Iii. CLEPTOMANÍA Iii.1
Iii. CLEPTOMANÍA Iii.1
Iii. CLEPTOMANÍA Iii.1
Muchos pacientes informan sobre fluctuaciones del estado de ánimo antes y después del
robo impulsivo. Algunos indican una “ráfaga” que alivia una sensación crónica de
desesperación y disforia. Esta “ráfaga” puede ser el resultado de la conducta arriesgada
(Fishbain, 1987). Un estudio de 20 pacientes con cleptomanía encontró que un 80%
satisfacía los criterios de un trastorno por ansiedad, el 60% tenía trastornos de la
alimentación y la mitad sufría de trastornos por consumo de sustancias psicoactivas. Entre
los familiares de primer grado de estos sujetos, el 20% padecía trastornos del estado de
ánimo y el 21% trastornos por consumo de sustancias psicoactivas (McElroy et al., 1991b).
Un estudio reciente examinó 1 649 casos de robo en las tiendas para encontrar que sólo en
29 (3,2%) se daba un trastorno mental. De estos últimos, sólo cuatro se consideraron
cleptomaníacos (Lamontagne et al., 1994). La cleptomanía puede iniciarse en la
adolescencia y no descubrirse durante años. La sabiduría clínica tradicional sugiere que el
estado de ánimo deprimido predispone al robo, como un esfuerzo para obtener una
compensación simbólica ante una pérdida percibida. La mayoría de los pacientes expresan
sentirse culpables después del acto y no muestran otras conductas antisociales (Goldman,
1992). Algunos autores relacionan el desarrollo de la cleptomanía con el abuso en los años
de infancia y otros factores de los primeros años de vida (Goldman, 1992).
iii.2.Tratamiento
Existen pocos informes de tratamientos disponibles para la cleptomanía y éstos son estudios
de casos. Schwartz y Hoellen (1991) cuentan el empleo de la terapia de la conducta cognitiva
a lo largo de 39 sesiones. Animaban a su paciente, una mujer de 42 años, a que cuestionase
sus autoverbalizaciones irracionales. Los pensamientos de infracciones insoportables, como
por ejemplo, «No tengo que robar.