Estela 7 Dispensaciones
Estela 7 Dispensaciones
Estela 7 Dispensaciones
LA BIBLIA
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él
respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la
mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! ¡que sabéis
distinguir el aspecto del cielo mas las señales de los tiempos no podéis! (Mateo 16: 1-3)
Así como la naturaleza nos da señal de lo que va a ocurrir en términos naturales, el Señor a lo largo de
la historia de la humanidad, y muy específicamente en relación a Su pueblo, siempre ha dado a conocer
lo que ha esperado de ésta.
El Señor Jesús hubiera esperado de los dirigentes religiosos de su época que hubieran captado que Él,
el Mesías de Israel estaba en medio de ellos. No obstante, lejos de eso, los fariseos y saduceos, no sólo
no lo intuían, sino que descaradamente le pedían de continuo señales asombrosas para tentarle.
Podían discernir en cuanto a lo natural, pero siendo supuestos hombres de Dios, no podían distinguir los
tiempos en términos espirituales; las sazones u oportunidades que Dios ha ido concediendo, en ese
caso, la misma venida del Mesías en medio de ellos.
Por tanto, Dios quiere que seamos conocedores de todo lo que es y ha sido su mover hacia los
hombres, a lo cual llamamos dispensaciones, es decir, resoluciones divinas hacia los hombres en
cuanto a diferentes tiempos, paralelas a Sus Pactos; todo lo cual está en la Biblia.
En la Biblia encontramos los diferentes Pactos que Dios ha hecho con el hombre, así como sus
diferentes dispensaciones.
“El trato ordenado con los hombres por parte de Dios en la variada administración de Sus caminos en
distintos tiempos”
Primera Dispensación
La Inocencia (Gn. 1: 26-3: 24) – Empezó con la creación del hombre, y terminó con el juicio de la
expulsión de Adán y Eva del Edén por causa de su pecado y la consecuente pérdida de la inocencia.
“Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida
que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3: 24)
“Un niño siempre representa la inocencia, la cual tenían Adán y Eva antes de pecar”
Explicación:
El hombre – hombre y mujer – fue creado en estado de inocencia, es decir, sin pecado, sin naturaleza
caída, puro ante Dios Su Creador. Fue colocado en un ambiente ideal, y fue sujeto a una prueba
absolutamente simple y sencilla de superar.
No obstante fue advertido en cuanto a los resultados de desobedecer: “mas del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:17)
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable
para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así
como ella”(Génesis 3: 6)
La mujer fue engañada – de hecho consintió en serlo - y pecó al desobedecer el mandato directo de
Dios, comiendo de aquel fruto que no debía. Ella de hecho se autoerigió como cabeza en vez de Adán,
y éste sujetándose a su mujer en vez de a Dios, participó de ese pecado.
Careciendo de la protección necesaria, por asumir un papel que no le pertocaba, fue engañada, y acabó
presidiendo y protagonizando un acto de rebelión contra Dios, aunque obviamente no fue esa su
intención (la buena intención, no es suficiente; la obediencia lo es)
“Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo
engañada, incurrió en transgresión” (1 Timoteo 2: 14)
Sobre la serpiente
“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la
cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3: 1)
Esa astucia de la serpiente como animal edénico – es decir, previo a la caída y sus consecuencias -
deberíamos entenderla como cautela o prudencia. No como algo inmoral o maligno, ya que Dios vio que
todo lo que había hecho era bueno en gran manera (Gn. 1: 31).
Comenta Scofield:
“No debe pensarse que la serpiente, en su estado edénico, era un animal que se arrastraba sobre su
pecho. Esto fue el efecto de la maldición que cayó sobre ella (Gn.3: 14). La criatura que se prestó a
cumplir los propósitos de Satanás pudo muy bien haber sido la más hermosa de todo el universo, así
como era la más “astuta” de todas las criaturas, con excepción del hombre. A pesar de la maldición
divina, todavía hay en la serpiente algunos vestigios de su antigua belleza. Cada uno de sus
movimientos refleja cierta gracia, y hay muchas especies que tienen hermosos colores. Fue en la
serpiente que Satanás apareció por primera vez como “un ángel de luz” (2 Co. 11: 14)”
Segunda Dispensación
La Conciencia (Gn. 3: 22-7: 23) – el tiempo en el cual, por haber desobedecido a Dios, haber perdido la
inocencia, y haber caído de Su gracia, al hombre le fueron abiertos los ojos de su conciencia.
A partir de ese momento, los hombres tenían conciencia del bien y del mal, y por tanto, total
responsabilidad moral.
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal...” (Génesis
2: 22a)
Escribe Scofield:
Y este servidor añade, que eso último no fue de la manera que Dios ordenó, ya que ese despertar de la
conciencia, fue a través de la tremenda desobediencia, primero de Eva y luego de Adán.
“La conciencia nos es muy útil para llegar a entender nuestra responsabilidad moral, por lo cual un día
daremos todos cuentas a Dios”
Aunque todavía no había llegado la Ley como tal, los hombres tenían la ley natural a partir de ese
momento, y así ha sido por los siglos:
Romanos 2: 14 “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley,
éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos”
La Conciencia advierte del pecado, sea a través de la llamada ley natural o de la Ley de Dios, pero no
salva por sí misma. El pecado sólo puede ser perdonado por la sangre del Codero de Dios, y no por
méritos propios.
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor
nuestro”(Romanos 6: 23)
El hombre, por el dictamen de su conciencia, tenía la responsabilidad de hacer todo el bien que le era
conocido, y evitar todo el mal cual él era consciente, acercándose a Dios mediante sacrificios.
Lamentablemente, eso no funcionó, porque “el intento del corazón del hombre es malo desde su
juventud”(Gn. 8: 21), y el resultado fue que en el tiempo de Noé, la “maldad de los hombres era mucha
en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón era de continuo el mal” (Gn. 6: 5), y
Dios decidió acabar con la raza humana absolutamente ya pervertida (v. 7), y sólo Noé y los suyos
escaparon a ese juicio de destrucción. En ese sentido, esa dispensación terminó también, aunque los
hombres, incluido Noé y los suyos, siguieron con sus conciencias como hasta ahora.
Tercera Dispensación
(Génesis 6: 5) “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio
de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”
Génesis 9: 6 “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a
imagen de Dios es hecho el hombre”
Dios ordenará la humanidad en diferentes nacionalidades, tribus, pueblos, etc. Dios manda que el
hombre se gobierne a sí mismo – se entiende, gobierno civil.
La más alta función del gobierno humano es el acto judicial de quitarle la vida a un hombre, tal y como
hemos visto en Gn. 9: 6. En este acto se implican todos los demás actos gubernamentales.
Bajo esta nueva dispensación, al hombre Dios le responsabilizó de gobernar el mundo para Él, pero
fracasó.
“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando
salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a
otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el
asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide
llegue al cielo; yhagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. Y
descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová:
He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les
hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su
lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los esparció Jehová desde allí
sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella
Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la
faz de toda la tierra”
Esa ciudad que pretendían construir, era símbolo de la total rebelión del hombre contra Dios, y de cortar
amarras.
Obstinadamente, el diablo pretende ahora volver a aquel anterior status, levantando el Nuevo Orden
Mundial – una sola humanidad, una sola lengua, un solo dirigente – en este caso la Bestia Anticristo
(Ap. 13)
Una vez emergió Israel, ese gobierno humano de parte de Dios, continuó por un tiempo de Israel para
Israel, y de los gentiles, para los gentiles. No obstante, tanto los israelitas como los gentiles se han
gobernado para sí mismos y no para Dios a lo largo de la historia.
A causa de su llamamiento, Israel tenía una responsabilidad mayor que las naciones gentiles.
En cuanto a Israel
En cuanto a Israel, su fracaso de ser la nación escogida para gobernar sobre el resto de las naciones de
la tierra, por causa de su infidelidad al Señor, trajo el juicio de sus cautividades, iniciándose así el
“tiempo de los gentiles”, cuando la deportación a Babilonia (606 a. C) en adelante, hasta el
Armagedón, cuando la imagen del sueño de Nabucodonosor sea herida desde la base:
“Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de
hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el
barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el
viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran
monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2: 34, 25)
A causa del fracaso de Israel, Dios concedió el gobierno de este mundo a los gentiles (Dn. 2: 36-45),
hasta que también termine en su momento con el Armagedón, y la consiguiente venida del Glorioso
León de la Tribu de Judá:
“Y (los judíos) caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será
hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lucas 21: 24)
“...van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios
Todopoderoso...Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16: 14, 16)
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y
las que hay, por Dios han sido establecidas” (Romanos 13: 1)
Como vemos, este Gobierno del hombre hacia el hombre no quedó cesado cuando vino Jesucristo la
primera vez:
“Le dijeron: De César. Y les dijo (Jesús): Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de
Dios”(Mateo 22: 21)
El Gobierno Humano, como ya hemos dicho, no ha cesado, pero esa dispensación como tal, cesó, para
dar lugar a una nueva.
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la
tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y
serás bendición” (Génesis 12: 1, 12)
“Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: ... un hijo tuyo será el que te heredará” (Génesis 15: 4)
“Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así
será tu descendencia. 6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15: 5, 6)
La dispensación de la Promesa tuvo un carácter exclusivamente israelita, principiando con Abram,
luego llamado Abraham, finalizando – como dispensación – con Israel en el Sinaí.
La tierra de Canaán.
Una nación grande.
Bendición y ser de bendición.
El hijo (Isaac)
La promesa a Abraham es tipo de la promesa a toda la humanidad, porque en él todas las familias de la
tierra iban a ser bendecidas. Evidentemente, esa bendición es Cristo.
Abraham, obedeciendo hasta el máximo a Dios, cuando estaba ya para degollar a su amado hijo Isaac,
recibió de parte de Dios la promesa, diciéndole:
“Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu
único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la
arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos” (Génesis 22:
16, 17).
Seguidamente, Dios le concedió lo más importante de toda esa promesa. Leemos en Génesis 22: 18;
“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”
“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como
si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”.
Como lo segundo, Cristo es el Deseado de las naciones (Hageo 2: 7), el cual volverá glorioso a tomar
posesión de la tierra:
“Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la
tierra seca; 7 y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y
llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Hageo 2, 6, 7)
Proféticamente Cristo es el Deseado de todas las naciones, porque lo será en el Milenio en cuanto a
todas las naciones que entren el Reino. Por lo tanto, aquí tenemos una prueba más de que el Reino
Mesiánico todavía no se ha producido.
Hoy en día, ocurre todo lo contrario, las naciones, incluidas las gentes por lo general, cada vez odian
más a Cristo, conforme se acercan al Día del Señor, que no es día de alegría sino de terrible juicio;
como dice Amós:
“¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y
no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y
apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día de Jehová tinieblas, y no luz;
oscuridad, que no tiene resplandor? (Amós 5: 18-20)
(Génesis 12: 4-8) “Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de
setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su
hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y
salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. Y pasó Abram por aquella tierra hasta
el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y apareció
Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová,
quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda,
teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de
Jehová”.
Abram en tierra de Canaán, Dios le prometió que a su descendencia –Israel – le sería dada esa tierra;
por ello, él edificó un altar allí, como testimonio profético de que esa tierra iba a ser santa, y porque
Dios, allí se le apareció.
En esa misma tierra, siguió invocando el nombre de Jehová, edificándole otro altar. Pero Abram tuvo
que ser probado:
Las dificultades o circunstancias difíciles de la vida, no deberían hacernos variar un ápice de nuestra
posición en Dios, para ir a lo que en lo natural es más fácil.
Aun y así, cuando uno busca ayuda en lo natural o mundano, se encuentra con contrapartidas. Veamos:
Abram fue a Egipto para ser saciado de alimentos, pero fue angustiado en su alma (V. 11,
12)
Abram fue a Egipto para encontrar seguridad en lo natural, pero fue lleno de temores,
creyendo que le iban a quitar la vida (V. 12).
Abram fue a Egipto buscando la paz que el mundo ofrece, pero se vio a sí mismo siendo
deshonesto y mintiendo (V. 13, 18, 19)
Abram fue a Egipto buscando la libertad que la seguridad del mundo parece ofrecer, pero
se encontró que a su esposa la hicieron cautiva (V. 15)
Abram fue a Egipto a por provisiones, y resulta que el Faraón le hizo rico...a cambio de
su mujer ¡qué humillación!
Tuvo Dios que intervenir aquí, para que Sus planes no los estropeara directamente el diablo.
Siempre que nos salgamos de los parámetros donde Dios nos ha puesto, el diablo tomará lugar y
mucha ventaja para desviarnos de los propósitos de Dios.
Abram fue puesto a prueba mediante la dispensación de la Promesa, y en ese momento, no la superó,
es decir, mientras estuvo en Egipto.
“Mapa de Egipto”
Abram volvió al lugar de la verdadera bendición, a Canaán y a la adoración. Hubiera parecido que en
Egipto (el mundo), él fuera bendecido a juzgar por toda la provisión que trajo de él, pero esa “bendición”
iba mezclada con mucha tristeza y desolación por lo que ya vimos.
Esa riqueza material era la que el diablo le dio para tentarle a que se quedara en Egipto, y sólo fue
porque soberanamente Dios actuó, que a la postre Abram salió (o tuvo que salir) de Egipto.
“La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10: 32)
Evidentemente, la “bendición” de Abram en Egipto no fue así; hubo muchas tristezas y lamento con ella.
Por la misericordia de Dios, Éste permitió que Abram no sólo retuviera esa riqueza material, sino que la
fuera incrementando.
4. Abram volvió a salir de la tierra de Canaán para ser forastero en otra tierra, y allí se repitió el
patrón de Egipto
“De allí partió Abraham a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en
Gerar. Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a
Sara”(Génesis 20: 1, 2) – ver Gn. 20: 1-17 –
Abram, de nuevo viajó y fue a una tierra entre la Prometida y Egipto. Allí también Abram fue deshonesto,
por miedo, repitiéndose la misma situación que en Egipto con Faraón en relación a Sara, su mujer.
Curiosamente, el mismo patrón se repitió más tarde con Isaac, el hijo de Abraham – ver Génesis 26: 6-
32.
Durante ese tiempo, Dios les levantó un libertador: Moisés; les había provisto de un sacrificio para
expiar el pecado; y por el poder de Dios, fueron libertados de la esclavitud de Egipto.
La dispensación de la Promesa terminó cuando de manera temeraria, en el Sinaí, Israel aceptó ser el
pueblo de Dios:
“Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y
anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas
de águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros
seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis
un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas
palabras que Jehová le había mandado. Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que
Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo” (Éxodo 19: 4-8)
El pueblo sacado de Egipto, decimos que de manera temeraria, se comprometió a andar en santidad y
en temor ante Dios, pero esa generación que salió de Egipto, no logró entrar en la tierra prometida a
causa de su desobediencia y rebelión, excepto Josué y Caleb.
“Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en
ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun” (Números 14: 30)
Cuando hemos sido rescatados por Cristo de Egipto (del mundo); somos llevados a través del desierto,
donde Dios que es justo, prueba la mente y el corazón:
“Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino,
según el fruto de sus obras” (Jeremías 17: 10)
Ese es el tiempo de permanecer fieles a la promesa que le hicimos al Señor, como hizo Israel, pero no
quiso cumplir: “Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho,
haremos” (Éxodo 19: 8)
Moisés, como tipo de Cristo, era mediador entre Dios e Israel, así como Cristo es nuestro mediador
respecto al Padre.
En el momento en que dijimos: Señor, hágase tu voluntad en mí, Cristo se lo comunicó al Padre, así
como en su día, Moisés le comunicó a Jehová la respuesta del Israel recién liberado de Egipto: “Y
Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo” (Éxodo 19: 8)
Quinta dispensación
La Ley (Ex. 19: 8- Mt. 27: 35 –la cruz) – Empieza con la temeraria respuesta de todo el pueblo de
Israel de “hacer todo lo que Jehová ha dicho” (Ex. 19: 8), hasta la Cruz de Cristo.
Esta dispensación se extiende desde el Sinaí al Calvario; desde el Éxodo hasta la Cruz.
La Ley fue dada por Dios por medio de un mediador, este es, Moisés, no para redimir al hombre – en
este caso a los israelitas primeramente – sino para hacerle entender su condición de pecador y de impío
ante Dios, incapaz de poder alcanzar la Justicia y ser justificado por el mismo.
La historia de Israel en su transcurso por el desierto camino a la Tierra Prometida, y una vez allí,
contiene una larga lista de violaciones de la Ley. La prueba a que la nación fue sometida bajo la Ley,
terminó con el juicio de las deportaciones, pero la dispensación como tal, terminó en la Cruz.
La Ley no invalidó ni cercenó la promesa que Dios le hizo a Abraham, sino que fue un medio para que
llegase a cumplirse, ya que la Ley nos preparó para Cristo:
(Gálatas 3: 24-26) “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para
aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues
todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”
La fe, que es en Cristo Jesús, es el cumplimiento total de la promesa.
Tampoco esa promesa tuvo el condicionante de ser dada mediante la Ley o por el cumplimiento de la
misma:
“Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del
mundo, sino por la justicia de la fe” (Romanos 4: 13)
Explicación:
Dios siempre ha sabido que el hombre tiene la tremenda inclinación a justificarse a sí mismo con mucha
facilidad:
“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión...” (Proverbios 16: 2)
Esa manera de proceder se originó en la caída, y fue parte del cumplimiento del falaz dicho de la
serpiente:
“...el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el
mal”(Génesis 3: 5)
Pervertidamente, el hombre se constituyó dios de sí mismo, y al decir que iba a saber el bien y el mal,
en un sentido, eso iba a significar que como iba a ser “como Dios”, iba a decidir por sí lo que estaba bien
o mal en función de sí mismo y de su entendimiento.
No hay nada peor que la auto justificación, producto de ser sabio según propia opinión:
(Proverbios 26: 12) “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que
de él”
Por lo tanto, llegó el momento en la historia de la humanidad, cuando fue preciso hacerle saber al
hombre directamente por Dios, de cuál era su verdadera condición ante Él.
La entrega de la Ley en el Sinaí, pues, fue la manera por la cual Dios le hizo entender al hombre su
condición espiritual caída:
(Romanos 5: 13) “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa
de pecado”
La Ley fue necesaria para revelar el estado de condenación en el que el hombre estaba. La Ley pone a
la luz el pecado:
“De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. ¿Luego lo que es
bueno, vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado, para mostrarse pecado,
produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado
llegase a ser sobremanera pecaminoso. Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal,
vendido al pecado”(Romanos 7: 12-14)
No fue dada la Ley buscando la justificación del hombre por intentar cumplirla:
“...sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,
nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras
de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado” (Gálatas 2: 16)
El poder acusatorio de la Ley termina con la Cruz, y con esta, la gracia empieza. Así es que hasta la
Cruz, Dios le fue recordando siempre al hombre su condición caída todo el tiempo. Eso fue y es
necesario para que el hombre, como dijimos antes, no pretenda en vano justificarse ante el Juez del
universo.
Por lo tanto:
Sólo Moisés podía estar en la presencia de Dios, “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla
cualquiera a su compañero” (Éxodo 33: 11), pero para el pueblo, Dios era inaccesible.
Así pues, la Ley fue nuestro ayo – es decir – nuestro cuidador y aleccionador hasta el momento en que
el Salvador hizo su aparición en este mundo, pagando el precio de nuestro pecado con su propia sangre
en la Cruz.
“Mapa donde hallamos el lugar en el que la tradición nos muestra el Monte Sinaí”
Cristo cumplió en sí mismo la Ley. Fue el único que pudo hacerlo puesto que fue el único justo en sí
mismo.
Además, Cristo finalizó con la ley, no en cuanto a su espíritu – ya que la Ley es buena y santa (Ro. 7:
12, 1 Ti. 1: 8) – sino en cuanto a la imposible obligación de cumplirla en la carne nuestra:
(Romanos 10: 5) “Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas
cosas, vivirá por ellas”
La Ley nada tiene que ver con la fe, sino con el estricto cumplimiento de ella (la Ley), y a cabalidad, pero
recordemos que la Ley no fue dada para justificar ni exonerar, sino para hacer saber al hombre su
condición pecadora ante Dios.
Por eso el que pretendía justificarse ante Dios, pretendía hacerlo cumpliendo con la Ley, cosa que no
podía, y entonces era maldito ante Dios.
“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de
todos”(Santiago 2: 10)
Por eso en el Antiguo Testamento, la Ley mandaba que debían hacerse sacrificios de animales que eran
sombra del sacrificio del Cordero de Dios (He.10: 1). Esa fue la misericordia de Dios hacia su pueblo,
esperando la venida del que pagaría por todos de una sola vez y para siempre.
(Hebreos 9: 13, 14) “Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la
becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre
de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras
conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”
Como Cristo cumplió en sí mismo la Ley, nosotros al haber creído en Cristo, recibimos también el
cumplimiento de esa Ley, la cual de ninguna manera podíamos cumplir en nuestras solas fuerzas.
e) Cristo cumplió en sí mismo la Ley hasta el final, haciéndose maldición por nosotros
(Gálatas 3: 10-13 “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues
escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley,
para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe
vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió
de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero)...”
Cristo se hizo maldición por nosotros, por llevar toda la maldición de nuestro pecado, y este mismo,
sobre sí, pagando con su propia vida en la cruz toda esa miseria humana.
En Cristo la Ley y su cumplimiento, por tanto, son una realidad para siempre. Por eso, solamente en
Cristo hay salvación. Sólo él es la puerta al cielo, porque sólo él abrió esa puerta para nosotros dándose
a sí mismo.
Sexta dispensación
La Gracia (Juan 1: 17)
La gracia es “la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los hombres...nos salvó, no por
obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho” (Tito 3: 4, 5)
Entendiéndolo de ese modo, la gracia siempre contrasta con la Ley, ya que esta última siempre
demanda su cumplimiento, reclamando justicia de parte del hombre, mientras que la gracia otorga la
justicia de Dios al pecador.
(Romanos 3: 22) “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él”.
(Romanos 8: 3, 4) “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la
carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne,
sino conforme al Espíritu”
(Filipenses 3: 9) “y ser hallado en él [Cristo], no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que
es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
“La gracia de Dios es también el camino que Él provee para que nos acerquemos más a Él cada vez”
(Juan 1: 17) “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo”
(Romanos 10: 4-10) “porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la
justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la
justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer
abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los
muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de
fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación.”
(Romanos 5: 8) “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros”
(Efesios 2: 1-9) “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en
los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también
todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne
y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es
rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados,
nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por
obras, para que nadie se gloríe”.
(Deuteronomio 28: 1-6) “Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y
poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará
sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si
oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto
de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.
Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir”.
(Efesios 2: 8, 9) “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.
(Romanos 4: 4, 5) “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al
que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia”.
2. Como dispensación
En su carácter de dispensación, la gracia comienza con la muerte y resurrección de Cristo.
Por el rechazo de Jesucristo como el Mesías por parte de Israel, y su consecuente crucifixión por parte
de judíos y de gentiles, paradójicamente la dispensación de la gracia vino.
(Hechos 4: 27) “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien
ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel”
(Hechos 4: 28) “...para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera”.
(1 Pedro 1: 19, 20) “sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin
contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los
postreros tiempos por amor de vosotros”
(Romanos 4: 24, 25) “sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los
que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por
nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación”
En este tiempo actual o dispensación del favor de Dios, el cual derrama Su gracia por los méritos únicos
y suficientes de Su Hijo al hombre, sea judío o sea gentil, ya no se le exige obediencia a la ley de
Moisés, sino que se le ofrece el perdón y la reconciliación con el Creador al recibir a Jesucristo y creer
en Su Nombre:
(Juan 1: 12, 13) “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de
voluntad de varón, sino de Dios”.
(Juan 3: 36) “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida,
sino que la ira de Dios está sobre él”.
(Juan 15: 22, 23) “Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no
tienen excusa por su pecado. El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece”.
(1 Juan 5: 10-12) “El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios,
le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este
es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo,
tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”.
La apostasía trae como consecuencia ineludible el juicio de Dios – los juicios apocalípticos – 2 Ts. 2: 10-
12; 2 Pr. 2: 17, 21; Jud. 11.15; Ap. 3: 14-16.
La justicia ejecutada contra este mundo impío y la iglesia profesante pero apóstata conllevará la
aparición de la dispensación del Reino, al aparecer el Rey (Ap. 19: 11ss)
Séptima dispensación
El Reino (Efesios 1: 10)
“[El Padre] dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había
propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento
de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”. (Efesios 1: 9, 10)
Muchos cristianos no tienen ni idea acerca de las cosas finales (escatología), y sólo tienen en la cabeza
que una vez llegue Cristo, todos iremos al cielo, y ya se terminó el asunto. No obstante la Biblia dice
mucho, mucho, que pocos maestros se atreven a enseñar.
Muy pocos entienden la diferencia entre el Reino de Dios en cada vida de cada hijo de Dios, y el Reino
de Dios que ha de establecerse en esta tierra cuando vuelva el Rey Jesucristo.
Aunque el Reino está en la Iglesia, y en cada corazón de cada creyente verdadero, el Reino no es la
Iglesia, ni la Iglesia el Reino. Confundir el Reino de Dios, invisible e intangible en el que la Iglesia
presente en este mundo está así como en cada miembro de ella, con el Reino visible, llamado Reino
Mesiánico (Dn. 2: 44; Hchs. 1: 6; Ap. 20) que todavía tiene que venir, es un error que cometen muchos,
y por ello son muy confundidos.
Hoy en día se habla mucho en cuanto a que la Iglesia debe establecer el Reino en esta tierra, y se
anima a todos los creyentes a avanzar en esa acción, pero, ¿es eso bíblico?
¿Realmente la Iglesia está aquí y ahora para establecer el Reino en este mundo?
¿Es el papel de la Iglesia de Jesucristo establecer el Reino visible?
¿Es la Iglesia el Rey?, porque sólo el Rey puede establecer el Reino.
Estas preguntas son importantes, porque si la respuesta a ellas es sí, entonces entendemos las
pretensiones y creencia de muchos maestros y ministros de ver, no sólo un ansiado
avivamiento mundial, sino una reforma total, que traiga consigo una cristianización del planeta, y
un discipulado de las naciones hasta ver el Reino establecido en su totalidad. Pero si la respuesta es no,
entonces es preciso que revisemos nuestros postulados y nuestra creencia. Mientras tanto,
adelantamos que ciertamente la respuesta es un rotundo, ¡No!: La Iglesia no está aquí y ahora para
establecer el Reino visible en este mundo.
Los que creen que ahora es el Reino, cuando todavía estamos en la dispensación de la gracia, en
realidad están desaforadamente compitiendo contra una realidad permitida por Dios, antes del
verdadero establecimiento del Reino Mesiánico: el levantamiento de la Bestia Anticristo y de su efímero
reino mundial (Ap. 13)
No pueden existir dos reinos al mismo tiempo, así que todos los intentos de establecer por cuenta
propia lo que solamente Cristo podrá hacer y hará en su venida gloriosa – es decir, el Reino - están
condenados al descrédito y al más vergonzoso fracaso.
Los que enseñan que ahora es el Reino son los seguidores de la llamada teología del Dominio
(dominionistas).
Insistimos en este punto: El Reino Mesiánico, llamado también el Milenio, será establecido por el León
de la tribu de Judá en su venida gloriosa, y en él se cumplirán todas las promesas que Dios hizo a David
y a Israel.
(Apocalipsis 19: 11-21) “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se
llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en
su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba
vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales,
vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada
aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del
furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY
DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz,
diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus
jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra
y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la
bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las
cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos
dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos
con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las
carnes de ellos”
“Interesante resumen gráfico de las diferentes dispensaciones a lo largo de los siglos”
(2 Samuel 7: 8-17) “Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te
tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel; y he
estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he
dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra. Además, yo fijaré lugar a mi
pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le
aflijan más, como al principio, desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré
descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. Y cuando tus
días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual
procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para
siempre el trono de su reino. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le
castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; pero mi misericordia no se apartará
de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. Y será afirmada tu casa y tu reino para
siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente. Conforme a todas estas palabras, y
conforme a toda esta visión, así habló Natán a David”.
(Lucas 1: 31-33) “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande,
y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la
casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”
(Zacarías 12: 8-10) “En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere
débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová
delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra
Jerusalén. Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y
de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose
por él como quien se aflige por el primogénito”.
Todo será reunido en Cristo; es decir, todo será puesto bajo Cristo, ¿cuándo?, ¿ahora en la
dispensación de la gracia? No, sino cuando se cumplan los tiempos, es decir, a partir del Milenio hasta
que concluya.
Bajo el dominio directo de Cristo, todo lo acontecido en los diferentes tiempos será reunido:
Hechos 17: 30, 31 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a
todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el cual
juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado
de los muertos”
1 Tesalonicenses 1: 6, 7 “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y
a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde
el cielo con los ángeles de su poder”
Romanos 8: 17, 18 “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es
que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en
nosotros ha de manifestarse”.
Ezequiel 39: 25-29 “Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Ahora volveré la cautividad de Jacob, y
tendré misericordia de toda la casa de Israel, y me mostraré celoso por mi santo nombre. Y ellos
sentirán su vergüenza, y toda su rebelión con que prevaricaron contra mí, cuando habiten en su tierra
con seguridad, y no haya quien los espante; cuando los saque de entre los pueblos, y los reúna de la
tierra de sus enemigos, y sea santificado en ellos ante los ojos de muchas naciones. Y sabrán que yo
soy Jehová su Dios, cuando después de haberlos llevado al cautiverio entre las naciones, los reúna
sobre su tierra, sin dejar allí a ninguno de ellos. Ni esconderé más de ellos mi rostro; porque habré
derramado de mi Espíritu sobre la casa de Israel, dice Jehová el Señor”
Daniel 2: 34, 35 “Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen
en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el
hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los
llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un
gran monte que llenó toda la tierra”.
Zacarías 14: 3, 4 “Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la
batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de
Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el
occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad
hacia el sur”.
En ese momento, y después de echar a la Bestia Anticristo y a su Falso Profeta al lago de fuego (Ap.
19: 20), atar al diablo en el abismo (Ap. 20: 1-3), y juzgar a las naciones que hayan quedado (Mt. 25:
31ss), inaugurará el Milenio, y reinará desde Jerusalén a todas las naciones de la tierra (S. 2: 7-9)
El fin en sí, es el cumplimiento final del Reino Mesiánico: “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios
y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia” (1 Co. 15: 24)
Mientras tanto, el Padre está sentado en el trono: “Porque preciso es que él reine hasta que haya
puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies”
Eso significa que el Padre está reinando con Cristo a su diestra, mientras pone a los pies de Su Hijo a
todos sus enemigos: (Salmo 110: 1) “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a
tus enemigos por estrado de tus pies”.
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus
pies”
Cuando todas las cosas estén sujetas a Cristo – esto es, al finalizar el Milenio – entonces Él mismo se
sujetará al Padre: “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se
sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (V. 28)
Después de estos hechos, los siguientes tendrán lugar en otro planeta, u otro lugar:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no
existía más” (Apocalipsis 21: 1)