Trilogía Secretos de La Muerte - Los Canibales 1 - BrizzBriseira
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Trilogía Secretos de La Muerte - Los Canibales 1 - BrizzBriseira
ARGUMENTO
Sandra no sabe qué pasa, a sus quince años la comida empieza a saber a
cenizas, el agua es lo único que la refresca, y el tremendo surgimiento por comer
a uno de sus compañeros de clase la está matando. Y cuando defino comer es
literalmente.
Algo los une y separa, algo los hace diferentes, ¿especiales? Tal vez… pero muy
peligrosos.
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A ti amor mío… que aun no conozco
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“Perdóname… porque he pecado contra el cielo y
contra ti”
4
“ Con este simbolo te recomiendo
escuchar la canción que inspiró cada
”
capitulo de la historia
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Índice
1. En el principio 7
5. Casi en el precipicio 29
6. Pasos de gigante 39
8. Lo que se ve y lo que no 64
12.Gula 126
Me! 161
6
Erik Satie “Gnossiennes No.1”
Capítulo 1. En el principio
El término se puede aplicar a cualquier animal o ser humano que practica el acto
de alimentarse de los miembros de su propia especie. Una práctica socialmente
rechazada y legalmente sancionada.
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La palabra humano para mi no ha sido descifrada. Es por eso que si estas
leyendo esto en publico, en alguna plaza, metro o autobús; observa a las
personas, siéntelas y sin alarmarte ten en cuenta que uno de nosotros podría
estar tras de ti, no necesariamente rastreándote para comerte; sino simplemente
para estudiarte, por que ustedes son lo mas interesante en nuestra existencia,
son lo que queremos y no podemos ser, cuentan con algo que nosotros ni en
sueños tendremos, tal vez sean celos o envidia pero estamos conviviendo
contigo, con tu mismo aire, así que de todas formas aunque no nos aceptes,
nosotros ya te aceptamos.
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Hello Seahorse! “El Recuerdo”
de cuando cumplí los cinco años. Nosotras veníamos del jardín de niños en
donde estudiaba preescolar, este se hallaba al sur, y tomaríamos el subterráneo
para llegar al norte donde se encontraba mi casa en el otro extremo de la ciudad.
La masa de personas se aglomeraba en la línea amarilla, marcada para
precaución antes de tomar el vagón que llegaría en breves minutos, yo me
desespere al ver que el metro no se acercaba, recuerdo bien que tenía mucho
calor por la bufanda roja que llevaba al cuello y los guantes que me picaban con
fastidiosa tensión. Mi madre me miró con el ceño fruncido al ver que intentaba
quitarme uno de los guantes con los dientes, y como bien se imaginaran me jalo
diciendo que ¡dejara en paz el bendito guante!, así que apenada baje la vista. No
es que mi madre estuviera enojada conmigo, pero tenía razón, ya que por lo que
me cuentan a esa edad acababa de tener un problema de tos terrible y la
mortalidad infantil estaba en su máximo apogeo por la época de invierno por toda
la ciudad.
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Con la cabeza gacha en derrota, me di por vencida a sumergirme en un
mar de aburrimiento, mientras llegaba el vagón. Sin embargo un silbido suave y
musical me distrajo de mis zapatos brillantes, y busque con la mirada al dueño de
ese sonido, retumbaba en mis oídos con burbujeantes tonos, y es que en si la
melodía era triste, pero el hecho de que alguien hiciera eso en aquel lugar me
sorprendió a mi edad.
Mire a ambos lados pero solo había caras largas o serias, alguna que otra
dormitando, pero nadie silbando del lado de abordaje donde me encontraba. Fue
entonces cuando me di cuenta, y con una sonrisa boba mire frente a mi
descubriéndole (estoy segura de que casi salte de emoción). Ahí parado, al otro
extremo de donde mi mamá y yo estábamos, un hombre alto y joven silbaba. Era
muy pálido, el papel no le hubiera podido ganar en el color, a parte la gabardina
gris le confería cierta clase. Parecía distraído mientras terminaba la canción con
una nota lenta. No se si fui yo ó él, pero en mi mente grabado esta el
sorprendente color de sus ojos, eran grises como lo que vestía, tan grises y tristes
que me dieron ganas de llorar, y lo hubiera hecho, total nadie se preguntaría que
diablos le pasaría a una niña de cinco años con tanto aburrimiento al rededor,
pero el joven al percatarse de mi presencia reaccionó de una forma que jamas
imagine. Levantando la vista hacia mí solo sonrió.
Y concluirán que era una precoz por gustarme su sonrisa, pero es que esta
era diferente, era como si él pudiera comunicarse conmigo, como si con su
sonrisa me alentara a calmarme y relajarme, a tal punto que no pude mas que
contestarle elevando las comisuras de mis labios infantiles, sintiéndome muy feliz
por ello. Por su parte con educación asintió contestando, inclinando su cara un
poco, leves centímetros hacia la izquierda. Fue el momento mas extraño y
fascinante en mi vida. Al rededor de él había algo que me empujaba a saltar la
distancia que nos separaba y tomarle de la mano, no pensé en mi madre, ni en mi
padre, tampoco en mi escuela o amigos; todo eso perdió interés por aquel leve
gesto.
El sonido del metro se oyó a lo lejos y de repente todas las personas que
antes habían quedado en segundo plano, se movieron distrayendo mi vista.
Logrando adelantarme a mi madre, quien grito cuando me solté, mire al otro lado
con una sonrisa curiosa, para ver si podía volver a ver al joven. Lo que paso fue
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algo no tan grato al primer momento. Mi joven sonriente, ahora serio, estaba tras
una chica de mirada perdida, ella parecía llevar algo abrazado al pecho con
desesperación obligando a sus nudillos a permanecer blancos de la fuerza que
aplicaba sobre ellos; la chica era tan normal, y a la vez tan atrayente que me vi
con ganas de hablarle. Él advirtió tal vez mi intensión por que levanto su vista
hacia mi, y me miro con reprimenda, como si estuviera arruinando algo; sus ojos
eran hostiles y brillaban con un ansia que no podría describir hasta ahora. Sentí
miedo.
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Air “Playground Love”
— Sandra—
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—¡Lo...sé! Pero ya veré que invento para que el portero no me reporte, si
llego tarde —Saque la secadora, y arrojando la toalla de baño a la cama empece
a arreglar mi cabello.
—¿No se te hace tarde? —Le pregunte con una sonrisa cómplice —Tu
también estas haciendo tiempo —Señalé su maletín
—Mamá dice que si ese joven no te solapara tanto llegarías mas temprano
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—Tienes que contarme todo de ese viaje ¡Muero por saber que hiciste ahí
sin mi! —Le dije cuando nos sentamos hasta atrás, y dejábamos que la guerra de
bolitas de papel, por parte de nuestros compañeros, siguiera al frente.
—¡Fue una experiencia fantástica! —Me dijo sacando unas hermosas gafas
negras, que muy seguramente eran de marca, se las coloco modelando su rostro
y debo admitir que le quedaban ¡Súper! El autobús arranco haciendo un chillido
nefasto que hizo quejarse a medio mundo —¡Compre y comí como nunca!,
extrañaba mucho a mis abuelos, me han mimado como una reina —Me miró un
poco melancólica, su cabello castaño claro brillaba con los primeros rayos del sol,
era uno de sus rasgos mas bonitos, al contrario del mío que era negro de miedo
— Tenia siete años sin verlos me duele pensar que están lejos
—Ellos saben que les amas mucho, pienso que los abuelos son el corazón
de una familia grande —Ambas nos reímos y me coloque las gafas, cuando me vi
en el vidrio decidí que eran demasiado llamativas para mi.
Hace mucho, tanto Lorena como yo teníamos bien definido lo que nos
gustaba y lo que no, con referente a la moda. Mientras ella prefería un estilo
creativo, que se componía por una camiseta de gráficos y unos leggins de colores
llamativos además de un buen par de zapatillas deportivas, a mi se me daba mas
por cosas simples pero llenas de significado manual, así que hoy solo llevaba un
vestido fresco corto, de estampado floral naranja y sandalias cafés de meter, sin
olvidar mi collar de cuarzos de colores con conchitas de mar que era regalo de mi
abuela. En nuestro colegio pasábamos desapercibidas, como muchos otros,
éramos como esas hojas de más del árbol. Claro que había unas mas grandes y
coloridas que ocupaban el centro de atención, y eso nos relajaba, preferíamos
estar tras bambalinas y no ser podadas por la sociedad estudiantil.
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mi parecer, un enorme edificio beige, con ventanales largos y un vitral roseta de
colores al frente que tenia al reloj indicador de turnos, también lo completaban
otros dos edificios en el interior, uno correspondiente al área deportiva y otro al
área creativa, las canchas externas solo se usaban para los equipos de
competencia o demostraciones deportivas, como bien les aclararé, yo no entraba
en ningún área, y no es que me desagradaran, al contrario cada año procuraba
meterme en un club y hacer lo mejor posible, pero el sufrimiento era tal que
terminaba por pedir al final del semestre un cambio al siguiente ciclo escolar. Yo
era un bulto, o eso me decían en donde se me ocurría meterme, y con buen
grado el apodo de “pelota ping pong” me fue empleado hasta los trece años,
después de que me vi en la necesidad de corregir a mis adorables compañeros
con la absoluta indiferencia, estos se rindieron y cada vez que me tocaba elegir,
en las planillas de lista que colocaban al exterior, casi podía oír las oraciones
conjuntas que alzaban al cielo tras de mi, y no precisamente para que les tocara
como compañera de curso especial.
—Meche me ha dicho que este año harán una fiesta de bienvenida, estará
a cargo Carol Schreiner —Me susurró Lore cuando ambas íbamos a la dirección a
recoger nuestros horarios.
—No las necesita —Se río compartiendo mi opinión —Ni siquiera sabe que
es una lista de prioridades
Como ven ella no era nuestra persona favorita, no eran celos de impopular
ni nada infantil como eso. ¡Vale! .Era una tipa bien bella, con el entusiasmo al cien
y muy inteligente, como para salir primera en la lista de alumnos predilectos, pero
aparte de tener un cabello rubio, piel de muñeca de porcelana y ojos azules, la
chica se dedicaba a ser la mandamás del colegio, como si no me bastara con
escuchar al profesorado entre clase y clase; Carol Schreiner era una costra en la
espalda. Si no te apegabas a sus ideas de corte estudiante, estabas fuera, paria
total. Lorena y yo con suerte, lográbamos escapar de sus garras cuando por
algún motivo se acordaba de nuestra presencia, que cierto es Carol Schreiner
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sabe exactamente, nombre e información personal de cada uno de los
estudiantes. Sus fiestas eran legendarias y también el horror a cualquier incauto
que no fuera bien preparado, años anteriores habíamos visto la crueldad de la que
podía ser participe Carol. ¿Una de sus víctimas?, el joven Fausto López, cuando
entro al colegio y se le ocurrió aceptar la invitación del Hades (chiste personal),
por parte del equipo de natación, no quiero mencionarles lo que ocurrió al pobre
Fausto, solo diré que tuvo que ver con cera para piernas y mucha espuma.
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con hilos coloridos y un parche de piel sintética, al ver que no faltaban armas nos
despedimos.
— Renan—
—¡Renán! ¡Cariño ven aquí! —Aun mas escalofriante fue escuchar la voz de
Carol, mi novia, llamando entre la multitud de estudiantes, ¡¿Acaso no le basto
todo el bendito verano para aburrirse de pegarse como una costra a mi espalda?!
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de una enciclopedia ladrillo mire hacia arriba y una voz susurrando una disculpa
me llamo la atención.
—Oye... perdona el golpe —Hablo una voz suave y alegre —Pero sino es
molestia... ¿me pasarías esa cosa sobrehumana llamada “Historia y Leyenda de
Roma”? Para darme yo misma después de que saque investigación de mi tarea
—Me dijo sacando una mano pequeña y blanca a través del orificio que el libro
había dejado
La voz de la chica me pareció graciosa, era como oír un río fresco, y su rostro era
simpático, ¡mentira!, era hermoso de una forma diferente. Ella asintió antes de
desaparecer, y dejarme como bobo esperando recibir mas conversación en
aquellas escaleras suspendidas.
—Ya he dicho que lo siento —Me miró con aquellos ojos, pero esta vez con
algo de desconfianza
—¡Oh! ¡No me mal interpretes! Acepto las disculpas —Me reí para aminorar
la tensión entre ambos —Me presento: Soy Renán Casio, gusto en conocerte —
Así que extendí la mano y ella se la quedo viendo, me sentí aun peor, pero de un
momento a otro ella alzo la suya y estrecho mi saludo
—Sandra
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—Sandra Papillón —Susurró con los libros pegados a la cara
—No hay problema —Ella me sonrío con sus dientes blancos y algo en mi
estomago se contrajo, me gustaba estar así, platicando sin ser acosado a
preguntas, sin tener que ser agradable por obligación o la necesidad de cariño
Miré hacia el reloj y vi que también se me hacia tarde, odiaba tener que dejarla sin
haberle sacado mas platica o invitado algo en la cafetería, en verdad me agradaba
ella, pero los deberes escolares eran importantes también.
—¡Espero verte pronto! —Le dije mientras abría la puerta dejando salir a mi
nueva amiga
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—No te preocupes, no suelo esconderme bajo las piedras o el mosaico —
Se burlo caminando en dirección contraria a la mía, sin voltear una sola vez
aquellos simpáticos ojos negros me dejaron noqueado. Cuando se alejaba pude
ver mejor como caminaba, a pasitos lentos y sutiles, llevaba un vestido corto y
floreado que me gusto verle, le daba un toque femenino, la hacia diferente a mi
novia Carol, la cual no podía salir sin sus faldas cortas y sus blusas de diseñador
de alta costura. Incluso el perfume que sentí de parte de Sandra fue como un
campo fresco, y no el vomitivo olor a caramelo que la mayoría del equipo de
animación se daba por exhibir frente a mis amigos.
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Paty Cantu “Fe”
— Sandra—
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—Lo siento, pero es que tengo cosas raras en la cabeza —Mire la bandeja
de comida y no me dieron ganas de seguir comiendo, así que solo tome la caja
de jugo
—¡No me vas a chantajear con eso! —Me hice la indignada pero al ver su
expresión de ¡te pille!, supuse que pelear ya estaba de más —Renán
Casiohabloconmigoenla biblioteca —Solté rápidamente con todo el aire que mis
pulmones alcanzaron soportar
—¡¿QUÉ?! —Su cara se puso pálida y sus ojos parecían salirse de sus
órbitas, casi pude corroborar que tubo un leve temblor en los labios —¡Espera,
espera, espera! ¡Replay! No entendí ó me estoy quedando sorda —Una sonrisilla
ilumino sus ojos y ya me imaginaba lo que venia —¿Qué haz dicho?
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—¿Qué es lo que imagino? —Me miró inocente mi colega, masticando el
ultimo pedazo de carne que le quedaba en el plato
—Que Casio hizo algo más que hablar conmigo —Casi pude jurar que la
comida se le caería de la boca —¡Oh vamos Lorena! ¡Solo hablamos!
—¡Oh bueno!
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—¡Ay! Casi se me olvida —Lorena se estaba despidiendo cuando se me
acerco sigilosamente, como siempre hacia cuando se moría de ganar de contar
algo importante —Hay nueva sangre —Me dijo por lo bajo del ruido
—No es de impresionarse —La mire sonriendo con descaro, pero ella hizo
un puchero reprendiéndome —¡Ok!
—Un chico —Me confirmo mientras buscaba algo entre sus cosas —¡Se
me ha olvidado el libro de las integrales! —Se dio un golpe en la frente —¡Me voy
tengo que llegar! ¡Que me dejan fuera del aula!
—Ya no...
— Renan—
La mirada de todos, incluso la mía fue directo a la entrada del aula. Ahí parado,
con unos pantalones negros rasgados, unas bandas en las muñecas del mismo
color y un gran numero de piercings, estaba un chico alto de cabello negro. Su
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mirada oscura recorrió todo el lugar, antes de avanzar lentamente hasta el frente y
girarse en silencio hacia nosotros. Una atmósfera incomoda se produjo
rápidamente, desde un susurrante “Freak” de tras de mí, hasta una burlona
sonrisa en los labios del profesor. Este chico la iba a pasar mal.
—Soy Irwin Bennett —Dijo alto y claro, con un tono educado que
sorprendió a la mayoría —Estoy aquí para estudiar, así que... no me jodan
¿capisci?
— Sandra—
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aquel colegio por tanto tiempo, el ver esas reacciones me hacia hervir la
curiosidad y solo había alguien quien me podría informar a detalle.
—¿Por qué?
—No, la verdad es que no —Me puse a pensar en que cosa habría pasado
—¿Solo sabes eso?
—¡Yep! —Asintió metiendo los últimos libros a su casillero, para irnos a los
autobuses
—Yo te puedo contar ¿si quieres? —Una voz familiar llamo nuestra
atención por ser descubiertas, cuando volteé la sonrisa franca de Renán estaba a
nuestras espaldas sosteniendo su mochila al nombro, apoyado en el casillero
continuo al de Lorena, llevaba una camiseta de botones azul marino y unos
pantalones de bolsillos color beige, su impecable forma de vestir no que quitaba
lo simpático en sus gestos suaves —¡Estuve en primera fila! —Nos dijo con lo que
parecía un entusiasmo excesivo
—No me digas que ... —Me acerque un poco, con la expresión asombrada
por tal revelación
—Fui uno de los “insultados” —Se burló —La verdad que no me la había
pasado tan bien en una clase de historia desde que Connor vomitó en el examen
en sexto año
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—¿Cómo es? —Le pregunte a Renán. Algo en sus ojos verdes que me
miraron paso de divertido a serio, y me apene —Perdón
—¡¿Qué?!
—Eso fue...
— Renan—
¿Celos?
¡No!
¿Si?
Por un instante, cuando los ojos de Sandra se encontraron con los míos,
algo me llamo la atención y me incomodo. Cuando la aborde en aquella
conversación, solo pensaba saludarle y tratar de ver si se molestaba en
contestarme, luego de su bienvenida animada me pareció divertido bromear un
poco, pero todo el tiempo veía como sus labios se movían con cada palabra,
incluso llegue a notar cuando se mordía uno al oír que estuve en aquella
estupidez del chico nuevo. Creo que la había asustado al decirle aquellas palabras
de forma tan fría. Me rasque la cabeza y pensé en como mañana me disculparía,
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no quería que se enojara, ella era simpática y su forma de hablar me gustaba.
¿Por que le preocupaba aquel tipo?
—¡No tonto! —Me sonrío divertida, luego coloco sus brazos alrededor de
mi cuello. A Carol le gustaba hacer eso, era como un gatito falto de cariño, al que
le gustaba recibir afecto a todas horas. Deslice mis brazos por su cintura y la
pegue a mi cuerpo suavemente, sintiendo la tela roja de su uniforme —¿Vienes
conmigo a comprar lo de la fiesta?
—¡Anda vamos! —Insistió haciendo un puchero con sus labios, luego los
acerco a los míos y un beso mas intenso me agarro desprevenido, mientras su
lengua jugueteaba con la mía, los labios de alguien más vinieron a mi mente y
como si se tratase de una cubeta con agua fría sobre mí. Me separe bruscamente
de Carol —¡¿Por qué haces eso?!
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Red Hot Chili Peppers “Otherside”
—Sandra—
dolor era tan fuerte que sentía como mis tripas se retorcían insistentes, y cuando
no pude más solté un alarido de terror, que se vio callado por el vomito surgiendo
de mi boca y empapando todo a mi alrededor.
—¡Hija! —El grito de mi madre llego lejano, pero al sentir sus manos sobre
mis hombros me calme un poco. Papá me levanto en brazos y llevo hasta el
baño, pero el vomito no paraba y me dolía el estomago cada que regurgitaba lo
que había cenado —¡Alan! ¡¿Qué esta pasando?!
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Para cuando volví a mi cama en mejor estado, mis padres se veían muy
preocupados y eso me entristecía mucho, pues yo no sabia que era lo que
pasaba con mi cuerpo.
— Renan—
—Ara ha dicho que quiere que llegues temprano a casa —Me aviso
levantándose del comedor y colocando su plato cerca de la estufa, como siempre
seguía llamando a nuestros padres por sus nombres
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—No. Ara y Abdías dicen que solo tu tienes que ir a la reunión —Adrik se
sentó cerca de mi mirando el televisor —Realmente no tienen interés en que yo
vaya, aun soy pequeño para esas cosas
—¿Cuando hará la fiesta Carol? —Me pregunto sin mucho interés, pero a
mi me dio la impresión de que le llamaba la atención después de todo, las fiestas
de mi novia era un acontecimiento todos los años
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Carol nada mas llegar al colegio tomo mi mano y caminamos hacia mi
casillero, me contó una que otra cosa sobre la fiesta y a quienes ya tenia en la
lista, también acerca de que quería que fuéramos de un color entonando, y que
no le agradaba que su padre planeara llevársela en vacaciones, porque me dejaría
de ver por un largo tiempo.
—Vamos Carol —Le animé cuando sacaba uno de mis libros para la
siguiente hora —Será divertido, no siempre puedes convivir con tu padre y eso...
¿no te quejas de eso todo el tiempo?
—No es así, solo que ellos... —Trate de encontrar palabras para hacerlo
más fácil, ya que yo tampoco lo comprendía bien —Tienen una fobia a que me
ocurra algo, son muy protectores y eso
Mientras trataba de que Carol entendiera las razones, mis ojos vieron a
Sandra, estaba algo pálida y su mirada estaba cansada, iba del brazo de su
amiga y esta parecía preocupada, ambas se alejaron en dirección contraria. Me
angustio verla en ese estado, pero no pude ir en su busca por que alguien más se
puso de lado de Carol y empezó a sacar platica también.
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—Renán, dile a Erick que no se le ocurra llevar a sus amiguitas a la fiesta
—Se quejo Carol y pude ver que Erick Silva, mi mejor amigo desde guardería,
estaba a nuestro lado lanzando una manzana en el aire, para luego cacharla y
morderla. El uniforme de Atletismo color negro y rojo me dijo que iria primero al la
pista de carreras.
—¿Que hay con la música? —Pregunte de pronto para sacar otro tema de
conversación y dejaran en paz el de las amigas de Erick, que no dudaba asistirían
sin invitación
—Eso esta cubierto —Carol saco una invitación, era dorada como un
boleto de Willy Wonka e impreso llevaba el nombre de Wonderland, así como lo
que se encontraría en el lugar a la hora citada, me dio la impresión de que esto
seria otro de los acontecimientos por parte de mi novia que no se olvidarían
fácilmente — He conseguido al mejor DJ de la ciudad, mi padre patrocina sus
giras y esto lo tomara como un favor especial
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—No puedo creerme que hayas logrado que toque en la fiesta —Erick
tomo el boleto y sus ojos parecían comerse los nombres de los que tocarían en la
fiesta —Estos tipos son realmente buenos y esta chica canta ¡heavy!, ya me estoy
viendo
—No creo —Cuando vimos que el maestro entro dejamos de platicar pero
en un intervalo en que nadie nos observaba, Erick me mando una bola de papel la
cual desenrollé, en esta él me decía lo que temía hablar en voz alta:
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— Sandra—
Cuando salía de las clases de Lengua Extranjera, sentía que mis piernas se
doblaban por el cansancio, divise unos asientos cerca de la cafetería y me
apresure a ellos. Cuando me tumbe sentada y deje mi cabeza apoyada en el
respaldo todo daba vueltas, saque mi celular y le mande un mensaje a Lorena de
donde estaba, luego espere por ella.
Toda la mañana había estado en ese estado, y me daba cuenta de que poco a
poco se empeoraba la situación, las clases habían sido un tedio al punto en que
tuve que ponerme un poco de agua en la cara para resistir y no caer de sueño
sobre mi pupitre. Algunos maestros me habían pasado por alto, pues se notaba
mi estado, pero otros ni siquiera se molestaron en verme. Ahora me arrepentía de
insistir en venir al colegio. El hecho de recordar los dolores y los vómitos, hacían
que mi cuerpo entrara en escalofríos.
—Hola
Cuando abrí mis ojos, me encontré con Renán, estaba parado frente de mi
y su mirada indicaba que estaba preocupado; le sonreí a pesar de lo mal que me
sentía y le indique que podía sentarse. El me sonrío y acepto la oferta con alegría.
Llevaba una bonita camisa azul marino con una camiseta por debajo gris, su
cabello estaba despeinado y casi apuesto a que había corrido por alguna razón,
también traía unos libros en las manos y deduje que iría a la biblioteca luego de
tomar el desayuno escolar, era tan increíblemente fácil leerlo que me sorprendí de
lo bien que me estaba sintiendo con solo estar lado a lado, pero el parecía
impaciente por decir algo, así que rompí el hermoso silencio entre los dos para
darle un empujoncito.
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—Tú debes saber como es ese tipo —Me recordó con ironía, después
asentí lentamente procurando no marearme mas, al parecer lo notaba por que su
sonrisa se fue abajo —¿Tienes algo malo?
—Ya veo... —Me entristecía ver que Renán parecía afectado por eso, así
que tome mi collar y se lo di —Toma te lo regalo
—¡¿Qué?! ¡No! Es tuyo, de tu abuela —Se puso rojo y sus ojos verdes
parecían sorprendidos por aquello —Aparte que voy a hacer con él, no me lo
puedo poner es de chica
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—Bien, pero deja que yo te regale algo también —Agarro un lapicero y
tomando mi muñeca, dibujo la forma de una estrella con dos ramitas de laurel
adornando sus costados —Esta es la estrella de mi familia, dicen que es de
buena suerte —Me miró mientras terminaba —Sabes algo, yo creo que ...
—¡Oh no! —Se paró y nos vio a las dos rascándose la cabeza, luego me
sonrío y vi como se metía el collar en una bolsa de su pantalón —Las quiero
invitar a la fiesta de bienvenida —Hablo un poco nervioso y saco dos boletos
dorados, el nombre del Wonderland el centro nocturno mas conocido estaba
impreso en letras enormes sobre el papel —Espero que asistan, bueno creo que
se me hace tarde tengo que ir a la biblioteca —Se despidió con un ademan y se
fue rápidamente.
—Un collar.
— Renan—
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llevaba mas que el collar y unas sandalias caqui; toda ella reflejaba su pureza y
carácter dulce. ¡Pero sus ojos! Esos pares de diamantes negros me miraban de
una forma tan cálida que me embargaba la felicidad, aceleraba el corazón. Y
aunque estaba preocupado al verla enferma, sabía que pronto se repondría.
—¿Quiero saber por que le haz dado a esa freak una invitación? —La
mano de Carol me sujeto sin darme cuenta, y si había estado viendo todo, de
seguro estaba celosa, sus uñas se enterraron en mi piel y guarde mi queja para
explicar.
—Renán ¡No quiero que asistan! —Me miró preocupada —No quiero que
me riñas, tu sabes que no soporto que las chicas se acerquen mucho, me da
miedo que me dejes sola.
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The Ting Ting “Great DJ”
— Sandra—
sido invitados no dejaban de presumir sus boletos, los que habían conseguido
invitación no alardeaban mucho y simplemente esperaban expectantes lo que
verían y los que definitivamente no en sueños irían, simplemente veían con
indiferencia o envidia lo que sucedía a su alrededor. Después de un día en cama y
con lo que al parecer era una infección me había recuperado, y mi cuerpo se
sentía mucho mejor, solo que el hambre de vez en cuando me atacaba por
sorpresa y tenia que comer lo que fuera que estuviera a mi alcance. Aun así no
me sentía completamente satisfecha, y me preguntaba que sucedía. Lo atribuía a
mis nervios de terminar un delantal de mesa, de mi clase especial de
Manualidades, la maestra me había dado un poco mas de tiempo y ahora solo
me preocupaba en como convencer a Lorena de que no me apetecía ir a la fiesta.
Por ahora iba camino a la dirección, para que me justificaran las faltas del día
anterior al final de clases.
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Cuando llegue, el secretario Carlos me sonrío amablemente y me pidió mi
justificante, se lo entregue y me indicó que esperara en el enorme mueble negro
de la recepción a que me hablara para pasar con el director. Un poco aburrida me
senté y vi a los encargados de la administración del colegio, todos estaban
concentrados en sus tareas mientras el conserje se ocupaba de limpiar el pasillo.
Al parecer el ambiente cordial se acabó cuando dos figuras entraron con paso
firme. La primera era una joven mujer con rasgos orientales, su cabello con un
tinte castaño brillaba de una manera hermosa, iba corto por debajo la barbilla y
peinado hacia dentro, sus pequeños labios eran carnosos y voluminosos,
mientras que su piel blanca estaba sin un rastro de manchas o arrugas, era una
belleza muy singular, y sin embargo su forma de vestir al llevar una blusa de un
hombro suelta a rayas y unos jeans negros ajustados, hacían un enorme
contraste con el joven a quien seguro acompañaba. Él chico al contrario de ella
llevaba un estilo dark muy marcado, unos piercing se asomaban en su rostro y
sus ojos oscuros como los de su acompañante se fijaron en mi dejándome
impresionada, pues en el colegio no era común ver a un chico de esa forma
vestido y menos con una actitud que decía a gritos “No te metas conmigo”, al
verme descubierta observándoles me avergoncé y baje la mirada hacia mis
zapatillas blancas.
—Buenos días. Soy Sakura Satou la tutora de este chico —La voz de la
chica llego a mis oídos, era melodiosa y suave como si estuviera silbando una
melodía, pero el tono de su voz parecía molesto o inconforme —El director me ha
citado hoy y tengo la agenda apretada, si es tan amable de decirme ¿cuando
podrá atendernos?
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—Disculpe señorita....ah.... ¿Puede oírme? ...
—Si, esta muy bien —Me pidió mi número de matricula y tecleo los datos
en la computadora, me devolvió mi justificante y salí de ahí agradecida.
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Un momento antes de cerrar la puerta de las oficinas, miré hacia donde
ellos habían desaparecido. ¿Estaría todo bien?
— Irwin—
Sakura iba a mi lado cuando por fin salimos de aquella dirección, no traía
muy buen humor por todas las cosas de las cuales había sido culpado, y aunque
no me defendí en absoluto, ella podía ver que a excepción del insulto, era
inocente de los demás cargos. Ambos nos habíamos mudado a este lugar con la
intención de no levantar sospecha y tener un espacio donde residir, mientras
juntábamos dinero para viajar a otro país. Pero este colegio por alguna razón me
erizaba la piel, algo en el ambiente me señalaba peligro. De cualquier manera
como Sakura no mencionó nada yo tampoco insistí. Cuando el secretario del
director le estaba entregando mi nuevo horario, miré hacia donde estaba ese
sillón negro, pero la chica ya no se encontraba ahí, recordarla me llamo la
atención; cuando ambos nos quedamos viendo fue un momento extraño que no
imagine sentir en una situación como esa, sin embargo ella se veía perfectamente
sana, de los pies a la cabeza, llevaba un vestido de algodón de cuadros amarillos
y rosas, atado a los hombros por dos cordeles y con unos olanes por debajo de
vestido, que quedaban arriba de la rodilla, un simple collar de perlas colgaba de
su cuello y los zapatos blancos impecables llamaron mi atención, cuando aparto
sus ojos para mirarlos. No es que me gustara o me desagradara, pero
ciertamente un aire de protección acudió a mi al verle ahí, como si se encontrara
sin protección y me llamara con cada poro de su piel.
—Mira que tener que aguantar tus errores, se me cae la cara de vergüenza
con tu director ¡Irwin-san! ¿Me estas escuchando? —Sakura abrió la puerta del
carro y me advirtió con la mirada que me comportara como debía —Tu sabes que
comprendo pero trata de llevar las cosas por la paz.
—Si entiendo, pero no pude evitarlo —Me puse de brazos cruzados para
contener mis ganas de golear algo cerca —Sentí perfectamente las intenciones
de ese tipo y me dio asco imaginarlo.
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—¿Qué tan malas intenciones? —Preguntó con interés, a la vez que
arrancaba el auto.
—Nunca las suficientes —Aclare viendo mi nuevo colegio —Al menos creo
que he encontrado algo.
—No te preocupes, tengo bien claro que aun somos los malos.
— Sandra—
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—Gracias, ¿pero como llegue aquí? —Mi pregunta tardo en ser
contestada, me sentó en la cama y revisó los signos vitales, una que otra vez
escribía algo en su libreta y luego volvía a concentrarse en mí —¿Donde esta mi
amiga? —Hasta ese momento recordé a Lorena y me pregunte, porque no estaba
a mi lado, era raro.
—La alumna Maceratti estuvo aquí un tiempo, pero debía volver a sus
clases —Me miró por arriba de su libreta donde seguía anotando —La persona
que la trajo hasta aquí fue el joven Casio, al parecer tienen permiso, porque se
encuentra afuera esperando —Por alguna razón su manera en decir aquello me
inquieto y solo rehuí su mirada —¿Quiere verlo? o le digo que aun sigue dormida.
—No pensé que estuvieras tan mal —Su voz parecía querer partirse, como
si temblara en el pronunciar aquellas simples palabras —¿Por qué has venido al
colegio si te sentías tan mal?
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volví a sentir esa calidez especial que desprendía de él, eso me animaba y era
como si tomara un millón de vitaminas
—Renán... —Nuestros ojos vieron en los del otro, como un espejo, los
míos oscuros como la noche y los de él verdes como la vida. Era tan extraño el
que antes no nos hubiéramos hablado o dirigido una palabra, pero en este
momento parecía como si lleváramos miles de años juntos, destinados a este
preciso momento.
—¡Mi niña! Tu madre no pudo venir pero te vera en la casa —Me ayudo a
ponerme de pie y a firmar la carta de salida, que le entrego la enfermera
—Señor. Su hija debe ser llevada a un hospital para que le hagan los
estudios permitidos, no solo ha tenido este incidente —Confirmo para mi
vergüenza la enfermera, dándole a mi padre lo que parecía una reprimenda —Los
profesores ya habían reportado que en clase parece muy desanimada, soñolienta
o con palidez extrema, no es típico de una jovencita de quince años el estar en
ese estado
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—¡Perdone! —Renán le dio la mano y mi padre saludo educadamente —
Soy compañero de su hija. Renán Casio, ¡Un gusto en conocerlo!
— Renan—
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—¡RENÁN! —La voz de Erick se acerco al lugar en que me encontraba
sentado en la barra. Llevaba a una chica pelirroja del brazo y a otra morena
sosteniendo su bebida, se veía muy eufórico y adivinaba a que se debía, pero
como siempre prefería no hacer preguntas para evitar enfrentamientos —¡¿Qué
haces aquí de aburrido?! ¡¿Donde esta Carol?!
—¡Supongo que tenía que exigirle algo a uno de los gorilas de la entrada!
—Grité por arriba del ruido, Erick despidió a las chicas y se sentó un momento a
mi lado
—¡Amor! ya todo esta listo —Cuando mi novia llego y besó con cariño me
animé para que no se diera cuenta de la sonrisa burlona de Erick, este mientras
pedía otra cosa al barman no dejaba de verme en complicidad —¿Qué te
parece? —Carol dio una vuelta para que viera su entallado vestido rojo corto,
junto a su escote atrevido en forma de pico que caía con diamantes diminutos
adornando su piel blanca, era muy tentador y no admitirlo seria de estúpido.
—¡Fiuh! Eres todo un rayo rojo —El halago de Erick fue recibido con un
rechazo total, sin embargo tenia toda la razón, Carol era muy hermosa los años
no habían pasado ausentes sobre nuestra niñez y ahora en la adolescencia.
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—Sandra—
—Eso lo dices por que adentro ya tienes pareja esperando por ti —No me
sorprendió que me recordara a Renán, muy en mi interior tenia la esperanza de
verlo
—Te voy a decir algo amiga —Lorena se acomodó las plumas que estaban
cayendo en sus ojos, luego mirando al gorila de la entrada me sonrío —Nadie
está vendido como si fuera producto de supermercado,¡Es sencillo! ... si llegas
con mejor oferta ganas el lugar, en este caso... el corazón —Al ver que no parecía
convencida tomo mi mano y seria se dirigió a mi —A veces no se puede evitar
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lastimar a alguien, pero seria mas cruel dejar pasar el verdadero significado de la
felicidad
—Señor, le aseguro que esos boletos son reales, debe haber una
equivocación —Intenté ser razonable pero por la mirada del tipo supe que no me
creía ni media palabra de lo que decía
—He dicho que no pasan y es ¡No! —Me grito en la cara, de una forma tan
ruda que me tambalee en mis tacones
—¡¿Qué pasa aquí?! —Renán salió del club y me miró con sorpresa, luego
se interpuso entre el gorila y yo —Me pude explicar ¿por qué le ha gritado?
—Es que... bueno... joven —Las palabras del hombre salían con dificultad
mientras que arrugaba la lista entre sus manos, me pareció que trataba de
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ocultarla y eso me enojo mucho —La señorita Schreiner dio ordenes de que estas
dos señoritas...
Renán me tomo del brazo y a Lorena de la mano, los tres rompimos la fila
de chicos atónitos ante el espectáculo gratis, y solo así pudimos pasar al interior
del Wonderland. La música y luces estaban en su mejor momento, chicos y
chicas bailaban, mientras que otros disfrutaban de los espectáculos o bocadillos
que se ofrecían. Recorrimos la primera planta y cuando íbamos subiendo las
escaleras de cristal pude notar la mirada de Carol incrustada en mi, sus ojos se
asemejaban a dos bloques de hielo y dagas que no dudaría en usar si me tuviera
un poco cerca. Nos llevó a unos sillones rojos circulares que tenían forma de
hongo, nunca había entrado en el Wonderand, pero me parecía un lugar
sensacional. Un mesero con un sombrero de copa y moño verde en el cuello nos
tomo el pedido, se fue de ahí entregándonos un naipe, lo que nos hizo reír mucho
a Lorena y a mi.
—Siento que Carol haya provocado ese mal momento —El mesero llego y
nos coloco las bebidas. Renán le dio una propina y este se fue feliz para traer mas
hielo —Pero se le ha metido en la cabeza ciertas cosas...
—Yo no quiero que haya problemas entre ella y tu, se ve que te quiere
mucho —Su mirada se perdió un momento, me pareció que analizaba mis
palabras
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—Para Carol, soy solo el chico que ha seguido desde preescolar —Tomo
un poco de soda y luego lo combino con jugo, su respuesta había sido tan fría
que me estremeció un poco su capacidad de análisis —Te ves muy hermosa esta
noche vestida de azul
—¡Casio! ¡Todo esto esta increíble! —Lorena llego agitando uno de los
souvenirs en forma de corona que regalaban los animadores, me entrego una
pulsera fluorescente y se sentó a mi lado —¿Por qué no están bailando? ¡Vamos!
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Cuando pasaba de la media noche, me canse y le dije a Lorena que me
sentaría un poco, ella me dijo que le avisara si deseaba marcharme, yo negué y le
dije que aprovechara la ocasión. Después de sentarme un momento le pedí al
mesero un jugo de mora, este volvió rápidamente con una lata y un vaso de
curvilíneo, me entrego unos dulces y me puse cómoda, los pies me dolían, como
los sentía latiendo en las plantas disimuladamente me los empece a quitar,
cuando tenia la cabeza a bajo colocando mis zapatos a un lado, algo parecido a
una bolsa de tela me cubrió el rostro, luego una mano me impidió gritar. La
persona que me estaba haciendo aquello no estaba sola, un par de manos más la
ayudaron a agarrarme de los brazos y el cabello, trate de zafarme y un temor real
se adueño de mi. La oscuridad del lugar y la música impedía que alguien me
ayudara, cuando sentí bajo mis pies desnudos que era llevada a través del lugar
no entendía que estaba sucediendo. La fría textura del pavimento recibió el calor
de mis pies pisoteados, un par de brazos me hicieron caer de rodillas, aun llevaba
el saco en la cabeza y cuando experimente el primer golpe en la espalda, pude
notar que era pequeño, no de manos grandes, también sentí las zapatillas de
varias chicas hundirse en mi vestido y llegar a mis costillas, la golpiza que me
propinaron todas ellas fue a tal cuidado de no dejar rastro en mis brazos y rostro,
que me pareció lo mas denigrante que le podían hacer a un ser vivo. Cuando
pararon, el dolor era intenso, pero sentí cuando unas uñas largas se encajaban en
mi cuello, para luego sacar el saco. Así pude notar quienes habían sido las
culpables, y no me impresionó ver a Carol Schreiner frente a mi con una expresión
fría y calculadora.
—Esto es para que no te metas... con lo que es mío —Su voz estaba
cargada de celos y rabia; en contra de lo que pensaba no me defendí, al fin y al
cabo yo si quería tener a Renán y era culpable de desear su persona —Pero aun
no hemos acabado, tenemos mas sorpresas ¿Verdad chicas?
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—Se puede saber, ¿Qué están haciendo?
Cuando abrí los ojos, Renán estaba frente mío, las chicas lo veían
avergonzadas y solo Carol lo retaba con la mirada, entre ambos parecía alzarse
un muro enorme de preguntas con una batalla a cuestas. Cuando se giró hacia
mi, y vio en el estado que estaba pude percibir lo enojado de su semblante, sus
puños se cerraban con fuerza y su boca estaba apretada en un rictus seco, baje
el rostro por lo apenada que estaba, por lo humillante que había sido todo. No
quería que él me viera de esa forma.
—Regresen todas —La orden fue directa, y las chicas aunque al principio
parecían dudar, la mirada amenazadora de parte de él las hizo desistir, el sonido
de globos cayendo se fue apagando hasta que solo Carol permaneció frente a
nosotros
—¡No me hagas esto! —Me dio tristeza ver como su inseguridad la hacia
débil ante lo que ella decía amar, su voz antes fría ahora era tan dulce como la
miel y mostraba una faceta que nunca había visto, por que lloraba frente a quien
sabia estaba perdiendo sin remedio —Tú sabes por que lo hice, yo solo quería...
es que te amo tanto...
Cuando él se agacho junto a mi, me quito el cabello mojado del rostro con
su mano, luego me ayudo a ponerme en pie, sin decir una palabra. El vestido
estaba arruinado, y como me hallaba descalza mis pies estaban siendo
ensuciados por el agua. Sin importarle me abrazó cálidamente entre sus
protectores brazos. Así me di una idea de cuanto lamentaba verme en esa
situación, y yo no podía decirle lo realmente infeliz que era tenerle a mi lado.
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Mas tarde en mi cama, enrollada en una toalla y reprimiendo sollozos de
tristeza, decidí que esto no podía ser mas fuerte que mi voluntad de vivir, por que
yo no había cometido un error al ver encontrado a Renán. Ambos teníamos
derecho a conocernos.
54
Depeche Mode “Never Let Me Down Again”
—Sandra—
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—Me inquieta que Carol no haya hecho mas que eso... —Lorena estaba
platicando conmigo en la biblioteca, ese era el único lugar donde hallaba
suficiente paz por el momento, y no le parecía mala idea —Esa chica no ha
pronunciado palabra alguna de su ruptura con él, ¿Crees que volvieron?
—Si, supongo que Renán es muy caballero en dejar que ella rompa con él
públicamente —Tomo mis manos y me miro con tristeza, pude sentir su angustia
de verme en aquel problema —¿Estarías con el?
—No —La respuesta salió fácilmente de mi boca, tal vez para ella no fuera
convincente o hasta pensara que mentía, pero era verdad. Yo no podía ver a
Renán de una forma mas romántica o menos querida, era otra clase de amor.
Al salir del aula sentí un fuerte mareo, sin la ayuda de Lorena que me
sostuvo a tiempo, habría caído de cabeza al suelo, todo me daba vueltas y el piso
se movía en movimientos agitados, como una licuadora funcionando en mi
cabeza. Esto no me gustaba nada, aun menos cuando me di cuenta que tendría
clases de atletismo en una hora. Respire hondo y le dije a Lorena que ya había
pasado, nos despedimos y ambas nos quedamos de ver a la salida, muy en el
fondo tenia miedo de lo que resultaría de esos estudios, las sorpresas nunca me
gustaron.
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—No es sencillo —Susurro cerca de mi rostro, sus ojos negros eran
extraños, viejos y cansados, parecía muy infeliz —Si no cuidas lo que comes,
terminaras mal
—Lo haré
— Renan—
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estoy dando libertad es para que pienses lo que me hiciste, pero si la veo cerca
de ti... ¡se va a arrepentir!
—Sandra—
Para mi las escaleras eran un túnel de muerte, desde niña había adquirido
un pánico por el subterráneo que obligo a mis padres a llevarme a terapia, pero el
psicólogo les había dicho que mis miedos se curarían con la edad como todo
niño que le teme a la oscuridad; sin embargo no fue así y lamentablemente
tuvieron que comprar un auto para poder trasladarme a largas distancias en la
ciudad. Siempre pensé que si volvía al lugar de origen de mi miedo lo superaría,
pero ahora frente a las escaleras mi cuerpo se quedaba estático obedeciendo mis
instintos. Mi cabeza dolía tanto que tuve que liberar un grito para contener mis
pensamientos, sujete mi cabeza y trataba de que todo volviera a mis recuerdos,
pero me fue imposible. Sin proponerme nada sentí que volvía a mi niñez y solo
tenia claro una cosa, ¡NO DEBIA BAJAR!
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—¡Sandra!
—¿Su amiga esta bien? —Le preguntó a Lore. Esto me molesto, porque
yo era perfectamente capaz de contestarle, pero al reconocerme en sus ojos, me
asuste, por que parecía una chica diferente, alguien que se veía con ganas de
salir huyendo en cualquier momento.
—Si, gracias solo esta un poco mareada —Las puertas del metro se
abrieron y la gente empezó a descender. Mi cuerpo se tenso de nuevo y me clave
en mi lugar al sentir que Lorena me incitaba a subir al vagón —¿Sandra? ¡Vamos!
—Todo ira bien. Tranquila —El chico nuevo estaba delante de mi. Y sus
palabras me tranquilizaron. Me aferre a sus fuertes brazos con desesperación,
tratando de respirar el aire que se me hacia tan poco —Muy bien, vamos a salir
de aquí ¿Ok?
—¡Sandra! ¡Sandra! —Lore llegó junto con el oficial policía, ambos parecían
haberme seguido en mi carrera neurótica. Mi amiga vio con quien estaba y me
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miró interrogante, yo no pude confirmarle o negarle algo, simplemente quería salir
de ese lugar que me erizaba la piel
Los tres subimos hasta la salida y luego nos sentamos cerca del pequeño
parque que rodeaba la estación. Estaba muy asustada, y a pesar de que me
sentía muy deteriorada por dentro, respirar al mismo ritmo del pecho de Irwin
Bennett me relajo en lo posible. Lorena no decía nada y por su rostro molesto,
supuse que no le agradaba que estuviera en esas condiciones, frente a alguien a
quien no conocíamos bien. El chico nuevo saco una pequeña licorera plateada de
su mochila, y me la ofreció destapándola en el acto.
—Toma, tienes que beber un poco —Me llevo el recipiente a la boca pero
Lorena detuvo su brazo
—Mi nombre es Irwin Bennett, tengo quince años y soy signo piscis. No
me gusta la comida francesa y mi sangre es O negativo —Recitó con calma —
¿Quieres saber algo mas? ... muy a parte de que estudiamos en San Carlos y
vamos juntos a clases... lo que le voy a dar no es droga o alcohol, solo lo
necesario para que sobreviva... —Ambas lo miramos ansiosas — ...hasta la hora
de la cena
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—Lo que tienes es hambre —Tomo mi mano y observo mis ojos, parecía
un medico o algún tipo de investigador, no paso mas allá del respeto y no me
sentía incomoda con su ayuda —Ve a tu casa y toma algo de té, también te
sugiero una buena hamburguesa con todo y unas papas, cada día será mas
difícil.
—Dile a tus padres que ellos los recojan, ¡tu solo aléjate de esos
subterráneos! —Estaba molesto y no sabia decir si conmigo o con él —Es
suficiente ver que casi te mueres de taquicardia
—Así que Irwin Bennett ¿Eh?... es muy listo —Escuche a Lorena decir con
un interés curiosos —En el salón de química es muy popular pero a diferencia de
Renán, su popularidad no se basa en las cosas buenas que ha hecho sino en las
cosas malas que no ha mencionado
— Renan—
Cuando vi a todos los del equipo entrar a los vestidores para un descanso,
decidí dar otra vuelta a la cancha de carreras. El calor en mi cuerpo y el sudor me
ayudaron a despejar todas mis frustraciones, al saltar los obstáculos uno a uno
sentí que venciéndolos derrumbaba cada pretexto en mi decisión.
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en mi vida. Pase cerca de una tienda de autoservicio apenas iluminada por los
faros, que empezaban a parpadear despidiendo el día. El sonido de mi estomago
me sorprendió un poco, y recordé que me había saltado la comida escolar. Entré
y el tintineo de la campanilla sonó por el lugar, un olor a comida rápida y cloro
llego a mi nariz provocando una débil molestia. Había una chica detrás del
mostrador, me sonrió y yo le conteste por educación. Caminé entre los pasillos y
tomé un paquete de galletas, un jugo de uva y una pizza congelada, la cual
calenté en microondas; cuando pague la chica volvió a sonreír. Y esta vez note
algo extraño en sus ojos, era una sensación que la recorría. Sin querer me puse
un poco nervioso y deposite el dinero en el mostrador, cuando me dijo cuanto era
el precio. Tomé asiento en una de las mesas del lugar y me dispuse a comer. La
pizza estaba demasiado caliente, así que la sople un poco, cuando me disponía a
morderla, recordé que no le había puesto mostaza. El recipiente amarillo apareció
ante mi con una rapidez tal, que me hizo soltar mi comida de golpe. La chica del
mostrador estaba a mi lado y me ofrecía lo que hace un momento deseaba,
coloco la mostaza en la mesa y aun sonreía mostrando esos ojos extraños que
parecían recorrer mi alma, podía jurar que veía las venas en ellos. Le miré
fijamente, tratando de entender que era lo que me irritaba.
—¡Casio!
—¡¿Por qué maldita suerte te fuiste antes?! —Por su voz deduje que
estaba muy enfadado, y que planeaba cobrarse con creces mi irresponsabilidad,
era tan fácil de leer —Después del alboroto que armaste ante tus compañeros,
¡Lo mínimo que esperaba era tu cooperación con el entrenamiento!
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—Creo que no lo entiendo —Me defendí —He sido uno de los miembros
más responsables y dedicados en mis rutinas, y si tengo entendido, San Carlos
no obliga a sus alumnos a quedarse más tiempo del que deben y menos si piden
permiso para descansar —Saque mi comprobante y se lo mostré. Trono la lengua
y se rasco desesperado el peinado tipo militar que llevaba, el cual le acentuaba la
enorme nariz de botella.
63
Coldplay “Yes”
— Sandra—
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un lado para dejarme abrir y meter mis cosas. Pero seguía pegada a mi, forzando
la situación y procurando hacer que me sintiera presionada.
—No espero que Renán vuelva —Cuando habló, mis manos traicioneras
dejaron caer uno de mis libros. Me agache a recogerlo y ella me siguió, cuando lo
tome, Carol sujeto firmemente mi muñeca —Yo he estado con Renán en muchas
situaciones... y si lo haces sufrir ¡No te lo perdonaré!
—Tengo que hablar con Renán sobre esto —Mi amiga me miró como si
estuviera loca, frunció el ceño y puso sus brazos en jarras sobre sus caderas
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—Pues espero que tengas algo que decir —Me agarro de los hombros y
me volteó para ver quien se acercaba a nosotras —Por que el detonante de esto
se acerca peligrosamente.
—Me han dicho que Carol estuvo aquí. ¿Te ha hecho algo? —El tono en su
voz era bajo, cálido y confortante. Colocó sus libros en los lockers, y apoyó su
cabeza con los ojos cerrados. Por un momento, me pareció ver una sombra de
cansancio en sus ojos que se destiño rápidamente con una débil sonrisa —Siento
que tengas que pasar por esto, me llena de impotencia...
—Parece no caerte muy bien —Hizo una mueca fastidiada y luego encogió
un hombro, una señal a que sin duda algo con el profesor Cesar no encallaba
bien —La historia no es mi fuerte tampoco, supongo que siempre me ha costado
recordar fechas y nombres
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diferente de su vida personal que nunca me imagine —Carol y yo solíamos
estudiar juntos esta materia, desde que éramos niños nuestros padres se
conocieron por los contactos diplomáticos en sus trabajos —Cuando menciono a
su ex novia, lo vi sonreír con amabilidad, en ese momento supe que los
sentimientos por Carol eran verdaderos —A mi me costaba estudiar esa materia y
ella se sentaba pacientemente a explicarme, nunca se quejo y constantemente le
daba problemas con mi actitud negada
—Mis padres eran muy despreocupados, pero cuando la profesora les dijo
mi problema cada uno se turnaba por la noche —Sonreí sin poder remediarlo —
¿Por que has terminado con Carol? —Mi pregunta nos detuvo de golpe, los
recuerdos pronto se vieron disueltos en la experiencia de la emociones
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maestro de Historia nos observo a través de sus lentes, y eso fue suficiente para
avergonzarme de verdad —Entre al aula señorita Papillon —Asentí a su orden y
Renán me entregó mis libros, el maestro se quedo viendo que mi acompañante
se alejara para luego dirigirse a mi con una expresión disgustada.
— Renan—
—Irwin—
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moradas debajo, se voltearon hacia mi, su pecho subía y bajaba lentamente, el
coste de no poder alimentarse bien la estaba acabando y le pasaría factura de
una terrible manera.
—Hola —Me saludo con una pequeña y fugaz sonrisa. Yo asentí y trate de
encontrar las palabras adecuadas para ayudarla —No me encuentro en mi mejor
momento...
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—No —Mi garganta no podía pronunciar mas palabras y me alteré, cuando
me atreví a buscar al originario de aquello, este se encargo de hacer saber que no
me dejaría avanzar a la enfermería. Sandra parecía haberse fortalecido
milagrosamente, su cara tomo un color mas sano y me pregunte ¡Que demonios
sucedía con su estado! Me solté de ella y poniendo distancia lo mas que pude me
aparte, sino terminaría justo de donde venia huyendo.
— Sandra—
Cuando vi a Irwin doblar la esquina del pasillo, supuse que algo lo había
enojado. Quise cerciorarme de que estuviera bien, pero mis preocupaciones ya
tenían a su ganador. Sin detenerme a seguir pensando en los propios problemas,
gire sobre mis talones y camine entre los estudiantes. Al llegar a la entrada me
encontré con el profesor de atletismo, ToroLoco me miró con disgusto y yo le
mostré mi pase de enfermería. Lo reviso detenidamente y luego se hizo a un lado.
Cuando entre en la habitación un grupo de personas, entre las que estaba el
Director, el profesor César de historia, la enfermera escolar, Carol Schreiner y Erick
Silva, me observaron sorprendidos. Pero ellos no eran mi prioridad, me apresure a
la cama donde se encontraba Renán acostado. Sus ojos estaban cerrados y note
que a pesar de verse perfectamente sano, sus párpados se movían inquietos.
—Señorita Schreiner —La voz aguda del director Garrido le hizo desistir, la
presencia de este hombre hacía intimidar a cualquiera —No es el lugar para esta
clase de escenas
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—Carol, creo que es mejor que nos retiremos —Erick Silva también me
hizo saber que no le agradaba nada con su postura. Tomo a Carol del brazo y
ambos salieron de la habitación.
—Tu puedes verme cuando gustes —Dije con humor, al final podría
tratarse de que nuestros mundos se destruirían si no me rendía—¿Que sucedió?
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—No quiero volver a clase... sigue Historia —Me guiño un ojo. Ahora
entendía el por que de la presencia del maestro César, al parecer le preocupaba
las calificaciones de Renán ¿Qué tan malo seria? —Ven conmigo
—Ok
—Lo normal seria que me preguntaras a dónde y por qué —Se río por lo
bajo y luego se tomo su tiempo para levantarse igual que yo —Te invito a mi casa
hoy
—Estudiar... historia —Sus ojos verdes eran tan preciosos, llenos de lo que
a mi me hacia falta y tanto necesitaba. Renán era en ese momento, lejos de su
pequeño accidente, la imagen misma de la salud y su olor era delicioso. Y fue
cuando caí en la cuenta de que tenia hambre, mucha hambre. Y mi estomago
traidor, nos lo comprobó a ambos —¡Wow! Creo que tengo suficiente comida
para ambos también
72
— Renan—
—Te has pasado —Adrik parecía muy descontento al subir al auto, antes
de que le reclamara el desplante grosero hacia Sandra, en su voz no había el
mínimo de arrepentimiento cuando recalco lo que para si era obvio —No puedo
creer que estés tratando a esta chica como si fuera Carol, tengo un mal concepto
de esto
—¡Adrik! ¡Baja del auto y pide una disculpa! —Estalle enojado y cuando me
proponía sujetarlo del brazo, Sandra se interpuso y me miró suplicante —¡Pero ha
sido muy...!
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—Es tu hermano, no pasa nada —Me dijo en consuelo, pero podía ver el
dolor en sus ojos a causa de ese desplante. Miré a mi hermano con reprimenda y
comunicando que ya hablaríamos luego a solas.
El llegar a mi casa no fue tan cómodo como imagine, pero el tener la mano
estrechada de Sandra entre las mías fue suficiente para calmar mi mal humor.
Cuando las rejas eléctricas de mi casa se abrieron, mostrando el escudo de la
familia, vi la admiración por parte de Sandra al contemplar nuestro jardín y el
pequeño camino a nuestra casa. Mi madre era fanática de las plantas y todo lo
vegetal, ya que donde nació la arena es el predominante de los paisajes. Por mi
parte me gustaba ver contenta su iniciativa, ya que de esta forma tendría otra
cosa en que distraerse. Al llegar frente a la fachada, el día mostraba ser perfecto
para los estudios exteriores.
—¡Tu casa es tan grande! —Sandra se mostró muy contenta al subir las
escaleras de mi brazo —Mi departamento no es ni la tercera parte de esto
Me sentí un poco incomodo cuando entramos, ella recorrió con los ojos
cada objeto y pared de mi casa; los colores blanco, rojo y negro contrastaban con
el exterior modernizado. Mi madre se había encargado del acomodó feng shui en
cada habitación y también de que cuando llegáramos nuestros empleados
tuvieran todo listo a nuestra disposición. Mientras Marcelo, nuestro conductor, se
encargaba de traer nuestras cosas, invite al estudio a Sandra. Ella quedo mas que
encantada con la pequeña biblioteca que mi padre a lo largo de los años se había
encargado de instruirme, desde historia a mitos fantásticos que en pequeñas
escapadas me encargaba de desaparecer cuando niño. Una chica del servicio
nos trajo un tentempié frío de quesos y jugo de uva. Un poco mas relajados nos
dispusimos a encontrar tarea, la ayude con algunos autores específicos que
rememoraban la vida habitual de las personas en Roma antes de la fundación de
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esta, así como de los mitos que se encontraban sobre los dioses y tradiciones no
muy comunes.
Cuando toque sus hombros con la punta de mis dedos, apenas fui
consciente de que ella se encontraba sentada sobre uno de los sillones de piel
roja, mirando hacia mi con los ojos muy vivos y la boca entre abierta. Su olor y
hasta el leve calor de su piel me enloquecía de una forma explosiva,
bombardeando mi mente y persona de instintos que jamas creí tener. Era como si
ambos esperáramos hace mucho tiempo antes este encuentro.
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—¿Sandra? —No pude describir el terror que había en su rostro al ver mi
herida. Unas lagrimas desesperadas empezaron a asomar por sus ojos, y con un
rápido movimiento se alejo de mi, temerosa y temblando se sujetaba los brazos a
si misma tan arrepentida, que no me permitía entender su reacción.
—Y-yo... no... no quise hacerte daño —Me dijo nerviosa, miraba de un lado
a otro como esperando que todo fuera nada mas que un sueño —¡Renán! Lo
siento tanto... yo nunca había echo algo así.... No se que paso —La angustia de
su voz me indico que era mas grave de lo que parecía y eso me alarmo.
Cubriendo el moretón me levante para acercarme, pero ella esquivo mis brazos,
ponía una distancia absurda a mi persona —Ni siquiera se como sucedió, ¡No
puedo recordar nada!
—¡No! —Se tapo ambos oídos y se dejo caer en la alfombra, cerraba sus
ojos con tal fuerza y sentimiento, que me dolió ver lo que había provocado yo
mismo —No entiendes... no tiene que ver contigo
—¿Que dices?...
—¡Soy yo! —Me afirmo, levantando su mirada hacia mi con pena —Algo
no anda bien conmigo, ¡Yo quería hacerte daño! ¡Yo... iba a...!
76
— Sandra—
Los golpes en la puerta nos indico a ambos que teníamos compañía. Tan
pronto como Renán se acomodó la ropa, yo me gire para limpiar las lagrimas de
mi rostro y arreglar un poco el estado tan vergonzoso en que se encontraba mi
persona. Mientras tenia esto en mente, oí una exclamación por parte de Renán al
abrir la puerta. Inmediatamente me gire y me encontré frente a una mujer morena
sumamente hermosa, casi al punto de la envidia, que me miraba con sus
seductores ojos azules perfectamente delineados y una mueca en sus largos
labios color rubí. Llevaba una blusa blanca, de lo que podría jurar era seda,
ademas de una falda azul cobalto, con discretos encajes por debajo del mismo
color. Y así como mi madre y yo teníamos un parecido razonable, esta mujer era
indudablemente la madre de Renán.
—¡Madre! Deja que te presente a Sandra Papillón —Él parecía tan nervioso
como yo, cuando me indico que me acercara con una sonrisa confiada —
Estamos escribiendo un ensayo para historia, ya sabes que me cuesta mucho
trabajo esa materia —Como si apenas lo hubiera oído, esta asintió levemente y
luego sin mas contratiempo coloco en su rostro una sonrisa de bienvenida, tan
extraña como cálida, que me recordó por alguna razón los cuadros de los años
50´s donde las mujeres posaban como amas de casa felices en carteles de
publicidad casera. Ahora entendía de donde provenía la sonrisa sincera de Renán,
su madre parecía haberlo criado con aquel escudo de educación instantánea de
la que muchos carecíamos.
—Es un placer conocerte querida, soy Ara Hakme —Tomo mi mano y solo
dio un pequeño apretón, luego toco el hombro de su hijo con cautela justo en el
lugar donde hace unos minutos yo había encajado mis dientes, pero la caricia era
tan natural que no podría haber deducido que sospechaba de aquello; sin
embargo, la palidez de mi rostro le indico algo, por que su mirada cálida parecía
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clavarse con fuerza sobre mi —Si no te molesta querida —Se dirigió con una
educación y elegancia tal que me hizo ruborizar por tener pensamientos frenéticos
en mi cabeza —Ausentare un momento a mi hijo de su investigación, ¡solo un
instante!, ha llegado nuestro doctor particular —La reacción de Renán fue
instantánea, miro a su madre con el entrecejo fruncido y mueca de no estar muy
contento con aquella visita, pero no dijo absolutamente nada que demostrara su
desagrado — Y quiero quedar tranquila con respecto a lo que paso en su colegio
—¡Oh! ¡No tiene que decir nada señora! yo... solo estaré aquí —Sonreí
apenada hacia Renán, y él asintió agradecido por mi cautela.
— Renan—
—Doctor Dorantee. Usted sabe que mis padres pueden llegar a exagerar
por todo, ¡fue solo un desmayo! —Explique de nuevo, para que me terminara de
hacer pruebas físicas absurdas —Siempre he sido sano, ¡incluso mas que Adrik!
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respingar por la pequeña punzada de dolor. Esto no paso inadvertido para el Dr.
Dorantee quien tras sus gafas ovaladas y su barba negra me estudio con
determinación.
—Señora Casio, por favor, necesito que me deje hacer mi trabajo —Mi
madre paro de dar pequeños grititos y miradas reprochadoras en cuanto escucho
al medico. Por mi parte opte por ignorarla, eso funcionaba casi siempre. Un poco
malhumorada se alejo de mi, y así el Dr. Dorantee siguió con su reconocimiento,
ahora mucho mas interesado en mi chupetón de lo que realmente era grave —
¿Cuando te hiciste esto? —No podía creer que me preguntara aquello,
¿realmente pensaba que yo me lo había hecho solo? ¡Bah!
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—Mamá... por favor... ¡Auch! ¿Qué esta...? —El doctor estaba
desinfectando la mordida y untando sobre mi una crema fresca al hombro, con
una gasa blanca y limpia cubrió el delito.
—No es nada por que alarmarse señora —Miró a mi madre y ella se estrujo
las manos inquieta. El medico se levanto de donde nos encontrábamos en la sala
y guardo todas sus cosas en el maletín, dando por terminadas sus tareas —Por lo
que se, una mordida en la piel puede dejar un moretón por tres días —Nos miró
con aquellas gafas viejas —Y en cuanto a lo del desmayo posiblemente es debido
al estrés, platicando con su hijo me ha informado de los entrenamientos y
exámenes que ha tenido o tendrá dentro de poco —¡Yes! Prueba superada, me
dispuse a colocarme la camiseta con una sonrisa muy descarada —Quisiera
hablar con usted de una cosa mas señora Casio, ¿seria tan amable joven de
dejarnos a su madre y a mi?
—¡No hay cuidado viejo! —Me levante del sofá y fui directo a la puerta de la
sala, miré hacia mi madre y este seguía enfocando sus ojos en mi hombro herido.
Su preocupación me conmovía de verdad, ella solo quería cuidarnos, así que le
sonreí para mostrarle que no pasaba nada, y me correspondió con otra sonrisa.
Luego cerré la puerta, para dejar hablar a solas a los dos.
—Papá, haz llegado rápido —El miró mi hombro de una forma tan
automática que me sobresalto.
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—Así es, pero no ha encontrado nada conmigo que un poco de comida no
cure papá —Su mirada no dejaba de enfocar mi hombro y eso ya empezaba a
molestarme.
—Iré con ellos —Sonrió mas hacia si que para mi, era tan diferente a él.
Mientras guardaba todo en si con su familia, mi madre procuraba decirnos las
cosas claras, y al contrario mi padre era un excelente anfitrión, atento y
caballeroso, a lo que mi madre se revelaba con una frialdad que espantaba. A
veces me preguntaba como ambos habían terminado casados —¿Haz traído a
alguien? —La pregunta me tomo por sorpresa, no esperaba que supiera lo de
Sandra, pero imaginaba que Adrik era el soplón en esto.
—¡Lo ha herido esa chica! ¡Fue ella! —Insistió en lo que sospeche era hacia
mi padre, su manera de referirse a Sandra como “la chica” en vez de por su
nombre me molesto sobremanera, ¡Nadie tenia por que juzgar lo que hiciéramos!
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una mordida sin importancia, lo que me preocupa realmente es que el joven se
haya desmayado mucho antes de lo previsto.
—No quiero que esa chica este cerca —Mi madre hablo con un desprecio
enfático en cada palabra. Ese comportamiento en mi madre no me lo esperaba,
ella siempre había sido tan amable con mis amigos — Abdías, si vieras el rostro
de esa chica... ¡Asqueroso! Ni siquiera puedo contener la repulsión de su
presencia ¡Tienes que echarla de aquí! Antes de que le haga daño a Renán o a
Adrik
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—Te das cuenta, que si ella está aquí... quiere decir que puede haber otros
mas ¡en ese Colegio!
—Tu sabes que hacemos con los que empiezan a ... —Mi estomago se
revolvió al escuchar a mi padre, me volví completamente de hielo. No me percate
de la presencia de una mano que me toco levemente la espalda, rompió mi
concentración. Al voltear vi el rostro de Sandra, parecía tan vulnerable y sincera en
su mirada había algo en ella que me atraía como si fuera miel. Me di cuenta de
que ambos estábamos cambiando y no sabíamos que era lo que lo propiciaba.
Capte un ruido tras de mi y me pegue a ella empujándole contra la pared, esto la
sobresalto pero no me impidió que la tomara de la mano y le llevara conmigo.
—¿Renán? —Me llamo, pero estaba tan cabreado con todo que me resistí
a contestar, ahora empezaba a entender el por que de su estado demacrado y
sus desvanecimientos. ¡Eso me pasaría a mi también!
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Roldán el segundo, había tomado el patriarcado de la familia Casio. Un día
buscando entre nuestro árbol genealógico, Adrik y yo descubrimos que mi padre
había tenido un hermano mayor llamado Renán pero este había muerto a los
cinco años. En otras palabras era el único Renán vivo en esta familia.
—¡Ciao! ¡Pero que recibimiento mas placentero! —Su acento italiano era
tan particular de él que le daba cierto aire carismático. La atención de mi tío se fue
hacia Sandra quien también le saludo con la cara color rojo pastel.
—Mira nada más, piacere di conoscerti bella, ¿ella es ...? —Mi tío me miró
con simpatía y supe que ahora todo estaría bien, el nos ayudaría.
—No tío, ella no es mia ragazza ... aún —Miré a Sandra quien no entendió
a lo que me refería con esa palabra.
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provocaba en mi interior un temor inexplicable el que ella cambiara como
afirmaban.
—¿Por qué? ... —Su mirada no evito la mía, por lo que me di cuenta del
enorme dolor que le causo mi caricia, sus ojos amenazaban con morir entre
lagrimas por mi culpa. ¿Mi culpa? No. Mas bien lo que reflejaba en su rostro era
culpa propia —Tú no...
—No voy a dejarte sola —Y era verdad, nunca le dejaría ahora no la podía
abandonar e irme como si lo que sentía por ella no fuera mas que un suspiro de
emociones, era mas intenso que eso, mucho más —Cualquier cosa que temas,
que te haga daño o no puedas controlar, será una razón para estar a tu lado.
—No se que me esta pasando, y hoy estuve a punto de... ¡no puedo
pensar en eso!
—No lo hagas —Sin pedir permiso le tome entre mis brazos. Su cuerpo se
agitaba contra el mío recurriendo a mi calor. Ella era tan frágil y sus emociones
brillaban a flor de piel, de manera que me encerraba en su propio mundo de
temores —Buscaremos la solución
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—¿Qué? Pero no se que es esto ¿Cómo puedes decir que hay una
solución?
—Sandra, siempre hay una solución —Mi sonrisa trato de calmarla, quería
que tuviera fe en mi, solo conmigo, de tal manera que yo fuera su respuesta a
todo —Yo te daré esa solución. Es una promesa.
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Florence and the Machine “Girl with one eye live”
— Sandra—
Cuando Renán me dejo en casa sola, luego de que le di todas las pistas a
mis síntomas, llegó mi padre horas después con el sobre de los resultados. No
podré olvidar su rostro al verlos. El color de su cara se había ido tan pronto al leer
lo que se decía de mi estado en aquellas hojas blancas de papel, un temblor leve
en sus manos, signo de malas noticias, me dijo que no era una simple anemia
como deseaba. Sin embargo me sonrío y dijo que buscaría hacer una segunda
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prueba, que seguramente lo que tenia era menos delicado, pero por como sus
ojos estudiaron mi rostro entendí que sabia perfectamente esto no era así, me
estaba diciendo mentiras. También me pidió silencio de lo que sabia a mi madre,
yo solo asentí antes de encerrarme en mi cuarto y contener las enormes ganas
que tenia de llorar, no me atrevía. No quería que mi padre me escuchara. Que
pensara que tenía miedo.
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volteo hacia mi pétreo, sin ninguna clase de emoción al continuar con su pequeño
discurso —Mucho mas doloroso.
—No debes exaltarte —Irwin tenia un tono de voz calmo que me relajo sin
pretenderlo, mi cuerpo por increíble que fuese obedeció lo que decía, ahí estaba
yo, desparramada encima de él —Todavía queda tiempo para que descanses un
poco más —Juro que vi como una comisura de sus labios se levantaba en una
sonrisa divertida, antes de colocar una mano en mis ojos y sumirme en la
oscuridad del sueño, solo sus palabras confortantes me dieron la seguridad plena
de que con él a lado podía seguir así de manera tranquila —Todos esperamos...
— Irwin—
Ella no podría sobrevivir de esa forma por mucho tiempo. Sandra estaba
hace poco sobre mi descansando, acompasando su respiración a la mía y
queriendo inconscientemente fundirse con mi carne. Ver a uno de los nacidos de
esa manera me causaba tristeza, por que el cambio se daría sin importar nada.
Aun cuando le observaba a lo lejos en su clase de gimnasia, el color pálido de su
piel y las ojeras moradas que se acentuaban cada día, indicaban lo inevitable.
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Con un silbatazo ordeno que empezaran a saltar los obstáculos en la
cancha, uno por uno los alumnos fueron pasando, de los cuales la mayoría
saltaban sin tirar uno solo. Incluso la amiga de Sandra pudo hacerlo sin
problemas. Sin embargo, vi la expresión de preocupación de la chica cuando le
llego el turno a Sandra. No dudo que ambos pensamos lo mismo cuando el
entrenador dio la indicación y Sandra corrió, con lo que se podría decir era la
fuerza que le quedaba para terminar la clase. Su salto no fue malo, sino lo que
sigue de eso, a tal grado que se oyó el crujir de un hueso e inmediatamente los
gritos de horror.
Sin pensarlo más, corrí hacia ella dejando que me vieran interferir. El
entrenador se acercaba caminando despreocupadamente, cuando llegue hasta
ella vi que seguía muy consciente de todo, pero que no lloraba. Imagine la razón.
Su amiga se puso tras de mi y le decía que todo iría bien, que no se moviera. Algo
en esas palabras me dio risa, busque entre mi gabardina y saque una botella
plateada, levante a Sandra con poca delicadeza y la inste a beber el contenido.
Ella me miró enojada, muy enojada; pero cuando vio que su profesor se acercaba
más a nosotros, tomo el contenido sin chistar, debo decir que verla tragar de esa
manera me sorprendió, aun mas cuando dio un pequeño eructo al terminarse el
contenido.
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ojos como platos y un semblante mejorado. Era tan obvio lo que paso que ambos
entendíamos nuestra posición.
—Por que mejor no lo dices con todas las letras —Le replique —¿Acaso
no piensas que es droga? —Sus ojos se abrieron incrédulos, pero luego volvió a
fruncir el ceño.
—No es droga —Su voz fue firme. Muy dentro de mi me pregunte acerca
de lo que pensaría si le digiera que para nosotros el comer era una clase de
droga. Seguro que correría espantada tirando sus pasadores en el camino.
—Tienes razón, no es droga —Pude notar que uno que otro chico dejaba
salir el aire contenido, ¿así que escuchaban? —Solo es una bebida energética de
familia, lo hacemos por que sufrimos de anemia.
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—¡Ah! Bueno... supongo que eso es mas creíble —Lorena me dedico otra
larga mirada antes de darse por satisfecha, por el momento —¿Sabes si ella
podría tener tu misma anemia?
—Me parece bien —Su voz sonó tan amigable que me di cuenta de lo
mucho que extrañaba el hablar con otro tipo de personas, con alguien diferente a
mi. Ella tomo sus cosas y las de su amiga, luego con un ademan informal se
despidió y ambos nos dirigimos en otra dirección.
— Sandra—
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seguía tratando de sacarme algo de conversación, pero al ver me pensativa se
sentó sobre el sillón a descansar. Le ofrecí un poco de limonada y cuando se la
lleve vi que tenia su mini computadora abierta, miraba fijamente su cuenta de
correo y me acerque curiosa por su aparente ansia.
—Tu solo espera —Su sonrisa era idéntica a la el gato de Chesire. Luego
un sonido nos indico algo y al ver de que se trataba casi escupo el sorbo de
limonada que estaba tomando en ese momento —¡Si! ¡Oh Dios por que seré tan
buena en esto! —Eso fue mas una afirmación que una pregunta. Sea uno o lo
otro Irwin Bennett había agregado a Lore a su correo y de paso le dio “aceptar”
en su facebook ¡Esto era una locura!
—¿Qué te puede contestar? ¿Hola? —La mire incrédula —Lore, dime que
no le diste tu correo para averiguar que me dio a beber
—¡Calla! Ha contestado —Me dijo dando manotazos al aire con una alegría
que me parecía exagerada. Cuando vi que se ponía a reír como posesa me leí lo
que decía la respuesta.
Irwin_alfil dice:
“¿No debería ser yo quien te hablara chismosita?”
Esa respuesta debo decir que me dejo paralizada. ¿El estaba siguiendo la
corriente a Lore? Ó esa era su personalidad virtual. Lore no perdió mucho tiempo
y con una mirada picara me dijo que le respondería, no quería pensar lo que
estaba pasando.
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Lorecom dice:
“¡Ja! Pequeño Neanderthal stamos a siglos luz ¿eh? Hoy N día nosotras damos el
1mer paso :P ”
Irwin_alfil dice:
“Yo me considero un caballero, pero hay que ver a otros ¬¬ ------ p.d. Tienes
unas terribles faltas de ortografía“
¡Irwin acababa de hacer los ojitos irónicos! Eso no era todo sino que el muy
cínico se atrevió a criticar la falta de ortografía de Lorena, pero ella solo me miraba
y se reía como histérica. Después de que los vi comunicarse con sarcasmos y
uno que otro desplante me di cuenta de cual era el objetivo de mi amiga. Quería
que Irwin se sintiera cómodo. ¡La muy astuta!
Lorecom dice:
“¡¡Oye!! Por cierto Papillón se encuentra muy bien :)”
Irwin_alfil dice:
“¿Papillón?“
Lorecom dice:
“¡Sandra! ¡Duh!”
Irwin_alfil dice:
“¡Ah! Sandra Papillón ... es un apellido chistoso“
Lorecom dice:
“Ese brebaje que le diste la ha puesto de humor xD LOL”
Irwin_alfil dice:
“Tengo una especialidad en esto“
Lorecom dice:
“Eres taaaaaaaannnn humilde -_-u x cierto ella esta a mi lado”
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Después de que Lorena escribió eso ultimo, un gran paréntesis se hizo en
la conversación. Esperamos su respuesta por un buen tiempo pero no apareció
nada, ambas miramos los contactos para ver si estaba desconectado pero seguía
ahí, seguimos esperando hasta que Lorena se puso a conversar con mas gente,
al rato de que nos disponíamos a comer sopas instantáneas recién preparadas
del microondas, la respuesta salto en su pantalla. Lo que escribió fue un poco
decepcionante y debo admitir que me desilusiono.
Irwin_alfil dice:
“Siento el retraso. Pero dejemos esto para luego tengo algo que hacer“
—Si, y no dudo que halla algo relacionado con lo que él tiene y los
síntomas que tu presentas.
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—¡Renán! —Mi corazón se agito al oírle llamarme y no pude evitarlo pero
una lagrimita se escurrió traicioneramente —¿Por qué no fuiste al colegio? Te he
extrañado ¿Como tienes mi numero de teléfono?
—¿Mal? Pero si ayer estabas... Renán fue lo que paso ¿verdad? ¡Yo te...!
—Siento que hallas estado ocupado por mi culpa —En verdad lo sentía.
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Moenia “¿En que momento?”
— Sandra—
“Comer”
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franqueaba la entrada, y como pordiosera camine hacia el, extendiendo mis
brazos a modo de suplica y adoración. Cuando toque su puerta de acero
inoxidable el frío de la superficie aliviano mi temor a caer en estado sonámbulo. Lo
abrí y contemple la comida arremolinada en las puertas e interiores, cada cosa en
su lugar, el frío artificial que despedía llego a mi, al igual que todos esos olores
extra fuertes y sensibles que acribillaban mi nariz haciendo enloquecer mi olfato.
El ruido de mi estomago me hizo ver que era lo que necesitaba hacer, así
que no esperé más y con rotundo entusiasmo me di a la tarea de ingerir todo
cuanto había en el interior. Los sonidos y sabores eran insípidos de las frutas y
verduras sabía a la misma ceniza gris, pero eso ya había pasado a segundo
termino, lo único en lo que me ocupaba era en “tragar” lo que fuera para controlar
mi hambre. Incluso cuando desgarre el empaque de plástico de las chuletas de
cerdo y cuando procedí a comerlas en crudo, la sensación aplastante de tener
carne entre mi boca me llevo a un estado de delirio máximo. El salado y
placentero sabor me hizo incluso jadear y chuparme los dedos, una y otra vez.
— Renan—
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levantarse en medio de la noche y por un presentimiento hablarle a Sandra. No
quería que pensara que le estaba acosando o algo por el estilo, solo estaba
preocupado por ella.
Sentí el calor de una mano sobre mi mejilla, era suave, pero sin la textura
humana de la piel, por el contrario, era un soplo de aire que amenguaba su
temperatura a la mía, un viejo saludo para indicar protección. Y a pesar de que
dentro de mi sueño mis ojos se encontraban bien abiertos, no lograba ver al ser
que era capaz de hacer aquello. ¡No duro más! Un escalofrío rompió la atmósfera
de paz y un manto gris se extendió por todas partes, entonces fui consciente de
mi cuerpo, y como la temperatura se había estancado en un frío letal. Tenía
miedo. Aceptarlo me dio la certeza de que era un sentimiento con el que siempre
había vivido, la desesperación oprimió mi pecho y como si el aire hubiese
desaparecido, mis pulmones dejaron de funcionar. Cuando un grito ahogado
quiso salir de mis labios al tiempo que una luz golpeo de repente, como una
estrella naciendo en el universo, me cegó por un momento, pero aquello hizo
frenar el avance de la oscuridad. Cuando mis ojos lograron adaptarse de nuevo, la
estrella de luz ahora tomaba una forma indefinida, pero mientras avanzaba hacia
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mi un hermoso cabello rubio platino se desplegó, era sedoso como fibras de luz,
y unos azules ojos zafiro me reflejaban como un espejo.
—Estoy a tu lado...
— Sandra—
Tener que ser llevada al hospital no fue grato, para cuando volvimos quede
hecha polvo, me tumbe sobre mi cama y quede profundamente dormida. Al día
siguiente me encontraba en el colegio, con cero energía y un terrible dolor en el
estomago. Con mucho trabajo me había puesto un vestido gris con círculos
pequeños color rosa, que mi madre me había comprado en vacaciones, el color
neutro reflejaba mi estado de animo. Lorena había notado mi mal humor, pero se
limito a platicar otro tipo de cosas con referencia a Irwin Bennett y su
conversación limitada, lo cual era un alivio, porque no estaba para tratar de contar
la mala noche que había pasado con mis padres esperando que me hicieran
radiografías y pruebas de sangre. Para cuando llego el turno de la clase de
atletismo, mi actitud no había mejorado, menos aun después de recordar el
momento de mi ultima evaluación física y la mirada de furia por parte del
entrenador.
Al entrar en el gimnasio para hacer calentamiento básico, nos encontramos
con el club de atletismo que entrenaba especialmente para las próximas
competiciones que se darían en la ciudad. Mi mirada recorrió a las chicas y chicos
del lugar hasta encontrarme con Renán, quien estaba tan concentrado en los
saltos de obstáculos que apenas había notado la llegada de mi grupo. Eso me dio
tiempo de verlo hacer una de sus actividades favoritas, y por lo que el colegio
apreciaba tanto su talento; a diferencia de los otros chicos, él parecía estar
analizando cada uno de sus saltos, no quitaba la vista de la posición de cada uno
de sus compañeros de equipo y su desempeño, estaba segura que estudiaba la
forma en que estos colocaban su cuerpo hasta el lugar en donde decidían a dar
el salto. Cuando toco su turno, se aseguro que todo estuviera en orden, revisando
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incluso el suelo en el que correría para hacer su demostración, se notó su nivel de
compromiso. Sus músculos se relajaron, y moviendo los brazos en un circulo
perfecto aspiro aire, en sus ojos una mirada profunda me hizo entender lo
importante que era aquello para él, cuando corrió hacia el obstáculo y dio ese
salto tan maravilloso, todos quedaron impresionados con su técnica, incluso
ToroLoco no pudo reprimir una sonrisa de orgullo, era casi como si sus pies
hubiesen volado del suelo para luego deslizarlos lejos del fracaso. Unos cuantos
ánimos y aplausos se hicieron sonar, pero por parte de Renán solo hubo una
sincera sonrisa de humildad.
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—Tuve algo así como una recaída —Me limite a mirarlo fijamente y no
agregar más. Cuando mi mano rozo sin querer la suya, una sensación poderosa y
llena de pequeños toques eléctricos me hizo sentirme mucho mejor, no solo en lo
físico, sino también mentalmente. Algo le advirtió a Renán sobre lo que estaba
pensando por que cuando empece el otro ejercicio de estiramiento, su cuerpo
procuro estar mas cerca del mío.
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Todos volvieron a trabajar, pero el comité seguía en una platica reservada
con el entrenador, quien asentía con determinación. Renán me dijo que habíamos
terminado, así que fui por unas toallas para secarnos el sudor. Estas se
encontraban perfectamente dobladas a lado de los instrumentos de
entrenamiento, entre ellos ligas y pelotas que se juntaban dentro de una canasta
deportiva para su uso practico. Tomé dos toallas blancas, pero en el instante en
que quise avanzar mis ojos se oscurecieron, haciendo que mi equilibrio se
perdiera. A penas reaccioné a sujetarme de la canasta a mi lado, cuando sentí
que una fuerza me empujaba contra ellos, haciendo que todos los instrumentos
cayeran sobre mi, algunos incluso rompiéndose por el impacto. El ruido se
escucho sonoro por todo el lugar y cuando sentí que Renán me sacaba de entre
los objetos, mis piernas seguían temblando inestables. Lorena estaba ya junto a
nosotros cuando me di cuenta de su presencia.
—¡Me haz dado un susto de muerte! —Me dijo Renán abrazándome —¿Te
haz lastimado? —Yo le contesté que no, para luego separarme de su lado al ver
que no solo Carol nos observaba con una melancolía dolorosa, sino que ToroLoco
avanzaba echando humo por las fosas nasales.
—¡Esto es el colmo Papillón! ¡Suficiente! —Me agarro del brazo tan fuerte
que mi cuerpo casi se vuelve a caer al suelo —¡Estas castigada! Te quedaras
después de la salida, ayudaras con los entrenamientos y de paso recogerás todo
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prestado atención estaban inmersos en sus actividades y no los culpaba —¿Lo
ves ahora? ¡Nadie! Puede asegurar que no lo hizo por su incompetencia. Además
te recuerdo que ha roto varios equipos y eso le costaría muy caro si quisiera
remplazarlos.
—Pero... —Renán se dio por vencido al ver que tenia razón. Yo no podría
costearme todo el equipo.
—No sigas —Le susurré al tiempo que sonreía para calmarle. ToroLoco me
dedico de nuevo una de sus miradas frías concentrándose en como Renán
parecía verse tan afectado por lo sucedido.
—Todo estará bien —Mire a Lore y también a Renán —No es para tanto,
terminaré rápido
—¡Uf! Gracias Renán, la verdad que es una suerte saber que la ayudaras
en esto —Lore palmeo su hombro con aprobación —Bueno me adelanto
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—Me alegra haberte visto hoy, no habíamos podido hablar —Me sonrió
—Creo que no me haz entendido —Su voz casi podría jurar estaba a punto
de romper el hielo de la educación —Cuando dije que te necesitan ahora, hablaba
muy en serio, si temes por tu “amiguita” no te preocupes que ya no me ocupo de
la basura
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Carol quien se la regreso con la misma fuerza —Debo ir a las duchas, nos vemos
mas tarde —Lo ultimo que vi al voltear fue como Renán se acercaba a Carol a
decirle algo que estaba segura seria referente a mi. Y eso me dolió.
— Irwin—
Estaba sacando los libros de mi casillero que servirían para mi investigación
de tarea, la mayoría de los alumnos ya se había retirado y uno que otro se
encontraba platicando en el pasillo. Hoy no la había visto, estaba demasiado
ocupado con mis propios problemas para asegurarme del progreso de ella. Pero
no por eso no me inquietaba dejarle sola. Al contrario, saber de ella me era de
suma importancia, cuando llene mi mochila trate de buscar a alguien que estaba
seguro me contaría un poco sobre su día. No tarde mucho en ver Lorena, quien
era su amiga, cargando un bastidor enorme y un maletín pequeño donde seguro
guardaba sus pinturas, se tambaleaba tanto que antes de que se viniera abajo me
acerque para ayudar.
—No se tú, pero si me echaras una mano no me vendría mal —Me dijo
con una coquetería descarada, ella era simple y me agradaba despedía fuerza en
su presencia. Así que tomé el bastidor y caminamos a la salida.
—¡¿Y la haz dejado sola?! —No pude reprimir la nota alterada en mi voz, y
espere que ella no lo notara.
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—Tengo que hacer un encargo de mi mamá —Lorena se veía realmente
triste, y eso me hizo ver que no había estado en sus manos —¡Pero no hay
problema! Renán se ofreció a llevarla y como es del equipo de atletismo pues...
—No se a que te refieres con eso de que me gusta Sandra —Creo que me
sentí un poco divertido al ver su expresión asombrada, luego su rostro se puso
tan rojo que pensé no habría tomate mas intenso en el mundo de los vegetales.
—¡Ay! ¡Lo siento tanto! Enserio yo pensaba que por eso me hablabas y...
—Te hablo por que me gusta hablarte —Y aunque no era toda la verdad,
eso de que me agradaba era enserio —Sandra me preocupa por que puede que
tenga lo mismo que yo, pero el hablarte no tiene nada que ver con tu amiga. Tu
posees esa personalidad chispeante, como lo explico... ¡Eres sencillamente
encantadora! Creo que esa palabra fue un bodrio, lo que quiero decir es que...
—¡Oh! Bueno... ¡ja! Creo que me haz elevado el ego al quinto nivel del
infinito —Su cabello castaño fue agitado por el viento del taxi que llego. La ayude
a instalarse dentro —¿Oye? ¿Quisieras acompañarme? Voy al centro, nunca he
visto que salgas con mas chicos, ¿te parece bien?
—Esto no es una cita o algo así ¿verdad? —Sus ojos se agrandaron tanto
que me dio unas ganas inmensas de reírme, Lorena sabía como delatarse sola y
solo por eso era única —Solo bromeo ¡Bien! ¡Vamos! —Pero cuando el taxista
avanzo no puede evitar sentir que algo estaba mal, que había peligro. Y cuando
alguien como yo sentía eso, no era nada bueno.
107
— Sandra—
—Pero mira, ya son las seis de la tarde ¡Será de noche cuando termines!
—Anda vete, todo irá bien —Cogí las ultimas pelotas y las guardé bien,
luego seguí con los balones de cancha —Tengo mucho trabajo y no puedo
dejarlo, tengo que demostrarle a ese ToroLoco que puedo yo solita.
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—De acuerdo —Saque mi viejo celular, a diferencia de Renán mis medios
de comunicación eran mas cortos, yo y la tecnología no congeniábamos.
Intercambiamos números y luego me dejo sola recogiendo el resto de las cosas.
Como me dijo Renán, la noche llego demasiado rápido, cuando mire el
reloj faltaban ¡15 minutos para las ocho! Me apresuré a terminar de doblar las
toallas, las coloque en una canasta azul y me las lleve rumbo a los vestidores para
acomodarlas. Uno de los intendentes se había despedido de mi hace media hora,
y el guardia de seguridad me hizo un aviso pocos minutos antes, para que
desocupara el lugar. Cuando vi que todo quedaba en orden y limpio, me dolían las
manos y espalda. Me metí a la ducha y luego me vestí con prisa, guardé mis
cosas asegurándome de no olvidar nada. Cuando salí a la cancha de
entrenamiento empecé a marcar el número telefónico de mi madre, luego pensé
en mandarle un mensaje a Renán cuando ya estuviera en casa.
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Me detuve en seco. Me volví hacia mi maestro de gimnasia, estaba parado
con la mirada fija en mi o mejor dicho en mi cuerpo. No pude evitar encogerme y
llenarme de valor para hablar, ya que mi boca estaba reseca y dudaba que mi
tono de voz no fuera otro que un chillido. Antes de hacerlo me di cuenta de que
sonreía con algo cercano a la satisfacción.
—¿Entrenador? No entiendo...
—No tienes que hacerlo —Su voz ahora ya no era autoritaria o mandona,
había perdido la identidad de quien había conocido desde la edad de ocho años
en el colegio. En ese tiempo me había parecido un hombre joven para dar clases,
su expresión era seria en aquel entonces, pero tenia cierta condescendencia con
todos, nos apoyaba, y lo que era mejor se preocupaba por que todos tuviéramos
una buena salud. No sabría decir cuando fue el momento en que cambio, que fue
lo que sucedió, pero desde hace un año su actitud se había vuelto muy hostil y
cruel, mas con los que parecía carecer de talento en los deportes; se
desesperaba y gritaba, pero todos seguíamos esperanzados con que el profesor
de nuestra infancia volviera de nuevo. Pero al parecer ya se había consumido para
siempre —¿Tienes hambre?
—¿Qué? —No me gusto oír su pregunta, era como si hubiese leído mis
pensamientos y luego reaccionado como respuesta a ellos —Me voy de aquí
—¡No! —Fue mas un rugido que un grito, que me hizo saltar con un
escalofrío corriéndome por el cuerpo —Te quedas. Hice una pregunta Sandra,
¿Tienes hambre?
—¡Me esta asustando entrenador! —Mi voz salió en un gemido, tal vez
hubiese sido mas inteligente quedarme callada, pero... estaba muy asustada. En
ese momento no era consciente del peligro que se acercaba como una serpiente
envenenada, aun no descubría lo que estaba pasando.
110
—¿Co-cómo sabe eso?
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en mi nuca me hizo temblar de miedo —Dicen que no eres una amenaza, pero yo
te considero muy capaz —Su lengua corrió por mi cuello y llevo su mano grande y
áspera a uno de mis pechos, estrujándolo con fuerza —Pero no negare, que hay
algo en ti diferente, ¡que nos excita!
—¡DÉJELA! —La voz de Renán llego en ese momento, junto con un golpe
al entrenador con toda su fuerza. Este me soltó instantáneamente al caer hacia un
lado. Renán aprovecho para tomarme del brazo y que ambos corriéramos hacia
la salida.
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—No te preocupes —Me dijo mientras se acercaba a mi —Solo esta sin
fuerza, pero no dudes que seria capaz de hacerle daño —Tuve certeza que seria
así, sus emociones había desaparecido y eran remplazadas por un vacío
amenazante —Ahora ¿donde me quede?
—Te quedaste en esto —Otra voz se oyó luego de una explosión potente
que hizo que cerrara los ojos. Cuando los abrí ToroLoco se encontraba sangrando
del brazo a borbotones y una figura oculta en la oscuridad se revelo a las luces de
la cancha. Irwin Bennett sostenía un arma negra en dirección al maestro de
atletismo —Eso fue una prueba, y si no corres lo intentaré nuevamente
113
grotescamente expuesto. Mirándome a los ojos con desafío, tomo el trozo de
carne y la llevo a su boca, contuve el aliento pero no proteste. Al ver que no
reaccionaba abrió la boca, y con los dientes empezó a desgarrar la carne cruda.
Engullendo cada pedazo con un masticar apresurado, tomo otra porción de
carne, depilando con mucho cuidado ciertas partes del brazo, logro terminárselo
en unos pocos minutos. Vi como continuaba con el torso del cuerpo,
desgarrando la camiseta roja y acuchillando varias veces para romper lo que creo
eran las costillas, el ruido de las viseras viscosas llegaba a mis oídos. cuando
abrió el tórax vi que aplicaba una fuerza extra en sus brazos, todo aquello me
parecía tan irreal, aun mas por que al verlo comer de esa forma tan hábil mi boca
se saboreaba insistente. Unas lagrimas aparecieron traicioneras sobre mis
mejillas; Irwin se dio cuenta de eso y paro de comer. Una mueca en sus labios me
hizo comprender que mi reacción no era lo que esperaba. Saco algo de su
chaqueta y me mostró el frasco plateado de donde tantas veces había bebido. Lo
destapo y procedió a vaciar su contenido sobre el suelo. Tuve que tragar una
nausea al ver que el liquido rojo oscuro con una textura pesadamente viscosa,
parecía ser un montón de carne con sangre mezclada. Tiro el frasco sobre el
suelo y se quedo un momento viendo el liquido de muerte, luego agarro de nuevo
el cuchillo y tomo un trozo de carne empapada de sangre fresca. Se levanto de
donde estaba y caminó hacia mí. Cuando llego hasta donde me encontraba me
tomo de los hombros y me acercó a su pecho, me acaricio el cabello y luego me
dio un beso en la frente.
—¡No! ¡NO! ¡No! —No estoy segura como fue que me quise liberar de su
agarre, pero Irwin me sostuvo contra él. Su mirada estaba llena de pena, pero no
me soltó —¡Por favor! ¡No!
114
simplemente para cuando recobre la conciencia estaba llena de sangre por toda
mi ropa, y el sabor a oxido de la sangre me empalagaba el paladar. Fue entonces
cuando sentí como Irwin pasaba su mano sobre mi cabello y lo apartaba del
rostro, logre entender lo que había hecho. Miré hacia donde Renán se encontraba
inconsciente, una figura luminosa y de gran altura se inclinaba hacia él, luego me
desmaye derrotada.
115
Aerosmith “Dream On”
— Sandra—
mi cuarto, todavía estaba un poco oscuro, cuando mire el despertador las 6:30
am estaba marcando el inicio de un día nuevo. Los recuerdos de la noche anterior
estaban ante mi, atormentándome con remordimientos agrios que destilaban
culpa. No sabía como estaba en mi cama descansando, no recordaba que había
sucedido después de que me desmayase, todo estaba en un blanco puro dentro
de mi cabeza. Solo el recuerdo de Renán me hizo levantarme alarmada. ¿Qué le
habría ocurrido?
116
Cuando salí de la cama, vi que tenia mi ropa de dormir, y mis dudas
crecieron ante la intriga de que era lo que Irwin Bennett había hecho. Fui a mi
baño y busque en el cesto de ropa, no estaba mi vestido gris, pero si mi uniforme
de deporte rojo. Me fui sobre mi ropero y busque el vestido, pero no había ni
rastro de este, me empece a morder la uñas de mis dedos con desesperación,
saque un vestido limpio era de cuatro colores, azul, blanco, morado y rosa; estos
caían en lineas horizontales cada una de una tela propia. Con prisa me di un baño
y me vestí, cuando salí a la sala vi que mi padre salía del baño cepillándose la
boca.
—¿Hija? ¡Vaya te haz levantado ya! —Se había sacado el cepillo de dientes
de la boca y después de decirme eso se enjuagó haciendo gárgaras, cuando se
seco con la toalla de baño me miró extrañado —¿No es muy temprano? —Miro
hacia el reloj de la cocina —Pensé que querrías dormir mas, tu madre esta
durmiendo pero me dijo que te despertara para que te hiciera un buen desayuno,
ya sabes lo torpe que soy dándote lo que no debo.
—¡Claro que no papá! —Le dije alarmada, pero sus ojos parecían
especular el nivel de verdad en ellas, luego de un tiempo me sonrío con confianza.
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—Te creo hija —Camino su recamara —Se que te habían castigado, en mi
opinión creo que fue excesivo y tu madre estuvo a punto de ir a buscarte, la
llamare para que prepare el desayuno.
—Lore... yo...
—Al guardia del colegio también lo han asesinado, dicen que son
vándalos, pero Sandra... ¡unos vándalos no harían eso! —Lorena tenía mucha
razón, unos vándalos no se habrían devorado a su maestro de atletismo y
gimnasia.
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—Lorena, cálmate. Se que esto esta fuera de lugar pero... —Respire
hondamente antes de armarme de valor —Ayer por la noche ¿cómo me llevaste a
casa con Irwin?
—Al parecer le quebraron el cuello —Me susurró. Sentí lastima por él,
después de todo yo había sido la causa de su muerte.
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—Creo que lo vi en la cafetería, estaba platicando con Carol —Mordisqueo
la punta de su libro de química —Y parecía muy tranquilos, no entiendo por que si
todos lo demás estamos muy intranquilos por los asesinatos
—Carol fue su novia mucho tiempo, es mas que razonable que se sigan
llevando, no tienen por que estarse peleando —Baje mi bolso al suelo y me sobe
el hombro —Las personas pueden tener su manera de afrontar sus problemas
—El director dijo hace quince minutos que nos espera a todos en el
auditorio de la escuela —Me explico preocupada —¡Vamos juntas! Renán estará
ahí y así podrán tener tiempo para sentarse juntos, al parecer el director nos
hablara de lo sucedido.
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negro era lo único que pude distinguir, cuando paso el director al estrado, supe
que debía dejar mi escrutinio.
—No debes hablar así del maestro —La chica lo miraba apenada, llevaba
unos libros de curso avanzado, que demostraba que ambos deberían ir en ultimo
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año —Es una pena que haya muerto así, se que era un pesado a veces... pero
era un buen entrenador y cuando murió su esposa se dejo vencer. Ahora
tendremos que encontrar otra forma de entrenar —Ambos se fueron en una
dirección opuesta pero seguían en esa platica enérgica. No tarde en captar otra
conversación.
—¡ToroLoco muerto! Enserio que no lo creo, era tan grande ese tipo —Un
muchachito que seguramente iba años mas atrás de nosotras estaba con un
grupo de jovencitos de su misma edad algunos se inclinaban para captar lo que
decía —Esos tipos han de ser muy peligrosos, no me siento bien estando en un
lugar como este, hasta el vigilante ha sido despachado. Que les hace detenerse y
no hacernos lo mismo.
—Es una pena lo del entrenador —Cuando dijo aquello quede muy
confundida, sobre todo por que Renán me había salvado de ser asfixiada a
manos del maestro, entonces no entendía su tono natural con aquella situación.
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limpio y mentolado. Era inmensamente tentador acariciar su cabello y dejarme
llevar por las sensaciones, no oponiendo una resistencia real cuando nos
tumbamos en el sillón y él se pego por entero a mi. Sintiéndonos atrevidos a
través de la ropa y con la sensación excitante de ser descubiertos. El toqueteo
continuo un momento indefinido, cada uno sintiendo los miembros del otro así
como la textura y hasta el sabor. Pero antes de que me besara en los labios,
recordé lo que había venido a hacer a aquel lugar. Me sentí avergonzada, no
arrepentida, sino avergonzada de anteponer lo que sentía a lo que debía hacer.
Así que aleje a Renán con suavidad, gracias que él entendió mi situación y se
levanto rápidamente, ambos nos quedamos sentados uno a lado de otro
sintiendo el rozar de nuestros hombros.
—Yo soy el que se siente mal —Me dijo acariciando mi hombro —No debí
dejarte recogiendo sola, pensé en regresar pero me quede dormido, cuando
desperté hoy por la mañana me sentí como un completo imbécil por haberte
dado por tu lado.
—¿De que hablas? —En los ojos de él podía verme como una chica
incoherente, ¡Una loca! ¡¿Qué estaba pasando aquí?! —Sandra, yo no regrese.
¿Alguien te hizo algo? ¡¿Dime?! —Pero yo no estaba como para explicarle algo
que no recordaba.
—Tengo que ver a alguien más —Me levante muy rápido, apenas dándole
tiempo de levantarse igualmente para poder despedirnos.
—¡No! Solo yo tengo que ver a esa persona —Quiso acercarse a mi, pero
me abstuve de caer en la tentación de su presencia y salí a prisa de la sala.
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Cuando miré sobre mi hombro distinguí a Carol acercándose a Renán, me
sorprendí por que no le había visto por ahí, pero deje eso para otro momento. Yo
solo quería respuestas y sabia quien mas podría dármelas, y aunque muriera de
miedo de acercarme, solo esa persona respondería.
—Eres un caníbal
— Renan—
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un enorme error. Por que la empujé directamente a quien si no se tocaría la
conciencia en decirle lo que había pasado, y no podía permitirlo.
—¡Oye! —Llamé a Lorena quien estaba por entrar al salón de historia, ella
se detuvo un poco confundida de verme hablarle, calme mis emociones y me
dispuse a preguntarle donde estaba Sandra —¿No le haz visto? —Ella parpadeo
tres veces antes de responderme con sinceridad.
125
The Cure “Just like heaven”
— Irwin—
S andra llegó con cierta reticencia a la pensión en donde vivía, tenía una
mirada perdida y sus ojos estaban muy rojos después de haber llorado. Nunca
me imagine que seria yo quien se lo dijera finalmente, pero después de todo por
mi negligencia había ocurrido ese lamentable hecho que ahora acongojaba su
alma. Le entendía, porque la primera vez que comí, fue cuando me di cuenta de
que nada volvería ser lo mismo, que me encontraría muy solo. Yo no quería lo
mismo para ella, y si podía servir de ayuda el explicarle mas sobre nosotros,
entonces no dudaría en hacerlo. Es por eso, que nos encontrábamos en mi
cuarto de renta, con poca luz y olor a desodorante de baño. La invite a entrar y
ella miró la pequeña sala de estar, podía saber lo que estaba pensando al
contemplar el televisor de plasma sobre el suelo, dos cojines rojos magullados,
una mesa portátil y un microondas blanco que parecía sin usar. Era muy patético,
pero yo lo consideraba mi hogar desde que Sakura vivía a mi lado.
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en un cuadrado de espacio, después encendí las hornillas eléctricas, saque la
manzanilla de la canasta de tés y cuando llene la tetera con agua la puse a hervir.
Había unas galletas dulces que Sakura guardaba muy bien, ella creía que no sabia
donde pero cada vez que se iba a trabajar al banco, le quitaba una de su tesoro
escondido —Por favor toma asiento, ahora voy contigo —Oí como una de las
sillas de plástico se arrastraba y supuse que había hecho lo que sugerí. El ruido
del vapor de la tetera me indico que estaba listo todo, puse dos tazas blancas y
vertí el contenido, me acorde de ponerle un poco de miel y limón, como lo hacía
Sakura y luego una hoja de menta fresca. Tomé las tazas con las galletas sobre
ellas y llevé todo con mucho cuidado a donde se encontraba Sandra —Aquí
tienes, siento que no halla comida pero mi compañera de cuarto siempre la trae
de camino después de salir de trabajar, somos muy malos para cocinar.
—Tenías solo 11 años cuando... —sabía cual era su duda y decidí despejar
un poco el panorama que ensombrecía nuestros encuentros
—No. Tenías 10 años cuando paso por primera vez —Sandra bajo la vista
para contemplar el té, no había tomado ni un poco, pero luego de eso alzo la taza
a sus labios y bebió un pequeño sorbo, y como si me invitara a continuar suspiro
por lo bajo —Mi padre se llamaba William y mi madre Diana, ambos se casaron
por mi causa hace quince años en un pueblo pequeño de Gales—No me
agradaba contar detalles de mi vida a nadie, pero solo así Sandra podría confiar
en mi —Mi padre siempre fue un hombre muy duro con un carácter voluble, mi
madre al contrario era tímida y un poco cobarde, no se cuando empezó a
golpearla, creo que era demasiado pequeño. Cuando cumplí 10 años mi padre se
emborracho en la taberna del pueblo —Divise que los nudillos de Sandra se
pegaban a la taza como tentáculos pequeños de pulpo —Mi madre me había
hecho un pastel de cumpleaños, estaba muy emocionado, ambos reímos un
poco y comimos con tranquilidad, pero... mi padre llegó. No se si fue algo que
hicimos mal, de repente se puso como loco, arrojó cosas e incluso me azoto con
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su cinturón varias veces, una y otra vez. Mi madre le pedía que no me hiciera
daño pero ella no era lo suficientemente fuerte para impedírselo —Las imágenes
de mi padre ahorcando a mi madre nunca saldrían de mis sueños, estarían ahí de
por vida. Era mi penitencia —La mató, mi madre cayó al suelo como una pequeña
pluma frágil al verano, sus ojos estaban vidriosos por lagrimas húmedas y el vacío
de la muerte era lo único se podía contemplar en ellos. Me desconsolé, sentí un
surgimiento de explosión en mi pecho, y el hambre que había empezado desde
meses antes me dio el valor para terminar todo —Los gritos y la sangre
enmarcada por las paredes me despertaron en la oscuridad, y mi padre ya no era
mi padre, sino una masa sanguinolenta de sangre y carne —Ahora soy lo que soy.
Un caníbal.
Las llaves de la casa sonaron fuera de la puerta, tanto Sandra como yo nos
esperamos a ver entrar a Sakura. Esta llego con un traje sastre color crema, su
cabello corto y abombachado se asomaba por encima de un abrigo negro,
cuando se empezó a quitar las cosas de encima, noto que no solo estaba yo en
aquel lugar. Con una inclinación de respeto, saludo a Sandra antes de acercarse.
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—Todos nos hacemos las mismas preguntas —El tono centrado de
Sakura, decía que le contestaría solo con cinco reglas en lo que consistía nuestra
existencia —Para todas esas preguntas hay cinco respuestas.
—Regla uno —Sakura alzo uno de sus dedos pequeños, fijándose de que
Sandra le observara bien —No te familiarices con la comida. No importa la edad,
constitución o sexo. Es comida. Mientras tus padres no sean un objetivo no tienes
por que temer por ellos, es un poco duro el como te las diremos pero es
primordial para tu supervivencia.
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—El entrenador... ¡¿Por qué hizo aquello?! —Unas lagrimas de
remordimientos empezaron a surgir, luego los gemidos de pena por lo que había
pasado, nos recordaron a Sakura y a mi lo frágiles que éramos.
—Sería egoísta pensar eso ¿no? —Sakura se levanto para acercarse a ella,
levantarle el rostro y terminar con formalidad —Sandra-san, nosotros somos
caníbales, el porque de nuestra existencia es incierto, nadie lo sabe. No hay
respuesta, pero debes ser consciente de que allá afuera en las calles hay seres
que pueden hacernos daño, no tenemos poderes o un don sobrenatural con que
luchar, pero si una forma de detenerles.
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pero debo ser franca y decirte que tarde o temprano tendrás que hacerlo, no por
la seguridad de ellos, sino por la tuya.
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—Al principio no me agrado tenerlos, eran un regalo —Se que me vi muy
avergonzado al decir aquello, después de todo no era normal ver a un chico con
muñecas, era muy comprensible que pudiera tener un tipo de prejuicio contra lo
que vio —La persona que me los obsequio es alguien que conocí en Estados
Unidos, ambos conectamos muy bien. Cuando nos vemos comúnmente nos
regalamos cosas.
—Gracias
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de uno de los míos, cuando apoyo su cabeza cerca de mi hombro, alzo su rostro
y sus ojos estaban serenos.
— Renan—
—Siento tanto que tengas que ver esto hijo —Mi tío Roldán me toco el
hombro como símbolo de comprensión. Había conseguido que averiguaran el
paradero del taxi blanco por medio de los contactos de mi familia, mi tío abuelo
se ofreció a acompañarme y ambos dentro del auto de nuestra familia esperamos
a cierta distancia de aquella vieja pensión, de mi parte hubiera entrado gritando el
nombre de Sandra, pero mi tío me había convencido de ser precavidos. Cuando
paso el tiempo y ella no salía, mi desesperación aumentó, me magullé la piel de
las rodillas con la presión que mis manos ejercían sobre ellas. En cuanto vi que
ella aparecía a lado de ese tal Bennett, un impulso de ir a reclamar lo que creía
mío me hizo levantarme y querer abrir la puerta del auto, pero mi tío me detuvo en
el momento en que veíamos como Sandra rodeaba con uno de sus brazos a Irwin
y dejaba que este se inclinara sobre ella a rozar su rostro —Se que es lo que
estas pensando Renán, el dolor es insoportable de llevar en este momento. El
saber que lo que deseas con tanto ahincó se esta diluyendo entre tus dedos te
cruza como una espada en la piel, pero serénate. Tenemos que volver a casa de
tus padres.
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—Tu eres un ser con mucho potencial a cuestas hijo, el engaño de esa
raggazza nunca podrá debilitar el destino que tienes trazado a cuestas. Un gran
destino que inclinará a tus pies el mundo entero.
—Es una caníbal y no puedes sentir mas que odio por su procedencia, de
cierta forma tu eres... su comida favorita —La mano de mi tío abuelo se sostuvo
fuertemente de mis ojos, cubriéndolos y obstaculizando la luz. El repentino fuego
de aquellas manos que me habían cuidado cuando niño, me parecieron una
amenaza mortal, mientras que los recuerdos de mi niñez se desencadenaban uno
a uno en mi cerebro. Mi corazón palpitaba a un ritmo desesperado, y con cada
uno de sus golpes a mi pecho sentía que viajaba en otros tiempos, en otras vidas,
bajo nombres diferentes y descendencias diferentes. Vi quien era yo. La verdad
de los milenios se presentó ante mi —Ahora lo entiendes. Mi señor —La mano de
este hombre, vieja y suave por los pliegues de sus arrugas me liberó de mi
ceguera, la libertad de mi conciencia y alma fue el regalo que me dieron.
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—¿Por qué haz tardado tanto? —Mi voz se transformo, exteriormente era
la misma, pero ante la presencia de aquellos a los que valía, el grado de mandato
se revelaba en ellas.
—Roldán Casio, te haz puesto viejo... te conocí por primera vez como mi
hermano, luego como mi tío, y ahora eres tan viejo como para ser mi tío abuelo —
Una adrenalina estaba reinante en mi, era mil veces mejor que las pastillas que
Erick me proporciono una vez para probar. Era el poder que se hallaba en mis
manos juveniles —Pero te equivocaste en algo
—Me haz dicho que el mundo estará a mis pies, pero... ella no.
—No me llames así —Cuando dije aquello sus manos dieron un leve
temblor, él sabía lo que podía hacer si me enojaba —El pequeño a quien viste
como tu nieto, ahora sabe quien eres y lo que haces. Eso quiere decir que debes
135
recordar cual es mi verdadero nombre ¿no es cierto? —Su cabeza asintió
rígidamente, luego pronuncio mi nombre.
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Bauhaus “Passion of lovers”
— Sandra—
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—¡No me entiendes! Es por la seguridad de él —Podía ver que estaba
empezando a sacarlo de sus casillas, pero a mi esta situación ya me habían alterado
dede que empezó el ciclo escolar, no quería estar sola.
—No es por tus padres, ellos son seres normales a los que es fácil controlar y que
no podrían tener consecuencias en tu seguridad
—¡Entonces Renán si puede hacerme más de lo que yo hice al...! —Su expresión
sombría me advirtió que estaba llegando demasiado lejos en nuestra discusión —No te
entiendo
—Recuerdas que te dijimos que hay seres que pueden hacernos daño, bueno
también hay seres a los que no podemos tocar, que se encuentran vetados para
nosotros... ¡bien! Esos seres son los Protectores
—Me estas diciendo que esos protectores ¿son inmunes a nosotros? —Me
intrigaba imaginar a un tipo de personas a los cuales no pudiéramos comer, era
demasiado intrigante saberlo.
—Los Protectores van mas allá de nuestro limite, son seres que llegaron al mundo
a cambiar el destino de la humanidad, de pueblos y razas —Su explicación la estaba
haciendo de manera desesperada, como había dicho antes ahora era muy afín con las
emociones ajenas y en este momento las de él me acariciaban la piel con desolación en
sus palabras —No tienen poderes como nuestras presas directas que están retorcidas y
son una amenaza social, ellos son muy vulnerables, a todo... están destinados a llevar al
mundo por un camino de salvación, no en el sentido de fe, sino en todos los sentidos.
Ellos incluso luchan por los que no tienen voz como los animales y plantas, cualquier tipo
de ser vivo.
—Me dices que Renán... —Su expresión de pena era honesta. Él creía que yo era
una amenaza para Renán.
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—Si... aunque, pensaba que era otro tipo de... —Me era difícil tragar saliva, mis
piernas temblaban y la opresión en mi pecho empezó a atormentarme.
—Eso no importa, incluso el contacto físico para él debería de ser repelente y sin
embargo hasta te llevo en brazos una vez —Recordé ese momento, pero no quería
decirle a Irwin que Renán y yo habíamos estado abrazados mas de cerca que con ese
gesto de amabilidad —Llegamos —Me hizo esconder tras las gradas con él, mientras
veíamos como todos estaban en clase con el profesor de reserva —¡Ahí esta él! —Me
señalo hacia donde se encontraba Renán descansando, no hubiese sido necesario que
me lo enseñara, yo lo había visto desde entrar en las canchas, era hacia donde mis ojos
apuntaban con nervios —¿Puedes ver quien esta a su lado?
—¡Claro es Carol! —Dije sin fijarme bien —¿Que sucede con ella? Acaso es igual
un protector —Lo único que recibí de parte de Irwin fue una mirada desconcertada, a
demás de un ceño fruncido.
—Quiero que vuelvas a observar a quien dices es esa Carol —Avergonzada por
mi poca falta de atención hice lo que me dijo. Y fue cuando vi que era lo que a Irwin le
parecía diferente, y es que no era Carol como suponía. Sino una chica diferente, con un
cierto parecido (cabello y color), pero que era asombrosamente alta y hermosa. Una luz
intensa corría en su espalda como antorchas elevándose al cielo, estaba acariciando la
cabeza de Renán y su expresión era de preocupación, como si se tratase del tesoro mas
valioso y delicado del mundo, que estuviera en un lugar peligroso.
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—¿Quién? ¿Qué es ella? —Logre formular las preguntas no sin quedarme muy
desconcertada y un poco atemorizada por lo que suponía la presencia de esa chica.
—Eso es peligro algo que debes de evitar a toda costa —Me indico con
determinación y muy convencido en cada palabra que me dirigía —Es por eso, que
Renán no debe ser tocado por ti y por la cual él no debe tocarte, estas poniendo en
peligro su destino.
Hola.
Ciao.
—Renán, me has dicho que averiguaste algo de lo que me pasa —Me logre soltar
de sus brazos y enfrentarlo discretamente, ya que uno que otro estudiante pasaba por el
pasillo en ese momento —Necesito saber que es lo que sabes acerca de mi.
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—¿Solo me dejaste verte por eso? —El cambio en el tono de su voz me extraño,
era un sonido diferente, como poseído de cierta autoridad —¿Acaso no querías verme?
—Me tomo de uno de mis brazos y dejo que nuestros rostros estuvieran de frente, en su
mirada había una tristeza enorme, como si hubiese sido herido de gravedad —Dime
Sandra... ¿Me amas?
—Me haces daño...¡Renán me haces daño! —Mi grito fue histérico, no era que
necesitara auxilio, sino que deseaba hacerlo entrar en razón. No se si esto hubiera
advertido al ser que había visto en las pistas de carreras, pero la chica apareció en ese
momento a lado de Renán, nos miró a ambos con horror, y pude notar como ponía su
mano en el hombro de él, sin embargo su mirada hacia mi era de completo desprecio.
Ese simple gesto hizo que Renán encendiera en sus ojos una especie de odio, un
sentimiento que jamás pensé ver reflejado en su mirada.
—¡Tu eres mía! —El gruñido de garganta por parte de Renán, me asustó en
verdad. Irwin me había dicho que los Protectores eran seres indefensos pero la fuerza
que él asumía sobre mi persona me doblegaba con miedo. En ese momento en que
estaba a punto de decirle que parase, Erick el amigo de él toco su brazo.
—¡Renán! ¡¿Estás loco?! Le estas haciendo daño suelt... —No terminó la frase,
pues Renán le propinó un codazo en la cara que lo lanzó al suelo de un solo golpe. El
acto tan violento hizo que todos los alumnos empezaran a salir de sus salones y uno que
otro mirara con temor lo que sucedía. Lorena se encontraba entre esos chicos y chicas.
141
—¡Por todo lo...! ¡Renán! ¿Qué le has hecho? —Carol ayudo a Erick a ponerse de
pie, pude ver que estaba tan impresionada como yo con la reacción de Renán —¡No
hagas esto! ¡Nos estas asustando!
—¡Cállense todos! —La voz furiosa de Renán se oyó por todo el lugar, había
quienes chillaron por lo bajo y otros que saltaron de la impresión. Pero a la única a quien
tenia sostenida de forma acorralada era a mí —¿Qué hiciste con Bennett en esa pensión
asquerosa? ¡¿Qué?! —Cuando mis pies empezaban a separarse del suelo, una voz en mi
cabeza grito en advertencia.
—¡Ella no hizo nada! —La voz de Irwin sonó en el pasillo, los cuchicheos de los
estudiantes no tardaron en llegar. Entonces sentí como la presión en mi cuerpo por parte
de Renán disminuía, pero no así el peligro —Déjala esto es entre tu y yo
—Si, esto es entre nosotros —Me bajo lentamente y fue hacia Irwin. Cuando vi el
puño alzado y estamparse en la quijada de Irwin grite con desesperación. Lorena me
detuvo antes de que me metiera entre ellos.
142
Shakira “Lo impresindible”
— Renan—
temerosa que en sus ojos se vieron dentro de los míos tuvo una reacción en mí.
Una ola de excitación que me provoco por tenerla, por ser dueño de su alma, que
su voluntad estuviera a mi disposición. Antes hubiese pensado que era amor,
pero hoy se que es más fuerte que un sentimiento terrenal. Esta hecha para ser
mía, fue creada por la tierra para mí, así como Eva lo fue para Adán. Ella fue traída
de las estrellas y mares para mí, para que su humanidad fuese manejada por mi.
El tiempo había sido cruel, desde que cerré los ojos por primera vez, jamás tuve
un sentimiento parecido, tal vez mas fuerte, pero no menos interesante. Su olor y
presencia era una invitación abierta para corromperla con mis deseos. Sus ojos
me seguirían por la eternidad, desde la primera vez que le he visto, supe que
143
estábamos predestinados a conocernos, y ahora que por fin mis ojos se abrían a
su esencia y valor, el rostro de quien me trajo al mundo es esa época remota era
el mismo que se revelaba en Sandra Papillón. Eran tan parecidas e igual de
diferentes... pero aquel rostro estaba como una advertencia a su verdadera
naturaleza. Era irónico pensar que estábamos en bandos tan distintos.
144
apegándose a las viejas creencias de mi carácter. Invite a Adrik a tumbarse a mi
lado, este obedeció con entusiasmo. Cuando lo abrace junto a mi, pego su
cabeza a mi pecho, yo estaba muy acostumbrado a ser curioseado por los
demás, así que deje escuchara mi corazón latiente o que sintiera mi piel si le venía
en gana. Sus ojos se abrieron impresionados al ver que no dejaba de ser el
mismo chico con el cual creció y eso me causo mucha gracia —¿Eres tan
poderoso como dicen?
—Siempre supe que lo eras —Se encogió de hombros con una sonrisa
sincera —Pero ahora eres impresionante, impones ¡Ya sabes a lo que me refiero!
—No Adrik —Le sonreí con simpatía mientras acariciaba su cabello —Tú
nunca serás desechable, nunca como ellos, por que tu eres mi hermano menor,
fue a ti a quien escogieron las energías del mundo para estar a mi lado y crecer
conmigo.
145
—Se que ellos están haciendo eso —Pellizque su nariz para entretenerme,
un juego que seguía haciendo con los años —Ella es mi problema y la respuesta.
—Tú parecías muy enserio con ella antes —Por eso me agradaban los
hermanos, entre ellos no hay secretos, puede que para con el mundo si, pero la
conexión de hermanos es una extensión del cuerpo, un inicio y un fin. No puede
haber mas fieles ayudantes que tus hermanos, si es que sabías ganarlos.
—¡¿Esa chica?! ¡No que va! —Volteé hacia donde estaba la chica rubia
observando con tristeza, era alta y fuerte, como muchos antes que ella. Era una
pena —No me trae buenos recuerdos, me parece muy familiar.
— Sandra—
El sonido del teléfono siendo colgado con disgusto corto mis palabras de
desesperación. Renán había sido suspendido por dos semanas enteras del
colegio, nadie podía creer la noticia, muchos que no habían presenciado la pelea
se juntaban con los que si, para poder informarse aparentemente de la verdad.
Desde que se había marchado a su casa, no hablábamos entre nosotros. Intenté
una serie de veces comunicarme a su blackberry, pero lo mantenía pagado,
cuando intente por medio del teléfono de su casa solo recibía evasivas frías y uno
que otro comentario sarcástico de parte de su madre. Cuando encontré a Adrik
en el colegio solo fui ignorada sin cuestionamientos. Lo único que me había
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sorprendido era que Carol y Erick se me acercarán muy preocupados, he hicieran
las mismas preguntas que yo traía en mi cabeza. A ellos también se les había
negado ver a Renán. Ahora estaba pegada al teléfono publico como una tonta y
con una esperanza nula de ser contestada, solo Lorena que en ese momento se
encontraba como apoyo moral. Después del pleito hasta Irwin me levanto la
palabra, cuando nos encontrábamos bajaba la mirada y yo sabía que los
problemas causados eran solamente mi culpa. Lorena insistía en que él no estaba
enojado, que habían platicado de vez en cuando y al parecer lo que Irwin Bennett
tenía era vergüenza por no poder ayudarme.
—¡Vamos! Creo que ya gaste suficiente saldo por hoy —Estaba deprimida
y solo quería escuchar del propio Renán que todo estaba bien, que solo era un
mal momento y una equivocación. Lamentablemente no creía que fuese a
suceder de verdad.
—Te seré sincera, lo que hizo fue excesivo y para nada encantador —
Señaló con firmeza —Pero también se que te ama y que no quisiste hacerle daño
—Mi padre me llevo al medico, le ha dicho que no veía nada malo con mis
últimos análisis —Recordé como mi padre se negaba a creerlo, mientras sostenía
147
los resultados, y tanto mi madre como él se quedaban atónitos con los buenos
estados de salud que presentaba. Si el doctor que me atendió o ellos supieran
que me había mejorado tanto no podrían creerlo —Dice mi médico que tome
vitaminas y coma a mis horarios.
—Si...
—¡Ya mi bella raggazza! No pongas esa cara —Hablo con dulzura —Te he
traído noticias de su parte, esta castigado por un tiempo pero sabe que eres muy
impaciente y por eso me ha enviado con esto —Enseñó el sobre blanco y luego lo
puso en mis manos —Mio nipote es un buen chico, siempre ha sido un poco
impulsivo, pero te quiere mucho, y no comprendo el por que mis sobrinos no
quieren dejar que se vean, no hagas muy lenta la espera si tienes algo que decirle
yo seré el messaggero d´amore.
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padres dicen... por el momento. Sin embargo quiero
que nos veamos hoy por la noche en el colegio, se que ya
no hay policías vigilando y es el único lugar en donde
mis padres no buscarán. Mi tío abuelo me llevara a
media noche, solo dime que estarás ahí y no dudaré
en presentarme. Necesito decirte lo que investigue y
también cuales son mis sentimientos. Mi verdadero
sentir.
Ciao. R.
Podía verlo escribiendo estas palabras, el chico quien conocí la primera vez
estaba en esa carta, abrace ese papel blanco contra mi pecho y sonreí feliz de
saber que había vuelto a mí. Que a pesar de todo estábamos juntos.
—En ese caso es hora de irme —Se despidió con mucha educación y se
fue rumbo a casa de Renán
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—Tu no sabes si funcionará, por no contar con el peligro de ir tu sola
—Mira Lore —Me detuve frente a ella haciendo que me mirara a la cara —
No voy a dejar plantado a Renán, no creas que estoy muy segura pero saber que
puedo verle me da valor, por favor no más sermones.
— Irwin—
Nunca pensé que al caer la noche tendría que estar en el hospital, con un
sentimiento de impotencia por no poder haber hecho algo de nuevo. Ahora no era
Sandra, sino Sakura quien se encontraba en urgencias siendo atendida por
numerosos golpes que una banda de delincuentes le propinó. Estaba furioso por
tener que esperar sentado, pero nosotros no podíamos curarnos solos y necesita
las suturas para que se cerrara la herida en la ceja que le hicieron con un fierro
viejo. Ciertamente el panorama que tenía ante mí me ponía de mal humor.
No había tenido valor suficiente para decirle a Sandra lo mucho que sentía
su discusión con el Protector, y también de decirle que jamás quise hacerla sentir
mal, que la necesitaba mas de lo que me hubiese imaginado, que ella era especial
para Sakura y también para mi. Su presencia significaba un poco de alegría en
nuestras existencias grises y enfermas, pero no podía ser valiente por que tenía
miedo a su rechazo. A que se alejara más y la perdiera como habíamos dejado
perder a muchos otros.
Miré mi reloj y comprobé que eran las 11:30 pm, un doctor con ojeras y
con aspecto cansino llego a decirme que podía entrar a ver a Sakura, que ya
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podíamos irnos a casa. Al entrar a donde le habían atendido, ella me recibió con
una sonrisa, me reprimí para soltar una blasfemia frente al doctor, pero ver el
hermoso rostro de Sakura lastimado me enfurecía, hasta un brazo tuvieron que
ponerle férula, a parte de los moretones de su cuello, cara y cuerpo.
—Se que sabes como son y quiero que me digas donde puedo
encontrarlos —Le exigí con la firme decisión de desaparecer a esos gusanos de
este planeta —¡No voy a dejar esto así!
—Hola Lorena ¿Por que hablas a estas horas? —Ella parloteo algo acerca
de que sino quería que me llamara no debí darle mi número, estaba empezando a
pensar que tenía razón.
—Irwin lo siento ¿si?, lo que pasa es que estoy preocupada —Su voz me
llego un poco vibrante, por lo que note su consternación.
—Habla.
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—Sandra ha ido a verse con Renán al colegio —Confesó rápidamente —
Le dije que no me parecía buena idea y todo eso, pero es terca, Irwin tengo un
mal presentimiento pero no puedo salir de casa, mis padres están viendo el
televisor en la sala ¡¿Que hago?! Eres mi única esperanza
—Ok. Es una estúpida por irse sola, pero por favor sácanos de esta. Si te
marque es por que sé te preocupa tanto como yo.
—Te llevaré a casa y luego iré a ver en que problema se mete Sandra esta
vez, tal vez necesite que alguien le aclare ciertas cosas.
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Sex Pistols “No Feeling”
— Sandra—
frío y mis manos se congelaban a causa de no haber traído guantes, varias veces
mientras me dirigía a mi encuentro me pregunte si estaba haciendo lo correcto. Mi
cerebro como siempre era un aguafiestas e inmediatamente me envío una alarma
de que regresara por donde venía, pero al contrario mi corazón palpitaba que
siguiera, que estaba haciendo lo correcto, que mi lugar era junto a Renán.
Cuando vi el auto del tío Roldán en una de las cercas del colegio adivine por que
estaba aquí, me saludo a la distancia y yo correspondí.
—No muchos.
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—Marcelo te ayudará a cruzar la cerca —En ese momento el hombre se
inclino y me indico que subiera a su espalda —Renán esta en la azotea del edificio
de la roseta de vitrales, dice que sabes como llegar.
—Sip. Gracias —Cuando estuve del otro lado vi que ambos se despedían
de mi con los pulgares arriba. Tuve un poco de nervios pero me dirigí a donde me
esperaba Renán, me cuide mucho de no ser vista por los nuevos vigilantes de
turno. Pero me di cuenta de que parecía no haberlos.
—¿Sandra? —Renán estaba parado a mitad del lugar con una simple
camiseta y un short de deportes. Su cabello estaba algo despeinado, pero solo
me recordó el momento en que lo vi saltar ese obstáculo, era adorable, aunque
jamas lo admitiría frente suyo —Ven por favor —Extendió su mano a mí y no
dudé, corrí a su encuentro y nos abrazamos con fuerza. Nuestros cuerpos se
saludaron con emoción y el corazón se desbocaba a una infinita nada.
—Tu eres lo único que vale la pena en este lugar... tú y nadie más —Por
primera vez sentí el deseo de besarlo en verdad. Que no tenía que ver con mi
hambre o mi confusión, sino con lo que realmente sentía por él. Así que tomé su
rostro y lo hice descender poco a poco poniéndome de puntillas para alcanzarlo.
—¡No lo hagas! —La voz llego como un balde de agua helada antes de
que nuestros labios se tocasen, desconcertada mire en la dirección de la voz y vi
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a la chica rubia platino, estaba llorando y parecía tan infeliz que me dio pena —
¡Ayúdalo por favor! ¡No dejes que le pierda!
—¿Tu puedes verla? —Le dije asombrada de esto, pues Irwin me había
dicho que los Protectores casi nunca veían a los que les custodiaban
—Ya vez lo que hiciste ¡imbécil! —Renán se dirigió a la chica la cual sollozo
mas fuerte, parecía tan transparente, como si su figura fuera una copia en papel
vegetal. Antes no había tenido ese aspecto —¡Largo! ¡Hace días que debiste
rendirte!
—¿Y por que debería creerte? —No vi cuando me tomo en brazos, de una
forma tan posesiva que causaba mi rechazo, mi desprecio —Esto no te gusta
¿verdad? Pero estoy seguro, de que si fuera el mal nacido ese no dudarías en
sonreírle y dejar que te llevara del brazo. No va ser el único que pruebe a que
sabes en realidad ¡No lo permitiré! —Caí sobre el suelo de mosaicos golpeando
mi cabeza, su cuerpo estaba encima y yo demasiado temerosa de hacer algo, el
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pasado me estaba dejando sin fuerzas. Recordé la sangre y luego el vacío,
cuando Renán tomó mi barbilla para obligarme a aceptar un beso reaccioné, me
moví frenéticamente hasta lograr golpearlo en la cabeza. Pero no fue eso lo que lo
detuvo sino algo que le hizo gritar de dolor, mientras se sostenía la cabeza. Era
tan fuerte lo que le pasaba que vi como la chica en la esquina me dirigía una
mirada de auxilio. Me levante y me acerque a él colocando mis manos en las
suyas y diciéndole que estaba con él, que siempre estaríamos juntos, pues le
pasado era pasado y nos esperaba un futuro.
—¡Esto no esta bien! ¡Deja que hable con Irwin, puede ser que sepa que es
lo que tienes! —Saque mi celular pero una fuerza impresionante lo arrojo de mis
manos para luego prenderle fuego —¡Oh!
—¡Así que piensas hablarle! ¡No tienes que hablar con él! —Me dio un
golpe en la cara con otro de fuerza que me dejo en el suelo parpadeando
aturdida, no entendía que estaba sucediendo. Se suponía que los Protectores no
tenían esa clase de poder, pero Renán al contrario desplegaba una fuerza
psíquica impresionante, muy parecida a... —¿Ya adivinaste verdad?
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—No... —Sentía que me faltaba aire, ya no podía respirar. Eso era lo que
Irwin había omitido, que los Protectores se convertían en nuestra comida después
de alguna clase de cambio, en otras palabras ToroLoco había sido un Protector.
—Es difícil aceptarlo, pero así son las cosas —Renán se acercó a mi cuello
y lo acaricio con la punta de sus dedos —Y es una lastima que sea de esta forma.
Hubiese podido darte todo, pero no dejas de pensar en ese estúpido.
—Haz lo que tengas que hacer... Rómulo —Mi voz salió sin mi
consentimiento, mis labios habían hablado solos mi sorpresa fue tan grande como
la de Renán. Y esa sorpresa se convirtió en decisión —¡Muere!
El aire que sentí rodearme el cuerpo, fue a causa de la caída que condujo
mi cuerpo al concreto del suelo. Lo único que estuve viendo todo el tiempo fue a
Renán y como su guardián desaparecía sin dejar rastro, como si un suspiro se
hubiese extinguido. El dolor de los huesos romperse, de mi cráneo reventándose,
de la fuerza de la decepción y pena eran insuperables. Mi vista esta empañada
por sangre que salía de mis cuencas y boca como representantes de las lagrimas.
Pensé en mis padres, en Lorena y en mi vida en general, ninguna de esas razones
me dolía tanto dejar solo a Renán. Alcé mi mano hacia donde se encontraba, no
se de donde obtuve la fuerza, pero mi brazo le suplicaba algo que sabia no me
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daría, pude distinguir que me dirigía una ultima mirada, antes de sonreír para si
mismo y desaparecer de mi vista. Mi brazo callo de un solo golpe en el suelo y
entonces morí.
— Irwin—
Llegue demasiado tarde al colegio, solo me había retrasado un poco pero
ese valioso tiempo fue lo que no me permitió salvarle. Sandra se encontraba en el
suelo frente a la entrada del colegio, su cuerpo estaba en una posición precaria y
sus ojos abiertos al cielo, la sangre roja mancho mis tenis cuando me hinque a su
lado. No me atreví a tocarla, parecía tan irreal, temía que si lo hiciera
desaparecería sin dejar rastro. El dolor por ver su cuerpo me recordó el momento
de ver a mi madre y mi padre en esa misma situación. Mi garganta emitió un
gemido de angustia y dolor pero no pude llorar, no quería aceptar que estaba
muerta. Que no había nada que hacer, si su alma se hubiese elevado al siguiente
comienzo. Me incline para cerrar sus ojos y note el sonido débil de un bombeo.
Con las esperanzas vivas, me incline sobre su pecho y me dispuse a escuchar
concentrando toda mi empatía en ella. El resultado fue un débil latido, casi
imperceptible que se iba perdiendo minuto a minuto.
—¡Estás viva! —Quería hacer algo, pero estaba solo y sin ayuda de nadie
no podría hacer nada.
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esperanzado —¡Sakura! Por favor todos, tienen que ayudarme a hacerlo, tenemos
que recuperarla.
—Lo siento pero lo que pides es... un sacrilegio para mis creencias —
Respondió otro
—¡No! Se los pido, a modo de favor —Un ¡Oh! comunitario se oyó, tenía
conciencia que un favor prometido era nuestra palabra mas sagrada, un código
que nos obligaba a pagar la ayuda con un sacrificio o tarea de igual valor —Aquí
lo sello, como mi favor a ustedes, si me ayudan estaré comprometido a apoyarles,
son los únicos en esta ciudad ¡Tienen que ayudarnos!
— Sandra—
Fue muy real, mi muerte fue real. Cuando vi lo que Irwin estaba haciendo
por mi desde mi posición no entendí por que quería salvarme de nuevo, pero al
sentir la vida correr por mis venas, la manera en que cada vaso de sangre se
restituyo a mi cuerpo fue el momento mas significativo de mi existencia. Mi grito
fue una liberación a las cadenas de la muerte, que empezaban a atraparme.
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Irwin me rodeo con los brazos al igual que Sakura, ambos parecían muy
aliviados de volver a verme. Me sentí muy avergonzada de haber querido la
muerte, verlos preocupados y luchando por mi vida me hizo prometer cuan
preciada era esta oportunidad, que la vida que ahora corría por mis venas era un
regalo, y tenía que cuidarlo con uñas y dientes. Las personas que habían estado a
mi alrededor ahora no parecían muy interesadas, se dieron media vuelta y se
fueron con una promesa de parte de Irwin. Solo un niño pelirrojo muy joven que
llamo mi atención se quedo un momento más, luego como la mujer y los hombres
se fue en silencio. Ellos también eran caníbales.
Solo me queda decir que al día siguiente fui a casa de Renán, con Lorena
a cuestas, y sin miedo a que pudiera pasar algo más. Pero solo encontré un
letrero que decía “PROPIEDAD VENDIDA”
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Me!
Briseira o Brizz como es conocida por
sus amigos y complices. Es una Diseñadora
Gráfica Profesional que actualmente esta a
punto de terminar una Maestría en Diseño
Gerencial en México, su pasión por la lectura e
ilustración han sido constantes fuertes en su
vida, desarrollando su lado creativo al máximo
y explotando un talento que solo se permitia
mostrar en sus diarios y a su hermana en las
http://brizzk.blogspot.com/
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