Panorama Del A.T (Lectura 2)
Panorama Del A.T (Lectura 2)
Panorama Del A.T (Lectura 2)
GEOGRAFIA
X a cantidad de nombres geográficos que aparecen en el Antiguo Testamento
1 -i—centenares de nombres de ciudades y países, montañas y valles, ríos y mares,
y demás accidentes geográficos— 1 lo distinguen del resto de la literatura religiosa.
Según la Biblia, la revelación de Dios se llevó a cabo en el espacio y en el tiempo
y, por lo tanto, una correcta interpretación requerirá prestar atención a los datos
geográficos e históricos del texto.
EL MUNDO BIBLICO
Aquella región en la que convergen Europa, Asia y Africa se caracteriza por
diversos rasgos físico-geográficos significativos. Desde el Océano Atlántico hasta
el sudeste asiático se extiende una cadena montañosa casi continua: las cordilleras
de los Pirineos, los Balcanes, el Cáucaso, los montes Elburz, Hindú Kush y el
Himalaya. Al retener los vientos fríos, estas montañas otorgaron a las tierras del sur
un clima favorable para el desarrollo de las civilizaciones en los tiempos antiguos.
Asimismo contenían las invasiones del norte. En el sur también existe un límite
natural, que es básicamente desértico (los desiertos del Sahara, de Siria y de Arabia).
Además de servir de barrera contra la invasión desde el sur, juntamente con los
límites naturales del norte mantenía dentro de la región a los pueblos que habitaban
entre las montañas y el desierto. En consecuencia, el mundo del Mediterráneo, la
región mesopotámica, las estribaciones de la meseta iraní y el valle del río Indo se
convirtieron en «la cuna de la civilización», la zona en la cual el hombre progresó
y dejó de ser un cazador y pescador salvaje para convertirse en un productor
de alimentos, un hombre civilizado. Una vez que pudo permanecer en su tierra
y producir alimentos, el hombre pudo aplicar sus energías en el cultivo de las
artes, las artesanías y los oficios: construir ciudades, dedicarse a la alfarería, crear
instrumentos musicales, descubrir procesos para la metalurgia, inventar la escri
tura, y desarrollar todas las demás facetas que componen el amplio concepto de
«civilización».2
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
La región que se extiende entre las montañas y los desiertos puede ser llamada el
«mundo bíblico» (ver mapa). Todos los acontecimientos registrados en la Biblia se
desarrollaron en esa región o bien tuvieron como protagonistas a los pueblos de la
región.3 Los personajes centrales del Antiguo Testamento vivían principalmente en
Palestina, pero en determinados momentos estuvieron en la Mesopotamia y en
Egipto. Cada tanto aparecen en la historia otros pueblos de Persia, Arabia del Sur,
Etiopía (Cus, quizá Nubia), Asia Menor, las islas del Mediterráneo (Chipre y Creta),
Grecia y otras regiones.
PALESTINA
El nombre. A principios del siglo XII a.C., algunos «pueblos del mar» de algún
lugar cercano a Creta o Grecia intentaron invadir Egipto. Ante el fracaso de este
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GEOGRAFIA
intento, algunos, entre los que se contaba un pueblo llamado «filisteo»,4 desembar
caron en la costa sur de Palestina. En el siglo V Herodoto, el «padre de la historia»,
se refiere a la región como «Siria Filistea»5 y posteriormente los griegos trazan la
diferenciación entre «Siria Filistea» y «Celesiria».6 De la palabra griega Palaistina
se derivó la palabra latina Palestina.
El nombre Palestina, que sólo comenzó a emplearse después del siglo V a.C., no
aparece en el Antiguo Testamento. En cambio, a menudo se la denomina «la tierra
de Canaán», dado que sus principales habitantes eran los cananeos.7 También se la
conoce como «la tierra prometida», por la promesa que Dios hizo a Abraham
(Gn. 17.7s.) y que reiteró a sus descendientes. Luego de la ocupación israelita, se la
denomina «Israel» o «la tierra de Israel» (1 S. 13.19, etc.). La expresión «Tierra
Santa» (cf. Zac. 2.12) se popularizó en la Edad Media.
4. En el octavo año de Ramsés III (ca. 1190 a.C.), se registra que el faraón repelió una
invasión de pueblos del mar, y se menciona a losprst (filisteos) y a cuatro pueblos más.
5. Herodoto i.105, en téPalaistinéSurie.
6. En sentido estricto, el valle entre el Líbano y el Antilíbano. No obstante, el nombre se
empleaba con referencia a diversos lugares de la región que se extendía más allá de Palestina,
hasta el Eufrates, que incluía Damasco, partes de Transjordania y aun Escitópolis (Betsán).
Cf. JosefoAnt. xiii. 13.2, párr. 355.
7. En las cartas de Amarna (EA 8.17; 137.76; etc.) la región es llamada kinahni o kinahhi,
que muy probablemente sea análoga a la palabra hebrea que se traduce «Canaán». Las
evidencias del dialecto de Nuzi sugieren que el significado podría ser «púrpura»; en ese caso,
tendría el mismo origen que el nombre griego de «Fenicia», que proviene de la tintura extraída
del múrice, molusco que se obtenía en la costa de Palestina.
8. En el Nuevo Testamento no se emplea el término «Palestina». Transjordania recibe el
nombre de «Perea», que tiene aproximadamente el mismo sentido (en griego significa «[la
tierra] del otro lado»); a veces la tierra «de este lado» se llama «Cisjordania». En esta
exposición haremos distinción entre Palestina y Transjordania.
9. Vaguada que permanece seca excepto en la temporada de lluvia.
10. No nos referimos aquí al estado moderno de Israel. Sobre los lugares mencionados en
Nm. 34, ver Y. Aharoni, TheLatid ofthe Bible, 2a. ed., Filadelfia, 1979, pp. 69s.
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El río Jordán cuando serpentea a través de la llanura inundable del Zor, el oasis
selvático a lo largo de sus orillas. (A.D. Baly)
Divisiones norte-sur. Las divisiones políticas varían con relativa rapidez, pero
los accidentes físicos permanecen casi intactos durante milenios. Palestina forma
parte de una formación terrestre que abarca varios centenares de kilómetros del
Levante. D. Baly ha propuesto de manera convincente que ¡a estructura geológi
ca de esta región del Levante se extiende fundamentalmente en dirección nordeste-
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GEOGRAFÌA
sudoeste,11 pero aquí resulta más importante señalar los accidentes más obvios con
dirección norte-sur. Los cinco accidentes, que se observan claramente en la mayor
parte del Levante, son los siguientes de oeste a este: la llanura marítima, la cordillera
occidental (en Palestina, la cordillera «central»), el sistema del valle de fractura, la
cordillera o altiplanicie oriental y el desierto.
Palestina se ensancha considerablemente (en dirección este-oeste) en el extremo
sur de su territorio,12y por lo tanto puede existir alguna variación de esta distribución
general. La llanura marítima es angosta en el norte y desaparece a la altura de la
escalera de Tiro (la actual frontera libanesa-israelí) y del pie del Monte Carmelo. En
el extremo sur, la llanura marítima se dilata. Por consiguiente, esta llanura costera
ha sido dividida en regiones, conocidas en tiempos del Antiguo Testamento como
llanura de Aser (entre la escalera de Tiro y el Monte Carmelo), La llanura de Sarón
(al sur del Carmelo hasta Jope o Tel Aviv) y la llanura Filistea (al sur hasta Gaza).
Entre los pocos puertos naturales de la llanura de la costa de Palestina, Acó (Acre),
Dor y Jope eran los principales en Ja antigüedad. Una importante ruta norte-sur corría
NORTE-SUR DE PALESTINA
11. Geography o f ihe Bible, 2a. ed., Nueva York, 1974, pp. 28-41.
12. En el extremo norte, Palestina mide, entre el mar y el Aito Jordán, alrededor de 52 km;
en el extremo sur, de Gaza a Sodoma, alrededor de 105 km.
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
paralela a la costa a varios kilómetros tierra adentro, debido a los pantanos y dunas
característicos de la llanura marítima.
Al sur, entre la llanura de la costa y la cordillera se extiende una región baja amplia
y fértil, la Sefela.13 En el tiempo de los jueces y a comienzos de la monarquía, esta
región era el foco de una guerra casi constante entre los israelitas (de las montañas)
y los filisteos (de la llanura marítima).
La cordillera occidental (que en Palestina más específicamente se llama «cen
tral») constituye la columna vertebral de la región. Se interrumpe sólo en la llanura
de Jezreel (Esdraelón)14 en la Baja Galilea, donde una estribación de la cadena
central se proyecta en dirección noroeste hacia el mar y forma la cordillera del
Carmelo. El camino troncal paralelo a la costa se internaba por el sur del Carmelo,
recorría el estrecho paso de Wádl ‘Ara bordeando Meguido, cruzaba el valle de
Jezreel, atravesaba la Baja Galilea y finalmente llegaba a Damasco. A esta sección
de la ruta se la llamaba «el camino del mar» (ViaMaris; cf. Is. 9.1). Existía un camino
norte-sur más corto pero más intrincado que recorría la cadena central serpenteando
por los valles entre los picos montañosos.
La llanura de Esdraelón marca una separación clara entre las colinas del norte y
la región montañosa del sur. La región norteña generalmente se conoce como
Galilea. La región del sur no tiene un límite natural bien definido antes de la estepa
o el Neguev. De acuerdo con la división política del territorio durante la época del
reino israelita, el norte se denominaba Samaría y el sur, Judea. Al sur del Neguev se
encuentra la península del Sinaí.
1) Galilea. Al norte, el límite natural de Galilea lo forman el cañón del Río Litani
al noroeste y el Monte Hermán al nordeste. El límite sur está formado por la
cordillera del Carmelo al sudoeste y Gilboa al sudeste. La Alta Galilea, al norte, es
montañosa con elevaciones que superan los novecientos metros. La Baja Galilea
presenta colinas y amplios valles que van en declive hacia el sur para formar la vasta
llanura de Esdraelón.15
La palabra «Galilea» proviene de una voz hebrea que significa «la región de», y
sin duda forma parte de una frase como «los territorios de los filisteos» (Jos. 13.2)
o «los límites del Jordán» (22.10). Es posible que el nombre original fuese «la región
de los gentiles» (Is. 9.1).
2) Samaría. La llanura de Esdraelón demarca bien el límite norte de Samaría. El
lím ite este es el Jordán. El Mediterráneo constituye el límite oeste, si bien las llanuras
costeras rara vez estuvieron en manos de los israelitas. Samaría no tiene un claro
límite natural al sur, pero se sabe que Bet-el se encontraba en las cercanías del límite
(1 R. 12.29s.). La mayor parte de Samaría es montañosa, con elevaciones de unos
seiscientos metros. Los amplios valles se regaban principalmente con las lluvias
estacionales. Al oeste de Samaría, el terreno va en declive hacia la llanura marítima,
13. Palabra hebrea que significa «tierras bajas», nombre que evidentemente le dieron los
habitantes de la montaña. El «pie del monte» es la expresión que emplean los habitantes de la
llanura.
14. Los nombres Esdraelón (griego) y Jezreel (hebreo) son intercambiables.
15. Resultan de gran utilidad los mapas Lands oftheB ible Today y Holy Land, de National
Geographic Society, Washington, 1967 y 1989.
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GEOGRAFIA
que hasta hace poco tiempo la formaban en gran parte dunas y pantanos. La zona
árida del este desciende en pronunciada pendiente hacia el Jordán.
El término «Samaría» proviene del nombre de la montaña en la que Omri
estableció la capital en la época de la división del reino (IR . 16.24). De acuerdo con
su táctica habitual, después de la conquista de Samaría los asirios desterraron a los
probables revolucionarios israelitas —los líderes políticos y religiosos— , y a la vez
introdujeron a los cautivos de otras naciones para que se establecieran en Samaría.
El entrelazamiento de estos cautivos con los israelitas que permanecieron en el
territorio dio origen a la población mixta postexílica, llamada más tarde «samarita-
nos» (cf. 2 R. 17.6,24; Neh. 4.2). En el tiempo del Nuevo Testamento los judíos no
tenían trato con los samaritanos (Jn. 4.9).
3) Judá. La región que se extiende entre el límite sur de Samaría y el Neguev por
lo general se denomina Judea, aunque este nombre corresponde al período neotes
tamentario. El nombre se deriva de Judá, la tribu principal, de la cual descendía la
dinastía de David.
La zona montañosa es, en general, algo más elevada y más rocosa que las
montañas de Samaría; los valles son estrechos, a menudo áridos y cubiertos de rocas.
Al este, la región que desciende abruptamente hada el Mar Muerto es «el desierto
de Judá». Por el contrario, al oeste, en la Sefela, zona de suave ondulación con colinas
y valles que producen frutas y verduras en abundancia, el descenso es gradual. Más
allá de la Sefela se extiende la amplia llanura marítima.
4) El Neguev. El Neguev de la Biblia por lo general se circunscribe a la región
que se encuentra inmediatamente al sur de Beerseba.16 El Neguev es una región alta
de estepa, con tal escasez de lluvias que es casi imposible la supervivencia de la
vegetación. Con la perforación de pozos de agua y métodos para el mejoramiento
del suelo hubo pueblos que habitaron el Neguev, como los nabateos (ca. siglo V
a.C.-siglo II d.C.) y, en menor medida, las tribus del relato de los patriarcas.17
5) Sinaí. La península, con montañas colosales y un vasto desierto, nunca se
consideró como parte de Palestina. Por el lugar destacado que ocupa al comienzo de
la narración (en particular, en Exodo, Levítico y Números), cabe mencionar tres
elementos constitutivos: (a) El «desierto de Zin» es una región árida del norte del
Sinaí. Los lugares más importantes, Quirbet el-Cudeirát y ‘Ain Qedeis, se sugieren
como la posible ubicación de Cades-bamea, donde los israelitas acamparon la mayor
parte de los treinta y ocho años que pasaron en el desierto.18 (b) El «torrente de
Egipto» es Wádi el-‘Arish (y no el Nilo), formado por los arroyos que descienden'
de las montañas del Sinaí. Corre aproximadamente hacia el norte y desemboca en
el Mediterráneo a la altura de la actual el-‘Arish. (c) El gran macizo montañoso en
el extremo sur de la península, la ubicación más probable del Sinaí (u Horeb), es una
región de picos escarpados que superan los dos mil metros de altura.
16. El límite tradicional de Judá era Beerseba, aunque el límite tribal estaba bastante más
al sur (Jos. 15.1-4). En el Antiguo Testamento el Neguev suele tener poca importancia y se lo
considera excluido del territorio.
17. Ver N. Glueck, Rivers in the Desert, ed. rev., Filadelfia, 1968.
18. Ver Dt. 1.19; Nm. 13.26; 14.26-35.
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
TRANSJORDANIA
Nombres de la región. La región que se extiende entre el valle del Jordán y el
desierto de Siria al parecer nunca tuvo nombre. El que a menudo se emplea en el
Antiguo Testamento, ‘éfcer hayyardén, significa literalmente «al otro lado del Jor
dán», equivalente aproximado de «Transjordania». Es evidente que quienes le dieron
el nombre vivían al oeste del Jordán.19 Perea, nombre neotestamentario, significa lo
mismo. En la época del Imperio Persa, la satrapía que comprendía Siria, Palestina y
Transjordania se denominaba «Más allá del Río», con referencia al Eufrates.
BASAN
............... AMON
w .........
t
|lf mU juda 1
MOAB
NEGUEV JnniT'«
EDOM ....
19. Se emplea este nombre en las historias que describen la región en la época anterior al
ingreso de los israelitas en Canaán, i.e., cuando todavía estaban en Moab. Algunos eruditos
han señalado este dato como prueba de que las historias datan de una época posterior. Sin
embargo, un nombre que está muy arraigado puede usarse aunque carezca de precisión técnica.
En tiempos modernos, los pobladores del este del Jordán se han referido a su región como
«Transjordania».
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GEOGRAFIA
Se eleva abruptamente desde la falla del Jordán hasta superar los seiscientos metros
sobre el nivel del mar, y luego desciende en declive gradual hacia los desiertos de
Siria y Arabia. Bien irrigada por un complejo sistema de ríos y arroyos, se ha
destacado siempre por su producción. Los sistemas de arroyos forman una serie de
ríos que han abierto profundas gargantas en su descenso hacia el valle del Jordán y
constituyen así límites naturales.
20. Nótense las gordas «vacas de Basán» (Am. 4.1) y los «fuertes toros de Basán»
(Sal. 22.12 [TM 13]).
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El Alto Jordán. De los escalones del Monte Hermón brotan caudalosos manan
tiales que van a formar los afluentes del Alto Jordán. En los tiempos bíblicos,
formaban una región pantanosa que desaguaba en el Lago Huía, un lago de unos seis
kilómetros de largo. En la actualidad, los pantanos y el lago han sido desecados, y
el Alto Jordán continúa en el Jordán Medio, cañón de unos quince kilómetros de
largo en cuyo trayecto el río desciende de unos setenta metros sobre el nivel del mar,
para verter las aguas al Mar de Galilea, a doscientos ocho metros por debajo del
nivel del mar.
El río Jordán. Desde el Mar de Galilea hasta el Mar Muerto la distancia en línea
recta es de unos cien kilómetros. Sin embargo, a causa del serpenteo la longitud de
este río supera los trescientos veinte kilómetros. Debido a la salinidad del valle del
Jordán, las aguas arrastran una cantidad considerable de sal al Mar Muerto.
En un corte transversal del valle del Jordán se observa que en realidad se trata de
un valle dentro de otro. El valle mayor, que se extiende desde los montes de Samaría
hasta el borde de la altiplanicie de Transjordania, se conoce con el nombre árabe
Ghór. El Ghór mide alrededor de ocho kilómetros de ancho inmediatamente al sur
del Mar de Galilea, pero más de veinte kilómetros de ancho en Jericó. Dentro del
Ghór se halla el Zór, la «espesura» o la «gloria» del Jordán (Zac. 11.3), un valle de
unos tres a seis metros de profundidad y hasta cincuenta metros de ancho, con
pendientes casi perpendiculares. El Zór está recorrido por el cauce del Jordán
propiamente dicho, río cuyo ancho oscila entre cinco y ocho metros. Debido a que
el Jordán se desborda en la época de la inundación, el Zór está cubierto de una densa
vegetación (ver diagrama).2^
21. De allí uno de sus nombres, según Josefo, quien la llama «la ambición de la naturaleza»;
Guerra iii. 10.8, párr. 518.
22. Ver buenas fotos aéreas en L.H. Grollenberg, Panorama del mundo bíblico, Madrid,
1966, pp. 11,24.
48
V J C W U K / V r iA .
Algunos eruditos han sugerido que la obstrucción del Jordán, que se produjo
cuando los israelitas debían cruzar de Moab a Gilgal, se debió a que un terremoto
causó el derrumbe de los acantilados de greda que cayeron al Zór a la altura de Adam
(actual Damiya; cf. Jos. 3.13, 16). En el año 1267 d.C. efectivamente sucedió esto
y el Jordán permaneció bloqueado durante varias horas; después volvió a suceder a
consecuencia del terremoto de 1927.23
El Mar Muerto. La masa de agua más baja del mundo es el Mar Muerto, que se
encuentra a trescientos noventa y cinco metros por debajo del nivel del mar, en el
punto de mayor profundidad, el fondo está a setecientos sesenta y cinco metros por
debajo del nivel del mar. Este mar mide setenta y siete kilómetros de largo y catorce
kilómetros de ancho máximo. Se lo denomina «Mar Salado» (Gn. 14.3), «mar de la
Arabá» (Jos. 3.16 BJ) y «mar oriental» (Zac. 14.8). Josefó lo llamó «mar de asfalto»
(Guerra iv. 8.4, párr. 476), y los árabes lo llaman en la actualidad el «Mar de Lot».
No se lo menciona en el Nuevo Testamento. Puesto que la evaporación es la única
vía de escape de los seis millones de toneladas de agua que el Jordán vierte por día
en el Mar Muerto, la concentración de sales es de alrededor del veintiséis por ciento.
Toda forma de vida es imposible en este mar; de allí el nombre que primeramente
le dieron los griegos.
El Arabá. Ubicado al sur del Mar Muerto, es un valle árido que se eleva a
doscientos m etros sobre el nivel del mar y luego desciende hasta el mar, y se extiende
hasta el Golfo de Acaba, a doscientos noventa y ocho kilómetros al sur. En la
actualidad se da a este valle el nombre hebreo «Arabá» que equivale aproximada
mente al nombre árabe. En el Antiguo Testamento, «Arabá» se emplea para designar
el valle del Mar Muerto y el valle del río Jordán.
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
D e sc rip c ió n gen eral. Toda la zona del Mediterráneo oriental está bajo la influen
cia de los vientos etesios, que en el invierno traen humedad, por lo general del
noroeste, y, en el verano, tiempo seco del sudoeste. De tanto en tanto, se ven
interrumpidos por vientos desérticos del este o del sur, el hamsin25 o siroco, que trae
calor sofocante y seco durante unos pocos días.
Lluvias. Como los vientos predominantes son del oeste, toda la humedad que traen
se deposita en forma de lluvia en la ladera ocddental de la cordillera central de
Palestina y de la altiplanicie de Transjordania. Estas laderas, por lo tanto, redben
bastante agua y son relativamente fértiles. La ladera oriental, en cambio, es árida y
los vientos que soplan del este y del sur con facilidad secan los árboles y plantas,
con el consiguiente daño. Periódicamente traen también plagas de langostas que en
cuestión de horas deshojan y descortezan por completo la vegetadón (cf. Jl. 1-2).
IMPORTANCIA DE LA GEOGRAFIA
Importancia política. Palestina era el puente terrestre entre las civilizadones de
Europa, del sudoeste de Asia y del norte de Africa. Por consiguiente, los mercaderes
que se les diera a los pantanos llenos de juncos de los alrededores del Lago Timsa o Lago
Amargo.
25. En árabe «cincuenta». Cada año se presentan alrededor de cincuenta días de este tipo,
aunque no forman una estación de siete semanas, pues el hamsin no suele durar más de tres o
cuatro días seguidos.
26. A veces se afirma que Palestina tiene dos estaciones lluviosas; la confusión surge por
un error de interpretación de estos términos.
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GEOGRAFIA
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
devastadoras plagas de langostas. Fijó los límites naturales. Todos los ríos van al
mar y este no se llena. El Señor afirmó las montañas. Llevó a las naciones de un
lugar a otro: tomó a Israel de Egipto, a los filisteos de Caftor y a los árameos de Kir
(Am. 9.2).
Quizá el significado teológico de la geografía se comprenda mejor en relación
con la lucha de los profetas de Yahvéh contra el culto de Baal. Cuando los israelitas
llegaron a la tierra entraron en contacto con la religión cananea, una forma de
naturalismo centrada en Baal. Las creencias fundamentales de esta religión son
incompatibles con el concepto de mundo natural inherente al «Yahvehismo», en el
cual Yahvéh y no Baal daba la fruta, el aceite, el vino y el aumento de los rebaños
(cf. Os. 2.8). Baal era un Dios muy «terrenal», y como parte del culto que se le rendía
se practicaba la prostitución sexual para conseguir que la tierra diera frutos. Por lo
tanto, los profetas de Yahvéh se oponían enérgicamente al culto de Baal, pues
sotenían que Yahvéh es el Dios que creó el mundo y quien da o retiene el fruto. Los
elementos geográficos y climáticos formaron parte fundamental del mensaje profè
tico. La comprensión de la palabra de Dios tal como la proclamaron sus siervos, los
profetas, requiere, pues, un conocimiento básico de la geografía física de aquellas
tierras, pues los detalles de los factores geográficos y climáticos son parte integral
del lenguaje de la revelación.
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6
EL PENTATEUCO
UNIDAD
53
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
2. Ver G.E. Wright, G od W hoActs: Biblical Theology as Recital, SBT 8, Chicago, 1952,
pp. 69ss. Señala que a pesar de las numerosas citas y alusiones a los Salmos y los Profetas, los
hechos a los que se alude con mayor frecuencia pertenecen al Pentateuco. Aunque parezca
extraño, la destrucción de Jerusalén, el Exilio y la restauración no se emplean de la misma
forma.
3. Este fundamento histórico pone en evidencia que estos términos «teológicos» no se
refieren a ideas abstractas. No denotan verdades universales independientes del tiempo sino
hechos históricos específicos que sucedieron a un pueblo en particular.
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EL PENTATEUCO
sobre todos los pueblos» (Ex. 19.5) por medio de la liberación efectiva en el Mar
Rojo; los sujetó a sí mismo como su Dios por medio del pacto, empleando su gracia
inmerecida como base de la aceptación por parte de ellos; y les legó la ley por
constitución. Todo esto consta desde Exodo hasta Deuteronomio. El prólogo patriar
cal, Génesis 12-50, presenta la promesa que se cumple con la liberación de Egipto
y el don de la tierra. La promesa hecha a Abraham de recibir la tierra y formar una
nación se halla al comienzo de la historia patriarcal y señala el propósito y el tema
central de la historia:
Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y
de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación
grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
(Gn. 12. ls.)
Este tema doble se repite una y otra vez en los relatos del ciclo abrahámico (cf.
Gn. 13.14-17; 15.2-5,18-21; 17.7s., 15-19) y se renueva en cada generación de los
patriarcas (Isaac, Gn. 26.2-4; Jacob/Israel, 28.13; 35.11-13; Joséy sus hijos, 48.1-6).
Luego su cumplimiento se manifiesta de manera específica en la liberación iniciada
con el Exodo (Ex. 6.6-8) y al final del Pentateuco en las palabras de Dios a Moisés
(Dt. 34.1-4).
El propósito de la narración está dado en que ésta no aparece en forma aislada.
Todo el relato cobra un significado histórico y teológico especial dada la relación
que lo vincula con su prefacio, el prólogo primitivo (Gn. 1-11).4 A diferencia de
Génesis 12, cuyo eje central es el tema particular de la promesa y la elección,
el interés central de Génesis 1-11 es universal. Se remonta a los orígenes últimos, a
la creación de todas las cosas, del hombre y la mujer en particular. Luego expone,
en términos teológicos, la forma en que el hombre y la mujer llegaron a la situación
que han mantenido desde tiempos remotos: en guerra consigo mismos, alienados
y separados de Dios y sus semejantes, en un mundo dividido y desordenado, en el
que se enfrentan nación contra nación, grupo social contra grupo social, individuo
contra individuo. El autor presenta este panorama sombrío remontándose.a los
orígenes y el surgimiento del pecado desde la desobediencia del primer hombre y
la primera mujer en el Jardín del Edén (Gn. 1-3), pasando por el fratricidio de
Caín (4.1-16); la venganza homicida expresada en el jactancioso canto de Lamec
(w . 17-23); la corrupción genera] de la humanidad, tan abominable que mereció
el diluvio (cap. 6); hasta la disolución de la unidad original de la humanidad al
quedar esparcida en el desorden de la tierra, que se revela en el relato de la torre de
Babel (cap. 11).
El autor de Génesis 1-11, por medio de la exposición del plan global de la historia
prístina, se propone hacia el final dejar planteada con toda gravedad la pregunta
sobre la futura relación de Dios con la humanidad esparcida, dividida y alienada.
¿Se ha agotado la tolerante paciencia de Dios? ¿Habrá abandonado a las naciones
para siempre con ira? Sólo a la luz de esta introducción puede comprenderse la
4. G. von Rad propone esta relación en Génesis, Salamanca, 1982, pp. 184-188, a quien
debemos la siguiente exposición.
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PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
COMPLEJIDAD
Una lectura detenida del Pentateuco revelará, además de una clara unidad de
propósito, plan y organización, una diversidad —una complejidad— tan evidente
como la unidad. A raíz de esto surgieron teorías diversas acerca del origen del
Pentateuco. Lamentablemente, muchas de éstas proponen un enfoque a los proble
mas del origen, la fecha y el autor, que conduce a una estimación muy negativa de
su valor histórico y teológico. A menudo consideran que se originó muchos siglos
después de la época mosaica y que, por lo tanto, contiene muy poca información
histórica genuina; sostienen que las prácticas e ideas religiosas registradas allí
5. Ver un análisis similar, desarrollado en detalle, que toma como tema del Pentateuco el
cumplimiento parcial de la promesa divina hecha a los patriarcas de descendencia, relación
Dios-hombre y tierra, en D.J.A. Clines, The Theme o f the Pentateuch, JSOTS 10, Sheffield,
1979.
56
E L PENTATEUCO
6. Prolegomena to the History o f Ancient Israel, trad. J.S. Black y A. Menzies, 1881 (reed.
Magnolia, Mass., 1973), p.l.
7. Nótese que esta combinación de historia (en el prólogo histórico) y ley (en las estipula
ciones) es un rasgo distintivo del género del contrato entre señor y vasallo, cuya comparación
con el pacto mosaico ha sido muy fructífera. Ciertamente no puede ser casual la correlación
entre esta característica tan llamativa del Pentateuco y la estructura de uno de sus componentes
más importantes, el pacto mosaico.
57
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
8. Ver A. Robert y A. Tricot, eds., Guide to the Bible, 2a. ed., trad. E.P. Arbez y
M.R.P. McGuire, Nueva York, 1960, pp. 160s.
9. Es éste un fenómeno evidente e innegable, en particular en Gn. 1.1 hasta Ex. 6, en donde
Dios se revela por su nombre Yahvéh. Desde allí en adelante la diferenciación no es tan clara,
pues predomina el nombre Yahvéh. Según estadísticas citadas por J.B. Harford, en el TM
Elohim aparece 178 veces y Yahvéh 146 veces en Gn. 1.1-Ex. 3.15, mientras que desde
Ex. 3.16 hasta el final Elohim se emplea 44 veces y Yahvéh 393.; Since Wellhausen, Londres,
1926. Algunos ejemplos de las secciones en que aparece Elohim son: Gn. 1.1-2.3; 5; 7; 23;
25.7-17; algunas de las secciones en que se emplea Yahvéh son: 11.1-9; 12; 18. Ver la
exposición de J.Orr en The Problem ofth e O íd Tesiament, Londres, 1907, pp. 196ss.
10. P.ej., a menudo se afirma que Gn. 37.27 y 37.28a se diferencian en quién compró a
José (los ismaelitas, v. 27, o los madiani tas, v. 28a) y en quién lo vendió a Egi pto (los ismaeli tas,
w . 28 y 39.1, o los madianitas, 37.36). Cuando se combina esta ambigüedad con los papeles
similares de Rubén en 37.21s., 29s. y Judá en w . 26s., a menudo se deduce que se trata de una
fusión de dos versiones de un relato; en una Judá rescata a José por medio de su venta a los
ismaelitas, quienes lo llevan a Egipto; en la otra Rubén lo salva de la muerte haciendo que lo
echaran en un pozo del cual lo sacarían los madianitas y lo llevarían a Egipto, sin que los
supieran sus hermanos. Sin embargo, de la comparación de Jue. 6.1-3 y 8.24 se desprende que
el significado de los términos «ismaelitas» y «madianitas» se superpone; ismaelitas significa
58
EL PENTATEUCO
Pero el hecho es que algunos de estos casos de reiteración aún no tienen una
explicación. Por ejemplo:
En dos relatos, Abraham arriesga el honor de Sara haciéndola pasar por su
hermana (Gn. 12; 20); nótese también el episodio asombrosamente similar relacio
nado con Isaac (26.6-11). El nombre Beerseba («Pozo del juramento») no sólo
conmemora el pacto entre Abraham y Abimelec (Gn. 21.22-31), sino también la
alianza entre Isaac y Abimelec (26.26-33). En Génesis 28.19 y 35.7 Jacob cambia
el nombre de Luz por Bet-el; pero en 28.10-19 lo hace camino a Padan-aram, cuando
se le aparece Yahvéh, mientras que en 35.9-15 lo hace en el camino de regreso de
Padan-aram cuando Yahvéh le habla (35.13,15). El pasaje relativo a lo limpio y lo
inmundo (Lv. 11.1-47) se reitera en Deuteronomio 14.3-21; y el pasaje sobre los
esclavos aparece por triplicado (Ex. 21.1-11; Lv. 25.39-55; Dt. 15.12-18).11
Otras evidencias del texto apuntan a una larga historia de transmisión y desarrollo.
Una asombrosa cantidad de pasajes presentan indicios de una época posterior a la
de Moisés.12 Cabe citar algunos ejemplos representativos. Afirmaciones tales como
«y el cananeo estaba entonces en la tierra» (Gn. 12.6; 13.7) y «Así comieron los
hijos de Israel maná ... hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán»
implican que Israel ya estaba ocupando Canaán. Génesis 14.14 señala que Abram
persiguió a los captores de Lot hasta Dan, pero ese lugar no se llamó así hasta que
los danitas lo capturaron después de la conquista (Jos. 19.47; Jue. 18.29). En Génesis
36.31, al comienzo de una lista de reyes edomitas, se declara que todos reinaron
«antes que reinase rey sobre los hijos de Israel». Evidentemente, el punto de vista
del autor sólo puede situarse en algún momento posterior a Saúl.13
Estos ejemplos de complejidad en el texto presentan grados de claridad y
ambigüedad muy disímiles. Algunos son datos literarios; otros son más ambiguos y
su evaluación es más subjetiva, dependiendo más de la perspectiva del intérprete.
Sin embargo, no se puede pretender dar una definción adecuada de la naturaleza
literaria y del origen del Pentateuco sin antes hacer un serio análisis de estas
complejidades.
algo así como «nómades» o «beduinos» y madianitas, una tribu en particular, como los
amalecitas y «los hijos del oriente» (Jue. 6.3). Tomando en cuenta este elemento, los papeles
de Rubén y de Judá pueden combinarse en una narración coherente.
11. Esta lista podría ampliarse mucho más. Un ejemplo que ilustra el paralelismo divergente
de la narración del Pentateuco lo representan los dos relatos de la segunda entrega de las tablas
de la ley a Moisés, después de que rompiera las primeras (Ex. 34; Dt. 10). Ver W. Wagner,
«Creation and Salvation», CTM 37,1966, p. 522.
12. La mayoría fueron señalados en la antigüedad. Ver resúmenes en G. Aalders, Short
Introduction to thePentateuch, Londres, 1949, pp. 105-108; H.H. Rowley, The Growth o f the
O íd Testament, Nueva York, 1963, p. 17.
13. Ver otros ejemplos en las obras recién citadas de Aalders y Rowley. Estos fenómenos
se pueden explicar con la hipótesis de que todas son adiciones editoriales posteriores (ver O.T.
Allis, The F iveBooks ofM oses [Nutley, N.J., 1943], p. 13), pero esto se sigue necesariamente
sólo si puede demostrarse que todo el contexto proviene, en su forma actual, de la época
mosaica. Los indicios de diversidad arriba expuestos sugieren lo opuesto.
59
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
14. Así, no se mencionan los autores de Josué, Jueces, Samuel, Reyes, Crónicas, Esdras,
Nehemías, etc. Si bien los libros proféticos llevan el nombre de quien pronunció el oráculo,
por lo general, no se hace mención de quien lo conservó. Las secciones biográficas en tercera
persona (p.ej., Is. 7 en contraste con los caps. 6-8; Am. 7.10-17) obviamente corresponden a
otra mano y no al profeta.
15. De los miles de composiciones literarias acadias, sólo tres (dos acadias y una sumeria)
contienen referencias explícitas al autor. Aun en esas referencias y otras que aparecen en
enumeraciones de obras literarias, el término «autor» no debe tomarse en el sentido moderno;
se expresa con la fórmula Sa p i «en (de) boca de», que identifica a la fuente oral o al editor.
Ver W.W. Hallo, «New Viewpoints on Cuneiform Literatura», IE J 12,1962, pp. 14s.
16. Sobre este análisis, ver R.J. Thompson, M oses and the Law in a Century ofC riticism
Since Graf, Leiden, 1970, pp. 2ss.
17. Hay sólo ocho referencias. 1 R. 2.3 hace alusión a Dt. 17.18-20 y 29.9; 2 R. 14.6 cita
Dt. 24.16; 2 R. 18.6 emplea fraseología usada con frecuencia en Deuteronomio (p.ej., 10.20;
11.22; 13.4; 17.11,20); y 2 R. 23.25 alude a Dt. 6.4. La mejor interpretación de 2 R. 21.8 es
como una referencia a Deuteronomio ya que todo el pasaje del contexto hace alusión a ese
libro (cf. Dt. 17.3; 18.9-14; 12.5; caps. 29ss.), mientras que Jos. 8.30-35 se refiere evidente
mente a Dt. 27.4ss. Jos. 23.6 menciona «el libro de la ley de Moisés» pero en el contexto hay
una clara referencia a Dt. 7.
60
ELPENTATEUCO
(3) Los libros anteriores (i.e., los profetas preexílicos) no presentan tales refer
encias.18 Esta evidencia indica que la tradición tuvo un proceso de desarrollo; la
conexión con Moisés fue extendiéndose de algunas de las leyes a Deuteronomio,
luego a todas las leyes y, por último, a todo el Pentateuco.19 El crecimiento sostenido
de la tradición se ve además en las frecuentes referencias del Nuevo Testamento a
todo el Pentateuco como «la ley de Moisés» o «el libro de Moisés» (Mr. 12.26;
Le. 2.22; Hch. 13.39) o simplemente «Moisés» (Le. 24.27), y a todo el Antiguo
Testamento como «Moisés y los profetas» (16.29). A su vez, los elementos que
señalan a Moisés como autor de todo el Pentateuco son abundantes y unánimes en
el Talmud y los Padres de la Iglesia.
18. Ver R.J. Thompson, M oses and the Law in a Century o f Criticism since Graf, pp. 2ss.
19. En ib id , p. 3, Thompson señala que el proceso puede observarse en una comparación
de Reyes y Crónicas, pues «el libro de la ley de Moisés» de 1 R. 14.6 se convierte en «la ley,
en el libro de Moisés» en 2 Cr. 25.4. Otras evidencias se obtienen de la frecuencia con que se
menciona a Moisés: dos veces en 1 Samuel y en Daniel; cinco veces en los profetas; ocho en
los Salmos; diez en 1-2 Reyes; pero treinta y una veces en Esdras-Nehemías-Crónicas. Cf.
J.L. McKenzie, «Moses», Dictionary o f the Bible, Milwaukee, 1965, pp. 589s.
20. Tal como comenta P. Benoit (Guide to the Bible, Nueva York, 1960, p. 160), un
testi monio con tal grado de uniformidad es un dato que, con el debido respeto a ciertos críticos
radicales, no puede descartarse a priori, sino que requiere una explicación adecuada.
21. Ver R.K. Harrison, Introduction to the O ld Testament, Grand Rapids, 1969, p. 538.
61
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
literarios revelan que el Pentateuco es una obra compuesta y compleja, con una his
toria larga e intrincada de transmisión y desarrollo. La fe afirma que este desarrollo
fue dirigido por el mismo Espíritu de Dios que movió a Moisés a escribir y hablar
originalmente. Si bien es difícil reproducir este proceso en detalle, existe considera
ble certeza en cuanto al esquema general. Los relatos de los patriarcas se conserva
ron, en su mayor parte en forma oral, durante la época de la esclavitud en Egipto y
quizá se registraron por escrito por primera vez en la época mosaica.22 A estos se
añadieron los relatos en prosa y poesía del Exodo y del peregrinaje, quizá recogidos
en forma escrita por primera vez a principios de la época davídica. Dada la nueva
forma de vida como monarquía y nación-estado, la preservación de los aconteci
mientos y del significado del período formativo de Israel debe de haber cobrado fun
damental importancia. Recogidos en distintas compilaciones, Esdras habría reunido
en forma definitiva los documentos de la era mosaica en la época de la restauración
después del exilio (siglo V). Esta posibilidad se desprende de los siguientes elemen
tos. El texto bíblico presenta a Esdras como el escriba por excelencia, instruido en la
ley de Moisés (Esd. 7.6, lis.), cuya tarea era enseñar la Torá y regular su cumpli
miento en Judá y Jerusalén (w . 14, 25s.). La tradición judía coincide en atribuirle
la escritura final de la Torá.23 Es más, este momento critico de la historia de Israel,
en que los arietes babilónicos habían destruido las instituciones y formas de vida
pasadas y habían lanzado al exilio a los judíos, significó el impulso a recopilar y
conservar los vestigios de su vida y culto que habían quedado escritos. Por último,
cualesquiera sean los detalles del proceso, cabe afirmar junto con W. F. Albright:
El contenido de nuestro Pentateuco es, en general, mucho más antiguo
que la fecha en que quedó definitivamente redactado; los nuevos descu
brimientos siguen confirmando la exactitud histórica o la antigüedad
literaria de un detalle tras otro. Incluso cuando es preciso aceptar adicio
nes posteriores al núcleo originario de la tradición mosaica, estas adicio
nes reflejan el crecimiento normal de antiguas instituciones y prácticas,
o bien el esfuerzo realizado por escribas posteriores para salvar en lo
posible las tradiciones existentes acerca de Moisés. Es, pues, pura hiper
crítica negar el carácter sustancialmente mosaico de la tradición del
Pentateuco.24
En un intento por comprender y explicar las consecuencias de las complejidades
literarias, los estudiosos del Antiguo Testamento de los dos últimos siglos han
elaborado la «teoría documental», una hipótesis que se propone diferenciar las
diversas «fuentes» subyacentes al texto actual del Pentateuco.^’
62
ELPENTATEUCO
«Pentateuch»,/fl£)3, pp. 711-726; (2) estudios más extensos: Harrison, Introduction, pp. 3-82;
Thompson, Moses and theLaw, A. Robert y A. Feuillet, Introducción a la Biblia, Barcelona,
1967, pp. 283-326; y en particular Childs, Oíd Testament as Scripture, pp. 112-127.
26. Ver la excelente introducción al tema en G.M. Tucker, Form Criticism o f the Oíd
Testament, Filadelfia, 1971. Ver un amplio estudio en K. Koch, The Growth o fth e Biblical
Tradition, trad. S.M. Cupitt, Nueva York, 1969.
63
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
27. Gran parte del estudio veterotestamentario del Pentateuco no sólo se ha basado en la
premisa de que hace falta una hipótesis diacrònica en particular (i.e., la teoría clásica de las
fuentes denominada JEDP) para interpretar un texto, sino que habitualmente ha dividido el
texto en secciones sobre la base de esta hipótesis, y luego ha basado su interpretación casi
exclusivamente en estas secciones hipotéticas tomadas por separado.
28. El estudio diacrònico, así como la determinación de los orígenes, sin duda es una vía
de investigación válida y útil por sí misma, a menudo indispensable; aquí el planteo se refiere
a la evaluación y a la prioridad. Ver la exposición concisa y esclarecedora en la introducción
64
ELPENTATEUCO
al texto como escritura canónica.29 Esta corriente de estudio propone una «alterna
tiva post-crítica»30 que, si bien toma en serio los resultados de la investigación de la
crítica histórica, al m ismo tiempo se dispone a determinar el papel que desempeñaba
la forma canónica del texto en la fe de Israel. Desde esta perspectiva la
...formación de un Pentateuco estableció los parámetros de la interpreta
ción que Israel dio a su fe como Torá. Según los editores bíblicos, los
primeros cinco capítulos sentaron la base para la vida de Israel bajo la
autoridad de Dios y establecieron una norma crítica de cómo el pueblo
del pacto debía entender la tradición mosaica.31
Por consiguiente, el método y el procedimiento básico empleados aquí consistirán
en tomar al Pentateuco como lo que es: la creación final del testimonio de Israel
sobre lo que Dios hizo a su favor en la era de los patriarcas y de Moisés, la gran
época formativa de su vida y servicio.
de J.P. Fokkelman, Narrative Art in Genesis, Assen, 1975, pp. 1-8; asimismo ver Clines, The
Theme of the Pentateuch, pp. 7-15.
29. Ver Childs, Old Testament as Scripture, pp. 109-135. Sobre el método, ver J.A.
Sanders, Torah and Canon, Filadelfia, 1972.
30. La expresión es de Childs, Old Testament as Scripture, p. 127.
31. Ibid, pp. 131s.
65
7
GENESIS:
EL PROLOGO PRIMITIVO
CONTENIDO
Los primeros cinco toledot estructuran el prólogo primitivo, pues demarcan las
divisiones principales. Así, el capítulo 1 concluye en 2.4a y la siguiente unidad
1. Ver H.T. Kuist, O ld Testament Book Studies, Princeton, s/f. Si tófdót_ se traduce
«descendientes» o «historia» depende de si se refiere a una genealogía (p.ej., 5.1; 10.1) o a
una narración (p.ej., 6.9; 25.19).
66
CONTENIDO DE GENESIS
I. Prólogo primitivo II. Historia patriarcal
GENERO LITERARIO
A fin de interpretar el prólogo primitivo en el mismo sentido que el autor antiguo,
se deberá considerar su género literario. ¿A qué tipo de literatura corresponde?
¿Cómo espera el autor que se interpreten sus palabras? Estas preguntas han de
plantearse para no imprimir en las palabras del autor un sentido que él no se propuso
darles. Observemos, pues, (1) la naturaleza literaria de Génesis 1-11, (2) el material
del antiguo Cercano Oriente del cual Israel se nutrió para relatar la historia primitiva
y (3) las consecuencias para Génesis 1-11.
2. Ver C. Westermann, The Genesis Accounts o f Creation, Facet Books. Biblical Series 7,
Filadelfia, 1964. Sobre un análisis más detallado de las características literarias del prólogo
primitivo, ver A. Robert y A. Tricot, Guide to the Bible, pp. 480s.
68
GENESIS: EL PROLOGO PRIMITIVO
—la aprobación en una frase evaluadora, «Y vio Dios que era bueno» (1.4, 10
12,18,21,25,31). ’
— el marco temporal en una frase de conclusión, «Y fue la tarde y la mañana el
día...» (1.5 ,8 ,1 3 ,19,23,31).
Si bien cada mandato de creación responde a un plan deliberado y uniforme que usa
las mismas expresiones estereotipadas, el efecto producido no es el de una repetición
mecánica ineficaz, debido a las variaciones en el orden, la extensión y la presencia
de estos componentes.3 La organización de los mandatos presenta un orden estricto,
con una división intencional en dos períodos: la creación y separación de los
elementos del cosmos, que avanza de lo general a lo particular (los primeros cuatro
mandatos, w . 1-13) y la ornamentación del cosmos, de lo imperfecto a lo perfecto
(los cuatro mandatos siguientes, w . 14-31). El relato se eleva a un notable crescendo
en el octavo mandato: la creación de la humanidad. El capítulo, en realidad, no es
una «narración» o historia, sino una reseña de una serie de mandatos de estructura
muy cuidada. Asimismo, el capítulo 5 y 11.10-32 presentan genealogías de cons
trucción pulida, que repiten la misma estructura con cada generación, y el capítulo
10 es una lista etnográfica, que también se distingue por su carácter estructurado.
El segundo grupo de pasajes (caps. 2-3, 4, 6-9; 11.1-9) presenta una diferencia
evidente. Una vez más aparecen el orden y la progresión, pero se emplea la forma
de relato. Así, por ejemplo, los capítulos 2 y 3 ofrecen una narración exquisita, una
creación literaria, casi una obra dramática. Cada escena se logra con algunos trazos
generales y una profusión de imágenes. El autor se deleita en los antropomorfis
mos ingenuos pero expresivos. Yahvéh aparece como uno de los personajes del
drama. Es el alfarero (2.7, 19), el hortelano (v. 8), el cirujano (v. 21) y el tranquilo
hacendado (3.8).4
Las diferencias de concepción y de convenciones literarias entre los capítulos 1
y 2 se manifiestan también en las diferencias notables en la forma de expresar la
creación. En ambos relatos se emplea el término genérico ‘ásá, «hacer», pero el
capítulo 1 se distingue por el uso de bOrá’, «crear», un verbo que sólo se emplea con
Dios como sujeto y nunca en relación con el material del cual «se crea» un objeto.
En cambio, en el capítulo 2 se emplea yüsar, «formar», «plasmar», «modelar», el
término técnico referido a la actividad del alfarero, que «modela» la arcilla hasta
lograr la forma deseada.5 Estos dos verbos desempeñan un importante papel en las
diferentes formas de concebir la creación: en el capítulo 1 se afirma lacónicamente
«Y creó Dios al hombre a su imagen... varón y hembra los creó» (v. 27), pero en el
capítulo 2 Dios es el alfarero que «forma» al hombre del polvo de la tierra y «sopla
aliento de vida» en su nariz y forma a la mujer de la costilla del hombre. En el capítulo
1 Dios crea por la palabra; en el capítulo 2 por la acción divina. La primera forma
puede llamarse «creación por mandato», la segunda «creación por acción». Dada la
3. Ver un estudio detallado de estos elementos en W. Wegner, CTM 37,1966, pp. 526ss.
4. Ver Robert y Tricot, Guide to the Bible, pp. 480s.
5. En hebreo la palabra que significa «alfarero» e s yósér, el participio del verbo yásar , i.e.,
«formador», «plasmador».
69
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
70
GENESIS: EL PROLOGO PRIMITIVO
8. Ver en A. Heidel, Babylonian Genesis, 2a. ed., Chicago, 1963, una exposición del tema
en profundidad, con conclusiones atinadas y equilibradas.
9. Este material con un paralelismo más o menos preciso se obtiene de una serie de
fuentes (p.ej., un paraíso terrestre habitado por una sola pareja, jardines maravillosos, árboles
sagrados, una planta de la vida vigilada por los dioses y hurtada por una serpiente, un árbol
de la vi da a la verdad, el hombre formado de la arcilla) a menudo combi nadas con un elemento
divino.
10. Como palabra hebrea 'érfes virtualmente inexplicable, pues en el único otro lugar en
que se usa (Job 36.27) también tiene significado oscuro. Es muy probable que sea una palabra
tomada del acadio edú, «manantial que brota de la tierra», a su vez adoptada del sumerio. Ver
E.A. Speiser, «Ed in the Story of Creation», Oriental and Bibücal Studies, J. Finkelstein y
M. Greenberg, eds., Filadelfia, 1967, pp. 19-22.
11. En 2.8, así como en 2.10 y 4.16, «Edén» es una ubicación geográfica y no un nombre
propio como en otros casos (2.15; 3.23; cf. Is. 51.3; Ez. 31.9).
12. En este punto los relatas presentan una clara diferencia en los detalles. El héroe
babilónico suelta tres aves: una paloma, una golondrina y un cuervo; mientras que Noé suelta
cuatro: un cuervo y tres palomas.
71
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
13. Ver un estudio excelente y detallado de estas similitudes en Heidel, Gilgamesh Epic
and O ld Testament Parallels, 2a. ed., Chicago, 1949, pp. 244-260.
14. Cf. B.S. Childs, Old Testament as Scripture, p. 158: «E1 material de Génesis es único
por la interpretación de la realidad que ha subordinado la tradición mitopoética a una teología
de la soberanía divina absoluta... Más allá de la terminología — ya sea mito, historia o saga—
la forma canónica del Génesis es para la comunidad de fe y práctica un testimonio veraz de la
actividad de Dios a su favor en la creación y la bendición, el juicio y el perdón, la redención
y la promesa.»
72
GENESIS: EL PROLOGO PRIMITIVO
En otras palabras, el autor bíblico hace uso de tales tradiciones literarias para
describir acontecimientos primitivos únicos que carecen de analogía histórica basa
da en la experiencia y los condicionamientos humanos y temporales, y, por lo tanto,
sólo pueden expresarse por medio de símbolos. El mismo problema surge en relación
con el fin de los tiempos: en el libro de Apocalipsis, el autor adopta las imágenes
esotéricas y los complejos artificios literarios de la apocalíptica.
Mucho más evidentes que las semejanzas son las diferencias que separan a estas
narraciones de las tradiciones literarias mesopotámicas. El hecho de señalar sólo las
similitudes las acentúa de forma engañosa, pues parecería que representaran el rasgo
distintivo fundamental de los relatos del Génesis. De hecho, el caso es precisamente
el inverso. Los rasgos singulares de la literatura bíblica, que la distinguen de su
mundo y de las expresiones más cercanas de los pueblos vecinos de Israel, resultan
tan obvios, tan innegablemente claros, que son lo único que el lector común puede
discernir. Sólo el lector diestro en la critica literaria y en la observación de los rasgos
sutiles notará las semejanzas. Si bien esta afirmación quizá sea demasiado exagerada
en relación con algunos fragmentos como el relato del diluvio, en general es cierta
y tiene como propósito recalcar que lo que separa Génesis 1-11 de las tradiciones
literarias mesopotámicas es mucho más obvio que lo que los une. La literatura
mesopotámica está impregnada de politeísmo. Sus dioses, personificaciones de las
fuerzas naturales, no conocen principio moral alguno: mienten, roban, fornican y
matan. El hombre no goza de ningún lugar especial como el ser terrenal más elevado
de la creación, hecho a imagen de Dios; el hombre es, en cambio, el siervo inferior
de señores divinos, a quienes debe proveer alimentos y ofrendas.
En contraste rotundo, los relatos bíblicos presentan un Dios único, verdadero,
santo y omnipotente, cuya posición como creador es de primacía e independencia
del mundo. Basta con que él hable para que los elementos cobren existencia. Su obra
es buena, armoniosa y completa. Aunque la familia humana se rebela, él templa su
juicio con misericordia, los sostiene y mantiene por su paciencia y gracia. La
perfección y la sublimidad divinas del autor último, aunque refractadas por el
escritor humano, infunden a la Escritura su propio carácter y fascinación, de forma
tal que la vuelve única, aun en las partes en que más se aproxima a las formas de
pensamiento contemporáneo.
¿Cómo, pues, ha de interpretarse el singular género literario de Génesis 1-11?
Se puede suponer que al autor inspirado —que por la revelación de Dios a Israel
tenía conocimiento de la naturaleza del mundo y la humanidad y de la realidad del
pecado que condujo a la humanidad a la alienación de Dios y del uno con el otro—
le fue dada una comprensión verdadera de la naturaleza de los orígenes, la cual
formuló en el lenguaje contemporáneo. Aún más, el autor tomó las tradiciones
literarias vigentes y las reorganizó para enseñar las verdades teológicas de la historia
primitiva de la humanidad. El autor de Génesis 1-11 no se proponía satisfacer la
curiosidad biológica ni geológica. Su intención era decir quiénes y qué son los seres
humanos en virtud de donde provienen: son de origen divino, hechos a imagen
del Creador, aunque distorsionada por el pecado que pronto desfiguró la buena obra
de Dios.
73
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
TEOLOGIA
Luego de determinar de manera sucinta el género literario de Génesis 1-11 y de
notar que los objetivos primordiales de la sección son teológicos, nos concentrare
mos de modo más explícito en la enseñanza que encierra. El autor entreteje en el
relato cuatro temas teológicos principales, a menudo con un esquema recurrente: en
primer término, la naturaleza y las consecuencias del hecho de que Dios es el Crea
dor; en segundo término, la profunda gravedad del pecado; en tercer término, la
forma en que el juicio de Dios responde al pecado humano en cada circunstancia; en
cuarto término, la presencia asombrosa de su gracia sustentadora, a pesar de todo.15
15. Este análisis se basa en la aguda exposición de G. von Rad, Génesis, pp. 184ss. Ver el
planteo reciente del tema de Gn. 1-11 expuesto con profundo discernimiento en D J.A . Clines,
The Theme o f thePentateuch, pp. 61-79. Clines extiende el estudio de von Rad, que se basaba
sóloen las narraciones, al resto del material de Gn. 1-11. Allí también señala el tema general de
von Rad. Luego de demostrar que el tema de «creación-descreación-recreación» está íntima
mente entretejido entodoel pasaje, concluye que la interpretación adecuada de Gn. 1-11 es la
siguiente: «Pordrásticoquellegueaserel pecado del hombre... la gracia de Dios nunca deja de
liberar al hombre de las consecuencias de su pecado. Aun cuando el hombre responde a una
nueva oportunidad repitiendo el mismo esquema de pecado... experimenta el favor de Dios así
como su justo juicio»; p. 76. Este análisis comprende los tres elementos señalados antes.
16. Ver H. Frankfort, et al., E l pensamiento prefilosófico: Egipto y Mesopotamia, México,
1980, pp. 13-44.
74
GENESIS: EL PROLOGO PRIMITIVO
17. Ver J. Daniélou,//) the Beginning... Genesis I-III, Baltimore, 1965, pp. 30ss.
18. Sobre las consecuencias de la doctrina bíblica de lacreación, ver J.M. Houston, I Believe
in the Creator, Grand Rapids, 1980.
75
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El triple uso de b¿¡rQ’, «crear», y el contraste literario indican que se trata del
clímax hacia el cual el capítulo progresa en etapas ascendentes, a medida que cada
mandato de creación se emite y se cumple.
La relación de la humanidad con Dios, única entre los seres creados, se expresa
en la frase intencionalmente ambigua «imagen de Dios». Sin duda, parte del
trasfondo de la elección de estas palabras es la constante aversión veterotestamen
taria a la representación de Dios en cualquier forma así como su prohibición
explícita. Esta frase es, por tanto, la aproximación más cercana del autor a alinear a
la humanidad al lado de Dios a diferencia del resto de la creación, en especial porque
selem, «imagen», se explica y precisa como demü{, «semejanza». En hebreo no
aparece la conjunción «y» entre las frases, de modo que la segunda define más
explícitamente a la primera, y juntas significan «conforme a una representación
similar pero no idéntica». Sobre la base de este trasfondo y el trasfondo literario del
antiguo Cercano Oriente en el que una deidad formó a la humanidad en imagen
divina, aquellas interpretaciones que limitan la «imagen» con demasiada exclusivi
dad al aspecto «espiritual» o a la capacidad moral de la humanidad deben rechazarse.
De hecho, el propósito del autor al usar este concepto es más funcional que
conceptual. Le interesa más lo que este don entraña que su naturaleza. La similitud
es dinámica, puesto que los seres humanos ( ’eujOm) en su relación personal con otras
criaturas pasan a ser representantes de Dios, con el derecho natural de investigar,
someter y usar todo lo que los rodea. Esto se manifiesta más explícitamente en la
proposición siguiente «y señoree en...». A consecuencia de ser a imagen de Dios, el
hombre y la mujer han de gobernar el mundo en nombre de Dios. La idea es la de
un emperador que nombra administradores a cargo de sus dominios y erige su propia
estatua para que los habitantes sepan de quién es la voluntad que los gobierna.
El capítulo 2 también describe la creación, pero con un estilo que se distingue
claramente del capítulo 1. En este último se registra una serie de mandatos, pero en
los capítulos 2 y 3 el autor relata una historia, pintando con las palabras cuadros de
sublime belleza, ricos en símbolos e imágenes, para presentar la verdad teológica.
Algunos tienden a hacer hincapié en las diferencias entre los dos relatos, como si
éstas sugiriesen que se trata de dos relatos diferentes de la creación, mutuamente
contradictorios. Pero, además de olvidar las evidentes diferencias de género, se
supondría así que el capítulo 2 pretende ser un «relato de la creación» tal como el
capítulo 1. Sin embargo, esto no es así. El capítulo 1 se propone relatar que todo lo
que existe es obra de la expresa actividad creadora de Dios. Pero el capítulo 2 no
tiene el mismo propósito. No es una unidad literaria independiente, sino que está
íntimamente ligado al capítulo 3. De ningún modo procura ser un segundo relato de
la creación, sino más bien da cuenta del origen del hombre y del huerto del Edén, y
prepara así el escenario para el drama del capítulo 3. No obstante, no puede pasarse
por alto la diferencia de género literario. El capítulo 2 presenta numerosos elementos
que corresponden a un relato de la creación, elementos que difieren notablemente
del capítulo 1. Por ejemplo, el orden en que aparece la creación de la humanidad
en los dos capítulos es muy distinto. Pero que el hombre haya sido creado en primer
o último lugar dentro de la creación de los seres animados no es esencial a ninguno
de los relatos. Lo fundamental es la posición que ocupa la humanidad como la
76
GENESIS: EL PROLOGO PRIMITIVO
19. Esto se desprende también del hecho de que la frase nepeS hayyá, «ser viviente», no
significa «alma viviente», como en algunos idiomas modernos. De hecho, en ningún otro caso
se usa la expresión con referencia al hombre; en todos los demás casos se refiere a los animales
(Gn. 1.20, 24, 30; 2.19; 9 .1 2 ,15s.). Ver von Rad, Génesis, p. 92.
20. Aquí se introduce una enseñanza secundaria, la relación del hombre con el mundo
animal. A los israelitas de la antigüedad, rodeados de religiones que elevaban el mundo animal
al nivel de la divinidad, se les enseña que ningún animal está en un plano de igualdad con el
hombre, y mucho menos de superioridad.
77
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
su mismo ser. Con exquisita destreza artística, el autor deja traslucir cómo el hombre
reconoce la profunda adecuación entre los dos, cuando éste le da a ella un nombre.
Logra transmitirlo por medio de la asonancia entre ’iS, «hombre», e ’iíSá, «mujer».
Luego, en el v. 24, en un resumen del narrador, se concluye que la creación de la
mujer explica por qué el hombre corta los lazos íntimos que lo unen a sus padres
para volverse una sola carne con su mujer, tal como en los orígenes. Si bien «carne»
no se refiere aquí a una parte de la constitución física del hombre (se traduciría mejor
«cuerpo») sino al hombre como un todo, por cierto se pone el acento sobre el aspecto
físico y visible, de modo que éste es un reconocimiento del aspecto físico del
matrimonio (cf. Ef. 5.31).
Así pues, el autor sagrado comienza con el significado y la importancia de la
creación. El énfasis está puesto sobre la bondad y la armonía del mundo creado.
El problema del pecado. Después del estribillo de Génesis 1, «Y vio Dios que era
bueno», se ha preparado el terreno para relatar qué fue lo que corrompió aquel
mundo. Este relato se ofrece principalmente en los capítulos 2 y 3.21 En contraste
con el capítulo 1, que enseña las verdades teológicas acerca del porqué de la
existencia del mundo, los capítulos 2 y 3 tratan el tema de por qué existe así, en un
estado ruinoso, sujeto a males físicos y morales. Esta corrupción es un hecho que la
experiencia revela al hombre de una forma brutal a medida que madura, enfrenta la
vida por sí mismo y lucha con el mal de las catástrofes naturales, la inhumanidad
del hombre para con el hombre, la tendencia a la propia doblez de corazón y el
fantasma final: la muerte. Este problema domina por completo los capítulos 2 y 3.
¿Cómo se reconcilia con la bondad, la justicia y el amor de Dios, y con la verdad
según la cual todo se origina en Dios? Según el autor, no hay plena continuidad entre
el mundo tal como fue creado originalmente y el estado en que se lo conoce. El
mundo era bueno cuando Dios lo creó, pero el hombre lo corrompió por desobedien
cia deliberada. Los capítulos 2 y 3, pues, describen al hombre sobre todo como
pecador.
El autor comienza por describir un mundo ideal, en plena consonancia con su
concepto de Dios según se revela a lo largo de la historia de Israel. Es el panorama
del huerto del Edén en el capítulo 2. Luego, en el capítulo 3, presenta paralelamente
el mundo de la experiencia humana, fracturada y quebrada, alienada y en confusión.
La humanidad, y no Dios, es responsable de la diferencia. En el Edén (2.8-17) el
hombre vive en un huerto arbolado, bien irrigado y fértil. Todo está en plena armonía,
desde las formas de vida superiores hasta las inferiores. El hombre y los animales
sólo se alimentan de las plantas. Si bien hay tareas que cumplir (v. 15), no existe
lucha ni dolor para arrebatar a una tierra dura el sustento para la vida. No crecen
cardos ni espinos. Parecería, por tanto, haber cierta irrealidad en tomo al Edén, pues
el autor no procura describir el mundo de la experiencia humana. Describe, en
cambio, un mundo ideal, el reflejo y la concomitancia de la condición espiritual en
la que vive el hombre: está en paz y en comunión con Dios. El autor logra comunicar
78
UfcNfcülS: EL PROLOGO PRIMITIVO
esto tomando el mundo de la experiencia humana y quitándole todo mal, tanto físico
como moral, y todo lo desagradable. El resultado es un elocuente cuadro de la
inocencia humana. El pecado aún no existe.
En medio del huerto hay dos árboles: el árbol de la vida y el árbol de la ciencia
del bien y del mal. El segundo ha sido motivo de un largo debate, sin duda porque
el pasaje y la narración subsiguiente no aclaran su significado. El autor se expresa
con deliberada imprecisión. Sin embargo, del resto del pasaje (2.16s.; 3.3-7, 22) se
desprende que el árbol debe de simbolizar el derecho de la plena libertad de elección
entre el bien y el mal. La primera pareja humana, al comer del árbol, se propone ser
«como Dios» (3.5,22), determinar por sí misma lo que es bueno y malo, establecer
la autonomía moral sobre el bien y el mal y, por consiguiente, usurpar la prerrogativa
divina.
Esa autonomía moral se manifiesta en el capítulo 3 en las maquinaciones eviden
temente malévolas de la serpiente. Sus artimañas sutiles inducen a la mujer a dudar
de la palabra de Dios (v. 1), en primer lugar, y luego de su bondad (w . 4s.). Al mirar
el árbol desde otro punto de vista diametralmente distinto (v. 6), la mujer toma del
fruto y come, y el hombre hace lo mismo. Una acción tan simple como «y tom ó...
y comió» acarrearía consecuencias tan drásticas —la humanidad perdió el estado de
inocencia para siempre— y tan difíciles de revertir, que Dios mismo debería probar
la pobreza y la muerte antes de que «tomar y comer» se transformaran en verbos de
salvación.2
A continuación, el autor define gráficamente las nuevas dimensiones de la
relación del hombre con Dios: en vez de armonía e intimidad hay vergüenza y
desnudez (v. 7) y huida de la presencia de Dios por miedo (v. 8). En el interrogatorio
que hubo luego, la unidad original de la comunidad humana se desintegra. El nuevo
compañerismo en el pecado no une sino divide. El hombre intenta absolverse
echando la culpa a la mujer y a Dios («la mujer que me diste...», v. 12). La narración
concluye con Adán en la condición en que hoy se lo conoce. Voluntariamente
pecador, el hombre ha perdido la comunión libre y directa con Dios y debe luchar
contra el mal y la tentación en todos los niveles de su existencia.
En los relatos subsiguientes, el autor acumula historia sobre historia como si
procurara demostrar la profunda gravedad del pecado por el mero volumen de la
evidencia. Una vez que el pecado ingresa en el mundo, pronto alcanza proporciones
monstruosas. La segunda generación de la humanidad experimenta el fratricidio; la
reseña de las generaciones subsiguientes concluye con el brutal «Canto de la espada»
de Lamec (4.23s.). Los dos pasajes difieren mucho en cuanto a forma literaria.
Génesis 4.1 -16 adopta la forma de relato de los capítulos 2 y 3, y reanuda la narración
del Edén y la caída, retomando temas e ideas comunes a aquellos capítulos. Por otra
parte, 4.17-24 es básicamente un árbol genealógico con notas y comentarios que
transmiten el propósito del autor. El interés no se centra tanto en quiénes fueron los
descendientes de Caín como en el estilo y tipo de vida que llevaban. Esta información
se ofrece al principio de las genealogías de siete miembros (v. 17) y al final, donde
se amplía en tres ramas y, de hecho, deja de ser una genealogía.
79
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Los detalles de la historia de Caín y Abel sin duda son conocidos. En un arrebato
de furia y celos por el rechazo de su ofrenda y la aceptación de la de Abel, Caín mata
a su hermano, a pesar de la advertencia de Dios (4.3-8). Dios aparece en escena de
inmediato como interrogador, sólo que ya no le pregunta al culpable «¿Dónde
estás?» como en el huerto, sino «¿Donde está tu hermano?». Caín responde con
descaro: «¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?». El pecado no sólo se mueve en
círculos cada vez más amplios, sino que además su manifestación es cada vez más
nefanda y desvergonzada.
En la genealogía comentada de 4.17-24, la virulencia y la violencia del pecado
vuelven a recalcarse. Aquí, el autor reseña el surgimiento de la civilización. Caín es
el primero en construir una ciudad (v. 17), con una vida comunitaria organizada. A
partir de Lamec y sus hijos, surgen las artes, las artesanías y los oficios, los herreros
y los músicos, además de los pastores (w . 19-22). El autor bosqueja la historia
cultural de la humanidad a grandes rasgos, sin detenerse en detalles. Su objetivo es
llegar a los w . 23s., al «Canto de la espada», en que se incorpora un nuevo elemento
literario, el poema lírico. Es ésta una brutal exaltación a la venganza, un canto de
jactancia. Luego de asesinar a un joven que lo había golpeado, Lamec se ufana
delante de sus mujeres, quienes lo honran y estiman por su cruel y bárbaro valor.
Con suma efectividad el autor muestra el cambio de actitudes que ha acompañado
el surgimiento de la cultura. Primero, la caída; luego, el fratricidio; por último, la
venganza; ¡todos motivos de alarde! Luego del canto de Lamec no requiere más
documentación el juicio de Dios expuesto en 6.5 («la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y ... todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era
de continuo solamente el mal»).
A la misma verdad apunta el relato de 6.1-4 sobre los hijos de Dios y las hijas de
los hombres. La interpretación de este pasaje difícil y oscuro es por demás proble
mática. Desde la antigüedad se han adoptado dos posiciones básicas: (1) la expresión
«hijos de Dios» se refiere en un sentido ético a los descendientes piadosos del linaje
de Set, en contraste con los impíos descendientes de Caín («las hijas de los
hombres»); (2) se refiere a seres angelicales. En palabras de Kidner: «si la segunda
opinión desafía la normalidad de la experiencia, la primera desafía la del lenguaje».23
El significado normal de «hijos de Dios» es ángeles24 y el texto no sugiere ni
remotamente que «hijas» y «hombres» tengan en el v. 2 un sentido diferente del que
tienen en el v. 1, en el que sin duda se refieren a la humanidad en general. Según
esta interpretación, que aparece como la más fiel al significado directo de la lengua,
los límites de Dios han vuelto a transgredirse; aun los decretos que separan los
mundos divino y humano han sido violados por el pecado, de modo que se hallan
en libertad poderes demoníacos que el hombre no puede controlar. Ya sea que los
descendientes de Set se han corrompido o que fuerzas demoníacas han entrado en
el mundo, el hecho es que se ha alcanzado un nuevo nivel en la expansión
generalizada del mal.
Después de este intervalo, el texto presenta directamente la historia del diluvio
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v j c i 'i c o i a : h l .rK V JL W O U r K l M l l IV U
en un pasaje muy distinto en origen y estilo (6.5-8). En todos los pasajes anteriores,
el autor se ha nutrido de las tradiciones existentes. Aunque con modificaciones,
adaptaciones y transformaciones, además de frecuentes declaraciones opuestas a las
ideas de Dios y de la humanidad que allí aparecen, hace uso de todos modos, del
material tradicional.25 Pero el caso de 6.5-8 es muy diferente. Hasta aquí, el autor
simplemente ha expuesto el panorama de la rápida propagación del pecado. En
cambio, en este punto y por inspiración divina, presenta un juicio teológico de parte
de Dios mismo sobre la triste y sórdida historia de la humanidad y del pecado ya
descrita. Este pasaje demuestra, pues, que el principal tema teológico de los relatos
es que el pecado es un problema radical. Por lo tanto, es también una de las verdades
principales a las que apunta la historia del diluvio. El pecado humano es tan grave
y atroz que Dios no tiene otra alternativa más que destruir a sus criaturas y comenzar
de nuevo a partir de Noé, un hombre íntegro dentro de su generación.
Por último, el autor concluye el prólogo primitivo con la historia de la torre de
Babel (11.1-9). Aquí retrata a los seres humanos en su vida colectiva, ya no como
nómades sino establecidos en un estado civilizado. Construyen una ciudad y una
torre, pero los mueve la codicia de la fama y el poder: «hagámonos un nombre, por
si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra» (v. 4). En su evaluación de la
situación (v. 6), Dios reconoce la tendencia al mal en esta empresa humana colectiva.
El autor bosqueja así a la sociedad humana en rebelión contra Dios. El pecado no
sólo corrompe radicalmente al individuo, sino que también ingresa en las entidades
y estructuras sociales, de modo que se inclinan al poder y al dominio. Así pues, el
tema fundamental subyacente a Génesis 1-11 es la gravedad radical del pecado, que
desde el comienzo de la rebelión de la humanidad ha distorsionado y manchado la
buena obra de Dios.
25. Es decir que el autor no ha creado de la nada los detalles, símbolos e imágenes que ha
utilizado para narrar la historia, sino que ha empleado las tradiciones literarias sobre los
orígenes que le pertenecen en virtud de su propio trasfondo cultural en el antiguo Cercano
Oriente.
81
PANORAMA DEL ANTIGUO TESTAMENTO
26. En especial esto es así porque el estado descrito fue provocado por el pecado, y no por
la intención original de Dios para la creación. En el intento de superar el pecado, sin duda sería
un error establecer como norma los efectos nocivos que el pecado ha acarreado al mundo.
82
GENESIS: EL PROLOGO PRIMITIVO
de dimensiones colosales; la alegría de los animales que brincan por la pasarela para
entrar al oscuro interior, de dos en dos; la explosión de las fuentes de la profundidad
y las ventanas del cielo que se abren; el arca y su cómico contenido sacudidos por las
aguas salvajes, pero a salvo, mientras que los vecinos malos de Noé (con los cuales
nunca nos identificamos) se hunden y desaparecen de la vista. Pero el contextoo
riginal del relato dista mucho del cuento de las buenas noches. Para los antiguos
mesopotámicos esta historia estaba relacionada con la naturaleza y las fuerzas de la
naturaleza, aquel aspecto de la realidad que afectaba tan profundamente la vida y la
existencia misma de los antiguos. Según señalamos en relación con Génesis 1, estas
fuerzas se personificaban como seres divinos. La naturaleza no era impersonal, sino
que se la consideraba formada por una serie de divinidades a las que llamaban «tú».
La visión bíblica de Dios contradice diametralmente esta visión de la naturaleza. El
Dios de Israel se encuentra fuera de la naturaleza y de sus fuerzas, como su Creador,
y las emplea como instrumentos para cumplir sus propósitos. Pero aunque la natura
leza era creación de Dios, en la perspectiva de los antiguos israelitas no dejaba de
tener un carácter personal, y tampoco paraba de latir con la presencia misteriosa e
inmediata del poder y la divinidad del Señor. Con este trasfondo, el imponente poder
y terror de la tormenta y el cataclismo destructor del diluvio cobran proporciones
indecibles como expresión del juicio de Dios al pecado de la humanidad. Este es el
marco adecuado al terrible juicio de Dios que sobreviene a la humanidad cuando
«todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el
mal» (6.5). Este pasaje es el paradigma del juicio divino dictado contra aquel pecado.
Asimismo, el juicio de Dios es la respuesta al pecado colectivo de la humanidad
una vez más en la historia de la torre de Babel. Dios hace frente a la amenaza de la
tendencia al mal inherente a la vida en sociedad. Dios dispersa a la humanidad con
fundiendo su idioma, dividiéndola en innumerables naciones y estados. Así es que
en el fin del prólogo primitivo, la humanidad se encuentra en el estado en que ha
permanecido desde entonces, alienada y separada de Dios y entre sí, por causa del
pecado, en un mundo quebrado por la enemistad y la muerte. Reina el enfrentamiento
de un individuo contra otro, de un grupo contra otro y de una nación contra otra.
La gracia sustentadora de Dios. Pero hay un cuarto tema teológico que, de forma
casi asombrosa, se entreteje a través de todo el prólogo primitivo: la gracia de Dios
que auxilia y sustenta. Con excepción del último juicio, la gracia se halla presente
en cada uno de ellos y paralelamente a todos. En la historia del Edén, la pena
impuesta por comer del fruto prohibido es la muerte en aquel mismo día (2.17), pero
Dios muestra su clemencia en que la muerte, aunque segura, se pospone para algún
momento no especificado del futuro (3.19). Es más, Dios mismo viste a la pareja
culpable, para que pudieran vivir con la vergüenza. Por otra parte, la historia de Caín
no termina con el clamor desesperado por el destino que ha merecido por castigo.
En una notable prueba de inmerecida misericordia, Dios responde a su amargo
lamento decretando que se vengará siete veces de quien quite la vida a Caín, y le
pone una señal para que esta relación de protección sea evidente a todos.
Si bien la historia del diluvio es el ejemplo máximo del juicio de Dios contra el
pecado humano, en ella existen pruebas sutiles de su gracia protectora. Al final del
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P A N U K A M A L)t,L ATS 1 1U U U I t a i A M K n i U
relato del diluvio se encuentra otra expresión de Dios que se distingue de la tradición
antigua, al igual que 6.5-8. En Génesis 8.21s. vuelve a vislumbrarse la inmediatez
del corazón mismo de Dios. En este punto la historia del diluvio es tanto un índice
de la gracia del Dios vivo como de su juicio. Este contraste, que se halla en toda la
Biblia, se presenta aquí en toda su desnudez: la misma situación expuesta como
razón para el terrible juicio de Dios («todo designio de los pensamientos del corazón
de ellos era de continuo solamente el mal», 6.5) aparece como motivo de su gracia
y providencia («porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juven
tud», 8.21). Este es un índice paradójico de la gracia sustentadora de Dios, demos
trada en la incomprensible continuidad del orden natural a pesar de la persistencia
del pecado humano: «Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la
siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche» (v. 22). Aunque
la corrupción humana se mantiene, sin embargo Dios lleva al hombre a un mundo
ordenado nuevamente, con la solemne garantía de que el curso natural perdurará.
El tema de la gracia sustentadora y protectora de Dios falta en una parte del relato,
en el fin.
El relato de la construcción de la torre concluye con un juicio divino sobre
la humanidad, en el cual no aparece ninguna nota de perdón. La historia
de los orígenes parece pues interrumpida con una agria disonancia, que
nos vuelve a plantear con especial urgencia la cuestión que habíamos
propuesto poco ha: ¿quedan definitivamente interrumpidas las relaciones
entre Dios y los pueblos; se ha agotado la divina paciencia; ha arrojado
Dios las naciones en su cólera para siempre? Grave pregunta que ningún
lector concienzudo del capítulo 11 puede esquivar. Podemos decir incluso
que nuestro narrador quiso provocar tal interrogante con su peculiar
manera de presentar todo el relato de la historia de los orígenes y suscitarla
en toda su gravedad. De este modo, en efecto, el lector queda preparado
para captar la rara novedad que sigue a este relato, ayuno de consuelos,
sobre la construcción de la torre: la elección de Abraham, y la promesa
de bendición que se le hizo.
Hemos llegado pues a un punto en el que se engranan la historia de los
orígenes y la historia de la salvación; a uno de los momentos culminantes
de todo el Antiguo Testamento.27
Con esmerada estructura, aunque con cierta sutileza, el autor reúne el prólogo
primitivo y la historia de la redención en una relación de problema y solución, que
es de suma importancia para la comprensión de las Escrituras en su totalidad. El
problema desesperante del pecado humano descrito en toda su intensidad en Génesis
1-11 se resuelve por la gracia de Dios manifestada en iniciativa y acción, que
comienza con la promesa dada a Abraham de tierra y posteridad. Pero, la historia
redentora que se inicia entonces no alcanzará su cumplimiento hasta la consumación
en el hijo de Abraham (Mt. 1.1), cuya muerte y resurrección logrará la victoria final
sobre el pecado y la muerte, que tan pronto desfiguraron la buena obra de Dios.
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