El héroe trágico debe pertenecer a la clase dominante para servir de ejemplo, cometer un error comprensible pero no justificable que debe ser castigado, y encontrarse en un justo medio entre lo bueno y lo malo para generar compasión y asombro en el público, además de padecer una ceguera trágica al destino fatal que no ve hasta el momento de la anagnórisis.
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El héroe trágico debe pertenecer a la clase dominante para servir de ejemplo, cometer un error comprensible pero no justificable que debe ser castigado, y encontrarse en un justo medio entre lo bueno y lo malo para generar compasión y asombro en el público, además de padecer una ceguera trágica al destino fatal que no ve hasta el momento de la anagnórisis.
El héroe trágico debe pertenecer a la clase dominante para servir de ejemplo, cometer un error comprensible pero no justificable que debe ser castigado, y encontrarse en un justo medio entre lo bueno y lo malo para generar compasión y asombro en el público, además de padecer una ceguera trágica al destino fatal que no ve hasta el momento de la anagnórisis.
El héroe trágico debe pertenecer a la clase dominante para servir de ejemplo, cometer un error comprensible pero no justificable que debe ser castigado, y encontrarse en un justo medio entre lo bueno y lo malo para generar compasión y asombro en el público, además de padecer una ceguera trágica al destino fatal que no ve hasta el momento de la anagnórisis.
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CARACTERÍSTICAS DEL HÉROE TRÁGICO
El héroe trágico debe cumplir con determinadas condiciones:
Pertenecer a la clase dominante porque de esta manera se constituye en un ejemplo
para el resto de la sociedad. Cometer lo que, según Aristóteles, es el “yerro disculpable” : un error comprensible pero no justificable al punto de que no sea castigado. Para los griegos el exceso o hybris debe ser castigado siempre a través de la justicia o “diké”. Encontrarse en “el justo medio”, no puede ser demasiado bueno ni demasiado malo, sino que debe tener una cuota de ambos; lo suficientemente bueno como para provocar compasión en el público, y lo suficientemente malo como para generar asombro y terror. Padecer “até” o ceguera trágica, no puede ver la realidad que está delante de sus ojos, no es consciente de su error ni de su destino fatal. Cuando finalmente llega a ver la realidad se produce la anagnórisis. Durante la tragedia está en su momento de mayor prestigio, de esta manera la caída es más fuerte.