Las Unidades Gramaticales
Las Unidades Gramaticales
Las Unidades Gramaticales
OBJETIVOS
ESQUEMA
0. Introducción.
1. La palabra.
1.1. Criterios para definirla.
1.1.1. Fonológico.
1.1.2. Formal.
1.1.3 Funcional.
1.1.4. Semántico.
2. El sintagma.
2.1. Su lugar en la jerarquía de niveles.
2.2. Sintagma vs. sintema.
2.3. Relaciones sintagmáticas.
3. La oración.
3.1. Criterios para su definición.
3.1.1. Semántico.
3.1.2. Formal.
3.1.3. Funcional.
3.2. Oración, cláusula y nexus.
3.3. Oración y enunciado.
3.3.1. Contradicciones en la definición de oración.
3.3.2. Límites del enunciado.
3.3.3. La elipsis.
CONTENIDOS BÁSICOS
En cualquier disciplina, para llevar a cabo la labor de análisis sobre el objeto de estudio
correspondiente, es necesario disponer de un sistema de unidades que permita la manipulación de dicho
objeto. El primer paso consiste en construir un sistema de unidades adecuado al objeto de estudio, que
puede ser distinto de unos planteamientos a otros; así el sistema de unidades decimales no es igual que el
sistema anglosajón, pongamos por caso. En Gramática, como dijimos en el tema 5, también es necesario
disponer de un sistema de unidades para llevar a cabo el trabajo gramatical, que no ha sido exactamente el
mismo a lo largo de la tradición gramatical. Palabra y oración son dos unidades que cuentan con larga
tradición, mientras que el sintagma es una unidad de origen más reciente. A estas unidades nos
referiremos en tres apartados del tema que nos ocupa.
1. LA PALABRA
El concepto común de palabra y el que cuenta con más tradición es el que la considera nombre
de objeto o nombre del concepto del objeto, incluyendo dentro de los objetos, no sólo los materiales, sino
también los inmateriales, las acciones, los procesos, las cualidades, etc. Podríamos resumir esta
concepción considerando la palabra como el correlato lingüístico de los objetos a través de las ideas que
tenemos formadas de los mismos. Así entendida, se justifica la separación en la escritura por medio de
espacios en blanco, tratando de plasmar de manera icónica la separación que en el mundo presentan los
objetos entre sí y, consecuentemente, las ideas. Sin embargo, este término, superada la acepción común,
es un término poco preciso o polisémico sobre el cual debemos hacer algunas aclaraciones.
Entender así la palabra supone aceptar una relación rigurosa entre lengua, pensamiento y
realidad, en correspondencia biunívoca, y esto es peligroso para la necesaria independencia de la
disciplina lingüística, aun aceptando la parte de verdad que justifica esta concepción, incluso teniendo en
cuenta observaciones de índole psicologista aportadas por la autoridad de Sapir, según las cuales, los
indios, sin conocimientos explícitos gramaticales, son capaces de distinguir las palabras de manera
intuitiva.
1.1. Por otra parte, tratar de definir la palabra con criterios inamovibles formales, para evitar
elementos de naturaleza extralingüística en la definición, es tarea dificultosa, por cuanto las diferentes
lenguas disponen de mecanismos morfológicos muy diferentes, que darían como resultado la
caracterización de las palabras referida a cada lengua en particular, por lo que una caracterización en una
lengua no valdría para todas.
Si preguntamos por el número de palabras de que constan, podemos responder que constan de
ocho las dos primeras y de nueve la tercera, con tan sólo reconocer como diferentes las unidades
separados por espacios blancos. Pero si preguntáramos por palabras diferentes de los tres textos,
podríamos responder que cinco, aunque podríamos dudar en considerar son, era y han sido como tres
diferentes o como una sola palabra bajo tres formas diferentes, y esta última podría hacernos dudar sobre
si tratarla como una sola forma, o como dos formas, esto es, como dos palabras diferentes. Lo mismo nos
sucedería con los, el y las y con amigo, amiga, amigos, y amigas.
A partir de un determinado punto de vista, entidades separadas por blancos en la escritura, que
están formadas por sílabas y éstas por letras o fonemas (amigo, amiga, amigo, amigas, son, era, sido) y
otras sin acento(de, los, el, las, de, mi, mis, han) que necesitan palabras con acento para poder estar
presentes en los enunciados, deberíamos reconocerlas como palabras. Pero si tratáramos de buscarlas en
los diccionarios o en los cuadros gramaticales la serie quedaría reducida a amigo, de, ser, el y mío.
Estas palabras tampoco ostentan igual comportamiento, pues mientras amigo puede aparecer en
los enunciados bajo formas como amiga, amigas o amigos, el puede presentarse como la, los y las; son,
era y han sido se corresponden con la palabra del diccionario ser, la palabra de no ofrece otras
alternativas. Además, han sido, forma del verbo ser, gramaticalmente hablando, se compone de han y
sido; la primera parte, de manera aislada, pertenece a una forma del verbo haber y la segunda, a una
forma del verbo ser. Los, las, etc., precisan apoyarse en el acento de la palabra de la que dependen, no así
amigo, etc.
Por último, todas las observaciones que hacemos están mediatizadas por reflexiones lingüísticas,
que no se apoyan en las secuencias oralmente pronunciadas, en las cuales no existe separación, a no ser
que se origine una pausa que, en caso de producirse, no tendrá nada que ver directamente con el concepto
de palabra. Uno podrá decir que la secuencia de sonidos p-l-a-t-a-n-o-e-s, tiene dos palabras: plátano es; o
tres: plata no es.
Algunos teóricos ante los problemas que hemos puesto de relieve han creído que las palabras se
podrían definir siguiendo criterios de esta naturaleza; es decir, aduciendo la existencia de una pausa
potencial tras la palabra. Existen fenómenos de juntura que permiten saber cuando empieza una palabra y
termina otra, pues las lenguas restringen la presencia o ausencia de determinados fonemas o alófonos, así
como otros fenómenos de naturaleza fonológica en estas posiciones.
En francés la presencia de acento al final de palabra es un argumento que apoya este criterio,
pues indica que tras cada acento comienza otra palabra, pero ello no vale en el orden distintivo, sí en el
orden demarcativo. En español nunca se muestran seguidos los fonemas /d/ /t/ en el interior de palabra,
por lo que su presencia contigua marca frontera entre palabras. Los morfemas como -s o -es en español y
las terminaciones verbales marcan el límite final de las palabras, son morfemas de cierre. La presencia de
acento en cada palabra, como criterio distintivo no sirve, pues en las lenguas existen palabras átonas, que
siguiendo este criterio quedarían excluidas como tales. No obstante, sin carácter universal, estos
argumentos nos sirven, en una teoría débil, para aproximarnos a la comprensión y reconocimiento de la
existencia de la palabra como unidad, si no, ¿por qué el japonés tiene dos alófonos g y n, el primero
siempre para el principio de palabra?.
Las palabras son tales porque presentan posibilidad de libertad de aparición en la oración, en una
u otra posición, incluso capaces por sí solas de formar una oración. Es la concepción que L. Bloomfield
tiene: mínima forma libre . Esta libertad se corresponde con algunas palabras, pero no con otras, pues
formas como de difícilmente podrán ser una oración y su libertad no es del mismo tipo que la de amigo.
Las palabras se presentan cohesionadas, como un todo integrado por morfemas, en un orden fijo
inamovible, pero esta propiedad no es rotundamente privativa de ellas, pues la expresión el niño no puede
presentarse como *niño el. Además, existen situaciones intermedias, como las palabras con apóstrofo y
las unidas por guión, que se muestran cohesionadas entre sí, pero las reconocemos como palabras
diferentes, l aventuroe físico-químico.
La forma del verbo haber, han no presenta libertad de distribución, debe ir seguida de participio
pasado, no permite ningún elemento entre ella y el participio y constituye una única entidad semántica
junto con el participio; no obstante, bajo determinadas consideraciones, costaría trabajo no tenerla por
palabra, pues tiene, por ejemplo, la variación morfológica, propia de cualquier verbo.
Las palabras, dentro de la oración, desempeñan funciones, lo que permite diferenciar unas que
por sí solas las pueden desempeñar, y por lo tanto son autónomas, de otras que dependen de las anteriores
o tienen que apoyarse en las primeras. Esto tiene que ver con la naturaleza gramatical de las palabras que
las habilita para que en ellas tenga lugar la categorización, a través de la presencia de determinados
morfemas como los de género, número, caso, persona, tiempo, etc. Sin embargo, esto sólo afecta a unas
palabras y no a otras de las tradicionalmente consideradas como tales; afectaría a amigo o son, pero no a
de. En algunas lenguas la presencia de palabras invariables es muy numerosa.
Por estas contradicciones resulta más adecuado utilizar otros términos como el de lexema o
listema para la palabra del diccionario y aloxemas o formas de palabra, sencillamente, para las que
aparecen en los textos. Las palabras invariables, obviamente, no tienen otras formas.
A pesar de la diferencia entre ambas acepciones estas unidades se caracterizan por tener
autonomía morfológica y sintáctica; o sea, funcionan por sí mismas, en relación con las demás en el nivel
sintáctico y en el morfológico.
2. EL SINTAGMA
2.1. En una primera aproximación al sintagma hemos de entender por tal una unidad superior a la
palabra, jerárquicamente hablando, que presenta autonomía sintáctica dentro de la oración. Esta unidad
frente a las otras dos unidades aquí estudiadas, la palabra y la oración, no cuenta con larga tradición.
Ferdinand de Saussure designa con este término la combinación de dos o más elementos, de diferente
complejidad, que contraen relaciones gramaticales en relación con el carácter lineal de los signos. Tanto
sería sintagma gatos, formado por un lexema y un morfema, como el gato negro, o que busca el peligro.
Es pues, dentro del estructuralismo y del generativismo donde se utiliza este término, por necesidades
metalingüísticas, para referirse a secuencias que aparecen en el análisis con autonomía sin denominación
específica adecuada. La existencia de secuencias como La Puerta de Alcalá, que funciona como un todo
dentro de oraciones como La Puerta de Alcalá está en Madrid, justifica la necesidad.
a) Como grupo de dos palabras relacionadas dentro de una oración de diferente modo,
estructuralmente, una regente y otra regida, no necesariamente una junto a otra. En una oración como
Alguien pidió entonces pan tierno y chocolate, existen cuatro sintagmas con relación subordinante: pidió
entonces, pidió pan, pan tierno y pidió chocolate; uno en relación predicativa: Alguien pidió; y uno en
coordinación: pan y chocolate.
b) Grupo binario de morfemas o monemas en una unidad superior, que es sustentado por Frei y
por Martinet.
2.2. Los elementos integrantes del sintagma, los monemas, en Martinet, tienden a amalgamarse
para funcionar como un todo, incluso como unidad acentual; sin embargo, los sintagmas resultan de elegir
cada uno de sus elementos integrantes entre otros con posibilidades de ocupar su hueco, frente a los
llamados sintemas, cuyos elementos integrantes no son intercambiables por otros susceptibles de ocupar
sus huecos. Por ejemplo: de madera verde es un sintagma, pues en lugar de de pueden aparecer con, por,
en, etc; en lugar de madera, pueden aparecer, tela, cristal, plástico, etc.; en lugar de verde, pueden
aparecer, negra, flexible, cara, etc. Por el contrario, de vez en cuando ha de elegirse en bloque, sus
elementos no son intercambiables con otros.
2.3. Los sintagmas establecen entre ellos relaciones y a su vez son resultado de relaciones de
elementos en el discurso, relaciones in praesentia, opuestas a las que los elementos mantienen en el
sistema de naturaleza asociativa, o in absentia. Si las relaciones de los elementos monemáticos se da
dentro del sintagma reciben el nombre de homosintagmáticas, y si se dan entre morfemas de sintagmas
diferentes se denominan heterosintagmáticas. La relación existente entre gat- y -o en gato es
homosintagmática, y la que hay en gato pequeño entre -o y -o es heterosintagmática.
3. LA ORACIÓN
El concepto de oración, como el de palabra, de larga tradición, ha sido muy rentable como
unidad básica en la descripción gramatical. Nosotros podemos decir que oración es una estructura
sintáctico semántica de naturaleza sistemática, y en consecuencia abstracta, que presenta la organización
estructural SN+SV, con un verbo como núcleo del SV en forma personal.
3.1.1. Desde un punto de vista semántico la oración ha sido concebida como unidad con sentido
completo. Así la entendían tanto Dionisio de Tracia como Prisciano. La Grammaire de Port Royal, en la
misma línea la hace equivalente del juicio lógico , entendido como organización de sujeto y predicado.
3.1.2. Un planteamiento formal, como el adoptado por L. Bloomfield, que su vez se inspira en A.
Meillet, define oración como forma independiente que no se incluye en ninguna forma superior, por
exigencia gramatical. No tiene elementos suyos fuera de ella, ni depende de elementos externos.
Hay que subrayar que el concepto de oración ha sido denominado con otros términos: en francés
se ha expresado con el de phrase , y en inglés con el de sentence . Además, hay autores que
diferencian oración y cláusula , oración y nexus , oración y proposición . En las tres parejas el
segundo elemento está integrado dentro de la oración, pudiendo contener cada oración uno solamente, o
más de uno. Cláusula y nexus equivalen a la estructura estricta de SN+SV. Proposición es, o bien una
cláusula integrante de una oración, o el contenido semántico oracional.
3.3.3. La elipsis
Los enunciados se hacen más o menos extensos en relación inversa con el apoyo, mayor o
menor, prestado por el contexto. Ante esto, el concepto de elipsis referido a las estructuras sintácticas
oracionales, incluidas en los enunciados, hay que manejarlo con cuidado, entendiendo como elíptica
aquella construcción recuperable mediante la aplicación de reglas rigurosas y sólo si se acepta la
existencia de estructuras previas y desde un punto de vista estrictamente lingüístico.
Aunque la oración sea la unidad eminente de la lengua para formular enunciados no se puede
decir que cualquier otra formulación discursiva, rhesis o interjecciones, (en terminología de Buyssens)
sea el resultado de una elipsis. Es decir, una cosa es falta de plenitud lingüística en las oraciones, y otra,
falta de plenitud enunciativa, por razones lingüísticas o contextuales. Por ejemplo: Tú irás a verlo es una
oración completa sintácticamente, pero semánticamente no tanto, por la presencia de formas
pronominales. Sin embargo, como enunciado, probablemente funcionará bien, puesto que el contexto
suplirá la falta de plenitud semántica.
Esas son auténticas formas lingüísticas y transmiten significado, pero aparecen solamente en
construcción, como parte de una forma más amplia. Las formas que se presentan como oraciones son
formas libres. No todas las lenguas utilizan formas ligadas: el chino moderno, por ejemplo, parece no
tenerlas.
Una forma libre que consta en su totalidad de dos o más formas libres menores, como por
ejemplo, pobre Juan o Juan huyó, o, sí, señor, es una frase. Una forma libre que no es una frase, es una
palabra. Una palabra, pues, es una forma libre que no esta constituida por ( dos o más) formas libres
más pequeñas; en resumen, una palabra es una mínima forma libre.
L. BLOOMFIELD: Language, 1933.(1979, p. 178)
Definiciones de oración:
* Es un conjunto de articulaciones ligadas por relaciones gramaticales que, sin depender gramaticalmente
de otro conjunto, tienen suficiencia por sí mismas.
A. MEILLET: Introduction à l Étude comparée des Langues Indo-EuropéennesP, aris, 1949, p.
335.
Los elementos se alinean uno tras otro en la cadena del habla. Estas combinaciones que se
apoyan en la extensión se pueden llamar sintagmas. El sintagma se compone siempre, pues, de dos o más
unidades consecutivas(por ejemplo: re- leer, contra todos; la vida humana; Dios es bueno, si hace buen
tiempo, saldremos, etc.). Colocado en un sintagma, un término sólo adquiere su valor porque se opone al
que le precede o al que le sigue o a ambos.
F. DE SAUSSURE: Curso de Lingüística General, Losada, Buenos Aires, 1971, pág. 207-8.
El sintagma autónomo