Resumen y Análisis de LA PLAZA DEL DIAMANTE
Resumen y Análisis de LA PLAZA DEL DIAMANTE
Resumen y Análisis de LA PLAZA DEL DIAMANTE
En una carta de la autora a Anna Murià fechada en 1946 le comenta que sus
influencias literarias son anglosajonas mencionando a Katherine Mansfield, John
Steinbeck, William Faulkner, Dorothy Parker y Katherine Anne Porter (Vosburg 417).
Sin embargo, es significativo que no mencione a Joyce, una de sus mayores
influencias, especialmente en su obra más famosa La plaça del Diamant (1965) (La
plaza del Diamante).
De la mateixa forma rebutja del catalanisme tot allò que justificaria els
drets d´una classe social per a explotar-ne una altra. El seu catalanisme, com
el seu feminisme, es basen en el refús de qualsevol discriminació, en el
respecte i l´afirmació de la responsabilitat individual. Aquests compromisos
(catalanista i feminista) són indissociables d´un tercer compromís: el
compromís literari (Charlon 42) (De igual manera rechaza del catalanismo
todo aquello que justificaría los derechos de una clase social para explotar a
otra. Su catalanismo, como su feminismo, se basa en el rechazo de cualquier
discriminación, en el respeto y la afirmación de la responsabilidad individual.
Estos compromisos (catalanista y feminista) son inseparables de un tercer
compromiso: el compromiso literario.
Por otro lado, Mª Aurèlia Capmany siempre renegó de la llamada "novela femenina"
como ilustra Anne Charlon en su estudio de la narrativa catalana contemporánea:
Graells señala cuatro características para el nuevo resurgir de las letras catalanas a
partir de 1968 que son: 1) La vuelta a la experiencia personal, 2) aparición de un
amplio núcleo de narradores mallorquines, 3) homogeneidades educativas y de
influencias (hijos contestatarios del franquismo, autodidactas), y 4) intereses comunes
temáticos y lingüísticos (la fantasía, la huída y la revuelta, los mitos de ficción, los
mass media) (122). A éstos planteamientos de Graells habría que añadir otros para el
caso de las narradoras. Si bien es cierto que las narradoras comparten los intereses
mencionados arriba, también tienen otros condicionados por su género. Este
condicionamiento de género provoca que narradoras como Montserrat Roig incluyan
el tema de la desigualdad de género en la sociedad e incluso a nivel político.
Los estudios de crítica catalana que voy a tratar serán los de Anna Murià, Montserrat
Casals y Carme Arnau en donde se analiza la obra de Mercè Rodoreda desde el punto
de vista autobiográfico, especialmente Murià que fue amiga de Rodoreda y
mantuvieron correspondencia de 1939 a 1956 estando las dos exiliadas [4].
a) La crítica norteamericana.
b) crítica europea
Los estudios críticos de la obra de Rodoreda que tienen una base autobiográfica
señalan las experiencias personales de la autora como la base de su narrativa, en
especial de su producción de cuentos, estableciéndose una relación directa entre el
hecho autobiográfico y el literario. Un ejemplo es el tópico muy recurrente en la obra
rodorediana de la infancia donde se le atribuyen cualidades de edad dorada. No
obstante, si nos acercamos desde una postura más crítica vemos que la infancia no es
una edad feliz y que no deja de ser un tópico que simboliza la pérdida de la inocencia
(Murià 19). Otras experiencias más personales y dolorosas para la autora, como el
exilio, son inspiración para algunos de sus cuentos, por ejemplo “Orleans: 3
quilòmetres” (Orleans: 3 kilómetros). Anna Murià, la poeta catalana amiga personal de
Rodoreda y exiliada en México, se acerca a la obra de Rodoreda desde el punto de vista
de su amistad con ella y por la correspondencia que mantuvieron en el exilio de 1939 a
1956. Basándose en dichas cartas traza una visión personal e intimista de la autora a
partir de la carta en donde Rodoreda le advierte a Murià que "La meva vida durant
aquests anys te l´aniré donant a trossos en diverses cartes" (Murià 21). (Mi vida
durante estos años te la iré dando en trozos en diversas cartas").
Soledad y maternidad
Natàlia está sola en el mundo ya que se quedó huérfana de madre cuando era
pequeña y se siente desamparada. Esta falta de referencialidad está presente a lo largo
de toda la novela, especialmente en los momentos de dolor y de duda de Natalia, que
son la mayoría. En el primer capítulo ya nos dice Natàlia que está sola en el mundo y
que su madre está muerta, lo cual le crea un sentimiento de angustia y dolor. En medio
de la plaza del Diamante, Natàlia la echa de menos: "Mi madre muerta hacía años y sin
poder aconsejarme y mi padre casado con otra y yo sin madre, que sólo había vivido
para cuidarme. Y mi padre casado y yo jovencita y sola en la Plaza del Diamante"
(8) [7].
La señora Enriqueta le da buenos consejos, que suplen a los que les daría su madre
de estar viva. La señora Enriqueta le aconseja que se case y, la acompaña a comprar la
tela para el vestido de boda. Ambas son funciones maternas.
Me dijo que si quería ser su mujer tenía que empezar por encontrar bien
todo lo que él encontraba bien. ... Y otra vez las madres de los Reyes Católicos
y que a lo mejor nos podríamos casar pronto porque ya tenía amigos
buscándole piso. Y que me haría unos muebles que en cuanto los viera me
caería de espaldas porque él era ebanista como San José y que yo era como si
fuese la Virgen (15-16).
A pesar de que Quimet no se lleva bien con su madre se la menciona a Natàlia cómo
modelo a imitar. Las características que busca Quimet en su esposa son abnegación,
sacrificio y sumisión, las mismas que defenderán posteriormente la Sección Femenina
y la Iglesia para intentar controlar a la población femenina de postguerra,
especialmente la vencida. A pesar de todo, Quimet quiere imponer su voluntad a
Natàlia hasta en el detalle más trivial: "Me hizo pararme delante de un escaparate
lleno de ropa hecha, ¿ves?, cuando estemos casados te haré comprar delantales como
ésos. Yo le dije que parecían del hospicio y él dijo que eran como los que llevaba su
madre y yo le dije que tanto me daba, que yo no quería llevarlos porque parecían del
hospicio" (20). En esta ocasión Natàlia se rebela verbalmente contra Quimet, lo que no
ocurre con demasiada frecuencia en la narración. De nuevo, el desconcierto de Natàlia
con Quimet se debe a que se encuentra sola e indefensa en el mundo. Esta indefensión
se relaciona con la ausencia de su madre, muerta desde que Natàlia era una niña.
Quimet al empezar a bailar con Natàlia la apoda Colometa (Palomita). "Me le miré
muy incómoda y le dije que me llamaba Natàlia y cuando le dije que me llamaba
Natàlia se volvió a reír y dijo que yo sólo podía tener un nombre: Colometa" (11). En
cuanto al cambio de nombre de Natàlia a Colometa por Quimet se relaciona con la
invasión de palomas que trae éste al piso. La primera paloma está herida y es Natàlia
quien la cura. La única persona que se opone en repetidas ocasiones en la novela a
tener palomas enjauladas es Cintet, llegando en una ocasión a dejarlas en libertad,
metáfora de las injusticias y premonición de la guerra civil. De esta manera, con la
construcción del palomar Quimet va echando a Natàlia de su territorio y, movido por
la ambición, lo va llenando de diferentes especies. La invasión de las palomas enerva a
Natàlia aunque no le dice nada a Quimet. Cuando Natàlia no está, las palomas invaden
la casa ya que los niños las dejan sueltas. "Y así era como mis hijos habían aprendido a
estar quietos, para no espantar a las palomas y poder tener su compañía" (114).
Mientras Natàlia sigue trabajando de limpiadora fuera de casa y quejándose de las
palomas, Quimet sólo piensa en ampliar la cría y cruzarlas para hacerse famoso y
enriquecerse (116). El momento de verdad le llega a Natàlia cuando su vecina, la
señora Enriqueta le abre los ojos: "Hasta que un día la señora Enriqueta me dijo que
de cada tres parejas de palomas, el Quimet regalaba dos sólo por el gusto de regalar... y
tú trabajando como una tonta" (117). La señora Enriqueta también acusa a Natàlia de
débil de carácter: "la señora Enriqueta se metió y dijo que yo no tenía carácter, que ella
ya habría acabado con ello, que nunca se hubiera dejado hacer una cosa así" (120).
Natàlia tomará la determinación de acabar con las palomas al mismo tiempo que
estalla la Guerra Civil. Será entonces cuando, de la idea que sin querer le dio su suegra,
decide agitar los huevos para que se mueran las crías. "Descansé una temporada y fue
como si no hubiese pasado nada. Tenía que acabar. Y en lugar de espantar a las
palomas para que aborreciesen a las crías, me puse a coger los huevos y sacudirlos con
rabia. Esperaba que ya estuviese el pollo dentro. Que se le atontase bien la cabeza
contra la cáscara del huevo" (133). Este acto de rebelión contra Quimet es el más
importante de la novela, especialmente por ser una rebelión silenciosa. La rebelión de
Natàlia, como ella misma reconoce, coincide con el inicio de la Guerra Civil. "Y
mientras yo armaba la gran revolución con las palomas vino lo que vino, que parecía
una cosa que tenía ser muy corta" (137). La ocupación del piso por las palomas la
relaciona Carbonell con la maternidad de Natàlia al ser ambas ocupaciones impuestas:
"Quimet´s imposition on Natàlia resulted in motherhood which she experienced in the
form of estrangement and infiltration of alien forces in her body" (22).
Un matrimonio basado en las rupturas y los silencios y sobre todo un gran vacío al
morir la madre y no llevarse bien con la esposa de su padre.
Así pues, la maternidad para Natàlia es una imposición dolorosa por parte de
Quimet, él cual le hacía ver las estrellas a Natàlia cuando éste le avisaba que después
de comer iban a hacer un niño (50). Aún así, un aspecto relevante relacionado con la
muerte de la madre de Natàlia es el despego que siente Natàlia hacia su propia
maternidad. Ésta le será impuesta y extremadamente dolorosa, como las relaciones
sexuales que tiene con Quimet. Carbonell ve la maternidad de Natàlia como una
alienación de su propio cuerpo y de sí misma (21). Tanto los embarazos como los
partos de Natàlia son dolorosos. Natàlia se siente hinchada y no disfruta de la
experiencia. "Yo no sé lo que parecía, redonda como una bola, con los pies debajo y la
cabeza encima" (62). Natàlia compara estar embarazada con estar hinchada de aire o
de líquido:
El embarazo la llena de aire, “de una cosa muy rara” (63), pero no la llena como
mujer ni como madre. Durante el parto Natàlia grita de dolor y al parir al niño acaricia
la flor de ganchillo de la colcha. Para Natàlia el parir ha sido una experiencia no
deseada y encima dolorosa:
Pasé la mano como soñando por una flor de la colcha de ganchillo y estiré
la hoja. Y me dijeron que no se había acabado, que todavía tenía que echar la
casa del niño. Y no me dejaron dormir, aunque se me cerraban los ojos...No
pude criar. Tenía un pecho pequeño y liso como siempre y el otro lleno de
leche. (65).
Julieta, la amiga de Natàlia con la que fue al baile en la plaza del Diamante, la va a
visitar llevándole dos regalos exclusivos para Natàlia, un pañuelo de seda y bombones.
"La Julieta vino a verme y me trajo un pañuelo de seda para el cuello, blanco con con
mariquitas desparramadas. Y una bolsa de bombones. Dijo que la gente sólo piensa en
la criatura y que nadie se acuerda de la madre. Y dijo que aquel niño se moría, que no
nos preocupásemos más, que un niño cuando no quiere mamar, es como si ya
estuviese muerto" (67).
Del segundo embarazo apenas hay indicaciones, solamente que fue peor que el
anterior y que Natàlia estuvo a punto de morir desangrada en el parto. "Fue niña y le
pusimos Rita. Por poco me quedo, porque la sangre me salía como un río y no me la
podían cortar" (84). A partir del nacimiento de Rita es cuando Natàlia se pone a
trabajar ya que pasaban hambre debido a la irresponsabilidad e inmadurez de Quimet.
"Quimet me dijo que si quería ponerme a trabajar era cosa mía, que él por su lado
trataría de hacer marchar la cría de palomas" (103). Natàlia se coloca para hacer
faenas en la torre de unos burgueses y da una descripción muy pormenorizada del
jardín incluyendo todas las variedades de árboles y flores. Recuérdese que en la obra
de Rodoreda el jardín es un espacio no agresor y, cómo muy acertadamente ha
señalado Adela Robles conforma una parte de la personalidad de Natàlia al luchar para
entenderse a sí misma (129). Sin embargo, la descripción de la vivienda es más
confusa. "Y si hablo tanto de la casa, es que todavía la veo como un rompecabezas"
(102). La única persona en toda la narración que no ha cambiado nunca de nombre es
su hija, Rita, prototipo de la mujer nueva (Robles 139). Rita es todo lo opuesto de
Natàlia al ser independiente y saber lo que quiere, aunque al final acaba aceptando las
normas sociales de la época y se casa con Vicenç. Con la boda de Rita se cierra el
período de crianza maternal de Natàlia; Rita ya no depende de ella y Toni va a seguir el
negocio de Antoni.
Natàlia vuelve a quedarse sola al morir Quimet en el frente de Aragón y, ahora tiene
que luchar por la subsistencia de ella y de sus hijos. El hambre es acuciante y,
condicionada por esta circunstancia, decide que Antoni vaya a pasar una temporada en
una colonia de niños refugiados donde trabaja su amiga Julieta. El hambre puede más
que el amor maternal y Natàlia deja a Antoni en la colonia a pesar de la oposición de
éste. Al acabar la guerra Natàlia se ve imposibilitada de encontrar trabajo, por ser la
mujer de un republicano; sus hijos y ella se están muriendo de hambre. De resultas de
su imposibilidad para encontrar trabajo y a la impotencia de poder proporcionar
alimentos a sus hijos toma una decisión, envenenarlos con aguafuerte para
inmediatamente envenenarse ella misma y, de esta forma, acabar con el sufrimiento:
Sólo tenía que comprar el aguafuerte. Cuando durmieran, primero a uno y
después a otro, les metería el embudo en la boca y les echaría el aguafuerte
dentro y después me lo echaría yo y así acabaríamos y todo el mundo estaría
contento, que no habíamos hecho mal a nadie y nadie nos quería. (181)
De hecho, este momento es el más crítico de la novela, cuando sus hijos están
pasando hambre y Natàlia no los puede salvar.