a producir enfrentamientos entre la ciencia médica y la todopoderosa Iglesia Católica.26

enfermedades (el paludismo, las paperas, la pulmonía y la tisis, por ejemplo). Establece en sus
escritos dedicados a las epidemias se establecen relaciones entre la predominancia de ciertas
enfermedades y determinados factores climáticos, dietéticos, raciales y ambientales. Conserva
vigor como código de la moral médica su famoso juramento.
24
CRISLIP, A. T. From Monastery to Hospital: Christian Monasticism and the Transformation of
Health Care in Late Antiquity. s.l.: University of Michigan Press, 2005, p. 103-110.
25
AGUIRRE Y RESPALDIZA, A. La ciencia positiva en el siglo XIII, Rogerio Bacon. Barcelona:
Editorial Labor, 1935, p. 27-268.
Durante esta época y buena parte de la moderna la base de los tratamientos médicos de las
enfermedades será la astrología. Un claro ejemplo es Rogerio Bacon (sobre 1210-1292), conocido
por ser el primero en desarrollar el conocimiento matemático experimental. Filósofo y teólogo en
Oxford y París. Sus obras más conocidas son: Opus maius, Opus minus y Opus tertium. Fue
perseguido y encarcelado por sus ideas tan avanzadas y sinceras. Llegó a decir de la medicina que
… es una cosa fortuita que se convierte en racional con la ayuda de la astrología.
26
SAN MARTÍN, H. (1981). Opus cit, p. 7-13.

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Durante los siglos XVII y XVIII esta idea se mantuvo, estableciéndose, a partir del XIX,
un concepto de enfermedad que será valorada, desde una perspectiva holística,
adquiriendo relevancia en él disciplinas como la física, la química y la microbiología; a
ello se une una explicación desde la perspectiva de la fisiopatología y de los agentes
microbianos. La curación y tratamientos aplicados a finales del siglo XVIII, se conformaba
de una serie de tratamientos y prácticas que procuraban la rápida recuperación de los
dolientes. Lope Antonio de la Guerra y Peña, Regidor Perpetuo de la Isla de Tenerife,
retrata claramente esta situación en sus Memorias:

Por testimonio de don Lope, los médicos curan todas las enfermedades con
ayudas, sangrías, y purgas, En su juventud, don Diego de Torres presentóse
como químico en la celebérrima Universidad de Coimbra. Sembraba unturas,
plantaba jarabes, injertaba cerotes y rociaba con toda el agua y los aceites de su
recetario a los crónicos, hipocondríacos y otros enfermos impertinentes, raros y
cuasi incurable. No tuvo el atrevimiento de administrar purgantes, ni abonar ni
maldecir las sangrías. Y con ello, como empírico, tuvo mejor ventura que los que
27
estudiaron por Hipócrates.

Debe destacarse el gran avance de la medicina en el siglo XVIII, con el


descubrimiento de la vacuna de la viruela afectado por Edwars Jenner al inocular linfa de
vacas enfermas con este mal, siendo aplicado en España por los médicos catalanes
Francisco Piguillem y Francisco de Salvá. La viruela era arduamente temida dejando
señales cutáneas de su presencia a todos aquellos que lograban superarla y vencerla.
Tales fueron los beneficios de este descubrimiento, que en España, Carlos IV organiza
una expedición, en noviembre de 1803, para llevarla a las colonias españolas de los
diferentes continentes.

Hasta bien entrado el siglo XX, seguirá siendo sometido a modificaciones relevantes,
hasta ser considerada como una dolencia científicamente vencible, planteándose su
curación desde el enfoque profesional y técnico, potenciado y respaldado por el
conocimiento de la Ciencia.

27
GUERRA Y PEÑA, L. A. de la. Memorias. Cuaderno I (1760-70). Las Palmas de Gran Canaria: El
Museo Canario, 1951, p. 7.

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1.3. POBREZA, PAUPERISMO Y ACCIÓN SOCIAL.

Dos eran los conceptos inseparables en las instituciones hospitalarias y benéficas


durante la Edad Media: pobreza y enfermedad. La pobreza era entendida como un
concepto fundamentalmente económico, aunque presentaba un impacto social y
político28, presentando connotaciones negativas en la mayoría de los contextos solo
tomándose como virtud cuando existía una renuncia voluntaria a los bienes materiales.
A lo largo de los años, el concepto de pobreza se ha elaborado midiéndose en función de
las necesidades básicas insatisfechas o carencias, que viene definidos por cuestiones
tales como la vivienda, la alimentación, la capacidad de acceso a la educación y la salud
o los ingresos económicos que se perciben.29

Michel Mollat establece que el elemento fundamental de la pobreza es la persona


que la padece. Define al «individuo pobre» como aquel que de manera permanente o
temporal se encuentra en una situación de debilidad, de dependencia, de humillación,
caracterizada por la privación de medios, variables según las épocas y las sociedades, de
poder y consideración social: dinero, relaciones, influencias, poder, ciencia, cualificación,
técnica, linaje, vigor físico, capacidad intelectual, libertad y dignidades personales. Vive
al día, sin poder variar su situación si no es con ayuda de los demás.30

La extensión de la miseria a grandes masas de individuos y a clases enteras o


colectividades muy numerosas de la sociedad que carecen de los bienes económicos y
aun de la posibilidad de adquirirlos es lo que podemos definir como pauperismo31. La

28
ANTA FÉLEZ, J. Revisitando el concepto de pobreza. Espiral, enero-abril 1998, Tomo IV, nº 11.
Guadalajara, México: Universidad de Guadalajara, p. 47-71.
Pobreza, marginación y marginalidad son conceptos complejos, que no sólo tienen que ver con la
estructura social o que están enraizados en las formas sincréticas de determinada forma cultural;
son además planteamientos sutiles de cómo vemos y analizamos el medio en el que nos
movemos y cuál es la particular forma del poder: qué es y cómo se ejerce.
29
ARRAIGADA, I. Dimensiones de la pobreza y políticas desde una perspectiva de género. Revista
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2006, número 85.
30
MOLLAT, M. Les pauvres au Moyen Âge. Étude sociale. Paris: Hachette, 1978, p. 14.
31
PIERNAS HURTADO, J. Vocabulario de la Economía. Manuales Soler, IX: Economía política.
Barcelona: Sucesores de Manuel Soler, 1910, Cuarta edición. [Edición digital]. Torre de Babel
Ediciones. Portal de Filosofía, Psicología y Humanidades en Internet. URL: <http://www.e-
torredebabel.com/Economia/diccionario-economia/vocabulario-economia.htm>.
El pauperismo no es un hecho peculiar de nuestra época, ni una consecuencia del desarrollo de la
industria. Si así fuese, habría que renegar del progreso económico y declararle contradictorio. La
riqueza es hoy mayor que en ningún tiempo de la historia, y es imposible que haya crecido con

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periodista, escritora, ideóloga de la derecha liberal católica y activista social española,


Concepción Arenal, afirma que: entendemos por pauperismo a la miseria permanente y
generalizada en un país culto, de modo que haya una gran masa de miserables, y otra
que disfruta riquezas y goza de todos los refinamientos del lujo. Entendemos por miseria
la falta de lo necesario fisiológico en un país y en una época dada. No puede prescindirse
del país y de la época en que se estudia la miseria al determinar si realmente existe,
porque lo necesario fisiológico varía con el clima, la raza y el estado de civilización32.
Establece tres posibles soluciones a este problema social: la resignación del que sufre y
la caridad del que posee, que predica el Catolicismo; la libertad, que proclaman los
individualistas; y por último, la intervención del Estado, que defiende y propone el
Socialismo.

Igualmente, Arenal en su obra, establece una diferenciación breve, pero clara,


sobre tres conceptos que pueden llegar a prestarse cierta confusión: miserable, rico y
pobre. El primero lo define como aquel individuo que carece de lo necesario desde un
punto de vista fisiológico, en contraposición con el segundo, cuyo significado es

ella la miseria. Cuando todos eran pobres, la inteligencia tenía un carácter normal y permanente.
En la Edad Media hambres espantosas diezmaban con frecuencia las poblaciones, y no se
hablaba, sin embargo, del pauperismo, porque hubiera sido inútil, no habiendo elementos para
apreciarlo, ni recursos que aplicar a su remedio. La civilización moderna ha dado nuevas formas al
pauperismo, le ha hecho transitorio y menos intenso; pero se preocupa con él y busca con empeño
en la ciencia y en la vida los medios de combatirle (…) La esclavitud, la servidumbre y el
feudalismo establecían entre los individuos de las antiguas sociedades cierta comunidad por
virtud de la que, aun siendo muy precaria la condición de todos, se extremaban menos las
diferencias y los contrastes. La desigualdad era entonces más jurídica que económica, porque el
amo cuidaba de la manutención del esclavo, y el señor compartía con siervos y vasallos lo mismo
las privaciones que la abundancia. Pero la emancipación de los obreros ha venido a colocarlos
más bien enfrente que al lado de aquéllos bajo quienes antes vivían, y rotos todos los lazos,
abandonado a su suerte cada cual, los unos han subido hasta la opulencia, y los otros han
encontrado más dura su miseria. La igualdad ante la ley ha hecho más sensibles las desigualdades
ante la riqueza, y por eso la cuestión social, que era en los pasados tiempos una cuestión de
derecho, es hoy, en primer término una cuestión económica. Agréguese a esto la rapidez con que
se han multiplicado las clases trabajadoras, su aglomeración en centros determinados por el
establecimiento de las grandes industrias, las crisis a que éstas se hallan expuestas con la
invención de las máquinas y nuevos procedimientos, y la inseguridad en que viven, por efecto de
la continua lucha que sostienen unas con otras en el mercado, y se tendrán las causas del
pauperismo moderno, caracterizado, como ya hemos dicho, no por el aumento de la miseria, sino
por cierta agravación relativa, por la existencia de dolores y sufrimientos que afectan o amargan
siempre a grandes masas de la población, en medio del lujo y la disipación en que vive el menor
número.
32
ARENAL PONTE, C. El pauperismo. Madrid: Librería de Victoriano Suárez, 1897, p. 15-16.

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antagónico. Por último el tercero, que queda a caballo entre ambas definiciones: el que
tiene estrictamente lo necesario fisiológicamente33. A su vez, formula una clasificación
de los miserables respecto a las causas de su miseria que articula a partir de cuatro
posibilidades: porque no pueden trabajar por falta de salud o de aptitud; porque no
quieren trabajar; porque malgastan la retribución suficiente del trabajo; y, porque la
retribución del trabajo es insuficiente. A estas cuatro categorías corresponden
responsabilidades y moralidades muy diferentes, que van desde el holgazán que se
propone vivir con la hacienda ajena, y el laborioso que en vano procura acrecentar la
propia, pasando por el que se labra su ruina y el que es víctima de inevitable desventura
y que merece pena, o el que merecería una estatua, si el mármol se cincelara para los
que, después de una lucha heroica en que faltó la vida antes que la virtud, descansan
por primera vez en la fosa común.34

1.3.1. ORÍGENES Y CONCEPTO DE LA SOLIDARIDAD, CARIDAD Y


FILANTROPÍA.

Los problemas sociales existentes en las diferentes comunidades o poblaciones


han sido afrontados e intervenidos de muchas maneras diferentes. Estas acciones han
venido mediatizadas por el momento histórico en el que se han desarrollado y por
aquellas personas que las han ejecutado. Por ello, en la actualidad, frente a
intervenciones innovadoras, conviven organizaciones que desarrollan tareas en el más
puro estilo caritativo o benéfico como si el tiempo no hubiera pasado por ellas,
perpetuando de esta manera, acciones de otras épocas. Sin embargo, estas acciones
cuentan todavía con una admiración social a la que se unen la ayuda prestada por
Administraciones Locales que aportan maniobras publicitarias ayudados de los medios

33
Ibidem, p. 30-46.
34
Ibidem, p. 50-75.
Los que padecen miseria, según la causa de ella y el modo de soportarla, varían mucho; pero hay
circunstancias que les son comunes a cualquiera clase a que pertenezcan. Tales son: 1.ª Las
consecuencias físicas de la falta de lo necesario fisiológico; 2.ª Tendencia a aumentar la desgracia
a medida que se prolonga; y 3.ª Presión social; es decir, aquel modo de pesar las cargas, la parte
onerosa de la sociedad; los inconvenientes de los defectos, de las ligerezas, de los vicios, de las
faltas, las severidades de la justicia, los anatemas del descrédito, todo, en fin, lo que abruma al
caído: a esto llamamos presión social.

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de comunicación o interlocutores sobresalientes insertos en la sociedad donde se


desarrolla este hecho.

3. Bartolomé Esteban Murillo: Joven mendigo ( ca.


1650).

Pobres y enfermos, eran dos


conceptos inseparables de las instituciones
hospitalarias de la época, situación que
encontramos en numerosos documentos y
textos literarios contemporáneos35, para
referirse a las personas que necesitaban
atención y cuidados en los hospitales,
convirtiéndose las enfermerías en
«combatientes férreos» contra la miseria y
las enfermedades venéreas, momento en el que la pobreza estaba al alcance de todos y
el bienestar de unos pocos privilegiados. Muchos textos así lo recogen, y utilizan
indistintamente para referirse a los asistidos. Esta situación ha generado errores y

35
MUÑIZ FERNÁNDEZ, C. Hospitales españoles. In, MUÑOZ GARRIDO, R. Y MUÑIZ FERNÁNDEZ, C.
Fuentes legales de la medicina española, siglos XIII-XIX. Cuadernos de la Historia de la Medicina
Española, Monografías XI. Salamanca: 1969, p. 110.
Destaca la afirmación emitida por las Cortes de Burgos de 1315 en relación a los hospitales,
donde se expone que, … fueron fechos para los pobres e para los enfermos, por lo cual se
prohibía la instalación en ellos de caballeros, ca quando y uinian posar echan los pobres fuera e
mueren en las calles, porque non han do entrar.
También, en el Libro del caballero Zifar, edición de J. GONZÁLEZ MUELA, Madrid, 1982, p. 176-
178 (obra literaria de comienzos del siglo XIV), donde hace una cita interesante con respecto al
hospital para hidalgos: E quiérome ir para aquella çibdat do es el rey e faré ý un hospital do posen
todos los fijosdalgo que ý acaesesçieren… E falló un monasterio desamparado que dexaron unos
monges por se mudar a otro lugar; e comprólo de ellos e fizo ý su hospital muy bueno e puso ý
mucha ropa e fizo ý muchos lechos onrados para los omes buenos quando ý acaeçiesen; e compró
muchos heredamientos para adobar aquel hospital. E quando acaeçiesen los fijosdalgos,
resçebíandolos muy bien e dávanles que era mester.
Encontramos autores medievales que siempre que hacen referencia a los enfermos que eran
atendidos en los hospitales, les ponían la condición de pobre: MANUEL Don Juan: El Conde
Lucanor o Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio. Madrid: Ed. J. M. Blecua,
1971, p. 257; es una obra en la que uno de sus personajes es atendido en un hospital, porque se
encontraba … muy mal ferido et muy quebrantado, y había sido abandonado por todos.

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algunas confusiones, al no considerarla como una sola realidad, buscando una cierta
dualidad inexistente y no teniendo en cuenta su carácter equivalente.36

La Edad Media se caracteriza por la ayuda que nace de los grupos familiares y de
aquellos miembros de la comunidad más próximos al individuo inserto en la vecindad.
Estas acciones de socorro puntual se relegan a situaciones presentes en la vida cotidiana
bañada de tragedia como la reconstrucción de una casa tras una catástrofe o las ayudas
otorgadas a viudas y huérfanos tras el fallecimiento del cabeza de familia37. En este
momento, apenas se puede diferenciar entre sanatorio o dispensario para enfermos, y
asilo para indigentes e inválidos, asignándole a las palabras malalts, pobres y pobres
malalts, un significado semejante. No debemos olvidar que la enfermedad para la
sociedad medieval era una de las formas en que se declaraba la pobreza, situación que
se asociaba a la transmisora de la enfermedad, ya que su padecimiento obligaba al
doliente a la inactividad laboral, situación que impedía la entrada de ingresos que
permitieran el sostenimiento del núcleo familiar.38

Esta coyuntura, da explicación al marcado aprecio que aquellas clases sociales


menos favorecidas proyectaban hacia los establecimientos benéficos, ya que los
estamentos pudientes tenían la posibilidad de ser atendidos en sus propios domicilios
por los médicos, pudiendo adquirir los medicamentos, fármaco y remedios prescritos,
así como la compra de todos aquellos alimentos que ayudaran a su pronta recuperación
física39. Gran número de escritos y documentos de la época reflejan la necesidad que
existe del cuidado de los pobre y dolientes en los hospitales, pero hay que tener en
cuenta, como dice Burns, que estos pobres eran verdaderos enfermos, y no simples

36
RUBIO VELA, A. Pobreza, enfermedad y asistencia hospitalaria en la Valencia del siglo XIV.
Valencia: Diputación Provincial, Institución Alfonso el Magnánimo, 1984, p. 16.
37
CASADO, D., GUILLÉN, E. Los servicios sociales en perspectiva histórica. In, Documentación
Social, Tomo 64, 1986, p. 9-21.
38
VALDEÓN BARUQUE, J. Problemática para un estudio de los pobres y de la pobreza en Castilla a
fines de la Edad Media, en A pobreza e a asistencia dos pobres na Península Iberica durante Idade
Media. Actas das Primeras Jornadas luso-espanholas de História Medieval. Lisboa, 25-30
setembro de 1972. Lisboa: 1973, Tomo II, p. 891-892.
39
GARCÍA BALLESTER, L. Aproximación a la historia social de la medicina bajomedieval en
Valencia. In, Cuadernos de la Historia de la Medicina Española, VIII, 1969, p. 45-68.

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huéspedes40. Una característica propia de la Edad Media, será la continua presencia de


pobres en las calles de las ciudades y pueblos sin censar, situación que a partir de la
época moderna si existe.41

Tres son los términos diferentes que son empleados en este momento para
denominar el concepto de pobreza: pauper, «conjunto de desdichados para los cuales la
ayuda material se identificaba con una exigencia de justicia»; egeni, grupo de
necesitados, huérfanos, viudas, o peregrinos; por último, indigentes, situación a la que
llegaban por una deficiencia de carácter accidental. A veces una situación podía llevar a
otra, pasando de indigentes y egenis a la de pauper42. Existe una clasificación establecida
por Carmen López Alonso, para señalar los tipos de pobreza que acota a dos: la
voluntaria (pauperas spontanea), por motivos religiosos, y la involuntaria (coacta), que
surge por tres causas diferentes: biológicas, enfermedad, viudedad o vejez, aceptadas
por la sociedad; coyunturales, ocasionadas por situaciones desastrosas como epidemias,
hambrunas y acontecimientos bélicos; y, sociales, lo que habitualmente provocaba la
aparición de grupos menores marginales.43

A estas formas de amparo y protección se le unen las prestadas por los gremios,
muy característicos en este momento de la Historia. Dentro de las normativas que los
reglaban, estaban presentes mecanismos de tutela para cada uno de sus miembros, a
modo de previsión, que se ponían en funcionamiento en el mismo momento en el que
pudieran existir situaciones de penuria, calamidad o urgencia. A ella, se unían

40
BURNS, R. Los hospitales del reino de Valencia en el siglo XIII. In Anuario de Estudios
Medievales, II, Valencia, 1965, p. 136-138.
41
PRADA VILLALOBOS, M. Asistencia y hospitalidad en León durante la Edad Media. León:
Universidad de León, 2003, p. 119.
El pobre y la pobreza están caracterizadas por la enfermedad en general (infirmus), lepra
(leprosus), herida (vulneratus), la debilidad de la salud o de la edad (aegrotans, debilis, senex,
valetudinarius), el deterioro mental (idiotus, imbecillis, simples), insolvencia y la carencia en
general (egens, egenus, inops, insufficiens, mendicus, miser), la deficiencia alimentaria (esuriens,
famelicus) y de vestimenta (nudus, pannosus), la imperfección física: ceguera (caecus), cojera
(claudus), reumatismos deformantes (contractus), los periodos de debilidad para las mujeres
encintas y en parto (mulier ante et post Jartum), las situaciones de adversidad como la privación
de su padre y de su madre (orphanus), o de su marido (viuda), de la libertad (captivus), y la
proscripción y el destierro (bannus, exiliatus).
42
MOLLAT, M. Pobres, humildes y miserables en la Edad Media. México: Fondo de Cultura
Económica, 1988, p. 10-12.
43
LÓPEZ ALONSO, C. La pobreza en la España medieval. Estudio histórico-social. Madrid: Centro
de Publicaciones, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1986, p. 23-44.

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actividades desarrolladas por los señores feudales, parte del «contrato sistemático» que
mantenían con sus sumisos vasallos.44

Es en este momento cuando dan inicio las acciones caritativas encauzadas a


favorecer y garantizar a todos aquellos miembros de la sociedad carentes de esta
sombra y calor. Básicamente tres eran las modalidades de ayuda que vamos a poder
observar: albergues y casa de misericordia sustentadas por las administraciones
municipales; hospitales gestionados por miembros del clero y dirigidos por la Diócesis
del lugar; y, fundamentalmente, la limosna, aportada por los miembros de la sociedad
del lugar, en busca de expiación divina45. Estas peculiaridades estaban regidas por un
articulado legal46 que procuraba impedir la mendicidad a individuos válidos para
desempeñar actividades laborales. Las sanciones podían oscilar desde las penas de
cárcel hasta el propio ajusticiamiento.47

44
CASTRO GONZÁLEZ, M. P. Los cuidados asistenciales ante la enfermedad y la pobreza en la
provincia de León, (S. XV-XVI). Tesis Doctoral dirigida por Prisciliano Cordero del Castillo. León:
Universidad de León, 2009, p. 38-59.
45
Ibidem, p. 55.
El hospital es una institución que orienta sus acciones hacia la acogida de personas incluidas en el
grupo marginal, desamparados y necesitados. Estas formas caritativas estaban ligadas a
sentimientos religiosos y piadosos, siendo fundamentalmente desarrolladas por la Iglesia.
46
SANTO TOMÁS PÉREZ, M. La asistencia a los enfermos en Castilla en la Baja Edad Media. Tesis
Doctoral dirigida por Mª Isabel del Val Valdivieso. Valladolid: Universidad de Valladolid, 2002, p.
423-424.
En un primer momento, la actividad de los hospitales prácticamente era la acogida de pobres,
salvo excepciones muy concretas, como la acaecida en la ciudad de Valladolid: el clero le formuló
una queja al rey Alfonso XI en las Cortes de Valladolid de 1326 por esta situación; este les
respondió: …Otrosí, a lo que me pidieron por merçet que non posen los cavalleros en los
hospitales que fueron fechos para los pobres e para los enfermos que cuando vienen posar echan
los pobres fuera e mueren en las calles, porque non au do entrar, tengo por bien e defiendo que
esto non sea daqui adelante.
47
PERROTTA, C. La disputa sobre los pobres en los siglos XVI y XVII: España entre desarrollo y
regresión. In, Cuadernos de Ciencias Económicas y Empresariales, nº 37, 2000, p. 97-98.
Las Cortes de Burgos informan a Juan I, en 1379, de que muchos hombres y mujeres capacitados
para el trabajo pedían, y de que esto favorecía el hurto. Estas situaciones condujeron a que se
redactara una ley de 1387, promulgada por este mismo monarca durante las Cortes de Briviesca,
que sirvió de modelo y de referencia para las disposiciones sucesivas. En ella se pone de relieve,
entre otras cosas, el daño ocasionado por la inactividad laboral de los vagabundos y mendigos,
refiriéndose a ellos como holgazanes que viven del sudor ajeno dando un mal ejemplo.
Sucesivamente surgieron diferentes normas, como la de 1400 que disponía penas severas a los
vagabundos reincidentes: cortarles las orejas e incluso la muerte. En el siglo XV, las leyes insisten
en disposiciones semejantes, para surgir, en la segunda década del siglo XVI de la mano de Carlos
V, las solicitudes de preceptos sobre la mendicidad, reiterándose lo establecido con anterioridad
bajo el reinado de Juan I en 1387.

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Para el control de esta situación, la Corona castellana, al igual que en otras cortes
europeas, estableció mecanismos de regulación recogidos en normas para el adecuado
desempeño de las labores de válidos, logrando una población poco ociosa y en la que no
estuviera presente el peligro de levantamientos y revueltas.48

Esta situación era una constante en todas las regiones de España. Canarias, una
región distanciada considerablemente de la metrópolis, sufría una carencia de
condiciones higiénica óptimas y de recursos asistenciales que se materializaban en el
estado de una población en su mayoría analfabeta y campesina, sumida en la pobreza y
la necesidad. José Luis Arzola retrata esta situación de manera precisa y clara cuando
aborda las costumbres y usanzas propias del momento:

Pero además de este entrañable apego al curanderismo, existía otro mal


gravísimo y era la poca higiene con que entonces se vivía. La primera muestra se
encontraba en los zaguanes de las casas: a cada lado de la puerta de la calle
existían dos meaderos de mampostería para uso franco y corriente de los
transeúntes que lo precisaran. El horror al agua era general y desconocidas las
bañeras y tinas. En los dormitorios aparecía colgada una media o calceta que
suplía a las palanganas y lebrillos. Cuando cualquier parte del cuerpo necesitaba
limpieza, se entraba la mano en la media y mojándola se refregaba con ella la
cara o el cuello, sin necesidad de acudir al lavado. Este desaseo explica los
padecimientos generales de la piel, que ocasionó a las islas la mala fama de
leprosas. En aquellos tiempos era rara la casa donde no hubiese dos, tres, o más
personas sarnosas; los niños sobre todo, no se veían nunca libres del contagio,
porque sus padres creyendo que la sarna era depuradora de malos humores, se
49
oponían a que curasen.
Era habitual, que a todo enfermo que ingresaba en un hospital, se le obligara a la
toma de los primeros auxilios espirituales, salvoconducto que les daba acceso al uso de
los recursos, materiales y humanos, del centro benéfico. Durante esta época, como en
épocas precedentes, el establecimiento benéfico era refugio para mendigos, pillos,
bribones y pordioseros.

Progresivamente, y ya en Época Moderna, el amparo eclesiástico y feudal se fue


transformando en un ente que será el predecesor de la denominada Beneficencia

48
Pedro I de Castilla, llamado el Cruel por sus detractores y el Justiciero por sus partidarios, solo
se aceptarán menesterosos que provoquen la conmiseración, como enfermos, huérfanos,
tullidos, viudas, pero no así al indigente real, nihilhabentes, bien por tener gastos excesivos, o por
carecer de trabajo, se le consideraba como un individuo pecador e hipócrita.
49
ALZOLA, J. M. Domingo Déniz Grek: 1808-1887. Las Palmas de Gran Canaria: El Museo Canario,
1961, p. 48-49.

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Pública, asumiendo este cometido los corregidores de las ciudades. Con esta acción
pública y social se perseguía reprimir la pobreza y la mendicidad, así como socorrer al
individuo desvalido que había quedado a merced de ayudas procedentes de la caridad y
de las instituciones. En numerosos países europeos se establecieron leyes y reglamentos
que obligaban a los estados a asumir la responsabilidad del atendimiento a los
mendigos. En la mayoría de los casos, la falta de voluntad por parte de los funcionarios
que debían acometerlas llevó a una aplicación que fue deficiente o parcial. A ellos se
unió, la carencia de un plan de gestión estratégico, así como la falta de recursos de todo
tipo.

4. Francisco de Goya (atr.): Mendigo ciego con


un perro (1801-1825).

El primer ejemplo de este ideario


lo encontramos en Brujas cuando su
corporación municipal, en 1526,
formaliza las Leyes de Beneficencia, que
convierten la asistencia caritativa a los
pobres en el primer plan estructurado y
articulado de beneficencia pública de la
Historia. Dos años más tarde, en 1531,
inspirado en las ideas de Juan Luis
Vives, fue decretado por Carlos I de
España y V de Alemania, la Ley de
Pobres promulgada en los Países Bajos y que posteriormente se amplió a las región
germana. Con ella se prohibía la mendicidad, vista ésta, como propia de vagos y viciosos,
a los que se les obligó a trabajar, pues una negativa ocasionaba la pena de cárcel.

En Inglaterra, Catalina de Aragón organizó las tareas del limosnero oficial,


influenciada por la Utopía de Tomás Moro50, que incluían la visita domiciliaria para
ayudar a los enfermos y miserables y un aumento de los fondos destinados a la

50
Perteneciente al círculo de amistades de Juan Luis Vives y conocedor de sus ideas y
pensamiento filosófico.

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caridad51. En 1563 se dicta un Reglamento referido a los aprendices que hacía una
distribución de trabajadores en distintas ramas de producción, regulando salarios y
efectividad del trabajo. Además, otorgaba la asistencia de los necesitados a los
condados, para una gestión de la beneficencia que perduró durante varios siglos.52

Durante el reinado de Isabel I de Inglaterra, en 1601, se redactó y puso en


funcionamiento la Ley de Pobres, cuyo objetivo principal era el reconocimiento de la
responsabilidad hacia éstos por parte del Estado. A esta medida se unieron otras
también relevantes: obligar a las familias a mantener a las personas mayores; no ayudar
a quien le pudiera socorrer su familia; y los inspectores de pobres debían distinguir
entre aptos y no aptos para trabajar, proporcionando trabajo o ayuda según su
condición. Si no se cumplían los requisitos se suprimían las ayudas; o ayudar sólo a las
personas que hubieran vivido más de tres años en la misma demarcación53. Con ella, el
número de mendigos presentes en las calles, disminuyó de manera considerable.

Esta normativa sobrevivió hasta 1834, momento en el que la Reina Victoria, ante
los cambios sociales, las epidemias de cólera que asolan la capital inglesa y un aumento
considerable de la población, efectúa una reforma legislativa del área de la Beneficencia,
que procuraba corregir todos aquellos pequeños defectos que se arrastraban desde
hacía años, procurando: que las casas de trabajo fueran centros de autoayuda donde se
aprendiera un trabajo para reincorporarse a la sociedad; vigilar el establecimiento de
duras condiciones de trabajo para controlar los abusos; castigo penal para los que
fingieran ser pobres; y no ayudar a quienes se negaran a trabajar54. A estas innovadoras
medidas se les unieron la creación de una agrupación de parroquias que vigilaran,
mediante la figura de los guardianes, el cumplimiento de estas directrices, y la

51
La confiscación de los bienes de los monasterios católicos decretada por Enrique VIII, agravó
considerablemente la situación de los pobres en Inglaterra.
52
HIMMELFARB, G. La idea de la Pobreza. Inglaterra a principios de la era industrial. México:
Fondo de Cultura Económica, 1988.
53
WEBB, S. y WEBB, B. English Poor Law History. Londres: Longmans & Green, 1927-1929.
(Reedición, Londres: Frank and Co., 1963).
54
HIMMELFARB (1988), opus cit, p. 184.
Un Informe sobre esta Ley de casi 400 páginas desató una controvertida polémica que caló
hondo en la sociedad del momento. Este documento incluía aclaraciones preliminares de los
ayudantes de los comisionados (subcomisionados) que se convirtieron en el detonante de las
enmiendas establecidas para la Ley, llegando a influenciar en las discusiones formuladas en la
Comisión que se conformó para la Ley de Pobres de 1905.

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conformación de un comité central que supervisara el correcto funcionamiento. Además


se estableció que las ayudas para cubrir las necesidades básicas de los pobres y
mendigos, debían ser de menor cuantía que las del trabajador de inferior rango,
imponiendo la obligatoriedad de obtenerlas en los hospicios.55

Medidas muy semejantes se llevaron a cabo en el continente europeo, cuando el


rey Francisco I de Francia, en la primera mitad del siglo XVI, organiza para París el
Consejo de Pobres, entidad, que su nieto Francisco II haría extensible al resto del
territorio franco56. Tras los cambios sociopolíticos ocurridos tras 1789 en Francia, surge
un movimiento social basado en la premisa de Liberté, égalité, fraternité, que se traduce
en un cambio en la forma de ver al individuo marginado, estableciéndose, a partir de
ahora, una equiparación a los ciudadanos con derechos y deberes. El Estado se
comienza a interesar por los problemas de los desamparados, otorgándole igual
protagonismo que al resto de los miembros de la comunidad. Crea la Asistencia Social,
como un segundo sistema de protección social de primera necesidad, con
intervenciones puntuales y concretas, en un sistema desigual en el que adquiere
relevancia la beneficencia laica.57

En este momento, la mendicidad es concebida como una situación perenne y


rebelde dentro de la sociedad, donde la finalidad del individuo es evitar su integración
en el estado burgués, estando presente una cierta voluntariedad, a la que se une una
sensación de bienestar por su estado miserable. Es por ello, que desde las instituciones

55
RODRÍGUEZ CABALLERO, J. La economía laboral en el período clásico de la historia del
pensamiento económico. Valladolid: Universidad de Valladolid, 2003, p. 123.
Tanto la prensa británica como los parlamentarios ingleses debatieron arduamente el Informe de
1834, al que se le unió los informes preliminares y las investigaciones estadísticas efectuadas.
Pese a lo criticadas que fueron, su vigencia se prolongó hasta que fueron sustituidas por el Estado
del Bienestar tras la II Guerra Mundial.
56
MADAIGAN DE UGARTE, V. Manual de Servicio Social. Santiago de Chile: Editorial Jurídica de
Chile, 1970, 5ª edición, p. 65.
57
COSME RAMÍREZ, M. y ROSAS MARTÍNEZ, M. La evolución de las funciones económicas del
Estado en la segunda postguerra. México D.F.: Universidad Autónoma Metropolitana, 1999, p. 7-
9.
Pese a que da comienzo una emancipación de la beneficencia eclesiástica, su presencia persiste
durante largo tiempo llegando hasta la actualidad. Así, la asistencia social es concebida como un
conjunto de normas y procedimientos sistematizados que tiene como finalidad ayudar a la
comunidad, satisfaciendo sus necesidades y resolviendo todas aquellas cuestiones problemáticas.
La conformación y consolidación del concepto de Asistencia Social es paralelo a la creación del
denominado Estado Liberal, con la consiguiente introducción del capitalismo industrial.

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se procura una intervención superficial que solventa los síntomas visibles, no atacando y
resolviendo los factores y problemas que provocan esta situación58.

El surgimiento de la Revolución Industrial durante el siglo XIX favoreció,


considerablemente, el aumento de la marginalidad, que se ubicó en aquellas zonas más
alejadas del centro de las urbes, lo que ocasionó un considerable aumento incontrolado
de éstas, que dio lugar a grandes cinturones de miseria. Esta situación precaria, llevó a
que desde la burguesía se articularan una serie de intervenciones filántrópico-
asistenciales promovidas por un sentimiento religioso al que se unió la defensa, casi
automática, del estilo de vida burgués59. Autores como Pratt ven claros estos intereses
presentes en la filantropía: ... esa filantropía requiere que la persona beneficiada debe
llevar una vida buena, lo que significa en un análisis final, que esté dispuesta a aceptar el
modo de vida burgués, aunque solo como ideal al que nunca podrá acceder. Así la
filantropía es una especie de control moral [...] en último extremo el apoyo material es
un medio de combatir el desorden moral.60

La solidaridad comienza a aparecer en escena, dejando atrás la caridad a la que se


había dado uso desde el Medievo. Según L. de Sebastián Carazo, es vista como un
reconocimiento práctico de la obligación natural que tienen los individuos y los grupos
humanos de contribuir al bienestar de los que tienen que ver con ellos, especialmente de
los que tienen mayor necesidad61. A ello se une la creación de diversos mecanismos que
procuran ayudar a la clase obrera bajo una protección social, cuya premisa es la
previsión social frente a los riesgos de la enfermedad. Todo ello se materializa en el
surgimiento del Sistema de Seguridad Social, del que el primer ejemplo aparece en
Alemania, en 1881, bajo el mandato de Bismark62. Con el paso de los años y la

58
PRIMAVERA, H.; DE SANZO, C y COVAS, H. Reinventando el mercado: la experiencia de la Red
Global de Trueque en Argentina. Buenos Aires: PAR, 1998, p. 16-17.
59
VALVERDE MOLINA, J. El Proceso de Inadaptación Social. Madrid: Editorial Popular, 1988, p. 27-
32.
60
PRATT, A. Los salvadores del niño o la invención de la delincuencia. México D.F.: Siglo XXI, 1983,
p. 22-25.
61
SEBASTIÁN CARAZO, L. DE. La solidaridad: Guardián de mi hermano. Barcelona: Ariel, 1996, p.
7-23.
62
ÁLVAREZ URÍA, F. Miserables y locos: medicina mental y orden social en la España del siglo XIX.
Barcelona: Tusquets, 1983, p. 257-266.

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consolidación del Estado de Bienestar, se dio paso de un sistema acotado a los


miembros de aparato laboral a una universalización de la posibilidad de acceso. Estos
derechos, característicos de las políticas de bienestar de las democracias europeas,
incluían cuestiones que iban desde las pensiones, a la sanidad y el seguro de desempleo,
a lo que se unían los servicios sociales y el derecho a la educación y la cultura, entre
otros.

5. Pobres ante una institución de caridad. Diario El Globo, 4 de enero de 1905.

En España, este temprano ejemplo legislativo no será trasladado hasta 1849,


momento en el que se decreta la Ley General de Beneficencia, aunque existe un
precedente en la ley de 1822 que nunca llegó a ser puesta en funcionamiento. Con esta
reforma legislativa, la beneficencia pública española se organizaba y estructuraba de la
siguiente manera, aunque muchos de los recursos ya existían: Casas de expósitos o
inclusas, en que se recogía a los niños abandonados o de padres desconocidos; Casas de
misericordia, instituciones en que se daba acogida y refugio a las mujeres que concebían
ilegítimamente y querían ocultar el embarazo y el parto; Casas de maternidad,
íntimamente ligadas a las anteriores, fue éste el nombre que recibieron las casas de

Tras la Comuna de París, en Alemania, Bismarck estableció los planes de Seguridad Social, con la
finalidad de favorecer a las clases menos pudientes, evitando cualquier tipo de alzamiento. De
esta manera, la seguridad social de tipo contributivo se sitúa en paralelo a la beneficencia.

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misericordia con posterioridad y que suplían las mismas necesidades que éstas; Casas de
socorro, establecimientos destinados a la acogida de huérfanos mayores de seis años y
otros necesitados a los que se les suministraba sustento y educación. Estaban dotadas
de talleres o fábricas que procuraban el aprendizaje de un oficio a los niños; Hospitales
de enfermos; Hospitales de convalecientes; Hospitales de locos o manicomios; Socorros
domiciliarios, en la que se prestaba asistencia a domicilio a todas aquellas personas
carentes de medio de subsistencia, cuya finalidad era evitar el colapso de las casas de
socorro u hospitales de enfermos.

En cada población, se establecía una Junta de beneficencia que cuidaba del buen
funcionamiento de las instituciones de acuerdo a lo establecido en la legislación vigente.
En las poblaciones de mucho vecindario, las juntas municipales, con la pertinente
aprobación de su respectivo ayuntamiento, nombraban Juntas Parroquiales de
beneficencia que eran presididas por el cura de la parroquia, y en sus ausencias o
enfermedad, por su teniente. Estas juntas, además del presidente, se componían de
ocho individuos, todos ellos vecinos de la parroquia y se renovaban cada dos años por
mitad, en virtud de una propuesta de la propia junta a la municipal de beneficencia.
Entre las responsabilidades de los miembros que las componían estaban: uno de los
individuos desempeñaba las funciones de secretario; otro, las de contador; otro, las de
depositario.63

63
MARTÍNEZ ALCUBILLA, M. Diccionario de Administración, obra de utilidad práctica para los
alcaldes y ayuntamientos y para todos los funcionarios públicos en el orden judicial y
administrativo. Madrid: Imprenta de A. Peñuelas, 1858, Tomo II, p. 404-412.
Se estipulaba que en las capitales y pueblos que tengan 400 vecinos o más se componía esta
junta de nueve individuos: uno de los alcaldes constitucionales, que era presidente nato; un
regidor del ayuntamiento; el cura párroco más antiguo; cuatro vecinos ilustrados y caritativos; un
médico; y un cirujano de los de mayor reputación. En los demás pueblos de menos vecindario, se
componía la misma junta de siete individuos.
Entre las obligaciones de las juntas de beneficencia estaban: hacer observar la ley y los
reglamentos y órdenes aplicables a los directores, administradores y demás empleados de los
establecimientos de beneficencia; informar al ayuntamiento sobre la necesidad de aumentar,
suprimir o arreglar cualesquiera de dichos establecimientos; proponer arbitrios para disminución
y socorro de la indigencia en las necesidades extraordinarias; ejecutar las órdenes sobre
mendicidad que le comunique el Gobierno por conduelo de sus respectivos ayuntamientos;
recibir las cuentas de los administradores de los establecimientos de beneficencia y, una vez
examinadas, pasarlas al ayuntamiento con su censura; cuidar de la buena administración de los
establecimientos de su cargo y establecer la más escrupulosa economía en la inversión de los
fondos, claridad en las cuentas y el buen desempeño en las respectivas obligaciones de cada

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El punto de partida de las políticas de protección se sitúa en la Comisión de


Reformas Sociales creada en 1883, que tenía como función el estudio de cuestiones que
interesasen a la mejora y bienestar de la clase obrera. En 1900 se crea el primer seguro
social, que venía recogido en la Ley de Accidentes de Trabajo, para años más tarde, en
1908, aparecer el Instituto Nacional de Previsión, organismo estatal en el que se
integraban las cajas que gestionaban los seguros sociales que van surgiendo.
Posteriormente los mecanismos de protección desembocan en una serie de seguros
sociales, entre los que destacan el Retiro Obrero en 1919 y el Seguro Obligatorio de
Maternidad en 1923.

Habrá que esperar a las drásticas reformas en el campo de lo laboral


promulgadas por la II República Española para observar mejoras en la vida de los
trabajadores: creación de Delegaciones de Trabajo y los seguros sociales; creación del
Seguro de Paro Forzoso en 1931, a lo que se le unió una considerable reducción de la
jornada laboral, enfatizándose en el mundo agrario; y se produjo un importante plan de
obras públicas que fomentaran el empleo desde la Administración con el objetivo de
paliar los efectos de la Crisis de 1929, y que en cierta medidad eran continuistas de las
ya establecidas por el anterior gobierno, el de Primo de Rivera.

En los años sucesivos y durante la Dictadura de Francisco Franco, se creó el


Seguro de Enfermedad en 1942 y el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez, también
conocido como SOVI, en 1947. La protección dispensada por estos seguros pronto se
mostró insuficiente, lo que llevó a la aparición de otros mecanismos de protección

empleado, dando cuenta al ayuntamiento si notasen en alguno poco celo y actividad y


suspendiendo en el acto a cualquiera por sospechas fundadas de tortuosos manejos o por otro
motivo grave; proponer al ayuntamiento para los destinos de directores y administradores de los
establecimientos de beneficencia las personas que juzgaran más a propósito; formar anualmente
un presupuesto de gastos para el año próximo y la estadística de beneficencia de su distrito,
pasando uno y otro al ayuntamiento para su dirección ulterior; presentar anualmente al
ayuntamiento cuentas documentadas de los fondos invertidos en la hospitalidad y socorros
domiciliarios; para que la vigilancia de estas juntas sobre los establecimientos de beneficencia
fuera más efectiva, nombraban para cada uno de dichos establecimientos un vocal, que con
calidad de visitador estaba encargado de observar frecuentemente si se cumplían en él los
reglamentos, si los empleados desempeñaban su obligación y si los pobres estaban bien asistidos.

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articulados a través de las mutualidades laborales, organizadas por sectores laborales y


cuyas prestaciones tenían como finalidad completar la protección preexistente.64

1.3.2. IMPULSORES Y CAUSAS DE UNA CONCEPCIÓN DIFERENTE EN


ESPAÑA Y EUROPA.

El estudio de los orígenes de la solidaridad nos permite entender como, a lo


largo de la Historia de la Humanidad, han ido modificándose y evolucionando las
diferentes formas de solucionar y afrontar los problemas de la sociedad, la destacada
importancia que ha jugado la iniciativa social, con sus diferentes formas de intervención
y cómo se ha llegado a la situación actual que vivimos. Aciertos y errores del pasado nos
dan una visión de cuáles son los caminos ya transitados, cuáles quedan por circular,
pudiendo intuir hacia donde nos dirigimos.

6. Juan Luis Vives.

Deben tenerse presentes las


diferentes intervenciones que han acaecido
en cada momento histórico como evolución
de las anteriores, así como los diferentes
autores que han contribuido a que se
produzca el cambio, con una mediación que
ha tenido una mayor o menor fortuna. Entre
ellos debe destacarse: Juan Luis Vives (1492-
1540); Domingo de Soto (1494-1570) y Juan
de Robles (1492-1572); Miguel de Giginta
(1534-1588); Cristóbal Pérez de Herrera.
(1558-1625); San Vicente de Paúl (1576?-1660); Thomas Chalmers. (1780-1847); San
Juan Bosco. (1815-1888); Charles Booth (1840-1916); y, Federico de Ozanam (1813-
1853).

En 1526, el valenciano Juan Luis Vives publica en Brujas el Tratado del socorro de
los pobres, obra en la que analiza, organiza y sistematiza la asistencia y auxilio a los

64
Dada la multiplicidad de Mutualidades, este sistema de protección condujo a discriminaciones
entre la población laboral, produjo desequilibrios financieros e hizo muy difícil una gestión
racional y eficaz.

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menesterosos y desamparados. A esta idea de ayuda, agrega la de educación a niños y


adultos que facilite la adquisición de habilidades para un trabajo que le permita salir de
su estado de miseria65. Con su Tratado, sentó las bases de la asistencia social en Europa,
procurando para la obra caritativa un sentido de eficacia racionalizada.66

Esta obra tratadística está conformada por dos libros: el primero plantea una
metodología que sirva de guía, tanto a los dirigentes como a la comunidad, para una
adecuada ocupación de los necesitados; en el segundo, se aborda las excelencias
terrenales y celestiales de estas acciones. Para el logro de una ayuda ideal, presenta
unos aspectos a tener en cuenta: redistribución de la riqueza; la creación de
instituciones que recojan a los pobres, en las que estén cuidados y atendidos y estén
registrados por las autoridades; y el control e identificación de vagos y maleantes.

Durante el reinado de Carlos I, se produce en España un avance ideológico considerable


en lo que respecta a la pobreza influenciado por las ideas de Vives, produciéndose a
partir de 1563 un retroceso importante ante la incapacidad por parte de las autoridades
para el control y gestión del sistema asistencial67. Concluyendo el siglo XVI, Cristóbal
Pérez de Herrera publica su tratado titulado El Amparo de los pobres, con el que procura
emitir una serie de medidas prácticas que paliaran la mendicidad secundaria a sucesivos
años de malas cosechas y desastres. Entre ellas, plantea la posibilidad de la creación de
albergues.68

El dominico Domingo de Soto presentó una marcada oposición a las corrientes


humanistas que restringían el ejercicio de la caridad, insertas en el nuevo orden

65
MOIX MARTÍNEZ, M. El derecho de pobres isabelino. Revista de trabajo nº 48, 1974, p. 225-
257.
Estas ideas de ayuda y formación serán las que sienten las bases para la Ley de Pobres que se
dicta en los siglos XVI y XVII.
66
MUÑOZ MACHADO, S.; GARCÍA DELGADO, J. L.; GONZÁLEZ SEARA, L. Las estructuras del Estado
de Bienestar en Europa. Madrid: Editorial Civitas, 2000, p. 37-129.
67
Tan solo existe una actividad que va orientada a: el control de los lugares donde se podía
solicitar limosna con la consiguiente licencia emitida por la parroquia correspondiente y un
permiso de la justicia que confirmaba y justificaba la total necesidad y pertenencia a la Iglesia
Católica.
68
RUBIO VELA, A. (1984). Opus cit, p. 16.
En este momento nos encantamos que comienzan a desarrollarse numerosas fundaciones
hospitalarias promovidas por ricos mecenas y con una fuerte presencia eclesiástica en grandes
urbes.

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valorativo del mundo renaciente. Opuesto a sus ideas, Juan de Robles, también
conocido como Juan de Medina, se postuló a favor de las ideas de Vives, cuestionando la
libertad incondicional de los mendigos.

Estas posturas contrapuestas se manifestaron en 1545 durante la apertura del


Concilio de Trento y secundadas por la publicación que Soto había realizado sobre la
mendicidad. La obra aborda una doble vertiente del derecho del pobre a la ayuda y del
deber cristiano del socorro, basados en los principios tradicionales de la ética cristiana al
que se unían el ideal de mendigo pobre y los intereses de la Iglesia.69

7. Domingo de Soto.

En este mismo año, el benedictino Juan de


Robles se pronuncia a favor del Decreto regio dictado
en 1540 y de los diferentes movimientos que
demandaban una reforma de la asistencia social que
procuraba una separación entre la vida civil y la
religiosa. Para el clérigo, la pobreza tiene un carácter
social, económico y político, alejándose de la
concepción presente hasta el momento que le
otorgaba rango de problema teológico-moral70. A su
vez advierte cómo el creciente mercado laboral comienza a precisar de trabajadores con
lo que supone esta situación. Esto, unido a la contemplación del vagabundo como un
posible peligro para la salud pública, el orden y la economía, es lo que fundamenta su
idea de que limitar su movilidad no atenta contra una libertad natural, siempre que lo
exigiera el bien público, como se pedía para el comercio y otras actividades. Propone,
además, la reorganización y reestructuración de los dispositivos asistenciales de caridad

69
GEREMEK, B. La piedad y la horca. Historia de la miseria y de la caridad en Europa. Madrid:
Alianza Editorial, 1998, p. 213-215.
70
MARAVALL, J. De la misericordia a la Justicia social en la economía del trabajo: la obra de Fray
Juan de Robles. In, Moneda y Crédito nº 148, 1979, p. 66-70.
Según Maravall, el gran mérito de Robles fue separar la esfera terrenal de la espiritual, y detraer
para el Estado actividades públicas en perjuicio de la Iglesia. Además profundiza en el programa
de secularización de la administración y gestión de los bienes de los hospitales.

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junto a la distribución de las limosnas, supervisadas por el Estado y un control del


funcionamiento óptimo de los establecimientos en manos eclesiástica.71

Destaca también, durante el siglo XVI, Miguel de Giginta, por la publicación que
realiza en la ciudad portuguesa de Coimbra de su memorial sobre el cuidado de los
pobres con el título Tratado de remedio de pobres en 1579. Con él, pretendía marcar
instrucciones para separar a los vagos y falsos pobres de los que verdaderamente
precisaban de la caridad72; además se proponía la libertad vigilada del mendigo con un
claro rechazo de la legislación coercitiva.

Otro tema que aborda el Tratado son una serie de recomendaciones para las
casas de Misericordia, con marcado sabor eclesiástico, que se concretaban en dos
objetivos básicos: por un lado, albergar, alimentar y ayudar físico-espiritualmente a los
pobres verdaderos; y, por otro, facilitarles el trabajo y mejorar las condiciones de salud
de la población acogida73. Igualmente constituían espacios civiles, cuyo control estaba
bajo las corporaciones municipales.

Como se ha comentado con anterioridad, Cristóbal Pérez de Herrera publicó en


1598 la obra titulada Amparo de Pobres, en la que vinculó la crisis económica que en ese
momento sufría Europa con una pobreza ociosidad y parasitariamente rentista. Además
señaló el riesgo ético-sanitario-económico que para la sociedad suponían los pobres
falsos, apoyando una naturaleza mixta de las instituciones, donde conviviera un aspecto
civil y religioso.74

Al igual que Vives y Giginta, condensa su discurso entorno a la trascendencia de


los albergues de pobres, instituciones muy cercanas a las casa de misericordia. Antes de
la puesta en marcha de estos centros, propone lo que denomina «escrutinio de
mendicantes», acciones que buscaban un control exhaustivo de la legitimidad de los
mendigos, el cual los facultaba para practicar la mendicidad durante un año debiendo

71
GEREMEK, B. (1998). Opus cit, p. 213-215.
72
Ibidem, p. 218.
73
En estas fundaciones se obligaba a todos a trabajar, situación que proporcionaba financiación
parcial de éstas. Existía un acentuado aspecto religioso, que daba inicio con su nombre con el
articulado de sus edificios, en cuya planta en forma de cruz se ubicaba la capilla en el centro de
ésta.
74
MORELL, A. La legitimación social de la pobreza. Barcelona: Anthropos, 2002, p. 52-57.

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estar identificados y autorizados por los responsables del albergue. Estos centros debían
presentar un carácter asistencia, parroquial y de descanso, donde se catecumenizaría a
los mendigos.75

8. San Vicente de Paúl .

Ya entrado el siglo XVII, en Francia, San


Vicente de Paúl se coloca a la cabeza de la
defensa de los miserables y desvalidos. Este
momento viene marcado por un desolador
panorama económico que motivó un aumento
considerable de la mendicidad. Este
bienaventurado personaje, conocedor de las
ideas propuestas por Vives en el siglo XVI,
procura adaptarlas al país galo, fundando en el
primer tercio del siglo la congregación de las
Damas de la Caridad y la orden religiosa de las Hermanas de la Caridad76. Su proyecto lo
pone en marcha en la ciudad de Lorena, lugar en el que, entre 1630 y 1643, estableció
un plan de ayuda a los habitantes que quedaron tras la Guerra de los Treinta Años, que
fomentó un espíritu solidario y compañerismo sin precedentes. Su aportación supuso
una revolución en el concepto de caridad, consiguiendo una transformación del trabajo
de la limosna que adquirió un carácter voluntarista, organizado y metódico.77

Durante el siglo XVIII y XIX, dos son los focos donde se van a concentrar
básicamente una preocupación por la mendicidad, el auxilio a los miserables y la

75
GEREMEK, B. (1998). Opus cit, p. 221.
Para la identificación precisaban portar en lugar visible la imagen de la Virgen María y el escudo
de armas de la ciudad. Las autoridades responsables del centro estaban: un sacerdote como
director y controlados por un regidor, a los que asistían dos diputados, uno clérigo y otro seglar.
76
MEZZADRI, L. Vida Breve de San Vicente. Salamanca: CEME, 1990.
Las primeras fueron fundadas en 1617 y estaba conformado por señoras acomodadas que
ayudaban a los pobres con alimentos y ropas que le suministraban en sus visitas domiciliarias; las
segundas se crean en 1633 con Luisa de Marcillac, hija de labriegos, que tenía vocación por
dedicarse a la caridad.
77
DODIN, A. San Vicente de Paúl y la caridad. Salamanca: CEME, 1977.
Las normas que establece son: prevenir la limosna arbitraria; controlar los casos y valorar la
ayuda dada; y clasificar a los pobres por su capacidad de auto-mantenimiento.

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asistencia social: en Inglaterra, el reverendo Thomas Chalmers y el científico Charles


Booth; y en Italia, el galeno Federico de Ozanam y San Juan Bosco.

Thomas Chalmers fue el fundador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia y pionero


de la asistencia social tecnificada e inspirador de los principios del trabajo social. Su
trabajo y aportación fundamental se concentra en su parroquia de Saint John, ubicada
en Glasgow, donde desarrolló un programa de ayuda vecinal que se caracterizaba por la
visita domiciliaria de aquellas personas que pudieran precisar socorro.78

Observando el importante descontento existente en relación con la actuación


que estaba llevando a cabo el Estado para el atender a los mendigos, caracterizada por
un considerable derroche de recursos, a lo que se le unía una destrucción de la voluntad
de automantenimiento de los individuos atendidos, y olvidando la disposición de
aquellos de quienes querían ayudar en esta tarea, para lo que propone una modalidad
más simple y práctica, articulada a partir de una caridad juiciosa fundamentada en
cuatro pilares: hábitos y economía de las gentes; amabilidad de los pacientes; simpatía
de las clases ricas por las pobres; y solidaridad entre pobres.79

Este modelo asistencial, promocionaba la ayuda entre personas conocidas,


situación que trasladó a su parroquia, en la que, para poder ejecutar su proyecto, se
descuelga de cualquier sustento público y privado. Este programa se cimentaba a partir
de la división de la parroquia en 25 distritos, cada uno al cargo de un diácono que se
ocupaba de 50 familias a las que se les daba ayuda material, social, religiosa y educativa,
tanto a niños como adultos, promovida por la figura del visitador social80 que procura al
diácono la información necesaria sobre los distritos.

Para lograr este objetivo, se indagaba en las causas que favorecían la necesidad,
así como en las posibilidades de automantenimiento de los individuos,
proporcionándoles esta figura si carecieran de ella, que correlativamente se distribuían

78
ROXBOROGH, J. The Legacy of Thomas Chalmers. In, International Bulletin of Missionary
Research nº 23-24, 1999, p. 173-176.
79
MADAIGAN DE UGARTE, V. (1970). Opus cit, p. 68-69.
80
Los visitadores sociales debían presentarse como amigos y ser formados (precedente del
trabajo social). Este tipo de caridad conlleva la individualización de los problemas con una
coordinación sistemática de recursos.

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de la siguiente manera: familia y personas cercanas; ciudadanos ricos; el diácono; y


siempre como última opción, las ayudas públicas y privadas.

Charles Booth realizó una serie de investigaciones cuyo tema central era la
pobreza. Las conclusiones a las que llegó en su estudio, las volcó en el libro titulado Life
and Labour of de People in London, publicado en 1889 en Londres81. Su estudio se
centró en la población procedente de barrios y gremios de la ciudad de londinense,
preocupándose por las condiciones, horarios y salarios laborales, así como el tipo de
vivienda en el que desarrollaban su vida cotidiana. Observó que un tercio de la gente
vivía en la línea de pobreza o por debajo de ella, careciendo de todos los recursos
fundamentales para desarrollar una vida medianamente aceptable. Con este trabajo
científico ayudó a una modificación en el pensamiento de la sociedad del momento, que
consideraba a la pobreza como un problema social, anclados todavía en una idea
medieval sobre el origen y la naturaleza de la miseria. Este cambio de visión, favoreció la
modificación del sistema de ayuda presente en el Estado inglés, para dar paso a uno más
operativo y eficaz.

La región piamontesa de Turín será la agraciada que obtenga el beneficio de la


obra de San Juan Bosco. Este italiano, procedente de una humilde familia de
campesinos, trabajó con niños y adolescentes que habitaban en las calles y carecían de
un techo que les pudiera dar cobijo, a los que les ofreció lo que denominó una sana

81
FRIED, A. y ELLMAN, R. Charles Booth's London. Londres: Hutchinson, 1969, p. 341.
Un segundo tomo de esta serie, titulado Labour and Life of the People, apareció dos años
después y cubría el resto de Londres. Booth, en esta publicación, establece la idea de una «línea
de pobreza», concepto que originalmente había sido empleado por la London School Board.
Observó que esta línea estaba aproximadamente entre los 10 a 20 chelines que consideró como
el monto mínimo necesario para el sustento de una familia de 4 a 5 personas.
Tras la publicación de los volúmenes, Booth expandió su investigación más allá de la frontera
anglosajona. Consiguió un resultado, con una segunda edición, que superó y mejoró a la de su
obra original, publicándola como Life and Labour of the People in London, en nueve volúmenes
entre los años 1892 y 1897. Una tercera edición, que aumentaba el número de volúmenes a la
cifra de 17, apareció en 1902 y 1903. Con su trabajo de investigación fundamentó y apoyó la
introducción de pensiones a jubilados, que describió como un «socialismo limitado», justificando
su necesidad en la evitación de una revolución socialista que pudiera ocurrir en un país como
Gran Bretaña.

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recreación, consistente en el abandono de su hábitat, escolarizándolos y creando las


primeras escuelas propias.82

9. Federico de Ozanam.

Por último destacar la figura de Federico de Ozanam,


milanés que se formó y trabajó en la Universidad de
La Sorbona. Destaca como representante intelectual
católico que se mantuvo firme frente a las posturas
ateístas que surgieron durante su época,
consolidándose como el nuevo pensador social que
defendió la justicia en las relaciones laborales y
humanas, mostró un manifiesto rechazo a la
esclavitud y la diferencia social marcada entre ricos y
pobres, dentro del marco del Catolicismo. Pese a que no desdeñó la caridad con el
sentido que le aplicaron los primeros cristianos, afirmaba que las conductas
paternalistas no eran el camino correcto para alcanzar el progreso social, siendo la

82
LEMOYNE, G. Memorias biográficas de Juan Bosco. Turín: Escuela Tipográfica Salesiana, 1917,
p. 182.
Los primeros jóvenes, miembros del Oratorio de Valdocco, fueron Miguel Rúa, Juan Cagliero,
Francesia, Angelo Savio, Rocchietti, Turchi y otros que aceptaron la propuesta Juan Bosco. El 26
de enero de 1854 hicieron la promesa inicial en la fundación de los que Juan Bosco llamó sin
duda los salesianos en honor de San Francisco de Sales, para un año más tarde, el 25 de marzo de
1855, el joven Miguel Rúa sería el primero en hacer sus votos, seguido después por el resto de los
miembros fundacionales. Para el 9 de diciembre de 1856 Juan Bosco se refería de manera abierta
a su Congregación que recibió la aprobación de Su Santidad el Papa Pío IX en 1858 y el 14 de
mayo de 1862, la congregación salesiana recibió los votos de 22 jóvenes entre los cuales dos lo
hacían como coadjutores, modalidad creada por esta orden para designara a los laicos
consagrados salesianos (a todos ellos, les hace llegar el propósito de la Congregación Salesiana:
buscar la santificación personal y continuar el trabajo en favor de los muchachos, especialmente
aquellos más necesitados de instrucción y educación).
Los inicios de la Congregación Salesiana de Juan Bosco no fueron fáciles y le trajeron serios
problemas, especialmente en lo concerniente a su aprobación definitiva y el reconocimiento de
la orden. Las primeras fundaciones de casas salesianas se realizaron en el Piamonte: Lanzo en
1864, Cherasco y Alassio en 1869, Valsalice en 1872 y Vallecrosia en 1875; y el primer país
extranjero que recibió a los salesianos fue Francia con la creación de casas en Niza, Marsella y
París en el último cuarto del siglo XIX.

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libertad como medio y la caridad como fin, aquellas herramientas que prestaran auxilio a
los necesitados.83

Destaca la creación de la Conferencia de la Caridad84, institución laica que fundó


junto a varios amigos y compañeros de la Universidad, cuya repercusión traspasó las
fronteras galas. Se basaba en un método de trabajo en el que se daba comienzo con
visitas y ayuda domiciliaria, que perseguían el acompañamiento de los individuos. Poco
a poco, la organización fue sentando fuertes cimientos que propiciaron una acción más
consistente en la que se crearon guarderías, escuelas de reinserción de delincuentes y
atención a refugiados e inmigrantes, caracterizadas por un notable grado de
organización y racionalidad.

1.4. CONSIDERACIONES SANITARIAS, MÉDICAS Y SOCIALES. LOS AVANCES


CIENTIFICOS DESDE EL MEDIEVO HASTA LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO
XX.

Sigmund Freud manifestaba que las diferentes enfermedades existentes y que


asolaban a la población mundial, eran como las neurosis obsesivas de la humanidad85. Al
observar detenidamente la Historia, se puede llegar a la conclusión de que las
enfermedades han mediatizado considerablemente el trascurso de ésta. Y no solo han
influido en el devenir del Hombre, sino además en las civilizaciones, donde cada una de
ellas ha presentado una mayor o menor preocupación, hasta el punto de obsesionarse
en ocasiones, por diferentes dolencias y afecciones: la lepra y la peste durante la Edad

83
CANDELAS ANTEQUERA, M. Federico Ozanam, modelo de identidad para los jóvenes. Madrid:
Editorial La Milagrosa, 1990, p. 25-26.
Su labor social y caritativa, ha sido más destacada, si la comparamos con su trabajo como
profesor universitario en la Sorbona. Sin embargo, como exponía el Papa Juan Pablo II en la
homilía pronunciada en la ceremonia de Beatificación en 1997, fue un universitario que
desempeñó un papel importante en el movimiento de las ideas de su tiempo. Estudiante, profesor
eminente primero en Lyon y luego en París, en la Sorbona, aspira ante todo a la búsqueda y la
comunicación de la verdad, en la serenidad y el respeto a las convicciones de quienes no
compartían las suyas.
84
Años más tarde será denominada Conferencia de San Vicente de Paúl o Conferencias
Vicentinas.
85
JONES, E. Vida y Obra de Sigmund Freud. Barcelona: Editorial Anagrama, 2003, Tomo I, p. 34-
43.

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Media, la viruela y la sífilis en la Época Moderna, la tuberculosis en el siglo XIX y


principios del XX, y el SIDA o el cáncer en la actualidad.

Esta situación ha llevado a una marcada preocupación y atención por la salud-


enfermedad. La primera, desde antiguo, se asociaba a un regalo o premio otorgado por
las divinidades ante un buen comportamiento de la persona agraciada o como
beneplácito de las deidades; la segunda, fue relacionada con las acciones incorrectas,
enfatizándose, tras el surgimiento del Cristianismo, asignándosele el nombre de pecado
y considerándose dolencia espiritual reflejada en el cuerpo carnal.

10. Cristóbal Hernández de Quintana: Ánimas del Purgatorio


(1717). Catedral de La Laguna.

En las primeras sociedades cristianas, cuando algunos de los miembros del núcleo
familiar contraían alguna enfermedad, lo que primeramente se realizaba era solicitar el
auxilio del clérigo para la administración de los sacramentos de la penitencia y la
eucaristía, dando prioridad a la salvación celestial en detrimento de la terrenal. Las
actuaciones e intervenciones siguientes eran asignadas al galeno que curaba y reparaba
el cuerpo. Las enfermedades eran vistas como posibles hechos sobrenaturales, como
embrujamientos y hechizos, estableciendo un concepto maniqueo en el que Bien y Mal
(Dios-Diablo) se enfrentan, procurando el primero salvar al inocente del segundo, que
pretende causar dolor y muerte. Estas situaciones eran solventadas gracias al correcto
desarrollo de las indicaciones de los pastores cristianos: oración-arrepentimiento y

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rituales que obligaban a que el poseído fuera liberado del demonio que dominaba su
fuero interno.86

11. Jean Jacques Chifflet: De linteis


sepulchralibus Christi servatoris (1668).
Momia de Lázaro resucitada por Jesús.

Así, para muchos de los médicos


medievales, la salud y la enfermedad
vienen marcadas por la doctrina
eclesiástica: Dios-poseedor-de-la-
salud, Dios como medicina y pecado-
enfermedad corporal. Todo ello da el
estatus de médico eterno a Dios, o
como afirma el Maestro Stefano, Dios
es el menge de todos los menges87. Sin
embargo, para otros galenos con una formación académica y perteneciente a la
burguesía culta, el concepto de salud-enfermedad era muy diferente, enfatizando el
enfoque naturalista inmerso en la doctrina filosófica hipocrático-galénica. Éstos,
consideraban la salud del cuerpo como el equilibrio humoral88, no siendo la enfermedad
más que un desequilibrio de ellos que llevaban a una desarmonía en el individuo. Para
los médicos este desajuste tenía relación con la vida desordenada que llevaba la persona
en campos como la alimentación, el aire y el agua.89

86
LINDEMANN, M. Medicina y sociedad en la Europa Moderna, 1500-1800. Madrid: Editorial Siglo
XXI, 2000, p. 2-5.
Las enfermedades secundarias a causas sobrenaturales originadas por la penetración de espíritus
demoniacos, por embrujos, por el mal de ojo, o saltarse las reglas que la Iglesia estipulaba, se
trataban a base de terapias mágico-religiosas, conjuros y rituales. Un campo en el que el
cristianismo tuvo que definirse por no estar de acuerdo con ancestrales costumbres. Ante estas
situaciones, San Agustín, en el siglo V y Graciano en el siglo XII, denunciaron, entre otras, las
prácticas supersticiosas como acudir a curanderos, invocar a los demonios, depositar amuletos
en lugares sagrados,…
87
STEFANO, Maestro. Libro de visitaciones e conciliaciones medicorum. Madrid: Biblioteca
Nacional de España, ms. 18052, col.; p. 175 y 209-220.
88
CHIRINO, A. y GONZÁLEZ PALENCIA, Á. Menor daño de la medicina y espejo de medicina: Con
un estudio preliminar acerca del autor y sus obras. Palencia: Imprenta Cosano, 1945, Biblioteca
Clásica de la Medicina Española, Tomo 14. p. 507.
89
Ibidem, p. 554.

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A estas dos modalidades de curación, anteriormente mencionadas, se les unían la


medicina popular. Las dolencias producidas por causas naturales, eran practicadas por
todo tipo de personas que fueran expertos en el manejo de hierbas o dominio de los
males corporales; cuando las causas eran espirituales se le realizaba el encargo a los
curanderos y los sacerdotes, pensaban que las enfermedades tenían causas naturales y
que se producían por perturbaciones orgánicas del equilibrio corporal (cambios bruscos
de temperatura y tiempo, humedad, corrientes de aire, empachos por el consumo de
grandes cantidades de comida y bebida), apoyándose para su curación en costumbres,
tradiciones y remedios caseros naturales (plantas, minerales, productos animales, ….)
cuyos conocimientos eran transmitidos de generación en generación.90

Ante estas situaciones, que eran contrarias a los dogmas establecidos por la
Iglesia Católica, esta última promulgó diferentes disposiciones legales con las que los
obispos pretendían abolirlas, a lo que se unían las enseñanzas que desde el púlpito
procuraban mentalizar de lo incorrectas que eran estas prácticas91. Ambas,
prohibiciones y prácticas curativas mágico-religiosas, serán una constante de la Edad
Media.92

Las Sagradas Escrituras, y en particular los Evangelios, abordaron esta temática,


mostrando el valor taumatúrgico de Cristo y sus milagros, como una forma de avalar la
capacidad de la Iglesia para la sanación contra los hechizos y el poder demoniaco93. El
valor del milagro en la Edad Media, y posteriormente durante la Moderna, estará
avalado por la Biblia y diferentes documentos eclesiásticos, que permiten un análisis del
binomio salud-enfermedad desde diferentes puntos de vista: casos de sufrimiento por
enfermedades y muerte, donde se le pide a Cristo que interfiera y realice milagros a
diferentes individuos de muy variada clase social; Cristo aparece como médico tanto de

90
GARCÍA BALLESTER, L. y AMASUNO SÁRRAGA, M. El control social de la práctica médica. In,
Historia de la ciencia y de la técnica en la Corona de Castilla. Salamanca: Junta de Castilla y León,
2002, Tomo 1, p. 827-830.
91
CARO BAROJA, J. Las brujas y su mundo. Madrid: Alianza Editorial, 2003, p. 81.
92
GARCIA BALLESTER, L. (2001). Opus cit, p. 531.
Con el reinado de los Reyes Católicos se pondrá en marcha la prohibición de drogas, ensalmos y
encantamientos, contra la práctica de la «medicina mágica».
93
Jeremías, 33, 1-23 y en el Nuevo Testamento: Mt 20, 29-34; Mr. 10, 26-52; SL. 19, 35-36; SL. 17,
11-19; SL. 14, 1-6; SL. 13, 10-17; Mt. 9, 18-26; SL. 9,40-56; SL. 9, 26-39; Mt. 8, 28-34; Mr. 5, 1-20;
SL. 7, 1-20; SL. 7, 1-10; Mt. 8, 5-13; etc.

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cuerpos como de almas94, colocándose tras este rango de importancia, la Virgen María,
intercesora ante Dios95; en último lugar con capacidad interceptora, los Santos,
estableciéndose rutas de peregrinación a sus tumbas, como fue el caso de Santiago
Apóstol.96

Esta filosofía presente durante la Edad Media, será trascendental por el contexto
racionalista a través del cual era contemplado y no solo por la creencia en el milagro. Las
nuevas condiciones sociales y psicológicas que fueron surgiendo al finalizar este periodo,
en el que se da prioridad al uso de la razón en detrimento de lo sobrenatural, dieron
origen a una marcada tensión en la visión de Dios y del mundo que existía.97

En lo referente a la cultura árabe y la disciplina médica que en este momento se


desarrolla paralelamente en el panorama europeo, Castiglioni comenta:

…no contribuyeron de manera importante a su evolución, agregaron nuevas


observaciones y conceptos, ni abrieron nuevas líneas de estudio médico, pero en
una etapa de grandes problemas en Occidente, fueron los que conservaron la
tradición médica, los que mantuvieron una cultura médica laica, y los
intermediarios de cuyas manos la civilización occidental iba a recuperar un
98
precioso depósito…

El concepto de enfermedad era entendido en la cultura islámica como un castigo de


Alá secundario a haber cometido pecado, pero, a diferencia de las creencias cristianas,
era provocada por Alá y estaban separadas de estigmas morales99. Por medio de la
oración practicada se podía conectar con la divinidad para que ésta proporcionara la
sanación milagrosa de alguna enfermedad. Además, difieren de los cristianos, al pensar
que su Dios se manifestaba en la práctica que ejercía el médico hacia el enfermo, con lo
que éste lograba eliminar y hacer desaparecer todos sus males terrenales realizando una

94
La primera referencia de San Marcos, médico, de una curación realizada por Cristo, 1:23-27, es
la expulsión del espíritu puro.
95
Uno de los primeros relatos de milagros del Evangelio, Las Bodas de Caná (Jn 2), ocurrió por
intercesión de la Virgen María. La Virgen también estaba con los Apóstoles en Pentecostés,
cuando se derramó el Espíritu Santo y se dieron muchos portentos milagrosos. La intercesión de
la Virgen no se ha interrumpido en la historia de la Iglesia.
96
SIGAL, P. A. Les marcheurs de Dieu. Pélérinages et pélérins au Moyen Âge. Paris: Armand Colin,
1974, p. 36.
97
MURRAY, A. Razón y sociedad en la Edad Media. Madrid: Editorial Taurus, 1982, p. 22-24.
98
CASTIGLIONI A. Historia de la Medicina. Barcelona; Buenos Aires: Editorial Salvat, 1941, p. 43.
99
GÓMEZ ARANDA, M. Sefarad científica: Ibn Ezra, Maimónides, Zacuto: la visión judía de la
ciencia en la edad media. Madrid: Nivola, 2003, p. 34.

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obra de misericordia, por lo que la sociedad se dio cuenta de que practicando la


compasión se llegaba a librar de esa situación penosa y lamentable100. Aceptaban la
enfermedad sin discutir el criterio que tenían de la sociedad la medicina y los médicos,
porque su pensamiento determinista estaba muy arraigado, donde el destino estaba
fijado a modo de carta de navegación desde el momento en que se nacía.101

Esta influencia de la medicina árabe en el mundo occidental cristiano, favoreció el


desarrollo del conocimiento médico y cambios, que arduamente se fueron desligando
de las creencias existentes sobre las fuerzas ocultas de la naturaleza y la magia. Con el
paso de los años, estas modificaciones mutarán paulatinamente, agregándose nuevas
disciplinas como la Astrología, muy presente en la Edad Media y parte de la Moderna. Su
incorporación a la disciplina médica ya había sido abordado por San Isidoro (570-636),
erudito escritor e historiador de los visigodos y obispo de Sevilla, que se había
pronunciado acerca de la regulación astral de diferentes partes del cuerpo102. En sus
obras manifiesta una marcada importancia del conocimiento sobre las enfermedades,
prueba de ello es que las recopila y define desde el aspecto etimológico sin entrar en la
búsqueda de la causa ni el posible tratamiento.103

Las creencias existentes desde antiguo en la medicina clásica de Hipócrates y


Galeno, estaban tan imbricadas, que llegaron incluso a surgir novedosas teorías al final
de la Edad Media. Es el caso de las manifestadas por Paracelso, como las publicadas en
su obra escrita Volumen medicinae paramirum sobre la enfermedad. En esta publicación
su hipótesis sobre las cinco causas principales que producen la enfermedad, así como

100
VÁZQUEZ DE BENITO, M. C. Obra médica. Averroes. Córdoba: Universidad de Córdoba, 1998,
p. 23-28.
101
FRANCO SÁNCHEZ, F. Muhammad As- Safra: El médico y su época. Alicante: Universidad de
Alicante, 1990, p. 37-39.
102
El sol regulaba el costado derecho y el corazón; la luna el lado izquierdo y el estomago; Júpiter
los pulmones, el hígado y los miembros... Las complexiones de los hombros (sanguíneos,
coléricos, flemáticos y melancólicos), tenían relación con las constelaciones de los planetas, en
las Etimologías, dedicando alguno de sus libros, el IV (a enfermedades y remedios) y el IX
(descripción anatómicas), a la Medicina a la que consideraba como «filosofía segunda», este
texto junto con otro titulado De natura rerum influirán de manera decisiva en el arte de curar en
la Edad Media, y en los planteamientos de la medicina clerical por parte de los clérigos europeos
durante la Alta Edad Media.
103
FONTAINE, J. Isidoro de Sevilla et la culture classique dans l´Espagne visigothique II. 3 Tomos.
París: Études Augustiniennes, 1959, p. 20.

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manifiesta una actitud rebelde frente a la autoridad de los textos clásicos, exponiendo y
manifestando que la medicina debía de basarse en la experiencia personal del médico y
no en Galeno o Avicena, también de otros precursores, como Van Helmont y Sydenham,
que consideraron que todas las enfermedades eran específicas, habiendo diferencia
cualitativa entre la persona sana y la persona enferma.104

La medicina hipocrática-galénica perdurará durante la Edad Media y bien entrada la


Edad Moderna, tanto en la clase médica como en el resto de la sociedad, influyendo
marcadamente en los portadores del poder de la época, preocupados por la
insalubridad que existía sobre todo en las ciudades, debido a la ingente llegada de la
población rural a los núcleos urbanos, lo que favoreció la aparición de importantes
epidemias.

Durante el Renacimiento no se produjo un cambio abrupto en el pensamiento


médico, pero se acentuó la crítica hacia Galeno y los arabistas, y hubo un resurgimiento
de las doctrinas de Hipócrates. Los artistas renacientes retomaron el estudio anatómico
del cuerpo humano, dando importancia a los músculos, lo que les permitía emular mejor
el cuerpo humano. Destaca el trabajo efectuado por Leonardo da Vinci, al que se dio
poca importancia durante siglos, realizando destacados y precisos dibujos anatómicos
basados en la disección del cuerpo humano.105

Un hito en la historia médica fue la publicación, en 1543, del tratado de anatomía De


Humani Corporis Fabrica, obra del anatomista belga Andrés Vesalio. Demostró de
manera evidente que durante años se habían cometidos centenares de errores en la
explicación de la anatomía humana de Galeno. Gabriel Falopio, quien descubrió las
trompas uterinas que desde entonces llevan su nombre, y el tímpano, ayudó a esta
reestructuración de los conceptos anatómicos, diagnosticando, además, enfermedades
del oído y de los conductos lagrimales.106

104
CARMONA, J. L. Enfermedad y sociedad en los tiempos modernos. Sevilla: Secretaría de
Publicaciones de la Universidad de Sevilla, Sevilla, 2005, p. 13-15.
105
LADIVAR HEREDIA, J., LADIVAR ESCALADA, M. E. y PRIETO CÁRDENAS, Z. M. Historia de la
Medicina. Guía de clases. Cuenca: Universidad de Cuenca, 2004, p. 26-30.
106
Ibidem, p. 27.
El médico español Miguel Servet contradijo también a Galeno, y fue el primero en describir de
forma correcta el sistema circulatorio pulmonar y en explicar la digestión como fuente de energía

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El médico y alquimista suizo Paracelso, considerado fundador de la farmacoterapia,


rechaza de lleno los tratados clásicos sobre medicina existentes, descubriendo nuevos
remedios químicos y defendiendo que las enfermedades se debían a agentes externos al
cuerpo107. En el campo de la epidemiología destacó el poeta y médico Girolamo
Fracastoro, considerado padre de esta disciplina científica, que demostró el carácter
específico de las fiebres y descubrió el tifus; el término sífilis, otorgado a la virulenta
enfermedad que devastaba Europa, procede de su famoso poema Sifilis sive morbus
gallicus (La sífilis o mal de los galos, 1530). A él se le atribuye la teoría de que las
enfermedades infecciosas se transmiten por contagio de gérmenes invisibles capaces de
autorreproducirse, siendo además el precursor de las teorías bacteriológicas modernas,
lo que significará un considerable avance de la ciencia médica.108

12. Pierre Vigneron: Galeno. Lithographie de Grégorie et


Deneux, París (ca. 1865).

Dice el historiador Francisco Guerra sobre la


conquista de América por los españoles, que la
mejor medicina de su tiempo y una organización
sanitaria eficiente se llevaron a aquellas tierras.
Desde 1570 funcionó en América la institución
Protomedicato, consejo presidido por un médico
capacitado y autorizado para diferentes
cuestiones. Entre ellas: supervisar y regular el
ejercicio de médicos, cirujanos, farmacéuticos y
comadronas; además de inspeccionar boticas y hospitales; informar sobre los fármacos y
las aguas del lugar; y establecer cuarentenas en caso de epidemias.

La empresa que supuso la conquista de tal magnitud de territorio, llevó aparejada la


instalación de servicios y establecimientos asistenciales que cubrieran las necesidades

corporal. Así mismo, Ambroise Paré, cirujano francés, facilitó la amputación quirúrgica gracias al
uso del forceps y al empleo de la ligadura, en lugar de la cauterización, para frenar la hemorragia.
107
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A. Historia, teoría y método de la medicina: introducción al
pensamiento médico. Barcelona: Editorial Masson, 2002, p. 256-258.
108
GARGANTILLA, P. Breve Historia de la Medicina. Del Chaman a la Gripe A. Madrid: Nowtilus
saber, 2011, p. 201-203.

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más básicas en un primer momento. Así, el primer hospital de América, el Hospital de


San Nicolás de Bari, lo creó Nicolás de Ovando en la isla de Santo Domingo en 1503,
mientras que el primero en México, el Hospital de Jesús, fue fundado por Hernán Cortés
en 1521 en Tenochtitlán. Estos establecimientos fueron obras que se construyeron al
mismo tiempo que las que se ejecutaban en Islas Canarias, pese a que ya desde 1481 se
había fundado el Hospital de San Martín en el Real de Las Palmas en la isla de Gran
Canaria. Fray Bernardino Álvarez Herrera creó en 1566 en México el primer hospital para
enfermos mentales que llevó el nombre de San Hipólito.

Estos nuevos centros de sanación y cuidado precisaron de personas que los


gestionaran y proporcionaran una atención sanitaria de la máxima calidad. Es por ello,
que numerosas órdenes religiosas marcharon a estas nuevas tierras para ponerse al
frente de diferentes hospitales y asilo, de los que las mejores instituciones hospitalarias
de Hispanoamérica estuvieron gestionadas por la orden de San Juan de Dios. Junto a
todo ello, era necesario constituir una cantera de personas que ejercieran las diferentes
profesiones sanitarias. Ello llevó a que en todas las universidades del continente se
instituyeran cátedras de medicina: en 1578 en México, en 1634 en Lima y en 1681 en
Guatemala, llegándose a publicar manuales y libros que permitieran el estudio de la
disciplina médica, de los que el primer libro de medicina publicado en América fue
Opera medicinalia, de Francisco Bravo, editado en 1570 en la ciudad de México.109

El siglo XVII dará comienzo con uno de los descubrimientos más trascendentales
de la medicina: el funcionamiento de la circulación de la sangre, hallazgo que fue
realizado en 1616 por el médico y anatomista inglés William Harvey110. Marcelo
Malpighi, anatomista italiano, prosiguió el trabajo de Harvey con su descubrimiento de
los capilares, a lo que se unieron los trabajos efectuados por Gaspar Aselli, quien realizó
la primera descripción correcta de los vasos linfáticos.

109
LADIVAR HEREDIA, J., LADIVAR ESCALADA, M. E. y PRIETO CÁRDENAS, Z. M. (2004). Opus cit, p.
26-30.
110
Años antes, en 1553, Miguel Servet había descrito la circulación pulmonar de la sangre. El
descubrimiento del sistema circulatorio fue anunciado en 1616, y posteriormente publicado en
1628 en su libro Exercitatio Anatomica motu Cordis et Sanguinis Animalibus (Un estudio
anatómico sobre la moción del corazón y de la sangre de los animales), donde basándose en el
método científico de la época, argumentó su teoría de que la sangre era bombeada alrededor del
cuerpo por el corazón en un sistema circulatorio. En su Ensayo, Harvey estableció el hecho de
que el bombeo del corazón ponía la sangre en continua circulación.

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En Inglaterra, el médico Thomas Willis investigó la anatomía del cerebro y del


sistema nervioso, con destacados avances en este tema, junto al descubrimiento e
identificación de la diabetes mellitus. Años más tarde, las investigaciones realizadas por
Francis Glisson se unieron a las de Willis, quien fundamentó el conocimiento moderno
de la anatomía del hígado, describiendo el raquitismo, al que se le puso su nombre
(enfermedad de Glisson), y fue el primero en demostrar la contracción muscular
ocasionada por el ejercicio.111

Junto a los avances en lo concerniente al aparato circulatorio que Harvey


descubrió, encontramos los del médico inglés Richard Lower quien realizó un trabajo
fundamental sobre la anatomía del corazón, demostrando el intercambio de los gases en
la sangre, y llevando a cabo con éxito una de las primeras transfusiones sanguíneas. Su
trabajo ayudó al de otros miembros del denominado Grupo de Oxford, además de a los
fisiólogos ingleses Robert Boyle y Robert Hooke, pioneros en la fisiología de la
respiración.112

No debe dejar de nombrarse los hallazgos llevados a cabo por el matemático y


filósofo francés René Descartes, quien llegó a realizar disecciones anatómicas e investigó
sobre la anatomía del ojo y su mecanismo, explicando el funcionamiento del organismo
mediante mecanismos de tipo físico. Este pensamiento y opinión fue compartida por los
llamados iatromédicos, cuyos puntos de vista se oponían a los iatroquímicos, que
entendían la vida como una serie de procesos químicos presentes en los organismos.113

En lo concerniente a la formación de nuevos profesionales en el campo médico,


destacó el médico inglés Thomas Sydenham, llamado el Hipócrates inglés, al que años
más tarde se le unió el médico holandés Hermann Boerhaave, quienes fundamentaron

111
GARGANTILLA, P. (2011). Opus cit, p. 222-238.
112
LADIVAR HEREDIA, J., LADIVAR ESCALADA, M. E. y PRIETO CÁRDENAS, Z. M. (2004). Opus cit, p.
26-30.
113
MENDOZA-VEGA, J. M. D. Lecciones de Historia de la Medicina. Segunda edición aumentada y
corregida. Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario, 2003, Colección Ciencias de la Salud,
p. 119-136.
Los exponentes de la primera teoría fueron los italianos Sanctorius, médico que investigó el
metabolismo, y el matemático y físico Giovanni Alfonso Borelli, quien trabajó en el campo de la
fisiología. Jan Baptista van Helmont, médico y químico flamenco, fundó la escuela iatroquímica y
su trabajo lo continuó el anatomista prusiano Francisco Silvio, quien estudió la química de la
digestión e insistió en el tratamiento farmacológico de la enfermedad.

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la importancia de la enseñanza práctica. Instruían a sus alumnos durante las visitas a los
enfermos, haciendo hincapié en el enfoque clínico de la medicina. El primero,
Sydenham, además llevó a cabo extensos estudios sobre la malaria y los mecanismos de
propagación de las epidemias y fue el primero en diferenciar la escarlatina del
sarampión. La introducción en Europa, hacia 1632, de lo que después se conocería por
quinina, sustancia obtenida de la corteza del quino, fue otro de los acontecimientos de
esta época que ayudó en el progreso terapéutico.114

En el campo de la Enfermería, este momento se conoce como Siglo de Oro de la


Enfermería Española, comprendiendo el periodo entre los años 1550 y 1650, momento
en el que por primera vez se toma conciencia de la enfermería como oficio, con entidad
propia y con necesidades específicas de estructura y conocimientos. De esa idea
medieval, en la que estaba impresa una dedicación absoluta al necesitado como
ejercicio primordial para realizar la actividad de la piedad cristiana, se pasó a la idea de
que era necesario el uso racional de todas aquellas posibilidades disponibles para que
este servicio fuera lo más completo y efectivo posible. Son tres los sucesos
trascendentales acaecidos para el avance de la enfermería: el planteamiento de las
funciones de Enfermería de una manera nueva que contempla los cuidados o actividad
asistencial, la administrativa, la docente y la investigadora; la creación de órdenes
religiosas que se expandieron por todo el mundo, que tenían como objetivo
fundamental la asistencia a los pobres, destacando la de San Juan de Dios, la de los
Hermanos Enfermeros Pobres y la Bethlemita; y por último, la aparición de manuales
escritos por enfermeros para la formación del personal en esta disciplina.115

114
Ibidem, p. 65.
115
GARCÍA MARTÍN-CARO, C. y MARTÍNEZ MARTÍN, M. L.. Historia de la enfermería: evolución
histórica del cuidado enfermero. Madrid: Editorial Elsevier, 2007, p. 95-106.
Instrucción de enfermeros de Andrés Fernández, Madrid 1617. Presenta, en algunos de sus
puntos, una carencia de base científica, conteniendo dentro de sus ocho capítulos: Descripción
de técnicas y procedimientos terapéuticos utilizados por enfermeros. Prestación de cuidados de
enfermería en determinadas enfermedades y situaciones de urgencia. Preparación, indicación y
administración de diferentes formas medicamentosas. Conceptos de anatomía. Descripción de
órganos y regiones anatómicas. Consejos y orientaciones dietéticas. Priorización en los
tratamientos prescritos por el médico. Terapéutica y enfermería. Tareas y funciones del
enfermero; el otro ejemplo bibliográfico, es un texto que nunca llegó a ser publicado: Directorio
de enfermeros de Simón López 1651.

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El siglo XVIII vendrá marcado por un esfuerzo por parte de la disciplina médica
para adaptarse a la investigación científica, situación a la que ayudó considerablemente
los descubrimientos de Nicolás Copérnico, de Galileo Galilei y de Isaac Newton, pese a
que persisten férreas teorías extravagantes e infundadas. Debe destacarse dos
corrientes filosóficas antagónicas que surgen en este momento: la teoría vitalista,
capitaneada por el médico alemán Georg Ernst Stahl, quien creía que el alma era el
principio vital que controlaba el desarrollo orgánico; y la teoría mecanicista, defendida
por el médico alemán Friedrich Hoffmann que consideraba el cuerpo como una máquina
y la vida como un proceso mecánico.116

Numerosos fueron los avances en este siglo, momento en el que se procuró dar
origen y causa a la enfermedad: el médico británico William Cullen atribuyó la
enfermedad a un exceso o deficiencia de energía nerviosa; y el médico John Brown de
Edimburgo creyó que la debilidad o la estimulación inadecuada del organismo era su
verdadera causa. En relación con las teorías de este último, conocidas como sistema
brunoniano, la estimulación debía incrementarse con tratamientos irritantes y grandes
dosis de fármacos. El médico alemán Samuel Hahnemann desarrolló el sistema de la
homeopatía, a finales del siglo XVIII, en el que insistía en administrar pequeñas dosis de
fármacos a los pacientes, actuación muy en contra de lo postulado por el sistema
brunoniano.

Otros sistemas particulares propuestos hacia finales del siglo XVIII y principios
del siglo XIX fueron la frenología, teoría formulada por el médico alemán Franz Joseph
Gall, quien creía que del examen del cráneo podía extraerse información sobre las
funciones mentales. Además surge la teoría del magnetismo animal, desarrollada por el
médico austriaco Franz Mesmer, quien creía en la existencia de una fuerza magnética
con poderosa influencia en el cuerpo humano.117

Las actividades realizadas a finales del siglo XVIII fueron importantes,


constituyendo la antesala de los importantes avances durante el siglo XIX, momento que
algunos autores han denominado periodo científico, dejando atrás el periodo de las

116
LADIVAR HEREDIA, J.; LADIVAR ESCALADA, M. E.; PRIETO CÁRDENAS, Z. M. (2004). Opus cit, p.
26-30.
117
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A.(2002). Opus cit, p 290.

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grandes epidemias. De vital importancia fueron los trabajos del médico británico William
Smellie, cuyas innovaciones en obstetricia rompieron el monopolio de las matronas. A
ellos se unieron los del anatomista y obstetra William Hunter, hermano del famoso
anatomista y cirujano británico John Hunter, que trabajó con él. William Hunter
revitalizó el estudio de la anatomía en Inglaterra y, basándose en el trabajo de Smellie,
estableciendo la obstetricia como una rama separada de la medicina.

Entre las contribuciones de este periodo destacan el establecimiento de la


patología como disciplina por el patólogo italiano Giambattista Morgagni, a lo que se
unieron los estudios de fisiología experimental del naturalista y biólogo italiano Lazzaro
Spallanzani, quien refutó la doctrina de la generación espontánea. Destacan también la
investigación en fisiología neuromuscular del científico suizo Albrecht von Haller, y los
estudios de la tensión arterial del botánico, químico y fisiólogo británico Stephen Hales.
En botánica sobresalen los trabajos del taxónomo botánico sueco Carl von Linneo, que
estableció el sistema binomial (con dos términos) moderno de nomenclatura referente a
la clasificación, y el del médico y botánico William Withering, que introdujo el fármaco
digitalina.118

En el campo de la cirugía, John Hunter realizó importantes progresos en esta


disciplina. El médico británico James Lind trató el escorbuto y para ello combatió el
déficit de vitamina C que causaba la enfermedad con la bebida del zumo de limón, a lo
que se unió, en 1796, el descubrimiento del médico británico Edward Jenner del
principio de la vacunación como medida preventiva frente a la viruela. Su contribución
posibilitó el control de esta temida enfermedad y estableció la ciencia de la
inmunización. Este avance científico fue empleado por el reformador social británico
John Howard quien fomentó el tratamiento de los internos en los hospitales y cárceles
de toda Europa.119

El siglo XIX vendrá marcado por tres hechos trascendentales para la disciplina
médica y la Humanidad. La publicación en 1859 de la teoría de la evolución de Charles
Darwin reavivó el interés por la ciencia de la anatomía y la fisiología comparadas. A ello,
se unieron los experimentos sobre el cruce de plantas del biólogo austriaco Gregor

118
Ibidem, p. 192.
119
Ibidem, p. 216.

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Johann Mendel que tuvieron un efecto semejante ya que estimularon y favorecieron los
estudios sobre la genética humana y la herencia.

13. Bernard Direxit: Chirurgie —cirugía—(1779). Amputación de mama.

El segundo suceso fueron los primeros estudios del químico y microbiólogo


francés Louis Pasteur sobre la fermentación que acabaron con el concepto de la
generación espontánea y fomentaron un marcado interés en la teoría de que …la
enfermedad es el resultado de un contagio específico. A este hecho se unió el trabajo
inédito sobre la fiebre puerperal del médico estadounidense Oliver Wendell Holmes y
del obstetra húngaro Ignác Fülöp Semmelweis. Demostraron que la elevada tasa de
mortalidad en mujeres después del parto era debida a agentes infecciosos transmitidos
por las manos contaminadas de los médicos. El último, y de semejante calado que las

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contribuciones de Pasteur, fueron las del médico y bacteriólogo alemán Robert Koch en
el campo de la bacteriología; el desarrollo de este campo se considera el avance
individual más importante de la medicina.120

Todos los progresos realizados en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad


y de los métodos quirúrgicos durante el siglo XIX, fueron el resultado de los
descubrimientos del siglo anterior. Un ejemplo claro fue el desarrollo de los
procedimientos diagnósticos de las enfermedades torácicas realizadas por el médico
austriaco Leopold Auenbrugger, para lo que empleó el método de la percusión, descrito
por primera vez en 1761. Su trabajo, sin embargo, fue ignorado hasta 1808 cuando se
publicó una traducción francesa por el médico personal de Napoleón. Tendría que
esperarse hasta 1819, para que el médico francés René Théophile Hyacinthe Laënnec
inventara el fonendoscopio, instrumento muy utilizado por los profesionales sanitarios
hasta la actualidad.

Un importante avance vino marcado por los nuevos métodos de diagnóstico de


enfermedades que favoreció el etiquetado de muchas de ellas: el médico Thomas
Addison descubrió el trastorno de las glándulas suprarrenales conocido como
enfermedad de Addison; Richard Bright diagnosticó la nefritis o enfermedad de Bright;
Tomas Hodgkin describió una enfermedad maligna del sistema linfático conocida por
enfermedad de Hodgkin; el cirujano y paleontólogo James Parkinson describió la
enfermedad crónica del sistema nervioso denominada enfermedad de Parkinson; y el
médico irlandés Robert James Graves diagnosticó el bocio exoftálmico, tóxico, también
denominado enfermedad de Graves.121

Gracias a estos avances, en pocos años, se lograron aislar y concretar las causas
de procesos y enfermedades como el carbunco, la difteria, la tuberculosis, la
enfermedad de Hansen (lepra) o incluso la temida peste. Entre los primeros
bacteriólogos que destacaron en este momento, se encontraba el fisiólogo alemán
Edwin Theodore Albrecht Klebs, quien logró aislar el bacilo causante de la difteria e
investigó la bacteriología del ántrax y la malaria. A esto se unieron los trabajos llevados a

120
MENDOZA-VEGA, J. M. D. (2003). Opus cit., p. 171-186 y 204.
121
JARAMILLO ANTILLÓN, J. Historia de la filosofía de la medicina. San José- Costa Rica: Editorial
Universidad de Costa Rica, 2005, p. 112.

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cabo por el bacteriólogo alemán Friedrich August Johannes Löffler, que descubrió la
bacteria causante de la gonorrea, y los del médico noruego Gerhard Henrik Hansen, que
descubrió el bacilo causal de la lepra.122

En el ámbito del combate contra las infecciones que causaban estragos en la


población, mediante la prevención se superaron grandes escollos que causaban
numerosas muertes y dejaban secuelas de considerable importancia en los individuos. El
ginecólogo alemán Karl Sigismund Franz Credé desarrolló un método que consistía en
administrar gotas de una solución antiséptica de nitrato de plata en los ojos de los
recién nacidos para prevenir la oftalmia gonocócica y que se ha continuado empleando
hasta la actualidad. También destaca el método de inmunización de Pasteur mediante el
cual se inyectaba virus atenuados y que se empleó con éxito en el tratamiento de la
rabia. Dentro de estas líneas de investigación debe incluirse la del bacteriólogo alemán
Emil Adolph von Behring quien desarrolló sueros inmunizantes contra la difteria y el
tétanos. Además se avanzó en el campo de la investigación del sistema inmunitario,
cuando el bacteriólogo ruso Iliá Mechnikov fue el primero en describir los fagocitos
destructores de bacterias y otros elementos extraños al organismo123. En 1898 el médico
británico Ronald Ross demostró el papel del mosquito como transmisor del parásito de
la malaria y dos años después, en 1900, el médico, cirujano y bacteriólogo del ejército
estadounidense Walter Reed y sus colaboradores, tras trabajar sobre una sugerencia
realizada por el biólogo cubano Carlos Juan Finlay, demostraron que el mosquito era el
vector de la fiebre amarilla.124

Debe destacarse que todos estos adelantos en la Microbiología favorecieron


considerablemente a la Cirugía, que se benefició de manera significativa de la teoría de
los gérmenes. El cirujano británico y biólogo Joseph Lister adoptó el uso del ácido
carbólico como agente antiséptico con resultados importantes en el descenso de la
mortalidad debida a la infección de las heridas. Las pruebas y estudios aportados por
Lister que demostraban que las bacterias se transmiten a través del aire permitieron,
más tarde, comprender dicha transmisión por medio de las manos y los instrumentos

122
Ibidem, p. 89.
123
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A. (2002), Opus cit, p. 216-217, 251 y 279.
124
Ibidem, p. 43-64.

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(fómites), cuya esterilización introdujo la era de la cirugía aséptica, a lo que se unió el


descubrimiento y empleo de los anestésicos, situación que perdura hasta la
actualidad.125

Con el progreso de la física y la química, se produjo un enorme avance de la


fisiología durante el siglo XIX. Entre los más conocidos fisiólogos de este periodo se
encuentran el químico alemán Justus von Liebig, que desarrolló los métodos analíticos
de la química orgánica y la química de los alimentos (el metabolismo). Por otro lado, el
físico y fisiólogo alemán Hermann Ludwig Ferdinand von Helmholtz, quien inventó el
oftalmoscopio y el oftalmómetro, investigó la velocidad de los impulsos nerviosos y de
los procesos reflejos, y llevó a cabo estudios relevantes sobre óptica y acústica. A ellos
se unió el trabajo del histólogo español Santiago Ramón y Cajal que contribuyó al
conocimiento moderno de la estructura y función del sistema nervioso.

Además, el fisiólogo francés Claude Bernard, fundador de la medicina


experimental, realizó importantes descubrimientos sobre las funciones del páncreas, el
hígado y el sistema nervioso simpático que revolucionaron la concepción que existía
hasta este momento sobre estos órganos del cuerpo humano. En 1803, el biólogo
estadounidense John Richardson Young describió el proceso de la formación de ácido en
la digestión gástrica. Años más tarde, el cirujano estadounidense William Beaumont
publicó sus interesantes estudios sobre los jugos gástricos y la fisiología de la digestión
basados en la observación de un paciente que padecía de una fístula gástrica. Otro
destacado hallazgo fue el trabajo de Bernard sobre la interacción del aparato digestivo y
el sistema vasomotor, que se centraba en el control del tamaño de los vasos sanguíneos,
y que sirvió de base para el desarrollo de la teoría del reflejo condicionado, base
posterior del conductismo defendida por el fisiólogo ruso Iván Petróvich Pavlov.126

125
MOLINA JIMÉNEZ, I.; ACUÑA ACOSTA, V. H.; GUTIÉRREZ, J. M.; JARAMILLO ANTILLÓN, J.; PÁEZ,
J.; JIMÉNEZ, M. Balances del siglo XX: historia, microbiología, medicina y física. San José-Costa
Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, Escuela de Estudios Generales (Sección de Historia
de la Cultura), 2004, Serie Cuadernos de Historia de la Cultura nº 11, p. 21-26.
126
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A. (2002). Opus cit, p. 176, 207 y 294-295.
Entre los otros fisiólogos del siglo XIX destacan el médico franco-estadounidense y fisiólogo
Charles Edouard Brown-Séquard, que investigó la función de varias glándulas del sistema
endocrino, y Carl Friedrich Wilhelm Ludwig, fisiólogo alemán que exploró la actividad cardiaca y
renal.

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Una ayuda de incalculable valor diagnóstico fueron los rayos X, descubiertos de


forma accidental por el físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen y que permitieron
grandes avances en esta parte de la disciplina médica, a lo que se unió el
descubrimiento del radio por los físicos franceses Pierre y Marie Curie permitió tratar
algunas formas de cáncer. El médico danés Niels Ryberg Finsen desarrolló una lámpara
de rayos ultravioletas, hecho que mejoró el pronóstico de algunas enfermedades de la
piel.127

En el capítulo de la ginecología, el médico y cirujano estadounidense, Ephraim


McDowell, realizó la primera extirpación quirúrgica de un tumor de ovario. Otro logro
destacado fue el del ginecólogo James Marion Sims quien salvó la vida de muchas
mujeres con la corrección quirúrgica de la fístula vésicovaginal (comunicación entre la
vejiga y la vagina) realizada por primera vez en 1845.

14. Florence Nightingale atendiendo a enfermos. London News, 24 de febrero de 1855.

En el campo de la Enfermería, éste es el momento se produce una modificación


considerable en las competencias de los practicantes con la creación de la titulación de
cirujano dentista. Además, se establecen para los estudios de comadrona, una serie de
requisitos considerablemente estrictos: haber aprobado la primera enseñanza
elemental; tener 20 años cumplidos y ser casadas o viudas. En el caso de las casadas

127
MENDOZA-VEGA, J. M. D. (2003). Opus cit, p. 195-207.

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tenían que presentar un documento donde el marido las autorizase a trabajar; y poseer
certificado de buenas costumbres expedido por su párroco.

Este nuevo reparto de tareas constituyó una desestructuración de las tareas de


enfermería que benefició considerablemente tanto a practicantes como a comadronas
que llevó aparejado una disminución de la calidad de la asistencia hasta llegar a niveles
en los que estas tareas eran desempeñadas por mujeres que no sabían leer ni escribir y
que no tenían ningún tipo de preparación académica.128

En los hospitales civiles carentes de gestión eclesiástica, el panorama era


deprimente, a diferencia de los religiosos, donde su situación era algo mejor, ayudada
por la formación suministrada por las monjas veteranas que se dedicaban a formar a las
nuevas. Concepción Arenal en su reforma del sistema penitenciario y sanitario señaló la
necesidad de crear escuelas para formar enfermeras como antes, pero este intento no
tuvo éxito, lo que ocasionó que la profesión no fuera de elección a la hora de
incorporarse al mundo laboral, ya que entrañaba una mala consideración a nivel social y
profesional.

Surge la figura de Florence Nightingale quien trabajó en el Instituto de


Diaconisas de Kaiserswerth en Alemania y en la Maison de la Providence de las
Hermanas de la Caridad de París, donde se nutrió y le permitió adquirir la formación que
llevó al Hospital de Scutari, en Turquía, durante la Guerra de Crimea, como
superintendente de un grupo de enfermeras, en octubre de 1854129. Tras su regreso a

128
GARCÍA MARTÍN-CARO, C.; MARTÍNEZ MARTÍN, M. L. (2007). Opus cit, p. 122-158.
Las enfermeras eran relegadas a tareas de sirvienta y tenían sueldos muy inferiores a los de los
enfermeros.
129
Ibidem, p. 138-141.
Instruyó a toda prisa 38 enfermeras dispuestas a ir a un hospital de guerra en la otra punta del
mundo, donde atendieron entre 3000 a 4000 soldados heridos e ingresados en condiciones
higiénicas deplorables. Los mandos militares a cargo del destacamento mostraron una actitud de
rechazo, ya que no estaban nada predispuestos a ser mandados por una civil que encima era
mujer. El índice de mortalidad que se estimaba por encima del 40 % logró disminuirlo casi un 3 %
a base de aplicar mejoras en la calidad asistencial, tanto médica como humana de los pacientes.
Demostró, durante su estancia en este hospital, dotes de administradora que con los recursos
básicos organizó salas de hospitalización limpias y confortables, asistencia de enfermería
adecuada, cocinas eficientes, salas de recreo y medios para distraer a los enfermos, lavandería...
Debe destacarse la situación, que posteriormente la ha identificado, que fue el uso de la lámpara
durante sus rondas nocturnas por el hospital para ver el estado de los pacientes más graves.

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Inglaterra, aquejada de una grave enfermedad, destacó, entre otras cosas, por su
formación en matemáticas y estadística, situación que demostró al hacer públicos los
resultados de las actuaciones acometidas en Turquía, llegando incluso a publicarlo en un
libro que abordaba, entre otros temas, la calidad y administración hospitalaria castrense
al que se le unió sus conocidas Notas de enfermería en 1859. Además fundó una escuela
de enfermeras ayudada por los donativos de civiles y soldados, formando profesionales
de la enfermería para hospitales, domicilios y enseñanza.

En el siglo XX, extremado deudor de su predecesor, se llegaron a observar como


todos los descubrimientos realizados hasta la fecha se materializaban en nuevos logros y
mejoras en las disciplinas sanitarias. Estos se fundamentaron en la superación y
vencimiento de muchas enfermedades infecciosas gracias a las vacunas, los antibióticos
y la mejora de las condiciones de vida.

Entre las enfermedades que asolaron y afectaron a la población a este siglo,


destacó el cáncer, enfermedad cada vez más frecuente, aunque se tenía constancia de
su existencia desde la Edad Media. Se lograron, gracias a los considerables avances de la
Ciencia, combatir muchas de sus formas con eficacia, ayudados por el desarrollo de
numerosos tratamientos. Este siglo, también ha venido marcado, por el inicio de
investigaciones básicas sobre los procesos vitales, así como importantes
descubrimientos en muchas áreas, en especial en lo que concierne a la base de la
transmisión de defectos hereditarios y a los mecanismos físico-químicos de la función
cerebral.

Un hallazgo fundamental ocurrido en la primera mitad del siglo XX fue el


conocimiento del mecanismo de transmisión de los caracteres hereditarios. Oswald
Theodore Avery y sus colaboradores del Instituto Rockefeller llevaron a cabo un avance
importante en la década de los años cuarenta, cuando mostraron que algunos de ellos
podían pasar desde una bacteria a otra a través de una sustancia denominada ácido
desoxirribonucleico, ADN. En 1953 el físico inglés Francis Harry Compton Crick y el

Organizó distintos hospitales de la zona hasta que enfermó gravemente y tuvo que volver a
Inglaterra en 1856.

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biólogo estadounidense James Dewey Watson propusieron una estructura química del
ADN que explicaba cómo se transportaba la información genética.130

En el campo de la Cirugía, destacaron numerosos avances que se deben a la


tecnología o a la aparición de nuevos fármacos. El trasplante de órganos se vio facilitado
por el desarrollo de nuevos medicamentos para prevenir el rechazo. Las operaciones de
bypass fueron posibles gracias al uso de corazones artificiales que permiten parar el
corazón mientras se realiza la operación. La endoscopia hizo posible el desarrollo de una
cirugía mínimamente invasiva, lo que permitió realizar, en una operación de apendicitis,
por ejemplo, pequeñas incisiones, situación que, por otro lado, permitió reducir la
cantidad de anestesia requerida en la operación, así como el tiempo de recuperación del
paciente.

La mejora del saneamiento, los antibióticos y las vacunas ayudó a combatir a


numerosos enfermedades. El tratamiento farmacológico específico para las infecciones
comenzó con el descubrimiento del médico alemán Paul Ehrlich de la arsfenamina, un
compuesto de arsénico, empleado como tratamiento de la sífilis. A este descubrimiento
siguió, en 1932, el hallazgo de la eficacia ante infecciones estreptocócicas, de un de que
un colorante, el rojo prontosil, por el científico alemán Gerhard Domagk, a lo que se le
unió el descubrimiento del principio activo del mercurocromo, sulfanilamida, que
produjo la proliferación del primer grupo de fármacos importantísimos como lo son los
antibióticos sulfamidas. La purificación de la penicilina en 1938 por los bioquímicos
británicos Howard Florey y Ernst Chain ocurrió diez años más tarde del descubrimiento
de Alexander Fleming de la actividad bactericida del hongo Penicillium. Tras conocer su
estructura pudo utilizarse de forma masiva en medicina. Con la II Guerra Mundial estalló
la producción comercial de este antibiótico, lo que favoreció a la disminución, en gran
medida, del número de muertes.131

Se descubrió, de igual forma, un tratamiento específico para la tuberculosis: la


estreptomicina, a la que el bacilo de Koch se hizo resistente con el paso de los años,
empleándose como apoyo la combinación de rifampicina con isoniacida. La lepra o
enfermedad de Hansen se trata de forma eficaz con fármacos denominados sulfonas y la

130
SÁNCHEZ GONZÁLEZ, M. A. (2002). Opus cit, p. 263-270.
131
MENDOZA-VEGA, J. M. D. (2003). Opus cit, p. 161-186.

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malaria con derivados de la quinina, extracto de la corteza del quino. Pese a que se ha
trabajado arduamente, no se han encontrado antibióticos para enfermedades causadas
por virus, pero las vacunas se convirtieron en punto clave para la prevención132. Los
microbiólogos americanos John Franklin Enders y Frederick Chapman Robbins
desarrollaron en la década de 1930 un método para hacer crecer los virus en cultivos
tisulares, que se convirtió en un avance de primer orden para la preparación de vacunas
contra estos microorganismos. Este descubrimiento posibilitó la consecución de las
vacunas contra la fiebre amarilla, la poliomielitis, el sarampión y la rubeola.

Destacaron los estudios llevados a cabo sobre la función cerebral, órgano que ha
sido una de las últimas partes exploradas del cuerpo humano. En el siglo XIX, el histólogo
español Santiago Ramón y Cajal utilizó tintes químicos para definir pequeñas áreas del
cerebro, pero se precisaron instrumentos más sofisticados para asignar funciones a
dichas áreas. Durante la primera mitad del siglo XX, en la década de los cuarenta y
cincuenta, el neurocirujano Wilder Graves Penfield estimuló distintas partes del cerebro
de sus pacientes durante la cirugía y demostró la localización de varias funciones
musculares y emocionales. El estudio de personas cuyos hemisferios derecho e
izquierdo habían sufrido lesiones, mostró que cada parte del cerebro tenía a su cargo
diferentes actividades. Este hallazgo tendrá que esperar a la década de los setenta para
ser demostrado, de manera demoledora, mediante técnicas sofisticadas de imagen133.
Destacó también los descubrimientos sobre el funcionamiento de los nervios y la teoría
de los neurotransmisores, desarrollada durante el siglo XX, que establecía que los
impulsos se transmiten de un nervio a otro por una combinación de señales eléctricas y
químicas.

En el campo de la inmunología, hasta el siglo XX, el conocimiento del sistema


inmunológico era limitado. Primero se conoció la producción de anticuerpos en
respuesta a la infección o a la inmunización. Durante la década de 1930, el inmunólogo
Karl Landsteiner demostró la gran especificidad de las reacciones de los anticuerpos. Los
científicos también descubrieron que existían varias clases de anticuerpos y se puso de

132
Entre las primeras estuvo la de la viruela, descubierta por Edward Jenner en 1796; la de la
fiebre tifoidea, desarrollada por el bacteriólogo inglés Almroth Wright en 1897; la de la difteria
en 1923, y la del tétanos en la década de 1930.
133
GARGANTILLA, P. (2011). Opus cit, p. 261-284.

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manifiesto la relación entre la llamada inmunoglobulina E y la alergia, además de


precisar la estructura de un tipo de inmunoglobulina por primera vez en los años
cincuenta.

En lo referente a la salud mental, a inicios del siglo, la psicopatología seguía


considerándose como sinónimo de locura, siendo los enfermos mentales sometidos a un
confinamiento cruel en el que recibían escasa ayuda en centros especializados para tal
fin. Las teorías postuladas por Sigmund Freud fueron uno de los primeros intentos de
dar luz al entendimiento del mal funcionamiento de la mente, pero los métodos del
psicoanálisis, propuestos por él y modificados por sus seguidores, no demostraron ser
eficaces en el tratamiento de algunas psicosis graves. Se pusieron en práctica dos
intentos de tratamiento de los procesos psicóticos: la leucotomía, también denominada
lobotomía, introducida en 1935; y el electrochoque, electroshock o terapia
electroconvulsionante, ideada y puesta en práctica en 1938134. La introducción de
fármacos fue uno de los mayores progresos en el tratamiento de estas enfermedades.
Los primeros, las fenotiacinas, se comenzaron a emplear a principios de la década de
1950 para tratar la esquizofrenia, demostrando su alta eficacia en el tratamiento de los
síntomas de muchos pacientes con esta psicopatología aguda. Sin embargo, el
entusiasmo inicial, que llevó a pensar que los hospitales mentales se podrían cerrar, fue
sólo una ilusión. Los médicos se dieron cuenta que a algunos de estos pacientes que no
mejoran con fármacos, en cualquier caso se les debía proporcionar ayuda psicológica.
También se encontraron que algunas personas tratadas con fenotiacinas durante
muchos años desarrollan un trastorno neuromuscular complejo denominado disquinesia
tardía. Otro importante avance en la farmacología de las enfermedades mentales fue el
uso del litio para tratar la enfermedad maníaco-depresiva, a lo que se unieron el
descubrimiento y empleo de los antidepresivos tricíclicos, fármacos muy útiles en el
tratamiento de la depresión.

En el ámbito de la bioquímica aplicada a la Medicina, jugó un importante papel la


introducción, en 1912, del término vitamina por el bioquímico polaco Casimir Funk,

134
La leucotomía y otras formas menos graves de psicocirugía se emplean de forma puntual en la
actualidad, y el electrochoque se emplea para el tratamiento de la enfermedad depresiva grave
cuando han fracasado otros tratamientos farmacológicos.

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quien aisló una gran variedad de estos compuestos y definió sus funciones nutricionales,
aportando un tratamiento eficaz para la pelagra, el beriberi, el raquitismo y otras
enfermedades producidas por deficiencias nutricionales. En 1926, los médicos
estadounidenses George Minot y William Murphy descubrieron que el consumo de
hígado era eficaz para tratar la anemia perniciosa, a lo que se unió, en 1948, el hecho de
aislar el factor vitamina B12. Con el creciente conocimiento de la actividad de las
glándulas endocrinas, se realizaron numerosos intentos para aislar sus secreciones,
denominadas hormonas. El extracto del tiroides, eficaz en el tratamiento del
hipotiroidismo congénito, del cretinismo y del mixedema, fue la primera hormona de
uso clínico. De importancia más trascendental para el tratamiento de la diabetes, fue el
aislamiento en el páncreas de la secreción endocrina insulina, introducida en 1923 por
los médicos canadienses Frederick Banting y Charles Best. La síntesis de las secreciones
internas de las glándulas reproductoras masculinas, la testosterona, y femeninas,
estrógenos, permitió el tratamiento de desajustes del sistema reproductor. Las
glándulas suprarrenales fueron la fuente del poderoso vasoconstrictor adrenalina,
aislado por el químico estadounidense de origen japonés Jokichi Takamine en 1901; en
la década de 1940 el médico canadiense Hans Selye demostró que esta sustancia
mediaba las reacciones de estrés. En 1943 la hormona ACTH se obtuvo del lóbulo
anterior de la glándula pituitaria o hipófisis, que regula la actividad de otras glándulas
endocrinas. En 1946 se sintetizó la cortisona, hormona producida por las glándulas
adrenales.

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CAPÍTULO II

LA ORGANIZACIÓN SOCIAL EN NÚCLEOS


URBANOS (SIGLOS XIX-XX)

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2. CAPITULO II. LA ORGANIZACIÓN SOCIAL EN NÚCLEOS URBANOS (SIGLOS


XIX-XX).

A lo largo de la Historia de la Humanidad, los lugares habitados por los seres


humanos han sido delimitados y modificados con la finalidad de transformar el espacio
salvaje para definir el ámbito de las cosas humanas: de la casa, de la aldea, de los
terrazgos, de los caminos y muy concretamente del espacio urbano.135

Para García Cortázar, la organización social del espacio presenta tres cuestiones
fundamentales que deben ser analizadas para el correcto entendimiento de una
determinada organización social: el poder, el espacio y la sociedad136. Esta organización,
debe entenderse como una proyección de la estructura del poder de una determinada
sociedad en sus diferentes ámbitos, como el imaginario, el simbólico o el físico, que
interactúa con el medio en el que se halla inmerso, contribuyendo a definirlo y
jerarquizarlo, sirviendo éste de asiento eficaz a la reproducción de la estructura de
poder de una sociedad dada a un territorio concreto.137

Geográficamente, Canarias presenta unas características particulares de las que, la


más destacada, es la fractura de su territorio, dividido en islas, con características
propias, particulares y variadas. Al centrarnos en la organización social de éstas,
podríamos retrotraernos hasta el mismo momento en que los castellanos, abanderados
de la Corona de Castilla, toman posesión de ellas en su nombre tras la Conquista, lo que
significaría extenderse en demasía en el tema que tenemos entre manos. Es por ello,
que me centraré en los siglos XIX y XX, en la isla de Tenerife, y en concreto en la ciudad
de Santa Cruz de Tenerife. Todo esto, conlleva un sacrificio de detalles y aspectos
singulares de cada ciudad específica, ganándose en cambio, perspectiva y densidad
desde el punto de vista de la explicación de las transformaciones estructurales dentro de
una dinámica secular, cambios apreciados en la historia comparada de la región y las
transformaciones de las diferentes formas gubernamentales que han existido en nuestro

135
ORTEGA VALCÁRCEL J. El microcosmos humanizado: Los núcleos urbanos y las
comunicaciones. In, Historia de la ciencia y de la técnica en la Corona de Castilla. Tomo I.
Salamanca: Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2002, p. 277-278.
136
GARCIA DE CORTÁZAR, J. A. (Dir.). Organización social del espacio en la España medieval. La
Corona de Castilla en los siglos VIII al XV. Barcelona: Editorial Ariel, 1985, p. 11-42.
137
CUCÓ GINER, M. J. Antropología urbana. Barcelona: Editorial Ariel, 2008, p.110-111.

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territorio insular, entendiendo por «territorio» no solo como algo puramente físico, sino
además como un espacio político y jurisdiccional a nivel relacional, espacial y
administrativo sobre el que se proyectaban unos determinados poderes.

2.1. EL PODER.

La zona sobre la que actualmente se asienta la ciudad, y en general el municipio


de Santa Cruz de Tenerife, ha sido empleada como lugar de ocupación humana desde
épocas de los primeros pobladores de la Isla, unos 2.000 años atrás, según acreditan las
conclusiones a las que se ha llegado tras un análisis exhaustivo de los restos se han
encontrado en este paraje.138

El emplazamiento de Santa Cruz de Tenerife, decidido por el Adelantado Alonso


Fernández de Lugo, ocupó el territorio que los guanches denominaban Añazo o Añaza.
Este, fue el lugar donde se procedió al desembarque para dar inicio a la Conquista de la
Isla, así como el emplazamiento donde se plantó una cruz que dio origen al nombre a la
ciudad en abril de 1494. El Adelantado llegó portando una tropa de peninsulares y
canarios formada por unos 2.000 hombres de a pie y 200 a caballo, sin tener presente
en su mente el desafortunado suceso que le esperaba con la derrota de Acentejo,
suceso que le obligó al abandono de la Isla, regresando en 1495 para la consecución de
sus intenciones y el remate definitivo de la ocupación del territorio. Al término de la
trabajosa empresa, y con laureles en la sien, esta ubicación quedó configurada como un
modesto caserío de pescadores, dependiente de San Cristóbal de La Laguna, ciudad,
ésta última, en la que se estableció la capital Insular.139

Durante el siglo XVIII se produjo el verdadero desarrollo poblacional y


urbanístico de Santa Cruz. En mayo de 1706 tiene lugar la erupción volcánica del Trevejo
que sepultó, con sus productos volcánicos, la floreciente ciudad de Garachico,
emplazamiento provisto de puerto que era la puerta principal de entrada de Tenerife. La
lava que la cubrió no permitió la recuperación del lugar, lo que proporcionó al puerto de

138
Los yacimientos arqueológicos encontrados en este emplazamiento, pertenecientes a los
guanches del Menceyato de Anaga, nos hacen pensar que esta ubicación fue empleada durante
muchos cientos de años atrás.
139
En su segunda venida a Tenerife, lo primero que realizan los castellanos es la reconstrucción
de la Torre de Añazo, fortín que en un primer momento utilizan como mecanismo defensivo
frente a las incursiones y ataques de los habitantes de la Isla.

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Santa Cruz el máximo protagonismo en la Historia insular. En 1723 se produce el


traslado y asentamiento de la residencia del Comandante General de Canarias, el
Capitán General Lorenzo de Villavicencio, ubicado hasta la fecha en la ciudad de San
Cristóbal de La Laguna, lo que proporcionó un importantísimo protagonismo a la urbe.140

15. Adelantado Alonso Fernández de


Lugo, I. Salcedo, en Waldo Giménez
Romera: Crónica General de España.
Islas Canarias, Madrid, Ed. Rubio, Grilo
y Vitturi (1868).

Ser el punto neurálgico y


estratégico para el control de
Tenerife y del resto de las Islas
Canarias fue lo que motivó, por
parte de fuerzas extranjeras, a
varios intentos para lograr su
conquista y dominio. En las dos
ocasiones victoriosas más
conocidas, Santa Cruz confirmó
su solidez defensiva como plaza fuerte: el ataque del vicealmirante John Jenning en
1706 y la del almirante Horacio Nelson en 1797, el más importante acontecimiento
militar de la historia de la ciudad, en el que tropas y ciudadanos se defendieron, al
mando del General Gutiérrez. Este destacado hecho histórico-militar llevó a que a
comienzos del siglo XIX, en 1803, el rey Carlos IV le otorgara el título de villa exenta, con
derecho a establecer su propio ayuntamiento, con la denominación de Muy Leal, Noble,
Invicta y Muy Benéfica Ciudad, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, lo
que supuso su emancipación administrativa con respecto al municipio de La Laguna,
mediante la Real Cédula de 28 de agosto. Su importancia política y administrativa queda
claramente definida, cuando en 1813, se la designa como capital de la única provincia
que iba a formar Canarias, en pugna con las ciudades de San Cristóbal de La Laguna y de

140
El desarrollo económico y el florecimiento cultural, ocasionó en gran medida la apertura de la
primera imprenta de Canarias y la edición periódica de prensa escrita en 1751.

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Las Palmas de Gran Canaria141, motivado por la intervención efectuada por el político
José Murphy y Meade, a lo que se unía el hecho de poseer el máximo poder castrense
en las Canarias.

Otro hecho trascendental para la historia de esta ciudad fue el decreto de


Puertos Francos que 1852 que favoreció, considerablemente, el desarrollo del Puerto de
Santa Cruz y de la ciudad que lo rodea, convirtiéndose en un importante enclave
comercial. Con la expansión colonial europea por África, que durante este siglo se
produce, los puertos canarios se convirtieron en puertos de escala estratégico para el
avituallamiento de carbón preciso para los buques de vapor.

Años más tarde, en 1859, le es concedido el título de «Ciudad» mediante el Real


Decreto de 29 de mayo, a lo que se unió el otorgamiento del título de «muy benéfica»
mediante el Real Decreto de 23 de abril de 1894, como reconocimiento a los vecinos
ante el comportamiento manifestado en la epidemia de cólera que asoló la urbe en
1893.

La dictadura de Primo de Rivera la despoja de la capitalidad y menguó su


protagonismo en la gestión provincial. En 1927, mediante el Real Decreto de 21 de
septiembre, se divide la provincia de Canarias en dos, concediéndosela a Las Palmas de
Gran Canaria la capitalidad de la provincia oriental y a Santa Cruz la de las Islas
occidentales.

2.1.1. EL PODER CENTRAL.

A mediados del siglo XVI la administración y defensa de las islas de realengo


estaba a cargo de sus respectivos gobernadores designados por la Corona, mientras que
la de las islas de señorío, corría por cuenta de los señores jurisdiccionales, cada uno de
los cuales contaba con sus propias milicias locales para la defensa de la plaza. Las
incursiones de piratas berberiscos y corsarios franceses que perseguía obtener preciosos
botines procedentes de las Islas y de todos aquellos barcos que las circundasen, llevó a
Felipe II a disponer, en 1573, que los gobernadores letrados fueran sustituidos por

141
El Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 efectúa una división civil de territorio español en
la Península e islas adyacentes en 49 provincias.

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gobernadores militares142. El inicio de la Guerra Anglo-Española en 1585 motivó que los


ingleses se sumaran a estos maleantes que atacaban y sembraban el miedo en las
Insulas.

16. Tiziano Vecellio: Felipe II (1551).

En 1589 Felipe II reorganizó la defensa de


Canarias instituyendo la Capitanía General, a
cuyo titular se le confirió también la
presidencia de la Real Audiencia. Así, el
Capitán General era la máxima autoridad
militar, civil, gubernativa y judicial de las Islas,
equivalente al que en otros partes del Reino
de España se les denominaba virrey.143

La aglutinación de poder y
responsabilidades en la sola persona del
capitán general llevó a que, durante los siglos
XVI y XVII, la institución no tuviera una
consideración buena entre las autoridades
locales y los isleños. Fueron habituales
conflictos con los cabildos, ayuntamientos y
oidores de la audiencia, contra quienes, llegaron incluso, a dictarse prisión arbitrarias
abusando del poder otorgado por el Rey144. Fueron tales los atropellos que se llegó a
solicitar la abolición del cargo a la Corte madrileña.145

142
GIMÉNEZ ROMERA, W. Crónica de las Islas Canarias. Madrid: Editores Rubio, Grilo y Vitturi,
1868, p. 86 y ss.
143
Novísima recopilación de la Leyes de España dividida en XII libros, en que se reforma la
Recopilación… Madrid, 1805. [Edición facsímil]. Madrid: Boletín Oficial del Estado, 1975, 6 Tomos.
144
MADOZ, P. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de
ultramar. Madrid: Imprenta del Diccionario…, 1846, Tomo V, p. 410-411.
145
VIERA Y CLAVIJO, J. DE. Noticia de la Historia General de las Islas Canarias. IV Volúmenes.
Santa Cruz de Tenerife: Goya Ediciones, 1950-1952, Libro XIII, capítulo XVIII y ss.
Los excesos de la tropa llegada de la península, las levas entre la población, la imposición de
nuevos impuestos, las cuestiones de protocolo, la parcialidad en las relaciones comerciales, el
favoritismo entre islas y las reclamaciones canarias a la corte para que aboliese el cargo, que a
menudo se vieron obstaculizadas.

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El primer capitán general fue Luis de la Cueva y Benavides, quien llegó a Canarias
con 600 soldados en abril de 1589. Tras el ataque efectuado sobre Fuerteventura por el
rey de Argel, Jabán Arráez, junto a una flotilla de piratas berberiscos que arrasaron la
capital y derrotando a las tropas llegadas desde Gran Canaria, se generó tal descontento
y malestar entre la población, que llevó a Felipe II a suspender la capitanía general y
devolver la defensa de las Islas a su antiguo estado, asumiendo los gobernadores esta
responsabilidad.

En 1625, Felipe IV envió a Francisco de Andía Irarrazábal y Zárate en calidad de


veedor y reformador para que estudiase la manera de optimizar la defensa de las Islas
que sufrían numerosos ataques de corsarios y piratas. De estas gestiones se tomó la
decisión de instaurar nuevamente la capitanía general, que en 1629 volvió a tener al
frente un titular, Juan de Riera Zambrana.

Durante el siglo XVIII, el poder central había sido representado en la isla de


Tenerife, fundamentalmente, por un tripartito compuesto por la Real Audiencia, el
Corregidor y el Comandante General. Hasta 1723, las tres residían en la ciudad de San
Cristóbal de La Laguna, momento en el que se traslada la Comandancia a Santa Cruz.

Por su representación inmediata de la figura del la Corona en Canarias, la


autoridad que ostentaba el Comandante General era prácticamente absoluta. Disponía,
además, de la fuerza jurídica y militar, ya que presidía la Audiencia en calidad de
miembro nato, y era el máximo responsable de la institución castrense. Durante la
primera mitad del siglo XIX, con las tendencias reformistas presentes en España, poco a
poco fue abandonando su responsabilidad civil, para en la segunda mitad, centrarse
exclusivamente en la militar146. En ausencia o carencia del capitán general, su puesto lo
ocupaban provisionalmente los corregidores, quienes también fueron capitanes a guerra

146
CIORANESCU, A. Historia de Santa Cruz de Tenerife. IV Tomos. Santa Cruz de Tenerife: Servicio
de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1979, Tomo III, p. 177-
178.
A ellos se unen: el general Perlasca que promovió la canalización de algunos barrancos y arreglo
del camino hacia La Laguna; el general Morales, que mejoró considerablemente las tareas
realizadas por su predecesor, el general Robles, en la conducción del abastecimiento de aguas a
la urbe; el Marqués de la Concordia, un paseo que llevaba su nombre; y, por último, el general
Weyler con la construcción del Palacio de la Capitanía General de Canarias.

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hasta 1767, año en el que se instituyó la figura del segundo comandante e inspector
general, sobre quien recaía el mando en ausencia del capitán general.

Comenta Cioranescu, que la ciudad de Santa Cruz debe mucho a la actividad


administrativa civil que esta figura gubernamental desarrolla, quedando nombres de
muchos de ellos en nuestra memoria por los beneficios que sus obras trajeron a la urbe:
el general Robles proporcionó un sistema de conducción de aguas a la población;
Branciforte realizó numerosas mejoras, entre las que destacan el Hospital y la Alameda;
y Gutiérrez, el título de Villa exenta.

Con la supresión de sus atribuciones civiles, su actividad quedó reducida y


limitada al mando castrense, lo que lo apartó de los arduos acontecimientos políticos
que durante estos años ocurrieron en la Historia de España. Pero, esta indiferencia y
dependencia fue teórica, ya que las estrategias políticas persisten a la hora de generar
nombres de candidatos para puestos como éstos. Pese a ello, la figura del Capitán
General no se desvirtuó, persistiendo su estatus de fuera de clase.

Con respecto a la sede de la Capitanía General, originalmente fue establecida en


la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, para ser traslada a Tenerife en 1656 por orden
el general Alonso Dávila y Guzmán, aunque el primero en recibir autorización para elegir
su ubicación fue Jerónimo de Benavente en 1661, que la estableció en la casa construida
por Diego Alvarado Bracamonte en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. En 1723
Lorenzo de Villavicencio a su llegada a Tenerife para la toma de posesión de la Capitanía,
decidió instalar la sede en Santa Cruz, en el castillo de San Cristóbal, iniciándose, a partir
de este momento, a ejecutarse numerosos cambios que coincidirán con los paulatinos
reemplazos de los capitanes: en 1740, instalarse en el número 13 de la calle de La
Marina, por orden del capital general José Emparan; a finales del siglo XVIII, en 1791,
Antonio Gutiérrez se instaló en la calle San José esquina a San Francisco; en 1808 Carlos
O’Donnell lo hizo en la Casa Foronda, actual plaza de la Pila; los siguientes volvieron a la
calle de la Marina. 147

147
TOUS MELIÁ, J. Guía histórica del Museo Militar Regional de Canarias. Santa Cruz de Tenerife:
Producciones Gráficas S. A., 2000. p. 53 y ss.

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En 1852 se autorizó la construcción de un nuevo edificio que sirviera como sede


de la capitanía en la Plaza del Príncipe, pero al ser examinado el proyecto la superioridad
militar lo desechó. Al año siguiente, la sede fue trasladada al Palacio de Carta en la Plaza
de la Candelaria, hasta que definitivamente se le asigna emplazamiento, en 1881, con la
construcción del Palacio de Capitanía bajo las directrices del capital general Valeriano
Weyler y del ingeniero Tomás Clavijo y Castillo.148

17. Anónimo: Capitanía General de Canarias, Santa Cruz de Tenerife (1885).

Debe destacarse también la figura del Intendente, funcionario designado y


dependiente del rey, con sentido centralizador y absolutista, al que se le habían
asignado amplios poderes, teniendo como misión la de recaudar los tributos,
dinamizando la economía, a través del control de las autoridades locales, el cuidado de
las Reales Fábricas. Además, estaba encargado de impulsar el desarrollo de la agricultura
y la ganadería, así como la realización de mapas y censos entre otras cosas.

Esta figura se establece durante el reinado de Felipe V, bajo la asesoría del


francés Juan Bautista Orry. Tras valorarlo arduamente, se decidió introducir este
sistema, encargándole a estos «nuevos funcionarios», en un primer momento, la
administración financiera del ejército, ya que el país se hallaba en el contexto de la

148
DÍAZ PÉREZ, A. M. Las distintas sedes de la Capitanía General de Canarias en Santa Cruz de
Tenerife. In, VIII Coloquio de Historia Canario-Americana (1988). Las Palmas: Cabildo Insular de
Gran Canaria, 1991, Tomo II, p. 551-570.

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Guerra de Sucesión Española. En 1711, los primeros fueron nombrados con el cargo de
superintendente general del ejército, para la sujeción de los territorios conquistados,
controlando la hacienda, gasto público y lo referente al ejército. Fue tal su éxito, que se
consideró entonces otorgarles zonas territoriales, denominadas intendencias.149

La «Ordenanza de Intendentes» de 4 de julio de 1718, los convierte en


intendente de ejército y provincia, lo que les concedía un carácter castrense y civil a la
vez, otorgándoseles además, competencias en materia de justicia, hacienda, guerra y
policía. Poco a poco, se les fueron añadiendo facultades en el ámbito económico
(agricultura, comercio, industria, transportes), llegando en algunas ocasiones a ostentar
el cargo de corregidor de la capital de su provincia. Años más tarde, en 1724,
desapareció la función de intendente de ejército en las provincias sin tropa, quedando
limitados a los que dependían de cada capitanía general, a excepción de Navarra.150

En 1749, Fernando VI reorganizó todo el sistema, asignando una sola


intendencia por provincia, junto con el corregimiento de la capital, lo que fusionó en una
sola persona ambos cargo, aunque tan solo duró hasta 1766. Cada intendente sería
auxiliado por un teniente letrado o alcalde mayor subordinado, o incluso los dos a la vez,
para el ejercicio de las funciones judiciales.151

El primer intendente que se tiene en Canarias fue Francisco de Paula Paadín,


nombrado el 5 de marzo d 1812. A él, le siguió Francisco de Sierra Pambey en 1817 y así,
numerosos nombres, hasta 1849, momento en que es suprimida mediante el Real Orden
de 28 de diciembre, creándose la Delegación de Hacienda bajo las órdenes del Gobierno
Civil.152

Por último destacar al Gobernador Civil, autoridad política provincial creada por
Francisco Javier de Burgos y del Olmo bajo el reinado de Isabel II en 1833. Tiene sus
antecedentes en la figura del jefe político superior, máxima autoridad provincial creada
en el artículo 324 de la Constitución de Cádiz de 1812. Posteriormente, en 1814, este

149
ARTOLA, M. Enciclopedia de Historia de España. Madrid: Alianza Editorial, 1991, Tomo V, p.
678-679.
150
Ibidem.
151
El número y extensión de las provincias no fue estable, y se subdividieron en partidos.
152
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 184-189.

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cargo fue derogado por Fernando VII, y nuevamente restablecido durante el Trienio
Liberal de 1820 a 1823.

Su creación fue efectiva por Real Decreto del 23 de octubre de 1833 en que se
establece la figura de subdelegado de fomento, cuyas funciones versaban sobre
agricultura, industria y comercio, minería, ayuntamientos, policía general, instrucción
pública, sociedades económicas, hospitales y establecimientos benéficos, cárceles,
hermandades y cofradías, bibliotecas, museos, teatros y espectáculos, caza, pesca,
prevenciones generales, caminos, canales, etc. La estructura administrativa era el
subdelegado, un secretario, un oficial de primera y otro de segunda, dos de tercera y
otros dos de cuarta y un portero. En 1847 con el Real Decreto del 29 de septiembre se le
volvió a denominar gobernador civil.

Con el paso de los años, se produjeron modificaciones legales que afectaron en


sus responsabilidades. Así en el Real Decreto del 14 de agosto de 1893 en el que se
suprimían las secciones de Fomento y en 1925 sus funciones estaban establecidas en la
Administración Local y el Estatuto Provincial.

La figura del gobernador en Canarias fue creada al mismo tiempo que se


produce la división administrativa de las provincias, en 1812. Se le dio el nombre de Jefe
Superior Político, siendo el primero en ocuparlo Ángel José de Soverón, secretario del
Consulado de Cádiz, que llegó a Santa Cruz el 15 de enero de 1813 y ocupó el cargo
hasta el 29 de mayo de 1814. Tras él, esta figura vuelve a fusionarse con la del mando
militar, en este caso en la persona del general Rodríguez de la Buria. A ellos, les
siguieron Juan Ramírez de Cárdenas en 1822-23 y Rodrigo Castañón hasta octubre de
1823. Nuevamente desaparece unificándose con la figura militar.

Posteriormente fue modificada la denominación, cambiándose de subdelegado


provincial del ministerio a gobernador civil. La primera vez que se empleó el calificativo
de gobernador civil en Canarias fue en la persona de José Berriz de Guzmán en mayo de
1834. Entre junio de 1852 y marzo de 1853, se dividió el gobierno civil en dos
subgobernaciones con residencia en Santa Cruz y en Las Palmas, situación ocasionada
por la división provincial. Esta situación de fractura de poderes se mantuvo hasta 1858,
momento en el que se fusionan en la figura del capitán general. La situación perdurará
hasta 1906, retomándose y surgiendo nuevamente.

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Respecto a su ubicación, debe destacarse que desde sus orígenes nunca se


definió una sede concreta. Su estado itinerante le llevó a tener diferentes domicilios:
casas alquiladas en diferentes puntos de la ciudad con doble uso, vivienda y oficina,
entre los que se incluye un local en el antiguo Convento de San Francisco; la calle de la
Marina nº 7; el Palacio de Carta en la plaza de la Candelaria (1881); por último, en 1935
se dieron inicio a las obras de un edificio para albergarlo, pero por diversas cuestiones,
no se concluyó hasta 1951.153

2.1.2. EL PODER PROVINCIAL, INSULAR Y MUNICIPAL.

La figura de la Diputación Provincial fue creada gracias a la Constitución de


1812, siendo inaugurada en Santa Cruz el 30 de mayo de 1813 y presidida por Ángel José
de Saverón. Estaba compuesta por siete diputados electos y el intendente de la
provincia, vocal nato de ésta154. Este nuevo órgano de gobierno, carecía de
emplazamiento (se emplea la sala de sesiones del Ayuntamiento), recursos económicos
(se solicitan anticipo al Cabildo de La Laguna y a los fondos de la futura universidad) y
una definición de sus funciones (inicialmente se dedico a los asuntos y problemas
provinciales, hasta junio de 1813, momento en el que se regularon). Los primeros
diputados provinciales fueron: Ángel José de Saverón, jefe político y presidente nato;
Francisco de Paula Paadín, intendente de la provincia; Juan Próspero de Torres Chirino;
Juan Suárez Aguilar; José Murphy; Antonio Morales Salazar; José Vázquez Figueroa;
David O’Dally; y por último, Pedro Ginory.

La problemática presente en sus primeros momentos, fue una constante que


perduró durante todo el siglo XIX. Su carencia de empaque y raigambre no le daban la
autoridad suficiente para ser tomada en serio en sus intervenciones, a lo que se unía el
boicot que mantenía tanto La Laguna como Las Palmas por no estar ubicada en ninguna
de sus urbes.155

153
Ibidem, p. 189-200.
154
A la primera sesión no acudieron los tres diputados que correspondían por ella como un
intento de obstruir el acto inaugural, situación que según Cioranescu será, a partir de ahora, una
constante.
155
Ibidem, p. 139-140.

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Con el retorno del absolutismo, fueron suprimidas, causando un considerable vacío en la


vida social de la provincia, hasta la Real Orden de 18 de febrero de 1818, en el que se
rellena nuevamente con las llamadas Juntas Provinciales de Repartimiento y Estadística.
Dos años más tarde, con el restablecimiento de un gobierno constitucional, aparecen
nuevamente las diputaciones y los ayuntamientos. Esta segunda Diputación constituida
en la provincia estaba compuesta por: Ángel José de Saverón, jefe político y presidente
nato; Juan Pedro de Barreneche, intendente de la provincia; Juan Próspero de Torres
Chirino; y por último, José Murphy.

18. Rúbrica de Ángel José de Soverón (1820).

Renovada parcialmente tras las elecciones de


finales de 1821, perduraron los males que había
padecido desde sus orígenes y que la limitaba
para la realización de sus actividades. Duró hasta el 7 de noviembre de 1823, momento
en el que nuevamente es disuelta, de la mano del comandante militar Uriarte, recién
llegado a la ciudad bajo las órdenes del gobierno central absolutista.

En 1835, atendiendo al decreto real de 21 de septiembre, se constituye


nuevamente por tercera vez, para quedar suspendida casi al año siguiente, el 29 de
agosto de 1836, constituyéndose en Santa Cruz la Junta Provincial Gubernativa al
amparo de la Constitución de 1836. El 13 de octubre del siguiente año se conforma
nuevamente, estando en este momento domiciliada en los locales del Ex-convento
franciscano. Perdurará hasta noviembre de 1840, para al año siguiente volverse a
constituir, empleando comisionados de Santa Cruz, La Laguna y La Orotava según el
decreto de la Regencia de 13 de octubre de 1840.156

Esta continuación y cese fue una constante hasta que la ley de Cabildos Insulares
entra en vigor el 11 de julio de 1912, con la que se permitía la subsistencia de ambos
organismos, contemplando la conservación de las Diputación Provincial con todas sus
atribuciones administrativas. La ley de 20 de marzo de 1925 suprimió la Diputación
Provincial de Canarias, constituyendo la Mancomunidad Interinsular de Canarias,

156
Ibidem, p. 143-144.

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dividida a su vez en dos mancomunidades a nivel provincial mediante el Real Decreto


Ley de 21 de septiembre de 1927.157

19. Anónimo: Fachada principal del Palacio de la Mancomunidad Provincial (1929).

El Reglamento orgánico de la de Santa Cruz de Tenerife, aprobado en Real


Decreto de 7 de agosto de 1929, disponía en su articulado las funciones genuinamente
provinciales y los servicios que se encomendaban a dicho organismo, así como las
fuentes de ingreso que habían de constituir a su hacienda. Esta se sustentaba,
primordialmente, según los artículos 49 y 50, de la aportación del 5 % de los
Presupuestos de ingresos de los Cabildos Insulares que no estuvieran afectados a obras
o servicios especiales y previamente determinados; pero esta aportación de los cuatro
Cabildos de la Provincia, podía, en virtud del artículo 51 del citado Reglamento orgánico,
exceder del mencionado tope del 5%, en casos extraordinarios y de verdadera
necesidad, debidamente justificados. Otros recursos que se mencionaban en los
artículos 49 y 50, podían haber sido fuente de ingreso para la hacienda de dicha
Corporación, pero no eran adaptables en su mayoría a la Mancomunidad Provincial
Interinsular, sino a los Cabildos insulares.

Las amortizaciones de los Cabildos eran la única fuente de ingresos de la


Mancomunidad, teniendo con ellos que hacer frente a sus cargas principales: las

157
ROSA OLIVERA, L. de la. Evolución del régimen local de las Islas Canarias. Madrid: Instituto de
Estudios de Administración Local, 1946, p. 126-127.

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nóminas de los empleados, tanto técnicos como administrativos y subalternos, y los


gastos originados por el Sanatorio Psiquiátrico Provincial.

En lo referente a su ubicación, debe comentarse que desde 1901 esta Institución


se había instalado en el edificio de la Calle Teobaldo Power, que anteriormente había
sido habitado por la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia; sirviendo posteriormente de
residencia a la Mancomunidad Interinsular.158

20. Anónimo: Primer Cabildo Insular de Tenerife


(1913).

Otras institución destaca fue el Cabildo


Insular, que como ya se ha comentado
con anterioridad, se crearon en 1912,
como consecuencia de la Ley de Reformas
Administrativas de Canarias de 11 de
julio. Este nuevo organismo, no surgió
como por arte de magia, sino que se
comienza a conformar a partir de la
propuesta de la asamblea celebrada en
Santa Cruz en mayo de 1908, basándose
en la ponencia de Ramón Gil Roldán que
había sido recogida en la confección del
informe elaborado por el Ayuntamiento capitalino a modo de contesta al Ministerio de
la Gobernación, y aprobado en sesión de 6 de julio de 1910159. Este informe sentaba las
base del futuro Cabildo: institución insular, con las atribuciones de la Diputación
Provincial y compuesta por representantes electos por sufragio directo a los que se le
unían vocales designados por los ayuntamiento. A él, se aunaron otros informes que

158
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 145.
Comenta Cioranescu, que para poder instalarse la Diputación Provincial fue preciso evacuar los
fondos del apenas existente Museo Municipal, que pasó entonces al foyer del teatro, y emprender
varias reformas, entre ellas la de la fachada, que volvió a dibujar del escultor Granados.
159
Ibidem, p. 162-163.

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recomendaban la constitución de los Cabildos sin la eliminación de la Diputación


Provincial, garante de la unidad del territorio canario.160

Independientemente de sus detractores y partidarios, la ley salió para delante y


fue aprobada, creándose el 12 de octubre de 1912 un reglamento provisional que la
gestionaba. Tras proceder a las primeras elecciones de consejeros, el concejo se
constituyó en Santa Cruz el 16 de marzo de 1913, siendo su primer presidente Eduardo
Domínguez y Alfonso161. En estos primeros momentos, los recursos eran prácticamente
nulos. Según Cioranescu, concebido como un super ayuntamiento, no podía contar, en
ausencia de disposiciones legales adecuadas, sino con la buena voluntad de sus
componentes y la indiferencia de los demás.162

Con respecto a su sede, durante el primer año de vida, el Cabildo y su Comisión


Permanente se reunían en el salón de actos del Ayuntamiento capitalino, para pasar a
ocupar, como alquilados, unas casa propiedad de José María Pérez Capote, en la calle
del Castillo, por una renta inicial de 3.000 pesetas163. Un año antes se había acordado
construir un edificio que alojara sus dependencias, para los que el 24 de junio de 1933,
se adquiere el solar y se le hace el encargo del proyecto al arquitecto José Enrique
Marrero Regalado. El edificio del Palacio Insular fue concluido en 1940, momento en el
que la Institución se trasladó a su nuevo domicilio.164

160
El artículo 6 del proyecto de la Ley de Cabildos, recogía que tanto la Diputación Provincial
mantenía su domicilio en Santa Cruz, a la vez que se creaban en cada isla un Cabildo,
pretendiendo en todo momento la conciliación de los territorios insulares y la autonomía de cada
una de sus Islas.
161
CIORANESCU, A. Historia del Cabildo Insular de Tenerife 1913-1988. Santa Cruz de Tenerife:
Cabildo Insular de Tenerife, 1988, p. 40-41.
162
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 167.
Su presidente reconocía que a los siete meses de su constitución no tenían «a pesar de sus
esfuerzos y trabajos» los recursos precisos para el correcto funcionamiento de la nueva
organización. No tardó en arreglarse esta situación ya que, en acuerdo con los demás Cabildos
Insulares se resucitó el antiguo impuesto del haber del peso, que gravaba todas las mercancías
que entraban y salían de las Islas, autorización recibida del Ministerio de la Gobernación el 15 de
febrero de 1914.
163
BORGES SALAS, M. Amigo Martí, se acabó el carbón. El Día, Santa Cruz de Tenerife, 31 de julio
de 1977.
164
Las obras fueron subastadas el 20 de noviembre de 1934 por la cantidad de 2354938 pesetas,
dando inicio los trabajos el 2 de enero del año siguiente. Debe destacarse, que se dudó mucho en
su planta baja, a la que no se le concretaba y definía una función: café-restaurante u oficinas.

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Por último destacar otro organismo fundamental: el Ayuntamiento de Santa


Cruz de Tenerife. Su historia se remonta a 1804, momento de su constitución formal,
pese a que su primer libro de actas de sesiones da comienzo el 9 de enero de 1795.165

En 1805, con tan solo un año de existencia, el Ayuntamiento aumenta el número


de regidores, atendiendo temas como la policía, abastos y sanidad, pasándose de cuatro
a diez miembros166. De conformidad con la Constitución de Cádiz, en 1812 se
convocaron elecciones, resultando un concejo que tan solo duró hasta 1814, momento
en el que fueron suprimidos los ayuntamientos constitucionales, no regresando hasta
1820 gracias al cambio de régimen político, que tan solo duró tres años.

No es, hasta 1841, cuando con la nueva ley de ayuntamientos, Santa Cruz
designa en sus elecciones populares a 16 concejales, considerable aumento en relación a
los que presentaba en el momento de su fundación167. Esta forma de elegir a los
representantes municipales es sustituida por las leyes de 1868 y de 1870, para retornar
al sufragio popular solo durante en el periodo de la I República Española.

Pese a que los cambios fueron numerosos, a lo largo de sus primeros pasos no
modificaron profundamente las líneas y las tendencias de la política municipal. Los
cambios estaban en el Gobierno de Madrid, que constantemente mutaba,
modificándose la legislación que regía al resto del territorio nacional. Destaca la ruptura
de la linealidad en la Corporación municipal con el alzamiento del 18 de julio de 1936,
momento en el que se transforma la institución motivada por el estado de guerra,
suprimiendo por orden superior el concejo para sustituirlo por una comisión gestora
presidida por un comisionado nombrado por la fuerza militar en la persona de un
Guardia Civil. Posteriormente las cosas volverán a su cauce normal, restableciendo las
estructuras gubernamentales que existieron desde la creación de esta Corporación.

165
Era habitual que esto sucediera, ya que en estos primeros momentos su tarea estaba
relacionada con la regulación de abastos, estando formado el concejo por: el alcalde, el síndico
personero y dos diputados de abastos.
166
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 34.
167
Ibidem, p. 38.
Esta ley otorgaba al Ayuntamiento santacrucero: un alcalde con tres tenientes, a los que se le
unían un total de 16 concejales.

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La necesidad de una ubicación provista de un edificio que cobijara a la


organización, fue una de las prioridades que se plantearon durante años, situación de
desprestigio, ya que era la única ciudad de España, durante la segunda mitad del siglo
XIX que carecía de palacio comunal. Esta necesidad, además surgió como respuesta a
una ciudad floreciente que crecía por momentos, precisando de infraestructuras que la
satisficiera.

Hacia 1810 se tiene constancia de la existencia de locales para las dependencias


municipales, sin concretarse en ningún momento, de manera clara, sus condiciones.
Tres años más tarde, se le dará importancia a esta cuestión, considerando como
prioridad la existencia de casas consistoriales en la ciudad. Se ubicó la sede, en un
primer momento, en una casa alquilada a Pedro de Franchi en la plaza de la Pila por 20
pesos al mes. A partir de este instante, se sucederán los domicilios en diferentes lugares
de la geografía urbana de Santa Cruz, aunque destaca una estancia larga en el
Exconvento de San Francisco, que en alguna ocasión se llegó a pensar que pudiera ser la
definitiva.

En 1894 se designó una Comisión para el estudio la adquisición de una casa o la


compra de un solar para la construcción de las dependencias municipales. Esta última
fue por la que se decantaron, procediendo a la compra de un solar situado en el Barrio
de los Hoteles168 a la Sociedad Edificadora con una superficie de 2.929 metros cuadrados
y un precio de 8.787 pesetas; el proyecto fue realizado por el arquitecto municipal
Antonio Pintor y Ocete169. La Corporación municipal ya estaba instalada en dichas
dependencias el 5 de marzo de 1904, aunque las obras del edificio no se concluyeron
hasta pasados varios años.

2.2. ESPACIO.

La definición de espacio urbano, o, también conocido como medio, área o centro


civil, resulta arduamente difícil, sobre todo tras los últimos modelos de crecimiento que
han acaecido en las poblaciones. Para disciplinas como la geografía urbana, el paisaje
urbano es aquel que es propio de los núcleos cívicos o ciudades, definidos por criterios

168
El solar adquirido por el Ayuntamiento santacrucero esta situado entre las calles Numancia,
Santa Rita y Méndez Núñez.
169
Ibidem, p. 104.

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numéricos de población o criterios funcionales relacionados con las actividades


realizadas en dicho centro. Como rasgos característicos del espacio urbano,
encontramos la población con su densidad, su extensión y la dotación de
infraestructuras que posee. El espacio urbano, en relación con su área de influencia, es
emisor de servicios en diferentes formas, que incluyen aspectos como los burocráticos,
educativos, sanitarios, financieros, culturales y los de ocio; en contraposición, es un
receptor de recursos de otro tipo como mercancías agrícolas y ganaderas, energía y
productos primarios, de los que la ciudad carece.

21. Anónimo: Rada de Santa Cruz de Tenerife


(ca. 1945).

A lo largo de la Historia de la
Humanidad, ha existido una
búsqueda de modelos de
agrupamiento urbano que ha
conducido a proyectar y concebir
diferentes configuraciones del
espacio que han conformado un
titánico ejercicio intelectual por parte
de políticos, gobernantes y profesionales del urbanismo170. Los diversos núcleos de
asentamiento poblacional establecen un desarrollo continuado en convivencia, o en la
propia evolución social y económica de las distintas comunidades, originando, desde los
primeros signos de configuración política, la existencia de un intento de dominio del
medio que nos rodea.171

Estos establecimientos cívicos que se han producido a lo largo del camino, son el
producto de una constante fluir y refluir de grupos, sociedades y culturas, que nos han
proporcionado una estructura urbana viva, de continuos cambios y renovaciones, cuya
marca da inicio con la época griega y especialmente la romana, apareciendo
características particulares a las que se unen diferentes tipos fundamentales de

170
KRIER, R. El espacio urbano. Barcelona: Gustavo Gili, 1981, p. 23 y ss.
171
BALIL, A. Casa y Urbanismo en la España Antigua, Boletín del Seminario de Arte y Arqueología
de Valladolid, 39. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1973.

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urbanismo básico al que se le han ido progresivamente incorporando modelos tanto


orgánicos, como reguladores adaptados a las diversas morfologías y características del
terreno.172

En el proceso de transformación de las ciudades, aparecen diversos problemas,


derivados de la concentración de un gran número de personas, en un espacio limitado.
Las necesidades derivadas de estas aglomeraciones, como abastecimiento de aguas,
evacuación de residuos, suministro de mercancías, amurallado, pavimentación, higiene y
limpieza, asistencia sanitaria, entre otros, son importantes servicios públicos de
cualquier metrópoli.

Desde época griega, el propio Aristóteles, reflejaba en sus escritos, una serie de
recomendaciones a tener en cuenta a la hora de planificar y construir una ciudad,
además de todas aquellas infraestructuras indispensables para su adecuado
funcionamiento: higiene, defensa, idoneidad para la actividad política y belleza173. Estas
enseñanza, como otras tantas, serán incorporadas a la cultura romana, donde el claro
ejemplo de la adquisición de estos conocimientos nos lo dará Marco Vitruvio Pollion,
arquitecto, tratadista e ingeniero del siglo I a.C., que con su obra sobre arquitectura
titulada, De architectura, influirá en esta disciplina en los dos milenios siguientes.174

172
CARO BAROJA, J. Los núcleos urbanos de la España cristiana medieval. In, Vivienda y
Urbanismo en España. Madrid: Banco Hipotecario, 1982, p. 61-79.
173
GIORDANO, O. Higiene y buenas maneras en la Alta Edad Media. Madrid: Gredos, 2001, p.
132-133.
Todos estos atributos son identificados en la descripción que hace el geógrafo e historiador
griego Pausanias, de una población griega que pretendía adquirir el calificativos de ciudad: no
tiene ni edificios gubernativos, ni un teatro, ni una ágora, ni conducciones de agua que lleguen a
una fuente, y la gente vive en tugurios semejantes a cabañas al borde de un precipicio.
174
VITRUBIO POLIÓN, M. Los diez libros de la Arquitectura. Introducción, Delfín Rodríguez,
«Vitruvio y la piel del clasicismo». Madrid: Editorial Alianza, 1995; 2009, p. 11-51.
Según este autor, la arquitectura descansa en tres principios básicos: la Belleza (Venustas), la
Firmeza (Firmitas) y la Utilidad (Utilitas) que es la base de la utilización y la función de la
arquitectura. Todo ello, nos lleva a pensar en una arquitectura como equilibrio entre estos tres
elementos, carente de la circunstancia de sobrepasar ninguno al resto, siendo fundamental su
entendimiento al tratar un trabajo de la arquitectura.
Sin embargo, con tan solo realizar una lectura rápida de su tratado, el lector puede percatarse de
que Vitruvio exigía estas características para algunos edificios públicos muy particulares. De
hecho, cuando Vitruvio se atreve a intentar un análisis del arte sobre el que escribe, propone
entender la arquitectura como compuesta de cuatro elementos: orden arquitectónico,
disposición, proporción y distribución. Incluso el presenta ciertas dudas al respecto bastante

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2.2.1. EL SISTEMA DEFENSIVO: FORTIFICACIONES, CASTILLOS Y MURALLA.

Hasta inicios del siglo XIX, Santa Cruz de Tenerife, por su condición de sede de la
Capitanía Militar de Canarias, se convierte en un punto estratégico para el dominio de
las Islas y así, el de una de las rutas fundamentales del Imperio Español, que duró
mientras existió el Imperio colonial Americano. A partir del siglo XIX, al concluir este
periodo imperial, la organización defensiva de la plaza y su recinto fortificado carecieron
de lógica, lo que llevó a un abandono total, transformándose en estorbos molestos e
inútiles aquellas infraestructuras militares que valientemente habían defendido durante
siglo la llave de la puerta de entrada al dominio de las Islas Afortunadas.

Tanto las baterías como el sistema amurallado precisaron arreglos tras sufrir
ciertos desperfectos en noviembre de 1826175. Por estas fechas, el sistema defensivo
capitalino estaba compuesto por: tres castillos, doce baterías y dos fuertes. De los
existentes en el intento de invasión anglosajona de julio de 1797, se habían reducido
considerablemente su número, produciéndose, paulatinamente, una disminución
considerable de cada uno de sus componente, bien por causas no intencionadas, bien
por necesidades de una urbe en crecimiento.176

Tras la pérdida de la colonia cubana, se diseñó un nuevo plan defensivo para


Canarias de la mano del comandante general Bargés. En un primer momento se pensó
en un refuerzo de la guarnición, una reorganización de las milicias provinciales y un
aumento de las fortificaciones, cuya obra ascendía a 30 millones de pesetas. Los

intensas, como hace constar al dividir la arquitectura en tres partes: Construcción, Gnomónica y
Mecánica.
Posteriormente fueron numerosos los intentos de versionar el tratado de Vitruvio, situación que
resume bien el conflicto a la hora de lograr un definición del concepto de arquitectura. Destaca la
que, en 1674, Claude Perrault, médico fisiólogo publica su traducción resumida de esta
espléndida obra, en la que procura reorganizar todos y cada uno de sus contenidos. Gracias a
esta síntesis realizada por Perrault, las enseñanzas vitruvianas serán divulgadas, influyendo
considerablemente en los diferentes tratados y teorías que surgirán en los años sucesivos.
175
Los arreglos se pudieron llevar a cabo gracias a un fondo existente para el mantenimiento de
las fortificaciones que se alimentaba de un tributo especial administrado por el comandante
general.
176
CIORANESCU, A. Historia de Santa Cruz de Tenerife. IV Volúmenes. Santa Cruz de Tenerife:
Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1979, Vol. IV,
p. 91-93.

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continuos cambios de gobierno en Madrid, ayudaron a que este proyecto fuera


abandonado.

22. Anónimo: Sistema defensivo de Santa Cruz


de Tenerife (1656).

Tanto para la construcción del


cementerio local como del matadero, se
encontró, desde la Corporación local,
ciertas dificultades debidas a que los
lugares seleccionados estaban próximos
a las zonas militares. La ciudad crecía,
pero como sucedió en numerosas urbes
europeas y nacionales, la muralla se convirtió en un corsé que impedía esta situación.
Poco a poco se solicitó la cesión de los diferentes partes del sistema fortificado,
culminando con la entrega que se hace del castillo de San Cristóbal en 1926, junto a
otras dependencias, las que habían sido sede del la Capitanía militar desde el siglo XVIII.
Con su demolición se pretendía ensanchar el acceso al muelle, situación que le parecía
de extremada importancia a por entonces alcalde García Sanabria, intención que desde
la década de los ochenta del siglo XIX ya se había proyectado177. Esta situación era ya
real en 1930.

El resto de los castillos, Paso Alto y San Juan, lograron sobrevivir gracias a su
ubicación, fuera del centro urbano. El resto poco a poco fue cediendo terreno a una
ciudad que necesitaba espacio para crecer.

2.2.2. ABASTECIMIENTO DE AGUAS Y LA LIMPIEZA URBANA.

Con el desarrollo de la vida urbana, las necesidades aumentan, a la vez que


aparecen nuevas exigencias. En las ciudades, a lo largo de la Historia, el suministro de
agua, a través de infraestructuras adecuadas, fue uno de las preocupaciones de los
gobernantes canarios, a la que se procuró dar solución con las técnicas más diversas.

177
Ibidem, p. 97-98.
En la prensa de 1886, Juan Maffiotte presentó un anteproyecto que proponía formar en su lugar
una explanada, en la que se construiría el muelle de la Capitanía del puerto y un local para la
Escuela Náutica, separada por una plaza ajardinada.

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En Santa Cruz fue el Comandante General Agustín de Robles y Lorenzana, el que


efectuará las primeras intervenciones para propiciar un adecuado abastecimiento de
agua. Como representante regio en las Islas, era su deber este menester, como se dejó
claro en el decreto de 1 de octubre de 1708. Pese a ello, la obligación o no de este
cometido por parte de tan destacada autoridad, se asumía a tenor de las conveniencias
e intereses que se pudieran presentar.178

No es hasta 1809 cuando el Ayuntamiento capitalino asume las competencias en


relación al suministro de agua a la ciudad, empleando las mismas herramientas que
había utilizado el Puerto de la Cruz a quien se la había concedido el militar y político
O’Donnell. Santa Cruz era el único lugar de la Isla carente de agua propia, lo que originó,
que desde el Consistorio se organizara una estrategia para proporcionar a la población
tal servicio. La cesión fue efectiva a partir del 4 de agosto de 1810, ordenando el
Ayuntamiento a sus comisionados, Juan Anran y Rafael Fuentes, que inspeccionaran los
nacientes y canales, a la vez que ordenó la redacción de un reglamento.179

23. Anónimo: Fuente de Morales inaugurada en 1838 (1899).

Tras asumir esta responsabilidad, el gobierno municipal veló por el buen uso de
este bien, procurando que la población no la derrochara ni mal gastara, llegando, como
en 1820, a decidir el corte de suministro a las opulentas casas particulares en vista del
insuficiente abastecimiento. Esta medida provocó numerosas protestas del clero y la

178
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 475.
179
Ibidem, p. 476.

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aristocracia asentada en Santa Cruz, y teniendo en cuenta que la renta proporcionada


por el agua que entraba en las arcas municipales era cuantiosa, se decidió desistir en tal
empresa.

Cioranescu divide en tres épocas o etapas el suministro de agua a Santa Cruz. La


primera es la de la municipalización del suministro hasta 1830, en el que se procura
tantear y conocer la situación de las infraestructuras existentes. Desde la corporación se
procuró buscar nuevos nacientes, examinando los ya conocidos o cualquiera de ellos
que pudiera aflorar a la superficie, como el de la playa de Las Cruces o el aparecido en el
Convento franciscano.180

A finales de 1810 se nombró una nueva Comisión para buscar por la zona
nacientes que suministraran agua, pasando informe a las autoridades municipales en el
que recomendaban la unión de dos de ellos para lograr un caudal suficiente. En 1824,
ante una importante escasez de agua, nuevamente se nombró comisión, cuyo informe
recogía iguales cuestiones que el anterior; no se hizo nada al respecto. Los tres años
siguientes fueron de iguales condiciones, lo que obligó a tomar medidas en relación al
aprovechamiento del agua y las pérdidas que pudieran existir en su canalización.

Un segundo periodo, momentos de mayor importancia en esta cuestión,


comprende hasta 1911. A finales de 1827, se presenta el proyecto de una nueva
canalización y conducción de agua de abasto, desde los nacientes de Aguirre,
presupuestándose unos 20.000 pesos para la ejecución de las obras. Para tal empresa,
se solicitó la participación del Comandante general y del Intendente, Francisco Tomás
Morales y Diego de Aguirre, respectivamente. Las trabajos estaban concluidas el 28 de
diciembre de 1834. Varias obras se hicieron en los años siguientes, entre ellas la reunión
de aguas procedentes de Aguirre y El Rio, con las que se buscaba respaldar el agua que
ya corría por la nueva canalización.181

Una vez finalizada la obra, se pone en funcionamiento el nuevo reglamento de


1835, para, en 1842, instalar una Junta económica de Aguas que rehízo y revisó el
anterior reglamento. Esta reorganización de las estructuras municipales para una mejor

180
Ibidem, p. 482-483.
181
Ibidem, p. 485.

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gestión del suministro de agua se materializa con la asignación de dos concejales


designados por turno mensual. Años más tarde, se regresó al sistema de nombramiento
de alcaldes de aguas, que perduró hasta 1872.

Las numerosas prospecciones que se hicieron a lo largo de años sucesivos,


llevaron a que en 1858, el agua que llegaba a Santa Cruz procedía de once fuentes
diferentes, de las que solo tres, Los Arroyos, El Río y El Hayal, pertenecían a la
Corporación municipal182. Así destaca, el proyecto realizado por Antonio Pintor en 1897,
para aumentar el caudal de Aguirre con las aguas de Roque Negro, en Taganana, y las
procedentes de la extracción de Los Catalanes, hasta un total de cinco a seis veces el
caudal primigenio.

A las obras de canalización, se le unió la construcción de un depósito regulador


con capacidad de cien mil pipas, en 1911, momento con el que se da inicio al tercer
periodo. Este proyecto, desde 1882, se tuvo en mente por parte del Ayuntamiento, para
lo que se creó una comisión con un encargo: valorar el lugar más idóneo para su
ubicación. El lugar escogido fue la Finca de Pino, situado por debajo de la conducción de
Aguirre.183

A todo esto, se unió la incorporación de medidas de modernización y


normalización de servicio que permitía ahora la presencia del depósito municipal. Desde
1910 hasta 1913 se inició el servicio a particulares de agua a presión, gracias a la
instalación de una extensa red de tuberías metálicas. Con un intento de lograr un
abastecimiento eficaz, el alcalde García Sanabria expropió todas las galerías particulares
del monte Aguirre en 1928, a lo que se unió la búsqueda de nuevos caudales,
prosiguiendo trabajos en la galería de Los Catalanes que aumentó la producción,
ayudado de mejoras en las infraestructuras. Además se agregaron aguas procedentes de
la galería Los Chabucos, en el barranco de María Jiménez.

182
Ibidem, p. 490.
183
Ibidem, p. 493.
El precio de las dos fanegadas de terreno que se necesitaba para la obra ascendía a 1000 pesetas.
En la obras trabajaron los soldado por orden el Comandante General y por un precio de 1,25
pesetas por soldado y por día, a lo que el Ayuntamiento proporcionaba agua a perpetuidad a los
militares.

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A partir de 1940, el servicio municipal se hace en régimen de empresa, siendo la


primera la de la sociedad Obras y Servicios (OSSA). Al año siguiente, por incumplimiento
de contrato, se confiscó por el Ayuntamiento, por medio de una Comisión de
Incautación del Servicio Municipal de Aguas (CISMA), para finalmente, en 1943, crearse
la Empresa Municipal de Abastecimientos y Suministros de aguas (EMMASA).184

Con lo que respecta a la limpieza urbana, esta era una tarea de la que se
encargaba la policía de la ciudad. Según las crónicas que nos han llegado, el estado de
aseo de las zonas públicas de la población tuvo mucho que desear como lo escrito por
Víctor Domínguez en 1817:

Inmundicia, asquerosidad, depósitos fétidos de basuras en parages muy


públicos; gatos y animales muertos en medio de las calles; cubiertas las más
principales de cerdos de día y de noche; que si algunos se barren los sábados por
un puro efecto de la bondad de sus vecinos, quedan y continúan las más
puercas; que no son pocas en donde a las nueve, a las diez o antes de la noche
se arrojan descaradamente vasos de orines corrompidos, que llenan todo de un
hedor intolerable; que de las asesorías se arrojan a las calles aguas corrompidas
e inmundas, multitud de basuras que se deposita en los embaldosados y en los
rincones inmediatos, pues apenas hay uno que no sea un verdadero basurero.
En fin, que un pueblo en donde a costa de los dueños de casas se han
hermoseado las calles con buenos embaldosados y empedrados, y a la de una
porción de amantes del aseo su plaza principal y otros puntos, esta reducida a
185
un muladar asqueroso, hediondo y peligroso para la salud.

Esta situación de las áreas urbanas no distaba de la que pudiera tener la capital
del Reino, pero si estaba mejor que otros puntos cercanos como el caso de la capital de
Madeira, Funchal, a la que Wilde la califica de muy precaria e inferior a la
santacrucera186. La situación no se modifica en los años sucesivos, como se manifestó en
la prensa local del momento, en el que se da una visión semejante a la presente a
comienzos del siglo XIX187. Ante esta situación, la Corporación municipal organizó un
plan estratégico de lucha que atendía a tres pilares fundamentales: alcantarillado,
limpieza de calles y basurero municipal.

184
Ibidem, p. 494-495.
185
Ibidem, p. 548.
186
WILDE, W. R. Narrative of a voyage to Madeira, Teneriffe and along the shores of the
Mediterranean. Dublin: Willian Curry, 1844, p. 619-648.
187
El Guanche, Santa Cruz de Tenerife, 20/11/1858 y 11/8/1861.

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24. Anónimo: Carro de la basura con el


que se procedía a la recogida de los
residuos urbanos (1878).

La limpieza de las calles era una


labor que realizaba la madre
Naturaleza con el regalo de la
lluvia, donde la fuerza de las aguas
aseaba las zonas públicas y los
barrancos. Estos últimos, donde
muchos de ellos acabaron
cubiertos por bóvedas para facilitar el desarrollo de la red viaria de la urbe con
importantes inconvenientes como fue la mayor facilidad para tupirse con la tierra y
piedras que arrastraban, además de basuras y estiércol que se arrojaban a ellos. A pesar
de sus defectos, estos barrancos constituyeron la primera red de alcantarillado de la
villa, a la que se unieron alcantarillas de barro, que poco a poco, se iban anexando a
éstas. A mitad de siglo XIX, el sistema era considerado suficiente, pero con la dificultad
anteriormente mencionada; próximo al fin del siglo, a la red le pesaban los años, por lo
que entre 1920 y 1931 se dio inicio a la colocación de un sistema más moderno.188

A la limpieza de las calles se unía la intervención que hacían los vecinos, pobre, y
que en todo momento se procuró estimular desde la Corporación municipal mediante
bandos, situación que siempre fue estéril. Ante esta continua falta de colaboración, se
estudió confiar esta labor a un servicio arrendatario, sustentado por la contribución de
cada vecino. Este proyecto, carente del suficiente apoyo popular, no se realizó,
sustituyéndolo por los trabajos de reos que se solicitaba al Gobierno Civil y que
posteriormente eran gratificados.

No es hasta 1869, momento en el que se establece la primera plantilla de


barrenderos para la limpieza pública con la autorización de la Diputación Provincial,
aumentando su plantilla en 1887. Hubo un amago de sacar a subasta los servicios en
1911, pero no cuajó este intento hasta la década de los cuarenta del siglo XX.189

188
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 550-551.
189
Ibidem, p. 552.

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En lo referente al vertedero destinado a albergar la basura, no fue un problema,


autorizándose a mediados del siglo XIX a arrojar los residuos en el cauce del Barranco de
Santos, el barranco de Almeida o en la orilla del mar, con la intención de desalojar las
calles de las inmundicias. Así, se convirtieron en focos de suciedad e infección sus
alrededores, lo que propició que en 1857 se planteara la creación de un vertedero
público sin concretar nada. Posteriormente, el basurero de Regla fue el lugar de
elección, situación que impidió la expansión de Santa Cruz hacia el sur. Para remediarlo
se propuso la compra de incineradoras de basura con solares para su colocación, pero
tanto el Macizo de Anaga como las instalaciones próximas militares no favorecían la
instalación de semejantes sistema de eliminación.

2.2.3. MERCADOS Y PLAZAS DE ABASTOS.

Los municipios canarios mantuvieron una preocupación constante en lo


referente a los abastos, ya que las condiciones de penuria fueron la tónica general. La
Corporación municipal precisó luchar, durante el siglo XIX y XX, con el problema de la
distribución de los abastos de los mercados municipales.

Santa Cruz carecía de un mercado central, presentando diferentes lugares de la


geografía urbana donde se dispensaban alimentos a la ciudadanía190. Estos múltiples
puntos de venta, dificultaban la posibilidad de control por parte de las autoridades
municipales, no pudiendo garantizar una higiene mínima ni el cobro de las rentas
productos de las transacciones. Esta situación llevó a que, en 1813, se construyera una
recova en la plaza de la verdura y en los solares contiguos a la carnicería, los cuales
fueron adquiridos por el municipio, cuyo presupuesto ascendía a 40.000 reales, que
aumentaron a medida que se desarrollaba, entre los años 1814 a 1817, llegándose a
gastar unos 102.377 reales.191

190
El pescado era vendido en el muelle o las calles, la carne era despachada en una carnicería,
que realizaba esta labor desde el siglo XVIII, y por último, los productos de la tierra en el plaza de
la verdura, entre el castillo de San Cristóbal y la Plaza de la Aduana.
191
Ibidem, p. 521-522.
Para poder hacer frente a los gastos de la construcción, se invirtieron los fondos del Hospicio de
San Carlos que custodiaba el Ayuntamiento capitalino.

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25. Juan González Méndez: Vista parcial: teatro y recova (1866).

La recova y se reglamento ya funcionaban desde el 17 de abril de 1815. En este


momento presentaba: una mesa y dos bancos, un farol de cristal con lámpara de lata,
balanzas, pesas y medidas y hasta «un cuadro ovalado con pinturas alusivas a la
Justicia»192. El tamaño del local era modesto, dando la sensación de ser, su construcción,
una decisión transitoria.

La primera andadura de esta nueva infraestructura capitalina, tuvo un inicio algo


tortuoso. Mientras las autoridades municipales pretendían un control del
abastecimiento de la ciudad, tanto desde la Real Audiencia de Las Palmas como el
propio Comandante General afincado en Santa Cruz pusieron cortapisas a toda la
operación, acudiendo al Rey para dar solución a esta situación. Finalmente, el Consejo
de Castilla se pronunció a favor del Ayuntamiento, lo que hizo que éste contara con la
renta de los abastos desde 1818.

Esta vieja recova fue sustituida por el Mercado Nuevo el 25 de julio de 1854,
ideado desde 1836, en el antiguo Convento de Santo Domingo. Tenía una superficie de
1.860 metros cuadrados, para los que se construyó un edificio «de severa y sencilla
arquitectura» muy semejante en planta al Palais Royal de París, ascendiendo su coste a
280.649 reales.193

192
Ibidem, p. 522.
193
Ibidem, p. 524-525.

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Igualmente, quedó pequeño rápidamente, permitiéndose colocar puestos al aire


libre en los aledaños al recinto. Se procuró aumentar su capacidad con pequeñas
reformas, destacando la acaecida en 1898 con la colocación de un tinglado de hierro y
cristal en la Plaza del Mercado, que popularmente se conocía como mercado de hierro.
Posteriormente se procuraron mercados exteriores que no cuajaron.

Hasta 1943 se procuró sobrellevar los abastos de Santa Cruz a duras penas por la
falta de superficie adecuada para realizar las transacciones comerciales. En este mismo
año, el Mando Económico de Canarias edificó, en muy poco tiempo, el nuevo edificio del
mercado, al otro lado del barranco de Santos, y que denominó de Nuestra Señora de
África, proporcionándole las infraestructuras de acceso precisas como fue el puente
Serrador. El mercado de hierro modificó su nombre y función: pasó a llamarse
popularmente Recova Vieja y se comenzó a utilizar como depósito municipal y oficinas,
para adoptar en la actualidad competencias culturales tales como la de sala de
exposiciones de arte.

2.2.4. EL CEMENTERIO.

El cuidado del descanso eterno se le había confiado a la Iglesia, siendo ella la


encargada de la despedida, la intercesión por el difunto y la responsable de la custodia
de sus restos mortales. Los entierros fuera del edificio sacro estaban indicados cuando
éste quedaba pequeño o las epidemias diezmaban considerablemente a la población del
lugar.

Existió entre el barranco de Santos y la Iglesia de la Concepción un lugar


destinado al enterramiento, osario anexo, de semejantes características que el de su
homóloga lagunera. Debe destacarse, que en 1805, existía un cementerio en el jardín
del Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, lo que obligó a condenar el pozo

La Recova Vieja no fue vendida hasta 1878, vendiéndola el Ayuntamiento para albergar un d
depósito de carbón. El nuevo edificio era rectangular, con un gran patio interior de la misma
forma, comunicado con el exterior por dos grandes puertas de sillería con rejas de hierro; en su
interior presentaba sendas galerías con arcos de sillería, que permitían la posibilidad de habilitar
22 puestos de venta, el norte dedicado a carnicería y el sur a pescado salado, siendo el patio
central el que albergaba la verdura.

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que existía en el establecimiento. Esta medida novedosa en la villa, fue la causante de


numerosas protestas al no encontrarse extramuros.194

26. Francisco J. Castro: Puerta de acceso al


Cementerio de San Rafael y San Roque en
Santa Cruz de Tenerife ( 2010).

La creación de cementerios era una


obligación legal que atendía a la
orden real de 3 de abril de 1787 y a la
de 26 de abril de 1804. En Santa Cruz,
la carencia de fondos económicos
pospuso esta orden hasta el 5 de
noviembre de 1810, cuando se hacen las mediciones pertinentes para la instalación del
cementerio en la zona de Regla y la de San Sebastián. El solar, perteneciente a esta obra
pía, tenía una superficie de 1.949 metros cuadrados195. Los primeros trabajos se
ejecutaron hasta 1813, momento en el que los 1.500 pesos que se tenían para tales
obras se gastaron por completo. Entre las obras realizadas estaban: cerco perimetral del
solar con muro y un marco de cantería con su puerta correspondiente que conducía a la
capilla de Aduanas. En los años sucesivos, el abandono fue claro, presentando
numerosos desperfectos en todo el recinto que precisaban de intervención rápida para
no perder lo que hasta la fecha se había levantado. Ante esta situación, numerosas
autoridades solicitaron limosna a la vecindad para la finalización de las obras, situación
que ya estaba saldada en 1823, habiendo logrado la suma de 74.760 reales.196

En 1845 se decide una ampliación, situación que no llegó a realizarse hasta 1862,
donde la fuerza de la enfermedad y la muerte obligaron a la compra del solar contiguo

194
POGGI Y BORSOTTO, F. M. Guía Histórica descriptiva de Santa Cruz de Tenerife [Edición
facsímile de la edición original, Santa Cruz de Tenerife: Imprenta Isleña, 1881). Santa Cruz de
Tenerife: Organismo Autónomo de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 2004, p.
96.
195
Esta medida fue casi una obligación, ya que en este mismo año, una epidemia asola la ciudad,
precisando habilitar un lugar para los enterramientos con carácter de urgencia.
196
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 558.
La capacidad Del cementerio había sido prevista para 20.000 personas, teniendo tan solo en ese
momento unas 8000 censadas.

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con una superficie de 1.256 metros cuadrados197. En él, se aunaba, desde 1832, el
cementerio católico y el protestante, cada uno habitando un lugar claramente definido
de la estructura. Nuevamente, en 1871, la superficie crece, incorporando 1.092 metros
cuadrados, ampliando hacia el oeste, ya que la anterior había sido hacia el este. Entre
1885 y 1890 se construyó, por solicitud de los galenos de la villa, dependencias para
albergar un depósito de cadáveres y una sala de autopsias.198

Por tercera vez, en 1896, el sacro recinto de San Rafael y San Roque requirió un
aumento en su superficie, planteándose la necesidad de colocar su domicilio en otro
lugar del municipio, ya que éste había sido engullido por la ciudad. Se escogió un solar
en el barranco del Hierro de diez fanegadas de terreno por la cantidad de 20.000
pesetas, realizando el proyecto por el arquitecto municipal Antonio Pintor. Finalmente
se buscó otro solar, en 1909, propiedad de Antonio Pintor, al que se le denominó
Cementerio de Santa Lastenia, inaugurado en 1911. Las obras ascendieron a 700.000
pesetas y presentaba una superficie de 46.397 metros cuadrados.199

2.2.5. EL PUERTO.

Este puerto, que nace con estrella desde sus orígenes, presentaba una situación
legal muy favorecedora, ya que estaba autorizado a comerciar directamente con las
Indias y habilitado para el comercio exterior. Esta situación estuvo establecida desde
1778 hasta 1818, momento en el que Fernando VII ordena el cierre de los puertos de
Canarias, retirando este privilegio en 1808 para comerciar con otros lugares externos. La
Corporación municipal, nada contenta con esta orden, reclamó la posibilidad de
solucionar esta situación, a lo que se le concedió, en 1820, la gracia de puerto de
depósito de segunda clase, el cual duró unos pocos años200. Habrá que esperar hasta
1837, para que se restableciera el decreto de 1822, que habilitaba a Santa Cruz como
puerto de depósito de primera clase y lo capacitaba para el comercio en general.

197
Ibidem, p. 553.
198
Ibidem, p. 560.
199
Ibidem, p. 561-562.
Existieron problemas con el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna por estar en su
territorio municipal, pero tras «largos ires y venires» se llegó a un acuerdo, permitiendo el
enterramiento de laguneros en este recinto. No fue aceptado.
200
Ibidem, p. 565-566.

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27. Fernando E. Baena: Santa Cruz de


Tenerife. Muelle (ca. 1930).

El puerto santacrucero se tenía


en estima por los navegantes,
quienes veían en él unas
condiciones óptimas para el
fondeo, aunque necesitaba una
intervención en su conjunto. Los
primeros trabajos realizados
fueron en 1848 por el ingeniero civil Francisco Clavijo y Plo con la reparación del muelle
antiguo, a lo que se unieron las obras de ampliación aprobadas por la real orden de 18
de noviembre de 1864, para las que se dispuso un presupuesto de 7.246.839 pesetas. La
mayor dificultad que presentó esta faraónica obra, el dinero201. Francisco Clavijo cesó en
1879, siendo sustituido por Juan León y Castillo, quien diseñó un nuevo proyecto para el
muelle que se basaba en la reforma y la ampliación del anterior. Se centraba en la
conclusión de las obras del muelle sur iniciadas por su predecesor, pero mantenía la
construcción del dique norte, ascendiendo a un costo de 4.351.483 pesetas. Este
segundo proyecto, mejoraba al primero, pero seguía existiendo el mismo problema que
con el anterior.

Años más tarde, en 1892, se presentó una tercera propuesta diseñada por el
ingeniero Suárez Galván, en el que se procuraba solucionar dos problemas presentes en
las dos anteriores: la ampliación de la línea de atraque mediante obras en el muelle sur,
el más antiguo de los existentes, para transformarlo de simple dique de abrigo en dique-
muelle; y aumentar la superficie interior a 51 hectáreas. Para su ejecución se
presupuestaron un total de 4.718.875 pesetas202. Un temporal ocurrido en enero de
1902, destruyó la cabecera del dique, situación que llevó a pleito, ya que, desde la
Administración, se les hacía responsables de tal evento. Finalmente acordaron trabajar
hasta junio de 1907, siendo asumidos por el Gobierno local, cuyos gastos, durante este
tiempo, sumaron la cantidad de 5.355.071 pesetas.

201
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit., p. 161-162.
202
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 571.

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Tras este periodo, se volvió a diseñar un nuevo proyecto, el cuarto, realizado por
el Jefe de Obras Públicas Prudencio Guadalfajara, en 1905. Éste, con su solución,
planteaba la prolongación del muelle sur unos 545 metros más y la edificación de un
dique rompeolas que vendría a ser el actual muelle del Este. Para la ejecución de este
proyecto, se creó en 1907 la Junta de Obras del Puerto, que aunque se habían
depositado en ella la confianza, no hizo que la obra prosperara lo que se esperaba. En
un quinto proyecto del ingeniero Pedro Matos que recoge las reformas del primero,
aprobándose en 1911, con un presupuesto de 7.134.040 pesetas, pese a que tuvo que
ser modificado en varias ocasiones: 1915, 1921 y 1923. Habrá que esperar a 1926 para la
subasta de las obras, las cuales ascendían, tras las diferentes modificaciones realizadas,
a 33.372.591 pesetas. Estas obras se realizaron de manera esporádica e intermitente,
continuándose con las obras del muelle Norte, terminando el segundo tramo del muelle
Sur y comenzando con las obras de dragado.203

Hasta 1950, fue un tópico la lentitud de las obras del puerto, lo que ocasionaba un
cierto descontento y frustración entre los habitantes de la capital y de la Isla. A ello se
unía la rapidez con el que se ejecutaban las obras en el Puerto de la Luz en Las Palmas
de Gran Canaria, eterno rival comercial del puerto chicharrero, fuente fundamental de
su crecimiento.

2.3. LA SOCIEDAD.

La sociedad canaria que aborda las Islas en busca de fortuna en el mismo


momento de la Conquista, presentaba todas aquellas características propias de las
sociedades europeas: mayoría de campesinos que habitualmente carecían de tierras y
de privilegios presentes en estamentos tales como los nobles y el clero, un numeroso
clero regular y la existencia de esclavos.

La nobleza estaba representada por los descendientes de los dirigentes de la


Conquista. Su poder económico descansaba en la posesión de amplios dominios
territoriales y en la exportación de productos como el azúcar durante el siglo XVI y el
vino durante el siglo XVII. El dinero procedente de la venta de estos productos en los
mercados europeos, eran destinados a adquirir mayor número de tierras, a obras pías

203
Ibidem, p. 572-573.

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que resaltaran su imagen pública y ante los ojos de Dios, y por último, a la adquisición
de bienes suntuarios. Para continuar y mantenerse en un puesto social destacado,
controlaban el poder político-militar ocupando puestos destacados, y se concentraban
en las principales poblaciones de las islas de realengo, como San Cristóbal de La Laguna,
La Orotava, Las Palmas de Gran Canaria o Santa Cruz de La Palma. Estos grupos
cerrados, constituían parcelas fuertemente endogámicas, que establecían alianzas
familiares con la burguesía y comerciantes, generalmente de origen extranjero,
asentada en las Islas.

28. Santos María Pego: Maga tinerfeña, Tenerife


(1885-1890).

En lo referente al clero, constituía una


parte de la población numerosa en
miembros y órdenes religiosas, éstas
últimas asentadas sobre todo durante los
siglos XVI y XVII. Sus principales mecenas
fueron los nobles y la rica burguesía
comercial. Este auge eclesiástico viene
reflejado en el elevado número de
cenobios y edificios de culto que se
construyeron durante este periodo,
adornados con los más ricos objetos
traídos, muchos de ellos, desde los
diferentes confines del Mundo,
ubicándose en las principales ciudades
del territorio insular, tales como La Laguna, Las Palmas, La Orotava, Telde, Santa Cruz de
La Palma, Garachico o Teguise. El clero recibía del campesinado el diezmo204, a lo que se
unía el hecho de estar exento de pagar impuestos, ocasionándose un acúmulo de
grandes cantidades de riquezas tras los muros de los lugares sacros. No obstante,

204
BLOCH, M. La sociedad feudal. Madrid: Ediciones Akal, 2002, p. 230-264.
El diezmo, del latín decimus, décimo, era un impuesto que comprendía la décima parte de todas
las ganancias de un individuo, que se debía pagar a un rey, gobernante o los máximos
representantes eclesiásticos.

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mientras obispo, canónigos y deanes, se beneficiaban de estos ingresos, el bajo clero


vivía en las mismas condiciones que la mayoría de la población. El sostenimiento de esta
población ociosa era llevado a cabo por el resto de la población, lo que hacía de ella, en
la mayoría de los casos, una carga económica, que sobre todo se agudizaba en los
periodos en los que la abundancia no estaba presente en las Afortunadas.

El Tercer Estamento estaba integrado por un conjunto heterogéneo de personas


diferenciadas entre sí, tanto económica como laboralmente, pero que compartían la
obligación de pagar impuestos y quedar excluidos, salvo excepciones de los oficios de
mérito y la dirección de la milicia. Se podían diferenciar los siguientes grupos: la
burguesía, formada en su mayoría por extranjeros llegados y posteriormente asentados
en Canarias, que venían buscando participar en el comercio del azúcar y el vino.
Habitualmente presentaban una posición económico-social elevada, teniendo una
cercana relación económica y consanguínea con la nobleza dirigente del lugar; los
artesanos, cuyo número fue reducidos dado la escasez de manufacturas que se
realizaban de la Islas Canarias, estando ubicados en la urbes, a lo que se unía la
tendencia a la autosuficiencia de los pobladores de éstas. Existieron algunos oficios y
actividades especializadas, como era la de los toneleros, herreros o carpinteros, que
debido a la necesidad de su mano de obra eran las más habituales; los campesinos
representaban más del ochenta por ciento de la población de las Islas, presentando
diferencias respecto a su relación con la tierra que trabajan, de la que se diferenciaban
varias modalidades, entre ellas, la de medianero o la de jornalero. Estaban muy
mediatizados por las circunstancias nefastas, tales como malas cosechas, el hambre o las
epidemias; la población marginal estaba dentro de este grupo se solían integrar
profesiones deshonrosas como eran la de verdugos, carniceros y parteras, así como los
vagabundos y mendigos, cuyo número aumentaba o disminuía en función de las
coyunturas económicas; los esclavos presentaban una destacada importancia, ya que se
destinaban a las actividades agrícolas más duras o al servicio doméstico en alguna rica
casa de la nobleza o la burguesía locales. No tuvieron una relevancia demográfica
significativa, reduciendo su número considerablemente una vez que culminó el ciclo del

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azúcar en las Islas205. Procedían del continente vecino, del norte o del centro de África.
Los beréberes eran muy abundantes en islas como Lanzarote y Fuerteventura, donde
suplieron la falta de población nativa. Eran el producto obtenido de las expediciones o
cabalgadas que los originarios de las islas realizaban para capturar esclavos en la vecina
costa africana. Los esclavos negros eran utilizados en las plantaciones de caña de azúcar
de Tenerife, Gran Canaria y La Palma.

2.3.1. ESTADÍSTICA Y EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN.

Los primeros registros que nos han llegado, en relación a la población


santacrucera, se recogen en una obra de Francisco Escolar y Serrano, doctor de la
Universidad de Zaragoza y alumno de Herrgen. Este erudito de la época, publicó
Estadística de las Islas Canarias, obra dividida en unidades que abordan cada una de las
Islas, procurando una visión del panorama canario en 1802.

La ley de 3 de febrero de 1823, estableció en España el registro civil,


fiscalizándose los movimientos de la población presente en el territorio insular. Con la
implantación nuevamente del absolutismo, se echó en saco roto este intento de
controlar la población española, no poniéndosele mayor interés hasta años venideros.
En 1836 se autoriza a Pedro Mariano Ramírez, oficial secretario del Gobierno Civil, para
confeccionar un documento donde se recogiera la estadística provincial206. Pese a que el
Ayuntamiento, en última instancia, colaboró en la entrega de los datos pertinentes, se
presentó una dificultad considerable ante la negativa de los curas castrense a
proporcionar información de su área de jurisdicción. Nuevamente se retoma en 1841,
solicitando asesoramiento desde la Diputación Provincial. El decreto de la Regencia de
24 de enero de 1841, revalidó todas las intenciones que la ley de Registros Civiles de
1823 había procurado, llegando a lograr colaboración desde el ámbito eclesiástico

205
VARELA ORTEGA, J. El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1875-1923).
Madrid: Centro de estudios Constitucionales, 2001, p. 120.
Salvo excepciones, la esclavitud no tuvo una relevancia demográfica muy significativa y a partir
de la decadencia del cultivo del azúcar el número de esclavos se redujo considerablemente, bien
por no ser rentable su adquisición, o bien por manumisión, en este caso ocuparon los escalones
más bajos de la sociedad y sus descendientes acabaron mezclándose con el resto de la población.
206
Se remite al Ayuntamiento capitalino un real decreto por el que se insta a la Corporación
municipal a la ayuda en cualquier tema concerniente a este asunto. Al ver este que desconocía la
mayoría de los datos solicitados, se planteó la necesidad de realizar de formalizar nuevos
padrones municipales.

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militar, situación no lograda en anteriores intentos. Nueve años más tarde, en 1852, las
ordenanzas municipales establecieron su periodicidad, que en un primer momento se
estableció anualmente. Aún así, al restablecer una comparación entre los documentos
civiles y eclesiástico, se observa la existencia de un desfase importante hasta el cambio
de siglo.207

Retomando la estadística realizada por Francisco Escobar, ésta indicaba que en


el Santa Cruz de 1805 existían un total de 6.889 habitantes a los que se le añadía, 426
más ubicados en el pueblo pesquero de San Andrés. Cuatro años más tarde, estableció
7.182 habitantes para la capital, sin incluir al barrio de San Andrés, La Laguna con 7.124
y La Orotava con 5.901208. En 1821, tras la grave epidemia ocurrida en la década de los
años diez, 6.148 habitantes, sin incluir a San Andrés, lo que nos da una idea de lo
importante que fue esta situación trágica en la Isla. Poco a poco, este bache fue
rellenándose, y nos encontramos con un remonte importante en cuanto a cifras: en
1835 se llegan a las 7.611 personas, junto a 726 en el pueblo de San Andrés; en 1842
unos 8.070 habitantes y en 1850 unos 12.585, aumentando a 12.965 habitantes en el
año siguiente209. Las cifras de habitantes fueron aumentando progresivamente hasta
alcanzar, en 1860, un total de 14.146 habitantes, lo que significaba duplicar el número
de individuos moradores de Santa Cruz en tan solo casi veinte años.

Un segundo momento de su historia geográfica es el comprendido entre 1860 y


1920, periodo en el que se pasan, paulatinamente, de los 14.146 habitantes
anteriormente citados a 52.432 en el año 1920 (1877 con 16.610 habitantes; 1887 con
19.122 habitantes; 1897 con 33.421 habitantes; 1900 con 38.419 habitantes; y por
último, 1910 con 63.004 habitantes)210. La tercera etapa que comenta Cioranescu,
comprendería desde 1920 a 1970, momento este último en el que la población
capitalina se triplica, 151.361 habitantes, en relación con la década de los años veinte

207
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 314.
208
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), nº 4889, 27 de enero de 1903.
209
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo III, p. 316-317.
210
Ibidem, p. 319.

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(1930 con 62.087 habitantes; 1940 con 72.358 habitantes; 1950 con 103.446 habitantes;
y por último, 1960 con 133.100 habitantes).211

Tras la Primera Guerra Mundial, la recuperación poblacional fue lenta, situación


que se observa al valorar la cantidad de habitantes en la ciudad: en 1930 no se habían
logrado superar el número existente en 1910. En contraposición, entre 1930 a 1950 es
palpable una considerable recuperación que provoca un despegue demográfico. En
comparación con el resto de la población insular, la población capitalina fue adquiriendo
mayor peso y representatividad poblacionalmente: en 1809 significaba un 11 % de la
población total, cifra que aumenta considerablemente a partir de 1860 hasta 1874, un
15 %. En 1950 representaba un 32,56 % y en 1960 un 27,13 %.

2.3.2. MOVIMIENTOS MIGRATORIOS: INMIGRACIÓN Y EMIGRACIÓN.

El movimiento migratorio fue de crucial relevancia para la ciudad de Santa Cruz


de Tenerife, favorecido por su ubicación, lo que llevó a que desde su fundación se
considerara un «trampolín hacia el continente americano». Este doble saldo, en
ocasiones positivo y en otro negativo, estuvo siempre mediatizado por las condiciones
socioeconómicas y políticas que sucedieron en España y en las Islas durante la segunda
mitad del siglo XIX y la primera del XX, siendo de este último del que se tienen
constancia con datos más o menos fiables. El saldo migratorio se repartió de la siguiente
forma a lo largo del siglo XX: entre 1901-1910 un total de 22.220 personas; entre 1911-
1920 un total de -10.987 personas; entre 1921-1930 un total de 7.400 personas; entre
1931-1940 un total de 2.961 personas; entre 1941-1950 un total de 24.006 personas;
entre 1951-1960 un total de 11.413 personas; y por último, entre 1961-1970 un total de
-11.540 personas212. Destacan las dos décadas que presentan saldos negativos: la
primera correspondió la crisis económica canaria ocasionada por la Primera Guerra
Mundial, que paralizó el comercio que existía desde la Conquista con las metrópolis
europeas; en la segunda, se produjo un descenso por mor del traslado a la periferia de
un número considerable de personas que habitaban en el centro capitalino.

211
Ibidem, p. 320.
212
Ibidem, p. 326-327.

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Según Cioranescu, la inmigración se compone de cuatro clases de elementos


bien definidos: el primero, el más numeroso, comprende a aquellas personas naturales
de la isla de Tenerife, que han trasladado su lugar de residencia a la Capital, situación
habitual y lógica, ya que la urbe ejerce una atracción de la mano de obra; la segunda
categoría la conforman los inmigrantes venidos de otras Islas donde los recursos
económicos de cada una de ellas han mediatizado, de forma considerable, el trasiego de
personas. Así aquellas islas de mayores recursos han sido, a modo de imán, un atrayente
de considerable importancia; el tercero implica esa relación existente entre lo isleño y lo
peninsular, donde elementos como la búsqueda de fortuna, el escapar de situaciones
comprometidas o, como sucede desde la primera mitad del siglo XX, y sobre todo
durante la segunda, la búsqueda de la benevolencia del clima que ha caracterizado al
Archipiélago; el cuarto, y último grupo, el de inmigrantes ajenos a España, que
procedentes de diferentes países habían arribado a las Islas. Desde los orígenes de la
civilización europea en las Canarias, el papel de los extranjeros había sido primordial e
importante, continuándose hasta el siglo XIX, momento en el que se contó con hasta
cinco alcaldes en Santa Cruz cuyos orígenes no eran canarios213. En 1791, existían en
Santa Cruz un total de 56 extranjeros, de los 206 estaban presentes en Tenerife214.
Censos posteriores, fechado en 1860, atestiguan la presencia de 13 extranjeros
transeúntes y 97 estables en la ciudad, sobre una población de casi 11.000 habitantes.
Este creciente número de forasteros comenzó a preocupar ligeramente a la Corporación
municipal en 1884, que se centraba en la presencia de una considerable cantidad de
expresidiarios de raza negra que se veían como un peligro potencial. Para solucionar
esta cuestión, se habilitaron una serie de medidas que perseguían devolverlo a su lugar
de origen.

213
Entre ellos están: Miguel Bosq, Enrique Casalón, José Fonspertuis, Bernardo Forstall y Valentín
Baudet.
214
RUIZ ALVAREZ, A. Matrícula de extranjeros en la isla de Tenerife a fines del siglo XVIII. In,
Revista de Historia Canaria, nº 105-108, Tomo XX (1954). La Laguna: Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de La Laguna, p. 102-111.
Se sabe que en este momento, de los 56 extranjeros, 13 eran franceses, 13 malteses, 12 italianos
y 15 portugueses. Sorprende el número de francos, situación provocada por la Revolución que
ocasionó que muchos de ellos buscaran refugio en otros lugares.

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29. Anónimo: Publicidad de barcos para emigrantes


(1890-1895).

En lo referente a la emigración, destaca, que


como su contraria, dependía
considerablemente de la situación económica
insular, de la necesidad de mano de obra para
trabajar en industrias u otros servicios, y sobre
todo a las condiciones laborales y legislativas a
las que estaban sometidos en los países de
destino. Durante el siglo XIX, la emigración se
solió practicar en dos modalidades: la salida
individual en busca de fortuna o en la que se
llevaba a familiares o a la familia al completo
atraídos por la presencia en América de parientes o amigos que anteriormente habían
realizado el camino que ahora pretendían llevar a cabo. Esta situación favorecía que los
puntos de destinos fueran limitados, ilusionados por la presencia de lo conocido en el
lugar donde pretendía afincarse y desarrollar su nueva vida. La segunda modalidad era
aquella en la que los canarios salían con pautas fijadas que se materializaban en
contratos firmados con organizaciones o gobiernos que procuraban dar vida a las
extensiones de inmensos territorios donde no existía habitante alguno. Se tiene
constancia, que entre 1818 y 1838 se produjo un traslado de personas con dirección a
América que ascendió a un total de 18.278 canarios.215

Debe destacarse sus resultados irregulares y desprovistos de éxitos en algunas


ocasiones, lo que llevó a que en 1842, se procurara controlar estas actividades mediante
una real cédula de 13 de octubre. Poco caso se hizo a esta norma legal, prosiguiendo el
movimiento de personas, que en algunos ocasiones, como los hechos acaecidos en
1874, acabaron en desastre no logrando alcanzar su destino en la Octava Isla. A pesar de
los pesares, éstos continuaron realizándose hacia países que iniciaban su desarrollo,

215
Ibidem, p. 334-336.
A ellos se le deben sumar unos 483 destinados al regimiento fijo de la ciudad de La Habana cuya
procedencia era canaria.

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como Venezuela y Brasil, que precisaban poblar sus amplias extensiones de terreno con
individuos dispuestos a trabajar duramente para lograr el éxito y la fortuna.216

Estas idas y venidas, convirtieron a Canarias en una de las regiones con mayor
movimiento de personas de todo el territorio español, estando inmediatamente por
debajo de los gallegos. Entre 1948 y 1965 salieron de las Islas un total de 96.492
personas rumbo a América, regresando menos de la mitad, unos 41.693 individuos.

216
En 1881 salió una expedición salió desde Santa Cruz para Venezuela, mientras que al año
siguiente su origen cambió, siendo en este caso Brasil.

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CAPÍTULO III

EL TRÁNSITO DESDE LAS EPIDEMIAS


A LAS ACCIONES DE PREVENCIÓN Y ASISTENCIA

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3. CAPITULO III. EL TRÁNSITO DESDE LAS EPIDEMIAS A LAS ACCIONES DE


PREVENCIÓN Y ASISTENCIA.
3.1. MALES, INFECCIONES Y EPIDEMIAS.
Con la llegada de los barcos castellanos a las Islas Canarias para dar comienzo a la
Conquista, se establecieron dos ópticas antagónicas: la castellana con una visión de
portadores de civilización, orden y estabilidad promovidas por la Corona Española y la
Iglesia, y la indígena, en la que estaban presentes el sometimiento, la esclavitud y la
muerte. Esta última percepción no solo arribó a las Islas ayuda de espadas, lanzas y
trabucos, sino que se materializó en forma de epidemias que sigilosamente diezmaron la
población aborigen.

30. José de Rivera: Joven con molinillo y un viejo


tirando de una carreta con un cadáver (ca. 1640).

La peor epidemia que ha golpeado Canarias


desde que se tiene constancia histórica fue la
modorra, enfermedad que trajeron los
conquistadores castellanos como un «regalo
maldito» a las costas isleñas y que les
favoreció considerablemente en la toma de
posesión de los nuevos territorios. Existen
indicios documentales que apuntan a como
esta epidemia se cebó con la población
aborigen de la isla de Tenerife entre 1494-
1495, llegando a causar la muerte a un 20 % de ésta217. Esta trágica situación no era
desconocida para los habitantes de las Islas, ya que a mitad del siglo XIV habían sufrido
consecuencias semejantes con la peste portada por los normandos a su llegada a
Lanzarote, lo que ocasionó un desastre de considerables dimensiones entre sus
habitantes.

217
La población guanche existente en el momento de la conquista de la Isla de Tenerife se cifra
entre 15.000 a 20.000 personas, dependiendo de la fuente que se consulte.

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Independientemente de la gripe y la peste, el siglo XVIII vino marcado por


sucesivas epidemias de fiebre amarilla, de las que la de mayor ferocidad fue la acaecida
en 1701, momento en el que seccionó la vida a unas 9.000 almas residentes en Tenerife.
A ella se le unió, en el siglo XVIII, la nueva epidemia causada por esta enfermedad, que
trajo la fragata Nivaria cuando llegó a las costas insulares procedente de la ciudad de la
Habana en el año 1862. La autoridades competentes tardaron en tomar las riendas de la
«trágica cuestión que tenían entre manos», situación que sembró el terror entre los
pobladores de Santa Cruz, que al igual que alma que se lleva el diablo, partieron tierras a
dentro buscando la salvación. Esta medida provocó que la epidemia se extendiera por
toda la geografía insular, hecho que llevó al fallecimiento de unos 2.200 afectados.218

Otra epidemia, que durante la segunda mitad del siglo XIX asoló a Archipiélago,
fue el cólera. De considerable y desastrosas dimensiones fueron sus consecuencias,
centrándose en las islas de Gran Canaria y Tenerife. La primera de ellas, sufrió las fatales
consecuencias de esta enfermedad en 1851, causando un total de casi 6.000 bajas en
esta Isla. Años más tarde, en octubre de 1893, dio comienzo en Santa Cruz,
manteniéndose esta situación crítica en la ciudad durante cuatro meses. La dolencia,
traída por un barco italiano, mantuvo incomunicada y paralizada a la urbe durante un
considerable tiempo, todo ello motivado por los casi 1.750 enfermos que fueron
ubicados en lugares distantes y preparados para tal fin, como el Lazareto, y otros menos
adecuados para el tratamiento del cuerpo, como las ermitas de San Telmo, San
Sebastián y de Nuestra Señora de Regla. El total de fallecidos en esta epidemia fue
importante, unas 400 personas, pero no superable en número con respecto a otra
azotes anteriores.

La despedida del siglo XIX y el inicio del siglo XX, estuvieron protagonizadas por
epidemias de viruela y fiebre tifoidea. En lo referente a la primera, se estrenó en 1897
con la muerte de unas 17 personas, cifras superadas considerablemente en su
resurgimiento en Santa Cruz en los años 1912 y 1913. Con respecto a la segunda, fueron
reiterados los brotes que afectaron a los pobladores de las playas de Añazo, situación

218
Las autoridades civiles y sanitarias se vieron desbordadas ante el terror que supuso para la
población la epidemia, siendo nada efectiva la incomunicación que establecieron para que la
enfermedad no se propagara por la Isla.

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que perduró hasta 1906. Fue necesario el uso del Lazareto, dispositivo creado para el
aislamiento años atrás, y que prácticamente había caído en desuso. La mortalidad no fue
alta, pero los daños y secuelas infringidos a los habitantes de la ciudad fueron de
considerable magnitud.

Tras esta situación de emergencia, en 1918 entró por la puerta principal de Las
Palmas, su puerto, una de las epidemias más agresivas de las que han asolado a las Islas,
la gripe española. La enfermedad se extendió rápidamente por el territorio insular
ocasionando más de 500 defunciones entre hombre, mujeres y niños. De ahí cruzó a la
isla de Tenerife, instalándose en la zona norte, donde igualmente realizó grandes
estragos entre sus pobladores. A esta «plaga» se le unieron las bajas ocasionadas por los
conflictos bélicos mundiales y brotes importantes de sarampión, tosferina y escarlatina,
llevaron a un descenso considerable de la población isleña.

3.1.1. EPIDEMIAS DURANTE EL SIGLO XIX: FIEBRE AMARILLA,


CÓLERA-MORBO Y FIEBRES PALÚDICAS.

Durante los siglos XVI y XVII, Tenerife se vio asolado por la peste de Landres219
que diezmó la población, a la que siguieron en el siglo siguiente, el XVIII, el tabardillo y
las viruelas. El siglo XIX, en cambio, será protagonizado por la fiebre amarilla.

La inauguración de este siglo, en el campo epidemiológico, fue llevada a cabo por


la gripe, que en 1807, se presentó en la isla de Tenerife, cebándose con la ciudad de La
Laguna. Esta situación no se trasladó a Santa Cruz gracias a las medidas higiénicas que el
cirujano del Batallón de Canarias, Joaquín Viejobueno, hizo cumplir fielmente. Esta
oportunidad brindada por la diosa Fortuna, no se volvió a repetir en el tiempo, ya que,
tres años después, en 1810, la capital se vería envuelta en una epidemia de fiebre
amarilla que se llegó a considerar como la peor sufrida hasta la fecha desde la epidemia
de peste de 1582220. Fue introducida por el puerto capitalino en dos navíos procedentes
de Cádiz, el San Luis Gonzaga y el Fénix221. Desde un primer momento, los galenos no

219
El Día (Santa Cruz de Tenerife), 22 de enero de 2004.
220
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo IV, p. 141-145.
221
DÍAZ PÉREZ, A. M. Y FUENTE PERDOMO, J. G. DE LA. Estudio de las grandes epidemias en
Tenerife. Siglos XV-XX. Santa Cruz de Tenerife: ACT, Cabildo de Tenerife, 1990, p. 83.

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relacionaron la fiebre prolongada con la enfermedad, retrasando la implantación de


medidas que la enfermedad, lo que provocó que se diseminara con rapidez222. Con la
llegada del invierno, se colocaron muros en las calles que pretendían disminuir la
circulación de los afectados, impidiendo así el contagio de otros vecinos. El primer caso
fue diagnosticado el 12 de octubre de este año, en una mujer puérpera domiciliada en la
calle San José. Los despojos de los fallecidos se les dio sepultura en la ermita de Regla,
lugar estratégico de la ciudad, caracterizado por su distancia del núcleo poblacional.

31. D. E. Rodríguez y Núñez: Personal del Hospital de Coléricos


en Santa Cruz de Tenerife (1890).

Pasaron los años sin evolucionar la ciencia médica, portando tan solo el cordón
sanitario, como herramienta que evitaba la diseminación del mal por el resto del
territorio. Con la incertidumbre en las espaldas, se procuró difundir todas aquellas
pautas que debían seguirse para bloquear su propagación, pues aún se ignoraba el
mecanismo que le posibilitaba pasar de un individuo a otro.

Algunas personas aseguraban que el mal había sido importado desde Veracruz, aunque en ese
momento la ciudad de Cádiz sufría el azote de esta epidemia llena de muerte y enfermedad.
222
BETANCOR GÓMEZ, M. J. Epidemias y pleito insular. La fiebre amarilla en Las Palmas de Gran
Canaria en el periodo isabelino. Madrid: Ediciones del Cabildo de Gran Canaria y CSIC, 2002, p.
31-38.

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Desde la ignorancia se daban numerosas y, en algunos momentos, curiosas


recomendaciones, que variaban de un municipio a otro, llegando a culpabilizar a los
presos franceses de envenenar las aguas con el mal: en La Laguna se instó a
confeccionar una barrera humana que procurara evitar el contacto con el puerto; en
Santa Cruz, el lavado de la ropa con agua salada o cristalino líquido, este último, que
escaseaba considerablemente, a lo que se unía advertencias de carácter higiénico y
alimentario que se ajustaran a la situación. Además se aconsejaba la fumigación de
mercancías, casas y ropas que pudieran haber estado en contacto con los enfermos o los
objetos venidos de Cuba o Estados Unidos.223

Tal fue la rápida expansión de la enfermedad y el volumen de afectados, que los


tres grandes hospitales capitalinos, los Desamparados, San Carlos y el Militar, estaban
saturados, surgiendo, ante la necesidad, la obligación de habilitar una vivienda particular
para poder albergar a los enfermos. Esta dificultad para el alojo se proyectó hacia los
enterramientos, lo que se tradujo en un importante problema, ya que se carecía de
espacio físico en la ermita de Regla para tal proceso desde los últimos días de octubre.
La carencia de espacio que permitiera llevar a cabo los rituales funerarios llevó a
plantearse definitivamente la necesidad de la construcción de un camposanto para la
ciudad, obras que dieron comienzo en febrero del año siguiente en un solar muy
próximo a la calle de San Sebastián, al que se le otorgó el nombre de San Rafael y San
Roque.

Santa Cruz, incomunicada por los cordones sanitarios con San Andrés y La Laguna,
quedó despoblada, bien por bajas por fallecimiento, bien por abandono de la urbe con la
mayor premura. Estas barreras se ubicaron en el Bufadero y en el Molino,
respectivamente. Tanto los facultativos de Santa Cruz, como los del municipio de La
Laguna, coincidían en semejantes medidas para tratar la epidemia: incomunicar a los
enfermos; trasladar a otro lugar de la Isla a los enfermos sanos aglutinándolo en
determinados puntos de ésta; y asepsia diaria de las viviendas.224

223
La Corporación municipal solicitó al Comandante General el desinfectar todos aquellos
artículos o mercancías que procedieran de otros lugares, a modo de medida desesperada ante la
ignorancia de la procedencia del mal.
224
Ibidem, p. 86.

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A comienzos de 1811, la Junta de Sanidad creyó que la enfermedad estaba


controlada. Para sorpresa de los habitantes de la isla, durante el verano el mal regresó,
lo que llevó a que Vicente de Cañas, duque del Parque se trasladara de Gran Canaria a
Tenerife el 3 de agosto, huyendo hacia La Laguna e instaurando un cordón sanitario en
La Cuesta. Al ver la posibilidad de ser relevado en su cargo, creó un cierto ambiente de
malestar, reclutando adeptos mediante ciertos presentes, como el arreglo de carretas o
la creación de escuelas públicas. No resultando su estrategia, mantuvo una férrea
oposición a las autoridades y las decisiones que éstas tomaban. En septiembre, se envió
a Lanzarote al Teniente General Pedro Rodríguez de la Buria, con el ánimo de sustituir al
duque en el Gobierno Militar de Canarias. Así como quien ve a Dios Padre, desde Gran
Canaria, Lanzarote y Tenerife mostraron síntomas de apoyo y felicitación. Vicente de
Cañas le recomendó a de la Buria su permanencia en la isla conejera negándole
entrevista alguna. Esta reacción llevó a que el Teniente se personara en Tenerife
entrando por el puerto de La Orotava. Poco después, la Corporación municipal
reconoció el cargo de Teniente General como representante del Rey en las Islas. Pese a
este acto público, de Cañas no quería entregar el poder, lo que astutamente llevó a
reunirse con él para pactar su marcha de la isla, el 30 de noviembre de ese mismo
año.225

En septiembre de 1811, el vómito negro estaba presente en casi todas las partes
de la urbe capitalina, situación ocurrida por segunda vez, advirtiéndose que el síndrome
no era tan dañino, estando presente en aquellos individuos que durante el primer brote
habían marchado a diferentes zonas de Tenerife. A Santa Cruz se le unió el Puerto de La
Orotava en el que surgieron casos como resultado de no respetar el cordón por parte de
un santacrucero. Ante esta situación, se procuró un cordón sanitario que no impidió que
tanto La Orotava como el Realejo cayeran bajo los efectos de la enfermedad. El periodo
de dolor y muerte causado por esta plaga transcurrió en un menor espacio de tiempo
que su precedente, pero fueron tales lo daños ocasionados que pasaría largo tiempo
para restablecerse por completo. Desde el Estado, se dispusieron partidas y ayudas para
arropara al Puerto de La Orotava, y a las ciudades de Santa Cruz de La Palma, Arrecife y
Las Palmas.

225
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo IV, p. 147-148.

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La siguiente tragedia epidémica que asoló la Isla, fue traída por los franceses en
1827 desde Toulon: era la viruela. En un plazo de un año, segó la vida de unos 250
individuos, quedando múltiples señales en los rostros de aquellos que habían logrado
sobrevivir a ella. Nuevamente, en 1846, un barco procedente de las Antillas trajo la
destrucción y la muerte con la fiebre amarilla, a la que los galenos denominaron
gastroenteritis para evitar el pánico y sus consecuencias. Tanto La Orotava como el
Puerto, instalaron rápidamente un cordón sanitario que se ordenó suprimir sin causa
aparente; La Laguna se vio exenta del mal, cosa que no ocurrió en Santa Cruz, donde
llegó en septiembre, pero tras una dura lucha con él se logró exiliar para diciembre de
ese mismo año.

32. Tomás Padró (Dibujo) y Capuz


(Grabado): Barcelona, Fiebre Amarilla
(1870).

Varios años más tarde, en octubre


de 1862, llegó a la Isla el tifus
americano, traído nuevamente
desde el mar, por la fragata
Nivaria que había partido desde La
Habana en dirección a la capital de
las Canarias. Hasta marzo de 1863
no se logró eliminar por completo
dejando un saldo importante de
bajas, unas 5.072 personas por
toda la Isla, la gran mayoría de
ellos de La Laguna, unos 4.311. Tal
fue el descontrol durante este
momento, que aunque la Junta de
Sanidad recomendaba el no regresar a sus domicilios, las personas lo hacían ya
finalizando el año226. Desde el municipio vecino de Santa Cruz se procedió a la

226
Ibidem, p. 88.
El barco había recalado primeramente en Vigo, donde estuvo 16 días. Posteriormente puso
rumbo hacia Santa Cruz de Tenerife, donde llegó el 31 de agosto de 1862 sin incidente sanitario

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recaudación de fondos para los desamparados, donativos a los que se unieron los
remitidos desde la Península y la isla de Cuba.227

Diez años más tarde, en 1873 aparecieron dos nuevos casos de fiebre amarilla, a
los que se unieron algunos de viruela en 1876, y varios de difteria y sarampión en 1892.
Al año siguiente, en 1893, se experimentó un cambio en cuanto a la clase de epidemia,
su punto de entrada y los mecanismos de propagación. En octubre de este mismo año,
el cólera-morbo, que ya había querido hacer acto de presencia en Santa Cruz en 1884,
accedió por el pueblo costero de San Andrés, propagándose por todo el sur de Tenerife
hasta llegar a Arona y Vilaflor, aunque curiosamente no afectó tampoco a Güímar, lugar
donde los vecinos construyeron un muro a modo de cordón sanitario.228

Finalizando el siglo, en 1897, una epidemia asoló a la isla de Tenerife, uniéndose


las fiebres tifoideas con la viruela, durando hasta 1900, y repitiendo cada cierto tiempo
hasta 1927, momento en el que se fabricó la vacuna en el Instituto Provincial de Higiene
de Santa Cruz. Junto a estas dos enfermedades, en 1899, surge un brote de fiebres
palúdicas, desconocida hasta la fechas en estas tierras, surgiendo en Bufadero, y
Valleseco, a lo que se le unieron Tahodio y Almeida, amenazando con entrar de lleno en
la ciudad. El origen de tal mal, se ubicó en las aguas que corrían por el barranco de
Tahodio, que habían traído el mal y lo habían propagado por diferentes pueblos
cercanos a la capital.

Si observamos las epidemias que afectaron a la isla de Tenerife durante el siglo


XIX, encontramos que en catorce veces se vio afectada por una u otra enfermedad: gripe
en 1807; fiebre amarilla en 1810, 1811, 1846, 1862, 1863 y 1873; viruela en 1827, 1845,
1846, 1876 y 1897; difteria y sarampión en 1892; cólera-morbo en 1893; fiebre tifoidea

alguno. Ya en la Isla, de los siete tripulantes, a cuatro se les diagnosticó de calentura inflamatoria,
siendo sustituido posteriormente por fiebre amarilla.
227
COLA BENÍTEZ, L. Santa Cruz, Bandera amarilla. Epidemias y calamidades (1494-1910); Santa
Cruz de Tenerife: Organismo Autónomo de Cultura, Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife,
1996, p. 183-202.
228
Ibidem, p. 89.
En Las Palmas gracias a la ayuda popular se instituyó una Comisión de Higiene, encargada de
conocer el estado de las viviendas de los enfermos y distribuir antisépticos y comida entre los
desvalidos.

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en 1897; y por último, fiebre palúdica en 1899229. Si atendemos al número de


defunciones, encontramos que durante el siglo XIX, la fiebre amarilla causó 2.661
muertes, la viruela 250 y el cólera-morbo unos 382 individuos.230

3.1.2. EPIDEMIAS DURANTE EL SIGLO XX: GRIPE.

El siglo XX vino marcado por una considerable mejora del bienestar físico de los
habitantes de las Islas, que favorecía que los acontecimientos epidemiológicos acaecidos
durante el siglo anterior no aparecieran con el ánimo de disminuir la población
existente. A ello, ayudaron considerablemente los avances de la medicina preventiva
que poco a poco articulaba una serie de dispositivos que favorecían la desaparición de
las malignas enfermedades, uniéndose el aumento considerable de conocimiento por
parte de la población para prevenir y evitar su aparición y propagación.

En 1906 en Santa Cruz surgen algunos casos de tifus que ocasionan cinco bajas,
gracias a las medidas aplicadas para su diseminación: apertura del lazareto, con
funciones de hospital, a cargo del médico Agustín Pisaca Fernández y Naveira231; los
cerdos y sus cochineras fueron ubicados en el extrarradio de la capital; se desinfectaron
las aguas de Los Lavaderos, El Toscal y Cabo-Llanos; se retiraron todos aquellos residuos
que pudieran facilitar la propagación; y por último, se demolieron las barracas o casas
que pudieran favorecer la infección o estuvieran infectadas, junto al cierre provisional
de las escuelas y academias de la ciudad. La población capitalina no tomó muy en serio
todas aquellas recomendaciones médicas, pues creían que era peste bubónica que se
quería maquillar para evitar daño alguno a los intereses comerciales de las Islas. En La
Laguna se procuró a toda costa, bloquear el posible ascenso por La Cuesta de la
enfermedad, dejando fuera de servicio el tranvía y habilitando unas dependencias para
albergar la estación de fumigación. Esta discrepancia en relación al diagnóstico de la
enfermedad, llevo a que galenos de la isla de Gran Canaria, unos 19 en total, accedieran
a certificar que era pestilencia la enfermedad instalada en Santa Cruz. Para dar fin a esta

229
Ibidem.
230
Ibidem, p. 154.
231
COLA BENITEZ, L. (1996). Opus cit., p. 243-245.

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divagación absurda, las autoridades encomendaron al médico Comenge clasificar la


enfermedad, quien desecho la hipótesis de la peste.232

33. Anónimo: Hospital improvisado para socorrer a los afectados


de la epidemia de gripe española ocurrida en el año 1920.

El último eslabón epidemiológico que asoló a Canarias, fue la gripe española, que
llegó en 1920. A pesar de ubicarla en España, a la hora de denominarla, tal afección se
produjo de forma pandémica en numerosos continentes de la geografía mundial.
Incapaces de conocer sus fundamentes, destacan las medidas higiénico-preventivas que
se impusieron bajo la mano de Joaquín Viejobueno en La Laguna, la más afectada de
todas las urbes y que se especifican a continuación: tomar nota de los contagiados
menos pudientes y trasladarlos al hospital, donde se dispondrá de un aislamiento total
custodiados por militares; tratar con mucho cuidado a los afectados, comprobando una
mayor gravedad en los malnutridos; aplicación de cataplasmas para combatir las altas
temperaturas de la fiebre; proporcionar abrigo y cama a los enfermos afectados.

El número de afectados llegó a un total de 76 personas entre el pueblo de la


Guancha y el de San Juan de la Rambla, 37 en el primero y 39 en el segundo. En la
actualidad, estudios posteriores han dado a conocer que lo que se denominó como gripe

232
DÍAZ PÉREZ, A. M. Y FUENTE PERDOMO, J. G. DE LA (1990). Opus cit, p. 137-138.

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española, que en ese momento asolaba la población mundial, correspondía a una simple
afección bronco-pulmonar.

3.2. PREVENCIÓN E HIGIENE


El no padecer enfermedades y saber cómo no contraerlas, desarrollando todas
aquellas actividades higiénico-dietéticas que pueden evitarlas, constituye un importante
paso adelante en la historia de las diferentes sociedades. Desde que el hombre existe, el
sanador se ha ocupado de curarle, pero a esto le ha seguido otra manera de cuidarle
más perfeccionada que se ha materializado en la de prevenir la enfermedad. Esta
actividad, que implica el cuidado de la salud, es conocida comúnmente como higiene,
palabra que viene del término griego Hygieie, nombre que se daba a la diosa de la
salud233. Dicha cuestión fue retomada por la medicina hipocrática, secularizándola y
otorgándole el sentido de un conjunto de actuaciones que deben ser seguidas por
cualquier individuo para mantener la salud y prevenir la aparición de enfermedades.234

Algunos autores de la época renaciente advirtieron en sus libros y tratados que


frecuentemente los conceptos de prevención y tratamiento de la enfermedad eran
confundidos, debido a que entre éstos es difícil establecer una separación completa
entre los procedimientos que persiguen, la prevención y los que buscan la curación en
el individuo. Bartolomé Hidalgo de Agüero establece que tanto uno como otro no tienen
implícitas idénticas finalidades, sino que son dos facetas complementarias de un único
propósito, alcanzar la salud perdida: La cura de la peste es en dos maneras, una que
llaman preservativa, que es antes de que venga, y otra curativa que es cuando está
presente.235

233
LAÍN ENTRALGO, P. La Medicina Hipocrática. In, Revista de Occidente. Madrid: Fundación José
Ortega y Gasset, 1970, p. 37-56.
Alcmeón de Crotona (siglo VI antes de Cristo) fue el primero en relacionar el estado de salud con
el recto equilibrio (isonomía) de las distintas potencias que dualmente se oponen entre sí en cada
naturaleza (physis) individual: lo caliente y lo frío, lo húmedo y lo seco, lo amargo y lo dulce,…
Además, define por primera vez, en términos naturales (physiológicos) el estado de salud,
trasladando a la visión de la physis un concepto tocante a la constitución de la polis griega: la
isonomía, o igualdad de derechos de todos los ciudadanos ante la ley (nomos).
234
ROSEN G. History of Public Health. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1993, p. 67-69.
235
HIDALGO DE AGÜERO, B. Thesoro de la verdadera cirugía y vía particular contra la común…
Barcelona, por Sebastián de Comellas, 1622. In, CARRERAS PACHON, A. La peste y los médicos en
la España del Renacimiento. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1976; p. 91.

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Dos etapas son las que podemos diferenciar en la Historia de la Higiene, aunque el
comienzo y final de una, u otra, es difícil de delimitar, pudiendo solaparse una época con
otra, o viceversa. La primera de ellas, la higiene privada, consistente en un conjunto de
actividades de carácter privado, bajo la responsabilidad de las personas, para garantizar
su salud individual. Nació en la Grecia clásica, fundamentada en la teoría humoral
hipocrática, y se transformó en la Edad Media por la influencia de la teoría miasmática.
La segunda, la higiene pública, en la que las autoridades son las responsables de
asegurar la salud de las poblaciones. Nace durante la Edad Media como resultado de la
pandemia que supuso la llamada «Muerte Negra». Estas dos formas de concebir la
higiene sufrirán cambios importantes durante los siglos XVII a XIX hasta que en el siglo
XX se transformen en lo que hoy llamamos salud pública.236

3.2.1. LA IDEOLOGÍA CIENTÍFICA Y SOCIAL DE LA HIGIENE.

El higienismo es una corriente de pensamiento que se desarrolla


fundamentalmente a finales del siglo XVIII, cuyos artífices e impulsores fueron
principalmente médicos y otros profesionales. La base fundamental del pensamiento
higienista está centrada en el impacto que produce en los europeos el proceso de la
revolución industrial y que queda claramente definido durante el Romanticismo. Los
higienistas manifiestan un discurso en el que está impresa una denuncia constante de la
carencia de salubridad en las urbes industriales, y las condiciones precarias de vida y
trabajo de sus empleados; pero no solo presentan un discurso crítico de carácter
científico y social, sino que lo argumentaban y hacían aportaciones con las que
pretendían solucionar estas situación, incorporando diversas medidas de tipo higiénico-
social, que proporcionaron unas condiciones dignas a la población.

Tanto en el continente europeo, como en España, los médicos fueron los


profesionales que mantuvieron una destacada preocupación por la salud pública,
desarrollando una producción literaria, a lo largo del ochocientos, que se materializó en
una abundante literatura científica en la que se abordaba el tema de la higiene.
Inicialmente, la higiene fue entendida como una parte de la actividad profesional médica

236
PEÑA, C. Y GIRÓN, F. La prevención de la enfermedad en la España Bajo Medieval. Granada:
Editorial Universidad de Granada, 2006, p. 15.

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centrada en la preservación de la salud pública, elaborándose destacados trabajos


epidemiológicos que versaban sobre enfermedades epidémicas, tales como el cólera-
morbo y la fiebre amarilla sobre todo, además de enfermedades cuya presencia en las
urbes era una constante como la viruela, el tifus, la difteria o la escarlatina, entre otras;
y, por último, las enfermedades profesionales, que se incorporan al panorama laboral
tras la revolución industrial.237

34. Mary Beale: Retrato de Thomas Sydenham (1688).

Esta marcada preocupación de la sociedad del


siglo XIX, obligó a que los miembros de la
corriente higienista desarrollaran en conjunto
una línea de pensamiento social, en la que
estaban presentes conceptos como el
pauperismo, moralidad o beneficencia, a los que
se le unieron aquellos que en ese momento
estaban de moda, como los sistemas políticos, la
lucha de clases y las reformas sociales, que poco
a poco se comenzaron a producir en el
panorama europeo. Además, la preocupación,
se centró en conocer, por medio de la actividad investigadora, la situación
sociogeográfica de la clase obrera y el impacto que la industrialización había provocado
en la salud pública de aquellas personas que, poco a poco, se incorporaban a la
creciente industria; también, se trabajó la estadística aplicada a la geografía, centrada
en localidades y comarcas o regiones concretas, desde un enfoque médico, que como
resultado aportó conocimientos acerca del origen y desarrollo de las epidemias, y sobre
la morbilidad en general, fuertemente mediatizadas por la climatología y el medio local.

El amplio campo de la higiene abordó una cuestión a la que hasta la fecha no se le


había dado la consideración que merecía: el espacio urbano. La limpieza y la salubridad
de las ciudades se centrará en la creación de las diferentes infraestructuras y

237
Los estudios realizados por los miembros pertenecientes a la corriente higienista
proporcionan abundante información sobre el medio geográfico, económico y social, ya que
entre sus ideas ésta presente una concepción de la enfermedad como mal social.

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dispositivos necesarios para unas óptimas condiciones; de esta manera, se propondrán


servicios de saneamiento, como mataderos, alcantarillado, cementerios, haciéndose un
considerable hincapié en el entorno donde el obrero de desenvuelve y las características
de sus viviendas. Además, existirá una importante preocupación por los edificios
públicos de ocupación colectiva, tales como hospitales, cárceles o templos, para los que
se establecerán una serie de recomendaciones, en algunos casos, o directrices, en otros,
que facilitaron la adquisición de condiciones higiénicas adecuadas. Muchos de estos
temas no son tratados de forma monográfica, apareciendo de manera esporádica, con
una presentación de carácter empírica, que se entrelazan para lograr un discurso
uniforme y coherente.

Las ideas y creencias a las que se llegaron con las reflexiones de los médicos e
higienistas estaban inscritas en un conjunto de teorías muy consideradas por los
movimientos científicos que procedían del siglo XVII, donde se buscaba una relación
entre las condiciones climatológicas y la enfermedad. Estas constituciones epidémicas,
habían sido expuestas y discutidas sistemáticamente por el médico inglés Thomas
Sydenham (1624-1689), quien había estudiado la pandemia que afectó a Londres en la
década de los sesenta de ese mismo siglo, estableciendo una estrecha relación entre las
fiebres y las características climáticas. Estuvo muy influenciado por los tratados
hipocráticos, lo que le llevó a retornar al concepto de constitución epidémica, dividiendo
las enfermedades agudas en epidémicas, estacionarias, intercurrentes y anómalas238.
Michael Foucault afirma que:

La constitución de Sydenham no es una naturaleza autónoma, sino el complejo


de un conjunto de acontecimientos naturales: cualidades del suelo, climas,
239
estaciones, lluvia, sequedad, centros pestilentes, penuria...

Durante la segunda mitad del XVIII, en el panorama europeo, se establecieron


dos corrientes claramente definidas: la inglesa, donde la geografía médica contaba con
un gran número de cultivadores de renombre, entre los que destacan Cleghorn, Hillary

238
LAÍN ENTRALGO, P. ( 1982). Opus cit, p. 317.
Algunos autores han interpretado en la obra de Sydenham, que el alcance de la «constitución
epidémica» se reduce al aspecto meteorológico del año.
239
FOUCAULT, M. El nacimiento de la clínica: una arqueología de la mirada médica. México;
Buenos Aires: Siglo XXI, 1978, p. 42.

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Rutty y R. Jalison240; y la francesa, donde se había mostrado una creciente preocupación


y curiosidad por el espacio y la relación de éste con la enfermedad241, lo que llevó a
iniciar una tarea sistemática de observación, y recopilación de datos meteorológicos,
hidrológicos y demográficos. Hautesierck, en 1776, propone a los galenos militares
franceses, un trabajo investigador que procuraba abordar El estudio de las topografías
(la situación de los lugares, el terreno, el agua, el aire, la sociedad, los temperamentos
de los habitantes), observaciones meteorológicas (presión, temperatura, régimen de
vientos), análisis de las epidemias y de las enfermedades reinantes, descripción de los
casos extraordinarios242. Esta situación generó que en el panorama franco se produjeran
numerosas topografías médicas, entre las que cabe destacar la dedicada por Meneuref a
París en 1786, los trabajos de Lepecq de la Cloture sobre Rouen en 1778, la monografía
de Bouquet sobre el distrito de Boulogne y la Topografía Médica de Montpellier de
Murat.243

En este momento existe una destacada preocupación por las causas de la


enfermedad. Claro ejemplo es el médico italiano, G. M. Lancisi (1654-1720), quien
ayudado por algunas ideas de los químicos del siglo precedentes sobre la fermentación
de las aguas estancadas, encontró que en los vapores emanados de los pantanos la
causa fundamental de las enfermedades y epidemias244. Desde mediados de siglo XVIII,

240
ACKERKNECHT, E. H. Medicina y sociedad en la Ilustración. In, Historia Universal de la
Medicina, Tomo V, 1973, p. 143-151.
241
FOUCAULT, M. (1978). Opus cit, p. 49.
En 1786, J. J. Meneuref aseguraba que (…) existe una cadena que vincula en el universo, en la
tierra y en el hombre, a todos los seres, a todos los cuerpos, a todas las afecciones: cadena cuya
sutileza al eludir las miradas superficiales del minucioso experimentador y del frío disertador
descubre al genio verdaderamente observador.
242
Ibidem, p. 52.
243
FOUCAULT, M. (Dir.); ALLIAUME, J. M.; BARRET-KRIEGEL, J.-M.; BÉGUIN, B.; RANCIÈRE, D.; et
alii. Politiques de l'habitat: 1800-1850. Paris: Collège de France/Equipe de recherches de la Chaire
d'histoire des systèmes de pensée, 1977. (Informe para el Comité para la Investigación y el
Desarrollo en Arquitectura). Paris: Corda, 1977; Y FOUCAULT, M. y otros: Les Machines à guérir:
aux origines de l’hôpital moderne. Paris; P. Mardaga, 1979.
244
URTEAGA, L. Miseria, miasmas y microbios. Las topografías médicas y el estudio del medio
ambiente en el siglo XIX. In, Geocrítica. Cuadernos críticos de Geografía Humana. Año V, nº 29;
Barcelona: Universidad de Barcelona, noviembre de 1980, p. 6.
En las últimas décadas del setecientos, y en relación con el avance de la química y su influjo en la
medicina, se producen intensos esfuerzos para precisar la naturaleza de los componentes de
estos miasmas y su comportamiento químico. Para J. P. Janin (1731-1799) estos vapores
pestilenciales tienen carácter alcalino, mientras que para Guyton de Morveau (1737-1816), las

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los miasmas aparecen por doquier, muchas veces como complemento de las
alteraciones atmosféricas, manteniendo su protagonismo hasta la segunda mitad del
siglo XIX, atribuyéndosele el origen de epidemias como el cólera, las tercianas y la fiebre
amarilla, entre otros.

35. Portada de Memoria sobre la Naturaleza del contagio de


la fiebre amarilla, por Antonio Cibat (1805).

En España, destaca la figura del médico Antonio


Cibat quien escribe en 1805, sobre la acción
contagiosa de la fiebre amarilla: El gas animal que
se levanta del cuerpo de los contagiados, si no es
diluido por el aire agitado, forma una neblina que
ocupa la circunferencia de los afligidos, que son su
centro, del que emanan como otras tantas fuentes
los vapores o miasmas contagiosos (…)245. Ubicó el
núcleo de estas emanaciones malignas, en lugares
de podredumbre, tales como cloacas, cementerios
o cárceles, en los cuales proponía que fueran
sometidos a vigilancia, limpieza y aislamiento que
favoreciera la desaparición de dichos hedores. Esta generalización de las doctrinas
miasmáticas, que la ciencia médica procura custodiar y guardar, trajo consigo la
aceptación de una serie de puntos focales de la enfermedad, desde los que los
mortíferos miasmas se difunden.

Estos estudios científicos y médicos que se realizaron sobre el medio urbano,


constituyeron una reflexión sobre este espacio y sentaron las bases para una sistemática
preocupación por los vientos, que se consideraban agentes de la dispersión de los

emanaciones pútridas son amoniacales y para Latham Mitchill (1764-1831), representante de la


escuela americana, los miasmas son el resultado de la acción del septon -un óxido de nitrógeno-
sobre el oxígeno. En consonancia con estas teorizaciones, se concretarán desde finales del XVIII
una serie de medidas terapéuticas y preventivas, consistentes principalmente en la fumigación de
los lugares apestados o con peligro de contagio con diversas sustancias, como el ácido nítrico y
clorhídrico y el gas cloro.
245
Ibidem, p. 6-7.

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miasmas. A todo ello, se le unía una persistente atención sobre aquellos lugares
concretos que eran considerados como focos de peste o enfermedad y que podían
causar epidemias, tales como pantanos, mataderos, estercoleros, …, y que, por tanto,
debían ser objeto de vigilancia y ordenación.

36. Anónimo: Johan Peter Frank, Lanzedelly (1845).

En este momento, junto a la importante


consideración que se tiene a las doctrinas
miasmáticas, se le unía la idea de la
enfermedad como fenómeno social, muy
difundido durante el siglo XIX. Casi
terminando el siglo XVIII, se estableció una
corriente que albergaba a algunos médicos
que otorgaban una destacada importancia a
factores como la pobreza, el exceso de
trabajo, la mala alimentación, el hacinamiento
en barrios insalubres, y otros factores de tipo
económico-social, que daría una explicación al impacto de determinadas enfermedades
sobre la población del momento. El médico austriaco J. P. Frank (1745-1821), publicó, en
1790, un folleto que tituló, La miseria del pueblo, madre de enfermedades, documento
de considerable peso en el pensamiento médico de la época, que modifica el
pensamiento que hasta la fecha se tenía sobre las condiciones de vida y trabajo de las
clases proletarias, apareciendo como focos o agentes de procesos patógenos, que el
médico debe escrutar estrechamente a la hora del juicio diagnóstico. Junto al folleto,
escribió entre 1779 y 1819, un extenso tratado de higiene pública titulado System einer
volltaendigen medizinischen Jolize, en 6 Tomos, donde se recogen las principales
doctrinas sobre Sanidad Pública de la época, además de aparecer desarrollada una
teoría social de la enfermedad.246

La medicina practicada durante la perfiló lo que será uno de los puntos


neurálgicos del paradigma higienista del siglo XIX: la consideración de un «espacio

246
CASTIGLIONI, A. (1941). Opus cit, p. 611.

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social», que debe unirse al espacio puramente físico, para ser estudiados y analizados a
la hora de desentrañar los procesos morbosos. Existirán dos rasgos fundamentales, la
fidelidad al legado hipocrático, y la sugestión de la observación empírica, que
constituirán una de las características metodológicas más habituales en las monografías
médicas de este momento.247

Todos estos descubrimientos ocurridos durante la segunda mitad del siglo XVIII,
ayudaron a que numerosos médicos establecieran conexiones entre la morbilidad-
mortalidad y el medio ambiente. Tímidamente se habían relacionado las aguas, los
vientos, el aire, los climas, el suelo, la alimentación con la aparición de epidemias, su
difusión a través de miasmas y la distribución espacial de las enfermedades. Tras dejar
atrás la idea del cuerpo humano como lugar privilegiado de enfermedad, la medicina se
enfrentó a un espacio mucho más amplio, primeramente físico para acabar fusionándolo
con el social. Esta disciplina será la primera en elaborar un estudio del espacio como
coadyuvante de la enfermedad, en relación constante con la ubicación geográfica.

A estas inquietudes científicas individuales, se le unió un marcado interés desde


determinados grupos de científicos durante la segunda mitad del siglo XVIII, en el que se
da inicia a una política de la salud impulsada por los estados absolutistas que gobiernan
en el panorama europeo, además de instrumentalizar, a través de las sociedades
científicas, las nuevas demandas sociales que se imponen ante el impacto de
enfermedades endémicas y nuevas epidemias, como fiebre amarilla y cólera,
constituyéndose así un marco institucional y social que ayuda a explicar el desarrollo del
higienismo248. Es durante este periodo cuando se produce una reorientación de las
actitudes sociales ante el fenómeno de la enfermedad. En contraposición a épocas
anteriores, el tradicional fatalismo que presidía cualquier brote, vendrá sustituido por
un desarrollo de medidas de saneamiento y control. Esta nueva preocupación se
materializó en la arquitectura donde, en lugar de los viejos hospitales generales y asilos
que diferenciaban entre enfermos, locos, ancianos y mendigos, se dio inicio al estudio
de dispensarios y hospitales especializados y bien diferenciados.

247
KUHN, T. S. La estructura de las revoluciones científicas. Madrid: Tecnos, 1975, p. 34.
248
URTEAGA, L. (1980). Opus cit, p. 10.

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A partir de 1720, se implantaron una serie de estrategias de prevención que


asentaron en dos ejes que se movilizaron paralelamente: desde el poder, se adoptaron
nuevas tecnologías de la salud, tales como las citadas estrategias que buscaban prevenir
el surgimiento de las epidemias, o las tentativas para difundir la vacunación antivariólica
de finales de la centuria, que proporcionaba una nueva forma de enfrentarse a la
enfermedad y las consecuencias de esta en la población. En un primer momento, los
gobiernos inician una serie de medidas que procuraban conocer la situación en la que se
encontraban los servicios sanitarios presentes en sus territorios. Tres ejemplos se
exponen a continuación: el inglés J. Howard elabora un informe sobre el estado de los
hospitales y las cárceles en su país249; en Francia, se le encarga a la Comisión oficial
nombrada en 1785250 para informar sobre la situación hospitalaria; y, por último, los
dictámenes presentado por los inspectores de epidemias que recorrieron España, para
informar a la Junta de Sanidad sobre la situación de la sanidad en todo el territorio.
Todos estos ejemplos, responden a la necesidad de recoger una amplia información
sobre el estado de la sanidad y el posible daño que pudiera infringir al cuerpo social. En
una segunda fase, la vigilancia de los puntos críticos o fuentes de contagio no fue su
objetivo, sino que el espacio urbano en general se descubrió como lugar privilegiado de
análisis.251

Como es de suponer, las sociedades científicas no estuvieron apartadas de este


proceso científico y social, siendo éstas las que instrumentalizaron las nuevas políticas
de salud pública, de las que fueron ejemplo las Academias de Medicina. En España, la
medicina era una de las primeras disciplinas científicas en dotarse de instituciones

249
HOWARD, J. The state of the Prisons in Englad and Wales (1777), y An Accout of the principal
lazaretos in Europe (1789).
250
Se publicaron numerosos trabajos y memorias sobre hospitales, como la Mémoire sur la
construction d´un hôpital, de 1783 de Hugues Maret o la Mémoire sur la nécessité de transférer et
reconstruire l´Hôtel-Dieu à París, que los arquitectos Coquéau y Bernard Poyet publicaron en
1785. Las más famosas e importantes, no obstante, fueron las Mémoires sur les hôpitaux de
Paris, publicadas en 1788 por el cirujano J. R. Tenon.
251
FOUCAULT, M. (1978). Opus cit, p. 13.
En palabras de Foucault: La ciudad con sus principales variables espaciales aparece como un
objeto a medicalizar. Mientras que las topografías médicas de las regiones analizan datos
climáticos o hechos geológicos sin posible alternativa, y no pueden sugerir más que medidas de
protección o de compensación, las topografías de las ciudades diseñan, al menos
esquemáticamente, los principios generales de la planificación urbanística.

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propias. En 1734 se crea la Real Academia Médica Matritense, y no es hasta mediados


de siglo, cuando aparecieron Colegios de Cirugía en Cádiz, Barcelona y Madrid. Estas
instituciones tendrán una influencia decisiva en la reforma de la enseñanza y la práctica
médica, así como en la investigación científica en el campo de la Salud Pública.
Finalizando este siglo, el XVIII, desde las Academias de Medicina se fomentaron estudios
sobre geografía médica, también denominadas topografías médicas. El interés por este
género de investigaciones aumentó notablemente durante el siglo siguiente, caldo de
cultivo de la investigación científica de la ciudad y de las diferentes tipologías
arquitectónicas que el higienismo desarrolla a lo largo de todo el siglo XIX,
especialmente en su segunda mitad252. A ellos, se une un enfoque denomina ecológico,
que va a dominar la literatura higienista, presente hasta la sacudida que supuso una
revolución científica basada en los descubrimientos bacteriológicos realizados en 1880,
que estableció la base de una nueva explicación sobre el origen y naturaleza de las
enfermedades contagiosas denominado mentalidad etiopatológica.253

37. Robert Koch, descubridor del bacilo de la tuberculosis


(Fuente: Les Prix Nobel, 1907).

A partir de 1880, se descubrieron la mayoría de


los microbios productores de las enfermedades
infecciosas, fabricándose, en la medida de las
posibilidades, todas aquellas vacunas con la
finalidad de luchar racionalmente frente a los
causantes de las enfermedades. El aislamiento
de gérmenes patógenos fue de considerable
relevancia a partir de 1871, momento en el que
A. Hansen localizó el agente causante de la
lepra. En la siguiente década, L. Laveran

252
Las topografías médicas dedican un buen número de páginas a tratar el marco urbano,
atendiendo a la descripción de calles, el estado de las viviendas, el abastecimiento de agua y
sistema de alcantarillado, describiendo minuciosamente los edificios considerados focos de
mefitismo, como hospitales, casas de beneficencia, inclusas, cuarteles, cárceles, cementerios,
templos, y teatros, entre otros.
253
LAÍN ENTRALGO (1978). Opus cit., p. 489.

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encuentra el plasmodio de la malaria (1880), R. Koch descubre el bacilo de la


tuberculosis (1882) y, un año más tarde, se aísla el vibrión colérico. Paulatinamente, los
microorganismos causantes de enfermedades como la peste, la disentería, la fiebre
amarilla o la difteria, que habían asolado a las poblaciones mundiales en los últimos
siglos, sucumbieron ante una actividad científica que buscaba erradicar cualquier
situación o agente dañino para la Humanidad.

Algunos autores como Kuhn, han denominado como revolución bacteriológica a


este proceso, caracterizando las revoluciones científicas como (…) aquellos episodios de
desarrollo no acumulativo en que un antiguo paradigma es reemplazado completamente
o en parte, por otro nuevo e incompatible254. Es a partir de este momento, cuando se
establecen claramente las diferencias entre la medicina tradicional y la nueva medicina
bacteriología: mientras la primera se basaba en la teoría de los miasmas, con la
presencia de un interés supraindividual (medio ambiente, marco social,…) y empleaba
como herramienta de lucha frente a las enfermedades las cuarentenas y fumigaciones,
la segunda basaba sus conocimientos en la existencia de microorganismos centrada en
el individuo con sus fenómenos internos y luchaba con ellos mediantes el empleo de las
vacunas. La nueva epidemiología abandonó los estudios empíricos de carácter general y
se centró en el laboratorio siguiendo un método experimental bien definido.

La figura de Méndez Álvaro, uno de los higienistas mejor formados e informados


del panorama español, da testimonio de la llegada de las corrientes higienistas a este
país. En un discurso pronunciado en 1882, su actitud, cautelosa y reticente, es un
magnífico ejemplo de cómo son recibidas por los profesionales médicos estos nuevos
conocimientos:

Si estos prodigios de la ciencia moderna ofrecieran el carácter de positivos, que


algunos les otorgan, hallaría la higiene en su aplicación la profilaxis de muchas
terribles enfermedades, y la humanidad estaría, por tanto, de enhorabuena. Más,
sin incurrir en un prematuro y poco reflexivo entusiasmo, y mientras se averigua
cuál sea el legítimo papel de esos organismos patogénicos, debemos limitarnos a
exponer las ventajas ya obtenidas y sospechadas, a concebir esperanzas muy
lisonjeras para un porvenir más dichoso. El tiempo aclarará si esos organismos
(...) son causa, o efecto de las enfermedades en que se observan, o si su aparición

254
KUHN (1975). Opus cit., citado en URTEAGA (1980). Opus cit., p. 24.

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se reduce a pura coincidencia con un estado ya morboso del organismo que


255
favorezca su desenvolvimiento.

En 1915, J. Ferrán, descubridor del bacilo del cólera, publicó un opúsculo dedicado
al tema de la higiene. En él, diferenciaba claramente entre la gran higiene y la pequeña
higiene, considerando además que hasta entonces, en España solamente se había
desarrollado la segunda, precisándose implantar la primera. Las define a cada uno de la
siguiente manera:

Consiste esta defensa en la inmunización individual específica por medio de


vacunas inofensivas. A esta manera de protegernos contra las enfermedades
microbianas, tan sumamente sencillas y eficaces, la llamo yo gran higiene. El
segundo procedimiento consiste en destruir los microbios por todos los medios
imaginables o en alejarlos de nosotros. Su eficacia es innegable en ciertos y
determinados casos; pero como obra con frecuencia a ciegas, fracasa muchas
veces, resultando por esto y por muchas causas onerosísima. Al cúmulo de
preceptos y dictados para poner en práctica el segundo procedimiento, es lo que
256
yo llamo pequeña higiene.

A partir de 1880, se creó una redefinición de los problemas a abordar por este
campo, sus métodos y técnicas para resolverlos. Este intento de innovar encontró
resistencia entre los higienistas más apegados a lo modelos convencionales. Se produjo
una campaña de crítica implacable contra la higiene tradicional orquestada por los
nuevos investigadores, que quedó fielmente retratado en el volumen de publicaciones
sobre Microbiología, que provoca, poco a poco, un decrecimiento del interés por los
estudios higiénicos con enfoque ecológico.

3.2.2. LA INTRODUCCIÓN DEL HIGIENISMO EN ESPAÑA.

El convulso siglo XIX español, estará caracterizado por una política y economía
heterogénea y compleja. A la herencia ilustrada del XVIII se le une el afianzamiento de la
ideología liberal, visionada como una ruptura con todo lo anteriormente establecido en
España, y caracterizado por el sistema político del Antiguo Régimen. Con la muerte de
Fernando VII se producirán una serie de cambios políticos y sociales que constituirán la
cimentación de algunos de los más importantes logros científico-sociales de este país.

255
URTEAGA (1980). Opus cit., p. 25.
256
Ibidem.

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Estos logros, entre otros, se condensaron en una marcada necesidad de mejorar


la atención médica a las clases sociales más desfavorecidas. Existían en el territorio
español, una alta tasa de mortalidad secundaria a enfermedades y epidemias que
afectaban a un gran sector de la población sin diferenciar clase social alguna. Poco a
poco se fueron identificando posibles causas de estas cifras escalofriantes que
diezmaban la población, como eran la desnutrición y el hacinamiento. A ello se unió un
contacto frecuente de los galenos con estos problemas y con la población afectada,
situación que ayudó a los primeros estudios sobre la mortalidad, así como a una
frecuente denuncia de las condiciones reales y míseras de la población.

Algunos higienistas como Turner Thckranh, Arnold, Chadwick, Villermé o Virchow,


motivados por la publicación, en 1790, de la obra del médico vienés J.P. Frank titulada
La miseria del pueblo, madre de enfermedades, contribuyeron con sus estudios a
refundar la higiene, que junto a la medicina legal, conformaban la denominada medicina
pública257. Con la higiene se pretendió abarcar todos aquellos campos existentes de
actuación relacionados con la sociedad y las enfermedades, conformándose una nueva
disciplina bien definida. Higienista como el español Celestino Gómez, definen clara y
acertadamente el marco de conocimiento en el que se mueve la Higiene:

…es ley en la humanidad que el hombre eduque su cuerpo, lo mantenga en salud,


fuerza y belleza, y establezca entre todos sus órganos, miembros y sentidos una
recíproca relación, conservándose sano, fuerte y digno del objeto para el que fue
creado. Cultivando su espíritu en medida y proporción, puede darle un desarrollo
armónico con su cuerpo, estableciendo entre ambos esa intimidad de vida y de
expresión que constituye el ideal de la Humanidad y el principal objeto de la
Higiene. Considerado este ramo del saber bajo un punto de vista tan elevado,
abraza todos los objetos de la Naturaleza, porque en realidad no hay nada en el
Universo que no pueda ser útil o perjudicial al hombre; así se comprende que la
Higiene haya sido objeto, no sólo del estudio de los médicos sino también del de
258
los sabios, filósofos, moralistas y políticos.

Las innovadoras ideas pertenecientes a la corriente higienista, penetraron en


España, a mediados del siglo XVIII, gracias al credo liberal de base ilustrada que

257
ALCAIDE, R. La introducción y el desarrollo del higienismo en España durante el siglo XIX.
Precursores, continuadores y marco legal de un proyecto científico y social. In, Scripta Nova.
Revista electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. nº 50; Barcelona: Universidad de Barcelona,
1999.
258
PAULIER, A. Manual de Higiene pública y privada. Valencia: Librería de Pascual Aguilar, 1881.

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favoreció la llegada de documentos y tratados sobre el diagnóstico y tratamiento de


enfermedades laborales. La segunda mitad de este siglo vendrá definida por las
actuaciones sobre los problemas del proletariado que abordarán médicos como José
Masdevall, Francisco López de Arévalo o Ambrosio María Ximénez de Lorite259, para dar
paso a un desarrollo mucho más exhaustivo en la primera mitad del siglo XIX. En este
periodo, figuras como los médicos Ignacio María Ruíz de Luzuriaga y Mateo Seoane
Sobral serán los artífices del asentamiento de las bases y posterior desarrollo del
Higienismo español. El primero, era un médico internista formado en los mejores
hospitales y escuelas ingleses, que ocupó un cargo de carácter estratégico en la
Administración española, dirigiendo los asuntos relacionados con la Salud Pública260. El
segundo, junto con sus discípulos, Pedro Felipe Monlau y Francisco Méndez Álvaro,
constituyó la triada de médicos que férreamente defendieron el higienismo durante la
primera mitad del siglo XIX.

38. Mateo Seoane: Memoria Histórica del cólera-


morbo asiático en España (1858).

Mateo Seoane (1791-1870), fue un


vallisoletano que cursa sus estudios de
medicina en Salamanca donde los concluyó
en 1812. Sus tintes políticos liberales
llevaron a su inhabilitación para la
docencia, así como el destierro a diferentes
puntos del territorio peninsular. Durante
esta época, ejerció de médico rural, a la
que se unieron actividades políticas que
favorecieron el derrocamiento del régimen
absolutista imperante en España, logrando,
en 1820, la inauguración del Trienio

259
LÓPEZ PIÑERO, J. M. Medicina y sociedad en la España del siglo XIX. Madrid: Sociedad de
Estudios y Publicaciones, 1964; p. 115-117.
260
LÓPEZ PIÑERO, J. M. Diccionario histórico de la Ciencia Moderna en España. 2 Tomos.
Barcelona: Editorial Península, 1983, p. 275-278.

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Liberal. Es ahora cuando su papel político y social es mucho más activo, llegando a
ocupar un escaño como diputado y ser el principal responsable de Proyecto de Código
Sanitario de 1822, que aunque no llegó a aprobarse, pesó considerablemente en la
organización de la sanidad e higiene pública española. Nuevamente instaurado el
absolutismo en 1823, se exilió a Londres, donde permaneció durante una década,
constituyendo un hito en el movimiento liberal en el exilio. Algunos de los trabajos más
relevantes de su época londinense tratan sobre el cólera, llegando incluso a publicarse
en la España absolutista algunas de sus obras. En 1834 se acogió a una amnistía
decretada para los liberales por la regente María Cristina, salvoconducto que le permitió
su regreso a España, donde se convirtió en una de las personalidades científicas más
prestigiosas.261

39. Anónimo: Retrato del médico Pedro Felipe Monlau y


Roca (1840-60).

Entre sus aportaciones, a parte de las políticas


y legislativas, está la creación del Cuerpo de
Sanidad Militar en 1836, a lo que se unió su
vocalía en la Junta Suprema de Sanidad y su
condición de consejero del Consejo de Sanidad
del Reino, desde su constitución en el año
1845. En el campo de la docencia médica,
destacará por la elaboración de Plan General
de Estudios de 1845, así como en la legislación
española sobre higiene pública con su
participación en la elaboración de la Ley
Orgánica de Sanidad de 1855. Fue destacada su producción científica que hizo llegar a
los profesionales médicos mediante artículos y memorias, en los que está presente una

261
ALCAIDE, R. (1999). Opus cit., p. 3-5.
Su estancia en tierras inglesas coincidió con una férrea influencia de Jeremy Bentham (1748-
1832), filósofo y jurisconsulto británico, además de ser una de las personalidades que
contribuyeron a la formación del pensamiento constitucionalista europeo de principios del siglo
XIX. Dicha influencia en la obra de esta triada, le da la posibilidad de entrar en España a unos
presupuestos higiénicos de marcada índole social y democrática, junto a estudios médico-sociales
procedentes de la corriente higienista germánica encabezada por J. P. Frank.

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destacada preocupación por el avance de las ciencias médicas y la higiene en nuestro


país.

Sus discípulos más influyentes, Monlau y Méndez Álvaro, sobresalieron por sus
conocimientos avanzados sobre el cólera, sus excelentes contactos con las más altas
figuras del higienismo inglés y su conocimiento de los estudios higiénicos que se
desarrollaban en la Europa continental. El médico barcelonés, Pedro Felipe Monlau y
Roca (1808-1871), fue otro de los más destacados protagonistas del movimiento
higiénico en España. Se licenció en medicina en 1831, y obtuvo el grado de doctor dos
años después. Adscrito al cuerpo de Sanidad Militar en 1833, mantuvo, como su
maestro, una ardiente actividad política liberal que compaginó con una importante
actividad y producción científica. A ello debemos agregar su ejercicio como docente en
universidades como las de Barcelona, Valencia o Madrid. En 1851 se le designa como
delegado médico español en la primera Conferencia Sanitaria Internacional de París,
cargo que repitió ocho años más tarde; entre 1847 y 1855, estuvo asociado al Consejo
de Sanidad del Reino262. Para Monlau la higiene pública es …la referente a la
conservación de la salud de las colecciones de individuos, de los pueblos, de los distritos,
de las provincias, etc., estudia todas las causas de insalubridad pública y consigna los
preceptos oportunos para remediarlas263. Tras emitir esta consideración, divide su
estudio en cinco secciones: la Atmosferología, que trata aspectos relacionados con el
aire, las poblaciones y la policía médica sobre el medio urbano; la Cosmetología, que
hace referencia a los vestidos y la limpieza; la Bromatología, que trata de los alimentos y
los condimentos; la Gimnástica, dedicada al ejercicio, las profesiones y el reposo; y por
último, la Perceptología, que trata de las sensaciones, a las que divide en externas e
internas, y que contiene los temas relacionados con el estudio de la población
(natalidad, mortalidad, fecundidad, matrimonio o poblacionismo).

El médico higienista Francisco Méndez Álvaro (1806-1883), nacido en Ávila,


aunque desde muy temprana edad marchó, junto con sus padres, a Madrid. Es allí,

262
Ibidem, p. 5-7.
263
Ibidem, p. 6.
Realiza una recopilación de las leyes, decretos, reglamentos, providencias y demás disposiciones
oficiales, antiguas y modernas, relacionadas con el campo de la sanidad e higiene pública general
y municipal.

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donde inicia y continúa su formación académica, iniciando estudios médicos en el


Colegio de Cirugía de San Carlos de Madrid en 1823. Doctorado en 1834, los años
siguiente los pasó ejerció de médico rural hasta que, en 1836, ingresó en el Cuerpo de
Sanidad Militar, en la Plana Mayor, cuyo organizador era Mateo Seoane, quién lo tomó
como ayudante y pupilo. Al año siguiente abandonó la práctica médica, dedicándose al
periodismo y a la vida política dentro del partido moderado. Entre sus cargos políticos
están: alcalde de Madrid, Diputado en Cortes, vocal de la Junta de Beneficencia,
presidente de la Junta Municipal de Beneficencia de Madrid, consejero de Instrucción
pública y, entre 1847 y 1854 , secretario del Consejo de Sanidad del Reino.

40. Bernardo Blanco Pérez: Francisco Méndez


Álvaro (entre 1801 y 1900).

Fue un excelente conocedor del


proyecto higienista británico y en
general, de los últimos avances en
materia higiénica llevados a cabo en
Europa. Además, se preocupó de la
mortandad causada por las epidemias en
España, a los que dedicó artículos que
abordaban temas relacionados con la
fiebre amarilla, la viruela, el cólera, la
lepra, la gripe y la pelagra, entre otros
muchos. Intervino además, en la
elaboración de la Ley de Sanidad de
1855, junto a Seoane, y en decretos como el de 1854, por el cual se organizaban los
partidos médicos, se planificaba la asistencia gratuita a los pobres, se regularizaba el
servicio de Higiene Pública y Medicina Legal, y se establecía la vigilancia del ejercicio de
la profesión. Debe destacarse la reforma hospitalaria de Madrid en 1845, preámbulo del
inicio de una larga serie de proyectos referentes a la mejora de las instituciones
sanitarias de nuestro país, que no culminará hasta 1882. Uno de los logros
institucionales fundamentales en la historia del higienismo español en el que participó
Méndez Álvaro, fue la fundación de la Sociedad Española de Higiene, que él presidió,
cuyos objetivos se dirigían a propagar los conocimientos higiénicos, crear institutos de

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higiene, fomentar esta disciplina desde el punto de vista de la docencia y de la


investigación, y confeccionar una estadística demográfico-sanitaria.264

La diferencia entre Méndez Álvaro y Monlau, es el talante político ligeramente


conservador del primero, aunque es el prototipo de liberal moderado. Puede decirse
que su producción científica destacan dos obras: Consideraciones sobre la higiene
pública y mejoras que reclama en España la higiene municipal (1853) y La habitación del
menesteroso, considerada bajo el aspecto higiénico social (1874)265. La primera, está
considerada el alegato higienista más importantes de su tiempo; la segunda, más densa
que la primera, en el que la visión del higienismo español es visto con unos ojos más
cautelosos y conservadores.

El periodo comprendido entre 1868 y 1874 supuso para los sectores más
conservadores españoles un momento de peligro muy próximo al anarquismo social.
Este periodo recortó libertades y reprimió a determinados sectores de la sociedad,
imponiendo limitaciones a nivel electoral, de prensa y en la enseñanza. Pese a todo ello,
desde los grupos políticos más conservadores se procuraron un crecimiento económico
y una modernización de un país obsoleto, en el que era precisa la presencia de la paz
social. Para su logro se necesitaba establecer una serie de concesiones que socialmente
se reclamaban, entre las que se encontraban numerosas cuestiones que estaban
presentes en el discurso higienista del siglo XIX.

Los conocimientos, que tanto Monlau como Méndez Álvaro habían aportado a la
ciencia favorecieron marcadamente el continuismo de las doctrinas higienistas
españolas. Caló tan hondamente en la conciencia de los individuos, que desde las
Universidades se comenzaron a crear un espacio, que en forma de cátedras de higiene,
hecho que manifestaba a la población la importancia de esta disciplina. Junto a ellas, se
fundaron Academias donde formar a los profesionales en los principios más básico y
fundamentales, destacando la fundada en Cataluña en 1887. A su vez, se redactaron

264
MÉNDEZ ÁLVARO, F. El Siglo Médico. Tomo XXVIII. Madrid: 1881.
265
El segundo es una contestación al discurso titulado El problema relativo al hogar del obrero,
pronunciado por el académico electo Rogelio Casas de Batista en la recepción pública en la Real
Academia de Medicina de Madrid.

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reglamentaciones y se habilitaron leyes, ampliamente divulgadas, que procuraban la


lucha contra las enfermedades y epidemias.266

Dentro del entorno barcelonés, se consolidaron dos destacadas personalidades


del movimiento higienista: Juan Giné Partagás y Rafael Rodríguez Méndez, ambos
continuadores de la escuela higienista fundada por Monlau. El primero, Juan Giné
Partagás (1836-1903), fue un médico licenciado en Barcelona en 1858 y doctor en 1862.
Entre 1863 y 1866, trabajó como ayudante en la facultad de Medicina de Barcelona,
para posteriormente marchar a Santiago de Compostela donde tomará posesión de su
cátedra. Al año la abandona para regresar a Barcelona donde es nombrado catedrático
de Higiene en la Facultad de Medicina, y ganado posteriormente la de Clínica Quirúrgica.
Será nombrado Decano de esta Facultad en 1892, cargo desde el que procurará impulsar
la construcción de la nueva Facultad y del Hospital Clínico.267

Debe destacarse que representó a España en el Congreso Internacional de Higiene


de Ginebra de 1882 y fue nombrado director del Cuerpo Médico Municipal de
Barcelona. Entre sus obras que abordan la temática higienística destacan básicamente
dos: el Tratado de higiene rural (1861) y el Curso elemental de Higiene privada y pública
268
(1871-1872) . El primero constituye un resumen de sus arduas experiencias como
médico rural antes de incorporarse como ayudante en la Facultad de Barcelona; en el
segundo, trata los múltiples aspectos urbanísticos tales como las vías públicas, la
vivienda, la población, el abastecimiento y evacuación del agua para consumo humano,
los edificios públicos, tales como cárceles, mataderos, hospitales y escuelas, entre otros,
los establecimientos bromatológicos y la policía sanitaria rural. Además, aborda la

266
Madrid y Barcelona se convierten en los núcleos poblacionales más destacados donde hay un
mayor vigor los estudios higiénicos con las realizaciones sociales derivadas de ellos.
267
LÓPEZ PIÑERO, J. M. (1965). Opus cit., p. 178-180.
Su actividad intelectual fue muy amplia y polifacética, pues compaginó estudios de Psiquiatría,
Dermatología e Higiene, con una fecunda producción literaria en la que destacó como autor,
traductor y compilador, además de como periodista desde la tribuna de dos
publicaciones médicas barcelonesas de gran importancia: El Compilador Médico y La
Independencia Médica, revista que fundó en 1869. En 1866 fundó el Instituto de Medicina de
Barcelona, institución extraoficial que sirvió como ensayo de una escuela libre de medicina, y en
1873 fue nombrado director del manicomio de Nueva Belén en Sant Gervasi de Cassoles
(Barcelona).
268
Fue premiado por la Real Academia de Medicina de Madrid en 1876.

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higiene industrial en sus diferentes vertientes269. Tanto una como la otra, se caracterizan
por presentar un espíritu utilitarista y práctico, no exento de eclecticismo en algunas de
las fases de su producción literaria y científica. En lo referente a su ideología, pese a
estar considerablemente influida por Pedro Felipe Monlau y Roca, Giné presentó una
mente más abierta en lo referente a la comprensión de los cambios sociales y de algunas
de las reivindicaciones obreras, aunque siempre observa a la clase obrera y sus
problemas desde una posición burguesa conservadora, carente de compromiso social.

41. Anónimo: Retrato del médico granadino Rafael


Rodríguez Méndez (1901-05).

En segundo lugar destacó médico granadino


Rafael Rodríguez Méndez (1845-1919),
quien estudió medicina y se doctora en el
año 1870 en Madrid, desempeñando en la
Facultad de Medicina de Granada diversos
cargos como: auxiliar de las cátedras de
Higiene, Patología general, Clínica de
Obstetricia, Terapéutica y Fisiología, entre
otros; fue también el encargado de la
Sección de Dermatología y Sifiliografía270. En
1874 marchó a Barcelona para tomar
posesión de la cátedra de Higiene Privada y
Pública de la Universidad, magisterio que desempeñó hasta su jubilación. Su dilatada
trayectoria estuvo marcada por una actividad importante, ocupando numerosos cargos:
vicepresidente de la Academia y Laboratorio de Ciencias Médicas de Cataluña,

269
ALCAIDE, R. (1999). Opus cit., p. 15-17.
Divide a la Higiene Industrial en dos grandes tipos: la extrínseca o aquella referida a las
circunstancias independientes del trabajo (la vivienda, el salario, el régimen alimenticio,…), que
inciden en la población obrera y expone los medios conducentes a aumentar el bienestar y
conservar la buena salud de los industriales cuando están fuera de las influencias directas del
taller; y la intrínseca que examina las condiciones particulares relativas a la materia, lugar,
naturaleza y agentes de trabajo a que se hallan sometidos los obreros, a fin de encontrar los
medios más adecuados para sanear las industrias.
270
PLANAS Y VIVES, G. Biografía del Dr. Don Rafael Rodríguez Méndez. In, Revista de Higiene y
Policía Sanitaria, Año III, nº 28, Barcelona: 1892, p. 50-55.

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presidente de la Sección de Higiene de la misma entidad, codirector del Instituto-


manicomio de Sant Boí de Llobregat (Barcelona), miembro de la Société Française
d'Hygiène, el Ateneo Antropológico de Madrid y el Colegio de Profesores de Cataluña,
secretario general del Congreso Médico Internacional celebrado durante la Exposición
Universal de Barcelona en 1888, y presidente de la Sección 1ª de Higiene de la misma
Exposición. Posteriormente fue presidente del Primer Congreso Internacional de
Tuberculosis, destacando como introductor de las doctrinas de Pasteur en nuestro
país.271

En la producción científica e intelectual de este galeno, se conjuga la disciplina


médica con la periodística. Participó en numerosas publicaciones actuando como
divulgador social. Entre las obras divulgativas profesionales en las que realizó alguna
publicación están: Annual of the universal Medical Sciences (Filadelfia), Merck´s Bulletin
of New Discoveries in Materia Medica and Practical Therapeutics (Nueva York), Journal
d´Hygiène (Paris), La Independencia Médica (Barcelona), La Revista de Medicina y
Cirugía prácticas (Madrid), y la Gaceta Médica de Cataluña, revista que fundó, entre
otros, en 1878. A su enorme tarea divulgativa debemos añadir su labor erudita que se
materializó en numerosas obras, notas científicas, traducciones y prólogos, además de
su contribución a la formación de la Estadística sanitaria española. Ideológicamente, fue
de talante liberal y de avanzadas ideas, con un marcado evolucionismo en materias
como las disciplinas científicas y políticas.

3.2.3. LA HIGIENE EN EL CONTEXTO DE LA URBE.

Numerosos fueron los problemas que se generaron en las urbes con el aumento
importantísimo de población que se tuvo durante el siglo XIX. Estas dificultades se
centraron básicamente en la vivienda y sus características. Numerosas disciplinas
procuraron aportar sus conocimientos para lograr distintos modelos de ciudad que
ayudaran a solucionar tales cuestiones que no eran más que el producto de una rápida
industrialización que creció rápidamente en este momento. Todo ello nos lleva a realizar
un pequeño paseo a lo largo de los diferentes preceptos e ideas presentes en las
corrientes higienistas del siglo XIX que marcaron las pautas de la estructuración y

271
LÓPEZ PIÑERO, J. M. (1965). Opus cit., p. 178-180.

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distribución de la ciudad, identificándose estas cuestiones con el más alto grado de


civilización, cultura y progreso.

Algunos autores, han querido diferenciar dos escenarios, comprendidos entre


1850 a 1936, en los que una vez institucionalizadas las diferentes disciplinas
profesionales se procuraron hacer cargo de la problemática presente en el entorno
urbano. El primer periodo comprende entre 1850 y 1890, momento en el que toma
protagonismo la higiene pública, la química y ingeniería; en el segundo, establecido
entre 1890 y 1936, la higiene pública da un paso a un lado, cediendo su protagonismo a
la higiene social, constituyéndose durante este momento la ingeniería sanitaria,
disciplina que paulatinamente adquiere e incorpora en su repertorio las competencias
que tradicionalmente pertenecían a la higiene pública.272

La primera etapa, que abarca casi toda la segunda mitad del siglo XIX, se
caracterizó por una temática urbanística propuestos por profesionales como
farmacéuticos, médicos e ingenieros, y que comprendió desde la ubicación primigenia
de las urbes (localización geográfica, situación geológica, clima, vientos,…) hasta su
organización como ciudad, teniendo presente en todo momento los principios del
higienismo. Sus propuestas se fundamentaban en los conocimientos que habían llegado
de la filosofía hipocrática y vitruviana: búsqueda de climas suaves y considerablemente
soleados, la dirección de los vientos dominantes, la posibilidad de la aparición de
catástrofes naturales, a la vez que se recomendaba un alejamiento de los lugares
pantanosos. Todas y cada una de estas recomendaciones tenían una base: la creencia
que las condiciones del entorno estaban implicadas en la aparición de determinadas
enfermedades patógenas273. Urteaga se pronuncia al respecto, comentado que esta
teoría epidemiológica, que hacía hincapié en la influencia del ambiente sobre la salud y
en la teoría de los climas del siglo XVIII, vinculaba las características físicas y morales de

272
PAIVA, V. Medio Ambiente Urbano: Una mirada desde la historia de las ideas científicas y las
profesiones de la ciudad. Buenos Aires 1850-1915. In, Revista de Urbanismo, nº 3, agosto de
2000.
273
URTEAGA, L.: Ideas medio-ambientales en el siglo XVIII. «Naturaleza, Clima y Civilización».
Madrid: Akal, 1997. Colección Historia de la Ciencia y de la Técnica, nº 27.
Todas y cada una de estas teorías epidemiológicas proceden de los conocimientos aportados por
la medicina hipocrática, las cuales, como ya hemos explicado con anterioridad, formularon por
primera vez la relación entre las condiciones climáticas, cambios estacionales y la «tipicidad» de
la enfermedad que presentaba una región.

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los hombres a las particularidades climáticas de los lugares que habitaban,


constituyendo las primeras teorías sobre el ambiente aparecidas históricamente.

Esta teoría ambientalista sobre la enfermedad, durante el siglo XIX, sufrirá una
serie de modificaciones como resultado de la adquisición de nuevos conocimientos
sobre química, incorporándose una nueva imagen del padecimiento, donde se cree que
su origen microbiológico, en el que las fermentaciones y sus gases deletéreos y
sofocantes, unidos a materia orgánica producto de la descomposición, producían los
miasmas causantes de las graves enfermedades del individuo. Es el aire, y no el agua, el
que toma verdadero protagonismo, fundamental en la salud de los individuos, y
principal vector en la transmisión de enfermedades epidémicas. Adosada a esta teoría,
otra propuesta resulta arduamente interesante: ligado al «principio de circulación
constante de la materia» con un matiz importante de carácter económico.

Durante este periodo, se consideró trascendente realizar intervenciones en el


interior de la ciudad, en las que los higienistas colaboraron, renovando el interior de
éstas, y proponiendo soluciones a sus ampliaciones que buscaban la mejora de las
condiciones de vida de aquellos individuos que se incorporaban, poco a poco, a formar
parte de la clase proletaria que perseguía una lucha revolucionaria contra la clase
burguesa. Se propusieron, en primer término, el derribo de las murallas, muchas de ellas
herencia del Medievo, que a modo de «corsé», impedían el crecimiento de las urbes
hacia la zona de extramuros y si ayudando al crecimiento interior, que provocaba una
concentración demográfica caracterizada por problemas tales como el hacinamiento, la
insalubridad y la sobremortalidad. En todo ello, la especulación urbanística jugó un
papel fundamental, aprovechando el suelo hasta cotas nunca vistas. Los higienistas
atacan a este tipo de situaciones y proponen una expansión de la ciudad, lo que
ocasionaría una reducción del precio del suelo y la especulación, favoreciendo de esta
forma que los obreros pudieran acceder a unas viviendas más dignas y salubres. Esta
expansión, se materializó mediante la incorporación a las ciudades de los ensanches,
procurando la separación del núcleo urbano y originando poblaciones subalternas.274

274
URTEAGA, L. Barcelona y la higiene urbana en la obra de Monlau. In, Estudis i recerques. El
nacimiento de la infraestructura sanitaria en la ciudad de Barcelona. Barcelona: Ajuntament de
Barcelona, 1987, p. 89-99, Serie Salut Pública, nº 6. p. 92.

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A todo ello, se unió un importante esfuerzo por aportar medidas dirigidas a


ocasionar mejoras en las condiciones de vida de sus habitantes, incorporando una
reforma del espacio interior de la ciudad ya existente. Independientemente de las
modificaciones estructurales de las urbes con la eliminación de las murallas de la
geografía urbana, los higienistas proponían el destierro desde interior de las urbes, de
todas y cada unas de las actividades que supusieran una pérdida de la comodidad y la
salud para sus habitantes; esto supuso, que hospitales, cementerios o mataderos, entre
otros, fueran ubicados en el extrarradio urbanístico.

Igualmente, dentro de estas reformas, se le unieron las concernientes a la


morfología del sistema viario, que ante las nuevas necesidades, requería una
modificación de su trazado, junto con un aumento considerable de su anchura. Se
proponían como óptimas aquellas calles largas, rectas y amplias, que favorecían la
«ventilación y respiración» de la urbe y se adaptaban a una nueva necesidad, el espacio
para el tráfico rodado. También se insidió en la mejora del abastecimiento de agua, de
los alcantarillados y la pavimentación de las calles, esta última, para evitar el
estancamiento del agua de lluvia y la aparición de arroyos, incorporando plazas, jardines
y aceras que junto al mobiliario urbano aumentaron la calidad de vida en las grandes
urbes europeas.275

En la segunda etapa se produce la entrada en escena de la higiene social, la


ingeniería sanitaria y su concepción del medio urbano. En este momento, se producen
dos cambios fundamentales: primeramente, las transformaciones secundarias a la
revolución pasteuriana; y en segundo lugar, cambia la significación ideológica de las
causas sociales que originan la enfermedad.

Pedro Felipe Monlau, en su obra titulada Abajo las murallas !!!, de 1841, esbozó las grandes
líneas del pensamiento higienista, además de su idea sobre la muralla y lo que implicaba en la
ciudad contemporánea. Este trabajo fue presentado en un concurso organizado por el
Ayuntamiento de Barcelona cuyo objetivo era exponer las ventajas que implicaba el derribo de
las fortificaciones y murallas podría reportar a la ciudad y su industria.
275
Las infraestructuras para el abastecimiento de aguas y alcantarillados presentaban una
situación obsoleta, llegándose en algunas ocasiones a continuar utilizando los sistemas
establecidos desde la época romana, lo que no cubría las necesidades que planteaba la nueva
ciudad industrial que se estaba creando.

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42. Ildefons Cerdà. Proyecto de reforma y ensanche de Barcelona y sus cercanías (1859).

La teoría microbiana de las enfermedades se confecciona entre los años 1865 y


1885, gracias a las investigaciones que el químico Pasteur lleva a cabo, demostrando que
la enfermedad esta ligada a la existencia de gérmenes patógenos específicos que la
provocan, lo que desmantelaba la teoría de los miasmas presentes en cualquier
elemento considerado antihigiénico. Esta ruptura con todas las ideas anteriores, da paso
a una investigación focalizada y nominativa que busca un germen concreto que provoca
una enfermedad. Para combatirla se crean las vacunas, al tiempo que se renuevan todas
las medidas profilácticas existentes que carecían de sentido a partir de estos nuevos
conocimientos científicos. A ello se agrega un cambio en la significación ideológica de las
causas sociales que originan la enfermedad, retomando la higiene social el viejo cuerpo
programático de la higiene pública: agua, recogida de basuras, abastecimiento de aguas
y alcantarillado, pero incorporando otros muchos relacionados con causas indirectas,
como los salarios, el alojamiento y las condiciones laborales, entre otros, apareciendo
un repertorio terminológico desconocido hasta la fecha que incluye vocablos como
medio fabril, medio social, medio ambiente, …, propios de la medicina social. Incluso se
producen modificaciones dentro del ámbito industrial, relativas a la temática
característica del siglo XIX, que crea conceptos como higiene industrial, enfermedades

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profesionales, seguros contra la invalidez y vejez, y otras muchas expresiones que


rememoran la problemáticas de la higiene poblacional.

43. Anónimo: Condiciones de trabajo durante la


revolución industrial (finales del siglo XIX).

La presión ejercida en encuentros de profesionales de carácter internacional,


unida a la indiscutible relevancia que adquieren temas tales como el agua, el
tratamiento de residuos y la limpieza del subsuelo como pilares en la preservación y
mantenimiento de la Salud Pública tras la acelerada revolución microbiológica,
constituirán factores esenciales en la consolidación de la técnica sanitaria como rama
independiente con cuerpo propio. Paulatinamente, surge una nueva disciplina, la
ingeniería sanitaria, que pretende el estudio de todos aquellos grandes factores
naturales considerados como salubres, tales como el aire, la luz, el suelo, el agua, el
saneamiento y el tratamiento de sus residuos. Junto a estas atribuciones, con el tiempo,
adquiere aquellas competencias que tradicionalmente habían sido tratadas por la
higiene pública, incorporando una división de funciones entre higienismo social, que
trata los temas centrados en la calidad de vida (las enfermedades profesionales, las
epidemias, el alcoholismo, la prostitución, el alojamiento antihigiénico, el hacinamiento,
la carencia social y económica, etc.) y la técnica sanitaria, que aborda las cuestiones
relativas al medio material o físico, como los agentes naturales (aire, agua, sol, suelo) y
el medio construido.

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Este último, el denominado medio construido, hace hincapié en la organización


material del espacio con un único objetivo, el mejoramiento de la salud y la calidad de
vida. Si atendemos a los novedosos principios de la microbiología y los problemas
presentes en el ocaso del siglo, habrá un intento de intervenir en la morfología de las
urbes, centrándose en la orientación de las calles con el objetivo de asegurar el
soleamiento mínimo diario de las viviendas, el abastecimiento de aguas, materiales
higiénicos para la construcción de talleres industriales y evacuación de los residuos
mediante cloacas, entre otros. El siglo XX, vendrá caracterizado por una preservación de
la enfermedad y el acondicionamiento del hábitat construido, buscando una mayor
confortabilidad en los individuos, labor que desarrollarán los profesionales en pos de la
«idílica ciudad».

3.2.4. INICIOS DE LA HIGIENE PÚBLICA EN SANTA CRUZ DE TENERIFE.

Si se quiere conocer realmente cuál era la situación de Santa Cruz durante la


segunda mitad siglo XIX en cuestiones de salubridad, debemos recurrir a Alejandro
Cioranescu. Cuenta que en ese momento, la ciudad era un verdadero desastre, ya que
carecía de desagües que ayudarán a eliminar los desechos propios de la vida en la urbe;
los barrancos y las viejas alcantarillas evacuaban las aguas residuales en las playas. Al
pasear por las calles, existía la posibilidad de encontrar charcos de inmundicias
nauseabundas que mostraban una imagen de la ciudad poco agradable a los residentes
habituales como a los viajeros ocasionales. La zona del barrio de El Cabo, con su calle
principal de La Noria, vertían al barraco de Santos sus aguas negras; la calle de la Luz o la
de Barranquillo eran consideradas como los focos más virulentos presentes en la urbe.
Incluso, las nuevas incorporaciones de barrios como el de Duggi, dejaban mucho que
desear, existiendo entre éste y la calle Viera y Clavijo una situación extrema que llevó
años lograr su acondicionamiento: cuando no ahogaba el polvo, ensuciaba y apestaba el
fangal que se formaba con las lluvias, ya que carecía de adoquinado. Así pues, la ciudad
de Santa Cruz de Tenerife no difería mucho del aspecto que podía presentar cualquier
ciudad española o europea del momento, aunque con los matices propios de sus
condiciones demográficas, económicas y sociales.276

276
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, Tomo IV, p. 75.

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Estaban presentes en sus calles, numerosos agentes infecciosos e incómodos,


tales como cucarachas, ratas, mosquitos y moscas incómodos, que hacían angosto el
camino a una ciudad que procuraba presentar una imagen de saneamiento y limpieza
aceptables. En sus calles eran habituales olores desagradables procedentes de desagües,
estercoleros y aguas estancadas, que se mezclaban con otros particularmente
específicos del día a día como los procedentes del puerto, de los depósitos de abono o la
salazón de pescado, que desprendían olores intensos que en ocasiones eran
considerablemente insoportables. Estas condiciones higiénicas, hacían de Santa Cruz un
lugar peligroso, pese a que tempranamente se había procurado establecer numerosas
medidas de protección, que según las épocas, los conocimientos y medios de que
estaban a disposición de la Corporación municipal, se podían ejecutar o no. Pese a todo,
se caracterizó por una carencia de ordenanzas promulgadas por el Ayuntamiento, lo que
fue una constante durante este momento histórico, dando sensación de desamparo y
falta de interés en esta cuestión, sumiendo a la ciudad en una penosa situación que fue
criticada de manera continuada y contundente por la prensa escrita del momento.

El doctor, Juan Bethencourt Alfonso, en su artículo publicado, en febrero de 1879,


en la Revista de Canarias277, abordó la importancia de la higiene, otorgándole su
importancia como herramienta que permitía lograr el grado de más óptimo desarrollo
de cualquier civilización, que por ley natural es al que aspiran los pueblos, pues el
adelanto intelectual, moral y material de un pueblo (bases de su felicidad) esta [sic] en
armonía con la práctica de los principios higiénicos. Igualmente, efectúa una valoración
del estado que en ese momento presenta Canarias, que carente de los conocimiento
pertinentes para conseguir este estado, proponiendo poner los ojos en los ejemplos que
se están efectuando en París y en otras urbes destacadas del continente europeo: …con
la rigurosa y sorprendente precisión con que copiamos las modas de París, a las naciones
más civilizadas en sus prácticas higiénicas y en sus disposiciones dirigidas al saneamiento
y salubridad de sus pueblos; imitemos sus esfuerzos para mejorar nuestras condiciones

277
BETHENCOURT ALFONSO, J. La Higiene en Santa Cruz de Tenerife. In, La Revista de Canarias,
Año I, nº 6, 23 de febrero de 1879. Partes I y II, p. 81-82; Parte III, nº 7, p. 105-106; Partes IV, V, y
VI, nº 17, p. 264-266.

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de vida; sacudamos nuestra criminal pereza y arranquemos a nuestros hijos de una


muerte probable.278

44. Anónimo: Retrato del médico Juan Bethencourt


Alfonso (1890-1900).

Bethencourt Alfonso, destaca además en su


artículo, la situación en la que se hallaban las
autoridades de Santa Cruz, carente de los
conocimientos y herramientas para proceder
correctamente, materializándose en un
mayor número de padecimientos y
defunciones causados por numerosos
errores. Entre ellos, se encontraba el de
tener la creencia de que ninguna epidemia
podía generarse y desarrollarse en el
territorio insular, procediendo todas de
importaciones de otros puntos de planeta. Esta fue la causa por la que desde los
gobernantes locales se depositó la confianza de todas aquellas cuestiones relacionadas
con la higiénicas en manos de la Dirección de Sanidad Marítima, controlando e
inspeccionando ésta, el movimiento portuario de personas y mercancías. Esta carencia
de los conocimientos adecuados, venía rematada por una atmósfera contaminada,
malos hábitos higiénico-dietéticos y condiciones pésimas en las viviendas, entre otras.279

278
Ibidem, p. 81.
279
Ibidem, p. 106.
Nada queremos decir del envenenamiento de la atmósfera por nuestro sistema de cultivo, causa
de fiebres palúdicas que se padecen en toda la zona que rodea a la población; ni de los
monumentales estanques, y sobre todo de las presas, que dejan al descubierto las sustancias
orgánicas arrastradas, a medida que la evaporación o necesidades del cultivo les hace perder sus
aguas; ni del barranco llamado de Santos, con sus asquerosas y fétidas charcas, con sus
insepultos restos animales, con su proverbial inmundicia y con nuestros trogloditas, habitantes
amontonados en cuevas sombrías, húmedas y asquerosas, foco perenne de viruelas, tifoideas y
otras enfermedades. Nada queremos decir del matadero público, situado dentro de la población,
y sus nauseabundas inmediaciones; ni de los depósitos de materias orgánicas; ni de hediondas
caballerizas; ni del fango envasado en muchos puntos, donde se refocilan y regodean a sus
anchas los cerdos de la vecindad; ni de los sumideros que desembocan en las vías públicas,
entorpeciendo el tránsito y ofendiendo la vista y el olfato; ni de ciertos sitios más o menos

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Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

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45. Jordao da Luz Perestrello: Vista panorámica del


Valle de La Orotava (1900-05).

En octubre de 1880, Tenerife tuvo la suerte de ser visitada por el profesor


Jaccoud, catedrático de Patología Médica en la Facultad de Medicina de París, con el
propósito de identificar, a lo largo de la geografía mundial, aquellos lugares que
presentaran las condiciones más óptimas para las enfermedades del pecho. En su
recorrido abordó estaciones como la de Madeira, Tenerife, Argel y la costa de
Marruecos. Consideró que las características de estos punto eran óptimas para estas
patologías, pero lo que no le convenció y creyó inadecuado fueron las condiciones
higiénicas que no permitían el establecimiento de estaciones médica en esos lugares280.
En el juicio emitido por el doctor Jaccoud, se preconiza las excelentes condiciones

comunes de la población, donde es necesario sortear los pasos para no embestir con algo que no
huele a ámbar; ni de las capillas mortuorias, colocadas en el centro del pueblo, una de ellas entre
la Escuela superior, el Instituto y la Cárcel, y debajo de las oficinas del Ayuntamiento, Diputación
Provincial y Juzgado, donde hemos visto por muchas horas seguidas, depositados cadáveres de
personas víctimas de enfermedades contagiosas, a despecho de nuestras leyes y ordenanzas
rigurosas y precisas y contra la más rudimentaria noción de la higiene; nada queremos decir de
estas ni de otras muchas causas que más o menos eficazmente contribuyen a impurificar el aire
que respiramos.
280
PÉREZ, V. Tenerife como estación médica. Juicio del profesor Jaccoud. In, Revista de Canarias,
nº 58, p. 115-116 y nº 59, año III, mayo de 1881, p. 129-130.
De regreso a París elaboró unas lecciones que publicó en prensa en los primeros meses de 1881,
donde daba a conocer su opinión sobre Tenerife, recogida por el doctor Víctor Pérez se defiende
a duras penas en un artículo publicado en la Revista de Canarias el 23 de abril de 1881,
conviniendo con el francés en sus apreciaciones sobre Tenerife.

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climáticas de la Isla, enfatizando en las del Valle de la Orotava, situación que se vio
enturbiada tras la experiencia que tuvo durante su estancia en Tenerife, que reprodujo
en su informe de marera muy clara:

Conociendo estas particularidades tan netamente calificativas, y por otra parte, la


tendencia de nuestros comprofesores ingleses, he visitado esta isla para apreciar su
valor como residencia médica, y me veo obligado a rehusarle absolutamente tal
carácter. La belleza del Valle de la Orotava es verdaderamente admirable para el
doctor, pero el polvo y los mosquitos le molestan permanentemente, y por otra parte,
no hay en toda la isla, ni en la Orotava ni en otro punto, una sola instalación
conveniente para enfermos; los recursos alimenticios son completamente defectuosos
bajo el punto de vista de su calidad; y no hay razón ninguna para esperar que esto
cambie, porque los indígenas rechazan con una hostilidad cercana a la indignación la
idea de adaptar su país para residencia de los tísicos. No quieren por ningún precio
oír hablar de semejante transformación. La cuestión está, pues, juzgada, y la isla de
Tenerife tiene que ser borrada de la lista de estaciones médicas, a pesar de las
281
ventajas excepcionales de su clima, polvo y mosquitos a parte [sic].

Algunas de estas consideraciones fueron reconocidas por el médico Víctor Pérez, pero a
otras, respondió con contundencia, discrepando y viendo en la isla del Teide como
estación médica, siendo la que más porvenir podía presentar por sus ventajas climáticas,
reconocidas por este y otros tanto viajeros que arribaron a estos parajes.282

Junto al Valle de la Orotava, el profesor Jaccoud propone el pueblo de Vilaflor, por


sus beneficios geográficos, topográficos y climáticos, como recomendará igualmente el
médico orotavense Tomás Zerolo en su obra titulada Climatoterapia de la tuberculosis
pulmonar en la Península Española, Islas Baleares y Canarias, impresa en 1889: ... si
estuviera bien instalada y provista de recursos, con las nuevas ideas que hoy reinan para prevenir
y tratar la tisis pulmonar, sería muy pronto conocida y preferida indudablemente entre los pocos
283
puntos en que hoy hay que escoger como clima de altura .

Respecto a los mosquitos, el autor rechaza la acusación del francés,


asegurando que sólo en días muy calurosos y en un mes de octubre tan

281
Ibidem, p. 116.
282
Ibidem, p. 117.
(...) en las costas podemos tener varias estaciones con climas de país llano, de la más uniforme
temperatura, y luego, subiendo gradualmente, tenemos puntos semejantes a los que hoy son más
frecuentados y tan justamente renombrados por sus condiciones especiales, como son los de
Davos, Samaden y Saint Moritz, los que llenaría Villaflor con indudable superioridad.
283
ZEROLO, T. Climatoterapia de la tuberculosis pulmonar en la Península Española, Islas Baleares
y Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Imprenta Vicente Bonnet, 1889, p. 230-236.

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desusadamente seco como el sufrido por el extranjero pudo haberlos notado en la


Orotava. Y además,

... aunque no puede referirse a la parte ilustrada de nuestra población, es cierto que
es muy grave para el país, porque hiere nuestros sentimientos y nuestra educación,
lo que dice Mr. Jaccoud respecto a nuestro horror a la tisis. Apelemos si no, a todos
los profesores de nuestro archipiélago, y todos tendrán historias tristes,
desgarradoras que contar sobre el abandono que se hace de enfermos atacados de
284
este mal, el que será contagioso en ciertos y raros casos.

Las condiciones higiénicas de la Isla también son retratadas por Víctor Pérez,
describiendo tanto su estado como los dispositivos sanitarios que se poseían,
coincidiendo con el profesor Jaccoud en la precariedad de sus condiciones, y
proponiendo obtener beneficio de la crítica del galo, enmendando las debilidades para
favorecer la afluencia de personas a Canarias:

No tenemos fondas a propósito para enfermos, ni buenos y variados alimentos, ni


higiene en nuestros pueblos, ni establecimientos de hydroterapia ni de aeroterapia; ni
lecherías adecuadas, ni paseos con asientos cómodos, ni distracciones para esta
clientela escogida y difícil que deberíamos atraer a nuestras islas; pero todo esto
podría proporcionarse si comprendiésemos la fuente de riqueza que sería la
explotación de nuestro privilegiado clima y lo reproductor de los capitales empleados
en estas mejoras, (…) Levantemos hoteles de planta para el intento, creemos
establecimientos de hydroterapia tanto marítimos como de agua dulce; mejoremos
nuestros paseos creando en ellos buenas sombras y recreos…y finalmente, hagamos
285
que la higiene pública sea una verdad.

A estas aportaciones, tanto del profesor Jaccoud como del médico Víctor Pérez,
en el mismo años, se unieron las del médico Antonio Soler286, quien dedicado al campo
de la Higiene, realiza, en un discurso leído en la Academia de Médico-Quirúrgica, una
extensa exposición sobre la disciplina médica, enumerando aquellas ventajas de la
aplicación de los preceptos higiénicos en los que las autoridades juegan un papel
considerable para su instauración en el medio público y privado287. En el discurso

284
PÉREZ, V. (1881). Opus cit, p. 129.
285
Ibidem, p. 130.
286
SOLER, A. Importancia de la Higiene. Discurso leído en sesión de la Academia Médico-
Quirúrgica de Canarias el 22 de enero de 1882. In, Revista de Canarias, nº 77 y 78, p. 38-41, y nº
79, p. 69-72.
287
Ibidem, p. 71.
Sin embargo, no se obtienen de la higiene todos los beneficios que es susceptible de proporcionar,
ni introduce todos los óptimos y sabrosos frutos que hay derecho a esperar de ella. Todo el mundo
conoce su valor, todo el mundo siente respecto hacia sus preceptos, todo el mundo da consejos

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establece mecanismos que pueden permitir lograr este objetivo, agregando que a fin de
que cada cual, en la medida de sus fuerzas y en la esfera de sus atribuciones, coadyuve al
mejoramiento de las deplorables condiciones de que dejo hecho mérito.288

Mejorar las condiciones higiénicas de nuestras habitaciones, dándoles más luz, más
ventilación, una cantidad de aire que esté más en relación con el consumo de
oxigeno que individualmente y colectivamente nos es indispensable; sanear la
atmósfera, impidiendo la evaporación de sustancias deletéreas, depurándola de
todos los agentes que tan perjudiciales son para el normal desempeño de las
funciones respiratorias y circulatorias; procurar que la alimentación sea más sana,
esté más en armonía con las necesidades del organismo; perseguir la sofisticación
de los alimentos y bebidas, creando médicos-higienistas que dotados de
conocimientos idóneos, ejerzan con el debido celo las múltiples ocupaciones que
abraza este importante ramo de la salubridad pública; luchar con la prostitución y
con el crimen moralizando las costumbres, estudiar las causas del progresivo
crecimiento de la tisis, investigar el origen de las afecciones tifoideas (que van
haciéndose endémicas en algunas localidades); dar a las juntas de sanidad los
medios materiales y la conveniente organización para que puedan cumplir el
cometido que tienen asignado; extender la beneficencia domiciliaria con el
suficiente tino y el bastante tacto para que no se abuse de ella…Hacer que la
higiene entre a formar parte de la instrucción, difundir por do quiera la ilustración,
multiplicando las escuelas, fundando bibliotecas públicas, pero una sólida, asentada
sobre firmes bases y adecuada a las necesidades y profesiones de cada cual;
consagrar a la demografía sanitaria toda la importancia a que la hacen acreedoras
las grandes ventajas que proporciona«. Y para finalizar, reivindica para la mujer
»en la familia y en la sociedad el justo y equitativo papel que esta llamada a
desempeñar, pues, como madre, como amante, como esposa, como hermana,
como amiga, ejerce constantemente una influencia muy directa sobre el hombre y
aún sobre los pueblos.

En lo referente a las viviendas existente en Santa Cruz, Bethencourt Alfonso


manifiesta que no presentan las condiciones más propicias si tenemos en cuenta que el
clima y las características de las Islas favorecen un mayor espacio en sus habitaciones y
en su disposición, detectando carencias importantes en éstas que refleja claramente en
su artículo:

refiriéndose a ella, y su nombre sirve de égida para todas las invenciones, pero cuando se llega al
terreno de la práctica y se desconoce su valor, se olvidan sus preceptos, no se cumplen ni aún sus
más rudimentarias leyes. Y al abordar la cuestión en Canarias, sus palabras no pueden ser más
significativas: ¡Cuantas infracciones de las leyes higiénicas en torno nuestro! ¡Cuan poco
atendidos sus saludables principios! ¡Cuantos males ocasionados por el punible abandono de
todos! Causa profunda lástima, verdadero dolor nuestro estado, y el ánimo se apena cuando
contempla una región tan pródiga y espléndidamente dotada por la naturaleza, de condiciones
topográficas y climatológicas tan envidiables, y la ve sujeta a las más pésimas y detestables
condiciones higiénicas.
288
Ibidem, p. 72-74.

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De dimensiones reducidas y pequeñas, pero no pequeñas como pudiera creerse


comparándolas con las de otros países, sino tan cortas y escasas, que al más
despreocupado en cuestiones de higiene se le subleva el instinto de conservación;
tienen sus luces, cuando cuentan con más de una, dispuestas de manera que no
sólo no es directa la que reciben sino que hacen imposible una buena ventilación; a
más de dar por lo regular a un patio oscuro y húmedo donde ordinariamente esta el
estanque. De ordinario ese patio sirve de lavadero, de corral de animales, de sucia
cloaca para todas las inmundicias de la casa, y no pocas veces de estercolero.
Cuando no se le destina a peores usos, existe un hoyo (en algunas ocasiones de
pared medianera con el estanque, no siempre obstáculo a frecuentes
comunicaciones) en el fondo de un cuartito estrecho y asqueroso; cuartito que tiene
la singular propiedad de que toda persona que le visite sale corriendo, con las
manos en la nariz, llorando a lágrima viva debido a las grandes emanaciones de
289
ácido sulfhídrico y amoniaco que desprende la fétida cavidad.

A todas estas condiciones, que notablemente mellaban la salud de los individuos


que habitaban en ellas, se le unía la extremada cantidad de humedad, ubicada sobre
todo en las plantas bajas de las casas producto de la infiltración de agua en los
habitáculos o de la capilaridad de los materiales, que favorecían su penetración. Además
destaca Bethencourt Alfonso, otro tipo de forma arquitectónica, que por el articulado de
sus dependencias, le parecía tan o peor que todo lo anteriormente reseñado. Estas eran
las ciudadelas, tipología arquitectónica que surge al inicio del siglo XIX, y de la que este
autor comenta que

… no se sabe que admirar más, si la falta de vigilancia de nuestras autoridades,


tolerando la construcción de estas verdaderas celdas mortuorias, o la ignorancia de
los propietarios que especulan, inconscientemente, con la salud y moralidad de
infelices y pobres inquilinos. (…) son como niños raquíticos con cara demacrada y de
mirada brillante por la fiebre que les consume, mujeres anémicas, cloróticas, flacas
y arrugadas a los 25 años y trabajadores envejecidos en el primer tercio de su vida.
En definitiva, familias de seis o más personas, que hacinadas en un cuartito ¡y qué
cuartito!, que sólo contiene 40 metros cúbicos de un cuerpo gaseoso que no es aire.
Testigos de esta situación son el Hospital, el asilo de Beneficencia, la casa de
Expósitos, los hediondos lugares de la prostitución, y en último término, la fosa
común del cementerio.

Tanto el aire como la vivienda presentes en ese momento en Santa Cruz eran
considerados por los profesionales sanitarios como los motivantes del surgimiento de
muchas de las enfermedades que padecían sus habitantes entre las que se encontraba la
tisis. Bethencourt Alfonso establece que la observancia de la higiene, que dista de ser

289
BETHENCOURT ALFONSO, J. (1879). Opus cit, parte III, nº 7, p. 105-106.

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imposible, lo aminoraría, y cortaría lo que de enorme y extraordinario tiene. Para esto se


requiere la voluntad de todos, y particularmente de los que más entiendan y pueden290.

Otra destacada personalidad de la sociedad santacrucera que abordó este tema


fue el arquitecto Manuel de Cámara en un artículo publicado en 1880 en la Revista de
Canarias291, en el que, primeramente, realiza un breve recorrido por todas aquellas
patologías que los habitantes de Santa Cruz padecen:

... el origen de las enfermedades, así endémicas como epidémicas y esporádicas, se


encuentran en la naturaleza del suelo, en el aire, en las aguas, en los alimentos, en
las costumbres, en los edificios y en otras causas aún mal conocidas. La falta de
limpieza de muchas habitaciones reducidas, húmedas y si ventilación de las plantas
bajas de los edificios y sus pequeñísimos patios, da por resultado el que se vicie la
sangre, y como consecuencia, toda suerte de males y predisposiciones
292
morbosas...

46. Jordao da Luz Perestrello: Vivienda de pajizo


en el Valle de La Orotava (1900-1905).

Cámara, preocupado por la situación en


la que viven los vecinos de esta urbe,
afirma que la Higiene en Santa Cruz está
considerablemente descuidada, causas
de las mejoras físicas y morales, que
hacen prosperar los pueblos, siendo
sinónimo de adelanto y cultura en una
sociedad. Muestra un notable interés por la higiene pública y privada en la cuestión
compleja del saneamiento de una población, reconociendo que el aumento de
habitantes de una ciudad lleva en sí el de padecimientos y defunciones, como
consecuencia de la aglomeración misma, la cual conlleva la existencia de numerosos
microorganismos causante de enfermedad y de muerte; aboga por las reformas y los
ensanches, que proporcionan mayor espacio para el esparcimiento de los ciudadanos y
la mejora de las condiciones de vida.

290
Ibidem, p. 106-107.
291
CÁMARA, M. DE. Saneamiento de Santa Cruz de Tenerife. In, Revista de Canarias, nº 37, p.
166-168 y nº 38, p. 180-182, ambos de 1880.
292
Ibidem, p. 166-167.

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Además, y remitiéndose a las concepciones vitruvianas, destaca la importancia de


la dirección, longitud y ancho de las calle, las dimensiones de las manzanas de casas, el
alto de éstas, …, haciendo hincapié en que todo estas características de la urbanización
influyen considerablemente en la salubridad, debiendo estar bien documentadas y
avaladas por principios basados en el estudio general y científico de las ciudades,
determinados éstos por leyes, reglamentos y ordenanzas, cuya observancia es
imprescindible:

Allí donde se atiende a la ciencia, y donde el buen criterio en la aplicación de sus


principios predomina, se ve el adelanto sensible y palpablemente; pero, por el
contrario, allí donde impera el capricho, donde el interés individual se sobrepone al
colectivo, se consigue muy poco en el sentido del ornato, de la comodidad, y lo que
293
importa más, en el de la salubridad.

Aborda, además, la importancia de la distribución y canalización de aguas en la


urbe, asemejando éstas últimas con las arterias que llevan del preciado líquido, la
sangre, por todo el organismo, mientras que otorga a las venas la labor de las cloacas,
agentes eliminadores de desechos e inmundicias. También tiene en cuenta el
saneamiento de las calles, dando relevancia a los adoquines y aceras, que facilitan el
aseo de éstas e impiden la presencia de aguas estancadas. En lo referente a la vivienda,
marca interés en el aire y la ventilación de los habitáculos, donde la pureza es
fundamental para un buen estado de salud. Considera trascendental, tanto la cantidad
de aire como su composición formal y la proporción de sus elementos para que sea
respirable.294

Cámara no entiende como se han desatendido todas y cada una de las premisas
expuestas por los higienistas, que favorecen las condiciones de salud en la ciudad,
expresando:

Si se demuestra –nos dice Cámara– que no es indiferente que una casa este o no
bañada por los purificadores rayos del sol; si se prueba, con datos numerosos
basados en el cálculo y el estudio, cuanto influyen en nuestra vida las buenas

293
Ibidem.
294
Considera que la función respiratoria, al cambiar estas proporciones, la convierte de saludable
en insalubre, y deduce de ese estudio la capacidad de las distintas dependencias de una casa
según el uso al que va destinada y el número de individuos que han de ocuparla. El aire es aún
más necesario para la vida del hombre que la comida, y su pureza es imprescindible a nuestra
salud.

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condiciones de la casa ¿de qué depende el poco aprecio que se hace de todas esas
consideraciones, y que por lo general no se practiquen los principios y consejos de la
ciencia?¿Cómo se explica que, siendo la salud lo que más estima el hombre, tan
poco nos cuidemos de examinar lo que conviene a su conservación?¿A cual causa
atribuir ese desdén tan frecuentemente manifestado hacia todo lo que sobre el
particular tenga visos de científico?¿Cómo comprender que se diga: Conformes con
que todas esas cosas y otras cosas sean lo técnico, lo útil, lo bueno; pero hay que
sacrificarlo a la economía, al interés del momento, a las circunstancias, a ciertas
exigencias? ¿tan insignificante es la consideración de que la vida media del hombre
es corta en nuestro pueblo? ¿ofrece un interés tan secundario la salud de los
295
individuos para posponerla a intereses de otra índole?.

A estas numerosas preguntas, responde con una perplejidad certera, estimando


como necesario un mayor interés en las características y condiciones de las
edificaciones, exiliando de nuestra mente el concepto de casa como inversión, sin tener
en cuenta su salubridad:

Si nuestra casa es salubre, aireada y bien cuidada, conseguiremos los buenos


resultados en otro lugar expuestos, de la regularidad de las funciones de nuestro
organismo, y por lo tanto la salud; si, por el contrario, es oscura, mal ventilada,
infestada, respiramos en un aire que es un veneno lento, de influencia sensible a
todas las edades (…) Pero sea el interés mezquino el que guíe la edificación, la
pobreza del propietario o la estrechez del solar sobre el que se malconstruye la que
se imponga, lo cierto que no se verifican adelantos en el concepto de insalubridad, y
296
se contribuye a aumentar el número de los que perecen.

Para Cámara, al igual que para otros autores que abordan este tema concreto,
como Bethencourt Alfonso, la humedad, presente en las casas de cualquier tipología,
son la causa que origina determinadas patologías. A ello, se unen las características de
las edificaciones, que en ojos de este constructor era calificada de «mala». En su texto,
observa que existe una marcada preocupación por los daños que a la propiedad causa
este fenómeno, sin atender a los que ocasiona a la salud de los que habitan en las casas
que de tal mal adolecen. Como buen entendido en la materia, la humedad que afecta al
interior de las edificaciones proviene del suelo, secundario a vicios en la construcción, en
la permeabilidad de los materiales y del común uso de los malos morteros, así como
defecto de su ventilación.

Este tipo de situaciones podrían ser remediadas con un conjunto de normas


legislativas, entre ellas las ordenanzas y reglamentos, que con el cumplimiento de sus

295
Ibidem, p. 181.
296
Ibidem, p. 181-182.

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prescripciones estarían solventadas estas prácticas. El capítulo 5 del presente trabajo de


investigación, estudia la normativa y legislación sanitaria, donde hemos podido
comprobar que su principal característica fue la no aplicación o retraso, secundario a la
carencia de medios:

Las ordenanzas tropiezan con la libertad de aquellos que la conciben como la


facultad de hacer cada cual lo que su interés o capricho le dicta, contienen
preceptos y reglas que se compaginan mal con la regla de interés, que es la única
que algunos saben. Para muchos resulta un tiránico código, e incluso podría decirse
297
que se han hecho para tener el gusto de faltar a ellas.
Cámara agrega que para que esto sea una realidad y se tomen las medidas
correctoras oportunas,

… se necesita el convencimiento de que la casa significa algo más que el recinto


cerrado donde nos resguardamos de la intemperie; es preciso el convencimiento de
que tiene marcada influencia sobre nuestro organismo; es preciso que nos
acostumbremos a no vivir al acaso, que procuremos que la tisis no nos consuma,
que el reuma no nos vuelva achacosos, que la neuralgia no nos impida usar de la
298
inteligencia…

Junto al temática de la vivienda en Santa Cruz, el arquitecto aborda un tema ya


tratado por otros autores con anterioridad: las ciudadelas. Para referirse a ellas nos dice
que es de todas invenciones la peor que conozco, centrando su atención en las
condiciones higiénicas y el hacinamiento que este tipo de estructura arquitectónica
proporcionan, donde se comparten gran número de equipamientos que considera
deberían ser de uso exclusivo para cada una de las viviendas. Existía constancia de que
eran los focos de las epidemias que asolaban a la ciudad. Otra cuestión a la que alude, es
la relacionada con la alteración del orden moral de sus moradores, que considera una
cuestión no vana, caracterizados por individuos sin trabajo debido al escaso desarrollo
industrial, que convivían en diferentes habitáculos que no pasaban de ser lo que
denominaba cuartuchos, mezclando las edades y los sexos, y conductas de adultos con
la de jóvenes y niños, caldo de cultivo de la escuela del vicio y la mendicidad. El

297
Ibidem, p. 182-183.
Cámara confiaba en que se comprendiera la utilidad de entender bien la economía y se procurará
fabricar las casas de dos pisos, evitando los inconvenientes de las casas terreras, reservando la
parte baja a las habitaciones de importancia secundaria, con los dormitorios situados en el piso
alto, así como las estancias de labor, estudio, etc.
298
Ibidem, p. 182.

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anonimato y la dificultad de control, el hacinamiento y la proliferación de enfermedades


apuntaba una situación problemática que nuestra burguesía quería exiliar de las urbes.

Desde las autoridades locales, este tipo de construcción era declarado como
deplorable, como consta en una inspección de la Comisión Sanitaria de 1903. Por estas
mismas fechas, el prestigiosos médico higienista doctor Comenge fue comisionado por
el gobierno para informar sobre la situación sanitaria de la capital santacrucera, a la que
calificó de miserables, proponiendo la creación de tres barriadas de nuevos diseño, dos
de ellas próximas a la costa y una en el extrarradio de la capital, en la zona denominada
de Salamanca. Para costearlas, así mismo, propone el uso de fondos provenientes del
Ministerio de la Gobernación, lo que indica que las viviendas económicas existentes no
debían servir como ejemplo ni se les podía sacar ningún partido.

47. Anónimo: Vista panorámica de Santa Cruz de Tenerife (1893).

Cámara, para concluir su intervención, recuerda la conveniencia y necesidad que


una ciudad como Santa Cruz tenga alcantarillados en óptimas condiciones. Además,
justifica su alegato en el estado higiénico que presenta la ciudad, confiando que tiene
pocas esperanzas de que sean tomadas en cuenta por las autoridades, a pesar de su
importancia,

Porque pienso que se opondrán a ello los efectos de la única enfermedad endémica
que en nuestro país se padece, y cuya enfermedad, de categoría distinta a las que al
principio enumeré, me llevaría, si no abrigara la esperanza en el porvenir, a
sospechar que las generaciones que nos sucedan, ni aún siquiera tendrán fuerzas

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para llorar, cual nuevos Jeremías, el atraso y la ruina de nuestras antiguamente


afortunadas peñas y decantado paraíso canario.

Con Bethencourt Alfonso, esta cuestión que queda en el aire, se aclara


perfectamente, indicando los responsables de las condiciones míseras de muchos
lugares de la urbe santacrucera:

La negligencia y poca voluntad de todas aquellas personas que por cualquier


concepto están llamadas a dirigir la opinión pública y a indicar las reformas
aconsejadas por lailustración y el buen criterio, pero además, para desdicha de
Santa Cruz, hace muchos años que sufre las consecuencias de la actitud
extraordinariamente rara y excepcional de sus hijos más importantes. Divididos en
tantos grupos cuantos son los partidos políticos de la Península, y fraccionados
dentro de estos grupos en tantas porciones cuanto distinto es el criterio de sus
hombres más valiosos, luchan, no negaremos que por un ideal político, pero lo
hacen de una manera tan original y desusada, de un modo tan poco favorable a los
intereses de nuestra localidad, que no dudamos en declarar que es esa lucha una de
299
las causas que más influyen en nuestro malestar.

Esta situación deplorable e insana de los diferentes rincones de la ciudad era


conocida por la clase política local, que no encontraba herramientas o mecanismos con
los que poder articular un saneamiento adecuado, o, en el peor de los casos, poco
interés mostraba por esta cuestión, situación que se recoge en el texto:

A la sombra de las banderas políticas y a pretexto de combatir ideas, se oculta en


ocasiones el verdadero objetivo de muchos individuos, que no tienen otras miras ni
se inspiran en otros sentimientos que en sus rencillas y odios personales; que no
tienen por norma de su conducta más que el deseo de su venganza. Empujados por
la pasión y dominados por la fiebre del despecho, olvidan no pocas veces hasta el
patriotismo que deben a su pueblo, al que sacrifican si el resentimiento individual lo
exige. Con esta manera de sentir y proceder, cada día aumentan las
susceptibilidades, los disgustos, la intolerancia y el encono, dando lugar a que cada
grupo político haya levantado una muralla moral en su derredor, que abarca hasta
las cuestiones sociales, donde se parapetan para hostilizarse con toda clase de
medios, desvirtuando y falseando las intenciones y los mismos hechos; dificultando
y entorpeciendo con todo género de trabas, sea cual fuere, el asunto de interés
local de que se trate….Y esta lucha feroz y encarnizada tiene por campo los
intereses del pueblo, e indirectamente la felicidad y la desgracia de centenares de
familias.

Tal era la situación antihigiénica de la población, que desde la prensa local se


produce una constante crítica y denuncia de esta situación, arremetiendo contra la
Corporación municipal en más de una ocasión. Procurando hallar una solución a tal

299
BETHENCOURT ALFONSO, J. (1879). Opus cit, parte III, nº 7, p. 206.

Tesis Doctoral Página 181


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situación, el médico municipal Agustín Pisaca, a la cabeza de la Comisión de Salubridad,


elaboró un plan de saneamiento, que plasmó en su memoria sobre La Higiene de la
población de Santa Cruz 300 . Como de costumbre, la carencia de fondos fue la causante
de que el plan estratégico que pretendía eliminar las condiciones insalubres de la urbe
no se llevara a cabo, pudiéndose, en última instancia, aplicar las recomendaciones
referentes a lavanderas, carne, plaza de abastos y retretes públicos.

El arquitecto Manuel de Cámara funda el 2 de enero de 1887, la Sociedad de


Higiene, organismo que une sus esfuerzos a la Comisión de Salubridad, proponiendo
planes de saneamiento a los que los médicos habían añadido sus consejos.
Posteriormente, se crea un Comité de Saneamiento mediante una real orden de 29 de
marzo de 1928, para velar por el saneamiento del puerto y de la ciudad, y que ejecuta
algunas intervenciones como la creación de barriadas dotadas de casas baratas y la
ampliación de los establecimientos sanitarios. Ayudados por la modernización de la vida
urbana, la ciudad fue conducida hacia nuevas fórmulas sanitarias, higiénicas y
administrativas, que cambiaron sustancialmente, en las décadas centrales del siglo XX,
las condiciones de vida en la ciudad.301

3.3. LEGISLACIÓN Y POLÍTICA EN MATERIA DE SANIDAD (SIGLOS XIX


Y XX).

Previo a la creación de la Sociedad de Higiene, se había constituido mucho antes


la Junta Superior de Sanidad, cuyas actividades habían tenido un carácter intermitente
debido a la poca estabilidad de las instituciones. Creada mediante la real orden de 3 de
octubre de 1799, se habían conformado a su vez juntas subalternas en las provincias y
en los municipios. La junta local de Santa Cruz no se constituyó hasta 1803, quedando
así confirmado el privilegio y condición de villa. El Cabildo de La Laguna, seguía por aquel
entonces, nombrando diputados de salud para el puerto, como lo venía haciendo desde
hacía tres siglos, a pesar de la oposición del Consistorio municipal.

La Junta Suprema de Sanidad fue suprimida en 1805, creándose las provinciales,


entre ellas, la de Canarias. Ante esta nueva concesión, el Comandante General presentó

300
Publicado en el Boletín Oficial de 26 de junio de 1885.
301
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo IV, p. 77-78.

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al Gobierno Central un escrito en el que se dejaba bien claro el significado de todo esto y
las dificultades que acarreaba la aplicación de esta disposición. Propone la creación,
para cada una de las Islas, de una junta propia, presidida por el Jefe Militar
correspondiente. A partir de este momento, hubieron en Santa Cruz dos juntas
sanitarias, la Junta Provincial, presidida por el Comandante General; y por otra parte, la
Junta Municipal de Sanidad, instalada en Santa Cruz desde 1813.302

48. Joaquín González Espinosa (J.G.): Vista parcial de la


calle de La Noria en Santa Cruz (1920-1925).

En cuanto al régimen asistencial, que tradicionalmente había estado sustentado


por el ánimo caritativo, desde el siglo XVIII se comenzó a organizarse por medio de entes
benéficos creados y mantenidos por la iniciativa particular. Con el régimen
constitucional creado en 1822, se intentó agrupar a estos organismos bajo la Junta de
Beneficencia a nivel provincial, que desapareció con el mismo régimen; entre 1837 y

302
Ibidem.
La Junta Provincial, aprobada por la Suprema del Reino el 24 de abril de 1812, se componía del
Comandante General, que era entonces La Buria, como presidente; el alcalde mayor de la isla,
José Antonio Morales, como vicepresidente, y el fiscal de Guerra, Francisco de Paula Fernández
Bredero, como vocal secretario, mas un vocal por cada una de las islas; y la Junta Municipal de
Sanidad, que se componía de los dos beneficiados de la Concepción y del Pilar, el médico
municipal, dos regidores y dos vecinos. En 1837 se redactó un nuevo reglamento para todas las
juntas de sanidad de la provincia, cuyas actividades, simplemente rutinarias en tiempos
normales, cobraban alguna importancia en los casos de emergencia, sobre todo en casos de
epidemia.

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1841 se utilizaron los modelos anteriores a 1822, para volver a las directrices de 1822 en
al año 1841, momento en el que se establece el reglamento de Beneficencia. Fue, por lo
tanto, una de las muchas iniciativas de carácter social tomadas por las Cortes
constitucionales, y que sólo asomaron a la realidad, porque a cada conato de
institucionalización le correspondía un retorno del absolutismo, que volvía a colocar las
agujas del reloj en la hora cero.

Finalmente, la real orden de 29 de diciembre de 1853 declaraba provinciales


todos los establecimientos de beneficencia de las Islas y los ponía bajo la administración
de una Junta provincial de Beneficencia. Había entonces un establecimiento de
asistencia militar y cuatro establecimientos diferentes de asistencia civil: el Hospital de
Desamparados, la Casa de Misericordia, la Casa de Huérfanos y de Maternidad y una
Cuna de Expósitos. El Ayuntamiento capitalino, que al principio se aprovechó de esta
oportunidad para quitarse de encima el peso de los gastos de Beneficencia, acabó
añadiendo a esta lista una Casa de Socorro que había costeado íntegramente. Hubo
después algunas sociedades benéficas entre las que sólo se ha mantenido y ha
prosperado la Cruz Roja303. A partir de 1916 todos los asilos y establecimientos benéficos
pasaron bajo la administración de la Corporación insular, es decir, el Cabildo Insular.
Cuando se daba el caso de epidemia o de carestía de víveres, la asistencia a los pobres
se solía improvisar atendiendo a las necesidades que iban surgiendo, destacando la
ayuda prestada por comerciantes y burgueses de la capital isleña.

La organización de la asistencia a los pobres se procuró organizar sobre unas


bases permanentes, que tuvieron una importante dificultad para su establecimiento. El
primero de los proyecto fue presentado a la Diputación Provincial en 1814 para la
creación de una casa de misericordia «con el fin de hacer útiles a los holgazanes y
mendigos»; la institución, con numerosas dificultades, no se fundó hasta octubre de
1842, por el Intendente de Rentas y Jefe Político Interino, Epifanio Mancha. Este asilo,
solo para ancianos, presentaba instalaciones semejantes a las que se dispusieron para la

303
La Cruz Roja estableció su comisión central para Tenerife el 21 de agosto de 1895. Tiene local
propio en la calle San Lucas, edificado a partir de 1914. Otras sociedades benéficas fueron La
Bienhechora, establecida en 1886 en la calle La Luna, La Benéfica, en la calle de la Curva; la X,
fundada a fines de siglo, su director Rafael Hardisson y Espou y luego Patricio Estébanez planeó la
construcción de un asilo para pobres que después se convirtió en Hospitalito de niños.

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Casa de Huérfanos, donde los varones pasaron a ocupar una sección del Hospital de
Desamparados, y las mujeres una casa de alquiler frente al mismo Hospital, en la calle
de San Carlos.

Más tarde, los ancianos pudieron ocupar otra casa, propiedad de la Junta de
Beneficencia, en la calle La Noria. Pasados los años, se creó otro asilo para ancianos
pobres que se inauguró en una casa de la calle de la Caleta el 13 de enero de 1912, fecha
a partir de la cual quedaba prohibida la mendicidad callejera en la ciudad. También han
funcionado en distintas épocas cocinas económicas o gratuitas para los pobres en
momentos de mayor presión económica, de epidemias o de guerra.304

Sobre el grado de pobreza y mendicidad en la ciudad de Santa Cruz, en el artículo


realizado por Bethencourt Alfonso, se articula una reflexión que aborda esta cuestión.
Destaca la existencia de una clase social que, olvidada o despreciada por los hombres, ni
aún puede alcanzar los beneficios de una acertada dirección de los intereses comunes
dentro del orden de cosas establecido: aludimos al pauperismo. En cuanto a la asistencia
a administrar a estos individuos, el galeno aboga que sea el municipio quien debe
dispensarla y no dejarla en manos de la caridad:

…en circunstancias normales, en la vida ordinaria de la sociedad no debe


abandonarse la existencia de tantos desgraciados a los sentimientos más o menos
generosos del individuo; y que los pueblos cometen un inmoral y espantoso crimen
no imponiéndose la cristiana carga de sustentar a todos sus miembros inhabilitados
para el trabajo. Así como la familia tiene el deber de dispensar toda clase de
protección y cariño al padre anciano y al hermano desvalido, en lugar de arrojarlos
al camino o a algún establecimiento de beneficencia (¡si lo hay!) donde, aparte de
no llenar cumplidamente su misión y ser insuficiente para recoger tantos
desheredados, pierden la libertad y la vida íntima de las personas queridas, así el
Municipio debe enjugar las lágrimas y dar el pan de cada día a sus hijos castigados
por el infortunio (…) ¿no es verdaderamente criminal, y altamente ofensivo a la
dignidad humana, permanezcamos con los brazos cruzados, llorando y
condoliéndonos de todos esos infelices, eso si, pero sin dar el menor paso, sin hacer
la menor gestión para poner término a tanta iniquidad? Y no se crea es difícil y
oneroso llevar al terreno de la práctica esta reparación al principio de justicia,
especialmente en nuestras islas, donde el espíritu del hombre, influido por la
naturaleza, vive y esta preparado para la realización de las grandes obras
humanitarias. ¿Por qué cada municipio no incluye en su presupuesto, y en primer
orden, la cantidad suficiente para el sostenimiento de sus pobres de solemnidad,

304
Durante la epidemia de 1893, en noviembre y diciembre se abrieron listas de suscripción para
cocinas económicas para pobres. En enero y febrero de 1907, ante un nuevo temor de epidemia,
las cocinas funcionaron durante tres semanas.

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prohibiendo en absoluto la mendicidad en su jurisdicción? Con esta justa, equitativa


y cristiana medida, desaparecería la más notable deformidad de nuestra actual
305
organización social.

De una manera general, la Beneficencia no ha dejado en Canarias fundaciones


trascendentes y de marcada importancia. Los creados por la caridad individual se han
mantenido en malas condiciones económicas y han acabado desapareciendo cuando no
han sido respaldadas por el Estado. Cioranescu manifiesta que en 1920 había en
Canarias 31 fundaciones de beneficencia, con un capital de 99.099 pesetas, que
representa 2’24 pesetas por habitante. Este presupuesto era uno de los más bajos a
nivel nacional y en él estaban presentes establecimientos privados y públicos. Sin
embargo, las dificultades económicas estatales se derivan a la mala situación de los
medios de la beneficencia, impidiendo suministrar todos aquellos recursos precisos para
cubrir esta necesidad306.

3.3.1. SITUACIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA DURANTE LOS SIGLOS XIX Y XX.

La guerra de la Independencia (1808-1814) es el acontecimiento universalmente


aceptado que permitió que la contemporaneidad entrara en España y es, además, el
primer referente de una historia nacional307. En un primer momento, la guerra fue una
cuestión regional del enfrentamiento entre Inglaterra y la Francia napoleónica, pero
acabó favoreciendo, lo que algunos autores han querido ver como el primer ensayo
global de desmantelamiento jurídico del Antiguo Régimen a través de las leyes que
surgen de las Cortes de Cádiz, al tiempo que en agosto de 1811 declaran abolido el
régimen señorial y, un año después, el día 19 de marzo, aprobaban la Constitución.

Es sencillo comprender la crisis del Estado del Antiguo Régimen, si se atiende a


la dimensión transoceánica que tenía la Corona de los Borbones a la que pertenecían
numerosos territorios. En el verano de 1811 los ejércitos franceses ocupaban la mayor
parte del territorio de la Península, situación a la que se une la Independencia de
Venezuela, lo que dará inicio al proceso de emancipación de los territorios españoles en
América. Estos sucesos surgen como resultado de la crisis del Estado transoceánico,

305
BETHENCOURT ALFONSO, J. (1879). Opus cit, parte III, nº 7, p. 206.
306
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo IV, p. 79.
307
PAREDES ALONSO, F. J. Historia contemporánea de España: Siglo XIX. Barcelona: Editorial
Ariel, 2008, p. 39-53.

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definido éste como un conjunto territorial vinculado por la persona del monarca, así
como por las relaciones económicas y sociales de orden señorial, inmersos en el
despotismo ilustrado308.

49. Jaontiveros: Frontispicio de la Constitución


Española de Cádiz (1812).

El año 1765, puede situarse con el punto en


el que se produce la fase final del Estado
transoceánico, momento en el que ocurren
las reformas ilustradas más avanzadas,
concluyendo en 1826, año considerado
como el de la independencia del área
continental americana y año en el que
fracasa, durante el Congreso de Panamá, el
proyecto de Simón Bolívar de una unión
ínter geográfica suramericana. En el
territorio peninsular se completa el proceso
con el final de la monarquía absoluta tras la
muerte de Fernando VII en 1833. La
dificultad para renovar en los planos social,
económico y político son las causas fundamentales que explican la descomposición de
este tipo de Estado entre los siglos XVIII y XIX309. La desarticulación de la monarquía
absoluta de los Borbones españoles, en ese momento Carlos IV, fue provocada por la
invasión napoleónica, ya que la Corona actuaba como nexo que articulaba a ambos
lados del Atlántico. El intento continuista de Fernando VII, en 1814, no cuajó, pese a que

308
Ibidem, p. 5-37.
España había sido un Estado sin parangón si lo comparamos con los países vecinos que
presentaban como sistema político el Antiguo Régimen, por contener algo tan peculiar como un
imperio colonial de carácter estamental, muy diferente del modelo colonial británico.
309
Ibidem, p. 19-40.
Esta dificultad de «regeneración» interna se hizo más visible cuando se produjo el violento
choque con el exterior. Las estructuras del viejo edificio borbónico se estremecieron al ser
desplazadas por la máquina de guerra de una nueva y pujante potencia europea: la Francia
resultante de la revolución.

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se intento desde determinados estamentos fortalecer la figura de la Corona con el


propósito de subsistir y provocar un efecto continuista.

Los últimos restos que quedaban del Estado transoceánico eran Cuba, Puerto
Rico y Filipinas. Cuba era la principal plataforma colonial después de la pérdida del
Imperio continental, sirviendo desde el descubrimiento de estas nuevas tierras como
trampolín hacia el continente. Desde España se pusieron en práctica dos formas de
actuación para el control de la Isla: atendiendo a lo económico, se estableció una
práctica arancelaria sobre las exportaciones e importaciones cubanas, cuyo objetivo era
aumentar el contenido de las arcas públicas; y al plano político, se le otorgaron de
plenos poderes al capitán general. La obra abolicionista que se estableció en las Cortes
de Cádiz quedó suspendida en 1814, con el restablecimiento del absolutismo. Tras la
muerte de Fernando VII en 1833 nuevamente se instaura un ideario abolicionista que
desmiembra al Antiguo Régimen, pero no logra borrar su huella por completo. Con la
desamortización eclesiástica de Mendizábal en 1836, junto a la desaparición de los
señoríos, nobles y burgueses asumieron la propiedad de estos territorios, situación que
provocó un alto descontento entre las clases campesinas.310

Para una correcta comprensión del liberalismo español, este debe ser
contemplado desde una doble perspectiva: como una realidad alterada por el
intervencionismo militar en forma de pronunciamientos; o como la permanencia de un
sistema que mantuvo en lo fundamental sus principios, independientemente de la
versión que adquirieran y de su mayor o menor alcance. Pese al protagonismo militar en
la acción política, la finalidad no era la instauración de una dictadura militar sino la
defensa, en último término, de alguna de las versiones del liberalismo, actuando éstos
en nombre de los partidos que configuraban la familia liberal. De esta manera, la
evolución del sistema liberal estuvo mediatizada por los distintos grupos sociales que se
fueron incorporando a la actividad política, y muy cerca del sucesivo desarrollo
económico y social del país. En los primeros momentos, el liberalismo español
representaba intentos sucesivos de acomodo a las realidades sociales, económicas y
culturales cambiantes del momento. La evolución política del siglo XIX español fue muy

310
Ibidem, p. 168-173.

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particular, diferenciándose considerablemente de la acaecida en otros países europeos,


más en la forma, que en los contenidos311. Es con la Constitución de Cádiz de 1812,
cuando jurídicamente el Estado liberal empieza a tomar cuerpo, pero sólo en el campo
de los principios, ya que anteriormente éste era superfluamente atendido. España fue
uno de los primeros países europeos en consolidar una constitución basada en la
soberanía nacional, con división de poderes y derechos individuales.

El Trienio liberal comprendido entre 1820 y 1823, rescató la Constitución,


desarticulando jurídicamente el Antiguo Régimen, concretando y aglutinando a las
familias políticas del liberalismo español. Guiado por la mano castrense del absolutismo
europeo, esta corta experiencia no soportó el embate del absolutista. Durante la década
de los treinta, se establece una política denominada reformismo fernandino,
encontrándonos, justo antes de la muerte de Fernando VII, un proceso de transición
pactada que llevará al establecimiento del sistema liberal. Así, todos aquellos principios
absolutistas quedaron filiados a la figura de Carlos María Isidro y el nombre de carlistas,
pese a que la hija de Fernando VII, Isabel II, fue proclamada reina a los tres años de
edad. Cuestiones como la sucesión y la Guerra Carlista fueron el resultado de dos formas
de entender la salida a la crisis política.312

La Constitución de 1845 estructuraba un modelo liberal de naturaleza


restrictiva. Había sido creado por un sector de la elite política en parte protagonista de
la transición liberal de los años 30. El moderantismo fue una formula global de
construcción del Estado, que parte del principio de la soberanía compartida, las Cortes
con el rey, y un sistema representativo limitado por el sufragio censitario, el
falseamiento electoral y la actuación determinante del entorno de Palacio. Superadas
las soluciones de urgencia de la década anterior, en un contexto condicionado por la
Guerra Carlista, el moderantismo fue el primer intento de articulación del Estado liberal
sobre un conjunto de reformas que abarcaban la administración, la justicia, la hacienda,
la educación y fijaba las relaciones con la Iglesia a través del Concordato de 1851, que

311
A escala europea, sólo dos modelos responden a una dinámica evolutiva: Gran Bretaña y
Bélgica. Los restantes modelos responden a un esquema de actuación sujetos a numerosos
desajustes que llevan a la transformación de la escena política como consecuencia de una serie
de avances y retrocesos, que en algunos casos llegaron a situaciones de violencia.
312
Ibidem, p. 177-184.

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establecía una estrecha ligazón entre ambos marcos institucionales. Dada la frágil
articulación de la sociedad civil, las elites políticas del moderantismo tendieron a
sustituir esa articulación por una organización sustentada en una pirámide de notables
que encaja a la perfección con las relaciones clientelares clásicas de comunidades
rurales configurando una primera infraestructura del tejido caciquil.

En 1854 el régimen moderado dejo el testigo durante dos años a la otra rama de
la familia liberal: el partido progresista, previo pronunciamiento militar, sin un cambio
significativo de las elites políticas. Así se abren dos años de reformulaciones. La caída de
los moderados estuvo provocada en última instancia por su propio carácter excluyente,
fijando una característica de la trayectoria del liberalismo español, posteriormente
reproducida, y que obligaba a las partes excluidas a recurrir invariablemente al apoyo de
unos militares, convertidos en líderes de partido, para imponer su propio recambio
excluyente. Así, las situaciones políticas se sucedían unas a otras por la vía del
pronunciamiento. El bienio comprendido entre 1854 y 1856, cuya máxima expresión
jurídico-política fue la Constitución non nata de 1856, dejó su impronta sobre todo en el
campo de la economía al reorientar la política económica hacia parámetros más
liberales. La legislación bancaria y ferroviaria del periodo permitió una mayor apertura al
capitalismo europeo, la construcción de un embrionario sistema financiero y el primer
trazado ferroviario español, fueron pieza básica en la estructuración del mercado
nacional.

La Constitución de junio de 1869, y su desarrollo posterior, proporcionaron un


marco de libertades públicas sin parangón posible en experimentos anteriores, en el que
se estableció la estructuración del Estado democrático en la fórmula de la monarquía
parlamentaria, liderada por Amadeo de Saboya (1870-73). Pero la imposibilidad de
articular un sistema coherente de partidos como basamento del régimen acabó
impidiendo su funcionamiento. En este aspecto el fracaso de la monarquía amadeísta
representa también el fracaso de un sector de la elite política ejemplificado en los
enfrentamientos entre Sagasta, Ruiz Zorrilla o Serrano.

Este régimen concebido sin carácter excluyente, no actuó como equilibrador,


materializándose en insurrecciones de carlistas y republicanos: los levantamientos
republicanos de 1869 o la sublevación general carlista de 1872 son buenos exponentes
de dicha situación. En términos sociales, sectores populares de origen rural o urbano,

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que habían pretendido una mayor dimensión reformista, en temas tales como la
propiedad de la tierra, la cuestión de las quintas o las relaciones capital-trabajo, vieron
frustradas sus aspiraciones. Ni el campesino andaluz consiguió colmar su hambre de
tierra, ni el naciente movimiento obrero, con la llegada de la Internacional a España a
finales de 1868, encontró cauces para su desarrollo al cuestionarse su legalidad.
Tampoco la efímera República (1873- 74), instaurada para llenar un vacío de poder tras
la abdicación de Amadeo I, encontró suficientes bases políticas y sociales de
sustentación. Ni su vocación reformista, ni su proyecto de estructuración federal del
Estado lo lograron.

50. Anónimo: La reina Isabel II de España (finales del siglo


XIX).

El Sexenio democrático (1868-1874) dejó una


huella perenne en el desarrollo del liberalismo
español: formas de organización de la sociedad
civil, libertades individuales, niveles de
participación, modernización del Estado y del
sistema judicial, régimen representativo,
extensión del debate intelectual... en parte
asumidos, por convicción o imposición, por el
régimen político de la Restauración, preparado
minuciosamente por Cánovas del Castillo y que
se abre en 1875 tras el pronunciamiento del general Martínez Campos y la coronación
de Alfonso XII. Algunos autores han denominado sistema canovista, a aquel basado en
la Constitución de 1876, siendo la resultante de las variables históricas del liberalismo
español: sincretismo de doctrinarismo y principios democráticos conforme el régimen se
desarrolle. En este momento, se reproduce la idea de la soberanía compartida, al
tiempo que en la práctica diseña un funcionamiento político dominado por el turno de
partidos y la utilización del engranaje caciquil. Para Cánovas era la mayor dosis de
liberalismo que podía soportar la estructura social y económica del país, buscando un
punto de equilibrio que evitara el intervencionismo militar y amortiguara la hipótesis de
radicalización social. De todas formas, lo concebía como un sistema elástico, en el que se
fueran incorporando reformas que empiezan a cuajar en el decenio de los años 80,

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dirigidas por Sagasta, y culminadas en 1890 con la reinstauración del sufragio universal
masculino.313

Durante el primer tercio del siglo XX el panorama histórico-político español


presenta más similitudes con los países europeos occidentales de lo que en principio se
ha supuesto. En toda Europa asistimos a la crisis de los sistemas políticos del liberalismo
más notables que había predominado a lo largo del siglo XIX. Las masas irrumpen en los
espacios de poder, siendo la época de la primera construcción de la democracia de
masas, lo que genera un conjunto de reacciones defensivas por parte de las
tradicionales elites de poder que difícilmente asimilan las nuevas realidades sociales que
emergen al compás de los procesos de modernización. Así los primeros decenios del
siglo XX, más que entenderlos bajo la clave de la inestabilidad política permanente,
resulta preciso articularlos en un marco más amplio de comprensión que tenga en
cuenta los desfases y desajustes entre los diversos ámbitos en los que se realizan las
prácticas políticas y económicas de los conjuntos sociales en sus múltiples diversidades.

En 1900, España está tremendamente afectada por la crisis de 1898. La pérdida


de las últimas colonias, Cuba, Puerto Rico y Filipinas, en la guerra contra los Estados
Unidos de Norteamérica, abrió un gran debate intelectual sobre los males de la patria.
Fue la hora de los regeneracionistas para que el país recobrase el pulso, planteando una
estrategia de acción para transformar los tres planos fundamentales del quehacer social
del hombre: políticamente, era preciso superar las prácticas caciquiles y que la política
respondiese a los movimientos de opinión pública y a la libre controversia entre los
ciudadanos, ensanchando los cauces de la toma de decisiones; socialmente, los
discursos regeneracionistas aspiraban a la constitución de un país de clases medias; y
económicamente, la extensión de la industrialización siempre estaba presente. En suma
los regeneracionistas pretendían una serie de modernizaciones con el objetivo de
conformar un Estado revitalizado y la consolidación de una sociedad civil. En Cataluña y
el País Vasco estos discursos añadían variantes muy significativas que hacían referencia
a la ordenación del Estado, reclamando el autogobierno.314

313
VILAR, P. Historia de España. Madrid: Barcelona, 2008, p. 102-147.
314
PAREDES ALONSO, F. J. (2008). Opus cit., p. 429-459.

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Uno de los grandes problemas que tuvo el mundo político monárquico fue la
desmembración de los dos partidos históricos en familias, labor que logran Cánovas y
Sagasta. Pero cuando ambos desaparecieron, el panorama cambió radicalmente. A
pesar de la altura y significación de los nuevos políticos, ninguno de ellos logró
reproducir la auctoritas de sus antecesores. Así resultaba más complicado enfocar un
plan de reformas, desde unas plataformas políticas fragmentadas. La hondura de las
reformas necesarias, aparte de la vocación suficiente para llevarlas a cabo, exigía unas
estructuras más consolidadas.

Hasta 1912 se recoge una secuencia de proyectos reformistas frustrados y como


contrapartida un auge de las demandas sociales que configuran nuevas realidades
políticas. Los dos intentos regeneracionistas más relevantes correspondieron al gobierno
largo de Antonio Maura (1907-1909) desde el partido conservador y al bienio de
Canalejas (1910-1911) desde las filas liberales. Los esfuerzos del primero se centraron en
la búsqueda de nuevos cauces políticos que además acentuarán su protagonismo en el
partido conservador. La ley electoral de 1907 fue su realización más significativa. En su
programa ya se atisba cierta veleidad corporativa que posteriormente tomará cuerpo en
el maurismo autoritario. La Semana Trágica de 1909 y las disensiones en el campo
conservador acabaron con el gobierno de Maura315. El proyecto político de Canalejas
abrió el debate sobre tres cuestiones de gran calado: las relaciones Iglesia-Estado, por
ahora controlando la proliferación de órdenes religiosas, las relaciones capital-trabajo y
la posible reordenación del Estado, con la aprobación de la Mancomunidad de Cataluña,
que entrará en vigor en 1914, a base de la reunión de las cuatro diputaciones catalanas

315
Importante el significado de la Semana Trágica por los ingredientes que intervinieron en ella:
en primer lugar el rechazo de la población de Barcelona a la guerra de Marruecos, siempre
impopular, que actúa como principal variable exterior de la evolución política española durante el
primer tercio del siglo XX; en segundo lugar la capacidad de movilización del anarquismo
barcelonés, en proceso de organización, que dará lugar en 1911 al nacimiento de la
Confederación Nacional del Trabajo (CNT) protagonizando, en competencia con la socialista
Unión General de Trabajadores (UGT), el sindicalismo español hasta 1939; y en tercer lugar el
auge del nacionalismo catalán que en 1907 ha conseguido su primer gran triunfo electoral,
desplazando a los partidos dinásticos, bajo la denominación de Solidaritat Catalana que agrupó al
catalanismo conservador de la Lliga y a los pequeños grupos republicanos. La Semana Trágica
tomó una expresión anticlerical en la quema de conventos y fue sofocada por el ejército. La
represión posterior, cuyo exponente mayor fue la ejecución del pedagogo anarquista Ferrer
Guardia, favoreció la caída de Antonio Maura.

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en un solo organismo presidido por Prat de la Riba, veterano teórico del catalanismo
conservador.

51. Anónimo: El General Miguel Primo de Rivera y


Orbaneja (1930).

A partir de 1912 la política española entra en


una pendiente de inestabilidad y crisis que
desembocará en la dictadura de 1923. Los
gabinetes se suceden demencialmente, sin
que pudieran cuajar programas de gobierno
alguno. A pesar de que surgen proyectos
razonables de corte reformista, cada vez
resulta más complicada la consecución de
mayorías estables. La fragmentación de los
partidos dinásticos se hace más acusada y voces autorizadas como la de Santiago Alba
apenas encuentran eco. Esta crisis política se refiere fundamentalmente al mundo
monárquico regulado por la Constitución de 1876.

En septiembre de 1923 el general Primo de Rivera encabezó un golpe militar en


nombre del ejército como corporación, dando inicio a siete años de dictadura que dejó
en suspenso al mundo constitucional de 1876 como respuesta a la crisis política y a la
guerra de Marruecos, con la responsabilidad desde la Corona. La dictadura concilió en
sus primeros tiempos un consenso, llegando su gran momento en 1925, cuando una
intervención militar hispano-francesa resolvió la guerra de Marruecos. La otra cuestión
que interesa destacar corresponde a la política económica de marcado carácter
nacionalista que plantea el intervencionismo estatal que se tradujo en numerosas obras
públicas que activaron la economía; este modelo, será el referente para el diseño de la
autarquía franquista tras la Guerra Civil.316

Tras 1926, se acrecentó la oposición a la dictadura. Su visión centralista la


enfrentó a los nacionalismos catalán y vasco, a lo que se unió la oposición del
anarcosindicalismo, principal objeto de la represión de la dictadura desde 1923. Poco a

316
Ibidem, p. 483-538.

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poco, las antiguas elites políticas se pasaron al campo opositor con intentonas
insurreccionales que encontraron algún apoyo militar. El momento decisivo fue en 1929,
cuando el Ejército negó su concurso a una dictadura cuyo principal error estratégico fue
la imposibilidad de dotarse de unas estructuras institucionales propias. Finalmente
Primo de Rivera perdió el apoyo del rey y presentó la dimisión en enero de 1930.
Alfonso XIII salió mal parado de la dictadura. Se le reprochaba haber sido el inductor del
golpe de 1923, haberlo propiciado o en todo caso no haber hecho nada por evitarlo. Por
aceptación o por inacción se hacía responsable al rey, comandante y jefe del Ejército. La
opinión pública republicana salió reforzada de la dictadura, sobre todo gracias al apoyo
de los principales sectores intelectuales del país que elaboraron un discurso cuyo
mensaje latente o explícito hacía hincapié en la incapacidad de la monarquía para
modernizar España.317

Poco efectivos fueron los esfuerzos de los gobiernos Berenguer y Aznar (febrero
1930 - abril 1931) para restablecer la situación constitucional de 1876. Las disensiones
internas y los fallos estratégicos en el campo monárquico, unidos al auge del
republicanismo, cuyo discurso se hizo hegemónico, frustraron esa especie de retorno al
pasado como si nada hubiera sucedido. Finalmente las elecciones municipales del 12 de
abril de 1931 adquirieron una naturaleza plebiscitaria de hecho sobre la forma de
gobierno. El triunfo de la conjunción republicano-socialista fue masivo en los grandes
centros urbanos, verdaderos barómetros de la opinión pública. Falto de apoyos, Alfonso
XIII suspendió el ejercicio de sus funciones regias y tomó el camino del exilio,
prácticamente al mismo tiempo que se proclamaba la República.318

La instauración del régimen republicano, con la II República Española, lograda


gracias al pacto entre republicanos y socialistas, supuso una alteración del rumbo de la

317
Ibidem.
318
Ibidem, p. 491-521.
En este proceso fue básico el papel jugado por amplios sectores de la intelectualidad de la época,
que crearon la Agrupación al Servicio de la República. Eran los elementos más representativos de
la llamada edad de plata de la cultura española, que aglutinó a las llamadas generaciones de
1898, 1914 y 1927, que alcanzaron su mayor relevancia en el campo literario con figuras tan
destacadas como Unamuno, Valle-Inclán, Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Federico García
Lorca o Rafael Alberti. En este despertar intelectual tuvo un particular protagonismo la Junta para
Ampliación de Estudios, con figuras de la talla de Santiago Ramón y Cajal, Simón Bolívar, Ramón
Menéndez Pidal o Blas Cabrera.

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política española. La etapa reformista se extendió hasta octubre de 1933. Por el


Gobierno de España, pasaron políticos que iban desde los republicanos más moderados
encabezados por Niceto Alcalá Zamora, presidente de la República desde diciembre de
1931 hasta abril de 1936, al republicanismo de centro izquierda, personificado en la
figura de Manuel Azaña y su grupo de Acción Republicana, pasando por el partido
radical de Alejandro Lerroux, cargado de contenidos populistas.319

La Monarquía Española, junto a las corrientes conservadoras, quedó fuera de la


circulación política el 14 de abril de 1931, tardando tiempo en recomponerse dentro de
la nueva situación. En 1932 se organizó la Confederación Española de Derechas
Autónomas (CEDA), a cuya cabeza estaba Gil Robles, configurada por diversos grupos
como Acción Popular y la Derecha Regional Valenciana. El problema estribaba en el
difícil encaje de la CEDA en una república laica y progresista según la Constitución de
diciembre de 1931 que había definido el nuevo régimen como una república de
trabajadores de toda clase. La derecha monárquica antiparlamentaria, antirrepublicana
y partidaria de una monarquía corporativa se organizó en torno a Calvo Sotelo en
Renovación Española. La versión española del fascismo nació en 1933 con la reunión de
diversos grupúsculos en Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista, dirigida por José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador, cuya escueta
aparición previa al Alzamiento del 1936 no contradice su importancia posterior. En una
ambientación análoga se situaban los restos del carlismo histórico.320

Desde la instauración del régimen, éste fue visto, por el conservadurismo


español como una opción de izquierdas, cuya vocación reformista procuraba modificar
numerosas pautas tradicionales y cuestionaba ámbitos seculares de poder. El laicismo,
el contenido social y la posibilidad de reordenar el Estado, previstos en la Constitución
de 1931, presentan un amplio proyecto reformista que coloca en posición expectante a
los conservadores. Esta incomoda tendencia política con el nuevo marco constitucional,
no tardó mucho en hacerse sentir. Simplificando la cuestión, puede afirmarse que entre

319
En cuanto al PSOE pronto se convirtió en el partido con mayor impronta electoral y calado
social del arco republicano, pero sujeto a fuertes conflictos internos en los que se
entremezclaban las rivalidades personales y los argumentos contrapuestos de cuál debía ser el
papel del partido en la joven democracia republicana.
320
PAREDES ALONSO, F. J. (2008). Opus cit, p. 502-541.

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1932 y 1936 las diferentes formulaciones y organizaciones conservadoras se movilizaron


para reivindicar la reforma de la Constitución y cuyo máximo se colocó en una negación
por parte del régimen republicano a partir de la insurrección armada en colaboración
con sectores del ejército. Dentro de este marco, se inscribe la intentona golpista por
parte del ámbito castrense liderada por el general Sanjurjo en agosto de 1932, situación
fácilmente resuelta por el Gobierno republicano.

El programa reformista procuró modificar situaciones que abrieran a la Nación


hacia modelos que se habían desarrollado en otros países europeos. Pese a ello, éste fue
depurado y parcialmente ejecutado entre 1931 y 1933. Abarcaba un amplio repertorio
de temas de muy diferente índole: la propiedad de la tierra, la configuración y
conformación del Ejército, las relaciones entre Iglesia y Estado, la redefinición del
Estado, las relaciones capital-trabajo, las relaciones de género y la universalización de la
cultura, entre otras. Algunas de estas reformas se emprendieron de manera
contundente y con decisión, otras con tibiamente rociadas de inexperiencia y
desconocimiento.321

52. Anónimo: Alegoría de la Segunda República


Española (1931-1936).

Una de las reformas mayor trascendencia fue


la agraria, que ocasionó una de las polémicas
más intensas y sangrantes del periodo
republicano. Con ella, se pretendía una
transformación de las estructuras de la
propiedad de la tierra, situación anclada en los
modelos del Antiguo Régimen, y que abrió la
esperanza de numerosos campesinos
procedentes de los grandes latifundios
españoles. La sociedad liberal que surgió
durante la tercera década del siglo XIX, había
propuesto un modelo antagónico a los modelos reformistas republicanos, favoreciendo
la concentración de tierras en unas pocas manos privilegiadas. La desaparición de los

321
Ibidem.

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señoríos convirtió a la nobleza en grandes terratenientes. Las desamortizaciones de


Mendizábal y Madoz se hicieron en beneficio de una novedosa clase social, que
comenzaba a surgir, la burguesía. Esta situación había llevado al campo a un lugar
originario de conflictividad social, situación que se mantuvo perenne hasta la finalización
del siglo XIX. El 14 de abril de 1931 supuso para la España agraria un momento decisivo
para alterar radicalmente la rancia y secular situación. Sin embargo la ley, de Reforma
Agraria de 1932, constituía un articulado legal que técnicamente era complicado y
ambiguo, con cierta timidez en puntos de trascendencia para efectuar una adecuada
reforma. A ello, se unió un planteamiento con un ritmo tan lento en su desarrollo que
hizo surgir entre la población agraria una sensación de desengaño, sin que ello evitara el
temor de los propietarios y su oposición al nuevo régimen.322

La separación Iglesia-Estado originó una situación de malestar por parte del


clero español. La quema de conventos de mayo de 1931 en Madrid no ayudó a crear las
condiciones para el debate de esta cuestión, a lo que se unió la expulsión de los jesuitas
y el papel jugado por el primado cardenal Segura, que ahondaron el problema. La
laicización del Estado, de la sociedad y de las relaciones entre ambos, era una de las
reivindicaciones básicas del republicanismo histórico en cualquiera de sus variantes y
condición necesaria para la democratización política. La Constitución promulgada en
1931 estableció que el Estado no tenía religión alguna, ni sufragaba ningún culto,
además de imponer severas restricciones a las congregaciones para ejercer la
enseñanza.

En 1931, el Ejército español era una maquinaria obsoleta y carente de


operatividad ante cualquier situación bélica que se pudiera plantear. En él se dieron dos
vertientes: una a favor del movimiento reformista característico de la política
republicana, y otras, en contra de Gobierno republicano y sus actuaciones. Pero se
imponía un programa de modernización técnica y política de la mano de Manuel Azaña,
quien era un gran conocedor del tema y estableció una reforma en profundidad del
mundo castrense, que fue mayoritariamente entendida en los cuarteles como un ataque
a la corporación: disminución del número de oficiales, sustitución de hombres por

322
PAYNE, S. G. La primera democracia española. La Segunda República 1931-1936. Barcelona:
Paidós, 1995, p. 103-150. Colección Estado y Sociedad.

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máquinas, reformar de las enseñanzas militares, así como asociarlas a la Universidad,


someter a los militares al poder civil, limitar su influencia política, republicanizando a la
institución, conformando éste el horizonte de las reformas.

Pero, la cuestión más delicada y escabrosa que produjo numerosas tensiones en


todo el territorio nacional, fue la reordenación del Estado que abandonaba el
centralismo. La Constitución de 1931, establecía claramente el carácter unitario de la
República, reconociendo la pluralidad cultural de España y estableciendo los cauces para
la descentralización política. En 1932 entró en vigor el Estatuto Catalán, primer peldaño
de la futura federación a la que pretendían llegar en Cataluña. Cuando se produce el
estallido de la Guerra Civil, en 1936, el Estatuto Vasco estaba en avanzado proceso,
siendo aprobado por las Cortes el primero de octubre de 1936. El Estatuto Gallego
estaba en una fase anterior y no llegó a aprobarse. La iniciativa estatutaria apenas se
había puesto en marcha en otras regiones españolas. El Estatuto Catalán provocó
desesperación y desasosiego en ámbito castrense y en los sectores más conservadores
de la política española, que veían en la nueva legislación los primeros pasos hacia un
territorio fracturado y roto.323

Entre 1931 y 1933 la coalición republicano-socialista desarrolló movimientos


centrífugos que acabaron por cuartearla. Téngase en cuenta que la coalición se creó con
el objetivo de abrir las puertas al régimen republicano y procurar su primera
institucionalización, pero una vez conseguido esto, el día a día de la política favoreció
que afloraran diferencias ideológicas y personales. La ruptura de la coalición
republicano-socialista obligó a convocar elecciones para octubre de 1933. Por primera
vez la mujer participó en unas elecciones parlamentarias. La desunión de los antiguos
partidos de la coalición facilitó el triunfo relativo de la CEDA. El sistema electoral
mayoritario premiaba con exceso a los partidos más votados. De ello se benefició la

323
No podemos olvidar que el 14 de abril de 1931 en la Puerta del Sol de Madrid tuvo su
correlato en la plaza de San Jaime de Barcelona cuando Françesc Macià proclamó la República
Catalana, dentro de la República Española, es decir, adelantó una definición federal para el
régimen recién instaurado. De hecho el Gobierno provisional estableció un pacto con el
nacionalismo republicano catalán que logró bajo la dirección de Maciá unirse en un único
partido, Esquerra Republicana de Catalunya, y conseguir la hegemonía política en detrimento de
la conservadora Lliga. El pacto planteaba la aprobación de un estatuto autonómico para
Cataluña.

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CEDA en 1933, como la hará el Frente Popular en febrero de 1936. El bienio 1934-1935,
justamente se le calificó con el apelativo de contrarrevolucionario, ya que se produce un
vuelco en la política durante este periodo. La CEDA era una coalición de partidos de
diferente procedencia ideológica pero unidos en su tajante oposición al modelo de
República nacido en 1931. En sus filas había sectores proclives a una salida política
autoritaria o antiparlamentaria, análoga a otras dictaduras europeas, que convivían con
sectores demócrata-cristianos capaces de aceptar la República siempre y cuando la
Constitución fuera reformada en profundidad, sobre todo en lo referente al tema
religioso.324

A lo largo de 1935 la política se radicalizó, concentrándose en dos bloques


antagónicos. A la derecha cada vez tomaron más arraigo las soluciones autoritarias en
sus diferentes versiones; en la izquierda la aproximación se realizó a través de la
estrategia del frente popular antifascista propugnada por el partido comunista. Mientras
tanto el presidente Alcalá Zamora reiteraba su idea de constituir un partido de centro
que actuara como factor de equilibrio. Las elecciones de febrero de 1936 dieron la
victoria al Frente Popular. De manera excepcional los anarquistas votaron en pos de la
amnistía para los 12.000 presos políticos por los sucesos de Asturias. Para los partidos
republicanos el triunfo significaba que la República recobraba sus señas de identidad de
abril de 1931 y su talante reformista. Pero las circunstancias interiores y exteriores
habían cambiado y los niveles reivindicativos también. Para el movimiento obrero las
transformaciones sociales deberían abordarse con decisión y profundidad, alcanzando
cotas mucho más elevadas que las previstas en 1931.

Manuel Azaña formó el gabinete del nuevo gobierno con miembros procedentes
de las filas republicanas, renunciando los socialistas a entrar en éste. Esta situación
provocaba que el gobierno fuera débil para la tarea que habría de afrontar, y no era lo
menor controlar a sus propias bases sociales, proclives a realizar las reformas a través de
las acciones directas, cuyo mejor exponente fueron las ocupaciones de fincas. En el mes
de abril el parlamento destituyó al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora,
incompatible con la nueva situación frente populista, eligiendo en mayo como

324
PAREDES ALONSO, F. J. (2008). Opus cit., p. 522-541.

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presidente a Azaña. El candidato más razonable era el socialista Indalecio Prieto, pero
las divisiones en el interior del PSOE frustraron la operación: Largo Caballero se opuso
frontalmente. Y la jefatura del gobierno cayó en manos del inoperante y gris Casares
Quiroga, sometido políticamente a Manuel Azaña, incapaz de gestionar una situación
política muy radicalizada en el Parlamento, en la calle y en los cuarteles.325

La Guerra Civil Española dará comienzo con el sublevamiento del ejército contra
el gobierno republicano entre los días 17 y 20 de julio de 1936. Se trataba de una
rebelión militar que poseía también un sólido apoyo político y civil. Desde el triunfo del
Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, el alzamiento militar había sido
cuidadosamente preparado, a base de los jefes y oficiales integrados en la Unión Militar
Española (UME). La dirección técnica recayó en el general Mola, comandante militar de
la plaza de Pamplona, y se desarrolló con cierta facilidad dada la inoperancia del
Gobierno para combatirlo. En los primeros meses de la guerra, el poder del gobierno
republicano fue meramente nominal. En gran medida la historia política republicana a lo
largo de la Guerra Civil se concentra en el esfuerzo por reconstruir el poder del Estado.
Su primera expresión la encontramos en el gobierno constituido por Largo Caballero en
septiembre de 1936 y su logro más acabado a partir de la gestión del primer gobierno
presidido por Juan Negrín, en mayo de 1937. Hasta esta fecha la situación política en la
zona republicana responde al dilema de que la guerra esta intrínsecamente unida a la
revolución, secundada por la CNT y el POUM, o la prioridad de vencer al enemigo común
y dejar aparcada la revolución para un futuro incierto, defendida por el Partido
Comunista Español (PCE), la mayoría del PSOE y los pequeños partidos republicanos.

Quedó abolida la legislación reformista del periodo anterior a la Guerra Civil,


tanto en los ámbitos económico y social como religioso. Hasta octubre de 1936 el primer

325
PAYNE, S. G. (1995). Opus cit, p. 103-150.
En términos políticos, en la sublevación de julio de 1936 confluyen varios vectores. El sustrato
fundamental es de corte monárquico-corporativo, y vendría representado por la significación
ideológica del partido Renovación Española, liderado por Calvo Sotelo. A él se unían la falange,
los carlistas, sectores de la CEDA y un conjunto indeterminado ideológicamente pero claramente
antirrepublicano, conservador y por tanto, contrario al frente popular y al proyecto reformista de
1931-1933. En esta última tendencia se situaban la mayoría de los generales rebeldes. El 20 de
julio de 1936 ya era evidente que la guerra civil era un hecho. La rebelión militar había fracasado
en las grandes ciudades de impronta republicana y obrera. Por el contrario el Gobierno no había
podido contener el golpe en las regiones más conservadoras del país.

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entramado de gobierno de los rebeldes fue la Junta de Defensa Nacional, presidida por
el general Cabanellas y de composición enteramente militar. Para los militares el tema
del mando único era una necesidad inmediata, el vértice de una política de guerra
eficaz. Franco era el general mejor colocado para ejercer este mando. A pesar de la
oposición del general Cabanellas, el primero de octubre se publicó el decreto
convirtiendo a Franco en generalísimo de los ejércitos y en jefe del Estado español,
mientras durase la guerra. Posteriormente la marcha de la guerra y una eficaz
propaganda que elaboró y divulgó la teoría del caudillo invicto, impregnada de
connotaciones religiosas, incrementó progresivamente el poder absoluto de Franco. En
abril de 1937 unificó a todos los grupos políticos que habían apoyado la rebelión militar
en un partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Las desapariciones
sucesivas de los generales Sanjurjo y Mola, y de José Antonio Primo de Rivera, fusilado,
éste último, en la cárcel de Alicante el 20 de Noviembre de 1936, facilitaron la
consolidación del poder de Franco. El apoyo de la Iglesia Católica a la rebelión militar
entraba en la lógica de las complicadas relaciones entre Iglesia y Estado desde 1931. La
dura persecución anticlerical a lo largo de los primeros meses de la guerra en la zona
republicana vinculó, más si cabe, a la Iglesia con los sublevados. La doctrina oficial de la
Iglesia quedó expuesta en la Carta Colectiva de los obispos españoles que el Cardenal
Gomá hizo pública el primero de julio de 1937: el derecho a la rebelión contra el mal
gobierno; la sublevación como fenómeno preventivo frente a una revolución comunista
en ciernes; el carácter religioso de la guerra en términos de cruzada.326

Las consecuencias de la guerra fueron terribles en todo el territorio español,


menos dura en Canarias, lugar de donde se partió para la reconquista de España:
destrucciones urbanas, del patrimonio histórico o del tejido económico, a lo que se
agregó un importante número de bajas en la población: unos 250.000 muertos y
desaparecidos y 400.000 exiliados. Entre estos últimos había individuos muy cualificados

326
Ibidem.
La postura del Vaticano aunque favorable a la causa franquista fue mas cautelosa que la de los
obispos españoles, seguramente por influencia de los sectores católicos liberales de otros países
europeos. Tal fue el caso francés, algunos de cuyos obispos presionaron al Vaticano desde finales
de 1937 para que se aprobase el restablecimiento del culto católico en la España republicana,
medida propuesta por el gobierno presidido por Negrín. Sin embargo el Vaticano, alegando
motivos de seguridad archivó una cuestión que había provocado inquietud en los medios
políticos franquistas.

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por su labor intelectual y profesional, que fueron a poblar los centros urbanos de
muchos países, en especial de México. Los muertos de la guerra lo fueron en combate o
en la retaguardia. De todas las operaciones bélicas la más mortífera fue la batalla del
Ebro. Sobre todo en los primeros meses del conflicto la represión en ambas retaguardias
alcanzo gran intensidad. En el lado republicano cabe hablar de una represión
incontrolada, que adquiere un fuerte tono anticlerical y coincide con los momentos de
mayor debilidad del Estado. En la zona nacional la represión fue más sistemática y
calculada, emprendida directamente por las nuevas autoridades militares con el fin de
desarticular cualquier tipo de resistencia de los militantes republicanos y exterminarlos.

53. Pablo Picasso: Guernica (1937).

El gobierno republicano fue sucedido por la Dictadura del General Franco,


también llamada Franquismo, que estableció algunas de sus características más
relevantes durante la guerra civil, donde se afirmó la teoría del caudillaje alrededor de
Franco. Las medidas políticas adoptadas bajo la supervisión de Serrano Suñer, cuñado
del dictador, en los años de la guerra y los inmediatos de la posguerra se encubrieron
bajo la retórica combinada y cargada de ambigüedades del fascismo triunfante y del
nacionalcatolicismo, materializada en la creación del partido único Falange Española
Tradicionalista (FET) y de las JONS, y el protagonismo de una Iglesia militante fortalecida
con el nuevo gobierno. El Franquismo se sustentará sobre tres pilares: el
nacionalcatolicismo, los militares franquistas y el partido único327. Con la dictadura de

327
Ibidem.

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Franco se destruyó el proceso de modernización que desde inicios del siglo XX había
emprendido la sociedad española y encarnado paradigmáticamente la II República. La
sistemática represión que caracterizó a los miembros del alzamiento desde julio de
1936, fue la piedra armilar sobre la que se asentó la dictadura. Cientos de miles de
republicanos partieron hacia el exilio en los últimos meses de la Guerra Civil tras la caída
de Cataluña.328

Altamente costosa para la sociedad española fue el exilio, opción por la que se
decantó la elite cultural y científica que había alentado la modernización de España
desde los presupuestos del regeneracionismo y la Institución Libre de Enseñanza, y la
apuesta por Europa tras el desastre del 98 fue perseguida con particular saña, como
portadora de los valores liberales y abiertos a las nuevas corrientes científicas y de
pensamiento que trataban de acercar a la sociedad española a la modernidad. Las leyes
de Responsabilidades Políticas de 1939 y de Represión de la Masonería y el Comunismo
de 1940, como posteriormente el Tribunal de Orden Público, fueron las herramientas
legales que se emplearon para una represión indiscriminada y sin garantías jurídicas.

Cuando la Segunda Guerra Mundial cambio de signo la retórica fascista de Falange fue
convenientemente atemperada, remarcando el componente del conservadurismo reaccionario
español, adobado de un marcado anticomunismo. Quedaba así claro el carácter instrumental que
para el dictador tenía su alianza con la Italia fascista y el nacionalsocialismo, más próximo al
pensamiento antiliberal y antimoderno del ultamontanismo católico representado por el
nacionalcatolicismo. De ahí sus diferencias sustanciales con el fascismo y el nacionalsocialismo,
fue una dictadura alérgica a las masas, más allá de su instrumentación circunstancial mediante la
exacerbación de un rancio nacionalismo españolista, cuyo poder y longevidad se asentó en el
permanente recuerdo de la guerra civil para cohesionar la adhesión de los sectores de la
sociedad española que apoyaron al bando nacionalista e imponer el terror y la persecución a los
vencidos en la guerra, a través del ejercicio sostenido de la represión.
328
ROMERO SAMPER, M. La oposición durante el franquismo. El exilio republicano. Madrid:
Ediciones Encuentro, 2005, p. 13-39.
Unas 450.000 personas estaban refugiadas en Francia al finalizar la guerra, cerca de la mitad de
ellos no retornaron, lo que los condenó a un exilio interminable en el país vecino, el resto a su
regreso engrosó las filas del exilio interior; otros tantos fueron objeto de la represión, unos
270.000 fueron internados en campos de concentración, sometidos a consejos de guerra; 50.000
terminaron frente al pelotón de fusilamiento, otros muchos fueron condenados a largas penas de
cárcel, muchos de ellos convertidos en mano de obra esclava en los batallones de trabajo.
Todavía en 1950 había 30.000 presos. Los que lograron escapar a la muerte o a largas condenas
de presidio fueron sometidos a una sistemática depuración, que llevó a la pérdida de sus
empleos, sobre todo en el sector público, y al destierro, atemorizados por el terror y la represión
iniciaron un largo exilio interior que no termino hasta la muerte del dictador y la consolidación de
la democracia en España.

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54. Anónimo: Francisco Franco tras finalizar


la Guerra Civil Española (1939).

En lo referente a los costes


materiales de la guerra fueron
cuantiosos, pero notablemente
inferiores a los sufridos por Italia y
Alemania en la Segunda Guerra
Mundial, por lo que el retraso en la
recuperación del crecimiento
económico debe ser explicado por otras razones, tanto internas, fruto de la inviable y,
en numerosas ocasiones, delirante política autárquica, como externas, debido al
aislamiento internacional de la dictadura durante la larga posguerra. La renta nacional
había descendido en 1939 alrededor de un 28 % respecto de 1936, la producción
agrícola lo hizo en un 20 % y la industrial en un 30 %, las infraestructuras de
comunicaciones fueron particularmente afectadas, el 40 % del parque ferroviario fue
destruido, la marina mercante cayó en más de un 30 % y las comunicaciones postales y
telegráficas sólo a partir de 1948 y 1951 recuperaron los volúmenes postales de 1935. A
todo ello, se le unió la desaparición de las reservas de divisas y de oro.

En 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial, se complicó la situación de


la dictadura. El veto internacional fue claro, cuando en la conferencia de San Francisco
que dio lugar al nacimiento de las Naciones Unidas, de la que la dictadura de Franco fue
excluida del nuevo sistema internacional; en la Conferencia de Potsdam, los aliados
declararon su incompatibilidad con el régimen de Franco, a lo que se unió el cierre de
fronteras por Francia a la dictadura, unos meses después en 1946; también fue
relevante el hecho acaecido en diciembre de 1946, cuando la ONU decidió la retirada de
los embajadores mientras no se restableciera un régimen democrático en España. Fue el
momento más crítico para la dictadura. Su aislamiento internacional y las dificultades de
una economía en bancarrota introdujeron fuertes incógnitas sobre la supervivencia de la
dictadura. En este contexto crítico, la ayuda recibida en 1947 por la Argentina de Juan
Domingo Perón fue decisiva para aliviar el desabastecimiento alimentario de España.

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3.3.2. LEGISLACIÓN SANITARIA EN ESPAÑA (SIGLOS XIX Y XX).

Durante siglos el ejercicio de la medicina y la asistencia se rigió por las


tradicionales disposiciones de los Reyes Católicos en 1477 y, posteriormente, durante el
reinado de Felipe II, en 1593, que establecían dos figuras profesionales bien definidas:
los médicos o físicos, encargados de la asistencia de las enfermedades internas y los
cirujanos, ocupados de las afecciones externas; y dos clases profesionales subalternas
denominadas, los barberos y las comadres o parteras.329

Los médicos obtenían el grado de bachiller en una universidad y, tras dos años de
práctica junto a un profesor autorizado y examen de reválida ante el Protomedicato,
alcanzaban primero el título de licenciado y posteriormente el grado de doctor en
medicina. Los cirujanos se dividían en: latinos o cirujanos de ropa larga o toga, de
formación latina que precisaban tres cursos en instituciones médicas además de sus
estudios específicos, y romancistas, o cirujanos de ropa corta, cuyos mínimos estudios se
suplían con una certificación de prácticas que les permitiría acceder a los exámenes. De
forma paralela los cirujanos latinos, de formación universitaria, necesitaban cursar unos
estudios similares a los de los médicos pero su condición social era bastante inferior.

Con respecto a las clases subalternas, los primeros, los barberos, estaban
autorizados por el médicos para las bajas operaciones quirúrgicas, lo que los conformó
como una importante corporación constituida en cofradía. A pesar de que las diferencias
que existían entre los barberos y los cirujanos estaban muy marcadas, éstos no ponían
obstáculos, cuando un barbero distinguido por sus conocimientos en cirugía, en
recibirlos en su colegio y en dispensarles de la lengua latina en sus exámenes.
Antiguamente, los barberos independientemente del corte del pelo, presentaban entre
sus competencias la de dentistas o médico-cirujano, pudiéndonos encontrar que
durante la Edad Media, llegaran a realizar actividades como la extracción de piezas
dentarias y sencillas intervenciones de cirugía menor o sangrías, entre otras. Con
respecto a las segundas, éstas se encargaban, desde la Antigüedad, de ayudar en el
trabajo del parto, labor que han desempeñado hasta la actualidad. Su figura se

329
MUÑOZ GARRIDO, R. Empíricos sanitarios españoles de los siglos XVI y XVII. In, Cuadernos de
Historia de la Medicina Española. nº 6; 1967, p. 101-133.

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confundía con la del cirujano hasta bien entrado el siglo XVIII, momento en el que
comenzaron a separarse.330

A comienzos del siglo XVIII, Felipe V, procedente de la corte francesa, reorganiza


tanto el sistema sanitario como a los profesionales que lo conformaban y estaban más
directamente relacionadas con la salud: médicos, cirujanos y farmacéuticos,
manteniéndose vigente por más de un siglo. A partir de 1748, paulatinamente se van
creando los Reales Colegios de Cirugía, en los que se preparan a los cirujanos cuya
asistencia, en un primer momento, va orientada al entorno castrense (la Armada y el
ejército), para poco a poco ir destinando su asistencia a la población civil. No es hasta
finales del siglo XVIII, en 1797, cuando por medio de una Real Orden se establece la
frontera entre la medicina y la cirugía, estableciendo la excepción en casos mixtos;
además, se estipula la prohibición del ejercicio médico a los cirujanos romancistas. Por
lo tanto, la sanidad en la España durante el siglo XVIII, era ejercida por una considerable
cantidad de profesionales con clases sociales y categorías diferentes, donde existía una
marcada rivalidad entre ellas: los cirujanos pretendían un ascenso a una clase superior
para ser considerados equivalentes a los médicos.331

El siguiente siglo, el XIX, sobre todo en su primera mitad, se va a caracterizar por

330
MELLADO, F. DE P. Enciclopedia moderna. Diccionario Universal de Literatura, Ciencias, Arte,
Agricultura, Industria y Comercio. Madrid: Establecimiento Tipográfico de Mellado, 1864, p.
1079-1080. Tomo I.
331
AMASUNO SÁRRAGA, M. El control social de la práctica médica. In, GARCÍA BALLESTER, L.
(Dir.). Historia de la ciencia y de la técnica en la Corona de Castilla. Tomo I. Salamanca: Junta de
Castilla-León, 2002, págs. 827-830.
Como en épocas anteriores, la medicina popular era empleada para subsanar aquellas
situaciones que salían de lo cotidiano. Si la dolencia se producida por causas naturales, era
practicada por todo tipo de personas, pero que requerían unos conocimientos o fueran expertos
en el manejo de hierbas o dominio de los males corporales, si las causas eran espirituales se
encargaban los curanderos y los sacerdotes, pensaban que las enfermedades tenían causas
naturales y que se producían por perturbaciones orgánicas del equilibrio corporal (frío, calor,
humedad, corrientes de aire, cambio de tiempo, la saturación de comida y bebida, la variación de
los sentimientos), apoyándose para su curación en costumbres y tradiciones, que iban pasando
de unos a otros y se trataban mediante remedios caseros naturales (plantas, minerales,
productos animales, ….). Las enfermedades producidas por causas sobrenaturales originadas por
la penetración de espíritus malignos, por hechizos, por el mal de ojo, o también por pecar y
saltarse las reglas que la iglesia imponía, se trataban a base de terapias mágico-religiosas,
conjuros y rituales. Un campo en el que el cristianismo tuvo que definirse por no estar de
acuerdo con ancestrales costumbres. Ya San Agustín, en el siglo V y Graciano en el siglo XII,
denunciaron prácticas supersticiosas, como acudir a curanderos, invocar a los demonios y
depositar amuletos en lugares sagrados.

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una sucesión de reformas desmesuradas como resultado de la inestabilidad política en


España, estableciéndose un continuo cambio de tendencias, que van desde las más
conservadoras, propias del absolutismo, a las innovadoras, que pretenden hacer
desaparecer al Antiguo Régimen. Los planes de estudios, presentaron una continua y
rápida modificación, no llegándose a instaurar por el escaso espacio de tiempo. Todo
ello, llevó a surgimiento de numerosas titulaciones profesionales, no regulándose con
lógica hasta la segunda mitad de este siglo332. Tal era la situación, que en un informe
relativo al estado de las profesiones médicas en España realizado por el médico
higienista Francisco Méndez Álvaro en marzo de 1861 para la Sociedad Económica
Matritense, denunciaba la existencia en nuestro país de treinta y cinco clases distintas
de títulos que facultaban a sus poseedores para el ejercicio de la disciplina médica. A
esta dificultosa situación, se le agregan nuevas reformas durante la segunda mitad, en
menor número, realizadas en los años 1866 y 1868, de diferente calibre y objetivos. No
será hasta los Decretos de 29 de julio y 29 de septiembre de 1874, en el que se produce
la regulación de los estudios de medicina, manteniendo tan sólo los títulos de licenciado
y de doctor en medicina y cirugía, que ya sufrirán, en lo fundamental, escasas
modificaciones.333

Al inicio del siglo XIX, según J. Viñes, convivieron los planes precedentes con los
que se fueron incorporando paulatinamente, subsistiendo de manera precaria, para ir
desapareciendo progresivamente de acuerdo a los principios político-organizativos del
nuevo siglo y con la adaptación a los nuevos conocimientos técnicos que se precisaban
para el arte de la curación, el cuidado y las profesiones que la desempeñan334. Estos
órganos heredados que expiran a mediados del siglo fueron: el Protomedicato; las
juntas gubernativas superiores de medicina cirugía y farmacia; y la Junta Suprema de
Sanidad. Junto a ellas, se mantienen otros órganos pertenecientes al siglo precedente,
sobreviviendo e incluso fortaleciéndose poco a poco: las juntas provinciales y

332
Los cambios de titulación profesional, así como el surgimiento o extinción de otras ocurrió
muy rápidamente. Se produjeron durante la primera mitad del siglo XIX unos 12 cambios
comprendidos en las siguientes fechas: 1801, 1804, 1815, 1823, 1827, 1836, 1843, 1845, 1846,
1849, 1857 y 1858.
333
FERNÁNDEZ ARIENZA, J. La desconocida creación del colegio de médicos de León en 1898;
Tierras de León. León: 1997, p. 95-97.
334
VIÑES RUEDA, J. La sanidad española en el siglo XIX a través de la junta provincial de la
sanidad navarra (1870-1902). Pamplona: Gobierno de Navarra, 2006, p. 39.

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municipales; y las academias de medicina y cirugía. Finalmente van a surgir órganos


propios y genuinos generados en el siglo, que sustituyen a los anteriores: el Real Consejo
de Sanidad; los subdelegados de sanidad; los inspectores sanitarios; y los médicos
titulares.

El primero de los órganos herencia de modelos de sanidad anteriores fue el


Protomedicato de Castilla. Constituía el miembro de mayor relevancia de la sanidad que
se desarrolló en España entre los años 1477 a 1822, teniendo su auge durante la Época
Moderna. No quedan nada claro cuales son sus orígenes, pero lo que si coinciden
numerosos autores es que nace de la pragmática de 1477 emitida durante el periodo de
los Reyes Católicos, por el que se establecen las funciones de los «Alcaldes y
Examinadores»335. Anteriormente, esta terminología había sido empleada en la zona de
Castilla para que los físicos de la Cámara Real de forma individual o en tribunal con otros
físicos, examinaran a médicos, cirujanos y boticarios que ejercían o iban a ejercer el arte
de curar como medida para garantizar a los súbditos la capacitación y los conocimientos
de los médicos, y evitar el intrusismo336. Este tipo de organismo estaba basado en «Ley
fundamental del Tribunal del Protomedicato de Castilla», sustentada por tres
disposiciones, fechadas en 1477, 1491 y 1498. Navarra y Aragón presentará un modelo
muy parecido, de creación real por el rey Fernando hacia 1500. En 1567, la ley
fundamental del tribunal del Protomedicato de Castilla designó a otro órgano como
encargado de examinar para poder ejercer la profesión sanitaria, controlando de esta
manera cualquier posibilidad de intrusismo o de ejercer las funciones de salud pública
en caso de cualquier situación de epidemia.337

Las competencias del Protomedicato se extenderán a profesionales tales como


físicos, cirujanos latinos o romancistas y a boticarios, con un desarrollo reglamentado

335
ARRATE, J. Real Tribunal del Protomedicato: antigüedad, jurisdicción y gobierno. In, Llave del
Nuevo Mundo. México: Fondo de Cultura Económica, 1949, p. 144-147.
En 1422, Juan II de Castilla crea el Tribunal de Alcaldes Examinadores, cuyo cometido era el de
dictaminar la competencia de los aspirantes a ejercer la medicina y cirugía. Se cree que en este
tribunal está el origen del Protomedicato en España, denominación que surgió oficialmente en
los tiempos de los Reyes Católicos, estableciéndose en varias ciudades españolas donde
gobernaban.
336
SÁNCHEZ ALVAREZ, J. El Protomedicato navarro. Pamplona: Universidad de Navarra, 1990, p.
26-35.
337
CASTRO GONZÁLEZ, M. P. (2009). Opus cit, p. 41-57.

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por las pragmáticas que Felipe II instaura entre 1588 y 1593, en las que estuvieron
presente la limpieza de sangre que controló en todo momento el Santo Oficio,
prohibiéndose el acceso a las actividades médicas a judíos y conversos338. Ante el mal
nivel formativo que muchos médicos presentaban tras realizar sus estudios en las
universidades españolas, Felipe II estableció, que tanto médico como cirujanos, debían
presentar al Juicio o Ayuntamiento de cada una de las ciudades donde quisieran ejercer
la medicina, la certificación que acreditara su grado, así como las prácticas que por ley
estaban estipuladas. Esta disposición fue considerablemente dificultosa cuando se
procuró llevar a cada una de las partes del Reino, por lo que se mantenían formas de
examinar y controlar el ejercicio sanitario con otros mecanismos como por ejemplo las
justicias locales; tanto Cataluña como Aragón, disponían de tribunales propios hasta su
centralización tras la instauración de la Casa de los Borbones en España339. En el siglo
XVIII estas competencias se verán limitadas como resultado del desarrollo de las
necesidades formativas de las propias profesiones, obligando a sufrir las modificaciones
pertinentes para adaptarse a esta nueva situación. Algunos autores han querido ver la
causa de esta nueva situación en el desarrollo de los estudios médicos, farmacéuticos y
quirúrgicos que favorecían la introducción de sociedades médicas denominadas
cofradías, y de cirujanos que reivindican una mayor autonomía respecto al
Protomedicato; en el caso de los boticarios se centrará en el rechazo a ser
inspeccionados por físicos o médicos. Destaca, durante este momento, un desarrollo de
las profesiones sanitarias junto a colegios y facultades universitarias, como consecuencia
del desarrollo de estudios academizados y reglados; poco a poco, estos organismos
fueron asumiendo la responsabilidad de la formación y expedición del título profesional.
Todo esto supuso una disminución del peso del Protomedicato ante la Corona,
apareciendo nuevos recursos con competencias para tal fin en el panorama sanitario.

Bajo el reinado de Carlos III, en 1780 se crean los tribunales independientes para
cada una de las tres profesiones: físico, cirujano y farmacéutico; años más tarde, en
1799, se funda la Facultad Reunida de Medicina y Cirugía, lo que supuso la desaparición
del Protomedicato, asumiendo ésta todas las competencias que el ente medieval había

338
Ibidem.
339
SÁNCHEZ GRANJEL, L. La medicina española del Renacimiento. Salamanca: Universidad de
Salamanca, 1980, p. 75-76.

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tenido durante siglos340. Con la fundación, en 1800, de la Junta Superior Gubernativa de


Farmacia, se produce el primer paso para la emancipación del Protomedicato. Al año
siguiente, se restablece para los físicos el Real Protomedicato si bien sin competencias
judiciales ni sancionadoras, que pasan a los tribunales ordinarios. Unido a ello, también
se constituye la Junta Gubernativa Superior de Cirugía equivalente a la ya existente de
Farmacia. En 1805 se vuelve a suprimir el tribunal de Protomedicato y se crea también la
Junta Superior Gubernativa de Medicina, por entenderse esta fórmula más útil a la
garantía del ejercicio profesional, a la vez que los estudios de las tres facultades,
Medicina, Física y Farmacia, que continúan siendo reglados, pero caracterizándose por
ser cada vez más rigurosos. En 1811, la España constitucional no ocupada, en pleno
conflicto bélico (Guerra de la Independencia), recupera la figura del Protomedicato
mediante un Decreto de Cortes. Tres años más tarde, en 1814, con el regreso del
régimen absolutista, sufre una nueva derogación y de nuevo prima la Junta Superior
Gubernativa de Medicina, Cirugía y Farmacia, hasta que el trienio constitucional lo
restablece hasta su extinción definitiva en 1822.341

El marcado declive del Protomedicato iniciado en el siglo XVIII, al no adaptarse a


las nuevas necesidades que se van marcando desde la sociedad del momento, y
ayudado por las rencillas y competitividad entre las profesionales, Carlos III dispone
tribunales independientes y crea la Facultad Reunida de Medicina y Cirugía, que su
sucesor, Carlos IV, organizará, en 1800, en las Juntas Superiores Gubernativas para
Farmacia, en 1801 para Cirugía y en 1804 para Medicina, convalidándose de este modo
un gremialismo por separado, rememorando a las cofradías, aunque sin advocación
religiosa, y recordando lo que en el futuro, al final del siglo XIX e inicio del XX, van a
reunirse en la organización de colegios oficiales de las profesiones sanitarias.342

El período constituyente de Cádiz recupera las funciones del Protomedicato,


desapareciendo el organismo creado por la Corona a inicios del siglo XIX, para

340
CAMPOS DÍEZ, M. El Real Tribunal del protomedicato castellano, siglos XIV-XIX. Cuenca:
Universidad de Castilla-La Mancha, 1999, p. 207-215.
341
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit, p. 40-42.
El regreso del Absolutismo, marcó un gusto ilustrado en la fundación del Tribunal Superior de
Salud Pública, que recupera las funciones del Protomedicato.
342
CAMPOS DÍEZ, M. (1999). Opus cit., p. 221.

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nuevamente, en 1814, Fernando VII derogar esta institución y recuperar las Juntas
Superiores Gubernativas, lo que evidencia el carácter gubernativo progresista (público)
del primero, y profesionales o gremiales de las segundas. Hemos visto la nueva
recuperación del Protomedicato en 1820 y su definitiva desaparición en 1822. Por su
parte desaparecen por R.D. de 1839, «las Juntas Superiores Gubernativas de Medicina,
Cirugía y de Farmacia, pasando el cuidado de la enseñanza a cargo de la Dirección
General de Estudios, en cuyo seno se formará una Sección de Negocios Médicos».343

Este recorrido por la evolución de la formación académica de los profesionales


sanitarios, ha dejado al margen lo referente a la protección de la población contra
enfermedades y epidemias, así como el control de la salubridad y la higiene de las
creciente urbes españolas. Desde el ámbito de la Salud Pública, las autoridades
articularon en 1839 un mecanismo que discontinuamente había estado presente en las
cuestiones sanitarias españolas: la Junta Suprema de Sanidad. Esta competencia había
sido asumido por el Consejo del Reino, agudizándose su protagonismo durante la peste
de Marsella en 1720, momento en el que el gobierno crea la Junta Suprema de Sanidad,
institución directiva o administrativa, regular y metódica, no existen hasta la fecha en la
historia sanitaria española344. Este órgano, creado en esta fecha, se mantuvo hasta 1847,
momento en el que es sustituida en parte por la Dirección General de Sanidad
dependiente del Ministerio de la Gobernación, y suplida en otra parte de sus funciones
por el Real Consejo de Sanidad, también en este mismo año.345

Este organismo nace como una comisión de cuatro ministros del propio Consejo
Real, presididos por su gobernador, donde los médicos tan solo actúan como asesores.
En 1805 se suprime, asumiendo sus funciones el Ministro de la Guerra, y transfiriendo
las periféricas a los capitanes generales, que iban a disponer para la función sanitaria de
una «Junta Superior de Sanidad» en el ámbito de su mando, además de las juntas
provinciales y municipales. Estas competencias son entregadas al ámbito castrense,
relacionado con sus funciones en casos de epidemias, momento en el que es el ejercito
el que asume la instauración de los cordones sanitario. En 1809 se recupera la Junta

343
MONLAU, P. Elementos de Higiene Pública. Madrid: Imprenta y Estereotipia de M.
Rivadeneyra, 1862, p. 1162.
344
CAMPOS DÍEZ, M. (1999). Opus cit., p. 197.
345
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit., p. 44-46.

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Suprema, pasando a depender del primer ministro, manteniéndose hasta su extinción


en 1847346. El reinado de Isabel II dio inicia una organización racional de la Sanidad
Española. Las juntas provinciales y municipales se ordenan, además de aprobar la
reglamentación de los partidos médicos, la Ley General de Sanidad, con un impulso de la
Beneficencia, y el reglamento de inspección de carnes. También, se creó el cuerpo de
sanidad militar junto a la fundación de la Cruz Roja española. Además se dio impulso a
las diferentes ramas de la Beneficencia.

Las grandes epidemias que durante el siglo XIX sufrieron las diferentes
poblaciones españolas, unido a la incipiente administración sanitaria y un debate
intelectual y profesional, llevarán, a mediados del siglo, a reformas que se materializarán
en el Real Decreto Orgánico de Sanidad de 17 de marzo de 1847, promulgado durante el
mandato moderado de Sotomayor, a la que se le unió, la Real Orden sobre el
Reglamento organizativo y atribuciones del Consejo y las juntas de sanidad de 26 de
marzo del mismo año, consideradas la antesala de la Ley Orgánica de Sanidad de 28 de
noviembre de 1855347. Tras numerosos intentos, se procura una reforma que intenta
dotar a España de un boceto de la organización sanitaria ayudado del citado «Real
Decreto», desarrollado a través del Reglamento sobre organización y atribuciones del
Consejo y las juntas de sanidad, y a su vez, mandado observar y cumplir por la Real
Orden de 26 de marzo de 1847. La normativa será rematada mediante la organización
de la función pública sanitaria con el Reglamento para las subdelegaciones de sanidad
del Reino, aprobado el 24 de julio de 1848, bajo el gobierno de Narváez, líder del partido
moderado. Este movimiento reformista se vio solapado por la ya nombrada Ley
Orgánica de Sanidad, que las Cortes Constituyentes, en su mayoría progresista, dirigidas
por Espartero, que aprueban durante la epidemia de cólera-morbo que asoló las tierras
españolas en 1855. Con este cuerpo normativo se regirá la sanidad española hasta 1904,
concediéndosele a los gobiernos municipales competencias en salubridad, así como
responsabilidades en la contratación de médicos que atendieran a los desvalidos en los
diferentes rincones del municipio.

Con el Real Decreto de 1847 se centraliza bajo las ordenes del Ministerio de la

346
Ibidem.
347
Ibidem, p. 71-74.

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Gobernación la autoridad sanitaria, dependiendo de ésta, todo el ramo sanitario. En


consecuencia, a nivel provincial, la autoridad recaería en los jefes políticos, bajo cuyo
mando dependía toda la estructura sanitaria. Esta nueva estructuración y organización
de la sanidad española, dejaba bien claro, que esta actividad era una función del
gobierno central de Madrid, del que emanaba la autoridad, las inspecciones y las
sanciones, entre otras competencias. La Dirección General de Sanidad, como órgano
administrativo, ve la luz en el ámbito del Ministerio de la Gobernación, instalándose en
cada uno de los gobiernos civiles, con sedes y un negociado administrativo de sanidad,
bajo la dependencia del jefe político, que dependía a su vez, de los subdelegados de
medicina, farmacia y veterinaria, como órganos unipersonales administrativos. En el
punto más elevado de la pirámide del organigrama estarán los alcaldes, autoridades
locales encargadas de la protección de la salubridad.

Para el funcionamiento de tremendo aparato administrativo se requería unos


órganos consultivos de apoyo y asesoría que serán ocupados por sanitario-higienistas, es
decir, médicos que ejercían las actividades propias de su profesión, además de prestar
apoyo ocasional al poder público con el fin de orientar y aconsejar en temas sanitarios.
Esta asesoría sin ánimo de lucro y voluntaria, se concreta en el Real Consejo de Sanidad
y en las juntas provinciales y municipales, aunque las decisiones políticas mandatarias se
ubicarán en un novedoso órgano administrativo, la Dirección General de Sanidad y en
los gobiernos civiles, ambos dependientes del Ministerio de la Gobernación. Este
organigrama administrativo-legislativo de la sanidad española será estable y no sufrirá
modificaciones durante casi todo el resto del siglo XIX e incluso parte del XX,
constituyéndose como función del Estado desarrollada técnicamente de manera
descentralizada, pero siempre en dependencia de una Dirección General del Ministerio
de la Gobernación , perdurando hasta el año de 1977, fecha en la que el ramo de la
Sanidad adquiere el rango de ministerio, y se inicia un proceso de transferencia de las
competencias sanitarias a favor de cada una de las diecisiete Comunidades Autónomas
españolas.

Otra cuestión que es necesario abordar es que estos organismos mantenían a su


vez competencias en la función pública de la sanidad que a lo largo de los siglos XIX y XX,
desempeñan las diputaciones provinciales por ser órganos administrativos para la
gestión de servicios provinciales y entre ellos los servicios sanitarios benéfico-
asistenciales y la tutela de los servicios municipales. Este sistema se mantuvo en

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funcionamiento hasta la Constitución de 1978, momento en el que se constituye el


Estado en gobierno central y gobiernos autonómicos, adquiriendo estas atribuciones. Si
situamos nuevamente nuestra mirada en la mitad del siglo XIX, encontramos que tras el
Real Decreto orgánico de 17 de marzo de 1847, se desarrollan los obligados reglamentos
que regirán los diferentes departamentos: por un lado, el del Consejo de Sanidad y el de
las juntas de sanidad de manera simultánea, el 26 de marzo; por otro, se reglamentan
los Subdelegados el 24 de julio de 1848. Hasta este momento, la sanidad pública había
comenzado a dar unos primeros pasos, clarificándose y organizándose de una manera
mucho más coherente en relación a las necesidades y demandas que la sociedad de ese
momento estipula. Un siguiente paso, fue la Ley General de Sanidad de 1855, cuerpo
legislativo en el que se mantiene y ratifica la incipiente estructura dependiente del
Ministerio de la Gobernación: la Dirección General de Sanidad en su seno; el Real
Consejo de Sanidad como órgano asesor; los jefes políticos provinciales como órgano
administrativo y autoridad superior en la provincia; las juntas provinciales y municipales
como asesoras de aquél; y los Subdelegados nombrados por el jefe político, pero sin
sueldo fijo.348

En comparación con el Real Decreto de 1847, poco se le añade desde el punto de


vista administrativo, salvo una nueva figura, la del Secretario del Consejo de Sanidad,
facultativo empleado mediante nombramiento del Gobierno a propuesta del Consejo.
De sus articulado, distribuido en 102 artículos, los comprendidos a partir del 12 hasta el
final, regulan, por primera vez, funciones técnico-administrativas en diferentes campos
de la Sanidad: sanidad marítima (39 artículos), sanidad de interior (28 artículos),
medicamentos y farmacias (11 artículos); facultativos forenses y de baños (5 artículos),
la higiene pública y la vacunación (2 artículo). De la sanidad interior o terrestre, en el
artículo 57, se elimina la prohibición del sistema cuarentenario y la minuciosa regulación
de los médicos titulares o municipales por primera vez en una norma sanitaria que no es
municipal ni de beneficencia; extensivo a médicos, cirujanos y farmacéuticos titulares
«encargados de la asistencia de las familias pobres» para lo que han de ser contratados
por los ayuntamientos y cuyo nombramiento ha de ser aprobado por la Diputación

348
PERONA LARRAZ, J. L. et alii: Historia hospitalaria de la Vía de la Plata. Salamanca: Sedisa Siglo
XXI. Club Rotario Puerta de Hierro, Consejería de Sanidad de Castilla y León, Consejería de
Sanidad y Dependencia de la Junta de Extremadura y Caja Duero, 2009, p. 46-64.

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provincial en cuanto a tutora de los ayuntamientos; como así mismo del ejercicio libre y
su vinculación con el servicio público recogido en los artículos del 64 al 80 de esta ley.349

En lo referentes al Real Consejo de Sanidad (1847-1944), la Junta Suprema de


Sanidad subsistía desde 1720, en algunos momentos con carácter intermitente, había
compartido competencias en el ramo de la sanidad con el Protomedicato, las Juntas
Gubernativas Superiores de Medicina, de Cirugía y Farmacia y con la Dirección General
de Estudios. La complejidad de los asuntos sanitarios, unidos a numerosas
enfermedades epidémicas de carácter tropical, obligaron a concretar las decisiones
político-administrativas, y si bien la Junta Suprema de Sanidad la componían ministros
del Consejo del Reino, era evidente la dispersión de los diferentes órganos ministeriales
decisorios sobre la materia, por lo que se requería determinar un mando único
ministerial en el Gobierno. Estas decisiones eran canalizadas mediante órdenes e
instrucciones desde la Dirección General de Sanidad, haciendo a la vez, de órgano
consultivo y asesor en los delicados asuntos de la salud que tuviera carácter técnico350.
De este modo surge el Real Consejo de Sanidad por el R.D. Orgánico de Sanidad de 17 de
marzo de 1847, ratificado en la Ley Orgánica de 1855 como el órgano técnico consultivo
de mayor rango a nivel central351. El Consejo se va a constituir como el órgano técnico
sanitario a lo largo del siglo, si bien las funciones van a ser de carácter consultivo,

349
Ibidem.
350
En lo relativo a la sanidad española, ésta se encontraba muy influenciada por la que se estaba
desarrollando en Francia, lugar de encuentro para la mirada de los higienistas y a donde se
acudía a la hora de consultar tratados y obras. Tal era la hegemonía francesa en este campo, que
exitosamente convocó el Primer Congreso Sanitario Internacional que se celebró en París entre
julio de 1851 y enero de 1852.
351
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit., p. 76-81.
En primera intención, el Real Consejo incorpora, además de los representantes de los ramos
ministeriales que ya se ocupaban de los asuntos de la sanidad terrestre o marítima y los de la
hacienda en la Junta Suprema, a consultores con conocimientos en la ciencia de curar, si bien, en
minoría. Este Consejo de Sanidad se componía de un presidente, el Ministro de la Gobernación;
un vicepresidente de carácter también político; un jefe del ministerio en la rama de sanidad,
beneficencia y prisiones; 13 vocales numerarios de las ramas de guerra, marina, hacienda,
diplomacia, magistratura y 2 de la administración, a los que se incorporaban 6 personas de
prestigio, con conocimientos en ciencias médicas, naturales y químicas. A estos miembros de
nombramiento real podrían incorporarse 8 vocales supernumerarios, también de designación
real. Esta composición pone en evidencia la repercusión de orden político e internacional y
económico que las medidas sanitarias de la época generaban con terceros países en el comercio
y relaciones internacionales; y por otro lado la poca relevancia que tenía el aspecto técnico o
científico de la época. Sin embargo, se produce un hecho de suma importancia. El Real Consejo se
dota de un secretario con sueldo, cuyo nombramiento va a recaer en un médico.

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haciendo propuestas legales e instrucciones técnicas para los jefes políticos, aunque
siempre actuando como centro de la actividad sanitaria.

Con la Ley de Sanidad se consolidó este alto órgano consultivo, con ligeras
reformas que buscaban adaptarse a las nuevas necesidades sanitarias. El Real Consejo
de Sanidad estaba presidido por el Ministro de Gobernación; la vicepresidencia recaía en
una persona que «corresponda a las clases elevadas de los empleados cesantes o
jubilados en el ramo administrativo» y como vocales: el Director General de Sanidad, el
Director General del Ejército, el Director General de la Armada, un Jefe de la Armada, un
Agente Diplomático, un jurisconsulto y dos agentes consulares. Se incluyen: 5 profesores
de medicina, 3 de farmacia, un catedrático de veterinaria, un ingeniero civil y un
profesor de arquitectura, todos ellos con cargo «honoríficos y gratuitos» (siguen
presentes los compromisos internacionales que en la sanidad marítima generaban las
epidemias exóticas). Así, el Consejo quedaba constituido como la reunión de las
personas más expertas en el ámbito higiénico-sanitario de España y de mejor criterio
para el gobierno de la sociedad, consagrándose como el centro de la vida sanitaria junto
a las Academias de Medicina.

Los órganos unipersonales para el ejercicio de la autoridad sanitaria en todo el


territorio nacional bajo el nombre de Subdelegados de Sanidad, fue una intención de los
higienistas de ese momento, imprescindible en el control de la sanidad pública
terrestre352. Esta figura aparece aleatoriamente en el ámbito de la Junta Superior
Gubernativa en 1816, pero no es hasta la organización de los años 1847 y 1848 cuando
se les da un sentido de funcionarios, con misiones concretas en dependencia técnica del
Real Consejo de Sanidad, y política de los gobernadores de provincias y éstos a su vez
del Gobierno Central353. Este elemento del organigrama sanitario, es la mínima
estructura organizativa técnica en la periferia, que habían de hacer cumplir las

352
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit., p. 90.
Es cierto que España se adelantó a Inglaterra en hacer este arreglo de sanidad en cuatro años, ya
que en 1851 creó la figura equivalente a los subdelegados, los «inspectores médicos de higiene»,
si bien éstos eran profesionales con dedicación exclusiva a la salud pública, sin ejercicio clínico,
pagados por el estado con funciones y competencias en detectar, notificar y prevenir las causas
de insalubridad que llegaron en 1875 a constituir un cuerpo de 1.400 higienistas activos
dedicados a la higiene pública.
353
También adquiere cuerpo en la Academia de Medicina en 1830.

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disposiciones sanitarias. Afirma Monlau:

Las subdelegaciones de sanidad e higiene pública (una en cada partido judicial) son la
principal base de un buen arreglo sanitario. Los subdelegados, empero, deben ser
verdaderas autoridades sanitarias de partido y tener una dotación fija y
proporcionada. En el día no tienen más retribución que la eventual de una parte de
las multas impuestas a los intrusos. Esta retribución, empero, es imaginaria, no
354
produce nada: no es retribución y si lo fuera, sería vergonzosa, inadmisible.

Esta estructura organizativa y funcional se mantendrá estática hasta la Instrucción


General de Sanidad de 1904 cuando definitivamente se crean las inspecciones
provinciales de higiene atendida por médicos funcionarios del Estado por oposición, a
los que se supeditarían los Subdelegados preexistentes de las diferentes ramas
sanitarias355. Con respecto a la figura de los subdelegados logró sobrevivir hasta el siglo
XX, momento en el que la Ley de Bases de Sanidad Nacional de 1944, estableció una
organización mucho más jerarquizada y profesionalizada, con autoridad sobre los
subdelegados que consiguieran sobrevivir y ser contemplados en el nuevo texto
legislativo. Figura muy útil, de tal modo que los jefes políticos solicitaban mayor número
de ellos, pero se les denegaba a pesar de no tener coste.356

354
MONLAU, P. (1862). Opus cit., p. 1160. Según afirma P. F. Monlau, los deseos de quienes los
propugnaban se vieron en buena medida frustrados en el Decreto de 1847.
355
ABELLA, J. Tratado de sanidad. El Consultor de los ayuntamientos y de los Juzgados
Municipales. Madrid: Publicaciones Abella, 1914.
Real Decreto e Instrucción General de Sanidad de 12 de enero de 1904.
«Artículo 48. Los inspectores provinciales serán nombrados mediante oposición pública directa, y
a la cual no podrán ser admitidos sino doctores en Medicina y Cirugía que cuenten más de ocho
años de ejercicio profesional. El programa de las oposiciones será redactado por una Comisión
del Real Consejo y aprobado por él mismo y abarcará la prueba de todos los conocimientos
teóricos y de las pericias prácticas de su facultad, que atañen al ministerio de cargo, más los
necesarios para regir los servicios de Farmacia y Veterinaria, más los de legislación y
administración sanitarias».
356
Ibidem.
Los subdelegados de farmacia, además de las obligaciones generales del cargo, asumían de
manera específica: la vigilancia del ejercicio de los farmacéuticos, herbolarios, droguerías,
especieros y cuantos ejerzan y ocupen con sustancias o cuerpos medicinales o venenosos; las
visitas a las boticas nuevas, y las que estando cerradas vuelvan a abrir, dando cuenta de las faltas
a la autoridad respectiva. Los subdelegados de veterinaria ejercerán las funciones generales
correspondientes a los veterinarios, herradores, castradores y otras personas que ejerzan la
veterinaria; y darán cuenta de las epizootias exigiendo a los profesores en veterinaria los datos al
respecto que conocieren. Corresponde a estos subdelegados la instrucción de los expedientes o
reclamaciones por infracciones, elevándolos con las pruebas, artículos conculcados y las
sanciones que correspondan a la autoridad política; bien el jefe político de la provincia en los
casos de la capital o los alcaldes presidentes de la Junta de Sanidad del partido o a los alcaldes

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Dentro de las numerosas modificaciones en la estructura efectuadas durante este


momento, una muy importante fue la creación de la Dirección General de Sanidad357.
Entre 1847 y 1868 fue una constante el cambio constante de nombre y de competencias
hasta que definitivamente se consolida con esta denominación: en 1847 se la nominó
como Dirección General de Beneficencia, Corrección y Sanidad; Dirección General de
Beneficencia en 1852, pasando la sanidad a ser un negociado de la Sección de Ramos
Especiales, dependiendo de la Subsecretaría del Ministerio del Interior; en julio de 1853
se recupera como Dirección General de Beneficencia y Sanidad; en octubre de 1853,
Dirección General de Establecimientos Penales, Beneficencia y Sanidad; en 1855,
Dirección General de Sanidad por sí sola; en junio de 1856 se denominó Dirección
General de Beneficencia y Policía Sanitaria; tras largos avatares, fue suprimida en 1857
pasando de nuevo a ser una sección, volviendo a restablecerse como Dirección General
de Beneficencia y Sanidad en 1858. En 1865, en la 3ª epidemia de cólera se crea de
forma independiente la Dirección General de Sanidad, pero de nuevo fue suprimida en
julio de 1868, pasando sus asuntos a la Dirección General de Administración. En octubre
del mismo año se restablece como Dirección General de Beneficencia, Sanidad y
Establecimientos Penales, hasta su supresión en 1873, pasando el ramo a depender de
la Secretaría General del Ministerio, pero denominándose Dirección General de
Beneficencia y Sanidad.

En 1892 nuevamente fue suprimida, mediante la R.O. de 20 de diciembre, siendo


en parte sustituidas sus funciones por inspectores generales de sanidad, lo que le daba
un carácter más técnico, pero siete años después, en 1899, el presidente Eduardo Dato
vuelve a restablecer la Dirección General de Sanidad, poniendo al frente por primera vez
a un sanitario, el doctor Carlos Mª Cortezo y Prieto. A partir de este momento, los
responsables fueron higienistas renombrados, una vez que la higiene pública tenía algo
que decir y que actuar con eficacia358. Si bien la Dirección General de Sanidad estaba

correspondientes donde se produjera la intrusión. Conocidos los hechos por las juntas
municipales y provinciales e informadas por éstas se remitirán al jefe político de la provincia para
que proceda según corresponda.
357
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit., p. 115-118.
358
MORÁN, V. Carlos María Cortezo y Prieto de Orche. In, Revista de la Organización Médica
Colegial, octubre de 1998.

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supeditada a los informes y consejos de las Academias y del Real Consejo de Sanidad,
debemos considerar en su haber la tramitación documental de las medidas que habían
de convertirse en instrucciones, reglamentos, decretos y órdenes reales en los asuntos
del ramo a través de los gobiernos correspondientes.

Otros mecanismos de la estructura sanitaria de ese momento, fueron las Juntas


Provinciales y Municipales de Sanidad, órganos de un Gobierno General de la nación,
que se crean bajo las órdenes del jefe político, atendiendo a la Orden de las Cortes de
Cádiz de 13 de junio de 1813. Ésta, estipulaba que debían disponerse de ellas en todos
los municipios de los pueblos, además de en cada provincia, en la «Instrucción para el
gobierno político y económico de las provincias», debiendo cesar otras que hubiera con
anterioridad. En la indicada Instrucción de las Cortes de Cádiz prescribe los siguiente:

Las diputaciones auxilien al Jefe político de las provinciales y que en materia de


epidemias y contagios existirá una Junta de Sanidad en cada provincia compuesta
del jefe político, del intendente, del reverendo obispo o su vicario general y en
ausencia de ambos de uno de los párrocos del pueblo prefiriendo el más antiguo, de
un individuo de la diputación y del número de facultativos y vecinos que ésta
359
estime.

Las juntas municipales estaban concebidas como una herramienta a emplear


ocasionalmente en caso de epidemias, a pesar de que las corporaciones municipales
tenían competencias como la policía de salubridad, como se recogía en la Carta Magna.
Su composición era la siguiente: el alcalde primero o quien sus veces haga, del cura
párroco más antiguo, donde hubiera más de uno, de uno o más regidores y de uno o más
vecinos según la extensión de la población y de las ocupaciones que ocurran.360

En septiembre de 1833 se reforma y a la vez se consolida esta organización, dada


su escasa utilidad o funcionamiento hasta el momento, una vez que ha estallado el

Carlos María Cortezo y Prieto de Orche (1850-1933). Sanitario y político entre los siglos XIX y XX,
fue el primer médico que ocupó la Dirección General de Sanidad. Impulsó importantes reformas
sanitarias en base al higienismo científico. Dio origen a la creación de los inspectores generales
de sanidad (1892); a la creación del Instituto de Salud Alfonso XIII (1899); a la implantación
obligatoria de la vacunación antivariólica (1903); a la promulgación de la Instrucción General de
Sanidad (1904), y a la creación del cuerpo de sanitarios rurales (1904), favoreciendo la creación
de los colegios profesionales (1898).
359
Colección de los Decretos y Órdenes que han expedido las Cortes Generales y
Extraordinarias… mandada publicar de orden de las mismas, 1820-1823.
360
Ibidem.

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cólera-morbo un mes antes, se ordena por R.O. de 25 de agosto, el establecimiento de:


una Junta Superior de Sanidad en cada Capitanía General, una Junta Provincial, y
además, una por partido judicial y otra municipal. Estas juntas coexistían con la Junta
Suprema de Sanidad, las juntas superiores gubernativas de medicina, cirugía y farmacia,
y con los subdelegados de las academias de medicina361. Con el comienzo de la Regencia
de la reina doña Cristina, se produce una profunda modificación por R.O. de 27 de marzo
de 1834, por la que las Juntas de Sanidad son derogadas y otorgándose sus
competencias a las corporaciones municipales, bajo la supervisión y dependencia de los
gobernadores civiles, también llamados subdelegados de Fomento. Las Juntas
Superiores de Sanidad, dependientes de las Capitanías Generales, se transforman
además en Juntas Provinciales por R.O. de 28 de agosto de 1834. Se ordena la
composición de las juntas provinciales que subsisten y de las municipales, con lo que se
les da la organización homogénea y jerárquica de la autoridad civil, y en su caso militar.
En los municipios, la junta sería presidida por el alcalde y compuesta por un jefe militar,
un eclesiástico, un concejal, un procurador síndico, un vocal de la junta de comercio o
un comerciante, un hacendado y uno o más facultativos del arte de curar. El secretario
de las juntas provinciales sería el de los gobiernos civiles, según se recoge en la R.O. de
octubre 1835362. En 1837 se ordena que en las capitales de provincia marítima exista una
única Junta de Sanidad, en la que hayan de estar presentes los representantes de los
ayuntamientos. A su vez, se recuperan las juntas municipales de sanidad, que habían
sido suprimidas 3 años antes, como órgano asesor de aquellos, para ejercer sus
competencias de una forma más operativa.363

Esta mínimas reformas que tan solo buscaban una optimización de los recursos
sanitarios presentes en cada uno de los puntos del territorio español, actuarán como
caldo de cultivo para la reformas de la Sanidad en el Real Decreto de 1847, dotando al
país de esta célula de manera homogénea, estable, y de carácter consultivo, al servicio
de la autoridad jerárquica política, bien el gobernador o el alcalde. Una vez que se

361
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit., p. 119-123.
362
Ibidem.
Sólo hacen una excepción con las juntas provinciales de las provincias del litoral y de las
fronteras.
363
Ibidem, p. 126.

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produce la centralización y estatalización de la función de la Sanidad, las Juntas de


Sanidad van a constituir la base de la organización de la salud pública, supeditada en sus
funciones asesoras a las directrices del Consejo de Sanidad del Reino recién creado, y en
lo administrativo, al jefe político. La Dirección General de Sanidad como órgano superior
de la administración actuará por la vía de los gobernadores, y los subdelegados serán
brazos ejecutivos del gobernador, pero acogidos en el seno de las juntas de sanidad
provincial de distrito y en su caso municipal, cargo honorífico y consultivo. Esta endeble
estructura tiene que abordar los retos de la Salud Pública que van surgiendo poco a
poco durante este momento.364

El Real Decreto orgánico de 17 de marzo de 1847 establece la organización de la


Junta Provincial de Sanidad, a lo que se une el reglamento por R.O. de 26 de marzo de
1847; la Ley General de Sanidad de 1855, amplía y estipula mucho mejor el articulado de
las funciones. Las Juntas de Distrito tuvieron escasa vigencia ya que, olvidadas en el Real
Decreto de 1847, no son ni siquiera tenidas en cuenta en el nuevo documento legislativo
sanitario. Persistieron, las juntas provinciales de puertos, aunque serán las juntas
provinciales y las municipales las que dan carácter y soporte a la administración de la
sanidad interior. La Junta Provincial de Sanidad estaba compuesta por el gobernador
civil o jefe político de la provincia, que ostentaba la presidencia; un diputado provincial
como vicepresidente; el alcalde de la capital; un arquitecto o ingeniero civil; dos
profesores de la facultad de medicina, dos de farmacia, y uno de cirugía; un veterinario;
y tres vecinos en representación de la propiedad, del comercio y de la industria. El

364
MONLAU, P. (1862). Opus cit., p. 1267.
Los higienistas de la época reciben la incipiente organización de 1847 de manera satisfactoria por
la consolidación del ramo de la sanidad pública como función del Estado, pero con la decepción
de no ver surgir los deseados funcionarios públicos profesionales con dedicación y retribuidos. P.
F. Monlau se expresa en los siguientes términos: «Estas juntas son, respecto de los gobernadores
de las provincias y de las autoridades locales de los pueblos, lo que el Consejo de sanidad
respecto del Gobierno Central o Supremo. Estos cuerpos consultivos podrían prestar grandes
servicios, si tuviesen un jefe especial técnico, y si sus individuos fuesen retribuidos con una leve
remuneración siquiera con un módico tanto por cada sesión a que asistiesen. Siendo, empero,
como son, puramente honoríficos y gratuitos esos cargos, y siendo los jefes y presidentes natos
de las juntas, los gobernadores y los alcaldes, sobre cuyos funcionarios pesan todos los ramos de
la Administración pública, las Corporaciones de que se trata no dan los resultados que son de
apetecer. O no hacen nada, lo cual es de doler, o hacen demasiado, pasando de cuerpos
meramente consultivos a directivos y ejecutivos, lo cual muchas veces es todavía más de
lamentar. De este defecto se resienten varias juntas de sanidad del litoral».

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secretario era uno de los vocales retribuido con 3.000 reales365. A este núcleo se
incorporaban otros vocales natos en las juntas que coincidían con los puertos (la
autoridad marítima), y el subdelegado más antiguo de las capitales de provincia.

La composición de las Juntas Municipales también se ordena en la Ley General de


Sanidad: el presidente será el alcalde, acompañado de profesores de la Facultad de
Farmacia, Medicina, de Cirugía (si lo hubiese en el municipio) y un veterinario. También

365
HERNÁNDEZ ANDREU, J. Historia monetaria y financiera de España. Madrid: Editorial Síntesis,
1996.
El real español era una moneda de plata de 3,35 gramos, que empezó a circular en Castilla en el
siglo XIV y fue la base del sistema monetario español hasta mediados del siglo XIX. Su cambio era
de 1 real de plata por 34 maravedíes y a su vez 1 escudo de oro por 16 reales de plata. Los
múltiplos eran las monedas de 2 reales, 4 reales y la conocida y famosa pieza de 8 reales (o real
de a 8). Estas monedas eran producidas en gran cantidad durante los siglos XVI, XVII y XVIII, no
sólo en las cecas de la misma España sino también en sus colonias americanas; tal abundancia de
cecas en diversos lugares y la adecuada ley de plata de sus productos generó que el real español
fuese una moneda utilizada comúnmente como dinero circulante a nivel internacional en el
periodo entre 1600-1800.
En el siglo XIX, el rey José I mandó acuñar durante su reinado dos sistemas monetarios paralelos
basados en el Real como unidad monetaria pero con dos valores diferentes, estos eran el Real
español tradicional, y el Real de vellón, con una equivalencia de 2,5 Reales de vellón por cada
Real tradicional. (1 Real de plata = 2,5 Reales de vellón). El último monarca que acuñó el Real
español tradicional fue Fernando VII, ya Isabel II tan solo acuña monedas con facial expresado en
Reales de Vellón, desde entonces, un real equivalía a 25 céntimos de peseta. Hasta el final de la
peseta, a las monedas de 50 céntimos se las denominó como «dos reales».
Antes de la primera reforma monetaria decimal, Isabel II mandó a acuñar monedas de 1, 2, 4 y 8
maravedís en cobre, 1, 2, 4, 10 y 20 Reales en plata y 80 Reales en oro.
Posteriormente, desde 1850, se adoptó el sistema decimal que dividía al Real de vellón en 10
décimas o en 100 céntimos de Real, aunque las monedas anteriores al nuevo sistema nunca
perdieron su valor adquisitivo y por tanto, seguían normalmente en circulación. Fueron acuñadas
monedas de ½, 1 y 2 décimas, así como de ½ Real en cobre, 5, 10 y 25 Céntimos de Real, también
en cobre y 20, 40 y 100 Reales en oro.
En 1864 se creó el escudo de plata, sustituyendo al real, que ya para entonces estaba subdivido
en un sistema decimal de 10 décimas o 100 céntimos de real. Se acuñaron monedas de cobre,
plata y oro. Las piezas emitidas fueron de ½, 1, 2½ y 5 céntimos de escudo en cobre, 10, 20 y 40
céntimos en plata, 1 y 2 escudos en plata, y por último 2, 4 y 10 escudos en oro. La vida del
escudo fue corta, pero sirvió de base para la introducción de sistema monetario unificado y
definitivo que tanta falta hacía para normalizar la economía de la época.
El 19 de octubre de 1868, el ministro de Hacienda del Gobierno provisional del general Serrano,
Laureano Figuerola, firmó el decreto por el que se implantaba la peseta como unidad monetaria
nacional, sustituyendo al escudo como tal, al mismo tiempo que entraba en vigor oficialmente el
Sistema Métrico en el contexto de la Unión Monetaria Latina. Se establecía que 2 escudos de
plata eran equivalentes a 5 pesetas, quedando conformada la peseta como unidad monetaria de
España hasta el año 2002.
La primera peseta fue acuñada en 1869, consistía de 5 gramos de plata y equivalía a 4 reales.
Todas las monedas de la primera emisión fueron: 1, 2, 5 y 10 céntimos, en bronce; 20, 50
céntimos, 1, 2 y 5 pesetas, en plata de ley 900 milésimas; y 100 pesetas en oro de ley 900
milésimas. Hasta la Segunda República, las monedas de 1 peseta fueron acuñadas en plata.

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se incorporaban tres vecinos. Las competencias que se conferían a las Juntas de Sanidad
se podían resumir en los siguientes puntos: dar dictamen cuando les consulte el jefe
político sobre cualquier tema del ramo de la sanidad; presentar por sí mismas las
propuestas convenientes para mejorar la salubridad de la provincia; preservarlas de los
males contagiosos, epidémicos y endémicos; mejorar y perfeccionar el servicio del
ejercicio de la medicina, cirugía, farmacia y veterinaria; y reprimir las infracciones a las
leyes y normas sobre el ejercicio profesional y sobre la venta de productos, sustancias y
cuerpos de cualquier tipo que pueden perjudicar la salud pública. Constituye todo un
programa de protección de la salud, limitado por los conocimientos, recursos y
capacidad de obrar, cuya ejecución queda en manos de la autoridad política,
adoleciendo de una estructura técnica y organizativa. La Junta se organizaba en dos
secciones: la encargada de asuntos o negocios médicos, que asumía todo lo relativo a
los galenos, sobre el intrusismo y los informes de la capacidad y méritos de los
profesionales para ocupar los puestos de titulares municipales o de subdelegados; y otra
sección se ocupaba de los asuntos más propios de la Salud Pública como de salubridad,
higiene pública, medidas en epidemias, cementerios y cuantos temas repercutan en la
salud de los ciudadanos; además de ellas se podían organizar comisiones especiales para
temas concretos.

Las Juntas Municipales se desarrollaron de manera más estable en el siglo


siguiente a través de la Instrucción General de Sanidad de 1904. La centuria del XIX,
quedaba supeditada a que hubiera necesidad, en aquellas localidades que presentarán
una población superior a los 1.000 habitantes, con la difícil labor de cumplir en un
entorno agreste con la función de formular propuestas de mejoras de salubridad sobre:
estercoleros, aguas estancadas, acequias, granjas de cerdos o conejos en sitios
ventilados, limpieza de letrinas, traslado de productos peligrosos, vigilancia de utensilios
plomados, y calidad de agua, alimentos y aseo de las poblaciones, de los cementerios,
etc., alejando los puntos de infección.

Al amparo de la Ley Orgánica de Sanidad de 1855, en su artículo 7º que en casos


inminentes de epidemia y contagio o siempre que el Gobierno lo acuerde por sí, o a
propuesta del consejo se girarán visitas ordinarias o extraordinarias de Inspección de
Sanidad donde el bien público lo exija. En 1891 se previó la creación de inspectores
temporales provinciales y en 1892 permanentes, planteamiento que fue superado por la
Instrucción General. Por otro lado, en el artículo 90 de la citada Ley Orgánica se crea a

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los inspectores de géneros medicinales, con la función del control en las aduanas,
designados por el Ministerio de la Gobernación, a la vez que se prohibía la inspección de
estos productos durante el tránsito de la provincia, las drogas medicinales y los
productos químicos. Pero sus atribuciones eran limitadas, ya que cualquier propuesta de
decomisos o destrucción debía ser autorizada por la Junta Provincial366.

Las reformas, que a mediados del siglo XIX se efectúan a nivel sanitario,
produjeron la consolidación de una figura de médico y farmacéutico con una doble
personalidad: servicio y autoridad pública (higiene pública y asistencia a los necesitados)
retribuida por el erario público municipal, o por la mancomunidad de municipios, o
provincial en los regímenes forales, o por el Estado; y por otro lado simultáneamente
dedicado a la actividad privada asistencial para las personas y familias acomodadas367.
Esta figura del facultativo titular de un municipio o mancomunidad de municipios, va a
consolidarse en la Ley Orgánica de Sanidad de 1855368. Esta nueva figura que se implanta
en 1855, nace en la hospitalidad domiciliaria pública desde instancias de la beneficencia
pública para dar asistencia a los menesterosos, situación que supuso un avance
agigantado. Entre sus funciones, estaba la de acoger e implicar en las funciones de la
Salud Pública específica a los ayuntamientos, en materias de sanidad y beneficencia, que

366
MUÑOZ MACHADO, S. La formación y la crisis de los servicios sanitarios públicos. Madrid:
Alianza Editorial, 1995, p. 17.
Ya en los siglos XVII y XVIII los servicios de reconocimiento de alimentos estaban teóricamente
organizados por los municipios, que nombraban o autorizaban a los veedores o revisores de
víveres. Esta competencia, circunscrita en principio al ámbito local, llegó a ser preocupación de
Gobierno como lo demuestra la Real Cédula de 15 de noviembre de 1796, que hace referencia a
la Policía de Salud Pública y especifica la necesidad de una inspección sanitaria de los alimentos y
de los locales donde se preparaban o expendían. Esta función municipal sería reconocida por la
primera Constitución de 1812, que atribuía a los Ayuntamientos la policía de comodidad y
salubridad (art. 321) y ratificada por la Instrucción Sanitaria de 1813, que disponía en su artículo
primero, «la obligatoriedad municipal de velar por la calidad de los alimentos de toda clase, así
como de remover todo aquello que en el pueblo pudiera alterar la salud pública o la de los
ganados».
367
MUÑOZ MACHADO, S. La sanidad Pública en España. Madrid: Instituto de Estudios
Administrativos, 1975.
368
VIÑES RUEDA, J. (2006). Opus cit., p. 141.
El artículo 64 de la referida ley expresa: «Las juntas provinciales de sanidad invitarán a los
ayuntamientos a que establezcan la hospitalidad domiciliaria y a que creen, con el concurso y
consentimiento de los vecinos, plazas de médicos cirujanos y farmacéuticos titulares encargados
de la asistencia de las familias pobres, teniendo también los facultativos titulares el deber de
auxiliar con sus consejos científicos a los municipios en cuanto diga relación con la policía
sanitaria».

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desde el Estado se procuraba mantener integradas. Se produce otro efecto: a partir de


1855 el ramo de la Sanidad del Estado y sus políticas inician la intervención de
cometidos que eran anteriormente de responsabilidad periférica municipal.

El cumplimiento de la Ley General de Sanidad no parece que fuera muy


generalizado en el territorio español, lo que requiere precisar las obligaciones de los
ayuntamientos. Esta situación se procuró subsanar mediante un Real Decreto por el que
se aprobó el Reglamento para la asistencia a los pobres y organización de los partidos
médicos de la Península, en el que se ordena que en las poblaciones hasta 4.000 vecinos
habrá facultativos titulares de medicina, cirugía y farmacia y en los de más de 4.000 se
establecerá la hospitalidad domiciliaria para el auxilio facultativo ordenado y eficaz, y
socorro a los pobres, todo ello recogido en los tres primeros artículo. Se establece una
doble figura para las poblaciones según tengan población mayor o menor de 4.000
vecinos. Los facultativos titulares en los de menos de 4.000 y sólo para la asistencia de
beneficencia en los de mayor población, con el fin de que los pobres no tengan que
acudir necesariamente a los hospitales, sino que la «hospitalidad» la van a recibir a
domicilio. Los médicos de la hospitalidad domiciliaria van a considerarse del ramo de la
Beneficencia puramente asistencial, pero no van a ser médicos titulares municipales en
poblaciones de más de 4.000 habitantes. Ambas figuras en el medio rural se han
mantenido independientes, si bien en un mismo facultativo hasta la Ley General de
Sanidad de 1986 en que se implanta la asistencia pública universal.

Los médicos titulares en el reglamento de 1868 asumen como obligaciones las


siguientes: asistir gratuitamente a los pobres369; prestar servicios sanitarios de interés
general que el Gobierno y sus delegados les encomienden; auxiliar a los ayuntamientos
con sus conocimientos científicos respecto a lo relativo a la policía sanitaria; prestar en
casos de urgencia servicios en las localidades próximas a los de su partido por encargo

369
Ibidem, p. 136-139.
La calificación de pobre se definía en el citado reglamento en los siguientes términos: «los que no
contribuyan con cantidad alguna al erario público; los que vivan de un jornal o salario eventual;
los que disfruten de un sueldo menor que el de un bracero de la localidad; los parientes que
vivan con un pobre; los expósitos a cuenta de la Beneficencia; los acogidos a los hospicios, y los
desvalidos en tránsito en la localidad. Los encargados de hacer las listas de pobres fueron las
juntas municipales de sanidad conjuntamente con las juntas de Beneficencia, pero de ello
podrían derivarse discrepancias en perjuicio del médico, ya que muchas personas deseaban
incluirse como pobres y las reclamaciones en ambos sentidos las debía resolver el gobernador.

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del gobernador.

Destaca que en el reglamento de 1868, se recojan que si bien hay un gran


contingente de pobres, también son pobres los ayuntamientos, y prevé por ello dos
figuras que han sobrevivido hasta tiempos cercanos en la década de los 90 del siglo XX.
Estas figuras fueron las agrupaciones de pueblos para constituir partidos médicos que
debían atender a varios pueblos de pequeña población; y el concepto de partido cerrado
en donde no podía ejercer ningún otro médico que no fuera el titular, con lo que se le
aseguraba la asistencia de las familias o vecinos acomodados, los cuales a su vez perdían
la capacidad de elegir otro médico que no fuera el titular.370

Además se regulan también a los titulares de farmacia, garantizando la presencia


de tales profesionales en el medio rural en aquellos pueblos que no hubiera
farmacéutico establecido por su cuenta, al que el ayuntamiento pagaba los
medicamentos recetados a las familias pobres. Cuando el ejercicio privado de la
farmacia no era rentable, las plazas de farmacéuticos titulares no solían cubrirse y los
municipios o agrupaciones de municipios se veían obligados a ofertarlas. La plaza de
titular obligaba además al municipio a pagar al farmacéutico para que estableciera una
oficina de farmacia, lo cual se ahorraba si la farmacia ya estaba establecida en la
población.

Los médicos y farmacéuticos comenzaron a tomar conciencia de la necesidad de

370
Ibidem, p. 147.
El médico vivía en la pobreza y en la inseguridad, ya que los contratos con los ayuntamientos
eran por cuatro años, lo que no daba estabilidad, ni por supuesto ninguna seguridad, ni ayuda en
caso de enfermedad, ni incapacidad, ni jubilación, lo que dio lugar a mediados del siglo XIX a
movimientos médicos de socorros mutuos. Ello no impidió que la selección de profesores y los
nombramientos fueran exigentes y rigurosos. El proceso de selección era exigente. En primer
lugar el ayuntamiento, reunido con un número de contribuyentes doble al de concejales,
acordaba convocar la plaza vacante, el tipo de contrato y la categoría de la plaza; se notificaba al
gobernador que autorizaba la convocatoria, que se publicaba en el boletín de la provincia dando
20 días de presentación de candidatos; la documentación se mandaba al gobernador que la
pasaba a la Junta Provincial de Sanidad que daba conformidad a la publicación de los candidatos
para su impugnación o reclamaciones, un posterior estudio de los expedientes por la Junta
Provincial de Sanidad la cual formaba una terna por orden de merecimientos que el gobernador
remitía al ayuntamiento que, reunido de nuevo con el doble número de contribuyentes que
concejales, decidía en el término de 10 días; en caso contrario el gobernador imponía al primero
de la lista. Por supuesto que el coste de la contratación debía figurar en los presupuestos
municipales.

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iniciar un movimiento de asociacionismo y de ayuda mutua que se inicia con un


movimiento promovido por la prensa médica de la época tan boyante, consiguiendo la
convocatoria de un Congreso médico-farmacéutico que se abrió el 15 de octubre de
1878 al que acudieron representantes de toda España elegidos por distritos judiciales
(subdelegaciones) que se reunieron en Madrid hasta el 29 de noviembre de manera
ininterrumpida. Puede decirse que desde un punto de vista de eficacia, fue un fracaso,
ya que las conclusiones y dictámenes debían aplicarse por el Gobierno, pero desde el
punto de vista cualitativo fue muy importante. Es evidente que la Ley de Sanidad que
propusieron no se aprobó, pero sus bases están en la Instrucción de 1904; tampoco se
crearon de seguido los colegios profesionales, pero por primera vez se formulan, e
incluso se redactan, los estatutos para la constitución de los colegios médico-
farmacéuticos que se aprobaron en el Congreso; colegios que no van a constituirse hasta
el final del XIX. Se preveía un colegio por provincia y otro nacional o Comisión
Permanente nacional compuesta por miembros de los provinciales. La respuesta fue
lenta pero con una facilitadora realidad, veinte años después, como correspondía a la
velocidad de aquellos tiempos.

Ya entrados de lleno en la primera mitad del siglo XX, momento en el que se


efectúan numerosas reformas, que consolidó el Estado Social, al enfrentarse a la
denominada cuestión social que surge con la industrialización de España. Esta novedosa
situación, llevó a la creación de un marco de aseguramiento de los trabajadores, frente a
cualquier posible situación de riesgo, remedando la estela alemana, quienes en 1883
habían aprobado la Ley del Seguro de Enfermedad. España, en este mismo año, crea la
Comisión de Reformas Sociales, transformándose en el Instituto de Reformas Sociales en
1903, y cinco años más tarde, el Instituto Nacional de Previsión, encargado de gestionar:
Retiros de Obreros (1909), el Seguro Obligatorio de Maternidad (1929) y el Seguro
Obligatorio de Enfermedad (1943-1963) que caracterizará el sistema hospitalario
español, seguido por la Seguridad Social, entre otros.

Algunos autores han querido ver tres etapas en lo concerniente a la evolución


hospitalaria española. Existe una primera etapa, comprendida entre 1900 y 1942, donde
se contempla el desarrollo de Hospitales para enfermos infecciosos con patología
prevalente. Son continuadores de las antiguas instituciones para contagiosos,
destacando la creación del Real Patronato Antituberculoso fundado en 1907 que pone
en funcionamiento el proyecto de dotación de sanatorios antituberculosos que

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persiguen el aislamiento y separación de los enfermos de la sociedad371.

Con los Estatutos Municipales y Provinciales de 1924 y 1925, respectivamente,


funcionalmente se establece una nueva forma de realizar la actividad preventiva y
asistencial. La primera obligó a la existencia de locales para epidemiados en localidades
cuya población fuera superior a los 15000 habitantes, junto a un establecimiento para
recluir a los alienados pobres; la segunda, implicaba a las Diputaciones, que debían
establecer una Casa de Maternidad y Expósitos y otras de Beneficencia Hospitalaria,
servicios de aislamiento de enfermos infecciosos, Instituto de Maternología y de
Puericultura, instalaciones de Rayos X hospitalarios con fines diagnósticos y oncológicos,
un Sanatorio Antituberculoso para enfermos curables, un pabellón para meretrices
enfermas y otro para tuberculosis pulmonares avanzadas. Con la Constitución de la II
República Española en 1931, se estabilizó la Lucha Antituberculosa, desarrollándose
actividades de Salud Pública y Atención Primaria con la creación de los Consultorios
Rurales. Con el alzamiento del 18 de julio de 1936 y el comienzo de la Guerra Civil
Española, el desarrollo hospitalario y sanitario quedó congelado, militarizándose la
Sanidad, así como la fundación de hospitales de la sangre en el frente bélico que
ocuparon lugares como hoteles, escuelas o colegios, a lo que se unió una pérdida
considerable de camas secundaria a la destrucción de muchos centros sanitarios372. Una
vez finalizada el conflicto bélico, se reorganizó la Lucha Antituberculosa con leyes
formuladas en 1939 y 1943, que establecieron las bases del Patronato Nacional
Antituberculoso, que ante la inexistencia de camas, comienza campaña de construcción
de Sanatorios en 1940 por todo el territorio nacional.

La segunda etapa, comprendida entre 1942 y 1986, arranca con la creación del
Seguro Obligatorio de Enfermedad, que entra en funcionamiento al año siguiente. Este
limitaba el aseguramiento a los trabajadores por cuenta propia con salarios por debajo
de cierto nivel, elevándose paulatinamente. Además, en este mismo año, se funda la
Comisión de Enlace prevista en la Ley del Seguro entre el Ministerio de Trabajo, la
Dirección General de Sanidad y la Delegación Nacional de Sindicatos, con el fin de
elaborar el Plan Nacional de Instalaciones del Seguro de Enfermedad. Un catastro de las

371
PERONA LARRAZ, J. L. et alii (2009). Opus cit, p. 46-64.
372
Ibidem, p. 57-61.

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instalaciones hospitalarias en España, vislumbró la urgente necesidad de una red


hospitalaria a la altura de las necesidades de la población, lo que llevó a que en 1947 se
elaborara un Plan de Instalaciones, que estableció la necesidad de construir unas 67
Residencias Sanitarias con 16000 camas, ubicadas en las capitales de provincias.

Este mismo año, el Ministerio de Trabajo publicó el Reglamento Nacional de


Establecimientos Sanitarios de Hospitalización y Asistencia, clasificándolos en los
términos siguientes: Hospitales, Sanatorios Quirúrgicos, Maternidades, Clínicas y
Dispensarios; Hospitales, Sanatorios y Preventorios antituberculosos; Hospitales y
Sanatorios Psiquiátricos; Hospitales y Sanatorios de Nutrición y Medicina general y
demás especialidades; y, por último, los demás Centros Sanitarios.

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LEGISLACIÓN TÉCNICO SANITARIA MÁS RELEVANTE DURANTE EL


373
SIGLO XIX Y PRIMERA MITAD DEL XX

1785 Reglamento del cementerio de San Ildefonso del Escorial.

1787 Real Cédula de 3 de abril de construcción de cementerios en pueblos.

1800 Se ordena por el Gobierno que los cadáveres de fiebre amarilla se entierren en
extramuros.
Real Orden para elaborar una ordenanza de farmacia.

1804 R. O. Sobre cementerios. Ley 1ª Novísima recopilación.

1805 Real Cédula sobre establecimientos insalubres. Ley 5ª Novísima recopilación.


Real Cédula sobre la extensión y recomendación gratuita de la vacunación antivariólica.

1806 R. O. de 6 de octubre. Se autorizan enterramientos de obispos y arzobispos dentro de las


iglesias.

1813 Ley de Cortes (Cádiz) de 23 de Junio sobre salud pública, cementerios, Juntas de Sanidad
y Salubridad.

1816 Instrucción de 21 y 25 de Agosto para preservar de «contagio exótico» (peste y fiebre


amarilla).

1817 Apertura del lazareto de Mahón. Reglamento.

1822 Código Sanitario no aprobado en las Cortes.

1835 Real Orden de 30 de octubre sobre cementerios.


Real Orden autorizando enterramientos en conventos de monjas de clausura.

1846 R.O. recordando la vigencia de la ordenanza de farmacia de la Novísima recopilación.

1859 Reglamento de Inspección de carnes. Creación de mataderos.

1860 Ordenanza para el ejercicio de la profesión farmacéutica.

1861 Reglamento de enseñanzas de practicantes y matronas.

1865 Instrucción de 21 de octubre para los gobernadores de provincia para prevenir


epidemias.

1871 Se crea el Instituto Nacional de la Vacuna.

1873 Se publica en la Gaceta del 13 de septiembre las medidas del doctor Blane para prevenir
el cólera. Se expone la transmisión por el agua y el hervido del agua.

1876 R.O. de 8 de mayo por la que se aprueba el reglamento del Instituto Nacional de la

373
Ibidem, p. 52-64.

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Vacuna.

1883 Creación de la Comisión de Reformas Sociales

1885 Real Orden de 12 de junio, preceptos de higiene para evitar el cólera. Se prohíbe la
vacunación anticolérica de Ferrán.

1886 Real Orden de 20 de abril sobre precauciones higiénicas en previsión de invasión


colérica.

1888 Real Orden de 11 de agosto, medidas en epidemia de difteria.


Reglamento para las carreras de practicantes y matronas.

1890 Real Orden de 12 de agosto. Circular para evitar propagación del cólera.

1891 Real Orden de 18 de agosto sobre vacunación antirrábica.

1892 Real Orden de 29 de agosto. Disposiciones para evitar la propagación del cólera morbo
asiático.
Se recuerda cumplimiento de RR. OO. de 1886 y 1890 sobre el cólera. Instrucción
sanitaria sobre el cólera.
En la 7ª Conferencia Internacional de Higiene (Venecia) se llega al acuerdo de la
transmisión epidémica del cólera.
RR. OO. Inspección de viajeros en fronteras.

1893 Se publica en la Gaceta de 1 de octubre la Memoria sobre el cólera del doctor San
Martín.

1894 Se crea el Instituto Nacional de Bacteriología e Higiene.

1895 Real Orden de 5 de abril sobre embalsamamientos de cadáveres.

1899 Real Orden de 28 de octubre. Se crea el Instituto Nacional de Sueroterapia Vacunación y


Bacteriología («Instituto Nacional de Higiene de Alfonso XIII») por fusión de institutos
anteriores.

1903 Se crea el Instituto de Reformas Sociales.

1907 Se constituye el Real Patronato Antituberculosos.

1908 Se crea el Instituto Nacional de Previsión.

1909 Se crea los Retiros de Obreros.

1924 Regulación hospitalaria por medio de los Estatutos Municipales.

1925 Regulación hospitalaria por medio de los Estatutos Provinciales.

1929 Se crea el Seguro Obligatorio de Maternidad.

1931 Se estabilizó la Lucha Antituberculosa.


Desarrollo de la Salud Pública. Creación Consultorios Rurales.

1939 Reforma de la Ley Sanitaria.

1940 Campaña de construcción de Sanatorios Antituberculosos.

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1943 Se crea el Seguro Obligatorio de Enfermedad.


Se revisa y reforma nuevamente la Ley Sanitaria.

1947 Elaboración de Plan de Instalaciones para construcción de 67


Residencias Sanitarias.
Publicación del Reglamento Nacional de Establecimientos Sanitarios de Hospitalización y
Asistencia.

3.3.3. LOS PROFESIONALES SANITARIOS DE TENERIFE.

Una de las primeras noticias existentes sobre la presencia de un médico en la isla


de Tenerife, fueron las del maestre Francisco y la de Diego de Funes. El primero lo
encontramos nombrado en las primeras Actas del Cabildo de Tenerife el 1 de abril de
1504: «…por lo qual le an de dar LXV fanegas de trigo puesto en casa del dicho maestre
Francisco; y que las melesynas y materiales para curar pagándoselo (ecebto las
melesynas de la cirugía que las a de poner) a su costa y que las otras melezynas que las
dé por el costo; (que se refyan a su juramento y consciencia)…»374. El segundo, fue
contratado en 1515 por la suma de 20.000 maravedis anuales375. Se domicilió en San
Cristóbal de La Laguna, al que el 13 de enero de 1517, el Adelantado Alonso Fernández
de Lugo, le concede una importante data de 150 fanegadas en La Orotava, lugar donde
estaría presente largas temporadas para su vigilancia y disfrute376. La población humilde
que comenzaba a asentarse era desconocedora de la figura del médico, situación
contraria a la de las clases dirigentes, las cuales acudían para solicitar sus servicios en
situaciones extremas. Será sucedido en su cargo por en 1521 por Francisco Ximénez, a
quien en 1523 nuevamente sustituye Diego de Funes.377

374
SERRA RÀFOLS, E. Acuerdos del Cabildo de Tenerife I, 1497-1507. La Laguna: Instituto de
2
Estudios Canarios, 1996 . Acuerdo 383, p. 71.
375
SERRA RÀFOLS, E.; ROSA OLIVERA, L. de la. Acuerdos del Cabildo de Tenerife. III, 1514-1518. La
Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1965. Colección Fontes Rerum Canariarum. Acuerdo nº 96
de 27 de agosto de 1515, p. 126-128.
376
MORENO FUENTES, F. Las datas de Tenerife (Libro primero de datas por testimonio). La
Laguna: Instituto de Estudios Canarios (C.E.C.E.L.), 1992, p. 226.
377
SERRA RÀFOLS, E.; ROSA OLIVERA, L. de la. Acuerdos del Cabildo de Tenerife. IV, 1518-1525. La
Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1970. Colección Fontes Rerum Canariarum.

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Unos años más tarde, durante la llegada de los primeros colonizadores a las islas,
aparecen en la documentación consultada los nombres de profesionales médicos y
cirujanos. Entre ellos, el maestre Diego de Trigueros, que por parte del Cabildo de la Isla
recibe la cantidad de «10.000 maravedís y un cahíz de trigo»378. En 1556 encontramos el
pago de un censo al Cabildo por un tal Diego Hernández, cirujano.379

A comienzos del siglo XVII, cuenta Alejandro Cioranescu, que el cirujano Bernardo
Domínguez era vecino de Santa Cruz de Tenerife, obteniendo casa en dote al casarse
con Ana Sánchez380, y el doctor Pedro López de Vergas «con la obligación de curar en
conventos y en hospitales de pobres»381. Dos figuras destacan este campo a finales de
este mismo siglo: el médico francés Tomás Buaylle y el inglés Edward Prescott382,
afincados ambos en el Valle de La Orotava. El siguiente siglo, el XVIII, encontraremos
figuras como las del clérigo Jaime Monsalve, Pedro Núñez de Acevedo, Agustín de Paz y
Negrón, Diego Amstrong383 y Juan Emeric. El segundo de ellos, Pedro Núñez, que fue
médico titular del Hospital de la Santísima Trinidad en La Orotava entre 1758 y 1789,
momento en el que fue sustituido por el facultativo Antonio González Villalba. Casó dos
veces: la primera con Micaela Méndez de Castro y Gallego, enviudando y tomando en
sus segundas nupcias a Magdalena Benítez de Lugo Grimaldi. Los dos últimos, el primero

Acuerdo 229 (página 94). … Presente el Dr. Francisco Ximenes, dieron asiento con él se le diese de
salario sesenta doblas de oro, por que esté en esta isla un año, por médico, para curar las
enfermedades, el cual salario gane desde 15 de mayo, porque desde entonces ha estado…
Acuerdo 383 (página 194): … Que se libre al Bach. de Funes las 30 doblas de oro que deben los
vecinos de Garachico de la transacción del pleito que hicieron de la primera paga de lo del
bodegón del Concejo de Garachico, y que le corra el salario de los 40,000 mrs. que ha de haber de
los propios, desde el día que saltó (sic) del destierro, que pasó ante Alonso de Llerena, desde que
fue a Santa Cruz y vido a una mujer enferma…
378
AA. VV. Cien años de Pediatría en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Fundación Canaria de Salud
y Sanidad, 2001, p. 22.
379
ROSA OLIVERA, L. de la. Catálogo del Archivo Municipal de La Laguna. In, Revista de Historia
Canaria nº 125-126 y 127-158, 1959.
380
CIORANESCU, A. Historia de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Servicio de
Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1979, Tomo II, p. 374.
381
COLA BENÍTEZ, L. (1996). Opus cit, p. 65.
382
LUQUE HERNANDEZ, A. La Orotava, corazón de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife:
Ayuntamiento de La Orotava, 1998, p. 214.
Existe una declaración testamentaria fechada en 1691 que lo nombra como «…Duarte Pescote,
inglés y católico romano…»
383
PRIMO DE LA GUERRA, J. Diario II [1808-1820]. Edición e Introducción por Leopoldo de la Rosa
Olivera. Biblioteca de Autores Canarios. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife,
1976, p. 70.

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inglés y el segundo francés, siendo ambos cirujanos, fallecieron en la epidemia de fiebre


amarilla que en 1811 azotó a la Isla384. El primer galeno de Santa Cruz al inicio de este
siglo fue el lagunero José Sánchez de Castro.

55. Hieronymus Bosch, El Bosco: Extracción de la


piedra de la locura (ca. 1490).

Destacó también el lagunero Pedro de


Toledo, licenciado por la Universidad de
Valencia y afincado en La Orotava a
finales del siglo XVIII, al servicio del
Marqués de Celada, para años más tarde,
trasladarse a la isla de La Palma. Don Juan
Primo de la Guerra y del Hoyo, tercer
vizconde del Buen Paso lo calificaba de
«…tenía semblante serio, cuerpo muy alto,
ocurrencias festivas y sal para ridiculizar
los defectos, tocaba la guitarra, usaba
vestidos de todos los colores y peluca, y
era profesor acreditado por su talento, aplicación y acierto…»385. A principio del siglo XIX,
también prestó servicios a este ilustre noble, el médico Pedro Perdomo, hijo también de
galeno, que desarrollaba su labor en el Puerto de La Orotava, de quien decía «…que le
gustaba la chanza, pero su conversación carecía de respeto y miramiento…», situación
que le llevó a ciertas llamadas al orden por parte de la Inquisición.386

Casi en su ocaso, en el siglo XIX, destacó la figura de John Waugt, médico militar
escocés que cursó sus estudios médicos en Londres, se afincó en La Orotava en 1774,
donde casó un año más tarde con Luisa Estévez y Ugarte. Como se ha expuesto con
anterioridad, Antonio González Villalba fue titular del Hospital de la Santísima Trinidad
de La Orotava hasta 1809, momento en el que fallece, tomando cargo de su plaza el

384
COLA BENÍTEZ, L. (1996). Opus cit, p. 129-154.
385
PRIMO DE LA GUERRA, J. (1976). Opus cit, p. 36, 93 y 127.
386
Ibidem, p. 129.

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portugués Juan García, medico honorario de los ejércitos nacionales, que en 1825, al no
tener herederos, lega sus bienes a «los pobres del hospital, reos y pordioseros».

Dando inicio al siglo XIX, destacan las figuras de los médicos palmeros Juan Acosta
y Camacho y la de Víctor Pérez González, siendo este último doctorado por la
Universidad de la Sorbona en 1851; ambos trabajaron en el Valle de La Orotava,
gozando de merecido prestigio por su praxis médica. En Santa Cruz existían, por estas
fechas, dos médico, un cirujano, dos boticarios y dos albéitares. Así, en 1862, la relación
médico habitante era de un galeno por cada 4.740 habitantes y una farmacia por cada
13.166.387

Hasta la mitad del siglo XIX, la medicina no era impartida por profesionales
sanitarios debidamente titulados, como marcaban las normas vigentes. Este fue el caso
ocurrido en 1818 cuando fueron denunciadas cuatro parteras que carecían de
autorización para realizar tales actividades. La inseguridad que causaba esta situación en
la población llevó a que Fernández de Moratín solicitara la confección de un listado de
aquellos galenos habilitados para las prácticas médicas y capaces de recetar remedios y
medicamentos388. Para el cuidado de la salud de los vecinos capitalinos, la Corporación
municipal había previsto en sus presupuestos un puesto de médico asalariado
encargado de asistir a los pobres, desamparados y enfermos de los hospitales, así como
la dirección de la casa de vacunas. A partir de 1831, se presupuestaron dos médicos
cirujanos, además de una matrona, cobrando los primeros unos 6.000 reales cada uno y
389
la segunda unos 1.500 . Años más tarde, en 1841, se aprobó la incorporación a la
plantilla de un sangrador y un vacunador municipal. Pese a las buenas intenciones
municipales, en rara ocasión hubo dinero para pagar los sueldos de estos profesionales.
En 1880, el médico Manuel Pestana, deja dirección del Hospital de la Santísima Trinidad
pese a ostentar la titularidad del Centro; el cargo directivo será asumido por Tomás
Zerolo Herrera, lanzaroteño licenciado por la Universidad Central de Madrid, y que
destacó en todo momento por su labor y servicios prestados a la población.

387
El Teide (Santa Cruz de Tenerife), 3 de junio de 1862.
388
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, Tomo IV, p. 170.
389
Ibidem, p. 170-171.

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El primero de estos médicos fue, Juan García, portugués que había estudiado en
Francia, estando al servicio de la población entre 1785 y 1813, momento en el que dejó
su plaza por problemas familiares. Fue sustituido por Ignacio Vergara, incorporándose
junto a él el cirujano del batallón de Canarias, Joaquín Viejobueno, quien descontento
con su salario, presentó su dimisión a los pocos meses que no fue efectiva. Este último,
nuevamente, presenta su renuncia en 1817, lo que provocó el nombramiento de Ignacio
Vergara como médico titular de Sanidad y del hospital. Lo sustituirá el médico José Díaz,
fallecido en 1839, lo que precisó un nuevo nombramiento, el de Bernardo Espinosa. En
1846 se crea un segundo puesto que es ocupado por Benigno Mandillo, quien muere al
año siguiente. Lo sustituirá Bartolomé Saurin.390

56. Francisco J. Castro: Antiguo Hospital Civil de


Santa Cruz de Tenerife (2011).

También debe destacarse en esta primera mitad del XIX, Miguel Villalba y Díaz
presente en Santa Cruz desde 1855, Diego Costa y Grijalba, médico municipal para la
hospitalización domiciliaria en 1869 y médico auxiliar del Hospital de Desamparados
desde 1885, o Diego Costa Izquierdo, su hijo, médico primero de los Establecimientos
Insulares de Beneficencia desde 1917. Junto a ellos, Daría Cullen, José Naveiras Zamora
(médico de la Casa de Socorro), que realizó una destacad labor en la epidemia de 1906,

390
Ibidem.
En 1855 ambos médico, Bernardo Espinosa y Bartolomé Saurin cobraban sueldo por médicos
titulares del Ayuntamiento y por médicos de la Junta de Beneficencia. Está situación obligó a que
tuvieran que escoger, quedándose el primero en la Corporación municipal y el segundo en
Beneficencia.

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Veremundo Cabrera Díaz, cirujano del Hospital Provincial y Rosendo García Ramos,
entre otros.

En San Cristóbal de La Laguna destaca la figura de Manuel de Osuna, médico


titular que para llegar a esta profesión, primero estudió Matemáticas y Cirugía. Buen
amigo de Juan Primo de la Guerra quien lo nombra en numerosas ocasiones en su
Diario. Éste lo describe como: «…prudente y moderado en sus aplicaciones. Tiene libros y
se explica con los términos de las facultades que ha estudiado, poco perceptible a los que
no están impuestos. Su carácter es suave, complaciente y usa de modos tan corteses que
el juez de Indias, don Bartolomé de Casabuena, decía que Osuna tenía la educación de
un príncipe. Ha guardado alguna vez el modo de vestirse propio de su profesión, su edad
pasará de los setenta años; es fino, y tiene buena cara…»391. También se hace referencia
por esta misma fecha en el Diario, a un médico cirujano español llamado Pons (no se
especifica el nombre que aparece en blanco), facultativo acreditado que llega al puerto
de Santa Cruz de Tenerife a comienzos de este siglo, instalándose en la ciudad de los
Adelantados392. También fueron galenos preponderantes Osmundo Lercaro y Machado,
doctor por la Universidad francesa de Montpellier, Pablo Valencia, Alejandro Codina, los
hermanos Antonio y Miguel Fernández de la Cruz y Miguel Rodríguez Vivas.

En 1908 la ciudad de Santa Cruz contaba con ocho farmacias que se mantuvieron
perenne en número durante toda la década de los años veinte. Entre los farmacéuticos
de Santa Cruz, destacaron las figuras de: Gumersindo Fernández de Moratín, madrileño
que instaló su farmacia en el número 4 de la conocida calle del Castillo; en esta misma
calle, pero en el número 7 la del sevillano Emilio Serra y Ruz; y la de Eduardo Rodríguez
Núñez, esta ubicada en la calle del Norte. En 1930 se crea el Centro Farmacéutico
provincial de la mano de Cecilio Fernández, quien quería que en la capital se ubicara el
depósito que iba a surtir a toda la isla de medicamentos.393

391
PRIMO DE LA GUERRA, J. (1976). Opus cit, Tomo I; p. 36.
392
PRIMO DE LA GUERRA, J. (1976). Opus cit, Tomo II; p. 76.
393
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, Tomo IV, p. 169-170.

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CAPÍTULO IV

ARQUITECTURA, MEDICINA Y ASISTENCIA

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4. CAPÍTULO IV. ARQUITECTURA, MEDICINA Y ASISTENCIA.

4.1. APROXIMACIÓN A LAS TIPOLOGÍAS ARQUITECTÓNICAS


HOSPITALARIAS.

El hospital es algo más que un edificio, donde su historia condiciona sus


limitaciones y posibilidades, encontrándonos con una institución mediatizada por
características que implican actitudes, valores y formas, entre otros, que son perennes
con el paso de los siglos, pese a el continuo cambio que conlleva la adaptación a nuevas
necesidades, situaciones, innovaciones y circunstancias.

Para Fielding Hudson Garrison, el germen de la idea de hospital seguramente se


remonta a la antigua costumbre en época babilónica de llevar los individuos enfermos a
la plaza del mercado, a lo que se unieron los ejemplos griegos del Iatreia y Asclepieia394;
en este momento histórico, no está presente la compasión y el socorro del
desamparado aislado en un asilo sanitario, como sucederá años más tarde durante el
nacimiento y auge del Cristianismo395, sino que la profesión de sanador se ejerce en
plazas públicas, en los domicilios de los dolientes o pequeños edificios o dispensarios
denominados iatreia, con diferentes funciones bien definidas. Esta imagen llegará a
nosotros gracias los escritos descriptivos de costumbres y moralidad en los que retrata
fielmente esta cuestión el historiador y ensayista griego Plutarco:

394
Ubicadas en los templos dedicados al dios Asclepio, eran verdaderos lugares de peregrinación,
coincidiendo el culto a este dios con los orígenes de la medicina racional propia de los
hipocráticos. Estos últimos, los médicos hipocráticos, se les denominaba asclepiadas, lo que
significaba hijos o discípulos de Asclepio. En el templo se escenificaban numerosos rituales
mágico-religiosos acompañados de diferentes prácticas y formas médicas: procesión por una vía
sacra y atravesaban el pórtico del santuario; purificación con agua y participación en liturgia
(cantos y rezos); por último, se efectuaba el sacrificio de ofrendas en el ara y se procedía a la
invocación del dios con el ánimo de la sanación del enfermo. Estos recintos asistenciales, fueron
clausurados mediante el decreto de Constantino del 335 d. C., apareciendo, seguidamente, el
movimiento creador y fundador de los hospitales, del que su madre, Santa Elena es su verdadero
artífice.
395
GONZÁLEZ, F.; NAVARRO, A.; SÁNCHEZ, M. A.; y Cols.: Los hospitales a través de la historia y el
arte. Madrid: Editorial Ars Medica, 2004, p. 9.

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…las personas que necesitan cuidado médico, las que sufren de los dientes o de un
dedo van caminando hasta los que los puedan curar; los que tienen fiebre los
396
llaman a su casa y les piden que les ayuden.

57. Maqueta de un valetudinarium. Reconstrucción


del campamento militar de Legio VI (1991).

Posteriormente, durante la etapa


republicana del Imperio Romano, se crean
los valetudinarium397, que surge como
dispositivos en los que prestar atención
sanitaria y cuidado a los esclavos
residentes en los latifundios, grandes
extensiones de tierras de explotación agrícola, que se caracterizaban por su alejamiento
de las urbes. Los esclavos, motores de estas vastas instalaciones, precisaban de un
estado saludable que les adecuara para enfrentarse a las duras labores rurales realizadas
en estos lugares. Esta tipo de establecimiento fue retomado en el ámbito castrense,
destinados, en esta ocasión, a los soldados que defendían ferozmente los límites del
Imperio, y cuya finalidad era la de socorrer a heridos y enfermos de la frontera Norte de
éste. Se dispuso la creación del valetudinaria, dependencias ubicadas en la periferia de
la fortaleza y fortines, de sencilla distribución, que no perduraron más que hasta el siglo
III d.C., motivada esta desaparición por el rápido desmembramiento que sufre Roma con
las invasiones de visigodos procedentes del centro de Europa, al que se unió un
deterioro progresivo de la Administración romana.398

Estos primeros pasos para la creación de lugares propicios para la asistencia


sanitaria y el cuidado, se aceleran con la subida de Juliano el Apóstata en el año 361
d.C., que propició la aparición de centros hospitalarios. Estas nuevas políticas llevaron a
la creación de un establecimiento en el 369 d.C., ubicado en la Anatolia Oriental en la

396
PLUTARCO: Obras morales y de costumbres (Moralia). Madrid: Editorial Gredos, 1995, p. 81F-
82A.
397
Tomado de la palabra valetudinarius, término con el que se denominaba a los enfermos.
398
THOMPSON, J. D.; GOLDIN, G. The Hospital: A Social and Architectural History; New Haven;
London: Yale University Press, 1975, p. 4-6.

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cuidad de Cesarea por Basilio el Grande399. Consistía en edificios con habitaciones


destinados, básicamente, a médicos, enfermeras y ayudantes400. A tipo de
establecimiento sanitario le siguió un asilo de caridad con capacidad para
aproximadamente 300, fundado por Efraín de Éfeso, y destinado a albergar a los
enfermos apestados. Al mismo tiempo, aparecieron otras fundaciones hospitalarias
ubicadas en Oriente, los pandokheion (albergues de peregrinos), xenodochium
(albergues de forasteros) o los nosocomium (casa de enfermos), estos últimos, fundados
por Fabiola en el 400 d.C., para recoger los enfermos de la calle y cuidar a los
desgraciados que padecen la enfermedad y la pobreza.401

Las primeras noticias que tenemos acerca de los hospitales surgen en el Imperio
Romano de Oriente, en Asia Menor y Siria, , lugares donde aparece inicialmente una
fuerte resistencia cristiana al paganismo romano reinante durante siglos en el Imperio.
Seguramente, lo primeros ejemplos eran muy parecidos a los valetudinarias, de
pequeñas dimensiones, y con los recursos precisos y necesarios para que los cristianos
ricos pudieran atender y prestar cuidados a los enfermos. Este momento histórico
vendrá promovido por una modificación o cambio de valores y pensamiento, que
favorecieron, en gran medida, la asistencia a los menesterosos y desamparados. Junto, a
este cambio filosófico apareció una variación en las formas de convivencia orientada a la
conformación de pequeñas comunidades cristianas de ayuda mutua. Unido a todo ello,
se encontraba la exaltación de la medicina pagana antigua junto a una transformación
de la situación sociopolítica y epidemiológica que favoreció la aparición de un
considerable número de enfermos y pobres en las urbes.402

399
LAÍN ENTRALGO, P. Historia Universal de la Medicina. Barcelona: Editorial Salvat, 1972-1975,
Tomo 3; p. 5.
A la enfermedad la reciben los justos, como un certamen atlético, esperando grandes coronas por
obra de la paciencia (San Basilio de Cesárea).
400
Fueron las denominadas Basilias de Caesarea que estaban destinadas a los enfermos, siendo
sus benefactores los poderosos del lugar, la región de Capadocia.
401
GONZÁLEZ, F.; NAVARRO, A.; SÁNCHEZ, M. A.; y Cols. (2004). Opus cit, p. 9.
402
GONZÁLEZ, F.; NAVARRO, A.; SÁNCHEZ, M.A.; y COLABS. (2004). Opus cit, p. 21-22.

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58. Malcom Farmer: Reconstrucción de la planta


de la Abadía de Saint Gall en Suiza a partir de un
pergamino del siglo IX (1875).

A finales del siglo IV d.C., surgió en Italia,


y posteriormente en la Galia merovingia,
fundaciones hospitalarias403. Su
proliferación, en gran medida, fue debida
al contacto mantenido con el Imperio
Bizantino, existente desde la toma por
los cruzados de la ciudad de
Constantinopla en el siglo V d.C. En
Bizancio, a pesar del inestable momento
sociopolítico y económico, se crean los
nosokomeion, establecimientos para
enfermos que acabaron siendo las
enfermerías que se crearon, años más tarde, en los monasterios; y el xenón, albergues
monacales que incluían atención médica a los asilados en ellos. Con el ascenso al trono
de Justiniano, los antiguos archiatroi o médicos públicos, se transforman en médicos de
los xenones cristianos, situación que se puede observar durante el siglo siguiente en el
Sampson Xenon de Constantinopla, el cual contaba con una plantilla fija de médico y
cirujanos, atendiendo a enfermos quirúrgicos y oftalmológicos. Un siglo más tarde, en la
Península Ibérica, promovido por el obispo Masona, se funda un xenodoquio en la
ciudad de Mérida (580 d.C.). Es en este momento, cuando aparecen las primeras
referencias a hospitales inclusas y casa de lázaros o también llamados casas de leprosos.

Los terrenos conquistados a los bizantinos por los árabes, no solo fueron fuente
de riqueza y triunfo, sino que proporcionaron al mundo islámico conocimientos acerca
de la medicina de formación clásica y las estructuras hospitalarias donde se aplicaban.
Su primer intento de emular las experiencias sanitarias de Bizancio se condensó en la
fundación del primer hospital musulmán en la ciudad de Damasco hacia el 770 d.C.,

403
Destacaron sobre todo los establecimientos sanitarios galos, de mayor tamaño y con
condiciones mucho más higiénicas.

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aleccionados por cristianos sirios404. A estas enseñanzas se le unieron las recibidas de los
nestorianos405, médicos cristianos refugiados en Persia, cuyos conocimientos serán la
cimiente de los bimaristán o «lugar para enfermos», edificaciones que seguían el patrón
constructivo y organizativo de los xenones bizantinos. Las principales ciudades bajo
dominio musulmán tendrán su bimaristán: en Bagdad en el 982 d.C. se funda el
Bimaristán de Adudi; en Damasco (1154 d.C.) el Bimaristán Nuri; y en El Cairo (1284 d.C.)
el Bimaristán Mansuri406. Estos centros sanitarios, sustentados por las autoridades y
personas adineradas, eran más propiamente médicos que sus equivalentes cristianos,
presentando una distribución en salas separadas: febriles, traumáticas, oftalmológicas y
enfermedades mentales, a lo que se unían, en algunos de ellos, un servicio de farmacia y
librería.

Siglos más tarde, durante la Edad Media, proliferaron numerosos establecimientos


benéficos, cuya ubicación estaba en el centro de las ciudades, próximas, e incluso
anexas, a instituciones eclesiásticas tales como los monasterios, catedrales y conventos.
Dos claros ejemplos que muestran la realidad del momento fueron el Hôtel-Dieu de
París, que data del 829, y el plano ideal, del 820, de la distribución de los diferentes
edificios de la Abadía de Saint Gall407. La primera institución era un albergue para
menesterosos que se denominaba «casas de Dios», ubicada en las proximidades de las

404
DOLS, M. W. The origins of the Islamic Hospital: myths and reality. Bulletin of the History of
Medicine, 61 (1987), Volumen 61, nº 3, p. 367-390.
405
Nestorio, que había sido patriarca de Constantinopla, afirmaba la doble personalidad de
Jesucristo, diferenciando una humana y otra divina. Estas ideas llevaron a que en el Concilio de
Éfeso del año 431 d.C. se le condenó a ser desterrado a Siria junto a sus seguidores y partidarios.
Unos años más tarde, el castigo fue más allá, y se les obligó al abandono de Imperio Bizantino,
instalándose en Persia, lugar donde fundaron hospitales y escuelas de medicina en los que
implantaron sus conocimientos sobre esta disciplina.
406
GARRIGA GUITART, D. Del Bimaristán al Hospital Psiquiátrico. Historia de la Enfermería y la
Salud Mental en el Islam. Madrid: Edita la Asociación Nacional de Enfermería de Salud Mental
(ANESM), 2010, p. 55-111.
A finales del siglo VIII d.C., el califa Harun al Rashid, fundó un Bimaristán Real en la nueva capital
de Bagdad. Presentaban un alto nivel de suntuosidad y excelencia, poseyendo, como el
Bimaristán de Adudi hasta 25 médicos. El Bimaristán Nuri poseí una suntuosa entrada principal
con ocho salas abovedadas alrededor de un gran patio central con estanque. Por último, el
Bimaristán Mansuri tenía capacidad para miles de personas, estando distribuido en salas según el
padecimiento de los enfermos.
407
THOMPSON, J. D.; GOLDIN, G. (1975). Opus cit, p. 4-12.
En este plano aparecen tres principales edificaciones hospitalarias monacales: el infirmarium,
destinado a los religiosos enfermos; el hospitale pauperum, destinado a pobre y peregrinos; y las
dependencias para huéspedes distinguidos.

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catedrales y palacios episcopales; en el segundo caso, estaba inspirado en las villas


romanas, presentando claustros cuadrados que recordaban a los patios porticados de
las domus romanos: al impluvium o al peristylium. Esta actividad monástico-sanitaria
desapareció en el siglo XII, momento en el que la economía de autosuficiencia
desapareció y las urbes crecieron tomando protagonismo en la sociedad del
momento.408

59. Anónimo: Fachada del Ospedale Maggiore en Milán


construido en la década de 1460 (1860-90).

A partir del siglo XII, tomó relevante importancia este fenómeno asistencial-
benéfico por su condición de depositarios de donaciones y legados que la «caridad
cristiana» consolidaba siglo tras siglo. Esta situación conllevó al surgimiento en Europa
de novedosas formas de asistencia hospitalaria, constituyendo el embrión de las
órdenes hospitalarias surgidas tras las cruzadas, que combinaban la caridad cristiana con
el código caballeresco feudal. Destacan excepcionalmente, las órdenes militares, de las
que la más antigua fue la de San Juan de Jerusalén u Hospitalarios, presente en el
panorama mundial a partir de 1070. Fundaron hospitales en diferentes puntos de la
cristiandad, tales como Acre, Villefranche, Viterbo, Chipre, Messina y, sobre todo,
Jerusalén, su establecimiento «modélico». Consecutivamente a esta orden, fueron la de

408
FERNÁNDEZ MÉRIDA, M. D. Aproximación a la Historia de la Arquitectura Hospitalaria. In,
Cuadernos de Arte e Iconografía, Tomo XV, nº 29. Madrid: primer semestre 2006, p. 27-30.

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los Templarios y la de los Caballeros Teutónicos, constituida la primera en el año 1118 y


la segunda en el año 1190. Todas estas fundaciones hospitalarias fueron respaldadas por
personajes pertenecientes a la nobleza de la sociedad del momento, así como
ciudadanos de ciudades o villas, e incluso congregaciones religiosas, movidos por una
mentalidad donde primaba la caridad en Cristo409. Por regla general, estos
establecimientos benéficos disfrutaban de privilegios e inmunidades otorgados desde la
Iglesia, que los eximían de cargas y contribuciones, además del pago por los derechos de
alimentos, bebidas y medicinas.

Los hospitales más destacados que podemos encontrar en «tierras francesas»


durante los siglos XII y XIII, fueron numerosos, de los que destacaron tres: el de Angers
(constituido en 1153), Ourscamp (Oise, creado a principios del siglo XIII) y Tonnerre
(Yonne, fundado en 1293); el mayor y más famoso, será el Hôtel Dieu de París,
compuesto por cuatro grandes salas de dos naves, que sufrió un desarrollo considerable
durante el siglo XVII, momento en el que llegó a tener capacidad de alojo de hasta unos
1280 enfermos, que en ocasiones precisaban compartir su cama con otras personas.
Será, a partir de ahora, una práctica frecuente la separación de los manicomios de los
hospitales de agudos; Burdett, cita como ejemplos al de Gante (Bélgica) o el de
Bethlehem (Londres) durante los siglos XII y XIII. Esta costumbre no arribará a España
hasta el siglo XV, donde ciudades como Valencia, Zaragoza, Sevilla, Valladolid y Toledo,
acogerán esta práctica arquitectónica hospitalaria, innovando en el campo de la sanidad
desarrollada en el panorama nacional.

A partir del siglo XV, nos encontramos con un nuevo tipo de estructura
hospitalaria que se desarrollará en la Península Itálica, siendo el primer ejemplo, el
Hospital de Santa Maria Nuova de Florencia fundado desde el año 1286 por Folco
Portinari410. Ya en 1334 la planta de este establecimiento presenta forma de cruz, con

409
CLAVIJO HERNÁNDEZ, F. El Hospital de San Salvador de Sevilla en el siglo XV. In III Coloquio de
Historia Medieval Andaluza. Jaén: Diputación Provincial de Jaén, 1984.
410
Beatriz Portinari (1266-1290), fue una dama florentina idealizada por Dante en su Vida nueva
y sobre todo en la Divina Comedia. Dante la conoció cuando era una niña de nueve años, no
volvió a tener noticias de ella hasta que cumplió los dieciocho. Otra versión de la historia refiere
que la inventó por completo, no habiendo existido en ningún momento en su narración. Sin
embargo, nunca Dante proporciona en sus escritos indicaciones respecto a la identidad «civil» de
este personaje, que es sobre todo simbólico. De hecho se ha querido proporcionar, en una labor

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cuatro salas radiales de diferente tamaño, menores las del este y oeste, en cuyo centro
estaba ubicado el altar. Su tamaño fue aumentando poco a poco hasta lograr en el siglo
XV una capacidad cercana a los 300 enfermos411. Esta distribución espacial innovadora,
fue un siglo más tarde retomada para la construcción del Pammatone de Génova. Esta
tipología fue trasladada, al que se ha considerado el más importante diseño hospitalario
del Renacimiento: el Ospedale Maggiore de Milán, encargado por el duque Sforza a
Filarete en 1456. Su Treatise, nos lo reproduce y describe de forma detallada:

…es un rectángulo de 1000 pies de fachada, dividido en: centro, con gran patio y
en medio la capilla; a izquierda y derecha, está constituida por cuatro sala
dispuestas en forma de cruz, con su altar en el cruce….

Además, cada edificio albergaba otros cuatro patios más pequeños entre los brazos de
su cruz412. Tanto Santa Maria Nuova como el Ospedale Maggiore constituyeron los
modelos de inspiración para el Hospital del Sancto Spirito de Sassia, en la reconstrucción
que efectuó el Papa Sixto IV entre los años 1474 y 1482.

En Inglaterra y España, esta tipología se hace presente a principio del siglo XVI. Los
primeros casos españoles se materializan en los diseños que realizó Enrique de Egas
para el Hospital Real de Santiago de Compostela (1501-1511), el Hospital de Santa Cruz
de Toledo (1504-1514) y el Hospital Real de Granada (1504). Posteriormente, ciudades
como Valencia y Sevilla se unieron a estas nuevas formas durante este mismo siglo.
Debe hacerse hincapié en que en este momento comienza a existir una tendencia a
alejar los hospitales de las grandes urbes, como fue el caso de los hospitales de Talavera
en Toledo o el Hospital Real de Granada. Estas nuevas directrices atendían a los
conocimientos recogidos en los tratados de Alberti:

de exégesis romántica, un apellido para esta dama para hacer de este Amor divino que une a
Dante y a Beatriz uno parangonable a los amores adolescentes y futiles modernos. Sin embargo,
según afirman algunos historiadores, Beatriz podría ser la hija de Folco Portinari de Portico di
Romagna, que, al trasladarse a Florencia, vivió en una casa próxima a la de Dante y tuvo seis
hijas, de las que una casó Simone de Bardi. La acaudalada e influyente familia Portinari,
capitaneada por Folco, tuvo el mérito de fundar y ser mecenas del hospital principal de la urbe
florentina, el Ospedale di Santa Maria Novella.
411
LEISTIKOW, D. Edificios hospitalarios en Europa durante diez siglos. Historia de la arquitectura
hospitalaria. Ingelheim am Rhein: C.H. Boehringer Sohn, 1967, p. 68-69.
412
FERNÁNDEZ MÉRIDA, M. D. (2006). Opus cit, p. 45-46.

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…Los contagios no solamente serán excluidos lejos de las ciudades, sino también de
413
la vida pública. Los demás serán mantenidos en la ciudad….

60. Anónimo: Claustro del Real Hospital de Santiago de


Compostela (1967).

El Hôpital Saint Louis, diseñado por Claude


Vellefaux y fundado por Enrique IV en 1607,
fue uno de las mejores edificaciones de su
momento, en contraposición con el Hôtel-
Dieu, cuya condición de «horrible» no la había
perdido desde la Edad Media414.
Antagónicamente, como si fuera una imagen
enfrentada, encontramos el digno ejemplo del
Hospital de los Inválidos, obra proyectada por
Brunt que sirvió de modelo a otras muchas instituciones que se construyeron a lo largo
del territorio francés y fuera de éste415. La construcción de este hospital fue realizada en
1670, constituyendo su fábrica de tal calidad, que llegó a ser comparada con el Hospital
de Chelsea, diseñado por el arquitecto anglosajón Wren. Esta rivalidad entre el mundo
galo y anglosajón se hace claramente patente, ante el intento de impulsar como su
máximo exponente al Hospital de Greenwich, que se consideró el establecimiento inglés
modélico por excelencia en este momento.416

La actitud moderna de la sociedad del siglo XVII frente a los pobres y la miseria se
puso plenamente de manifiesto, donde el pobre paso a visionarse como una carga inútil

413
INSUA CABANAS, M. Arquitectura hospitalaria gallega de pabellones. A Coruña: Servicio de
Publicaciones de la Universidade da Coruña, 2002, p. 54-56.
414
Pese a que había sido remodelado también por Claude Vellefaux.
415
Su capilla, la de Saint Louis-des-Invalides, fue diseñada por Hardouin-Mansart.
416
PEVSNER, N. Historia de las tipologías arquitectónicas. Barcelona: Gustavo Gili, 1979, p. 173-
177.
En el solar donde estuvo construido el Palacio de Placentia, se edificó, años más tarde el Hospital
de Greenwich. Esta residencia real inglesa fue construido por Hunfredo de Gloucester en 1428.
Se construyó en la ribera del río Támesis en Greenwich, a las afueras de la ciudad de Londres. La
única sección del Palacio que se completo fue la zona este, destinada a la corte del rey Carlos II
de Inglaterra, pero esta nunca fue ocupada como residencia real. La mayor parte del resto del
palacio fue demolido, y el sitio permaneció vacío hasta que la construcción del Hospital que se
inició en el año 1694.

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que podía hacer peligrar la sociedad. Esta concepción de la mendicidad llevó a la idea de
prevenir la pobreza y rehabilitar a los infortunados, para lo que se instituyeron los
Hospitales Generales. Presentaban entre sus funciones la de reclusión y corrección en
una época en la que todavía no se podía prestar un servicio médico curativo417. Esta
situación provocó que se produjeran reformas considerables dentro del funcionamiento
y la distribución arquitectónica de los hospitales del momento, entre las que se
encontraron la de la secularización de la administración de éstos, participando la Corona
y las autoridades civiles en su gestión y regencia.

61. C.-F. Viel y J.-B. Le Roy: Proyecto para el Hôtel Dieu de París (1773).

Concluyendo el siglo XVII y dando inicio al XVIII, se observa como el modelo


arquitectónico que había perdurado casi dos siglos, se modificó bruscamente buscando

417
El cambio de actitud hacia los pobres se comienza a detectar en las urbes europeas a partir del
siglo XVI, momento en el que se produjo un importante aumento de la mendicidad. Esta actitud
de la sociedad de ese momento vino generada por la improductividad de este grupo, que tan solo
generaba gastos y no beneficios. A ello se unió el temor de las clases dirigentes que creían que
podían ser foco de posibles desórdenes sociales que podían hacer peligrar sus posiciones
sociales. Por último, una causa de carácter sanitario, relacionado con la transmisión de
enfermedades de todo tipo que podían originar epidemias como las acaecidas en siglos
anteriores y que habían diezmado la población europea.

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el aumento de la capacidad de los establecimientos y edificios sanitarios. Antoine


Desgodets, en su Edifices antiques de Rome propuso una tipología articulada a partir de
un centro octogonal con cerramiento cupular que favoreciera el intercambio de aire con
el exterior; en torno a este espacio, se disponían dieciséis salas radiales. Leonhard
Christoph Sturm, debió tener conocimiento de este proyecto durante su estancia en
Francia, ya que en 1720 confeccionó su hospital ideal, emulando el mítico Ospedale
Maggiore de Filarete, cuyo edificio se articula a partir de un rectángulo en cuyo centro
de planta octogonal estaba inserta la iglesia-capilla; de ella nacían ocho salas radiales
con capacidad para 1525 enfermos.418

Ya metidos de lleno en el siglo XVIII, la arquitectura hospitalaria presentó un auge


considerable, colocándose Gran Bretaña a la cabeza419, con innovaciones tales como la
especialización por patologías de los pacientes ingresados en los establecimientos
sanitarios, a lo que se agregó un notable incremento el número de hospitales motivado
por un considerable aumento de la demanda asistencial420. Europa, como punto de
partida, se caracterizó por la utilización en su arquitectura hospitalaria de la planta de
cruz griega para diseñar nuevas formas radiales aumentando el número de crujías, con
el ánimo de rentabilizar la superficie ocupada e incrementar considerablemente la
capacidad empleando la misma superficie. En España, hacia 1770, los proyectos de
Antoine Petit tuvieron especial repercusión a través de la Academia de San Fernando, a
lo que se unió el proyecto de Benito Bails, quien en su tratado Arquitectura civil
presentó el modelo francés con seis salas radiales que partían de un centro circular en el
que se encontraba la capilla421. Ejemplos de esta nueva tipología arquitectónica los

418
Esta planta en forma de cruz estará presente hasta el siglo XIX, donde será de primera
elección en los diseños propuestos para asilos.
419
GONZÁLEZ, F.; NAVARRO, A.; SÁNCHEZ, M. A.; y Cols. (2004). Opus cit, p. 35-36.
Es en este momento, cuando Inglaterra despoja a Francia del protagonismo en la fundación de
Hospitales Generales que celosamente había mantenidos durante todo el siglo XVII.
420
Los médicos y los cirujanos estuvieron cada vez más presentes en el mundo hospitalario,
logrando que el funcionamiento y gestión de los establecimientos estuviese regido por los
criterios médicos, aunque persistía una dedicación casi exclusiva a los pobres presentes en las
urbes europeas.
421
FERNÁNDEZ MÉRIDA, M. D. (2006). Opus cit, p. 60-61.
Durante el Renacimiento, el Manierismo y posteriormente el Barroco, en la tipología de planta
estrellada se observaban unas características muy particulares que eran idóneas para la
arquitectura hospitalaria: funcionalismo y la perfección del arte.

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encontramos en el Hospital de Bethelem (Bedlam) y Saint Luke, destinados a la


asistencia a dementes; el Hospital Queen Charlotte, para maternidad; o Foundling que se
trataba de una inclusa. En Norteamérica, los edificios hospitalarios tuvieron impresa la
huella anglosajona, remarcándose, como en Gran Bretaña, a principios del siglo XIX, un
considerable gusto neoclásico en el que las largas fachadas con pórticos y cúpulas son
principalmente su característica más destacada.422

Poco a poco, las dimensiones de los establecimientos hospitalarios adquieren un


tamaño considerable ante el aumento de la demanda de la población, así como un
importantísimo crecimiento de ésta. El Hôtel-Dieu de Lyon, diseño de J.G. Soufflot423 en
1741, fue un claro ejemplo de esta situación ante la magnitud de la obra, no viendo su
conclusión hasta 1842. La preocupación por las condiciones higiénicas de los recintos
hospitalarios fue marcada a ambos lados del Océano Atlántico. El doctor Rothman, en su
examen de los hospitales en norteamericanos, y Chamousset, con su análisis del Hôtel
Dieu de París, manifestaron su inquietud ante este tema, al que no se le prestaba la
atención necesaria por no considerarlo importante. Junto a ellos, Jean-Baptiste Le Roy,
alarmado por esta misma situación, propuso la solución constructiva de pabellones
articulados a partir de un patio central, con la intención de favorecer la ventilación de
los recintos. Esta idea se materializó en 1756 cuando se dio comienzo al proyecto
Rowehead para el Hospital Naval de Stonehouse en Plymouth.424

422
PEVSNER, N (1979). Opus cit, p. 180-182.
423
Soufflot ha sido uno de los principales y más destacados artesanos del retorno al grand goût
en los años 1750, movimiento antagónico al art rocaille, más conocido como rococó. Con su
arquitectura se retoman los principios de la arquitectura gótica adaptados a un vocabulario
antiguo y clásico comparable presente en la columnata del Louvre obra de Claude Perrault.
Algunos historiadores del arte lo consideran como el primer gran arquitecto neoclásico galo. El
Panteón está considerado como un edificio en transición, apegado a estructuras tradicionales, ya
que persigue aunar el antiguo templo abovedado de tipo bizantino con el uso pronunciado de
columnas en la portada. Presenta una gran ligereza, que está claramente relacionado por los
conocimientos que adquiere sobre el arte gótico durante su estancia en Lyon, acercándose
mucho más a la solución de la catedral de San Pablo en Londres que la del edificio de Agripa en
Roma. A su vez, la cúpula de Santa Genoveva influye claramente en la del Capitolio de
Washington.
424
Fue en París donde comenzaron a elaborarse estos primeros proyectos bajo un nuevo modelo
que desplazaban la planta en cruz para edificios hospitalarios y que se mantuvo durante los siglos
XIX y XX. Fueron diseños que no llegaron a construirse, como los de Jean Baptiste Le Roy y C.
Françoise Vitel en 1773 en el proyecto para el Hôtel Dieu, muy similar al realizado anteriormente
por Rowehead para el Hospital Naval en Stonehouse (1756-1764) en Inglaterra. Esta solución

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El siglo XIX vendrá marcado por una serie de transformaciones en la fábrica de los
edificios hospitalarios de trascendental relevancia enumeradas a continuación: el
proceso de medicalización iniciado en siglos anteriores se da por concluido, gracias a las
innovaciones acaecidos en la ciencia médica y la reorganización de ésta disciplina,
adquiriendo criterios de admisión, tratamiento y alta de los enfermos; a nivel asistencial
existirá una tendencia a priorizar en los ingresos sobre los enfermos agudos, marcando
como finalidad la curación y rehabilitación de los dolientes asilados; los hospitales se
convierten en centros indispensables para la formación de nuevos profesionales sobre
los pobres, conocimientos que después aplicarán a toda clase de pacientes; así mismo,
los hospitales suministrarán un campo de investigación de las correlaciones clínico-
patológicas presentes en los individuos ingresados, que se controlan desde su entrada
hasta su salida; los avances en la medicina anatomoclínica, en cirugía, en la medicina de
laboratorio y los nuevos métodos diagnósticos, obligaron a la introducción de nuevos
departamentos que se adaptaron a las necesidades que habían surgido; incitado en
parte por lo anteriormente expuesto, la arquitectura cambiará motivada por las nuevas
planteamientos surgidas ante los novedosos descubrimientos en los campos de la
higiene y el contagio, lo que llevará a un diseño del hospital articulado a partir de
pabellones separados entre sí, agrupando a los aquejados según la enfermedad
padecida; a ello se unirá el fenómeno de hospitales monográficos425, organizados en
departamentos procurando una especialización de los tratamientos y cuidados aplicados
a los enfermos asilados en éstos; la gran innovación en el ámbito de la asistencia, será la
profesionalización de la enfermería llevada a cabo por Florence Nightingale en 1860,
sobre ciertos precedentes anteriores426. Guiada por las ideas de progreso de los
pensadores victorianos, centró sus esfuerzos en reformar el sistema de cuidados que se
prestaban en la salud militar y la elaboración de un programa de formación de
enfermeras sólido cimentado por normas profesionales, para lo que se ayudó de la

arquitectónica está presente en las obras de Howard, Lazaretos (1789) y la de Durand, Reccueil…,
donde Stonehouse es reproducida y tomada como ejemplo.
425
A finales del siglo XVIII se había tomado esta modalidad con la creación de los primeros
hospitales pediátricos, a lo que sucedieron hospitales dedicados a oftalmología, torácicos,
neurológicos, dermatológicos, …
426
POLLARD, E. F. Florence Nightingale, la amiga del soldado herido. Bizkaia: Colegio de
Enfermería de Bizkaia y la Academia de Ciencias de Enfermería de Bizkaia, 2010, p. 108-120.

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observación y el uso de la estadística social427. Además, destacó por su capacidad para


llevar al papel su filosofía del cuidado que se fundamentó en un modelo naturalista,
realizando numerosas publicaciones con las que procuró dar un visión antagónica, a la
que se tenía en ese momento, sobre las condiciones higiénicas de los hospitales y su
destacada importancia para la rápida y correcta reposición de los enfermos que en ellos
se alojaban. Entre ellas destacaron obras tales como: Notas sobre las cuestiones
relativas a la salud, eficacia y administración hospitalaria del ejercito británico (1858);
Notas de Hospitales (1859); Observaciones sobre la situación sanitaria del ejército en la
India (1863); ¿Vida o muerte en la India? (1873); Notas de enfermería para las clases

427
COHEN L. B. Florence Nightingale. [s.l.]: Scientific American, 1984, p. 7-128.
Florence Nightingale nace en Florencia en 1820, ciudad en la que su padre, un caballero de buena
posición, y el resto la familia, se encontraban durante un viaje efectuado al continente. Recibió
una esmerada educación, dominando, con tan solo 17 años, varios idiomas antiguos y modernos,
además de diferentes disciplinas propias de una señorita de la alta sociedad victoriana. Tras
cumplir los veinte años, mostró un marcado interés por el cuidado de los enfermos y las
condiciones físicas de los hospitales, situación que le llevó a visitar varios establecimientos con la
intención de conocer sus condiciones y organización. En 1847, marchó a Alemania durante varios
meses, tras haber visitado con anterioridad Egipto y Grecia, lugares donde se familiarizó con la
práctica del cuidado de los enfermos realizada por las órdenes religiosas. En el mundo germano,
se formó con las Diaconisas de Kaiserswerth, para posteriormente viajar a París, ciudad donde
recibió estudios de las Hermanas de la Caridad en la Maison de la Providence. Posteriormente, en
1853, asumió la superintendencia del Establishment for Gentlewomen During Illness de Londres.
Su administración y gestión fue modélica, procurando incluso crear una escuela para la formación
de enfermeras. Nunca se llevó a cabo tal empresa, lo que decepcionó considerablemente a
Florence. Un año más tarde, en 1854, Florence se desplaza a Crimea para la dirección y
coordinación de un hospital turco. El inicio de esta Guerra llevó a que el Secretario de Guerra, Sir
Sydney Herbert, solicitara su auxilio, junto a treinta y siete enfermeras más. Florence Nightingale
fue nombrada superintendente del Female Nursing Establishment of the English General
Hospitals de Turquía. Este hospital militar, de planta cuadrada, con capacidad para albergar a
1700 pacientes, alojaba en realidad, un total de casi 4000 enfermos. Los cuidados prestados a los
soldados ingresados en el establecimiento eran considerablemente precarios, llegándolos a
calificar de «vergonzosos». Ante esta precaria situación, William Howard Russell, corresponsal
de guerra del periódico The Times remitió varias crónicas que denunciaban la realidad sanitaria
de este conflicto bélico. Florence Nightingale tomó medidas con respecto a la higiene y de
organización que consiguieron disminuir la mortalidad de manera sorprendente, de un 42 a un
2.2 %. En 1856 regresó a casa débil, tras haber estado gravemente enferma de la «fiebre de
Crimea», situación que casi la llevó al borde de la muerte. A partir de este momento, su interés
se centró en la mejora de las condiciones de los hospitales ingleses, fijando su vista en el Hospital
Militar de Netley, en Hampshire, establecimiento comenzado en 1856, para el que propuso el
proyecto diseñado para Lariboisière. Este mismo año, un médico de Edimburgo llamado John
Roberton, manifestó públicamente su apoyo a los establecimientos hospitalarios articulados a
partir de pabellones, situación que interesó considerablemente a Florence. Lord Panmure remitió
el proyecto de Netley a Florence Nightingale para que se pronunciara; ella apeló a Palmerston
con argumentos que lo convencieron, aunque el edificio continuó construyéndose, sin
modificación alguna, hasta su conclusión en 1863.

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trabajadoras428 (1861); y su obra más universal, Notas sobre enfermería: qué es y qué no
es (1859), donde plasmó su ideario entorno a los cuidados, conductas y las condiciones
higiénicas que deben estar presentes en un hospital429. A todo este arduo trabajo, se le
unió la elaboración de una nomenclatura estandarizada para las enfermedades y el
diseño de un Formato Estadístico del Hospital Modelo430. Por último destacar, su
actividad asesora y de consulta que se le solicitó para la planificación de nuevos
hospitales en Inglaterra, Australia, Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica,
destacando, en este último país, su pronunciamiento sobre los planos y proyecto del
Johns Hopkins Hospital de Baltimore, obra de Niernsee que se concluyó en 1879.

A comienzos del siglo XIX, en 1801, Durand en su Reccueil et Parallèle… comparó


gráficamente, tanto el Ospedale Maggiore de Milán como el Pammatone de Génova431,
con ejemplos galos (Saint Louis y Los Incurables, ambos de París) y anglosajones
(Stonehouse), además del diseño que realizó Poyet para su segundo informe. Los dos
últimos, articulados con pabellones, son los que consideró más adecuado,
incorporándolos en su obra titulada, Précis de Leçons d’Architecture. En ella, propuso
siete pabellones ubicados a ambos lados de un patio central rectangular que moría en
un «bosque de columnas»432. La funcionalidad, atendiendo a la distribución espacial de
los establecimientos arquitectónicos, primó de manera considerable en Gran Bretaña,
aunque se construyeron ejemplos que mostraban concomitancia con modelos
anteriores a los acometidos en este momento, muy en la órbita del medievo433. En el
panorama europeo, esta propuesta se materializó en ejemplos como el Hospital Saint
André (1825-1829) de Burdeos, obra de Bourguet, que poseía una capacidad para unas
650 camas; el diseño de Partois para el Hospital de Beaujon en París (1837-1846) y para
el de Saint Jean en Bruselas (1838-1849); o Gauthier, que proyectó para la condesa

428
HERNANDEZ CONESA, J. Historia de la Enfermería: un análisis histórico de los cuidados de
enfermería. Madrid: Interamericana McGraw-Hill, 1995, p. 122-123.
429
Ibidem; p. 134-140.
430
Aprobado por el Congreso Internacional de Estadística celebrado en Londres en 1860.
431
Ambos con una distribución en forma de cruz articulados a partir de diferentes patios
enmarcados en un rectángulo.
432
Esta solución recuerda a las propuestas por Boullée a modo de ornato.
433
Stonehouse y el proyecto de Stonehouse-Le Roy-Tenon se utilizó en casos excepcionales.

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Laribisière un hospital de 905 camas cuyo plano atendía plenamente a la distribución en


pabellones.434

62. J. Guadet: Éléments et théories de l’architecture (1902).

La defensa de la arquitectura hospitalaria articulada


a partir de pabellones fue argumentada por
numerosos autores, entre los que destaca Kuhn en
su Handbuch der Architektur (1897) o incluso el
propio Guadet en Éléments et théories de
l’architecture (1902). Esta propuesta arquitectónica
se convirtió en un «signo de autoridad progresista»,
lo que llevó a ser empleada cuando se perseguía dar
una imagen novedosa y vanguardista. Por ello,
hospitales como el de Lariboisière y el nuevo Hôtel-
Dieu de París, reformado tras su incendio de 1772,
emplearon esta tipología más cercana a los conocimientos adquiridos tras los
descubrimientos científicos y médicos del siglo XIX.

Otro importante avance acaecido durante este siglo, como ya se ha comentado


con anterioridad, fue la especialización de los establecimientos hospitalarios, con
atención exclusiva a un determinado tipo de dolencia que buscaba la mejora de los
cuidados prestados a los pacientes. De esta manera se crearon los hospitales-inclusas,
asilos para dementes, hospitales para pernoctar,… Tempranamente, durante el primer
tercio de este siglo, aparecen, tímidamente, los primeros ejemplos en ciudades como
Londres y París.

En los años sucesivos a la década de 1870, el concepto de los hospitales en


pabellones se fue desechando poco a poco, para dar paso a formas arquitectónicas que
se elevaban, creciendo en altura. Estas nuevas soluciones se debieron principalmente a
descubrimientos novedosos que aparecieron en este momento, con respecto a
materiales y técnicas constructivas, a lo que se unió nuevos hallazgos en el campo de la
medicina por los doctores Luis Pasteur y Joseph Lister. Estos nuevos hallazgos,

434
PEVSNER, N (1979). Opus cit, p. 182.

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derogaban el anterior concepto de mediados del XIX en el que el aire enrarecido era el
principal enemigo de los pacientes enfermos hospitalizados.435

El siglo XX vendrá, considerablemente marcado, por una sucesión de formas


estéticas y arquitectónicas que se remarcan en esta tipología. Además de los pabellones,
aparecen las colonias que procuraron ubicar los recintos sanitarios en zonas rurales,
situación que marcará una diferencia considerable con respecto al siglo XIX, y que en
muchos de los casos se destinaban a tratamientos de enfermedades concretas y que
debían estar alejadas de las urbes y de otros enfermos ingresados en los hospitales. El
primer ejemplo de esta innovación arquitectónica se acometió en la ciudad de Nancy, en
el Hospital de Maréville, un asilo para alienados ubicado en Nancy. Esta nueva
modalidad arquitectónica se fundamentó en la creciente demanda de hospitales donde
atender a los enfermos. A todo ello se le unió, el encarecido terreno que no permitía
edificar en amplias zonas, situación precisa para los modelos anteriores del siglo XIX

435
LÓPEZ PIÑERO, J. M. Breve historia de la medicina. Madrid: Alianza, 2000, p. 153-178.
Louis Pasteur descubrió que los microorganismos (bacterias) eran los agentes causantes de la
enfermedad y ayudó a refutar definitivamente la teoría de la generación espontánea. Pero estas
no fueron tan solo las contribuciones y beneficios que conquistó para la Humanidad. A ellos
debemos agregar el inicio de sus investigaciones en la química orgánica. Descubrió, en 1848, la
isomería óptica mediante la cristalización del ácido racémico, del cual obtuvo cristales de dos
formas diferentes. Se considera que este trabajo dio origen a la estereoquímica. Además, utilizó
un nuevo método para eliminar microorganismos que podían degradar al vino, la cerveza o leche.
Este procedimiento se denominó pasteurización y ha tenido una aplicación universal en la
industria alimentaria, donde lo desarrolló para evitar la alteración de los alimentos. La semejanza
entre los procesos de fermentación y la putrefacción y supuración de las heridas, posibilitó la
aplicación de sus descubrimientos a la cirugía. En 1871, Pasteur obligó a los médicos de los
hospitales militares a hervir el instrumental y los vendajes. Describió un horno, llamado «horno
de Pasteur», útil para esterilizar instrumental quirúrgico y material de laboratorio. En 1865 el
científico descubrió los mecanismos de transmisión de la pebrina, una enfermedad que afecta a
los gusanos de seda, que en ese entonces amenazaba con hundir a la industria francesa. Como
consecuencia de sus trabajos enunció la llamada teoría germinal de las enfermedades, la cual
afirma que éstas se inician con la penetración de microorganismos patógenos en el cuerpo
humano. Después de 1870 Louis Pasteur investigó sobre las enfermedades contagiosas; y en
1881 se dedicó a estudiar acerca del carbunco del ganado lanar, y consiguió preparar una vacuna
de bacterias desactivadas, la primera de la historia.
Joseph Lister se percató que la putrefacción de las heridas quirúrgicas era la causa fundamental
de una altísima mortalidad en los hospitales, equivalente a la contaminación de las infusiones
que Louis Pasteur intentaba evitar en la misma época. Para evitarlo, mientras trabajó en el
Glasgow Royal Infirmary, desarrolló mediante calor la práctica quirúrgica de la asepsia y la
antisepsia, comprobando una considerable mejora en la situación postoperatoria de los
pacientes intervenidos. El descubrimiento de los antisépticos por parte de Lister en 1865,
contribuyó a reducir en gran medida el número de muertes por infecciones contraídas en el
quirófano después de que los pacientes tras ser sometidos a intervenciones quirúrgicas.

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articulados a partir de pabellones. A su vez, se unió la necesidad de unas instalaciones


aglutinadas y cercanas a los pacientes.

63. Anónimo: Mount Sinai Hospital en Nueva York (1910).

En 1907, se produjo la primera propuesta de construcción en torre hospitalaria de


la mano de Ochsner y Sturm436 que defendía el «compactar edificios de pisos» como
solución a las necesidades de la arquitectura hospitalaria. Esta compactación buscaba
disminuir la movilidad del paciente, minimizando su contacto con el exterior, lo que
llevó a «construir hospitales en rascacielos». Este novedoso modelo, superponía las
salas asistenciales, reservando la planta baja y el semisótano para aquellos métodos
diagnósticos que precisaran de maquinaria pesada; yuxtaponían un edificio de menor
altura para la recepción, administración y consultas externas437. Muchos de los primeros
ejemplos surgen en Estados Unidos de Norteamérica, como el que diseñó James Gamble
Rogers para el Columbia Presbyterian Medical Center de Nueva York, con una capacidad

436
PEVSNER, N. (1979). Opus cit, p.186.
437
Ibidem, p. 188.
El coste del terreno fue optimizado al máximo, además de favorecer los trabajos sanitarios, de
intendencias, de limpieza y vigilancia, aumentando el rendimiento del establecimiento al
establecer técnicas basadas en el funcionamiento de las industrias modernas.

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total de 1499 camas. A este se le unió el primer hospital en rascacielos, construido en


1910 en Nueva York: Mount Sinai Hospital, al que se unió, en 1935, el primer hospital
francés con esta tipología arquitectónica que fue el Hôpital Beaujon y en Londres el
Westminster Hospital en 1939. Habrá que esperar a la década de los sesenta para
observar estas grandes construcciones hospitalarias en España de la mano de la
Seguridad Social.

4.2. DISPOSITIVOS ASISTENCIALES Y RECURSOS SANITARIOS EN SANTA


CRUZ DE TENERIFE (SIGLO XVI AL XX).

4.2.0. EVOLUCIÓN DE LAS TIPOLOGÍS ARQUITECTÓNICAS HOSPITALARIAS


EN CANARIAS.

4.2.0.1. LAS FORMAS PRÍSTINAS DE LOS HOSPITALES.

Cualquier edificio debe presentar una serie de características propias, imbricadas


con su naturaleza que están estrechamente relacionadas con su significado y el
resultado obtenido, estableciéndose un diálogo entre el contexto en el que está inserto
y el espíritu propio interior de éste. Unido a todo ello, deben ir conjugadas múltiples
variables como el contexto y carácter, la planificación y su programa, las calidades
ambientales, la organización, la tecnología, la estética, la construcción y los costos, que
permiten la materialización de un resultado de excelente calidad por medio de una
laboriosa actividad creadora. El diseño del edificio para la salud, en todas sus formas, es
el resultado del trabajo interdisciplinar, a lo que va aparejado un compromiso de
trascendencia social para todas aquellas partes inmersas en el proceso de creación del
proyecto. Pero su esencia, no se ha mantenido perenne, presentando una «naturaleza
dinámica y cambiante», producto de las exigencias y demandas de transformación
siguiendo los pasos de los adelantos técnicos y los descubrimientos científicos. Esta
situación, nos lleva a indagar en algunos principios esenciales que conforman la
naturaleza arquitectónica del edificio para la salud para no claudicar ante esquemas
estereotipados.

Al atender primeramente al contexto, independientemente de su naturaleza


pública o privada, este tipo de edificio, está inserto, por lo general, en el contexto de la

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ciudad, lo que nos obliga a considerar su carácter público y urbano. Esta situación del
edificio inserto en la trama urbana debe ofrecer una respuesta clara a la condición
necesaria de accesibilidad diferenciada y ágil, aportando diseños que comuniquen su
presencia con una marcada identidad, que no permita cualquier posible situación de
incertidumbre. Tanto su escala como su situación, unida a sus vínculos con la urbe,
impactan de manera inmediata, obligando a una observación que trascienda los límites
externos, favoreciendo las conexiones «ciudad-edificio» que se materializa en resultados
urbanísticos.

El edificio para la salud, por la complejidad de sus actividades y relaciones que


integra, precisa de una meticulosa planificación previa, unida a un programa
sólidamente acordado con un carácter interdisciplinar. En él debe quedar claro el rol
institucional, ponderando todos los sectores y servicios, considerando cuestiones como
la circulación intra y extrasectorial, y definiendo la relación existente de ambas. Las
calidades ambientales y la tipología espacial han atravesado diversas experiencias a lo
largo de la historia de esta modalidad arquitectónica, siendo concebida desde muy
diferentes visiones, donde no siempre el espacio destinado a prestar asistencia fue el
máximo protagonista en el edificio propuesto. Desde la visión del hospital-palacio
renaciente, los planteamientos higienistas en relación a la helioterapia o las
proposiciones del movimiento moderno con composiciones racionalistas paradigmáticas
de bloques articulados según funciones, a ejemplos frustrados como la «ciudadela
veneciana» de Le Corbusier con pacientes horizontales mirando solo al cielo,
antecedieron al extendido «hospital vertical en torre y basamento» que en la década de
los cincuenta se convirtió en una fórmula novedosa. Los avances tecnológicos
permitieron una actividad asistencial centrada en el tratamiento y cuidado de los
pacientes de manera ambulatoria, lo que ocasionó la aparición de una compleja malla
de relaciones y flujos múltiples entre nuevas unidades de atención especializada, dando
lugar a la aparición de esquemas matriciales favorables a la nueva red de relaciones
interiores, con predominio horizontal de módulos rodeados de patios y vinculados por
calles bidireccionales, como se pudo observar durante la década de los setenta; o el

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«contenedor sanitario» posterior, de formas anónimas, más próximas a los principios de


un «edificio comercial».438

Junto a esta cuestión, es fundamental atender a la estética del edificio, desafío


considerable si observamos la complejidad que supone este tipo de edificios, marcado
por superficies que se agregan en el tiempo para dar remedio a la incorporación de
nuevas tecnologías y maquinarias al «espacio saludable», así como el establecimiento de
soluciones racionales a la interconexión de sectores con la consecución del justo
equilibrio. En la actualidad, se aboga por una búsqueda del logro volumétrico sintético-
integrado, con intenciones unificadoras que procuran una homogenización de los
tratamientos, procurando una búsqueda de una entidad arquitectónica integral, que no
contemple yuxtaposiciones fragmentarias arquitectónicas carentes de una visión
totalizadora, situación desarrollada a lo largo de la historia de esta tipología
arquitectónica.

Esta modificación paulatina tipológica, producto de su historia, ha impuesto una


visión humanizada del espacio asistencial, en el que se tiene presente la luz natural, la
naturaleza y el paisaje, otorgándole al paciente protagonismo en el espacio,
materializado en la mejora de las calidades ambientales y del confort. La naturaleza
dinámica de este tipo de edificios, desactualiza rápidamente las inversiones iniciales
cuando los espacios y la estructura no han sido diseñados para soportar los cambios.
Para paliar estas situaciones, se debe proveer de geometrías rigurosamente aptas para
espacios flexibles contiguos, interconexiones intra y extrasectores, lineales, claras y
directas, que faciliten el movimiento horizontal y vertical. La actividad asistencial
demanda de manera paulatina una adaptación de los recursos materiales y humanos
permanentemente, producidos por la incorporación de nuevos avances tecnológicos,
diferencias en las modalidades de atención, nuevas patologías y cambios en las
características poblacionales, entre otras.439

438
EGOZCUE, M. T. Arquitectura hospitalaria, arquitectura sanitaria, arquitectura de la medicina?
Arquitectura para la salud. In Egozcue Vidal + Pastorino Pozzolo Arquitectos. [Sitio web]. Buenos
Aires, 2010. URL: <http://www.evpp-arq.com.ar/site/ideas/309/In:es>; (consultado en
noviembre de 2011).
439
Ibidem.

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La producción de edificios hospitalarios, ha sufrido numerosas transformaciones a


lo largo de la historia, que han perseguido el aunar los avances científicos con el
tratamiento y la asistencia a los dolientes. Básicamente, esta variación se puede
articular a partir de dos estadios: uno, en el que se procura atender a la demanda de
salud y en contener las epidemias generadas en los edificios hospitalarios; y otro, muy
mediatizado por los descubrimientos, en el campo de la microbiología, de Pasteur y
Lister a finales del XIX, lo que llevó a un enfoque antagónico a lo establecido hasta la
fecha, ideándose nuevos modelos hospitalarios o manteniendo los ya existentes, a los
que se optimizó progresivamente en diferentes aspectos. No siempre la comprobación
de tipologías caducas significó la desaparición de las mismas, sino que cíclicamente, y
por múltiples causas, éstas reaparecieron, situación que es posible verificar en otros
sectores de la arquitectura.

Los primeras instalaciones hospitalarias que surgen en las Islas tras la Conquista,
estaban vinculadas tanto a los campamentos militares establecidos con miras a la
dominación del territorio como a las instituciones eclesiásticas440. Claro ejemplo de ello
fue la intención que Alonso Fernández de Lugo mostró al querer crear y fundar la Iglesia-
Monasterio-Hospital del Sancti Spiritus en la ciudad de Los Adelantados441. Para
satisfacer la necesidad de dotar de hospitales donde se pudiera atender tanto a pobre
como a enfermos rápidamente, material y espiritualmente, en un primer momento en
Canarias se optó por un modelo urbano de casa-hospital442, al que progresivamente se le
añadieron dos modelos claramente definido: los establecimiento ubicados en el
extrarradio de las urbes (extramuros) destinados a los malatos, y los dispositivos
sanitarios costeros que contenían la entrada de epidemias por vía portuaria. En el ocaso
de la Edad Media y el orto de la Edad Renaciente, la atención a los necesitados se
realizaba básicamente desde la beneficencia. Estos hospitales de la época medieval
desempeñaban una triple función: atendían enfermos; actuaban como asilos,

440
NAVARRO SEGURA, M.I. La Laguna 1500: la ciudad-república. Una utopía insular según “Las
Leyes” de Platón. La Laguna: Edei-Ayuntamiento de La Laguna 1999, p. 125-126.
441
Posteriormente acabará fusionándose con el hospital principal de esta ciudad, el Hospital de
Nuestra Señora de los Dolores.
442
PEREZ MORERA, J.; RODRÍGUEZ MORALES, C. Arte en Canarias: del gótico al manierismo.
[Santa Cruz de Tenerife; Las Palmas de Gran Canaria]: Viceconsejería de Cultura y Deportes, 2008,
p. 150-153.

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recogiendo a los menesterosos y funcionaban asimismo como hospederías, pues daban


cobijo temporal a peregrinos y viajeros de condición modesta. En su mayoría, este tipo
de establecimientos eran fundaciones eclesiásticas, aunque también los había, de
creación regia o la tímida secularización, cuyo patrocinio corría a cargo de un noble o de
un rico mercader.

Dentro de las primeras formas arquitectónicas que surgen en el campo de la


Sanidad en Canarias podemos diferencias básicamente tres formas claramente
definidas:

• El hospital intra-urbe, «la salud en el corazón» de la ciudad.

• El hospital extra-urbe, «liberador» del azote de las epidemias a las ciudades.

• El hospital marítimo-portuario, «muralla» contra las epidemias foráneas.

El hospital intra-urbe, «la salud en el corazón» de la ciudad.

A caballo entre la arquitectura conventual y la de uso doméstico, para la casa-hospital se


optó por una estructura claustral articulado en torno a un patio en el que se disponían
galerías de madera para cada una de las plantas apoyada sobre uno de los cuatro
paramentos que conformaban el atrio y que pertenecía al muro perimetral de la iglesia.
Este tipo de modelo tipológico no fue una innovación que nació en el panorama insular,
sino que se importó desde la Península Ibérica de la mano de los primeros moradores.
Ejemplos semejantes a los empleados en Canarias los encontramos tanto en Andalucía
(el Hospital de la Misericordia y la Caridad de la ciudad de Carmona, el Hospital de San
Sebastián en Écija, o el Hospital de San Juan de Dios en Arcos de la Frontera), como en la
zona castellano-aragonesa (el Hospital de Santo Domingo de la Calzada, en la provincia
de La Rioja), o en la levantina (el Hospital de San Juan de Dios de Orihuela, provincia de
Alicante).443

443
En Andalucía encontramos los siguientes ejemplos: Hospital de la Misericordia y la Caridad de
la ciudad de Carmona, fundado en 1510 bajo la protección de Beatriz Pacheco, Duquesa de
Arcos; el Hospital de San Sebastián en Écija, fundado en 1580 por Felipe II al fusionar los
diecisiete pequeños hospitales o centros de curación y asistencia con los que contaba en ese
momento la ciudad; o el Hospital de San Juan de Dios en Arcos de la Frontera, fundado en 1490
por el Marqués de Cádiz. En la zona castellano-aragonesa es el Hospital de Santo Domingo de la

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64. Francisco J. Castro: Reconstrucción de las plantas de las


prístinas formas de hospital en Canarias (2012).

En contraposición, la Corona decidió, tras finalizar


con la Reconquista, dotar a las ciudades de primer
orden con establecimientos hospitalarios en los
que primaba una tipología en la que se combinaba
el hospital y el palacio, dejando atrás los modelos
que hasta ese momento se habían venido
empleando. Esta nueva forma arquitectónica se
componía de una cruz latina en planta en cuyo
centro existía un altar destinado a la celebración
de la eucaristía, sacramento que llegaba a todos los
enfermos asilados en las diferentes naves
distribuidos por sexo y gravedad. Luz y aire eran
incorporados al «espacio curativo-asistencial»
mediante patios, cuatro en total, que remedaban
el esquema renacentista italiano desarrollado por
Antonio Filarete para el Hospital Mayor de Milán,
aunque en realidad este modelo procedía de las
soluciones técnicas que se habían formulado ya
por Leone Battista degli Alberti para este tipo de
edificios444. Básicamente tres fueron los hospitales,
traza de Enrique de Egas, que sirvieron de dechado para otros tantos ejecutados en este
momento: el Hospital Real de Santiago de Compostela o de los Reyes Católicos, el
Hospital Real de Granada y el Hospital Real de Toledo. A estos se le unió el Hospital de la
Santa Caridad de Sevilla fundado desde mediados del siglo XVI, y cuya iglesia fue
reedificada en 1644 bajo la dirección y diseño de Pedro Sánchez Falconete. Aunque

Calzada, en la provincia de La Rioja, y en pleno Camino de Santiago, que desde el siglo XV está
funcionando para asistir a los peregrinos que solicitaban su ayuda. Por último, en la zona
levantina, el Hospital de San Juan de Dios de Orihuela, construido entre los siglos XVI al XVIII, que
aglutinó convento, hospital e iglesia.
444
GUERRA, F. El hospital en Hispanoamérica y Filipinas, 1492-1898. Madrid: Ministerio de
Sanidad y Consumo, Secretaria General Técnica, 1994, p. 42.

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estos referentes valieron para el territorio peninsular, otros como el Hospital de las
Cinco Llagas de Sevilla inspiraron la arquitectura hospitalaria mejicana, cimentándose
una tipología propia en las nuevas posesiones que se incorporaban a la Corona en el
Nuevo Mundo.445

65. Francisco J. Castro: Imágenes y reconstrucción de la planta del Hospital


de San Pedro Mártir en Telde, Gran Canaria (2012).

En Portugal, los monarcas lusos optaron por una estrategia semejante a la de sus
vecinos: entre 1492-1504 se doto a Lisboa con un magnífico establecimiento sanitario, el
Hospital Real de Todos os Santos446, al que siguieron los de ciudades como Coimbra

445
GUTIERREZ, R. Arquitectura y urbanismo en Iberoamérica. 4ª Edición. Madrid: Ediciones
Cátedra, S.A., 1983, p. 776.
Gutiérrez en 1983 establece los siguientes tipos en los nuevos territorios conquistados por los
españoles en América: hospitales con planta en cruz con salas separadas por sexos y patios
claustrados con capillas centralizadas (Hospital de San Nicolás de Bari en Santo Domingo y el
Hospital Bethlemita en Veracruz); hospitales en cruz parcial en «T» o «L» (Hospital de Santa
Bárbara en Sucre y el Hospital de San Juan de Dios en Santiago de Chile); hospitales en planta
claustral iglesia de uso parroquial (diferentes hospitales de la Orden de San Juan de Dios);
hospitales militares con una única crujía o integrados en la fortificación (Bogotá y Montevideo); y,
por último, los hospitales radiales (Hospital de Guadalajara, fundado en 1778, caracterizado por
8 radios, 7 destinados a las enfermerías y tan solo uno para el templo).
446
OLIVEIRA RAMOS, L. A. Do Hospital Real de Todos os Santos à história hospitalar. In Revista da
Faculdade de Letras. Historia, número 10, 1993, p. 333-350.
El hospital se construyó mediante la bula de Sixto IV durante el reinado de Juan II, que procuró
que el edificio tuviera concomitancia con los hospitales florentinos y sieneses. Era de
considerables dimensiones, con varias alas cuadradas dispuestas en torno a la capilla y
articulados mediante patios. Poseía 12 enfermerías que podían albergar hasta un total de 250
enfermos.

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(1508), Évora (1515) y Braga (1520), con una marcada influencia de los ejemplos
hospitalarios que se estaban desarrollando en Italia y en los que la capilla se convertía
en el «alma del edificio». Estos «magníficos edificios administradores de salud física y
espiritual» se transformaban en soluciones más sencillos y carentes de boato cuando
eran construidos en aquellas ciudades que carecían del protagonismo que tuvieran las
de primer orden, estas últimas, urbes más próximas al poder regio. Para estos
establecimientos se planteó el modelo de edificio claustrado al que se le adosaba una
iglesia con tres funciones: las actividades pastorales propias de la parroquia, satisfacer
las necesidades de cualquier orden religiosa en la «exteriorización de sus creencias y
sentires», y la administración «alivio espiritual» a los asilados en el hospital. Al igual que
el modelo hispano propuesto para este tipo de dispositivos, se articulaba a partir de un
claustro al que se le adosa en unos de sus lados una iglesia, con plena comunicación
entre ambos. Ejemplos de ello son el Hospital de João Palmeiro en Setubal o el Hospital
Velho de Viana do Castelo, en la Península, mientras que a nivel insular destacaron las
propuestas para el Hospital de Santa Isabel en Funchal447, Madeira, o el Convento
franciscano y la Igreja de São Boaventura en la isla de Flores448, en el Archipiélago de las

447
HENRIQUES DE NORONHA, H. Memórias seculares e eclesiásticas para a composiçãda história
da Diocese do Funchal na Ilha da Madeira. Funchal: Centro de Estado de História do Atlântico,
Secretaria Regional do Turismo e Cultura, 1996, p. 311-314.
El primitivo hospital se denominó Caza da Miserricordia y fue promovido por la Santa Hermandad
de la ciudad de Funchal, teniendo protección del rey D. Manoel desde su creación. El aumento de
las rentas, con el paso de los años, hizo que la Hermandad decidiera la construcción de un nuevo
edificio. En 1685 se destinó un terreno junto a la Sé Catedral para construir el nuevo hospital
para los pobres, que recibió el nombre de Hospital de Santa Isabel, entrando en funcionamiento
en 1686. Esta es la descripción que se hace de sus dependencias:
Corre a sua galería em dous andares sobre o largo do terreyro da Se, e no meyo do seu adro se
levanta hum sumptuozo pórtico pello qual se entra em hum patio que da serventía as oficinas de
que se compoem devididas com igual porporçam, de hũa e outra parte; onde tambem se separam
as duas enfermarías de homens, e mulheres de ambos os Hospitaes. No mesmo patio fronteiro a
entrada topa a vista em outro pórtico de bella, e soberba architectura, que he o da Capella da
Sancta Caza, cujo orago he a vizitação da Senhora; Igreja de hũa so nave, mas grande, e
magestozamente ornada, com muito boa renda que lhe deixou, com seus bens Luis de Atouguia
da Costa. O retabulo he repartido em tres altares; no do meyo tem hum fermozo Camarim, o da
parte da Epistula o do Senhor Crusificado, e o do Evangelho he da virgen Sanctissima do Rozario,
imagen milagroza, como veremos em outro lugar.
448
El Hospital de João Palmeiro en Setubal estaba ubicado en las proximidades de la Catedral de
Santa María de Graça desde el siglo XV, conservándose tan solo un pórtico gótico que debió dar
acceso al asilo. El Hospital Velho de Viana do Castelo, presente en el Camino de Santiago, fue
construido por João Paes, constituyendo un hospital dentro de la órbita de los hostales
destinados a los peregrinos con su característico patio que articula el edificio y que está rodeado

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Azores, este último, convento que pasó a desempeñar actividades en las que se
alternaron las asistencial y las conventuales, empleándose una arquitectura que utilizó
numerosos recursos de la arquitectura mudéjar.449

En Canarias se optó por el primero de los modelos, fusionando los recursos


arquitectónicos presentes en las edificaciones domésticas con todos aquellos empleados
para el desarrollo de los templos y los cenobios, pero siempre con un carácter sencillo,
utilitario, de menor dimensión y sin la necesidad de expresar la magnificencia de una
monarquía que se consolidaba rápidamente, como ocurrió en los asilos de las ciudades
más importantes del momento. Pese a que algunas de las obras ejecutadas en territorio
insular se encontraban bajo el patrocinio de la Corona, como ocurría con el Real Hospital
de Nuestra Señora de los Dolores y San Martín en la ciudad de San Cristóbal de La
Laguna, no se observa la incorporación de elementos que los diferenciaran del resto de
los edificios presentes en la urbe. Las causas pudieron ser la carencia de protagonismo
por parte de las recién creadas ciudades isleñas o la ausencia de artífices y profesionales
expertos que trabajaran los materiales para lograr resultados mucho más elaborados.
Junto a la estructura articulada a partir de un claustro o patio, encontramos otra
diferente como la empleada para el Hospital de San Pedro Mártir en la ciudad
grancanaria de Telde, fundado en 1490 por la aborigen Inés Chemida Chamovita tras
concluir con la conquista de la Isla450, y sustentado por las limosnas y la ayuda librada
por la Corona451. Se caracterizaba por una planta en «T», donde el ara eucarística estaba

por galerías de piedra. A nivel insular destacan dos ejemplos: el Hospital de Santa Isabel (Funchal,
Madeira) fundado desde 1511, fue reubicado en las proximidades de la Sé Catedral en 1685,
estando concluidas las obras del edificio al año siguiente. Por último, la Igreja de São Boaventura
(isla de Flores, Azores), fundada desde el siglo XVI por el vicario Inácio Coelho que la provee de
las tierras precisas para su sustento, fue demolida para construir entre 1640 y 1740 el nuevo
templo y las dependencias monacales franciscanas.
449
Relaciones artísticas entre Portugal y España : [Simposio hispano-portugués, celebrado en
Salamanca, los días 2,3 y 4 de mayo de 1985] / coordinador Jesús Mª Caamaño. Valladolid: Junta
de Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura, 1986, p. 111-112.
450
GONZÁLEZ PADRÓN, A.M. Telde: Mito y realidad. Telde: Ayuntamiento de Telde, 1996, p. 38.
La fundadora del establecimiento hospitalario está enterrada en el templo que en la actualidad
se está restaurando y que perteneció al hospital.
451
BOSCH MILARES, J. El Hospital de San Pedro Mártir de Telde. In Revista de Historia, nº 56. La
Laguna, 1941, p. 322.
La reina Doña Juana, el 31 de agosto de 1505, mediante Real Cédula, se le entregaron al Hospital
terrenos y agua para su sustento.

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ubicada en la unión de los tres brazos, lo que favorecía la asistencia a los oficios
litúrgicos desde los lechos en los que se encontraban postrados los dolientes.452

Estructura y distribución del establecimiento hospitalario.

La iglesia hospitalaria

• Estructura: Presentan una sola nave rectangular, orientada su capilla mayor


hacia el naciente, cuyas dimensiones iban a razón de las del tamaño de la
fundación, con paramentos blancos y semirugosos, que en ocasiones se
encontraban decoradas con pinturas murales a base de motivos vegetales o
geométricos (bandas paralelas verticales que partían de un zócalo de
cantería)453. La nave se encontraba dividida en dos partes por un arco toral o
triunfal, la capilla mayor destinada al altar y al retablo principal, donde se
ubicaban los santos-patronos y advocaciones del hospital, y la zona destinada a
los feligreses, distribución presente en los hospitales de los Dolores y San
Sebastián de La Laguna, y en el de los Dolores de Santa Cruz de La Palma. En los
ejemplos más modestos (Icod de los Vinos), una simple elevación del pavimento
a través de un escalón diferencia el presbiterio del cuerpo de la iglesia.
A los pies, un coro en alto, al modo de las iglesias de los Reyes Católicos, se
sustenta por pies derechos a razón de las dimensiones de la nave454,
habitualmente ayudados por pequeños canes laterales empotrados. Anexo al
presbiterio se encuentra la sacristía, cuyo acceso puede ser desde el claustro o
desde la zona destinada a la capilla mayor, a diferencia que para el
establecimiento de Icod se emplea una pequeña puerta a la que preceden varios
escalones de madera. El establecimiento de Dolores lagunero presenta un
espléndido arco apuntado de cantería roja producto de la primero fundación
realizada en el siglo XVI.

452
SANTANA PEREZ, J. M. Hospital de San Pedro Mártir de Telde. In VIII Congreso Internacional de
Historia de América (AEA). Las Palmas de Gran Canaria: Casa de Colón/Cabildo de Gran Canaria
[Sitio web], Gran Canaria, 2000. URL: http://www.americanistas.es/biblo/textos/08/08-163.pdf
(consultado: 18 de junio de 2012).
453
Este tipo de decoración estaba presente en el Hospital de Nuestra Señora de los Dolores de La
Laguna; en la actualidad desaparecida tras la última restauración.
454
En el Hospital de Nuestra Señora de los Dolores de La Laguna, éstos son largos y de fuste
octogonal, carentes de basa y que arrancan desde el suelo.

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66. Francisco J. Castro: interior de la


iglesia del Hospital de Nuestra Señora del
Patrocinio y San Juan Evangelista, Icod de
los Vinos (2012).

El cerramiento superior de la
nave, de madera de tea, se realiza
habitualmente mediante armadura
de tipo mudéjar, que se continúa
por todo el cuerpo de la nave, en el
que se disponen dos faldones
laterales y almizate sin decorar, en
el que los nudillos son
continuación de los pares que se
ve detenido por la pared en la que
está inserto el arco toral.
Diferentes tirantes a razón de la dimensión de la nave, sustentados sobre canes
que se unen a un sencillo arrocabe, que se decoran con estrellas, aspas y lacería
de tipo mudéjar455. Para la cubierta del presbiterio, se emplea una armadura de
tipo mudéjar de par y nudillo compuesta por cuatro faldones unidos por limas
mohamar atravesado por tirante, que en ocasiones es doble, que da solidez al
edificio en su sector inferior. En cada una de las cuatro esquinas, al igual que en
las dos esquinas del coro456, cuadrantes dobles de lacería sustentados por canes
pareados. Un arrocabe, pintado o no, está presente en cada uno de los muros457.
En lo referente al suelo, desde principios del siglo XX, muchos de los suelos
primitivos de ladrillo de barro fueron sustituidos por baldosines hidráulicos,
dispuestos en rombos negros y blancos, que se popularizó considerablemente

455
MARTÍN RODRÍGUEZ, F. G. Arquitectura doméstica canaria. 2ª edición. Santa Cruz de Tenerife :
Aula de Cultura de Tenerife, 1978, p. 158-160.
456
Estos cuadrantes son sencillos en cuanto a su decoración si lo comparamos con los presentes
en la capilla mayor del templo.
457
La decoración puede ser, como en el Hospital de los Dolores de La Laguna, cuernos de la
abundancia, guirnaldas y frutas, a los que se les unen cartelas con textos latinos sustentadas por
diferentes putti.

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en los templos isleños458. El suelo del presbiterio se elevaba mediante una grada
de piedra.459

Elementos: En lo referente a los accesos, debemos diferenciar entre los internos


y los externos. Interiormente se podía acceder al templo básicamente desde tres
lugares, desde el claustro (vano de considerable tamaño, habitualmente de dos
hojas, y que como en el Hospital de Dolores de La Laguna, puede presentar arco
de medio punto en cantería)460, desde la sacristía como ya se ha comentado, o
desde la galería superior, que mediante
una puerta se da paso a la zona del coro
(dependiendo de las características del
edificio, podía presentar escalones como
en el Hospital de los Dolores de Icod,
donde al estar ubicado todo el complejo
en una zona de diferente cota, lleva a
que el claustro e iglesia no estén
nivelados; para sus homónimos lagunero
y palmero se repite el mismo esquema
pero sin esta particularidad).461

67. Orlando González: interior de la iglesia, con el


coro al fondo, del Hospital de los Dolores y San
Martín, La Laguna (1995).

458
AHPT: Protocolos notariales, 1358 [Francisco Sánchez de Zambrana], ff. 276r-277r de 1605.
Publicado por: Lorenzo SANTANA RODRÍGUEZ: «La iglesia de los Dolores de La Laguna», en
Aislados. Diario El Mundo, suplemento “Vivir en Canarias”, 3 de diciembre de 1999.
En 1605, el hermano Diego de la Cruz, de la orden de San Juan de Dios, contrató al pedrero
portugués Gaspar de Andrade: «… y ladrillar el cuerpo de la iglesia y capilla de ladrillo entero…».
459
Tanto en el Hospital de los Dolores de La Laguna como en el de Icod, se emplean este tipo de
baldosines para el cubrimiento de su suelo. En el Hospital de Dolores de La Laguna, a esta grada
pétrea se le añadía otra en la zona próxima al altar que se achaflanaba en sus esquinas; en la
zona del retablo principal, se agregaba una tercera que servía para asiento de los celebrantes el
acto litúrgico.
460
Una situación particular fue el Hospital de San Sebastián en La Laguna, que por las
características de la ubicación de esta casa-hospital, el templo quedó embutido entre el claustro
donde estaban ubicadas las enfermerías y una incorporación posterior de un edificio destinado a
la congregación que obligó a centralizar el templo, ubicando su acceso desde los pie del edificio.
461
Ambas fundaciones se crean a partir de la bula del papa León X en 1514.

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Desde el exterior, el templo puede presentar dos puertas laterales al modo de


las iglesias monjiles. Esta disposición permitía a las procesiones públicas entrar y
salir a la vez de su interior, de forma que los enfermos pudiesen presenciar,
desde el coro alto, las grandes festividades religiosas de la ciudad. En el caso del
hospital de los Dolores de La Laguna, la más próxima al campanario-espadaña se
halla más ricamente decorada, mientras que la segunda es más sencilla462; en
ocasiones puede existir una tercera puerta a los pies de la iglesia, como ocurría
en La Palma o en el Hospital de San Sebastián en La Laguna463 y que daban paso
a un pequeño atrio o plaza llamado «conpas» o «compás»464 que tenía múltiples
uso. Este elemento está presente en el Hospital de los Dolores de Icod,
existiendo en el de La Palma y San Sebastián de La Laguna465, así como en
algunos ejemplos luso.466
A todos los templos se les dota de ventanas en el costado del edificio que da a la
vía pública. La diferencia en número y forma (arcos de medio punto o
rectangulares), surge como resultado de la adaptación a las necesidades de luz y
a las dimensiones del edificio. Mientras que para el edificio del Hospital de los
Dolores de La Laguna se emplearon tres ventanas de medio punto, una en la
capilla mayor y las otras en el resto del inmueble, además de la del coro, al
homólogo de Icod de los Vinos tan solo se le dotó con una rectangular en la zona

462
En el Hospital de los Dolores de Icod, solo encontramos una puerta lateral, seguramente a que
este es de menores dimensiones.
463
PEREZ MORERA, J.; RODRÍGUEZ MORALES, C. (2008). Opus cit, p. 151.
La distribución emulaba la empleada para los conventos femeninos en el caso del asilo lagunero,
mientras que para el construido en La Palma, se propone un diseño diferente: ubicar uno de las
puertas en los pies, sobre esta se colocó la espadaña en el vértice del tejado.
464
AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La
Palma); Estante 35, legajo 629, folio 4.
465
FERNÁNDEZ, P. El fundador de San Cristóbal de La Laguna. El Día (Santa Cruz de Tenerife), 30
de junio de 2012.
En el plano de San Cristóbal de La Laguna del siglo XVIII que ilustra el artículo, queda claramente
definida la existencia de este elemento arquitectónico en el edificio del Hospital de San
Sebastián.
466
MOUTINHO, M. A arquitectura popular portuguesa. 3ª edición. Lisboa: Editorial Estampa,
1995, p. 116.
Este tipo de elemento arquitectónico lo observamos en ejemplos de la arquitectura religiosa
portuguesa, que en algunos casos se les añade un alpendre con la Iglesia de Coina en la región
del Centro Litoral.

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del retablo principal y un óculo octogonal en la fachada principal que ilumina


toda la iglesia.

68. Francisco J. Castro: acceso de entrada


a la iglesia, precedida del «compás», y a la
casa-hospital del Hospital de Nuestra
Señora del Patrocinio y San Juan
Evangelista, Icod de los Vinos (2012).

El templo de la casa-hospital tenía


una «doble función espiritual», la
de atender tanto a los miembros
de la parroquia como a los asilados,
lo que llevó a crear dispositivos que
evitaban el contacto entre ambos.
Para el templo del hospital palmero
se dispuso en uno de los paramentos, el que se encontraba en contacto con el
claustro de la casa-hospital, un vano al que se le había incorporado una reja que
permitía asistir a los dolientes a la liturgia. Junto a este ejemplo aparece el del
Hospital de los Dolores de Icod, que presenta una tribuna de madera, a modo de
ajimez de interior cerrado por celosías. Con acceso desde la galería alta del
claustro, sobre la puerta que comunica el patio con la iglesia, fue empleado
tanto por los enfermos incapacitados que se encontraban alojados en las
enfermerías superiores como por las monjas bernardas que ocuparon el edificio
a raíz de la quema de su convento en 1798.467
Un elemento presente en todos los templos es el campanario-espadaña,
elemento que varía atendiendo al número de campanas que aloja y a su
ubicación. Para la isla de Tenerife, de los ejemplos que nos han llegado, tanto el
Hospital de los Dolores como el de San Sebastián en La Laguna estaban
habilitados para portar dos campanas sustentadas por dos arcadas gemelas de
medio punto (incluso el primero estaba preparado para una tercera de menor
tamaño para el segundillo), al igual que el de los Dolores en La Palma. El hospital

467
A él se llegaba desde la galería adosada a la iglesia, cuyo vano se cerraba mediante una puerta
de dos hojas con pestillo.

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de Icod ofrece un ejemplo diferente, de modo que por su reducidas


dimensiones tan solo tiene una campana. En lo referente a su ubicación en el
edificio, esta varía considerablemente: sobre la entrada o acceso principal al
templo (Hospital de San Sebastián de La Laguna, de considerable tamaño,
mucho menor en el ejemplo de Icod, éste último colocado en un lateral de la
fachada), sobre la entrada o acceso principal a la casa-hospital (Hospital de los
Dolores en La Palma, pese a que tras la remodelación sufrida posteriormente,
ésta se lateraliza colocándose sobre el paramento donde están los dos accesos
al templo desde la vía pública), rematando campanario en dos cuerpos (Hospital
de los Dolores en La Laguna, a la que se accede desde el coro y que presenta
una ventana horadada que permite la iluminación del coro alto).
Anexo al templo, se encontraba el osario o carnerito donde se depositaban los
huesos de los difuntos exhumados. El gran número de asilados que fueron
enterrados en las iglesias hospitalarias justificaba su presencia.468

La casa hospital

El edificio constaba de dos plantas, que al igual que para el templo eran de tapial
cubierto por un calicostrado, donde las dependencias que conformaban los
asilos se articulaban a partir de un patio central rodeado por pies derechos
rematados por zapatas. Era costumbre entre los hospitales isleños, al igual que
en el resto de la ciudades españolas, emplear ambos niveles para la atención de
los enfermos, colocando en ambas las enfermerías diferenciadas por sexos o por
alturas, aunque la planta baja tenía ese fin solo en situaciones forzosas, como
epidemias, debido a que no era muy adecuada para hospedar enfermos por los
graves problemas que se tenía de «humedad».
El patio o claustro a partir de donde se articulaban todas las estancias del
establecimiento se adaptaba a las características del solar en el que estaba
emplazado: mientras el Hospital de los Dolores en La Laguna tenía forma
trapezoidal, el ubicado en Icod era cuadrado. Tanto en el Hospital de los Dolores

468
AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La
Palma); Estante 36, legajo 629, folio 33.

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de La Laguna y el de Icod, así como el de La Trinidad en la Orotava, en el centro


de sus patio aparece una fuente, que no busca tan solo aportar belleza a la
estancia, sino que pretende dar sensación de frescor a aquellos que moraban en
ella. Con el fin de almacenar el agua y lavar la ropa de los enfermos, desde los
primeros tiempos se documentan en estos patios pozos, tanques e incluso
artesones fabricados en madera de tea como el del Hospital de los Dolores de
Santa Cruz de La Palma469. Primigeniamente, en el lugar donde estaban éstas,
existía un pozo que suministraba agua al establecimiento, no solo para el aseo
de los que se alojaban en ella, sino para mantener limpias las estancias (en el
Hospital de los Dolores lagunero hay constancia de la existencia de dos). En
torno al pozo, se disponían pequeños parterres o zonas acotadas, donde se
cultivaban plantas medicinales y aromáticas que posteriormente eran
empleadas en la botica para la preparación de remedios y medicamentos. A
estos se les denominó jardín de la botica.470

69. Francisco J. Castro: detalle del patio del Hospital de Nuestra Señora
del Patrocinio y San Juan Evangelista, Icod de los Vinos (2012).

469
AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La
Palma); Estante 36, legajo 631, folio 31 vuelto.
En 1603 el obispo don Francisco Martínez mandó construir un tanque de madera de tea en forma
de artesa invertida para la lavar la ropa de los enfermos.
470
DE SÁ BRAVO, H. Boticas monacales y medicina naturista en Galicia. León: Editorial Everest,
2007, p. 77-79.

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El claustro, rodeado por una galería, servía de comunicación, distribuidos y


como acceso a alguna de las salas de enfermos, proporcionando una importante
iluminación y ventilación al edificio, que en los primeros momentos estuvieron
abiertas, procediendo a finales del siglo XIX y principios del XX a aplicarles
cerramientos mediante cristal y celosías de madera en la galería de la planta
superior (Hospital de la Santísima Trinidad en la Orotava y el Hospital de los
Dolores en Icod de los Vinos), que en ocasiones se cerraba por completo
colocando ventanas con dos hojas y apertura hacia el interior (Hospital de los
Dolores de La Laguna); en la galería de la planta baja, se planteaban soluciones
diferentes como era el murado perimetral, estableciendo así cuatro acceso al
patio con puerta cada uno que se remataban con elementos finos y verticales
lanceados.
La casa-hospital podía estar dotado con otro patio anexo o traspatio, que en
este tipo de edificios servía de corral, lugar destinado a diversos servicios, entre
ellos el lavadero (pese a que en sus orígenes muchas instituciones los ubicaban
en el centro del patio junto al pozo), las cuadras, caballerizas o los pajares, y en
algunas ocasiones la cocina destinada a la congregación religiosa presente en el
hospital. Este tipo de elemento, con acceso independiente, estaba presente e el
Hospital de los Dolores de La Laguna, seguramente obligado por las dimensiones
del solar y su ubicación en la ciudad, dotándolo, durante el siglo XIX, de un aljibe
para la almacenar las aguas procedentes de la lluvia. En el Hospital de los
Dolores de Icod, debido a sus reducidas dimensiones, se precisó usar, una vez
abandonada, las dependencias en las que se encontraba la antigua cárcel del
pueblo, ubicando allí además de la cocina, los lavaderos.
En lo referente al camposanto, destaca que los hospitales laguneros carecieron
de alguno debido a su ubicación dentro de la ciudad471, además de que era
costumbre que se procediera a enterrar a los enfermos en el interior del

471
La orden de construir los cementerios fuera de las urbes en España, eliminando la costumbre
de dar sepultura en los templos se establece con Carlos III, que en 1787 mando construir los
cementerios según el Ritual romano, obligando a la Iglesia a acatar esta orden. Carlos IV ordenará
el establecimiento de los camposantos extramuros en 1804.

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templo472. En contraposición destaca como en un plano de la ciudad de Icod de


los Vinos, fechado en 1559 y realizada por Juan Gómez Luis-Rabelo, el
cementerio está anexo a la Iglesia de San Marcos y muy próximo a la primera
ubicación del hospital.473
Entre las dependencias que se encontraban en la planta baja estaba:
- La portería con el zaguán. Constituía el único acceso a la casa hospital
desde la vía pública. El sentido de la clausura propio de las instituciones
hospitalarias aconsejaba limitar las entradas tanto por razones
higiénicas como para procurar el máximo silencio y aislamiento.
Habitualmente, como observamos en los Hospitales de los Dolores de La
Laguna e Icod, a la izquierda se encontraba un habitáculo destinado al
hospitalero y su familia, persona encargada del cuidado y
mantenimiento del hospital, que en ocasiones tenía funciones de
portería, y que posteriormente se convirtieron en los lugares donde se
ubicaron las «Casas de Socorro». De considerable tamaño, llegaban a
poseer hasta 2 o más habitaciones.
- La rueda o torno. Elemento característico de la portería o acceso
principal era la rueda o torno para la recogida de los niños “de la cuna” o
expósitos. Semejante a los de los monasterios de monjas de clausura, en
1605 el hermano Diego de la Cruz, de la orden de San Juan de Dios,
contrató al pedrero portugués Gaspar de Andrade “para poner un torno
como el de las monjas” en el hospital de Nuestra Señora de los Dolores
de La Laguna. Con el nombre de “la Cuna” se conocía, asimismo, la calle
a la que se abría la portería con el torno del hospital de Santa Cruz de La
Palma, por donde era depositados los niños expósitos. Hijos ilegítimos o
huérfanos de padre en situación de miseria, abandonados o entregados
anónimamente a fundaciones benéficas para su cría y educación, de ese

472
AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La
Palma); Estante 36, legajo 631, folio 32 vuelto.
473
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. El hospital de Ycod de los Vinos. In Homenaje a
Alfonso Trujillo. Tomo I. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura del Cabildo Insular de Tenerife,
1982, p. 336.

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modo se preservaba el honor de las madres evitando el infanticidio474.


En ellas se les proporcionaba ropa, cobijo, atención médica y
alimentación en sus primeros años, esta última administrada por amas
de leche. Los infantes abandonados se depositaban en un dispositivo
giratorio exterior denominado torno, que podía estar empotrado en la
pared con una puertecilla475, o en la puerta del lugar destinado a la cuna
de expósitos; en el primero se avisaba mediante pequeños golpes en la
puertecilla476, mientras que en el segundo la llamada era haciendo sonar
una campanilla de aviso477. Un ejemplo aún presente es el existente en
el acceso principal al Hospital de la Santísima Trinidad en la Orotava.
Desde 1665, en la isla de Tenerife se creó en el Hospital de los Dolores
de La Laguna478, única en este municipio hasta que en el siglo XIX se
incorporó este tipo de dispositivo también en el Hospital de San
Sebastián. A mediados del siglo XIX, existían cuatro cunas en la isla de
Tenerife y una en la de La Palma: Hospital de los Dolores de La Laguna,
Hospital de la Santísima Trinidad de la Orotava, Hospital de la
Concepción en Garachico y el Hospital de Desamparados en la capital,
este último con carácter provincial479; el Hospital de Dolores ubicado en

474
SOSA, J. DE. Topografía de la isla afortunada de Gran Canaria. 1ª edición. Las Palmas de Gran
Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1994, p.72.
Hisose por los continuos riesgos y notorias desracias que susedian en los tiempos antiguos con
dichos inocentes, por hallarles muchas veces en las puertas y portales pendientes de los cerrojos,
y aun en las mismas calles muy de mañana, unos elados y otros medio comidos de animales.
475
Ibidem.
476
SOSA, J. DE. (1994). Opus cit, p.72.
477
Reglamento del Colegio de la Paz de Madrid. Madrid: Imprenta de D. José María Alonso, 1849,
p. 3-5.
478
MOYANO BAZZANI, E. L. Notas sobre la Beneficencia en Canarias a mediados del siglo XIX. In
VIII Congreso Internacional de Historia de América (AEA), Las Palmas de Gran Canaria, Casa de
Colón/Cabildo de Gran Canaria, 2000, [Sitio web]. Gran Canaria, 2000.
URL:< http://www.americanistas.es/biblo/textos/08/08-159.pdf>; (consultado en mayo de 2012).
Aunque existía en la ciudad de las Palmas antes que en la ciudad de la Laguna, no consta por
quién había sido fundada, pero sí, que la primera donación la hizo Don Juan Manuel Suárez, en
20 de marzo de 1627.
479
En el último tercio del siglo XVIII, el Real Hospicio de San Carlos fue la institución benéfica en
Santa Cruz de Tenerife que se dedicó al cuidado tanto de jóvenes como adolescentes
necesitados.

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la capital palmera era el que tenía estas funciones480, estando colocado


en un lugar poco transitado denominado Calle de la Cuna. En Gran
Canaria, el Hospital de San Martín disponía, desde 1647, de un hospicio
para los niños expósitos, fundado por Pablo Gutiérrez de Sotomayor481.
A los niños depositados en el torno, numerosos por las continuas quejas
de sus protectores482, se les bautizaba y registraba por el cura del
establecimiento (inicialmente coincidía con de la Parroquia del Sagrario
de la Iglesia Catedral de Santa Ana) para pasar a ser cuidados por el
ama.483

70. Francisco J. Castro: detalle del torno de expósitos (interior y exterior) en el acceso
principal del Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava (2012).

- Imprescindible para las funciones administrativas, el archivo custodiaba


la documentación generada por la casa-hospital a lo largo del tiempo:
libros de fundación, de inventario de bienes muebles, imágenes y

480
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, Tomo IV; p. 121-158.
481
BOSCH MILLARES, J.; BOSCH HERNÁNDEZ, J. La Medicina en las Provincia de Las Palmas. Las
Palmas de Gran Canaria: Mancomunidad de Cabildos, 1981, p. 11 y 32.
482
SOSA, J. DE. (1994). Opus cit, p.72-73.
483
HERRERA HERNÁNDEZ, M. Retazos de la historia dela medicina infantil en Gran Canaria. In
Pediatría canaria. Progresos y perspectivas. Granada: Editorial Comares, 1997, p. 378-401.

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alhajas y relación de memorias y obras pías instituidas por los


bienhechores; protocolos de escrituras, que recogían las propiedades,
censos, tributos y rentas en general; libros de cuentas rendidas por los
mayordomos durante su periodo de actividad.
- La cocina principal, a la que se le daba una marcada importancia, estaba
destinada a la preparación de los alimentos para los enfermos. La
medicina medieval influyó considerablemente en la diferenciación entre
el individuo sano y el individuo nutrido. Además, estableció una
clasificación de los alimentos: caliente-frio y seco-húmedo, que se
establecieron atendiendo a la Teoría de los Humores promulgada por
Galeno. El habitáculo donde se encontraba, presentaba un hogar que el
fogonero alimentaba con leña, durante la preparación de los alimentos,
el fuego que calentaba los recipientes de cocción: ollas de hierro
suspendidas sobre las brasas, sobre un triángulo de hierro plano
colocado sobre el hogar o provista de unas patas que la mantenían
estable. En ella existía un poyo o muro, circunscrito por un dintel en el
que se ubicaban los fogones en el que se quemaban madera o carbón
vegetal484. Entre el menaje estaban lebrillos, tinajas, calderas de cobre,
almirez y cestas, entre otros. Algunas cocinas estaban dotadas con un
horno de bóveda empotrado en la pared donde se cocía el pan, pasteles,
empanadillas o donas y galletas.
- Desde sus orígenes, los establecimientos asistenciales de las Islas se
vieron dotados gracias a la caridad de sus benefactores de tierra que
proporcionaron innumerables beneficios a estas fundaciones que se
materializaban en censos y tributos485. Esto llevó a que crearan en el

484
MARTÍN RODRÍGUEZ, F. G. (1978). Opus cit, p. 196-198.
485
MARTINEZ GALINDO, P.M. La vid y el vino en Tenerife en la primera mitad del siglo XVI. La
Laguna (Tenerife): Instituto de Estudios Canarios, 1998, p. 526-533.
Entre las primeras dotaciones entregadas al Hospital de Nuestra Señora de la Antigua
Misericordia encontramos: en 1510, dos portugueses Diego Afonso del Barranco y Gomes
González entregan, el primero 8 fanegadas de tierra en Tacoronte con fuentes, casa y un parral,
y el segundo 6 fanegadas de tierra en el barranco de Ygoa (valle del Bufadero); una tercera
donación de interés fue la realizada, en esta misma década por el luso González de Oporto,
entregando a la fundación una viña de riego en Tejina con 5.000 cepas y otros tantos árboles

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edificio del hospital, habitáculos que permitieran el almacenado de


estos bienes y en el que podíamos encontrar los cuartales, utensilios
que servían para medir el grano de las rentas.486

71. Fernando G. Martín: detalle de la cocina y horno de la


Casa de los Coroneles, La Oliva (1978).

- La granero o granel –voz de origen portugués—, panera en Castilla,


estaba destinado al almecenamiento de los cereales (trigo, cebada,
centeno)487, tanto procedente de las rentas propias como adquiridos. El
cereal se ingería habitualmente en forma de pan (rara vez como pasta).
Considerado como el alimento más común entre las diferentes clases
sociales de ese momento, se consumía un promedio de entre 1–1,5 kg
por persona y día. Los granos más empleados en la fabricación de pan
eran el centeno, la avena, la cebada y el mijo (poco frecuente el arroz

frutales. Igualmente, al Hospital de San Sebastián en La Laguna, se le dotó de bienes desde sus
orígenes: su fundador, Pedro López de Villera en 1507 dotó al hospital, tras su fallecimiento, con
75 fanegadas de tierras de secano en Tegueste, y 80 fanegadas de tierras de secano y 3 de
regadío junto a El Realejo. El Hospital de los Dolores en Icod de los Vinos se vio beneficiado en el
momento de su creación por la entrega, por parte de Pedro Afonso en 1535, de una viña y parral
debajo del risco de la Vega, además de 120 fanegadas de tierras de secano en el Malpaís y una
casa en la ciudad de Icod.
486
MATEOS ROYO, J.A. Auge y decadencia de un municipio aragonés: el Concejo de Daroca en los
siglos XVI y XVII. Daroca: Centro de Estudios Darocenses, 1997, p. 267-273.
487
MARTÍN RODRÍGUEZ, F. G. (1978). Opus cit, p. 199.

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por su elevado precio)488. Además de contener el grano, en ella se


guardaba el pan cocido en el horno de la cocina del hospital y la harina
procedente del molino. Como es tradicional, el granero siempre se
situaba en última planta para favorecer la conservación de los cereales y
evitar la corrupción del grano por causa de la humedad del suelo o la
acción de los roedores.

72. Francisco J. Castro: detalle del exterior e interior de la galería superior del claustro en el Hospital de
Nuestra Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista, Icod de los Vinos (2012).

- La bodega, situada a diferencia de los graneros superiores en la plata


baja, servía como lonja o fresquera para conservar el vino, almacenado
en toneles, pipas o barricas de madera. El vino se consumía a diario en
los países europeos donde se cultivaba uva, tales como los
mediterráneos y Francia. Era la bebida de elección de los nobles, siendo
consumida en menores cantidades por los miembros de la sociedad
menos desfavorecidos. Se le consideraba como una bebida nutritiva y
que favorecía la digestión, empleándosele para la fabricación de

488
El trigo era el cereal por excelencia en Europa durante la Edad Media. Con él se fabricaba pan
para el que se empleaban harinas de diferentes calidades: las más refinadas producían pan
blanco que era consumido por una clase alta, mientras a medida que se oscurecía éste, se iba
bajando socialmente, conteniendo altas cantidades de salvado aquel destinados a las clases con
menor poder adquisitivo. En «años de vacas flacas» para su fabricación se utilizaban frutos secos
(sobre todo nueces), helechos y legumbres, entre otros.

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remedios y ungüentos en la botica. En Canarias, el desarrollo vitivinícola


obligó a que los hospitales estuvieran muy ligados a la vid, presentando
entre sus bienes numerosas heredades próximas a la ciudad de La
Laguna.489

73. Francisco J. Castro: arca de


madera para almacenado de
objetos: documentos, ropas y
enseres, La Orotava (2012).

- La necesaria o atajo (servicio)


existieron tanto como
habitáculos independientes
como incorporados a las
enfermerías. Las prácticas
higiénicas eran efectuadas en palanganas de metal, con la que se
practicaba el aseo de los enfermos490. El retrete o escusado se ubicaba
frecuentemente junto a la cocina. Cuando las necesarias se encontraban
integradas dentro de las enfermerías, se procuraba que su cerramiento
o tablazón llegase hasta la techumbre para evitar la propagación del
hedor. De ese modo se mandaron fabricar en 1603 en el Hospital de los
Dolores de Santa Cruz de La Palma. Era más habitual encontrar un hoyo
con pozo negro que se excavaba en una huerta trasera y donde se
realizaban las necesidades. En algunos ejemplos de la arquitectura
doméstica canaria aparecen retretes a modo de voladizo en la segunda
planta, modelos importados de Castilla y Aragón (Salamanca y
Huesca).491
- La escalera comunicaba las plantas inferior y superior, habitualmente
circunscrita en un arco rebajado de cantería en dos tramos donde el
segundo esta colocado indistintamente, a derecha o izquierda. En los
edificios conventuales era usual la presencia de un altar en la meseta o

489
MARTINEZ GALINDO, P.M. (1998). Opus cit, p. 536.
490
AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La
Palma); Estante 36, legajo 631, folio 31 vuelto.
491
Ibidem, p. 198-199.

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descanso de la escalera. Con antepecho o tribuna de fábrica o


mampuesto, podía presentar iluminación propia mediante pequeños
vanos superiores, como los que encontramos en el Hospital de Dolores
de La Laguna. La de mayor magnificencia de las que actualmente se
conservan es sin duda la escalera de piedra labrada del Hospital de La
Trinidad en la Orotava, resto del desaparecido Convento de San Lorenzo,
incendiado en 1801.

74. Francisco J. Castro: detalle de la tribuna


con celosía y puerta de acceso a la iglesia
desde el claustro en el Hospital de Nuestra
Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista,
Icod de los Vinos (2012).

- El cuarto mortuorio era la


readaptación de un elemento
presente en los conventos y
monasterios, la sala De profundis, así
llamada por ser el lugar en el que los
religiosos, antes de pasar al comedor
para la refacciones tanto del
mediodía como de la noche, rezaban
el salmo 129 (“Desde lo hondo…”), a
modo de responsorio por el eterno
descanso de los hermanos difuntos,
pasando posteriormente al refectorio
(comedor conventual). Tras la
desaparición de las órdenes
conventuales de la casa-hospital, esta
sala se empleó para instalar en ella
los quirófanos, como ocurrió en el Hospital de los Dolores de Icod,
ubicando la morgue en las dependencias de la ya nombrada antigua
cárcel, o como comedor de los enfermos, colocando mobiliario
adecuado para tal fin (taburetes y mesas).
- El dormitorio-enfermería. En los hospitales de mayor entidad (La Laguna,
Santa Cruz de La Palma) existían cuartos —entendidos como crujías— o

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enfermerías segregadas por sexos para hombres y mujeres, mientras


que en algunas pequeñas casas hospitales como la de Icod de los Vinos
fueron en sus primeros tiempos pequeñas salas indiferenciadas para
ambos sexos492. En relación al tamaño del edificio, otros casos contaban
con enfermerías altas y bajas, según su situación en las plantas
superiores o inferiores, aunque por razones de salubridad se procuraba
ubicarlas en el piso noble. También encontramos espacios de este tipo
dedicados al tratamiento de enfermedades especiales, como la sala
destinada a las enfermedades venéreas que contaba el Hospital de los
Dolores de La Laguna. Para su construcción y disposición, se tomaba
consejo al personal médico y a las autoridades eclesiásticas, del mismo
modo que también se tenían en cuenta la orientación y las corrientes de
aire para su ventilación. Según la disponibilidad del asilo, estaban
dotados bien de camas de mayor tamaño o de simples catres. Se
empleaba para aquellos pacientes que pudieran estar más graves o que
presentaran dificultad para la deambulación. La importancia de la
práctica religiosa en la medicina tradicional, hacía necesaria la presencia
del altar, situado en medio de la sala, de modo que los enfermos
pudiesen seguir los oficios religiosos desde sus camastros. En estas
capillas o altares recibían culto los santos protectores que daban
nombre a la enfermería493 u otros que iban en función del fervor de los
asilados o donantes. Habitual era también la representación de la
crucifixión, imagen de la redención del hombre a través del sacrificio de
la cruz. El tipo de cubierta solía estar conformado por estructuras de
cañizo o de madera (menos frecuente este último), en zonas próximas al

492
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, tomo I, p. 305-312.
Esta primera ubicación estaba constituida por varias casas altas y corral, que el colmenero Pedro
Afonso había donado en 1533.
493
Roque de Montpellier: iconografía de los santos protectores de la peste de Canarias:
[exposición] / IV Centenario de la Advocación de San Roque en Garachico, 1606-2006,
Exconvento de San Francisco, Villa y Puerto de Garachico, 20 de octubre - 3 de diciembre de
2006; [comisario, Jesús Pérez Morera; estudios, Jesús Pérez Morera, Lorenzo Santana Rodríguez,
Juan Gómez Luis-Ravelo]. Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes, Gobierno de Canarias,
2006, p. 34-43.

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techo, en los que se depositaban hierbas aromáticas para tratar de


enmascarar los olores que se generaban de enfermedades pestilentes.
De elaboración local por lo común, la lencería y la ropa de cama utilizada
en los centros asistenciales se guardaban en una pieza o ropería
destinada para tal fin. Estaban tejidas de lino y lana, aunque se utilizaba
también el sayal, de inferior calidad. Procedían de muy diversas fuentes:
donaciones de particulares, de miembros de la nobleza o mandas
testamentarías, de canónigos y dignidades de la iglesia, de cofradías, o
de laicos agradecidos.
- Para aplicar los remedios preparados en la botica, algunas casas
hospitalarias contaban con una pieza específica o cuarto destinado a
unciones, purgas y sudaderos494. A partir del siglo XV, las boticas fueron
regentadas por el maestro boticario, titulación obtenida mediante el
examen. En ella se disponían tanto las herramientas como los
ingredientes necesarios para fabricar los remedios.
- Entre el mobiliario que podíamos encontrar tanto en la galería baja como
en la alta, estaban diversas arcas, con diferentes funciones: para
archivo, para ropa o para utensilios caros de uso poco habitual, que
sacaban para festividades señaladas. En ocasiones se disponía una
habitación en la que se custodiaban los archivos y que en ocasiones
hacía de despacho para los médicos o para las autoridades del hospital.
A parte del mobiliario y las ropas, los hospital tenía otros enseres: todos
aquellos objetos relacionados con el culto, como insignias, pendón, cruz,
cálices, enseñas de las cofradías; herramientas para enterramientos
(azadones, azadas y palas); andas para el transporte de los difuntos, así
como los reposteros y la campanilla que utilizaba el corredor. Existían
determinados enseres como vasos, jarras de beber vino, tinajas y

494
AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La
Palma); Estante 36, legajo 631, folio 78.

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bacinillas, entre otros, que anualmente eran repuestos por la facilidad


que presentaban para las roturas.495
Con respecto a las dependencias de la planta superior encontramos:
- Los dormitorios-enfermerías, ya descritos.
- El palomar era un privilegio reservado a los señoríos y a determinadas
fundaciones. Denominado «derechos de palomar», estaban regulados
por la ley establecida en 1487 por Enrique IV496. Los señores podían
ceder a sus súbditos el cuidado de los palomares a cambio de la mitad o
una parte de los productos: pichones y palomina. Estás últimas eran muy

495
MARTÍN RODRÍGUEZ, F. G. Santa Cruz de la Palma : la ciudad renacentista. Santa Cruz de
Tenerife: Cepsa, 1995, p. 237-238.
Detallado inventario del Hospital de Nuestra Señora de los Dolores en Santa Cruz de La Palma
fechado en 1603 (iglesia, plata y otros, además de esclavos, enfermería, cocina, bodega, corral y
caballeriza).
496
DOMINGUEZ APARICIO, J.; DOMINGUEZ DE CASTRO, S. Leganés en el Archivo Histórico de
Protocolos: Colección documental (siglos XVI-XVIII). Madrid: Editorial Vision net, 2007, p. 21-23.
El Archivo de Simancas custodia la Ley de palomares promulgada por Enrique IV en 1465, tomo V
nº 1602, 1465-30 de Octubre 1487, folio 37.
Otrosy muy esclarecido rrey e sennor, vuestra alteza sepa que en muchos logares deste rreyno
avian e han por cosa de gran utilidad fazer e tener casas de palomares para criar e tener
palomas, de que allende de sus duennos se proueyan otras gentes asaz, pero segund el danno que
han rrecebido e rresciben de cada dia en queles han matado e matan las dichas palomas algunas
personas con ballestas e otras con rredes e lazos e otras armacas, asy en los mismos palomares e
cerca dellos como fuera, e lo que se estima por mayor querella e danno es que si los duennos de
los dichos palomares e palomas o otros en su nombre lo quieren rresistir e rreclamar, han seydo e
son ynjuriados de dicho e de fecho de las personas que asy gelas matan, por manera que han
tomado ser el mejor rremedio derribar e despoblar los dichos palomares. Sobre lo qual suplicamos
a vuestra rreal sennoria quele plega de ordenar a mandar que ningunas personas non sean
osadas de matar las dichas palomas ni las tomar, mandando castigar e penar alos quelo contrario
fizieren delo qual se seguira que enlos logares son dyspuestos para criar las dichas palomas, ayan
voluntad de hazer e tener palomares.
Aesto vos rrespondo que dezides bien e me plazes delo prouer e mando que persona ni personas
algunas de qual quier estado e condición que sean, no ayan osadia de tomar palomar ni palomas
algunas ni les tiren con vallesta ny arco ni piedra ni en otra manera, ni sean osados delas armar
con rredes ni lazos no con otra armaca alguna en derredor de donde quiere palomares o palomas,
e hordeno e mando quel quelo contrario fiziere que el mismo fecho pierda la ballesta o rredes e
armancas e sa de la persona o personas que gelo tomaren, e que por cada paloma pague sesenta
mrs. La mitad para el duenno de las dichas palomas e la otra mitad para el juez quelo executare,
e mando a quales quier mis justicias corregidores e alcaldes e merions que executen e fagan e
manden executar enlas tales personas que hazen las dichas armancas e maten las dichas palomas
lo hazen encubierta e secretamente, por manera que los que asi rresciben el dicho danno no lo
pueden aueriguar e prouar, para rremedio delo qual a las dichas justicias qualquier dellas, que sy
el duenno de tal palomar o palomares hizieren juramento en forma deuida de dercho que halló
ala tal persona haziendo el dicho danno, que tal juramento se rreciba por entera prouanca para
que enlos tales se execute la dicha pena o penas.

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apreciadas por su alto valor proteico; cuando crecían, su función se


modificaba convirtiéndose en las transportadoras de mensajes, lo que
facilitaba la comunicación rápida y segura a larga distancia.
Habitualmente se ubicaban en las zonas altas de los edificios,
presentando diferentes formas geométricas (cuadrado, circular,
rectangular, octogonal,…) fabricado con semejantes materiales y
técnicas que los empleados para la arquitectura doméstica (tapial o
adobe).
- En la galería más próxima al templo se ubicaban dos elementos
destacados. El primero era la puerta de acceso al coro, sencilla y de una
hoja. Daba paso, como en el Hospital de los Dolores de Icod, a una
pequeña escalera por la que se entraba al lugar destinado a este fin
dentro del recinto sacro. En segundo lugar, la puerta que daba paso a la
tribuna, habitualmente de dos hojas, que permitía a los enfermos o a las
religiosas asistir a los actos litúrgicos.497

El hospital extra-urbe, «liberador» del azote de las epidemias a las ciudades.

La lacería contó, en todo momento, con patrocinio regio, asistiendo a los


leprosos, gafos y otras enfermedades contagiosas y perpetuas498 en «establecimientos
extramuros». La casa del Hospital de San Lázaro en Las Palmas de Gran Canaria atendía
a los dolientes de todo el Archipiélago desde 1556, disposición estipulada mediante Real
Cédula de 25 de noviembre, pese a que en numerosas ocasiones hubieron conatos de
dotar a Tenerife con un tipo de dispositivo de semejantes características499. En la recién
creada fundación sus primeros pasos vinieron marcados por desorganización secundaria
al volumen de enfermos asistidos en este centro. El prístino edificio, una casa-hospital,
se edificó de manera modesto sufragándose con unas rentas que no eran ni siquiera
suficientes para asumir los gastos que se generaban en la institución. En él, se internaba

497
TORRES, E. DE. El Convento de Monjas Bernardas. El Día (Santa Cruz de Tenerife), 25 de
septiembre de 1955.
498
SOSA, J. DE. (1994). Opus cit, p.73.
499
HENRIQUES DE NORONHA, H. (1996). Opus cit, p. 316-317.
En Funchal (Madeira), se disponía de un dispositivo con semejantes fines, desde 1515, por orden
regia de Manuel I.

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a malatos e infecciosos sin cura, obligándolos a estar sometidos a la clausura hasta su


muerte. Con el ataque del el pirata holandés Van der Does en 1599 que asoló la capital
grancanaria, este primer edificio desapareció pasto de las llamas que destruyeron casi
toda la urbe. La reconstrucción del inmueble fue prácticamente imposible, teniendo la
fundación que deshacerse de terrenos a censo perpetuo para sobrevivir. Con el dinero
obtenido se edificó, durante el siglo XVII, un nuevo edificio cuyas características no se
diferenciaban considerablemente de las de la casa-hospital, a excepción de su planta y
distribución.

75. Pedro Agustín del Castillo y León: plano de la ciudad de


Las Palmas de Gran Canaria (1686).

El edificio presentaba una planta en «U» que se cerraba mediante un muro


almenado orientándose hacia el este, al igual que la iglesia que constituía uno de los
brazos de ésta500. Articulado a partir de un luminoso y aireado patio, el nuevo Hospital
de San Lázaro, se distribuía en celdas individuales, cinco altas y ocho terreras, a modo
de pequeños habitáculos en los que el enfermo realizaba su vida diaria, disponiendo de

500
CASTILLO, P. A. DEL. Descripció de las Yslas de Canaria compuesta por D. Pedro Agustín del
Castillo y León... dirigida al muy Ilustra Señor D. Francisco Bernardo Varona….Año de 1686.
Facsímil. Madrid: Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria (Servicio Insular de Cultura), 1994.

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una zona para alojar tanto al capellán como al mayoral501. Aunque a partir de 1614 se
comenzaron a recibir a los primeros enfermos leprosos y elefanciacos con carácter
oficial, las obras en la fábrica del Hospital no concluyeron hasta pasados unos años. En
1635, gracias a la limosna aportada por varios vecinos se concluyó la fábrica de la iglesia,
continuando los trabajos hasta 1657, cuando se finalizó con la reconstrucción del resto
del inmueble.

Descripción de los elementos presentes en el Lazareto (siglo XVII).

- La iglesia, de una sola nave rectangular, su capilla mayor estaba


orientada hacia el este como ya se ha apuntado, de dimensiones
superiores en altura al resto del edificio, presentando paramentos
blancos e irregulares, producto de los muros de tapial y del calicostrado.
No parece que la nave se encontraba dividida en dos partes, sino que al
igual que en la iglesia del Hospital de Los Dolores de Icod de los Vinos,
en la nave se unían los dos espacios. Posiblemente, a los pies, se
dispusiera un coro a modo de grada, así como próxima a la capilla
mayor, elevada con respecto al resto de la nave, se ubicaría la sacristía,
anexa al templo. El cerramiento superior de la nave era mediante
armadura de tea de tipo mudéjar, que se continúa por todo el cuerpo de
la nave, a par y nudillo, y tirantes a razón de la dimensión de la nave,
sustentados sobre canes, que se decoran con estrellas, aspas y lacería de
tipo mudéjar502. El acceso al edificio estaba opuesto al presbiterio,
apareciendo un pequeño atrio o compás muy característico de este tipo
de edificio en Canarias, recurso tomado de la arquitectura conventual.
Presentaba vanos para la iluminación del edificio de los que no existe
constancia de su número y características. Anexo a éste, estaría la
entrada al recinto hospitalario, que daría paso a un zaguán a modo de
tránsito hasta el gran patio, y en el que debería estar la estancia
destinado al hospitalero.

501
BOSCH MILLARES, J. El Hospital de San Martín: estudio histórico desde su fundación hasta
nuestros días. Las Palmas de Gran Canaria: [s.n.], 1940 (Tipografía Minerva), p. 42.
502
MARTÍN RODRÍGUEZ, F. G. Opus cit, 1978, p. 158-160.

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- El establecimiento estaba divido en celdas, cinco altas y ocho terreras, de


fachadas sencillas en las que se repartían los vanos que se orientaban
hacia el gran patio central. Cada enfermo poseía su propio habitáculo503,
aunque también podía estar ocupado por un matrimonio aquejados de
este mal504. En ellos disponían todos aquellos elementos domésticos que
favorecían el autocuidado y el parco contacto con el resto de los
habitantes del asilo: recámara o alcoba y otros servicios indispensables
como fogón, horno y chimenea para la preparación de los alimentos.
Disposición parecida poseían las celdas monjiles construidas a modo de
pequeñas casitas independientes existentes en los monasterios de
clausura, que también contaban eventualmente con oratorio para el
rezo, así como jardín y huerto propio.505

76. Pedro Agustín del Castillo y León: detalle del Hospital de


San Lázaro en el plano de la ciudad de Las Palmas de Gran
Canaria (1686).

503
PEREZ MORERA, J.; RODRÍGUEZ MORALES, C. (2008). Opus cit, p. 148-149.
Presenta concomitancia con el «beaterio» que se construye para el Convento de Santa Clara en
La Laguna.
504
SOSA, J. DE. (1994). Opus cit, p.73-74.
Tanto la demanda de asistencia como las nupcias contraídas en el hospital eran las causas por las
que las celdas podían ser ocupadas por hasta dos enfermos.
505
El Lazareto de Milán, fundado desde el siglo XVI, llegó a tener celdas equipadas con fregadero,
una chimenea y un sistema de drenaje, muy avanzado para su tiempo.

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- La habitación del mampostor y la del capellán506 eran de sencilla fábrica


e integradas en el resto del edificio de la fundación. Alejadas de la zona
de reclusión, poseían varios habitáculos donde realizaban su vida: rezo,
administración de sus cargos y descanso.
- El patio constituía el elemento fundamental por el que se articulaba el
edificio. De dimensiones considerables, en el que se disponía un pozo
para suministrar agua, al que estaba próximo un artesón de madera de
tea y los lavaderos, lugar donde se lavaba la ropa que posteriormente se
disponía sobre el suelo para su secado. Existía una zona acotada que se
llamaba jardín de la botica507, que se destinaba al cultivo de plantas
medicinales que se transformaban en remedios en la botica.
- Dependencias anexas:
• El dormitorio-enfermería. En este caso, estaba destinado a
aquellos enfermos que, por empeoramiento de su enfermedad,
precisaban de mayores cuidados y atención. También estaban
divididos por sexos. En ocasiones, estos se prestaban
directamente en la celda asignada. En ellos se disponían los
catres orientados hacia un pequeño altar en el que se realizaba
la eucaristía y que servía de referente para la intersección de los
santos ante Dios en los males que aquejaban a los dolientes.
Al igual que en la casa hospital, estas dependencias necesitaban
una serie de recursos tales como cuarto mortuorio, granero,
bodega, palomar, servicios, cocina y despensa, que cubrían los
cuidados básicos de los más enfermos. Existía un cementerio en
las inmediaciones del hospital, para evitar los enterramientos de
los malatos en las iglesias, considerado malsano.

506
SOSA, J. DE. (1994). Opus cit, p. 74.
Tanto el mampostor como el capellán se alojaban en el interior del establecimiento. El primero,
designado regia o eclesiásticamente, encargándose del gobierno y de la recaudación de las
rentas. El segundo, de la administración de los sacramentos. Existe otra tercera figura de interés,
el maioral o mayoral, enfermos con patología menos graves, que se les asignaba el cometido de
recaudar limosna en la ciudad.
507
DE SÁ BRAVO, H. (2007). Opus cit, p. 77-79.

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Hacia 1842 el edificio del asilo amenazaba ruina, lo que llevó a que en 1844, se
trasladase de los enfermos al Exconvento de Santo Domingo en el lado opuesto de la
ciudad intramuros. En 1861, encargó los planos para su reparación y ampliación que no
llegaron nunca a acometerse. Entre 1928 y 1932 se construyó el nuevo edificio de la
«Leprosería Regional» en la barriada de Tafira (Hoya de Parrado), albergando un total de
100 enfermos.

El hospital marítimo-portuario, «muralla» contra las epidemias foráneas.

Otra modalidad de establecimiento hospitalario fue el que se creó para las


ciudades costeras provistas de puerto marítimo, llamados lazaretos de observación, que
procuraban evitar la propagación de epidemias mediante el aislamiento de todos
aquellos productos e individuos que venían de otras tierras como resultado de una
considerable actividad comercial como la que se desarrollaba en las Islas. Dos fueron los
que mayor relevancia: el del Puerto de la Luz y el construido en Cabo Llano.

77. Anónimo: detalle del torreón del Lazareto de


Santa Cruz de Tenerife (ca. 1880).

El primero no se construyó hasta la


segunda mitad del siglo XIX, mientras que
el segundo ya estaba funcionando desde el
último tercio del siglo XVIII, asumiendo las
actividades de aislamiento-observación de
ambos puertos hasta que se creó el de Gran Canaria. Para su diseño se tomaron como
modelos los utilizados para las ciudades de Marsella y Mahón, reformando, como en el
caso del de Cabo Llano, edificios previos que procuraban establecer una solución
arquitectónica que se adaptara a las condiciones y necesidades que presentaba el
puerto de Tenerife.

Ubicado en un plano espacioso de cara al mar, el aire circulaba libremente,


librando a los antiguos almacenes de «miasmas ponzoñosos». El esquema constructivo
se articulaba a partir de una estructura distribuida en dos secciones:

• Planta baja, una de un solo nivel con vanos de pequeñas dimensiones


repartidos por la fachada que en la mayoría de las ocasiones presentaban
enrejados de hierro o barrotes de madera.

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• Plantas superiores. Como elemento más característico, en el centro del


edificio se elevaba un torreón-mirador. Orientado a la marina, su función
era la de atalaya o torre de vigía para avistar las entradas y salidas de los
navíos que llegaban al puerto propio del lazareto. Su fachada presentaba
vanos de distribución regular, unos 17 aproximadamente, en los que
encontramos ventanas rectangulares de dos hojas que se abrían hacia el
interior. El acceso a esta estancia se lograba atravesando alguna de las
dos puertas. El torreón, de un cuerpo más con respecto al resto del
edificio, contaba con puerta propia y dos ventanas de mayor tamaño,
ubicadas en cada uno de los pisos. Esta parte del establecimiento
albergaba:
- El «departamento de sospechosos». La habitación estaba dividida
en dos zonas, una para alojar a las personas y la otra para
almacenar las mercancías. En el interior de este espacio se
encontraban las enfermerías para las enfermedades comunes, y
muy próximo al edificio, un huerto para la horticultura y las
plantas medicinales.
- El «departamento sucio o tocado», acogía a los viajeros llegados
de puertos en los cuales, en el momento de la salida de la nave
que los había transportado, existía una epidemia de peste
declarada o que viajaban en buques en los que durante el
trayecto alguno de los pasajeros había caído enfermo de peste o
de una enfermedad sospechosa de ser epidémica.
- El «departamento para apestado», destinado exclusivamente a
recibir personas afectadas por enfermedades.
- El «departamento limpio», donde se acogían a los empleados del
lazareto, procurando evitar el contacto con los confinados, así
como con los viajeros y tripulantes, que llegaban de países no
sospechosos sanitariamente. Las normativas estipulaban para
estos últimos, que tan solo tenía que pasar la llamada cuarentena

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de observación508. Poseía una salida independiente al exterior, lo


que permitía que los empleados pudieran acceder al recinto, así
como salir de este evitando todo contacto con los asilados.

Descripción de los elementos presentes en el Lazareto de Observación de Cabo Llano.


- Como plasmación de una mayor desacralización, la iglesia, a diferencia de
los anteriores ejemplos, no constituía el eje central del edificio. Su lugar
es reemplazado por una pequeña capilla. No obstante, se mantuvo en
cada departamento un referente religioso, materializado en un pequeño
altar.
- El patio constituía el elemento fundamental, como en los anteriores
edificios analizados, para el que se articulado el edificio. De dimensiones
más respetables que el del Hospital de San Lázaro en Las Palmas, en el
que se disponía el pozo al que se anexaban los lavaderos. Existía una
zona destinada al cultivo de plantas medicinales para la fabricación de
remedios y medicamentos en la botica.
- El cuarto mortuorio y un cementerio anexo en el que se le daban
sepultura a los fallecidos foráneos y a los que morían como víctimas de
las epidemias que asolaron la ciudad.509
- A estas dependencias se le agregaban otras tantas tales como servicios,
cocina y despensa, que cubrían los cuidados básicos de los más
enfermos y de las personas en cuarentena. Entre el mobiliario
encontramos: arcas, para documentos o para ropa, objetos relacionados
con el culto, andas para el transporte de los difuntos y herramientas
para enterramientos.

508
Conllevaba la estancia de tres a cuatro días aislado, situación que en la práctica se cumplía en
contadas ocasiones.
509
Debe destacarse que durante este tipo de situaciones de urgencia, este establecimiento
adquiría la calidad de hospital.

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4.2.0.2. LA FUSIÓN DE ARQUITECTURA E HIGIENISMO EN EL «EDIFICIO


GENERADOR DE SALUD»: IDEAS Y PROPUESTAS
ARQUITECTÓNICAS.

Aunque en fecha tan temprana como 1730 surge en Londres el primer modelo
de tipología en pabellones, el Hospital de San Bartolomé, esta tipología no llegó a la Isla
de Tenerife hasta la construcción del Hospital Militar en Santa Cruz de Tenerife de la
mano del ingeniero Salvador Bethencourt en 1880, y el proyecto que Antonio Pintor
realiza para el Manicomio Provincial en los últimos años del siglo XIX y que rehace el
arquitecto Domingo Pisaca en 1929 siguiendo la traza de su predecesor. En ambas
propuestas sus artífices centraron su atención en el aire. Los preceptos del Higienismo
establecían que el aire era el medio más propicio para la transmisión de enfermedades.
Esto explica que ambos edificios se ubicaran próximos a un accidente geográfico como
el Barranco de Santos, que proporcionaba una circulación continua de «aire procedente
del nordeste».

78. Francisco J. Castro: Reconstrucción de las plantas de los hospitales en


pabellones en la isla de Tenerife (2012).

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Con la construcción del edificio de la Capitanía General de Canarias promovida por el


General Weyler, el antiguo Hospital Militar, de tipología claustral, cambió su
emplazamiento a un lugar de la ciudad con unas características que se adaptaban en
mayor medida a las ideas científicas del Higienismo. Para definir el proyecto de
construcción se optó por un sistema centralizado de pabellones ligados por circulación
cubierta510, con planta en «espina de pescado» en el hospital castrense, mientras que
para el asilo de alienados se optó por un sistema de pabellones en paralelo unidos en su
testero por una galería en la que se integraba el bloque administrativo. Ambos se
articulaban a partir de cuatro zonas claramente definidas:

• ZONA ASISTENCIAL. PABELLÓN-ENFERMERÍA.

- Pabellón-enfermería.

Cada uno de los pabellones militares estaba dividido en dos salas, que
compartían vestíbulo, con una capacidad de 10-12 camas por enfermería,
diferenciadas por especialidades. Estaba dotada cada una de dos letrinas,
cuarto de limpieza, habitación para el cabo de sala, habitación para un
enfermo aislado, sala de convalecientes bien iluminada y ventilada,
comedor y acceso independiente. Anexos a los pabellones, se instalaron el
terrado, el cuarto de desahogo y una enfermería con comedor destinada a
los oficiales. Tanto «presos como locos» se dispusieron en una crujía doble,
de menor altura y autónoma (prolongación pabellones C-D)511. El suelo de
los pabellones se elevó a una altura de 0,85 metros sobre el patio, con tres
escalones en los accesos, acera con pendiente próxima a las galerías y el
resalto del sardinel sobre el patio, lo que evitaba que la humedad pudiera
penetrar en la zona asistencial de los pabellones.
Los cuatro pabellones que se dispusieron para el Manicomio Provincial
presentaban igual capacidad que el Hospital Militar, aunque el número se

510
Este modelo fue impulsado por la corriente higienista inglesa cuyo ejemplo más destacado fue
el Hospital Blackburn (Manchester, 1870), y que posteriormente fue trasladado a los Estados
Unidos de Norteamérica, materializándose en el Hospital John Hopkins (Baltimore, 1880).
511
Las salas para oficiales presos y dementes, se colocó en el patio central del edificio (dos
celdas), a la vez que se amplió la sala de locos de tropa, en el patio comprendido entre aquel y
una de las salas de enfermos.

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doblaba en los dos externos, que poseían una planta adicional. Separados
por patología, sexo y edad, cada uno también contaba con letrinas, cuarto
de limpieza, cuarto para el vigilante o enfermero, sala para reuniones que
en ocasiones hacía de despacho médico y comedor de enfermos.512
- Pabellón destinado a los servicios centralizados.
o Área quirúrgica. Pese a que se modificó su ubicación reiteradas
veces, siempre se tuvo presente la importancia de aglutinar estos
servicios, quirófano-anestesia-esterilización en un mismo
emplazamiento del edificio. El quirófano, que había existido dentro
de las tipologías arquitectónica previas, surgió con el advenimiento
de la asepsia y antisepsia, ambas relacionadas con los
descubrimientos de Louis Pasteur en 1865, al aplicar Joseph Lister
estos principios a la cirugía. Esto obligó a diseñar salas sencillas, que
en un primer momento se iluminaban con luz natural, que podía
acceder desde el techo o los laterales, incorporándose
posteriormente la iluminación artificial que primeramente era de
gas y que dio paso luego a la electricidad. También se tuvo en
cuenta la ventilación, empleándose diferentes posibilidades que se
centraban en la renovación del aire y la eliminación de los miasmas.
El mobiliario era sencillo y funcional, convirtiéndose la mesa de
operaciones en el eje fundamental de la sala. Poco a poco se
incorporó una serie de protocolos que acotaban el comportamiento
a desarrollar en este recinto. Este tipo de modificaciones no fue una
particularidad exclusiva del Hospital Militar, sino que vemos como
se encuentran también en su homónimo civil, el Hospital de
Desamparados, logrando una comunicación cerrada entre los
locales aislados de las salas de enfermería, inmediatas a la sala de
operaciones y al resto de los servicios, con lo que se conseguía
impedir que los «microbios pudieran moverse libremente dentro del

512
Además existía un chalet individual en la zona sur del solar en el que se alojaban los enfermos
de pago, también llamados «distinguidos», y al que se le había dotado de todos aquellos
elementos para una independencia casi plena.

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hospital» como precedente del concepto posterior de bloque


quirúrgico.513
o Área de diagnóstico. Desde 1895 el físico alemán Wilhelm Röntgen
logró un tipo de radiación desconocida hasta el momento,
posteriormente empleada como técnica para el diagnóstico por
imagen, que permitía observar el cuerpo humano en vivo. En el
Hospital Militar existía desde 1915 sala de rayos X donde se
valoraba a los pacientes con posibles traumatismos. Estaba
conformada por la sala de exposición, recubierta por planchas de
plomo en cuyo interior se colocaba el aparato de rayos X; a ella se
accedía desde el cuarto de control, lugar destinado a la consola para
el manejo de la máquina. Algunas tenían una pequeña ventana que
permitía el control visual de lo que ocurriera en la sala.
Progresivamente se incorporaban nuevas técnicas terapéuticas así
como aparatos que permitían su aplicación y que necesitaban un
espacio que lo albergara. Ejemplos fueron la cámara de
oftalmoscopia y el aparataje preciso para técnicas de electroterapia
adquiridos para el Manicomio.
A principios del siglo XX, la medicina recurría en raras ocasiones a
los procedimientos de laboratorio para diagnosticar enfermedades.
Dos de las más frecuentes eran la diabetes y la hepatitis. Esta
herramienta se fue convirtiendo en imprescindible, incorporándose
a los servicios diagnósticos. Paralelamente, tanto en el Hospital
Civil, en el que se había fundado recientemente el Instituto de
Higiene, como en el Hospital Militar se creó un laboratorio como
departamento anexo. Estaba dotado de sencillo mobiliario (mesas,
sillas y estantes), así como del aparataje necesario, en el que la
pieza fundamental era el microscopio (sistemas de desinfección,
alentadores, gradillas con sus tubos de ensayo, entre otros). La

513
Dentro del edificio castrense, ocupó parte de la doble crujía del pabellón C y la crujía del
testero. Junto a él se creó en 1901 el Servicio de Desinfección al que se dotó de una estufa con la
que se procuraba desinfectar el material quirúrgico empleado en los quirófanos y curas, y el
Servicio de Anestesia, que comienza a funcionar a partir de 1915.

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estancia era amplia, con buena ventilación e iluminación natural


que entraba por ventanales amplios, además de iluminación
artificial producida por electricidad.
o Capilla. Inicialmente para la capilla del establecimiento militar se
optó por una planta de mayor superficie que tuviera la capacidad de
asumir un aumento del aforo, obligando a dar uso a parte de la
galería del frente con lo que provocaba una cierta dificultad en la
circulación interna. Posteriormente el proyecto fue remodelado
quitándole el protagonismo inicial al diseñar un pequeño oratorio
de planta rectangular. A diferencia de ésta, la capilla del asilo de
dementes se proyectó en una posición central, colocándose en el
patio principal, lo que permitía su visualización desde casi todos los
lugares del establecimiento. Esta reminiscencia de los hospitales
creados en el siglo XVI por los Reyes Católicos para las ciudades
españolas de primer orden, se fundamentaba en la carencia de
terapias o medios que curasen la locura, aplicando una medicina
paliativa que buscaba la intercesión divina para aliviar sus efectos.
Se dispuso una nave rectangular, anexa a la galería de tránsito
ubicada en el testero, sin diferenciación del presbiterio, que se eleva
mediante dos escalones. La fachada principal presenta una puerta
con arco de medio punto de considerable tamaño con relación a las
dos ventanas laterales de semejantes características. En la parte
superior un frontón con reloj en su centro514 y coronado por
espadaña con cruz de única arcada que porta una campana. En los
paramentos laterales encontramos cuatro ventanas iguales a las de
la fachada.
o Cocina-despensa. En ambos hospitales se ubicó en la crujía del
fondo. Estaba dotada en un primer momento de fogones y horno de
bóveda que funcionaba con carbón o leña, y dio paso luego a la

514
Pese a que aparece en el diseño realizado por el arquitecto Domingo Pisaca en 1929, no existe
constancia de que este elemento hubiera existido en la propuesta inicial.

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cocina de hierro515. En ella podíamos encontrar cacerolas de cobre,


hierro forjado o aluminio, junto a vasijas de cerámica. Anexa a la
cocina, una despensa, habitáculo pequeño para el almacenado de
los alimentos con los se elaboraran las dietas de los enfermos.
o Farmacia. En ambos hospitales, la botica se relegó a la crujía del
testero, de dimensiones pequeñas, modificando en ambos su
ubicación original como consecuencia de la necesidad de aumentar
su superficie para atender a la demanda. El progresivo desarrollo de
la medicina experimental y la identificación de los agentes
patógenos causantes de las patologías, provocó que determinadas
enfermedades se erradicaran mediante vacunas y quimioterapia
sintética, a lo que se unió el descubrimiento de fármacos que
tranquilizaban a los alienados. Se incorporaron a la medicina
elementos tales como los inyectables, la aguja hipodérmica y la
jeringa, además de las ampollas de vidrio, las bolsas de oxígeno y la
sueroterapia (goteros). Se pasó de la elaboración de los remedios en
la botica de la casa-hospital, a la fabricación de extractos fluidos,
comprimidos y cápsulas.
o Habitaciones para personal. La necesidad de alojar al personal
sanitario en el centro para la realización de las actividades sanitarias
era una costumbre propia de este momento. Inicialmente, las
dependencias se ubicaron en la crujía del testero, colocando las de
los sirvientes en la de la fachada. Sobre estas últimas, en la segunda
planta se instalaron las de los oficiales. la dotación que presentaba
era básica (cama y lugar destinado para aseo que era compartido) y
su diseño sencillo.

- Dependencias anexas.

515
Durante el siglo XIX, la dieta se centraba en el cereal, consumido básicamente como pan
(suponía el 30% de los alimentos) acompañado de legumbres, tocino, verduras, alguna cantidad
de carne, no a diario, y algún
huevo. El consumo de pescado se limitaba a pequeñas cantidades en salazón o fresco (sardina,
chicharros,…), vino. Habitualmente la cocina se reducía a un rancho, en el que la carne era
remplazada por tocino y algo de embutido, platos en los que el pan era el protagonista (sopas) o
raciones de papas guisadas.

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Los lavaderos. Constituían el lugar donde se procedía al «aseo de la ropa»


posteriormente almacenada en una habitación que recibía el nombre de
ropería. A partir de este momento se le da una ubicación fija en el asilo
como elemento fundamental516, además de incorporar maquinaria que
mecanizó este proceso, desapareciendo paulatinamente la figura de la
lavandera.

79. Anónimo: Perspectiva de conjunto del proyecto de ampliación


del «Asilo de Dementes» (1929).

La portería. Constituía el lugar destinado a alojar al portero (antiguo


hospitalero) encargado de la vigilancia de acceso al hospital y de aquellas
actividades que se pudieran precisar. A modo de garita, presenta
habitualmente una puerta de entrada y una ventana desde la que se
controlaba. Anexa, la cochera, construida desde 1901 en un solar contiguo
al Barranco para guardar el carro-ambulancia y mulas, en 1922 éste fue
sustituido por un coche.
El jardín. En el Hospital Militar era de menor tamaño que el dispuesto para
el Manicomio Provincial, elemento que se cuidó desde la adquisición del
solar. Mientras que en el primero se pretendían embellecer la zona de

516
A diferencia de los ejemplos precedentes, como la casa-hospital, esta actividad se practicaba
en diferentes puntos del edificio (en el claustro o en el atrio que precedía al acceso principal).

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acceso en fachada (no se dispuso jardín en ninguno de los diferentes


patios), en el segundo se buscaba que la naturaleza favoreciera la sanación
por medio de aire sano y luz solar. Incluso se llegó a disponer de una zona
de huertas en las que el enfermo, a modo de terapia, cultivaba hortalizas
que posteriormente eran consumidas en el establecimiento.
Cerramiento externo del recinto. Rodeando el recinto hospitalario se
dispuso un cerramiento que en el caso del Hospital Militar era de reja en el
costado norte y fachada, facilitando la circulación del aire. Para el
Manicomio se optó por muro de fábrica elevado que impedía la fuga de los
enfermos, además de facilitar la privacidad.

80. Anónimo: Vista parcial de la finca en el que se halla enclavado el «Asilo de


Dementes» y dos de sus pabellones (1929).

• ZONA ADMINISTRATIVA. Desde un primer momento, tanto las oficinas como el


almacén principal, se ubicaron en la crujía de la fachada principal del Hospital
Militar. En ella se desarrollaban todas aquellas actividades que se precisaban
para el funcionamiento del hospital, así como la custodia de documentos:
control de cuentas, compra de material y alimentos, control de ingresos y altas,
entre otras. Progresivamente se fueron incrementando estas actividades, lo que
obligó a que en 1922 se dispusiera en otro lugar un espacio más amplio que se
denominó pabellón para el administrador, lugar con adecuada iluminación y

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ventilación en el que colocaron los despachos para jefes médicos y para el oficial
jefe de Farmacia.

• ZONA DE TRÁNSITO. La interconexión de los pabellones se llevó a cabo


articulando galerías, sustentadas por columnas de hierro, de 2 metros de ancho
y 4 metros de altura, con lo que se conseguía dotar de unidad al conjunto al
relacionar los pabellones con respecto al resto del edificio. Estaban ubicadas las
galerías en los laterales de los pabellones de la fachada y del fondo, además de
los laterales del patio central, facilitando las circulaciones internas por las
«calles asistenciales». Para la galería ubicada en el segundo piso de la crujía
principal se disponía un cerramiento acristalado en todo su desarrollo. La
escalera principal comunicaba la entrada principal, con el resto de las
dependencias en altura, constituyendo la denominada «calle principal», a lo que
se unía una escalera para el servicio que unía la galería del piso bajo en la crujía
de fachada y una escalera de caracol que daba acceso a la azotea.517

• ZONA SÉPTICA. Las dependencias sépticas se concentraron en un punto del


establecimiento: caballerizas-cuadras-cochineras (albergaban no solo a los
caballos o mulas que tiraban del carro-ambulancia existente en el hospital, sino
que en alguna ocasión se tuvieron animales, como vacas, que producían leche
para los enfermos o las cochineras que solo encontramos en el Manicomio),
letrinas (herederas de las necesarias, a diferencia de éstas, estaban conectadas
a la red de alcantarillado, o a un pozo séptico, que facilitaba la eliminación de la
heces), vertedero (hasta finales del siglo XIX, los desechos no habían sido
tratados, depositándose en solares o barrancos próximos a los hospitales,
problema al que se procuró dar solución disponiendo de una zona para su
almacenado para posteriormente ser traslados a otro lugar alejado),
incineradora (se generalizó a comienzos del siglo XX la instalación de hornos que
destruyeran mediante calor los restos producto de la cirugía o de los

517
Era de pendiente cómoda, se construyó en sillería con cuatro ramales, peldaños de piedra
basáltica y hierro forjado en barandilla-pasamanos.

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tratamientos), depósito de cadáveres-sala de autopsias (habitáculos


espaciosos, iluminados y ventilados, con condiciones que faciliten su limpieza.518

MATERIALES. Para la construcción de ambas obras se emplearon materiales corrientes,


reutilizando gran parte de los existentes en el establecimiento primitivo, en el edificio
castrense. Se emplearon muros de mampostería ordinaria, enlucidos y blanqueados con
cal (tipo calicostrado), con tabiques de ladrillo para las divisiones interiores y pisos de
losa (aunque para cada pabellón-enfermería militar se empleó una solución
impermeable), piedra basáltica para el pretil de las aceras y los escalones de la escalera,
así como para los adoquines o losetas en los patios interiores y de lavaderos. En su
cerramiento de cubiertas, como ya se ha puntualizado, se usó envigados de tea con
soleras y correas, en los pabellones-enfermerías, y azotea de hormigón y cielos rasos de
caña y yeso, para las crujías de la fachada principal y del testero de establecimiento
militar. Para la carpintería (puertas y ventanas) se empleó madera de pino blanco con
bastidor de pino de riga y rejas de hierro en ventanas cerramiento exterior.

4.2.0.3. LA ADAPTACIÓN DEL DISPOSITIVO ASISTENCIAL A UNA


ETIOLOGÍA Y A LOS DESCUBRIMIENTOS DE LA CIENCIA.

La teoría microbiana formulada en la segunda mitad del siglo XIX por Pasteur y
Lister desmanteló la teoría miásmica mediante la demostración de que la enfermedad
era el resultado de la acción de gérmenes patógenos específicos que causaban daño en
los organismos. Esta ruptura con los esquemas anteriores, favoreció el surgimiento de
una investigación metódica y focalizada que procuraba dar con la causa productora de la
enfermedad. Entre los siglos XIX y XX, tres fueron los paradigmas médicos que
permitieron que esta disciplina adquiriera una visión sin precedentes, fundamentados
en la estadística, y que le proporcionaron una base científica: la concepción etiológica,
que apuntaba a causas externas en el proceso de enfermar, la concepción
anatomoclínica, que apuntaba a la «lesión como provocadora de la enfermedad» y, por

518
Mientras en el Hospital Militar encontramos este departamento tempranamente, al
Manicomio no se incorpora hasta 1930.

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último, la concepción fisiopatológica, que buscaba el origen de las dolencias en los


«procesos alterados».

81. Bruno Moretti: Vista del Nueva York


Hospital (1935).

A principios del siglo XX, el concepto


de salud-enfermedad y sus causas,
se vio modificado haciendo retomar
a la higiene social el programa que
hasta entonces había pertenecido a
higiene pública. El movimiento
higienista, realizó aportaciones
tanto a nivel arquitectónico como
urbanístico. La ciencia médica unida
al poder ejecutivo tomó a la
vivienda insalubre como caballo de batalla que favorecía la diseminación del bacilo de
Koch519. Tras el Congreso Internacional de saneamiento y de salubridad de la vivienda,
que tuvo lugar en París (1904) se estableció la premisa de una arquitectura científica
inspirada en el modelo hospitalario-sanatorial y la difusión de los beneficios de un
mayor número de horas de sol en las viviendas. La arquitectura hospitalaria fue dejando
atrás paulatinamente los sistemas en pabellones para dar paso a otras posibilidades
diferentes que se lograron gracias a los avances técnicos. Las nuevas formas apostaron
por la construcción en altura, siguiendo las enseñanzas de la Escuela de Chicago,
apostaban por el uso de los nuevos materiales y técnicas, estableciendo como solución
la arquitectura en vertical, en la que se aglutinan numerosos pisos elevados sobre una
planta reducida. Se caracterizaban por el uso de la estructura metálica para lograr la
conquista en altura, la estructura de hormigón armado como método para alcanzar la
planta libre, la ventana como cerramiento externo de los paramentos y el ascensor para
salvar la altura, lo que favoreció que surgiera un nuevo tipo de edificio, el monobloque.

519
Este movimiento estaba influido por el Musée social, que tiene la misión de poner a
disposición del público, sin lucro, la documentación y conocimientos legislativos para mejorar la
situación material y moral de los trabajadores.

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Este nuevo concepto de arquitectura y espacio modificó la circulación interior,


permitiendo el movimiento vertical en el edificio. Además se solucionaban
complicaciones tales como el clima o el movimiento entre los diferentes departamentos,
reduciendo costos, tiempo y distancias en los traslados. Estos nuevos planteamientos
evolucionaron hacia formas más compactas constituidas por una serie de bloques de
varios pisos, que se podían relacionar por circulación horizontal.

Polibloque fue la denominación del nuevo sistema, del que uno de los ejemplos
más característicos fue el Centro Médico de Nueva York, construido en 1932. Esta
propuesta fue el laboratorio de tipologías más evolucionadas y diferentes en las que el
bloque principal, destinado al internamiento, constituía el eje vital al que se unía el resto
de los bloques, a los que se les asignaba una función específica. Con la Ciudad Hospital
de Lille diseñada por Paul Nelson en 1933, y construida por Jean Walter, la flexibilidad se
hizo patente en la distribución interior, mientras su fachada se convirtió en una malla de
metal que permitía una distribución intercambiable de paneles opacos, translúcidos o
transparentes, y además redujo considerablemente el grosor.520

Italia, Francia y Estados Unidos se decantaron por diseños más relacionados con
la escala urbana caracterizados por una centralización de sus infraestructuras. Antonio
Salvat y Navarro clasifica a los edificios hospitalarios de este momento, estableciendo
que: «Hay hospitales de pabellones, hospitales en peine [tipo al que se refiere como
hospital moderno alemán] y hospitales que siguen el Super Block System como los
americanos»521. Los hospitales americanos tendieron a la «conquista de la altura»,
concentrando los servicios en un solo bloque como se puede observar en el diseño de
Gamble Rogers para el Medical Center de Nueva York en 1925. Esta tipología fue
trasladada a Europa de la mano de los arquitectos Walter, Plousey y Cassan que
proyectaron para la ciudad de París el Hospital Beaujon, edificio con carácter unitario y
menor altura, que procuraba imitar el sistema constructivo y organizativo americano522.
Como solución se dispuso una planta más ordenada que separaba las zonas de
hospitalización de la zona ambulatoria, comunicadas ambas por un cuerpo de escaleras

520
IGLESIAS PICAZO, P. La habitación del enfermo. Ciencia y arquitectura en los hospitales del
Movimiento Moderno. Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, 2011, p. 253-255.
521
SALVAT Y NAVARRO, A. Higiene urbana y social. Barcelona: Manuel Marín, 1935, p. 235.
522
IGLESIAS PICAZO, P. (2011). Opus cit, p. 169.

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y ascensores. Las enfermerías se disponían de tal forma que en planta recordaban los
dientes de un peine, rematándolas con grandes balcones semielípticos donde los
enfermos recibían sus sesiones de helioterapia. Los ejemplos italianos, en cambio,
presentaban dos vertientes: una tendencia que apostaba por los modelos americanos en
monobloque, empleando el «sistema de doble peine» y multiplicando las conexiones en
su planta baja, como el Hospital Clínico de Módena; y la corriente en la que se retomaba
el sistema en pabellones basado en la teoría miásmica, haciendo referencia a la
arquitectura clásica en el que se aplican criterios diferentes de higiene entre el interior
(terso e impermeable) y el exterior (donde se expresa la categoría de la institución). El
ejemplo más destacado fue el Instituto Carlo Forlanini de Roma.523

82. Bruno Moretti: Vista del Hospital Beaujon en la que se puede


apreciar detalle de sus terrazas (1935).

El debate sobre la tipología arquitectónica más idónea se abrió. El pensamiento


conservador británico no se dejó influir por las propuestas americanas. Se basaba en la
teoría de convección aérea de la infección, apostando por una arquitectura horizontal
que posibilitaba la continua remodelación y ampliación a causa de las necesidades que
iban surgiendo. Alemania no optaba por una arquitectura con centralización de los
servicios, sino por un edificio más próximo a las clínicas. Este modelo se había

523
Ibidem, p. 173-174.

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materializado en Europa en el sanatorio para tuberculosos, institución que se veía


complementada con los dispensarios, en los que se llevaba a cabo una actividad
preventiva frente a la curativa del primero. Las soluciones que se plantearon para este
tipo de edificios fueron controvertidas, estableciéndose diferentes propuestas a nivel
internacional que mantenían un cuerpo común en su desarrollo y que se presentaban
mediante división de opiniones en dos posturas con respecto a la ubicación en función
de la capacidad de enfermos: edificios aislados en el exterior de las urbes o edificios
anexados a los hospitales, con un ánimo integrador, a modo de departamento. Richard
Döcker puso en práctica en Alemania ejemplos que se caracterizaban por un tamaño
reducido en tres pisos que se retranqueaban para lograr terrazas que perseguían la
penetración de la luz solar en el interior del edificio. La helioterapia se había convertido
en un tipo de tratamiento empleado para diferentes enfermedades, entre ellas la
tuberculosis, siendo muy común su administración en los sanatorios. Para su aplicación,
la arquitectura se había adaptado dotándolos de grandes terrazas orientadas
habitualmente hacia los lugares de máxima exposición (este).

83. Bruno Moretti: Sección transversal del


cuerpo principal del Hospital de Colmar
(1935).

A partir de este momento, la superficie


asistencial adquiere mayor
protagonismo, teniendo incorporada la
terraza en la mayoría de los casos para
permitir el tratamiento a base de luz
solar. Bruno Moretti plantea dos
posibilidades para este tipo de
edificios: el pabellón independiente y
alejado de la urbe, con galería cubierta
(capacidad superior a 1000 camas), o
el hospital ubicado en la última planta del bloque de hospitalización, (capacidad entre
150 y 300 camas). Añade además, que el eje longitudinal del edificio debe ser en
dirección este-oeste, colocando los locales de servicio al norte mientras que el área de
hospitalización deberá estar al sur, con habitaciones de dos, cuatro y seis camas, a la
que se agregará una destinada a aislados. Ejemplos de ello fueron el Sanatorio de

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Paimio, en Finlandia, y el Sanatorio de Zonnenstraal en Holanda, cuyo marcado


funcionalismo técnico fue su característica más destacada524. Este último, seguramente
fue conocido por Döcker, ya que lo nombra en su obra escrita en 1929, Terrassentyp,
Krankenhaus, Erholungsheim, hotel, Bürohaus, Einfamilienhaus, Siedlunghaus, Miethaus
und die Stadt, donde, ayudado de la experiencia de Adolf Loos en las viviendas del Hotel
Grand Babilon de Viena, procura definir la tipología en aterrazamiento e investigar sobre
el alojamiento en la habitación hospitalaria.525

84. Bruno Moretti: Interiores y alzado del Sanatorio de «Roc


de Fiz» en Passy (1935).

La difusión de las ideas de Döcker fue considerable


en el continente europeo, influyendo en el
proyecto de viviendas que Le Corbusier en 1933
diseñó en Argel, Lotissement Durand Oued
Ouchaïo, o en el Hospital Louis Pasteur de Colmar,
obra de Willian Vetter. Este último estaba
formado por nueve edificios dispuestos en un
solar de dimensiones considerables que se
ordenaban diagonalmente, entre los que se
repartían las unidades de hospitalización.
Destacaba como la unidad de infecciosos,
dermatología y tuberculosos se aislaban para
evitar cualquier tipo de contagio. Su gran pabellón
de hospitalización emplea un sistema de terrazas
que se retranquea a medida que se eleva en altura.526

En Francia, se apostaba por la helioterapia y la ventilación, lo que se refleja en


una nueva arquitectura centrada en la elegancia de la higiene, asociándose el

524
El primero fue diseñado por Alvar Aalto, mientras que el segundo por los arquitectos Duiker y
Bijvoet,
525
IGLESIAS PICAZO, P. (2011). Opus cit, p. 179.
526
MORETTI, B. Ospedali. Milano: Industria Grafiche Italiane Stucchi, 1935, p. 152.
Otros ejemplos de la influencia de la obra de Döcker fueron la Clínica Pediátrica de la Cruz Roja
en Berlín, de Otto Bartning, y la casa de convalecencia de Allgau en Baviera de Louis
Welzenbacher, este último caracterizado por la integración del edificio escalonado en el paisaje.

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tratamiento médico con la arquitectura moderna. El tamaño de su programa


arquitectónico ayudó a que se pudieran desarrollar ejemplos más cercanos a la escala
urbana. Esta situación se hace patente en el Sanatorio de Arnières de Marcel Favier,
Adolphe Thiers y Joseph Badin. Se desarrollaba a partir de tres pabellones autónomos
que adoptaban una planta en «T» con la que se garantizaba la entrada de los «rayos
solares desinfectantes» en el interior, mediante la separación de la terraza de cura del
resto de la habitación527. Este inmenso complejo por su magnitud, se convirtió en un
breve ensayo del nuevo tipo de ciudad, que nos hace recordar los modelos sobre
urbanización planteados por Walter Gropius528. Otro ejemplo interesante fue el
diseñado por André Lurçat para el Sanatorio en Durtol (Puy-de-Dôme) en pleno corazón
del bosque, en el que las condiciones de la habitación del enfermo, orientada al sur, se
convierten en el eje fundamental, articulándose a partir de villas independientes y
separándolas por completo de la zona de servicios generales.

85. Bruno Moretti: Planta del Hospital Sanatorio de Lucca, «Tipo Nord» (1935).

527
Ibidem, p. 168-170.
528
AYMONIMO, C. La vivienda racional. Ponencias de los Congresos CIAM 1929,1930. Barcelona:
Gustavo Gili, 1976, p. 88.

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Debe destacarse el sanatorio de «Roc de Fiz» en Passy, el de Guebriant y el de


Martel de Janville, todos ellos de Abraham y Le Même. El primero, el sanatorio de «Roc
de Fiz», estaba formado por un gran edificio central, al que se accedía mediante un
teleférico, de cincuenta habitaciones individuales y con servicios centrales, caracterizado
por una fachada sur en la que las terrazas de cura se giran 45° para aprovechar los rayos
del sol; y otro, de menor tamaño, construido como chalés alpinos con capacidad para
hasta diez habitaciones. En él, hay una apuesta por la tecnología que rememora la
arquitectura industrial desarrollada en la fábrica Van Nelle y el futurismo italiano529. En
el segundo, el Sanatorio Guebriant, se muestra, al igual que el anterior, la influencia de
Döcker en su fachada, articulada a partir de terrazas a las que se les incorpora una
marquesina que regula la entrada de luz solar y mamparas para proteger el viento de la
alta montaña, lo que recuerda al hospital de Weiblingen530. Pabellones auxiliares anexos
que se interconectaban mediante galerías cubiertas fueron planteados con diferentes
disposiciones en planta. Por último, el de Martel de Janville, en el que estableció un
edificio en altura, a modo de un gran bloque que surge de la montaña, divido en dos y
con entradas separadas (oficiales y suboficiales). El respeto por el paisaje definió los
diferentes módulos que buscaban aprovechar el máximo número de rayos solares. Es tal
la importancia que se le da al sol y sus beneficios, que mediante las terrazas se procura
la conquista de la fachada del edificio531. El confort se convierte en una norma,
proveyendo al sanatorio de aquellas soluciones técnicas que precisara.532

La arquitectura italiana, siguiendo estos postulados, estableció dos modelos


diferenciados, el sanatorio-enfermería provincial cuyo objetivo se centraba en la
reinserción social de los enfermos, y el sanatorio de alta montaña con una capacidad de
hasta 2000 camas. Para este último, se empleó un modelo en bloque simétrico donde
los pacientes se separaban por sexos. Se plantearon dos sistemas de distribución con
planta en «T», los denominados «Tipo Nord» o de Lucca y «Tipo Sud» o de Trapani, con

529
IGLESIAS PICAZO, P. (2011). Opus cit, p. 193.
530
MORETTI, B. (1935). Opus cit, p. 59-62.
531
La cama no se podía llevar a la terraza lo que obligó a habilitar tumbonas en éstas que
permitieran recibir las sesiones de helioterapia.
532
Con este edificio, Abraham y Le Même culminan la transformación que proponen para el
sanatorio de montaña.

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tan solo diferencias en estructura. Su capacidad era para unos 250 enfermos alojados en
habitaciones de seis, cuyos balcones en fachada, orientados hacia el sur, eran recorridos
por terrazas. En el cuerpo perpendicular de su planta en «T», se instalaban los servicios
administrativos y médicos. Esta propuesta formulada por los italianos, fue tomada por
los españoles para el plan de lucha que se llevará a cabo desde Patronato
Antituberculoso, en la que realizaron ligeras modificaciones, estableciendo un tipo de
«planta en avión», que tan solo presentaba pequeñas modificaciones del modelo de
Lucca.533

86. Bruno Moretti: Planta del Hospital Sanatorio de Trapani, «Tipo Sud» (1935).

Como parte del plan propuesto por el Patronato Antituberculoso Nacional, en


Canarias se establecieron dispositivos provinciales que atendieran al alto número de

533
IGLESIAS PICAZO, P: La habitación del enfermo. Ciencia y arquitectura en los hospitales del
Movimiento Moderno. Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, 2011, p. 181-185.

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enfermos afectados por el bacilo de Koch534. Desde 1927 estaba funcionando un


dispensario que procuraba proporcionar medicina preventiva a la población, y cuya
actividad se vio potenciada durante la II República Española. En el dispensario, con un
papel tan solo preventivo, no se permitía un ingreso prolongado para el tratamiento de
la tuberculosis. Hasta la fecha, los ingresos de enfermos tuberculosos se habían venido
realizando en el Hospital Civil, en un pabellón habilitado para el tratamiento de
tuberculosos. Su número reducido de camas, unido a una altísima posibilidad de
contagiar a otros enfermos, motivó que desde muy temprano se hablara de la
construcción de un Sanatorio-Enfermería. Pese a que los terrenos se adquirieron muy
tempranamente, el sanatorio no se inauguró hasta mediados de 1944.

87. Francisco J. Castro: Reconstrucción de la planta del Sanatorio-Enfermería


Antituberculoso de Ofra, Tenerife (2012).

534
Pese a ello, a la provincia de Santa Cruz de Tenerife se la dotó de un establecimiento más, de
menores dimensiones pero de características semejantes al de Ofra en Tenerife respecto a la
distribución, en un barrio del extrarradio de la capital palmera, Mirca.

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El proyecto establecía un total de 225 camas, próximo al sur de la capital, a unos 7


kilómetros, y a una cota considerable, unos 350 metros de altitud. Para su planta se
estableció un diseño de «planta en avión», similar estructura a la propuesta por Lucca,
«Tipo Nord». Su orientación se dispuso hacia el sureste, evitando así los efectos del
tiempo sur (calima y altas temperaturas). Para la fachada de acceso al sanatorio se
procuró una tipología sencilla en la que se producía un juego de volúmenes: la zona
central y las laterales sobresalen respecto al resto del paramento, careciendo de
decoración, a excepción de sendas cruces de Lorena que se disponen en los laterales a la
altura de la primera planta. En torno al edificio se disponían otras pequeñas
construcciones empleadas para servicios comunes, tales como garajes y cuarto de
lavadoras, a los que se unieron las viviendas destinadas al director, administrador,
enfermeras, portero y empleados masculinos.

• ZONA ASISTENCIAL.

- Enfermería.
Las habitaciones separadas por sexos, de cuatro, dos o individual para los
aislados, se disponen a lo largo de la fachada en dos alas, dotándolas de
grandes ventanales que proporcionan iluminación y ventilación, y
orientadas hacia una terraza que recorría toda la fachada en los dos niveles
o plantas destinados a la actividad asistencial. Las terrazas presentaban
dimensiones lo suficientemente grandes para disponer las camillas, camas o
hamacas que permitían a los enfermos recibir las sesiones de helioterapia.
Dotada de un lavabo en su interior, las habitaciones, carentes de
decoración, estaban dotadas de mobiliario funcional como el resto de las
estancias, lo que facilitaba las técnicas de desinfección y limpieza. Existía un
baño común sencillo en cada una de las alas de edificio conectado a pozo
séptico.

Opuesto a la zona de terrazas, en el centro de cada ala, existía una zona


destinada al control de enfermería, habitación abierta hacia el pasillo con
un vano, cuyo alféizar servía de mostrador-mesa para atender las
demandas de los enfermos. Dotada de mobiliario sencillo, presentaba un
poyo en el que se realiza la preparación de los tratamientos.

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88. A. Benítez: Vista de un lateral y fachada del área de hospitalización del Sanatorio-Enfermería
Antituberculoso de Ofra (Fuente: APTCC-Fotografías interiores y exteriores).

La tres grandes áreas que conformaban el sanatorio se articulaban


a partir de un elemento, la escalera. Existían dos escaleras, a
ambos lados de la puerta principal, que servían de comunicación
de todas las plantas del edificio, ayudadas por otras secundarias
que facilitaban el traslado de los enfermos a las diferentes
dependencias.
El sanatorio-enfermería que se construye en Mirca, en Santa Cruz
de La Palma, presentaba una planta en «U», a diferencia del de
Tenerife que se dispone en «T» como ya se ha comentado, con
igual orientación hacia el sureste. Los servicios centrales se
disponían en sus brazos laterales y la zona asistencial en la base.
Disponía de dos niveles con cuatro enfermos por cada una de las
seis habitaciones que existen por planta.

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89. A. Benítez: Vista panorámica del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra


(Fuente: APTCC-Fotografías interiores y exteriores).

- Zona destinada a los servicios Centralizados.


o Área quirúrgica.
El tratamiento que permitía la recuperación del enfermo se
centraba en diferentes técnicas quirúrgicas que requerían de un
servicio con las condiciones básicas de asepsia, en el que estuviera
presente un quirófano, un servicio de anestesia y el servicio de
esterilización. Técnicas como el accidente hemoptoico, la
colapsoterapia, el tratamiento del neumotórax, la frenicectomía con
o sin neumoperitoneo, la toracoplastia y el empleo de coagulantes
unidos a posturas drenadoras, entre otros eran realizado en un
quirófano, de pequeñas dimensiones que se ubicaba en el brazo
más corto de la «T». La ventilación de la sala era de tipo
intermitente, aunque posteriormente se emplearon sistemas de
renovación que facilitaban la salida-entrada de aire que pasaba por
filtros.
o Área de diagnóstico.
En ese momento tres métodos eran los que facilitaban el
diagnóstico de la tuberculosis pulmonar: la cutirreacción, con el
empleo de la tuberculina, el examen radiológico de la zona afectada

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y el examen bacteriológico del exudado expulsado por los pacientes


y que procedía de las lesiones pulmonares que presentaban. Tanto
para el primero como el último, se precisaba de un laboratorio
donde se pudiera administrar y proceder a la lectura de la reacción
que se había producido en la piel, y analizar las secreciones para
comprobar su virulencia o la presencia o no del microrganismo
patógeno. Presentaba un sencillo mobiliario de oficina al que se le
unía el propio de esta dependencia: Microscopio junto a otros
instrumentos con los que se analizaban las muestras tomadas.
Tras el descubrimiento de los rayos X, el examen radiológico se
convirtió en una pieza fundamental que permitía visualizar las
cavernas formadas por la mycobacterium tuberculosis. El asilo
estaba dotado de sala de rayos X, con paredes cubiertas por
planchas de plomo y de pequeño tamaño, en cuyo centro se
encontraba el aparato de rayos X. En el exterior de la sala, la
consola para el manejo del aparato, próxima a una pequeña ventana
plomada que permitía la comunicación con el enfermo al que se le
estaba realizando la técnica.
o Área administrativa.
Situada sobre la zona de acceso principal al sanatorio, en ella se
concentraba todo el «aparato administrativo», junto a los
despachos del director médico y del administrador. Como en otros
tantos hospitales, tenían la labor de archivo, estando encargado de
guardar tanto las historias clínicas de los enfermos, como otros
tantos documentos productos de la actividad diaria.
o Comedor.
Situado en cada uno de los extremos del edificio, era un habitáculo
semicircular con ventanas, carente de decoración, que presenta esta
forma para facilitar la limpieza y desinfección. Mobiliario sencillo y
funcional, semejante al empleado en el resto del sanatorio.
o Capilla.
Ubicada en el centro del edificio, a modo de las capillas de
hospitales españoles que se desarrollaron a lo largo del XVI y XVII.
Era de planta rectangular sin diferenciación del presbiterio con

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respecto a la nave. Sencilla en su decoración, presentaba dos


accesos: uno en la primera planta que daba paso a la nave, y el otro
en el segundo nivel, desde el que se llegaba al coro, siendo usado en
ocasiones para que los enfermos impedidos pudieran asistir a los
actos litúrgicos.
o Cocina-despensa.
A diferencia del Hospital Militar, la cocina se ubica en el sótano,
evitando ruidos, y dotándola de maquinaria moderna, entre la que
se incluía aparataje con el que preparar pan. Anexa, una despensa y
frigorífico, donde se almacenaba los alimentos, dispuestos en
estanterías adosadas a la pared.
o Farmacia.
Existía una pequeña farmacia, ubicada en el tramo menor de la «T»
que paulatinamente creció para satisfacer las necesidades. Se
trataba de una habitación dotada con mobiliario sencillo y zona
destinada a la preparación de las fórmulas magistrales (pesas,
vasijas de cristal, mechero, herramientas para la mezcla de los
ingredientes,…), al igual que la farmacia del hospital Militar.
o Habitaciones para personal. A diferencia del Hospital Militar, las
dependencias destinadas a alojar al personal sanitario que asistía a
los enfermos en el sanatorio, se sacó del edificio, estableciéndolo en
un lugar próximo que evite grandes desplazamiento en el interior de
la finca. A modo de pequeños chalés, se dispuso una serie de casa, la
más próxima a la entrada principal del edificio estaba destinada al
portero y su familia; el resto a enfermeras y médico, así como al
resto del servicio. Los chalés, de superficie no superior a los 100 m2,
presentaban un tipo de arquitectura sencilla, sin decoración, con
cubierta en azotea. Su acceso principal esta protegido mediante losa
plana en algunas casas y alero desarrollado en otras, accediendo a él
mediante una pequeña escalera.

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90. A. Benítez: Chalés para el personal del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso


de Ofra (Fuente: APTCC-Fotografías interiores y exteriores).

- Dependencias anexas.
Los lavaderos.
A finales del siglo XIX, como ya hemos apreciado en el Hospital Militar, se
define la ubicación de este departamento, que igualmente se extrae del
cuerpo del edificio, para disponerlo en las proximidades del sanatorio por
causas múltiple como el ruido y su carácter séptico. Dotado de maquinaria
moderna, en él se aseaba y preparaba la ropa que posteriormente sería
empleada con los enfermos.
La portería.
Destinada al portero, estaba próxima a la entrada principal a la finca,
fiscalizando el acceso. De cabina sencilla, presentaba uno de sus laterales
acristalados para permitir visualizar en todo momento la puerta de entrada.
El jardín.
En los terrenos de la finca del sanatorio-enfermería se proyectó un jardín al
que se le incorporaron calles y sistemas de riego. Su ejecución dio comienzo
desde la adquisición del terreno. A ellos se unió un pequeño huerto para
hortalizas y arboricultura, cuidado por los asilados. Esta doble intensión,
que la vemos también en el Manicomio Provincial, buscaba el contacto con
la naturaleza, la luz solar y el aire puro, así como abastecer a la cocina de
productos alimenticios.

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Cerramiento externo del recinto. Rodeando toda la finca en su totalidad


existía un muro de bloque sin enfoscar, con columnas de hormigón insertas
cada tramo de dos metros para dar consistencia.

• ZONA SÉPTICA. Esta zona se procuró concentrar en un solo punto de la finca,


distante del edificio principal. El vertedero almacenaba la basura que se
producía en el sanatorio y que posteriormente era destruía mediante
incineración. Existía un depósito de cadáveres donde se custodiaban los
fallecidos hasta su posterior traslado al Cementerio de Santa Lastenia, en Hoya
Fría.

MATERIALES. El tiempo en el que se ejecutó la obra fue un momento difícil


económicamente para Canarias, situación que se reflejó en los materiales empleados.
Para los muros se empleó bloque con enlucido y pintura al aceite. Interiormente se
empleó ladrillo en las divisiones y suelo recubierto de baldosa hidráulica y carpintería
para vanos, puertas y ventanas, de madera de pino.

4.2.1. HOSPITALES DEPENDIENTES DEL ANTIGUO CONCEJO INSULAR (ÉPOCA


DE LA CONQUISTA: SIGLOS XVI Y XVII).

4.2.1.1. REAL HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES Y SAN


MARTÍN OBISPO (SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA).

Iniciándose el siglo XVI, y ante la necesidad de tomar medidas higiénico-sanitarias


en los nuevos territorios conquistados, aparecen en la ciudad de los Adelantados, tres
instituciones hospitalarias: el Hospital de Santa María de la Antigua Misericordia, el
Hospital de San Sebastián, y el Hospital de Santa María de los Dolores, cuyo sustento
corría a cargo de una cofradía y los diferentes legados y limosnas que se les
concedían535. La preocupación de las autoridades del momento, se centraba en procurar

535
GONZÁLEZ YANES, E. Las primeras entidades de asistencia pública de Tenerife. Revista de
Historia Canaria, nº 109-112. La Laguna: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de La Laguna,
1955, p. 30-38.

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exiliar cualquier posible epidemia, para lo que se realizó un control de las entradas a la
Isla por el puerto existente y cercano a esta ciudad. Igualmente, a todos los afectados se
le procuró buscar un lugar que sirviera para el aislamiento, como se recoge en la
notificación efectuada por el Cabildo en octubre de 1506 en la que habilitaba «domicilio
a los pestilentes» en Heneto, el Valle de las Higueras y El Bufadero.536

Queda claro, en la documentación consultada (Actas Capitulares), que el Cabildo


de Tenerife no muestra un marcado interés por la fundación de algún centro
hospitalario que atendiera las necesidades de los «nuevos vecinos» que se iban
incorporando a la población de la ciudad. Pero son las exigencias las que obligan a
unirse, tanto a la iniciativa privada como a la gubernamental, para la creación y
fundación de estas nuevas entidades. Así, vemos como esta unificación de fuerza se
consolida en las intenciones que Alonso Fernández de Lugo muestra al querer crear y
fundar la Iglesia-Monasterio-Hospital del Sancti Spiritus, o también llamado de la
Antigua Misericordia, en un solar próximo a un hospital de campaña creado durante la
Conquista y que fue entregado a borgoñón Jorge Grimón, en la repartición efectuada
entre 1500 a 1506, quien lo donó a los agustinos y fundó una capilla con la advocación a
San Jorge, que constituyó la capilla mayor durante casi tres lustros537. Tal fue el interés y,
en cierta medida, agradecimiento por su labor durante la ocupación del territorio insular
hacia esta orden, que el Adelantado habilitó data de tierras (25.350 metros cuadrados)
en la Orotava en 1503, propiedad que nunca llegó a formar parte del«frustrado

536
SERRA RÀFOLS, E. (1996). Opus cit. Acuerdo 504, p. 95; Acuerdo 636, p. 127; Acuerdo 711, p.
152-153; Acuerdo 726, p. 157 y Acuerdo 797, p. 179-180.
Desde los primeros momentos, el Cabildo lagunero toma medidas, como la de 1506, en la que
prohíbe la entrada a un grupo de portugueses por razón de la «pestilencia» y hambre existentes
en ese momento en Portugal, llegando incluso, a imponer penas duras (pérdida de bienes y
destierro de la isla) a todo el que acercara dicho mal, solicitando la ayuda de los vecinos del
puerto de Santa Cruz, para el logro de tal empresa. Con respecto a la lepra, enfermedad propia
de las Islas, cabe exponer que se controló de manera exhaustiva, los cuales eran remitidos al
Hospital de San Lázaro, ubicado en Gran Canaria, o en el peor de los casos, eran expulsados del
territorio insular. Debe quedar claro, que hasta el siglo XX no se plantea la creación de una
institución destinada al cuidado y asistencia a este tipo de enfermo, que se vio materializada en
el Sanatorio Leprosería que se proyecta en la localidad de Arico en el sur de Tenerife, obra
promovida por el Dr. Ángel Vinuesa Álvarez.
537
NAVARRO SEGURA, M.I. La Laguna 1500: la ciudad-república. Una utopía insular según “Las
Leyes” de Platón. La Laguna: Edei-Ayuntamiento de La Laguna 1999, p. 125-126.

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hospital»538, como figura en un albalá de repartimiento fechado el 18 de septiembre de


1504. A todo ello, se unió la carencia de profesionales con una preparación «aceptable»
que pudiera desempeñar su labor asistencial, aunque queda claro, que las autoridades
de la Isla procuraron proveerse de aquel personal preciso para atender sus demandas y
necesidades sanitarias.539

91. Hospital de Dolores, La Laguna. Puerta de


acceso. Periódico El Día, 2001.

Los restantes hospitales nombrados


con anterioridad en este texto,
corrieron «mejor suerte» que el
patrocinado por Fernández de Lugo, ya
que si vieron consumada su fundación.
La primera constancia del Hospital de
Nuestra Señora de la Antigua, data de
1507, como queda reflejado en una
donación testamentaria efectuada por Juan de Valladolid540. Dicho hospital se ubicó en
la calle del Santo Espíritu, lo que años más tarde pasó a llamarse calle Real o calle de San
Agustín. A finales de este año, en diciembre de 1507, el hospital está ya operativo,

538
SERRA RÀFOLS, E. Las datas de Tenerife: libro V de datas originales. La Laguna, Tenerife:
Instituto de Estudios Canarios, 1978. Data nº 670.
Dichas tierras donadas por el Adelantado, pasarán a formar parte del patrimonio del convento
agustino de esta localidad: «Do a vos fray Pedro de Çea e vos fray Andrés de Goles, frayles de la
orden de San Agustín, seis fanegas de tierra de riego que están medidas en el Araotava, que
fueron nombradas para el Espital de Sancti Espiritus e porque no vino a efectos de hacerse el
dicho Espital, es mi voluntad de lo dar a vosotros… e a los que de vosotros sucedieren en esta isla
de vuestro ábito e religión, con la condición de que se celebraran tres fiestas, la de la Encarnación,
la de San Miguel y la del Espiritu Santo»
539
ROSA OLIVERA, L. DE LA: Los primeros hospitales de Tenerife y un retablo de 1513. El Museo
Canario, XLI. Las Palmas de Gran Canaria: Museo Canario, 1980-1981, p. 91-92.
540
SERRA RÀFOLS, E. (1978). Opus cit, nº 670.
En testamento otorgado por Juan de Valladolid el 17 de septiembre de 1507, … deja al Hospital
de Nuestra Señora, que se hace en esta villa, en la calle del Santo Espíritu, una manta y un par de
sábanas de anglo, por valor de mil mrs. o poco menos, para que estén allí los pobres de Dios.

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prestando asistencia a los vecinos de La Laguna, como se hace constar en el comunicado


que realiza Alonso de Mora al alcalde mayor de la defunción de un tal Pedro Martín.541

El «pobre» sustento de la institución procederá de los legados y limosnas, así


como de las aportaciones efectuadas por su cofradía. Entre la documentación existente
procedente de la escribanía de Sebastián Páez existe un documento que da fe del legado
donado a la institución en 1508 en su testamento por Alonso González de Salvatierra
que ascendía a 2.000 maravedíes para la obra del Hospital542. Igualmente encontramos
en 1508, como el religioso Afonso Antón, en calidad de mayordomo del Hospital vende a
Juan Fernández un solar anexo a éste por siete doblas; la situación jerárquica de Afonso
Antón dentro de la institución, así como la cantidad desembolsada, nos hace pensar en
la existencia de una cofradía en la que anidaba una pretensión de «crecimiento» y que
depositaba plena confianza en su representante543. Estas obras que se estaban
efectuando en el Hospital de la Antigua nuevamente son citadas en abril de 1509 en una
comisión representativa compuesta por miembros de Cabildo y del Hospital que dan en
censo de perpetuidad al prioste Alfón Yáñez, reservándose tan solo el señorío directo
sobre el solar, y estableciendo las siguientes condiciones:

1. Alfón Yáñez y sus herederos pagarán 1.200 mrs. de censo cada año, en dos plazos
de 600 mrs. cada uno; 2. estarán obligados a mejorar el solar y a edificar en él una
casa; 3. no podrán enajenar ni trocar el censo ni el señorío útil del solar; 4. en caso
de querer traspasar el censo, tendrá que ser a persona abonada y segura y con la
misma carga; además, deberán notificarlo antes al cabildo y a los mayordomos, por
si alguno de ellos lo quisiere para si; si no lo quisieren, deberán dar al hospital el
diezmo de la suma por la que lo vendieren o traspasaren a otras personas; 5. si
estuvieren dos años sin pagar, el censo quedará anulado y el cabildo podrá tomar el

541
GONZÁLEZ YANES, E. (1955). Opus cit, p. 30-38. «Onbre mediano, vermejo, que tenía una
cuchillada por el rostro».
542
AHPSCT- escribano Sebastián Páez, nº 10 (1510-1512, folio 5 recto).
El moribundo deja todos sus bienes a fray Andrés de Goles, prior de Sancti Spiritus, solicitando
ser llevado allí para su muerte. Tras enumerar a los testigos testamentarios agrega «non
embargante que diga Hospital de Sancti Spiritus, se entiende ser hospital de… [deteriorado] del
Antigua, do hay cofradía». Esta confusión entre los dos hospitales presente en el texto del
testamento se ve resuelta ante la situación inexistencia de cofradía en el hospital agustino.
543
AHPSCT- escribano Sebastián Páez, nº 2 (1506-1509, folio 716 vuelto) y nº 5 (1508, folio 134
vuelto).
Según se recoge en el protocolo del escribano Páez, Afonso Antón en la transacción actúa como
«mayordomo del Hospital de Nuestra Señora del Antigua y para dicha casa y hospital» y en
nombre de su hermano Juan Antón. El solar al que se le atribuye «cierta piedra» se le sitúa anexo
al Hospital, lindando con calles públicas y con Miguel Brizeno. Agrega, además, que ante la
desconfianza de poder asumir el precio pactado, da como fiador a Gonzalo Váez de Tavila.

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solar y los edificios hechos en él; y 6. deberán renovar la carta de censo cada nueve
544
años.

Dos años más tarde, en enero y septiembre de 1510, se realizaron importantes


donaciones para la institución hospitalaria. Comenzando el año en curso, se recibe de un
donante, Diego de Afón, terrenos ubicados en Tacoronte con una extensión de 33.800
metros cuadrados, a lo que se le une una dobla que le debe Jerónimo de Valdés por un
alvalá545. En agosto del mismo año, los cofrades del hospital otorgan al prioste Gonzalo
de Córdova, poderes, que a su vez delega a Alonso Velázquez y a Fernán Martín,
escribano y mayordomo de la cofradía, respectivamente. De esta manera, se le otorga
censo perpetuo al portugués Pedro del Puerto los terrenos de Tacoronte para su
explotación el 25 de marzo de 1511, como se hace constar en la carta de concesión546.
Poco después, en 1512, éste a su vez, traspasa este censo a Francisco Fernández, por 20
doblas de oro, el cual lo notifica al cabildo del hospital, que no plantea ninguna objeción.
De esta transacción el hospital se beneficiará con la suma de dos doblas de oro, fruto del
diezmo recogido en las condiciones estipuladas por el prioste Alfón Yáñez547. La segunda
donación efectuada fue la llevada a cabo por el portugués Gómez González, que estaba

544
AHPSCT- escribano Sebastián Páez, nº 9 (1509, folio 628 vuelto).
545
AHPSCT- escribano Sebastián Páez, nº 8 (1510-11, folio 594 vuelto).
En los documentos consultados del escribano Sebastián Páez, el donante portugués figura con el
nombre de Diego Afón, situación que se ve modificada (Diego Alonso) al consultar la
documentación del Antón de Vallejo, escribano del Concejo de Tenerife desde 1502.
«Por los muchos beneficios que del hospital ha recibido, dona ocho fanegas de tierra en
Tacoronte, con fuentes, una casa, árboles y todo lo que está dentro de la heredad, cuyos límites
son: tierras del Sr. Adelantado, tierras de Álvaro Váez, tierras de Vicente Yáñez y un camino,
«como todo lo demás que está del barranco arriba».
546
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 606, C.5 (1512-1513, folio 350 vuelto).
Los cofrades que aceptan y firman el documento son: Álvaro Váez, Blas Fernández, Alonso
Márquez, Bastián Machado, Niculás Álvarez, Gonzalo del Castillo, Pedro del Puerto, Pero Gómez
del Camino, Pedrianes y Jerónimo Fernández.
547
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 606, C.17 (1512-1513, folios: 765 rectos, 772 vuelto y
774 vuelto).
En la documentación consultada se enumeran a todos los cofrades que conforman en ese
momento el cabildo del hospital: Juan Çapata, prioste, Jorge Sánchez, Juan de Ortega, Luis
Alvarez, Fernando de Torres, Juan Bordón, Lope de Buysán, Alonso Marques, Miguel Brizeno,
Gonzalo de Córdova, Pedro del Puerto, Pedro Yanes, Pedro Estevanes, Juan Vaca, Alvar González,
Álvaro Váez, Francisco de Sepúlveda, Nicolás Álvarez, Alfonso Vello, Blas Fernández y Pero
Fernández.

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formado por 25.350 metros cuadrados en el valle del Bufadero y un capital a abonar el
maravedíes por los deudores a los que le había suministrado trigo y cebada.548

Bartolomé Fernández, alcalde de Santa Cruz, dona 300 maravedíes en su


testamento. El doble de esta cantidad, es el tributo que entregan los herederos del
portugués Luis González al hospital de la Antigua y al monasterio de Sancti Spiritus, pago
que concedía la adquisición de dos casas lindantes al hospital ya mencionado549. En
enero de 1513, Catalina Yanes testa a favor del hospital dejando una dobla de oro para
cada una de las siguientes instituciones: San Francisco, Sancti Spiritus y la Antigua550.
Incluso el propio escribano Sebastián Páez testa a favor del hospital en marzo de 1513,
concediéndole mobiliario y menaje (un colchón, una sábana y una manta)551. En esta
misma fecha, el carnicero Diego Fernández hace pública la deuda de 2.400 maravedíes a
Alonso Velázquez por un «cahíz de trigo» que le compró.552

A los censos ya existentes, se le unirá el que efectúa Alonso Velázquez el 6 de


junio de 1511, concediendo el dominio de su morada al portugués Gonzalo Rodríguez,
por el que paga 300 maravedíes anuales, estipulándose en el contrato, con vigencia por
nueve años renovables, el desembolso de 5.000 más para el mejoramiento de la
propiedad arrendada.553

Todas y cada una de estas bondadosas aportaciones efectuadas por la caridad de


las personas que formaban parte de la sociedad isleña del momento, nos dan buena
cuenta de la vida floreciente de esta institución. Pero, poco tiempo después, hacia 1515,
Martín de Jerez funda en La Laguna el hospital de Nuestra Señora de los Dolores, lo que
conllevó una cierta rivalidad entre los dos hospitales en los primeros instantes. Aunque
no se ha encontrado documentación que lo acredite, seguramente, fuera absorbido por
esta entidad, incorporándola a su establecimiento, como apunta en su Guía histórica de

548
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 605, C.6 (1510-1511, folio 407 vuelto).
Las seis fanegas de terrenos del Valle del Bufadero, lindaban con tierras de Talavera y de Antón
Franco.
549
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 605, C.23 (1510-1511, folio 745 vuelto).
550
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 606, C.25 (1512-1513, folio 1162 recto).
551
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 606, C.23 (1512-1513, folio 1053 vuelto).
552
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 606, C.23 (1512-1513, folio 1059 recto).
553
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 605, C.16 (1510-1511, folio 822 recto).

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La Laguna, José Rodríguez Moure554. Si se conoce que uno de las causas por las que se
creó fue albergar y cuidar a pacientes con enfermedades de transmisión sexual, como se
especifica en documentación fechada en 1821.555

92. Rafael: Leo X Pont Max. Detalle del Retrato del


Papa León X con sus primos, los cardenales Giulio de
Medicis y Luigi de Rossi (1518-19).

A diferencia de los ocurrido con otras


instituciones hospitalarias que se generaron
en el territorio insular para cubrir las
necesidades asistenciales que se iban
generando poco a poco, con el Hospital de
Nuestra Señora de los Dolores ocurrió una
situación diferente: se generaron numerosos
documentos y noticias que aludían al pleito
que se estableció entre Martín Jerez y Diego
de Herrera556 relacionados con el proyecto
del hospital, expuestos de manera clara y concisa en el artículo de Emma González
Yánez sobre las primeras entidades de asistencia pública de Tenerife, en la que
transcribe fielmente las «Actas del proceso movido por Martín de Jerez contra el Vicario
de la Isla Diego de Herrera, con motivo de la fundación del Hospital de Nuestra Señora
de los Dolores, que se recogen en los apéndices documentales», custodiadas en el
Archivo Municipal de San Cristóbal de La Laguna557. Seguidamente se realizará una breve
exposición de los hechos que acaecieron tal farragoso comienzo de este hospital.

Martín de Jerez, mediante la mediación del rey Fernando y de su hija Juana,


solicita al papa León X en 1514 la licencia para fundar un hospital en San Cristóbal de la
Laguna, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores y de San Martín Obispo558,

554
RODRIGUEZ MOURE, J. Guía histórica de La Laguna. La Laguna, Tenerife: Instituto de Estudios
Canarios, 1935, p. 240.
555
AMSCLL-signatura H-VI.9, 1821.
556
El primero poseía importantes datas en Tegueste, Taoro, Geneto y La Laguna; el segundo, era
vicario y beneficiado de la Isla.
557
GONZÁLEZ YANES, E. (1955). Opus cit, p. 46-88.
558
AMSCLL-Luis Romana: Legº 1º, número 18 (1812).

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permiso que se materializa en bula pontificia otorgada en julio del mismo año, aunque
existen autores que disienten en este punto, como ocurre con Dacio Darias que data el
documento el 20 de junio de 1512. Independientemente de la fecha exacta, si es verdad
que los privilegios que otorgó fueron muchos. En el futuro hospital se pudieran vender
4.000 fanegas de trigo y cebada para los gastos de la fábrica, así como que cualquier
sacerdote (regular o secular) pudiera pedir limosna para su sostenimiento, sin dejar a un
lado sus obligaciones eclesiásticas. Además, se donaba al recinto benéfico 24 fanegas de
trigo al año para la construcción del establecimiento por el Cabildo Secular y con
permiso de la Corona559. Además, se facultaba a la fundación a pedir y permitir la
exportación al continente africano de 4.000 fanegas de trigo y cebada para sufragar los
gastos de la construcción del edificio; este permiso era competencia pontificia, ya que el
comercio que se establecía era con infieles560. Por último destacar la concesión de
dispensa a todos los que ayudaran a su mantenimiento por medio de la limosna y la
visita a su iglesia, así como la concesión de facultar a la institución benéfica para poder
«pedir limosna» para éste y realizar operaciones monetarias que lo favorecieran.

Este cúmulo de rentas procuró que al regreso de Martín de Jerez de la Corte


castellana con el documento antes citado, se diera inicio a la construcción del edificio,
incluyendo en su nominación el título de «Real», atendiendo a la protección y amparo
ofrecidos por la Corona. El solar destinado para su construcción, se ubicó anexo al
domicilio de su fundador, llegando con los años y el marcado crecimiento del recinto, a
formar parte de éste. La gran cantidad de legados y donaciones efectuadas por los fieles
devotos, son datos significativos de los primeros pasos del hospital, constituido por una
pequeña iglesia y edificio anexo.561

En los primeros meses de 1517, Diego de Herrera, Vicario y Beneficiado de la Isla,


impugna por vía pontificia la fundación de la institución, situación salvada con el

Se recoge la devoción manifiesta de Martín de Jerez por San Martín Obispo, lo que lleva a
nombrarlo también patrono, situación que es algo desconocida.
559
DARIAS Y PADRÓN, D. V. El real Hospital de Nuestra Señora de los Dolores. El Día (Santa Cruz
de Tenerife), Año XV, número 6039, 28 de enero de 1954.
560
ARSAPT-Enseñanza y Beneficencia, número 20, cuaderno número 15, 1778; p. 26.
561
AHPSCT-Libro de Actas de la Junta de Caridad de esta Ciudad, años 1796-1835; Luciano Anglés,
Legº VI-115, folio 70 recto.
Los legados y testamentos recibidos por la institución eran a cambio de misas y rezos realizados
por estos fieles en la iglesia del recinto benéfico.

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documento que porta, real cédula de amparo, traído de la Corte castellana por Martín
Jerez, y que permitió la terminación de las obras de edificación del hospital. No
habiendo quedado tranquilo, y ante el temor de perder la capellanía que existía en el
Hospital de Nuestra Señora de la Antigua, institución que Martín Jerez pretendía
fusionar con el Hospital de los Dolores562, el 25 de agosto de 1517, ante el doctor Sancho
de Lebrija, teniente de gobernador, comparece para declarar, haciendo públicas todas
aquellas dificultades y obstáculos que el Vicario había ocasionado a la constitución de la
fundación563. Justo un día después, Diego de Herrera se personará ante el Adelantado
para ejercer su defensa, portando documento notarial, en el que negaba jurisdicción a
Fernández de Lugo en la pugna establecida, acogiéndose a la legislación canónica. La
Corona responde de manera contundente el 15 de septiembre de 1516, reiterando el
«depósito de la confianza para tan noble obra» en la persona de Martín de Jerez. El
proceso aclaratorio, largo en el tiempo, procuró mediante interrogatorios a diferentes
personajes, once testigos de la sociedad isleña, para hacer manifiesta la conducta
seguida por Diego de Herrera564. Estos hechos, encolerizaron al Vicario de la Diócesis de
Canaria, el cual hizo llegar sendas amenazas a Martín de Jerez con la Inquisición, a la que
se unió las efectuadas contra los clérigos que colaboraban con la recién creada
institución benéfica, llegando incluso a negarle la administración del hospital
acogiéndose a la misma «jurisdicción eclesiástica» que presentó como alegato ante el
representante del Rey en la Isla. Para contrarrestar la dispensa papal, «mueve piezas en
Roma», procurándose una bula cardenalicia, que nada tuvo que hacer ante la emitida
por el Santo Padre. En 1520, los cofrades, tras la muerte de Martín de Jerez, llegan al
acuerdo de sufragar todos los gastos que el difunto había efectuado en los «ires y

562
CIORANESCU, A. La Laguna. Guía histórica y monumental. La Laguna: Lit. Ángel Romero, 1965,
p. 166.
Cuenta Cioranescu, que en la iglesia del Hospital existían tres altares dedicados a Nuestra Señora
de los Dolores, Nuestra Señora de la Antigua y San Sebastián por mandato del Santo Pontífice de
Roma, lo que nos da una idea del protagonismo que presenta los Dolores y la dependencia de los
otros dos de éste.
563
GONZÁLEZ YANES, E. (1955). Opus cit, p. 52-53.
564
Ibidem, p. 46-51.
Diego de Herrera, durante los interrogatorios efectuados, será acusado de ser licencioso y de mal
vivir, y que no solo da escándalo con la vida disoluta y poco ejemplar, sino que también usa mal
de su ministerio sacerdotal, puesto que ha dejado que el Santo Sacramento se le cayese en el lodo
de las plazas, por lo que estava el pueblo escandalizado.

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venires» a Roma y a la corte castellana, que debió realizar para esclarecer y ejercer sus
derechos, y los de la fundación, para lo que se le asignó a la esposa del fallecido,
Catalina Gutiérrez, un total de 300 doblas565. Igualmente se tomó la decisión de hacer
llegar a manos de la cofradía el documento original otorgado por el Papa León X al
recinto benéfico.566

93. Orlando González: Planta primera del


edificio Hospital, siglo XVI (1995).

Pasaron los años, y el 22 de


noviembre de 1523, el Cabildo, reunido
en el Hospital, hará el encargo al
administrador Andrés Martín de
Barbadillo y a su síndico pregonero,
Pero Cornejo, cobrar a Francisco de
Campo o quien portase o hiciera uso de
la bula en Castilla, las cantidades
obtenidas del encargo que Martín de
Jerez le había hecho en su momento, debiendo remitir al prioste y cofrades la mitad de
los maravedís obtenidos por el uso de la bula y las provisiones en un plazo de dos años,
siendo el resto, la otra mitad, para su beneficio y uso ante la empresa acometida en esta
misión. Además se les encomienda tramitar ciertas cédulas con el rey Carlos I y con la
jerarquía eclesiástica castellana, para procurar así el «uso y aprovechamiento» de la bula
por los territorios castellanos y portugueses.567

El 18 de septiembre de 1524, se efectúa la entrega del poder a Andrés Martín de


Barbadillo y a Martín Corchado para ejecutar el encargo y que sean impresos los

565
COELLO GÓMEZ, M. I.; RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M.; PARRILLA LÓPEZ, A. Protocolos de Alonso
Gutiérrez (1522-1525). Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife; Instituto de Estudios
Canarios, 1980. Colección «Fontes Rerum Canariarum XXIV», Documento nº 56, 19 de enero de
1522, folio 681 recto, p. 95.
566
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 166.
567
COELLO GÓMEZ, M. I.; RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M.; PARRILLA LÓPEZ, A. (1980). Opus cit.
Documento nº 1245, 22 de noviembre de 1523, folio 799 recto, p. 475-477.
Junto a lo obtenido del cobro a Francisco de Campo, se les ofrece también la mitad de los que
consiguieran de las impetras o licencias concedidas por los prelados de Castilla, manteniendo
estas condiciones incluso para cualquier gestión que efectuaran en tierras lusas.

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privilegios pontificios que Martín de Jerez obtuviera para el Hospital en el territorio


peninsular, siendo explícitos en cada uno de los movimientos que pudieran realizar.
Nuevamente se aclaró el encargo, estipulando los dos años como fecha límite de estrega
del dinero y se establece febrero de 1525 como la fecha de partida568. Tras el arduo
proceso establecido para esclarecer la potestad sobre los beneficios del centro sanitario,
los siglos XVI y XVII vendrá marcado por una administración representada por una parte
civil y otra parte eclesiástica. Esta representación dual llevaba a conflictos ante la toma
de decisión unilaterales, que «volvían a encender las brasas del fuego» que aún
perduraban desde inicios del siglo XVI.

El prioste o administrador del Hospital, era elegido cada año participando en su


elección tanto la justicia como el vecindario con el vicario foráneo del partido. Un
capellán era el encargado de administrar y dirigir la iglesia, existiendo dos hermandades,
la de Los Dolores y la de la Misericordia, formada por trece hermanos que se encargaban
de dar sepultura a todo aquel fallecido en el Hospital. A partir de 1584, según como
recoge el Libro de Acuerdos, se reseñan todos aquellos acuerdos tomados en «conclave»
por los 30 hermanos de la Cofradía de la Misericordia, que desde 1519 poseían el
control de la administración, rigiéndose por el Juez Real y el Vicario Eclesiástico. Su
primer prioste fue Juan de Oñate, autoridad dentro de la Hermandad que era elegida
por los cofrades, vecinos todos ellos de la ciudad569. Esta última cofradía, la de la
Misericordia, que gozaba de indulgencia papal y por consiguiente libre de obligaciones
castrenses, tenía como misión recaudar limosna con los siguientes fines: comprar
túnicas para los miembros de la cofradía y enterrar a los difuntos de la ciudad (se
destinaba cierta cantidad para los féretros, utilizando la demasía para el cuidado de los
pobres)570. Fue la única, de las dos existentes, que perduró hasta el comienzo del siglo
XVIII, momento en el que sufre una reestructuración de la mano de Santiago José
Bencomo, Marqués de Villanueva del Prado, y de Juan Tabares de Roo, diseñadores de
las ordenanzas o estatutos que articulan a partir de doce capítulos, y donde se
especifican claramente las actividades de la Hermandad y la naturaleza de sus

568
Ibidem, p. 635-636.
569
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 167.
570
DARIAS Y PADRÓN, D. V. artículo cit. El Día, Santa Cruz de Tenerife, Año XV, nº 6039, 28 de
enero de 1954.

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miembros: a partes iguales la deberán componer civiles y clérigos571. Sus cometidos en


el Hospital, concluirán finalizando este siglo, momento en el que el prelado de la
Diócesis afirma su autoridad sobre el establecimiento.572

94. Anónimo: Recogida de un niño procedente de un torno


procedente de una Cuna de Niños Expósitos (1890-1900).

Los hermanos de la Orden de San Juan de Dios, Cristóbal Muñoz y Jerónimo de la


Cruz, tomarán la administración del Hospital ante su «buena gestión» durante el tiempo
en que estuvieron hospedados en él, siendo los regidores y el propio obispo Francisco
Martínez, quienes le conceden tal encargo573. Estos, ya habían tenido a su cargo el
Hospital de Nuestra Señora de la Concepción en Garachico574. Esta asignación efectuada
el 15 de julio de 1605, como nos narra José de Viera y Clavijo, fue el producto de la
presión que efectuaron, al poner en conocimiento de las autoridades su regreso a la
península575. Tras varios meses de labor como administradores del establecimiento (seis

571
AHPSCT- Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, Actas: signatura VI-115, folio 2 vuelto y 6
vuelto.
572
AHPSCT- Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, signatura VI-115, 1799-1835, folio 4
vuelto.
573
VIERA Y CLAVIJO, J. de. Noticia de la Historia General de las Islas Canarias. Tomo III. Santa Cruz
de Tenerife: Goya Ediciones, 1950-1952, p. 380-381.
574
NÚÑEZ DE LA PEÑA, J. Conquista y antigüedades de la isla de la Gran Canaria (Madrid, 1676).
Edición facsímil. Las Palmas de Gran Canaria: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria, 1994, p. 326.
575
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 167-168.
La sanción fue administrada por el provisor y juez ordinario, doctor Salazar, que tras indagar y
enjuiciar los actos cometidos por ambos frailes, los aparta de su responsabilidad en el
establecimiento de beneficencia.

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en total), eran numerosas las quejas a las autoridades responsables manifestadas por su
«mal trato a los asilados», situación que llevó al Ayuntamiento a retirarles el 10 de
enero de 1606 la custodia del Centro576. Una vez que la orden franciscana deja el
establecimiento benéfico, la administración de éste, se caracterizará por carecer de
«potestad» ante las autoridades responsables del mantenimiento, situación que se
refleja en la documentación examinada, donde el Hospital demanda de manera
reiterada el abono de los diferentes gastos que surgen en su «día a día». Así nos
encontramos como el administrador, en 1618, reclama los ingresos anuales que le
pertenecen, o el abono del salario del personal y farmacia reiterado durante 1620 a
1659.577

Hacia 1665, el obispo Bartolomé Jiménez dona al Hospital 52.000 reales de vellón,
de los que tan solo dos mil destina a la Cuna de Niños Expósitos. Además, corre con los
gastos de la botica necesarios para los tratamientos de los enfermos alojados, cantidad
que ascendía a la suma de 7.000 reales de vellón578. Resulta curiosa la fundación que se
efectúa en 1682 por el bachiller Fernando Martín de Fleitas: la venerable Escuela de
Cristo o, también llamado, el pequeño oratorio de San Felipe Neri, que será confirmada
el 5 de febrero de 1716 por el pontífice Clemente XI579. Sus actividades se centraban en
la solicitud de limosna a la que se le agregaba la realización de ejercicios espirituales que
acercaban a los componentes de la Escuela a Dios Padre. Las limosnas obtenidas se
destinaban al sustento de los reos que, en esos momentos, vivían en precarias
condiciones. Esta, será clausurada en 1868 durante el periodo revolucionario.580

Ya concluyendo el siglo XVII se reedifica el edificio del recinto hospitalario, así


como la iglesia con los dineros aportados por el capitán de milicias de la Isla, Bernardo
de Fau, rico mercader francés, que ostentaba el cargo de mayordomo de la institución
hasta 1718, fecha en la que falleció a los 74 años de edad. Su retiro del panorama

576
AHPSCT- Bethlemitas: signatura Ben 19,3; 1830; folio 2 recto.
577
AMSCLL- Signaturas: H-VI.2 (1618); H-VI.3 (1620); H-VI.4 (1659)
578
VIERA Y CLAVIJO, J. DE (1950-1952). Opus cit, 1982; p. 559.
579
Ibidem, p. 699.
580
DARIAS Y PADRÓN, D. V. artículo cit. El Día, Santa Cruz de Tenerife, Año XV, nº 6039, 28 de
enero de 1954.

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mercantil, se siguió de su asilamiento en Los Dolores581. Ante la inexistencia de un


vástago que perdurara su estirpe, el buen capitán francés, dejará todos sus bienes a la
fundación, construyéndose la iglesia actual con éstos y dotándola de una capellanía
diaria que se vincula con la Casa de Casabuena, beneficiados de la Parroquia Matriz de la
Concepción582. Asignó salario al sacristán y fundó una capellanía más a la que encarga el
rezo del Santo Rosario cada noche583, pese a la existencia de una capellanía previa584.
Entre las cláusulas testamentarias que estableció, destaca aquella en la que reiteraba la
potestad a la Junta Popular para el nombramiento de los administradores; si sus tareas
no se ajustaban a las necesidades y demandas del establecimiento benéfico, eran los
Venerables Beneficiados de la Concepción los que podían tomar este derecho,
reemplazando a la Junta585. Con un marcado ánimo de ennoblecer y enriquecer el
templo del Hospital, Bernardo de Fau mandó construir un tabernáculo, concretamente
el que hoy en día conocemos, con el fin de ubicar en él el Santísimo Sacramento, traído
de la parroquia de la Concepción en 1704. Junto a esta obra, dota al templo de
diferentes utensilios propios de la liturgia.586

Francisco Crisóstomo de la Torre sucedió a Fau en el cargo de prioste. El obispo


Guillén, tras la solicitud efectuada por su hermano Miguel de la Torre de cambiar el
mayordomo del Hospital, nombró a Andrés Cabrera, siendo éste a la vez, capellán y

581
Ibidem, p. 167-168.
582
AHPSCT- Libro de Actas de la Junta de Caridad de esta ciudad (años 1796-1835); Luciano
Anglés, Legº VI-115, folio 70 recto.
En su testamento fechado el 29 de enero de 1718, deja como heredero universal al Hospital de
Nuestra Señora de los Dolores y San Martín Obispo, haciéndole donación de los gastos de su
edificación a cambio del atendimiento de las necesidades que pudiera tener la iglesia anexa a él:
sacristía, culto y aseo, utilizándose el sobrante para el atendimiento de los lisiados albergados en
el establecimiento benéfico. En él, solicita ser enterrado en el Hospital, estipulando las
condiciones en que quería ser enterrado.
583
DARIAS Y PADRÓN, D. V. artículo cit. El Día, Santa Cruz de Tenerife, Año XV, nº 6039, 28 de
enero de 1954.
584
Ibidem, Luciano Anglés, Legº VI-115, folio 70 recto.
La capellanía existente estaba fundada por doña María de Armas Clavijo, en la que se habían
estipulado decir un cierto número determinado de misas.
585
AHPSCT- José Albertos: Legº 11, año 1812, s/n.
586
AHPSCT- Libro de Actas de la Junta de Caridad de esta ciudad (años 1796-1835); Luciano
Anglés, Legº VI-115, folio 70 recto, opus cit.
Según se recoge en la documentación son los siguientes utensilios eucarísticos: custodia, copón y
varios ornamentos para el aseo de los Santos Oficios.

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mayordomo, situación que no se ajustaba a las últimas voluntades realizadas por Fau587.
Este nombramiento, efectuado directamente por el prelado, llevó a que, desde el
Cabildo se realizaran enérgicas protestas; a partir de este momento se perdió la
tradición de seleccionar a esta figura por medio de la libre elección de los vecinos. Su
espléndida labor fue los que logró que se perdurara hasta su muerte a los 59 años en los
cargos asignados. Fueron notables las aportaciones que realizó al establecimiento, como
las narra Lope Antonio de la Guerra y Peña:

[Fol. 175r.] No porque en este año no haya havido enfermedades epidemicas, siendo
mortales estos habitadores, han dexado de morir algunos. Las Personas mas
conocidas han sido en 3 de Enero á los 59 años de su edad Dn. Andrés Cabrera
Presbit.° Capellán y Admor. del Hospital de Ntra. Señora de los Dolores, y que cuidaba
de los Niños expósitos murió de Perlesía y otros males, y en su tpo. consiguió para la
lactacion dos. Niños mil pesos de los Propios del Cabildo, y otros mil en las vacantes
de Mexico, porque se morian muchos á la necesidad. Tambien tenia con mucho aseo
el Hospital y en el tpo. de su administración se hizo un sagrario de plata, puso
vidrieras en la Iglesia, enlozó la frontera de ella, hizo poyos en los claustros y otras
588
cosas de modo que ha sido hombre recomendable.

Hacia 1762, con la donación efectuada por el mayordomo del establecimiento


benéfico Amaro González de Mesa, se comienzan las obras para la construcción de una
galería de convalecientes, así como, una nueva cuna de expósitos, ya existente desde el
primer tercio del siglo XVII y única, en ese momento, en la Isla589. Este mismo año, se
planteó encargar la administración del Hospital a la Orden Bethlemita590, que pretendía

587
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 167.
588
GUERRA Y PEÑA, L. A. DE LA. Memorias. Tenerife en la segunda mitad del siglo XVIII. In, El
Museo Canario, nº 31-32, Las Palmas de Gran Canaria: Museo Canario, 1949, p. 168.
589
DARIAS Y PADRÓN, D. V. artículo cit. El Día, Santa Cruz de Tenerife, Año XV, nº 6039, 28 de
enero de 1954.
Existe constancia que la primera vez que se alude a este dispositivo asistencial benéfico es el 20
de marzo de 1627 cuando Juan Manuel Suárez, canónigo de la iglesia metropolitana de Sevilla y
natural de La Laguna, ayuda con una donación monetaria considerable.
590
RUIZ DE VILLARÍAS, A.M. El venerable Pedro de Betancurt. Intentos de fundación en La Laguna.
Siglo XVIII; II Coloquio de Historia Canario-Americana; Tomo I; Cabildo Insular de Gran Canaria;
Sevilla; 1979; p. 137-140.
Las primera noticia hallada sobre tal hecho, está recogida en la Historia General de las Islas
Canarias de José de Viera y Clavijo, quien, atendiendo a una Real Cédula de 29 de mayo de 1725
(cesión de 100 ducados y 100 fanegas de trigo anuales) y a los Acuerdos establecidos por el
Cabildo de la Isla, que el Obispo Juan Ruiz Simón, realizó gestiones con el de acuerdo con el
Obispo don Juan Ruiz Simón, mantuvo gestiones con el Cabildo de Tenerife desde 1712, con la
pretensión de que la Orden administrara el hospital de San Sebastián de La Laguna. Las
peticiones del prelado no fueron atendidas hasta 1722, en que llegaron tres frailes, entre ellos
Ambrosio, instalándose en el hospital, dedicándose a la enseñanza de la juventud.

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su traslado a Canarias atendiendo a las recomendaciones efectuadas por el obispo


mejicano de la ciudad de Puebla, Domingo Pantaleón Abreu, que prometía a la
comunidad la suma de 2.000 pesos a cambio de su instalación en La Laguna, ciudad que
lo había visto nacer, situación que habían perseguido en las primeras décadas de este
siglo, pero en diferente lugar, en el Hospital de San Sebastián. Dicha pretensión no llegó
a hacerse efectiva591. Esta situación provocó la división entre las clases dominantes del
momento: un grupo, los ilustrados canarios se mostraron a favor de este hecho,
mientras que otro grupo, ligado a la Corona, se opuso férreamente. A estas dos posturas
contrapuestas, se agregó la mantenida por la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Tenerife, que creía que el papel posible a desempeñar por los hermanos
bethlemitas, estaba muy próximo a los fieles con los que se había originado la fundación
hospitalaria.592

Tras la muerte de Andrés Cabrera, éste será sustituido por Santiago Eduardo en la
mayordomía y por Juan de Armas como sacristán:

Sucediole en la Mayordomia de pobres y expósitos D.n Santhiago Eduardo, de quien


se dixo al fol. 81 que fue Personero, y al 137 Guardam.or de Montes: el que, haviendo
enviudado se entró clerigo y se ordeno de todas ordenes en el año ppass. con
dispensa, que tuvo para ello, y predicó en la Octava de Concepcion, el dia que como
Hermano mayor del Ssmo Sacramento hacia la Fiesta.[Fol. 175v.] Y en la Capellania
de dch. Hospital sucedió D. Juan de Armas Sacristán de la Parros.’ de la
593
Concepción.

A finales del siglo XVIII, el Hospital inició su decadencia, situación que se exacerba
en el siglo XIX tras la desamortización efectuada por Mendizábal, llegando incluso al
punto de casi desaparecer594. A todo ello, se unió la profunda crisis existente en España,

Fray Juan de Asunción, natural de La Laguna, llega a ésta desde tierra americana en 1756, con la
pretensión de la renovación de los antiguos oficios a favor de la fundación (basándose en un
informe emitido por el Comandante General José de Urbina), situación que gustó a las
autoridades hasta que solicitó formalmente la cesión del Hospital de los Dolores.
591
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 167.
592
ARSEAPT- Enseñanza y Beneficencia, número 20, cuaderno 15, 1778, folio 28 recto.
…El Hospital es del Pueblo construido y donado a sus expensas, administrado por su elección, libre
de Patronato y solamente sujeto a la jurisdicción eclesiástica como obra pía: no hallo
inconveniente alguno en que Usted como cabeza y voz del Pueblo de Tenerife lo consigne y dé a la
religión de los bethelitas bajo la aprobación de las legítimas autoridades, como lo han hecho
muchas ciudades de América…
593
Ibidem, p. 168-169.
594
DARIAS Y PADRÓN, D.V. artículo cit. (El Día: 28 de enero de 1954; año XV, número 6039).

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que se acentuó en las Islas, aumentando los gastos, y por consiguiente, la demanda de
recursos por parte de los gestores de la institución. Para sustentar al centro, desde el
Cabildo se habilitaron partidas de madera, procedentes de los bosques de la Isla, que
perseguían «ayudar» en las reformas y reconstrucciones que se efectuaban en el interior
del Hospital595. A todo ello, se le unían la recaudación que se obtenía de las actividades
agrícolas y ganaderas de las posesiones que tenía la fundación. Destacaron también, no
solo lo aportado por los poderes civiles, sino por los eclesiásticos, como las donaciones
efectuadas por el obispo Jiménez, iniciándose el siglo, o la llamada a la caridad que
realiza el obispo Antonio Tavira en su pastoral del 31 de diciembre de 1795, como se
recoge en las Actas del Hospital596. También debe nombrarse a Bernardo de Fau,
donante destacado, cuyas aportaciones permitieron la realización de las obras
acometidas en la iglesia y las enfermerías se lograran reanudar y concluir, nombrando
como heredero universal de sus bienes al Hospital. Aunque fueron muchas las
aportaciones, limosnas y testamentos entregados a la Fundación, si es verdad que nunca
alcanzaron los efectuados desde el territorio peninsular, independientemente de que las
partidas no fueron puntuales en la mayoría de las ocasiones.597

95. José Rodríguez de la Oliva: Bernardo de Fau (1718).

En el siguiente siglo, el XIX, la administración de los


bienes se caracterizó por una «mayor lógica»,
creándose órganos de gobiernos novedosos hasta el
momento en el Hospital que establecían un patronazgo
eclesiástico figurativo, y recaía sobre los párrocos de la
iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción.
Entre 1809 y 1812, se estableció una Junta de Caridad

Sus posesiones fundamentales se perdieron, situación a la que se unió un despilfarro de los


ingresos que se incorporaban a las arcas del Hospital. Numerosos fueron los inmuebles,
propiedad del Centro que fueron mal vendidos: las casa del médico, ubicada en la calle Juan de
Vera, así como las dos que se poseían para el capellán en la calle San Agustín.
595
AMSCLL-signatura: H-VI.5, 1798, folio 1 recto-folio 2 vuelto.
596
AHPSCT-Actas del Hospital de Nuestra Señora de los Dolores; signatura: VI-115, 1795, folio 1
vuelto.
597
SANTANA PÉREZ, J. M.; MONZÓN PERDOMO, M. E. Hospitales de La Laguna durante el siglo
XVIII. Tenerife: Excelentísimo Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna, 1996, p. 118.

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con el ánimo de regentar el Hospital y procurar la simpatía de todos hacia ella, lo que
hace que busque una muy variada representación598. Los miembros que la componían
eran: el Juez Territorial, que la presidía; el Venerable Vicario Eclesiástico; tres
Venerables Párrocos de la Iglesia Matriz de la Concepción; el Beneficiado Rector de la
Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios; los regidores nombrados por el
Ayuntamiento, situación que se efectuaba cada año; el procurador síndico personero; el
capellán del Hospital; un representado seleccionado por el consulado; y dos personas
representando al pueblo. Con el mandato de la constitución política de la Monarquía, la
regencia del establecimiento pasará a formar parte del Ayuntamiento del municipio,
siendo administrada por la Diputación Provincial de Canarias, que dio paso al Cabildo
Insular599. Contaba en 1835, con numerosas propiedades, casas y terrenos, arrendados o
alquilados, además de décimas, limosnas o partidas sueltas600, presentando un balance
en el que los ingresos cubrían los gastos que surgían en el Hospital.601

96. Orlando González: Hospital de Dolores.


Segunda planta, siglo XVII (1995).

Entre 1820 y 1823, el comúnmente


llamado «Trienio Liberal», la figura del
Administrador se transformó en el
Director, elaborándose una
instrucción provisional a la espera de
unas ordenanzas comunes como se
recogía en el Reglamento General de
Beneficencia Pública decretado por la
Cortes Extraordinarias el 27 de diciembre de 1821. Esta «normativa interna provisional»

598
AMSCLL-Signatura: H-VI.8, 1812, folio 11 vuelto y 12 recto.
Desde el mismo día de su fundación se estipulan cuales son sus cometidos: …gobierno, celo y
cuidado del Hospital de los Dolores… El patrono eclesiástico nombrado no aporta ni recibía
ingreso alguno de la institución.
599
AHPSCT- José Albertos: Legº 11, año 1812, s/n, opus cit.
600
AHPSCT- Depósito: signatura V-37, 1835, s/n.
601
Los gastos anuales del Hospital eran procedentes de la compra de vestidos, alimentos y
fármacos para los asilados, además del abono de los salarios a los trabajadores que desarrollaban
su actividad asistencial en él.

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se articuló a partir de ocho puntos que procuraron que el funcionamiento y


administración del Hospital fuera lo más adecuado: el establecimiento debía poseer un
registro de los movimientos de los pacientes con todos aquellos datos que puedan ser
de interés (nombre, sexo, residencia y edad); visitas periódicas (diarias) de los enfermos,
procurando una distribución de los ingresos de manera idónea; velar por las condiciones
higiénicas de las salas adecuadas (limpieza y ventilación), así como silencio y orden;
cumplir con las pautas establecidas por los médicos (medicación y alimentación);
gestionar adecuadamente los gastos relacionados con alimentos; celar por la asistencia
de los practicantes a sus puestos de trabajo, así como la labor que desempeñan; y
mantener la integridad de cada una de las salas, permitiendo solo el acceso a personas
debidamente autorizadas (distribución hombres-mujeres).602

97. Alejandro Cioranescu: detalle de la puerta de


acceso principal a la Iglesia del Hospital de los
Dolores (1965).

El Hospital, en 1821, contaba con: un


administrador, un contador, un capellán, un
sacristán, un monaguillo, un médico-
cirujano, un practicante, una enfermera,
seis criados, de los que dos eran hombres y
una lavandera. Resalta como persiste el
diezmo como forma de pago al
administrador, asignándosele determinadas
cantidades, en razón de la labor efectuada
por cada uno, como consta en la
documentación consultada603. En la siguiente década, semestralmente, serán los
médicos titulares de la Ciudad de los Adelantados, los que atiendan el Establecimiento,
con carácter retributivo.604

602
AHPSCT- Hospital de Nuestra Señora de los Dolores: signatura Ben 39, 1823-1833, sin folio.
603
AMSCLL- Signatura H-VI. 9, 1821, s/folio.
604
AMSCLL- Sección Segunda, signatura H-VI. 9, 1821, s/folio.

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En 1841, el Ayuntamiento de La Laguna plantea trasladar el Hospital al convento


dominico ante las precarias condiciones de humedad e insalubridad que presenta el
edificio, así como la ubicación céntrica de éste. El expediente, dirigido a la Diputación
Provincial nunca llegó a efecto605. Ya terminando el siglo, la Junta de Caridad formada
por mujeres de las más ricas y nobles familias de La Laguna, fueron las que dieron
solvencia económica a la institución.606

La arquitectura de este establecimiento de beneficencia, vino marcado en sus


comienzos por una tipología funcional que aprovecha los recursos que se iban
aportando a la fundación por medio de las donaciones y limosnas procedentes de la
caridad. Así, encontramos que su primer edificio lo conformó una serie de casas que se
acondicionarán para la asistencia a los dolientes, como ya se ha comentado. No se ha
hallado documentación que haga referencia a la obra en sus primeros momentos, pero
si fechada varios años después, como los protocolos del escribano Gaspar Justiniano que
recogen la obligación de entrega de piedra y madera para la construcción del edificio.607

605
AHPSCT- Esteban de Baños: Legº 16, año 1841, s/n.
Una vez desalojado el Hospital, el Ayuntamiento pretendía crear un centro de ayuda para
mendigo e indigentes, reduciendo la numerosa cantidad de ellos que poblaban las calles de la
ciudad. Especifica también el documento consultado, el intento de uso del edificio como casa de
educandas y recogidas provincial; además se plantea la posibilidad de darle uso como teatro,
dispositivo del que carecía el municipio lagunero.
606
DARIAS Y PADRÓN, D.V. artículo cit. (El Día: 28 de enero de 1954; año XV, número 6039).
607
TARQUIS, M.; VIZCAYA, A. Documentos para la Historia del Arte de las Islas Canarias; Tomo I
en Fontes Rerum Canariarum X; Excmo. Cabildo Insular de Tenerife; Santa Cruz de Tenerife, 1977;
p. 199-200.
Obligaciones de entrega de piedra, fechado en La Laguna el 21 de septiembre de 1547: …Juan
Díaz, cabuquero, vecino desta isla de Tenerife, otorgo e conozco por esta presente carta que me
obligo a dar a entregar a vos Francisco de Coronado e Tristán de Merando, priostes del Ospital de
Nuestra Señora de los Dolores desta ciudad de San Cristóbal e para dicho Ospital, noventa tapias
de piedra jabalunca buena e de recibir, quebrada o trayda al dicho Ospital, ques de esta civdad, a
mi costa e mición, la cual dicha piedra quebraré e daré puesta en el dicho Ospital de oy día de la
fecha desta carta en un mes primero siguiente, e vos daré e me obligo de vos dar toda la misma
piedra que oviere menester al dicho Ospital para hazer un cuarto que tiene empeçado hazer, la
cual dicha piedra me obligo de vos dar a preçio cada tapia de dos reales de plata de sacada e
trayda, la cual piedra me avéys de pagar como la fuere trayendo de manera que acabada de traer
me acabeys de pagar… e otorgo que para en quenta de la dicha piedra e recibido de vos los dichos
priostes por el dicho Ospital de dos doblas de oro de las cuales soy contento a mi voluntad…
Obligaciones de traer madera, fechado en La Laguna el 11 de julio de 1549: …Diego Martín,
carpintero, vecino desta isla de Tenerife…me obligo de dar a vos Juan Zapata e Tristán de
Hemerendo, priostes del Hospital Real de Nuestra Señora de los Dolores, e para el dicho Hospital,
es a saber ocho flechales de tea de veynte e quatro pies de cumplido e de la vitola necesaria par

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El edificio de modelo casa-hospital que nos ha llegado a la actualidad, de planta


trapezoidal en dos alturas, se desarrollaba en torno a un patio-claustro con galerías de
madera en cada uno de sus laterales608. Solo dos de los lados del complejo iglesia-
hospital tenían acceso al exterior, ubicándose en el cruce de dos calles: uno hacia la calle
de San Agustín, lugar donde se encontraba la iglesia del establecimiento benéfico, y el
otro hacia la calle Juan de Vera, lugar por donde se tenía entrada al Hospital. El
cerramiento diseñado para su exterior, lo constituían paramentos en los que aparecían
vanos enmarcados en cantería o madera, en los que para su recubrimiento se empleaba
el calicostrado sobre muro de tapial propio de la arquitectura de su momento; en su
cerramiento superior, se utilizó madera y teja, originando cubiertas a dos aguas para dos
de sus galerías, a un agua para las otras dos y a cuatro para el presbiterio del templo.
Opuesta a la sacristía se encontraba el cuarto mortuorio, estando anexo a éste, una
pequeña habitación destinada a archivo. Al final de la galería se existía una ventana y
puerta pertenecientes a las oficinas del Hospital. La galería, contraria a la anexa al
templo, conducía hacia la escalera609 que daba acceso a la zona superior, además de
habilitar cuatro accesos a la zona de la comunidad religiosa por medio de puerta610; en
ella también encontrábamos una pequeña doble que permite llegar al impluvium del
patio, decorado con una fuente central coronada por una imagen de la Virgen Milagrosa,
que estaba rodeada por cuatro parterres cuadrados delimitados por placas de guijarros
que formaban una cruz con sus cuatro brazos iguales; años antes, próximo a este lugar,
existía un estanque y una pila destinada al lavado de la ropa de los asilados, a los que

un quarto de veynte y quatro pies de tea a seys reales cada uno, iten quatro limatones de tea a
tres reales cada uno, iten siete dozenas de tixeras al dio precio de novecientos maravedís, iten
nueve dozenas de tablas de aforro a ochocientos maravedís la dozena, que toda la dicha madera
monta veynte mil y seiscientos maravedís, y me obligo de empesar a hacer la dicha madera luego
y la dar hecha y puesta en mi aserradero en esta ciudad…
608
PÉREZ MORERA, J. y RODRIGUEZ MORALES, C. Arte en Canarias: del gótico al manierismo.
Santa Cruz de Tenerife; Las Palmas de Gran Canaria: Viceconsejería de Cultura y Deporte,
Gobierno de Canaria, 2008. Historia Cultural del Arte en Canarias, volumen II. p. 150-154.
609
La escalera principal presenta un arco de cantería roja rebajado con impostas. Está formada
por dos tramos, colocándose el segundo a la derecha que concluye en un arco carpanel lígneo
construido en el siglo XIX, estando iluminada por dos pequeñas ventanas colocados en la zona
superior. Su pasamano de igual material que el arco rebajado, siendo toda ella de mampostería
en ambos tramos.
610
Ocupadas durante años por las Hermanas de San Vicente de Paúl que junto con el personal
seglar efectuaban los cuidados asistenciales a los enfermos alojados en el establecimiento
benéfico.

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llegaba el agua mediante canales descubiertos o arcaduces de barro enterrados en el


suelo. En la esquina más próxima a la sacristía se ubicaban dos pozos en desuso, de los
que uno de ellos está condenado; el otro solo está cubierto. La galería superior estaba
sustentada por pies derechos rematados por zapatas lígneas sin decoración a excepción
de las de la galería opuesta a la puerta principal que presentaban decoración estriada en
sus laterales. Analizando fotos anteriores a las últimas intervenciones efectuadas en el
edificio, vemos como se encontraban insertas en un muro de mediana altura que
rodeaba casi el perímetro interior del patio, coronado por listones que simulan lanzas
incrustadas en él.

El claustro superior aparecía cerrado por completo con ventanas, aunque


originariamente debieron estar abiertas. A la derecha de la escalera encontrábamos un
pasillo con tres vanos que nos permitía acceder a la sala de mujeres o Sala Milagrosa,
donde estaba ubicada una puerta de acceso a la tribuna del coro. Delante de esta puerta
estaba la Sala Dolorosa que concluía en otra galería, y seguidamente la Sala Inmaculada,
igualmente destinada a alojar a las féminas con tres vanos que abrían hacia la calle Juan
de Vera. Anexa a esta Sala existía una habitación de reducido tamaño que tenía la
función de farmacia. La Sala de Hombres estaba colocada frente a la escalera teniendo
entrada principal. Una última sala, llamada de Catalina estimada para mujeres estaba
muy próxima al traspatio. En ambas plantas se encontraban diversas dependencias tales
como las enfermerías, cuartos de unciones, purgas y sudaderos, junto a granero (en la
última planta), bodega y lonja (planta baja), caballeriza y palomar. En su trasera corral y
huerta, destinada a proporcionar el sustento alimenticio del establecimiento.

98. Orlando González: vista del patio interior


del Hospital de los Dolores (1995).

El templo, funcionante en la
actualidad, está adosado al resto del
edificio, presentando una sola nave,
de 23 metros de largo, de los que 7,5
pertenecen al presbiterio, y un ancho
de 6,7 metros, con campanario
coronado por una espadaña. Cioranescu califica al interior como un conjunto de aspecto
sencillo y casi de pobreza, que viene a corregir el altar mayor, rico de una armonía
exuberante de colores, desde la plata de su manifestador al dorado del retablo y a los

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colores vivos de sus pinturas611. En la zona central de la pared que da hacia el patio
existe un pequeño vano de cantería roja que une el edificio religioso con el
establecimiento hospitalario. El suelo está pavimentado con losetas que no son las
originales, encintadas en rastreles de madera, mientras que el suelo del presbiterio está
recubierto con mármol, fruto de intervenciones posteriores efectuadas en el templo.
Está elevado sobre dos escalones, que dan paso a un tercero en el que está ubicado el
tabernáculo612. Entre la nave y el presbiterio existe un arco toral de medio punto
moldurado con pilastras y medias columnas adosadas de orden toscano con basas
anchas y poligonales613. Destaca el cerramiento realizado para su techo: cubierta de par
y nudillo con cuatro faldones unidos por limas mohamares. Esta armadura de tipo
mudéjar está decorada con motivos de estrellas, rombos y aspas, con una estrella
central de dieciséis puntas. Para la consolidación de la estructura se emplea un tirante
doble, reforzándose las esquinas con cuadrantes dobles de lacería. El tirante central
aparece ricamente decorado con guirnaldas, cuernos de la abundancia, frutas y ocho
cartelas en las que están escritas inscripciones latinas enmarcadas, cada una, por
angelotes (2) desnudos y la cabeza de un tercero colocada sobre la cartela. La
techumbre de la nave abarca desde los pies de la nave, donde está colocado la tribuna
del coro hasta el arco toral. Presenta dos faldones laterales y almizate sin decorar,
donde los nudillos son continuación de los pares. Presenta siete tirantes dobles
perpendiculares que muestran decoraciones mudéjares de lacería con aspas y estrellas,
soportadas por canes pareados. El paramento interno lateral (muro exterior), posee
ochos ménsulas pétreas de pobre decoración que ayudan al sustento de la cubierta,
donde las dos centrales sobresalen en mayor cuantía, incorporándose el resto al muro a
medida que nos acercamos a las más distantes del centro.

Anexa al presbiterio encontramos la sacristía. Ambas habitaciones se unen por


medio de un arco ligeramente apuntado de cantería roja, perteneciente a las primeras

611
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 168-169.
612
Anteriormente, el primitivo presbiterio estaba compuesto por una grada de piedra que partía
desde la base del arco toral, luego volviendo a ascender cerca del altar sobre dos gradas de
cantería con los ángulos achaflanados. Sobre éstas, existía otra más sobre la que se acomodaba el
retablo mayor.
613
Tanto el intradós como el extradós están decorados con baquetones y acanaladuras,
decoración que nos recuerda a las formas desarrolladas durante el gótico.

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obras de la fundación del Hospital (siglo XVI). Opuesta al presbiterio se encuentra la


tribuna para el coro, elevación soportada por dos pies derechos de fuste octogonal que
nacen directamente desde las baldosas que recubren el suelo. A ellos se unen dos
pequeños canes laterales empotrados y otro doble de considerable tamaño ubicado
bajo la tribuna. Su antepecho se divide en dos partes: la inferior decorada con rombos y
rectángulos, y la superior con balaustre torneado que alterna con cuatro listones
planos.614

99. Alejandro Cioranescu: interior de la iglesia del


Hospital de Dolores. Retablo mayor (1965).

El campanario está compuesto por


dos cuerpos, uno inferior, en cuyo muro se
encuentra una ventana que ilumina el coro
alto de la iglesia, y uno superior, en el que
se ha instalado espadaña de tipo
conventual. Está formada por doble arcada
de medio punto, de iguales características,
presentando remate con frontón partido
sobre el que se asienta un arco de
pequeñas dimensiones destinado a la
colocación del segundillo. Está flanqueado
por dos alerones con relieves, ubicándose
en la zona superior un perillón central.

Muy próximo al campanario, se encuentra la portada principal de la iglesia, que


Cioranescu la define como hermosa puerta de cantería, de líneas sencillas, pero
armónicas que comunica la iglesia con la calle San Agustín…615. Esta obra es de Juan
González Agala, maestro de cantería, labrante y constructor, que ejecuta esta obra en la

614
Existen descripciones previas en las que se comenta que el antepecho del coro estaba
decorado por una celosía.
615
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p.169.

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segunda mitad del siglo XVII bajo las directrices del Cabildo del Hospital616. La
contratación fue efectuada por Blas Hernández de Barrios, sacerdote y mayordomo del
Hospital, por un precio de 2.600 reales, corriendo los materiales por cuenta del
promotor del proyecto. La realización de las puertas, se le encargaron al carpintero
Miguel Gómez y al herrero Gonzalo García. Éstas, de madera de tea, están tachonadas y
compuestas por tablones lisos en su exterior y reforzados con largueros en su interior.
Para su decoración, se utilizaron flores de lis que colocaron en la parte superior, herrajes
de bronce y clavos romboidales ordenados simétricamente en hileras, para el resto. El
coste de esta obra, se recoge detalladamente en el Libro de Fábrica, entre los años 1656
a 1662617. En lo referente a su estilo, Juan Sebastián López García define esta obra como
de cierto arcaísmo618. Destacan, por su originalidad, los plintos y las columnas que
presenta. Con respecto a los plintos, han querido ver en ellos los modelos que guiaron a
los que posteriormente se ejecutaron para dos de los palacios más importantes de la
ciudad: Nava y Salazar619. En sus columnas estriadas, tienen paralelismo con algunas
formas realizadas en Cuzco, sin hallar hasta la fecha los posibles motivos históricos que
fundamenten esta situación620. Junto a esta portada, la iglesia anexa al Hospital,
presenta una portada secundaria de cantería muy próxima a la principal, compuesta por
un arco de medio punto recorrido por molduras. Sus puertas de madera están ornadas
con cuarterones y se distribuye en dos hojas.

A lo largo de la fachada que da hacia la calle de San Agustín, entre las dos puertas
de acceso, existen dos vanos de cantería de medio punto con un ligero resalte, al que se
une el existente en la zona del presbiterio, a una altura ligeramente superior, que
permite la iluminación de la capilla mayor. La fachada de la calle Juan de Vera no es
uniforme, destacando el muro del presbiterio que sobresale ligeramente y no se adapta

616
TARQUIS RODRÍGUEZ, P. Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han trabajado en
las Islas Canarias. Siglo XVIII. Madrid-Las Palmas: Anuario de Estudios Atlántico, nº 12; 1966; p.
270-276.
617
La Tarde (Santa Cruz de Tenerife), 28 y 30 de Julio de 1958 (TARQUIS RODRIGUEZ, P. Juan
González Agalé, alarife del siglo XVIII. Portada de la iglesia de Dolores de La Laguna).
618
LÓPEZ GARCÍA, J. S. La Arquitectura del Renacimiento en el Archipiélago Canario. La Laguna
(Tenerife): Instituto de Estudios Canarios, 1983; p. 17-50.
619
MARTIN RODRIGUEZ, F. G. Arquitectura doméstica canaria. Santa Cruz de Tenerife: Aula de
Cultura de Tenerife, Excmo. Cabildo Insular de Tenerife, 1978; p. 277.
620
El Día (Santa Cruz de Tenerife), 11 de diciembre de 1960 (MARCO DORTA, E. Las Canarias y el
arte hispano-americano).

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al resto de la fachada. En lo que corresponde al muro de la sacristía se observan dos


pequeñas ventanas góticas tapiadas con dintel de cantería roja de Tegueste, donde una
de ellas presenta un arco conopial, procedentes ambas de la primera fundación del
edificio en el siglo XVI621. El resto del paramento presenta cinco vanos rectangulares de
dos hojas, abriendo éstas hacia el interior. En la zona inferior aparece un arco de piedra
adintelado apoyado sobre basas cuadradas que comunica con el zaguán, presentando
una puerta de madera de dos hojas. Próximas aparecen tres ventanas de pequeño
tamaño, dos a la izquierda y uno a la derecha, siendo éstas de madera con barrotes de
hierro entrecruzados.

100. Francisco J. Castro: vista parcial de la fachada hacia la calle


Real, actualmente de San Agustín (2004).

Unos años más tarde, y ante las necesidades que


surgieron con el aumento poblacional y la
incorporación de las Hermanas de la Caridad para cubrir
las tareas asistenciales a los enfermos en el Hospital,
fue preciso reestructurar el establecimiento. Siguiendo
por la calle San Juan hasta donde da fin el solar se
encuentra un traspatio, lugar donde se ubicaron nuevas
dependencias. A él, interiormente, se accede por una
puerta sencilla de una hoja anexa a la escalera principal, dando paso a un pasillo que
conducen a habitaciones (una despensa-almacén, una sala de reuniones, un baño de
dimensiones reducidas y un cuarto destinado a actividades de mantenimiento de la
lencería). Esta zona del Hospital, esta rodeada por dos cocinas: una destinada a la
preparación de los alimentos para los enfermos y otra, de menores dimensiones, para la
comunidad religiosa que administra el establecimiento. Próxima encontramos una
escalera de reciente creación, de hormigón, que tiene como función permitir el acceso a
la segunda planta, así como a un cuarto lavadero que posteriormente se ubicó en esta

621
GALANTE GÓMEZ, F. J. Elementos del gótico en la arquitectura canaria. Las Palmas de Gran
Canaria: Edirca S.L., 1983; p. 71-72.
Francisco J. Galante coloca al Hospital de Nuestra Señora de los Dolores dentro del periodo
intermedio o de máximo esplendor del gótico (primer cuarto del siglo XVI y último cuarto del
siglo XVII).

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zona. Esta inserto, en el centro del traspatio, un aljibe que recoge el agua de lluvia, obra
que se concluyó el 29 de octubre de 1894 por el contratista Gaspar E. Fernández.622

101. Orlando González: Hospital de los Dolores.


Fachada a la calle Juan de Vera (1995).

Durante el periodo comprendido entre


1900 y 1950, pocas fueron las obras
destacadas que se efectuaron en el
Hospital, quedando tan solo, en
pequeñas reparaciones sin mayor
importancia que procuraban el
mantenimiento del edificio. El servicio a los asilados estuvo, durante un tiempo, a cargo
de las Siervas de María, quienes habían desarrollado su actividad asistencial atendiendo
a la solicitud efectuada desde la Junta de Caridad. En 1923, las Hermanas de la Caridad
de la Congregación de San Vicente de Paúl, hacen su entrada en la Institución junto con
el personal seglar, encargándose ambos de la asistencia sanitaria. Hasta su cierre y
traslado, primero accidentalmente en la zona de Gracia y posteriormente con carácter
definitivo a la zona de La Gallega, estuvo ocupado con medio centenar de camas y en la
década de los treinta se le incorporó una Casa de Socorro para urgencias.

La necesidad del Nuevo Hospital de La Laguna, surge ante lo obsoleto de las


instalaciones del antiguo establecimiento activo desde el siglo XVI, habiendo
modificado, someramente su estructura, en numerosas ocasiones. El Cabildo Insular de
Tenerife, ante esta situación, se había planteado, desde comienzos de la segunda
década del siglo XX, la construcción de un hospital con un diseño y tamaño pertinente a
las necesidades que presentaba la ciudad y el municipio en los que estaba ubicado.

622
AHPSCT- Edificio. Obras de reparación en el edificio del Hospital de Dolores: Legº Beneficencia
59, 11, s/n; 1887.
El aljibe que se proyectó debía medir 5,40 x 4,40 metros, y una altura de 3,30 metros desde la
solera hasta la bóveda que lo cubre. Las obras para la construcción del aljibe se sufragaron con el
dinero obtenido de la subasta de parte de la tea del Hospital que estaba almacenada sin uso
aparente. El presidente de la Junta de Subastas, el señor Casabuena, obtuvo la cantidad de 1195
pesetas que pagó Leoncio Rodríguez Pérez, maestro carpintero. Los pago de la obra, que
ascendían a 1194,60 pesetas, se efectuaron al concluir el aljibe (796,40 pesetas) y el resto
(398,20 pesetas) unos meses más tarde, el 24 de enero de 1895.

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En los presupuestos anuales de 1922, destinados al capítulo de obras, se


consignaba una partida de 35.000 pesetas para el acometimiento de las obras
necesarias del recinto hospitalario623. Poco debió interesar el proyecto, ya que no se
retomó hasta nueve meses más tarde, cuando Juan A. Rumeu Hardisson, lamentó la
demora del expediente, no explicándose su estancamiento, máxime habiéndose
consignado una partida para la compra del solar y la construcción del edificio. Ante este
acontecimiento y para salvar este obstáculo, se aportó una explicación sencilla, el estar
pendiente de un informe solicitado a la Real Academia de Medicina, sobre la viabilidad
del viejo establecimiento o la edificación de uno nuevo de mayores dimensiones con
cobertura provincial624. Diez días más tarde, llegó el solicitado informe, el cual se
decantó por la edificación de un nuevo hospital. La Comisión Permanente, acordó enviar
un oficio, al Consejero-Inspector Leoncio Oramas, para la realización de las gestiones
pertinentes para la adquisición del solar.625

102. Nikolaus Pevsner: Planta del Hospital de


Niños de Pendlebury (1979).

Siguiendo las directrices del Inspector


Provincial de Sanidad y el Subdelegado de
Medicina, en Sesión de la Corporación
insular de 18 de diciembre de 1922, se
propuso un solar de 15.000 metros
cuadrados, propiedad de los Herederos de
Quintín Benito (Mercedes Benito y
Rodríguez de la Sierra, esposa de Clotario
Rodríguez Riverol), frente a la Cruz de
Piedra626, en el comienzo del camino de
San Miguel de Geneto, en el trozo

623
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 12 de enero (nº 3788) de 1922.
624
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 24 de octubre (nª4030) de 1922.
625
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 4 de noviembre (nª4040) de 1922.
626
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 17 de diciembre (nª4076) de 1922.

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denominado calle de Morales627. El solar, al tener las dimensiones deseadas para el


proyecto, se eximió de concurso, adquiriéndose el 6 de febrero de 1923, ante el notario
Blas Cabrera por la cantidad de 21.000 pesetas.628

A su vez, se le encargó al arquitecto Domingo Pisaca la realización de los planos y


la dirección de las obras629. El edificio que se proponía, con capacidad para 130
enfermos, se articulaba a partir un gran eje central cortado por crujías que formaban los
diferentes pabellones ligados por circulación cubierta, remedo del diseño establecido
para el Hospital de Niños de Pendlebury, ubicando cuatro edificios en cada una de las
esquinas del solar. Los pabellones estaban divididos por especialidades como
infecciosas, enfermedades comunes, cirugía, maternidad e infancia, que se unían a una
crujía central630, situación que se describe claramente en el proyecto y diseño de
construcción:

Primer grupo (Pabellón de Administración, designado en el plano con la letra A.;


Pabellón de Cirugía, letra E.; Primer Pabellón de Enfermedades Comunes, letra F.;
Pabellón de Servicios, letra G.); Segundo grupo: Pabellón de Infecciosos, letra H.;
Cámara Mortuoria, letra J.; Pabellón de Lavaderos, letra I; Capilla de Culto, letra
K.); Segundo Pabellón de Enfermedades Comunes, letra F.); Tercer pabellón
(Pabellón de Maternidad, letra B.; Pabellón de Infancia, letra C.).

De los tres pabellones, se pretendió dar mayor prioridad a los dos primeros, con el
fin de trasladar con la mayor premura el antiguo hospital al nuevo edificio. Para la
ejecución de la obra, el 10 de febrero de 1926 en Comisión Permanente, se acordó
presupuestar la cantidad de 642.607,20 pesetas631. En el Boletín Oficial de la Provincia

627
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 239.
628
Ibidem, expediente nº 239.
629
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), 20 de diciembre (nª4078) de 1922.
630
DARIAS PRÍNCIPE, A. Arquitectura y arquitectos de las Canarias Occidentales: 1874-1931.
Santa Cruz de Tenerife: Caja General de Ahorros de Canarias, 1985. Premio de Investigación
«Agustín de Bethencourt», p. 410-411.
Está tomado del Hospital de Niños de Pendlebury (1872-1878), realizado por Pennington y
Brigues.
631
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 239, opus cit.
Esta cantidad se desglosa de la siguiente manera: Primer grupo, aguas negras, aguas potables,
pozo séptico y cerramiento del solar, unas 55.969,30 pesetas; Segundo grupo, Pabellón de
Administración, unas 101.729,85 pesetas; Tercer grupo, Pabellón de enfermedades comunes,
unas 174.219,36 pesetas ; Cuarto grupo, Pabellón de servicios, lavaderos y garajes, unas

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de Canarias número 67, fechado el 14 de julio de 1926, se publicó el concurso para la


adjudicación de las obras del Primer grupo, asignándosele al contratista José Padrón
Afonso. En lo referente a la cimentación y fosa séptica, se plantearon ciertos problemas
que procuraban el aislamiento de la humedad muy característica del emplazamiento del
futuro hospital, lo que provocó que se tuvieran que efectuar modificaciones en el
presupuesto, ciñéndose a la situación acaecida. Para el cerramiento externo, se
proyectaron dos propuestas de verja, seleccionando la que presentaba una mayor
solidez y robustez, cuya función era la de privatizar y marcar perimetralmente el límite
de la institución sanitaria. Para su inclusión en el proyecto, fue necesario modificar éste,
lo que significó un aumento del presupuesto para tal fin de 16.636,70 pesetas a
50.336,06 pesetas. Las obras del cerramiento perimetral se retrasaron
considerablemente, siendo concluidas y entregadas el 18 de mayo de 1929632. El resto
de la obra, el edificio del hospital, se dilataron motivados por los trámites, entregando
tan solo Pisaca el anteproyecto al Cabildo Insular. Las intenciones de la Corporación
insular quedaron verdaderamente claras cuando en la sesión del 16 de noviembre de
1931, y ante la solicitud del Ayuntamiento de La Laguna de un solar, ésta alega que para
la edificación de la Universidad de este Archipiélago, que el Cabildo ofrece el que la
Corporación dispone en el camino de Geneto, del término municipal de La Laguna,
haciendo por su cuenta las compras de terrenos que su ampliación, si fuese necesario,
reclame.633

Al año siguiente, en Sesión Ordinaria de la Comisión Gestora de la Corporación


insular con fecha de 21 de marzo, el consejero Pedro García Cabrera634,

121.906,34 pesetas; y el Quinto y último grupo, Pabellón de cirugía y Capilla, unas 188.782,33
pesetas.
632
Ibidem, expediente nº 239.
Los honorarios devengados por el arquitecto Domingo Pisaca y Burgada por la obras ejecutadas
ascendían a la cantidad de 114501 peseta y 4 céntimos.
633
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit, p. 52-53.
634
NAVARRO SEGURA, M. Pedro García Cabrera: el arte de la política. In Actas de Congreso
Internacional Pedro García Cabrera. La Gomera 10-14 de octubre de 2005; [coordinadora: Belén
Castro Morales]. Santa Cruz de Tenerife: Servicio de Publicaciones de la Universidad de La
Laguna, 2007, tomo I, p. 57.
Tras celebrarse la comisión de constitución del Cabildo Insular de Tenerife el 27 de abril de 1931,
Pedro García Cabrera asume la condición de Consejero Inspector del Hospital de Nuestra Señora
de los Dolores de La Laguna, representante del Montepío de Funcionarios Insulares, miembro de

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paradójicamente, propone solicitar la redacción de un «nuevo proyecto» al arquitecto


Antonio Pintor y Ocete, para la construcción en el solar que el Cabildo posee en La
Laguna, un edificio para alojar el Hospital de aquella localidad, enajenando lo títulos
intransferibles de la deuda que poseía el establecimiento y el edificio actual. Esta
situación surge ante las condiciones del mismo edificio, carente de ventilación, sin sala
de operaciones y ubicado en el centro de la ciudad.635

103. Proyecto para el nuevo Hospital de La


Laguna (ACIT-Negociado de Beneficencia: caja nº
7182; expediente nº 232).

La viabilidad de la construcción del


nuevo edificio fue estudiada por una
Comisión formada por Matías Molina
Hernández, Fernando Franquet y Solé,
Pedro García Cabrera y el arquitecto
Antonio Pintor636. La propuesta no llegó
a cuajar, ya fuera por los acontecimiento
políticos que ocurrieron por estas fechas,
o por la idea que comenzaba a surgir de
potenciar el Hospital Civil de Santa Cruz
para transformarlo en un Hospital
Central provincial, pero si está claro que
su actividad política estuvo marcada por
una preocupación considerable por los
aspectos sociales y sanitarios de la
población canaria desde una óptica laica y aconfesional637, otorgándole destacada
importancia a la organización de la sanidad insular durante su breve estancia en el
«Palacio Insular» (1931-1934).638

la Comisión de Régimen Administrativo del Instituto de Higiene y miembro del Patronato de


Protección Escolar.
635
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit, p. 180-181.
636
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6983; expediente nº 89.
637
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6982; expediente nº 30.

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104. Detalle de una de las propuestas para la verja y puertas del cerramiento del Hospital Civil de La
Laguna en proyecto ( ACIT-Negociado de Beneficencia: caja nº 7182; expediente nº 232).

De regreso al antiguo edificio que albergaba el hospital, en abril de 1929 se


estableció realizar obras en la estructura del centro para instalar Salas de operaciones y
curas. Tras la publicación del destajo en el Boletín Oficial de la Provincia con fecha 24 de
mayo de 1929, se le concedió a Manuel Padrón Sosa, quien ofrecía una baja de un seis y
medio por ciento del presupuesto de contrata (11.63321 pesetas), frente al presentado
por Ramón Izquierdo Rodríguez que ascendía a un total de 13.480 pesetas. Para la
ejecución de las obras, dirigidas y supervisadas por el Ingeniero Director Carlos
Hardisson, fue precisó solicitar permiso a una casa colindante, propiedad de Alberto
Delgado Rodríguez, para ampliar los ventanales a un tamaño de 3 por 2,5 metros que
daban al patio trasero de la casa vecina, lo que mejoraba considerablemente la
iluminación del habitáculo quirúrgico. Éste último, de sencillo diseño, no dejaba de ser
más que una habitación alicatada hasta el techo con un pequeño elemento de aseo
(punto para el lavado de manos e instrumental), lo que nos hace pensar que pudiera ser
más una sala destinada a curas o a intervenciones menores que un quirófano

638
NAVARRO SEGURA, M. Pedro García Cabrera: el arte de la política. In Actas…. (2007). Opus cit,
tomo I, p. 59.
Dentro de sus proyectos se incluía un nuevo reglamento sobre la sanidad insular, a lo que se
unían modificaciones en la estructura organizativa con la intención no solo de centralizar la
asistencia en un solo hospital, sino de crear una red insular de equipamientos de primera
necesidad que se materializaron sobre todo en las casas de socorro. Los primeros proyectos que
después ejecutó José Enrique Marrero Regalado, nacen de la propuesta del poeta-consejero.

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propiamente dicho como los que existían en los Hospitales Civil y Militar. A la cantidad
originaria fue preciso añadir dos presupuestos adicionales: el que incluían beneficios
industriales, dirección, administración y ejecución material, el cual ascendía a la
cantidad de 4.516,63 pesetas, y el establecido para colocar la instalación eléctrica
realizada por Gregorio García con un presupuesto de 570 pesetas.639

Pese a que la capital se encontraba a escasos 10 kilómetros, este dispositivo


sanitario atendía a una considerable población, que en 1930 ascendía a unos 24.225
habitantes frente a los 61.983 que tenía Santa Cruz de Tenerife.

105. Hospital de La Laguna. Reforma y


saneamiento de un patio interior (ACIT-
Negociado de Beneficencia: caja nº
7023-7024; expediente nº 15).

En situaciones de urgencias
vitales, los pacientes eran
remitidos al Hospital Civil,
pudiendo ser solo atendidos
casos de menor importancia en
el Hospital de Los Dolores por
carencia de «recursos técnicos
modernos». En escrito remitido a
la Corporación insular, el
Director Médico del Hospital,
exponía las carencias existentes
y la necesidad que tenía el
centro de un aparato de Rayos X,
un Pantostato y una Diatermia.
Ante la reclamación presentada por el galeno responsable, se procedió a la solicitud de
presupuesto a la Sociedad Anónima Prieta ubicada en Barcelona, quienes remitieron un

639
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6975; expediente nº 42.

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informe en el que se recogía un coste total de los aparatos de 15.061 pesetas; el


presupuesto fue llevado a pleno para posteriormente ser aprobado.640

El edificio ubicado en el centro de La Laguna había soportado fuertemente


durante casi cuatro siglos. El pasar de los años había deteriorado poco a poco el estado
de éste, situación que se agravó considerablemente en febrero de 1933, cuando en su
estructura surgieron una serie de defectos que hacían peligrar la integridad del edificio.
Tal situación llevó a que el 6 de marzo de ese mismo año, se procedió a aprobar
presupuesto para el arreglo de varias grietas observadas en el inmueble, en sentido
longitudinal, entre la sala de Infecciosos y la escalera principal, encargándole a Ramón
Izquierdo Rodríguez su apuntalamiento por un importe de 601,01 pesetas641. Al analizar
la forma y lugar de la grieta se creyó que hubieran cedido los cimientos, quizás por pasar
por ellos alguna antigua atarjea o por la filtraciones de los patios de las casas
colindantes. La Comisión Gestora acordó, el 20 de marzo, conceder el destajo de la obra
a Domingo Pérez Rodríguez por la cantidad de 2.500 pesetas, estando concluida en junio
de ese mismo año642. Pasados tres años, en noviembre de 1936, nuevamente fue
necesario efectuar arreglos bajo la dirección del arquitecto Marrero Regalado. Los
trabajos, destajados por el contratista Juan Pérez Torres, se centraban en la reparación
de parte del tejado, la remodelación de un baño y la instalación de un calentador
eléctrico por un total de 5.000 pesetas, concluyéndose en un solo mes, pese a la
situación política en la que se encontraba el país en ese momento.643

En mayo del años siguiente, se procedió a solicitar presupuesto y memoria,


nuevamente, al arquitecto Marrero Regalado, para la sustitución del piso de madera por
un tablero de hormigón armado con sus correspondientes vigas, teniendo especial
cuidado en la construcción de llenar, tanto el tablero como las vigas que se indican en el
plano, colocando un pavimento de mosaico y el techo revestido con yeso. Este tipo de
remodelación, se había llevado a cabo por estas mismas fechas tanto en el Hospital Civil

640
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6988; Escritos y oficios que no figuran en
expedientes; opus cit.
641
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº 337.
642
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; p. 123
643
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 368.

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como en el Hospital Militar, y que por primera vez esta solución había sido utilizada por
Antonio Pintor, en 1900, para el edificio del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife644.
Presentaba una doble intención: sustituir materiales de fácil combustión, lo que
convertían a este tipo de edificios en un peligro latente, y favorecer la limpieza-
desinfección de las diferentes partes del recinto hospitalario con elementos
arquitectónicos más adecuados y actuales. El coste de la obra se estableció en la
cantidad de 8.692,56 pesetas, el cual fue abonado empleando el legado otorgado por
Águeda Brito como se recoge en el expediente de Beneficencia número 197, fechado en
1932. No quedando contentos con la cantidad fijada, que parecía excesiva, se procedió a
revisar el proyecto en septiembre de este mismo año, menguando la cantidad
presupuestada hasta 7.785,50 pesetas. Las obras, que se dilataron considerablemente,
tardaron varios años en finalizarse, hasta febrero de 1942, momento en el que el
arquitecto Tomás Machado Méndez procede a la recepción de ésta.645

Un año más tarde, en enero de 1938, se realizan obras secundarias para la


conservación y mantenimiento del edificio. Entre ellas, la reforma y saneamiento del
patio interior del hospital, proyecto realizado por el arquitecto Machado Méndez, por
un importe de 2.171,97 pesetas646. En ese mismo año, en octubre, a las intervenciones
efectuadas en el patio, se les unieron otras de saneamiento de la misma zona del
edificio: acabado del pavimento del patio en reforma, pavimento del pasillo de servicio,
construcción de una fosa séptica reglamentaria, limpieza del pozo absorbente
(actualmente anegado), y por último pintar al óleo toda la carpintería de galería alta y
escalera de servicio; el total del presupuesto ascendía a 3.921,97 pesetas. A esta
reforma se le agregó la del pavimentado de la sacristía de la iglesia anexa, para el que se
presupuestó un total de 574,27 pesetas. Las obras se retrasaron considerablemente, y
fue en mayo de 1940, cuando se solicitó, por parte de la Corporación insular, que el

644
DARIAS PRÍNCIPE, A. (1985). Opus cit, p. 119.
Esta nueva solución ya había sido pensada para el nuevo cementerio que Antonio Pintor diseña
para la capital en 1897.
645
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7028; expediente nº 198.
646
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 15.

Tesis Doctoral Página 355


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arquitecto Marrero Regalado recibiera las obras, realizando informe de las causas de tan
importante retraso. Pese a ello, ambas obras fueron entregadas en enero de 1942.647

Iniciándose la década de los cuarenta, la cubierta presentaba un estado tan


precario por su deterioro que en algunas zonas llegaba a dar el aspecto de ruinosa. Esta
situación llevó a realizar trabajos de retejado del techo, que dieron inicio en septiembre
de 1940. Se observó que la solera del caballete que correspondía a la parte de tejado
que cubría la escalera principal, estaba partido por sus lados y las vigas desprendidas, lo
que amenazaba con derrumbarse. Tras la valoración realizada por el arquitecto de la
Corporación insular, Machado Méndez, se procedió a su sustitución por una plancha de
hormigón armado, que definió como una solución definitiva y más económica a la larga,
y cuya intervención centró en cuatro pasos:

1º.- Demolición del techo actual, lo que se hará con el mayor cuidado posible y
tomando todas las precauciones para evitar cualquier sorpresa (…); 2º.- Forjado de
la viga central y plancha de hormigón armado conforme las indicaciones que en su
momento oportuno de el Arquitecto Director; 3º.- Revestido y blanqueo en su parte
interior; 4º.- Exteriormente llevará un atezado sobre el que se sentará la loseta roja,
al mismo nivel de las ya existente sobre la sala de operaciones.

En España, el empleo del hormigón armado como material constructivo penetró por
Cataluña de la mano del ingeniero Francesc Macià con la patente del francés Joseph
Monier648, mientras que el primer edificio de entidad construido con este material fue la
fábrica de harinas La Ceres en Bilbao649 de 1899 a 1900. El importe del presupuesto
ascendía a 2.406,43 pesetas, siendo ejecutadas por el contratista Ángel Suárez Vera en
los meses de noviembre y diciembre de 1940, para ser concluidas en enero del año
siguiente.650

Nuevas obras, pero de menor calibre, se efectuaron en el edificio. El arquitecto


Marrero Regalado, confeccionó presupuesto para la realización de obras menores en el

647
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7028; expediente nº 56.
648
BURGOS NUÑEZ, A. Los orígenes del hormigón armado en España. Tesis doctoral dirigida por
Juan Calatrava Escobar. Editorial Universidad de Granada: Granada, 2009, p. 324-329.
649
La Fábrica Ceres de Bilbao. In Revista de Obras Públicas, número 1343. Año 1901. [Sitio web].
URL: <http://ropdigital.ciccp.es/pdf/publico/1901/1901_tomoI_1343_02.pdf>, p. 233-234,
(consultado en enero de 2012).
650
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7044; expediente nº 398.

Tesis Doctoral Página 356


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hospital en abril de 1943. Dentro de los trabajos de acondicionamiento ejecutadas por el


contratista Enrique Simó García, estaban: ampliación del retrete y cuarto de baño de la
sala de mujeres, empotrando el baño, pavimentando y alicatando; tabique en la sala de
Infecciosos; acondicionamiento del cuarto de baño de las Hermanas; y arreglos varios.
En enero de 1945 las obras quedan definitivamente concluidas, pese a que tuvo que
hacerse derrama de 1.348,06 pesetas.651

Las sucesivas intervenciones que se efectuaron en el inmueble, no fueron más allá


de obras de mantenimiento que procuraban reparar el deterioro causado por el paso del
tiempo y el uso en la actividad asistencial.

4.2.1.2. HOSPITAL DE SAN SEBASTIÁN (SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA).

Este centro hospitalario, constituyó el segundo en importancia de la Ciudad de los


Adelantados, perdurando su actividad asistencial durante cuatro siglos hasta finales del
primer tercio del siglo XIX. Es arduamente difícil asignar una fecha concreta de
fundación ante la carencia de documentación; si es verdad, que en los planos
elaborados por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI, ubica, próximo al Convento de
San Miguel de las Victorias, un recinto que nomina como «San Sebastián»652. Diferentes
autores han querido concretar una fecha, oscilando éstas entre 1510 y 1520. Así,
Manuel de Ossuna y Van Den Heede en su libro El regionalismo en Canarias ubica esta
fecha en 1515653, o el propio José de Viera y Clavijo, en su Noticias de la Historia General
de las Islas Canarias, donde aclara y concreta la fecha de comienzo de las obras de
edificación, así como el emplazamiento concreto y su extensión, exponiendo:

Desde principio del siglo XVI hubo en la laguna otro hospital con nombre de San
Sebastián, para cuya fundación dejó sus bienes, en el año 1507, Pedro López de
Villera, alguacil mayor, nombrado por patronos a la justicia y regimiento y al

651
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 111.
Costes de las obras de mejora: ampliación del retrete y cuarto de baño de la sala de mujeres,
empotrando el baño, pavimentando y alicatando (1.950 pesetas); tabique en la sala de
Infecciosos (1.473,13 pesetas); acondicionamiento del cuarto de baño de las Hermanas (1.670,03
pesetas); y arreglos varios (4.276,65 pesetas). En enero de 1945 las obras quedan
definitivamente concluidas, pese a que tuvo que hacerse derrama de 1.348,06 pesetas.
652
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 41-46.
653
OSSUNA Y VAN DEN-HEEDE, M. DE. El regionalismo en Canarias. Santa Cruz de Tenerife:
Talaya Ediciones, 1983, p. 144.
Ubica la fecha en 1515, momento en el que se dan inicio las labores asistenciales en el recinto
sanitario.

Tesis Doctoral Página 357


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escribano del consejo de Tenerife. Así, luego que fallecido Villera, en noviembre de
1509, se trató de levantar la obra, para la cual el Adelantado señaló dos años
después un solar, desde las casas y fuentes de Pedro de Izuzaga para San Francisco
654
seiscientos pasos y de calle a calle como se había pedido…

Alejandro Cioranescu, en su La Laguna, Guía Histórica y monumental, añade que


López de Villera había sido además, «mayordomo del obispo de Canarias en 1490 y
alguacil mayor de Tenerife en 1500». En una descripción de La Laguna efectuada
durante esta misma época se nombra la existencia de tres conventos principales
pertenecientes a las órdenes franciscana, agustina y dominica, así como la existencia de
dos hospitales655. Seguramente estos dos hospitales eran el de San Sebastián y el de los
Dolores, ya que el hospital de la Antigua Misericordia, aunque se originó anteriormente
al de los Dolores, seguramente fuese absorbido por éste como deja claro Emma
González Yánez en su trabajo de la Revista de Historia.656

106. Leonardo Torriani: Ubicación del Hospital de San Sebastián en el plano


de San Cristóbal de La Laguna(1588).

El solar destinado a albergar el establecimiento hospitalario, fue donado, en su


testamento, por Pedro López de Villera, alguacil mayor de la Isla y rico terrateniente de

654
VIERA Y CLAVIJO, J. DE (1982). Opus cit, p. 699.
655
MARCO DORTA, E. Descripción de las Islas Canarias, hecha en virtud de mandato de S, Af. por
un tío del Ldo. Valcárcel; Revista de Historia, IX; 1943; p. 201.
656
GONZÁLEZ YANES, E. (1952). Opus cit, p. 46.

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la Orotava y Tegueste, donación a la que se le unió la mitad de sus posesiones657. El 9 de


junio de 1509, Villera, aquejado de una grave enfermedad, otorga poderes, ante el
escribano Antón de Vallejo, a los frailes Juan de Córdoba, Martín de Mondragón y
Alonso, todos ellos clérigos del Convento de San Francisco, siendo el primero de los tres,
el vicario de esta institución eclesiástica, al escribano Sebastián Páez y a su suegro,
Guillén Castellano, para que en su nombre sea expedido testamento658. En él, el
moribundo benefactor solicitaba la construcción del Hospital, bajo la advocación del
Bienaventurado Mártir Señor San Sebastián con el fin de asistir tanto a pobres como a
enfermos hasta su sanación. Si sorprende como niega cualquier protagonismo a la
Iglesia: …Y que el obispo ni otro prelado alguno, directo o indirecto no se entrometa en
las cuentas del hospital…659. Curiosamente, y tras revisar la documentación existente,
existe un pago que se materializa tras la muerte del donante el 6 de octubre del año en
curso, en el que el deudor Lope de Aguirre pretendía abonar a la viuda del difunto, Ana
Gutiérrez, ochenta fanegas de trigo por el arriendo de tierras en la Orotava, las cuales
acaban en manos de los responsables de la «futura fundación»660. Hubieron dificultades
en la partición de lo bienes recogidos en las últimas voluntades de Pedro López de
Villera, ya que Ana Gutiérrez, su viuda, casa seguidamente con el escribano público
Sebastián Páez, albacea de su difunto marido.661

El intento por parte de las autoridades eclesiásticas de tomar las riendas del
establecimiento fue una sombra que voló de manera continua sobre la institución
hospitalaria. De manera reiterada, su testamento fue utilizado en numerosas ocasiones

657
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 133-134.
El testamento fue fechado el 17 de marzo de 1507, en Tegueste, ante el escribano Sebastián
Pérez de Páez. José de Viera y Clavijo, en su publicación titulada Noticias de la Historia General de
las Islas Canarias, confirma este hecho, así como el inicio de las obras de construcción (p. 698-
699).
«…que hagan en San Cristóbal de La Laguna una casa de hospital de la advocación del
Bienaventurado Mártir Señor San Sebastián donde se acojan tantos pobres cuantos la renta
bastare o sufriere para que se puedan sustentar y que estos pobres sean de los más enfermos.
Deben fabricar el edificio lo más que les pareciere para que los pobres estén albergados. Para que
los pobres enfermos que no lo pudiesen ganar sean curados y les den los mantenimientos
necesarios hasta que estén sanos y que cuando acaben de sanar no les den más
mantenimientos…»
658
AHPSCT- escribano Sebastián Páez. Documento nº 9, año 1509, folio 819 vuelto.
659
SANTANA PÉREZ, J. M.; MONZÓN PERDOMO, M. E. (1996). Opus cit, p. 175.
660
AHPSCT- escribano Sebastián Páez. Documento nº 10, año 1510-1512, C. 14, folio 879 vuelto.
661
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 134.

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para delimitar las competencias de las instituciones eclesiásticas en el centro


hospitalario, así como para «recordar» a quienes iban destinados los cuidados y
tratamientos que en él se prestaban. El alto clero local, procuró en todo momento
hacerse con el control de Hospital, llegando incluso a nombrar una persona que procuró
fiscalizar todo movimiento económico. Estos «amagos de conquista del dominio del
gobierno de la Institución» fueron al traste ante la respuesta emitida desde Madrid,
como real cédula en 1546, en la que se le concedía este favor al Ayuntamiento,
atendiendo a los deseos del difunto donador662. Pese a esta problemática con la Iglesia,
el Hospital contó con un capellán propuesto por el Obispado, puesto menos codiciado
ante la falta de control de las rentas que eran de menor cuantía que su homólogo de la
misma ciudad. Su trabajo era la celebración de la liturgia, principalmente destinada a los
enfermos alojados en el hospital, aunque se hacía extensiva al resto de la población de
la ciudad de La Laguna, dando cumplimento al testamento del fundador y aportando el
reconforte moral a los dolientes alojados en el centro.663

En marzo de 1510 son arrendadas la mitad de las tierras que poseía Pero López de
Villera en Taoro y que pertenecían al hospital de San Sebastián. La autorización para
hacer efectiva la carta de arrendamiento fue aceptada por ambas partes: por un lado los
representantes del Hospital, Pedro de Vergara y Alonso de las Hijas (aunque no es hasta
agosto de 1510, cuando el cabildo del hospital nombra al primero como repartidor de
los bienes); y por los familiares del difunto, Ana Gutiérrez y Guillén Castellano, viuda y
suegro, que poseían la mitad de la fortuna664. En diciembre de ese mismo año, vemos
como responsables absolutos del legado de Villera tanto a Pedro de Vergara y Alonso de

662
VIERA Y CLAVIJO, J. de (1982). Opus cit, p. 699. La fecha de emisión de la real cédula en la que
se efectúa el aclaramiento del control del Hospital es de 20 de marzo de 1546, aunque no será el
único momento en el que se tendrá que aclarar esta situación.
663
Ibidem, p. 718-719 y 829.
Varios fueron los intentos por parte de las órdenes eclesiásticas por hacerse con el control de
Hospital. Viera y Clavijo expone dos: una durante el siglo XVI siendo ocupada por los frailes
franciscanos del vecino convento de San Miguel de las Victorias, ante el cese temporal que
efectuaron de sus dependencias a una orden de monjas, llegando a tener que solucionarse desde
Roma en 1577 ante la falta de solución; y en el siglo XVII una congregación de monjas Bernardas
pretendió la administración del Hospital, situación que se aprobó en febrero de 1643, aunque
nunca se produjo. Debe destacarse que no solo el colectivo eclesiástico pretendía el edificio, sino
que los poderes tanto militares como civiles le dieron uso no asistencial.
664
AHPSCT- Escribano Antón de Vallejo, nº 605, C.16, año 1510-1511, folio 832 vuelto.

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las Hijas acordando dar a renta 220 ovejas pertenecientes al patrimonio del hospital a
Juan Martín de Trebejo. Pero la partición de los bienes testados por Pero López de
Villera fue un tema controvertido que se abordó en numerosas ocasiones (enero,
febrero y julio de 1511; y en agosto y septiembre de 1513), procurando solucionar
«equitativamente» el reparto de las tierras de Taoro y Tejina, así como otros tantos
bienes existentes.665

En febrero de 1511, se nombra mayordomo del hospital a Mateo Juan Carbón,


mercader que «se ausenta en numerosas ocasiones», lo que provoca que en junio del
mismo año sea sustituido por Juan Pérez de Zorroza, asignándole como pago a los
servicios prestados el diezmo de las rentas fruto de las propiedades existentes666. Junto
al nombramiento del mayordomo, en esta misma fecha se procuró buscar ubicación
para el hospital. Se barajaron numerosas posibilidades, entre ellas la casa de Alonso
Núñez, tomándose como negociadores por parte del cabildo a Zorroza y Santaella; en
marzo, las casas fueron vendidas por Núñez y adquiridas por el hospital por 30 doblas de
oro, dinero que se obtuvo de la enajenación de parte de los bienes de la institución.

Pese a todos estos movimientos que procuraban dar domicilio al hospital, en junio
se decantan por la adquisición, a petición del mayordomo, de unas casas que son de San
Sebastián, que están situadas junto a Sancti Spiritus, sirven para hacer allí el principio del
hospital, puesto que la venta de las casas de Alonso Rodrigues [sic] no llegó a efectuarse.
Viendo la relevancia de la obra, el Adelantado Alonso Fernández de Lugo otorga un solar
el 22 de agosto de 1511, desechando las intenciones anteriormente expuestas y
solicitando que presentara las dimensiones adecuadas para albergar a los enfermos y
facilitar las actividades asistenciales que en él se pretendían efectuar667. Este solar

665
SERRA RÀFOLS, E.; ROSA OLIVERA, L. de la: Acuerdos del Cabildo de Tenerife. II, 1508-1513. La
Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1952. Colección Fontes Rerum Canariarum. Acuerdos 268
y 270. Debe señalarse que en la documentación consultada, se nombra a Alonso de las Hijas en
ocasiones como Alonso de las Casas.
666
SERRA RÀFOLS, E.; ROSA OLIVERA, L. de la (1952). Opus cit., Acuerdos 132, 136 y 159.
667
Ibidem, Acuerdos 134, 141, 159 y 167.
Recogido en el Acuerdo del Cabildo de Tenerife número 141: Estas casas lindan con otras de
Diego d'Espino, difunto, y de Pedro Alfonso, aserrador, y con el barranco.
Recogido en el Acuerdo del Cabildo de Tenerife número 167: la obra del hospital «santa e
provechosa, donde el culto devino avía de seronrrado e venerado e los pobres reparados e
albergados», el Adelantado debe dar para el hospital un solar, en virtud de su poder para repartir.

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constituyó el emplazamiento final del edificio dando comienzo las obras en septiembre
de 1512. Para su realización se contrata al albañil Blas Afonso, estipulándose en la obra
la ejecución del habitáculo destinado para los enfermos, «casa de enfermería» así como
la iglesia advocada a San Sebastián como solicitara en su testamento Pero López de
Villera. Ya, al año siguiente, se iniciaban los trabajos de carpintería, así como se
encargaba a un escultor la imagen del patrón para la iglesia del establecimiento
benéfico668. Cioranescu supone que al año siguiente, en 1514, el Hospital ya había dado
comienzo a su actividad asistencial669. El control de los bienes otorgados al patrimonio
del Hospital será la nota discordante que llevaran a tomar decisiones a sus gestores que
serán reflejadas en diferentes contratos notariales y acuerdos recogidos en las actas del
Cabildo.670

Se solicita que el solar sea «desde las casas que fueron de Pedro de Isasaga, que agora son de
Gerónimo de Valdés, yendo cara San Francisco, sesenta pasos, e que vaya el dicho solar hasta la
otra calle del conpás deste número de sesenta pasos de calle a calle». El Adelantado concede el
solar, con el solo voto en contra de Andrés Suárez Gallinato, quien dice que el solar entra en
tierras que le pertenecen.
668
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 134.
669
AHPSCT- escribano Sebastián Páez. Documento nº 10, Año 1510-1512, folio 666 vuelto.
En el contrato estipula lo siguiente: Blas Afonso hará toda la casa e iglesia del señor San
Sebastián con la casa de enfermería, que han de ser juntas de piedra de manpuesto, de anchor
por el canto de arriba de tres palmos y medio y cada tapia según es uso y costumbre de longura y
anchura. Juan Pérez le dará agua del pozo que está dentro del cercado y dos tinas en que esté el
agua y madera para hacer los andamios y toda la piedra, cal y arena, al pie de la obra. Blas
Afonso ha de recibir por cada tajsia de todas las que hiciere a 70 mrs., según las vaya haciendo.
670
SERRA RÀFOLS, E.; ROSA OLIVERA, L. de la. Opus cit.
Acuerdo 141 (p. 96, 97 y 98). Tomás Justiniano, en marzo de 1511, reclama ante los
representantes del hospital sobre un contrato de tablazones que tenia con Pero López. El cabildo
nombran a Las Hijas para la resolución del problema.
Acuerdo 148 (p. 103 y 104). En mayo de 1511 se propone la venta en subasta pública … el caballo
y taza y otros bienes... que quedaron de Pero Lopes.
Acuerdo 159 (p. 114 y 115). En junio de 1511 se concede permiso al mayordomo para que las
yeguas propiedad del hospital entren en las dehesas y beber las aguas sin pagar pena por ello.
Acuerdo 162 (p. 116 y 117). En julio de 1511 se manda confeccionar a Pedro de Vergara,
Sebastián Páez y Zorroza un inventario de los bienes que posee la institución.
Acuerdo 175 (p. 125 y 126). En octubre de 1511, Fernand Yanis solicita el pago de 1750
maravedíes, dinero adeudado por la compra de lagar que se le ordenó al solicitarlo para la
elaboración del vino con la uva procedentes de la viña de San Sebastián que había arrendado al
hospital. Otra deuda es investigada por Zorroza que afecta Diego de Herrera.
Acuerdo 203 (p. 144 y 145). En febrero de 1512, Zorroza da instrucciones para la venta de las
tablas de San Sebastián procurando el máximo de beneficios.
Acuerdo 214 (p. 153). En mayo de 1512, Zorroza transporte (bestia) para la resolución de temas
relacionados con el hospital.

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El 7 de marzo de 1513, acuerdan proveer de puertas con la imagen del santo


patrono, San Sebastián, al edificio que alberga la institución hospitalaria, como se recoge
en el acuerdo de cabildo número 246:

Acordaron que en las portadas que agora ay se pongan sus puertas e se haga una
imagen de pinzel del Bienaventurado Señor San Sebastián e para ello así se hacer,
juntamente con P. de Vergara por diputado, para que ellos las fagan y la dicha
imagen en su retablo y gasten en ello lo que les paresciere e que se rescibirán en
cuenta y que para Semana Santa esté hecho y que adobe la puerta de la capilla
671
achicándola con tablas por amor del aire.

107. Patio del Asilo y su iglesia antes de la remodelación del


edificio en el siglo XX (Fuente: Periódico El Día, 26 de febrero
de 2012).

Al mes siguiente, vemos como se le ha concedido


el permiso a Zorroza para sacar las tablas de San
Sebastián fuera de la Isla, ya que atiende a la
normativa vigente672. Zorroza, a primeros de julio,
solicitó un incremento de la cantidad percibida por
los servicios que presta en el Hospital, a la que
enérgicamente se opone Valdés; éste es
concedido, «creciendo» la cantidad de 2.000
maravedíes673. El Cabildo, buscando su «mejor
administración y gobierno», acuerda el 7 de junio
de 1519 crear la Cofradía de San Sebastián,
nombrando desde primero de agosto como mayordomo a Alonso Fernández de Fuentes,
al que se le unieron dos priostes, el Licenciado Cristóbal de Valcárcel y el regidor
Jerónimo de Valdés. Una de sus primeras actuaciones fue la confección de los estatutos
del Hospital. Durante la década de los treinta de este siglo, se efectuaron obras nuevas
que implicaron la ampliación del recinto sanitario, como se concreta en los trabajos
encargados al cantero Juan Caballero en 1527. Ante el miedo a la pérdida del patrimonio

Acuerdo 221 (p. 155 y 156). En mayo de 1512, tanto Alonso de Las Hijas y Sebastián Páez solicitan
que sean investigadas las actuaciones que Zorroza realiza con los bienes del hospital.
671
Ibidem, Acuerdo 246, p. 178 y 179.
672
Ibidem, Acuerdo 252, p. 190-192.
673
Ibidem, Acuerdo 262, p. 197-198 y Acuerdo 263, p. 199-200.

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aportada por el fundador, se le concede una Real Cédula con fecha de 11 de marzo de
1545 al Cabildo, procurando así «blindar» cualquier enajenación no deseada.674

Por esta misma fecha, se efectuaron los trámites pertinentes para que los frailes
franciscanos administraran el Centro. Al fundarse el convento de las monjas claras, muy
próximo al solar del Hospital, éstos le habían cedido su casa. El Cabildo a cambio les
puso a su disposición la casa del Hospital y sus rentas, trasladándose los franciscanos allí
en 1545, lugar donde, por medio del apoyo del papa Pablo III pretendían fundar su
«nuevo convento». Estas intenciones se toparon con la férrea oposición del Cabildo,
como se puede observar en la sesión de 15 de enero de 1552, en la que se alegaron la
existencia en La Laguna de «numerosos conventos», así como la queja por las elevada
cantidad de limosna que se le solicitaba a las almas caritativas de la ciudad. En 1578
regresa la congregación franciscana a su antiguo emplazamiento, y es la Cofradía de San
Sebastián la que asume nuevamente la gestión del Hospital675. Hacia 1585, se concluyó
con los trabajos que se realizaban en la techumbre de la iglesia y algunas obras menores
que se efectuaron en otras partes del edificio.

108. Francisco J. Castro: Fachada del edificio actual ubicado


en el antiguo emplazamiento del Hospital del San Sebastián
(2011).

No fue solo el legado de Pedro López de Villera el


que procuró que el Hospital perdurar su actividad
asistencial hasta su cierre. A él, se le sumaron
numerosas aportaciones de vecinos de toda la Isla.
Estas son las halladas en la documentación
consultada en el Archivo Provincial de Santa Cruz
de Tenerife: Alonso de Mora, en el testamento que
mandó hacer ante el escribano Sebastián Páez el 6
de julio de 1512, nombra albacea a Ana Gutiérrez, dejando al hospital todo el sobrante
que quedara tras el abono de sus deudas676. Catalina Yanes el 1 de junio de 1513 testa a

674
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 134.
675
Ibidem, p. 135.
676
AHPSCT- escribano Sebastián Páez, Documento nº 10, Año 1510-12, folio 754 vuelto.

Tesis Doctoral Página 364


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favor de la institución dejando un dobla de oro para la realización de las obras (así
mismo, otorga este mismo favor a San Francisco y Sancti Spiritus).677

Nuevamente, en 1712, el Cabildo procuró que la administración del


Establecimiento fuera acometida por una orden religiosa: los bethlemitas. El 8 de abril
de 1712 se acuerda enviar a La Laguna a dos frailes de la orden, gestión que no cuajó.
Temerosos de no haberse podido comunicar correctamente con la Orden, el 18 de enero
de 1717 se repiten nuevamente las cartas dirigidas al máximo responsable de la
congregación, lo que produjo que en mayo de 1722 arribaran a Santa Cruz, dos frailes.
Valoraron la situación en la que se encontraba el Hospital y alegaron la «escasez de
rentas», situación que llevó al Cabildo ceder una huerta de Agua García llamada de
Mateo Viña según acuerdo de 21 de mayo de 1723. En mayo de 1729 regresarán a
América, ante la negativa de la Corte a otorgar la licencia para la enajenación de los
bienes del Cabildo.678

La falta de fondos para sufragar los gastos fue una constante en el Hospital,
situación que se agudizó marcadamente en la segunda mitad del siglo XVII y el siglo
XVIII. Algunos prelados canarios como el obispo García Ximénez en la segunda mitad del
siglo XVII y el obispo Lucas Conejero en 1720, llegaron a calificar a la fundación de
«inútil», con administración defectuosa y contraria al derecho, ante la incapacidad de
intervención de la autoridad eclesiástica. A todo ello se unió la «condición laica» del
Hospital, que conllevó a que las rentas del Establecimiento no fueran de considerable
cuantía, situación a la que se le unía un presupuesto de partidas escaso, unido a una
gestión poco apropiada, que en ocasiones llevaba «los dineros para el mantenimiento
del centro a la bolsa o bolsillo» de más de uno de sus administradores. Esta constante,
caracterizó el día a día del hospital hasta su desaparición en 1837, exacerbándose
durante el siglo XVIII, o bien, superándola en cierta medida durante el impulso que la
casa Borbón ejecutó al igual que el resto de monarquías del territorio europeo. Estos
altibajos llevaron a que en algunas ocasiones el propio Hospital careciera de personal
especializado para la atención de los pacientes ante la inexistencia de fondos que
sufragaran sus salarios.

677
AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, Documento nº 606, Año 1512-13, C. 25, folio 1162 recto.
678
Ibidem, p. 135-136.

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Con respecto a las dimensiones del recinto, destaca un documento fechado el 22


de agosto de 1517, donde el propio Adelantado de la Isla, Alonso Fernández de Lugo,
establece las medidas: sesenta pasos por ambas partes679, habiendo dado comienzo las
obras de construcción de la fábrica en 1511, como se ha expuesto con anterioridad. Su
capacidad era considerablemente reducida, no solo por el tamaño del establecimiento,
sino por la carencia de recursos materiales y humanos que presentó desde sus orígenes.
Aunque se ha procurado localizar algún documento o registro donde se reflejara las
entradas y salidas de enfermos en el Hospital, no se han hallado, encontrándose tan solo
documentos aislados que reflejan datos sueltos que nos aproximan al ridículo número
de alojados en este establecimiento.680

109. Anónimo: Crucificado con Nuestra Señora de Los


Dolores, San Sebastián y Pedro López de Villera (1513).

Su edificio, al igual que el acometido


para el Hospital de Nuestra Señora de los
Dolores, estaba diseñado siguiendo una
tipología de estructura claustral, articulado a
partir de una patio central en torno al que se
disponían doble galería arquitrabada de
madera que conformaban las «calles de
tratamiento», lugares que se empleaban para
el desplazamiento tanto de los enfermos
alojados como de las personas que
procuraban cuidados y asistencia a los
asilados. A su «calle principal» se accedía por
un portalón ubicado en la fachada de la actual calle Viana, junto a la puerta que daba
acceso al recinto de culto anexo con el que contaba el Hospital, único vestigio vivo de la

679
ARSEAPT: Sig. H-VII, Legº 3 (1620).
680
AHPSCT. Hospital de San Sebastián, Correspondencia, signatura Ben 62, 25, 1787, folio 18
vuelto.
Se nombra la existencia de cuatro enfermos alojados con patología de larga estancia, siendo
insuficientes los cuarenta pesos asignados para sus cuidados y manutención. Esto nos hace
pensar que posiblemente existieran dos camas fijas, camas mantenidas con esta mínima cantidad
de dinero.

Tesis Doctoral Página 366


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fundación primigenia. Seguramente, ambos edificios estaban interconectados por


alguna puerta o vano que permitía el acceso a los enfermos a los actos litúrgicos,
constituyendo un núcleo compacto con el espacio claustral. Poseía cocina, comedor y
bodega en planta baja, distribuyéndose las enfermerías, para hombres y mujeres, en su
planta superior, a lo que se le unía un habitáculo destinado a tratamientos tales como
purgas y unciones. Además, contaba con una zona en el patio destinada al cultivo de
plantas medicinales empleadas para la fabricación de remedios en la farmacia del
centro; anexo al edificio, una huerta para la horticultura que contaba con corral donde
deambulaban libremente aves y otros animales.

El templo era de planta rectangular y estaba cubierto por techumbre a dos aguas, a
excepción de presbiterio, de cerramiento superior ochavado, ambas zonas separadas
por un arco de cantería de considerable tamaño con respecto al resto del edificio. Los
muros que sustentaban la techumbre eran de mampostería tipo tapial cubiertos por
calicostrado. Interiormente, los techos estaban confeccionados con rica madera labrada
que conformaba el artesonado; de pared a pared aparecían los tirantes, espléndidas
vigas de tea que evitan la fuerte presión de la cubierta y arco sobre los muros.

Según nos cuenta Alejandro Cioranescu en su obra titulada La Laguna, Guía Histórica
y Monumental, la iglesia fue totalmente reedificada, encerrando entre sus paredes
algún vestigio de la que fue su predecesora. En la actualidad, en la pared izquierda se
encuentra el retablo del Sagrado Corazón, constituido por dos tablas antiguas, que
algunos expertos han ubicado en el siglo XVII, en las que se representan a los santos
Pedro de Alcántara y Teresa de Jesús; enfrentado, en la pared derecha, está el lienzo del
Señor Difunto. Próximo a la puerta de entrada se encuentra un lienzo pegado a tabla que
representa un crucificado con la Virgen a la izquierda y San Sebastián a mano derecha,
encargado por el Cabildo en 1513, que hace pensar que por la distribución de los
personajes en este «intento de Déesis», debió presidir el antiguo templo; bajo la figura
de San Sebastián, está representado el retrato del fundador el Hospital, Pedro López de
Villera. En la pared opuesta se puede ver un lienzo antiguo, quizá del siglo XVII, que
representa a San Rafael conduciendo a Tobías.

Durante el siglo XVIII, la fundación fue poco operativa en la asistencia a los


enfermos de la ciudad ante los pocos fondos de los que disponía el Cabildo para hacer
frente a los gastos. Destacaron las obras que el Licenciado José Tabares de Cala,

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administrador del Hospital por el 1700, realizará, construyendo una serie de


habitaciones que daban mayor amplitud a la primigenia edificación, consiguiendo para
el claustro una forma regular en su planta. Una licencia del Cabildo de fecha 17 de enero
de 1707, procuró que se dorara y establecer una recomposición del retablo mayor de la
iglesia, así como colocar una imagen de Nuestra Señora de los Afligidos, junto a la ya
existente de San Sebastián.681

110. Plano del actual edificio ubicado en el antiguo solar del Hospital de San Sebastián
(Fuente: Google Maps, 2012).

El 7 de julio de 1728 se ponerlo en manos de los jesuitas para la fundación de un


colegio, situación que abortó ante las protestas presentadas a la Corporación.
Nuevamente se le procuró dar una utilidad asistencial en diciembre de 1756, cuando se
propuso el entablar negociaciones para que la Orden Bethlemita asumiera la

681
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 134.

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administración del Hospital; el acuerdo nunca llegó a cerrase682. Ya a finales del siglo,
ante el marcado deterioro de la institución, se estableció poner el edificio bajo el control
de la Junta de Caridad, sin perder, en ningún momento el control desde el Estado. A
todo ello, se le unió el proyecto que Carlos III planteado en el terreno de la beneficencia.
Todas estas iniciativas llevaron a que durante la gestión del mayordomo Juan A. Porlier
se emprendieran obras en el Hospital destacadas: en 1757 se realizó el cerramiento con
muros de todas las huertas de éste, además de la colocación de una fuente en la pared
ubicada hacia la plaza de San Francisco; y, entre los años 1774 y 1775, se construye el
coro de la iglesia.683

En 1777, Antonio Miguel de los Santos plantea el uso como orfanato ante la
cantidad ingente de niños que carecían de hogar, vagando por las calle de la ciudad de
los Adelantados684. Años más tarde, el 11 de agosto de 1786, ante la carencia de
actividad asistencial y cuidado de los pobres, el Ayuntamiento barajó la posibilidad de
cierre o la transformación definitiva del Centro, que se orientó hacia la docencia y
preparación de individuos en la disciplina de la Teología dándole uso al edificio como
seminario de jóvenes de familias nobles685. En 1794, el 3 de marzo, se acuerda alojar a
600 reos en el Hospital procedentes del conflicto bélico ocasionado por la Revolución
Francesa de 1789 y que como reacción originó la coalición antirrevolucionaria que vio su
fin con la firma de la Paz de Basilea. Tras su utilización como cárcel, se le sucedieron
numerosas actividades: casa cuna, cuartel y casa de habitación para la vecindad686. Este
«ir y venir» de actividades que hasta ahora hemos expuesto, nos pone de manifiesto
que las autoridades carecían de una idea clara de la utilidad del edificio, manifestando
una marcada indecisión que llevaba a periodos discontinuos de funcionamiento durante
todo el siglo XVIII.

En los inicios del siglo XIX, en su primer tercio, se tomó la iniciativa de ubicar en el
Hospital una cuna de niños expósitos a causa de las carencias espaciales que sufría la

682
RUIZ DE VILLARÍAS, A. M. (1979). Opus cit, p. 137-140.
683
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 136.
684
BULL- Papeles varios, Tomo 96, Memorial de Don Antonio Miguel de los Santos. Sobre
educación de la juventud de estas islas, 1777, folio 3 recto.
685
Ibidem.
686
AHPSCT: Hospital de San Sebastián, signatura: VI-124 1813-1822.

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Casa Cuna. El proyecto no fraguó ante la incapacidad de funcionar de manera correcta y


eficaz687. Este continuo uso del Hospital a modo de «comodín» fue una costumbre que
se convirtió en un habitual como en el siglo precedente, ya que el recinto sanitario no
solo albergó ordenes religiosas y sirvió, parte de él, como cuna de expósitos, sino que
incluso el propio ejercito se acomodó en sus dependencias durante un tiempo, lo que
ocasionó daños y cambios importantes en la estructura arquitectónica a tenor de las
necesidades y la «falta de aprecio» que los militares mostraban hacia el inmueble. Esta
situación fue denunciada por Francisco Afonso de Armas, cirujano interino del centro,
como se relata en el legajo 36 sin fechar del Archivo Municipal de La Laguna:

Que por retiro de Francisco Minard fue nombrado por el Excelentísimo Señor
Comandante General para la asistencia de la tropa en el Hospital de San Sebastián de
dicha Ciudad con el precio de diez duros mensuales y dicho Minard en su retiro debió
haber dejado que desempeñara su ausencia con señalamiento de parte de su renta o
688
con la porción que se ajusta con la persona que fuera suficiente para ello…

Aún a finales de la década de los treinta del XIX, continuaban alojadas las tropas
en el establecimiento, en busca de la atención sanitaria. Sus máximos responsables,
tanto civiles como militares, eran responsabilizados de tal hecho, a lo que se defendían
con un alegato centrado en el carácter de beneficencia del Hospital que «debía curar a
los pobres militares heridos de guerra y enfermedades contagiosas, incapaces de
sufragar los gastos por asistencia». En 1829, el Cabildo acuerda ubicar en este
establecimiento benéfico una casa cuartel del Regimiento Provincial de La Laguna689,
situación que agradó considerablemente al Comandante General de Canarias.

La Diputación Provincial, el 8 de junio de 1837, decide unificarlo con el Hospital de


Nuestra Señora de los Dolores, pero como explica Cioranescu «… esta interinidad ni duró
mucho, ni podía beneficiar a alguien, ya que el hospital de Dolores, con sus seis camas y

687
AHPSCT: Hospital Nuestra Señora de los Dolores, signatura Ben 25,2, 1822-1859, folio 13
recto.
Aparece bien documentado el abandono del Hospital de San Sebastián, situación que no es
semejante a la hora de la incorporación como servicio anexo de este centro hospitalario.
688
AMSCLL: signatura M-II, Legº 36, sin fechar, folio 2 recto.
689
AHPSCT: Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, signatura VI-115, 1796-1835, folio 55
recto.
Esta decisión tuvo el visto bueno desde el Corregidor de la Ciudad como encargado de la gestión
del centro hospitalario, ya que éste era uno de los pocos sitios más propicios para la ubicación de
estas instalaciones, con contrato de alquiler que sería abonado por la Real Hacienda.

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sus 3.000 reales de vellón de renta anual, no era mucho más rico que el de San
Sebastián». El 16 de agosto de 1870 el Ayuntamiento dispone el inicio de los trabajos de
derribo, situación que tuvo nula relación con los de construcción, ya que su rapidez fue
la nota destacada690. Solo se respetó del edificio originario el templo, llevándose durante
el periodo de demolición, todos los objetos religioso de culto a la Iglesia Catedral. La
iglesia paso a depender de la Diócesis y de la Diputación Provincial. Las casas no
demolidas se rentaron, ganancias que se entregaron a las arcas del Hospital de los
Dolores.

Años más tarde, la iglesia se volvió a reedificar con la limosna y contribución


aportada por los vecinos de la ciudad. En 1897 asume la administración del Centro,
aquellas pocas casa nombradas anteriormente que quedaron en pie, dos hermanos de la
Congregación Española de Pobres Desamparados, instalando un asilo para la asistencia
de ancianos691. Todavía en 1932 no se habían instalado a los asilados desamparados en
las dependencias del Hospital, situación que conocemos por la preocupación
manifestada por el Consejero Inspector del Hospital de Nuestra Señora de los Dolores de
La Laguna, Pedro García Cabrera, en la Sesión Ordinaria del 7 de noviembre, en la que
solicita se adopte alguna resolución con respecto al edificio donde estuvo instalado el
Hospital de San Sebastián en la Ciudad de La Laguna, y que fue cedido en arrendamiento
a la Sociedad Conferencias de San Vicente de Paul, para el establecimiento del Asilo de
Ancianos692. En la reorganización que el consejero Cabrera pretendía establecer en
referencia al sistema asistencial insular, a este Centro tan solo se le otorgó un papel que
iba más allá del alojo de« individuos desamparados en el ocaso de su vida». En
septiembre de 1937 el edificio ya tenía un nuevo uso, el de asilar a los ancianos del
municipio como se refleja en el expediente para la limpieza de una fosa séptica693, que
precisó una nueva intervención a finales de 1944.694

690
CIORANESCU, A. (1965). Opus cit, p. 137.
Los trabajos de demolición se suspendieron al tercer día ante los daños que se ocasionaron a las
casa contiguas y como agrega Cioranescu … quizás también a las protestas del vecindario.
691
Ibidem, p. 138.
692
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; p. 391-392.
693
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 417.

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En octubre de 1941 se ampliaron las salas destinadas a los ancianos masculinos


mediante la incorporación a la superficie ya existente del local anexo que había sido
empleado para el torno de niños. El diseño del proyecto y el presupuesto se le encargó
al arquitecto Tomás Machado Méndez, quien en su primera contrata perseguía el
objetivo de dejar formados el vestíbulo de servicio, la carbonera, despensa, caja de
escalera, dormitorio de hombres, parte de la galería y dependencias de aseo, ubicado en
la planta baja del Asilo. Para la ejecución de las obras se destinó una partida de
140.830,19 pesetas, pese a que la ampliación nunca se llegó a realizar ante la carencia
de fondos en la Hacienda insular, posponiéndose el proyecto a la confección de los
presupuestos del siguiente ejercicio695. Al año siguiente, en diciembre de 1945, se
habilitó la suma de 4275,94 pesetas para el derribo y levantamiento del muro en una
huerta situada en la calle Nava y Grimón, contiguo al Asilo de Ancianos
Desamparados696, siendo ésta la de mayor calado de la que se realizaron en los años
siguientes, que no fueron más allá de simples intervenciones con la finalidad de
mantener, sanear y conservar el edificio, como el enjalbegado de la parte exterior del
edificio llevado a cabo en diciembre de 1947.697

En 1937, para poner en funcionamiento el centro asistencial se realizaron una serie de pequeñas
reformas, entre las que se encontraban la limpieza de la fosa séptica, cuyo importe ascendía a
68,27 pesetas.
694
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 196.
Existían problemas con la fosa séptica por una rotura de la tubería que conducía las aguas negras
a ésta, lo que provocó el filtrado por los pisos de todo su recorrido convirtiéndolo en inhabitable.
La reparación costó a la Corporación insular la cantidad de 114,25 pesetas que fueron libradas
por el Administrador del Hospital de Nuestra Señora de los Dolores
695
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 444; p. 1-42.
Existe en la caja consultada un documento manuscrito que hace referencia a un expediente del
proyecto que consta estar en poder de la Presidencia del Cabildo Insular. El presupuesto general
de las obras de ampliación está fechado el 18 de abril de 1942, lo que indica que tuvieron que
existir uno anterior.
como se recoge en el informe demitido por la Intervención en marzo de 1945 y
696
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 21.
El proyecto para el derribo de la tapia fue realizado por el arquitecto Tomás Machado Méndez
697
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7086; expediente nº 87.
Estos trabajos de conservación del inmueble fueron llevados a cabo por orden del consejero del
Cabildo Insular Domingo Bello del Castillo. El importe ascendía a un total de 328,65 pesetas,
cargadas al artículo 10 del Capítulo 11º del presupuesto insular vigente de ese año.

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4.2.1.3. HOSPITAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (LA OROTAVA).

La primera constancia escrita sobre la existencia de un establecimiento asistencial


en La Orotava data del 29 de agosto de 1511, muy próxima a la iglesia de Nuestra
Señora de la Concepción, en la actual calle Cologan, solar que en la actualidad sigue
prestando atención sanitaria a la población de la ciudad, y donde permaneció durante
más de dos siglos698. En esa fecha, ante el escribano Luis Méndez se efectuó un pago de
tributo al Hospital realizado por Andrés González y Beatriz Báez, que ascendía a 100
doblas, cantidad impuesta por Antonio de Franchi Lutzardo e Inés López Doya699. Varios
años más tarde, este arbitrio sería cedido a Alonso Calderón por parte de sus dueños el
12 de septiembre de 1516 ante el escribano Bartolomé Joven700. Nuevamente se hace
referencia al Hospital, cuando, ante el escribano Marcos Rodríguez el 5 de octubre de
1586, un tal Alonso Calderón entrega 100 doblas a las arcas del establecimiento
benéfico.701

La primera edificación realizada para albergar a los enfermos fue una construcción
sencilla que poco a poco creció a medida que las necesidades asistenciales aumentaban,
con tres propósitos benéficos: asilo para ancianos, establecimiento benéfico para
desamparados y hospital para todos aquellos aquejados de dolencias y enfermedad.
Este primer edificio, articulado a partir de un patio central, estaba formado por una sala
para albergar a los internos, distribuida en dos secciones, hombres y mujeres, además
de contar con una cocina, baños y un cuarto destinado a curas, sin olvidar un elemento
imprescindible, la capilla, de pequeñas dimensiones. Gracias a la donación efectuada en
1560 por María Hernández tramitada ante el escribano Baltasar de Anchieta, por la que

698
VIERA Y CLAVIJO, J. DE (1950). Opus cit, Tomo IV, p. 260.
«La villa de La Orotava tiene un hospital pobre desde principios del siglo XVI, con título de la
Santísima Trinidad …»
699
El pago se efectúa por el uso, para la siembra de cereal y vid, de unos terrenos ubicados en la
Victoria de Acentejo que lindaban por una parte con tierras de Francisco Hernández de Meneses,
por otra con tierras de los herederos de Gonzalo Bueno, así como con el camino real y la
montaña, en la zona de abajo y de arriba, respectivamente.
700
Antonio de Franchi Lutzardo e Inés López Doya son los que traspasan este derecho sobre las
tierras que poseen en la comarca de Acentejo. Este tributo sería reconocido ante el escribano
Juan González el 12 de septiembre de 1628, reconociendo como herederos a Andrés González y
Beatriz Báez.
701
Esta cantidad de dinero es cedida al Hospital por Alonso Calderón como testamentario de su
hijo Esteban, cumpliendo sus últimas voluntades.

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cedía un solar contiguo al del Hospital heredado de su madre702. El 7 de abril de 1617,


ante el escribano Roque Xuárez, el capitán Miguel Jerónimo de Cospedal y Grimaldi
adquiere el compromiso de abonar a favor del establecimiento benéfico 700 maravedíes
anuales, asegurando tal donación mediante una imposición que afectaba a todos sus
posesiones703. Este será el primer indicio claro sobre la ubicación exacta del Hospital.704

La constitución de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Misericordia, la primera


creada en el en el Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava, data de mediados del
siglo XVI705. Fue un 11 de Junio de 1560, día destinado por la iglesia para festejar a San
Bernabé, como nos narra José de Viera y Clavijo, cuando varios vecinos acudieron al
escribano público Baltasar de Anchieta, para que diese fe de las constituciones sobre las
que se iban a basar las actividades de la mencionada Hermandad. Esencialmente, se
perseguía fines caritativos mediante las donaciones y limosnas que procuraran el
mantenimiento y sustento del establecimiento de beneficencia. Esta intenciones no se

702
LUQUE HERNANDEZ, A. (1998). Opus cit, p. 218.
703
Entre los bienes que aporta Miguel Jerónimo de Cospedal y Grimaldi está su casa ubicada
frente al sanatorio, y que años más tarde la encontramos en manos de los Caraveo de Grimaldi,
descendientes de este último.
Miguel Jerónimo de Cospedal, vecino de esta Villa, siendo lugar, en el 7 de abril de 1617 ante
Roque Xuárez, escribano público, se obligó a pagar un tributo en cada año al hospital de la
Santísima Trinidad, de setecientos maravedíes y para seguridad de su rédito obligó todos sus
bienes […] especialmente un viña lindando con el camino rea que va al Realejo y con viña de Juan
de Cospedal, su hermano y por el lado hacia este lugar el barranco que dicen de Cospedal, y por
abajo la viña que dicen de José de LLarena que dicen Vizcaína y a otro lado viña de Pedro de
Valencia y herederos de Manuel Pérez y unas casa de alto y bajo con sus corrales, huertas y
bodegas fronteras de dicho hospital lindando por arriba con sitio y huerta de los herederos de don
Lorenzo Xuárez de Figueroa Valcárcel, y por abajo y por la espalda casas y viñas de los herederos
de Navarro y por delante la calle real del Hospital.
704
VIERA Y CLAVIJO, J. de (1950). Opus cit, Tomo IV, p. 261.
Mas, aunque desde el siglo pasado se había empezado a levantar en el llano de San Sebastián un
edificio para obra tan importante, parece que era ya muy tarde y que los mayorazgos se habían
empeñado con las fiestas, o que los malos días del comercio de vinos habían sobrevenido: el
edificio no pudo llegar a su perfección.
Agrega a todo esto Viera y Clavijo, que en 1712, Bartolomé Molina otorga testamentariamente
patrimonio, … unas grandes casas que tenía en el Puerto de La Orotava, para que se construyera
un hospital.
705
ALLOZA MORENO, M.A.; RODRIGUEZ MESA, M. Misericordia de la Vera Cruz en el beneficio de
Taoro desde el siglo XVI. Santa Cruz de Tenerife : [s.n.], 1984 (Gráficas Tenerife), p. 63-64.

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llevaron a cabo al pie de la letra, ya que el dinero se gastaba sin control en fiestas
religiosas706 como puntualiza José de Viera y Clavijo:

Celebrábanse, pues, aquellas religiosas fiestas, según el espíritu de estos siglos


pasados, con fuegos, comedias, sortijas, máscaras y torneos, en que se malgastaba
707
mucho…

El grupo estaba encabezado por el regidor de la Isla y alcalde del lugar, el


licenciado Alonso Calderón, y por los beneficiados de la iglesia de Nuestra Señora de la
Concepción, Alonso García y Francisco Martín. Además encontramos en el listado a
Diego González Gallegos, Antonio de Franchy Luzardo, Lope de Mesa, García de Vergara,
Luis de Samartín, Hernán Ramírez, Hernando Gallegos, Manuel de Vergara, Nuño
Hernández Rebolledo, Pedro Gil, Juan Ramírez, Juan de Lugo, Alonso Viera, Pedro
Álvarez, Francisco Yánez, Luis Hernández, Bartolomé Hernández, Alonso González,
Salvador Hernández, Juan Álvarez del Valle, Gaspar Núñez, Francisco González, Andrés
González, con otros confraternes, alegando:

Que, conforme a una bula de Paulo III de la cofradía de la Santa Vera Cruz e
Misericordia, ellos son hermanos, e los dichos Alonso Viera e los demás
succesivamente tras él de uno nombrados hermanos, para hacer e cumplir en este
dicho lugar donde asientan las cofradías y las cosas que se harán mención y
memoración y la forma que se ha de tener de los cofrades y hermanos; hayan de ser
seis los más principales hermanos cofrades que sólo voten, y lo que hicieren los seis y
el proveedor y mayordomios, se haga; y tres hermanos jurados y mayordomos y
proveedor, de manera que seis los más principales, tres jurados, los dos mayordomos
y el proveedor, se haga; y haya tres jurados. Nombran a Juan de Lugo, por ser hábil,
708
de proveedor.

706
La fiesta de la Circuncisión del Señor fue instauradas en el siglo IX por la Iglesia Romana,
aceptando el sentido de la liturgia galicana. En el siglo XVI, la fiesta desdobló su riquísimo
contenido al instruirse aparte, la Conmemoración del Santísimo Nombre de Jesús, siendo
celebrada el primero de enero. En lo referente a la Invención de la Santa Cruz, celebrada el 3 de
mayo, recordaba el hallazgo de la Vera Cruz por Santa Elena en el 326, así como la victoria de
Constantino I contra los bárbaros de la orilla del Danubio.
707
VIERA Y CLAVIJO, J. DE (1950). Opus cit, Tomo IV, p. 261.
708
Ibidem, p. 260.
Este acuerdo establecido ante un fedatario público, fue años más tarde transcrito por José de
Anchieta y Alarcón, el 10 de marzo de 1761, documento que utilizó Viera y Clavijo para la
confección del texto de éste. Parte de la documentación del libro de constitución, la primera
página, se extravió, pero poseía un testimonio perteneciente a Sebastián Méndez de Lugo y
Acebedo y Gallegos.
Entre los miembros fundadores, solo aparecen García de Vergara, Juan de Lugo Avelleda, Alonso
Calderón, Lope de Mesa y Antonio Franchi, miembros de la Hermandad de las Doce Casas, ricos
terratenientes locales que se aliaron en una poderosa sociedad de intereses en el siglo XVII.

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111. Ubicación del Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava en la actualidad


(Fuente: Google Maps, 2012).

El reglamento u ordenanzas de la Hermandad no menciona que se precise de


estatus de nobleza para formar parte de ella, lo que se materializó en la confección del
listado de miembros que le dan génesis, personajes de todos los estamentos sociales.
Esta situación, con el paso de los años se modificó, mostrándose muy preocupados en la
selección de todos aquellos nuevos miembros. Sobre la Hermandad, destaca un
comentario de Viera y Clavijo:

De la misma confusión y embarazo de estas expresiones originales, se colige que


desde aquella época se introdujo en esta cofradía una considerable distinción de
personas, y no es mucho que se viesen después en ella dos clases diferentes, esto es,
la de caballeros, ricos, nobles y priostes, y la de hermanos y cofrades de túnica.
Aquéllos, llamados vulgarmente de las Doce Casas, hicieron un contrato entre sí, para
dotar anualmente las dos fiestas de la Circuncisión y la Invención de la Cruz,

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nombrando ante la justicia un prioste de sus familias, y que, no pudiendo éste


709
costearlas, se hiciesen entre todas ellas.

La pertenencia a la citada organización, fue vista por la sociedad del Valle de La


Orotava, como un estado de distinción por su relación con los linajes más poderosos del
país. Cuenta Viera y Clavijo, que las demás familias hidalgas, creyéndose desairadas por
no alternar con aquéllas en el culto humilde de la Cruz, pretendieron ruidosamente ser
admitidas, o concibieron los más terribles celos, explicados por el órgano de don Alonso
Fonseca, regidor y diputado de la isla, en su Memorial al rey, que corre impreso710. Esta
situación causó, entre las familias hidalgas y las familias de condición humilde, un deseo
de pertenecer a tan distinguida Hermandad para el culto de la Vera Cruz, lo que
ocasionó malestar y numerosos pleitos, entre ellos el más destacado es que
mantuvieron, en 1732, Alonso de Fonseca Mesía y Llarena711, regidor perpetuo y
diputado a las Cortes por la Isla con Pedro de Mesa y Benítez de Lugo, junto a varios
caballeros hijosdalgos de la Villa de La Orotava, ante Su Magestad el Rey Felipe V. En
respuesta a las explicaciones y argumentaciones efectuadas por Alonso de Fonseca
Mesía y Llarena, tras las debidas consultas a su Consejo, apoya sus razonamientos y
manifestaciones. Pese a la declaración realizada por el Consejo Real y el apoyo en todo
momento de la Corona hacia Alonso de Fonseca, no consiguió culminar la empresa que
pretendía, ya que la fama hizo el efecto contario, mitificándose en mayor medida la
pertenencia a este grupo que perduró incluso durante el siglo siguiente712. Los priostes

709
Ibidem, p. 260-261.
710
Ibidem, p. 261.
711
El coronel Alonso de Fonseca Mesia y Llarena (1688-1742), lagunero, casó con Juana Méndez
de Castro, hija del coronel de milicias provinciales Pedro Méndez de Castro Bazo y Merino y de
Juana Gallegos; de su casamiento nace Francisco de Fonseca, regidor y capitán entre 1715 y
1719, muriendo sin contraer nupcias ni descendencia conocida. Mediante un real título, fechado
en el Pardo a 24 de enero de 1721, Alonso de Fonseca Mesia y Llarena fue nombrado regidor
perpetuo de la isla de Tenerife (el documento de nombramiento llegará al Cabildo de la Isla el 10
de junio del mismo año). Desairado ante la negativa de inclusión en la Cofradía de la Vera Cruz,
escribe al Rey Felipe V, argumentando la ausencia de legalidad por parte de los priostes que
exigían ser descendientes de aristócratas.
712
LUQUE HERNANDEZ, A. (1998). Opus cit, p. 199.
Los mayordomos de la Vera Cruz eran elegidos según los designios de los cofrades, con presencia
de la autoridad eclesiástica, quienes seleccionaban a personajes con posibles que tuvieran
capacidad para hacer frente a los gastos ocasionados por la celebración que se efectuaba para
honrar a la Santísima Trinidad y a San Juan de Dios, fundador este último de la Orden Hospitalaria
y patrón de los hospitales. Este requisito provocó que solo unos pocos pudieran ostentarlo, lo
que llevó a que públicamente se igualara a un «estatus patricio».

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de la Cofradía tenían reconocimiento por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas,


como consta en el tratamiento que se le da en la documentación de la época:
hijosdalgos notorios y nobleza de la patria, nomenclatura que les otorga el prelado de la
Diócesis de Canarias, Francisco Javier Delgado y Venegas al convertirse en confraterno
de la Hermandad el 2 de mayo de 1768. Todo ello era el producto de los cargos y de la
nobleza que ostentaban sus miembros, entre los que existían varios señores
jurisdiccionales y numerosos caballeros de hábito en las órdenes militares, sin olvidar los
títulos nobiliarios castellanos.

El 15 de agosto de 1716, durante la noche, un gran incendio devoró rápidamente


el edificio que desde comienzos del siglo XVI había servido para prestar la asistencia
benéfica y sanitaria a la población del Valle de La Orotava. Este fatal evento dio
comienzo en unas casas contiguas, en el palacio de Celada713. Del Hospital, lo poco que
se pudo rescatar de las llamas, mobiliario, objetos de culto de la capilla e imágenes,
quedó muy dañado. Tan deteriorado quedó el sanatorio, que en la esquina de la calle
Cologan con Viera, unas casas más abajo, hubo de trasladarlo para proseguir con la
actividad asistencial que en él se llevaba a cabo. Esta «nueva residencia» correspondía a
unos edificios que en su momento fueron donados a la Institución por Inés López Doya,
como comenta José de Anchieta y Alarcón en sus Noticias históricas pertenecientes a
Canarias:

Lope Gallego y María López, su mujer, dejaron al hospital de esta Villa, siendo lugar,
unas casas en él, que lindaban con las casas de Juan Luis al cantillo de Franchi de la
calle Viera; y por otra parte la calle que iba al hospital, con el cargo de vísperas y
misas cantadas con vigilia y responso […] según su testamento de 20 de mayo de
1520 el de María López; y de 31 de agosto de 1525, que es el de Lope Gallego, y
ambos por ante Rui García escribano público, cuyas cláusulas sacó José Hernández
asimismo escribano. Manuela de Miranda poseyó una casa y hoy es de Úrsula de
Miranda, su nieta, tiene por linderos por abajo la calle Viera, y por poniente la calle
que sube a las monjas de Santa Catalina, donde está el torno, puerta reglar y la
iglesia, y hace esquina a estas dos calles, casa en la que al presente (1738) se
714
encuentra el hospital.

713
Esta mansión poseía una pasarela de madera que permitió acceder a la tribuna de la iglesia del
convento de femenino dominico que lindaba con el hospital. Este pasadizo sirvió a las llamas para
poder propagarse y destruir todos aquellos edificios próximos, quedando muchos de ellos
reducidos a cascotes y cenizas.
714
Ibidem, p. 219.

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Esta ubicación, que «debería ser transitoria», alojó al establecimiento sanitario de


beneficencia hasta finales del siglo XVIII, con unas condiciones que en numerosas
ocasiones fueron duramente precarias, ya que el dinero se destinaba en su mayoría a
costear la construcción de un nuevo edificio hospitalario. En 1738, la pobreza de la
fundación era de tal magnitud, que en un inventario efectuado por el administrador
saliente, el presbítero Lucas Delgado, se observa con claridad el patrimonio que se
poseía715. El nuevo mayordomo-administrador, el clérigo José Antonio de León Ferrera,
tan solo estuvo ostentando dicho cargo por apenas dos años, hasta el 8 de junio de
1740, fecha en la que presenta su dimisión ante su incapacidad para efectuar los cobros
pertinentes y sustentadores de la fundación benéfica. Lo sucederá en la misma fecha del
cese, el también sacerdote, Pablo de Cames y Home de Franchi, que al asumir esta
responsabilidad, realizó un nuevo inventario para tener constancia de todos aquellos
recursos materiales con los que contaba para su labor. No fue diferente al que había
elaborado su predecesor, a excepción de todos los documentos existentes y necesarios
para la administración del Hospital.716

El 3 de junio de 1755, es asignado administrador a Pedro Delgado Estévez,


nombramiento ejecutado por Estanislao de Lugo Viña y Franchi Alfaro, Visitador General
de Obispado y Tesorero de la Santa Iglesia. Éste, antes de asumir el cargo, solicita sea
efectuado inventario previo, así como la entrega de los documentos, libros y demás
objetos de valor pertenecientes a la Fundación. Estanislao de Lugo, ante el estado
deplorable y miserable del Hospital, efectúa una serie de encargos al recién asignado
administrador: ejecutar el cobro de las deudas pendientes con el Hospital, entre las que
destaca la existente con las monjas dominicas, autorizándole a exigir el pago, y al uso de
2.500 reales, a cuenta de los 10.300 pendientes del uso del solar y materiales que se

715
Ibidem, p. 219-221.
Durante una visita realizada con carácter fiscalizador por el canónigo vicario general del Obispado
de Canarias, José Gálvez de la Ballesta, se efectúa la dimisión del administrador del sanatorio;
ante esta vacante, se procede al nombramiento de sacerdote José Antonio de León Ferrera.
716
Ibidem, p. 201.
Este cargo fue otorgado por Bartolomé Agustín de Llarena y Monteverde, Visitador General de
Obispado y Vicario de Partido de Taoro. Entre la documentación estaba: un protocolo de
escritura de tributos del Hospital; tres libros de relaciones: uno antiguo, otro más actualizado,
abierto por el Vicario General de Obispado de Canarias, José Gálvez de la Ballesta, y uno llamado
Casilla de Tributos; dos libros de Cuentas y uno de ingresos y altas de enfermos; acreditaciones
de deudas pendientes y la obligación que tienen las monjas dominicas para con el Hospital.

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pudieron salvar del incendio ocurrido en 1716 en el anterior emplazamiento; eliminó


cualquier amago de destinar fondos para la fábrica del nuevo edificio ubicado en el llano
de San Sebastián; y prohibió cualquier gasto de dinero que no fuera para la reforma y
arreglo del edificio benéfico717. A pesar de esta situación, se le concede al administrador
Pedro Delgado el diezmo de toda entrada a las arcas de la Fundación y un tercio de las
deudas pendientes, empresa que se le encargó a Luis Polo el 24 de septiembre de 1755,
vecino de la Villa. A estas pautas establecidas por el Visitador General, se le unieron
otras que atendían a las prestaciones asistenciales que se llevaban a cabo por el
personal del establecimiento: solicitó que los cuidados a los enfermos fueran efectuados
con celo por los enfermeros; asignó un precio a las visitas del médico, Pedro Núñez de
Acevedo, así como le rogó su comparecencia en los momentos de emergencia que se
pudieran presentar.718

112. Anónimo: Hospital de la Santísima Trinidad en su segunda ubicación,


en el Llano de San Sebastián (1890-1900).

A mediados del siglo XVIII, como figura en los Libros de Cuentas, la Institución
ingresaba un total de 71 partidas que ascendían a 39.480 reales con 36 maravedíes,

717
ALLOZA MORENO, M.A.; RODRIGUEZ MESA, M. (1984). Opus cit, p. 79-84.
718
Pedro Delgado opinaba que era la dejadez y la holgazanería la que verdaderamente habían
llevado al establecimiento al estado en el que el lo tomaba, lo que no se descarta que durante su
gestión aplicara estrategias para solventar tal situación.

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dinero que se empleó en la compra de comestibles y propios para la subsistencia, como


la leña, carbón o velas de cebo para la iluminación de las dependencias, así como para el
abono de los jornales de cada uno de los trabajadores y profesionales que prestaban sus
servicios. Domingo Antonio Franco Delgado, Vicario del partido de Taoro, hizo
comparecer al administrador Pedro Delgado el 6 de enero de 1769 para dar cuenta de
su gestión de los once años anteriores a esta fecha. Al analizar los Libros de Asientos,
sorprendió notablemente el número de anotaciones, tan solo 85, pero que la cantidad
de ingresos ascendía a 53.020 reales, situación que favorecía marcadamente las finanzas
de la Fundación benéfica. Junto a estas anotaciones, se enumeraban los diferentes
gastos efectuados para el mantenimiento de Centro: los cobros del médico Pedro Núñez
por sus visitas, cobradas todas ellas en especies; los gastos, realizados ese mismo año,
por la confección de la ropa para la imagen de la Virgen del Socorro, así como varios
arreglos de orfebrería en las coronas de algunas imágenes de la capilla; y los gastos
producto de la celebración de las fiestas de la Santísima Trinidad y la de San Juan de
Dios.719

En el cargo de administrador del Hospital sucedió a Pedro Delgado Estévez su


hermano Ambrosio, como consta en documento fechado el 21 de mayo de 1776, en el
que figura su comparecencia ante el doctor Miguel Mariano de Toledo, presbítero y
visitador de las Santa Catedral de Canarias y abogado de los Reales Consejos, para
conocer acerca de las cuentas y administración llevada a cabo por éste y las del anterior
gestor en sus últimos tres meses. El balance aportado descubría unos ingresos de
66.680,27 nuevos vellones de Castilla, gastados en su mayoría en fármacos, así como en
el pago de 6 pesos anuales para costear los honorarios del médico. A ellos se le unían los

719
AHSTLO-Libros de Cuentas sin fechar.
Existen anotaciones de los sueldos pagados al ama María Francisca, al mozo, a la lavandera-
almidonera, a los capellanes y al sepulturero. También figuran los pagos al cirujano-sangrador por
sus actividades asistenciales en el Hospital y una persona encargada de arreglar los desperfectos
y el mantenimiento del edificio. Por últimos destacan los gastos efectuados por los pleitos
existentes con varias órdenes religiosas ante el impago de tributos, como los mantenidos con las
claras y con las dominicas.
Está registrado en este documento todos los gastos que se realizaron para organizar las fiestas de
la Santísima Trinidad y San Juan de Dios. Para la primera, se realizó una función religiosa, a la que
siguió un banquete para los asistentes, en el que se emplearon para su preparación: chocolate,
manteca, bizcochos, vino y dos gallinas; en la celebración del patrono de la Orden Hospitalaria los
gastos fueron aproximadamente semejantes.

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pagos efectuados a los capellanes y los efectuados para sufragar las fiestas que desde su
fundación se realizaban en el Establecimiento benéfico a las que también contribuía la
Cofradía de la Vera Cruz. Miguel Mariano de Toledo, a su regreso a Gran Canaria,
informó fielmente al obispo Juan Bautista Cervera del estado del Hospital, incidiendo en
escasos ingresos procedentes de la limosna y en la situación penosa en la que se
encontraba la enfermería de éste. Todo ello motivó al prelado a marcar una serie de
pautas que no mejoraron la economía del Centro:

1º Que mayordomo, sin respeto ni condescendencia, previo aviso, ponga mano a la


cobranza de las deudas y tributos ejecutando en caso necesario en los tribunales en
donde correspondan; 2º Advirtiendose que los censos pagados en dinero se deben
pagar en monedas y no en especies y si por alguna casualidad se viere preciso a
tomarlo en frutos ha de convenir con el censualista para evitar las continuas
pérdidas al hospital; 3º Que en atención a curarse en este hospital todos los
enfermos pobres de los lugares circunvecinos y que las rentas a más de cortas están
muy mal pagadas se encarga al mayordomo encomendar a un sujeto de su
satisfacción el cobro de estas rentas; 4º Que el mosto que se junta en las viñas que
posee el hospital y de las limosnas se encerrase cuando existía fundadas esperanzas
en obtener de su vino buenos beneficios;5º Que procure un buen cultivo de las viñas
del hospital; 6º Que habiendo reconocido el convento de San Agustín su obligación
de pagar abone al hospital los censos atrasados de las dos casas que esta
institución poseen; 7º Que se hará inventario de cuantos atrasos anteriores a su
720
administración se le debe al hospital.
Ante la poca efectividad de las medidas impuestas por su predecesor, el obispo
Antonio Martínez de la Plaza fundó la Congregación de la Caridad en octubre de 1788,
sistema que buscaba como objetivo la «óptima gestión» de todos aquellos
establecimientos benéficos pertenecientes a la Diócesis de Canarias. Este nuevo
organismo, formado por Francisco Bautista Benítez de Lugo y Saavedra, el coronel José
de Bethencourt Castro y Molina, José de Mora y Orejón, Miguel de Llarena y Mesa y
Cristóbal de Urtusáustegui, este último como secretario, tomaba la potestad sobre los
censos que poseían los administradores, además de controlar exhaustivo de los Libros
de Cuentas, que era ahora su secretaría la que los custodiaba y cumplimentaba. Ya
constituida la Congregación, al año siguiente, el 8 de agosto, se le solicitó que se
personara el administrador del Hospital Ambrosio Delgado721, del periodo comprendido
entre 1 de octubre de 1768 al 15 de marzo de 1789. En esta reunión quedaron claras las

720
AHSTLO-Libro de Relaciones (2º).
721
Debía comparecer ante el beneficiado de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, Pablo
de Alayón y ante el presbítero Cristóbal de Urtusáustegui, ambos designados por la Junta de
Caridad para valorar y aprobar el balance económico.

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circunstancias en las que se encontraba la Institución y con las que contaba el gestor en
su día; se destacó su honestidad y bondad, haciéndose constar los buenos servicios
prestados al Hospital.

113. Cubierta del opúsculo editado con ocasión de la


salida de Canarias del Obispo Antonio Tavira Almazán: A
la salida del Ilustrísimo Señor Don Antonio Tavira…
(1796).

Dos nuevas incorporaciones se realizan al


equipo del establecimiento en marzo de 1789:
como administrador toma relevo el caballero
de la Orden de Santiago, José García y Llarena
Carrasco; y el médico Antonio González
Villalva, sustituyendo al ya nombrado Antonio
Núñez, cobrando los mismos honorarios que
su predecesor, 6 pesos anuales.

La preocupación por dotar a la ciudad con un


edificio que permitiera prestar cuidados y
asistencia médica fue una constante desde que se incendió el anterior inmueble que
albergaba al Hospital. Se decidió ubicarlo en el solar, que años atrás había ocupado la
ermita de San Sebastián. El 12 de septiembre de 1746 se dan inicio las obras como dan
buena cuenta los Libros de Fábrica722, sufragándose los gastos ocasionados por la
construcción, en parte, con el dinero obtenido de la venta de unas casas dejadas en
1695 por el capitán Bartolomé de Molina y Llarena723, que dio posibilidad de que se
construyeran «dos cuarto y otros pedazos de pared». A este dinero, se le unió el
procedente de los beneficios de la ermita de San Sebastián724, una cantidad que se había

722
AHSTLO-Libros de Fábrica.
En ellos se hace constar el decreto emitido por el obispo de la Diócesis de Canarias, Juan
Francisco Guillén el 12 de septiembre de 1746, por el que se autoriza el inicio de las obras para el
nuevo establecimiento benéfico.
723
El testamento fue expedido el 15 de abril de 1695, dejando unas casas que poseía en el Puerto
de la Cruz, siendo posteriormente vendidas a Jorge Commins.
724
Esta ermita tuvo como benefactor a Benito Viña de Vergara, sargento mayor, regidor y
diputado por la Isla, durante la segunda mitad del siglo XVII. Junto al santo que le daba nombre,
existía el culto a una pintura flamenca sobre tabla que representaba a la Virgen de la
Consolación.

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reservado para tal efecto desde la institución hospitalaria y 300 pesos de la venta del
legado otorgado mediante testamento el 13 de mayo de 1767 por Ignacio Hernández del
Álamo, comisario del Santo Oficio. El remate de la obra del edificio fue efectuado por el
obispo Antonio Martínez de la Plaza en 1790, encargando su finalización al presbítero
Domingo de Valcárcel y Llarena725; el obispo, a su marcha de la Diócesis canaria con
rumbo a la gaditana, le entregó al presbítero 100 pesos más para el logro del fin
encomendado. A este dinero se le unieron 40 pesos aportados por Antonio Recarey y las
rentas de la ermita de Nuestra Señora de Chinquiquirá726. A todas estas donaciones
debe agregarse la de la Comunidad de propietarios del agua del río de la Villa de la
Orotava, que mediante acuerdo en sesión de fecha 3 de enero de 1790, se concedió
suministrar del canal que pasa por la trasera de la capilla mayor de la iglesia de San
Agustín, una paja de agua para el abastecimiento del sanatorio benéfico.727

114. Anónimo: Patio secundario


del Hospital (1929).

El 30 de mayo de 1794, el
obispo Antonio Tavira
Almazán acude a La Orotava
para la inauguración del
nuevo edificio, en el que, el
todavía presbítero Domingo
de Valcárcel, bendijo la
capilla y fue nombrado su
capellán. Este edificio de
«fábrica nueva y sencilla», seguía la traza de su predecesor, el modelo de casa-hospital
articulado a partir de un patio central siguiendo una tipología claustral en un solo nivel.
Contaba con galerías de madera que albergaban las enfermerías, divididas por sexos,
además de poseer una huerta donde se cultivaban productos que posteriormente

725
Éste había intervenido en la edificación de la recién inaugurada Iglesia de Nuestra Señora de la
Concepción.
726
LUQUE HERNANDEZ, A. (1998). Opus cit, p. 206.
727
Las medidas antiguas de agua usadas tienen conversiones no sistemáticas a litros por
segundo. Una paja de agua equivale a dos centímetros cúbicos por segundo.

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consumían los enfermos, un estanque, un corral y un lavadero destinado al aseo de la


ropa precisa para el Hospital728. Con respecto a la administración, en una inspección
efectuada un año antes de su apertura, Domingo Alventos de Miranda, visitador de la
Diócesis y abogado de los Reales Consejos, fiscalizó las cuentas presentadas por el
administrador, Miguel de Llarena, aprobándolas y confirmándolo en el cargo, lugar que
ostentó hasta 1804. En ellos aparecían: el dinero donado por la Congregación de la
Caridad que ascendía a 168 pesos y 1 tostón para el pago de las obras de empedrado
realizado en la zona delantera del antiguo Hospital; la compra de un cáliz nuevo por el
robo del ya existente, el pago de medicinas traídas de fuera de la Isla729; el pago de la
actividad asistencial del médico Antonio Villalva por un total de 63 pesos; y el arreglo de
unos desperfectos en la fontanería del Establecimiento.730

115. Francisco J. Castro: Fachada de la iglesia y del


Hospital de la Santísima Trinidad en su ubicación
actual (2011).

La inmejorable administración efectuada


por Miguel de Llarena, creo un antes y un
después en la historia de la fundación, ya
que nadie, hasta la fecha había gestionado
con tanta precisión los recursos
materiales, situación que agradó considerablemente a la Congregación de Caridad que
felicitó al mayordomo y procedió a la aprobación de éstas. Esta situación se propagó y
facilitó que se entregaran mayor número de limosnas y donativos a la obra benéfica.
Claro ejemplo es el acaecido el 14 de julio de 1804 los representantes de la Junta de

728
ALLOZA MORENO, M.A.; RODRIGUEZ MESA, M. (1984). Opus cit, p. 85-88.
729
Por medio de la casa Pastey, Little y Cía, se trajeron fármacos que no solo se emplearon en los
dolientes alojados en el Hospital, sino que, a criterio del médico, se le suministraban a enfermos
ajenos al Centro que carecían de posibles para poder adquirirlos. Independientemente, la
Institución realizaba una labor de suministro a la población villera de medicamentos que ponía a
la venta.
730
Figuraba en las cuentas presentadas el descargo aceptado por el beneficiado Urtusáustegui,
que ascendía a la cantidad de 824 reales y 12 cuartos, en los que estaba el pago de un cáliz ante
el robo del que se poseía en la ermita de Chinquiquirá. Además encontramos el pago de 18 pesos
y 5 reales a Juan Escobar ante las obras de arreglo de una cañería.

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Caridad entregaron un libranza de 1.000 pesos731, a los que se le unieron los otorgados
por la condesa de La Gomera, viuda que aportó 1.194 reales y algunos enseres732, y los
bienes entregados por Andrea de Alzola, nuera del difunto José Benítez de las Cuevas,
también dinero y enseres.

El 7 de febrero de 1817 se crea la cuna de expósitos en el Hospital, con los bienes


que lega el canónigo Nicolás Brinis de Valladares. Mediante testamento otorgado en
Gran Canaria, entrega a la Fundación varias propiedades que poseía en la Islas,
heredados de sus padres, nombrando administrador de ellos al beneficiado rector de la
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, obligación y derechos que será cedida a la
Congregación de la Caridad por acuerdo establecido el 13 de noviembre de 1837.

El paso de los años y el descuido del edificio del Hospital, llevó a unas condiciones
de precariedad del edificio del sanatorio ubicado en el solar de la antigua ermita de San
Sebastián sin parangón hasta la fecha, hecho que se recogió en un informe fechado en
1840, donde se recomendaba el traslado de los pacientes a otro lugar ante el «carácter
ruinoso y el peligro de desplome» de éste. El vicario del partido, José Calzadilla, en
representación de la Congregación de la Caridad, solicita a la Corona, valiéndose de la
ayuda del Ayuntamiento, le sea cedido el inmueble que antiguamente albergaba el
convento de la Orden de San Francisco733. Para precipitar esta concesión, se alegó que el
edificio era húmedo, secundario a que el llano donde estaba recibía todas las aguas
procedentes de las lluvias; esta situación se agravaba ante la sencillez del edificio, de una
sola planta, lo que favorecía el contacto directo de los enfermos con el terreno.734

La solicitud efectuada por la Congregación de Caridad fue escuchada y aceptada


por el intendente provincial que concedió el alojamiento provisional del sanatorio en el
antiguo monasterio estableciendo la condición de mantener un estado inalterable de la

731
Los representantes de la Junta de Caridad eran Marcos de Urtusáustegui y Lugo y Francisco
Bautista Benítez de Lugo y Saavedra, señor de Fuerteventura.
732
Del dinero aportado por la condesa de La Gomera, se gastaron 853 reales en medicinas que
fueron solicitadas a Londres por Diego Barry, sobrino de la noble y comerciante del Puerto de la
Orotava.
733
Mientras llegaba la concesión desde la capital de Reino, se pidió la entrega provisional de la
parte del monasterio incendiado que estaba ya reconstruido. Mediante un oficio enviado al
intendente provincial, se trató de exponer la urgencia del traslado.
734
AHSTLO- Documento donde se exponen las diferentes quejas sobre el antiguo edificio del
Dispensario ubicado en el llano de San Sebastián, fechada el 5 de abril de 1840.

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construcción prestada735. El nuevo emplazamiento fue efectivo el 3 de junio de 1841 en


el antiguo inmueble que ocupaba la orden franciscana. La cesión definitivo al municipio
del monasterio llegó el 21 de octubre de 1848 con la entrega efectuada por la reina
Isabel II del inmueble, declarando distrito este establecimiento benéfico y estableciendo
como condición la obligación de mantener abierta la iglesia que poseía para culto736.
Este «cambio de domicilio» se pudo hacer efectivo gracias a dos reales órdenes emitidas
por el Ministerio de la Gobernación, la primera fechada el 12 de noviembre de 1848, y la
segunda el 13 de junio de 1854737.

Tras el traslado del Hospital al Convento de San Francisco, se creó, el 1 de abril de


1883, la Sociedad Benéfica La Caridad que fue la que se hizo cargo de la gestión del
centro. Su principal fin era optimizar y regenerar aquellos establecimiento y asilos de
beneficencia que existían en la Villa, para lo que se colocaron al frente a las hermanas de
la Caridad de San Vicente de Paúl, religiosas que debían socorrer física y espiritualmente
a los dolientes alojados en los sanatorios. Sus órganos directivos estaban constituidos
por personajes destacados de la sociedad orotavense: Elisa de Ponte y Hoyo, marquesa
viuda del Sauzal, Quirina Fuentes de Casañas y Magdalena de Zárate, viuda de Méndez
de Lugo, actuando la primera de presidenta y las dos siguientes de vicepresidenta y
secretaria, respectivamente. Durante un siglo procuraron cumplir con el objetivo
fundacional, eso si, con marcadas limitaciones materiales738. Dentro de la nueva
reestructuración del asilo, se decidió instalar el orfelinato en una de las salas del
Hospital, encargándole la responsabilidad de vigilar por la «buena crianza» de todos los
niños carentes de padres del partido judicial. Una vez que se crea la Casa Cuna en Santa

735
AHSTLO- Documentos varios sin ordenar.
El intendente provincial establece dos condiciones para poder hacer efectivo el traslado al viejo
cenobio: no alterar la estructura en la que se articula el edificio cedido, y si fuera así, será el
Ayuntamiento el que responda para devolverlo al estado primigenio, desocupándolo en el
momento en que la autoridad competente pudiera precisarlo.
736
Debe constar el derecho, que ante el edificio y el solar, de unos 2700 metros cuadrados, Elena
Benítez de Lugo y Saavedra, séptima nieta y heredera de Francisco Benítez de Lugo fundador del
patronato en 1559.
737
La primer fue rubricada por el entonces gobernador civil Alonso del Hoyo y Román y la
segunda por el presidente de la Junta Provincial de Beneficencia, certificación presentada en el
Registro de la Propiedad el 22 de enero de 1868.
738
El 24 de marzo de 1975 es traspasada al Cabildo Insular, junto a una huerta contigua de su
propiedad y la participación de agua del Heredamiento de La Orotava. La cesión se efectúa bajo
la presidencia de Eladia de Ascanio y Monteverde, marquesa viuda del Sauzal (1907-1995).

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Cruz de Tenerife, ésta funcionará como filial hasta el 22 de enero de 1922, fecha en la
que los párvulos pasarán a la maternidad dependiente del Cabildo Insular. 739

116. Francisco J. Castro: Acceso a las dependencias


hospitalarias (2011).

Del espléndido edificio originario del


convento franciscano creado en el siglo XVI,
y que José de Viera y Clavijo denominó «El
Escorial de Canarias»740, poco quedó tras el
incendio acaecido el 20 de abril de 1801. El
nuevo inmueble, presentaba su fachada
orientada hacia el nordeste, quedando tan
solo de la primigenia fábrica la puerta que
daba acceso a la iglesia del «nuevo
cenobio», elaborada en cantería y que
presentaba un escudo seráfico, con unas
manos cruzadas, la de Cristo y la de
Poverello, ante la cruz, destacando una concha que coronaba a modo de remate
superior, su frontón y su arco escarzano, junto a tres escalones que facilitan el acceso al
recinto sacro. La iglesia, de sencilla planta, presentaba una sola nave, en la que se
definía claramente el presbiterio por medio de un arco de medio punto de cantería;
anexa a éste último, la sacristía, a la que se tenía acceso por el patio o claustro del
convento. En cubierta, estaba presente un cerramiento de rica madera de tea labrada
(artesonado mudéjar), con tirantes de pared a pared que facilitan la sustentación tanto
del techo como la verticalidad de los muros. En la esquina izquierda de fachada, una
pequeña espadaña de un solo cuerpo elaborada con muro de tapial y calicostrado741.

739
PRIMO DE LA GUERRA, J. (1976). Opus cit, Tomo II, p. 221. El III vizconde del Buen Paso hace
referencia del incendio que devastó el convento de San Francisco de La Orotava en 1801.
740
VIERA Y CLAVIJO, J. de: Noticia de la Historia General de las Islas Canarias. IV Volúmenes.
Santa Cruz de Tenerife: Goya Ediciones, 1950-1952, Tomo III, Libro XVIII, p.10.
741
TRUJILLO RODRIGUEZ, A.: San Francisco de la Orotava. Madrid: Instituto de Estudios Canarios
(CSIC), 1973, p. 9-11.

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Francisco Javier Castro Molina

El espacio conventual seguía las características propias de los modelos


franciscanos, herederos de la distribución benedictina y bernarda. El acceso a éste, se
realiza atravesando una zona porticada con arco de medio punto sobre el que está
escrito el nombre de la fundación decimonónica, Hospital de la Santísima Trinidad,
ubicado en fachada a la derecha del acceso a la iglesia y que permite llegar a una
escalinata de subida a la puerta principal, donde se encontraba un torno de inclusa
cubierto por un alpendre posiblemente de influencia lusa. De mayor tamaño, por sus
características probablemente pudo ser una de las pocas partes que no fue «pasto de las
llamas». Seguidamente se entraba en el claustro, a dos alturas, como eje regulador del
resto de estancias. En éste se hallaban las celdas individuales de los inquilinos anteriores
a la desamortización, modalidad incorporada por los franciscanos en sus cenobios y que
más tarde fue tomada por otras órdenes tras la promulgación de la bula de Martín V a
los benedictinos en 1419. A ello se unían el refectorio, dormitorio y sala capitular o de
profundis que se alzaban en torno al claustro, existiendo en la parte posterior y más
alejada de la fachada principal, un patio secundario donde se ubicaron otras oficinas o
estancias necesarias para el desarrollo de la vida conventual, tales como biblioteca,
cuadras, cocina, lavaderos, despensas y almacenes, entre otros. Posteriormente estos
habitáculos se destinaron a las dependencias precisas para el funcionamiento del
establecimiento sanitario y las zonas de asistencia de los enfermos, respetándose
aquellas destinadas a servicios generales que cubrían las necesidades básicas del
Hospital y de los asilados en él. Destaca una magnífica escalera de piedra con quince
gradas, que recuerda a las amplias escalas gallegas barrocas, de sólida formas que
fueron las que procuraron su supervivencia desde los inicios de la fundación. Esta
permitía acceder al segundo nivel del patio, así como a una parte del complejo
hospitalario destinado a la comunidad de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl
que están presentes en la fundación, como ya se ha comentado, desde 1883.

Al igual que en el Hospital lagunero, las obras que se realizan no fueron más allá
de ligeras modificaciones que procuraban ampliar algunas dependencias o el
mantenimiento del viejo cenobio franciscano donde estaba instalado. En el año 1926, el
19 de junio, se acometieron obras de saneamiento en el edificio que buscaban el confort
de los asilados y facilitar la actividad asistencial que se desarrollaba en él. El diseño del
proyecto fue realizado por el arquitecto Mariano Estanga y la ejecución de la obra por el
contratista Germán Reimers Wildpret. Estas intervenciones comprendían la

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pavimentación con material de amianto patentado tipo «Sinunion», de dos capas de


unos 20 m/m de espesor total, en blanco, marfil, crema u otro color similar, para la que
se destinó una partida de 9.824,60 pesetas742. El precio total incluía no solo el
pavimentado, sino el pulimiento y brillo, agregándose las siguientes condiciones:

Segundo. Los pisos actuales de madera, me serán entregados completamente


limpios, y reparados si en ellos hubiese algún deterioro. Las paredes, deberán ser
picadas hasta la altura del zócalo, arrufadas y repelladas de cemento y arena con
un espesor conveniente a indicar por mi encargado de obras; Tercero. Mientras
duren las obras de pavimentación y zócalos, se evitarán toda clase de obras de otra
índole, con el fin de no interrumpir la marcha de las nuestras; Cuarto. La suspensión
o interrupción de nuestro trabajo de pavimentación y zócalos, motivadas por no
hallarse terminadas las demás obras de albañilería, carpintería, etc., y causadas por
motivos ajenos, nos dará derecho a encarecer el valor de la obra total, con los
jornales devengados por el tiempo en que nuestro personal no pueda proseguir sus
labores; Quinta. Los precios anteriormente citados, se entienden siempre que la
obra total pueda terminarse sin interrupción y antes de fines del corriente año de
1926; Sexto. El pago se efectuará al terminar la obra, pero me reservo el derecho de
cobrar cantidades semanales a cuenta, que no excedan del 50% del valor de la obra
743
ejecutada en la semana.
117. Francisco J. Castro: Iglesia de San Francisco
anexa al Hospital (2009).

Esta intervención tuvo aparejada la


adaptación del edificio del antiguo
cenobio a las necesidades propias de un
hospital. En noviembre de 1927 se
proyectó realizar ciertas intervenciones
en determinadas partes del
«desamortizado edificio»: en la primera,
segunda, tercera y cuarta galería, Sala
del Corazón de Jesús, Sala de Hombres,
Sala de Militares y Sala de Distinguidos; a
ellas se le unían obras en el jardín del

742
El total se desglosaba de la siguiente manera: Sala del Corazón de Jesús por un total de 930,60
pesetas; Sala de la Purísima Concepción por un total de 2.020,40 pesetas; Sala de Santa Teresa de
Jesús por un total de 1.058,85 pesetas; Sala de operaciones y pasillo por un total de 549,90
pesetas; Sala de recetas por un total de 888,75 pesetas; tres Sala en el patio trasero por un total
de 3.363,95 pesetas; y corredores por un total de 1.012,15 pesetas.
743
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 9.

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patio y en varios cuartos de baño del Hospital. Básicamente se centraban en el


pavimentado de los suelos con mosaicos, alicatado de determinadas partes del centro y
el acondicionamiento con pintura de paredes, puerta y ventanas. El coste total del
presupuesto a destajar por el contratista Manuel Padrón Sosa, ascendía a 13.008,07
pesetas744. A estas reformas hubo que añadir otras con carácter urgente promovidas por
el Consejero Inspector del hospital, Fernando Salazar, y que se le encargaron al mismo
contratista por un total de 18.440,40 pesetas. Comprendían el pavimentado y cambio de
peldaños de la escalera de la Galería Alta a la Baja (597 pesetas); reforma de las cuatro
puertas en la Galería Alta (40 pesetas); tabique para dividir superficie en la Sala de Jesús
(348 pesetas); fontanería, enlucido, alicatado y pavimentación en la Sala de Médicos
(1.997,20 pesetas); desagüe en el 2º Patio (80 pesetas); reformas para instalar la
secretaría (1.500 pesetas); fontanería, enlucido, alicatado y pavimentación en la cocina
(1.116,45 pesetas); enlucido, alicatado y pavimentación en el Cuarto de criadas
(1.446,90 pesetas); enlucido, alicatado y pavimentación en la Sala de San Cayetano
(1.910,35 pesetas); enlucido, alicatado y pavimentación en la Sala de San Francisco
(3.759,74 pesetas) y saneamiento del Patio (2.445,65 pesetas); cierre de Galerías
(3.749,11 pesetas); y pavimentación de la Galería Alta (450 pesetas).745

118. Francisco J. Castro: Patio principal del


Hospital (2011).

Un breve inventario fechado el 3


de agosto de 1929, nos da una idea
de la situación en la que se
encontraba en ese momento el
establecimiento benéfico, el cual
poseía una capacidad para 40
enfermos de ambos sexo, mejorando considerablemente tras el arreglo de dos alas más
del edificio:

744
Primera galería: 2.750,80 pesetas; Segunda galería: 3.897,05 pesetas; Tercera galería: 2.043,60
pesetas; Cuarta galería: 2.406,56 pesetas; y la Sala del Corazón de Jesús: 1.920,16 pesetas.
745
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6975; expediente nº 252.

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…cocina amplia, con fregadero de mármol y servicio de agua abundante, lavaderos


de excelentes condiciones higiénicas, con debidas separaciones, despensa y dos
azoteas; a parte de los dormitorios de las Hijas de la Caridad en la planta alta,
cuarto de baño para éstas; sala de operaciones quirúrgicas, con paredes estucadas
y abundante luz natural, que penetra por un amplio ventanal de cristales, despacho
del médico director y de curas; pasillo y galerías en la planta alta y baja; oficinas
para administrador y secretario; retretes para hombres y mujeres, con absoluta
independencia; cuarto de baño para hombres; una sala para hombres en la planta
baja; dos habitaciones para enfermos distinguidos de pago: una para hombres y
otra para mujeres, con dos camas cada una; habitación para operados; claustro o
galerías de entrada; salas de hombres y de mujeres, con pisos y zócalos de pasta;
cierre de cristales en la galería alta; patios bajos, con losetas de cemento;
habitaciones en la parte baja con pisos de cemento para guardar carbón, leña, etc.;
Todas las anteriores dependencias tenían zócalos de losetas, pisos de mosaicos, las
paredes pintadas al óleo y esmaltadas, excepto las indicadas con piso de pasta,
746
llamada fama, también pintadas y esmaltadas las paredes y techos…

Desde su instalación, pocas intervenciones de mantenimiento se habían


efectuado en el sistema eléctrico del edificio del Hospital. Esto llevó a que con el uso y el
paso del tiempo se fuera deteriorando, lo que obligó a que en la década de los veinte, se
efectuó una reforma, ya que durante el espacio de los últimos siete días, se habían
producido tres cortocircuitos en la instalación eléctrica de dicho benéfico Establecimiento
a consecuencia de los cuales pudo haberse incendiado el edificio de no haber acudido
rápidamente la Hermana de vela. El poner en funcionamiento el sistema eléctrico era de
considerable importancia, no solo porque era necesaria para el funcionamiento del
moderno aparataje y para cuestiones tales como el calentamiento del agua preciso para
el baño de los asilados, sino porque aún seguía presente el miedo a los incendios en el
Asilo, tal y como había ocurrido en el siglo precedente y que había destruido el antiguo
Convento de San Lorenzo en 1801. Se presentaron dos presupuestos: uno de la empresa
Siemens Schuckert-Industria Eléctrica S.A., cuyo presupuesto ascendía a un total de
2.957 pesetas colocando en las dependencias hospitalarias 73 puntos de luz; y otro de
Norberto Perera Hernández con la cantidad de 2.648,50 pesetas. La instalación incluía
las siguientes dependencias: Vestíbulo de entrada; Puerta de entrada, Oficina, Alcoba y
Comedor de las Hermanas; Oficina de contabilidad; Capilla; Escalera principal; Cocina y
despensa; Cuarto de baño, galería, retrete y antesala; Ropería, sirvientas y recibidor;
Cuarto mortuorio; Salas: de San Cayetano, de San Francisco, de los Hombres, de San

746
AHSTLO-Documentos varios sin clasificar.

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Pedro, de la Concepción, de los Distinguidos, y la grande de los Hombres, en las que tan
solo colocaría 62 punto de iluminación. La Corporación insular se decanta por el primero
pese a ser de mayor cuantía.747

Al igual que en el Hospital de Los Dolores, el progresivo abandono al que se


habían visto sometidos durante la década de los años veinte, llevó a que en 1930 las
condiciones del centro fueran considerablemente penosas. El consejero Carlos
Hernández Armas, solicitó la ejecución de las obras de reparación del techo del edificio y
otras pequeñas reformas por un valor de 1.000 pesetas748. A ellas se unieron otras
tantas realizadas por Norberto Perera Hernández, quien colocó la instalación de la
electricidad por un importe de 474,95 pesetas en una parte del edificio que no se había
incluido en el presupuesto de remodelación ejecutado años atrás, en 1929.749

La ubicación de La Orotava en la zona norte de la isla, así como su lejanía tanto de


La Laguna como de Santa Cruz, llevó a que el 11 de abril de 1932 se dispusiera adquirir
un aparato de Rayos X para el Servicio de Radiología, instando al Director- Médico a
informar sobre la existencia de un local habilitado para tal fin y que reuniera las
características pertinentes750, disponiendo un total de 1.100 pesetas para efectuar las
actuaciones pertinentes que permitieran la instalación del aparato citado751. Para este
Servicio se solicitó la compra de los siguientes aparatos:

1) Instalación de Rayos X provista de a) paso inmediato de la radiografía a la


radioscopia, b) dispositivo para radiografía en serie, c) reloj de disparo
automático, d)compensador automático de oscilaciones de la corriente de la
calefacción, e) disyuntor automático de seguridad para el médico y el tubo (…); 2)
Tele-radioscopia Universal para radioscopia, radiografía y radioterapia superficial;
2a) Línea de Alta Tensión de suspensión del techo por aisladores de porcelana con
tubos niquelados, y autoenrrolladores de alta tensión y calefacción; 3) Un tubo
Autoprotector metálico; 4) Una serie de accesorios del tamaño 30 x 40 cm. y
compuesto de un pantalla fluoroscópica, un chasis Cito., un juego de cartulinas de
refuerzo, un delantal plomífero, uno guantes de piel con entretela plomífera y
unas gafas con cerco de asta.

747
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6975; expediente nº 382.
748
ACIT- Libro de Actas de Sesiones número 10, fechada el 1 de diciembre de 1930; p. 130.
749
Ibidem, p. 161.
750
ACIT-Libro de Actas de Sesiones número 11; opus cit p. 200.
751
ACIT-Libro de Actas de Sesiones número 13; opus cit p. 331.

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El concurso fue ganado por José García Granados, representante de la Casa Siemens
Reiniger Vaifa S.A. El coste del aparataje solicitado ascendía a un total de 16.650
pesetas, dinero que se abonó desde la Corporación insular en mensualidades de 1.500
pesetas cada una. Los aparatos fueron recibidos en el 11 de enero de 1934, estando en
pleno funcionamiento en octubre del mismo año, pese a las dificultades presentadas por
el voltaje existente en el Centro que no se adecuaba al establecido por el fabricante del
aparato.752

119. Francisco J. Castro: Puerta de acceso y del


torno para expósitos del Hospital de la
Santísima Trinidad (2011).

Como en el resto de dispositivos


asistenciales ubicados en la Isla, en
este momento surge una marcada
preocupación por innovar, en la
medida de sus posibilidades,
adquiriendo tecnología que permitiera
facilitar el juicio diagnóstico así como mantener unas condiciones higiénicas adecuadas.
Los residuos procedentes de la actividad asistencial, como en el resto de los hospitales
insulares, se había convertido en un serio problema que hacía peligrar la salud de la
población ante la carencia de un vertedero controlado. Para solventarlo, se anexó al
establecimiento, en diciembre de 1932, un horno crematorio portátil con rendimiento
de quinientos kilogramos por diez horas de trabajo, tipo Horsfall número 2, por un
importe de 1.300 pesetas, destinado a incinerar los despojos de las operaciones y
curas753. El horno debía ser proporcionado desde Barcelona por la casa Metzger S.A. Se
solicitaron dos unidades, siendo la segunda destinada, como se ha comentado
anteriormente, al Hospital Civil. En mayo de 1933 el horno estaba montado y a pleno
funcionamiento754. A ello se le unió una serie de medidas que buscaban realizar algunas
intervenciones en la sala de operaciones del pabellón central, haciendo desaparecer el

752
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7008; expediente nº 97.
753
ACIT- Libro de Actas de Sesiones número 10, fechada el 1 de diciembre de 1930; opus cit p.
102-58.
754
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7011-7012; expediente nº 262.

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zócalo de azulejos y su revestimiento, para pintar posteriormente con esmalte blanco,


así como la colocación de piso de gres cerámico por un importe total de 560 pesetas. A
la actuación en la sala de operaciones, se le unió el encargo a la Fábrica de Gas de
instalar un sistema de conducción para los pabellones primero y segundo, necesario
para cubrir las actividades asistenciales, cuyo coste fue de 922,90 pesetas755. Por último,
el 8 de agosto del mismo año, se proyectó el cierre de una de las galerías, procurando
así aislar el corredor en el que entraba algunos agentes atmosféricos tales como la lluvia
o el sereno nocturno, lo que ocasionaba tanto a pacientes como trabajadores la
posibilidad de enfermar. El encargo fue realizado por el destajista Ananías Hernández,
quien en dos meses concluyó el cerramiento por un importe total de 1.528 pesetas.

120. Reforma del patio central del hospital (Fuente: ACIT-


Negociado de Beneficencia: caja nº 7028; expediente nº
264, 1938).

En este intento por innovar las infraestructuras


hospitalarias, el establecimiento precisó la
instalación del servicio de cámara oscura como
complemento al Servicio de Rayos X creado años
atrás y que permitiera el adecuado revelado de
las placas. Al año siguiente, en diciembre de
1934, se dieron comienzo a las obras para crear
un habitáculo para tal fin. Éstas, ejecutadas por
el mismo contratista que había realizado el
cerramiento de la galería, el maestro Ananias
Hernández, costaron un total de 1.390 pesetas, dinero que corrió a cargo del Capítulo
11º, artículo noveno del presupuesto en vigor. El 15 de marzo de 1934, las obras fueron
concluidas por completo.756

Dentro de la reorganización, que durante el periodo republicano se pretendió


efectuar al sistema sanitario insular promovida en gran medida por García Cabrera, el 23
de febrero de 1933, la Alcaldía de la Orotava propuso establecer una Casa de Socorro,

755
Ibidem, p. 246-247.
756
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº 241.

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como se había realizado en el Hospital de Los Dolores en La Laguna por estas mismas
fechas, para la que solicitó a la Corporación insular ceder a este Concejo la habitación
que se encuentra a la derecha de la entrada de Hospital de esta población. La solicitud
fue aceptada el 24 de mayo del mismo año, estableciendo la condición de exigir al
Ayuntamiento dejar libre la habitación referida tan pronto como fuera requerido para
ello, con objeto de que en cualquier momento en que sea precisa su utilización para los
servicios de que forma parte, pueda disponerse de dicho local. La habitación se otorgó en
concepto de arrendamiento con unas condiciones preestablecidas: por un periodo de
seis años; con un precio de 60 pesetas anuales; no podía ser subarrendada; y el
mantenimiento corría a cargo de la Corporación municipal, avisando el fin del contrato
con dos meses de antelación.757

121. Anónimo: Vista del patio


principal del Hospital (1929).

La carencia de un
establecimiento que
albergara a los tísicos, es
decir, un sanatorio-
enfermería antituberculoso,
obligó a habilitar una de las
zonas del Asilo para albergar,
junto con el Hospital de
Puerto de la Cruz, a los
numerosos tuberculosos de la zona norte de la Isla. En octubre de 1935, se procedió a
realizar obras menores para el arreglo de la Sala de tuberculosos758, encargada al
maestro Ananías Hernández por un importe de 1.842,72 pesetas por la renovación del
retrete, fregadero y lavabo de la Sala, y 2.471,04 pesetas para la reparación y ampliación
de la Sala. Durante el mes siguiente, el arquitecto Marrero Regalado se personó en el

757
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6988; expediente nº 68.
758
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7044; expediente nº 163.
Años atrás, según consta en la documentación de la Corporación Insular, se efectúa una
propuesta formulada por la Sociedad «La Caridad» que había propuesto la construcción de
pabellones para tuberculosos con el fin de evitar el contagio en muchas familias pobres.

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Hospital para estudiar e informar las obras a efectuar: a) reparación de una pared, b)
terminación de retretes para el servicio de hombres, c) desaparición de un cuarto donde
se arrojan basuras, d) instalación de un horno crematorio; y e) establecimiento de una
sala dotada de servicios para tuberculosos. Según exponía en su informe: para dar
solución a la pared propuso evitar las humedades por medio de la reparación del alero y
desagües de lluvias; para el baño de hombres debe adquirirse y colocar los aparatos
sanitarios y pavimentarlo, lo que ascendía a 1.250 pesetas; para el cuarto de basuras
sugirió condenarlo con «escombros y cal», imposibilitando así su uso; el horno
crematorio está ya instalado; y, en lo referente a la sala de tuberculosos enfatizó en su
puesta en marcha, ya que creía que los servicios estaban demasiado aglomerados y
necesitan cierto aislamiento. De todas estas aportaciones del arquitecto, la Corporación
insular tan solo acometió las obras de los retretes para el servicio de hombre.759

La condición de ser un edificio con «una larga historia», llevó a que, de manera
casi constante, hubiera que estar efectuando pequeñas obras de reforma y
mantenimiento en el hospital. Nuevamente, en abril de 1936 se dan comienzo reformas
«urgentes» tras la visita efectuada por el Consejero-Inspector y del arquitecto Marrero
Regalado. Con éstas, se pretendía solventar diferentes problemas presentes en el
Hospital desde hacía varios años, para lo que se dispuso de 20.000 pesetas:

a) Terminación de los trabajos comenzados en los urinarios para hombre y que


hubieron de suspenderse por haberse agotado el crédito que existía al efecto; b)
Arreglar el piso de una de las galerías que por el mal estado en que se encuentra
amenaza derruirse; c) Cerrar el comedor de las mujeres que en la actualidad se
halla descubierto, por lo que, aún en el invierno, han de comer al aire libre; d)
Arreglo de la Sala de Tuberculosos para ponerla en condiciones higiénicas, y que en
760
la actualidad carece en absoluto de ellas, y e) Ampliación del quirófano.

A estas intervenciones se le unieron las que se efectuaron para la reforma de la


galería, cuyo destajo fue realizado por Tomás Escobar Oliva, se le unieron las obras de
reforma en la Sala de Hombres con la construcción de una terraza y la construcción de

759
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7013; expediente nº 214.
El importe de esta última intervención ascendía a 1.994,75 pesetas.
760
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 184.
Se solicitó al arquitecto la confección de un presupuesto y pliego de condiciones para la
adjudicación de las obras, cuyo importe final ascendió a 14.785,49 pesetas, quedando el resto
(5.214 pesetas y 51 céntimos) para mejorar los desagües del patio, arreglos en los W.C. y a
retoques finales en todas las dependencias.

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Sala de Infecciosos y Paso con cuarto de baño y cuarto de fregadero, éstas últimas
ejecutadas por el contratista José Gómez. En abril de 1938 las obras ya se habían
entregado a la Corporación insular.761

122. Detalle de la reforma de galería del


Hospital (Fuente: ACIT- Negociado de
Beneficencia: caja nº 7023-7024; expediente nº
184).

Nuevamente se requirieron los servicios


del arquitecto Marrero Regalado para el
diseño, en agosto de 1938, de un
proyecto para la «reforma de los W.C. y
la construcción de una terraza
cubierta». El nuevo cuarto de baño
debía tener bañera, lavabo, ducha y
alicatado con un zócalo de azulejos, que
permitiera realizar inmersiones precisas
para algunos tratamientos
dermatológicos; mientras que en la terraza, proyectada con la finalidad de crear un
espacio de esparcimiento para los enfermos, pudiendo entrar en contacto con el aire
puro y la luz solar, se pretendía realizar un cerramiento superior con placa de hormigón
armado, apoyada sobre los muros de la sala-comedor, en la que a la altura de los
dinteles de las ventanas, se forjará una cadena de hormigón armado que apoyará en el
muro exterior de la sala de mujeres bordeando todo el comedor pasando sobre el
tabique del lavabo; se estableció un importe de 2.550,69 pesetas.762

Entre las últimas intervenciones efectuadas durante este periodo, destaca el


saneamiento del patio central del Hospital, proyecto realizado por el arquitecto
Machado Méndez, que pretendía colocar una canal a lo largo del alero de la galería alta

761
Ibidem.
Para las diferentes intervenciones se dispusieron las siguientes partidas presupuestarias: reforma
de la galería, unos 3.548,47 pesetas, obras de reforma en la Sala de Hombres con la construcción
de una terraza, unas 2.847,75 pesetas, construcción de Sala de Infecciosos y Paso con cuarto de
baño y cuarto de fregadero, unas 2.832,88 pesetas.
762
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 77.

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y cuatro bajantes en los ángulos, que con un sistema de atarjea de cemento, cubierta, a
falta de tubo de gres, en el piso del patio, (…) Se respetará la Fuente central de piedra
existente, y el resto se pavimentará con losa de cemento de 0,40 x 0,40 metros dejando
los cuatro cajetines que se indican en el plano que llevará cuatro palmeras. Las columnas
por donde van los bajantes, serán forradas tabique de ladrillo formando un pilar. El patio
era el primer punto con el que los visitantes y familiares entraban en contacto con el
interior del establecimiento benéfico, por lo que con esta intervención se pretendió dar
una imagen agradable. Para el total de las obras se presupuestaron un total de 2.940,05
pesetas, cuya conclusión fue de considerable rapidez, estando en octubre de 1938
entregadas a las autoridades responsables.763

Iniciando la década de los cuarenta del siglo XX, en noviembre de 1941, se


procedió a la realización de una de las obras de mayor volumen de las ejecutadas en
este Asilo durante este periodo. Siguiendo las directrices marcadas por el proyecto del
arquitecto Machado Méndez, se dieron comienzo a las obras para mejorar el
saneamiento y reforma del patio oeste del Hospital. La intervención que se pretendía
efectuar se describe detalladamente en el expediente:

1ª.- Sustitución del barandal de madera de la galería de la planta alta por tabique
de pandereta revestido interiormente de azulejos en la misma que forma que se
ejecutó en la galería baja. 2ª.- Sustitución del actual pavimento de piedra por
pavimento de mosaicos, incluyendo en estas obras, la demolición del antepecho
de piedra, el repasado de la pared de contención, que actualmente se encuentra
en mal estado, y apertura, como puede verse en el plano de sección adjunta, de
cinco huecos en planta alta y baja, los que irán provistos de su correspondiente
carpintería con cristales, herrajes y pintura. 3ª.- Construcción de una nueva
escalera principal y otra de servicio de la planta alta a la baja, con la continuación
desde la planta baja a la de semisótanos. Estas tendrán tanto las huellas, como
las tabicas y rellanos, de granito artificial en los tonos que se indicarán llegado el
momento oportuno. 4ª.- Sustituir el techo del actual hall a un agua, por otro
formado de vigas de madera con rasilla y su correspondiente loseta roja,
764
formando terraza .

763
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7028; expediente nº 264.
764
DARIAS PRINCIPE, A. (1985). Opus cit, p. 127-128.
La sustitución de la losa chasnera por el baldosín fue habitual desde la llegada de este tipo de
recubrimiento en la última década del siglo XIX para las zonas nobles de los edificios, siendo
introducida por la Casa Orsola, Solá y Cía. con domicilio en Barcelona. Posteriormente, en 1907,
se comenzó a fabricar en Tenerife por G. Cáceres y Cía.

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De entre todas las actuaciones la más destacada fue la escalera principal de nueva
fábrica, que unía los tres niveles existentes en esa zona del asilo, lo que facilitaba la
movilidad en el interior del inmueble. Para la ejecución de las obras, se presupuestó la
cantidad de 15.831,79 pesetas habilitadas desde la administración del Centro765. Pese a
que ésta fue una de las obras de mayor envergadura ejecutadas en el edificio, se
observa claramente que éste no sufrió grandes modificaciones estructurales, sino que se
procuró dar mantenimiento a lo ya establecido, intentando adaptarlo a las innovaciones
del siglo XX de una manera «muy retrazada», seguramente por ser el tercer hospital en
importancia de los que disponía en ese momento la isla de Tenerife.

4.2.1.4. HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO Y SAN JUAN


EVANGELISTA (ICOD DE LOS VINOS).

Tanto la lepra como la elefancía, afectaron a numerosas personas en las Islas Las
primeras noticias que se tienen sobre este establecimiento nos hablan del mandato para
la fundación de un hospital para pobres en una casita donada por Pedro Afonso,
colmenero766, frente a la iglesia de San Marcos en Icod en abril de 1536, otorgándole
además sus bienes a la iglesia de San Marcos y a la Cofradía de Nuestra Señora de la
Concepción una vez fallecida su segunda mujer, Inés Álvarez767. La iglesia y el hospital
tan solo heredaron la mitad de esta propiedad, porque antes de morir Pedro Afonso
vendió parte de ella a Pedro González, un zapatero de la ciudad de La Laguna, que
adquirió la porción de la casa y la mitad del corral que daba hacia la iglesia de San

765
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 353.
766
AHPSCT- escribano público Rodrigo Fernández, Protocolos de Ycoden y de Daute y sus
comarcas (1536-folio 297).
El testamento cerrado se redacto en su casa el 6 de septiembre de 1535, siendo abierto al año
siguiente el 6 de abril. En él, el difunto dejaba claro que si la casa no era apta para hacer un
hospital, se vendiese y con el dinero producto de la venta se hiciera en otra parte.
767
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, p. 305-306.
Pedro Afonso casó en primeras nupcias con Beatriz González, y en segundas con Inés Álvarez. Los
bienes que poseía eran la casa donde vivía hecha de piedra y barro, sobradada y cubierta de teja,
lindante con la de Pedro Rodríguez el herrero y el corral. Además contaba entre sus posesiones: 2
cahizadas de tierra en el malpaís de Ycoden, lugar donde había tenido 120 fanegas de
sembradura y una heredad de viña con agua, comprado por 3.000 reales a Gonzalo Yanes del
Malpaís el 26 de abril de 1519. La viña la dejó gravada con una bota de mosto para la vica a
entregar anualmente al cura o beneficiado de la iglesia de San Marcos, Francisco Calderón,
encargando misa cantada y víspera en la octava de San Miguel, imagen que pagó y mando a
hacer para colocarla en el altar mayor del nombrado templo.

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Marcos, cortado derecho a la carnicería del lugar, lindante con Francisco González.
Posteriormente, Pedro González testó el 21 de agosto de 1555 ante el escribano Gaspar
Martín, donando la propiedad comprada a Pedro Afonso, casa y corral, para que se
uniera a la donada a la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción por Francisco
Calderón, mayordomo de la iglesia de San Marcos, para que se hiciera un hospital con el
título de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista768. La casa legada al
hospital por Pedro González estaba mejor ubicada que la donada por el mayordomo de
la iglesia de San Marcos, Francisco Calderón, lindando con la calle Real y el cementerio
de San Marcos.769

A la muerte de la esposa de Pedro Afonso, Inés Álvarez, el mayordomo de la


iglesia de San Marcos, Marcos Luis, y, el mayordomo del hospital y escribano público
Gaspar Martín, solicitan al obispo de Canaria, Diego Deza Tello, licencia para atributar
los bienes dejados por Pedro Afonso, la casa y dos cahides de tierra en el malpaís, lo que
se les concedió el 12 de noviembre de 1559. Las obras de reparación para transformar la
casa de Pedro González en hospital, se costearon con los beneficios acensados770. En
1563, el visitador del Obispo de Canaria, ordenó al mayordomo a cargar tributo sobre un
solar que poseía el hospital junto a la iglesia de San Marcos o venderlo a ésta para
construir una plaza.771

768
AHPSCT- Protocolos de Juan de Arzola (1555-folio 296).
El 18 de septiembre de 1543, Francisco Calderón había donado una casa y corral a la Cofradía de
Nuestra Señora de la Concepción, adquirida mediante compra el mismo día a Isabel Hernández,
mujer de Alonso Borges, para que se edificase un hospital al que dotó con el tributo sobre
terrenos que poseía en el malpaís, unos 750 maravedís.
AHPSCT- Protocolo de Benito Sánchez, escribano público en el lugar de San Pedro de Daute
(1543-folio 147). Escritura de venta de un pedazo de tierra plantado de viña a Gonzalo Yanes y
Pedro Afonso.
AHPSCT- Libro 2466, folio 370, numeración antigua. Testamento de Pedro Afonso y escritura de
donación a Francisco Calderón.
769
AHPSCT-Protocolos de Gaspar Martín, 1558-folio 394.
Blas Martín, Pedro de Carminatis, Antonio Afonso, Pedro Martín, carpintero, Gonzalo Yanes, Juan
Martín de las Castillejas, beneficiado del lugar, y Pedro Yanes, dieron un beneficio anual para la
obra de restauración de la casa dejada por Pedro González destinada a la fundación del hospital.
770
Estos incluían: el dinero obtenido del parral de Pedro Afonso antes de atributarlo, el obtenido
por la venta de cuatro fanegadas de centeno procedentes de las tierras del malpaís y las limosnas
de los vecinos.
771
La venta se efectuaría siempre que se le adjudicara un precio justo, imponiendo a censo la
cantidad obtenida, consiguiendo así para el hospital más rentas. Además se apercibió a los

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El hospital percibió pocas rentas desde sus orígenes, no siendo suficientes para
hacer frente a los gastos: visitas de los jueces eclesiásticos, comidas de los pobres, el
sueldo de la hospitalera, la ropa para las camas, las reparaciones en el edificio del
hospital o la capellanía de Pedro González. Tal era la situación que en 1568 fue necesario
pedir limosna por el pueblo para poder alargar el cuarto donde vivía la hospitalera772,
blanquear las paredes deterioradas del hospital con cal, hacer una puerta grande en la
iglesia, mudar el altar de sitio para colocarlo enfrente de la puerta nueva para que los
enfermos pudieran oír misa desde sus lechos, y comprar un cáliz de estaño y un ara. El
número de camas en 1563 era de «tres lechos de madera, un colchoncillo y una manta»,
cuyos enfermos eran atendidos tanto por médicos como por cirujanos. Cuando los
enfermos pobres ingresaban en el hospital, era requisito ser confesados, comulgar y
testar, admitiendo tanto a los pobres del beneficio como a los que venían de otra parte.
Interiormente se distribuían separando a los aquejados de calentura de los de bubas, y a
su vez de los que tenían otras enfermedades contagiosas.773

Las obras, concluidas en 1574, costaron 62.368 maravedís de los que 672 se
gastaron en el aderezo del altar y una canal, y el resto, en materiales y mano de obra
(oficiales, acarreto de los materiales, madera, cal, tejas, ladrillos, arena y barro)774. La
iglesia primitiva del hospital era de teja vana sobre vigas y tablas, y el suelo revestido de
ladrillos. Su retablo, con reja de madera delante del altar, tenía un lienzo pintado con
las imágenes de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista, una pintura de
Santa Lucia y otra de menor tamaño de Nuestra Señora, además de un Crucificado en
una caja de madera dorada, una imagen de San Juan Evangelista pequeña de bulto

deudores del hospital para que abonaran las cantidades pendientes amenazando con la
excomunión y una multa de 300 maravedís a recibir por la fundación.
772
Se hizo a dos aguas dándole las dimensiones suficientes para que pudiera albergar unos seis
lechos.
773
Los jueces eclesiásticos instruían a los mayordomos para que alimentaran a los asilados con
los alimentos necesarios y si el hospital carecía de posibles, le recomendaban que practicaran la
limosna por el lugar. La dieta era a base de carne de reses y aves, pan, vino y azúcar, entre otros.
774
La situación precaria del hospital en sus orígenes se retrata en dos hechos significativos: en la
escasez de la ropa inventariada: «quatro xergoncillos de lecho que en cada uno cabe un enfermo
usados y los xergoncillos llenos de lana»; y el hecho de que en 1584 el Obispo de Canaria,
Fernando de Rueda, tras su visita a Icod, ordenó al beneficiado de la iglesia de San Marcos pedir
limosna para poder pagar la comida del presbítero Gaspar Jorge que estaba enfermo en el
hospital.

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redondo colocada en un nicho y un Salvador Mundi de yeso775. Entre 1578 y 1580, las
imágenes fueron sustituidas por un Crucificado de madera grande, otro pequeño y una
imagen pequeña de bulto de San Antonio de Padua. Cuatro años después, una imagen
de bulto de Nuestra Señora de los Dolores, perteneciente a la hermandad de la
Misericordia776, fue colocada en el retablo.

123. Eduardo Espinosa: Representación gráfica del lugar donde se ubicaba


el primer emplazamiento en 1559 del Hospital de Icod (1982).

Progresivamente los ingresos fueron incrementándose, comprando la fundación


tributos nuevos a los que se unían los que mediante testamento se incorporaban al
patrimonio del hospital, cuyo capital devuelto a los dueños de las casas o heredades
hipotecadas se imponían nuevamente a censo por los mayordomos. A ellas se les unían
las limosnas en especias, trigo y vino, las testamentarias, las décimas de los traspasos de

775
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, p. 317.
Entre 1563 y 1578 existía en la parte delantera del altar un frontal con la figura de Dios Padre y
en una pared del templo una pintura de la Creación del Mundo.
776
El revés del retablo se había forrado con un tapiz flamenco en el que se representaba el
Descendimiento de la Cruz, estando la imagen de la virgen vestida con manto de manacoste y
una saya de raya negra.

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los tributos y las entregadas los jueves santos. Los gastos eran mayores de los que
recibían los mayordomos, invertiendo el dinero que entraba en entierros y sepulturas de
los pobres fallecidos en el hospital, cera y otras tantas cosas. A partir del 30 de
noviembre de 1563, tras la visita del juez eclesiástico, se contrató una hospitalera a la
que se le fijó un sueldo de tres doblas anuales a pagar de tres veces, asignándole las
tareas de limpieza y cuidado de los enfermos del hospital. Además, mando comprar tres
colchones buenos, tres mantas, seis sábanas y cuatro almohadas a razón de los lechos
que pretendía que existieran en el hospital777. En un primer momento se alojaba en el
cuarto de los enfermos, hasta que en 1590 se traslada a la una casa contigua entregada
por el mayordomo778. En 1596, durante la visita del juez eclesiástico, éste ordenó al
mayordomo el derribo de la iglesia para lograr una distribución tal que permitiera que
los enfermos pudieran oír misa desde sus lechos; la falta de medios para acometerlo
llevó a que tan solo se procediera a retejarla.

124. Francisco J. Castro: Vista del coro de la iglesia del Hospital de Icod de los Vinos (2012).

777
Las primeras cinco sábanas eran de lienzo entrefino, adquiriéndose posteriormente de anjeo o
de brin; las fundas de las almohadas eran de ruan.
778
Anterior a 1578 se conoce que un ama u hospitalera asistía a los enfermos por el salario que el
licenciado Aceituno le había otorgado. Entre 1591 y 1603, el mayordomo les pagó cuatro doblas
al año, a lo que se agregó la suma de 4.000 maravedís más porque le parecía poca cantidad.

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125. Francisco J. Castro: Imagen de Nuestra Señora del


Patrocinio. Iglesia del Hospital de Nuestra Señora del
Patrocinio y San Juan Evangelista de Icod de los Vinos
(2012).

En 1604, durante la visita del obispo de Canaria


Francisco Martínez de Cenicero, éste autorizó al
mayordomo a ejecutar las siguientes cuestiones:
abonar a las hospitaleras la cantidad de diez o
doce doblas, siempre que el hospital pudiera
pagarlas779; a proporcionar licencia al
mayordomo para que reedificase la fundación,
empleando las rentas y limosnas de los vecinos,
y autorizando a todos aquellos vecinos que
quisieran ayudar los días de fiesta en la labor
constructiva; dar la aprobación para que la Cofradía de la Misericordia construyera un
cuarto en el hospital donde guardar sus insignias, ordenando que el jueves santo saliera
de la iglesia del hospital la procesión de la Cofradía de la Sangre y que se dijera misa
cada viernes por limosna de dicha congregación. Inicialmente, la primera mitad del
cuerpo del templo fue lo que se construyó, gastándose la cantidad de 2.365
maravedís780. Las obras, encargadas a los oficiales de albañilería Pedro Yanes y Blas
González, dieron comienzo a primeros de noviembre de 1605, después que el hospital
adquiriera la casa que estaba pegada a la que la iglesia de San Marcos permutó por el
tributo, que era de Salvador Rodríguez y María de la Nuez781. Lo primero que se levantó
fueron dos puertas de quince palmos de altura hechas con piedra del malpaís y la pared
de la iglesia de tres palmos de anchura, poniendo todos los materiales que se

779
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, p. 315.
Se tiene constancia que en el hospital trabajaron en un primer momento: la mujer de Juan
Esteves antes de julio de 1596, y Ana de Sosa y Antonia Francisca entre 1630 y 1634; Manuel
Pinto y Bartolomé Báez, este último asistiendo a los pobres unos once años, al que se le pagó
10.900 maravedís.
780
Había sido tributados al hospital por la tenencia de las tierras del malpaís por el alférez
Baltasar Martínez Pimienta.
781
La casa y el solar lo vendieron el 7 de noviembre por 2.100 reales, obligados por la presión que
efectuaron tanto el mayordomo como numerosos vecinos.

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necesitaron782. El 24 de noviembre de 1607 el mayordomo del hospital contrató a los


maestros Blas Tomé y Luis Antúnez para las obras de carpintería de madera de tea a
razón de 12 reales el pie: las piezas sobre las que se armó la iglesia, las puertas de
entrada, del cuarto de los enfermos, del corral y del coro, así como la ventana sobre la
puerta de la entrada con dos postigos. La fábrica de la iglesia estaba terminada en
1609.783

En el retablo mayor se puso el Cristo, a Nuestra Señora de los Dolores, existente


ya en el templo, y a San Juan Evangelista sufriendo el martirio784. En 1614, el Visitador
mandó murar el hospital para dar clausura a los pobres y saber de que terreno se
disponía, además de hacer una portería para evitar el obligado paso por la iglesia como
era costumbre. Tres años más tarde, el obispo Antonio Corrionero ordenó condenar las
puertas de entrada por el corral y por la calle San Sebastián, y a alargar la parte alta de
esa zona para formar una habitación con una puerta externa; en 1625, el juez
eclesiástico durante su visita al hospital mandó que prosiguieran las obras. Además, por
los graneros de la Alhóndiga se levantó una cerca de madera desde la esquina propiedad
de Juan Fernández para separar el corral del hospital de los lindes.785

El obispo de Canaria, Cristóbal de la Cámara y Murga, entregó a las monjas


Bernardas el hospital el 23 de junio de 1630. Las monjas llegaron a Icod cuatro años más
tarde, el 21 de mayo de 1634 quedando el pueblo sin casa para recoger a los pobres y
sin sus bienes que se le entregaron a las Bernardas. En 1637, durante la visita del obispo
Francisco Sánchez Villanueva y Vega, los vecinos le manifestaron su descontento con lo
hecho por su predecesor, solicitando una casa para recoger a los pobres y a la
hermandad, y rentas para asistir a los primeros y sustentar a los segundos. El obispo
dispuso el mandato noveno de los que dejó escrito en el libro del convento que el

782
Por las dos puertas cobraron 25 ducados y 12 reales por cada tapia.
783
Se emplearon 271 tapias de pared y tres cuartas más, 3.000 ladrillos y tan solo 8.000 tejas,
porque se usaron los de la anterior iglesia. En personas para la realización de los trabajos,
oficiales y peones, 1.053.886 maravedís.
784
AHPSCT- Protocolos de Juan de Pineda, Salvador Pérez de Guzmán y Pedro Méndez de León
(libro 685, folio 50; libro 2495, folio 429; libro 2487, folio sin numeración).
La imagen de San Juan Evangelista había sido traídas pos varios vecinos, entre ellos Juan de
Arzola, nombrándolo patrono de las viñas.
785
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, p. 320.

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hospital y la hermandad de la Misericordia pasasen con sus bienes a la casa del


convento que tenían a tributo Andrés Martín de Azero y Ana María, mujer de Mathías
Luis, llamada la Castellana, en cuanto se adjudícasela primero una carga de 186 reales
que estaba impuesta sobre las casas y los caídos devengados cuando entraron las
monjas al convento y que si no querían darlas acudiesen al juez para que se las quitase,
satisfaciéndolas su justo valor786. El 12 de mayo de 1638, el convento desistió de cobrar
los tributos, cediéndolos al hospital con el encargo construyera una sala para la
Hermandad de la Misericordia; poco después fueron devueltos nuevamente al convento
por la hermandad, debido a que esta sala ya la tenían en construcción en la iglesia de
San Marcos.

126. Francisco J. Castro: Tumba del doctor Francisco


Leonardo Guerra en la iglesia del Hospital de Nuestra
Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista de Icod de los
Vinos (2012).

El 24 de julio de 1643, el mayordomo compró la


casa y el solar donde se edificaría el hospital a
María Márquez, viuda de Gaspar Cuaresma, y sus
hijos por 1.100 reales nuevos de plata787 para la
edificación del hospital, cuya construcción fue
lenta. En una visita del obispo Bartolomé García
Ximénez trató dos temas fundamentales: el
nombramiento de administradores de los bienes para lo que reunió en la iglesia de San
Marcos a los vecinos, acordándose encargar tal tarea al alcalde de Icod, el capitán
Salvador Navarro de la Guardia, y al también capitán Antonio Afonso de Gallegos
Albanaz durante seis años, empleando los tributos y limosnas en concluir la fábrica de la
iglesia y la enfermería del hospital; y, mandó a la hermandad de la Misericordia volviera
al hospital y pusiera las imágenes que se veneraban anteriormente en la nueva iglesia,
autorizando al prioste a vender la sala fabricada en la iglesia parroquial con la finalidad
de ubicarla en el hospital. El 2 de septiembre de 1684 el bachiller Matheo Martín,

786
Ibidem, p. 321-322.
787
AHPSCT- Registro de escrituras pasadas ante Roxas Montiel (1638, 1643 y 1655, folios 65, 151
y 46).

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natural del Puerto de la villa de la Orotava donó la imagen de Nuestra Señora del
Patrocinio, mandada a hacer en Sevilla en 1662. Salvador Navarro de la Guardia solicitó
fuera colocada en el nicho principal de la iglesia del hospital, llamándose en adelante del
Patrocinio de Nuestra Señora.788

En el mes de octubre del años siguiente, para la fábrica de la fundación se habían


desembolsado las siguientes cantidades: 4.468 reales en la construcción del templo, de
los que 1.288 se le entregaron al ayudante Nicolás Francisco Bello por los trabajos en la
cubierta de unos 104 pies de larga y testero. El mal estado de la salud del capitán
Navarro de la Guardia, obligó a que el vicario, visitador y juez de las cuatro causas de la
isla, nombrara como sustituto del mayordomo al capitán Pablo Pestano y Montiel el 8 de
octubre de 1685, manteniendo esta responsabilidad hasta el 25 de marzo de 1690,
renunciando a él para atender a otras ocupaciones789. Hasta 1698 las obras se centraron
en entullar y allanar el suelo de la iglesia, cubriéndola con 400 ladrillos, así como solar,
engoznar y colocar en los quicios puertas de madera de tea hechas por el carpintero
Bartolomé de Acosta, poner cantos en la puerta principal, la guarnición del techo de la
iglesia y sobrepuertas, postigos, aldabas y escudos, tanto en la puerta de la iglesia como
de la sacristía.

Un año antes, en 1697, el doctor Francisco Leonardo Guerra, tesorero de la


Catedral de Canaria, en su visita a Icod, se ofreció para terminar la obra a cambio del
patronazgo de ésta, además de comprometerse a fundar dos capellanías para clérigos
presentes en el hospital y señalar bienes para sustentar a los pobres asilados; la
proposición fue aceptada por los vecinos del pueblo el 25 de marzo790. El 1 de
septiembre ese mismo año, los vecinos, desconocedores que el rey Carlos II tenía el
patronazgo del hospital desde su fundación, renunciaron en el prebendado Leonardo
Guerra el derecho y acción que pudiera tener al hospital e iglesia de Nuestra Señora del
Patrocinio y San Juan Evangelista, con la condición de dotar de

altar mayor, coro alto, sacristía y campanario en la iglesia, dar ornamentos, misal,

788
Primeramente fue depositada en la capilla de los Domínguez en la iglesia parroquial de Icod
hasta que se le construyera capilla o iglesia.
789
Era cuñado del capitán Salvador Navarro de la Guardia, que lo había nombrado heredero del
vínculo que instituyó el 2 de diciembre de 1683 con el requisito de pagar 3.000 reales al hospital.
790
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, p. 325-326.

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candeleros y rentas para la cera del altar y poner los medios necesarios para que
el Obispo de las islas diese licencia para colocar el Santísimo Sacramento en la
iglesia y en el caso de conseguirlo hacer sagrario, donar una custodia, un copón y
una lámpara de plata y señalar bienes para el aceite de la lámpara con objeto de
que la luz de ésta ardiera continuamente y si falleciese antes de hacer lo referido
el que le sucediera en el patronato tenía que ponerlo por obra dentro de cuatro
años y si no cualquier vecino podría exigirle por vía judicial que lo ejecutase; de
que colocado el Santísimo se había de poner en la puerta del sagrario dos llaves:
una que se daría al patrono y otra al prioste de la Santa Cruz…. y que los enfermos
pobres del lugar tenían que ser preferidos sobre los de los demás pueblos para
entrar en el hospital, en segundo lugar los de La Orotava… y después los de los
791
lugares circunvecinos en los que no hubiese casa para curarlos .

Las condiciones fueron aceptadas por Francisco Leonardo Guerra, quien mandó fabricar
dos enfermerías para hombres y mujeres, con cuatro camas en cada una con colchones
y ropa, dos salas de convalecencia y aquellas cosas que pudiera necesitar el hospital.792

El tesorero de la Catedral tomó posesión como patrono el 29 de noviembre de


1697, encargando al mayordomo que se apurase con la fábrica de las enfermerías, los
cuartos de recogimiento y curación, y la habitación de los sirvientes. Los vecinos del
pueblo solicitaron al protector construir en el hospital un colegio de padres jesuitas para
la enseñanza de la juventud; el prebendado se negó a realizar la proposición,
recurriendo los vecinos principales al auxilio del Obispo quien dispuso se acometiera tal
proyecto. El licenciado Guerra accedió invirtiendo parte de sus bienes en la fundación
del colegio, otorgándole rentas y alhajas; los jesuitas no vinieron a asumir su
responsabilidad en el tiempo estipulado, lo que llevó a que la orden franciscana
asumiera esta responsabilidad, asignándole diecisiete tributos793 y un cuadro con la
imagen de Nuestra Señora del Patrocinio para adornar el testero de la sacristía, otro de
la Virgen para el refectorio, un Cristo en una cruz de ébano y otros tantos objetos de
culto.794

Los vecinos ante la intención de destinar los tributos del hospital a la fundación
del colegio, incumpliendo el prebendado Guerra con la obligación de terminar las obras

791
Ibidem, p. 327.
792
Estaba obligado a dar anualmente 30 fanegas de trigo para la manutención de los pobres y
fundar dos capellanías, a las que dotó de casa propia para cada una, y próxima al asilo para
facilitar que dieran misa en la iglesia del hospital y administraran el sacramento a los enfermos.
793
ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. (1982). Opus cit, p. 330-331.
794
Ibidem, p. 331.

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del hospital, procedieron a tomar medidas legales, nombrando el 2 de octubre de 1708


a Francisco Jacinto de León Zúñiga y Vargas, regidor de la isla, y al licenciado Juan de
Aguiar, beneficiado del lugar, como representantes en la causa. El Obispo Juan Ruiz
Simón falló a favor de los vecinos, obligando a Leonardo Guerra a concluir con sus
responsabilidades. El 21 de octubre, tras salir la sentencia, se dio por nula la escritura de
fundación del colegio, lo que obligó a intentar instituirlo en el Convento de San Lorenzo
de La Orotava. Este último también fue revocado porque su intención era desquitarse de
las obligaciones asumidas para la fabricación del hospital y su iglesia, al carecer de los
bienes suficientes en la ejecución de la fábrica.

Francisco Leonardo Guerra en su testamento otorgado el 4 de febrero de 1710


dispuso que se calcularan los gastos de la fábrica del hospital desde la sentencia y el
dinero desembolsado en la fundación del colegio, así como diferentes cláusulas:
anualmente 160 reales de aceite para la lámpara del sagrario de la iglesia del hospital,
además de dotarla con diferentes objetos litúrgicos; por último, ordenó entregar al
hospital 30 fanegas de trigo procedentes de tierras que había comprado a diferentes
personas en el pago de Higa en La Orotava.

4.2.1.5. DEL LAZARETO DE GRAN CANARIA A LA LEPROSERÍA DE ABADES.

Tanto la lepra como la elefancía, afectaron a numerosas personas en las Islas


desde los primeros momentos del dominio castellano. Esta situación era el resultado de
la carencia de las mínimas condiciones higiénicas en la población canaria a lo que se unía
un desconocimiento sobre su propagación y tratamiento, lo que obligó a que se
promulgaran decretos y ordenanzas mediante los que se procuraba legislar evitando así
las epidemias y el contagio de la enfermedad795. Leonardo Torriani, en su Descripción e
historia del Reino de las Islas Canarias…, puntualizó como la isla de La Palma carecía de

795
PERAZA DE AYALA, J. Ordenanzas de la Isla de Tenerife y otros estudios para la Historia
municipal de Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife; 1976, p. 67-329.
Desde los Concejos se perseguían medidas de prevención de la salud pública promovidas por los
regidores de las Islas procuraban mediante ordenanzas, que se centraban en el control de la
limpieza del las calles, a las que se une la supervisión del abastecimiento de agua salubre para el
consumo en las urbes.

Tesis Doctoral Página 410


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suficientes y adecuados pozos para el abastecimiento de agua a la capital, así como de


escasa superficie doméstica y pobre luminosidad en sus casas796.

127. Anónimo: Grabado holandés del desembarco


y saqueo realizado por el corsario holandés Pieter
van der Does a Las Palmas de Gran Canaria el 25 de
junio de 1599 (siglo XVII).

Esta situación volvió nuevamente a ser


retratada en la descripción que sobre las
Islas efectuó George Glas, quién hizo
énfasis en las condiciones precarias de los
individuos de condición humilde797. Poco a
poco, iniciando la centuria del siglo XX, esta situación se fue circunscribiendo a los
núcleos marginales y rurales, habitualmente alejados de las urbes, presentando sus
calles un aspecto más aseado y sus construcciones condiciones más higiénicas.798

En este contexto de necesidad y penuria, existía una cierta preocupación por


conseguir unas condiciones de salubridad mínimas para la población isleña, que se
materializaban en la atención a los aquejados de lepra y elefantiasis. Su número era
considerable pero no tan elevado como para reconocerle la categoría de epidemia. El
problema, presente desde el conclusión de la Conquista, obligó a plantearse la
habilitación de lugares para su aislamiento, tratamiento y cuidado, ante la inexistencia
de instituciones que prestaran tales servicios. Por iniciativa del Cabildo de la isla de Gran
Canaria, en noviembre de 1510 se crea una institución que realizaba éste cometido799,

796
TORRIANI, L. Descripción e historia del Reino de las Islas Canarias antes afortunadas, con el
parecer de sus fortificaciones. Santa Cruz de Tenerife: Editorial Goya, 1978, p. 242.
797
GLAS G. Descripción de las Islas Canarias, 1764. Tenerife: Instituto de Estudios Canarios; Goya
Ediciones, 1982, p. 242.
«… tienen bastantes piojos y no se avergüenzan de ello, pues las mujeres pueden verse sentadas
en las puertas de sus casas quitándose unas a otras los piojos de la cabeza. La comezón es como
corriente entre todas las clases y no se preocupan de curarla. Lo mismo puede decirse de las
enfermedades venéreas, aunque esto último no es tan general como lo primero…»
798
MADOZ, P. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de
ultramar. Tomo V. Madrid: Estudio Literario y Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti, 1846, p. 420-
434.
799
AZNAR VALLEJO, E. Documentos canarios en el Registro del Sello (1476-1517). Tomo 1. La
Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1981, p. 166.
Por esta fecha, el Rey había ordenado al mayoral de la Casa en Sevilla que desarrollaba
actividades semejantes, que remitiera al Concejo de Gran Canaria sus ordenanzas y

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aunque ya desde 1508 se había instado a que los enfermos con estas dolencias se
ubicaran en las proximidades de la ermita de San Lázaro, bajo castigo de ser enviados a
lazaretos castellanos. En el resto del territorio canario, la política fue la de procurar
aislar a este tipo de enfermos en recintos apartados o enviarlos a Gran Canaria para
alojarlos y tratarlos allí. El año 1518 se caracterizó por la altísima incidencia de
infectados en la población local, lo que condujo a que las instituciones crearan un
establecimiento o asilo. Pese a ello, no prosperó, aduciendo la carencia de condiciones
ambientales óptimas para la sanación. En Tenerife la necesidad llegó hasta tal punto,
que se propuso la construcción de una casa de acogida con el nombre de San Lázaro800.
El proyecto nunca vio la luz en esta Isla, continuando con el envío de estos enfermos a la
isla vecina, aunque debe quedar claro que el acto de asumir a estos enfermos no fue, en
todo momento, voluntario y visto con «buenos ojos». Este asilo, en sus orígenes, debió
estar formada por un grupo de casas en torno a un amplio espacio, que hacia de plaza,
próxima a la muralla norte de las ciudad de Las Palmas.

Mediante Real Cédula de 25 de noviembre de 1556, el Hospital de San Lázaro


nació bajo la jurisdicción del Patronato Real, situación acaecida ante la presión
efectuada tanto por los responsables del establecimiento como de las diferentes
autoridades insulares801. Pese a que se realizó un reconocimiento público, al que se unía
la máxima protección, poco cambiaron los avatares en el recién creado hospital,
manteniendo su régimen interno perenne donde reinaba «la desorganización y el
desorden ante el nutrido número de enfermos alojados». Se edificó un modesto edificio
con unas humildes rentas, que nunca fueron las necesarias para el mantenimiento de

constituciones, para la elaboración del propio para la futura institución que se pretendía crear en
la Isla.
800
SERRA RÀFOLS, E.; ROSA OLIVERA, L. DE LA (1956). Opus cit., p. 217.
… porque se ha enviado a la isla de Canaria muchos enfermos e non tan solamente no los ha
querido recibir, e que la limosna que el Cabildo hiciere e otras personas hicieren sean con
condición que la casa de San Lázaro de Gran Canaria, ni mayordomo de ella, ni otra casa alguna,
ni oficial della, no tengan derecho alguno sobre la casa de San Lázaro que en esta isla se hiciere…
801
GYÖRKÖ, A. C. La lepra en el Archipiélago canario; Trabajo presentado al X Congreso
Internacional de Dermatología en Londres los días 21 y 26 de julio de 1952, con prólogo de Juan
Bosch Millares. Las Palmas de Gran Canaria: 1952, p. 5.
Felipe II mediante esta Real Cédula procura, como recoge el documento, … para recoger los
enfermos que diseminados por las islas padecían el mal de Elefancía, dado el gran riesgo que
sufría o pudiera sufrir la salud pública.

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sus enfermos, llegando, en algunas ocasiones, los asilados a usar sus bienes para
sufragar su estancia. A finales del siglo XVI, en 1599, tras el ataque de pirata holandés
Van der Does802, el edificio quedó parcialmente destruido. La reconstrucción del
inmueble fue inviable ante una economía precaria, situación que llevó a que surgiera la
necesidad de desprenderse de parte de las propiedades existentes, entre ellas la venta
de los terrenos a censo perpetuo, para la construcción de un edificio de nueva fábrica803.
Los ingresos procedentes de las limosnas particulares y la dotaciones reales fueron el
«alimento para la construcción del nuevo asilo», de planta rectangular irregular y
tipología claustral, con unas dimensiones considerables, 60 varas de frontis por 58 de
fondo, ubicándolo dentro de la muralla de la ciudad en el extremo norte, aislado de la
urbe por una amplia huerta, en uno de los sitios «más amenos y frescos» de la ciudad,
situación que se mantuvo hasta el siglo XIX804. El nuevo edificio contaba con cinco celdas
altas y ocho terreras para dormitorios de los recluidos, así como una casa para el
mayoral, el mampastor y el capellán. Aunque a partir de 1614 se comenzaron a recibir a
los primeros enfermos leprosos y elefanciacos con carácter oficial, las obras en la fábrica
del Hospital no concluyeron hasta pasados unos años. En 1635, gracias a la limosna
aportada por varios vecinos se concluyó la fábrica de la iglesia, continuando los trabajos
hasta 1657, cuando se finalizó con la reconstrucción del resto del inmueble.

Por estas fechas, se frecuentó una modalidad de recaudación, que en cierta


medida, presentaba una cierta picaresca, y con la que se procuraba obtener el sustento
de los dolientes asilados en el hospital. Esta forma de gestión, que se empleó durante el
siglo XVII, fue duramente criticada ante una política hospitalaria que buscaba «nutrir sus
arcas con fondos y limosnas recaudadas por los propios enfermos», tanto en la isla de
Gran Canaria como el cualquiera de las restantes del Archipiélago, lo que era vista como

802
RUMEU DE ARMAS, A. Piratería y ataques navales contra las Islas Canarias. Tomo II. Madrid:
Instituto Jerónimo Zurita, 1947-1950.
803
QUINTANA ANDRÉS, P. C. La lepra y la elefancía en Canarias a comienzos del siglo XIX: su
desarrollo, prevención e intentos de erradicación por las instituciones civiles y eclesiásticas. In,
Anuario de Estudios Atlánticos, nº 46. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran
Canaria-Casa Museo Colón, 2.000, p. 438-439.
El patrimonio de la Institución era escaso, careciendo prácticamente de bienes inmuebles, ya que
solo se ha localizado en el primer tercio del siglo XVII una transacción de una vivienda por el valor
de 48.000 maravedís.
804
MADOZ, P. (1846). Opus cit., Tomo V, p. 420-434.

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un «favorecimiento de la propagación de la enfermedad»805. A todo ello, se unió el


hecho que narra George Glas, en el que todo individuo que era declarado leproso o se
sospechaba, los delegados de San Lázaro confiscaban todos sus bienes sin reservar una
parte para el sustento de sus familiares806. Destacó, que el lazareto se sustentaba gracias
a las dádivas reales procedentes de las rentas obtenidas en el reparto de terrenos
baldíos en enero de 1741 y la data de 120 fanegadas de tierra ubicadas en la Montaña
de Doramas de Moya según una Real Orden de 26 de noviembre de 1782 que
suministraba 5.212 reales al asilo.807

A finales del setecientos, ante la penosa situación de la fundación y la incapacidad


de ésta para custodiar a los enfermos allí asilados, la Real Sociedad de Amigos del País
de Las Palmas promovió de un asilo de nueva fábrica en Hornillo, lugar extramuros, más
allá del pago de San Cristóbal, encargándosele los planos de un edificio de nueva planta
al capitán de ingenieros Antonio Conesa. Para lograr tal empresa, se solicitó la
intervención de la Corona, auxilio que nunca llegó a ser efectivo ante la falta de acuerdo
por parte de los médicos en lo referente a su ubicación808. Durante el siglo XVIII, el
régimen interno se dispuso atendiendo a las normas de los lazaretos del resto del Reino,
que estaba constituido por una estructura y gobierno encabezado por un juez
conservador y privativo, al que se le unían un mampastor, un clavero, un capellán, junto
a dos ayudantes-asesores del mayordomo, procedentes de la población enferma
ingresada en el recinto. Entre los años 1737 y 1833 fue regido por juez privativo de la
Real Audiencia, para posteriormente dar paso a la Junta de Caridad.

805
SOSA, FRAY J. DE. Topografía de la isla afortunada de Gran Canaria. Las Palmas de Gran
Canaria, Ediciones del Cabildo Insular, 1994, p. 73-74.
806
GLAS, G. (1982). Opus cit., p. 129.
807
SUAREZ GRIMÓN, V. La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en Gran Canaria en la crisis
del Antiguo Régimen. Tomo I. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria, 1987,
p. 299-305.
808
VIERA Y CLAVIJO, J. DE. Extractos de las actas de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País de Las Palmas (1777-1790). Las Palmas de Gran Canaria: Real Sociedad Económica de
Amigos del País, 1981, p. 134.

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128. Leonardo Torriani: Ubicación del Lazareto en su primer emplazamiento extramuros en la ciudad de
Las Palmas de Gran Canaria (finales siglo XVI).

Mientras que en Europa y en el territorio Peninsular, la lepra había disminuido


considerablemente, la elefancía no se conocía. Canarias no era espejo de esta bonanza,
llegando a existir en el Archipiélago en 1831 hasta un total de 359 afectados de lepra, de
los que en la isla de Tenerife se encontraban unos 144 de ellos809. Esta situación obligó a
que la Real Audiencia y la Diócesis de Canarias, procuraran establecer un plan
estratégico para frenar tal realidad810. La preocupación por la situación insular fue
trasladada a la Corte, que solicitó informes sobre el estado de la Institución a sus
responsables mediante la Real Orden de 17 de diciembre de 1832. Parte del informe
emitido definía así el Hospital:

…casa de tormento que un seguro en que pudiera aliviarse la desgraciada suerte


de unos seres que se hallan en el miserable estado de servir de horror se sus

809
BOSCH MILLARES, J. Hospitales de Gran Canaria: El Hospital de San Lázaro. In, El Museo
Canario, Año XI, nº 33-36. Las Palmas de Gran Canaria: Museo Canaria, enero-diciembre 1950, p.
45-48.
810
Ibidem, p. 45-48. En 1830, la Real Audiencia solicita a Francisco de Mier Terán, oidor decano,
un informe elaborado por los médicos de Gran Canaria, los cuales establecieron una serie de
pautas: no permitir matrimonio entre contagiados; evitar el contacto sexual; medidas higiénicas;
cumplimiento por los enfermos de las dietas establecidas; separación por sexos de las salas del
Hospital; preservar el medio ambiente por su carácter terapéutico; y control de los alimentos,
sobretodo el pescado salado en malas condiciones, ya que ocasiona brotes de ambas
enfermedades.

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semejantes por la asquerosidad de sus llagas, la completa disolución que les hace
exhalar un olor pestífero y el horrible aspecto que reciben sus formas naturales a
impulso del mal, de suerte que lejos de recibir alivio en su enfermedad, empeoran
811
en esta triste mansión y pronto acaban sus días…. .

Como solución, se propuso la construcción de un «nuevo hospital» que permitiera un


adecuado aislamiento de los 359 enfermos, dotándolo de mayores rentas de las que en
la actualidad suministraba el Estado812. Además, se propuso que los planos de la nueva
fábrica fueran elaborados por la Real Academia de San Fernando con las dimensiones
adecuadas dividido en pabellones por sexo de dos plantas, ligados por circulación
semicubierta, así como todos aquellos departamentos que pudieran ser necesarios,
como oficinas, servicios interiores e iglesia.813

Junto a esta iniciativa, el Obispo de la Diócesis de Canarias, Bernardo Martínez


Carnero, que ostentaba la presidencia de la Junta de Caridad, procuró elaborar un censo
de malatos para lo que se valió de tres párrocos de las islas de Lanzarote, Fuerteventura
y Gran Canaria. Los datos que aportaron al censo dejaban claro que el número de
leprosos ascendía a 155, de los que 88 pertenecían a Gran Canaria, 46 a Lanzarote y 21 a
Fuerteventura, quedando 5 que estaban asilados en el Hospital de San Lázaro, de los
que 4 pertenecían a Tenerife y 1 que no constaba su origen814. A esta iniciativa se le unió
la solicitud de informes a hospitales dedicados a estos enfermos durante el primer lustro
de la década de los treinta del siglo XIX, que buscaban conocer los factores
desencadenantes de la enfermedad y las condiciones óptimas para su curación815. Se
llegó a la conclusión que «en las islas existían diferentes factores que favorecían la alta
incidencia de la lepra: el clima subtropical que ayudaba a la propagación de la filaria; la

811
QUINTANA ANDRÉS, P. C. (2000). Opus cit., p. 454.
812
Los ingresos que iban a sostener a la Institución procedían de: arbitrios de los fondos
subsistentes de los jesuitas expulsos; arbitrios sobre los bienes de Espolios y Vacantes; los
productos obtenidos de los bienes pertenecientes a la Inquisición; una pensión sobre mitras de
ambas Diócesis, la de Canarias y la de San Cristóbal de La Laguna; las rentas de los Hospitales de
San Lázaro cerrados en la Península y el de Bubas en Sevilla; solicitar al Comisario General de la
Cruzada que de la renta cuadragesimal se diera una limosna; así como conceder un permiso real
que faculte para la venta de bienes del Hospital en otras Islas, a excepción de la de Gran Canaria.
813
BOSCH MILLARES, J. (1950). Opus cit, p. 45-48.
814
Del total de lazarinos censados en 1835, 19 eran leprosos y 9 elefancíacos, desconociéndose la
enfermedad de los restantes.
815
Los hospitales a los que se le solicitó información fueron de Asturias, Palencia, A Coruña,
Murcia, Sevilla y Granada, a lo que se le unieron de Portugal y Habana.

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carencia de calidad en los alimentos de las clases más humildes; la ausencia de higiene
personal y del habitáculo donde desarrollaba su vida; y la falta de responsabilidad por
parte de las autoridades para recluir y custodiar a los enfermos con tal dolencia».816

129. Juan Bosch Millares : Vista general del Hospital de San Lázaro en Gran Canaria (1950).

Hacia 1842 el edificio del Hospital amenazaba ruina, a lo que se unía el constante
vagar de los enfermos por la ciudad de Las Palmas. En un primer momento, se
recluyeron a los enfermos en el Monasterio de San Bernardo, ante la solicitud expresada
en 1836 por el Ayuntamiento capitalino. Unos años después, en 1844, se procede al
traslado de los enfermos al «exconvento dominico» donde quedaron instalados
definitivamente, procediéndose a la venta del edificio que anteriormente era ocupado
por el asilo817. El Consejo de Administración de esta malatería, ante la marcada
necesidad de efectuar intervenciones en el edificio, en 1861, encargó la realización de
los planos para su total reparación procurando su ampliación para alojar a 8 Hermanas
de la Caridad, a tenor de los resultados obtenidos en el Hospital de San Martín;
posteriormente, en 1889, asumirán las labores de cuidado de los leprosos
definitivamente. Se presupuestó un importe que ascendía a un total de 456.347,17

816
Ibidem.
817
Ibidem.

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reales de vellón, cantidad que no se pudo satisfacer ante la carencia de recursos


pecuniarios.818

Para corregir las precariedades del Centro, el Subgobernador Civil de Gran


Canaria, Salvador Muro, en oficio de 26 de Abril de 1862, se dirigió al Consejo de
Administración del asilo solicitando un informe en el que se reflejaran: el valor en venta
de lo bienes muebles e inmuebles del hospital, así como el «sitio más idóneo» para
levantar otro edificio de nueva fábrica que tuviera las condiciones higiénicas necesarias;
la necesidad de declararlo provincial, atendiendo al artículo 15 de la Ley de Beneficencia
de 20 de Junio de 1849 y al artículo 5 del Reglamento de 14 de Mayo de 1852; y, por
último, un censo de enfermos de las islas de Tenerife, Palma, Gomera y Hierro. Al año
siguiente, se remitió el informe solicitado estableciendo:

Evacuado el informe del mencionado abogado y teniendo que la estadística


llevada a cabo el 26 de Abril de 1862, acusaba la existencia en las islas de Gran
Canaria, Lanzarote y Fuerteventura, de 25 enfermos asilados en el hospital y de
147 en sus domicilios, mientras que el las Islas restantes llegaban a la cifra de 53
hospitalizados y 318 libres, resultando por consiguiente un total de 543 leprosos; y
819
que era una enfermedad más habitual en las clases indigentes.

Esta situación llevó a levantar un edificio de nueva planta con una capacidad para
400 camas, cuyo costo no bajaba de los 2.000.000 de reales vellón, cantidad a asumir
por el Cabildo Insular de Gran Canaria. La elevada inversión que había que efectuar y la
carencia de un «agrado generalizado de la población», obligó a no tomar una decisión
firme hasta finales de la década de los veinte del siglo XX. El 17 de septiembre de 1928
se acordó la construcción del nuevo edificio de la «Leprosería Regional», en un pequeño
valle de la barriada de Tafira, en un lugar llamado Hoya de Parrado. Su construcción, que
no concluyó hasta marzo de 1932, se diseñó para albergar un total de 100 enfermos,
teniendo constancia de que en la fecha de la apertura existían tan solo unos 43 leprosos.
Progresivamente, se fueron realizando modificaciones en su estructura, con el fin de

818
Ibidem, p. 48.
819
AA. VV. Canarias en la II Guerra Mundial. Capitán General García-Escámez. Edición al cuidado
de Francisco José Santos Miñón. Santa Cruz de Tenerife: Vicerrectorado de Extensión
Universitaria de la Universidad de La Laguna; Museo Militar Regional de Canarias; Cátedra
Cultural General Gutiérrez, 2001, p. 97.
Algunos autores venezolanos establecen que el primer caso de lepra que se detectó en
Venezuela fue en el Estado de Sucre en la ciudad de Cumaná en una familia procedente de
Canarias que se dedicaban a la herrería.

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procurar alojar hasta un total de 200 malatos. Los solares adquiridos presentaban una
superficie plana que se destinó a la construcción de los cinco pabellones ligados por
circulación cubierta, rodeados de jardines y huertas, y en otra, una ladera de pendiente
algo pronunciada, para la plantación de árboles a modo de bosque, destinada al
esparcimiento a los enfermos820. Bosch Millares la describe de la siguiente manera:

…El solar, en su totalidad, tenía forma sensiblemente rectangular y lo atravesaba la


carretera que va de Tafira a Marzagán, en una extensión curva de 100 metros
lineales. Medía, en su totalidad, una superficie de 101.520 metros cuadrados, de los
que serían ocupados por los pabellones, 1.671,75 metros cuadrados. De los cinco
pabellones, dos estaban destinados a enfermerías de mujeres y de hombres, uno
central para la dirección, administración y servicios comunes, otro para los casos de
enfermos avanzados, y el último para Capilla con los servicios anejos. Todos ellos
estaban orientados al Naciente y sus galerías cubiertas y resguardadas de los
821
vientos reinantes en la localidad.

Igualmente describe cada una de los pabellones que conformaban el nuevo


complejo, más en la órbita de un establecimiento hospitalario que en la concepción de
lazaretos o malaterías como el Lazareto de Mahón en la isla de Menorca edificado en
1793, el Lazareto de la Isla de San Simón en la Ría de Vigo construido en 1842 o de
menor magnitud pero iguales funciones como era el existente en Tenerife, el Lazareto
de Cabo LLanos. Ambos constituían un recinto espacioso, perfectamente aislado, con
numerosos edificios destinados a recibir a las personas y las cosas que venían de países
con posibles infecciones contagiosas, y que eran de obligada presencia en aquellos
puertos de considerable movimiento marítimo para preservar la salud pública de la
población. Bosch Millares lo describe así:

El pabellón central, con una superficie de 296,50 metros cuadrados, estaba


proyectado para tres pisos; semisótano, planta baja y piso alto, destinado el
primero a lavadero mecánico, desinfección, planchado, almacén, ropero, W.C.,
servicio y carboneras; el segundo a despacho del médico, administración dirección,
botiquín farmacia, laboratorio etc., con un patio interior, alrededor del cual se
desarrollan los servicios de cocina, fregaderos, despensa, comedor, empleados,
ropero etc. y el alto a dependencias para las hermanas de la Caridad. Los dos
pabellones generales, uno para hombres y otro para mujeres, tenían de superficie
422 m2 y estaban proyectados para construir en ellos dos plantas: una, la baja,
constituida por un gran comedor, sala de estar o de trabajos manuales, un
espacioso dormitorio y una amplia galería cubierta, en comunicación directa con el

820
BOSCH MILLARES, J. El Hospital de San Lázaro y de Curación de la Ciudad de Telde. In, El
Museo Canario, Año XIII, nº 41-44. Las Palmas de Gran Canaria: enero-diciembre 1952, p. 68-96.
821
Ibidem.

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jardín, cuarto de curas, baños e hidroterapia, cocina, fregadero, lavabos W. C. y


servicios anejos, a más de W. C. y cuarto independiente para los enfermeros, y otra,
la alta, destinada a la construcción de tres dormitorios generales, W. C., lavabos,
baños, ropero, enfermería etc., etc. Cada pabellón estaba proyectado para dar
hospitalidad a 52 enfermos. El pabellón de aislamiento, destinado a los enfermos
que por estar en un grado avanzado de su enfermedad, presentaban un aspecto
repugnante y peligroso de contagio, estaba constituido por dos dormitorios de ocho
camas cada uno, con absoluta separación de hombres y mujeres, entrada
independiente, amén de cuarto de curas, baño e hidroterapia, cocina, comedor, W.
C., lavabos, enfermeros y demás servicios anejos a cada sexo. Como complemento
poseía dos terrazas cubiertas y protegidas de los vientos, para solar y distracción de
los albergados. En total podía acoger el hospital, con todas las exigencias de la
822
higiene moderna, 120 enfermos que podían aumentarse en casos necesarios…

El Cabildo de Tenerife, con el apoyo de la Junta de Sanidad desde el siglo XVIII,


había barajado la posibilidad de dotar a la ciudad de La Laguna con un establecimiento
para albergar a este tipo de enfermos. En diciembre de 1815, ante el copioso número de
enfermos que por doquier se encontraban en las calles, se retomó nuevamente el tema,
sin llegar a concretar nada. Tan solo, se habilitó una sala en el Hospital de Nuestra
Señora de los Desamparados, la cual no fue suficiente, ya que en 1890, el gobernador
tomó la decisión de remitirlos al establecimiento grancanario823. Unos años antes, había
brillado la esperanza, cuando Domingo Morera, vecino de Santa Cruz, concedió fondos
para la construcción de una malatería, en su testamento de 20 de noviembre de 1827.
Estas últimas voluntades del difunto nunca se llevaron a cabo, ante la declaración de
testamento nulo en 1870.824

La demanda de la creación de unas instalaciones que se adaptaran a las


necesidades de estos enfermos fue una constante en los primeros años del siglo XX,
tanto por parte del personal sanitario como de la sociedad canaria, que mostraban un
descontento considerable con el obligado traslado de los enfermos a la isla de Gran
Canaria. Estas situaciones fueron el detonante para que desde la Corporación local se
llevara a cabo el diseño y construcción del Sanatorio-Leprosería de Abades (Arico) en el
sur de Tenerife.

822
BOSCH MILLARES, J. (1950). Opus cit., p. 45-48.
823
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 22 de septiembre (nª3788) de 1890.
824
A su vez, dejó varios legados para el Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife.

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La aparición de nuevos casos de lepra en Canarias, fue creciendo paulatinamente


desde el siglo XVIII hasta el siglo XX: en 1788 existían 195 leprosos, en 1831 unos 346,
llegando al techo de 600 en 1875. En los treinta primeros años del siglo XX, la cifra más
alta fue de 131, de los que 32 estaban hospitalizados; en los siguientes veinte años se
llegaron a censar hasta 253 de los que tan solo 78 estaban internados825. Este
incremento de la población leprosa de las Islas tuvo una mayor incidencia en la provincia
de Santa Cruz de Tenerife. El Jefe Provincial de Sanidad, el médico Ángel Vinuesa
Álvarez, afirmaba que en 1937 se había producido un aumento importante, pasándose
de 39 a 200 enfermos censados826. Esta situación llevó en 1942 a que en un discurso
presentado en la Real Academia de la Medicina de Canarias, a la que pertenecía como
académico numerario, planteara la necesidad de instalar un dispositivo sanitario
provincial que acogiera a los leprosos:

Cuando en diferentes ocasiones, hemos expuesto a la Superioridad y a las


Corporaciones el volumen del problema, y la urgencia de su solución, hemos
presentado siempre la alternativa de ampliar el Hospital de leprosos de Las Palmas
o crear un nuevo Sanatorio en Tenerife. Si pensamos que, por su situación y
construcción, el de Las Palmas es difícil o imposible de transformar en una
leprosería modelo o, por lo menos, aceptable, que el número de casos (por lo menos
de censados) es considerablemente mayor en esta provincia, en la que tres cuartas
partes de sus enfermos están sin recluir por falta de plazas, convendremos en la
utilidad de ir a una nueva instalación provincial o regional moderna. Una creación
de este tipo viene, además, aconsejada por el hecho de que el número de enfermos
que en ella se alojarían es el que aproximadamente debe considerarse como el
óptimo en rendimiento médico y económico de los centros sanatoriales de esta
clase, que no son meros almacenes de enfermos.
Una instalación sobre nuevos moldes permitiría, por otra parte, un régimen
económico y una colaboración provincial y del Estado que facilitase a los modestos
presupuestos de las islas menores la solución de sus respectivos problemas de
827
lepra.

Ya desde noviembre de 1935, durante el periodo republicano, se había


manifestado claramente la preocupación del Cabildo Insular de Tenerife y del resto de
los autoridades insulares por proporcionar a la provincia un recinto en el que poder
atender y aísla a los enfermos, a tenor del número de casos presentes en la isla de
Tenerife, que en ese momento ascendía a un total de 150 censados, lo que suponía para

825
GYÖRKÖ, A. C. (1952). Opus cit., anexo nº 3.
826
Ibidem, p. 26.
827
VINUESA ÁLVAREZ, A. Bases para un proyecto de Sanatorio-Leprosería en Tenerife. Madrid:
Junta Central Consultiva contra la Lepra, 1942. p. 5-6.

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el Cabido un gasto aproximado por paciente y día entre 200-250 pesetas (de 73.000-
91.000 pesetas/año). La Corporación local instó a la Mancomunidad Sanitaria para
establecer la proporción en que cada institución debía contribuir al cumplimiento de
aquella y otras obligaciones sanitarias, buscando una solución en la que colaboraran
cada una y que ayudaran a la construcción de un Sanatorio-Leprosería, sustentado por
las cuotas por enfermo de los Cabildos y la subvención del Estado. Estipulaban el coste
de la obra entre 500.000 a 600.000 pesetas, de las que el Cabildo Insular abonaría entre
90.000 a 120.000 pesetas distribuidas en tres cuotas anuales.

130. Juan Bosch Millares: Planta del Hospital de San Lázaro, Gran Canaria (1950).

Una cuestión de relevancia era su ubicación. En lo referente a este tema, se


planteó la posibilidad de ubicarlo en Las Palmas de Gran Canaria, de nueva fábrica, ante
la facilidad para adquirir solares, lugar donde el Cabildo estaba dispuesto a cederlos. La
intención de llevar el dispositivo a esta isla, no solo se centraba en la disponibilidad de
un lugar donde construirlo, sino que se alegaban otras muchas ventajas: posibilidad de
recluir todos los enfermos, cosa actualmente imposible por falta de capacidad de la Leprosería de
Las Palmas; economía en el coste de hospitalización, pues las subvenciones del Estado vendrían a
favor directamente de los enfermos de la provincia. La importancia que esta economía podría
verse, teniendo en cuenta que mientras el Cabildo de Las Palmas percibe por cada recluido en
esta provincia 5,33 pesetas diarias abona para el mantenimiento de los enfermos a la Leprosería
1,25 de las pesetas; economía en los desplazamientos; contribución a resolver el paro obrero;
dotar a la provincia de un Centro propio fácilmente vigilable; todo esto a costa de una pequeña

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aportación por parte de los Ayuntamientos y por parte de los Cabildos; que se les resuelve un
problema con un gasto muchísimo menor que el que tiene que efectuar para resolución de todos
los enfermos de sus demarcaciones (…) y menor a la consignación que actualmente emplearan
828
para los hospitalizados una mínima parte . Dos años más tarde, en noviembre de 1937, la

Junta Provincial de Sanidad de Santa Cruz de Tenerife solicita a la Corporación insular


una solución al problema de la lepra que en ese momento afecta a numerosas personas,
remitiéndole con la solicitud un resumen de defectos y omisiones a subsanar en la Isla.
En él se establecía un número total en la provincia de enfermos que ascendía a 200, de
los que tan solo 30 están recluidos (a Tenerife corresponden un total de 74 censados de
los que solo 22 están recluidos), manifestando la imposibilidad de internarlos en su
totalidad en Gran Canaria ante la falta de plazas para tal fin. Además, se estableció la
posibilidad de habilitar dos edificios o grupos de ellos para leproserías provinciales de
mujeres y hombres, agregando al internamiento la posibilidad del tratamiento
ambulatorio y el aislamiento domiciliario de los enfermos829. A todo ello se agregó la
demanda constante por parte de los enfermos asilados en Tafira, que manifestaban su
descontento ante las penosas condiciones existentes en este centro sanitario, al que se
unía un clima muy frío y húmedo, médicos incompetentes, y muchos otros
inconvenientes que alejan de nosotros toda posibilidad de cura o remiendo de nuestro
mal.830

La presión a la que se veían sometidas las autoridades locales por parte de


profesionales sanitarios, los enfermos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, los
enfermos alojados en Gran Canaria y los familiares de éstos era tal, que en marzo de
1941 se barajó la posibilidad de instalar la Leprosería en los terrenos que poseía
Francisco Rodríguez Díaz en una finca rústica denominada «Cuevas Blancas» sita en el
paraje llamado de Costa del Chorrillo, entre los barrancos de Cuevas Blancas y de Tinoco
o Pilarito, en el término municipal de El Rosario, por el precio de 500 pesetas la

828
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7013; expediente nº 214.
829
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; Oficios y escritos que no figuran en
expedientes. Negociado: Beneficencia. Año de 1937; opus cit.
830
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7048; Oficios y escritos que no figuran en
expedientes. Negociado: Beneficencia. Año de 1941.
El 22 de enero de 1941, el enfermo Celedonio Calero Cáceres le hace llegar a la Corporación
insular mediante carta la situación en que se encontraba en la Malatería de Tafira en Gran
Canaria.

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fanegada, desde la cabezada de la finca hasta la cota de cien metros sobre el nivel del
mar, y de 650 pesetas la fanegada el resto del inmueble, o sea la parte baja del mismo,
desde la cota indicada hasta el mar.831

131. Juan Bosch Millares: Planta alta Hospital de San Lázaro, Gran Canaria (1950).

Desde un primer momento, se barajaron tres posibles esquemas arquitectónico


del complejo hospitalario en el que se pensaba prestar asistencia a los malatos de la
provincia: el hospital, la colonia o el sanatorio, que atendían a las características propias
de la enfermedad, como podía ser la duración, lo relativo al buen estado general, la
influencia somato-psíquica favorable sobre el leproso de la actividad y el trabajo
regulados, y por último, el complejo afectivo del enfermo. La primera modalidad se
desechó alegando que un avance en la terapéutica de la lepra parecido al del salvarsán
en la sífilis, acaso permitiría las reclusiones hospitalarias cortas o simplemente las curas
dispensariales, hoy imposibles desde el punto de vista sanitarial en una enfermedad en
que los plazos para conseguir la mejoría, cuando la hay, se cuentan, en general, por
años. El hospital de leprosos sólo debe existir, y aquí si que es imprescindible, dentro del
sanatorio o de la colonia, para atender en él a los afectos de enfermedades
intercurrentes y operados graves. Este comentario ponía de manifiesto la esperanza
existente en el encuentro de un remedio curativo de la enfermedad que ayudara a la

831
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 74; p. 2-3.

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posible reinserción social del enfermo, convirtiéndose el hospital en un lugar de


compensación, de tratamiento, inmerso en un espacio habilitado para que el paciente
desarrolle su vida sin interrupción.

Para la comprobación de los linderos y superficies, el 23 de mayo de 1941, se hizo


pública en la prensa local el proyecto de la Corporación insular para ubicar en esta zona
la Leprosería832. El arquitecto Marrero Regalado, confeccionó, para este emplazamiento,
un proyecto en 1941 que articuló en tres edificios: un Pabellón Clínico, un edificio
Central de Sirvientes Sanos y un edificio destinado a la Comunidad Religiosa. Como
presupuesto estableció un importe de 146.287,70 pesetas, para el que se emplearía el
hormigón armado y tejado en azotea, cuya ornamentación, estructura, monumentalidad
y distribución recordaba en algunos aspectos a los empleados para el Jardín Infantil de la
Sagrada Familia o el Mercado de Nuestra Señora de África, ambas en Santa Cruz de
Tenerife, pero nunca con la misma cantidad de recursos plásticos que caracterizaban a
su «estilo neocanario».833

En Comisión Especial de Beneficencia, el 5 de marzo de 1942, se desecha el


proyecto ante la situación económica de la Corporación que no permitía actualmente
afrontar la construcción de la Leprosería834. Ante la necesidad imperiosa de incluir este
tipo de dispositivo dentro de la red asistencial de Beneficencia de la provincia, el Cabildo
insular solicitó ayuda al Mando Económico de Canarias, que junto a la Dirección General
de Sanidad aprobaron consignar 500.000 pesetas, cada uno, para sufragarlo835. La
Jefatura Provincial de Sanidad dudó en continuar adelante en el proyecto para el
municipio de El Rosario, a lo que se unió la protesta del Concejo capitalino,
manifestando su descontento por la construcción de este tipo de dispositivo en esta

832
El Día (Santa Cruz de Tenerife), Año III, nº 737 de 23 de mayo de 1941.
833
NAVARRO SEGURA, M. I. Arquitectura del Mando Económico en Canarias. La posguerra en el
Archipiélago. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1982, p. 102-110.
Tanto José Enrique Marrero Regalado como Néstor Marín Fernández de la Torre se consideran
los promotores fundamentales del neocanario con marcadas características barrocas. Este estilo
que se desarrolla durante este periodo, es seguido tanto por los arquitectos Javier Felip Solá y
Rafael Aznar Ortiz en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, y Fermín Suárez Valido en la de Las
Palmas de Gran Canaria, pero nunca en una vertiente tan barroca como la de sus principales
promotores, Marrero Regalado y Néstor Martín.
834
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 74; opus cit., p. 43.
Es ratificado por la Comisión Gestora en Sesión Ordinaria el 26 del mismo mes.
835
Ibidem, p. 48, 59, 60-67.

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zona y en la provincia, así como solicitando su emplazamiento en un lugar más


adecuado, lejos de las urbes y del turismo que llegaba al puerto de Santa Cruz.836

132. A. Vinuesa Álvarez: Proyecto A para la


Leprosería de Tenerife (1942).

La inseguridad con respecto a la


ejecución de la obra era tal, que se
barajaron numerosas propuestas que
procuraban dar una solución al
problema existente. Entre ellas se
pensó en la posibilidad de instalar en
Gran Canaria una colonia de leprosos,
destinada a acoger a los malatos de
todo el Archipiélago. Esta situación de
incertidumbre de los órganos
competentes para establecer la
construcción y diseño del
establecimiento, obligó a que desde los
órganos centrales de Madrid se emitiera la Orden del Ministerio de la Gobernación de
28 de agosto de 1944, que disponía la edificación del Sanatorio Leprológico de Arico con
carácter provincial.837

Nuevamente comenzó el debate sobre el modelo a construir para el citado


establecimiento. Existía dos facciones dentro de las autoridades locales: unos que

836
Ibidem, p. 37-48.
837
Ibidem, p. 70-76.
En la Sesión Ordinaria de la Comisión Gestora de 2 de agosto de 1944, se apoya la postura del
Ayuntamiento de la Capital alegando por cuanto su establecimiento perjudicaría, del modo más
grave, sus importantes intereses turísticos, de resonancia y nombre mundiales, precisamente
durante la próxima post-guerra en que su desarrollo alcanzará el máximo grado, sin ningún
beneficio para las exigencias sanitarias del caso, toda vez que estas pueden y deben seguir siendo
satisfechas mediante la ampliaciones necesarias, en la Leprosería de Gran Canaria, creada a tal
fin con carácter regional, por Reales Órdenes de 23 de Septiembre de 1917 y 23 de Marzo de
1928.

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consideraban a la colonia como la estructura más adecuada para la provincia, mientras


que otros se decantaban por el sanatorio. En Europa existían gran número de lazaretos
que empleaban tanto uno como otro modelo u optaban por su combinación, siendo los
más importantes los de Trieste, Semlin, Malta, Marsella, Nisida, San Carlo, San Jacobo y
Venecia. En el territorio español se había apostado tanto por una como por otra,
encontrando instalados establecimientos como la Colonia-Sanatorio de San Francisco de
Borja de Fontilles en Alicante que combinaba ambas, el Sanatorio-Leprosería de León, o
fuera de la frontera, en Indonesia, la Colonia-Leprosería de Bangkok en Tailandia. La
colonia era definida como una agrupación numerosa de enfermos ubicados en un
extenso terreno fértil, inaccesibles y de clima benigno, que llegaba a conformar un
núcleo económico social en el que sus miembros tenían plena libertad en el desarrollo
de su vida olvidándose de la enfermedad. A cada enfermo se le proporcionaban los
medios para la fabricación de su morada, así como terreno para cultivo, pudiendo
ejercer su oficio o comerciar estableciendo negocios, manteniendo un tipo de vida no
muy elevado por lo general. Terapéuticamente presentaba un control médico deficiente
pese a los pocos recursos necesarios para su sostenimiento. El otro modelo, el sanatorio,
se definía como establecimientos hospitalarios exclusivamente destinados a esta clase
de enfermos, en los que por su situación y terreno disponible podía el enfermo
desarrollar ciertas actividades, pero siempre éstas reguladas en vista del tratamiento
instaurado. La estancia del enfermo leproso en este dispositivo suponía una ruptura con
su vida y entorno habitual, reanudándola una vez saliera de él838. Atendiendo al número
de enfermos que en la provincia oscilaba en ese momento sobre unos 200 censados, y la
escasez de terreno que presentara unas «óptimo características para albergar una
colonia», se optó por una combinación del sanatorio-colonia tomando de cada uno de
ellos «lo que consideraron más adecuadas»: de la primera, el control terapéutico, las
ventajas de la clasificación de los enfermos, el control de la higiene y alimentación tanto

838
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7048; Oficios y escritos que no figuran en
expedientes. Negociado: Beneficencia. Año de 1941; opus cit. p. 8-12.
Las estructuras organizativas que establece atienden a las características de la enfermedad:
duración, relativo buen estado general, influencia somato-psíquica favorable sobre el leproso de
la actividad y el trabajo regulados y complejo afectivo del enfermo.

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individual como colectiva, y de la segunda, la disminución de las consecuencias de la


convivencia forzada pudiéndose relacionar de la manera que creyera precisa.839

133. A. Vinuesa Álvarez: Proyecto B para la Leprosería de Tenerife (1942).

Este proyecto, en el que sobre todo Ángel Vinuesa tuvo un protagonismo


importante, no se materializó hasta finales de la década de los cuarenta pese a la
extremada urgencia que existía en proporcionar a la provincia de un recurso que tratara
y alojara a este tipo de enfermos. La construcción del sanatorio-leprosería contó con el
apoyo del Mando Económico de Canarias. El Gobierno de Madrid, como reacción a los
problemas nacionales y a las posibles complicaciones que la contienda mundial pudiera
originar, había reunido en el Capitán General la dirección de la Economía, junto a todas
las fuerzas de los tres Ejércitos de Tierra, Mar y Aire mediante decreto presidencial de 5
de agosto de 1941. Este órgano militar, sensibilizado con las necesidades que en
aspectos sociales y sanitarios tenía Canarias, acometió numerosas obras, viviendas e
infraestructuras que buscaban la mejora de la calidad de vida de los habitantes de las

839
Ibidem.

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Islas840. La arquitectura desarrollada por el Mando Económico en Canarias se caracterizó


por ser de significado que se consigue no tanto a partir de un lenguaje innovador como a
través de un reiteración de gestos ya conocidos y estereotipados de la arquitectura
doméstica tradicional tanto culta como popular en las islas841. La ideología autárquica
del régimen quedó impresa en la arquitectura, a lo que se unió la carencia de materiales
que determinaron las formas, calidad y procedimientos de construir en todas aquellas
intervenciones que se ejecutaron en este momento.

Las obras de construcción, en fase de proyecto, dan comienzo en julio de 1942,


anunciándose en la prensa local la edificación de un Preventorio para hospitalización
transitoria de leprosos con un presupuesto de 300.000 pesetas en la costa de Arico, en la
zona sur de la isla de Tenerife842. Las causas de su emplazamiento se basaban en las
condiciones de capacidad (recomendando una extensión superior a las 100 fanegadas),
el número de malatos que en Tenerife era el de mayor cuantía843, el clima de la zona
muy propicio para este tipo de enfermedad y la distancia con la capital, que mitigaba el
miedo existente hacia la enfermedad que estaba presente en la población.844

En junio de 1943, se habilitaron desde Ministerio de la Gobernación, la cantidad


de 3.000.000 de pesetas para la construcción de la Leprosería845, destinando para la

840
BHMSCT-Fondo Mando Económico de Canarias. Memoria de las actividades realizadas por
este organismo durante el tiempo de su funcionamiento. Capítulo XVI, Obras Sanitarias y de
Beneficencia; septiembre de 1941- febrero de 1946.
841
NAVARRO SEGURA, M. I. (1982). Opus cit, p. 95.
842
La fecunda labor del Mando Económico de Canarias. La Tarde, Santa Cruz de Tenerife, 18 de
julio de 1942.
843
Como se ha comentado con anterioridad, ya desde 1937, Ángel Vinuesa había calculado un
total de 200 leprosos en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, cifra que se mantuvo hasta los
inicios de la década de los cuarenta, en el que estaban censados un total de 197, de los que 108
eran hombres y el resto mujeres, es decir, 89 en total. Si tomamos como referencia la edad, las
lesiones y el estado, se podía considerar como útiles entre el 46-55 % de los hombres y entre un
45-56 % de las mujeres.
844
El emplazamiento a su vez estaba cerca de las vías de comunicación, situación que favorecía la
vigilancia, el aprovisionamiento, la asistencia y la visita de familiares y profesionales cualificados.
Además, presentaba una distancia entre 10 a 20 kilómetros de la metrópolis, a lo que se unían las
características propias de la vertiente Sur de la Isla, carente de nieblas y lluvias.
845
AHPSCT- Negociado de Gobierno Civil; caja nº 2.6.1. (1936-48); papeles sueltos sobre
Leprosería 1944.
Los primeros gastos del dinero habilitado desde el Gobierno Civil a fecha de 31 de julio de 1944,
fueron: 150.000 pesetas para la compra de la finca; 725,85 pesetas, para el pago de la Notaría;
3.759,45 pesetas, para el pago del delineante; 78.000 pesetas y 17.225 pesetas, para el pago de

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adquisición de terrenos la cantidad de 250.000 pesetas. Existían dos opciones con


respecto a la posible ubicación: en San Miguel, la finca «La Pelleja» con coste de 40.000
pesetas, teniendo como inconveniente el estar cruzada por una carretera, además de
estar en región con escasa agua; la otra finca está en Arico, de unas 300 fanegadas,
limitada por el mar, en terreno desértico, aunque un tercio era laborable, poseyendo
una atarjea y pista, por la que se pedían 150.000 pesetas, a las que habría que unir
100.000 pesetas en acciones de agua. Todavía en septiembre, no se tenía una ubicación
en el sur de la isla de Tenerife definitiva para la instalación del Complejo, como quedaba
reflejado en la carta enviada por Ángel Vinuesa al Jefe Provincial de Sanidad, José
Alberto Palanca.846

El proyecto fue diseñado por el arquitecto José Enrique Marrero Regalado, para el
que se dispuso una partida presupuestaria de 2.400.000 pesetas. Éste contemplaba en la
articulación del edificio de nueva fábrica la separación absoluta entre los enfermos y los
individuos sanos por sexos, alejando a su vez a los malatos infectantes de los no lo eran.
Estos requisitos preestablecidos obligaron a que el arquitecto preparara dos propuestas
que se diferenciaban básicamente en la distribución del edificio. Tras un largo examen
de los planos y la memoria del proyecto, las autoridades locales se decantaron por la
Solución A, que se ajustaba mejor a las características y extensión de la finca de Arico847,
pese a que la Solución B requería un presupuesto de menor cuantía848. El complejo se
articulaba a partir de tres secciones bien definidas: una para recinto de enfermos, en la
que se encontraban el hospital, el espacio de recreo, los comedores y los servicios
generales, a la que se le unía otra destinada a zona residencial para los enfermos,
encontrándose allí la escuela y la iglesia, esta última, que por su volumetría y altura la

acciones de agua; y, 8.934,44 pesetas, para el pago de la confección del anteproyecto por el
arquitecto.
846
Ibidem.
Se había acordado comprar los terrenos propiedad del Presidente del Cabildo insular, Antonio
Lecuona Hardisson, unas 300 fanegadas por un importe de 150.000 pesetas, del que la tercera
parte era susceptible para cultivo y con facilidad para adquirir agua. En esta, Ángel Vinuesa
manifiesta su reparo a poder hacer daño al sur de la Isla con la instalación en éste de tal tipo de
establecimiento benéfico y el rechazo de la población del lugar.
847
MARRERO REGALADO, J. E. Memoria correspondiente a la parte técnico-constructiva del
Proyecto de Leprosería Provincial de Santa Cruz de Tenerife, en VINUESA ÁLVAREZ, A. opus cit.,
1942, p. 44.
848
Véase Anexos Documentales, Solución A y Solución B para el Sanatorio-Leprosería de Tenerife.

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convertían en el edificio referente en el Sanatorio. Anexa a ellas, pero con un cierto


aislamiento, una zona destinada a individuos sanos.849

134. A. Vinuesa Álvarez: Emplazamiento de la Leprosería


Provincial de Tenerife (1942).

El proyecto diseñado aglutinaba, en un solo


bloque, todos los servicios comunes buscando
la eficacia y economía, aunque respetando la
separación por sexos y departamentos850. Para
los edificios que componían el Sanatorio, se
planteó una planta de estructura sencilla donde
para su construcción se emplearía toba del país
o también denominado jable, de veinticinco
centímetros de espesor, para todos aquellos
edificio de pocas luces de crujía y en la que los
muros interiores o de travesía serían del mismo
espesor (…) En todas las construcciones debía ponerse una carrera armada de hormigón
que cierre el contorno construido y sirva de asiento a la plancha del techo. Esta plancha
podía ser sencilla o dividida en vigas (…) pudiendo ser construida con hormigón armado,
ladri-hierro o con bloques del país y viguetas intermedias de hormigón. El techo del salón
de conferencias e iglesia se construiría con cerchas de hierro y cubierta de teja plana, así

849
Para la diferenciación entre la el recinto de enfermos y la zona residencial se empleó una verja
diáfana que procuraba un efecto de jardín.
850
Ibidem, p. 47.
El mismo generador de vapor puede servir para todas las necesidades de lavandería, cocina y
desinfección y baños. Dobles servicios de desinfección de vajilla (de hospital y de comedores) eran
previstos, así como separación perfecta de lavanderías y cocinas. El servicio hospitalario doble,
para mujeres y hombres, tiene sus zonas de aislamiento de infecciosas intercurrentes. El
dispensario aprovecha su conexión con el Hospital para los servicios de fisioterapia, aunque
permanece, en la práctica permanente del mismo. La inclusión en este bloque del salón de
conferencias y cine, contribuye al conjunto arquitectónico y no perjudica, por la distancia al
hospital y estar intercalado los comedores y cocinas entre ambos sectores.
Debe destacarse, que aunque el proyecto original pertenece a José Enrique Marrero Regalado,
existe documentación de pago a Tomás Machado Méndez, en concepto de honorarios, por la
redacción del proyecto del Sanatorio Leprológico de Abona entre la documentación del
Negociado de Gobierno Civil con fecha de 27 de abril de 1945.

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como los almacenes de luces superiores a seis metros. Conviene advertir que para mayor
economía de la construcción, y no siendo necesaria la utilización de ninguna terraza, se
han suprimido todos los antepechos de éstas.851

Para la urbanización general del Sanatorio-Leprosería, Marrero Regalado


seleccionó una tipología rústica, dado que resultaba ser más económica y de aspecto
pintoresco852. Estaba previsto que los enlucidos se realizaran a partir de una base de cal-
arena, y los enfoscados con cemento y revoco de cal. Para el cerramiento perimetral
externo de todo el recinto destinado a los enfermos, recogió en el proyecto el uso de
póster de hormigón armado con alambre de espinos, intercalado por zonas de seto vivo,
de tres metros de ancho, para el que se utilizó la pitera.853

Al observar los deteriorados vestigios que nos han llegado encontramos como no
todas las construcciones que se efectuaron en el complejo fueron finalizadas, incluso se
puede llegar a afirmar que fueron muy pocos los edificios conclusos854. Todavía en la
actualidad, se pueden apreciar como los inmuebles pertenecientes al Sanatorio-
Leprosería son construcciones sencillas pero no carentes de detalles decorativos que
ennoblecen el edificio y que están presentes en gran parte de la obra de Marrero
Regalado. La zona con mayor acabado fue la llamada mayordomía y hospital, esta última
formado por dos cuerpos simétricos distribuidos en clínica, hospital, cocinas, zona de
desinfección, comedor y cine, a diferencia de la iglesia, la escuela y alguna estructura
que pudieron haber funcionado como biblioteca, de las que solo se llegó a levantar la

851
Ibidem, p. 42.
852
RUIZ RODRÍGUEZ, F. José Enrique Marrero Regalado, un arquitecto de la generación de 1925.
Tomo I-II. Tesis doctoral dirigida por Mª Isabel Navarro Segura. La Laguna: Universidad de La
Laguna, 1994, p. 142-150.
El autor de esta tesis doctoral manifiesta que Marrero Regalado buscó la posible existencia de
unas características de identidad en la arquitectura canaria histórica que da sus orígenes en 1932,
estudiando determinados aspectos de la arquitectura rural, centrándose en el color, la
profundidad de huecos, los porches y los remates de terraza entre otros, fundamentales para
lograr lo que denomina un estilo canario. Además, pone marcado interés en el balcón, como
modelo de originalidad por su ubicación en los paramentos de la fachada y elemento histórico de
la arquitectura regional.
853
Ibidem, p. 42. Propone para los muros de contención piedra en seco, con taludes que se
disimularán con vegetación silvestre trepadora. En el pavimento correspondiente a calle y plazas
se usará grava con riego asfáltico.
854
Dentro de las edificaciones que continúan en pie, encontramos: portería (próxima a la entrada
del sector de enfermos y sanos), el bloque destinado a mayordomía y hospital, la iglesia, las
escuelas y los pabellones destinados a residencia de los enfermos.

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estructura. Si observamos la parte del proyecto donde se abordaban estos edificios,


encontramos que se había previsto pavimentar con mosaico del país, con rodapié de
cemento corrido y revestido en pintura al óleo. Como acabado para los techos, se había
acordado el empleo de solado de losetas rojas de segunda, sobre atezado suelto
especial, material que evitaba grietas y filtraciones.

135. A. Vinuesa Álvarez: Planta y fachadas (principal, posterior y lateral)


del pabellón residencial de enfermas. Leprosería Provincial de Tenerife (1942).

La intervención efectuada por Marrero Regalado en el Sanatorio-Leprosería deja


vislumbrar las diferentes direcciones estilísticas de este arquitecto. Por un lado, destacar
una tipología constructiva aislada que sigue idénticos esquemas al de la vivienda
unifamiliar, modelo chalet, de planta cuadrada con cerramiento superior en forma de
cubierta a cuatro aguas de teja y vanos remarcados con arcos de medio punto; y por
otro, una tipología que frecuentemente encontramos en sus proyectos para las
barriadas de pescadores, como podemos apreciar en los pabellones destinados a
enfermos con función residencial, para los que sigue el lenguaje del regionalismo,

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recurriendo a elementos tradicionales de la arquitectura doméstica canaria,


reinterpretándolo con materiales como el hormigón.

Al observar, dentro del complejo, edificios como la iglesia o sala de conferencias


destaca en su fachada una amplia arquería junto a una inmensa cruz por su tamaño y
altura en una arquitectura que se desarrolla básicamente de manera horizontal, lo que
deja claro el protagonismo de este edificio y su significado en el Complejo. Este recurso
es empleado igualmente para las iglesias tanto del Jardín Infantil de la Sagrada Familia
como para la de la Barriada de la Victoria. Aunque inacabada, se puede vislumbrar un
gusto por la arquitectura monumental, al que en numerosas ocasiones a lo largo de su
trayectoria artística. El edificio presenta una sola nave con cerramiento superior de
hormigón que parece remedar las techumbres mudéjares de los templos canarios. La luz
penetra en el recinto sagrado por medio de amplios ventanales rematados por un arco
de medio punto en la zona alta de los muros laterales. Además, se dota de coro,
colocado a modo de tribuna a los pies de la nave, y sacristía ubicada en las proximidades
al presbiterio.

Una de las incógnitas que siempre ha suscitado interés, fue el motivo por el que
esta obra nunca llegó a verse terminada. Hasta la fecha no se sabe con seguridad este
motivo, pero el profesor Justo Hernández ha querido aventurarse al culpar a los avances
médicos que en el campo de la lepra se hicieron en estos años, como el descubrimiento
de las sulfonas, en la que se incluye a la dapsona, una droga formalmente usada como
un antibiótico empleado para tratar, además de la lepra, la dermatitis herpetiforme, la
tuberculosis o la pneumocistis pneumonía (PCP), lo que hizo girar radicalmente el
tratamiento y terapéutica de esta enfermedad, desechando el uso por excelencia para el
tratamiento de la lepra, del aceite de chaulmoogra.855

855
AA. VV. Canarias en la II Guerra Mundial… Opus cit., 2001, p. 101.
En el siglo XIX y gracias a la observación hecha por el inglés Mouat en 1854 (otros dicen que
Roxburg en 1814) se había comprobado los efectos curativos en la lepra del aceite de
Chaulmoogra que los hindúes conocían nada menos que hacía casi dos milenios.

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4.2.2. BENEFICENCIA Y ASISTENCIA EN EL SIGLO XVIII.

4.2.2.1. HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS (SANTA


CRUZ DE TENERIFE).

La fundación del Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados de Santa Cruz


de Tenerife se consiguió, gracias al empeño de los hermanos Logman Van Uden, Ignacio
y Rodrigo856 y ante la inexistencia, hasta la fecha, de un «asilo para los pobres enfermos,
con la mera dotación de nueve camas», situación que se mejoró hasta alcanzar un total
de treinta857. El edificio se ubicó en los terrenos cedidos, con poder asignado a Juan
Bonhomme, por el Conde de La Gomera y Marqués de Adeje, como perpetuo tributo a
los fundadores858, según escritura otorgada ante el escribano público de número de esta
Isla, Juan Domingo de Fuentes y León859, con fecha de 30 de abril de 1745. Los lindes de
la propiedad atendían en el límite superior a la ermita de San Sebastián «…y al camino
que entra en el barranco»860. Nada idónea fue la elección desde el punto de vista de la
salubridad, que colocaba esta construcción, en una ubicación próxima al llamado
«Charco de la Casona», lugar formado con la unión del agua resultante del drenado del
Barranco de Santos y la procedente de las pleamares. Otro posible detonante en la
elección fue la proximidad a la Iglesia Matriz de la Concepción, que favorecía tanto la
supervisión de las actividades asistenciales por parte de los clérigos como los
enterramientos de los difuntos en un templo o recinto sagrado. Las obras para la
construcción del edificio fueron poco ambiciosas, dando comienzo rápidamente en ese
mismo año, aunque de manera irregular, y proyectando un pequeño edificio al que se le
adosó una capilla, no tampoco de grandes dimensiones. Con este edificio se procuraba

856
El primero era beneficiado rector de la parroquia Matriz de La Concepción de Santa Cruz de
Tenerife, mientras que el segundo, era Vicario eclesiástico.
857
La Opinión de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 06 de junio de 2004 (año VI, nº 1554), p. 4.
858
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit., p. 86.
859
DESIRÉ DUGOUR, J. Apuntes de la Historia de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife:
Imprenta Benítez y Cía., 1875.
860
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit., p. 86.

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prestar asistencia a una población, que poco a poco crecía a medida que su puerto
tomaba protagonismo en la vida social y económica de la Isla.861

136. Anónimo: Retrato de los hermanos Logman, Rodrigo (izquierda) e Ignacio (derecha).
Iglesia de la Concepción, Santa Cruz de Tenerife (ca. 1747).

El sustento para el funcionamiento y operatividad del Centro, corría a cargo de sus


patronos fundadores, a la que se unían las limosnas de particulares y las autoridades de
toda la Isla, entre ellas, el General Masones. Otras aportaciones procedían de la
Diócesis, como las que realizó el obispo Juan Francisco Guillén en visitas efectuadas
entre 1747 y 1749 a la Isla, suministrando el suficiente dinero para que las obras del
recinto continuaran, además de pagar las atenciones médicas, la botica y de mobiliario,
situación que se repetirá en cada uno de sus sucesores hasta la división diocesana862. A
este dinero se le unirán los diferentes legados dejados para sufragar los gastos del
Centro: Bartolomé y Fernando de San José Fuentes cedieron sus bienes a la fundación
tras su muerte; Juan Campo Blanco863, donó 4.000 duros y Francisco Casalón864, cónsul
de Francia, dejó en sus últimas voluntades, un total de 10.000 pesos, de dificultoso

861
En el censo de 1768 se le da al municipio de Santa Cruz de Tenerife un total de 7.399
habitantes.
862
Ibidem, p. 86.
863
Ibidem, p. 87-88.
864
CIORANESCU, A. Historia de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Servicio de
Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1979, Tomo II, p. 377.

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cobro, no siendo materializado hasta después de 1771; fruto de los alquileres de las
«futuras lonjas» que se construirían en el solar de Juan Francisco Domingo de Franchi
ubicado próximo al mar, entre la calle de la Iglesia y el barranco de Aceite.
En 1753, el establecimiento contaba con treinta camas, como las que
originariamente se establecieron en su apertura, de las que buen número de ellas
estaban destinadas a geriatría865. Un año antes y a partir de esta fecha, se alojará en sus
dependencias un ilustre personaje, natural de la Matanza de Acentejo, Don Antonio de
Benavides González de Molina, antiguo gobernador de La Florida, de Veracruz y de
Yucatán. Este personaje, de tan alta influencia, benefició considerablemente al Hospital,
costeando los gastos de los enfermos hasta 1756. Para él se hizo construir una sala y dos
cuartos «sencillos» que sufragó con capital propio. Además, en este mismo año,
intercedió ante el rey Fernando VI, suplicando la gracia para el Hospital de los «Derechos
de Tonelaje»866, que obligaba a que todos los buques venidos del Nuevo Mundo
abonasen un canon o impuesto para sufragar los gastos del establecimiento;
posteriormente la Real Cédula de 24 de junio de 1772, estipuló el pago en 4 toneladas a
aquellos buques procedentes de Caracas867. Este ilustre protector, falleció el 9 de enero
de 1762, sepultando sus restos mortales, frente al Hospital, en la Parroquia Matriz de
Nuestra Señora de la Concepción.

865
Ibidem, p. 378.
866
Anualmente se abonarán el importe de los derechos del producto de 12 toneladas de cacao,
del Registro de Indias, gracia concedida por Real Cédula de 17 de febrero de 1756 (4 toneladas
para Campeche, 4 para la Habana y 4 para Caracas). La independencia de las colonias hizo que el
Registro de Indias desapareciera, lo que significó el fin de las Doce Toneladas de Gracia para el
Hospital. Con la pérdida de las Colonias, la Real Orden de 30 de septiembre de 1819 suplió estos
ingresos con un abono de la Tesorería de 9.000 reales de vellón al Hospital, hasta que el
Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, de reciente creación, contase con ingresos propios para
sufragar estos gastos.
El Hospital tuvo numerosos benefactores que lo proveyeron de legados y bienes con los que
sobrevivió difícilmente. Incluso personajes extranjeros, como el comerciante inglés Jorge C.
Bruce, que remitió considerables aportaciones. Junto a él, el Embajador de S. M. Británica en
Madrid envió ayudas para la construcción y ampliación de dicho establecimiento. También existe
constancia del donativo de Eduardo Barry, natural de Jamaica, en cuyo testamento pidió que se
le entregaran a la Institución, 600 pesos y 15 reales de vellón, encargando preferencia a la hora
de «la asistencia a la personas de color».
867
El Mayordomo del Hospital, Antonio Rodríguez Padilla, reclamará Real Piedad, concediendo el
Rey, por Real Cédula de 12 de marzo de 1774, el derecho a disfrutar de 12 toneladas del puerto
de Caracas, aumentándolo, por Real Cédula de 13 de marzo de 1776 otras 6 con el propio
destino, … para alivio de los pobres.

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137. Alberto Darias Príncipe: Planta baja y alta del Hospital (1995).

La Real Orden de 16 de noviembre de 1756, determinó que al haber fallecido el


capellán Antonio Padilla, se procediera a la selección de uno nuevo, cuyo nombramiento
sería aprobado posteriormente. Así mismo, se estableció la existencia de un médico, un
cirujano y botica868. El obispo Morán, el 19 de febrero de 1761, dispuso que el
Establecimiento fuera administrado por el beneficiado de Santa Cruz, Antonio
Rodríguez Padilla, dando paso, tras su muerte, a Pedro Ortiz, el cual renunció, años más

868
Obtenido del «Expediente sobre el Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Santiago»,
pendientes de ordenar, sito en el Archivo del Obispado de Tenerife.

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tarde, a la mayordomía de la fábrica. Francisco Tolosa, militar, seglar y vecino del lugar,
lo sustituyó.
Pocos años más tarde, durante una visita del obispo Tavira el 20 de diciembre de
1793, suspendió en su cargo a Tolosa, con la pretensión de adaptar la estructura
organizativa del Hospital a los ejemplos presentes en las urbes peninsulares. Además,
dentro de su proyecto no tenía cabida que el gobierno de un centro con estas
características estuviera en manos de un seglar, aspirando a crear una hermandad de
Caridad que lo gestionase. Hasta la ejecución de tal idea, nombró como rector al
presbítero Ignacio Llarena. La Junta de Caridad no pasó de ser más que un mero
proyecto ante los problemas que surgieron entre José de Castilla, Corregidor de esta
Isla, y el obispo, situación a la que se une el recelo de la Hermandad de la Caridad de La
Laguna ante el surgimiento de esta entidad. Esta pugna concluyó con la presentación de
un recurso ante la Audiencia que se falló a favor del obispo.
El vicario Antonio Isidro Toledo redactó, por encargo del obispo Tavira, los
estatutos de la Junta de Caridad869 que otorgaban el máximo poder y protagonismo al
Mayordomo, figura designada de manera exclusiva por la persona que ostentara la
cátedra de la Diócesis. La marcha de Tavira al territorio peninsular hizo que el proyecto
no se ejecutara, lo que llevó a la existencia de un consejo rector incapaz de tomar
decisiones, siendo los capellanes los que gestionen la Institución. Esta situación llevó al
Establecimiento a un marcado declive. Agustín Miranda fue una de sus causas durante el
periodo en el que estuvo como administrador del Centro870, definiéndolo el Obispo
Tavira como: un sacerdote joven de muy mal carácter y despreocupado de los pobres. Su
predecesor, Ignacio Llarena, había dejado las cuentas saneadas, situación que cambió
con el mandato de Miranda, entrando en un periodo crítico económicamente871. El
dinero no faltaba; era la «locura y el desorden económico» lo que imposibilitaba

869
DARIAS PRÍNCIPE, A. Nuevas aportaciones al estudio del Hospital de los Desamparados. In,
Homenaje al profesor Dr. Telesforo Bravo. Tomo II. La Laguna: Universidad de La Laguna, 1991, p.
181-182.
870
A.D.S.C.L.L. Memorial de Agustín de Miranda, administrador y Mayordomo del Hospital de
Santa Cruz de Tenerife.
871
En junio de 1799, el capellán, Juan Antonio Lugo, de los 586 pesos con 10 reales que se le
debían por sus honorarios por dos años y ocho meses de servicio, sólo había cobrado 210 pesos.

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conocer los fondos con los que se podía contar para sufragar los gastos a los que tenía
que hacer frente el Hospital.

Ante esta situación, el 16 de septiembre de 1799, el obispo Verdugo ordena al


vicario, a petición del gobernador Perlasca, el siguiente mandato: en el plazo de dos o
tres días, Miranda abone la deuda a Juan Antonio Lugo; que se atienda debidamente a
los pobres de la fundación; que el Mayordomo rinda cuentas de la gestión económica de
la Institución; que se le envíen las constituciones de Tavira; que se le informa de los
miembros de la Junta de Caridad; y que el vicario lo tenga al corriente de la situación del
Hospital872. Miranda esgrimió numerosas excusas para no cumplir las «pautas»
establecidas por el obispo, situación que llevó a la comunicación de éstas,
notarialmente. Pese a ello, su ejecución no se acometió hasta el 14 de noviembre de
1799. El enojo de Verdugo había llegado al máximo a causa de una misiva del
Comandante General en la que le rogaba pusiera orden en el Hospital. Así mismo, éste
propone en numerosas ocasiones al antiguo administrador, Francisco Tolosa.
Contrariamente, el vicario, aconseja y potencia la persona del capellán Juan Antonio
Lugo, clérigo que considera muy apto para tal puesto. Verdugo solo aceptará el cambio
de administración.

El 21 de abril de 1800, el obispo Verdugo establece una nueva normativa, mucho


más amplia que la de Tavira, que procura enfocar su atención hacia una administración
operativa y eficaz; en otras palabras, hacia «el gobierno y buen orden del Hospital». La
Junta de Caridad establecida en 1793, desapareció, instaurándose una estructura de
gobierno articulada con cuatro mayordomos de diferente índole y seleccionados de la
siguiente manera: el beneficiario de la iglesia Matriz de la Concepción873; el capellán,
que asume el cargo de rector del Hospital; un vecino del lugar nominado por el
Comandante General; y por último, un sacerdote designado por el vicario de la Diócesis.
Importante fue la figura elegida por el Comandante General, Marcelino Prat, que gracias
a su condición castrense, sargento mayor de la plaza, instauró orden en los
desbarajustes anteriores, Cioranescu nos comenta que en 1802 los funcionarios que

872
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, p. 380-381.
873
En la Real Orden de 16 de noviembre de 1756 le daba potestad sobre la distribución del
importe obtenido las doce Toneladas.

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prestaban servicios al Hospital incluían: un médico, un practicante y tres criados (un


enfermero de cada sexo y un portero); además un boticario y una lavandera con
domicilio fuera del Hospital. La gestión de esta nueva dirección logró satisfacer las
peticiones recibidas, poniendo en funcionamiento las recomendaciones planteadas por
la autoridad eclesiástica874. El 6 de mayo de 1800, el Obispo comunicó a los interesados
las disposiciones, celebrándose al día siguiente la primera reunión para agilizar el
proyecto. Dentro de estas disposiciones se recogía el aumento de personal subalterno,
deficitario a causa de los recortes llevados a cabo por la anterior dirección, contratando
como cirujano a Nicolás de Salas y como sangrador a Lorenzo Rodríguez Prieto. El
boticario y la botica presentaron una situación más complicada ante la existencia de un
contrato previo. El Comandante General Perlasca había conseguido trasladar a este
funcionario al Hospital Militar. Ante la carencia de este servicio en el Centro, quedaba el
establecimiento en pésimas condiciones. Valorando esta situación, la recientemente
nombrada Junta toma la decisión de arrendarla nuevamente a Pedro Buitrago, pero éste
embarcó para Buenos Aires, lo que propició que se llegara a un acuerdo el 13 de abril de
1803, donde se le arrendaba nuevamente a Jacinto Montero875. La nueva reforma fue
criticada y no ejecutada por completo, quedando tan solo en una «pequeña mejora».
Las intenciones del obispo Verdugo se centraban en contentar a todos, situación que
llevó a conservar a aquellos que habían realizado desfalcos, lo que creó la aparición de
diferentes bandos. Miranda y Tolosa se confabularán en contra del capellán, mientras
que el beneficiado procuró mantenerse al margen de las disputas.876

874
Como Mayordomo archivero será nombrado Francisco Tolosa, como Mayordomo cobrador
estará Agustín Miranda; el Mayordomo rector y capellán será Juan Antonio Lugo.
875
Se le arrienda otra vez la botica a Jacinto Montero con las siguientes condiciones, menos
ventajosas que las anteriores para el Hospital, que se resumen en: un contrato por cuatro años a
partir del 1 de abril de 1804, ratificando la fianza del pasado arrendamiento, Juan Perdomo; el
alquiler de la casa del practicante se le pagará integro al boticario; las medicinas de enfermos de
pago las pagarán dichos enfermos; el desmonte, traslado y montaje de la botica correrá a cargo
del boticario; No se le cobrará alquiler a Montero; la botica se pondrá en uno de los cuartos bajos
del Hospital; entregará de gracia las medicinas que precisen los enfermos, y si no estuvieran se
comprarán en la botica del pueblo, pagándolas de su bolsillo el boticario.
876
El capellán presentó su dimisión al obispo. Aprovechó su carta de cese para acusar a Tolosa de
ser el causante de todos los problemas existentes, además de problemas personales. Dicha carta
concluía con la propuesta al obispo de la ampliación de las mayordomías, aconsejando la figura
del párroco del Pilar o de cualquier clérigo lagunero. Tolosa por su parte, despidió al personal

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138. Manuel Antonio de la Cruz: Retrato del Obispo Manuel


Verdugo y Albiturria (segunda mitad del siglo XVIII).

Tanto las irregularidades económicas como las


obras que se llevaban a cabo en el edificio,
lograron que la Institución se sumergiera en la
«bancarrota», llegando a tener que desprenderse
de la plata que el Hospital poseía desde su
fundación. Esta situación provocó la dimisión del
médico Joaquín Viejobueno en febrero de 1804877.
El informe presentado por éste, lleva a que la
dimisión de Tolosa se convirtiera en un hecho. El asombro del obispo Verdugo, ante la
situación del Hospital, lo instó a suspender los capítulos de sus constituciones referentes
al gobierno de los Mayordomos, el 24 de marzo de 1804, nombrando a Marcelino Prat
como administrador, el cual, comunicó inmediatamente al obispo su imposibilidad para
organizar el Hospital878. Con la intención de sanear la Institución, pidió al obispo poderes
más amplios, temporalmente. Esto conllevó el despido del servicio y su nueva
contratación. Portando el beneplácito del obispo, Prat gobernó el Centro con «mano de
hierro», logrando encauzar las finanzas hospitalarias. Esta labor desembocó en
numerosas críticas, que dieron pie a que, José Francisco Martinón, en 1805, solicitara
una nueva reforma, que fue bien vista por el alcalde del Ayuntamiento de Santa Cruz de
Tenerife, Nicolás González Sopranis, pero no por la autoridad eclesiástica, el obispo
Verdugo. Todo ello, llevó a que se estableciera una batalla entre los «adeptos y
enemigos» de Prat, lo que favoreció la considerable decadencia del Centro.

El Ayuntamiento aprobó, en 1816, la instalación de una Escuela de Cirugía en sus


dependencias, lo que planteó la intención de trasladar el Establecimiento al cuartel de

subalterno, seleccionando un nuevo servicio de su entera confianza, con la pretensión de aislar a


Lugo.
877
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, p. 373-382.
Antes de marcharse indica tres normas a seguir para lograr un buen funcionamiento del Centro:
la administración de las medicinas según lo dispone el médico a sus horas, dosis y buena calidad;
la recta administración de alimentos según lo dictamine el profesor; y el aseo y la purificación del
Hospital.
878
Prat se enfrentó con Miranda, cuando le ruega que se abstenga de cobrar tributos, rentas y
demás sin su intervención (Junta celebrada el 9 de julio de 1805).

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San Miguel, para lo que se solicitó el permiso a Bartolomé Mesa, dueño del recinto879.
En este momento, se produjeron diferentes cambios e innovaciones en este campo, que
se pretendían incorporar a la práctica médica en Canarias: se originó una fusión de la
medicina y cirugía, lo que llevó a considerarla como una ciencia; el comienzo del empleo
y el desarrollo de la anestesia, lo que permitió una cirugía orientada hacia los resultados
y rápida; se desarrolló la asepsia y la antisepsia, permitiendo una mayor seguridad en la
intervenciones quirúrgicas; y, por último, el descubrimiento de los rayos X, al finalizar el
siglo, posibilitó un abordaje directo la patología ósea.

Atendiendo a la ley de 20 de junio de 1849, el Ayuntamiento de Santa Cruz de


Tenerife estaba obligado a tomar a su cargo el Centro. Para su gestión y administración
nombró una Junta Municipal de Beneficencia, a la que se le dio nueva organización con
arreglo al Reglamento de 14 de mayo de 1852 que ejecutaba la anterior ley citada. Por
último, la Real Orden de 29 de diciembre de 1853 declaraba provinciales a todos los
centros de beneficencia, situación que se aplicó a los de Santa Cruz de Tenerife a partir
del 31 de marzo de 1854, asumiendo su gestión la Diputación Provincial880. A raíz de
esto, se creó una Junta de Gobierno que se encargaba de todas las instituciones con
similares características.881

No se ha encontrado hasta la fecha documentación que nos indique como era el


trazado primitivo de la fábrica originaria del Hospital, existiendo tan solo algún referente
en la Guía… de Poggi y Borsotto, donde se nos habla de «una pequeña construcción con
capilla adosada de una sola nave»882. En la década de 1750 a 1760, se construyó un
edificio de tradición italiana, donde la planta presenta forma en «C», como resultado de
las modificaciones efectuadas por el General Benavides en las dependencias y
habitaciones en la zona este y en la planta superior883. Pese a ello, el edificio, al igual que
muchos de sus homónimos construidos en las Islas, presentaba un modelo de la casa-

879
Se cree que nunca se llevó a cabo, ante la carencia de documentación que lo justifique.
880
FRAGA GONZALEZ, C. El arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha (1822-1889). Santa Cruz de
Tenerife: Instituto de Estudios Canarios, 1999.
881
Estaba formada para su gestión por: Director, Administrador-Depositario y el Secretario-
Contador.
882
POGGI Y BORSOTTO (2004). Opus cit., p. 86.
883
APIC: carpeta 4.

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hospital de estructura claustral, disponiéndose las salas de enfermería en torno a un


patio, impidiéndose el correcto asoleamiento de las fachadas de las crujías y provocaba
una deficiente ventilación cruzada, situación que generaba rincones umbríos que
posibilitaban el desarrollo de agentes patógenos, provocándose una lenta «recuperación
de la salud de los enfermos»884. Sus salas carecían de diferenciación entre infecciosos y
no infecciosos, así como entre medicina y cirugía; esta falta de clasificación no ocurría
con la diferenciación por sexos, que desde sus orígenes estuvo siempre bien definida.
Además, la incapacidad de algunos enfermos no era tomada en cuenta al colocarlos en
la sala destinadas para alojarlos, ocupando éstos las camas de manera aleatoria. Los
servicios generales se encontraban dispersos por el recinto hospitalario, aprovechando
cualquier espacio que se pudiera adaptar a las necesidades y a la actividad a desarrollar.
En el lado sur, se ubicaban los terrenos destinados a cultivos que abastecían de
alimentos y plantas medicinales tanto a la cocina como a la botica.

139. Luis Cola Benítez: Vista del antiguo


Hospital desde la torre de la Iglesia de la
Concepción (2006).

El carácter eclesiástico fundacional


plantea la posibilidad que la capilla
fuera una de las primeras obras a
acometer. Sus dimensiones se
desconocen, aunque existen dos
referentes que pudieran dar algún
dato: el plano de Francisco Tolosa, de
igual extensión a la que está presente a inicios del siglo XIX885. Al observar y analizar
estos documentos comprobamos que el edificio se articulaba a partir de dos niveles o
alturas, donde la planta baja, que ocupaba un solar rectangular desviado en dirección
noroeste-sureste, presentaba una mayor dimensión que la alta, estando ésta colocada

884
Paradójicamente, en el mundo anglosajón se comienza a construir hospitales con tipología en
pabellones a partir de 1730, cuyo primer ejemplo fue el Hospital de San Bartolomé de Londres.
885
APIC: Legº 31, nº 17.
Nos ha llegado una aguada firmada por Francisco Tolosa, donde aparecen las dos plantas que
tenía el Hospital en el cambio de siglo. Corresponden a la distribución de espacios establecidos
por la Junta tras la reforma realizada por el obispo Verdugo.

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sobre las crujías este y sur. En este lado «irregular» se ubicaba la fachada principal. Todo
el edificio desarrollaba su vida interior a partir de cuatro crujías, casi «regulares», que
acotaban un patio claustrado de considerables dimensiones, 20 varas de largo por 10 de
ancho y en cuyo centro existía un pozo. La crujía desarrollada en el lado oeste del
edificio lindaba con la iglesia, de una sola nave larga, de dimensiones a tener en cuenta y
que presentaba una iconografía que seguía las pautas de algunos de los personajes que
protegieron a esta entidad a lo largo de su historia886. Ésta, adosada en el lateral oeste
del edificio del Hospital, estaba comunicada con el edificio, lo que permitía acceder a los
enfermos a los actos litúrgicos con relativa facilidad. Un arco triunfal daba paso a un
retablo policromado y dorado que estaba presidido por un nicho único donde se
veneraba a Nuestra Señora de Los Desamparados, coronado por un cuadro ovalado con
la advocación al Santísimo Cristo de La Laguna. A ambos lados de éste, estaban
colocados sendos cuadros de San Felipe Neri y San Felipe Vinicio. Junto a este mobiliario
principal de culto, se hallaban tres retablos más, de los que dos de ellos se enfrentaban,
uno en el lado del evangelio y otro en el de la epístola. Contaba con un aforo de once
asientos de pino para los feligreses, además de un escaño de tea para guardar la cera.
Incluso, estaban presentes en el recinto, un púlpito de madera pintada, un confesionario
y dos pilas de agua bendita de mármol, en forma de concha e incrustadas en la pared. 887

Enfrentada a esta crujía encontrábamos la del lado oeste donde solo se hallaba un
corredor y escalera de acceso a la zona privada de Antonio de Benavides888. El lado
contrario a la crujía donde estaba ubicada la fachada se destinó a enfermerías separadas
por sexos, dándose la posibilidad de unificar los espacios durante los actos litúrgicos
desarrollados en el oratorio del Asilo. De esta manera, los tres habitáculos se fusionaban
para conformar uno. Un óleo horizontal y alargado lo presidía con la advocación de la
Virgen del Carmen, San Ignacio de Loyola y San Rodrigo. Una entrada exterior daba

886
Destacan entre ellos a los fundadores de la entidad, los hermanos Logman, así como el obispo
Morán y uno de sus máximos benefactores, Antonio de Benavides.
887
APIC: Legº 31, nº 17.
888
Esta constituida una vivienda de cuatro habitaciones, la cocina con su despensa y una
considerable sala; se le unían, tanto en el lado este como en el oeste, considerables balconadas
cerradas con celosías. A partir de 1804, se destina esta zona para la ubicación de la botica,
rehabilitando cuartos destinados a la servidumbre del Centro formados por cocinas, dormitorios
y despensa.

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acceso al cuarto mortuorio presente en este lateral del Centro889. El Comandante


General Perlasca, a finales del siglo XVIII, sufragó nuevas estancias en la planta superior
de esta zona: un granero, dos cuartos de héticos que se comunicaban con una zona
destinada a enfermos de pago o «decentes»890, una sala de juntas de considerables
dimensiones y un archivo. Todas estas obras tuvieron la aprobación «forzada» tanto del
obispo como del capellán ante las nuevas necesidades que aparecían en la Institución891.
La fachada principal presentaba dos vanos que daban acceso al edificio: una a la
izquierda, que permitía acceder a un zaguán previo al corredor que precedía al patio, y
la otra a la derecha, con cancel, de mayor dimensión, que permitía acceder a la capilla a
todos los vecinos del barrio de El Cabo y de Los Llanos, así como al resto de la población
de la ciudad.892

Además, el Hospital contaba con un «poco usado» cementerio, desde los últimos
años del siglo XVIII893, en un solar contiguo al edificio, orientado de norte a sur y con una
adecuada ventilación, lo que favorecía el movimiento de los denominados «aires
insanos» producto de la descomposición de los cadáveres. En España, la orden de
construirse los cementerios fuera del poblado databa de 1773, cuyo objetivo era quitar
la costumbre insalubre de enterrar en las iglesias como se demuestra en la Ley 1ª, tít. iii,
lib. i de ley Novísima. En 1787, Carlos III legisló (Ley 11, título 13, partida 1.a) la disciplina
de la Iglesia en el uso y la construcción de los cementerios, atendiendo a la Liturgia

889
Años más tarde, en el segundo tercio del siglo XIX se rehabilitó para la ubicación en este lugar
de la ermita de San Telmo.
890
Las dependencias de pago estaban dotadas de dos habitaciones de las que una tenía la utilidad
de dormitorio; a estos dos habitáculos se les une una sala. Si resulta sorprendente la distribución
de esta nueva zona, donde no se le da independencia al acceso a los dos cuartos de héticos.
891
La Junta Rectora, y en particular el obispo Verdugo y el capellán Lugo, no considerando viable
la existencia de «enfermos de pago». A todo ellos se unió la frecuente ruinosa situación
económica del Centro, que dificultaba la terminación de las obras a inicios del XIX, lo que llevó a
la venta de algunos objetos destinados al culto, fruto de las donaciones efectuadas por los
Fernando Fuentes y los hermanos fundadores, los Logman. Las cantidades obtenidas no
cubrieron la deuda, aportando el General Perlasca parte de ésta. Las obras no concluyeron hasta
que Prat asume la dirección.
892
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, p. 375-381.
Entre ambas figuraban dos cuartos con alcobas que en este momento servían de despojos, para
recoger la ropa y para desvestir a los enfermos; a sus espaldas y en la mitad de la galería se
encontraba la destiladera.
893
Persistía la tradición de sepultar en la iglesia; el recinto no estaba acotado, lo que llevó a
numerosas quejas (el recinto sirvió de zona de pasto no dándole el uso para el que estaba
destinado).

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romana, y ordenando la instauración de los cementerios rurales, tomando como


referencia el Reglamento del Cementerio del Real Sitio de San Idelfonso. A comienzo del
siglo XIX, se activó este proyecto ante la carencia de espacio para enterramientos en la
Iglesia Matriz, así como el miedo presente en la población ante las recientes epidemias
que habían afectado seriamente a la Isla y en particular a la ciudad. Se planteó un
aumento de su superficie, anexando un «solar vecino», así como el murado de éste,
intención que se pensó sufragar con 200 pesos procedentes de «la gracia de Toneladas»,
junto a 100 que había donado el obispo Plaza en una visita pastoral para que se
comprase madera con la que techar un ángulo del edificio, 800 pesos pagados por los
herederos de Josefa Garcés por su estancia en el recinto sanitario y las diferentes
limosnas que habían aportado «feligreses y almas caritativas». Pero con la
reestructuración que la Junta encargó a Francisco Tolosa, se propuso un proyecto de
mayor envergadura que el pensado primigeniamente894. El 28 de mayo de 1800, Tolosa
presentó a la Junta una «aguada con el diseño del cerramiento», cuyo precio ascendía a
la cantidad de 500 pesos y unas dimensiones de 60 x 20 x 3’5 varas (largo-ancho-alto) de
sus muros895. La urgencia de la obra hizo que la Junta solicitara la aprobación del Obispo
y del Comandante General para la puesta en marcha, pese a la postura de algunos de
sus miembros, como «la inocua oposición del capellán». Las obras se iniciaron
rápidamente, deteniéndose al año siguiente ante la pésima gestión propia y
característica de los años precedentes, y la falta de fondos que pagaran tal empresa,
quedando pendiente tan solo la mitad. Años más tarde, en julio de 1805, el Comandante
General Prat comunicó al prelado de la Diócesis las condiciones en que se hallaba el
cementerio, exponiéndole éste «que cuando dejara en orden los asuntos del Centro,
reiniciara las labores del cementerio». El orden y una correcta gestión de los recursos
del Hospital nunca debió llegar, ya que años más tarde, los terrenos donde estaba
ubicado el «inconcluso y futuro cementerio» fueron usados para la ampliación del
Hospital.

894
La obra urgía pues el párroco de la Concepción ya había advertido de la falta de espacio, solo
restando dos sepulturas, así como los problemas sanitarios causados por los últimos
enterramientos acaecidos.
895
El Hospital era el propietario del terreno; además contaban con el agua y la piedra
almacenada con anterioridad por el Hospital (piedra de Los Cristianos para enlosado).

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140. Alberto Darias Príncipe: Proyecto para


el cementerio propuesto por Francisco de
Tolosa en 1800 ubicado en unos de los
laterales del Hospital (1995).

La Ley de 20 de junio de 1849


otorgaba al Ayuntamiento la gestión
del Hospital, creándose la Junta
Municipal de Beneficencia a la que se
le dio organización atendiendo al
Reglamento recogido en la Ley de 14
de mayo de 1852. Esta primera Junta fue como una «bocanada de aire fresco»,
aportando orden y el saneamiento de cuentas, situación algo anecdótica en la historia
de esta Institución896. La Real Orden de 29 de diciembre 1853 declaraba provinciales
todos los establecimientos del territorio nacional, otorgándoles el control de su gestión
a la Diputación Provincial y de la Junta Provincial de Beneficencia. Éstos comenzaron a
regirse como tales a partir del 31 de marzo de 1854, con el consiguiente nombramiento
de una Junta de Gobierno con la función del cuidado y administración del Hospital y los
diferentes asilos benéficos existentes, formada por un Director, Administrador-
Depositario y un Secretario-Contador. A pesar de la importancia de las fundaciones
privadas, las creaciones públicas debidas al «Estado benefactor» y a los municipios
constituyeron las iniciativas más destacadas en el siglo XVIII y XIX. Esta situación
permitió ampliar las dependencias existentes en el Hospital Provincial utilizando el solar
del cementerio en proyecto ubicado en el lado oeste del edificio897. Esta ampliación
originó una nueva distribución que conllevó una nucleación de la capilla, ubicándose
ésta en el eje central en la nueva planta. La «novedosa articulación del edificio», con
respecto al ya existente, conformó una planta rectangular orientado de este a oeste con
dos patios en su interior, propuesta muy alejada de los modelos que se desarrollaban en
ese momento dentro de esta tipología, más en la órbita de la arquitectura en pabellones
que ya desde 1801 había propuesto Durand en su Reccueil et parallèle…, donde se

896
Se realizan mejoras en el edificio y en su dotación (la botica del centro se surte de existencias
para varios años), fruto de la buena gestión que se realizó tanto en las cuentas, rentas y subfrutos
del Hospital.
897
Esta modificación del proyecto previo, se planteó ante la reciente creación de un cementerio
municipal, de San Rafael y San Roque, en las proximidades del Establecimiento.

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decanta por el Hospital de Stonehouse y el diseño de Poyet en su segundo informe,


como se refleja en el diseño que propone en Précis des leçons… (1809), con un edificio
articulado a partir de siete pabellones a cada lado de un patio alargado o avenida
central898. Pese a ello, ya desde el siglo XVII la arquitectura hospitalaria había cambiado
de doctrina: la era de los Hôtels-Dieu góticos se cierra y la arquitectura hospitalaria
intenta apoyarse en principios de higiene en busca de soluciones que llevarán en el siglo
XVIII a un arte basado en los principios fundamentales tales como la docencia, la
investigación y sobre todo, la asistencia. A partir de este momento, es la funcionalidad lo
que prima, poniendo especial interés en el diseño de los edificios con el punto de mira,
en el cuidado del entorno del enfermo de forma que pueda curarse en un ambiente más
saludable.

Paralelamente a esta «concepción utilitaria de la arquitectura», convivió un


movimiento estético que procuraba reflejar en las artes aquellos principios intelectuales
presentes en la Ilustración, que desde mediados del siglo XVIII se producían en el
pensamiento filosófico, transmitiéndose progresivamente a todos los ámbitos de la
cultura. Fue la Ilustración, el punto de partida de la Real Academia de las Bellas Artes de
San Fernando. La primera propuesta de fundación sucede en 1726 de la mano del pintor
Antonio Meléndez, quien propone a Felipe V la creación de una institución semejante a
las de Roma, París, Florencia o Flandes, en la que se trataran la pintura, la escultura y la
arquitectura. Esta iniciativa se materializó con la apertura de una Academia privada que
funcionó entre 1741 y 1744, este último, momento en el que se produce su fundación
con el nombre provisional de Junta Preparatoria. En 1747, se aprueba su primer
estatuto, que estuvieron vigentes hasta su redacción y aprobación definitiva en 1757, y
se nombra «maestro director extraordinario de escultura en la Academia» a Felipe de
Castro, escultor personal de Fernando VI. Varios años más tarde, en 1752, se realiza su
fundación definitiva adoptando el nombre de Real Academia de las Tres Nobles Artes de
San Fernando, colocándose al frente, a partir de 1753, a los artistas italianos Olivieri,
Corrado Giaquinto y Juan Batista Sachetti. Su objetivo principal era la implantación de
una «nueva estética», denominado buen gusto, que sustituyera el Barroco por el
Neoclasicismo. Desde la Corona se pretendía europeizar el país, introduciendo el gusto

898
PEVSNER, N. (1979). Opus cit, p. 182.

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francés. No obstante lo más que en un primer momento se consiguió fue una marcada
diferenciación entre el centro y la periferia. Mientras en la Corte el arte se aproxima a
las corrientes extranjeras, en las provincias la situación era muy diferente, quedando
patente hacia la década de los 60 del siglo XVIII la existencia de una considerable tensión
entre un gusto oficial y otro periférico, pues tenemos que tener presente que los
artesanos carecían de una destaca formación artística y seguían siendo el baluarte de
propagación del Barroco. En cualquier caso, la Real Academia pretendía poner a la
arquitectura española en consonancia con la que se realizaba en el resto de Europa,
mediante una enseñanza articulada a partir de «cursos metódicos y rigurosos», aunque
a pesar de los esfuerzos de protectores, directores y profesores no llegaron a cuajar en
su totalidad.

En Canarias, como punto estratégico comercial, desde el siglo XIX había llegado
cierta literatura sobre arquitectura que aborda temas puntuales, lejos de aspectos
estilísticos. Este momento vino marcado por los ideales de la Academia a los que se unía
el neoclasicismo que se estaba desarrollando en ese momento en Francia, lo que
permite afirmar que no existirán teorizadores en arquitectura hasta bien entrado el siglo
XX. La minoritaria intelectualidad de este momento vendrá caracterizada por una serie
de pautas bien definidas: existe una generación viajera en posesión de una formación
clásica adquirida en los cenobios y meditada posteriormente, y la participación en
ámbitos de intercambio de ideas y conocimientos que se realizaba en las tertulias
desarrolladas ampliamente en las Sociedades Económicas de Amigos del País que
proliferaron por la geografía insular. Tanto la pérdida del monopolio del saber como la
heterodoxia presente en el mundo ilustrado, levantó un cierto «resquemor» en algunos
círculos de la Iglesia899. Pese a ello, será ésta la principal promotora durante el primer
periodo clasicista, de lo que ha quedado constancia en la Catedral de Las Palmas y en la
de La Laguna, así como en el edificio diseñado para la iglesia de Gáldar en Gran Canaria.
La segunda mitad del siglo XIX, estará mediatizada por cuestiones de carácter
económico y social, a lo que se unirá una considerable influencia inglesa, «amalgama de
situaciones», que provocará una novedosa postura ante la arquitectura que pasando a

899
AA. VV. Gran Enciclopedia de El Arte en Canaria. Santa Cruz de Tenerife: Centro de la Cultura
Popular Canaria, 1998, p. 171-172.

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ser una expresión de la posesión de recursos materiales y la influencia que se tenía en el


colectivo al que se pertenece.

141. Manuel de Oraá y Arcocha: Proyecto para la fachada del Hospital


de los Desamparados (1995).

En las islas se carecía de academia alguna que formara a los nuevos artistas, a
excepción de un centro ubicado en Santa Cruz de Tenerife creado por el Comandante
General Juan Ibáñez Cuevas para la adquisición de conocimientos elementales de
ingeniería por parte de los oficiales a su cargo. La academización, que desde la Corona se
intenta, se ve respaldada por las Sociedades Económicas, lo que ocasionó que desde
1782 se contara en Gran Canaria con una Academia de Arquitectura, bajo la dirección de
Diego Nicolás Eduardo, y fundada por Jerónimo Róo, canónigo de la seo canaria, con la
finalidad básica de formar a los arquitectos y técnicos inmersos en las obras de
edificación de la Catedral. De breve vida, mantuvo su actividad académica durante unos
pocos años, relevándola en sus funciones la Escuela de Dibujo creada por la Sociedad
Económica de Amigos de País de Las Palmas de Gran Canaria. Esta agónica situación, se
ve subsanada tras la llegada, en 1847, del primer arquitecto titulado, Manuel de Oraá y
Arcocha, quién no solo salva la situación sino que incorpora a Canarias, de forma
habitual, a la línea academicista peninsular900. En 1853 es nombrado Arquitecto
Provincial de Canarias, por la R.O. de 8 de junio, cinco años antes de que se estableciera
este cargo en el resto del país901. Esta posición favoreció que se creara un «nuevo

900
Ibidem, p. 174.
901
MARTIN RODRÍGUEZ, F. (Dir.). Manuel de Oraá. Primer arquitecto provincial de Canarias. In
Revista Basa, nº 4. Santa Cruz de Tenerife: Colegio de Arquitectos de Canarias, noviembre 1985.
Más reciente en, FRAGA GONZALEZ, C. El arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha (1822-1889). San
Cristóbal de La Laguna: Instituto de Estudios Canarios, 1999.

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orden», en defensa de las competencias profesionales de su especialidad y una «férrea


lucha contra el intrusismo».902

142. Anónimo: El arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha (ca.


1880).

Numerosas fueron las obras e intervenciones que


efectúa en la provincia, pero es la obra del
«Hospital de Nuestra Señora de los
Desamparados» en Santa Cruz de Tenerife la
actuación de mayor envergadura que se acometió
en su tiempo. El encargo del proyecto de
reedificación y ampliación del edificio903 fue
aprobado el 6 de febrero de 1863, realizándose la
ejecución de las obras a lo largo de varias décadas
debido a la carencia de recursos para tal fin904. Se dio comienzo por la construcción de
toda la fachada principal. Esta ampliación se ejecutó en dos momentos: el primero hasta
1868 y en 1875 la segunda905. Seguidamente, tras la conclusión de la fachada, se levantó
el ala oeste, que ya estaba acabada en 1881, una gran galería destinada a albergar
numerosas camas en caso de epidemia, pese a que para tal fin se utilizaba el lazareto
ubicado en Cabo Llano. Además se ejecutó la crujía sur destinada a oficinas, cuarto del
practicante, servicios, sala de operaciones y escalera principal. El Hospital pasó a tener,
con esta reestructuración, seis enfermerías, bastante claras y ventiladas, tres para
hombres y tres para mugeres, designadas con los consiguientes nombres: San Eduardo,
Jesús, Dolores, Santa Isabel, San Pedro, Desamparados; la crujía sur, todavía en 1881,
estaba pendiente de terminar y el centro de la edificación estaba ocupado por un bonito
jardín que sirve para el recreo de los enfermos convalecientes906, con el que se pretendía

902
CHAVES MARTÍN, M.A. La introducción a los postulados académicos en la arquitectura
Canaria: Manuel de Oraá y Arcocha (1822-1889). In Anuario de estudios atlánticos Nº. 41, 1995,
p. 535-549.
903
Remitido a Madrid en 1861 para su aprobación que no fue efectiva hasta febrero de 1862.
904
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit., p. 85-90.
905
DARIAS PRÍNCIPE, A. Hospital de los Desamparados. In Revista Basa, nº1, diciembre 1983, p.
62.
906
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit., p. 89.

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no solo embellecer el asilo sino favorecer el contacto de los pacientes con la naturaleza,
condiciones que favorecían su recuperación, a las que se unían condiciones
climatológicas.

143. Anónimo: Fachada y parte de la crujía a la calle San Carlos del Hospital
antes del incendio acaecido en 1888 (segunda mitad del siglo XIX).

El 8 de Febrero de 1881, la Señora Presidenta de la Junta de Caridad de Señoras,


solicitó a la Diputación Provincial recursos económicos para el establecimiento de los
servicios de las Hermanas de La Caridad en los Asilos de Beneficencia, no efectiva hasta
el 5 de abril, quedando la congregación al frente de los establecimientos, mediante
contrato rubricado el 27 de julio de ese mismo año907. Durante 1883, se agilizó la
construcción de la galería de la crujía oeste del patio G y se estipularon las medidas
necesarias para la conclusión de la fachada principal908. Al año siguiente, se dio inicio a la
demolición de la capilla y se acordó el acondicionamiento del local destinado a la
práctica de las autopsias judiciales. Con esta modificación de la estructura, se concluía

907
Aprobado por la Comisión Permanente de la Diputación Provincial de Canarias y firmado en
Madrid por el Sr. Director de la Hijas de la Caridad, Mariano J. Haller. Tras hacer efectivo el
contrato, se concertó el traslado de 10 hermanas para que tomen bajo su cuidado y dirección los
asilos de Beneficencia de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife.
908
Boletín Oficial del Estado, números 8 y 151 de 17 de enero y 19 de diciembre de 1883,
respectivamente.

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con el carácter eclesiástico que había caracterizado al establecimiento benéfico desde su


fundación909.

Las condiciones de los enfermos, así como la asistencia sanitaria que a partir de
este momento se prestará en este Hospital, mejoran considerablemente como apunta
en el texto de su Guía… el autor Poggi y Borsotto: Mucho se ha mejorado este
establecimiento, donde los enfermos reciben una delicada y esmerada asistencia; pero
las obras recientemente empezadas no pueden continuarse por falta de recursos y es
lástima que no puedan terminarse cuanto antes. Creemos que a pesar de los grandes
esfuerzos que han hecho y hacen las personas que se hallan a su frente, nada se
conseguirá por ahora, pues el estado de penuria en que sucesos recientes, que nosotros
lamentamos, han colocado a todas las Corporaciones administrativas, no permitirá por
mucho tiempo atender a aquella obra910. A estos comentarios, se le unió el realizado por
la inglesa Olivia M. Stone en su visita la Isla en 1883, donde alude a las condiciones de la
«nueva construcción» que describe como un edificio de gran tamaño, al que no dejan de
añadir secciones además de renovar la parte antigua. Parte del ala nueva está destinada
al manicomio911. Aunque fueron importantes las mejoras acometidas en el recinto
hospitalario, no fueron las suficientes para hacer frente al brote de fiebre amarilla912 que
azotó a la capital tinerfeña, formulándose duras críticas contra la Diputación provincial
desde la prensa del momento913. Tal fue la magnitud de la epidemia que se vieron
afectados otros lugares de la Isla y del Archipiélago, saturándose los establecimientos de
beneficencia de ciudades como La Laguna, La Orotava, Santa Cruz de La Palma y Las
Palmas de Gran Canaria.914

909
El recinto sacro, de uso para la comunidad en general y para los asilados, dejo de ser
protagonista, gracias a los avances científicos que poco a poco obligaron a desechar el concepto
de salud-enfermedad intervenido por la acción divina.
910
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit., p. 89.
911
STONE, O.M. Tenerife y sus seis satélites. Tomo I. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular
de Gran Canaria, 1995, p. 35. Citado en FRAGA GONZÁLEZ, 1999, p. 196.
912
Dos fueron los brotes epidémicos de fiebre amarilla que sufrió Santa Cruz: uno en 1862 y el
otro al año siguiente, en 1863.
913
La Democracia (Santa Cruz de Tenerife), 5 de febrero de 1882.
914
El Memorandum (Santa Cruz de Tenerife), 10 de febrero de 1882.

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144. Anónimo: Incendio del Hospital de Nuestra


Señora de los Desamparados (1888).

El 17 de marzo de 1888, el Hospital


sufre un fuerte incendio915 de los que se
conservó, tan solo, la fábrica realizada
por Manuel de Oraá, interrumpiéndose
drásticamente la actividad constructiva
que se había desarrollado hasta la fecha.
La crujía central, la fachada a la calle San Carlos, el ala sur y la pared este, quedaron
completamente arruinadas. De la antigua fábrica nada se salvó, muriendo dos personas
de los 400 individuos alojados en él en ese momento916. La reconstrucción del edificio se
logró gracias al seguro917 que se había contratado en 1877 y a los diferentes fondos
procedentes de una lista variopinta de contribuyentes, obteniéndose un total de 45.575
pesetas procedentes de la compañía aseguradora918 que aportó la cantidad mayor, la
colonia canaria de Montevideo en Argentina919, la Asociación Canaria de Beneficencia de
la Republica Uruguaya920 y el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz921. Además, se
aprovecharon las cantidades exigentes de la suscripción abierta para paliar los daños del
terremoto de 1884.922

Las primeras actuaciones se enfocaron a las obras de la crujía central, en el


interior del edificio, prosiguiendo con el resto de la construcción en diferentes fases
sucesivas. La dirección de la reedificación se le encargó a Manuel de Cámara923, quien
supervisó las obras en todas y cada una de sus etapas hasta su finalización924. Su

915
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 17 de marzo (nº 476) de 1888.
916
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 17 de marzo (nº 476) y 3 de agosto (nº 529) de
1888; 30 de marzo (nº 725) y 25 de septiembre (nº 871) de 1889.
917
A.H.P.T. Libro de Actas de la Diputación Provincial, 1887.
918
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 11 de mayo (nº 460) de 1888.
919
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 7 de septiembre (nº 558) de 1888.
920
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 28 de mayo (nº 773) de 1889.
921
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 18 de julio (nº 814) de 1889.
922
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 18 de mayo (nº 765) de 1889.
923
GALANTE GÓMEZ, F. Arquitectura canaria: el ideal clásico (desde la segunda mitad del siglo
XVIII hasta finales del siglo XIX). Las Palmas de Gran Canaria: Edirca, 1989, p. 75-76.
924
Las formas arquitectónicas de este Hospital beben de las tipologías hospitalarias de mediados
del siglo XV, siendo el referente el Hospital florentino de Santa Maria Novella, cuya disposición,

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intervención en este edificio está orientada hacia la reconstrucción de todas aquellas


partes dañadas durante el incendio fatal de 1888. El proyecto de reconstrucción de
Cámara pretendía desarrollar una planta neutra en torno a dos patios que buscaban
desarrollar un plan de saneamiento para la ciudad en el que quedaba conectado el
establecimiento con el Cementerio de San Rafael y San Roque por una parte, y con la
Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción por otra, gracias al puente de hierro que se
proyectó y que dio lugar a numerosas críticas925. Con este esquema se procuraba
conjugar arquitectura y urbanismo, unido a el deseo de situar a los hospitales fuera de
las ciudades propio del siglo XIX. Frustrada esta intención por la vertiginosa expansión y
crecimiento de las grandes urbes, se mantuvo una concepción simplista que se centró
en la ignorancia de la estrecha relación siempre existente entre el hospital y la ciudad,
debido en parte a la afluencia diaria de pacientes a las diferentes áreas con la finalidad
de visitar a los familiares internos, la práctica de la medicina social o el acceso de los
usuarios a las consultas médicas externas.

Para la ejecución de este proyecto, se estableció inicialmente un presupuesto de


44.502,70 pesetas, ganando el concurso de las obras, de las cuatro propuestas
presentadas, el contratista Salvador Marichal el 7 de septiembre de 1888. Las obras
rápidamente comenzaron el 18 de octubre de 1888, y concluyeron el 5 de julio de 1889.
Esto llevó a que el arquitecto Cámara solicitara seguidamente presupuestos para el ala
sur, estableciendo un montante de 33.775,32 pesetas926, que asumió y ganó el mismo
maestro de obras que realizó las de la crujía central.927

en cruz inscrita en un cuadrado, es un modelo italianizante que modela el resto de ejemplos


europeos. En España es introducido por Enrique Egas en los primeros años del siglo XVI, en los
importantes encargos regios que se le realizan para Santiago de Compostela, Toledo o Granada,
ejemplos de los que se ejecutarán en las Indias. Estos diseños persisten hasta el siglo XIX en la
tipología de asilos de beneficencia.
925
BENEDICTO JUSTO, A. M. La introducción de la noción higienista en España (1850-1900).
Equipamientos hospitalarios en Santa Cruz de Tenerife. Tesina dirigida por Mª Isabel Navarro
Segura. La Laguna: Universidad de La Laguna, [s.a.] 2003. p. 168.
Este novedoso planteamiento establecía los límites urbanos del complejo hospitalario, y resolvía
los problemas de funcionamiento de un equipamiento preciso para la ciudad.
926
Boletín Oficial del Estado, nº 126, 25 de septiembre de 1889.
927
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 9 de noviembre (nº 909) de 1889.

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145. Anónimo: Retrato del arquitecto Manuel de Cámara y Cruz


(1848-1921).

Los derribos dieron comienzo el 9 de diciembre de


1889, colocándose seguidamente las columnas de hierro
de los dos patios adquiridas en Sevilla928. En mayo de
1890 estaban colocadas las vigas de la segunda planta de
la crujía de la calle San Carlos929 y al año siguiente quedó
concluida la obra de mampostería exterior de las
secciones sur y este930. Tras finalizar la parte interior, las
obras se detuvieron entre agosto de 1891 y los primeros
meses de 1895, para posteriormente continuar de manera vertiginosa. En marzo de
1895, la gran sala de enfermería para mujeres en la crujía de la calle de San Carlos,
ubicada en el lado este y anexa a ella, así como un cuarto-almacén en el área de cirugía,
habían sido terminadas, además de una sala destinada a intervenciones quirúrgicas. Esta
último se colocó en esta crujía atendiendo a la luminosidad procedente del sol que
favorecía la visualización del campo quirúrgico931. La colocación del pavimento de
mármol quedó concluida en abril de 1895, siendo costeado por la Junta de Caridad con
486, 50 pesetas, además de 1.000 pesetas suministradas por Juan Febles Campos932; la
verja de hierro, traída de Sevilla para el vestíbulo, quedó instalada en mayo del mismo
año933. El 3 de noviembre de 1897 se colocó, sobre el frontón de la fachada principal, la
imagen de bronce representando la Caridad, traída desde París por, el ya fallecido,
Santiago de la Rosa, Diputado Inspector de los Establecimientos de Beneficencia.

Con lo que respecta a la solución desarrollada en su interior, las «calles» por las
que discurría el tráfico quedaron claramente concretados. La «calle principal o pública»,
lugar destinado a la circulación de grandes grupos de personas (familiares, pacientes

928
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 19 de diciembre (nº 934) de 1889.
929
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 21 de mayo (nº 1065) de 1890.
930
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 17 de marzo (nº 1311) de 1891.
931
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 9 de marzo (nº 2496) de 1895.
También se hizo público en la prensa local, la colocación de los solados de cuatro galerías, en otra
sala del piso principal y en dos del segundo.
932
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 6 de abril (nº 2518) de 1895.
933
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 11 de mayo (nº 2546) de 1895.

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externos, visitas, estudiantes,…) estaba definida por la caja de escalera alineada con el
acceso principal al edificio y limitada por las alas este-oeste-sur. Ésta valía como eje a
ambos patios, a la vez que establecía una marcada simetría y permitía acceder a la
mayoría de las dependencias. Los dos patios, claustrados en la planta baja y sostenido
con columnas de hierro sobre pedestales de cantería eran muy similares, siendo una de
las soluciones más significativas del edificio. Con ellas se sustentaban las «calles de
tratamiento», lugares habilitados para el desplazamiento entre las diferentes áreas de
medicación y cuidados. Esta nueva propuesta establecida para el articulado del edificio
permitió la considerable, pero no completa, mejora de las condiciones de diafanidad y
ventilación, a lo que se unía la presencia de formas vegetales que procuraban emular un
«diminuto bosque». Vanos equidistantes en forma de amplias ventanas son,
exceptuando el reloj del lado este, la característica más notable en las dos alturas
restantes del edificio, que facilitaban el trasiego de aire del interior al exterior y
viceversa. Por último destacar la carencia de «calle de suministro», no contemplada en
el proyecto, ubicándose de manera aleatoria por toda la geografía del establecimiento
hospitalario.

Dentro de las intervenciones que Oraá efectúa en esta edificación, queda claro
como la fachada principal, una de las mejores obras de la arquitectura neoclásica
canaria934, se convierte en su objetivo principal, colocando en un segundo plano al resto
del inmueble, lo que hace pensar que las innovaciones higiénicas presentes en otros
ejemplos arquitectónicos europeos, y el debate científico, social y arquitectónico del
momento no fueron tomado en cuenta durante el proceso de diseño. El trazado original
y los posteriores beben de las fuentes renacientes, en el que se emplea para el
articulado del edificio una cruz inserta en un cuadrado, donde la distribución de
volúmenes establecidos destaca considerablemente, disponiendo tras la fachada los dos
patios interiores ya nombrados. Para los laterales se establecen paramentos sencillos,
carentes de ornato, donde los vanos se disponen de manera regular935. Este edificio
decimonónico, que se enmarca dentro de la arquitectura clasicista y académica, no tiene
en cuenta para nada los principios higiénicos tanto en su articulado como en su

934
GALANTE GÓMEZ, F. (1989). Opus cit, p. 75.
935
FRAGA GONZÁLEZ, C. (1977). Opus cit., p. 48.

Tesis Doctoral Página 458


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ubicación en la urbe936. A estas taras, se les une el considerable tamaño del inmueble y
el uso de la ventilación natural como forma de movilización del aire, realizado tan solo
por medio de los vanos abiertos al exterior y a los patios internos, mecanismo de
aireación considerablemente distante de la arquitectura hospitalaria en pabellones por
circulación cubierta o subterránea que se estaba desarrollando en ese momento en
Europa937. Esta distribución en salas, numerosos pisos (hasta un total de tres), escaleras,
pasillos y corredores, eran las formas menos propicias para una correcta renovación del
aire, a lo que se le unía una orientación y soleamiento defectuosos.

146. Anónimo: Interior del Hospital tras la reconstrucción


(Fuente: ACIT- Negociado de Beneficencia-caja nº 6968).

Entre 1900 y 1950 se efectúan numerosas aportaciones a este edificio que


procuraron mejorar las instalaciones existentes. Por un lado, se realizaron
modificaciones estructurales que buscaban adaptarse al nuevo programa funcional que,
poco a poco, se fue estableciendo para solventar sus necesidades, tanto asistenciales
como tecnológicas, secundarias a un aumento progresivo de la población de Santa Cruz
de Tenerife. A ello se unió la incorporación de nuevas técnicas, instrumentos y aparatos

936
Se ubica en una área poco saludables de la ciudad, como eran el Barranco de Santos en la zona
del conocido «Charco de la Casona».
937
BENEDICTO JUSTO, A (2003). Opus cit., p. 169-170.

Tesis Doctoral Página 459


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que paulatinamente se incorporaban a la «fisionomía propia de los recintos


hospitalarios». El nuevo concepto de hospital precisaba un desglose por especialidades,
que permitiera una asistencia más específica a los problemas y enfermedades de sus
usuarios. Éstas se centraban en definir departamentos que trataran especialidades tales
como la médica, la quirúrgica, la pediátrica, la obstetro-ginecológica, la psiquiátrica y la
geriátrica. A lo largo de la historia de nuestro país, a semejanza de lo acaecido en el
panorama internacional, se habían fundado diferentes tipos de hospitales que podían
atender a la titularidad (estatales, provinciales, militares, locales,…) o a el tipo de
asistencia que ofrecían (agudos, crónicos, infecciosos, monográficos como los
psiquiátricos). El de Nuestra Señora de los Desamparados se enmarcaba en el primero y
se convirtió progresivamente, por su carácter provincial, en el punto de referencia
sanitario de máximo rango en toda la isla.
Progresivamente se había ido recomponiendo la estructura proyectada para el
edificio hospitalario tras el incendio de 1888 sin haber presentado un proyecto «bien
definido» para su reconstrucción. La oportunidad que brindaba tan «trascendental
catástrofe» no fue aprovechada para establecer las tipologías arquitectónicas que en
ese momento se estaban empleando para la construcción de hospitales, una
distribución en pabellones, en sus diferentes modalidades, que daba destacada
importancia a la comunicación entre las diferentes áreas del edificio, estableciendo
subcategorías según la forma de conexión (ligados por circulación abierta, ligados por
circulación semicubierta, ligados por circulación cubierta o ligados por circulación
subterránea) y que se emplearon para dar soluciones arquitectónicas entre el siglo XVIII
y el primer tercio del siglo XX938. Son tres los objetivos que se establecerán para el
desarrollo de las intervenciones que se efectuarán en el edificio del centro hospitalario
capitalino: el tratamiento de las aguas, tanto blancas como negras, así como el de los
residuos hospitalarios; el desarrollo y organización del área quirúrgica junto con la
incorporación de tecnología y adaptación del edificio para acogerla; y, por último, la
progresiva ampliación del inmueble para asumir su categoría de provincial y lograr una
asistencia sanitaria que llegara a la creciente población de la Isla.

938
El primer edificio construido con esta tipología fue el hospital de San Bartolomé de Londres
(1730). En el primer tercio del siglo XX, convivió con la tipología denominada monobloque.

Tesis Doctoral Página 460


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Santa Cruz de Tenerife mostraba un crecimiento demográfico considerable,


pasando de los 35.055 habitantes en 1900 a los 52.698 en 1920, lo que llevaba a que se
precisara de mayores recursos sanitarios y asistenciales que atendieran a las
necesidades poblacionales939. Los trabajos para la ampliación del edificio perduraron
durante años, adquiriendo la Corporación insular solares para lograr tal proyecto. Hasta
el año 1919 no se proyectó la ampliación del recinto hospitalario, para lo que
paulatinamente se adquirieron propiedades y solares colindantes de la calle San
Sebastián. El arquitecto Antonio Pintor se decantó por modelos decimonónicos de
crujías paralelas entre sí y perpendiculares al eje rector. En lo referente a su distribución,
la capilla fue desplazada al ala oeste, perdiendo el protagonismo que durante siglos
había poseído por su carácter de fundación eclesiástica940. La Administración,
preocupada por lograr un hospital que se ajustara a las demandas asistenciales,
procuraba aportar el espacio preciso para la ampliación del centro sanitario, por lo que
el 31 de agosto de 1923, bajo la presidencia accidental de Antonio Toribio Valle, se
adquirió una casa ubicada en el número 18 de la calle San Sebastián, de 166,50 metros
cuadrados, por un valor de 5.000 pesetas941. Al año siguiente, el 16 de abril, se procedió
a la demolición de la casa, junto a los números 2, 4 y 20, todas ellas en la citada calle,

939
Instituto Canario de Estadística (ISTAC): http://www2.gobiernodecanarias.org/istac/jaxi-
web/menu.do?path=/02010/C00025A/P0001&file=pcaxis&type=pcaxis
940
La nueva ubicación era poco habitual en este tipo de construcciones que disponían estas
dependencias en el centro del recinto como referente para todos los asilados y con un mensaje
claro, «la curación por medio de la salvación en Dios». Esta disposición había sido una constante
en el desarrollo arquitectónico del edificio hospitalario desde la época renaciente, como ocurre
tanto en el Hospital de las Cinco Llagas en Sevilla como en el Hospital Real de Santiago de
Compostela, donde en el primero su iglesia, colocada en el centro de la fundación, se disponía
con una altura superior con respecto al resto de la construcción, lo que enfatizaba la importancia
de éste; en el segundo, la capilla fue dispuesta en la confluencia de los tres brazos de la «T», lo
que correspondería al centro del edificio, propuesta efectuada por Enrique de Egas para la planta
del edificio. Esta zona donde había estado el antiguo oratorio desde su fundación fue destinada a
otras actividades distintas a las eclesiásticas como fueron los servicios centrales, lo que indicaba
la presencia de un cambio de mentalidad que comenzaba a gestarse en el territorio insular, y que
otorgaba a la ciencia y la medicina el protagonismo que hasta la fecha había asumido la fe
católica.
941
Sus propietarios eran: Narciso Barrera Vizcaíno; Marina Barrera Vizcaíno; Flora Castro y Torres
como representante legal de sus menores hijos Antonio, Tomás, Miguel y Florencio Barrera y
Castro; y Dimas Expósito en concepto de heredero de su esposa María Barrera Vizcaíno.

Tesis Doctoral Página 461


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con el mismo fin y que años antes se habían comprado para el aumento de la superficie
del establecimiento.942

Progresivamente, el nuevo edificio se fue acomodando a las nuevas necesidades


que tanto asistencial como tecnológicamente se fueron generando. El Estatuto
provincial de 20 de marzo de 1925, promovido por el Director General de la
Administración José Calvo Sotelo, obligaba a efectuar una serie de modificaciones en el
recinto hospitalario, de las que era responsable la Corporación insular943. La Diputación
provincial, considerada «inútil» desde su nacimiento944, realizó intervenciones
orientadas a que el Hospital pudiera asumir las competencias asistenciales
correspondientes a un establecimiento provincial: la demolición y construcción de
tabiques en la planta baja del edificio primitivo y pabellones; en los primeros pisos,
construcción de una terraza en el departamento de Cuna de Expósitos, para facilitar las
sesiones de fototerapia; en los segundos pisos, modificación de la distribución
proyectada y galería cubierta en el tercer pabellón en proyecto; en el tercer piso del
pabellón central, cambio de la distribución para establecer en él los servicios generales y
administrativos; una prolongación de la escalera central frente al segundo pabellón, en
construcción, hasta el último piso de dicho pabellón; sala de operaciones, debidamente
cubierta; y construcción de locales para albergar la sala mortuoria, estufa y horno
crematorio en el costado oeste de la huerta donde estaba instalado el Instituto de
Higiene. En junio de 1929, tras la elaboración del debido proyecto, se efectuaron las

942
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6962; expediente nº 7 y 86.
Tras el fallecimiento el 12 de diciembre de 1928 de Isabel de los Ríos y Gutiérrez, mediante
testamento otorgado el 11 de febrero de 1925 ante el Notario Antonio Ríonegro y Díez, el
patrimonio de la Institución aumenta con la donación efectuada por esta señora, que entrega
una casa en el nº 18 de la calle Progreso, …pero con la obligación de que con cargo a la renta de
dicha casa se diga una Misa en cada uno de los Altares de la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de
la Concepción, de esta Capital, todos los años en el mismo día del mes en que su fallecimiento
haya ocurrido, y, además, una Misa todos los años el día de San Buenaventura y otro el día de San
Francisco, en memoria de sus padres… La cantidad se estipuló en 2750 pesetas para el pago del
encargo de la difunta.
943
GIL MARÍN, J.C. Codex Canariensis. Compilación de los documentos constitutivos del hecho
diferencial archipielágico. Madrid: Cultiva Comunicaciones, S.L., 2009, p. 86.
El Cabildo Insular tenía la responsable de las competencias en materia de sanidad y beneficencia
como se estipulaba en el artículo número 5 apartado c) de la Ley Constitutiva de los Cabildos
Insulares de 11 de julio de 1912.
944
GALVÁN RODRÍGUEZ, E. El origen de la autonomía Canaria. Historia de una Diputación
provincial (1813-1925). Madrid: MAP, 1995, p. 153.

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modificaciones por parte del arquitecto Antonio Pintor, en relación a la «nueva


escalera», proponiendo su prolongación hasta la altura del tercer piso el pabellón
central, lo que proporcionaba a esta crujía un acceso adecuado a la última planta y la
incorporación de estas dependencias.945

Las obras de ampliación y remodelación del edificio se fueron desarrollando


paulatinamente, con pequeños contratiempos que se subsanaban sobre la marcha. La
Comisión Permanente de la Presidencia, en agosto de 1925, decidió solicitar un proyecto
y presupuesto para la reforma del pabellón central de los cinco que componían la
ampliación de los Establecimientos de Beneficencia. Para el proyecto se definieron una
serie de requisitos que procuraban dar uniformidad al edificio para lograr una solución
que favoreciera la comunicación de los diferentes pabellones: a).= Pabellón central; b).=
Enlace del pabellón central con el que hoy está en construcción; c).= Unión de los
pabellones con la parte vieja del edificio; d).= Terminación completa del patio que queda
entre ambos pabellones para que preste servicios mientras no se construyan los
pabellones intermedios946. Con la reforma de esta zona, y una vez trasladada la capilla al
lateral oeste del edificio, en esta ubicación se planteó colocar los servicios centrales
junto a los administrativos. El proyecto y presupuesto elaborado por el arquitecto
Antonio Pintor, ascendió a 151.810,54 pesetas, el cual fue ejecutado por el destajista
Manuel Padrón Sosa.947

La elevada tasa de mortalidad por tuberculosis en Santa Cruz de Tenerife durante


el primer cuarto del siglo XX (1900-1925), presentaba valores considerablemente
elevados, un 2,31 ‰, frente al 1,68 ‰ que se atribuía al territorio nacional948. Esta
situación obligó a que la Comisión Permanente de la Corporación insular, a instancias del
médico Castelo Gómez, acordara la construcción en el Hospital de un dispensario
antituberculoso el 26 de enero de 1926, ateniéndose a lo establecido en el Estatuto
Provincial en el artículo 126 caso B), que buscaba el empleo y reorganización de los

945
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 156.
946
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 14, p. 3.
947
Ibidem, p. 16-17.
948
CERVIÁ CABRERA, T. Estudio sobre la epidemiología antituberculosa en Santa Cruz de Tenerife.
Tesis Doctoral dedicada al Dr. Juan Negrín López y al Dr. Francisco Rozabal Farnés. Madrid:
Universidad Central de Madrid, 1936, p. 19-20.

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departamentos y servicios ya existentes. El nuevo departamento procuraba prestar


asistencia a los tísicos incluyendo los siguientes servicios: una consulta pública destinada
a pretuberculosos y tuberculosos pobres; una sala de aislamiento para los que padezcan
enfermedades infecciosas; una instalación radiográfica y radioterapéutica para el
diagnóstico y tratamiento del cáncer; una sala de hospitalización de prostitutas
enfermas; un consultorio público gratuito de enfermedades venéreas; y un servicio de
puericultura también público.

147. Anónimo: Pabellón en construcción del Hospital Civil (ca. 1929).

El proyecto de instalar en el centro el dispensario antituberculoso fue frenado por


el Médico Director del Hospital, Luis García Ramos, quien estimaba necesaria la
conclusión de las obras que se estaban ejecutándose en ese momento. Tras un estudio
detallado de la situación del Centro, se decidió priorizar aquellas intervenciones que
consideraban de mayor necesidad, tales como: la sala de aislamiento para los enfermos
infecciosos, ubicándola en la Sala de San Antonio, situando en el patio para infecciosos a
los hombres, y en la de San Juan, en igual sitio para tuberculosos, dejando el tercer piso
del pabellón número tres para las mujeres; la instalación radiográfica y radioterapéutica
para el diagnóstico y tratamiento del cáncer se ubicará en el primer piso del primitivo
edificio, situación acordada en el expediente número 219 del Negociado de Beneficencia
y Sanidad del año 1928; la sala de hospitalización de prostitutas enfermas se decidió
colocar en el primer piso del tercer pabellón, con 14 camas, dos W.C., dos baños, cuarto
de curas y despacho médico, junto al consultorio público gratuito de enfermedades

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venéreas en el que se propuso como médico honorario y gratuito a Gumersindo


Robayna949. La tuberculosis proseguía con su diseminación infectando a un considerable
número de población. Pese a que la tasa de mortalidad había disminuido
considerablemente, en 1934 era de 1,55 ‰, frente al máximo registrado en 1908 de
2,94 ‰, el creciente número de tísicos carentes de dispositivos adecuados para
acogerlos, llevó a que, en agosto de 1935, se procediera a realizar pequeñas reformas
provisionales que iban dirigidas a las Salas del servicio de enfermas tuberculosas,
queriéndose transformar un habitáculo en el que anteriormente había alojado el
servicio de esterilización y anestesia.950

Tanto la eliminación como el suministro de agua fue uno de los problemas que
durante el primer tercio del siglo XX se procuró buscar la solución más idónea. Las
características del establecimiento hospitalario unidas a la actividad que se desarrollaba
en él, obligaban a tener agua disponible en todo momento. En ocasiones había quedado
desprovisto de suministro el Hospital por causas muy variadas, situación que se procuró
subsanar encargando un proyecto de instalación de tubería y depósitos de agua951 al
arquitecto Antonio Pintor y Ocete, el 25 de agosto de 1932. El problema del suministro
se había procurado solventar con la instalación de dos depósitos de agua en la azotea
del edificio952 en abril de 1929. El proyecto destinado a la canalización de agua que debía
llegar a los cuatro depósitos ubicados en el techo del centro sanitario, debían partir del
servicio público de aguas de la calle San Sebastián. Para la canalización se
presupuestaron 716,08 pesetas confiando el encargo al destajista Francisco García
Martín, mientras que la instalación de los depósitos de agua se le hizo a Indalecio

949
Dispensario que años más tarde se decidirá reubicar, fundando un sifilicomio en la calle San
Sebastián por su proximidad a los prostíbulos de la ciudad.
950
Instalando en éste un cuarto de aseo (baño, ducha, bidet, lavabo, etc.), para el uso de las
expresadas enfermas y una sala anexa para enfermas distinguidas. El proyecto fue ejecutado por
Indalecio Barbuzano Díaz por un importe total del presupuesto de 1.468 pesetas y 25 céntimos,
cargado al Capítulo 11, artículo 9º del vigente presupuesto, cuyas obras fueron entregadas en el
mes de octubre.
951
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 317-318.
952
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 110. El proyecto también fue
diseñado por el arquitecto Antonio Pintor y Ocete y se presupuestó la cantidad de 3.479,69
pesetas.

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Barbuzano Díaz por el precio de 2.193,25 pesetas953. Con respecto a los trabajos de
fontanería efectuada, se instalaron en cada una de las dos azoteas de los dos nuevos
pabellones de los Asilos de la Capital seis depósitos cilíndricos de hierro galvanizado y de
cuatrocientos litros cada uno, montados sobre vigas de hierro; instalación en el patio
central de un contador, desde el cual partirán dos ramales de tubería de una pulgada
para alimentar los depósitos; además del mismo patio se colocarán otros dos ramales
con llaves de manguera de una pulgada; los servicios de agua a ambos pabellones serán
completamente independientes y con tubería de una pulgada y cuarto; a la entrada de la
tubería de cada departamento se colocará una llave de paso de una pulgada que servirá
en caso de avería…; cada depósito llevará una tapa de plancha de hierro galvanizado; la
toma de agua para el contador se hará en la nueva acometida que para el servicio de
incendios ha de hacerse por la calle de San Sebastián; en las obras de instalación de que
se trata, no se comprende la parte de albañilería. En junio de 1933, la obra quedó
completamente terminada.954

148. Proyecto de lavadero (ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7183; expediente nº 73).

953
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; p. 118-119.
954
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6988; expediente nº 230.

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Así como se había puesto interés en las aguas blancas, se le dio igual importancia,
como ya se ha comentado, a las aguas negras. No solo existe una preocupación
considerable por el edificio, sino por el entorno en el que se encontraba inmerso.
Independientemente del presupuesto fijado para la ampliación del Centro, en
septiembre de 1927, se precisó habilitar otra partida adicional para las obras a ejecutar
en la alcantarilla de ambos pabellones, el 1º y 2º, cuyo importe ascendió a 1.551
pesetas955. Desde hacía tiempo, los residuos y aguas fecales eran vertidos al barranco y
depositándose en el charco que se formaba al unirse las aguas de correntía con las
procedentes de la pleamares, lo que ocasionaba una situación considerablemente
insalubre. Posteriormente, el 7 de junio de 1933, se aprobó la dotación de alcantarillado
para el resto del Hospital mediante proyecto realizado por el arquitecto Antonio Pintor,
con lo que se dejaba inoperante definitivamente la fosa séptica existente956. Para su
ejecución, el Ayuntamiento de la capital autorizó las obras el 15 de septiembre del
mismo año957, pese a que desde marzo de 1929 ya se había solicitado realizar esta
intervención que conllevaba el tendido hasta la alcantarilla en la calle San Carlos, a lo
que el Ayuntamiento dio su permiso estableciéndole una serie de indicaciones que
evitaran la obstrucción de ésta958. La inquietud que se había generado por conseguir una
adecuada eliminación de las aguas fecales se prolongó a la del tratamiento de los
residuos sólidos que se producían, que en ese momento eran abandonados en diversas
zonas poco transitadas o en la costa, para que el mar con las pleamares los hiciera

955
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 14, p. 42-54.
Al mes siguiente, en octubre de 1927, todas las obras que se ejecutaban en el establecimiento
fueron suspendidas ante la precaria situación económica de la Corporación Insular que buscaba
una forma lógica de concluir el año presupuestario. Iniciándose el siguiente año, fueron
retomadas nuevamente, poniendo énfasis en las directrices establecidas por la Junta Rectora que
se centraron básicamente en la forma de pago de la obra en ejecución.
956
Ibidem, p. 216.
Se presupuestó la cantidad de 5.198,35 pesetas para la realización de la obra.
957
Ibidem, p. 316.
958
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6975; expediente nº 382.
… Dada la importancia del edificio al que se refiere y a que será imposible evitar que los desagües
del mismo lleven materias, como algodones, trapos, etc., que obstruirán forzosamente la
acometida con los consiguientes perjuicios para el Establecimiento y para la higiene creo muy
conveniente que al hacer el acople a la alcantarilla coloquen un pequeño depósito-registro antes
del empalme de la arquilla que haga que los materiales que puedan entorpecer el desagüe se
decanten y deshagan, pudiendo servir al mismo tiempo para la limpieza en caso de obstrucción en
la red de evacuación del mismo… El importe de la obra fue de 9.162,35 pesetas.

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desaparecer. La ciudad de Santa Cruz carecía de dispositivos que procesaran o


custodiaran estos desechos, lo que llevó a que la Corporación insular se viera en la
necesidad de dotar al Establecimiento con un horno crematorio que destruyera,
mediante la incineración, los desperdicios resultantes de las curas y demás actividades
sanitarias.

Con el paso de los años, la zona más antigua del establecimiento comenzó a
presentar problemas, que básicamente se centraban en lo obsoleto del sistema de
fontanería, tanto de abastecimiento como de desagüe. En marzo de 1939, se efectuaron
obras de reforma en la Sala de Desamparados, proyectadas por el arquitecto José
Enrique Marrero Regalado y ejecutadas por el contratista Indalecio Barbuzano y José
Padrón Afonso, cuyo coste suponía un importe de 1.726,15 pesetas959. Esta primera
fase, se vio seguida por otra que pretendía instalar una conducción única destinada a
evacuar las aguas blancas y negras, acoplándose al colector general o alcantarilla de la
Avenida Marítima. La obra, proyectada en agosto de 1939 por el arquitecto Tomás
Machado Méndez, buscaba un objetivo bien definido que se centraba en la protección
del entorno del centro sanitario: estando en la actualidad en los dos patios anteriores
desaguando en el Barranco de «Santos» y como a diario se friegan con jabón y baldean,
resulta de un efecto deplorable y antihigiénico el de ver discurrir en pleno verano por el
mencionado Barranco estas aguas residuales; como por otro lado no hay posibilidad,
actualmente, de poner servicios sanitarios en la planta baja del Hospital y en los locales
de oficinas, secretaría, despachos médicos, sala primera y segunda, médico de guardia y
sala tercera y cuarta, por estar la alcantarilla existente, que para por los patios
posteriores, a un nivel superior de los locales antes mencionada960. Se pretendía excavar
hasta obtener la rasante de la alcantarilla, realizar su conexión instalando un forjado de
tres pozos de acople y desvío con tapas de fundición de 0,70 metros y el relleno de la
zanja resultante junto a la colocación de los adoquines ya existentes. La partida que se
dispuso para tal fin ascendía a la cantidad de 4.704,84 pesetas, cuyo destajo fue

959
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; Oficios y escritos que no figuran en
expedientes.
960
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7044; expediente nº 66.

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efectuado por el contratista José Padrón Afonso. En septiembre de 1939 las obras
estaban finalizadas y entregadas.961

149. Proyecto de terminación de las obras de la sala de operaciones quirúrgicas.


( ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6982; expediente nº 40).

150. Adquisición de una lámpara Pantophos para la Sala de Operaciones.


(ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6988; expediente nº 119).

961
Ibidem.

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Escalonadamente se fueron incorporando a los centros sanitarios una serie de


productos empleados en el cuidado de la salud, cuyas competencias radicaban en el
diagnóstico, la vigilancia o el tratamiento de cada enfermedad que pudiera afectar a los
seres humanos. Estas innovadoras tecnologías, que aglutinaban a la ciencia y la técnica,
mejoraban la calidad asistencial y los resultados, empleando como herramientas el
diagnóstico precoz que ayudaba al empleo del tratamiento más idóneo y menos invasivo
proporcionando una mayor calidad de vida. Los hospitales, a medida que se efectuaban
nuevos descubrimientos, iban incorporando a su cartera de servicios, técnicas y
tratamientos que ayudaban a la pronta recuperación de los individuos. Una de las
primeras utilizaciones de los progresos tecnológicos dentro del edificio hospitalario
capitalino se materializó en la instalación eléctrica en el primer pabellón del edificio
hospitalario pese a que desde finales del siglo XIX se le había dado uso doméstico en las
casas, y público con la iluminación de las calles962. Pese a que la electricidad ya había
llegado a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife desde 1897, no es hasta 1926 cuando se
decide instalarlo en el Centro, lo que permitía la incorporación de herramientas de
diagnóstico que entre otras cosas precisaban de esta energía para su funcionamiento. La
instauración de este sistema fue confiada a Gregorio García por un total de 945,40
pesetas963. Posteriormente Andrés García ofertó a la Corporación un presupuesto de
menor cuantía, un total de 711,75 pesetas, situación que llevó a que el 18 de octubre de
1926 se le encargara la terminación del piso principal al primero y el resto del pabellón
al segundo964. El 15 de noviembre de 1930 se aprueba el presupuesto presentado por la
Casa Siemens Industria Eléctrica por valor de 744 pesetas, para la instalación de las
distintas ampliaciones de alumbrado a realizar en el segundo pabellón en construcción
de este hospital, facultando al Presidente del Cabildo a gestionar que la toma de

962
CABRERA ARMAS, L.G.; HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, J. F. UNELCO. Historia de la Electricidad en
Canarias. Santa Cruz de Tenerife: UNELCO, 1988, p. 25-39.
La electricidad llega por primera vez a Canarias en 1893 a la ciudad de Santa Cruz de La Palma,
para posteriormente, al año siguiente, hacer su entrada en la isla de Tenerife por la villa de La
Orotava. A la capital, a Santa Cruz de Tenerife, llegó más tardíamente ante la falta de apoyo
popular, lo que hizo que la electrificación de la ciudad no se culminara hasta el 7 de noviembre
de 1897.
963
El desglose de la cantidad total era la siguiente: 197 pesetas y 5 céntimos por el salón alto; 292
pesetas y 55 céntimos por la correspondiente a los baños y retretes; y 455 pesetas y 80 céntimos
por el pasillo.
964
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6962; expediente nº 114.

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corriente se efectúe de una acometida distinta a la que hoy existe (…) y para adquirir si
fuera conveniente, un nuevo contador especialmente destinado a este servicio.965

Una de las primeras actuaciones fue la creación de un habitáculo destinado a la


esterilización del material. Se solicitó al arquitecto Antonio Pintor la confección de
sendos presupuesto y proyecto, para dotar al edificio de una sala para la estufa, a lo que
se unió el del depósito de cadáveres y lavadero. Mientras el primero mantenía el
quirófano operativo, el segundo aislaba y custodiaba a los enfermos fallecidos, y el
último proporcionaba ropa limpia para las salas, tanto de hospitalización como
quirúrgicas. Las obras fueron adjudicadas a Francisco Padrón Marrero en marzo de 1935
por un importe total de 18.840,57 pesetas, siendo recibidas en mayo de 1938 por el
arquitecto Marrero Regalado.966En el mes de diciembre de 1928, el arquitecto Antonio
Pintor remite a la Corporación Insular los planos y presupuesto para la conclusión de las
obras de construcción de una sala de operaciones967, que posteriormente, el 17 de
enero de 1931, fue modificado atendiendo a las directrices establecidas por el Médico-
Director, aplicar a las obras de la sala de operaciones unas determinadas características
que abordaban temas como los materiales, dotación, formas y distribución del
habitáculo, y entre las que se incluían la preparación de un dispositivo que permitiera a
alumnos visualizar las intervenciones realizadas: a) La puerta que da acceso a la Sala de
operaciones aséptica debe instalarse en forma tal que no existan ángulos o lugares
donde se deposite el polvo, sin montante, con cristales en toda su extensión y bisagras
que permitan abrirla en un sentido o en otro; b) En el costado Norte de dicha Sala debe
abrirse un ventanal a la altura y medida convenientes, para que puedan ser presenciadas
las operaciones, sin necesidad de entrar en la Sala; c) El color del piso, así como el de los
azulejos y estucado de las paredes debe ser gris, verde u otro tono claro; d) A la sala
séptica debe dotársele de desagüe desaparecer los ángulos de las paredes; Los huecos de
las ventanas deben ser cubiertos con cristal deslumbrado, provisto de ventanillos que

965
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 10; Beneficencia y Sanidad; p. 109.
966
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº7087; expediente nº 407.
967
Ibidem, p. 132-133.
Se estableció un presupuesto que ascendía a 3.569,41 pesetas.

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permitan una adecuada y buena ventilación; La puerta de acceso a la Sala debe ser como
la indicada en el inciso a).968

En marzo de 1931 se efectuaron modificaciones del proyecto por parte del


arquitecto municipal Antonio Pintor que elevaron el presupuesto a 6.711,34 pesetas, a
las que se unieron otras efectuadas en septiembre de este mismo año, adjudicando el
destajo de las obras a Manuel Padrón Sosa969. La finalización y entrega de la obra a la
Corporación insular se vería retrasada ante la carencia de material específico, ya que,
como se recoge en las Actas, el contratista se había visto obligado a pedir al Extranjero
piezas curvas de azulejo por no hallarse de venta en esta plaza. La obra fue entregada en
marzo de 1932, quedando pendiente el mejoramiento de la iluminación del
habitáculo970, situación que se resolvió en septiembre de 1933 cuando se instala
alumbrado en las salas de operaciones asépticas y sépticas de los Establecimiento
Insulares de Beneficencia de esta Capital, en virtud de su grato Oficio Nº 324 del 21 de
Junio ppdo., ascendiendo la factura a un total de 490 pesetas971. La iluminación de la sala
del quirófano constituyó otro reto de considerable magnitud, que se intentó paliar con
mecanismos que proporcionaran luz natural al campo quirúrgico. Los sucesivos
progresos tecnológicos en este campo, al que se unía la reciente instalación de
electricidad en el centro, permitieron que para la nueva dependencia quirúrgica se
adquiriera una «lámpara Pantophos», que presentaba condiciones especiales inherentes
a la variada actividad quirúrgica, con objeto de obtener claridad suficiente tanto en la
superficie de las heridas como en la profundidad de las mismas, y un «Pantostato», para

968
Ibidem, p. 190.
969
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6982; expediente nº 40.
Se adjudica por la cantidad de 2.881,04 pesetas siendo firmado y modificado por el Ingeniero-
Director Miguel Pintor.
970
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit. p. 79-80-170.
971
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6981; Escritos y oficios que no figuran en
expedientes.
Para la iluminación del campo operatorio, la eléctrica sustituyó a la de gas, debido a que esta
última era incompatible con la anestesia por inhalación de sustancias volátiles. Fueron
numerosos los tipos de lámparas que se fabricaron, como el espejo binocular de Clar diseñada
para otorrinolaringología, la lámpara frontal de Horsley (1906), o los spots en neurocirugía. Para
potenciar al alumbrado de los quirófanos, algunos de ellos incorporaron a su estructura altos
ventanales de vidrio que dejaban pasar la luz como el de la Clínica Quirúrgica del Hospital de
Estrasburgo de finales del siglo XIX. Además, para evitar la entrada de microorganismos, los
ventanales eran continuamente regados con agua fría, a lo que se unía el aspirado del aire de la
sala, realizado a distancia por medio de tuberías ubicadas tras la cortina de agua corriente.

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funcionar con corriente alterna para la aplicación de galvanización, faradización y


endoscopia. En lo referente a la primera, se solicitó información y presupuesto sobre
diferentes modelos a la Casa Carl Zeiss de Jena en Alemania, los cuales fueron remitidos
con fecha 3 de agosto de 1932. Tras el estudio y valoración que efectúan los médicos
facultativos del Hospital, se procedió a la adquisición de un modelo cuyo importe
ascendía a 960 pesetas972. Con respecto al segundo aparato, se acordó el 22 de febrero
de 1933 adquirir el presentado al «concursillo» en el que José García Granados actuaba
como representante de Siemens Reiniger Vaifa S. A., cuyo importe era de 415 marcos de
oro, dinero que debía ser abonado en seis mensualidades973. Tal calidad lumínica era la
que aportaba la lámpara adquirida, que en julio de 1933 se procedió a solicitar la
instalación de persianas movibles en la parte exterior de la cristalera de la sala de
operaciones para evitar la acción directa de los rayos solares, así como para aprovechar
completamente el efecto de iluminación de la Lámpara Pantophos.974

En abril de 1932, tras la finalización de las obras en los nuevos locales del segundo
pabellón destinado al servicio de operaciones quirúrgicas se procedió a la instalación de
la sala de esterilización anexa a la de operaciones asépticas situada al norte del nuevo
local, según los planos aprobados por la Comisión Permanente de 26 de junio de 1929,
proponiendo la posibilidad de instalar en estas nuevas dependencias el ya existente en
el Centro; pese a que la solución siempre se consideró muy interesante, ésta nunca se
llevó a cabo. La Dirección facultativa estimó, tras analizar los diferentes presupuestos,
que los ofertantes no habían interpretado los deseos del cuerpo directivo, por lo que el
28 de julio de 1932, se da un plazo de 15 días para una ampliación del proyecto
explicando con claridad los deseos de los contratantes: un autoclave vertical de 0,40 m.,
2 id. Horizontal de 0,40 m., 2 depósitos para agua esterilizada de 75 litros cada uno, 2
lavabos y una estufa de Poupinel unida a la instalación de esterilización. De los nuevos
costes presentados, se seleccionó la proposición A, realizada por la casa Drapier & Fils,
cuyo importe ascendía a 1.497 pesetas. El sistema de esterilización queda instalado

972
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6988; expediente nº 119.
Al importe del Pantostato se le debe añadir 55 pesetas más en concepto de embalaje y 8,75
pesetas para el seguro.
973
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº7001-7002; expediente nº 39.
974
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº7001-7002; expediente nº 195.

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definitivamente en mayo de 1933, tras diferentes contratiempos que se centraron en la


«infidelidad» de la empresa montadora con respecto al plano originario.975

151. Sala de esterilización. (ACIT- Negociado de Beneficencia:


caja nº 7001-7002; expediente nº 95).

Los nuevos avances en temas de microbiología, llevaron a que en mayo de 1933,


se habilitaron las medidas pertinentes para realizar una intervención en la sala de
operaciones del pabellón central, haciendo desaparecer el zócalo de azulejos y su
revestimiento, para pintar posteriormente con esmalte blanco, así como la colocación
de piso de gres cerámico por un total de 560 pesetas; además, se acordó encargar a la
recientemente instalada Fábrica de Gas, la instalación del sistema de conducción para
los pabellones primero y segundo por un importe de 922,90 pesetas976. Nuevamente, en
mayo de 1939, se proyectó la ejecución de las obras para la construcción de una estufa
de mayor capacidad y sala de cadáveres o mortuorio con un tamaño y condiciones que
se adaptaran a las necesidades que en ese momento presentaba el Establecimiento. Las
obras, diseñadas por el arquitecto Marrero Regalado, fueron adjudicadas a Francisco
Padrón Marrero, quien en noviembre de este mismo año procedió a la entrega de las

975
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº 95.
976
Ibidem, p. 246-247.

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obras a la Corporación insular977. Paralelamente a la creación de la sala de operaciones


fue preciso crear un local que albergara maquinaria que destruyera todos aquellos
desperdicios procedentes de las intervenciones quirúrgicas, situación que a la que se le
había procurado dar solución años atrás sin éxito. Según recoge el Acta de la Sesión
Ordinaria de la Corporación insular, fechada el 4 de enero de 1932, anexo al Centro, se
propuso y acordó la construcción de un local destinado a la quema de algodón, gasas y
demás residuos procedentes de la actividad asistencial, adquiriéndose para su
instalación un horno tipo «Holofall» modelo número dos suministrado desde Barcelona
por la casa Metzger S.A.978

La última intervención efectuada en el área quirúrgica en la primera mitad del


siglo XX, acometida en noviembre de 1943 por el arquitecto Machado Méndez, quien
redacta un presupuesto para la rehabilitación de un local en el Hospital destinado a una
«nueva sala de operaciones». Esta intervención efectuada en las dependencias
sanitarias supuso un gasto de 8.500 pesetas, comprendiendo: 1º Subir el zócalo de
azulejos y reparar algunas piezas; 2º Cambio de repisas existentes al otro local; 3º
Arreglo ventanal colocando uno metálico del tipo de los de otros Quirófanos; 4º Reforma
en las puertas existente; 5º Reparaciones en los otros Quirófanos; 6º Pintura al óleo en
puertas, paredes y techos. A esta actuación, se le agregó la de instalar, con carácter
urgente, un monta-camillas, obra para la que el arquitecto estableció unas 30.000
pesetas, cantidad imposible de abonar en ese momento, lo que llevó a aplazar la obra
proyectada que se ejecutó con posterioridad979. Años más tarde, iniciándose la década
de los cincuenta, se proyectó la incorporación de ascensores que permitieran la
movilidad tanto del personal como de los pacientes por el recinto sanitario. Mientras
que este tipo de tecnología había sido empleado desde inicios del siglo XX y fue, en
cierta medida, uno de los recursos que permitió que se comenzara a emplear la tipología
en monobloque, las características del edificio hospitalario capitalino, así como el

977
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7028; expediente nº 212.
Se destinó una partida presupuestaria que ascendía a la cantidad de 2.101,71 pesetas.
978
Ibidem, p. 102-58.
Se solicitaron dos unidades, una para El Hospital Civil y La otra para el Hospital de la Santísima
Trinidad en La Orotava.
979
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 32.

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retraso que era habitual que sufrieran las novedades que arribaban a Canarias, fueron
las causas que provocaron su tardía implantación.

152. Cabina para instalar el cuadro de los Rayos X (1933). (ACIT-


Negociado de Beneficencia: caja nº 6988; expediente nº 134).

El edificio del Hospital Civil, como cualquier hospital de este momento, constituyó
una estructura que precisaba de constantes adaptaciones a situaciones y necesidades
cambiantes, secundarias a los avances de la ciencia que incorporaba a la práctica médica
nuevas terapias y tratamientos como la radioterapia. Mientras Roentgen descubre los
rayos X en 1895, el primer informe del que se tiene constancia de una curación a través
de radioterapia fue en 1899, no introduciéndose en España hasta 1906 de la mano de
Celedonio Calatayud, primer médico español que la emplea en la lucha contra el cáncer.
Pese a ello, no es hasta 1922 cuando la Oncología se establece como disciplina médica,
incorporándose este tratamiento a los servicios del Establecimiento benéfico en 1931,
con la creación d el servicio de Oncología. En este mismo año, se redacta un proyecto
para la creación de un búnker destinado a la sala de radioterapia en la planta baja del
edificio. Esta estructura precisaba de un blindaje plomado que impidiera la salida de la
radiación al exterior, pudiendo causar daños a aquellos individuos que no necesitaran
esta terapia. En abril de este mismo año, se procedió a la adquisición de dos planchas de

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plomo de diferentes dimensiones, una de 2,20 por 78 metros y otra de 2,20 por 40
metros, ambas con un espesor de 5 mm, para concluir con el forrado de la sala de
radioterapia del Hospital. Igualmente, y en este caso para el Servicio de Radiología, se
solicita el recubrimiento de la sala de Rayos X con planchas de plomo, así como cristal
plomado para las ventanas de las salas980. El coste de esta obra corrió a cargo del
capítulo undécimo, es decir, Obras Públicas y edificios insulares. En esta misma fecha se
solicitó la adquisición del material pertinente para la conclusión de la sala de
operaciones anteriormente citada981.

A toda la intervención llevada a cabo para el servicio de radioterapia, se le unió, el


22 de marzo de 1933, la solicitud por el médico radiólogo, con carácter urgente, de la
construcción de una cabina para instalar el cuadro de rayos X, con la intención de
proteger y aislar de todo contacto. La cuantía de la reforma fue aportada por la empresa
«Carpintería Mecánica El Puente», propiedad de Luis Zamorano Lomelino, cuyo importe
ascendía a 640 pesetas sin incluir los cristales. Se aprobó por la Comisión Gestora en
abril para ya en agosto de ese mismo año ser entregada982. La obras de albañilería que
se realizaron fueron orientadas a reforzar el suelo de la sala de Rayos X, bajo la dirección
del arquitecto Antonio Pintor, otorgándosele la obra a la Compañía de Construcciones
Hidráulicas y Civiles por un importe de 1.250 pesetas. En el edificio se realizaron las
siguientes intervenciones: apertura de dos ventanillos y uno para cable; demolición de
un tabique de madera, quedándose la contrata con la madera; construcción de un
tabique de ladrillos huecos de 0,14 m. de espesor con sus huecos y vigas de hormigón
armado para estos; encalar y enlucir con yeso el tabique construido, las ranuras del
demolido y antepecho de una ventana; colocar los marcos y cristales de una cristalera y
los ventanillos; colocar unos listones de madera para la colocación de una chapa de
plomo (no incluyéndose la colocación de éstas) y por último la pintura al esmalte de las

980
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit. p. 266.
981
Ibidem, p. 267-268.
982
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6988; expediente nº 134.
Además de la cabina, se procedió a adquirir material y accesorios (equipo de irradiación según el
profesor Holfelder; selector de campos, según el mismo profesor; decímetro pequeño totalizador
de Hammer; tubo diagnóstico de foco lineal, tipo WG Do.; y una válvula de diagnóstico para PO-
LIPHOS) a la Casa Siemens Reiniger Veiffa por un valor de 16.242 pesetas, a lo que fue preciso
añadir los gastos del viaje técnico, unas 650 pesetas, más el sueldo por 15 días para el montaje,
750 pesetas, en las que no estaban incluidas obras de albañilería o carpintería.

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superficies enlucidas. A ellos se le unió, el desmonte del aparato de terapia ya existente,


por un importe de 145 pesetas y el tendido de línea de alimentación para la Nueva
Instalación de Terapia por 725 pesetas, realizadas ambas por José García Granados.983

El acto de dotar al Centro con los recursos materiales y técnicos que se pudiera
precisar era económicamente muy elevado. Aparejado estaban las obras de
construcción que suponían un considerable esfuerzo difícilmente asumible por el
Cabildo insular, lo que llevó a que se planteara la gestión privada de parte del centro
mediante el arrendamiento de dependencias. La propuesta, elevada por el entonces
consejero de la Corporación insular Juan Rodríguez López, proponía lo que podríamos
denominar como la «primera intención de privatizar la Sanidad Pública en Tenerife». El
Acta recoge textualmente: (…) Consiste, pues, mi aspiración, en llevar al ánimo de los
Sres. Consejeros que constituyen este ilustre Consejo el convencimiento de que es en
extremo conveniente, que al continuar la edificación de los nuevos pabellones de los
Establecimientos de que me ocupo, se siga el criterio de destinar una parte a la
asistencia pública gratuita y otra a la creación de una clínica, donde los médicos de toda
la Isla puedan operar los enfermos pudientes, (…) y en la que queden hospitalizados
hasta la solución de la enfermedad que padezcan, debiendo a tal fin establecer
departamentos dotados de salas de operaciones con todos los adelantos modernos de la
ciencia, con cuartos unipersonales, amueblados y provistos de cuantos elementos existan
en las clínicas mejor montadas, exigiéndose el pago de estancias en la cuantía necesaria
para que el paciente no carezca en absoluto de nada y contribuya al sostenimiento del
asilo en general. Tal propuesta fue desechada y archivada.984

Mientras tanto, las actividades orientadas a la conclusión de la ampliación del


Asilo continuaban a buen ritmo. Las obras, en marzo de 1928, estaban tan adelantadas
que se plantearon concluir las que estaban pendientes. Entre ellas, las del tercer
pabellón y la galería, presupuestadas por el arquitecto Antonio Pintor y encargadas al
destajista Manuel Padrón Sosa985. Hasta pasados casi cuatro años, las obras no fueron

983
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº 134.
984
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7087; expediente nº 43. Sesión de la Comisión
Permanente de 20 de enero de 1927.
985
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 14; opus cit., p. 58-77.

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concluidas, siendo recibidas por la Administración local el 27 de diciembre de 1931986.


Simultáneamente a las obras del Pabellón Central, se dio comienzo a una serie de
reformas de la última planta del primer Pabellón en noviembre de 1929, lugar que se
destinó a albergar el paritorio. Se habilitó una habitación para dar a luz y sala de curas e
intervenciones de urgencia, así como instalación de agua, baño, retrete, fregadero y
balcón contiguo a esta sala, a lo que se unió la instalación eléctrica precisa. Las obras
fueron confiadas al contratista Manuel Padrón Sosa con la retribución del 10 por ciento
de los desembolsos que ocasione en igual forma a lo acordado por la Comisión
Permanente el 20 de Noviembre último, con la finalidad de estimular la rápida
conclusión del trabajo encargado.987

153. Anónimo: Vista parcial de la Sala de Cirugía tras las


obras de ampliación (1924-29).

En el documento que remite el arquitecto a la Corporación, desglosa y detalla claramente el


coste de cada una de las partes a construir: el Pabellón Central, por un importe de 67.555,26
pesetas; la Galería, por 33.976,90 pesetas; y la Escalera por 14.338,98 pesetas, lo que hace un
total de 115.871,14 pesetas, a lo que se unía el presupuesto de la contrata, unas 133.251,81
pesetas.
986
Ibidem, p. 137.
987
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6988; expediente nº 167.

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Estos momentos fueron años de continuas modificaciones y reestructuraciones


que procuraban dar coherencia al reparto de los servicios del Asilo por las diferentes
dependencias. Al año siguiente, en octubre de 1930, se realizó una reorganización de
sus departamentos que modificaba considerablemente la distribución que se había
propuesto cuatro años atrás: Planta Primera, Salas del primero y segundo pabellón
construidos, para Medicina general. Las del tercer pabellón de construcción, sin ejecutar,
se destinará con la separación ya acordada se destinará a tuberculosos y cancerosos,
pero teniendo presente que la galería proyectada para dar acceso a ella, debe
emplazarse al Naciente, debiendo hacerse cerrar y abrir a voluntad, y el balaustre a
mayor altura de una persona para evitar que esta clase de enfermos puedan arrojar
esputos al patio; Planta segunda, La Sala del primer pabellón continuará destinada a
Maternidad. Las del segundo y tercero se destinarán a Cirugía con la debida separación
de séptica y aséptica; Actual Sala de Desamparados, esta Sala se dividirá con un tabique,
en dos, destinándose una a infecciosas y la otra a prostitutas988. El esfuerzo por intentar
separar a los tuberculosos fiscalizando su contacto con otros pacientes con diferente
patología o los familiares de pacientes, era una constante en los centros sanitarios. En
ese momento, existía la idea de «separar y aislar a los tísicos mediante sanatorios
monográficos alejados de las urbes, o la inclusión de este tipo de departamento en los
hospitales provinciales», pero siempre con un máximo control en el acceso a estas
dependencias. Ejemplos del primero fueron el Sanatorio de Zonnenstraal en Holanda, el
Sanatorio de Paimio en Finlandia o el que años más tarde se construiría en la Isla, el
Sanatorio-Enfermería de Ofra, que gracias a la perseverancia del Dr. Tomás Cerviá
Cabrera pudo estar operativo a mediados de la década de los cuarenta del siglo XX.

Tras el cambio político ocurrido en 14 de abril de 1931 con la proclamación de la


República, Marcelino Pascua asumirá la gestión de la Dirección General de Sanidad,
órgano que propugnaba, entre otras cosas, la creación de una Comisión Permanente de
Investigaciones Sanitarias, así como las Secciones de Ingeniería y Arquitectura Sanitaria,
de Higiene Infantil e Higiene Social y Propaganda, y el Consejo Superior Psiquiátrico
junto al Patronato de Asistencia Social Psiquiátrica. La situación económica de la España
republicana se vio severamente afectada por la crisis económica mundial de 1929, que

988
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº7182; expediente nº 124.

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produjo una disminución considerable de la producción minera, unida a un


estancamiento de la industria textil y siderúrgica. La alta tasa de desempleo constituyó
uno de los elementos dominantes del panorama social entre 1931 y 1936. Los nuevos
gestores asignados a los diferentes órganos de gobierno efectuaron, en junio de este
mismo año, modificaciones en el edificio orientadas a favorecer a aquellos grupos más
«desfavorecidos socialmente», buscando, ante todo, una adaptación a las necesidades
asistenciales que se pudieran presentar: 1.- Que del gabinete de aseo que hay entre la
Sala de Desamparados y la galería de la parte nueva se separa por un tabique la que
ocupan el baño y el W.C., que se adicionarán a la Sala contigua abriendo una puerta de
comunicación; 2.- Que en el resto de este local se suprima la cocinilla que existe y se
coloque en el un baño y un W.C.; 3.- Que se sustituya el piso de la Sala de Desamparados
por otro de hierro y cemento y se le ponga pavimento de mosaico o de mármol; 4.- Que
en la dicha Sala se distribuya: A.- Un salón capaz para cinco o seis camas destinadas a
las enfermas prostitutas no infecciosas ni contagiosas, B.- Un cuarto de curaciones, C.-
Una salita para dos camas de enfermas prostitutas contagiosas; 5.- Que el resto de una
Sala se destine a infecciosas, abriéndole puerta a la galería. Para la ejecución de las
obras en el Gabinete de aseo, piso de la Sala de Desamparados y Distribución de la Sala
se habilitó la cantidad de 9.354 pesetas y 30 céntimos (723,60 pesetas, 7.346,15 pesetas
y 1.284,55 pesetas correlativamente). Pese a la fuerza con que se tomó el proyecto,
todavía en octubre de 1932, no se habían concluido las obras estipuladas, como da
cuenta la Inspección Provincial de Sanidad en su informe. Ante esta queja, la
Corporación Insular encarga a Francisco García Martín, en noviembre de 1932, la
ejecución urgente de las obras por un importe de 12.168 pesetas y 52 céntimos.989

Los cambios y reformas acometidas en la Sala de Desamparados llevaron a que


nuevamente se propusiera una nueva organización de los servicios y departamentos del
Hospital en abril de 1933: 1º.- La Sala nº3 que era destinada a enfermos de Preferencia
se ha convertido en habitación para el servicio de Médicos de guardia; 2º.- La Sala nº5
que era utilizada para el servicio de infecciosos, se ha destinado a cuarto de curas de los
servicios de cirugía de los Dres. García Ramos y Gabarda; 3º.- La Sala nº6 que era
destinada a enfermos distinguidos se ha unido a la antes llamada de San Pedro haciendo

989
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 156, opus cit., p. 56-62.

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desaparecer el tabique que las dividía, surgiendo una nueva Sala que se destina al
Servicio de cirugía a cargo del Dr. García Ramos; 4º.- La Sala nº7 que se dedicaba al
servicio anterior, se destinará al servicio de infecciosos; 5º.- Las Salas que ocupaba el
Dispensario Antivenéreo se destinan a alojamiento de enfermos distinguidos990. Al igual
que lo ocurrido años atrás, el contratista al que se confió la conclusión de las obras,
Francisco García Martín, todavía en agosto de 1936 no las había finalizado, situación que
obligó a que tanto el proyecto como el presupuesto fueran revisados por el arquitecto
Marrero Regalado991. En octubre de 1936 se procedió a la elaboración del presupuesto
de las Salas nº 8 y nº 9, encargo realizado al mismo arquitecto, quien estableció para su
ejecución un importe de 1.735,12 pesetas.992

154. Anónimo: Botica del Hospital Civil (ca. 1929).

Progresivamente, se fueron sustituyendo elementos arquitectónicos empleados


en modelos precedentes por otros más sofisticados y actualizados, que se incorporaban
con relativo retraso. El incendio de 1888 había quedado impreso en la mente de los
isleños, que vieron como en pocas horas el edificio del Hospital había quedado
prácticamente arrasado. Esta situación llevó a que, entre 1927 y 1928, se decidiera

990
Ibidem.
991
Ibidem, p. 175.
992
Ibidem, p. 186.

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sustituir todos los pisos y vigas de madera, por otros de materia incombustible, así como
las escaleras, levantando el último piso del Edificio antiguo a la altura del de los nuevos
pabellones, por lo que se encargó al arquitecto Antonio Pintor la redacción de un
proyecto y presupuesto, el cual no solo incluía los establecimientos benéficos de la
Capital, sino la construcción de un cuerpo alto sobre la crujía central del edificio, en el
que se instalarían los lavaderos, baños y lavabos necesarios para el Asilo993. El mal
estado del piso de madera de la sala de la Enfermería de hombre, llevó a que se tomara
la decisión de sustituirlo por mosaicos, al igual que lo que se venía realizando en las
Salas restantes de este Departamento. Este tipo de material empleado para el
recubrimiento del suelo, se consideraba como un material que no favorecía la
transmisión de enfermedades y que permitía, con una mayor facilidad, su limpieza. La
obra fue encargada al contratista Sinesio González por un total de 3.674,40 pesetas994.
Ante la situación económica que en ese momento se vive en la Isla, la Corporación
Insular decide realizar tan solo actuaciones en la crujía sur y el cuerpo alto sobre la crujía
central, presupuestando para el primero 13.544,26 pesetas, y para el segundo un total
de 32.384,80 pesetas; la licitación pública fue ganada por el destajista Manuel Padrón
Sosa995. En diciembre del año siguiente se decidió ampliar estas intervenciones a la
Enfermería de Hermanas y al comedor de asilados en la Casa de Huérfanos,
presupuestándose un total de 10.379,99 pesetas cuyo destajo los ejecutó también
Manuel Padrón.996

A estas obras se unió la terminación de las que, en noviembre de este mismo año,
se estaban realizando en la cocina del centro. El «departamento culinario» fue siempre
considerado, desde el Medievo, de considerable importancia por las propiedades de los
alimentos, que aunque se desconocían los mecanismos, empíricamente se había
comprobado que favorecían la recuperación de los enfermos asilados. Las obras
procuraban modernizar medianamente la cocina con la incorporación de elementos que

993
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 120; p. 7.
994
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 107.
El desglose del presupuesto emitido en mayo de 1927 era: Sala de San Idelfonso, 1.246 pesetas;
Sala de San Eduardo, 542 pesetas; Sala de San Vicente, 698,80 pesetas; Sala de San Juan, 630
pesetas; y Sala de Jesús, 558 pesetas)
995
Ibidem, p. 10-39.
996
Ibidem, p. 41-58.

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ayudaran a la preparación de las dietas de los pacientes ingresados. Para realizar el


encargo, se depositó la confianza en el contratista Manuel Padrón Sosa por un montante
de 5.877,36 pesetas997, concluyéndose en diciembre con la instalación de una cocina de
hierro por el contratista Alejandro Chinea998. Iniciándose la década de los cuarenta se
proyectó la adquisición e instalación de una cámara frigorífica para la conservación
tanto de alimentos como de fármacos. Con esta incorporación al mobiliario de la cocina,
se garantizaba no solo el suministro de alimentos en grandes cantidades, sino que se
garantizaba la conservación de éstos. La instalación de dicha cámara frigorífica, corrió
por cuenta del suministrador, Diego Vega Sarmiento, por la que cobró unas 4.925
pesetas. Su instalación requería de una adaptación del espacio que implicaba trabajos
de carpintería y albañilería. Este encargo fue realizado por José Padrón Afonso, al que se
le abonó la cantidad de 8.096 pesetas y 50 céntimos. El frigorífico fue ubicado en una
habitación contigua a la actual despensa de este Centro, situada en el patio existente
entre el 2º y 3º pabellón, estando concluida la obra en junio de 1943.999

El edificio era un inmueble heredado del siglo XIX al que tanto el paso del tiempo
como el uso que se le daba hacían «mella en su estructura» y los materiales que lo
componían. Esta situación obligaba a efectuar pequeñas obras de mantenimiento,
unidas a las que se realizaban para la ampliación del edificio, que buscaban no solo una
imagen aceptable de la Institución, sino su perdurabilidad para proseguir con la
actividad asistencial que se prestaba. Ejemplo de ello son las obras de reforma que se
encargan para el departamento de hombres y el departamento de niñas. En 1927, en las
dependencias destinadas a los hombres, se llevaron a cabo, por el contratista Manuel
Padrón Sosa, la reforma de los baños, ya que, según se recoge en el expediente, uno es
insuficiente y el otro se halla en tan mal estado que los enfermos se retraen y no
practican el baño prescripto por el facultativo de sus Salas. El presupuesto1000, fechado el

997
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 232.
998
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 29.
El importe ascendía a 950 pesetas, del que 200 pesetas eran para 1 pieza fundida y 750
correspondían al montaje y transporte de la cocina.
999
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7065; expediente nº 363. La cámara frigorífica
presentaba las siguientes medidas: 2,20 metros de largo, 1,95 metros de ancho, 2,50 metros de
alto y una capacidad de 10,73 metros cúbicos; la antecámara: 2,40 metros de largo, 0,50 metros
de ancho, 2,50 metros de alto y una capacidad de 4,80 metros cúbicos.
1000
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 248.

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4 de septiembre de 1930, incluyendo éste, el pavimentado con mosaicos del suelo, el


alicatado con zócalos de azulejos con molduras y medias cañas en los ángulos, el baño
completo y el tabicado para condenar la puerta que comunicaba con el depósito de
cadáveres1001. Al año siguiente, en marzo de 1928, se proyectaron diferentes
reparaciones que se confiaron al contratista Sinesio González. Las obras estaban
destinadas al departamento de niñas e incluían: poner el cielo-raso de la galería que da
al norte, reparar la azotea de la dicha galería, remendar el techo de la habitación de la
esquina del mismo lado, y reparar el tejado de la misma.1002

Durante la sesión del 1 de julio de 1931, se le encarga al arquitecto Antonio Pintor


la redacción del proyecto y presupuesto para la reparación de dos de los pabellones del
edificio del Hospital, así como el proyecto para la instalación de servicios destinados a
las niñas asiladas que ascendía a 17.789,89 pesetas1003. Seguidamente, el 8 de julio de
este mismo año, se acordó diseñar un proyecto destinado a la adaptación de las huertas
anejas al edificio hospitalario para la instrucción y recreo de los asilados, valiendo este
recinto como escuela al aire libre para el Establecimiento de Beneficencia de esta
Capital, y creando a su vez, una escuela graduada con carácter provisional1004, a la que
se dotó con los recursos materiales necesarios para su funcionamiento1005. La Segunda
República Española, había concedido una extremada importancia a la educación de la
población como ya se ha comentado con anterioridad. Inmersa en un alto índice de
analfabetismo que suponía una tasa de un 32 %, obligó a que la enseñanza se convirtiera
en el «caballo de batalla» durante este periodo, lo que se materializó en acciones tales
como la de destinar cuatro locales para la instalación de una escuela en el
Departamento de Niños de la Casa de Huérfanos y Desamparados en septiembre de

El montante de la obra ascendía a un total de 1.083,50 pesetas.


1001
Ibidem.
1002
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6962; expediente nº 95.
Para la realización de las obras se habilitó una partida presupuestaria de 885,65 pesetas.
1003
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit. p. 301.
1004
Ibidem, p. 315, 321, 372 y 373.
1005
Ibidem, p. 391.
Para cada sección, Alegoría de la República, dos mesas bipersonales, un encerado grande, un
semicírculo para la pizarra, libros de lectura, plumas, material fungible durante el un trimestre.
Material común a las tres secciones: Esfera armilar, Mapa de Canarias, colección de láminas
Historia Natural, colección de láminas física, vitrina métrico-decimal.

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1931. De los locales, proyecto del ingeniero Miguel Pintor, uno se destinaba a Sala de
Profesores y los otros tres a grados diferentes de enseñanza. Al departamento se le
asignó personal cualificado, un maestro interino, junto a recursos materiales
pedagógicos, que se unieron a los ya existentes donados por la Casa Sanz.1006

155. Proyecto de una galería Sur, Naciente y Poniente, Servicio de Farmacia, Depósito de Medicamentos,
Laboratorio, Material de Laboratorios y Servicios, entre el primer y segundo pabellón
(ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 179).

Con igual pretensión, se procedió a habilitar los patios interiores, convocando un


«concursillo», el 23 de septiembre, para el arreglo de los existentes entre dos
pabellones del Hospital, ascendiendo el presupuesto a un total de 3.651,30 pesetas, que
asumió el contratista Manuel Padrón Sosa1007. Básicamente tres eran los encargos en lo

1006
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº7084; expediente nº 246.
1007
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit. p. 5.
Junto a ello, se le encarga también, la sustitución de los pisos y vigas de madera existentes por
otros incombustibles, así como las escaleras y levantar el último piso del edificio antiguo a la
altura de los nuevos pabellones de cuenta de un escrito del Negociado fecha dieciocho del
corriente mes, informando sobre el acuerdo de esta Comisión Gestora de primero de Julio último,

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referente al patio que se le describen al contratista: 1º la pavimentación del patio con


losetas de hormigón de cemento de 0,50 x 0.50 x 0,05 metros sobre un cimiento de 0,10
metros de espesor, formado por mampostería ordinaria con mortero de cal y arena; 2º
terminación del muro de cerca a la calle de San Sebastián; 3º tubería de tres purgadas de
diámetro, que según el «Proyecto de reformas y servicios de incendio en los asilos
benéficos» aprobado por la Corporación, deberá quedar bajo el pavimento del patio de
que tratamos y que consideramos conveniente colocar desde ahora para evitar que el día
que se ejecute el mencionado proyecto, tenga que levantarse nuevamente el pavimento
objeto de este presupuesto1008.

156. Anónimo: Vista de patio interior. (ACIT- Negociado de Beneficencia-caja nº 6968).

Dichas obras, que se encargaron al mismo contratista1009, tardaron en acometerse


debido a la escasez de recursos materiales en el Organismo Público, como queda
presente en la solicitud que efectúa el arquitecto Antonio Pintor para la continuación de
éstas1010, llegando el contratista a interponer una solicitud ante el aumento considerable
de los gastos del presupuesto, reclamación que fue aceptada sin objeción alguna,

que resolvió realizar por administración de las obras comprendidas en el proyecto de baños y
lavabos para el servicio de los asilados.
1008
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº329.
1009
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit. p. 5.
La obras de reforma y servicio de incendios se pasaron a informe del Arquitecto, el 5 de octubre
de 1931. El importe de la obra ascendió a 3651,30 pesetas.
1010
Ibidem, p. 44.

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procediendo a la derrama pertinente1011. El 7 de noviembre de 1932, es aprobado el


proyecto reformado para el patio existente entre los dos pabellones, presentado a la
Corporación insular por un total de 3.985,49 pesetas, adjudicándosele definitivamente a
Francisco García Martín1012. El 9 de octubre de 1933, se propone el pavimentado del
patio al Norte del Hospital Civil y la construcción de seis bancos de azulejos para el
descanso de los enfermos cuya obra asciende a la cantidad de trece mil trescientas
noventa y cuatro pesetas y ocho céntimos.1013

El 5 de octubre de 1931, la Corporación insular procede a la recepción del tercer


pabellón del Hospital tras haber sido estudiado el oficio presentado por el arquitecto
Antonio Pintor y Ocete, de fecha de 17 de septiembre del año en curso1014. El 16 de
noviembre se eleva al Cuerpo de Presupuestos la solicitud de 13.993,80 pesetas para el
pago de las obras a llevar a cabo en la Sala de Desamparados, solicitándose que en el
pliego de condiciones el tiempo de realización se estipulara en tres meses1015,
concluyéndose el 10 de octubre de 1932 a Francisco García Martín1016. Las
intervenciones en la fachada del edificio para realizar un adecuado mantenimiento,
habían sido prácticamente nulas, ya que toda la atención se había centrado en la
ampliación de éste. En mayo de 1932 la Administración creyó necesario que la fachada
principal y en especial la que mira a la calle San Carlos, presentaban un marcado
deterioro y suciedad, por los que se procedió al enjalbegado de las paredes y pintado de
los huecos que están en ellas, entregándose el destajo de la obra a J. Sánchez Díaz por
un importe de 3.036 pesetas. Incluía el presupuesto la pintura y calcáreo de: 272 huecos
exteriores con dos manos de pintura, 32 rejas de hierro de ventana exterior con dos
manos de pintura, 2 escaleras con dos manos de pintura, 11 bajantes de hierro con dos
manos de pintura, 1 baranda de hierro del pasillo con dos manos de pintura y el calcáreo
de las fachada alrededor del edificio con una mano espesa. Posteriormente se realiza

1011
Ibidem, p. 45.
1012
Ibidem, p. 390.
1013
Ibidem, p. 333.
1014
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 11.
1015
Ibidem, p. 44-277.
1016
Ibidem, p. 366-367.
La cantidad total presupuestada era de 12.168,52 pesetas.

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una segunda mano de calcáreo, aplicados por el mismo contratista. El 17 de marzo de


1933 se daban por concluidas las obras efectuadas en la fachada.1017

Los Establecimientos Benéficos continuaban aumentando en superficie,


atendiendo a los proyectos de ampliación existentes y aprobados. El 5 de diciembre de
1932, se decidió incoar para llevar a cabo obras para la construcción de un tercer y
cuarto pabellón, designando al consejero Pedro García Cabrera como miembro de la
Mesa encargada de la apertura del pliego en la subasta de las citadas obras1018. Al año
siguiente, el 27 de noviembre, se plantea la reforma de la crujía del suroeste del edificio
con el objeto de adaptar el edificio ya existente al tercer pabellón1019, acometida por la
«Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles»1020. Esta misma empresa recibió, al
comienzo del año siguiente, el encargo de construir un cuarto de aseo y otros servicios
en los nuevos lavaderos por un importe de 2.099,07 pesetas, diseño del arquitecto
Antonio Pintor, para el que fue preciso aplicar modificaciones en la distribución de los
locales del piso principal y segundo del pabellón tercero1021. Nuevamente, se procede al
«adecentamiento de los exteriores del inmueble», encargándose, el 6 de marzo de 1933,
la obra de pintura y calcáreo de la fachada a J. Sánchez Díaz1022. Además, se le encargó el
pintado y esmaltado de varias salas1023. El tipo de pintura empleado «al aceite», fue un
material que se empleó numerosas veces, en este momento, por sus características

1017
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº 277.
Se estipuló un importe de 1.315,60 pesetas.
1018
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; opus cit. p. 37.
En Acta de la Sesión ordinaria de 14 de Agosto de 1933 figura expedición de certificación por
cuatro mil cuatrocientas noventa y dos pesetas y veinte céntimos de las obras del tercer pabellón,
galerías y lavaderos de los Establecimientos de Beneficencia de esta capital por el contratista
«Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A.».
1019
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 375.
Ascendía a un importe de 38.201,71 pesetas (el material 17.768,24 pesetas; el de contrata a
20.433,47 pesetas).
1020
Ibidem, p. 27.
1021
Ibidem, p. 36-37.
1022
Ibidem, p. 123-124.
Se realizó la obra por la cantidad de 3.036 pesetas, atendiendo al presupuesto presentado el 24
de enero del año en curso.
1023
Ibidem, p. 215-365-369.
trabajo por el que se pagó la cantidad de 769,50 pesetas junto a la pintura y esmaltado de la Sala
del auto-clave y operaciones, por la cantidad de 983,10 pesetas y para las Salas de Desamparados
(antigua) por un importe de 769,50 pesetas.

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hidrófugas conformaba una película impermeabilizadora que impedía que ciertas


sustancias o microorganismos pudieran penetrar en las paredes. 1024

Las obras progresivamente continuaban. En febrero de 1935, el arquitecto


Marrero Regalado confeccionó un presupuesto para la construcción de la Galería del
Sur, Naciente, Servicios de la Cocina y pavimentación del patio entre el segundo y tercer
Pabellón. En total de la obra ascendía a 42.009,13 pesetas, encargada a la Compañía de
Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A., pretendía realizar las siguientes intervenciones:
la prolongación de la actual galería adosada a la fachada del Tercer Pabellón por los
costados Sur y Naciente del Patio a enlazar con la General de las Salas; su estructura de
columnas y forjadas de hormigón es un todo igual a las ya construidas; se pavimentarán
con losetas de granito artificial en sus dos plantas y la del Sur se apergola levantando el
muro del la Calle de San Sebastián hasta una altura de 2,40 metros cuya fachada se
decora convenientemente. Aprovechando el local que hoy es utilizado como despensa y
los que quedan en la parte baja de la galería del costado Sur se proyectan todos los
servicios de Cocina del Hospital: fregaderos, despensas, cuartos para papas, carbón, leña
y despojos de comidas, aparte estos se proyectan también dos W.C. con duchas para
empleados y empleadas. Con entrada por la Calle de San Sebastián se construirá una
escalera de hormigón armado y peldaños de granito artificial, para el servicio de
suministro a los almacenes del Hospital; tanto el carbón como la leña tendrán entrada a
sus depósitos por medio de unas tolvas directamente desde la calle. El patio entre el
segundo y tercer Pabellón se pavimentará y ornamentará de igual modo que el existente
entre el primero y segundo pabellones. Las obras no se acometieron siguiendo las
cláusulas establecidas por el pliego de condiciones, situación que llevó a que la
Corporación insular, en Sesión Ordinaria de 8 de febrero de 1938, adjudicara el destajo
de éstas al contratista José Padrón Afonso, quien se compromete a ejecutarlas por la
suma de 38.850 pesetas siendo la proposición más ventajosa de las presentadas. Las

1024
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6981; Negociado: Beneficencia; Escritos y oficios que
no figuran en expedientes, opus cit.
El desglose, según presupuesto presentado por el contratista José Sánchez Díaz para las salas de
Desamparados se dividía en: Salas nº 4 y 5 (67 pesetas), Sala nº 6 (12 pesetas), Sala de San Pedro
(12 pesetas), Sala de retretes (34 pesetas), Sala de consultorio (22 pesetas), Sala «Lorenzo García
Cifalo» (84 pesetas), Sala «Desamparados (551 pesetas) y Sala retretes y Baño Desamparados»
(26,50 pesetas).

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obras fueron recibidas por el arquitecto Marrero Regalado a comienzo de diciembre del
año siguiente1025, momento en el que darán inicio las obras de ampliación de las huertas
próximas a la calle San Sebastián, que daban a la calle Huerta y Quinta, y que habían
quedado inconclusas, estando pendiente el encalado y enjalbegado del muro de cierre,
obra que se ejecutó por la cantidad de 200 pesetas.1026

157. Alberto Darias Príncipe: Planta del Hospital de los Desamparados de


Santa Cruz de Tenerife tras el incendio acaecido en 1888 (1995).

El Hospital crecía al ritmo que aumentaba la población de la isla, que había pasado
de los 52.698 habitantes de 1910 a los 69.350 de 1930, lo que obligaba a que se
habilitara una mayor superficie que albergara departamentos necesarios para su
funcionamiento. En julio de 1938, el arquitecto Marrero Regalado elabora un proyecto
para la construcción de la Galería Sur, Naciente y Poniente, Servicio de Farmacia,
Depósito de Medicamentos, Laboratorio, material del Laboratorio y W.C. entre el
Primero y Segundo Pabellón. Con esta intervención se pretendía la prolongación de la
galería por el costado Sur, Naciente y Poniente del patio a enlazar con la general de las

1025
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7044; expediente nº 242.
1026
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7013; expediente nº 198.

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Salas. Se propuso, para su edificación, una estructura de columnas y forjado de


hormigón con pavimentación de granito artificial en sus dos plantas y la del Sur se cubre
levantando el muro de la calle de San Sebastián hasta una altura de 2,40 metros
decorándose la fachada convenientemente. Para la planta baja de la Galería Sur se
proyectan los servicios anteriormente citados. Para esta obra se presupuestó la cantidad
de 41.794,77 pesetas, siendo ejecutada por el destajista José Padrón Afonso, no siendo
concluida hasta abril del año siguiente.1027

En septiembre de este mismo año, y ya próximos a la finalización de la Guerra


Civil, se solicita por parte del Gobierno Militar de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife,
la habilitación de una sala con ocho camas, a la que se ubicó en el patio número 4, para
presos militares no tuberculosos con presencia de la guardia militar, situación que
facilitaba la debida vigilancia para conservar el carácter carcelario (…) procurando
restringir el acceso al reo desde el exterior y viceversa. En un primer momento, esta
medida iba dirigida a presos militares, pero se hizo extensa, con posterioridad, a los
gubernativos. A finales de año, se requirió la habilitación igualmente, de una sala
destinada a mujeres con capacidad para seis enfermas1028. Una vez finalizada la
contienda bélica, en un país en plena posguerra, pese a carecer de recursos, en octubre
de 1940 se procedió a acometer reformas en el edificio para mejorar carencias que
presentaba y adaptarlo a las nuevas necesidades. Se encargaron al contratista José
Padrón Afonso, bajo la supervisión del arquitecto Tomás Machado Méndez: Sustitución
del piso de la enfermería de las hermanas y galería anexa, que era de madera, por
hormigón armado; reforma y sustitución de la escalera de servicios en la nave sur del
patio anterior izquierdo; Sustitución del techo en galerías del pabellón Este del patio
izquierdo; reforma de la Crujía del Comedor de niños(disponible) y sustitución del techo;
Proyecto de ampliación de los reformados de Crujía Comedor de niños en la Sala de
Distinguidos; Distribución de Dependencias en tres pisos de la Crujía Sur del patio
anterior izquierdo. Aunque el hormigón armado se comenzó a emplear por el
constructor William Wilkinson, quien solicitó la patente en 1854, este material se fue
incorporando gradualmente en la ampliación del centro para ir sustituyendo elementos

1027
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 179.
1028
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 245.

Tesis Doctoral Página 492


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previos que se habían realizado mediante mortero y sistemas de tapial1029. Sorprende


considerablemente el montante que se liberó para la obra que duró un año, fue de unos
107.694,60 pesetas, lo que hace pensar que las necesidades estructurales y
arquitectónicas urgían de manera considerable1030. Varios años se mantuvo el edificio sin
apenas actividad remodeladora, hasta mayo de 1948, el arquitecto Machado Méndez
remitió a la Corporación insular el proyecto de reforma para los locales destinados al
alojamiento de los enfermos distinguidos o de pago, que no iban más allá de retoques
para el mantenimiento de las salas. Las obras, que duraron unos tres meses, se le
encargaron al contratista Edmundo Esplugas Torne.1031

El proyecto de un nuevo hospital.

La red asistencial formada por los diferentes establecimientos benéficos


diseminados por la isla ocasionaba que los recursos materiales y humanos se tuvieran
que multiplicar en cada una de las localidades con una considerable población. Existían
en ese momento otros dos hospitales de considerable magnitud, los ubicados en La
Laguna y en La Orotava, que no tenían mucho que envidiar, en cuanto a recursos, al
existente en la capital. Con la intención de aglutinarlos en un solo lugar, el 14 de
diciembre de 1929, la Junta Provincial de Sanidad de Santa Cruz de Tenerife y el alcalde
de la Capital, informaron a la Corporación insular de lo conveniente que sería efectuar
un estudio para la creación de un hospital único insular, dotado con todos aquellos
avances tecnológicos destinado a la ciencia de curar, especialidades y adelantos
sanitarios, podría atender y resolver todos los problemas y casos que de este orden se
presenten, procurando enlazarlo convenientemente con los pequeños Hospitales de
urgencias y Casas de Socorro que se estableciesen en los pueblos importantes de la Isla,
a cuyo efecto se organizaría un servicio de coches ambulancias sanitarias que podrían
recoger los enfermos y heridos aún en las más apartadas regiones de la Isla, lo cual es ya
factible en estos tiempos por el desarrollo de las vías de comunicación. Las principales

1029
DARIAS PRINCIPE, A. (1985). Opus cit, p. 115.
En Canarias, como ya se ha comentado, fue el arquitecto José Rodrigo Vallabriga quien lo
introduce, incorporándolo a diferentes elementos estructurales, pero no en los muros.
1030
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7048; expediente nº 20.
1031
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7186; expediente nº 156.
El importe de la obra ascendió a 17.299,70 pesetas.

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razones que apoyan la idea del Hospital único son unas técnicas y otras económicas ya
que solamente en Centros hospitalarios con gran movimiento de enfermos se puede
poseer todo el material preciso y la debida especialización de los edificios y la
especialización y educación del personal técnico y auxiliar, así como solo en grandes
Centros de esa clase se pueden conseguir que los gastos se reduzcan en gran proporción
con los que ocasionan los mismo servicios fraccionados en diversos y pequeños
Hospitales. La importancia que se presta a la formación del personal, las características
de la arquitectura del inmueble y la optimización de recursos, fueron temas a los que se
les atribuyó considerable importancia desde los órganos de gobierno republicanos, lo
que da testimonio de un cambio de mentalidad, más progresista, que más próxima a la
que en aquel momento imperaba en numerosos puntos de Europa. Durante la Sesión
Extraordinaria de la Comisión Permanente, fechada el 31 de diciembre de este mismo
año, se acordó pasar a debatir como Ponencia de Beneficencia, buscando un estudio e
informe sobre la situación y viabilidad del proyecto. El 26 de septiembre de 1932, se
trata nuevamente el tema en cuestión, asignando como responsable del estudio del
proyecto al consejero Pedro García Cabrera. Éste confecciona un documento donde
articula su propuesta a partir de dos puntos básicos: Primero.- Determinar si se sigue el
criterio de un Hospital Central en esta Capital, y Hospitales de urgencias ó Casas de
Socorro en el Interior. Segundo.- Tomar acuerdo sobre si permanece el Asilo y la Casa
Cuna en el Hospital ó en edificio aparte. Con esta proposición, no solo se centralizaba la
asistencia en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife, estableciendo pequeños centros para
asistir aquellos casos urgentes, sino que se plantea la posibilidad de crear
establecimientos independientes que asumieran determinados departamentos o
especialidades.

A comienzos del mes siguiente, la Comisión Gestora en Sesión Ordinaria, resolvió


por unanimidad: Que el Cabildo estime procedente la creación de un Hospital Central en
esta Capital, y Hospitales de urgencias o Casas de Socorro en el interior de la Isla,
respetando los actuales establecidos, e instalar la Casa Cuna en un edificio aparte del
Hospital Central1032. En la Sesión Ordinaria celebrada el 3 de octubre de 1932,
nuevamente el Consejero-Inspector del Hospital de los Dolores, Pedro García Cabrera,

1032
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6983; expediente nº 50.

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apoya los planteamientos que hasta ahora se habían establecido, pero incorpora un
nuevo matiz, respetando los actualmente establecidos1033. Todo esto nos deja bien claro
que desde comienzos del siglo, rondaba la idea de que la asistencia insular precisaba de
una nueva reorganización que centralizara los recursos sanitarios.

En septiembre de 1938 se retoma nuevamente esta idea, encargando al


arquitecto Marrero Regalado el presupuesto y proyecto, así como al Teniente Coronel
Médico Inspector de los Servicios de Sanidad Militar del Ejercito del Sur, Luis Gabarda
Sitjar el anteproyecto de reglamento y organización científica de los distintos servicios
del «futuro Hospital General»1034. Pese a que el trabajo fue ejecutado con la mayor
premura no fue hasta 1942 cuando se retoma la reorganización de los Servicios de
Beneficencia existentes en la Provincia de Santa Cruz de Tenerife. Se establece el
Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados como un Hospital Central, con
ramificaciones locales aprovechando los existentes en La Laguna y La Orotava, y creando
uno en el Sur de la Isla, que bien pudiera ser situado en Granadilla por ser cabeza de
Partido judicial y situación geográfica. En este Hospital Central se organizarán los
servicios que en lugar oportuno se determinarán, con el número de camas y personal
preciso para atenderlos. Entre dichos servicios se organizará, uno de enfermos
incurables, con la denominación de crónicos, (…) También se creará el equipo o equipos
quirúrgicos móviles destinados a atender el servicio de Cirugía urgente intransportable
de los Establecimientos locales respectivos1035. La situación económica, tanto nacional
como internacional, unida a las discrepancias internas que hacían perder protagonismo
a otros centros sanitarios no permitió que esta plan se ejecutara.

4.2.2.2. REAL HOSPICIO DE SAN CARLOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE).

Una vez ya en funcionamiento otros dispositivos sanitarios, como el Hospital de


Nuestra Señora de los Desamparados, fundado en 1745, y su ampliación promovida por
el prelado de la Diócesis de Canarias, Juan Francisco Guillén Isso, entre los años 1747 y
1749, y habiéndose creado el Hospital Militar por el marqués de Tabaloso en 1776,
faltaba una casa de Misericordia destinada a la atención de los pobres y desvalidos. El

1033
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 358.
1034
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 256.
1035
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 54.

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Hospicio de San Carlos fue instituido el 20 de enero de 1785, por Miguel de la Grúa
Branciforte, Marqués de Branciforte de los Príncipes de Carini y Comandante General de
las Islas Canarias1036, uniéndose al Patronato de esta obra benéfica, tanto seglares como
clérigos1037, admitiendo la presencia de estos últimos por pura «necesidad formularia»;
junto a la existencia de la figura del obispo, se encontraba la de dos clérigos que
suministraban ayuda espiritual a los enfermos ingresados en el Hospicio, Pedro Ortiz y
Pedro de Murga. Su finalidad se articulaba a partir de dos premisas, la atención a
militares ancianos y acoger a todos aquellos pobres seniles de los dos sexos, objetivos
que después no se llevaron a la práctica.1038

158. Anónimo: Miguel de la Grúa Talamanca de


Carini y Branciforte, Primer Marqués de
Branciforte. Óleo sobre lienzo (segunda mitad del
siglo XVIII).

Para su fundación se estipularon una serie


de ordenanzas inspiradas en las
fundaciones de las Sociedades Económicas,
así como todas aquellas disposiciones
reales establecidas para la gestión de los
establecimientos de beneficencia1039. Los
primeros miembros que conformaban el
grupo de gobierno del Hospicio eran por
con[tador] de la Junta que se ha de
establecer, al pral. de la Rl. Hacienda en estas Yslas Dn. Pedro Cathalan, y por tesorero el

1036
ALAMO, N. El marqués de Branciforte. Las Palmas de Gran Canaria: Ed. Néstor Álamo, 1945, p.
5.
1037
Situación que se recoge en el artículo 3º de sus Estatutos: Siendo esta institucion meramente
laycal, bajo la direccion del Comandante General, y protaccion del Ylmo. Obispo, el primero hara
los nombramientos de Socios, en aquellos caritativos patriotas, que hayan contribuido y
contribuyan para tan piadoso fin, y en los demas que solIciten su ingreso de toda la Provincia;
pues su autoridad es unicamente lo que puede obligar, y estimular, a que sin el menor interes, y
obrando solo por celo y caridad se tomen el trabajo, que se les distribuirá para el fomento y
asistencia de las casas de misericordia.
1038
ROSA OLIVERA, L. DE LA. Prontuario de lo que se ha de observar por ahora, en el RI. Hospital
de San Carlos de las Yslas Canarias, interin se arreglan los estatutos combenientes para esta, y las
demás casas de misericordia que se hayan de erigir… El Museo Canario, Año VIII, nº 21-22. Las
Palmas de Gran Canaria: Museo Canario, enero-marzo, abril-junio 1947, p. 103-104.
1039
Ibidem, p. 105.

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que lo es de la misma clase, Dn. Josef de Carta. Para el Govierno interior del Rl. Hospicio,
y demás que se expresará al Admon. Principal de Tabacos Dn. Luis Pellicer, Dn. Fernando
Piar, Dn. Tomás Zubieta, y Dn. Tomas Cambreleng, con el carácter de tales Socios, cuya
cabeza es el Comandante G[eneral]. Para la solicitud de limosna en Santa Cruz de
Tenerife y San Cristóbal de La Laguna, se nombran a los socios Fernando Piar y Tomás
Zubieta, mientras que para el resto de los pueblos de las Islas se nombrarán personas de
las más principales por Socios que serán en cada uno dos Regidores: dos de la Sociedad
Económica, dos Eclesiásticos condecorados; dos Militares de graduación o del Ministerio
político autorizado, donde los huviere: dos comerciantes, y a mas soliciten su Ingreso.1040

Estaba ubicado en una casa alquilada a José de Guezala1041, que llegó a alojar, en
su primer año de fundación, un total de 99 personas de ambos sexos. Eran asistidos,
como era costumbre en esta época, por dos custodio-celadores para cada sexo,
Domingo Alonso y Antonia Bento. Los pacientes allí alojados, ejecutaban manufacturas
textiles, así como de repostería, que eran remitidas a las Indias. Su rendimiento era tal,
que como nos cuenta Poggi y Borsotto, ... ascendiendo á tanta cantidad su producto que
suplía la mayor parte de la manutención, teniendo un sobrante de seis mil duros que
después se pusieron a rédito en varias casa de comercio de esta Capital, recojiénolos
luego para la fábrica de la Recova vieja.1042

Para su arquitectura se decantaron por un modelo de casa-hospital de estructura


claustral articulado en torno a un patio central, con un habitáculo destinado a la capilla
para desarrollar los ritos propios de la liturgia católica. Como era costumbre, en el
centro del patio se ubicaba un aljibe, lugar donde se depositaban las aguas recogidas por
el cerramiento superior, de teja a dos aguas, del edificio. Discreto jardín en el que se
cultivaban entre otras, plantas que se empleaban en los remedios curativos para los
enfermos alojados. Su carácter amplio queda bien claro en el articulo 9º de los Estatutos
del Hospicio, en el que se establece la constitución de un órgano que gestione todos
aquellos asuntos concernientes a la beneficencia en las Islas. Está será la denominada
Junta Provincial de Beneficencia. A principios del siglo XIX, José María de Villa era su

1040
Ibidem.
1041
Aunque poseía casa propia que había sido alquilada al cuartel.
1042
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 92.

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administrador, siendo sustituido, en 1810, por Juan Fernández Uriarte, el cual se


mantuvo en el cargo hasta 1813. Contaba con una renta de casi 9.000 reales y sus
créditos ascendían a 28.710 reales, frutos de los pagos atrasados de alquiler de la casa
cuartel y la huerta, lugar esta última, donde los soldados realizaban sus ejercicios.

El número de personas ingresadas no era nada elevado. Cioranescu nos cuenta


que en 1811 se alojaban en el establecimiento cuatro enfermos y dos huérfanas del
hospicio; mientras que dos años más tarde, en 1813, tan solo contaba con tres
pacientes. Hasta 1812, el administrador dependió del Comandante General1043, situación
que se modificó, para ser responsabilidad del Ayuntamiento, según recogía la
Constitución recientemente aprobada en Cádiz. Esta circunstancia duró tres años más,
hasta 1815, volviendo, posteriormente, las aguas a su cauce. Hacia 1820, nos
encontramos con un hospital conformado por dos secciones, un asilo para niños y el
hospital, con un total de ocho camas1044; estas camas se distribuían en dos salas
destinadas a cada sexo, que no dejaban de ser habitáculos cuyas condiciones y
características estaban más cercanas a la tipología doméstica que a la hospitalaria. En
1826, se enajenó la finca, que el arquitecto Manuel de Oraá valoró en 122.604 reales,
ante el poco interés del Ayuntamiento santacrucero por su correcta administración1045.
Hasta el decreto de 1853, la institución se mantuvo independiente, sin anexarse al
Hospital Provincial.

4.2.2.3. LAZARETO DE OBSERVACIÓN DE CABO LLANO (SANTA CRUZ DE


TENERIFE).

Las formas de aislamiento más antiguas conocidas son las que aparecen
mencionadas en la Biblia, en el libro del Pentateuco, que recoge algunas
recomendaciones para evitar el contagio de lepra. A partir del siglo XIII, con las grandes
epidemias de peste que asolaron Europa, toma su máximo auge. El nombre de
«cuarentena» se tomó del tiempo que se estimó necesario para aislar a los apestados

1043
Conforme al reglamento instaurado por el marqués de Branciforte.
1044
El promedio de ingresos anuales era de 150 cuyo precio era de 8 reales al día.
1045
El 7 de noviembre de 1826, una tempestad dañó seriamente la casa que servía de cuartel. La
falta de interés y fondos por parte de Ayuntamiento de Santa Cruz para su arreglo, llevó a que el
Capitán General se decidiera por su enajenación.

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del Medievo, cuarenta días, atendiendo al periodo de tiempo que Jesús pasó en el
desierto. Médicamente se establecieron dos tipos, uno de cuarenta y otro de ochenta
días, que venían mediatizados por la gravedad de la enfermedad y por el país en el que
ocurría la enfermedad. Históricamente algunas ciudades costeras con puerto habían
venido habilitando establecimientos para poder aplicar tanto la cuarentena como la
observación a embarcaciones y personas procedentes de otros «países contaminados o
sospechosos de contagio». El habitáculo habitualmente se cercaba, ubicándolo en zonas
aisladas de los núcleos poblacionales, próximos al mar y bien ventilados, con cercanía a
un hospital. El edificio, de sencilla tipología pero espacioso, estaba destinado al
alojamiento tanto de los enfermos como a albergar las mercancías procedentes de los
«barcos sospechosos», ventilando y purificando lanas, algodones, y tejidos de toda
especie. Para su comunicación con el exterior, se estipulaba una conveniente separación
que evitara el contagio, colocando rejas dobles o dispositivos semejantes, que permitía
un «contacto en la distancia». A todo ello, se unían espacios amplios con jardines y
zonas boscosas, que favorecían la presencia de aire limpio y la eliminación de los
miasmas.

El Lazareto de Santa Cruz de Tenerife comienza su andadura, a partir de la compra


de dos terrenos en la zona donde llaman «El Calvario», lugar donde Matías Delgado de
Fuentes con poder de Rodrigo de la Cruz Pérez vendió a Bartolomé Antonio
Montañés1046 a mediados de julio de 1772. La condición de puerto de mar que portaba
Santa Cruz de Tenerife, obligó a dotarla de un lugar habilitado para la cuarentena y la
observación de las personas transportadas en los barcos que pudieran padecer algún
tipo de enfermedad contagiosa, evitando así la propagación de epidemias por el
territorio insular. La ubicación de los terrenos la describe claramente Poggi y Borsotto:

... un cercado de pan sembrar y arrifes situados donde llaman El Calvario, en esta
jurisdicción, lindando por el Norte, con el camino y muralla que conduce al
Barranco hondo; por Poniente, con tierras que fueron de José Camacho; y por
1047
ambos lados, las que pertenecen a Francisco Pérez...

1046
La compra efectuada en 17 de julio de 1772, se realizó ante el escribano Bernardo José Uque,
y la realizada al día siguiente ante José Francisco Pérez Riverol.
1047
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 102.

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En dichos solares, tanto el comprador, Bartolomé Antonio Montañés, como


Matías Rodríguez Carta, ordenaron construir unas casas altas y almacenes, cuyo fin era
el de dedicarlo al secadero de pescado, labor nunca ejecutada ante la remuneración
desventajosa de esta actividad, con el consiguiente abandono de las edificaciones. Las
numerosas epidemias de peste que asolaron el territorio nacional durante el siglo XVIII,
conllevaron a que la Corona española promulgó la Real Cédula de 15 de Octubre de
1740, donde se encargaba a la Justicia de La Laguna, la vigilancia y visita de las naves que
arribaban la costa nivariense, además de estipular un reglamento ante cualquier acto de
desobediencia. La residencia del Diputado en La Laguna, a diez kilómetros del puerto de
Santa Cruz, así como lo costoso de las visitas, obligó a efectuarse rara vez.

159. Anónimo: Fachada del Lazareto de Santa Cruz de Tenerife (ca. 1880).

El Cabildo Insular, junto al Marqués de Branciforte1048, conformaron los diecisiete


artículos de las ordenanzas de sanidad el 13 de julio de 1784. Con ellas, se procuraba dar
una orientación ante situaciones de epidemia de peste, además de nombrar al alcalde y
un vecino, como encargados de proveer de todo aquello que se precisara para «la buena
sanidad del emplazamiento». El 25 de septiembre de 1787, la Suprema Junta de Sanidad
del Reino, tras una visita por cuestiones de salubridad efectuada por el Comandante

1048
Además era Comandante General de las Islas Canarias y presidente de la Junta de Sanidad.

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General el 4 de junio de ese mismo año, y ante la pésima praxis llevada a cabo en este
recinto sanitario, toma la decisión siguiente: que componga la Diputación de sanidad de
Santa Cruz de Regidores de la Ciudad de la Laguna que residan en este Puerto; que se
den las boletas de salud con conocimientos de S. E. para evitar los perjuicios que
experimentan las embarcaciones en las demoras de subir á la Laguna á solicitar dichas
boletas; y que los cuatro ducados antiguos que se exigen por los derechos de visita de
sanidad se destribuyan en la forma siguiente: veinte reales á la Diputación, diez al
Escribano que la autorice, igual cantidad al Médico, que precisamente debe concurrir, y
los veintiseis restantes los manda conservar para ciertos gastos1049. Para dotar de un
edificio de degredo, se escogió el que Bartolomé Antonio Montañés y Matías Rodríguez
Carta, que mandaron a construir años atrás, arrendándolo por 360 reales de vellón
anuales1050. Este Lazareto de Observación, fue comprado el 7 de noviembre de 1842,
ante el escribano Rafael Martín Fernández, por la cantidad de 22.000 reales de
vellón1051, para realizar al año siguiente las consiguientes reparaciones que costaron 952
pesos, 1 real de plata, y dos y medio cuartos.1052

Tanto las Nouvelles Infirmeries de Marsella, como el Lazareto de Mahón, fueron,


como para tantas otras construcciones de degredo, la fuente de inspiración para la
adaptación de una solución arquitectónica que se adaptara a las condiciones y
necesidades que presentaba el puerto de Tenerife. Pese a ello, las intervenciones
efectuadas para adaptar el primigenio edificio fueron «leves» no llegándose a
modificaciones de carácter estructural y obviando la tipología en pabellones, que años
antes se había ido incorporando poco a poco en este tipo de edificaciones. La
distribución y formato de la construcción, como ya hemos comentado con anterioridad,
no fue alterada de manera considerable. Se hallaba en un llano espacioso de cara al mar,
lo que favorecía considerablemente la circulación del aire. El frente de los antiguos
almacenes y casas se destinó a patios de expansión y ventileo1053. El esquema

1049
Ibidem.
1050
Existe constancia de que el alquiler ascendía a 1.500 reales de vellón en 1842.
1051
ENCINOSO HERNÁNDEZ, A. Guía del forastero. Santa Cruz de Tenerife: Tipografía de Juan Sanz
Cartanya, 1930, p. 14.
1052
Las reformas y reparaciones se sucedieron casi de manera constante: 1847, 1851 y 1861
(costó 143946 reales de vellón y 48 céntimos).
1053
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 104.

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constructivo se articulaba a partir de una estructura en departamentos, que según las


imágenes que nos han llegado se distribuían en dos secciones: una de un solo nivel con
vanos de pequeñas dimensiones repartidos por la fachada, y otra de dos niveles, en
cuyo centro se ubicaba un torreón, con un cuerpo más, a modo de «zona de vigilancia»
de las entradas y salidas de buques al puerto. Su fachada de esta sección estaba dotada
de 17 ventanas distribuidas de manera regular por sus paramentos y dos puertas de
acceso a las dependencias; la zona del torreón contaba con puerta propia y dos
ventanas de mayor tamaño para cada uno de sus pisos. Esta construcción albergaba el
«departamento de sospechosos», zona destinada al alojamiento de las personas,
separada por un muro de los almacenes para las mercancías. En el interior de este
espacio se encontraban las enfermerías para las enfermedades comunes, y muy próximo
al edificio, un huerto para la horticultura y las plantas medicinales.

160. Anónimo: Interior del Lazareto de Santa Cruz de Tenerife (1880-90).

La estructura arquitectónica de dos alturas, estaba distribuida en departamentos.


El «departamento sucio o tocado», acogía a los viajeros llegados de puertos en los
cuales, en el momento de la salida de la nave que los había transportado, existía una
epidemia de peste declarada o que viajaban en buques en los que durante el trayecto
alguno de los pasajeros había caído enfermo de peste o de una enfermedad sospechosa
de ser epidémica. Igualmente, se contaba con un «departamento para apestado»,
destinado exclusivamente a recibir personas afectadas por enfermedades. Por último, la

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denominada «zona o departamento limpio», donde se acogían a los empleados del


lazareto, procurando evitar el contacto con los confinados, así como con los viajeros y
tripulantes, que llegaban de países no sospechosos sanitariamente. Las normativas
estipulaban para estos últimos, que tan solo tenía que pasar la llamada cuarentena de
observación que conllevaba la estancia de tres a cuatro días aislado, situación que en la
práctica se cumplía en contadas ocasiones. Probablemente, esta zona poseyera una
salida independiente al exterior, lo que permitía que los empleados pudieran acceder al
recinto, así como salir de este evitando todo contacto con los asilados. El
establecimiento, cuyo fin era la mera observación1054, en ocasiones se le llegó a dar uso
de «hospital», coincidiendo con la escasez de camas en las instituciones ya
existentes1055. Incluso, como nos cuenta el Diario de Tenerife, en 1890 se le llegó a dotar
de una estufa de desinfección1056. Años más tarde, en 1901, también se procuró
incorporar a las estructuras de lazareto de un muelle propio e independiente del ya
existente, para lo que se presupuestó un total de 28.040 pesetas; el proyecto, pese a las
«buenas intenciones», nunca se ejecutó por la carencia de fondos suficientes1057. El 23
de abril de 1911, el edificio, junto con los terrenos colindantes, fueron cedidos al
Ayuntamiento de la capital, modificando el uso sanitario que hasta la fecha se le había
otorgado.1058

1054
Se le asigna la finalidad de «observación» en 1860, por una Real Orden de 11 de septiembre.
1055
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, 1979; p. 159.
1056
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 16 de septiembre (nª3776) de 1890.
1057
El Independiente (Santa Cruz de Tenerife), 28 de mayo de 1901.
1058
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, 1979; p. 158-159.
Pasó a dársele utilidad ajena a la que durante años se le había otorgado: depósito del consistorio
capitalino.

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4.2.3. LOS AVANCES DE LA CIENCIA Y LAS CORRIENTES HIGIENISTAS:


HOSPITALES, HOSPICIOS Y CASAS DE ACOGIDA FUNDADOS EN EL
SIGLO XIX.

4.2.3.1. HOSPITAL MILITAR (SANTA CRUZ DE TENERIFE).

En 1771 fue fundado el Hospital Militar por el Comandante General Miguel López
Fernández de Heredia en dos casas alquiladas, ubicada en la esquina de la calle San
Francisco con la calle que bajaba hacia la muralla1059. Unos años más tarde, se planteó la
construcción de un recinto para albergar esta institución, para lo que se adquirieron
terrenos por el Estado el 26 de diciembre de 1776 en virtud de escritura otorgada por el
Presbítero Antonio Rodríguez Padilla, como albacea testamentario de José de la Mota,
ante Vicente Espou de la Paz, Escribano público y Oficial mayor de Indias por la cantidad
de 2.825 reales vellón 17 maravedís1060. Su construcción, iniciada en el mismo año de la
adquisición de los terrenos y concluida en dos años después, era de pequeñas
dimensiones y precaria, con una marcada desatención a la higiene y las condiciones
precisas para la «correcta» recuperación de los enfermos. Tanto las obras del edificio,
como del pequeño cementerio contiguo, fueron ejecutadas por el Capitán de Infantería
Juan Güinther y revisadas por el Teniente Coronel Andrés Amat de Tortosa, atendiendo
a las órdenes del Gobernador y Comandante General de las Islas Canarias, Eugenio
Martínez Alvarado, Marqués de Tabaloso. Su construcción fue sufragada con el
desembolsó que realizó este personaje, contando en sus orígenes con una capacidad de
92 camas y un movimiento de ingresos poco importante.1061

Poggi y Borsotto lo describe manifestando claramente su escaso interés desde el


punto de vista arquitectónico, presentando marcadas deficiencias que lo convertía en un
edificio poco preparado para las situaciones de epidemia, careciendo de una ventilación
e iluminación adecuadas: nada de notable encierra este edificio en sus formas

1059
Una de las casas pertenecía a los Herederos del Teniente Coronel Manuel de Cámara y Brito y
la otra a los herederos de Matías Boza de Lima.
1060
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 84.
1061
Entre los años de 1858 y 1862 ingresaron un total de 538 pacientes, presentando una
mortalidad de 5.6 %.

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arquitectónicas. El frente o fachada principal es de vulgarísimo gusto y las enfermerías y


demás departamentos son demasiado aplastados, careciendo de buena luz y ventilación,
pues están al ras del camino. Únicamente la entrada presenta bonito aspecto debido á
un pequeño jardín que ocupa el centro del primer cuerpo del edificio. Lo que resalta
desde luego á la vista es un órden admirable y una extremada limpieza. Recientemente
se le ha donado una buena cocina de hierro. Tiene cinco salas denominadas de San
Pedro, Cármen, San Fernando, San Cárlos y la que se destina para Oficiales; cuartos de
baño, espaciosas galerías donde puede circular los enfermos en convalecencia. Etc. Así
mismo tiene este establecimiento una farmacia.1062

161. Rúbrica del Comandante General Miguel López Fernández de Heredia


(Fuente: Archivo Histórico de Adeje, 1769).

El primigenio hospital, de tipología claustral, se articulaba a partir de un patio


central que poseía un jardín de pequeño tamaño, en torno al que se disponían cuatro
crujías que cerraban el espacio abierto, contando con tan solo una planta. El
establecimiento tenía una superficie total de 3.020 metros cuadrados distribuidos en
cuatro salas con 92 camas: Sala de San Pedro, Sala de Nuestra Señora del Carmen, Sala
de San Fernando, y Sala de San Carlos1063. A estas dependencias, se le unía una capilla y

1062
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 84-85.
1063
Ibidem.
La distribución del Establecimiento era la siguiente: Sala de San Pedro con 907 metros
cuadrados, 24 camas y medidas de 33,3 metros de largo por 5,8 metros de ancho y 4,7 metros de
alto; Sala de Nuestra Señora del Carmen con 425 metros cuadrados, 14 camas y medidas de 14,7
metros de largo por 5,9 metros de ancho y 4,9 metros de alto; Sala de San Fernando con 567
metros cuadrados, 17 camas y medidas de 19,4 metros de largo por 6,1 metros de ancho y 4,8
metros de alto; y la Sala de San Carlos con 820 metros cuadrados, 31 camas y medidas de 33,9
metros de largo por 5,9 metros de ancho y 4,1 metros de alto; y la sala destinada a Oficiales con
301 metros cuadrados, 6 camas y medidas de 15,6 metros de largo por 4,5 metros de ancho y 4,3
metros de alto.

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un cementerio de pequeñas dimensiones que no se le dio uso hasta 1803, momento en


el que se igualó el terraplén para dar sepultura a los cadáveres.

En la fachada principal se encontraba el lugar que daba acceso al edificio, también


llamado «calle principal», que llevaba al patio, cuya función era la de distribuidor
permitiendo el acceso al resto de las dependencias. Las cinco salas, localizadas al mismo
nivel del camino, conformaban el área asistencial del edificio, bien diferenciadas por
graduación militar, y que careciendo de «calles de tratamiento» y «calle de
suministros», función ejercida por el citado patio. El paramento de la fachada principal,
tan solo presentaba cuatro vanos: en el centro la puerta de acceso coronada por una
ventana de reducido tamaño, junto a dos ventanas de iguales características,
equidistantes, a ambos lados. El resto del perímetro del edificio no presentaba vano
alguno, a excepción de una puerta ubicada en el lado opuesto a la principal; la luz y el
aire que penetraba en cada sala-enfermería provenía de ventanas de pequeñas
dimensiones que daban al patio central. Las salas, divididas por patologías (infecciosos-
no infecciosos o medicina-cirugía), eran atendidas por personal cualificado, contando
con un médico mayor, un ayudante, un farmacéutico, practicantes de cirugía y farmacia,
enfermeros y demás personal necesario. Posteriormente, en 1924, las Hijas de la
Caridad asumirán la asistencia a los enfermos1064. Poseía una capilla que tenía la función
de administrar el auxilio espiritual de los militares que recibían asistencia en aquel
Hospital1065. De pequeñas dimensiones, presentaba una riquísima ornamentación que
celosamente cuidaba su capellán, José Manuel Hernández. Entre su posesiones, como
nos narra Poggi y Borsotto, destacaba su rico terno, su monumento para Semana Santa
pintado por Gumersindo Robayna y la imagen del Cristo de los Dolores y de la Agonía,
cuya festividad se celebraba el 14 de septiembre.1066

1064
RIERA, J.: Planos de Hospitales Españoles del siglo XVIII; Actas Histórico-médica Vallisoletana;
Ediciones del Seminario de Historia de La Medicina; Valladolid; 1975. Plano y alzado del Hospital
Militar de Santa Cruz de Tenerife, por Juan Guinther, año 1779. Escala de 100 mm. las 20 varas,
realizado en tinta y colores al aguado. Presenta explicación de este. Tamaño de 355x484 mm. y
recuadro de 315x443 mm. Documento del Archivo General de Simancas, Sección Guerra
Moderna, legajo 2441. Plano en Archivo General de Simancas, Sección M.P. y D. XIII-63.
1065
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 81.
1066
Ibidem, p. 81.

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162. J. Riera: Planta del primer proyecto de Hospital Militar de


Santa Cruz de Tenerife (1975).

Una ampliación importante del edificio acaecida en 1859, precisó de la compra al


Licenciado Fernando López de Lara de un terreno lindante en su lado oeste. Esta fue la
última modificación destacada ocurrida en el edificio, ya que entre 1878 y 1891 se
ejecutaron las obras del «nuevo hospital» en la calle Galcerán1067. El edificio del viejo
hospital, se derribó el 9 de febrero de 1879, resultando un solar que dio lugar al

1067
Duraron hasta 1891, fecha en la que se concluyó tras instalar la gran escalinata y la verja de la
entrada.

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emplazamiento del «nuevo palacio» de la Capitanía General de Canarias siguiendo las


órdenes y deseos del Capital General de Canarias, Valeriano Weyler1068. Tras tener claras
las intenciones establecidas por Valeriano Weyler, se planteó un proyecto nuevo
rápidamente, que establecía dos posibilidades con respecto a la ubicación: la primera
proponía construir la Capitanía sobre la actual plaza que la precede, no cambiando la
dirección del edificio hospitalario; y una segunda que exiliaba de su primigenio entorno
al Hospital, colocándolo en un solar próximo con «mejores condiciones de salubridad».
Fue esta última por la que se decantaron las autoridades competentes, entre ellas el
Capitán General, la Dirección General de Ingenieros y el Ayuntamiento. Esta opción
proporcionaba a la ciudad una plaza de considerable tamaño que favorecía el Ensanche
que se estaba gestando en esta urbe.1069

La Real Orden de 30 de diciembre de 1878 aprobaba el proyecto de construcción


del nuevo edificio, diseñado por Tomás Clavijo y Castillo Olivares, Comandante del
Cuerpo de Ingenieros del Ejército, a la que se unió la Real Orden de 15 de noviembre de
1881 donde definitivamente se establecía su construcción1070, obra que se prolongó
hasta bien entrada la década de los noventa, siendo la fachada principal la primera parte
conclusa del edificio desde 18831071. En referencia a la autoría, todas las publicaciones
realizadas hasta hoy en día, se la asignan al Maestro Mayor de obras de Fortificación y
Edificios Militares Domingo Sicilia y González, artífice de numerosas obras militares
entre 1850 y 1900. Producto del análisis de documentación existente tanto en la
Comandancia de Obras de Santa Cruz de Tenerife como en el Archivo General Militar de

1068
BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003). Opus cit, p. 171.
A excepción de la sala de San Pedro que se destinó a cocheras del nuevo edificio de Capitanía.
1069
Será otorgado gracias a la Real Orden de 3 de agosto de 1875. En 1881, el Ayuntamiento
solicita la permuta de los terrenos de la plaza mediante la Real Orden de 18 de junio, otorgándole
por unos terrenos situados en el testero posterior del nuevo edificio de la Capitanía General no
pudiéndosele dar otro fin más que el de espacio público destinado al ocio de los santacruceros.
Así mismo, cedió a la Capitanía los solares precisos para la construcción del nuevo edificio
hospitalario militar, costeando el alojamiento de los militares enfermos hasta la conclusión de las
obras de edificación; a estas concesiones se le agregó el suministro de materiales para la
construcción del nuevo palacio militar.
1070
R.O. manuscrita de aprobación del proyecto definitivo para el Hospital Militar de Santa Cruz
de Tenerife fechado el 15 de noviembre de 1881. A.G.M. Segovia, Sección 3ª, División 3ª, Legº
695. Extraído de: BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003): Opus cit. Anexo documental.
1071
El edificio antiguo se desaloja completamente a comienzos de febrero de 1879, efectuándose
un acto solemne al que asistió la población y autoridades eclesiásticas, civiles y militares.

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Segovia, apuntan hacia otro personaje diferente como deja claro en su tesina Ana Mª
Benedicto Justo1072.

La traza primigenia del edificio del Hospital Militar se articulaba a partir de cinco
crujías: una central inserta en una planta rectangular, resultado de las cuatro restantes.
De esta manera, se constituían dos grandes patios en los que se ubicaba un pabellón por
cada uno de ellos, perpendiculares a la crujía transversal, muy en la órbita de la tipología
claustral, ya exiliada de la arquitectura hospitalaria, salvo casos excepcionales1073. Tras
un examen exhaustivo del anteproyecto, fue la Junta Superior Facultativa del Cuerpo de
Ingenieros la que consideró que la distribución carecía tanto de las mínimas condiciones
higiénicas (ventilación y luz) como de capacidad (número de enfermos)1074. Una R.O. del
14 de abril de 1880 modificó el anteproyecto eliminando las crujías perpendiculares a la
fachada principal que cerraban el rectángulo, comunicando la crujía del fondo (lugar
donde se destinado al alojamiento de los sanitarios, la cocina y la botica) y la fachada
principal, y suprimiendo los cuerpos de edificios que por los lados mayores del patio, lo
que le daba a la planta una «forma de espina de pescado». Además ubica la sala de
reconocimientos en un lugar del edificio diferente con el indicado objeto de no impedir
la comunicación del aire y se aumenta la altura de la edificación que se deja entre los
pisos de la parte cubierta y la descubierta o patios, excepto en la parte estrecha de la
crujía del fondo1075. El 1 de junio de ese año, se dio comienzo a las obras de edificio, de
la mano del ingeniero Salvador Bethencourt. El proyecto en cuestión no fue fiel a las
pautas marcadas en la R.O. del 14 de abril de 1880, aunque si suprimió las crujías

1072
Opus cit, p. 172.
Tanto de los planos como del primigenio establecimiento, además de la dirección de la ejecución
del edificio.
1073
El 29 de marzo de 1880 fue enviado a Madrid por el Director General de Ingenieros el
anteproyecto del inmueble.
1074
Memoria descriptiva del proyecto del Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife, firmado por
Salvador Bethencourt y examinado por Tomás Clavijo. Proyecto remitido aprobado por R.O.
fechado el 15 de noviembre de 1881. A.G.M. Segovia, Sección 3ª, División 3ª, Legº 695. Extraído
de: BENEDICTO, A. M. (2003). Opus cit. Anexo documental.
Los cuatro pabellones, presentes en el anteproyecto, no presentaban la independencia y
aislamiento necesarios (enlazaban con las galerías de las crujías y con las salas de presos).
1075
Memoria del Proyecto para la Construcción del Hospital Militar (proyecto primitivo).
Consultar R.O. fechado el 14 de abril de 1880, con las bases de las modificaciones a incluir en el
anteproyecto del hospital, dirigido al Director General de Ingenieros. A.G.M. Segovia, Sección 3ª,
División 3ª, Legº 695. Extraído de: BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003). Opus cit. Anexo documental.

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perpendiculares a la fachada principal y los cuerpos de edificio que unían las cuatro salas
entre sí y a la crujía del fondo, eliminando la forma rectangular de la planta1076,
aumentando el tamaño de éstas, situación que favoreció considerablemente el aumento
del número de alojamientos y la conservación de la orientación del primer diseño que
atendía al «aire circulante» del nordeste, considerado de especial interés para la
recuperación rápida de la salud de los individuos enfermos.

Todas estas modificaciones efectuadas llevaron a una nueva distribución del


Hospital, dividiéndose cada pabellón en dos salas con una capacidad que oscilaba entre
las 10 a 12 camas para cada una de las ocho enfermerías resultantes, lo que hacía que el
número de camas oscilara entre 102 a las 108, cifra lejana de las 120 proyectadas
originariamente; cada enfermería estaba dotada con una letrina propia, así como
comunicaciones independientes. Sus especialidades comprendían medicina interna,
infecciosos, cirugía y observación, ubicando oftalmología en el pabellón del fondo; reos
y dementes en un edificio para tal fin que se dispuso construir a la izquierda del pabellón
D1077. Para la intercomunicación de este entramado de pabellones se articularon galerías
ubicadas en los laterales de los pabellones de la fachada y del fondo, además de los
laterales del patio central1078, trasladándose el local destinado a los sirvientes al piso
bajo de la crujía principal, lo que facilitaba considerablemente el movimiento
internamente por las «calles asistenciales», tan necesario, tanto para el personal como
para los pacientes, por el inmueble. Como distinción, sobre el piano nobile de la fachada,
en la segunda planta, se ubicó el alojamiento de los oficiales. La cocina, la despensa y las
habitaciones de los trabajadores de éstos, como se estipuló en R.O., se trasladó del

1076
Memoria descriptiva de la reforma del anteproyecto del Hospital Militar de Santa Cruz de
Tenerife, sin que la reforma se haya ceñido estrictamente a las bases ya citadas. Plano adjunto:
planta alta y perfiles, planta baja, presupuestos de la reforma de 249400 pesetas fechado el 10
de octubre de 1880. A.G.M. Segovia, Sección 3ª, División 3ª, Legº 695. Extraído de: BENEDICTO
JUSTO, A. M. (2003). Opus cit. Anexo documental.
El 10 de octubre de 1880 bajo la supervisión de Tomás Clavijo el proyecto es firmado por
Salvador Bethencourt, con un presupuesto estimado de 249.400 pesetas.
1077
Esta nueva construcción estaba compuesta de una doble crujía y dividido por tabiques de
hasta 40 centímetros de espesor, que favorecía el aislamiento y reclusión de los individuos que se
alojaban en ella.
1078
En el primer proyecto se establecen un número superior de galerías que desaparecen para
procurar un aumento del tamaño de la superficie de los patios, mejorando considerablemente la
ventilación del recinto. Además se atiende al ancho de las que se proyectan, estableciendo un
tamaño no superior a los 2 metros. Las entradas a estos corredores estaban cubiertas.

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testero posterior. Junto a estas dependencias, se instaló la botica, situación que conllevó
un aumento del tamaño de la crujía que no se contemplaba en el proyecto original1079.
Todas estas alteraciones llevaban a que el pabellón C quedaba desprovisto del almacén,
las salas de operaciones y balneario, dependencias presentes en el proyecto primero.
Para dar existencia a estos departamentos, se procuró una crujía doble.

163. Anónimo: Valeriano Weyler (1898).

La distribución de cada uno de los


pabellones se establecía en dos grandes
salas que compartían vestíbulo, dotadas
con dos letrinas y un cuarto de limpieza;
además, existía dos cuartos: uno
destinado al cabo de sala y otro para un
enfermo aislado. La sala de
convalecientes, provista de numerosas
ventanas y comedor para los pacientes
alojados en ella. Próximos a los
pabellones, se instalaron el terrado, el
cuarto de desahogo y una enfermería
con comedor destinada a los oficiales.
Para albergar a los «desahuciados» de la
sociedad (presos y locos), se habilitaron una crujía doble, de menor altura que los
edificios que albergaban las enfermerías, dotadas de máxima autonomía, y que no eran
más que una prolongación de los pabellones C y D. Queda claramente definida la
división que se hizo entre los enfermos infecciosos y no infecciosos, así como entre
enfermos de medicina o de cirugía. El lateral nordeste se cerraba con un trabajo de
cerrajería que facilitaba considerablemente la circulación del aire y la ventilación
natural, a la que en todo momento se le dio una notable importancia tras los estudios
efectuados por el ingeniero Casimir Tollet.

1079
La remodelación del proyecto atendía a un aumento del número de vanos, hasta trece, y la
habilitación de una pequeña salida a la capilla, lo que daba una capacidad más regulara ésta.

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164. Anónimo: Hospital Militar (1890-95).

Todas estas modificaciones establecidas para esta construcción fueron defendidas


notablemente por el Ingeniero Comandante Vidal Abarca en un informe que remitió el
18 de octubre de 1880 al Director General de Ingenieros1080. La Junta Superior
Facultativa de Cuerpo de Ingenieros, acordó en la sesión del 18 de enero de 1881, no

1080
Escrito de Vidal Abarca al Director General de Ingenieros defendiendo el anteproyecto de
Salvador Bethencourt y cuestionando las soluciones dadas en las bases prescritas por la R.O.
fechada el 18 de octubre de 1880. A.G.M. Segovia, Sección 3ª, División 3ª, Legº 695. Extraído de:
BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003). Opus cit. Anexo documental.
... Y aún cuando las citadas bases para la reforma del anteproyecto fueron prescriptivas, y por lo
tanto indiscutibles, cúmpleme sin embargo, manifestar que la solución presentada para
satisfacerlas tiene en mi concepto los inconvenientes de disminuir la capacidad para la
enfermería, de hacer que el servicio de la misma se haga en parte al descubierto y de aumentar el
presupuesto ; y que la supresión de las crujías perpendiculares a la fachada, si bien permite mayor
circulación del aire, priva al interior del edificio de la defensa contra los vientos menos favorables
para la salud y más intensos en esta localidad. Además la crujía de fachada, que consta de dos
pisos, queda sin enlace en el superior, lo cual constituye un defecto de buena construcción.
Respecto a la separación de los pabellones enfermerías sabido es que está indicada la de una vez
y media su altura, pero este límite no es tan absoluto que impida disminuirlo en beneficio de otras
conveniencias cuando se tienen en cuenta la situación despejada y dominante del edificio, su
orientación y las circunstancias del clima para que la ventilación sea proporcionada al número
reducido de enfermos (17 cada pabellón) y no ... ni obtenida por medio de corrientes perjudiciales
siempre a la salud.

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introducir ninguna de los cambios planteados viéndose obligados a la introducción de


otro pabellón para locos y presos, al no incorporar el alojamiento de sanitarios en la
crujía del testero posterior del fondo. Muy criticada fue la superficie asignada a la botica
del Centro y a la capilla1081, así como a la desorbitada altura otorgada a las galerías que
hacían de nexo entre las crujías, en detrimento de la del resto de los pisos del inmueble.
Todas estas modificaciones del anteproyecto se devolvieron para el estudio del proyecto
definitivo, estableciendo unas pautas bien definidas: eliminar el pabellón destinado a
alojamiento de los sanitarios y situar en el solar de aquel el de presos y locos con la
misma longitud que tenía; uniformidad entre las alturas de las galerías comunicantes
con los pabellones de enfermos; y, una reestructuración de la superficie de la capilla,
que como se ha expuesto con anterioridad.

El 17 de junio de 1881 se remite a la Dirección General de Ingenieros el documento


definitivo1082, proyecto efectuado por Salvador Bethencourt bajo la supervisión de
Tomás Clavijo. La Junta Superior Facultativa concede la aprobación definitiva en sesión
del 27 de octubre, dando su ratificación mediante la R.O. de 15 de noviembre del mismo
año, momento en el que ya se habían acometido trabajos de explanación del solar y
cimentación1083. Este hospital, proyectado por Bethencourt, respondía a una tipología
concebida por módulos de pabellones de especialidades que presentaban la
característica de estar bien orientados y aislados, con una planta elevada del suelo que
empleaba soluciones abovedadas, sistema que propiciaba la ventilación del recinto, lo
que lograba una salubridad que ayudaba a la rápida recuperación de los enfermos
internados en él. A su vez, se incorporaba un modelo de pabellones ligados con

1081
Este aumento del tamaño de la superficie de la Capilla del recinto hospitalario, que pretendía
aumentar el aforo, conllevaba usar parte de la galería que le corresponde a su frente, situación
que dificultaba considerablemente el paso por la zona cubierta.
1082
Opus cit, p.176.
1083
Documento de la Subinspección de Sanidad Militar que informa sobre las condiciones del
solar cedido por el Ayuntamiento para la construcción del hospital. Plano adjunto fechado el 20
de marzo de 1879.
Documento de la Subinspección de Ingenieros informando sobre superficie del solar: forma de
trapecio «cuyas bases paralelas son de 97 m. y 61,2 m. y de altura 66,5 m., componiendo una
superficie de 5263,48 m.» fechado el 14 de abril de 1879.
Documento del alcalde notificando la rasante de la prolongación de la calle de Iriarte: 1,12 % de
desnivel hasta término de la prolongación, fechado el 23 de agosto de 1879.
Todos ellos en A.G.M. Segovia, Sección 3ª, División 3ª, Legº 695. Extraído de: BENEDICTO JUSTO,
A. M. (2003). Opus cit. Anexo documental.

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circulación cubierta, impulsado por la Escuela Inglesa, donde el primer hospital que
asume esta tipología fue el de Blackburn en Manchester en 1870, y, poco después, el
John Hopkins de Baltimore en 1880.

Si atendemos a los planos del edificio orientado entre dos planos de situación, el
primero (perímetro trapezoidal P,R,G,M) se encuentra elevado 4 metros sobre el
segundo, es decir R,S,T,G. Sobre el lado M,J del primer trapecio en una longitud de 66,60
metros se establecía una crujía de 5,40 metros de ancho por 5 metros de altura interior,
con cerramiento en cubierta en forma de azotea, lugar destinado a las dependencias
accesorias del hospital, tales como cocina, despensa, baños, botica, alojamiento de
sanitarios, sala de operaciones, e incluso la propia capilla. Tanto las letrinas como las
caballerizas, se ubicaron en la prolongación N,P, junto al depósito de cadáveres y sala de
autopsias, con una anchura de 3,4 metros y 4 metros de altura interior, intentado así,
aglutinar todas aquellas dependencias sépticas en un punto del establecimiento.
Superpuesta a esta planta, se disponían cuatro pabellones iguales de considerables
dimensiones: 27,6 metros de longitud por 7,80 metros de anchura y 5 metros de altura
hasta la solera con un cerramiento en cubierta de teja a dos aguas; cada uno de los
pabellones se distribuía en dos salas de enfermería. Todos y cada uno de estos
pabellones, separados por sus cabeceras, formaban un paso central de 10,50 metros de
anchura, la de sus costados una calle de 6 metros, y la de los que unían a la crujía del
fondo con ésta, un patio de 9 metros de latitud. La prolongación del pabellón C se
destinaba a presos y locos; sobre el plano inferior, se elevaba la crujía principal de dos
pisos, con una anchura de 4,80 metros y alturas interiores de 4 metros en el piso bajo y
de 5 metros en el principal, con cubierta de azotea. Este cuerpo de edificio estaba
destinado principalmente a almacenes y oficinas y constituía la «calle de suministros».
Tanto los lavaderos y portería como los jardines y el cuerpo de guardia estaban ubicados
en el resto del solar, con un cerramiento por el lado sur con un muro de cerca, y con
verjas por la fachada principal y el costado norte.

Los pabellones aislados presentaban cada uno de ellos dos salas separadas por un
vestíbulo, contemplando la existencia de una habitación para enfermo que pudieran
precisar aislamiento, además de otra para el cabo de sala, dos letrinas y un cuarto
destinado a las herramientas de limpieza. Cada sala poseía entrada independiente y era
autónoma, de igual manera que el resto del servicio, realizándose por los pasillos
laterales. Con respecto al aire, las ventanas dispuestas en el paramento de los muros de

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los pabellones o la disposición de ventiladores ordinarios al pie de los muros, era la


manera de elevar el aire hasta el cielo raso expeliéndose por las rosetas caladas
instaladas en él, siendo éste arrastrado por la corriente que se establecía con los dos
ojos abiertos en los piñones1084. Para el cerramiento en cubierta, se dispuso una
armadura para la cubierta constituida por siete cerchas, compuesta cada una de ellas de
un puente, un tirante de hierro con pendón, dos pares y dos péndolas de lo mismo.

Para evitar un contacto directo con los patios que podía favorecer la posibilidad de
entrada en el recinto sanitario de los miasmas, los pisos de los pabellones se dispuso
elevar a una altura de 0,85 metros sobre éstos, salvándose el desnivel con tres
escalones, a lo que se unía la pendiente de la acera de las galerías y el resalto del
sardinel sobre el patio. Con respecto a las comunicaciones, éstas tienen lugar por las
debatidas galerías de 2 metros de anchura y 4 metros de altura, que constituían las
«calles asistenciales», sustentadas por columnas de hierro; la ubicada en el segundo piso
de la crujía principal presentaba un cerramiento acristalado en todo su desarrollo. La
escalera principal comunicada con la entrada principal que constituía la «calle
principal». Era de pendiente cómoda, se construyó en sillería con cuatro ramales,
peldaños de piedra basáltica y hierro forjado en barandilla-pasamanos; en
contraposición, para las de servicio se empleó madera, uniendo la galería del piso bajo
en la crujía de fachada. Por último, destacar el empleo de una solución de caracol para la
escalera que daba acceso a la azotea, cubierta con un torreón ochavado.1085

Los materiales empleados para la construcción del establecimiento castrense eran


de uso corriente, uniéndose a estos los procedentes del antiguo edificio ubicado en la
Plaza de Weyler1086. Constructivamente, se emplearon muros de mampostería ordinaria
enlucidos y blanqueados, con tabiques de ladrillo y pisos de losa, pretil basáltico en las
aceras y adoquín en los patios interiores y de lavaderos; en los cerramiento de cubiertas
se usó envigados de tea con soleras y correas, azotea de hormigón y cielos rasos de caña
y yeso. En cuanto a puertas y ventanas, de pino blanco con bastidor de pino riga, y rejas
de hierro. La crujía principal fue una de las partes del edificio que se acometieron

1084
Ibidem, p. 176.
1085
Ibidem, p. 177.
1086
R.O. del 30 de diciembre de 1878.

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inicialmente, ya que se precisaba de su conclusión para dar comienzo a la construcción


de los pabellones aislados junto a la crujía del testero posterior. Era en este último lugar
donde se había proyectado la ubicación de la cocina, recinto fundamental para la puesta
en marcha del recinto sanitario. A tenor de la documentación estudiada, posiblemente
el edificio vio una posible «puesta en marcha» en aproximadamente dos años1087. La
Comandancia de Ingenieros de Santa Cruz de Tenerife elaboró y diseñó una serie de
reformas, recogidas en la R.O. de 9 de noviembre de 1891, que afectaban a las pautas
establecidas en el primigenio proyecto, realizando cambio de los pisos en los pabellones
enfermerías. Así, se colocaba un material impermeable en los pisos de las salas C y D en
proyecto, desechando la madera existente en las salas A y B, salas que ya estaban
terminadas1088. Al observar la R.O. del 15 de noviembre de 1881, inicialmente se partió
con un presupuesto de 345.000 pesetas, dinero que no se aportó atendiendo a la
marcha de las obras, lo que conllevó esta irregularidad al retraso e incluso paro de los
trabajos de construcción.1089

De igual manera que en el Hospital Civil, las reformas y modificaciones fueron la


nota predominante en la historia del Centro. Estos cambios buscaban básicamente
adaptarse a las nuevas necesidades que se habían generado: el aumento de la población
militar presente en la Isla que procuraba salvaguardar «un territorio estratégico» y
numerosas innovaciones de la medicina que ofertaban nuevos tratamientos y terapias.
A diferencia de su «homólogo civil», desde el poder militar no existió intención de
dotarlo de nuevos edificios que aumentaran la superficie asistencial, sino que se apostó
por una remodelación de los ya existentes, aprovechando el inmueble de la calle

1087
Claro ejemplo de esta discontinuidad en los trabajos realizados en el Hospital, son los
comentarios recogidos en la memoria de la Comandancia de Ingenieros sobre obras y servicios
(año 1883-84) donde se reconoce la paralización de las obras entre octubre de 1883 y mayo de
1884, atendiendo a la falta de una inversión de 25.402 ptas.
1088
Memoria descriptiva de la reforma al proyecto de Hospital Militar fechada el 18 de
septiembre de 1891 y firmada por Salvador Bethencourt. A.G.M. Segovia, Sección 3ª, División 3ª,
Legº 695. Extraído de: BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003). Opus cit. Anexo documental.
Según se expone en la Memoria de la reforma al proyecto fechada el 18 de septiembre de 1891 y
rubricada por Salvador Bethencourt, el entarimado de pino fue sustituido por mosaicos y el
envigado de pino-tea por relleno de piedras basálticas.
1089
El Capitán General Weyler fue uno de los grandes promotores de la recaudación de fondos
para la ejecución de la obra, situación que fue perenne durante toda su estancia en las Islas.

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Galcerán1090. Esta política de reciclaje ocasionó que poco a poco el hospital adquiriera
una «morfología laberíntica» que traicionaba el sentido de unidad proyectado
originalmente por el ingeniero Salvador Bethencourt Clavijo.1091

165. José V. González Bethencourt: Fachada del Hospital Militar a la calle


Galcerán a finales del siglo XIX(2009).

Tras la finalización de las obras de construcción del hospital, a los pocos años, en
1900, se iniciaron obras para la reforma en la crujía posterior ubicando en ella el Servicio
de Farmacia junto a las dependencias accesorias. Esta iniciativa se llevó a cabo ante lo
inadecuado del lugar en el que se encontraba en ese momento, no favoreciendo las
actividades propias de la botica, como eran las de elaboración, dispensación y

1090
Véase Anexos Documentales. Sección HOSPITAL MILITAR (listado de proyectos acometidos
por la Comandancia de Obras de Santa Cruz de Tenerife, entre 1900-50).
1091
R.O. de 12 de abril de 1899.
Entre abril de 1899 y mayo de 1902, la Comandancia Principal de Canarias estuvo a su cargo tras
adquirir la condición de coronel, a lo que se unió el cargo en la Sección de Reserva del Estado
Mayor General del Ejército. Cesa en el cargo para ingresar en la Sección del Estado Mayor
General del Ejército como General de Brigada, concediéndosele la Gran Cruz del Mérito Militar
con distintivo blanco mediante el Real Decreto del 4 de marzo de 1903, estando a cargo de la
Sección de Reserva del Estado Mayor General del Ejército hasta el 24 de abril de 1914, año en el
que murió.

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almacenaje de los fármacos1092. El proyecto, que ya había sido elaborado desde el 20 de


enero, fue rubricado por el arquitecto Domingo Pisaca, bajo la supervisión de Luis
Durango, para ser aprobado por la R.O. del 30 de abril de 1900.1093

166. Planta de la ampliación del Hospital Militar


(AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695).

Recientemente se había adquirido un


carruaje-ambulancia para poder
transportar a los enfermos impedidos que
se estacionaba en las proximidades del
hospital, sin tener una ubicación definida.
Para concretar una zona de
estacionamiento, el maestro de obras
Domingo Pisaca elaboró un proyecto que
firmó el 28 de febrero de 1901, en el que
se recogían las instrucciones pertinentes
para la construcción de un local que
albergara el vehículo, junto a las cuatro
mulas que permitían que se pudiera
movilizar, aunque el edificio anexo
procuró dar cabida a cinco1094. El proyecto se ejecutó en un solar de 104 metros
cuadrados contiguo de la parte sur, perteneciente a José Díaz Llanos, quien lo cedió para
tal fin1095. Las obras, que habían sido aprobadas mediante la R.O. del 16 de abril de 1901,

1092
La galería general de la crujía posterior servía de paso para acceder al almacén, la botica o el
laboratorio, situación que no favorecía a las actividades propias de la Farmacia.
1093
La R.O. de 10 de abril de 1900 permitió la colocación de un asta de bandera en la fachada
principal del hospital. El proyecto fue firmado por el Maestro de Obras Manuel Arroyo,
examinado por Juan Fernández Shaw y Bethencourt el 27 de septiembre de 1900, aprobado en
R.O. 30 octubre del mismo año.
1094
R.O. 7 de febrero de 1900 y plano del solar donde se ubicó. Apéndice documental, nº 27.
1095
El primer escarpe del Barranco de Santos, adosado al pabellón de locos y presos, en el
costado sur del edificio del Hospital, fue donde se construyó el local destinado a cocheras,
levantándola sobre el terraplén unos tres metros, para alcanzar la altura del edificio hospitalario
uniéndolo con éste por medio de una rampa. El acceso se le dio por la calle Iriarte, con un vano
de dimensiones considerables que facilitara un fácil acceso.

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fueron supervisadas tanto por el Ingeniero Comandante Juan Fernández Shaw como por
el Coronel Comandante Principal Salvador Bethencourt.

Con el paso de los años el poder militar en la Islas procuró conservar en todo
momento la idea con la que se había gestado el edificio hospitalario. Se consideraba de
suma importancia crear y mantener una estructura arquitectónica que favoreciera al
mínimo la posible proliferación de microbios. Para lograrlo, se efectuaron pequeñas
intervenciones en las letrinas, salas para oficiales presos y dementes, una habitación
para el Oficial de Guardia y la construcción de una sala de operaciones. El encargo se le
hizo al maestro de obras Manuel Arroyo, el 17 de agosto de 1900, con un presupuesto a
cargo del material de ingenieros de 28.370 pesetas, siendo firmado por José Espejo
Fernández el 19 de abril de 19011096. En el proyecto se manifiesta la preocupación por
aunar los avances de la ciencia en el campo médico con los conocimientos de la
arquitectura e ingeniería:

…entre todas las armas de combate esgrimidas contra el terrible y común enemigo de
todo operado, la medicina había de llamar a las puertas de todas las ciencias
humanas, y pedir a la del Ingeniero recursos suficientes, con que agregar al arsenal
ya existente nuevos elementos para garantizar el éxito y obtener la victoria. De ahí el
apoyo que todo constructor, todo Ingeniero debe dar a la medicina, haciendo un
estudio detenido y concienzudo de las soluciones que debe adoptar... y si esto que
decimos es común y aceptable a cuantos dedicados a la arquitectura o Ingeniería
proyectan edificios nosocomiales, aún más particularmente incumbe en su estudio al
1097
Ingeniero Militar….

Para las salas destinadas a oficiales presos y dementes, se dispuso una solución,
situada en el patio central del edificio, que comprendía dos celdas de 9 metros cuadrado
cada una, ampliándose el departamento de locos de tropa, en el patio comprendido
entre aquel y una de las salas de enfermos. Para el Cuerpo de Guardia de Oficial, se
aumentaron los dos pabellones de la entrada por el lado contrario a la entrada principal,
demoliendo el muro del fondo y respetando en la nueva construcción todos los detalles
arquitectónicos y constructivos ya existentes.

Por estas fechas, y a tenor de los numerosos descubrimientos efectuados en el


campo de la microbiología, que incluían los métodos antisépticos y de asepsia, se instaló

1096
Proyecto recogido en la R.O. 15 de abril de 1902.
1097
Véase Anexos Documentales. Sección Hospital Militar (listado de proyectos acometidos por la
Comandancia de Obras de Santa Cruz de Tenerife, entre 1900-50).

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una estufa de desinfección modelo Gererte et Herchez ubicándose en el recientemente


creado Servicio de Desinfección1098. Este servicio se le dotó, el 30 de diciembre de 1902,
con una nueva planta en forma de trapecio irregular cuya superficie era de unos 180,41
metros cuadrados, lindando por el norte con el testero sur de la sala de enfermería
número 2, por el sur con el Barranco de Santos, al este con los lavaderos del edificio y al
oeste con los locales destinados a presos y locos, y con el patio alto destinado al servicio
de cocinas, cuadras y caballeriza. Con su emplazamiento, se conseguía un polígono
destinado a secadero y otros procedimientos precisos para el uso de la estufa,
procurando no interrumpir la entrada al patio alto, ni la salida de personas y objetos ya
limpios, prolongándose la cubierta de la nave derecha de la crujía, consiguiendo con esta
disposición los espacios destinados a escalera de subida al referido patio y al almacén
general de efectos1099. En 1904, mediante la R.O. 13 diciembre, se proyecta un
consultorio y clínica de operados, firmado por el Capitán Agustín Gutiérrez de Tobar y
visto bueno del Coronel Comandante Ángel Rosell, con presupuesto de 3.270 pesetas,
destinado a las familias de Generales, Jefes y Oficiales, en el pabellón que ocupaban las
Hermanas de la Caridad, las cuales habían quedado en suspenso por la R.O. que
desautorizaba sus servicios en los Hospitales Militares.

Como ocurrió en el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, había


existido una marcada inquietud para proporcionar agua al Establecimiento en
condiciones óptimas. Desde 1858, el agua que llegaba a Santa Cruz procedía de once
fuentes diferentes, que Antonio Pintor, en 1897, había intentado conducir mediante un
canal al que se le unió la construcción de un depósito regulador en 1911, momento en el
que se incorpora a la red el sistema de agua a presión. El agua que abastecía al Hospital
carecía de la calidad adecuada, llegando en numerosas ocasiones con considerables
cantidades de partículas en suspensión que la hacían inutilizable. En 1905, se procedió a
instalar unos filtros Mallié de porcelana de amianto, sustituyendo a los ya existentes,

1098
El R.D. 18 diciembre de 1901 establece la creación de este servicio de desinfección militar y la
compra de dichas estufas, siendo aprobado, mediante la R.O. 7 mayo de 1902 el programa de
necesidades.
1099
Este proyecto aparece firmado por el Comandante Antonio Gómez de Tejada con el visto
bueno del Coronel Comandante Ángel Rosell el 31 de diciembre de 1903, fue aprobado por R.O.
del 22 de marzo de 1904. Véase Anexos Documentales. Sección HOSPITAL MILITAR (listado de
proyectos acometidos por la Comandancia de Obras de Santa Cruz de Tenerife, entre 1900-50).

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tres filtros Chamberland sistema Pasteur de tres bujías, que no eliminaban los gérmenes
que portaba el agua de abastecimiento1100. Costó un total de 895,70 pesetas, sufragadas
por el fondo de entretenimiento de la Comandancia; el proyecto fue firmado por Sixto
Laguna el 20 de julio de 1906, siendo ratificado por Ángel Rosell.1101

Nuevamente se plantea la intención de realizar intervenciones en el edificio en


abril de 1915. El Jefe de Sanidad Militar, mediante un escrito describía las nefastas
condiciones de la sala de operaciones, de la sala de radiología y del laboratorio clínico.
Esta denuncia provocó el nombramiento de una comisión asesora que marcara las
directrices que se deberían establecer para efectuar una ampliación del edificio,
encabezada por José Secchi, Médico Mayor, y José Galván Balaguer, Comandante de
Ingenieros. Fruto de diferentes reuniones fue el informe que emitieron el 31 de mayo de
1915, en el que se rechazaba agregar un piso al edificio de la fachada por dificultades
técnicas, así como la eliminación de gran parte de la luz natural que accedía a la sala de
los enfermos1102. La solución que plantearon fue la elevación de un piso en la crujía
posterior de dimensiones considerables, 65 metros de largo por 8 metros de ancho
aproximadamente1103. A estas intervenciones se le unieron las realizadas sobre el
pabellón de presos y dementes, al que se le agregó otra planta en la que se ubicaron
tres salas, de anestesia, de operaciones y de esterilización aislada, junto a un cuarto-
almacén para material quirúrgico y una sala de espera1104. Esta solución permitía unificar
todos los recursos quirúrgicos en un solo punto del Centro, lo que favorecía la
administración del tratamiento y menguaba considerablemente la aparición de
enfermedades nosocomiales. La práctica de aglutinar estos servicios en un «área

1100
Opus cit., p. 183.
Este tipo de filtro fue inventado en 1893 por Mirán y Parnós, obteniendo el Premio Montyon de
la Academia de Ciencias de París. El cambio de sistema se recoge en la R.O. de 29 de mayo de
1905.
1101
R.O. de 31 de agosto de 1906.
1102
En este momento, la luz era considerada fundamental para la recuperación de los enfermos,
situación ya descubierta desde el siglo XVIII por los médicos franceses quienes empleaban esta
terapia para las infecciones de piel.
1103
Véase anexos documentales, sección Hospital Militar. Véase Anexos Documentales. Sección
HOSPITAL MILITAR (listado de proyectos acometidos por la Comandancia de Obras de Santa Cruz
de Tenerife, entre 1900-50).
1104
Podemos encontrar las características de esta intervención en la R.O. 25 de septiembre de
1915, donde se nos dimensiona: 4 metros que favorecía la instalación de las diferentes
dependencias necesarias.

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quirúrgica» comenzó tímidamente desde inicios del siglo XIX, en 1822, cuando se decide
crear un quirófano unido a la sala de recuperación, en el Hospital Santo Tomás en
Southwark (Londres). Posteriormente, Florence Nightingale generalizará esta práctica,
agregándose a este departamento los sistemas de esterilización tras los descubrimientos
de Joseph Lister en 1865, y la sugerencia a los médicos de los hospitales militares de
hervir el instrumental y los vendajes, formulada por Louis Pasteur en 1871. En la crujía
norte se decidió la instalación de los laboratorios de análisis clínico, y para la sur, la sala
de rayos X, atendiendo a las directrices establecidas en el proyecto emitido por el
capitán Manuel de León.1105

Posteriormente, fueron varias las reformas y reestructuraciones, como apunta Ana


Benedicto en su trabajo de investigación sobre este hospital, cuando se refiere a ellas: la
escalera de acceso a los dos primeros grupos se hizo en el cuarto del capellán, inmediato
al de sacristía; tenía cuatro tramos y comunicaba hasta la azotea, donde se situaron los
locales destinados a animales inoculados y de experimentación. En relación con la planta
baja, una galería general del largo de la crujía, daba comunicación a todos los locales,
además de la de éstos entre sí, por medio de puertas interiores. Los detalles de
distribución, así como el destino de cada local quedan expresados claramente en el
plano, habiéndose tenido cuidado de hacer la fachada del cuerpo alto en armonía
estricta con la ya existente del bajo1106. Además agrega en lo referente al diseño que se
empleó para la construcción del área quirúrgica del hospital: en el pabellón de
operaciones, la comunicación cerrada entre los locales aislados de las salas de
enfermería, inmediata a la sala de operaciones, se hizo por el patio intermedio; de esta
manera, al estar los pisos de las salas a 68 cms. sobre el nivel del patio, se evitaba la
construcción de nuevas escalinatas de acceso a ellas, así como la transformación de
ventanas en puertas para la galería. La comunicación con la sala de operaciones se
estableció, como solución más económica y sencilla, por medio de una galería en

1105
Véase Anexos Documentales. Sección HOSPITAL MILITAR (listado de proyectos acometidos
por la Comandancia de Obras de Santa Cruz de Tenerife, entre 1900-50).
1106
BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003). Opus cit, p. 189.

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pendiente de 31º con escalera que arrancaba de una de las ventanas de los locales
aislados y terminaba en el local destinado a vestíbulo….1107

167. Plantas de semisótano, baja y primera del Hospital Militar en 1925


(AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695).

Para la ejecución de las obras, las de mayor envergadura desde la finalización de


las que se efectuaron para la construcción del edificio, se precisó un presupuesto de
100.530 pesetas, que fueron abonadas por el Servicio de Ingenieros1108. Dos años más
tarde, se había finalizado las obras de la sala de operaciones y locales anexos; aún
quedaban por concluir todas las dependencias proyectadas para la planta superior de la
crujía posterior, que habían sido modificadas para adaptarse mejor a las necesidades
asistenciales del Centro1109, presupuestándose para la conclusión de las obras, la
cantidad de 98.170 pesetas pagadas por los servicios de ingenieros, cuya subasta pública
recogía en su pliego de condiciones, una duración de las obras de 10 meses1110. La
subasta de ambas obras se declaró desierta ante la carencia de materiales para su
realización, muchos de ellos empleados para la construcción-ampliación del Hospital

1107
Opus cit., p. 184.
1108
Recibe su aprobación mediante la R.O. de 22 de octubre de 1915.
1109
R.O. de 9 marzo de 1918.
1110
R.O.C. de 23 de abril de 1902.

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Civil y las obras de prolongación del muelle sur que dieron comienzo a partir de 1911,
entre otras, así como el escaso número de empresas que pudieran asumir la obra, lo que
llevó a que se efectuaran por gestión directa con iguales condiciones modificándose tan
solo su precio.1111

168. José V. González Bethencourt: Fachada del Hospital Militar


antes de cerrarse en 1995 (2009).

El 11 de febrero de 1922 se redactó el programa de necesidades para una


ampliación del Hospital, sugiriendo un aumento de 25 camas en dos pabellones, un
pabellón de 85 metros cuadrados para el Oficial Administrador y la disposición de un
garaje para albergar los vehículos pertenecientes al Centro: los seis coches Lohner
adscritos al Establecimiento y dos furgones de la Estación Sanitaria1112, que habían
venido a sustituir el carruaje tirado por mulas que años atrás había valido para el
transporte de los pacientes. Estas nuevas necesidades habían surgido como producto de
las ampliaciones efectuadas previamente en el recinto. El proyecto recogía una
ampliación hacia un solar de 1.569 metros cuadrados ubicado en la manzana formada
por las calles Iriarte, Duggi y Álvarez de Lugo. Esta nueva superficie que se agregaba a la
ya existente, incorporaba una oficina para el Jefe y Oficial de Farmacia, almacén para la
farmacia, despacho para los jefes de servicios y clínicas, sala de reconocimientos, dos
salas para albergar a jefes y oficiales enfermos; ampliación del dormitorio de sanitarios,

1111
La R.O. de 9 de diciembre de 1918 establece el sistema de gestión directa, dentro de los
precios unitarios y condiciones que sirvieron de tipo para la subasta, aprobándose el presupuesto
por gestión directa de 89.150 pesetas que asumen los Servicios de Ingenieros.
1112
Recientemente se había producido un aumento de plantilla en la guarnición.

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el comedor, el almacén de ropas o ropería y oficina para la Sección Sanitaria; dos cuartos
para el servicio de sanitarios, una sala para material quirúrgico, un archivo para las
oficinas de sanidad, dos pabellones para 25 camas y un pabellón para el administrador.
Queda de manifiesto que del hospital se procuraron alejar aquellas dependencias que
pudieran ocasionar infecciones o contagios como la cuadra, el depósito de cadáveres o
el estercolero, para los que se habilitaron dependencias para tal fin.

Con la aprobación del Plan de Hospitalización de las Islas el 13 de junio de 1924,


estableció el número de camas y servicios que debería prestar la Institución. Se
plantearon dos situaciones: la posibilidad de una ampliación del edificio del Asilo o la
construcción en nueva ubicación de uno de nueva planta, solicitándole al Coronel
Ingeniero Comandante Leonardo Royo, y al Jefe de Sanidad Militar José Agustín
informes1113. Tanto el primero como el segundo, se decantaron por la ampliación del
edificio, proponiendo el empleo de parte de la manzana limitada por el barranco y la
calle de Duggi, expropiando la superficie necesaria para trasladar a ella los servicios
molestos o perjudiciales y dejando espacio para los servicios necesarios.

En febrero del año siguiente, la Junta Superior Facultativa modifica el proyecto,


reduciendo el número de camas a 170, ante la disminución de los hombres que
formaban la guarnición1114. Mediante la Real Orden de 8 de junio de 1925 nuevamente
se solicitaron informes que ayudaran a la redacción de un nuevo proyecto, en los que
debían especificarse: características del o los solares, superficie por cama de
hospitalización y plano de distribución del edificio. Los informes que se emitieron meses
después, no coincidían en sus recomendaciones mostrando dos posturas enfrentadas,
por una parte, se muestra favorable a la ampliación del hospital existente tomando una
parte de la manzana Duggi por expropiación de la superficie necesaria, así como
también debía ampliarse el pabellón para el administrador y construir los del Director
Farmacéutico y Capellán, levantando un nuevo piso en el frente principal o en la parte
norte, entonces ocupada por jardín, el destinado al director, y en la parte sur del mismo

1113
En R.O. del 9 de agosto de 1924. Los informes fueron emitidos el 3 y 17 de septiembre de
este mismo año.
1114
A partir de diciembre de 1924, la guarnición disminuye quedándose en 736 hombres,
situación que justifica la modificación del proyecto de ampliación que se materializa en la R.O. de
6 de mayo de 1925.

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frente, el del Farmacéutico, y sobre éste el del Capellán; o por la otra, se manifestaba
partidario de la construcción de un hospital de nueva planta, ya que, aunque se
efectuaran mejoras, no se podrían cumplir las condiciones que un nosocomio moderno
exigía, ni las señaladas por las instrucciones para redactar proyectos de hospitales
aprobadas por R.O.C. del 22 de noviembre de 1924, proponiéndose su ubicación entre la
línea que unía las golas de las baterías de San Carlos y María Cristina y la carretera de la
costa, lugar bien orientado y aireado por los vientos del nordeste1115. Leopoldo de Mena,
Capitán General de Canarias en ese momento, se decanta por la primera propuesta
según consta en un informe que remite al Ministerio de la Guerra el 20 de agosto de
1925.1116

El otro gran momento, durante el periodo que se está abordando, ocurrió con la
ampliación del edificio que se produce en la década de los 40 del siglo XX, y que venía
motivada por las características geoestratégicas de las Islas Canarias y el conflicto bélico
que en ese momento se desarrollaba internacionalmente. La creciente población militar
presente en la guarnición, precipitó la obra de ampliación, buscando un aumento del
número de camas que en ese momento estaban en 130. Para las intervenciones que se
pretendían efectuar en el edificio se formularon dos proyectos. El primero se centraba
en la elevación de un piso en el cuerpo principal, dos de las salas de enfermos y la
correspondiente galería de comunicación. El segundo, planteaba la construcción de una
nueva planta en los dos restantes pabellones de enfermos y en su galería que servía
para su comunicación1117. Pese a que con anterioridad este proyecto fue desechado, no
viendo la posibilidad de ubicar una planta sobre la crujía de la fachada hacia Galcerán y

1115
El primer informe fue emitido desde la Jefatura de Sanidad Militar por Enrique Pedraza el 11
de julio de 1925; el segundo informe será realizado desde la Comandancia de Ingenieros por el
Coronel Ingeniero Comandante Leonardo Royo el 8 de agosto de 1925 (los terrenos que propone
para el nuevo hospital estaban destinados a cultivo de regadío, situación que solucionaba el
abastecimiento de agua y con facilidad para el abastecimiento de electricidad).
1116
La R.O. de 9 de marzo de 1925 declaraba inadecuados los terrenos y solares propuestos para
la construcción de un hospital de nueva planta, estableciendo la necesidad de llevar a cabo las
gestiones y trámites oportunos para la adquisición de los edificios convenientes y la cesión por
parte del Ayuntamiento de las calles o parte de las mismas que fuesen necesarias para su
ampliación.
1117
El primer proyecto, diseño de Manuel Martín de la Escalera, sería sufragado por un donativo
efectuado por el Gobernador Civil de la Provincia que ascendía a 600.000 pesetas, mientras que
el segundo correría a cargo de los fondos de la Guerra. El proyecto definitivo empleó la gestión
directa.

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sobre los cuatro pabellones, finalmente se retomó. El diseño, obra de Manuel Martín de
la Escalera, fue firmado por el Coronel Ingeniero Comandante Enrique Rolandi el 25 de
junio de 19401118. Con estas obras se procuró un aumento considerable de las camas,
350, que podían hacerse extensibles hasta las 480, siempre en caso de extrema
necesidad1119. El proyecto, firmado el 15 de julio de 1940 presentaba un presupuesto de
270.000 pesetas y una duración de 10 meses.

169. Imagen actual de la planta del edificio


tras la reforma y su transformación en
centro sociosanitario (Fuente: Google Maps,
2012).

Ante la marcada duda de resistencia


de las estructuras del hospital, se
efectuaron pruebas, que hicieron que
los expertos encontraran una
solución en la intercalación de una
columna-refuerzo de hormigón
armado entre las ya existentes en el
edificio y el empleo de bloque-hueco de igual material que proporcionaban ligereza a los
muros y menor carga sobre la cimentación de éste. Este empleo de columnas de
hormigón armado, que se había generalizado considerablemente como elemento
constructivo, había sido utilizado por Le Corbusier, en su diseño de Casa Domino, de
1914, donde la estructura estaba conformada con pilares y forjados de hormigón
armado, que le posibilitaron fachadas diáfanas, así como una distribución libre del
espacio interior. Como solución a suelos y techos de la nueva nave se emplearon
viguetas de hierro laminado de perfil de doble «T» y redondo en los forjados de pisos,

1118
Los cuatro pabellones estaban dotados de muros anchos (60 centímetros de espesor) que
permitían una sólida cimentación. En lo referente a la crujía de la fachada principal, sus muros
eran 10 centímetros menos gruesos, que soportaban una nave de 5 por 2 metros, apoyada
exteriormente sobre carreras de madera soportadas por columnas de fundición a 4,60 m de
distancia; sobre aquellas y cerrando lateralmente la galería, se levantaban entramados de
madera rellenos con ladrillo ordinario, formando un tabique de 0,15 por lo cual, y debiéndose
utilizar como luz total de la nueva sala los 7,50 m, fue preciso realizar pruebas previas de
resistencia ante el desconocimiento de la capacidad de resistencia de la estructura.
1119
Se aumentaba la capacidad del hospital en 34 camas por cada una de las ampliaciones
realizadas en cada uno de los pabellones y en 84 con la intervención en el cuerpo principal.

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escalera y cubiertas de azotea; para evitar el sistema de encofrados, se procedió a


elaborar losas individuales de 50 centímetros de grosor y una longitud equivalente a dos
entrevigas1120. Este sistema garantizaba una rapidez importante, así como un ahorro en
el presupuesto establecido.

En septiembre de este mismo año, la sala de cirugía estaba concluida,


encontrándose el diseñador del proyecto con una cuestión que hasta la fecha no se
había percatado: el traslado sin protección de los recién intervenidos procedentes de
quirófanos. Para solucionar tal cuestión se construyó un pasillo que unía directamente la
sala de cirugía donde se alojaba a los pacientes con el quirófano, ubicándola sobre la
primitiva galería, a modo de segunda planta. Sobre los muros de 50 centímetros de
espesor de la galería baja, muros de media hasta de ladrillo de cinco metros de altura,
con lo que se procuraba salvar el vano de la puerta de la sala de operaciones, cuyo piso
estaba situado a 1,50 metros sobre el quirófano. Para solventar este problema, Martín
de la Escalera, colocó varios peldaños de granito, un total de doce, a la que añadió un
tabique de 12 centímetros y 36 de huella, salvando la diferencia con un piso de mosaico
en desnivel.1121

Dos años más tarde, el 27 de junio de 1942, el artífice de la ampliación realizada en


1940, redactó un proyecto que perseguía tres intervenciones: la sustitución de los pisos
de las habitaciones para jefes y oficiales hospitalizados, despachos, oficinas y otras
dependencias situadas en el primer piso del cuerpo principal, por baldosines de
cemento sobre losas de hormigón armado apoyadas sobre las viguetas del piso; la
sustitución de los pavimentos de losas de piedra de los patios y de las dependencias de
la planta baja y su impermeabilización, colocados directamente sobre la tierra lo que
provocaba la absorción de la humedad reteniéndola de forma constante; y la mejora
total del edificio, reemplazando el tabicón de entramado por fábrica de ladrillo
formando arquería en el patio central del edificio1122. En este último, en el patio central

1120
En este momento, el precio de la madera es muy elevado, lo que conduce a buscar una
solución más económica.
1121
El proyecto fue redactado el 4 de septiembre de 1940 y aprobado el día 7 del corriente por el
Capitán General Serrador, presupuestándose 4129,42 pesetas con cargo al presupuesto inicial.
1122
La parte antigua del hospital presentaba un tabicón de ladrillo con entramado de madera que
se dañaban fácilmente con el paso de los años, situación que requería reparaciones continuas.

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se instalaron bancos de mampostería revestidos de azulejos destinados al uso de los


pacientes internados en el Centro, procurando la actividad física y el contacto con el
exterior de éstos. El presupuesto inicial de todas estas obras fue de 150.000 pesetas,
aprobándose el 17 de julio de 1942.

Todas estas obras efectuadas durante el primer lustro de la década de los


cuarenta, indujeron a realizar otras muchas que buscaban una adecuación de las
condiciones al número de camas que en ese momento ofertaba el centro sanitario. Así,
se incrementó el número de habitaciones con destino a Jefes y Oficiales hospitalizados, y
se construyó una nueva sala para suboficiales enfermos. Además, se dotó al Hospital de
salas de hidroterapia, de desinsectación-desinfección y de mecanoterapia, esta última
muy utilizada en ese momento, que empleaba terapéutica e higiénicamente aparatos
mecánicos destinados a provocar y dirigir movimientos corporales regulados en su
fuerza, trayectoria y amplitud. Se decidió situarlas en la esquina este del solar, lindando
con el citado barranco, así como en la parte de calle que limita dicho patio por su
costado este. Con esta dotación se procuraba que el centro contara con aquellos
recursos tecnológicos que se habían convertido en necesarios para el funcionamiento de
los «modernos hospitales». La planta baja se destinó a barbería, sala de autopsias y
depósito de cadáveres, así como las salas anteriormente nombradas. Para dar acceso a
la planta superior se construyó una escalera que comunicaba con siete habitaciones
destinadas a Jefes y Oficiales, con capacidad para acoger a dos camas, y la Sala de
Suboficiales hospitalizados. El servicio de desinsectación-desinfección se colocó en la
zona trasera del hospital, aislándolo del edificio por medio de una calle sin salida.
Próximos a éste y en el fondo de la calle, se instaló el pabellón destinado en su planta
alta a Sala de Suboficiales y en la planta baja a la barbería1123. Hasta 1951, no se
efectuaron reformas y adecuaciones relevantes, tan solo pequeñas obras en el pabellón
de las Hermanas de la Caridad que habían sido nuevamente incorporadas a la actividad
asistencial de la Institución. Éstas incluían la apertura de una ventana en la fachada sur
del cuerpo de edificio primitivo, situación que provocó el litigio con la autoridad militar

1123
Se dotó a este servicio de una habitación destinada a vestuario, donde se depositaba la ropa.
Esta se comunicaba con la barbería, lugar desde el que nacía la galería de duchas que terminaba
en el local para vestirse, comunicado con el horno de desinsectación, provisto éste un
termosifón, de un termómetro y de un mezclador de aguas.

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de Otilia Évora, que solicitaba el reconocimiento de su propiedad sobre los terrenos


lindantes con el hospital en su parte sur.

El Hospital Militar se caracterizó por un abundante número de intervenciones en


su edificio, fragmentadas, a lo que se unió una limitación espacial marcada por su
proximidad a accidentes geográficos, como el Barranco de Santos, así como a su
presencia en la urbe. Estas situaciones llevaron a convertirlo en una especie de
rompecabezas con planta un tanto laberíntica, en el que se mezclan partes de
construcciones originales con otras posteriores, o zonas reformadas con zonas viejas y
deterioradas, la mayoría de las veces sin la armonía necesaria1124. Visualmente y desde
el interior, el edificio se caracteriza por una pobreza estética, a la que se unen los más
avanzados conceptos científicos de su tiempo, lo que lo convirtió en un ejemplo que
dista considerablemente, del de Nuestra Señora de los Desamparados, que presentaba
una solución formalista que en ocasiones era antagónica en determinados aspectos
tanto estructurales como científicos.

4.2.3.2. HOSPITAL DE LA COMANDANCIA DE MARINA (SANTA CRUZ DE


TENERIFE).

El Hospital de la Comandancia de Marina fue fundado en 1844, ante la necesidad


de asistir a los marineros que precisaran cuidados médicos, dotando para su fundación
con la cantidad de 600 reales que la Comandancia contribuía al Hospital Provincial para
tal fin, y que cesó tras esta fecha. Su primera ubicación fue en la céntrica calle de la
Rosa, en el número 19, constituyendo su edificación una casa con modificaciones
mínimas que se adaptaban a las necesidades propias de la asistencia a pacientes. Abrió
sus puertas el 1 de febrero de 1845, para un año más tarde, el 3 de febrero de 1846,
modificar su enclave, pasando a ocupar otra casa, con semejantes características, en la
calle de San Carlos. Posteriormente no se sabe cuando desapareció.

1124
BENEDICTO JUSTO, A. M. (2003). Opus cit., p. 190.

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4.2.3.3. CASA PROVINCIAL DE MATERNIDAD Y CASA PROVINCIAL DE


HUÉRFANOS Y DESAMPARADOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE).

Las primeras noticias que se tienen sobre la Casa Provincial de Maternidad no


establecen una fecha clara de fundación. Tan solo, se conoce que el 20 de marzo de
1627, Juan Manuel Suárez realizó la primera donación «con objeto de socorrer y lactar a
los niños abandonados por sus padres»1125. Además, tenían como finalidad evitar los
infanticidios y salvar el honor de las madres, pudiendo ser admitidas a partir de su
séptimo mes, momento en el que comenzaba a ser evidente el «estado de preñez». En
un primer momento, la Institución carecía de edificio propio, ubicándose ésta en la
residencia personal de su fundador.

170. Fragmento de la fachada del Cuartel de San


Carlos, solar en el que primigeniamente estaba
emplazado el Hospicio. (Fuente: Periódico El
Día, 23 de mayo de 2001).

Años más tarde, el 25 de julio de 1849,


fue fundada la Casa Provincial de
Huérfanos y Desamparados por Juan
Sáez Arroyal1126, procurando así
socorrer y acoger a los huérfanos sin
hogar que vagaban por las calles de la
ciudad. Pasó a ocupar un edificio contiguo al Hospital Provincial, asumiendo el nombre
de Hospicio de San Carlos, institución creada desde el siglo XVIII y que recientemente se
había integrado en este centro, cuya intención era la de aglutinar toda la asistencia de
este tipo en un misma ubicación. Los ingresos, con los que se sustentaba este
establecimiento, eran el producto de la asistencia de los niños con faroles a los entierros,
el reparto de esquelas é impresos en que se ocupan y de la colocación de sillas en plazas,
calles y sitios público.1127. Su dotación y estado eran considerablemente aceptables,
como manifiesta Poggi y Borsotto: se halla este asilo en muy buen estado y bien provisto

1125
Ibidem, p. 90.
1126
Poggi y Borsotto lo nombra como «Gefe político que fue de esta Provincia»
1127
POGGI Y BORSOTTO, F. M. (2004). Opus cit, p. 91.

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de todo lo necesario hasta el punto de llamar la atención de cuantas personas lo visitan.


A los huérfanos de ambos sexos se le dá una regular instrucción1128. Esta fundación
estaba constituida por dos construcciones: una casa donde se alojaba a los niños y un
edificio particular próximo donde las féminas llevaban a cabo su vida cotidiana. Ambos
edificio, de estructura claustral, se articulaba a partir de un patio central en el que se
disponían galería de madera cuyos vanos estaban dirigidos hacia este espacio abierto y
en las que se disponían las dependencias propias de la institución. Los edificios contaban
con cuartos o habitaciones habilitados para purgas y unciones, así como otros
destinados al proceso del parto, a modo de paritorios, donde las mujeres traían al
mundo a sus vástagos, cocina y comedor; el edificio destinado a los huérfanos contaba
además con dependencias para la enseñanza básica de los «infantes desamparados»,
impartida por religiosas que les asistían y cuidaban.

171. Anónimo: Casa de Huérfanos (ejercicios


gimnásticos y clases de labores, 1929).

Tras su nombramiento como provincial


mediante una Real Orden de 29 de
diciembre de 1853, se declaran todos los
establecimientos benéficos de las Islas
como instituciones provinciales, siendo
gestionada desde la Junta Provincial de
Beneficencia. En él se realizaron
numerosas reformas, creándose a partir
del 13 de julio de 1859, una Junta,
denominada Sociedad de Caridad de
Señoras, que administraban y aportaban
fondos para el cuidado de los niños
expósitos1129. Junto a esta cuna, existían
otras en los hospitales de las principales

1128
Ibidem, p. 91.
1129
La cuota mensual era de 2 a 10 reales que servían de sostén de la sección hospitalaria
destinada s los niños expósitos.

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ciudades de la isla como La Laguna, Garachico y La Orotava, además de un torno en el


Hospital de Dolores de Santa Cruz de La Palma, aunque la ubicada en la capital tinerfeña
era la que poseía un carácter provincial1130. Sabemos que en 1864 alojaba a 108
expósitos, de los que 28 eran internos, atendidos por 14 nodrizas, y los 90 restantes
estaban colocados en diferentes casa particulares repartidas por el territorio insular.1131

4.2.3.4. CASA PROVINCIAL DE MISERICORDIA (SANTA CRUZ DE TENERIFE).

En España, se dieron numerosos modalidades de este tipo de fundaciones,


existentes desde el siglo XII, con finalidades que iban desde las devocionales, por
cuestiones económicas, albergar a mujeres «pecadoras» que habían quedado
embarazadas o para socorrer a la población ante determinadas enfermedades o en las
peregrinaciones a santuarios destacados. La generosidad y benevolencia del
«Intendente y Gefe político que fue de esta Provincia», Epifanio Mancha, fue la que hizo
posible que se fundara en octubre de 1842 la Casa Provincial de Misericordia. Su
objetivo era recoger a todos lo pobres mendigos que vagaban por las calles de la urbe.
Primeramente corrió a cargo de la Junta Municipal de Beneficencia, para a partir de
1854, tras su nombramiento como provincial, depender de la Junta Administrativa. En
1873 daba cobijo a 60 ancianos de ambos sexos, donde los varones se alojaban en una
casa propia de la Beneficencia, ubicada en la entrañable calle de la Noria; por otro lado,
las mujeres en un edificio particular situado en el Barrio del Cabo, en la calle San Carlos,
frente al Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados.

La fundación contaba con una construcción de estructura claustral, articulado a


partir de un patio central en el que se disponían galería de madera. Al igual que en la
Casa Provincial de Maternidad, la enfermería contaba con una habitación en las que se
practicaban purgas y aplicaban ungüentos, así como diferentes tipos de tratamientos
destinados a los ancianos, cocina y comedor. En su patio, que proporcionaba aire a
todas las dependencias del establecimiento, se disponía flora propia de las Islas que
independientemente de dar sensación de frescor, oxigenaban el recinto.

1130
AA. VV. (2001). Opus cit, p. 126-127.
1131
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit, Tomo IV; p. 121-158.

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4.2.4. LOS MICROBIOS Y EL CAMBIO ETIOLÓGICO: DISPOSITIVOS Y


RECURSOS ASISTENCIALES DISEÑADOS EN EL SIGLO XX (PRIMERA
MITAD).

4.2.4.1. HOSPITAL DE NIÑOS.

La remodelación socioeconómica, política y cultural que supuso la Revolución


Francesa afectó profundamente, como hemos visto en la atención psiquiátrica, a las
instituciones asistenciales cerradas, transformándose las casas de beneficencia
gestionadas por las órdenes religiosas y sustentadas por la caridad pública en centros de
asistencia médica con subvenciones a cargo de los presupuestos del Estado. Esta
«metamorfosis» se materializó en los asilos para niños franceses, donde la Maison de
l´Enfant Jésus creada en 1751, se transformó en el Hôpital des Enfants Malades en 1802,
con 300 camas, considerado el primer hospital pediátrico conocido y de mayor
capacidad durante años. En un primer momento, orientó su actividad asistencial a niños
enfermos menores de 15 años con enfermedades agudas, modificando este criterio
posteriormente para dar cabida a infantes crónicos y contagiosos. Por estas mismas
fechas, pero con menor importancia se creó el parisino Hôpital des Enfants Trouvés,
fundado en 1814 que a diferencia del anterior, presentaba una actividad mixta:
asistencial y de hospicio. El ejemplo del Hôpital des Enfants Malades se diseminó
rápidamente por toda Europa, cuyos máximos exponentes fueron la Royal Infirmary for
Sick Children fundada en 1816 en Londres, que fue el antecedente del Hospital for Sick
Children, y en Berlín, el Pabellón Pediátrico de la Charité, inaugurado en 1830, llegando a
ser tal la proliferación de establecimientos destinados a tal fin, que en 1850 Europa
contaba con unos 24 hospitales pediátricos. El primer hospital infantil americano fue el
Children´s Hospital de Filadelfia fundado en 1855, al que se le unió, en 1878, el primero
español, el Hospital del Niño Jesús en Madrid.

Tras la creación en Madrid del que será referente nacional hasta la actualidad, la
proliferación de este tipo de hospitales monográficos comenzó a desarrollarse por todo
el territorio peninsular. En Tenerife, el Hospital de Niños constituyó el producto final, de
una idea muy diferente a lo que se proyectó originalmente. Anterior a 1895, la Sociedad

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de Amigos del País y La X, habían acordado la creación de una Tienda-Asilo y Cocinas


Económicas, destinada a las clases pobres y trabajadoras1132; anexos a éstos, se proyectó
un salón-escuela «para enviar gratuitamente a sus hijos durante las horas de
trabajo»1133. En febrero de ese mismo año, se localizó un solar, entre las actuales calles
Carmen Monteverde y Miraflores1134, habiendo que esperar hasta enero de 1898, para
que el Gobierno Civil impulsara su construcción con un fuerte donativo1135, a lo que se
unió la protección ofrecida por el Inspector de los Asilos de Beneficencia, Santiago de la
Rosa.1136

172. Anónimo: Diego Guigou y Costa (ca. 1930).

La idea de crear un establecimiento


destinado al tratamiento y cuidado de los niños
estaba tan presente en la mente de la sociedad
isleña, que el 26 de julio de 1900, el médico Diego
Guigou y Costa1137, en un conmovedor discurso que
pronuncia ante el Gabinete Instructivo, propone
dotar a Santa Cruz de Tenerife con un centro
pediátrico fundamentado en la gratuidad de los
servicios prestados y el fomento del papel de las
madres en el cuidado de los infantes, al que

1132
Una de las intenciones y propuestas que planteó Diego Guigou fue la construcción de un
barrio obrero, así como la construcción de obras públicas destinadas al esparcimiento de la
población santacrucera, como fue el Parque García Sanabria, como verifica las sesiones públicas
ordinarias del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife de 26 de abril y 10 de mayo de 1922.
1133
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 19 de junio (nº 2577) de 1895.
1134
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 13 de febrero (nº 2476) de 1895.
1135
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 07 de enero (nº 3339) de 1898.
1136
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 05 de enero (nº 3338) de 1898.
1137
Diego Guigou y Costa (1861-1936) obtiene la nota de sobresaliente durante sus estudios de
bachillerato, nota que estuvo presente en todas las asignaturas que cursó durante la carrera de
médico, licenciándose en 1887 y doctorándose en 1917 (cursa las asignaturas de doctorado entre
1890-1891). Obtiene el título de Alumno Interno Pensionado en el Hospital Clínico de Cádiz, así
como en Premio Extraordinario en el título de Licenciado en Medicina y Cirugía. Médico de
Sanidad Militar entre 1890 y 1896 y condecorado con la Cruz Blanca en 1893 por su labor en la
epidemia de cólera que sufrió Santa Cruz de Tenerife en 1893. Igualmente se le concederá la
Gran Cruz de Beneficencia en 1918 por sus servicios púbicos entre los que destaca la fundación
del Hospital de Niños.

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denominará Hospital de Niños1138. Para la obtención de los recursos materiales de


sustento estableció la posibilidad de nutrirse de los donativos aportados por otros niños
pertenecientes a clases acomodadas mediante una cuota fija, que venía a ser la cantidad
equivalente al sueldo de un empleado de inferior categoría. A estas entradas se unían las
suministradas por «señoras de talante desinteresado», que a su vez, gestionarían desde
la junta de administración la recién creada institución. Los cuidados y la asistencia no
solo eran realizados por las madres de los asilados, sino que para la inauguración se
habían previsto dotar con un total de unas 2 a 3 Hermanas de la Caridad o Siervas de
María para que cubrieran aquellas técnicas ajenas a los conocimientos maternos1139.
Para la conclusión de su discurso, Guigou justificó la obra filantrópica, que la calificó de
un claro ejemplo del concepto de caridad: …no estriba en arrojar el miserable ochavo al
pobre… sino trabajar y afanarnos por mejorar las condiciones de vida de aquellos que
han tenido la desgracia de nacer en la indigencia…

En el momento de su apertura, se colocó al frente del Hospital de Niños como


director médico. La Junta Directiva, destinada a la gestión del establecimiento, adquirió
el nombre de Asociación Caritativa de la Infancia1140, formando parte de ella
personalidades de considerable relevancia en la sociedad insular1141. Los miembros que
la componían, desempeñaban un papel crucial en la obtención de fondos, tanto

1138
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 31 de julio (nº 4096) de 1900.
1139
Hespérides (Santa Cruz de Tenerife), Año II, nº 70, mayo de 1927. Esta preocupación por los
niños de la Isla fue una constante en su discurso, como se verifica en un artículo titulado
Explotación de la infancia», en el que nos dice: «…ejercer la acción social que es producto de la
ciudadanía, que todos estamos en el deber de ejercitar, y que tratándose de la protección de niño,
nos obliga a constituirnos en verdaderos policias, agentes de la autoridad a la que auxiliamos en
el cumplimiento de su misión protectora, y en su caso correctiva. Lo demás ya se sabe: asistencia
obligatoria a la escuela, lo mismo que instrucción que de Artes y Oficios; Inspección de talleres, de
industrias y de Centros Comerciales y habilitación de sitios apropiados para la distracción y
recreo, que es de lo que precisamente carecemos, - y no sé hasta cuando- lo mismo lo grandes
que los chicos… ¡qué pena!...
1140
Aunque recibía el calificativo de Asociación, legalmente nunca se constituyó hasta 1969, no
acogiéndose a la Ley de Asociaciones existente desde 1887. Debe reseñarse, que aunque no
estaba registrada su existencia, si poseía un «reglamento» que marcaba las directrices de ésta.
1141
Hospital de Niños, Santa Cruz de Tenerife. Memoria conmemorativa del 40º aniversario de su
labor benéfico social: 1901-1941. Santa Cruz de Tenerife: Imprenta A. Romero, 1941, p. 49.
Entre ellas encontramos a Carmen Monteverde Cambreleng y Rafaela Costa Izquierdo que
actuaban como presidenta y vicepresidenta respectivamente, Manuela Gurrea de Guimerá como
tesorera, Micaela Rodríguez Palazón como contadora y Jacinta Guimerá Fragoso asumió la
secretaria; tanto Patricio Estévanez Murphy como Ángel Crosa Costa, que se habían unido a la
«cruzada» tras el discurso de Diego Guigou, tomaron la responsabilidad de vocales.

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individuales como por medio de la Asociación, en concepto de fundador, colaborador o


protector, al que se unían entidades tanto de carácter público como privado.Si nos
centramos en la edificación del Hospital de Niños en sus primeros cincuenta años de
existencia, 1900-1950, comprobamos que están presenta cuatro momentos o etapas
claramente definidas que marcaron el ritmo constructivo del establecimiento: una
primera etapa, que comprende la fundación y construcción del primigenio edificio
infantil; una segunda etapa, entre 1902-1908, en la que se define e incorpora el área
quirúrgica (quirófano y zona de esterilización); una tercera etapa, entre 1909 y 1913,
con la ampliación del inmueble al que se le dota de una planta superior; y la cuarta
etapa, entre 1937-1941, en la que se duplica la superficie, aumentando el número de
camas e incorporando los avances de la época. La primera etapa dio comienzo con la
selección del solar para la construcción del edificio. Estaba ubicado en la calle Santa
Isabel y fue donado por la Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. En él se
planteó edificar un inmueble con una capacidad de 15 a 20 camas1142, subvencionado
gracias a las cuotas aportadas por los niños de las familias ricas locales1143, donde
mensualmente se abonarían la cantidad de 2 a 3 pesetas, albergando la intención de
conseguir 300 almas que sufragaran tal empresa. Además se establecieron dos
modalidades de ayudas: la figura de socio fundador y la de socio protector, que
contribuía a la caritativa obra con una cuota mensual o anual. El mantenimiento del
edificio, era realizado por los padres de todos los niños del lugar, además del
Ayuntamiento, que aportaba la cantidad de 250 pesetas mensuales entre otras
ayudas.1144

1142
Ibidem, p. 14.
«…un pequeño local, que más tenía de Enfermería que de Hospital, el entusiasmo de sus
dirigentes y la asistencia económica del pueblo de Tenerife lo fueron acrecentando de tamaño y
de función, aunque, como toda obra que se hace a trozos y con escasos recursos, carecía, ya en el
año 1936, de algunas de las condiciones que debe reunir un establecimiento hospitalario…».
1143
En su discurso fomenta el papel de los cuidados maternos con estas palabras: «…separados
del amparo de su madre, los niños, como las flores, se marchitan…».
1144
PÉREZ QUINTANA, F. Evolución organizacional de un hospital. Tesis doctoral dirigida por
Florencio Jiménez Burillo. La Laguna: Universidad de La Laguna, 1987, p. 154.
Define este primer edificio como «un viejo caserón» con escasa funcionalidad, pero que fomenta
la familiaridad a todos aquellos que hacen uso de él. Incluso, se llegaron a distribuir por los cafés,
hoteles y comercios, huchas que llevaban insertas el lema: El hospital de niños cuesta 5 céntimos
por minuto, sosténgalo usted un minuto; o la subvención de camas por particulares, a la que,
gentilmente se identificaba con una placa donde se reflejaba el nombre de su benefactor. A estas

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Para el logro de este empeño, Diego Guigou y Costa recibió la ayuda de Carmen
Monteverde y Cambreleng de Hamilton, presidenta de la Junta de Señoras del Hospital
de Niños, quien sometió el proyecto al juicio y criterio del Ayuntamiento capitalino.
Destacó la importante contribución que tuvo la Sociedad Económica de Amigos del País
de Santa Cruz de Tenerife, presidida por Manuel de Cámara, que cedió, gratuitamente y
sin límite de tiempo, el edificio «Tienda-Asilo» que estaba construyendo para destinarlo
a cocinas económicas. Este edificio contaba con tres salas, donde la central estaba
carente de cerramiento en su parte superior, situación que se subsanó gracias al
donativo de Enrique Pérez Soto1145. Seguidamente, y hasta su inauguración, se
efectuaron numerosas actividades para la recaudación de los suficientes fondos con el
fin de la ejecución del edificio1146. Al año siguiente, el 26 de mayo de 1901, se inauguró
el «nuevo hospital», retrasada ésta ante ciertas dificultades con la dotación de
mobiliario1147. A tal evento, acudieron autoridades y miembros de todos los ámbitos
sociales y eclesiásticos1148. El edificio era de sencilla planta en U con un solo nivel, con
fachada austera en decoración distribuido en tres salas: San Diego, para medicina
general con un total de 12 camas, San José, para los enfermos quirúrgico con 4 camas
más, y San Roque, destinada a los enfermos «contagiosos», con la misma capacidad que
la anterior1149. Además, y destinada a las Siervas de María, se habilitó alojamiento para

aportaciones se unieron la colaboración de diferentes instituciones locales, como el


Ayuntamiento, el Casino, la Sociedad la X, un periódico local llamado Gente Nueva, el Obispado y
numerosos particulares. Estas ingeniosas modalidades de obtener fondos para sufragar gastos,
vieron su final con la concertación que se realizó en 1958 con la Seguridad Social, quien abonaba
100 pesetas por día y cama.
1145
Hospital de Niños, Santa Cruz de Tenerife. Opus cit, 1941, p. 50.
1145
Ibidem, p. 14.
1146
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 30 de mayo (nº 4343) de 1901.
1147
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 30 de abril (nº 4319) de 1901.
Contribuyeron un variado número de personajes de la sociedad de Tenerife: Obispo de la
Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Nicolás Rey Redondo, el Ayuntamiento y el Casino de la
Capital, Sociedad «La X», periódico «Gente Nueva», los miembros de la Junta Administrativa,
Carlos Hamilton, Hugo Hamilton, Juan Hamilton, Aurelio Padilla, Juan Febles Campos, Ángel de
Villa, Trinidad Cambreleng, Amelia Cifra, Delisa Cifra, María de la Cruz, viuda de Amador, Luisa Le-
Brun, Carmen González, A. Frasser Grandt, Enrique Sanchiz, las niñas María Alfonso e Hilda
Ascanio, señor Kava, Diego Crosa, coronel P. O. Wethered y otras muchas personas que quisieron
ocultar su nombre, todas las cuales rivalizaron en caridad y entusiasmo, aportando cada uno,
según sus fuerza, los granos de arena que cimentaron el Hospital de Niños.
1148
El prelado de la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Nicolás Rey Redondo, procedió a la
bendición del Hospital.
1149
CIORANESCU, A. (1979). Opus cit., Tomo IV, p.168.

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dos monja y una sirvienta, que tenía la labor de atender la limpieza y cocina del centro, y
un habitáculo con triple función, la de despacho médico, sala de juntas y quirófano,
adaptándose a todas aquellas necesidades que pudieran ir surgiendo. Dos fueron las
premisas que marcaron los inicios de esta fundación: la posibilidad de la estancia de las
progenitoras con sus hijos en todo momento, como ya se ha comentado, y la formación
escolar de los pacientes internados, lo que se materializó en el reconocimiento del
establecimiento como Escuela Nacional Mixta en 1952 por el Ministerio de
Educación.1150

173 Anónimo: Carmen Monteverde y Cambreleng de


Hamilton (1900-05).

En los primeros momentos, el Hospital se dotó


de personal sanitario, dos médico y un
practicante, independientemente de las
religiosas que en el prestaban sus servicios.
Junto a Diego Guigou, prestó sus servicios el
médico auxiliar Francisco Hernández Rodríguez,
que fue sustituido por José Naviera Zamorano
tras su muerte; como practicante José Bermudo
García. Hasta 1912 los recursos humanos no
sufrieron modificación alguna, comenzando posteriormente a prestar sus «filantrópicos
servicios» Domingo Arozarena y Álvaro de Rio como médicos, entrando un año después
el practicante Ricardo Martín para sustituir al fallecido predecesor.

La segunda etapa viene definida por la necesidad de una inminente ampliación de


la edificación debida a un considerable crecimiento de la demanda de la población. El 1
de marzo de 1902, se proyectó un nuevo pabellón de planta circular en dos niveles,
ubicado en un solar aportado por el Ayuntamiento1151, donde el piso superior, a igual
nivel que las salas de enfermos, se destinó a quirófano, mientras el inferior se empleó

1150
HERRERA HERNÁNDEZ, M.; LÓPEZ SAMBLÁS, J. P. Pediatría canaria. Progresos y perspectivas.
Granada: Editorial Comares, 1997, p. 300.
1151
Esta ampliación del hospital se pudo efectuar gracias al solar donado por la Corporación
municipal, fruto de una expropiación para el ensanche de la calle Santa Isabel.

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como sala de cadáveres. El paramento del nuevo departamento presentaba 6 vanos, de


los que 5 eran ventanas, siendo el restante el destinado a puerta, que actuaba como
nexo de unión con el edificio. Para su cerramiento superior se opta por un sistema
cupuliforme, que favorecía la eliminación de los miasmas y la renovación de aire,
recordando en determinados aspectos al sistema de ventilación propuesto por Antoine
Petit para el Hôtel-Dieu de Paris en 1774, con 6 óculos que ayudaban a la iluminación del
campo quirúrgico y coronado por un motivo vegetal en forma de piña. El valor total de la
intervención en el edificio ascendió a la cantidad de 7.500 pesetas, que se pudieron
sufragar en parte, con un donativo realizado por María de la Cruz, que entregó a la
fundación 2.000 pesetas y 2 sortijas, estas últimas vendidas en Londres.1152

174. Planta del Hospital (Fuente: Periódico Diario de Tenerife, 27 de mayo de 1901).

1152
AA. VV. Cien años de Pediatría en Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: Fundación Canaria de
Salud y Sanidad, 2001, p. 55.
Este aporte económico se realizó en 1903, situación que nos hace intuir que la sala destinada a
quirófanos tardó cierto tiempo en realizarse.

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Una constante en el desarrollo histórico de la institución fueron las búsqueda de


mecanismos que permitieran hacer frente a los gastos que se generaban de su actividad
asistencial. Ejemplo de ello fue el dispositivo de madera, que en 1904 se construyó,
anexa al establecimiento, con un único objetivo, recaudar dinero por medio de un bazar-
tómbola durante las fiestas de navidad, carnaval y durante las cruces de mayo1153. Los
ingresos obtenidos durante este año, con la caseta colocada en la Plaza de la
Constitución, pagaron las obras realizadas para la reforma de los sótanos del hospital,
que perseguían la instalación de una despensa y un comedor para la madre de los
enfermos, así como la construcción de habitaciones destinadas a la comunidad
religiosa.1154

175. Anónimo: Hospital (1936).

1153
En el bazar-tómbola se rifaban objetos donados a la Institución, siendo atendida por los
miembros de la Junta, familiares y amigos.
1154
A esta ingeniosa manera de recaudar dinero, se le unieron otras, como fueron las numerosas
publicaciones que se realizaron: en 1907, Guigou publicó Los niños canarios, libro que costaba 3
pesetas, en el que se relataba los conocimientos que el galeno tenía sobre su profesión en el
campo de la pediatría y la puericultura; Mientras la nieve cae y Cuentos de Hadas, narraciones
que fueron escritos por Gertrudis Segovia, que igualmente donó lo recaudado a la obra benéfica;
y Un verano en Tenerife, de Dulce María Loinaz, en igual condición.

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176. Planta del Hospital. La superficie


señalada en amarillo corresponde a la
ampliación proyectada en 1937 (Fuente:
Memoria conmemorativa del 40º aniversario
de su labor benéfico social: 1901-1941).

Carmen Hamilton Monteverde,


sucedió en el cargo de presidenta de
la Junta, a su madre, tras su
fallecimiento en 1906. Ante la labor de
la fundadora, la Corporación
municipal procedió a otorgar su
nombre a la calle que daba paso por
su fachada principal1155. Al año
siguiente, la superficie de Centro
experimentó un aumento, secundario
a la adquisición en subasta al
Ayuntamiento de un callejón próximo
que había quedado inservible con las
obras de prolongación de la calle
Santa Isabel. Nuevamente se realizará una remodelación del edificio, para lo que se optó
por un estilo clasicista1156, promovido desde la Asociación Caritativa de la Infancia, cuyas
obras fueron realizadas por el maestro de obras a José Ruiz, bajo la dirección de Antonio
Cámara y Cruz1157, concluyéndose en 1908. Durante los años siguientes, el espacio en el
nuevo establecimiento fue disminuyendo progresivamente, lo que generó la necesidad
de ejecutar reformas en la que se levantara un segundo cuerpo sobre las crujías
laterales, para favorecer además, las condiciones higiénicas, de las salas de cirugía y
habitáculos para las religiosas, reconvirtiendo sus anteriores habitaciones en zona
destinada a los enfermos de pago o distinguidos1158. Este mismo año, se agregó a los

1155
Esta calle anteriormente recibía el nombre de Santa Isabel. Debe remarcarse el apoyo que
prestó, en un segundo plano, su marido, Carlos Hamilton Monteverde.
1156
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 13 de junio (nª4950) de 1903.
1157
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 3 de enero (nª6355) de 1908.
1158
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 23 de julio (nª6811) de 1909.

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servicios prestados por la institución, un consultorio gratuito y muy frecuentado, que


prestaba sus servicios dos veces a la semana, jueves y domingos.1159

El referente en la Isla en que se había convertido el Hospital, llevó a que la


demanda asistencial, en constante aumento, motivó una nueva ampliación, para la que
el arquitecto Antonio Cámara proyectó, el 3 de julio de 1909, un edificio ecléctico que
sufragaron sus patrones y que constituyó la tercera etapa constructiva. Se trataba de
una composición sencilla, con 1 ventana en frente y 3 en los flancos, todas de arcos
deprimidos que cubrían un montante con una moldura, apoyada a su vez, en dos
canecillo de igual anchura; probablemente, el antepecho de la azotea estaba presente en
el cuerpo central1160. La obra fue contratada a la Sociedad de Edificaciones y Reformas
Urbanas (S.E.R.U.), con la que se pactó la entrega de 6.000 u 8.000 pesetas, y el resto,
hasta llegar a 16.000 en 6 años, ofreciendo los rectores de la Junta un aval personal1161.
El 25 de agosto de 1909, la estructura de la construcción estaba terminada, estando
concluida la obra de mampostería a finales del mes siguiente. Más tarde, se dio
comienzo a las actividades de carpintería y decoración, augurándose la inauguración en
3 semanas. Con la ejecución de estas nuevas obras ampliaron la cocina, las habitaciones
para el practicante, la Comunidad Religiosa y las sirvientas, sala de espera y consultorio
para las consultas externas, un vestíbulo, además de incorporar nuevos avances
tecnológicos como la sala de radiología y la cámara de electricidad. Queda claro que
aunque a que el Hospital de Niños tuvo un origen «humilde» en sus inicios, siempre se
procuró dotar al establecimiento con «recursos materiales y humanos punteros», cuyo
ejemplo más sobresaliente de estas intenciones fue la intervención quirúrgica que
realizaron padre e hijo en 1927 a un niño con estenosis hipertrófica de píloro, práctica

1159
En 1914 la media de consultas efectuadas por este dispositivo fue de 800 niños.
1160
DARIAS PRÍNCIPE, A. Arquitectura y arquitectos de las Canarias Occidentales: 1874-1931.
Santa Cruz de Tenerife: Caja General de Ahorros de Canarias, 1985. Premio de Investigación
«Agustín de Bethencourt», p. 162.
1161
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 23 de julio (nª6811) de 1909.

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médica no realizada hasta la fecha en la isla1162. Un año después, en 1910, la Infanta


Isabel de Borbón y Borbón visita las obras realizadas en el establecimiento benéfico.1163

Pese a que en sus orígenes se estableció con una tímida construcción con la que se
inició la primera actividad asistencial, las necesidades de creer persistieron, por lo que
1913 vino marcado por la ampliación del solar, como resultado de la compra de un
terrero colindante, propiedad de Sebastián Orihuela. Al año siguiente, las dos Siervas de
María abandonan las dependencias hospitalarias, siendo sustituidas por las Hermanas
de la Caridad de San Vicente de Paúl, que asumieron las competencias asignadas de sus
pías predecesoras, aumentando además, el cuadro de trabajadores considerablemente
en comparación con el momento de sus «primeros pasos»1164. A ellas, se le unía un
cuadro médico en el que se incluían a los más prestigiosos galenos locales del momento.
Con la muerte de Diego Guigou ocurrida el 15 de julio de 1936, se abre la puerta hacia la
dirección de su hijo, Diego Matías Guigou Costa y la de Miguel Estarriol Hamilton como
segundo de abordo y Jefe de Pediatría. En este momento el establecimiento contaba
con un total de 52 camas y quirófano, lo que lo convertía en un centro con una
considerable capacidad asistencial.1165

El prestigio del hospital ayudó a que la demanda asistencial creciera, llegando en


algunas ocasiones a duplicarse. A pesar de ello, la Asociación no logró conseguir los
recursos necesarios para emprender una nueva ampliación hasta enero de 1937, lo que
constituyó la cuarta etapa constructiva. En este momento, se inició el derribo de las
dependencias hospitalarias que daban a la calle Miraflores por el contratista Jerónimo
Delgado, asesorado por el arquitecto José Blasco Robles, siendo paradas en noviembre
de este mismo año, ante la inexistencia de fondos económicos. Esta situación puso en

1162
Fue presentada el 13 de noviembre de 1928 en la Real Academia de Medicina de Santa Cruz
de Tenerife.
1163
Anteriormente, en 1906, ya había sido visitado por unos de los miembros de la Familia Real
española, la Infanta Dña. Teresa de Borbón Baviera.
1164
Se eleva a 12 trabajadores de los que 9 eran monjas
1165
GUIGOU COSTA, D. M. Ponencia sobre el origen, evolución, estado actual y posibilidades
futuras del «Hospital de Niños (Fundación Dr. Guigou)» de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de
Tenerife: [s.e.], 10 de septiembre de 1962, p. 2.
Junto a ellos, el cuadro médico estaba compuesto por Pablo Maffiote La Roche y José de la Rosa
Acosta como médicos auxiliares, Juan Vidal Torres como otorrinolaringólogo, Manuel Santa Cruz
Llamas como dentista, José Pérez y Pérez como neurólogo y Miguel Alfonso González como
oculista.

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acción a todos aquellos simpatizantes de Hospital de Niños, como la Junta Provincial de


Paro Obrero, presidida por José Molowny Real, quien para favorecer la continuación de
las obras estipuló un crédito mensual al que se le unió las aportaciones de la Junta
Administrativa del Centro. A ellas se agregó la intervención efectuada por el Gobernador
Civil de la Provincia, Javier Saldaña y Sanmartín, y la del Capitán General de Canarias y
Presidente del Mando Económico, en ese momento, Francisco García-Escámez e Iniesta,
entre otras autoridades1166, que aportaron los recursos necesarios para su terminación
el 15 de abril de 1941.

177. Planta del Hospital. La superficie señalada en amarillo corresponde a la ampliación proyectada en
1937 (Fuente: Memoria conmemorativa del 40º aniversario de su labor benéfico social: 1901-1941).

Los fondos recaudados, gracias a la intervención estatal, permitieron aplicar


enlucido de las fachadas, sobrias y carentes de decoración, así como la colocación en
salas y galerías de zócalos de azulejos. Además se suprimió la cúpula del quirófano,
instalándose en su lugar terraza que permitía la ampliación del solarium de la Sala de
Cirugía de Niñas, la terminación del solarium para helioterapia y la Sala Celular («BOX»)

1166
Ibidem, p. 2.

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para lactantes, así como otras muchas «pequeñas obras» que estaban pendientes y que
facilitaban la posibilidad de albergar hasta un total de 100 camas hospitalarias, situación
impensable si se observaba el presupuesto con el que se contaba para el sustento de la
Institución. A ello se unieron una serie de modificaciones efectuadas en el sótano del
edificio que permitieron disponer de diferentes depósitos, entre ellos uno destinado
para la farmacia, así como un habitáculo para el autoclave y un vestuario destinado a los
cirujanos1167. Los proyectos e intenciones de los dirigentes del Hospital eran muchos, y
en algunas ocasiones, ambiciosos. En 1941, durante la celebración del «Cuarenta
Aniversario de la Fundación del Hospital», su director los hace públicos ante la Academia
de Medicina de Tenerife, reseñando su trayectoria desde sus orígenes y la importancia
de esta obra: …son muy pocas las provincias españolas que cuentan con un Hospital
dedicado, exclusivamente, a los niños…1168. En ese momento, el Hospital contaba con 60
camas, de las que 31 estaban destinadas a medicina e infecciosos, y 29 a cirugía,
distribuidas en seis salas: Sala de San Diego, Sala de San José, Sala de San Carlos, Sala
del Carmen, Sala de San Rafael y por último, la Sala de San Roque.1169

La experiencia quirúrgica que se había adquirido a lo largo de los años, unido a


una considerable demanda asistencial, planteó una ampliación con dependencias
modernas y bien dotadas, como las consignadas para la zona quirúrgica. A todo ello, se
unían camas en las 4 habitaciones destinadas a «pago», independientes del resto del
Hospital y una sala celular («BOX») para 15 niños lactantes con un solarium para los
convalecientes1170. La sala «BOX» estaba articulada a partir de 15 departamentos

1167
Hospital de Niños, Santa Cruz de Tenerife. Opus cit, 1941; p. 14 y 65.
Esta intervención estatal permitió: enlucido de las fachadas, colocación en Salas y galerías de
zócalos de azulejos, supresión de la cúpula del quirófano, instalándose en su lugar terraza que
permitía la ampliación del solarium de la Sala de Cirugía de Niñas, la terminación de la Sala
Celular («Box») para lactantes y otras muchas obras que estaban pendientes.
1168
Ibidem, p. 15.
1169
Ibidem, p. 18, 19, 20, 21, 22 y 23.
Las salas se distribuían de las siguiente forma: Sala de San Diego con 14 camas de capacidad
destinada a Medicina; Sala de San José y San Carlos con 15 camas de capacidad destinada a
Cirugía a niños; Sala del Carmen con 14 camas de capacidad destinada a Cirugía a niñas; Sala de
San Rafael con 7 camas de capacidad destinada a enfermos infecciosos; y por último, la Sala de
San Roque con 10 camas de capacidad destinada a enfermos contagiosos.
1170
Ibidem, p. 16, 17 y 23.
Durante su discurso, Diego Matías Guigou muestra su preocupación por la conclusión de las
obras pendientes en el Hospital: Sala Celular, aumento de camas en la zona de Infecciosos y

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celulares individuales denominados BOX en los que existía una sola cuna con una
superficie de 3,88 metros cuadrados, espacio conseguido a partir de mamparas de
mampostería y cristal con una altura de 1,80 metros; a ello se le unían: un local
destinado para fichaje y pesaje de los niños, una habitación de baño y un solarium para
los convalecientes. Las dos plantas en las que se articulaba el nuevo edificio, permitieron
instalar en la baja, el Servicio de Lactancia y Primera Infancia, incluyendo un
departamento para Prematuros con 8 incubadoras y 14 cunas; además, se habilitó una
zona con piscina destinada a los niños inválidos para la recuperación física de las
secuelas de la poliomielitis, estando anexa a ella una cámara frigorífica para la
conservación de alimentos y medicamentos1171. Para poder atender a los niños alojados
en el Establecimiento fue necesario aumentar nuevamente el personal pasando a tener
una total de 8 médicos, 7 Hermanas de la Caridad y voluntariado.1172

Contagiosos, quirófano con iluminación adecuada, un aparato de Rayos X más potente que el
portátil actual, zócalos en las paredes de todas las dependencias y la renovación del mobiliario,
que como dice bien claro, …se ha aprovechado al máximo…
Si queda claramente remarcada el aumento de las cargas de trabajo y actividad asistencial en su
discurso: en 1939 se asistió a 702 niños, cifra que aumentó considerablemente un años más
tarde, en 1940, donde se atendieron 829.
1171
GUIGOU COSTA, D.M. Opus cit, 1962; p. 2.
1172
Ibidem, p. 53, 54 y 55.
La dotación de recursos humanos había crecido en estos años de manera considerable,
ajustándose a las necesidades del centro. En se momento, la Junta Administrativa, de
trascendental importancia en los designios del Hospital desde su fundación estaba compuesta
por personajes de considerable relevancia en la sociedad insular. Entre ellas: Carmen Hamilton
de Estarriol (presidenta), Gertrudis Segovia, viuda de Guigou (vicepresidenta 1ª), Juana Arce,
viuda de Domínguez (vicepresidenta 2ª), Eva Fernández de Guigou (vicepresidenta 3ª), María
Rosa Guigou Costa (secretaria), María Martín de Matos (tesorera), Andrea Golding (contadora);
como vocales: Carmen Calzadilla de Maldonado, María Ravina de Leal, Paula Díaz de Gabarda,
Sofía Izquierdo Martín y Cecilia Calzadilla Izquierdo. Con respecto al cuadro médico, perduraban
en los cargos directivos los mismos que tomaron el testigo tras la muerte de su fundador en la
década de los treinta. Junto a ellos, continuaron prestando sus servicios Pablo Maffiote La-Roche
y José de la Rosa Acosta, ambos como médicos auxiliares, Juan Vidal Torres como
otorrinolaringólogo, Miguel Alfonso González como oftalmólogo, José Pérez y Pérez como
neurólogo, y Manuel Santa Cruz Llamas como responsable de Junto a este personal, los cuidados
de enfermería eran administrados por 7 Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul y
voluntariado. El equipo de cuidados estaba constituido por sor Rita Fernández Fernández
(superiora), sor Antonia Socorro Cárdenas, sor Cesárea González González, sor Candelaria
Regalado González, sor Reyes Ortega Pulido, sor Isabel Aramberría Andónegui y sor Rosario
Baena Benítez, a las que se le unían las voluntarias: Matilde Guigou Costa, Mary Golding y Ana
Berg, ayudando en labores de enfermería tanto en el Consultorio como en el Área Quirúrgica.

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178. Planta del Hospital. La superficie señalada en amarillo corresponde a la ampliación proyectada en
1937 (Fuente: Memoria conmemorativa del 40º aniversario de su labor benéfico social: 1901-1941).

Económicamente, el Hospital había aumentado considerablemente sus ingresos,


pasando de las 25.520,89 pesetas en el año de su fundación, a las 118.473,92 pesetas de
1940, presentando en todo momento balances positivos lo que le otorgaba un
considerable poder adquisitivo1173. En diciembre de 1941, el Médico-Director, Diego
Matías Guigou, solicitó que la construcción de la Enfermería que se había proyectado
para la Casa-Cuna fuera construida en el Centro. Argumentaba que en una Casa-Cuna
solo deben habilitarse los siguientes departamentos de aislamiento: 1): Sala de
Observación, en la que serán alojados los niños que ingresen, aunque el examen médico
previo no hubiera hallado vestigios algunos de enfermedad (…); 2): Una Enfermería en la
que se asistieran Dispepsias leves que no perturben el estado general del niño, pequeños
traumatismos, etc. (…) Es más, el Hospitalito está preparado (de nueva construcción) una

1173
Ibidem, p. 56.

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sala «BOX» que no se ha terminado por faltarle a la Junta Administrativa el numerario


necesario para su sostenimiento. Esta petición nunca fue tomada en cuenta.

179. Fachada del Hospital (1937-41). (Fuente: Memoria conmemorativa del 40º aniversario de su labor
benéfico social: 1901-1941).

La finalización de las obras iniciadas en 1937, se lograron concluir gracias a la


partida habilitada, en mayo de 1942, desde la Corporación insular por un total de 25.000
pesetas, fraccionada en cinco mensualidades, para la finalización de las obras y su
dotación con los recursos materiales necesarios para su adecuado funcionamiento1174.
Parece que esta intervención en el edificio del Hospital, mejoró considerablemente sus
instalaciones, ya que hasta 1950, no se efectuaron obras algunas de envergadura. Si se
realizaron durante este año, diferentes ampliaciones de pequeña magnitud, que
concluyeron con las modificaciones del edificio ya existente en 1953. Estas nuevas
intervenciones se centraban en agregar una nueva planta, lo que aportaba mayor
superficie al establecimiento, unos 475 metros cuadrados más. En las nuevas
dependencias se ubicó la sala para lactantes, que se denominó de la Milagrosa, y a la
planta baja, se agregaron dos nuevas salas, Santa Ana, para alojar a los enfermos
privados ingresados en el centro, y, una sala destinada a prestar cuidados a los niños

1174
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7028; expediente nº 50.

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prematuros, técnicas y procedimientos que se incorporaban a la atención pediátrica


que se estaba prestando en la isla en ese momento.1175

4.2.4.2. MANICOMIO DE TENERIFE.

A principios del siglo XIX, el loco ganó la consideración de enfermo donde su


padecimiento tenía que estar ajustado al patrón de enfermedad establecido por la
medicina. La medicina triunfa definitivamente sobre el viejo concepto de alienismo,
modificándose la concepción existente en relación a la locura y a la forma de abordarlo.
Tradicionalmente habían venido usándose para los trastornos mentales preparados a
base de mórficos (opio o belladona), introduciéndose a mediados de la centuria, el
bromuro y el cloral. Posteriormente se incorporaron para las curas de los enfermos
mentales la cirugía con la técnica de la lobotomía prefrontal que, pese a ciertas mejoras
en determinados casos, eran tales los cambios en las conductas y personalidad de los
enfermos, que fue desestimada. Los grandes avances en la psicofarmacología, fueron
muy efectivos contra los estados de ansiedad, agitación y delirio, desechando todas
estas actuaciones médicas. Estos cambios en la práctica asistencial en los asilos de
alienados y manicomios provocaron una sustitución por otro tipo de instituciones, los
hospitales psiquiátricos, que buscaban la readaptación social y la curación de los
pacientes, procurando evitar la cronificación.

El 14 de diciembre de 1892, por iniciativa del Diputado Provincial e Inspector de


los Asilos de Beneficencia Juan Febles Campos y secundado por Eduardo Rodríguez
Núñez, se plantea la idea de dotar a Santa Cruz de Tenerife de un Manicomio, próximo a
la ciudad, en el sitio llamado Cruz de Ventoso1176, «ante la urgencia de dar una solución
al problema de la reclusión y tratamiento de los dementes» y tras valorar las
condiciones penosas en que se encontraban en las dependencias del Hospital de
Desamparado de la capital1177. Además, la fundación de este asilo, atendía a la evolución
que la tipología arquitectónica hospitalaria sufre durante el siglo XIX, especializándose
los hospitales para el cuidado de un único tipo de dolencia.

1175
AA. VV. (2001). Opus cit, p. 56.
1176
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 14 de diciembre (nº 1830) de 1892.
1177
Queda fuertemente conmovido tras la visita que efectúa al departamento destinado a locos
en el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados.

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180. Anónimo: arquitecto Antonio Pintor y Ocete (1892).

Un año más tarde, el 6 de octubre, se tenía un


croquis, como se afirma en la prensa local, del proyecto del
plano del establecimiento, obra de Antonio Pintor, que
ideó un edificio con las condiciones necesarias para prestar
los cuidados adecuado, así como de «ser elegante, de
mucho gusto y de forma original». Se pretendía crear un
entorno con arboladas y jardines, que buscaban el contacto con la naturaleza de los
dementes, así como zonas destinadas al cultivo atendido por los internos, situación que
se creía que favorecía su recuperación y la «estabilización de su enfermedad». Además,
se procuró que el edificio fuera un referente capaz de distinguirse desde el mar o la
ciudad, lo que en cierta medida, unido a la búsqueda de buenos aires, se decantaron por
una instalación del centro en terrenos ubicados entre 200 a 400 metros de altitud.

Los primeros recursos económicos fueron aportados tanto por Juan Febles
Campos como por la Junta de Caridad de Señoras. Inicialmente se contó, tan solo, con el
dinero para comenzar las obras, confiando en la «caridad de las almas piadosas» para
concluirlas1178. Para lograr tan loable empresa, se crea una Sociedad, que establecía los
siguientes artículos:

Artículo 1º.- El objeto de la Asociación es construir el edificio para dementes en el


sitio de esta capital que se estime más adecuado y concluido que sea entregado a la
Excma. Diputación Provincial; Artículo 2º.- Los fondos con que la Sociedad cuenta
para su objeto proceden de los donativos que puedan conseguir, espectáculos que
organice y subvenciones que obtenga; Artículo 3º.- Dichos fondos serán depositados
en la Sucursal del Banco de España en esta capital a cuyo fin se solicitará que se
abra una cuenta corriente a nombre del Presidente de esta Asociación; Artículo 4º.-
El número de individuos que constituyen esta Sociedad se limita a los tres que
forman el presente Reglamento y son Don Juan Febles Campos, Doña Magdalena
Ravina y Don Antonio Pintor; Artículo 5º.- Será Presidente de la Asociación don
Juan Febles Campos y Secretario-Contador doña Magdalena Ravina; Artículo 6º.- El
Secretario Contador llevará un libro de ingresos y gastos y formará la cuenta anual
documentada que será examinada y aprobada por los tres.- Llevará además un
libro de actas y el de correspondencia; Artículo 7º.- Todo lo concerniente al objeto
de la Sociedad y por consiguiente designación de sitio para el edificio, adquisición
de terrenos, etc. será acordado en Junta; constituyendo acuerdo el voto de la

1178
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 06 de octubre (nº 2071) de 1893.

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mayoría de los asociados o sea el de dos de dichos señores; Artículo 8º.- Terminado
que sea el edificio se publicará un estado expresivo de la recaudación e inversión de
fondos y después de entregado aquel a la Diputación provincial, quedará disuelta la
1179
sociedad.

181. Planta de la Reforma del Manicomio Provincial, 1929. (AHPSCT- Negociado de Acción Social-
Mancomunidad: caja nº 174; expediente nº 428, legajo 28).

La compra del solar, de unas 4 fanegadas (2 hectáreas, 9 áreas, 93 centiáreas y 17


decímetros), se elevó a escritura pública el 4 de julio de 1894, ubicados en la Cruz de
Ventoso, próxima al puente Zurita, propiedad de Juan Torres y Rodríguez por la cantidad
de 5.000 pesetas1180. El acondicionamiento del terreno se emprendió inmediatamente
para la plantación de árboles, con la pretensión de conformar un pequeño bosque
dentro del solar del establecimiento. Esta labor fue llevada a cabo por el señor Ballester,

1179
AHPSCT- Expedientes de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial; caja nº 172; Legº nº
25.
1180
Ibidem.
La escritura pública de propiedad fue rubricada en la Notaría de Pío Casais Canosa en Santa Cruz
de Tenerife en la fecha indicada.

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ingeniero jefe de Montes, y por Eduardo Rodríguez Núñez1181. La compra se efectuó en


Sociedad entre Magdalena Ravina del Campo, Juan Febles Campos y Antonio Pintor,
recogiendo en sus estatutos, el compromiso de la construcción del edificio para su
posterior entrega a la Diputación Provincial1182. En septiembre de 1894, se publicó en la
prensa local, el proyecto para el Manicomio, asentado en un solar adquirido con
anterioridad, con forma de triángulo rectángulo y que «…tiene uno al lado naciente, el
menor al norte y el tercero limitado por el Barranco de Santos, por cuyo sitio termina en
ladera que puede ser de gran utilidad y sacarle de ella partido».1183

El diseño propuesto para la edificación fue el que durante prácticamente casi


toda la primera mitad del siglo XX se procuró acometer, pero la carencia de recursos
materiales unido a un desinterés por parte de las autoridades locales y la situación
socio-económica propiciada por las dos contiendas bélicas internacionales y la nacional,
no permitieron que se concluyera con la rapidez deseada. Incluía una avenida de 150
metros de larga por 20 de ancha, horizontal y ornada con cuatro hileras de árboles,
situando al oeste una zona destinada a jardines y huerta, y con una deslumbrante vista
de la bahía de Santa Cruz; opuesta a esta zona, se ubicó un bosque para el recreo de los
pacientes. El recinto hospitalario estaba dotado de varios edificios, uno central,
destinado a la Administración, servicios, hidroterapia1184, electroterapia, cámara de
oftalmoscopia, gimnasio, y botica; y dos laterales a éste, distribuido en 4 pabellones,
destinados a los enfermos, separados por sexos, edad y patología, con 12 habitaciones
en cada uno, cuarto destinado al vigilante o enfermero, sala para reuniones y demás
servicios necesarios para un correcto funcionamiento. Incluso, se le incorpora un
pabellón para el tratamiento de enfermedades comunes, la capilla y un lavadero. Las
normas de salubridad, higiene y confort eran cumplidas estrictamente, ya que no hay
que olvidar que los higienistas consideraban que la pureza moral estaba estrechamente
relacionada con la limpieza física; es decir, la adquisición de unos hábitos de higiene

1181
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 05 de julio (nº 2293) de 1894.
1182
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 24 de abril (nº 8393) de 1913.
1183
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 14 de septiembre (nº 2351) de 1894.
1184
Relevante, es como al Manicomio se le surtió de abundante agua procedente del naciente de
Aguirre, que se almacenaba en un depósito situado a mayor nivel, dentro del solar del recinto
hospitalario. El papel del agua fue importante, ya que este elemento se convierte en algo
imprescindible a la hora de la higiene y la hidroterapia, muy empleada ésta en el tratamiento de
los dementes.

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personal por parte de los asilados posibilitaría la cura y prevención tanto de


enfermedades físicas como morales1185. En el edificio, quedaban claramente definidas
las áreas de cada departamento, estableciendo tres categorías: áreas de actividad
principal, lugares donde se llevan a cabo los tratamientos de los internados; áreas de
apoyo, precisas para realizar los tratamientos de las áreas principales y que eran
concretadas una vez identificadas las necesidades de espacio; y, las áreas
administrativas, determinada por la naturaleza del personal que realiza una función
fundamentalmente administrativa en cada departamento. El modelo tipológico que se
empleó fue de pabellones ligados por circulación cubierta impulsado por la Escuela
Inglesa, cuyos ejemplos más destacados están en el Hospital de Blackburn (Manchestrer,
1870) y en el Hospital John Hopkins (Baltimore, 1880).

El establecimiento hospitalario fue planificado atendiendo a cuestiones de diseño


que abarcaban desde la ubicación y las dimensiones de los terrenos disponibles, hasta la
disposición idónea de los pabellones de acuerdo con la función asistencial que iba a
desempeñar1186. En Francia, durante el siglo XIX, la Comisión de Cirugía estableció una
serie de necesidades mínimas de superficie para los hospitales en relación con su
capacidad: para los hospitales de 100 camas se aconsejaba unos 2.500 metros
cuadrados, que aumentaban progresivamente hasta llegar a los grandes hospitales
urbanos de 800 camas para los que se preveían unos 100.000 metros cuadrados. Incluso
Rochard, en 1883, estableció que la superficie mínima a asignar por cama-paciente,

1185
Debe tenerse presente en todo momento que la actividad asistencial con el enfermos era
realizada por el practicante y los vigilantes del manicomio quienes eran lo que a diario se
encargaban del cuidado y control de los alineados, pese a que el último responsable era el
médico-psiquiatra. El practicante, como jefe de los enfermeros y de los vigilantes, coordinaba
presencialmente los cuidados como el baño general y el registro a que eran sometidos los
alineados a su ingreso. Diariamente, se les pasaba revisión a los internados y a las ropas de cama
y de las salas utilizadas para su estancia. A ello, se unía la actividad de acompañamiento, por los
vigilantes, a todos los actos a los que acudían, con la intención de cuidar el orden y evitar
situaciones de hetero-agresividad o autolesiones. Además de su medicación los ingresados
recibían baños, duchas, electroterapia y otros servicios de carácter hidroterápico, es decir, eran
tratados con una combinación de encierro y aislamiento, y tratamientos de choque basados en
las duchas, electricidad y farmacología, con el objetivo de conseguir su curación o al menos lograr
una estabilización y control de la enfermedad.
1186
Esta situación se produjo, ya que se contó con amplios terrenos que posibilitaron la
orientación geográfica limitando el crecimiento en altura y contando con la separación suficiente
entre ellos que permitía un adecuado soleamiento y la circulación del aire.

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debería ser de 100 metros cuadrados en hospitales de 100 camas y de 150 metros
cuadrados en aquellos con una capacidad alojativa de 600.1187

182. Proyecto de reforma del Sanatorio Psiquiátrico Provincial, 1929. (Fuente: AHPSCT- Negociado de
Acción Social-Mancomunidad: caja nº 174; expediente nº 428, legajo 28).

La subasta para la ejecución de las obras1188, se efectuó el 22 de diciembre de


1894, a las 12 de la mañana en la oficina del Arquitecto municipal, siendo adjudicadas,
de los 4 propuestas presentadas, a Rafael del Toro por la suma de 20.869,66 pesetas1189.
Éste dará comienzo a la actividad constructiva del primer pabellón en enero de 1895,
con la intención de ser concluidas a finales de ese año1190. La obra se ejecutó de manera
rápida, encontrándose, en julio de 1895, la edificación del primer pabellón, a la altura
del techo1191. Un mes después, se recibió la madera necesaria para el cerramiento de la
techumbre1192. El segundo pabellón y la galería que unía con el primero1193, fue

1187
LÓPEZ PIÑERO, J. M. Breve historia de la medicina. Madrid: Alianza, 2000, p. 163-179.
1188
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 14 de diciembre (nª2427) de 1894.
1189
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 22 de diciembre (nª2434) de 1894.
1190
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 11 de enero (nª2449) de 1895.
1191
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 23 de julio (nª2605) de 1895.
1192
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 23 de agosto (nª2630) de 1895.

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financiado por los donativos aportados por el Ayuntamiento y particulares1194,


depositada en la Sucursal del Banco de España la cantidad de 20.406,55 pesetas para el
pago de su construcción. A lo recaudado, se unieron 15 acciones de la Sociedad de
Edificaciones y Reformas Urbanas (S.E.R.U.) de manos del Enrique Pérez Soto, sin olvidar
la cesión de los honorarios y derechos de autor sobre la obra de Antonio Pintor,
arquitecto de la misma1195. Estas aportaciones no fueron suficientes, lo que llevó a que
las obras no se retomaran hasta febrero de 1899. La subasta de éstas, para el segundo
pabellón, se efectuaron el 19 de marzo de este mismo año, a las 12 horas en la casa
habitación del Presidente de la «Asociación constructora de una Casa de Dementes»1196,
adjudicándosele a Manuel Padrón Sosa, único que presentó oferta, por la cantidad de
26.050,92 pesetas, con el compromiso de su conclusión a finales de ese mismo año.1197

Las primeras noticias que aparecen en la prensa local sobre las obras del
Manicomio las encontramos a finales de 1895, en la que se informa de la llegada de los
materiales y el comienzo de la colocación de la armadura de la techumbre1198. Pese a
ello, en abril de 1902 todavía el cerramiento superior estaba inconcluso1199. Diez años
más tarde, y ante el penoso estado del edificio que amenazaba ruina, los señores Juan
Febles Campos, Nicolás Martí Dehesa (Diputado Provincial e Inspector de los
Establecimientos Benéficos), Manuel de Cámara (Diputado Provincial), Rafael Calzadilla
(también Diputado Provincial) y Diego Guigou, junto a otras personalidades relevantes,
visitaron el Manicomio y se comprometieron a aportar los recursos precisos para su
próxima conclusión1200. En la prensa local de 1913, se hacía eco del anunció de la
conclusión de dos de los pabellones, a la vez que se mostraba cierto descontento ante la
falta de interés por parte de las Instituciones Públicas materializadas en las diferentes
actividades a las que se destinaba el establecimiento ajenas a los objetivos para el que

1193
Esta galería estaba proyectada al descubierto, aunque finalmente se procederá a su
cerramiento con tabiques provisionales para la instalación de servicios y dependencias, hasta la
construcción del tercer pabellón, el central.
1194
Esto ocurre en agosto de 1896.
1195
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 25 de enero (nª3651) de 1899.
1196
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 27 de marzo (nª3700) de 1899.
1197
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 14 de marzo (nª3690) de 1899.
1198
Manifestando el propósito de conclusión de las obras en «dos o tres meses»
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 23 de noviembre (nª3897) de 1899.
1199
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 30 de abril (nª4319) de 1902.
1200
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), 1 de marzo (nª7599) de 1912.

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quería ser destinado. El traslado de los pacientes alienados desde las casas-depósito
anexas al edificio del Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados hacia el nuevo
edificio se produjo el 22 de agosto de 19171201, pese a que la entrega formal se había
realizado desde el 22 de enero de ese mismo año, en el Palacio de la Diputación
Provincial al Presidente de esta Corporación.1202

183. Fachada principal de un pabellón, 1929.


(Fuente: AHPSCT-Negociado de Acción Social -
Mancomunidad: caja nº 174; expediente nº 428,
legajo 28).

En 1921, según el arquitecto Domingo


Pisaca y Burgada, el Manicomio
Provincial1203 estaba formado por un edificio
constituido por dos pabellones, uno para
cada sexo, enlazados por un cuerpo trasero,
estando provisto de celdas en el sótano para
«enfermos sucios y furiosos», y una sala en
la planta baja para «enfermos tranquilos».
El cuerpo de enlace se dividía en pequeños
cuartos destinado a: cocina, la comunidad
religiosa de las Hijas de San Vicente de Paúl, médicos y almacenes. Entre los pabellones

1201
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7087; expediente nº 128.
Las casas que alojaba a los alienados fueron rápidamente reclamadas para ser reutilizadas por los
Asilos de Beneficencia, no siendo efectiva esta entrega hasta agosto de 1925 por parte de la
Mancomunidad Interinsular de Canarias.
1202
AHPSCT- Expedientes de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial; caja nº 172; Legº nº
25, opus cit.
En el acto de cesión de 1917 estuvieron presentes: por parte de la Diputación Provincial, el
diputado provincial Nicolás Martí Dehesa, el diputado provincial Rafael Calzadilla y Calzadilla y
Manuel de Cámara y Cruz por designación de la Corporación provincial; por la parte de la
Asociación, Juan Febles Campos y Antonio Pintor y Ocete. En la entrega de 1928 concurren
Antonio Vivancos Santillán como representante de la Mancomunidad Interinsular de Cabildos, y
por parte de la Asociación, Juan Febles Campos y Antonio Pintor, ya que por estas fechas
Magdalena Ravina del Campo había fallecido. La entrega del Manicomio no fue definitiva hasta el
1 de junio de 1928, momento en que la Mancomunidad Interinsular de Cabildos lo recibe
1203
Con la división de la provincia de Canarias en 1927, según el R.D. nº 1586 de 21 de
septiembre, el hasta ese momento denominado Manicomio Provincial pasa a denominarse Asilo
de Dementes. En 1937 se modifica nuevamente adquiriendo la denominación de Instituto
Psiquiátrico Provincial.

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existía una gran explanada, de unos 1.200 metros cuadrados (40 por 30 metros), lugar
en donde se había proyectado otros 2 pabellones más. Este improvisado «llano» se
cerró con una balaustrada rematada por bustos de mármol que perduraron en este
emplazamiento hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.1204

El 10 de diciembre de 1930, en Sesión extraordinaria de la Mancomunidad


Interinsular de Cabildos se habilitó una partida presupuestaria de 125.000 pesetas para
la terminación de los edificios que integran el Asilo Provincial de Dementes, y para la
completa dotación1205, atendiendo al proyecto diseñado, en 1929, por el arquitecto
Pisaca1206. Desde sus orígenes, los manicomios habían sido instituciones que se habían
diseñado para «apartar y esconder» aquellos trastornos de conducta, tanto perceptivos
como del pensamiento, edificándose establecimientos sanitarios con una finalidad
restrictiva y de custodia más que terapéutica, sustentados gracias a la caridad y la
piedad dentro de un marco religioso en contraposición a la comprensión desde lo
científico y lo social. Esta idea de «custodia-ocultación» fue trasladada a la arquitectura,
mediante la cual se habilitaron mecanismos que procuraron lograr este objetivo, tales
como el panóptico, propuesto por Jeremy Bentham en 1791 para un «centro
penitenciario imaginario», que constituía una tipología arquitectónica para prisiones
cuya estructura incorporaba una torre de vigilancia en el centro del edificio anular que
estaba dividido en celdas. Desde un primer momento, para el Manicomio Provincial de
Tenerife se había utilizado una tipología en pabellones ligados por circulación cubierta.
Esta no se desecha, sino que se le procura dar finalización, habilitando un nuevo
proyecto, así como su correspondiente partida presupuestaria, como se reseña en el
proyecto elaborado por el arquitecto Pisaca: …las de construcción de muros exteriores
para aislar completamente el Establecimiento de la vía pública, cuya necesidad es bien
notoria; construcción también, por consiguiente, de una portería y de una acera o andén

1204
Diario de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife), nº 8393 24 de abril de 1913.
1205
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Interinsular de Cabildos-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 150.
1206
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Interinsular de Cabildos-Acción Social; caja nº 174.
Se propuso hacer la operación de crédito con la Caja de Prevención Social de las Islas Canarias,
que había ofrecido unas condiciones ventajosas: interés al 5% pagaderas en veinte años
mediante anualidades de 10.030,30 pesetas. A ello unía la Corporación interinsular los ingresos
procedentes del alojo de dementes en el Asilo, superiores a 29.000 pesetas en los dos últimos
años anteriores.

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interior para refugio de los enfermos tranquilos; desmonte del terreno necesario para
una galería trasera de unión de los cuatro pabellones y para una rampa de acceso a la
parte posterior del edificio, obras de suma precisión, para las debidas atenciones,
cuidados y vigilancia de los enfermos; aumento de obra, para pavimentar los patios
destinados a los desmontes, con losetas, en lugar de hormigón, como estaba proyectado,
puesto que la práctica ha demostrado, que el hormigón lo destroza completamente en
poco tiempo, quedando entonces en peores condiciones…1207

Junto a estas intervenciones en el edificio, se planteó la adquisición de material


médico quirúrgico, inexistente en ese momento, una cocina de hierro nueva, menaje y
mobiliario para los dormitorios, cocina y comedores, moblaje para el culto en la capilla y
el arreglo de jardines. Se acordó efectuar reparaciones y acondicionamiento de algunas
dependencias, así como mejoras en el abastecimiento de aguas, la modernización de la
instalación eléctrica, ya presente en parte del establecimiento, y algunas medidas de
seguridad orientadas hacia la protección de la integridad física de los alienados:
…reparación de los pabellones y demás dependencias antiguas, incluso pavimentación
de los semisótanos, algunos de los cuales no es posible utilizar ahora, por el estado
ruinoso en el que se encuentran; acondicionamiento de un local con destino a la sala de
autopsias y depósito de cadáveres, que hoy no existe; instalar tuberías y depósitos para
servicio de agua fría y caliente, tan necesario en estos Establecimientos; colocar rejas de
hierro en todos los huecos de puertas y ventanas de los pabellones, para la conveniente
seguridad de los reclusos; adecentar y acondicionar debidamente los cuartos de baño y
los retretes; hacer nuevas instalaciones de luz eléctrica, y otras muchas obras de menor
cuantía todas de utilidad, para mejorar las condiciones de la reclusión1208. Los trabajos
que se efectuaron en los pabellones número 1, 2, 3 y 4 fueron ejecutados por la

1207
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Interinsular de Cabildos-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 150; opus cit.
1208
Ibidem.
Con la ejecución de las obras y una vez concluidas éstas, se dispuso del doble de celdas, situación
que favoreció que alienados ingresados en diferentes puntos de la geografía peninsular, pudieran
ingresar en la Isla a sus familiares.

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Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A., siendo el coste de la ejecución de


las obras de 236.044,44 pesetas.1209

En 1937 se dio comienzo a una segunda etapa de intervenciones arquitectónicas


en el Asilo, que no terminó hasta 1940. El número creciente de dementes, unido a que a
partir de la década de los cuarenta del siglo XX fueron introducidas la insulina, el
electroshock y las lobotomías como tratamiento para los alienados con larga
hospitalización, llevó a la necesidad de proceder a la ampliación del recinto hospitalario,
para lo que procedió a redactar un proyecto el arquitecto provincial, Domingo Pisaca, en
febrero de 1938. Para la ejecución de la obra se dispuso de una partida presupuestaria
que ascendió a la suma de 511.812 pesetas. Los objetivos fundamentales de esta
propuesta eran: ultimar el cerramiento perimetral de la finca; formación de huertas de
cultivo y paseo, en sustitución de terrenos eriales y peligrosos; construcción de una
galería trasera, dependencias de Hermanas, Capilla y adaptación de los locales en el
cuerpo central para los servicios administrativos; cuerpo de enlace entre pabellones que
aumente la capacidad de asilados y reforma de estos pabellones para su más eficiente
uso; y otras obras en lavandería, vaquería, atarjeas y estanques de riego, instalaciones
complementarias y ultimación de lo iniciado en la primera etapa del año 1929 al año
1931, iniciándose la ampliación con nuevos pabellones comunes, uno para hombres y
otro para mujeres; el primero dentro del recinto y el segundo en terrenos anexos que el
Ayuntamiento en principio estaba dispuesto a acceder a su traspaso al Manicomio.1210

1209
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Interinsular de Cabildos-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 150; Legº nº 26.
La firma del Pliego de Condiciones se efectuó ante el Notario Pío Casais Canosa el 20 de enero de
1930 habiendo abonado una fianza de 22500 pesetas, habiendo sido publicada la subasta en el
Boletín Oficial de la Provincia nº 149, el 13 de diciembre de 1929. El desglose de las cantidades
establecidas para la obra fueron: 79.802 pesetas con 86 céntimos, 1.262 pesetas con 36
céntimos, 3.587 pesetas con 32 céntimos, y 86.313 pesetas con 7 céntimos, respectivamente; en
lo referente al patio y galería de enlace de los pabellones número 1 y número 2, 13.483 pesetas
con 56 céntimos, mientras que para el patio y galería de enlace de los pabellones número 3 y
número 4, 14.261 pesetas con 80 céntimos; por último la capilla y las cocinas, 14.572 pesetas con
70 céntimos, y 19.517 pesetas con 86 céntimos, respectivamente. Se procedió a la entrega de la
obra conclusa, el 31 de agosto de 1932 por parte de la empresa contratista.
1210
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Interinsular de Cabildos-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 173.

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184. Anónimo: Manicomio Provincial (1905-10).

De todas estas intenciones destinadas a solventar el problema del espacio en el


Asilo, tan solo se pudieron ejecutar las obras correspondientes al semisótano del
pabellón de hombres y dar comienzo a la planta baja. La imposibilidad, por parte de la
Corporación interinsular, para disponer de cantidad alguna de dinero, llevó a que se
solicitase ayuda a la Junta Provincial del Paro Obrero. Ésta, concedió la cantidad de
289.403,40 pesetas entre los años 1937 y 1938, con el fin de introducir mejoras en el
Sanatorio Psiquiátrico. Con el apoyo económico prestado, se dio inicio a la construcción
del edificio para hombres, pese a haber proyectado construir dos pabellones de
enfermos de ambos sexos con un aumento en 120 camas más. Tras la desaparición de la
Junta Provincial del Paro Obrero en 1939, las obras se paralizaron, aunque ya estaba
terminada la planta baja del Pabellón de hombres. Nuevamente desde la Administración
Estatal, en este caso el Gobierno Civil provincial, se auxilió económicamente para la
continuación de las obras, hasta que en octubre de 1940 sufrió una reiterada
paralización1211. Retomadas en los últimos meses de este año, permitieron concluirse la
planta baja y una celda en el piso alto del pabellón de hombres, gracias al auxilio

1211
Así como la cantidad que había asignado para las obras, unas 511812 pesetas, habiéndose tan
solo trabajado en el pabellón de hombres.

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conjunto del Gobernador Civil Provincial y la Junta Interministerial del Paro Obrero,
atendiendo a varias obras de sostenimiento general, con un coste de 95.344,5 pesetas.
Como tónica habitual, se suspendió al año siguiente, no volviéndose a retomar hasta
abril de 1945, habilitándose la cantidad de 49.000 pesetas para finalizar con las obras
del Pabellón inconcluso desde la Junta Interministerial de obras para licitar el Paro
Obrero.1212

Entre la documentación consultada existe una interesante descripción del


Sanatorio Psiquiátrico Provincial efectuada en 1942, pues da una idea de cual era el
estado de las obras que se estaban ejecutando, así como los edificios e instalaciones ya
conclusos con las que contaba en ese momento el Asilo: fincas de 18.062 metros
cuadrados en la parte alta de esta Capital que linda por el Norte con la carretera de «Los
Campitos», Sur con el Barranco de Santos, Este con la calle de Febles Campos y terrenos
del Asilo de Ancianos y Oeste con el propio Barranco de Santos y terrenos de
particulares. Consta de cuatro pabellones para enfermos por mitad a cada sexo
enlazados entre sí por una galería trasera de servicio; un pabellón central para
habitaciones de Hermanas de la Caridad; Capilla para el Culto; un Chalet pequeño para
enfermos y de las accesorias como portería, cochiqueras y lavaderos. Su perímetro se
encuentra completamente murado. Se ha construido un nuevo pabellón para hombres
estando completamente terminada la planta principal del mismo; pero paralizadas
actualmente las obras por falta de subvención que al efecto venía concediendo el Excmo.
Sr. Gobernador Civil de la Provincia. También se han construido dos estanques para
depósito de aguas; uno para el servicio del Establecimiento y otro para el riego de
terrenos dedicados al cultivo de hortalizas y legumbres para el aprovechamiento del
Establecimiento.1213

La II Guerra Mundial supuso un bloqueo de los puertos del Archipiélago por parte de
los Aliados causado por el apoyo del régimen franquista a los Países del Eje. Esta
paralización del comercio, unido a la lenta recuperación de la contienda civil española

1212
AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad; caja nº 171.
Con las 49.000 pesetas se contrataron 19 obreros durante 80 días en la obras de construcción del
Pabellón de Hombres.
1213
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Interinsular de Cabildos-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 152; expediente nº 51.

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que recientemente había ocurrido, obligó a que los pocos recursos existentes se
destinaran a otros menesteres que valieran para consolidar al «nuevo estado político».
En esta línea, el Asilo fue «olvidado», lo que ocasionó unas lamentables condiciones de
hacinamiento y pobreza de los alienados recluidos, que en marzo de 1944 escandalizó a
algunos grupos de la sociedad local1214. A ello se le unió la existencia de obras
inacabadas en los pabellones del Sanatorio proyectados desde 1938, lo que obligó a la
Jefatura Nacional de la Obra Sindical de «Lucha contra el Paro» procurar las condiciones
precisas para concluir las intervenciones que estaban proyectadas por la Mancomunidad
Provincial Interinsular de Santa Cruz de Tenerife, para tres pabellones: uno de tres
plantas para hombres, cuya construcción estaba paralizada; otro de tres plantas para
mujeres; y un último pabellón de dos plantas destinado a servicios administrativos.
Paralelamente a este proyecto, se había barajado la posibilidad de fundar un nuevo
Sanatorio Psiquiátrico, que reuniese las condiciones exigidas por la Psiquiatría Moderna
para esta clase de Institutos, habiéndose de construir en una extensa finca de cultivo de
200 a 300 hectáreas de superficie a 25 kilómetros de la capital en la zona norte de la
Isla1215. Ciertos países, entre ellos España, comenzaban a plantearse un camino hacia la
«desinstitucionalización» de los alienados, fenómeno social fundamentado en los
avances propios de la ciencia médica y por las organizaciones de derechos humanos,
que tras la finalización de la contienda bélica mundial, consideraban que terapéuticas
menos «agresivo-restrictivas» podían ser instaurados para el tratamientos con pacientes
dementes. Para cuidar a los enfermos alienados, se comenzó a emplear un sistema
escocés de internación psiquiátrica denominado «Open Door», que tenía como

1214
AHPSCT- Negociado de Intervención-Mancomunidad Provincial Interinsular de Cabildos; caja
nº 153; expediente nº 77.
En ese momento, el Sanatorio Psiquiátrico contaba con 250 dementes alojados en sus
dependencias de las 130 plazas con que estaba dotado, pretendiendo, a tenor de la densidad de
población existente en la Provincia, crear hasta 500 plazas, pese a que se calculaba
aproximadamente un total de 600.
1215
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Provincial Interinsular-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 173.
Desde julio de 1943 se efectúan los trámites pertinentes para la adquisición de un solar o finca
que presente las características adecuadas para la construcción de una colonia psiquiátrica. Un
requisito fundamental es la existencia de agua para poder establecer zonas de cultivo trabajadas
por los dementes. Además, se le encarga al Director del Sanatorio formarse y adquirir
conocimientos a cerca de la Psiquiatría Moderna, procurando que estos conocimientos sirvan de
base para la confección de un proyecto por parte del Arquitecto Provincial.

Tesis Doctoral Página 563


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antecedente y complemento directo las experiencias del «No Restraint» que se pusieron
en práctica en asilos ingleses de la mano del Dr. Conolly a principios del siglo XIX. Estaba
basado en una minuciosa y detenida exploración de las capacidades del individuo por
parte de profesionales en la materia, que establecían las condiciones de internamiento,
separando a pacientes con causas judiciales de los que no lo eran. Lo novedoso,
respecto a los modelos de internamiento previos, era la posibilidad de salir de los
lugares de permanencia y la práctica de actividades de sustento y lúdicas que favorecían
el autocuidado del individuo, a lo que se unía la posibilidad de acceder a las poblaciones
vecinas favoreciendo la reinserción social, lo que llevaba a que se precisara de una
tipología arquitectónica de hospital-colonia para desarrollar estas actividades.

185. Rúbrica del arquitecto Domingo Pisaca y Burgada.

El proyecto para la construcción del «nuevo


centro hospitalario» recogido por la Delegación
Provincial de Sanidad de Falange Española Tradicionalista y de la J.O.N.S. en Estudio de
la reorganización Sanitaria en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, fue hecho público
en un folleto editado en junio de 1938. Estaba claro, que los gestores sanitarios del
momento no veían esta propuesta como la solución a la numerosa cantidad de
dementes y a la forma de concluir las obras que desde años atrás estaban en proyecto.
Además, buscaban contemplar la posibilidad de incluir al enfermo en las actividades
cotidianas del establecimiento, presentando como ideal terapéutico el hecho de trabajar
o distraerse durante su curación. Este credo, fue el motor que activó nuevamente la
maquinaria, poniéndose en funcionamiento las obras que perseguían concluir los
edificios del complejo. Para ello, se habilita la cantidad de 1.625.000 pesetas, consignada
para la terminación de tres pabellones, estableciendo tiempo de conclusión para las
obras: 3 meses de obras para el pabellón de hombres, 1 año para el de mujeres y 8
meses para el de servicios administrativos; mientras que para el «proyecto de futuro
Sanatorio», un total de 5.000.000 pesetas y 3 años de obras.1216

1216
AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad; caja nº 153.

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Como ya había acaecido en 1944, pese al empeño por parte de la Administración


de cambiar el modelo asistencial, la realidad era semejante: no existían recursos
materiales para un proyecto de tamaño envergadura. Esta realidad obligó a decantarse
por una nueva ampliación del hospital, diseñada por el arquitecto provincial en junio de
1946, cuyo requisito era un aumento del número de camas, pretendiendo asilar a un
total de 92 hombres, 68 comunes y 24 pagos, así como 132 mujeres, 120 comunes y 12
pagos, para lo que se habilitó, desde la Intervención de Fondos, la partida de 2.500.000
de pesetas1217. Seguidamente, tras un meditado estudio médico sobre la reorganización
del Asilo, y la visita efectuada, en 1947, por el Director General de Sanidad, Dr. Alberto
Palanca, se retoma nuevamente la idea de 1944 de variar la ubicación del Sanatorio,
dotándolo de una construcción moderna y específica para cada modalidad de enfermo y
enajenación, con idoneidad de capacidad, clima, proximidad y dedicación a la actividad
agrícola. Nuevamente, la falta de capacidad económica del momento, no permitía hacer
frente a la cantidad estimada inicialmente, 10.000.000 pesetas, a lo que se unía la
necesidad urgente que existía de dar solución a las condiciones precarias de
hacinamiento en que se encontraban los alineados. La situación era tan dramática y
urgente, que nuevamente, en este mismo año, se insta al arquitecto provincial Pisaca a
elaborar un proyecto que lograra un considerable aumento de la superficie del Instituto
Psiquiátrico, incorporando unos 6.352 metros cuadrados más a los 3.951 construidos ya
existentes. Para ello, fue necesario un incremento de la superficie del solar donde
estaba instalado el Centro, que contaba con una finca de 16.612 metros cuadrados y a la
que se le incorporaron unos 5.602 metros cuadrados más. Este aumento de la superficie
cubierta, llevaba a que el Instituto Psiquiátrico pasara de tener 77 celdas a 174 en total
para la zona destinada a hombres pensionados y pagos, y de 62 a 174 en las zonas
destinadas a mujeres en iguales condiciones.

Para los pabellones del Sanatorio Psiquiátrico Provincial, desde la Jefatura Nacional de la Obra
Sindical, se daba la posibilidad de aportar 50 obreros, mientras que para el Sanatorio en proyecto
entre 150 a 200 obreros.
1217
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Provincial Interinsular-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 173; expediente nº 423.
Pese a que se dispuso esa cantidad, se habían presupuestado 2.183.962 pesetas, cantidad en la
que se incluían la adquisición de los terrenos necesarios para la consecución de la obra.

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Independientemente del proyecto de ampliación, se priorizaron una serie de


obras imprescindibles: 1º Pabellón común de hombres, del que se hallan construidas las
plantas de sótanos, semisótanos y parte mínima de la baja; falta terminar la mayor
parte de esta planta baja y toda la del 1º piso, que según cuadro (A) nos proporcionará
sobre las ocho celdas actuales un aumento de 46 celdas más; 2º Pabellón común de
mujeres, totalmente nuevo y en terrenos de ampliación actual, (…), el que nos dará 90
celdas nuevas, según se desprende del cuadro (B); 3º Chalet de pago para Hombres, y
enfermos especiales, completamente nuevo, aislado, que nos proporcionará unas 19
celdas o dormitorios (Cuadro C); 4º Chalet de pagos para mujeres, y enfermas especiales,
que conforme el cuadro (D) nos proporciona otras 19 celdas o dormitorios; 5º Pabellón
de Administración más que de la interioridad del Establecimiento es para sus relaciones
exteriores para la admisión, altas en la vida pública del enfermo y baja en los
desgraciados casos de fallecimiento, con sus servicios derivados de Cámara Mortuoria y
Autopsias en la muertes por accidentes. En los cuatro cuerpos de edificación cada uno
objeto de un proyecto particular, se proyectan cuantos servicios complementarios se han
creído necesarios para la autonomía eficiente del pabellón, como en sus relaciones con
los servicios generales centralizados en la unidad Sanatorial del Instituto Psiquiátrico.1218

Una vez finalizadas y ejecutadas estas obras, se propusieron otras tantas obras,
como se recoge en la Memoria del proyecto diseñado: ampliación de un piso más cada
uno de los Pabellones número 2 y número 3, respectivamente de Mujeres y Hombres
(buscando un aumento de capacidad); ampliación del Pabellón central de servicios
generales, preciso con el aumento de los enfermos alojados en el Centro; ampliación de
los existentes en altura y nueva construcción de cuerpos de enlace entre los Pabellones
del mismo sexo; reformas concretas en las construcciones ya existentes que
proporcionen comodidad en cada uno de los pabellones y de éstos con el Pabellón de
servicios generales.1219

1218
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Provincial Interinsular-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 173, opus cit.
1219
Ibidem.

Tesis Doctoral Página 566


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186. Proyecto para el pabellón de mujeres, 1947 (AHPSCT- Negociado de


Acción Social-Mancomunidad: caja nº 171; expediente nº 389).

Las obras proyectadas en marzo de 1947 para el Pabellón de pagos de mujeres,


fueron aprobadas en junio del mismo año por el Ministerio de la Gobernación,
ascendiendo a un total de 595.853,12 pesetas a pagar por ambas entidades públicas, el
ya citado Ministerio de la Gobernación y la Mancomunidad Provincial Interinsular.
Curiosamente, el edificio se colocó frente al Pabellón número 2, pese a que
originariamente se había ubicado en terrenos extramuros adquiridos por el Instituto1220.
Las obras no fueron subastadas hasta agosto de 1950, momento en el que se publicó en
la prensa local (La Tarde, El Día y La Hoja del Lunes), así como el Boletín Oficial de la
Provincia; la ejecución fue realizada por el contratista Luis Marrero Díaz en
representación de la Compañía Pedro de Elejabeitia Contratas S.A. Numerosas
complicaciones, entre las que figuraban las económicas, no permitirán que los trabajos

1220
El Pabellón número 2 era de una sola planta y semisótano, pretendiéndose que el nuevo
pabellón siguiera el eje de la entrada con el del número 2 aludido, siendo la fachada trasera
visible desde el exterior, de la que le separa del muro de cerramiento a la calle nº 5 del Barrio del
Uruguay.

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fueran concluidos hasta agosto de 19521221. En noviembre de este mismo año, se inician
también obras para ampliar los edificios existentes, para lo que se presupuestó la
cantidad de 4.011.434,97 pesetas. La construcción y reforma de la primera y segunda
planta del Pabellón de Enfermos Comunes y del Pabellón de Varones Pensionistas, fue
encargada a la Compañía Contratas S.A. perteneciente a Pedro de Elejabeitia. La lentitud
de los trabajos fue la situación más habitual, decidiéndose, en noviembre de 1950 desde
la Presidencia de la Mancomunidad, entregar el encargo de la finalización de la obra a
Luis Marrero Díaz, atendiendo al proyecto originario por un importe de 510.357,96
pesetas1222. Las obras comenzaron casi inmediatamente, finalizando y entregándose en
junio de 19511223. En abril de 1948, se confeccionó proyecto y presupuesto por el
arquitecto provincial Domingo Pisaca y el aparejador José B. González Falcón, para la
construcción de un Pabellón o Chalet de Pagos para hombres dementes, obra encargada
a Pedro de Elejabeitia Contratas S.A. por un importe de 494.009,38 pesetas.1224

Ya a mediados del siglo XX, en diciembre de 1949, se precisan reformas y


ampliación de la vivienda destinada a la Comunidad de Hermanas de la Caridad, a lo que
se unía la ampliación del Pabellón Central de Cocinas. En plena posguerra mundial, los
escasos recursos materiales eran cada día más difíciles de adquirir, lo que propiciaba
que las obras fueran suspendidas, causa por la que el Sanatorio se remodeló y actualizó

1221
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Provincial Interinsular-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 173, opus cit.
1222
AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad; caja nº 171, opus cit.
En enero de 1953, ante la carencia de espacio para poder ejecutar la ampliación del Sanatorio, se
solicitó al Ayuntamiento de la capital facilitar solar junto a la cerca Norte del Establecimiento, a lo
que se unió la solicitud a la Corporación Insular del desvío del Camino Vecinal que daba acceso al
Barrio de los Campos en la curva que circunda el solar cedido por la Corporación Municipal.
1223
La Tarde (Santa Cruz de Tenerife), Año XXI, nº 6334, 3 de enero de 1948.
Éstas, como las anteriores, incluían: la terminación del pabellón de hombres, 698.693 pesetas,
aportando 523.693 pesetas el Estado y 180.000 pesetas los Fondos de Protección Benéfico Social
del Ministerio de la Gobernación; un nuevo pabellón común de mujeres, 2.132.515,43 pesetas;
un chalet de pagos para hombres, 494.009,38 pesetas, y otro para mujeres, 524.403,1 pesetas;
un Pabellón de Administración, 4.011.434,97 pesetas.
Igualmente se efectuaron obras para la ampliación del Pabellón de Mujeres, enfermas de
beneficencia, elaborado como el anterior por el arquitecto Pisaca, por un importe total de
1.425.017,76 pesetas, consignándose anualmente la cantidad de 750.000 pesetas para su
conclusión.
1224
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Provincial Interinsular-Beneficencia Hospital
Psiquiátrico Provincial; caja nº 173.

Tesis Doctoral Página 568


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con lentitud, existiendo numerosos proyectos que años más tarde se acometerían, como
deja claro el arquitecto Domingo Pisaca cuando expone los antecedentes en relación a
las obras efectuadas en el Establecimiento: … al ampliarse la capacidad del Instituto,
precisa atender la capacidad de los elementos asistenciales, no solo con vistas al
momento, sino para el futuro, de ampliaciones de un piso más de los pabellones 2 y 3
(laterales al patio-Capilla); puesta en uso del Pabellón de hombres; construcción del
pabellón de mujeres en su día, incluso los pabellones de Pago de Mujeres (a construir) y
Pagos de Hombres (construidos), que si bien para sus servicios de cocina autónoma
cuenta con locales propios para las específicas necesidades, no para las generales de
panadería, suministro de viandas, preparaciones generales, tendrá que depender de las
generales del Establecimiento. En lo que a Administración directa encomendada a la
Comunidad, siempre dependerá del servicio centralizado1225. Para la ejecución de las
obras se estipuló un presupuesto por 482.840,69 pesetas, consignando, en mayo de
1951 desde los presupuestos del Estado, unos (7.500.000 pesetas y desde la
Corporación interinsular, 138.461,75 pesetas, habilitando la cantidad de 888.461,75
pesetas para la continuación y conclusión de las obras.

187. Proyecto para el pabellón de mujeres. 1947 (Fuente: AHPSCT- Negociado de Acción Social-
Mancomunidad: caja nº 171; expediente nº 389).

1225
AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad; caja nº 171, opus cit.

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188. Proyecto para el Sanatorio Psiquiátrico Provincial, 1946-47 (AHPSCT- Negociado de Acción Social-
Mancomunidad: caja nº 171; expediente nº 389).

Desde las primeras intervenciones arquitectónicas en el Asilo, una había quedado


en el tintero, la interconexión y enlazado de los Pabellones de Enfermería existentes en
el Sanatorio, mediante un pabellón en la trasera de los ya construidos. Desde las obras
iniciales del conjunto, se procedió a cerrar estos espacios entre sus pabellones por el
frente, cubriéndose, solo en parte, para construir posteriormente un área de sombra,
situación ya existente en el semisótano a modo de pabellón trasero de enlace,
quedando así un patio cerrado, propio para estancia de enfermos sucios y agitados no
ofensivos. Posteriormente, se dispuso que estos enlaces entre los pabellones de
enfermos número 1 y número 2 (mujeres), y los pabellones de enfermos número 3 y
número 4 (hombres) se les dotara de un piso alto cubierto de 50 metros cuadrados,
destinado a enlazar las salas de estar de cada pabellón, utilizándolos como comedores
suplementarios. En la memoria del proyecto, el arquitecto Pisaca recomienda ubicar las
enfermerías en este pabellón de enlace, que originariamente estaban proyectadas en el
piso alto en el cuerpo trasero, colocando tres celdas-enfermerías en cada una de las
plantas 1ª y 2ª para cada sexo, cuyo acceso se realizaba por las escaleras existentes;
todo esto favorecía la vigilancia que desarrollaba el personal como custodios de los
alineados tranquilos de las salas de estar. Además se proyectaron más locales análogos
en el frente del pabellón antiguo, entre los pabellones existentes, que permitían dar una
mayor superficie cubierta. Para la unión del pabellón número 4 con el número 5 se
proyectó un edificio de enlace de nueva planta, cerrando el espacio entre ellos con un

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patio para enfermos1226. El coste del proyecto se calculó en un total de 307.808,84


pesetas.

Los primeros años de la década de los cincuenta vinieron marcados por dos
intervenciones: la primera, en julio de 1950, en la que se pretendía construir el chalet de
pago para mujeres enfermas pensionistas proyectado años atrás, para lo que se destinó
la cantidad de 300.000 pesetas1227; y la segunda, un año más tarde en abril, con la
reforma de una azotea y lavadero anexa, con sustitución de parte del tejado para secado
de ropa en la zona habilitada como vivienda para las Hijas de la Caridad, realizado el
destajo de la obra por Pedro de Elejabeitia Contratas S.A. por la cantidad de 29.473,11
pesetas.1228

4.2.4.3. INSTITUTO PROVINCIAL DE HIGIENE.

En los comienzos del siglo XX, surgieron un variado número de arquetipos


asistenciales y socio-sanitarios como ocurrió con las Brigadas Sanitarias Asistenciales1229,
modificación importante de los modelos que hasta el momento habían acampado en la
estructura administrativa de las instituciones locales, lo que favoreció el surgimiento del
Instituto Provincial de Higiene. Los Institutos Provinciales de Higiene fueron el resultado
del Estatuto Provincial de 1925, el llamado «Calvo Sotelo», novedoso por su capacidad
para aglutinar los estamentos locales y regionales en el ámbito de la beneficencia y la
salud pública, en el que estaban presentes los fines preventivos y analíticos1230. Los
Laboratorios Municipales de Higiene en el ámbito canario se dividían en dos secciones,
lo que provocó cierto desconcierto entre el personal que conformaba la plantilla de

1226
Ibidem, papeles sueltos.
El Sanatorio era considerado por el arquitecto como una Enfermería con reclusión permanente o
temporal en celdas personales de los alineados, siendo destinadas las enfermerías que proyecta a
enfermedades comunes o infecto-contagiosas donde se trataban enfermedades como la
tuberculosis, situación que lleva a que se atienda a cuestiones tales como la luz, la ventilación y el
soleamiento.
1227
Ibidem, papeles sueltos.
1228
Ibidem, papeles sueltos.
1229
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 115.
1230
GUIMERÁ, M. El pleito Insular (1808-1936). Madrid: Instituto de la Administración Local,
1987, p. 436-439.
Dentro de la función analítica estaba la bromatológica, actividad que anteriormente era
desempeñada por los consistorios, y que tras la creación de los Institutos de Higiene se convertirá
en su cometido.

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estos organismos, a lo que se unió una «nueva» estructuración y establecimiento de


competencias a cada una de las figuras existentes.1231

Inicialmente se inició el camino partiendo de una apuesta conjunta de recursos


humanos y medios, aunque era común que las actividades se realizaran
independientemente, pese a presentar una estructura jerárquica compartida1232. Con el
Reglamento de Sanidad Provincial de 20 de octubre de 1925, resultado de una frenética
preocupación por la esfera sanitaria, se fomentaba la aglutinación de todas aquellas
instancias higiénico-sanitarias en las que estaban insertos los laboratorios1233. En
general, el cometido y funciones del Instituto Provincial de Higiene eran amplios: tenían
competencias en el control y asistencia de las enfermedades que asolaran los territorios
insulares; la bromología de los alimentos; el análisis de las aguas de abastecimiento y
albañales; controlar el nivel socio-higiénico de los núcleos de población, labor realizada
con anterioridad por las corporaciones municipales; gestionar y coordinar sus recursos
humanos y materiales dentro de las instalaciones portuarias de las Islas1234. Además, y
junto a estos objetivos, estaba el de cubrir iniciativas públicas y privadas, situación
presente tras su implantación y desarrollo. Aunque algunos autores han querido ver a la
medicina preventiva y social como una parte de la disciplina médica perteneciente a la
beneficencia municipal, esto no era así. Está claro que la carencia de una indigencia
censada o la incongruencia en el razonamiento de la previsión mediante actividades de
vacunación fue una constante. En contraposición se encontraban los cuidados y
atenciones prestadas a los enfermos crónicos que consumían poco a poco las arcas
públicas. En definitiva, el Instituto Provincial de Higiene fue una solución a todo esto y
dotó de una organización lógica a la función sanitaria.

1231
MARTIN DEL CASTILLO, J. F. Los primeros laboratorios de Las Palmas (1904-1926). Las Palmas
de Gran Canaria: Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 1996.
1232
MARTIN DEL CASTILLO, J. F. Primeros pasos de la Estación Sanitaria del Puerto de Las Palmas
y la prevención marítima (1901-1913). In, Revista de Historia Canaria, nº 179, La Laguna:
Universidad de La Laguna, 1998, p. 161-179. Era habitual la aparición de situaciones tensas que
precisaban la intervención de instancias estatales desde Madrid.
1233
HUERTAS, R. Política sanitaria: de la Dictadura de Primo de Rivera a la II República. Revista
Española de Salud Pública, nº 74, p. 35-43.
1234
MARTIN DEL CASTILLO, J. F. Opus cit., p. 161-179.

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189. Anónimo: Laboratorio del Instituto Provincial de


Higiene (1929).

Durante la década de los veinte, circuló la


idea de reubicar el Instituto Provincial de
Higiene proporcionándole una nueva
edificación más moderna que poseyera todos
aquellos recursos humanos y materiales
precisos para un adecuado funcionamiento1235. Los inicios del Instituto Provincial de
Higiene dan comienzo cuando se anuncia el concurso para la adquisición de un solar
donde edificarlo1236. A mitad de agosto de 1927, el día 17, la Dirección General de
Sanidad procedió a la apertura de las cuatro propuestas presentadas: primera, un solar
en el Barrio Salamanca propiedad de Francisco González Afonso con una superficie de
5.255’92 metros cuadrados por un valor de 89.350,64 pesetas; segunda, un solar en la
Rambla XI de Febrero propiedad de José Oramas Bello con una superficie de 8.259’33
metros cuadrados por un valor de 156.927,27 pesetas; tercera, un solar, también en el
Barrio Salamanca, propiedad de Alfonso Dehesa y Mohene con una superficie de
8.259’33 metros cuadrados por un valor de 99.111,96 pesetas; y por último, la cuarta,
otro solar en la Rambla XI de Febrero propiedad de Víctor González Delgado con una
superficie de 5.728’33 metros cuadrados por un valor de 83.696,50 pesetas1237. La
Comisión Provincial de Sanidad, para decidir la elección que mejor se adaptase a las
necesidades y características del edificio, nombró a Domingo Pisaca y a Antonio Pintor,
arquitectos provincial y municipal respectivamente, como técnicos emisores de
dictamen en el concurso1238. El Inspector Provincial de Sanidad, con ánimo de no
equivocarse en la elección del solar, remitió los planos de éstos para comprobar si

1235
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6962; expediente nº 162; p. 2-4.
Un ejemplo de esta reestructuración y mejora del establecimiento, el proyecto, diseñado por el
Jefe de los Servicios de Sanidad Provincial Andrés Núñez del Río, que en 1928 procuraba dar un
Reglamento por el que regirse. El Reglamento abarcaba dos aspectos fundamentales: una parte
obligatoria que comprende las secciones de epidemiología, desinfección y transporte, análisis,
vacunación, enseñanza y divulgación de los preceptos sanitarios; y otra que comprende la
secciones de lucha antituberculosa, higiene infantil e ingeniería sanitaria. Se tiene constancia que
el Instituto de Higiene está a cargo del Cabildo Insular de Tenerife desde 1926.
1236
Boletín Oficial de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife nº 27 de 12 de mayo de 1927.
1237
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 207.
1238
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), Año XII, nº 3972, 18 de agosto de 1922.

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alguno pudiera estar comprometido con alguna obra municipal o de carácter urbanístico
que imposibilitara su expropiación1239. A finales de septiembre de 1922 se emitió la
decisión tomada en el concurso1240, no publicándose ésta hasta enero del siguiente año.
El Ministerio de Hacienda autorizó al de la Gobernación a la adquisición de la propuesta
segunda, la correspondiente a José Oramas Bello1241. La compra fue elevada a escritura
ante el fedatario público Aurelio Gabea por la cantidad de 108.000 pesetas1242. No
obstante, los trámites que sucedieron a la compra del solar fueron despacio,
necesitando casi siete años para la entrega del proyecto por parte del arquitecto.

Años más tarde, el 22 de octubre de 1929, el Cabildo Insular acordó construir un


edificio para instalar en él debidamente los servicios de laboratorio, vacunación,
epidemiología, inoculaciones preventivas y dirección y oficinas para el Instituto de
Higiene a su cargo. La Corporación fue más allá, y solicitó la cesión del solar adquirido
para instalar los servicios de un Instituto de Higiene modelo, en el que estaba enclavado
un pabellón destinado a los servicios de desinfección sufragado desde la Administración
insular, buscando la unificación y coordinación de los servicios prestados. El 26 de marzo
de 1931, el Estado transfiere el solar para la construcción del Instituto de Higiene,
ubicado en la Rambla XI de Febrero, lugar donde se pensaba construir el edificio para el
que se le habían calculado unas 180.000 pesetas1243, encargándose el diseño de la
memoria y proyecto del edificio al arquitecto Antonio Pintor. Para el futuro edificio
propone una distribución de las plantas a partir de dos ejes formados por galerías,
transversal, y el vestíbulo-escalera, longitudinal. El semisótano estaba destinado a
almacén; la planta baja a los despachos dedicados a vacunación, reconocimientos,
análisis y veterinaria; por último, la planta principal que alojaba, en su mayor parte, los

1239
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), Año XII, nº 3985, 1 de septiembre de 1922.
1240
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), Año XII, nº 4004, 23 de septiembre de 1922. El fallo del
concurso es remitido a Ministerio de la Gobernación para su conocimiento y aceptación.
1241
La Prensa (Santa Cruz de Tenerife), Año XIII, nº 4102, 17 de enero de 1923.
Hasta el 3 de enero no se procede a su publicación en el Boletín Oficial del Estado, con el
consiguiente Real Decreto que habilitaba al Ministerio de la Gobernación a la compra del solar
seleccionado.
1242
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 207, opus cit.
Con anterioridad a la formalización de la adquisición del solar, se hizo el libramiento de la
cantidad acordada desde la Delegación de Hacienda.
1243
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 10; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 244 y 279.
El solar medía 5918’30 metros cuadrados y el valor se estimaba en 88292,80 pesetas.

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laboratorios, incluyéndose dependencias para análisis de agua y bromatología. Su


fachada presentaba tres calles, sobresalientes en extremo y centro, con dos cuerpos
anchos entre ellas, relacionándose, cuyos paramentos son «rotos» por vanos de
considerables dimensiones, que procuraban tanto la iluminación natural como la
ventilación eficaz del inmueble. El edificio presentaba características que hacen pensar
que «bebe de las fuentes de la arquitectura del Segundo Imperio», donde su
particularidad principal es la de combinar varios estilos arquitectónicos en una nueva
estructura, estableciendo soluciones con propiedades de las corrientes que toma a las
que agrega otras nuevas.1244

190. Anónimo: Material de desinfección (1929).

Desde la Corporación local se priorizó


este proyecto, pieza fundamental de la
reorganización que se pretendía
efectuar en la red sanitaria insular de la
que García Cabrera fue el verdadero
artífice. En julio de 1931 se ordenó
desde la Corporación, la confección del
Pliego de Condiciones para la subasta de las obras de construcción, dándose orden de
abonar los derechos municipales sobre concesión de permiso para la realización de las
obras del edificio1245. En éste se informaba de la necesidad de alinear el edificio sanitario
en proyecto con la casa de Bernardo de la Rosa, situada próxima al solar que va a ser
objeto de la construcción y disponiendo una distancia superior a los cuatro metros de la
Rambla1246. En un primer momento, la subasta quedó desierta, teniendo que introducir
modificaciones en las condiciones de contratación, favoreciendo a los contratistas
económicamente: en el caso de que durante la construcción del edificio, los jornales de
los obreros, albañiles, carpinteros y peones, aumentasen un tanto por ciento, en relación

1244
La incorporación posterior al edificio de un planta adicional, desvirtuó considerablemente el
proyecto original diseñado por el arquitecto Antonio Pintor.
1245
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 309 y 4-5.
La confección del Pliego de Condiciones para la subasta de las obras de construcción costó a la
Administración local la cantidad de 772,35 pesetas.
1246
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 207; p. 138 y 157.

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con lo que rijan en la localidad en el momento de hacerse la adjudicación definitiva de la


subasta, los tipos de unidad de obra que figuran en el proyecto se elevarán
proporcionalmente a dicha obra, en cuanto a la parte de obra que queda por hacer1247.
Las obras, tras la nueva subasta, dan comienzo el 5 de septiembre de 1932,
concediéndosele a la Compañía Constructora Americana S.A., representada por Manuel
García Guanche, por la cantidad de 209.100 pesetas1248. En diciembre ya se habían
terminado el basamento del edificio y los muros interiores del sótano hasta su enrase
para recibir la losa del techo; y a inicios de enero del año siguiente se había cubierto con
losa el sótano e instalado el forjado de la escalera interior que iba al sótano y el forjado
de la escalera que aparecía en la fachada principal, para en abril estar instalando los
muros y tabicones del piso principal.1249

A partir de junio de 1934, la obra es asumida y supervisada por el arquitecto


Marrero Regalado, encargándose del diseño del proyecto del cerramiento exterior del
edificio. El proyecto conllevó la demolición del muro ya existente, la excavación de los
cimientos y la construcción del nuevo muro de hormigón, ornado con verja y puertas de
hierro de aspecto sencillo, con un presupuesto que ascendía a la cantidad de 12.099,95
pesetas. A todo ello, se unió una modificación del proyecto que incluía, en diciembre de
1934, la instalación eléctrica, ranuras y obras de albañilería, instalación y obras para la
instalación del gas y 69,30 metros lineales de poyos revestidos de azulejos para la
actividad realizada en el laboratorio1250. Con la incorporación de la electricidad, no solo
significa tener entre sus recursos luz procedente de bombillas, sino que abría el abanico
de posibilidades al uso de aparatos eléctricos que progresivamente se incorporaban a
los recursos técnicos precisos en los laboratorios.1251

El 26 de febrero de 1934, en Sesión Ordinaria de la Comisión Gestora, por


intervención del Inspector de Sanidad se establecieron ciertas modificaciones en la
distribución interna del inmueble: el sótano se propone utilizarlo como sala de

1247
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 10; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 126.
1248
Ibidem, p. 197.
1249
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 207; opus cit., p. 178 y
179.
1250
El valor de esta intervención ascendió a la cantidad de 12.423,22 pesetas
1251
Ibidem, p. 218-234. El proyecto y el presupuesto están fechados y rubricados el 19 de octubre
de 1934.

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conferencias1252, con doble función, la de mantener viva la actividad científica, así como
su uso para administrar educación sanitaria a la población, y cuartos de personal
subalterno y otros servicios, precisando la construcción de una escalera para dar acceso
a dichas habitaciones1253. Además, se propuso la apertura de 5 vanos para la distribución
del piso principal con los que se pretendía mejorar la ventilación e iluminación de esta
zona. El arquitecto, por su parte, creyó oportuno incluir las instalaciones de electricidad
y gas, procurando dejarlas colocadas antes de la pavimentación1254. En marzo del mismo
año, tras el azote de un temporal a la Isla, se procedió a dar las oportunas instrucciones
para el arreglo de la cubierta de edificio tras la aparición de goteras en la planta alta. En
un primer momento se valora la posibilidad de que personal de mantenimiento del Asilo
de Beneficencia se encargara de su mejora, pero finalmente se le hizo el encargo a la
Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A.1255

191. Francisco J. Castro: Fachada del Instituto Provincial de Higiene en la actualidad (2012).

1252
Pese a que en un primer momento se pensó destinar a almacén, como ya se ha comentado
con anterioridad.
1253
Para la ejecución del primero se calculó un importe de 3.214,89 pesetas, mientras que para el
segundo, 1.370,98 pesetas.
1254
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 85.
La apertura de 5 vanos para la distribución del piso principal obligó a disponer un importe
adicional de 1.290,37 pesetas.
1255
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 207; opus cit.
Para el arreglo de la cubierta se destinó la cantidad de 109,71 pesetas

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Las obras del edificio fueron concluidas y entregadas el 14 de julio de 1936, tras
diferentes modificaciones con respecto al proyecto original, destinándose el edificio
antiguo ubicado en el Hospital Civil para la instalación de Escuelas Graduadas1256 según
proyecto del arquitecto Tomás Machado fechado en noviembre de 1938. Además, en el
edificio vacante, tras el traslado al nuevo edificio de la Rambla XI de Febrero
(posteriormente denominada Rambla del General Franco), se planteó la posibilidad de
darle uso para albergar una enfermería para tuberculosos graves de manera provisional
hasta la construcción del Sanatorio-Enfermería que desde hacía años se pretendía
instalar en la Isla.1257

4.2.4.4. SANATORIO ANTITUBERCULOSO DE OFRA Y PREVENTORIO


ANTITUBERCULOSO INFANTIL.

La tuberculosis es una de las enfermedades más antiguas de las que han asolado
a la Humanidad. Aunque se estima su existencia en unos 15.000 a 20.000 años, la
hipótesis más aceptada es la que establece una evolución dentro del género
Mycobacterium, donde pasó a la especie humana coincidiendo con la domesticación de
los animales por parte del hombre en época Neolítica. Desde los tiempos de Hipócrates
hasta prácticamente mediados del siglo XIX era considerada hereditaria y diastésica,
estableciendo para su cura una terapia dietética, tratamiento que continuó empleando
Galeno y los médicos renacientes. Con el comienzo del siglo XVII, la mentalidad sobre
esta enfermedad dio un giro importante admitiendo una naturaleza infecto-contagiosa,
y administrando sustancias tales como el café, el té, el tabaco, el cacao o la quina para
su cura. Los tratamientos dieciochescos comenzaron a emplear el contacto con la
naturaleza, trasladando a los enfermos a zonas alejadas de las urbes para una
conjugación de descanso, ejercicio y dieta. A ello se le unían terapias de limpieza
corporal: en la fase inicial, la antiinflamatoria, se instauraba un tratamiento basado en
purgas, vómitos y sangrías, mientras que en la fase ulcerativa se administraban
expectorantes, opio y bálsamos. El siglo siguiente, el XIX, tendrá una importancia
destacada en el combate con la enfermedad: es el momento en que se empieza a hablar
de la naturaleza infecciosa. Esta condición de la enfermedad vendrá demostrada por los

1256
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 207; p. 2-18.
1257
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 239.

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trabajos de Villemin, y sobre todo con la publicación de los trabajos de Robert Koch en
1882, lo que abrirá la puerta a la terapia sanatorial de la tuberculosis.

Entre las primera publicaciones que proponían estas terapias estaba la realizada
por George Bodington de 1840 titulada An essay on the treatment and cure of
pulmonary consumption, on principles natural, rational and sucessful. En esta obra
proponía un programa terapéutico articulado a partir de reposo, dieta y cuidados en el
Hospital Maney, creado por él, en Birmingham. Estos cuidados terapéuticos se basaban
en la creencia que el origen patogénico de la tuberculosis se encontraba en la dificultad
del corazón para irrigar correctamente a los pulmones, cuyo fiel defensor fue el médico
Hermann Brehmer. Postulaba que las zonas elevadas con respecto al mar, donde la
presión atmosférica favorecería la función cardíaca, mejoraban a estos enfermos.
Ayudado por Alexander von Humboldt construye, en 1854, el considerado primer
sanatorio antituberculoso en Görbersdorf (Silesia), a una altitud de 650 metros sobre el
nivel del mar, con lo que se dio inicio a la era sanatorial de la tuberculosis. Igualmente se
otorgó destacada importancia a la cuestión de la vivienda como posible foco de
contaminación de la enfermedad, lo que se materializa en las diferentes
recomendaciones que se le hacían llegar a la población para evitar la propagación de la
tisis en los domicilios familiares de los enfermos y la preocupación desde las autoridades
locales, por proveer de viviendas adecuadas, dejando atrás formas arquitectónicas
insana como las ciudadelas que alojaban a las clases obreras canaria.1258

Inaugurándose el siglo XX, y gracias a los adelantos logrados mediante la


investigación sobre la enfermedad, existían tres métodos para el examen y diagnóstico
de la tuberculosis pulmonar: la cutirreacción, con el empleo de la tuberculina, el examen
radiológico de la zona afecta y el examen bacteriológico del exudado procedente del
paciente1259. No se creía que la enfermedad fuera hereditaria, pero si se ubicaba en la

1258
CERVIÁ CABRERA, T. Vivienda y lucha antituberculosa. Ponencia presentada a la II Asamblea
Antituberculosa Médico-social-Madrid en junio de 1931. In, Práctica Médica, Año IV, nº 42, julio
de 1931, p. 1061-1070.
1259
GONZÁLEZ GONZÁLEZ, E. Tomás Cerviá Cabrera, un médico en la Historia de Canarias.
Discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Canarios, 23-4-1987. Santa Cruz de Tenerife:
Colegio Oficial de Médicos de Santa Cruz de Tenerife, 1987, p. 42.
Unido a ellos, estaba el inicio del empleo de la vacunación con bacilo atenuado para lograr la
prevención de su aparición. Para el tratamiento de la enfermedad, se empleaba la técnica del

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infancia el momento de adquisición, para después reactivarse en los años de adultez. Se


dio relevancia a la cura climática, designando numerosos lugares del mundo como
posibles puntos de tratamiento, entre ellos la isla de Tenerife debido a sus
características geográficas y geomorfológicas. Se prestó marcado interés a las zonas
altas de la Isla, en concreto a Las Cañadas y a Vilaflor de Chasna, lugares que
presentaban temperaturas estables y presiones barométricas bajas, lo que favorecía los
procesos oxidativos, en contraposición a los sedativos propios de la zona de costa. Estas
propiedades curativas defendidas por los médicos Tomás Hernández y Tomás Zerolo
Herrera sirvieron como base a la creación de dispositivos sanatoriales orientados al
tratamiento de la enfermedad.

192. El médico Tomás Cerviá Cabrera (Fuente: Trabajos del


Dispensario Antituberculoso Central de Santa Cruz de
Tenerife-Lucha Antituberculosa de España, 1933-34).

En la búsqueda de una curación de la


tuberculosis, se establecieron dos corrientes bien
definidas con posturas contrapuestas: los ingleses
que creían en las propiedades terapéuticas y
curativas de la hidroterapia marina, y la alemana,
que confiaba en el clima de montaña para el
tratamiento de la tisis, tras comprobar la ausencia
de la enfermedad entre los habitantes de tales
parajes. En 1909, Knock midió la conductibilidad
eléctrica de las zonas altas de la isla, encontrándola muy elevada, a lo que se unieron
otros descubrimientos como la incapacidad para calcular la ionización con el aparataje
que portaba. Estas características, propias de Las Cañadas del Teide, eran propicias para
la cura de enfermedades como la tisis, lo que llevó a un marcado interés por la Isla que
se tradujo en un turismo «curativo» que buscaba la sanación en estos lugares.

accidente hemoptoico, de difícil aplicación, que se procuraba realizar mediante medicamentos en


los que se confiaba poco, dietas, colapsoterapias y coagulantes unidos a posturas drenadoras,
entre otros. Quirúrgicamente, surge en 1882 el tratamiento con neumotórax, técnica implantada
por Forlanini que adquiere relevancia hasta 1912 a partir de la presentación de diferentes
trabajos sobre esta técnica en el Congreso sobre tuberculosis de Roma. También se efectuaban
frenicectomías con o sin neumoperitoneo y toracoplastias. A ellos se le unieron los tratamientos
efectuados con elementos como el arsénico, oro, iodo, calcio o fósforo

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Prueba de la filosofía de éstos últimos, fue la defensa que se hizo, durante la


Novena Conferencia Internacional celebrada en Bruselas en octubre de 1910, que
enalteció a las Cañadas del Teide por sus propiedades curativas para el tratamiento de
patologías respiratorias1260. Estos descubrimientos motivaron el intento de construir un
sanatorio, de considerable dimensiones, en dicho enclave, solicitándose desde el
gobierno alemán los permisos precisos para su construcción y uso durante cincuenta
años, pasando posteriormente a pertenecer al Estado español. La petición fue
denegada, posiblemente por causas políticas de carácter internacional junto al
posicionamiento español durante la I Guerra Mundial. Años más tarde, en agosto de
1919, se procuró instalar un dispensario para enfermos pobres, iniciativa favorecida por
la terminación de las obras de la carretera que unía La Orotava con Vilaflor. Se nombró
una comisión formada por médicos tinerfeños con el propósito de designar su ubicación.
Según Tomás Cerviá esta fue la primera obra antituberculoso de Tenerife y creemos que
de Canarias1261, no llegando a su consumación ante la desaparición de sus impulsores,
los médicos Julián Vanbaumbergen, Inspector Provincial de Sanidad y diputado, y
Fernández Cruz, este último, verdadero instigador de la obra. Nuevamente, en
diciembre de 1925, y promovido por el Consejero Juan Rodríguez López, se plantea la
reconstrucción del ruinoso Sanatorio Antituberculoso de las Cañadas, propuesta
aceptada e incluida en los presupuestos generales del Estado para ese año, pero que por
falta de recursos y algunos intereses, nunca llegó a prosperar tal iniciativa.1262

1260
GONZÁLEZ GONZÁLEZ, E. (1987). Opus cit, p. 39.
…En el resumen de la ponencia del doctor Strotter, entre otras cosas dice: Respecto a la
importancia de la luz sobre el organismo humano, sin duda en Tenerife, y en particular en la altas
regiones de las Cañadas, existen condiciones atmosféricas que facilitan tales investigaciones de
manera excepcional, ya que un cielo sin nubes y su constante luz solar son factores decisivos para
el estudio cabal de las radiaciones ultravioletas; y para las experiencias de investigación sus
condiciones climáticas son superiores a las que pudiera encontrarse por países como Egipto o
Sudán, e incluso por regiones como los montes Atlas, en Marruecos, ya que las radiaciones
alcanzan en Las Cañadas una magnitud no observada en cualquier otro lugar del globo, por una
luz siempre directa pero sin cansar ni impresionar desagradablemente a los órganos visuales, y,
en fin, que está fuera de toda duda que para el estudio del sol y la luz desde el punto de vista
fisiológicos y biológicos, y para observaciones meteorológicas y astronómicas, no existe mejor
lugar conocido que Las Cañadas…
1261
CERVIÁ CABRERA, T. (1936). Opus cit, p. 49-50.
1262
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 150.

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Este intento de creación de un sanatorio en la isla no fue la única. En el pueblo


sureño de Vilaflor de Chasna, el 12 de marzo de 1928, varios médicos adquirieron un
terreno de considerables dimensiones (7 hectáreas, 65 áreas y 9 centiáreas), en una
zona llamada el Carrillo, por 300 pesetas. Según figura en la escritura de compra-venta,
el solar fue adquirido por Antonio Pérez Díaz, Tomás Cerviá Cabrera, Tomás Zerolo
Fuentes y Juan Friend Martín1263 para la construcción de un sanatorio antituberculoso,
edificio que nunca vio la luz y del que no ha quedado más que la intención1264. Cautivado
por los estudios previos realizados tanto por ingleses como por alemanes, Tomás Cerviá
confiaba en que el clima de Canarias era una herramienta que favorecía la curación de la
tisis, y más concretamente, el clima existente en una isla como la de Tenerife, donde en
su macizo central se alcanzaban altitudes considerables que unidas a una humedad
relativa baja constituían los que por aquel entonces se consideraban condiciones
indispensables para la curación. Además, para confeccionar esta hipótesis se basó en los
estudios previos efectuados por el médico Tomás Zerolo Herrera, incluidos en su
publicación de 1889, Climatoterapia de la tuberculosis pulmonar en la península
española, islas Baleares y Canarias. En este texto, fundamental para la redacción de la
memoria de doctorado de Cerviá, se establecía la idoneidad de Vilaflor y la Orotava
como los lugares con las mejores condiciones para el tratamiento de la tuberculosis.1265

La tuberculosis, en los inicios del siglo XX, pasó de ser una mera preocupación del
campo de la Ciencia, a una inquietud de la Sociedad en general, lo que provocó que ya
en 1903 surgiera en España la Asociación Antituberculosa Española (AAE). Poco a poco,

1263
En la escritura de compra-venta del terreno de Vilaflor figura: «… Don Antonio Pérez Díaz,
mayor de edad, casado Médico y vecino de Granadilla de Abona, presentando también su cédula
personal correspondiente; en concepto de comprador en nombre propio y en el de los señores D.
Tomás Cerviá Cabrera, soltero, Médico, D. Tomás Zerolo Fuentes médico, casado con Dª
Mercedes Davidson y Pérez Zamora, médico y D. John Friend Martín, estudiante de Juan Friend
Martín, todos mayores de edad y vecinos de la Capital de esta presencia…».
1264
CERVIÁ CABRERA, T. (1936). Opus cit, p. 50.
«…Fracasado el proyecto del Sanatorio oficial y casi olvidad esta iniciativa, surgió en diferentes
ocasiones la idea del Sanatorio privado, pero la ceguedad del Capital insular hizo también
fracasar estos proyectos…»
1265
ZEROLO, T. Climatoterapia de la tuberculosis pulmonar en la Península Española, Islas
Baleares y Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Imprenta Vicente Bonnet, 1889, p. 290-306.
…Tenemos en Vilaflor unas condiciones climatológicas y de salubridad, que ninguna otra localidad
del orbe estudiada hasta hoy reúne…Por esto comenzamos concediendo a Vilaflor justificado
derecho á levar el título del primer Sanatorio alpestre del mundo…

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se fueron creando juntas provinciales hasta llegar, en 1906, a un total de 32, lo que llevó
a la instauración de una Comisión Permanente contra esta enfermedad dependiente del
Ministerio de la Gobernación1266, con el que se procuraba estudiar las medidas
propuestas por la Asociación Antituberculosa Española, e informar a los Poderes públicos
respecto a los medios o recursos de eficacia reconocida para disminuir los estragos de la
tuberculosis. El dispensario fue la institución antituberculosa central en el diagnóstico
precoz de la enfermedad y en la educación sanitaria de la población dirigida a evitar la
propagación de la dolencia. Para la coordinación de todos los dispensarios nacionales, al
año siguiente, se crea el Real Patronato Central de Dispensarios e Instituciones
Antituberculosas, gestionado por «damas aristocráticas y adineradas» y presidido por la
reina Victoria Eugenia.

193. Anónimo: Cartel de la Lucha Antituberculosa


durante la II República Española (1934).

El modelo de dispensario más extendido en


España fue el denominado tipo Calmette,
cuyas competencias se centraban en la
asistencia, prevención, educación y
saneamiento de los tísicos y sus familiares.
Calmette había fundado en París el
Preventorio antituberculoso Émile Roux en
1901, como reconocimiento a su maestro y
director del Instituto Pasteur. En estos
dispensarios, a las actividades
anteriormente nombradas, se le unía la de
proporcionar dinero y alimentos a los
enfermos para evitar la desnutrición. En Inglaterra, fue fundamental la figura de Sir
Robert Philip quien defendía la terapia basada en los principios del reposo y del
movimiento como fundamental para la recuperación de la enfermedad, creando, en
1904, el Royal Victoria Hospital, una colonia para el tratamiento, sustentada por el
trabajo de los asilados. Este modelo de lucha contra la letal dolencia será prácticamente
copiado por Italia a partir de 1912. Mientras en Alemania, el movimiento

1266
Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, en Gaceta de Madrid, 12-2-1906.

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antituberculoso propició clínicas con carácter de departamento de procedimiento


ambulatorio y que restringían su actividad al tratamiento médico de los pacientes.

Con la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se da inicio a una nueva etapa,


con la creación, en 1924, del Real Patronato de la Lucha Antituberculosa de España1267.
Tras problemas internos entre sus componentes, en 1926, pasaron a formar parte de
una Junta Consultiva Nacional con pocas atribuciones1268. Durante el periodo de la
Segunda República (1931-1939) se produjeron modificaciones importantes en este
campo y en la concepción que hasta el momento se había tenido sobre la organización
de la sanidad, procurando fortalecer la planificación de la política sanitaria con reformas
que planteaban la modernización del sistema. Se suprime, en 1931, el Real Patronato,
otorgándole sus atribuciones a la Dirección General de Sanidad1269. Al año siguiente, se
crea el Comité Nacional Ejecutivo de la lucha antituberculosa, conformado por
miembros del Instituto Nacional de Prevención, médicos especialistas en la patología, un
arquitecto y un asistente social. Numerosas serán las reformas que se realizaran en
1935, cambios que buscaban una rentabilidad del sistema de lucha contra la
tuberculosis. Con el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, se deroga el Decreto
Ministerial «reformista», creando un Comité Central de Lucha Antituberculosa1270, al que
se le hizo el encargo de la organización de la lucha contra esta enfermedad. Tras el
alzamiento del 18 de julio de 1936, en los meses que siguieron, la situación sanitaria
general en el territorio republicano no se resintió especialmente. Esta situación fue
diferente en los dispensarios antituberculosos donde las condiciones para el ingreso o la
estancia en sanatorios fueron endureciéndose progresivamente dada la altísima
demanda y la carencia de recursos material para su sostenimiento. En el lado franquista,
a finales del año 36, el Gobierno de Burgos crea el Patronato Nacional Antituberculoso

1267
Real Decreto de la presidencia del Directorio Militar y Real Orden de las
subsecretarías de los Ministerios de Guerra y Gobernación, en Gaceta de Madrid, 5-6-1924.
Los vocales de la sección administrativa, eran nobles, mientras que los vocales de la sección
técnica eran los médicos directores de los dispensarios de Madrid y de los sanatorios de su
provincia.
1268
Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, en Gaceta de Madrid, 6-2-1926.
1269
Decreto del Ministerio de la Gobernación, en Gaceta de Madrid, 24-4-1931.
1270
Decreto del Ministerio de Trabajo, Sanidad y Previsión, en Gaceta de Madrid, 27-3-1936.

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(PNA), cuyos objetivos radicaban en la recaudación de fondos, la hospitalización de


enfermos y el desempeño de funciones de carácter estadístico.1271

En Canarias, y concretamente en Tenerife, en 1927 se dará inicio a la Junta


Provincial de la Lucha Antituberculosa, presidida por el prelado de la Diócesis Fray Albino
González Menéndez-Reigada, a lo que se unió el Dispensario General Primo de Rivera,
parco en recursos materiales y humanos, que centraba su actividad en la educación
sanitaria y la prevención de la enfermedad. Al frente del dispensario se colocó al médico
Tomás Cerviá Cabrera en octubre de 1928, siendo nombrado médico numerario de la
zona de hombres, para ocupar cuatro años más tarde, el puesto de director del Centro.
El problema social que suponía la tuberculosis, junto a la necesidad de establecer y crear
un dispositivo que atendiera a los tísicos, llevó a que por estas mismas fechas, el 20 de
junio de 1932, el Ayuntamiento de La Orotava propusiera la construcción de pabellones
para tuberculosos en los locales del Hospital de la Santísima Trinidad donde estaba
establecido el Asilo de Ancianos, procurando así evitar el contagio de muchas familias
pobres. El asilo, que estaba pendiente de ser trasladado a otras dependencias como
proyectaba la Sociedad «La Caridad», se convertía en una ubicación idónea para tal fin.
Ante esta situación, el Cabildo le concedió un año para hacer efectivo el traslado,
pudiendo así dar comienzo a las obras pertinentes para alojar a los tísicos. Nunca se
llegó a realizar tal reubicación del Hospital de La Orotava.1272

El gobierno de la II República Española, mostró una destacada preocupación por el


problema higiénico-social que constituía esta enfermedad. En abril de 1933, se procede
a la modificación del nombre del dispensario, iniciativa del Director General de Sanidad,
Marcelino Pascua, quien lo mando cambiar, denominándose posteriormente
Dispensario Antituberculoso Central. Entre sus actividades estaban no solo la curación
de la enfermedad, sino la prevención y el control de su propagación. Para lograr este
objetivo, se valían de tres nuevas estrategias innovadoras que se implantaron en la isla:
la coordinación con los centros hospitalarios, los servicios de vacunación antituberculosa
y la extensión de la acción médico-social del Dispensario por la provincia. Estos objetivos

1271
Ley de Bases del Patronato Nacional Antituberculoso, en Boletín Oficial del Estado, 14-8-1939
y Decreto número 110 publicado en el Boletín Oficial del Estado nº 64, el 22-12-1936.
1272
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; opus cit p. 254.

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quedan recogidos en la introducción de la primera memoria publicada para divulgar sus


actividades: El 24 de abril de 1933 abrió sus puertas al público el Dispensario
Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife. Desde entonces y hasta la fecha,
durante unos 20 meses de funcionamiento, hemos laborado sin descanso primero y
constantemente en su organización y rendimiento, tratando de vencer los obstáculos
inherentes de esta clase de servicios sanitarios-sociales, acentuados en nuestro caso por
nuestra peculiares características geográficas, y buscando siempre en nosotros mismos
el estímulo y la preocupación suficientes para no dejar decaer el entusiasmo y cariño por
nuestra obra, motores fundamentales de cualquier labor. Y al redactar hoy estas líneas
con el propósito de dar publicidad a los resultados de nuestras modestísimas tareas,
pensamos, como justificación del mismo, en este estímulo que necesitamos renovar
cotidianamente para no dejarnos llevar por la rutina y, al mismo tiempo, para dar razón
a nuestra existencia, puesto que entendemos que los Centros públicos, y más cuando
tienen un doble carácter científico y social, deben rendir públicamente de manera más o
menos periódica cuentas de su labor, para que pueda ser conocido y sometido a
crítica…1273

La necesidad de creación de un departamento donde se trataran a los tísicos,


como ya se ha comentado, fue una preocupación presente en las estrategias de
organización de los recursos existentes. En mayo de este mismo año, la Corporación
insular propuso instalar en el recién desalojado edificio del Instituto de Higiene, ubicado
en el Hospital Civil, una enfermería destinada a tuberculosos graves, como ya se ha
comentado con anterioridad. La propuesta, pese a que se fundamentaba en la
necesidad de una habitáculo que permitiera los tratamientos de los enfermos con

1273
Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife. In, Lucha
Antituberculosa de España. Tomo I, abril 1933-diciembre 1934. Santa Cruz de Tenerife: Librería y
Tipografía Católica, 1935, p. 3-4.
Como manifiesta el médico Enrique González, las ideas que marcarán la trayectoria profesional
de Tomás Cerviá, están impresas en estas primeras páginas: procura hallar el estímulo, de
manera reiterada, que evite el hábito y la repetición, haciendo pública su voz, para ser oía y
criticada, innovando en la praxis médica de la lucha antituberculosa. Valiéndose de tres nuevas
estrategias innovadoras: la coordinación con los Centros hospitalarios, los servicios de
vacunación antituberculosa y la extensión de la acción médico-social del Dispensario por la Isla y
la provincia

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patología avanzados, se desechó al estudiar los gastos que suponía en relación al


número de enfermos existentes en ese momento.1274

194. Plano del Dispensario Antituberculoso de Santa Cruz de Tenerife (Fuente: Trabajos del Dispensario
Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife-Lucha Antituberculosa de España, 1933-34).

El edificio del dispensario estaba ubicado en la calle San Lucas número 46, II
Distrito de Santa Cruz, en el «moderno edificio de dos plantas ecléctico, propiedad de la
Cruz Roja Local»1275, rodeado por un paseo-jardín, diseñado por el arquitecto Mariano
Estanga en noviembre de 19131276. La planta superior, destinado para el uso de esta
organización, albergaba los despachos directivos, la sala de juntas y los consultorios
médicos. La planta baja fue la que se destinó al dispensario. Las dependencias se
articulaban a partir de un espacioso patio central, que actuaba a modo de hall y en el
que se encontraba un vestíbulo. Este último, servía de sala de espera en la que se
publicitaba propaganda sanitaria en tablones informativos. Todas las dependencias,

1274
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7183; expediente nº 202.
1275
Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife. In, Lucha
Antituberculosa de España. Tomo I, … Opus cit, 1935, p. 7.
1276
DARIAS PRINCIPE, A.(1985). Opus cit, p.335.

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dotadas con iluminación propia y amplios ventanales que favorecían una adecuada
ventilación, se comunicaban con este patio.

195. Fachada del Dispensario Antituberculoso de


Santa Cruz de Tenerife (Fuente: Trabajos del
Dispensario Antituberculoso Central de Santa
Cruz de Tenerife-Lucha Antituberculosa de
España, 1933-34).

El dispensario contaba con las siguientes


dependencias: un despacho para el
director, lugar en el que se desarrollaban
todas las actividades administrativas;
una secretaría, cuya función era la de
filiar a los enfermos y custodiar los
archivos; un consultorio general de
tuberculosis, dotado de dos
negatoscopios; un consultorio para los
ayudantes-especialistas, es decir un
pediatra y un laringólogo; un laboratorio
destinado a realizar análisis básicos, remitiéndose aquellas pruebas especiales al
Instituto de Higiene; una sala para el practicante y desinfecciones; una sala de
operaciones; una habitación-enfermería, dotada de dos camas, para hospitalizar
momentáneamente a enfermos intervenidos; una sala de rayos X (presentaba dos
instalaciones: el modelo Heliodor Standard y el modelo Redeker, el primero fijo y el
segundo móvil); un cuarto de fotografía con las herramientas necesarias (destaca una
ampliadora-reductora marca Ica); y un almacén polivalente.1277

1277
Ibidem, 1935; p. 5-6-7-8.
La actividad del centro, como ya se ha expuesto, comenzó el 24 de abril de 1933, con tan solo el
director como personal. Poco a poco, se fueron agregando profesionales como fueron el
laringólogo, el ayudante-tisiólogo y la enfermera visitadora titular. Entre abril de 1933 y
diciembre de 1934, pertenecieron como personal titular y agregado: dirección, Tomás Cerviá
Cabrera; ayudante tisiólogo, José Domínguez Domínguez; laringólogo, Juan Vidal Torres; médicos
asistentes y colaboradores, Manuel Fernández de Villalta García, Juan García-Talavera Armas,
Celestino González Padrón, José G. Martín Herrera, Pablo Maffiotte La-Roche, José Pérez y Pérez,
Francisco Suárez Hernández y Francisco Toledo Pérez; farmacéuticos asistentes y colaboradores,
Pedro Domínguez Quesada y María Nieves Vidal Torres; estudiantes asistentes, José García

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Este dispensario no fue más que una adaptación de un edificio que se había
creado para otros fines, situación semejante a la que se propició en otros puntos del
territorio nacional. Los primeros de este tipo fueron los de Madrid, fundado por Verdes
Montenegro en 1901 y en Barcelona, abierto desde 1905. El primero se trataba de un
«hotel» que se había reformado y que años más tarde, en 1908, ante la demanda
asistencial, se amplió y rehabilitó, hasta la creación en la década de los veinte de un
interesante edificio racionalista ubicado en la calle Goya, en la línea de Fernando García
Mercadal. El segundo ejemplo, estaba situado en la zona antigua de la ciudad en un
solar irregular. La importancia adquirida por el GATEPAC en 1934 propició el encargo,
por parte del Gobierno de la Generalitat de Catalunya, de proyectar y construir un
edificio que centralizara la lucha antituberculosa a Josep Torres Clavé, Josep Lluís Sert y
Joan Baptista Subirana, miembros de este movimiento, y que no se vio concluso hasta
1938.

Aunque existía un dispensario para el tratamiento y seguimiento de los tísicos, la


provincia carecía de un Sanatorio-Enfermería u Hospital-Sanatorio donde internar a
aquellos pacientes que precisaran tal situación para realizar otros procedimientos de
mayor envergadura. Hasta la fecha esta situación se solventaba con el internamiento de
los pacientes en alguna de las pocas camas asignadas en el Hospital Civil de Santa Cruz
de Tenerife, aunque había habido un amago de intentar dotarlo con un departamento
para tuberculosos graves en 1933. Cerviá reclamaba la creación de un dispositivo
asistencial que solucionara el ingreso de pacientes con esta patología, para lo que
desecha su anterior idea de los «sanatorios de altura», por el alto coste que suponía su
mantenimiento y porque comenzó a «desconfiar» en la climatoterapia. Proponía la
creación de un centro provincial con una triple función: asistencial, tratamiento y

López, Fernando García-Talavera Armas, Lorenzo Llabrés Delgado, Cristino Suárez Hernández;
practicante y ayudante de radiología, Andrés García Soriano; practicante, Manuel Palacios
Barrera; enfermeras interinas, María Luz Sobrón González, Raquel Arocena y Aurea Aguilar;
enfermera asistente, Lucrecia Muñoz-Reja; Administrativo, Joaquín Luño Ramira; y como conserje
y limpiadora a Domingo Alberto y Concepción Moreno respectivamente.

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profiláctica1278, asumiendo el Estado el 50 % del coste de la construcción del edificio y el


40 % de su mantenimiento.1279

En Europa, el sanatorio antituberculoso se identificaba como la institución


asistencial que completaba la labor preventiva de los dispensarios. Su actividad se
centraba fundamentalmente en la curación, aunque actuaba también como centro
preventivo. Pese a ello, la arquitectura sanatorial fue variada en soluciones a nivel
internacional, no partiendo de un esquema común, reflejándose las tensiones existentes
en el pensamiento arquitectónico de ese momento. Alemania se caracterizó por la
abundancia de ejemplos que seguían la línea de la arquitectura constructivista rusa. Sus
construcciones eran de tamaño reducido en tres pisos que, siguiendo las directrices de
la obra de Richard Döcker, se retranqueaban para lograr terrazas que buscaban la
«interiorización» del sol en la habitación del enfermo. En otros países como Estados
Unidos, Francia o Italia se tendió a un diseño de edificios en el que las instalaciones eran
centralizadas con tendencia a desarrollar aspectos más relacionados con la escala
urbana. Las sesiones de helioterapia eran fundamentales, desarrollando dispositivos que
favorecieran tal práctica, muy arraigada en países como Finlandia. En este país, se
construyó un ejemplo singular caracterizado por un marcado funcionalismo técnico, el
Sanatorio de Paimio, diseñado por Alvar Aalto, que junto al Sanatorio de Zonnestraal en
Holanda, proyectado por Duiker y Bijvoet, constituyeron los modelos a seguir de este
tipo de edificios durante la primera mitad del siglo XX, hasta el surgimiento de fármacos
como la estreptomicina en 1944. El debate internacional sobre su ubicación fue
considerablemente importante. En la década de los treinta del siglo XX, se había
planteado la posibilidad de integrar los sanatorios, de escasa capacidad (entre 100 y 300
camas) en los hospitales generales con dos modalidades: un pabellón independiente
próximo o el empleo de la última planta del bloque de hospitalización para este
departamento. Cuando se precisaba de una mayor capacidad, se tendía a apartar este

1278
Debe destacarse la «difusión de cultura antituberculosa» que se promueve desde el
Dispensario Central. Claro ejemplo son el ciclo de charlas sanitarias emitidas durante 1936-1937
que efectúa Ángel Vinuesa en los micrófonos de Radio Club Tenerife. A ello se unió el curso
promovido por el Instituto de Higiene que pretendía formar a 20 alumnas como Instructoras de
Sanidad, de las que se obtuvieron personal formado para ocupar los puestos de enfermeras
visitadoras.
1279
Ibidem, 1935; p. 34-36.

Tesis Doctoral Página 590


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tipo de pabellones de las urbes procurando evitar el contagio. Estos dispositivos eran
orientados con su eje longitudinal en dirección este-oeste, ubicando las áreas de
hospitalización al sur, con habitaciones de entre 2 a 6 camas, y los servicios al norte.

196. Interior del Consultorio General de Tisiología


(Fuente: Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central
de Santa Cruz de Tenerife-Lucha Antituberculosa de
España, 1933-34).

Cada país asumió un «plan genuino de combate


contra la tuberculosis». Mientras en Francia se
apostaba por la helioterapia y la ventilación, lo
que se refleja en una nueva arquitectura
centrada en la elegancia de la higiene, en Italia
se toma otro camino diferente. Este país latino
empleó un modelo designado por el Gobierno
italiano para desarrollar un plan de lucha contra
la tuberculosis que pretendía crear 20.000
camas por todo su territorio. Para ello,
establecieron la combinación de una red de sanatorios dispuestos en cada provincia
junto a otros pocos de alta montaña y colonias laborales que presentaban la finalidad de
reinsertar laboralmente a los convalecientes. Para los sanatorios provinciales se dispuso
de un sistema de bloque simétrico dividido por sexos con capacidad para unos 250
enfermos, con habitaciones de 6 camas en su mayoría y balcones corridos por toda su
fachada1280. Su planta en forma de T presentaba un cuerpo perpendicular al norte del
edificio en el que se ubicaba todo el bloque administrativo y los servicios médicos. Este
modelo fue tomado como referente en la década de los cuarenta y cincuenta e
introducido en España de la mano del arquitecto jefe de la sección de construcciones del
Patronato Antituberculoso Nacional, Ernesto Ripollés. El ambicioso plan, al igual que el
italiano, pretendía incorporar a la red sanitaria de cada provincia un dispositivo con
semejantes características. Para ellos, transforma los tipos de sanatorio, «Nord» y

1280
Para su diseño se estudian dos esquemas de distribución de la planta que se diferencian
sobre formalmente. Se denominan «Tipo Nord» y «Tipo Sud», ilustrados en los sanatorios
diseñados por Lucca y Trapani.

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«Sud», en tres modelos diferentes: uno para Zona Norteña, otro para Zona de Meseta
Castellana y otro para Andalucía, con capacidad para 400, 300 y 200 camas, en el que se
instauró un esquema común que utilizaba la «planta en avión», muy similar a la
empleada para el sanatorio italiano de Lucca1281.

La creación de este recurso sanitario en Tenerife se vio dificultada por la


inestabilidad que originó el conflicto bélico civil español. Tras tomar las riendas, el
Patronato Nacional Antituberculoso ejecutó el proyecto ya diseñado por el gobierno
republicano con ligeras modificaciones. Se estableció así, con carácter provincial, la
fundación de un Sanatorio-Enfermería con una capacidad de 110 camas, de las que 10
eran de pago. Su objetivo se centraba en el aislamiento, tratamiento y recuperación de
los tuberculosos. Los gastos para la construcción del edificio corrieron a cargo de cada
Comité Provincial y sus Corporaciones, cuyo sostén económico era asumido por el
Patronato Nacional Antituberculoso. En los primeros meses de 1937, se crea el Comité
Delegado conformado por las autoridades pertinentes y miembros destacados de la
sociedad canaria del momento1282. La Comisión Permanente que nace de este Comité
Delegado, crea Delegaciones locales en La Laguna, La Orotava, Icod, Granadilla, Santa
Cruz de La Palma, Los Llanos de Aridane, San Sebastián de la Gomera y Valverde.

Pese a ello, el Dispensario provincial no perdió su protagonismo, considerándolo el


eje de la organización antituberculosa. Se establecieron, a nivel nacional, tres diferentes
categorías dentro de la atención a los tísicos: el central o terciario, el secundario y el
primario, a razón de los medios de que se disponían, con las funciones de centro
médico-social y de higiene-social, y dirigidos por un solo responsable, el denominado
«jefe de la Lucha». En la isla solo prosperó el primer modelo, el central, aunque se había
considerado en numerosas ocasiones la posibilidad de incluir los otros dos.
Asistencialmente, se decantaron por establecimientos para el tratamiento y cuidado,
tales como el hospital, sanatorio o la combinación de ambos, lo que se denominaba en
España, sanatorio-enfermería. A este modelo se le otorgaban las funciones de aislar,

1281
IGLESIAS PICAZO, P. (2011). Opus cit, p. 181-185.
1282
Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central del Estado de Santa Cruz de Tenerife.
Fascículo III, 1936-1937. Santa Cruz de Tenerife: Publicaciones del Instituto de Higiene de
Tenerife, Librería y Tipografía Católica, 1939, p. 10-11.

Tesis Doctoral Página 592


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tratar y educar a todos aquellos individuos que ingresaban bajo una óptica
biopsicosocial.1283

En noviembre de 1935, se manifiesta claramente la preocupación de la


Corporación insular por dotar a la provincia con un dispositivo que solventara el
problema de la hospitalización y el aislamiento sanatorial, lo que llevó a apelar a la
Mancomunidad Sanitaria para que permitiera la ayuda reglamentaria del Estado,
proponiendo una colaboración que estableciera las siguientes bases: 25 por ciento de
construcción, la Mancomunidad Sanitaria, otro 25 por ciento los Cabildos, a prorrateo,
según sus presupuestos, y un 50 por ciento el Estado. La ubicación se estableció en
Tenerife, teniendo la obligación su Cabildo de suministrar los terrenos necesarios para
su instalación. En los referente a su mantenimiento, este se reparte de tal manera que
son los Cabildos los encargados de asumir el 60 por ciento del coste total, según los
enfermos que tuviesen, y el 40 por ciento el Estado, por día y plaza (no pudiendo exceder
el coste total por día y plaza de 9 pesetas). El coste del proyecto de construcción para
200 camas se estableció entre 500.000 y 600.000 pesetas, y la cantidad anual
aproximada que correspondería al Cabildo de Tenerife a abonar durante anualidades
consecutivas sería entre 35.000 y 40.000 pesetas1284. La Corporación insular vio que
construir un Hospital de tuberculosos no admitía demora alguna en su ejecución, lo que
llevó al Inspector Provincial de Sanidad, en agosto de 1936, a demandar al Estado su
deber de contribuir con la construcción del establecimiento, aportando un 45 % del
coste de las obras, así como al sostenimiento de éste una vez funcionante. La Jefatura
Provincial de Sanidad de Santa Cruz de Tenerife alegaba que al tratar de abordar el
problema de la tuberculosis en esta provincia hemos de tener en cuenta la distancia a la
Península que hace improbable prácticamente para los enfermos de Tenerife los grandes
Centros de especialización antituberculosa1285. Esta situación llevó a que se planteara
desde las autoridades sanitarias dotar de todos, o por lo menos, los más importantes
elementos para la lucha, siempre enfocados desde la prevención individual, tratamiento

1283
Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife. Fascículo IV-V,
1938-1941. Santa Cruz de Tenerife: Publicaciones del Patronato Nacional Antituberculoso,
Librería y Tipografía Católica, 1942, p. 65-83.
1284
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7013; expediente nº 213.
1285
Ibidem.

Tesis Doctoral Página 593


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y aislamiento del foco, lo que denominan equipo nosocomial antituberculoso:


Preventorio Infantil, Sanatorio Infantil Marítimo, Sanatorio de altura y Hospital Sanatorio
de Tuberculosos.

La idea de poner en funcionamiento el equipo nosocomial antituberculoso obligó a


plantearse un aumento de los dispensarios hasta tres en la Isla, ampliando el ya
existente. Esta idílica situación suponía un coste elevado a las Corporaciones, por lo que
las autoridades sanitarias optaron por un centro de aislamiento y tratamiento
antituberculoso que pudiera acoger los enfermos más necesitados de él bajo los puntos
de vista social y epidemiológico y situación apropiados le diesen carácter en cierto
sentido Sanatorial. Igualmente se agregó que el emplazamiento y condiciones del edificio
debían ser de acuerdo con lo dispuesto en la Real orden de 1 de Agosto de 1928 (Gaceta
del 3) recomendando por mi parte en términos generales que se instale entre los 400 a
800 metros de altura, preferiblemente a la vertiente Sur de la Isla (o por lo menos, no en
el Norte) en lugar no muy alejado de la Capital, aunque esto no es de mucha
importancia, próximo a carretera así como a conducción de agua potable o de fácil
traída1286. Además de la ubicación se aborda el modelo de construcción, aconsejándose
el tipo moderno de Hospitales Italianos: que permiten ampliaciones sin interrumpir la
actividad sanitaria, realizando una construcción del edificio en dos fases, donde una vez
concluida la primera sea independiente de la segunda y garantizando el funcionamiento
de las 100 camas del total de 200. Agrega además que dos salas deben ser destinadas a
niños y niña, así como que debe haber el número reglamentario de camas de pago. Para
finalizar trata la dotación de recursos humanos y materiales que considera que debe ser
la justa para la aplicación de tratamientos reconocidos como eficaces, estando presente
en todo momento la condición insular y la distancia de la Península.1287

Dos años más tarde, en noviembre de 1937, la Junta Provincial de Sanidad de


Santa Cruz de Tenerife solicitó a la Corporación insular los créditos necesarios para la
construcción del edificio del nuevo Sanatorio-enfermería, recordando las obligaciones
que en materia sanitaria y dispensarial tenía la Corporación local. Además,
recomendaba montar y sostener dos dispensarios dotados del personal competente y

1286
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 331.
1287
Ibidem.

Tesis Doctoral Página 594


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especializado, con aprovechamiento de los recursos materiales existen, y propone,


como medida suplente, conceder, con carácter de preferencia, una fuerte subvención al
Patronato Provincial Antituberculoso, para que este pueda ampliar en la Isla la labor
dispensarial1288. La carencia de una «hoja de ruta» queda clara ante la indecisión que se
muestra con el lugar de ubicación para el Sanatorio-Enfermería. En la Sesión
Extraordinaria de la Comisión Gestora de 12 de marzo de 1938, se decidió emplear una
porción de terreno a que se refiere el anterior apartado e) un pabellón destinado a los
servicios antituberculosos de la Beneficencia Insular, a cargo del Excmo. Cabildo por
ministerio de la ley, con capacidad para sesenta camas de enfermos pobres y cinco más
de enfermos de pago, ampliable según las exigencias de la realidad lo vayan
adquiriendo, a cuyo efecto deberá redactarse el oportuno proyecto por el Arquitecto
Insular señor Marrero Regalado y solicitarse el auxilio económico de la Junta del Paro
Obrero. Esta postura, nada definida, posiblemente fuera debida a la carencia de recursos
materiales y a la indecisión con respecto a la Guerra Civil, pese a que las fuerza
franquistas estaban pendientes de concluir con la contienda al año siguiente.1289

197. A. Benítez: Vista del Sanatorio Enfermería de Ofra (Fuente: APTCC-Fotografías interiores y
exteriores).

La construcción del Sanatorio-Enfermería se aceleró ante el cambio de


Gobernador Civil, que se produjo en este momento. Daniel Arraiza resultó ser médico,
situación que favoreció considerablemente los trámites de construcción del Sanatorio

1288
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; Oficios y escritos que no figuran en
expedientes. Negociado: Beneficencia. Año de 1937.
1289
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7087; expediente nº 99.

Tesis Doctoral Página 595


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proyectado por el arquitecto Domingo Pisaca. Para su ubicación, se decantaron por la


zona de Ofra. Entre tanto, Sixto Machado, en abril de 1938, prestó una parcela de
15.899´47 metros cuadrados momentáneamente, la Finca El Palomo, ubicada en las
afueras de Santa Cruz junto al Barranco del Hierro, para alojar, en una especie de «pre-
sanatorio», a los enfermos tuberculosos mientras se concluía con las obras del
Sanatorio-Enfermería1290. Al ofrecimiento de Sixto Machado, se le unió otro de unos
terrenos en el Valle de Cueva Bermeja por Efraín Albertos Luis y avalados por el médico
R. Castelo1291, que no se tuvieron en cuenta. El dispositivo accidental de la Finca El
Palomo era el resultado de una adaptación efectuada por el contratista Francisco
Larrarte Ferrán en un edificio doméstico, ya existente, de una sola planta articulado a
partir de un patio central. Para su inauguración se le dotó con 64 camas, que
paulatinamente fueron aumentando hasta un total de 98 y a las que se unían las 50
camas del Hospital Civil destinadas a esta patología1292. En este momento, tal era el
número de afectados por tuberculosis, que además se dispusieron camas en los
Hospitales de la Orotava y el Puerto de la Cruz.1293

Con la intención de encontrar el «solar idóneo» para la construcción del Sanatorio,


el 13 de marzo de 1938 la Comisión Gestora de la Corporación insular abrió concurso.
Finalmente, tras valorar y analizar las propuestas presentadas, se adquirió una finca
rústica, de secano, destinada al cultivo ordinario, (…), en el término municipal de San
Cristóbal de La Laguna, donde dicen «El Cardonal», que mide, según la respectiva
titulación, diecinueve fanegadas, un almud, ciento dieciocho brazas, equivalente a diez

1290
BOE número 6, 13 de enero de 1993.
Destaca el peso que tuvo en esta operación el recién nombrado gobernador civil, Dr. Vicente
Sergio Orbaneja. La Finca El Palomo estaba ubicada en las proximidades de la casa que Sixto
Machado tenía en el actual Barrio de Tío Pino.
1291
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; Oficios y escritos que no figuran en
expedientes. Negociado: Beneficencia. Año de 1937; opus cit.
Los terrenos ofertados a la Corporación Insular en octubre de 1936, tenían una superficie
110.000 metros cuadrados, próximos al Dique del Este al final del kilómetro 4 de la carretera de
San Andrés. Su dueño solicita un total de 100.000 pesetas a pagar a 3.000 pesetas mensuales sin
intereses. Pese a una nueva oferta menor por parte del vendedor, unos 95.000 pesetas a pagar a
razón de 1.500 pesetas mensuales, el Cabildo de Tenerife desecha la oferta por carecer de dinero
en la Hacienda Insular que pueda asumir tal deuda.
1292
Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife; fascículo IV-V,
1938-1941. Opus cit, p. 13.
1293
Junto a Tomas Cerviá trabajaron el José Domínguez Domínguez, el Emilio Luque y Celestino
González Padrón, realizando oleotórax, toracoplastias y frenicectomías.

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hectárea, (…), hallándose atravesada de Norte a Sur por la Carretera General del Sur de
la Isla, (…), como precio de adquisición de dicha finca, la suma total de sesenta mil
pesetas, (…), de cuyo precio se abonarán treinta y cinco mil pesetas tan pronto se
habilite el crédito correspondiente, (…), revocar el acuerdo de esta Comisión, fecha
primero de los corriente, sobre apertura de un concurso para la adquisición de solares
con destino a la Leprosería Insular en proyecto, y en su lugar, construir, a su tiempo,
dicho Establecimiento en la parte alta del inmueble descrito en el apartado a)
precedente, situada al Poniente o derecha de la carretera general del Sur de la Isla. En
este lugar, en un primer momento, se proyectó la construcción de un dispositivo
asistencial en el que combinadamente se tratara tuberculosis y lepra. Pese a que fue
avalado por el Inspector Provincial de Sanidad, Ángel Vinuesa, por los arquitectos
provincial e insular, Domingo Pisaca Burgada y José Enrique Marrero Regalado, no llegó
a ejecutarse en su totalidad, limitándolo a pacientes tísico y buscando otra solución para
los leprosos en el sur de Tenerife con la construcción de la Leprosería Provincial.1294

198. A. Benítez: Fachada del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra


(APTCC-Fotografías interiores y exteriores).

Desde el siglo XIX y la primera mitad del XX, se procuró que los tísicos disfrutaran
de terapias que se centraban el dieta y reposo fuera de las urbes para entrar en
contacto con la naturaleza, ya fuera «original o creada». Dentro del proyecto del

1294
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 60.

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Sanatorio-Enfermería Antituberculoso que se pensaba instalar en este solar, se


encontraba la iniciativa de dotarlo de un parque-jardín para el esparcimiento de los
enfermos en él alojados. En agosto de 1938 se inició su construcción con una ceremonia
que se denominó «Fiesta del Árbol», en la que se realizó la plantación de árboles por
iniciativa del Gobernador Civil al que se sumó la Falange Española Tradicionalista y de
las J.O.N.S. con la cesión de los árboles desde el Vivero Municipal1295. Al año siguiente,
en abril, se solicitó presupuesto para las obras necesarias para el riego de los jardines
del Sanatorio, elaborado por el ingeniero Andrés Pintor y González1296. Una vez
finalizada la obra, la Corporación insular entregó al Comité Delegado Provincial del
Patronato Nacional Antituberculoso las plantaciones de árboles y plantas realizadas,
junto al edificio en construcción para el Sanatorio-Enfermería Antituberculoso,
habilitando contratar los servicios de arboricultura y jardinería precisos para la
conservación de todos los dichos árboles y plantas de la mencionada finca, y los de
vigilancia y cuidado de los mismos.1297

Aunque los terrenos para la construcción del Sanatorio se habían adquirido


desde finales de la década de los treinta, las obras para la construcción del edificio no
fueron concluidas hasta el 8 de agosto de 1944, momento en el que se consuma el
traslado de los 96 enfermos que estaban ingresados en «el Palomo»1298. El nuevo
Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra contaba inicialmente con 125 camas,
aunque el proyecto final era dotarlo de unas 2251299. A finales de diciembre de este
mismo año se nombró director a Tomás Cerviá de los dos dispositivos con los que se
contaba para atender a este tipo de pacientes: el Sanatorio-Enfermería y del Dispensario

1295
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 263.
1296
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 96.
El importe fue de 14.343,65 pesetas, de los que 6.671,47 pesetas correspondían a material
preciso para la ejecución de la obra, y 7.672,18 pesetas para la contrata y mano de obra,
realizada por la empresa Entrecanales y Távora S.A. Para esta obra se emplearon 362 metros
lineales de tubería de cemento de veinte centímetros de diámetro, 8 anillas de distribución y 2
tanquillas de bloque de cemento.
1297
Ibidem, p. 84-88.
1298
Al igual que en la Finca del Cardonal, en la de El Palomo, se efectuaron trabajos en los
jardines del Sanatorio-Enfermería provisional, efectuados por la empresa Entrecanales y Távora
S.A. por un importe de 2.273 pesetas.
1299
A estas camas, y mediante pequeñas reformas en la estructura del edificio, se procuraba
aumentar el total de las camas en 35 a 40 más.

Tesis Doctoral Página 598


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Antituberculoso Central del Estado, situación por la que había luchado arduamente. En
la inauguración oficial, realizada el 16 de agosto de 1945, estuvieron presentes las más
destacadas autoridades regionales y nacionales, como el Director General de Sanidad,
José Alberto Palanca, junto al Capital General de Canarias, Francisco García-Escámez,
entre otras autoridades.1300

199. Proyecto para el ajardinado del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso (Fuente: ACIT- Negociado de
Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 96).

1300
ABC (Madrid), 23de agosto de 1944, p.5.
En el momento de su inauguración, la plantilla que prestaba asistencia a los enfermos era:
director, Tomás Cerviá; cirujano, José Domínguez; becarios, Virgilio Gutiérrez y Javier Samitier;
practicantes interinos y voluntarios, Jesús Vinuesa, Federico González Moradillo, Manuel Beltrán,
Vicente Núñez y José María Gutiérrez; enfermeras interinas, María Fernández, Mª Dolores Pérez
Isaba, Aurora Martínez, Olimpia Sansebastián, Modesta Ruiz, Dolores Morell, Amparo Gómez,
Rita Suárez; ayudantes de enfermeras encargadas, Isabel García, Felisa de Cándido, Carmen
Rodríguez, María Cubas, Dolores Delgado, Susana Cano, Guadalupe Pineda, Ifigenia Rodríguez,
Pilar de León; capellán, Miguel Caballero; auxiliar de oficina, Arsenio Rodríguez; conserje, Antonio
Hernández; Jefe de cocina, José Navarro; y como guarda, Romualdo de León. A finales de 1947,
las Hermanas Mercedarias de la Caridad, asumirán la Mayordomía del Centro, incorporándose
1300
ocho monjas bajo la dirección de Sor Isabel Iraeta como Madre Superiora y Enfermera-Jefe ,
aumentando hasta trece a finales de 1949.

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El nuevo edificio, como ya se ha comentado, se ubicó a 350 metros sobre el nivel


del mar, a 7 kilómetros al sur de la capital, en una finca de seis fanegadas de extensión.
El inmueble estaba formado por tres alturas, con planta en T, en las que las habitaciones
con sus terrazas anchas y espaciosas, estaba orientada hacia el este-sureste,
permitiendo situaciones menos «calurosas» a los pacientes internos que si se hubiera
colocado completamente hacia el sur. Las habitaciones se dispusieron de tal manera que
tuvieran capacidad para cuatro, dos y una cama, de las que la primera eran las más
comunes. Cada una de ellas se dotó con mobiliario sencillo y carente de decoración, lo
que facilitaba su limpieza y desinfección. A ambos extremos de las alas del edificio se
dispusieron habitáculos semicirculares destinado a comedor y en el centro del edificio,
la capilla, con tribuna a la que se podía acceder desde la primera planta para aquellos
enfermos imposibilitados.

Al lado contrario se alzaban la fachada principal decorada en los extremos


superiores por dos cruces de Loreto, símbolo de la luchas contra esta enfermedad,
ubicándose bajo ellas la puerta de acceso. Esta zona del edificio estaba destinada a
albergar los servicios centrales del establecimiento, entre los que se encontraban la
administración, el laboratorio, quirófanos, servicio de radiología y los servicios médicos.
La zona del sótano, se destinó para depósito-almacén y la cocina, de considerable
tamaño con los más novedosos adelantos para una actividad culinaria a una
considerable escala. En torno al edificio se disponían otras pequeñas construcciones
empleadas para servicios comunes, tales como garajes y cuarto de lavadoras, a los que
se le unieron las viviendas destinadas al director, administrador, enfermeras, conserje y
empleados masculinos.

La presión asistencial a la que se vio sometido este los primeros momentos, llevó
a elaborar diferentes proyectos y modificaciones, tanto en sus recursos humanos como
en las infraestructuras: aumento del personal subalterno; aumento hasta 60 camas más
mediante pequeñas reformas sobre la estructura y distribución del edificio, lo que se
denominaba en los expedientes como …mover algunos tabiques…; creación de talleres
de reeducación y readaptación, como trabajos agrícolas efectuados por los enfermos;
construcción de almacén, que estará concluido a finales de 1949; ampliación de la

Tesis Doctoral Página 600


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vivienda para empleados masculinos y enfermeras; construcción de un alojamiento para


animales de experimentación; y la instalación, con las consiguientes obras, del servicio
de tuberculosis osteoarticular en la azotea del Sanatorio, con un total de 30 camas.1301

200. Terrenos destinados a la


construcción del Preventorio Infantil de
La Esperanza (Fuente: ACIT- Negociado
de Beneficencia: caja nº 7184-7185;
expediente nº 240).

Basándose, como ya se ha
comentado anteriormente, en la
creencia de que la enfermedad
no fuera hereditaria, pero si que
fuera la infancia el momento de
adquisición para una posterior
reactivación en la adultez, junto a
un número importantes de casos
entre la población infantil, en octubre de 1944 se plantó, por parte del Jefe Provincial de
Sanidad accidental, Antonio Bencomo Macías y del Director del Dispensario
Antituberculoso, la construcción de un Preventorio Infantil Antituberculoso. El edificio
se proyectó para unos terreno ubicados en La Esperanza, por encima del pago llamado
«Panasco», lugar que presentaba todas aquellas condiciones que en aquel momento se
consideraban como óptimas: se encontraba a suficiente altura; con buena orientación;
protegido de los viento; fácil abastecimiento de agua, pureza, sequedad y ozonización
óptima del aire por falta de polvo y contaminación del terreno; de corrientes aéreas
calientes y de la niebla baja; estar los alrededores cubiertos de vegetación arbórea
(pinos); y ligera oscilación entre el día y la noche.
Los terrenos estaban divididos en dos partes: el trozo A, ocupando una superficie
de 70.520 metros cuadrados, mientas que el B una superficie total de 16.670 metros
cuadrados, comprendiendo límites del Monte de Propios de aquel Municipio, los cuales
se propone ceder desde la Corporación municipal de El Rosario. Desde la Jefatura de

1301
Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central y del Sanatorio Antituberculoso de Ofra de
Santa Cruz de Tenerife. Fascículo VII, 1944-1945. Santa Cruz de Tenerife: Publicaciones del
Patronato Nacional Antituberculoso, Librería y Tipografía Católica, 1946, p. 33.

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Montes Provincial se autorizó el acuerdo del Ayuntamiento ante el fin al que iban a ser
destinados los terrenos, aportando la carencia de abastecimiento de agua que existía en
el lugar elegido1302. Esta situación se procuró resolver desde la Corporación insular,
encargando un proyecto de elevación de aguas, en 1949, cuyo importe ascendió a
1.361.672,10 pesetas, al Ingeniero Director Juan La-Roche Izquierdo1303; a éste se le
unió, la carretera de acceso al Complejo, para la que se presupuestó un total de
510.592,75 pesetas, entre material y contrata, proyecto diseñado por el mismo
ingeniero y en igual año1304. En abril de 1950, ni uno ni otro, todavía estaban
terminados, lo que muestra un desinterés por este tema desde los organismos
gubernamentales, desviando su atención hacia otros problemas presentes en ese
momento en la Isla1305. El proyecto no se llegó a ejecutar seguramente por el cambio de
mentalidad y los descubrimientos que en el campo de la medicina realizado sobre esta
enfermedad.1306

4.2.4.5. JARDIN INFANTIL DE LA SAGRADA FAMILIA.

Con la entrega al Cabildo Insular, por parte de la Diputación Provincial, de los


asilos y establecimiento benéficos que se efectúa el 7 de enero de 1914, se da comienzo
a una idea que se venía gestando años atrás1307 y que estuvo presente en la
preocupación de cada uno de los miembros, que en los primeros años del siglo XX,
ocuparon el consejo rector de la Corporación insular. Así, en junio de 1927, se plantea la

1302
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7186; expediente nº 498; p. 1-5.
1303
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7186; expediente nº 499; p. 1-25.
1304
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 240; p. 35-37.
Dentro de la documentación consultada tanto en el Archivo del Cabildo Insular de Tenerife como
el en Archivo Provincial de Santa Cruz de Tenerife, tan solo se conserva tres expedientes que
aluden al proyecto de este dispositivo asistencial (no se ha hallado el proyecto del edificio que se
iba a ejecutar).
1305
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 240; opus cit, p. 46.
1306
El 16 de diciembre de 1952, por Orden del Presidente del Patronato Nacional Antituberculoso
(PNA), la dirección del Dispensario y del Sanatorio-Enfermería se dividen, asumiendo la del
primero el médico Ramón Luelmo. Este año será el punto de partida de la introducción de la
«nueva farmacología», pese a que desde 1944 se había procurado combatir a la enfermedad
mediante la estreptomicina, efectuándose un giro en el tratamiento de la tuberculosis, situación
que favoreció la evolución y el estado físico de los dolientes.
1307
CIORANESCU, A. (1988). Opus cit, p. 227-240.
Desde 1900, Diego Guigou y Costa, manifestó su pretensión de fundar un hospital dedicado al
cuidado de niños cuyos recursos fueran escasos, con una obtención de recursos materiales
provenientes de los donativos populares.

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creación de un edificio que pudiera albergar a los huérfanos y desamparados: …y


poseyendo esa Excma. Corporación solares en las proximidades de la carretera que
conduce de esta Capital a la vecina Ciudad de La Laguna, podría acordarse ordenar a los
técnicos de la Corporación la confección de los correspondientes planos y presupuestos,
obra que una vez realizada sería de gran beneficio para los niños, que se crían fuerte y
robustos con un régimen de lactancia propia y adecuada y con una vida de aire y campo,
que no es posible tener en una población…1308. Esta intención es nuevamente retomada
en julio de 1930, ante el sistema deficiente que suponía un perjuicio para los asilados en
las dependencias existentes en el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, y
que comprendían la Cuna de Expósitos, Maternidad y la Casa de Huérfanos y
Desamparados.1309

Desde mitad del siglo XIX, el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados,
había albergado tanto la Cuna de Expósitos como la Maternidad. Durante años, el
periodo estival era el momento en el que los niños expósitos se trasladaban a las afueras
de Santa Cruz, en la zona de Hoya Fría, para pasar unos días en contacto con la
naturaleza y el aire libre, en el chalet que poseía Álvaro Rodríguez López1310. Buscando
soluciones a tenor de los recursos disponibles, en Acta de Cabildo con fecha 15 de
febrero de 1932, se propuso la construcción de un edificio, en una huerta propiedad de
la Casa de Huérfanos, llamada Finca La Higuerita, que durante años se había destinado
al ocio de estos infantes. Además, en este proyecto encargado al arquitecto Antonio
Pintor, se pretendía incluir a los niños de la Cuna de Expósitos1311. Nuevamente, y ante
las penosas condiciones de las dependencias destinadas a los huérfanos en el Hospital
Civil, el 3 de octubre de este mismo año, Pedro García Cabrera propone, en Sesión
Ordinaria, instalar la nueva Casa-cuna en un edificio independiente y aparte del
destinado para el Hospital Central futuro1312. Al año siguiente, durante el verano de
1933, se estableció claramente la necesidad de un «nuevo centro dedicado a alojar a los

1308
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6983; expediente nº142.
1309
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº6983; expediente nº191.
1310
Existía entre la comunidad religiosa de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul que
administraba la Cuna de Expósitos y Álvaro Rodríguez López, que posteriormente se materializará
en la donación de los terrenos a la Fundación.
1311
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit p. 144-145-178.
1312
Ibidem, p. 358.

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niños huérfanos de la Isla, donde existieran espacio amplios y verdes que estuvieran
alejado, tanto física como ideológicamente, de un recinto hospitalario, cuyo fines
distaban mucho de la de un establecimiento destinado al cuidado y crianza de niños
huérfanos». Tal situación conllevó a que el Cabildo Insular se planteara la construcción
de una Casa-Cuna en los terrenos donados por Álvaro Rodríguez López1313, a los que se
unía una importante suma de dinero, que también obsequió, para sufragar la
construcción del proyecto1314. El 16 de agosto de 1933 se procedió al traslado de los
niños y niñas al nuevo emplazamiento, dado que el expresado Edificio se hallaba en
condiciones, después de haberse terminado las reformas necesarios a tal fin, y teniendo
en cuenta las pésimas condiciones higiénicas correspondiente en estos Asilos y el
excesivo calor que existe en la actualidad en esta Capital. El nuevo emplazamiento, que
no era más que un salón de empaquetado reformado1315, precisó tanto de recursos

1313
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7086; Escritos, oficios y minutas que no figuran en
expedientes.
Trozo de terreno donde dicen «Hoya Fría», de 13.349 metros cuadrados de superficie. En el
terreno se halla construida una casa, una gañanía y dos pequeños estanques, varias huertas y
paseos anexos, con una faja de terreno que ha de ser destinada a camino…
1314
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 13; Beneficencia y Sanidad; opus cit, p. 253-254; caja nº
6988-expediente nº 209.
Sesión ordinaria de La Comisión Gestora Del Excelentísimo Cabildo Insular de Tenerife de 10 de
Julio de 1933 (...) Asuntos presentados después de cerrado El orden del día de los que se da
cuenta con carácter de urgencia (...) A continuación di cuenta del expediente incoado con motivo
de oficio de La Presidencia dirigido a don Álvaro Rodríguez López interesando se sirva comunicar
si cedería en arrendamiento y en qué condiciones, la casa de su propiedad enclavada en el sitio
conocido por «Hoya Fría», con objeto de instalar en ella la Casa Cuna dependiente de este Cabildo
por no ser bastante y adecuado el local en que actualmente se halla, en el edificio de
Establecimientos benéficos de esta Capital, así como de la carta del expresado señor Rodríguez
López, en la que manifiesta cede el referido inmueble en arrendamiento, por La cantidad de cien
pesetas anuales, por tiempo indeterminado, sin otras condiciones especiales que la de ser de
cuenta de esta Corporación la conservación exterior e interior del edificio, que las obras que se
realicen en el mismo requieran su previa conformidad, y que si algún día necesitase de la casa
objeto del arrendamiento, El Cabildo queda comprometido a desalojarla dentro del año posterior
a su aviso , con dicho objeto. Y La Comisión acuerda por unanimidad: Primero.- Hacer constar en
acta el agradecimiento de la Corporación por el ofrecimiento del señor Rodríguez López y las
facilidades concedidas para disponer de edificio donde instalar la Casa-Cuna en lugar adecuado
para la vida higiénica de los acogidos. Segundo.-Aceptar el arrendamiento del inmueble de
referencia por la suma de cien pesetas anuales y las demas condiciones originadas por El
arrendador, facultándose a la Presidencia para que otorge el correspondiente contrato. Tercero.-
Facultar a la propia Presidencia para que pueda disponer y ordenar cuanto sea preciso para el
traslado de la Cuna al nuevo edificio donde ha de ser instalado.
1315
ACIT-caja nº 7017-7018; Oficios y escritos que no figuran en expedientes. Negociado:
Beneficencia. Año de 1937; opus cit.

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materiales como humanos1316. Años más tarde, en enero de 1938, Álvaro Rodríguez
López donó los terrenos a la Corporación insular para alojar definitivamente la Casa-
Cuna en este emplazamiento1317. Junto a los solares donados, el Cabildo Insular adquirió,
en 1934, los terrenos contiguos, encargando el diseño del proyecto, así como la
construcción de la fábrica, al arquitecto Marrero Regalado1318.

201. Anónimo: Niños jugando en los jardines del centro


(Fuente: Periódico El País, 6 de marzo de 2011).

La arquitectura tradicional que se desarrolló en las Islas, como hemos


comprobado anteriormente, fue poco a poco desplazada tras la llegada del neoclásico.
En 1929, de la mano del arquitecto Pelayo López y Martín Romero resurge la tendencia
regionalista con el diseño del Pabellón de Canarias en la Exposición Iberoamericana de
Sevilla1319, para ser olvida en la década de los treinta, adquiriendo una mayor relevancia
la arquitectura racionalista. Posteriormente reaparece durante la posguerra en

1316
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7001-7002; expediente nº 234.
Se precisó de mobiliario, enseres y útiles de cocina necesarios, así como la instalación de un
teléfono para la debida comunicación y su correcto funcionamiento. Junto a esto bienes
muebles, el nuevo centro se dotó de otros humanos, nombrando una cocinera y una
demandadera; a la primera se le pagó un sueldo de 100 pesetas, mientras que a la segunda
ascendió a 60, junto a 30 pesetas más mensuales destinados a sufragar los gastos del transporte
diario necesario para suministrar los artículos de primera necesidad desde el Hospital Civil al
nuevo emplazamiento de Hoya Fría.
1317
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 169.
1318
En el momento del encargo de la obra, presidía el Cabildo Insular Maximino Acea Perdomo
(1931-1936).
1319
DARIAS PRINCIPE, A. (1985). Opus cit, p. 355-356.

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simultaneidad con la arquitectura oficialista con una destacada «monumentalidad»


característica del sistema autárquico que en ese momento estaba presente en España.

202. Anónimo: Álvaro Rodríguez López (primer tercio del


siglo XX).

Se establecieron dos líneas definidas cuyo lenguaje


externo estaba en sintonía con la arquitectura que
durante cuatro siglos había sido empleada por los
moradores de las Islas, representada cada una por
los arquitectos Tomás Machado y Méndez
Fernández de Lugo, que se mantiene fiel a los
materiales originales, y por José Enrique Marrero
Regalado que imita el aspecto de ésta con mortero
de cemento1320. Tras su regreso de este último en 1933 de Madrid, donde realizó sus
estudios en la Escuela Superior de Arquitectura, estableció una corriente revalorizadora,
junto a Néstor Martín Fernández de la Torres, del estilo canario o también llamada
neocanario1321, llegando a determinar un estilo peculiar de aspecto recargado y
monumental, que ha sido denominado como el barroco colonial1322, y que fue el
escogido para el diseño de la Casa-Cuna que posteriormente adquirirá la denominación
de Jardín de Infancia de la Sagrada Familia1323. El lugar seleccionado para la ubicación del
edificio, fue una colina sobresaliente, que era vista desde la ciudad, al que se pretendía
dotar para poder asumir una capacidad total de 300 plazas para ambos sexos.

1320
NAVARRO SEGURA, M. I. Arquitectura del Mando Económico en Canarias. La posguerra en el
Archipiélago. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1982, p. 102-105.
1321
Ibidem.
1322
DELGADO CAMPOS, S. M. En torno a cierta arquitectura de Canarias. In Rincones del
Atlántico, nº 5, Arquitectura y paisaje. La arquitectura tradicional
en el medio rural de Canarias. Tomo I. Miscelánea. [Sitio Web]. 2003-2011. URL:
<http://www.rinconesdelatlantico.es/num5/8_miscelanea_2.html>; (consultado en enero 2012).
1323
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7183; expediente nº 263.
A primeros del año 1937, su denominación sufre un cambio, pasando de llamarse Casa-Cuna a
«Jardín Infantil de la Sagrada Familia», llegando incluso a prohibirse de modo absoluto el uso del
antiguo nombre. Entre las causas, se pueden barajar muchas, pero la más probable pudo ser
secundaria al cambio político que se origina en las Islas a partir de 1936, donde la Iglesia Católica
presente en las Islas adquirirá un papel relevante. Esta modificación adquirió tal seriedad, que
llegó a publicarse en el Boletín Oficial de la provincia de Santa Cruz de Tenerife número 156 de
fecha 29 de diciembre de 1937.

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El proyecto definitivo, modificaba ligeramente en algunos aspectos al que


originariamente se había esbozado, se articulaba a partir de tres bloques bien definidos,
la casa de maternidad, el orfanato y la iglesia. En el complejo, existía una disposición
racional, en la que sus fachadas presentaban un esquema compositivo moderno, con la
existía de una alternancia en el lenguaje arquitectónico, tanto regionalista como
barroco. La llegada a los tres bloques, se hacía a partir de una avenida que daba acceso
al complejo, donde el punto de fuga acababa en la fachada principal de la iglesia
decorada con un cruz de importantes dimensiones, que tenía anexa una torre de estilo
neomudéjar decorada con celosías, coronada por estípites barrocos y torretas de capitel
con roseta de cerrajería.1324

El 15 de julio de 1937, el arquitecto remitió a la Corporación insular los planos de


conjunto de la planta baja de la ampliación y reforma de la Casa-Cuna de esta Capital,
cuyo presupuesto de destajo ascendía a 31.223 pesetas, asignando dentro del mismo la
cantidad de 16.203 pesetas para jornales1325. Igualmente, en diciembre de este mismo
año, se remite el presupuesto total a la Comisión Gestora del proyecto, el cual ascendía
a la cantidad de 145.143,16 pesetas, al que se le unía el de administración, de menor
cuantía, y que ascendía a unos 126.299,40 pesetas1326. El destajo de las obras se
adjudicó, el 8 de febrero de 1938, a la Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles
S.A., que concluirían las obras en abril de 1939. 1327

1324
NAVARRO SEGURA, M. I. José Enrique Marrero Regalado (1897-1956): La arquitectura como
escenografía. Santa Cruz de Tenerife: Demarcación de Tenerife-Gomera-Hierro, Colegio de
Arquitectos de Canarias, 1992, p. 282-287.
1325
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7183; expediente nº 179; p. 1-3.
1326
Ibidem, p. 15.
Los donativos fueron numerosos siendo estos en metálico o en especias, aportando cada uno de
los donantes bolsas de cemento, mosaicos, y todo aquello que pudiera ser empleado en la
edificación de la Institución en proyecto.
1327
Ibidem, p. 58-60 y p. 248-250.
Para poder hacer habitable el lugar, en junio del mismo año, se compraron varios aparatos para
la puesta en funcionamiento del edificio: una cocina de segunda mano que pertenecía las Hotel
Quisisana, un horno de pastelería y un calentador de vajilla por un importe de 1.800 pesetas,
incluido el transporte hasta el nuevo establecimiento.

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203. Plano del Jardín Infantil de la Sagrada Familia (ACIT- Negociado de


Beneficencia: caja nº 7183; expediente nº 179).

En agosto de 1939, el arquitecto Marrero Regalado remitió a la Comisión


Permanente el proyecto de la torre, opuesta a la iglesia, comprendiendo éste, el prisma
antedicho y la construcción de escalera hasta el templete o remate final con veleta de
hierro forjado. Para ejecutar esta construcción se empleó base de hormigón en masa,
con las esquinas de hormigón armado y carrera o anillos cada tres metros con cincuenta
centímetros del mismo material. El campanario lo adorna con elementos decorativos de
piedra artificial para pintar luego al óleo, no incluyendo las campanas. En la parte más
alta, se procede a colocar un templete de madera forrado de plomo; el calado general
de la torre estará moldeado en cemento. Las barandillas de los balcones serán de
cuadradillos de hierro y los pasamanos de madera. Para su construcción se aprobó un
presupuesto de 35.036,48 pesetas1328, adjudicándosele las obras a la misma empresa

1328
Ibidem, p. 135-139.

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que ya estaba trabajando en el Complejo. El campanario fue concluido en septiembre de


1939. En torno al nuevo centro, se efectuaron obras que perseguían dotar de
infraestructuras básicas al proyecto.

En abril de 1938, la Corporación insular decide la creación de una vaquería con el


fin de suministrar leche a los Establecimientos Insulares de Beneficencia y
concretamente al mismo Centro1329, a lo que se unieron las obras para el camino de
acceso al «Jardín Infantil». Este último, redactado por el ingeniero Andrés Pintor desde
la Sección de Vías y Obras de la Corporación insular, constituyo un proyecto de camino
de acceso al Complejo asistencial en una zona que carecía de urbanización alguna. Se
confeccionaron dos presupuestos de contrata: el primero con un importe de 96.233,85
pesetas; y el segundo, por 77.538,38 pesetas (en este último solo se incluyó las obras
precisas para construir el camino en su rasante, pero sin pavimento, ni paseos ni obras
complementarias). De ambos, la Corporación insular solicitó del segundo una revisión,
debido a que presentaba defectos de forma. Nuevamente fue enviado con la
modificación exigida y una variación del importe1330, que fue aprobado por la Comisión
Gestora de 27 de octubre del presente, solicitándole el crédito pertinente a la Junta del
Paro Obrero para su ejecución. Tras su publicación en el Boletín Oficial de la Provincia el
22 de febrero de 1939, la subasta de las obras se le asignaron a Juan Fernández-Oliva y
Pérez1331. Los trabajos fueron concluidos en noviembre de 1940, abonándose, en febrero
de 1941, las cantidades adeudadas pendientes1332. Por estas misma fecha, se realizaron
obras para la instalación de un Transformador que solucionara los problemas que desde
hacía varios años venían sufriendo y que no les permitía tener un suministro constante
de electricidad, además de los Lavaderos. Las obras de ambos fueron adjudicadas a
Nicolás Martí Dehesa como representante de la empresa Entrecanales y Távora S.A.

1329
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7048; expediente nº 308.
1330
Ibidem.
La modificación del proyecto situó el importe de éste en 87.911,53 pesetas.
1331
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 115.
La obras fueron adjudicadas por la cantidad de 70.232,53 pesetas.
1332
Ibidem, p. 126-150.

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quienes trabajaron con sorprendente rapidez teniendo conclusas ambas obras en


septiembre de 1941. 1333

A la idea de alojar a los huérfanos en unas dependencias ajenas a las hospitalarias,


se le unió una fuerte presión asistencial, que llevó en mayo de 1938, a agilizar las obras y
realizar modificaciones que favorecieran una mayor capacidad alojativa. Se recoge así en
el expediente la preocupación por la realización del proyecto y por su sustento:…
establecer los Asilos de niños y niñas que hoy se encuentran en el Hospital Civil, en el
edificio que se comenzó para los Jardines Infantiles de la Sagrada Familia, donde fue
preciso componer una serie de plantas independientes con servicios comunes que
facilitara el sostenimiento de los tres establecimientos con beneficio económico en el
mismo1334. Esta situación llevó a encargar al arquitecto Marrero Regalado el diseño de
un proyecto para la ampliación y reforma del Complejo. El estado del establecimiento
benéfico exigía la continuación de la planta superior para evitar la construcción de la
azotea en la primera planta que habría que demoler al construir aquella y realizar las
obras para la construcción del dormitorio y acceso por la escalera destinada al asilo de
niñas.

En el plano, se puede observar como la galería de la planta baja se repite en la


superior, llevando barandilla de hierro cuadrado y cubierta de hormigón simulando una
armadura clásica con tejado. La galería exterior o solarium llevaba una barandilla de tela
de alambre de 3 mm. en bastidores de ángulo y soporte de T llevando primeramente
una jardinera que vuela al exterior de cemento armado con tubos de desagüe cada 3
metros de distancia. Para la ejecución de la obra, se empleó azulejo en un zócalo de 1,50
metros de altura, que según especifica el arquitecto en la Memoria Descriptiva,
responderá en calidad a la recientemente terminada. Se emplearon en la construcción
una base de estructura de hormigón armado en pilares, vigas y tableros de pisos,

1333
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7048; expediente nº 15.
Los trabajos fueron realizados por un importe de 572.485,66 pesetas.
1334
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 118.
En el plano, se puede observar como la galería de la planta baja se repite en la superior, llevando
barandilla de hierro cuadrado y cubierta de hormigón simulando una armadura clásica con
tejado. Se emplearon en la construcción una base de estructura de hormigón armado en pilares,
vigas y tableros de pisos, hormigón ciclópeo en cimientos, muros de cantos del país, cámara
aislante en el techo del dormitorio, solados de mosaicos del país y losetas rojas en terraza.

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hormigón ciclópeo en cimientos, muros de cantos del país, cámara aislante en el techo
del dormitorio, solados de mosaicos del país y losetas rojas en terraza. A la subasta de
las obras solo compareció la empresa Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A.,
adjudicándosele a ella por un importe de 149.454,84 pesetas, concluyéndose éstas en
abril de 1939, como figura en la certificación que acredita su conclusión.1335

204. Iglesia y campanario del Jardín Infantil de la Sagrada Familia (ACIT- Negociado de
Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 155).

A finales de 1938, El Cabildo Insular solicitó, al arquitecto Marero Regalado, la


preparación y confección de un presupuesto y proyecto para la ampliación y reforma del
costado Sur del edificio del Jardín Infantil. En la Memoria, lo describe de la siguiente
manera: la obra a ejecutar consta de tres plantas: la baja, de nivel inferior a la planta
baja general del Edificio, destinada a clases y recreos del Establecimiento. La siguiente
planta, al nivel de la general, destinada a servicios y comedor de la Casa Cuna. En esta
planta está también la cocina general y el cuarto de estar y cocina privada de la
Comunidad. La última planta esta destinada a Celdas de la misma Comunidad, comedor
de Asilo de niñas y un dormitorio para las mismas. Los elementos de construcción son los

1335
Ibidem.

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detallados en las mediciones y presupuestos adjuntos, habiéndose confeccionado


independientemente los tres presupuestos de cada una de las plantas, con objeto de
poder celebrar distintas contratas, si fuera necesario, para armonizar con las
disponibilidades económicas. El carácter general de la construcción estará en armonía
con el conjunto de la obra ya ejecutada y como queda dicho, con arreglo a los materiales
especificados en el presupuesto. El desagüe de aguas negras será a una fosa séptica que
será objeto de un presupuesto aparte1336. El presupuesto se estableció en un importe
total de 282.523,89 pesetas1337, publicándose en el BOE (Boletín Oficial del Estado) de
fecha 13 de septiembre de 1939, y el 25 del mismo en el BOPSCT (Boletín Oficial de la
Provincia de Santa Cruz de Tenerife). Las obras fueron adjudicadas a la empresa
Entrecanales y Távora S.A., representada por Pedro Hernández García, pese a que en
primera instancia era la Compañía de Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A., fue a la
que se le había asignado el encargo. Pese a ello, ésta última colaboró con los trabajos de
construcción, proporcionando elementos decorativos en piedra, entre otros, para los
diferentes edificios del Complejo.1338

205. Proyecto de ampliación y reforma del costado sur (ACIT- Negociado de


Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 45).

1336
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 45; p. 1-8.
1337
Ibidem, p. 9-65.
El presupuesto se desglosaba para cada una de las plantas: 97.207,95 pesetas para las obras e
ejecutar en la planta baja; 93.370,73 pesetas para la primera planta y 91.945,21 pesetas para la
segunda.
1338
Ibidem, p. 247.
Esta colaboración entre ambas empresas figura en los abonos que se le realizan: la cantidad de
1338
5.172,30 pesetas para pago de elementos decorativos, y las efectuadas, en diciembre de
1940, por el importe de 3.934,91 pesetas, que comprendía la instalación de dos baños con sus
accesorios

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A partir de febrero de 1940, y una vez ya concluida gran parte de la intervención


en el resto del Establecimiento, se dio comienzo a las obras para la construcción de
pabellón de Poniente, de la Iglesia y el resto del pabellón del costado Sur, siguiendo las
directrices del arquitecto Marrero Regalado. Para el pabellón de Poniente, destinado a
niños, proyectó un amplio porche de nueve arcos, el cual comunicaba con el vestíbulo
por tres puertas de 3,60 metros de ancho cada una. En ambos costados del susodicho
vestíbulo habían dos puertas de 1,30 metros de ancho que daban acceso a pequeños
pasillos que llevan a los dormitorios generales con capacidad para 24 niños y a dos
cuartos, uno ropero y otro para el vigilante, teniendo este último, ventanillo y puerta
exterior. Al final del vestíbulo encontramos 3 arcos que dan acceso al pasillo general en
el que encontrábamos un porche con escalinata que ponía en servicio el jardín situado a
la derecha de la iglesia. En la planta alta se ubicó una galería de estudio con biblioteca
de 93,6 metros cuadrados. Para el pabellón de la iglesia, cuyo acceso se articuló a partir
de una escalinata con tres peldaños corridos de piedra natural, solo presupuestó la
estructura, tejado, adornos y vestidos exteriores, quedando pendiente el púlpito junto al
vestido y ornamento interior. Su iluminación y ventilación se lograba gracias a dos
ventanas que daban a la fachada del templo y que llevaban rejas voladas de fundición
artística. Planta de cruz latina con balcones o tribunas en planta alta a la altura de los
brazos de la cruz, destinados a los niños y niñas con separación por sexos. Para su
fachada, dos grandes ventanales remarcados con piedra artificial sobre los cuales iban
dos bajo-relieves de la misma clase de fábrica, a lo que se unía una cruz de hormigón de
10,50 por 6,50 metros con remates de fundición apoyada sobre ménsula empotrada en
pilar que separaba los dos ventanales. La puerta de acceso a la iglesia, llevaba las jambas
y molduras de piedra artificial al igual que la ménsula coronada por un pequeño
tejadillo. En su hueco se colocaban simétricamente dos columnas de tea tallada con
capiteles1339. Para este proyecto, se presupuestó la cantidad de 735.882,07 pesetas,
realizándose la subasta de la primera contrata en septiembre de 1941 que implicaba la
apertura de zanjas para la cimentación de edificios, entibaciones, relleno de zanjas,

1339
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 179.

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terraplenado del tierras y la ejecución de los muros de la fachada de los pabellones y la


iglesia.1340

La grave situación económica por la que se atravesaba en ese momento,


ocasionada por la posguerra española y el conflicto bélico internacional, unida a la
sensible baja que está experimentando la recaudación de los arbitrios, llevó a que en la
Sesión Ordinaria de la Comisión Gestora de 13 de junio de 1940, se limitaran las obras
hasta 10.000 pesetas mensuales, acotando los trabajos a esta cantidad1341. El 6 de
febrero de 1941, se le hace llegar a la Corporación insular los trabajos que faltan por
ejecutar en la obra Ampliación y reforma del Costado Sur del Jardín Infantil de la Sagrada
Familia, a la que se le calculó un total de 177.366,72 pesetas, trabajos que básicamente
incluían la pintura y carpintería interior del inmueble1342. En noviembre de 1942, se
suspendieron las obras por parte de la Comisión Gestora, ante la imposibilidad de hacer
frente la hacienda insular a los pagos de las correspondientes certificaciones, situación
que se le hace llegar a las dos empresas que en ese momento estaban trabajando allí.
Las obras son retomadas en el inicio del año siguiente1343. Nuevas obras establecieron
realizar en enero de 1942, tales como la construcción de muros, escaleras y jardineras
en el patio lateral del Complejo, redactado el 23 de este mes y adjudicado a
Entrecanales y Távora S.A. Estas obras, ubicadas en huertas de gran profundidad de
tierra, precisaron de modificaciones en la planta original, junto a un aumento de las
dimensiones de los muros buscando firme. A estas intervenciones se le unieron, la
pavimentación con losas de cemento, con rejuntados en unas y separado por césped en
otras1344. Las obras se desarrollaron discontinuamente, lo que provocó que en febrero
de 1945, ante la situación de inconclusa de las obras de la Tercera Contrata de la
Construcciones Hidráulicas y Civiles S.A., se habilitó desde el Cabildo Insular la cantidad
adicional que facilitara su terminación por valor de 126.854,35 pesetas, con el
compromiso por parte de la empresa contratista de concluirlas en el año entrante. Las

1340
Ibidem, p. 46-61.
La primera subasta se realizó por la cantidad de 142.295,38 pesetas.
1341
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7184-7185; expediente nº 45; opus cit, p. 195.
1342
Ibidem, p. 282-283.
El presupuesto se emite desde la empresa Entrecanales y Távora S.A. que hace llegar al
arquitecto José Enrique Marrero Regalado para que le de el curso pertinente.
1343
Ibidem, p. 521.
1344
Ibidem, p. 560-568.

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obras de «Ampliación y reforma del Costado Sur» del Complejo asistencial no


concluyeron hasta agosto de 1949, y en septiembre del mismo año el resto de obras que
quedaban pendientes.1345

206. Plano de la ampliación del pabellón destinado a servicios (ACIT- Negociado de


Beneficencia: caja nº 7188; expediente nº 229).

En octubre de 1944, la Isla sufre el azote de fuerte lluvias que ocasionaron


desperfectos importantes en las infraestructuras del Centro. Tal era el estado en el que
quedaron las instalación del Jardín de Infancia, que rápidamente se acometieron las
obras de reparación: Que las azoteas de las naves Sur y Este se encuentran en mal
estado ya que el agua entra por los canales de ventilación e invade todos los cielos rasos
con el consiguiente peligro para las personas allí residentes y el deterioro producido en
aquellos, dándose el caso de haberse desprendido algunas planchas de yeso de los

1345
Ibidem, p. 571-579.
La cantidad establecida por los trabajos a realizar fue de 88.342,13 pesetas, al que hubo que
agregar la cantidad adicional de 43.513,98 pesetas.

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techos. Existen también en el pavimento de las azoteas de las naves contiguas a la torre
bombeo de paños de losetas roja y grietas de rotura por efecto de dilatación. Tras la
valoración realizada por el arquitecto Machado Méndez, se dispuso, por orden de la
Comisión Gestora, el arreglo de los diferentes desperfectos.1346

Independientemente de la zona destinada a orfandad, el Jardín de Infancia era


heredera de la Casa de Maternidad que desde su fundación el Hospital Civil había
contado entre sus departamentos. Esto propició que entre sus dependencias contara
con una zona de enfermería que progresivamente se fue dotando de los recursos
necesarios. El Centro, pese a que era de reciente creación, requería de un
mantenimiento que mantuviera al día las instalaciones con las que contaba. Al año
siguiente, en 1945, se presupuestó el pintado de la decoración de la enfermería. Esta
intervención tenía carácter urgente, ya que una vez concluida permitía poner en
funcionamiento las salas de Aislamiento1347. A este departamento se le unió la
instalación en el Centro de una estufa de desinfección con su correspondiente caldera
generadora de vapor instalado por los Talleres Atanasio Oliván1348, así como un aparato
de Rayos X para diagnóstico.1349

Los primeros niños que ocuparon el recién inaugurado edificio fueron los niños
entre 2 y 7 años (1ª y 2ª infancia) y las niñas cuya edad superaba los 7 años, ya que los
niños mayores de 7 años quedaron alojados en el antiguo establecimiento situado en las
proximidades del Hospital Civil, procediendo a su posterior ingreso, una vez que
cumplían los 9 años, en las «limitadas plazas» de la escuela profesional de los Padres
Salesianos, próxima al Hospital Militar, donde se les instruía en un oficio: Al encontrarse
no solo agotadas, sino superadas las plazas disponibles, motiva que el ingreso sea restringido; la
oficina de admisión puede recibir al niño recién nacido y lactante, pero rebasando la primera
infancia ya es de la competencia de la Excma. Corporación quien, en casos de reconocida

1346
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7065; expediente nº 375.
1347
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7084; expediente nº 197.
El coste de estas obras menores fue de 7.853 pesetas, presupuesto presentado a la Corporación
insular por Francisco Guijo Alcaide.
1348
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7086; expediente nº 322.
1349
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7086; expediente nº 76.
El coste de la caldera generadora de vapor fue de 35.200 pesetas.

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1350
necesidad, decreta los ingresos . Estructuralmente, la niñas se colocaron el ala derecha

del edificio, zona próxima a la torre y lo que posteriormente sería la iglesia. En la planta
baja del ala opuesta se ubicaron a los lactantes y primera infancia, conformándose lo
que coloquialmente se llamó «Sala de Cunas» o Departamento de Puericultura. Por
último, el piso superior inmediato, que era el destinado a los niños de segunda infancia,
y el inferior, en un primer momento, a zona se esparcimiento o patio para recreos a la
que se le dio poco uso, ante las numerosas zonas destinada a tal menester, lo que
provocó que años más tarde se instalara el Departamento de Pediatría o «Enfermería».

Para la apertura del centro se procedió a una selección del personal entre las
Hermanas de la Caridad que prestaban su servicio en la Institución1351, pese a que se
barajó la posibilidad de que otra orden religiosa tomaras las riendas del Centro1352. El
resto del edificio que quedaba por construir para su conclusión, es decir, la iglesia, el
pabellón de costado sur y el de poniente destinado a los varones, no se acometió hasta
febrero de 1940. Así como había ocurrido en el antiguo establecimiento del Hospicio de
San Carlos, el nuevo Centro contaba en la fachada principal del edificio destinado a
alojar a los niños de un «torno», mecanismo que permitía el «depósito anónimo» de
neonatos que por circunstancias varias no podían ser cuidados por sus progenitores. La
condición de acogido en la Casa-Cuna, se lograba con la posesión de tres características
como eran «la orfandad, la pobreza y el abandono de sus padres», normas establecidas
a las que se unían las implantadas para regular la estancia de los niños en el Centro: En
todo momento, los padre o encargados legítimos pueden, mediante una comparecencia,
reclamar y llevarse a sus hijos o tutelados, pudiendo permanecer en el Establecimiento,
hasta finalizar su educación y formación total las hembras; los varones pasan a los 9
años a las Escuelas Profesionales Salesianas, donde, becados por el Excmo. Cabildo

1350
PISACA BURGADA, A.; ACUÑA DORTA, B. Jardín Infantil de la Sagrada Familia. Memorias y
Antecedentes 1956-60. Santa Cruz de Tenerife: Litografía A. Romero, 1960, p. 1.
1351
AA. VV. (2001). Opus cit, p. 33. Fueron tres las hermanas que acompañaron a los infantes: Sor
Francisca Calixto, Sor Juana Belzunegui y Sor Jerónima Enríquez.
1352
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7087; expediente nº 256.
Entre las órdenes religiosas que pensó para la gestión del Jardín de Infancia de la Sagrada Familia,
estuvo la Institución Salesiana entre otras. Se solicitó el consejo del Iltmo. Señor Obispo de la
Diócesis de San Cristóbal de La Laguna, Fray Albino González y Menéndez - Reigada .

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Insular, son preparados en oficios adecuados para hacer frente a la vida en un próximo
mañana…1353

En junio de 1937, Diego Matías Guigou, Director Médico del Hospital de Niños,
ponía en conocimiento de la Corporación insular, que ante la imposibilidad de
aislamiento de los niños sanos de los enfermos, se estaban originando numerosos
ingresos en el centro que dirigía, solicitando la correspondiente remuneración por tales
servicios. Junto a esta solicitud, propone una serie de directrices para las actividades
realizadas en la Casa Cuna: a), que los servicios de la Casa-Cuna se dividan en dos
secciones: una de niños sanos, a cargo del Médico D- Isidoro Hernández González y otro
de niños enfermos, a mi cargo, como Médico, igualmente, de la Casa-Cuna desde el año
1926; b), que todo niño que ingrese en la Casa-Cuna sea puesto en cuarentena, en sala
especial, y que, en el caso de que padezca alguna enfermedad se le traslade,
automáticamente, al Hospital de Niños (Fundación del Dr. Diego Guigou) para su
asistencia; c) que todo niño que enferme en la Casa-Cuna sea trasladado, igualmente, a
este Hospital, considerándose como enfermedad, toda afección, tanto médica como
quirúrgica, que no sea un simple descenso en la curva ponderal, caso este no necesitado
de hospitalización ni de seguimiento, pues podrá resolverse, fácilmente, con la corrección
dietética adecuada; d) que el Excmo. Cabildo le asigne al Hospital de Niños (Fundación
del Dr. Diego Guigou) la subvención mensual de quinientas pesetas (500’- ptas.), a más
de la cantidad con que se hasta ahora ha contribuido al sostenimiento de aquél; e) como
es natural, por mi parte, seguiré prestando en la Casa-Cuna mis servicios como hasta
ahora, en lo que respecta a visitas a la misma, etc. Creo que, de esta forma, ambos
Establecimientos benéfico ganarán en efectividad, pues cuanto mayor unión exista entre
ellos y entre todos los dedicados a funciones similares, mejora la obra que realiza cada
uno de ellos en particular. En agosto, se dio orden desde la Corporación para que se
realizaran las recomendaciones propuestas, dejando pendiente el tema referido a la
organización y dotación de servicios médico-quirúrgicos y de aislamiento, para ser
retomado con posterioridad tras la conclusión de las obras que en ese momento se
efectuaban.1354

1353
PISACA BURGADA, A.; ACUÑA DORTA, B. (1960). Opus cit, p. 5.
1354
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; expediente nº 116.

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207. Anónimo: Vista de la Enfermería del Jardín de Infancia (1941).

La necesidad de ampliar el edificio del Hospital Civil, como ya se ha comentado


con anterioridad, llevó a la reubicación de los niños mayores de 7 años asilados en la
Casa de Huérfanos que se encontraba en estas dependencias. Se planteó, en febrero de
1941, la construcción de un nuevo edificio en el «Jardín Infantil», para lo que la
Corporación insular efectuó un anticipo de 200.000 pesetas con el objetivo de sufragar
las obras.1355

Próximos al final de la primera mitad del siglo XX, en 1945, la antiguamente


conocida como Cuna de Expósitos que vio la luz en 1859, contaba con 50 cunas para
lactantes, 120 camas para niños menores de 5 años, 6 boxes para lactantes y 3 para
niños menores de 5 años distribuidos entre sus dos pabellones1356. En 1946 el Jardín
Infantil presentaba los siguientes departamentos: el Departamento de niños hasta 6
años, el Departamento dedicado a albergar niños entre 6 y 14 años, el Departamento
dedicado a albergar niñas entre 6 y 14 años y el Departamento para las 13 hijas de la

1355
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7048; expediente nº 56.
1356
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7066; Oficio y minutas que no figuran en
expedientes.

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Caridad1357. Durante la gestión llevada a cabo por Bernardo Acuña Dorta, que
comprendió entre 1945 y 1970, se efectuarán diferentes modificaciones en la estructura
y organización del Centro que mejorarán considerablemente su funcionamiento. Una de
ellas, fue la distribución que estableció a la hora articular los departamentos, situación
que había sido ya establecida años atrás por los médicos Isidoro Hernández González y
Diego Matías Guigou y Costa, el primero designado por la Junta General de Sanidad, y el
segundo como director del Hospital de Niños de Santa Cruz. Se establecieron cinco
departamentos: recién nacidos, lactantes, primera y segunda infancia, tercera infancia
de niñas y jóvenes adultas y tercera infancia de niños y jóvenes adultos (en ambas la
edad límite eran los 18 años). Para estos últimos, el Jardín Infantil disponía de la
posibilidad de alojar hasta 500 niños con todas las infraestructuras necesarias:
dormitorios, comedor-cocina, terrazas, estufa de desinfección, lavadero-secadero y
aulas destinadas a la docencia que se impartía en el propio Centro, de la que se
encargaban las Hermanas de la Caridad preparadas para tal fin. 1358

1357
Departamento de niños hasta 6 años (dormitorio para niños lactantes con capacidad para 85
camas y servicios sanitarios adyacentes; un dormitorio para niños de destete con 100 camas y un
solarium orienta al Naciente destinado a las sesiones de helioterapia; comedor y terraza para 130
almas; enfermería, sala mortuoria con servicio de desinfección; despacho médico; ropero, sala
para planchado y cuarto de costura; cocina, cámara frigorífica y sala dietética; dos amplias
terrazas y patio de recreo). Departamento dedicado a albergar niños entre 6 y 14 años (cuatro
dormitorios de 25 camas cada uno; cuarto ropero y cuarto de costura; escuela graduada y un
taller de zapatería; comedor grande con galería cubierta; dos campos de recreo y campo de
fútbol; servicios sanitarios necesarios). Departamento dedicado a albergar niñas entre 6 y 14
años (dos dormitorios con 100 camas cada uno; sala escuela con jardín exterior y patio de recreo
exterior; comedor para 200 niñas con galería cubierta; sala de costura, ropero y planchado;
servicios sanitarios). Departamento para las 13 hijas de la Caridad (dormitorio, oratorio,
enfermería y comedor; ropero y lavadero). Queda pendiente la construcción de la iglesia en
proyecto.
1358
La enseñanza impartida comprendían desde la Primaria hasta el Bachillerato, aunque
progresivamente, años más tarde se fueron incorporando disciplinas y oficios destinadas a los
jóvenes. Entre los oficios se encontraban la artesanía, los trabajos de telares y máquinas de
punto, incrustaciones, marquetería y repujados, entre otros, mientras que cuatro eran las
disciplinas que se impartían y a las que podían acceder los internos, como Practicante,
1358
Puericultura, Taquimecanografía, e incluso Magisterio . A todas estas actividades se unían
otras que procuraban el ocio, como visitas a la playa y el monte, así como todas aquellas que
fomentaban el nivel cultural de los niños como la pintura, la música y la gimnasia.

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4.2.4.6. DISPENSARIO ANTIVENEREO. SIFILICOMIO. INSTITUTO


PROVINCIAL DE SANIDAD.

El gobierno republicano, que trajo numerosas modificaciones y reformas al


ámbito de la sanidad de la isla y de la provincia, incorporó, a partir del 1 de julio de
1935, el Instituto de Higiene y su personal a las competencias de la Mancomunidad
Sanitaria provincial, situación que no se hizo efectiva hasta el 25 de mayo de 19361359. En
noviembre del año siguiente, la Junta Provincial de Sanidad se planteó la creación de
dispensarios rurales que apoyaran la labor que prestaba el de la capital, encargándole
un doble uso: la atención y tratamiento ambulatorio tanto de tuberculosos como de
leprosos. Poco a poco, la aparición de nuevas pruebas diagnósticas fue obligando a los
médicos a depender de ellas para la emisión de juicios. Esta nueva tecnología se fue
incorporando progresivamente a los establecimientos de beneficencia, disminuyendo así
el vínculo que desde su creación se había establecido con el Instituto de Higiene. A partir
de abril de 1940 sus actividades, se limitaron a cuestiones de carácter sanitario, solo
aceptándose, en casos excepcionales a juicio del Director del Centro, todas aquellas
actividades que anteriormente estaban dentro de su cartera de servicios, estrechamente
relacionadas con sus competencias sobre actividades agropecuarias.1360

208. Ubicación del futuro Dispensario


Antivenéreo público, 1930 (Fuente:
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja
nº 7182; expediente nº 256).

La altísima prevalencia de
enfermedades venéreas en la
población de Canarias fue una
preocupación constante de los
gobernantes nacionales e
internacionales. Un claro ejemplo

1359
Ley de Coordinación Sanitaria de 11 de julio de 1934 y atendiendo al Decreto de 14 de junio
de 1935, publicado en Gaceta el 19 del corriente. El personal que la conformaba era: 1 Director, 3
Médicos (1 al servicio de tracoma), 2 Químicos, 1 veterinario, 1 Gestor administrativo, 1 Conserje,
1 Chófer, 1 Mozo y 1 Auxiliar Administrativo.
1360
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7044; Papeles sueltos.

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de esta inquietud, fueron los acuerdos adoptados en la Oficina Internacional de Higiene


de París, que recomendaban la instalación de un dispensario venéreo-sifilítico en todos
los puertos para el tratamiento de los marineros mercantes ambulatorios afectados por
ellas. España, en relación con este acuerdo, se comprometía a: proporcionar asistencia y
curas gratuitas a los marineros mercantes con tratamientos ambulatorios en los
dispensarios, consultorios y Hospitales de los puertos donde tengan montados los
servicios sanitarios y médicos; y a suministrar la asistencia hospitalaria posible, donde
haya hospitales adecuados todo el tiempo necesario, pero corriendo los gastos a cargo
de los cónsules de las naciones respectivas, o de las Compañías navieras a que
pertenezcan los marinos la cantidad indeterminada de enfermos, la importancia
consiguiente de estas asistencias, y las proporciones muy desiguales en que
necesariamente han de prestarse los servicios, aconsejan dicho equitativo acuerdo.1361

Estas estipulaciones legales llevaron a que el Inspector General de Sanidad,


Román Durán, planteara la necesidad de establecer un dispositivo asistencial de este
tipo en cada uno de los puertos principales de la Islas: Santa Cruz de Tenerife y Las
Palmas de Gran Canaria. La situación, a la que no se le puso mucho asunto, fue
retomado casi un lustro después, cuando el 20 de julio de 1925, el Presidente de la Junta
Provincial de Sanidad, en un tono algo molesto, solicitó información a los cabildos y
ayuntamientos sobre la existencia de un recurso de estas características, y ordenando,
en su defecto, la creación de ellos1362. En junio de 1929, la Comisión Permanente de la
Junta Provincial de Sanidad, junto al Cabildo Insular de Tenerife y al Ayuntamiento de la
capital, buscaron aunar el esfuerzo para la construcción y gestión del Dispensario
antivenéreo1363 y Laboratorio del Instituto de Higiene estipulando los siguientes puntos:

1361
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6962; expediente nº 162.
Igualmente, existía una R.O. de 11 de abril de 1921, que obligaba a asumir la gestión de estos
establecimientos a los Cabildos Insulares.
1362
Ibidem, p. 2 y 4.
Se le consigna un presupuesto anual de 15.000 pesetas para sus sostenimiento, al que hacen
frente a partes iguales desde las Corporaciones municipal, insular e interinsular. A ello se unía la
contribución que cada uno de los ayuntamientos de la Isla aportaban: el 1 % de los presupuestos,
atendiendo al reparto efectuado por el Cabildo Insular de Tenerife.
1363
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018; Papeles sueltos.
El aumento de la prevalencia de enfermedades venéreas y en concreto de la sífilis iba a
desbordar la atención hospitalizada de estos pacientes en el Establecimiento de Beneficencia de
la Capital, lo que hizo que surgiera la idea de creación de un Sifilocomio.

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el coste del edificio será, aproximadamente, de 180.000 pesetas, de las que la Junta
provincial de Sanidad aportará 50.000, el Ayuntamiento de la capital 30.000 (pagaderas
en presupuestos de 1929 y 1930) y el Cabildo Insular 100.000 pesetas (en tres
anualidades); la Junta provincial quedará con pleno uso del sótano y primera planta,
siendo el resto dominio del Instituto de Higiene; teniendo en cuenta una futura
ampliación de los servicios del Instituto de Higiene, abre la posibilidad a que la
Corporación insular adquiera el resto del edificio para lo que deberá hacer entrega a la
Junta de un edificio en el casco de la capital para el Dispensario antivenéreo (el valor
será la cantidad aportada por este Organismo y por el de la Corporación Municipal, más
la cuarta parte adicional del precio del solar).1364

La Comisión Permanente de la Corporación Insular, en agosto de 1929, acuerda


tramitar la instalación de un consultorio público gratuito de enfermedades venéreas,
denominándolo Dispensario de Profilaxis Antivenéreo, organizándolo a base se los
establecimientos de Beneficencia de Santa Cruz de Tenerife, de los servicios obligatorios
que determinaba el artículo 128, en su caso B del Estatuto Provincial1365. Se creó, con
carácter provisional, un consultorio público gratuito de enfermedades antivenéreas en
el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados al que se colocó al frente como
médico con carácter interino a Gumersindo Robayna Galván y como practicante
honorario a José Ballesteros Gómez, decidiéndose la construcción de un edificio de
nueva planta para tales fines1366. Los gastos producidos por el dispensario provisional
fueron asumidos por: instalación y material, por la Corporación insular; y los del
personal técnico, es decir, médico y practicante, por la Junta Provincial de Sanidad.
Además se establece que en el Dispensario, deberán ser tratadas las meretrices y pupilas
de las casa de lenocinios toleradas y todas las que disponga el Sr. Inspector provincial de
anidad, Jefe de los Servicios. Se marcan como objetivos dentro de su Reglamento:
atender al diagnóstico y tratamiento de enfermedades venéreo-sifilíticas en todas las

1364
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6975; expediente nº 155.
1365
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6962; expediente nº 194.
1366
El Dispensario provisional da inicio a sus servicios el 2 de enero de 1930. Será ubicado en la
planta baja del primer pabellón del Hospital Civil, por tratarse de una instalación provisional, ya
que en la distribución acordada por la Corporación Insular esta zona estaba destinada a
Distinguidos, situación que se convertiría en realidad, una vez se instalara la farmacia en un lugar
pendiente de concretar.

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personas de cualquier sexo y condición que lo soliciten, favoreciendo de este modo la


extinción de dichas enfermedades; difundir en todo lo posible los fines señalados en el
artículo anterior, queda establecido que cuantos servicios se presten serán
absolutamente gratuitos; Igualmente serán gratuitos los medicamentos que se utilicen
en la curación de los enfermos, a excepción de los casos en que sea notorio que la
posición social de aquellos les permite adquirirlos sin sacrificio, y en los cuales podrá
disponer de Médico de la consulta que el enfermo se provea de las medicinas que en su
curación se haya de emplear; la excepción señalada en el artículo anterior no podrá
hacerse extensiva a las prostitutas sino en el caso que hubiera indicación y aceptaran
voluntariamente el ser tratadas por los medicamentos especiales no incluidos en el
petitorio oficial del consultorio; tiene el Consultorio el objetivo de atender la vigilancia
sanitaria de la prostitución, con arreglo a las disposiciones vigentes, con sujeción a la
norma de este Reglamento y de acuerdo con el Inspector provincial de Sanidad; es
función propia del Consultorio y de su Médico la difusión entre las gentes que al mismo
acudan, del concepto claro del peligro venéreo, y la educación social de las mismas
respecto a la necesidad de tratar estas enfermedades y la manera de evitarlas.1367

209. Francisco J. Castro: Fachada y lateral del Instituto Provincial de Sanidad (2012).

1367
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 6968; expediente nº 194.
Se insta Cabildo Insular a evitar la duplicidad de estos servicios benéfico-sanitarios, manifestando
lo ventajoso de una adecuada coordinación.

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El 1 de diciembre de 1930, la Subsecretaría del Consejo de Ministros, pone en


conocimiento de la Corporación Insular la Real Orden que le facultaba para establecer en
los terrenos no ocupados por el Observatorio Meteorológico de esta Capital, que
oportunamente cedió en uso al Estado, el Dispensario antivenéreo que proyecta
construir la Comisión Provincial de Sanidad1368, destinando una parcela de 693’25 metros
cuadrados comprados el 24 de septiembre de 1924 a Nazario González1369 y ubicado en
la esquina formada por las calles San Sebastián y de los Molinos1370. El lugar no fue
seleccionado al azar, sino que vino mediatizado por la cercanía a los prostíbulos que en
esa zona abundaban. Pasados dos meses, la Inspección Provincial de Sanidad se interesa
por el libramiento de 5.000 pesetas procedentes de los presupuestos, según acuerdo de
27 de septiembre de 1930, para el sostenimiento del Dispensario, siendo esta cantidad
entregada una vez estuviera ubicado en su futuro destino1371. Las obras son adjudicadas
a la Compañía Constructora Americana S.A., teniendo como representante a Manuel
García Guanche, el cual, a mitad de junio de 1931, solicitó la ocupación de los terrenos
colindantes, construyendo una caseta de madera destinada a almacenar las
herramientas, así como para el acúmulo de los materiales1372. Los trabajos de
construcción se realizaron de manera lenta e inconstante por la carencia de recursos
precisos e interés para su finalización y puesta en marcha.

Nuevamente, a instancias de la Jefatura Provincial de Sanidad en marzo de 1938,


se retoma la posibilidad de construir en la Capital un Sifilicomio. En ese momento se
proyecta un sistema de atención a los sifilíticos organizado que atendía a las siguientes

1368
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 10; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 129-130.
1369
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7044; Papeles sueltos.
1370
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7182; expediente nº 256. El edificio en proyecto
para el Dispensario Antivenéreo no molestaría las actividades del Observatorio Meteorológico, ya
que se instaló bastante separado y a unos 7 metros por debajo de éste, sin contar la altura de la
torre del Observatorio de unos 10 metros de altura que ocupaba un solar de 756,90 metros
cuadrados.
1371
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 10; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 204. El
Dispensario de Profilaxis Antivenérea, hasta su nueva ubicación en la Calle San Sebastián, estaba
ubicado en la planta baja del primer Pabellón del Hospital de Nuestra Señora de los
Desamparados. Destaca que se seleccionara esta calle, lugar frecuentado por prostitutas y en el
que existían numerosas casas de tapadas, como se conocía vulgarmente a los prostíbulos en la
ciudad.
1372
ACIT- Libro de Actas de Sesiones nº 11; Beneficencia y Sanidad; opus cit., p. 316. El jefe del
Observatorio Aerológico, envió un oficio a la Corporación insular en el que informaba que tal
ocupación no perjudica en nada los intereses del expresado Centro.

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pautas: la sala de prostitución del Hospital Civil (lesiones agudas e infectantes) sería
suprimida; El Excmo. Cabildo contribuiría proporcionando 8 camas, su dotación y el
menaje correspondiente a la instalación del Sifilocomio que tendría de 16 a 20 camas;
Contribuiría al sostenimiento de dichas 8 camas abonando el importe correspondiente al
coste medio de estancia en el Hospital Civil; El Sifilicomio se instalaría en los locales que
el Estado posee en la calle San Sebastián y sería atendido por el personal del Dispensario
Antivenéreo. Con esto se obtendrían las siguientes ventajas: posibilidad de Vigilancia
directa de las enfermas prostitutas por los médicos de Servicio Oficial Antivenéreo;
mejora de la instalación de los enfermos; ahorro para el Excmo. Cabildo; y la posibilidad
de dedicar a otros usos la sala de venéreos del Hospital1373. El proyecto, pese a que
durante el gobierno republicano se le procuró el empuje que hubiera concluido con su
puesta en marcha, durante el periodo franquista perdió fuerza, caracterizándose por
una falta de atención desde las autoridades que «moralmente estaban mediatizadas», a
lo que se le unió la insuficiencia de recursos materiales que permitieran la construcción
del dispositivo asistencial.

La Orden Ministerial de 25 de noviembre de 1940 en su norma 16, disponía que


las cantidades sobrantes de los presupuestos de los institutos provinciales de Sanidad se
destinaran a atenciones extraordinarias las cuales deberían ser llevadas a un
presupuesto extraordinario, sometido éste a estudio y a aprobación por la Dirección
General de Sanidad. En cumplimiento de dicha Orden y teniendo en cuenta que en ese
momento existía un interés por parte de las autoridades por unificar todos los servicios
de los institutos, la Dirección General de Sanidad creyó oportuno dotar de locales al
Dispensario Antituberculoso, ubicado desde su creación en la planta baja del edificio de
la Cruz Roja en la calle San Lucas, y el servicio de Higiene Infantil, construyendo
pabellones para dirección y personal de subalternos, y ordenando la confección de los
oportunos proyectos de obras para su ejecución. Éstos debían ser sufragados con el
superávit de la liquidación de presupuestos del Instituto Provincial de Sanidad en 1940
que ascendía a la cantidad de 297.868,91 pesetas.1374

1373
ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 207.
1374
AHPSCT- Negociado de Mancomunidad Sanitaria- caja nº 1248; Papeles sueltos.

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210. Francisco J. Castro: Detalle de la fachada del Instituto


Provincial de Sanidad (2012).

De esta manera, en noviembre de 1941 la


Corporación interinsular convocó concurso para la
ejecución de las obras concernientes a la
construcción de los pabellones que pretendían
completar el servicio del Instituto Provincial de
Sanidad, proyecto y presupuesto del arquitecto José
Blasco Robles de fecha de primero de febrero del
corriente, ubicados en los solares de la Avenida de
San Sebastián de la capital, a donde daba su fachada
principal1375. La realización de este proyecto fue
adjudicada a Pedro Elejabeitia Contratas S.A.,
encargándosele primeramente la construcción del
Pabellón de Higiene Infantil y vivienda de la dirección
y subalternos cuyo presupuesto ascendía a 289.109,30 pesetas. Para el proyecto se
planteó, ante la existencia de suficiente espacio, la construcción de pabellones aislados,
lo que proporcionaba independencia al funcionamiento de cada uno de los servicios,
situación que influía psicológicamente sobre el público y facilitando la ampliación de las
instalaciones a medida que iban siendo precisas. La conexión de todos estos servicios
con el Instituto era adecuada y la orientación de las dependencias favorable. En lo
referente al pabellón de Higiene Infantil, presentaba una distribución adecuada, con
instalaciones sanitarias suficientes, a lo que se unía una capacidad, ventilación e
iluminación de sus salas en armonía con el clima de la zona.

En la memoria del proyecto, el arquitecto José Blasco hacía hincapié en el aspecto


de la presentación, buscando la sensación de acogedor1376. El usuario al entrar, lo

1375
La fachada está orientada hacia el naciente, ubicándose los nuevos edificios en el espacio
libre dejado por los ya existentes.
1376
Ibidem.
Entendemos que este, como todos los servicios auténticamente sanitarios deben estar muy
cuidados en su aspecto de presentación. El lugar dedicado a espera de las madres y los niños debe
ser acogedor y prácticamente prolongación del jardín con césped y pérgola que lo decoran y
cerrado con seto alto que lo aísle del resto de la institución sanitaria.

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primero que se encontraba era una sala de espera cómoda con un habitáculo tipo box
con vidriera que era vigilado desde la sala fichero-pesaje que permitía aislar a aquellos
niños que se sospechaba de enfermedad contagiosa. La consulta se encontraba anexa,
comunicada directamente con la sala fichero-pesaje, dividida por un arco en dos áreas,
una para consulta y la otra para despacho-biblioteca. Contigua a esta dependencia,
estaba la sala de inyecciones, destinada a administración de vacunas y medicación
parenteral, baños, retretes y la caja de escalera que daba acceso al semisótano o a la
planta superior, ubicada en esta última los servicios auxiliares de la sección, «gota de
leche» y «leche modificada».

El pabellón del Dispensario Antituberculoso reunía las condiciones necesarias para


un centro de esta clase, pese a su incapacidad para dar asistencia pública, sus salas
tenían dimensiones suficientes para desarrollar adecuadamente su labor. El acceso a
este pabellón estaba controlado desde el mostrador-puerta del Fichero, lugar que
conectaba directamente y controlaba el hall de entrada. Los elementos fundamentales
se agrupan alrededor de la sala de rayos X, tales como dos consultas, la sala de
reconocimiento y la sala de operaciones, lugar donde se le practicaba a los enfermos
neumotórax y fenicotomías, pudiendo ir de un sitio a otro sin pasar por la sala de
espera. En lo que respecta a las viviendas destinadas al director, se diseñó un pabellón u
hotel aislado, respondiendo a las necesidades de un funcionario de estas categoría; y las
viviendas de subalternos, pequeño pabellón de dos plantas que se adaptaba, por su
distribución, a las necesidades de una familia modesta, presentando una orientación
este-sur, lo que proporcionaba abrigo de los vientos de norte, favoreciendo las
condiciones sanitarias de las dependencias.1377

Para la edificación de los pabellones, se emplearon materiales corrientes:


cimentación de mampostería, paredes de bloque de hormigón y techos y demás
elementos estructurales de hormigón armado. Para la pavimentación se utilizó mosaico
hidráulico con zocalillo, enlucidos de yeso pintado al óleo con una mano de esmalte
hasta una altura de dos metros y el resto con pintura al temple en tono claro, lo que

1377
Ibidem. Ante la inestabilidad de los precios de los materiales la Junta acuerda se saque dicha
obra a concurso libre con el carácter de urgencia y que se anuncie en el Boletín Oficial de Estado
(Año VI, Número 191, 19 de octubre de 1941) y en el de la Provincia (Número 124, 15 de octubre
de 1941), manteniendo las condiciones de los pliegos.

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favorecía la desinfección de las dependencias asistenciales. El cerramiento de la cubierta


se pavimentó con loseta roja para azotea sobre una capa gruesa de gravilla de pómez
como aislante térmico. Por último, para la terminación exterior, se enfoscaron los muros
con enlucido de mortero de cemento, con moldura simple y estriada a modo decorativo,
a lo que se unieron elementos de piedra del país y acabado con pintura al temple
general en tonos claros; la carpintería de madera en puertas y ventanas, pintada al
aceite y esmalte.1378

1378
Ibidem.

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CONCLUSIONES Y DISCUSIONES.
El presente documento tiene el objetivo de realizar un recorrido histórico
centrado en su mayoría en el siglo XIX y la primera mitad del XX, donde se ha procurado
acercar a la historia de diferentes instituciones asistenciales de la isla de Tenerife, desde
la óptica del «binomio asistencia-arquitectura» en un periodo que comprende desde
que el territorio insular sufre una «metamorfosis» con la occidentalización hasta 1950,
momento en el que España comienza a dejar atrás una posguerra en un panorama
mundial arduamente difícil. La constante duda sobre cuál fue la asistencia sanitaria que
se prestó a la población canaria, así como que tipologías arquitectónica se emplearon
para poder hacerla efectiva, han sido el alma de este trabajo de investigación.
Paulatinamente se le han ido dando respuesta, pero a su vez han ido surgiendo otras
que se formularon como resultado del acercamiento a la documentación existente. La
práctica de la asistencia y Beneficencia que se ha investigado, giró en torno al ejercicio
caritativo en la isla de Tenerife, centrándose básicamente en tres ciudades: Santa Cruz
de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna y La Orotava, núcleos de relevancia
socioeconómicos donde se establecen los tres hospitales de mayor envergadura de la
Isla, y que han perdurado, transformándose y adaptándose, para sobrevivir hasta
nuestros días. Junto a ellos, se ha abordado además, otros tantos dispositivos de
marcado interés para comprender la evolución de los modelos arquitectónicos
sanitarios existen en Canarias, así como analizar todos aquellos de nueva adquisición
que llegaron en la primera mitad del siglo XX.

No podemos ser asépticos y abstraernos del contexto histórico el ejercicio de


la labor asistencial del periodo estudiado, así como de los lenguajes arquitectónicos que
se emplearon para dar soluciones a los diferentes edificios que se construyen, ya que la
fundación, dotación, funcionamiento o desaparición, como en algunos casos, de los
centros asistenciales, estuvo mediatizada por los condicionantes políticos, sociales y
económicos de la época, marcando pautas fundamentales para el entendimiento de los
hechos acaecidos. La red asistencial de la provincia de Canarias, y en concreto de la isla
de Tenerife, durante el periodo anteriormente comentado, soporta un peso decisivo la
herencia medieval, al igual que sucede en el resto de territorio español. En las Islas, una
vez concluida la Conquista, se precisó de dotación asistencial para la población ya
existente, así como para la que, poco a poco, fue asentándose en los nuevos territorios,
originándose los tres primeros establecimientos asistenciales de mayor relevancia que

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se ubicarán en los núcleos cívicos de considerable concentración poblacional: San


Cristóbal de La Laguna con el Real Hospital Nuestra Señora de los Dolores y San Martín
junto al Hospital de San Sebastián, y en La Orotava, con el Hospital de la Santísima
Trinidad, todos ellos fundados en el siglo XVI; posterior, en el siglo XVIII, se procederá a
la fundación del de Nuestra Señora de los Desamparados en Santa Cruz de Tenerife. Este
importante impulso de Medievo, viene a ser confirmada con una etapa alto-moderna,
que da un verdadero impulso a la red asistencial. Pero, de la misma forma que los
períodos de esplendor producen grandes fundaciones hospitalarias, también el período
siguiente, en el que, durante la crisis del XVII, se genera un aparato asistencial
importante, aunque distinto en su morfología y destino, y que en Canarias debemos
valorar atendiendo a las diferentes etapas económicas que se han desarrollado a lo
largo de su historia. Es en este momento, cuando Tenerife se puebla con innumerables
pequeñas fundaciones, obras pías, cofradías y otros instrumentos, que procuran la
autodefensa de la propia familia y el patrimonio, por parte de los grupos de la sociedad
amenazados por la crisis. En este contexto, es donde se da inicio a la reforma ilustrada,
profundamente crítica con toda esta vieja proliferación de minúsculas fundaciones, en
las que está presente una visión limosnera, con un marcado carácter de protagonismo
por parte de los privilegiados del Antiguo Régimen, la Iglesia y la nobleza.

La crisis general del Antiguo Régimen se centra, fundamentalmente, en los


años comprendidos entre 1808 y 1833, donde el Estado, abrumado por las dificultades
de una depauperada Hacienda pública, incumple las promesas efectuadas a las
instituciones benéficas, como se constata en el progresivo aumento de las partidas que
nunca llegaron a abonarse. Es en estos años, cuando se produce un amago de
secularización de la asistencia social, en manos eclesiásticas desde muchos siglos atrás,
articulado a partir de la Constitución de 1812 y de la Ley de Beneficencia de 1822, que
establecía la institucionalización estatal de las funciones asistenciales. Este camino
irreversible, se vio truncado por el retorno del absolutismo, restaurándose nuevamente
durante el Trienio, tras el fallecimiento de Fernando VII, lo que facilitó la regulación de la
Beneficencia como un sector público bajo la administración del Estado. En este periodo
político, se propuso una cuestión asistencial desde bases nuevas, que se materializó con
la Ley de Beneficencia promulgada el 6 de febrero de 1822, que abordó, por primera
vez en la Historia, de forma muy general, la organización pública de las actividades de
carácter benéfico y asistencial. Aunque debido a los convulsos acontecimientos políticos

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de la época, esta ley no llegó a aplicarse de forma efectiva y quedó abolida al año
siguiente. La ineficacia de las medidas adoptadas por el gobierno absolutista, llevó a
restablecer, por R.D. de 8 de septiembre de 1836, la ley anteriormente promulgada en
1822. Las vicisitudes políticas del período, unidas a la carencia de medios, limitó
considerablemente el alcance de esas medidas. Concluyendo la década de los cuarenta
del siglo XIX, resultó decisivo para la estructuración legal de la asistencia sanitaria, la
creación de la Ley General de Beneficencia de 1849, que logró estar vigente durante
muchos años. Complementada con un minucioso reglamento aprobado el 14 de mayo
de 1852, constituyeron, ambas disposiciones, el fundamento sobre el que se asentaría
toda la reorganización de la Beneficencia de España en el siglo XIX. Con ella, se pretendía
dar una continuidad a la participación de la Iglesia en la tarea asistencial, además de
reconocer, implícitamente, el derecho de todo ciudadano necesitado de ella a acogerse
a la administración asistencial por su mera condición de tal. Estipuló una distribución de
los recursos asistenciales, graduándolos a tenor de su condición general, provincial y
municipal, determinada por la asistencia prestada, así como por los para su financiación
y sostenimiento; además, se contempla una continuación de la estructura de Juntas en
los tres niveles para llevar a cabo su aplicación.

Durante la primera mitad del siglo XIX, la Iglesia sufre un duro golpe del que le
costará recuperarse, al suprimir el Gobierno todos los monasterios, conventos, colegios,
congregaciones y demás casas de comunidad o de instituto religioso de varones,
incluidas las de clérigos regulares y órdenes militares. Ingeniosamente, liberó de esta
situación a una serie de instituciones religiosas como fueron los colegios de Misioneros
para las provincias de Asia, las casas de Escolapios (establecimientos de instrucción
pública y establecimientos civiles de hospitalidad dependientes del gobierno), los
conventos de Hospitalarios, las casas de las Hermanas de la Caridad y las de Beatas,
consideradas necesarias y de interés por parte de los organismos estatales. Todos los
bienes raíces, rentas, derechos y acciones de todas las casas de comunidad de ambos
sexos se aplicaron a la Caja de Amortización, para la extinción de la deuda Pública.

La necesidad de legitimación de la monarquía isabelina frente a las


pretensiones carlistas y el temor al contagio revolucionario que había conmocionado a
las cortes europeas en 1848, propició cierto acercamiento entre los liberales y la
jerarquía católica, que dio como resultado la firma del Concordato de 1851, acuerdo con
lo cual la Iglesia española, pese haber apoyado férreamente al absolutismo, otorgaba su

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reconocimiento a cambio de recuperar, en gran medida, los privilegios perdidos,


ocupando nuevamente un lugar destacado dentro de la sociedad española. Gracias a
este acuerdo, se conservó el instituto de la Hijas de la Caridad, bajo la dirección de los
clérigos de San Vicente de Paúl, fomentándose estatalmente a la congregación. La
Monarquía, por su parte, veía reconocida la legitimidad del nuevo Estado liberal a cuyo
frente se encontraba Isabel II, debilitándose de esta forma el apoyo con que había
contado la causa del pretendiente carlista, al tiempo que ajustaba las viejas estructuras
económicas y territoriales de la Iglesia del Antiguo Régimen a los nuevos postulados
liberales. El Gobierno Provisional volvió a suprimir la compañía de Jesús, extinguiendo
todos los monasterios, conventos, colegios, congregaciones y demás casas de religiosos,
declarando sus pertenencias como propiedad estatal, respetando a las Hermanas de la
Caridad, de San Vicente Paúl, de Santa Isabel, de la Doctrina Cristiana y a aquellas que se
dedicaran a la enseñanza y a la Beneficencia. Con la posterior Restauración Borbónica de
1874, se volvió a la situación creada por el Concordato de 1851, derogando los decretos
del Gobierno Provisional y restaurando los institutos suprimidos por éste.

En este marco político, se inscriben el reforzamiento de la función asilar, la


mediatización del sistema hospitalario, para solventar problemas sanitarios, la
rehabilitación de algunas instituciones que permitían asegurar el abastecimiento
urbano, y la adaptación de viejas fundaciones de obras pías para crear centros docentes
o correccionales. Con la Ley de Sanidad de 1855 y el periodo liberal, se acentuaron la
libre asociación de los médicos y farmacéuticos sin restricciones gubernativas. El origen
de los Colegios Médicos debe buscarse en el creciente asociacionismo profesional a lo
largo del siglo XIX. No es hasta 1904 cuando la Instrucción General de Sanidad estima
necesaria la creación de colegios técnicos por parte de todas las profesiones sanitarias
reconocidas, pero aún así hasta 1929 no se concede la colegiación oficial y obligatoria de
los practicantes, en 1930 a las matronas y en 1944 a las enfermeras. Debe destacarse
dos formas de asociación procedentes del Medievo que perduraron con los siglos: las
cofradías y los gremios. Las primeras, a partir del siglo XVI, se multiplicaron por todas
partes, no sólo por medio de nuevas fundaciones, sino a través del reforzamiento de
antiguas hermandades de origen medieval. Todas tenían un carácter laicos, cuyos fines
principales eran contribuir al culto divino y ejercer una política asistencial respecto a sus
miembros. El siglo XIX fue una época de crisis para ellas, ya que desde Carlos III, a
finales del siglo XVIII, hasta la restauración borbónica de Alfonso XII, en 1874,

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sobrevivieron las cofradías en general (especialmente las destinadas al culto de la


Semana Santa) a una crisis intermitente, pero en ocasiones dura. Los motivos deben
buscarse en que este periodo es la época en la que prima la razón y la crítica,
restringiéndose el poder y dominio de la Iglesia. El segundo tipo de asociación
característica, el gremial, era de carácter económico, aglutinador de los artesanos de un
mismo oficio, perdurando hasta fines de la Edad Moderna, momento en el que se
abolieron. Algunos autores, han querido ver en ellos la semilla del sindicato moderno.

El nuevo sistema asilar, de considerable reducción, en cuanto a número de


establecimientos, permaneció en vigor hasta el siglo XX, pese a arrastrar serios defectos,
problemas y limitaciones. Las instituciones públicas fueron incapaces de absorber la
demanda existente, lo que indirectamente potenció el desarrollo y operatividad del
sector benéfico de índole particular. Esta situación favoreció, nuevamente, el liderazgo
de la Iglesia en la acción social a fines del siglo XIX y principios del XX, pero con un sabor
más estático y carente de sentido reformador de la red asistencial. Las órdenes
religiosas, sobre todo las femeninas, asumieron, caritativamente y sin coste alguno, la
asistencia de numerosas obras y establecimientos benéficos, paliando las precarias
condiciones económicas en las que se encontraban. Esta situación trunco
considerablemente la especialización de la red asistencial, empleando los sistemas de
beneficencia precedentes a modo de pacificación social. Esta situación llevó a que la
asistencia social prestada en Canarias, en esta última etapa, experimentara más un
retroceso hacia la moderna concepción del beneficio que un avance hacia el
contemporáneo concepto del bienestar. Canarias, por su condición geográfica, se vio
beneficiada o perjudicada dependiendo de la situación. En lo referente a las
instituciones de beneficencia isleñas estudiadas, estas sufrieron un proceso paulatino de
adaptación a los cambios desarrollados en el siglo XIX y principios del XX, en los que está
impreso un retraso importante en los «tiempos de ejecución», secundario, todo ello, a la
larga distancia de la metrópolis, unido a la insularidad. En otros casos, y ya dentro de la
década de los veinte del siglo XX, surgieron nuevos establecimientos de Beneficencia,
con una marcada separación de las funciones sanitarias ejercidas por los hospitales y las
funciones de asistencia social ejercidas por otros centros benéficos, amparados en los
nuevos conceptos imperantes en la época.

El cambio en la forma de concebir la enfermedad, unido a los avances


científicos en el campo de la medicina y las soluciones aportadas por los reformadores

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del siglo XIX, establecen unos modelos y soluciones de corte más racionalizador y
estatal. Es en este momento, cuando comienza a concebirse la pobreza y sus
consecuencias, como un obstáculo material y no sólo como una realidad espiritual. La
caridad, como un instrumento de defensa de la economía y de la sociedad, abandona
esquemas en los que se tenía presente como un vehículo de salvación y defensa
religioso, considerando represión y trabajo como tratamiento reformador de aquellas
prácticas caracterizadas por la plétora caridad particular. En este proceso progresivo, la
Caridad da paso a la Beneficencia y, más tarde, acabar transformada en un concepto
novedoso en los esquemas establecidos hasta la fecha, la Previsión. Esta evolución
presente en el proceso transformador que ha sufrido el concepto de Caridad, no ha sido
compartida por algunos autores de corte católico, visualizando esta práctica como una
labor solapada con la Beneficencia, pese a los cambios producidos en la sociedad.

El desmantelamiento de las estructuras del Antiguo Régimen que se producen


a lo largo del XVIII y XIX, da paso a una nueva organización del Estado conocida por
Nuevo Régimen. En estas nuevas estructuras y modalidades políticas, el asalariado
perteneciente a la nueva clase proletaria y las relaciones laborales producen una «nueva
pobreza», sobre la que se inclinan ahora las intervenciones «benéfico-sociales»,
mientras, el «antiguo pobreza» es conocido ahora como «miseria», situación degradada
de exclusión, que toma papeles secundarios y tiende a diluirse tras las viejas fórmulas de
atención social. Estos infelices y desamparados continuaron siendo asistidos en los
centros que sobrevivieron a este proceso, a los que se acoplaron otros de nueva
creación surgidos en la primera mitad del siglo XX en Tenerife, sustituyéndose los
objetivos tradicionales de auxilio y control social de la pobreza, por otras aspiraciones
enmarcadas dentro de una asistencia sanitaria ejecutada por profesionales formados e
instruidos para la curación y el cuidado. Entre ellos hallamos un listado variopinto que
incluye a médicos, cirujanos, practicantes, boticarios y otro personal auxiliar, como los
hospitaleros, enfermeros y enfermeras, entre otros, que verán cómo se profesionalizan
sus funciones a finales del siglo XIX y principios del XX. La actividad médica durante el
siglo XIX, está caracterizada por una actividad muy próxima a las prácticas del siglo XVIII,
manteniéndose alejada de los conocimientos y progresos científicos europeos. El cambio
surge en la capital francesa, tras inaugurar la segunda mitad del siglo, donde se produce
un cambio en la disciplina, emancipándose de los lastres pasados tales como la medicina
especulativa, y entablando mirada con una visión científica de la Medicina. Tales son los

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avances, que tanto la medicina interna como la patología desarrollan su campo del
conocimiento hasta cotas desconocidas previamente. Canarias, fue la excepción del
territorio español. La constante afluencia de franceses, ingleses y alemanes, sobre todo
estos dos últimos, unos huyendo de la situación política y otros buscando la
benevolencia climatológica, favoreció que muchos de estos conocimientos arribaran a
las Islas.

Estos logros de la disciplina médica, no solo brotan como resultado de una


madurez científica, sino como necesidad para solucionar los graves problemas que el
desarrollo industrial traía aparejado. A la carencia de higiene en la vivienda y en las
fábricas, secundaria al hacinamiento, se le sumaron las extensas jornadas de trabajo, los
exiguos salarios y una alimentación precaria. Esta afluencia de población, entre la que
no solo se hallaban individuos fuertes dispuestos a dejar su fuerza física en las fábricas,
venía acompañada de enfermos, desamparados y jornaleros no cualificados, lo que
provocó un aumento considerable de los marginados sociales. Esta situación no mejoró,
y la falta de higiene de las ciudades y de las zonas rurales fue una constante creciente
durante todo el siglo XIX e inicios del XX. Todas las directrices sanitarias eran adoptadas
desde el Estado, atendiendo a los sucesos que acontecieran, y sin una estrategia clara y
definida. La asistencia sanitaria prestada a la población era privada, teniendo los
hospitales el encargo de la atención, tratamiento y cuidado de los pobres. Las
particularidades del Archipiélago hicieron que fuera la figura del capitán general, unida a
la de los jefes políticos locales y municipales, los que tuvieran el encargo de gestionar las
competencias en salubridad, a lo que se unía la obligación asistencial dentro de la
beneficencia municipal, con capacidad de mandato autónomo en relación a los recursos
materiales y humanos de los que se disponían. El principio de fraternidad, como base
social, dio lugar a dos modalidades que se caracterizaron por una actividad de orden
individual, a la que se le unió otra de carácter público que conllevaba una asistencia a las
personas carente de recurso y desvalidas. La ideología liberal que se afinca en el ámbito
europeo tras las revueltas francesas de 1789, favoreció que surgieran estos estados de
filantropía derivada del lema oficial republicano, liberté, égalité, fraternité, en el que
este último, la «fraternité», al llevarla al terreno sanitario, se materializa de dos formas
claramente definidas: en la humanización de los actos con la atendiendo al desvalido,
como fue la Ley de Beneficencia de 1822; y en la contienda bélica con grupos de ayuda y
socorro como «Asociación Universal de Socorro a los militares heridos de guerra», la

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Cruz Roja Internacional.

Los avances, en materia sanitaria, que durante este momento histórico se


producen en España, no se volverán a repetir hasta los inicios del siglo XX, con máximo
apogeo durante la II República Española. Los primeros atisbos de cambio en el concepto
de salud-enfermedad, aparecen tras los novedosos descubrimientos realizados en el
campo de la Medicina, que proporcionaron otra idea diferente de las causas de la
enfermedad, originando cambios en la asistencia, el diagnóstico y el tratamiento, que
contaminaron todos los aspectos relacionados con la actividad sanitaria, entre ellos, la
arquitectura. La curación no fue solamente la herramienta con la que se luchó contra las
dolencias y afecciones; a partir de la segunda década del siglo XX se comienza a aplicar
una actividad preventiva respaldada por los efectos benéficos de las vacunas, que entre
1924 y 1925, recogen los Estatutos municipales y provinciales. Aunque desde el periodo
de la Dictadura de Primo de Rivera, existía una preocupación importante por la
tuberculosis pulmonar, que afectaba considerablemente a la población, fue durante la II
República Española, cuando se establece una ardua lucha contra esta enfermedad,
procurándose dotar de dispensarios y sanatorio-enfermería a cada una de las provincias
del territorio nacional. Esta actividad, aunque algunos autores la han querido ver como
iniciativa de la Dictadura Franquista, tuvo su germen en el periodo republicano, siendo
meros continuadores de los proyectos diseñados.

La preocupación por tener una población formada y sana, fue la misiva que
caracterizó las políticas sanitarias republicanas. Desarrollaron importantes actividades
de Salud Pública junto a una Atención Primaria que acerco la salud al entorno rústico,
con la creación de los consultorios rurales. Figuras como los canarios Juan Negrín, último
presidente de la República, o los trabajos realizados por Pedro García Cabrera, como
consejero de la Corporación local, fueron trascendentales para la puesta en marcha de
proyectos revolucionarios. Tras el alzamiento del 18 de julio y el comienzo del periodo
dictatorial, la sanidad volvió a esquemas tradicionales previos, que la colocaban en un
segundo plano. Los dispositivos asistenciales nuevos, tendrán que esperar a casi la mitad
del siglo XX, para comenzar a ejecutarse intervenciones en este campo, como fue la
creación del Seguro Obligatorio de Enfermedad en 1943 o la elaboración del Plan de
Instalaciones, con sus 16.000 camas a distribuir entre 67 residencias sanitarias, en 1947.

A comienzos del siglo XIX, España contaba con una población de 11,5 millones

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de personas y se caracterizaba por una alta tasa de natalidad, morbilidad y mortandad.


La carencia de fuentes censales que certifiquen las causas de muerte, ha provocado que
se acuda a los registros parroquiales, fuente muy próxima a la realidad. Pese a ello, no
están claros los motivos que propiciaron el fallecimiento, carentes de objetividad y
lenguaje científico: afección, mal, irritación, dolor de pecho, tos, pulmonía y ataque al
cerebro, entre otros. Las enfermedades infecciosas eran las dolencias más habituales,
fatídicas y mortíferas de este siglo, muchas de ellas favorecidas por los conflictos
bélicos, que se materializaron en las nefastas epidemias. Su propagación, estaba
mediatizado por el escaso nivel de vida de una población, basada en un régimen agrario
de subsistencia, a lo que se unía un bajo nivel cultural e higiénico, y escasez de recursos
sanitarios. Este día a día, en el que enfermedad y muerte eran dos constantes, propició
la denominación de éstas como enfermedades sociales típicas. A todo ello, se le unía
una ineficacia por parte de las autoridades públicas, bien por desconocimiento, bien por
apatía, que contribuyó a reforzar el carácter discriminador que la diferenciaba. Las
epidemias y el hambre fueron la tónica general del primer tercio del siglo XIX, en el que
estuvo presente la guerra, que entre 1808 y 1814, ayudada por el hambre segó la vida a
más de 500.000 personas. Este conflicto bélico, la Guerra de Independencia, resultó la
más letal de todas las guerras españolas contemporáneas. La alta mortalidad era el
producto de un tripartito: hambre-guerra-epidemias. La peste, último conato en
Mallorca en 1820, dio paso al paludismo, tifus exantemático, fiebre amarilla, cólera, y a
pequeños brotes de sarampión, viruela, gripe, escarlatina y difteria, comúnmente
conocida ésta como «garrotillo». El problema subyacía en el subdesarrollo económico, el
bajo nivel de vida y, un insuficiente y tardío progreso médico-sanitario. La esperanza de
vida entre 1860 y 1887 era de 29 años, enormemente inferior a la media Europea.

Canarias, pese a estar rodeada por el océano Atlántico, no se vio exenta de


este mal, sufriendo epidemias que en su mayoría entraban por los puertos, procedentes
de las metrópolis, tanto peninsulares como americanas. Desde el momento en que los
europeos ponen sus pies en territorio canarios, consciente o inconscientemente,
iniciaron una «guerra biológica» que aniquiló a la población aborigen, como fue el caso
de la modorra. Paulatinamente fueron sufriéndose enfermedades que iban desde la
peste de Lantres de 1582, al tabardillo y la viruela durante el XVIII, o la gran epidemia de
fiebre amarilla de 1810; un respiro parece establecerse en la primera mitad del siglo XX,
donde la gripe española no hizo su entrada hasta 1920, aunque estudios recientes

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hablan que tan solo fue un proceso broncopulmonar. Otras enfermedades como la lepra
y la tuberculosis surgieron fuertemente, ocasionando un daño importante a la población
foránea, pese a que la leyenda adjudica la introducción de la primera a Jean de
Béthencourt, normando que dio inicio a la colonización de las Islas; la segunda, fue
producto de una industrialización rápida y el hacinamiento, considerándose a Canarias
como uno de los climas más idóneos para su curación.

La actividad asistencial prestada a la población desconocía los métodos de


propagación de las enfermedades, a lo que se unía una carencia de métodos higiénicos
que se materializaba en cosas tan sencillas como el lavado de manos entre consultas. Ni
siquiera se distinguía claramente entre unas enfermedades y otras con clínica parecida,
presentando conceptos erróneos en cuanto a las causas de la fiebre amarilla y del
paludismo, culpabilizando a la climatología, argumentada en una teoría miasmática que
concebía a las enfermedades como producto de emanaciones pútridas de las aguas, del
aire y de sustancias orgánicas, condicionadas por los cambios del tiempo atmosférico,
especialmente por las lluvias y las altas temperaturas. Los métodos terapéuticos básicos
empleados consistían en regímenes dietéticos generales, ejercicio físico, reposo, baños y
masajes, sangrías, escarificaciones, empleo de ventosas, cauterización, transpiración,
eméticos, purgantes, enemas y fumigaciones. Se disponía de multitud de plantas
medicinales y remedios minerales, pero sólo un pequeño número tenían un fundamento
fisiológico o incluso empírico: la quinina para la malaria, la digital para la insuficiencia
cardíaca, la colquicina en la gota y los opiáceos para el dolor. Se utilizaban compuestos
arsenicales para el tratamiento de la fiebre intermitente, la parálisis, la epilepsia,
edemas, raquitismo, enfermedades cardíacas, cáncer, úlceras, y el antimonio para las
infecciones parasitarias.

Estos nueva concepción de la higiene, la salubridad y la sanidad se prolongada


hacia la arquitectura, no solo en edificios militares y religiosos, sino también en los
civiles, del que la estrella será el hospital. Este concepto había ido evolucionando lenta,
pero progresivamente, de una manera que desde sus acepciones medievales como
centro destinado a la atención y hospedaje de pobres, enfermos y peregrinos, había
alcanzado un significado más cercano al que en la actualidad tenemos. Los primeros
hospitales surgieron, como ya se ha comentado, como respuesta a las necesidades
sanitarias que iban apareciendo a medida que los castellanos consolidaban su poder y
estatus en Tenerife. Los primeros centros hospitalarios se ubicaron en las ciudades más

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destacadas: su capital, San Cristóbal de La Laguna y La Orotava; Santa Cruz de Tenerife


deberá esperar al siglo XVIII para asumir, la tan disputada capitalidad, hasta el traslado
de la Capitanía General de Canarias en 1723 por Lorenzo de Villavicencio; esta situación
favoreció que se diera inicio a la construcción de una dotación sanitaria adecuada, que
se materializó en el Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, bajo el
protectorado y mecenazgo de los hermanos Logman. En el resto de la Isla se fundaron
numerosos asilos que buscaban fines semejantes a los tres hospitales ya enumerados,
pero carecían de los recursos oportunos para poder igualar su capacidad asistencial.

A medida que nos acercábamos al cambio de siglo, e influenciado por los


avances tecnológicos y científicos, los edificios sanitarios se procuraron adaptar a las
nuevas necesidades, entre ellas el aumento demográfico considerable, provocado por la
importancia que tuvo el puerto de Santa Cruz en la Isla. A ello se unieron la introducción
de nuevas tipologías arquitectónicas novedosas en el panorama insular, que procuraban
dejar atrás todos aquellos modelos que hasta la fecha se habían ejecutado y que eran
verdaderos deudores, como expone la catedrática Carmen Fraga, de la denominada
arquitectura doméstica anterior a 1800. Este tipo de edificio, comúnmente, está
compuesto por dos partes bien diferenciadas que se comunican: la iglesia y la zona
hospitalaria. La primera, habitualmente, estaba formada por una sola nave y presbiterio,
con cerramiento en su cubierta de material lignario, de raigambre mudéjar, presentaba
su servicio a los asilados en el hospital, como a los vecinos de los alrededores. En su
exterior se podemos encontrar una espadaña y senda portada, ambas en cantería roja o
azul, en contraste con el calicostrado que recubre los paramentos externos del edificio y
su tejado de teja árabe. En contraposición, la parte destinada a la actividad asistencial,
ofrecía, habitualmente una distribución en dos plantas diferenciándose claramente dos
zonas: la exterior, carente de decoración, con muros desnudos que solo son alterados
por los vanos, cuya distribución en ocasiones es irregular; y la interior, articulado a partir
de un patio con soportes de madera o piedra en la planta baja y galerías con ventanales
en la parte superior, comunicadas ambas por escalera de acceso a los diferentes
departamentos.

A finales del siglo XVIII, la arquitectura neoclásica llegó a Canarias, presentando


una fuerte incidencias en el siglo siguiente. Esta novedosa forma arquitectónica tuvo
una mayor incidencia en obras de carácter civil, doméstico o militar, influyendo en
menor cuantía en la tipología constructiva religiosa, pese a que en este estilo se ejecutó

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gran parte de la Catedral de la Diócesis de Canarias, y en su totalidad la recién creada,


en 1819, de San Cristóbal de La Laguna. El lenguaje arquitectónico introducido en este
periodo, como ya se ha comentado con anterioridad, influyó en la arquitectura civil,
efectuando modificaciones en las formas que se venían desarrollando hasta la fecha,
para dar soluciones a la tradicional arquitectura doméstica canaria. Gran número de las
casas de las familias más pudientes de las Islas, apostaron por esta moda, renovando los
caserones de las más destacas ciudades, para incorporar, sobre todo en sus fachadas y
patios interiores, una renovación estilística que dejaba atrás los modelos cotidianos y
representativos del Archipiélago: los vanos destinados a puertas y ventanas aumentan
en superficie, al igual que los antepechos de madera de las ventanas que ayudarán a dar
forma a los balcones anexos a ellas, decorándose con pinturas que modificaban la paleta
cromática, con el uso de rojos y verdes; los cerramiento de la cubierta presentan un
parapeto rectangular, eliminando el alero de teja, al que se le decoraba con un balaustre
en algunas ocasiones; interiormente, los corredores, que desde antaño estaban
presentes en los patios, se tienden a cerrar con cristales. Los edificios erigidos en este
lenguaje presentaban dos finalidades claramente definidas: por un lado, eran
emplazados en lugares estratégicos de la urbe o significativos para la población,
buscando la ostentación de poder y grandeza; y por otro, estaban asociadas a una
innovadora estrategia urbanística, que perseguía dar una imagen diferente de la ciudad
orientada a un motor, el «turismo», que comenzaba a consolidarse en las Islas. Se dotó a
las poblaciones de amplios espacios bien organizados, para plazas y alamedas,
separados por calles y avenidas largas y anchas. Entre los edificios más destacados
encontramos: la Capitanía General de Canarias, junto a la Comandancia de Marina,
ubicadas ambas en Santa Cruz de Tenerife, y el Gobierno Militar de Las Palmas; entre las
edificaciones civiles, están los ayuntamientos de Santa Cruz de Tenerife y La Orotava, así
como los Hospitales de Nuestra Señora de los Desamparados y el Militar, ambos en la
capital tinerfeña; por último destacar plazas como la del Príncipe y Weyler en Santa Cruz
de Tenerife, junto al Teatro Guimerá, o el Teatro Pérez Galdós en Las Palmas.

Durante el último tercio del siglo XIX hasta la década de los veinte del siglo XX,
se realiza un tipo de arquitectura cuyo campo se centró en el ámbito civil-doméstico,
denominada modernista. Básicamente venía caracterizada por elementos decorativos
en los que es una constante los dibujos de ornamentación floral en fachada, que
persiguen emular la naturaleza. Además se pueden encontrar otros elementos

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arquitectónicos como balcones con extremos en forma de curva, de reducido tamaño en


mampostería, cuyos antepechos podía estar realizados forja o dotados de balaustres.
Progresivamente, se observa una evolución hacia un estilo arquitectónico puramente
funcional, donde los elementos decorativos circulares y curvos de la etapa anterior, van
dando paso, poco a poco a un trazado lineal característico de la arquitectura
racionalista. Junto a ese trazado lineal, aparece un estilo de formas planas y volúmenes
abiertos, que en muchos casos conducen al anarquismo arquitectónico, en las primeras
manifestaciones realizadas. A mediados del siglo XX, y tras los cambios políticos
ocurridos en España que da paso a un periodo dictatorial, surge una arquitectura
ecléctica, simuladora del tradicional balcón canario, caracterizada por el uso de
elementos del neoclasicismo y otros estilos previos, a la vez que usa la cantería en sus
esquinas y en torno a los huecos de los vanos. Además, como rasgos definitorios está la
doble ventana de arco de medio punto, incluso en las esquinas divididas por una
columna y parte superior, asimismo, en forma de bóveda.

Ciñéndome ahora, a todas aquellas cuestiones novedosas de este trabajo de


investigación, deben reseñarse las siguientes aportaciones al conocimiento de la Historia
del Arte:

PRIMERO.- El Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados durante la primera


mitad del siglo XX, sufrió una constante metamorfosis con la realización de numerosas
obras, a la que se la unieron la incorporación de un novedoso aparataje médico que
procuraban igualar al establecimiento, en diagnóstico y tratamiento, con las actividades
que se estaban realizando en diferentes puntos de la geografía española. El edificio, tras
el incendio de 1888 del que tan solo se pudo salvar la espléndida fachada diseñada por
Manuel de Oraá, no comienza con sus obras de ampliación, hasta 1919, trabajo para los
que el arquitecto Antonio Pintor, propone un modelo decimonónico de crujías paralelas
entre sí y perpendiculares al eje rector, articulado a partir de 5 pabellones. Al proyecto,
que se respetó hasta su conclusión, tan solo se realizaron ligeras modificaciones que
intentaban una adaptación de la fábrica del edificio a las necesidades que iban
surgiendo, para procurar, en algunos casos, una mayor salubridad de las dependencias
sanitarias. Destaca como la capilla será desplazada al ala oeste, ubicación poco habitual
en este tipo de construcciones, destinándose la zona central a otro tipo de actividades.

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El hospital, que hasta este momento había supuesto una aglutinación de los
servicios sanitarios, poco a poco, va reubicando sus departamentos a medida que los va
dotando de recursos, tanto materiales como humanos. Este es el caso de los pacientes
psiquiátricos, que abandonan el centro, tras la inauguración del Manicomio Provincial,
en el Barrio de Salamanca, la del Sanatorio-enfermería Antituberculoso de Ofra, o la
creación de la Casa-Cuna, o Jardín de Infancia de la Sagrada Familia, posteriormente, en
la zona de Hoya Fría, entre otros. Estos proyectos, aunque son ejecutados durante el
franquismo y el auge del Mando Económico de Canarias, tienen sus orígenes en el
periodo republicano, que por su «breve vida política», tan solo logró dejar propuestas
empleadas a posteriori, modificando o no su estética, pero conservando
sustancialmente su base.

Un hecho que es preciso recoger en este apartado es la propuesta que el


consejero insular del Cabildo, Juan Rodríguez López realiza en enero de 1927, con lo que
se podría considerar el primer intento de privatización de la Sanidad Pública canaria, ya
desde el sistema de Beneficencia. Rodríguez López propone a la Corporación local la
división de los nuevos pabellones del Hospital Civil en dos áreas: una destinada a la
asistencia pública gratuita y otra a la creación de una clínica, donde los facultativos de
toda la Isla puedan realizar intervenciones quirúrgicas a los enfermos pudientes,
estableciendo un departamento dotado de salas de operaciones moderno y
habitaciones unipersonales, contribuyendo al sostenimiento del asilo en general. La
propuesta fue desechada en enero del mismo año.

SEGUNGO.- El proyecto propuesto para dotar a la isla de Tenerife de un


hospital central, que se ubicó en todo momento en el Hospital Civil, a propuesta de la
Junta Provincial de Sanidad y el alcalde de la Capital de Santa Cruz de Tenerife, el 14 de
diciembre de 1929, fue una de las primeros intentos de reorganizar la sanidad insular. La
propuesta, estructuralmente se organizaba de la siguiente manera: un hospital central,
dotado de todos los recursos materiales y humanos más óptimos, enlazado con
pequeños hospitales de urgencias y casas de socorro, situados ambos a lo largo de la
geografía insular, y unidos por un servicio de coches de ambulancias.

Hasta el periodo republicano, no se retoma nuevamente esta propuesta,


convirtiéndose el consejero insular, Pedro García Cabrera, en uno de los abanderados
más férreos del proyecto. Los avatares del conflicto bélico civil que se desarrolló en el

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territorio español, impidieron que se llevara a cabo, teniendo que esperar hasta 1938,
para confeccionar un propuesta, de la mano del arquitecto José Enrique Marrero
Regalado. Esta propuesta, será nuevamente modificada cuatro años más tarde, con tres
variantes destacadas con respecto al proyecto republicano: primero, la inclusión en la
red de los Hospitales de los Dolores en La Laguna y de la Trinidad en La Orotava;
segundo, la construcción de un hospital en el sur de la Isla, en la zona de Granadilla de
Abona, consolidando así la red sanitaria; y en tercer lugar, la creación de un equipo
quirúrgico móvil para cirugía urgente. Además se propuso la creación de una nueva
institución que prestara asistencia a los enfermos crónicos o incurables, sin dejar su
ubicación dentro de la geografía insular.

TERCERO.- El Hospital Militar, pese a que las reformas y modificaciones han


sido la nota predominante en la historia del Centro, se procuró mantener fiel a los
esquemas preestablecido en su diseño. Quedan claro, a la hora de acercarnos a las
fuentes documentales, la búsqueda y el intento tan solo adaptarse a las nuevas
necesidades, a las que se unieron una número creciente de población militar presente
en la Isla, así como las innovaciones médica propias de la época. Entre los dirigentes
militares, no existió intención alguna de dotar al centro hospitalario de nuevos edificios
que aumentaran su superficie destinada a la actividad asistencial, sino que hubo un
aprovechamiento de las formas arquitectónicas ya construidas, lo que ocasionó que el
edificio fuera adquiriendo, poco a poco, una distribución caótica, muy lejos de la
intención proyectada en un primer momento.

Pese a ello, a partir de la década de los veinte es cuando comienza a verse un


propósito de dotar a Tenerife de un nuevo edificio militar sanitario, que no se
materializará hasta los años cuarenta. Destaca el intento de modificación de la
estructura, que en 1922 se procuró realizar con una ampliación del edificio para albergar
25 camas más, distribuidas en dos pabellones y otras tantas dependencias.
Nuevamente, en 1924, una reorganización de los servicios médicos militares, establece
un camino dicotómico: la ampliación del edificio o su reubicación en un lugar con mayor
espacio para un edificio de considerable tamaño. De las dos opciones, solo la primera se
verá acometida, desechando la segunda por la carencia de recurso materiales para
poder realizarla. Un segundo momento se establece durante la década de los cuarenta,
momento en el que se proyecta una ampliación que si es ejecutada, aumentándose el
número de camas hospitalarias, pero si modificar la estructura ya existente del edificio.

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CUARTO.- Desde finales del siglo XIX, Juan Febles Campos había querido dotar
a la provincia de un Manicomio Provincial, para el que se diseñó un proyecto, del que
tan solo tenemos constancia por la prensa local, que el arquitecto Domingo Pisaca utiliza
para la confección del diseño que elabora en 1929 retomando la terminación de los
pabellones del complejo de los que tan solo uno estaba casi concluido, el otro quedaba
su mitad; en agosto de 1932, las obras estaban completamente terminadas.
Nuevamente, en 1937, se produce otro empuje del proyecto de 1929, al que se le unen
ciertas reformas que persiguen una aumento del número de asilados en el centro. La
precaria situación económica del país, no permitió concluir las obras hasta bien entrada
la década de los años cincuenta. Este centro, estuvo caracterizado por una progresiva
construcción, fruto de la escasez de posibles, a lo que se unió el concepto que en ese
momento se tenía de la psiquiatría y los alienados.

No debo concluir este apartado sin hacer mención el intento que hubo de
reubicar a la institución, bien porque Santa Cruz crecía hacia la zona de Salamanca, y lo
que fue extrarradio prácticamente rural, se convirtió en zonas residenciales de la urbe; o
porque el asilo precisaba de mayor espacio para albergar las dependencias.
Seguramente las dos fueron las que precipitaron a las autoridades a la búsqueda de un
solar para un nuevo Sanatorio, de entre 200 a 300 hectáreas, provistas de zonas de
cultivo para el trabajo de los enfermos, a 25 kilómetros de la capital en el norte de
Tenerife. Este proyecto se desechó, y no volvió a retomarse hasta la década de los
setenta, momento en el que los cambios políticos de España, facilitaron el inicio de la
Reforma Psiquiátrica, lo que motivó a que se buscara un emplazamiento diferente con
unas características determinadas, que facilitaran la reinserción social y laboral del
enfermo psiquiátrico.

QUINTO.- A pesar, que la propuesta inicial iba encaminada hacia una Tienda-
Asilo y Cocinas Económicas, gracias a la intervención de Diego Guigou y Costa,
evolucionó hasta la constitución de un Hospital de Niños, obra filantrópica sustentada
con el buen hacer de los médicos de la capital y la limosna de las almas caritativas. La
estructura arquitectónica primigenia se articulaba a partir de tres salas cuya capacidad
era para 20 camas destinadas a medicina general, enfermos quirúrgicos y enfermos
«contagiosos»; además, y destinado a las Siervas de María, un alojamiento para 2
religiosas y sirvienta, y un habitáculo con triple función: despacho médico, sala de Juntas
y quirófano. Si difícil fue para el Manicomio Provincial la ampliación y construcción de su

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proyecto original, pese a tener el respaldo estatal, el recorrido del Hospitalito fue muy
tortuoso, eso sí, contaba a su favor con la simpatía de la población chicharrera que
perduró hasta su cierre en la década de los noventa.

La primera ampliación de 1902 surgió ante la creciente demanda de sus


primeros años de andadura, con un nuevo pabellón anexo destinado a sala de
operaciones, de estilo clasicista. Posteriormente, se proyecta una edificación ecléctica
de sencillez en estructura y fachada 1909, que incorporaba un segundo cuerpo al ya
existente. La última reforma y ampliación que el centro sufre, ocurre a partir de 1937,
marcada por una carencia de recursos, que preciso de un rescate estatal en 1941. Estas
nuevas intervenciones comprendían un aumento en la capacidad, así como mejoras en
el saneamiento del establecimiento y la incorporación de un departamento para
lactante.

SEXTO.- A la hora abordar la «lucha contra la tuberculosis» que se desarrollo


en Tenerife durante la primera mitad del siglo XX, es imprescindible tener en mente al
médico Tomás Cerviá Cabrera. Tras realizar un estudio del archivo personal, que hoy en
día está en poder de sus herederos, queda claro, que desde sus primeros pasos en la
práctica galénica, Cerviá mostró un marcado interés por la tisiología. Muestra de ello fue
la compra de terrenos que realiza en Vilaflor, junto a los también médico, Antonio Pérez
Díaz, Tomás Zerolo Fuentes y Juan Friend Martín , para la construcción de una posible
dispensario o sanatorio enfermería, o la combinación de ambos, información presente
en la familia que oralmente ha pasado de generación a generación. El establecimiento
no llegó a ver la luz por mor de las autoridades como deja ver, sutilmente, en su tesis
doctoral.

En 1919 se propone la edificación de un dispensario en Las Cañadas, que fue


sustituida por la reconstrucción del ya existente, seis años más tarde. Con la
inauguración del dispensario antituberculoso, apoyado en la legislación de ese
momento, en Santa Cruz en 1927, se da el pistoletazo de salida a la batalla contra la
tuberculosis en la Isla, al mando de Tomás Cerviá. Su actividad se centraba en la
educación sanitaria y la prevención, actividades novedosas para el momento, inmersas
en las políticas sanitarias republicanas, que no descartaron la posibilidad de nuevos
centros a lo largo de la geografía insular.

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La necesidad de un recinto donde alojar y tratar a la población tuberculosa fue


una necesidad que surgió, a la par, con el dispensario. Este sentir, estaba presente en las
autoridades locales, como el ofrecimiento del Ayuntamiento de La Orotava, emprendida
en 1932, de la construcción de dependencias en su municipio, a lo que aportaba el solar
resultante de la demolición del Hospital de la Trinidad, para la instalación del Sanatorio.
Tres años más tarde, a propuesta de la Corporación local, se insta a la Mancomunidad
Sanitaria para emprender las actividades pertinentes. El resultado fue la construcción de
un Sanatorio-Enfermería Antituberculoso, promovido básicamente por el médico Ángel
Vinuesa, que por ese momento desempeñaba su actividad como Inspector Provincial de
Sanidad. La zona de Ofra fue el lugar elegido, tras la búsqueda de un sitio con la mayor
idoneidad, contemplándose, inicialmente, la combinación de sus instalaciones con las de
la Leprosería Provincial, pendiente todavía de ubicar y construir. Las instalaciones
buscaban una amplitud, donde el sol y el aire existieran en grandes dosis, procurando un
íntimo contacto con la naturaleza, materializado en el bosque que se instaló en la finca
del Sanatorio. En 1944, se inauguró el establecimiento, con 225 camas y las
dependencias necesarias para el tratamiento y cuidado de este tipo de pacientes. En
este mismo año, y ante la altísima prevalencia de la enfermedad en la población infantil,
se propuso la creación de un Preventorio Infantil Antituberculoso en el municipio del
Rosario, en La Esperanza, que pese a que se efectuaron las obras de abastecimiento de
agua y acceso a la zona, nunca se llegó a concluir definitivamente la obra prefijada.

SEPTIMO.- Desde inicios del siglo XX, la preocupación de las autoridades


locales en relación a los huérfanos y desamparados había estado candente dentro de su
cartera de trabajo. La primera iniciativa sucede en 1927, momento en el que se proyecta
la emancipación de este departamento, ubicado durante años en el Hospital Civil
capitalino. Tres años más tarde, durante el periodo republicano, se incluyó en esta
propuesta además a la Cuna de Expósitos y el departamento de Maternidad. La primera
ubicación del centro, en 1932, fue en la zona de La Higuerita, en un solar propiedad de la
Corporación local. Esta se desechó, ante el ofrecimiento que Álvaro Rodríguez López
realiza en 1933, cediendo, primero en alquiler y luego en propiedad, los terrenos que
poseía en Hoya Fría, donde los huérfanos llevaban años acudiendo durante los meses de
estío.

El proyecto del nuevo edificio, una de las obras de mayor envergadura


insulares del momento, encargado a Marrero Regalado en 1934, distó mucho del

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producto final de 1949, denominándose primeramente como «Casa-Cuna», para ser


sustituido por «Jardín Infantil de la Sagrada Familia» en 1938. El complejo se articuló a
partir de tres bloque claramente delimitado: la casa de maternidad, el orfanato y la
iglesia, con una disposición racional, donde algunos autores han querido ver una
alternancia de lenguajes arquitectónicos como el regionalista, el neomudéjar y el
barroco, donde en las fachadas de cada edificio encontramos un esquema compositivo
moderno.

OCTAVO.- Al igual que en el Hospital Civil de Santa Cruz de Tenerife, las obras
ejecutadas, tanto en el Hospital de Nuestra Señora de los Dolores como en el de la
Santísima Trinidad de La Orotava, no pasaron de ser meras intervenciones de
mantenimiento o «ampliaciones tímidas». Mientras el primero en La Laguna, no había
modificado drásticamente su fábrica desde su creación, el segundo fue el resultado de
un aprovechamiento de un inmueble eclesiástico cuya orden religiosa había dejado de
existir en aquella localidad norteña.

Si debe reseñarse como desde los años veinte existe una intención de dotar a la
ciudad de La Laguna de un nuevo hospital de los Dolores que prácticamente quedó en
papel. En 1922, ante la precaria situación en la que se encontraba el Hospital de Los
Dolores, se adquieren terrenos próximos a la Cruz de Piedra para la construcción del
edificio. El proyecto, obra del arquitecto Domingo Pisaca, articulado a partir de
pabellones, tomaba como ejemplo la arquitectura higienista anglosajona empleada en el
Hospital de Niños de Penlebury. La propuesta arquitectónica establecía un gran eje
central cortado por crujías que formaban los diferentes pabellones, ubicando 4 edificios
en cada una de las esquinas del solar; los pabellones estaban divididos por
especialidades como infecciosas, enfermedades comunes, cirugía, maternidad e
infancia, que se unían a una crujía central y cuya capacidad era para 130 enfermos. Se
iniciaron las obras de vallado y cimentación, abandonándose por falta de fondos.

El intento de construir un nuevo edificio hospitalario, será retomado por Pedro


García Cabrera, solicitando una nueva redacción del proyecto al arquitecto Antonio
Pintor, siendo como el anterior, nuevamente desechado, pero en esta ocasión ante la
idea de la construcción de un Hospital Central y la reorganización de sistema asistencial
sanitario de la Isla.

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NOVENO.- Desde los inicios de la cultura europea en las Isla, se había emplazado
en Gran Canaria, en la zona de Tafira, el Hospital de San Lázaro, destinado a alojar a
enfermos leprosos y con elefantiasis. El viejo edificio, fundado en 1556 bajo Patronato
Regio, constituía un centro carente de las mínimas condiciones higiénicas que lo
deberían caracterizar. A él, confluían todos los enfermos malatos de las Islas, donde
eran tratados, alojados y custodiados, evitando la propagación de una enfermedad que
en el territorio canario era considerada como endémica. Pocas intervenciones se
realizaron en su fábrica, que prácticamente se mantuvo perenne hasta el siglo XX, salvo
en los inicios del siglo XVII, momento en el que fue precisa su reconstrucción tras el
ataque de Van der Does a las Palmas, que le confirió un estado ruinoso.

Las autoridades locales de Tenerife, desde el siglo XVIII, habían barajado la


posibilidad de dotar a la Isla de un dispositivo sanitario que cubriera la creciente
necesidad de los aquejados de lepra. A finales del XIX, se habilitó una sala en el Hospital
de Desamparados con tal fin, pero era tal la demanda, que fue imposible cubrir por
completo esta necesidad. La alta prevalencia de leprosos a finales de la década de los
treinta del siglo XX, llevó a que el Jefe Provincial de Sanidad, se planteara la posibilidad
de construcción de un establecimiento en la isla de Tenerife, argumentando la
inexistencia de plazas suficientes en la isla vecina. La primera propuesta seria, fue
realizada en 1941, momento en el que se propone la zona de «Cuevas Blancas», en la
costa de la zona de El Chorrillo, muy próxima a Santa Cruz y emplazada en la vertiente
sur de la isla, lugar que por sus características climatológicas se mostraba con una
considerable idoneidad. La proximidad a la urbe, unido al inicio del turismo, motor
económico de la Isla durante lustros, y la carencia de fondos, llevó a olvidar tal oferta. El
edificio propuesto por el arquitecto Marrero Regalado, en el que se decantaron por una
tipología a caballo entre el sanatorio o colonia, se articulaba a partir de tres edificios
bien diferenciados: Pabellón Clínico, edificio Central de Sirvientes Sanos y el edificio
destinado a la Comunidad Religiosa.

Hubo que esperar a finales de la década de los cuarenta, para que, con el apoyo
del Mando Económico de Canarias, pese a que se hace público el proyecto desde 1942,
denominándolo como «Preventorio para hospitalización transitoria de leprosos». Esta
vez, más al sur, se inclinaron por colocarlo en la costa de Arico, en un lugar llamado
Abades, que cumplía con la mayoría de los requisitos estipulados primeramente. En lo
referentes a la articulación de esta propuesta de nueva fábrica, el arquitecto Marrero

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Regalado contempló la separación absoluta entre los enfermos y los individuos sanos
por sexos, aislando a su vez a los enfermos infectantes de los no infectantes. En el
proyecto, se opta por un modelo en el que se combina sanatorio-colonia, tomando de
cada uno aquellas cosas que mejor se adapten a las necesidades y características de los
enfermos y el entorno. Para el cumplimiento de estos requisitos, se elaboraron dos
propuestas: la solución A y la solución B; la primera fue la elegida. El complejo se
articulaba a partir de tres secciones: una para recinto de enfermos (hospital, espacio de
recreo, comedores y servicios generales); una zona residencial para los enfermos
(escuela e iglesia); y por último, la zona para individuos sanos. El proyecto quedó
inconcluso y abandona tras los descubrimientos efectuados sobre la enfermedad y su
tratamiento, que no hacían necesario un complejo con estas características para el
tratamiento de los malatos.

DECIMO.- El Dispensario de Profilaxis Antivenérea, junto a la propuesta de un


Sifilicomio para la Isla, resultan de los proyectos más interesantes hasta la fecha. El
primero fue creado en 1929, siendo su domicilio en uno de los pabellones del Hospital
Civil, al frente del cual se puso al médico Gumersindo Robayna Galván y al practicante
José Ballesteros Gómez. En diciembre de 1930, se procede desde la Corporación insular
republicana a establecer en los terrenos no ocupados por el Observatorio
Meteorológico, las dependencias del Dispensario, sufragado por la Comisión Provincial
de Sanidad, concluyéndose las obras a finales de 1932, momento en el que se instalan
en el nuevo edificio. Con respecto al segundo, desde la Jefatura Provincial de Sanidad,
en 1938, se propuso suprimir la Sala de Prostitución del Hospital Civil, para ubicar un
Sifilicomio, de entre 16 a 20 camas, en los locales del Dispensario Antivenéreo, atendido
este por el personal ya existente en este dispositivo. La falta de fondos no permitió que
se llevara a cabo.

A modo de conclusión final, queda patente, que el acercamiento a las fuentes


documentales, muchas de ellas «inéditas» desde su almacenamiento y organización, ha
dado como fruto el hecho de resolver aquellas cuestiones y dudas que sirvieron de
partida en este camino, a la vez que ha proporcionado satisfacción al hallar datos y
hechos que eran desconocidos hasta la fecha. En el texto precedente a estas
conclusiones, no se pretende confeccionar un listado de sucesos acaecidos en relación a
las reformas y construcciones llevadas a cabo en los establecimientos benéficos de la isla
de Tenerife, sino que se ha procurado dar un hilo conductor que permita comprender

Tesis Doctoral Página 652


Arquitectura y medicina en Canarias.
Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

Francisco Javier Castro Molina

los avatares y situaciones que caracterizaron el funcionamiento de la red asistencial


isleña y el producto que ha llegado hasta nuestros días.

Debe dejarse constancia, que la finalización del presente trabajo de


investigación sobre la arquitectura hospitalaria en la Isla de Tenerife hasta 1950, no
constituye un punto y final, sino un puesto de partida para embarcarme en nuevos
búsquedas, indagaciones y averiguaciones sobre el desarrollo de esta área en el resto de
las Islas, profundizando en el futuro, conscientes ya de su amplitud y complejidad del
tema abordado.

Tesis Doctoral Página 653


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Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

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Abreviaturas y Siglas:
ACIT - Archivo del Cabildo Insular de Tenerife, en San Cristóbal de La Laguna.

ADSCLL - Archivo Diocesano de San Cristóbal de La Laguna.

AHCAC - Archivo Histórico del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias.

AHPFC - Archivo del Hospital Psiquiátrico-Febles Campos de Santa Cruz de Tenerife.

AMSCLL - Archivo Municipal de San Cristóbal de La Laguna.

AMSCT - Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife.

AMSCLP - Archivo Municipal de Santa Cruz de La Palma.

AHPSCT - Archivo Provincial de Santa Cruz de Tenerife.

ARSAPT - Archivo de La Real Sociedad de Amigos de País de Tenerife.

APTCC - Archivo Privado Tomás Cerviá Cabrera.

BMSCLL - Biblioteca Municipal de San Cristóbal de La Laguna.

BMSCT - Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife.

BNE - Biblioteca Nacional de España.

BULL - Biblioteca de la Universidad de La Laguna en Santa Cruz de Tenerife.

FAULL - Fondo Antiguo de la Universidad de La Laguna en Santa Cruz de Tenerife.

LMTULL- Legado Miguel Tarquis en el Departamento de Arte de la Universidad de La


Laguna.

Tesis Doctoral Página 654


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Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

Francisco Javier Castro Molina

FUENTES DOCUMENTALES.

DOCUMENTOS FOTOGRÁFICOS.

ARCHIVO PRIVADO TOMÁS CERVIÁ CABRERA.

APTCC– Fotografías varias del Sanatorio Antituberculoso de Ofra.

APTCC– Fotografías del Hospital Nuestra Señora de los Desamparados.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.

AHPSCT- Negociado de Diputación y Mancomunidad Interinsular de Cabildos; caja nº 1239: Papeles sueltos
sin clasificar; fachada y parte de la crujía a la calle San Carlos del Hospital de los Desamparados de Santa
Cruz de Tenerife antes del incendio acaecido en 1888 y años después de éste. Anónimo: Fachada y parte de
la crujía a la calle San Carlos del Hospital antes del incendio acaecido en 1888 (segunda mitad del siglo XIX).

DOCUMENTOS ESCRITOS.

ARCHIVO DE LA DIÓCESIS DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA.

ADSCLL – Memorial de Agustín de Miranda, administrador y Mayordomo del Hospital de Santa Cruz de
Tenerife. Papeles por ordenar.

ARCHIVO PARROQUIAL DE LA IGLESIA DE LA CONCEPCIÓN, DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.

APIC – Legajo 31 (número 17).

APIC – carpeta nº 4.

ARCHIVO DEL CABILDO INSULAR DE TENERIFE, EN SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA.

Libros de Actas de Sesiones.

ACIT – Libro de Actas de Sesiones nº 8, nº 9, nº 10, nº 11, nº 12, nº 13.

Negociado de Beneficencia.

ACIT – Índice de expedientes de Beneficencia.

ACIT – Expedientes de las cajas: nº 883-4, nº 883-6, nº 6962, nº 6968, nº 6975, nº 6976, nº 6980, nº 6982, nº
6983, nº 6985, nº 6986, nº 6988, nº 7001-7002, nº 7008, nº 7009, nº 7011-12, nº 7013, nº 7017-7018, nº
7019, nº 7023-7024, nº 7028, nº 7040, nº 7044, nº 7048, nº 7064, nº 7065, nº 7066, nº 7084, nº 7086, nº
7087, nº 7182, nº 7183, nº 7184-7185, nº 7186, nº 7187, nº 7188, nº 7189.

ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.

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Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

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AHPSCT – Expedientes Gobierno Civil – caja 2.6 (1932-51), caja 2.6.1. (1936-48), caja 2.6.1. (1943-59), caja
2.6.2. (1941-60), caja 2.6.2. (1941), caja 2.6.3. (1973-80), caja 2.6.4. (1936-79), caja 2.6.5. (1936-79), caja
2.6.6. (1936-79).

AHPSCT – Expedientes Mancomunidad Interinsular (Acción Social) – caja 149, caja 151, caja 153, caja 169,
caja 171, caja 174, caja 191, caja 1237, caja 1239, caja 1240, caja 1241, caja 1245, caja 1246, caja 1247, caja
1249, caja 4911, caja 4912, caja 4913.

AHPSCT – Expedientes Mancomunidad Interinsular (expedientes de Beneficencia del Hospital Psiquiátrico


Provincial) – caja 150, caja 152, caja 153, caja 155, caja 160, caja 163, caja 165, caja 166, caja 168, caja 169,
caja 171, caja 172, caja 173, caja 177, caja 178, caja 179, caja 181, caja 182, caja 183, caja 184, caja 185,
caja 187, caja 188, caja 189, caja 191, caja 192, caja 194, caja 195, caja 196, caja 197, caja 201, caja 202, caja
205, caja 207, caja 208, caja 209, caja 210, caja 211, caja 212, caja 213, caja 214, caja 216, caja 219, caja 222,
caja 227, caja 228, caja 230, caja 232, caja 233, caja 234, caja 235, caja 237, caja 238, caja 1188, caja 1190,
caja 1192, caja 1193, caja 1194, caja 1195, caja 1196, caja 1197, caja 1199, caja 1200, caja 1203, caja 1206,
caja 1207, caja 1208, caja 1209, caja 1210, caja 1218, caja 1219, caja 1220, caja 1221, caja 1222, caja 1223,
caja 1224, caja 1225, caja 1226, caja 1228, caja 1229, caja 1230, caja 1231,– caja 1234, caja 1960, caja 4398,
caja 4399, caja 4400, caja 4401.

AHPSCT – Expedientes Mancomunidad Interinsular (Intervención) – caja 151, caja 153, caja 169, caja 171,
caja 174, caja 191, caja 1237, caja 1245, caja 1246, caja 4005, caja 4006, caja 4007, caja 4008.

AHPSCT – Expedientes Mancomunidad Interinsular (Mancomunidad Sanitaria) – caja 1248, caja 1250, caja
1251, caja 1263 (1, caja 1263 (2, caja 1264, caja 1265, caja 1266, caja 1267, caja 1274, caja 1280, caja 1302,
caja 1309, caja 1310, caja 1311, caja 1312, caja 1313, caja 1314, caja 1325, caja 1328, caja 1330, caja 1331,
caja 1335, caja 1336, caja 1338, caja 1340, caja 1341, caja 1343, caja 1344, caja 1345, caja 1346, caja 1348,
caja 1349, caja 1350,caja 1352, caja 1353, caja 1355, caja 1356, caja 1357, caja 1359, caja 1360, caja 1361,
caja 1362, caja 1363, caja 1364, caja 1365, caja 1367, caja 1368, caja 1370, caja 1371, caja 1373, caja 1375,
caja 1376, caja 1377, caja 1378, caja 1379, caja 1385, caja 1386, caja 1388, caja 1389, caja 1390, caja 1391,
caja 1392, caja 1393, caja 1394, caja 1395, caja 1396, caja 1397, caja 1398, caja 1400, caja 1401, caja 1402,
caja 1403, caja 1404, caja 1405, caja 1406, caja 1407, caja 1409, caja 1411, caja 1419, caja 1430, caja 1432,
caja 1437, caja 1440, caja 1442, caja 1445, caja 1446, caja 1447, caja 1448, caja 1450, caja 1451, caja 1452,
caja 1454, caja 1455, caja 1456, caja 1459, caja 1460, caja 1461, caja 1462, caja 1463, caja 1465, caja 1467,
caja 1468, caja 1470, caja 1472, caja 1473, caja 1481, caja 1497.

AHPSCT – Libro de Actas de la Diputación Provincial 1887.

AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 605, C.6 (1510-1511, folio 407 reverso); C.16 (1510-1511, folio 822
anverso); C.23 (1510-1511, folio 745 reverso).

AHPSCT- escribano Antón de Vallejo, nº 606 (1512-13, C. 25, folio 1162 anverso); C.5 (1512-1513, folio 350
reverso); C.23 (1512-1513, folio 1053 reverso); C.23 (1512-1513, folio 1059 anverso); C.25 (1512-1513, folio
1162 anverso).

AHPSCT- escribano Sebastián Páez, nº 2 (1506-1509, folio 716 reverso); nº 5 (1508, folio 134 reverso); nº 8
(1510-11, folio 594 reverso); nº 9 (1509, folio 628 reverso); nº 10 (1510-1512, folio 5 anverso); nº 10 (1510-
1512, C. 14, folio 879 reverso); nº 10 (1510-1512, folio 666 reverso); nº 10 (1510-12, folio 754 reverso).

AHPSCT-Libro de Actas de la Junta de Caridad de esta Ciudad, años 1796-1835; Luciano Anglés, legajo VI-
115, folio 70 anverso.

AHPSCT- Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, Actas: signatura VI-115, folio 2 reverso y 6 reverso;
signatura VI-115, 1799-1835, folio 4 reverso y folio 55 recto; signatura Ben 25,2, 1822-1859, folio 13 recto;
signatura Ben 39, 1823-1833, sin folio; signatura: VI-115, 1795, folio 1 reverso.

AHPSCT- Bethlemitas: signatura Ben 19,3; 1830; folio 2 anverso.

AHPSCT- José Albertos: legajo 11, año 1812, s/n.

AHPSCT- Depósito: signatura V-37, 1835, s/n.

Tesis Doctoral Página 656


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Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

Francisco Javier Castro Molina

AHPSCT- Esteban de Baños: legajo 16, año 1841, s/n.

AHPSCT- Edificio. Obras de reparación en el edificio del Hospital de Dolores: legajo Beneficencia 59, 11, s/n;
1887.

AHPSCT.: Hospital de San Sebastián, Correspondencia, signatura Ben 62, 25, 1787, folio 18 vuelto.

AHPSCT- escribano público Rodrigo Fernández, Protocolos de Ycoden y de Daute y sus comarcas (1536-folio
297).

AHPSCT- Protocolos de Juan de Arzola (1555-folio 296).

AHPSCT- Libro 2466, folio 370, numeración antigua. Testamento de Pedro Afonso y escritura de donación a
Francisco Calderón.

AHPSCT-Protocolos de Gaspar Martín, 1558-folio 394.

AHPSCT- Protocolos de Juan de Pineda, Salvador Pérez de Guzmán y Pedro Méndez de León (libro 685, folio
50; libro 2495, folio 429; libro 2487, folio sin numeración).

AHPSCT- Registro de escrituras pasadas ante Roxas Montiel (1638, 1643 y 1655, folios 65, 151 y 46).

ARCHIVO DE HOSPITAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LA OROTAVA.

AHSTLO- Libros de cuentas sin fechas; Libro de Relaciones (2º); Libros de Fábrica; Documento donde se
exponen las diferentes quejas sobre el antiguo edificio del Dispensario ubicado en el llano de San Sebastián,
fechada el 5 de abril de 1840.

ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA.

AMSCLL-signatura H-VI.9, 1821; M-II, legajo 36, sin fechar, folio 2 recto; Luis Romana: legajo 1º, número 18
(1812); Signaturas: H-VI.2 (1618); H-VI.3 (1620); H-VI.4 (1659); signatura: H-VI.5, 1798, folio 1 anverso-folio 2
reverso; signatura: H-VI.8, 1812, folio 11 reverso y 12 anverso; Sección Segunda, signatura H-VI. 9, 1821,
s/folio; signatura M-II, legajo 36, sin fechar, folio 2 recto.

ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA.

AHMSCLP-Libro primero de fundación de la Casa-hospital de los Dolores (Santa Cruz de La Palma); Estante
35, legajo 629; Estante 36, legajo 631.

ARCHIVO DE LA REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE AMIGOS DE PAÍS DE TENERIFE.

ARSEAPT- Enseñanza y Beneficencia, número 20, cuaderno 15, 1778, folio 28 recto; Enseñanza y
Beneficencia, número 20, cuaderno número 15, 1778; p. 26; Enseñanza y Beneficencia, número 20,
cuaderno 15, 1778; Sig. H-VII, Legajo 3 (1620).

BIBLIOTECA HISTÓRICA MILITAR DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.

BHMSCT-Fondo Mando Económico de Canarias. Memoria de las actividades realizadas por este organismo
durante el tiempo de su funcionamiento. Capítulo XVI, Obras Sanitarias y de Beneficencia; septiembre de
1941- febrero de 1946.

Tesis Doctoral Página 657


Arquitectura y medicina en Canarias.
Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

Francisco Javier Castro Molina

BHMSCT – Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife.

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSIDAD DE LA LAGUNA EN SANTA CRUZ DE TENERIFE.

BULL- Papeles varios, tomo 96, Memorial de Don Antonio Miguel de los Santos. Sobre educación de la
juventud de estas islas, 1777, folio 3 recto.

ARCHIVO PRIVADO TOMÁS CERVIÁ CABRERA.

APTCC– Escritura de compra-venta de terreno en Vilaflor de Chasna para la instalación de un Sanatorio


Antituberculoso.

FUENTES.

FUENTES INÉDITAS.

CAMINO GALICIA, J. Conferencia sobre higiene y profilaxis tuberculosa en el Ejército. Impartida al Regimiento
de Infantería de Asturias nº 31 el día 30 de mayo de 1914 por el Doctor D. Julio Camino Galicia. Madrid:
Imprenta del Regimiento, 1914.

GUIGOU COSTA, D. M. Ponencia sobre el origen, evolución, estado actual y posibilidades futuras del
«Hospital de Niños (Fundación Dr. Guigou)» de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife: [s.e.], 10
de septiembre de 1962.

HOSPITAL DE NIÑOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE): Memoria conmemorativa del 40º aniversario de su labor
benéfico social: 1901-1941. Santa Cruz de Tenerife: Imprenta A. Romero, 1941.

FUENTES ESCRITAS.

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AA. VV. Sesión Literaria en homenaje a la memoria de su Ilustre Presidente el Excmo. Sr. Dr. Don Diego
Guigou y Costa. Santa Cruz de Tenerife: Real Academia de la Medicina, 1946.

ABELLA, J. Tratado de sanidad. El Consultor de los ayuntamientos y de los Juzgados Municipales. Madrid:
Publicaciones Abella, 1914.

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Impresión de Enrique Teodoro, 1901.

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Doctoral dedicado al Dr. Juan Negrín López y Dr. Francisco Rozabal Farnes. Madrid: Universidad Central
de Madrid, 1936.

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encontró dicho hospital y en el que lo deja. Méjico: Imprenta de Tomás Uribe y Alcalde, 1844.

Memoria del Hospital Provincial de Madrid, 1878.

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Plan preservorio y curativo de las enfermedades contagiosas de son servera y arta. Palma: Imprenta de
Felipe Guasp., 1820.

Proyecto de Ley Orgánica de Sanidad Pública de la Monarquía Española. Madrid: Imprenta de Albán y
Compañía, 1822.

Proyecto de Reglamento General de Sanidad. Madrid: Imprenta de Alban y Compañía, 1822.

TABOADA, M. Concepto histórico de la higiene en sus relaciones con la Administración Sanitaria. Madrid:
Imprenta de Enrique Teodoro, 1885.

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SANTERO, F.J. Elementos de higiene privada y pública; tomo primero. Madrid: El Cosmos Editorial, 1885.

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histórico-artístico. La Laguna: Ayuntamiento de La Laguna, 1995, p. 206.
68. Francisco J. Castro: acceso de entrada a la iglesia, precedida del compás, y a la casa-hospital del
Hospital de Nuestra Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista, Icod de los Vinos (2012).
69. Francisco J. Castro: detalle del patio del Hospital de Nuestra Señora del Patrocinio y San Juan
Evangelista, Icod de los Vinos (2012)
70. Francisco J. Castro: detalle del torno de expósitos (interior y exterior) en el acceso principal del
Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava (2012).
71. Fernando G. Martín: detalle de la cocina y horno de la Casa de los Coroneles, La Oliva (1978). MARTÍN
RODRÍGUEZ, F. G. Arquitectura doméstica canaria. 2ª edición. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura
de Tenerife, 1978, p. 369.
72. Francisco J. Castro: detalle del exterior e interior de la galería superior del claustro en el Hospital de
Nuestra Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista, Icod de los Vinos (2012).
73. Francisco J. Castro: arca de madera para almacenado de objetos: documentos, ropas y enseres, La
Orotava (2012).
74. Francisco J. Castro: detalle de la tribuna con celosía y puerta de acceso a la iglesia desde el claustro en
el Hospital de Nuestra Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista, Icod de los Vinos (2012).
75. Pedro Agustín del Castillo y León: plano de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (1686). CASTILLO,
P. A. DEL. Descripció de las Yslas de Canaria compuesta por D. Pedro Agustín del Castillo y León...
dirigida al muy Ilustra Señor D. Francisco Bernardo Varona….Año de 1686. Facsímil. Madrid: Ediciones
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76. Pedro Agustín del Castillo y León: detalle del Hospital de San Lázaro en el plano de la ciudad de Las
Palmas de Gran Canaria (1686). Ibidem.

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77. Anónimo: detalle del torreón del Lazareto de Santa Cruz de Tenerife (ca. 1880). Fotos antiguas de
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78. Francisco J. Castro: Reconstrucción de las plantas de los hospitales en pabellones en la isla de Tenerife
(2012).
79. Anónimo: Perspectiva de conjunto del proyecto de ampliación del «Asilo de Dementes» (1929).
Provincia de Santa Cruz de Tenerife: datos sobre la vida administrativa de su mancomunidad, cabildos,
ayuntamientos y algunas de sus entidades oficiales, durante el primer quinquenio de la dictadura.
Santa Cruz de Tenerife: [s.n.], 1929, p. 31.
80. Anónimo: Vista parcial de la finca en el que se halla enclavado el «Asilo de Dementes» y dos de sus
pabellones (1929). Ibidem.
81. Bruno Moretti: Vista de Nueva York Hospital (1935).
82. Bruno Moretti: Vista de Hospital Beaujon en la que se puede apreciar detalle de sus terrazas (1935).
MORETTI, B. Ospedali. Milano: Industria Grafiche Italiane Stucchi, 1935, p. 24.
83. Bruno Moretti: Sección transversal del cuerpo principal del Hospital de Colmar (1935). Ibidem, p. 43.
84. Bruno Moretti: Interiores y alzado del Sanatorio de «Roc de Fiz» en Passy (1935). Ibidem, p. 151.
85. Bruno Moretti: Planta del Hospital Sanatorio de Lucca, «Tipo Nord» (1935). Ibidem, p. 130.
86. Bruno Moretti: Planta del Hospital Sanatorio de Trapani, «Tipo Sud» (1935). Ibidem, p. 131.
87. Francisco J. Castro: Reconstrucción de la planta del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra,
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88. A. Benítez: Vista de un lateral y fachada del área de hospitalización del Sanatorio-Enfermería
Antituberculoso de Ofra (Fuente: APTCC-Fotografías interiores y exteriores).
89. A. Benítez: Vista panorámica del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra (Fuente:
APTCC-Fotografías interiores y exteriores).
90. A. Benítez: Chalés para el personal del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra (Fuente: APTCC-
Fotografías interiores y exteriores).
91. Periódico El Día, 29 de julio de 2001, p. 11-12.
92. Rafael: Leo X Pont Max. Detalle del Retrato del Papa León X con sus primos, los cardenales Giulio de
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93. Orlando González González: Planta primera del edificio Hospital, siglo XVI (1995). GONZÁLEZ
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94. Anónimo: Recogida de un niño procedente de un torno procedente de una Cuna de Niños Expósitos
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12 de agosto 2010. [Blog]. 2010. Disponible en URL:
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97. Alejandro Cioranescu: Detalle de la puerta de acceso principal a la Iglesia del Hospital de los Dolores
(1965). CIORANESCU, A. La Laguna. Guía histórica y monumental. La Laguna: Lit. Ángel Romero, 1965,
p. 192.
98. Orlando González: vista del patio interior del Hospital de los Dolores (1995). GONZÁLEZ GONZÁLEZ, O.
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99. Alejandro Cioranescu: Interior de la iglesia del Hospital de Dolores. Retablo mayor. CIORANESCU, A.
(1965). Opus cit., p. 193.
100. Francisco J. Castro: Vista parcial de la fachada hacia la calle Real, actualmente de San Agustín (2004).
101. Orlando González: Hospital de los Dolores. Fachada a la calle Juan de Vera (1995). GONZÁLEZ
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102. Nikolaus Pevsner: Planta del Hospital de Niños de Pendlebury. PEVSNER, N. (1979). Opus cit., p. 186.
103. Proyecto para el nuevo Hospital de La Laguna. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7182;
expediente nº 232: sobre construcción de un nuevo edificio destinado a la instalación del Hospital de
Ntra. Sra. de los Dolores de La Laguna (1923-24).
104. Detalle de una de las propuestas para la verja y puertas del cerramiento del Hospital Civil de La Laguna
en proyecto. Ibidem.
105. Hospital de La Laguna. Reforma y saneamiento de un patio interior. ACIT- Negociado de Beneficencia:
caja nº 7023-7024; expediente nº 15: sobre obras secundarias a realizar durante el actual año en el
Hospital de Ntra. Sra. de los Dolores de La Laguna (1938).
106. Leonardo Torriani: Ubicación del Hospital de San Sebastián en el plano de San Cristóbal de La Laguna
(1588). Biblioteca Pública Municipal de La Laguna. Excmo. Ayuntamiento de San Cristóbal de La
Laguna. [En línea]. 2011-2012. Disponible en URL:
<http://www.bibliotecaspublicas.es/lalaguna/bpes_colaborar.htm> [Consulta: 20 de marzo de 2012].
107. Patio del Asilo y su iglesia antes de la remodelación del edificio en el siglo XX. Periódico El Día, 26 de
febrero de 2012, p. 8.
108. Fachada del edificio actual ubicado en el antiguo emplazamiento del Hospital del San Sebastián
(Fuente: Francisco J. Castro, 2011).
109. Anónimo: Crucificado con Nuestra Señora de Los Dolores, San Sebastián y Pedro López de Villera
(1513). Arte en Canarias, siglos XV-XIX : una mirada retrospectiva : [exposición, Centro de Arte "La
Regenta", Las Palmas de Gran Canaria, junio-julio, 2001 ; Sala de Exposiciones "La Granja", Círculo de
Bellas Artes, Santa Cruz de Tenerife, septiembre-octubre, 2001] / Comisaria María de los Reyes
Hernández Socorro. Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes, D.L. 2001, volumen I, p. 198.
110. Plano del actual edificio ubicado en el antiguo solar del Hospital de San Sebastián (Fuente: Google
Maps, 2012). Google Maps: vista satélite. [En línea]. 2012. Disponible en URL:
<http://maps.google.es/maps?um=1&hl=es&q=Pero%20L%C3%B3pez%20de%20Villera&bav=on.2,or.r
_gc.r_pw.r_qf.,cf.osb&biw=1024&bih=571&wrapid=tlif133208521729631&ie=UTF-8&sa=N&tab=il>
[Consulta: 20 de marzo de 2012].

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111. Ubicación del Hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava en la actualidad (Fuente: Google Maps,
2012). Google Maps: vista satélite. [En línea]. 2012. Disponible en URL:
<http://maps.google.es/maps?hl=es&tab=wl> [Consulta: 20 de marzo de 2012].
112. Anónimo: Hospital de la Santísima Trinidad en su segunda ubicación, en el Llano de San Sebastián
(1890-1900). ALLOZA MORENO, M.A.; RODRIGUEZ MESA, M. Misericordia de la Vera Cruz en el
beneficio de Taoro desde el siglo XVI. Santa Cruz de Tenerife : [s.n.], 1984 (Gráficas Tenerife), p. 81.
113. Cubierta del opúsculo editado con ocasión de la salida de Canarias del Obispo Antonio Tavira Almazán:
A la salida del Ilustrísimo Señor Don Antonio Tavira… (1796). A la salida del Ilustrisimo Señor Don
Antonio Tavira, Obispo de estas Islas Canarias desde la rada de Santa Cruz de Tenerife para Cadiz con
destino á Osma, adonde [sic] habia sido trasladado [ ] publicado en 1796, en la ciudad de La Laguna en
la imprenta de Ángel Bazzanti. [En línea]. 2002-2012. Disponible en URL:
<http://bvpb.mcu.es/es/consulta/registro.cmd?id=447562> [Consulta: 20 de marzo de 2012].
114. Anónimo: Patio secundario del Hospital (1929). Provincia de Santa Cruz de Tenerife: datos sobre...,
opus cit, 1929, [s.n.].
115. Francisco J. Castro: Fachada de la iglesia y del Hospital de la Santísima Trinidad en su ubicación actual
(2011).
116. Francisco J. Castro: Acceso a las dependencias hospitalarias (2011).
117. Francisco J. Castro: Iglesia de San Francisco anexa al Hospital (2009).
118. Francisco J. Castro: Patio principal del Hospital (2011).
119. Francisco J. Castro: Puerta de acceso y del torno para expósitos del Hospital de la Santísima Trinidad
(2011).
120. Reforma del patio central del hospital. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7028; expediente nº
264: incoado sobre obras secundarias a realizar durante el actual año en el Hospital Insular de La
Orotava (1938).
121. Vista del patio principal del Hospital (1929). Provincia de Santa Cruz de Tenerife: datos sobre..., opus
cit, 1929, [s.n.].
122. Detalle de la reforma de galería del Hospital. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7023-7024;
expediente nº 184: sobre obras secundarias a realizar durante el actual año 1936, en el hospital de La
Orotava (1936).
123. EDUARDO ESPINOSA: Representación gráfica del lugar donde se ubicaba el primer emplazamiento en
1559 del hospital de Icod (1982). ESPINOSA DE LOS MONTEROS Y MOAS, E. El hospital de Ycod de los
Vinos. In Homenaje a Alfonso Trujillo. Tomo I. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura del Cabildo
Insular de Tenerife, 1982, p. 336.
124. Francisco J. Castro: Vista del coro de la iglesia del Hospital Nuestra Señora del Patrocinio y San Juan
Evangelista de Icod de los Vinos (2012).
125. Francisco J. Castro: Imagen de Nuestra Señora del Patrocinio. iglesia del Hospital Nuestra Señora del
Patrocinio y San Juan Evangelista de Icod de los Vinos (2012).
126. Francisco J. Castro: Tumba del doctor Francisco Leonardo Guerra en la iglesia del Hospital Nuestra
Señora del Patrocinio y San Juan Evangelista de Icod de los Vinos (2012).

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127. Anónimo: Grabado holandés del desembarco y saqueo realizado por el corsario holandés Pieter van
der Does a Las Palmas de Gran Canaria el 25 de junio de 1599 (siglo XVII). Contribución Wikipedia. La
Enciclopedia en línea. [En línea]. 2011-2012. Disponible en URL:
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128. Leonardo Torriani: Ubicación del Lazareto en su primer emplazamiento extramuros en la ciudad de Las
Palmas de Gran Canaria (finales siglo XVI). ITACAS. Publicado por Fernando Toscano el 31 de agosto de
2008. [Blog]. 2008-2012. Disponible en URL:
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129. Juan Bosch Millares: Vista general del Hospital de San Lázaro en Gran Canaria. BOSCH MILLARES, J.:
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36; Las Palmas de Gran Canaria; enero-diciembre 1950; pp. 46, 47, 48 y 49.
130. Juan Bosch Millares: Planta del Hospital de San Lázaro, Gran Canaria. Ibidem.
131. Juan Bosch Millares: Planta alta Hospital de San Lázaro, Gran Canaria. Ibidem.
132. A. Vinuesa Álvarez: Proyecto A para la Leprosería de Tenerife. VINUESA ÁLVAREZ, A.: Bases para un
proyecto de Sanatorio-Leprosería en Tenerife; Junta Central Consultiva contra la lepra; Madrid; 1942;
p. 18, 21, 25, 41, 42, 43, 44, 45, 46 y 47.
133. A. Vinuesa Álvarez: Proyecto B para la Leprosería de Tenerife. Ibidem.
134. A. Vinuesa Álvarez: Emplazamiento de la Leprosería Provincial de Tenerife. Ibidem.
135. A. Vinuesa Álvarez: Planta y fachadas (principal, posterior y lateral) del pabellón residencial de
enfermas. Leprosería Provincial de Tenerife. Ibidem.
136. Anónimo: Retrato de los hermanos Logman, Rodrigo (izquierda) e Ignacio (derecha). Iglesia de la
Concepción, Santa Cruz de Tenerife (ca. 1747). COLA BENÍTEZ, L. Fundación, raíces y símbolos de Santa
Cruz de Santiago de Tenerife: (apuntes históricos). Santa Cruz de Tenerife: Ayuntamiento de Santa
Cruz de Tenerife, 2006, p. 47-48.
137. Alberto Darias Príncipe: Planta baja y alta del Hospital (1995). DARIAS PRÍNCIPE, A. Homenaje al
profesor Dr. Telesforo Bravo. Nuevas aportaciones al estudio del Hospital de los Desamparados. Tomo
II. Madrid: Tauro Producciones S.L., 1995, p. 198-201.
138. Manuel Antonio de la Cruz: Retrato del Obispo Manuel Verdugo y Albiturria (segunda mitad del siglo
XVIII). Real Academia de las Bellas Artes de Canarias de San Miguel. Museo Histórico de las Artes de
Canarias. [En línea]. 2012. Disponible en URL:
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139. Luis Cola Benítez: Vista del antiguo Hospital desde la torre de la Iglesia de la Concepción. COLA
BENÍTEZ, L. (2006). Opus cit, p. 71.
140. Alberto Darias Príncipe: Proyecto para el cementerio propuesto por Francisco de Tolosa en 1800
ubicado en unos de los laterales del Hospital. DARIAS PRÍNCIPE, A. (1995). Opus cit, p. 198-201.
141. Manuel de Oraá y Arcocha: Proyecto para la fachada del Hospital de los Desamparados. DARIAS
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Oficial de Arquitectos de Canarias, 1983, ISSN 0213-0653, p. 62.
142. Anónimo: El arquitecto Manuel de Oraá y Arcocha (ca. 1880). Contribución Wikipedia. La Enciclopedia
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143. Anónimo: Fachada y parte de la crujía a la calle San Carlos del Hospital antes del incendio acaecido en
1888 (segunda mitad del siglo XIX). AHPSCT- Negociado de Diputación y Mancomunidad Interinsular
de Cabildos; caja nº 1239: Papeles sueltos sin clasificar; fachada y parte de la crujía a la calle San
Carlos del Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife antes del incendio acaecido en
1888 y años después de éste.
144. Anónimo: Incendio del Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados (1888). COLA BENÍTEZ, L.
(2006). Opus cit, p. 80.
145. Anónimo: Retrato del arquitecto Manuel de Cámara y Cruz (1848-1921). Respetable Logia Masónica nº
33. Publicado por Respetable Logia Masónica nº33 el 31 de mayo de 2009. [Blog]. 2008-2012.
Disponible en URL:
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santa.html> [Consulta: 15 de marzo de 2012].
146. Anónimo: Interior del Hospital tras la reconstrucción. ACIT- Negociado de Beneficencia-caja nº 6968;
Papeles sueltos sin clasificar.
147. Anónimo: Pabellón en construcción del Hospital Civil (ca. 1929). Provincia de Santa Cruz de Tenerife:
datos sobre..., opus cit, 1929, [s.n.].
148. Proyecto de lavadero. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7183; expediente nº 73: incoado para
realizar las obras del 3er. Pabellón de construcción y 4º del proyecto y otros anexos de la edificación
de los Establecimientos insulares de Beneficencia (expediente Nº 71 año 1919, Ngdo. Beneficencia;
1931).
149. Proyecto de terminación de las obras de la sala de operaciones quirúrgicas. ACIT- Negociado de
Beneficencia: caja nº 6982; expediente nº 40: sobre la adquisición y colocación de los materiales para
terminar la nueva sala de operaciones del Hospital de esta Capital (1931).
150. Adquisición de una lámpara Pantophos para la Sala de Operaciones. ACIT- Negociado de Beneficencia:
caja nº 6988; expediente nº 119: sobre la adquisición de una lámpara Pantophos para la Sala de
Operaciones de los Asilos de esta Capital (1932).
151. Sala de esterilización. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7001-7002; expediente nº 95: sobre
instalación que debe llevarse a cabo en la sala de esterilización anexa a la de operaciones asépticas en
los Establecimientos insulares de Beneficencia de esta Capital (1932).
152. Cabina para instalar el cuadro de los Rayos X (1933). ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6988;
expediente nº 134: incoado con motivo de oficio del Secretario-Contador de los Asilos de esta Capital,
relacionado con construir una cabina para instalar el cuadro de los Rayos X (1933).
153. Anónimo: Vista parcial de la Sala de Cirugía tras las obras de ampliación (1924-29). Provincia de Santa
Cruz de Tenerife: datos sobre... Opus cit, 1929, [s.n.].
154. Anónimo: Botica del Hospital Civil (ca. 1929). Ibídem.
155. Proyecto de una galería Sur, Naciente y Poniente, Servicio de Farmacia, Depósito de Medicamentos,
Laboratorio, Material de Laboratorios y Servicios, entre el primer y segundo pabellón. ACIT- Negociado
de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 179: incoado para tramitar el proyecto de una
galería Sur, Naciente y Poniente, Servicio de Farmacia, Depósito de Medicamentos, Laboratorio,

Tesis Doctoral Página 694


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Material de Laboratorios y Watter Closs, entre el primer y segundo pabellón del Hospital Civil de esta
Capital (1938).
156. Anónimo: Vista de patio interior. ACIT- Negociado de Beneficencia-caja nº 6968; Papeles sueltos sin
clasificar. Fotografía de su interior del Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife tras la
reconstrucción.
157. Planta del Hospital de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife tras el incendio acaecido en 1888.
DARIAS PRÍNCIPE, A. (1983). Opus cit, p. 62.
158. Anónimo: Miguel de la Grúa Talamanca de Carini y Branciforte, Primer Marqués de Branciforte. Óleo
sobre lienzo (segunda mitad del siglo XVIII). Contribución Wikipedia. La Enciclopedia en línea. [En
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162. Planta del primer proyecto de Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife. RIERA, J.: Planos de
Hospitales Españoles del siglo XVIII; Actas Histórico-médica Vallisoletana; Ediciones del Seminario de
Historia de La Medicina; Valladolid; 1975. Plano y alzado del Hospital Militar de Santa Cruz de
Tenerife, por Juan Guinther, año 1779. Escala de 100 mm. las 20 varas, realizado en tinta y colores al
aguado. Presenta explicación de este. Tamaño de 355x484 mm. y recuadro de 315x443 mm.
Documento del Archivo General de Simancas, Sección Guerra Moderna, legajo 2441. Plano en Archivo
General de Simancas, Sección M.P. y D. XIII-63.
163. Anónimo: Valeriano Weyler (1898). Library of Congress. The world of 1898: the Spanish-Amercan War.
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166. Planta de la ampliación del Hospital Militar. AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Memoria
del proyecto de ampliación del Hospital Militar y plano firmado el 11 de febrero de 1922.
167. Plantas de semisótano, baja y primera del Hospital Militar en 1925. AGM-Segovia Sección 3ª, División
3ª, Legajo 695. Plano y distribución del Hospital Militar firmado por Leonardo Royo el 4 de agosto de
1925.
168. José V. González Bethencourt: Fachada del Hospital Militar antes de cerrarse en 1995. GONZÁLEZ
BETHENCOURT, J. V. (2009). Opus cit, p. 139.
169. Imagen actual de la planta del edificio tras la reforma y su transformación en centro sociosanitario.
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el Hospicio. Periódico El Día, 23 de mayo de 2001, p. 25-26.
171. Anónimo: Casa de Huérfanos (ejercicios gimnásticos y clases de labores, 1929). Provincia de Santa
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172. Anónimo: Diego Guigou y Costa (ca. 1930). El Puerto de la Cruz. sus gentes y sus cosas. Publicado por
Bernardo Cabo Ramón el 5 de agosto de 2010. [Blog]. 2011-2012. Disponible en URL:
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173. Anónimo: Carmen Monteverde y Cambreleng de Hamilton (1900-05). Notas sobre la familia
Monteverde. [En línea]. 2011-2012. Disponible en URL:
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174. Planta del Hospital. Diario de Tenerife: 27 de mayo (nº 4340) de 1901.
175. Anónimo: Hospital (1936). Hospital de Niños (Santa Cruz De Tenerife): Memoria conmemorativa del
40º aniversario de su labor benéfico social: 1901-1941; Imprenta A. Romero; Santa Cruz de Tenerife;
1941; Lámina entre 52 y 53; pp. 63, 64, 65, 66 y 67.
176. Planta del Hospital. La superficie señalada en amarillo corresponde a la ampliación proyectada en
1937. Ibidem.
177. Planta del Hospital. La superficie señalada en amarillo corresponde a la ampliación proyectada en
1937. Ibidem.
178. Planta del Hospital. La superficie señalada en amarillo corresponde a la ampliación proyectada en
1937. Ibidem.
179. Fachada del Hospital (1937-41). Ibidem.
180. Anónimo: arquitecto Antonio Pintor y Ocete (1862-1946). Paseo virtual por Motril. Personajes
históricos relacionados con Motril. Publicado por Gabriel Medina Vílchez el 20 de abril de 2003. [Blog].
2011-2012. Disponible en URL:
<http://coralarmiz.com/Motril/pintorocete.htm> [Consulta: 10 de abril de 2012].
181. Planta de la Reforma del Manicomio Provincial (1929). AHPSCT- Negociado de Acción Social-
Mancomunidad: caja nº 174; expediente nº 428, legajo 28 de proyecto de reforma del Sanatorio
Psiquiátrico Provincial (1929).
182. Proyecto de reforma del Sanatorio Psiquiátrico Provincial (1929). Ibidem.
183. Fachada principal de un pabellón (1929). Ibidem.

Tesis Doctoral Página 696


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184. Anónimo: Manicomio Provincial (1905-10). Fondo de Fotografía-FEDAC. [En línea]. Las Palmas de Gran
Canaria: Gobierno de Canarias, 2003-2012. Disponible en URL:
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185. Rúbrica del arquitecto Domingo Pisaca y Burgada. DARIAS PRÍNCIPE, A. (1985). Opus cit, p. 106.
186. Proyecto para el pabellón de mujeres, 1947 (AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad:
caja nº 171; expediente nº 389).
187. Proyecto para el pabellón de mujeres. 1947. Ibidem.
188. Proyecto para el Sanatorio Psiquiátrico Provincial, 1946-47. Ibidem.
189. Anónimo: Laboratorio del Instituto Provincial de Higiene (1929). Provincia de Santa Cruz de Tenerife:
datos sobre... Opus cit, 1929, [s.n.].
190. Anónimo: Material de desinfección (1929). Ibidem.
191. Francisco J. Castro: Fachada del Instituto Provincial de Higiene en la actualidad (2012).
192. El médico Tomás Cerviá Cabrera. Trabajos del Dispensario Antituberculoso Central de Santa Cruz de
Tenerife (Lucha Antituberculosa de España); volumen I, abril 1933-diciembre 1934; Librería y
Tipografía Católica; Santa Cruz de Tenerife; 1935; p. 6 y diferentes láminas sin numerar presentes en la
publicación.
193. Anónimo: Cartel de la Lucha Antituberculosa durante la II República Española (1934). Enfermería
Avanzada. Publicado por Jesús Rubio Pilarte y Manuel Solorzano Sánchez el 20 de septiembre de 2011.
[Blog]. 2011-2012. Disponible en URL:
<http://enfeps.blogspot.com.es/2011/09/la-cruz-de-lorena-y-eldispensario.html> [Consulta: 1 de abril
de 2012].
194. Plano del Dispensario Antituberculoso de Santa Cruz de Tenerife. Trabajos del Dispensario
Antituberculoso Central de Santa Cruz de Tenerife (1935). Opus cit, p. 6 y diferentes láminas sin
numerar presentes en la publicación.
195. Fachada del Dispensario Antituberculoso de Santa Cruz de Tenerife. Ibidem.
196. Interior del Consultorio General de Tisiología. Ibidem.
197. Vista del Sanatorio Enfermería de Ofra (Foto A. Benítez). APTCC-Fotografías interiores y exteriores del
Sanatorio-Enfermería Antituberculoso en Ofra.
198. Fachada del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso de Ofra (Foto A. Benítez). Ibidem.
199. Proyecto para el ajardinado del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso. ACIT- Negociado de
Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 96.
200. Terrenos destinados a la construcción del Preventorio Infantil de La Esperanza. ACIT- Negociado de
Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 240.
201. Anónimo: Niños jugando en los jardines del centro. Periódico El País, 6 de marzo de 2011, p. 26-27.
202. Anónimo: Álvaro Rodríguez López (primer tercio del siglo XX). De la mar y los barcos. Publicado por
Juan Carlos Díaz Lorenzo el 15 de diciembre de 2010 [Blog]. 2011-2012. Disponible en URL:
<http://delamarylosbarcos.wordpress.com/2010/12/15/alvaro-rodriguez-lopez-el-naviero-mas-
importante-de-canarias-en-el-siglo-xx/> [Consulta: 15 de abril de 2012].
203. Plano del Jardín Infantil de la Sagrada Familia. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7183;
expediente nº 179: sobre las obras en la Casa-Cuna y donativos de materiales a las mismas (1937).

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204. Iglesia y campanario del Jardín Infantil de la Sagrada Familia. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº
7184-7185; expediente nº 155: incoado para tramitar La completa terminación del “Jardín Infantil de
la Sagrada Familia” (1940).
205. Proyecto de ampliación y reforma del costado sur. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-
7185; expediente nº 45: incoado para tramitar el proyecto de ampliación y reforma del costado Sur
del “Jardín Infantil de la Sagrada Familia” (1939).
206. Plano de la ampliación del pabellón destinado a servicios. ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº
7188; expediente nº 229: incoado para tramitar la subasta de las obras de “Terminación de la nave
lateral derecha del Jardín Infantil de la Sagrada Familia” (1951).
207. Anónimo: Vista de la Enfermería del Jardín de Infancia (1941). El ojo de Santa Cruz. Publicado por
Sandra Camps el 15 de septiembre de 2011. [Blog]. 2011-2012. Disponible en URL:
<http://blog.rtve.es/enprimerapersona/2011/09/el-infierno-de-la-casa-cuna-de-tenerife-en-primera-
persona.html> [Consulta: 15 de abril de 2012].
208. Ubicación del futuro Dispensario Antivenéreo público, 1930. ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº
7182; expediente nº 256: incoado con motivo de oficio de la Inspección Provincial de Sanidad
interesándose venda a la Junta provincial de Sanidad, un solar de 6932,25 m2 de la finca existente en
la esquina formada por las calles de San Sebastián y los Molinos, con destino a la construcción de un
edificio para Dispensario antivenéreo público (1930).
209. Fachada y lateral del Instituto Provincial de Sanidad en la actualidad (Fuente: Francisco J. Castro,
2012).
210. Detalle de la fachada del Instituto Provincial de Sanidad (Fuente: Francisco J. Castro, 2012).

Tesis Doctoral Página 698


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ANEXOS DOCUMENTALES

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ANEXOS DOCUMENTALES

INDICE DOCUMENTAL

Hospital de Santa María de la Antigua Misericordia

Escritura de donación del terreno para la construcción del Hospital de Nuestra Señora de la
Antigua Misericordia. AHPSCT- escribano Sebastián Páez, legajo 185, cuaderno nº 9 (1509,
folio 628 reverso).

Hospital de Nuestra Señora de los Dolores y de San Martín Obispo (en los primeros
momentos de su fundación Real Hospital)

Documento recogido en las “Actas del proceso movido por Martín de Jerez contra el vicario de
la isla Diego de Herrera, con motivo de la fundación del Hospital de Nuestra Señora de los
Dolores, que se recogen en los apéndices documentales”. AMSCLL- H-VI expediente 1
(1517).

Proyecto para la construcción de un nuevo Hospital de La Laguna. ACIT- Negociado de


Beneficencia: caja nº 7182; expediente nº 232: sobre construcción de un nuevo edificio
destinado a la instalación del Hospital de Ntra. Sra. De los Dolores de La Laguna (1923-24).

Hospital de San Sebastián

Donación del solar de Pedro López de Villera para la construcción de un Hospital de San
Sebastián. AHPSCT- escribano Sebastián Páez, legajo 185, cuaderno nº 9 (1509, folio 819
reverso).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 444: incoado con motivo
del escrito Del Sr. Consejero Don Andrés Lorenzo Cáceres, sobre ampliación de salas en El
Asilo de Ancianos de La Laguna (1941).

Hospital de la Santísima Trinidad

AMLO- Expediente sobre la traslación del Hospital de la Santísima Trinidad de esta Villa de La
Orotava al extinguido convento de San Francisco (1841). Caja 22 Patrimonio.

AMLO- Expediente promovido por la Alcaldía para la instalación de escuelas, Administración


Municipal y Teatro en el punto céntrico del Convento de San Francisco trasladando el Hospital
al de Sto. Domingo, con ventajosos resultados para unos y otros ramos (1864). Caja 6
Traslado Biblioteca.

Sanatorio Leprosería de Tenerife

Proyecto para la construcción de la Leprosería de Abades en Tenerife. VINUESA ÁLVAREZ,


A. Bases para un proyecto de Sanatorio-Leprosería en Tenerife. Madrid: Junta Central
Consultiva contra la lepra, 1942; pp. 18, 21, 25, 41, 42, 43, 44, 45, 46 y 47.

ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 60: incoado con motivo
de acuerdo de la Comisión Gestora sobre apertura de concurso para la adquisición de
terrenos con destino a la Leprosería insular. (1938).

Tesis Doctoral Página 702


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ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 60: incoado para


cumplimentar servicios relacionados con La construcción de una Leprosería en esta Isla,
interesado por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de La Provincia. Proyecto para la ubicación de
la Leprosería Provincial en Cuevas Blancas-Santa María del Mar-1941).

Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7182; expediente nº 156: incoado a virtud de


acuerdo de la Comisión Permanente de 20 de Enero de 1926, sobre organizar a base de los
Establecimientos Insulares de Beneficencia de esta Capital los servicios obligatorios que
determina el artículo 128, caso B) del Estatuto Provincial de 20 de Marzo de 1925, en la parte
que actualmente no estén instalados (1925-26).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6983; expediente nº 50: incoado con motivo de
acuerdo de la Junta Provincial de Sanidad relacionado con la posibilidad de montar un
Hospital único para toda la Isla (1930).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6982; expediente nº 40: sobre la adquisición y


colocación de los materiales para terminar la nueva sala de operaciones del Hospital de esta
Capital (1931).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6988; expediente nº 134: incoado con motivo de
oficio del Secretario-Contador de los Asilos de esta Capital, relacionado con construir una
cabina para instalar el cuadro de los Rayos X (1933).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 179: incoado para


tramitar el proyecto de una galería Sur, Naciente y Poniente, Servicio de Farmacia, Depósito
de Medicamentos, Laboratorio, Material de Laboratorios y Watter Closs, entre el primer y
segundo pabellón del Hospital Civil de esta Capital (1938).

Hospicio de San Carlos

ROSA OLIVERA, L. DE LA: “Prontuario de lo que se ha de observar por ahora, en el RI.


Hospital de Sn Carlos de las Yslas Canarias, interin se arreglan los estatutos combenientes
para esta, y las demás casas de misericordia que se hayan de erigir…”; Revista El Museo
Canario; Año VIII; números 21-22; Las Palmas de Gran Canaria; enero-marzo, abril-junio
1947; pp. 105-109.

Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife

Plano y alzado del Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife, por Juan Guinther, año 1779.
Escala de 100 mm. las 20 varas, realizado en tinta y colores al aguado. Presenta explicación
de este. Tamaño de 355x484 mm. y recuadro de 315x443 mm. Documento del Archivo
General de Simancas, Sección Guerra Moderna, legajo 2441. Plano en Archivo General de
Simancas, Sección M.P. y D. XIII-63. RIERA, J. Planos de Hospitales Españoles del siglo
XVIII; Actas Histórico-médica Vallisoletana; Ediciones del Seminario de Historia de La
Medicina; Valladolid; 1975.

AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Memoria del proyecto de sala de
operaciones y reforma de las letrinas del Hospital Militar.

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AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Plano de distribución de la crujía de
fachada principal fechado el 18 de junio de 1901. Acompañan a un proyecto de consultorio y
clínica de operados para familias de generales, jefes y oficiales de 1904.

AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Memoria del proyecto de ampliación del
Hospital Militar y plano firmado el 11 de febrero de 1922.

Hospital de Niños

Hospital de Niños (Santa Cruz de Tenerife): Memoria conmemorativa del 40º aniversario de su
labor benéfico social: 1901-1941; Imprenta A. Romero; Santa Cruz de Tenerife; 1941; Lámina
entre 52 y 53; pp. 63, 64, 65, 66 y 67.

GUIGOU, D. M.: Ponencia sobre el origen, evolución, estado actual y posibilidades futuras del
"Hospital de niños (fundación Dr. Guigou) de Santa Cruz de Tenerife"; s.e.; Santa Cruz de
Tenerife; 1962; pp. 1, 2 y 3.

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7028; expediente nº 50: relacionado con petición
deducida por el Sr. Médico-Director del Hospital de Niños sobre construcción en dicho
Establecimiento de un pabellón-enfermería destinado a los enfermos procedentes del Jardín
Infantil de la Sagrada Familia (1942).

Manicomio Provincial

AHPSCT- Negociado de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial: caja nº 172; expediente


nº 403, legajo 25 de Reglamento de la Asociación constituida para la construcción del “Asilo
de Dementes” (1894).

AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad: caja nº 174; expediente nº 428, legajo


28 de proyecto de reforma del Sanatorio Psiquiátrico Provincial (1929).

AHPSCT- Negociado de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial: caja nº 173; expediente


para la construcción del Pabellón de Hombres en el Instituto Psiquiátricos Provincial (1946).

AHPSCT- Negociado de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial: caja nº 173; expediente


para la construcción del Pabellón de Pago de Mujeres en el Instituto Psiquiátricos Provincial
(1947-1950).

Sanatorio Antituberculoso de Ofra

APTCC-Escritura de terreno comprado en Vilaflor de Chasna para la construcción de un


Sanatorio Antituberculoso (12 de marzo de 1928).

Conformación del proyecto de construcción de Sanatorio-Enfermería Antituberculoso en


Tenerife. ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018: Oficios y escritos que no
figuran en expedientes (1937).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 240: sobre construcción


de un Preventorio Antituberculoso en esta Isla, por El Estado, y ofreciendo de solar por El
Cabildo (“La Esperanza”); 1944

Vista del Sanatorio Enfermería de Ofra (Foto A. Benítez). APTCC-Fotografías interiores y


exteriores del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso en Ofra.

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Jardín de Infancia de la Sagrada Familia

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6983; expediente nº 142: incoado con motivo del
oficio del Sr. Consejero Inspector de los Establecimientos Insulares de Beneficencia de esta
Capital, proponiendo la construcción de un edificio destinado a albergar la Casa-Cuna de los
referidos asilos (1927).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 45: incoado para tramitar
el proyecto de ampliación y reforma del costado Sur del “Jardín Infantil de la Sagrada Familia”
(1939).

ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 155: incoado para


tramitar la completa terminación del “Jardín Infantil de la Sagrada Familia” (1940).

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HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LA ANTIGUA


MISERICORDIA.

Escritura de donación del terreno para la construcción del Hospital de Nuestra Señora de
la Antigua Misericordia. AHPSCT- escribano Sebastián Páez, legajo 185, cuaderno nº 9
(1509, folio 628 reverso).

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HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Y DE SAN MARTIN OBISPO.

Documento recogido en las “Actas del proceso movido por Martín de Jerez contra el vicario de la isla Diego
de Herrera, con motivo de la fundación del Hospital de Nuestra Señora de los Dolores, que se recogen en
los apéndices documentales”. AMSCLL- H-VI expediente 1 (1517).

Escrito presentado por Martín de Jerez.

“NOBLE SEÑOR, Dotor Sancho de Lebrixa, teniente de Governador en estas islas de Thenerife y
San Miguel de La Palma por el muy Manífíco señor don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado
de Canaria, Governador en las dichas islas por la Reina y el Rei nuestros señores: Martín de
Xerez, comendador y mayordomo del ospital de nuestra Señora de los Dolores e vezino desta
dicha isla de Thenerife, paresco ante vuestra Merced e digo que ya sabe como yo ove ganado de
nuestro muy Santo Padre León Décimo una bula, a instançia y cartas de sus Altezas el Rey
nuestro señor don Fernando, que está en gloria, y la Reina doña Juana, nuestra señora, para
fazer y edificar un espital de nuestra Señora de los Dolores, con otras muchas gracias y
indulgencias en la dicha bulla contenidas, especialmente para que fiziesse y edificase el dicho
ospital y para que toviesse un capellán o capellanes clérigo o religioso de qualquier orden que
dixesse missa y administrase los sacramentos en él. E yo, conforme a la dicha bulla, desque vine a
esta dicha isla edifiqué el dicho ospital y e tenido y tengo clérigo saçerdote que administra los
sacramentos a los pobres y dize missa en el dicho ospital. E, asi es que por parte de Diego de
Herrera, beneficiado y vicario desta dicha isla, a sido suspendidos que no digan missa Fernán
García, clérigo y capellán del dicho ospital, y asimismo freí Juan Campuzano, capellán del dicho
ospital, porque dixo misa y predicó en el dicho ospital el día de nuestra Señora de Agosta; a los
quales mandó que no dixessen missa allí ni en otro cabo y los suspendió del dicho ofifio, y a los
otros clérigos mandó que no la dixessen en el dicho ospital, y aunque el señor Adelantado mandó
a su capellán Diego Fernández que dixesse missa en el dicho ospital, no la osó dezir el día de
señor San Bartolomé por respecto del dicho vicario Diego de Herrera, lo cual no pudo ni puede
fazer porque es contra el tenor y forma de la dicha bula y previlegios della y por quanto sus
Altezas y los señores de su muy aho Consejo a mi instancia y pedimiento dieron y dicimieron ésta
carta real para vuestra Merced y para todas las otras justicias desta isla, para que, conforme a la
dicha bulla, dé favor y ayuda para que se faga y administre todo lo en ella contenido. Y porque el
dicho vicario a fecho contra la dicha bula lo que dicho tengo y vuestra Merçed por rigor de
justicia no le quiere conpeller, solamente le pido y requiero, conforme a la dicha carta real de sus
Altezas, mande a vn escriuano público, señaladamente a Antón Vallejo, escriuano público desta
dicha isla, que faga provanfa d« todo lo por mi desuso dicho y de lo demás que yo le pidiere en un
interrogatorio que pressentaré, y, fecha la provança, me la dé ainada y sellada de manera que
faga fe para la poder pressentar ante tui Altezas y ante los señores de su muy alto Consejo por
que allí alcançe cunplimiento de juatifia. Y de cómo lo pido y requiero a vuestra Merçed lo pido
por testimonio y a loa presientes ruego delio sean testigos.”
Martin de Jerez

Documento recogido en las “ACTAS DEL PROCESO MOVIDO POR MARTÍN DE JEREZ CONTRA EL
VICARIO DE LA ISLA DIEGO DE HERRERA, CON MOTIVO DE LA FUNDACIÓN DEL HOSPITAL DE
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, QUE SE RECOGEN EN LOS APÉNDICES DOCUMENTALES”,
(ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA).

Carta de Sus Altezas y orden de Lebrija de tomar copia de ella

“E luego presentó leer notyficar fizo por mí, el dicho escrivano, al dicho señor dotor una carta
real de sus Altezas, sellada con el sello de sus armas reales e firmada e librada de los tenores del
su muy alto Consejo e oficiales de tu real casa e Corte, cuyo tenor es éste que se sygfue:

Tesis Doctoral Página 707


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Francisco Javier Castro Molina

Antón de Vallejo, escrivano público y del Consejo desta isla de Tenerife: Yo vos mando que una
carta real de sus Altezas que ante vos ovo presentado Martín de Xerés contra los abades en razón
del espital de Nuestra Señora da los Dolores, de ques perpetuo administrador, le deis la dicha
carta originalmente al dicho Martín de Xerés, quedando en vos un traslado abtorizado, lo qual
hazed en el término de la ley so la pena della. Fecho a catorze de enero de mill e quinientos de
dies e ocho años.

Lebrixa, dathor Fernand Guerra, escrivano público

Doña Juana y don Carlos su hijo, por la graçia de Dios Reyna de e Rey de Castilla, de León, de
Aragón, de las dos Çe [çi]lías, de Iherusalen, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de
Galiçia, de Çevilla, de Mallorcas, de Çerdeña, de Córdova, de Córsega, de Murçia, de Jaén, de
los Algarves, de Algezira, de Gibraltar, de las yslas de Canaria, de las Yndias, yslas Tierra Firme
del Mar Oçéano, Condes de Barcelona, señora de Viscaya e de Molina, Duques de Atenas e de
Neopatria e de Roysellón e de Çerdania, Marqueses de Oristán e de Goçiano, Archiduques de
Abstria, Duques de Borgoña e de Bravante, Condes de Flandes e de Tirol, etc., a vos el nuestro
Governador de las yslas de Gran Canaria e a vuestro lugarteniente en el dicho ofiçio e a otras
qualesquier justiçias e juezes de la ysla de Tenerife, e a cada uno e qualquier de vos a quien esta
nuestra carta fuere mostrada, salud e graçia. Sepades que Martin de Xerés e Catalina Gutiérrez,
su muger, vezinos de la ysla de Tenerife, nos fizieron relaçión por su petiçión diziendo que por
serviçio de Dios e de nuestra Señora quisieron e quieren gastar la mayor parte de sus bienes en
hazer un espital en la dicha ysla de Tenerife, de la ynbocación de Nuestra Señora de los Dolores,
donde se acojan y alverguen los pobres y pelegrinos que por ella pasasen e diz que el Rey e la
Reyna, nuestros señores padres, que santa gloria ayan, por que su buena intinçión se efectuase les
dieron sus cartas por las quales enbiaron a soplicar a nuestro muy Santo Padre que concediese
algunas gracias y perdones al dicho espital y casa que asy quyeren fazer e diz quél fué a Roma y
su Zantidad conçedió una bula con muchas gracias yudilugençias e perdones e jubeleos, e que
asymismo traxo otra bula de perdones e indulijençias de veynte cardenales para que pudiese pedir
limosna por tiempo de dos años para la redeficaçión de la dicha casa, según dixo que paresçía
por las dichas bulas de que ante los del nuestro Consejo fizo presentaçión, e diz que por virtud
dellas él començó a edeficar el dicho espital e diz que un Diego de Herrera, clérigo vicario de la
dicha ysla e provisor del obispado de Canaria, e Juan de Troya, comisario de la Santa Cruzada, e
otras presonas les han perturbado y perturban que no edefiquen el dicho espital, sobre lo qual diz
que le an traydo en pleyto más de seys meses e le hizieron gastar más de çinquenta ducados e le
quitaron que no adquiriese para el dicho ospital más de trezientos ducados. Por ende que nos
soplicavan mandásemos a los dichos clérigos y a otras qualesquier presonas que an perturbado el
edefiçio del dicho ospital que no les molesten ny enquiten sobre ello, les dexen e consientan hazer
e edeficar el dicho espital, pues le hasen de su hazienda, e le pagasen todas las costas y daños que
a esta cabsa se le han recreçido e recreçieren e mandásemos guardar las dichas bulas, segund e
como en ellas se contiene e como la nuestra Merced fuese. Lo qual visto por los del nuestro
Consejo e las dichas bulas de que desuso se hase minsión, fue acordado que devíamos mandar dar
esta nuestra dicha carta en la dicha razón, e nos tovímoslo por bien, porque vos mandamos que
luego que contra esta nuestra carta fuerdes requeridos, veáys las dichas bulas de que desuso se
haze minsión e las guardéys e cumpláys e fagáys guardar e cumplir segud e como en ellas se
contiene, e guardándolas e conpliéndolas vos mandamos que libremente dexéys e consyntáys usar
dellas al dicho Martín de Xerés, con tanto que por virtud de las dichas bulas no pueda sacar ni
saque ningud pan de las dichas yslas para tierra de moros ni para otra parte alguna, e los vnos ni
los otros non ende fagades al por alguna manera, so pena de la nuestra Merced e de diez mill mrs.
para la nuestra Cámara. Dada en Madrid a diez días del mes de setienbre, año del nasçimiento de
nuestro Salvador Ihesuxrispto de mill e quinientos e diez e seys años. Archipiscopus granatensys,
dotor Carvajal. Liçenciatus Polanco. Liçenciatus Aguyrre. Liçenciatus de Coalla. Yo, Juan de
Salmerón, escrivano de cámara de la Reyna e el Rey su hijo, nuestros señores, la fiz escrevir por
su mandado con acuerdo de los del su Consejo. Registrada, el bachiller de Villanueva por
chançiller Juan de Santillán.
En XIII de enero de MDXVII se corrijó esta carta con el oreginal. Testigos Antón Ruys e Femando
del Castillo e Gonzalo Rodrigues.

Tesis Doctoral Página 708


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Francisco Javier Castro Molina

Conosco yo, Martín de Xerés, que resçebí de vos, Antón de Vallejo, escrivano público e del
Conçejo, la carta de sus Altezas oreginalmente, cuyo traslado es el que desuso se contiene. Fecho
a XIII de enero de 1517 años.
Martín de Xerés

E luego el dicho señor dotor dixo. que ya le avíe presentado la carta de su Alteza y él la avíe
obedeçido e cumplido en quanto el pudo, e que presente los testijos que quisyere e que se tomen e
resçiban e que cometya e cometyó a mí, el dicho escrivano, la reçebçión e esaminación de los
testigos que presentase e juramento, porque su Merçed estava ocupado en negoçios conplideros al
servicio de sus Altezas y esecuçión de su justiçia”.

Documento recogido en las “ACTAS DEL PROCESO MOVIDO POR MARTÍN DE JEREZ CONTRA EL
VICARIO DE LA ISLA DIEGO DE HERRERA, CON MOTIVO DE LA FUNDACIÓN DEL HOSPITAL DE
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, QUE SE RECOGEN EN LOS APÉNDICES DOCUMENTALES”,
(ARCHIVO MUNICIPAL DE SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA).

Escrito presentado por Diego de Herrera

“E después desto, en XXVI días del mes de agosto del dicho año de mill e quinientos e diez e syete
años, ante el muy Magnífico señor don Alonso Fernández de Lugo, Adelantado de las yslas de
Canaria e Gobernador e Justicia Mayor de las dichas yslas, paresçió presente Diego de Herrera,
clérigo presbítero vicario de la dicha ysla, e presentó un escripto de razones su tenor del qual es
este que se sygue:

[In margine:] En XXVI de agosto de MDXVII la presentó el vicario Diego de Herrera.

Escrivano presente, daréys por fe e testimonio en manera que faga fe a mi, el beneficiado Diego
de Herrera, vicario de esta ysla de Tenerife por el Magnífico e muy reverendo señor don Femando
Darze, por la graçia de Dios e de la santa Yglesia de Roma obispo de Canaria, del Consejo de la
Reyna e Rey, nuetros señores, cómo en vuestra presencia digo al muy Magnífico señor el
Adelantado de Canaria, Governador e Justiçia Mayor destas yslas de Tenerife e Sant Miguel de
La Palma por sus Altezas, y al muy noble señor dotor Sancho de Nebrixa, su lugarteniente de
Governador en estas dichas yslas, que a mi notiçia es venido que Martín de Xerés, vecino desta
dicha ysla, administrador que se dize ser del ospital llamado de Nuestra Señora de los Dolores,
nuevamente ynstituydo, hizo un pedimiento a los dichos señores Adelantado e su teniente en el
qual diz que dixo que su Santidad mandó fazer un ospital en esta dicha ysla de la dicha vocación
de Nuestra Señora de los Dolores e que su Alteza asymismo mandó que para quel dicho Martín de
Xerés fiziese el dicho ospital le diese su justiçia todo favor e ayuda, e que yo enpedía el dicho
hedifiçio y diz que pidió que le diesen favor e ayuda e que quería fazer ynformaçión çerca dello e
que le fuese rebebida segund más largo se contiene en la dicha su relaçión e pedimiento, e que ge
lo mandaron admitir e admitieron e le mandaron dar ynformaçión e que presentase su
ynterrogatorio. En razón de lo qual, alegando lo que a mi derecho conviene, no les atribuyendo ni
prorrogando juridiçión alguna, digo que lo asy dicho e pedido por el dicho Martín de Xerés e lo
mandado por los dichos señores Adelantado e su teniente y todo lo fecho e que se fiziere por el
dicho Martín de Xerés en esta dicha razón e cabsa, todo no ovo ni ha lugar ni se devió ni debe
fazer e fue y es de derecho ninguno por muchas cabsas e razones que, siendo nesçesario, ante
quien e quando convenga entiendo de dezir e alegar, no ofresçiéndome a cosa demasiada, y en
especial por las siguientes:
Lo vno porque la cabsa sobre que se faze el dicho pedimiento e lo demás susodicho fue y es
espiritual y de la jurediçión eclesiástica, segund paresçerá por su relaçión, y demás desto yo he
seydo e soy vicario e benefiçiado desta dicha ysla e presbítero e por consiguiente clérigo de orden
sacra, por donde yo soy exento de la jurediçión de los dichos señores Adelantado e su teniente en
las cabsas e cosas tocantes a mi e a mis cosas e bienes, segund que todo es notorio e sy nesçesario
es por tal lo digo e alego, e asy el dicho señor Adelantado e dotor no pudieron ni pueden ni
devieran ni deven entremeterse en lo susodicho ni en el conosçimiento dello ni arresçebille
testigos ni provança ni cosa alguna y en quanto otra cosa se ha fecho o fiziere a sydo e será todo
ninguno de derecho.

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Lo otro porque el dicho Martin de Xerés ha seydo y es honbre que me quiere mal, porque avemos
tenido contiendas e debates, todo defendiendo yo en jurediçión eclesiástica, de que él ha tenido
opinión que lo he contrariado la fabricaçión del dicho ospital, sobre lo qual me ha tenido e tiene
la dicha enemistad, segund es notorio, y so color de la dicha ynformaçión e de decir que le
conviene a su derecho, segund a mi notiçia es venido, me ha querido e quiere injuriar
oponiéndome que yo he fecho crímines y exçesos ynjusta e yndividamente para me macular, a lo
qual no se devía ni devió de dar lugar, especialmente syendo yo benefiçiado y vicario y presbítero
y honbre honrrado e de abtoridad e aviendo sido canónigo en la catredal iglesia deste obispado
fasta que lo di e renunçié e siendo honbre de buen bibir e trato e siendo honroso e provechoso a
esta dicha isla, con quien ha estado e está el culto divino más tenido, servido e honrado de lo que
de antes que fuese yo benefiçiado e vicario estava, y siendo el dicho Martín de Xerés honbre de
baxa condiçión, bozinero e maldiziente, a quien no se debía dar lugar a tales cosas, porque so
color de justiçia no se ha de permitir que aquél ni otra persona alguna vitupirie ni ynjurie a
persona alguna, especialmente de mi calidad, a lo menos por evitar escándalo y otros muchos
ynconvicientes que de lo tal a« pueden y esperan seguir.
Lo otro porque quando los dichos señores fueran jueces conpetentes para poder conosçer de lo
susodicho y entremeterse en ello, avían de mandar me dar traslado e oyrme primero que le
admitieran al dicho Martín de Xerés provança ni informaçión alguna para que yo alegara de mi
derecho, porque sy yo en algo lo enpedí sería y es con justa cabsa e razón e defendiendo la dicha
jurediçión eclesiástica.
Lo otro porque los dichos señores Adelantado e dotor me han tenido e mostrado oydio e ha quatro
o cinco días que el dicho señor Adelantado me ynjurió e maltrató de palabra diziéndome muy feas
palabras e ynjuríosas, las quales, aunque yo lo tenga por señor e se las deva sufrir, no era razón
dezírmelas; y el dicho señor dotor muchas vezes me ha maltratado, por donde yo los he tenido e
tengo por sospechosos y por tales los recuso en caso que pudieran conosçer desta cabsa o
comoquiera que sea, e asy lo juro a Dios e a Santa María e a esta señal de la † que los he e tengo
por sospechosos.
Por ende lea pido e requiero vna e dos e tres veles e tantas quantas más vezes puedo e devo de
derecho, que ellos ni qualquier dellos no se entremetan a conosçer ni conozcan de lo susodicho,
asy dicho e pedido por el dicho Martín de Xerés, ni hagan ni manden haser cosa de lo a ello
tocante ni le admitan ni resçiban ni manden resçibir ynformaçión ni provança alguna, y sy alguna
cosa le han admitido e mandado admitir, lo casen e den por ninguno como lo es; e sy nesçesario
es, todo lo que asy se ha fecho e mandado e se hiziere e mandara en quanto ha sydo y fuere contra
mi e en mi perjuyzio, lo resçibo por ynjuria e protesto de me querellar dello ante quien y quando y
como convenga, y protesto asymismo que todo lo que asy se ha fecho e fiziere sea en sy ninguno,
como lo es, e no me pare perjuyzio, y de aver y cobrar de los dichos señores Adelantado e dotor
todo el ynterese, costas, pérdidas, daños e menoscabos que sobre esta dicha razón se me han
syguido e syguieren. E pido sea puesto este escripto e requerimiento al pie o junto de lo asy
pedido por el dicho Martín de Xerés y de los otros abtos sobre ello fechos e que no se dé
testimonio de lo susodicho syn el del otro escripto. E pídelo todo por testimonio e ruego a los
presentes que me sean testigos.
E luego el dicho señor Adelantado dixo que él no avíe sydo en haser la dolígençia que dize que
fizo el dicho señor Adelantado y el dicho señor teniente, porque no fue fecho syno ante el dicho su
teniente y él sería al que lo mandaría e non su Señoria. Y en lo que dize que lo quiere mal, que se
sabrá lo contrarío. En lo demás, que manda notyficar esto al dicho su teniente e manda dar
traslado al dicho Martín de Xerés e questo da por su respuesta, non asyntyendo en sus
protestaçiones ni en alguna dellas.—Testigos Juan Páez e Juan Fernández.
.

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Proyecto para la construcción de un nuevo Hospital de La Laguna. ACIT- Negociado de


Beneficencia: caja nº 7182; expediente nº 232: sobre construcción de un nuevo edificio
destinado a la instalación del Hospital de Ntra. Sra. De los Dolores de La Laguna (1923-
24).

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OSPITAL DE SAN SEBASTIÁN.


Donación del solar de Pedro López de Villera para la construcción de un Hospital de San
Sebastián. AHPSCT- escribano Sebastián Páez, legajo 185, cuaderno nº 9 (1509, folio
819 reverso).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 240: incoado con


motivo del escrito Del Sr. Consejero Don Andrés Lorenzo Cáceres, sobre ampliación de
salas en El Asilo de Ancianos de La Laguna (1941).

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HOSPITAL DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.


AMLO- Expediente sobre la traslación del Hospital de la Santísima Trinidad de esta Villa
de La Orotava al extinguido convento de San Francisco (1841). Caja 22 Patrimonio.

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AMLO- Expediente promovido por la Alcaldía para la instalación de escuelas,


Administración Municipal y Teatro en el punto céntrico del Convento de San Francisco
trasladando el Hospital al de Sto. Domingo, con ventajosos resultados para unos y otros
ramos (1864). Caja 6 Traslado Biblioteca.

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SANATORIO LEPROSERIA DE TENERIFE.


Proyecto para la construcción de la Leprosería de Abades en Tenerife. VINUESA
ÁLVAREZ, A. Bases para un proyecto de Sanatorio-Leprosería en Tenerife. Madrid: Junta
Central Consultiva contra la lepra, 1942; pp. 18, 21, 25, 41, 42, 43, 44, 45, 46 y 47.

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ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 60: incoado


con motivo de acuerdo de la Comisión Gestora sobre apertura de concurso para la
adquisición de terrenos con destino a la Leprosería insular (1938).

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ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7023-7024; expediente nº 60: incoado para


cumplimentar servicios relacionados con La construcción de una Leprosería en esta Isla,
interesado por el Excmo. Sr. Gobernador Civil de La Provincia. Proyecto para la ubicación
de la Leprosería Provincial en Cuevas Blancas-Santa María del Mar-1941)

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HOSPITAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DESAMPARADOS.


ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7182; expediente nº 156: incoado a virtud de
acuerdo de la Comisión Permanente de 20 de Enero de 1926, sobre organizar a base de
los Establecimientos Insulares de Beneficencia de esta Capital los servicios obligatorios
que determina el artículo 128, caso B) del Estatuto Provincial de 20 de Marzo de 1925, en
la parte que actualmente no estén instalados (1925-26).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6983; expediente nº 50: incoado con motivo de
acuerdo de la Junta Provincial de Sanidad relacionado con la posibilidad de montar un
Hospital único para toda la Isla (1930).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6982; expediente nº 40: sobre la


adquisición y colocación de los materiales para terminar la nueva sala de
operaciones del Hospital de esta Capital (1931).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6988; expediente nº 134: incoado con motivo de
oficio del Secretario-Contador de los Asilos de esta Capital, relacionado con construir una
cabina para instalar el cuadro de los Rayos X (1933).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 179: incoado para


tramitar el proyecto de una galería Sur, Naciente y Poniente, Servicio de Farmacia,
Depósito de Medicamentos, Laboratorio, Material de Laboratorios y Watter Closs, entre el
primer y segundo pabellón del Hospital Civil de esta Capital (1938).

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HOSPICIO DE SAN CARLOS.


ROSA OLIVERA, L. DE LA: “Prontuario de lo que se ha de observar por ahora, en el RI. Hospital de Sn
Carlos de las Yslas Canarias, interin se arreglan los estatutos combenientes para esta, y las demás casas
de misericordia que se hayan de erigir…”; Revista El Museo Canario; Año VIII; números 21-22; Las Palmas
de Gran Canaria; enero-marzo, abril-junio 1947; pp. 105-109.

Se nombran al presente por Socios para el Pasto Espiritual de los Pobres a los
Eclesiásticos Dn. Pedro Ortiz, Tente. Beneficiado, y Dn. Pedro de Murga. Por con[tador]
de la Junta que se ha de establecer, al pral. de la Rl. Hacienda en estas Yslas Dn. Pedro
Cathalan, y por tesorero el que lo es de la misma clase, Dn. Josef de Carta. Para el
Govierno interior del Rl. Hospicio, y demás que se expresará al Admon. Principal de
Tabacos Dn. Luis Pellicer, Dn. Fernando Piar, Dn. Tomás Zubieta, y Dn. Tomas
Camberleng, con el caracter de tales Socios, cuya cabeza es el Comandante G[eneral].

Los Pobres de ambos sexos, que por ahora se admitan en el Rl. Hospicio, con la
separación que se ha dispuesto han de ser los de verdadera necesidad, asta el número
que segun el computo de lo que existe, y pueda recogerse, alcance para su alimento y
alojamiento. Antes de su ingreso, se reconoceran por el Medico y Cirujano, y
aseguradose que no tengan enfermedad contajiosa, se filiarán en un Libro que ha de
haver para este efecto, anotandose por su nombre, Patria y edad, con el numero a que
corresponda el vestuario, y Cama que se la dará desde el 1º, 2º, (etc.) que es por el que
se han de entender para llamarles precedido el haverlos echo lavar, asear y peinar. La
publica recolección, y colocación ha de ser el 20 de Enero, que es el día en que se
celebra, el feliz Natal de Nro. Augusto Monarca, y bajo su Rl. Nombra, y Soberana
proteccion, que espera preste su clemencia para la perpetuidad, pues fue quien llevado
de su tierna, Cristiana piedad, y amor a los Pobres, verdaderas imagenes de Jesu Cristo,
estableció y fundó, el primer Hospicio de Napoles y ha mandado erijirlos, en las
principales poblaciones de todo el Reyno.

Siendo esta institucion meramente laycal, bajo la direccion del Comandante General, y
protaccion del Ylmo. Obispo, el primero hara los nombramientos de Socios, en aquellos
caritativos patriotas, que hayan contribuido y contribuyan para tan piadoso fin, y en los
demas que solIciten su ingreso de toda la Provincia; pues su autoridad es unicamente lo
que puede obligar, y estimular, a que sin el menor interes, y obrando solo por celo y
caridad se tomen el trabajo, que se les distribuirá para el fomento y asistencia de las
casas de misericordia.

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Por ahora los Socios de Caridad, Dn. Fernando Piar y Dn. Tomas Zubieta, serán los que
continúen en este pueblo, pidiendo a los buenos, y caritativos patriotas, las limosnas que
cada año puedan consignar, voluntariamente para obra tan pia, a proporcion de lo que
socorrian a las puertas; pues se prohive el que pidan a ellas, ni anden mendigos, las
quales darán en los plazos que mas les acomoden, a fin de computar y saver, con lo de
seguro se deve contar, y a mas de esto, un dia en cada semana saldrán los r[e]ferídos
Socios, y otros que se nombraran alternativamente a pedir Limosna para el Hosp[ital]
que cada mes pondrán en la Caja del Socio Tesorero Dn. Josef de Carta, que tendrá su
libro de asiento para llevar exacta quenta de la entrada y salida, interviniendo el
Contador Dn. Pedro Cathalan, para el buen orden, y que cada año se haga el balance.

Para pedir la Limosna, y fomentar esta piadosa institucion en los demas pueblos cíe las
Yslas se nombrarán personas de las mas principales por Socios que seran en cada uno
dos Regidores: dos de la Sociedad Economica, dos Eclesiasticos condecorados; dos
Militares de graduacion o del Ministerio politico autorizado, donde los huviere: dos
comerciantes, y a mas soliciten su Ingreso.

Los referidos Socios Dn. Fernando Piar, Dn. Tomás Zubieta, y Dn. Tomas Camberleng,
cuidarán tambien de la buena asistencia y aseo de los pobres, alternando por semana
con otros Socios que gusten de ejercitar estas obras de Misericordia; y el Socio Dn. Luis
Pellicer con su celo inflamado se encargará de el acopio de Granos, menestras, viveres,
y demas necesario para el alimento, y ranchos diarios, presenciando por si o persona de
su confianza la distribucion, y dando económicas reglas, para que sin faltar lo preciso, no
se hagan viciosos dispendios. Los nominados Zubieta y Camberleng, tendrán
anualmente el cuidado de fomentar la industria, comprando algunas Cajas, de Lino,
Algodón, Lanas, & para que los pobres hilen, hagan colectas, y otras cosas sencillas a
los principios, dando quenta al Comandante Gral. de sus progresos, para premiarles, y
comunicandole igualmente sus ideas de lo que juzgaren mas a proposito para su
adelantamiento.

Los dos Socios Eclesiasticos Dn. Pedro Ortiz, y Dn. Pedro de Murga, a mas de la parte
que tomarán en el antecedente artículo, tendrán el devido, e indispensable cuidado de
dar a los Pobres el Pasto espiritual que es propio de su celo, por ellos mismos, o
comisionando a Otros Sacerdotes; no quitandonse por esta al Clero y Religiones la
facultad, de que igualmente vaya el que quiera a consolarlos, exortarlos, y explicarles la
Doctrina Cristiana.

Se elige a Domingo Alonso, que es sugeto de conducta, Ynteligente y buenas
costumbres, para-que con el titulo de Custodio-Zelador del Rl. Hospicio se encargue y

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cuide de la mecanica, aseo, buen orden, y tranquilidad de los pobres, auxiliado de la


Guardia que se pondrá: distribucion de comidas. Ropas marcadas por numeros con las
Camas desde el 1º, 2º, & hasta los que succesivamente haya, y vayan entrando; y a Dª
Antonia Bento por custodia Celadora de las Mugeres Pobres con la misma obligacion y
la de dar quenta ambos a los Socios de mes o semana que se han insuinado para
providenciar lo combeniente, obedeciendo ciegamente sus ordenes.


Se formará en esta Plaza una Junta General pª tratar todos los asuntos interesantes que
miren al mayor aumento, y solida subsistencia de tales obras pias para toda la Provincia
en que presidirá el Comte. General con un secretario que sera Dn. Guillermo Josef de
los Reyes, el que extenderá en el libro maestro que deve haver, todas las providencias, y
acuerdos dando los avisos a quien corresponda. La caja tendra tres llaves: una estara en
poder del Contador; otra en el del citado Tesorero, y otra en el de la Junta de todos los
Socios, o en el de que por ella se elija que por ahora será... sin cuyas precisas
concurrencias no se sacará ni entrará Dinero. Las Libranzas para los pagamentos los ará
el Presidente: en su pago intervendrá el Contador, y las visará el referido principal
encargado por la Junta.
10º
De todo se ha de llevar por el Contador, y Tesorero, puntual quenta y razon,
formalizandose las relaciones de gastos mensuales, o semanales, con arreglo a los
diarios, por el socio Pellicer como encargado a este efecto con las prevenidas
formalidades.
11º
Cada fin de Año se liquidaran las quentas con el fin de saver el estado de las Cajas,
Gastos, y existencias: Y si resulta sobrante poder socorrer las necesidades secretas de
algunas personas pobres vergonzantes que por su calidad, y circunstancias no sea dable
recojerse en el Hospicio.
12°
En el Rl. Hospicio se colocará un Horario pª el Govierno, y distribución del tiempo,
formandose por Dn. Luis Pellicer, y Dn. Tomas Camberleng extensas instrucciones a los
custodios Zeladores, que expliquen el manejo interin obligaciones del aseo, buen orden
que han de tener para la distribucion de ranchos, otras de comer cenar, trabajar, rezar el
rosario, oir Misa, y en los dias festivos alguna recreacion.
13º
Se dará principio por un exacto imbentario del Hospicio; Puertas, Ventanas, Mesas,
Sillas, Muebles, y demas hutiles, y efectos de su servicio, y por el se ará la entrega a los
custodios Zeladores de cada respectiva separación, los que cuidarán de su conservación
y aseo, valiendose de los Pobres de mejor conducta, e inteligencia para qué les quiden,

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vigilando el buen orden de los ranchos, distribucion de ellos. Pan, lavadura de ropas que
se marcarán todas con las Camas, Cada vestuario será compuesto de dos Camisas, un
par de Calzones par
de medias, o Calcetas una Casaqueta, con una medalla que diga Hospicio de Sn Carlos,
un par de Zapatos con botones, y un sombrero: y el de la mugar de dos Camisas dos
justillos, dos pares Naguas blancas una de color dos Tocas, dos pares de calçetas un
par de zapatos, una Mantilla Sombrero, y en cada cavecera de cama se colocará una
Cruz, y a cada un pobre se le entregará un Rosario.
14°
El Socio o Socios de semana quidara de que los sobrantes de comida, y cena, se lleven
por pobres de conducta que elija el celador, a los presos de la Carcel Rl, y para acreditar
que en todo es el Hospicio una berdadera casa de Misericordia, siempre que en el
Hospital de Pobres o el Real haya necesidad de personas que asistan a los enfermos se
embiarán a este fin hombres o mugeres de los Pobres de megores qualidades, y mas
propios del pueblo; concurriendo tambien si los pidieren a las procesiones, Entierros para
conducir y acompañar los difuntos, amortajarlos, y demas obras de piedad.
Los preinsertos Articulos se observarán imbiolablemente ínterin se mejoran por
adicciones, y aumento con lo que dicte la propia experiencia. Plaza de Sta. Cruz y Enero
18 de 1785. = EL MARQUES DE BRANCIFORTE.

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HOSPITAL MILITAR DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.


AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Memoria del proyecto de sala
de operaciones y reforma de las letrinas del Hospital Militar.

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AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Plano de distribución de la crujía de
fachada principal fechado el 18 de junio de 1901. Acompañan a un proyecto de consultorio
y clínica de operados para familias de generales, jefes y oficiales de 1904.

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AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Memoria del proyecto de ampliación del
Hospital Militar y plano firmado el 11 de febrero de 1922.

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AGM-Segovia Sección 3ª, División 3ª, Legajo 695. Plano y distribución del Hospital Militar
firmado por Leonardo Royo el 4 de agosto de 1925.

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HOSPITAL DE NIÑOS.
HOSPITAL DE NIÑOS (SANTA CRUZ DE TENERIFE): Memoria conmemorativa del
40º aniversario de su labor benéfico social: 1901-1941; Imprenta A.
Romero; Santa Cruz de Tenerife; 1941; Lámina entre 52 y 53; pp. 63, 64,
65, 66 y 67.

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7028; expediente nº 50: relacionado con


petición deducida por el Sr. Médico-Director del Hospital de Niños sobre construcción en
dicho Establecimiento de un pabellón-enfermería destinado a los enfermos procedentes
del Jardín Infantil de la Sagrada Familia (1942).

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Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

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MANICOMIO PROVINCIAL.

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Arquitectura y medicina en Canarias.
Dispositivos asistenciales y recursos sanitarios en Tenerife (S. XVI-XX)

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AHPSCT- Negociado de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial: caja nº 172;


expediente nº 403, legajo 25 de Reglamento de la Asociación constituida para la
construcción del “Asilo de Dementes” (1894).

AHPSCT- Negociado de Acción Social-Mancomunidad: caja nº 174; expediente nº 428,


legajo 28 de proyecto de reforma del Sanatorio Psiquiátrico Provincial (1929).

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AHPSCT- Negociado de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial: caja nº 173;


expediente para la construcción del Pabellón de Hombres en el Instituto Psiquiátricos
Provincial (1946).

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AHPSCT- Negociado de Beneficencia-Hospital Psiquiátrico Provincial: caja nº 173;


expediente para la construcción del Pabellón de Pago de Mujeres en el Instituto
Psiquiátricos Provincial (1947-1950).

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SANATORIO ANTITUBERCULOSO DE OFRA.

APTCC-Escritura de terreno comprado en Vilaflor de Chasna para la construcción de un


Sanatorio Antituberculoso (12 de marzo de 1928).

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Conformación del proyecto de construcción de Sanatorio-Enfermería Antituberculoso en


Tenerife. ACIT- Negociado de Beneficencia; caja nº 7017-7018: Oficios y escritos que no
figuran en expedientes (1937).

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Vista del Sanatorio Enfermería de Ofra (Foto A. Benítez). APTCC-Fotografías interiores y


exteriores del Sanatorio-Enfermería Antituberculoso en Ofra.

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JARDÍN DE INFANCIA DE LA SAGRADA FAMILIA.


ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 6983; expediente nº 142: incoado con motivo
del oficio del Sr. Consejero Inspector de los Establecimientos Insulares de Beneficencia de
esta Capital, proponiendo la construcción de un edificio destinado a albergar la Casa-Cuna
de los referidos asilos (1927).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 45: incoado para


tramitar el proyecto de ampliación y reforma del costado Sur del “Jardín Infantil de la
Sagrada Familia” (1939).

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ACIT- Negociado de Beneficencia: caja nº 7184-7185; expediente nº 155: incoado para


tramitar La completa terminación del “Jardín Infantil de la Sagrada Familia” (1940).

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