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MONOGRAFIA

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Centro Psicosocial Argentino

Curso Acompañante Terapéutico


Comisión Lavalle 3161 – Lunes 18 horas

Monografía Final

Esquizofrenia y Acompañamiento Terapéutico

Fecha de entrega 8/12/2018

Indice:

Introducción………………………………………………………………………………. 2-3

0
Estructura:
Psicosis………………………………………………………………………….4

Esquizofrenia…………………………………………………………………………….......7

Manifestaciones Clínicas…………………………………….……………………………11

Investigaciones. Impacto Social.………………………………………..………………..18

Acompañamiento Terapéutico……………………………………………………………25

Anexo………………………………………………………………………………………..32

Bibliografía………………………………………………………………………………….41

Introducción

1
La presente monografía trata sobre el dispositivo del acompañamiento terapéutico
en pacientes con esquizofrenia, como uno de los recursos del proceso de
rehabilitación psicosocial de los mismos.

La esquizofrenia es un trastorno mental que se encuadra dentro de una estructura


clínica llamada psicosis. A esta investigación hemos querido presentarla desde el
marco del psicoanálisis y también desde un punto de vista descriptivo, con la
definición del El Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la
Asociación Estadounidense de Psiquiatría IV (DSM IV), ya que creemos importante
pensarla desde más de una línea teórica y así poder trasladar las características de
la patología a las herramientas del Acompañamiento Terapéutico.

La esquizofrenia es un trastorno mental crónico que se caracteriza por presentar


alteraciones en las percepciones de la realidad en que vive el sujeto. Los síntomas
más característicos de pacientes graves son: alucinaciones, delirios, actos
irracionales y conducta extravagante.

Existe una amplia variedad de presentación de síntomas en las personas con


esquizofrenia pero siempre tienen dificultades para actuar socialmente, tener
respuestas emocionales esperables y normales, o poder pensar de manera clara.
Son diversos los tratamientos o formas de abordar la enfermedad dependiendo de la
calidad de vida del paciente, o bien como su patología se desarrolla, ya que cada
uno es diferente y la gravedad de dicha enfermedad también lo es.

Los tratamientos pueden incluir la ayuda en terapia grupal, grupos comunitarios,


apoyo psicológico. Otra parte del tratamiento es la administración de medicamentos
antipsicóticos, para controlar las alucinaciones y los delirios. Estos medicamentos
deben ser totalmente controlados por el psiquiatra, dado los efectos adversos que
pudiesen provocar.

El Acompañamiento Terapéutico en pacientes psicóticos como en los


esquizofrénicos, es una herramienta de gran ayuda y trabajo. El A.T. es un agente
de salud capacitado para sostener, cuidar, aliviar y compartir: las ansiedades,
angustias y desequilibrios de pacientes con diversas patologías.

Por todo lo expuesto, y basándonos en la esquizofrenia, hemos querido plasmar en


este trabajo, los beneficios terapéuticos de esta práctica, promoviendo en el
2
paciente soluciones a problemáticas que conlleva su enfermedad, ahí donde los
otros dispositivos terapéuticos no llegan.

Antes de hablar de la esquizofrenia propiamente dicha, daremos los datos de la


estructura en la que se encuadra, cuyos datos e información facilitan la comprensión
de dicha patología.

Estructura: Psicosis

En un comienzo las psicosis eran entendidas como un proceso relacionado con una
posesión divina. Recién en el siglo XVIII es considerada enfermedad. La psiquiatría
intentó transformar racionalmente los síntomas en signos objetivos, dando lugar a la
intervención e investigación neurofisiológica y la psicofarmacología. Ya entrado el
siglo XX es cuando se intenta dar una perspectiva diferente, como es el caso del

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psicoanálisis, que intentaba capturar su objeto de conocimiento, privilegia la
escucha sobre la mirada. En general se habla de las psicosis (en plural) porque se
incluye un abanico de problemáticas (esquizofrenia, paranoia, melancolía, psicosis
maníaco depresiva).

Brotes y Fases:

Las enfermedades mentales no tienen un curso regular. Evolucionan por episodios


de mayor gravedad que se denominan brotes y fases.

Brotes: Se denomina así a aquellos episodios caracterizados por su malignidad que


dejan como secuela un deterioro psíquico llamado defecto. Esta forma de evolución
es característica de la esquizofrenia, que es una psicosis endógena maligna
progresiva que deja deterioros irreversibles en la personalidad.

Fases: Estos episodios son benignos en el sentido de que se curan


espontáneamente sin dejar secuelas. Aunque tienden a la repetición, el sujeto está
aparentemente normal en los períodos interfásicos. Esta forma se observa en la
psicosis maníaco depresiva, endógena benigna. El concepto de malignidad alude al
deterioro progresivo, no a la gravedad de los episodios en sí. El brote en si puede
ser leve, pero a través de sucesivos brotes el paciente se deteriora hasta terminar
en una pseudodemencia. Una fase depresiva puede llegar a ser muy grave y con
elevadísimo riesgo de suicidio pero el paciente se normaliza totalmente cuando cesa
el episodio.

Desde el psicoanálisis la psicosis no es un conjunto de síntomas típicos, muchas


manifestaciones clínicas son observadas en otras afecciones, es un
posicionamiento con una lógica particular. En la psicosis no se registra una trama
edípica al modo que se pensaría en la neurosis. La psicosis es una organización de
la subjetividad en la que Freud ve una forma específica de pérdida de la realidad
con regresión de la libido sobre el yo (vuelta sobre el propio cuerpo) y
eventualmente con la constitución de una alucinación o un delirio como tentativa de
curación. Freud señala que en las psicosis se desinvisten (se quita la atención) los
objetos del mundo exterior y se produce una introversión de la libido (la atención
regresa al yo). El paciente experimenta sentimientos de extrañeza, hipocondría y
megalomanía.
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A continuación intenta reinvestir (volver a poner la atención en) los objetos del
mundo y en ese momento aparece la alucinación o el delirio como restitución. Freud
sostiene que la alucinación y el delirio son intentos fallidos de curación. Cuando la
libido se reconecta con los objetos lo hace como libido narcisista. El paciente
psicótico proyecta (lo propia en lo ajeno) su mundo interno en el mundo externo, de
esa forma desconoce la realidad, solo ve “su” realidad. En los psicóticos predominan
los vínculos narcisistas: “ser uno con al otro”. La psicosis es el resultado de un
conflicto entre el yo y el mundo exterior (realidad exterior), excepto en la melancolía
que principalmente se da una confrontación entre el yo y el superyó. La pérdida de
la realidad, consecuencia de estos conflictos sería un dato inicial en la psicosis, en
la que se podría decir que un sustituto de la realidad ha venido en lugar de algo
desestimado, así se produce la pérdida de la relación simbólica. La defensa
principal en las psicosis es la desestimación (verwerfung: desestimación, repudio,
forclusión, preclusión) de la realidad (no da lugar a la realidad) y expulsa del aparato
psíquico la significación primordial. En la psicosis la palabra no remite a otra
palabra, no suele haber posibilidad de metaforización); hay literalidad. Para estos
pacientes no existe la duda la duda sino la certeza. Poseen un saber y una verdad
propia (no consensuada). Algunos destacados psicoanalistas que trabajaron con las
psicosis fueron: Abraham y Tausk, contemporáneos de Freud, y posteriores: Lacan,
M., Winnicott, Bion, P. Aulagnier, y Pichon Riviere.

Algunos síntomas de las psicosis son:

Alucinaciones, Delirios, pérdida de la realidad. No diferenciación pasado-presente,


yo- no yo, mundo interno-mundo externo. Desintegración de la personalidad,
fragmentación del yo.

Otros fenómenos son: eco del pensamiento (cuando el sujeto piensa y escucha que
su pensamiento se va repitiendo); Ideorrea (un flujo inmanejable de
representaciones); pensamiento anticipado (el sujeto vivencia que sus
pensamientos aparecen antes de que él los piense). La característica general en
todos estos fenómenos es que el sujeto no es dueño de sus pensamientos y se les
presentan como algo extraño, independiente y autónomo.

Los síntomas los podríamos dividir en positivos y negativos.

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Positivos: (exacerban alguna función): - Alucinaciones - Delirios - Fenómenos
Intuitivos (por ejemplo: un sujeto escucha ruidos en el palier de su edificio y tuvo la
intuición de que lo estaban buscando para matarlo). Aquí se trata de una alucinación
en el sentido del “error” de percepción. - Ilusiones de memoria (se presentan ya no
como una percepción sino como un recuerdo, no se diferencia la ilusión del
recuerdo). - Anticipación del pensamiento, enunciación de actos, impulsiones
verbales, etc., en oposición a las alucinaciones auditivas, es decir a las voces
objetivadas, individualizadas y temáticas. - Automatismo mental: son neutros (no
implican ningún afecto en especial, ni de persecución, ni de temor), no sensoriales
(no implican datos relacionados con la percepción) y no temáticos (anideicos,
carecen de significado).

Negativos: Vacío de pensamiento o detención - Perplejidad - Catatonía. - Abulia


(falta de voluntad) - Apatía (inercia, dejadez)

Esquizofrenia

Término creado por E. Bleuler en 1911 para designar un grupo de psicosis cuya
unidad ya había señalado Kraepelin clasificándolas bajo el epígrafe de «demencia
precoz» y distinguiendo en ellas las tres formas, que se han vuelto clásicas,
hebefrénica, catatónica y paranoide.

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Al introducir el término «esquizofrenia», Bleuler Intenta poner de manifiesto lo que,
para él, constituye el síntoma fundamental de estas psicosis: la disociación. El
término se impuso tanto en psiquiatría como en psicoanálisis, a pesar de las
divergencias existentes entre los diferentes autores acerca de lo que confiere a la
esquizofrenia su especificidad y, por consiguiente, acerca de la extensión de este
cuadro nosográfico.

Clínicamente, la esquizofrenia aparece diversificada en formas aparentemente muy


distintas entre sí, en las que habitualmente se destacan los siguientes caracteres:
incoherencia del pensamiento, de la acción y de la afectividad, la separación de la
realidad con replegamiento sobre sí mismo y predominio de una vida interior
entregada a las producciones de la fantasía (“autismo”), actividad delirante más o
menos acentuada, siempre mal sistematizada; por último, el carácter crónico de la
enfermedad, que evoluciona con ritmos muy diversos hacia un deterioro intelectual y
afectivo, conduciendo a menudo a estados de aspecto demencial, constituye, para
la mayoría de los psiquiatras, un rasgo fundamental, sin el cual no puede efectuarse
el diagnóstico de esquizofrenia.

La esquizofrenia es probablemente el trastorno mental más desafiante para la


comprensión humana y la explicación científica. La propia palabra esquizofrenia es
un neologismo acuñado en 1911 por el psiquiatra Suizo Eugen Bleuler (1857-1939),
la deriva del griego skhizein y significa división, separación y phren que significa
mente, alma. La articulación de ambos términos sugieren de inmediato la idea de
“mente dividida” y asimismo, la existencia de una parte indómita o desmedida para
uno mismo.

Mientras algunos autores consideran la esquizofrenia como una enfermedad


orgánica, bioquímica e incluso genética, otros autores la conciben como un
problema de adaptación social. Sin embargo, en lo que la gran mayoría coincide, es
en el hecho de que se trata de una condición cuya sintomatología es variada,
compleja y difícil de asir. La evolución del término Esquizofrenia y su descripción ha
requerido numerosos años de estudio. La psiquiatría ha ocupado gran parte de su
tiempo en investigar los elementos asociados a la extravagante y progresiva
evolución de ciertos trastornos mentales que presentan algunas personas y que
desde hace un siglo se dio a conocer como esquizofrenia. Por ejemplo, Henry Ey
7
(1976) presenta en su manual de psiquiatría, definiciones de algunos autores donde
inicialmente describían a las personas con déficits intelectuales y/o afectivos, como
alienados, débiles mentales, e incluso afectos de estupidez desde su más temprana
edad, asignándoles el nombre de dementes precoces, tal como lo denominó Morel
quien en 1860 encontró́ jóvenes de 20 a 30 años afectados de “una desconcertante
disposición a ser insensible a los fenómenos del mundo exterior” (Broustra, 1979,
p.24)

Posteriormente, Hecker, en1871 en Alemania, designó esta enfermedad como una


hebefrenia (estado demencial de la gente joven); y en 1874, Kalhbaum, por su parte,
interesado sobre todo en sus trastornos psicomotores (inercia, flexibilidad cérea,
catalepsia, hiperquinesia, patetismo de las expresiones, manierismo) los describió́
como afectos de catatonia o locura con tensión muscular (Broustra, 1979).

De igual manera, Kraepelin entre 1890 y 1907 reunió́ todos estos casos y les dio el
nombre de Demencia Precoz: especie de locura caracterizada por su evolución
progresiva hacia un estado de debilitamiento psíquico y por los profundos trastornos
de la afectividad. Distinguía tres formas clínicas en la demencia precoz: una simple,
la hebefrenia, una catatónica o hebefreno-catatónica, y una forma paranoide,
definida por la importancia de las ideas delirantes, más o menos extravagantes e
intrincadas. (Ey, 1976)

Pero todos los observadores de esa época coincidían en que en tales casos se
trataba menos de una demencia (en el sentido de debilitamiento intelectual global,
progresivo e irreversible) que de una disociación de la vida psíquica, que pierde su
unidad; era por tanto una especie de disgregación de la personalidad. Es
precisamente esta noción la que subyace al concepto de esquizofrenia introducido
por Bleuler en 1911, en su libro Dementia Praecox ou groupe des Schizophrenes,
para quien estos enfermos no eran dementes, sino personas afectadas por un
proceso de disociación o disgregación (Spaltung, en alemán) de sus funciones
psíquicas, que desintegra su capacidad asociativa y que al alterar su pensamiento,
les sume en una vida aislada (Ey, 1976; Broustra, 1979).

Así se impuso la propuesta de Bleuler, ya que correspondía a una realidad y a una


corriente importante de psicopatología psicodinamista, que al atender a criterios

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más clínicos para la definición de la enfermedad, lograba descartar de alguna
manera la fatalidad evolutiva a la que estaban sujetos los pacientes bajo la etiqueta
de demencia precoz (Broustra, 1979, p35)

No obstante, en la actualidad, el diagnóstico de cualquier patología suele estar


sujeto a los parámetros establecidos por los manuales diagnósticos de trastornos
mentales avalados por la American Psychiatric Association (APA) de Estados
Unidos, y el DSM IV (y en su edición TR –texto revisado) es, en general, el manual
utilizado para el diagnóstico en las instituciones psiquiátricas

Sobre la base de una serie de evaluaciones, dice el Manual, para el diagnóstico se


puede definir un sujeto esquizofrénico como aquel cuya sintomatología esencial es
la presencia de manifestaciones psicóticas que comprometen la actividad social y
laboral por una parte, así como la manifestación de alteraciones de múltiples
procesos psicológicos: atención, afectividad, voluntad, sentido del Yo, conducta
psicomotora, contenido, curso del pensamiento y en consecuencia del lenguaje.

Lo característico de la esquizofrenia, de acuerdo a estos criterios, es una mezcla de


signos y síntomas presentes durante una parte significativa de tiempo durante un
mes y con algunos signos del trastorno que han persistido durante al menos 6
meses. Tales signos y síntomas están asociados a una marcada disfunción social y
laboral. Los síntomas característicos de la esquizofrenia se categorizan en positivos
o negativos. Los síntomas positivos indican un exceso o distorsión de las funciones
normales y los síntomas negativos indican una disminución o pérdida de los
mismos. Los síntomas característicos de la esquizofrenia implican un abanico de
disfunciones cognoscitivas y emocionales que incluyen la percepción, el
pensamiento inferencial, el lenguaje y la comunicación, la organización
comportamental, afectividad, uidez y productividad del pensamiento y el habla, la
capacidad hedónica, la voluntad, la motivación y la atención.

Convencionalmente se han tomado algunas conductas consideradas típicas de esta


alteración en base a las cuales ha sido definida clínicamente. Es así que, según el
DSM-IV la esquizofrenia es una alteración que persiste durante al menos 6 meses e
incluye por lo menos un mes de síntomas tales como: ideas delirantes,
alucinaciones, lenguaje desorganizado, comportamiento gravemente desorganizado

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o catatónico. También se incluyen en esta patología los subtipos específicos de
esquizofrenia (paranoide, desorganizada, catatónica, indiferenciada y residual).

Manifestaciones Clínicas

La preocupación por establecer el diagnóstico de una evolución esquizofrénica es


un hecho cotidiano en cuanto a prácticas médica-psiquiátricas se refiere. En este
sentido, nos señala Ey (1976) en su Tratado de Psiquiatría que, a partir de la
organización progresiva de los trastornos, de su movimiento evolutivo, es posi- ble
reconocer el proceso esquizofrénico que se encuentra vías de formación. En una
esquematización clínica basada en la continuidad o discontinuidad del desarrollo
mórbido, puntualiza el autor, pueden distinguirse diferentes formas de inicio de la
enfermedad.

10
Tras peripecias, pródromos, lentas progresiones o estallidos, se instaura la
esquizofrenia, pero lo esencial del cuadro debe ser descrito sin olvidar que las
psicosis esquizofrénicas evolucionan por lo general durante años; puede decirse
que durante la mayor parte de la existencia. Entre los elementos descriptivos
básicos se encuentran por una parte la disgregación de la vida psíquica (modo
esquizofrénico de desestructuración de la conciencia y de la personalidad, llamado
Síndrome de Disociación), y por otra una producción delirante. Ambos aspectos son
estrictamente complementarios y están unidos por caracteres comunes: la
ambivalencia, la extravagancia, la impenetrabilidad y el desapego, que dan a la
sintomatología su carácter particular.

La extravagancia aparece corno resultado de la distorsión de la vida psíquica, cuya


pérdida de unidad, incomodidad y malestar conducen a rodeos extraños o
fantásticos que dan la impresión de una serie de paradojas encadenadas
caprichosamente.

Igualmente la incoherencia en el mundo de las relaciones, su tonalidad enigmática,


y el hermetismo de sus intenciones, conductas y proyectos determinan la
impenetrabilidad que caracteriza al esquizofrénico. Por otra parte, el retraimiento del
enfermo hacia sí mismo y el abandono a la ensoñación interior definen el desapego
típico de esta condición.

Finalmente la ambivalencia se manifiesta como una experiencia de antagonismo


simultáneo o sucesivo de dos sentimientos, de dos expresiones, de dos actos
contradictorios: deseos amor-odio, afirmación-negación, etc. Los términos opuestos
son vividos conjuntamente en una especie de yuxtaposición (Ey, 1976).

La actividad delirante

Partiendo de las manifestaciones ya descritas se hace evidente la instauración


progresiva del delirio, que va creciendo hasta constituir una modalidad en las
relaciones y en la comunicación. Verdadero signo de alarma en la psicosis, el delirio
evidencia la fisura del “Yo”. Con frecuencia las ideas delirantes suelen surgir
aparentemente sin razón. Generalmente los temas que aparecen son de tipo
hipocondríaco, de influencia, de envenenamiento o de transformación.
11
Más a menudo se desarrolla un sistema de ideas que mezcla especulaciones
abstractas con interpretaciones e intuiciones delirantes. La invasión delirante no se
hace entonces calladamente ni por una sorda infiltración, sino que estalla por medio
de experiencias alucinatorias o de despersonalización (Ey, 1976).

La vivencia delirante es caótica, está compuesta de ilusiones, interpretaciones y


alucinaciones, el mundo interior está perturbado y las sensaciones cenestésicas
alteradas. El carácter inefable de la experiencia introduce un sentimiento de
extrañeza, vivido como un desquiciamiento muy difícilmente expresable, menos aun
formulable. La experiencia es y permanece oscura, se trata de algo “misterioso”. El
sujeto no puede encontrar las palabras para analizarlo, lo que le permitiría
despegarse un poco de ello. Muy a menudo la “extrañeza” es vivida en la esfera del
cuerpo y el pensamiento. (Ey, 1976).

Pero la forma más frecuente de delirio está representada en el esquizofrénico por la


experiencia de una influencia; se siente entonces bajo la fuerza de una serie de
comunicaciones o de guía a distancia del pensamiento; fluidos, ondas radares lo
captan y lo constriñen (Ey, 1976).

Disgregación de la vida psíquica: Síndrome de disociación

La disgregación puede definirse como un desorden discordante de los fenómenos


psíquicos, los cuales han perdido su cohesión interna. Sus efectos se manifiestan
en alteraciones del sistema lógico, desorganización de la vida afectiva, alteraciones
psicomotrices y particularmente en trastornos del curso del pensamiento, del campo
de la conciencia y del lenguaje; estos últimos de mayor interés en el tema que nos
ocupa.

Las manifestaciones clínicas que a continuación se describirán responden a


aquellos avatares que sufre el Yo:

Alteraciones del sistema lógico

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Desde la perspectiva psiquiátrica tradicional, el pensamien- to arcaico o irreal
constituye no un pensamiento demencial sino un pensamiento regresivo, gobernado
por las exigencias afectivas y por la necesidad de modificar el sistema de realidad,
de escapar a las leyes y de las categorías lógicas del entendimiento. Arcaico, ya
que está caracterizado por una regresión al nivel prelógico donde las palabras
poseen el poder de modificar el mundo externo y la persona misma,
constituyéndose en cierta forma una mentalidad mística consecuencia de la
ingenuidad del pensamiento. Irreal por ser un pensamiento paralógico, a la vez
simbólico y sincrético. Las abstracciones de este pensamiento no son los modos
lógicos por los cuales se obtiene un concepto en la realidad conocida, sino que son
refugios, retiradas sistemáticas sin base objetiva. (Piro, 1987)

Discordancia psicomotriz

De acuerdo a Ey (1976), la ambivalencia provoca una especie de oscilación


perpetua en la iniciativa motriz, así como en la ejecución y en la suspensión del
movimiento. En relación con la mímica facial, conduce a una serie de expresiones
paradójicas que se presentan sin coordinación entre la expresión y la emoción. Las
impulsiones, el negativismo, las estereotipias y la catalepsia res- ponden igualmente
a los efectos de esta ambivalencia.

Desorganización de la vida afectiva

Donde la esquizofrenia pone de manifiesto uno de sus aspectos fundamentales es


en la comunicación; ésta cuando no está truncada es realmente limitada.
Progresivamente la persona con esquizofrenia se encierra en un círculo de
creencias, de deseos y de sentimientos intensos, una mezcla de relaciones
ambiguas que se esfuerza en destruir y recrear sin descanso. A partir de la situa-
ción parental, proyecta en todos quienes lo rodean, los afectos y fragmentos de
imágenes que fastasmatizan las primeras relaciones fundamentales. Se evidencia
una adaptación desviada de las expresiones emocionales que aparecen ante el otro
de manera desconcertante y aparentemente inmotivadas (Ey, 1976).

13
Trastornos del curso del pensamiento y del campo de la conciencia

El pensamiento esquizofrénico aparece desordenado y en ciertas ocasiones


lentificado hasta llegar a la perseverancia (estancamiento, rumiación mental de
interminables series de palabras o ideas, denominación automática de objetos),
precipitado, prolijo y/o discontinuo.

Un fenómeno notable es la interceptación, es decir, el relato se detiene bruscamente


durante algunos segundos y sin que se experimente molestia alguna ante este
hecho, el pensamiento se eclipsa, queda como en suspenso, para luego reanudar la
conversación sobre el tema precedente o sobre otro surgido bruscamente. La
persona con esquizofrenia indica por la forma de su razonamiento, la mala
coherencia de su contenido psíquico: la estructura diferenciada e intencional del
acto psíquico está dislocada (Piro, 1987).

Trastornos del lenguaje

Ciertamente no puede separarse el pensamiento de su expresión verbal, por ello el


estudio del lenguaje de personas con esquizofrenia permitirá comprender los
procesos de discordancia a los cuales se ha hecho referencia.

Alteraciones Fonéticas

Estas presentan la misma falta de intencionalidad unificadora del razonamiento.


Entonación, ritmo y articulación están desintegrados; lo mismo ocurre con la
estructura de las palabras cuya unidad frecuentemente es rota. Con regularidad la
elocución de estos sujetos presenta característicos saltos de intensidad como son la
afonía e hipofonía voluntarias. Por otra parte la estructura fonética de la palabra
sufre en personas con este diagnóstico todos los tipos de alteraciones posibles;
sustituciones, duplicaciones de las vocales iniciales, inversiones son típicas
alteraciones del patrimonio verbal (Piro, 1987)
14
Alteraciones semánticas

Alteraciones gramaticales e incoherencias sintácticas caracterizan las más


frecuentes modificaciones que del lenguaje se observan en la persona con
esquizofrenia. Pueden observarse toda una serie de perturbaciones gramaticales y
sintácticas que afectan el lenguaje, pero que garantizan de alguna manera la
conservación de la estructura de las frases, así como también una pérdida completa
del orden verbal y/o una extrema simplificación de las frases hasta alcanzar un estilo
telegráfico. Este estilo discursivo -en el sentido de la estructuración gramatical-
tiende como se ha dicho a la simplificación, por lo cual resultan fácilmente
suprimidas determinadas categorías de palabras, como artículos, pronombres
personales, pronombres demostrativos, conjunciones, adverbios.

De esta forma, el lenguaje -y su estilo discursivo- se torna pobre, reducido al mínimo


indispensable. Otras veces la simplificación viene dada por el uso de verbos en
infinitivo o la supresión del plural, o del género. Así pues, la significatividad del
lenguaje está fuertemente comprometida y el mismo puede volverse del todo
incomprensible (Piro, 1987).

Por otra parte los neologismos, “palabras nuevas” creadas por el sujeto, constituyen
términos personales, “privados” en cierto sentido, e incomprensibles para los
demás. La incoherencia sintáctica es frecuente y consigue transformar el lenguaje
en una ensalada de palabras. La forma más común de lenguaje semánticamente
disperso está constituido por una serie verbigerativa de frases sin aparente
significado, y proposiciones incomprensibles o absurdas hasta el punto de deformar
completamente la estructura lingüística, de modo que resulta de ellos una total
incoherencia o una (aparente) completa carencia de significado (Ey,1976).

El lenguaje verbal de la persona con esquizofrenia y su actitud hacia el interlocutor


pueden estar frecuentemente perturbadas o pueden permanecer en otros casos
completamente inalteradas. Aún así, la conversación representa para esta persona
una situación a menudo complicada y en ciertos casos dramática. La dificultad de la
relación con el otro actúa aquí́ plenamente y puede determinar situaciones donde a
través del mutismo se alcanza un bloqueo total de la comunicación.
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En el habla esquizofrénica, una de las formas características viene dada por el
soliloquio, el cual puede adquirir las formas más variadas (conducido en voz alta o
baja, en presencia de otros o a solas, breve o extenso) y su contenido puede estar
atiborrado de todos los tipos de alteraciones fonéticas, sintácticas y semánticas (Ey,
1976).

Otra de las manifestaciones que resaltan en este lenguaje verbal es el gradual o


imprevisto decaimiento de la atención durante la conversación. Este fenómeno
aparece vinculado a un deslizamiento del interés -ya inicialmente débil- por el
interlocutor. En este sentido la distracción de la conversación debe ser diferenciada
de la interrupción, esta última psicopatológicamente determinada.

Son frecuentes del mismo modo las verbigeraciones o frases de conversación


rápida, brillante, impulsiva y las más de las veces privadas (aparentemente) de
significado; frases y palabras que se suceden con gran rapidez. De acuerdo a Piro,
a pesar de que la actitud de la persona con esquizofrenia es genéricamente
discursiva, y el lenguaje parece usado como medio de expresión y comunicación, el
resultado en la producción verbal es nulo a los fines de la comprensión del discurso.
Por el contrario, las cantinelas, letanías o declamatorias se diferencian de las
verbigeraciones porque en estas últimas aún es visible un esfuerzo de comunicación
y un residuo de estructura formal; en el caso de las letanías o cantinelas se trata de
producciones sonoras que no tienen ningún carácter de lenguaje, ni en la estructura
ni en la función; no pasan de ser producciones silábicas o vocales (Piro, 1987).

En el recorrido realizado para la descripción de la esquizofrenia y sus


manifestaciones predomina indudablemente el discurso psiquiátrico, muy eficiente a
la hora de describir y taxonomizar condiciones de la vida psíquica. Sin embargo,
otras teorías como las psicoanalíticas y las comunicacionales, han renovado de
alguna forma esta actitud fundamentalmente descriptiva hacia la persona con
esquizofrenia, al trascender un poco más y considerar también lo que sucede en su
entorno, a través suyo y en su propia persona. Bajo la mirada de estas teorías, la
persona con esquizofrenia ya no puede ser considerada en forma aislada, como
simple portadora de una enfermedad, sino en una estructura compleja, de la cual

16
representa un síntoma. Este hecho ha propiciado una visión terapéutica menos
sesgada y ha permitido demostrar que además de describir los síntomas
detalladamente, también es posible hablar con la persona con esquizofrenia, pero
sobre todo que es posible escucharla.

Investigaciones. Impacto Social

Nuevas evidencias sobre el desarrollo, los síntomas iniciales que preceden al


desarrollo de la esquizofrenia y la evolución a largo plazo de la enfermedad provoca
que haya aumentado el optimismo para el desarrollo de nuevos tratamientos y
métodos de prevención para esta enfermedad devastadora. Los nuevos
conocimientos sobre la esquizofrenia se publicaron en un número especial de
marzo-abril de la Harvard Review of Psiquiatry. “Este número especial junta los
avances de expertos mundiales de epidemiología, neurobiología, y el tratamiento de
la esquizofrenia en el que revalúan la historia natural de la enfermedad, y elaboran
las prioridades para nuevas intervenciones”, afirma el editor invitado el Dr. Joshua L.
Roffman del hospital general de Massachusetts y la Escuela médica de Harvard.
El trabajo comprende ocho estudios que ponen en relieve las áreas clave del
progreso hacia una mejor comprensión del desarrollo y la evolución de la
esquizofrenia y sus tratamientos en las últimas décadas. Algunos de los avances
que se han producido son:
 Nuevos aportes de la genética y las alteraciones en la conectividad
cerebral en la biología de la esquizofrenia. Aunque no es nueva la idea de
que la esquizofrenia es una enfermedad provocada por la “desconectividad”
17
de ciertas conexiones del cerebro, recientemente se ha validado esta
hipótesis mediante técnicas de visualización de imágenes del
cerebro. Estudios basados en el conectoma, el mapa de las conexiones entre
las neuronas del cerebro, pueden informar sobre el desarrollo de nuevos
enfoques de tratamiento de la esquizofrenia.
 Un nuevo enfoque “pródromo”, sobre los síntomas iniciales que preceden al
desarrollo de la enfermedad. Existe un primer período crítico con
oportunidades para la detección e intervención temprana. Esta línea de
investigación ha permitido la identificación de jóvenes en “alto riesgo
clínico“, con el potencial para desarrollar intervenciones para prevenir o
retrasar el desarrollo de la enfermedad.
 La identificación de los riesgos a los que se enfrentan los hijos de padres con
esquizofrenia –incluyendo un aumento de las tasas no sólo de los trastornos
psicóticos, sino también la depresión/ansiedad y otros problemas de salud
mental. Las investigaciones sugieren que los niños de “alto riesgo familiar” se
pueden identificar temprano, con importantes implicaciones para la predicción
del riesgo posterior.
Otros artículos destacan nuevos enfoques para la comprensión de cómo esta
condición compleja y variable se desarrolla con el tiempo:
 Medidas recomendadas a estudiar para la evolución a largo plazo de la
esquizofrenia -incluyendo un nuevo análisis que sugiere que los síntomas y el
deterioro cognitivo pueden ser más estables de lo que se pensaba hasta
ahora.
 El potencial de la electroencefalografía (EEG) para mostrar patrones
mediadas genéticamente de la actividad eléctrica del cerebro,
o “endofenotipos electrofisiológicos“, en pacientes con esquizofrenia.
 Actualización de las pruebas que sugieren que el procesamiento de voz
disfuncional puede explicar las alucinaciones auditivas y verbales que se
producen en la esquizofrenia.
La edición especial también presenta actualizaciones sobre nuevas direcciones en
el tratamiento. Una terapia prometedora para los pacientes con un diagnóstico
temprano en el curso de la psicosis es la terapia cognitiva, un tratamiento
psicológico para mejorar las habilidades de pensamiento, que pueden ser

18
especialmente útiles durante el período prodrómico. Otros puntos destacados de
este estudio son los diferentes enfoques emergentes de tratamiento y prevención.
La evidencia reciente sugiere posibles beneficios de algunos tratamientos y
suplementos vitamínimos, tales como los que contienen vitaminas B y ácidos
grasos omega-3.
Los conceptos básicos para tratar la enfermedad siguen siendo los mismos pero se
espera que con la comprensión de los científicos sobre la evolución clínica a largo
plazo y la neurobiología relacionada se experimente un cambio transformador. “La
reevaluación crítica de la historia natural de la esquizofrenia, y las ideas
relacionadas en torno a las nuevas estrategias de intervención… nos dan
numerosas razones para ser optimistas”.

ACTA SANITARIA — MADRID 31 MAY, 2013 - 2:00 PM

En este libro, coordinado por el Dr. Jerónimo Saiz, jefe del servicio de Psiquiatría del
Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y el Dr. Julio Bobes, jefe del servicio de
Psiquiatría del Hospital Universitario Central de Asturias, se determina que los
trastornos mentales pueden afectar al 25% de la población, mientras que los
recursos destinados a su atención no llegan al 5% del gasto sanitario público.
La salud mental es un aspecto esencial para la calidad de vida y el bienestar de las
personas. Según se explica en el libro, los recursos y la atención que se ha venido
prestando a la atención de la salud mental en España está todavía lejos de lo que
corresponde a nuestro sistema nacional de salud y a nuestro nivel de producto
interior bruto per cápita. 
“Falta una correlación entre la prevalencia de los trastornos mentales y los recursos
destinados para su atención”, subrayan los psiquiatras en uno de los capítulos del
libro. “En términos generales, las enfermedades o los trastornos mentales pueden
afectar al 25% de la población a lo largo de su vida, mientras que los recursos
destinados a su atención no llegan al 5% del gasto sanitario público”. Según datos
del libro, actualmente, el 9% de la población padece al menos un trastorno mental.

19
“Es llamativa la falta de información sobre los recursos disponibles para tratar las
enfermedades mentales en España”, detalla uno de los capítulos.
 
El estigma como barrera para la recuperación
 
La esquizofrenia implica en ocasiones una elevada necesidad de atención derivada
de su tendencia a la cronicidad, así como de los déficits cognitivos y funcionales que
se asocian a la enfermedad. Dichas complicaciones limitan la capacidad para un
trabajo normalizado, las relaciones sociales y los lazos emocionales que son
esenciales para el mantenimiento de una vida normal.
Las actitudes estigmatizantes hacia la enfermedad mental perviven claramente a día
de hoy, a pesar de los esfuerzos de algunos grupos e instituciones científicas y
sociales para reducir sus características. Entre las estrategias más específicamente
que se proponen en el libro para conseguir cambios destacan: iniciar actividades
educacionales comunitarias dirigidas a fomentar un cambio en las actitudes ante los
enfermos mentales, incrementar el uso de fármacos capaces de controlar los
síntomas de la enfermedad, minimizando los efectos secundarios estigmatizantes y
permitiendo al paciente no recordar todos los días el estigma de su enfermedad;
incluir educación contra el estigma en la formación de profesores, cuidadores y
profesionales sanitarios. Asimismo, mejorar la psicoeducación de los pacientes y
familiares sobre cómo adaptarse a convivir con la enfermedad conociéndola mejor,
involucrar a los pacientes y familiares en la identificación de prácticas
discriminatorias y promocionar acciones sociales y legales para reducir la
discriminación.

Esquizofrenia y mundo laboral 

Se estima que al menos entre el 20 y el 40% de las personas con esquizofrenia no


encuentran trabajo, y que entre los que lo encuentran, la mayoría de las veces son
trabajos breves en los que no consolidan el empleo. 
La integración laboral constituye un componente fundamental para facilitar la
autonomía, la independencia y la integración social de cualquier persona, de modo
que la consecución de un trabajo por la persona con esquizofrenia se asocia con su

20
bienestar, autoestima, satisfacción con la vida y el pronóstico de la esquizofrenia.
Por tanto, los autores consideran que hay que avanzar en el acceso al empleo y su
mantenimiento como parte de la atención en salud mental, analizando los factores
que influyen en el acceso al empleo en personas que padecen esquizofrenia y las
posibles intervenciones para facilitarlo.
 
Título: Impacto social de la esquizofrenia
Coordinadores: Dr. Jerónimo Saiz y Dr. Julio Bobes
Ediorial: Glosa

Esquizofrenia: un novedoso tratamiento evita significativamente las recaídas de


pacientes

Uno de los grandes inconvenientes de la esquizofrenia es la falta de adherencia a


los tratamientos. Se estima que solo el 10% de los pacientes cumple con la terapia
correctamente. Para contrarrestar esta situación, en Argentina se presentó una
medicación que requiere solo cuatro administraciones al año.

Por Walter Darío Vazquez


20 de octubre de 2017
wvazquez@infobae.com

Aproximadamente, el 1% de la población mundial (un equivalente a más de 21


millones de personas en todo el mundo) padece esquizofrenia. Entre ellos se estima
que alrededor de 400.000 son argentinos.
El problema es mayúsculo y se acrecienta aún más por la falta de adherencia a los
abordajes terapéuticos. Sucede que si bien los pacientes pueden permanecer
estabilizados, solo el 10% cumple correctamente el tratamiento, lo que afecta
directamente la aparición de recaídas cuyas tasas pueden alcanzar hasta el 92%.
En este panorama la comunidad científica se aboca a hallar tratamientos que
brinden mayor efectividad, pero que a la vez no supongan un cumplimiento
dificultoso para pacientes cuyo deterioro de las funciones intelectuales o cognitivas,

21
la falta de conciencia sobre la presencia de síntomas psicóticos o del déficit o
pérdida de facultades mentales complejicen la tarea.
Para comenzar a desarrollar un tratamiento hay que primero saber qué es la
esquizofrenia. Se trata de un trastorno del sistema nervioso central que puede
afectar severamente la calidad de vida de quienes lo sufren y su entorno. El
doctor Ricardo Corral, médico psiquiatra del Hospital Borda (MN 67.653), la define
como "una enfermedad mental, neuropsiaquiátrica, crónica, que se caracteriza
principalmente por síntomas como alucinaciones y delirios".
Los signos de manifestación en un paciente son referidos a la distorsión del
pensamiento, las percepciones, las emociones, el lenguaje, la conciencia de sí
mismo y la conducta. En tanto el rango etario en que suelen presentarse oscila
"entre los 15 y los 25 años", explica Corral. Y aunque se desconoce la causa
específica, se cree que influyen factores genéticos y ambientales.
En este contexto, al tratarse de una enfermedad incurable y de tratamiento crónico,
la aparición de nuevas y más modernas terapias representan una esperanza para
quienes la padecen y su entorno. Recientemente, la Administración Nacional de
Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el palmitato de
paliperidona de administración trimestral del laboratorio Janssen. El primer y único
antipsicótico de acción prolongada que se aplica sólo cuatro veces al año. Este
mayor intervalo de dosificación favorece notablemente la adherencia y
consecuentemente el control de la enfermedad y sus síntomas.
La característica sustancial de esta nueva terapia -ya empleada en Europa- es
precisamente la administración de solo cuatro veces al año, un progreso significativo
respecto de los fármacos orales que se utilizaban hasta el momento, que se deben
tomar todos los días, incluso en ciertos casos en varias veces en la jornada.
"Desde el punto de vista de los médicos tiene una ventaja fundamental: la
posibilidad de dar una medicación que está presente todos los días. Aquí no va a
haber un despiste en el sentido de que el paciente quizá se olvidó de tomarla o se le
ha agotado la prescripción y tiene que ir a la farmacia y no lo hace. Todos esos días
sin medicación tienen una consecuencia que es el riesgo de recaídas, que es el
gran problema que tenemos en el manejo de la esquizofrenia", dijo a Infobae el
doctor Pedro Manuel Sánchez Gómez, responsable de la unidad de psicosis

22
refractaria del Hospital Psiquiátrico de Álava, perteneciente al Servicio Vasco de
Salud-Osakidetza.
¿Qué significa una recaída? "Es grave porque supone unas semanas de presencia
de síntomas agudos de la enfermedad, de sufrimiento, de perder empleo, la
actividad en redes sociales y además de secuelas neuropsiquiátricas, que en
algunos casos hace que esa persona no retorne al punto de origen del que partió
antes de que se produjera la recaída", aclaró el especialista.
El nuevo tratamiento está indicado para pacientes clínicamente estables que están
desde al menos hace cuatro meses bajo tratamiento con la formulación de palmitato
de paliperidona de administración mensual. Un estudio de mantenimiento a largo
plazo demostró que el 93% de los pacientes en tratamiento con paliperidona de
liberación prolongada permanecieron libres de una recaída a la finalización del
estudio.
La esquizofrenia se trata con antipsicóticos, independientemente de la edad. El
palmitato de paliperidona no fue aún estudiado en menores de 18 años. Y con
respecto a los efectos adversos -asumiendo que toda medicación que modifica el
funcionamiento del cuerpo para devolverlo a la normalidad puede provocarlos- esta
terapia tiene un perfil especialmente benigno en comparación con las medicaciones
orales, los antipsicóticos clásicos.
"Es mucho más tolerable en cuanto a los efectos metabólicos, de aumento de peso,
de elevación de los niveles de colesterol, a los síntomas extrapiramidales, esas
alteraciones en el movimiento que se asemejan a una enfermedad de Parkinson",
sostuvo el profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad del País Vasco en
Bilbao.
A futuro, Sánchez Gómez planteó: "La esquizofrenia es una enfermedad que
compromete todo el cerebro y en consecuencia todas las funciones mentales del ser
humano. Durante décadas el objetivo primario que teníamos los psiquiatras eran
fármacos que controlaran los síntomas más llamativos, las conductas aberrantes,
las ideas delirantes, lo que la gente entiende por locura. Eso sigue siendo algo
imprescindible".
Sin embargo, uno de los propósitos actuales es devolver al paciente su autonomía,
lograr que las personas sean más libres: "En estos momentos el objetivo de la
psiquiatría es conseguir que además el paciente pueda vivir en la sociedad de la

23
manera más autónoma posible. Que vuelva a recuperar autonomía para establecer
relaciones con las personas ligadas a un lazo afectivo, para establecer sus redes
sociales, para conseguir empleo y que en consecuencia sea autosuficiente
económicamente. Permitir que tenga la posibilidad de no desgastar a familiares que
se vean obligados a cuidar de esta persona, a veces con escasos recursos".

Acompañamiento Terapéutico

“Para el enfermo con un fuerte padecimiento psíquico, para el paciente


psiquiátrico, esa presencia de otro en su vida cotidiana toma una
connotación especial”. (Rossi, 2007. p. 108)

El acompañamiento surge de la necesidad de atender el sufrimiento del paciente,


desde una perspectiva que aborde su singularidad, evitando la estigmatización y la
cronificación de su enfermedad, lo que a su vez lograría la reinserción social del
mismo. Más allá de reinsertar, de restaurar lo que estaba antes de enfermar, el
acompañante también busca ayudar a crear lo que nunca estuvo. Desde el respeto
por el otro, buscará entonces construir un espacio en el cual quien sufre pueda
recibir cuidados, respeto y escucha. Es un recurso clínico especializado que opera
inserto en un equipo profesional, desde una experiencia intersubjetiva. En este
encuentro, del acompañando y acompañante se otorga relevancia a la contención
del paciente y al ofrecerse como referente, a la vez que se postula al acompañante
como otro, un testigo soporte que apuntala y suplementa.

24
El A.T. cumple la función de impulsar a los pacientes a que produzcan nuevas
formas de vincularse, de hablar y de ser escuchados. La contención en un momento
de crisis, la reducción del período de ingreso/internación o la evitación del mismo,
logrando una mejoría observable en función de la patología, es sumamente
importante.

El A.T estrategia más en el marco del proceso de rehabilitación del paciente


esquizofrénico, efectuando intervenciones en el ámbito familiar y comunitario del
paciente.

Desde un comienzo, el A.T., en conjunto con el paciente y su familia, deben


establecer cuál es la situación actual, y trabajar sobre la toma de conciencia de la
enfermedad, fijar los objetivos a alcanzar, despejar dudas con respecto a la
enfermedad, tratamiento y su posible evolución, así como regular las expectativas
respecto al proceso, sentar objetivos y estrategias simples y concretas para
delimitar la función específica que va a desempeñar el A.T.

Al encontrarse ante la situación de tener que enfrentar la realidad exterior y el


mundo interno amenazantes, es aterrador para un yo inmaduro como es el yo
psicótico, por lo tanto el A.T. va a apuntar a auspiciar de yo auxiliar, dándole la
seguridad para poder enfrentar tanta hostilidad, la cual puede ser real o ficticia,
entonces el acompañante auspiciará a su vez de sostén, de soporte de la
cotidianeidad del acompañado, un primer paso en el acompañamiento es aliviar el
dolor que inmoviliza al sujeto, posibilitando alguna sensación de bienestar.

La rutina puede ayudar a organizar la cotidianeidad, a ordenar y dar sentido a las


tareas, logrando a su vez ejecutarlas sin detenerse a pensar demasiado en ellas, el
A.T. deberá generar en conjunto con la persona y sus allegados, un marco que le
sirva de sustento y base para su cotidianeidad.

“El acompañante terapéutico se incluye, porque propone un trabajo


terapéutico en esa escena en la que participa y construye cada día. (…)
Se trata de interlocutores de lo cotidiano” (Rossi, 2007, p. 13).

El objetivo es el de hacer énfasis en las partes sanas del sujeto, evitando focalizarse
únicamente en los aspectos desajustados. En ocasiones el paciente puede tener
interés en retomar estudios o actividades laborales, situación en la cual el
25
acompañante auspiciará de puente, atenuando las dificultades que la misma
enfermedad representa para llevarlas a cabo.

El A.T. puede auspiciar de agente mediador en las relaciones familiares,


amortiguando las relaciones del paciente con su familia, atenuando las descargas
sobre el sujeto enfermo.

Las funciones, que se deberían llevar a cabo en el proceso del acompañamiento


terapéutico de un paciente con esquizofrenia:
 Reforzar la contención del paciente luchando contra su ruptura con la
realidad
 Ayudarlo con algún proyecto vital latente acorde con sus posibilidades
 Incluirnos como un yo opcional capaz de postergar, y de ofrecerle
modos de funcionamiento alternativos a aquellos que lo enfermaron
 Operar como nexo con el mundo externo ayudando al paciente a
reinsertarse socialmente con otros significativos: amigos, familiares,
educadores, etc.
 Fortalecer el yo del paciente apuntando a una mayor adecuación en el
manejo tempo espacial.

¿Cuál es la distancia que debe tomar un acompañante terapéutico en su trabajo con


el paciente?

No puede ser muy lejano ya que el vínculo que se vaya a generar no ayudaría al
proceso del paciente, pero tampoco debe ser tan cercano que resulte en una
sofocación, pudiendo generar también sentimientos de persecución en el paciente, o
la confusión de roles por parte de ambos. Se debe buscar una distancia óptima para
que la tarea se pueda llevar a cabo de la mejor manera posible, distancia la cual no
es universal ni continua, sino que se va ajustando en función de las circunstancias y
subjetividades de las partes involucradas.
Si bien la delimitación del trabajo varía en función de las condiciones del ambiente
en el cual se va a desarrollar, las familias deben conocer las pautas que irán

26
delimitando los alcances, objetivos y posibles caminos a recorrer por el equipo, para
delimitar el lugar que cada participante va a ocupar.
El A.T tiene la posibilidad de entrar y salir del mundo del acompañado, lo cual le
permite no saturarse ni mimetizarse con el mismo, como lo puede llegar a hacer un
familiar o amigo. A su vez, su rol no es contemplado con el distante asombro con el
que suele verse a las figuras médicas, lo que configura un lugar próximo al paciente,
elementos que posicionan al acompañante en un favorable lugar de acción. Como
se remarcó con anterioridad, la esquizofrenia es una enfermedad compleja, la cual
suele producir gran desgaste y dolor tanto en el paciente como en su ámbito más
próximo.

Una escucha implica una posición de abandono de sí, una dimensión de entrega,
estar dispuesto a habitar temporariamente al otro. Alejarse de sí y estar, mientras
dura la escucha, en el campo del otro. Esto significa una renuncia que habilita un
con-vivir con el otro, sus pensamientos, sus afectos. Para ambos, quien es
escuchado y quien escucha, tiene efectos. Quien es escuchado vivencia una
presencia plena del otro, momentáneamente no está solo, alguien acompaña las
eternas y solitarias tierras de la subjetividad; quien escucha, sale de sí, se enriquece
de otro, vive mágicamente otra vida, otra existencia, otro sentir (p. 180). Cabe
detenerse para reflexionar sobre el alcance de la escucha y el peligro que la misma
encierra. Como se citó anteriormente, en la escucha desaparecen profesional y
paciente, se da un abandono de sí y se entra en el mundo del otro. Movimiento el
cual se entiende indispensable para el trabajo del A.T., pero que sin los recaudos
necesarios puede generar inconvenientes.
Como A.T. es importante desarrollar la habilidad de entrar y salir del mundo del
otro, del mundo de una persona esquizofrénica, y aún así mantener la distancia
necesaria para poder ayudarlo, para no quedar atrapado en sus delirios y temores,
los cuales pueden a su vez no ser tan ajenos, despertando-avivando temores
propios. El problema del tratamiento psicoterapéutico con el paciente psiquiátrico no
radica en el hecho de si hace o no transferencia, sino que podría ser un problema
contratransferencial del terapeuta. Sostiene que el paciente psicótico tiene una
incidencia mucho mayor en el terapeuta que cualquier otro paciente, lo cual puede
generar miedo en este, llevándolo muchas veces de forma inconsciente, a sostener

27
una marcada distancia, la cual el paciente busca recortar. Entonces se puede
considerar que existe un juego de fuerzas, por un lado el acompañante puede
buscar un distanciamiento que le sirva para protegerse de los delirios y miedos del
esquizofrénico, los cuales en cierto sentido no radican en su totalidad en el otro,
sino que pueden llevar al acompañante a afrontar los suyos. Por otra parte, la
persona con esquizofrenia puede buscar estar más cerca del acompañante,
presentando una demanda absorbente.
Es importante destacar que tanto el plan del acompañamiento terapéutico, como
cualquier otra actividad dirigida a la rehabilitación de una persona, nunca se lleva a
cabo de forma aislada o independiente. Siempre debe funcionar en base a un
equipo. A su vez, el actuar en equipo tiende a minimizar los riesgos de perder el
foco de la intervención, de quedar dominado por las circunstancias, ya que un otro
próximo puede servir de referencia en dichos momentos.
Puede suceder que sea el mismo acompañante que se sitúe en un lugar que impida
el trabajo con el paciente, como sería el adoptar una postura autoritaria, alejándose
de ese lugar de semejante. Entonces, al contar con un grupo, sería “rescatado” de
ese lugar, permitiendo reanudar el trabajo. En contrapartida, el otro extremo también
es perjudicial.
En cuanto al espacio físico en el cual se desenvuelve el acompañante, es por lo
general de carácter ambulatorio, trabajando en aquellos lugares que frecuente el
paciente, buscando abordar su cotidianeidad, se busca en esta última instancia
facilitar el lazo social, o incentivar la reinserción educativa, laboral, recreativa,
búsqueda la cual apunta a evitar la estigmatización y el aislamiento del paciente,
factores ambos que, como se expuso, conducen a la cronificación de la enfermedad.
El dispositivo del acompañamiento terapéutico busca la recuperación o la
construcción de nuevos vínculos del paciente.
El manejo de los tiempos, tanto del encuentro en particular como de la duración de
la totalidad del acompañamiento, dista de ser sencillo. Por un lado, en ocasiones
puede ser de utilidad fijar el tiempo del encuentro de antemano, lo cual puede
resultar beneficioso tanto para el acompañante como para el paciente, ya que sería
una ayuda para no perder el foco u objetivo de la intervención, si es que lo hubiese.
El tiempo se encuentra sujeto a la particularidad de cada caso, así como a la
agudeza del acompañante en poder leer lo “dicho” y lo “no dicho”, de poder

28
interpretar los acontecimientos y prever un futuro desenlace. El principal elemento
que hace eficaz a un dispositivo terapéutico, es el dejar lugar y dar tiempo para que
el deseo del sujeto se pueda pronunciar, debiendo ser este a su vez, el fin último de
toda intervención. Entonces se podría pensar que el acompañante terapéutico debe
ser una persona capaz de dejar de lado su narcisismo, evitando estar en constante
búsqueda de la brillante intervención, que genere un giro en el proceso y encamine
rápidamente al paciente hacia su recuperación. Debiendo por el contrario, controlar
la ansiedad que el transcurso del tiempo le suscite. También debe ser capaz de no
priorizar en todo momento los objetivos fijados, dejando un espacio en apariencia en
blanco, para que surja algún elemento que ataña a la situación y que no se haya
manifestado aún.
En definitiva, el manejo tiempo en el dispositivo del acompañamiento terapéutico en
pacientes con esquizofrenia debe gozar de gran movilidad. En la mediad de lo
posible, resulta conveniente estructurar y re-estructurar el encuadre entre ambos
(acompañante y acompañado), posicionando de esta forma al paciente en un lugar
activo en su propia recuperación, dándole cierto poder se lo reconoce como sujeto
de deseo, se reconoce su dolor y sufrimiento, los cuales no siempre son evidentes o
fáciles de comprender por la idiosincrasia de la esquizofrenia. Siempre que exista un
sufrimiento, un dolor, un padecer, el entendimiento y la empatía de quien esté
próximo puede ser la base indispensable para cualquier estrategia terapéutica. El
ejercicio del acompañamiento terapéutico, llevado adelante con dedicación y
esmero, se convierte en una poderosa herramienta en el multifacético campo de la
rehabilitación del paciente esquizofrénico. Presentándose como un semejante,
demostrando genuino interés por el dolor del otro, es que se puede generar un
acercamiento terapéutico.

“El acompañante ayuda a construir un espacio en el cual llevar adelante


una escucha libre de prejuicios, escuchando y respetando tanto las
palabras como los silencios. Un espacio en el cual la escucha no vaya de
la mano de los prejuicios es anhelado por cualquier persona, y tal vez un
poco más por aquellos a los que se etiqueta de esquizofrénicos en
función de sus conductas y discursos”. Ledesma (2013)

29
El acompañamiento terapéutico en pacientes con esquizofrenia representa un
abordaje del sujeto en su mismo territorio. Pretende entablar un vínculo y conocer
sobre la persona más allá de la patología, comprendiendo que la enfermedad es
solo una parte de su ser, sin olvidar que la misma deviene en función de un
constructo social. Desde esta concepción, el acompañante se introduce con
precaución en la vida de un individuo que sufre, que padece una compleja
enfermedad mental de origen multifactorial. Al ser la esquizofrenia una enfermedad
que lleva al sujeto hacia el autismo, el dispositivo del acompañamiento buscará
servir de intermediario, de puente entre el paciente y el mundo exterior, el cual a su
vez percibe como hostil. Desde un posicionamiento cercano y empático, aunque
velando por la distancia optima, la figura del acompañante se presentará como un
apoyo para que el paciente transite su vida, auspiciando de yo auxiliar. Servirá de
ayuda para llevar a cabo tareas que solo no podría, como asistir al centro de
rehabilitación, realizar trámites, compras, viajar en transporte público, entre otras.
Buscará a su vez, ayudarlo a desarrollar un proyecto de vida, el cual dé sentido a
sus días y motive el entablar vínculos con el mundo exterior, evitando perderse en el
suyo propio.

30
Anexo

IMPACTO SOCIAL

Estudio cualitativo sobre la autopercepción del estigma social en personas con


esquizofrenia.

Correspondencia: Susana Ochoa Güerre (sochoa@pssjd.org) Recibido: 15/10/2010;


aceptado: 05/04/2011

RESUMEN:

Introducción y objetivos:

Pocos son los estudios que evaluan la autopercepción del estigma social en las
personas que padecen esquizofrenia. El objetivo del presente estudio consiste en
analizar la percepción sobre la esquizofrenia que tienen las personas que la
padecen.

Material y métodos:

Se realizaron dos sesiones en cuatro grupos focales de personas con esquizofrenia


que estaban siendo atendidas en servicios de rehabilitación psicosocial del Parc
Sanitari de Sant Joan de Déu.
A partir de un guión establecido se valoraron un total de 11 áreas abordadas en los
grupos.

Resultados:
31
Las áreas de peligrosidad, culpa, pérdida de roles sociales y miedo al rechazo
fueron aquellas que más mencionaron y más preocupaban a las personas que
participaron en los grupos focales.

Conclusión:
Intervenciones para reducir el estigma social en la comunidad y en los propios
usuarios/as deberían ser tenidas en cuenta, especialmente en estas áreas.

PALABRAS CLAVE: estigma social, esquizofrenia, autopercepción, rehabilitación


psicosocial.

Introducción

El estigma es un constructo social que incluye actitudes, sentimientos, creencias y


comportamientos (1) que está configurado como prejuicio y conlleva consecuencias
discriminatorias hacia la persona estigmatizada. Las personas que padecen algún
trastorno mental son uno de los grupos más estigmatizados de nuestra sociedad,
especialmente las que padecen esquizofrenia (2). La enfermedad mental ha estado
vinculada a una serie de prejuicios sociales que determinan al enfermo con
esquizofrenia como agresivo, raro, impredecible en su conducta, débil, vago e
improductivo, con el que no se puede razonar, crónico y culpable de su enfermedad
(3, 4). Este estereotipo del enfermo mental conlleva una percepción de peligrosidad
y un miedo en la relación, que, posiblemente, se ha generado como consecuencia
del desconocimiento y la falta de información sobre esta enfermedad (5). Esto tiene
como consecuencia que la rehabilitación de las personas con trastornos mentales
graves, cuyo objetivo es alcanzar el estatus de ciudadano de pleno derecho, se ve
dificultada y en ocasiones impedida (6). Esta visión de la enfermedad está reforzada
por los medios de comunicación, en donde en ocasiones la información es una
forma de sesgar la realidad y fomentar un estereotipo de personas agresivas,
desorganizadas y que provocan miedo (7, 8). Sin embargo, Walsh (2002) (9)
demuestra que suelen ser en más ocasiones víctimas de agresiones que la
población general, contrariamente al estereotipo social. En los familiares también
están presentes los prejuicios hacia la enfermedad, en donde surgen conductas de
vergüenza y de secretismo ligados a un sentimiento de culpabilidad hacia la causa
de la enfermedad (10), causando aislamiento (11). El impacto emocional en las
familias tiene una relación directa con esta percepción estigmatizada (12) puesto
que el efecto grave del estigma es la internalización de las valoraciones negativas
de los otros. Por esto nuestro interés en evaluar el estigma autopercibido, ya que a
priori suponemos tendrá consecuencias negativas en el proceso de rehabilitación.
La estigmatización de las personas que padecen un trastorno mental tiene una
influencia negativa en cuanto a encontrar un trabajo, una vivienda o de mantener
relaciones sociales con amigos o en pareja (13). Por otro lado, estas consecuencias
comportan un empeoramiento de su situación llevándoles a una desadaptación
social, una baja autoestima, depresión y un aumento de la carga familiar (14). Lo
32
cual dificulta y, a veces, impide una reinserción real en la comunidad, no facilitando
el objetivo principal que marca la rehabilitación psicosocial. Existen pocos estudios
que valoren la visión del estigma de quien padece la enfermedad, puesto que existe
el prejuicio de que no son capaces de evaluar su propia situación personal debido al
deterioro cognitivo (15). Walh (1999) (16) en un estudio que realizó sobre la visión
subjetiva del estigma de trastornos mentales, se encontró que en más del 80% de
los casos habían escuchado comentarios despreciativos sobre la enfermedad
mental, habían sido tratados como menos competentes y más de la mitad habían
sido esquivados y despreciados. Ertugrul y Ulug (2004) (17) realizaron un estudio en
el que comparaban la presencia o ausencia de estigma social con psicopatología y
discapacidad. Los resultados muestran que las personas que tenían una mayor
estigmatización de la enfermedad puntuaban más en síntomatología positiva y
general, así como en discapacidad. En Alemania se llevó a cabo un estudio con
personas con esquizofrenia que viven en la comunidad, en el que se valoraba la
autopercepción del estigma social, a través de grupos focales encuentran cuatro
dimensiones en la percepción del estigma: interacción interpersonal, discriminación
de estructura, imágenes públicas del enfermo mental y acceso a roles sociales (18).
Buizza et al (2005) (19), también con grupos focales encontraron tres dimensiones:
distancia física y miedo, distancia social y aislamiento, y responsabilidad social y
tolerancia. La visión subjectiva del que padece la enfermedad en cuanto a cómo es
percibido por los otros, especialmente los más próximos, y sobre su enfermedad,
influirá directamente en su integración en la comunidad a todos los niveles: vivienda,
relaciones sociales, trabajo, etc. Por este motivo, se necesitan hacer estudios para
determinar la percepción del estigma social de la persona y así realizar programas
de intervención adecuados para dotar al sujeto de recursos y estrategias de
afrontamiento ante estas situaciones estigmatizadoras. Por todo ello, los objetivos
planteados en este estudio son analizar la autopercepción del estigma social en
personas con esquizofrenia que participan en los programas de rehabilitación
psicosocial mediante la información subjetiva de las personas que padecen la
enfermedad.

Muestra

La población a la que nos dirigimos son personas que padecen esquizofrenia, que
son atendidas en los servicios comunitarios de rehabilitación psicosocial. El estudio
se realizó en los Servicios de Rehabilitación del Baix Llobregat de la red de salud
mental del Parc Sanitari Sant Joan de Déu (Viladecans, Cornellà de Llobregat y El
Prat de Llobregat). Estas ciudades están situadas en la periferia de la ciudad de
Barcelona y corresponden a áreas ligeramente deprivadas. Cada área cubre una
población de entre 90.000 y 130.000 habitantes. Estos servicios están dirigidos a
realizar el trabajo de integración del enfermo mental en la comunidad y se atienden
principalmente personas con esquizofrenia. Se informó sobre el estudio a todas las
personas que asisten a los Servicios de Rehabilitación del Baix Llobregat y cumplen
33
criterios DSM-IV-R de diagnóstico de esquizofrenia; y se les solicitó su colaboración
para participar en el estudio. El total de personas de la población diana fue de 104.
La bibliografía nos indica que la edad, el nivel educativo y el género son factores
diferenciales en la valoración de uno mismo, por este motivo se clasificaron al total
de usuarios de la muestra en cuatro grupos: menores y mayores de 40 años, nivel
educativo primario y medio-alto (estudios secundarios y superiores). Para controlar
el género se intentó que los grupos fueran equitativos, incluyendo tanto hombres
como mujeres en los cuatro grupos. De la población diana inicial se realizó una
selección aleatoria estratificada por las variables comentadas previamente.

Procedimiento

El grupo focal es una técnica utilizada en investigación cualitativa que permite poner
en contacto las ideas de las personas que participan y que facilita la utilización de
un lenguaje inteligible para las personas a las que va dirigido. La técnica consiste en
hacer grupos homogéneos y no dirigidos en los que los asistentes puedan conversar
sobre el tema indicado dentro de un ámbito informal. A pesar de no ser dirigidos, el
coordinador de cada grupo focal contaba con un guión temático para estructurar la
sesión y sugerir temas que se considerase importantes para la evaluación del objeto
de estudio. Este guión temático fue elaborado y consensuado por los investigadores
a partir de la bibliografía sobre el tema y de la propia experiencia, y fue revisado por
un experto externo que sugirió ligeros cambios.

Primero, se muestran los contenidos del guión de los grupos focales. Se realizaron
dos sesiones en cada uno de los cuatro subgrupos. A cada subgrupo asistió un
terapeuta que guiaba la sesión y un co-terapeuta que se encargaba de anotar las
observaciones de las conductas de los miembros del grupo (nerviosismo delante de
un tema, silencios...). Los coordinadores de cada grupo fueron psicologos/as o
trabajadores sociales de los centros pero se aseguró que no conocieran a las
personas que participaban en el grupo focal para facilitar su participación. Los
coterapeutas fueron psicologos/as y terapeutas ocupacionales. La duración de las
sesiones fue de aproximadamente una hora y media. Se seleccionaron un total 15
personas en cada uno de los grupos y el terapeuta de referencia del centro de
rehabilitación psicosocial informó a los usuarios/as de los objetivos y contenidos del
estudio, así como solicitar su colaboración. Las sesiones de los grupos focales se
realizaron fuera del emplazamiento habitual al que asistían los usuarios/as a hacer
las actividades. De esta manera se garantizó que las personas que participan en el
estudio lo vivieran como externo al servicio de rehabilitación. Por otro lado, dado
que las personas que formaban los grupos pertenecen a los diferentes centros de
día, posiblemente algunos de ellos no se conocieran entre ellos lo que facilita la
vivencia ser externo al servicio. Las sesiones del grupo focal tienen la intención de
facilitar una relación informal por lo que durante la sesión se sirvieron bebidas y

34
aperitivos. Todas las sesiones de los grupos focales se grabaron y fueron,
posteriormente, transcritas.

Analisis de datos

Se realizó una categorización a partir de los comentarios de los usuarios en las


siguientes categorías y temáticas incluidas en el guión de los grupos focales:
peligrosidad, culpa ligada a la enfermedad, falta de responsabilidad, pérdida de
capacidades, pérdida de roles sociales, miedo al rechazo, cronicidad, pérdida del
control de su vida, auto restricción de las relaciones sociales, la idea de que la
medicación es también una droga, identidad del enfermo mental, benevolencia. El
programa utilizado para el análisis fue el ATLAS-TI.

Aspectos éticos

El estudio fue aprobado por el Comité de Investigación de Sant Joan de Déu y por el
Comité de Ética de Sant Joan de Déu.

Resultados

Los participantes de los grupos focales fueron un total de 15 personas para el primer
grupo (menores de 40 años y nivel educativo bajo), 15 para el segundo (mayores de
40 y nivel educativo bajo), 9 para el tercer grupo (menores de 40 años y nivel
educativo medio-alto) y 14 para el último grupo (mayores de 40 años y nivel
educativo medio-alto). El total de mujeres de la muestra fue de 15 (28%), y en el
grupo en el que participaron en menor medida fue en el grupo de menores de 40
años con nivel educativo bajo. Se realizaron grupos de trabajo en los que se
analizaron los comentarios registrados durante los diferentes grupos focales. Las
categorías previamente diseñadas en los grupos focales en las que los usuarios
hicieron más referencia fueron la de peligrosidad, culpa, pérdida de roles sociales y
miedo al rechazo.

Se han detallado los comentarios relacionados con el estigma social que surgieron
en los diferentes grupos para cada una de las categorias comentadas.

En cuanto a peligrosidad el análisis nos muestra que se identifican diferentes


subcategorias. Una de ellas es el miedo hacia las personas que tienen una
enfermedad mental (“te cogen miedo”). Otra característica que se repite en los
grupos es la comparación y la diferenciación entre la peligrosidad de las personas
con esquizofrenia y otros colectivos (“alcoholicos, maltratadores…”) y con “personas
normales”, refieriendose a que son más agresivos en otros colectivos y que
presentan la misma violencia que las personas sin patologia mental. También
surgen temas como que las personas que toman la medicación no son agresivas
35
(“antes eran peligrosos porque no se medicaban”), el desconocimiento de la
enfermedad (“desconocen la enfermedad … tienen miedo algunos…”) y la influencia
negativa de los medios de comunicación (“…la radio, la tele y la prensa de
esquizofrenicos que hacen barbaridades”). Cabe destacar la aparición de
comentarios relacionados con la pérdida de control que se recogen en ambas
categorías.

Otra, muestra los análisis de la categoría de culpa ligada a la enfermedad. Podemos


observar que la culpa está ligada a la causalidad de la enfermedad mental. En
diferentes ocasiones en los grupos aparece la idea de que la gente cree que
aparece la enfermedad por un exceso de drogas, alcohol o fiestas (“la gente cree
que tienes la enfermedad de las borracheras, las drogas”). En relación a este
apartado también se comentan los errores que se han hecho en el pasado y la
culpabilidad asociada a estos (“te das cuenta de los errores del pasado”). Además
aparece ligada a la culpabilidad el sentimiento de el resto de las personas (familia y
comunidad) creen que tienen “cuento”, es decir, que no tienen una enfermedad sino
que simulan. El hecho de ser una carga para la familia también aparece como parte
de la culpabilidad de tener una enfermedad mental “por tener una enfermedad
mental puedo ser una carga para el otro”). También se recogen algunos
comentarios en relación al la pérdida de roles sociales. Se puede observar que la
pérdida de roles sociales se basa en pérdida de amistades (“ya no hay amigos como
antes”), relaciones sentimentales (“pierdes la oportunidad de ligar”) e hijos (“no
puedo tener hijos”). También se hace referencia a la pérdida del empleo o de la
capacidad de estudio (“no puedo tener un trabajo”, “no rendia lo suficiente”).
Además cabe destacar comentarios de las personas evaluadas en relación a la
discriminación sufrida por estos cambios de roles (“no puedes buscar trabajo…
porque estás enfermo”). En relación a la categoría de miedo al rechazo aparecen
claramente dos aspectos: la discriminación de la sociedad (“huyen de ti”, “se
cambian de acera”) y el ocultamiento que hace la persona de la enfermedad mental
para evitar esta discriminación (“yo dije que tenía depresión porque si digo otra cosa
ya cambian y piensan de otra manera”).

En cuanto a la pérdida de capacidades los comentarios generados en los grupos


focales están relacionados con la pérdida de la confianza en sí mismo (“he perdido
la confianza en mi mismo, no sé si sabré hacer algo…”, “no tengo mucha
autoestima”, “no me valoro”). También hay comentarios que hacen referencia a la
visión de los otros sobre esta pérdida de capacidades (“no valoran mis opiniones”).
La categoría de desresponsabilidad está muy relacionada con la anterior categoría.
Los comentarios surgidos en relación a esta van en la linea de (“hasta que no sea
responsable no me iré de casa”, “no me dejan cuidar a una persona enferma”). La
categoría de identidad del enfermo mental también está presente en otras
categorias mencionadas previamente, siendo más amplia de lo contemplado
inicialmente. Acciones como eludir mencionar que se tiene una enfermedad mental
son las más frecuentemente comentadas (“yo no digo que tengo una enfermedad

36
mental”, “cuando me preguntan digo que tengo depresión”, “dices que tienes una
enfermedad mental y te rechazan”, “al decir que eres enfermo mental cambia el trato
con los demás”), incluso por parte de la familia (“mi familia no dice que tengo una
enfermedad mental”). Los comentarios recogidos en la categoría de autorestricción
de las relaciones sociales van en la línea de los comentados previamente en la
categoria de pérdida de roles sociales. En esta categoría se recogen más aspectos
en relación a la automarginación de los propios pacientes hacia el resto (“he sido yo
el que me he apartado de la gente”, “intento mantenerme distanciado de las
personas”, “yo he tenido de marchar de mi barrio porque no me aceptaban”). Las
categorías de pérdida de control sobre su vida y benevolencia aportan información
similar. Por un lado, las personas entrevistas sienten que han perdido el control
sobre su vida y necesitan la supervisión y la sobreprotección de la familia (“me
siento supercontrolada por mis padres”, “mi madre está siempre detrás de mi”,
“dependemos un poco”, “me siento mimada por mis padres”). En la categoría de
benevolencia añaden no solo esta conducta de sobreprotección por parte de la
familia sino también por el personal sanitario (“los médicos te tratan con un poco
más de cuidado”, “estamos demasiado atendidos”). Sin embargo, la postura con
respecto al personal sanitario está reflejada en ambos sentidos, por un lado un
sentido benevolente (descrito anteriormente) y un sentido autoritario, recogido en la
categoría con este nombre (“en los pisos nos controlan demasiado”, “no hay
libertad”, “en los hospitales no deberían atar a la cama”). En relación a la categoria
de conciencia de enfermedad surgen dos aspectos importantes: la necesidad del
tratamiento y la cronicidad (“me da miedo a dejar la medicación”, “se necesita
tratamiento para mucho tiempo”, la medicación no te cura”) y la medicación como
equivalente a drogas (“un día iba un poco desequilibrado por la medicación y decian
mira ese borracho”, “me aburre depender de los medicamentos”, “me siento como
una rata de laboratorio hasta que aciertan con el medicamento”, “la medicación crea
dependencia”). Los comentarios relacionados con la categoría de cronicidad de la
enfermedad quedan incluidos en las categorías mencionadas anteriormente.

Discusión

La evaluación del estigma autopercibido por los usuarios/as en procesos de


rehabilitación psicosocial mediante la técnica de grupos focales nos ha permitido
obtener información sobre las áreas que más preocupan a las personas que
padecen esquizofrenia. Las categorías más destacadas, sobre las que los
usuarios/as han dedicado la mayor parte del tiempo, en los grupos focales han sido:
peligrosidad, culpa, pérdida de roles sociales y miedo al rechazo. En los estudios
previos realizados también a través de grupos focales los resultados obtenidos
hablan de cuatro dimensiones (interacción personal, discriminación de estructura,

37
imágenes públicas del enfermo mental y acceso a roles sociales) (18) y de tres
dimensiones (distancia física y miedo, distancia social y aislamiento, y
responsabilidad social y tolerancia) (19). De alguna manera las dimensiones de
roles sociales y distancia social y aislamiento serían similares a la obtenida en
nuestro estudio sobre pérdida de roles sociales. El apartado de peligrosidad sería
similar al recogido en las dimensiones de distancia física y miedo del estudio de
Buizza et al (2005) (19). La visión de peligrosidad de las personas que padecen una
enfermedad mental grave ha sido la más comentada en los grupos siendo uno de
los aspectos más trabajados en investigaciones previas Vezzoli et al (2001) (5)
sugieren que el miedo hacia el enfermo mental posiblemente viene dado por el
desconocimiento de la enfermedad. Como aparece en los grupos el hecho de que
los medios de comunicación difundan la imagen de peligrosidad de las personas con
esquizofrenia no ayuda a reducir esta connotación sino a potenciar el estereotipo de
agresividad del enfermo mental y a generar más miedo en la población general (7,
8). Otro de los aspectos destacados de los grupos es la pérdida de roles sociales lo
que hace que hace que esto influya negativamente en aspectos como encontrar un
empleo, relaciones sociales y sentimentales. Estos datos coinciden con los factores
que destaca Thornicroft et al (2009) (20) en un estudio internacional realizado en 27
paises, ya que los investigadores identifican que en la mayoria de los casos la
discriminación hacia las personas con esquizofrenia se da en tres áreas: problemas
para hacer amigos, trabajo y una discriminación negativa general. Novak et al
(2009) (21) sugiere que el trabajo es uno de los aspectos por los que se discriminan
más a las personas con esquizofrenia. Además diferentes estudios comentan que
las consecuencias de estos prejuicios negativos y esta discriminación en la
búsqueda de empleo y en las relaciones sociales puede comportar un
empeoramiento de su adaptación psicosocial (14). En relación a la culpa y a la
causalidad de la enfermedad es importante destacar la visión que las personas con
esquizofrenia tienen de lo cree la sociedad sobre ellos. Para las personas que
participaron en los grupos era importante diferenciar la figura de la persona que
tiene una enfermedad mental de aquella que consume tóxicos porque en la
comunidad no se diferencian estos perfiles y se atribuye una relación directa entre
consumo de tóxicos y enfermedad mental. Por otro lado, en nuestro estudio aparece
ligado este sentimiento de culpabilidad porque la gente cree que son vagos y que no

38
quieren trabajar, esta es una característica de la identidad del propio paciente que
también se recoge en estudios previos (3, 4). Es interesante destacar en cuanto a la
información relacionada al miedo al rechazo las dimensiones de discriminación de la
población general y el comportamiento de ocultamiento de la enfermedad por parte
de las personas con esquizofrenia. Estudios previos ya hablaban de la conducta de
secretismo por parte de las familias (10, 11), pero cabría añadir también este
secretismo por parte de los propios usuarios/as. Por último se deberían tener en
cuenta también los aspectos relacionados con la pérdida de capacidades que
influeyen en la autoestima directamente, la pérdida de control de su propia vida y la
influencia de la familia y profesionales en el trato hacia las personas que sufren
esquizofrenia. El hecho de identificar qué aspectos son los que preocupan más a las
personas con esquizofrenia y facilitan que sean discriminados resulta de utilidad
para implementar estrategias que favorezcan la reducción del estigma social en la
comunidad y en las propias personas que lo padecen.

Conclusión:

Para concluir este trabajo queremos destacar la importancia del rol del A.T. en el
trabajo de recuperación y reinserción del paciente con esquizofrenia, ya su labor le
permite conocer a fondo el carácter del individuo (no solo la patología) y además, el
modo en que la enfermedad se manifiesta en él, es decir, las peculiaridades que
hacen que cada paciente sea único aún padeciendo la misma enfermedad.

Desde esta concepción, el acompañante se introduce con precaución en la vida de


un individuo que sufre, que padece una compleja enfermedad mental de origen
multifactorial. Al ser la esquizofrenia una enfermedad que lleva al sujeto hacia el
encierro, el dispositivo del acompañamiento buscará servir de intermediario, de
puente entre el paciente y el mundo exterior, el cual a su vez percibe como hostil.

La figura del acompañante se presentará como un apoyo para que el paciente


transite su vida. Servirá de ayuda para llevar a cabo tareas que solo no podría,
como asistir al centro de rehabilitación, realizar trámites, compras, viajar en

39
transporte público, entre otras. Buscará a su vez, ayudarlo a desarrollar un proyecto
de vida, el cual dé sentido a sus días y motive el entablar vínculos con el mundo
exterior, evitando perderse en el suyo propio.

Por otro lado, las competencias que posee el A.T. no se trata únicamente de ‘estar
predispuesto a’ o ‘tener facilidad para’, sino que está entrenado en la resolución de
problemas inmediatos, mediación con familiares, estimulación por medio de la
palabra y las actividades para que el paciente se mantenga motivado, y no quede
estancado. La escucha libre de prejuicios y la posibilidad de compartir actividades
en apariencia triviales, descubriendo a posteriori el potente efecto terapéutico que
las mismas encierran.

También es una persona empática que comprende más allá de lo hablado, el A.T.
sabe entender lo que no se dice, pero se expresa, pues sabe leer los pequeños
detalles que dan información sobre el estado emocional de un sujeto. Para una
persona que tiene dificultades en relacionarse con un mundo fuera de sí, todas
estas habilidades ayudan a que pueda encontrar el modo de volver a contactarse.

El A.T. es la soga que saca al pacientes de su ensimismamiento, y lo ayuda a


retomar el camino de un nuevo contacto con el mundo, afianzando su autoseguridad
y confianza, brindándole todas las herramientas que el paciente necesite para
poder volver a ser una persona autónoma y completa, que pueda relacionarse
nuevamente de la forma más sana que le sea posible dentro de las limitaciones que
le impone su propia enfermedad.

40
Bibliografía

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Buenos Aires, Vol. XX.

Bibliografía Acompañante Terapéutico

https://sifp.psico.edu.uy/sites/default/files/Trabajos%20finales/
%20Archivos/trabajo_final_de_grado_2_0.pdf

Bibliografía Anexo

41
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43

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