Sta Anna Schaffer Resumen
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Sta Anna Schaffer Resumen
INTRODUCCIÓN
Sus primeros años.
El accidente.
Consecuencias del accidente.
Víctima por los pecadores.
Las llagas.
El demonio.
La Eucaristía.
Los santos.
Su ángel.
Desposorio y matrimonio con Jesús.
Su muerte.
Jesús no se dejó ganar en generosidad y le regaló sus llagas para parecerse más a
él. Le dio también otros carismas como el de conocimiento sobrenatural,
bilocación, sanación, etc. Con frecuencia se le aparecían Jesús y María y otros
santos para animarla en su Vía crucis y ella aceptó su misión, sufriendo con
alegría por la conversión de los pecadores, la liberación de las almas del
purgatorio y, en especial, por los sacerdotes. Jesús la premió hasta las el
matrimonio espiritual.
EL ACCIDENTE
Walburga Moser:” Cuando Ana tenía 18 años tuvo un gravísimo accidente donde
estaba trabajando de empleada doméstica. Era el 4 de febrero de 1900. Ella con
una compañera estaba preparando la colada en la lavandería. Un tubo de la estufa
se salió de la pared. Ana se subió a un murito para colocar el tubo en su sitio y
entonces sucedió el accidente. Ella resbaló, según se dice por una broma de la
compañera que la empujó y le hizo caer sobre la caldera de agua hirviendo con
lejía. Cayó y se quemó las dos piernas desde los pies hasta las rodillas. Su
compañera, en vez de ayudarla a salir cuanto antes, se fue asustada y corriendo a
pedir ayuda a la casa vecina. La vecina Teresa Huber corrió y la sacó fuera del
agua. Para completar la desgracia, le echaron un balde de agua fría sobre las
partes quemadas. La llevaron al hospital distante unos 7 kilómetros, en una
carreta de caballos. Ella gritaba de dolor. Llegó al hospital hacia las once de la
noche. Según testigos presenciales, algunos trocitos de carne quemada caían al
suelo. Fue un milagro que no hubiera muerto quemada. Estuvo en el hospital
varias semanas con atroces sufrimientos. El 19 de marzo, fiesta de san José, el
médico le sacó la carne necrótica, que ya estaba toda negra. Solo le suministraron
morfina. Poco tiempo después, por la morfina le vino una úlcera gástrica. Un día,
mientras la curaban, el cuerpo de Ana estaba rígido e inmóvil y había un médico
y un sacerdote esperando que muriera de un momento a otro. Su compañera, Ana
Kreuzer, le pidió perdón por las consecuencias de su broma. Ana por su parte
nunca quiso acusarla y nunca dijo a nadie que había sido culpa de la compañera
para que todos lo consideraran como un accidente de trabajo y nada más.
Por otra parte, por estar la paciente mucho tiempo en cama se le desarrolló una
parálisis en ambas piernas. Esta parálisis era la llamada espástica, es decir, los
músculos estaban en continuo estado de espasmo. Por este motivo sus
sufrimientos aumentaron notablemente. Las llagas no se habían curado y la
paciente se opuso a otras intervenciones futuras, porque ella no esperaba la
curación de las llagas. Cuando le cambiaban las vendas, las contracciones
musculares las tenía en todo el cuerpo y eran bastante dolorosas de modo que la
paciente pasaba algunas horas en estado de inconsciencia. A menudo hacía falta
darle morfina para calmar sus dolores.
Y era tan poco lo que tomaba que el Médico dijo que con lo que comía no podía
humanamente sobrevivir.
El lema de Ana era sufrir, amar y expiar. Además de los dolores de las piernas
quemadas tuvo úlcera gástrica, sufrió mucha sed, dolores de cabeza y fiebre alta.
En 1910 tuvo una inflamación del intestino ciego, que aumentó sus sufrimientos.
Afirma Rosa Imlauer: Durante dos años y medio yo fajaba a Ana los pies
hasta las rodillas y siempre salía mucha sangre y pus. Mientras le fajaba las
piernas, apretaba los dientes por el dolor y decía: “Jesús, misericordia, todo por
tu amor, Sagrado Corazón de Jesús”. Después le salía a veces: “Ya no puedo
más, pero quiero resistir hasta que Dios quiera. Señor, dame fuerza”. Y esto
duraba una hora y me decía: “Está atenta para que las llagas no se rompan,
porque una vez se habían roto y la sangre había subido hasta el techo. Toda la
carne la tenía necrótica. Con el tiempo le salieron llagas en las costillas.
Una carta: Todo el cuerpo se encuentra siempre bajo el peso del dolor, de la
cabeza a los pies. También las manos me duelen mucho todavía. Dios mío, te doy
gracias por cada hora de sufrimiento. Dios mío, te amo. Con toda mi persona,
Dios mío, me he entregado a ti en sacrificio, hazme sufrir y soportar según tu
voluntad, hazme sufrir en la cruz, en la cual tú me has puesto. Acepto mi cáliz de
la amargura con amor y disponibilidad y te agradezco hasta el último suspiro. Tu
santa voluntad, Dios mío, me basta en todo y quiero que mi voluntad sea
totalmente mortificada.
“El 4 de octubre de 1910, , hice mi vigilia nocturna como la hago todos los días.
(Esta vigilia y todas las demás horas de oración las hago todas como si me
encontrara delante del Santísimo Sacramento). Estaba rezando desde hacía un
rato, cuando me encontré envuelta en una luz maravillosa, que penetraba todo mi
espíritu y mi cuerpo, y veía a mi querido Redentor en ese mar de luz que me
decía:
Todo mi cuerpo temblaba y lloré mucho por mis numerosos pecados, y pedía a
mi querido Redentor que fuera misericordioso y benigno conmigo, pobre
pecadora. Se había hecho la una de la noche, no lograba dormir y me preparaba
para la santa comunión que iba a recibir. Por la mañana el párroco me trajo la
comunión … vi que de la hostia salían cinco rayos de fuego que se clavaron
coma relámpagos en mis manos, mis pies y mi corazón, y un dolor indescriptible
comenzó en seguida en esas partes del cuerpo.
Cuando recibió la comunión, sentía dentro de mí un calor tan fuerte que creía que
iba a arder viva. “¡Dios mío, ten piedad de mí, pobre pecadora...!”
Siempre tuve dolores fuertísimos en los pies, las manos, el corazón y la cabeza…
Oh, amado Jesús mío, haz que siga sufriendo a escondidas mientras que esta sea
tu santísima voluntad… Sólo hay una cosa que te pido desde lo más hondo de mi
corazón: ¡Déjame y dame siempre la santa comunión, tu cuerpo, sólo tu cuerpo!
(20 de oct de 1918).
Se le pidió al Señor que sean invisibles. Ella se declaraba más que dispuesta a
soportar dolores todavía mayores. Su oración fue escuchada.
El 25 de abril 1923 revivió la Pasión de Jesús.: “Veía a mi querido Redentor que
me mostraba una corona de espinas, y en todas las puntas había una gota de
sangre. Después me encontré de repente en el Getsemaní. Vi a mi querido
Redentor que rezaba y sudaba sangre. Los discípulos se quedaron un poco más
atrás, se habían recostado y estaban durmiendo. Vi también cómo apresaban a mi
querido Redentor y cómo los esbirros la primera vez cayeron al suelo, poco
tiempo después le ataron las manos y se lo llevaron a rastras. Después vi que le
obligaban a comparecer ante Pilato y el Sanedrín. Le vi cómo sufría
enormemente en la cárcel. Hacía mucho frío, reinaba la oscuridad, y Él estaba
muy solo. Vi cómo lo llevaban de nuevo ante Pilato, y cuando salió del palacio lo
vi con la pesada cruz sobre sus hombros. Al principio pasaron por una calle larga,
dieron la vuelta por un callejón estrecho y atravesaron una puerta. Delante de la
puerta Jesús cayó dolorido. Después el cortejo prosiguió hacia el Monte Calvario.
Vi cómo clavaban en la cruz a mí querido Redentor y cómo murió en la cruz. Vi
que santa María Magdalena y la amada Madre de Dios y san Juan. Y se me
concedió sufrir los dolores de Jesús tanto en el Monte de los Olivos como en el
Monte Calvario. Me pareció que nuestra muerte sólo podía constituir una
pequeña parte de cuanto nuestro querido Redentor sufrió por nosotros. (La visión
duró desde las cuatro de la tarde hasta la medianoche.) 1.
Sobre sus llagas (Juan Rauchecker): “Un día la madre de Ana me dijo: “Toma la
mano de Ana y oprime fuerte la espalda”. Yo lo hice con toda la fuerza, pero Ana
dio un fuerte grito. Su brazo dislocado volvió a su puesto. Y Ana me dijo: “La
próxima vez te pido que no agarres la palma de las manos, toma la punta de los
dedos”. … “Son las llagas. No puedo mentir”. Me pidió que no lo dijera a nadie
2
.
+++ A veces el demonio le gritaba y: “Sé que no puedo llevarte conmigo, lo sé,
pero tú no debes interesarte de otras almas. No te permito que las saques de mis
manos. Tú no debes rezar por ninguno “.
Cada vez que escribo una carta a una persona para ayudarla o envío un libro a
alguien, en “sueños” recibo muchos golpes del demonio.
1
Visión del Viernes Santo de 1923, escrito por Rosa Imlauer, dictado por Ana.
2
Sum p. 26.
vez que tome con mis manos esta copia escrita. Yo te pertenezco a ti, Jesús mío.
No te apartes de mí. Esta consagración la he escrito y leído a los pies de Jesús
sacramentado.”.
LA EUCARISTÍA
Ella aseguró que en una visión, observó que no hay misa en el mundo que no sea
también concelebrada en el cielo y que él vio el efecto de la misa bajo forma de
rayos que de la misa se irradiaban sobre todos los hombres y sobre toda la tierra.
El párroco le llevaba todos los días a su casa la comunión.
+++ Cuando recibo la comunión, me siento feliz. No puedo describir mi felicidad
en palabras. En esas horas soy tan feliz que no quisiera cambiar mi lecho de
sufrimiento con ninguna princesa del mundo. El deseo de comulgar supera todo
sufrimiento terreno. Qué dichosa es nuestra alma que recibe al Señor del cielo y
de la tierra 3. Viva Jesús en la santa comunión. Unida a Jesús cualquier peso se
hace ligero, porque él nos da la fuerza necesaria mediante la santa comunión 4.
Mi cielo en esta tierra es el Dios del amor y de la gracia que cada día viene para
habitar en mi corazón a través de la santa comunión, haciendo de mi corazón
una especie de pequeño reino de los cielos. Ningún sufrimiento terreno podría
compensar las penas que debería padecer, si tuviera que prescindir de la santa
comunión.
María, madre mía, llévame hasta Jesús. Solo tú conoces el deseo ardiente de mi
pobre corazón por cada comunión... y por el cielo. Con cada día que pasa puedo
decirme a mí misma: “Me he acercado otro día a la meta tan anhelada. Oh,
mañana de la eternidad, eres bienvenida en cada momento.
3
Sum doc, p. 255.
4
Carta del 18 de noviembre de 1916.
esto, la Virgen a veces sonreía, a veces lloraba. Yo le pregunté por qué lloraba y
ella me mostró los tres cálices. Uno estaba lleno de sangre, el segundo solo tenía
agua, que significaba la superficialidad y tibieza con que recibían la comunión; y
el tercero contenía oro resplandeciente, que indicaba las almas puras”..
Hace algunos años recibía la santa comunión espiritual (no se podía comulgar
todos los días). Ahora la comunión espiritual es el alimento del alma cada cuarto
de hora. Al recibir con frecuencia la comunión espiritual, el alma se fortalece y
desaparecen sus grandes debilidades. Gracias a la santa comunión espiritual, el
fuego del amor arde siempre en nuestros corazones para que estén bien
iluminados, cuando el Redentor viene a morar en ellos en la santa comunión
sacramental.
Una de las grandes gracias que había recibido era la de ver visible y
continuamente a su ángel custodio. Con frecuencia lo enviaba en su nombre a
adorar a Jesús Eucaristía y agradecerle por los beneficios recibidos.
Un día se presentó mi ángel y me llevó con él al Monte de los Olivos. Allí pude
sufrir junto con Cristo toda la pasión, comenzando por el sudor de sangre hasta la
crucifixión. Yo terminé crucificada con él 5.
“Oh, querido santo ángel mío, ya suena la campanilla para la misa. Cómo me
gustaría correr a la iglesia, pero me retiene la enfermedad. Por eso, te pido que
participes en la misa en mi lugar. Dile durante el ofertorio que a él entrego mi
corazón. Durante la consagración, ayúdame a rezar con fervor. Ayúdame a
mantener el corazón siempre puro, cuando Jesús venga a mi alma. Y después de
la misa, tráeme, ángel querido, la santa bendición.”
5
Sum doc, p. 216.
volvió en sí, dijo: “Ha estado aquí la Virgen con los santos del rosario: Domingo
y Catalina de Siena y muchas flores
Un día en éxtasis fui llevada de este mundo. Las nubes se abrieron y apareció un
jardín maravilloso lleno de flores. s vírgenes y cada una me hizo una inclinación
de cabeza como saludo. vino a mi encuentro una señora de una belleza
indescriptible. Me tomó de la mano y me dijo: “Ana, vendrán días difíciles. Ten
coraje, mi Hijo divino te recompensara todo”. La Virgen me llevó a una plaza y
me dijo: “Mira, ésta será tu habitación por toda la eternidad”, y vi al Santo Padre
que estaba en Roma y me daba la bendición. Allí en el cielo había prados y
bosques, torrentes y montañas, habitaciones y palacios, pero todo era
transparente y espiritualizado, mientras que en la tierra todo es manchado por la
maldición del pecado.
.
Escribió: “El año 1914 (tenía 32 años) el 22 de nov a las siete y media de la
mañana me he desposado con Jesús. El 1 de enero de 1915 a las siete y media de
la mañana yo, la pecadora más indigna, he celebrado durante la comunión las
bodas eternas”.
Ana Schäffer fue canonizada por Benedicto XVI el 21 de oct de 2012. Su fiesta
se celebra cada año el 5 de octubre.