Tipostrashumantes
Tipostrashumantes
Tipostrashumantes
DE PEREDA
Tipos
Trashuma ni o s
BARCELONA
HENRICH T C.n, EN COMANDITA
1897
Precio, 5 Ptas.
TIPOS TRASHUMANTES
ES PROPIEDAD DEL AUTOR
•
k%
108105
J. M. DE PEREDA
TIPOS TRASHUMANTES
barcelona
imprenta de henrich y
ci, en comandita
1897
AL LECTOR
1877.
o es aristócrata
por la sangre, ni si¬
quiera tiene un título
nobiliario de los de
nuevo cuño; no por
liaberllegado tarde
al reparto de ellos,
sino acaso por distinguirse más, lla¬
mándose á secas el señor de Casca¬
jares.
El cual banquero, ó hacen¬
es un
y elegantes.
Dos hijos varones tienen también
los señores de Cascajares. El mayor
es diplomático; y aunque rara vez
sale de Madrid, siempre se le consi¬
dera como en activo servicio, para
los efectos de la nómina y del escala¬
gro, vienen en
el mes de j ulio
á Santander á
habitar un
pi¬
amueblado,
so
en la población,
que paga el señor de
Cascajares á razón cle ocho mil rea¬
les mensuales, con la obligación ele
habitarle dos por lo menos, ó cle pa¬
conocer en el
pueblo inmediatamente.
En esos días es cuando se tropieza
uno con alguna
indígena que lleva
sobre su cuerpo cierta cosa rara que
llama nuestra atención; verbigracia,
un moño encima de los ríñones, un
Maldita.
—
¡Hola!
¿No le gustan á usted esas chi¬
—
casf
¿ Quiénes ?
—
Las de Cascajares.
—
La verdad es
que no me han
llamado la atención...
—
no
separa de ellas en
se
todo el día.
Es autoridad de peso en asuntos de
moños y vestidos; y en el ramo de
modas en general, bastante más en¬
los de Becerril,
y luego dejan de
admirarlo. Lo
la misma casa en
viven, con
que
otros paisanos instalados en ella tam¬
bién. De todas maneras —
y por eso
traen las alforjas llenas de provisio¬
nes,— siempre «se ajustan» sin la
comida.
El primer baño no le toman sin
grandes recelos, sobresaltos y serias
meditaciones: los chicos lloran y los
grandes tiemblan de miedo, mucho
antes de temblar de frío; pero, al
y el acompañamiento le rodea. Es
que va á tocar uno de los puntos
graves de su discurso; porque es de
advertir que Su Excelencia no gasta
menos, ni aun para diario.
Y, en efecto: si un oído indiscreto
se acerca entonces al grupo, perci¬
¿Quérespondió?—replicará
me
Su Excelencia mirando al interpe¬
lante como si fuera á tragársele, y
recorriendo luégo el grupo con la
vista airada, haciéndole desear por
un buen rato la respuesta. — Lo de
coro.
38 TIPOS TRASHUMANTES
Y el
orador, después de pasear otra
vezla vista por los circunstantes, sin
añadir una sola palabra, erguirá
la
cerviz, fruncirá el ceño y continuará
su paseo.
Y así hasta el infinito.
Por la
noche, aquellos mismos
complacientes y complacidos caba¬
lleros le acompañan al Círculo de
jf* y" i
LAS INTERESANTÍSIMAS SEÑORAS
sos
sombrerillos, que llevan siempre
sobre la cara, es el primer motivo de
controversias entre el sexo barbudo.
Siaquellos ojos rasgados, y aquellas
mejillas tersas, y aquellos labios de
rosa
que se ven como entre brumas
diáfanas, son primores de la natura¬
leza ó artificios de droguería. Esta
es una de las cuestiones. Pero aun¬
educación, puesto
que usan ese vocablo con que el tosco
populacho bautiza á todo extranjero
cuando quiere decirle algo.
Pero un joven optimista hace saber
juventud no se atrevió
á tanto desde que notó
respetables de la plaza.
Y entonces es cuando
empieza á
vacilar la repugnancia que hacia
LAS INTERESANTÍSIMAS SEÑORAS 49
— se le replica.
—
Sí, señor.
—
¿Cuál?
—
No, señor.
Muy bien. ¿Fría ó caliente?
—
comprendo.
Ya lo
—
Naturalmente, cabayero.
—
¿Cuál, hombre?
—
La navaja.
—
Ya me voy enterando.
—
Anda!
¡
—
Gialdós.
—
Se le leería á usted.
Porque yo 110 quise que se mo¬
—
de usted.
yo 110
¿No ve usted que no se riza con nadie
más que conmigo?
—
se
60 TIPOS TRASHUMANTES
¡Ah, ya!
—
¿El Imperial?
No, señor, Lagartijo... Así de¬
—
Ya veusted, la ignorancia...
—
Está bastante.
¿Fría ó caliente?
—
De la más fría.
—
¿En dónde?
—
Así parece.
—
Han querido
imitar al de Madrí.
¡Aquél sí que es tranvía!
¿Mejor que éste, eh?
—
¡Qué le pare- ,
ce á usted! *''
—
Lo mis¬
mo me sucede
cuando voy
por las maña¬
nas á tomar el
baño. Toda la
gente que an¬
da por el are¬
nal y por la
galería, somos de Ma¬
drí. De modo
que todo se le vuelve á
uno saludar. Le
digo á usted, caba-
yero, que algunas veces me parece
que estoy en el Prao, y me da tris¬
teza.
/
66 TIPOS TRASHUMANTES
gracias, amigo.
Muchas
—
LISMtff
ÍRALiA i
SABIO
camino, se da á conocer en
tertulias y corrillos dicien¬
vulgares.
Y ahora que el lector sabe algo so¬
bre la venida de este huésped, voy á
decirle otro poco acerca de su proce¬
dencia.
La humana debilidadtiende, por
instinto, á lo más cómodo, hacedero
y comprensible.
Por eso á los grandes apóstatas,
cien desatinos de la
filosofía, cin¬
cuenta extravagancias de lo religioso
y doscientas majaderías de la polí¬
tica; y con estas provisiones en el
buche, mal digeridas, así por falta
de jugos como por la indigesta con¬
dición de lo engullido, échanse zum¬
bando por esos mundos de Dios, y aun
derna.
Uno de estos sabios es el huésped
consabido.
Y ya que tampoco ignoras de dón¬
de viene, continúo leyéndote todas
las señasparticulares de su pasaporte.
Greneralmentees tipo por su figura,
Ni la experiencia, ni la erudición
más vasta en el campo de los viejos
74 TIPOS TRASHUMANTES
sidad de abrir
un libro.» Y
tan al pie de
la letra ha to¬
mado el con-
sejo; á tal
extremo ha
llevado el asco á
los libros, que ni si¬
quiera conoce la gra¬
mática castellana.
Ya hemos visto al dársele á cono¬
UN SABIO 77
espíritu de
Confucio... ó
con el de San-
cho Panza
(pues inspi¬
rados erudi¬
tos hay en la
secta que se
lo han tragado), si es medium, por su
propia virtud, y sino, por el hermano
que la posea; y le cuentan que esto
está perdido, y
que la Iglesia caerá, y
que prevalecerá lo que quieran Bas¬
sols, Solanot, Alian -Kardec y otros
80 TIPOS TRASHUMANTES
humanidad, agá¬
rrase á
Darwin, y
pénese muy hueco
al declarar con este
otro sabio que el
hombre desciende
del mono — cosa
teja.
¿Necesito añadir que la aspiración
política de este mozo es ir tan lejos
como puedan llevarle las corrientes
P uede
JL de
ser
Rioseco, lo mismo
que de Palència ó de Zamarramala.
No es viejo, ni
tampoco joven, ni
rubio ni moreno, ni alto ni bajo,
88 TIPOS TRASHUMANTES
ni rico ni
pobre. Trajo baúl de
cuero peludo y sombrerera de car¬
tón. Hospedóse como pudo, y al día
Servidores de usted.
Tenga usted la bondad de ente¬
—
Muchas gracias.
—
No fuera
malo, señor mío. Por
ese solo
placer quedárame en casa,
que los tiempos 110 están para mo¬
verse de ella.
Vengo, créalo usted,
por la necesidad que tengo de tomar
los baños.
¿Y ya está usted instalado?
—
Pues si no me
pintan, será
110
por falta de modo para tomarlos.
EN LA PLAYA
es
usted bañero?
—
Ya ve usted.
Vaya, lo celebro. Yo tam¬
—
pues
bién vengo á tomar baños.
—
se
cerquita...
—
¿Y si entro mucho?
—
se va
uno al liondo.
Ya lo ve usted.
UN APRENSIVO 93
De modo
que, bien agarrado
uno á
ellas, aunque venga la ola de
firme... Diga
usted, ¿de qué lado
suelen venir?
Eso va en gustos.
—
¿Y si la suelto?
—
Le tiran á usted.
—
A veces.
—
¿Y si no se lo mandan á us¬
—
tedes?
—
mujeres?
Porque los han pedido y pagado.
—
—
Si estoy desocupado entonces,
con mucho gusto.
—
CON EL MÉDICO
Tengo en él mi gabinete de
consultas.
—
Ahora mismo.
—
Zorrilla.
—
Sospecho
—
que no.
—
Usted dirá.
—
Ya lo
la salud se
supongo; pero
quebranta por mil causas: cada cau¬
sa
puede dar origen á una enferme¬
dad, y cada enfermedad necesita un
tratamiento determinado.
98 TIPOS TRASHUMANTES
¿Por qué?
—
¡Vamos! Eso
ya varía de es¬
pecie.
—Pues sí, señor:
se escapó un no¬
villo que se había
de correr aquella
misma tarde en la
plaza, y arremetió
á mi padre en el
momento de salir
de la iglesia con
mi madre, después
UN APRENSIVO 99
¿Cuáles?
—
No, señor?
—
¡Por alií!
—
¡Hola!
—
Y eso es lo que
á mí me hace
cavilar, porque parecementira que
con ío
que yo cómo 110 se me quite el
hambre... y, sobre todo, el peso.
—
Y es grave, en efecto.
—
¡Lo ve usted !
—
¡muy grave!
—
Están indicadísimos.
—
Y ¿cuántos?
—
A mí también en este
tiempo.
—
A todas horas.
—
El que corra.
—
¿Y si corren varios?
—
baño.
—
¡Yo lo creo!
—
Pues á ello.
—
¿En seco?
—
De ningún modo.
UN APRENSIVO 105
Entonces, clarete.
—
Ni de un modo ni de otro: á
usted le conviene el trote.
—
Y
después me acurruco, aga¬
rrado á la cuerda.
—
arenal?
se
cogote...
¿Al agua?
—
Naturalmente.
—
Pero ¿cómo?
¿Sabe usted nadar?
—
Como un canto.
—
Sí que le veo.
—
¡Zambomba!... ¿Y después?
¿Después?... después va usted á
—
contárselo á su abuela.
Jajajá... ¡ qué buen humor tiene
—
EN LA DESPEDIDA
¿Tan pronto?
—
Y la mitad me sobra.
—
No comprendo...
¿No acuerda usted que le dije
—
se
... Y usted
empeñaba en que
se
UN APRENSIVO 109
¿Y las yerbas?
—
No eselocuente, no es poeta, no
es artista; no es perfecto ni acabado
en nada.
116 TIPOS TRASHUMANTES
sonrisas y agasajos:
—
rara
fuera antiguo contertulio de
y
la Y desde el mismo
casa.
instante,
Galindo es el alma de aquellas re¬
uniones.
Una noche falta quien toque el
piedra es ésta?
Y la gente se abalanza al anillo,
Pues
¿qué es, si no? — se le pre¬
gunta al cabo.
—
Eso es
responde Galindo,
—
En suma — me
dijo: —
el duque de los
Frijoles es un per¬
dido, y la duque¬
sa ,tan perdida
como el
duque.
Y en esto vol¬
vió la cara el tal;
y cuando yo creí
que iba á rom¬
per el bautismo
UN DESPREOCUPADO 123
detrás?
—
En la voz. Y
apuesto á que es¬
taba usted despellejando á alguien.
—
Precisamente.
Amigo de usted, por supuesto.
—
tos íntimos de la
política. El os dirá,
con
pruebas, cuando menos verosími¬
les, por qué se sustituyó tal ministro
con cual otro; á qué móvil obedeció
Un si es
macilento, desma¬
no es
Es de
Madrid, vive en un hotel del
Sardinero, y, á juzgar por lo que se
ve, priva mucho con todas las seño¬
ras circunvecinas.
Lo cual 110 es de
extrañar, visto
lo docto que es en todos esos
tiquis
miquis que forman el arte de agra¬
dar en la sociedad
distinguida.
¡Qué donaire tiene, el indino, y re¬
milgado pespunteo de palabra, para
revolver un corrillo de
pizpiretas jo-
venzuelas! ¡Qué mirar de ojos, qué
rasgar de boca y accionar de índice
para decir, por ejemplo: — «Vamos,
Conchita, ya se ha descubierto por
qué esperaba usted el correo anoche
con tanta
impaciencia!» O: «¿Saben
ustedes qué está Soledad tan
por
preocupada?... ¿Lo ven ustedes? Ya
se
sonroja.» O: «Carmela, en mi soli¬
tario paseo de esta
madrugada me
han revelado las ondinas el secreto
9
130 TIPOS TRASHUMANTES
damas y se compromete á
que el pre¬
sentado les lea alguna cosa; al cual
compromiso corresponde éste (después
de asegurar que viene enteramente
desprevenido) leyendo una comedia
resobada, ó una oda que ya reluce de
tanto manoseo, las cuales saca de un
enorme
cartapacio de poesías que ya
lian sido leídas por el autor trescien¬
tas veces Ontaneda ó las
en
Caldas,
mientras tomó aquellas aguas.
Como piensa hacer algunas inves¬
tigaciones históricas, arqueológicas
V
geográficas en la provincia, ha
traído con su equipaje una
mochila,
un
grueso garrote con agudo regatón
de hierro, y
borceguíes ingleses de
ancha y claveteada suela. Parece ser
que todas estas cosas ayudan mucho
á recoger noticias sobre
aquello que
se trata de conocer
y describir, espe¬
cialmente en un país como éste, en
el cual hay
un pueblecillo á cada
cuarto de legua, una casa en
qué
dormir regularmente, y comer, aun-
136 TIPOS TRASHUMANTES
son cómoda- —
mente acce¬
sibles por
algún costado. Y la prueba de que
este atalaje debe servir de mucho al
tourista para sus exploraciones, es que
el nuestro, aunque le lleva á cuestas,
no camina á pie, ni come de la fiam¬
brera , ni duerme al socaire de los to-
LUZ RADIANTE 137
El mar!... ¡ ¡ La
«¡
*
mar!!...
¡ ¡ ¡ Los ma-
.fe res ! ! ! ¡¡¡¡Las
. . .
mares!!!!... ¡ Ali!...
¡ Ohhhh!...
»Perdone usted, señor di-
rector...
perdonadme vos¬
otros, mis queridos compa¬
ñeros; faltan palabras á mi pluma
para expresar cuanto la mente con¬
cibe en horizonte sin medida,
este
sobre este abismo sin fondo. ¡El mar!
Pero ¿por verdes sus aguas?
qué son
¿por qué son salobres? ¿qué fuerza
las precipita contra la roca dura que
LUZ RADIANTE 189
ahora me sirve de
pedestal? ¿poi¬
qué suben? ¿por qué bajan? ¡Ines¬
crutables misterios de la Naturale¬
za... Pero ¡qué espectáculo, gran
Dios!... Contemplándole, el corazón
palpita, lamano tiembla, los ojos se
turban. El sol sin una nube
que em¬
sal tan
satisfecho, el periódico tan
hueco, los lectores que no conocen
esta provincia, tan enterados, y los
/
I '
fi BRUMAS DENSAS
donda la cara
y muy destacados los
pómulos. Además, carece su per¬
sona de ese aire de que todos habla¬
mos, quetodos conocemos á la legua,
pero que nadie sabe definir, y al que,
por darle algún nombre, se llama
vulgarmente buen aire, ó aire distin¬
guido ; cuya falta es, sin duda, la
causa de
que, á pesar de su pedrería,
que relumbra mucho, y de su bo¬
quilla, que sin cesar ahuma, pase
este mozo enteramente inadvertido,
como figura vulgar é insignificante.
Anda con parsimonia lo
poco que
anda, como hombre que no lleva
prisa ni se preocupa de cuanto le ro¬
dea mientras va andando.
Se lee más en su
frontispicio cuan¬
do está parado á la puerta del café,
de una iglesia, del
teatro, ó de la
plaza de toros, que siempre son sus
sitios de parada y
para los cuales ha
nacido, como la estatua para el pe¬
destal. Arrimado á las
jambas de una
puerta, flagelándose una pernera con
148 TIPOS TRASHUMANTES
muchedumbres empare¬
tufillo de las
dadas (pues es de advertir que jamás
se arrima á puerta que no encierre
maba demasiado
para eso. Yo era
rentista.
¡Hola!
—
Y con estas
bajas tan atroces, á
consecuencia de la intranquilidad en
que tienen al país estos gobiernos...
—Y á mí ¿qué me cuenta usted?
¡ Ali, cabayero!... Yo quisiera
—
misión» que se le ha
encomendado;
pero sí el encargo especialísimo para
el visitado, de
parte del personaje
bajo cuya dirección se liace el fre¬
gado, de decirle que se cuenta con
Es rico y
soltero; trae todo su equi¬
paje en una maleta de cuero inglés,
y por toda familia un criado joven
que ya le entiende hasta por la mi¬
rada.
Viene á Santander acaso porque
halla esta ciudad en su camino; pero
es lo cierto que
viene todos los vera¬
nos, y no por pocos días.
Se hospeda en la fonda que mejor
le parece y la deja cuando le con¬
viene ; y le conviene dej arla, en
cuanto observa que una falta grave
se
repite hasta tres veces; siendo
para él faltas graves, el pescado que
da en la
nariz, el desaseo en su cuar¬
to, la servilleta cambiada en la mesa
y el vino adulterado, ó cualquiera de
esas carnavaladas que suelen permi¬
tirse los huéspedes á las altas horas
de la noche, sin respeto ni considera¬
ción á los que duermen y descansan.
En cuanto á baños, solamente
toma dos ó tres en la
temporada;
pero de á hora y media cada uno.
EL BARÓN DE LA RESCOLDERA 167
Sí — contestó lacónicamente el
barón.
—
tardes de vera¬
(1)
No existe ya, como tampoco la cambera que
se cita más
adelante, la cual lia sido convertida en
cómoda y espaciosa carretera. (Nota de 1888.)
172 TIPOS TRASHUMANTES
Lleoó á los
cincuenta años sin
haber salido de Madrid
y sus contor¬
nos. El
Retiro, la Virgen del Puerto,
y á lo sumo el Pardo, eran para él
las mayores espesuras
y fragosidades
de la Naturaleza. El mar
podría te-
12
178 TIPOS TRASHUMANTES
tales que
aban¬
donaban aquel asadero implacable,
y eso que él era uno de los curiosos.
Antes al contrario, se
compadecía
de aquella carne embutida entre
los cuatro inseguros tableros de la
diligencia; carne cuyo destino era
harto dudoso, considerando los ries¬
gos que afrontaba, echándose á ro¬
dar por cuestas
y desfiladeros, du-
180 TIPOS TRASHUMANTES
conoce la merluza ni el
besugo, quien
solamente ha visto sus cadáveres em¬
aparejo.
Tras ellos está siempre, estando en
tierra, con las manos á la espalda, el
bastón entre las manos, el
cuerpo
inclinado hacia adelante, y la vista
inmóvil, fija en el corcho flotante ó
en la sereña tendida.
y hasta le
encuentran
devertido y
celebre.
M as 11 o
ocupaciones
de carácter;
quiero de¬
cir, que 110
viene para
sólo eso señor marqués á San-
tander.
EL MARQUÉS DE LA MANSEDUMBRE 185
Y las
estudia, en efecto; y cuando
ya sele rinde la muñeca de tanto
menearla, la caridad, sin duda, me¬
dio le traba un
magano que, al salir
la temporada.
No liay para qué decir que es uno
de sus grandes placeres obsequiar á
las personas de su mayor aprecio
con el producto de sus bregas de
pescador. Que cuando 110 pesca ha¬
bla de lo que ha pescado y de lo
Y se fué.
Así conocí yo al inofensivo, al dul¬
ce, al apacible, al venturoso marqués
de la Mansedumbre.
13
w '
UN JOVEN DISTINGUIDO
(visto desde sus pensamientos)
No me
digan 4 mí (enfrente del es-
pejo y en ropasmenores) que aque¬
llos hombres de anchas espaldas y
196 TIPOS TRASHUMANTES
II
EN LA CALLE
III
ÉN EL SARDINERO
%
210 TIPOS TRASHUMANTES
no
debo, en esta situación, fijarme
en nadie: á papá mismo negaría el
saludo... ¡Magnífica salida he hecho!
¡Qué interesante he estado!... Me pa¬
rece
que he causado gran efecto. A
la nocheindagaré si se habló algo de
mí después que salí de la galería.
Aquí afuera hay demasiada gente
también, y no debo permanecer en¬
tre ella estando tan triste como es¬
IV
me
pregunte luégo por qué dejo víc¬
timas detrás de mí:
«
Soy el león... perseguido
que sacude la melena.»
fi
VPonoce el lector á las de clona Ca¬
lixta? En un libro que ancla por ahí
con el rótulo ele Tipos y paisajes, se
habla de ellas y ele otras muchas co¬
sas más. Si no las conoce, compre el
216 TIPOS TRASHUMANTES
cursi.
Táchase en las dos, resabio
como
de su mal gusto, un afán inmode¬
rado de hacer ver á todo el inundo
que siempre llevan zapatos nuevos,
de los más relumbrantes ó de los más
historiados.
Cómo empezaron sus relaciones
con las de doña Calixta, 110 lo sé yo:
acaso hubo entre unas y otras esa
atracción misteriosa que se explica
en latín aquello tan sabido de
con
en este
pueblo, llamó la atención la
hermosura ele Ofelia; pero ni los hom¬
bres la codiciaron, ni las mujeres la
temieron: sus ya enumerados defec¬
Pero
¿quiénes son ellas?—se
ha preguntado muchas veces á las de
doña Calixta. ¿Qué pito tocan en
—
110 me
Dios da nueces...
Aquí te quisiera yo
ver todo el año.
—
De modo que,
mejor que aquí,
desde luégo os confieso que se pasa
allí el tiempo; pero de esto á lo
que
vosotras pensáis...
—
¿Qué cosas?
—
No lo dirás por
el comendante
que me echó la carta por debajo de
la puerta.
—
Por el
marqués cle la esqui¬
na ¿eh?
—
Eso SÍ.
—
Allá veremos.
sangre
¿De modo que vas muy á menudo al
Real?
—
Bastante.
—
Estarás abonada.
—
no tiene título
tu papá?
Porque,
—
como él
dice,
está por lo po¬
sitivo.
¿Tendréis carruaje?
—
alqui¬
ler !...
—
Es verdad.
226 TIPOS TRASHUMANTES
con el
marqués.
—
no se dicen, ea!
lo mismo. ¡Usted no
Pues por
con un regimiento de
cavadores; otro día,
que está cercando una
mies que compró la
víspera; ahora,
que construye una casa de labor;
«Mí L -
228 TIPOS TRASHUMANTES
^ * —
Pues sucediéndole á us¬
ó á la Castellana, ó al teatro, ó al
baile de Palacio, es un suponer; pues
el diputado, ó el ayudante del gene¬
ral, ó el diablo, está ya á la puerta
para que se vea en el cizto con el pre¬
sidente de las Cortes, ó con el capi¬
tán general, ó con el director de Be¬
como
da, tu amo teLo mismo le pa¬
vea.»
sará á esposo de usted.
su
Pues
velay, usté.
Ya, ya; ya me hago cargo.
—
Crispin de la Puntera.»
"t
EN CANDELERO
es cose}.
Pflh-T &
silbido de la loco¬
motora que
entra
en la Estación. Luégo salen de ella
los viajeros vulgares, y puede verse
en el fondo, en frente de la puerta,
un
grupo de personas apiñadas, con¬
fundiéndose en él el oro de los uni¬
formes con el negro
paño de la media
etiqueta; el cual grupo se cimbrea
de medio arriba muy á menudo, de¬
jando ver, á tiempos, en su centro,
EN CANDELERO 241
una
personaerguida é impasible, co¬
mo ídolo
que recibe la incensada;
después el del centro del grupo, con
otros tres de la circunferencia , toman
asiento en el
carruaje; sale éste al
trote de caballos; síguenle, echan¬
sus
—
yo
me felicito de recibir el cordial sa-
EN CANDELERO 243
ludo de...
(aquí lo que sean los visi¬
tantes) tan dignos y beneméritos.
Estad seguros de
que si seguís pres¬
tándonos todo el
apoyo de vuestra
importantísima adhesión y de vues¬
tro celo é
inteligencia en el desem¬
peño de vuestros respectivos
cargos,
el Gobierno se
envanecerá de ello;
y
el país,
que tanto espera de
nosotros,
porque por nosotros está nadando en
la felicidad
y en la abundancia, os lo
recompensará con largueza. Yo, fiel
intérprete de sus deseos y aspiracio¬
nes, os lo prometo en su nombre.
Se dicen
luego cuatro vaguedades
sobre la salud del
visitado, sobre la
virtud de los baños de
ola, y sobre el
paisaje y el clima de la Montaña,
y
á otra cosa.
Ahí va — dicen
algunos.
—
El lo ha prometido; él lo ha asegu¬
los hombres de
Estado, los ricos ban¬
queros ,los famosos calaveras, los
pontífices de las letras y de las artes,
y, como á manera de orla de todo el
catálogo, una muchedumbre de da¬
mas del llamado gran mundo,
y de
mozuelos esclavos de la moda.
De que Santander reúne todo eso
mujeres en sus
viajes, y las en¬
vuelven en los
alcázares cjuehabitan la mayor parte
del año; pues ni feudo se las conoce
que tanto produzca, ni ya son Dánaes
pudibundas que creer nos hagan en
las lluvias de oro ele los Joves ele ogaño.
AL TRASLUZ 257
17
258 TIPOS TRASHUMANTES
1877.
ÍNDICE
l'ÁGS.
Al lector
5
Las de Cascajares 9
Los de Becerril. 23
El excelentísimo señor
33
Las interesantísimas señoras 43
Un artista .
. .
53
Un sabio
69
Un aprensivo 87
Un despreocupado 113
Luz radiante 127
Brumas densas 145
El barón de la Rescoldera 163
El marqués de la Mansedumbre. . .
.
177
Un joven distinguido
195
Las del año pasado 216
En candelero 237
Al trasluz
249
.
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BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA
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