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Lerner-04-Introduccion A La Practica Del Comentario

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INTRODUCCION A LA PRACTICA DEL COMENTARIO

Clase del 26 de mayo de 2008


Eva Lerner

INTRODUCCION A LA PRACTICA DEL COMENTARIO


Clase del 26 de mayo de 2008
Eva Lerner

Buenos días, comenzamos la reunión. Está con nosotros, Ricardo Rodríguez


Ponte , amigo mío e invitado especial a la reunión de hoy. Es un lujo para todos que
haya querido suspender su consultorio y venir a trabajar con nosotros, pero dijo que
quiere especialmente venir a este seminario y no al otro, al que todavía acude gente
susceptible de formación.
¿Querés agarrar a la gente fresca que todavía puede desandar la formación?.
Estuvimos trabajando un poco el significante de la transferencia y el comienzo
de análisis. Tenemos como texto de cabecera “La dirección de la cura...” y para hoy,
nuestro tema, la propuesta, era trabajar los distintos modos o qué pensás vos, de ¿cómo
hacer de una simple consulta una demanda de análisis? ¿qué requerimiento podrías
plantear? Podés invitar a la charla y a todo eso porque este espacio se llama
“Introducción a la práctica del comentario” y que se pueda charlar era lo que vos me
proponía para hoy.

Ricardo Rodríguez Ponte: Efectivamente, espero que podamos hablar, por eso mi idea
es plantear unas cosas que me parecen más o menos elementales, que fijen algunas
coordenadas sobre lo que se suele llamar el comienzo de la partida. Recuerdan que
Freud decía que se podía formalizar, como en el ajedrez, las aperturas y las salidas.
Dado que Lacan plantea que hay fin de análisis, se supone que también acá se
pueden formalizar un poco la apertura y la salida, aunque la salida está en veremos, yo
no me voy a ocupar de eso, sino de las entradas. No de la manera en que prometía Eva,
de cómo transformar una consulta en analizante, porque si uno tuviera la receta, publica
un libro y no necesita laburar más. Pero si, algunas coordenadas que primero, no lo
imposibilitan y segundo, lo favorezcan.
Algunas coordenadas que uno tiene que tener en cuenta para no esforzarse ahí
donde no es posible, y esforzarse más ahí donde si lo es.
Como es medio incómodo este lugar, voy a leer un parrafito y listo.
Hay una conferencia, que es la Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, que es
una conferencia de 1975, que tiene un parrafito que quisiera leerles. Ahí recuerda, a
partir de la introducción de uno de los asistentes a esa conferencia, con el cual estaba
dialogando, la palabra “analizante”, porque el que le preguntó hablaba del analizado.

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Eva Lerner

Dice que lamenta que haya usado la palabra analizado, porque: “hace ya tiempo que el
término” el analizante”, que ya proferí un día en mi seminario, ha adquirido derecho
de ciudadanía...” Entonces vamos a ver qué quiere decir analizante, para ver como se
llega a eso, si se llega.
Dice, leo rápido porque me voy a detener solamente en algunas cositas. Además
entro en calor, porque como no los conozco, tengo que entrar en ritmo: “No solamente
en mi escuela no le otorgaría a ello más que una importancia relativa, relativa a mí,
sino que ese analizante produjo una suerte de efecto relampagueante la semana misma
en que lo articulé en el Instituto Psicoanalítico de París, que está muy al día de todo lo
que digo. Diré más, incluso, lo que digo es lo más importante de lo que ahí se enseña.
Ese instituto se relame con ese analizante que le venía como anillo al dedo aunque más
no fuese para descargar al analista de ser el responsable, dado el caso, del análisis”.
Acá aclara que la palabra analizante, que después va a aclarar qué es, no es para
que el analista se libere de su responsabilidad respecto del análisis, lo cual no quiere
decir que la responsabilidad del analista sea idéntica a la responsabilidad del analizante.
En ese sentido, lo que me recordó esta frase, saber que ustedes estaban trabajando “La
dirección de la cura...” en la cual uno de los principales puntos es que el analista dirige
la cura. Ahora, afirmar que el analista dirige la cura implica un montón de cosas,
implica por ejemplo, que no la dirige el inconsciente, que no vamos a la deriva. Que
dirige la cura, no la vida del paciente, eso también. Y que si la tiene que dirigir, la tiene
que dirigir hacia algún lugar, que se podrá formalizar de distintas maneras.
A mí siempre me gustó lo que dice Lacan en “La ética”, llevar al sujeto al
umbral del acto. Llevar al sujeto al umbral del acto, lo digo, con esto casi doy la
conclusión de lo que pensaba decir, no importa, me sale así. Es llevarlo al sujeto a una
interpretación, a la mejor interpretación posible de algo que no es del orden de lo
articulable, y por eso es interpretable, que es el deseo. Llevar al sujeto al umbral de un
acto lo más acorde posible a su deseo.(Sem de la ëtica) Esta es para mí la dirección de la
cura.
Hoy no voy a hablarles de la dirección de la cura, voy a hablarles de la dirección
hacia la cura. Como el analista podría intervenir favoreciendo que una consulta se dirija
hacia la cura. Es decir, hacia una práctica donde uno de los participantes va a adquirir el
nombre de analizante - por lo que hace – y otro va a adquirir el nombre de analista.
“Debo decir que cuando propuse dicha cosa, no había hecho más que parodiar
– si me permiten la expresión, dada que toda una tradición es del orden de la parodia –

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el término “analisante” corriente en lengua inglesa. Ciertamente no es estrictamente


equivalente al francés. Analsante, evoca más bien el debiendo ser analizado, y esto no
era para nada lo que yo quería decir.” Acá viene la parte en donde me voy a detener:
“Lo que quería decir era que en el análisis, la que trabaja es la persona que llega
verdaderamente a dar forma a una demanda de análisis.”¿Viste que la palabra persona
tiene su encanto? Eva últimamente promueve la palabra persona, para evitar la
confusión habitual en nuestro medio, entre sujeto e individuo, además para no caer en la
palabra individuo. Porque si hay algo que es dudoso, o que debiéramos dudar los
analistas en una época donde predomina la ideología individualista, es cuestionar la idea
de individuo. Seguramente no coincide con el término sujeto.
La persona, no la persona de la personalidad psíquica, ni la persona del
personalismo, ni la máscara, es como para decir: el tipo que habla. Pero dice que esa es
la que trabaja. Trabajar es a partir de dar forma a una demanda de análisis. Tenemos que
decir dos cosas: Qué quiere decir persona, y demanda de análisis.
No entendamos demasiado rápido que demanda de análisis es pedir un análisis.
Dice: “A condición de que ustedes no la hayan colocado de inmediato en el
diván – a esa persona – caso en el cual la cosa está ya arruinada.” Cito a Lacan pero no
es mi experiencia, no me parece que el diván arruine ninguna posibilidad, y la falta de
diván creo que tampoco.
Esto lo dice Lacan.
Para conciliar la opinión de Lacan con mi propia opinión, porque creo que una
vez que uno es lo más riguroso posible en acoger lo que dice Lacan como está, o sea
suprimiendo todos los prejuicios, todas las objetivaciones que tenemos en la cabeza
previo a la lectura, cuando acogemos lo que dice tal como está, luego no es para
arrodillarnos y decir amén, sino para autorizarnos a no estar de acuerdo con Lacan.
Ahora, para no estar de acuerdo, hay que recibirlo.
Eva Lerner: Quiero hacer un comentario mío respecto a eso. No sé si está en
comillas el diván. Pero yo siempre entendí este párrafo que está arruinado si un analista
cree que el análisis comenzó y no comenzó, porque uno puede estar con el paciente
acostado en el diván, si se aviva que el análisis no comenzó aunque los dos creyeron
que comenzó, hace algo para que comience, aunque esté hace tres años analizándose.
R. Rodríguez Ponte: Estoy de acuerdo. Por eso creo que muchos análisis
interminables son análisis que nunca empezaron. Efectivamente, creo que el valor de
esta indicación es que no siente el impacto implícito de que el análisis ya empezó.

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Voy a contar una anécdota graciosa, también para entrar en calor. Yo tenía una
paciente, bastante tiempo la tenía sentada. Un día me pregunta: “¿Cuándo vamos a
empezar el análisis?” Porque también hay que ver que hay determinados gestos que
están. Digamos, lo que nosotros hacemos, nos retorna desde la gente. ¿Por qué
espontáneamente la gente viene a hablarnos del papá y la mamá? Porque nosotros
promovemos el complejo de Edipo, sino no. A nadie se le ocurriría hablar del papá y la
mamá, salvo a un analista. Entonces la gente – gente es una palabra un poco fascista,
perdónenmela voy a tratar de evitarla – nuestro público, aquellos que aceptan nuestra
oferta, tienen toda una ideología previa respecto de, por ejemplo, que si uno es
lacaniano la sesión va a ser cortita, que tal y cual, y que el diván quiere decir que uno se
graduó. Uno va a la facultad de psicología: “Hoy mi analista me pasó al diván”, como si
eso fuera el guiño establecido.
El asunto es que yo la tenía sentada durante mucho tiempo: Me dice: “¿Cuándo
vamos a empezar el análisis?” Para mí ya había comenzado, pero era una persona que
hablaba con la voz muy bajita, y yo pensaba que si la mandaba al diván, no la iba a
escuchar. Hay que eludir ese posible gesto y tratar de no estar donde nos esperan.
Cierro el paréntesis.
Termina diciendo: “Es indispensable que esa demanda, verdaderamente haya
adquirido forma antes de que la acuesten.” Vuelve a insistir la cuestión de la forma. No
cualquier demanda, no de cualquier forma. Ahora, no sabemos bien que es la forma.
“Cuando le dicen que comience, y esto no debe suceder ni la primera ni la segunda vez,
al menos si quieren comportarse dignamente, la persona que hizo esa demanda de
análisis cuando comienza el trabajo, es ella quien trabaja. Para nada deben
considerarla como alguien a quien ustedes deben moldear, todo lo contrario. ¿Qué
hacen ustedes allí? Esta pregunta es todo aquello por lo que me interrogo desde que
comencé.” Esto también me parece una cosa muy importante.
Cuando escuchamos que no hay progreso, no hay que entender eso como que da
lo mismo cualquier posición en psicoanálisis. Me parece que no es la mejor manera de
entenderlo. La manera en que lo entiendo y que me evita entrar en algunas polémicas a
ver si el último seminario es mejor que el primero, o si hay que leer “todo Lacan”, que
es una pretensión increíble que tenemos los lacanianos. En la época que se leía a Freud
nada más, nadie pensaba que había que leer “todo Freud” para poder abrir la boca o
escribir un artículo. Hoy parece que si no leíste “todo Lacan”, que no sé que es “todo

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Lacan”, no se puede decir nada. Hay un efecto de inhibición muy grande del lacanismo.
Entonces se prefiere citar a algún comentador, como diciendo: “Él lo debe haber leído”.
No existe “todo Lacan”, porque el discurso lacaniano es un discurso en
movimiento. Si uno quiere decir “todo Lacan”, serán para mí, cortes trasversales,
porque Lacan tenía esa cosa distinta de Freud, que cada vez que escribía un artículo,
hablaba de todo, no de una cosita. Entonces, “todo Lacan” está por ejemplo, en
“Posición del inconsciente”, o está en tal seminario, o no hay “todo Lacan”, que sería lo
mejor decir. Decir que lo que une todo ese largo recorrido es que Lacan todo el tiempo,
todos los años, se hizo una única pregunta que no varió: ¿Qué hacemos cuando
analizamos? Es la pregunta que se hace en el Seminario I y que retoma, por ejemplo, en
el Seminario XXII. ¿Qué implica que el psicoanálisis opere?
Esa pregunta es una única pregunta que se modula de distinta manera y se
responde de distinta manera. Esa pregunta es un hilo que recorre toda la obra. Me
parece que este es hilo que conviene tomar, para no pensar que si no leí el siguiente
seminario no puedo hablar.
Entonces, tenemos esta propuesta: El analizante es el que trabaja, esto no libera
al analista que es el que dirige la cura. Ese analizante aparece a partir de que se da
forma a una demanda de análisis.
Me quiero detener cuando aparecen algunas palabras que hay que ir al
diccionario. Me fui por ejemplo a la palabra demanda en francés. No lo voy a leer todo
porque es un plomo, pero más o menos les voy a leer en que consiste. Demandar tiene
un significado muy parecido a los nuestros en castellano, pero con distinto acento. Por
ejemplo, nosotros cuando hablamos de demanda, estamos pensando en un pleito
“entablar una demanda”. En francés, para no perder mucho tiempo, en general la cosa
va por pedir, la demanda es pedir: se puede pedir una cosa, una mujer en matrimonio, se
puede pedir una suma de dinero a cambio de un trabajo, y también es preguntar. De
alguna manera me parece que estos dos sentidos, también es quejarse, también es
buscar, también es pleitear. Todo eso.
Me parece que estos dos significados de pedir y preguntar son dos significados
que conviene tener en cuenta: Una porque Lacan pensó en francés. Segundo, porque en
el análisis se trata de alguien que pide algo, y ese pedido se formula en términos de
pregunta, en la medida que supone una respuesta, no deja de ser una suposición. Incluso
a veces, cuando recibimos preguntas, un trabajo es transformarla en una verdadera
pregunta. No toda pregunta formalmente una pregunta, es una verdadera pregunta. Por

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ejemplo hoy escuché: “No se por qué carajo no largo a este tipo”. Eso no es una
pregunta. Yo dije: “Probá suprimir la palabra carajo, a lo mejor damos un paso.” Eso es
un autorreproche, no una pregunta.
Se agrega esto lo siguiente. En una carta que escribió Lacan a Tomas Segovia,
cuando se hizo la traducción de los Escritos, como demande tiene tantos significados,
Segovia, que era un poeta, la tradujo según el contexto. Lacan le pidió especialmente,
que mantuviera la palabra demanda, porque dice, es un término que adquirió valor
conceptual. No sé si se entiende el problema acá.
Los términos, salvo cuando se crea un neologismo, por ejemplo: psicoanálisis es
un neologismo, no existía la palabra psicoanálisis pero Freud inventó la palabra
psicoanálisis, entonces psicoanálisis es algo que inventó Freud, y chau. Inconsciente, no
es un neologismo, entonces siempre tenemos el problema de qué es el inconsciente, cual
inconsciente, cuantos inconscientes, si el de Freud es el que se define por la falta de
conciencia o no. Un síntoma de esto ustedes lo pueden leer en la traducción de
Amorrortu.
(Comentarios porque no se escucha)
Ustedes saben que en el ágora griega, la gente discutía en un círculo. Había un
palito, que era como el micrófono, pero iba al centro, entonces cuando se dejaba de
hablar, dejabas el palito.
Echeverri cada vez que traduce la palabra represión, le agarra un prurito de
traductor y pone entre llaves: esfuerzo de desalojo. Efectivamente, represión en alemán,
es desalojar. Ejemplo: un barco desaloja tantas toneladas. Pero en la medida en que
represión se articula con investidura, contrainvestidura, represión primaria,
desplazamiento, quantum de afecto, ya no tiene sentido ir al alemán, puede ser
interesante para ver como surgió ese concepto. Lo mismo la palabra demanda.
¿Qué les quiero decir? Atendemos a que demanda viene de un conjunto
semántico que tiene que ver con pedir y preguntar, pero además hay que fijarse que en
tanto tiene valor conceptual, el ámbito que decide su sentido, es otro. Es la tríada:
necesidad, demanda y deseo. O sea que si queremos saber qué es la demanda, tenemos
que pensarla articulada a necesidad y a deseo.
Dejando de lado que Lacan dijo función conceptual y que habría que ver si hay
conceptos en psicoanálisis. Es un problema serio. Qué entendemos por concepto. A
veces Lacan se burla de la palabra concepto, porque concepto quiere decir lo que se
aprende. Entonces, por ahí haciendo bromas dice que el único concepto que hay en

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psicoanálisis, concepto es etimológicamente lo que se agarra con la mano, el único


concepto que hay en psicoanálisis es el falo, porque es lo que se agarra con la mano. Es
una guasada... Además una manera de criticar la palabra concepto, pese a que él no se
priva de usarla a veces.
Hay algo importante que es esto, que si uno de los registros de la experiencia
analítica, lo real, lo real no se aprende conceptualmente, entonces la trasmisión del
psicoanálisis no puede pasar por conceptos, aunque tampoco puede ser por cualquier
cosa. Habla de función conceptual o una noción. De todos modos pensémoslo, no como
concepto sino como significante. Un significante...
(Comentarios inaudibles)
O sea, como si fuera un significante, un significante se define por su relación
con los demás, entonces el valor de demanda se define, en este caso, por su relación con
necesidad y deseo. Lo cual no quiere decir que les dije el a,b,c del asunto, porque qué
entendemos por necesidad es todo un lío.
Evidentemente la necesidad no puede ser lo que está en el diccionario si es una
noción del psicoanálisis, porque también necesita una definición correlativa a demanda
y deseo.
Habría que ver cómo entender necesidad, más allá de alguna excursión que haga
Lacan a servicio didáctico, por ejemplo que las necesidades fundamentales del ser
humano deben atravesar el desfiladero del significante, y entonces son convertidas a
demanda. Y esa demanda deja un resto que llamamos deseo, y además un más allá de la
demanda que es demanda de presencia y ausencia y es demanda de amor. Todo eso hay
que tratar, una vez que uno entendió todo ese paso, reformularlo recordando que los
términos de lo que a veces se llama teoría psicoanalítica, son términos que encuentran
su ámbito de producción y de pertinencia en la experiencia analítica. Habrá que
interpretar la palabra necesidad, por ejemplo, en el campo de la experiencia analítica, no
como que el paciente tiene sed, sino tal vez más bien en términos de lo que en el grafo
aparece como el vector intencional: algo que puja por decirse y al decirse se transforma
en otra cosa. Un “quiero decir”, que tenemos que leer retroactivamente a partir que algo
se dijo, y que una vez dicho, lo que se siente es que “no ha sido eso lo que yo he querido
decir”. Esa diferencia entre lo dicho y lo que yo quería decir, es algo que se lee en las
tres éxtasis del tiempo: el pasado, el presente y el futuro. Es en función de lo que yo
quería (quería es un imperfecto) es un pasado que alude a un presente y a un futuro.
¿Hasta acá más o menos quedó claro?

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Voy a hacer una especie de retroceso, ahora ya para entrar más en el tema. El
psicoanálisis, ustedes recuerdan que Freud lo definió como una teoría, un método de
investigación y una terapéutica, un método de tratamiento de la neurosis. Yo voy a dejar
la parte de teoría y la parte de investigación, porque nos iríamos del tema. Recuerden
entonces que entre otras cosas, y así se ofrece, es una terapéutica. Esto es un dato de
partida que no podemos ignorar, y además introduce una serie de problemas que Lacan
trata de salvar, diciendo que es una terapéutica que no es como las demás. Esto lo dice
en un texto que se llama “Variante de la cura tipo”.
Un tratamiento que no es como los demás. Claro, como los demás es un lugar
especial, es como excluirse de todos los demás. Hay que ver cual es la especificidad de
esa terapéutica que no es como las demás, y que de alguna manera nos evitaría caer, por
lo menos caer plenamente bajo la órbita de lo que se llama “salud mental”, en la medida
que no hay idea de salud mental, sin idea de norma, y las normas son siempre las
normas del terapeuta, o sociales. Por eso Lacan dice en “Posición del inconsciente” que
la psicología es trasmisora de ideales y sierva de la sociedad, o sea al servicio del
mantenimiento del statu quo, o es la norma del terapeuta. Cuando decimos: “Que raro
tal persona que le pasa tal cosa”, es porque él en su lugar haría otra cosa. Este juicio es
el que el analista debería poner en suspenso.
No como las demás. Toda mezcla con la salud mental, por ahí lo dejo un poco
para la discusión posterior, es una complicación. Es una complicación muy actual
porque, sobretodo en quienes empiezan, tienen que entrar en la órbita salud mental, vía
prepagas u obras sociales, que se rigen por normas, en el mejor de los casos de
optimización de la salud, habitualmente por optimización de costos. Aparecen toda una
serie de reglamentaciones que no hacen a la ética del psicoanálisis, no digo que la
contrarían, pero es otro orden de legalidad.
Aparece por ejemplo algo muy complicado, ya que hablamos de demanda, que
es el derecho a la salud. Esta es la otra conferencia que traje, pero no me voy a dedicar a
ella, que es “Psicoanálisis y medicina”, que es uno de los problemas con los que se
puede enfrentar el analista, es el derecho a la salud, porque si es un derecho, no se
demanda, o se demanda vía el reclamo, que no es lo mismo a ese pedido que da lugar a
un más allá de ese pedido que es deseo.
Eva Lerner: No entiendo por qué no respondería, de todos modos, a un derecho
que no se adquiere con un remedio que te dan, sino con un trabajo.

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R. Rodríguez Ponte: Porque entre el solicitante y el demandado se interpone el


estado. La experiencia analítica no tolera la tercera persona.
Participante inaudible
R. Rodríguez Ponte: Porque entra otra legalidad que no es el pacto de palabra
entre el paciente y el analista. “A mí la obra social me dijo que usted me tiene que
atender 50 minutos”, te dice el paciente. Independientemente de lo pertinente que era
cortar a los 15 o prolongar a 2 hs.
Me acuerdo, cuando yo supervisaba gente de un hospital, hace muchos años, por
ejemplo para la estadística, si el paciente hacía una sola consulta, eso era incluido en la
estadística como fracaso, cuando en realidad por qué excluir que a lo mejor algo se
arregla en una sola entrevista. No un tratamiento, pero un problema se puede arreglar en
una entrevista. Es otra racionalidad la estatal.
Participante inaudible
R. Rodríguez Ponte: Desde la perspectiva analítica, el psicoanálisis no pertenece
al ámbito de la salud mental. Hay un problema que es un problema de intersección de
campos, donde es una terapéutica pero no como las demás, que es lo que tengo que
decir ahora. Es decir, evidentemente si se trata de la perspectiva de la salud mental, hay
normas. Por ejemplo, la perspectiva de la salud mental que son las normas sociales o los
ideales sociales, que el paciente gane más dinero, tenga más éxito social, tenga pareja,
ahí puede ser un éxito, y quien sabe si a lo mejor para él, desde el punto de vista de la
elección de su deseo.
No hay idea de salud sin idea de norma. Esto es fundamental. No estoy
criticando la salud mental, ni el derecho a la salud. Creo que la gente tiene derecho a
que le den toda la salud que quiera, porque paga sus impuestos, eso ni hablar. Digo que
ahí está en una intersección complicada porque por un lado ofrece una terapéutica, pero
al mismo tiempo es una terapéutica particular.
¿Por qué? Primera clase de “El deseo y su interpretación”. Porque el
psicoanálisis aborda cosas que no andan, problemas, traspiés, sufrimientos, siempre que
estén tomados en la dialéctica del deseo. Nosotros nos ocupamos del deseo. Si
abordamos el síntoma es porque suponemos que ahí hay algo del orden del deseo que
está en juego.
Participante inaudible
R. Rodríguez Ponte: Por ahora te contesto así, en cortocircuito, en todo caso lo
charlamos. La noción de sujeto que introduce el psicoanálisis, que subvierte la idea

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tradicional de sujeto, que es el sujeto del conocimiento. El sujeto lacaniano, el sujeto


que define Lacan, el sujeto definido como lo que un significante representa para otro
significante, es un sujeto que no tiene atributos. El sujeto no es ni niño ni adulto, ni
femenino ni masculino, ni neurótico ni psicótico. Hay que distinguir claramente entre lo
que Eva – y ahora vemos que Lacan también – llama la persona, y el sujeto.
La estructura de la que nos ocupamos es la del sujeto. Para decirlo rápido: la
persona se acuesta en el diván y habla. El sujeto es el efecto de sus dichos, ni siquiera de
sus dichos, de los dichos que se juegan entre analizante y analista. Es otra noción de
sujeto. En principio no veo la diferencia entre niños y adultos en ese aspecto, porque no
nos ocupamos ni de niños, ni de adultos, esas son condiciones de la persona. El deseo
no tiene edad. No quiero seguir abundando en esto.
Si es una terapéutica, podríamos decir que nos ocupamos de un sujeto sufriente,
ahora sujeto lo uso en términos indeterminados. De gente que sufre. Esto implica que
hay posibles consultas de gente que no es sufriente, habría que ver si esas consultas,
tenemos algo que hacer con ellas o no. Por ejemplo, Lacan ponía en duda la chance de
hacer algo con alguien que pedía análisis para conocerse, o que pedía análisis para
llegar a recibirse de analista (cuando estaba la idea del didáctico), en todo caso eran
pedidos que debían ser analizados en tanto tales. Parece como lo que habilitaría a esta
terapéutica que no es como las demás, es que partamos de alguien que sufre, de distintas
maneras. Esto implica que nosotros somos una de las ofertas que la sociedad, la cultura
ofrece a recibir la demanda de sufrimiento.
En la conferencia “Psicoanálisis y medicina” por ejemplo, Lacan dice que en
cierta medida, el analista es como el heredero de la posición del médico, porque hoy el
médico ya no escucha más, no recibe más el sufrimiento. Vos vas y le decís: “Me duele
tal cosa”. El tipo te manda a hacer una tomagrafía computada, te dice: “No tenés nada,
vaya al psicólogo”. Por supuesto que toda generalización tiene sus excepciones, pero en
términos generales, en la medida en que se pretende científico, tiende a la objetivación,
entonces no hay lugar para escuchar el sufrimiento. Por eso nuestros enemigos no son
los médicos, son los homeópatas, pero claro!
Digamos que frente a la oferta de la ciencia, que ofrece un saber objetivable para
un sufrimiento que pueda objetivar y nada más, frente a la magia – no hay que descartar
a la magia como lugar de la excepción del sufrimiento – el curandero tiene una función
social también, y tenemos que tener cuidado porque nosotros operamos en la misma
línea, que es en la eficacia simbólica, el asunto que pretendemos que nuestra eficacia no

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sea la eficacia simbólica, sino que sea otro tipo de eficacia. Pero no hay que descuidar
que en la medida que hablamos, el analista tiene un poder de eficacia simbólica que es
de sugestión. La otra recepción del sufriente es la religión.
Si partimos de esta acogida que hacemos, entre otros, ofertantes que hacemos al
sufriente, vamos a hacer una nueva división que es interesante. Me voy a ocupar nada
más del que llamamos neurótico, quiero decir: Dejo de lado en la charla de hoy lo que
podríamos llamar los sufrientes no neuróticos. Acá con sufrientes no neuróticos meto a
los perversos, a los psicóticos y a los normales. Lo dije a propósito.
Tanto Lacan como Freud hablan de normales. Tenemos que decir qué se
entienden por normales. Digo que el normal no es neurótico, ni psicótico, ni perverso.
El no neurótico, el normal, es alguien que se caracteriza por no ser neurótico, pero no
podemos decir que todos somos neuróticos, sobretodo desde Lacan, en Freud es un
poquito más dudoso, porque Freud hablaba de las neurosis de transferencia.
¿Qué eran las neurosis de transferencia? Eran las neurosis de la gente susceptible
de hacer transferencia. Lacan hace un desplazamiento y dice que la neurosis es la
transferencia. Entonces, quien no está en transferencia, no es neurótico, es un señor que
sufre, no sé que le pasa, no nos viene a consultar. Si nos viene a consultar porque lo
manda la mujer, nos dice que en realidad él no quiere que alguien le diga lo que tiene
que hacer. Ese vendría a ser el normal, porque para mi normal no es el que sigue la
norma.
Vamos a ver qué características podemos decir de la neurosis, lo que a mi me
parece que son características propias de la neurosis. Tener una parálisis histérica no es
propio de la neurosis, tener una idea obsesiva para mi no es patognomónico de neurosis,
sino que neurosis es determinada posición, que podríamos sintetizar en tres rasgos que
en realidad son lo mismo pero agarrados de distintos lados. Neurótico es el que
transformó su fantasma fundamental, la brújula de su deseo, para decirlo para que se
entienda, lo que indica por donde anda el deseo, ese deseo que nadie puede nombrar,
pero que uno dice: “No se que carajo deseo, pero es más bien por la izquierda que por la
derecha”, “Me gustan mas los hombres que las mujeres”, “Me gustan más las mujeres
que los hombres”, “Me gusta más pintar que ser comerciante”. Por supuesto que esto
pueden indicar errores de apreciación, pero la idea es que hay una brújula, no es
cualquier cosa, esto es fundamental. Porque sino pensamos que el deseo es metonímico,
que el deseo es siempre deseo de otra cosa, que nunca es eso y eso es la histeria. No el

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deseo. Además, si siempre fuera otra cosa, da lo mismo interpretar cualquier cosa, pero
no da lo mismo interpretar cualquier cosa, porque el acto de tal no es el acto de cual.
La dirección de la cura va hacia ahí, a que alguien encuentre la brújula que en
algún momento perdió. ¿Cómo la perdió? Transformando esta brújula del deseo, lo que
llamamos su fantasma fundamental, en la demanda, en una relación a la demanda. Por
eso Lacan escribe la neurosis con la fórmula de la pulsión. Pide que es lo que quiere.
“¿Qué quiero?” Le dice al Otro. Por eso lo que se escribe a, Lacan dice que en la

neurosis se escribe D. El sujeto en fading ante la demanda.


Esto implica para mí que hay cura de la neurosis.
Otra nota, que ya les digo es como lo mismo pero dicho de otra manera, es que
el neurótico ha transferido, por eso digo que la neurosis es la transferencia, ha
transferido la falla de la estructura en las fallas de los Otros históricos que lo
constituyeron. Sustituyó la falta de que no hay otro del Otro, o que no hay relación
sexual, el nombre que le quieran poner a una falla estructural, por los defectos de mamá
y papá, o del tío, o de quien sea.
En tercer lugar - insisto que todo es lo mismo - es que la falta del Otro, la
disimula con su culpa. Asume con su culpa lo que es la falta del Otro.
Estas son las características que tenemos que tener en cuenta cuando hablamos
de neurosis, para no hacer esto de que todos somos neuróticos. El neurótico es neurótico
de transferencia, ya está en transferencia. En todo caso, a veces viene a llamarnos,
cuando algo de esa transferencia está en veremos y necesita instalarla mejor, y nosotros
aceptamos esa transferencia, la recogemos (vamos a ver como) de manera que pueda
liberarse de la transferencia. Lo llevamos a que esa transferencia desaparezca, porque
esa es la neurosis.
Se trata de ver como este señor, señorita que nos consulta con estas
características, que nos puede pedir distintas cosas: nos puede pedir análisis, nos puede
pedir simplemente aliviarse de un problema, nos puede venir a preguntar que hacer en
una situación difícil, distintas modalidades de su demanda...

Fin Lado A

¿Qué hacer con esa demanda que se formula de distintas maneras, como hacer
para que esa demanda no se arruine, tomándola tal cual? Tenemos ahí un problema

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nosotros, porque una demanda, necesariamente para responder, hay que interpretarla.
Hay distintas maneras de interpretarla. Entonces, qué interpretación de la demanda,
favorece la instalación de alguien como analizante, y qué interpretación de la demanda
arruina el asunto.
Acá es donde se acaba la receta, estos son enunciados generales, a los que de
alguna manera el consultante nos tiene que habilitar. Lo primero que hay que tener en
cuenta como recaudo, es que la demanda tiene distintos niveles. No solamente se
articula de distinta manera, sino que tiene distintos niveles que hay que establecer, no
están establecidos en sí mismo. Quiero decir: La demanda no es un bloque homogéneo,
porque nuestra suposición, y acá está lo que nosotros suponemos, lo que tenemos que
introducir como suposición para habilitar tal o cual intervención... Nosotros no podemos
hacer nada sin algún tipo de suposición.
Freud cuando inventó la asociación libre, tenía una suposición, que podríamos
decir incorrecta, por lo que vino después, por lo que dio lugar, que no obstante lo
habilitaba a las técnicas que empleaba primero que eran las del apremio, y luego la
asociación libre. La suposición de Freud era que el paciente sabía el origen de sus
síntomas. Esa era una suposición introducida por Freud, a partir de experiencias que el
psicoanálisis después cuestionaría, que es la orden posthipnótica que practicaba
Entonces, bajo una idea errónea, que era que lo que estaba en el origen del síntoma era
una representación no conocida, no sabida, pero que en alguna parte el paciente lo sabía,
Freud introduce la técnica y de ahí saca el psicoanálisis. No se puede hacer una
intervención sin algún tipo de suposición.
Acá la suposición que nosotros tenemos, para intervenir de una manera ¿cómo
diría? maternal, por ejemplo: “Mamá tengo hambre”, y voy a hacer la comida. La
suposición que tenemos que introducir nosotros, es que nadie es idéntico a lo que dice.
Que cuando alguien formula una demanda es como decir cualquier enunciado, el sujeto
no es idéntico a lo que dice. Es decir que esa demanda explícita, está acompañada de
algo que podría ser una demanda implícita, o directamente para no ahorrar términos,
inconsciente.
(Participante inaudible)
Exactamente, esa es la suposición que introducimos nosotros. Que hay una
distancia entre enunciado y enunciación, vamos a decirlo con términos más claros. No
se si tienen presente el grafo. Hay dos pisos, uno que corresponde al plano del
enunciado, otro al plano de la enunciación y entre ambos se abre un espacio donde

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tenemos el deseo sostenido en el fantasma. Es decir, el analizante empieza cuando se


abre ese espacio, pero ese espacio hay que promover abrirlo. Depende de la manera en
que interpretemos la demanda, y no hay manera de no interpretarla, esto de no
responder a la demanda no es decirle que no al paciente, ni tampoco quedarse callado.
No hay una técnica de qué hacer - en el sentido que hay que quedarse callado, no hay
que callarse, hay que decir si - eso depende, como dice Lacan en “La dirección de la
cura...”, de lo que sostiene el enunciado del analista, o sea la enunciación del analista.
Se trata de interpretar la demanda de tal manera que esa interpretación deje un
resto donde aparezca la pregunta por el deseo. Es decir, interpretar la demanda es ver
qué respuesta darle a ese pedido, de tal manera que recibiéndolo abra un espacio donde
aparezca un más allá de lo que pide.
Esta interpretación no puede ir sino acompañada por una instalación del analista
como Otro, como Otro a quien se dirige la demanda. No crean que cualquier demanda
se dirige necesariamente a ustedes, como no todo discurso se dirige a ustedes. En otra
charla ponía el ejemplo de que aparentemente yo les hablo a ustedes ahora, pero podría
estar simplemente hablando para mí mismo, en el sentido musical. ¿Vieron esa gente
que siempre aprovecha algún pretexto en las reuniones sociales para cantar? Yo podría
estar en ese caso, bajo la apariencia de hablarles a ustedes, podría estar no hablándoles a
ustedes. O podría estar hablando a la gente que va a leer la desgrabación de Eva, y no a
ustedes. Entonces, no es seguro que quien está delante de ustedes dirigiéndoles la
palabra, se dirige realmente a ustedes. Eso resulta también de una intervención por parte
de ustedes, para situarse allí como lugar de destino de mensaje y de devolución del
mensaje. Mejor dicho, lugar que vía devolución va a transformar una demanda en un
mensaje, en eso que se dijo más allá de lo que se creía decir.
En tercer lugar, esa instalación de ustedes como otro de ese discurso, que se les
dirige bajo el modo de la demanda, implica también posicionarse como analista, que el
demandante lo sitúe como analista. Habría que ver qué entendemos ahora por eso,
porque uno podría decir: “Cuando me llamó ya estaba”, no. Cuando me llamó no estaba,
cuando me llamó estaba el aspecto profesional del analista “Me ofrezco así en la plaza
pública”. Analista pasa a ser un significante en relación al cual voy a emitir mis
significantes, eso es analista, es tomarme como analista, no como mi identidad
profesional, sino como un lugar donde aparecerá o no, un saber por venir, porque eso
que se pide (y esta es otra característica de la neurosis) es que lo que se demanda

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implica una demanda de saber. Es una demanda de saber. Por eso en el seminario de
“La identificación” Lacan dice: “La dignidad del neurótico es que quiere saber.”
Que quiere saber no quiere decir que no tenga resistencias, desconocimientos,
negaciones, renegaciones, todo lo que quieran, pero lo que lo instala como neurótico es
querer saber, un saber que espera, y la transferencia puede ser definida entre otras cosas,
como el tiempo de espera de un saber por venir, un saber acerca de lo que me aqueja.
Ese es el que Lacan llama el pivote de la transferencia, que es el sujeto supuesto saber.
¿Eso es toda la transferencia? No, también tenemos el resorte de la transferencia,
o lo que Lacan dice “lo dinámico”. El resorte de la transferencia que es el deseo del
analista, que es indispensable, porque si en la meta de la cura, lo que dirige la cura, es la
búsqueda de coordinar al sujeto con su deseo, esa relación del sujeto al deseo no puede
hacerse sino como deseo del Otro. El deseo del hombre es el deseo del Otro quiere decir
eso, que no es sin el Otro que yo puedo posicionarme como deseante. El analista
también tiene esa función, no solamente soportar un lugar posible de llegada de saber,
sino un lugar de deseo que él deberá vaciar de su persona, de su deseo más personal,
para que opere la función deseo del Otro, porque es por ese rodeo que alguien podrá
acercarse a “su” deseo, con todas las comillas del caso, cada vez que usamos la palabra
“su”, deseo propio. Sabemos que lo propio también es otra característica de la neurosis,
que es interpretar como mío lo que viene del Otro.

Eva Lerner: Gracias, como acostumbramos en el otro espacio, que ya se llama


“Práctica del comentario”, yo hago una pequeña apertura de preguntas y paso el
micrófono para que las hagan ustedes y que no hace falta que me las contestes ahora,
sino que las dejo planteadas como mis preguntas y comentarios de la exposición de
Ricardo.
Es muy importante lo que decís de dar forma a una consulta, y para situar eso te
invité, porque la posición que se escucha muchas veces es que hoy no hay consultas de
análisis porque los pacientes son inanalizables. Se sitúa como un límite de las
estructuras, y se avalan con diagnósticos de anorexia, de bulimia, de adicciones, que es
verdad que son síntomas con dificultades del “dictum”, a-dictivas, pero no eximen al
analista de este trabajo de dar forma.
R. Rodríguez Ponte: Creo que el psicoanálisis no es para todos, eso estoy seguro,
tal vez sea para muy poca gente. Para neuróticos seguro, los demás no sé. Pero la
estupidez de los demás, es la coartada del analista, aclaro lo que dice Lacan: “No hay

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otra resistencia que la del analista”. Entonces: “Le interpreté de catorce mil quinientas
maneras distintas y lo supervisé con todos los supervisores habidos y por haber y el
paciente no responde”. Bueno, quiere decir que no diste con la tecla, no argumentes que
el paciente es inanalizable. Eso es un problema.
Eva Lerner: siento un jolgorio en este momento que pensamos parecido, viste
que la gente que piensa parecido se pone contenta. El otro piensa como uno, por eso lo
invité. (Risas)
La otra cuestión que quería decir, estoy de acuerdo con lo de normales, nunca lo
había pensando, porque como no hay salud en psicoanálisis, yo lo decía de otro modo.
Hay lugares del mundo dónde nos desarrolló el psicoanálisis.A la pegunta de por qué
acá hay tantos analistas, por qué se desarrolló acá el psicoanálisis yo respondo porque
acá se desarrollo la neurosis, porque las coordenadas para las neurosis, dice Freud en
algún lado, están dadas para todas las personas, la cuestión es que en algún momento se
despiertan o no. Algunas persinas egosintónicamente adaptados a su fracaso pueden
decir: “La culpa es del 2001, la culpa es del corralito” y siempre se sacan la
responsabilidad. Pero alguno también puede no despertársele la neurosis y algún
acontecimiento de la vida hace que se le despierte, vos decís porque hay normales que
están más en la norma que otros.

R. Rodríguez Ponte: Lo que busca el neurótico es un padre dueño de su deseo,


una autoridad, y bueno, acá hace 60 años que estamos con Perón todavía.
Eva Lerner: Estamos trabajando con un pequeñisimo ejemplo de comienzo de
análisis, donde una analizante me consulta diciendo que me consulta porque soy un
“pan de trotil”. Lo que yo mostraba era que si yo me prendía de las propiedades
puntuales con las que ella estaba definiendo el significante de la transferencia, si
acordaban o no con mis atributos, yo le hacía una entrada equivocada. En vez de hacer
de eso la pregunta, que fue: “¿Qué es lo que hay que dinamitar tan pesado?” la que
apartó la posibilidad de que se instale un significante imaginario de la transferencia, e
invitó a que se instale algo, que en realidad después fue el significante de la
transferencia, que abrió la posibilidad del análisis, o sea que abrió la transferencia
simbólica no la imaginaria, sino abriría a la identificación.
Pasamos a las preguntas.

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Participante: No tengo formulada la pregunta, pero me quedé con la última parte


del tiempo de espera para esto de un saber a advenir, y esta cuestión del deseo del
analista como posibilitando. Como estas dos partes que lo retomaba en relación a esto
de la empresa común, algo de la responsabilidad, y hace a la posibilidad de un inicio.
Me quedé con dudas de esa parte.
Participante: Yo no entendí la parte que estaban hablando de sustituir la falta en
la estructura por la falta en el Otro, y usted dijo que eso se podía asumir como culpa. No
entendí eso, si lo podría aclarar.
R. Rodríguez Ponte: La culpa para Freud deriva del triunfo sobre el rival
edípico. Para Lacan la culpa es una manera de sostener al Otro, de velar su falta. Página
800 de los Escritos.
Cuando tenemos un paciente que se culpa por todo, tenemos que buscar que
personaje está sosteniendo.
Eva Lerner: Me gustaría volver sobre el punto de las obras sociales y los
hospitales, porque sino, no se como explicártelo... Quienes comienzan su trabajo, y que
lo hacen en ámbitos públicos, parecieran que quedaran limitados a pensar que es posible
que haya acto analítico en esos espacios. Sabemos que este es uno de los pocos países
en los que una boliviana de la villa sabe que si su hijo se hace pis tiene que ir a la
psicóloga del hospital, y que son distintas las posiciones si hay un analista que opera en
una guardia de internación en un servicio hospitalario o en cualquiera de esos lugares,
que si hay un psiquiatra o un psicólogo, en cuanto al compromiso con el deseo.Aunque
tenga que tomar una decisión breve y no un psicoanálisis e sdiferente la indicación
pensada desde el psicoanálisis. Digo porque a veces puede haber un obstáculo con esa
terceridad, y a veces se puede trabajar con eso.
R. Rodríguez Ponte: Creo que siempre se trabaja con eso y siempre es un
obstáculo, pero decir que algo es un obstáculo no quiere decir que algo es imposible.
Aun cuando uno no trabaja ni para obras sociales, ni para prepagas, el régimen estatal
está interpuesto, te piden un recibo por ejemplo. O te piden un título, cuando nosotros
como herederos de la tradición freudiana y lacaniana, sostenemos el análisis lego, pero
si vos no tenés un título estás condicionado a la posibilidad que te hagan un juicio por
ejercicio ilegal de la medicina. O sea, que nosotros no nos consideremos médicos, no
impide que el estado nos considere médicos o paramédicos. Nos introduce en esa
legalidad. Siempre está esa legalidad. Si se te suicida un paciente y no hiciste que un
psiquiatra lo medique antes, te hacés pasible a un juicio de mala praxis. Uno tiene que

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trabajar con eso y ver que riesgos asume, pero tiene que saber que eso existe y eso es un
obstáculo. En un hospital eso está más presente, también depende mucho de los
servicios y de los jefes de servicio. Está presente, por ejemplo, que tenés 6 meses para
ver a alguien o no, hay otros que se hacen los tontos. En fin, hay una serie de
legalidades que hay que atender y que imposibilitan o que dificultan. Si estás en una
prepaga sabés que esos te van a dar 30 sesiones por año y punto, y así sucesivamente.
Ya te digo, si los tenés 45 minutos...
Yo no creo que eso imposibilite un análisis, ni siquiera que imposibilite, no
siempre el analista tiene que pensar que hace análisis. Nuestra posición de analista, allí
donde el cálculo nos dice que difícilmente puede haber un análisis, por las razones que
sean, por la conjetura que hacemos respecto de la estructura del paciente... Muy
convencido no estoy de estas cosas, pero como es lenguaje común, me manejo con esto.
Sea por la conjetura que hacemos de la estructura del paciente, o en el caso de los niños,
conjeturamos por ejemplo, que los padres lo van a sacar del tratamiento no bien mejore,
o por la dificultad económica, por cualquier cosa que conjeturamos que algo no va
andar, eso no impide que actuemos, es más yo creo que no solo no impide sino que de
todas maneras nuestra ética es habilitar la posibilidad de un acto analítico, es decir en lo
posible ver si se puede coordinar ese sufrimiento con lo que es del orden del deseo. A
veces no se puede hacer más que eso, que al consultante le quede la expectativa de que
alguna vez a lo mejor puede hacer un análisis. En cambio me parece que el riesgo es
aceptar demasiado rápido los obstáculos como argumento para retroceder en su función.
Hace un par de años me habían pedido un artículo del Ameghino, yo les dije que
artículo no quería hacer porque no quería escribir, pero les dije: “Háganme preguntas”.
Entonces me hicieron preguntas, me preguntaron por qué se aburrían tanto. Les dije que
si se aburrieron era porque a lo mejor habían dejado de trabajar analíticamente, sino no
veo por qué se aburren. Porque el argumento es claro: “Que vamos a andar con el
psicoanálisis si acá es gente que no tiene para comer.” Eso es fascismo, la gente que no
tiene para comer, no tiene para comer y además tiene deseo. Nosotros lo que tenemos
que hacer es eso, no darle de comer. Además tenemos guita para darles de comer,
perfecto, pero esa no es nuestra función. Entonces, no se trata de apoyarse en las
dificultades para argumentar un retroceso respecto del deseo del analista, que además
nadie nos obliga, es un deseo.
Eva Lerner: me pasó una vez dándole un helado a un chiquito en Brasil que
decía que no tenía para comer y quería helado, que unos vecinos de la sombrilla donde

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yo estaba dijeron: “Pero ¡como! Si tiene hambre dale pollo y sino que se aguante!” Yo
dije: “¿Por qué? si nunca comió un helado tiene tanto derecho a tener deseo de helado
como necesidad de comer”, por eso estoy de acuerdo con vos que eso es fascismo y uno
puede estar en cualquier lugar respetando el deseo, no solo como analista.
Lo que quería, era dos minutos, si bien nosotros nos vamos a dedicar a desplegar
demanda y deseo, y sujeto supuesto saber, esta diferencia que hiciste entre pivote y
resorte: ¿Dónde está el analista en esta sostén de ese saber por venir, en el deseo del
analista Porque este sujeto supuesto saber se entiende de muy distintos modos. Hay
quienes lo entienden, en esta Escuela ,ustedes van a ver, transitando en los seminarios, y
viendo las diferencias. Hay quienes dicen que el analista está como Otro sin barrar al
comienzo y luego aparece barrado. Otros que piensan, como pienso yo, que uno está
barrado de entrada y esto no quiere decir contarle al paciente que a uno le cuesta tanto
como a él comprar el departamento, no me refiero a eso, sino en posición de no saber.
O sea, atravesado por la castración. ¿Qué se este anoticiando que estamos
esperando el saber?
R. Rodríguez Ponte: Yo coincido con vos, eso del Otro sin barrar es una tontería.
El Otro sin barrar solamente se puede presentar sin barrar con el sostén del sujeto
neurótico, su neurosis está al servicio de eso, de sostenerlo como sin barrar. No hay que
confundir sujeto supuesto saber con el Otro sin barrar. Justamente, cuando Lacan
introduce el SSS, en las dos primeras clases del seminario de “La identificación”, lo
confunde con un Otro sin barrar, un Otro que sabe y dice: “Esto no es nuestro sujeto”.
Deja caer esa noción, la inventa ahí mismo, alude a ella un par de veces en el seminario
de “La angustia” y la deja caer.
Recién la levanta al final del Seminario XI para decir otra cosa. En primer lugar
para decir que el SSS es un sujeto supuesto. Supuesto por un significante, el significante
de la transferencia y el saber está supuesto por ese significante (por eso yo siempre me
peleó con la traducción de Paidos, del sujeto supuesto “al” saber), porque el sujeto no
está supuesto al saber. Supuesto quiere decir puesto debajo, el saber está supuesto al
significante y el sujeto está supuesto al significante. Ese saber es un saber adyacente a
un sujeto supuesto, por un significante para otro significante por venir.
Entonces “yo supongo que el Otro sabe” esto ya es un efecto de la estructura
neurótica. El SSS no es un Otro que sabe, primero porque el Otro, ya lo tiene claro
Lacan, que no existe, y que no es sujeto.

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Estos dos términos que aparecieron al final, son las dos vertientes de la
transferencia. Hay una vertiente de la transferencia que podríamos llamar una vertiente
epistémica, de búsqueda de saber: Sufro, y lo que me constituye como analizante es que
yo pregunto por qué sufro. En la medida en que pregunto por qué sufro – porque
además soy un sujeto de la ciencia, vivo un universo científico, no tengo una respuesta
prefabricada, no es algo que me mandaron los dioses, no es el castigo por mis pecados –
pregunto por qué. Por eso Lacan dice que el psicoanálisis es posible en una época, luego
del surgimiento de la ciencia como tal, donde el saber es algo que circula, se trasmite, se
trafica con el saber.
Entonces, pregunto por qué, y al preguntar por qué ya estoy suponiendo que hay
un por qué. Un por qué puesto en términos de saber, que yo no lo tengo, que está por
venir, que imaginariamente lo puedo localizar en un señor que tengo adelante, que
llamo analista, pero a lo mejor no. A lo mejor pienso: “Que lástima que tengo que
analizarme con este boludo porque con Lacan me iría mejor”. La conciencia no es muy
importante, acuérdense que la conciencia es desconocimiento. A veces uno piensa que
el analista es un tonto y el análisis funciona igual. No hay que confundir los efectos
imaginarios con el SSS.
No hay que confundir lo que alguien hace con lo que se imagina que hace. Por
ejemplo, la mujer que le dice al marido: “Vos nunca me escuchás”, está claro que ella
cree que si la escucha, sino no se lo diría. ¿Qué estás haciendo? Haciéndote escuchar.
Lo que vos creas es una cosa, lo que hacés es otra. Vos podés pensar que tu analista es
tal y cual, pero le hablás, en la medida que hablás estás en esa búsqueda epistémica de
un saber por venir. Esta es una vertiente de la transferencia, lo que Lacan llama su
pivote, todo se apoya ahí.
Por ahora tenemos búsqueda de saber y por parte del analista aceptar recibir eso,
sostenerlo, sabiendo que está destinado a caer, que está destinado si se presta. Hay
analistas que no se barran ni de casualidad, son inconmovibles. Barrarse no quiere decir
cometer errores tampoco, no quiere decir: “Menos mal que me equivoqué porque así no
soy un Otro sin barrar”, eso es una boludez. Hay que hacer una operación para que el
saber deje de estas supuesto, se logre el saber que sea posible, que son pedacitos de
saber y la transferencia como relación al saber, al SSS cese. Este es un punto.
La otra vertiente es el deseo del analista, y es que no todo es relación al
significante. Hay algo que es del orden del deseo, que tiene que ver con el objeto. Por
ahí se buscará la cuestión del amor, que ahora sería complicadísimo, no puedo hablar de

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todo, déjenme hablar de alguna cosita. El deseo del analista viene a sostener ese espacio
como vacío, para que ahí se instale el deseo. Ahora el deseo, de lo que tiene de
articulado no articulable, en esa otra parte del mediodecir de la verdad (para decirlo de
alguna manera) ahí tendremos la actualidad de la transferencia, eso que no es ni en
efigie ni en imagen, por ese lado pensé la cuestión del amor.
El analista tiene que intervenir con su deseo. La neutralidad del analista, es
neutralidad respecto de las opiniones, no una neutralidad que me da lo mismo. La
tensión libremente flotante es no privilegio en principio nada, pero en principio, después
voy a privilegiar en función de una conjetura de por donde anda ese deseo. La
neutralidad no es indiferencia.
En este punto Lacan cambió completamente la perspectiva de los post freudianos
y lo hizo incluso con un modelo parecido al de los post freudianos, porque los post
freudianos decía: El analista espejo, es decir, refleja, de él no hay nada. Lacan va a
decir: espejo, pero un espejo que cambia de posición, y cambiando de posición lleva al
analizante a alguna parte.
Eva Lerner: Muchas gracias Ricardo, es parte de cómo pienso también la
transferencia de trabajo, multiplicar la transferencia con distintos analistas para que
ustedes escuchen también la variedad del decir. Nos vemos el segundo lunes de junio.
Aplausos.

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