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IMAGINACION

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La imaginación: cuando la verdad es una ficción

“En los juegos teatrales, los niños buscan constantemente equivalentes para
poder representar las historias que quieren, sin prejuicios, aceptan los códigos
que este lenguaje les da. Transforman el tiempo y el espacio sin mayor
dificultad, creen fielmente en su juego. El actor, el director y el escritor de teatro
pueden aprender muchas cosas del niño: la capacidad de inmersión en el juego,
el respeto a las reglas, su creatividad” Peter Brook.

Lo que describe tan precisamente Peter Brook en éste pasaje de su obra La


puerta abierta, es la capacidad innata que posee el ser humano para vivir
situaciones que ha imaginado. Esta capacidad sigue en nosotros, más o menos
escondida, bloqueada o ignorada como adultos aunque, como señala Brook, la
ejercemos con toda plenitud durante la infancia.

Imaginación y teatro
La imaginación en el teatro es un punto de encuentro entre la intuición y la
creatividad. Por intuición entendemos aquello que, sin pasar por nuestra
racionalización, percibimos y sabemos aunque no podamos explicar de dónde
procede exactamente éste conocimiento. Y la creatividad es el proceso por el
que construimos de forma plenamente personal, partiendo de nuestro punto de
vista único e intransferible y aplicándolo para concebir algo nuevo y distinto.
La imaginación bebe de la intuición, aquello que nos parece que es, y de la
creatividad es decir, de los aportes únicos que puede hacer nuestra persona,
para concebir algo totalmente nuevo y tan único como cada uno de nosotros lo
es.

Claro está, la imaginación es un elemento imprescindible para todo el proceso


teatral: el autor imagina toda una historia, el director imagina esta historia viva, el
actor imagina cómo la vive su personaje, la imaginación del espectador completa
la obra, los escenarios donde ocurren los hechos o la biografía del personaje e
incluso el final en el caso de los finales abiertos.

¿Ficción real o realidad ficticia?


Es un hecho que asociamos a la imaginación con la mentira pero es obvio que
es una asociación injusta y, aún lo es más, cuando la extrapolamos a la creación
teatral. Mientras que la mentira quiere adquirir estatus de realidad, la
imaginación es el elemento que permite que una ficción imaginada se presente
ante nosotros como algo que realmente está ocurriendo.

La técnica teatral, desde multitud de disciplinas como el trabajo de la voz o el


cuerpo aporta una estructura sólida a lo imaginario creando una verdad en el
aquí y en ahora. Esta verdad es la que derrama lágrimas en los ojos del actor
que ES Otelo, la que hace temblar a la actriz que ES Desdémona y es esta
verdad imaginada la que hace llorar y temblar a los espectadores. Lo que ocurre
en escena es una realidad compartida, imaginada, temporal y ficticia, pero es
verdad.
La capacidad de imaginar está en todos nosotros aunque podemos desarrollarla
sintonizado con nuestra intuición y potenciando nuestra creatividad a través del
teatro y, en la vertiente terapéutica de este arte escénico, integrar y dar sentido a
la verdad ficticia resultante.

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