Introduccion PsicologA
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Conducta y
modelos de psiquismo
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Unidad I
te del estudio de la psyché– durante los primeros siglos de la era cristiana, y en toda la
Edad Media. Pero con el advenimiento de la Modernidad, período que comienza alre-
dedor del siglo XV de la era cristiana, los distintos saberes específicos –la ciencia políti-
ca, la biología, la física, la astronomía– van desligándose de la tutela de la filosofía y
constituyéndose en saberes independientes, regidos por sus propios criterios de funda-
mentación.
Durante la Edad Media, la filosofía se había vuelto inseparable de la teología cristiana:
de su modo de concebir la relación entre Dios y los hombres y de su manera de enten-
der el conocimiento humano como mera interpretación del contenido de lo establecido
en las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, la filosofía resultaba ya un molde demasiado
estrecho para el desarrollo de algunos saberes particulares como la física o la ciencia
política, cuyas preguntas ya no encontraban respuesta en la cosmovisión medieval. Por
eso la filosofía, que había sido imaginada como el inmenso árbol del saber cuya raíz
nutre, por medio de un único tronco, a las diversas ramas del conocimiento, se va trans-
formando, en la práctica, en ciencia. Mejor dicho: se va ramificando en una cantidad de
ciencias diversas, que tienen diversos objetos de estudio y que utilizan diversos méto-
dos de estudio según sea su objeto. A este proceso por el cual la filosofía y las ciencias se
desvinculan del contenido religioso de algunos sistemas de pensamiento entonces vi-
gentes se lo conoce como secularización del saber.
Pero, ¿cuándo se convierte la psicología en ciencia? Podemos decir, por un lado, que su
proceso de secularización ya comienza a hacerse evidente en el siglo XVI, cuando filó-
sofos como el francés René Descartes (1596-1650) o el británico John Locke (1632-1704)
hacen notar que la búsqueda del conocimiento y de la verdad debe iniciarse, en reali-
dad, por la investigación acerca de nuestra peculiar forma de conocer. “No podemos
conocer nada antes de conocer el entendimiento porque el conocimiento de todas las
cosas depende de él, y no a la inversa”, dice Descartes en su obra Reglas para la dirección
del espíritu. Locke, al comienzo de su Ensayo sobre el entendimiento humano, afirma que se
propone investigar “la certeza y la extensión del entendimiento humano”, porque “es
comenzar por el extremo erróneo si no efectuamos, previamente, un reconocimiento de
nuestros propios entendimientos”.
Hasta entonces, para la filosofía, el estudio del conocimiento humano había sido una
cuestión secundaria, ya que la preocupación fundamental había sido la interpretación
de lo real, como algo a cuyo molde también se acomodaba la facultad de entendimien-
to. Pero los filósofos modernos, al situar el comienzo de toda reflexión en el problema
de cómo conocemos y cuáles son los límites de nuestro conocimiento, dejan de lado la
concepción del saber humano como un don divino, y concentran su atención en las
relaciones entre 1) la mente humana, 2) la sensibilidad –aquellas impresiones que pro-
vienen de los sentidos y que conforman las ideas que están en el mente–, y 3) la reali-
dad que es captada mediante la sensibilidad y la mente.
Nos interesa aquí un aspecto del modo de ver las cosas que inició Descartes y siguió
Locke. Descartes estableció que es la facultad misma del pensar la primera certeza a
partir de la cual al hombre le es posible buscar la verdad (esto es, filosofar). De todo
debemos dudar –planteaba Descartes– excepto del hecho de que dudamos. Podemos
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dudar de que exista efectivamente una realidad a Pensar (en una primera etapa) es la
conocer –eso que llamamos realidad podría no ser capacidad del hombre para re-produ-
cir en el interior de su cerebro cosas
más que un sueño–, sin embargo no se puede du- abstractas (imágenes, símbolos, pa-
dar de que yo, que estoy dudando, soy una cosa labras) que se corresponden con co-
que duda, que piensa. Y –concluía Descartes– si sas concretas.
pienso, existo. Soy una cosa pensante, afirmaba; y
así como existe lo pensante, existen cosas exten-
sas, que son, en líneas generales, las cosas del
mundo que nos rodea, el cual es pensado por aque-
llo que posee la facultad de pensar.
Así, el hombre, en tanto ser pensante, encuentra
en sí mismo –y no solamente en Dios, en las Sa-
gradas Escrituras o en la autoridad de los filóso-
fos del pasado– la primera certeza sobre la cual se
funda todo conocimiento. Incluso el hombre, por
ser pensante, constituye la primera garantía de la
existencia del mundo exterior: sólo a partir de la
certeza de que existe un yo que piensa es posible
encaminar el pensamiento hacia el mundo. Desde
entonces, prácticamente toda la filosofía moderna
–y sus hombres más reconocidos, como David
Hume, Immanuel Kant, Georg Hegel, Edmund
Husserl, Martin Heidegger– se ha planteado com-
plejos y variados modos de entender la relación
que existe entre el hombre y el mundo que lo ro-
dea, al cual está dirigido el pensamiento humano.
Más allá de la singularidad de estos sistemas filo-
sóficos y del aporte que ha hecho cada filósofo, lo
que aquí nos interesa es el hecho de que la rela-
ción entre la mente, la sensibilidad y la realidad a
la cual ambas se dirigen pasa a ser el problema
TRADUCCIÓN:
central del saber. ¡EL INSTINTO
Mientras los filósofos del siglo XIX seguían pro- LO MATÓ!
poniendo nuevos desarrollos a la idea de que el
sujeto humano es la primera certeza sobre la que
se funda nuestro conocimiento de los objetos y, en
última instancia, la garantía de la existencia de ese
mundo exterior, algunos intelectuales comenzaron
a interesarse en las relaciones entre el hombre, su
mente y el mundo que los rodea. Pero no lo hacían
para sacar conclusiones generales, universales y
necesarias sobre la forma en que se constituye el Augusto Bianco, Pequeña historia del trabajo,
Buenos Aires, Contrapunto, 1988.
conocer o acerca del modo en que el ser humano Ilustraciones de Tabaré.
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constituye aquello que llamamos realidad. Es decir, no se preocuparon por sacar con-
clusiones filosóficas sino en ver, por ejemplo, cómo intervienen esas relaciones entre
mente y mundo en la conducta concreta, o para encontrar en esas relaciones las causas
y las consecuencias de ciertos conflictos. De esa manera estos estudios fueron alejándo-
se de la perspectiva filosófica –que tiene pretensión de ser un saber universal, cuya
verdad es necesaria– y fueron fundando una ciencia psicológica independiente, que no
se ocupa, digamos, de “la sensibilidad en general” o de “la mente en general” sino de
un hombre en particular (o un grupo de hombres en particular) en relación con un deter-
minado contexto también particular.
En 1879, apenas cinco años después de que el filósofo Franz Brentano (1838-1917) pu-
blicara su texto Psicología desde el punto de vista empírico –en el cual se distinguían los
fenómenos físicos y los psíquicos–, el alemán Wilhem Wundt creó el primer laborato-
rio de psicología experimental en la ciudad de Leipzig. La fundación de este laborato-
rio suele tomarse como el hecho que marca el inicio de la psicología como ciencia expe-
rimental. Para los actuales estudios de psicología, los resultados de las investigaciones
de aquel laboratorio resultan menos significativos que el hecho mismo de que se creara
ese centro de investigación. Debemos prestar atención al nombre psicología experi-
mental para darnos una idea de cuál era la intención de estos estudios.
En primer lugar, debemos atender a la diferencia entre la psicología experimental y la
llamada psicología especulativa. Esta última se ocupa de cuestiones de teoría del co-
nocimiento o de problemas como la relación mente-cuerpo, y en este sentido se vincula
estrechamente con la filosofía. La psicología experimental, en cambio, no se ocupa de
investigar la raíz de la distinción entre mente y cuerpo sino que, presuponiendo alguna
teoría al respecto, avanza en la investigación de casos particulares para establecer, a
partir de ellos, leyes generales.
En segundo lugar, debemos atender a la noción de experimentación aquí presente.
Cuando anteriormente hablamos de la secularización del saber, señalamos que los nue-
vos intereses fueron los que hicieron emerger nuevas ciencias independientes de la
filosofía, entendida ésta como un sistema de saberes completo. Cada ciencia reivindicó
para sí el estudio de un objeto particular mediante métodos adecuados a ese objeto –
por cierto, no será idéntico el método para el estudio de la geometría que el de la biolo-
gía o el de la ciencia política–. Los sabios de la Edad Moderna reaccionaron contra el
uso que había prevalecido en la Edad Media, cuando se utilizaba como criterio de ver-
dad la autoridad de los filósofos del pasado o las sentencias del dogma religioso al
punto, incluso, de negar en algunos casos la evidencia que provenía del simple uso de
los sentidos. Los modernos, en cambio, buscaron fundar la verdad de su saber en los
datos que provenían de la experiencia directa –los datos empíricos– o de la experimen-
tación realizada en laboratorios, con instrumentos adecuados.
Contra la sumisión de los medievales a lo establecido por los textos del pasado o por la
autoridad religiosa, los modernos reclamaban el derecho a contrastar cada afirmación
científica mediante la experiencia, ya fuera ésta directa (es decir, adquirida por los sen-
tidos) o indirecta (es decir, la que reproduce artificialmente en un laboratorio una cierta
situación bajo ciertas condiciones, con el propósito de observar y contrastar –esto es,
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perimental consideraban que su objeto debían ser los contenidos de la conciencia, los
cuales –si bien no son dados a los sentidos– resultan observables mediante un tipo
singular de experiencia, que es la experiencia interna de los procesos psíquicos o in-
trospección. Asimismo, como el fenómeno psíquico está ligado a un organismo que sí
es observable y susceptible de ser medido, controlado, cuantificado, los psicólogos ex-
perimentales sostenían que es posible obtener conocimiento indirecto de los fenóme-
nos psíquicos por medio de las alteraciones o modificaciones orgánicas que los acom-
pañan, como el sonrojarse (fenómeno fisiológico directamente observable) al sentir pu-
dor (fenómeno psíquico indirectamente observable), o el palidecer al sentir miedo, o el
hincharse de las venas al sentir ira, etcétera.
Según la perspectiva de la psicología experimental, los fenómenos psíquicos en sí sólo
podrían ser captados directamente por la introspección, pero al admitir que existe una
correspondencia entre estos fenómenos psíquicos y una serie de fenómenos físico-fisio-
lógicos, ellos postulaban también la posibilidad de conocerlos –y controlarlos– indirec-
tamente a través de la observación, medición y control de los fenómenos físicos o fisio-
lógicos correspondientes. Por eso la psicología experimental también se conoce como
psicología fisiológica.
Sobre esta correspondencia, escribió Ribot:
“Cualquier estado psíquico determinado está ligado a uno o varios acontecimientos físicos
que en muchos casos conocemos bien y, en otros casos, poco y mal. Admitido este principio
que está la base de la psicología fisiológica, las cuestiones se presentan en un aspecto nuevo
y reclaman la organización de un nuevo método. A la forma vaga y banal de las relaciones
alma-cuerpo, como dice la vieja escuela, a la hipótesis arbitraria y estéril de dos sustancias
que actúan una sobre otra, alma y cuerpo, se opone en la nueva psicología el estudio de dos
fenómenos: la serie psíquica y la orgánica, que están en una conexión tan constante para cada
especie particular, que sería más exacto llamarla fenómeno de doble cara”.
2.2. El conductismo
Esta noción de psicología experimental será duramente criticada a principios del siglo
XX por el fundador del conductismo, John Broadus Watson (1878-1958), que fue el
primer doctor en psicología de la Universidad de Chicago. Para Watson, la pretensión
experimental de la psicología fisiológica era en realidad una quimera, ya que, según él,
la división y la correspondencia que se establecía entre fenómenos psíquicos y físicos
reproducía con nueva terminología el antiguo dua-
lismo entre alma y cuerpo. Según Watson, al pro-
ponerse como meta de estudio a los contenidos de Introspección: Método psicológico
consistente en la observación y explo-
la conciencia, la llamada psicología experimental ración de la propia conciencia, de lo
admitía un objeto que escapaba a la estricta obser- vivido.
vación. Nombres tales como conciencia, vida inte-
rior, fenómeno psíquico representan, para Watson, Fisiología: Parte de la biología que
eufemismos que no escapan a la vaguedad e im- estudia los procesos físico-químicos
que se desarrollan en los seres vivos.
precisión de la noción de alma. Porque –dice Estudio de los organismos considera-
Watson– “nunca nadie ha tocado un alma ni la ha dos en su actividad.
visto en un tubo de ensayo”.
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Quino
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la palabra inglesa behavior: conducta) excluye del campo de la psicología a los conteni-
dos de la conciencia y pone en su lugar a la conducta. En un famoso artículo publicado
en 1913 en la revista Psychological Review, titulado “La psicología desde la perspectiva
de un conductista”, dice Watson:
“El conductismo se pregunta por qué no podemos hacer de lo observable el verdadero cam-
po de la psicología, limitándonos a lo que se puede observar y formulando leyes sólo relati-
vas a estas cosas. Ahora bien, ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar lo que el
organismo hace o dice y apresurarnos a decir que hablar es hacer, o sea, comportarse. El
hablar explícito o el hablar con nosotros mismos –el pensar– representa una conducta tan
objetiva como jugar al béisbol”.
Los fenómenos psíquicos que creían reconocer los psicólogos experimentales son, para
el conductismo, inaccesibles, inobservables. Los únicos objetos realmente observables
son, por un lado, las acciones externas recibidas por un organismo –el estímulo–, y por
el otro, las acciones con las cuales ese organismo reacciona o responde –la respuesta–.
Entre estímulo y respuesta hay relaciones causales: a todo estímulo sigue necesaria-
mente una respuesta. El comportamiento es entonces definido por el conductismo,
como el conjunto de acciones adaptativas que produce un organismo como respuesta a
los estímulos provenientes del medio.
Si bien en el comportamiento o en las conductas de una persona siempre se observa un
complejo de acciones, para Watson estas acciones pueden ser analizadas en unidades
de respuestas simples y así observables. El modelo que toma Watson para la psicología
que propone es el de la biología a partir de Charles Darwin, entendida como una teoría
general de las relaciones entre los organismos y los medios. En ambos casos, la noción
de adaptación tiene un papel central. En la biología darwiniana, la adaptación es la me-
dida que rige la relación entre las especies y el medio en el cual se desarrollan.
En el conductismo, que se propone como una ciencia práctica cuya finalidad es la
predicción y la capacidad de control de las conductas de los individuos, la adapta-
ción del organismo al medio humano en el cual se desarrolla es uno de los ejes
sobre los cuales gira el estudio psicológico. En su polémica contra la psicología
experimental y contra la conciencia como objeto de estudio, la teoría de Watson
tuvo dos períodos: uno metodológico, en el cual simplemente señaló la imposibili-
dad de tomar a la conciencia como objeto de estudio de la psicología, y otro perío-
do, llamado ontológico, en el cual directamente
rechazó la existencia de una entidad tal como la
conciencia. Charles Darwin: Biólogo inglés (1809-
Algunos críticos han señalado que el conductis- 1882) que trabajó sobre la mutación
de las especies. Determinó que las
mo es, en verdad, una biología del comporta- variaciones favorables a la conserva-
miento. De hecho, Watson consideraba que no ción de las especies tenderían a
había mayores diferencias entre la fisiología que transmitirse, y las desfavorables a eli-
estudia, por ejemplo, el funcionamiento de un minarse. Entre sus libros figuran: Ori-
órgano, y la psicología, que estudia el organis- gen de las especies por medio de la
selección natural (1859) y la descen-
mo en su totalidad. La pregunta que aún pode- dencia del hombre (1871).
mos hacernos a partir de las propuestas más ra-
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