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Amando Ordás
Misión Biológica de Galicia (CSIC), Apartado 28, 36080 Pontevedra
aordas@mbg.csic.es
8.1. Introducción
8.2. Origen del maíz
8.3. Germoplasma
8.3.1. Razas de América
8.3.2. El maíz del Corn Belt
8.3.3. El germoplasma español
8.3.4. Las variedades españolas
8.4. Uso de las variedades locales
8.4.1. Programas de selección recurrente
8.4.2. Obtención de híbridos
8.5. El futuro de las variedades locales
8.6. Agradecimientos
8.7. Referencias
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8.1. Introducción
Según los últimos datos publicados por la FAO (2014) el maíz fue en términos de produc-
ción en 2014 la segunda mercancía agrícola mundial, por detrás solo de la caña de azúcar
y precediendo al arroz (con cáscara), al trigo y a las patatas. La superficie ocupada por el
maíz sigue en el conjunto del planeta una línea ascendente. Así, por ejemplo, se ha pasado
en los cinco últimos años de 159,5 millones de hectáreas en 2009 a 185,1 millones en 2013,
a las que hay que añadir algo más de un millón de hectáreas dedicadas a maíz forrajero y
otras superficies ocupadas por maíz dulce y maíz de palomitas, aunque de estos dos últimos
cultivos no hay datos.
En 2013 el maíz grano ocupó en España una superficie de 442.298 ha, con una producción
de 4.888.462 t (MAGRAMA, 2015), si bien estas cifras son, con toda seguridad, inferiores a
las reales ya que es muy difícil, si no imposible, cuantificar las hectáreas que se dedican a
este cultivo en los minifundios de Galicia y la cornisa cantábrica. Un hecho destacable es el
aumento de superficie observado en los últimos años, con un aumento de superficie de más
de 100.000 ha desde 2010 (en ese año se sembraron 315.000 ha). La comunidad que más
superficie dedicó al maíz grano en 2013 fue Castilla y León (121.965 ha), seguida de Ara-
gón (76.770 ha) y Extremadura (69.136 ha). Las provincias con más superficie fueron León
(65.263 ha), Huesca (48.840 ha) y Badajoz (47.113). En conjunto, España tiene un acusado
déficit de este cereal ya que precisa importar mucho más grano del que produce. De maíz
forrajero se cosecharon 107.086 ha en 2013. Casi dos terceras partes de esa superficie co-
rrespondieron a Galicia (MAGRAMA, 2015). Hay también una pequeña superficie dedicada
al cultivo asociado de judía y maíz (1.451 ha en 2013), y al maíz dulce y de palomitas, pero
de estos dos últimos tipos no hay datos. En resumen, el maíz ocupa oficialmente en nuestro
país unas 550.000 ha, aunque, como anteriormente se explicó, la superficie real debe ser
sensiblemente superior.
El pericarpio es la envoltura externa de la semilla y, como tejido materno que es, no tiene
contribución genética del polen. En otras palabras, tiene un genotipo idéntico al de la planta
sobre la que se asienta la mazorca. La aleurona, capa exterior del endospermo, está forma-
da normalmente por una capa única de células, al contrario que en la mayoría de los cerea-
les. Es, al igual que el endospermo, triploide. El endospermo, tejido triploide que procede de
la unión del núcleo secundario del saco embrional (2x) con uno de los núcleos espermáticos
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(x) del grano de polen, constituye la mayor parte del grano, generalmente el 80–85% de su
peso. Sus células están rellenas de granos de almidón, lo que hace que el maíz se considere
ante todo un alimento energético.
Desde el punto de vista de su apariencia física el almidón se presenta bajo dos consistencias
distintas: almidón duro y almidón blando. La distinta proporción de uno y otro, así como su
disposición en el grano, causa la aparición de distintos tipos de maíz: de palomitas (reventa-
dor), liso (duro, cristalino), dentado y harinoso. El maíz que se cultiva habitualmente para la
obtención de harinas para piensos animales (su uso más común en los países desarrollados
de las zonas templadas) es el dentado, seguido del liso o tipos intermedios (semidentados)
en zonas de clima más frío. Para alimentación humana, especialmente en Iberoamérica, el
harinoso es el tipo predominante.
No cabe duda de que el maíz es una especie misteriosa debido a que es una de las plantas
más estudiadas de nuestro planeta y, sin embargo, aún no conocemos su origen con total
certidumbre. En lo que sí están de acuerdo todos los expertos en que el maíz es una planta
americana. Cuando Colón llegó al Nuevo Mundo, el maíz se cultivaba desde Gaspé (Cana-
dá) hasta Chile (Wilkes, 2004).
A lo largo del siglo XX hubo una gran cantidad de controversia acerca del origen del maíz. En
todos los casos el maíz se consideraba relacionado estrechamente con el teosinte, una es-
pecie silvestre que crece de forma natural en México y Guatemala y de aspecto tan diferente
al del maíz que los primeros taxonomistas le adjudicaron un género distinto: Euchlaena
mexicana. Hoy se considera que todos los tipos de teosinte pertenecen al género Zea.
La teoría más aceptada actualmente indica que el maíz cultivado hoy, que es esencialmente
el mismo que los españoles se encontraron al llegar a América en 1492, desciende del teos-
inte Balsas (Bennetzen et al., 2001; citado por Wilkes, 2004), planta silvestre en los estados
de Guerrero y Michoacán (centro sur de México), y fue domesticado hace, aproximadamen-
te, unos 9.000 años. Hay distintos teosintes, anuales y perennes, diploides y tetraploides,
todos pertenecientes al género Zea. Los teosintes y el maíz se clasifican en cuatro especies
y siete taxones (Iltis y Doebley, 1980; Doebley 1990) (Tabla 1).
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Sección Zea
Zea mays L.
subsp. mexicana (Schader) Iltis: teosintes Chalco, Meseta Central y Nobogame
subsp. parviglumis Iltis y Doebley: teosinte Balsas
subsp. huehuetenangensis Doebley: teosinte Huehuetenango
subsp. mays Iltis y Doebley: maíz
8.3. Germoplasma
La primera clasificación de la variabilidad existente en el maíz fue hecha a finales del siglo
pasado por Sturtevant (1899), quien dividió los tipos existentes en seis grupos: dentado, liso
(o duro), harinoso, de palomitas, dulce y tunicado. Esta clasificación, salvo en el caso del
maíz tunicado, se basa en la composición del endospermo. En muchos casos las diferencias
son simplemente monogénicas, como, por ejemplo, el carácter dulce (su1) frente a almido-
noso (Su1) que depende de un gen situado en el cromosoma 4, o el carácter tunicado, tam-
bién monogénico y localizado igualmente en el cromosoma 4 (Tu1). Pero otras diferencias,
tales como las existentes entre el maíz de palomitas y el liso, son poligénicas. En cualquier
caso, y prescindiendo del maíz tunicado, representan los principales tipos de maíz cultivado
en el mundo y los que ya se encontraron los españoles al llegar a América.
Los maíces de palomitas son básicamente un tipo liso de grano pequeño. Se considera
generalmente que forman las razas más primitivas del maíz actual. Sus granos tienen la
propiedad de reventar al aplicárseles calor, dando lugar a las típicas palomitas o rosetas.
Los granos de maíz liso tienen fundamentalmente endospermo duro y poseen la ventaja de
un fácil almacenamiento y germinación en condiciones difíciles.
El maíz dentado es un tipo intermedio entre el liso y el harinoso, variando el grado de den-
tición con el fondo genético. Los lados de los granos dentados son lisos, mientras que el
núcleo central es harinoso. Debido a que el núcleo blando se contrae más durante el secado
que los lados duros, el grano maduro adquiere el característico aspecto dentado.
Los granos de maíz harinoso tienen únicamente almidón blando. Al secar presentan la ven-
taja de una molienda muy fácil, incluso en el caso de que se haga a mano. Tienen, en cam-
bio, el grave inconveniente de la facilidad para la aparición de mohos sobre la mazorca que
pueden llegar a arruinar la cosecha. Por ello su uso está limitado a áreas con un clima muy
seco en la época de la recolección.
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En el maíz dulce el gen su1 previene o retarda la conversión del azúcar en almidón durante
la formación del endospermo. Como consecuencia de ello, los granos dulces al secar pre-
sentan una típica apariencia arrugada y cristalina.
El maíz tunicado tiene la peculiaridad de que cada grano está envuelto por unas largas glu-
mas, de modo similar a lo que ocurre en otras gramíneas.
Dado que el maíz proviene de América, es conveniente conocer las variedades americanas
ya que allí se encuentran todos los genes de la especie. Hay que tener en cuenta la dificul-
tad de trabajar en la Península con maíz procedente de México, Centroamérica o los países
bolivarianos (área en la que se encuentra la mayor variabilidad de la especie) debido a la
sensibilidad del maíz al fotoperiodo ya que las variedades de esa zona son de día corto.
La clasificación en razas del maíz del continente americano comenzó con los trabajos de
Wellhausen y sus colaboradores, que en 1951 publicaron los resultados de un extenso es-
tudio sobre una amplia colección de maíz mexicano. Dicha publicación (Razas de maíz en
México) preparó el camino para una serie de estudios raciales que tuvieron lugar en los doce
años siguientes y que abarcaron la totalidad prácticamente del maíz americano, producien-
do una serie de boletines que fueron seguidos o acompañados por estudios similares sobre
el germoplasma europeo y asiático (Goodman y Brown, 1988).
Las clasificaciones del maíz americano, publicadas en los boletines mencionados, fueron
consideradas por muchos de los autores como preliminares y como punto de partida para
estudios más definitivos que, lógicamente, seguirían. Hasta ahora esto ha ocurrido hasta
cierto punto, principalmente por los trabajos de Goodman y sus colaboradores que, aplican-
do métodos de taxonomía numérica, han determinado con mayor precisión las relaciones
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entre las razas previamente descritas (Goodman, 1967, 1968; Goodman y Paterniani, 1969;
Goodman y Bird, 1977; Bird y Goodman, 1977; Goodman y Brown, 1988; Sánchez y Good-
man, 1992; Sánchez et al., 1993).
El maíz del Corn Belt, con una gran importancia en la mejora ya que es la raza más produc-
tiva del mundo en las zonas templadas, se originó hace relativamente poco tiempo y por una
feliz casualidad. A mediados del siglo XIX Robert Reid, procedente del Sur de Ohio, se insta-
ló en la parte central de Illinois trayéndose con él, como era común, su semilla de maíz (una
variedad de la raza Southern Dent). En 1846 la semilla maduró mal y, como consecuencia de
ello, en 1847 la nascencia fue muy pobre. Robert Reid resembró los fallos con una variedad
local (perteneciente a la raza Northern Flint) mucho más precoz. Afortunadamente, por esta
siembra tardía de la variedad precoz, ambas variedades florecieron a la vez y se produjo un
híbrido intervarietal. James, hijo de Robert Reid, seleccionó durante muchos años este ma-
terial y, finalmente, obtuvo la famosa variedad ‘Reid Yellow Dent’. De ella proceden muchas
de las líneas que forman parte de los híbridos más cultivados en el mundo en la actualidad.
Otras importantes variedades del Corn Belt son ‘Lancaster Surecrop’, ‘Iodent’, ‘Minnesota
No. 13’, etc.
La historia del maíz del Corn Belt, así como su significación en la mejora, ha sido estudia-
da por diversos autores (Crabb, 1947; Andersson y Brown, 1952; Wallace y Brown, 1956;
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Hayes, 1963; Troyer, 1999, 2001, 2004, 2007; Troyer y Mikel, 2010; Troyer y Palmer, 2006).
Actualmente, en las zonas templadas del planeta prácticamente todos los híbridos cultiva-
dos tienen germoplasma de esta raza.
Hay diversos estudios sobre la introducción del maíz en Europa (Tenaillon y Charcosset,
2011; Rebourg et al., 2003; Revilla et al., 1998, 2003), que arrojan luz sobre el camino que
siguió la especie para establecerse en Europa, si bien aún queda mucho por confirmar. Lo
que está comúnmente aceptado es que la primera siembra en el Viejo Mundo tuvo lugar en
España en 1493 con maíz caribeño traído por Colón. A partir de ahí, ha habido numerosas
introducciones desde distintas partes de América.
Dos híbridos dobles desarrollados por la MBG tuvieron bastante difusión en aquellos prime-
ros años:
Pepita de Oro:
Reina Blanca:
Los nombres de las variedades se refieren a líneas puras extraídas de ellas directamente,
es decir a lo que llamamos líneas de primer ciclo. De todas las variedades involucradas en
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esos híbridos, solo ‘Arcade’ es una variedad autóctona española originaria de la provincia de
Pontevedra. Posteriormente, en 1950, último año en el que se trabajó con un programa de
mejora de variedades locales en la MBG, el número de variedades era de 53 y el de líneas
puras (en un nivel de consanguinidad más o menos avanzado) de 379 (Tabla 2).
Una de las variedades tiene una importancia especial: la número 25 (Lizargárate) ya que de
ella se obtuvo la EP1, una de las líneas puras europeas más famosas. Uno de los híbridos
dobles franceses obtenidos por el INRA, y que fue el que abrió el camino en Europa para la
expansión de los híbridos en detrimento de las variedades locales, fue el INRA-258, cuya
fórmula es (F115 × W33) (EP1 × F7). De toda esta colección en la actualidad se conservan
líneas puras de las variedades ‘Marshall’s Longfellow’, ‘Maíz alto de León’, ‘Variedad H’,
‘Lizargárate’ y ‘Northern White’, y ninguna de las variedades locales gallegas.
En 1932 se creó el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas (INIA). Una de las de-
pendencias del INIA fue el Centro de Mejora del Maíz (CMM), radicado en la Granja de Meco
(Alcalá de Henares, Madrid). En este centro se llevó a cabo la primera clasificación en razas
del germoplasma español (Sánchez-Monge, 1962). En el CMM existían 90 variedades es-
pañolas, a las que se añadieron muestras conseguidas por el Servicio de Extensión Agraria,
las jefaturas agronómicas provinciales, etc., hasta formar una colección de 372 variedades
(357 de maíz grano y 15 de maíz de palomitas) que fueron sembradas en 1959 y 1960 en
la finca del CMM. En este trabajo se excluyeron los maíces canarios por los problemas de
adaptación al fotoperiodo.
Debido a diversas vicisitudes la colección estuvo a punto de perderse, pero antes de que
esto ocurriera, la mayoría de esta valiosa colección (cinco razas estaban perdidas) ha po-
dido ser recuperada y se encuentra conservada en la MBG, en donde se ha investigado la
relación entre ellas por medio de su variación en isozimas (Revilla et al., 1998).
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“ “ 88 Lancaster Surecrop 6
“ “ 99 Cáceres 4
“ “ 105 Barreiros 2
Blanco liso 100 bl. 4
“ “ 42 bl. 5
“ “ 179 Sanford White 12
“ “ 222 Semillas bl. de espigas am. 11
largas
“ “ 38 White Flint 25
“ “ 39 bl. 2
Blanco dentado 65 Rustler 11
“ “ 95 Pioneer 4
“ “ 62 bl. 3
“ “ 33 bl. 1
“ “ 70 bl. 2
“ “ 79 bl. 1
“ “ 85 bl 4
“ “ 35 Wood’s Northern White 13
Dent
“ “ 45 Burr White 2
“ “ 98 Ribeiro blanco 8
Totales 53 379
A partir de los años setenta del siglo pasado se han llevado a cabo numerosas recogidas
por toda España (Alvarez y Lasa, 1987a, 1987b, 1990a, 1990b; Llauradó y Moreno Gon-
zález, 1993; Llauradó et al., 1993; Ordás et al., 1987, 1994; Ruiz de Galarreta y Alvarez,
1990). Como consecuencia de todo ello se dispone de una amplísima representación de las
anti¬guas variedades de polinización libre. El problema que existe es que hay demasiadas
muestras conservadas en los distintos centros que han realizado recolecciones: Centro de
Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM) (Xunta de Galicia), Centro de Conservación
de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (CCBAT) (Cabildo de Tenerife), Neiker-Tecnalia en
Arkaute-Álava (NEIKER) (Gobierno Vasco) y Estación Experimental de Aula Dei en Zarago-
za (EEAD) y MBG, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Los tres centros citados en último lugar en el párrafo anterior han comenzado un proceso
de racionalización de su germoplasma. Por ello se acometió la puesta en común de las tres
colecciones para racionalizar la enorme cantidad de variedades existentes entre los tres
centros: nada menos que 988. El primer paso consistió en la realización de un inventario
común para detectar duplicaciones y se ha propuesto un formato similar de código para los
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tres centros. Esta ordenación del material ha permitido detectar algunas duplicaciones y,
sobre todo, comprobar lo irracional de la situación actual. Como ejemplo, baste decir que
de la provincia de Guipúzcoa hay 393 variedades sin contar las muestras guipuzcoanas
incluidas en las razas. En esta provincia hay 5.330 ha de tierra cultivable, de las que se de-
dican a maíz (grano y forrajero) 342 ha según el Anuario de Estadística 2014 (MAGRAMA,
2015). Esto nos da 1,15 variedades por hectárea, algo completamente absurdo. Suponiendo
que en el pasado, cuando las variedades de polinización libre eran lo habitual, se cultivara
cuatro o cinco veces más maíz, siguen saliendo unas cifras absurdas. Hace unos años, en
el marco de un programa de la Unión Europea (en el que participaron por parte española el
CIAM, la EEAD y la MBG), se procedió a la creación de una colección nuclear europea de
maíz, que comprendía a los países que en aquel momento constituían la Unión Europea y
que disponían de colecciones, es decir Alemania, España, Francia, Grecia, Italia y Portugal
(Gouesnard et al., 2005). Hecho el inventario del germoplasma existente, se constató la
existencia de 2.899 variedades conservadas (y documentadas entonces) en los bancos de
germoplasma de esos países. En un primer paso se formó una colección representativa de
395 variedades y, a partir de ella y empleando datos fenotípicos y moleculares, se constituyó
una colección nuclear de 96 variedades, en la que figuran 24 variedades españolas: 6 de la
EEAD, 10 de la MBG y 8 del CIAM (Tabla 3). Esta primera colección puede servir de base
para una futura colección nuclear española más grande, quizás con 50 o 60 variedades, que
debe ser suficiente para representar adecuadamente la variabilidad existente en el germo-
plasma español de maíz.
Tabla 3. Variedades españolas de maíz que forman parte de la colección nuclear europea.
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1: EEAD: Estación Experimental de Aula Dei; MBG: Misión Biológica de Galicia; CIAM:
Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo.
2: Raza española (Sánchez-Monge, 1962.
3: Raza monovarietal.
A finales de los años 80 del siglo pasado se llevaron a cabo en la MBG dos estudios de las
variedades españolas (Ordás et al, 1994). Uno de los estudios se centró en las variedades
gallegas y en el otro se incluyeron, además, variedades locales de la Península y Baleares,
excluyendo las poblaciones canarias por el problema de adaptación al fotoperiodo. La razón de
haber dedicado un estudio exclusivamente a las variedades gallegas se debe a que esta región
es históricamente la más importante para el cultivo del maíz antes de la difusión del cultivo de
los híbridos y la mecanización del cultivo, aspecto este último muy difícil de introducir en la
mayoría de explotaciones gallegas por su minifundismo. Aparte de eso, el maíz gallego está
adaptado al cultivo sin riego, lo que no ocurre con el resto de las regiones españolas, salvo en
la cornisa cantábrica. En Galicia, el maíz se introdujo por los puertos de las Rías Bajas a partir
de 1630 (Pérez García, 1981). Como resultado de estos trabajos se deduce lo siguiente:
144
Amando Ordás
En Galicia había tres tipos fundamentales de maíz (Figura 1). En la costa, el maíz se convir-
tió en el cereal panificable, por su capacidad de producir pan que los marineros podían llevar
en los barcos sin perder sus cualidades durante bastante tiempo. Por ello, las variedades
de la costa gallega son blancas ya que los carotenos presentes en el maíz amarillo dan un
sabor desagradable al panificar. En la penillanura que comprende la mayoría de las provin-
cias de Pontevedra y A Coruña se cultivaba centeno para hacer el pan. El maíz era funda-
mentalmente pienso para el ganado y en este caso las variedades amarillas son ventajosas.
En las tierras altas del interior, fundamentalmente en Lugo y Ourense, el ciclo vegetativo es
más corto, por lo que las variedades tienen que ser más precoces. Además, los otoños son
más secos que en las provincias atlánticas por lo que el zuro puede ser más grueso y así
soportar más filas de grano. Este esquema general tiene numerosas excepciones ya que es
frecuente encontrar variedades de otros tipos, por ejemplo multicolores, en zonas de maíz
blanco o amarillo.
Fuera de Galicia, en la zona húmeda de España, las variedades son generalmente similares
a la representada en la Figura 1B, aunque las vascas tienden a ser algo más cónicas, debi-
do, como se indicó anteriormente, a que su introducción desde América tuvo probablemente
un origen distinto.
145
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En el Valle del Ebro abundaban las variedades del tipo “Hembrilla”, caracterizadas por su
talla alta, mazorcas de ocho filas y un grano muy típico, estrecho, muy ancho y muy largo,
con coloración amarilla, aunque, a veces, el endospermo es blanco. Similares, pero más
precoces, eran las variedades rastrojeras, como la representada en la Figura 2.
En Andalucía se cultivaban unas variedades muy tardías, de color amarillo, y también, al igual
que en el Valle del Ebro, otras mucho más precoces: los maíces tremesinos (Figura 3).
Levante era la zona en la que, junto con la costa gallega, más se cultivaban variedades blan-
cas. Eran también muy típicos los maíces de tipo “Mollar”, más precoces que las variedades
normales, y con grano, de modo similar a aquéllas, de color amarillo o blanco (Figura 4).
En lo que se refiere al maíz de palomitas hay básicamente dos tipos (Figura 5): unas varie-
dades son uniformemente amarillas, mientras que otras presentan grano multicolor, no exis-
146
Amando Ordás
El maíz canario debe ser estudiado a fondo. Es muy distinto al de la Península y Baleares, y
presenta un gran interés para los mejoradores ya que puede ser una fuente de genes ausen-
tes en esas zonas. Este trabajo debe hacerse en las propias islas ya que Pontevedra, a una
latitud de 42º26’N, no es un lugar apropiado para estudiar adecuadamente un material que
procede de unas latitudes muy inferiores (las Islas Canarias se encuentran situadas entre
los paralelos 27º37’N y 29º25’N).
En la MBG se conservan cuatro poblaciones canarias (dos de Tenerife y una de cada una
de las islas de Gran Canaria y Fuerteventura) proporcionadas por el CCBAT que pueden ser
multiplicadas en Pontevedra, pero con grandes dificultades; además, debido a la sensibili-
dad al fotoperiodo, la expresión de los caracteres de estas variedades en tierras gallegas es
muy distinta a la que presentan en Canarias.
A B
Hay que partir del hecho de que las variedades autóctonas apenas se cultivan hoy en día en
áreas de agricultura avanzada. Actualmente, en todo el mundo desarrollado el tipo de varie-
dad comúnmente usado es el híbrido simple. Las variedades locales quedan restringidas a
zonas de agricultura de subsistencia o agricultores que, por una causa u otra, quieren dis-
poner de su propia semilla y no depender de las compañías de semillas. Pero la diferencia
de productividad entre una variedad local y un híbrido simple es tan grande que las primeras
van cediendo espacio a los segundos de forma continua. Y lo mismo ha ocurrido en España.
147
Maíz
Únicamente 10.556 ha se sembraron con maíz no híbrido en 2013 según los datos del Anua-
rio de Estadística 2014 (MAGRAMA, 2015), es decir menos del 2% de la superficie total de-
dicada al maíz. Las variedades autóctonas han servido de base para numerosos trabajos de
caracterización y de búsqueda de resistencia a estreses cuya enumeración sería demasiado
larga. Estas variedades también se han empleado en programas de selección recurrente y
para la extracción de líneas puras con las que formar híbridos.
La población EPS7, tras tres ciclos de selección recurrente intrapoblacional, fue sometida en
la MBG a un programa de selección para reducir la longitud de los túneles en el tallo produ-
cidos por el taladro mediterráneo (Sesamia nonagrioides Lef.) manteniendo la productividad.
Un estudio con esta población confirmó que hay una correlación genética desfavorable entre
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Amando Ordás
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Las líneas puras de maíz obtenidas en España se identifican con las letras EC (las obtenidas
en el CIAM), EP (las de la MBG), EZ (las de la EEAD) y EV (las de Neiker), seguidas de un
número identificativo de orden. A finales de la década de los 50 del siglo pasado la MBG
desarrolló tres híbridos de tallo azucarado (DMB 5-8, DMB 7-14 y DMB 11-4) que tuvieron
alguna difusión especialmente el primero, muy cultivado en Galicia en los años 60-70. Su
fórmula era: (EP5 × EP2) (EP3 × EP4). La línea EP5 es una selección de la línea R86 de
Illinois, la EP2 fue obtenida a partir de la variedad ‘Maíz alto de León’ y las líneas EP3 y EP4
proceden de la variedad ‘Longfellow’. Posteriormente, en los años 80 se obtuvo el híbrido
de tres líneas DMB 15-70, mediante un trabajo de colaboración entre la MBG y DeKalb
AgResearch, y que incluía la línea EP42 (obtenida a partir de una variedad local gallega) y
un híbrido simple propiedad de la empresa. El híbrido DMB 15-70 se cultivó extensamente
en Galicia durante bastantes años.
De los híbridos obtenidos en el CIAM, destacan, entre otros, los denominados Hórreo 330 y
Dominó 450. La fórmula del primero es (A632 × W117) EC21 y la del segundo A632 × EC22.
A632 y W117 son líneas puras públicas norteamericanas; EC21 fue obtenida a partir de la
raza ‘Gallego’ y EC22 a partir de una variedad local gallega. Estos híbridos tuvieron también
bastante difusión en Galicia en los años 80-90.
150
Amando Ordás
de EPS13 y EPS14, respectivamente. El número de alelos por locus decreció desde 4,25 y
4,26 en las poblaciones originales (EPS6 y EPS7) hasta 2,74 y 2,64 (Romay et al., 2012).
Así pues, hay una deriva genética y, consecuentemente, un aumento de la consanguinidad
con la selección, lo cual reduce el rendimiento de las poblaciones finales. No es, por lo
tanto, descabellado pensar que un programa de selección con censos efectivos mayores
podría dar lugar a poblaciones con rendimientos cercanos o iguales a los de los híbridos
convencionales.
8.6. Agradecimientos
8.7. Referencias
151
Maíz
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