Resumen
Resumen
Resumen
Resumen
Este artículo aborda el fenómeno de la minificción como manifestación literaria
cuya esencia es la brevedad y que obedece a factores formales y sociales muy ligados a la
posmodernidad; para ello se requiere determinar sus características, los aspectos constantes
y los elementos que permiten su identificación y su análisis. La ilustración se hace con
textos de la literatura colombiana.
Abstract
This article discusses the phenomenon of short history as literary event whose
essence is the brevity and that reflects very formal and social factors associated with
postmodernism, for it is necessary to determine its characteristics, constant aspects and
elements that allow their identification and analysis. The illustration is made with
Colombian literature texts.
*
Artículo correspondiente al trabajo de grado para optar por el título de Magister en Hermenéutica Literaria
de la Universidad Eafit.
**
Candidato a Magister en Hermenéutica Literaria de la Universidad Eafit, Especialista en Hermenéutica
literaria de la misma universidad, Licenciado en Educación Español y Literatura de la Universidad de
Antioquia, docente de Lengua Castellana.
1
“… la naturaleza de la minificción es alusiva y metafórica, y
su principal arte consiste en su capacidad para comunicar
con mayor efectividad a partir de aquello que no dice”.
Lauro Zavala
-0-
Los relatos son inherentes al hombre, a su vida; desde que la humanidad pudo
comunicarse las narraciones han estado presentes en su diario acontecer. Inicialmente fue la
necesidad de la supervivencia y luego se tornó en un asunto de memoria. Los primeros
legados del intento de nuestros ancestros por plasmar su mundo pueden rastrearse hasta las
pinturas rupestres de Lascaux o de Altamira, donde la disposición y la maravillosa
utilización de líneas sinuosas implican una clara narración de sus faenas de caza, un relato
dejado para la posteridad.
Conforme fue evolucionando la sociedad, así mismo lo hizo la manera de plasmar
su realidad o de buscar caminos que le apartaran de ella. Nace la ficción como la
posibilidad de re-crear el mundo y con ella múltiples expresiones como la danza, la
representación pictórica o teatral y la narración.
Así pues, las formas de ficcionar corresponden a cada cultura y a los cambios
sociales que cada una experimenta. Si se hace un rastreo de sus orígenes, los caminos
conducen hacia el oriente pues son las primeras culturas que registran su historia con
métodos perdurables como la pintura alegórica o jeroglífica y la escritura propiamente
dicha que pasaría a ser la literatura.
Dentro de las formas de expresión literaria se encuentran unas que se destacan por
su brevedad y que reciben sus nombres de acuerdo a su intención; estas pueden ser
sentencias de algún arte o ciencia (aforismos), proposiciones o dichos generalmente
relacionados con la manera de obrar (máximas) o narraciones de sucesos reales o
fantásticos (relatos cortos). Este hecho destaca que lo breve no es nuevo y que se le ha
tenido como portento que encapsula el saber mediante un proceso de construcción y de
depuración; sin embargo, es necesario destacar que sólo en el siglo pasado la brevedad
2
toma un auge importante, sobre todo en Hispanoamérica, donde se convierte en un gran
fenómeno literario que se ajusta a los factores formales y sociales muy ligados a la
posmodernidad.
Esto último hace que sea necesario un abordaje más detallado de esa manifestación
literaria cuya esencia es la brevedad y que recibe el nombre de minificción, con el fin de
observar su entramado formal y social; pero para ello se requiere determinar sus
características, los aspectos constantes y los elementos que permiten su identificación y su
análisis 1.
-1-
Lo primero que nos exige la lógica es determinar el objeto a tratar, pero he aquí el
primer escollo, pues entre los estudiosos no hay un consenso en cuanto a su nominación;
asunto este de gran importancia ya que de acuerdo con el nombre dado también son las
características y las propiedades. Un breve inventario nos lleva a observar que aquello que
aquí denominamos minificción también es llamada por diferentes autores como:
microrrelato, microcuento, minicuento, cuento ultracorto, microficción, brevicuento, relato
enano, cuento en miniatura, microfantasía, entre otras2.
De igual manera, tampoco hay acuerdo en lo respectivo a la forma y, más
específicamente, a la longitud. El número de páginas ha sido un criterio editorial para
diferenciar (mecánicamente) entre cuento (no mayor a 20), nouvelle, novela breve, short
story (50 – 120) y novela (más de 150); en el cuento propiamente dicho, a su vez, se ha
realizado una subdivisión atendiendo al número de palabras, así: de 2.000 a 30.000: cuento
tradicional, de 1.000 a 2.000: cuento corto, de 200 a 1.000: cuentos muy cortos, y de 1 a
1
Como se verá, uno de los mayores problemas en el estudio de la minificción corresponde a la nominación,
tanto del producto literario en sí como de sus partes o elementos de análisis. Para no contribuir a acrecentar el
caos, en este trabajo se han adoptado denominaciones de los autores referenciados.
2
Las denominaciones pueden continuar, como un rasgo más de la dificultad para la aprehensión de este
fenómeno literario. Encontramos, entre otras: cuento instantáneo, cuento relámpago, cuento hiperbreve,
cuento mínimo, minitexto, textículo, arte conciso, cápsula o revés de ingenio, ficción mínima, síntesis
imaginativa, relato vertiginoso, cuento atómico, cuento pulga, haikucuento, cuento breve, caso, cuento
brevísimo, cuento corto, cuento diminuto, cuento bonsái y cuentículo. Véase: Zavala (2005:82 - 2003:19),
Rodríguez (1996: 38), Senegal (2006: 40) y González (2001: 45).
3
200: cuentos ultracortos3. Pero este es un hecho no es tan trascendente como el primero,
dado que la denominación más que la extensión es lo que ha dificultado el estudio de la
minificción.
Como se ve, desde la denominación, es muy común que se asimile lo mismo al
cuento, al relato y a la ficción, acompañándoles de un prefijo que indique la condición de su
extensión, de su brevedad. Tal vez por esto Lauro Zavala, uno de los más destacados
teóricos sobre la minificción, indica que ésta ―es un género literario surgido a principios del
siglo XX. (…) no es un minicuento, sino un texto experimental de extensión mínima con
elementos literarios de carácter moderno o posmoderno‖ (2007:16).
Hablar de género literario es un asunto que dificulta el análisis, pues las divisiones
genéricas son un tanto arbitrarias y caducas; sin embargo hay que destacar que su
definición sienta las bases para un estudio en un momento específico de la historia, que
obedece a unas características sociales y artísticas específicas; y aunque no lo mencione
aquí, junto con otros autores, reiteradamente destaca que es un fenómeno literario
estrechamente ligado a la tradición hispanoamericana, sobre todo en su producción porque
en su comprensión sólo se ha profundizado en las últimas décadas4.
En su corta definición, alcanza también a plantear la diferencia que debe
establecerse con otras manifestaciones literarias que comparten la brevedad o la cantidad
mínima de palabras; indica que la minificción debe considerarse de manera distinta al
minicuento ―pues en lugar de simplemente contar una historia en pocas líneas, la
minificción propone una serie de estrategias para una relectura irónica o poética de la
tradición literaria y extraliteraria‖ (Zavala, 2008: 7). Debe destacarse que un minicuento,
sin importar su extensión, debe corresponder a las normas del cuento, mientras que la
3
Las minificciones entrarían en esta última clasificación, pero hasta el mismo Lauro Zavala indica
extensiones diferentes; en su texto La minificción bajo el microscopio (2005), que corresponde a una
compilación de artículos y ponencias, indica que el cuento ultracorto está en el rango de 1 a 200 palabras
(pág. 40), ―La minificción narrativa es la que cabe en el espacio de una página‖ (pág. 58), ―he decidido
utilizar el término minificción para referirme a los textos en prosa cuya extensión no rebasa las 400 palabras‖
(pág. 72), ―Aquí estoy entendiendo por minificción la escritura literaria de textos narrativos cuya extensión
siempre es menor a una página impresa‖ (pág. 111). En otro artículo indica. ―… entendemos por minificción
un texto literario en prosa con una extensión menor a 200 palabras‖ (Zavala, 2003: 18).
4
Zavala (2005: 9 y 79), Rodríguez (1996: 32) y González (2001: 45).
4
minificción es mucho más abierta y, por tanto, puede darse la oportunidad de conjugar en
un texto la poesía, el cuento y el relato.
A pesar de insistir en la necesidad de particularizar la minificción y diferenciarla de
otras manifestaciones breves, muchos autores (como se verá) no asimilan tal denominación
y hablan indistintamente de minicuento, microrrelato u otro nombre como si fueran lo
mismo. Esto hace mucho más complicado el estudio de este fenómeno literario ya que
puede crear confusiones y hasta contradicciones.
Por esto, Zalavala (2005: 204), en el glosario que construye para el estudio de la
minificción, se vale de Tomassini y Colombo para definir la minificción como ―texto con
dominante narrativa, cuya extensión es menor a 200 palabras‖ y agrega: ―existen tres tipos
de minificción: minicuento, microrelato y la minificción propiamente dicha, muy próxima
al poema en prosa por su hibridación genérica‖. Al primero lo asimila con lo clásico, al
segundo con lo moderno y al tercero con lo posmoderno, que incluye lo clásico y lo
moderno también, y que ―es el término más abarcador de todos, pues engloba todas la
variedades de los textos extremadamente cortos‖.
A pesar del procedimiento conciliador, no deja de evidenciarse una diferenciación y
una marcada tendencia a otorgar un carácter abarcador totalizante al tipo denominado
minificción propiamente dicha. Este será el término adoptado en este trabajo y a él se hará
referencia convocando las demás designaciones.
-2-
5
Como se dijo anteriormente, hablar de géneros literarios es continuar con una tradición taxonómica y
arbitraria, que crea límites a los que la minificción escapa dado su carácter intertextual.
5
(Centurión, 2007). Su carácter lúdico, intertextual e irónico, le lleva a ser notablemente
metaficcional, serial y fantástico; en otras palabras, todas las fronteras de la ficción
posmoderna se condensan en la escritura minificcional, que es así el género más
característico de la narrativa posmoderna.
Cristina Peri Rossi, dice lo siguiente sobre la minificción, que denomina relato
hiperbreve,
suele ser un chispazo de inteligencia y de ingenio, su mayor peligro es la arbitrariedad.
A veces el ingenio no es más que eso, ingenio. Es muy difícil lograr la mayor
profundidad con el menor número de palabras, pero eso lo consigue la gran poesía y,
también, el buen relato. Como género literario, el cuento breve se independiza de la
novela y evoluciona a partir del simbolismo, especialmente a causa de la obra de Edgar
Allan Poe, el padre del relato moderno. Poe establece que la economía del cuento es
similar a la de la poesía: unidad de efecto, de emoción y capacidad de síntesis,
eliminación de todo lo superfluo (Peri Rossi, 2004).
6
método de comprensión que mejor se acomoda es la abducción, a través de la conjetura y la
inferencia6.
-3-
6
Ysabel Gracida y Carlos Lomas (2007: 9-15) se preguntan frente a la implementación de la minificción en
la enseñanza: ―¿En qué consiste la minificción que invade el escenario comunicativo? ¿Por qué son tan
breves? ¿Qué astucia textual utilizan a la caza y captura de la atención del lector y del espectador? ¿Existen
formas específicas de lectura de estos textos breves? ¿Qué competencia exigen de quienes los leen? ¿Es
posible enseñar en el mundo de la educación esas competencias?‖
7
literarios ya que predisponen la lectura y el sistema de análisis. Siguiendo las
denominaciones propuestas por Zavala (2005: 59 y ss), tenemos:
Brevedad.
Va mucho más allá de la cantidad de espacio y del número de palabras, encuentra su
fortaleza en lo pragmático y lo poético del discurso; más que decir, su función es evocar.
Violeta Rojo dice al respecto:
La brevedad es el elemento más importante del minicuento7, por dos razones: por una parte, es el
rasgo diferenciador más evidente del minicuento. Sólo con ver un minicuento y sin necesidad de
leerlo ya salta a la vista que es un tipo de texto muy breve. De ella devienen todas las demás, esto es,
se convierte en la característica esencial porque da lugar a las otras, determina todas las demás
(Rojo, 2004).
Diversidad.
Algo que se reconoce de la minificción es su naturaleza híbrida como característica
más preponderante. Dicha naturaleza lo es tanto en lo interno como en los externo debido a
los géneros tan diversos con los que se interrelaciona; lo que hace las fronteras genéricas se
confundan y hasta puedan darse distintas denominaciones a un mismo objeto, como ya se
vio. Así pues es muy común encontrar textos que circundan las fronteras entre poemas en
prosa y narrativa breve que aparecen, indistintamente, en antologías de cuento o de poesía 8.
La minificción actual juega con un tono lúdico, la brevedad extrema y la
experimentación que borra los límites y las fronteras del cuento tradicional, permitiendo la
entrada de otros géneros literarios y artísticos. Y abriendo la puerta para el tratamiento de
nuevos temas, en ocasiones con una visión muy cruda de la realidad. Combina los tintes
clásicos con la experimentación
7
Como se indicó arriba, algunos autores denominan de forma diferente lo que aquí se concibe como
minificción, por tanto se hace preciso asimilar los términos a favor del estudio literario.
8
Un ejemplo puede ser el texto Super-ciencia, que Luis Vidales publica en su libro de poesía Suenan
timbres, en 1926 y que luego aparece en el texto La minificción en Colombia de Henry Gónzalez (2002: 33)
8
Complicidad
Al atribuirle a la minificción un carácter proteico9 se ha abierto la puerta a la gran
cantidad de términos con que ha podido ser denominada y a heterogéneas formas de
complicidad entre lectores y textos. De esta manera, el acto de nominación, como acto
fundacional, es fundamental pues influye en las expectativas específicas de los lectores.
Así, cuando un lector se encuentra ante una ficción súbita, un cuento atómico, un
haikucuento o un relato vertiginoso, seguramente su disposición será diferente y por tanto
el denominado pacto ficcional operará de maneras variables.
Fugacidad
Se refiere a la dimensión estética de la minificción; es decir, a aquello que la
convierte en un texto literario. Debido a su naturaleza híbrida regida por la intertextualidad
y a su brevedad es muy común que la reflexión en torno a su carácter literario sea tomada a
la ligera, sin tener en cuenta que las respuestas al respecto coadyuvan al consenso sobre sus
propiedades y guía los estudios, la escritura y la lectura.
Virtualidad
La minificción tiene como aliada a la ciberescritura que da como resultado un
cibertexto, que a grandes rasgos no es más que la posibilidad que ofrece la virtualidad de
intervenir en el texto mismo; el lector ya no sólo participa de la interpretación, también
tiene la posibilidad de hacer modificaciones y convertirse en un coautor.
Implica una nueva concepción de texto y por tanto nuevas formas de lectura y de
escritura. Dice Zavala que ―la minificción es la clave del futuro de la lectura, pues en cada
minitexto se están creando, tal vez, las estrategias de lectura que nos esperan a la vuelta del
milenio‖ (2005:71). En este sentido, algunos pueden pensar que la lectura de la minificción
no cumple con los ideales de lector que pretendía Nietzsche: un lector rumiante, sin prisa;
pero ese razonamiento puede ser falaz, pues como ya se ha dicho, las minificciones
demandan de un lector atento y agudo en las lides de la interpretación.
9
Es muy común encontrar este término para referirse a la naturaleza de la minificción; con él se quiere indicar
la propiedad de ser cambiante en su forma, sobre todo debido a la hipermedialidad y que puede asimilarse con
la característica de La Diversidad.
9
Fractalidad
Es la propiedad que hace posible leer un segmento cualquiera de una obra como un
fragmento o como detalle; como fragmento implica que necesita del resto de la obra para
tomar sentido, como detalle se desprende de toda atadura y se convierte en una totalidad en
sí mismo. Un fractal literario, entonces, es fragmento y detalle a la vez, pues se reconoce
que tiene como procedencia una totalidad que desconocemos mientras le otorgamos
autonomía.
Un ejemplo de esto puede darse al tomar una obra literaria y extraer de ella
fragmentos con cierta autonomía narrativa. Los siguientes son piezas extraídas de 3 cuentos
de Gabriel García Márquez, presentes en su libro Ojos de perro azul (2006). Si se leen de
forma aislada tienen las características de una minificción.
―La última noche la había pasado feliz, en la solitaria compañía de su propio cadáver‖. (La
tercera resignación. P. 20).
―No podía precisar cuánto tiempo estuvo así, entre esa noble superficie de sueños y realidades;
pero sí recordaba que bruscamente, como si le hubiera sido cortada la garganta por una
cuchillada, dio un salto en el lecho y sintió que su hermano gemelo, su hermano muerto,
estaba sentado al borde de la cama‖.
(La otra costilla de la muerte. P. 28).
―…Temo que alguien sueñe con esta habitación y me revuelva mis cosas…‖
(Ojos de perro azul. P. 70).
Cada uno de esto textos puede funcionar como un texto independiente a pesar de
pertenecer a un texto mayor, son pues fragmentos y detalles; es decir, fractales literarios. Si
bien García Márquez no les concibió como tal, su autonomía narrativa les permite poder
convertirse en un relato con cierta redondez o totalidad, mostrando en esa condensación
propia de la brevedad la fantasía y el poder de sugerencia y de evocación característicos de
la minificción.
Igual criterio aplica para cada minificción propiamente dicha; es decir, para aquel
texto que fue escrito como tal. Dentro de una producción literaria (sea de minificciones o
mixta) se le puede tomar como una entidad independiente y analizarse en su individualidad
10
(detalle) o se puede tener como parte de un contexto temático, formal, estilístico, entre
otros, del que depende y con el que se complementa (fragmento)
Hasta aquí se ha podido ver las características que definen la minificción y que le
permiten ser particularizada y diferenciada de otras manifestaciones literarias. Para ello se
ha tenido que superar las dificultades de su nominación y de su extensión, sobrepasando las
caducas barreras de los géneros literarios y de los retos de la posmodernidad.
-4-
Es momento de abordar el asunto del análisis y los elementos que lo permiten; dada
la hibridación genérica, el abanico de posibilidades es mucho más amplio pues cada género
le ofrece nuevas posibilidades al lector para que enriquezca su proceso interpretativo.
En una primera instancia, puede indicarse que, como relato, la minificción es
susceptible de ser analizada a partir de los elementos de la narratología, claro está que
teniendo en cuenta que operan de una manera un tanto diferente dadas las particularidades
del material narrativo, especialmente la brevedad. Por ello se hace necesario
redimensionarlos e indicar qué cambios sufren debido a esta singularización.
Para este momento sólo se tomará cuatro elementos, considerados claves para todo
relato, pero vale aclarar que todos los otros pueden ser igualmente funcionales. Después de
redefinidos, se procederá a confrontarlos en una minificción. Veamos.
El espacio.
Este elemento depende del efecto que el autor quiera lograr y lo importante que
pueda ser para el desarrollo de la acción; de ahí que el espacio pueda ser un lugar real o una
metáfora del espacio onírico, afectivo o existencial.
La brevedad y la síntesis narrativa que ésta exige hacen que el espacio sea el
elemento más sacrificado y que haga parte más de la narración que de la descripción. El
lector debe intuir, de acuerdo a otros elementos, el posible lugar de los hechos, que puede
11
ser único o múltiple, real o imaginario, denotativo o connotativo, entre otros, pues
generalmente la acción se presenta in situ.
El tiempo.
Al igual que el cuento, la minificción se caracteriza por su intemporalidad y su
elipsis narrativa. ―El tiempo en la estructura del cuento breve 10 tiene esa virtud de la
elasticidad al ser elíptico en el discurso y elástico en el ser implicado. En la narración es
intemporal, mítico o histórico‖ (Rodríguez, 1996: 120) Generalmente obedece a un
fragmento, un instante del continuo presente que ha sido encapsulado en lo que será el
pretérito de la diégesis.
No suele ser ni explícito ni detallado y se evidencia en la instancia narrativa; casi
siempre se presenta la acción in media res y se recurre a anacronías del relato ya que el
tiempo de la historia se halla comprimido dentro del tiempo del discurso.
Los personajes.
En una minificción, lo importante del personaje es la acción que realiza o en la que
se ve involucrado; si se dan detalles de su apariencia, de su personalidad o de su vida es
porque son vitales para el relato; por ello se suele encontrar ―personajes anónimos [a su
vez] arquetipo o símbolo de una cultura‖ (Rodríguez, 1996: 121). Se generalizan en
hombres y mujeres, aunque también pueden ser animales u objetos inanimados.
Dado que la minificción ofrece poca información, es a partir de la acción que se
puede determinar si se trata de personajes míticos, históricos, simbólicos o recreados.
El narrador.
Constituye un elemento esencial para la minificción, al igual que la narración, su
relato llega en un momento determinado del tiempo histórico por lo que es el encargado de
conjugar el tiempo del relato con el de la diégesis.
El narrador de la minificción es poco dadivoso y se congracia con la economía de
lenguaje propia de la brevedad; sólo indica lo preciso y lo demás lo sugiere. Ocupa un lugar
10
Una vez más se ve una referencia con un término diferente que la autora ha asimilado con la minificción.
12
privilegiado mediando entre lo que sabe (casi siempre es omnisciente) y lo que se le
permite poner en evidencia.
Veamos ahora cómo operan estos elementos de la narratología en una minificción
que lleva la economía al extremo:
Amenazas
13
no especificado, pero se supone que es el hábitat del animal pues es un poco más lógico que
sea la espada el elemento invasor. El narrador nos ubica justo en el final de la diégesis,
mostrándonos el hecho comunicativo como consumado.
Podríamos trascender y, obviando un poco tiempo, espacio y narrador, centrarnos en
los personajes y la acción e irnos a lo simbólico de la situación, donde dos entidades de
poder se enfrentan; cada una hace gala, desde su discurso, de su facultad para causar daño,
aunque mientras una es explícita la otra es implícita; hecho que refuerza el poder de la
espada, pues la pantera amenaza a partir de su condición natural de depredador (que
devora), pero la espada no indica cuál será la acción, simplemente asegura que será mucho
más grave.
Un narrador poco generoso ha obviado referencias al tiempo histórico y al espacio,
dejándonos pocos elementos para la interpretación. Nos plantea una situación en que se da
un juego de poderes entre dos entidades, una natural y otra artificial o industrial, de las que
sólo conocemos su nominación y su acción, por medio de su discurso, y que también nos
indica que la diégesis ha concluido.
Obviar ciertos elementos sirve para dar un carácter universal y atemporal al relato,
de tal manera que pueda trascender y asimilarse con múltiples situaciones. Por ejemplo,
podría tomarse para ejemplificar lo que es el lenguaje del poder, tomando el rasgo del poder
instintivo o natural (la pantera) y el poder acompañado de sabiduría (la espada); o podría
llevarse al paralelo de la confrontación entre lo natural y lo industrial, donde prima el poder
de lo segundo, rasgo que incluso no escaparía del rango de lo bélico.
Hasta aquí, una posible interpretación de una minificción a partir de la información
brindada por cuatro elementos de la narratología, que han sido resignificados a la luz de las
características que el relato breve implica.
-5-
14
Rodríguez (1996: 73 y ss) como constantes, que permiten identificar aspectos específicos
del texto breve y que brindan posibilidades para su análisis e interpretación
Dada la cantidad de elementos o constantes, se ha optado (como procedimiento
metodológico) por tomarlos por conjuntos y, luego de ser definido cada uno, se observará
cómo operan en una minificción y lo que pueden aportar para el análisis y la interpretación.
Vale aclarar que tanto la combinación de elementos como la selección de los textos es
arbitraria y que en una minificción puede hallarse (sino todas) una gran cantidad de
constantes, pero por asuntos prácticos se limitará a las más evidentes. Veamos.
Símbolo.
Es un elemento que instaura sentido, ―como constante del minicuento, proporciona
un carácter sintético y polisémico a la narración‖ (Rodríguez, 1996: 89). Símbolo, puede
ser un personaje o un objeto, una circunstancia, un lugar o el relato mismo. Se es símbolo
cuando, partiendo de la interpretación, se descubre un sentido indirecto, ese sentido que
representa lo interpretado11.
Se utiliza también lo simbólico para agrupar ciertas características en un hecho o
una persona y que sea fácilmente reconocible; realiza un procedimiento similar al de la
fábula donde cada animal representa una serie de defectos, virtudes o estigmas. Así, cuando
en una minificción se habla de un funcionario, se supone que recoge aspectos de lo que en
la literatura y en la vida cotidiana se concibe para este tipo de personas; cuando no es así, el
autor se toma el trabajo de diferenciarlo.
La re-creación histórica.
Se trata de la oportunidad, que ofrece la minificción, para darles otras posibilidades
semánticas, otros mundos posibles, otra versión a personajes y a circunstancias históricas.
La re-creación siempre tendrá un objetivo, que se puede asociar fácilmente con una
de las otras constantes de la minificción. El hecho de re-crear un pasaje bíblico, por
ejemplo, implica una re-creación de la historia y de (por lo menos) un personaje histórico o
11
Desde la antropología y la psicología se establece al arquetipo como el correspondiente a aquel símbolo
universal, fácilmente reconocible, que se ha instalado, inconscientemente, en una colectividad (Jung, 2002:
65-66).
15
simbólico, que puede hacerse en tono irónico o humorístico, abordando un un concepto
filosófico o planteando un juego de palabras.
La síntesis narrativa
Es la que permite que la minificción en poco espacio diga mucho, ya que exige que
se elija muy bien el lenguaje a utilizar, que permita informar y sugerir. Como se dijo arriba,
la brevedad implica un autor muy selectivo y por tanto una narración muy depurada, donde
se cuente lo necesario y lo demás quede afincado a la interpretación.
Opera principalmente para las descripciones, pero también puede extenderse a
elementos que consideraríamos vitales para la narración, no es que desaparezcan, se
mimetizan, se aprovechan de otros y evitan esa repetición que daría al traste con la síntesis
buscada; así por ejemplo, frente al espacio ―hace que (…) en los relatos no esté en el
discurso sino en los sentidos que esa literalidad contiene o implica y que el receptor debe
descubrir o descifrar‖. (Rodríguez, 1996: 115).
Densidad sémica.
Fábula
16
Se trata de una re-creación de la fábula que conduce a la pregunta de quién le pone
el cascabel al gato. Tanto el título como la historia misma se enfocan hacia la
intertextualidad, pero se hace evidente que no es necesario re-crearlo todo, se apela a la
síntesis narrativa para obviar espacios y sobreentendidos del tiempo y de la diégesis en la
que se basa.
La re-creación permite que se agregue el elemento de la alianza y un nuevo
personaje que, como los animales de la fábula, representa un arquetipo social; y por último,
se utiliza la densidad sémica al jugar con el término cascabel.
Así pues, esta nueva fábula parte del elemento intertextual y de la economía que le
permite la re-creación de una historia, donde un nuevo personaje hace posible un final
afortunado. Se plantea un juego sémico con el término ―cascabel‖ que hace parte del ser de
la serpiente y que es el objeto puesto al gato, al igual que con el simbolismo de la situación
de poder y lo que representa cada animal.
Ante esta situación narrativa, cabría preguntarse qué tan necesario es que el lector
conozca el texto del que se está haciendo la re-creación. Dado el carácter de narración
completa, autónoma, no parece que fuera en grado mayor; igual, aunque parte del título de
un género literario específico y retoma su materia narrativa, esta minificción no pretende
convertirse en otra fábula; el asunto de la alianza con el nuevo personaje, sumado al juego
con la palabra cascabel y al simbolismo dado a cada animal, permiten que la síntesis
narrativa actúe y se erija un nuevo texto con gran autonomía.
Lo poético.
Se halla en el texto como alegoría, parábola, metáfora u otras formas de utilización
del lenguaje literario. ―por la brevedad del minicuento, la riqueza poética en la descripción,
el uso de imágenes, metáforas, símiles o tropos no se encuentran en el sentido literal sino en
el sentido implicado‖ (Rodríguez, 1996: 101). También se da en elementos como el tono y
el ritmo del relato.
17
Podría decirse que se acerca mucho más a lo simbólico y se aleja diametralmente de
la densidad sémica, pues esta última pretende la precisión, mientras lo simbólico y lo
poético van más por el camino de la sugerencia, del sentido velado.
Lo filosófico.
Como su nombre lo dice, este elemento resalta el hecho de que en una minificción
suele encontrarse conceptos o procedimientos filosóficos, a los que se les ha dado un
tratamiento literario o que se han utilizado como argumento.
Sabiduría
18
en la respuesta del maestro o en la acción de joven discípulo, quien supera la dicotomía
vida- muerte para centrarse en la eternidad.
Hay que resaltar que entre algunas contantes puede existir cierta similitud, lo que
puede llevar a confusiones, por tanto es necesaria la precisión a la hora de su definición y
de su ilustración; veamos este caso con un par de elementos.
Ironía.
Es uno de los elementos más constantes presentes en la minificción, está en su
esencia. Se presenta como un efecto estético que sugiere significados al poner en
contraposición dos entidades singularmente opuestas. En otras palabras, consiste en una
paradoja semántica donde la segunda proposición debe constituir una antonimia con la
primera, lo que produce un segundo sentido que llega a romper las expectativas que el
lector se ha formado.
Dice Graciela Reyes que en la tradición se ha tenido a la ironía ―como una figura
que consiste en decir lo contrario de lo que se quiere decir‖ (1994: 138), definición que
pragmáticamente se queda corta, pues no sólo es lo contrario sino que puede indicar varias
cosas a la vez, por ello agrega: ―la ironía expresa lo que uno ‗dice‘ y abre, además, una
serie de ámbitos de significado‖ (1994:139); implica pues, por lo menos dos formas de
considerar un objeto, un hecho e, incluso, a quien va dirigida la ironía o de quien procede.
Algunas veces se le confunde con el eufemismo y con el humor, en cuanto al
primero vale decir simplemente que la ironía no se trata de atenuar un significado sino más
bien de resignificar, en cuanto al humor se diferencia pues éste no cumple con la
transposición de proposiciones sino, y más bien, con una linealidad.
Para terminar, baste acotar que la ironía requiere de un lector atento, con cierto
bagaje cultural y ojalá irónico, para que pueda comprenderla en toda su dimensión.
Humor.
Va íntimamente ligado a lo cómico, lo que produce risa, que a su vez se relaciona
con la tragedia en sentido moderno, donde se le asocia con una situación paradójica que la
19
convierte en tragicomedia, porque ―el humor ríe donde la tragedia llora‖ (Rodríguez, 1996:
85) tratando de comprender el mundo y sus vicisitudes.
Es un efecto estético que se vale de la narración para hacerse presente, su materia
prima son las situaciones o la manera como éstas se plantean12. Algunas veces recurre al
juego de palabras pero no llega la contraposición que plantea la ironía.
Es muy fácil confundirlo con otras de las constantes de la minificción o hallarle en
compañía, como su complemento, pues se vale del andamiaje de la narración para escalar y
hacerse presenta, casi siempre, al final. Su efecto es mucho mayor cuando se acompaña
pues así se aleja del chiste o de la anécdota jocosa.
Además del título, que es un buen ejemplo del juego de la intertextualidad y del
lenguaje metafórico, esta minificción presenta la transposición de dos unidades creando la
antinomia propia de la ironía, que se finaliza con una situación que conlleva al humor.
Como se expresó anteriormente, la ironía al contraponer dos entidades logra crear
una paradoja que rompe con los esquemas del lector, como sucede con la labor del
científico y el éxito (también científico) del microbio. Solo se puede concebir así, si el
lector asume el pacto ficcional que el texto le plantea, como que un microscopio pueda
usarse en doble vía o, más aún, que los microbios tengan una sociedad organizada donde se
exalten los logros científicos.
12
Dada la brevedad de la minificción no es común encontrar humor basado en las descripciones del ser o del
actuar de los personajes ni, mucho menos, en comentarios o acotaciones del narrador.
20
La transposición no sólo se da en la inversión del arriba y el abajo, también se da en
el observador - observado, o que mientras uno era obstinado en su labor el otro ganó sin
gran esfuerzo, o que mientras el científico investigaba para ganarse un premio pudo ver
cómo al microbio lo premiaban producto de sus observaciones; situaciones todas que crean
paradojas que conducen a la ironía, a aquello que las cosas no salgan como se plantearon
inicialmente y se le dé a la diégesis y a la lector otra posibilidad.
Ahora, si bien las situación que nos plantea la historia, y que asumimos en el pacto
ficcional, puede hacernos esbozar una sonrisa, el humor es mucho más evidente en el tercer
párrafo de la minificción texto donde el suceso se continúa pero ya de una forma muy
lineal, lo que le da cabida al humor y el planteamiento de una situación final tragicómica.
El título.
La relación entre título y texto ha sido materia de muchos estudios. En la
minificción el título mantiene una estrecha relación con el contenido; en algunas ocasiones
el título incentiva la polisemia, otras veces guía la lectura, es cómplice y otras más busca
desorientar, evitar que el lector se vaya por un camino obvio 13.
El astrolabio
13
A pesar del vínculo tan importante entre título y narración, no es extraño encontrar minificiones sin título o
que toman las primeras líneas del relato (asunto este que no permite establecer si es un criterio del autor o del
editor)
21
Este es el mejor ejemplo de la cooperación entre título y narración; se apela a la
función poética de la lengua y a la densidad sémica del término para crear un juego de
palabras a partir de una situación.
Se parte del instrumento usado por el científico para medir distancias físicas que
pasa a ser utilizado en una situación para la que no fue diseñado; sin embargo, lo poético
crea un juego de lenguaje que permite que el nombre del instrumento se descomponga en
dos semas que etimológicamente no se corresponden, pero que se encuentran en su
densidad sémica creando así un escenario que permite conjugar el lenguaje de la ciencia
con el de los sentimientos.
Ahora bien, el título puede hacer parte de la forma y del tema, lo que le da ventaja
con respecto a otro elemento como lo onírico, que sólo participa del tema, es multiforme y
que exige gran cooperación del lector.
Lo onírico
Se relaciona directamente con los sueños, que son de naturaleza simbólica. Da pie al
asombro, facilita la entrada a lo fantástico y a los cambios en la focalización. Se vale de la
elipsis narrativa del relato para acrecentar el efecto de tensión y para hacer verosímil la
resolución.
Protagonistas
Es muy claro que la acción sucede en el mundo de los sueños, donde todo es posible.
En este caso asistimos a una situación inicial, aparentemente normal, donde un sujeto es
22
perseguido por un monstruo, pero luego se da un vuelco total, que resulta sorpresivo, pues
el foco del asunto ya no es quién persigue si no quién sueña a quién.
Si se parte del título, está claro que ambos personajes tendrán una participación
importante, serán protagonistas; luego vemos que la persecución es la acción clave y el
motivo, uno que pide que no lo persiga y el otro que explica por qué lo hace. Pero lo
onírico nos permite ir más allá, instaura una situación dialógica en el mundo de los sueños
y, más aún, hace posible que quien sueña sea a la vez soñado, un cambio focal que
sorprende al lector.
Hasta ahora hemos visto cómo puede utilizarse estos elementos o constantes para el análisis
e interpretación de minificciones, al igual que lo hicimos con los de la narratología; valga
decir que los unos no excluyen a los otros, se pueden combinar para enriquecer el trabajo
de lectura o de estudio.
La focalización.
Elemento narratológico que corresponde a la mirada en la narración, quien ve, quien
narra; por tanto implica un sujeto y un objeto (el focalizador y lo focalizado). Puede ser
interna o externa a la diégesis; en la interna el sujeto focalizador pertenece a la historia y en
la externa se acerca a la mirada del narrador.
Lo fantástico.
Obedece a un campo bastante amplio, pues puede dar cabida a lo fantasmagórico y a
otra clase de fenómenos sobrenaturales, permite contemplar los viajes en el tiempo,
alucinaciones y hechos fantásticos con intervención de un ser natural y da cabida a los
bestiarios.
Lo fantástico ―encuentra resonancia en el minicuento por su carácter sorpresivo y
asombroso‖ (Rodríguez, 1996: 108) y se complementa genialmente con el final explosivo
que requiere una narración corta. Algunas veces no es un elemento para explicar sino para
hacer permanecer la sensación de la pérdida de la línea entre realidad y fantasía.
23
La visita
Tocan a la puerta. Seguro es la misma persona que vino ayer, que vino anteayer, que
ha venido todos estos días, que me asedia y me fastidia. Iré a abrirle. Seguramente se
sentará en mi silla, cogerá mis libros, fumará en mi pipa. Antes de abrirle me asomaré
a la ventana. Sí, ya lo veo, allí está. Ciertamente es el mismo. Puedo demorarme un
momento pero volverá a llamar. Terminará por entrar. Lo que me sorprende es que
desaparezca cuando entra y siempre sea yo quien hace sus movimientos.
La focalización que está dada desde adentro de la historia es un narrador personaje que
sufre cierto desdoblamiento y que nos cuenta las acciones desde un afuera y un adentro que
terminan conjugándose con un toque fantástico.
Ante un situación repetitiva, el narrador se adelanta con conjeturas que son un guiño
para el lector, pero el juego del adentro y el afuera esboza una situación verosímil. Sólo al
final cuando se plantea la desaparición y la suplantación es que aparece el término
―sorprende‖ que da pie a la a parición de lo fantástico, lo asombroso; que no intenta
explicar, solo mantener la línea entre realidad y fantasía.
-6-
Hasta aquí este breve recorrido por este fenómeno literario llamado minificción;
como se vio todavía queda mucho por hacer, pues aunque los relatos cortos nos han
acompañado desde siempre, el auge editorial y de los estudios literarios dados en las
últimas décadas no permiten observar el fenómeno en su totalidad. Y a la dificultad de la
distancia histórica, se suma el que todavía no hay consenso en la terminología de los
estudios literarios y por tanto se caiga fácilmente en confusiones o equívocos.
Por ahora puede ofrecerse un rastreo de tipo formal que caracterice su hibridación
genérica y resalte su intertextualidad, a la vez que establezca posibles modelos de lectura y
de análisis, sin olvidar su interacción con las nuevas tecnologías. Queda faltando un estudio
24
de las temáticas o problemas que la minificción trata dada su estrecha relación con los
cambios sociales.
Se ha tratado de seguir un camino donde, en primer lugar, se abordan esas
características que permiten la singularización del texto minificcional, que se convierten en
problemas formales, y donde, en segundo lugar, se ofrece una serie de elementos o
constantes que el lector puede utilizar para el análisis y la comprensión.
Pero todo lo indicado hasta el momento no puede ser apreciado en su máximo
esplendor si no se cuenta con un lector activo, que pueda tomar el tiempo que se ha
ahorrado en la lectura para invertirlo en el análisis, la interpretación y la comprensión. La
minificción requiere de un lector con una mediana competencia narrativa y con una buena
enciclopedia cultural y bibliográfica, pues como se vio, una manera de comprender y
disfrutar de los textos breves implica la apreciación de todo un fenómeno narrativo que
involucra y depende de los cambios sociales y culturales, sobre todo los relacionados con la
posmodernidad.
Ahora bien, la gran cantidad de características y de elementos de análisis, sumado a
las múltiples posibilidades estéticas y literarias hacen que sobre el fenómeno de la
minificción no se haya establecido un canon o modelo de estudio. Por ello es que trabajos
como este, se convierten en un paso más en la comprensión de esa manifestación de la
realidad a partir de la narración literaria, cuya principal característica es la brevedad y por
tanto su esencia está más en lo que insinúa que en lo que expresa.
Referencias bibliográficas
BUSTAMANTE, Guillermo y KREMER, Harold (1994) Antología del cuento corto colombiano.
Cali: Ekuóreo.
CENTURIÓN, Sandro (2007) ―El valor pedagógico de las minificciones‖. En:
http://articuloss.blogspot.com/2007/11/el-valor-pedaggico-de-las-minificciones.html
(Visitado el 5 de septiembre de 2009).
GARCÍA Márquez, Gabriel (2006) Ojos de perro azul. Bogotá: Editorial Norma.
25
GONZÁLEZ Martínez, Henry (2001) ―El minicuento en la literatura colombiana‖. En: Folios, N°
14 (julio – diciembre), Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, pp. 44 – 50.
GONZÁLEZ Martínez, Henry (2002) La minificción en Colombia. Colombia: Universidad
Pedagógica nacional.
GRACIDA, Ysabel. y Lomas, Carlos. (2007). ―Las minificciones en el aula‖. En: La minificción en
el aula, No. 46 (agosto – septiembre), pp 9-15.
JUNG, Carl Gustav (2002) Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. Madrid: Editorial Trotta.
PERI Rossi, Cristina (5 de diciembre de 2004). ―El relato hiperbreve‖. En:
www.calarca.net/minificciones/ index14.html (Vistado el 15 de septiembre de 2009).
REYES, Graciela (1994) La Pragmática Lingüística – El estudio del uso del lenguaje. Barcelona:
Montesinos
RODRÍGUEZ Romero, Nana. (1996) Elementos para una teoría del minicuento. Tunja: Colibrí
Ediciones.
ROJO, Violeta. (13 de mayo de 2004) ―La brevedad del minicuento‖. En:
www.calarca.net/minificciones/ index28.html (Vistado el 15 de septiembre de 2009)
SENEGAL, Umberto (2006) ―Relación del cuento atómico‖. En Revista Universidad del Quindío,
N° 12 (enero-diciembre), Armenia, pp. 39-45.
SENEGAL, Umberto (2010) La Uva de los filósofos: minificciones. Manizales: Universidad de
Caldas
ZAVALA, Lauro (2003) ―La minificción en Arreola y el problema de los géneros‖. En: Casa del
tiempo, Vol 5, No. 49 (febrero), Mexico, Unam, pp 18 – 23.
ZAVALA, Lauro (2005) La minificción bajo el microscopio. Bogotá: Universidad Pedagógica
Nacional.
ZAVALA, Lauro (1 de enero de 2007) ―De la teoria literaria a la minificción posmoderna‖. En:
www.elcuentoenred.com (Visitado el 25 de septiembre de 2009).
ZAVALA, Lauro (2008). El boom de la minificción . Calarcá, Quindio: Cuadernos Negros
Editorial.
ZAVALA, Lauro (s.f.) ―Los estudios sobre minificción: una teoría literaria en lengua española‖.
En: http//:cuentoenred.xoc.uam.mx (Visitado el 5 de septiembre de 2009).
26