La Oración y Sus Clases
La Oración y Sus Clases
La Oración y Sus Clases
Además, así como las palabras juntas componen una oración, habitualmente en
los textos las oraciones juntas componen un párrafo, que sería una unidad mucho mayor
de sentido, abarcando un número variable de enunciados.
Partes de la oración
Sustantivos. Son las palabras empleadas para nombrar el mundo, ya que poseen
sustancia (de allí su nombre). Pueden ser propios (o sea, nombres, como “Juan” o
“Francia”) o comunes (términos más generales, como “muchacho” o “piedra”).
Adjetivos. Palabras que acompañan a los sustantivos y nos indican algunos de sus
rasgos de sentido, ampliando o acotando su significado. Pueden ser adjetivos que
aportan un sentido específico (calificativos), como “feo” o “azul”; o un sentido de
pertenencia (posesivos), como “suyo” o “nuestra”; o que expresen una relación
(relacionales), como “internacional” o “político”; o que simplemente aclaren a quién
nos referimos (demostrativo), como “ese” o “aquella”, entre otros.
Artículos. Otro tipo de acompañantes del sustantivo, que también nos aclaran
información respecto a él, pero en términos mucho más simples y de importancia
gramatical: género, número y determinación. Así, los artículos en español son nueve:
Verbos. Palabras que expresan y describen las acciones, y que siempre van conjugados
en las oraciones, o sea, van en concordancia de persona y número con el sujeto.
Además, expresan un tiempo y un modo en que ocurre la acción, de manera tal que
sepamos por su estructura de qué exactamente estamos hablando. Son ejemplos de
verbo “hablar”, “caminaría”, “nadaremos”, “asumirá” o “fuese”.
Sujeto y predicado
El sujeto. Aquella entidad sobre la cual recae la acción o bien que la ejecuta, y que
suele hallarse preguntando al verbo “¿quién?” o “¿qué?”. Debe tener un núcleo, esto es,
la palabra sobre la cual recae la mayor carga de sentido, y que será un sustantivo o un
pronombre que ocupa su lugar. Por ejemplo, en la oración “El pobre Juan siembra
porotos en la huerta”, nuestro sujeto será “El pobre Juan” (y el núcleo será “Juan”).
El predicado. Una vez hallado el sujeto, el resto de la oración será predicado. Esto es,
la acción descrita y todos sus acompañamientos contextuales o gramaticales.
Igualmente, el predicado debe tener un núcleo, que en este caso será el verbo principal
de la oración. Por ejemplo, en la oración “El pobre Juan siembra porotos en la huerta”,
el predicado será “siembra porotos en la huerta” (y el núcleo será “siembra”).
Además, las oraciones de estructura más compleja como “¿Qué se ha hecho Laura en el
cabello?” van en contra de este orden exacto, ya que el sujeto está inmerso en
información del predicado.
No deben confundirse las oraciones y las frases. Las primeras poseen un verbo y
denotan una acción completa, articulada, mientras que las frases son expresiones mucho
más simples, a menudo incompletas, cuyo valor depende más del contexto que de lo que
dicen en sí mismas.
Así, “Pedro va a llegar tarde hoy” es una oración, dotada de sujeto y verbo reconocibles,
y que en sí misma es una unidad cerrada de información. No importa si no sabemos
quién es Pedro o adónde va a llegar tarde, o cuándo sea ese “hoy”. Sabemos
perfectamente a qué se refiere. No ocurre lo mismo con las frases “¡Buenos días!” o
“Por favor” que dependen enteramente de su contexto para significar algo.
Tipos de oraciones
Oraciones simples. Aquellas que poseen un solo verbo principal que hace de núcleo del
predicado. Por ejemplo: “Martín adora el fútbol”.
Oraciones compuestas. Aquellas que integran dos o más oraciones simples en una sola,
a través de nexos y partículas que hacen de puente. Dependiendo de cómo se integren
las oraciones, podemos hablar de:
Oraciones unimembres. Son las que están compuestas de una única parte sintáctica, y
no pueden dividirse en sujeto y predicado. Por ejemplo: “Está lloviendo”.
Oraciones bimembres. En cambio, son aquellas que poseen dos partes claramente
diferenciables, que son el sujeto y el predicado. Por ejemplo: “Tu padre dice que está
lloviendo”.
Según la intención de quien enuncia las oraciones. O sea, según lo que se propone
con ellas, podemos clasificarlas en diferentes tipos:
Según la voz del verbo. Podemos distinguir las oraciones pasivas de las activas:
Oraciones de voz activa. En las que la acción del sujeto es referida directamente.
Por ejemplo: “Pedro tiró la carnada al río”.
Oraciones de voz pasiva. En las que la acción del sujeto se refiere desde el punto de
vista del predicado. Por ejemplo: “La carnada fue tirada al río por Pedro”.