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Sociedades Matriarcales Primitivas

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Kevin Verjel Cáceres

ID. 8938528
ACTIVIDAD 1. BIOLOGÍA Y SOCIEDAD
1. Explica con tus propias palabras los argumentos que pueden plantearse sobre la
posibilidad de que existieran sociedades matriarcales primitivas, mucho antes de la
aparición del poder político centrado en el varón.
R/ Las sociedades matriarcales primitivas, que ocuparon casi todo el periodo de tiempo
conocido como ‘comuna primitiva’ o ‘comunismo primitivo’, deben su existencia a
diferentes razones. Según algunos planteamientos, un aspecto predominante en los
estadios primitivos de comercio sexual promiscuo y el matrimonio por grupos era que la
línea de parentesco era la femenina. En este escenario, en donde cada mujer pertenecía
por igual a todos los hombres y cada hombre pertenecía por igual a todas las mujeres, era
realmente complicado determinar quién era el padre, y solo se podía tener total certeza
respecto a la madre. Por ello, era el hombre quién tenía que unirse a la mujer –a su gens–
y no al contrario, ya que el parentesco sobrevivía exclusivamente gracias a la mujer.
Por otro lado, valga decir que la economía social en las sociedades primitivas y la
aseguración de medios de subsistencia dependía principalmente la mujer. Tanto en el
momento de transición al sedentarismo como en el sedentarismo pleno, la agricultura
significaba un trabajo más productivo y mucho menos riesgoso que la caza. De ella se
encargaba casi exclusivamente la mujer, así como de la economía doméstica con todo lo
que ello implicaba: mantenimiento y cuidado del hogar doméstico, preparación de
alimentos, y un sinfín de tareas que definitivamente extendían el sostenimiento y
supervivencia de la tribu.

2. Elabora tu propia hipótesis para explicar a qué se debió el cambio de mentalidad


en nuestra sociedad. Es decir, qué factores crees que pudieron influir para que
aparecieran las estructuras políticas patriarcales dominantes...

Dentro de las razones que imaginé, una de esas fue que esos aspectos o elementos que
antes descansaban en el seno de la mujer y que propiciaban, como dije, la supervivencia
de la tribu, pasaron a estar bajo el dominio del hombre. En efecto, cuestiones tan
importantes como la economía y el parentesco empezaron a ser controladas por el varón.
Por un lado, la interacción constante del hombre con su entorno mientras que la mujer
permanecía en el hogar, posibilitó el inconmensurable logro de la domesticación de
animales y la crianza de ganado, y consigo, la consolidación hacia un estadio de riqueza
superior al anterior, en el que lo importante ya no sería el alimento proveniente de la
agricultura ni los enseres más sencillos para prepararlos, sino las manadas o rebaños de
ganado que requerían un cuidado mínimo y que se reproducían en masa. Con tanta
riqueza acumulada, apareció inevitablemente la propiedad privada, que hasta ese
momento estaba a cargo de la gens, pero que tiempo después recaería sobre el hombre, en
tanto se erigió, producto de la división del trabajo, como quien procuraba la alimentación
y los instrumentos de trabajo necesarios para ello.
Kevin Verjel Cáceres
ID. 8938528
Sin embargo, al hombre aún le quedaba algo por resolver. Inconforme con el orden
hereditario que en aquel entonces se basaba en la línea femenina, y que por consiguiente
excluía a sus hijos, el hombre sacó provecho de su poder y abolió, sin más, el orden
hereditario matriarcal, transformándolo en uno patriarcal, respecto al cual Engels explicó
que “los descendientes de un miembro masculino permanecerían en la gens, pero los de
un miembro femenino saldrían de ella, pasando a la gens de su padre. Así quedaron
abolidos al filiación femenina y el derecho hereditario materno, sustituyéndolos la
filiación masculina y el derecho hereditario paterno.”
Como se puede ver, no existió un cambio de mentalidad intencional o deliberado, sino
que se dieron una serie de cambios que lo propiciaron y que fueron desplazando a la
mujer de ese plano preponderante, perdiendo su papel principal en la economía y dejando
de ser la línea de parentesco que persistió durante generaciones enteras. Esto no pudo ser
descrito de mejor manera por Friedrich Engels, quien se refiere a este fenómeno así:
“El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo
femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas en la casa; la
mujer se vio degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la lujuria del
hombre, en un simple instrumento de reproducción. Esta baja condición de la
mujer, que se manifiesta sobre todo entre los griegos de los tiempos heroicos, y
más aún en los de los tiempos clásicos, ha sido gradualmente retocada,
disimulada y, en ciertos sitios, hasta revestida de formas más suaves, pero no, ni
mucho menos, abolida.”
Engels, F. (1884). El origen de la familia, la propiedad privada y el estado.

3. ¿Crees que actualmente estamos ante un cambio de paradigma? ¿Por qué?


Definitivamente sí. Después de siglos enteros de predominancia patriarcal, por fin estamos
ante un cambio de paradigma real, que aunque quisiera decir que es generalizado, tiene
lugar principalmente en lo que conocemos como Occidente (con todos las salvedades que
merece este concepto), y no así en algunas sociedades como las de Medio Oriente o el
Norte de África, en donde no se ha podido disfrutar ni siquiera los primeros derechos
reconocidos a nivel global por las principales organizaciones internacionales.
A pesar de eso, y dejando esa discusión para otro momento, se ha podido vislumbrar, sobre
todo en las últimas décadas, un impulso bastante acelerado por parte de las mujeres en
cuanto a derechos de toda índole, que se pueden resumir en la búsqueda de libertades tanto
individuales como colectivas, en todas sus vertientes y posibilidades. Entre el universo de
razones que pueden explicar esta transformación y lucha, no puedo dejar de considerar una:
la publicación del libro “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir como obra fundacional
del feminismo, que hizo un eco inimaginable incluso por su propia autora, y que estableció
lo que a mi parecer debe ser una máxima ineludible del movimiento feminismo, esta es, la
reconquista de su propia identidad, que siempre ha estado sujeta a algo, y que ahora debe
definirse per se, sin ataduras, o pensamientos tradicionales que se han tenido sobre ellas.

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