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(Template) Evaluación Formativa 4ed

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Colegio Alexander Fleming

Villa Alemana
Miss Begoña

Guia de Educación Ciudadana


Modelos de Participación ciudadana

Nombre: Curso:
Fecha: Puntaje total: 30 puntos Puntaje obtenido: Nota:

Propósito
Esta actividad busca que los estudiantes comprendan la ciudadanía desde distintas
perspectivas, para reconocer que existen distintos fundamentos en la forma de concebirla
y, por lo tanto, de definirla en una democracia. Asimismo, se pretende que expliquen de
qué manera la participación ciudadana busca fortalecer la democracia. Mediante el
análisis de los enfoques del liberalismo, republicanismo y comunitarismo, podrán
distinguir los límites y alcances de la ciudadanía en la actualidad y evaluar distintas formas
de participación ciudadana

ACTIVIDAD.
Analizar distintas perspectivas sobre la ciudadanía y la participación Basados en los textos
propuestos a continuación, los estudiantes analizan distintas perspectivas sobre la
ciudadanía y su expresión en la participación.
Para guiar este tipo de análisis, se sugiere las siguientes instrucciones:
- Examinar globalmente la información para inferir el propósito central de cada texto.
- Sintetiza las ideas que desarrollan el tema, ¿qué dicen del tema?
- Distingue si las afirmaciones corresponden a ideas u opiniones que se expresan en torno
al tema. Recuerde la diferencia entre un hecho y una opinión. Esta última siempre incluye
una valoración, un juicio de valor.
- Organizar la información en una tabla para completar el análisis de perspectivas.

Criterios Liberal Republicano Comunitarita


Definición de
ciudadano

Formas de
participación
Derechos
reconocidos

Responsabilidades
definidas

Visión del Estado

Fundamentos

Puntos de vista que


los autores
sustentan
Conclusiones

Texto 1: Ciudadanía según el Liberalismo

La ciudadanía liberal se construye a partir de cuatro principios: - Un estatus de igual


ciudadanía. - Una concepción de la persona como ciudadano libre e igual. - Un ideal de
ciudadanía democrática. - Cooperación por parte del ciudadano a lo largo de su vida en
una sociedad ordenada. Según Amancio Vásquez (2010), se trata de un concepto
construido en una lógica contractualista y con base en la defensa de la igualdad de los
derechos fundamentales de cada individuo. Este es el sujeto de derechos dentro de un
Estado en cuanto miembro de la comunidad, visión contenida en las primeras
declaraciones de derechos de las personas. En este contexto, se le asigna mayor
importancia a aquellos derechos vinculados con la libertad de los individuos, como el
derecho a sufragio, el derecho de propiedad y la libertad de expresión, entre otros. El rol
del Estado es asegurar el ejercicio de tales derechos. De manera más actual, John Rawls
desarrolla en sus escritos una idea que busca equilibrar libertad individual e igualdad. Este
autor, en su libro “Teoría de la justicia” (1971), establece los dos principios de la justicia:
Principio primero: - Principio de igualdad: cada persona ha de tener un derecho igual al
más amplio sistema total de las libertades básicas, compatible con un sistema similar de
libertades para todos –igual libertad–. Estas libertades básicas se refieren a: la libertad de
pensamiento y libertad de conciencia; las libertades políticas y la libertad de asociación;
así como las libertades que especifican la libertad y la integridad de la persona; y,
finalmente, los derechos y libertades que protegen las reglas de la ley. - Principio segundo:
Principio de las justas diferencias: a) Las desigualdades económicas y sociales han de ser
estructuradas de manera que sean para mayor beneficio de los menos aventajados, de
acuerdo con un principio de ahorro justo –principio de diferencia–, y b) Los cargos y las
funciones deben ser asequibles a todos, bajo condiciones de justa igualdad de
oportunidades. Según Rawls, la persona “es alguien que puede ser un ciudadano, esto es,
un miembro normal y plenamente cooperante de la sociedad a lo largo del ciclo completo
de su vida”. Dicho así, las instituciones democráticas deberían favorecer la libertad y la
igualdad de los ciudadanos mediante el principio de justicia. Es sobre estas ideas que se
construyen las teorías liberales de la ciudadanía más actuales. Su concepto de la “justicia
como equidad”, en tanto principio compartido por los ciudadanos, se sustenta en las
virtudes de civilidad, de tolerancia, de razonabilidad y del sentido de equidad, a las que
todas las personas adhieren. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Guía de Formación
Cívica, ed. BCN, Santiago, 2016, p. 105-106.

Texto 2: ciudadanía según el Comunitarismo

“… Como respuesta a la teoría liberal de la justicia de Rawls, se plantea que no existiría la


neutralidad de la concepción moral de justicia (“vida buena”) sobre la que ella se sustenta.
En ese sentido, el modelo liberal de ciudadanía tendría deficiencias para crear adhesión de
los ciudadanos, no crearía un sentido de pertenencia y promovería un individualismo
desarraigado. Una visión distinta es la que propone el modelo de ciudadanía comunitario,
que reivindica políticamente el concepto de comunidad y la idea de bien sobre la idea de
lo justo. Para los comunitarios, la ciudadanía no sólo responde a valores políticos
universales, sino también a identificaciones culturales específicas (multiculturalismo) y a
una idea concreta de bien. Liderados por el filósofo Charles Taylor, promueven el regreso
a una sociedad cohesionada bajo una idea determinada de bien que dé sentido y oriente
la acción social. Taylor plantea una necesaria vuelta a una ética “sustantiva” por sobre una
ética procedimental, cuya sustancia es lo que denomina el “ideal de autenticidad”. La
identidad personal se va haciendo y constituyendo en diálogo continuo con otros actores
significativos y en un determinado contexto social-comunitario. Por ende, la identidad
individual (y colectiva) no se construye de forma aislada, independientemente de sus
relaciones con otros. Por el contrario, se necesita de los otros, de su mirada y
reconocimiento para construir la propia identidad. La corriente comunitaria reivindica el
reconocimiento político de los diferentes grupos culturales minoritarios que componen
una sociedad: el reconocimiento de su diferencia e igual valor (al menos en principio), y el
derecho a participar en pie de igualdad en el espacio público. Sostienen, además, que los
vínculos sociales determinan a las personas y que la única forma de entender la conducta
humana es referirla a sus contextos sociales, culturales e históricos. En este contexto, para
llegar a ser ciudadano activo en una determinada comunidad, hay que estar motivado,
formado cívicamente y gozar de oportunidades de participación en la construcción del
bien común y el cumplimiento de los deberes cívicos desde un ideal moral de servicio a la
comunidad. Will Kymlicka, discípulo de Taylor, ha propiciado el concepto de ciudadanía
multicultural, la que propicia valorar la diversidad cultural, darle voz a las minorías y a los
grupos étnicos para que puedan expresar sus necesidades, intereses y aspiraciones. Según
Kymlicka, resulta imprescindible para dar sostenibilidad a la democracia, que las minorías
dispongan de procedimientos justos para que se escuche su voz en los procesos políticos,
sociales y económicos. Se trata, en suma, de una iniciativa concertada entre el Estado y los
grupos o pueblos que la integran en un contexto caracterizado por su diversidad étnica y
cultural, para hacer factible que todas las personas de todos los grupos étnicos y
culturales conozcan, comprendan y compartan las diferentes culturas, sus problemáticas,
no solo a nivel legal y político, sino que también en la dimensión social y civil. Biblioteca
del Congreso Nacional de Chile, Guía de Formación Cívica, ed. BCN, Santiago, 2016, p. 106-
107.

Texto 3: Ciudadanía según el Republicanismo


“Este enfoque considera las dos posturas anteriores: por una parte, se nutre del
liberalismo en relación con la concepción de los derechos, pero le suma la idea de que
este se identifica con su comunidad política y se compromete con el bien común, sin que
esto implique sumarse a una visión unívoca del mismo. El principal referente de este
enfoque es el filósofo y sociólogo alemán Jürgen Habermas, quien plantea un especial
énfasis en la vida pública y activa de los ciudadanos, lo que necesariamente destaca los
deberes de la ciudadanía. Según Habermas, para ser verdaderamente libres, además de
poder regir nuestra vida en el ámbito privado, también hemos de poder regir nuestra vida
en la esfera pública: “El modelo republicano de la ciudadanía nos recuerda que las
instituciones de la libertad, aseguradas en términos de derecho constitucional, tendrán o
no valor, conforme a lo que haga de ellas una población acostumbrada a la libertad,
acostumbrada a ejercitarse en la perspectiva de primera persona del plural, de la práctica
de la autodeterminación. El papel del ciudadano institucionalizado jurídicamente ha de
quedar inserto en el contexto de una cultura política habituada al ejercicio de las
libertades”. Habermas afirma que existe una “concepción procedimental” del derecho,
según la cual el proceso democrático debe asegurar simultáneamente la autonomía
privada y la autonomía pública, tanto del individuo como del grupo social. En este sentido,
no son suficientes los derechos liberales, sino que deben completarse con derechos de
participación y comunicación en la esfera pública, de tal forma que se pueda ir
constituyendo el propio medio de vida social. Así se consolida en este enfoque la idea de
que los derechos garantizados son el pilar fundamental para la responsabilidad política y
la participación de los ciudadanos. De esta manera, las instituciones y la práctica
ciudadana se verán efectivamente coordinadas en el espacio dialógico, como propone
Habermas: “Solo una democracia entendida en términos de la teoría de la comunicación
es también posible bajo las condiciones de las sociedades complejas (...) Son los flujos de
comunicación de un espacio público activo que se halle inserto en una cultura política
liberal los que soportan la carga de la expectativa normativa”. Así aparece
conceptualmente el ciudadano activo y participativo, contrario el ciudadano que solo
“participa” en las elecciones. El desplazamiento se da desde una ciudadanía de
espectadores a una de actores, en un contexto que garantiza condiciones jurídico-políticas
de convivencia basadas en el diálogo y la deliberación. Se trata de una ciudadanía basada
en deberes, los que sirven de base a los derechos, pues los ciudadanos tienen el deber de
comprometerse con lo público, como también el de respetar la esfera de acción libre que
corresponde a los demás ciudadanos. En los casos latinoamericano y chileno, las
definiciones de ciudadanía están vinculadas a esta última postura teórica (como se verá
más adelante al hablar de Formación Ciudadana) y buscan superar los paradigmas
liberales y comunitarios antes vigentes y sus debates. Así lo proponen Magendzo y Arias:
“En efecto, se podría superar la disputa liberalismo-comunitarismo comprendiendo que
no existe una contradicción esencial entre individuo y comunidad; que solo se es diferente
y se puede armar la individualidad estando con otros (…) Por esto, una noción de
ciudadanía que busque superar esta dicotomía debería poner en un mismo plano de
importancia el resguardo de la autonomía del individuo con la necesidad de establecer y
rearmar los lazos comunes en la sociedad”. En suma, la ciudadanía puede aludir a diversas
condiciones, características y procesos, desde las percepciones que los sujetos tienen
acerca de sus derechos, deberes y responsabilidades o su participación a través de canales
democráticos formales u otras formas relacionadas a la vida en comunidad, así como
temas sobre tolerancia o discriminación asociados a principios y normas democráticas de
convivencia social”. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, Guía de Formación Cívica,
ed. BCN, Santiago, 2016, p.107-108.

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