Resumen Cayetano Bruno
Resumen Cayetano Bruno
Resumen Cayetano Bruno
gran Descubrimiento
Por Cayetano Bruno
Primera Parte
¿En qué consistía la Bula? Era un documento pontificio de donación sobre motivo de fe o de interés general
Capítulo Primero
Inter caetera
Las bulas de donación fueron dos, otorgadas por el papa Alejandro VI a los reyes católicos: Fernando V
e Isabel. Con el objetivo de procurar y atraer los pueblos a la fe católica
La primera Bula
La segunda Bula
Es una línea que ira: desde azorares y Cabo Verde a cuantas islas encuentre en castilla. Estableció que
no fuesen poseídas por otro rey.
El siglo de oro
Fernando e Isabel solo someterán las tierras descubiertas. Solo tenían la autoridad espiritual de integrar a
los súbditos, ellos solo tenían la esclavitud de evangelizar.
Portugal estaba molesto porque los territorios descubiertos no cruzaba gran parte de la delimitación.
Esto fastidio a Juan II de Portugal. Este movió influencias ante reyes católicos, consiguiendo para si el
conocido tratado de Tordesillas firmado el 7 de junio del año 1400
Consiguió que la línea que pasaba a 100 leguas del cabo verde sea extendida a 370 leguas, haciéndolo
acreedor a Portugal de un importante delimitación.
El objetivo de Portugal era descubrir y conquistar la parte oriental, Puntos negativos de este tratado,
Gran error cometido por España
Tiempo después fue descubierto, que la línea solo tenía una mínima parte le correspondía a Portugal.
1. Manyes
2. Mojos
3. Chiquitas
4. Guaraníes
Esto se extendió desde república del Perú hasta la provincia de Misiones. El objetivo fue armar un gran
contra fuerte para defender su territorio. De esta manera lograron que Portugal no invada su territorio.
Mandar misiones a las indias para propagar el evangelio. Su majestad selecciona, destina y adoctrina
sobre tierras. Elegía a varones probos, temerosos de Dios, doctores instruidos y experimentados.
España siempre defendió el derecho establecido en la segunda bula. No toleraba que otro estado se
entrometa.
Clérigos
Italianos, franceses, alemanes e ingleses
Todo bajo jurisdicción del rey de España
Esta bula habla de privilegios concedidos a la corona de España por el empeño tesonero de Fernando V
que llego a feliz remate y negociaciones otorgando así la mejor piedra, luego del fallecimiento de Isabel.
Hubo en este periodo una trascendencia a la evangelización de los indios. En la bula del 28 de julio del
1500 se ve una guerra contra los moros, dejando así nuevos descubrimientos y cristianización de nuevos
territorios de España. Haití y Santo Domingo el rey decide crear la iglesia metropolitana de Yaguata
Y otorga al monarca español ceder en los reinos de Castilla y León que nadie pueda construir sin su
consentimiento iglesias en las islas ni océanos.
Llama a los reyes que queda bajo su mirada presentar personas idóneas en las tres sedes:
Metropolitanas
Catedrales
Monasterios
de Santo Domingo
de Méjico
de Lima
Todo esto ocurrió en la bula “Super Universos Orbis” del 12 de febrero del 1500. Cuando Felipe II
inicia su reinado medio siglo después del descubrimiento ya existía en las indias 3 arzobispos, 21
obispos, se encontraban provistos de cabildos (parte civil) y parroquias. Su objetivo era organizar lo
eclesiástico, lo civil y la ley.
Una vez establecido el descubrimiento y ocupación de tierras indias los reyes no la consideraban
colonias si no provincias. Estableció con ellos igual derecho y garantías, mismo concepto que se aplicó
al régimen eclesial.
La omnímoda de Adriano VI
Todo aquello propuesto por el papa respecto a la evangelización y civilización sobre conquista de
Méjico por obra de Hernán cortes.
Año (1519-1521) se daban amplias facultades del apostolado. Con esto se les concede a frailes,
franciscanos, según comenta Mendieta:
Que de las indias del mar océano puedan predicar libres. Bautizar, confesar, absorber excomunión, casar
y determinar causas matrimoniales, libres sacramentos de la eucaristía, extremaunción. Todo esto se
hacía sin que ningún obispo se lo pueda contradecir si lo dejare so pena con la excomunión y maldición
eterna.
Adriano VI obtuvo la famosa breve “Exponi Nobis Fecisti” del 9 de mayo del 1500 conocida como
moda omnímoda.
El papa conoció el fervor apostólico, y dispuso que todos los frailes y órdenes mendicantes fueran a las
indias para la instrucción y conversión de la fe.
La omnímoda: otorgaba derecho misionero. Los candidatos debían llevar vida y doctrina.
El papa Adriano VI: que le sea de agrado a la corona ofreciéndose con obediencia y la apostólica
bendición. Ellos eran:
Monarca
Consejeros
Funciones religiosas y apostolados.
Toda la jurisdicción queda en manos de la Santa Sede. Todo documento lo lleva a cabo el Rey.
Las indias fueron provincias incorporadas a las corona de Castilla y León.
Capítulo Segundo
Capítulo Tercero
Capacidad de los Indios
Según el Licenciado Juan de Matienzo “Los indios participaban de razón para sentirla, no para tenerla
y seguirla, para ellos no hay mañana”
Los Reyes de España consideraron a los indios como súbditos (es quien está sujeto a la autoridad de un
superior y tiene la obligación de obedecerle) de la Corona, que tenía que convertir a la fe católica e
incorporarlos a la civilización, con las atenciones y derechos de los demás vasallos (criado o mozo) del
Reino.
Según la opinión de los que trataron de cerca a los indios consideraron que no fue sencillo y fácil de
hacer que los indios llevaran vida civil y cristiana, dudando de la capacidad de lograrlo.
1. La Polémica:
Se mantuvo en los siglos XVI y XVII.
Fue difícil de resolver por los interese económicos que tenían.
Le negaron a los Indios la capacidad para entrar en la civilización, basándose en:
No podían obrar (comportarse o proceder de una manera determinada) por sí solos.
No sería jamás verdaderos cristianos.
No serán capaces de poder gobernarse y vivir de manera cristiana.
Su comunicación será por medios los cristianos españoles que allí vivan.
No tienen la facultad para resolver y decidir una cosa.
Son inútiles, sin provecho, no hacen nada, no trabajan, solo descansan, pescan y viven de lo que pescan.
Realizaban en los montes sus areitos (Los areítos eran las ceremonias de los aborígenes antillanos en
las que se conmemoraban hechos pasados de la tribu o victorias recientes, siendo un importante modo
de conservar y transmitir sus propias costumbres) y otros vicios (malas costumbres).
No tienen interés en las doctrinas cristianas, olvidan lo que les enseñaron.
Teniendo en cuenta todo esto, concluyen en que los indios debían servir para que no estén sin hacer nada
y que no se mezclen en asuntos ilegales, placeres sensuales, vicios y pecados.
Estas controversias resonaron más de un siglo después en la carta del obispo de Guamanga Fray
Francisco Verdugo a Felipe IV con fecha 1 de febrero 1626.
El Obispo no acepta y no comparte la opinión de los que dicen que los indios son gente bárbara, incapaz
de poder aprender y saber los misterios de la fe. Ellos no fueron capaces de evangelizarlos y enseñar las
doctrinas como deberían, culpando a los indios que por su incapacidad y vicios no lo ha cristianizaron.
Para el Obispo los naturales tenían probada e indiscutible capacidad para ser cristianos.
Esto último no lo creyó, sin embargo, factible en nuestras tierras el obispo del Río de La Plata, Antonio
de Azcona Imberto, refiriéndolo a los pampas, indios nómadas por atavismo (comportamiento del
pasado), según informaba desde Buenos Aires a Carlos II el 9 de enero de 1683:
Para el Obispo Azcona, los indios que habitaban nuestras tierras los pampas (Pampas fue la
denominación que dieron los españoles a diferentes etnias aborígenes que poblaban la Pampa de
Argentina) eran barbaros y obstinados, a pesar todo, fueron los que más se comunicaron con la gente
española predicándoles con la palabra y ejemplos la fe.
Otra carta del Obispo escrita el 11 de enero de 1683, consideraba que la causa de la irreductibilidad de
los pampas se debía a la vida nómada que llevaban.
Los pampas, se movían en pequeños grupos, los consideraban indios vagabundos habiéndoles predicado
muchas veces el Evangelio por los padres de la Compañía de Jesús.
La carta se refería a los indios que andaban vagando, no pudiendo evangelizarlos.
Las prácticas Jesuitas del siglo XVII y XVIII, se esforzaron en evangelizar.
Capítulo Cuarto
Leyes de favor
No se reconoció tan solo la libertad del indio, sino se respetaba sus costumbres, mientras no atentasen
contra la ley.
En 1554 unos caciques de Verapaz y de otras provincias solicitaron a Felipe II que aprobase leyes y
costumbres a lo que accedió el monarca por la cedula del 6 de Agosto de 1555. Por esta se aprobaron las
buenas leyes y costumbres. Con la base de esta real cedula entro la recopilación de Don Pereyra, una
lista de malas costumbre llamadas vicios, abusos y supersticiones, sacrificios y embriaguez.
En toda la legislación fue respetuosa la raza indiana y sus costumbres. Se respetó el ideal de comunidad
cristiana. Los reyes católicos controlaban el pago de tributos por la calidad de la tierra para evitar
adaptarse en las modalidades y costumbres de los propios aborígenes (pagar tributo).
La misma línea de conducta observada por los reyes católicos dio a Carlos V en la Real Cedula de
Madrid en 1530. Todos los gobernadores y otras justicias de las Indias, islas y tierra firme debían seguir
la orden al presidente y a la real audiencia, y que envíen al consejero manteniendo los buenos usos y
costumbres, y no en contra de la religión cristiana.
Las ordenanzas que fue dando el virrey Toledo en el año 1500 se ocuparon del honor del Rio de la Plata
desde Asunción del Paraguay por la que los indios caciques tenían privilegios y libertades heredados y
adquiridos por sus antepasados. Ordenan que por ser indios sin haber delinquido no se les quite hacienda
excepto que sean mitayos y jornaleros.
Mitayos: otra institución aborigen con la que se pagaba tributo mediante servicio personal limitado.
Aun en los pleitos entre indios, ordenan la reciente recopilación que fuesen guardados sus usos y
costumbres no siendo injustos. El respeto por las costumbres indianas trajo la incorporación de nuevas
razas a la civilización occidental europea.
Las leyes españolas tocaran la perfección de la Iglesia que intervendrá a través de sus prelados
moralistas y juristas.
Desde Alcalá ordenan los reyes católicos que tuviesen los indios, caza para que vivan con su mujer e
hijos y posean herederos que siembren y puedan criar y tener sus ganados. Y que sean gobernados por
personas con cargos de población, y que no le hagan daño ni a sus personas ni a sus bienes.
Esta ley da a la voluntad a los indios de casarse con quienes quisieran, tanto indios como naturales de
estos reinos o españoles nacidos en las Indias. Que tengan entera libertad para casarse.
El fuerte Sancti Spiritus. Primera población española en tierras argentinas. Llamo a 3 indias llegadas de
Sevilla “mujeres de cristianos”. Estaban legítimamente casadas después de recibir el bautismo. Se
habían encomendado a los indios cristianos españoles para que los industrialice y enseñen las cosas de
nuestra fe católica, sirviendo en sus haciendas y minas. Así, mandaban a todos los caciques e indios a
pedir entera libertad para vivir políticamente como lo hacen los cristianos españoles. De esta manera,
podían contraer el hábito del trabajo, que era beneficio de los aborígenes. Esto favoreció los oficios y
labranzas de la ley.
Los indios que fueran oficiales se ocupan y entiendan de oficios. Y los labradores en cultivar, labrar la
tierra y hacer cementeras, procurando así que tengan bueyes y el trabajo de sus personas, y
mantenimiento para su propio sustento.
Legislación de privilegio
El indio poseía una legislación de igualdad ante el español civilizado. En la misma Real Cedula el
emperador eximia a los indios de todo delito.
Felipe II en la Real Cedula de Madrid del año 1593, después de la recopilación, mando a castigar con
mayor rigor a los españoles que injuriasen a los indios los mismos delitos se cometieron contra los
mismos españoles.
Felipe III está a favor de los indios y que no fuera utilidad de los encomenderos. La Cedula de éste,
firmada el 24 de Noviembre de 1600, incorpora la recopilación de la justicia de Indias naturales que se
hallan en la Tierra son gente necesitadas, tengan particular cuidado y moderación sobre los precios que
para estos deben ser más baratos que otra gente debido a su pobreza.
Los inquisidores apostólicos recibían castigo si maltrataban a los indios, se encargaba los virreyes, los
presidentes y las audiencias del cuidado de mirar por ellos, que los amparen y procuren verdaderos
padres espirituales y le dé su protección.
Los indios naturales de aquellas provincias Santa María expresaba a su Majestad que no son tratados
como los cristianos españoles y no los tomaban como personas libres.
El fray Tomas Ortiz ordeno para el tratamiento y doctrina que los españoles han de hacer a los indios
que fueran encomendados. Para esto, envió personas a visitar donde el no podía asistir. Las visitas tenían
por objeto hacer pesquisas e información de los malos tratos que se le hicieran a los indios. El protector
podía imponer multas de más de 50 pesos y hasta 10 días de cárcel. Los protectores fueron: obispos,
clérigos y frailes protectores.
Estos protectores no cumplieron con sus obligaciones, por lo tanto había que proveer de un nuevo oficio
de aprobación para el bienestar del indio. Esta última Real Cedula entro en la recopilación de 1680 en
donde se le daba cumplimiento a las leyes y cedulas con más atención, y que se animen más a su defensa
y amparo del oficio protector según la registra la cedula del año 1700, creadora de la segunda audiencia
del Rio de la Plata.
Esta audiencia tenia por distrito la provincia del nombre Rio de la Plata y las tres del Paraguay,
Tucumán y Cuyo. En cuyo empleo ha de quedar unido el protector de indios.
Capítulo Primero
LA APORTACIÓN EUROPEA
La sociedad indiana fue un conglomerado de elementos dispares, falto de unidad, convivieron el vecino
español con tendencias dominadoras, el indio apocado, el negro esclavo y toda la barahúnda de la raza
intermedia.
Cada una de estas clases sociales ilustran y explican infinidad de reales cédulas y normas de gobierno.
Ocupa el primer puesto, la clase llegada de Europa, la clerecía, el español peninsular y el criollo.
1. La clerecía
La formaron primeramente los miembros de la jerarquía indiana, con sus arzobispos, obispos y Cabildos
eclesiásticos, de los que dependían los curas doctrineros, capellanes y rectores.
Los regulares, formaron en la España misionera el elemento de roturación.
"Quienes ganaron para la fe las multitudes bárbaras fueron las Órdenes religiosas. Pueden considerarse
tropas de choque, de conquista que, lo cedían al ejército de ocupación.
Todo dependía de la buena voluntad del monarca y de su Real Consejo, mantuvieron, siempre con honor
su cometido.
La distribución de los recién llegados, fue poco feliz en muchos casos, por la natural tendencia a preferir
los sitios más confortables.
En los siguientes documentos relativos al Perú:
"He hallado en este Reino gran cantidad de religiosos, y en esta ciudad de Lima hay convento que tiene
a cien frailes, como lo podía haber en Sevilla; y no hay hacerlos ir a, Chile, Tucumán ni otras provincias.
El malestar aquejaba a las diócesis de Méjico, según comunicación del doctor Guerrero, presidente de la
Real Audiencia, de fecha 11 de noviembre de 1591:
Hay "en estas provincias tanta cantidad de religiosos que ya vienen a sobrar.
La contrapartida, de esta superpoblación de los conventos en las ciudades indianas fue beneficiosa a la
atención espiritual e intelectual del elemento europeo dominante.
El cultivo de las letras en la época española no fue escaso.
A fines del siglo XVIII todas las Indias, para sus quince millones de habitantes, ofrecía unas 30
universidades repartidas en el continente.
2. El español peninsular
Los sectores aristocráticos más encumbrados de la Península adoptaron ante el descubrimiento actitud
de reserva. No participaron, en las expediciones conquistadoras.
La norma era muy cuerda, comprobaba un memorial anónimo de Panamá: "y porque algunos, sufren y
disimulan, de ello resulta escándalo, y ser ellos muy bulliciosos y haber dicho palabras en ofensa de
Dios y de nuestra santa fe ".
Al conjunto de la gente advenediza que, en las regiones ricas —Méjico y Perú— constituyó pronto una
pujante aristocracia, y en las pobres—Río de la Plata, Tucumán, Venezuela— actuó como sociedad
democrática, se reservaron los cargos subalternos, junto al virrey, presidente de Audiencia o gobernador
que, por lo común, eran hombres venidos de España con real comisión.
La gente de clase media tardó algún tiempo en estabilizarse, según probaba desde Lima fray Domingo
de Santo Tomás en el mes de julio de 1550:
"Todos los que aquí vienen comúnmente, así prelados como gobernadores, Oidores, frailes, clérigos,
vecinos, mercaderes y todo otro género de personas, vienen y están de prestado, para sólo aprovecharse
de la pobre tierra para poder volver a España ricos.
3. La gente de avería
A todos los hasta aquí mencionados se les fue uniendo el conjunto de aventureros, la gente pobre de
España. Los menestrales y artesanos, y gente de labor, estuvieron por lo general ausentes en la
colonización de las Indias.
"Hay cantidad de españoles que no quieren servir ni trabajar, y se andan contratando entre los indios, de
que ningún buen ejemplo ni provecho reciben los naturales.
Y extendiendo a todos tan deslucido criterio, se inclinaba Su Excelencia por el servicio personal de los
indios, pues "tengo por imposible que se puedan sustentar españoles en esta tierra sin vicio de indios; y
como este sea moderado y con paga, pues no hay Otro remedio, parece que se debería permitir, porque
unos españoles no solo no sirven, sino es con excesivo salario, y no para poner las manos en labor del
campo, sino para regir las haciendas".
Por lo que al Perú se refiere, el testimonio de fray Domingo de Santo Tomás demuestra que era allá lo
mismo; "porque hay muy gran cantidad de gente baldía con la que había y ha venido y viene cada día, y
todos acá son caballeros y se tratan como tales; y, cuanto más nuevos, más pretenden".
El obispo del Tucumán, don Manuel Abad Illana, enviaba desde Córdoba minuciosa relación a la Corte
el 24 de agosto de 1768, con especial referencia a la gente nueva.
Se habría de "introducir en estas partes el loable estilo que los hombres trabajen como hijos de Adán
para ganar el pan con el sudor de su rostro". Pero "trabajar con las manos es descrédito en los señores
españoles", observaba el Obispo
Culpables principales de los desafueros atribuidos a los españoles en el trato de los aborígenes, según se
verá más adelante, fueron estos hombres codiciosos, llegados de España con el único empeño de medrar
y rellenar talegos a costa ajena.
4. Los criollos
Era la gente nacida en Indias de padres españoles. Mancebos hijos de la tierra, se llamaron en el Río
de la Plata allá por los años de la conquista.
Los defendió Solórzano en su Política indiana, pues "no se puede dudar que sean verdaderos españoles,
y como tales hayan de gozar sus derechos, honras y privilegios.
Se extremaron en publicar estos dislates algunos religiosos llegados de España, con intento de
"excluirles por ello del todo de las prelacías y cargos honrosos de sus Órdenes o que se han de proveer
por alternativa, en virtud de ciertos breves que han impetrado".
Refiriéndose a Méjico fray Jerónimo de Mendieta en 1562 los excluía de la clerecía y de la vida
religiosa.
De la misma opinión, en lo tocante a Chile, fue el obispo de Santiago fray Diego de Medellín. En carta
una Felipe II, afirmaba que "los más Indigno.-, que yo en esta tierra hallo para ser sacerdotes son los
criollos, hijos de vecinos, porque se crían viciosamente, y son muy mal inclinados, y no hay que fiar
de ellos."
Las observaciones de Solórzano pintan el antagonismo existente entre españoles y criollos, antagonismo
que provocó incidentes desagradables aun intramuros de los claustros. Y es justo admitir con el frondoso
autor de la Política indiana que "no sólo no deben ser excluidos los criollos de las prelacias regulares y
seculares, oficios y dignidades, como algunos pretenden, sino en igualdad de méritos han de ser
preferidos a los de España", pues llevaban a estos de ventaja la mejor adaptación al ambiente local, el
más perfecto conocimiento de hombres y cosas y el dominio de la lengua indiana.
En las provincias del Tucumán y Río de la Plata dos criollos rigieron sus destinos: el franciscano fray
Fernando de Trejo y Sanabria, obispo de la primera de ambas provincias entre los años de 1597 y 1614,
y su hermanastro el gran Hernandarias de Saavedra, gobernador cuatro veces del Río de la Plata y
Paraguay.
Capítulo Segundo
Las Encomiendas
Los pobladores (conquistadores), necesitaran ayuda para la construcción de las casas, cultivos de
campos, guarda ganado, etc.
Por esto y como premio de sus conquistas se les encomendaron los indios por tiempo limitado para
provecho particular, con el formar compromiso de otorgarles amparo y protección y de proveer su
instrucción religiosa y espiritual.
1. Institución
2. El servicio personal
Capítulo Tercero
EL TRABAJO OBLIGATORIO
1. El trabajo ordinario
El padre José de Acosta presenta como principio incuestionable, "que no es justo condenar el uso que
tienen y guardan todas las ciudades de diputar para ellas indios en la cantidad necesaria, y hacerles
fuerza, si no quieren obedecer, con tal que se les dé salario conveniente, y se haga con el menor
dispendio de la salud y hacienda de los indios, observando sus turnos o mitas con igualdad entre todos".
Según precedente instrucción expedida al gobernador frey Nicolás de Ovando, "los indios vecinos y
moradores de la isla Española" debían ser "libres y no sujetos a servidumbre". Mas, como quiera que por
"la mucha libertad que los dichos indios tienen, huyen e se apartan de la conversión y comunicación de
los cristianos, por manera que, aun queriéndoles pagar sus jornales, no quieren trabajar, e andan
vagabundos, ni menos los pueden haber para los doctrinar a que se convierten a nuestra santa fe
católica", decide la Reina dar normas precisas de buena sociedad.
Mandábale primero al Gobernador que "en adelante compeláis y apremiéis a los dichos indios que
traten y conversen con los de la dicha isla y trabajen en sus beneficios", así en las minas como en las
granjerías y mantenimientos. Pero había de ser trabajo remunerado: "deberán pagar a cada uno, el día
que trabajare, el jornal y mantenimiento que según la calidad de la tierra, y de la persona, y del oficio.
Todo, "como personas libres, como lo son, y no como siervos".
Precisamente un siglo después Felipe III razonaba Igual.
Como los indios "de su natural condición rehúsan el trabajo y son inclinados a holgar", y como por otra
parte se prohibían los servicios personales, fue menester regular el trabajo de ellos, porque seguir
holgando "sería su destrucción y no poderse y a sus mujeres, y a sus hijos, ni conservar la tierra sin el
trabajo, servicio e industria" de los mismos indios. Por lo que ordenaba Su Majestad que fuesen
"competidos a ello en la forma, cómo y por los más suaves medios que os pareciere y proveyéredes".
La ley, por lo demás, era para todos igual, pues de la misma forma podían "ser compelidos los españoles
de condición servil y ociosos que hubiere, y los mestizos, negros, mulatos y zambaigos libres, para que
todos trabajen y se ocupen en el servicio de la república por sus jornales, y estos sean acomodados y
justos.
Se tenían por tales, según el título XIII del Libro VI de la Recopilación, las "chacras, viñas, olivares,
obrajes, ingenios, perlas, tambos, recuas, carreterías, casas, ganados y bogas".
En todos ellos los indios eran importantes para la conservación de aquellos Reinos y provincias, y en
que todos están obligados; y considerando que si les quedase libertad, rehusarían el trabajo y beneficio
de estos ministerios, por su natural inclinación a vida ociosa y descansada", tuvo por bien Su Majestad
"de hacer esta obligación más justificada y tolerable, de manera que no vivan oprimidos con nota y
ocupación de esclavos".
El jornal que ganaban los indios debía pagárseles "en propia mano cada día o semana a voluntad" de
ellos. En especial, "los indios de los tambos" no debían dar a los pasajeros cosa alguna " si no les
pagaren su justo precio y valor". Todo esto para que nadie fuera osado de explotar al aborigen en estos
más costosos trabajos.
Tampoco podían las justicias "condenar, ni condenen a servicios en obrajes ni ingenios por pena de
ningún delito; y a los que estuvieren en ellos en esta u otra cualquiera forma saquen y pongan en
libertad, conmutándoles la pena en otra arbitraria".
Menos aún podía obligarse a las mujeres "a ningún trabajo", ni permitirse a los indios ocuparse en
beneficio del añil, "aunque sean voluntarios", por ser "trabajo dañosísimo para ellos. Completaba al fin
raciocinando:
"Porque deseamos el bien y conservación de los indios más que el aprovechamiento que puede resultar
de su trabajo, mayormente donde interviene manifiesto peligro y riesgo de sus vidas."
Pero podían ir los indios "de su voluntad con quien y a las estancias y heredades que quisieren, con la
limitación del tiempo, moderación de trabajo, justificación de jornales y certificación de la paga en
sus manos".
Lo que, de todos modos, intentaba Felipe III era ahuyentar la holganza y la truhanería de la turbamulta
ociosa:
El corregidor o alcalde de cada pueblo hará "que los indios que tuvieren fuerzas y edad para el trabajo
salgan cada día a las plazas, para que allí los concierten.
En 1599, el virrey del Perú don Luis de Velasco presento el aspecto positivo que el laboreo de metales
traía aparejado:
"Supónese para esto, por notoria, la necesidad que hay de que las minas se labren, y la que está Su
Majestad, de que nos consta ser muy grande, y que, de todos su Reinos, en sólo los de las Indias tiene
socorro la Hacienda para defensa de la cristiandad, y que esta sale de las minas."
Dado que sin los indios no se podían "labrar ni beneficiar los metales de que se saca la plata", cesando o
disminuyendo el trabajo, "irreparable sería el daño que los enemigos de nuestra santa fe podrán hacer en
los Reinos de Su Majestad y ultramarinos".
Entre las diversas opiniones los jesuitas invocaban el parecer de "hombres graves y doctos, así en este
Reino como en España", para calificar de " ilícito e injusto" tan aniquilador trabajo. Que si algunos "han
dicho que se puede permitir, ha sido con tales limitaciones y condiciones muy dificultosa de guardar en
la práctica", equivalía a una reprobación.
Tal era el caso nada menos que del docto jesuita padre José de
Acosta, el cual en su conocida obra De procuranda indorum salute, después de exponer los horrores
de las minas y las condiciones para beneficiarlas lícitamente con el trabajo obligatorio de los indios
concluía: "Si los nuestros observan cómo es razón estas condiciones de la ley, tal como han sido ideadas
por varones doctos, nos parecen que se deben tolerar, a fin de que no suceda que, acabándose el
comercio, se abandone también el trabajo de la predicación del Evangelio; pero si las descuidan y
tratan a los indios como esclavos, vean ellos la cuenta que habrán de dar a Dios, que es Padre de los
pobres y Juez de los huérfanos".
Con lo que concluían los jesuitas en el parecer dado al virrey Velasco: "Y pues es cierto que estas
condiciones no se guardan por la mucha codicia de los ministros, siguése claramente que el padre Acosta
no da por lícito compeler indios para las minas."
Sin embargo de estas consideraciones, prevaleció el criterio opuesto; sobre todo, después que Solórzano
a mediados del siglo XVII tuvo por "justo y lícito dar [a las minas] indios de mita para labrarlas y
beneficiar los metales que de ellas se sacan, y obligarles aunque ellos no quieran a este servicio", con las
condiciones que lo hacían más llevadero.
Estas condiciones fueron obra principalmente de Felipe III, promulgadas entre los años de 1601 y 1609.
Lo cual se ejecutaría "proporcionando el trabajo como sea y repartiéndolo con igualdad entre
todos, de forma que no sean, siempre unos mismos las que anduvieren ocupados en sacar el metal".
Y ordenaba que "en la libertad, buen tratamiento y paga de los indios que trabajaren en minas, y
beneficio de azogue, se guarde lo mismo que en todo lo demás."
Había que pagarles "muy competentes jornales, conforme al trabajo y ocupación los sábados por la tarde
en mano propia, para que huelguen y descansen el domingo o cada día, como ellos quisieren", y tener
los ministros "muy particular cuidado de su salud y buen tratamiento en lo espiritual y temporal, y los
enfermos ser muy bien curados".
Todo lo hasta aquí expuesto y lo mucho que en archivos y colecciones se guarda, llevan a reconocer el
criterio por todos conceptos paternal de las autoridades metropolitanas, en aquellos llaman "Del
descubrimiento y la conquista".
Católicos por convicción los reyes de España y señores de las Indias, tomaron partido siempre por el
aborigen. El que la mala fe o la mísera condición de la gente de acá frustrasen en muchos casos la acción
persistente de la Metrópoli, en nada minora la actitud de esta, beneficiante y longánima a todo ruedo. Lo
cual constituye sin disputa el mejor título para la España de entonces.
Capítulo Cuarto
La leyenda negra antiespañola
El poder español del imperio católico genero odio y envidia. La leyenda negra era considerada
anticatólica y antiespañola.
La leyenda negra son acusaciones entre el siglo XVI y XVII bajo el reinado de Felipe II, con el fin de
erradicar el protestantismo de las tierras. Otro fin de esta leyenda era atacar la inquisición de España y a
Felipe II.
Fue escrita por dos españoles:
1. Fray Bartolomé de las Casas
2. Antonio Pérez (Antiguo secretario de Felipe II)
Todo esto se sitúa en el siglo XVII.
De todas las cosas que han sido dichas y destruidas, y luego de despoblar provincias y reinos con
matanzas tanto de España como de nativos americanos, no hay ningún escrito o rastro que indique la
veracidad de la leyenda negra en el siglo XVI, por lo tanto, esto fue “solo una fantasía”.
Capítulo Quinto
Nace la acción protectora de los aborígenes en la Isla de Santo Domingo- Antillas; con y el SERMÓN,
de fray Montesinos. Luego seguido por fray Bartolomé de las Casas, organiza en sistema la nueva
corriente benéfica, fray Francisco de Vitoria el fundador del Derecho Internacional con la Escuela
Dominica de Salamanca.
De encomendero a dominico:
Bartolomé de Las Casas actualizó su primera conversión cuando ya sacerdote , dejó los indios de su
encomienda a manos del gobernador de Cuba , Diego de Velázquez y acompañado por Antonio de
Montesinos, se puso en Sevilla por setiembre de 1515 , con intento de enfatizar ante el Rey la causa de
los indios.
Entrevistó a Fernando V, falleciendo el 26 de enero de 1516. Logrando que el cardenal Cisneros,
Regente del Reino se interesara en dos memoriales, uno de agravios y el otro de los remedios que debían
de aplicarse.
Tramitaciones llevadas a cabo por los Padres Jerónimos enviada a las Antillas. Con ellas partió fray de
Las Casas el 11 de noviembre de1516, como dio poco resultado regresó a España en Mayo de 1517 ,
presento a Carlos V un proyecto de colonización agrícola contraria a la explotación del indígena,
consiguió que entre 1519 y 1522 una zona de tierra firme la que se denominó Expedición a Cumaná,
que fracaso al fin por pero siendo aceptado al ingreso en la Orden de los Dominicos y su profesión en
1523. Fue su segunda conversión seguida de diez años de estudio en el convento Puerto Plata.
El único modo como los pueblos pueden ser atraídos a la verdadera religión es el seguido por Cristo, a
saber la predicación del Evangelio por misioneros no escoltado por soldados, por misioneros
desarmados, enviados como corderos en medio de lobos .Este medio que a pesar de los riesgos que
entraña, es el único legítimo. La conquista guerrera no es método de Cristo sino de Mahoma#.
Se instaló en Guatemala 1535-1536 con los indios de Verapaz, para los que obtuvo el emperador Carlos
V no depender de los encomenderos sino directamente de la corona. Misión lograda por fray Bartolomé
que probó la bondad de su sistema.
Vuelto a España en 1539 para afianzar lo hecho ante la corona, Las Casas escribió en 1541 su Brevísima
relación de la destrucción de las Indias promulgó Carlos V en 1542 a favor del fraile las Chiapas a su
Obispado consagrado en Sevilla el 30 de marzo de 1544. Gobernó hasta 1545, se volvió a España en
1546 por la oposición de la feligresía a su apoyo dado a las Leyes Nuevas y la prohibición de absolver
en el confesionario a los encomenderos.
Pero fue para continuar Incontinenti la lucha, con miras a desautorizar la conquista. En relación a esto la
Junta de Valladolid convocada por Carlos V en 1550 y 1551 para investigar la legalidad de las guerras
de España en Indias defendidas por Juan Ginés de Sepúlveda. Las Casas nunca negó la soberanía de los
reyes sobre el Imperio indiano.
El dominio universal del Papa conforme a la doctrina solemne medieval. El Papa no recibió de Dios tal
dominio.
El descubrimiento y la ocupación. Sólo se da este derecho sobre las cosas abandonadas o de nadie. En
las Indias los naturales eran propietarios de sus tierras.
Las guerras de religión. No es lícito llevarlas a los indios para obligarlos a abrazar la fe.
La degradación de los paganos. No recibió el Papa jurisdicción ni menos la recibieron los príncipes
cristianos en su nombre para castigar crímenes de gente no cristiana.
La cesión de la soberanía por parte de los indios. Rechaza Vitoria este título por suponerlo en la práctica
desprovisto de las verdades, condiciones para su aceptación.
Una donación especial a Dios. Lo cual no se prueba que “exista”. Cataloga Vitoria los títulos legítimo
para intervenir España en las Indias.
1- La sociedad y la comunicación natural. Los españoles tienen derecho a recorrer territorios indios y
permanecer en ellos sin causar daños.
2- La propagación de la religión cristiana: los cristianos tienen derecho a predicar y anunciar el Evangelio
en las provincias de los bárbaros. Este derecho común y está permitido a todos, pudo, sin embargo, el
Papa encomendar esta misión a los españoles y prohibírselas a los demás. Si los indios se oponen es
lícito llevarles guerra.
3- Defensa de los indios convertidos: si algunos barbaros se convierten al Cristianismo y sus Príncipes
quieren por la fuerza o por miedo volverlos a la idolatría, los españoles por esta razón si no hay otra
forma, pueden hacer también la guerra hasta destituir a sus gobernantes.
4- Subrogación del Príncipe: si una buena parte de los barbaros se hubiera convertido a Cristo mientras
sean cristianos de verdad puede el Papa con causa justa, pídanlo ellos o no, darles un príncipe cristiano y
quitarles los otros príncipes infieles.
5- La tiranía de los gobernantes: en daño de los inocentes, como los que ordenan el sacrificio de hombres
inocentes, o la matanza de hombres libres de culpa con el fin de devorarlos.
6- La verdadera y libre elección: si los barbaros comprendiendo la prudente administración de los
españoles y su humanidad, libremente quisieran tanto los príncipes como los súbditos tener y recibir
como soberano al Rey, este podría ser y seria titulo legitimo aún de derecho natural.
7- En razón de aliados y amigos: a veces los mismos barbaros guerrean entre sí, y la parte que parecía
injusticia y tiene derecho a declarar la guerra puede llamar en su auxilio a los españoles, repartir con
ellos el motín de la victoria.
8- Relativa incapacidad: se trata de aquellos barbaros que aunque no sean del todo incapaces , los
retrasados mentales, que parecen no son idóneos para constituír, administrar una república legítima de
entre los límites humanos y políticos. Los reyes de España para utilidad de todos ellos….encargarse de
la administración y gobierno de aquellos barbaros nombrando ministros y administradores para sus
pueblos o nuevos príncipes.
Para Manuel Lucena, que profundizó estos asuntos, la verdadera duda imperial en aquel año de gracia,
1542, era cómo podrían evitarse en el futuro nuevos descubrimientos, conquistas avasalladoras y
colonizaciones que descansaran en la mano de obra indígena.
Luciano Pereña, Primer Simposio sobre la Ética de la conquista de América 1492-1573, reunido en
Salamanca en 1983, en el que se desarrolló el argumento Respuestas universitarias a la duda indiana.
Francisco de Vitoria nunca acusó al Emperador Carlos V ni cuestionó la legitimidad de la Conquista.
La legitimidad de la conquista de Indias, dice Vitoria, parece materia segura ya resuelta. Porque los
reyes de España ocupan aquellos territorios en pacífica posesión y de buena fe… Y porque eminentes
juristas y consejeros vienen juzgando positivamente el gobierno y administración de las Indias.
El jesuita José de Acosta 1576, llega a la misma conclusión que denunciaba la ocupación de las Indias,
calificando la del Perú, de violento despojo “ porque sin razón suficiente los españoles se habían
apoderado de aquellas partes de las Indias y habían sometido a los Incas con títulos dudosos. Aunque
después Acosta justificaba la permanencia de España en América por el título de prescripción y posesión
de buena fe por parte de la Corona.
Habría que revisar la explotación y esclavitud que habían sometido a los indios desde el principio del
Descubrimiento y restituir las tierras mal adquiridas.
Capítulo Sexto
La obra Cultural
Entre 1536 y 1810 hubo una contribución notoria al conocimiento de la obra cultural de España en
Indias, con la ayuda de la Iglesia sobre todo.
1. La Instrucción Primaria:
La primera realidad fue en España dio a sus provincias de ultramar todo lo que podía en materia de
instrucción primaria.
En estas escuelas se les enseñaba a leer y escribir a los hábiles la música.
Aprehendiendo juntamente el catecismo y oraciones.
Una época donde prolifero la educación y tanto fue así que en 1810 en Hispanoamericana hubo 33
universidades para 15.000.000 de habitantes.