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La Ilustración Ibérica (Barcelona. 1883) - 3-3-1883

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Año I B a r c e l o n a 3 de M a r z o de 1883 Núm.

SEMANARIO CIENTÍFICO. LITERARIO Y ARTÍSTICO


P R E C I O S D E S U S C R I C I O N : E s p a ñ a y P o r t u g a l : un a ñ o , pesetas 7'50. — E x t r a n j e r o ;
lili a ñ o , pesetas 1 2 ' 5 0 . — C u b a y P u e r t o - R i c o , un a ñ o 3 pesos o r o . — P r e c i o d e l n ú m e r o
c o r r i e n t e ; pesetas 0 ' 1 5 . — P r e c i o d e l n ú m e r o a t r a s a d o ; pesetas 0'25.—Ea América, fuera
de las Antillas españolas, fijan los precios l o s s r e s . corresponsales.
COLA.BOIí.-A.IDOKES=
Biedma (dona ratrociiiio de). —.Mendoza de Vives (doña Mana).—Opisso (doña Antonia). —l'¿ado Bazau (doña Emilia).—Alas (don Leopoldo).—Blanco Asen.io
(don R i c a r d o ) . — a i a s c o ( d o n Eduardo).—Braga (don Teotllo de).—Campoamor (don R a m ó n de).—Cánovas del Castillo (don Antonio).—Castelar (don
Kmiliu).—Castillo (don Rafael).—Echegaray (don José).—Escudé (don Manuel).—Frontaura (don Carlos).—Gener (don Porapeyo).—Gómez Leal (don
Antonio Duarte).—González Serrano (don Urbano).—Jara (don Eugenio R.)—Lasarte (don Manuel).—Lustonó (don Eduardo).—Mané (don Juan).—
Marti y Folguera (don José). —Mas (don Adolfo).-Miquel y Badia (don Francisco).—Morayta (don Miguel).—Nuñez d e Arce (don Gaspar).—Opisso (don
Alfredo).—Palacio Valdes (don Armando).—Palacio (don E d u a r d o de).—Palacio (don Manuel del).—Palau (don Melchor de).—Pérez Aziiaridon J u a n ) .
— Pérez Cossio (don Leandro).—Pérez Galdos (don Benito).—Pí y Margall (d)n F r a n c i s c o j . - S á n c h e z Pérez (don Autouio).—Sanpere y Miquel (don
Salvador).—Serrate (don José María) — ü g u e t (don J u a u Justo).—Zorrilla (don José), y o t r o s .

E L MONO SABIO Y SU AMO


LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

sición dista muchísimo, sin embargo, de ser envidiable.


TEXTO.—La Semana, por E. BldiSCO.— Moros ;/ crü-^tianos. por .1. Marti Fol-
g ü e r a . — Los amoríos de Jimna^ fcontiauaciou) p o r R . de Campoamor.—
Nuestros grabados.—Sobre la tforia moderna del calor, (coutinuaciOD) por
J . EchegíLTuy.—ROCÍOj (continuación) por E . áe Lustonó. —Grandezas Tampoco lo es mas, aunque por distintas causas, la si-
que pasan, (conclusión) por P . de B i e d m a . tuación de los principales personajes del imperio alemán.
GRABADOS.—El mono sabio y su amo.—Bajólos árboles. — ;.Vo todo se ha de El ilustre príncipe Federico Carlos, ha muerto; la empera-
saber/—Xepluno y Ánfitrite. —Marta Teresa, grabado suelto de regalo. triz está desahuciada; Bismarck enfermo... Con este motivo
asegura un periódico de Berlín, que el porvenir se halla
en manos de los médicos. Si el pronóstico se confirma, ya
estamos frescos.
LA S E M A N A
Por supuesto que. para fresco, ninguno como un padre
que antes de lanzar al mundo á su hijo, le aconsejaba de
K ha realizado un progreso trascendental y evidente. esta suerte:
La mano negra que hasta la fecha había servido sola- —Sobre todo, huye de las relaciones amorosas, pues todas
ir^^ mente para asustar á los niños, de hoy en adelante las amistades de esta clase, encierran grandes peligros.
infundirá terror en las personas mayores: no habrá pro-
pietario, capitalista, industrial, hurgues, en fin, nadie que —¿Todas?—preguntó el adolescente alarmado.
posea más de dos céntimos de peseta, como producto de su —Te diré; cuando la mujer es de gran hermosura, las
honrado trabajo, de su actividad, de su fortuna ó de su relaciones son menos temibles . porque duran poco y
inteligencia, que no se estremezca al pensar en la terrible siempre se encuentra un amigo que nos libre de ellas.
asociación andaluza. EoijAnno BLASCO.
Mientras que los tribunales de justicia aclaran varios
puntos todavía oscuros, respecto á la sociedad secreta que
constituye actualmente el tema de las conversaciones de
casi todos ]os españoles, me permitiré indicar que, á mi
juicio, los afiliados no supieron poner nombre adecuado
á aquella; en vez de La mano negra, debieron titularla: MOROS Y CRISTIANOS
£1 estómago vacio.

La procesión es solemne. Por las anchas calles cubier-


tas de flores, entre apiñada muchedumbre, que se agita
Otro vacio: el cerebro de los que creen que con la cons- como las olas del mar, atraviesa la gran procesión, que
titución del gabinete Ferry y con las medidas por éste camina lentamente, muy lentamente, para que la lentitud
adoptadas contra los príncipes, para no sufrir una derrota le imprima mayor majestad.
en la Cámara al primer día, está conjurado el conflicto. La La Iglesia católica celebra una de sus festividades; las
excitación de las pasiones, cuando alcanza proporciones oraciones cantadas por armoniosas voces se elevan entre
tales que traspasa los límites de la justicia, no se calma tan nubes de incienso, y así son mejor recibidas por el Ser
fácilmente; en estos casos, una concesión produce el mismo Todopoderoso.
efecto que un plato de aceitunas ó de pepinillos en vinagre De los balcones y de las ventanas cuelgan tapices y cor-
en un hambriento: excita más el apetito en vez de cal- tinajes de seda; las hermosas damas y las esbeltas donce-
marlo. llas se apoyan suavemente sobre cortinajes y tapices y
Así debió comprenderlo uno de los más importantes contemplan sonrientes el paso de la solemne procesión.
miembros de la Cámara á quien se le ofrecía un ministe- No importa que de vez en cuando doncellas y damas con-
rio y que lo rehusaba enérgicamente. templen también á tal ó á cual caballero y le sonrían con
—¿Pero por qué te empeñas en no aceptar una carteraV— más gusto que á las imágenes de los santos.
le decía un amigo. ¡Qué profusión de luces! ¡Qué variedad de trajes! Las
— Porque ahora los valores en cartera son los más des- doradas cruces de las parroquias, las músicas militares,
preciados. los niños de las casas de beneficencia, las representacio-
nes de los antiguos gremios, los monaguillos con la túnica
encarnada y el blanquísimo sobrepelliz, los vistosos pen-
En compensación, nojusta sino injustísima, los que des- dones y-los ricos estandartes, los personajes con sus in-
empeñan las carteras suelen apreciar muy poco los inte- signias sobre el pecho, los sacerdotes con sus vestiduras
reses que más caros debieran serles y fijarse menos en las recamadas de plata y oro... todo ese brillante conjunto
cuestiones de mayor entidad. Me ha sugerido esta refle- avanza armoniosamente, entre el asombro y el placer de
xión la lectura de varios y muy sensatos periódicos por- la muchedumbre.
tugueses, entre ellos el Jornal do Commercio, que se la- Las campanas, volteadas por robustas manos, lanzan
mentan de las dificultades que halla la conclusión del sonoros acordes y unen su gozo al gozo general.
tratado comercial hispano-portugues. Todo es lujo y esplendidez, todo es elegancia y perfume
Parece que nosotros, mejor dicho, que ellos, tan dispues- y luz y cánticos. Una atmósfera de muelle sensualidad in-
tos á ultimar el ruinoso tratado con Francia, nos mostra- vade los espacios y los corazones. Y la procesión avanza,
mos para con Portugal llenos de exigencias. Verdad es avanza lentamente, presidida por las autoridades, que
que esto es anti-político y poco beneficioso y que aquello visten traje de gala, y seguida por bulliciosa multitud,
resulta perjudicial para el país; pero aquí ya hace tiempo más apiñada todavía que la que se extiende á ambos lados
que somos tan lógicos como el individuo á quien su mismo de la procesión.
hermano reprendía, diciendo:
—Pero hombre, tú que tienes una mujer honrada, vir- Y entretanto, en aquel mismo instante precisamente,
tuosa, hermosísima, ¿por (¡ué la engañas? atraviesa por los desiertos arenales del África otra mu-
—Pues... por eso mismo,—respondió el interpelado. chedumbre, otra procesión muy distinta de la que atravie-
y se quedó tan tranquilo. sa por las calles y las plazas de la gran ciudad europea. La
del África, es una caravana de árabes, que sin lujo, sin
ostentación, padeciendo hambre y sed, fatigándose, soste-
niendo batallas con los elementos y con las fieras, viendo
No debe estarlo mucho ni tenerlas todas consigo el czar que las enfermedades diezman sus filas, se dirige hacia la
de todas las Rusias, pues su coronación, tantas veces ciudad santa, hacia la Meca, á saludar los restos de Ma—
anunciada, otras tantas ha recibido aplazamientos y por homa.
fin, no se sabe cuándo se verificará. Los nihilistas, como
el perro del hortelano, ni hacen, ni dejan hacer; ni son ca- ¡Oh sentimiento religioso! ¿En cuál de las dos procesio-
paces de llevar á cabo una revolución, ni permiten disfru- nes te encuentras?
tar paz y sosiego al país y al emperador, cuya elevada po- JOSÉ MARTÍ FOLGUERA.
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

Es raro en un candor tan verdadero


LOS A M O R Í O S DE J U A N A que amase una semana
al sargento «Metralla», un gran guerrero,
que era ¡jrimo tercero
IV
de una prima trigésima de Juana;
Pero como era en Juana y un hombre tan ardiente y tan bizarro,
la castidad más fiera que en Diana, de quien su prima, que le amó, decía
cuando á aquel capitán, de su alma dueño, que, al mirarla, parece que quería
le vio casado, se acabó su sueño. encender en sus ojos el cigarro.
Y aunque Juana al principio se acongoja ¿Decís que amar á este hombre es gran locura?
porque á su amor sincero
le prueba que es un monstruo verdadero Lo será con certeza;
una rubia, muy rubia, casi roja, pero el mal del amor no tiene cura
que le sirvió de negro un año entero, cuando es por desventura
ella, ya indiferente, más grande el corazón que la cabeza:
hoy le ve acompañar galantemente y cuando un cuerpo lleva
á una mujer muy fea y á otra hermosa; un alma como un horno acalorada,
y como es natural y muy frecuente. cualquier cosa, una voz, una mirada,
es la serpiente tentadora de Eva.
Así es que fué querido
por la prima de Juana el tal sargento,
porque un día, atrevido,

la hermosa es su mujer, la otra su esposa.


V vistió de falda corta un pensamiento.
se fué hacia ella, se acercó á su oído,
Mas no lloréis, lectores, y en frases más fosfóricas que bellas,
por un alma excelente
á quien constantemente aunque sólo de nombre,
la consuela el amor de sus amores, le regaló la luna y las estrellas.
pues tengo la certeza ¡No engaña á las mujeres ningún hombre:
de que le hará soñar otra grandeza por regla general se engañan ellas!
esa malaventura que la trajo VII
á amar á un capitán mala cabeza.
¡La gran naturaleza El sargento Metralla,
va, siguiendo en secreto su trabajo, que llamaba á la tropa
y después que nos mueve, ella nos guía la «gente de mi ropa»,
al fin de nuestro fin por el atajo y á las gentes civiles la «canalla»,
con la fuerza brutal de su inocencia!... era un matón de audacia tan fingida,
¡Oh madre universal de la existencia: que siempre en el fragor de la batalla
tu ley es la inmortal sabiduría! procuró, inás que herir, no ser herido;
y buscando socorro,
VI mientras gritaba «¡á ellos!» en la huida,
como el gran Napoleón, pasó su vida
Diré, por fin, para abreviar mi cuento, haciéndose el león, siendo un gran zorro.
que bajando de un golpe muchos grados Pero ella, c|ue, en la edad de la hermosurd).
en la escala social de la grandeza, aspirando á un amor que nunca alcanza,
Juana quiso á un sargento metida en una nube de esperanza,
de los más afamados, cuanto hace y dice es poesía pura,
que cuando grita «¡firmes!» con firmeza,* exaltado su amor probablemente
por los informes de su prima, Juana
sólo pudo querer á aquel valiente
de prisa y de memoria una semana,
porque el pobre sargento,
con esta precisión con que lo cuento,
de pendiente en pendiente,
ganó rápidamente
los cuatro grados que á la letra copio:
ascendió á subteniente,
subió desde el Jerez al aguardiente,
de éste al alcohol y del alcohol al opio.
(Se continuará). RAMÓN DE CAMPOAMOR.

clava un metro en el suelo á los soldados.


"3-e--
BAJO LOS ÁRBOLES
Rególo á los Sres. suscritores á LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

MARÍA TERESA, EMPERATRIZ DE AUSTRIA


¡NO TODO SE HA DE SABER!
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

sión, alegando derechos á diversos estados de aquel imperio. Ocho años duró
NUESTROS GRABADOS la guerra contra María Teresa, poniéndose á favor de la esforzada empera-
triz Inglaterra, Holanda, Saboya y Rusia, y declarándose en contra Francia,
España, Baviera, N'ápoles y Prusia.
El gran Federico fué el primero eu romper las hostilidades, y siendo la
EL MONO HABIU V SU AMO, campaña desfavorable á María Teresa, fué proclamado emperador el elector
de Baviera con el nombre de Carlos VII. obligada á abandonar a Viena, re-
Maravilla de los chiquillos, embeleso de los más talluditos, regocijo de fugióse en Hungría, interesando a los nobles magiares y alcanzando, gracia.s
los viejos y simplemente uwnu xahio para la gente de peso y juicio, recorre el á ellos, el triunfo sobre el pretendiente. «Moriamur pro rege nostro Mario, The-
animalito pueblos o granjas en compañía de su dueño para ayudarle á éste reaa: muramos por nuestro rey María Teresa,<• fué la divisa de los valientes
a ganarse la miserable vida. Preciso es confesar que el gracioso artista es húngaros, y así lo hicierou hasta restablecer en sus derechos á la perseguida
admirablemente inteligente, hábil y chistoso, hasta el punto de que, á tener soberana.
que escoger entre él y el maestro de escuela, que con tanto desden los mira, Con todo, donde mas interesaute se muestra el carácter de Maria Teresa es
cualquiera se quedarla con él. Porque ino es una prueba de real valer tocar en su vida íntima, revelada por la correspondencia que se está dando preci-
el violin como lo toca el mono, llevar arrastrando el sable del modo que él lo samente á luz en la actualidad y que es en verdad enorme. El duque de Bro-
lleva, saludar como saluda, mirar por encima de las antiparras con la serie- glie ha trazado de la emperatriz un magistral retrato en el que la representa
dad con que el lo hace, y guardar el equilibrio con la destreza que lo guar- como mujer hermosísima, enamorada de un príncipe discreto y oscuro, que
da? (Cuántos hombres serian capaces de mostrarse tan inteligentes y doctosí eligió por esposo entre cien poderosos pretendientes, Carlos de Lorena; entre-
Por eso los niños, jueces imparciales, le manifiestan tanta simpatía, y por gada por completo á los afectos de la familia, bondadosa, casera, retirada y
eso le desprecia el consumidor, que no se digna Ajarse en él, prefiriendo apu- sencilla, siendo su corte un modelo de costumbres puras y casi patriarcales,
rar el vaso. Respecto al/'/(¿jrc.surit). conocedor de cuanto vale el artista de asi como su unión con Carlos de Lorena uireterno idilio de puro amor.
cuatro manos que comparte con él las penas y las glorias, cumple concien- María Antonieta heredó de ella la hermosura, sin heredar en cambio su
zudamente con su deber de gaitero, no pudiendo empero disimular su satis- genio político y su entereza. Muchos eran los consejos que sin cesar le envia-
facción al reparar que uno de los espectadores se apresta á entregarle una ba desde Viena María Teresa, que no podía esperar ciertamente al cerrar la
buena recompensa; cuando menos, dos cuartitos... muerte sus ojos que debiese perecer eu un cadalso la hija querida de su cora-
zón: pero la brillante reina de I''raucia necesitaba mas que cartas, la presen-
II k.Uí I.OS ÁUltOI.KS, cia de su madre. La grande emperatriz, sin miedo y sin tacha, hubiera sa-
bido poner a raya a aquellos cuñados disolutos y difamadores y á aquel
La madre interrumpe su labor para contemplar como juguetean sus pe- pueblo manejado por unos cuantos energiímenos y una docena de siniestros
queñuelos. El nogal presta su sombra a aquella escena, que no ha de menester m.ijaderos.
mejor dosel para inspirar envidia a los sencillos corazones. ¡Cuan felices no
son, en efecto, esos humildes seres! Crecidos en el seno de la próvida natura-
leza, transcurren dicho.saniente para ellos los dfas de su existencia, sin pun-
zantes ambiciones ni amargos cuidados que vengan á alterar la placidez de
su vida. Kl trabajo retiene al padre en el campo durante las horas de sol, y
%%ll \.\ m m MOliERNA DEL CALOR
cuando llega el momento del descanso tras la ruda jornada encuentra en el GRANDES UNIDADF-S DEL MUNDO MATERIAL
hogar a su amante esposa y á los tiernos hijos, que le colman de caricias y
endulzan con sus gracias la fatiga del día. La jciven madre vigila incesante-,
mente a los chiquitines, y constante testigo de todas sus acciones y travesa- Antes iba toda la masa á la par y yo la veía ir; ahora o.'ici¡.( ó ribra en par-
ras, encuentra sin embargo nuevo y jamas visto todo cuanto hacen, y se lo ticular cada molécula con extraordinaria rapidez, pero describiendo curvas
refiere al esposo, que no calie en si de admiración y orgullo, tan pequeñas que no las percibo; y como el movimiento es de oscilación
Al igual que sus padres serán los hoy infantiles personajes, y al recordar alrededor de una posición media de equilibrio, y como ademas la forma ex-
los días de su niñez sentirán lo que sentimos todos: que nunca es más dichosa terior y aparente de los cuerpos no cambia, creo que es un nuevo fenómeno, y
la vida que en aquella edad temprana, aurora siempre sonrosada de uua l9 doy nuevo nombre. La ciencia me dice, sin embargo, que el movimiento
vida quizas sombría. total equivale á la suma de los movimientos parciales de los átomos, porque
en el fondo eterno é invariable de las cosas, la cantidad no cambia.
¡No TODO SK HA llK SAllEIi! VIII. Hemos visto cómo la fuerza y el movimiento se trasforma en movi-
mientos especiales, á los que se da el nombre de calórico: veamos ahora cómo
Terrible cosa es verse expuesto á una indiscreción, tratándose de cosas recíprocamente el calor se trasforma en fuerza y en movimiento.
El carbón de piedra arde eu el hogar de una locomotora : una enorme
graves y formales, como la que ocupa sin duda a uuestra escribldnra. La chi-
masa desaparece en pocas horas.
ca se hallaba bastante necesitada de un colaborador que la auxiliase en sus
i Dónde está esa materia!
comienzos epistolares, y con tal objeto fué a implorar el apoyo de una ilus-
trada señorita, poetisa y futura licenciada en ciencias, para que la dictase ¡Qué se hizo de la inmensa cantidad de calórico que desarrolló !
La materia queda, aunque bajo otra forma, y esparcida en la atmósfera,
un importante documento, del cual nada tenia que saber el novio. La seño-
idéntica á sí misma, sin que un solo átomo se haya anulado.
rita accedió de buena gana, llevándose de paso el Manual de carias aniatorias,.
El calórico, es decir, el inovimiento vibratorio é interno de la masa quesobre
y hete aquí que á las pocas lineas asoma por la ventana intempestivamente la rejilla del hogar brillaba hecha ascua, ha cambiado de forma y de movi-
la mitad del cuerpo del bien amado, curioso por demás. La que tan oculto miento Molecular ha pasado á movimiento lolal: el calor del carbón de piedra
trata su atrevido propósito no podía consentir ciertamente en dejarlo adivi- ha desaparecido, pero en cambio el tren vuela sobre los carriles. Este hecho
nar tan de repente, y volviéndose al imporluno galán, le manifiesta clara y es aquel heclm bajo otra forma. Y en efecto, si en cualquier instante queremos
categtíiúcaniente que no está bien que lo sepa todo y que aquello no es para cerrar el circulo del feuómeno, nada más fácil.
ser tan fácilmente revelado. El tren vuela a razón de 40, de 50, de SO kilómetros por hora: de repente se
Mucho tememos, sin embargo, que haya adivinado ya el mozo lo que sig- oprimen los frenos, humo y chispas saltan de las ruedas, la fuerza viva pug-
nifica aquella misteriosa colaboración de la señorita y la aldeana: una feli- na aún, pero al fin el movimiento cesa: la fricción ha destruido pues la velo-
citación en verso con motivo de sus días, estreno de una serie de escrituras, cidad de avance.
no menos anti-caligráticas y ort..i.9rí(/;(i/'oias.. prólogo obligado de todo casa- i Dónde está la/'I«?I';ÍÍ rirn del tren? -
miento. En el freno y en las ruedas se halla, convertida en calórico.
Las moléculas de estas masas vibran rápidamente alrededor de sus posi-
N E P T Ü N O Y ANFirniTP:. ciones medias, y de este modo el movimiento totaf se ha individualizado en
las moléculas, ha penetrado en la masa, y dividiéndose indefinidamente ha
¡Quién, en presencia de esa vida exuberante, de ese estilo amplio y pode- llegado al átomo : el tren corría riiiíes, los átomos vibran ahora, y estas vibra-
roso, de esas opulentas desnudeces y de esa magnificencia de formas, no ciones, así como las olas del mar se esparcen y se pierden cada vez más
adivina al punto el pincel del gran maestro de Ambéres? El genio de Rubens débiles, pero más extensas en compensación, así se esparcen también en et
complacíase eu representar de preferencia cuanto diese ocasión á expresar la tren, en el suelo, en la atmósfera, eu el océano infinito de la materia.
vida, la gloria y el esplendor de la carne, convirtiendo el asunto en gigan- Resumamos esta serie de hechos.
tesca apoteosis de la belleza brutal y corpórea. Enamorado del color y de la Primero: calórico (movimiento vibratorio) en el hogar de la locomotora.
luz, brotaban de su mágica paleta a torrentes el movimiento y la energía Segundo: este calórico se convierte en movimiento: el tren marcha.
sensual, la alegría desenfrenada y el tumulto de los goces materiales y gro- Tercero: se oprimen los frenos, se detiene el tren, su movimiento se anu-
seros. De ello es buen ejemplo nuestro grabado. Las figuras de Venus y Po- la; pero una cantidad equivalente aparece en forma de calórico, y es aquel
seidon ostentan tan prepotente desarrollo; la belleza de sus cuerpos es tan que brillaba en las entrañas de la locomotora.
vigorosa y exubeiMnle, que aparecen triunfantes y gloriosos en medio de los El circulo queda, pues, cerrado.
tritones y nereidas y de los monstruosos animales que les circuyen. El pin- IX. Hé aquí tres grandes principios: el calórico, la fuerza, y el movi-
tor ha sabido armonizar la fiereza de los brutos con la soberbia musculatura miento, identificados, en un principio único, y trasformándose unos eu
de los dioses, transportando la mente á la más alta glorificación de la forma otros como evoluciones del gran todo.
humana. , i Y esto, — no nos cansaremos de repetirlo, — no son vanas hipótesis: jamas
teoría alguna ha recibido comprobaciones más terminantes.
MARÍA TERESA. Elijamos unidades de medida para estos tres efectos.
1.** Para el trabajo mecánico, el caballo de vapor ó el kilográmetro.
Esta grandiosa figura del siglo XVIII parece adquirir de cada día mayor ( Se llama hilográmetro el trabajo necesario para elevar un kilogramo á un
atractivo y simpatía, á medida que se va estudiando y conociendo mas su metro de altura, y el caballo de vapor es igual á TTi kilográmetros.)
carácter. Hija mayor del emperador Carlos VI, que no tuvo sucesión varo, JOSÉ ECHEGARAY.
nil, fué elevada al trono de Austria en virtud de una pragmática que abolia (Se continuará).
la ley sálica; pero al punto protestaron varios reyes contra la toma de pose- --S-B-
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

no tener también cartas que enseñar; así es que aprovechó


ROCÍO la primera ocasión que se la presentó de tener un novio,
y el elegido fué Mendoza. Le vio una noche que la llevó
HISTORIA SENCILLA su padre á casa de una señora, antigua amiga de la fami-
lia, cuyo santo celebraba con un modesto concierto. Un
par de miradas tiernas, algunas frases gastadas y un apre-
Mendoza se detuvo al ver la expresión de altivez ofendi- tón de manos, fueron suficientes para el cambio de sus co-
da de que se animaba el rostro de Rocío. razones. Rocío, especialmente, se abandonó á aquel amor
- ¡Basta!—dijo ésta.—¿Viene usted a ofrecerme una li- con toda la confianza de la inocencia, abdicando su volun-
mosna, caballero? tad entera en su amante, como verdadera enamorada, y sin
—¡Pero Roció!... preguntarse dónde la conduciría aquella pasión. Parecíala
— ¿O viene usted á pagarme mi deshonra como á una in- imposible que no la condujera al cielo. Mendoza veía las
fame ramera?... cosas de otro modo, y no daba más importancia á aquel
—Has comprendido mal mi intención. amor virgen que al de una mujer gastada. Su frivolidad
—Basta, caballero, repito; aun no me veo reducida á de hombre de mundo no le dejaba pensar en si sería ó no
mendigar, pero antes moriría de hambre que recibir un pe- un crimen arrebatar su honor á una pobre niña. A esta
dazo de pan de manos de usted. Si ese era todo el objeto de sazón llegó el Carnaval.
su visita, puede usted abreviarla, porque me molesta. El Carnaval es la época de la orgía y el aturdimiento;
Mendoza insistió más, pero fué en vano, y al cabo de Madrid, en aquellos días, se viste de máscara y cubrién-
media hora se retiró ofreciendo á Rocío no volverá impor- dose el rostro con un antifaz, para no avergonzarse desús
tunarla con sus visitas. acciones, se entrega á los delirios del placer. Rocío no le
Después que se marchó. Rocío, que durante su conver- había visto jamas, y estaba curiosa de conocer, por sí,
sación no había manifestado otro sentimiento que la alti- aquellos goces tan ponderados y que su imaginación la
vez en su fisonomía, y cuya voz sólo se había turbado al poetizaba. Un baile de máscaras, sobre todo, era para ella
referir su historia, permaneció algún tiempo sumergida un poema oriental.
en sus meditaciones. Luego levantó sus hermosos ojos pre-
fiados de lágrimas, y fijándolos en un pequeño retrato de ¡ Se conlmuard). E D U A R D O DE LUSTOINÓ.
su madre, que pendía de la pared, dijo con*acento de dolor
inexplicable:
—¡Madre mía, madre mía! Cuando acariciabas mis r u -
bios cabellos y me besabas en la frente, orgullosa de te-
nerme por hija, qué poco sospechabas lo desgraciada que GRANDEZAS QUE PASAN
había de ser! ¡Madre mía, madre mía! ¡Perdóname y-ruega
á Dios por mi!
III CONCLUSIÓN
Aunque por lo que antecede, habrá comprendido el lec-
tor parte de la historia de Rocío, no estará de más dedicar Sus ardientes deseos no se han templado en el bien co-
algunas lineas á contar su historia pasada, la historia de mún; sus apasionados anhelos no han cedido ante el peli-
su falta, cuya expiación había de ser tan dolorosa. gro, que no podía ocultársele, de arrastrar en pos de si
Muerta la madre de Rocío apenas ésta contaba nueve voluntades menos definidas, menos libres ([ue la suya;
años, su padre no quiso continuar viviendo en Sevilla, inteligencias más pobres, que no abarcando desde tan alto
donde había sido tan feliz con su esposa, y marchó con su el movimiento de la humanidad, cayesen, al admitir como
hija á la corte donde colocó á Rocío de pensionista en uno cierta su esperanza, en debilidades dolorosas, en contra-
de los meiores colegios que por entonces existían en dicciones lamentables, en luchas ((ue son una amenaza de
Madrid. J ^ ^ ^^ muerte para las ideas y una muerte real para los prin-
Siete años permaneció Rocío en el colegio, recibiendo en cipios.
él una esmerada educación. Terminada ésta, su padre, que Si en la época de prueba en (pje comenzó ádesenvolverse
adoraba en ella, la sacó del colegio y se la llevó á vivir para la vida pública, su inteligencia, hubiera sentido ade-
consigo. mas de su exaltado amor por la grandeza material de su
Rocío al emprender esta nueva vida contaba diez y seis país el amor también profundo, aunque menos ruidoso, á
años, y ni su corazón ni su cabeza se habían formado en- la enseñanza moral que regenera á un pueblo; si le hu-
teramente, pues á esta edad todos los sentimientos y todas biera trasmitido creencias en vez de trasmitirle utopias;
las ideas están en capullo, á menos que circunstancias ex- convicciones para abandonar todo lo falso, todo lo ilusorio
cepcionales los hayan abierto. Por regla general, nuestra de sus vanidades, y valor para una regeneración por el tra-
primera maestra es la desgracia, y Rocío ignoraba aún su bajo, la moderación y la caridad, en vez de excitarlo con
existencia: así es que su alma, rica de vida, encerraba to- venganzas imposibles, con persecuciones fantásticas, con
dos los gérmenes de las virtudes y de los vicios. vanidades pueriles, el mundo hubiera contraído con él una
Al sacar del colegio á Rocío, su padre puso casa, to- deuda de gratitud, y la pagaría como pagan las colectivida-
mando de ama de llaves á una señora que había venido á des á la personalidad que las redime: con la admiración
menos y que le recomendaron por su honradez y buenas eterna.
costumbres, personas para él de merecido crédito. Pero no lo hizo; seducido por su efímera gloria, embria-
Pero ¡ay! que esta señora, modelo de virtudes, tenía una gado, tai vez, por la adulación, ha recogido las ventajas
sobrina, hermosa como un ángel pero depravada como un que su posición social le ofrecía, sin renunciar á ninguna
demonio. Su lenguaje acariciaba el alma como una ráfaga de ellas, ni siquiera en provecho de esa Francia, único
perfumada del estío, pero abrasaba sus flores. Nacida para amor que le ennoblece; ha vivido la vidasibaritica del que
el placer, como el águila para la tormenta, la calma era ha trabajado para su provecho, no para la humanidad; y
para ella un suplicio, y deseaba ser libre para lanzarse al el pobre abogado de Cahors. el que acusó á Olivier de no
mundo á gozar cuanto soñaba su ardiente fantasía. Eloísa, justificar cómo había coincidido su elevación con su for-
que así se llamaba, fué la primera amiga de Rocío, pues tuna, no justifica tampoco por (jué deja al morir algunos
el padre de ésta, deseando proporcionarla alguna distrac- millones, que no se sabe para quién serán, pues ni la fa-
ción, rogó á su ama de llaves que invitase á su sobrina á milia ni la caridad llenaron los últimos instantes de ese
ffecuentar la casa é intimase con su hija. grande hombre, cuya grandeza se desmoronará antes que
Eloisa tenía un novio á quien veía y hablaba cuando sa- el mármol encierre sus despojos.
''a a l a calle, acompañada de un criado á quien había so- Respeto y consideración nos deben los muertos; adver-
•^ornado el galán. Cuando estas entrevistas no podían ve- tencias y ejemplos los vivos, y hé aquí que la idea de su
•^'íicarse. se escribían cartas perfumadas en el género de muerte despierta la enseñanza más dolorosa que puede
^ tocaya, la amante de Abelardo, y aún en el de la célebre surgir de un hecho.
'^iion, y excusado es decir, que Eloisa enseñaba sus car- El que consagraba su vida á un ideal social, olvidaba
j ^ ^ á Rocío, porque entre dos jóvenes amigas estas confi- los ideales morales, que son base firmísima de toda so-
^"^cias son de rigor. Rocío se extasiaba bañando su alma ciedad.
^'^ 1^ poesía de esa correspondencia y se avergonzaba de Tenia familia y sufría solo, es decir, rodeado de indife-
LA ILUSTRACIÓN IBÉRICA

rentes, sin desear esos cuidados, esa ternura, esa con- ;üh debilidad humana! ¡Cuál te revolas contra todo lo
fianza que atraen el corazón y hacen brotar en el cansado absoluto!
cerebro la idea de Dios y la realidad de los afectos del ¡El que no pedia inspiraciones á la fe en la Divinidad,
alma. pedia al fanatismo vulgar y grosero que consultase á las
Había nacido en el seno de la religión, y él, que se hacía cartas su destino!...
heraldo de la fraternidad humana, olvidaija que el regene- Su destino estaba ya fijado: debía ser víctima de ese
rador de la sociedad embrutecida en el placer y en el odio, mismo abandono que había esterilizado su vida, porque la
había sido el primero en dar al mundo esas leyes de amor frialdad del corazón, que mata los afectos, como el hielo los
que sustentan la igualdad, la libertad, la dignidad del gérmenes removidos en las entrañas de la tierra, produce
hombre. las catástrofes, en cuyo seno ruge la desesperación ó se
¡Negaba á Dios, y sin embargo, era supersticioso! desenvuelve la muerte.

NEPTUNO Y ANFITRITE

Si el iu:iIogrado patricio hubiera tenido fe en algo supe- Lamentemos la temprana muerte de Gambetta, que acaso
rior á su talento, y cariño á algo que estimara en más que impidió, con su prematura llegada, una reacción de su
su persona, es decir, creencia en Dios y amor a l a familia, alma hacia la verdadera luz, y pidamos á Dios tenga pie
únicas grandezas que por ser ajenas á las miserias de dad del que murió sin recibir ni el beso de su hijo, ni la
nuestras pasiones llevan en sí algo divino, se hubiera sen- bendición de su padre, ni la oración de la mujer amada,
tido elevar á esos mundos de la abnegación y el sacrificio, ni el perdón del que todo lo avalora con su misericordia
y su gloria, cimentada en tan sólidas virtudes, seria impe- infinita, como promesa de paz y descanso en el seno de la
recedera. eternidad.
Porque el hombre no es tan independiente como afecta PATROCINIO DF, BIF.DMA.
creer; la religión y el amor modifican su carácter, y sus
sentimientos íntimos ejercen una salvadora influencia en A D M I N I S T R A C I Ó N . — Esiablecimienlo editorial de R a m ó n Molinas,
las decisiones de su vida pública.
Cortes, 365 y 3 6 7 .
Su cerebro retiene el cuadro que su memoria refleja, y
si la imagen es dulce y pura, sus pensamientos se impreg-
Reservados todos los derechos d e propiedad artística y literaria.
nan de tonos suaves, así como de fría dureza si sólo copia
el vacio.
ESTAKI.F.CIMIF.NTO T I P O G R Á F I C O DF, R E R N A B É R A S K D A . — V i L l . A R I! OKL, I 7 , R A U C K I . O N A .

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