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Ansiedad Social

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¿Te resulta difícil relacionarte con la gente?

 ¿No eres capaz de expresar tus


opiniones o tus sentimientos? ¿Te importa demasiado lo que los demás piensen
de ti? ¿Nunca eres el centro de atención en las reuniones sociales?

No hay otra forma de superar nuestros miedos que afrontándolos. ¿Y si esos


miedos son… hacia los demás? ¿Cómo se afrontan? ¿Cómo se supera el sentirse
amenazado por quienes te rodean, por su juicio, por su examen…? ¿Cómo supera
la timidez o la fobia a la gente? ¿Cómo se afronta la Ansiedad Social?

Si echamos un vistazo sobre nuestra historia personal, en algún momento, seguro,


hemos sentido algo de ansiedad ante un grupo de personas: hemos
experimentado una serie de pensamientos y reacciones corporales: sudor,
temblor, impulsos o hábitos de evitación, variaciones en el tono de la voz,
movimientos repetitivos y torpes…, acciones y pensamientos que nos conducían a
temer desproporcionadamente alguna situación por quedar expuestos al juicio
negativo de los demás. Reacciones ansiosas que nos incitaban a evitar o a
escapar de esa situación: ¡Qué alivio sentí una vez fuera y qué mal lo pasé!

Cuando esto deja de ser una reacción puntual para convertirse en un patrón de
ansiedad presente en gran número de situaciones sociales, avanzamos hacia un
problema específico definido como Ansiedad Social o Fobia Social.

Una investigación llevada a cabo conjuntamente por científicos de la Escuela de


Salud Pública John Hopkins, la Universidad de Oxford y el London University
College evaluó los tratamientos que habían recibido 13.000 fóbicos sociales. A
muchos de ellos les habían recetado antidepresivos y ansiolíticos, pero la lo más
efectivo a largo plazo resultó ser la reeducación psicológica mediante terapia de
conducta.»
Como casi todo, es una cuestión de grado, y la ansiedad social puede llegar a
limitar y condicionar nuestro actividad laboral, familiar o personal, y hacerlo de una
forma decisiva e incapacitante. Antes de llegar a esa situación conviene
informarse y prevenir.
A continuación, voy a explicar con 5 ejemplos de conducta qué es la ansiedad
social o fobia social y que recibe muchas expresiones: fobia a la gente, fobia a las
personas, timidez social…

5 EJEMPLOS DE PATRONES DE ANSIEDAD SOCIAL

Quiero detenerme en 5 patrones de conducta que bien pueden representar a


muchas personas y que son ejemplos de Ansiedad Social. Con ellos se explican
por qué es muy recomendable afrontar este tipo de problema:

1. El primer patrón representa a una persona tímida, para la que el trabajo es


importante, ¿el problema?: tiene que trabajar gran parte de su tiempo
laboral de cara al público, y la ansiedad que eso le produce le hace parecer
poco sociable incluso maleducada o maleducado. En ocasiones, es tal el
grado de ansiedad, que o bien evita saludar e interactuar con los clientes, o
bien se comunica de forma tan ansiosa que parece una persona enfadada o
grosera. Este ejemplo de ansiedad social puede terminar instalándose en el
comportamiento, incluso puede terminar haciendo creer a la persona que
“es así” que esa es su personalidad. Esta conducta puede limitar a quien la
sufre en su progreso profesional y profundizar aún más en sus sentimientos
y temores ante los demás, provocando un bucle que acrecienta el
problema.

2. En un segundo patrón, la persona está profundamente desanimada, su vida


no es como había pensado y cree que su edad ya no le permite muchas
oportunidades. Su vida afectiva y social es el eje central de su
insatisfacción. Tiene miedo a ser criticada o juzgada negativamente por su
entorno. La forma de solucionarlo es alejarse, aislarse, evitar los contactos
sociales que tan mal le hacen sentir. El resultado es que su bienestar
disminuye al no tener relaciones y contactos sociales e íntimos que tan
importantes son para la autoestima y la satisfacción de cualquiera. De
nuevo un bucle que es necesario romper.

3. Nuestro siguiente patrón nos habla de la relación con el sexo opuesto. La


persona se incorpora a un nuevo puesto de trabajo donde la mayor parte de
sus colegas son del sexo opuesto. Desayunan en un “office” pequeño que
obliga a una comunicación próxima, y además es una empresa que tiene un
modelo de trabajo donde todos y todas están en una misma planta abierta
sin compartimentos que los separen. Cada día, cada mañana de trabajo
representa una tortura, suda, actúa torpemente, habla en exceso o no dice
nada, se siente extraño o extraña. De nuevo la ansiedad social, ahora por
una cuestión de sexo.

4. Otro de los patrones, tiene que ver con los adolescentes. En este ejemplo
tenemos a un chico absolutamente brillante en sus resultados académicos.
Es un chico inteligente, creativo, con ganas de aprender, con intereses
diversos, algo tímido y muy amable. Pero pasa la mayor parte de los
recreos solo, leyendo un libro en el patio o quedándose en clase. Es posible
que se diga a si mismo que no le gusta jugar, que prefiere leer, que es un
“solitario”, que está mejor así. Pero si profundizamos un poco,
descubriríamos que tras este aislamiento impuesto, hay miedo, miedo a que
los compañeros le rechacen, miedo a no ser aceptado como es. El
Trastorno de ansiedad social es uno de los trastornos psicológicos más
frecuentes en etapas infantil y juvenil (García-López, Piqueras, Díaz-
Castela & Inglés, 2008). Detectarlo y resolverlo es fundamental. Que un
niño, niña o adolescente se libere de sus miedos sociales puede cambiar el
devenir de su vida.
5. Este último ejemplo de patrón de ansiedad social tiene que ver con un
modelo también muy frecuente. La persona tiene éxito laboral, su carrera
ha sido brillante, con una proyección y resultados excelentes.
Aparentemente es una persona con buenas habilidades sociales, pero hay
un problema que no le permite sentirse bien, satisfecho o satisfecha, que le
genera un enorme sufrimiento y ansiedad. Es la gran necesidad de
aprobación de los demás, que le lleva a un perfeccionismo difícilmente
sostenible para cualquiera. Este nivel de autoexigencia hace que no se
disfrute de lo logrado y se viva en un permanente estado de insatisfacción y
autocrítica.

5 TÉCNICAS PARA AFRONTAR LA ANSIEDAD SOCIAL

Es muy importante detectar y comprender la Ansiedad Social o la Fobia Social.


Hay técnicas que podemos poner en marcha para afrontarla, pero sin duda, si nos
vemos incapaces de hacerlo solos o solas es conveniente contar con ayuda. Estas
son algunas recomendaciones:

1. Clarifica tu motivo para superarte. Vencer un miedo cuesta. La ansiedad


social avergüenza, a veces paraliza, nos ruboriza y a veces nos manda
mensajes como ¡¡Tierra, trágame!!. La primera estrategia para vencer este
miedo, es tener muy claro y muy presente cuál es tu motivo, tu razón de
peso, para querer pasar por esto.

2. No te engañes ni te justifiques. Las personas somos muy hábiles a la


hora de evitar reconocer los auténticos motivos por los que no queremos
afrontar una situación. Las excusas son variadas: En realidad soy muy
solitaria o solitario. La gente en general me cae mal, no me interesa las
tonterías que le interesan a todo el mundo. A mí me da igual no conocer
gente o no tener pareja. Para qué voy a intentarlo si me volverán a
rechazar. Al final hago el esfuerzo y no me merece la pena. El ser humano
es un ser social, y si nuestras necesidades de estar con los demás entran
en disputa con nuestras reacciones ansiosas, hemos de tener claro quien
tiene que ganar esa batalla. Es distinto elegir estar solo, a que los miedos o
la ansiedad lo elijan por nosotros.

3. Progresión y duración. Hemos de comprender que cuando creemos que


estamos afrontando un miedo, a veces, por desconocimiento, lo estamos
agrandando. Para realmente vencer un miedo, hace falta tener muy
presentes dos pautas claras: progresión y duración. Hemos de plantearnos
que el afrontar los miedos sociales es como subir una escalera
(progresión). Si quiero subir dos escalones o tres a la vez, posiblemente me
caiga. Si quiero subir haciendo trampas y usar el ascensor
(automedicación, alcohol, sustancias, estar en contacto con gente nueva
sólo en “zonas de confort o seguridad”…), no me servirá. He de fijarme
objetivos progresivos, de lo que menos ansiedad me produce, a lo que más.
Cada objetivo es un escalón, y he de quedarme en cada uno, tanto tiempo
(duración) como sea necesario: hasta que mi reacción emocional de
ansiedad haya tornado en una reacción de indiferencia. Cuando no
seguimos estas dos pautas: progresión y duración, es fácil que en lugar de
habituarnos a nuestras reacciones dejándolas pasar, nos sensibilicemos
ante ellas y el miedo se haga mucho más grande.

4. Expresa y no huyas. Si tememos la valoración negativa de nuestro trabajo,


o tememos nuestras reacciones ansiosas cuando vamos a realizarlo, no
debemos evitarlo, sino hacerlo y luego expresar nuestros temores a quien
deba supervisar ese trabajo (nuestro jefe o colaborador): ¿Te parece
suficiente? ¿Qué es lo que más te ha gustado? ¿Y lo que menos? ¿Cómo
puedo mejorarlo? Me he sentido algo tenso ¿Cómo me has visto? Si
tememos no caer bien o no parecer interesante o divertido a la gente con la
que entramos en contacto, la solución no es dejar de quedar. De nuevo
expresa y no huyas, cuéntales a tus amigos con naturalidad lo que piensas.
5. Comienza a pensar que las cosas importantes no tienes por qué
hacerlas solo. Si crees que puede ser beneficioso plantéate un proceso de
cambio guiado por un profesional de la psicología. Las ventajas de
relacionarte con los demás de forma menos ansiosa son enormes. Valora el
momento propicio para el cambio, y si encuentras un motivo de peso, hazlo.
No tengas miedo.
LA TIMIDEZ, ASÍ COMO CUALQUIER OTRO PROBLEMA, PRECISA DE
ATENCIÓN Y SEGUIMIENTO DE UN PROFESIONAL, PERO EN LOS CASOS
LEVES HAY DIEZ RECOMENDACIONES QUE TE PUEDEN AYUDAR A
SUPERARLA SI TIENES LA INTENCIÓN CLARA DE HACERLO.

La mayoría de personas tímidas, creen que lo son a causa de circunstancias


externas, como un exceso de control por parte de sus familias, haber sido tratadas
de forma autoritaria o sobreprotectora, o haber sufrido bullying en su niñez.

No hay que confundir la timidez con la introversión, ya que este último concepto
alude a unas bases biológicas de la personalidad, mientras que la timidez sí que
suele representar un problema a la hora de relacionarse con otras personas.

10 RECOMENDACIONES

1. No seas tan duro contigo mismo

No te exijas tanto cuando estés rodeado de personas y creas que tus


aportaciones no salen como querías. No te preocupes. La mayor parte de tus
juicios no se basan en los hechos sino en pensamientos negativos que has
aprendido sobre lo que debería ser una conducta social óptima.

La perfección no existe. Lo más importante, sobre todo al principio, es relativizar la


importancia incluso de que ocurrieran esas experiencias que tanto miedo te dan:
¿es realmente tan grave quedar en ridículo de vez en cuando, si con ello vas
aprendiendo a ganar soltura a la hora de expresarte y ser tú frente a los demás?
2. Responde a las situaciones sociales de forma auténtica

No seas reactivo a ellas. No trates de impostar una actitud o conducta que no


estás sintiendo realmente. Ríe si te hace gracia algo, no por compromiso. Habla si
quieres hablar, no porque la situación lo exija.

3. Cuando te dispongas a decir algo o hacer un movimiento…

Lleva al límite las creencias que tu mente te envía. Muchas creencias son
limitantes, a veces hay que arriesgarse a entablar esa conversación que tanto
miedo (mejor dicho: emoción) te genera.

Si te acostumbras a ceder siempre a tus miedos, entrarás en una dinámica en la


que ya no es que no te atrevas, es que ni siquiera te propondrás ir más allá de los
hábitos y los comportamientos que te resultan familiares, con todas las
limitaciones que ello implica.

4. Aprende y no tengas miedo a dar pasos hacia conductas nuevas en las


situaciones que se presenten cuando se trate de relaciones interpersonales.

La realidad debe ser concebida, en cierto modo, como un banco de pruebas.


Experimenta, no hay nada más estimulante que probar cosas, aunque salgan
“mal”. En realidad, son aprendizajes y experiencias únicas que te llevas: estás
sembrando semillas que tarde o temprano darán sus frutos.

5. Puedes practicar nuevas conductas sociales con gente de confianza

Puedes practicar con tus allegados hasta que vayas habituándote a entablar
conversaciones. Mantén contacto visual, desarrolla tu lenguaje corporal, expresa
tus ideas y emociones… Poco a poco te irás sintiendo más cómodo e irás
ampliando tu radio de acción. 
6. Si has estado evitando hacer algo, puedes escribir lo que vayas a decir.

¿Te gusta escribir? Puedes ensayar la interacción anotándola en un bloc de


notas o frente al espejo hasta que te sientas cómodo. Sin obsesionarse:
recuerda que los fracasos deben ser entendidos como éxitos, puesto que te
reportan aprendizajes que te ayudarán en el futuro.

7. Es buena idea que frecuentes grupos y ambientes donde se toquen


intereses que coincidan con los tuyos y pruebes a hablar con gente nueva.
Podrás entablar conversaciones en las que puedes aportar mucho, y quizá a partir
de ahí te será más fácil pasar al terreno personal con tus interlocutores.

8. No te preocupes por la aceptación social

Practica tu asertividad y no tengas miedo de ser más espontáneo. En realidad,


ser espontáneo es algo muy positivo, y si lo eres ten por seguro que los demás lo
valorarán. Di lo que piensas con honestidad y asertividad, y es probable que la
gente te acepte y se muestre receptiva ante tus opiniones.

9. Habitúate a hablar delante de más gente.

Empieza a hacerte ver en las situaciones en que puedas sentirte más


cómodo. Aunque no te des cuenta, te estarás entrenando y tu cerebro irá
asimilando que hablar delante de otras personas no supone ningún riesgo; no hay
nada que temer.

10. Si te sientes nervioso y tímido, puedes recordar esto

Si alguna vez los nervios te embriagan, acuérdate de que hay grandes


personajes de la historia que superaron su timidez. Aunque sea costoso, la
timidez no va a ser un obstáculo para conseguir tus metas personales y
profesionales.

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