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Ver Sentencia (Causa P133.465)

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P-133465-Q

A C U E R D O
La Suprema Corte de la Provincia de Buenos

Aires, de conformidad con lo establecido en el art. 4 del

Acuerdo n° 3971, procede al dictado de la sentencia

definitiva en la causa P. 133.465, "Carrera, Carlos

Daniel s/ Queja en causa n° 85.403 del Tribunal de

Casación Penal, Sala III", con arreglo al siguiente orden

de votación (Ac. 2078): doctores Soria, Torres, Kogan,


Genoud.

A N T E C E D E N T E S
La Sala III del Tribunal de Casación Penal,

mediante el pronunciamiento dictado el día 16 de octubre

de 2018, hizo lugar parcialmente a los recursos homónimos

interpuestos por las defensas oficiales de Carlos Daniel

Carrera y Jonathan Ibarra Valenzuela contra la sentencia

del Tribunal en lo Criminal n° 5 del Departamento

Judicial de La Plata que los había condenado a la pena de

prisión perpetua, por resultar coautores responsables de

los delitos de robo calificado por el uso de arma de

fuego y homicidio doblemente agravado por haber sido

cometido para procurar su impunidad y por tratarse la

víctima de personal policial en el ejercicio de su

función. En consecuencia, casó la decisión impugnada a

nivel de la calificación legal, suprimió la agravante

sustentada en la calidad de la víctima, y condenó a los

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nombrados Carrera e Ibarra Valenzuela como coautores

responsables de los delitos de robo calificado por el uso

de arma de fuego y homicidio agravado por la causa, sin

modificación de la pena (v. fs. 131/145 vta.).

Frente a lo así resuelto, los señores

defensores oficiales adjuntos de Casación de los

imputados Ibarra Valenzuela y Carrera interpusieron

sendos recursos extraordinarios de inaplicabilidad de ley

(v. fs. 157/173 vta. y 178/183 vta.), los que fueron

declarados inadmisibles por el órgano intermedio (v. fs.

184/187). Interpuesta queja por parte de ambas defensas

oficiales, el día 18 de agosto de 2020 esta Suprema Corte

las admitió y concedió los remedios de inaplicabilidad de

ley deducidos en favor de Ibarra Valenzuela y Carrera (v.

fs. 249/251, causa P. 133.465-Q y 394/396 vta., causa P.

133.619-Q).

Oído el señor Procurador General (v. fs.

404/412 vta.), dictada la providencia de autos (v. fs.

417) y encontrándose la causa en estado de pronunciar

sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar las

siguientes

C U E S T I O N E S
1ª) ¿Es fundado el recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley interpuesto en beneficio de

Jonathan Ibarra Valenzuela?

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2ª) ¿Lo es el deducido respecto de Carlos

Daniel Carrera?

V O T A C I Ó N

A la primera cuestión planteada, el señor Juez

doctor Soria dijo:


I. En la impugnación bajo estudio, la defensa

de Jonathan Ibarra Valenzuela formula dos agravios.

I.1. Por un lado, bajo la denuncia de errónea


aplicación del art. 80 inc. 7 del Código Penal, atribuye

arbitrariedad fáctica al fallo impugnado al tener por

cierto que los hechos probados justifican la

significación jurídica que se les ha asignado, merced a

la configuración del particular elemento subjetivo

necesario para que opere esa agravante (v. fs. 160 vta.).

Objeta que el tribunal revisor se limitara a

afirmar la verificación de esa ultraintencionalidad

"...sin señalar al mismo tiempo cuáles son los elementos

probatorios en los que ancla [...] el elemento subjetivo

distinto del dolo consistente en el accionar con

conocimiento y voluntad del agente de 'procurar la

impunidad para sí o para otro'" (fs. 161 vta. y 162).

Argumenta que frente a los planteos de la

defensa ante la instancia intermedia relativos a la falta

de prueba sobre que Carrera fue el primero en disparar -

sin perjuicio de que de haber sido así tampoco

3
fundamentaría per se la finalidad de procurar lograr la
impunidad-, en tanto ese accionar aparece antes bien

conectado a la necesidad de ponerse "a resguardo" de la

amenaza que implicaba la presencia de Ramos munido de un

arma, como se evidencia -a su entender- de la prueba

fílmica, el a quo se desentendió de dar acabada respuesta


a dichas aseveraciones, proporcionándole un tratamiento

ritualista, al tildarlas de meras reediciones que no

atacaban las motivaciones de la sentencia de grado sobre

la calificación legal (v. fs. 162 vta.).

Por eso, aduce que la sentencia impugnada

incurrió en afirmaciones dogmáticas al decidir que la

muerte de Ramos fue proyectada y procurada como medio

para lograr la impunidad, o que el acusado disparó porque

necesitaba fulminar la amenaza que el damnificado

representaba para el éxito de la fuga, en tanto carecen

de respaldo en las constancias probatorias (v. fs. 163 y

vta.).

Cuestiona que el fallo observado invocara

doctrina de esta Suprema Corte para validar esa

calificación, sin efectuar un análisis comparativo con

las constancias causídicas de aquellos a efectos de dicha

asimilación (v. fs. 163 vta.).

En su parecer, el órgano revisor no ha indicado

a lo largo del pronunciamiento un solo elemento de prueba

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que lo habilite a aseverar que la muerte de Ramos fue

proyectada y procurada como medio de impunidad (v. fs.

164). Cuando el razonamiento seguido respecto de la

necesidad de lograr el "éxito de la fuga" tampoco

sostiene por sí solo la ultrafinalidad típica de dicha

figura penal (v. fs. cit.).

Destacó que, si bien el sentenciante fiscalizó

la estructura probatoria del dolo homicida con


referencias a las pruebas producidas, no realizó análoga

tarea respecto de los presupuestos probatorios que le

permitían confirmar la concurrencia de la referida

ultrafinalidad (v. fs. 165).

Explicó que, aún si se aceptara que la acción

homicida tenía por finalidad procurar impunidad, carecía

de idoneidad ante la existencia de numerosos otros

testigos en el lugar de cuya presencia los imputados eran

conscientes, junto al registro audiovisual de lo

acontecido y otros rastros dejados en el lugar del hecho

(v. fs. 166 y vta.).

Concluye que el tribunal revisor incurrió a

partir de una arbitrariedad fáctica en una errónea

aplicación del art. 80 inc. 7 del Código Penal al aplicar

una figura calificada sin tener verificados los

presupuestos fácticos que le son propios, con vulneración

de la garantía del in dubio pro reo, toda vez que los

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requisitos relativos a la fuerza probatoria que debe

presentar una hipótesis fáctica no son más que una

derivación de dicha manda (v. fs. 167 y vta.).

En suma, solicita se declare erróneamente

aplicada la ley sustantiva al caso con relación a la

imputación dirigida contra su asistido, y reclamó que se

subsuman los hechos en el art. 165 del Código Penal o,

llegado el caso en función de lo que se expondrá a

continuación, en el art. 166 inc. 2 del mismo Código (v.

fs. 167 vta.).

I.2. En segundo término, el recurrente denuncia

la errónea aplicación del art. 45 en función del art. 80

inc. 7, e inobservancia del art. 47, todos del Código

Penal, en orden a la actuación de su asistido a partir

del concepto de la coautoría por dominio funcional, y

nuevamente la arbitrariedad fáctica de la sentencia y

consecuente violación del principio de culpabilidad,

arts. 18 y 75 inc. 22 de la Constitución nacional (v. fs.

167 vta.).

En lo esencial, señala que, si bien puede

vislumbrarse un pacto a efectos de consumar un delito

contra la propiedad, esto no es suficiente para reprochar

extensivamente -siquiera eventualmente- el deceso de

quien ni se sospechaba ab initio como víctima del delito


de robo, sino que de modo contingente e inesperado

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intentó frustrar la ejecución del desapoderamiento y

resultó víctima del delito de homicidio (v. fs. cit.).

Argumentó que, como en el caso los ilícitos han

sido atribuidos como constitutivos de un concurso real,

si la significación jurídica que se les imputa es

"independiente", pues entonces correspondería analizar

para cada uno de ellos la presencia de los elementos

propios del carácter de la intervención que se pretende,


es decir, coautoría por dominio funcional del hecho (v.

fs. 168 vta. y 169).

Luego de efectuar un repaso de lo decidido por

la instancia revisora en orden a la posible aplicación

del art. 47 del Código Penal al caso, refiere que debía

repararse que Ibarra Valenzuela no concurrió armado a la

ejecución de los hechos, no ejerció violencia ni

intimidación contra las personas presentes en el

supermercado asaltado ni en el exterior, únicamente se

acercó a la caja registradora y tomó parte del dinero, y

que "...cuando se predisponía a abandonar el lugar fue

sorprendido por la presencia de Ramos, de manera que tras

ponerse a resguardo se dirigió corriendo hacia la

motocicleta para huir del lugar, sin tampoco ejercer

violencia alguna contra Ramos (v. video filmación entre

las 11:41:03 y 11:41:23 horas)" (fs. 170).

Expresa que en las instancias anteriores no fue

7
acreditada la conexión objetivo-subjetiva que existiría

entre el proceder enunciado de su defendido y el

impredecible deceso de una de las víctimas del robo,

obrar este último que respondió pura y exclusivamente al

designio autónomo de la conducta del coimputado Carrera

(v. fs. cit.).

Alega que el aporte de su defendido en el hecho

fue solo respecto del robo, y en cuanto a que él tendría

conocimiento de la posible resistencia armada de un

tercer funcionario policial y la súbita decisión de

Carrera de darle muerte debió ser debidamente acreditado

por el a quo, resultando insuficiente a tales efectos,

meras suposiciones o presunciones (v. fs. ibid.).


En síntesis, afirma que su defendido no fue

dueño de la culpa o dolo que decantó en la agresión y

muerte de la víctima fatal de autos ya que la coautoría

se encontraba circunscrita solo a la sustracción

materializada (v. fs. 172).

De tal forma, concluyó que el razonamiento

efectuado por el órgano revisor vulnera el principio de

culpabilidad penal al desconocer la prueba que obliga al

juzgador a subsumir los hechos en los términos del art.

47 del Código Penal (v. fs. 172 vta.).

Solicita que se anule la sentencia impugnada,

se declare erróneamente aplicado el art. 45 del Código

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Penal en cuanto se atribuyó a su asistido la calidad de

coautor en el homicidio criminis causae perpetrado, y se


dicte o mande a dictar un nuevo pronunciamiento ajustado

a derecho (conf. regla art. 47, Cód. Penal), en función

de la calificación legal que corresponda de acuerdo al

mérito de aquello que finalmente se decida en el agravio

precedente (v. fs. 173).

II. El señor Procurador General aconsejó el


rechazo de la impugnación, criterio que comparto (v. fs.

404/412 vta.).

III.1.a. El Tribunal Oral en lo Criminal n° 5

del Departamento Judicial de La Plata tuvo por

debidamente acreditado que "...el día 4 de mayo de 2013,

siendo alrededor de las 11:40 horas, dos sujetos del sexo

masculino, arribaron a bordo de una motocicleta marca

Corven, modelo Hunter, color azul, e ingresaron al

supermercado ubicado en calles 133 entre 49 y 50 de La

Plata, y previo intimidar a la cajera mediante el uso de

un arma de fuego que uno de los sujetos portaba, se

apoderaron ilegítimamente de dinero de la recaudación

[...] Que al intentar darse a la fuga, advirtieron la

presencia de Luis Norberto Ramos, efectivo policial que

se encontraba uniformado cubriendo la seguridad de la

cuadra, razón por la cual para poder concretar la fuga y

su impunidad, el sujeto armado abrió fuego contra el

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nombrado alcanzándolo uno de los disparos, tras lo cual

ambos individuos huyeron del lugar a bordo del

motovehículo en el que habían arribado [...] En forma

casi instantánea Luis Norberto Ramos falleció como

consecuencia del disparo por el que fuera alcanzado" (fs.

39 y vta.).

III.1.b. Frente a similar planteo llevado en el

recurso de casación, en orden a la errónea aplicación del

art. 80 inc. 7 del Código Penal -ver en particular las

fs. 75 vta./77 vta.-, el tribunal intermedio se ocupó,

contrariamente a lo señalado por la defensa, de explicar

y fundar las razones por las cuales dio por acreditado el

elemento subjetivo cuestionado.

En efecto, el a quo -en lo que interesa


destacar- sostuvo que respecto de los agravios

direccionados a cuestionar la aplicación al caso del art.

80 inc. 7 del Cód. Penal "...la fundamentación del

veredicto resiste holgadamente las críticas referidas a

la acreditación de los aspectos subjetivos del tipo" (fs.

134).

Tras una reseña de la prueba valorada por el

tribunal de juicio cuya piedra angular fueron las

declaraciones testimoniales del propietario del comercio,

Wenfeng Chen, y la empleada que en aquel momento oficiaba

de cajera Mariela Ester Coz (v. fs. cit.), consideró que

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habían expresado con claridad los pormenores del evento,

revelando ?...que fue cuando los imputados se disponían a

fugarse con el dinero de la recaudación que advirtieron

la presencia del policía que recorría la cuadra,

oficiando de seguridad, precisando que uno de ellos -

Carrera- se posicionó a cubierto, en paralelo a la puerta

de ingreso del local y asomándose cautelosamente, efectuó

el primer disparo, quedando así retratado su accionar en


las videofilmaciones de las cámaras internas del local

comercial que fueron exhibidas en el debate" (fs. 134 y

vta.).

Añadió que dicha testigo refirió que el

numerario policial buscó cobertura detrás de un automóvil

que se hallaba estacionado en esa misma vereda y

desenfundó su arma, en circunstancias en que los

asaltantes salieron disparando a toda prisa hacia la

calle 49, donde abordaron la motocicleta en la que

hubieron arribado y, todavía tirando, se marcharon,

coincidiendo con el propietario del mercado en que se

oyeron aproximadamente entre cinco y siete detonaciones

de arma de fuego (v. fs. 134 vta.).

Bajo tales constancias, el a quo sostuvo que


?...los elementos objetivos del hecho ilustran

categóricamente que la cuantiosa mayoría de los disparos

efectivizados en el evento -esto es, cinco sobre un total

11
de seis- resultaron de autoría de los acusados, quienes

no sobra recordar, abrieron fuego contra el uniformado,

sin hesitar ni vacilar, aún desde el interior del local,

sorprendiéndolo cuando procuraba resguardo" (fs. 135).

Así, concluyó, esos datos daban clara cuenta

del dolo de matar, al haber disparado en forma continua y

reiterada contra Ramos, desde su egreso del local

comercial y hasta abandonar el escenario de los hechos,

?...incluso luego de que el numerario sufriera el impacto

de uno de los proyectiles percutidos y cayera vencido,

desatendiendo el pedido expreso de uno de los vecinos -

Matías Miguel Lafalce- de que cesaran en su accionar"

(fs. 135). Pero también, aparece evidente que ?...una vez

acertado el disparo contra el numerario, ya nada les

impedía huir fácilmente del lugar con el producto del

desapoderamiento", pese a lo cual, los registros

testificales colectados permitieron establecer que

Carrera ?...continuó disparando, al menos dos veces más,

hasta emprender la retirada a bordo de la motocicleta

conducida por Ibarra, siempre con los brazos extendidos y

con el arma direccionada hacia el escenario del crimen,

como dando muestras de su predisposición para volver a

utilizar el arma; con lo que va de suyo que su conducta

estuvo animada por la intencionalidad homicida que las

respectivas defensas insisten en negar" (fs. 135 y vta.).

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Tuvo entonces por indubitable que el referido

despliegue del arma de fuego lo fue con el claro designio

de provocar la muerte del uniformado, que hacía peligrar

la impunidad de los atracadores, según surge evidente del

contexto examinado, atendiendo, en particular, a la

cantidad de disparos percutidos, su dirección y

distancia, y demás circunstancias reseñadas

anteriormente, que fueran debidamente ponderadas por el


tribunal del juicio (v. fs. 135 vta. y 136).

Concluyó que "...el caso probado demuestra sin

ambages que la muerte de Ramos fue proyectada y procurada

como medio para lograr la impunidad de la empresa

criminal en ejecución, vale decir, anudada

ideológicamente al robo que le sirvió de causa, lo que

evidencia claramente la ultra-intencionalidad típica del

homicidio endilgado" y que "...el acusado disparó porque

necesitaba fulminar la amenaza que el damnificado

representaba para el éxito de la fuga, y su empeño por

conseguir la impunidad propia y de su consorte, de modo

que las objeciones enderezadas por los casacionistas

contra la ultrafinalidad requerida por la figura aplicada

devienen imprósperas, particularmente frente a la

doctrina legal del Superior Tribunal Provincial en el

sentido de que 'la posible coexistencia en el acusado del

propósito de «defenderse» frente a la reacción de la

13
víctima, no obsta a la relevancia de la ultra finalidad

típica constatada' (causas P. 121.266, sent. de 17-V-2017

y P. 117.199, sent. de 4-XI-2015..." (fs. 136 y vta.).

III.2. Como se advierte, el tribunal revisor,

lejos de limitar su competencia, abordó el reclamo de la

defensa contra la aplicación del referido inc. 7 del art.

80, se pronunció por su desestimación y brindó las

razones que lo llevaron a mantener dicha subsunción

jurídica con debida fundamentación de lo resuelto en las

constancias probatorias reunidas en autos.

Los agravios traídos, bajo la denuncia del

supuesto excepcional de la arbitrariedad y errónea

aplicación de la norma de fondo, están dirigidos a

cuestionar el valor otorgado a la prueba en las

instancias anteriores -dando para ello una particular

interpretación de lo sucedido y de los elementos de

convicción tenidos en cuenta- a efectos de lograr un

cambio en la calificación legal, y por ello, escapan al

acotado ámbito de la competencia revisora de esta Corte

(art. 494, CPP).

Con ser cierto que una incorrecta apreciación

de los aspectos fácticos de la sentencia puede conllevar

una aplicación errónea de la ley sustantiva, en especial,

respecto de la exactitud de la subsunción legal, salvo

los casos de absurdo, debidamente alegados y demostrados,

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no le corresponde a la Suprema Corte incursionar en temas

de índole probatoria (causa P. 92.917, sent. de 25-VI-

2008; en el mismo sentido: causas P. 75.228, sent. de 20-

X-2003; P. 77.902, sent. de 30-VI-2004; P. 71.509, sent.

de 15-III-2006; P. 75.263, sent. de 19-XII-2007; e.o.).

El recurrente ofrece su opinión diversa y

sugiere interpretaciones alternativas de la prueba, pero

no ha demostrado con ese proceder la concurrencia del


vicio que le atribuye a la sentencia ni ha rebatido las

concretas respuestas brindadas por el a quo a similares


agravios a los aquí traídos (art. 495, CPP).

De allí que no surge dogmatismo alguno en lo

resuelto por el órgano revisor. Su respuesta enderezada a

repasar la plataforma fáctica acreditada a partir de los

testimonios de Wenfeng Chen y Mariela Ester Coz, de los

cuales surge que cuando los imputados se disponían a

fugarse con el dinero de la recaudación advirtieron la

presencia del policía Ramos, que frente a esa situación

efectuaron el primer disparo contra aquel, y aun cuando

este cayera vencido, Carrera continuó disparando, al

menos dos veces más, hasta emprender la retirada a bordo

de la motocicleta conducida por Ibarra, son

suficientemente demostrativos del encaje jurídico

establecido. El sentenciante estimó que las premisas

sostenidas por el tribunal de grado en torno a la

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estructuración del dolo, resultaban derivación de un

razonamiento lógico y contestes con el encuadre normativo

asignado, al corroborar que los imputados utilizaron las

armas con el claro designio de provocar la muerte del

uniformado y -en lo que aquí interesa destacar- que la

muerte de Ramos fue proyectada y procurada como medio

para lograr la impunidad del robo en ejecución que le

sirvió de causa, así como que el acusado disparó porque

necesitaba fulminar la amenaza que le representaba para

el éxito de fuga y su empeño por conseguir la impunidad

propia y de su consorte.

Para revisar la prueba de los hechos y su

valoración por la vía de la arbitrariedad, es preciso

demostrar que las conclusiones que se impugnan son el

producto de un error grave, grosero y manifiesto, que

deriva en afirmaciones contradictorias o inconciliables

con las constancias objetivas de la causa, que conducen

irremediablemente a la descalificación de la sentencia

como acto jurisdiccional válido (CSJN Fallos: 337:1252;

321:507; 308:248 y 306:1115, a contrario sensu).


En el remedio bajo estudio, el señor defensor

de Ibarra Valenzuela sólo expone una opinión personal,

divergente a la del juzgador, que no plasma la

concurrencia de la arbitrariedad fáctica denunciada.

Tampoco evidencia que el reproche practicado contra este

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sea fruto de la mera voluntad de los juzgadores o se

asiente en premisas falsas, indefectiblemente

inconducentes o inconciliables con la lógica y la

experiencia. En suma, la arbitrariedad aducida no ha

logrado ser patentizada a efectos de revertir la suerte

de lo decidido (art. 495, CPP y su doctr.).

Luego, quedan vacíos los planteos del

recurrente en torno a la eventual transgresión de


precedentes de esta Suprema Corte, toda vez que más allá

de las diferencias causídicas entre los invocados y las

concretas circunstancias del caso en trato, su

razonamiento parte de una premisa errónea, cual es la de

suponer que no está acreditado el elemento subjetivo, y

ello lleva a que su conclusión también lo sea.

Lo alegado en derredor de la afectación de la

garantía del in dubio pro reo (v. fs. 167 vta.) carece de
un desarrollo argumental autónomo, ante su vinculación

con la pretensión antes desestimada, por lo que también

debe ser rechazado (doctr. art. 495, CPP).

Por lo demás, si la parte estimara que el

tribunal anterior ha incurrido en omisión de tratamiento

de algún planteo esencial, debió reclamar por la vía

prevista para ello (conf. doctr. art. 491, CPP).

En consecuencia, manteniéndose incólumes sus

presupuestos, corresponde confirmar la calificación legal

17
actuada.

IV.1. La denuncia sobre la errónea aplicación

del art. 45 del Código Penal, mediante la que se

cuestiona la acreditación de la coautoría por dominio

funcional de Ibarra Valenzuela respecto del homicidio,

resulta asimismo insuficiente (art. 495, CPP).

El órgano revisor descartó similares embates

argumentando que Ibarra fue quien se hizo con el rodado

en el que postreramente se dieran a la fuga, mientras su

consorte disparaba contra la humanidad de Ramos;

circunstancia que como lo evidencian los dichos de la

cajera del supermercado asaltado, no fue accidental ni

sorpresiva (v. fs. 42 vta.), sino fruto de un quehacer

conjunto, que destierra de plano las excusas de la

defensa de Ibarra en punto a la presunta inexistencia de

esa comunidad en dirección a la muerte del uniformado (v.

fs. 137).

Adunó a ello que "El registro fílmico exhibido

en el debate muestra a Ibarra salir a la carrera en

dirección a la motocicleta, darle arranque y conducirla

para emprender la fuga del lugar, en compañía de su

consorte, actuando mancomunadamente con Carrera" y que el

mismo "...se ciñó en todo momento al plan delictual

acordado con su consorte para procurar su impunidad, a

sabiendas de que implicaba que su camarada disparara

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contra la víctima y aceptando la seria posibilidad de que

acaeciera el resultado devenido, sin mostrar una

intencionalidad encaminada a un fin distinto del

convenido, desistir de su ejecución, ni oponerse a la

muerte del agente, pudiendo hacerlo; lo que permite

sostener que el nombrado concurrió voluntariamente a la

consecución del objetivo acordado, con aportes que

nutrieron el obrar común y evidenciando un dominio


funcional que lo convierte en coautor en los términos del

artículo 45 del Código Penal" (fs. 137 y vta.).

Concluyó que el planteo por el que se pretende

que la responsabilidad endilgada a Ibarra excede el marco

propio de su culpabilidad por no haber sido autor de los

disparos que segaron la vida de Ramos, deviene

inatendible, pues en la coautoría funcional rige el

principio de la imputación reciproca de todas las

contribuciones al hecho que tienen lugar en el marco del

convenio delictivo, tal lo verificado en el caso (v. fs.

137 vta.).

IV.2. Frente a lo resuelto por el tribunal

intermedio, las discrepancias del recurrente tal como han

sido planteadas no pueden ser atendidas.

En efecto, la defensa desoyó el razonamiento

seguido por el órgano revisor que, en el marco de la

coautoría criminal responsable, concluyó que Ibarra se

19
ciñó en todo momento al plan delictual acordado con su

consorte para procurar su impunidad, a sabiendas de que

implicaba que su camarada disparara contra la víctima,

con aceptación de la seria posibilidad de que acaeciera

el resultado devenido, sin mostrar un direccionamiento

encaminado a desmarcarse de ese obrar, pudiendo hacerlo.

Tampoco opuso argumentos válidos para

desvirtuar la afirmación del Tribunal de Casación acerca

de que en la coautoría funcional no rige el principio de

la imputación por accesoriedad, sino la inmediata

imputación recíproca de todas las contribuciones al hecho

que tienen lugar en el marco del convenio delictivo.

En sintonía con ello, esta Corte tiene dicho

que la categoría de coautoría funcional surge justamente

para supuestos en que más de un sujeto codomina el hecho

a través de su función específica en la ejecución del

suceso total sobre el que existe una decisión común.

Desarticular tal coautoría funcional y exigir la

acreditación de la causación física en cada tramo fáctico

de la ejecución del delito es negar aquella categoría de

participación -en sentido lato- pues el dato esencial de

la coautoría funcional es justamente la división de

tareas (conf. causas P. 98.529, sent. de 15-VII-2009; P.

117.581, sent. de 1-VII-2015; P. 123.527, sent. de 26-X-

2016; e.o.).

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Y que "...la decisión común es el vehículo que

determina la conexión de los diversos aportes al hecho

llevados a cabo por distintas personas, permitiendo

imputar a cada uno de los intervinientes la parte de los

otros (conf. por muchos, Stratenwerth, Derecho penal,

parte general, I, Madrid, Edersa, 1982, t. 814, p. 248).

Ciertamente, no siempre es sencillo distinguir si tal o

cual modalidad de aporte objetivo atribuye realmente el


dominio del hecho, a fin de imputar coejecución o

simplemente otra forma de cooperación. Sin embargo, hay

consenso generalizado en afirmar la coautoría cuando

quien ejecuta junto con otro u otros el evento criminoso

lo hace en virtud de un acuerdo previo por el cual cada

uno conoce la acción de los demás y distribución de

funciones. Justamente, esto es lo que caracteriza la

coautoría de las demás formas de intervención a través de

pluralidad de autores. En aquélla el hecho no es dominado

por uno de los intervinientes, sino por el conjunto o

'colectivo'. Importa, pues, el despliegue de una parte

del suceso típico en combinación con el aporte de los

otros. Por ello, rige en la coautoría la imputación

recíproca de todas las contribuciones al suceso que

tienen lugar en el marco del común acuerdo (conf.

Jescheck, Tratado de Derecho Penal, t. II, Bosch,

Barcelona, 1981, p. 993)" (conf. doctr. -en lo

21
pertinente- causas P. 82.042, sent. de 30-III-2005; P.

98.727, sent. de 2-VII-2008; P. 128.932, sent. de 17-IV-

2019; e.o.).

Así las cosas, como bien lo puntualiza el señor

Procurador General, "...las particularidades del aporte

de cada uno de los coautores pierden la relevancia que el

Defensor pretende asignarle pues, como es sabido, la

coautoría funcional permite -reunidos los extremos que

exige su aplicación- la atribución recíproca de las

consecuencias correspondientes a la conducta de cada uno

de los coautores" (fs. 412, dictamen respectivo). Y, en

función de los hechos que llegan acreditados, la parte no

demuestra que esa doctrina haya sido en el caso

administrada de manera discrecional o arbitraria.

En consecuencia, no se advierte que la parte

haya logrado justificar las transgresiones legales y los

principios constitucionales invocados y en el marco

fáctico que ha quedado incontrovertido, tampoco se

demuestra el desacierto grosero de la subsunción en los

términos del art. 45 ni en el art. 80 inc. 7 del Código

Penal efectuada en la instancia anterior (art. 495 cit.).

En definitiva, el sentenciante suministró

fundadas razones por las que consideró acertada la

decisión del juzgador, efectuando una revisión de la

condena compatible con los parámetros impuestos en el

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P-133465-Q

precedente "Casal", en tanto incluyó un juicio crítico de

las constancias probatorias.

Voto por la negativa.

El señor Juez doctor Torres, la señora Jueza

doctora Kogan y el señor Juez doctor Genoud, por los


mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votaron

la primera cuestión también por la negativa.

A la segunda cuestión planteada, el señor Juez


doctor Soria dijo:
I. El señor defensor oficial adjunto en

representación de Carlos Daniel Carrera denuncia la

errónea aplicación del art. 80 inc. 7 del Código Penal

(v. fs. 179 vta.).

Tilda de arbitraria la afirmación del órgano

revisor al indicar que la muerte de la víctima fue con el

propósito de procurar la impunidad del desapoderamiento,

toda vez que, a su criterio, se asienta en indicios que

se desentienden de las constancias indubitadas de la

causa, siendo, además, que no resultan adecuados para

aseverar la ultrafinalidad que el fallo pretende

atribuirle al homicidio (v. fs. 180 vta.).

Cuestiona lo resuelto en orden a que el primero

que disparó fue Carrera, en el entendimiento de que dicha

circunstancia "...no ha quedado debidamente acreditada",

a partir de los testimonios de Mariela Ester Coz y

23
Wenfeng Chen, cuando no puede pasarse por alto que

ninguno de ellos manifestó ser experto conocedor de armas

de fuego como para diferenciar las percutidas en el caso?


y por otro lado, la mentada filmación del evento sólo

exhibía los movimientos de Carrera, pero no así los de

Ramos, y tampoco poseía sonido como para diferenciar la

secuencia de los disparos (v. fs. 180 vta. y 181).

Sostiene que incluso consintiendo que Carrera

fue el primero que disparó, ello no resultaría un indicio

inequívoco de una intencionalidad homicida motivada en

lograr la impunidad del robo (v. fs. 181 y vta.).

Expresa que la sorpresiva presencia de Ramos en

la escena, armado, y guarecido detrás de un vehículo

representó una clara amenaza para quienes se encontraban

en medio de una empresa delictiva, y que el disparo que

la víctima efectuó en dirección a donde se encontraban

los acusados potenció aún más tal amenaza (v. fs. cit.).

Si bien asume que tales indicios pueden

resultar suficientes para sostener el dolo homicida, no

revisten la contundencia necesaria para poder acreditar

indubitablemente la intención enderezada a lograr la

impunidad que pretende atribuirle el juzgador (v. fs.

182).

Arguye que el desarrollo de los hechos también

evidencia que no se mató para procurar la impunidad, pues

24
P-133465-Q

a tal efecto hubieran intentado también dar muerte a las

otras personas: por ejemplo, la cajera y el propietario

del supermercado, quienes potencialmente representaban

una mayor amenaza para una futura individualización de

los responsables (v. fs. 183).

Por eso, insiste, la conducta homicida aparece

como una contingencia del robo emprendido cometido en

ocasión del mismo, a raíz de la rapidez con que


ocurrieron los acontecimientos, y la inesperada presencia

armada de Ramos en el lugar, pero no abastece los

presupuestos subjetivos de la agravante aplicada (v. fs.

182 vta. y 183).

Por ello reclama que se case la resolución

recurrida, se declare erróneamente aplicada la figura del

homicidio criminis causae e inobservado el art. 165 del


Código Penal, disponiendo el reenvío de las actuaciones

al a quo a fin de que se fije pena conforme dicha


calificación legal (v. fs. 183).

II. Coincido con la Procuración General

respecto a que el recurso deducido en favor de Carlos

Daniel Carrera tampoco prospera.

III.1. Como se expresara en el punto III.1.b.

de la cuestión anterior -al que cabe remitirse por

razones de brevedad- el órgano casatorio convalidó la

calificación legal del hecho en los términos del art. 80

25
inc. 7 del Código Penal (v. fs. 262 vta. y 263). En

síntesis, allí coincidió con lo resuelto en la instancia

de grado acerca de la acreditación de los elementos

subjetivos del tipo, tanto con relación al designio de

provocar la muerte del uniformado como respecto de la

conexión final entre el desapoderamiento y ese resultado

letal provocado para procurar la impunidad del suceso.

III.2. Frente a lo así resuelto, las

discrepancias del recurrente, tal como han sido

planteadas, no pueden ser atendidas, pues aunque denunció

la errónea aplicación de la ley sustantiva por parte del

Tribunal de Casación, sus críticas se asientan en una

diferente valoración de la prueba que dio sustento a la

subsunción jurídica de la conducta, temática que se

encuentra marginada del ámbito de competencia de esta

Corte, sin que haya sido alegado un supuesto excepcional

que justifique un diferente temperamento (doctr. art.

494, CPP).

La queja aquí también solo revela un criterio

divergente al del sentenciante que, por su insuficiencia,

amerita su rechazo (doctr. art. 495, CPP).

Por lo demás, corresponde remitirse, en lo

pertinente, a los argumentos desestimatorios

desarrollados en el acápite III.2. de la cuestión

anterior.

26
P-133465-Q

Como resultado de ello, debe mantenerse la

calificación legal del hecho tal como llega a esta

instancia extraordinaria.

Voto por la negativa.

El señor Juez doctor Torres, la señora Jueza

doctora Kogan y el señor Juez doctor Genoud, por los


mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votaron

la segunda cuestión también por la negativa.


Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la

siguiente

S E N T E N C I A
Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, de

conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador

General, se rechaza el recurso extraordinario de

inaplicabilidad de ley interpuesto por el señor defensor

oficial adjunto a favor de Jonathan Ibarra Valenzuela,

con costas (arts. 495, 496 y concs., CPP).

Asimismo, se rechaza el recurso extraordinario

de inaplicabilidad de ley deducido por la defensa oficial

a favor de Carlos Daniel Carrera, con costas (doctr.

arts. cits.).

Regístrese, notifíquese y devuélvase.

Suscripto y registrado por el Actuario firmante, en la

ciudad de La Plata, en la fecha indicada en la constancia

27
de la firma digital (Ac. SCBA 3971/20).

REFERENCIAS:
Funcionario Firmante: 14/07/2021 10:48:36 - SORIA Daniel Fernando - JUEZ
Funcionario Firmante: 14/07/2021 11:55:04 - KOGAN Hilda - JUEZA
Funcionario Firmante: 14/07/2021 18:57:57 - TORRES Sergio Gabriel -
JUEZ
Funcionario Firmante: 14/07/2021 19:18:03 - GENOUD Luis Esteban - JUEZ
Funcionario Firmante: 14/07/2021 19:20:48 - MARTÍNEZ ASTORINO
Roberto Daniel - SECRETARIO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA
245500288003497660

SECRETARIA PENAL - SUPREMA CORTE DE JUSTICIA


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