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Introduccion PsicologA

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UNIDAD I Conducta y modelos de psiquismo

Conducta y
modelos de psiquismo

1. La psicología como ciencia


Desde siempre el hombre se ha interesado en la psicología, aunque no siempre ha lla-
mado a ese conjunto de preguntas y de posibles respuestas con el nombre de psicolo-
gía. ¿De dónde viene la palabra “psicología” y a qué nos referimos con ella? Proviene
de dos palabras griegas: psyché, que ya desde la Antigüedad significa “alma”, y lógos,
que quiere decir discurso o también teoría. Por lo tanto, psicología significa teoría o
discurso sobre el alma. Pero, ¿de qué nos ocupamos hoy cuando estudiamos psicolo-
gía? Más adelante veremos que esta pregunta puede tener diversas respuestas según la
perspectiva de quien responda, pero en líneas generales podemos decir que la psicolo-
gía estudia la conducta de los seres humanos, sus diferentes reacciones ante determina-
dos estímulos, los estados –sean conscientes o inconscientes– que los afectan, los con-
flictos a los que debe hacer frente en su adaptación al medio ambiente y también las
patologías relacionadas con estos estados o con su adaptación.
Ocurre que en la Antigüedad se consideraba que el hombre estaba constituido por un
cuerpo y por un alma, y que el motor de todas las conductas humanas y la sede de
todos los estados mentales (por lo tanto, también de las patologías derivadas de esos
estados) era el alma. Hoy existen distintas concepciones del hombre y son muy pocas
las que adhieren a la idea de que es el alma –o sólo ella– la responsable de mover la
conducta humana. Por otra parte, hoy en día no se considera que el alma sea una enti-
dad que pueda ser tomada como objeto de la ciencia porque no se la puede observar,
medir, examinar con métodos científicos. Sin embargo, se sigue utilizando un derivado
de la palabra griega psyché, “psíquico”, para designar a todo lo que sucede más allá de
la esfera de lo que es exclusivamente físico.
Decíamos que desde siempre el hombre se ha preguntado por su psicología; sin embar-
go no siempre encaró su estudio como una disciplina científica independiente de otros
saberes. La filosofía, que reunía en la Antigüedad a la casi totalidad del saber, conside-
raba a la psicología como una rama dentro de los
estudios sobre la naturaleza. Esto fue así al menos
Patología: situación de enfermedad o
desde el siglo IV antes de Cristo –es decir, cuando
anormalidad.
Platón y Aristóteles se ocuparon sistemáticamen-

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Unidad I

te del estudio de la psyché– durante los primeros siglos de la era cristiana, y en toda la
Edad Media. Pero con el advenimiento de la Modernidad, período que comienza alre-
dedor del siglo XV de la era cristiana, los distintos saberes específicos –la ciencia políti-
ca, la biología, la física, la astronomía– van desligándose de la tutela de la filosofía y
constituyéndose en saberes independientes, regidos por sus propios criterios de funda-
mentación.
Durante la Edad Media, la filosofía se había vuelto inseparable de la teología cristiana:
de su modo de concebir la relación entre Dios y los hombres y de su manera de enten-
der el conocimiento humano como mera interpretación del contenido de lo establecido
en las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, la filosofía resultaba ya un molde demasiado
estrecho para el desarrollo de algunos saberes particulares como la física o la ciencia
política, cuyas preguntas ya no encontraban respuesta en la cosmovisión medieval. Por
eso la filosofía, que había sido imaginada como el inmenso árbol del saber cuya raíz
nutre, por medio de un único tronco, a las diversas ramas del conocimiento, se va trans-
formando, en la práctica, en ciencia. Mejor dicho: se va ramificando en una cantidad de
ciencias diversas, que tienen diversos objetos de estudio y que utilizan diversos méto-
dos de estudio según sea su objeto. A este proceso por el cual la filosofía y las ciencias se
desvinculan del contenido religioso de algunos sistemas de pensamiento entonces vi-
gentes se lo conoce como secularización del saber.
Pero, ¿cuándo se convierte la psicología en ciencia? Podemos decir, por un lado, que su
proceso de secularización ya comienza a hacerse evidente en el siglo XVI, cuando filó-
sofos como el francés René Descartes (1596-1650) o el británico John Locke (1632-1704)
hacen notar que la búsqueda del conocimiento y de la verdad debe iniciarse, en reali-
dad, por la investigación acerca de nuestra peculiar forma de conocer. “No podemos
conocer nada antes de conocer el entendimiento porque el conocimiento de todas las
cosas depende de él, y no a la inversa”, dice Descartes en su obra Reglas para la dirección
del espíritu. Locke, al comienzo de su Ensayo sobre el entendimiento humano, afirma que se
propone investigar “la certeza y la extensión del entendimiento humano”, porque “es
comenzar por el extremo erróneo si no efectuamos, previamente, un reconocimiento de
nuestros propios entendimientos”.
Hasta entonces, para la filosofía, el estudio del conocimiento humano había sido una
cuestión secundaria, ya que la preocupación fundamental había sido la interpretación
de lo real, como algo a cuyo molde también se acomodaba la facultad de entendimien-
to. Pero los filósofos modernos, al situar el comienzo de toda reflexión en el problema
de cómo conocemos y cuáles son los límites de nuestro conocimiento, dejan de lado la
concepción del saber humano como un don divino, y concentran su atención en las
relaciones entre 1) la mente humana, 2) la sensibilidad –aquellas impresiones que pro-
vienen de los sentidos y que conforman las ideas que están en el mente–, y 3) la reali-
dad que es captada mediante la sensibilidad y la mente.
Nos interesa aquí un aspecto del modo de ver las cosas que inició Descartes y siguió
Locke. Descartes estableció que es la facultad misma del pensar la primera certeza a
partir de la cual al hombre le es posible buscar la verdad (esto es, filosofar). De todo
debemos dudar –planteaba Descartes– excepto del hecho de que dudamos. Podemos

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Conducta y modelos de psiquismo

dudar de que exista efectivamente una realidad a Pensar (en una primera etapa) es la
conocer –eso que llamamos realidad podría no ser capacidad del hombre para re-produ-
cir en el interior de su cerebro cosas
más que un sueño–, sin embargo no se puede du- abstractas (imágenes, símbolos, pa-
dar de que yo, que estoy dudando, soy una cosa labras) que se corresponden con co-
que duda, que piensa. Y –concluía Descartes– si sas concretas.
pienso, existo. Soy una cosa pensante, afirmaba; y
así como existe lo pensante, existen cosas exten-
sas, que son, en líneas generales, las cosas del
mundo que nos rodea, el cual es pensado por aque-
llo que posee la facultad de pensar.
Así, el hombre, en tanto ser pensante, encuentra
en sí mismo –y no solamente en Dios, en las Sa-
gradas Escrituras o en la autoridad de los filóso-
fos del pasado– la primera certeza sobre la cual se
funda todo conocimiento. Incluso el hombre, por
ser pensante, constituye la primera garantía de la
existencia del mundo exterior: sólo a partir de la
certeza de que existe un yo que piensa es posible
encaminar el pensamiento hacia el mundo. Desde
entonces, prácticamente toda la filosofía moderna
–y sus hombres más reconocidos, como David
Hume, Immanuel Kant, Georg Hegel, Edmund
Husserl, Martin Heidegger– se ha planteado com-
plejos y variados modos de entender la relación
que existe entre el hombre y el mundo que lo ro-
dea, al cual está dirigido el pensamiento humano.
Más allá de la singularidad de estos sistemas filo-
sóficos y del aporte que ha hecho cada filósofo, lo
que aquí nos interesa es el hecho de que la rela-
ción entre la mente, la sensibilidad y la realidad a
la cual ambas se dirigen pasa a ser el problema
TRADUCCIÓN:
central del saber. ¡EL INSTINTO
Mientras los filósofos del siglo XIX seguían pro- LO MATÓ!
poniendo nuevos desarrollos a la idea de que el
sujeto humano es la primera certeza sobre la que
se funda nuestro conocimiento de los objetos y, en
última instancia, la garantía de la existencia de ese
mundo exterior, algunos intelectuales comenzaron
a interesarse en las relaciones entre el hombre, su
mente y el mundo que los rodea. Pero no lo hacían
para sacar conclusiones generales, universales y
necesarias sobre la forma en que se constituye el Augusto Bianco, Pequeña historia del trabajo,
Buenos Aires, Contrapunto, 1988.
conocer o acerca del modo en que el ser humano Ilustraciones de Tabaré.

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Unidad I

constituye aquello que llamamos realidad. Es decir, no se preocuparon por sacar con-
clusiones filosóficas sino en ver, por ejemplo, cómo intervienen esas relaciones entre
mente y mundo en la conducta concreta, o para encontrar en esas relaciones las causas
y las consecuencias de ciertos conflictos. De esa manera estos estudios fueron alejándo-
se de la perspectiva filosófica –que tiene pretensión de ser un saber universal, cuya
verdad es necesaria– y fueron fundando una ciencia psicológica independiente, que no
se ocupa, digamos, de “la sensibilidad en general” o de “la mente en general” sino de
un hombre en particular (o un grupo de hombres en particular) en relación con un deter-
minado contexto también particular.
En 1879, apenas cinco años después de que el filósofo Franz Brentano (1838-1917) pu-
blicara su texto Psicología desde el punto de vista empírico –en el cual se distinguían los
fenómenos físicos y los psíquicos–, el alemán Wilhem Wundt creó el primer laborato-
rio de psicología experimental en la ciudad de Leipzig. La fundación de este laborato-
rio suele tomarse como el hecho que marca el inicio de la psicología como ciencia expe-
rimental. Para los actuales estudios de psicología, los resultados de las investigaciones
de aquel laboratorio resultan menos significativos que el hecho mismo de que se creara
ese centro de investigación. Debemos prestar atención al nombre psicología experi-
mental para darnos una idea de cuál era la intención de estos estudios.
En primer lugar, debemos atender a la diferencia entre la psicología experimental y la
llamada psicología especulativa. Esta última se ocupa de cuestiones de teoría del co-
nocimiento o de problemas como la relación mente-cuerpo, y en este sentido se vincula
estrechamente con la filosofía. La psicología experimental, en cambio, no se ocupa de
investigar la raíz de la distinción entre mente y cuerpo sino que, presuponiendo alguna
teoría al respecto, avanza en la investigación de casos particulares para establecer, a
partir de ellos, leyes generales.
En segundo lugar, debemos atender a la noción de experimentación aquí presente.
Cuando anteriormente hablamos de la secularización del saber, señalamos que los nue-
vos intereses fueron los que hicieron emerger nuevas ciencias independientes de la
filosofía, entendida ésta como un sistema de saberes completo. Cada ciencia reivindicó
para sí el estudio de un objeto particular mediante métodos adecuados a ese objeto –
por cierto, no será idéntico el método para el estudio de la geometría que el de la biolo-
gía o el de la ciencia política–. Los sabios de la Edad Moderna reaccionaron contra el
uso que había prevalecido en la Edad Media, cuando se utilizaba como criterio de ver-
dad la autoridad de los filósofos del pasado o las sentencias del dogma religioso al
punto, incluso, de negar en algunos casos la evidencia que provenía del simple uso de
los sentidos. Los modernos, en cambio, buscaron fundar la verdad de su saber en los
datos que provenían de la experiencia directa –los datos empíricos– o de la experimen-
tación realizada en laboratorios, con instrumentos adecuados.
Contra la sumisión de los medievales a lo establecido por los textos del pasado o por la
autoridad religiosa, los modernos reclamaban el derecho a contrastar cada afirmación
científica mediante la experiencia, ya fuera ésta directa (es decir, adquirida por los sen-
tidos) o indirecta (es decir, la que reproduce artificialmente en un laboratorio una cierta
situación bajo ciertas condiciones, con el propósito de observar y contrastar –esto es,

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Conducta y modelos de psiquismo

experimentar– determinados efectos). Y contra la vaguedad de algunas explicaciones


que sostenían los medievales acerca del mundo y de la naturaleza, los modernos recla-
maban la exactitud y la precisión del saber científico experimental.
El modelo de ciencia experimental era, en los siglos XVIII y XIX, el de la física. Así fue
como, cuando los primeros psicólogos intentaron constituir a la psicología como cien-
cia autónoma, lo hicieron influidos por el modelo científico en boga en ese momento,
que era el de ciencias experimentales como la física, la biología y la fisiología cuyo
método se basa en la observación. Intentaron entonces reproducir para la psicología
sus metodologías de estudio, sin reparar, en algunos casos, en que los métodos de las
ciencias exactas y los de las ciencias naturales no siempre pueden aplicarse a las cien-
cias humanas o sociales. Si bien las ciencias sociales –antropología, sociología, ciencias
de la educación– cuentan con herramientas útiles para la contrastación de datos como
la estadística o el testeo, análogas a las que utilizan en ocasiones ciencias experimenta-
les como la biología o la física, sin embargo no siempre sus correspondientes objetos de
estudio pueden ser abarcados por estas herramientas ya que en algunos casos no se
trata de objetos que se dan directamente a la observación sino de objetos teóricos que
los científicos postulan y utilizan en el marco de la ciencia como esquemas para inter-
pretar, explicar y modificar la realidad.
El siguiente paso de la constitución de la psicología como ciencia fue el debate –que
comenzó en el siglo XIX pero que aún hoy tiene lugar– sobre lo específico de su objeto
de estudio. Al principio de este capítulo señalamos que pueden darse respuestas muy
variadas sobre este punto; de hecho hay respuestas que son incompatibles entre sí.
Ahora vamos a ver cuáles son algunas de las principales posiciones.

Augusto Bianco, Pequeña historia del trabajo,


Buenos Aires, Contrapunto, 1988.
Ilustraciones de Tabaré.

Empírico: basado en la experiencia.


Especulación: Examen o estudio teó-
rico. Teoría (por oposición a la prácti-
ca).

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Unidad I

Actividades: 2. La psicología y su objeto de estudio


1) Responde las siguientes preguntas:
a) ¿Qué se entiende por seculari-
Es habitual que los campos de las ciencias huma-
zación del saber? nas –es decir, sus respectivos conjuntos de conoci-
b) ¿Cuál fue la importancia de la mientos– se crucen. Uno no confundiría nunca un
filosofía que iniciaron Descartes problema o un objeto que pertenece al ámbito de
y Locke en la constitución de la la astrofísica con un problema u objeto que perte-
psicología como ciencia?
c) ¿Contra qué características del
nece a la psicología; sin embargo, en ciencias hu-
saber medieval reaccionaron los manas esta intersección de campos es frecuente.
pensadores modernos? Por ejemplo, uno podría considerar el problema
d) ¿Qué hecho marca el inicio de de la deserción escolar tanto desde la psicología,
la psicología experimental? como desde la sociología o las ciencias de la edu-
e) ¿Qué reparos se pueden poner
a esta concepción de la psicolo-
cación. Ahora bien, incluso desde la psicología, uno
gía? puede abordar este mismo problema desde perspec-
2) Enumera al menos cinco objetos tivas completamente diferentes según el marco epis-
teóricos de ciencias humanas temológico que tome como referencia.
como la sociología, la antropolo- ¿Qué es el marco epistemológico? ¿Qué relevan-
gía, la ciencia política y las cien-
cias de la educación.
cia tiene en el debate sobre el objeto de la psicolo-
gía? La palabra epistemología está formada por dos
palabras griegas: epistéme, que significa conoci-
miento científico o, simplemente, ciencia (como
TRAD.: ¿CÓMO LO
MATASTE, PIBE?
opuesta a otros modos de conocer menos exactos
o especializados), y lógos, que, como ya vimos,
quiere decir discurso o teoría. En fin, epistemolo-
gía es la teoría sobre las ciencias y su propósito es
reflexionar sobre el objeto de estudio y los méto-
dos que emplean las diferentes ciencias. Dentro de
la psicología, el debate epistemológico más impor-
tante del siglo XX ha sido el que tuvo como eje la
TRAD.: ¿DÓNDE LO
ENCONTRASTE? TRAD.:NO LO ENCONTRÉ, cuestión de cuál debe ser el objeto de esta ciencia.
TUVE UNA IDEA
Y LO HICE.

2.1. La psicología experimental y el estu-


dio de la conciencia
La psicología experimental se había planteado, en
la segunda mitad del siglo XIX, como algo diverso
de la psicología especulativa. El psicólogo francés
Ribot la definía así: “La psicología de la que se tra-
ta aquí será puramente experimental: no tendrá
por objeto más que los fenómenos –esto significa,
lo que aparece a la observación–, no se ocupará
del alma ni de su esencia, pues esta cuestión, dado
Augusto Bianco, Pequeña historia del trabajo, que está más allá de la experiencia, pertenece a la
Buenos Aires, Contrapunto, 1988.
Ilustraciones de Tabaré. metafísica”. Los fundadores de la psicología ex-

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Conducta y modelos de psiquismo

perimental consideraban que su objeto debían ser los contenidos de la conciencia, los
cuales –si bien no son dados a los sentidos– resultan observables mediante un tipo
singular de experiencia, que es la experiencia interna de los procesos psíquicos o in-
trospección. Asimismo, como el fenómeno psíquico está ligado a un organismo que sí
es observable y susceptible de ser medido, controlado, cuantificado, los psicólogos ex-
perimentales sostenían que es posible obtener conocimiento indirecto de los fenóme-
nos psíquicos por medio de las alteraciones o modificaciones orgánicas que los acom-
pañan, como el sonrojarse (fenómeno fisiológico directamente observable) al sentir pu-
dor (fenómeno psíquico indirectamente observable), o el palidecer al sentir miedo, o el
hincharse de las venas al sentir ira, etcétera.
Según la perspectiva de la psicología experimental, los fenómenos psíquicos en sí sólo
podrían ser captados directamente por la introspección, pero al admitir que existe una
correspondencia entre estos fenómenos psíquicos y una serie de fenómenos físico-fisio-
lógicos, ellos postulaban también la posibilidad de conocerlos –y controlarlos– indirec-
tamente a través de la observación, medición y control de los fenómenos físicos o fisio-
lógicos correspondientes. Por eso la psicología experimental también se conoce como
psicología fisiológica.
Sobre esta correspondencia, escribió Ribot:
“Cualquier estado psíquico determinado está ligado a uno o varios acontecimientos físicos
que en muchos casos conocemos bien y, en otros casos, poco y mal. Admitido este principio
que está la base de la psicología fisiológica, las cuestiones se presentan en un aspecto nuevo
y reclaman la organización de un nuevo método. A la forma vaga y banal de las relaciones
alma-cuerpo, como dice la vieja escuela, a la hipótesis arbitraria y estéril de dos sustancias
que actúan una sobre otra, alma y cuerpo, se opone en la nueva psicología el estudio de dos
fenómenos: la serie psíquica y la orgánica, que están en una conexión tan constante para cada
especie particular, que sería más exacto llamarla fenómeno de doble cara”.

2.2. El conductismo
Esta noción de psicología experimental será duramente criticada a principios del siglo
XX por el fundador del conductismo, John Broadus Watson (1878-1958), que fue el
primer doctor en psicología de la Universidad de Chicago. Para Watson, la pretensión
experimental de la psicología fisiológica era en realidad una quimera, ya que, según él,
la división y la correspondencia que se establecía entre fenómenos psíquicos y físicos
reproducía con nueva terminología el antiguo dua-
lismo entre alma y cuerpo. Según Watson, al pro-
ponerse como meta de estudio a los contenidos de Introspección: Método psicológico
consistente en la observación y explo-
la conciencia, la llamada psicología experimental ración de la propia conciencia, de lo
admitía un objeto que escapaba a la estricta obser- vivido.
vación. Nombres tales como conciencia, vida inte-
rior, fenómeno psíquico representan, para Watson, Fisiología: Parte de la biología que
eufemismos que no escapan a la vaguedad e im- estudia los procesos físico-químicos
que se desarrollan en los seres vivos.
precisión de la noción de alma. Porque –dice Estudio de los organismos considera-
Watson– “nunca nadie ha tocado un alma ni la ha dos en su actividad.
visto en un tubo de ensayo”.

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Unidad I

En un texto que es ya clásico, escribió Watson:


“El conductismo, que siempre se mantuvo en la escuela de la experiencia, sostiene que la
creencia de que existe una conciencia supone la regresión a los tiempos más antiguos de la
superstición y de la magia. Una idea de esta especie es la de que cada individuo tiene un alma
separable y diferente del cuerpo; y esta vieja doctrina conduce al principio filosófico llamado
dualismo. Tal principio está presente en la psicología desde la más remota antigüedad, pero
nadie ha entrado en relación con este alma como se puede hacer con los demás objetos de la
vida cotidiana”.
Contra esa visión, Watson propuso un modelo de ciencia que toma como objeto lo pu-
ramente observable. Para él, la conducta, se entiende como la respuesta del individuo a
los estímulos que recibe. El conductismo (también algunos lo llaman behaviorismo, por

Quino

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Conducta y modelos de psiquismo

la palabra inglesa behavior: conducta) excluye del campo de la psicología a los conteni-
dos de la conciencia y pone en su lugar a la conducta. En un famoso artículo publicado
en 1913 en la revista Psychological Review, titulado “La psicología desde la perspectiva
de un conductista”, dice Watson:
“El conductismo se pregunta por qué no podemos hacer de lo observable el verdadero cam-
po de la psicología, limitándonos a lo que se puede observar y formulando leyes sólo relati-
vas a estas cosas. Ahora bien, ¿qué es lo que podemos observar? Podemos observar lo que el
organismo hace o dice y apresurarnos a decir que hablar es hacer, o sea, comportarse. El
hablar explícito o el hablar con nosotros mismos –el pensar– representa una conducta tan
objetiva como jugar al béisbol”.
Los fenómenos psíquicos que creían reconocer los psicólogos experimentales son, para
el conductismo, inaccesibles, inobservables. Los únicos objetos realmente observables
son, por un lado, las acciones externas recibidas por un organismo –el estímulo–, y por
el otro, las acciones con las cuales ese organismo reacciona o responde –la respuesta–.
Entre estímulo y respuesta hay relaciones causales: a todo estímulo sigue necesaria-
mente una respuesta. El comportamiento es entonces definido por el conductismo,
como el conjunto de acciones adaptativas que produce un organismo como respuesta a
los estímulos provenientes del medio.
Si bien en el comportamiento o en las conductas de una persona siempre se observa un
complejo de acciones, para Watson estas acciones pueden ser analizadas en unidades
de respuestas simples y así observables. El modelo que toma Watson para la psicología
que propone es el de la biología a partir de Charles Darwin, entendida como una teoría
general de las relaciones entre los organismos y los medios. En ambos casos, la noción
de adaptación tiene un papel central. En la biología darwiniana, la adaptación es la me-
dida que rige la relación entre las especies y el medio en el cual se desarrollan.
En el conductismo, que se propone como una ciencia práctica cuya finalidad es la
predicción y la capacidad de control de las conductas de los individuos, la adapta-
ción del organismo al medio humano en el cual se desarrolla es uno de los ejes
sobre los cuales gira el estudio psicológico. En su polémica contra la psicología
experimental y contra la conciencia como objeto de estudio, la teoría de Watson
tuvo dos períodos: uno metodológico, en el cual simplemente señaló la imposibili-
dad de tomar a la conciencia como objeto de estudio de la psicología, y otro perío-
do, llamado ontológico, en el cual directamente
rechazó la existencia de una entidad tal como la
conciencia. Charles Darwin: Biólogo inglés (1809-
Algunos críticos han señalado que el conductis- 1882) que trabajó sobre la mutación
de las especies. Determinó que las
mo es, en verdad, una biología del comporta- variaciones favorables a la conserva-
miento. De hecho, Watson consideraba que no ción de las especies tenderían a
había mayores diferencias entre la fisiología que transmitirse, y las desfavorables a eli-
estudia, por ejemplo, el funcionamiento de un minarse. Entre sus libros figuran: Ori-
órgano, y la psicología, que estudia el organis- gen de las especies por medio de la
selección natural (1859) y la descen-
mo en su totalidad. La pregunta que aún pode- dencia del hombre (1871).
mos hacernos a partir de las propuestas más ra-

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Unidad I

Actividad: dicales de Watson es si una psicología así enten-


En el siguiente ejemplo –tomado del dida, que excluye todo aquello que no es ob-
relato Zoia Andréievna, de la escritora servable y que rechaza de su estudio toda di-
rusa Nina Berberova–, distingue ejem- mensión subjetiva, sigue siendo una psicología.
plos y describe:
Aquí hemos ilustrado al conductismo a partir de
a) Estímulo
b) Respuesta algunas ideas fundamentales de su fundador. Sus
c) Contenidos de la conciencia presupuestos epistemológicos han influido y si-
d) Conducta molar guen influyendo nuestra forma de entender a la
e) Conducta molecular psicología, y muchas de las técnicas estudiadas por
f) Acto
"Zoia Andréievna clavó la vista en su
Watson y sus seguidores se utilizan hoy en las dis-
plato, en el pedazo de cordero con sal- tintas terapias psicológicas. Pero el conductismo,
sa, en las papas fritas. Algo la incomo- que creció fundamentalmente en Estados Unidos,
daba en el comportamiento de los que tuvo numerosos y complejos desarrollos desde
la rodeaban y comenzó a comer depri- principios del siglo XX hasta ahora.
sa, lo que no iba para nada con su apa-
riencia. Muchos teóricos han elaborado, criticado y per-
Tamara retiró su silla y se dirigió a la feccionado el programa conductista, entre otros se
cocina a buscar una jarra con agua. Ca- pueden mencionar a G. Canguilhem, autor de La
minaba moviendo mucho la cadera y psicología como ciencia de las reacciones y el comporta-
el pecho y con la cabeza bien erguida.
Cuando volvió y se sentó, le dio la espal-
miento y a B. Skinner, autor de Problemas del con-
da a Fiódor Fiódorovich y preguntó: «¿Ha ductismo. Nosotros vamos a nombrar aquí algu-
venido usted sola o con su marido?». nas correcciones al conductismo watsoniano plan-
Zoia Andréievna sonrió y todo el mun- teadas por el psicólogo norteamericano Edward
do se dio cuenta de que se sentía con- Tolman. Para Tolman, la conducta humana inte-
fundida. Anna Petrovna incluso dio un
ligero empujón por debajo de la mesa gra algunas conductas más simples dentro de otras
a María Petrovna. más complejas, que son los actos. Pero los actos
«No, estoy sola –dijo ella–. No tengo pa- no son sólo respuestas mecánicas sino que están
rientes. Hace mucho tiempo que no vivo guiados por intenciones, motivos, significados.
con mi marido.»
Estos no resultan tan mecánicamente observables
Y de nuevo Fiódor Fiódorovich levantó
su indiferente mirada hacia el rostro y como los objetos que Watson pretendía.
los hombros de Zoia Andréievna. Entre Para Tolman, la teoría watsoniana toma en cuenta
tanto, Tamara había reparado en el ani- básicamente la conducta molecular del individuo,
llo que la recién llegada llevaba en el es decir aquella que está constituida por los as-
dedo índice, y de inmediato sintió aver-
sión contra esa advenediza, tan
pectos fisiológicos y físicos de una respuesta total
limpiecita, con toda seguridad adinera- (por ejemplo, el guiño del ojo cuando es encandi-
da, y con la cual ella, en realidad, no lado por un haz de luz). En cambio, Tolman pro-
tenía nada que ver, ya podía desapare- pone tomar en consideración la conducta molar,
cer esa damisela, esa maldita mosca
que abarca la totalidad organizada por medio de
muerta".
la cual se manifiesta un ser humano, es decir, que
incluye las motivaciones, el sentido que tiene esa
Mecanicista: que explica los fenóme- acción para ese individuo y otras variables no
nos naturales y de la vida con las le- cuantificables (por ejemplo, el grito eufórico de un
yes mecánicas del movimiento, exclu-
hincha cuando el goleador del equipo adversario
yendo otras causas o motivaciones.
yerra un penal).

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