El Mundo de Atabey. Manantiales y Jagueyes en Bayahibe y El Parque Nacional Del Este
El Mundo de Atabey. Manantiales y Jagueyes en Bayahibe y El Parque Nacional Del Este
El Mundo de Atabey. Manantiales y Jagueyes en Bayahibe y El Parque Nacional Del Este
Número 9 • 2020
El mundo de Atabey:
manantiales y
jagüeyes en Bayahibe
y el Parque Nacional
del Este
Resumen: Según las creencias de los taínos, los seres humanos vivie-
ron en el interior de las cavernas antes de salir a poblar el mundo
exterior. Al igual que ellos, sus dioses principales, el sol y la luna,
también escaparon de una cueva mítica para ocupar su actual posición
el cielo. Las cavernas significaban para aquel pueblo sus templos más
sagrados y en el interior de algunas de ellas se encontraba, además,
la puerta al mundo telúrico del agua, el dominio de la diosa Atabey,
la Madre de las Aguas.
Palabras claves: agua, Atabey, jagüey, caverna, taíno
“Creen que el cielo hay un señor inmortal y que nadie puede verlo
y que tiene una madre, más no tiene principio. A este le llaman Yoca-
huVaguaMaorocotí (¿junto o separado?) y a su madre llaman Atabey,
Yermoguacar, Apito y Zuimaco…”. (Las Casas, 1985)
Aunque fray Ramón Pané solo ofrece cuatro, Pedro Mártir de An-
glería en sus Décadas del Nuevo Mundo sí nos ofrece los cinco nombres:
Manantial de Chicho.
“Pero este ser supremo nació de una madre que tiene cinco nombres,
Sin agua no hay vida y por tanto la biodiversidad se establece alre- Attabeira, Mamona, Guacarapita, Iella, and Guimazoa.”. (Martir de
dedor del agua. Bayahibe fue un enclave poblado en tiempos prehispá- Anglería, 1979)
nicos precisamente por la existencia de un conjunto de manantiales de
agua dulce muy cercanos al mar. Quienes allí habitaron aprovecharon Dado que ninguno de los cronistas que hacen mención a Atabey
estas fuentes desde tiempos muy tempranos. dice directamente que fuese considerada por los taínos como la madre
de las aguas, ¿de dónde sale esta teoría? Pues bien, es el más reputado
Concretamente en esta pequeña población costera, antaño mo-
traductor y estudioso de la obra de fray Ramón Pané, José Juan Arrom,
rada de un selecto grupo de pescadores dominicanos, se realizaron
quien nos ilustra al respecto:
excavaciones arqueológicas de alcance que constataron la existencia
de un grupo arcaico de agricultores y recolectores que se remonta a
alrededor de dos mil años antes de Cristo. “De estos nombres, es posible que Attabei-ra (de atté, vocativo de
‘madre’, y el sufijo ligado beira ‘agua’) equivalga a Madre-de-las-Aguas;
Los depósitos de agua subterráneos fueron conocidos por los taínos
Gua- car pudiera haber sido Wa-katti -- Wa-kai-ri (de wa- ‘nuestra’ y katti
como “jagüeyes” y la referencia más amplia y concreta a uno de ellos
-- kair: ‘luna’, voz relacionada también con ‘marea’ y ‘menstruación’)”.
la encontramos en la Historia de las Indias de Bartolomé de Las Casas,
(Arrom, 1987)
quien nos explica el significado de la palabra de la siguiente manera:
Si admitimos esta explicación lingüística, Atabey sería una deidad
“Por otra parte de esta provincia (Higüei) que decimos ser de peña, que maneja una serie de elementos físicos unidos firmemente a la mí-
no hay río alguno y no carecen de aguas, que beben excelentes, estas están tica de la supervivencia esencial taína: el agua, la fertilidad, la luna, la
noche y por ende la oscuridad y las cavernas, de donde precisamente Los arqueólogos pudimos localizar los restos de sus bohíos, un en-
salió, en el tiempo del mito, la misma luna. terramiento donde el cadáver había sido rodeado por grandes conchas
de lambí (Lobatus gigas) y en general todas las pertenencias con que
contaban, como herramientas de concha y de piedra y algunos restos
Manantiales de Bayahibe de cerámica entre los que destaca un fragmento de burén, tal vez el
Hace ya algunos años, tuvimos la oportunidad de excavar un po- más antiguo encontrado en las Antillas.
blado indígena perdido en el transcurso de los siglos. Se encontraba Fueron estas gentes quienes trajeron, posiblemente del continente,
justamente donde ahora se levanta la escuela y la iglesia del pueblo, a la rosa de Bayahibe, nuestra endémica Peresqya quisqueyana en la que
pocos metros de uno de los mejores manantiales que todavía perviven hoy florece nuestra hermosa flor nacional. Y fue precisamente por
dentro de la población. El agua de estos depósitos naturales permitió la presencia de nuestros manantiales que ellos eligieron este preciso
el establecimiento, hace alrededor de cuatro mil años, de un florecien- rincón de la costa para levantar su poblado.
te poblado de pescadores, agricultores y recolectores de moluscos y
crustáceos terrestres y marinos.
Manantiales de Padre Nuestro
Algo más tierra adentro pero aún muy cerca del pueblo de Bayahibe,
en el valle de la Sábila, en el lugar hoy conocido como Padre Nuestro,
se estableció un importante centro de culto, probablemente también
desde esta temprana época prehistórica. El valle de la Sábila no es
otra cosa que una depresión del terreno calizo originada por una falla
geológica que cruza también el pueblo de Bayahibe, precisamente por
el extremo occidental de la Punta de Bayahibe, donde se localizan los
restos del poblado prehispánico más antiguo encontrado en la zona
hasta este momento.
Las cuevas que existen en aquel lugar, en época relativa reciente,
posiblemente hace algunas decenas de miles de años, se inundaron. El
motivo fueron los movimientos tectónicos que generaron una extensa
falla en el lugar. En el frente de la falla se abren las bocas de diferentes
cavernas en las cuales afloran las aguas dulces que discurren por las
grietas y galerías subterráneas del karst que se desarrolla en la llanura
litoral. Estas cavernas son ahora el lugar donde se almacenan y reman-
san las aguas dulces de la cuenca que delimita el valle Francés y la zona
de Yuma. Las cavernas que contienen lagos subterráneos en esta zona
estuvieron consagradas a la diosa de las aguas y por ello en la entrada
de todas ellas se localizan las figuras de las deidades plasmadas en la
roca en forma de petroglifos.
En la zona de Padre Nuestro encontramos el manantial de mayor
Manantial de Bayahibe. importancia, el denominado de Chicho, cuyo lago subterráneo fue uti-
lizado como fuente aprovisionamiento de agua por los taínos, prueba El manantial de la lechuza, evidentemente consagrado a esta
de lo cual son los restos de antiguas vasijas de barro que encontramos importante deidad taina, representada por la cabeza de este animal
en el fondo cuando realizamos los primeros buceos en el sitio, hacia nocturno, aún se conserva virgen. La cabeza de la lechuza, cuando no
1992. Bajo el agua, en la galería inundada, también podemos observar se representa aislada, se inserta sobre un cuerpo femenino. Es muy
algunas columnas estalagmíticas, rotas y separadas sus partes por la probable que Atabey se identificara con este animal tótem, la lechuza
acción de los potentes terremotos que se producen en el corazón de (Tyto alba), hermoso animal que vive en las entradas de las cavernas y
esta falla tectónica de espectacular belleza paisajística. sale en la noche a cazar fuera de la cueva. En los buceos que realizamos
en el interior de este hermoso manantial, nunca localizamos restos de
vasijas taínas, aunque su uso como fuente de agua para los indígenas
es más que probable.
El manantial de La Jeringa contiene un hermoso depósito de agua
jalonado por hermosas formaciones calizas y espeleotemas. En la pri-
mera sala, antes de bajar donde se encuentra la plancha de agua hay
un interesante conjunto de petroglifos. En el depósito de agua hemos
localizado algunos fragmentos de cerámica taina de estilo chicoide,
probablemente remanentes de antiguos ritos, pues la forma de la va-
Potiza taína para contener agua recuperada en el fondo del Manantial de Chicho. Manantial de La Jeringa.
sija a cuyo tipo responde el trozo localizado, no responde a la clásica Nunca localizamos cerámicas prehispánicas dentro de ellos, a pesar
potiza taina utilizada regularmente para almacenar y transportar agua. de los grandes depósitos de agua que contienen, algunos dentro de
salas espectaculares, adornadas por incontables formaciones calizas.
Tampoco localizamos petroglifos en sus paredes, cosa que sorprende,
pues es habitual localizar este tipo de representaciones en depósitos
de agua de tanta envergadura.
Manantial de la Aleta
El manantial de la Aleta, cuyo nombre primitivo nombre era La
Leta, es la joya de los manantiales subterráneos del Caribe. Se localiza
en el interior del Parque Nacional de Este, en pleno bosque tropical y
en una zona de difícil acceso. En esta área también existen cuatro pla-
zas ceremoniales, un conjunto de extraordinario interés arqueológico
que no tiene paralelo en la isla de Santo Domingo.
Fray Bartolomé de Las Casas, en su Historia de Indias, nos describe,
a principios del siglo XVI, el manantial que conocemos hoy día como
La Aleta, de la siguiente manera:
un estrato sulfuroso que a la vista del buceador aparece de tonalidad que los taínos realizaban, probablemente en honor de Atabey, la diosa
lechosa y dificulta la visibilidad. El agua se pone clara otra vez a 20 m. de las aguas. Sin duda las plazas ceremoniales y el manantial forman
de profundidad y a 34 m. de la superficie, una roca grande sobresale un conjunto. Una parte importante del rito consistiría en entregar a
cubierta de sedimento muy oscuro. Esta roca es la cima de una colina Atabey ofrendas que los celebrantes arrojaban en el manantial.
subacuática formada por bloques de caliza, restos de vegetación y dife- Las primeras investigaciones arqueológicas realizadas dentro del
rentes sedimentos que han ido cayendo desde la boca del manantial.
manantial de La Aleta datan de 1993, cuando nos sumergimos en sus
La falda de esta montaña sumergida llega hasta una profundidad de 73
aguas acompañados de algunos arqueólogos de la universidad de In-
m. Bucear en el manantial es realmente sobrecogedor, pues la madera
diana y un cámara del programa Discovery Channel. Los buceos fueron
de los árboles y ramas caídos se conserva perfectamente pero siempre
espectaculares y en el fondo pudimos observar centenares de objetos
cubierta de un limo negro que confiere a estos restos un carácter ver-
arrojados por los indígenas. Abundan los higüeros, muchos de ellos
daderamente tétrico. Además resultan obstáculos que se deben salvar
cubiertos por primorosas redecillas finamente tejidas. Se utilizaron
con extremo cuidado para evitar que el fango se levante y obstruya
completamente la visibilidad. para recoger agua y muchos cayeron al fondo sin que pudiesen ser
recuperados.
Sin embargo también hay multitud de bandejas de cerámicas, ollas
ceremoniales, asientos de madera y hachas enmangadas que se conser-
van perfectamente. Este tipo de piezas no servían para recoger agua,
por lo que deducimos que fueron ofrendas realizadas a los dioses.
El manantial de Tulio
El manantial de Tulio esta situado a aproximadamente dos kilóme-
tros de la caseta de la Granchorra, siguiendo el camino de La Palmilla.
Presenta un desarrollo de ochenta metros y una profundidad de siete
metros. Tiene dos bocas y su entrada resulta de una belleza exquisita
debido a la vegetación tropical que arropa a la caverna y a las formacio-
nes calizas que se combinan con la plancha de agua cristalina situada
en la misma entrada de la cueva.
Solamente contiene un petroglifo, pero las medidas de la pieza,
alrededor de sesenta centímetros de diámetro, y su posición sobre
Petroglifo sobre la plancha de agua del manantial de Tulio. una blanca colada caliza, le confieren gran espectacularidad. La fi-
gura domina desde su posición preferencial toda la plancha de agua
Las laderas de esta colina se cubren densamente por materiales del manantial, un lago subterráneo de poca profundidad y aguas
culturales: cerámicas, instrumentos líticos, objetos de madera labrada, cristalinas. Hemos podido localizar algunos restos de posibles caritas
higüeros, cestas, etc. Las investigaciones realizadas demostraron que grabadas en las paredes, pero su estado de conservación dificulta el
los artefactos recuperados en su mayor parte provenían de ofrendas identificarlas, dejándonos dudas sobre su origen artificial. Este ma-
nantial contiene agua salobre, pero aun en la actualidad es utilizado pensar en la relación de estos anfibios con el agua de los manantiales
como fuente de agua potable por los monteros que se adentran en que albergan las cuevas.
estos apartados parajes. La cueva de Berna no se considera un manantial, sin embargo tie-
ne un pequeño depósito de agua en su interior y justamente en este
punto existe un petroglifo que lo señala como un lugar de especial
trascendencia en la geografía cavernaria. Muy cerca de este, sobre el
depósito hay un auténtico bajorrelieve de una cara que nos lleva a
pensar nuevamente en la representación de Atabey. La caverna tiene
más de trescientos petroglifos grabados en sus paredes y alrededor de
una docena de pictografías. Fue un lugar de habitación y de enterra-
miento de los habitantes arcaicos de la isla cuyos restos se fecharon
mediante pruebas de Carbono 14, a principios del segundo milenio
antes de Cristo.
En las dos cavidades se localizan, en lo más profundo de sus galerías, El manantial de la cueva de Ramoncito, muy cercana a la cueva de
sendos depósitos de agua potable que fueron utilizados por los taínos. José María, tiene una belleza muy especial y contiene bastante agua
Posiblemente la necesidad de contar con agua para realizar las cere- como para saciar la sed de muchas personas. Justamente a su lado,
monias rituales de los chamanes fue el motivo de elegir estas cuevas pintada en la pared, se encuentra la figura de una misteriosa deidad.
como especiales centros de culto. Esta debió ser la Madre de las Aguas de las que nos ofreció noticia
El escueto depósito de agua de la cueva de José María se ha utilizado Fray Ramón Pane, pues el personaje pintado está indudablemente
hasta hace poco tiempo, pues personalmente he encontrado monteros asociado a este sagrado manantial, presidiendo y guardando la plan-
que se internaban en el bosque hasta llegar a la cueva, donde traba- cha de agua. En la cueva hay más de seiscientas pinturas, muchas de
josamente bajaban con antorchas hasta la galería donde se localiza el ellas espectaculares y del mismo estilo que las de su caverna gemela,
depósito de agua dulce. La dificultad de conseguir agua potable en la cueva de José María.
esta área hizo que la caverna fuese considerada como un lugar de gran Al lado del depósito de agua de la cueva de Ramoncito se acumulan
importancia para los taínos que habitaron estos bosques. montones de carbón vegetal procedentes de las antorchas con las que
Las pinturas que se pueden observar en la caverna son en extremo se iluminaron los behiques, como se llamaban los chamanes taínos que
abundantes, pues hemos contabilizado más de 1.200, la mayor acumu- celebraron sus ritos hace más de mil años en las entrañas de la caverna.
lación nunca reportada en una cueva en todo el mundo. Posiblemente
muchas de las pinturas están relacionadas con ritos dedicados a la Epílogo
diosa de las aguas y su imagen seguramente está plasmada alrededor
Como muy bien apuntó fray Bartolomé de Las Casas hace ya cinco
del pequeño depósito.
siglos, la llanura litoral de Higüei, pese a contar con escasas aguas su-
perficiales, mantiene espectaculares depósitos hídricos bajo su suelo
rocoso. Estos manantiales son un oasis de vida cavernaria que albergan
desde murciélagos, hasta varias especies de peces y camarones, pasando
por multitud de insectos.
Las planchas de agua discurren entre viejas galerías inundadas
de cuevas, cuya formación se pierde en la noche de los tiempos. Las
entradas de las cavernas donde se encuentran los lagos subterráneos
presentan grabados en la roca las imágenes de las deidades ancestrales
de nuestros antepasados prehispánicos.
Los taínos nos envían de esta manera un mensaje que perdura
través de milenios: el agua es la vida y conservarla es primordial para
estar a bien con nuestros dioses.
Este mensaje es particularmente importante al día de hoy, pues lo
que nunca imaginaron aquellos indígenas, es que algún día el agua
pura que protegía Atabey pudiese estar tan enormemente amenazada.
El excesivo consumo de los acuíferos aumenta los niveles de sal en el
Pintura sobre el depósito de agua de la cueva de Ramoncito. agua. La inyección de aguas procedentes de las plantas de tratamiento
deficientemente manejadas, contamina directamente el manto freático. ____________. 2004. El Arte en la Penumbra. Pictografías y Petroglifos en las
La basura arrojada en los manantiales empobrece la calidad de estas Cavernas del Parque Nacional del Este. Santo Domingo, República Do-
aguas cristalinas que hace quinientos años, el padre Bartolomé de Las minicana, Grupo BHD, PROEMPRESA, 360 p.
Casas calificó de puras, frescas y dulces. ____________. 2005. El Arte Rupestre en el Parque Nacional del Este. Los Jeroglí-
Después de este paseo por nuestros más importantes manantiales, ficos de la Escuela de José María. Santo Domingo, Actas del XXI Congreso
espero que el agua subterránea, el recurso más preciado que tenemos Internacional de Arqueología del Caribe. Fundación García Arévalo,
pp. 647-654.
y del que dependemos completamente para subsistir, pueda ser valo-
rado en su justa medida. Cada uno de nosotros debe constituirse en ____________. 2005. El Patrimonio Cultural del Parque Nacional del Este,
un custodio de nuestra agua, seamos todos Atabey. República Dominicana. Paris, Francia. World Heritage Papers nº 14.,
UNESCO, Anexos pp. 41-48.
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