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La Teoria de Las Relaciones Internacionales A Comienzos Del Siglo XXI Kepa Sodupe

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Servicio Editorial Argitalpen Zerbitzua
UNIVERSIDAD DEL PAIS VASCO EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA
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LA TEORÍA DE LAS RELACIONES
INTERNACIONALES
A COMIENZOS DEL SIGLO XXI

Kepa Sodupe

Con la colaboración de:


Mariano Ferrero
Leire Maure
Izaskun Elizondo

Universidad Euskal Herriko


del País Vasco Unibertsitatea
servicio editorial argitalpen zerbitzua
c ial
er
AGRADECIMIENTOS

om
rc
Es obligado mostrar mi agradecimiento hacia aquellas entidades que han

lo
hecho posible el libro que ahora se presenta. Este libro es fruto de un proyec­
to de investigación que ha recibido el apoyo financiero de la empresa Iber­

va
drola. He de poner de relieve el interés mostrado por esta empresa, en espe­
cial por José Antonio GatTido, y reconocer que sus ayudas han resultado de
s in vital importancia.
Así mismo, quiero agradecer la aportación realizada por el Vicerrectora­
do de Extensión Cultural de la UPV/EHU. Su titular, Leonardo Lorente, ha
ra
dispensado a esta iniciativa, como a otras que he tenido la oportunidad de
plantearle, una gran acogida. La apo1iación mencionada ha contribuido a que
t

la edición de este libro sea hoy una realidad.


es

Por último, he de resaltar la colaboración de Mariano Ferrero, Leire Mau­


re e Izaskun Elizondo. Hemos tenido la oportunidad de trabajar juntos en di­
Mu

ferentes proyectos académicos. Este libro debe mucho a su valiosa participa­


ción.

© Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua


Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco
l.S.B.N.: 84-8373-549-0
Depósito Legal/Lege Gordailua: BI-2412-03
lmpresión/Inprimatzea: Itxaropena, S.A.
Araba Kalea, 45 - 20800 Zarautz (Gipuzkoa)
INDICE

PARTE PRIMERA
INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1
Introducción 15
1.1. La Tradición de Debates en la Disciplina 15
1.2. Una Descripción del Contenido del Libro 20

PARTE SEGUNDA
DEL TERCER AL CUARTO DEBATE EN LAS
RELACIONES INTERNACIONALES

CAPÍTUL02
El Debate Inter-paradigmático 29
2.1 Kuhn y la Evolución de las Ciencias 30
2.2. Paradigmas y Relaciones Internacionales 33
2.3. El Desafío al Paradigma Hegemónico 38
2.4. Resistencias a una Revolución Científica 41
2.5. Hacia una Imagen de Diversidad Paradigmática 45

CAPÍTUL03
El Cuarto Debate 51
3.1. La Desaparición del Debate lnter-paradigmático 52
3.2. El Comienzo del Cua1to Debate 58
3.3. Un Mapa de la Disciplina en el Cuarto Debate 62
10 11

3.3.1. Los Ejes Ontológicos 63 CAPÍTUL07


3.3.2. El Eje Epistemológico 68 El Debate sobre Ganancias Relativas-Ganancias Absolutas 137
3.4. Complejidad y Pluralidad en el Cuarto Debate 71
7.1. Las Distintas Visiones de la Anarquía 138
7.2. Las Posturas en el Debate 139
7.3. ¿Hacia una Flexibilización del Debate? 144
PARTE TERCERA
EL MAINSTREAM EN LA DISCIPLINA:

ial
EL ENFOQUE RACIONALISTA
PARTE CUARTA

c
LA CONTESTACIÓN DEL MAINSTREAM:

er
CAPÍTUL04
LOS ENFOQUES REFLECTIVIST AS
El Neorrealismo 79

om
4.1. Realismo Tradicional y NeoITealismo 80 CAPÍTULO 8
4.2. La Teoría Sistémica de K. N. Waltz

rc
82 El Reflectivismo: Orígenes, Coincidencias y Discrepancias 151
4.3. La Estructura del Sistema 86 8.1. Los Orígenes de la Crítica Reflectivista 152

lo
4.4. Equilibrio, Bipolaridad y Multipolaridad 90 8.2. Antecedentes Teóricos en la Disciplina 156

va
8.3. Coincidencias y Discrepancias en los Enfoques Reflectivistas 158
CAPÍTULO 5
Más allá del Neorrealismo: La Superación de la Teoría Estructural 95
5.1. Sistema, Estructura y Capacidad de Interacción
5.2. Las Variables Ofensivo-Defensivas
s in
96
100
CAPÍTUL09
El Reflectivismo Moderado: El Constructivismo 165
ra
9.1. La Ontología del Constructivismo (I):
5.3. Equilibrio de Poder y Equilibrio de Amenazas 103 El Debate Materialismo-Idealismo 166
t

5.4. La Teoría del Equilibrio de Intereses 106


9.2. La Ontología del Constructivismo (II):
es

5.5. El Papel de las Percepciones 110


El Debate Individualismo-Holismo 171
Mu

9.3. La Ontología del Constructivismo y la Cuestión del Cambio 177


CAPÍTULO 6
9.4. La Epistemología del Constructivismo 180
El Neoliberalismo 117
6.1. Continuidades y Rupturas con el NeotTealismo 118 CAPÍTULO 10:
6.2. Regímenes Internacionales versus El Reflectivismo Radical: La Teoría Crítica,
Teoría de la Estabilidad Hegemónica 123 el Feminismo y el Posmodernismo 187
6.3. Una Teoría Funcional de los Regímenes 129
10.1. La Teoría Crítica 188
12

10.1.1. Orden Mundial y Fuerzas Sociales 189


1O.1.2. Orden Mundial y Lógicas de Exclusión/Inclusión 192
10.1.3. Teoría Crítica y Epistemología 195
10.2. El Feminismo en las Relaciones Internacionales 196
10.2.1. La Construcción de las Relaciones de Género 197
10.2.2. Las Desigualdades Globales entre Sexos 201
10.2.3. Epistemología y Género 203
10.3. El Posmodemismo 205
1 O.3 .1. Conocimiento, Poder y Genealogía 206
10.3.2. Textualidad y Deconstrucción 209
10.3.3. Textualidad, Ontología y Epistemología. 212

PARTE QUINTA PARTE PRIMERA


CONCLUSIONES

INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 11
Conclusiones 217

Bibliografía 227
CAPÍTULO 1

ial
INTRODUCCIÓN

c
er
om
El libro que aquí se presenta pretende reflexionar sobre el estado de las

rc
Relaciones Internacionales a comienzos de siglo XXI. No puede negarse que
en algo más de un decenio la fisonomía de la disciplina ha cambiado radi­

lo
calmente. Un especialista en este campo del saber que hubiera dado un salto
de trece afios en el tiempo, encontrándose súbitamente en el afio 2003, ten­

va
dría serios problemas para situarse ante la nueva literatura. Vería que las re­
ferencias a T. S. Kuhn, a los paradigmas estatocéntrico, globalista y estructu­
ralista, o a la inconmensurabilidad de estos paradigmas habían desaparecido
s in de las publicaciones especializadas. En su lugar, hallaría otras, desconocidas
para él, especialmente si su fmmación en cuestiones de filosofía de la ciencia
ra
no es paiiicularmente digna de mención, como construcción social de la dis­
ciplina, reflexividad teórica o antifundacionalismo. Podría ser útil para este
t

especialista, si su propósito es familiarizarse cuanto antes con las nuevas


es

discusiones, informarle de que las Relaciones Internacionales entraron en el


transcurso de esos trece últimos afios en una nueva etapa, cuyos rasgos esen­
Mu

ciales, tan distintos de los de etapas precedentes, justifican su sensación de


absoluto desconcierto.

1.1. LA TRADICIÓN DE DEBATES EN LA DISCIPLINA

En efecto, en los momentos actuales, las Relaciones Internacionales se


encuentran en lo que en este trabajo hemos denominado "cuarto debate". La
historia de esta ciencia social ha estado marcada por la sucesión de una serie
16 La TeorÍa de las Relaciones Internacionales a Comie1i=os del Siglo XXI Capítulo I: Introducción 17

de debates. El primero fue el que enfrentó a idealistas y realistas en los años definitiva, nos encontramos habitando una ciudad sitiada y devastada por la
veinte y treinta. El segundo colocó en bandos opuestos a tradicionalistas y guerra civil. Por su palie, R. M. A. Crawford establece un paralelismo entre
behavioristas entre 1950 y 1970. El tercero, el debate inter-paradigrnático, la disciplina y el transatlántico Titanic3 • En los años ochenta, la disciplina
que cubrió los dos decenios siguientes, dividió la comunidad científica en chocó insospechadamente contra un iceberg. Como los pasajeros del trans­
tres diferentes grupos que sostenían visiones muy distintas de la disciplina. atlántico en su tiempo, la mayoría de los miembros de la comunidad acadé­
El cuarto debate supone la confrontación entre racionalistas y reflectivistas. mica no fueron conscientes de la tragedia que se avecinaba. A diferencia del
Emergió con fuerza en los años noventa y, a no ser que se desvanezca con la Titanic, la visión convencional de las Relaciones Internacionales se resistió a
misma rapidez que el debate inter-paradigmático, continuará caracterizando desaparecer bajo las aguas. Sus pasajeros no se ponían de acuerdo sobre qué
el estado de cosas en nuestro campo de estudio en los primeros años de este hacer: unos caían al abismo, otros trataban de llegar a los botes salvavidas,
nuevo siglo. aferrarse a cubietias inundadas u organizar grupos de salvamento. Pero lenta
En un sentido, como ha subrayado D. S. L. Jarvis, las Relaciones Interna­ e inexorablemente la estrecha versión científica de la disciplina se hunde "en
cionales, desde su nacimiento a comienzos de siglo, han recorrido un largo las oscuras e insondables profundidades del relativismo teórico".
camino. En otro, sin embargo, parecen estar siempre en el mismo punto de Naturalmente, en estas metáforas, los habitantes de la ciudad y los pasaje­
patiida 1• A lo largo de su historia, la disciplina ha mostrado una cietia aver­ ros del transatlántico son los racionalistas y los insurgentes y el iceberg los
sión a acumular conocimiento, prefiriendo, en su lugar, renovarse a fondo y enfoques reflectivistas. Aunque pueden transmitir una imagen un tanto dra­
empezar de nuevo peliódicamente. De esta manera, los grandes debates han mática de la disciplina, pienso que dichas metáforas son útiles para dar a en­
tenido lugar con regularidad. Cada uno de ellos ha supuesto nuevos marcos tender la extraordinaria-transformación que está experimentando la misma.
conceptuales y nuevas teorías con los que proceder a la renovación mencio­ El cua1to debate trahsmite, como ninguno de los tres precedentes, la idea
nada. Asimismo, dice Jarvis no muy satisfecho con ello, han permitido des­ de ruptura con el pasado. Este debate se produce en un contexto teórico mu­
prenderse de todo conocimiento que corría el riesgo de conve1iirse en per­ cho más complejo. J. Der Derian ha escrito que las Relaciones Internaciona­
manente. Con independencia de si los grandes debates han conducido a una les se enfrentan a "una diversidad de insurgencias filosóficas, la mayoría de
mayor comprensión o generado una mayor confusión, no puede negarse la las cuales cuestiona la teoría y los fundamentos existentes de la disciplina y
presencia de un impulso permanente a (re)inventar la disciplina. trata de sustituir la tradición del monólogo, revalorizando los enfoques dia­
Muy posiblemente, Jarvis tuviera especialmente en mente el cua1io deba­ logantes"4. Pero la mayor complejidad teórica no ha estado acompañada por
te al realizar estas consideraciones. El cuarto debate ha causado una conmo­ una mayor claridad de ideas. La proliferación de enfoques críticos, la ausen­
ción sin precedentes en las Relaciones Internacionales. La dimensión de las cia de un discurso homogéneo en cada uno de ellos y la diversidad de fuen­
discusiones en este nuevo debate queda reflejada en algunas representacio­ tes filosóficas en las que se han inspirado han provocado un clima de frag­
nes metafóricas de la disciplina. C. Brown equipara esta última a una ciuda­ mentación, si no de confusión total en la disciplina.
dela dentro de la cual sus habitantes (los internacionalistas) han comenzado a Los diferentes debates que se han sucedido en nuestro campo de estudio
derribar sus muros para fundirse con otras ciudades (la ciencia política y la han estado rodeados de un conjunto de circunstancias específicas. Para F.
sociologíaf Pero ocurre un hecho sorprendente. Algunos de los residentes Halliday, en el desmTollo de las Relaciones Internacionales han intervenido
distinguidos de la ciudadela huyen, regresando en compañía de extraños para tres "círculos concéntricos": la discusión dentro de la propia disciplina, el
atacar su antigua localidad. Otros residentes notables no han tenido más re­ impacto de los acontecimientos en el mundo y la influencia de las nuevas
medio que defender posiciones consideradas inatacables durante siglos. En ideas provenientes de otras ciencias sociales. El primero de estos círculos ha

1 D. S. L. Jarvis, Intemational 3 R. M. A. Crawford, Idealism and Realism in !11tematio11al Rela1io11s: Beyond the Disl'i­
Relations ami the Challenge ofPostmodemis111: Defending
the Discipline, Columbia, University of South Carolina Press, 2000, p. 10-J 1. pline, London, Routledge, 2000, pp. 138-139.
2 C. Brown, "'Tmiles Ali the Way Down': Anti-foundationalism, Critica! Theory and 4 J. Der Derian, "lntroducing Philosophical Trnditions in Intemational Relations", Mi!le11-
International Relations", 1\1ille1111i11111, Vol. 23, n.º 2, 1994, pp. 213-214. 11i11111, Vol. 17, n.º 2, 1988, p. 189.
18 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 1: introducción 19

recibido más atención, mientras que los otros dos han sido más descuidados. en la historia de la disciplina. Aunque la perspectiva temporal es aún escasa,
A su juicio, sin embargo, la importancia de estos últimos es evidente5• ¿Qué no parece arriesgado afirmar que el 11 de Septiembre tendrá una influencia
cabe decir a este respecto del cuarto debate? Las circunstancias, tanto de ca­ en el desarrollo del cuarto debate. La consideración de estos nuevos hechos
rácter intelectual como histórico, que lo rodean justifican la idea de ruptura afecta a un aspecto clave de este debate: la importancia de los significados
con el pasado a la qne nos hemos referido anteriormente. intersubjetivos, la importancia de las cuestiones de identidad en las Relacio­
En cuanto a las circunstancias intelectuales es necesario señalar que el nes Internacionales.
cuarto debate debe enmarcarse en lo que se ha denominado "crisis de la mo­ El cuarto debate ha asumido un tono pronunciadamente filosófico. Debi­
dernidad". Esta crisis pone en cuestión el proyecto surgido de la ilustración. do a ello, las Relaciones Internacionales dan la sensación de haber entrado,

ial
Las voces críticas a tal proyecto comparten la creencia de que las tendencias en contraste con la era de globalización en que vivimos, en una fase de pro­
de pensamiento dominantes en los siglos XIX y XX están conduciendo a la funda introspección6. Para algunos autores, esto no constituye precisamente
humanidad al desastre. Lejos de producir la liberación prometida, el proyec­ un hecho positivo. iEn lugar de procurar abordar los numerosos problemas

c
to de la ilustración está generando deshumanización. Como tendremos oca­ que afectan a la humanidad, la disciplina está cada vez más inmersa en un

er
sión de ver, puede hablarse de una conciencia creciente respecto a las ambi­ obsesivo ejercicio de auto-examen7• Es posible que esto sea así, pero tam­
bién puede interpretarse que la introspección, la reconsideración de los fun­

om
güedades y límites inherentes al progreso tecnológico y social. El raciona­
lismo, una de las paties contendientes en el cuarto debate, entra de lleno en damentos filosóficos de la disciplina, resulta absolutamente imprescindible
la tradición de la ilustración. Los enfoques reflectivistas, por su parte, coin­ en el intento de búsqueda de una teoría que facilite adentrarse en la naturale­

rc
ciden en subrayar el estado de crisis en el que se halla la modernidad, si bien za de los problemas citados y ofrezca vías de transfornrnción del estado de
cosas actual.
no cabe registrar una respuesta común por parte de todos ellos a dicha crisis.

lo
De una manera más concreta, el cuarto debate tiene que ver con cuestio­
Unos, los más moderados, propugnan la renovación crítica de la modernidad.
nes ontológicas y epistemológicas. La entidad de las primeras ha crecido
Otros, los más radicales, entienden que la humanidad ha entrado en una nue­

va
progresivamente con el paso del tiempo. En sus inicios, sin embargo, el cuar­
va fase: la posmodernidad.
to debate estuvo centrado preferentemente en la epistemología. La crisis de
Las circunstancias históricas han marcado también e! cuarto debate. Para
la modernidad hace también alusión a la contestación de la idea de ciencia
los enfoques críticos, el ténnino de la guerra fría sirvió para confümar las
debilidades de los presupuestos teóricos dominantes en la disciplina. Es ne­
cesario señalar que el reflectivismo se encontraba ya en marcha antes de la
s in nacida de la Ilustración, en especial en lo que atañe a la pretensión de que
existe una "fundación" sobre la que asentar el conocimiento. Los enfoques
reflectivistas lanzaron sus ataques contra la filosofía positivista predominan­
ra
caída del muro de Berlín. Contribuciones de gran importancia que sentaron te en la disciplina, haciendo hincapié en lo que denominaron "reflexividad
las bases de este desafio al statu qua vieron la luz en los años ochenta. No teórica". Con esta expresión quiere darse a entender el interés por reflexionar
t

obstante, el térnüno de la guerra fría dio un impulso notable a los esfuerzos sobre el propio proceso de teorización. Los autores en posiciones críticas
es

por renovar las bases teóricas de la disciplina. Los acontecimientos de pro­ consideran que tan preocupados deberíamos estar por analizar cómo nos
porciones históricas que se materializaron no sólo en el cese de la confronta­
Mu

acercamos al estudio de la política internacional como por explicar proble­


ción entre Este y Oeste, sino, también, en la desaparición de la Unión Sovié­ mas, acontecimientos y comportamientos en el sistema globaI8. Pero, como
tica mostraron que las estructuras internacionales no eran algo inamovible. decíamos al comienzo, las cuestiones ontológicas han ido adquiriendo cada
Más recientemente, otros hechos, como los atentados terroristas contra vez más importancia en el cuatio debate. Puede apuntarse que los enfoques
Nueva York y Washington, están llamados a convertirse en auténticos hitos
6
C. T. Sjolander and W. S. Cox (Eds.), Beyond Positivism: Critica/ Rej/ections 011 I11ter­
5
F. Halliday, Retl,inking Intemational Relations. London, Macrnillan, 1994, p. 7; C. del national Relations, Boulder, Co., Lynne Riener, 1994, p. 3.
7 D. S. L. Jarvis, op. cit., p. 2.
Arenal, "Teoría de las Relaciones Internacionales y Sociedad Internacional", Actas del IV
8
Congreso Vasco de Sociología, Bilbao, Asociación Vasca de Sociología, 1998, Vol. 11, p. S. Burchill et al., Theories of International Relations, 2nd ed., New York, St. Mai1in's
754. Press, 2001, p. l.
20 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 1: Introducción 21

reflectivistas tratan de construir su alternativa al statu qua disciplinar sobre las Relaciones Internacionales. Estas pasaron a estar compuestas por el con­
dos pilares. EL_prirnero consiste en la polémica entre individualismo y holis­ junto de los tres paradigmas.
mo. Aquí, los nuevos enfoques, en contraposición al individualismo metodo­ Pero, a principios de los años noventa, el debate ínter-paradigmático dejó
lógico que anima a neorrealistas y neoliberales, propugnan la mayor validez de ser la referencia adecuada para comprender lo que ocurría en las Relacio­
del estructuralismo. El segundo gira en tomo a la discusión entre idealismo y nes Internacionales. El segundo capítulo de esta parte alude a las razones que
materialismo. En esta ocasión, los autores críticos, frente a las posturas ma­ promovieron la rápida desaparición del debate inter-paradigrnático y lleva a
terialistas características del mainstream, destacan el papel de las ideas en la cabo una primera descripción del cuarto debate. A mi juicio, uno de los pun­
conformación de las estructuras sociales. tos más interesantes de este capítulo está constituido por la presentación de
un mapa o matriz disciplinar que sirve de guía para adentrarse en las comple­
jidades de las discusiones en curso en la disciplina. Como dijimos, el cuarto
1.2. UNA DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DEL LIBRO debate sitúa en bandos opuestos al racionalismo y al reflectivismo. El mapa
al que hemos hecho referencia permite ubicar las posiciones de ambos con­
El objeto de este libro es presentar un cuadro lo más acabado posible de tendientes con arreglo a coordenadas ontológicas y epistemológicas. Los ra­
las Relaciones Internacionales en el cuarto debate. Ésta no es una tarea fácil cionalistas, es decir, los autores adscritos a las teorías dominantes, se distin­
teniendo en cuenta la situación de efervescencia teórica que hemos descrito guen por una ontología individualista y materialista. En cuanto a la episte­
brevemente. Es posible adelantar que al final de esta obra, a pesar de la con­ mología, asumen posturas positivistas o naturalistas. Los reflectivistas, es
fusión que parece rodear inevitablemente al cuarto debate, emerge una ima­ decir, los autores que fonnan patte de los enfoques críticos, se caracterizan
gen lo suficientemente nítida de la disciplina como para comprender con por una ontología holista e idealista. Si sus opciones ontológicas son opues­
cierta claridad los rasgos más sobresalientes del mismo. Debe reconocerse tas a las racionalistas, también lo son sus opciones epistemológicas. Éstas
que este resultado es fruto de una simplificación, de un intento de poner el descansan en concepciones pospositivistas o antinaturalistas. El cuaito deba­
acento en la definición y la clasificación muy poco en consonancia con la fi­ te queda, pues, fijado en estos términos.
losofia de algunos enfoques reflectivistas. En cualquier caso, esto parece i­ La definición del cuaito debate como la confrontación entre racionalismo
nevitable a no ser que seamos capaces de desprendemos de todo vínculo con y reflectivismo marca el resto de este libro. La tercera parte está dedicada a
la modernidad y aceptar la "desfamiliarización" como un estado normal de la exposición de las posiciones racionalistas. Éstas son presentadas, no sin
cosas, tal y como sugieren los posmodernistas. reservas, como una especie de síntesis entre el neorrealismo y el neolibera­
El estudio sobre las Relaciones Internacionales en el cuarto debate que se lismo. El primer capítulo de esta pa1te desgrana los principales presupuestos
presenta a continuación está dividido en cinco partes. La primera está for­ del neoJTealisrno, tomando corno referencia la obra de K. N. Waltz. Uno de
mada por esta breve introducción. La segunda lleva por título Del Tercer al los presupuestos principales mencionados es que la búsqueda de seguridad, y
Cuarto Debate. Comienza con una descripción del debate ínter-paradigmático, no de poder, constituye el móvil central en las actuaciones internacionales de
introduciendo para ello las ideas de Kuhn sobre la evolución de las ciencias. los Estados. A esto cabe añadir, el énfasis en la teoría sistémica, el carácter
La aplicación de estas ideas permitió hablar de las Relaciones Internaciona­ condicionante de la estmctura y la tendencia a la fomrnción de equilibrios de
les como una ciencia madura. Desde sus inicios hasta principios de los años poder. La estructura, es decir, la distribución de los recursos de poder, es
setenta, la disciplina se desarrolló en el marco de un único paradigma: el es­ clave para comprender los acontecimientos que se producen en el sistema in­
tatocéntrico. Sólo en estas últimas fechas, la presencia de anomalías persis­ ternacional. Para Waltz, diferentes configuraciones estructurales, como la
tentes a las que no podía responder provocó la aparición de dos desafíos pa­ bipolaridad o la multipolaridad, tienen efectos decisivos sobre los compor­
radigmáticos: el globalista y el estructuralista. Aunque con amglo a las tamientos de las unidades de dicho sistema.
ideas de Kuhn la situación de crisis abierta por la proliferación de paradig­ Las críticas al neorrealismo han dado lugar a un volumen ingente de con­
mas sería resuelta con el triunfo de uno de ellos, en los años ochenta, princi­ tribuciones. Entre las principales críticas, cabe citar el excesivo énfasis en las
palmente en su segunda mitad, se fraguó una imagen rnulti-paradigrnática de continuidades del sistema, la ausencia de una teoría del Estado, la propen­
sión a oscurecer la distinción entre sistema y estructura, las limitaciones ex-
Capítulo l: Introducción 23
22 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ

plicativas de la teoría estructural y el carácter poco verificable, pese a defen­ gida, encierra unas concepciones divergentes sobre aspectos de gran impor­
der lo contrario, de sus proposiciones. Muchas de estas críticas se han tancia, entre ellos el del sentido de la anarquía en el sistema internacional.
formulado si no desde puntos de vista próximos al neorrealismo, sí próximos Así como la tercera parte de este libro analiza el enfoque racionalista, la
al realismo en sentido amplio. El capítulo segundo de esta parte versa sobre cuarta parte está centrada en la descripción de los enfoques reflectivistas. En
el contenido de las críticas de este tipo. El foco fundamental de análisis primer lugar, esta parte se abre con un capítulo de tipo introductorio. Parece
continúa estando dominado por problemas de seguridad o poder. En general, oportuno realizar una serie de consideraciones generales sobre los desafios
no se trata de echar por tierra el neorrealismo. Se busca principalmente críticos al mainstream. Posiblemente, una de las más importantes guarda re­
refinar o completar la teoría estructural de Waltz. Con este propósito, lación con los orígenes de la crítica reflectivista. Es desde luego de gran inte­
rés entroncar el cuarto debate en las Relaciones Internacionales con las dis­

ial
distintos autores han procedido a redefinir el concepto de sistema, introducir
variables tecnológicas e ideas o recurrir a otros niveles de análisis. Es cusiones que tienen lugar en los campos de las Humanidades y la Filosofia.
necesario dirigirse al neoliberalismo para apreciar aportaciones de otra Asimismo, resulta procedente preguntarse por el contexto histórico en el que

c
naturaleza a lo que hemos llamado racionalismo. aparece el reflectivismo. No cabe duda de que el peso de los acontecimientos

er
El neoliberalismo representa un enriquecimiento del mainstream discipli­ internacionales se deja sentir en el curso que toma el debate teórico. En con­
nar. Éste es el tema central del capítulo siguiente. Los autores neoliberales creto, me estoy refiriendo a la crisis de la modernidad y al término de la gue­

om
amplían la agenda internacional. La preocupación por la seguridad deja de rra fría, hechos a los que he aludido anteriormente. Después de señalar los
ser el tema único, para dar cabida en ella a la cooperación en diversas áreas antecedentes del reflectivismo en la disciplina, este capítulo pone de relieve

rc
de la actividad internacional. El neoliberalismo parte de las mismas premisas las coincidencias y las discrepancias entre los enfoques reflectivistas. Todos
que el neorrealismo, pero llega a conclusiones no coincidentes en lo que res­ ellos comparten en gran medida el rechazo de la ontología individualista y
materialista del racionalismo. Compatien igualmente la no aceptación de la

lo
pecta al volumen y duración de la cooperación en un sistema de Estados so­
beranos. Los autores neoliberales dedicarán una parte sustancial de sus es­ epistemología positivista que sostiene este último. Pero entre los enfoques

va
fuerzos teóricos a dos cuestiones básicas. La primera es que la hegemonía no reflectivistas pueden detectarse diferencias muy notables. Aun cuando mues­
es un requisito imprescindible para el desan-ollo de actividades cooperativas. tran un consenso en sus críticas al racionalismo, divergen en la elaboración
Éstas también son posibles, conforme a la teoría de la acción colectiva y la de alternativas ontológicas y, sobre todo, epistemológicas.
teoría de los juegos, en el marco de "gmpos reducidos". La segunda se refie­
re a que la cooperación, en aquellos casos en que emana de una situación
s in El constmctivismo puede concebirse como una expresión del reflectivis­
mo moderado. Está convitiiéndose en el enfoque reflectivista más influyente.
Dado su peso creciente en la disciplina, me ha parecido oportuno dedicarle
ra
hegemónica, no tiene por qué desaparecer al hacerlo esta última. Una pieza
fundamental del planteamiento neoliberal es la teoría de los regímenes inter­ uno de los capíh1los de esta cuarta patie. Ese capítulo define cuáles son las
nacionales. Esta teoría supone una incorporación mucho más decidida del posiciones ontológicas de los autores constructivistas en los dos debates, in­
t

dividualismo-holismo e idealismo-materialismo, mencionados anteriormen­


es

papel de las ideas a la hora de explicar comportamientos internacionales.


Un último capítulo de esta tercera parte aborda el debate entre neon-ealis­ te. Por una parte, van más allá del holismo en sentido estricto, entendiendo
Mu

tas y neoliberales. Las referencias a la síntesis neo-neo en el marco del enfo­ que estructuras y agentes se constituyen mutuamente. Si las estructuras de­
que racionalista no pueden ocultar la existencia de discrepancias, no preci­ tenninan las propiedades de los agentes, estos últimos, a su vez, a través de
samente superficiales, entre autores de ambas adscripciones. Como podrá sus acciones contribuyen a confornrnr y transfotmar aquéllas. Por otra parte,
observarse más adelante, la exposición del neoliberalismo no puede eludir, estiman que las ideas son un componente vital de las estructuras. Son ellas
en muchas ocasiones, poner como contrapunto las posturas neorrealistas. En las que confieren sentido a los factores materiales. A diferencia de los neoli­
la actualidad, el debate entre neorrealistas y neoliberales está planteado en berales, los constructivistas mantienen que las ideas, es decir, el conjunto de
té1minos de elección entre ganancias absolutas o ganancias relativas. Acen­ normas y valores compartidos por una sociedad, tienen efectos no sólo ex­
hiar una u otra forma de ganancia implica situar en planos muy distintos las plicativos, sino también constitutivos. Hay que subrayar que la relación dia­
posibilidades de cooperación entre Estados. En el fondo, como veremos, el léctica que se establece entre agentes y estructuras, así como la relevancia
debate entre neorrealistas y neoliberales, aun sobre esta cuestión tan restrin- que se concede a las ideas, permite abordar el problema del cambio desde
24 La Teoría de las Relaciones Intemacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo!: Introducción 25

una perspectiva muy distinta. En el plano epistemológico, el constructivismo dos los discursos descansan en elementos estables artificiales producidos por
supone una ruptura con el positivismo. Hay un alejamiento de las teorías de el uso de oposiciones en el lenguaje aparentemente neutrales y objetivas.
carácter eminentemente explicativo que son sometidas a un riguroso contras­ Debe señalarse que la epistemología se erige en un motivo de división entre
te con la realidad. En su lugar, los constrnctivistas muestran su inclinación los enfoques reflectivistas. De una patie, el constructivismo, la teoría crítica
por las teorías constitutivas, gracias a las cuales es posible establecer el sen­ y el feminismo, aun rechazando las pretensiones de verdad del positivismo,
tido de las acciones humanas, tomando en consideración el conjunto de sig­ son partidarios de un "fundacionalismo mínimo" que haga posible discrimi­
nificados intersubjetivos existente en una sociedad. El conocimiento pasa así nar entre proposiciones teóricas diferentes. De otra patte, el posmodemismo,
a depender de circunstancias culturales e históricas. No obstante, puede de­ asumiendo un relativismo extremo, propugna posturas abiertamente antifun­
cirse que un grupo de autores constructivistas presenta una cierta aproxima­ dacionalistas. No reconoce a la ciencia un status epistemológico privilegia­
ción epistemológica con las posturas del mainstream. do.
Los enfoques reflectivistas más radicales, como la teoría crítica, el femi­ El libro te1mina con una última parte dedicada a conclusiones. En ella, se
nismo y el posmodemismo, están recogidos en el capítulo siguiente. En especula con tres posibles escenarios. Cada uno de ellos ofrece visiones dife­
comparación con el constructivismo, estos enfoques ponen un énfasis mayor rentes sobre los desarrollos centrales que pueden marcar las Relaciones In­
en la denuncia del orden establecido y las posibilidades de transformación ternacionales en los próximos años.
social. Asimismo, son más proclives a analizar la relación entre conocimien­
to y poder. Dentro de la teoría crítica podemos distinguir dos ramas: una de
inspiración gramsciana; otra de inspiración habermasiana. La primera está
centrada en cuestiones de economía política, mientras que la segunda está in­
teresada en problemas de teoría política y normativa. Aunque desde perspec­
tivas diferentes, ambas proceden al estudio de significados intersubjetivos
que han propiciado situaciones de dominación o exclusión, con la mirada
puesta en la emancipación del ser humano. El feminismo llama la atención
sobre la ausencia de interés hacia las cuestiones de género en la teoría inter­
nacional convencional. Las autoras feministas quieren mostrar que los signi­
ficados intersubjetivos que configuran la ontología social están sesgados en
términos de género. El concepto de género es una construcción social que
cataloga las identidades, cornp01iamientos y expectativas, como masculinos
o femeninos. Masculinidad y feminidad pueden ser identidades fundamenta­
les, pero "no dadas". El estudio de las cuestiones de género ha puesto de ma­
nifiesto las grandes desigualdades globales entre hombres y mujeres. Por úl­
timo, el posmodernismo ha sido definido como "incredulidad hacia las meta­
narrativas", es decir, hacia teorías que alegan bases sólidas sobre las que
asentar el conocimiento. Como consecuencia de su escepticismo respecto a
conceptos como racionalidad o verdad, el posmodernismo resalta la impor­
tancia de la relación entre poder y conocimiento. Ambos se constituyen recí­
procamente. El enfoque genealógico pe1mite desvelar por qué determinados
"regí,menes de verdad" prevalecieron sobre otros. Otro tema clave es el de
las estrategias textuales. Para los posmodernistas, el mundo es un texto en el
sentido de que no puede ser aprehendido, sino que tiene que ser interpretado.
La deconstrucción es un instrumento que muestra cómo todas las teorías, to-
c ial
er
om
rc
PARTE SEGUNDA

lo
DEL TERCER AL CUARTO DEBATE

va
EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES
s in
rat
es
Mu
CAPÍTUL02
EL DEBATE INTER-PARADIGMÁTICO

El debate inter-paradigmático fue la forma principal de aproximación a la


disciplina en los años setenta y ochenta 1. La confrontación anterior de puntos
de vista entre tradicionalistas y behavioristas suscitó un clima de confusión
ante la proliferación de teorías y enfoques con escasas conexiones aparen­
tes2. En contraste con esta situación, el debate ínter-paradigmático hizo posi­
ble una visión considerablemente más ordenada de las Relaciones Interna­
cionales. Muchos autores acogieron con agrado la entrada en esta nueva fase.
Para M. Banks, por ejemplo, el intercambio de opiniones entre escuelas de
pensamiento o paradigmas era, potencialmente, "el más rico, prometedor y
estimulante" que hubiéramos tenido nunca3.

1
Sobre la evolución teórica de las Relaciones Internacionales a lo largo de la historia
puede verse: H. Bull, "The theory of intemational politics, 1919-1969". en B. Porter, (Ed.),
The Abeysfll'.Vlh Papers: /nternational Politics /9/9-/969, Oxford, Oxford University Press,
1972; C. del Arenal, Introducción a las Relaciones lntemacionales, 3" ed., Madrid, Tecnos,
1990; W. O. Olson and A. J. R., Groom, International Relations Then and Now, London,
Harper Collins, 1991; T. L., Knutsen, A Histo,y o.f /11ter11atio11al Re/atio11s: An l11troductio11,
2nd ed., lvlanchester, Manchester University Press, 1999.
2 Referencias a la extraordinaria proliferación de enfoques en la disciplina provocada por
el segundo debate pueden encontrarse en: B. lvl. Russett, "Methodological and Theoretical
Schools of Jnternatinal Relations", en N. D. Palmer (Ed.), A Design for lnternational Rela­
tions Research: Scope, Theo1:v, Methods, al1l( Relevance, Filadelfia, The American Academy .
of Política! and Social Science, 1970, pp. 95-96 y l 04; V. Kubalkova and A. A. Crnickshank,
Marxism-Leninism ami Theo1y of /11tematio11al Relations, London, Routledge & Kegan Paul,
1980, p. 272.
3 M. Banks, "The lntemational Relations Discipline: Asset or Liability for Conflict Reso­
lution?", en E. E. Azar and J. W. Burton (Eds.), !111emational Conjlict Reso/11tio11: Theo,y ami
Practice, Brighton, Wheatsheaf Books, 1986, p. l 7. En este mismo sentido, véase: K. J. Hol­
sti: "Along the Road to International Theory", I11tematio11al Joumal, Vol. 34, n.º 2, 1984, p.
361.
30 La Teoría de las Relaciones Jntemacionales a Comienzos del Siglo XX} Capítulo 2: El Debate Inter-paradigmático 31

El debate inter-paradigmático estuvo enonnemente influenciado por las dedicados a la defensa de sus respectivos enfoques paradigmáticos. En cam­
ideas expresadas por T. S. Kuhn en su libro La Estructura de las Revolucio­ bio, en la segunda fase se aprecia la existencia de un único paradigma. En
nes Científicas. Estas ideas, que estuvieron referidas al mundo de las cien­ opinión de Kuhn, la ausencia de discrepancias fundamentales entre la comu­
cias naturales, representaban una teoría sobre la evolución del conocimiento nidad académica es lo que diferencia a una ciencia madura de la actividad re­
a lo largo del tiempo. Pese al hecho que se acaba de apuntar, la obra de Kuhn lativamente desorganizada del periodo pre-científico7.
fue aplicada, no siempre con la debida sistematización, a las ciencias socia­ Con la implantación de un sólo paradigma, los especialistas dejan de po­
les, entre ellas las Relaciones Internacionales. Fue habitual tratar de entender lemizar sobre los rasgos fundamentales de un campo concreto de conoci­
el desan-ollo de estas ciencias en ténninos típicos de dicha obra, como crisis miento, para comenzar a edificar lo que Kuhn ha denominado "ciencia nor­
y revoluciones científicas. Pero antes de adentramos en cómo el debate inter­ mal". Es imp01iante señalar que el paradigma detennina los criterios que le­

ial
paradigmático afectó a la concepción de la disciplina en los años setenta y gitiman el quehacer científico en una disciplina. Trabajando dentro de los
ochenta, parece procedente exponer brevemente las paiies más esenciales de límites de un paradigma, la comunidad académica procede a llevar a cabo

c
la obra de Kuhn. una actividad teórica y experimental absolutamente imprescindible para me­

er
jorar el grado de adecuación entre tal paradigma y el mundo reaI8.
Un científico centrado en la producción de "ciencia nonnal" no cuestiona

om
2.1. KUHN Y LA EVOLUCIÓN DE LAS CIENCIAS la validez del paradigma que orienta la fonnulación de teorías en su discipli­
na. Si se producen fracasos en el intento de dar respuesta a detenninadas
cuestiones, la responsabilidad de los mismos no se atribuye al paradigma, si­

rc
Una pieza clave de la teoría sobre el progreso del conocimiento humano
de Kuhn es el concepto de "paradigma". Aunque, como veremos más adelan­ no a la falta de habilidad del investigador. Sin embargo, dentro de un para­
te, aquejado de graves problemas de definición, este concepto comprende las digma hay "puzzles" que no pueden ser resueltos, a los que Kuhn llama

lo
premisas o principios metafisicos fundamentales, las leyes generales de "anomalías"9. La persistencia de cuestiones que resisten los esfuerzos de la
compo1iamiento y el método y las técnicas de investigación que, en relación comunidad científica por encontrar una solución puede conducir a socavar la

va
con una ciencia, ha adoptado la comunidad académica especializada en ella4. confianza en el paradigma. Una anomalía será paiiiculannente seria, si llega
Estos elementos del concepto de paradigma poseen una gran importancia, ya a contravenir los fundamentos mismos del paradigma. La existencia de ano­
que inciden sobre el modo de entender la disciplina, los problemas a los que
debe prestarse atención y los datos que resultan relevantes en la construcción
de teorías. Un paradigma, por tanto, detem1ina los grandes parámetros dentro
s in malías de esta naturaleza marca el inicio de una "crisis" en la evolución de
una ciencia1°.
Según Kuhn, la presencia de anomalías abre una fase de "ciencia extraor­
ra
de los cuales se desan-olla una ciencia5 • dinaria" que tiene por objeto encontrar una solución a las mismas. En un
En la vida de una ciencia, Kuhn distingue una fase pre-científica y una principio, esta solución se intenta buscar dentro del mismo paradigma, para
t

fase científica6• En la primera de ellas, se observa una multiplicidad de para­ lo cual, los científicos, con el propósito de eliminar el conflicto entre teoría y
es

digmas, lo cual quiere decir que no hay acuerdo sobre cuestiones considera­ realidad, recurren a la introducción de numerosas modificaciones ad hoc. Es­
das como básicas entre los estudiosos de una disciplina. Éstos, como resulta­ ta reacción contribuye a difuminar los rasgos definitorios del paradigma11.
Mu

do del desacuerdo aludido, más que a labores investigadoras concretas, están Por otra parte, en una dirección diferente, el estado de crisis fuerza una revi­
sión de las principales asunciones paradigmáticas. Dicho estado de crisis se
4
agudiza cuando, al entender que la anomalía sólo puede ser explicada adop­
• T. S. Kuhn, The Structure of Scientific Revolutions, 2nd ed., Chicago, The University of
tando una visión del mundo nueva y diferente, surge un paradigma alternati-
1
Ch1 ago Press, l 970, pp. 4-5 y 41-44.
Ibídem, p. 22.
6 7 Jbidem, p. 179.
• �n sus primeras formulaciones sobre esta cuestión, Kuhn distinguió entre una fase para­
d1gmahca y una fase pre-paradigmática. Posteriormente, con motivo de la segunda edición de 8 /bidem. p. 24.
su obra, reconoció la existencia de paradigmas antes de que una ciencia alcanzara su madurez. 9
Jbide111, pp. 52-53.
La entrada en una etapa científica está determinada, no tanto por "la presencia de un paradig­ 10 Jbide111, p. 67.
ma como por su naturaleza", por su capacidad para orientar la producción de "ciencia nor­ 11 Jbidem, pp. 82-83.
mal". Ver: T. S. Kuhn, op. cit., pp. l l -2 y 178-179.
Capítulo 2: El Debate I11ter-paradígmático 33
32 La Teoría de las Relaciones Intemacionales a Comienzos del Siglo XXJ

tanto de procesos de prneba como de procesos de "persuasión" o "conver­


vo. A partir de este momento, se establece una pugna entre dos paradigmas
rivales, con concepciones del mundo y de los problemas que en él son rele­ sión", que conducen a la comunidad científica a abrazar los presupuestos de
vantes radicalmente distintas. En el supuesto de que, en el transcurso de esa una nueva constrncción paradigmática 19•
pugna, el viejo paradigma sea sustituido por el nuevo, Kuhn estima que se ha
producido una "revolución científica" 12• La sustitución de un paradigma se
considera consumada, cuando el que le remplaza es asumido, no por un indi­ 2.2. PARADIGMAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
viduo o grupo de individuos, sino por el conjunto de la comunidad científica.
Es, pues, a través de crisis y revoluciones científicas, como tiene lugar el La aplicación de las ideas de Khun a las Relaciones Internacionales sir­
tránsito a un nuevo estadio en la vida de una disciplina. A diferencia de la vió, tanto para interpretar la historia de la disciplina como para establecer un
versión inductivista de la ciencia, que presupone que el conocimiento huma­ cuadro más coherente de la misma en los años setenta y ochenta. Tal aplica­
no crece de manera acumulativa, para Kuhn tal acumulación sólo es posible ción, al menos de manera explícita, tardaría en producirse. De hecho, aunque
en el interior de un paradigma 13• Los problemas, teorías y datos que f01man La estrnctura de las revoluciones científicas vio la luz en 1962, habría que
pmie de la ciencia normal poseen sentido, cuando se contemplan dentro del esperar a los años ochenta para encontrar una difusión generalizada de su
conjunto de premisas que definen ese paradigma. Trasladados a otro para­ contenido en las Relaciones Internacionales. La acuñación de la expresión
digma perderían enteramente su significación 14• debate ínter-paradigmático, generalmente atribuida a M. Banks, tiene lugar
Una de las partes más controvertidas de la obra de Kuhn es la que hace refe­ en 1985. Por otra parte, la traslación de las ideas de Kuhn no produjo, sobre
rencia a la detetminación de los ctiterios con arreglo a los cuales una comunidad todo en sus inicios, resultados excesivamente satisfactorios. Hubo una falta
científica asume un único paradigma, en su paso a una fase de madurez, o, pos­ d� c?nsenso en torno a cuantos paradigmas cabía detectar en la disciplina,
tetionnente, reemplaza éste por uno alternativo. Para Kuhn no existen razones Dtstmtos autores propugnaban listas de paradigmas escasamente coinciden­
lógicas que puedan demostrar la superioridad de un paradigma sobre oh·o y, tes, ofreciendo con ello, con arreglo al propio planteamiento de Kuhn, una
consiguientemente, justificar su asunción 15• Por ello, los paradigmas son "in­ imagen muy poco madura de las Relaciones Internacionales.
conmensurables"16. Es cierto que existen argumentos --como la capacidad para Pueden señalarse dos razones que explican esta proliferación de propues­
resolver problemas irresolubles con anteriotidad, la simplicidad del nuevo enfo­ ta� paradigmáticas. La primera tiene que ver con el concepto de paradigma,
que y la promesa de un desarrollo científico más frnctífei"o- que pueden justi­ mientras que la segunda atañe a la ausencia de premisas o criterios homoaé­
ficar el paso de un paradigma a otro 17. Sin embargo, sin excluir el peso de neos compartidos para establecer la presencia de enfoques paradigmátic�s.
estos factores en el paso mencionado, Kuhn advierte que su fuerza argumen­ Las críticas dirigidas a la obra de Kuhn con motivo de las imprecisiones que
tal se produce en el marco de un determinado paradigma. Es decir, los logros rodean su definición de paradigma son bien conocidas"º. El propio Kuhn re­
de un paradigma son juzgados conforme a los estándares que él mismo pro­ conoció estas críticas y trató de clarificar el contenido de este concepto. A
porciona. Los puntos de un razonamiento son convincentes únicamente si este respecto, resulta de interés traer a colación el esfuerzo realizado por J.
sus premisas son aceptadas. Así, los defensores de paradigmas opuestos re­ A. Vasquez por sentar las bases de lo que era un paradigma. Tomando en
chazarán las premisas de su rival y, por tanto, dificilmente serán convencidos consideración los tres elementos paradigmáticos citados por Kuhn -principios
por sus argumentos18• De aquí que Kuhn, equiparando las revoluciones cien­ metafisicos, leyes generales y método de análisis- Vasquez tiende a poner
tíficas a las revoluciones políticas, haya afitmado que su triunfo depende, no el acento en el primero de ellos en detrimento de los otros dos. Así, define un
paradigma como "las premisas fundamentales que los especialistas adoptan
12 Ibídem, p. 90.
13 Ibídem, p. 96. 19
14 Ibídem, pp. 103 y 109. Ibídem, p. 152. Pueden verse también, los comentarios realizados por Kuhn sobre esta
15 Ibídem, p. 94. cues�ón en el capítulo añadido a la 2ª edición de su libro.
,
16 Ibídem, p. 103. · Sobre este punto, puede consultarse: M. Maste1man, "The Nature of a Paradigm", en I.
17 Ibídem, pp. 155-158. Lakatos and A. Musgrave (Eds.), Crítícism and the Growth of Knoll'!edaeº ' New York' Cam-
18 Ibídem, pp. 148, 151 y 152. bridge University Press, l 970, p. 6 I.
34 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien:os del Siglo XXl Capítulo 2: El Debate lnter-paradigmático 35

. ..
acerca del mundo que están estud tando 1121 . Esta defim1c1on
' de parad'1gma co- la relación entre política nacional y política intemaciona!22 • Debe añadirse
mo un conjunto de premisas, como algo previo a la teoría, pasó a ser mayori­ que un grupo de especialistas, en oposición a la definición de paradigma de
tariamente aceptada en la disciplina. Vasquez, entendía que la introducción de elementos epistemológicos y me­
todológicos era necesaria para la diferenciación entre paradigmas23• Por tan­
Cuadro n.º l to, no es de extrañar que, como pone de relieve el cuadro n.º 1, ante los pro­
Paradigmas y Premisas blemas de definición del concepto de paradigma y de fijación de las premi­
sas que los sustentaban, emergieran distintas propuestas sobre la existencia
Autores Premisas Sustantivas Paradigmas de enfoques paradigmáticos.
Pero en la primera mitad de los años ochenta va abriéndose paso una

ial
J. A. Vasquez Actores Centrales Idealismo
Relación Política Nacional­ Realismo imagen más uniforme de las Relaciones Internacionales. A pesar de persistir
Transnacionalismo
una disparidad de puntos de vista, en esas fechas parece formarse un cierto

c
Política Internacional
consenso en cuanto al número y naturaleza de los paradigmas que rivalizan

er
Objeto Disciplina Marxismo
en este área del conocimiento humano. Tal consenso apunta hacia la presen­
R. Maghroori Papel del Estado Realismo cia de tres paradigmas: un paradigma estatocéntrico, un paradigma globalista

om
Globalismo y un paradigma estructuralista24. De manera paralela, la aparición de este
R. Pettman Visión del Mundo Pluralismo consenso estuvo acompañada por una aproximación de posiciones en cuanto

rc
Estrncturalismo a las premisas a tener en cuenta en el análisis paradigmático.Entre las pre­
B. Korany Criterios Metodológicos Realismo misas más destacadas pueden citarse las siguientes:
1.La visión del mundo que se obtiene de cada enfoque básico,

lo
Criterios Ideológicos Behaviorismo
Marxismo
2. Los actores esenciales y/o las unidades de análisis y

va
3. El objeto de las Relaciones Internacionales
Neornarxismo
Autores Premisas Metodológicas Paradigmas
C. R. Mitchell Metodológicas Clásicas
Behaviorista
in 22
Entre los autores que recurrieron a premisas sustantivas, tal y como recoge el cuadro n.º
1, se encuentran: J. A. Vasquez, The Power ofPower Politics..., op. cit., p. 18; R. Maghroori,
"Major Debates in International Relations", en R. Maghroori and B. Ramberg, Globalism ver­
sus Realism: lntemational Relations' Third Debate, Boulder, Co., Westview Press, 1982, p.
ra
Posbehaviorista 13; R. Pettman, "Competing Paradigms in International Politics", Review o( lnternational
H. R, Alker y Metodológicas Tradicional Studies, Vol. 7, n,° 1, 1981, p. 39; B. Korany, "Un, deux, ou quatre... Les écoles de relations
internationales", Et11des b1temationales, Vol. XV, n.º 4, 1984, p. 707.
t

T. J. Biersteker Behaviorista 23 Además de Korany, que adopta un criterio mixto, otros autores que se fijaron en pre­
es

Dialéctico misas metodológicas, como también recoge el cuadro n.º l , son: C. R. Mitchell, "Analysing
the 'Great Debates': Teaching Methodology in a Decade of Change", en R. C. Kent and G. P.
A. Lijphart Metodológicas Tradicional
Mu

Nielsson (Eds.), The Study and Teaching of lntemational Relations, London, Frances Pinter,
(preferentemente) Behaviorista 1980, p. 28; H. R. Alker and T. J. Biersteker, "The Dialectics ofWorld Order: Notes for a Fu­
ture Archeologist of International Savoir Faire", lntemational Studies QuarterZv, Vol. 28, n.º
2, 1984, pp. 122-123; A. Liphart, "The Structure of the Theoretical Revolution in Intema­
Pero, aun teniendo en común una definición de paradigma, los miembros tional Relations", lnternational Studies Quarterly, Vol. 18, n.º 1, 1974, p. 61-63.
de la comunidad científica diferían respecto a cuáles debían ser esas premi­ 14 Entre las obras que contribuyeron a consolidar esta imagen de la disciplina en tomo a
sas. Por citar solamente algunas de las que fueron empleadas por diferentes tres paradigmas, puede verse: M. Smith, R. Little and M. Shackelton (Eds.), Perspectives 011
autores, pueden mencionarse los criterios ideológicos, el papel del Estado o World Politics, London, Croom-Helm, 1981; K. J. Holsti, The Dividing Discipline: Hegemo­
ny cmd Diversity in lnternational Theo1J', London, Allen&Unwin, 1985; P. R. Viotti and M.
V. Kauppi (Eds.), lnternational Re/ations Thea,y: Rea/ism, Pl11ra/ism, Globalism, New York,
21
J. A. Vasquez, The Pmver o(Power Politics: A Critique, London, Frances Pinter, 1983, Macmillan, 1987; C. del Arenal, "La Teoría y la Ciencia de las Relaciones Internacionales
pp. 4-5 Hoy: Retos, Debates y Paradigmas", Foro lntemacional, Vol. XXIX, n.º 4, 1989.
La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 2: El Debate lnter-paradigmático 37
36

La homogeneización de premisas era vital para una presentación más co­ las causas de la guen-a y las condiciones para el logro de la paz y la seguri­
herente de la disciplina. Esta relación mínima de premisas fue sugerida por dad.
K. J. Holsti25 , pero en la literatura sobre el debate ínter-paradigmático era Desde la óptica del paradigma globalista, la visión del mundo que surge
posible encontrar cuadros más complejos que el propuesto por este autor en se halla influenciada por el hecho de una interdependencia creciente. Las
los que el número de premisas que contribuía a definir cada uno de los tres imágenes que predominan no son las de un mundo dividido en Estados sino
paradigmas resultaba sensiblemente supeiior26• Las características primor­ las de un mundo interdependiente. El cúmulo de relaciones de todo ;rden
diales de los tres paradigmas -estatocéntrico, globalista y estructuralista­ que supera los límites de los Estados es tan en01me que puede hablarse del
pueden fijarse viendo cómo cada uno de ellos concebía las premisas expues­ getmen de una sociedad mundial. Dada esta circunstancia, los globalistas en­
tas anterionnente. tienden que las Relaciones Internacionales han de ampliar su campo de aná­
lisis para incluir, además del Estado, actores como las organizaciones inter­
Cuadro n.º 2 nacionales, las compañías multinacionales, los movimientos transnacionales
Paradigmas y Relaciones Internacionales de carácter ideológico o religioso, etc. Los problemas que, según este para­
digma, merece la pena estudiar están marcados por su dimensión mundial.
Paradigmas Premisas Aquellos relativos a la paz y a la guerra van inseparablemente unidos a cues­
tiones tales como los derechos humanos, el balance ecológico, la escasez de
Visión Mundo Actores Esenciales Objeto Disciplina recursos naturales, la superpoblación, la distribución de alimentos, la malnu­
trición, etc.
Paradigma Estatocéntrico Sistema Anárquico Estado Causas de la Guefi'a
Cuadro n.º 3
Paz, Ecología, Superpobla­ Paradigmas y Diversidad Teiminológica
Pamdigma Globalista Sociedad Mundial Pluralidad Actores
ción, Recursos Globales
Autores Paradigmas
Smith, Líttle y Shackleton Poder y Seguridad
Paradigma Estructuralista Sistema Centro-Periféria Clases Sociales Causas de la Explotación
Interdependencia
Dominación y Dependencia
Para el paradigma estatocéntrico, la imagen del mundo que emerge es la Willets Realismo
de un sistema de Estados en el cual el poder está descentralizado entre sus Funcionalismo
miembros. Es decir, estamos en presencia de un sistema internacional anár­ Marxismo
quico. El actor si no exclusivo, sí decisivo de la política internacional es el Rosenau Estatocéntiico
Estado. Éste, para las posiciones estatocéntricas más extremas, constituye Multicéntrico
una entidad política soberana, con una capacidad de control absoluta sobre Globalcéntrico
sus propios asuntos. En un medio conflictivo, como consecuencia de la anar­ Holsti Tradición Clásica
quía del sistema, el objeto de las Relaciones Internacionales es el estudio de Globalismo
Neo marxismo
Banks Realismo
25 K. J. Holsti, The Dividing Discipline ... , op. cit., p. 8. Ver también: C. del Arenal, "La Pluralismo
Estructuralismo
Teoría y la Ciencia... , op. cit., p. 587.
26 J N
. . Rosenau, "Order and Disorder in the Study of World Politics: Ten Essays in Arenal, Aldecoa Tradicionalista
Search of Perspective", en R. Maghroori and B. Ramberg, op. cit., p. 3; P. R. Viotti and M. V. Sociedad Global
Kauppi (Eds.), op. cit., p. 11; O. Wrever, "The Rise and Fall of the Inter-paradigmatic De­ Dependencia
bate", en S. Srnith, K. Booth and M. Zalewski (Eds.), l11ter11ational T/zeo1y: Positiv1�·111 and
Beyond, Cambridge. Cambridge University Press, 1996, p. 153.
38 la Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 2: El Debate ínter-paradigmático 39

En el caso del paradigma estructuralista, la visión del mundo que se de la disciplina venía dada no por la lucha entre paradigmas previa a una
transmite es la de un sistema económico integrado en el que sus principales etapa científica, sino por el predominio de un paradigma, respaldado hasta
partes, regiones desarrolladas y subdesarrolladas, a las que se asignan fun­ ese momento abrumadoramente por la comunidad académica, que había co­
ciones económicas diferenciadas, están separadas por profundas desigualda­ menzado a ser cuestionado por visiones alternativas del mundo.
des. Para los estructuralistas, las relaciones interestatales representan un fe­ En efecto, K. J. Holsti, yendo más allá del planteamiento realizado por A.
nómeno meramente superficial. Los Estados tienen una importancia secun­ Lijphart28, escribía que, desde el siglo XVII hasta el decenio de los setenta
daria, estimándose que l.9� verdaderos actores de las Relaciones Interna­ en el siglo XX, las Relaciones Internacionales se habían desarrollado en el
cionales son las clases sociales, los movimientos revolucionarios, etc. Aquí, marco de un único paradigma. Este había sido el paradigma e_statocéntrico.
el estudio de la guerra y la paz deja de ser relevante. En su lugar, la finalidad

ial
Sólo en la fecha indicada sufrió el embate, tendente a lograr su desplaza­
de la disciplina reside en el análisis de las causas de la explotación y las con­ miento, de los paradigmas globalista y estructuralista29. Conforme, pues, a
diciones para el logro de la igualdad en el mundo. las ideas de Lijphart y Holsti, podía sostenerse que las Relaciones Interna­

c
No obstante el consenso logrado en tomo a la existencia de tres paradig­ cionales habían sido, durante la mayor parte de su historia, una ciencia ma­

er
mas, en los análisis sobre el estado de la disciplina siguió imperando una dura.
disparidad terminológica excesiva a la hora de referirse a ellos. Es en buena El paradigma estatocéntrico englobaba, tanto las aportaciones de la filo­

om
medida llamativo que en las seis clasificaciones contenidas en el cuadro n.0 3 sofia política anteriores al siglo XX, como las de las corrientes idealista, re­
sólo los términos realismo y, parcialmente, dependencia fueron utilizados de alista y behaviorista. La consideración de las Relaciones Internacionales en

rc
manera común en dos de ellas. En la mayoría de los casos, debajo de la dis­ términos de paradigmas permitía contemplar de un modo distinto los debates
paridad terminológica subyacía una coincidencia respecto al contenido que habidos previamente en su seno. Los dos primeros debates, los que concier­
encerraba cada uno de los paradigmas27• Pero en ocasiones, la cuestión ter­

lo
nen a idealismo versus realismo y a realismo versus behaviourismo, consti­
minológica no era del todo neutra. La elección de la expresión paradigma re­ tuían, en lo fundamental, debates intraparadigmáticos, es decir, oposiciones

va
alista, en detrimento de la de paradigma estatocéntrico, podía resultar restric­ de pareceres fundamentales que tenían lugar dentro de un mismo paradigma.
tiva al dejar, en principio, fuera del mismo la cotTiente idealista y una parte En cambio, el tercer debate, tal y como lo planteaban Maghroori y Ran­
sustancial de la behaviourista. berg30, entre realismo y globalismo era, principalmente, una disputa interpa­

2.3. EL DESAFÍO AL PARADIGMA HEGEMÓNICO


s in radigmática, es decir, una confrontación entre visiones alternativas del mundo.
¿Cuáles fueron los motivos por los que el predominio del paradigma esta­
tocéntrico fue desafiado por dos nuevos enfoques paradigmáticos en los años
ra
setenta? La respuesta a esta pregunta hay que buscarla en el creciente núme­
Teniendo en cuenta la existencia de tres paradigmas, podía sostenerse que ro de críticas que miembros de la comunidad académica dirigían a la capaci­
t

las Relaciones Internacionales se encontraban en una fase pre-paradigmática. dad del paradigma estatocéntrico para explicar las pautas de comportamiento
es

En realidad, con atTeglo a las propias ideas de Kuhn, cabía hablar con más observable en el sistema internacional. Empleando la terminología acuñada
propiedad de un momento de ciisis. La idea de crisis sugería que la imagen
Mu

por Kuhn, estas críticas venían a decir que el paradigma estatocéntrico no


había producido una ciencia normal susceptible de generar una adecuación
27 M. Smith, R. Little and M. Shackelton (Eds.), op. cit., p. 13; P. Willets, "The United satisfactoria entre dicho paradigma y el mundo. En su obra, The Power aj
Nations and the Transformation of the lnternational System", en B. Buzan and R. J. Barry
Power Politics, J. A. Vasquez sometió a un minucioso análisis el "poder" del
Jones (Eds.), Change and the Study oflnternational Relations: The Evaded Dimension, Lon­
don, Frances Pinter, 1981, p. 100; J. N. Rosenau, "Order and Disorder .. . ", p. 3; K. J. Holsti, 28
Para A. Lijphmt, con anterioridad incluso a la Paz de Westfalia, los distintos procesos
The Dividing Discipline ..., op. cit., p. 11; M. Banks, "The Inter-Paradigm Debate", en M. de teorización han tenido lugar dentro de lo que él llama paradigma "tradicional". En su opi­
Light and A. J. R. Groom (Eds.), lnter11ational Relations: A Handbook of Curren/ Theo,y, nión, la disciplina entró en "crisis" en los años cincuenta con la aparición del behaviorismo.
London, Frances Pinter, 1985, p. 11; C. del Arenal, "La Teoría y la Ciencia . . . ", op. cit., p. Ver su artículo: "The Strncture ofthe Theoretical...", op. cit., p. 49.
589; F. Aldecoa, Proyecto Docente de Relaciones Internacionales, Leioa, Universidad del 29 K. J. Holsti, The Dividing Discipline ..., op. cit., p. 11.
País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, 1990, p. 34. 30 R. Maghroori and B. Ramberg, op. cit.
40 La Teoría de las Re/acio11es l111emacio11ales a Co111ie11�os del Siglo XXI Capítulo 2: El Deba/e Inter-pamdigmático 41

paradigma estatocéntrico -o, más concretamente, de las corrientes realista y desarrollados, el estrncturalismo, con sus referencias a las relaciones de de­
behaviorista-- para "producir conocimiento". El estudio de Vasquez mostra­ pendencia, apo1iaba una visión del mundo desde la óptica de los países me­
ba que una gran mayoría de las hipótesis realistas, incluidas las que hacían nos favorecidos económicamente.
referencia al núcleo del realismo, la política de poder, habían sido refutadas. A pesar de los problemas de homogeneidad que se observaban en los tres
Solamente una pequeña parte de tales hipótesis, aludiendo generalmente a paradigmas, era frecuente afirmar que el hecho de compatiir un mismo con­
problemas triviales, había superado la prueba de la verificación. junto de premisas petmitía contemplarlos como unidades dotadas con la su­
El pobre alcance explicativo del paradigma estatocéntrico se comspon­ ficiente cohesión interna. Como veremos más adelante, esto quizás constitu­
dió con la existencia de serias anomalías31 • Pueden registrarse dos grupos de yó una simplificación excesiva. Habiendo dejado constancia de la contesta­
anomalías. En el primero, puede mencionarse la presencia de relaciones de
ción sufrida por el paradigma estatocéntrico, proveniente de las posiciones
cooperación entre Estados. Los procesos de integración, preferentemente en
globalistas y estructuralistas, el paso siguiente, confonne a los postulados de
Europa occidental, y el comienzo de un periodo de distensión a finales de los
Kuhn, consistía en plantear si las Relaciones Internacionales se encontraban
años sesenta dejaron al descubierto la entidad de las interacciones no conflic­
en un momento en que el desatTOllo de las nuevas alternativas paradigmáti­
tivas. Además, cabe citar el papel cada vez más relevante de actores transna­
cas podía llevar, eventualmente, al desplazamiento de aquél.
cionales, principalmente empresas multinacionales, cuya actividad caía fuera
del control del Estado. En el segundo grupo de anomalías, debe hacerse refe­
rencia a las profundas desigualdades económicas en el mundo, fruto del ca­
rácter eminentemente asimétrico de las relaciones entre Estados. El atraso 2.4. RESISTENCIAS A UNA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA
económico de gran parie del planeta estaba convirtiéndose en un rasgo per­
manente e inseparable del sistema internacional. A juicio de sus críticos, el En efecto, era interesante preguntarse si la disciplina estaba a punto de
paradigma estatocéntrico no podía dar una respuesta convincente a ninguna experimentar una "revolución científica". ¿Cabía pensar en que la gran ma­
de estas anomalías. yoría de los especialistas terminara siendo "persuadida" por la potencialidad,
Es posible interpretar, de acuerdo con las ideas de Kuhn, que la persisten­ por las mayores posibilidades de producción de "ciencia normal" de alguno
cia de las anomalías comentadas provocó que el paradigma estatocéntrico de los planteamientos paradigmáticos alternativos?
entrara en crisis. En el intento, por parte de la comunidad científica de las J. N. Rosenau sugirió que cuando un paradigma se ve afectado por un
Relaciones Internacionales, de resolver las anomalías descritas, se abrió, en proceso de descomposición, éste tiene lugar de manera sumamente rápida.
los años setenta, un periodo de "ciencia extraordinaria" que conduciría a la Poco después de manifestarse las primeras dudas sobre su coherencia, "todo
aparición de nuevos enfoques paradigmáticos. Estos nuevos enfoques supu­ parece cuestionable y lo que una vez fue orden aparece ahora como caos to­
sieron un esfuerzo por explicar el mundo desde un conjunto de premisas dis­ tal"32. Es problemático que esta apreciación de Rosenau sea apropiada para
tinto. De esta manera, surgieron dos desafios al paradigma que, hasta enton­ describir la suerte del paradigma estatocéntrico en los años setenta y ochen­
ces, había dominado la disciplina: el globalismo y el estructuralismo. El glo­ ta. El grado de predominio de este paradigma no justificaba las expectativas
balismo quiso responder al primer grupo de anomalías reseñado en el párrafo de una "revolución científica".
anterior, mientras que el estructuralismo trató de centrarse en el segundo. En la primera mitad de los años ochenta fueron realizados distintos estu­
Como consecuencia del distinto tipo de anomalías a las que dirigían sus es­ dios para determinar el grado de adscripción de la comunidad científica a los
fuerzos, entre estos dos desafios había diferencias profundas. Así como el tres paradigmas. Dichos estudios indicaban que, pese a sus graves deficien­
globalismo, con su énfasis en las relaciones de interdependencia, ofrecía una cias, el globalismo y el estructuralismo constituían una pobre competencia
descripción del sistema internacional desde la perspectiva de los Estados para el enfoque preponderante hasta el decenio de los setenta. El grado de

31 Referencias a la existencia de anomalías en el paradigma estatocéntrico pueden encon­ 32 J. N. Rosenau, "Muddling, Meddling and Modeling: Alternative Approaches to the
trarse en: J. A. Vasquez, The Poll'er of Power Polilics... , op. cil., p. 121; !vi. Banks, "The ln­ Study ofWorld Politics", en J. N. Rosenau (Ed.), The Scienlific S111czr o(Foreign Polic:v, Lon­
ter-Paradigm Debate", op. cil., p. 16 don, Frunces Pinter, 1980, p. 535.
42 La Teoría de las Relaciones Intemacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 2: El Debate Inter-paradigmático 43

adscripción aludido intentó medirse a través del análisis de las recomenda­ muchos de los postulados realistas, ahora bajo la denominación de neorrea­
ciones bibliográficas realizadas en libros de texto y listas de lecturas en Re­ lismo, se vio favorecida por el comienzo de un nuevo periodo de tensiones,·
laciones Internacionales. En uno de esos estudios, referido a los principales de una segunda "guerra fría", entre las dos superpotencias36. El neorrealismo,
países del mundo occidental, K. J. Holsti ponía de relieve que tan sólo entre que aparece en escena con la publicación del libro de K. N. Waltz La Teoría
un 5 y un 1 O por ciento de las recomendaciones bibliográficas mencionadas de la Política Internacional en 1979, adquiere sentido dentro del periodo de
podían incluirse en los paradigmas globalista y estructuralista33. De aquí que "ciencia extraordinaria" que se abre tras la crisis del paradigma estatocéntri­
pudiera entenderse que el paradigma estatocéntrico disfrutaba de una posi­ co. Como escriben J.-F. Rioux, E. Keenes y G. Légaré37, el neorrealismo su­
ción hegemónica. puso un intento de resolver las anomalías de este paradigma, asimilando
Después de las duras críticas a la debilidad explicativa de sus formula­ elementos teóricos ajenos al mismo, pero sin cuestionar sus premisas funda­

ial
ciones teóricas, las manifestaciones sobre la hegemonía del paradigma men­ mentales.
cionado podían resultar un tanto sorprendentes. A la hora de aclarar este con­ A las dos razones anteriores sobre el predominio del paradigma estato­

c
trasentido, es necesario aludir a tres circunstancias fundamentales. Primera­ céntrico, pese a las graves deficiencias que planteaba, debía agregarse la ex­

er
mente, debe señalarse el recurso a hipótesis o modificaciones ad hoc para traordinaria influencia ejercida por los Estados Unidos en el desarrollo de las
restablecer la credibilidad del paradigma estatocéntrico. Las críticas referen­ Relaciones Internacionales. Diversos autores subrayaron que la construcción

om
tes al reducido volumen de conocimiento fiable producido por una de sus del paradigma citado, en su vertiente realista, como, más tarde, en su vertien­
principales corrientes, el realismo, fueron descalificadas utilizando dos hipó­ te neotTealista, había estado estrechamente unida a la posición ocupada por
este país en los asuntos mundiales a patiir de 1945 38 . Así, el paradigma esta­

rc
tesis o modificaciones ad hoc: la juventud de la disciplina y la existencia de
e1rnres de medición en los procesos de verificación de las hipótesis34. Con­ tocéntrico reflejaba una forma muy concreta de entender las Relaciones In­
fonne al contenido explicativo que sus proponentes querían dar a estas modi­ ternacionales. Sus premisas y, consiguientemente, los problemas a los que se

lo
ficaciones, no había problemas verdaderamente serios con el enfoque realis­ dirigía la atención de la disciplina, estaban fuetiemente influenciados por los
ta. La comunidad científica debía continuar sus investigaciones sobre las

va
valores culturales característicos de la sociedad notieamericana. No repre­
hipótesis realistas y desarrollar procedimientos más sofisticados de medición sentaba tanto un marco objetivo de elaboración de teorías, como un instru­
de los conceptos que encerraban las mismas. Con el transcurso del tiempo, la mento de racionalización de achtaciones internacionales39 . Según S. Smith,
cantidad de conocimiento lograda tendría necesariamente que incrementar­
se35. Por otra patie, los enfoques globalista y estructuralista no habían alcan­
zado el nivel de consistencia necesario para erigirse en verdaderas alternati­
s in la conexión entre las Relaciones Internacionales y las preocupaciones de po­
lítica exterior en los Estados Unidos era tan sólida que no debía sorprender
que las premisas del paradigma estatocéntrico siguieran siendo tan difíciles
ra
vas paradigmáticas, capaces de orientar el quehacer de los especialistas. Lle­ de sustihtir411•
gar a adquirir tal status requería un proceso más profundo de atiiculación
t

interna. Además, la aparición de dos desafíos distintos, resultado de la frac­


es

tura provocada por la crisis del paradigma estatocéntrico, dificultaba la for­ 36 C. del Arenal. !11troduccitÍ11 a las Relaciones.... op. cit., pp. 101-102. Puede consultarse además:
mación de consensos en la disciplina y favorecía la permanencia de concep­
Mu

E. Barbé, "El papel del Realismo en las Relaciones Internacionales", Rel'ista de fatudios Políticos,
ciones tradicionales. n." 57, 1987, p. 167.
37 J. F. Rioux, E. Keenes et G. Legare, op cit., p. 72.
En segundo lugar, hay que resaltar que estas concepciones, como conse­ 3' S. Hoffmann, "An American Social Science: International Relations", Demlalus, Vol.
cuencia de una reformulación de las ideas realistas, experimentaron un nue­
106, n." 3, 1977, p. 43. Ver también: S. Georgc, op. cit., pp. 207-208: R. Mesa, Teoría y Prác­
vo auge a finales de la década de los setenta. La vuelta a un primer plano de tica de las Relaciones fnternacionales, 2" ed., Madrid, Taurus, l 980, p. 70: F. H. Gareau,
"The Discipline Jnternational Relations: A Multinational Perspective", The Joamal o( Poli­
tics, Vol. 43, August, 1981, p. 783.
33 K. J. Holsti, The Diviging 3' E. Krippendorf, !11ternatio11al Re/ations a Social Science, Brighton, Harvester Press,
Discipline ..., op. cit., pp. 87-100. Pueden encontrarse conclu­
siones en una línea similar en: H. R. Alker and T. J. Biersteker, op.cit., p. 129. 1982, p. 213: C. del Arenal, lntrod11cció11 a las Relaciones ..., op. cit., p. 384.
3: J. A. Vasquez, The Poll'er
ofPoll'er Politics... , op. cit., pp. 200-202. in S. Smith, "The Development of lnternational Relations as a Social Science", Mille11-
3' Ibídem, p. 226.
11i11111, Vol. 16, n.º 2, 1987, p. 198.
Capítulo 2: El Debate lnter-paradigmático 45
44 La Teoría de las Relaciones lnternacio11ales a Co111ie11:os del Siglo XXI

Consecuentemente, debido a las circunstancias expuestas, una "revolu­ ta. La finalización de grandes proyectos de investigación en curso, basados
ción científica" que desplazara el viejo paradigma y lo sustih1yera por uno en hipótesis realistas, ofrecería nueva evidencia sobre la cotrección o no de
nuevo no parecía ciertamente algo inminente en los afios ochenta. No resul­ las mismas. Asimismo, pennitiría, si no verificar, si contrastar la consisten­
taba fácil predecir como se resolvería la crisis que, ateniéndose a las ideas de cia de las modificaciones "ad hoc", referidas a la c01ta vida de la disciplina y
IUrnn, afectaba a las Relaciones Internacionales. Según dichas ideas, el des­ a la existencia de errores de medición, como atenuantes del reducido volu­
enlace del debate ínter-paradigmático era fundamental para el desa1rnllo de men de conocimiento propiciado por el enfoque realista. En el supuesto de
1� disciplina. En tanto en cuanto de este debate no emergiera un único para­ que los nuevos datos fueran también desfavorables, dicho enfoque podría ser
digma, capaz de abarcar el poder explicativo de su antecesor, así como de definitivamente relegado. Por otra parte, la estrategia de diversidad propues­
responder a las anomalías que habían provocado la crisis, no se estaría en ta por Vasquez quería promover la realización de investigaciones sustentadas
condiciones de hacer posible el crecimiento de la teoría y la acumulación del en premisas globalistas y estructuralistas corno medio de fortalecer la articu­
conocimiento. La comunidad científica de las Relaciones Internacionales es­ lación de las perspectivas paradigmáticas alternativas. Si investigaciones de
taría preferentemente absorbida por discusiones en tomo a aspectos básicos este tipo no eran alentadas, los defensores de posturas tradicionales "podrían
de la disciplina. seguir alegando que, a pesar de la pobreza de sus aportaciones, no existía un
La influencia de Kuhn respecto a las condiciones de homogeneidad para­ rival capaz de desplazar al paradigma realista"43.
digmática que debían presidir el desarrollo de una ciencia se dejó sentir en
distintas propuestas tendentes a la construcción de un nuevo paradigma41•
Pero la dificultad de la empresa era evidente. En los afios ochenta, la comu­ 2.5. HACIA UNA IMAGEN DE DIVERSIDAD PARADIGMÁTICA
nidad científica se encontraba ante la disyuntiva de seguir apegada a un pa­
radigma que había mostrado sus muchas deficiencias o de optar por enfoques Sin embargo, la fonna predominante de entender la disciplina comenzó a
alternativos con un grado de desarrollo insuficiente. Lo delicado de esta si­ distanciarse de los conceptos de crisis y revoluciones científicas contenidos
tuación quedó patente en la prudencia mostrada por uno de los críticos más en el esquema de Kuhn. La imagen de una ciencia guiada por un único para­
duros del realismo. J. A. Vasquez consideraba que las deficiencias del para­ digma cedió teneno. En su lugar, la imagen de una ciencia caracterizada por
digma estatocéntrico aconsejaban su sustitución por uno alternativo. Tal sus­ la diversidad paradigmática, no corno algo provisional sino como algo per­
titución constituía un requisito indispensable para que se produjera un pro­ manente, pasó a convertirse en el estado nonnal de cosas. Es interesante se­
greso teórico significativo en la disciplina. Mas, dado que un paradigma 110 ñalar que esta nueva imagen de diversidad paradigmática respondía de ma­
sería definitivamente rechazado hasta que naciera otro con una mayor capa­ nera más adecuada a la visión que el propio T. S. Kuhn tenía de las ciencias
cidad explicativa, Vasquez se declaró partidario de una estrategia de diversi­ sociales. Este autor estimaba que su teoría sobre el progreso del conocimien­
dad paradigmática. Con arreglo a la misma no era imprescindible optar entre to era aplicable solamente a las ciencias naturales. A su juicio, una diferencia
paradigmas opuestos. En su lugar, proposiciones teóricas de distintas obe­ fundamental separaba las ciencias nah1rales de las ciencias sociales: mientras
diencias paradigmáticas podían ser tenidas en cuenta con el propósito de va­ que la comunidad científica, en lo que concernía a las primeras, llevaba a ca­
lorar su contribución al crecimiento del conocimiento en la disciplina.¡2• bo su trabajo -a excepción de las fases precientíficas o revolucionarias­
Según la estrategia de Vasquez, el realismo, pese a las numerosas pruebas dentro de un mismo paradigma, en lo que atafiía a las segundas, estaba per­
elaboradas por él mismo en su contra, no sería rechazado de forma inmedia- manentemente fragmentada, al encontrarse adscritos sus miembros a diferen­
tes enfoques paradigmáticos44. Esta pluralidad de enfoques que preside las
41
Son varias las propuestas de construcción de un nuevo paradigma que dejan traslucir es­ ciencias sociales tiene su origen en el mayor entroncamiento de sus especia­
ta influencia. Entre otras, pueden consultarse: J. N. Rosenau, "Muddling, Meddling and Mod­ listas con las necesidades de la sociedad. Cada uno de ellos es fruto de crite-
eling...", vp. cit., p. 542; R. W. Mansbach and J. A. Vasquez, In Sean·!, o{ Theorp, A Ne\\'
Paradig111for Global Polilics, New York, Columbia University Press, 1981: p. 68; !vi. Banks,
"Where are We Now", Rel'iell' of /n1ematio11al S!udies, Vol. 11, n." 3, 1985, pp. 225 y 230.
Ver} rnnbién de este último autor: 'The lnternational Relations Discipline...", op. cil.. p. 23. -IJ lhide111, p. 227.
, .¡.¡ T. S. Kuhn, op. cit., p. 163.
· J. A. Vasquez, The Poll'er of Pm1·er Politics.. ., op. cil., p. 226.
46 La Teorfa de las Relaciones lntemacionales a Comien::os del Siglo XXI Capítulo 2: El Debate lnter-paradigmático 47

rios normativos concretos que, a su vez, detem1inan los problemas que han entre "\a capacidad para lograr una uniformidad paradigmática y la capaci­
de centrar la atención del investigador45• dad para conseguir un crecimiento teórico significativo 47. 11

Ésta no constituye la razón del giro "pluriparadigmático" emprendido por De esta manera, distintos autores manifestaron su postura opuesta al "uni­
las Relaciones Internacionales. De haber otorgado la suficiente centralidad a tarismo" paradigmático. Entendían que, en sentido contrario, el "pluralismo"
la distinción entre ciencias naturales y ciencias sociales, las ideas de Kuhn ofrecía un marco más adecuado para fomentar la creatividad en la discipli­
no habrían gozado de tanta popularidad en la disciplina. Estas ideas fueron na48. Lo que en el modelo de Kuhn era una situación de crisis, con sus con­
llevadas a las ciencias sociales en general pese a la opinión en sentido con­ notaciones marcadamente negativas, a la luz de las posiciones más decidi­
trario de su autor. Una razón más sólida puede encontrarse en los avances damente relativistas, se convertía en una situación que abría la posibilidad de
un debate fructífero entre alternativas paradigmáticas49•

ial
del relativismo en la Filosofia de la Ciencia . Dichos avances condujeron, en
cierto modo como una consecuencia lógica, a la diversidad paradigmática y F. Halliday señalaba que si ciencias sociales, como la Sociología o la
plantearon serios interrogantes sobre la corrección e incluso la conveniencia Economía, habían progresado en un marco de diversidad paradigmática, no

c
de aplicar la teoría de Kuhn a las Relaciones Internacionales. había razón para pensar que las Relaciones Internacionales no pudieran

er
La obra de Kuhn, junto con la de otros autores -entre ellos Fleck, Po­ hacer lo mismo. Para este autor, era tan erróneo suponer que, mediante una
refo1mulación del realismo, sería posible instaurar un único paradigma, co­

om
lanyi y Feyerabend-, formó parte de un movimiento en la Filosofia de la
Ciencia que tuvo profundas implicaciones epistemológicas46 • Este movi­ mo imaginar que el realismo llegaría a ser sustituido por nuevos enfoques50.
miento lanzó un duro ataque contra conceptos como objetividad y verdad ca­ Una pluralidad de paradigmas, cada uno con sus propias elaboraciones con­

rc
racterísticos del positivismo. Las tesis de Kuhn sobre la inconmensurabilidad cephiales y sus propias explicaciones, podía concretarse en un estado de co­
de los paradigmas, consecuencia de las dificultades existentes para fijar cri­ sas más satisfactorio para la salud de la disciplina que el representado. por un

lo
terios de evaluación interparadigmática, fueron la causa de que su obra se sólo paradigma. Consiguientemente, Halliday sugería que el futuro de las
inscribiera entre las posiciones relativistas de la ciencia. No obstante, Kuhn Relaciones Internacionales había de buscarse, no tanto en la producción de

va
salvó la situación de indefinición entre las diferentes concepciones del mun­ "ciencia normal" como en el esfuerzo por crear una diversidad de paradig­
do que podían caracterizar a una ciencia, mediante la referencia a procesos mas consistentes51.
Bajo el impacto de las formulaciones pospositivistas, la ciencia dejaba de
de "conversión" o "persuasión". Estos detern1inaban que la comunidad cien­
tífica abrazara casi unánimemente una de ellas.
s
Las tendencias pospositivistas que fueron abriéndose camino en la disci­
in concebirse como una entidad monolítica, para pasar a conceptuarse como
una entidad polimórfica. Así, las Relaciones Internaciones, en vez de en tér­
ra
minos del producto de un único paradigma, se definirían atendiendo a las
plina en los años ochenta irían más allá de las ideas de Kuhn. En particular,
apmiaciones provenientes de las diferentes perspectivas paradigmáticas. La
la aparición de posiciones interpretativas o hermenéuticas que defendían cri­
t

aparición de una imagen multiparadigmática de la ciencia, la aceptación de


terios epistemológicos y metodológicos propios para las ciencias sociales
es

un pluralismo metodológico y la convicción de que la disparidad de puntos


contribuyeron a que la homogeneidad paradigmática preconizada por Kuhn de vista no representaba un obstáculo insuperable dejaron sin vigencia las
dejara de verse como una virtud. La más decidida proclividad relativista de
Mu

estas posiciones puso término a la preocupación tradicional por la consecu­


ción de un consenso científico. La pérdida de relevancia de dicho consenso 47
Y. Lapid, "The third debate: on the prospects of international theory in a post-positivist
como un desiderátum esencial en las ciencias sociales es de primordial im­ era", lntematio11al Studies Quarter(v, Vol. 33, n.º 3, l 989, pp. 243-44.
portancia, porque pone en cuestión la estrecha relación establecida por Kuhn 48 J. Der Derian. "lntroducing Philosophical Traditions in lntemational Relations", Mil­
le1111i11111, Vol. 17, n.º 2, 1988, p. 189; C. del Arenal, "La teoría y la Ciencia...", op. cit.. pp.
606-607.
40 S. Smith "The Development of Intemational Relations as a Social Science", op. cit., p.
,
45 ibídem, p. l 64. 204.
5° F. Halliday "A 'Crisis' oflntemational Relations", li1ternational Relations, November,
46 M. Bunge, Epistemo/ogy and Metlwdologv: Umlersta11di11g the World, Boston, D. Rei­ ,
1985, p. 41 t.
del, l 983, p. 261. 51 Ibídem, p. 412.
48 la Teoría de las Relacio11es l ntemacio11ales a Co111ie11=os del Siglo XXJ Capítulo 2: El Debate Inter-paradigmático 49

críticas de "anticientifismo" efechiadas por el positivismo a las Relaciones Haciéndose eco de un problema central suscitado por las nuevas corrien­
Internacionales52. Estos rasgos distintivos del pospositivismo confirieron un tes pospositivistas, T. J. Biersteker planteaba que, ante la aparición de teorías
marchamo decididamente científico a los esfuerzos realizados en la discipli­ múltiples y contrapuestas alentadas por el clima de tolerancia científica,
na, situándola en pie de igualdad con otras ciencias sociales e, incluso, con ¿cómo elegir entre ellas?, ¿cómo asegurar que la ausencia de criterios alter­
las ciencias naturales53 . nativos evite la legitimación de la ignorancia, la intolerancia o algo peor?57
Es probable que el abandono de las ideas de Kuhn fuera un primer paso Aun juzgando positivamente la apertura y el pluralismo promovidos por el
hacia la disolución del debate inter-paradigmático en los años noventa. La pospositivismo, este autor consideraba procedente una discusión sobre el es­
consideración de las Relaciones Internacionales como una entidad polimór­ tablecimiento de criterios para decidir entre planteamientos alternativos an­
fica tuvo efectos contradictorios. Por una parte, desempeñó un papel "libera­ tes de dar el salto del terreno cuestionable del positivismo a lo que podría re­
lizador" en la disciplina54• Hizo posible que desafíos al orden establecido tu­ sultar el vacío pospositivista. Estas cuestiones estarán muy presentes en el
vieran la oportunidad de consolidarse sin que fueran barridos con prontih1d desan-ollo de la disciplina en los años noventa. Con independencia de la ex­
de la escena académica. Por otra paite, permitió la aparición de posturas tensión de las discrepancias al teneno ontológico, los problemas epistemoló­
conservadoras. El hecho de ver las Relaciones Internacionales como la co­ gicos serán los primeros en plantearse en el cuarto debate entre racionalistas ·
existencia natural de paradigmas inconmensurables tendió a frenar la crítica y reflectivistas
y a legitimar cualquier rutina científica. Alentó réplicas al estilo de las pues­
tas de manifiesto por Guzzini: "No me critiquen, hablamos lenguajes dife­
rentes"55. Con todo, aunque el debate inter-paradigmático hubiera perdido
gran parte de su dinamismo interno, continuaba representando un instrumen­
to de gran interés para introducir, sobre todo a efectos docentes, lo que eran
las Relaciones Internacionales.
Esta deriva de la disciplina hacia una situación de diversidad paradigmá­
tica dejaría bien establecida una de las principales líneas de disputa entre los
miembros de la comunidad académica de cara a los años noventa. El cues­
tionamiento de los conceptos de objetividad y verdad complicó enonnemen­
te la tarea de proveer una legitimación efectiva del conocimiento e hizo pro­
blemática la demarcación entre ciencia y no-ciencia. El relativismo filosófi­
co, llevado hasta sus últimas consecuencias, podía dar paso a un estado de
anarquía epistemológica en el que prácticamente cualquier proposición esta­
ría en condiciones de reclamar un mismo status científico. Si una situación
de igualdad entre diferentes tipos de conocimiento se implantaba, la mera
proliferación de proposiciones teóricas no sería distinguible de un auténtico
crecimiento del conocimiento56 .

52 Y. Lapid, op. cit., p. 246.


53 Ibidem, p. 245.
5" O.Wa:ver, "The Rise and Fall ofthe Inter-Paradigm Debate", op. cit., p. 158.
55 S. Guzzini, Realism i11 b1tenwtio11al Relations and Intemational Political Economy:
The Co11ti11ui11g Sto1r ola Death Foretold, London, Routledge, 1998, p. 116. 57 T. J. Biersteker, "Critica! Reflections on Post-Positivism in Intemational Relations",
56 Y. Lapid, op. cit., p. 249. Intemational Studies Quarterly, Vol. 33, n.º 3, 1989, pp. 265-266.
ial
CAPÍTUL03

c
er
EL CUARTO DEBATE

om
rc
Las Relaciones Internacionales experimentaron un cambio histórico en
los años noventa, consecuencia en gran medida de desarrollos que habían

lo
venido produciéndose en el decenio precedente. El debate ínter­
paradigmático deja de ser la referencia fundamental para entender el estado

va
de cosas que caracteriza a la disciplina. Va a tener lugar la entrada en una
nueva fase que, como en momentos anteriores en la historia de esta ciencia,
s in está marcada por un nuevo debate. Con la desaparición del debate inter­
paradigmático, se registra una alteración en el tono de la discusión en el seno
de la comunidad académica. Durante el tercer debate, el intercambio de opi­
ra
niones ocurrió en un clima distendido, en un clima del que estuvieron ausen­
tes, pese a la importancia de las cuestiones en juego, las posturas
t

intransigentes. El cuarto debate supone el inicio de una etapa de


es

efervescencia teórica sin precedentes. El tono de la discusión sufre, de


manera acorde con esta efervescencia, una transfonnación, adquiriendo un
Mu

grado de acritud que queda patente en las críticas y contracríticas que se


dirigen los contendientes en el mismo. En este sentido, el cuarto debate se
asemeja más a los dos primeros debates en la disciplina.
Este capítulo trata de describir las razones que promovieron la disolución
del debate inter-paradigmático. Además, pretende poner de relieve cuáles
son los rasgos esenciales que dotan de personalidad propia al cuatio debate.
Entre las preguntas a las que procura responder están las siguientes: ¿cuáles
son las partes implicadas en este nuevo debate?, ¿cuáles son los puntos cen­
trales de discrepancia en torno a los que se articula el debate?, ¿cuál es, en
52 La Teoría de las Relaciones !11temacio11ales a Comien:os del Siglo X){J Capíllllo 3: El Cuarto Debate 53

definitiva, el nuevo mapa que puede servir de guía para situarse en el mo­ turalismo registraron en su seno fuertes discusiones entre paiiidarios de
mento actual de la disciplina? construcciones teóricas diversas. En lo que respecta al globalismo, J.-F.
Rioux, E. Keenes y G. Légaré estimaron que estas constrncciones teóricas
estaban tan profundamente distanciadas como para elevarlas a la condición
3.l. LA DESAPARICIÓN DEL DEBATE INTER-PARADIGMÁTICO de paradigmas. Así, en lugar de una única perspectiva globalista, plantearon
la consideración de dos paradigmas: el mundialismo, que se sustentaba en la
La significación del debate ínter-paradigmático en los años setenta y obra de J. W. Burton, y el transnacionalismo, que se apoyaba en las tesis de
ochenta está fuera de toda duda. Sin embargo, las alusiones a dicho debate Keoharíe y Nye4 . El mundialisrno iba más allá de la noción transnacionalista
fueron desvaneciéndose con gran rapidez. Bien fuera en su versión ortodoxa, de una pluralidad de actores en torno a la figura central del Estado. Para Bur­
que desc1ibía la disciplina en términos de un único parad�gma, bien fuera e�1 ton, el mundo estaba formado por redes de transacciones que superaban sis­
su versión relativista, que describía la disciplina en térnunos de üna plurali­ temáticamente las fronteras estatales, teniendo el gmeso de dichas redes un
dad paradigmática, el tercer debate no superaría el espacio temporal delimi­ origen no-gubernamental. En cuanto al estructuralismo, es posible distinguir
tado por los dos decenios mencionados. Son varios los motivos que pueden dos grandes coJTientes: la teoría de la dependencia y la teoría del sistema ca­
explicar esta circunstancia: la excesiva simplificación implícita en la reduc­ pitalista munclia!5 . Entre ellas cabe establecer dos diferencias principales. Por
ción del debate a tres grandes enfoques, el carácter desigual del intercambio una parte, así como la primera estaba preocupada por el estudio de las regio­
de opiniones entre ellos, la evolución del globalismo hacia posiciones com­ nes subdesarrolladas del Tercer Mundo, la segunda entendía que tanto regio­
patibles con el neorrealismo y la pérdida del carácter de inconmensurabili­ nes desarrolladas como subdesaJTolladas debían ser tenidas en cuenta en or­
dad de los paradigmas. den a explicar el fenómeno global de las desigualdades económicas. Por otra
Primeramente, puede destacarse que la visión ordenada de la disciplina, parte, mientras que la temía de la dependencia estaba centrada en el caso la­
fomrnda en torno a la existencia de tres paradigmas, se logró a costa de una tino americano, tendiendo a considerar sus problemas como únicos, la teoría
excesiva simplificación 1• Dentro de cada uno de estos paradigmas había una del sistema capitalista mundial contemplaba dicho caso como parte de una
gran diversidad de puntos de vista. Así, por ejemplo, el paradigma estatocén­ experiencia de explotación más amplia6 . Asimismo, dentro de cada una de
trico englobaba corrientes de pensamiento -como la idealista, la realista y estas teorías podían apreciarse discrepancias notables. F. H. Cardoso escribió
la behaviorista- con serias discrepancias entre ellas. En distintos momentos que las diferencias que separaban a los especialistas que se englobaban en la
del pasado de la disciplina, la agrupación de estas corrientes dentro de un escuela de la dependencia eran tan marcadas que "difícilmente permitirían
mismo marco de referencia se hubiera considerado corno algo sorprendente. reunir a todos ellos en la misma sala de conferencias" 7•
Cie1tamente, la intensidad de los debates, primero, entre idealismo y realis­
mo y, después, entre realismo y behaviorismo, han marcado auténticos hitos 4 J.-F. Rioux, E. Keenes et G. Légaré, "Le Néo-Réalisme ou la Reformulation du Para­
en la evolución de las Relaciones Internacionales. Los participantes en di­
digme l-Iégémoniquc en Relations lntemationales". Eludes !11tematio1111les, Vol. XIX. n.º l.
chos debates difícilmente hubieran admitido estar unidos por determinadas 1988. p. 64.
concepciones comunes. Incluso, en fechas más próximas, ya se ha destacado ; C. Brown ha llegado a distinguir no dos, sino tres corrientes teóricas en el paradigma es­
que autores como Vasquez2, en el caso del idealismo, y Korany3, en el del tructuralista: a) Dependencia, b) Análisis centro-periferia y c) Análisis del sistema mundial.
behaviorismo han defendido la concesión a tales c01Tientes del título de pa­ En la primera incluye a autores como F. l-I. Cardoso, E. Faktto, T. Dos Santos, C. Furtado,
etc. En la segunda agrupa especialistas como A G. Frank, S. Amín, A. Emmanuel. etc. En la
radigma. Al i�ual que el paradigma estatocéntrico, el globalismo y el estruc-
última de las corrientes citadas menciona corno figura clave a l. Wallerstein. Ver la con­
tribución de C. Brown: "Development and Dependency", en M. Light and A. J. R. Groom
(Eds.), op. cit .. p. 63.
1
S. Smitb, "The Self-lmages of a Discipline: A Genealogy of International Relations ''P.R. Viotti and M. V. Kauppi, op. cit., p. 410.
'rheory", en K. Booth and S. Smith (Eds.), !11tenwtio11al Relations Theo1:v Today, London, 7 F. H. Cardoso, "The Consumption of Dependency Theory in the United States", Latin
Polity Press, 1995, p. 19. Amerirn11 Research Review. Vol. 12, n.º 3, 1977, p. 7. Contrariamente, otros autores han pues­
1 J. A. Vasquez, The Po\l'er cfPo\l'er Politics.. . , op. cit., p. 117 Y 122. to el acento en la proximidad de las posiciones de las distintas escuelas neomarxistas. Ver por
3 B. Korany, op. cit., p. 707. ejemplo: C. Brown, op. cit., p. 68.
La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 3: El Cuarto Debate 55
54

En segundo lugar, la participación de los tres enfoques básicos en el de­ cas en las Relaciones Internacionales, confiando posiblemente en que en el
bate ínter-paradigmático fue muy desigual. Es posible afirmar que dicho de­ proceso de adaptación a la disciplina adquiriera un perfil más "internacio­
bate tuvo como principales protagonistas al paradigma estatocéntrico, espe­ nal". Fueron pocos, sin embargo, los esfuerzos llevados a cabo desde la pro­
cialmente en su versión realista, y al paradigma globalista8. Hubo realmente pia disciplina para transformar el legado recibido, buscando, entre otras po­
un nivel de discusión muy bajo entre estatocentrismo y estructuralismo o en­ sibilidades, desarrollar una mayor relación entre el campo de la economía y
tre globalismo y estructuralismo. En cualquier caso, nada similar a la con­ el campo de la política IO.
frontación intensa entre realismo y globalismo de los años setenta y ochenta Como tercer motivo de la difuminación del debate paradigmático, cabe
que Maghroori y Ranberg denominaron "el tercer debate" en la disciplina. destacar que el globalismo sufrió cambios de sumo interés. Dentro de este

ial
Dejando a un lado la inspiración marxista de buena parte del estructuralismo, paradigma, las posiciones más abiertamente superadoras del estatocentrismo
la circunstancia descrita puede deberse a los propios orígenes de este para­ acabarían perdiendo terreno en favor de lo que con anterioridad hemos lla­
digma. Su nacimiento se produjo en el seno de la Economía Política9• El pa­ mado transnacionalismo. En efecto, las tesis de J. W. Burton expuestas en

c
The World Society no fueron articuladas de manera suficiente para constituir

er
radigma estructuralista fue más una consecuencia de las críticas a la teoría
del desarrollo vigente en Occidente e, incluso, a determinadas proposiciones una alternativa al viejo paradigma. Lejos de ello, Burton y otros autores que

om
del marxismo tradicional, que de los intentos deliberados de crear una alter­ compartían sus ideas restringieron notablemente su foco de interés, dedican­
nativa a las posiciones estatocéntricas dominantes. do gran parte de sus esfuerzos al estudio de una cuestión crítica en las Rela­
Estos orígenes del estructuralismo quedan claramente reflejados en el ciones Internacionales: el análisis y resolución de conflictos 11• Es en este te­

rc
contenido esencialmente económico de la literatura que solía presentarse rreno concreto, por tanto, donde se concentrarían las ambiciones de crear al­
como característica del mismo. El grueso de esta literatura, constituida por ternativas al re.alisma. En consecuencia, el globalismo pasó a estar dominado

lo
las aportaciones de autores como F. H. Cardoso y E. Faletto, C. Furtado, A. por fonnulaciones transnacionales o, como cada vez con mayor frecuencia se
G. Frank, S. Amín y O. Sunkel, estuvo orientado al análisis de los efectos del les fue denominando, neoliberales. Estas formulaciones fueron considera­

va
sistema capitalista mundial sobre las economías del conjunto o de determi­ blemente más compatibles con las premisas realistas. El neoliberalismo sólo
nadas regiones del mundo menos avanzado. La obra de otros autores, como representó una amenaza al viejo paradigma en la medida en que amplió los
la de J. Galtung e l. Wallerstein, presenta en ocasiones una mayor proximi­
dad a cuestiones de relaciones internacionales, pero aun así el énfasis fun­
damental de su trabajo recae en problemas de subdesarrollo. En concreto,
s in límites de la disciplina definidos por él, pero en lo sustancial no supuso una
oposición frontal al mismo 12• R. O. Keohane escribió que "las teorías realis­
tas (... ) necesitan ser suplementadas, aunque no reemplazadas, por teorías
ra
Wallerstein ha sido criticado por ignorar en su análisis histórico los dominios que señalen la importancia de las instituciones intemacionales" 13. El neolibe­
políticos y diplomáticos y por tratar al Estado como mero instrumento de los ralismo reserva un lugar destacado a los presupuestos realistas. Estos siguen
t

grupos económicos dominantes. Solamente un grupo reducido de autores, siendo vitales para entender la política internacional cuando ésta está domi­
es

como R. Cox, A. Linklater o M. Hoffmann parecía encajar de manera natural nada por relaciones de poder. No obstante, este tipo de situaciones son cada
en la disciplina. Hasta cie1io punto resultaba un tanto forza.do ver englobados
Mu

a estos autores, junto con algunos de los citados más arriba, dentro de la rú­
10 Uno de los esfuerzos por explorar la relación entre economía y política puede encon­
brica general de estructuralistas o dependentistas. La significación de este
trarse en: C. Chase-Dunn, "lnterstate System and Capitalist World-economy: One Logic or
grupo reducido de autores varía radicalmente con el comienzo del cuarto de­ Two?", /11/emational Studies Quarterly, Vol. 25, March, 1981, pp. 19-42.
bate. Pasan a ubicarse, como pa1iidarios de la teoría crítica, en el seno del re­ 11 A este respecto, ver, por ejemplo, el contenido de las siguientes obras: C. R. Mitchell,
flectivismo. The Structure ofJnternational Conf/ict, London, Macmillan, 1981; J. Burton, Conjlict: Reso­
El estructuralismo, en definitiva, permaneció en gran medida en su estado lution and Proventio11, London, Macmillan, 1990; J. Burton and F. Dukes, Conjlict: Readings
·original. Este enfoque fue tomado como una de las alternativas paradigmáti- in klanagement & Resolution, London, Macmillan, 1990; C. Mitchell and M. Banks, Hand­
book ofC01¡flict Resolution: The Analytical Problem-solving Approach, London, Pinter, 1996.
12 S. Guzzini, Rea/ism in International Relations and ... , op. cit., p. 112.
8
ll R. O. Keohane, Después de la Hegemonía: Cooperación y Discordia en el Política
O. Wa;ver, "The Rise and Fall ofthe Inter-paradigm Debate", op. cit., p. 16l.
9
K. J. Holsti, The Dividing Discipline..., op. cit., p. 66. Económica Mundial, Buenos Aires, GEL, (1984) 1988, p. 28.
Capítulo 3: El Cuarto Debate 57
56 La Teoría de las Relaciones Jntemacionales a Comien=os del Siglo XXJ

vez más minoritarias en lo que constituye la realidad internacional de deter­ de relieve "un pequeño número de cosas grandes e importantes" 18, estableció
minadas partes del mundo. En distintas áreas de esa realidad -el comercio un nítido contraste con la retórica del realismo clásico, que generalizaba so­
bre la naturaleza de la vida humana y la naturaleza inherentemente trágica de
internacional, el sistema monetario internacional, la protección medioam­
biental, la preseivación de los recursos pesqueros o la ayuda al desarrollo-, la política.
La teoría liberal experimentó un desarrollo paralelo. Dejó de ser una in­
los neoliberales detectan la presencia de regímenes 14• Sin este nuevo esque­
terpretación general de la naturaleza de las Relaciones Internacionales, para
ma conceptual, una parte apreciable del compmtamiento observable en la es­
concentrarse en plantear unas pocas cuestiones muy concretas. Según O.
cena internacional no tendría una explicación satisfactoria.
Wrever quizás sólo una: ¿cómo afectan las instituciones a los incentivos de
Por tanto, el globalismo perdió gran paite de su carácter de alternativa al los Estados? 19 Basando su punto de vista en premisas realistas, es decir, en­
estatocentrismo. En lugar de centrarse en la emergencia de una sociedad tendiendo los Estados como actores racionales y egoístas, los neoliberales
global y en la creciente fragmentación del Estado, el globalismo, transfor­ tratan de demostrar que las instituciones son posibles y relevantes incluso en
mado en neoliberalismo, puso el acento en la forma en que los Estados, defi­ el marco restrictivo de dichas premisas. Los neoliberales, al igual que los
nidos como actores racionales, conseguían establecer relaciones de coopera­ neorrealistas, buscaron afinnaciones cada vez más precisas y limitadas que
ción en un medio anárquico 15• pudieran reducirse a simples proposiciones analíticas susceptibles de teori­
Por último, la complementariedad con el realismo que propugnaban las zación y verificación.
formulaciones liberales en los años ochenta puso en cuestión el carácter in­ Por tanto, a lo largo de los años ochenta, el realismo se transfotmó en
conmensurable de los paradigmas. La difuminación de este rasgo caracterís­ neorrealismo y el globalismo en institucionalismo neoliberal. Ambos sufrie­
tico del debate ínter-paradigmático fue reforzada por detern1inadas orienta­ ron una redefinición que apuntaba a un menor contenido metafísico, a un
ciones fundamentales del neorrealismo y neoliberalismo. El neorrealismo vi­ minimalismo teórico, circunstancias que los conve1tirían en crecientemente
no a respaldar al paradigma estatocéntrico en su pugna, principalmente, con compatibles. Los paradigmas estatocéntrico y globalista, reconvertidos ahora
el globalismo, pero al mismo tiempo supuso un cambio transcendental con en neotTealismo y neoliberalismo, perdieron el rasgo de inconmensurabili­
respecto al realismo tradicional. Lo que quizás más distinguió al neorrealis­ dad, para pasar a compaitir un programa de investigación "racionalista", una
mo fue su carácter científico16• Al plantear esta reformulación del pensa­ misma concepción de la ciencia y una común aceptación de trabajar bajo la
miento 01todoxo en la disciplina, Waltz entendía que las reflexiones y las es­ premisa de anarquía y de investigar la evolución de la cooperación y de las
peculaciones generales no eran suficientes, que el realismo tenía que expre­ instituciones20• La síntesis neorrealismo-neoliberalismo acabaría constituyéndo­
sarse en fmma de teorías, de sistemas de proposiciones claramente se en el mainstream o corriente principal de la disciplina21.
especificadas. Este hecho, como desarrollos similares en el seno del globa­ Además de estas razones, pueden mencionarse las circunstancias históri­
lismo, tendrían repercusiones notables sobre la visión de la disciplina en cas concretas en las que se desarrolló el debate inter-paradigmático. Es posi-
términos de paradigmas. Efectivamente, en este caso, el paradigma estato­
céntrico se vio privado de gran parte de su contenido rnetateórico. Las gran­ 18 K. N. Waltz, "Reílections on Theo1y of lnternational Politics: A Response to My Crit­
des disquisiciones sobre la naturaleza de la política fueron reemplazadas por ics", en R. O. Keohane (Ed.), Neorealism aml lts Critics, New York, Columbia University
proposiciones muy precisas 17• Así, el neorrealismo, que sólo perseguía poner Press, 1986, p. 329.
19
0. Wrever, "The Rise and Fall ofthe lnter-paradigm Debate", op. cit., p. 162.
1" lhidem, p. 163.
21 Esta tendencia hacia la reconciliación o complementariedad entre los distintos paradig­
14 R. O. Keohane and J. S. Nye, Poder e Interdependencia: La Política Mundial en Tran­
mas, en especial entre el tradicional y el de la sociedad global, fue apuntada por C. del Arenal.
sición, Buenos Aires, GEL, ( 1977) 1988, p. 35. "La compleja realidad internacional actual, que impide negar la importancia tanto de los Esta­
15 R. Little, "The Growing Relevance of Pluralism?", en S. Smith. K. Booth and M. Za-
dos como de los actores transnacionales, tanto de las relaciones interestatales como de las
dewski (Eds.), op. cit., p. 80. . .. transnacionales, tanto de las situaciones de conflicto como de la cooperación, hace que la teo­
16 K. N. Waltz, "Realist Thought and Neorealist Theory", Joumal o( !11ternat1011al Affiurs,
ría de las relaciones internacionales haya optado, en cie1ta medida, por una opción ecléctica,
Vol. 44, n.º 1, 1990, pp. 21-37. . . . de compromiso". Ver: C. del Arenal, "La Teoría y la Ciencia de las Relaciones Internaciona­
17 J. Donnelly, Rea/ism allll /ntemational Relations, Cambridge, Cambndge Umvers1ty
les Hoy", op. cit., p. 605.
Press, 2000, p. 3 l.
58 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Co111ien=os del Siglo XX] Capítulo 3: El Cuarto Debate 59

ble que los acontecimientos internacionales no favorecieran la consolidación imagen satisfactoria de las Relaciones Internacionales24. La disciplina, en
de este debate. En el capítulo anterior vimos cómo el predominio del estato­ opinión de algunos autores, había entrado en una nueva fase histórica, en un
centrismo en las Relaciones Internacionales, a pesar de sus muchas deficien­ nuevo debate: el cuarto25 . La imagen de un cuarto debate, en el que nos en­
cias, estuvo vinculado al estallido de una nueva guerra fría a finales de los contraríamos actualmente, encaja perfectamente en la evolución de una cien­
años setenta. Pero la realidad internacional no favoreció en la misma medida cia social jalonada por momentos críticos de discusión entre los académicos
a los paradigmas globalista y estructuralista. En el caso del primero, el des­ que se dedican a su estudio.
orden de la economía internacional en los años setenta y la adopción ante el Cabe establecer unos breves paralelismos entre el tercer y el cuarto deba­
mismo de medidas proteccionistas actuaron en detrimento de ideas globalis­ te. De un lado, ambos debates están relacionados, aunque de manera diferen­

ial
tas clave como la de interdependencia. Al mismo tiempo, una experiencia de te, con desatrnllos en el tetTeno filosófico. Es posible observar un vínculo
co1ie liberal, la integración europea, afectada por las dificultades económi­ entre el tercer debate y la conmoción que la obra de T. S. Kuhn causó en la
cas, entraba en una fase de estancamiento. La teoría de la integración, uno de filosofia de la ciencia. Sus ideas conformaron un nuevo modelo sobre la evo­

c
los desarrollos más notables de este paradigma, quedaba en entredicho22. lución del conocimiento en las ciencias naturales. La traslación de ese mode­

er
Cuando la realidad internacional comenzó a cambiar de nuevo en la segunda lo a las Relaciones Internacionales engendró el debate inter-paradigmático.
mitad de los años ochenta, con la apertura de una nueva etapa en el proceso El tercer debate constituye, pues, un nuevo ejemplo de la influencia de las

om
de globalización, no tendría efectos sobre el curso del debate inter­ ciencias naturales sobre las ciencias sociales. El cuarto debate tiene también
paradigmático. La disciplina se encontraba en aquellos momentos en tránsito su origen en cuestiones filosóficas de fondo. Hay una conexión entre este

rc
hacia el cuatio debate. En el caso del estructuralismo, sus fonnulaciones teó­ nuevo debate y lo que representa una cuestión central, no en la filosofia de
ricas tuvieron que hacer frente un hecho particularmente anómalo: la rápida las ciencias nah1rales, sino en la filosofia de las ciencias sociales: cómo pro­
industrialización de patie de la periferia. Las variaciones en las trayectorias

lo
ceder y cómo valorar la obtención de conocimiento en estas últimas. Esta es
económicas de países del Tercer Mundo no eran reconciliables con unas teo­ una cuestión, como se verá un poco más adelante, cargada de repercusiones

va
rías que destacaban los condicionantes sistémicos del desarrollo. Esto condu­ ontológicas y epistemológicas. Una pregunta interesante es por qué surge
jo a los autores estructuralistas a completar sus formulaciones teóricas con precisamente en esos momentos, cuando había estado ausente de la discipli­
variables en el nivel del Estado, en concreto, con el papel desempeñado por na desde el debate entre tradicionalistas y behavioristas de los años cincuenta
los gobiernos en la promoción de la industrialización. Este giro teórico, apar­
s
te de comprometer la orientación sistémica del estructuralismo, pudo supo­
ner una cietia aproximación al estatocenttismo de neorrealistas y neolibera­
in y sesenta. La respuesta quizás esté, sin perjuicio de una reflexión más dete­
nida sobre ella, en la insatisfacción con el conocimiento generado en la dis­
ciplina desde unos presupuestos positivistas, insatisfacción que se acrecienta
ra
les23 . con el término de la guerra fría.
De otro lado, ambos debates parecen necesitar un periodo de maduración.
t

El debate inter-paradigmático arrancó en los años setenta, pero los rasgos


es

3.2. EL COMIENZO DEL CUARTO DEBATE


Mu

24 Ver por ejemplo: S. Smith, K. Booth and M. Zalewski (Eds.), op. cit.; J. Baylis and S.
El debate inter-paradigmático desapareció súbitamente de la literatura
Smith (Eds.), The Globa!i::atio11 of World Politics: An introduction lo Jntemational Relations,
académica a finales de los años ochenta. Con la excepción de algunas obras 2nd ed., Oxford, Oxford University Press, 200 l; J. Steans and L. Pettiford, lntemationa/
en las que fue parcialmente utilizado para ordenar la presentación de sus Relations: Perspectives ami Themes, Harlow, Longman, 2001. En todas estas obras, una parte
contenidos, el debate inter-paradigmático dejó de ser útil para ofrecer una de las mismas está dedicada a la exposición de los paradigmas tradicionales.
25
Es necesario mencionar que las referencias al cuarto debate no son habituales. La ma­
yoría de los autores, siguiendo la pauta fijada por Y. Lapid, eontinúan hablando del "tercer
22 debate". Pese a ello, nos ha parecido más clarificador, tal y como hace O. Wrever, utilizar la
M. Khaler, "lnventing lnternational Relations: lnternational Relations Theory after
1945", en M. W. Doyle and G. J. Ikenberry, New Thinking in fntemalional Relalions The01y, expresión "cuarto debate" para deslindar el estado de cosas que comienza a perfilarse a finales
Boulder, Co., Westview Press, 1997, p. 37. de los ochenta del que fue característico -la discusión ínter-paradigmática- en los años
23
Jbide111, p. 36. precedentes.
60 La Teoría de las Relaciones l11temacio11ales a Co111ie1i=os del Siglo XXI Capítulo 3: El Cuarto Debate 61

fundamentales del mismo no fueron trazados con nitidez hasta los años tendencias29. Es habitual encontrar referencias, con exactamente el mismo
ochenta. Otro tanto puede decirse del cuarto debate. Éste comenzó a fraguar­ sentido, a expresiones como pospositivismo, constrnctivismo, teorías críticas
se en el decenio de los ochenta, pero es posible que la fisonomía del mismo o posrnodernismo. No obstante, la mayoría de estas expresiones, como las
esté aún por definir enteramente a principios de este nuevo siglo. El cuarto tres últimas, tienen el inconveniente de poseer un doble significado, por un
debate es considerablemente más complejo, lo cual quizás requiera un perio­ lado, general, reflejando el colectivo de las tendencias mencionadas y, por
do de maduración más largo. En el famoso miículo de Y. Lapid publicado en otro, muy concreto, refiriéndose al carácter específico de algunas de ellas.
1989, para algunos precursor del nuevo debate, llama la atención que ele­ Por esta razón, el término de reflectivismo parece adecuado, al no producirse
mentos del debate ínter-paradigmático y de los enfoques críticos del cuarto
una superposición de significados, y será el que se emplee para designar el
debate aparezcan entremezclados26. Aunque es cierto que en algunos aspec­
conjunto de enfoques críticos a la corriente principal en la disciplina.
tos hay una continuidad entre el tercer y el cuarto debate, especialmente en
En contraste con el minimalismo teórico de la síntesis neorrealismo­
lo que atañe a un relativismo filosófico que contraviene los presupuestos po­
sitivistas, este autor habla de una manera genérica del tercer debate, sin dar a neoliberalismo, el cuarto debate va a recuperar un marcado tono metateórico.
entender que la disciplina estaba adentrándose en una fase distinta de la pa­ Como podrá verse a lo largo de este trabajo, el contexto metateórico del
radigmática. Por otra parte, muestra también de su mayor grado de complej i­ nuevo debate es muy distinto y mucho más complejo que el del debate inter­
dad, el establecimiento de las principales corrientes críticas que participan en paradigmático. Ello se debe no sólo a la pluralidad de fuentes filosóficas en
el cuatio debate ha necesitado cierto tiempo. S. Smith, en una impo1iante las que se inspiran los enfoques críticos, sino también a la naturaleza poco
contribución sobre el estado de la disciplina escrita a mediados de los años convencional del contenido y terminología de algunos de ellos. En ocasio­
noventa, no se refería al constructivismo, como corriente diferenciada, entre nes, el carácter profundamente filosófico que adoptan las discusiones entre
los desafíos al statu quo académico27 . Sin embargo, en nuestros días, el cons­ los contendientes en el cuaiio debate introduce un grado de dificultad apre­
tructivismo supone una de las alternativas más sólidas a dicho statu qua. De ciable en la comprensión de las mismas. No obstante la fo1mación politoló­
aquí que acabe de sugerirse que nuestra capacidad de comprensión de lo que gica de la comunidad científica de las Relaciones Internacionales, gran pa1ie
está en juego en el cuarto debate pueda todavía mejorar. del cuatio debate discurre a través de cauces eminentemente filosóficos10.
El cuarto debate está constituido por la controversia entre racionalistas y El cuarto debate tiene que ver principalmente con cuestiones de segundo
reflectivistas. Este debate adquirió caiia de naturaleza tras la alocución pre­ orden, con cuestiones de teoría socia!31 • La teoría social guarda relación con
sidencial de R. O. Keohane ante la ISA en 198828 . Constatando la existencia aspectos ontológicos y epistemológicos. Tales aspectos son característicos de
de dos formas de abordar el estudio de las instituciones internacionales, se todos los campos del saber, no sólo de las Relaciones Internacionales. Las
refirió a un enfoque racionalista y a un enfoque reflectivista. El primero cuestiones de primer orden o teorías sustantivas tienen que ver con campos o
agrupaba a autores neorrealistas y neoliberales, mientras que el segundo áreas de estudio específicos, como, en nuestro caso, el del sistema interna­
comprendía autores pertenecientes a tendencias diversas. El término reflecti­ cional. La teoría sustantiva está basada en la teoría social, si bien no se des­
visrno no es desde luego el único utilizado para describir el conjunto de estas prende directamente de ella. Aunque no todos los participantes en el cuarto
debate estarían de acuerdo, cabe pensar si, a largo plazo, el trabajo empírico
26 Y. Lapid, op. cit.
27 S. Smith, "Positivism and Beyond", en S. Smith, K. Booth and M. Zalewski (Eds.), op.
cit., pp. 25-29. En cambio, Srnith si menciona el constructivismo en una contribución poste­ 29 A este respecto, ver por ejemplo: C. del Arenal, "Teoría de las Relaciones Internaciona­
rior. No obstante, este autor ti�nde a colocar al constructivismo corno un enfoque indepen­ les y Sociedad Internacional", op. cit., p. 754.
diente, al margen de los otros tres enfoques retlectivistas. Ver: S. Smith, "Retlectivist and 30 Reflejando bien esta circunstancia, A. Wendt en Social Theon, o(Jnternational Politics
Constructivist Approaches to lnternational Theory", en J. Baylis and S. Smith (Eds.), op. cit., dice que, si bien su fonnación es politológica, el libro está escrito desde el punto de vista de
p. 242. un filósofo.
lN R. O. Keohane, " lntemational lnstitutions: Two Approaches", fnternatio110/ S111dies 31 A. Wendt, Social Theo1J' of fntemational Polilics, Cambridge, Cambridge University
Quarter(v, Vol. 32, n.º4, 1988, pp. 381-382. Press, 1999, p. 5.
62 la Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 3: El Cuarto Debate 63

puede ayudamos a decidir qué teoría social, qué opciones ontológicas y epis­ cuestiones de segundo orden, ontológicas y epistemológicas. N. G. Onuff y
temológicas son las más adecuadas. S. Guzzini han situado sus propuestas planteando un doble eje: por un lado,
Aun cuando sea de sobra conocido, puede tener algún interés detenerse un eje ontológico referido al problema agente-estructura y, por otro, un eje
brevemente en especificar el contenido de las cuestiones ontológicas y epis­ epistemológico representado por la cuestión explicación-interpretación32 • A.
temológicas. La ontología hace alusión a los referentes concretos de un dis­ Wendt y E. Adler33 , por su parte, han elaborado mapas de la disciplina sobre
curso explicativo. La ontología de una teoría comprende las estructuras del un triple eje, lo cual petmite ver lo que está en juego en el cuaiio debate con
mundo real -cosas, entidades- y los procesos planteados por la teoría e un mayor grado de detalle. Estos autores proponen un doble eje ontológico,
invocados por las explicaciones que encierra. En definitiva, la ontología res­ recogiendo, además del problema individualismo-holismo, la disyuntiva en­

ial
ponde a la pregunta: ¿de qué está hecho el mundo? Por su parte, la epistemo­ tre materialismo-idealismo. El eje epistemológico confiere a estos mapas un
logía trata de caracterizar la clase de conocimiento que un método de estudio carácter tridimensional.

c
dado proporciona y de establecer hasta qué punto dicha clase de conocimien­

er
to está en consonancia con los que son considerados estándares de un cono­
3.3.1. Los Ejes Ontológicos
cimiento verdadero o genuino. La relación entre la ontología y la epistemo­

om
logía puede producirse en una doble dirección. De considerarse prioritaria la Es fundamentalmente el mapa de Wendt el que se expone a continuación.
ontología, es decir, la definición del mundo, de qué cosas existen en él, la

rc
La consideración de los ejes ontológicos permite llegar a una visión intere­
epistemología se colocará en una posición subordinada. En una dirección sante, aunque no suficiente, de las Relaciones Internacionales, al menos de
opuesta, si la prioridad se otorga a la epistemología, es decir, a la definición aquellas teorías situadas en el nivel del sistema. Los ejes ontológicos están

lo
de lo que constituye ciencia, ésta puede determinar el tipo de cosas o entida­ dominados por una doble discusión. En cada una de estas discusiones hay
des sobre las que podemos adquirir conocimiento. dos posturas principales, lo cual da lugar a cuatro grandes grupos, a "cuatro

va
Con el fin del debate inter-paradigmático desapareció la imagen que du­ sociologías" de la estmctura34 .
rante dos décadas hizo posible una presentación ordenada de las Relaciones La primera de las discusiones viene dada por la contraposición entre ma­
Internacionales. Es razonable en consecuencia preguntarse si existe una nue­
s
va imagen que, con relativa sencillez, dé cuenta del estado de la disciplina en
los momentos actuales. La respuesta a este interrogante es que se han elabo­
in terialismo e idealismo. El núcleo esencial de la misma es: ¿en qué medida
están las estmcturas formadas por ideas?35 Los materialistas piensan que el
hecho más decisivo acerca de la sociedad está constituido por la organiza­
ra
ción de las fuerzas materiales. Estas fuerzas son impottantes de maneras di­
rado distintas imágenes a tal efecto, pero ninguna tan nítida como la prece­
versas: permiten manipular el mundo, dotan a unos actores con más poder
t

dente. Esto no es de extrañar dado el dificil encaje de conceptos tradicionales


que a otros, predisponen a los Estados a la agresión, crean amenazas, etc. Es­
es

de definición y clasificación en algunos enfoques reflectivistas, especialmen­ to no quiere decir que las ideas no tengan algunas consecuencias, pero para
te, el posmodernismo. los materialistas los efectos de las fuerzas no materiales son secundarios36 .
Mu

32 N. G. Onuf, World 1?f'011r !t,!uki11g: Rules llll(I Rule in Social Theo1J afl(/ h1tmwtiv11al
3.3. UN MAPA DE LA DISCIPLINA EN EL CUARTO DEBATE
Rrdatio11s, Columbia, University of South Carolina, 1989, p. 57: S. Guzzini, Realis111 in biter-
11atio11al Relatio11s ami..., op. cil., p. 194.
33 A Wendt, Social Theo,y ofl111ematio11al Polilics, op. di., p. 23; E. Adler, "Seizing the
Varios autores han confeccionado mapas o matrices con la pretensión de •
.que sirvan de guía a unas Relaciones Internacionales dominadas por la con­ M1ddle Ground: Constructivism in International Politics", E11ropea11 Joumal ofl11tematio11al
Relatio11s, Vol. 3, n.º 3, l 997, pp. 33 l.
frontación entre racionalistas y reflectivistas. El criterio básico seguido por :: A. Wendt, Social Theo1:i1 oflntemational Politics, op. cit., p.23.
ellos ha sido fijarse en la teoría social implícita en las posiciones de los par­ 'lbide111.
36
ticipantes en el cuarto debate. Es decir, los mapas o matrices responden a Ibidem.
64 La Teoría de las Relaciones /11ternacio11ales a Co111ie11:os del Siglo XXI Capítulo 3: El Cuarto Debate 65

En las Relaciones Internacionales ha sido frecuente combinar poder e inte­ El holismo, en cambio, mantiene que los efectos de las estructuras no son re­
rés, por un lado, e ideas, por otro, como causas de determinados resultados. ducibles en el sentido expuesto. Contrariamente, dichos efectos contribuyen
Poder e interés son conceptuados como fuerzas materiales y, ciertamente, a la construcción de los agentes, tanto en témlinos causales como constituti­
ambos representan un conjunto distinto y relevante de causas sociales, pero vos. El individualismo implica una visión de la sociedad de abajo arriba que
esto sólo refuerza el materialismo si sus efectos no están constituidos por contrasta con la visión de arriba abajo del holismo42 •
ideas. Por el contrario, los idealistas creen qué la circunstancia más funda­ El individualismo, en todo caso, atribuye un status ontológico secundario
mental acerca de la sociedad es la naturaleza y estructura de la conciencia a las estructuras. Puede aceptar que las estmcturas generan determinados
social37• En ocasiones, esta estructura es compartida por los actores en forma efectos. Cuando los individualistas afaman que las estructuras "constriñen"
de principios, normas e instituciones. La estructura así fomiada resulta de las opciones de los actores, están queriendo decir que sólo tienen efectos so­
gran significación por varias razones: por constituir identidades e intereses, bre el comportamiento de los agentes43. En una dirección distinta, cuando los
por ayudar a los actores a encontrar soluciones comunes a los problemas, por holistas aseveran que las estructuras "construyen" los agentes, están dando a
definir expectativas de comportamiento, por constituir amenazas, etc38• Estas entender que tienen efectos sobre las propiedades, es decir, sobre las identi­
razones no niegan un papel a las fuerzas materiales, pero para los idealistas dades e intereses de dichos agentes. Estos últimos, los efectos sobre las pro­
estas fuerzas resultan menos centrales, siendo relevantes en tanto en cuanto piedades, son más profundos porque habitualmente generan también efectos
están constituidas con significados particulares para los actores. En contraste sobre el comportamiento, pero no viceversa44•
con la tendencia materialista a tratar las ideas en té1minos estrictamente cau­ Las combinaciones entre las diferentes posiciones existentes en estos de­
sales, los idealistas son proclives a resaltar los efectos constitutivos de las bates hacen posible dibujar un mapa de la disciplina basado en la considera­
ideas39. ción de aspectos ontológicos. Si colocarnos el debate materialismo-idealismo
La segunda discusión afecta a la relación entre agentes y estructuras. En en el eje horizontal y el debate individualismo-holismo en el eje vertical, ob­
este caso, la clave esencial de la misma puede formularse así: ¿cuál es el pa­ tenernos cuatro posibilidades clasificatorias. Como subraya Wendt, cada
pel que desempeña la estructura en la vida social?40 De la respuesta a esta "sociología" conforma el núcleo ontológico de un programa de investigación
pregunta emergen dos posturas: el individualismo y el holismo. Ambas reco­ que ejerce una fuerza centrípeta sobre las teorías sustantivas45•
nocen a la estructura una función explicativa, pero difieren respecto a su sta­ El mapa ontológico resultante pone de manifiesto los cambios habidos en
tus ontológico. El individualismo sostiene que las explicaciones científicas los critetios de clasificación de las diversas partes implicadas en la nueva
deberían ser reducibles a las propiedades e interacciones de los individuos41 . discusión. El contraste con el debate ínter-paradigmático es apreciable, en la
medida en que algunos de los viejos participantes en el mismo pasan a ocu­
par espacios bien distintos. La llamada escuela inglesa -compuesta, entre
37
Ibídem, p. 24.Varios autores pertenecientes a las corrientes críticas, especialmente cons­ otros, por autores como H. Bull, M. Wight y R. J. Vincent-, que en el tercer
tructivistas, hacen alusión a la obra de J. Searle cuando abordan la cuestión de las ideas. Para debate era considerada como incuestionablemente realista, en el cuarto deba-
Searle, las ideas constituyen un fenómeno no sólo individual, sino también colectivo. Además
de una "intencionalidad individual", hay una "intencionalidad colectiva". Cuando la intencio­
nalidad toma la forma de "nosotros intentamos", estamos ante un "hecho social". Los hechos bridge, 1985, p. 5. Ver también su obra Tuercas)' Tomillos: U11a i11/rod11cció11 a los co11cep­
sociales, en tanto ideas intersubjetivas, son centrales en la ontología del constructivismo so­ tos básicos de las ciencia.,' socicales, Gedisa, Barcelona, ( 1989) 1990, p. 23.
cial. Ver: J. Searle, la Co11strucció11 de la Realidad Social, Barcelona, Paidós, 1997, pp. 43- 42 lbidem p. 26. Enló que respecta al holismo, E. Adler trae a colación la postura de E.
44. Durkheim. Ver: E. Adfer, "Seizing the Middle Ground ...", op. cit., p. 325. Adler señala que,
38 A. Wendt, Social Theorr 0(111/ernalional Politics, op. cit., p.24.
· · de manera opuesta a Elster, Durkheim pensaba que las ideas como "representaciones religio­
39 lbidem. sas son representaciones colectivas que expresan realidades colectivas". Los hechos sociales
40 lbidem, p. 26. no podían reducirse al nivel cognitivo individual. En su lugar, demandaban una explicación
41 /bidem. E. Adler ilustra la cuestión del individualismo haciendo referencia a la obra de social. Esta cita de Durkheim puede encontrarse en: The Ele111e11ta,y Forms uf !he Religious
· J. Elster. Ver: E. Adler, "Seizing the Middle Ground ...", op. cit., p. 324-25. En efecto, Elster lije, New York, Free Press, 1965, p. 22.
sostiene que "todos los fenómenos sociales -sus estructuras y sus cambios- son en princi­ 43 A. Wendt, Social Theo1y of!nternalional Polities, op. cit., p.26.
pio explicables en términos de los individuos envueltos en ellos -sus propidades, objetivos, 44 lbidem, p. 27
creencias y acciones". Elster, J., A,faking Sense o[Mai:r, Cambridge University Press, Cam- 45 A. Wendt, Social Theo1y of/nlernatio11al Polilics, op. cit., p. 29.
66 La Teoría de las Relaciones lnternacio11ales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 3: El Cuarto Debate 67

te, dada la importancia que concede a las normas, es conceptuada como an­ ra las ideas en su concepto de estructura. Por otra parte, para explicar cómo
tecesora de enfoques como el constructivismo. Contrariamente, el neolibera­ emergen las estructuras, esta teoría entiende que el sistema político interna­
lismo, antes componente de primer orden del paradigma globalista, ahora cional es individualista en origen. Está formado de manera espontánea y no
aparece compartiendo un mismo bando con el realismo y neorrealismo. En intencionada por las acciones de los Estados. Neorrealismo y neoliberalismo
fin, la Teoría Crítica, que en el debate precedente era agrupada con teorías están muy próximos en términos ontológicos. Los autores neoliberales par­
estructuralistas, en el debate actual fotma parte de las nuevas co1Tientes críti­ ten del concepto de estructura neorrealista y, por tanto, su ontología es
cas. igualmente materialista. Ahora bien, el neoliberalismo procede a incorporar
las ideas, es decir, regímenes internacionales a su esquema conceptual. Junto

ial
Cuadro n.º 4 con las estructuras, las ideas contribuyen a explicar comportamientos estata­
Mapa Ontológico de la Disciplina en el Cuarto Debate les. En lo que respecta al segundo eje ontológico, los neoliberales pueden ser
calificados también de individualistas. Los regímenes internacionales son

c
igualmente individualistas en su origen. Resultan de las acciones, en este ca­

er
Escuela Inglesa so intencionadas, de Estados que buscan superar las deficiencias institucio­

om
Constrnctivismo nales del sistema.
Holismo Teoría Sistema Mundial Teoría Crítica Pese a lo dicho, debe matizarse el individualismo racionalista. Tanto las
estructuras, en un caso, como los regímenes internacionales, en otro, una vez

rc
Feminismo
que han adquirido entidad propia, se convierten en marcos que limitan u
Posmodemismo orientan el comportamiento de sus creadores.

lo
Los enfoques reflectivistas, ubicados en el cuadrante superior derecho,
muestran una cierta coincidencia en su oposición al racionalismo. Para estos

va
enfoques es imperiosa una refomrnlación de las bases ontológicas sobre las
Neorrealismo
que se asienta la teo1ia internacional. El reflectivismo rechaza la ontología
Individualismo Realismo Tradicional
Neoliberalismo
Liberalismo
s in materialista del racionalismo. Mantiene que la estructura del sistema interna­
cional está compuesta primordialmente por ideas. Puede haber variaciones
sustanciales a la hora de definir la relación entre significados intersubjetivos
ra
Materialismo Idealismo y fuerzas materiales, pero en general las corrientes críticas tienden a destacar
Adaptado de A. Wendt, Social Theo1y of lntemalional Politics, Cambridge, Cambridge Uni­ el papel preferente que desempeñan los primeros. En cuanto al segundo de
t

vernity Press, I 999, p. 32. los debates apuntados más arriba, el reflectivismo toma distancias con res­
es

pecto al individualismo racionalista. Frente a las posturas dominantes en la


Del mapa ontológico nos interesa destacar las posiciones localizadas en disciplina, se acerca más a la paite holista de este eje ontológico. Es preci­
Mu

los cuadrantes inferior izquierdo y superior derecho. El primero de estos samente "el todo" el que constih1ye las identidades e intereses de los Esta­
cuadrantes recoge las posturas racionalistas, basadas en una ontología mate­ dos. Lo que distingue a los autores reflectivistas es que las estructuras, com­
rialista e individualista, mientras que el segundo reúne los enfoques reflecti­ puestas por ideas, no sólo condicionan los comportamientos, sino que, ade­
vistas, caracterizados por una aproximación idealista y holista a la vida so­ más, constrnyen los agentes, en nuestro caso los Estados.
cial. Hace breves momentos, hemos planteado una salvedad al individualismo
Como hemos señalado, bajo la rúbrica de racionalismo son agrupados racionalista. No obstante, debe recalcarse que pese a la autonomía que es­
neorrealistas y neoliberales. La teoría neo1Tealista descansa esencialmente en tructuras y regímenes llegan a alcanzar, las críticas reflectivistas insisten en
el concepto de estructura. En un sistema anárquico, la estructura está defini­ subrayar la prioridad ontológica que, tanto neorrealistas como neoliberales,
da por la distribución de capacidades o recursos de poder. No hay cabida pa- otorgan a los agentes.
68 La Teoría de las Relaciones !111ernacio11ales a Comien�os del Siglo X'(J Capítulo 3: El Cuarto Debate 69

3.3.2. El Eje Epistemológico sido falseada, deberá ser refom1ada o rechazada. Es lo que se conoce con el
nombre de Covering Law Model. La relación entre teoría y realidad, que se
Las cuestiones epistemológicas contribuyen a esclarecer aún más el mapa materializa en los procesos de verificación o falseación, representa, pese a
de la disciplina. Ya se ha indicado que los contendientes en el cuarto debate todas sus dificultades, la fundación sobre la que se asienta el conocimiento
se hallan inmersos en una disputa, tanto ontológica como epistemológica. científico. De aquí, el marcado carácter empirista de la epistemología racio­
Racionalistas y reflectivistas van a distinguirse por sus aproximaciones dife­ nalista.
rentes al quehacer de las ciencias sociales. Desde las posiciones reflectivistas El punto de vista del reflectivismo no resulta fácil de exponer. Por las ra­
se lanza un fuerte ataque contra el positivismo que domina la cmTiente prin­ zones que se dan más adelante, tan sólo es posible una caracterización muy
cipal en las Relaciones Internacionales. Sin embargo, es conveniente realizar general del mismo. La epistemología reflectivista se sustenta en una diferen­
alguna observación con respecto a la utilización del calificativo de positivis­ ciación radical entre ciencias naturales y ciencias sociales48. El objeto de es­
ta. Como ha escrito Wendt, pocos autores englobados en la corriente princi­ tudio de estas últimas, los hechos sociales protagonizados por seres huma­
pal se definirían así mismos con arreglo a los presupuestos del positivismo nos, difiere sustancialmente de los objetos fisicos característicos del mundo
clásico. En realidad, más que de positivismo versus pospositivismo habría natural. Las acciones humanas poseen un rasgo único: el de la intencionali­
que hablar de naturalismo versus antinaturalismo46 • dad. Consecuentemente, los reflectivistas, asumiendo una postura con gran
La primera de estas posturas, la positivista o naturalista, que refleja el tradición filosófica, propugnan que los estándares epistemológicos y meto­
punto de vista del mai11strea111, defiende la existencia de una cie1ia unidad dológicos en las ciencias sociales deben acomodarse a la especificidad de su
entre las ciencias naturales y las ciencias sociales47. Aun reconociendo dife­ objeto de estudio. El antinaturalismo dirige nuestra atención no tanto a la ex­
rencias básicas entre ambos tipos de ciencias, los racionalistas entienden que plicación corno a la comprensión de los hechos sociales. Aquí, la ciencia tie­
los estándares epistemológicos y metodológicos propios de las ciencias natu­ ne que ver con la elaboración de teorías o interpretaciones de las acciones
rales deben trasladarse a las ciencias sociales. El punto de partida es la teoría humanas. El objetivo fundamental reside en la búsqueda del sentido de las
de la verdad como correspondencia. Para el racionalismo, el propósito fun­ acciones humanas, para lo cual resulta imprescindible contemplar dichas ac­
damental de la ciencia es la elaboración de teorías o explicaciones generales ciones en el marco ele los significados intersubjetivos, es decir, del conjunto
sobre un mundo externo al propio observador. Para ello, el científico procede de prácticas lingüísticas y sociales existentes en una sociedad. La corrección
a la detección de regularidades en el estudio de un fenómeno concreto que, a de las interpretaciones no puede verificarse frente a un mundo exterior inde­
través de un proceso de inferencia, convierte en leyes de comportamiento pendiente de la mente. La heterogeneidad de significados intersubjetivos,
generales. Éstas encierran una relación causal, por la cual determinados tanto geográfica como históricamente, conduce no sólo a interpretaciones
acontecimientos son vistos como consecuencia directa de otros aconteci­ plurales sino a ver y habitar mundos diferentes. Pero negar la posibilidad de
mientos o condiciones previas. La solidez de estas leyes es contrastada de­ verificación o falseación naturalista no quiere decir que cualquier interpreta­
duciendo de ellas hipótesis que son sometidas a la prueba de los hechos. Si el ción pueda ser válida. Éste es sin duda, como veremos en un capítulo poste­
proceso de verificación es exitoso, el suceso en cuestión es explicado como rior, un tema sumamente controvertido. Baste decir aquí que cabe valorar la
un caso particular de la ley general. En el supuesto contrario, ésta, al haber validez de las interpretaciones conforme a los criterios convencionales que
comparten los participantes en un discurso científico específico. Estos crite-
46 A. Wendt, Social TheOl:I' o/'lnternatimwl Politics, o¡,. cit., p. 39.
47 En relación con el positivismo en las ciencias sociales pueden mencionarse, a modo de 48 Como se verá un poco mús adelante, resulta imposible hablar de una posición única del

breve referencia, las obras siguientes: R. Berstein, The Restruc111ri11g o/Social ami Poli!iml reflectivismo en cuestiones epistemológicas. Hay alternativas al positivismo muy diversas,
Tltem:v, Philadelphia, Univesity of Pennylvania Press, 1976: C. Hempel, "Reasons and Cover­ como el realismo científico, la hermenéutica, la teoría crítica o el posmodernismo. Sobre estas
alternativas puede verse: J. Rubio CarracecJo, Positivismo, Hermenéutica ,, Teoría Crítica,
ing Lmvs in Historical Explanation", en P. Gardiner (EcJ.), Tile Pililosophy of'Histo,y, Oxford, Barcelona, Humanitas, 1984; W. Outhwaite, New Philosophies of'Social Science: Rea/ism,
Oxford University Press, 1974: C. G. A. Btyant, Positivism in Social Theory and Research, Her111e11e1lfics and Critica/ Theo1J1, London, Macmillan, 1987: P. Rosenau, Postmodernism
London, Macmillan, 1985: L. Kolakowski, La Fi/oso/ia Positivista: Ciencia .l' Fi/o.w/ia, Y and the Social Sciences: Insighls, !11roads ami Institutions, Princeton. Princeton University
ed., Madrid, Cátedra, 1988. Press, 1991
70 La Teoría de las Relaciones lntemacio11ales a Comien::os del Siglo XXJ Capiflllo 3: El Cuarto Debate 71

rios pueden consistir en la existencia de cánones epistemológicamente in­ entes y por aquellas relaciones entre ellos, cuyo estudio pueda traducirse en
fomrndos de la interpretación histórica y en la crítica interna -teórica, con­ conocimiento científico. El reflectivismo da la vuelta a la prioridad concedi­
ceptual y metodológica- de las interpretaciones realizadas49 • da por el racionalismo a la epistemología. Si, para interpretar el sentido de
Es interesante subrayar que frente al carácter un tanto inmutable del co­ las acciones humanas, éstas han de insertarse en el conjunto de valores y
nocimiento -con pretensiones de generalidad, si no de universalidad- que prácticas sociales imperantes en el momento histórico en que ocurrieron, en­
propugna el "método científico", la interpretación quiere resaltar el contexto tonces los conceptos de verdad y conocimiento se hallan entroncados en la
esencialmente histórico en el que se produce el mismo. Cuando desde postu­ historia y no por encima de ella. La epistemología, en consecuencia, ha de
ras antinaturalistas se estudian expresiones de experiencias vividas por los ocupar una posición secundaria respecto a la ontología. Entre otras cosas, es­
seres humanos, es necesario proceder a dicho estudio teniendo en cuenta el to va a significar el retomo a un primer plano de las cuestiones normativas.

ial
mundo histórico en el que se produjeron y los valores y prácticas sociales vi­ La teoría crítica, por ejemplo, ha hecho de la emancipación del ser humano
gentes en él. Debido a ello, lo que se considera una propensión a la generali­ el objetivo fundamental de su trabajo científico.

c
zación excesiva de las teorías racionalistas no es del gusto del reflectivismo. A modo de resumen, cabe decir que la primera de las posiciones en el

er
Para este último, el racionalismo, al prestar escasa atención a aspectos de cua1to debate, lo que hemos llamado racionalismo, se distingue por una on­
tiempo y lugar, está marcado por una fuerte dimensión ahistórica. tología materialista e individualista. En el terreno epistemológico, se decanta

om
El debate epistemológico condiciona, por tanto, el tipo de teorías, expli­ por el positivismo o naturalismo. Neorrealistas y neoliberales se centran en
cativas o interpretativas, producidas en las Relaciones Intemacionales50• A la búsqueda de regularidades y explicaciones causales y en la necesidad de
juicio de los reflectivistas, una parte muy importante de las insuficiencias

rc
someter a contraste empírico el contenido de las mismas. El segundo de los
teóricas del mainstream tiene su origen en la asunción de una epistemología contendientes en el cuarto debate, lo que hemos denominado de una manera
ajena a la naturaleza de las ciencias sociales. Pero el compromiso epistemo­ genérica reflectivismo, defiende una aproximación ontológica, idealista y

lo
lógico no sólo afecta a la opción entre positivismo y pospositivismo, entre holista, diametralmente opuesta a la del racionalismo. A estos rasgos ontoló­
naturalismo y antinaturalismo. De una manera más básica, como se ha pues­ gicos hay que añadir una epistemología pospositivista. Los reflectivistas

va
to de manifiesto al hablar de la relación entre ontología y epistemología, la propugnan la interpretación de las acciones humanas a la luz de los signifi­
prioridad que el positivismo atribuye a esta última es determinante de lo que cados intersubjetivos imperantes en el momento en que tales acciones tuvie­
podemos encontrar en el mundo, de los problemas a los que debemos dirigir
nuestro esfuerzo científico. Para los reflectivistas, ésta es también una cues­
s
tión de gran importancia. La epistemología empirista propia del racionalismo
in ron lugar. En la nueva orientación epistemológica, la verificación o falsea­
ción de las interpretaciones al estilo positivista carece de sentido.
ra
confiere el calificativo de científicas a aquellas explicaciones de fenómenos
sociales capaces de superar procesos de ve1ificación ó falseación. Así, pues, 3.4. COMPLEJIDAD Y PLURALIDAD ENEL CUARTO DEBATE
t

únicamente fenómenos susceptibles de responder a las exigencias de contras­


es

te empírico merecen ser estudiados por la comunidad científica. La episte­ El mapa de la disciplina, tal y como ha sido expuesto, puede resultar útil
mología empirista posee consecuencias ontológicas innegables. De hecho, la para comprender aspectos vitales del estado de las Relaciones Internaciona­
Mu

epistemología determina la ontología. El mundo está compuesto por aquellos les en nuestros días. Pero no cabe duda de que constituye una simplificación
considerable de la realidad. Si el debate ínter-paradigmático, como instrn­
49 S. Guzzini, Realism and !11/ernational Relations .... op. cit, p. 196. mento conceptual de aproximación a las Relaciones Internacionales, ha sido
50 Discusiones sobre
cuestiones epistemológicas y metodológicas que se producen no tan­ criticado por forzar el encaje de teorías dispares en los tres paradigmas con­
to en el ten-eno de la Filosofia de las Ciencias Sociales como en el terreno propio de las sabidos, otro tanto, aunque en un grado mayor si cabe, puede decirse del
Relaciones Internacionales, pueden encontrarse en: S Smith aod M. Hollis, Explaining and
Understanding !11tematio11al Relations, Oxford, Clarendon Press, J 990; M. A. Neufeld, Tite mapa descrito para situar la disciplina en esta nueva fase.
Restmcturing of l11ternatio11a/ Relations Theo1y, Cambridge, Cambridge University Press, A la hora de establecer dicho mapa, se ha puesto el acento en aquellas co­
1995; M. Nicholsoo, Causes and Consequences in l11tematio11al Relations: A Conceptual incidencias que han permitido fijar categorías más o menos coherentes. Esta
Study, London, Pinter, 1996; S. Smith, "Positivism and Beyond", op. cit. circunstancia afecta a la caracterización, tanto ontológica como epistemoló-
72 La Teoría de las Relaciones lntemacionales a Comien=os del Siglo XXJ Capít11!0 3: El Cuarto Debate 73

gica, de las dos partes contendientes en el cuarto debate. Mas tal caracteriza­ necientes a ella. En ocasiones, incluso, no puede evitarse la sensación -desde
ción debe ser objeto de una serie de matizaciones que conduce a una pérdida luego no existente con tal intensidad en el debate ínter-paradigmático- de que
de perfil de los contornos previamente trazados. En lo que atañe a la ontolo­ cada autor, bien nos refiramos, por ejemplo, al constructivismo o al posmo­
gía, la ubicación del racionalismo en el cuadrante que define posiciones ma­ demismo, constituye una categoría en sí mismo53. Corno se ha comentado
terialistas e individualistas puede resultar en alguna medida forzada51 • En con anterioridad, en medios reflectivistas, la preocupación por la definición
efecto, en el caso del neorrealismo, cabría aceptar un desplazamiento de este y la clasificación puede concebirse como patie de un proyecto uniformador
enfoque racionalista hacia el cuadrante superior izquierdo, dominado por que niega la pluralidad y la diferencia.
posturas no individualistas sino holistas. Esto estaría justificado por aquellas En el capítulo 8 se aborda con más detalle lo que hay de común y diverso
partes de la obra de K. N. Waltz en las que destaca que la estructura contri­ en términos ontológicos en el reflectivismo. Aquí, de cara a matizar el mapa
buye a la socialización de los Estados52• De otro lado, el neoliberalismo po­ descrito, es procedente plantear dos observaciones. En primer lugar, de la
dría moverse hacia el cuadrante inferior derecho, abrazando así una ontolo­ misma manera que neorrealismo y neoliberalismo pueden desplazarse a otros
gía más idealista. Las referencias a un contexto institucional -es decir, la cuadrantes, algo similar ocurre con la teoría crítica de influencia neograms­
introducción de principios, normas y reglas, en adición a factores estricta­ ciana. Esta teoría, según Wendt, tiende a subrayar la importancia de las fuer­
mente materiales, para explicar comportamientos- justificaría este movi­ zas materiales en la determinación de los significados intersubjetivos exis­
miento. tentes en una sociedad. Por ello, este autor ha sugerido que esta vertiente de
Sin duda, la referencia a la síntesis nemrealismo-neoliberalismo, sobre la teoría crítica podría deslizarse hacia el cuadrante superior izquierdo, pre­
todo si tomamos en cuenta las razones que moverían al neoliberalismo hacia sidido por una ontología más rnaterialista54• En segundo, es necesario men­
el cuadrante en el que las ideas poseen un mayor peso, puede suponer exage­ cionar que el eje individualismo-holismo, tal y corno se ha descrito, no da a
rar en exceso los puntos de encuentro entre ambos, en detrimento de las dis­ entender la profundidad del debate que buen número de reflectivistas, en es­
crepancias que han alimentado uno de los principales debates teóricos en los pecial los constructivistas, plantea en este punto. Cuando los reflectivistas
últimos años. Desde un punto de vista ontológico, las principales diferencias son ubicados en la parte holista de este eje, esto no significa que defiendan la
entre ne01realistas y neoliberales se registran a lo largo del eje materialismo­ preeminencia de las estructuras sobre los agentes, diferenciándose así del
idealismo. En el terreno epistemológico, como veremos un poco más adelan­ mainstrea111. Lo que sostienen, como se verá posteriormente, es el carácter
te, los puntos de vista discrepantes son considerablemente más superficiales. mutuamente constitutivo de estructuras y agentes, sin conceder a ninguno de
Posiblemente, las simplificaciones adquieren un carácter mucho más ellos prioridad ontológica. Este modo de solucionar el problema agente­
marcado al hablar del reflectivisrno. Cuando Keohane utilizó este ténnino estructura no caracteriza por igual a todas las corrientes críticas englobadas
por primera vez, lo hizo como una especie de gran categoría residual en la en el reflectivismo. Este es el caso sobre todo del posmodemismo, ya que
que agrupar todas las voces críticas del positivismo del 111ai11stream. Las ex­ dentro del mismo la distinción entre estmctura y agente resulta problemática.
presiones con las que se describen las diferentes corrientes críticas reflecti­ Pero los mayores problemas para ofrecer una presentación unitaria del re­
vistas deben entenderse como denominaciones muy generales que tratan de flectivismo emergen en el terreno epistemológico. Puede sostenerse que los
imponerse a una realidad en plena efervescencia teórica, con la pretensión de enfoques reflectivistas presentan un frente común contra el positivismo o na­
someterla a una disciplina conceptual. Es habitual que, dentro de las corrien­ turalismo del 111ai11strea111. Ahora bien, esta oposición se construye sobre
tes reflectivistas, cueste encontrar vínculos de unión entre los autores perte- fundamentos epistemológicos muy diversos que van desde el realismo cientí­
fico al posestructuralismo, pasando por la interpretación hermenéutica. Debe
51
Estas observaciones son realizadas por A. Wendt en relación con el mapa ontológico
que propone. Ver: A. Wendt, Social Theo1:i1 ol/ntemational Politics, op. cit., pp. 30-31. 53 M. Neufeld ha señalado que el debate entre las diferentes corrientes críticas del positi­
52 Waltz seiiala que el proceso de socialización lleva a los miembros de un sistema a la vismo puede ser tan intenso como el debate entre positivistas y pospositivistas. Ver: M. Neu­
aceptación de sus normas. Pero de su obra se desprende que dicho proceso propicia la asun­ feld, "lnterpretation and the 'Science' of lntemational Relations", Review o/' lntemational
ción no tanto de normas, sumamente escasas en el plano internacional, como de meros com­ St11dies, Vol. 19, n." 1, 1993, p. 40. En un sentido muy similar: J. G. Ruggie, "What Makes the
portamientos necesarios para preservar la seguridad en un medio anárquico. Ver K. N. Waltz, World...", op. cit., p. 36.
Teoría de la Política !11temacio11al, GEL, Buenos Aires, (1979) 1988, pp. 112-1 [4. s; A. Wendt, Social Theo1y (]f/11tematio11al Politics, op. cit., p. 31.
74 La Teoría de las Relaciones Internacio11ales a Comien=os del Siglo XXJ Capítulo 3: El Cuarto Debate 75

llamarse la atención sobre el hecho de que dentro del reflectivismo se produ­ dad respecto a las metananativas"58. Esto significa que no hay fundación po­
ce un debate epistemológico de gran alcance. Para S. Smith es, si no el más sible, al margen de teorías individuales, que silva de árbitro neutral para di­
importante, sí el más interesante de cuantos se desarrollan en la disciplina en lucidar entre discursos alternativos. Históricamente, determinadas teorías
la actualidad55 • Así, al debate naturalismo-antinah1ralismo entre racionalistas han gozado de predicamento no por sus méritos intrínsecos, sino por la rela­
y reflectivistas, es preciso agregar, al menos, el debate fundacionalismo­ ción poder-conocimiento. Ésta relación ha sido clave para justificar el pre­
antifundacionalismo entre reflectivistas. dominio de una teoría y la marginación de aquéllas que constituían alternati­
Las raíces de este debate, que reflejan el entrelazamiento entre ontología vas a la misma.
y epistemología, se hallan en la negación por parte del reflectivismo en gene­ El debate entre fundacionalistas y antifundacionalistas difumina notable­
ral de la premisa positivista que distingue entre sujeto y objeto. Esta premisa

ial
mente el mapa de la disciplina presentado. Y ello porque tiende a crear una
no resulta difícil de mantener cuando el objeto de estudio es material. Efecti­ nueva divisoria que rivaliza con la que separa a racionalistas y reflectivistas.
vamente, hay una afinidad entre una ontología materialista y una epistemo­ La defensa de la ciencia, es decir, de algún tipo de fundación sobre la que

c
logía positivista. En cambio, la distinción entre sujeto y objeto se toma más asentar un conocimiento científico puede colocar en un mismo bando a auto­

er
problemática, cuando, como sostienen los reflectivistas, las estrncturas están res del mainstream y a autores de corrientes críticas reflectivistas. Frente a
constituidas por ideas56• Esto quiere decir que los sujetos crean en buena ellos, cabe ubicar al posmodemismo que, como se ha expresado, nieg� a la

om
medida los objetos que sus teorías pretenden explicar. No existe un mundo ciencia un stah1s epistemológico privilegiado. No obstante, es necesano ad­
independiente con respecto al cual contrastar empíricamente proposiciones ve1tir que tampoco aquí la línea divisoria es tan clara como parece despren­

rc
teóricas. Siendo esto así, una ontología idealista parece conducir a una epis­ derse de la afümación anterior. Aunque puede ser cierto que tanto autores
temología pospositivista. racionalistas como reflexivistas son paitidarios de algún tipo de fundación
que pennita hablar de ciencia, este último grupo de autores pa�e en su justi­

lo
Pese a lo dicho, el reflectivismo no se ve necesariamente abocado a un re­ _
lativismo epistemológico. Una pa1te sustancial del mismo -el constructi­ ficación de dicha fundación de posiciones filosóficas muy d1stmtas de las

va
vismo, el feminismo y la teoría crítica- consideran que la ciencia continúa positivistas. En definitiva, como veremos, su fundacionalismo difiere en
representando un discurso epistemológico privilegiado. Manteniendo el pa­ forma y en contenido del defendido por los racionalistas.
Por tanto, no puede menos que reconocerse que el cuarto debate no pre­
pel de las ideas en la vida social, estas cotTientes reflectivistas defienden un
"fundacionalismo mínimo"57, es decir, la referencia a determinados criterios
básicos para discriminar entre alternativas teóricas a la comprensión del
s in senta un perfil excesivamente definido. El cuadro inicial que emerge del ma­
pa de la disciplina, con sus coordenadas ontológicas y epistemológicas, va
perdiendo el vigor de sus rasgos fundamentales a medida que introducimos
ra
mundo. A modo de ejemplo, pueden presentarse las tesis de la temía crítica _
una larga lista de matizaciones. Pese a ello, el hecho de pasar de una situa­
al respecto. Tomando como base la teoría de la acción comunicativa de
ción de cierta claridad, dominada por las simplificaciones, a otra de mayor
t

Habermas, los teóricos críticos mantienen como criterio básico la capacidad


confusión, tras la toma en consideración de observaciones dificiles de igno­
es

para contribuir a la emancipación del ser humano. Por su parte, los posmo­
rar, constituye un ejercicio que hace posible entrar en contacto con las com­
demistas, alejándose del Proyecto de la Ilustración, rechazan el "fundaciona­
Mu

plejidades y ambigüedades del cuarto debate.


lismo mínimo". Su posición implica, en palabras de Lyotard, "una increduli-

55
S. Smith, "The Self-lmages of a Discipline ... ", op. cit., p. 26.
50
A Wendt, Social Thea,y of lntemational Politics, op. cit., p. 39.
57 La expresión "fundacionalismo mínimo" fue acuñada por N. Rengger y M. Hoffmann
para caracterizar la posición epistemológica de la teoría crítica. Podría por extensión aplicarse
también a otros enfoques reflectivistas no-posmodemistas. Ver: N. Rengger and M. Hoff­
mann, "Modemity, Postmodemism and lntemational Relations", en J. Doherty, E. Graham,
and M. Malek (Eds.), Postmodemism ami tlze Social Sciences, New York, St. Martin's Press, 51 J.-F. Lyotard, La Co11dició11 Postmodema. Informe sobre el Saber, Madrid, Cátedra,
1992, p. 133. 1984, p. 10.
PARTE TERCERA

El MAJNSTREAM EN LA DISCIPLINA:
El ENFOQUE RACIONALISTA
ial
CAPÍTUL04

c
EL NEORREALISMO

er
om
rc
El neorrealismo representa en nuestros días una parte muy impmiante del
mainstream disciplinar. En buena medida, hablar de neonealismo es hablar
de K. N. Waltz y, en particular, de su libro Teoría de la Política Internacio­

lo
nal. Esta publicación puede compararse, en cuanto a su importancia para­
digmática, con la de H. J. Morgenthau Poli tics among Nations 1 •

va
Entre sus críticos, las ideas de Waltz han merecido distinta consideración.
Así, en un extremo estaría la opinión de J. G. Ruggie para quien Teoría de la
s in Política Intemaciona/ es, pese a todo, una de las principales contribuciones a
la teoría de las Relaciones Internacionales desde la aparición de otro libro
suyo previo Man, the State and War2. En el otro extremo, se encontraría el
ra
punto de vista de J. George. Este autor sostiene que solamente la ausencia de
una capacidad reflexiva critica en la disciplina pem1ite que "se haya otorga­
t

do tan alto status a una obra de tan poca sustancia"3•


es

En cualquier caso, veinte años después de su edición, Teoría de la Políti­


ca Intemaciona/ continúa siendo una referencia de primer orden para auto­
Mu

res, tanto en el bando racionalista como reflectivista. Ha dado lugar a una in­
finidad de libros y artículos que han tenido su contenido como tema central
de estudio. S. Guzzini afirma que si Teoría de la Política Internacional no

1
S. Guzzini, Rea/ism in [11ternatio11al Relations ... , op. cit.. p. 125.
2 J. G. Rugie, "Continuity and Transformation in the World Polity: Toward a Neorealist
Synthesis", en R. O. Keohane (Ed.), Neorealism and fts Critics, New York, Columbia Univer­
sity Press, 1986, p. l 4 l.
3 J. George, Disco11rses of Global Politics: A critica/ (re)i11trod11ctio11 to J11tematio11al
Relatio11s, Boulder, Co., Lynne Rienner, 1994, p. 119.
80 La Teoría de las Relaciones /11temacio11ales a Co111ie1i=os del Siglo XXJ Capít11lo 4: El Neorrealismo 81

hubiera sido escrita, la disciplina no habría tenido más remedio que inventar­ por excelencia es el Estado. Otros actores, como las organizaciones in­
la4. Puede decirse que las críticas dirigidas por un grupo de autores, como ternacionales, están en una posición subordinada, debiendo operar en
Ruggie, Ashely y Cox a la obra de Waltz representaron el germen del enfo­ el marco establecido por este último.
que reflectivista. Más recientemente, en el libro publicado por A. Wendt So­ 2. La naturaleza de la vida política internacional es esencialmente con­
cial Themy ofInternational Politics, integrado en este enfoque, queda paten­ flictiva. Los Estados se desenvuelven en un medio anárquico, carente
te la influencia de Waltz. Este autor, uno de los principales exponentes del de una autoridad central, en el que las relaciones entre ellos se des­
constrnctivismo, procede a desarrollar sus ideas, tomando como punto de arrollan "a la sombra de la guena".
arranque una exposición de los rasgos más fundamentales de Teoría de la 3. La motivación humana primordial viene dada por el poder y la seguri­
Política Intemacio11al. dad. Los realistas proclaman la autonomía de lo político con respecto
a lo económico y social. Todos los demás objetivos quedan supedita­
dos a la satisfacción de las necesidades de poder y seguridad.
4.1. REALISMO TRADICIONAL YNEORREALISMO 4. Los Estados son actores racionales, autónomos y unitarios. Destacar
aquí únicamente que por autonomía se entiende que los Estados son
La significación del ne01Tealismo reside más en la sistematización del capaces de definir y perseguir sus propios intereses, con independen­
realismo tradicional que en la elaboración de un nuevo tipo de teoría. El rea­ cia del parecer de los grandes grupos de presión que se hallen dentro
lismo tradicional adoleció quizás de una presentación poco rigurosa de sus de los mismos.
postulados5• H. J. Morgenthau y S. Hoffmann, dos de los principales autores Pero, como decíamos, el neorrealismo se distingue por dete1minadas
de esta escuela, nunca desanollaron una visión ordenada de la misma. Frente aportaciones originales. La afinnación de que el neonealismo no supone tan­
a esta deficiencia, la pretensión de Waltz es la de imprimir a su obra un ca­ to la elaboración de una nueva teoría como la sistematización del realismo
rácter científico. El término neomalismo sugiere, al mismo tiempo, conti­ tradicional no puede dar a entender una excesiva coincidencia entre los pos­
nuidad y diferenciación con el pasado. Transmite, por una parte, la existen­ tulados del realismo tradicional y del neorrealismo. Es posible destacar algu­
cia de vínculos con el realismo tradicional y, por otra, la aportación de algo nas diferencias significativas entre estas dos versiones del realismo. Enume­
nuevo, de algo original. En el capítulo 2, con motivo de la descripción del radas brevemente son las siguientes 7:
paradigma estatocéntrico, se hizo una breve referencia a premisas que con­ l . Las fuentes en las que beben los autores de dichas versiones no son las
tribuían a dotarle de un contenido específico. Cabe quizás retomar aquí de mismas. El realismo tradicional recurre predominantemente a la socio­
nuevo esta cuestión para poner de relieve las características que unen a todos logía y la historia, mientras que el neorrealismo es deudor de la teoría
los autores realistas. Estas son las siguientes6 : económica.
1. El Estado es, sin duda, el actor central. La esencia de la realidad social 2. El realismo tradicional considera el poder como un fin en sí mismo y
es el grupo más que el individuo. Desde la Paz de Westfalia, el grupo establece como objetivo fundamental de la acción estatal el logro de
su maximización. El realismo estructural, por su parte, contempla el
• S. Guzzini, Rrnlism in h11ematio11al Relatio11s ..., op. cit .. p. 126.
5
poder como un medio. La preocupación que guía a los Estados no es
R. O. Keohane, "Theory of World Politics: Structural Realism and Beyond", en R. O. el poder, sino la seguridad.
Keolrnne {Ed.), Neorealism wul lts Critics, op. cit., p. 169; J. A. Vasquez, The Power o/
Poll'er Politics: From Classirnl Realis111 to Neotrnditionalism, Cambridge, Cambridge Uni­
versity Press, 1998, p. 191.
7
" En diversas obras se ha hecho alusión a una serie de rasgos comunes a todos los autores Sobre las diferencias entre realismo tradicional y neo!1'ealismo puede verse: K. N. Waltz,
realistas, con independencia de cual sea su adscripción concreta: tradicional, estructural, etc. "Realist Thought and Neorealist Theory", Jo11m11I of I11tematio11al Affairs, Vol. 44, n.º 1,
Ver: R. G. Gil pin, "The Richness of the Tradition of Política! Realism", en R. O. Keolrnne 1990, pp. 29-37; S. Burchill, "Realism and Neo-realism", en S. Burchill and A. Linklater
(Ed.), Neorealism a11d lis Critis, op. cit. pp. 304-305; S. Krasner, "The Accomplishments of (Eds.), Theories ofl11tematio11al Relatio11s, 2nd ed., New York, St. Martin's Press, 1996, pp.
lnternational Political Economy", en S. Smith, K. Booth and M. Zalewski {Eds.), op. cit., pp. 85-86; J. N. Rosenau, and M. Durfee, Thi11king Theo,y T/10ro11gh(v, Boulder, Co., Westview
114-115; J. M. Grieco, "Realist lnternational Themy and the Study ofWorld Politics", en M. Press, 1995, pp. 9-13; R. L. Schweller and D. Priess, "A Tale of Two Realisms: Expanding
W. Doyle and G. J. lkenbeny (Eds.), op. cit., pp.164-66. the Institutional Debate", Mersho11 I11tematio11al S111dies Review, Vol. 41, n.º 1, 1997, pp. 6-8.
82 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien:os del Siglo XXl Capítulo 4: El Neorrea/ismo 83

3. El peso explicativo de los comportamientos internacionales descansa, explicación teórica9 • Encaja plenamente en la definición de teoría de las
según el realismo tradicional, en el nivel individual, en la naturaleza ciencias naturales y de algunas ciencias sociales, como la economía. Es pues
humana. Frente a ello, el neorrealismo muestra su preferencia por el claro el pronunciamiento naturalista de W altz. Aunque reconoce que los ob­
nivel sistémico, por la distribución de capacidades o recursos de po­ jetos de estudio de las ciencias naturales y las ciencias sociales son profun­
der. damente diferentes, concluye que los criterios de selección de conocimiento,
4. El realismo tradicional puede entenderse como una teoría de la políti­ así como el método a seguir, son coincidentes en ambos tipos de ciencias 10.
ca exterior que tiene como foco esencial la distribución relativa de ca­ Toda teoría debe aislar un campo del resto en orden a abordarlo intelec­
pacidades entre Estados o alianzas específicos. En contraste, el rea­ tualmente. Ésta es una importante abstracción. La cuestión para Waltz no es
lismo estrnctural no es otra cosa que una teoría de la política interna­ si es realista, sino si es útil. Así, pues, las teorías están conectadas sólo indi­

ial
cional que toma como núcleo de la misma la distribución de rectamente con la realidad; representan construcciones de una realidad, pero
capacidades en el nivel sistémico. nunca puede sostenerse que representan la realidad 11 • En el proceso de ela­

c
5. Entre los dos realismos hay discrepancias en tomo al concepto de sis­ boración de una teoría la simplificación es un aspecto clave, implicando la

er
tema. De modo contrario al realismo tradicional, el neorrealismo, co­ selección de una única variable independiente sobre la que recaerá la carga
mo veremos enseguida con más detalle, deja fuera de dicho concepto de la explicación. La función de una teoría, insiste Waltz, no es lograr una

om
las interacciones protagonizadas por las unidades. descripción exacta de la realidad a través del empleo de un sin fin de varia­
Pese al interés de esta contraposición de posh1ras, el rasgo que más dife­ bles, sino una explicación a través de la simplificación 12 • Esta última pone al

rc
rencia al realismo tradicional del neorrealismo es la pretensión de este último desnudo los elementos esenciales en juego e indica las relaciones necesarias
de dar a los postulados realistas un mayor carácter científico. Como se ha di­ de causa a efecto.
cho con anterioridad, el neorrealismo trata de sustituir el contenido metateó­ Una vez construida una teoría, la confirmación o refutación de la misma

lo
rico del realismo tradicional por un conjunto de proposiciones muy precisas resulta un paso vital. Antes de someterla a la prneba de los hechos, es preci­
sobre "un pequeño número de cosas grandes e importantes"; trata de susti­ so preguntarse si la teoría es internamente consistente y si pone de relieve

va
tuir, como reza un conocido atiículo de W altz, el pensamiento realista por la aspectos de interés que habrían quedado ocultos sin ella 13• Satisfecho este
teoría neorrealista. requisito previo, las hipótesis que se deriven de la teoría habrán de superar

4.2. LA TEORÍA SISTÉMICA DE WALTZ


s in intentos de falseación, confinnación en condiciones de pa1ticular dificultad o
comparación con otros campos con estructuras similares. Waltz es conscien­
te de los problemas que encierran estos intentos. Nuestra propia teoría actúa
ra
como instrnmento de selección de la infonnación que consideramos relevan­
Por esta razón, Waltz dedica el primer capítulo de la Teoría de la Política te. Por ello, la credibilidad de una teoría, sobre la que nunca podrá llegarse a
t

Internacional a dejar claro qué entiende por teoría. Para este autor, una teo­ tener certeza absoluta, dependerá de la variedad y dificultad de las pruebas a
es

ría "es una descripción de la organizació11 de un campo concreto y de las co­ las que haya sido sometida 14.
nexiones entre sus partes 8. La infinidad de materiales de un campo concreto
Mu

11

puede ordenarse de formas enormemente variadas. Una teoría indica que al­
gunos factores son más importantes que otros. 9
!bidem, p. 16.
Waltz subraya que una teoría no es una ley o un conjunto de leyes. Una w !bide111. p. 103.
11 !bide111, p. 20.
teoría se distingue por explicar las regularidades, las correlaciones estadísti­ 12 Ibídem, p. 2 l.
cas comprendidas en dichas leyes. Llama la atención sobre el hecho de que 13 !bide111, p. l 8 l.
14 H. Mouritzen rechaza la caracterización de K. N. Waltz como un positivista clásico. En
este uso del té1mino no se corresponde con el que es habitual en la teoría po­ sentido contrario destaca las coincidencias que, en cuestiones de filosofia de la ciencia, pre­
lítica tradicional, más preocupada por la interpretación filosófica que por la senta este autor con K. Popper. Ver su contribución: "Kenneth Waltz: A Critica[ Rationalist
between International Politics and Foreign Policy", en Y. V. Neumann and O. WIBver, The
Future oflntemational Relations: Masters in the Making, London, Routledge, [997, pp. 70-
8
K. N. Waltz, Teoría de la Política /11temacio11al, Buenos Aires, GEL, (1979) [988, p.19. 74.
84 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien:os del Siglo XX! Capítulo 4: El Neorrea/ismo 85

El tipo de teoría en el que piensa Waltz es esencialmente sistémico 15• Esta­ etc.20. En una teoría sistémica, la pa1ie principal de la capacidad explicativa
blece una distinción, ya clásica, entre teorías reduccionistas y teorías sisté­ se halla en la estructura. Ésta actúa como una fuerza que constriñe y condi­
micas. Las primeras buscan explicar resultados o acontecimientos interna­ ciona y, precisamente por esto, las teorías sistémicas explican y predicen las
cionales mediante factores o combinaciones de factores localizados en el continuidades dentro del sistema, no los cambios. Así, las teorías sistémicas
plano nacional o subnacional 16 • Entre estos factores se encuentran las formas explican por qué la variedad de los resultados, fruto de las interacciones en­
de gobierno, los sistemas económicos, las instituciones sociales o las ideolo­ tre Estados, se ve afectada por ciertos límites, por qué las pautas de compor­
gías políticas. Escribiendo a finales de los años setenta, Waltz critica tanto a tamiento son recurrentes y por qué los mismos acontecimientos se repiten
autores tradicionalistas como behavioristas porque sus teorías son predomi­ una y otra vez, aun cuando muchos de ellos no fueran expresamente desea­
nantemente reduccionistas. Incluso años antes expresaba una idea similar en dos21 . Las continuidades en el sistema internacional responderán a un mismo
su obra Man, the Sta/e and War, al señalar que un gran número de teorías se patrón, mientras no tenga lugar un cambio estruch1ral. Una transformación
encuadraban en la primera y la segunda imagen y no en la tercera 17• No cabe en la estruch1ra supondrá una alteración de las expectativas acerca de los re­
pensar, como sugieren las teorías asociadas a las dos primeras imágenes, en sultados generados por las acciones e interacciones de unidades políticas,
que pueda llegarse a entender la política internacional sumando simplemente cuya ubicación en el sistema ha variado con los cambios estructurales22 .
las políticas exteriores y los compo1iamientos externos de los Estados. Un aspecto interesante del planteamiento de Waltz reside en cómo las es­
El análisis de los atributos internos, que puede facilitar una descripción tructuras manifiestan sus efectos sobre el comportamiento dentro del siste­
de los objetivos, las políticas y las acciones de los Estados, no permite dar ma. Esto ocmTe a través de dos vías: la socialización y la competición entre
una explicación de las grandes continuidades observables en la política in­ los actores23. La primera de esta vías, la socialización, lleva a los miembros
ternacional 18. Al contemplar la historia, Waltz observa hechos un tanto sor­ de un grupo, en este caso Estados, a compo1iarse con aiTeglo a las normas. Si
prendentes: desde la Guerra del Peloponeso hasta la guerra fría, han hecho algunos miembros del grupo consideran dichas n01mas restrictivas, adopta­
acto de presencia en la escena internacional distintas entidades políticas, han rán conductas contrarias a ellas. Pero las consecuencias negativas de este
prevalecido distintos modos de organización interna y han sido proclamadas curso de acción pueden promover el retorno a la aceptación de las normas o
distintas ideologías, pero las pautas globales de interacción han permanecido el abandono del grupo. En ambos supuestos, la homogeneidad del grupo es
constantes19• La comprensión de las continuidades y repeticiones de la polí­ preservada. La socialización reduce la gama de comportamientos posibles24•
tica internacional requiere un enfoque sistémico. Las diferencias entre los Estados del sistema es mayor que las diferencias en
Una teoría sistémica se refiere a las fuerzas que están en juego no en el sus pautas de conducta. La segunda vía, la competición, propende a implan­
plano nacional, sino en el internacional. Waltz aísla un campo o dominio tar como general la "racionalidad" que se deriva de las acciones de los com­
muy concreto a la hora de fonnular su teoría: el sistema político internacio­ petidores con mayor éxito. Unos Estados pueden ser más eficientes que otros
nal. Concibe este campo o dominio como separado del económico, social, a la hora de satisfacer su seguridad. Aquellos menos eficientes deberán emu­
lar las acciones de los más eficientes, si no quieren verse en una situación
desventajosa. La competición alienta a los Estados a ajustar sus políticas a
15 Waltz contrapone las teorías sistémicas, por las que él se inclina, con la teorías reduc­ prácticas sancionadas por el éxito25 • Ambas vías, socialización y competi­
cionistas. Como se verá más adelante, este autor, como consecuencia de la estrecha definición ción, reducen la variedad de comportamientos y resultados posibles en el sis­
de sistema que defiende, tiende a confundir los conceptos de sistema y estructura. En realidad,
hubiera sido más coJTecto emplear la expresión teoría "estructural" en lugar de la de teoría
tema.
"sistémica". En el texto se ha respetado la referencia a teorías sistémicas hecha por Waltz, pe­
ro sería útil tener en cuenta esta observación. A este respecto, pueden verse los comentarios
de B. Buzan en el capítulo siguiente. 20 K. N. Waltz, "Realist Thought aod Neorealist Theo1y", op. cit., p. 30.
16 K. N. Waltz, Teoría de la Política l11temacio11al, op. cit., p. 91. 21 K. N. Waltz, Teoría de la Política lntemacional, op. cit., p. l 04.
17 K. N. Waltz, Man, the Sta/e and /Var, New York, Columbia University Press, 1959, 22 lbide111, p. l 05.
pp.
159-238. 13 /bide111, p. 111.
18 K. N. Waltz, Teoría de la Política J11ter11acio11al, op. cit., p. 98.
' lbide111, p. 114.
2
19 Ibídem, p. 99. 25
lbide111, p. 116.
86 La Teoría de las Relaciones internacionales a Comienzos del Siglo X.Yl Capítulo 4: El Neorrealismo 87

4.3. LA ESTRUCTURA DEL SISTEMA dad funcional de las mismas. En la medida en que la anarquía perdure, los
Estados continuarán siendo unidades semejantes. No puede decirse lo mismo
Como subraya el propio Waltz, la idea de que la política internacional del tercer elemento, la distribución de capacidades. Este elemento adquiere
puede ser concebida como un sistema, dotado de una estructura definida con un peso determinante en la definición de estructura. En un sistema anárqui­
precisión, representa la diferencia fundamental del neorrealismo con el rea­ co, dada la ausencia de diferenciación funcional, lo que distingue primaria­
lismo tradicional26• Pero, ¿cómo es definida la estructura?, ¿cómo es genera­ mente a las partes consiste en sus mayores o menores capacidades para lle­
da? Para W altz, un sistema está compuesto por una estructura y por unidades var a cabo tareas similares32.
que interactúan27• La estructura es la parte que permite pensar en el sistema Debido a ello, el concepto de estructura tiende a concentrarse en la distri­

ial
como un todo. Una cuestión central para este autor es establecer una defini­ bución de capacidades o recursos de poder. Diferentes estrncturas o distribu­
ción de estructura que deje aparte las características, el comportamiento y las ciones de capacidades o recursos de poder, determinadas por el mayor o me­
interacciones de las unidades. Con ello se pretende eludir cualquier atisbo de

c
nor número de polos o grandes potencias, permiten distinguir entre sistemas
reduccionismo. Una definición correcta de estructura requiere concentrarse

er
internacionales distintos. Waltz, adelantándose a sus críticos33, indica que es­
en cuáles son las posiciones recíprocas de unos Estados con respecto a otros.
ta definición de estructura no le hace vulnerable a la acusación de reduccio­
Los criterios de organización de las unidades constituyen una propiedad en­

om
teramente sistémica28• A este respecto, Waltz distingue tres elementos prin­ nismo. Trata de aclarar que las capacidades o recursos de poder representan,
cipales en una estructura: 1) el principio con arreglo al cual se produce dicha en efecto, características de las unidades, pero que la distribución de capaci­

rc
organización; 2) la diferenciación de las unidades y la especificación de sus dades o recursos de poder constituye una característica sistémica34•
funciones; y 3) la distribución de recursos o capacidades entre ellas29 . Es precisamente aquí donde se pone de manifiesto la ontología materia­

lo
En cuanto al primero de estos elementos, el principio ordenador por exce­ lista de la teoría sistémica de Waltz. No hay cabida para las ideas en su con­
lencia es la anarquía. En contraposición a los sistemas estatales, que se dis­ cepto de estructura. De hecho, Waltz critica a autores como Aron y Hoffman

va
tinguen por ser centralizados y jerárquicos, el sistema internacional se carac­ por distinguir entre sistemas homogéneos y heterogéneos, distinción que pre­
teriza por ser descentralizado y anárquico30. Formalmente, todas las unidades tendía tomar en cuenta, además de la distribución de poder, la existencia de
de dicho sistema son iguales. El segundo elemento, la diferenciación funcio­
nal, no es necesario para la definición de estructura internacional31• Las uni­
dades del sistema internacional no se encuentran diferenciadas por las fun­
s in afinidades o similitudes entre los Estados35• Cualquier referencia a las ideas
en el planteamiento waltziano ha de incluirse en el nivel de las unidades.
Para responder a la pregunta de cómo son generadas las estructuras, el
ra
ciones que desempeñan. La jerarquía supone relaciones de supra o subordi­ neon-ealismo recmTe a la teoría micro-económica. Razonando por analogía,
nación entre las partes y, por tanto, su diferenciación. La anarquía supone vValtz entiende que el sistema político internacional, al igual que el mercado,
t

relaciones de coordinación entre las unidades y, consecuentemente, la igual-


es

32 lbidem, p. 145.
Mu

33 Un buen número de críticas se dirigirán a este punto de la obra de Waltz. Entre ellas,
26
La irnpo1iancia que dentro de la teoría neonealista tiene el enfoque estrnctural es puesta ver: J. M. Gabriel, IVorldviews and Theories oflntemational Re/ations, London, Macmillan,
de manifiesto también por sus críticos. No obstante, autores corno Ashley, después de estable­ 1994, p. 85.
cer un paralelismo entre el estmcturalismo, como corriente general de pensamiento, y el neo­ 34 K. N. Waltz, Teoría de la Política lntemacional, op. cit., p. 146.
nealisrno, subrayan los aspectos específicos que distinguen a este último. Ver por ejemplo: R. 35 R. Aron subraya que además de las relaciones de fuerzas, las ideas y los sentimientos
K. Ashley, "The Poverty ofNeorealism", en R. O. Keohane (Ed.), Neorealism cmd lts Criticó', también influyen en el compo1iamiento de los Estados. Denomina sistemas homogéneos
op. cit., pp. 263-67. "aquellos en los cuales los Estados pertenecen al mismo tipo y obedecen al mismo concepto
27 K. N. Waltz, Teoría de la Política !ntemacional, op. cit., p. 119.
de la política". Denomina sistemas heterogéneos, en un sentido muy distinto, aquellos "en los
28 lbidem, p. 120.
que los Estados están organizados de acuerdo con otros principios y proclaman valores con­
29 lbidem, p. 123. tradictorios". El sistema internacional a partir de 1945, por ejemplo, fue simultáneamente bi­
30 lbidem, p. 132. polar y heterogéneo. Ver: R. Aron, Pa= y Guerra entre las Naciones, Madrid, Alianza Edito­
31
lbidem, p. 139. rial, (1962) 1985, tomo[, p.140.
88 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien:os del Siglo XXJ Capítulo 4: El Neorrea/ismo 89

es individualista en origen y está fo1mado de manera espontánea y no inten­ definitiva, las organizaciones internacionales no pueden tener una vida inde­
cionada. El sistema nace de la actividad de entidades egoístas, los Estados, pendiente de los intereses de sus principales miembros42. Sin embargo, esto
cuyos objetivos y esfuerzos no están concentrados en crear un orden, sino en no supone que los Estados estén abocados fatalmente a la guerra. La anar­
satisfacer sus propios intereses36. Las estmcturas emergen de la coexistencia quía no está exenta de "virtudes". Ella misma genera deternünados meca­
de Estados. Más concretamente, habría que decir que emergen de la coexis­ nismos de inhibición. La posibilidad pennanente de que la fuerza pueda ser
tencia de un número pequeño de Estados: el de las grandes potencias 37 • Pese usada, restringe la capacidad de maniobra, modera las demandas y sirve de
a su origen individualista y no intencionado, una vez fmmadas, las estmctu­ incentivo para el arreglo de disputas.
ras se convierten en una fuerza que pasa a constreñir y afectar el compotia­ Un aspecto relevante de la teoría de Waltz es que en un sistema anárqui­
miento de sus creadores38 • En este punto aflora la ontología individualista del co, basado en el principio de auto-ayuda, la estructura reduce las posibilida­
neorrealismo. No puede menos que reconocerse una cierta ambivalencia en des de cooperación entre los Estados de dos fo1mas distintas43• La coopera­
esta cuestión. Las acciones de los Estados promueven la emergencia de es­ ción puede reportar ventajas innegables para todas las partes, si bien no en la
tructuras, si bien éstas, una vez en pie, quedan fuera del control que aquéllos misma medida. El neorrealismo prima las ganancias relativas en lugar de las
pudieran ejercer. No obstante, las críticas reflectivistas subrayarán la priori­ ganancias absolutas de la cooperación44. Cuando dos Estados contemplan la
dad ontológica otorgada por Waltz a los agentes. posibilidad de cooperar para ventaja mutua, dadas las ince1tidumbres in­
La teoría neorrealista establece una premisa respecto a la motiv�ción que herentes al sistema, deben preguntarse cómo se distribuirán los beneficios.
guía a los Estados. Asume que, lejos de buscar la creación consciente de es­ La pregunta clave no es ¿ganaremos los dos?, sino ¿quién ganará más? Ni
tmcturas o la maximización del poder, los Estados buscan asegurar su super­ tan siquiera la perspectiva de lograr grandes ventajas absolutas estimulará su
vivencia39. Esto no quiere decir que los Estados tengan siempre presente este cooperación. El hecho de que un Estado se vea más beneficiado en términos
objetivo o que adopten las políticas correctas para alcanzarlo, pero la estruc­ proporcionales puede traducirse en el incremento de sus capacidades y, por
tura recompensará o castigará aquellos comportamientos que se acomoden, tanto, en la aparición de una amenaza para el resto. Además, los Estados se
más o menos, a lo que se requiere para tener éxito en un sistema anárquico. preocupan por no convertirse en excesivamente dependientes de otros como
El sistema político internacional, como los mercados, está formado y se sus­ consecuencia de las relaciones de cooperación o de los intercambios de bie­
tenta sobre el principio de auto-ayuda40. En condiciones de anarquía, la con­ nes y servicios. Cie1tamente, el bienestar general puede aumentar con el de-
secución de la seguridad depende exclusivamente de las acciones que los
propios Estados puedan emprender. El principio de auto-ayuda está ligado a
'" Lo acaecido con la OTAN tras la desaparición de la guerra fría hace que Waltz se rati­
una situación de alto riesgo: el estallido de guerras. Waltz no confía en la fique en sus tesis sobre el papel de las organizaciones internacionales. Para este autor, la su­
creación de organizaciones internacionales para amortiguar este tipo de si­ pervivencia y expansión de la OTAN dice mucho sobre el poder y la influencia estadouniden­
tuaciones. Intentos en esa dirección fracasarán por la falta de capacidad de se y poco sobre las instituciones como entidades multilaterales. A su juicio, la capacidad de
dichas organizaciones para movilizar los recursos que requiere la creación y los Estados Unidos para prolongar la vida de una institución moribunda ilustra perfectamente
cómo las instituciones internacionales son creadas y mantenidas por Estados fuertes para ser­
mantenimiento de la unidad del sistema. Es más, "la perspectiva de un go­ vir a sus intereses. Ver: K. N. Waltz, "The Balance of Power and NATO Expansion" Univer­
bierno mundial puede ser una invitación para una guerra civil internacio­ sity of California, Berkeley (Center for Ge1man and European Studies), Working Paper 5.66,
nal "41. Cuanto mayor sea el poder del centro, más fuertes serán los incenti­ October, l 998, p. 5. En este mismo sentido, ver también su aitículo: "Strnctural Realism after
vos de los Estados para embarcarse en una lucha tendente a su control. En the Cold War", lntemational Securi(\', Vol. 25, n.º 1, 2000, p. 20.
' K. N. Waltz, Teoría de la Política l11temacio11al, op. cit.. p. 157.
3

'" Con independencia de la exposición más detallada que se realiza al tratar la discusión
36
K. N. Waltz, Teoría de la Política lntemaciona/, op. cit., p. 136. entre neorrealistas y neoliberales sobre la cuestión de ganancias relativas-ganancias absolutas,
37
Jbidem, p. l 09. pueden mencionarse algunos análisis más actuales de las relaciones de cooperación entre Es­
JX lbit/e111, p.
134. tados que reflejan la posición de Waltz. Ver por ejemplo: M. Mastanduno, "Do relative Gains
39
Ibídem, p. 136 Matter? America's Response to Japanese Industrial Policy", lntemational Security, Vol. 16,
40 Ibídem, p. 164. Summer, 1991; S. D. Krasner, "Global Communications and National Power: Life on the
41
Ibídem, p. 165 Pareto Frontier", World Politics, Vol. 43, April, 1992.
90 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capíllllo 4: El Neorrealismo 91

sarrollo de la división internacional del trabajo, lo cual trae consigo una ma­ de los Estados, cuyas acciones se entrelazaron para producir dicho resultado.
yor interdependencia. Pero, a su vez, una mayor interdependencia engendra De acuerdo con ella, tienden a aparecer equilibrios de poder, bien porque al­
vulnerabilidades. Las grandes potencias tienden a controlar aquello de lo que gunos o todos los Estados tratan conscientemente de propiciarlos o bien por­
dependen o a disminuir el grado de dependencia. Estas simples reflexiones que algunos o todos los Estados pretenden lograr la dominación universal43•
explican mucho del comportamiento de los Estados: "sus impulsos imperia­ La teoría proporciona explicaciones generales, pero no puede dar cuenta de
les para ampliar su grado de control y sus esfuerzos autárquicos para mejorar las políticas específicas de los Estados. Nos dice por qué cabe esperar ciertas
su autosuficiencia"45 • similitudes de comportamiento en Estados que ocupan posiciones parecidas
en la estructura. Las expectativas son sobre comportamientos similares, no

ial
idénticos. Comprender las diferencias en las respuestas a las presiones es­
4.4. EQUILIBRJO, BIPOLARJDAD Y MULTIPOLARIDAD tructurales, exige tomar en consideración la influencia de los contextos in­
ternos de los Estados en sus políticas exteriores49•

c
Waltz dedica una parte notable de su obra a poner de relieve las conse­

er
La teoría del equilibrio de poder representa un desmallo central de la
teoría s '.st �mica de la política i �ternacional. Waltz descarta el bandwagoning cuencias que distintas configuraciones estructurales tienen sobre el equili­
. brio, sobre la estabilidad del sistema internacional. A este respecto, la teoría

om
-:-la. prac'.1ca consistente en almearse con el Estado más fuerte- como46 tipo neorrealista destaca las ventajas de sistemas con un reducido número de
s1gmficat1vo de comportamiento internacional alternativo al equilibrio . La
teoría del equilibrio asume que los Estados son actores unitarios que persi­ grandes potencias: "lo más pequeño es más bello que lo pequeño"5º. Es posi­

rc
guen como objetivo mínimo la propia preservación y como objetivo máximo ble diferenciar entre sistemas multipolares y bipolares. La sucesión de siste­
la dominación mundial. En la consecución de estos objetivos emplean me­ mas multipolares desde el siglo XVII, se vio rota a mediados del pasado si­

lo
dios internos -la potenciación de sus recursos de poder, entre ellos los mili­ glo por la emergencia de un sistema bipolar. Para Waltz, en contra de la opi­
tares- y medios externos -la forn1ación o forialecimiento de alianzas. Es­ nión dominante hasta entonces que privilegiaba las virtudes de la

va
tablecidas estas premisas, solamente se requiere una condición para que la multipolaridad, es este tipo de sistema precisamente el que propicia una ma­
teoría funcione: que dos o más Estados coexistan en un sistema de auto­ yor estabilidad5t . En ·publicaciones posteriores, Waltz hace depender esta
ayuda47. La teoría describe las limitaciones que emanan del sistema creado
por las acciones de los Estados e indica el resultado presumible: la forma­
ción de equilibrios de poder.
s in mayor estabilidad de la bipolaridad, pero también de las armas nucleares.
Con ello reconoce la importancia de unos desarrollos que, a su juicio, se ubi­
can en el nivel de las unidades52• La más satisfactoria relación entre bipolari-
ra
Waltz no excluye que el equilibrio pueda ser resultado de las políticas de­
liberadas de los Estados. Pero un punto central en su teoría es la espontanei­ 48 Ibídem, p. 176.
t

49 Ibídem, p. 180.
dad de las situaciones de equilibrio. Lo que hace realmente original al neo­ 50 lbidem, p. 199.
es

rrealismo es el recurso, de nuevo, a la teoría micro-económica para explicar­ 51Ya en los años sesenta, hubo una intensa polémica sobre cuál de las dos principales
las. La teoría del equilibrio aspira a dar cuenta de un resultado, la formación configuraciones estructurales, la multipolar o la bipolar, eran más propicias al mantenimiento
Mu

de la estabilidad internacional. Entre las más notables aportaciones a esa polémica se


recurrente de equilibrios,.que puede tener poco que ver con las intenciones encuentran: K. N. Waltz, "The Stability of a Bipolar World", Daedalus, Vol. 93, n.º 4, 1964;
K. W. Deutsch and J. D. Singer, "Multipolar Power Systems and International Stability",
World Politics, Vol. 16, n.° 3, 1964; M. Haas, "lnternational Subsystems: Stability and
;: K. N. Waltz, Teoría de la Política b1temacio11�/, _op. cit., p. 157. Polarity", American Political Science Review, Vol. 64, n.° 2, 1970. Precisamente en su libro
Algunos autores han cuestionado que el equ1hbno de poder haya sido el resultado sis­ Teoría de la Política Intemacional, Waltz critica, aduciendo razones metodológicas, una de
, . . las contribuciones más relevantes del Proyecto Corre/ates of War por no refrendar
tem1co mas frecuente. P. Schroeder ha señalado, apoyándose en un análisis histórico, que el enteramente su hipótesis sobre bipolaridad y estabilidad. Sobre esta contribución, ver: J. D.
ba11dwago11i�g ha sido más común que el equilibrio, en especial en lo que concierne a los Es­ Singer, S. Bremer and J. Stuckey, "Capability Distribution, Uncerttainty, and Major Power
tados pequenos. Ver: P. Schroeder. "Historical Reality vs. Neorealist The01y", en M. E. Wars,, 1820-1965", en B. M. Russett (Ed.), Peace, War, and Numbers, Beverly Hills, Sage,
�rown, S. M. Ly_nn-Jones and S. E. Miller (Eds.), The Peri/ ofAnarchy: Co11te111porwJ' Real- l 97f En un artículo escrito en l 993, Waltz afirma que "la paz más duradera que el mundo ha
1s111 iel I11terna11011a/ S e_curity, Cambridge, M., The MIT Press, 1995, p. 430. conocido descansó en dos pilares la bipolaridad y las armas nucleares". Waltz siempre ha re­
¡f conocido la importancia de las armas nucleares, aunque en su obra han ocupado una posición
K.N. Waltz, Teona de la Política Intemacional, op. cit., pp. 173-74.
92 La Teoría de las Relacio11es h1lemacio11ales a Co111ie11::os del Siglo XXJ Capítulo 4: El Neorrealismo 93

dad y estabilidad está fundamentada en consideraciones económicas y políti­ no sólo de los esfuerzos internos, sino adicionalmente de la conclusión de
cas. acuerdos con otros Estados. Pero, para Waltz, un mundo con un número cre­
Las consideraciones económicas apuntan, en lo sustancial, a que en un cido de grandes potencias es un mundo con mayores incertidumbres. La res­
sistema bipolar la interdependencia económica entre las grandes potencias es puesta a preguntas como de quién procede la amenaza, quién se opondrá a
más reducida que en un sistema multipolar. Cuando cambia la estructura del quién y quién ganará o perderá como resultado de las acciones de otros Esta­
sistema, cambia, al mismo tiempo, el grado de interdependencia. También de dos no aparece en absoluto nítida56. Las alianzas pueden ser un elemento de
manera opuesta a lo que constituye el pensamiento más habitual, Waltz en­ estabilidad, pero su formación y mantenimiento implican concesiones que
tiende que la interdependencia no es un factor de paz. Al contrario, afirma restringen la capacidad de decisión y actuación de los Estados. En situacio­
que guerras civiles y contiendas internacionales han tenido lugar pese a la nes de interdependencia entre los miembros de una alianza y de competencia
existencia de una profunda interrelación entre los participantes en ellas53 . En intensa entre alianzas, como ocurrió en los años anteriores a la Primera Gue­
un mundo bipolar, la interdependencia es inferior por una razón simple: rra Mundial, las acciones de determinados Estados pueden arrastrar al resto a
cuanto menor es el número de polos del sistema, tanto mayor es su tamaño y, conflictos no desencadenados directamente por ellos (clwi11-ga11ging), Es ne­
consecuentemente, tanto mayor es su habilidad para satisfacer sus necesida­ cesario mencionar que la fonnación de alianzas puede no resultar fácil. Ante
des económicas internamente, sin recurrir a transacciones con el exterior54. la emergencia de un Estado poderoso, los Estados que perciben en este
El tamaño de los dos Estados dominantes durante la guetTa fría pern1itió un hecho una amenaza pueden adoptar una actitud pasiva, pasando la responsa­
cietto control sobre sus propios asuntos y redujo vulnerabilidades. La desi­ bilidad de actuar a otros Estados también afectados por la misma amenaza
gualdad de los Estados produjo "una situación de equilibrio a un bajo nivel (buck-passing). Esto supondría, en una situación de multipolaridad, el fraca­
de interdependencia" 55• Para justificar la aseveración de que la interdepen­ so del establecimiento de equilibrios. Un sistema bipolar obedece a un esta­
dencia en la segunda mitad del siglo XX era menor que a principios del do de cosas bien distinto. En este caso, dice Waltz, las incertidumbres son
mismo siglo, algo que resultaba sorprendente a la luz de la abrumadora ma­ menores. La respuesta a las tres preguntas planteadas más arriba no deja lu­
yoría de opiniones en sentido opuesto, Waltz proporciona datos sobre la de­ gar a demasiadas dudas. La interdependencia militar es incluso sensiblemen­
pendencia externa de las grandes potencias en uno y otro momento. La im­ te menor que la interdependencia económica. Las dos grandes potencias de
portancia del comercio exterior respecto al PNB para los Estados Unidos y la la posguerra, los Estados Unidos y la Unión Soviética, dependieron funda­
Unión Soviética en los años setenta fue mucho más pequeña que para Ingla­ mentalmente de sí mismos en cuestiones militares. La consecución del equi­
tetTa, Francia o Alemania antes de la Primera Guetrn Mundial. librio supone emplear predominantemente medios "internos", en lugar de
Las consideraciones militares también avalan la mayor estabilidad ele un medios "externos", por lo cual dicho equilibrio merecerá un grado de con­
sistema bipolar. En un sistema multipolar la posibilidad de formar alianzas fianza superior57• El sentido de las alianzas en un mundo bipolar -que tien­
confería una operatividad superior al equilibrio de poder. Éste podía surgir den a ser considerablemente más rígidas- es totalmente diferente. En la
medida en que no necesitan las apo1taciones de sus aliados ·para garantizar su
seguridad, los dos Estados líderes pueden fijar su estrategia y tomar decisio­
secundaria con respecto a la polaridad. Sin embargo, en sus últimos escritos parece reforzar el nes más libremente. No cabe, en el supuesto de bipolaridad, que se produz­
papel de las armas nucleares, alej:índose así de una teoría estrictamente estructural. Ver: K. can situaciones de chain-ganging o de buck-passi11g. En fin, dada la reduc­
Waltz, "The Emergent Structure oflnternational Politics", h1temational Sec11rit1•, Vol. 18, n."
2, 1993, p. 42. Para un comentario en esta misma dirección, puede consultarse ·H. Mouritzen, ción de los niveles de incertidumbre, la posibilidad de que las grandes poten­
op. cit.. p. 82. cias cometan errores de cálculo es mucho menor.
:3 K. N. Waltz, Teoría de la Política l111emaciu11al. op. cil.. p. 205.
,. Ibídem, p. 215.
Además, los sistemas bipolares propician un control internacional por
55
Veinte años después de la publicación de la Teoría de la Polí!icct /11/emacional, Waltz parte de los grandes poderes que no se da en los sistemas multipolares. En
sigue manteniendo tesis similares sobre la cuestión de la interdependencia. Tanto bajo el ré­ los primeros, cabe registrar un cierto margen de maniobra para que los Esta-
gimen bipolar como bajo el unipolar de nuestros días, Waltz afirma que el grado de
interdependencia ha declinado sensiblemente. K. N. Waltz, "Globalization and American
5" K. N. Waltz, Teoría de la Polí!ica !111emacio11al. op. cil.. p. 242.
Power", The Nalional /11/eres/, Spring, 2000, p. 53. Para una referencia previa a la cuestión de
57
la interdependencia, ver K. N. Waltz, Teoría de la Política J111emacio11al, op. cit., p. 235. Ibídem, p. 247.
94 la Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ

dos preponderantes actúen en nombre del conjunto. Según el punto de vista


neorrealista, en los sistemas de auto-ayuda las ganancias relativas son más
importantes que las ganancias absolutas. Sin embargo, en un mundo bipolar
"la preocupación por las ganancias absolutas puede reemplazar a la preocu­
pación por las ganancias relativas"58. Esto se debe, por una parte, a la estabi­
lidad de los equilibrios -estabilidad reforzada por las armas nucleares- en­
tre los dos polos y, por otra, a la enorme distancia existente entre ellos y el
resto de los miembros del sistema.
Dadas estas circunstancias, los Estados en posiciones de privilegio pue­
CAPÍTULOS

ial
den estar dispuestos a suministrar bienes colectivos aun cuando otras entida­
des estatales ganen en mucha mayor proporción. Waltz ilustra esta cuestión

c
utilizando la teoría de la acción colectiva de M. Olson59 • Con arreglo a esta MÁS ALLÁ DEL NEORREALISMO:

er
teoría, cuanto mayor sea el número de unidades en un grupo, menor será la LA SUPERACIÓN DE LA TEORÍA ESTRUCTURAL
posibilidad de alcanzar intereses comunes. De forma opuesta, cuanto menor

om
sea el número de grandes potencias y cuanto mayor sea la disparidad entre
éstas y el resto de los Estados, más probable será que las primeras actúen en
nombre del sistema. Cuanto mayor sea el tamaño relativo de una unidad, tan­ La obra de K. N. Waltz provocó reacciones muy diversas. Entre las críti­

rc
to más identificará su interés con el interés del sistema. Un sistema bipolar cas más sobresalientes, cabe mencionar el énfasis en las continuidades del
acrecienta las oportunidades para que dos grandes Estados traten de manejar sistema, la ausencia de una teoría del Estado, la propensión a oscurecer la

lo
el sistema, mediante la realización de dete1minadas tareas. Estas tareas son: distinción entre sistema y estructura, las limitaciones explicativas de la teoría
transfomrnr o mantener el sistema, preservar la paz u ordenar la economía estructural y el carácter poco verificable, pese a las pretensiones en sentido

va
mundial6°. contrario, de sus proposiciones. Otros aspectos de la obra de Waltz como la
concentración en el papel de las grandes potencias, las virtudes de la desi­
s in gualdad o el papel estabilizador de las armas nucleares no podían sino susci­
tar vivas reacciones.
Muchas de estas críticas fueron fomrnladas desde posiciones próximas al
ra
neorrealismo o al realismo entendido en sentido amplio. Acabaron tradu­
ciéndose en aportaciones más o menos en sintonía con la teoría waltziana. Su
t

propósito, por tanto, radicó en mejorar la capacidad explicativa de dicha teo­


es

ría. Entre las críticas "amigables" al neorrealismo, tal y como fue fomrnlado
por Waltz, pueden distinguirse tres grandes bloques. El primero de ellos se
Mu

refiere a las observaciones en tomo al concepto de sistema. Estas observa­


58 Ibidem, p. 284. ciones tratarán de enriquecer tal concepto, buscando eludir la confusión entre
59 sistema y estructura. En esta línea van las elaboraciones teóricas de autores
Waltz recurre a la obra de M. Olson para justificar el hecho de que las grandes poten­
cias puedan proveer detenninados bienes colectivos. Es interesante señalar que también los como B. Buzan y G. Snyder que se exponen más adelante. El segundo blo­
neoliberales recurrirán a las ideas de Olson para explicar que no ya en sistemas con uno o dos que de críticas hace alusión a las deficiencias, desde el punto de vista expli­
Estados dominantes, sino en sistemas con un "grupo reducido" de Estados la cooperación es cativo, de la teoría estructural. Vmios autores tratan de completar esta teoría
posible en orden a satisfacer detenninados intereses comunes. La obra en la que se han basa­ introduciendo no sólo variables estructurales como la distribución de poder,
do, tanto neorrealistas como neoliberales, es: M. Olson, La Lógica de la Acción Colectiva:
Bienes Públicos y Teoría de los Grupos, México, Limusa, l 992.
sino también variables sistémicas. Estas últimas pueden consistir en factores
60 K. N. materiales, como el grado de desarrollo tecnológico, o la incorporación de
Waltz, Teoría de la Política !11ternacio11al, op. cit., p. 290.
96 La Teoría de las Relaciones Internacionales a C omienws del Siglo XXI Capítulo 5: Más allá del Neorrealismo 97

ideas o valores y prácticas sociales compartidas en la comunidad internacio­ una teoría sistémica, además de variables estructurales, puede incorporar va­
nal. Encajan aquí las aportaciones que llevan a cabo autores como R. Jervis y riables ubicadas en otros niveles de análisis.
R. L. Schweller. En un último bloque se encuentran aquellas opiniones críti­ El concepto de estructura de Waltz ha sido objeto de nuevas elaboracio­
cas que consideran que las variables estructurales o sistémicas tan sólo pue­ nes, especialmente en lo que respecta a algunos de los elementos que con­
den dar cuenta de una parte del porqué se producen dete1minados aconteci­ fonnan el mismo. Determinados autores han utilizado la expresión estructura
mientos en el sistema internacional. Para un grupo numeroso de autores, es­ profunda para referirse a los dos primeros componentes de la misma: la
tas variables deben ser completadas con variables procedentes de otros anarquía y la diferenciación funcional entre las unidades. Es interesante se­
niveles de análisis, más concretamente, del nivel del Estado. Aunque S. M. ñalar que algunas críticas han mostrado su desacuerdo con la nula imp01ian­
Walt es un neorrealista declarado y, por ello, proclive a subrayar la relevan­ cia que Waltz confiere a la diferenciación funcionaI2. Buzan, por ejemplo,
cia de factores estructurales, podríamos ubicar en este último bloque sus sostiene que el desarrollo de la sociedad internacional ha generado entre los
ideas sobre el equilibrio de amenazas. Mucho más claramente figurarían en Estados que lideran el sistema un cuerpo de n01mas, reglas e instituciones
este bloque las contribuciones de J. Snyder y T. C hirstensen sobre la cues­ comunes para conducir las relaciones interestatales y transnacionales. Tal
tión perceptual. desarrollo ha permitido adquirir un considerable nivel de autonomía como
actores internacionales a unidades no estatales -la Unión Europea o las Na­
ciones Unidas y sus agencias- que se han dotado de funciones de gobierno
5.1. SISTEMA, ESTRUCTURA Y CAPACIDAD DE INTERACCIÓN hasta el momento reservadas con exclusividad a los Estados3. Además, el
hecho de no reconocer la posible diferenciación funcional entre las unidades,
Una palie importante de las mejoras introducidas en la teoría neorrealista supone ignorar un factor importante de cambio estructural4• En consecuen­
se centra en el primer bloque de críticas mencionado en el párrafo anterior. cia, los cambios estructurales en un sistema anárquico, podrían estar ligados
Tomando como referencia la obra de Waltz, autores como B. Buzan o G. no sólo a alteraciones en la distribución de poder, sino también a la diferen­
Snyder ponen de relieve la necesidad de c01Tegir cie1ios defectos en la defi­ ciación funcional entre las unidades.
nición de conceptos como sistema y estructura y de considerar más de dos En cuanto al tercer elemento de la estructura, autores próximos al neo­
niveles de análisis, rescatando así del nivel de las unidades variables sistémi­ rrealismo continúan destacando la importancia de la distribución de poder.
cas que moderan los efectos de la estructura sobre las unidades. Esta distribución sigue siendo un factor de primera importancia a la hora de
Para Waltz, un sistema está compuesto por una estructura y por unidades explicar el comportamiento de los Estados. Sin embargo, entre estos autores
que interactúan. Como se expuso en el capítulo 4, las interacciones forman cabe detectar una propensión a tomar en consideración no tanto la distribu­
paiie del nivel de análisis de las unidades y por ello no son paiie sustancial ción global como la distribución sectorial o por áreas de poder. Buzan, por
su teoría. En cambio, la estructura es el componente sistémico que hace po­ ejemplo, influenciado posiblemente por las apmiaciones neoliberales de
sible pensar en el sistema corno un todo. Esta última afinnación conduce a Keohane y Baldwin5, ha sugerido cuatro posibles estructuras basadas en
Waltz a identificar la estructura con el sistema, no diferenciando,
consiguientemente, entre teorías sistémicas y teorías estructurales. Contra­ 1 J. Ruggie ya se refirió a esta cuestión. Este autor fue Lmo de los primeros en mantener
riamente, B. Buzan señala que "un sistema es un co1tjunto de partes o unida­ que en órdenes anárquicos puede producirse una diferenciación funcional entre las unidades.
Ilustra este extremo refiriéndose a la Edad Media, época histórica en la que, sin verse alterada
des cuyas interacciones son lo suficientemente significativas para ser perci­ la situación de anarquía, existió una manifiesta diferenciación funcional entre imperio, iglesia
bidas como un grupo coherente. Un grupo de Estados fonna un sistema in­ y feudo. J. Ruggie, "Political Structure and Dynamic Density", en J. Ruggie, Co11s/r11cli11g //¡e
ternacional cuando el compotiamiento de cada una de las partes es un factor World Poli(¡,: Essays 011 illlffJWtional l11stilllfio11alism, London, Routledge, 1998, p. 153.
3 B. Buzan, C. Jones and R. Little, ap.cit., p. 37-38; B. Buzan and R. Little, l111ernatio11 al
necesario en los cálculos que realizan el resto de sus componentes. Un sis­
Systems in World Hislo1y: Remaking tl,e S11uz¡, oj /111em111io11al Relalions, Oxford, Oxford
tema, pues, está compuesto de unidades, interacciones y estructura" 1• Así, University Press, 2000, pp. 274-275.
4 J. Ruggie, "Political Structure and Dynamic Density", op. cit., p. 153.
1 B. Buzan, C. Jones and R. Little, The logic o(A11archy: Neorealism to Str11ctural Real­ ; Como se. verá más adelante, la consideración de estrncturas sectoriales, y no de una
ism, New York, Columbia University Press, 1993, p. 29 única estructura global de poder, será característica de los planteamientos neoliberales. La
98 La Teoría de las Relacio11es !11ternacio11ales a Comien=os del Siglo XX} Capítulo 5: Más allá del Neorrealismo 99

otros tantos tipos de atributos: recursos militares, recursos económicos, co­ turaleza es inherentemente estructural, pero que, a pesar de ello, no son ele­
hesión política e ideología. Entre las razones que justifican esta propuesta, mentos constitutivos y fundamentales de la estructura. Su papel es análogo al
Buzan señala que la desagregación del poder pennite un análisis más claro de las influencias macroeconómicas sobre las relaciones microeconómicas
de los efectos estmcturales. La separación de los recursos económicos y mi­ entre las firmas. Dichas influencias afectan al comportamiento de todos los
litares, por ejemplo, ofrece una caracterización de la distribución de poder actores de forma más o menos uniforme, pero se diferencian claramente de
con mayores posibilidades explicativas que la que podría proporcionar un los factores que determinan la estructura del sistema como el número de fir­
concepto agregado de poder. De esta manera, cuando las distintas estructuras mas o la distribución de capacidades entre ellas8• En definitiva, coincidiendo
distributivas coincidan, un análisis agregado podría resultar perfectamente en lo sustancial con Buzan, este nuevo nivel comprende elementos contex­
conecto. En cambio, cuando esto no sea así, la falta de coincidencia en las tuales que afectan a las características y la densidad de las interacciones9 •

ial
distribuciones sectoriales se transforma en sí misma en un dato estructural. Es procedente insistir en que, bien como variable sistémica, bien como
En consecuencia, la desagregación de poder hace posible, en relación con la modificador estructural, este nuevo nivel condiciona profundamente no ya la

c
agregación de poder propuesta por Waltz, una mayor variedad de hipótesis. significación, sino la propia viabilidad tanto del sistema como, por supuesto,

er
Otras aportaciones guardan relación con la incorporación de un nuevo ni­ de la estructura, Desde una perspectiva histórica, es evidente que la capaci­
vel, además de los dos definidos por Waltz -la estructura y las unidades-, dad de interacción ha afectado de forma crucial a la construcción y signifi­

om
al concepto de sistema. Este nuevo nivel está f01mado por aspectos que es­ cado concreto del sistema internacional. Desde luego, una baja capacidad de
capan del nivel de las unidades, pero que, a su vez, no son parte integrante interacción puede poner en cuestión incluso su supervivencia'º. Por tanto,
de la estructura. No hay consenso en cuanto a dónde ubicar estos nuevos as­

rc
debe señalarse que la lógica estructural puede ser suprimida o ampliamente
pectos. atenuada por la debilidad de la capacidad de interacción 11•
Para Buzan constituyen una variable sistémica a la que denomina "capa­ Uno de los componentes centrales de la capacidad de interacción o, en su

lo
cidad de interacción". Por capacidad de interacción entiende el nivel de desa­ caso, un modificador estrnctural fundamental viene dado por el grado de or­
rrollo de los medios de transp01te, de los medios de comunicación y de la ganización, es decir, por la existencia de normas e instituciones. Autores

va
capacidad organizativa en el sistema internacional. Este nuevo nivel se cen­ como Buzan manifiestan que dichas normas e instituciones son variables sis­
tra en "los tipos y la intensidad de interacción que tienen lugar dentro de una témicas, no formando, en consecuencia, parte de la estructura. El tejido de
unidad/subsistema/sistema en un momento del tiempo: cuantos bienes e in­
formación pueden moverse sobre qué distancia, a qué velocidad y con qué
s
costo" 6• Esta variable sistémica afecta "no sólo a la habilidad y a la voluntad
in normas e instituciones es considerablemente menos denso en el plano inter­
nacional que en el estatal, por lo cual, su influencia puede ser sensiblemente
menor que la de la anarquía o la distribución de poder. En cualquier caso,
ra
de las unidades para interactuar, sino que también determina qué tipos y ni­
veles de interacción son los posibles y deseados". Consecuentemente, "el
t

8
concepto de sistema estaría vacío de significado sin tenerla en cuenta" 7• G. Snyder, "Process Variables in Neorealist Theory", Securily Studies, Vol. 5, 1996, p.
es

169.
La visión de J. Snyder sobre este nuevo nivel es ligeramente diferente a la 9
En su esquema teórico, Snyder distingue entre los conceptos de relaciones e interaccio­
de Buzan. Snyder prefiere hablar de "modificadores estructurales". Con esta
Mu

nes. Las relaciones se definen como "los contextos situacionales en los que se produce el
expresión quiere referirse a influencias sistémicas de orden general cuya na- comportamiento". Actúan, además, como "el conducto a través del cual se transmiten los
efectos estructurales al comportamiento". Snyder identifica cuatro modelos relacionales: los
alineamientos, los intereses, los recursos y la interdependencia. Por otra parte, las interaccio­
de dicho planteamiento estriba en la no fungibilidad del poder. Es decir, el poder no es fungi­ nes son los procesos mediante los cuales los alineamientos, los intereses, las capacidades y la
ble: la distribución de recursos militares puede tener poca significación a la hora de contem­ interdependencia se traducen en acontecimientos y acciones internacionales. Las interacciones
plar áreas como la económica o la ideológica. Véase D. A. Baldwin, "Power Analysis and son pautas de comportamiento abstractas, es decir, leyes y regularidades en el sentido walt­
World Politics: New Trends Versus Old Tendencies", World Politics, Vol. 31, n.º 2, 1979; R. ziano, y se sitúan en el nivel sistémico y no en el de las unidades. Ver: G. Snyder, op. cit., p.
O. Keohane, "Theory ofWorld Politics ...", op. cit., p. 194. 171-191.
6
B. Buzan, "The Leve! of Analysis Problem in lntemational Relations Reconsidered", en 10 B. Buzan, C. Jones and R. Little, op. cit., p. 72.
K. Booth and S. Smith (Eds.), op. cit., p. 204-205. 11 B. Buzan, "The Leve! of Analysis Problem in International Relations Reconsidered",
7
B. Buzan, C. Iones and R. Little, op.cil., p. 29. op. cit., p. 211.
100 la Teoría de las Relaciones !11temacio11ales a Comien:os del Siglo XXJ Capítulo 5: ,v!ús allá del Neorrealismo 101

nonnas e instituciones afectan al conjunto de los Estados y, consiguiente­ No puede ponerse en duda que existe una conexión entre las ideas de
mente, no están relacionadas con sus características internas. Además, tales Waltz y Jervis en la medida en que el dilema de la seguridad está implícito
nonnas y valores compartidos son una precondición para establecer organi­ en la teoría neorrealista desarrollada por el primero. De hecho, corno subraya
zaciones internacionales estables. Éstas ultimas, una vez consolidadas, facili­ Glaser, el análisis de Jervis no puede ser planteado como un desafío 15• Por
tan en gran medida y promueven las interacciones en el sistema 12• otra parte, puede resultar interesante establecer un paralelismo entre el dile­
Los avances tecnológicos en las comunicaciones y el transporte también ma de la seguridad y el concepto de estrnctura. De la misma manera que en
modifican las características y el carácter de las interacciones entre las uni­ el esquema de Jervis la tecnología militar puede alterar la concepción del di­
dades. Así, la tecnología es una variable sistémica o un modificador estructu­ lema de la seguridad, también en el esquema de Waltz puede alterar el carác­
ral y no un atributo de las unidades. En opinión de Snyder, la naturaleza de ter condicionante que se desprende de la distribución de poder.
la tecnología no es estructural porque no corrige sustancialmente ni la anar­ El dilema de la seguridad ha sido definido por R. Jervis como aquella si­
quía ni la distribución de recursos. En lo que concierne a la tecnología mili­ tuación en la que "algunos ele los medios mediante los cuales un Estado
tar, sin embargo, su proximidad a la estructura queda reflejada en sus efectos pretende incrementar su seguridad hace decrecer la seguridad de los
sobre los recursos militares. Las armas nucleares, por ejemplo, tienen la ca­ demás" 16• En su argumentación explica que la magnitud y naturaleza del
pacidad de modificar los efectos de la anarquía, inhibiendo la agresión y me­ dilema de la seguridad pueden verse afectadas por variables ofensivo­
jorando el dilema de la seguridad, pero no pueden anular el hecho estructu­ defensivas. En realidad, Jervis describe dos variable de este tipo. El
ral. Las armas nucleares también pueden modificar los efectos de la polari­ equilibrio ofensivo-defensivo y la diferenciación entre las ve1tientes ofensiva
dad a través de mecanismos de equiparación 13. y defensiva. El �_quilibrio ofensiyq:_defensi'ilo..-es--desc1:it0--mediante.J&
. ·-situacio.
compar&9iél11 de •dos . . la faci\idad
···- . nes: . . de. cot1quistar territorio_fre1_1te ¡¡,
!afacilidad de _defe11c.l�rl9_ct1ai1do euttac;;ado 17. La ventaja de los aspectos
5.2. LAS VARIABLES OFENSIVO-DEFENSIVAS defensivos aumenta con la facilidad para defender el tetTitorio. La severidad
del dilema de la seguridad, según Jervis, decrece a medida que el equilibtio
Las ideas de R. Jervis sobre las variables ofensivo-defensivas pueden citado deriva hacia un mayor protagonismo de la defensa. Cuando esto es
ilustrar la importancia de la capacidad de interacción o de los modificadores así, las fuerzas desplegadas por un poder patiidario del statu quo incre­
estructurales. Este autor al igual que Waltz sostiene que la búsqueda de segu­ mentarán su seguridad más de lo que hacen disminuir la de su adversario.
ridad es una constante en el comportamiento de los Estados y que tal actitud Ambos Estados adquirirán niveles razonables ele seguridad en diversos ciclos
rara vez responde a objetivos expansionistas 14. Sin embargo, dicha premisa de acción-reacción-acción, eludiendo las catTeras arma-mentísticas. Cuando la
puede verse alterada por la evolución de la tecnología militar. Esto es lo que ventaja de los aspectos defensivos es suficiente-mente grande, la posibilidad
hace precisamente Jervis al introducir variables relacionadas con aspectos de agresión se desvanece prácticamente, con lo cual el fenómeno de la
ofensivos y defensivos. Debe decirse que este autor desarrolló estas ideas anarquía internacional pierde impotiancia relativa 18•
más entorno al dilema ele la seguridad que en torno al concepto de estructura. En un sentido diferente, cuando los aspectos ofensivos predominan, no es
Pese a ello, puede resultar interesante contemplar el planteamiento de Jervis factible para Estados de similar tamaño disfrutar de altos niveles de seguri­
como una mejora de la teoría de Waltz dad simultáneamente. Las carreras armamentísticas serán intensas porque

15 C. Glaser, "The Security Dilcmma Revisited", op. cit., p. 172.


12 Ibídem p. 21 O 16
R. Jervis, "Cooperation under the Security Dilernma", World Po/itcs, Vol. 30, n." 2,
IJ G. Snyder, op. cit., p. 171. 1978, p. 169. Es necesario mencionar que una de las primeras formulaciones sobre el dilema
1
ª Waltz asume que los Estados persiguen, como mínimo, garantizar su seguridad pero de la seguridad fue realizada por J. Herz. Así es habitualmente reconocido en las publicacio­
admite que las metas de éstos pueden ser variadas, llegando incluso a buscar la dominación nes sobre esta cuestión. Ver: J. Herz, !11ternatio11al Politics i11 the Atomic Age, New York, Co­
universal. Contrariamente, Jervis asume que los Estados son buscadores puros de seguridad. lumbia University Press, 1959, p. 231.
17 R. Jervis, "Cooperation under the Security Dilema", op. cit., pp.187-199.
Ver: C. Glaser, "The Security Dilemma Revisited", World Politics, Vol. 50, n."1, 1997, p.
18
188. Jhidem, p. 188.
102 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XX} Capítulo 5: Más allá del Neorrea/ismo 103

cuando un país acrecienta sus fuerzas, sus adversarios tendrán que llevar a res de cálculo sobre los intereses y las capacidades militares de otros Esta­
cabo una adición aún mayor para restablecer su capacidad de defensa. Las dos21 .
ventajas ofensivas también influenciarán las actividades diplomáticas, ya que Es interesante contemplar el planteamiento de Jervis como una mejora de
los Estados tenderán a formar alianzas en tiempos de paz adelantándose a la la teoría estructural de Waltz. En este sentido, las ideas de Jervis pueden
incapacidad de reacción que podría generar el rápido estallido de un conflic­ condensarse en dos puntos esenciales. El primero es que provocan un des­
to bélico 19. plazamiento del concepto de recursos de poder, en general, hacia el concepto
La segunda variable que influencia el dilema de la seguridad es la dife­ de recursos militares, en particular. El segundo es que la introducción de va­
renciación entre lo ofensivo y lo defensivo. En caso de que esta diferencia­ riables ofensivo-defensivas contiene un componente tecnológico de gran
ción sea posible, un Estado puede poner en pie fuerzas útiles para la protec­ significación. Entendernos que es este segundo punto el que constituye la

ial
ción de su territorio sin que, necesariamente, reduzca la capacidad de sus ad­ aportación principal de Jervis a la obra de Waltz. Podría considerarse que
versarios para defenderse a sí mismos. Si dicho Estado persigue sólo su Jervis respeta el concepto de estructura de Waltz, aunque éste venga dado

c
seguridad y está en condiciones de dotarse de sistemas nítidamente defensi­ ahora por recursos militares, e introduce un elemento modificador de los

er
vos los temores de agresión en países rivales podrán desvanecerse, lo cual, a efectos de dicho concepto a través de variables ofensivo-defensivas. En con­
su vez, no hará sino incrementar su propia seguridad. La diferenciación entre secuencia, la capacidad explicativa de la estructura no viene dada exclusi­

om
ambos aspectos permite acuerdos sobre control de armamento dirigidos a vamente por la distribución de poder. A ella habría que añadir un nuevo
excluir armas con vocación ofensiva, propiciando con ello mejores niveles componente, un modificador estructural: el estado de la tecnología militar.

rc
de defensa en los países implicados. Pero, cuando no es posible distinguir lo Por tanto, aún cuando la anarquía pennanezca constante y la distribución de
ofensivo de lo defensivo, un Estado que elige medios militares para proteger poder internacional inalterable, las variaciones en las variables ofensivo­
su territorio puede verse abocado a que dichos medios reduzcan inevitable­ defensivas pueden conducir a alteraciones en el grado de competición o co­

lo
mente la habilidad de defensa de su adversario20. operación entre los Estados y en el acaecimiento de guerras. Abundando en
Estas hipótesis han sido completadas por S. Van Evera. Este autor agrega

va
este punto, las ideas de Jervis no disminuyen el énfasis en la teoría estructu­
nuevas proposiciones sobre cómo las ventajas ofensivas estimulan guerras ral, sino que eliminan las distorsiones que se producen cuando la teoría es
preventivas y animan comportamientos diplomáticos que refuerzan la proba­ planteada estrictamente en términos de poder12 .
bilidad de guerras. Las ventajas ofensivas acentúan la significación de cam­
bios en la distribución de poder y crean, en consecuencia, incentivos para
lanzar guerras de carácter preventivo. Los Estados pueden propender con
s in 5.3. EQUILIBRIO DE PODER Y EQUILIBRIO DE AMENAZAS
ra
mayor facilidad a tácticas de hechos consumados, porque hacerse con la vic­
toria en una disputa resulta más vital cuando la seguridad es escasa. Esto, sin Un desarrollo de gran importancia en la teoría neorrealista viene dado por
t

duda, incita a relegar la posibillidad de compromisos. Los Estados negocian las sugerencias de sustituir el equilibrio de poder por el equilibrio de amena­
es

con poco éxito porque la ventaja de los aspectos ofensivos exige que los zas. Estas sugerencias están también dirigidas a complementar la teoría es­
acuerdos sean construidos cuidadosamente, haciendo de todo el proceso algo tructural de Waltz. El principal proponente del equilibrio de amenazas es S.
Mu

más dificil; y también porque la ventaja de los aspectos ofensivos eleva las
recompensas de violar los acuerdos, haciendo de todo el proceso algo más
21 S. Van E vera, "Offense, Defense, and the Causes of War", !ntematio11al Security, Vol.
arriesgado. Finalmente, Van Evera señala que la ventaja de los aspectos
ofensivos conduce a los Estados a acentuar el secretismo, dado que la infor­ 22, n.º4, I 998, especialmente, pp. 7-16. Sobre esta cuestión, puede verse también: C. Glaser
and C. Kaufmann, "What is the Offense-Defense Balance and Can We Measure lt?, !11tema­
mación acerca de sus fuerzas militares puede engendrar vulnerabilidad. El tio11al Sernritv, vol. 22, n.º 4, 1998; G. Akavia, "The Offense Defense Balance: Why Better
secretismo, por su parte, aumenta la probabilidad de guerra al dar pie a erro- Theo1y Leadi to Worse History", CenlerjÍJr Milita,y Analysis, 1999, http://web.mit.edu/afsl
athena.mit.ed u/org/sssplwwwlspring99/akavia.html (marzo, 2001 ).
19 Ibídem, pp. 187-188. 22 Glaser, por e jemplo, afirma que el análisis de Jervis se apoya en las mismas premisas

20 Jbidem,pp. 199-210. básicas que el realismo estructural por lo que debe ser catalogado como parie de una misma
tradición teórica. C. Glaser, "The Security Dilemma Revisited", op. cit., p. 172.
104 La Teoría de las Relaciones l11temacio11ales a Comie1i=os del Siglo XXI Capítulo 5: Más allá del Neorrea/ismo 105

M. Walt, quien desarrolla este concepto en una serie de trabajos orientados La variable proximidad geográfica afecta a la fonnación de alianzas de­
al estudio de la formación de alianzas. El punto de paiiida de Walt es la teo­ bido a que los actores demuestran mayor propensión a optar por una coali­
ría del equilibrio de poder diseñada por Waltz23 • Ambos autores coinciden en ción como respuesta a las amenazas cercanas. La habilidad de un Estado pa­
que la tendencia al equilibrio es considerablemente más frecuente que el ra demostrar de fo1ma efectiva su poder disminuye con la distancia. Por lo
bandwagoning en la política internacional. Pero lo que principalmente les tanto, la amenaza de actores próximos geográficamente es superior a la de
separa es que Walt sostiene que los Estados forman alianzas, no tanto para los que están lejos.
equilibrar exclusivamente la relación de fuerzas como para contran-estar toda Adicionalmente, un Estado incrementa su nivel de amenaza cuando se
manifestación significativa de peligro para su independencia24• dota de recursos militares o políticos específicos que suponen un peligro di­
En sus elaboraciones teóricas, Walt asume la relevancia de la distribución recto para la integridad territorial o para la estabilidad política de otros acto­
internacional de poder como condicionante de primer orden sobre el res. Consecuentemente, un Estado no sólo con recursos notables, sino ade­
comportamiento de los Estados. Señala que, permaneciendo constante todo más de naturaleza marcadamente ofensiva, tiene más posibilidades de incen­
lo demás, cuanto mayores son los recursos de un Estado, mayor es el poder tivar la formación de alianzas en su contra que aquel que es militarmente
potencial de amenaza que posee para los demás. Sin embargo, la distribución débil o capaz de garantizar su defensa exclusivamente. Específicamente, el
de poder no es decisiva para justificar por qué los Estados deciden fmmar poder ofensivo puede ser definido como la habilidad de un actor para ame­
alianzas. Los recursos de un Estado poderoso pueden utilizarse, tanto para nazar la soberanía o la integridad tenitorial de otro actor asumiendo un costo
sancionar a sus enemigos como para recompensar a sus amigos25. De aquí aceptable27.
que, según Walt, la preponderancia de poder pueda propiciar bien tendencias La última variable está determinada por las intenciones de los Estados.
al equilibrio, bien bandwagonings. Aquellos que, entre estos, son percibidos como elementos especialmente
La solución a este problema pasa por añadir a los elementos estrncturales agresivos provocan que oh·os actores tiendan a unirse contra ellos. De hecho,
de la teoría de Waltz otras variables. En particular, es necesario tener en incluso Estados que tienen unos recursos materiales relativamente modestos
cuenta factores que influyen en las valoraciones de los gobernantes cuando pueden provocar un comportamiento de equilibrio en su contra. Según Walt,
optan por ali¡irse con uno u otro Estado o coalición. Así, Walt se refiere a va­ las percepciones de los Estados sobre las intenciones de los demás juegan un
riables como la proximidad geográfica, los recursos ofensivos y las intencio­ papel crucial en el proceso de formación de alianzas. Cuando un Estado se
nes de los Estados. Este grupo de variables confo1ma un concepto mucho percibe como especialmente agresivo tiene pocas posibilidades de que otros
más general y sintético denominado "amenaza" 26. actores opten por aliarse con él. Después de todo, si las intenciones de un
agresor no pueden ser alteradas por medio de una alianza con él, un Estado
vulnerable, incluso si es aliado, puede convertirse en una víctima. Aliarse
23 El propio Walt sostiene que su teoría constituye un refinamiento de la teoría del equili­
con otros Estados puede ser la única vía para evitar este peligro. Por tanto,
brio de poder de Waltz. Para Walt ambas teorías son igualmente parsimoniosas, pero la que él cuanto más agresivo o expansionista sea el compo1iamiento de un Estado
propone es más general y abstracta. De aquí que entienda que la teoría del equilibrio de poder
de Waltz queda subsumida en su propia teoría. Ver: S. M. Walt, "Alliance Formation in
más probable es que se forme una alianza opositora28 .
Southwest Asia: Balancing and Bandwagoning in Cold War Competition" en J. Snyder y R. La teoría del equilibrio frente a la amenaza incorpora abiertamente el
Jervis (Eds. ), Do111inoes and Bmu/il'(tgons: Strategic Belie_/!; a11d Greal Poll'er Competition in concepto de poder, pero mientras que la teoría de Waltz predice que los Es­
tire E11rasi1111 Rimfand, Oxford, Oxford University Press, 1991, pp. 54-55. tados tenderán a formar alianzas contra el Estado más fuerte del sistema, la
24 S. M. Walt, "Alliances, Threats, and U.S. Grand Strategy: A Reply to Kaufman and
teoría de Walt sostiene que los Estados se unirán contra aquel actor que sea
Labs", Securit)' Stwlies, Vol. 1, n.º 3, 1992, p. 450.
25
S.M. Walt, Tire Origins ofAl/i1111ces, Ithaca, Cornell University Press, 1987, p. 23. Ver percibido como la principal fuente de peligro. Esta proposición explica no
también: S.M. Walt, "Keeping the World 'Off-Balance': Self-Restraint and U.S. Foreign Pol­ sólo el motivo por el cual un Estado puede aliarse con el poder más fuerte,
icy", Researclt /Vorki11g Papers Series, John F. Kennedy School of Government, Harvard sino que también hace comprensible la tendencia de los actores a equilibrar
University. RWPOO-O13, Octubre 2000.
2" S.M. Walt, Tite Origi11s 4Allia11ces, op. cit., p. 22. En este mismo sentido, puede con­
sultarse el a1tículo del mismo autor: "Alliance Formation and the Balance of Power", lnter11a­ 27 S.M. Walt, Tire Origins o(Allia11ces, op. cit., p. 24.
tio11af Secari(v, Vol, 9, n.º 4, 1985, p. 214. 28 S.M. Walt, "Alliance Formation and the Balance of Power", op. cit., p. 217.
106 la Teoría de las Relaciones !11temacio11ales a Comien:::os del Siglo XX} Capítulo 5: 1'vlás allá del Neorrealismo 107

el sistema cuando existe un Estado que, aún n o siendo necesariamente el más realiz ado a la teo ría neorrealista 32. Las tesis de Schweller no se distinguen
poderoso , es percibid o como la principal amenaza, bien sea por su pr oximi­ tanto por cuestionar l os aspectos estructurales de la obr a de W altz co?1 º por
dad geográfica, por la adquisición de medios especialmente potentes de con­ _ .
tratar de recuper ar algun as de las premisas básicas del realismo trad1c10�al.
quista o expansión o por sus intenciones agresivas hacia terceros. Corno veremo s, uno de los punt o s esenciales de la crítica de este autor reside
Algunos constructivistas han querido ver en las aportaciones de Walt una en sustituir la premisa de búsqueda de seguridad por la de búsqueda de p oder
modificación mucho más profunda de las posiciones neorrealistas. M. N. 0 influencia como móvil fundamental del comportamiento de los Estados. En
B arnett, por ejemplo , ha señalado que tras el concepto de amenaza de Walt opinión de Schweller, la premisa ne01Tealista que s�stiene �ue los Estados
cabe percibir, especialmente en sus análisis s obre la política internacional en tratan de maximizar su seguridad y no su poder o su mfluencrn no es correc-

ial
Oriente Medio, problemas de identidad más decisivos que la propia anarquía ta. De hecho ' se muestra inflexible al sentencia r que "simplemente no es
para explicar comportamientos internacionales29 • En este sentido la obra de
cierto q ue la princip al preocupación de todos l o s Est ad os sea la seg�n"dad"33
Walt podría interpretarse como un intento valioso de incluir ideas en el es­

c
Sostiene que, teniendo en cuenta que ninguna de las grandes potencias ��1es­
quema neorrealista. Pero como se desprende de la exposición que acaba de

er
tra en la actualidad intenciones agresiv as, las críticas referentes al �m�mo
efectuarse, más que añadir ideas a dicho esquema, busca enriquecer la capa­
p o der explicativo del neo1Tealisrno respecto a la rea!idad y los ac?n ��c1m1en­
cidad explicativa de variables estructurales con la incorp oración de variables

om
situadas en otro s niveles de análisis. J. Donelly so stiene que la teoría de Walt tos generados en el sistema de Estados actual derivan de su fi3ac1on en la
no es estrictamente una te orí a estructural, porque sin conocer cuales son los cuestión de l a segurid ad.
.

rc
recursos y las intenciones de lo s Estado s es imposible que exista una amena­ A juicio de Schweller, l as formulaciones de Waltz cambian _ la representa-
za y, por tanto, una tendencia a equilibrarla30. Es decir, el compo1tamiento ción tradicional realista del sistema internacional, como un J uego de pura
competición posicional entre Estad�s, por la ?e u;! sistema que rep�sa en la

lo
no viene determin ado por un desequilibrio material en el nivel estrnctural, _
sino que es el resultado de la percepción y valoración del fenómeno por parte cola boración entre unidades por vanados motivos . Esta col aborac10n se es­
tablece porq ue entre aquello s Estados que buscan asegurar ? mej�rar su se­

va
de las unidades. Éstas son las que determinan si el nivel de a menaza ha su­
frido un desequilibrio lo suficientemente significativo co mo para llevar a ca­ guridad no existe una competición posicional inherente. �s 11npos1b:e deter­
_
bo aquellas acci ones encaminadas a restablecerlo31 . minar la existencia de un sólo ganado r, porq ue, en realidad, nmgun actor

5.4. LA TEORÍA DEL EQUILIBRIO DE INTERESES


s in busca ganar, al meno s en un sentido abs oluto, a expe? s as de o tro . La seguri­
dad es, por ta nto, un valor de suma positiva, e� d�c�r, puede se: deseada Y
compartida sin necesidad de que ningún actor md1 :1dual sea pr�vado �e s�,
ra
disfrute. Sin embargo , esta norma no puede se r aplicada a los bienes posi­ 1

La teoría de equilibrio de intereses de R. L. Schweller representa una de cionales" como el prestigio, el status, la influencia política, el li�erazgo, etc.
t

En estos casos existe competición po sicional y se genera necesanamente una


es

las aportaciones más rupturístas que desde una perspectiva realist a se han
situación de suma-cero: lo que gana un acto r lo pierden sus o ponentes. De
Mu

hecho, la escasez, característica fundarnent �I d�,Jo s recursos posicionales, es


29 difícilmente aplicable al co ncepto de segundad ·.
M. N. Bamett, "Identity and Alliances in the Middle East" , en P., Katzenstein (Ed.),
Tite Culture ofNational Security: Norms and ldentity i11 World Po/itics, New York, Columbia
University Press, 1996, p. 403.
30 J. Donnelly,
op. cit., p. 120. 32
J. Donnelly, op. cit., p. 36.
31 . . .. .
Legro y Moravcsik consideran que, aunque la teoría de equilibrio de amenazas es un J R. L. Schweller, "Bandwagoning far Profit: Br111g111g the Rev1s10n1st State Back ln,,, /11-
3

avance en relación con la teoría del equilibrio de poder, la nueva formulación no consigue su­ /emational Securitv, Vol. l 9, n.º l, 1994, p. 86.
perar la indeterminación atribuible a su predecesora. El propio Walt admite esta crítica cuan­ i4 R. L. Schw�ller, "New Realist Research on Alliances: Refining, not Refutmg, Waltz's
do sostiene que no es posible detenninar a priori qué fuentes de amenaza serán las más impor­ Balancing Proposition". American Political Science Review, Vol 91, n.º 4, 1997, p. 928.
tantes en cada momento o situación. Ver: J. W. Legro a11d A. Moravcsik, "Is Anybody Still a is R. L. Schweller, "Realism and the Present Great Power System: Growth Pos1tmnal _.
Realist?", b1ternatio11al Security, Vol. 24, n.º 2, 1999, p. 37. Conflict over Scarce Resources", en B. Kapstein and M. Mastandw10 (Eds.), Unipolar Poli-
108 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien�os del Siglo XXI Capítulo 5: Más allá del Neorrealismo 109

Dada la relevancia que este tipo de bienes posee en el planteamiento de es decir, aquellos actores que optan por mantener lo que ya tienen; y los Es­
Schweller,
_ el sistema internacional se caracteriza por la competición posi­ tados revisionistas que son, empleando una definición sencilla, aquellos que
c10nal, ��j o condiciones de escasez, entre grupos o Estados. El concepto de quieren incrementar su poder38 •
,
competic10n retrata una situación en la que la meta de los contendientes es Sin embargo, Schweller no pretende desacreditar las apmiaciones centra­
ganar o como mínimo evitar las pérdidas relativas. Por posicional se entien­ les de las teorías del equilibrio. Refiriéndose a Walt señala que la teoría del
de_ que no deben ser tenidos en cuenta los recursos absolutos de los actores, equilibrio de amenazas, así corno la proposición más general de que los
smo los recursos relativos. En este contexto, un cambio en los recursos abso­ comp01iamientos tendentes al equilibrio son predominantes, sólo se cumplen
lutos de un Estado, permaneciendo constantes los del resto, tiene efectos im­ si se aplican a actores conservadores o receptores de amenazas, Schweller
pmiantes no sólo para ese actor, sino también para todos los demás. A la luz explica que hay otro tipo de Estados que son capaces de responder a las
de los nuevos bienes que tratan de lograrse en un escenario considera­ oportunidades que perciben en su entorno y concluye que el bandwagoning
blemente más competitivo, la cuestión de las ganancias relativas adquiere ca­ es una fonna de comportamiento bastante más común de lo que Waltz y
racteres más acuciantes. Walt mantienen, especialmente entre Estados insatisfechos.
La teoría del equilibrio de intereses cuestiona, por una pa1ie, la composi­
�l segundo aspecto de la crítica de Schweller al neorrealismo guarda re-
1 �c10n - con los diferen es intereses d los Estados. La centralidad de la segu­ ción estrictamente material del concepto de estructura en la tradición walt­
_ � �
udad en las formulac10nes neon-eahstas conduce a Waltz y Walt a tratar a ziana y, por otra, la capacidad explicativa de una teoría que hace residir en la
todo� l ?s Estados como entidades satisfechas con el statu qua que tratan de polaridad la lógica del comp01tamiento de los Estados y la estabilidad del
maxmuzar fundamentalmente su seguridad y no su poder. Schweller sostiene sistema intemacional39, Desde esta perspectiva, Schweller mantiene que el
que esta premisa no tiene en cuenta a los principales protagonistas o catali­ detenninante estructural no es el poder en sí mismo, sino el uso que los Es­
zadores de l � teoría del equilibrio de poder: los Estados revisionistas. Según tados hacen de sus recursos para lograr las metas que se proponen. Cuestio­
nes centrales para este autor son: si el poder es un medio para mantener el
�chweller, s1_ estos Estados no existieran, la necesidad de garantizar la segu­ sistema o si, por el contrario, se utiliza para destruirlo; si el poder es un ins­
ndad en el sistema sería mínima.
trumento para aumentar la seguridad o si, por el contrario, es el medio em­
A emás, este autor se plantea un interrogante a cerca de la capacidad ex­
. � pleado para conseguir nuevas metas mediante la amenaza contra otros Esta­
phcat'.va del neorrealisrno cuando la satisfacción de las necesidades de
dos. Dicho de otra forma, la estabilidad del sistema depende del equilibrio
:egu ;idad, .condición pre\ia para poder perseguir otras metas, está asegurada. entre las fuerzas conservadoras y las fuerzas revisionistas. Cuando los Esta­
¿Que explica el neorreal1smo en esta situación sobre el compmiamiento de
dos que defienden los valores del statu quo son más poderosos que los Esta-
los Estados? La respuesta es tajante: "nada desde mi punto de vista. Es por lo
que desarrollo la teoría del equilibrio de intereses" 36•
Esta afinnación es el punto de paitida de un desarrollo teórico alternativo Jx Los Estados prntidarios del sta/11 quo buscan ante todo la auto-preservación y la protec­
ª. os 37
� planteamientos de Waltz y Walt . Schweller introduce una clasifica­ ción de los valores que ya poseen. Son maxirnizadores de su seguridad y no de su poder y las
ganancias potenciales que podría aportar la expansión no sobrepasan en sus valoraciones a los
CJon de los Estados en dos categorías: los Estados que aceptan el statu qua,
costos asociados a un eventual conflicto bélico. De hecho, incluso en aquellas escasas ocasio­
nes en que optan por la expansión, no emplean medios militares para conseguir tal propósito.
tics: Re:ilism cmd State Stra/egies qfier the Cold War, Columbia University Press, Columbia Contrariamente, los Estados revisionistas valoran más lo que no tienen. En general, estos ac­
.
lnte�;at1onal Affa1rs Onlme, www.ciaonet.org, (marzo 2001 ). tores son propensos a emplear su fuerza militar para desafiar el sta/11 quo y ampliar sus valo­
Rj L. Schweller, "New Realist Research 011 Alliances...", op. cit., p. 929 res, puesto que las ganancias percibidas en la expansión son superiores a los costos de la gue­
37
E propio Waltz afirma que Schweller no puede ser considerado un neorrealista ya que rra. Además, reparan en la necesidad de convertirse en potencias preponderantes por su poder
"niega la piem1sa de que el poder es un medio y la supervivencia la meta principal de los Es­ para desafiar de forma efectiva el statu quo y, por ello, tienden a unirse para ser más fuertes
tados, en favor de la afirmación de Morgenthau de que los Estados buscan siempre más poder. que la pmie conservadora del sistema. Por ello, su interés en el poder militar varia dependien­
Ttata, de demostrar que ,el bandwagoning es más común que el balancing y si se cree que esto do del grado de amenaza percibida hacia sus valores. R. L. Schweller, "Bandwagoning far
_
asi, entonces la te?na �eorreahsta es mco1recta. Schweller y yo trabajamos en programas Profit ...", op. cit., p. 104-105.
�: mvestigacton_ _ _ 3' R. L. Schweller, "Bandwagoning for Profit ... ", op. cil., p. 104. Ver también su con­
d1stmtos . K. N. Waltz, "Evaluating Theories", American Polical Science
Rel'/ew, Vol. 91, n.º 4, 1997, p. 915. tribución: "Realism and the Present Great Power System ...", op. cil.
110 la Teoría de las Relaciones internacionales a Comienzos del Siglo XX} Capítulo 5: Más allá del Neorrealismo 111

dos revisionistas, el sistema pennanecerá invariable. Contrariamente, cuando dades, sino al del individuo. Estas !eolias llaman la atención sobre el hecho
los Estados revisionistas, con una propuesta de valores diferente toman ven­ de que la distribución de poder influye en el cornpmiarniento de los actores,
taja, el sistema experimentará un cambio. La teoría de Schwel!er es una teo­ a través de las percepciones de los gobernantes. Al igual que el caso de apor­
ría sobre los conflictos de intereses que tienen lugar en el nivel sistémico. taciones anteriores, la introducción del fenómeno perceptual supone relativi­
Son interesantes las reflexiones de Schweller sobre un sistema interna­ zar de nuevo la influencia de la distribución de poder.
cional dominado por Estados partidarios del statu quo. Un sistema de estas La parsimonia atribuida a la teoría de Waltz provenía de la pretensión de
características tendría gran semejanza con el vigente en nuesh·os días. En tal explicar los acontecimientos internacionales, tomando corno único referente
sistema, la necesidad de equilibrar la distribución de recursos materiales en­ consideraciones estrncturales. Las percepciones de los que tornan las deci­
tre Estados desaparece porque, con independencia de sus capacidades, todos

ial
siones en el nivel estatal tienen para la teoría waltziana una importancia resi­
los actores compaiien una idea del sistema internacional y unos valores co­ dual, ya que sólo la estructura constriñe y, a la vez, da fom1a al comporta­
munes. Estos valores compartidos, aunque reposan en el nivel de las unida­ miento de los actores. Sin embargo, como señalan T. Christensen y J. Sny­
des, son inequívocamente una variable del nivel sistémico40.

c
der, el análisis estructural "ultraparsirnonioso" desarrollado por Waltz, que

er
Esta última idea está en consonancia con la visión del realismo clásico únicamente tiene en cuenta la polaridad, no es capaz de explicar la compleji­
sobre el equilibrio de poder y la estructura del sistema internacional. En con­ dad de los comportamientos conducentes a la formación de alianzas entre las

om
traste con la concepción neorrealista del equilibrio de poder como una con­ principales potencias en un sistema en el que existen más de dos polos43•
secuencia automgulada e involuntaria de la estructura del sistema, los realis­ Un rasgo diferencial de gran parte de estos desarrollos teóricos radica en

rc
tas tradicionales entendían el equilibrio de poder como un acuerdo de coope­ la confluencia de las formulaciones estructurales waltzianas con las formula­
ración deliberado y voluntario entre las principales potencias. Estas ciones centradas en el dilema de la seguridact44. En este sentido, es impres­
compartían valores e intereses comunes, además de una fórmula consensua­

lo
cindible mencionar la obra de Jervis. Sus elaboraciones teóricas sobre las va­
da sobre las normas básicas de comportamiento requeridas para el perfecto riables ofensivo-defensivas, expuestas en un apmiado anterior, abrieron nue­
funcionamiento del sistema41 •

va
vas vías de investigación, tanto en el tel1'eno de las implicaciones de la
Es precisamente esta última perspectiva la que adopta Schweller. Se po­ tecnología militar corno en el de las percepciones45.
dría sostener que en su obra el componente materialista de la estructura del Un buen ejemplo que ilustra estas nuevas vías puede encontrarse en la
sistema internacional se complementa con la distribución de intereses. Por
tanto, el compotiamiento exterior de los actores está constreñido por una ba­
se material, pero también por los intereses en juego en el nivel sistémico.
s in obra de Christensen y Snyder. El énfasis de sus aportaciones recae en la
cuestión de las percepciones correctas o el1'óneas en torno al equilibrio ofen­
sivo-defensivo. En discrepancia con Waltz, estos autores no entienden que
ra
Los recursos nos dicen "cuanta influencia puede tener un Estado sobre los
demás", mientras que "los intereses [nos dicen] cuando y con qué propósito
t

será usada dicha influencia". Por tanto, "el poder y los intereses están estre­ 4i T. Christensen and J. Snyder, "Progressive Research and Degenerative Alliances",
es

chamente relacionados"42. American Po/itical Science Review, Vol. 91, n.º 4, 1997, p. 919 y "Chain Gangs and Passed
Bucks: Prediction Alliance Patterns in Multipolarity", J111ematio11al Organi�alio11, Vol. 44, n."
Mu

2, 1990, p. 167.
44 T. Christensen, "Perceptions and Alliances in Europe", l11tematio11al Organization.
5.5. EL PAPEL DE LAS PERCEPCIONES Vol. 51, n.º 1, 1997, p. 65.
45 Jervis es uno de los pioneros en la introducción de las cuestiones preceptuales en las
Un último grupo de aportaciones teóricas pretende mejorar la capacidad Relaciones Internacionales. St1 obra incorpora proposiciones provenientes de la psicología
cognitiva para el estudio de las espirales de conflictos, los etTores estratégicos y las decisio­
explicativa del neorrealismo recurriendo no ya al nivel de análisis de las uni- nes, correctas o erróneas, tomadas por los diplomáticos. Jervis llega a la conclusión de que,
bajo condiciones de ince11idumbre, los gobernantes adoptan cursos de acción bajo la influen­
cia de estereotipos, analogías o rutinas. Puede verse: R. Jervis, "Hypotheses on Mispercep­
'.� R. L. Schweller, "Bandwagoning for Profit... ", op. cit., p. 106. tion," en R. Falk and S. Kim (Eds.), The War System, Boulder, Westview Press, (1968) 1980
, R. L. Schweller, "A Tale ofTwo Realisms ...", op. cit., p. 12.
4• Jbidem, p. 10.
y Perception and Misperceptions in /11/ernalivnal Politics, New Jersey, Princeton University
Press, 1976.
1!2 la Teoría de las Relaciones lntemacionales a Comien=os del Siglo XXJ Capítulo 5: ,vlás allá del Neorrealismo 113

las percepciones sean factores endógenos del poder, ni tampoco producto de res que se encuentran ante una amenaza menos inminente ("en segunda línea
la incertidumbre. Argumentan que las percepciones son el resultado de lec­ de fuego") compartan las valoraciones estratégicas de los primeros y, conse­
ciones aprendidas de la historia y del poder relativo de la sociedad civil y cuentemente, teman que si sus posibles aliados son eliminados rápidamente
militar en el nivel estatal. Las percepciones y las preferencias domésticas se puedan encontrarse aislados, convirtiéndose en presa fácil para el agresor en
convierten así en una variable central para determinar el comportamiento de el supuesto de reanudación del conflicto.
los Estados, especialmente en momentos de cambios importantes en la dis­ En el segundo caso, la conexión entre la percepción de llevar a cabo
tribución de poder46• prácticas defensivas y el buck-passing radica en la creencia de que la
Críticos con la indeterminación del neon-ealismo, Snyder y Christensen seguridad en el sistema es abundante. Los Estados perciben que ser los
afirman que, con demasiada frecuencia, éste demuestra ser de poca utilidad primeros en oponerse al atacante puede ser extremadamente costoso pero, en
para explicar, en presencia de una estructura que pe1manece invariable, todo caso, lo será más para el adversario, ya que aunque éste pudiera ganar
acontecimientos internacionales muy dispares en cuanto a sus características. en el uno contra uno no lo conseguiría de forma fácil. En este contexto, los
Para corregir esta deficiencia, Christensen y Snyder se proponen introducir Estados "en segunda línea de fuego" solamente prestarán asistencia al Estado
una variable no estructural, las percepciones de los gobernantes sobre la efi­ más directamente afectado por una agresión en caso de que sea estrictamente
cacia relativa de llevar a cabo políticas ofensivas o defensivas. Tales percep­ necesario y cuando el enemigo se encuentre ya debilitado por las
ciones afectan en gran medida al comportamiento de los Estados, sobre todo hostilidades, Estos actores intentarán permanecer al margen, evitando
cuando se trata de formar alianzas, y pueden dar lugar, en contextos estructu­ conscientemente los esfuerzos de los Estados que pretenden inmiscuirlos en
rales complejos, a conductas que escapan a la lógica del equilibrio de po­ la lógica del balancing.
der47. Finalmente, las percepciones e1Tóneas de los gobernantes son el último de
El argumento central de Snyder y Christensen es que bajo condiciones de los factores que distorsionan los efectos del equilibrio de poder en el sistema
multipolaridad, si los gobernantes creen que las doctrinas militares ofensivas internacional. Este fenómeno tiene lugar cuando los que toman las decisio­
son más eficaces, la posibilidad de que existan alianzas fuertes y rápidas es­ nes basan sus acciones en percepciones incorrectas de la distribución de po­
caladas armamentísticas es alta (chain ga11gi11g), mientras que si creen jus­ der. Esta falta de precisión hace que los Estados reaccionen ante amenazas
tamente lo contrario, tratarán de pasar el costo de oponerse a los desafiantes insignificantes, permanezcan inmóviles antes situaciones cruciales para su
a otros actores (buck passing)48 • integridad o incluso presten asistencia a la parte que menos favorece sus in­
En el primer caso, la conexión entre la percepción de la eficacia de llevar tereses en un enfrentamiento bélico, Snyder y Christensen señalan, por
a la práctica una estrategia ofensiva y la formación de alianzas radica en el
ejemplo, que si un actor confunde a un Estado fuerte con uno débil se com­
miedo de que una acción inicial del adversario pueda tener éxito e impulse al
po1iará con arreglo al bandwagoning, a pesar de que su pretensión inicial
agresor a posteriores acciones con igual resultado. En este contexto, los go­
fuese la contraria, es decir, el balancing49•
bernantes de los Estados más próximos al agresor perciben que la confronta­
ción va a resolverse de forma rápida y contraria a sus intereses y, por tanto, A diferencia de Snyder y Christensen, otros autores, como W. Wohlforth
temen ser eliminados. Es por ello que buscan aliados cercanos. Sin embargo, y R. L. Schweller, analizan la cuestión perceptual, no tanto en el marco del
para que las alianzas se establezcan, es necesario además que aquellos acto- dilema de la seguridad como en el marco de la distribución de poder interna­
cional. Puede entenderse, quizá, que estos autores se hallan en sintonía con
el retorno de ciertos presupuestos del realismo tradicional, entre ellos, la i111-
4" T. Christensen, "Perceptions and Alliances in Europe", op. cit., p. 92. Ver también: W.
p01iancia del poder en la determinación de las acciones de los Estados.
Wohlfo11h, "The Perception of Power: Russia in the Pre-1914 Balance," World Politics, Vol.
39, n.º 3, l 987; S. M. Walt, Rel'olutíon and War, lthaca, Cornell University Press, 1996,
Wohlfo1ih señala que, desde un punto de vista explicativo, las percepciones
capítulo 2: J. Taliaferro, "Quagmires in the Periphery: Foreign Wars and Escalating Cornmit­ sobre el poder son mas dinámicas que las meras cuantificaciones de las rela-
ment in International Conflict", Securizv Studies, Vol. 7, n.º 3, l 998.
47 T. Christensen and J. Snyder, "Progressive Research on Degenerate Allíances", op. cit.,
p.920.
48 T. Christensen, "Perceptions and Alliances in Europe", op. cit., p. 67. 49 Ibídem, p. 68.
114 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 5: Más allá del Neorrea/ismo 115

ciones de fuerza entre los actores50. Los cambios repentinos en el compmia­ son conscientes de que el éxito de las políticas que pretenden llevar a cabo
miento de los Estados pueden estar relacionados con las percepciones de las pasa por hacer una lectura correcta de la distribución de poder. Por supuesto,
variaciones en la distribución de poder. Dichos cambios pueden no ser detec­ no todos los actores demuestran la misma habilidad y, ocasionalmente, pue­
tados por las mediciones típicas de recursos. Consecuentemente, W. Wohl­ den confundirse. Cuando las percepciones difieren marcadamente de la rea­
forth desafía la validez de aquellos estudios realizados sobre la distribución lidad objetiva, las teorías estrictamente estrncturales no son capaces de pre­
de poder en el sistema internacional que no tienen en cuenta la manera en decir el compmiamiento de tales actores, A pesar de ello, Schweller sostiene
que los actores perciben el poder. Si el poder influencia el curso de la políti­ que este hecho no invalida su utilidad, porque la estrnctura material afecta
ca internacional, "lo hace en gran medida a través de las percepciones de las inevitablemente a los Estados con independencia de que ésta haya sido per­
cibida de fonna correcta o incorrecta, recompensando a aquéllos que persi­

ial
personas que toman las decisiones" 51.
Pero además, W. Wohlforth pone de relieve que, en ocasiones, los que guen políticas que están en consonancia con sus dictados y castigando a
toman las decisiones no actualizan sus estimaciones y preferencias políticas aquéllos que no se ajustan a estos parámetros55.

c
en relación con la nueva infonnación derivada de los cambios que se produ­

er
cen en los recursos relativos de los Estados. A menudo, adoptan analogías

om
históricas y otros estereotipos cognitivos para procesar la información en­
trante y para seleccionar las opciones de actuación. Lo que esto significa es
que, en la práctica, la traducción del poder del Estado en comportamiento no

rc
siempre se ajusta a las predicciones derivadas del equilibrio de poder. Es por
ello que gran parte de las teorías realistas confieren un papel explícito a los

lo
sistemas de creencias preexistentes, las imágenes de los adversarios, la aver­
sión a las pérdidas y la propensión al riesgo en el proceso de toma de deci­

va
siones en política exterior52•
En una línea similar, Schweller señala que los hombres de Estado actúan
sobre la base de un entendimiento subjetivo de la distribución de poder que,
a menudo, diverge de la situación objetiva53. Las percepciones de los líderes
nacionales juegan un papel crítico, condicionando el modo en que los Esta­
s in
ra
dos responden ante la estructura de poder5�. Los que toman las decisiones
t

50
W. Wohlforth, The Elusive Balance: Power and Perceptions during the Cold War,
es

lthaca, Cornell University Press, 1993, p. 2. En este punto Wohlforth comparte con Zakaria la
idea de que los Estados expandirán su poder únicamente cuando los que toman las decisiones
Mu

perciban un aumento relativo del poder estatal. Véase: W. Wohlfo1th, "Realism and the End
ofthe Cold War", en M. Brown, S. Lynn-Jones and S. Miller (Eds.), op. cit.; F. Zakaria, De la
Riqueza al Poder: Los Orígenes del Lidmcgo Mundial de los Estados Unidos, Barcelona,
Gedisa, 2000, p. 50.
51
W. Wohlforth, Tire Elusil'e Balance..., op. cit., p. 294.
52 W.
Wohlf01th, "Realism and the End ofthe Cold War", op. cit., pp. 21 y 41.
53 R. L. Schweller, Deadly !mbalances: Tripolarity cmd Hitler's Strategy o.f World Con-
9uest, New York, Columbia University Press, 1998, https://wwwc.cc.columbia.edu/sec/dlc/
ciao/ book/schweller/schweller02.html (Agosto, 2001) cepciones de los que toman las decisiones juegan un papel determinante en la elección de las
54 Zakaria, por ejemplo, sostiene que un incremento en el poder nacional de un Estado in­ distintas políticas exteriores que practican los Estados. F. Zakaria, De la Rique=a al Poder ...,
crementa la ambición internacional, pero los líderes nacionales sólo optan por la expansión op. cit., p. 52.
55
cuando y dónde se minimicen los costos y los riesgos. Por tanto, es lógico admitir que las per- R. L. Schweller, Deadly lmbala11ces ..., op. cit.
CAPÍTULO 6
EL NEOLIBERALISMO

El globalismo experimentó un notable desmrnllo en los años setenta. Este


desarrollo fue quizás más notorio, no tanto en su vertiente mundialista como
en su vetiiente transnacionalista. Obras significativas del transnacionalismo
fueron Transnational Relations and World Politics y Power and lnterdepen­
dence, ambas publicadas por R. O. Keohane y J. S. Nye en 1972 y 1977 res­
pectivamente. En particular, la última de estas obras parecía llamada a ejer­
cer un grado de influencia considerable. Muchos autores vieron en ella un
ataque frontal contra el realismo, así como los cimientos de un nuevo para­
digma.
Sin embargo, la relevancia de Power and !nterdependence se vio un tanto
oscurecida por dos circunstancias. La primera fue el giro dado por la política
internacional a finales de los años setenta, con el inicio de un nuevo periodo
de guerra fría. A la luz del nuevo clima político, los presupuestos realistas
volvieron a ocupar posiciones de privilegio. La segunda estuvo constituida
por la aparición de Teoría de la Política fntemacio11al de K. N. Waltz. La
conjunción de ambas circunstancias conve1iiría al neorrealismo waltziano en
el enfoque dominante en la disciplina.
Con todo, el neoliberalismo o el institucionalismo neoliberal, denomina­
ciones más frecuentes en nuestros días para referirse a las aproximaciones
transnacionalistas, ha dado lugar a la creación de un cuerpo teó1ico de gran
importancia en la disciplina: los regímenes internacionales. Hay que insistir
en que el neoliberalismo no representa el ataque frontal al ne01Tealismo al
que se ha aludido. El neoliberalismo no reniega del neorrealismo. Pero, en su
relación con este último, va más allá de las críticas fo1muladas por autores
118 La Teoría de las Relaciones internacionales a Comien=os del Siglo XXI Capítulo 6: El Neoliberalismo 1[9

de orientación realista. El neoliberalismo considera que el tipo de situaciones unen epistemológicamente a neo1Tealistas y neoliberales, como indicaba
que el neorrealismo puede explicar, las relativas a la seguridad o al poder, Keohane, que las que les separan. Tanto unos como otros están unidos por
son cada vez menos relevantes en el mundo actual. Los autores neoliberales una concepción naturalista de la ciencia.
proceden a ampliar los horizontes de la disciplina, incluyendo en ella las Asimismo, el neorrealismo y el neoliberalismo proceden a la "importa­
cuestiones de cooperación. A la hora de explicar la cooperación no bastará ción" de teorías de la Economía. En el caso del segundo, la importación de
con recurrir a factores materiales como la distribución de poder. Además, se­ hmamientas teóricas de la microeconomía es mucho más sofisticada. Gra­
rá necesario tener presente la relevancia de las ideas. cias a ella, los neoliberales van a rechazar las pesimistas conclusiones a las
que llega el neorrealismo sobre la cooperación. El propósito de los neoli­

ial
berales, en concreto de Keohane, es constrnir una teoría funcional de los re­
6.1. CONTINUIDADES Y RUPTURAS CON EL NEORREALISMO gímenes internacionales. Para ello, se basa en la teoría de los juegos -sobre
todo en el dilema del prisionero- y en la teoría de la acción colectiva. Estas

c
teorías muestran que, bajo cietias condiciones, actores racionales, pese a

er
Desde el punto de vista ontológico y epistemológico, tal y como se puso
de relieve en el capítulo 3, existen coincidencias muy apreciables entre neo­ existir un cierto grado de convergencia de intereses entre ellos, no pueden
alcanzar un resultado óptimo. La razón de esta desfavorable situación, como

om
rrealismo y neoliberalismo. En el plano ontológico, en lo que concierne al
eje individualismo-holismo, el neoliberalismo se decanta por una ontología también estas teorías subrayan, reside en que las barreras a la información y
individualista. En lo que atañe al eje materialismo-idealismo, el neolibera­ la comunicación en las relaciones entre Estados pueden impedir la coopera­

rc
lismo quiere tender hacia la parte idealista del mismo. Es aquí donde pueden ción y crear desacuerdos, aun cuando haya intereses comunes2•
producirse las diferencias más sensibles entre ambos. En el plano epistemo­ Además, los neoliberales también hacen uso de las teorías sobre el "fraca­

lo
lógico, al igual que el neorrealismo, el neoliberalismo es partidario del natu­ so del mercado". Por fracaso del mercado, Keohane se refiere a aquellas si­
ralismo, impulsando la aplicación del método científico a las Relaciones In­ tuaciones en las que los resultados de las interacciones promovidas por el

va
ternacionales. mercado son sub-óptimas, dadas las funciones de utilidad y los recursos a
Como acabamos de apuntar, una de las principales coincidencias entre disposición ele los actores. Es decir, la conclusión de acuerdos que serían be­
neficiosos para todas las partes no se produce. La responsabilidad de este
neorrealismo y neoliberalismo se registra en el terreno epistemológico. Am­
bos se adhieren a una epistemología positivista o naturalista. El propio Keo­
hane manifiesta que "el institucionalismo neoliberal...cornparte algunos im­
s in hecho cabe atribuirla a la estructura del sistema y a la ausencia de institucio­
nes que le caracteriza. Los defectos institucionales tienen mucho que ver con
los fracasos de coordinación. Con arreglo a esta argumentación, la aparición
ra
portantes compromisos intelectuales con el neonealismo. Al igual que los
neorrealistas, los institucionalistas neoliberales buscan explicar regularidades de instituciones persigue superar las deficiencias que imposibilitan cerrar
acuerdos mutuamente beneficiosos3 . El sistema internacional es visto, pues,
t

de comportamiento examinando la naturaleza del sistema internacional cles­


es

centralizado"1. Es cie1io que pueden discernirse algunas diferencias. Por corno algo análogo a un "mercado imperfecto", es decir, presenta una situa­
ejemplo, la obra de Waltz descansa en las ideas de Popper, mientras que la ción de "fracaso del mercado político" y, en una lógica paralela, el surgi­
Mu

obra de Keohane torna como referencia las ideas de Lakatos. Son claras en miento de regímenes internacionales apunta a resolver esas deficiencias,
Keohane las alusiones a los Programas de Investigación de este último. En proveyendo, a través de la cooperación, las "esperadas ganancias".
buena medida, los programas de investigación de Lakatos constituyen una El neoliberalismo se propone desafiar al neorrealismo en su propio terre­
reformulación de la teoría del conocimiento de Popper, en respuesta al no y con sus propias "reglas de juego". Los neoliberales entienden que es ne­
embate relativista de la obra de Kuhn. Esto permitiría quizás definir a los cesario dar cuenta, además de compotiamientos conflictivos, de compotta­
neoliberales como neopositivistas. Pese a ello, son muchas más las cosas que mientos cooperativos entre Estados. Desde este punto de vista, el neolibera-

1
R. O. Keohane, "lnstitucionalismo Neoliberal: Una Perspectiva de la Política Mundial", 2 R. O. Keohane, Después de la Hegemonía..., op. cit., pp. 94-96.
en R. O. Keohane, Instituciones l11temacionales l' Pode r Estatal: Ensavos sobre Teoría de las 3 Ibídem, pp. 82-83.
Relaciones lntemacionales, Buenos Aires, GEL: (1989) 1993, p. 23.
120 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 6: El Neo/iberalismo 121

lismo aglutina en su seno al neorrealismo4• El neoliberalismo edifica su teo­ lismo. Hay una diferencia entre el énfasis neoliberal en el sistema y el énfa­
ría sobre aquello que el neorrealismo no explica, las relaciones de coopera­ sis neorrealista en la estrnctura9• Es cierto que los neoliberales parten del
ción, partiendo de premisas claramente neorrealistas. Keohane y Nye afir­ concepto de estructura neonealista, pero efectúan una serie de precisiones
man que el institucionalismo neoliberal "busca explícitamente constrnir una importantes sobre el mismo. Señalan que dicho concepto les parece limitado
teoría de las instituciones, con lo que podrían ser consideradas implicaciones y estrecho. Y ello por dos razones. De un lado, tal y como han destacado re­
liberales, sobre premisas que son consistentes con las del realismo político"5. iteradamente, porque juzgan excesivamente parsimoniosa la noción neorrea­
En esta frase quedan reflejados dos aspectos fundamentales del neolibera­ lista de una estmctura de poder "única" en el sistema internacional. Esto su­
lismo: por un lado, el notable grado de acercamiento al neo1Tealismo y, por pone aceptar la premisa de la :fungibilidad del poder, es decir, que los recur­
otro, la adscripción profunda a la filosofía y valores que han guiado siempre sos de poder de los Estados pueden tratarse corno si fueran homogéneos e
a la tradición liberál. intercambiables. En este sentido, los neoliberales se muestran partidarios de
En relación con el primero de estos aspectos, el notable acercamiento al una noción diferenciada de la estructura de poder que ponga de manifiesto
neorrealismo, para algunos una mera "conversión"6, es consecuencia de la que en el sistema internacional pueden darse varias estructuras, diferentes
asunción de las premisas neorrealistas. La primera de estas premisas viene según las áreas temáticas y según los recursos que, en cada una de ellas, sea
dada por el hecho de que "los Estados son los actores cmciales...Nuestro posible movilizar para afectar los resultados 1°. De otro lado, los neoliberales
análisis de la cooperación y los regímenes internacionales, por tanto, se cen­ plantean reparos al concepto de estrnctura neorrealista porque consideran
tra especialmente en los Estados" 7• Asimismo, los neoliberales adoptan, que el sistema no está compuesto exclusivamente por elementos estructura­
consciente y deliberadamente, otra premisa realista: el "egoísmo racional" de les, sino también por otros elementos entre los que destaca el "contexto insti­
los actores, es decir, que los Estados persiguen racionalmente su propio auto­ tucional" de acción. Este contexto institucional constihtye una variable sis­
interés. De modo premeditado, los neoliberales escogen jugar con las "reglas témica. Como observa adecuadamente Keohane, "lo que distingue mi argu­
del juego" del neorrealismo, en el sentido de que dejan de lado motivaciones mentación del realismo estructural es mi énfasis en los efectos que tienen las
de tipo idealista o altruista que estimulen la cooperación. Como dice Keoha­ prácticas e instituciones internacionales sobre la conducta estatal. La distri­
ne expresamente, "partiendo de premisas similares acerca de las motivacio­ bución del poder que acentúan los realistas es, por cierto, impmiante...Pero
nes, procuro demostrar que el pesimismo realista con respecto al bienestar la actividad humana en el plano internacional también ejerce efectos signifi­
basado en una creciente cooperación es exagerado...(y) criticar en sus pro­ cativos" 11.
pios té1minos el sombrío cuadro que el realismo pinta: la inevitabilidad de la En definitiva, el neoliberalismo subraya la relevancia de instituciones y
existencia de la hegemonía o el conflicto"8. Los institucionalistas neolibera­ regímenes internacionales creados por los seres humanos, sosteniendo -de
les intentan, consiguientemente, contradecir las previsiones neorrealistas en modo coherente con la tradición liberal- que distintas condiciones sistémi­
sus propios términos. cas y, en concreto, diversos grados de institucionalización del sistema lleva­
En tercer lugar, el neoliberalismo asume la relevancia del nivel de análi­ rán a los Estados a definir de manera diferente sus propios intereses y afecta­
sis sistémico. Con ello coincide, aunque sólo parcialmente, con el neonea- rán a los incentivos que motivan sus acciones. En estrecha relación con esto

4 R. O. Keohane, "lnstitucionalismo Neoliberal...", op.cit., p. 35. • Una descripción interesante de lo que los neoliberales entienden por teoría sistémica es
5 Keohane y Nye hacen este comentario refiriéndose a la obra del primero de estos autores llevada a acabo en: R. Keohane and J. Nye, "Power and lnterdependence Revisited", op. cit.,
pp. 745-748.
Después de la Hegemonía. Ver: R. O. Kcohanc and J. Nye, "Power and lnterdependence Re­ 10 R. O. Keohane, "Therny of World Politics ... ", op. cit., p. 194. Este tipo de considera­
visited", lntemational Orgc111i:atio11, Vol. 41, n.º 4, 1987, p. 729. ciones sobre "estructuras por áreas" fue ya realizado por Keohane y Nye en Poder e !11terde­
6
Algunos autores, de manera un tanto exagerada, han llegado a colocar a Keohane y Nye pende11cia ... , op. cit., pp. 49-52. Como se ha señalado anteriormente, D. Baldwin efectuó
pentro del neorrealismo. A este respecto ver: J. -F. Rioux, E. Keenes et G. Legare, op dt., p. también una conocida crítica a la premisa de funfibilidad del poder implícita en el plantea­
67. miento neorrealista.
7
R. O. Keohane, Después de la hegemonía..., op. cit., p. 41 e "lnstitucionalismo Neolibe­ 11 R. O. Keohane, Después de la Hegemonía ... , op. cit., p. 42. Apreciaciones similares de
ral...", op. cit., p. 23. este autor, en esta misma dirección, pueden encontarse en: "Theory of World Politics ... ", op.
8
R. O. Keohane, Después de la Hegemonía ... , op. cit., pp. 46-47 y 113. cit., p. 195 e "lnstitucionalisrno Neoliberal ...", op. cit., pp. 15 y 24-29.
122 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XX} Capítulo 6: El Neolibera/ismo 123

último, el institucionalismo neoliberal lleva a cabo una reflexión sobre las 6.2. REGÍMENES INTERNACIONALES VERSUS TEORIA DE LA ES­
funciones que cumplen los regímenes internacionales como promovedores TABILIDAD HEGEMÓNICA
de la cooperación entre Estados. Entre otras cosas, los regímenes internacio­
nales contribuyen a reducir la incertidumbre mediante la provisión de infor­ El neorrealismo no se limitó a la reflexión teórica sobre la política inter­
mación y la disminución de los costos de transacción. Asimismo, facilitan nacional. Amplió su esfera de interés a la economía política internacional.
las negociaciones y los acuerdos intergubernamentales mutuamente benefi­ Un grupo de autores concentró sus esfuerzos en buscar una explicación al
ciosos, cuando existen intereses comunes. Por ello, los Estados ven en los fenómeno de la cooperación económica y, para ello, confeccionó la "teoría
regímenes internacionales algo útil a la hora de satisfacer su propio interés de la estabilidad hegemónica". Cabe destacar una cierta contradicción en los
es decir, "actores racionales y egoístas" tienen incentivos para establecer ; planteamientos neorrealistas, dependiendo de si éstos se refieren a la política

ial
mantener -basándose en el auto-interés- regímenes internacionales. internacional o a la economía política internacional. El énfasis recae, en el
�l presentar el acercamiento entre neoliberales y neorrealistas no puede primer supuesto, en modelos de equilibrio y, en el segundo, en modelos de

c
olvidarse el segundo aspecto fundamental mencionado más an-iba: la identi­ hegemonía. Podría haber una cierta compatibilidad en la utilización de am­

er
fica�ión de los primeros con el pensamiento liberal. En efecto, quienes están bos modelos. Así en un mundo bipolar, dominado por el equilibrio entre los
asoc,ados al pe�samiento liberal sobre los asuntos mundiales comparten una dos polos, la teoría de la estabilidad hegemónica explicaría el porqué de la
_

om
sene de creencias: que las relaciones internacionales evolucionan gradual­ cooperación en el seno de los dos grandes bloques, especialmente en el seno
mente -aunque no necesariamente de modo fácil e inevitable- en una di­ del bloque occidental. La razón de dicha cooperación estribaría en la posi­
ción predominante de los Estados Unidos. Pero algunos autores neorrealistas

rc
r�cción de progreso; que el mundo se encamina hacia condiciones de paz,
bienestar y justicia; que dichas condiciones son logradas en gran medida a han ido más allá, proponiendo un modelo de hegemonía, frente a uno de
t�a:és de la cooperación internacional; y que todo ello ha sido generado y fa­ equilibrio, corno instrumento de análisis de la política intemacional14 • En

lo
cilitado por una serie de fuerzas interrelacionadas, desatadas por las revolu­ contraste con una visión de la historia basada en la sucesión de equilibrios de
ciones científica e intelectual modernas, como el gobierno republicano 0 poder, el modelo hegemónico sugiere una visión alternativa: la sucesión de

va
democrático, la interdependencia económica y social internacional, el pro­ periodos de auge y declive de grandes potencias. En este caso, resultaría
greso en los conocimientos y las instituciones internacionales 12• En este or­ prácticamente imposible reconciliar ambos modelos 15•
den de ideas, Keohane hace una clara afirmación de los p1incipios liberales
que guían su pensamiento al sostener que "de forma coherente con el libera­
lismo, me niego a asumir, ya definiciones inmutables del interés en términos
s in Dejando a un lado esta posible contradicción, puede decirse que el neoli­
beralismo trató de desmarcarse de la teoría de la estabilidad hegemónica, en
especial, en lo que concernía a dos puntos esenciales de la misma. El conte­
ra
de ganancias relativas, ya modelos permanentes de conflicto entre los Esta­ nido de esta teoría establecía que la presencia de un Estado hegemónico era
dos. Para mí, la política es abierta y potencialmente progresiva, más que de­ una condición necesaria para el desarrollo de la cooperación internacional 16.
t

soladoramente cíclica" 13• Estas convicciones, precisamente, van a determinar


es

el carácter diferencial de las hipótesis neoliberales a la hora de intentar ex­ 14 Éste es el caso de Gilpin, autor que propugna un modelo de hegemonía. Dicho modelo
plicar el fenómeno de la cooperación en situación de anarquía.
Mu

es útil, no ya para explicar la cooperación en el terreno de la economía, sino para explicar la


política intemacional en general. Ver: R. Gilpin, War and Clwnge in !11ternatio11al Politics,
Cambridge, Cambridge University Press, 1981. Otros autores que asumen modelos he­
12 gemónicos en el estudio de las relaciones internacionales son: G. Modelski, Lo11g Cyc/es in
,, . En torno a _estas características del pensamiento liberal ver: M. Zacher and R. Matthew,
Liberal lntcrnauonal Theory: Common Threads, Divergent Strands", en C. K.egley (Ed.), World Politics, London, Macmillan, 1987; P. K.ennedy, The Rise and Fa/! of Orea/ Powers,
Co11tmvers1es 11'. lntemational Relation.1· Theo,:F: Rea/ism and the Neo/ibera/ C/wllenge, New London, Fontana, 1989.
_ 15 Para una descripción de ambas teorías puede verse: K. Sodupe, La Estructura de Poder
York, St.Mmim s Press, 1995. Una obra reciente sobre la tradición liberal en las Relaciones
Jntemacionales es: J. L. Richardson, Contending Libera/is111 in World Politics: fdeology & del Sistema l11ter11acio11al: Del Final de la Segunda Guerra 1\Iundial a la Posguerra Fría,
Poll'er, London, Lynne Rienner, 2001. Madrid, Editorial Fundamentos, 2002, pp. 37-46.
13 R O. Keohane, "Institucionalismo Neoliberal...", op. cit., p. 28. Esta visión filosófica 16 Entre los autores que principalmente dieron forma a la teoría de la estabilidad he­
del neo hberahsmo contrasta claramente con la tradición realista. Ver por ejemplo: R. Gilpin gemónica, se encuentran: C. Kindleberger, The World in Depressio11:J 929-1939, Boston, Lit­
_
"The R1chness of !he Tradition of Political Realism", op. cit. tle Brown,1973 y "Dominance and Leadership in the International Economy: Exploitation,
la Teoría de las Relacio11e.1· /11temacio11ales a Co111ie1i=os del Siglo XXI Capítulo 6: El Neoliberalismo
125
124

En sentido inverso, el declive de dicho Estado estaba asociado a una quiebra las distancias entre neoliberales y neorrealistas. Primero, la hegemonía no es
de las relaciones de cooperación. Como sostienen algunos neonealistas, el una condición ineludible para la emergencia de una cooperación significati­
Estado hegemónico podría considerarse como la figura más próxima a la de va. Segundo, los regímenes internacionales, expresión de dicha cooperación,
una autoridad central en el sistema internacional. Durante dete1111inados pe­ pueden mantenerse en el tiempo, pese a la transformación de la di.stribt'.ción
riodos de tiempo, al implantar una especie de centralización legítima de la concreta ele poder que los hizo posibles. De esta manera, el neohberal1smo
fuerza, desempeñaría papeles propios de esta última. Esta circunstancia miti­ quiere apaiiarse ele las sombrías perspectivas que el declive de la potencia
garía la anarquía del sistema, haciendo más probable la cooperación. J. Go­ hegemónica proyecta sobre la cooperación, por no hablar del estallido de
wa ha indicado que los Estados que se encuentran inmersos en un subsistema grandes gue1rns como mecanismo ele tránsito de un periodo de hegemonía a
dominado por una potencia hegemónica son bien autorizados o bien constre­ otro.
ñidos a cooperar. Aquellos inclinados a cooperar pueden hacerlo con la cer­ Antes de entrar a desanollar la argumentación neoliberal en torno a los
teza de que la potencia hegemónica no los explotará; aquellos inclinados a dos puntos mencionados, es preciso detenerse en la definición de "régimen
"desertar" se verán disuadidos de tal vía de acción ante la expectativa de ser internacional". No parece necesario insistir en que se trata ele un concepto
sancionados por dicha potencia. En general, la presencia de polos dominan­ central en el desarrollo teórico del institucionalisrno neoliberal. Tal concepto
tes en la política internacional tiende a promover más relaciones de coopera­ constituye un instrumento de primer orden para el estudio de formas de
ción que las que podrían darse en su ausencia 17• comportamiento gobernadas por reglas en el plano internacional. El grado de
Los autores neoliberales reconocen que la hegemonía lleva implícita fun­ institucionalización a que dan Jugar dichos comportamientos escapa en mu­
ciones que facilitan la cooperación, aunque ésta adopte una forma asimétri­ chas ocasiones al marco formal de las organizaciones internacionales. Puede
ca. También reconocen que el Estado dominante puede decidir reforzar la decirse que en la abundante literatura 20 sobre regímenes internacionales existe
cooperación mediante la creación de regímenes que respondan a su concep­ un consenso en tomo a su definició n . Dicho consenso data de comienzos

ción de lo que debe ser el orden internacional 18• Sin petjuicio de estos reco­ de los años 80. En una conocida obra colectiva sobre regímenes internacio­
nocimientos, el neoliberalismo pretende establecer su propia aproximación nales, S. Krasner los definió corno "conjuntos de principios explícitos o im­
teórica al fenómeno de la cooperación. R. O. Keohane escribe que puede plícitos, normas, reglas y procesos de toma de decisión en torno a los c'.1ales
haber cierta validez en la teoría de la estabilidad hegemónica, cuando ésta convergen las expectativas de los actores en un área dada ele las Relaciones
afirma que la hegemonía facilita una forma de cooperación. Pero, al mismo Internacionales. Los principios son creencias de hecho, de causalidad y de
tiempo, manifiesta que hay pocas razones para creer que la hegemonía sea rectitud. Las normas son estándares de comp01iarniento definidos en térmi­
una condición necesaria o suficiente para la aparición de relaciones de co­ nos de derechos y obligaciones. Las reglas son prescripciones o prohibicio­
operación. Más aún, dice Keohane, después de haberse creado regímenes in­ nes específicas ele cara a la acción. Los procesos de toma de decisión son las
ternacionales, la continuidad ele la cooperación no requiere necesariamente prácticas prevalecientes para la formación y la implementación de las deci­
la existencia de un Estado hegemónico 19• Estas consideraciones recogen los siones colectivas" • Con esta definición de regímenes internacionales, los
21

dos puntos esenciales, a los que se ha aludido más arriba, que van a marcar
211 Entre las contribuciones que ofrecen una perspectiva general de la Teoría de los Regi-
Public Goods, and Free Rides", /11tematio11(ll Strnlies Ou11rterfr, Vol. 25, n.º 213, 1981; R. 111enes pueden mencionarse las siguientes: S. D. Krasner (Ed.). I11tematio11al Regimes. lthaca,
Gilpin, U.S. Power a11d the ,'v/11lti11atio11{1/ Corporation: The PoliÍica/ Ern11omr r!f'Foreign Di­ Cornell University Press, 1983; S. Haggard and B. Simmons, "Theories of lnternational Re­
rect f11vest111ent, New York. Basic Books,1975; S. Krnsner, "State Power and the Structure of gimes", /11temation{II Organi::ation, Vol. 41, n." 3, 1987; A. Hurrell. "Teoría de los Regíme­
lnternmional Trade", World Politics, Vol. 28, April,1976. nes Internacionales: Una Perspectiva Europea", Foro I11ternacio11al. Vol. 31. n.º 5, 1991: A.
17 Hasenclever, P. wlayer y V. Rittberger, "La Teoría de los Regí111enes Internacionales: Situa­
J. Gowa, "Anarchy, Egoism and Third lmages: The Evolution of Cooperation and
lntei(iational Relations", /11/emational Organi:alion, Vol. 40, n.º l . 1986, pp. 174-175. ción Actual y Propuestas para una Síntesis", Foro /11temacio11al, Vol. 39, n." 4, 1999.
21 Curiosamente, esta definición de regímenes internacionales fue propuesta por un autor
De hecho, Keohane dedica una parte de su obra Después de la Hege111v11ía a analizar la
posición privilegiada de los Estados Unidos en la posguerra. Asimismo, analiza los regímenes considerado neorrealista. Ver: S. Krasner, "Structural Causes and Regime Consequences: Re­
internacionales que, a impulsos de la misma, fueron creados. Ver: R. Keolrnne, Después de la gimes as Intervening Variables", en S. Krasner (Ed.): /11tematiomdRegimes, op. cit.. p. 2. Es­
Hegemv11ía..., op. cit., capítulo 8. ta definición fue tomada como referencia por las diferentes contnbuc1ones contemdas _ en la
i'I
R. O. Keohane, Después de la Hegemonía.... op. cit., p. 50 obra editada por Krasner.
126 La Teoría de las Relaciones l11ternacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 6: El Neolibera/ismo 127

neoliberales tratan de subrayar la significación del contexto institucional in­ les, cabe decir que, en su contra, los autores neoliberales emplean dos argu­
ternacional, sin "denigrar el papel del poder de Estado"22• mentos principales. El primero de estos argumentos se basa en una nueva
Es necesario mencionar que el neoliberalismo, a través de los regímenes lectura de la teoría de la acción colectiva. Amparándose en la lógica de esta
internacionales, contribuye a incorporar no sólo fuerzas materiales, sino teoría25, el neoliberalismo sostiene que la hegemonía constituye tan sólo un
también ideas a la teoría internacional. Como se ha indicado con anteri01i­ caso especial de "grnpo privilegiado", es decir, de grupo capaz de suminis­
dad, los préstamos de la teoría micro-económica son más intensos que los trar un bien colectivo. Reconoce que, con arreglo a la teoría de la acción co­
del neorrealismo. En el plano ontológico, en lo que concierne al eje indivi­ lectiva, la cooperación para la provisión de bienes colectivos en grupos
dualismo-holismo, el neoliberalismo se decanta por una ontología individua­ grandes resulta extremadamente difícil. Si la contribución de cada actor in­
lista. Debe destacarse que, tanto en el caso neorrealista como neoliberal, el dividual respecto al valor total del bien es relativamente escasa, pero costosa

ial
recurso a la teoría micro-económica es responsable de dicha posición onto­ para todos ellos, y si los no contribuyentes a dicha provisión pueden benefi­
lógica. Pero ha de indicarse que, en el caso del neoliberalismo, la adopción ciarse en cualquier caso del bien colectivo, los miembros del grupo optarán

c
de presupuestos micro-económicos produce resultados un tanto contradicto­ por ser .fee riders. Como todos ellos tienen incentivos para actuar de modo

er
rios Y ello porque si bien, como acabamos de señalar, tales presupuestos son similar, el bien no será suministrado y todos los actores se encontrarán en
determinantes de una ontología individualista, al mismo tiempo permiten a una situación peor que la que se hubiera producido de proveerse tal bien.

om
los autores neoliberales desplazarse hacia la parte idealista del eje ontológico Aun siendo esto así, los autores neoliberales afinnan que la cooperación
materialismo-idealismo. Los regímenes internacionales resultan de las ac­ de unos pocos países para la provisión de bienes colectivos es perfectamente
coherente. No sólo la hegemonía, sino también "los grupos reducidos" (small

rc
ciones, en este caso intencionadas, de Estados con identidades e intereses
dados. La explotación de la teoría micro-económica hace posible que actores groups) constituyen grupos privilegiados según la teoría de la acción colec­
racionales y egoístas contemplen la posibilidad de cooperar, de formar regí­ tiva. En los grnpos reducidos, los actores interactúan reiteradamente entre sí,

lo
menes internacionales. El neoliberalismo, en consecuencia, se distancia de la con lo cual se hallan en una situación que cabe calificar de "interdependencia
estratégica". En ella, los actores son capaces de controlar mutuamente sus

va
ontología estrictamente materialista del neorrealismo. La estructura del sis­
tema sigue compuesta de fuerzas materiales. Pero los neoliberales añaden las conductas. No puede utilizarse la teoría de la acción colectiva, escribe Keo­
ide 0 '> como una variable sistémica, fruto de las interacciones de los Estados, hane, para descartar la efectiva colaboración oligopolística entre unos pocos
que actúa entre la estructura y el comportamiento de las unidades23 . A dife­
rencia de lo que ocurre en el neorrealismo, en el neoliberalismo los regíme­
nes internacionales poseen un carácter autónomo, no representando un mero
s in actores, en cuyo marco cada uno de ellos supervisa y reacciona ante la con­
ducta de los demás. Aun cuando no exista un ente hegemónico, un número
pequeño de actores significativos puede ser capaz de desarrollar las funcio­
ra
mimetismo con respecto a la distribución de poder material, ni estando estre­ nes que habitualmente se le atribuyen a aquéf6 . En la medida en que el nú­
chamente subordinados a la esfera de lo político24. mero de Estados fuertes en el sistema internacional es pequeño, Keohane en­
t

Retomando la primera de las cuestiones planteadas más arriba, que la tiende que el escenario de "grupos reducidos" puede reflejar fielmente la rea­
es

hegemonía no es imprescindible para la aparición de regímenes intemaciona- lidad internacional.


Mu

25
22
R. O. Keohane, "lnstitucionalismo Neoliberal...", op. cit., p. 29. Ya se ha hecho referencia en distintas ocasiones a la obra de M. Olson, La Lógica de la
23
Es conveniente matizar esta incorporación de ideas en el planteamiento neoliberal. En Acci611 Colectiva. Bienes Públicos y la Teoría de los Grupos. Sobre esta misma cuestión,
ocasiones, dada la influencia de la teoría microeconómica, más que de ideas habría que hablar puede también consultarse, T. Schelling, ¡\;/icromotives all(I ,v!acrobehavior, New York, Nor­
de la torna en consideración de meras expectativas. Como se indica más adelante, esto llevará ton, 1978; R. Hardin, Collective Áclio11, Baltimore, The Jolm Hopkins University Press,1982.
26
a autores corno J. G. Ruggie a calificar el racionalismo, incluido el neoliberalismo, de neouti­ R. Keohane, Después de la Hegemonía.... op. cit., p. l 05. En un sentido similar argu­
litarisrno. menta: D. Snidal, "The Limits ofHegemonic Stability Theory", !11ter11ational Orga11b1tio11,
24 Vol. 39, n.º 4, 1985, p. 598. En ambos casos, se hace referencia a la posibilidad de que, en au­
Ese papel autónomo de los regímenes es claramente expuesto en una de las obras inicia­
les de lo que luego daría en llamarse institucionalisrno neoliberal por S. Krasner, "Regirnes sencia de hegemonía, pueda haber mayores perspectívas no sólo de más relaciones de coope­
and the Lirnits of Realisrn: Regimes as Autonornous Variables", en S. Krasner (Ed.), Interna­ ración, sino también de que dichas relaciones sean más simétricas, con un repmto de los cos­
tional Regimes, op. cit., pp. 355-368. tos y beneficios más equitativo.
128 La Teoría de las Relaciones l11ternaciona/es a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 6: El Neo/ibera/ismo 129

La segunda razón que cuestiona el carácter inevitable de la relación entre tratadas con más detalle en la sección siguiente que aborda las funciones de
hegemonía y cooperación, está basada en la teoría de los juegos. Las princi­ los regímenes internacionales.
pales conclusiones a este respecto han sido obtenidas por R. Axelrod, utili­ El segundo punto esencial que permite al neoliberalismo distanciarse de
zando el juego del dilema del prisionero iterado. La reiteración del juego la teoría de la estabilidad hegemónica es el de la persistencia de la coopera­
crea una situación similar a la de interdependencia, en la cual los jugadores ción pese al declive del ente hegemónico que sentó las bases para su desarro­
emplean una estrategia de reciprocidad (tit far tat). El primer jugador co­ llo. Ésta era sin duda una anomalía que desafiaba la corrección de dicha teo­
mienza cooperando y, a partir de ahí, cada uno de los participantes responde ría. Los autores neorrealistas eran conscientes de que no había una coinci­
a defecciones con defecciones y a cooperación con cooperación. El resultado dencia perfecta entre los cambios en la distribución de poder y los cambios
final es una cooperación mutuamente beneficiosa. Axelrod, pues, defiende en los regímenes internacionales. Estos últimos mostraban cierta resistencia
que la cooperación puede emerger en un mundo de actores egoístas sin que a producirse. No obstante, estos desfases tenderían a desaparece¡; en un pe­
exista un control centralizado, siempre que los Estados que participen en ese ríodo de tiempo relativamente breve, tal y como establecían las previsiones
mundo confíen en la reciprocidad27• Tanto en la teo1ia de la acción colectiva originales de la teoría. Los autores neoliberales no comparten este punto de
como en la teoría de los juegos, se ha señalado que las perspectivas para una vista y, contrariamente, se preguntan por qué los regímenes internacionales
cooperación efectiva disminuyen con el aumento del número de actores. Esto adquieren una "fuerza inercial" que hace posible su supervivencia, aun des­
es así porque con dicho aumento se toma más dificil el control mutuo de los pués de extintas las condiciones que marcaron su nacimiento30.
comportamientos y, por tanto, la posibilidad de evitar o, en su caso, sancio­ La respuesta a esta pregunta fue dada por R. Keohane en su obra Después
nar las defecciones28• En definitiva, se está haciendo alusión aquí a los obs­ de la Hegemonía. En ella, este autor sostiene que los regímenes inter­
táculos que el incremento de los costos de transacción y las mayores defi­ nacionales, dado el papel favorecedor de la cooperación que desempeñan,
ciencias en la infmmación representan para el desarrollo de la cooperación. pueden no solamente persistir, sino incluso verse reforzados aun en ausencia
Los regímenes internacionales se crean precisamente para responder a este de un Estado hegemónico. El detalle de la respuesta a por qué los Estados
tipo de situaciones. Los regímenes internacionales contribuyen a resolver los crean regímenes internacionales y por qué éstos perduran cuando la estructu­
problemas de control de comportamientos y de sanción de conductas anóma­ ra de poder que les dio vida se transfonna, se halla en la teoría funcional de
las, ofreciendo estándares de evaluación de las mismas y asignando respon­ los regímenes internacionales31 •
sabilidades en la aplicación de sanciones. Más concretamente, los regímenes
internacionales hacen posible: el establecimiento de reglas explícitas que cla­
rifican lo que es un cornpmiamiento cooperativo y lo que no lo es; la provi­ 6.3. UNA TEORÍA FUNCIONAL DE LOS REGÍMENES
sión de información sobre el cumplimiento de dichas reglas; el desatTollo y
mantenimiento de las reputaciones de los pmiicipantes; y, eventualmente, la Esta teoría considera que los Estados tienen interés en crear y mantener
29
creación de mecanismos de vigilancia específicos . Estas cuestiones serán regímenes internacionales por los beneficios que su existencia les puede
apo1iar. Estos beneficios provienen del marco favorecedor de la cooperación
17 R. Axelrod, "The Emergence of Cooperation Among Egoists", Amerirnn Political Sci­ que establecen, haciendo posible dentro del mismo la consecución de acuer­
ence Revie11•, Vol. 75, June, 1981, p. 3 17. dos mutuamente provechosos. La teoría presupone la existencia de intereses
28 Para una exposición de los problemas que un mayor número de actores plantea para el
comunes o complementarios que convie1ien en deseables dichos acuerdos a
logro de la cooperación, puede consultarse: K. A. Oye, "Explaining Cooperation under Anar­ fin de obtener ventajas mutuas, es decir, de incrementar las ganancias abso­
chy", en K. A. Oye (Ed.), Cooperatio11 under Anarchy, Princeton, Princeton University Press,
1986, pp. 18-21. Contrastando con este punto de vista, Milner no considera necesariamente lutas. En ténninos de la teoría de los juegos estamos en presencia de "juegos
negativa la presencia de un número i111p01iante de actores. Ver: H. Milner, "lnternational
Theories of Cooperation Among Nations: Strengths and Weaknesses", /Vorld Politics, Vol.
44, n.0 3, 1992, pp. 473-74.
29 R. Axelrod and R. O. Keohane, "Achieving Cooperation under Anarchy: Strategies and
lnstitutions", en D. Baldwin (Ed.J, Neorealism ami Neo/ibera/ism: The Contemporwy De­ 311 R. O. Keohane and J. Nye, Poder e /11terdepe11de11cict..., op. cit., p. 85.
bate, New York, Columbia Univesity Press, 1993, p. 97. 31 R. O. Keohane, Después de la Hegemonía..., op. cit., p. 109.
130 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXI Capí111lo 6: El Neoliberalismo 131

de motivación mixta"32. Estos se distinguen porque, tanto los intereses de los flexiones sobre dos defectos institucionales básicos: los costos de transac­
participantes como los resultados del juego, pueden responder a esquemas ción y las imperfecciones en la información34.
bien cooperativos, bien conflictivos. La teoría de los juegos en la que se A través del establecimiento de principios, normas y reglas, los regíme­
asientan los regímenes internacionales asume que la cooperación es desea­ nes internacionales alteran los costos relativos de las transacciones, disminu­
ble, pero no automática. En realidad, cada uno de los jugadores ganaría más yendo los de llegar a acuerdos legítimos y, simultáneamente, aumentando los
desertando, es decir, eludiendo sus compromisos, pero si ambos jugadores de llegar a acuerdos ilegítimos. Los regímenes internacionales reducen los
cooperan lograrían beneficios mutuos que no obtendrían sin cooperación. incentivos de violar sus principios. Afectan también a los costos de transac­
Como se ha dicho, las posibilidades de cooperación mutuamente ventajosa ción en el sentido de que abaratan el que los gobiernos se reúnan para nego­
aumentan en los casos de juegos reiterados, jugados más de una o unas pocas ciar acuerdos. En tanto sus reglas y principios pueden aplicarse a una amplia

ial
veces, ya que en estas circunstancias se valoran más nítidamente las recom­ variedad de puntos particulares, resultan eficientes: el establecimiento inicial
pensas futuras. Este estado de cosas se presenta con más frecuencia en situa­ de dichas reglas y principios torna innecesaria su renegociación cada vez que

c
ciones de alta interdependencia. En ellas, dada la elevada densidad temática surge una cuestión específica. Así, los regímenes internacionales hacen posi­

er
que las caracteriza, aumentarán los incentivos para crear regímenes. Éstos ble que los gobiemos se beneficien de las potenciales economías de escala.
proveen con sus principios, nmmas y reglas ciertos "parámetros de coheren­ Una vez que se ha establecido un régimen, sobre todo en áreas de alta densi­

om
cia" que hacen factible la firma de acuerdos, cuya consecución habría sido dad temática, el costo marginal de cerrar un acuerdo sobre un tema adicional
de otro modo más dificultosa. Además, los Estados tenderán a beneficiarse será más bajo de lo que resultaría si el régimen no existiera. En vista de los

rc
de las potenciales economías de escala, puesto que el costo marginal de lo­ beneficios de las economías de escala no es sorprendente que acuerdos espe­
grar un acuerdo adicional será más bajo una vez puesto en marcha el régi­ cíficos tiendan a estar "inse1iados" (nested) dentro de acuerdos más genera­
men internacional33 . les. Por ejemplo, un acuerdo comercial sobre un producto concreto estará in­

lo
Según los autores neoliberales, los Estados, actores egoístas con intereses se1to en el GATT. El régimen comercial a su vez estará inserto dentro de un
prefijados, deciden crear y mantener regímenes internacionales por su utili­ conjunto de acuerdos que incluirán las relaciones monetarias, la energía, la

va
dad en la resolución de los problemas de fracaso del mercado político. La inversión exterior, etc. Estos regímenes de orden económico estarán, final­
teoría del fracaso del mercado político ha sido utilizada por Keohane para mente, relacionados con cuestiones militares y de seguridad. Estas "estructu­
abordar la cuestión de las funciones de los regímenes. Esta teoría achaca las
dificultades que encuentran los actores para llegar a acuerdos cooperativos
s
mutuamente beneficiosos a las imperfecciones institucionales, es decir, a las
in ras de inserción" reducen los costos de transacción. La agrupación de temas
dentro de un régimen facilita los pagos laterales entre dichos temas. Como
dice Keohane hay más quid potenciales disponibles para el quo35 • Sin dichas
ra
deficiencias del contexto institucional en el que se desarrolla la acción. La estructuras de inserción, los vínculos entre temas y los pagos laterales no se­
combinación de estos dos elementos, el valor potencial de los acuerdos y la rían posibles en la política internacional. Todo ello, por tanto, conduce a
t

dificultad para hacerlos realidad, otorga verdadera relevancia a los regíme­ acuerdos más equilibrados entre los diferentes países, lo cual incrementa aún
es

nes internacionales. Para cooperar en la política mundial más allá que de más las perspectivas de que la cooperación sea percibida como mutuamente
fonna esporádica, los seres humanos tienen que crear instituciones. Los re­ ventajosa.
Mu

gímenes internacionales son útiles para los Estados en tanto en cuanto cum­ Desde el punto de vista de la teoría del fracaso del mercado, las funciones
plen funciones correctoras de los defectos institucionales de la política mun­ de infomrnción de los regímenes internacionales son las más imp01tantes de
dial. La lógica de la teoría del fracaso del mercado pennite centrar las re- todas. Las carencias en la cantidad y calidad de información generan altos
niveles de incertidumbre respecto al comportamiento futuro ele socios poten-
32 La expresión "juegos de motivación mixta" fue utilizada por T. Schelling. Estos juegos
. se caracterizan por una combinación "de depe11dencia mutua y conflicto, de asociación y
competición". Los participantes en ellos pueden beneficiarse de la cooperación, pero ganarían 3• R. O. Keohane, "The Demand for lnternational Regimes", lutenwtimwl Organbllion,
más engañando a sus socios. Ver: T. Schelling, The Strategy of Conjlict, Cambridge, Cam­ Vol. 36. n.º 2, 1982, especialmente los apartados 3 y 4. y De,p11és de la Hegemonía, op. cit.,
bridge University Press, 1960, p. 89. pp. 115-43.
33
R. O. Keohane, Después de la Hege111011ía ... , op. ci!., pp. 108 y 12 l. 35
R. O. Keohane, Después de la Hegemonía.... op. cil., p. 122.
132 la Teoría de las Relaciones lntemaciunales a Comien�os del Siglo XXI Capítulo 6: El Neolibera/is1110 133

ciales. El problema principal reside en el riesgo de engaño y de conducta juegos, "alargan la sombra del futuro". Al incrementarse las expectativas de
irresponsable -es decir, de deserción- por patte de dichos socios. Con an­ futuro, se acrecienta la valoración de las mayores ganancias en el largo plazo
terioridad, se ha mencionado que el tipo de situaciones que contemplan los en relación con las ventajas presentes en el coito plazo, con lo cual disminu­
autores neoliberales son de motivación mixta. Esto quiere decir que los yen los incentivos para defeccionar39 . De todo lo dicho previamente, se de­
intereses de los participantes pueden, tanto ser comunes corno estar en duce por qué los regímenes son tan apreciados por los Estados. Sin embargo,
conflicto. En este tipo de situaciones, las asimetrías de información se erigen los propios inconvenientes que ellos contribuyen a corregir son obstáculos
en un obstáculo para la cooperación. Aquellos patticipantes en· desventaja para su fonnación. Esto es, los costos de transacción y los problemas de in­
informativa pueden ver incrementado el riesgo de ser traicionados por socios fonnación dificultan la concreción de los acuerdos que dan origen a los re­
potenciales que gozan de un superior conocimiento. En este sentido, los re­ gímenes mismos. Debido a ello, es más fácil y menos costoso mantenerlos
gímenes internacionales facilitan la cooperación mediante la reducción de la que crearlos, especialmente, cuando una vez creados comienzan a dar frutos,
incettidumbre, factor clave que inhibe en muchas ocasiones su desarrollo. demostrando su valor específico. Los Estados estarán dispuestos a preservar­
Este resultado es posible porque hacen menores "las asimetrías informativas, los, aun en el supuesto de haberse producido cambios en la estructura de po­
gracias a un proceso de mejora del nivel general de información disponi­ der que facilitó inicialmente su fotmación. En esencia, esta es la explicación
ble"36. La información requerida para eliminar incettidumbres no es tan sólo que puede darse sobre la inercia de los regímenes heredados del tiempo de la
acerca de los recursos gubernamentales y las posiciones fom1ales de los dis­ hegemonía norteamericana. Asimismo, la confianza mutua entre los actores
tintos participantes en una negociación. De manera adicional, la infotmación que participan en regímenes en un área temática puede facilitar la creación
tiene que ver con un conocimiento preciso de las posiciones futuras. En par­ de nuevos regímenes en otras. En la medida en que facilitan la vinculación
te, se trata de estimar si los gobiernos cumplirán sus compromisos. Por ello, de temas y los pagos laterales, los regímenes favorecen la extensión de la
la reputación de un gobierno se convierte en un punto importante para per­ cooperación a nuevas cuestiones no originariamente incluidas"º. Esta es la
suadir a otros de que pueden pactar con él. Los regímenes internacionales forma en que los regímenes internacionales pueden generar incluso una in­
ayudan a los gobiernos a evaluar sus respectivas reputaciones, al suministrar tensificación de la cooperación, tras la desaparición de la estructura de poder
modelos de conducta con aneglo a los cuales la actividad de cada uno ele hegemónica. Por tanto, para los autores neoliberales, es posible sostener que
ellos puede ser contrastada37 . En este punto, Keohane llama la atención sobre los regímenes tienden más bien a evolucionar, construyéndose unos sobre
la importancia de variables situadas en el nivel de las unidades. Me estoy re­ otros o extendiendo su ámbito temático, que meramente a desaparecer.
firiendo a los procesos de toma de decisiones. Gobiernos abiertos presentan Antes de terminar esta exposición de los puntos más relevantes del neoli­
ventajas en relación con países que cuenten con burocracias más ce1ndas. beralismo, debe decirse que autores de esta escuela, como Keohane, han tra­
Aquellos gobiernos que no estén en condiciones de suministrar una tado de justificar el porqué los Estados acomodan su comportamiento a lo
información detallada y fiable sobre sus intenciones -porque sus procesos establecido en los regímenes internacionales, incluso en circunstancias en
de toma de decisiones se hallan cerrados al mundo exterior- pueden no que tal acomodación puede resultar patticularmente desventajosa. Es posible
llegar a convencer a sus potenciales socios de la firmeza de su compromiso que en ciertas ocasiones los propios regímenes contemplen algunos meca­
sobre posibles acuerdos38 . nismos para asegurar el cumplimiento de sus principios y reglas básicas, pe-
Mediante las funciones reseñadas, los regímenes internacionales pro­
mueven la cooperación, ya que, utilizando la terminología de la teoría de los 9
-' Con respecto a propuestas concretas de "alargar la sombra del futuro", es decir, <le esta­

blecer vínculos entre el presente y el futuro. consultar: K. A. Oye. "Explaining Cooperation


3" !bide111, p. 126 under Anarchy", op. cit., pp. 16-18.
37 lhide111, p. 125. 40 Estas reflexiones tienen connotaciones marcadamente neofuncionalistas. En concreto,
3' lhide111, pp. 126-127. Keolrnne seliala que T. Schelling emplea un argumento similar al recuerdan a los mecanismos de spi/1-over que diclrn teoría elaboró para explicar la integración
referirse a cuestiones armamentísticas. No cabe duda de la trascendencia que la transparencia en Europa occidental. Una breve síntesis de las tesis neofuncionallistas, que incluye una refe­
en los procesos de toma de decisiones puede tener en acuerdos sobre cuestiones de seguridad. rencia a los mecanismos citados, puede encontrarse: E. B. Haas, Beyond the Nation-Sta/e:
Naturalmente, Schelling se refiere a las relaciones entre los Estados Unidos y la Unión Sovié­ F11nctio11a/iw1 wul l11temational Orgcmi:atio11, Stanford, Stanford University Press, 1964, pp.
tica dmante la guerra fría. Ver: T. Schelling, The Strategy ofConflict, op. cit., p. 247. 47-50.
134 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien::os del Siglo ){Xi Capítulo 6: El Neolibera/ismo 135

ro, como escribe Keohane, los regímenes internacionales son menos impor­ gún costo42• Así, el análisis costo-beneficio parece ser la razón última por la
tantes como instrumentos que garantizan el cumplimiento de reglas que co­ que los Estados deciden respetar los regímenes internacionales.
mo instrumentos que favorecen acuerdos entre gobiernos. En cuanto que es­
tablecen referencias de compotiamiento para los Estados y proveen medios
para supervisar su desa1Tollo, los regímenes internacionales originan un sis­
tema descentralizado para hacer cumplir las normas basado en el principio
de reciprocidad"'. El carácter descentralizado de este sistema quiere decir
que las sanciones por la violación de nomrns deben ser implementadas por
los propios participantes, posiblemente de manera coordinada. El propio ré­

ial
gimen internacional, al facilitar infonnación sobre la conducta de sus miem­
bros, pennite supervisar con más eficacia y detectar al infractor del código

c
de conducta previsto en él. Así, el infractor se enfrenta al riesgo de ser san­

er
cionado por su conducta ilegal, a través de las represalias que tomen sus so­
cios. Dado que un mismo régimen puede abarcar puntos diferentes, la viola­

om
ción de las reglas en uno de ellos puede comportar consecuencias negativas
en el resto. Las repercusiones adversas, como consecuencia de las estructu­

rc
ras de inserción de regímenes, podrían extenderse a otras áreas temáticas en
las que pmiiciparan los mismos socios. Debido a ello, los Estados, basándose
en sus expectativas de ganancias a largo plazo, tenderán a respetar el conte­

lo
nido de los regímenes internacionales, a pesar de que cálculos egoístas, más

va
a corto plazo, pudieran aconsejarles el incumplimiento de los mismos.
Es cietio que la toma de represalias, tanto individual como colectivamen­
te, contra los infractores de un régimen internacional puede resultar costosa.
Esto, sin duda, podría restar fuerza al temor a las represalias. No obstante,
s
los Estados tienen importantes alicientes para respetar los acuerdos firmados.
Conductas inconsecuentes con los compromisos adquiridos dañarían de ma­
in
ra
nera significativa sus reputaciones. Como se mencionó al hablar de los pro­
blemas de incertidumbre, la cuestión de la reputación es para los Estados un
t

elemento clave a la hora de decidir con quién suscribir acuerdos. Una repu­
es

tación sólida facilita la conclusión de acuerdos mutuamente ventajosos,


mientras que el deterioro de dicha reputación transforma esta posibilidad en
Mu

algo más difícil. Esto último, el deterioro de la reputación, resulta aún más
grave en contextos de interdependencia estratégica. El hecho de que un Es­
tado prevea la necesidad de concretar en el futuro acuerdos con los mismos
socios con los que hoy ha asumido compromisos, constituye un incentivo pa­
ra que cumpla los acuerdos que ha suscrito, aun cuando esto pueda tener al-

41 R. Keohane, Después de la hege111011ía... , op. cit., pp. 295 y 303. En sentido similar,
aunque uti !izando prioritariamente una formulación de teoría de los juegos, ver: R. Axelrod 42 R. O. Keohane, Después de la Hegemonía .... op. cit., p.318. Para una argumentación
and R. O. Keohane, "Achieving Cooperation under Anarchy... ", op. cit.. pp. 109-111. más amplia sobre esta cuestión, puede verse esta misma obra, pp. 130-143.
CAPÍTULO 7

EL DEBATE SOBRE
GANANCIAS RELATIVAS-GANANCIAS ABSOLUTAS

Aunque neorrealisrno y neoliberalismo se agrupen bajo el epígrafe de ra­


cionalismo, cornpmiiendo en buena medida premisas ontológicas y episte­
mológicas, no pueden pasarse por alto la.s serías discrepancias existentes en­
tre ambos. El desatTollo del neoliberalismo ha estado acompañado por un
debate más o menos pennanente con el neonealismo. Desde luego, depen­
diendo de en qué queramos fijarnos al analizar sus respectivas posiciones,
podrá llegarse a distintas conclusiones sobre su grado de proximidad. To­
mando en cuenta aquellas facetas en las que la falta de coincidencia es ma­
yor, la afinnación de O. Wrever sobre la síntesis neotTealismo-neolibera­
lismo puede resultar exagerada.
De hecho, como puede deducirse de lo dicho en el capitulo precedente,
cabe referirse a aspectos concretos que permiten establecer una clara línea de
demarcación entre los dos enfoques racionalistas. Éste sería, por ejemplo, el
caso de las concepciones patiiculares de cada uno de ellos sobre la posibili­
dad de progreso, el papel de las instituciones y la autonomía de lo económi­
co. No menos impotiantes pueden ser, como veremos .ª continuación, las
concepciones particulares de cada uno de ellos sobre la idea de anarquía. En
los últimos tiempos, no obstante, las discrepancias fundamentales entre neo­
rrealistas y neoliberales han tendido a centrarse, de manera creciente, en tor­
no a la discusión ganancias relativas-ganancias absolutas. Esta circunstancia
ha podido impulsar a algunos autores a sobrevalorar las coincidencias y a en­
tender que la confrontación afectaba a un terreno muy concreto.
138 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XX/ Capítulo 7: El Debate sobre Ganancias Relativas-Ganancias Absolutas 139

7.1. LAS DISTINTAS VISIONES DE LA ANARQUÍA garanticen la adhesió� de los Esta� os a acuer.�os intemaciona� es4 • Las con­
secuencias que s e denvan de esta mterpretac1011 de la anarqu'.a so� mucho
El artículo de J. Grieco "Anarchy and the Limits of Cooperation", publi­ menos sombrías y dramáticas. La preocupación por la supervivencia queda
cado en 1988, fue decisivo para relanzar la discusión entre aquellos que sos­ en un segundo plano, porque si bien las violaciones de acu�rdos r�eden ser
tenían el papel clave de las ganancias relativas, los neorrealistas, y aquellos una realidad, nunca llegarán a producirse de manera tan s1stemat: ca como
que sostenían el papel clave de las ganancias absolutas, los neoliberal es 1 • Es­ para constituir una amenaza. El interés d e los Estados, actores eg01stas Y ra­
te trabajo d e Grieco fue una respuesta a la creciente articulación de las postu­ cionales, está en maximizar su propio bienestar, lo cual l es lleva a poner el
ras neoliberales en aquellas fechas. En realidad, la cuestión de las ganancias acento en las ganancias absolutas.
., .
relativas fue ya planteada por K. N. Waltz en Teoría de la Política Interna­

ial
Las diferencias entre neorrealistas y neoliberal es tambien son evidentes
cional. No cabe duda de que éste es un debate sobre las posibilidades de co­ en lo que se refiere al concepto de interdependenci�. Pa
. r� los primeros la in­
operación entre Estados en un sistema anárquico. Es posible que las distintas terdependencia está asociada a una mayor vul�erabihdad . Los Estados pu� ­

c
_
posiciones en este debate puedan entenderse mejor si se efectúa una referen­ den llegar a depender en exceso de otros, pomendo en entr�d1ch_o su segun­

er
cia previa a las concepciones que neorrealistas y neoliberales mantienen so­ dad. En consecuencia, procurarán restringir al máximo las situac10nes de de­
bre la naturaleza y consecuencias de la anarquía internacionai2. Hay que co­ pendencia con el mtmdo exterior. En cambio, �ar a los segundos la

om
menzar diciendo que ambos enfoques racionalistas coinciden en que los Es­ interdependencia genera intereses mutuos o compaiiid� s ent�� los Est� dos.
tados se mueven en un medio anárquico. Además, ambos consideran que la Estos intereses representan incent(vos para logra� su satis:a� cion a trave� de

rc
anarquía no supone la carencia absoluta de orden -es decir, el caos-sino la la cooperación. En contextos de mterdependencia estrateg1ca, la capac1�ad
ausencia d e una autoridad central en el sistema. de un Estado para alcanzar sus fines se halla condicionada en buena medida
por las d ecisiones que adopten otros Estados6 •

lo
Pero posiblemente aquí acaban las coincidencias. Para los n eorre alistas,
la ausencia d e una autoridad central es determinante de un sistema de auto­

va
ayuda en el que cada Estado debe v elar por su propia seguridad. El recurso a
la violencia ocupa, dentro de este esquema, un lugar central. La violencia o 7.2. LAS POSTURAS EN EL DEBATE
la amenaza de violencia constituye una constante en la vida inte rnacionai3.
El neorrealismo, por tanto, está próximo a una visión hobbesiana del sistema
internacional. La preocupación por la seguridad r ealza la cuestión de las ga­
nancias relativas. El temor d e que las ventajas de la cooperación favorezcan
s in El institucionalismo neoliberal pmie en gran medida de las mismas pre­
misas que el neorrealismo. Siguiendo la analogía micro-ec.onó1'.1ica, e�ti�nde
que los Estados actúan como egoístas racional es. La rac10nahdad sigmfica
ra
.
en mayor medida a otro u otros Estados actuará como freno para su d esarro­ que los Estados poseen preferencias ordenad�s y cons1st�i� tes y que calcula:1
llo. Por su parte, los neoliberales no centran su atención tan íntegrament e en los beneficios y los costes de cursos alternativos de acc10n ?�scando 1:1axi­
t

.
la relación entre anarquía y s eguridad. Para ellos, la ausencia de una autori­ mizar su utilidad. Egoísmo significa que las funciones de ut1ltdad son mde­
es

dad central es r e levante porque supone la inexistencia de mecanismos que pendientes: 110 ganan o pierden utilidad si1:3pl ement� porque otros ganen o
pierdan7. Como se ha expuesto, el razonamiento neoltbe.ral se basa e.n la teo­
Mu

.
ría d e los juegos, más concretam ente en el juego del dilema del pns1onero.
1 Pueden destacarse dos obras que recogen contribuciones relacionadas con este debate.
Inmersos en una situación en la que la opción de cooperar les ofrece benefi­
Estas son: D. A. Baldwin (Ed.), Neof'l!alisin and Neoliberu!ism ... , op. cit.; C. W. Kegley cios mutuos que de otro modo no obt endrían, los Est�dos el egiI:án dicha op­
(Ed.), Controversies in lntematio11al Relations ... , op. cit. La contribución de Grieco a la que
se ha hecho referencia está incluida en la primera de las obras mencionadas. ción puesto que hace posible maximizar sus benefic10s, es decir, lograr ga-
2
Un análisis de gran interés sobre la anarquía puede encontrarse en: H. Milner, "The As­
sumption of Anarchy in Intemational Relations Theory: A critique", en D. A. Baldwin (Ed),
4 K. Oye, "Explaining Cooperation under Anarchy", op. cil., pp. 1-2.
Neorealism ami Neoliberalism ...., op. cit. Otra contribución en una línea semejante es: R.
Powell, "Anurchy in lnternational Relations Themy: the Neorealist-neoliberal Debate", lnter- 5 K. Waltz, Teoría de la Política fntemacional, op. cit., p. 215
6
11ational Orga11ic:atio11, Vol. 48, n.º 2, 1994, en especial pp. 329-334. T. Schelling, The Strategy 0JC011j/ict, op. cit., p. 5.
3 J. Grieco, "Anarchy and the Limits ofCooperation...", op. cit., p. 126. 7 R. O. Keohane, Después de la Hegemonía..., op. cit., p. 44.
140 La Teoría de las Relaciones Intemacionales a Comien::os del Siglo XXI Capítulo 7: El Debate sobre Ganancias Relativas-Ganancias Absolutos 141

nancias absolutas, El obstáculo principal reside en la ausencia de una autori­ dencia. Por tanto, en cualquier circunstancia, los Estados procurarán evitar
dad central que garantice el cumplimiento de los acuerdos de cooperación. que otros logren mejoras en dichas capacidades. Es más, los Estados pueden
Debido a ello, está siempre presente la posibilidad de deserción por patie de incluso renunciar a incrementos en sus capacidades absolutas, si haciendo
alguno de los socios, dejando en una posición desfavorable a aquellos Esta­ esto evitan que otros consigan ganancias aún mayores'º. Los Estados son,
dos que se atengan a las reglas. Para hacer frente a esta realidad, en un medio por encima de todo, "posicionalistas defensivos", en tanto en cuanto la pre­
anárquico únicamente puede recmTirse a la estrategia de reciprocidad. ocupación por las ganancias relativas posee siempre un carácter central.
En definitiva, el modelo neoliberal sugiere que los Estados se fijan en sus La argumentación neonealista es extensible al caso de Estados vincula­
propios beneficios y contemplan las opciones que se les presentan con la dos por relaciones de amistad en un momento histórico concreto. Cabe la po­
pretensión de maxi �izar s�1s propias ganancias. Un modelo alternativo que, sibilidad de que Estados hoy amigos, dado un repatio desigual de las ganan­
por contraste, pe11111te clanficar la postura neoliberal sería aquél en que los cias absolutas, se conviertan el día de mañana en enemigos que puedan ame­
actores tratan de maximizar las diferencias entre sus propios beneficios y los nazamos o dominamos. Esta consideración da a entender el carácter
de los demás. El carácter de la decisión en este modelo es competitivo, mien­ omnipresente de la incertidumbre en las relaciones internacionales. Los Es­
tras que en el anterior es individualista. La búsqueda de la maximización de tados se muestran inseguros respecto a las futuras intenciones de otros Esta­
las diferencias transforma cualquier situación en una de puro conflicto. De dos. De aquí que presten especial atención al modo en que la cooperación
ser esto así, los juegos de suma cero son la pauta: las ganancias de uno sólo puede afectar a las capacidades relativas con el transcunir del tiempo. Para
se consiguen a expensas de otro8• los neorrealistas, la utilidad que un Estado puede obtener de la cooperación
El modelo alternativo que acaba de describirse no debe identificarse con se verá reducida siempre que otro u otros Estados obtengan un porcentaje de
el modelo neorrealista. Como distintos autores han puesto de manifiesto la las ganancias absolutas superior al suyo 11•
teoría neorr�alista hace alusión a un tipo de Estado patiidario del stat11 q;to, Es evidente que la centralidad que otorgan a las ganancias relativas hace
Esto d�termma �:te los actores estén más preocupados por preservar que por que los neorrealistas tengan una visión considerablemente más pesimista que
_ _
max1m1zar las dtferencias. Los neorrealistas no niegan la posibilidad de con­ los neoliberales respecto a las posibilidades de cooperación. Esto es cierto
seguir ganancias absolutas en el marco de relaciones de cooperación. Pero la incluso cuando se trata de relaciones entre aliados y existen grandes intereses
cuestión central estriba en cuál será el reparto de dichas ganancias. Como ya mutuos en su promoción. Desde las posturas neorrealistas, la cooperación, si
apuntó K. N. Waltz, esta cuestión no puede sino provocar inseguridad entre bien no es algo imposible en un medio anárquico, será difícil de lograr y
los Estados. "¿Quién ganará más?" La obtención de ventajas desproporcio­ mantener, así como limitada en su diversidad temática y en su duración en el
nadas por parte de alguno de ellos puede destinarse a dañar o destruir al res­ tiempo. Si bien autores neorrealistas como Grieco reconocen que puede
to9. La línea argumental del aiiículo de Grieco mencionado anteriormente haber factores que atenúen la preocupación por las ganancias relativas, en su
que encendió de nuevo el debate entre neorrealistas y neoliberales, sigue ¡; argumentación proceden como si dicha preocupación fuera algo absoluta­
pauta marcada por Waltz. Grieco no considera que el planteamiento neolibe­ mente constante 12•
ral sobre las ganancias absolutas y la s9lución dada al cumplimiento de las Es interesante mencionar que la cuestión de las ganancias relativas ha si­
reglas en un sistema anárquico sea suficientemente sólido. En su opinión, los do utilizada para interpretar ciertas tendencias de compmiamiento en el pe-
Estados guiados por un interés esencial en la supervivencia serán extrema­
damente sensibles a cualquier erosión en sus capacidades relativas. Éstas re­ 10 J. Grieco, "Anarchy and the Limits of Cooperation ...", op. cit .. p. 127.
presentan el punto de referencia fundamental para su seguridad e indepen- 11 Ibídem, pp. 128-129.
12 En cuanto a las críticas por la excesiva preocupación de Grieco por las ganancias relati­
8 A. Stein, "Coordination and Collaboration: Regimes in an Anarchic World", en D. A. vas, puede verse: H. Milner, "lnternational Theories...", op. cit., p. 485 y R. O. Keohane, "lns­
Baldw111 (faL), Neorea/ism and Neoliberalism . .., op. cit.. p. 47. En el mismo sentido, entre titutional Theory ...", op. cit., pp. 269-300. Para una argumentación en la que Grieco defiende
�tros, A. Stem: "The Hegemon 's Dilemma: Great Britain, the United States, and the Interna­ su posición, haciendo alusión a factores que influirían sobre la mayor o menor relevancia de
t1onal Econo'.111c Order", I11tematio11al Orga11b1tio11; Vol. 38, n.º 2, 1984, p. 384; R. O. Keo­ las ganancias relativas, ver: J. Grieco, "Understanding the Problem of lnternational Coopera­
hane, Despues de la Hegemonía... , op. cit., p. 77. tion: the Limits of Neoliberal lnstitutionalism and the Future of Realist Theory", en D. A.
9
K. Waltz, Teoría de la Política lntemacional, op. cit., p. 155. Baldwin (Ed.), Neoreolism oml Neoliberalism ... , op. cit., en especial pp. 323-324.
142 La Teoría de las Relaciones lnternacio11ales a Comienzos del Siglo ){Xl Capítulo 7: El Debate sobre Ganancias Relativas-Ganancias Absolutas 143

ríodo de la posguena 13• En el mundo bipolar de este período existían dos su­ lidades históricas o discrepancias ideológicas. O simplemente se percibirán
perpotencias y un número elevado de países medianos y pequeños. Las rela­ como más amenazantes por poseer superiores recursos de poder. Pero, con­
ciones más significativas en un sistema de estas características eran las que trariamente, Estados lejanos geográficamente, Estados pequeños o débiles o
se producían entre los dos polos. Estos atribuían una gran impmiancia a la Estados con los que se mantiene históricamente relaciones de amistad no
cuestión de las ganancias relativas en sus relaciones recíprocas, mientras que constituirán una preocupación especial. Como señala Snidal, los Estados no
apenas la tomaban en consideración en relación con los demás países. Por su son paranoides que tiendan a magnificar la cuestión de las ganancias relati­
parte, a los países más reducidos en tamaño les preocupaba más la cuestión vas "independientemente de su incidencia en las consideraciones generales
de las ganancias relativas en sus relaciones con las dos superpotencias. Dado de poder o seguridad" 15•
que las relaciones entre las superpotencias eran altamente competitivas y que En segundo lugar, para los neoliberales, coincidiendo con las aportacio­

ial
la consecución de lazos de cooperación y amistad con los demás países cons­ nes de carácter perceptual a la obra de Waltz expuestas en el capítulo 4, pa­
tituían un terreno para la competición, aquéllas estaban dispuestas a Ófrecer rece razonable pensar que los Estados no tomarán en cuenta únicamente los

c
acuerdos relativamente ventajosos a estos últimos, en los que el porcentaje recursos de poder, sino también las intenciones de los demás Estados. De es­

er
mayor de ganancias iría a parar a sus manos. Era posiblemente una forma de te modo, no les preocupará solamente si existe una descompensación en ga­
vencer las reticencias a cooperar. El resultado de estas políticas fue el decli­ nancias favorable a otros miembros en un acuerdo. Prestarán además aten­

om
ve relativo de las superpotencias. Ante la emergencia de este nuevo estado ción a si hay probabilidades de que la mejora en las capacidades relativas de
de cosas, los Estados hegemónicos en declive comenzaron a preocuparse por estos últimos pueda usarse en su contra. De no ser así, la cuestión de las ga­

rc
las ganancias relativas, fijándose especialmente en aquellos países que habí­ nancias relativas será de escasa o nula significación. En el supuesto de pri­
an experimentado un ascenso notable en la estmctura de poder 14 • mar ciegamente esta cuestión, los Estados "estarían renunciando a intercam­
Los autores neoliberales han puesto objeciones a la línea argumental neo­ bios mutuamente enriquecedores", "estarían ptivándose de beneficios sus­

lo
rrealista. En general, entienden que esta última muestra una rigidez excesiva. tanciales"16.
Por último, abundando en los casos en los que las relaciones entre deter­

va
En primer ,Jugar, dicen los neoliberales, recordando el tono de las reflexiones
realizadas por autores realistas como Schweller y Walt, la preocupación de minados Estados son de amistad, puede indicarse que éstos resultarán parti­
un Estado por las ganancias relativas tiene más sentido en relación con "de­ cularmente relevantes cuando dichas relaciones de amistad se hallen institu­
terminados" Estados. En efecto, ciertos Estados se percibirán como más
amenazantes por razones geopolíticas, incluyendo la proximidad, o por riva-
s in cionalizadas. La aparición de instituciones conttibuirá notablemente a la
erradicación de incertidumbres y a la estabilización de expectativas. En si­
tuaciones de esta naturaleza, el porcentaje de ganancias que otros Estados
ra
obtengan no tiene por qué ser causa de preocupación. La utilidad de la co­
13 Es curioso operación no disminuye necesariamente cuando el repatio de ganancias es
que esta interpretació11 histórica en términos de gana11cias relativas sea reali­
t

zada por D. Snidal, un autor afín a las posturas neoliberales. Califica esta interpretación de desigual. Esto es lo que ocurre por ejemplo en alianzas estables en cuyo seno
es

"esbozo informal" y de "especulación". A este respecto, puede consultarse: D. Snidal, "Con­


troversies: The Relative Gains Problem of lnternational Cooperation", Americitn Po/iticitl
un aliado trata de reforzar el poder del otro17. Aquí, las mayores ganancias
Mu

Sdence Re1•iew, Vol. 87, n.º 3, 1993, p. 740. La interpretación aludida presenta ciertas seme­
janzas con las ideas expuestas unos años antes por A. Stein al referirse al dilema del Estado 15 D. Snidal, "Relative Gains and... ", op. cit., pp. 191-192.
hegemónico. Ver: A. Stein, "The Hegemon's Dilemma ... ", op. cit., en especial pp. 383-386. El 16 Keohane señala que aquellos Estados que estuvieran dispuestos a renunciar a los bene­
P;?pio Grieco, pese a las críticas que efectúa al a1tículo de Snidal, entiende que la argurnenta­ ficios de la cooperación podrían provocar la contestación de aquellos sectores de sus socieda­
cion desmrnllada responde a una línea realista. Ver: J. Grieco, "Controversies: The Relative des interesados en la consecución de los mismos. Para este autor, en aquellos sistemas políti­
Gains Problem...", op. cit., p. 732. cos en los que exista competición entre las élites, la preocupación absorbente por las ganan­
.
14E st a m " �,ue avanzada por D. Snidal en un attículo publicado previamente. Es
terpretac1on cias relativas "no puede prevalecer indefinidamente". R. O. Keohane, "lnstitutional Theory...",
n��esario señ�lar, sin embargo, que gran parte de este aitículo está dedicado a criticar la posi­ op. cit., pp. 282-283 y 288.
17 R. O. Keohane, "lnstitutional Theory. .. ", op. cit., p. 279. En un sentido similar: H. Mil­
c1on neorrealista sobre las ganancias relativas. En concreto, sugiere que un aumento en el nú­
mero de actores reduce sustancialmente el impacto de esta cuestión. Ver: D. Snidal, "Relative ner, "International Theories ...", op. cit., pp. 484-485. En cierto modo, esta argumentación es
Gams and the Pattern oflnternational Cooperation", en D. A. Baldwin (Ed.), Neoreitlism and coincidente con la de J. Gowa, una autora neotTealista. Esta autora entiende que los beneficios
Neoliberalism..., op. cit., pp. 197-201. que se derivan de acuerdos de libre comercio generan externalidades en materia de seguridad.
144 La Teoría de las Relaciones l11ternacio11a!es a Comienws del Siglo XXJ Capítulo 7: El Debate sobre Ganancias Relativas-Ganancias Absolutas 145

en tétminos relativos de un aliado pueden significar un incremento en la se­ El debate, por tanto, parece reconducirse hacia el estudio de las condicio­
guridad del Estado que ha consentido tal situación. nes responsables de que los actores puedan ser más proclives a consideracio­
nes de ganancias relativas o ganancias absolutas. En esta línea de flexibiliza­
ción del debate, Grieco trata de buscar salidas a la cuestión de las ganancias
7.3. ¿HACIA UNA FLEXIBILIZACIÓN DEL DEBATE? relativas. Según este autor, esta cuestión puede superarse, facilitando el desa­
rrollo de una cooperación más satisfactoria, si los acuerdos suscritos entre
En el debate entre neotTealistas y neoliberales sobre ganancias relativas­ Estados son "equitativos". El hecho de que la cooperación genere ganancias
ganancias absolutas parece haberse producido una flexibilización de postu­ que sean distribuidas de modo equilibrado, puede ser determinante para que
ras. Podría incluso hablarse de una cietia aproximación de posiciones. Auto­ los Estados se involucren en esfuerzos cooperativos. Escribe Grieco, que en
res en ambos bandos del debate reconocen que los Estados en sus achiacio­ opinión de los realistas, los Estados definen conceptos como equilibrio y
nes internacionales pueden prestar atención, dependiendo del momento his­ equidad como "distribuciones de ganancias que mantienen aproximadamente
tórico concreto, bien a las ganancias relativas, bien a las ganancias absolutas las proporciones de recursos existentes en los momentos previos a la coope­
con distinto grado de intensidad. En este sentido, Griego ha llamado la aten­ ración"2º. Para conseguir este equilibrio, los Estados ofrecen a sus socios
ción sobre el carácter variable de la preocupación por las ganancias relativas. concesiones y, a cambio, esperan recibir otras de entidad equivalente. Así,
Esta preocupación estará condicionada por la sensibilidad hacia las diferen­ uno de los mecanismos útiles para atemperar la preocupación por las ganan­
cias en las ganancias, así como por el tamaño de dichas diferencias 1 8. Por su cias relativas, en el caso de Estados desfavorecidos por la distribución, es el
patie, Keohane ha concedido que, pese a sostener que cooperación y conflic­ de los pagos laterales.
to se hallan estrechamente entremezclados, el instih1cionalismo neoliberal 110 A pesar de que hemos aludido a una flexibilización del debate, la excesi­
ha prestado atención suficiente a las pugnas sobre distribución de ventajas en va preocupación por las ganancias relativas hace que Grieco plantee el tema
la fonnación de regímenes internacionales. La contribución de Grieco sobre de los pagos laterales de un modo considerablemente restrictivo2 1. De hecho,
esta cuestión le parece importante por haber dirigido el foco de atención cae en una extrema defensa del statu qua que excluye cualquier cambio en
hacia los problemas de distribución, problemas que, sin duda, contribuyen a las posiciones de poder. No obstante este excesivo celo conservador, el nú­
hacer más compleja la cooperación internacional 19• Estas reflexiones de cleo de la argumentación de Grieco respecto a la consecución de intercam­
Grieco y Keohane representan un alejamiento de posiciones dogmáticas. bios equilibrados es semejante a la posición neoliberal de búsqueda de ga­
nancias absolutas mediante la estrategia de reciprocidad. El contenido de es­
ta última posición señala que "la reciprocidad se refiere a intercambios de
valores aproximadamente equivalentes, en los cuales las acciones de cada
Es decir,
_ dichos beneficios se traducen en avances en las capacidades militares de los Estados. parte dependen de las acciones previas de los demás". En particular, los neo­
Debido a ello, es _ mucho más probable que acuerdos de cooperación comercial surjan en el se­
no de ahanzas militares. Añade, además, que el tránsito de alianzas militares hacia coaliciones liberales hablan de un tipo de reciprocidad que denominan "específica" y que
cmnerciales tiene más posibilidades de producirse en un sistema bipolar que un sistema mul­ puede manifestarse en intercambios secuenciales o en intercambios simultá­
t1 �olar. Las ventajas del primero de estos sistemas están en las menores expectativas de deser­
_
neos22. A efectos prácticos, la consecución de un acuerdo desequilibrado pa-
c1on Y en los mayores incentivos para que se den compmiamientos altmistas dentro de la
alianza. Ver: J. Gowa, "Bipolarity, Multipolarity, and Free Trade", American Política/ Scie11ce
Review, Vol. 83, n." 4, 1989, p.1253. Asimismo, puede consultarse: J. Gowa and E. Mans­ 211 J. Grieco, "Anarchy and the Limits ofCooperation ...", op. cit., p. 130.
field, "Política[ Power and International Trade", A111erim11 Political Science Re1•ie11•, Vol. 87, 21 lbidem, p. 135. Similares argumentos pueden encontrarse también en J. Grieco,
n." 2, 1993. Coopera/ion a111011g Nations..., op. cit., pp. 23[-34.
18 J. Grieco, "Understanding...", op. cit., p. 324. 22
19 R. R. O. Keohane, "Reciprocity in lnternational Relations", l11tematio11al Organi�atio11,
O. Keohane, "Institutional Theory...", op. cit., en especial pp. 283 y 292. En el mis­ Vol. 40, n.º l , 1986. Esta contribución representa una interesante reflexión sobre la práctica
mo sentido se reflexiona en dos recientes evaluaciones del debate entre neOITealistas y neoli­ de la reciprocidad en la vida internacional. Distingue entre reciprocidad difusa y reciprocidad
�eral�s. Me est_oy refi iendo a: R. Powell, "Anarchy in International...", op. cit. y R. Jervis,
r
específica. Esta última es la que con más frecuencia se da en las relaciones internacionales.
Reahsm, Neohberahsm and Cooperation: Understanding the Debate", /11tematio11al Sec11ritv Puede materializarse a través de intercambios secuenciales, a más largo plazo. o a través de
Vol. 24, n.º 2, I 999. ·'
intercambios meramente simultáneos. Para Keohane, la reciprocidad secuencial promueve la
146 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 7: El Debate sobre Ganancias Relativas-Ganancias Absollllas 147

ra un Estado -es decir, un acuerdo en el que las ganancias relativas le sean anteriormente, una motivación futura significativa, la preocupación por las
desfavorables-- puede no ser muy diferente del supuesto en que la consecu­ ganancias relativas podría emerger en detenninadas áreas temáticas de im-
ción de un acuerdo más equilibrado hubiera estado acompañada por la deser­ . ' · 26
potiancia estrategtca para a1gunos E stados .
ción de alguno de los socios. De producirse este resultado, el Estado "deser­ En último lugar, cabe apuntar que la cuestión de las ganancias relativas se
tor" maximizaría tanto sus ganancias absolutas como sus ganancias relati- ha puesto en relación con las distintas configuraciones de la estructura de
vas23. poder. D. Snidal, un autor neoliberal, sostiene que en un sistema bipolar las
Asimismo, pueden detectarse en el debate entre neorrealistas y neolibera­ consideraciones sobre ganancias relativas pueden resultar transcendentales y,
les algunas ambigüedades interpretativas que no permiten discernir con cla­ consiguientemente, la cooperación sumamente reducida. En un mundo de es­
ridad si en una detetminada situación prevalecen las preocupaciones por las

ial
tricta bipolaridad, caracterizado por relaciones tensas cuando no abiertamen­
ganancias relativas o por las ganancias absolutas. Este tipo de ambigüedades te conflictivas entre los dos polos, posibles alteraciones de las capacidades
puede ser característico de procesos de negociación difíciles. Mientras que relativas pueden tener serias consecuencias. No es de extrañar, por tanto, que

c
autores neorrealistas juzgarían, en el marco de estos procesos, detenninados la cooperación entre ellos sea escasa. En cambio, en un sistema multipolar,

er
comportamientos estatales a la luz de la preocupación por las ganancias rela­ aunque continúen estando presentes las consideraciones sobre ganancias re­
tivas, autores neoliberales valorarían los mismos comportamientos a la luz

om
lativas, su influencia negativa sobre las posibilidades de cooperación es sen­
de una cooperación que produce ganancias absolutas, pero que lleva necesa­
siblemente menor27• Las repercusiones de posibles modificaciones en las ca­
riamente aparejada una discusión sobre la distribución de las mismas24. De
pacidades relativas tienden a amortiguarse. Debe subrayarse que Griec?

rc
este modo, en ambos lados del debate se reconoce que ambas situaciones
pueden ser empíricamente indistinguibles. Keohane propone dos criterios pa­ compatie este punto de vista de Snidal. Grieco ha argumentado que, a medi­
ra determinar cuándo estamos en presencia de un escenario dominado por la da que el número de actores en un acuerdo aumenta, las preocupaciones por

lo
cuestión de las ganancias relativas. La primera condición es que debe existir las ganancias relativas entre cualquiera de los socios debetían reducirse. No
cabe duda de que es más peligroso sufrir una pérdida de poder relativo en un

va
algún modo plausible mediante el cual un socio pueda utilizar las ventajas
obtenidas para causar daño en el futuro. La segunda es que ha de haber una mundo de pocos Estados que en un mundo de muchos28• De este modo, los
motivación futura significativa para que dicho socio actúe de ese modo25 • efectos de cómo evolucionan las ganancias relativas se ven atenuados en sis­
Cuando Keohane se refiere a algún "modo plausible de causar daño" está re­
curriendo a una formulación suficientemente amplia para abarcar una varie­
s
dad de riesgos: además de los derivados de amenazas militares, los derivados
in temas multipolares, acrecentándose, en consecuencia, las oportunidades de
cooperación. Debe decirse incluso que en dichos sistemas puede producirse
lo que Snidal denomina "cooperación defensiva". Por cooperación defensiva
ra
del incremento de la dependencia motivado por la erosión en el poder de ne­ este autor alude al hecho de que Estados no dispuestos a cooperar puedan re-
gociación. En el supuesto de que se diera la segunda condición mencionada
t

26 Estas consideraciones de Keohane ponen de relieve la diferencia entre neorrealistas Y


es

neoliberales en este punto. Para estos últimos no es suficiente la mera "posibillidad" de una
cooperación de manera mucho más eficaz. En cambio, el intercambio simultáneo refleja a acción adversa en el fututo para otorgar tal preeminencia a las ganancias relativas. Es necesa­
Mu

menudo falta de confianza entre las partes. Ejemplos extremos de intercambio puramente si­ rio que los Estados consideren una "probabilidad" razonable de que tal acción pueda realmen­
multáneo indican hostilidad y desconfianza. En estos casos, es evidente la preocupación por te producirse. Para Keohane, la posición neoliberal es más sólida y aleja a los Estados de caer
las ganancias relativas. Los intercambios secuenciales pueden ser decisivos para transfonnar en actitudes "paranoides". Ver: R. O. Keohane, "lnstitutional Theory...", op. cit., pp. 282-283.
la reciprocidad específica en reciprocidad difusa. 27 Ver por ejemplo: D. Snidal, "Relative Gains and ...", op. cit., p. 191 y ss.
23 En ese sentido argumentan convincentemente: H. Milner, "lntemational Theories ... ", 18 Debe destacarse que Grieco siempre ha aceptado que el incremento en el número de ac­
op. cit., p. 486 y R. Powell, "Absolute and Relative Gains in Intemational Relations Theory", tores disminuye el peso de las consideraciones sobre ganancias relativas. Como él mismo re­
en D. A. Baldwin, (Ed.), Neorea/ism and Neo/iberalis111 ..., op. cit., pp. 212 y 225. conoce, su argumento y el de Snidal no son idénticos, pero guardan grandes semejanzas en lo
24
D. Snidal, "Relative Gains and...", op. cit., pp.173-174. En el mismo sentido: R. O. esencial. En concreto, él formula su posición así: "en tanto el número de actores en un acuer­
Keohane, "Institutional Theory...", op. cit., pp. 279-282. do se incrementa, las preocupaciones por las ganancias relativas entre cualesquiera dos socios
25 R.
O. Keohane, "Jnstitutional Theory... ", op. cit., p. 281. Su argumento está basado, deberían reducirse". Ver: "Controversies: The Relative-gains Problem...", op. cit., p. 731. lm­
corno él mismo reconoce, en otro similar presentado por Powell en: "Absolute and Relative cialmente, ya había hecho referencia a esta posición en "Anarchy and the Limits of Coopera­
Gains...", op. cit., pp. 228-229. tion...", op. cit., p. 134.
148 La Teoría de las Relacio11es h1temacionales a Comie11zos del Siglo XXJ

zagarse respecto a otros con una mayor propensión a hacerlo . Por tanto, los
29

Estados que rechazan la cooperación, aunque sean los más poderosos, pue­
den encontrarse con que otros Estados, que sí han firmado acuerdos de co­
operación, hayan obtenido grandes ganancias y compensado, en mayor o
menor medida, los desequilibrios de poder.
La concentración de las discrepancias entre neoITealismo y neoliberalis­
mo en torno al debate ganancias relativas-ganancias absolutas ha hecho po­
sible hablar de un programa de investigación racionalista30• En este progra­
ma confluyen las apo1taciones de autores, tanto neon-ealistas como neolibe­
rales, confomiando desde los años ochenta lo que se ha denominado el
mainstream en la disciplina. Todos ellos comparten un compromiso con una
orientación positivista de la ciencia. Keohane se ha referido a la posibilidad
de interpretar las argumentaciones neorrealistas, en concreto las relativas a
ganancias relativas, más como salvedades o matizaciones útiles a su teoría
institucionalista que como refutaciones de la misma. En cualquier caso, ha
sugerido someter a evaluación mediante un contraste empírico las posiciones
de ambos grupos de autores en ámbitos como el de la integración europea.
En tanto en cuanto ambas partes en el debate compaiten la conclusión de que
las teorías deben ser sistemáticamente evaluadas, existen "ciertas posibilida­
des de que un mayor consenso académico pueda emerger a partir de nuevos PARTE CUARTA
trabajos empíricos" 31• Es posible que los neoliberales, en la medida en que
contemplan subsumir la teoría neorrealista en su propia teoría, sean más op­ LA CONTESTACIÓN DEL MAINSTREAM:
timistas con respecto a la factibilidad y conveniencia de una síntesis de am­
LOS ENFOQUES REFLECTJVISTAS
bas posturas.

29 D. Snidal, "Relative Gains and...", op. cit., p. 201. Abunda en este tema en su contribu­
ción: "Controversies: The Relative-gains...", op. cit., pp. 738-742. Este argumento es recogido
por otros autores neoliberales. Entre otros: H. Milner, "lnternational Theories... ", op. cit., pp.
474 y 484-485; R. O. Keohane, "lnstitutional Theory...", op. cit., p. 283.
311 Como vimos en su momento, O. Waever habla de una "síntesis" neoITealismo­
neoliberalismo. Ver su contribución: "The Rise and Fall of the Inter-Paradigm Debate", op.
cit., p. 166.
31
R. O. Keohane, "lnstitutional Theo1y ... ". op. cit., p. 297. Un intento de síntesis de am­
bas posturas mediante la formulación de un modelo general de tipo formal, puede encantarse
en: E. Niou and P. Ordeshook, "Less Filling, Tastes Great: The Realist-Neoliberal Debate",
World Politics, Vol. 46, n.º 2, 1994.
CAPÍTULO 8

c ial
EL REFLECTIVISMO:

er
ORÍGENES, COINCIDENCIAS Y DISCREPANCIAS

om
rc
No cabe duda de que, desde su nacimiento en los años ochenta, los enfo­
ques reflectivistas han ido adquiriendo una mayor relevancia. Estos enfoques

lo
han impulsado un proceso de renovación teórica y filosófica, abriendo las
Relaciones Internacionales a los debates que están teniendo lugar en el cam­

va
po de la teoría social. Dada la revisión de las bases ontológicas y epistemo­
lógicas de las con-ientes dominantes, los enfoques reflectivistas han provo­
s in cado una auténtica convulsión en la disciplina. De la mano de los nuevos en­
foques, las Relaciones Internacionales han experimentado dos giros: uno
sociológico y otro interpretativo 1• El giro sociológico se manifiesta en ten­
ra
dencias ontológicas que priman la importancia de las estructuras y de las
ideas sobre los individuos y las fuerzas materiales, respectivamente. El giro
t

interpretativo se pone de relieve en un pospositivismo caracterizado por la


es

defensa de epistemologías y metodologías más próximas a las Ciencias So­


ciales.
Mu

La comprensión de los enfoques reflectivistas requiere tomar en conside­


ración los contextos filosófico e histórico que han presidido su nacimiento y
evolución. No debe pensarse que estos enfoques surgen en el vacío. De
hecho, la crítica a las posiciones dominantes en la disciplina está entroncada
en fuertes debates en el seno de las Ciencias Humanas y de la Filosofía. Este
es el caso del debate sobre la crisis de la modernidad. Además, la emergen-

1
S. Guzzini, "A Reconstrnction of Constructivism in International Relations", European
Joumal oflntemational Relations, Vol. 6, n.º 2, 2000, p. 149.
152 La Teoría de las Relacio11es lntemacionales a Co111ie11:::os del Siglo XXI Capítulo 8: El Reflectivismo: Orígenes, Coincidencias y Discrepancias 153

cía de los enfoques reflectivistas ocurre en un momento histórico concreto. el proyecto de la Ilustración ha dejado de ser el camino a seguir5. Dicho esto,
Aquí, resulta paiticularmente pe1tinente referirse a las grandes transforma­ no obstante, deben apuntarse las importantes diferencias que separan a los
ciones políticas que se registraron en el sistema internacional a finales de los enfoques reflexivistas, en cuanto a los modos en que la crisis de la moderni­
años 80. Es cierto que el amnque de los enfoques reflectivistas fue anterior dad ha de ser interpretada y abordada,
en el tiempo, pero la incapacidad de las teorías dominantes en la disciplina En una primera categoría pueden situarse los "modernistas reflexivos".
para prever y explicar tales transformaciones dio un notable impulso a los Los autores que se engloban bajo esta denominación relacionan esta crisis
mismos. con la transición a una nueva fase de la modernidad, llamada a veces "mo­
dernidad radicalizada" o "modernidad reflexiva". En ella, los límites y las
ambigüedades del progreso técnico y social moderno se hacen más acucian­
8.1. LOS ORÍGENES DE LA CRÍTICA REFLECTIVISTA tes. La época actual no es entendida, pues, como una ruptura tajante con la
experiencia histórica pasada, sino más bien con su extensión a escala global.
Como se acaba de indicar, los enfoques reflectivistas están conectados El período en el que estamos entrando es un período en el que "las conse­
con el debate sobre la "crisis de la modernidad". En general, puede decirse cuencias de la modernidad se están radicalizando y universalizando como
que dichos enfoques compaiten "la creencia de que el pensamiento occiden­ nunca"6. La creciente conciencia de sus facetas autodestructivas requiere dar
tal nacido de la Ilustración está en crisis"2• Al abordarse esta cuestión suele paso a una modernidad distinta que puede materializarse a través de la apli­
mencionarse que la obra de autores como F. Nietzsche y M. Heidegger fue cación de sus propios principios críticos7 . En cualquier caso, estos nuevos
precursora de muchas de las críticas que en la última pmte del siglo XX se enfoques impulsan una reflexión crítica sobre las vinculaciones entre el es­
han dirigido a la modernidad3 • En sociedades de Europa occidental y de Nor­ tudio teórico, así como la práctica política, de las relaciones internacionales
teamérica, es posible registrar en décadas recientes un resurgir de las ideolo­ y el pensamiento y la realidad histórica de la modernidad en crisis, Así, por
gías o estados de ánimo pesimistas. Para muchos de sus críticos, la moderni­ ejemplo, a la hora de repensar las Relaciones Internacionales del futuro de
dad está basada en la creencia de que, gracias a los recursos tecnológicos, la manera congruente con un mundo multicultural, deberían tenerse en cuenta
humanidad puede disfrutar de un progreso sin fin. Por otra parte, la moder­ dos factores fundamentales: el papel de primera magnitud que jugó el colo­
nidad es entendida como un proyecto básicamente individualista, en el cual nialismo en la expansión global de la actual sociedad internacional y el etno­
el "yo racional" representa el único protagonista de la historia. Este "yo ra­ centrismo occidental en la teorización de lo internacionaI 8.
cional" aspira a conve1tirse en dueño de la naturaleza, incluida la naturaleza
humana, por medio de la ciencia y la tecnología4 •
Los orígenes de la pérdida de fe en el progreso pueden encontrarse, entre 5 /bidem, pp. 151-152.
otras consideraciones posibles, en los desastres ecológicos recientes, la per­ 6 A. Giddens, Consecuencias de la Modemidad, Madrid, Alianza Editorial, 1999, p. 17.
sistencia del hambre y de tasas de mo1talidad elevadas en muchas pmtes del Realiza reflexiones semejantes en la contribución: "Vivir en una Sociedad Postradicional", en
mundo o la amenaza de un Amwggedo11 nuclear. Si la racionalidad no es ca­ U. Beck, A. Giddens y S. Lash (Eds.), Modemb1ció11 Re.flexiva: Política, Tradición y Estéti­
paz de resolver estas situaciones, si la actuación tecnocrática es incluso, en ca en el Orden Social Moderno, Madrid, Alianza Editorial, 1997.
7 U. Beck ha acuñado, entre otros, el concepto de modernidad o modernización reflexiva.
ocasiones, la causa de tales desastres, cabe concluir, apuntan los críticos, que Ver su obra: La Sociedad del Riesgo: Hacia una Nueva Modernidad, Barcelona, Paidós,
1998. Una presentación sintética de sus principales ideas es ofrecida en: U. Beck, "La Rein­
vención de la Política: Hacia una Teoría de la Modernización Reflexiva", en U. Beck, A. Gid­
2 dens y S. Lash (Eds.), op. di. En esta interpretación de la "crisis de la modernidad" coincide
Entre otras referencias a esta cuestión, puede verse: C. Brown, "Critical Theory and también, en lo esencial, Habermas. A este respecto ver: J. Habermas, The Phi/osophical Dis­
Postmodernism in International Relations", en A. J. R. Groom and M. Light (Eds.), Co11te111- course ofModemity: Twelve Lectures, Cambridge, Polity Press, 1987.
pormJ' International Relations: A Cuide lo Theo1:r, London, Pinter Publishers, l 994, p. 57. 8
El carácter etnocentrista que ha marcado el desanollo de la teoría internacional ha sido
3 Sobre este punto, además de la referencia bibliográfica recogida en la nota anterior, pue­
puesto de relieve, entre otros autores, por C. del Arenal. Este autor ha señalado que la teoriza­
de consultarse también del mismo autor: "'Tmiles Ali the Way Down ... ", op. cit., pp. 215- ción internacional se ha basado primero en la experiencia diplomática del sistema europeo de
218.
4 S. Guzzini, "A Reconstruction ofConstructivism... ", op. cit., p. 1 51. Estados y sus problemas, y después en el sistema occidental de Estados y sus problemas, es­
pecialmente la guerra fría y las relaciones Este-Oeste, desconociendo el contexto real y propio
Capíwlo 8: El Reflectivismo: Orígenes, Coincidencias y Discrepancias 155
154 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XX]

de los ochenta. El fin de la guem fría, la desaparición del comunismo Y �l


En una categoría bien distinta están los "posmodemistas". Estos autores,
denumbe de la Unión Soviética se encuentran, sin duda, entre los aconteci­
ante los resultados contradictorios a que dio lugar la modernidad, propugnan ha puesto
mientos que distinguirán históiicamente al si�lo XX. C. �el Arenal _
el abandono del proyecto ilustrado y el fin de la misma. Esta actitud radical _ ntos. A d1ferenc1a de lo aca�­
de relieve la profundidad de estos acontecimie _
les lleva a la paradójica situación de tener que "pensar lo impensable", es de­
cido en 1919 o en 1945, a partir de 1989 se produjeron cambios en tres di­
cir, de verse obligados a emplear categorías "modernas" en el análisis de una
mensiones claves: la nah1raleza de la sociedad internacional, la naturaleza,
realidad que muestra características fundamentales propias. El pensamiento
estrnctura y dinámica del sistema político-diplomático y el principio organi­
posmodernista destaca el cambio de época, el hecho de estar viviendo una 12.
zador de la sociedad internacional
nueva fase histórica radicalmente diferente del pasado "moderno". La era
Los acontecimientos citados alentaron un cierto escepticismo en relación

ial
posmoderna representa una ruptura histórica absoluta con la experiencia pre­
con las perspectivas teóricas predominantes. Vinieron a cuestionar la capaci­
cedente. Pese a qué pueden distinguirse valoraciones optimistas y pesimistas
dad explicativa y predictiva del racionalismo, e? la medida en que hec��s
respecto a la llegada de esta nueva era, la forma de describirla es semejante.

c
tan decisivos como la desaparición de la bipolandad o la ruptur� del eqmh­
En todas ellas, la era posmodema es entendida como un proceso global que

er
brio de poder no estuvieron acompañados por el uso de )a fuerza . Los auto­
está afectando negativamente al mantenimiento de fronteras sociales, políti­
res reflectivistas pasaron a la ofensiva, poniendo de relieve que las perspec­
cas o ten-itoriales. En su lugar, "está emergiendo un nuevo modo transnacio­

om
tivas citadas ni tan siquiera contemplaban la posibilidad de aquellos aco?te­
nal de producción socio-cultural y económico"9• En definitiva, la nueva era
cimientos. El término de la guerra fría, tras casi medio siglo de duración,
está caracterizada por la globalidad, por el hecho de que lo global se hace
parecía respaldar las afirmaciones reflectivist?s sobre el car�cter sociah:1ente

rc
presente en la vida cotidiana de los seres humanos. Así, se entiende la globa­ _ l.
construido, y no fijo e inmutable, de las realidades de la vida mternac1011a
lización como "el término que se toma prevalente en un período transicional en la base de dichas transfonnac1_ 0nes se hallara una
La circunstancia de que ,

lo
de la historia(...) caracterizando el comienzo de la era global..." 10•
crisis de legitimidad del poder soviético, tanto en la URSS como en los pm­
De manera adicional al debate que se produce en las Humanidades y en la
ses del Este, ponía de manifiesto las consecuencias que acarreaba que �eter­

va
Filosofia sobre la crisis de la modernidad, es preciso también referirse al
minadas recrias e instituciones dejaran de ser socialmente aceptadas. BaJO los
contexto histórico para enmarcar la aparición de los enfoques reflectivistas.
acontecirni:ntos mencionados subyace una redefinición de los significados
La realidad que las Relaciones Internacionales tratan de estudiar ha experi­
mentado modificaciones sensibles 11. No parece exagerado calificar de histó­
ricos los cambios acaecidos en el sistema internacional a finales del decenio
s in ¡11 tersubjetivos y, por tanto, de las prácticas sociales en que_ se hall�n incrus­
tados. El resultado es una transfonnación de la estructura mternac1on�l a la
que los agentes sociales dan fonna y constituyen a través de esas mismas
ra
, ·
practicas 14. . .
en que tienen lugar los problemas del resto del mundo" . Ver: C. del Arenal, "La Teoría y la
Ciencia... ", op. cit., pp. 614-617. En fechas más recientes, los hechos relacionados con el 11 de Septiembre
t

9 D. S. L. Jarvis, op.
cit., p. 70. están también llamados a tener una influencia en la evolución de las Rela­
es

JO M. Albrow, The Global Age: Sta/e and Society Beyond ,vloderni(v, Cambridge, Polity ciones internacionales. Su proximidad hace difícil calibrar hacia qué derrote-
Press, 1996, p. 95.
Mu

11 Generalmente,
suele subrayarse la influencia de acontecimientos como el final de la
guera fría en el desarrollo de los enfoques reflectivistas. Es interesante mencionar que, de una 12 c. del Arenal, "Teoría de las Relaciones Internacionales y Sociedad Internacional", op.
manera más general, C. del Arenal ha señalado la presencia de factores, por un lado, de acción
cit., pp. 755-756. . . .
inmediata y, por otro, de acción profunda sobre el sistema internacional. Entre estos últimos, 13 J. G. Ruggie, "What Makes the World...", op. cil., p. 25. En sentido s1m1lar argumen-
cuyo impacto se deja notar a largo plazo, menciona: la transnacionalización de las relaciones _ _
tan: P. Katzenstein, R. O. Keohane and S. Krasner, "lnternatwnal Orga111zat1011 and the Study
internacionales y la unificación del campo político-diplomático y, sobre todo, económico, la of World Politics", /11tematio11al Orga11i:atio11, Vol. 52, n." 4, 1998, p. 671;_ _F. Kratochw1ll,
multiplicación de actores no estatales, la crisis del modelo clásico de Estado-nación, la inten­ "The Embarrassment of Changes: Neo-realism and the Science of Realpoht1k w1thout Poh­
sificación del fenómeno regional o la revolución científico-técnica. No cabe duda de que to­
tics" Review of[nternational Studies, Vol. 19, n.º 1, 1993; R. Kolowski and F. Kratochw1ll,
dos estos factores contribuyen a transfonnar la realidad internacional y, por tanto, el objeto de
"Understanding Change in International Politics: the Soviet Empire 's Demise and the lnterna­
estudio de la disciplina. Ver: C. del Arenal, "El Nuevo Escenario Mundial y la Teoría de las
tional System", J11tematio11a/ Organiza/ion, Vol. 48, n.º 2, 1994.
Relaciones Internacionales ", en AA VV., Hacia 1111 Nuevo Orden J11ter11acio11al y Europeo. 14 s. Guzzini, "A Reconstruction ofConstrnctivism ...", op. cit., pp. 154-155.
Homenaje al Profesor M. Díe: de Ve/asco, Madrid, Tecnos, 1993, pp. 81-86.
156 la Teoría de las Relaciones l,1/emacionales a Co111ie11::os del Siglo ){Xi Capítulo 8: El ReflectiFismo: Orígenes, Coi11cide11cias y Discrepancias 157

ros impulsarán al cuarto debate. En principio, los efectos de los hechos men­ basta señalar que ese giro interpretativo-sociológico determina que los enfo­
cionados, como ha indicado S. Smith, pueden parecer contradictorios15 . De ques reflectivistas compatian, en términos generales, la ontología del cons­
un lado, en conjunción con las acciones bélicas, primero, en Afganistán y, tructivismo social. Todos ellos, ponen de relieve el carácter socialmente
más tarde, en Iraq, han provocado que el uso de la fuerza pase a ocupar de construido de la realidad social internacional.
nuevo un lugar preferente en la disciplina. Con ello, las interpretaciones re­ Esta fonna de entender la naturaleza, estructura y funcionamiento sustan­
alistas del mundo se han visto reforzadas. De otro, y quizá de una manera cial de la realidad social internacional no es absolutamente novedosa en las
más significativa, han puesto en cuestión muchas de las premisas de las teo­ Relaciones Internacionales. Algunas c01Tientes del pensamiento liberal, co­
rías racionalistas. Estas teorías entienden que los actores internacionales res­ mo el neofuncionalismo de los años cincuenta y sesenta, confieren un papel
ponden a esquemas lógicos y de motivación omnicomprensivos, basados en relevante a los elementos ideacionales. Debe indicarse que los autores reflec­
última instancia en premisas universales sobre la naturaleza humana. Sin tivistas, especialmente los constructivistas, están formados en los principios
embargo, el 11 de Septiembre muestra que puede haber más de una lógica y filosóficos básicos del pensamiento liberal 19• De hecho, hay que señalar que
que los problemas de identidad son centrales, favoreciendo así las posiciones el reflectivismo ha implicado una revalorización de ciertos elementos de la
que sustentan los enfoques reflectivistas16. En la medida en que el raciona­ tradición liberal que habían sido ignorados o, al menos, escasamente atendi­
lismo trate la identidad como algo exógeno a la formación de intereses y dos por los neoliberales del mainstream. Los reflectivistas ponen el acento
busque explicaciones únicas de la política mundial, estará renunciando al ti­ en el papel de las ideas a la hora de comprender la realidad internacional.
po de aproximación que podría permitimos entender mejor hechos como los Las ideas �valores, no1mas, conocimiento compatiido-- son claves para
del 11 de Septiembre 17• que los actores definan sus identidades e intereses. Estos significados inter­
subjetivos suelen estar incrnstados en prácticas sociales institucionalizadas, o
sea, en instituciones sociales. La consideración de todos estos elementos por
8.2. ANTECEDENTES TEÓRICOS EN LA DISCIPLINA parte del reflectivismo pretende revalorizar la exploración de las posibilida­
des de cambio en las relaciones internacionales.
La crítica reflectivista ha impulsado la reflexión sobre las prácticas aca­ Asimismo, algunos autores han querido ver un precedente de los enfo­
démicas convencionales. Hay que subrayar que dicha crítica supone la in­ ques reflectivistas en la tradición fenomenológica del estudio de la política
corporación a la disciplina de sensibilidades intelectuales provenientes de la exterior20. Sin embargo, es importante matizar que estos estudios se centran
teoría social. Además, permite recuperar ciertos elementos de algunas tradi­ en actores individuales, analizando factores cognitivos de orden subjetivo.
ciones teóricas que habían sido total o parcialmente olvidadas 18• En el prime­ De manera diferente, el retlectivismo se centra primordialmente en ideas, en
ro de estos aspectos ya se ha dicho que los enfoques retlectivistas fueron significados intersubjetivos compartidos por los miembros de un colectivo21 •
protagonistas de un giro sociológico e interpretativo que había gana_do con­ Es interesante apuntar que los estudiosos europeos de las Relaciones Inter­
siderable terreno en otras ciencias sociales. Las influencias teóricas que faci­ nacionales han presentado por lo general una inclinación sociológica ausente
litaron dichos giros fueron muy diversas. Pero, para lo que aquí nos ocupa,
1' Esta impronta liberal en la filosofia btísica de los constructivistas puede observarse en
15 S. Smith, "The
United States and the Discipline of lnternational Relations: 'Hegemonic muchas de sus contribuciones. Al respecto, ver: A. Wendt, "Anarchy is What States Make of
Country, Hegemonic Discipline"', l11íematio11al Stutlies Review, Vol. 4, n." 2, 2002, p. 83. lt: The Social Construction of Power Politics", l11tematio11al Organi:alion, Vol. 46, n." 2,
1
'' En relación con el papel de la identidad, más concretamente del papel de la religión, es 1992; J. G. Ruggie, "What Makes the World...", op. cit.; O. Waever, "Jolm G. Ruggie: Trnns­
de gran interés el artículo de D. Philpott, "The Challenge of Septernber 11 to Secularism in ln­ formation and lnstitulionalization". en l. Neumann and O. Wrever (Eds.), op. cit.
ternational Relations", World Politics, Vol. 51, n." I, 2002. 2
" Las obras más conocidas en esta línea son: R. Snyder, H. W. Bruk and B. Sapin, Deci­
17 S. Smith, "The United States and the Discipline...", op. cit., p. 83.
sio11-Maki11g as cm Approach to the Stuc(1• of'l11tematio11al Politicss, Princeton, Princeton Uni­
IX Además de subrayar que los enfoques reílectivistas representan el redescubrimiento de versity Press, 1954; R. Jervis, Perception all(/ Mispercepti011 in /11/ernational Relatitms,
algunos elementos olvidados en la historia de las Relaciones Internacionales, M. Khaler m1ade Princeton, Princeton University Press, 1976; R. N. Lebow, Between Peace ami War, Balti­
que dichos enfoques pueden entenderse como "una inyección de teoría social europea en una more, Johns Hopkins University Press, 1981.
disciplina crecientemente nmieamericanizada y extraordinariamente provinciana". Ver: M. 21 Esta observación es realizada por: J. G. Ruggie, "What Makes the World...", op. cit., pp.
Khaler, op. cit., p. 40. 12-13.
La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien�os del Siglo XXJ Capítulo 8: El Rejlectivismo: Orígenes, Coincidencias y Discrepancias 159
158

en los Estados Unidos. Respetados autores norteamericanos han destacado germen de dichos enfoques se encuentra en las críticas que autores como J.
recientemente esta circunstancia en la obra de investigadores para la paz es­ G. Ruggie, R. K. Ashley y R. W. Cox realizaron de la obra de K. N. Waltz25•
candinavos y alemanes, así como en la de autores franceses como R. Aron22 • En los capítulos precedentes hemos visto cómo desde posiciones realistas o
Aquí también puede incluirse la visión de A. Tmyol. Ésta queda claramente neoliberales se ha procurado refinar o completar la teoría neorrealista. No ha
expresada justo al comienzo de una de sus principales obras al manifestar: habido una rnptura plena con los presupuestos de esta teoría. Esto cambia
"La sociedad internacional, como toda sociedad, implica una trama de rela­ radicalmente con la entrada en escena de los enfoques reflectivistas. Para
ciones sociales, cuya nah1raleza ontológica constih1ye el primer problema ellos, la superación de las deficiencias del neorrealismo, así como también
que se nos presenta. Es un problema sociológico, y desde el ángulo de la so­ del neoliberalismo, muy particularmente en lo que atañe al cambio, sólo
ciología hay que enfocarlo..."23.

ial
puede lograrse si se lleva a cabo una profunda revisión de sus fundamentos
Por último, uno de los antecedentes del reflectivismo más renombrado ha ontológicos y epistemológicos.
sido la denominada "Escuela Inglesa" de Relaciones Internacionales. Auto­ Así, en primer lugar, los autores reflectivistas se alejan de la ontología

c
res de dicha escuela, tales como Wight, Bull o Watson, entre otros, han con­ materialista e individualista característica del racionalismo. Liberan a la on­

er
cebido el sistema internacional como una sociedad en la que existen institu­ tología de su subordinación a los requerimientos de la epistemología positi­
ciones básicas, nmmas y valores, comúnmente aceptados por los Estados, vista26. Sus presupuestos ontológicos, por el contrario, llaman la atención

om
que resultan clave para su funcionamiento. Sus obras han tenido cierta in­ sobre la relevancia de las ideas, de los significados intersubjetivos, en la de­
fluencia, paiticulatmente, sobre autores constructivistas y se han hecho in­ finición de los contornos de la realidad social. El énfasis en estos significa­

rc
terpretaciones de las mismas entendiéndolas como proto-constructivistas. Es dos es lo que pennite sostener, parafraseando a N. Onuf, que dicha realidad
curioso que, en los últimos años, el mainstream también haya redescubierto es la realidad que constmimos, el world of our making21• Por otra parte, la

lo
la escuela inglesa realizando lecturas de la misma afines al institucionalismo ontología reflectivista asume, en términos generales, la proposición de que
neoliberal 24• agentes y estructuras se constituyen mutuamente. A este respecto, la excep­

va
ción viene de la mano de los posmodernistas, ya que sostienen la imposibili­
8.3. COINCIDENCIAS Y DISCREPANC!AS EN LOS ENFOQUES RE­ dad radical de distinguir entre ambos conceptos y de abordar sus relaciones
FLECTIVISTAS

Las principales coincidencias entre los enfoques retlectivistas emergen en


s in mutuas.
En el plano epistemológico, los enfoques críticos al racionalismo se ca­
racterizan por la reflexividad teórica28. Por esta expresión debemos entender
ra
sus críticas al racionalismo y, en especial, al neorrealismo. De hecho, el
25 J. G. Ruggie, "Continuity and Transformation in the World Polity: Toward a Neorealist
t

22 Synthesis"; R. K. Ashley, "The Poverty of Neorealism"; R. W. Cox, "Social Forces, States


En este sentido se manifiestan: P. Katzenstein, R. O. Keohane and S. Krnsner, op. ci!.,
es

p. 674. Junto con Aron, puede mencionarse también a lvl. lvlerle. Entre sus obras más conoci­ and World Orders: Beyond lntemational Relations Themy". Las tres contribuciones están pu­
das, cabe citar: R. Aron, Pee y Guerrn rn/re las Naciones, 2 vols., Madrid, Alianza Editorial. blicadas en: R. O. Kehoane (Ed.), Neorealisms and lís Crilics, op. cit. A estas contribuciones,
Mu

l '!85 Y lvl. Merle, Sociología de las Relaciones lníemaciona/es, 5" ed., Madrid, Alianza Edi­ básicas para el nacimiento del reflectivismo, habría que aiiaclir el aitículo escrito algunos años
torial, 1994. más tarde por Ruggie y Kratochwill en el que ponen de relieve las contradicciones entre la on­
2'. A. Tru)'.ol, La Socieda /11temacio11al Madrid, Alianza Editorial, 5" ed., 1985, p. 17. En
d , tología y la epistemología del neoliberalismo. Ver: F. Kratochwill and J. G. Ruggie, "Intema­
una !mea surnlar podemos ubicar a lvl. Medma. Este autor confiere una notable importancia a
los aspectos sociológicos de la Relaciones Internacionales. Ver: M. Medina, Teoría de la So­ tional Organization: A State of the Art or an Art of the State", lnternational Organi:wtio11,
ciedad Imemacional, Madrid, Tecnos, 1979. Asimismo. es posible mencionar las recientes Vol. 40, n.º 4, 1986.
26 S. Smith, "Positivism and Beyond", op. ci!., pp. 17-18 y "The Fmty Years' Detour: The
111vest1gac1ones de C. del Arenal sobre In sociedad internacional
_ 24 Una de las obras de la "Escuela Inglesa" que, probable�1e11te, goza de más reconoci­ Resurgence of Nonnative Theoty in International Relations", lvlil/e1111i11111, Vol. 21, n.' 3,
nuento es: H. Bull, Tlie Anarcl1ical Society: A Síu<zv of Order in World Po!itics, London, 1992, p. 490.
tylacm1llan, 1977. Hace una lectura "proto-constructivista" de esta escuela: T. Dunne, "lnter­ 27 Este es, precisamente, el título de la primera obra en la disciplina cuyo autor se procla­
national Society: Theoretical Promises Fulfilled?", en Coopera/ion and Co11jlicl: Norclic ma constmctivista. Ver: N. G. Onuf, World ofOur Making ... , op. cit.
Jo!mwl oj fnll'matwnu/ Studies, Vol. 30, n.º 2, 1995. Para una lectura de la escuela inglesa 28 Con las líneas básicas de la "reflexividad teórica" parecen estar de acuerdo autores per­
mas cercana al m�1111strea111, _ver: T. Evans and P. Wilson, "Regime Theory and the English
School oflnternat1onal Relatlons: A Companson", Mille1111i11111, Vol. 21, n.º 3, 1992. tenecientes a los diferentes enfoques críticos. Puede consultarse, por ejemplo: R. Price and C.
160 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comien::os del Siglo XXI Capítulo 8: El Rejlectivis1110: Orígenes, Coincidencias y Discrepancias 161

la necesidad de reflexionar sobre el propio proceso de teorización. Los auto­ flectivista sobre las importantes implicaciones políticas que posee el debate
res reflectivistas muestran una preocupación por los propósitos políticos y metateórico29 •
sociales del conocimiento, los intereses y asunciones cognitivas del observa­ Estas son las principales coincidencias de los enfoques reflectivistas. El
dor y la forma en que los principales actores construyen sus imágenes del término reflectivismo fue utilizado por Keohane para referirse a un conjunto
mundo político. Rechazan el intento positivista de fonnular un conocimiento de corrientes intelectuales que tenían en común su disconformidad con las
objetivo que ponga al descubierto verdades empíricamente verificables. De posiciones dominantes en la disciplina. En realidad, dicho té1mino represen­
esta forma, los reflectivistas cuestionan una premisa básica del positivismo: tó una especie de gran categoría residual para agrupar todo lo que quedaba
la separación entre sujeto y objeto. No es posible distinguir entre el objeto de fuera del programa de investigación racionalista. Pero entre los diferentes
conocimiento, por un lado, y las construcciones teóricas y el propio teórico, enfoques reflectivistas hay divergencias, tanto ontológicas como epistemo­
por otro. Esta separación es transcendental para justificar la pretensión de lógicas, muy notables. En ocasiones, como ya se dijo en el capítulo 3, puede
descubrir el mundo "tal y como verdaderamente es". Dicho con otras pala­ llegar a pensarse en la corrección de englobar enfoques tan dispares bajo una
bras, aunque no sin importantes excepciones, los reflectivistas tienden a re­ misma denominación. En lo que sigue, se trata de establecer cuáles son los
chazar la noción de "verdad como correspondencia". principales aspectos en los que divergen los enfoques mencionados.
En cuanto a la metodología, los enfoques reflectivistas no aceptan el mo­ En lo que respecta a las cuestiones ontológicas, es patiicularmente en tor­
nismo, esto es, la existencia de un único método científico aplicable por no al eje materialismo-idealismo donde las trayectorias ontológicas de los
igual al estudio del mundo natural y del mundo social. Frente a la metodolo­ enfoques reflectivistas presentan no sólo matices propios, sino también algu­
gía positivista de brindar explicaciones científicas de los fenómenos sociales nas diferencias importantes. Puede constatarse que el constructivismo sus­
a través de leyes causales de carácter general, abogan por metodologías in­ tenta la idea de que el mundo social, y en concreto el sistema internacional,
terpretativas más apropiadas para la comprensión de la realidad internacional es una construcción humana basada en ideas compartidas. Está haciendo alu­
en contextos históricos contingentes. Con ello, quieren dar a entender la di­ sión a significados intersubjetivos socio-históricamente situados. Esto no
mensión eminentemente histórica del conocimiento humano. implica negar la existencia de hechos materiales brntos, pero sí implica des­
Por último, en el plano normativo, los nuevos enfoques críticos rechazan tacar el papel clave de la conciencia humana en la vida social30. Por tanto, el
la pretendida neutralidad axiológica del mainstream, destacando su carácter constructivismo, si bien no desconoce los factores materiales, adopta un
ideológico sostenedor del statu qua. De manera opuesta, asumen el com­ marcado énfasis idealista en viliud del cual tales factores cobran sentido de­
promiso ético y normativo de desenmascarar las esh11cturas de dominación pendiendo del entramado de significados intersubjetivos.
básicas, contribuyendo activamente a la praxis social y política transforma­ La teoría crítica abraza asimismo una ontología que entiende el orden po­
dora del orden social imperante. Estas últimas consideraciones ponen en evi­ lítico y social actual como un producto histórico, intersubjetivamente cons­
dencia la estrecha conexión entre teoría y práctica e ilustran la convicción re- truido. Dentro de esta teoría, los autores inspirados en la escuela de Frank-

Reus-Smit, "Dangerous Liaisons?: Critica! International Theoty and Constmctivism", Euro­ 29 S. Smith, "Positivism and Bcyond", op. cit.. p. 13; S. Guzzini, "A Reconstruction of
pean Joumal oflnternational Relations, Vol. 4, n.° 3, 1998, p. 261; M. Neufeld, Th e Restruc­ Construdivism...", op. cit., p. 156. Es necesario mencionar, como veremos con más detalle
turing of International Relations..., op. cit., pp. 46-47; V. S. Peterson, "Transgressing mils adelante, que un número importante de autores constructivistas ha relajado la conexión
Boundaries: Theories of Knowledge, Gender and lnternational Relations", Millen11i11111, Vol. típica del reflectivismo con lo nrnrnativo. Entre otros, así lo manifiesta: T. Hopf, "The Prom­
2 l, n.° 2, l 992, pp. 184-186; J. George, "lnternational Relations and the Search for a Thinking ise of Constructivism in lnternational Relations Therny", lntemational Securit\l, Vol. 23, n.º
Space: Another View of the Third Debate", lntemational Studies Quarter�v. Vol. 33, n.° 3, 1, 1998, p. 185. Paia un análisis de las cuestiones normativas, puede verse: l. Águirre Zabala,
'1989, p. 272. Ya en 1986, Frost escribió que, durante muchos años, a las Relaciones Interna­ "La Teoría Normativa de las Relaciones Internacionales, Hoy", Cursos de Derecho /11tema­
cionales les había correspondido "el dudoso honor" de hallarse entre las menos auto­ cio11al de Vitoria-Gastei=, 1995.
reflexivas de las ciencias sociales. Ver: M. Frost, Towards a Normative T/zeo,y of Jntema­ 30 E. Adler, "Seizing the Middle Ground ... ", op. cit.; J. G. Ruggie, "What Makes the
tiona/ Relations, Cambridge, Cambridge University Press, 1986, p. 11. World...", op. cit.
162 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXJ Capítulo 8: El Re.flectivismo: Orígenes, Coincidencias y Discrepancias 163

furt, influenciados predominantemente por la obra de J. Habermas31 , conti­ Quizá más que en otros casos, una breve referencia a la ontología del
núan poniendo el acento en los factores "ideacionales", lo cual les aproxima posmodernismo sólo es posible a expensas de grandes simplificaciones34• Al
considerablemente al constrnctivismo. En cambio, los autores críticos que menos en sus versiones más radicales, una lectura posmodernista de las rela­
responden más a una orientación neogramsciana32 muestran algún elemento ciones internacionales se centra en las prácticas discursivas que constituyen
diferencial. Coherentes con sus raíces en la tradición crítico-dialéctica del una determinada representación de la política internacional, entendidas como
materialismo histórico, prestan atención no sólo a factores "ideacionales" si­ un texto que debe ser interpretado en relación con otros textos. Los posmo­
no, además, a factores materiales. Con ello, quieren poner de relieve la rela­ dernistas entienden que no podemos conocer la realidad de manera indepen­
ción dialéctica existente entre la conciencia social y las condiciones materia­ diente de nuestro discurso sobre ella, lo cual les conduce a negar la existen­

ial
les de vida, relación clave en la exploración crítica de las posibilidades trans­ cia de un mundo externo desligado de la mente del observador. Así pues, to­
fo1mativas de las estrncturas históricas prevalecientes. Es posible que este da referencia al "mundo real" no puede ser sino en tanto experiencia de
interpretación del mismo. En consecuencia, la ontología del posmodemismo

c
vínculo dialéctico entre ideas y factores materiales explique el porqué A.
es radicalmente idealista35.

er
Wendt se inclina por ubicar la teoría crítica de inspiración neogramsciana en
la zona materialista de su mapa ontológico. En lo que concierne a la epistemología, las divergencias entre los enfo­
ques reflectivistas residen en las fonnas de valoración del conocimiento

om
El feminismo, al igual que otros enfoques reflectivistas en Relaciones In­
ternacionales, está marcado por la pluralidad de posiciones teóricas. Pese a científico, o dicho de otra manera, en si cabe hablar de una "fundación" so­
esta pluralidad, desde el punto de vista ontológico, las distintas posturas fe­ bre la que asentar dicho conocimiento. A diferencia del racionalismo que de­

rc
fiende una teoría "explicativa", el reflectivismo defiende una teoría "consti­
ministas convergen en poner de manifiesto que los significados intersubjeti­
tutiva" o "interpretativa". Para este último, no cabe conocer la realidad, sino
vos que configuran las estrncturas sociales están sesgados en términos de

lo
a través de las categorías teóricas con las que la interpretamos. La rnptura
género debido a las relaciones de dominación patriarcal. La vida social está
surge a la hora de valorar el conocimiento científico, emergiendo dos postu­
estructurada en términos de género, entendido éste como una construcción

va
ras claramente opuestas: una "fundacionalista", otra "antifundacionalista".
social basada en la dicotomía entre lo "masculino" y lo "femenino", privile­ Como expusimos en su momento, los enfoques reílexivistas no se identifican
giando todo lo asociado al primer tém1ino con el efecto, intencionado o no, con la promesa positivista de dotar a la ciencia de una fundación sólida. Pese
de perpetuar la dominación masculina. Debe señalarse que el feminismo33 , al
dar una relevancia excepcional al género, privilegia los factores "ideaciona­
les" en su comprensión de la realidad social. Pero, determinadas aproxima­
s in a este rechazo común del fundacionalismo "fuerte" del mainstream, los en­
foques reílectivistas están inmersos en un interesante debate sobre el status
ra
de la ciencia.
ciones feministas, como las de C. Enloe, que toman como punto de partida la Por un lado, pueden ubicarse las posturas de la mayoría de los enfoques
opinión de las mujeres y sus experiencias vitales, tienen asimismo muy en reílectivistas: constructivismo, teoría crítica y gran pmie del feminismo. La
t

cuenta las condiciones materiales de vida que hacen factible la construcción


es

posición de estos enfoques ha sido caracterizada como fundacionalismo


de identidades y representaciones colectivas sexistas. "mínimo" o "contingente"36. Los enfoques reílectivistas mencionados son
Mu

31 Valga como ilustración en este punto: A. Linklater, "The Achievements of Critica[ The­ 3
� S. Smith, "The Self-images of a Discipline ....", op. cit.. p. 25. Dentro de la enonne va­

ory", en S. Smith, K. Booth and M. Zalewski (Eds.), op. cit. riedad de posturas posmodemistas, no todas ellas compai1en el punto de vista radical que se
ha expuesto. J. George, por ejemplo, si bien se identifica con las perspectivas posmodernas,
32 R. Cox, "Influences and Commitments", en R. Cox, (Ed.), Approaches to World Order, rechaza explícitamente sus versiones más extremas. J. George. Discourses l!f' Glohal Poli­
Cambridge, Cambridge University Press, 1996: S. Gill, "Epistemology, Ontology, and the tics..., op. cit., p. 29.
ltalian School" en S. Gil!, (Ed.), Gramsci, Historie-al Materialism. and 111/emational Re!a­ 35 Algunos autores han llegado a referirse al posmodernismo más radical como "posmo­
tions, Cambridge, Cambridge University Press, 1993. dernismo subversivo". D. S. Jarvis, op. cit., en especial pp. 76-85.
33 Al respecto, ver la presentación de: J. True, "Feminism", en S. Burchill et al., op. cit. 36 Esta distinción es fonnulada en: M. Hoffmann and N. Rennger, op. cit., pp. 132-134.
Para una síntesis en castellano de la apmtación feminista a la teoría internacional, ver: B. Lo­ Estos autores hacen alusión a una "interpretación crítica", que aboga por un fundacionalismo
cher, "Las Relaciones Internacionales desde la Perspectiva de los Sexos", Nueva Sociedad, n.º "mínimo", y una "interpretación radical", que defiende una posición antifundacionalista. Para
una valoración crítica de esta distinción, ver: M. Doucet, "Standing Nowhere?: Navigating the
158, 1998. Third Route on the Question ofFoundation in Intemational TI1emy", 1v!il!e1111i11111, Vol. 28, n.º 2, 1999.
164 La Teoría de las Relaciones lntemacionales a Comien=os del Siglo XXJ

conscientes de que todo conocimiento está situado en un tiempo y en un es­


pacio específico. Reconocen que sus interpretaciones de la realidad social
son contingentes y parciales y, por tanto, sujetas siempre a reformulación y
contestación. Aun cuando rechazan el empirismo del mainstream, reivindi­
can el valor del conocimiento producido por la ciencia social. A través de
procedimientos específicos para "establecer la verdad", consensuados por los
miembros de la comunidad científica, los estudiosos argumentan en tomo a
la mayor o menor plausibilidad de sus interpretaciones, así como en tomo a
las consecuencias que una u otra opción tiene de cara a la práxis política. Al­ CAPÍTULO 9
gunos autores han aludido a la creciente "convencionalización" de un sector
del constructivismo, hecho que, a su juicio, se ha traducido en una aproxi­ EL REFLECTIVISMO MODERADO:
mación al fundacionalismo "fue1ie" positivista.
EL CONSTRUCTIVISMO
Por otro lado, puede detectarse la postura de los posmodemistas, y de al­
gunas feministas posmodemistas. Dicha postura representa el rechazo de to­
do tipo de fundaciones y, consecuentemente, de toda posibilidad de adjudi­
car méritos entre distintos enfoques teóricos. De este modo, los posmoder­
nistas más radicales adoptan una poshira antifundacionalista que niega
Entre los enfoques reflectivistas, el constructivismo es el que aparece más
cualquier status privilegiado a la ciencia, no reclamando para sus propias in­
tardíamente. Habrá que esperar a la segunda mitad de los años noventa para
terpretaciones un carácter científico. No puede hablarse de un mundo único,
que sea reconocido como un enfoque teórico diferenciado. Pese a esta cir­
sino de mundos de interpretaciones, es decir, textos que, a su vez, pueden ser
cunstancia, el constructivismo lleva camino de convertirse en el enfoque re­
libremente interpretados. La defensa de interpretaciones plurales y del valor
flectivista con mayor peso específico. Esto puede deberse a que encama un
equivalente de las mismas lleva a los posmodernistas a celebrar la diferencia
reflectivisrno moderado, en contraste con el reflectivismo más radical del re­
y el relativismo extremo.
sto de los enfoques. Ha sido habitual considerar que el constructivismo re­
presenta un punto intermedio entre las posiciones del mainstream y las posi­
ciones críticas más extremas'.
Dada su creciente relevancia, el constructivisrno es objeto en este trabajo
de un tratamiento más extenso. En buena medida, la exposición de los pre­
supuestos ontológicos y epistemológicos del constructivismo sirve de marco
para comprender los enfoques reflectivistas más radicales que serán analiza­
dos en el capítulo siguiente. Siguiendo el mapa de la disciplina trazado en su
momento, este capítulo abordará en primer lugar la posición del constructi­
vismo en relación con los dos debates que tienen lugar en el plano ontológi­
co: el debate materialismo-idealismo y el debate individualismo-holismo. A

1 Son varias las referencias a esta vocación de punto intermedio del constructivismo. Entre
ellas, cabe consultar: E. Adler, "Seizing the Middle Ground ... ", op. cit., p. 321; S. Smith,
"Reflectivist and Constructivist Approaches ... ", op. cit., p. 242; K. N. Jorgensen, "Four Lev­
els and a Discipline", en K. M. Fierke and K. E. Jorgensen, Co11str11cti11g Jnternational Rela­
tions: The Next Generation, New York, M. E. Sharp, 2001, p. 48
166 La Teoría de las Re/acio11es !11ternacio11ales a Comien:os del Siglo XXJ Capítulo 9: El Rejlectivismo Moderado: El Constructivismo 167

continuación, pasará a describir las principales aportaciones que este enfo­ tuno realizar algunas observaciones sobre este punto. Como vimos con ante­
que reflectivista efectúa en el plano epistemológico. rioridad, el neoliberalismo tiende a desplazarse en el cuadro nº 4 hacia la
parte idealista del eje horizontal. Pero, en primer término, los neoliberales no
conciben las ideas como parte de la estructura. En su lugar, consideran que
9.1. LA ONTOLOGÍA DEL CONSTRUCTIVISMO (I): EL DEBATE MA­ constituyen una variable sistémica, La estructura, consiguientemente, conti­
TERIALISMO-IDEALISMO núa respondiendo a una concepción netamente materialista. En segundo tér­
mino, las ideas en el planteamiento neoliberal contribuyen tan sólo a explicar
Este debate ha ido abriéndose paso en los últimos años. Aunque implícito el comportamiento de los Estados. En efecto, las ideas son una variable que
en las discusiones epistemológicas desde el comienzo del cuarto debate, su

ial
deja sentir sus efectos entre la estructura y las unidades. Los regímenes in­
aparición en la disciplina, con contornos bien definidos, es más tardía que la ternacionales, máxima expresión de las ideas en el planteamiento neoliberal,
del problema agente-estrutura que abordaremos en el apaitado siguiente. En se convierten en un notable elemento explicativo de la actividad que se re­

c
contraposición, tanto al neorrealismo como al neoliberalismo, el constructi­ gistra en diversos ámbitos internacionales. Sin embargo, los neoliberales, y

er
vismo sostiene la idea de que el mundo social, o más concretamente el sis­ ésta es una de las principales objeciones de los reflectivistas, no conceden a
tema internacional, es una construcción humana basada en ideas comparti­ las ideas la capacidad de constituir las identidades e intereses de los Estados.

om
das. Aquí los constructivistas se apoyan en la obra de J. Searle quien, al re­ Los autores constructivistas mantienen que lª estructura del sistema in­
flexionar sobre la construcción de la realidad social, puso el acento en los t�rnaciol}ªI está compuesta prllnorcfü1lmente por ideas. Dessler define dicha

rc
hechos sociales2. En este sentido, los hechos sociales existen porque ahi­ estructura no sólo en términos de recursos materiales, sino también en ténni­
buímos intersubjetivamente ciertos significados y funciones a determinados nos de ideas. En realidad, hay que precisar que Dessler habla de reglas. És­
objetos y acciones. Una vez que los representamos colectivamente, confi­

lo
tas son los medios a través de los cuales los Estados se comunican entre sí y
riéndoles una existencia, se convierten en realidad social, con consecuencias coordinan sus acciones. Una acción política no depende únicamente de las

va
reales. Estos significados intersubjetivos presentan propiedades estructurales capacidades físicas. Requiere también un marco de sentido que permita, por
en la medida en que definen los contornos relativos de la realidad social, una parte, hacer reconocible el uso de esas capacidades -como comporta­
convirtiendo ciertas acciones en aceptables o inaceptables, factibles o no fac­ miento intencionado y con sentido- y, por otra, suministrar la base de inter­
tibles, concebibles o inconcebibles.
Para el constructivismo, la ontología sobre la que descansa el nemTealis­
mo es abiertamente materialista. La definición de estructura como distribu­
s in acciones estatales que respondan a unas pautas4 . Por consiguiente, los cons­
tructivistas realzan el componente normativo o de ideas de la estructura.
Las reglas que forman parte de la estructura pueden ser de dos tipos: "re­
ra
ción de recursos de poder entre los Estados no deja resquicio alguno para las gulativas" y "constitutivas". Mientras que las primeras regulan una actividad
ideas. Esta crítica debe atemperarse al referimos al otro componente esencial existente con anterioridad, las segundas crean la posibilidad misma de dicha
t

del racionalismo: el neoliberalismo. Es cie1io que los neoliberales parten del


es

actividad5• Las reglas de etiqueta en las relaciones interpersonales o las re­


concepto de estructura neorrealista. Pero con la introducción de los regíme­ glas de conducción de vehículos se han puesto como ejemplos de reglas re­
nes internacionales dan cabida en sus planteamientos a ideas3 • Parece opor-
Mu

gulativas. En estos dos casos, la actividad que se quiere regular existía con
independencia de dichas reglas. Por el contrario, no puede decirse lo mismo
2 En este sentido se manifiestan: S. Guzzini. "A Reconstruction of Constrnctivism...", op.
Knoll'ledge. Poll'er. ami !11tematio11al Policy Coordina/ion, lntemational Organi::ation, Vol.
cil., pp 159-160; E. Adler, "Seizing the Mi<ldle Ground ...", op. cil., pp. 320 y 327-330; J. G. 46, n.ºl (special issue), 1992.
Ruggie. "What Makes the World...", op. cit., pp. 12-13 y 32-33. Todos ellos hacen referencias 4
D. Dessler, op. cit., pp. 453-454.
a.la citada obra de J.Searle corno una de sus fuentes de inspiración. 5 Esta distinción fue realizada en el artículo de J. Rawls, "Two Concepts of Rules",
3 Una mayor concreción sobre el papel de las ideas desde el punto de vista neoliberal
Philosophical Review, Vol. 64, n." l , 1955. Las consideraciones que se presentan en el texto
puede encontrarse en: J. Goldstein and R. O. Keohane, "Ideas and Foreign Policy: an Analyti­ sobre esta cuestión están basadas en la obra de J. Searle, La Construcción..., op. cit., pp. 44-
cal Framework", en J. Goldstein and R. O. Keohane (Eds.), Ideas and Foreig11 Policy: Belie_(',·, 47. Hacen referencias a dicha distinción, entre otros, D. Dessler, op. cit., pp. 454-458 y J. G.
l11stit111io11s, a11d Política! Cha11ge, lthaca, Comell University Press, 1993; P. Haas, (Ed.), Ruggie, "What lvlakes the World... ", op. cit., pp. 22-25.
168 La Teoría de las Relaciones l11temaciona/es a Comienzos del Siglo XXI Capíllllo 9: El Rejlectivismo Moderado: El Constructivismo 169

de actividades como el fútbol o el ajedrez, sin cuyas reglas respectivas no rácter fundacional8: es el caso del principio de soberanía territorial exclusiva,
tendría sentido hablar de ellas como tales. Es posible que la realidad no per­ constitutivo de la sociedad internacional westfaliana. Ésta no es la única re­
mita siempre distinguir tajantemente6 entre ambos tipos de reglas, pero la gla constitutiva fundamental. En el período de la posgueira, la forma institu­
distinción resulta analíticamente válida. Las reglas regulativas prescriben y cional del multilateralismo se ha convetiido en un principio arquitectónico o
prohíben determinadas conductas en ciertas circunstancias. Su desobediencia constitutivo de numerosas organizaciones y regímenes internacio11ales,.tanto
acarrea generalmente algún tipo de sanción. Las reglas constitutivas definen de alcance regional como universal. El multilateralismo de los constructivis­
el conjunto de prácticas que hacen viable un determinado tipo de actividad tas tiene poco que ver con la mera participación de una pluralidad de actores
social, al dejar claro qué se entiende por tal actividad. Quien incumple una en una organización regional o internacional. Ruggie entiende que el multila­
regla de esta naturaleza torna su comportamiento incomprensible para los teralismo es "una forma institucional que coordina las_ relaciones de tres o
demás participantes.· Así, pues, las reglas constitutivas tienen una función más Estados, basándose en principios generalizados de conducta"9. Esto es,
normativa en cuanto que proveen marcos de significados, ayudando a los principios que especifican lo que resulta apropiado para una clase de accio­
agentes a entender en qué situación se hallan y, consecuentemente, cuáles nes, sin atender a los intereses particularistas de las paties o a las exigencias
son en tal situación sus identidades e intereses. Dentro de la ontología cons­ estratégicas que puedan darse en situaciones específicas.
tructivista tienen cabida ambos tipos de reglas. Perolosautores constructi­ Los constrnctivistas consideran que la forma multilateral ha adquirido
vistas otorgan a las reglas constitutivas_ un papel central. Para J. G. Ruggie, una legitimidad internacional creciente para la solución de problemas. Su
estas reglas proporcionan "los cimientos institucionales de toda vida social. práctica generalizada ha implicado una gradual, pero importante modifica­
Ningún campo de actividad humana es imaginable sin ellas, incluida la polí­ ción de la propia institución de la soberanía. En fin, las reglas constitutivas,
tica internacional, aunque en este caso puedan estar menos desaITolladas que en cuanto generadoras de contextos históricamente contingentes, es decir, de
en muchas otras formas de orden social" 7. la propia sociedad internacional, dan forma al modo en que los agentes defi­
El constructivismo ha analizado la estructura de la sociedad internacional, nen sus identidades e intereses en cada momento histórico. Estos agentes, los
dedicando especial atención a las reglas constitutivas. A su juicio, la estruc­ Estados, no poseen una identidad e intereses dados, de manera previa y ex­
tura normativa internacional está estratificada. En un nivel más superficial se terna a la existencia de dichas reglas, ni se relacionan con ellas de forma me­
encuentran regímenes específicos�-compt1estos por reglas regulativas. Es ramente instrumental, como si fueran restricciones externas a la consecución
precisamente aquí donde se ubican las teorías del mainstream. En un nivel de sus intereses.
más fundamental se encuentran reglas más generales, reglas que constituyen La relevancia de las ideas, de los significados intersubjetivos, queda tam­
las instituciones sociales básicas de la vida internacional. Estas reglas condi­ bién patente en las reflexiones de A. Wendt sobre un terna central en las Re­
cionan las características esenciales de aquellas situadas en el nivel más su­ laciones Internacionales: la anarquía. Según este autor, la anarquía, en tanto
perficial. Dentro del nivel más fundamental pueden distinguirse algunas ins­ ausencia de una autoridad central, representa una definición vacía, carente de
tituciones sociales, con una dilatada trayectoria histórica, que tienen un ca- un significado intrínseco. La anarquía t)O se desprende necesariamente de un
sistema de auto-ayuda. El problema reside en que en la noción de estructura
del neorrealismo no están presentes significados intersubjetivos. Esto es de
6
No todos los autores constructivistas están plenamente satisfechos con esta distinción.
gran importancia porque los Estados actúan respecto a otros Estados, aten­
N. G. Onut� por ejemplo, entiende que, hasta cie1to punto, todas las reglas presentan tanto as­ diendo a los significados que les atribuyen. Actúan "de modo distinto hacia
pectos constitutivos como regulativos. Ver: M. Wind, "Nicholas G. Onuf: The Rules of Anar­
chy", en l. Neumann and O. Wrever (Eds.), op. cit., pp. 250-251.
7 J. G. Ruggie, "What Makes the World...", op. cit., pp. 24-25. En esta línea, pueden
' En torno a estas reflexiones, ver: D. Dessler, op. cit., pp. 468-469; C. Reus-Smit, "The
en�ontrarse una serie de contribuciones constructivistas que estudian reglas constitutivas Constitutional Structure of lnternational Society and the Nature of Fundamental Institutions",
básicas del sistema internacional moderno, como las de soberanía y territorialidad exclusiva. lntemational Orga11i:::atio11, Vol. 51, n.º 4, 1997, pp. 5 57-558.
9
N. G. Onuf, "Sovereignty: An Outline of Conceptual History", Altematives, Vol.16, n.º 4, J. G. Ruggie, "Multilateralism: The Anatomy of an lnstitution", en J. G. Ruggie, (Ed.),
1991; J. G. Ruggie, "Tenitoriality and Beyond: Problematizing Modemity in lntemational Multi/atem/is111 ,'vfatters: The Them:v and Prnxis o.fcm lnslitutional For111, New York, Colum­
Relations", lntenwtional Orgcmi:ation, Vol. 47, n.º l , 1993. bia University Press, 1993, p. 11.
170 la Teoría de las Relaciones [11temaciona[es a Comien=os del Siglo XXJ Capítulo 9: E[ Rejlectivismo Moderado: E[ Constrnctil'ismo 171

sus enemigos que hacia sus amigos, porque los primeros suponen una ame­ aspectos de una cultura hobbesiana. En cambio, la visión de los neolibe­
naza y los segundos no". Aunque la distribución de poder puede afectar en rales es mucho más nítidamente lockeana.
todo momento a los cálculos de los Estados, la manera concreta en que lo 3. Una cultura kantiana. Aquí, la representación del "otro" se efectúa en
haga dependerá de los entendimientos y expectativas intersubjetivas, de la términos de amistad. Su identidad es la ele un "amigo". Existiendo una
"distribución de conocimiento que generen sus concepciones del uno y el identificación positiva con el "otro", la ganancia propia viene dada por
otro" 10• En consecuencia, la formulación materialista de la estructura es insa­ la ganancia colectiva (comunidad). Hay una responsabilidad ele todos en
tisfactoria, puesto que no recoge la estrnctura institucionalizada de identida­ que esta última se produzca. Entre "amigos", las disputas se resuelven
des e intereses que otorga sentido a la acción en la vida internacional. sin recurrir ni a la violencia, ni a la amenaza y la regla de ayuda mutua
Analizando el planteamiento neorrealista, Wendt manifiesta, como aca­ frente a terceros es la que prima. La amistad es una relación que, tenien­

ial
bamos de señalar, que de la condición de anarquía no se desprende lógica­ do sus cimientos en la solidaridad y el "sentimiento ele comunidad", se
mente el principio de auto-ayuda. Éste representa una de las estructuras in­ establece con el deseo de que perdure en el tiempo. En estos casos, la

c
tersubjetivas posibles, pero no la única. Elaborando su punto de vista, Wendt propia identidad e intereses se definen incluyendo los del "otro", lo cual

er
hace alusión a tres "cultura�"cl.e la anarquía, a tres estructuras de significa­ hace posible una identidad y unos intereses colectivos compartidos por
dos compartidos-diferentes. El contenido de cada una de estas culturas de­ todos. En esta "cultura" cabe enmarcar los sistemas de seguridad colec­

om
pende de cómo el "yo" se identifica cognitivamente con el "otro". Precisa­ tiva o las "comunidades ele seguridad", de renovado interés para los
mente, el sentido de la anarquía y de la distribución de poder está estrecha­ constructivistas 12.

rc
mente ligado a las variaciones cognitivas que se produzcan. Las tres culturas
mencionadas por Wendt son las siguientes 11:
·-�- · -��

l. Una cultura hobbesiana. En esta cultura la representación del "otro" se 9.2. LA ONTOLOGÍA DEL CONSTRUCTIVISMO (II): EL DEBATE

lo
hace en ténninos de enemistad. Su identidad es pues la de un enemigo. INDIVIDUALISMO-HOLJSMO
Un "otro" de estas características no reconoce nuestro derecho a la exis­

va
tencia y está dispuesto a recurrir sin Hmite alguno a la violencia. Ante El debate incliviclualismo-holismo es quizá más conocido en la disciplina
ello, se ha de estar dispuesto a responder de igual manera. Es el mundo como el debate agente-estructura. Este debate sirvió a autores constructivis­
realista de la política de poder, en el cual la identificación negativa con
el "otro" es asbsoluta y la ganancia propia es la pérdida ajena.
2. Una cultura lockeana. En este caso, la identidad del "otro" es la de un
s in tas, que en la segunda mitad de los años ochenta se presentaban bajo la de­
nominación de "estructuracionistas", para plantear serias reservas a la onto­
logía del 111ai11strea111, en especiai a la ontología del neorrealismo waltzia­
ra
"rival" o "adversario". A diferencia de un enemigo, un rival es alguien no 13. Es necesario señalar que el problema agente-estructura goza de una
que, en un mundo ele Estados, reconoce nuestro derecho a la soberanía gran tradición en las ciencias sociales. A lo largo ele la historia ha recibido
t

territorial y está dispuesto a poner límites a la utilización ele la violencia


es

en un conflicto. Continúa rigiendo el principio ele auto-ayuda, ya que 12 Ver, por ejemplo: E. Adler ancl M. Barnett (Eds.), Security Com1111111ities, Cambridge,
cada actor persigue sus propios fines y sigue identificándose negativa­
Mu

Cambridge University Press, 1998.


mente con el "otro", en quien ve un competidor. Sin embargo, las condi­ 13 La teoría de la "estructuración" proveyó la base filosófica para la presentación construc­
ciones ele vida en esta "cultura", más relajadas y relativamente más se­ tivista del problema agente-estructura. Aunque fue ideado por A. Gidclens, el término
"estructuración" ha sido también utilizado para referirse a un grupo de teorías sociales que
guras, permiten confiar en mayor medida en los aliados. Wendt sugiere apuntan a la constitución mutua de agentes y estructuras. Sobre ellas puede verse: A. Gi<ldens,
que la visión realista del sistema internacional nacido tras la Paz ele Cent/'C/1 Proh/ems i11 Social Theurv: Actio11, Stmcture ami Co11tradictio11 in Social Tl1<!01:v,
Westfalia responde a una cultura lockeana, aunque entremezclada con Cambridge, Cambridge University. Press, 1979 y T/1<! Co11stitutio11 o/' Socic(v: Outline u/' the
Theurv o/' Structu/'Cltion, Cambridge, Polity Press, 1984; R. Bhaskar, The Possihility o/
Na/111:c,li,;m, Brighton, Harvester Press, 1979; D. Layder, Structurc, l11teractio11, al1il Socia[
10 A. Wendt, "Anarchy Is WhaL.", op. cit., pp. 396-397, Theorv, London, Routledge & Kegan Paul, 198 l; N. Thrift, "On the Detennination of Social
11 A. Wenclt, Social Theo,y of' b1tematio11al Politics, op. cit. La descripción de las tres Actio� in Space and Time", Socie(vand Space, Vol. l. n.º 1, 1983; P. Bourdieu, Outfine of'a
culturas puede encontrarse en el capítulo 6 ele esta obra. Theo1:vc!f'Practice, Cambridge, Cambridge University Press, 1977.
Capítulo 9: El Re.flectivismo Moderado: El Constructivismo 173
172 La Teoría de las Relaciones !11ternaciona/es a Comien�os del Siglo XXI

diferentes denominaciones, habiendo sido presentado bajo la forma de dico­ Estas consideraciones ponen de relieve que la labor de teorizar requiere,
tomías radicales como "individuo-sociedad", "actor-sistema", "parte-todo", al menos de manera implícita, patiir de cie1ios supuestos ontológicos respec­
"voluntarismo-detenninismo" o "subjetivismo-objetivismo". En nuestros dí­ to a la naturaleza de los agentes y las estructuras sociales, así como respecto
as, se dice con frecuencia que constituye el problema central de la teoría po­ al modo en que ambos se hallan interrelacionados. Según Wendt "hay bási­
lítica y social. Desde luego, ocupa un lugar preponderante en las Relaciones s:amente dos fonnas de enfocar esta cuestión: considerar ontológicamente
Internacionales 14• primitiva a una de las dos unidades de análisis o conferir a ambas un status
El problema agente-estrnctura en Relaciones Internacionales ha engen­ ontológico igual y por tanto irreducible" 16• Los constructivistas se distingui­
drado un importante volumen de literatura 15• En el fondo de este problema se rán por adoptar esta segunda forma. La plimera f01ma sugerida por Wendt
halla la convicción de que las ciencias que estudian el mundo humano están da origen a su vez a dos posibilidades, dependiendo de qué unidad de análi­
en presencia de agentes activos que, pese a los condicionamientos que su­ sis se elija como ontológicamente primigenia. Si es el agente estaremos
fren, son seres conscientes y con carácter reflexivo que tienen sus intencio­ hablando de individualismo, si es la estructura estaremos hablando de holis­
nes y participan en la constih1ción y eventual transformación de la propia vi­ mo o estructuralismo. La crítica fundamental que realiza el constructivismo
da social. Si, por una paiie, destacan el papel clave de la agencia humana en de estas dos posibilidades, especialmente de la primera, es que convie1ien a
el devenir de la vida social, por otra, remarcan que sus actuaciones tienen lu­ la unidad ontológicamente primigenia en algo dado y no problemático. Esto
gar en circunstancias históricas concretas que establecen un conjunto de lleva a que las teorías construídas bajo estos supuestos ontológicos no pro­
oportunidades y condicionamientos para dichas actuaciones. Queda así de blematicen la constitución y transformación, social e históricamente contin­
manifiesto el hecho de que, de algún modo, agentes y estructuras se hallan gente, de las propiedades básicas de la unidad escogida como originaria17.
mutuamente implicados en una relación dialéctica. De aquí la necesidad de El contenido de las posiciones individualistas y holistas ha sido expuesto
tomar conceptualmente en cuenta esta problemática al intentar aprehender la con anterioridad. Baste recordar aquí que el argumento individualista proce­
realidad social. de de "abajo-arriba", Las estructuras pueden traducirse o ser entendidas co­
mo el mero resultado de la actuación de los agentes. Estos, con identidades e
intereses dados, son pre-existentes a la vida social misma. De manera distin­
14 Debe establecerse una nítida distinción entre la cuestión de los niveles de análisis y el ta, en el caso del holismo, el argumento discurre de "aiTiba-abajo". Las es­
problema agente-estrnctura. Tal distinción fue puesta de relieve a raíz del debate entre A. tructuras cobran un carácter ontológicamente primitivo, mientras que los
Wendt y l\tl. Hollis y S. Smith al que se hace referencia en la nota siguiente. En realidad, el agentes no son sino un efecto, un producto de la lógica estructural, cuyo con­
problema agente-estrnctura. es decir, el papel que cabe atribuir a agentes y estructuras en la trol queda fuera de su alcance. Aquí, es la estructura del sistema, junto con
vida social, puede plantearse en todos y cada uno de los niveles de anúlisis. A este respecto,
puede verse especialmente una de las contribuciones de Wendt al mencionado debate: A.
sus necesidades de reproducción, la que es concebida como algo dado. A
Wendt, "Bri<lging the Themy/meta-theory Gap in lnternational Relations", Ri!view of{ntl!l'na- juicio de los constructivistas, las posiciones dominantes en la disciplina, tan­
tio11al Studies, Vol. 17, n." 4, 1991. to las neorrealistas como las neoliberales, estuvieron basadas en una ontolo­
15 La contribución que abrió la disciplina al problema agente-estructura fue el artículo de
gía individualista. Como ha escrito J. G. Ruggie, la respuesta a la pregunta
A. Wendt, "The Agent-structure Problem...", op. cit. A este a1iículo siguieron otras muchas
publicaciones, enh·e las que destacan las de D. Dessler, op. cit. y W. Carlsnaes, "The Agency­
¿de qué está hecha la realidad social internacional? Por pa1te del racionalis­
strncture Problern in Foreign Policy Analysis", lntl!rnatio11al Studies Quarter/¡,, Vol. 36, n.º 3, mo viene dada en términos utilitaristas: un universo atomista de unidades au­
1992. Además, Wendt protagonizó un interesante debate con M. Hollis y s.' Smith que tuvo tointeresadas, con identidades pre-establecidas y fijas, que son sensibles de
como punto de partida el libro de estos últimos E.\plai11i11g ali(/ U11d<'!'sta11dig in !11temational manera prácticamente exclusiva a intereses materiales. Estas unidades, acto­
Relations, Oxford, Clarendon Press, 1990. La postura de Wendt quedó recogida en los artícu­
los: "Bri<lging the Theo,y/meta-theory Gap in International Relations" y "Levels of Analysis res racionales, maximizan sus propias utilidades definidas en términos tales
l's.,Agents and Structures: Part [IJ", ambos en Review oflntemational Studies, Vol.17, n.º 4,
1991 y Vol. 18, n.º 2, 1992, respectivamente. Y la postura de Hollis y Smith en: "Beware of
Gurus: Strncture and Action in lnternational Relations" y "Structure and Action: Further 16 A. Wendt, "The Agent-structure Problem ...", op. cit., p.339.
Comment", ambos en Revie11• ofl11temational Studies, Vol. 17, n.º 4, 1991 y Vol.18, n.º 2, 17 lbidem, pp. 343 y 348.
1992, respectivamente.
174 la Teoría de las Relaciones lntemacionales a Comien::os del Siglo XXI Capíllllo 9: El Reflectivismo Moderado: El Co11strnctivis1110 175

como poder, seguridad y bienestar 18 • Esta es la razón por la que Ruggie, si­ man en las criaturas del mercado al que dieron vida"20• Otro tanto ocmTe en
guiendo a Ashley, ha calificado al mainstream como "neoutilitarista". el planteamiento neoliberal. Aunque igualmente individualistas en su origen,
Sobre todo en sus comienzos, las críticas del constructivismo se dirigie­ los regímenes internacionales, cuando entran en vigor, se convierten en mar­
ron al neon-ealismo. Pese a su vocación declaradamente estrnctural, la teoría cos de referencia que guían y orientan las acciones de los actores. Distin­
neorrealista ha sido atacada por descansar en una ontología individualista. guiéndose del concepto de estructura, el concepto de régimen internacional
Después de lo dicho en capítulos anteriores, este ataque deja de resultar sor­ representa una variable sistémica. Consiguientemente, la estructura o las va­
prendente. En principio, podrían llamar la atención las acusaciones de indi­ riables sistémicas no son reducibles a los atributos de las unidades. Esta cir­
vidualismo, cuando Waltz, uno de los principales autores neorrealistas, trata cunstancia es vital para justificar el peso que los neorrealistas confieren a va­

ial
de recalcar el carácter estrnctural de su teoría. Si bien desde una perspectiva riables estructurales y los neoliberales a vaiiables estructurales y, sobre todo,
teórica el neorrealísmo, al igual que el neoliberalismo, pueden conceptuarse sistémicas a la hora de explicar el compo1iamiento de los Estados. Sin em­
como estructurales o sistémicos, desde una perspectiva ontológica ambos bargo, no parece poder obviarse la cuestión de que el neoutilitarismo torna a

c
componentes del mainstream pueden calificarse de individualistas. El razo­ los Estados como unidades ontológicamente primigenias.

er
namiento del propio Waltz justifica este tipo de apreciación. Como apuntá­ Frente a las posturas dominantes en la disciplina, el constructivisrno,
bamos en el capíhllo 4, Waltz sostiene que "el sistema político internacional, acercándose más a la parte holista del eje ontológico, propugna una concep­

om
al igual que el mercado, es individualista en origen y está formado de mane­ ción "generativa" de la estructura social. Esta concepción, en contraste con
ra espontánea y no intencionada" 19• El sistema nace de la actividad de enti­ - lo que- ocurre en las posturas dominantes mencionadas, contempla los Esta­

rc
dades egoístas, los Estados, cuyos objetivos y esfuerzos no están concentra­ dos en términos relacionales, constituidos o generados por las relaciones in­
dos en crear un orden, sino en satisfacer sus propios intereses. Estas afirma­ ternas de "individualización" entre ellos21 . Los Estados no pueden ser conce­

lo
ciones de Waltz encuentran, en lo sustancial, un equivalente en el bidos como tales al margen de su posición en la estructura global. La estruc­
planteamiento neoliberal. Siguiendo con la analogía micro-económica, el tura está compuesta no por la distribución ele recursos de poder entre

va
neoliberalismo mantiene que los regímenes internacionales nacen como re­ entidades estatales preexistentes, sino por los principios organizativos del
sultado de las acciones, en este caso intencionadas, de actores racionales y sistema internacional, entre los cuales el más sobresaliente es el de "indivi­
dualización" (soberanía). Es precisamente la estructura, al margen de la cual
egoístas que buscan alc:mzar mayores ventajas absolutas. Parece, pues, que
el conjunto de autores racionalistas otorga una primacía ontológica a los Es­
tados sobre las estructuras.
s in los Estados ni tan siquiera podrían ser concebidos como tales, la que consti­
tuye las identidades e intereses de estas unidades políticas22.
ra
Pero también es cie1io que el 111ai11strea111 va más allá de lo que podría Es preciso señalar que el constructivismo no se adhiere a un holismo es­
considerarse una postura individualista típica. En el planteamiento neo1Tea­ tricto. De hecho, se opone a la "reificación" de la estructura que se produce
en las aproximaciones netamente estructuralistas. Como es sabido, la "reifi­
t

lista, la estructura acaba convirtiéndose en un factor que constriñe el com­


es

portamiento de los Estados. "Una vez formado. un mercado se erige en una cación" ocmre cuando la estructura es tratada como un objeto analíticamente
fuerza que las unidades constituyentes, actuando individualmente o en pe­ independiente de las acciones por las que fue creada. A. Wendt indica, ba­
Mu

sándose en la teoría de la estructuración, que para eludir la "reificación" de


queños grupos, no pueden controlar. En su lugar, en mayor o menor grado, a
medida que las condiciones del mercado varían. sus creadores se transfor-
211 /hidem, p. 134. En el debate mecionado (nota 15) entre Wendt, poruna parte, y Hollis y
Srnith, por otra, el primero destaca los aspectos individualistas en el planteamiento uc Waltz.
mientras que los segundos subrnyan los efectos de la estructura sobre los agentes. Lllla vez
tx J. G. Ruggie. "Wlmt Makes
!he World ... ", op. cil.. pp. 3 y 9. Un punto de visla similar constituida.
fue adoptado por gran parte de los autores constructivi:;tas. Para una descripción de las conse­ 21Las estructuras de carácter generativo son "conjuntos de relaciones internas". Por rela­
cuencias de la aplicación del paradigma liberal, o más concrctmnente, de la teoría micro­ ciones internas, Wendt entiende aquellas relaciones necesarias entre entidades en la medida en
económica a las Relaciones Internacionales, puede consultarse también: N. G. Onuf, The que dichas entidades dependen de ellas para su propia identidad. Ver: A. Wendt, "Thc Agent­
World o/Our Making .. . , op. cil., pp. [6-19. structure Problcm ... ", op. cit., p. 357
'' K. N. Waltz, Teoría de la Política h1temacio11al. up. cit., p. l 36.
1
22 lhidem.
176 La Teoría de las Relaciones lntemaciona/es a Comienzos del Siglo XXJ Capít11/o 9: El Rejlectivismo Moderado: El Constructivismo 177

las estructuras del holismo, deben tenerse en cuenta dos aspectos fundamen­ 9.3. LA ONTOLOGÍA DEL CONSTRUCTIVISMO Y LA CUESTIÓN
tales que diferencian las estructuras sociales de las naturales. El primer as­ DEL CAMBIO
pecto se refiere � que las estructuras sociales, a diferencia de las naturales,
"no existen independientemente de las actividades que gobieman"23. Las es­ La adopción de unas posiciones ontológicas nuevas es de gran importan­
tructuras sociales toman cuerpo solamente a través de las prácticas de los cia. Los autores constructivistas consideran que es vital para abordar más sa­
agentes. La estructura profunda del sistema internacional, por ejemplo, exis­ tisfactoriamente el problema del cambio. Este problema absorbe gran parte
te únicamente en virtud del reconocimiento de ciertas reglas y la realización de las críticas -no ya del constructivismo, sino del reflectivismo en gene­
de ciertas prácticas por los Estados. Si los Estados cesaran en ese reconoci­ ral- a la corriente principal en la disciplina. Ésta, especialmente en el caso
miento o en esas prácticas, el sistema internacional, tal y como está consti­ del neorrealismo, ha prestado al mismo escasa atención. Incluso los autores
tuido actualmente, desaparecería24• El segundo aspecto es que las estructuras neoliberales lo han tratado desde una perspectiva bastante restringida. La ra­
sociales, a diferencia de las naturales, no existen independientemente de las zón de esta circunstancia estriba, como en gran medida se ha expuesto con
concepciones de los agentes sobre lo que están haciendo mediante sus acti­ anterioridad, en las deficiencias ontológicas del racionalismo, deficiencias
vidades. En otras palabras, las estructuras sociales tienen una dimensión in­ que provocan una visión distorsionada de la realidad internacional2 7. La on­
herentemente discursiva15, es decir, son inseparables de las razones y formas tología neoutilitarista determina que las teorías racionalistas contemplen el
de entender que los agentes incorporan a sus acciones. comportamiento de actores pre-existentes en un mundo anárquico. Cualquier
Para el constructivismo, del mismo modo que las estruch1ras sociales son potencial de cambio, presente o futuro, en las identidades e intereses de los
ontológicamente dependientes de y, por tanto, constituidas por las prácticas actores o en la estructura del sistema queda fuera del alcance de dichas teorí­
y formas de entender de los agentes, los poderes causales e intereses de estos as. De modo opuesto, la ontología constructivista está mejor equipada para
agentes, a su vez, están generados y, por tanto, explicados por las estruch1- afrontar la cuestión del cambio. La importancia que se atribuye a factores
ras. En definitiva, agentes y estructuras, aunque ontológicarnente distintos, "ideacionales", así como la manera de tratar la relación entre agentes y es­
son entidades mutuamente constituidas. Cada una en cierto sentido afecta a tructura, propician una visión del cambio como algo posible. Esto no quiere
la otra: están co-dete_i:_minadas. Las estruch1ras sociales son el fruto de las decir que el cambio sea necesariamente fácil. En ocasiones, los significados
consecuencias intencionadas o no de la acción humana. Asimismo, la acción intersubjetivos pueden ser extremadamente difíciles de remover, frenando en
humana presupone o se halla mediatizada por un contexto estructural irredu­ consecuencia las posibilidades de transformación. En palabras de A. Wendt,
cible26. el qu_e "los mundos de la política de poder sean socialmente construidos", no
quiere decir que sean maleables28 • Pero cabe señalar que, en la medida en
que dichos mundos constituyen realidades intersubjetivamente estructuradas
13 En este punto Wendt sigue a Bhaskar. Ver la obra de este último The Possibilitr o(Na-
· · a través de las prácticas de los agentes, el potencial de cambio permanece en
turalism. op. di., pp. 48-49. manos de esos mismos agentes.
14 A este respecto, Wendt razona que la guerra fría existió en tanto estructura instituciona­
lizada de identidades e intereses que orientó las prácticas de la política exterior de los Estados.
Es pe1tinente realizar aquí algunas observaciones adicionales sobre la di­
Cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética decidieron que dejaban de ser enemigos, la ferente concepción de los agentes, en general, y de los Estados, en particular,
guerra fría dejó de ser una realidad. Ver A. Wendt, "Anarchy is What... ", op. cil.. p. 397. por parte de autores racionalistas y constructivistas. Los primeros asumen un
1' A. Wendt, "Collective ldentity Formation and the lnternational State", American Politi­
tipo de actor cuyo comportamiento, tendente a maximizar la utilidad, sigue
cal Science Revieir, Vol. 88, n." 2, 1994, pp. 389-39 l. la "lógica de la conveniencia". Estos actores, con unos intereses dados, se
16 A. Wendt, "The Agent Structnre Problem... ", op. cit., p. 360. Es interesante destacar
que Wendt ha modificado su enfoque del problema agente-estructura. Así, ha preferido poner
énfasis en el concepto de supervenience que, con respecto a su posición incial de "constitu­
ción mutua", implica una relación menos simétrica entre agentes y estructuras. Ahora, Wendt tochwil, The Retum ofCult11re and ldentity in IR Theo1:v, BoulderCo., Lynne Rienner, 1996,
sostiene que "la estmctura del Sistema de Estado� es dependiente de las propiedades de los pp. 48-51 y Social Theo1y ofl11temalio11al Politics, op. cit., pp. 155-156.
Estados y las propiedades de los Estados, incluyendo sus identidades, son dependientes, en 27 J. G. Ruggie, "What Makes the World... ", op. ci/., p. 37; F. Kratochwill, "The Embar­
una medida significativa aunque menor, de las propiedades del Sistema de Estados". Ver: A. rassment of Changes... ", op. cit.
Wendt, "ldentity and Structural Change in Intemational Politics" en Y. Lapid and F. Kra- 28 A. Wendt, "Anarchy is What... ", op. cit., p. 41l; T. Hopf, op. cit., pp. 180-181.
178 La Teoría de las Relaciones lntemacionales a Comien=os del Siglo XXI Capítulo 9: El R�flectivismo Moderado: El Co11str11ctivis1110 179

enfrentan a una serie de opciones y eligen el curso de acción que es más constrnídas, aunque la relevancia de identidades singulares y el compromiso
conveniente para el logro de los mismos. En la concepción constrnctivista, que se asuma con cada una de ellas variarán atendiendo al contexto en que se
los agentes actúan según la "lógica de lo apropiado". Esta lógica responae al encuentre. Como vimos, la f01ma de actuar de un agente sigue la "lógica de
siguiente tipo de preguntas: "¿qué tipo de situación es ésta?, ¿quién soy, cuá­ lo apropiado", guiándose por los significados intersubjetivamente asignados
les son mis obligaciones?, ¿cuál es la elección más apropiada para mí eh esta a las diferentes situaciones, significados que se hallan incrnstados en prácti­
situación?"29 Las reglas constitutivas a las que hemos aludido, en tanto que cas sociales. Una vez que la estrnctura ha sido institucionalizada, puede ser
dotan de sentido a las acciones sociales, ayudan a responder a estas pregun­ dificil ele cambiar. Pese a ello, lo esencial del planteamiento constrnctivista
tas. Los agentes son seres conscientes y reflexivos que toman decisiones so­ permanece: "las identidades e intereses, constituidos por significados colec­
bre el modo de actuación más apropiado, a través de un proceso de juicio ra­ tivos, están siempre en proceso", es decir, dependen para su reproducción ele

ial
zonado. En ese proceso siguen las reglas que les ayudan a dete1111inar cuál es las prácticas ele los agentes. Cambiando las prácticas, cambiará el conoci­
-su identidad o su papel en una situación dada. La interpretación y aplicación miento intersubjetiva que constituye el sistema32 . A este respecto, los cons­

c
de una regla no es un proceso mecánico, sino que está siempre marcado por trnctivistas han problematizado los vínculos históricamente contingentes en­

er
la impronta personal de los agentes. Éstos, además de reproducir las estruc­ tre el Estado y la soberanía, entendida esta última como una regla constituti­
turas n01mativas, pueden también modificarlas con su propia práctica. Esto va fundacional de la sociedad internacional moderna o westfaliana. Han

om
ocutTe cuando cambian las condiciones fundamentales, surgen nuevas posi­ destacado que la identidad ele los Estados modernos, como soberanos ten-ito­
bilidades o restricciones o hacen sentir su presencia nuevos actores30. Cabe riales debe ser concebida como una construcción social, producto del mutuo

rc
insistir en que, por una parte, la estructura constituye a los agentes y dota de reconocimiento como tales por los propios Estados en su interacción social.
significación a sus acciones y, por otra, de manera mutuamente recíproca, Las estructuras, en este caso la institución ele la soberanía, son puestas en
los agentes, a través de sus propias prácticas, generan la estructura, reprodu­ marcha por las prácticas de los agentes. Estos producen, reproducen y llegan

lo
ciéndola o transformándola en el tiempo gracias a las consecuencias, a modificar la estructura. Por ello, "los Estados pueden ser definidos gracias
a la soberanía, mientras que la soberanía puede ser definida gracias a las in­

va
intencionadas o no, de sus acciones.
Este tipo de reflexiones, con sus repercusiones sobre la cuestión del cam­ teracciones, a las prácticas de los Estados". Ni el Estado ni la soberanía de­
bio, no son posibles desde las posiciones ontológicas del racionalismo. Los berían entenderse como "dados, fijos e inmutables"33. La soberanía no ha de
constructivistas entienden que la constitución de los agentes es en buena par­
te fruto de la interacción social entre ellos mismos, por lo cual su identidad e
intereses no son previos, ni exógenos a dicha interacción, sino que emanan
s in verse como una realidad temporalmente invariable, sino como una realidad
sujeta a procesos de reproducción y transformación a través de las prácticas
de los Estados, tal y como puede constatarse en la evolución histórica de la
ra
como algo intrínseco a la propia vida social. La definición de la identidad e propia sociedad internacional moderna3.¡.
intereses de los agentes es eminentemente contextual. Es previsible que los
t

agentes definan su identidad en términos diferentes de acuerdo con el tipo de


es

situación en la que se encuentran. Los constructivistas suscriben la idea ele es abundante. Tan sólo a modo de ejemplo, ver: fvl. Barnett, "lnstitutions, Roles, and Disor­
que un Estado en la práctica puede representar "muchos Estados diferen­
Mu

der: The Case of the Arab States System", /11tematio11al Studies Quarter(l', Vol. 37, n." 3,
tes"31. Un agente estatal puede poseer múltiples identidades socialmente 1993; T. U. Berger, "Norms. [dentity, and National Security in Germany and Japan", en P.
Katzenstein (Ed.), up. cit.; l. Neumann, "Collectivc [dentity Formation: Self and Other in ln­
ternational Relalions", E11ropea11 Joumal of'lntemational Re!ations, Vol. 2, n." 2, 1996.
29 32 A. Wendt, "Anarchy Is What...", vp. cit., p. 407.
A. Hasenclevcr, P. flfayer y V. Rittbergcr, "Las Teorías de los Regímenes... ", op. cit., p.
33 T. J. Biersteker and C. Weber, "The Social Construction of State Sovereignty", en T. J.
525; J. Checkel. "The Constructivist Turn...", op. cit., pp. 326-327. La distinción entre la "ló­
gica de las consecuencias" y la "lógica de lo apropiado" fue planteada primeramente en estos Biersteker and C. Weber (Eds.), Sta/e Sovereignty as Social Construct, Cambridge, Cam­
tér¡ninos en: J. March and J. Olsen, Rediscovaing J11stitutio11s: The Orga11b1tiv11al Basis o/ bridge University Press, 1996, p. 11; A. Wendt, "Anarchy [s What...", op. cit., p. 412-415.
Politics, New York, Free Press, 1989. A esta obra se refieren los dos aitículos mencionados. Unas primeras reflexiones sobre esta cuestión fueron expuestas en: J. G. Ruggie, "Continuity
3° F. Kratchowill and J. G. Ruggie, "lnternational Organization...", op. cit., p. 770. and Transformation in the World Polity ... ", op. cit.
31 T. Hopf, op. cit., pp. 176 y 193. En el mismo sentido reflexiona: A. Wendt, "Anarchy is 34 S. Barkin and 8. Cronin. "The State and lhe Nation: Changing Norms and the Rules of
What...", op. cit., pp. 397-398. La literatura constructivista sobre la cuestión de las identidades Sovereignty in International Relations", h1temational Orga11i=t1tio11, Vol. 48, n.º [, 1994.
180 La Teoría de las Relaciones /11ternacio11a/es a Comien:os del Siglo XXJ Capítulo 9: El Re/lectivismo Moderado: El Co11structivis1110 181

La definición de las estrncturas en términos de ideas y la "síntesis dialéc­ cimiento último que, en efecto, se conesponda con la realidad per se". Esto
tica" en la que se funden agentes y estrncturas penniten contemplar la cues­ mina la pretensión positivista de recunir a hechos objetivos externos "como
tión del cambio desde una óptica considerablemente más atractiva. La conso­ fundación de nuestro conocimiento, como base del método científico" 37•
lidación del constructivismo corno un enfoque diferenciado dentro del reflec­ Sin embargo, una parte del constructivismo, aunque claramente partidaria
tivismo en la segunda mitad del decenio de los 90 puede no ser ajena a esta de las teorías constitutivas, no renuncia a las teorías explicativas. Así, por
circunstancia. El comienzo de este decenio está marcado por cambios histó­ ejemplo, uno de los autores más destacados de este grupo de constructivistas,
ricos de gran transcendencia en la vida internacional. Cabe sugerir que el as­ A. Wendt, reconoce, por una pmie, que es dificil separar lo que "vemos" en
censo del constructivismo está asociado precisamente a su mayor capacidad la realidad internacional de nuestras "lentes" conceptuales; pero, por otra
teórica, al menos con respecto a los enfoques racionalistas, para dar cuenta parte, sostiene que "a la larga el trabajo empírico puede ayudarnos a decidir
del cambio. qué conceptualización es mejor"38. Este compromiso con el uso de la evi­
dencia empírica, como criterio para juzgar sobre los méritos de diversas teo­
rías en competencia, puede constituir, según algunos autores, un acercamien­
9.4. LA EPISTEMOLOGÍA DEL CONSTRUCTIVISMO to al positivismo de los enfoques racionalistas.
En cualquier caso, no todos los autores constrnctivistas participan de este
El propósito de este apartado es tratar las posiciones epistemológicas del acercamiento a las posiciones epistemológicas del mainstream. Autores co­
constructivismo. Es posible sostener que también en este campo pueden de­ mo Kratochwill y Ruggie están comprometidos con una epistemología pos­
tectarse diferencias sustanciales entre el mainstream y este enfoque reflecti­ positivista que destaca la necesidad de comprensión histórica de los procesos
vista. Sin embargo, algunos autores han querido ver en el terreno de la epis­ sociales. Así, son conscientes de las especificidades históricas de los fenó­
temología una cierta "convencionalización" de buena parte de los autores menos sociales y, por ello, tratan de ser precavidos respecto a las generaliza­
constructivistas. Dejando a un lado las posturas más decididamente posposi­ ciones que lleguen a formular39. Reconocen que sus interpretaciones de la
tivistas del resto de los enfoques reflectivistas, J. Checkel ha llegado a suge­ realidad social poseen un carácter contingente y parcial, ya que sus propios
rir, quizá de manera exagerada, que la epistemología constituye un terreno conceptos y aptitudes están teñidos por las particulares circunstancias histó­
común para racionalistas y constructivistas35• ricas que les ha tocado vivir. En un conocido artículo, en el que criticaban
La distinción entre teorías explicativas y teorías constitutivas puede resul­ las contradiciones ontológicas y epistemológicas de la teoría de los regíme­
tar útil como punto de pmiida de la discusión epistemológica. El reflectivis- nes, Kratochwill y Ruggie afirmaban que no existía una referencia externa
1110 en general se distingue por la importancia que atribuye a las teorías cons­ desde la que observar dichos regímenes tal y como "verdaderamente" eran.
titutivas o interpretativas. En franca oposición al positivismo, los enfoques Desde un punto de vista ontológico, el concepto de regímenes destacaba la
retlectivistas rechazan la distinción entre sujeto y objeto. Estos enfoques impo1iancia de las ideas, es decir, de principios, nonnas y reglas. Sin embar­
compaiien la visión de la teoría como constitutiva de la realidad a conocer. go, desde un punto de vista epistemológico, los neoliberales pretendían so­
Dicho de otra manera, no conocemos la realidad, sino a través de las catego· meter a un contraste empírico su teoría de regímenes. Aquí residía precisa­
rías teóricas con las que la interpretamos. Por tanto, el "conocimiento de la mente la contradicción aptmtada'w.
realidad" es socialmente construido36. J. George argumenta que "el mundo es
siempre una 'cosa' interpretada y es siempre interpretada en condiciones de
desacuerdo y conflicto, en uno u otro grado". Por ello, "no puede haber un Jl J. George, Discourses 1!(Global Politics ... , op. cit., pp. 22 y 24.
.1x A. Wendt, Social Them:i• o/111tenwtio11al Politics, op. cit., pp. 5 y 3 7.
cuerpo común de datos observables a los que podamos recmúr para garanti­ 39 A este respecto Ruggie previene que "mientras pueda haber generalizaciones tipo ley en
zar un conocimiento neutral, objetivo del mundo. No puede haber un cono- la tm11�for111acio11 de la era medieval a la moderna, no las hay desde ella". A su juicio, el es­
tudio de las transfonnaciones históricas requiere una postura epistemológica muy diferente de
la convencional. Ver: J. G. Ruggie, "Te1i-itoriality and Beyond ... ", op. cit., pp. 169-170.
35 J. Checkel, "The ConstructivistTurn...", op. cit., pp. 326-327. 4° F. Kratochwill and J. G. Ruggie, "lntemational Organization ...", op. cit., pp. 763-764.
3" S. Guzzini, "A Reconstruction ofConstructivism...", op. cit., pp. 159-160. En igual sen­
Ruggie reconoce, también, el carácter contingente de sus interpretaciones en: "What Makes
tido argumenta: F. Kratochwill, "Constructing a New Otthodoxy... ", op. cit., p. 91. the World...", op. cit., p. 35.
182 La Teoría de las Relacio11es !11temacio11ales a Comien::os del Siglo XXI Capítulo 9: El Reflectivismo Moderado: El Constructivismo 183

La crítica del fundacionalismo característico del positivismo no quiere "en lo que se refiere a la epistemología de la investigación social soy un fir­
decir que estos autores abracen un relativismo extremo. Para ellos, nuestras me creyente en la ciencia ...soy un 'positivista'"45• Sin embargo, al referirse a
interpretaciones no son meramente arbitrarias e idiosincrásicas. La ciencia es la "convencionalización" de la epistemología de patie del constructivismo, es
una práctica social de la comunidad científica. Como miembros de la misma, decir, a su aproximación al positivismo racionaiista, es necesario hacerlo con
los científicos comparten ciertos significados intersubjetivos, "cietios códi­ prudencia. De hecho, en mi opinión, la afim1ación de Went "soy un positi­
gos que sirven como fundamento de nuestros argumentos y proyectos". En vista" ha contribuido más a confundir que a clarificar. La creencia en la
cualquier caso, este fundamento es de carácter contingente puesto que tales ciencia de autores como W endt no tiene nada que ver con los postulados po­
significados intersubjetivos, tales códigos son "a1iilugios históricos y culht­ sitivistas. Wendt asienta sus convicciones epistemológicas sobre una escuela
rales"4 1. El propósito de los científicos es ofrecer interpretaciones de la reali­ de la filosofía de la ciencia conocida como "realismo científico". Esta escue­

ial
dad que sean verosímiles y creíbles para otros que están examinando los la afirma que la investigación científica trabaja en gran medida con "inob­
mismos acontecimientos42. Dichas interpretaciones pretenden ser convincen­ servables", con entidades ele las que, al menos en principio, no se puede te­

c
tes y generar certeza. Una manera de lograr esto puede ser la exposición de ner una experiencia sensorial directa. Da un paso impmtante al defender el

er
los resultados de eshidios empíricos, puesto que los constructivistas "no nie­ status ontológico real ele entidades y procesos no observables, en tanto en
gan la posibilidad de hacer referencia a lo que percibimos en el mundo. Pero cuanto puedan producir efectos detectables o permitir la intervención en el

om
recalcan que los acontecimientos no se auto-organizan en una explicación mundo observable a través de su manipulación46 . Este es el estado de cosas
evidente, en "una explicación que es la única objetivamente posible"43. El normal, dicen los realistas científicos, en la práctica diaria, tanto en las cien­

rc
objetivo es ordenar los eventos en una trama convincente que genere una in­ cias naturales como en las ciencias sociales. Entidades inobservables pueden
terpretación coherente y plausible de la realidad estudiada. Además, los pro­ serlo, tanto la estructura del átomo como la estructura del sistema interna­
cional. Wendt sugiere que, pese a la existencia de importantes diferencias

lo
cesos de evaluación de los méritos relativos de las distintas teorías deben te­
ner en cuenta los intereses y valores normativos que se encuentran tras ellas. ontológicas entre los objetos de las ciencias natmales y las ciencias socia­
les-l7, no cabe hablar de una diferencia epistemológica fundamental entre

va
Dichos procesos deben estar presididos por la reflexividad teórica. Esto pue­
de ayudar a tomar conciencia de que optar por una determinada descripción ellas. Por tanto, parte del constructivismo llega a ser partidario del natura­
de los hechos en lugar de por otra "tiene consecuencias sobre nuestra com­ lismo, de un monismo metodológico, aunque esto se produce, y es preciso
prensión y nuestras acciones". En último término, tal opción "repercute en
nuestros esfuerzos por resolver los problemas en la práctica 44. En definitiva,
11

estos autores constructivistas, junto a buena parte ele otros enfoques retlecti­
s in subrayarlo una vez más, apoyándose en una filosofia de la ciencia que en
gran medida representa una crítica del positivismo-l�.
ra
vistas, se muestran patiiclarios de un fundacionalismo mínimo, de un funda­ 45 A. Wendl, Social Thl'1nyo(/11tl'mational Politics, op.cit.. pp. 39-40.
cionalismo contingente.
t

"' A. Wemlt, "The Agent-structure Problem... ", o¡,. cit.. p. 352. Para una presentación
Volviendo a posturas constructivistas más convencionales, puede indicar­ general de los contenidos del "realismo científico". ver: W. Outhwaite, Nc11· Philoso¡,hfrs 0/
es

Social Scicn1·e: Realism. He r111rne111icv allif Critica/ Thmn•, New York, St.lvlartin's Press.
se que alguno de los autores que se sitúan en ellas no entienden, como seña­ 1987.
Mu

lan Kratochwill y Ruggie, que necesariamente una ontología idealista deba ir 47 A. Wendt, "On Constillltion ... ", op. cit.. pp. 102-104. Asimismo, expone las diferencias
acompañada por una epistemología pospositivista. A. Wendt sostiene que entre el "realismo científico", que él asume, y el "empirismo" del nwinstream en: Social
Thi'OIT o(/11tl'matio11a/ Politics, op. cit., capítulo 2 .
41 F. Kratochwill. "Acción y Conocimiento Histórico: La Construcción <le Teorías de las . ,s·Es necesario reconocer._ _en línea con lo expresado anteriormente. que algunas manifes­
lacwnes de autores wns1uct1v1stas conlnbuyen a crear ambigüedad sobre su posición episte­
Relaciones Internacionales", Foro !11tenwcio11al, Vol. 39, n." 4, 1999, p. 609 y "Constructing mológica. Jepperson, Wendt y Katzenstein, refiriéndose a los ensayos de orientación cons­
a New Orthodoxy... ", op. cit., en especial pp. 75-76 y 90-93. En sentido similar: S. Guzzini, truct1v1sta contenidos en una obra colectiva que ellos editan, sostienen que dichos ensayos "no
dcpenden
_ de unu epistemología o metod?logía especial". Se refieren de manera imprecisa al
"AReconstruction ofConstructivism... ", op. cit.. pp. 159-160. caracter convenc1onal de su metodolog1a y cnt1can a otros autores constructivistas, como
42 . G. Ruggie.
J "Epistemology, Ontology, and the Study of lnternational Regimes", en J. Ruggie y Kratochwill, por no haber definido con mús exactitud su método "interpretativo".
G. Ruggie (Ed.), Constmcting the World Po/ity ... , op. cit., p. 94. Ver: R. L. Jepperson, A. Wendt and P. Katzenstein, "Norms, ldentity. And Culture In Na­
4! R. Price and C. Reus-Smit, "Dangerous Liaisons... ", op. cit., p. 273. tional Security", en P. Katzenstein (Ed.), The Culture of'National Securitv: Norms mul kil'n­
44 F. Kratochwill. "Acción y Conocimiento Histórico... ", op. cil., pp. 591 y 6 04. litr in World Politics, New York, Columbia University Press, 1996, pp. 65-67.
184 La Teoría de las Relaciones fnlemacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo 9: El Rejlectivismo Moderado: El Conslmclivismo 185

En efecto, el realismo científico cuestiona el modelo nomológico­ medida se CotTespondan con los estados del mundo... La prueba para ambas
deductivo propio del positivismo lógico. El realismo científico considera que reside, en última instancia, en su relación con el modo en que el mundo fun­
la investigación debe ir más allá de la búsqueda de regularidades y la fotmu­ ciona"52. Es, en todo caso, en este terreno en el que pueden observarse algu­
lación de generalizaciones que no implican otra cosa que la mera concatena­ nas coincidencias epistemológicas entre el mainstream y ciertos sectores del
ción de acontecimientos que se suceden en el tiempo. La investigación debe constructivismo, al no despegarse ni unos ni otros de una cierta referencia al
aspirar a explicar y, para ello, es necesario identificar los mecanismos causa­ mundo exterior.
les subyacentes que hacen de un evento algo naturalmente necesario. De El planteamiento de este reflectivismo más moderado ha sido objeto de
aquí que el realismo científico mantenga una visión "retroductiva" de la ex­ distintas críticas. E. Ringman ha insinuado la incoherencia de, por un lado,
plicación causal, "mostrando cómo operan los mecanismos causales que proclamar una adscripción constructivista y, por otro, adoptar una epistemo­
hacen posibles las regularidades observables 49• En las ciencias sociales, ello
11
logía "realista". Según este autor estas dos posiciones no son reconciliables:
implica identificar los mecanismos formados por ideas, en la medida en que "de acuerdo con el realismo científico, el mundo crea las representaciones
ellas proveen motivación y energías "para la acción" 50. A modo ilustrativo, que tenemos de él; de acuerdo con el constructivismo, nosotros creamos las
puede entenderse que la estructura intersubjetiva de identidades e intereses representaciones que tenemos del mundo" 53. En otro orden de cosas, desde
que conformó la guerra fría fue la causa de los comportamientos de descon­ el propio constructivismo han surgido voces refiriéndose al distanciamiento
fianza y hostilidad mutuos entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. de aquellos autores consh·uctivistas más próximos al mainstream respecto a
Además de explicaciones causales que difieren sustancialmente de las que las cuestiones normativas y, en particular, respecto a las cuestiones de poder.
provee el positivismo, Wendt manifiesta que la ciencia utiliza también "ex­ Estas voces denuncian que los autores citados parten en sus análisis de re­
plicaciones no causales" o constitutivas. Estas últimas explicaciones, tan presentaciones colectivas, de significados intersubjetivos, para pasar a conti­
científicas como las causales, pretenden analizar las propiedades de las co­ nuación a establecer su impacto sobre las propiedades y comportamientos de
sas, estableciendo como referencia las estructuras en virtud de las cuales los Estados, sin problematizar, sin poner en cuestión, cómo esas representa­
existen. Dan cuenta de cómo los elementos de una determinada estrnctura ciones, esos significados llegaron a conformarse históricamente de esa ma­
están compuestos y organizados, justificando las propiedades que esta última nera y no de otra54. Precisamente las relaciones de poder tienen mucho que
posee51 . De no ser, por ejemplo, por la estructura intersubjetiva de identida­ ver con que esos significados y no otros se hayan construido socialmente. No
des e intereses que se acaba de mencionar, la gue1Ta fría no habría existido. obstante, los autores a los que aludimos, si bien reconocen que las prácticas
Estos elementos "ideacionales", generadores de la guerra fría, no existieron sociales prevalecientes tienden generalmente a reproducir la estructura social
de manera separada: cuando cobraron existencia, la guerra fría cobró exis­ y, con ella, las relaciones de poder, "no están necesariamente interesados en
tencia con ellos. Cuando los elementos constituyentes varían o dejan de exis­ cuestionar esas relaciones", permaneciendo "analíticamente neutrales" res­
tir, lo mismo ocurre, por definición, con sus efectos constituidos. pecto a ellas55. Esto, a su vez, les lleva a dejar en un segundo plano los pro­
El realismo científico y, por tanto, autores constructivistas como Wendt blemas de transfomiación social y el papel que en ellos podrían desempeñar
asumen la teoría de la verdad como correspondencia. Pero hay que decir que gracias a la conexión entre conocimiento teóiico y acción política. Como re­
el empirismo del realismo científico difiere en gran medida del empirismo sultado ele ello, a estos autores se les ha formulado la crítica de no someter a
positivista. El realismo científico no pretende verificar o falsear sus teorías escrutinio su propia actuación como observadores o estudiosos.
con hechos o datos extraídos ele la realidad. El empirismo del realismo cien­
tífico es mucho más difuso. Es lo que en la tenninología de esta escuela se
;2 fbidem, p. l06.
denomina "argumento último". Así, Wenclt afimrn que, tanto las explicacio­ 53
E. Ringmar, "Alexander Wendt: A Social Scientist Struggling with History", en l.
nes causales como no causales, "son verdaderas o falsas en virtud de en qué Neumann and O. Waever (Eds.), op. cit., p. 282. De manera similar aiticula su crítica: F. Kra­
tochwill, "Constructing a New Orthodoxy ...", op. cit.
;4 Esta crítica es fonnulada por el propio Ruggie. Ver : J. G. Ruggie, "What Makes the
4" A. Wendt, "The Agent-structure Problem...", op. di., pp. 353-354. World ... ", op. cit., pp. 38-39.
50 A. Wendt, Social TheOIJ' offnlernalional Polilics, op. cit., p. 82. 55 T. Hopf, op. cit., p. 185. En la misma dirección se ha manifestado más recientemente:
51 A. Wendt, "On Constitution ...", op. cit., pp. l04-l l5. S. Guzzini, "A Reconstrnction of Constrnctivism...", op. cit., en especial pp. l 50 y 169-l 75.
ial
CAPÍTULO 10

c
EL REFLECTIVISMO RADICAL: LA TEORÍA CRÍTICA,

er
EL FEMINISMO Y EL POSMODERNISMO

om
rc
Es muy posiblemente el mayor peso de las cuestiones normativas, por en­
cima incluso de las diferencias epistemológicas, lo que distingue a los enfo­

lo
ques reflectivistas más radicales del constructivismo o, al menos, de deter­
minados sectores del mismo. La cuestión del cambio es central en el cons­

va
tructivismo, pero en los enfoques que se analizan en este capítulo adquiere
un sentido de dirección, de urgencia, que no está presente en aquél. Corno un
s in autor crítico afirma, el propósito de la teoría debe ser "no simplemente alte­
rar el modo en que miramos el mundo, sino alterar el propio mundo". Ade­
más, la teoría debe "ofrecer algo más que una mera descripción y explica­
ra
ción de los asuntos internacionales. Debe también ofrecer una elección signi­
ficativa, un análisis crítico de la dirección y calidad de la vida social"'.
t

El reflectivismo más radical acentúa considerablemente los aspectos de


es

denuncia del orden establecido, el análisis de las posibilidades de transfor­


mación social y los vínculos existentes entre el conocimiento teórico y po­
Mu

der. Asimismo, estos enfoques también representan una crítica mucho más
frontal de las prácticas positivistas que predominan en la disciplina. El deba­
te entre el mai11strea111 y los enfoques reflectivistas radicales adquiere un to­
no de acritud desconocido en la historia de las Relaciones Internacionales.
Desde luego, la tolerancia y el intercambio de opiniones más pausado del
tercer debate van a. desaparecer. El proceso de confrontación entre escuelas

1 M. Hoffman, "Critica! Theo1y and the lnterparadigm Debate", Mil/e1111i111n, Vol. 16,
Summer, 1987, pp. 244-245.
188 La Teoría de las Relaciones internacionales a Comien=os del Siglo XXI Capítulo 10: El Re.flectivismo Radical 189

diferentes, que en momentos anteriores en la vida de la disciplina propició la bas ramas están unidas, sin embargo, por el compromiso con la emancipa­
multiplicidad de teorías, el desarrollo de terminologías alternativas y la con­ ción del ser humano que se acaba de mencionar'.
centración de esfuerzos intelectuales en la crítica de posiciones rivales, ha
alcanzado nuevas cotas en el transcurso del cuarto debate. Incluso la te1mi­
nología de este debate ha adquirido un curioso "tono bélico". Expresiones 10.1.1. Orden Mundial y Fuerzas Sociales
como "dejemos que la guerra comience", "campos de batalla", "guetTa inci-
. vil", "gue1Tilla intelectual", "subversión", etc. son habituales2. A lo largo de La teoría crítica, apoyándose en la "reflexividad" teórica, presta especial
este capítulo, se procederá a realizar una exposición de los tres principales atención a la relación entre el conocimiento y la realidad social. Pone de ma­
enfoques reflectivistas radicales. La teoría crítica, el feminismo y el posmo­ nifiesto la conexión entre la vida política y social y la actividad teórico­
dernismo. Quizá sea conveniente adelantar que el cuaiio debate adquiere su académica. R. Cox mantiene que "toda teoría es siempre para alguien y para
tonalidad más virulenta, cuando contemplamos la confrontación entre el algún propósito. Todas las teorías tienen una perspectiva. Las perspectivas se
111ai11strem11 y el posmodernismo. obtienen desde una posición en el tiempo y en el espacio, específicamente en
el tiempo y el espacio social y político". A este respecto, es clásica la distin­
ción de R. Cox entre dos tipos de teorías. Las teorías para la solución de pro­
10.l . LA TEORÍA CRÍTICA blemas (problem-solving) toman el mundo corno lo encuentran. Las relacio­
nes de poder y las relaciones sociales prevalecientes, así como las institucio­
La teoría crítica representa una línea de pensamiento con gran tradición. nes en que están organizadas, representan el marco de acción dado. Las
Sus antecedentes se remontan a Kant, Hegel y Marx. Este enfoque reflecti­ teorías críticas no dan por supuestas ni esas relaciones, ni esas instituciones.
vista es heredero del espíritu crítico y del compromiso con la emancipación Proceden a ponerlas en cuestión, "preocupándose por sus orígenes y por có­
del ser humano propios del proyecto moderno o de la Ilustración. Como ocu­ mo y en qué medida pueden estar en un proceso de cambio". De esta manera,
rre con otros enfoques reflectivistas, la teoría crítica está compuesta por una la teoría crítica "permite una elección nonnativa a favor de un orden político
"constelación" ele puntos de vista. Suele subrayarse la presencia de dos gran­ y social diferente al orden imperante, pero limita la gama de opciones a ór­
des ramas en la teoría crítica3 • La primera está influenciada por la obra de A. denes alternativos que son transformaciones factibles del orden existente"5•
Grarnsci y agrupa a autores como R. Cox, S. Hill, D. Law, J. Mittelrnan, etc. Al tornar el orden establecido sin cuestionarlo, las teorías para la solución de
La segunda está inspirada en las distintas generaciones de la escuela ele problemas cumplen la función ideológica de perpetuación del statu qua in­
Frankfurt, siendo quizá en nuestros días particularmente influyente la obra ternacional. Tienen un efecto conservador, un efecto que favorece la perma­
de J. Habermas. Entre los autores de esta segunda rama se encuentran A. nencia de relaciones sociales y políticas i1tjustas. En contraste con esto, la
Linklater, M. Hoffman, R. Devetak, etc. De modo muy general, puede decir­ teoría crítica, con su propósito emancipador, explora la posibilidad de gene­
se que los autores ele la rama neogramsciana están centrados en cuestiones rar "un conocimiento parcial que pueda ayudar en la construcción del futuro,
de economía política; en cambio, aquellos de la rama habermasiana están in­ es decir, en canalizar la dirección de los acontecimientos hacia una opción
teresados principalmente en cuestiones de teoría política y nmmativa. Am- deseada entre aquellas que se presentan como factibles" 6.
Por tanto, la teoría crítica, en su vertiente neogramsciana, hace del cam­
bio una referencia fundamental en su aproximación a las Relaciones Interna-
2 D. S. L. Jarvis, op. cit.. p. 30: K. J. Holsti. "Along the Road of lntemational Therny in
the Next Millennium: FourTravelogues", en R.M. A. Crawford and D. S. L . Jarvis (Eds.), /11- 4 R. Wyn Janes, op. cit., p. 5.
tenwtional Relatio11s - Still an Amerirnn Social Scie11ce? To1rnrd Dive rsitv in l11temalio11a/ 5
R. Cox, "Social Forces, States, and World Orders: Beyond lnternational Relations The­
T/wught, A[bany, University ofNew York Press, 2001, p. 83. ory", en R. Cox (Ed.), Approadies to World Orde r, op. cit., pp.87-90.
,.1 R. Wyn Janes. "lntroduction: Locating Critica! lnternational Relations Theory", en R. 6 R. Cox, "Towards a Post-Hegemonic Conceptualization of World Order: Reflections 011
Wyn Janes (Et!.), Critica/ The01:r awl World Politics, Boulder Co., Lynne Rienner, 2001, p. the Relevancy of lbn K.ha[dun", en J. Rosenau and E-O. Czempiel (Eds.), Governa11ce With-
5. Una distinción similar había sido sugerida, al menos implícitamente, en R. Devetak, "Criti­ 011/ Govem111e11/: Order ami Cha11ge in World Politics, Cambridge, Cambridge University
ca[ Theo1y", en S. Burchill et al., op. cit., pp. 146-147. Press, 1992, p. 139.
190 La Teoría de las Re/acio11es /11temacio11ales a Comien:os del Siglo XYJ Capítulo /0: El R�flectivismo Radical 191

cionales. Su punto central de interés reside en los procesos de transfomm­ esa totalidad, exploración que hace posible vislumbrar las alternativas facti­
ción estrnctural del orden mundial. En el estudio de las estructuras históricas, bles de cambio en la estructura del orden mundial presente. También hace
Cox está influenciado por la obra de G. Vico y F. Braudel. Este autor, junto posible contemplar las fuerzas sociales que, atiiculadas en un "bloque con­
con otros autores críticos, abraza una ontología que entiende el orden social tra-hegemónico", sean capaces de conducir transfmmaciones históricas9.
y político en un momento dado como un producto histórico, intersubjetiva­ Consiguientemente, las contribuciones de la teoría crítica neogramsciana
mente construido. Es claro pues, el lugar privilegiado que esta ontología re­ se centran en el análisis histórico-sociológico de las estrncturas del orden
serva a las ideas en la conformación de una detem1inada realidad histórico­ mundial existente, sus orígenes y desaJTollo. Asimismo, analizan la manera
social. En palabras del propio Cox, "las estructuras son socialmente cons­ en que determinadas transformaciones estructurales pueden estimular la
trnidas, se convierten en parte del mundo objetivo gracias a su existencia en transición a un nuevo orden mundial. En este terreno, Cox ha analizado los

ial
la intersubjetividad de gmpos relevantes de personas ...; de qué modo ese procesos de transformación que, a finales del siglo XIX, promovieron el pa­
mundo objetivo es hecho y rehecho a través de cambios en la intersubjetivi­ so de un orden mundial hegemónico, construido "sobre la base del Estado li­

c
dad es la cuestión principal a tratar en cualquier intento de comprender el beral" de la manufactura, a un orden mundial no hegemónico de "rivalidad

er
proceso de cambio histórico"7. Este proceso de cambio histórico es producto, ínter-imperialista," basado en la producción en masa y el "Estado nacionalis­
tanto intencionado corno no intencionado, de la actuación de los agentes. ta de bienestar" que por entonces daba sus primeros pasos. En relación con

om
Como expresa S. Gill, aunque la acción de dichos agentes se halle constreñi­ períodos más recientes, Cox ha estudiado el orden mundial hegemónico sur­
da por las estructuras sociales, dicha acción posee una innegable capacidad gido después de la Segunda Guerra Mundial sobre la base del "Estado de
transformadora8. En consecuencia, los autores críticos citados comparten con

rc
bienestar" fordista. Ha tratado también de poner de relieve el impacto que la
los constructivistas la naturaleza históricamente contingente de las condicio­ globalización "hiperliberal" ha tenido sobre dicho orden, así como las diver­
nes estructurales, así como el carácter históricamente situado de los agentes. sas alternativas de estrncturación de uno nuevo que cabe apreciar en el actual

lo
La exposición de la ontología de esta rama de la teoría crítica quedaría período de transición 10. Unos de los elementos más característicos de este
incompleta si no destacáramos la relación dialéctica entre la conciencia so­

va
enfoque es que ofrece una teoría social del Estado. Éste no es una abstrac­
cial y las condiciones materiales de vida. Aquí, la teoría crítica presenta cier­ ción legal, sino una entidad históricamente situada que adopta diferentes
tas especificidades ontológicas. Para los autores críticos neogramscianos, las "fmmas" de acuerdo con la cambiante naturaleza de la correlación de fuerzas
estrncturas históricas están formadas por la intetTelación entre capacidades
materiales, ideas e instituciones. El cambio de estructuras octme cuando los
seres humanos desarrollan nuevos marcos mentales, nuevas ideas e institu­
s in sociales. El Estado, a diferencia de lo que ocmTe en las posiciones dominan­
tes en la disciplina, es concebido de manera absolutamente inseparable de la
ra
sociedad civil. El complejo Estado-sociedad civil, con sus diferentes confi­
ciones para hacer frente colectivamente a los problemas que se les presentan guraciones históricas, constituye y refleja el orden social hegemónico" en
en la vida material. Esta dialéctica entre factores materiales e "ideacionales"
t

cada momento histórico.


enlaza con la tradición crítico-dialéctica del materialismo histórico y, en par­
es

ticular, con el legado intelectual de A. Gramsci. La influencia gramsciana se


9
deja sentir en la visión de los órdenes mundiales como una articulación de En relación con la ontología de la teoría crítica internacional, puede consultarse: R. De­
Mu

fuerzas sociales hegemónicas a nivel global que asienta su poder en un con­ vetak, "Critica! Theory", op. cit.; T. Sinclair, "Beyond lnternational Relations Theory: Robert
W. Cox and Approaches to World Order", en R. Cox, (Ed.), Approaches to World Order, op.
senso intersubjetivamente legitimado en el plano ideológico. El orden mun­ cit.; R. Cox, "[nfluences and Commitments", en R. Cox, (Ed.), Approaches to World Order,
dial prevaleciente es una configuración de poder global que abarca no sólo el op. cit.; S. Gil!, "Epistemology, Ontology, and the ltalian School...", op. cit.
sistema interestatal, sino también la economía mundial y la sociedad civil 111 R. Cox, "Social Forces... ", op. cit. y "Structural lssues ofGlobal Governance: lrnplica­
global. Se trata de una "totalidad social". El análisis de los autores críticos se tions for Europe", en S. Gil!, (Ed.), Gramsci, HistoriCiil Materialísm..., op. cit. Posiblemente,
completa con la exploración de las contradicciones y conflictos inherentes a la obra más sistemática de R. Cox es: P rod11ctio11, Power, all(/ World Order: Social Forces in
the Making o/Histo1y, New York, Columbia University Press, 1987.
11 Para su uso de la noción grnmsciana de hegemonía, ver: R. Cox, "Gramsci, Hegemony,
7 R. Cox, "Towards a Post-hegemonic...", op. cit., p. 138. and lnternational Relations: An Essay in Method", en R. Cox (Ed.), Approac/1es to World Or­
8
S. Gil!, "Epistemology, Ontology, and the ltalian School", op. cit., p. 23. der, op. cit.
192 La Teoría de las Relaciones !11temacionales a Comien=os del Siglo XXl Capítulo I O: El Ref/ectivismo Radical 193

10.1.2. Orden Mundial y Lógicas de Exclusión/Inclusión una "ética discursiva", producto de la teoría de la acc10n comunicativa
aiiiculada por J. Habem1as. La ética discursiva ofrece un procedimiento para
La segunda rama dentro de la teoría crítica está inspirada en la escuela de resolver disputas políticas y morales, recuniendo a la "fuerza del mejor argu­
Frankfurt y, quizá de una manera preponderante, en la obra de J. Habermas. mento". Dicha ética representa un medio para decidir consensuadamente qué
En este caso la teoría crítica centra su reflexión ético-normativa en las lógi­ notmas regirán la convivencia social. Su validez reside en que son adoptadas
cas de inclu�ión y exclusión, en las lógicas de universalismo y particularis­ por todos aquellos que pueden verse afectados por ellas. Así, la ética discur­
mo en la política mundial. Ésta ha sido la orientación de la obra de A. Lin­ siva promueve un ideal cosmopolita, con aITeglo al cual la organización polí­
klater 12, autor que ha planteado la necesidad de rechazar una "total identifi­ tica de la humanidad es acordada en un proceso de diálogo que se desarrolla
cación con la comunidad a la que uno pertenece" y conferir un mayor de manera absolutamente abierta a todos los afectados. La ética discursiva,
reconocimiento a la más inclusiva y universalista comunidad de la humani­ en sentido inverso, cuestiona la imposición dogmática de comunidades "ce­
dad. El sistema interestatal, basado en "comunidades morales limitadas" rradas", lo cual es pmiiculam1ente aplicable a los Estados soberanos. Como
constituidas por los Estados soberanos, promueve un particularismo, un "ex­ dice Linklater, "induce a la puesta en cuestión de las nociones tradicionales
trañamiento entre sociedades" que restringe la libertad humana al imponer de soberanía y ciudadanía, con la mirada puesta en la inauguración de nue­
rígidas fronteras entre "los de dentro" y "los de fuera", entre "nosotros" y vas formas de comunidad política"15.
"ellos". La investigación, por tanto, se dirige hacia los modos históricamente Las mismas consideraciones están presentes en el análisis que, a la hora
contingentes en que estas comunidades entienden el significado de su sepa- de imaginar comunidades más incluyentes, hacen algunos autores ctiticos de
ración de otras comunidades. Además, explora la constitución y legitimación la idea de democracia cosmopolita como guía n01mativa de cara a la cons­
histórica de los límites que segmentan el espacio político en comunidades trucción de una gobernación global democrática. Su argumento pmie de la
"cerradas" y los modos en que esos límites han sido contestados y eventual­ constatación de que el rápido crecimiento de complejas interrelaciones entre
mente eliminados. Es pues evidente el interés ontológico de esta rama de la Estados y sociedades -el proceso de globalización-, abre una era en que
teoría crítica por las estructuras "ideacionales". Estas son construidas y re­ los destinos de los seres humanos están profundamente entrelazados. Ello
construidas, sobre nuevas bases, a través de las prácticas significativas de los conduce, cada vez más, a divergencias entre quienes resultan afectados por
agentes. La ontología de la rama habennasiana es pues más nítidamente una decisión política y quienes toman parte, directa o indirectamente, en la
idealista que la de la rama neogramsciana. En este sentido, es posible que los elaboración de la misma. Hay que subrayar, por tanto, que en nuestros días
autores que se ubican en la primera de estas ramas estén ontológicamente se vuelve problemático el cumplimiento del ideal democrático previsto por
más cerca de las posiciones constructivistas13. la ética discursiva. La enadicación de esta circunstancia hace necesaria la
Las reflexiones expuestas nacen con la convicción de que "la emancipa­ extensión de la democracia al orden global. Esta sería una democracia cos­
ción universal podría implicar el reemplazo de estas relaciones sociales ex­ mopolita de carácter transnacional, libre de las posiciones particularistas de
cluyentes por otras incluyentes" 1 4. Esto lleva necesariamente a repensar la los Estados. En tal democracia, las personas podrían "pmiicipar en las diver­
noción de ciudadanía, ya que éste es un concepto clave a la hora de unir a los sas comunidades en las que sus intereses se ven afectados y, por consiguien­
miembros de un Estado soberano y de separarlos de los miembros de otros te, acceder a una variedad de formas de intervención política. La ciudadanía
Estados. El contenido ético-normativo de estas reflexiones está basado en debería garantizar, en principio, la paiiicipación en todas las comunidades
entrecruzadas, desde las locales hasta las globales"16. En todas estas fonnu-
12
A. Linklate r, Men and Citi::en in the Theorv o{ lntemational Relations, London, Mac­
millan 1990. Una versión más resumida de estas ide a·s, puede encon ta rse en: "The Question of i; A. Linklater, "Citizenship a n d Sovereignty in the Post-Westphalian State", Europea11
the Next Sta ge in lnternational Relations Theory: A Critical-the ore tical Point of View", Journal of'/11temational Relations, Vol. 2, n.º l, 1996, p. 87. Ver también, a este respecto: R.
Mi/le1111ium, Vol. 21, n.º l, l 992. Para una articulación más reciente de las ide as de este autor: D evetak, "Critica! Theory", op. cit., pp. 169-173. Corno se desprende del tex to, la influencia
A. Linklater, The Tra11sfim11ation ofPolitical Community, Cambridge, Polity Press, 1998. de J. Habermas es clara, en particular de su obra Moral Consciousness and Co1111111111icative
13 R. Wyn Janes, "lntroduction: Locating ...", op. cit., p. 14. Action, Ca mbr idge, Polity Press, 1990.
14
R. Deve tak , "The Project of Modernity and In ternational Rela tions Theo ry", Mil!m­ 16 D . Held, la Democracia y El Orden Global: Del Estado Moderno al Gobierno Cosmo­
nium, Vol. 24, n." l, 1995, p. 39. polita, Ba rcelo n a, Paidós, 1997, p. 323.
194 La Teoría de las Relaciones /11temacio11ales a C omienzos del Siglo XXJ Capítulo 10: El ReJlectivismo Radical 195

laciones es claro el compromiso n01mativo con la emancipación humana, de de las comunidades entendidas como Estados soberanos en la vida interna­
manera congruente con el "proyecto de la modernidad", cuya herencia rei­ cional.
vindican aunque de manera autocrítica.
Por otra parte, partiendo del compromiso prioritario de la teoría crítica
con la emancipación, ha nacido una línea de investigación conocida como 10.1.3. Teoría Crítica y Epistemología
Critica/ Security Studies. Esta línea de investigación ha cuestionado el con­
cepto de seguridad tradicional en el marco de los estudios estratégicos. En Si tomamos en consideración los aspectos epistemológicos, los autores
este dominio, los autores críticos se plantean las cuestiones siguientes: ¿qué englobados en la teoría crítica son modernistas reflexivos que propugnan la

ial
es seguridad?, ¿seguridad para quién y con respecto a qué y/o quién?, ¿de reconstrucción crítica del proyecto de la modernidad. Su posición se ajusta a
qué modo se logra esa seguridad? 17 • Hay un concepto de seguridad específi­ lo que M. Hoffmann y N. Renger calificaron de "interpretación crítica". Tal
co en las proposiciones de la teoría crítica. La seguridad se entiende como posición se distingue por un fundacionalismo mínimo que acepta que un

c
aquella situación en la que puedan evitarse amenazas de todo tipo a la liber­ universalismo contingente es posible, tanto en el campo explicativo como

er
tad y autonomía de las personas. Queda patente en este tipo de estudios que ético. En ningún caso, sin embargo, se pretende "reemplazar una 01iodoxia
seguridad y emancipación son vistos como dos caras de una misma moneda. fundacional dominante por otra" 19• De este modo, la "interpretación crítica",

om
La seguridad que debe lograrse es la de las personas, afectando a todo aque­ a diferencia de la "interpretación radical" propia del posmodemismo, asume
llo que pueda representar una amenaza a su bienestar y capacidad de actuar la necesidad de establecer socialmente ciertas bases o fundamentos, ciertos

rc
libremente. A modo de ejemplo, las amenazas o las inseguridades para las criterios con arreglo a los cuales juzgar el valor o mérito relativo de distintas
personas pueden provenir de la persecución política, las guerras, las desi­ interpretaciones de la vida social. Admiten, asimismo, la necesidad de cier­

lo
gualdades sociales o la degradación medioambiental. El sujeto de la segmi­ tos principios éticos que permitan orientar un proyecto político emancipador
dad se desplaza del Estado a la humanidad. Además, los autores críticos en­ con el suficiente consenso social.

va
tienden que, en numerosas ocasiones, los propios Estados son generadores En lo que concierne a la vertiente neogramsciana, los autores críticos
de inseguridad para buena parte de sus habitantes. Los mecanismos para lo­ buscan un conocimiento "presidido política y éticamente por un interés en la
transforniación social y política"20• Pretenden generar un conocimiento prác­
grar dicha seguridad son variados, pero no se materializan en la acumulación
de medios de violencia, ni tienen un carácter particularista, sino universalis­
ta. K. Booth mantiene que la verdadera seguridad sólo puede alcanzarse por
s in tico que pueda servir de guía a la praxis política. La finalidad de esta última
es orientar la transfonnación histórica hacia un estado de cosas deseable y
factible. Este conocimiento, como señalamos anteriormente, debe proceder
ra
las personas y los grupos cuando en el intento de satisfacerla no privan de
del intento de comprensión de los procesos de transformación histórico­
ella a otros. Es necesario romper las barreras paiiicularistas entre "nosotros"
estructural. Siendo conscientes de las especificidades históricas únicas de
t

y "ellos" 18• En definitiva, esta revisión del concepto de seguridad se asienta cada proceso de cambio histórico, los autores críticos neogramscianos de­
es

en una base filosófico-normativa que pone en cuestión el carácter excluyente fienden la utilidad de conceptualizaciones y categorías analíticas que hacen
Mu

posibles ciertas comparaciones y generalizaciones. Esta fmma de proceder


17 R. Devetak, "Critica! Theoty", op. cit., p. 167. Este autor hace referencia al aitículo de permite hablar de "ciencia social 21. Ahora bien, no pretenden brindar un co­
11

nocimiento absoluto de carácter ahistórico; lo que propugnan es una ciencia


R. Wyn Jones, '"Message in a bottle'?': Theory and Praxis in Critica! Security Studies",
Contempurm:v Securi(v Polic:v, Vol. 16, n.º 3, 1995, pp. 309-3 l O. social no positivista consciente de la historicidad de los fenómenos sociales
1" K. 800th, "Security in Anarchy: Utopian Realism in Theo1y and Practice",
l11ternatio11a/ Ajfairs, Vol. 67, n.º 3, 1991, pp. 539-540. Es este autor quien abre este nuevo 19 M. Hoffmann, "Restructuring, Reconstruction, Reinscription, Reaiticulation: Four
campo de trabajo. A este respecto, otra contribución suya digna de mención es: "Security and Voices in Critica! lnternational Theoiy", Mille1111iwn, Vol. 20, n.º 2, 1991, p. 170. Retoma
Emancipation", Review of !11ternatio11al Studies, Vol. 17, n.º 4, 1991. Para una evaluación aquí las ideas que había trabajado junto con Renger.
reciente de las aportaciones en este nuevo campo, ver: K. Krause, "Critica! Theory and 20 R. Devetak, "Critica! Themy", op. cit., p. 151.
Security Studies: The Research Progmmrne of 'Critica! Security Studies"', Cooperatio11 and 21 R. Cox, "lnfluences and Commitments", op. cit., p. 29. Estas ideas están recogidas,
Conjlict, Vol. 33, n.º 3, 1998. asimismo, en su contribución: "Towards a Post-hegemonic...", op. cit., pp. 134-135.
196 la Teoría de las Relacio11es /11temacio11a/es a Co111ie11::os del Siglo XXJ Capítulo JO: El Re.flectivismo Radical 197

y del carácter contingente y parcial de las interpretaciones que de ellos se el campo de la sociología del conocimiento. En este sentido, el feminismo
puedan ofrecer. Por ello, Cox afimrn que "nuestro desafío no es contribuir a fonna patie del legado de la Ilustración, incluyendo en dicho legado el com­
la construcción de un conocimiento universal y absoluto, sino concebir una promiso con proyectos de emancipación25 . Es posible que, como ha sugerido
perspectiva nueva, útil para enmarcar y trabajar en los problemas del presen­ un tanto irónicamente C. Enloe, la tardía incorporación del feminismo a la
te"22. Esta perspectiva nueva estará en última instancia abie1ia a una reeva­ disciplina haya tenido que ver con la dificultad para erradicar "la percepción,
luación crítica. En todo caso, se tratará de una perspectiva más pertinente, casi de sentido común, de que la política internacional no es para mujeres­
pero siempre parcial y relativa, ya que "la verdad cambia con el movimiento niños"26. Como otros enfoques reflectivistas, el feminismo supone un reto a
de la historia"23• las bases ontológicas y epistemológicas dominantes en la disciplina. Las teo­
Al igual que la ve1iiente neogramsciana, la ve1iiente habermasiana de la rías feministas denuncian el carácter insensible de los análisis convenciona­
teoría crítica se acoge a un fundacionalismo mínimo. Su argumentación, no les de la política internacional hacia las dimensiones de género.
obstante discurre por cauces diferentes. Los autores críticos, inspirados en J.
Habermas, defienden unas fundaciones epistemológicas del conocimiento
basadas en una teoría consensual de la verdad. El consenso al que se refiere 10.2. l . La Construcción de las Relaciones de Género
Habermas debe responder a unas características especiales. Para establecer
estas características, recurre a la ética discursiva y, en patiicular, a la idea de La empresa feminista en la disciplina no se puede limitar, al menos para
una "situación ideal de comunicación", situación que se entiende implícita en la gran mayoría de las participantes en ella, a la incorporación de las vidas y
todo acto de esta naturaleza. Para que el lenguaje pueda tener significado ha experiencias de las mujeres al estudio de las Relaciones Internacionales.
de asumirse que sus oraciones son comprensibles, verdaderas, justificadas y Cietias propuestas desde el mainstream para tornar en consideración, como
sinceras. Así, una "situación ideal de comunicación" es aquella en la que el una variable más, "las cuestiones de las mujeres" o "el sexo" han sido fir­
poder y las distorsiones son erradicadas del proceso comunicativo, de tal memente rechazadas por cooptativas. En realidad, las feministas tienen te­
modo que prevalece la fuerza del mejor argumento. Una "comunicación no mor a la cooptación, ya que muy a menudo "el conocimiento de las mujeres
distorsionada" constituye un requisito vital para que pueda ser determinada ha sido olvidado o subsumido por discursos más dominantes"27. Hacen. hin­
la verdad. En este contexto, que no resulta común en la realidad cotidiana de capié en que la cuestión no pasa por "agregar a las mujeres y agitar", convir­
la acción comunicativa, será verdad aquello que se acuerde, mediante ese tiendo la cuestión feminista en algo semejante a un área de especialización.
consenso racional. He aquí, la "fundación" para el conocimiento que ofrece De ser esto así, se pasaría por alto el hecho de que la disciplina está domina­
el pensamiento habermasiano24. da por un mainstream o un male-stream que adopta una perspectiva típica­
mente masculina, haciendo invisibles los problemas de las mujeres, con el

l 0.2. EL FEMINISMO EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES 15 J. True, "Feminism", en S. Burchill et al., op. cit.. p. 21 l.
" C. Enloe, "Women and Children: Making Feminist Sense of the Pcrsian Gulf Crisis",
2

El feminismo ha hecho acto de presencia en las Relaciones Internaciona­ Vi//age Voice, n." 25, September, 1990 (citado por J. True, op.cil.. p. 211 ).
les recientemente. Esto no quiere decir que la teoría feminista no haya expe­ 17 A. Tickner, "You Just Don 't Understand: Troubled Engagements Between Feminists
and IR Theorists", I11temalio11al Studies Quarter�l', Vol. 41, n." 4, 1997, p. 620. La expresión
rimentado un notable crecimiento desde el final del Primera Guerra Mundial.
add women ami slir corresponde a S. Harding, "lntroduction: Is There a Feminist Method?",
El feminismo, a diferencia del posmodernisrno por ejemplo, posee una rica y en S. Harding (Ed.), Fe111i11is111 all(/ Metlwdo/ogy: Social Science l.\·sues, Bloomington, Indi­
variada historia académica. No supone un mero desarrollo contemporáneo en ana University Press, 1987 (citada en S. Ship, "And What about Gender? Feminism and lnter­
national Relations Theo1y's Third Debate", en C. T. Sjolander and W. S. Cox (Eds.), Be)'o11d
Positivism: Critica/ R�/lections 011 I11tematio11al Re/atio11s, Boulder Co., Lynne Rie;mer,
R. Cox, "Towards a Post-hegemonic...", op. cit., p. 134.
22 1994, p. 141). Para otras reacciones semejantes, ver: C. Weber, "Good Girls, Little Girls, and
R. Cox, "lnfluences and Commitments", op. cit., p. 30.
23 Bad Girls: Mate Paranoia in Robe1t Keohane's Critique of Feminist International Relations",
24 C. Brown, "Turtles all the Way Down...", op. cit., pp. 218-222; S. Smith, "Positivism Millen/11111, Vol. 23, n.º 2, 1994; T. Carver, M. Cochran and J. Squires, "Gendering Janes:
and Beyond", op. cit., pp. 27-28. Feminisms, !Rs, Masculinities", Reviell' of/11/ernatio11a/ Studies, Vol. 24, n.º 2, 1998.
198 La Teoría de las Relaciones /11temacio11ales a Co111ie1i=os del Siglo XXI Capítulo 10: El Reflectivismo Radical 199

efecto, intencionado o no, de perpetuar la dominación patriarcal. La clave se tica apuntan a la necesidad de repensar radicalmente esta noción, abogando
halla en el concepto de género que, a diferencia de la noción biológica de por una nueva de carácter multidimensional y alcance global, cuyo objetivo
sexo, "es una construcción social sistemática que dicotomiza las identidades, sea la supervivencia y la sostenibilidad de las comunidades humanas. Como
comportamientos y expectativas, como masculinos y femeninos". El concep­ afirn1a A. Tickner, "la seguridad genuina requiere no sólo la ausencia de
to de género pennite a las feministas examinar la masculinidad y la femini­ guma, sino también la eliminación de las relaciones sociales injustas, inclu­
dad como identidades fundamentales, pero no "dadas". Estas "son aprendidas yendo las injustas relaciones de género"31.
y por tanto modificables"28• De este modo, la categoría analítica de género es En la teoría feminista se produce un rechazo de la división tajante entre lo
central para las feministas, ya que les pennite mostrar que los significados público y lo privado32, tan presente en la teoría política, por entender que di­
intersubjetivos que configuran la ontología social están sesgados en términos

ial
cha división está cargada de implicaciones de género. En efecto, a la esfera
de género. En estas consideraciones queda reflejado el énfasis ontológico del pública, al ámbito propiamente político dominado por lo masculino, se le ha
feminismo en factores "ideacionales" y, más concretamente, en el sesgo opuesto la esfera privada en la que habitualmente se ha localizado lo feme­

c
masculino de las estructuras sociales actualmente en vigor. nino. La esfera privada se presenta como despolitizada, lo cual supone dar

er
En este sentido, las feministas problematizan una serie de conceptos teó­ carta de naturaleza a "la subordinación de las mujeres". Esto tiene implica­
ricos convencionales, claves en la disciplina, y sugieren su reformulación de

om
ciones para la teoría internacional. La distinción tradicional entre política in­
tal forma que se hagan visibles las cuestiones de género en la vida interna­ ternacional y política doméstica conduce a ocultar la esfera privada. Conse­
cional. Entre otras cosas, destacan el carácter masculino del concepto de po­
cuentemente, tal distinción "hace invisible" la presencia de agentes femeni­

rc
der que utiliza tradicionalmente la teoría internacional. Es un concepto de
nos e ignora el carácter estructurante del género en la vida internacional.
"poder sobre" que implica predominio sobre otros. Este concepto se basa en
Aflora aquí la cuestión ontológica agente-estructura, ya que las autoras fe­
una visión androcéntrica de agentes autónomos -el "hombre" y, por analo­

lo
ministas quieren poner de relieve el papel activo de las mujeres, en tanto
gía, el Estado- en un contexto pre-social. En congruencia con la orientación
agentes sociales, en la transformación de las estructuras sociales de dominio

va
ontológica común al reflectivismo, las feministas reivindican el carácter so­
cial de unos agentes que se hallan insetios en un tejido de relaciones socia­ patriarcal33 • Tratando de romper con la distinción apuntada, C. Enloe afinna
les. Entienden el poder como un fenómeno social complejo, al cual cabe re­ que "lo personal es político e internacional", buscando con ello poner en evi­
ferirse más adecuadamente como "la capacidad para actuar de manera con­
certada" (power to act in concerl)19 . De igual modo, ponen en cuestión la
noción convencional de seguridad basada también en concepciones andro­
s in dencia la estrecha intetTelación entre el dominio patriarcal de las relaciones
interpersonales y las relaciones de dominación a escala internacional. A este
respecto, servirán de ilustración las consideraciones sobre el papel subordi­
ra
céntricas y entendida en términos esencialmente militares. En su análisis de nado de las mujeres en la economía global que se efectúan más adelante.
la noción de seguridad, las feministas se fijan en un sistema de Estados sobe­ Asimismo, varias autoras feministas han abordado el análisis de la guerra
t

ranos, dentro del cual los propios Estados son fuente de "profundas y omni­ como actividad cargada de implicaciones de género. Si a primera vista la
es

presentes inseguridades"3º. En una línea muy semejante a la de la teoría crí- guetTa es entendida como una actividad masculina -de hecho, la formación
militar busca producir "verdaderos hombres-soldados"-, una observación
Mu

28 V. S. Peterson, "Transgressing ...", op. cit., p. 194. El término male-stream fue origi­
nalmente utilizado por M. O'Brien, The Pulitics of'Reproduction, Lonclon, Routledge and Ke­ redefinición feminista de la seguridad: A. Tickner, Gender in /11tematio11al Relatio11s:
gan Paul, 1981. Perspectives 011 Achievi11g Global Sernri(v, New York, Columbia University Press, 1992.
29 B. Locher, op. cit., pp. 46-47. En el mismo sentido: J. True, op. cit., pp. 227-233 y J. B. 31 A. Tickner, Gender in llllcmatio11al Relatio11s..., op. cit., p. 128.
Elshtain, "Feminist Inquiry and lnternational Relations", en M. Doyle and G. J. lkenberry 32 Para una crítica a la distinción público/privado en teoría política, ver: J. B. Elsthain,
(Eds.), op. cit., pp. 86-88. Para este tipo de consideraciones ver las contribuciones de A. Tick­ Public 1vfa11, Priva/e Woman, Princeton, Princeton University Press, 1981. Unas reflexiones
ner,0 "Hans Morgenthau's Principies of Political Realism: A Ferninist Reformulation" y R. recientes sobre esta distinción desde la perspectiva de las Relaciones Internacionales, pueden
Gra11t, "The Sources of Gender Bias in International Relations Theory", ambas en R. Grant encontrarse en: V. S. Peterson, "Rereading Public and Prívate: The Dichotomy That Is Not
and K. Newland (Eds.), op. cit. One", SA/S Review: A Joumal ofl11ternational Alfairs, Vol. 20, n.° 2, 2000.
3" V. S. Peterson, "Security and Sovereign States: What Is at Stake in Taking Feminism 33 V. S. Peterson, "lntroduction", en V. S. Peterson (Ed.), Ge11dered Sta/es..., op. cit., pp.
Seriously?", en V. S. Peterson (Ed.), Gendered Sta/es..., op. cit., p. 49. En la misma línea de 7-8.
200 la Teoría de las Relacio11es /11temacio11a/es a Co111ie1i=os del Siglo XXI Capíllllo 10: El Ref/ectivis1110 Radical 201

más cuidadosa pone de manifiesto la presencia de mujeres en actividades re­ de guerra. Lo extendido de esta práctica en el conflicto de la ex-Yugoslavia
lacionadas con ella, generalmente, en posiciones subordinadas. Una de esas ha sido de gran importancia para su reciente tipificación como crimen de
actividades ha sido su ocupación como prostitutas "sirviendo" en las bases gue1rn36•
militares. Esto ha sido algo bastante frecuente en tomo a las bases norteame­
ricanas en países del Tercer Mundo. Estas autoras interpretan que la "re­
orientación" hacia el turismo sexual en nuestros días es un indicio de las 10.2.2. Las Desigualdades Globales entre Sexos
prácticas para (re)constrnir y reforzar las relaciones de dominación masculi­
na, tanto interpersonales como internacionales34. El otorgar centralidad a las cuestiones de género en la vida internacional
Es interesante mencionar que el feminismo en las Relaciones Intemacio­ ha hecho visibles una serie de dinámicas que, en conjunto, evidencian las
nales está contribuyendo a que los derechos de las mujeres tengan un perfil desigualdades globales entre hombres y mujeres. Evidencian también la
cada vez más acusado en el discurso internacional sobre los derechos huma­ identidad de estas últimas como un grnpo afectado por grandes desventa­
nos. El reconocimiento intemacional de estos últimos se ha llevado a cabo jas37. Este último extremo no parece abietio a discusión, ya que la gran ma­
sin establecer diferencias entre hombre y mujer, entendiendo que eran yoría de los pobres, analfabetos y refugiados de la población mundial son
igualmente válidos para ambos. Las autoras feministas subrayan que este mujeres. Las feministas señalan que debe valorarse la división del trabajo
discurso convencional encierra una "definición androcéntrica de lo 'humano' entre los sexos, con las mujeres efectuando la mayor parte del trabajo "invi­
que oculta el modo en que las mujeres sufren sistemáticamente abusos en sus sible" y no remunerado. El papel subordinado de las mujeres y la explota­
derechos 'humanos'"35. Propugnan, pues, una sensibilización hacia la dimen­ ción a la que están sometidas en la economía global quedan reflejados en el
sión sexual o de género de los derechos humanos. En este sentido, estas au­ hecho de que la precarización de la fuerza laboral, incluso en los países in­
toras demandan que, junto a las consideradas violaciones generales de los dustrializados, afecta especialmente a las mujeres.
derechos humanos, exista una relación más específica de infracciones a las En los países en vías de desarrollo, subraya el discurso feminista, los
cuales están expuestas las mujeres. Entre estas infracciones destacan, por su efectos sociales de las políticas de ajuste estructural han tenido un sesgo de
extremada frecuencia, distintas formas de violencia sexual. En muchos ca­ género. Éste se manifiesta en el incremento de las mujeres que deben procu­
sos, éstas acontecen en el ámbito privado y los agresores son hombres del rar la subsistencia familiar en largas jornadas de trabajo en condiciones pre­
entorno familiar. Circunstancias así requiere11 que, una perspectiva sensible carias o recurrir a la prostitución en redes de turismo sexual. Todos estos
al género en matetia de derechos humanos, cuestione el carácter supuesta­ elementos constituyen indicios de una creciente "feminización de la pobre­
mente privado de estas infracciones, realzando contrariamente su enonne re­ za". Correspondiéndose con este hecho, está la escasa participación de las
levancia para la convivencia social y, por tanto, reafirmando su carácter pú­ mujeres en puestos de toma de decisiones en todos los niveles de la socie­
blico. En una línea similar, el feminismo ha denunciado que las mujeres se dad, por no hablar de su ausencia casi total en puestos clave de la "alta poli­
hallan particularmente expuestas a ultrajes sexuales sistemáticos en tiempos tica". Puede observarse una serie de contribuciones, en la línea de las re­
flexiones expuestas, que configuran un enfoque feminista de la economía po­
.14 M. Zalewski, "The Women/'Women' Question in lntemational Relations", Mille1111i11111, lítica internacional. Este enfoque persigue exponer de qué modo los hombres
Vol. 23, n." 2, 1994, pp. 410-411. Orienta también sus trabajos en esta línea, C. Enloe, tanto
en Bananas. Beaches. allll Bases: Making Fm1i11ist Sense o/111tematio11al Politics, Berkeley,
Univcrsity of California Press, 1990 como en The Moming After: Sexual Politics A/ier The
Cold War, Berkeley, University ofCalifornia Press, 1993. Para el análisis de un caso particu­ Jú J. True, op. cit., pp. 222-223; B. Locher, up. cit., p. 57. Respecto a este tema, puede
lar ver: K. H. S. Moon, Sex Among Allies: Militw:v Prostit11tion in U.S.-Korea Relations, New también consultarse: J. S. Peten; and A. Wolper (Eds.), Women 's Rights, Human Rights: 111-
York, Columbia University Press, 1997. Una obra feminista pionera a la hora de establecer ternational Feminist Perspectives, New York, Routledge, 1995.
37
una relación entre las mujeres y las guen-as es: J. B. Elsthain, Wo111e11 and War, New York, V. S. Peterson and A. S. Runyan, Global Gender lssues, Boulder,Co., Westview Press,
Basic Books, 1987. 1993; M. Mies, Patriarchy and Acc u11111/ation 011 a World Sea/e, Lomlon, Zed Books, 1986; J.
35 V. S. Peterson, "Transgressing...", op. cit., p. 20 l . Ver, asimismo: "Whose Rights?: A J. Pettman, "Body Politics: lnternational Sex Tourism", Third World Quarter(r, Vol. 18, n.º 1,
Critique of the 'Givcns' in Human Rights Discourse", Altematives, Vol. 15, n.' 3, 1990. 1997.
202 La Teoría de las Relaciones Internacionales a Comienzos del Siglo XXI Capítulo JO: El Rej/ectivismo Radical 203

y las mujeres resultan afectados de manera diferente por los procesos de re­ Hasta este punto se ha pretendido describir los aspectos más generales de
estructuración económica globaJ38. la ontología de la realidad social internacional del feminismo. Pero, como
Los enfoques feministas en Relaciones Internacionales han dado forma a ocurre en los demás enfoques reflectivistas, no puede ignorarse el carácter
un campo de estudio específico conocido como WJD ( Women in Develop­ plural de la teoría feminista. Ha de señalarse, incluso, que ese mismo plura­
ment), cuyo propósito fundamental es hacer visible, y por tanto reconocer, el lismo es reivindicado dentro del movimiento feminista por quienes desafian
papel central de las mujeres en el desairnllo económico y social de las co­ una visión universalista que, basándose en una categoría homogénea y abs­
munidades humanas. En sus análisis quieren llamar la atención sobre el tracta de "mujer", no toma en consideración las diferencias entre mujeres
hecho de que las concepciones convencionales de desarrollo, y las políticas concretas41 . Esta preocupación por la pluralidad tiene puntos de contacto con

ial
correspondientes inspiradas en ellas impulsadas por las agencias internacio­ una convicción básica de las feministas posmodernistas: la necesidad de de­
nales, han estado basadas en estereotipos occidentales androcéntricos sobre construir la noción universal de "mujer". Esta noción posee un carácter ex­
las relaciones entre los sexos. Ello ha conducido a resultados paradójicos. La clusivo y esencialista, no reconocedor de las diferencias entre mujeres. Esto

c
er
sihiación de las mujeres en muchos de los países en vías de desarrollo no só­ es demostrativo del impacto del debate modernidad-posmodernidad dentro
lo no ha mejorado, sino que, en algunos casos, se ha agravado. Allí donde no del feminismo. En este sentido, en los estudios feministas, se ha producido

om
existían jerarquías sexistas, éstas han sido creadas por las propias políticas un reconocimiento creciente de la diversidad de experiencias de las mujeres.
de desarrollo, si bien no perseguían ese resultado. Como manifiesta B. Lo­ Esto ha tenido como resultado que comience a entenderse que "la identidad
cher, una de las principales razones de esta circunstancia "reside en que las de las mujeres como mujeres no puede separarse nítidamente de las identi­

rc
medidas desanollistas percibieron a la mujer primordialmente en su función dades raciales, de clase, étnicas, lingüísticas y nacionales; consecuentemente
reproductiva, sin tomar en cuenta su papel en la vida económica"39• De este la propia identidad debe ser vista como múltiple, cambiante y contradicto­

lo
modo, por ejemplo, la introducción de tractores en la agricultura india con­ ria"42. En fin, las posiciones feministas constituyen un reto a una ciencia
dujo al desplazamiento de las mujeres de buena parte de las tareas agrícolas dominada por lo masculino, cuyas concepciones sexistas ocultan la dimen­

va
en beneficio de los hombres, quienes fueron instruidos en el manejo de aqué­ sión de género de la ontología social 43•
llos. De forma similar la apertura de lavanderías modernas en México, que
fueron controladas por hombres, significó privar a las mujeres de una fuente
de ingresos tradicional como lavanderas. Este tipo de estudios pretende con­
cienciar sobre cuestiones de género y contribuir a reformar las políticas de
s in 10.2.3. Epistemología y Género
ra
desarrollo de las agencias internacionales�º. Por último, la teoría feminista contribuye a la crítica del positivismo mos­
trando su rechazo a criterios trascendentes, descontextualizados, para valorar
t

-'' Entre las contribuciones en las que se vierten este tipo de consideraciones, ver: G.
es

Chowdhry, "Women and thc lnternational Political Economy", en F. D'Arnico, ancl P. Beck­
man (Eds.), //lumen, Ge//{fff, ami World Politics: Perspectives. Policies. all(/ Pmspects, rnent and the International Decade for Women", en R. Grant and K. Ncwland (Eds.), op. cit.;
Mu

(
Westpo,t, Bergin & Garvey, 1994. Entre la numerosa bibliografía, destacamos también: S. R. L. Blumberg, Women, Deve/opment, all(/ !he Wealth 1! Natio11s: Making the Casejiir the
.lockes, lfo111e11 in the World Eco110111y, Oxford, Oxford University Press, 1987; H. Afshar and Ge1u/er Variahle, Boulder, Co., Lynne Rienner, 1992; N. Kabeer, Reve rsed Realities: Ge1uler
C. Dennis (Eds.), Woml'/1 allil Adi11st111e11/ Policies in tlzl' Third World, London, MacMillan. Hierarchies in Develop111e11/ Thought, London, Verso, 1994.
41 En ese sentido se orientan, por ejemplo, las reflexiones realizadas en: S. Gunew and A.
1991; N. Aslanbeigui et al. (Eds.), /Vomen in tire Age of'Eco110111ic Tra11s/iir111atiu11, London,
Routledgc, 1994. Yeatman (Eds.), Fe111i11is111 all(/ 1'lie Politics o( D!fl'erence, Bouldcr, Co., Westview Press,
9
-' B. Locher, "Las Relaciones... ", op. cit., p. 52. Los ejemplos que se citan son menciona­ 1993.
dos por esta autora, quien los toma de N. Kardmn, "Women and Development", en F. 42 S. Ship, "And What About.. ..", op. cit., pp. 129-130.
D' Amico and P. Beckman (Eds.), op. cit. Para un tratamiento más extenso de esta cuestión, 43 J. True, op. cit.. p. 238. Esta autora utiliza la clasificación, ya común en la literatura,
puede verse de esta última autora: Bringing Women /11: Women 's lssues in lntematimw/ Dé­ que divide el feminismo en tres grandes corrientes: feminismo empirista, "punto de vista"
ve/opmenls Prvgrams, Boulder, Co., Lynne Rienner, 1991. (standpoint) feminista y feminismo posmodernista. Entre las feministas que siguen esta última
411 J. True,
op. cit., p. 218. Entre la bibliografía que se centra en estos aspectos, ver; K. línea, ver: C. Sylvester, Feminist Theo1:v aml Jntemational Relations in a Pustmodem Ern,
Newland, "From Transnational Relationships to lntemational Relations: Wornen in Develop- Cambridge, Cambridge University Press, 1994.
204 La Teoría de las Relaciones Jntemacionales a Comien:os del Siglo XXI Capítulo /0: El Rejlectivismo Radical 205

episternológicamente el conocimiento. Así, dicha teoría "nos recuerda que autoras feministas sostienen que paiie al menos de la resistencia a las nuevas
sólo tenemos fundaciones históricamente contingentes ...; el pospositivisrno tendencias filosóficas proviene ele la oposición a la "feminización" de la
no niega las fundaciones socialmente construidas, únicamente la ilusión de ciencia que ellas posibilitan48.
que posean carácter trascendente"44. En definitiva, el feminismo comparte
con otros enfoques reflectivistas la comprensión de la ciencia como una acti­
vidad humana históricamente situada, participando en este sentido del fun­ 10.3. EL POSMODERNISMO
dacionalismo "mínimo" de la teoría crítica. Las autoras feministas tienen in­
terés en resaltar que las afilrnaciones de conocimiento objetivo de la ciencia El posmodernisrno representa el tercer enfoque dentro de lo que hemos
social positivista tienen un claro sesgo de género, por cuanto que, desde una denominado reflectivismo radical. En todos los casos, la exposición de las
perspectiva exclusivamente masculina hacen invisibles las relaciones de do­ principales características de los diferentes enfoques reflectivistas ha supues­
minación patriarcal. Para evitar esta circunstancia, el feminismo se propone to una notable simplificación. Es necesario señalar que esta simplificación es
partir del punto de vista de las mujeres y de sus experiencias de exclusión y mayor si cabe en el caso del posmodernismo, dada la en01me variedad de
subordinación en la vida social y política.45 puntos de vista que se incluyen bajo esta denominación. En medios posrno­
Todo conocimiento está anclado en condiciones de vida particulares. Así, dernistas, los esfuerzos por definir y clarificar lo que se entiende por posmo­
el conocimiento que ofrece la ciencia positivista tradicional está anclado en derno son vistos como intentos de imponer visiones unificadoras sobre una
la experiencia particular de la elite masculina y tiende a perpetuar las jerar­
realidad que, en esencia, es incuestionablemente compleja49.
quías de género46. En su crítica de la ciencia positivista, el feminismo desta­
Las contribuciones de los autores de este enfoque se distinguen habitual­
ca que "la jerarquía de género no es meramente coincidente, sino en un sen­
mente por su estilo heterodoxo e irónico, en ocasiones ÜTeverente y provoca­
tido significativo, constitutiva de la metafisica objetiva de la filosofía occi­
dental ""17. Esta rnetafisica se ha basado en "oposiciones binarias" que, corno tivo, demostrativo de la irrupción en la disciplina del pensamiento posmo­
vimos, han sido rechazadas por el reflectivismo: la "masculinidad" se ha aso­ demo inspirado en la obra de autores como Nietzsche, Foucault, Derrida,
ciado con la objetividad y la ciencia, mientras que la feminidad se ha Lyotard, o Bauclrillard, entre otros. El debate modernidad-posmodernidad,
asociado con sus opuestos, la subjetividad y la no ciencia. Para concluir, ca­ fruto de la crisis del pensamiento occidental moderno, está desde luego pre­
be indicar que el pospositivismo, al atribuir un papel central a la intersubjeti­ sente en las Relaciones Internacionales. En contraposición a quienes plan­
vidad, abre las puertas a las cuestiones de género. En este sentido, algunas tean la reconstrucción crítica del Proyecto ele la Ilustración -este es el caso
del resto de los enfoques reflectivistas--, los posmoclernistas coinciden en la
.¡.¡ V. S. Peterson, "Trnnsgressing... ". op. cit.. p. 204. Peterson reflexiona en términos simi­ necesidad de abandonar la herencia moderna.
lares en: "lntroduction", op. cit.. pp. 19-20. Constituye una excepción al respecto el denomi­
nado feminismo empirista, cuya adscripción a la tradición liberal le lleva a asumir posiciones
epistemológicas positivistas. Así lo destaca: J. George, Discourses 011 Glohal Politics..., op. is V. S. Peterson, "Trnnsgressing ...", op. cit., p. 196.
cit., p. 27; C. Brown. "Turtles AII the Way Down ... ", np. cit., p. 231; S. Smith. "Positivisrn 49 En algunas obras suele ser frecuente utilizar, junto al término de posmodernismo, el de
and Beyond", np. cit.. p. 28.
45 M. Zalewski. "The Women/'Wornen' ...". op. cit.. p. 419. posestructuralismo. Puede apuntarse que este último té1111ino tiene su origen en una radicali­
46 Puede afirmarse que las feministas no sostienen la posibilidad de obtener un conoci­ zación de la lingüística estructuralista francesa. Supone abandonar el éntasis en las caracterís­
miento absoluto. Sin embargo. debe apuntarse que algunas autoras incluidas en la corriente ticas estructurales del texto interpretado y abogar por una completa libertad de interpretación
"punto de vista" feminista parecen defender que su aproximación a la realidad social como textual. En Relaciones Internacionales, pueden ubicarse en esta línea las contribuciones de
mujeres, en tanto que oprimidas, les otorga "un conocimiento más objetivo de su situación Ashley y Der Derian, constituyendo el posmodernismo más radical o "subversivo". No obs­
que la aproximación del opresor". Ver: S. Smith, "Positivism and beyond", op. cit., p. 36; C. tante, en los últimos tiempos parece ganar te1Teno la utilización exclusiva del término posmo­
Brown, "Tmtles Ali the Way Down...", op. cit., p. 231. dernismo. Sobre la distinción entre posmodernismo y posestructuralismo ver: C. Brown, "Tur­
47 V. S. Petcrson, "Transgressing.. .", op. cit., p. 202. Entre las obras de mayor relieve en tles Ali the Way Down...", op. cit., pp. 222-230. La calificación del ala más radical del pos­
el análisis de la relación entre ciencia y feminismo puede mencionarse: S. Harding. /Vhose modernismo como "posmodernisrno subversivo", corresponde a D. S. L. Jarvis, op. cit., en
science? IV/wse knoll'!edge?, lthaca, Cornell University Press, 1991. especial pp. 76-85.
206 La Teoría de las Relacíones l11temacio11ales a Co111ie11::us del Siglo XXJ Capítulo JO: El Re/lectivismo Radical 207

10.3.1. Conocimiento, Poder y Genealogía determinado régimen de verdad se convierte en representación dominante en
un determinado campo de conocimiento, al mismo tiempo que los regímenes
El posmodernismo ha sido definido "como incredulidad respecto a las contendientes son silenciados y marginados. La genealogía se orienta a es­
meta-narrativas"5º modernas, catificadas de logocéntricas. Hay un rechazo de cribir "contra-historias que dejan al descubierto los procesos de exclusión y
sistemas de pensamiento que aspiran a teorizar racionalmente sobre su obje­ encubrimiento que hacen posible la idea de la historia como un relato unifi­
to de estudio con pretensiones de validez universal. En su lugar, el posmo­ cado con un claro comienzo, un estadio intennedio y un final"53• Un enfoque
dernismo huye de toda tentación universalista y de toda búsqueda de genera­ genealógico en Relaciones Internacionales es llevado a cabo por S. Smith.
lizaciones. Actitudes así constituyen ejemplos de "ciene" (closure), repre­ Este autor no entiende la disciplina como un espacio "natural" y "autónomo",
corno un esfuerzo intelectual que a través de sucesivos debates se acerca ca­

ial
sentan el ejercicio de un monopolio discursivo negador del pluralismo y la
diferencia. Precisamente, su disposición favorable a la diferencia le lleva a da vez más a explicar la realidad, sino como "la manifestación histórica de
"enfatizar lo accidental, lo fronterizo, lo inconexo o lo olvidado". En un una serie de interpretaciones contradictorias cuya unidad e identidad son el

c
mundo posmoderno --en el que "todo lo interesante es enigmático, único e producto de una victoria en ese conflicto". Esto a su vez le pemlite pregun­

er
irrepetible"51- sólo pueden ofrecerse interpretaciones contingentes y plura­ tarse por los silencios de la teoría internacional y por la conexión entre el es­
les. El posmodemisrno se aleja de todo intento de una teoría integrada y se tudio de las relaciones internacionales y una visión particular de la práctica

om
muestra escéptico respecto a las nociones de racionalidad y verdad. intemacional54• El análisis posmodernista de las relaciones entre poder y sa­
Una de las líneas de pensamiento que informa el escepticismo posmoder­ ber pone de manifiesto las luchas históricamente contingentes para imponer

rc
nista está ligada al análisis foucaultiano de las relaciones entre poder y cono­ interpretaciones autorizadas, discursos legitimados, sobre lo que son las Re­
cimiento. Ambos conceptos están tan inextricablemente entrelazados que ca­ laciones Internacionales, bien como disciplina académica, bien como con­
be hablar de un "nexo poder-saber". "El poder está implicado en todos los junto de unas prácticas políticas y no de otras.

lo
sistemas de conocimiento, de modo que nociones como razón o verdad son Los autores posmodernistas han realizado estudios genealógicos sobre

va
productos de circunstancias históricas específicas"52. No existe una verdad, conceptos tan próximos al pensamiento tradicional como diplomacia o Esta­
existen distintas perspectivas en competencia o, en palabras de Foucault, do soberano. En el primero de estos casos, J. Der Derian pone en cuestión el
"regímenes de verdad". Mediante el empleo de un enfoque genealógico, los discurso convencional sobre la diplomacia y su historia mediante una explo­
autores posmodernistas tratan de explorar históricamente de qué modo un s in ración genealógica de los orígenes de esta actividad internacional. La utili­
dad de este tipo de exploración, según este autor, reside en restar valor a la
carga de sentido común que posee el concepto de diplomacia, así como a las
ra
5° Como vimos con anterioridad ésta es la caracterización de lo posmoderno llevada a ca­
bo por F. Lyotard. Esta caracterización ha sido recogida en numerosas publicaciones sobre afirmaciones que establecen un origen en el tiempo y en el espacio para el
nacimiento y evolución uniforme de esta práctica internacional55. Frente a
t

posmodernismo en las Relaciones Internacionales. Ver por ejemplo: R. Jackson and G. Soren­
sen. op. cit., p. 235; C. Brown, "Critica[ Theo1y ...", op. cit., p. 60; S. Smith. "Reflectivist and caracterizaciones de sentido común que muestran la diplomacia como la
es

Constrnctivist Approaches ...", op. cit., p. 239.


51 P. Rosenau, "Once Again inlo the Fray ...". op. cit., pp. 84-85. El sentido de vivir en los conducción de relaciones entre Estados, Der Derian propone una caracteri­
zación alternativa. Tomando como punto de pmtida el proceso ele extral'ia­
Mu

límites, de trabajar en los márgenes de las Relaciones Internacionales, queda patente en los
títulos de algunas de las contribuciones de autores posmodernistas. Ver por ejemplo: R. miento o alienación respecto al "otro", contempla la diplomacia como una
Ashley, "Living on Borderlines: Man, Poststructuralism, and War", en J. Der Derian and M. mediación entre entes que se ven afectados por relaciones de apartamiento.
Shapiro (Eds.), !11te/'llaliu11al/l11tertextual Relations: Pusmudem Readi11gs in World Pulitics,
Lexington. Lexington Books, 1989; R. Ashley and R. B. J. Walker, "Speaking the Language
53 R. Develak, "Postmoclernism", op. cit., pp. 184-185.
of Exile: Dissident Thought in lnternational Studies", en R. Ashley and R. B. J. Walker
(Eds.), Speaki11g the La11g11age of Exile: Dissidence i11 l11ter11atiu11al Studies, !11te/'llalio11al :� S. Smilh, "The Self-images of a Discipline ...", op. cit., pp. 3 y 6.
Stadies Quarter/y, Special issue, Vol. 34, n." 3, 1990. " J. Der Derian, 011 Diplomacy: a Genealogr (Jj' Western Estrangement, Oxford, Basill
52 S. Smith. "Positivism and Beyond", up. cit., p. 30. En la exposición del análisis Blackwell, 1987, p. 200. Por tanto, la genealogía cumple la función que Foucault le atribuía,
foucaultiano del nexo poder-saber y ele la genealogía como método de análisis histórico, es decir, perturba aquello que se piensa unificado, muestra la helerogeneiclad de lo que era
seguimos básicamente la presentación hecha por R. Devetak, "Postmodernism", en S. Burchill imaginado consistent� consigo mismo. Ver: M_. Foucault, "Nietzsche, Genealogy. History", en
et al., up. cit., pp. 180-187. M. Foucault, Dits et Ecrits 1954-19/18, Paris, Eclitions Gallimard, 1994, Vol. 2, p.136.
208 La Teoría de las Relaciones !111emacio11ales a Comien�os del Siglo XX! CapÍlulo JO: El Rejlec1ivis1110 Radical 209

De esta forma, Der Derian logra separar el concepto de diplomacia de las cia en la (re)constitución del Estado y el acto político de demarcación de lí­
connotaciones "estatales" que tiene su definición tradicional. La asociación mites que tiene como efecto la división del espacio político global.
entre diplomacia y Estado responde a una situación histórica contingente. No La separación del espacio interior soberano del espacio exterior anárquico
cabe concebir la diplomacia como un rasgo exclusivo de la actividad de en­ permite constrnir una identidad política territorialmente contenida. El Estado
tes estatales. Por tanto, la diplomacia es un fenómeno que existía de manera soberano se define como una "unidad" cerrada. Los autores posmodernistas
previa a la formación de Estados soberanos. La exploración genealógica deja se han preguntado por las prácticas y discursos que han pe1mitido construir
al descubie1to el modo en que a través de prácticas sociales se fueron con­ esa identidad por oposición a un "otro" amenazante. Han prestado especial
formando históricamente, por una pmte, el discurso y la actividad "diplomá­ atención al papel de las prácticas y discursos de la política exterior y de se­
tica" y, por otra, sus vínculos con el Estado soberano. El proceso histórico, a guridad en la formación de la identidad política estatal. D. Campbell ha
lo largo del cual se produjo ese entrelazamiento entre diplomacia y Estado, señalado que la constante referencia al peligro exterior no debe interpretarse
estuvo marcado por las disputas de poder y por el papel preeminente del uso tanto en términos de amenaza como en términos de aquellas condiciones que
de la fuerza o de la amenaza56 • hacen viable la existencia e identidad del propio Estado59. Las concepciones
En el segundo de los casos señalado el análisis genealógico recae en el tradicionales en la disciplina conciben la política exterior y de seguridad co­
Estado soberano. Aquí, los posmodernistas exploran críticamente la mo una forma de comp01iamiento de los Estados dirigida a la satisfacción de
(re)constitución histórica del Estado como la fonna normal de subjetividad sus intereses. Se supone que estamos en presencia de entidades plenamente
en la política mundial. Sus análisis ponen el acento en los orígenes turbulen­ fornrndas, con una identidad bien definida. En cambio, los posmodernistas
tos del Estado, dejando entrever el papel constitutivo de la violencia en la enfatizan que la definición por pa1ie de estas políticas de un "otro" externo y
vida política moderna. Curiosamente, la violencia es a la vez enfem1edad y amenazante es paiie integral de la constitución de la propia identidad. Subra­
remedio: es aquello de lo cual el Estado soberano debe proteger a los miem­ yan, por último, que existe una relación entre la contención del "otro" exter­
bros de la comunidad bajo su jurisdicción y, al mismo tiempo, es aquello que no y la contención del "otro" doméstico. El silenciamiento de la disidencia
posibilita que el Estado soberano sea un refugio contra la violencia57. El interna es, en muchas ocasiones, la otra cara de la fonnación de la identidad
posmodernismo procede a escrutar críticamente cómo las unidades políticas política estatal60•
estatales se han apoyado históricamente en la fuerza para distinguir entre un
espacio político interno y uno externo. La violencia deja de estar relacionada
con razones de política de poder. De un modo distinto, la violencia estratégi­ l 0.3.2. Textualidad y Deconstrucción
ca es parte de "un proceso continuo de definición de los límites estatales, ex­
cluyendo a aquéllos que discrepan de su dominio y castigando a aquéllos que La actitud escéptica del posmodemismo ante el conocimiento científico
lo desafían 58. Aflora pues la íntima vinculación entre el papel de la violen-
11
de la realidad está ligada también a la cuestión de la textualidad, tal y como
ha sido elaborada por autores franceses como Derrida y Barthes. La cuestión
5'' J. Der Derian. 011 Diplomac:r.... op. cil.. pp. 200-201. de la textualidad es clave para adentrarse en la ontología social radicalmente
57
D. Campbell and M. Dillon, "lntroduction", en D. Campbell ami M. Dillon (Eds.), The idealista del posmodernismo.
Politiml Subjec/ o/' Violence, Manchester, Mnnchester University Press, 1993, p. 161 (citado La idea de textualidad hace referencia, en palabras de P. Rosenau, a que
por R. Devetak, "Postmodernism", up. cil., p. l 94). En relación con la definición o inscripción "el posmodernismo está centrado en textos y, en última instancia, todo el
de límites, ver: W. Connolly, "Tocqueville, Territory, and Yiolence", Theo,:r, Cul!ure, aml mundo es un texto"61• De aquí el eslogan de Derrida: "no hay nada más allá
Soci<'ll', Vol. 11 , 1994.
58.B. Klein, S!mlegic Stutlies all(l World Order: The Global Pulilics o(De/errence, Cam­
bridge, Cambridge University Prcss, 1994. p. 139. Esta línea de exploración genealógica, que 59 D. Campbell, /Vrili11g Securilv: U11i1ed S1a1es Fureig11 Policv al1(/ !he Polilics u(lde11-
establece una vinculación entre los orígenes del Estado y la violencia, es seguida también en: lity, Minneapolis, University ofMi�nesota Press, 1992, p. 12. ·
J. Batielson, A Grnealogy of Sovereign(v, Cambridge, Cambridge University Press, 1995. Pa­ 60 R. Devetak, "Postmodernism", op. cit., p. 198.
ra una referencia a cómo la idea de soberanía ha sido influenciada por los cambios en el con­ 61 P. Rosenau, "Once Again... ", up. cil .. p. 88. Sobre lo que sigue, han sido también de uti­
cepto de intervención: C. Weber, Simulali11g Sovereig11ty: l111erve111iu11, !he Sta/e and Symbu­ lidad: C. Brown, "Tutiles Ali the Way Down... ", op. cil .. pp. 222-226; R. Devetak, "Postmo­
lic Excha11ge, Cambridge, Cambridge University Press, l 995. dernism", op. di., p. 188. Un volumen colectivo que aborda el amílisis de las Relaciones In-
210 La Teoría de las Relaciones !11temacio11ales a Comienws del Siglo XXJ Capítulo I O: El RejlectÍl'ismo Radical 21 I

del texto". Los posmodernistas sostienen que nuestra comprensión de la rea­ rácter insostenible de esas divisiones tajantes, ya que cada término de la opo­
lidad social -en nuestro caso de la realidad internacional- se halla siempre sición depende siempre y, por tanto, se halla contaminado por el otro. En es­
condicionada por modos de representación y, por tanto, por distintos meca­ te orden de ideas, Devetak concluye que "la deconstmcción es una estrategia
nismos de construcción de textos. Nos referimos a dicha realidad a través de de interpretación y crítica que petturba los conceptos teóricos y las institu­
la experiencia proveída por representaciones o textos. Un texto no es sola­ ciones sociales que buscan la totalización y la estabilidad total", al poner de
mente un documento escrito, sino una práctica social, una acción individual, manifiesto que las totalidades, conceptuales o sociales, no son completamen­
o un evento histórico. En consecuencia, una lectura posmodernista de las Re­ te puras. "No hay una estabilidad pura, sólo estabilizaciones más o menos
laciones Internacionales debe centrarse en las prácticas discursivas que cons­ exitosas..."65.
tituyen una determinada representación de la política internacional, entendi­ En esta línea se sitúan las apottaciones posmodernistas que, como las de

ial
da como un texto. Éste, a su vez, debe ser interpretado en relación con otros R. Ashley, ponen en cuestión la "oposición binaria" soberanía-anarquía so­
textos. En tanto todos ellos se hallan inten-elacionados, el recurso a la "inter­ bre la que se asienta el discurso hegemónico en la teoría internacional. Esta

c
textualida" puede llevar a vincular de manera arbitraria textos de diverso tipo puesta en cuestión se lleva a cabo mediante un tipo de práctica deconstructi­

er
de manera heterodoxa62, como en el citado volumen colectivo editado por va que se suele identificar como de "doble lectura". La primera lectura repite
Der Derian y Shapiro. la "histmia oficial" del discurso en cuestión, expone el modo en que aquella

om
Una estrategia de análisis intettextual permite un escrntinio crítico de la se muestra coherente y consistente consigo misma. E n el caso de la oposi­
fonna en que determinadas representaciones son implantadas como modos ción mencionada, muestra cómo, en el discurso de las posiciones dominantes

rc
de interpretación dominantes. Precisamente por ello, dice M. Shapiro, "enfa­ en la disciplina, "el mundo es comprendido no sólo en términos de la ausen­
tizan el 'discurso' en lugar del lenguaje, porque el concepto de discurso im­ cia de una agencia central de gobierno, sino también en térnünos de la pre­
plica una preocupación por las prácticas productoras de significado y de va­ sencia de una multiplicidad de Estados, entendidos como centros soberanos

lo
lor"63. En fin, los posmodernistas hacen hincapié en la estrecha implicación de decisión, que presiden sobre sus respectivas sociedades domésticas...1166•
del poder en estas prácticas textuales significativas. Exploran críticamente, La segunda lectura, por el contrario, pretende perturbar este discurso, enfati­

va
corno antes comentamos, los vínculos que fonnan el nexo poder-saber. zando los puntos de inestabilidad dentro del mismo, destacando sus tensio­
Es necesario hacer referencia al concepto de "deconstrucción" como una nes internas. Esto es lo que Ashley intenta al hablar de la "problemática de la
estrategia de análisis textual. A juicio de los posrnodemistas, los textos en la
tradición modernista están construidos en torno a oposiciones conceptuales
consideradas estables. Esta circunstancia es objeto de un cuestionamiento
s in anarquía", al tiempo que muestra no sólo sus implicaciones teóricas, sino,
muy especialmente, sus significativas implicaciones políticas prácticas.
Para este autor, la concepción tradicional descansa sobre una oposición
ra
radical. Según Derrida, las "oposiciones binarias" presentadas como dicoto­ jerarquizada entre soberanía y anarquía, en la cual el primer término consti­
mías absolutas no son neutrales, sino jerárquicas. "El término privilegiado tuye un "ideal regulativo" y el segundo representa la ausencia o negación del
t

supuestamente entraña una presencia, propiedad, totalidad, puridad o identi­ primero. Uno y otro son entendidos como términos mutuamente excluyentes.
es

dad de las que el otro carece". Por ejemplo, el concepto de soberanía como El dominio interno es visto como un dominio de identidad y orden, donde
opuesto al de anarquía64 • El propósito de la deconstrucción es exponer el ca- "todos los conflictos de interpretación son susceptibles de resolución me­
Mu

diante el recurso a la verdad decisiva de la soberanía". Frente a esto, la


"anarquía internacional es concebida como un peligroso vacío de sentido,
tcrnacionales en clave inte1iextual es J. Der Derian and M. Shapiro (Eds.). lntematio- como una región de conducta sólo conocida por carecer de la verdad conte-
11a///111ertext11a/ Re/atiom... , op. cit.
62
Un ejemplo reciente viene dado por el intento de combinar de manera heterodoxa
"tradiciones discursivas" tan diversas como la poesía y la teoría internacional. Ver: R. Bleiker. 65 lbidem. p. I89.
(E\!.), Poelic World Politics, Alternatives, Special issue, Vol. 25, n.º 3, 2000. 66
R. Ashley, "The Powers of Anarchy: Theo1y, Sovereignty, and the Domestication of
63 M. Shapiro, "Textualizing Global Politics", en J. Der Derian and M. Shapiro (Eds.), op. Global Life", en J. Der Derian, (Ed.), International Theo1:1': Critica/ lnvestigations, London,
cit., p. 14. En el mismo volumen colectivo realiza consideraciones semejantes: J. Der Derian, tvlacmillan, 1995, p. 95. La contribución más conocida de este autor sobre esta cuestión es: R.
"The Boundaries of K.nowledgc and Power in lnternational Relations", pp. 3-l O. Ashley, "Untying the Sovereign State: A Double Reading of the Anarchy Problematique", Mi­
r>-l R. Devetak, "Postmodernism", op. cit., p. l 88-193. l!e1111iu111, Vol.l 7, n." 2, 1988.
212 la Teoría de las Relaciones lntemacionales a Co111ien:::os del Siglo XXJ Capítulo JO: El Re.flectivismo Radical 213

nida en el modelo de orden doméstico"67• En consecuencia, el dominio ex­ no podemos conocer la "realidad" de manera independiente de nuestro dis­
terno es el dominio de la diferencia y el desorden, donde los conflictos de in­ curso sobre ella, concluye "que ésta debe ser un efecto constitutivo del dis­
terpretación no son intrínsecamente resolubles y donde únicamente puede curso... " y que tocio lo que podemos hacer es interpretar discursos71, es decir,
actuarse de acuerdo con el poder material de que se disponga. Todo ello lo textos. De aquí que, dada la imposibilidad ele recun'ir a cualquier referente
convierte en un dominio inherentemente conflictivo y peligroso. Los efectos externo para refrendar el conocimiento, el poder pase a desempeñar un papel
políticos que tiene esta representación dicotómica se manifiestan con clari­ ele primer orden al designar como predominantes determinadas interpreta­
dad. Para que dicha imagen tenga sentido, es necesario materializarla en la ciones ele la realidad.
práctica, convirtiendo las diferencias en el interior de los Estados en diferen­ Las consecuencias del idealismo radical del posmodernismo pueden verse
cias entre los Estados. Esto significa que los Estados deben, para confinnar también en el modo de abordar el problema agente-estructura. En última ins­
la imagen de identidad doméstica, eliminar todo rastro de disidencia interna, tancia, "aquello a lo que muy prudentemente podría aludirse como agentes y
sea reprimiéndola o simplemente ignorándola o negándola68 . estructuras son efectos extremadamente problemáticos y contingentes de
Asimismo, la deconstrucción de las totalizaciones se halla en la base de la prácticas cliscursivas" 72, hacia las cuales debe volcarse la atención. Esas
crítica del Estado soberano que, identificando la ética de la exclusión que prácticas discursivas, entendidas como un texto, serán objeto de interpreta­
aquél encien-a, ofrece por ejemplo R. B. J. Walker. Para ello, pone también ción plural, ya que "el texto posmoderno es un texto plural, tan abie1io (o
en cuestión la distinción entre política interna y política exterior, tan exten­ vago) como para poder dar lugar a un infinito número de interpretacio­
dida en la teoría internacional. Su análisis crítico le lleva a sugerir que estas nes... (todas ellas) de igual interés"73• Su actitud defensora de la pluralidad de
oposiciones "dentro-füera", entendidas como ámbitos sociales mutuamente inte1pretaciones, que responde a una impronta nietzscheana, les lleva a de­
excluyentes, son producto de la soberanía estatal en tanto que práctica políti­ fender un relativismo extremo, en el que ninguna interpretación -incluidas
ca constitutiva. La reflexión que desarrolla le induce a rechazar la comparti­ las suyas- es más interesante que otra.
mentación territorial excluyente de la humanidad con arreglo a una "ética de De lo dicho en los párrafos precedentes, se deduce en buena medida la
la exclusión absoluta"69. De este modo, desafía los límites éticos que, para la posición epistemológica del posmoclernismo. Cabe hablar aquí de una "in­
organización de la vida política moderna, impone la aceptación acrítica de la terpretación radical" que rehúsa tocio tipo ele fundación "científica". Esto no
soberanía estatal como modelo privilegiado y exclusivo. Por el contrario, la conduciría sino a proyectos universalistas, con capacidad para conve1iirse en
"ética posmoderna" no se ve afectada por ningún límite espacial o territorial: discursos hegemónicos que terminarían por dominar, silenciar y marginar
es una ética "transgresora de la soberanía 70. 11
otras interpretaciones 74 . Los posmodernistas subrayan que vivimos en un
mundo de interpretaciones -es decir, textos- que a su vez pueden ser li­
bremente interpretadas. Las posiciones más extremas, a las que se ha califi-
10.3.3. Textualidad, Ontología y Epistemología
71
La textualidad tiene una relevancia clave a la hora ele diferenciar la onto­ Esta es la presentación que Adler realiza de las posiciones epistemológicas posmoder­
. nistas. Ver: E. Adler, "Seizing the Middle Ground...", op. cit., pp. 332-333 y 336.
logía posmodernista de la ele otros enfoques reflectivistas. Para quienes si­ 72 R. L. Doty, op. cit., p. 387. El pensamiento posmodernista mús radical entiende que los
guen esta línea ele razonamiento, tocia referencia al "mundo real" no puede sujetos y objetos de la realidad son "sociolingüísticamente construidos". En la medida en que
producirse sino como experiencia ele interpretación del mismo. En conse­ son producto de prácticas discursivas, son estas últimas, en cuanto textos, las que deben inter­
cuencia, el posmoclernismo es radicalmente idealista. En tanto considera que pretarse. La "muerte del agente", que no es sino una forma específica de "muerte del sujeto",
supone el rechazo del humanismo moderno que pone al sujeto en el centro de su discurso y
considera al mismo hacedor de su propia historia. Ésta es una de las posiciones más polémicas
"7 R. Ashley, "The Powers of Anarchy... ", op. cit., pp. 98 y I 03. del posmodernismo. A este respecto, ver los comentarios de: P. Rosenau, "Once Again into
('' R. Ashley, "Untying the Sovereign State... ", op. cit., p. 257. the Fray...". op. cit., pp. 88-90; C. Brown. "Tui1les Ali the Way Down... ", op. cit., p. 324.
69
Este es el argumento central que ofrece R. B. J. Walker en Inside!Outside: J11tematio11al 73 P. Rosenau, "Once Again into the Fray... ", op. cit., pp. 86 y 88. En el mismo sentido: R.
Relations as Political TheOJV, Cambridge, Cambridge University Press, 1993. Ashley, "Living On Borderlines... ", op. cit.. pp. 274 y 280.
711 R. Devetak, "Postmodemism", op. cit., p. 204. A este respecto, puede consultarse tam­
74 Una referencia que expresa esta sensibilidad hacia posturas relativistas es: R. Bleiker,
bién: W. Connolly, "Democracy and Tmitoriality", Mille1111iu111, Vol. 20, n." 3, 1991. "Forget IR Theory", Alternatives, Vol. 22, n." I, 1997.
214 La Teoría de las Relaciones !11ternacio11ales a Comien;os del Siglo XXJ

cado de posmodemismo subversivo, se han situado en una postura antifun­


dacionalista que niega todo valor específico a la ciencia social. Por supuesto,
no reclaman para sus propias interpretaciones un carácter científico. En defi­
nitiva, en una visiqn posmodernista radical, la elección personal de una in­
terpretación determinada es arbitraria y está basada en elementos tan idiosin­
crásicos como la intuición y los gustos. Consecuentemente "no tiene sentido
buscar la 'mejor interpretación' (establecer la superioridad de una interpreta­
ción sobre otra)... " 75• Hecha esta caracterización, sin embargo, es interesante
llamar la atención sobre el siguiente comentario de Price y Reus-Smit: "...tan

ial
pronto como uno obsetva e interactúa en el mundo, esas afirmaciones (de
"verdad con minúsculas", o sea, contingentes) son inevitables, sea como per­

c
sona involucrada en la vida diaria o como estudioso. Como Nietzsche señaló

er
hace tiempo, no podemos evitar realizar afirmaciones de verdad respecto al
mundo"76• Estas últimas reflexiones muestran lo problemático -incluso lo

om
dificilmente sostenible- de una posición posmodernista radical. En esta lí­
nea, autores críticos con un antifundacionalismo radical se han referido al

rc
hecho de que posmodemistas, como D. Campbell, J. Der Derian o R. Ash­
ley, presentan sus interpretaciones, al menos, como más reveladoras sobre el PARTE QUINTA
tema en cuestión que otras disponibles y, en cierto modo, como más adecua­

lo
das. Estas consideraciones pueden verse reforzadas por la actitud de arrogan­
te superi01idad que adoptan algunos posmodernistas. Con tal actitud, trans­

va
CONCLUSIONES
miten la impresión de que, con sus análisis, están contribuyendo a revelar la
verdad77•
s in
t ra
es
Mu

75 P. Rosenau, P., "Once Again into the Fray...", op. cil., p. 86.
76
R. Price and C. Reus-Smit, "Dangerous Liaisons...", op. cil., p. 272.
77 Este comentario es llevado a cabo en: Y. Ariffin et G. lv!erone, "Les Relations
lnternationales entre 'Traditionalistes' et 'Post': Les Nouveaux Débats Théoriques", Le
Trimeslre du Monde, Vol. 27, n." 3, [994. Hace una referencia al mismo: N. Cornago,
Proyecto Docellfe..., op. cil., p. 39.
CAPÍTULO 11

CONCLUSIONES

Tomando en consideración lo dicho hasta aquí sobre las Relaciones In­


ternacionales a comienzos del siglo XXI, puede apreciarse la complejidad y
pluralidad del cumio debate. Es posible que la visión general de la disciplina
que emerge de lo expuesto en capítulos anteriores sea excesivamente cohe­
rente. No pueden ocultarse las grandes simplificaciones que encierra el mapa
o matriz que ha servido de guía para formamos una idea del estado de la dis­
ciplina en nuestros días. Tales simplificaciones invitan muchas veces a pasar
por alto las serias discrepancias que se producen, tanto dentro del raciona­
lismo como, especialmente, del reflectivismo. Los enfoques reflectivistas, de
pue1ias afuera, hacen gala de una cie1ia unidad en sus críticas al racionalis­
mo. De puertas adentro, no obstante, las diferencias de criterio en el plano
ontológico y, sobre todo, epistemológico son notables. En cualquier caso,
pese a la simplificación de la diversidad de posturas a la que hemos aludido,
los rasgos de profundidad y complejidad del cumio debate aparecen con niti­
dez.
Resulta enormemente problemático adelantar posibles itinerarios a seguir
por dicho debate. Esto es así porque no es sencillo predecir cómo evolucio­
narán las posiciones de los principales contendientes. Quizá sea más previsi­
ble vislumbrar el curso de las posturas racionalistas. Pero no cabe decir lo
mismo de las posturas reflectivistas. Aunque el cuarto debate viene desarro­
llándose, al menos explícitamente, durante algo más de una década, es posi­
ble que todavía requiera cierto periodo de maduración. Como ocurrió con el
debate ínter-paradigmático, determinadas perspectivas o valoraciones sobre
218 La Teoría de las Relaciones lntemacionales a Co111ie11=vs del Siglo XXI Capítulo I I: Conc/11sio11es 219

lo que está en juego en el cuarto debate pueden aflorar en un futuro más o tesis, parecen excesivamente optimistas. En el transcurso de los quince últi­
menos inmediato. mos años, poco se ha avanzado en esa dirección. El paso del tiempo ha clari­
Por otra parte, es necesario dejar constancia de que gran parte del esfuer­ ficado incluso las dificultades de orden ontológico y epistemológico que
zo reflectivista ha recaído en cuestiones de segundo orden. En efecto, los en­ obstaculizan una aproximación de posturas. Con una lectura detenida de la
foques críticos han estado dedicados a repensar las bases ontológicas y epis­ parte tercera, dedicada al racionalismo, y de la parte cuarta, dedicada al re­
temológicas de la teoría internacional. Pero hay que referirse a un auténtico flectivismo, puede obtenerse una impresión bastante razonable de las fue1ies
déficit cuando nos fijamos en las cuestiones de primer orden, en la construc­ discrepancias entre ambos enfoques. Neo1Tealistas y neoliberales parecen en­
ción de teorías sustantivas. En el caso del constructivismo, por ejemplo, esto frascados en el estudio de problemas tremendamente concretos. En cambio,
los reflectivistas están embarcados en una reflexión meta-teórica, orientada a

ial
ha llevado a algunos autores a mantener que este enfoque se encuentra teóri­
camente vacío 1 • En éste sentido, no cabe duda de que el curso del cuarto de­ revisar las bases ontológicas y epistemológicas de la disciplina.
bate dependerá de la habilidad de una segunda generación de reflectivistas Entre los enfoques críticos, el constrnctvismo está adquiriendo una cre­

c
que, sobre el trabajo ontológico y epistemológico de la generación anterior, ciente relevancia. Como hemos señalado, las ideas constructivistas se han

er
sea capaz de producir teorías sustantivas que robustezcan el desafio al racio­ caracterizado como una especie de punto intennedio entre el racionalismo y
nalismo. los enfoques reflectivistas más extremos. Esto no quiere decir que el cons­

om
Una pregunta que emerge en todo debate es ¿en qué medida existe una tructivismo haya asumido el papel de mediador entre puntos de vista incon­
posibilidad de síntesis, de entendimiento entre las partes? Tras la formula­ mensurables3 . Afirmar que los autores constructivistas ocupan un punto in­

rc
ción de esta pregunta se encuentra muy posiblemente, rememorando en cier­ tem1edio, significa que buscan distanciarse de los dos puntos de vista, Es
to modo las vi1iudes del esquema paradigmático único de Kuhn, la convic­ cie1io que esta distancia con respecto al racionalismo y el reflectivismo más
extremo no es única. Varía dependiendo de los diferentes autores constructi­

lo
ción de que un único punto de vista es deseable, de que un volumen notable
de esfuerzos es absorbido infructuosamente por la ausencia de consenso en vistas.

va
la comunidad científica. A este respecto, podemos retomar la alocución de En contraposición a lo que se acaba de exponer en el párrafo precedente,
R. O. Keohane a la conferencia anual de la ISA de 1988. En aquella ocasión, algunos autores han querido ver una aproximación entre racionalismo y
este autor manifestó que, tanto el enfoque racionalista como el enfoque re­ constructivismo, Si una síntesis de carácter más general entre enfoques ra­
flectivista, requerían importantes desatTollos internos si aspiraban a conver­
tirse en programas de investigación consolidados. En el supuesto de que esto
sucediera, Keohane interpretaba que había esperanza para una síntesis entre
s in cionalistas y reflectivistas es algo imposible, puede elucubrarse sobre ciertos
puntos de encuentro, por razones epistemológicas, entre racionalismo y
constrnctivismo. Al hablar aquí de este último enfoque, nos referimos al
ra
los dos enfoques opuestos, una síntesis que ayudaría a comprender, por un construc,tivismo que ha sido considerado más convencional epistemológica­
lado, las instituciones y las prácticas sociales y, por otro, las relaciones exis­ mente. Esta "mayor sintonía" ha dado pie a comentarios sobre un 111ai11s­
t

tentes entre ellas. Esta síntesis, no obstante, no surgiría espontáneamente. Al trea111 ampliado. Pero esos puntos de encuentro quizá sean más fáciles de ob­
es

contrario, sería necesario "la competencia y el diálogo constructivos entre servar entre una pmie del racionalismo, el neoliberalismo, y el constructi­
vismo al que hemos hecho alusión.
Mu

estos dos enfoques y la investigación teóricamente informada de los


hechos 2• 11
Los autores que señalan esta aproximación han apreciado una deriva de
Dejando al margen el hecho de que Keohane sugiere someter a las teorías determinadas posiciones constructuvistas hacia el racionalismo. S. Smith,
reflectivistas a un contraste empírico que éstas rechazan frontalmente, sus por ejemplo, ha esc1ito que la consideración del constructivismo como un
comentarios acerca, no ya de las posibilidades, sino de la idea misma de sín- punto intem1edio en el sentido descrito más arriba, es equívoca. En su opi­
nión, el constructivismo posee un carácter más racionalista que reflectivista.
Sostiene que este enfoque, sobre todo en su versión notieamericana, está
1
K. N. Jorgensen, "Four Levels anda Discipline", en K. M. Fierke andK. E. Jorgensen,
Constructing I11ternationa/ Relations: The Next Generation, New York, M. E. Sbarp, 2001, p.
48. 3 T. Christiansen et al., op. cit., p. 536.
2
R. O. Keobane, "lnternational lnstitutions: Two Approacbes", op. cit., p. 393.
220 La Teoría de las Relaciones lntemacionales a Co111ie11:os del Siglo XXI Capítulo 11: Co11clusio11es 221

muy próximo al neoliberalismo racionalista4• Esto lleva a Smith a predecir les y constructivistas. Ahora bien, el papel que unos y otros atribuyen a las
una ruptura del constructivismo en dos ramas: una racionalista en términos mismas aparece nítidamente difereúciado. Para los constrnctivistas, así como
amplios, otra más reflectivista. Esta rnptura es necesaria porque las dos ra­ para otros enfoques reflectivistas, las ideas representan un componente esen­
mas adoptan premisas epistemológicas fundamentalmente diferentes. El cial de la estructura. Son ellas precisamente las que dotan de sentido a las
constrnctivismo "fundacionalista" puede discutir con facilidad con el racio­ fuerzas materiales. El punto crítico que separa a neoliberales y constructivis­
nalismo porque comparten premisas epistemológicas, mientras que el cons­ tas es que, para estos últimos, las ideas, además de sobre los comportamien­
trnctivismo de orientación más "constitutiva" no está en condiciones de tos tienen efectos sobre las propiedades, es decir, sobre las identidades e in­
hacer esto5 . tereses de los actores. Esto justifica la importancia que los constructivistas
Es posible que el constructivismo experimente un proceso de fragmenta­ otorgan a las teorías constitutivas.
ción. Dentro del mismo, como dentro de otros enfoques reflectivistas, puede Puede decirse, por tanto, que neoliberalismo y constructivismo muestran
haber posiciones muy divergentes. Pero otra cosa es que pueda plantearse aproximaciones a las cuestiones ontológicas con escasos puntos en común.
una cuasi fusión entre una parte del racionalismo, el neoliberalismo, y una Esto no puede sino ejercer un influjo diferenciador sobre las teorías sustanti­
parte del constrnctivismo, la más convencional epistemológicamente. A mi vas que se elaboren en ambos casos. Lo que habitualmente justifica las refe­
juicio, la opinión de Smith me parece cuestionable por dos razones: primero, rencias a un mainstream ampliado, a una aproximación entre racionalismo y
porque minusvalora las diferencias ontológicas; segundo, porque sobrevalora constructivismo, son las coincidencias epistemológicas. Cie1tamente, deter­
las coincidencias epistemológicas. minados autores constructivistas se han declarado pmtidarios de la ciencia
Refiriéndonos brevemente a ambas razones, cabe decir, en primer lugar, como discurso privilegiado, dando con ello a entender que existen estándares
que el neoliberalismo, al igual que el neonealismo, da prioridad ontológica con los que distinguir lo que es ciencia de lo que no lo es. Reconocen la exis­
al individualismo. Los regímenes internacionales son consecuencia de las tencia de un mundo exterior independiente del observador que, de una mane­
acciones intencionadas de actores racionales y egoístas. Hay que apuntar, no ra difusa, puede constituir un referente empírico a sus fo1mulaciones teóri­
obstante, que estos regímenes, una vez puestos en marcha, se convierten en cas. En fin, aceptan el naturalismo, o lo que es lo mismo, la unidad metodo­
marcos de referencia que guían y orientan las acciones de los actores. Por su lógica entre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Todo ello genera
pa1te, el constructivismo, establece una relación dialéctica entre agente y es­ una impresión de afinidad entre racionalismo y constructivismo en torno a la
tructura. Del mismo modo que los poderes causales e intereses de los agentes epistemología.
están generados y, por tanto, explicados por las estructuras, éstas son, a su Creo de gran imp01tancia indicar que los autores constructivistas que
vez, ontológicarnente dependientes de y, por tanto, constituidas por las prác­ mantienen las posiciones mencionadas basan sus convicciones epistemológi­
ticas y formas de entender de los agentes. cas en una filosofía de la ciencia, el realismo científico, que poco tiene que
Por otra parte, en cuanto a la segunda opción ontológica fundamental, el ver con el positivismo o naturalismo de los autores racionalistas. El realismo
neoliberalismo entiende que las estructuras están formadas por fuerzas mate­ científico es en gran medida una crítica al positivismo. El constructivismo
riales. Pero, a diferencia de los neorrealistas, procede a la introducción de rechaza el modelo nomológico-deductivo característico del positivismo.
ideas, es decir, de principios, normas y reglas, a través de los regímenes in­ Aunque los constructivistas toman en consideración dos tipos de teorías, ex­
ternacionales. Las ideas no son parte de la estructura. Constituyen una varia­ plicativas y constitutivas, el sentido que confieren a las primeras difiere muy
ble sistémica, una variable "interviniente" que se sitúa entre ésta y las unida­ sustancialmente de lo que los racionalistas entienden por la misma expre­
des del sistema. Para los neoliberales, las ideas pueden corregir las presiones sión.
estructurales, dejando sentir sus efectos sobre el comportamiento de los acto­ La idea de un mainstream ampliado -formado por el racionalismo, prin­
res. La cuestión de las ideas representa una referencia común para neolibera- cipalmente en su versión neoliberal, y el constructivismo, con los enfoques
reflectivistas restantes en posiciones menos centrales- puede no proporcio­
4
S. Smith, "Social Constructivisms and European Studies: A Reflectivist Critique", Jour-
nar, por las razones expuestas, una imagen adecuada de la disciplina en los
11al ofEuropecm Public Polic:v, Vol. 6, nº 4, 1999, pp. 683-684. años venideros. Habría, en todo caso, más razones para pensar en la conti­
5 lbide111, p. 690. nuidad de las pautas de extrema pluralidad teórica existente en nuestros días.
La Teoría de las Relaciones !11/emacionales a Comien�os del Siglo XXI Capí111lo I 1: Co11clusio11es 223
222

Pero puede haber otras dos maneras de contemplar el fuhiro de las Relacio­ enfoques reflectivistas8. A su juicio, el futuro pasa por la superación de la ca­
nes Internacionales. La primera fue expuesta por Dessler en los inicios del racterización que presenta las teorías racionalistas como problem-solving y
cua1io debate. La segunda ha sido sugerida por W endt más recientemente. las teorías reflectivistas corno emancipadoras. Una forma de trascender esta
Para Dessler, la ontología del constrnctivismo, sobre todo del que se basa caracterización es contemplar la relación entre ambas como un problema de
en el realismo científico, es más progresiva que la del racionalismo. Resu­ horizontes temporales9. Los racionalistas tienden a operar dentro de un hori­
miendo al máximo, cabe seüalar que uno de los desarrollos ontológicos más zonte temporal relativamente corto. Son posibles acciones emancipatorias
importantes asociados al constructivismo es que incorpora nomias dentro de significativas en el plano local, pero el cambio estrnctural, dadas las limita­
la estructura social6• Esto va a permitir que, dentro de un mismo marco onto­ ciones de tiempo, no entra en su agenda. Los teóricos reflectivistas, por su
parte, se desenvuelven en un horizonte temporal más amplio, en el cual

ial
lógico, las teorías que surgen del mismo puedan explicar una gama de fenó­
menos mucho más amplia. Estableciendo un paralelismo con los programas grandes transformaciones estrncturales sí representan opciones posibles.
de investigación de Lakatos, Dessler dice que el constrnctivismo contiene Racionalistas y reflectivistas han fallado en el establecimiento de víncu­

c
aquella parte del racionalismo que no ha sido refutada y, además, explica­ los entre los dos marcos temporales. Ello justifica la ausencia de puntos de

er
ciones sobre fenómenos que quedaban fuera del alcance de este último. encuentro entre ambos. Los racionalistas, pese al énfasis en la capacidad
Así, la teoría neorrealista podría entenderse como una aplicación alta­ predictiva de sus teorías, no han conseguido "enlazar" con el largo plazo.

om
mente restrictiva del modelo constrnctivista. Si bien el constructivismo insis­ Los reflectivistas han propendido a descuidar el corto plazo. El resultado ha
te en que toda acción social depende de la preexistencia de nonnas, esta sido que las Relaciones Internacionales no están en buenas condiciones para

rc
aplicación se referiría a un medio anárquico en el que dichas normas son ig­ pensar acerca de cómo la comunidad mundial puede achiar hoy para satisfa­
noradas. Además, la teoría neoliberal también encontraría acomodo en este cer sus intereses en el largo plazo. Sin embargo, para Wendt uno de los prin­
modelo. Los regímenes internacionales no son otra cosa que nonnas regula­ cipales propósitos de las Relaciones Internacionales debería ser el control de

lo
tivas que prohíben o prescriben compoiiamientos específicos en circunstan­ la evolución constitucional del sistema internacional. Tal afimrnción presu­

va
cias específicas. Tratan de establecer cauces para fonnas de comportamiento pone que dicho sistema está experimentando la emergencia de un orden
que existían previamente. Pero es que, de manera adicional, el constructi­ constitucional, quizá de fonna análoga a lo que ocun"ió en Gran Bretaüa. Si
vismo explica otros compotiamientos sobre los que el racionalismo tiene po­ esto es así, la disciplina va muy por detrás de los acontecimientos. Por ello,
co que decir. Son aquellos que tienen su origen en normas constitutivas, de­
cisivas para definir el "juego internacional". Estas nonnas son más funda­
mentales que las regulativas, ya que no es posible regular comportamientos
s in Wendt propone una visión poscrítica de la ciencia social que combine la
emancipación, que sólo puede producirse mediante una profunda transfor­
mación del orden existente a largo plazo, con la proclividad racionalista a
ra
si no son antes definidos. pensar científicamente en esta empresa to. De este modo, racionalismo y re­
En definitiva, Dessler concluye que el constructivisrno provee una onto­ ílectivismo, con sus diferentes horizontes temporales, con sus diferentes
t

logía más comprensiva que la del racionalismo. Dado que facilita la discu­
es

sión de una amplia variedad de fenómenos, constituye una base más prome­
tedora para una investigación teórica progresiva7. Lejos de aproximaciones
Mu

8
En esta contribución, A. Wendt utiliza la expresión de "teorías críticas", en lugar de la
entre racionalismo y constructivismo, todo aquello que pudiera haber de vá­ de "teorías reflectivistas". No está muy claro qué entiende Wendt por teorías críticas. Incluye
lido en el primero quedaría subsumido en el segundo. en ellas, "entre otros enfoques", la teoría crítica, tanto en su vertiente neogramsciana como de
la escuela de Frankfurt, el feminismo radical y el posmodernisrno. En principio, el constmcti­
En una reciente contribución recogida en un libro sobre teoría crítica, A. vismo, quizá por carecer de énfasis en premisas sobre qué resultados institucionales deberían
Wendt ha diseñado otro posible escenario para la disciplina en un futuro ser buscados, queda fuera de esta relación. En nuestros comentarios sobre esta contribución
próximo. En ella, este autor habla de la relación entre el racionalismo y los hemos mantenido la expresión de "teorías reflectivistas" por mantener una unidad terminoló'.
gica que evite confusión.
9
A. Wendt, "What is lnternational Relations For? Notes toward a Postcritical View?", en
R. Wyn Janes (Ed.), Critiml Theo1:v and World Poliíics, Boulder, Co., Lynne Rienner, 2001,
6 p. 206.
D. Dessler, op. cit., p. 458.
7 lbidem, p. 444. w Ibídem, p. 208.
224 La Teoria de las Relaciones lntemacionales a Comien::os del Siglo XXI

orientaciones científicas y nonnativas, quedarían integrados en esta nueva


concepción poscrítica de la ciencia social.
Es más que posible que las Relaciones Internacionales evolucionen por
cauces absolutamente imprevistos, muy distintos de cualquiera de las posibi­
lidades que se han contemplado en estas conclusiones. Una razón para que
esto sea así puede residir en el impacto de nuevos acontecimientos. Quizá
sea pronto para hacer valoraciones, pero los atentados terroristas perpetrados
en septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, así como las gue­
rras en Afganistán e Iraq, pueden constituir auténticos hitos históricos, lla­
mados a ejercer una gran influencia en las Relaciones Internacionales. El 11
de septiembre pareció dejar súbitamente sin sentido el discurso tradicional
tanto en el teneno académico como político. ¿Hasta qué punto estos aconte­
cimientos pueden provocar un replanteamiento profundo en la disciplina? A
este respecto, las ideas de Wendt sobre cómo incidir en la evolución consti­
tucional del sistema internacional parecen especialmente relevantes. En la
conjunción de esfuerzos a corto y largo plazo que supone la transfonnación
del orden mundial, el constructivismo quizá tenga un papel importante que
desempeñar. A mi modo de ver, este enfoque abre vías de desatTo!lo teórico
sumamente prometedoras. De todos los participantes en el cumio debate, en­
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tiendo que es el que mayor potencial posee para promover una redefinición
de la disciplina de cara al nuevo milenio.
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