El Olivo
El Olivo
El Olivo
Methodology:
Los productos generados han seguido una tendencia a la baja desde la cosecha
16/17. Los precios de los AOV y del aceite de orujo de oliva crudo oscilaron entre
3,00 y 2,32 € / kg y 1,41 y 0,84 € / kg, respectivamente, para las temporadas 2017-
2018 y 2018-2019. Los precios de los huesos de aceituna y el orujo agotado
oscilaron entre 0,073 y 0,056 € / kg y entre 0,014 y 0,017 € / kg, respectivamente
(Instituto de Diversificación y Ahorro Energético, 2019; Olimerca, 2020). En la tabla
1 se muestran las principales características de las fincas olivareras y OOM
encuestadas. En este estudio, se consideraron valores promedio de 3 temporadas
para las fases agrícola e industrial. Hubo pocas variaciones para la mayoría de las
actividades de las fases agrícola e industrial entre temporadas. Sin embargo, el
rendimiento de la aceituna y, en consecuencia, las actividades de recolección
(fase de cultivo) fluctuaron significativamente de un año a otro debido a las
condiciones climáticas cambiantes y la naturaleza biológica de los olivares. Este
es un factor determinante a la hora de calcular las distintas IE de la UF (Pattara et
al., 2016; Rajaeifar et al., 2014; Rinaldi et al., 2014). Existe una limitación
importante relacionada con el vínculo entre las fases agrícola e industrial. Es
relativamente habitual que los agricultores procesen sus aceitunas en diferentes
OOM, así como los OOM generalmente procesan aceitunas de muchos
agricultores diferentes. Por ese motivo, las fases se han estudiado por separado y
fusionadas con respecto a la UF descrita. Adicionalmente, debido a la falta de
información o baja representatividad de algunos procesos, se han considerado
algunos supuestos para diferentes actividades descritas en la sección del
inventario del ciclo de vida (LCI).
Los procesos considerados en la fase agrícola incluyen: i) manejo de la tierra (por
ejemplo, labranza), ii) riego, iii) fertilización, iv) productos de protección vegetal
(PPP) y herbicidas, v) cosecha y vi) poda de árboles. Se consideró el uso de
diesel y gasolina, principios activos contenidos en productos aplicados al suelo,
mallas de polietileno, consumo de energía durante el riego, entre otros. En
general, las características fueron similares entre los sistemas de cultivo del olivo,
pero hubo algunas diferencias en las cantidades (Anexo 1). Hacemos los
siguientes supuestos: i) Fase de plantación del olivo. Los olivos de las fincas
seleccionadas tenían más de 25 años, por lo que la contribución de la fase de
plantación del olivo en las IE fue insignificante (Salomone et al., 2015; Salomone e
Ioppolo, 2012), ii) Riego. Además de agua, requiere un consumo eléctrico, que
generalmente proviene de la red eléctrica española. Sin embargo, algunos cultivos
tienen un sistema fotovoltaico o diesel, pero la representatividad de los insumos
totales fue insignificante, iii) Cambio de uso del suelo. El sistema oleícola está
consolidado en Jaén y el uso del suelo no ha cambiado desde hace más de 100
años, por lo que el uso del suelo se considera cultivo permanente, iv) Quema de
residuos de poda de árboles. La quema de la poda de olivos está regulada y se
requiere un permiso especial. No obstante, continúa la quema de poda ligera de
árboles, aunque en un número decreciente de casos. El carbono y el
correspondiente dióxido y monóxido de carbono emitidos por esta actividad se
consideran pertenecientes al ciclo corto del carbono y, por lo tanto, no se
contabilizan en el LCA (British Standards Institution, 2011). El resto de emisiones y
partículas emitidas al aire, como vapor de agua, CH4, etano, etileno y
formaldehído se consideran despreciables en esta actividad (Alves et al., 2019), v)
Distancias de transporte. La distancia de transporte de los productos consumidos
en las fincas y OOM de Jaén tiene un valor de 300 km. Esta cifra es una distancia
aproximada de esta provincia a las principales ciudades industriales (Sevilla y
Madrid) y puertos de Andalucía como Algeciras, Motril y Almería, vi)
Infraestructuras y consumos energéticos asociados. Infraestructuras como
edificios o almacenes y su consumo energético es insignificante para el estudio de
la producción de VOOs en LCA (Salomone et al., 2015), y vii) Emisiones. Las
emisiones al aire, al agua y al suelo producidas por procesos agrícolas se
factorizaron de acuerdo con las Directrices del Panel Intergubernamental sobre
Cambio Climático (IPCC) para los inventarios nacionales de gases de efecto
invernadero (Amstel, 2006) y manteniendo la misma relación con los productos y
actividades establecidos. por el PEFCR. Los principales procesos, insumos y
productos de la fase agrícola para los tipos de cultivos y cosechas estudiados se
muestran en el Anexo 1.
2.5.1 Eq de CO2 fijo en la finca La fijación neta anual de CO2 de los árboles se
calculó a partir de: i) el C fijado en los frutos del olivo, ii) el C anual que se
almacena en las estructuras estables de los árboles, y iii) el C de la poda de
árboles asumiendo que los> 25 años de edad de los árboles mantienen un dosel
de volumen estable. La cantidad anual de C absorbido del CO2 atmosférico y
trasladado a la aceituna se estimó considerando el contenido de agua y carbono
de la aceituna. La cantidad anual de C almacenado en la estructura estable de los
olivos de la variedad picual se estimó a partir de la relación entre la densidad de
árboles y la tasa anual de acumulación de C en olivos tanto aéreos como
subterráneos (López-Bellido et al., 2016 ). La tasa anual de almacenamiento de C
en la poda de árboles se basó en la relación entre la poda de árboles de luz y leña
y el rendimiento del olivo (Civantos y Olid, 1982) considerando el contenido de
agua (26,6%) de la poda de árboles. Finalmente, se recolecta una pequeña
proporción de hojas y ramitas de los árboles junto con el fruto de la aceituna que
acaba en los OOM. Esta cantidad, que representó el 7% de la aceituna
recolectada (Schau et al., 2016), se calculó a partir del rendimiento de la aceituna.
El contenido de carbono de muestras compuestas de olivos y poda de árboles de
picual se determinó en un autoanalizador del CNHS. La cantidad anual de CO2
fijada por el árbol fue la suma de ese almacenamiento en la estructura permanente
del olivo, la poda, los frutos del olivo y las hojas y ramitas de olivo. Según la
encuesta de las fincas de olivos, los cultivos temporales espontáneos se
controlaron mediante una combinación de herbicidas y labranza, por lo que no se
consideró la fijación anual de CO2 por parte de ellos.
Resultados:
Hubo una alta variabilidad en el fruto de la aceituna recolectada entre los años
encuestados y entre las fincas de olivos del mismo tipo. El coeficiente de variación
medio para todo el conjunto de explotaciones entre los tres años fue del 53,0%.
Además, los coeficientes de variación del rendimiento de aceituna entre fincas de
olivar de un mismo sistema de cultivo y año fueron del 18,0%, 48,6% y 68,3%,
para secano tradicional, regadío tradicional e intensivo, respectivamente. La
variabilidad en el rendimiento del fruto de la aceituna de cada cosecha para los
casos estudiados se debió principalmente a las condiciones climáticas y al
comportamiento alterno que caracterizan el cultivo del olivo. Esta variabilidad se
puede observar especialmente para los cultivos tradicionales de secano, que
representan una proporción relativamente alta del olivar español, pero no es
infrecuente en el olivar de regadío. Los coeficientes de variación del rendimiento
del olivo entre los años estudiados fueron del 52,3%, 22,0% y 24,9% para los
manejos tradicionales de secano, regadío tradicional e intensivo, respectivamente.
La variabilidad encontrada en este estudio no se pudo comparar con la de otros
estudios evaluando la huella de LCA o C a nivel de finca porque estos utilizan
modelos de manejo para cada tipo de finca de olivos (ej. Guarino et al., 2019;
Romero-G ́amez et al., 2017) o solo una finca de olivos (por ejemplo, Proietti et al.,
2014). Esta alta variabilidad en el rendimiento de la aceituna dentro de un sistema
agrícola, pero con una gestión similar, también significa una alta variabilidad en las
IE, que debe tenerse en cuenta. La Tabla 2 muestra los resultados de las 16
categorías de impacto de las explotaciones olivícolas tradicionales de secano y de
regadío e intensivas en fases industriales. En promedio, para todo el conjunto de
explotaciones de olivos y las IE, la fase de cultivo representó el 76,6% de las IE.
Por lo tanto, para reducir el impacto de la producción de una unidad de UF, la
mayoría de los esfuerzos deben realizarse en la fase de cultivo en lugar de en la
fase industrial.
Por kg de VOO, los impactos sobre el cambio climático, el agotamiento del ozono,
ambos indicadores de radiación ionizante, la eutrofización del agua dulce y el
agotamiento de los recursos hídricos del cultivo intensivo de olivos fueron
significativamente más altos que los de los cultivos tradicionales de secano, y los
del cambio climático y el agotamiento del ozono también más altos que los de
regadío tradicional. Aunque otros estudios han utilizado diferentes UF, lo que
dificulta la comparación, nuestros datos sobre los impactos sobre el cambio
climático están en el rango de otros, una vez convertidos a una escala
comparable. Así, Romero-G ́amez et al. (2017) calcularon utilizando modelos de
valores tradicionales de secano, regadío tradicional e intensivo en el rango de
1,23–1,94 kg CO2 eq. kg1 aceite de oliva, 1.04–2.18 kg CO2 eq. kg1 de aceite de
oliva y 1,66–2,44 kg de CO2 eq. kg1 aceite de oliva. Por último, nuestros datos
sobre el efecto del sistema agrícola sobre el cambio climático están bien en el
rango de 0,7 a 4,8 kg de CO2 eq. kg1 de aceite de oliva informado por Proietti et
al. (2017) para 7 fincas de olivos de gestión tradicional. Bajo un manejo intensivo
(2,17 kg CO2 eq. Kg1 de aceite de oliva), el impacto sobre el cambio climático fue
1,34 veces superior al de los tradicionales. La fertilización (29,6%) junto con
productos fitosanitarios y herbicidas (24,7%) aportaron un promedio de 0,92 kg
CO2 eq. kg1 aceite de oliva (54,3%). Así, el mayor impacto del cambio climático
de los olivares intensivos se debió principalmente a la mayor cantidad de
fertilizantes, especialmente a base de N, y pesticidas y herbicidas aplicados junto
con un mayor grado de mecanización en comparación con los sistemas
tradicionales. El mayor impacto del cultivo intensivo de olivos en la eutrofización
de agua dulce también está directamente relacionado con las mayores cantidades
de fertilizantes aplicados en el cultivo intensivo de olivos. Por lo tanto, se deben
realizar más esfuerzos en la optimización de la fertilización a base de N y el uso
de productos fitosanitarios y herbicidas. Estudios anteriores han demostrado la
contribución relativamente alta de los fertilizantes nitrogenados en las emisiones
de CO2. Un cambio del tipo de fertilizante N y la reducción de las cantidades de
nitrógeno son posibles después de que una evaluación de N encontró que los
olivares sincronizan en tiempo y magnitud la disponibilidad de N con la demanda.
Se ha demostrado que
El uso de fertilizantes nitrogenados orgánicos, como el estiércol de granja
combinado con cultivos de cobertura, podría reducir las emisiones de CO2
relacionadas con los fertilizantes nitrogenados. Además, la presencia de cultivos
de cobertura espontáneos temporales en los olivares controlados por medios
físicos no solo reduce el impacto en la eutrofización del agua dulce al aumentar la
retención de nutrientes dentro de la granja, sino que también puede impulsar el
control natural de plagas y enfermedades, reduciendo las necesidades de
protección de las plantas. productos y, por tanto, el impacto sobre el cambio
climático. Como era de esperar, el impacto del cultivo intensivo de olivos sobre el
agotamiento de los recursos hídricos fue el más alto. El impacto de los sistemas
oleícolas de secano fue positivo (caso de estudio 1 y 3) y típicamente entre 2 y 3
órdenes de magnitud menor que el del olivar tradicional de regadío e intensivo.
Por tanto, el riego deficitario en olivares, que es una estrategia en alza en la
actualidad, debe ser impulsada por las autoridades autonómicas para reducir el
impacto sobre los recursos hídricos y disminuir el consumo energético vinculado al
riego. Curiosamente, aunque el impacto en el uso de la tierra no fue significativo
entre los sistemas agrícolas, tendió a ser mayor en los tradicionales de secano.
Esta tendencia se debió a la productividad relativamente menor de estos sistemas
tradicionales con respecto a los tradicionales de regadío e intensivo. Romero-G
́amez et al. (2017), que mostró el mayor uso de la tierra para los de secano y el
menor para los olivares superintensivos. La figura 2 muestra la contribución media
ponderada de 3 años de las diferentes actividades e insumos de la fase industrial
sobre las IE. La mayor contribución de la fase industrial (46,0%) en comparación
con la fase de cultivo fue para la formación de ozono fotoquímico o "smog de
verano" u ozono a nivel del suelo, que se forma por la reacción de compuestos
orgánicos volátiles y óxidos de nitrógeno en presencia de calor y luz solar. Este
impacto depende principalmente de las cantidades de monóxido de carbono,
dióxido de azufre, óxido de nitrógeno (NO) producidas durante el tratamiento del
orujo.
con niveles medios a altos de materia orgánica del suelo que emitieron más CO2
durante la descomposición de la materia orgánica del suelo. Curiosamente, según
la función que relacionó el rendimiento de la aceituna y la huella de C, para una
cosecha inferior a 1835 kg de aceitunas ha1 y1, la huella de C es cero. Esto se
debe principalmente al hecho de que el CO2 fijado por los árboles no supera el
CO2 emitido fuera de la explotación y el emitido por la respiración basal del suelo.
Sin embargo, esto debe interpretarse con cautela, porque normalmente cuanto
menor es la producción de aceitunas, menores son las operaciones y las entradas
de la explotación y, por tanto, las emisiones de CO2 fuera de la explotación. Hasta
donde sabemos, no existen estudios que evalúen la huella de C por hectárea en
olivares siguiendo la metodología descrita en este estudio. Aguilera y col. (2015)
proporcionó una huella C de +1106 kg CO2 eq. (emisión neta de CO2 a la
atmósfera) ha1 y1 para olivares de gestión convencional con un rendimiento
medio de aceituna de 3,79 toneladas h1 y1 (peso fresco). Sin embargo, en dicho
estudio no se tuvo en cuenta el CO2 fijado en las estructuras estables de los
árboles y el del olivo. Además, los cambios en las existencias de carbono orgánico
del suelo se estimaron en cero, ya que se asumió que el carbono del suelo estaba
en equilibrio para una finca de olivos convencional sin insumos orgánicos. Por otro
lado, Lopez-Bellido et al. (2016) encontraron que la huella de C para 22 fincas de
olivos de diferentes densidades de árboles, variedades y manejo promedio de
7795 kg CO2 ha1, una cifra similar a la de nuestro estudio. Sin embargo, los datos
no son comparables plantación. Finalmente, Proietti et al. (2014) calcularon una
huella de C promedio del año 3 al 11 de una plantación intensiva de olivos de
cultivar Lecino de 5050 kg CO2 ha1, que es similar a nuestros datos. Sin embargo,
el CO del suelo basal
3.3. Balance de C Los saldos de C en la finca para los tres sistemas de cultivo de
olivos se muestran en la Fig. 7.
Los saldos de C en todos los sistemas de cultivo fueron negativos (por ejemplo,
pérdida neta de C). Los valores variaron de 239,9 a 613,8 kg C ha1,
principalmente debido a las emisiones de CO2 por respiración basal del suelo, las
cuales variaron de 656 a 1386 kg C ha1 y1 en los casos estudiados. La
respiración basal del suelo en nuestro estudio fue significativamente menor que
los 7840 kg C ha1 y1 estimados por Bertolla et al. (2014) en una finca
superintensiva de olivos arenoso-arcillosos en Toscana (Italia). Se obtuvo un
menor saldo negativo para los tradicionales de secano mientras que el mayor se
logró en la agricultura intensiva, y las diferencias entre manejos fueron
significativas. Por lo tanto, a pesar de que la huella de C, incluido el balance neto
de emisiones de efecto invernadero emitidas y fijadas durante un año, es negativa
(p. Ej., CO2 neto en la atmósfera) en cada uno de los casos de estudio, el análisis
del balance de C indica que el balance de C tradicional representativo de regadío
tradicional de secano y los olivares intensivos de Andalucía pierden carbono
anualmente. La magnitud de estas pérdidas podría ser aún mayor si se
consideraran las pérdidas de C debido a la erosión del suelo.
CASO DE EJEMPLO:
Conclusiones:
Adherirse a un SGA exige ordenar la producción desde el punto de vista ambiental, caracterizando
los procesos y relacionarlos con el desempeño ambiental que presentan. Esto genera un marco de
actuación para adaptarse a mayores exigencias ambientales futuras, como cambios en la
legislación de agroquímicos o auditorías externas en temáticas de inocuidad, seguridad,
sustentabilidad
Los SGA están normados en la ISO 14001 y se recomienda la certificación de la empresa bajo esta
norma.