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CURSO DE EDUCACIÓN VIAL PARA DOCENTES.

Un espacio para pensar nuestro


transitar en sociedad.

Módulo I. EDUCACIÓN VIAL PARA UN CAMBIO CULTURAL

1. Punto de partida

La propuesta para el primer mó dulo es caracterizar la situació n vial a partir de un


diagnó stico situacional que da cuenta de las dimensiones sociales y de salud en el
mundo y en nuestro país. También abordaremos el marco normativo nacional que
regula la enseñ anza de la educació n vial; analizaremos el enfoque desde el cual se
trabajó histó ricamente la temá tica para, luego, presentar la perspectiva que propone
un abordaje continuo, progresivo y transversal, en todos los niveles de enseñ anza,
como estrategia para una transformació n de nuestra cultura vial.

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2. Identificación de la problemática. Diagnóstico situacional

Las estadísticas permiten conocer concretamente las realidades que se viven a nivel
nacional e internacional. Ademá s nos dan la posibilidad de reflexionar sobre todas las
dimensiones que presenta el trá nsito (social, cultural, econó mica y de salud), y tener
en cuenta a los diferentes actores, contextos y factores involucrados.

Una problemática mundial

Segú n la Organizació n Mundial de la Salud (OMS) las muertes por siniestros viales constituyen
una crisis mundial de proporciones epidémicas con 1,25 millones de víctimas al añ o. Los
hechos viales son la primera causa de muerte de jó venes entre 15 y 29 añ os y se estima que
entre 20 y 50 millones de personas sufren traumatismos no mortales.

En nuestro país los siniestros viales fatales constituyen la principal causa de muerte de
personas entre 15 y 35 añ os. De acuerdo a los informes elaborados por el Observatorio Vial de
la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), en Argentina durante el añ o 2017 fallecieron
5.420 personas, un promedio de 15 muertes por día. El uso de elementos de seguridad es el
má s bajo de Sudamérica: solo 4 de cada 10 autos viajan con todos sus pasajeros con cinturó n
de seguridad y el 65% de los conductores de motocicleta circulan con casco.

Hechos evitables

Es muy importante aclarar que el 90% de los incidentes viales que ocurren en nuestro país y
en el mundo son evitables. Esto quiere decir que no son hechos accidentales sino producto de
las decisiones y de la responsabilidad humana. En este marco resulta necesario reforzar las
acciones de sensibilizació n sobre los factores de riesgo y las medidas de prevenció n en el
á mbito de la seguridad vial.

Ademá s, la tasa de mortalidad en los países que se encuentran en desarrollo duplican


a los países que presentan ingresos altos, pese a que estos países concentran el 54%
de los vehículos del mundo. Casi la mitad de las muertes afectan a los usuarios
vulnerables de la vía pú blica: peatones, ciclistas y motociclistas. Esta pandemia afecta
a má s vidas que las que producen las enfermedades como la tuberculosis, la malaria y
el SIDA juntas.

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Tal como se expone en el recuadro, en nuestro país fallecen por añ o má s de 5.000
personas en siniestros viales. En el añ o 2017, 61.200 personas sufrieron lesiones.

El 40% del total de fallecidos lo conforma el grupo poblacional que tiene entre 15 y 34 añ os de
edad. Por eso decimos que la primera causa de muerte de la juventud son los siniestros viales;
y en este sentido reafirmamos la importancia de trabajar con las y los jó venes.

Estas estadísticas evidencian un problema social que involucra a miles de personas,


especialmente a la població n joven; y es un grave problema de salud pú blica que
afecta al desarrollo sostenible de las comunidades, a la calidad de vida, e impacta en la
equidad social (principalmente en los países en vía de desarrollo como el nuestro).

Por eso proponemos una interpretació n multicausal del diagnó stico situacional y no
leerlo como nú meros aislados. Analizar estos datos desde una perspectiva social
(teniendo en cuenta factores histó ricos y culturales) otorga la posibilidad de pensar
estrategias pedagó gicas y educativas para la transformació n de nuestra actual cultura
vial; y por ende de nuestro comportamiento en la vía pú blica.

Para profundizar, les sugerimos ver los estudios elaborado por el observatorio vial, de la
Agencia Nacional de Seguridad Vial:
https://www.argentina.gob.ar/seguridadvial/observatoriovial/estudios
También podrá n acceder a otros informes, estadísticas y trabajos de investigació n.

3. Factores de riesgo y uso de elementos de seguridad

Para analizar los hechos viales es necesario considerar la incidencia de los factores
sociales arraigados a los há bitos de los argentinos. Las percepciones, creencias y
actitudes de la població n, conforman una determinada cultura vial e influyen en la
toma de decisiones y en las conductas de las personas al transitar. De acuerdo a los

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informes del Observatorio Vial de la ANSV existe un desfasaje entre el sistema de
creencias de la població n y el sistema de leyes y normas sobre seguridad vial.

Conocer las idiosincrasias y los comportamientos viales nos permite avanzar hacia
una reflexió n crítica, su modificació n y la promoció n de nuevos há bitos.

 Velocidad

A pesar de que 9 de cada 10 personas señ alan que es peligroso sobrepasar los límites
de velocidad establecidos, alrededor del 70% reconoce que con frecuencia exceden la
velocidad permitida en las distintas vías. El aumento de la velocidad promedio guarda
relació n directa con la probabilidad de que ocurra un incidente de trá nsito y con la
gravedad de sus consecuencias. Por ejemplo, un incremento de 1 km/h de la velocidad
media del vehículo se traduce en un aumento del 3% en la incidencia de siniestros con
lesiones, y un 4% a 5% en la incidencia de colisiones mortales.

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 Consumo de alcohol y estupefacientes

Si bien un 93% de las personas consultadas señ ala que reconoce los riesgos de
conducir alcoholizado, el 82% declara que si se consume poco alcohol se puede
controlar el efecto. El 20% de los encuestados declaran que en el ú ltimo añ o han
consumido antes de conducir y el 47 % de los jó venes (entre 17 y 35 añ os) señ ala que
la mayoría de sus amigos conducirían alcoholizados.

 Distracciones

Existen diferentes factores de distracció n que pueden alterar la conducció n. El má s


preocupante es el uso de teléfonos celulares, la primera causa de choques en las
ciudades. Quienes usan el celular mientras conducen tienen cuatro veces má s
probabilidades de estar involucrados en un incidente vial, ya que disminuye la
velocidad de reacció n y dificulta mantener las distancias adecuadas.

 Uso del casco

El 98% de los conductores de moto reconoce que el uso de casco reduce el riesgo de
sufrir lesiones, sin embargo 7 de cada 10 señ alan que si conducen con cuidado no es
realmente necesario usarlo. La posició n en el vehículo influye en el uso de casco: los
conductores son quienes má s se protegen (un 65 %, muy por debajo de la tasa
promedio en la regió n). En el pasajero su uso disminuye a un 44%, y entre el resto de
los pasajeros –que no deberían ser transportados en éste vehículo- só lo un 22%
utiliza el casco.

 Cinturó n de Seguridad y Sistema de Retenció n Infantil (SRI)

Nuestro país se encuentra por debajo de las tasas de uso de cinturó n de seguridad en
la regió n con só lo un 55% de conductores que lo utilizan, y 5 de cada 10 vehículos
circula con todos sus ocupantes protegidos. Si bien el uso del SRI evoluciona en forma
creciente desde 2011, solo un 39% de las personas consultadas utiliza siempre el SRI
para transportar a niñ os en los vehículos; de acuerdo al estudio observacional (2017)
7 de cada 10 menores de edad transitan en vehículos sin ninguna protecció n. En
general se puede observar que el uso de cinturó n de seguridad por parte de los
conductores influye favorablemente para que los demá s pasajeros se lo coloquen,
como también en la utilizació n del SRI.

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Para finalizar este apartado, les recomendamos dos lecturas obligatorias que les
permitirá n profundizar sobre cuá les son las formas en que los factores de riesgo
inciden en la movilidad: Conducció n segura y condiciones psicofísicas y Sistema de
Retenció n Infantil.

La seguridad vial también se disputa en el lenguaje

La construcció n social del peligro/riesgo nos permite cuestionar algunos conceptos


habitualmente ligados a la seguridad vial. En la normativa vigente y en la vida cotidiana se
denomina «accidente» a un hecho vial que causa dañ os a objetos, artefactos y personas. Sin
embargo, la palabra «accidente» da cuenta de un hecho que ocurrió con cierto componente de
azar y/o casualidad, es decir, debido a circunstancias no deseadas o no conocidas, una
coincidencia de factores inesperados; una serie de sentidos que invisibilizan la
responsabilidad humana sobre estos acontecimientos. Por eso utilizamos la expresió n
“siniestro vial” o “incidente” ya que permite vincular el hecho a una situació n multicausal, de
carácter prevenible y en el que interviene el factor humano como principal responsable.

Entonces, dado que la realidad social se construye y se percibe a través de representaciones


discursivas, consideramos que la seguridad vial es una cuestió n que también se disputa en el
lenguaje.

Para reflexionar:
Les proponemos que se tomen un momento para pensar y reflexionar en la lectura que
hicieron y que hagan una lista de, por lo menos, tres situaciones que representan un potencial
peligro y que muchas veces las pensamos como “accidentes” sin visibilizar la responsabilidad
humana. Por ejemplo: cruzar la calle a mitad de cuadra, conducir un vehículo escuchando
mú sica muy alta, viajar en una bicicleta sin espejos ni casco, no utilizar apoyacabezas en el
auto. ¿Cuá ntas situaciones de la vida cotidiana tenemos naturalizadas y no tomamos
dimensió n de que son riesgosas y evitables?

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4. La educación vial como política pública

Marco normativo

La Ley de Educació n Nacional Nº 26.206 establece entre los fines y objetivos de la


política educativa nacional brindar una formació n ciudadana comprometida con los
valores éticos y democrá ticos de: participació n, libertad, solidaridad, resolució n
pacífica de conflictos, respeto a los derechos humanos, responsabilidad, honestidad,
valoració n y preservació n del patrimonio natural y cultural. Asimismo, respecto de los
objetivos específicos de cada nivel, señ ala que:

La Educació n Inicial deberá “promover el aprendizaje y desarrollo de los/as niñ os/as


de 45 días a 5 añ os de edad inclusive, como sujetos de derechos y partícipes
activos/as de un proceso de formació n integral, miembros de una familia y de una
comunidad” (art. 20, inc. a).

La Educació n Primaria deberá “brindar una formació n ética que habilite para el
ejercicio de una ciudadanía responsable y permita asumir los valores de libertad,
paz, solidaridad, igualdad, respeto a la diversidad, justicia, responsabilidad y bien
comú n” (art. 27, inc. h).

La Educació n Secundaria, en todas sus modalidades y orientaciones, tiene la finalidad


de habilitar a los/as adolescentes y jó venes para el ejercicio pleno de la ciudadanía,
para el trabajo y para la continuació n de estudios (art. 30). Y establece como objetivo
“brindar una formació n ética que permita a los/as estudiantes desempeñ arse como
sujetos conscientes de sus derechos y obligaciones, que practican el pluralismo, la
cooperació n y la solidaridad, que respetan los derechos humanos, rechazan todo tipo
de discriminació n, se preparan para el ejercicio de la ciudadanía democrá tica y
preservan el patrimonio natural y cultural” (art.30, inc. a).

Ademá s, la Ley de Trá nsito N° 24.449 (art. 9) y la Ley de Promoció n de la Educació n


Vial N° 27.214, establecen las bases para la educació n vial, entendida como derecho
individual y social y como responsabilidad indelegable del Estado, incluyendo la
promoció n de conocimientos, prá cticas y há bitos para la circulació n y el trá nsito
seguro en la vía pú blica.

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5. La importancia de la educación vial para el fortalecimiento de la formación
ciudadana

A partir de considerar las dimensiones de ésta problemá tica, y especialmente su


impacto sobre la població n juvenil, la educació n vial es una de las estrategias centrales
–articulada con el desarrollo de políticas pú blicas de prevenció n y el control de la
seguridad vial- para fortalecer el proceso de transformació n de la cultura vial.

Frente a problemá ticas sociales como la inseguridad vial, la inclusió n o la accesibilidad


de los espacios pú blicos, es necesario que reflexionemos sobre có mo los abordamos
desde la educació n vial. El pedagogo italiano Francesco Tonucci menciona dos
posibles líneas de acció n desde las cuales encaramos los problemas comunes: la
solució n privada de la defensa o la solució n social de la participació n. La primera es a
la que el actual sistema socioeconó mico empuja, planteando que nos enfrentamos a
una situació n inevitable e inmodificable, frente a la cual cada quien debe velar por su
propio bienestar. La segunda propuesta, con la que coincidimos y queremos trabajar,
es asumir que los problemas no son individuales, sino sociales, políticos y culturales.
Para poder avanzar hacia una ciudad que reconozca las diversidades y la complejidad,
es necesaria la participació n ciudadana en pos del bien comú n, la convivencia
respetuosa y solidaria.

Respecto a nuestra cultura vial, sobre la que se fueron acentuando prá cticas y
discursos que promueven el consumismo, la competencia, el disfrute individual, y
conductas que manifiestan determinadas relaciones de poder (culto al automó vil,
exceso de velocidad como estilo de vida, competencia, transgresió n, etcétera), la
solució n privada no es una alternativa para revertir la inseguridad vial. Vimos, a
través de las estadísticas, que nos encontramos frente a una problemá tica social-
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cultural, compleja y multidimensional, que tiene un costo muy alto en la vida y la salud
de miles de personas.

En este sentido, el lugar de la escuela es fundamental para encarar un proceso de


transformació n desde una perspectiva social, crítica y participativa. Las instituciones
escolares cuentan con la posibilidad de integrar la formació n y la reflexió n sobre
nuestras conductas y há bitos viales al trayecto educativo, para construir prá cticas má s
seguras, fortalecer nuestra ciudadanía y la convivencia social.

Les proponemos mirar el siguiente video de Isabelino Siede (2015) sobre Enseñ anza y
Aprendizaje, en el marco del Programa “Nuestra Escuela” y reflexionar sobre có mo podemos
desarrollar procesos de enseñ anza y aprendizaje que promuevan conductas y há bitos viales
má s seguros.

¿Có mo invitamos a estudiantes a cuestionar sus prá cticas cotidianas, que fueron aprendidas
por fuera de la escuela, para que aprendan conductas má s seguras y solidarias? ¿Podemos
enseñ ar educació n vial tomando en cuenta lo que los chicos y chicas hacen, saben y quieren?
¿Có mo podemos contribuir/acompañ ar para mejorar las prá cticas de nuestros estudiantes?
Si los proyectos personales motorizan nuestro interés por aprender, ¿có mo conjugamos las
prá cticas con los proyectos colectivos para construir una mejor convivencia?

https://www.youtube.com/watch?v=Wmfb8bWbGWY&feature=emb_logo
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6. Una nueva perspectiva para la enseñanza de la educación vial

“La definició n de enseñ ar se puede relacionar con el proceso de ir dejando señ ales en el
camino para que otro vaya enocntrando un recorrido, para que otro decida si sigue por el
camino que está marcado o no. Ahí hay un margen para la construcció n de la libertad”

Isabelino Siede (2015)

Histó ricamente la educació n vial se trabajó en las escuelas como un contenido aislado
de las experiencias de circulació n y asociado a la conducció n de vehículos. Desde un
enfoque que no siempre considera la multiplicidad de aspecto y factores que
determinan el trá nsito como un hecho cultural, cotidiano, que se expresa a través de
diferentes conductas de trá nsito y uso del espacio pú blico.

Creemos que es necesario hacer una revisió n crítica sobre las formas clá sicas de
educar en seguridad vial que se caracterizaron por:

 Una formació n centrada en la conducció n de vehículos: focalizada só lo en uno


de los roles que desarrollamos al transitar. La educació n dirigida a “futuros
conductores” refuerza la jerarquía y el poder que tienen los vehículos
motorizados en nuestra cultura. Las pistas viales o los kartings reducen la
complejidad del espacio pú blico y el sistema vial, promoviendo en los niñ os la
conducció n como un placer y privilegio adulto. Ademá s, este método los invita
a pensarse en forma indefinida y sin contemplar la etapa cognitiva en la que se
encuentran, en un rol que no ejercen; por lo tanto no podrá n proyectar ese
aprendizaje a su propia prá ctica.

 Predominio en la enseñ anza de la señ alética vial: Si bien las señ ales, como
parte del marco que regula el trá nsito, tienen el sentido de unificar criterios, de
ser un mensaje comú n para todos los ciudadanos, cuando son enseñ adas y
aprendidas como símbolos descontextualizados, abstractos, del entorno local y
de las prá cticas viales de los estudiantes, no aportan a la comprensió n del

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sentido que tienen éstas normas en funció n de las conductas y de las relaciones
que establecemos con otras personas al transitar por el espacio pú blico.

 Entrenamiento para la autodefensa: la educació n vial abordada como mera


informació n preventiva y necesaria para adaptarnos a un espacio pú blico hostil
e inseguro, pierde su potencial como herramienta para la transformació n de las
conductas individuales y colectivas.

Retomando a Francesco Tonucci, que propone un abordaje participativo y colectivo de


los problemas sociales, entendemos que la educació n vial puede incorporar un nuevo
enfoque basado en el fortalecimiento de la ciudadanía, como un modo de interpretar e
interpelar la realidad, desde la formació n ética, la mirada crítica sobre nuestras
prá cticas y considerando el encuentro con las otras personas.

La perspectiva para la enseñ anza de la educació n vial que proponemos busca:

 Contribuir a la comprensió n de los hechos viales como hechos sociales que se


enmarcan en la historia y la cultura de cada comunidad.

 Reconocer la intervenció n humana en ese contexto y promover la recuperació n


del sentido social del cuidado de sí mismo y de los otros en la vía pú blica.

 Facilitar el acceso igualitario y democrá tico a todos los niñ os, niñ as y jó venes
sobre los conocimientos, há bitos y prá cticas necesarias para la protecció n de la
vida y su bienestar físico, psíquico y emocional (considerando las
particularidades de los diferentes contextos).

 Promover la reflexió n sobre la complejidad del espacio pú blico y la reflexió n


ético política acerca de los valores que consolidan nuestra vida en democracia.

 Favorecer la revisió n crítica sobre el modo de circulació n de los ciudadanos y


sobre sus actitudes en la vía pú blica, en el despliegue de los roles como
transeú ntes, conductores o usuarios de los servicios de transporte.

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 Promover la apropiació n de las normas que regulan el trá nsito y la movilidad, y
el conocimiento de los derechos y obligaciones de los ciudadanos referidos a
este tema.

 Aportar a la toma de conciencia sobre la necesidad de ejercer un uso


consciente, responsable y respetuoso de la vía pú blica, fortaleciendo la
convivencia social y la construcció n de una cultura de la prevenció n y de la
solidaridad.

 Socializar los conocimientos e implicar en la formació n de los estudiantes a


toda la comunidad (familias, vecinos, organizaciones sociales, agentes y
funcionarios de trá nsito, empresas de transporte, etcétera).

7. Nuestros desplazamientos como hechos sociales

El hecho vial como hecho social

Siguiendo a Durkheim, el hecho social es un modo de hacer influenciado por la cultura


y el contexto social. Este modo de hacer, de sentir y de pensar se presenta como
“externo” a cada individuo y posee un poder coercitivo que hace hacer de una manera
determinada. Se los puede observar cotidianamente como conductas convencionales,
por ejemplo: aplaudir cuando termina una obra de teatro o gritar un gol en un partido
de fú tbol.

Los hechos sociales conforman nuestro sentido comú n, por eso, cruzar por la mitad de la
calle, superar las velocidades má ximas, conducir alcoholizados o no ponernos el casco
cuando circulamos en moto o bici, se pueden entender como modos de hacer exteriores a
nosotros mismos que está n fuertemente internalizados.

Estos há bitos naturalizados generan una inercia social difícil de modificar en el corto
plazo. El peso de la costumbre hace que por má s que tengamos noció n y plena
conciencia de que son conductas impropias y peligrosas, a la hora de la acció n es como
si una fuerza nos empujara a realizarlas. Existen dos universos paralelos: por un lado,

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el de la ley, el de los comportamientos correctos y saludables para desplazarnos en
todos los roles viales, de los que tenemos pleno conocimiento como sociedad; por otro
lado el de la costumbre, donde cada uno interpreta la norma como quiere, alejá ndose
del cuidado de sí mismo y de los otros que estipula la normativa. No obstante, al no
ser naturales, estos há bitos se pueden modificar. Desplazar los comportamientos
inseguros e individualistas por conductas má s responsables y solidarias, a través de la
conciencia crítica, es el desafío que tenemos como sociedad en materia de trá nsito y
de educació n.

El rol ciudadano

Son varios los motivos que nos llevan a reproducir estas conductas inseguras. No solo
el individualismo y su consiguiente falta de reconocimiento del otro, sino también el
mal desempeñ o del Estado a lo largo de la historia. El antropó logo Pablo Wright
remarca que “las interrupciones traumá ticas de la vida institucional han dejado una
marca en el imaginario colectivo generando desconfianza en los signos estatales. Si
queremos cambiar nuestra conducta vial, tenemos que repensar nuestro rol como
ciudadanos y nuestra relació n con el Estado”.

Romper el individualismo

Es importante visibilizar que las decisiones que tomamos en el espacio pú blico nunca
son individuales, siempre afectan a terceros. Debemos reconocer y tomar conciencia
de que nuestras acciones repercutirá n tanto en las personas que viajan con nosotros,
en el caso de conducir o ser pasajeros de un vehículo, como también en los demá s
ciudadanos con los que compartimos el espacio vial. Pongamos algunos ejemplos:
vamos en el auto viajando en el asiento de atrá s sin cinturó n de seguridad, la persona
que conduce y el acompañ ante lo tienen puesto. Si sufrimos un choque nuestra masa
corporal se multiplicará por seis debido al efecto de inercia y propulsió n. Sin cinturó n
es probable que termine lastimá ndose y también lesionando gravemente o incluso
provocá ndoles la muerte a los pasajeros de adelante. Por lo que si utilizo el cinturó n
no só lo cuido mi vida, sino también la de las otras personas con las que comparto el
viaje.

La responsabilidad no la tenemos solamente cuando estamos en un vehículo, sino


cuando ejercemos todos los roles en el trá nsito. Veamos qué pasa cuando somos

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peatones: si bien tenemos prioridad para desplazarnos, también tenemos obligaciones
y debemos movernos atentos. Algunos datos son reveladores al respecto: solo en el

añ o 2017 murieron 506 peatones en todo el país. La mayoría de ellos por tener
conductas negligentes que se podrían haber evitado. Esto revela que si bien los
peatones son los má s vulnerables en la vía pú blica, también incide su comportamiento
en los demá s ciudadanos que se desplazan por el espacio pú blico.

Contra aquellos discursos que remarcan que no utilizan el cinturó n, cruzan por la
mitad de la calle o no se ponen el casco porque “es mi vida y hago lo que quiero”,
queda claro que en el espacio pú blico siempre incidimos en la vida de los demá s. Ya
sea la de los otros que circulan con nosotros, con los que compartimos la comunidad,
como también la de nuestros familiares y amigos que sufrirían profundamente la
pérdida de un ser querido. Por lo tanto es importante remarcar que cumplir las
normas de trá nsito no só lo nos cuida a nosotros como individuos, sino también a las
personas con las que circulamos cotidianamente. Romper la dimensió n individualista
del trá nsito y tomar conciencia de que no lo hacemos solos es fundamental para
entender que la calle, la ruta, y la vereda son lugares pú blicos, de todos y para todos.

Hacia la transformació n de la cultura vial

Como sostiene Wright, en Argentina hay una tendencia conformada desde el sentido
comú n y los medios masivos de comunicació n a “creer que mejores vehículos, o má s
multas, por sí solos iban a solucionar la seguridad vial, lo cual revela una ingenuidad
flagrante para el aná lisis de la conducta humana como un hecho social”. Es decir, lo
que histó ricamente se interpretó como un avance en materia vial lejos estaba de
generar una transformació n cultural. Esta transformació n implica que repensemos la
problemá tica y abordemos al trá nsito no como el mero desplazamiento de vehículos,
sino como una conducta ciudadana.

La vida social supone respetar un acuerdo, en donde el cumplimiento de las normas


viales posibilita un trá nsito ordenado, responsable, en pos del bien comú n, la salud y
del mejoramiento de nuestra calidad de vida. Develar al espacio pú blico como un lugar
de todos, donde los otros ciudadanos no son rivales sino pares que se mueven con
nosotros, es necesario para tener un comportamiento má s seguro, respetuoso y
solidario.

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El siguiente corto audiovisual pertenece a la serie Cuerpos Metálicos, de Canal Encuentro.
En ellos se documentan algunas características de nuestra cultura vial actual que da
cuenta de lo expuesto en este mó dulo.

http://www.educacionvial.gob.ar/Media/EducacionVial/videoteca/MICROSCuerposmetalicos%20Ciudadania
%20VialT01C13_DW_PA-PP-21676PA-PP-21700.mp4

Para reflexionar:

Para finalizar este mó dulo y a modo de reflexió n personal, les invitamos a observar y
preguntarse sobre los modos de circulació n en sus ciudades y có mo creen que es la
vinculació n con las normas viales. Ademá s, como creen que podrían transformar la actual
cultura vial, con qué acciones o estrategias.

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BIBLIOGRAFÍA:

Buxo, I. Rey Ma. José (1996): “Riesgo y Cultura: proyecto de antropología aplicada a la
educació n cívica en el á mbito de la seguridad vial”. Sociedad Españ ola de Antropología
Aplicada. Universidad de Barcelona.

Sintes, María (2009): “Educació n vial para una movilidad sostenible. La necesidad de
un cambio de enfoque”. Ponencia Encuentro de ciudades para la seguridad vial. (DGT)

Tonucci, Francesco (1996): “La ciudad de los niñ os; un modo nuevo de pensar la
ciudad. Losada. Buenos Aires.

Wright, Pablo (2010): “Imaginarios, símbolos y coreografías viales: una perspectiva


antropoló gica” (CONICET)

Wright, Pablo (2009): “Perspectivas antropoló gicas para la educació n y política vial”
(CONICET)

Durkheim, É mile (1988): “Las reglas del método socioló gico”. Alianza, Madrid.

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